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de que «el hombre no es justificado por las obras de la ley», la ausencia de artículo antes de nomos

indica la afirmación de un principio, «por obediencia a ley», pero es evidente que lo que está a la vista es

la ley de Moisés. Aquí el apóstol está manteniendo que someterse a la circuncisión involucra la obligación

a guardar toda la ley. La circuncisión pertenece a la parte ceremonial de la ley, pero, en tanto que la ley de

Moisés se puede dividir entre lo ceremonial y lo moral, no se hace tal división, y ni tan solo se asume, en

las Escrituras. La afirmación mantiene la libertad del creyente ante la ley de Moisés en su totalidad como

medio de justificación;

(d) por metonimia, de los libros que contienen la ley: (1) del Pentateuco (p.ej., Mt 5.17; 12.5; Lc

16.16; 24.44; Jn 1.45; Ro 3.21; Gl 3.10); (2) de los Salmos (Jn 10.34; 15.25); de los Salmos, Isaías,

Ezequiel y Daniel (12.34); de los Salmos e Isaías (Ro 3.19, con los vv, 10-18); Isaías (1 Co 14.21); de

todo ello se puede deducir que «la ley» en su sentido más inclusivo era un título alternativo para referirse

a «las Escrituras».

Las siguientes frases especifican leyes de varios tipos: (a) «la ley de Cristo» (Gl 6.2), esto es, bien

dada por Él, como en el Sermón del Monte y en Jn 13.14,15; 15.4, o la ley o principio mediante el cual

vivió el mismo Cristo (Mt 20.28; Jn 13.1). No se trata de verdaderas alternativas, porque la ley impuesta

por Cristo fue siempre aquella por la cual Él mismo vivió en los «días de su carne». Él confirmó la ley

como siendo de autoridad divina (cf. Mt 5.18); sin embargo, Él dio una norma más elevada de vida que la

obediencia rutinaria a la entonces vigente versión legal de la ley, norma que, sin anular la ley, Él encarnó

en su propio carácter y vida (véase, p.ej., Mt 5.21-48). Esta rotura con el legalismo se ve especialmente en

relación con la parte ritual o ceremonial de la ley en su aspecto mas amplio. Él se mostró superior a todas

las interpretaciones humanas de la ley; (b) «la ley de la fe» (Ro 3.27), esto es, un principio que exige solo

fe de parte del hombre; (c) «la ley de mi mente» (Ro 7.23), aquel principio que gobierna la nueva

naturaleza en virtud del nuevo nacimiento; (d) «la ley del pecado» (Ro 7.23), el principio mediante el cual

el pecado ejerce su influencia y poder a pesar del deseo de hacer lo recto; «del pecado y de la muerte»

(8.2), siendo la muerte el efecto; (e) «la … ley … de la libertad» (Stg 1.25; 2.12), término inclusivo de

todas las Escrituras, no una ley obligatoria impuesta desde fuera, sino encontrando una obediencia bien

dispuesta a través del deseo y delicia del ser renovado que está sometido a ella. Este considera sus

interioridades y se deleita en sus enseñanzas. Está «bajo la ley (ennomos, «en ley», implicándose en

ello unión y sumisión) de Cristo» (1 Co 9.21; cf., p.ej., Sal 119.32,45,97; 2 Co 3.17); (f) «la ley real», en

el sentido de «regia» (Stg 2.8), esto es, la ley del amor, regia en la majestad de su poder, la ley de la que

dependen todas las demás leyes (Mt 22.34-40; Ro 13.8; Gl 5.14); (g) «la ley del Espíritu de vida» (Ro

8.2), esto es, el principio animador por el cual el Espíritu Santo actúa como el Impartidor de vida (cf. Jn

6.33); (h) «una ley de justicia (Ro 9.31), esto es, un principio general presentando la justicia como el

objeto y resultado de guardar una ley, particularmente la ley de Moisés (cf. Gl 3.21); (i) «la ley del

mandamiento carnal» (RV; RVR: «conforme a la descendencia»), esto es, la ley concerniente al sacerdocio

aarónico, que designaba a hombres condicionados por las circunstancias y limitaciones de la carne. En la

Epístola a los Hebreos la ley es considerada especialmente en relación con el contraste entre el sacerdocio

de Cristo y el establecido bajo la ley de Moisés y en relación con el acceso a Dios y la adoración. En estos

respectos la ley «nada perfeccionó» (7.19). Con esto, se declara, «queda abrogado el mandamiento

anterior … y … hay la introducción de una mejor esperanza». Esta queda establecida bajo el «nuevo

Pacto», pacto este que queda instituido sobre la base de «mejores promesas» (8.6).

Notas: (1) En Gl 5.3, la afirmación de que la aceptación de la circuncisión constituye al hombre

deudor para cumplir «toda la ley» considera a la ley como constituida por mandamientos separados, cada

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