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Como un dato interesante se puede «descender» a un lugar más bajo para alcanzar las puertas de una

ciudad (Jue 5.11) o viajar a una ciudad que está ubicada más abajo de la carretera principal (1 S 10.8);

generalmente se asciende a una ciudad y se «desciende» para salir de ella (1 S 9.27). Se habla del viaje de

Palestina a Egipto como un «descenso» (Gn 12.10). Esto no se refiere a un desplazamiento desde un lugar

más elevado a otro más bajo; es más bien un uso técnico del verbo.

Yarad a menudo tiene que ver con «morir». Uno «desciende» a la tumba. Aquí también está presente

la idea de desplazamiento espacial, pero como antecedente. El «descenso» tiene que ver más con ser

removido del mundo de existencia consciente: «Porque el Seol no te agradecerá, ni la muerte te alabará.

Tampoco los que descienden a la fosa esperarán en tu fidelidad. El que vive, el que vive es el que te

agradece» (Is 38.18–19). Por otro lado, «descender al polvo» implica un regreso al suelo, esto es, el

regreso del cuerpo a la tierra de la que vino (Gn 3.19). «Se doblegarán ante Él todos los que descienden al

polvo» (Sal 22.29). También existe la idea del «descenso» del alma humana al reino de los muertos.

Cuando Jacob lloró por José, pensando que estaba muerto, dijo: «¡Enlutado descenderé hasta mi hijo, al

Seol!» (Gn 37.35 RVA). Puesto que se puede «descender» vivo al Seol como castigo (Nm 16.30), esta frase

abarca más que el fin de la vida humana. Este significado se refuerza con la experiencia de Enoc cuya

recompensa fue sacarle de la tierra: «Caminó, pues, Enoc con Dios y desapareció, porque Dios lo llevó

consigo» (Gn 5.24); fue recompensado al no tener que «descender» al Seol.

Yarad puede significar, también, un «descenso» hacia el interlocutor. En Gn 11.5 (primer uso del

vocablo): «El Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían edificado los hijos de los hombres»

(LBA). El término puede significar el «descenso» desde la cima de una montaña, como lo hizo Moisés

desde el Sinaí (Éx 19.14). También se usa para describir la acción de «desmontar»: «Cuando Abigaíl vio a

David, se apresuró y bajó del asno» (1 S 25.23 RVA). Puesto que, después de desmontarse el cuerpo de

Abigaíl no estaba físicamente más abajo que antes, la expresión no indica necesariamente un

desplazamiento desde una ubicación más elevada a una más baja. El verbo aquí significa no tanto

«descender», sino «bajarse» o «apearse». Encontramos un matiz un tanto parecido en el uso de «bajarse»

(en castellano, levantarse) de la cama. Elías le dijo a Azarías: «De la cama a la cual subiste no

descenderás» (2 R 1.4 RVA). Una vez más, este uso de yarad no significa literalmente «descender» del

lecho, ya que al «levantarse» uno queda de pie, en una posición más alta de la que estaba; de ahí que su

significado en este caso es «salirse» de la cama. El mismo verbo se usa para describir lo que hace el aceite

que se derrama sobre la barba: «desciende» (Sal 133.2).

Yarad tiene además el significado de «retirarse» del altar: «Después Aarón alzó sus manos hacia el

pueblo y lo bendijo. Y descendió después de ofrecer el sacrificio por el pecado» (Lv 9.22 RVA). Este uso

particular se podría tomar como lo contrario de «ascender» al altar, lo cual no solo es un desplazamiento

físico desde un plano más bajo a uno más elevado, sino un ascenso a una dimensión espiritual más alta.

«Subir» delante de Dios (representado por el altar) es presentarse delante de Él en un plano espiritual más

elevado. Estar delante de Dios es estar en su presencia, delante de su trono, en una dimensión más alta. En

este contexto, yarad puede interpretarse como la expresión de un acercamiento a Él en humildad. Dios

informa a Moisés que los egipcios «descenderán» a Él y se postrarán delante de Él (Éx 11.8). Igualmente

interesante es el uso ocasional del verbo para expresar «descenso» a un santuario conocido (cf. 2 R 2.2).

El verbo tiene muchos usos en sentido figurado. Aunque a veces no se perciba en las traducciones al

castellano, puede denotar la «caída» y destrucción de una ciudad (Dt 20.20 BJ), o el «declinar» de un día

(Jue 19.11), o el «retroceder» de una sombra (2 R 20.11 (LVP) o «descenso» en posición social (Dt 28.43).

Al menos una vez significa «subir y bajar». La hija de Jefté dijo: «Primero déjame que suba [«vaya y

descienda» RVR] a los montes y llore con mis amigas mi virginidad» (Jue 11.37 LB D ).

dLBD La Biblia al día (1979)

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