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información que se conocía antes, pero actos divinos recientes hacen que se vuelva a experimentar. El

énfasis está sobre la frescura de la experiencia.

Otro adjetivo, gadel, quiere decir «llegar a ser grande; crecer». Este adjetivo verbal se usa 4 veces,

una de ellas en Gn 26.13: «El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy

poderoso».

ENSEÑAR

A. Verbos

lamad ( 3925 , ), «enseñar, aprender, motivar a aprender». Este término semítico común se halla

a lo largo de la historia del lenguaje hebraico y en el antiguo acádico y ugarítico. Lamad se encuentra

alrededor de 85 veces en el hebreo veterotestamentario. En su modo simple y activo, el verbo tiene la

acepción de «aprender», pero también puede encontrarse en una modalidad que da el sentido causativo de

«enseñar». El vocablo se usa por vez primera en Dt 4.1: «Ahora pues, oh Israel, oye los estatutos y

decretos que yo os enseño».

En Dt 5.1 lamad tiene que ver con aprender las leyes divinas: «Escucha, Israel, las leyes y decretos

que proclamo hoy a vuestros oídos. Aprendedlos y tened cuidado de ponerlos por obra» (RVA). En Sal

119.7 encontramos un significado similar. El término puede usarse en relación a aprender otras cosas: las

obras de paganos (Sal 106.35); sabiduría (Pr 30.3); y guerra (Miq 4.3).

Casi la mitad de los casos de lamad se encuentran en Deuteronomio y Salmos, resaltando el énfasis

pedagógico de estos libros. El énfasis tradicional del judaísmo sobre la enseñanza y consiguiente

preservación de su fe tiene su fundamento bien en claro en el afán de enseñar la fe del Antiguo

Testamento y, en particular, Dt 6.4–9. Después del Shemá, la «consigna del judaísmo» que declara que

Yahveh es Uno (Dt 6.4), precede al «primer gran mandamiento» (Dt 6.5; Mc 12.28–29). Cuando Moisés

entregó la Ley a su pueblo, dijo: «En aquel tiempo Jehovah también me mandó a mí que os enseñara las

leyes y los decretos» (Dt 4.14 RVA).

El término judío tardío talmud, «instrucción», se deriva de este verbo.

yarah ( 3384 , ), «lanzar, enseñar, disparar, señalar». Esta raíz, que se encuentra en todos los

períodos del lenguaje hebreo, aparece en el antiguo ugarítico con el significado de «disparar»; en hebreo

moderno quiere decir «disparar» un arma de fuego. Yarah aparece alrededor de 80 veces en el Antiguo

Testamento hebreo.

El primer caso veterotestamentario del verbo es en Gn 31.51: «He aquí este montón, y he aquí el

memorial que he levantado [yarah, «lanzado»] entre tú y yo» (RVA). Este significado básico de «lanzar» o

«echar» se expresa en «echar» suertes (Jos 18.6) y cuando el ejército del faraón es «echado» o «arrojado»

al mar (Éx 15.4).

La idea de «lanzar» se extiende fácilmente al acto de «tirar» flechas (1 S 20.36–37). «Lanzar»,

aparentemente, se prolonga para significar «apuntar» o «señalar», o sea, que los dedos se «lanzan» en

cierta dirección (Pr 6.13).

A partir de esta acepción, solo hay que dar un pequeño paso para llegar al concepto de «enseñar» el

«señalamiento» de un hecho o de una verdad. Fue así que Dios inspiró a Bezaleel para que «enseñara» su

arte a otros (Éx 35.34); los falsos profetas «enseñan» mentiras (Is 9.15); y el padre «enseñó» a su hijo (Pr

4.4). Los sacerdotes tenían la responsabilidad de «interpretar» y «enseñar» lo relacionado con los

requisitos del culto y los juicios de Dios: «Ellos enseñarán tus juicios a Jacob, y tu ley a Israel» (Dt 33.10;

cf. Dt 17.10–11). Como dato interesante, a los sacerdotes más tarde se les acusó de «enseñar» por sueldo,

לָמַד

יָרָה

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