La Velocidad de la Confianza (2)
LOS CUATRO NÚCLEOS DE LA CREDIBILIDAD Tal vez el liderazgo debería llevar otro envoltorio. Tiene que ser creíble [...]. En términos generales, se trata de credibilidad, de cumplir lo que uno dice. ANNE MULCAHY, presidenta y directora general de Xerox1 Imagine que se encuentra ante un tribunal. Le han citado para declarar como perito y el abogado de la acusación está intentando convencer al jurado de que usted es un testigo creíble. ¿Qué tratará de demostrar? En primer lugar, que usted es una persona íntegra: que es honrado y coherente, que tiene reputación de decir la verdad y que no mentiría. En segundo lugar, que tiene buenas intenciones: que no está intentando engañar ni proteger a nadie, que carece de motivaciones o intenciones ocultas que pudieran influir en su testimonio. En tercer lugar, que posee unas referencias excelentes y que, realmente, posee la experiencia, el conocimiento, la técnica y la capacidad necesarios en el ámbito en que le han llamado a declarar. Y, en cuarto lugar, que ha mantenido una buena trayectoria, que ha demostrado sus capacidades con eficacia en otras situaciones del pasado, que obtiene resultados y que hay motivos para creer que volverá a hacerlo. Ahora, se levanta el abogado de la defensa para intentar convencer al jurado de que usted no es creíble. ¿Qué tratará de demostrar? Justamente lo contrario. Tal vez que carece de integridad: que es deshonesto o ha mentido en el pasado, que es «raro», que tiene algún defecto del carácter que pon-
dría en duda su testimonio. O que tiene alguna intención oculta o alguna motivación para «girar» su testimonio a instancias de la acusación. O que no dispone de suficientes referencias y no está cualificado para declarar en un ámbito donde se le supone un experto. O que su trayectoria no es suficiente o tiene alguna mácula; que no ha logrado buenos resultados, ni ha demostrado capacidad de discernir los hechos con exactitud. Como afirman mis amigos abogados, básicamente se reduce a estas cuatro cuestiones: integridad, intenciones, capacidades y resultados. La credibilidad —como testimonio pericial, persona, líder, familia, organización— depende de estos cuatro factores. Y esa credibilidad sería decisiva para el caso, sobre todo si no existieran pruebas físicas irrefutables, lo que implicaría que el veredicto del jurado dependería realmente de la credibilidad que tuvieran los testimonios de las personas. En tales casos, lo que se juzga realmente es la credibilidad de los testigos. En un caso reciente que dependía de los testimonios y no de pruebas tangibles, el abogado de la defensa solicitó al juez celebrar una vista previa para «determinar si el testigo del demandante es creíble siquiera para ofrecer un testimonio fiable». Como afirmaba un titular del USA Today publicado en pleno juicio por el escándalo de Enron: «El veredicto del jurado depende únicamente de la credibilidad [de Skilling] en el estrado».2 Tras un veredicto de «culpabilidad», se publicó el siguiente titular: «El jurado considera poco creíbles a los antiguos ejecutivos de Enron».3 Tanto en los tribunales como en la vida, muchas cosas dependen de lo creíble, o no creíble, que uno resulte. Por ejemplo, durante la investigación gubernamental que se realizó en 2005 sobre la transacción realizada entre la aseguradora AIG y General Re (propiedad de una filial de la empresa de Warren Buffett, Berkshire Hathaway), la reputación de persona íntegra y con sólidos principios éticos que tenía Warren Buffett le concedió, a todas luces, el beneficio de la duda, incluso antes de que se conocieran los detalles del interés por la transacción. Un profesor de ética de la Wharton Business School afirmó: «Consi-
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dría en duda su testimonio. O que tiene alguna intención oculta o alguna<br />
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Como afirman mis amigos abogados, básicamente se reduce a estas<br />
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<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> estos cuatro factores. Y esa credibilidad sería<br />
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lo que implicaría que el veredicto <strong>de</strong>l jurado <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ría realmente<br />
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En tales casos, lo que se juzga realmente es <strong>la</strong> credibilidad <strong>de</strong> los testigos.<br />
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previa para «<strong>de</strong>terminar si el testigo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>mandante es creíble siquiera<br />
para ofrecer un testimonio fiable». Como afirmaba un titu<strong>la</strong>r <strong>de</strong>l USA<br />
Today publicado en pleno juicio por el escándalo <strong>de</strong> Enron: «El veredicto<br />
<strong>de</strong>l jurado <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> únicamente <strong>de</strong> <strong>la</strong> credibilidad [<strong>de</strong> Skilling] en<br />
el estrado».2 Tras un veredicto <strong>de</strong> «culpabilidad», se publicó el siguiente<br />
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Enron».3<br />
Tanto en los tribunales como en <strong>la</strong> vida, muchas cosas <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n<br />
<strong>de</strong> lo creíble, o no creíble, que uno resulte. Por ejemplo, durante <strong>la</strong> investigación<br />
gubernamental que se realizó en 2005 sobre <strong>la</strong> transacción<br />
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<strong>de</strong> <strong>la</strong> empresa <strong>de</strong> Warren Buffett, Berkshire Hathaway), <strong>la</strong> reputación<br />
<strong>de</strong> persona íntegra y con sólidos principios éticos que tenía Warren<br />
Buffett le concedió, a todas luces, el beneficio <strong>de</strong> <strong>la</strong> duda, incluso<br />
antes <strong>de</strong> que se conocieran los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l interés por <strong>la</strong> transacción.<br />
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