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p e rî ( 6529 , ), «fruto; recompensa; precio; ganancias; productos; resultados». Este vocablo está en

ugarítico y egipcio. P e rî aparece unas 120 veces en el hebreo bíblico durante todos los períodos.

Primero, p e rî se refiere al producto comestible maduro de una planta o su «fruto». Este significado

amplio es evidente en Dt 7.13: «También bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano y

tu vino nuevo y tu aceite, la cría de tus vacas y el incremento de tus ovejas». La primera vez que aparece,

el término se usa para significar tanto «árboles» como sus «frutos»: «Produzca la tierra hierba, plantas que

den semilla y árboles frutales que den fruto, según su especie» (Gn 1.11 RVA). En Sal 107.34, el vocablo se

usa como calificativo de «tierra»; una «tierra fructífera» es una «tierra de frutos».

Segundo, p e rî significa «progenitura» o el «fruto del vientre». En Dt 7.13, el término significa

«descendencia humana», pero también puede decirse de animales (Gn 1.21–22).

Tercero, el «producto» o «resultado» de una acción a veces se denomina, poéticamente, «fruto»:

«Entonces dirá el hombre: Ciertamente el justo tiene frutos; ciertamente hay un Dios que juzga la tierra»

(Sal 58.11 RVA; «hay recompensa para el justo» LBA). Isaías 27.9 (LBA) habla del «fruto del perdón de su

pecado» («todo el fruto capaz de apartar su pecado» BJ), o sea, el resultado de la acción divina de purificar

a Israel. La mujer sabia compra un terreno y siembra con sus ganancias o «fruto de sus manos» (Pr

31.16). En otras palabras, su recompensa es recibir el «producto» de sus labores (Pr 31.31). Los justos

serán recompensados «según su camino y según el fruto de sus obras» (Jer 17.10; cf. 21.14). En la

mayoría de pasajes como este, la RV y sus revisiones traducen p e rî como «fruto» (cf. Pr 18.21).

פְרִי

B. Verbo

parah ( 6504 , ), «fructificar, llevar fruto». Este verbo se encuentra 29 veces en el Antiguo

Testamento. La primera vez que se usa es en Gn 1.22: «Y Dios los bendijo diciendo: Fructificad y

multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra» (RVR).

FUEGO

פָרָה

˒esh ( 784 , ), «fuego». Hay cognados de este vocablo en ugarítico, acádico, arameo y etiópico. Los

378 casos de este término están diseminados por todos los períodos del hebreo bíblico.

El primer caso ˒esh denota la presencia de Dios como una «antorcha ardiente»: «Y sucedió una vez

que el sol se puso y hubo oscuridad que he aquí, apareció un horno humeante, y una antorcha ardiendo»

(Gn 15.17 RVA). El «fuego» era el instrumento por el que una ofrenda se transformaba en humo, que

subiendo al cielo simbolizaba que Dios aceptaba la ofrenda (Lv 9.24). Dios también podía consumir a las

personas con el «fuego del juicio» (Nm 11.1; Sal 89.46). Una diversidad de objetos se quemarían como

señal de total destrucción y juicio divino (Éx 32.20).

A menudo, en las teofanías, el «fuego» simbolizaba la presencia de Dios (Éx 3.2). Por eso se le llama

a veces «fuego consumidor» (Éx 24.17).

El nombre ˒ishsheh, que significa «una ofrenda quemada», se deriva de ˒esh.

אֵש

FUERZA, POTENCIA

jayil ( 2428 , ), «fuerza; potencia, potencialidad; poder; riqueza; propiedad; capacidad; valentía;

ejército; tropas; influencia; séquito». Cognados de esta palabra se han hallado en arameo, acádico, siríaco,

arábigo y etiópico. Se encuentra en todos los períodos del hebreo bíblico unas 245 veces.

Primero, el vocablo significa una facultad o «potencialidad», la capacidad de hacer o de producir. El

término se usa en relación a la «fuerza» física, o sea, la «potencia» aplicada al plano corporal: «Si se

חַיִל

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