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La Velocidad de la Confianza (2)

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Tras una <strong>la</strong>rga pausa:<br />

—¿Tiene alguna re<strong>la</strong>ción con Stephen Covey, el escritor? ¡Me dio<br />

una c<strong>la</strong>se una vez!<br />

— ¡Él es quien me ha <strong>de</strong>jado aquí!<br />

Mientras Sandra y el policía continuaban hab<strong>la</strong>ndo, el<strong>la</strong> recordó que<br />

Stephen llevaba un teléfono móvil, por lo que <strong>de</strong>cidieron l<strong>la</strong>marle.<br />

—Señor Covey, hab<strong>la</strong> <strong>la</strong> policía. Es preciso que se <strong>de</strong>tenga en el arcén<br />

<strong>de</strong> inmediato y necesito saber su ubicación exacta.<br />

Desconcertado por no saber cómo había conseguido <strong>la</strong> policía su<br />

número <strong>de</strong> móvil y preguntándose si el motivo <strong>de</strong> <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada era el exceso<br />

<strong>de</strong> velocidad, dijo: «De acuerdo, señor. Creo que estoy en algún lugar<br />

cercano a Idaho Falls, pero no lo sé exactamente porque he estado<br />

un rato dormido. Mi mujer ha estado conduciendo hasta hace unos diez<br />

o quince minutos. Le preguntaré dón<strong>de</strong> estamos».<br />

Entonces, gritó dirigiéndose al asiento trasero:<br />

— ¡Sandra, Sandra! ¡Despierta! Hay un policía al teléfono que quiere<br />

saber dón<strong>de</strong> estamos exactamente.<br />

— ¡Señor Covey, señor Covey! —gritó el policía por teléfono—. ¡Su<br />

esposa no está ahí!<br />

—Está dormida en el asiento <strong>de</strong> atrás —replicó Stephen impaciente—.<br />

Espere, voy a pararme y <strong>la</strong> <strong>de</strong>spertaré.<br />

De manera que Stephen se <strong>de</strong>tuvo y se volvió hacia el asiento trasero.<br />

Entonces, empezó a revolver frenéticamente <strong>la</strong>s mantas y almohadas.<br />

¡Sandra no estaba!<br />

— ¡Mi mujer ha <strong>de</strong>saparecido! —exc<strong>la</strong>mó.<br />

— ¡Está aquí en el coche, conmigo! —replicó el policía.<br />

—¿Con usted? Bueno, ¿y cómo ha llegado hasta ahí?<br />

—<strong>La</strong> <strong>de</strong>jó en el arcén hace un rato.<br />

—¿Cómo dice? —preguntó incrédulo—. ¿Quiere <strong>de</strong>cir que no llegó<br />

a entrar? ¡Oh, vaya, no lo puedo creer! ¡Me estaba preguntando por<br />

qué estaba tan cal<strong>la</strong>da!<br />

Bueno, finalmente, el policía encontró a Stephen y todos se rieron<br />

mucho al reconstruir lo que había sucedido. Stephen dijo:<br />

—Mis hijos no lo van a creer.

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