El método Lean Startup
Pero piense otra vez en los datos que se han presentado en el análisis de cohortes. IMVU está añadiendo nuevos clientes, pero no mejora el resultado de cada nuevo grupo. El motor está girando, pero los esfuerzos para poner a punto el motor no están dando frutos. Si sólo mira el gráfico tradicional, no puede decir si IMVU está en la senda apropiada para construir un negocio sostenible; en realidad, no puede decir nada sobre la eficacia del equipo empresarial que hay detrás. La contabilidad de la innovación no funcionará si una startup se deja engañar por este tipo de indicadores vanidosos: número total de clientes, etc. La alternativa es el tipo de indicadores que usamos para juzgar nuestro negocio y nuestros hitos de aprendizaje, lo que yo llamo indicadores accionables. Indicadores accionables vs. indicadores vanidosos Para entender la importancia de los buenos indicadores, analicemos una empresa llamada Grockit. Su fundador, Farbood Nivi, dedicó una década a trabajar como profesor en dos grandes empresas educativas con fines de lucro, Princeton Review y Kaplan, ayudando a los estudiantes a prepararse para exámenes oficiales como GMAT,[27] LSAT[28] y SAT.[29] Su atractivo estilo de clases recibió los elogios de sus estudiantes y le valió diversos ascensos; fue galardonado con el premio nacional del Princeton Review como mejor profesor del año. Pero Farbood estaba frustrado con los métodos tradicionales de enseñanza que usaban estas empresas. Enseñando entre seis y nueve horas al día a centenares de estudiantes, tuvo muchas oportunidades para experimentar con nuevos enfoques.[30] A lo largo del tiempo, Farbood llegó a la conclusión de que el modelo tradicional de educación basado en clases magistrales, con sus enfoques educativos, no era adecuado para sus estudiantes. Se propuso desarrollar un enfoque mejor, usando una combinación de clases magistrales, trabajo individual en casa y grupos de estudio. En particular, a Farbood le fascinó lo efectivo que era para sus alumnos el método de aprendizaje entre iguales, de estudiante a estudiante. Cuando éstos se podían ayudar entre ellos, se beneficiaban en dos sentidos. En primer lugar, podían recibir una enseñanza personalizada de un igual, que era mucho menos intimidatoria que la de un profesor. En segundo lugar, podían reforzar su aprendizaje aprendiendo a enseñar a otros. A lo largo del tiempo, las clases de Farbood fueron cada vez más sociales y exitosas. A medida que esto se desarrollaba, Farbood sentía que su presencia física en clase era menos importante. Estableció una conexión: «Tengo este modelo social de aprendizaje en mi clase. Hay todas estas redes sociales funcionando en la web». Su idea era llevar el aprendizaje social entre iguales a gente que no se pudiera permitir las clases en Kaplan o Princeton Review, o un tutor privado que aún es más caro. De esta idea nació Grockit. Farbood explica: «Tanto si estás estudiando para el SAT como si estudias álgebra, lo haces de tres formas. Pasas algún tiempo con expertos, estudias algún tiempo por tu cuenta y dedicas tiempo a trabajar con tus iguales. Grockit ofrece estos tres formatos de estudio. Lo que hacemos es aplicar la tecnología y usar algoritmos para optimizar estos formatos». Farbood es el clásico visionario emprendedor. Así explica su original idea: «Olvidémonos del diseño educativo usado, olvidémonos de lo que es posible y rediseñemos el aprendizaje de los estudiantes de hoy en día con la tecnología disponible actualmente. Hay muchas instituciones multimillonarias en el espacio educativo, y no creo que estén innovando como hay que hacerlo, así que no creo que las necesitemos más. Para mí, todo se reduce a los estudiantes y no siento que los atiendan lo mejor posible».
Hoy en día Grockit ofrece muchos productos educativos, pero al principio Farbood siguió un enfoque lean. Grockit creó un producto mínimo viable, que era simplemente preparar un examen a través de WebEx, una popular herramienta de conferencias online. No creó software ni nueva tecnología. Simplemente intentó llevar su nuevo enfoque de enseñanza a los estudiantes a través de internet. La noticia de un nuevo tipo de tutor privado se expandió rápidamente y, en pocos meses, Farbood estaba llevando a cabo una enseñanza online decente, con unos ingresos mensuales de entre 10.000 y 15.000 dólares. Pero como muchos emprendedores con ambición, Farbood no creó este PMV sólo para hacer directos. Tenía una visión de un tipo de enseñanza más colaborativo y efectivo para estudiantes de todo tipo. Con ese impulso inicial, fue capaz de recaudar fondos de algunos de los inversores más prestigiosos de Silicon Valley. Cuando conocí a Farbood, su empresa ya estaba en el rápido camino hacia el éxito. Había recaudado fondos de capital riesgo de inversores prestigiosos, había construido un equipo formidable y acababa de lograr un impresionante debut en una de las competiciones de startups más famosas de Silicon Valley. Estaban orientados a los procesos y eran muy disciplinados. Su desarrollo de producto seguía una versión rigurosa de la metodología de desarrollo ágil conocida como programación extrema (descrita más abajo), gracias a su asociación con una empresa de San Francisco llamada Pivotal Labs. Su primer producto fue acogido por la prensa como un gran avance. Sólo había un problema: no estaban viendo suficiente crecimiento en el uso del producto por parte de los clientes. Grockit es un excelente caso de estudio, porque sus problemas no eran una cuestión de fracaso en la ejecución o de disciplina. Siguiendo la práctica ágil estándar, el trabajo de Grockit avanzaba a través de una serie de sprints o ciclos de iteración de un mes. Para cada sprint, Farbood priorizaba el trabajo que había que hacer aquel mes escribiendo una serie de «historias de usuario», una técnica del desarrollo ágil. En lugar de escribir una especificación para una nueva característica descrita en términos técnicos, Farbood escribía una historia donde describía la característica desde el punto de vista del consumidor. Esta historia ayudaba a mantener a los ingenieros centrados en la perspectiva del cliente a lo largo del proceso de desarrollo. Cada característica se expresaba en un lenguaje llano usando términos que todo el mundo pudiera entender, tanto si tenía una formación técnica como si no. Siguiendo la práctica ágil estándar, Farbood era libre de volver a priorizar estas historias en cualquier momento. A medida que iba descubriendo qué querían los consumidores, podía modificar «los productos pendientes», la lista de historias que quedaban por crear. El único límite a la capacidad para cambiar de dirección era que no podía interrumpir las tareas que se estuvieran llevando a cabo. Afortunadamente, las historias se escribían de tal manera que el tamaño del lote de trabajo (que se discutirá con más detalle en el capítulo 9) era sólo de un día o dos. Este sistema se llama desarrollo ágil por una buena razón: los equipos que lo emplean son capaces de cambiar de dirección rápidamente, ver sus pasos y tener una alta capacidad de respuesta a los cambios en los requerimientos del propietario del producto (el director del proceso, en este caso Farbood, el responsable de priorizar las historias). ¿Cómo se sentía el equipo al final de cada sprint? Habían entregado nuevos elementos del producto. Habían obtenido feedback de sus clientes en forma de anécdotas y entrevistas que indicaban que, como mínimo, a algunos clientes les habían gustado esos elementos. Siempre había una cierta cantidad de datos que mostraban mejoras: quizá el número total de clientes estaba aumentando, el número de preguntas respondidas por estudiante se incrementaba o el número de usuarios que repetían iba en aumento. Sin embargo, noté que Farbood y su equipo seguían teniendo dudas sobre el progreso general de la empresa. ¿El incremento en sus cifras se debía a sus esfuerzos por desarrollar el producto? ¿O se debía a otros factores
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Pero piense otra vez en los datos que se han presentado en el análisis de cohortes. IMVU está añadiendo<br />
nuevos clientes, pero no mejora el resultado de cada nuevo grupo. <strong>El</strong> motor está girando, pero los esfuerzos<br />
para poner a punto el motor no están dando frutos. Si sólo mira el gráfico tradicional, no puede decir si IMVU<br />
está en la senda apropiada para construir un negocio sostenible; en realidad, no puede decir nada sobre la<br />
eficacia del equipo empresarial que hay detrás.<br />
La contabilidad de la innovación no funcionará si una startup se deja engañar por este tipo de indicadores<br />
vanidosos: número total de clientes, etc. La alternativa es el tipo de indicadores que usamos para juzgar<br />
nuestro negocio y nuestros hitos de aprendizaje, lo que yo llamo indicadores accionables.<br />
Indicadores accionables vs. indicadores vanidosos<br />
Para entender la importancia de los buenos indicadores, analicemos una empresa llamada Grockit. Su<br />
fundador, Farbood Nivi, dedicó una década a trabajar como profesor en dos grandes empresas educativas con<br />
fines de lucro, Princeton Review y Kaplan, ayudando a los estudiantes a prepararse para exámenes oficiales<br />
como GMAT,[27] LSAT[28] y SAT.[29] Su atractivo estilo de clases recibió los elogios de sus estudiantes y le<br />
valió diversos ascensos; fue galardonado con el premio nacional del Princeton Review como mejor profesor del<br />
año. Pero Farbood estaba frustrado con los <strong>método</strong>s tradicionales de enseñanza que usaban estas empresas.<br />
Enseñando entre seis y nueve horas al día a centenares de estudiantes, tuvo muchas oportunidades para<br />
experimentar con nuevos enfoques.[30]<br />
A lo largo del tiempo, Farbood llegó a la conclusión de que el modelo tradicional de educación basado en clases<br />
magistrales, con sus enfoques educativos, no era adecuado para sus estudiantes. Se propuso desarrollar un<br />
enfoque mejor, usando una combinación de clases magistrales, trabajo individual en casa y grupos de estudio.<br />
En particular, a Farbood le fascinó lo efectivo que era para sus alumnos el <strong>método</strong> de aprendizaje entre iguales,<br />
de estudiante a estudiante. Cuando éstos se podían ayudar entre ellos, se beneficiaban en dos sentidos. En<br />
primer lugar, podían recibir una enseñanza personalizada de un igual, que era mucho menos intimidatoria que<br />
la de un profesor. En segundo lugar, podían reforzar su aprendizaje aprendiendo a enseñar a otros. A lo largo<br />
del tiempo, las clases de Farbood fueron cada vez más sociales y exitosas.<br />
A medida que esto se desarrollaba, Farbood sentía que su presencia física en clase era menos importante.<br />
Estableció una conexión: «Tengo este modelo social de aprendizaje en mi clase. Hay todas estas redes sociales<br />
funcionando en la web». Su idea era llevar el aprendizaje social entre iguales a gente que no se pudiera<br />
permitir las clases en Kaplan o Princeton Review, o un tutor privado que aún es más caro. De esta idea nació<br />
Grockit.<br />
Farbood explica: «Tanto si estás estudiando para el SAT como si estudias álgebra, lo haces de tres formas.<br />
Pasas algún tiempo con expertos, estudias algún tiempo por tu cuenta y dedicas tiempo a trabajar con tus<br />
iguales. Grockit ofrece estos tres formatos de estudio. Lo que hacemos es aplicar la tecnología y usar<br />
algoritmos para optimizar estos formatos».<br />
Farbood es el clásico visionario emprendedor. Así explica su original idea: «Olvidémonos del diseño educativo<br />
usado, olvidémonos de lo que es posible y rediseñemos el aprendizaje de los estudiantes de hoy en día con la<br />
tecnología disponible actualmente. Hay muchas instituciones multimillonarias en el espacio educativo, y no<br />
creo que estén innovando como hay que hacerlo, así que no creo que las necesitemos más. Para mí, todo se<br />
reduce a los estudiantes y no siento que los atiendan lo mejor posible».