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El método Lean Startup

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AUTORIDAD INDEPENDIENTE EN EL DESARROLLO<br />

Los equipos de las startups necesitan autonomía total para desarrollar y comercializar sus nuevos productos<br />

durante un mandato limitado. Deben ser capaces de concebir y ejecutar experimentos sin obtener un número<br />

excesivo de permisos para hacerlos.<br />

Recomiendo firmemente que los equipos de una startup sean multifuncionales, es decir, que estén<br />

representados en todos los departamentos funcionales de la empresa involucrados en la creación o en el<br />

lanzamiento de sus primeros productos. Deben ser capaces de crear y lanzar productos y servicios funcionales,<br />

no simples prototipos. Las autorizaciones y las aprobaciones ralentizan el circuito de feedback de Crear-Medir-<br />

Aprender e inhiben tanto el aprendizaje como la evaluación. Las startups requieren que aquéllas se mantengan<br />

en un mínimo absoluto.<br />

Evidentemente, este nivel de autonomía en el desarrollo puede provocar temores en la empresa matriz. Aliviar<br />

estos miedos es el objetivo principal del <strong>método</strong> que recomiendo a continuación.<br />

UNA PARTICIPACIÓN PERSONAL EN EL RESULTADO<br />

En tercer lugar, los emprendedores necesitan una participación personal en el resultado de sus creaciones. En<br />

las nuevas empresas autónomas, esto suele conseguirse a través de opciones sobre acciones u otras formas de<br />

participación en la propiedad. Cuando se debe usar en su lugar un sistema de bonificaciones, los mejores<br />

incentivos son los vinculados a los resultados a largo plazo de la nueva innovación.<br />

Sin embargo, no creo que una participación personal tenga que ser de carácter financiero. Esto es<br />

especialmente importante en organizaciones como las instituciones sin ánimo de lucro o gubernamentales, en<br />

las cuales la innovación no está ligada a objetivos financieros. En estos casos, sigue siendo posible que los<br />

equipos tengan una participación personal. La sede de la organización debe tener claro quién es el innovador y<br />

asegurarse de que recibe el mérito de haber traído a la vida el nuevo producto si tiene éxito. Tal como me dijo<br />

una emprendedora que dirigía su propia sucursal de una gran empresa de comunicaciones, «Dejando de lado<br />

los incentivos financieros, siempre sentí eso porque mi nombre estaba en la puerta; tenía más que perder y<br />

más que demostrar que cualquier otro. Este sentimiento de propiedad no es insignificante».<br />

Esta fórmula también es efectiva en las instituciones sin ánimo de lucro. En Toyota, el director encargado de<br />

desarrollar un nuevo vehículo de principio a fin se llama shusa o ingeniero jefe:<br />

Los shusa suelen llamarse director de proyectos pesados en la literatura norteamericana, pero este nombre subestima su rol real<br />

como jefes de diseño. Los empleados de Toyota traducen el término como ingeniero jefe y se refieren al vehículo que se está<br />

desarrollando como el coche del shusa. Nos aseguraron que el shusa tenía autoridad absoluta sobre todos los aspectos del desarrollo<br />

del vehículo.[29]<br />

Por otro lado, conozco empresas de tecnología punta con la reputación de tener una cultura innovadora, a<br />

pesar de que el registro de producción de nuevos productos es desalentador. La empresa presume de un<br />

sistema interno de bonificaciones para los equipos que obtienen resultados extraordinarios, pero estas<br />

bonificaciones son repartidas por los directores sénior según criterios no conocidos. No hay un criterio objetivo<br />

a través del cual el equipo pueda saber si va a ganar o no esta codiciada lotería. Los equipos tienen poca

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