La Velocidad de la Confianza (2)

— ¡Freddy! —exclamé—. ¿Quién es Freddy?
—Es el tipo ese de My Fair Lady —respondió con un poco de desdén—,
ya sabes... el que habla sobre el amor pero que no hace nada al
respecto.
—¿Cómo? —dije con incredulidad—. ¿De qué me hablas?
Y me miró directamente a los ojos.
— ¡Cuando estábamos en ese restaurante esta noche, estabas en la
luna! Allá estaba yo intentando cuidar del pequeño Stephen, de servirle
un plato, de darle de comer y de tenerlo feliz y tranquilo, y tú en lo
único que pensabas era en divertirte con tus padres. ¡No me has ayudado
en nada..., Freddy!
Con eso me recordaba las palabras que Eliza (el personaje principal
de My Fair Lady) canta (en un tono un poco desdeñoso) a Freddy: «No
hables con las estrellas que lucen allá arriba; si estás enamorado, demuéstramelo!».1Eliza
no quería palabras; quería una conducta que lo
demostrase. Y así hizo Jeri.
Cuando recapacité sobre los acontecimientos de esa tarde desde su
perspectiva, me sentí muy mal. Tenía razón: había estado en la luna.
Debería haber sido más sensato y estar más al tanto. Mis actos (incluso
más que mis palabras) deberían haber demostrado claramente mi amor
por ella.
La gente no escucha cuando hablas; te mira los pies.
Anónimo
T e m a s d e c o n d u c t a
La verdad es que en todas las relaciones (personales y profesionales)
lo que uno hace tiene un impacto mucho mayor que cualquier cosa que
diga. Uno puede decir que ama a alguien; pero, a menos que demuestre
ese amor mediante acciones, sus palabras carecerán de sentido. Puede
decir que se quiere comprometer para que todos salgan ganando; pero a