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exacta la traducción «poseer» (RVR, RVA, NRV y LBA) en este caso, puesto que la tierra de Canaán no era

literalmente una heredad, en el sentido extricto de la palabra, sino una posesión que Israel recibiría por

intervención directa de Dios. A decir verdad, en la mayoría de los casos en que se usa najal en el Antiguo

Testamento, el vocablo tiene el significado básico de «poseer» más bien que «heredar» por voluntad de un

testamento. Uno de los pocos casos cuando es así está en Dt 21.16: «El día que hiciere heredar a sus hijos

lo que tuviere». Más precisamente: «El día que reparta lo que tiene entre sus hijos» (LBA).

Cuando Moisés oró: «Señor … tómanos por tu heredad» (Éx 34.9), no quiso decir que Dios les

«heredaría» mediante un testamento, sino que Él los «tomaría por posesión suya» (LBA). La acepción

«recibir por posesión» tiene aquí un sentido figurado. Por ejemplo: «Los sabios poseerán honra» (Pr 3.35

RVA; «son dignos de honra» NVI); «los perfectos heredarán el bien» (Pr 28.10); «mentira poseyeron

nuestros padres» (Jer 16.19); «el que turba su casa heredará viento» (Pr 11.29).

B. Nombre

naj a lah ( 5159 , ), «posesión; propiedad; herencia». Este nombre es de uso frecuente (220

veces), aunque principalmente en el Pentateuco y en Josué. Casi no se encuentra en los libros históricos.

El nombre se usa por primera vez en Gn 31.14: Raquel y Lea respondieron, y le dijeron: «¿Tenemos

todavía nosotras parte o herencia alguna en la casa de nuestro padre?» (LBA).

La traducción básica de naj a lah es «herencia»: «Nabot respondió a Acab: ¡Guárdeme Jehovah de

darte la heredad de mis padres!» (1 R 21.3 RVA). Con más precisión el vocablo se refiere a una «posesión»

sobre la que se tiene derecho. El uso de naj a lah en el Pentateuco y en Josué a menudo denota la

«posesión» que Israel, una tribu o un clan recibió como su porción de la tierra prometida. Dicha porción

se determinó por sorteo (Nm 26.56) poco antes de la muerte de Moisés y le tocó a Josué ejecutar la

distribución de la «posesión»: «Así tomó Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehovah había dicho

a Moisés. Josué la entregó como heredad a Israel, conforme a la distribución de sus tribus» (Jos 11.23

RVA). Después de la conquista, el término «herencia» deja de referirse a territorio conquistado en batalla.

Una vez que se tomó «posesión» de la tierra, entró en vigencia el proceso legal que pretendía mantener la

propiedad hereditaria dentro de la misma familia. Por esta razón, Nabot no podía traspasar sus derechos a

Acab (1 R 21.3–4). Siempre era posible redimir la propiedad, cuando hubiese caído en otras manos, como

lo hizo Booz con el fin de mantener el nombre del difunto: «También adquiero, para que sea mi mujer, a

Rut la moabita, que fuera mujer de Majlón, para restaurar el nombre del difunto a su heredad, a fin de que

el nombre del difunto no se borre de entre sus hermanos ni de la puerta de su ciudad» (Rt 4.10 RVA).

Metafóricamente se dice que Israel es la «posesión» de Dios: «Pero a vosotros Jehová os tomó, y os

ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis el pueblo de su heredad como en este día» (Dt

4.20 RVR, NRV).

Dentro de la relación especial del pacto los hijos en Israel se consideraban un don especial del Señor

(Sal 127.3). Sin embargo, el Señor abandonó a Israel, su «posesión», a la merced de las naciones (cf. Is

47.6), y permitió que un remanente de esta «posesión» regresara: «¿Qué Dios como tú, que perdona la

maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se

deleita en misericordia» (Miq 7.18).

Por otro lado, se puede también decir que el Señor es la «posesión» de su pueblo. A los sacerdotes y

levitas, cuyas «posesiones» terrenales estaban limitadas, se les asegura que su «posesión» es el Señor:

«Por esto Leví no ha tenido parte ni heredad entre sus hermanos: Jehová es su heredad, como Jehová tu

Dios se lo ha prometido» (Dt 10.9; cf. Nm 18.23).

En la Septuaginta encontramos las siguientes traducciones del vocablo: kleronomia («heredad;

posesión; propiedad») y kleros («suerte; posición; parte»).

נַחֲלָה

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