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on, la otra de (ἄω) ao, aspiro, de donde provienen los dos sentidos tan diferentes. Lo cierto es que el

término es utilizado de manera distintiva por Platón, Aristóteles y Filón (y, según los diccionarios, por

Licurgo) como «eterno», en contraste con lo que es del tiempo teniendo comienzo y fin, como su

significado propio y terminante.

»Platón (Timeo, ed. Stef. 3,37, o ed. Baiter, Orell. y Winck, 712) dice, hablando del universo:

«Cuando el padre que lo engendró [tanto Platón como Aristóteles consideran que el universo es un animal

vivo, lo cual es demostrado por sus constantes movimientos; Filón también, siguiéndolos] percibió que la

imagen hecha por él de los dioses eternos se movía y vivía, se agradó de su obra; y llevado por este

agrado, pensó hacer su obra mucho más semejante a aquel primer ejemplar». Por lo tanto, así como aquel

(el universo inteligible) es un animal (ser vivo) eterno (ἀΐδιον, aidion), del mismo modo se dedicó a

hacer este universo (sensible) de tal modo con todo su poder. Así, la naturaleza del animal (ser vivo) era

eterna (αἰώίος aionios, antes (ἀΐδιος), aidios), y esto era desde luego imposible adaptar a lo que era

producido (τῷ γέήτῷ, to genneto, lo que tenía un principio); piensa hacer una imagen móvil de la

eternidad (aionos), y al adorar los cielos hace de la eternidad permanente en unidad una cierta imagen

eterna que se mueve en número, aquello que de hecho llamamos tiempo; esto es, días y noches, meses y

años, que no existían antes que comenzara a ser el cielo; luego, al quedar este establecido, «obra el

nacimiento de, ellos» (comenzar a ser, (γένεσις αὐτῶν) genesis auton). Después de desarrollar

esto, dice (p. 38): «Pero estas formas de tiempo imitando a la eternidad (αἰῶνα, aiona), y girando

alrededor según número, han tenido un comienzo (γέγονεν, gegonen). Por ello el tiempo comenzó

con los cielos, para que habiendo comenzado ellos con él puedan ser disueltos con él, si es que

ciertamente vaya a haber una disolución de ellos, y según la pauta de la naturaleza eterna (διαιωνίας,

diaionias, en algunos mss., aioniou o aionias), con el fin de que pueda ser tan parecido a ella como

sea posible. Porque esta pauta existe desde toda la eternidad (πάντα αἰῶνα ἐστιν ὄν, panta aiona

estin on), pero por otra parte, aquello que es perpetuo (διὰ τέλους, dia telous), a través de todo el

tiempo ha tenido un principio, y es, y será». Luego prosigue discurriendo acerca de las estrellas y de los

planetas, etc., como cosas relacionadas con lo que fue creado en el tiempo. Es imposible concebir

cualquier afirmación más positiva de que (αἰών, aion), es distinto y está en contraste con aquello que

tiene un principio y que por ello pertenece al fluir del tiempo. Así, (αἰών, aion), es lo que es

propiamente eterno, en contraste con una imitación divina de ello mismo en edades temporales, como

resultado de la acción creadora de Dios, que imitó lo increado tan aproximadamente como pudo hacerlo

en las edades creadas. Hay una cuidada oposición entre eternidad y edades; y también (αἰών, aion y

también αἰώνιος, aionios) significan lo primero en contraste con edades.

»Cito a continuación de Aristóteles, (περὶ οὐρανοῦ), peri ouranou, 1,9, (ed. Bekker, 1, 279): «El

tiempo», dice él, «es el número del movimiento, pero no hay movimiento sin un cuerpo físico. Pero fuera

del cielo se ha mostrado que no hay ni puede posiblemente venir a la existencia ningún cuerpo. Es

evidente que afuera no hay ni lugar, ni vacío, ni tiempo. Por ello tampoco en ningún lugar allí la

naturaleza forma cosas; ni tampoco el tiempo las hace envejecer; tampoco hay cambios en aquellas cosas

que se encuentran más allá de la órbita mas exterior; al contrario, siendo inmutables y no sometidas a

ninguna influencia, poseyendo la mejor y más independiente vida, se mantienen por toda la eternidad

(αἰῶνα, aiona). Porque esta expresión (nombre) ha sido divinamente pronunciada por los antiguos;

porque la integridad que abarca el tiempo y la vida de cada una de ellas, fuera de las cuales nada hay,

según la misma naturaleza, recibe el nombre de el (αἰών), aion, de cada.. Según la misma palabra

(λόγον, logon), la plenitud de todo el cielo, y la plenitud que abarca todo tiempo e infinitud es (αἰών),

aion, habiendo recibido este nombre por existir para siempre (ἀπὸ τοῦ ἀεὶ εἶναι, apo tou aei

einai), inmortal (ἀθάνατος, athanatos, que no muere), y divino». En 10 pasa a mostrar que el hecho

de comenzar a ser involucra el no existir siempre, que aquí cito para mostrar qué es lo que él quiere decir

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