Revista Korpus 21 - Volumen 2 Número 4 - Sobre las olas del feminismo

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04.02.2022 Views

KORPUS 21, VOL. I, NÚM. 3, 2021, IX-XIV cepciones sobre el entorno y posibles malas experiencias [así como] las dificultades que las mujeres experimentan para obtener más fuentes de financiamiento y capital”. Si el viento tenue mueve las olas armoniosamente o si el fondo marino se menea de manera abrupta bajo la superficie acuática dando lugar a un tsunami, las fuerzas femeninas de igual manera buscaron las olas para sortear las corrientes, manteniéndose en equilibrio para ir ganando terreno en el transcurrir de los 150 años que llevan navegando y obtuvieron logros contundentes como el sufragismo (primera ola), derechos sexuales y reproductivos (segunda ola llamada “radical”), el individualismo y la diversidad (tercera ola) y la denuncia de la violencia y el acoso sexual (cuarta ola). Épocas, países y protagonistas cruzan y polemizan los ires y venires de las mujeres en alta mar; ahora se discute que ya es momento de “bajar del barco y abandonar la metáfora”. Como ninguna ola es igual a otra y una ola “nunca viene sola”, Amneris Chaparro realiza una interesante radiografía del complejo maniobrar en las olas en su artículo “Las olas feministas, ¿una metáfora innecesaria?”. El acoso sexual y la violencia forman parte de la cuarta ola del feminismo; sin embargo, como bien examinó Chaparro, las mujeres no navegan cíclicamente en las olas sino que ello cambia de acuerdo con su clase, su raza y la tierra que las vio nacer. El acoso sexual en México ha sido tema de todos los días y prácticamente de todas las épocas. Por su parte, Margarita Vázquez Montaño, en su investigación titulada “Transformaciones en la identidad femenina, cambio generacional y revolución: primera mitad del siglo XIX”, va más allá de las reivindicaciones del sufragismo. Es indudable que durante las primeras tres décadas del siglo XX nos encontramos ante un momento histórico crucial, “único y extraño” en el que “podemos reconocer un [claro] viraje en la identidad de las mujeres” y en suma, “cambios generacionales” que se cuestionan sobre el sitio que ocupan las mujeres en la sociedad y “en su relación con el espacio público y privado”, reclamando con [inusitada] fuerza el derecho a desarrollar su personalidad propia”. Como ejemplo de esta generación de vanguardia, “comprometida con la lucha y emancipación de las mujeres”, sobresale la activista y escritora Ethel Duffy Turner, quien “encarna estas [múltiples] expresiones de las mujeres modernas”, que no sólo conquistaron nuevos espacios de expresión y transformaron el espacio público a través del activismo político o la producción intelectual, sino también buscaron experimentar con su autonomía y movilidad, rechazando ideales de belleza y cánones de vestimenta en busca de consolidar y expandir sus libertades. Fue así como las mujeres de aquellas décadas formaron un sólido grupo de apoyo que navegó en el rudo vaivén de la cresta de la ola. No obstante, el trayecto no ha sido fácil. Como suele suceder en la historia, en la práctica, múltiples cabos quedaron sueltos y sin solución clara, entre ellos, la tenue denuncia del acoso sexual en los diversos trabajos, quizás, la mayor parte silenciada debido a la futilidad de leyes laborales sobre el tema. Por el contrario, fue la prensa feminista el vehículo de confesión que tuvieron las mujeres. Por cierto, con el objetivo de proteger sus individualidades y sus trabajos, aquellas acusaciones fueron narradas en tercera persona. En términos legales, por ejemplo, el Código Penal de 1872 definió al acoso como un “atentado contra el pudor”, (acto inmodesto efectuado contra la voluntad de una persona) y el de 1931, lo precisó como un “acto erótico sexual”, problemática que, evidentemente no quedó zanjada por completo. La historiadora Susie S. Porter examina con pericia el delicado tema del acoso sexual en “Towards a History of Sexual Harassment in the Workplace, Mexico City (1920-1950)”, décadas clave en la capital mexicana que fueron marcadas por un franco movimiento laboral femenino, ubicado en la primera ola cuando hubo un boom en la inserción laboral de las mujeres en las fábricas, en las calles, en los mercados y en las oficinas públicas y exigieron igualdad de salarios y licencias durante la maternidad, entre otros derechos. XI

PRESENTACIÓN SECCIÓN TEMÁTICA Lucrecia Infante Vargas, a su vez, en “Las primeras conquistas femeninas: escritura, prensa y educación (1830-1916)” examina la apropiación que las mujeres hicieron de la lectura y la escritura como antecedente fundamental para la recepción de las primeras ideas que, a favor de su emancipación, pugnaron por su acceso a la educación superior durante el siglo XIX. Y, en el caso de nuestro país, para que surgieran las primeras demandas civiles feministas en los albores del siglo XX. “Entre México y la IV Internacional: el PRT y la liberación de las mujeres”, de Ana Sofía Rodríguez Everaert, analiza la agenda de los primeros años del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), sección mexicana de la IV Internacional, con respecto a la liberación de la mujer. A partir de testimonios de militantes, documentos programáticos y publicaciones del PRT, así como de comunicados de agrupaciones feministas en México y de la IV Internacional central, se explican, en primer lugar, las formas que cobró este ideario en la agrupación política, sus fuentes, y algunos de sus alcances programáticos y políticos que distinguen a este organismo de otros partidos políticos de izquierda en México. Por su parte, Nichole Sanders, en su artículo “Catholic Women and Patriotism: Acción Católica Mexicana and Women’s Organizing in World War II”, examina a las católicas y su relación con las ideas de patriotismo. A pesar del antagonismo previo (a menudo violento) entre católicos y el gobierno posrevolucionario, su acercamiento permitió a las mujeres católicas que participaban en organizaciones laicas abrazar finalmente un proyecto nacional. En este vaivén de movilización femenina el texto de Kevin Chrisman, “Working at Sanborns: Gender, Paternalism and Union Movement (1920-1948)” cobra mayor relevancia, puesto que, a través de un amplio corpus de fuentes archivísticas, hemerografía, correspondencia y entrevistas, coloca bajo su lupa a las distintas experiencias de precariedad que cientos de mujeres mexicanas enfrentaron como empleadas de esta prestigiosa cadena de tiendas departamentales, tanto en la Ciudad de México como en Monterrey entre 1928 y 1948. Sugerente en su hipótesis, el autor acierta en dirigir su atención hacia un espacio inusitado donde el “dominio público y privado se traslapan el uno con el otro” emergiendo múltiples tensiones y conflictos que se develan con maestría a lo largo de sus páginas. Su análisis atisba entonces, cómo es que dicha empresa —hasta entonces propiedad de la Walgreens Company— adoptó en la práctica una forma de “paternalismo laboral de género” que impactó de manera adversa a su mano de obra —mayoritariamente femenina— e impuso diversas formas de control que “les privaba de su independencia […] y limitaba su capacidad de ascender a posiciones más altas dentro de la compañía”, en un sistema de trabajo que paradójicamente “proveía sus necesidades” y constituía una oportunidad para acceder a un ingreso estable y cierta seguridad laboral. El resultado, una intrincada panorámica en donde convergen conflictos latentes e ideas sobre el “deber ser” femenino, que se contrastan con las distintas formas de resistencia que las mujeres trabajadoras articularon “con mayor o menor éxito” para intentar hacer frente a los efectos del paternalismo. Ciertamente, la conquista de aquellos espacios públicos, antes vetados para las mujeres vino a transformar el equilibrio cotidiano de antaño, cuando el destino de las damas no salía del muro del cascarón doméstico, generando no pocas tensiones, conflictos y contradicciones. Así, mientras que durante los años veinte nuevos espacios se abrieron gradualmente a la participación de las mujeres en la vida pública, también hubo quien consideró que la mezcla de los sexos en los ambientes laborales afectaría inevitablemente la moral del sexo débil. Desde luego, era la primera vez en la historia de México que hombres y mujeres se encontraban trabajando rutinariamente en los mismos espacios públicos. Surfear las olas requiere de pericia diversa, pues no es lo mismo recorrer la pared de la ola que navegar sobre la espuma de XII

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cepciones sobre el entorno y posibles ma<strong>las</strong><br />

experiencias [así como] <strong>las</strong> dificultades que<br />

<strong>las</strong> mujeres experimentan para obtener más<br />

fuentes de financiamiento y capital”.<br />

Si el viento tenue mueve <strong>las</strong> o<strong>las</strong> armoniosamente<br />

o si el fondo marino se menea<br />

de manera abrupta bajo la superficie acuática<br />

dando lugar a un tsunami, <strong>las</strong> fuerzas femeninas<br />

de igual manera buscaron <strong>las</strong> o<strong>las</strong><br />

para sortear <strong>las</strong> corrientes, manteniéndose<br />

en equilibrio para ir ganando terreno en el<br />

transcurrir de los 150 años que llevan navegando<br />

y obtuvieron logros contundentes<br />

como el sufragismo (primera ola), derechos<br />

sexuales y reproductivos (segunda ola llamada<br />

“radical”), el individualismo y la diversidad<br />

(tercera ola) y la denuncia de la violencia<br />

y el acoso sexual (cuarta ola). Épocas,<br />

países y protagonistas cruzan y polemizan<br />

los ires y venires de <strong>las</strong> mujeres en alta mar;<br />

ahora se discute que ya es momento de<br />

“bajar <strong>del</strong> barco y abandonar la metáfora”.<br />

Como ninguna ola es igual a otra y una ola<br />

“nunca viene sola”, Amneris Chaparro realiza<br />

una interesante radiografía <strong>del</strong> complejo<br />

maniobrar en <strong>las</strong> o<strong>las</strong> en su artículo “Las o<strong>las</strong><br />

feministas, ¿una metáfora innecesaria?”.<br />

El acoso sexual y la violencia forman parte<br />

de la cuarta ola <strong>del</strong> <strong>feminismo</strong>; sin embargo,<br />

como bien examinó Chaparro, <strong>las</strong> mujeres<br />

no navegan cíclicamente en <strong>las</strong> o<strong>las</strong> sino<br />

que ello cambia de acuerdo con su c<strong>las</strong>e, su<br />

raza y la tierra que <strong>las</strong> vio nacer. El acoso<br />

sexual en México ha sido tema de todos los<br />

días y prácticamente de todas <strong>las</strong> épocas.<br />

Por su parte, Margarita Vázquez Montaño,<br />

en su investigación titulada “Transformaciones<br />

en la identidad femenina, cambio generacional<br />

y revolución: primera mitad <strong>del</strong> siglo<br />

XIX”, va más allá de <strong>las</strong> reivindicaciones<br />

<strong>del</strong> sufragismo. Es indudable que durante <strong>las</strong><br />

primeras tres décadas <strong>del</strong> siglo XX nos encontramos<br />

ante un momento histórico crucial,<br />

“único y extraño” en el que “podemos<br />

reconocer un [claro] viraje en la identidad de<br />

<strong>las</strong> mujeres” y en suma, “cambios generacionales”<br />

que se cuestionan sobre el sitio que<br />

ocupan <strong>las</strong> mujeres en la sociedad y “en su<br />

relación con el espacio público y privado”, reclamando<br />

con [inusitada] fuerza el derecho<br />

a desarrollar su personalidad propia”. Como<br />

ejemplo de esta generación de vanguardia,<br />

“comprometida con la lucha y emancipación<br />

de <strong>las</strong> mujeres”, sobresale la activista y escritora<br />

Ethel Duffy Turner, quien “encarna<br />

estas [múltiples] expresiones de <strong>las</strong> mujeres<br />

modernas”, que no sólo conquistaron nuevos<br />

espacios de expresión y transformaron el espacio<br />

público a través <strong>del</strong> activismo político<br />

o la producción intelectual, sino también<br />

buscaron experimentar con su autonomía y<br />

movilidad, rechazando ideales de belleza y<br />

cánones de vestimenta en busca de consolidar<br />

y expandir sus libertades. Fue así como<br />

<strong>las</strong> mujeres de aquel<strong>las</strong> décadas formaron<br />

un sólido grupo de apoyo que navegó en el<br />

rudo vaivén de la cresta de la ola.<br />

No obstante, el trayecto no ha sido fácil.<br />

Como suele suceder en la historia, en la<br />

práctica, múltiples cabos quedaron sueltos<br />

y sin solución clara, entre ellos, la tenue denuncia<br />

<strong>del</strong> acoso sexual en los diversos trabajos,<br />

quizás, la mayor parte silenciada debido<br />

a la futilidad de leyes laborales sobre<br />

el tema. Por el contrario, fue la prensa feminista<br />

el vehículo de confesión que tuvieron<br />

<strong>las</strong> mujeres. Por cierto, con el objetivo<br />

de proteger sus individualidades y sus trabajos,<br />

aquel<strong>las</strong> acusaciones fueron narradas<br />

en tercera persona. En términos legales, por<br />

ejemplo, el Código Penal de 1872 definió al<br />

acoso como un “atentado contra el pudor”,<br />

(acto inmodesto efectuado contra la voluntad<br />

de una persona) y el de 1931, lo precisó<br />

como un “acto erótico sexual”, problemática<br />

que, evidentemente no quedó zanjada<br />

por completo.<br />

La historiadora Susie S. Porter examina<br />

con pericia el <strong>del</strong>icado tema <strong>del</strong> acoso sexual<br />

en “Towards a History of Sexual Harassment<br />

in the Workplace, Mexico City<br />

(1920-1950)”, décadas clave en la capital<br />

mexicana que fueron marcadas por un franco<br />

movimiento laboral femenino, ubicado<br />

en la primera ola cuando hubo un boom en<br />

la inserción laboral de <strong>las</strong> mujeres en <strong>las</strong> fábricas,<br />

en <strong>las</strong> calles, en los mercados y en<br />

<strong>las</strong> oficinas públicas y exigieron igualdad de<br />

salarios y licencias durante la maternidad,<br />

entre otros derechos.<br />

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