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La Velocidad de la Confianza (2)

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páginas para directivos que estacionan sus coches caros en espacios reservados<br />

hasta directores generales recién nombrados que se niegan a<br />

aceptar un aumento <strong>de</strong> sueldo porque eso podría transmitir un mensaje<br />

erróneo a los empleados, o leyendas como <strong>la</strong> <strong>de</strong> Howard Shultz respondiendo<br />

<strong>de</strong> manera afable ante el asesinato <strong>de</strong> unos empleados <strong>de</strong> Starbucks.<br />

Incluyen <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> arte caras adquiridas para adornar una sa<strong>la</strong><br />

<strong>de</strong> juntas mientras se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> a los trabajadores y el director general que<br />

se lee los diez mil formu<strong>la</strong>rios <strong>de</strong> comentarios <strong>de</strong> los clientes porque<br />

realmente le preocupa <strong>la</strong> opinión <strong>de</strong> éstos. También incluyen <strong>la</strong>s leyendas<br />

y <strong>la</strong>s enseñanzas que se cuentan una y otra vez por toda <strong>la</strong> empresa,<br />

como <strong>la</strong> ocasión en que David Neeleman, director general <strong>de</strong> JetBlue, se<br />

acercó al aeropuerto JFK y registró a los pasajeros en su computadora<br />

personal durante un apagón en Nueva York.4<br />

Durante una etapa <strong>de</strong> mi vida, trabajé para una gran empresa inmobiliaria<br />

que tenía tres valores principales: trabajar duro, trabajar con inteligencia<br />

y divertirse. Un día se nos acercó un agente comercial que representaba<br />

a un cliente con un proyecto <strong>de</strong> gran envergadura. Había<br />

<strong>de</strong>cidido recibir ofertas <strong>de</strong> los diez promotores inmobiliarios más importantes<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad. Estábamos muy emocionados ante aquel<strong>la</strong> oportunidad,<br />

pero a medida que <strong>la</strong>s negociaciones avanzaban, <strong>de</strong>scubrimos<br />

que resultaba tan difícil trabajar con aquel agente y que sus exigencias<br />

eran tan opuestas a nuestros intereses que <strong>la</strong>s reuniones se habían convertido<br />

en encuentros complicados, uni<strong>la</strong>terales y casi dolorosos. Cuando<br />

estábamos en <strong>la</strong> décima reunión, el socio mayoritario al mando me<br />

dijo: «Stephen, tengo una pregunta: ¿te estás divirtiendo con este proyecto?».<br />

Tuve que reconocer que no. «Muy bien —dijo—. Yo tampoco. Divertirse<br />

es uno <strong>de</strong> nuestros valores. Nosotros no estamos disfrutando, así<br />

que nos vamos a retirar <strong>de</strong> <strong>la</strong> oferta.» Nuestra retirada <strong>de</strong> una oportunidad<br />

como aquél<strong>la</strong> fue toda una sorpresa para el agente y su cliente, pero<br />

estaba completamente alineada con los valores <strong>de</strong> <strong>la</strong> empresa y transmitió<br />

un mensaje contun<strong>de</strong>nte: que nos tomábamos esos valores muy en<br />

serio. Aquel<strong>la</strong> <strong>de</strong>cisión se convirtió en un símbolo <strong>de</strong> nuestros valores, y<br />

circuló <strong>de</strong> boca en boca como una parte significativa <strong>de</strong> <strong>la</strong> cultura <strong>de</strong><br />

nuestra empresa.

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