La Velocidad de la Confianza (2)

Jimmy Carter. Sus conversaciones condujeron a los Acuerdos de Paz de
Camp David, unos acuerdos que hicieron a Begin y a Sadat merecedores
del Premio Nobel de la Paz.
Hace unos años, tanto mi padre como yo tuvimos el honor de comer
con la viuda de Sadat, Jehan, antes de escuchar su discurso. Lo que más
recuerdo de la descripción que hizo de la experiencia vivida por su esposo
fue su buena disposición a mostrarse abierto y aprender de nuevo
lo que ya creía saber.
Las personas como Anuar el-Sadat, el sudafricano Nelson Mandela
o Mijail Gorbachov, de la antigua Unión Soviética, interpretan en el escenario
principal del teatro humano el mismo tema que vemos repetido
en nuestras propias interacciones con compañeros de trabajo, familiares
y amigos. Estar abierto inspira credibilidad y confianza; mostrar cerrazón
potencia la sospecha y la desconfianza.
Al evaluar su propia apertura, podría preguntarse lo siguiente:
• ¿Creo que la manera de ver el mundo que tengo es totalmente
precisa y completa o estoy dispuesto a escuchar y aceptar nuevos
puntos de vista e ideas?
• ¿Considero seriamente distintos puntos de vista (del jefe, subordinados
directos, miembro del equipo, esposa o hijo) y estoy dispuesto
a dejarme influenciar por ellos?
• ¿Creo que puede haber principios que todavía no he descubierto?
¿Estoy decidido a vivir en armonía con ellos, aunque implique
desarrollar nuevas pautas y hábitos de pensamiento?
• ¿Valoro el aprendizaje continuado y me implico en él?
En función de lo abierto que uno se muestre a las nuevas ideas, posibilidades
y crecimiento, se genera un dividendo de confianza; en
función de lo cerrado que sea uno, se genera un impuesto de confianza
con consecuencias tanto para el rendimiento actual como para el
futuro.