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Edicion 42 Enero 22

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PERSONAS REALES | HISTORIAS REALES | ESPERANZA REAL<br />

DIOS DEVUELVE LO QUE<br />

NOS HAN QUITADO<br />

FLIP OVER<br />

TO READ IN<br />

ENGLISH<br />

VERDADES A TENER<br />

PRESENTES EN EL DESIERTO<br />

Una revista en<br />

una misión:<br />

vea página 2<br />

¿QUIERE<br />

UNA<br />

NUEVA<br />

VIDA?<br />

ÁBRALE LAS PUERTAS DE<br />

SU CORAZÓN A UN DIOS<br />

MISERICORDIOSO.<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

1s Número 01 / 20<strong>22</strong>


VICTORIOUS LIVING<br />

LLEVA ESPERANZA A LOS<br />

ENCARCELADOS<br />

Desde 2013, los programas comunitarios de Victorious<br />

Living han influido positivamente en más de un millón<br />

de presos en más de dos mil cárceles. Brindamos:<br />

Testimonios de la vida real del poder transformador<br />

de Jesucristo desde nuestra revista<br />

bilingüe, disponible en cárceles y penitenciarías<br />

en versión impresa y formato digital.<br />

¿Es usted preso que<br />

necesita ánimo?<br />

¡Escríbanos para<br />

hacerse un miembro<br />

importante de<br />

nuestra familia de<br />

Victorious Living!<br />

Discipulado cristiano para los reclusos mediante<br />

correspondencia personal, devocionales, videos<br />

y podcasts.<br />

Contacto con organizaciones nacionales que<br />

proporcionan recursos útiles para presidiarios,<br />

ex presidiarios y sus familias.<br />

Herramientas para programas carcelarios,<br />

para que las iglesias locales puedan cumplir el<br />

mandamiento de Dios, respecto de acordarnos<br />

de quienes están privados de la libertad.<br />

Todo preso que escribe a<br />

nuestro ministerio recibe<br />

correspondencia personal,<br />

devocionales trimestrales,<br />

y una suscripción personal<br />

a nuestra revista.<br />

Escríbanos a:<br />

VL Correspondence<br />

PO Box 2751<br />

Greenville, NC 27836<br />

Lamentablemente, debido a<br />

la gran cantidad de detenidos<br />

temporalmente en comisarías<br />

(no en cárceles), no podemos<br />

mantener correspondencia ni<br />

enviar copias personales de VLMag<br />

a detenidos en comisarías.


NÚMERO 1, ENERO DE 20<strong>22</strong><br />

CONTENIDO<br />

11s<br />

24s<br />

UN PASO ADELANTE<br />

Verdades a tener presentes<br />

en el desierto<br />

POR LISA APPELO<br />

Acepte la invitación de Dios<br />

que Dios había planeado. Cuando dejó<br />

atrás los pensamientos negativos y depositó<br />

su confianza en Dios, encontró abundantes<br />

bendiciones, aun durante la espera.<br />

DESTACADOS<br />

14s<br />

Espere a que elija Dios<br />

LA HISTORIA DE RON CAPELL<br />

Ron, ejecutivo prominente de una<br />

empresa, estaba viviendo su sueño…<br />

hasta que un día se dio cuenta de que<br />

había descuidado las cosas realmente<br />

importantes, como a su familia y a Dios.<br />

FOTO CORTESÍA DE MARY WHITMER<br />

6s<br />

23s<br />

POR KRISTI OVERTON JOHNSON<br />

VIDAS<br />

TRANSFORMADAS<br />

Nunca es demasiado tarde<br />

POR CHRISTINA KIMBREL<br />

De niña la animaron para que escriba,<br />

pero Christina descubriría que su sueño<br />

era inalcanzable…hasta que se entregó<br />

a Dios y Él cambió por completo su vida.<br />

Confíe y obedezca: no es fácil,<br />

pero bien vale la pena<br />

POR ROY A. BORGES<br />

Lo que Roy quería no era exactamente lo<br />

8s<br />

12s<br />

Dios devuelve lo que nos han<br />

quitado<br />

LA HISTORIA DE SHARON DUTRA<br />

A los 29 años y con un largo historial<br />

delictivo, Sharon había destruido todo lo<br />

que había tocado, pero eso no impidió<br />

que Dios extendiera Su mano en la oscura<br />

celda de la prisión para ofrecerle ayuda,<br />

esperanza y una nueva vida.<br />

Dios utiliza el corazón bien<br />

predispuesto<br />

LA HISTORIA DE SANDRA HARDEE<br />

Pídale a Dios que le abra los ojos a las<br />

oportunidades de servir a otros en Su<br />

nombre y luego dé un salto de fe, con el<br />

corazón dispuesto a servir. Nunca lo va a<br />

lamentar.<br />

EN LA TAPA<br />

Cuando Rodney<br />

Massey (izq.) y Manny<br />

Mill le abrieron las<br />

puertas del corazón<br />

a Dios, todo cambió.<br />

Encontraron paz, un<br />

propósito y poder en<br />

las manos de un Dios<br />

misericordioso.<br />

Hoy Rodney y Manny<br />

ayudan a otros a<br />

encontrar el valor<br />

de abrir su corazón<br />

a Aquel que puede<br />

redimir y restaurar<br />

vidas destruidas.<br />

16s<br />

20s<br />

26s<br />

4s<br />

29s<br />

30s<br />

DOS HISTORIAS DESTACADAS*<br />

* Cansado de escapar y<br />

preparado para vivir<br />

LA HISTORIA DE MANNY MILL<br />

Manny escapaba del FBI cuando Dios<br />

capturó su corazón. Entregarse a Dios<br />

fue el paso que le hizo entregarse a<br />

las autoridades y Manny pasó los tres<br />

años siguientes en la cárcel, pero Dios<br />

usó ese tiempo para hacer de él un<br />

hombre nuevo.<br />

* Hay esperanza en<br />

las manos de un Dios<br />

compasivo<br />

LA HISTORIA DE RODNEY<br />

MASSEY<br />

La misericordia de Dios llega incluso<br />

al infierno más profundo. No tiene fin;<br />

se renueva cada mañana. La realidad<br />

es que no importa cuánto se haya<br />

alejado o qué haya hecho, nunca<br />

puede escapar del amor de Dios.<br />

Confiar en Dios, incluso si<br />

el desenlace es la muerte<br />

POR MAUREEN HOOKER<br />

Tras sobrevivir al cáncer de mama y<br />

un trasplante de corazón, Maureen<br />

estaba orgullosa de reconocer el<br />

poder de Dios en su vida. ¿Pero su<br />

confianza en Él iba a ser la misma<br />

después de la muerte de su hijo?<br />

EN CADA EDICIÓN<br />

Nota de la Editora<br />

Confíe en Su amor; siga Su camino<br />

Profundicemos<br />

Confíe en su Creador<br />

Ahora qué/Recursos<br />

Acabo de aceptar la salvación. ¿Y<br />

ahora, qué?<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

3s


NOTA DE LA EDITORA<br />

Confíe en Su amor;<br />

siga Su camino<br />

Si quiere apoyar nuestra revista<br />

y llevar la esperanza de Dios e<br />

influir en la vida de mujeres y<br />

hombres encarcelados, visite<br />

victoriouslivingmagazine.com.<br />

Cada dólar que dona envía una<br />

copia de la revista a una cárcel.<br />

Cada copia influye en muchas<br />

vidas durante años.<br />

“D<br />

ios, ¿por qué dejaste que pase eso?”.<br />

“Señor, ¿por qué no respondiste<br />

a mis oraciones?”.<br />

“Dios, ¿por qué no intervienes en esto?”.<br />

“Dios, ¡¿Cómo vas a pedirme algo así?!”<br />

¿Alguna vez le hizo esta clase de preguntas<br />

a Dios? Yo sí. Está por leer historias de personas<br />

que confiaron en el corazón de Dios, aun<br />

cuando no podían entender Sus caminos.<br />

En teoría, es fácil confiar en Dios. Como<br />

cristianos, sabemos que es lo que “se espera”<br />

que hagamos. En la práctica, suele ser el<br />

primer consejo que damos cuando alguien<br />

enfrenta un dilema. “Solo confía en Dios,<br />

hermano”, decimos. “Haz lo que Él dice, hermana.<br />

Dios no te va a fallar”.<br />

Pero una cosa es decirlo y otra es hacerlo,<br />

especialmente cuando la espera es larga,<br />

las circunstancias son dolorosas y nuestras<br />

oraciones parecen caer en oídos sordos.<br />

En situaciones apremiantes, es fácil querer<br />

agarrar por la fuerza una situación (¡o<br />

a una persona!) para forzar el desenlace.<br />

Esperar nos hace sentir que no tenemos<br />

control. Nos angustiamos, tenemos miedo<br />

y hasta nos enojamos con Dios. Demasiado a<br />

menudo seguimos nuestros instintos, en lugar<br />

del consejo de Dios. Pero como pronto le<br />

va a quedar claro, confiar en Dios y esperarlo<br />

bien vale la pena, porque las bendiciones<br />

llegan cuando se confía en Dios.<br />

Por supuesto, normalmente esperamos<br />

que las bendiciones de Dios sean agradables.<br />

Después de todo, si Dios es bueno, ¿no debería<br />

ser bueno también todo lo que Él permite<br />

que nos pase? Queremos el ascenso, la<br />

salud, la prosperidad financiera, la libertad,<br />

las oportunidades…todas las cosas buenas<br />

que se nos puedan ocurrir. Y, a veces, Dios<br />

sí nos bendice con esas cosas agradables.<br />

Pero a veces las bendiciones de Dios<br />

son el fruto de confiar con perseverancia,<br />

incluso cuando la espera es larga o las<br />

circunstancias son adversas. Es gracias a<br />

esos momentos difíciles que Dios revela Su<br />

premio, fidelidad y poder de maneras que,<br />

sin el dolor y la espera, jamás habríamos<br />

conocido. Entenderá qué quiero decir después<br />

de leer este número.<br />

Logré confiar en Dios el día que me di cuenta<br />

de que me amaba. Había oído y repetido Juan<br />

3:16 un millón de veces desde niña: “Porque<br />

tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo<br />

unigénito, para que todo el que cree en él no<br />

se pierda, sino que tenga vida eterna” (NVI).<br />

Creía en el concepto de que Dios ama a las personas<br />

y que envió a Su Hijo para salvarnos.<br />

Incluso tenía fe como para confiar en Él para<br />

mi salvación a través de Su Hijo Jesús.<br />

Pero no entendía que Dios Todopoderoso,<br />

el Creador del universo y de todo lo que hay<br />

en él, me amara a mí de manera individual.<br />

Él me ve, me conoce, a Él le importa cada detalle<br />

de mi vida, tiene un plan puntual para<br />

mí y está a mi lado (salmo 139). Mi vida y mi<br />

fe cambiaron el día que comprendí que Dios<br />

me cuida y yo le agrado (salmo 18:19). ¡Y usted<br />

también le agrada!<br />

¿Alguna vez se dio cuenta de que Dios lo ama<br />

como persona, de manera individual? ¿Que lo<br />

ve y le agrada cada detalle de su vida? ¿Que<br />

por amor ha diseñado un plan y un propósito<br />

para su vida? ¿Y que, por difícil que parezca,<br />

se puede confiar en ese plan?<br />

Oro para que cuando lea este número de<br />

Victorious Living tenga una nueva revelación<br />

del amor de Dios y que Su amor lo haga sentir<br />

completo. Que usted, como oró Pablo en Efesios<br />

3:18–19, “pueda comprender...cuán ancho,<br />

cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su<br />

amor. Que experimente el amor de Cristo…[y]<br />

que será completo con toda la plenitud de la<br />

vida y el poder que proviene de Dios” (NTV).<br />

Amigo, cuando entienda el amor que Dios<br />

siente por usted personalmente y usted eche<br />

raíces profundas en Su amor, encontrará la<br />

fortaleza para superar las peores tormentas<br />

(Efesios 3:17), y verá que Dios logra para usted<br />

más de lo que puede imaginar o esperar<br />

(Efesios 3:20).<br />

Kristi Overton Johnson<br />

Editora y Directora Ejecutiva<br />

FOTO DE TODD RISTORCELLI<br />

4s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


Con las historias de Victorious<br />

Living, mujeres y hombres que<br />

están entre rejas conocen al<br />

Dios que da otra oportunidad.<br />

Testimonio de Erving<br />

Hacía 6 meses, más o menos, que estaba preso en<br />

una cárcel federal cuando mi esposa Denise me<br />

habló de la revista Victorious Living. Empecé a leer<br />

el ejemplar que me había enviado y ¡vaya! Las<br />

historias eran increíbles. Me ayudaron a entender<br />

que no estaba solo.<br />

Quería compartir Victorious Living con los otros<br />

reclusos de mi establecimiento. Sabía que las<br />

historias les iban a hacer bien a los muchachos.<br />

Le mostré la revista al capellán y después pedimos<br />

copias para nuestra cárcel.<br />

Me sentí como un chico en una juguetería<br />

cuando llegó la caja de Victorious Living. Las repartí<br />

inmediatamente y a los muchachos les encantó, tal<br />

como imaginaba. Encontraron esperanza, ayuda y<br />

ánimo para hacer frente a cada día.<br />

En los meses siguientes, las historias de VL me<br />

enseñaron que Dios sigue trabajando en nuestra<br />

vida, incluso cuando nos descarriamos. Y eso<br />

significaba que Él podía e iba a seguir trabajando en<br />

la mía.<br />

Ya estoy en casa y agradecido a Victorious Living<br />

y a la gente que trabaja para la revista. Ahora mi<br />

esposa es Directora de Servicio Comunitario para<br />

Latinos ¡y yo estoy en el consejo consultivo! ¿No es<br />

maravilloso Dios?<br />

PATROCINE UNA CÁRCEL DE SU<br />

ESTADO Y CAMBIE VIDAS HOY.<br />

Visite victoriouslivingmagazine.com


VIDAS TRANSFORMADAS<br />

FOTO DE HALEY MANNING PHOTOGRAPHY<br />

Nunca es<br />

demasiado tarde<br />

POR CHRISTINA KIMBREL<br />

“CHRISTINA, NECESITO QUE VENGAS A MI ESCRITORIO,<br />

POR FAVOR”.<br />

La angustia se apoderó de mí al oír la voz de mi maestra de quinto<br />

grado. ¿Otro viaje a la oficina de la escuela? ¿Más preguntas sobre<br />

mi casa? Guardaba tantos secretos, pero incluso a esa temprana<br />

edad, sabía que el silencio es salud.<br />

Mientras iba al escritorio de la maestra, pensé que iba a llorar.<br />

Sentí alivio al darme cuenta de que solo quería hablar conmigo<br />

sobre una oradora invitada que nos había visitado el Día de Orientación<br />

Profesional. Edie, profesora de la Universidad de Arizona, nos<br />

había hablado sobre periodismo y nos había dado unos ejercicios<br />

de redacción.<br />

“Me llamó para preguntarme por ti, Christina” me dijo mi maestra,<br />

rebosando de orgullo. “Edie quedó muy impresionada con tu<br />

redacción y quiere conocerte”. No podía creer lo que oía.<br />

Edie me llevó a recorrer y conocer la Facultad de Periodismo de<br />

la Universidad de Arizona y la sede del periódico local. “Christina<br />

va a escribir algún día” dijo al presentarme a los periodistas que<br />

estaban en la sala de prensa.<br />

“Tienes un don, Christina” me dijo Edie cuando bajé del auto.<br />

“Un día vas a ser una gran escritora. ¡Espero verte en uno de mis<br />

cursos!”. Se fue y yo regresé a la soledad de mi infancia. Jamás<br />

olvidé ese día, ya que fue una de las pocas veces durante mi niñez<br />

que sentí que alguien me veía o me escuchaba.<br />

No llegué a la universidad. Ni siquiera terminé la escuela secundaria.<br />

Me fui de casa a los 13 años y perdí la inocencia al caer en las<br />

adicciones y la vida de la calle. Sin darme cuenta llegué a los 18, e<br />

iba camino a la cárcel. Iba a seguir atrapada en un círculo vicioso<br />

de destrucción durante años. Sin importar si estaba entre rejas o<br />

en libertad el dolor, la vergüenza y la autocompasión me tenían<br />

atada de manos.<br />

Para el año 2015, mi vida parecía un país devastado por la guerra.<br />

Entre los restos, solo quedaban relaciones fracasadas y sueños<br />

destruidos. Lo único que quería era una salida.<br />

Estaba en la cárcel, pasando por la agonía de la abstinencia de<br />

heroína, cuando clamé a Dios. “Si de verdad existes, ayúdame por<br />

favor. Ya no quiero seguir viviendo así”. Sé que Dios me oyó porque<br />

en ese momento me envolvió una paz extraña. Me reconfortó como<br />

una manta tibia y me dio el deseo de seguir respirando.<br />

Dios me respondió como lo hace un padre amoroso con el hijo<br />

lastimado. Me rodeó con Sus brazos y me dio Su fortaleza. Y con la<br />

ayuda de Su Espíritu y de Su Palabra, emprendí un largo viaje hacia<br />

la sanación. Recibí una Biblia de estudio del ministerio Rescued Not<br />

Arrested (RNA). Y durante los dos años y medio siguientes, pasé cada<br />

minuto con la nariz inmersa en sus páginas.<br />

Todos los días le escribía oraciones a Dios en un diario. Le abrí<br />

mi corazón y compartí con Él cosas que no quería hablar con nadie<br />

más. También le confesé cosas que nadie sabía.<br />

6s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


VIDAS TRANSFORMADAS<br />

Comunicarme con Dios por escrito me hizo sentir que tenía voz.<br />

Bajé del escenario y me dirigía a la mesa de la comida, cuando<br />

Siempre tenía la Biblia abierta cuando oraba y escribía en el diario sentí que me tocaban el hombro. Me di vuelta y vi un rostro que no<br />

y el Señor curó cada parte rota y herida de mi alma.<br />

conocía. “Hola” me dijo la mujer. “Me llamo Kristi. Me encantaría<br />

Cuanto más leía la palabra de Dios, más oía Su voz. Dios me recordaba<br />

que me había creado con una intención y un propósito. Y Living y anotó rápidamente su correo electrónico y el número de<br />

saber más de tu historia”. Sacó un ejemplar de la revista Victorious<br />

que a pesar de los muchos errores que había cometido en mi vida, Él teléfono de uno de los directores de su ministerio. “Si le envías tu<br />

aún me amaba y tenía un plan. No era demasiado tarde para que Él historia a Pat Avery, él se va a encargar de que yo la reciba”.<br />

tomara mi vida arruinada y la utilizara para algo útil (Romanos 8:28).<br />

Estuve “dejándolo para mañana” durante tres semanas, en las<br />

Poco después de salir en libertad, en 2017, me comuniqué con que lidié con la duda y otros pensamientos negativos. Pero no podía<br />

Roger Munchian, el fundador de RNA. Compartí con él mi testimonio desechar la sensación de que entregar mi testimonio complacería<br />

y le agradecí por la Biblia, que me había permitido construir mi a Dios, así que finalmente lo hice. Al día siguiente me llamó Pat. “¡A<br />

relación con el Señor. Viajé para encontrarme con Roger y conseguir Kristi le encantó tu historia! Quiere que salga en el próximo número,<br />

junto con el testimonio de Roger Munchian”. No lo podía creer.<br />

algunos ejemplares de la Biblia para mis compañeras de habitación<br />

en el hogar de tránsito. En ese momento no lo sabía, pero el Señor<br />

A los pocos días, recibí un mensaje de Kristi que decía: “Gracias<br />

me estaba preparando para el designio que tenía para mi vida.<br />

por compartir tu historia con nosotros. Sin duda, a través de esta<br />

“Eres un testimonio increíble, Christina” me dijo Roger la pri mera revista va a dejar una marca en miles de vidas. A propósito ¡eres<br />

vez que nos encontramos. “Estaba muy bien escrito. ¿Te gusta escribir?”.<br />

Le conté que siempre había querido escribir, pero mi vida siguiera escribiendo para la revista, si es que me interesaba.<br />

una escritora fantástica!”. Me dejó abierta la invitación para que<br />

había tomado otro camino. Roger me recomendó no subestimar lo<br />

¿Si es que me interesaba? ¡¿Estás hablando en serio, Dios?!<br />

que Dios podía hacer por mi vida, durante toda mi vida.<br />

Traté de digerir lo que me estaba pasando y no pude evitar recordar<br />

las palabras que Después Roger me invitó a servir<br />

me<br />

como integrante del equipo de comunicación<br />

del ministerio RNA.<br />

Durante dos años leí correspondencia,<br />

tramité pedidos de Biblia<br />

y respondí cartas de reclusos de<br />

todo el país. Usé la palabra escrita<br />

para animar a otras personas<br />

NO ERA DEMASIADO TARDE PARA<br />

QUE ÉL TOMARA MI VIDA ARRUINADA<br />

Y LA UTILIZARA PARA ALGO ÚTIL.<br />

había dicho Edie cuando era<br />

chica. Dios la había utilizado<br />

todos esos años atrás para plantar<br />

en mi corazón la semilla del<br />

plan que tenía para mi vida (Jere<br />

mías 29:11). Y ahora, incluso<br />

después de haber hecho todo<br />

y sugerirles la Palabra de Dios como fuente de bienestar en sus mal, estaba por hacerse realidad. Dios estaba llevando a cabo el<br />

momentos oscuros.<br />

plan que tenía para mí y Él iba a utilizar todo lo que Satanás había<br />

En febrero de 2020, Rescued Not Arrested organizó una cena de querido que me perjudicara para el bien de otros (Génesis 50:20).<br />

reconocimiento a los voluntarios, durante la cual compartí mi testimonio.<br />

Les agradecí a los voluntarios por la tarea que realizaban Desde entonces he compartido otras historias de esperanza en<br />

Mi historia “Belleza a las cenizas” se publicó en el N.° 2 de 2020.<br />

para asegurarse de que el cuerpo de Cristo no se olvide de personas Victorious Living. Después, en julio de 2021, acepté la oferta de Kristi<br />

como yo, que están en penitenciarías y cárceles.<br />

y me convertí en Gerente de Producción de la revista. ¡Ahora ayudo<br />

a que otros compartan sus historias con Dios!<br />

De manera increíble, Dios restauró mi vida para que refleje<br />

Su propósito inicial. No solo eso; ha confiado en mí para que lo<br />

re presente a través de las palabras que escribo. Todavía es tan<br />

difícil para mí entender la profundidad del increíble amor y de la<br />

gracia de Dios. Nunca podría haber imaginado algo así para mí.<br />

Dios verdaderamente es nuestro Redentor cuando confiamos en Él.<br />

Y amigo mío, Él puede redimir su vida también. Si convierte<br />

a Jesús en el Señor de su vida, Él lo guiará a Su plan bueno. Él va a<br />

entretejer cada pequeña cosa de su historia y lograr una bella obra<br />

maestra para Su propósito y Su gloria, y va a ser mucho mejor de<br />

lo que podría haber pedido o imaginado para usted (Efesios 3:20).<br />

Se lo prometo.<br />

En quinto grado (izq.), Christina soñaba con ser escritora, pero la vida la llevó<br />

por otro camino. Poco después de la foto de prontuario (arriba), Dios extendió<br />

Su mano en la oscuridad de la cárcel y comenzó a restaurar todo lo que<br />

Christina creía perdido. Ahora es parte del equipo de Victorious Living (página<br />

de enfrente) y sus sueños se están haciendo realidad.<br />

CHRISTINA KIMBREL presta servicio como Gerente de Producción de VL.<br />

Tras pasar por la cárcel, ahora lleva esperanza a quienes están presos de sus<br />

circunstancias pasadas o presentes, al tiempo que comparte el mensaje de<br />

sanación que encontró en Jesús.<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

7s


Dios<br />

devuelve<br />

lo que<br />

nos<br />

han<br />

quitado<br />

LA HISTORIA DE SHARON DUTRA<br />

Antes de conocer a Cristo, mi<br />

vida era como un lugar desolado,<br />

arrasado por un ejército de<br />

langostas. Todo había quedado<br />

devastado por el pecado, la<br />

rebeldía y las fuerzas demoníacas.<br />

Pero por suerte, Dios me devolvió<br />

lo que esas “langostas” se habían<br />

devorado (Joel 2:25).<br />

Desde que tengo memoria, mi vida siempre<br />

estuvo vacía. Mi mamá biológica me dejó con un<br />

padre alcohólico e incapaz de demostrar afecto,<br />

cuando yo tenía cinco años. Nunca volví a verla.<br />

Creo que mi papá me quería, pero no podía<br />

demostrarme cariño ni brindarme estabilidad.<br />

Para cuando llegué a los 17, él se había vuelto a<br />

casar cuatro veces. Cada vez que se divorciaba<br />

me ponían en un hogar de acogida, del que me<br />

sacaban cuando volvía a casarse.<br />

El rechazo y abandono durante esos años<br />

de crecimiento me lastimaron muchísimo. A<br />

los 13, me sentía tan poca cosa y estaba tan<br />

confundida que me odiaba a mí misma y empecé<br />

a consumir drogas para aliviar el dolor.<br />

A los 15 me escapé de casa. Al final, terminé<br />

arrestada y allí empezó un largo recorrido por<br />

el sistema judicial.<br />

Mi primera parada fue el Centro de Detención<br />

Juvenil de Eastlake en Los Angeles Central,<br />

California. Allí aprendí sin querer sobre el odio,<br />

la tensión racial, las bandas y el miedo. En esa<br />

época, el sistema carcelario no separaba a los<br />

delincuentes según la gravedad de sus delitos.<br />

En el Centro convivían asesinos, ladrones, integrantes<br />

de bandas y chicos que habían escapado<br />

de la casa como yo. Fue un despertar brutal.<br />

Luego, me pasaron a un hogar para chicas de<br />

sistema abierto en Los Angeles Este. “Sistema<br />

abierto” significa que podía salir del lugar cuando<br />

quisiera; no había rejas ni muros. Tomaba<br />

distintos ómnibus de noche para ir de LA Oeste<br />

a LA Central a LA Este. No tenía idea de los<br />

peligros latentes que enfrentaba, ya que en esos<br />

barrios abundaban los proxenetas, los depredadores<br />

sexuales y los pandilleros. Indudablemente<br />

Dios había puesto Su mano sobre mí.<br />

De joven, era muy impaciente e incapaz de<br />

quedarme en el mismo lugar mucho tiempo.<br />

No me importaba dónde iba a terminar—me<br />

odiaba a mí misma y fuera adonde fuera, seguía<br />

igual—y la desolación seguía siendo la misma.<br />

Así que vivía escapándome.<br />

Después de escaparme por tercera vez del<br />

hogar para chicas, quedé bajo la custodia del<br />

tribunal. Mi papá se había divorciado otra vez y<br />

no quería que viviera con él, así que me enviaron<br />

a un establecimiento cerrado llamado Convento<br />

del Buen Pastor. Los muros del convento<br />

tenían 3,60 m de altura, pero logré escaparme.<br />

Mi desconfianza y mi desprecio por la autoridad,<br />

la vida y la gente tocaron su punto máximo.<br />

Pero en vez de enojarme con las personas que<br />

FOTO DE ERIC STOLZ<br />

8s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


me habían fallado, internalicé esos sentimientos<br />

y apunté las armas letales hacia mí misma. Por<br />

lo que veía, yo era el común denominador en<br />

todas las cosas horribles que me habían pasado<br />

en la vida, así que el problema debía de ser yo.<br />

Consumí todas las drogas que tuve a mi alcance.<br />

La vida era demasiado triste sin ellas.<br />

A los 20 me encontré en una relación disfuncional<br />

con Bill, un hombre al que apenas<br />

conocía. Acababa de salir de la cárcel. Nos casamos<br />

y tuvimos dos hijos antes de que me diera<br />

cuenta de que Bill consumía drogas por vía intravenosa.<br />

Al poco tiempo yo también empecé<br />

a hacerlo. Estábamos tan perdidos. Lo único<br />

que nos importaba era tener esa sensación de<br />

euforia. Juntos potenciábamos nuestras adicciones,<br />

lastimándonos mutuamente y también<br />

a nuestros hijos. Terminamos viviendo en una<br />

carpa en la calle. Después de ocho años y medio<br />

juntos y un intento fallido por dejar las drogas,<br />

nuestro matrimonio terminó en divorcio.<br />

Abandoné a mis hijos, tal como tantos habían<br />

hecho conmigo y la culpa aumentó el odio hacia<br />

mí misma, la vergüenza y el remordimiento<br />

que ya cargaba.<br />

A los 29 años, ya me habían arrestado 13<br />

veces. Viví sola en la calle durante dos años,<br />

revolviendo la basura para conseguir comida<br />

y vendiendo mi cuerpo para comprar droga.<br />

Era un ser infeliz, una vagabunda que llevaba<br />

todas sus pertenencias en bolsas y solo pensaba<br />

en sobrevivir.<br />

No me daba cuenta de lo enferma que estaba.<br />

Cuando uno está en esa situación, no se ve a<br />

sí mismo con los ojos de la realidad. De hecho,<br />

ni siquiera se ve. Había dejado de mirarme al<br />

espejo por completo.<br />

Una vez, un hombre me apuntó con un<br />

revólver; mi estado era lamentable y le pedí<br />

que me disparara para terminar con mi sufrimiento.<br />

No tenía motivo alguno para vivir.<br />

Había intentado suicidarme varias veces ¡y me<br />

sentía más fracasada cuando ni siquiera eso<br />

me salía bien! Desde ya, ahora sé que fue Dios<br />

que me salvaba la vida milagrosamente.<br />

Una mañana estaba en una base militar sin<br />

au to riza ción y me arrestó la policía militar<br />

y el comisario de la policía local. Todavía no<br />

lo sabía, pero Dios me estaba llevando a un<br />

pun to crítico, donde debía tomar decisiones.<br />

Pron to iba a ver cómo se desplegaba Su plan<br />

para mi vida de manera palpable.<br />

Por mi vasto historial delictivo me enviaron<br />

a una cárcel de mujeres muy poblada en el<br />

sur de California. Allí había muy poca privacidad,<br />

pero Dios hizo los arreglos para<br />

que mi compañera de celda trabajara en la<br />

cocina. Eso hizo que tuviera tiempo a solas.<br />

En mi celda leí un libro sobre George H.<br />

Meyer, quien en la década de 1940, era el<br />

chofer y conductor del auto que ayudó en<br />

la fuga del supuesto jefe de la mafia “Cara<br />

Cortada” Al Capone. La vida delictiva de<br />

Meyer finalmente lo puso entre rejas. Pero<br />

fue allí, en su oscura celda de la cárcel, que<br />

George Meyer le entregó su vida a Jesucristo.<br />

Estaba intrigada por el poder transformador<br />

de Jesús en la vida de Meyer. Dios había<br />

utili za do a este hombre mientras estaba en<br />

la cárcel para dejar una marca en la vida de<br />

muchas personas. Y ahora, varias décadas<br />

más tarde, se estaba haciendo sentir también<br />

en mi vida.<br />

Hasta allí, siempre me había sentido<br />

inútil. Para mí, mi vida era un desperdicio<br />

total. Tenía 29 años y lo único que había conseguido<br />

era ser infeliz. Había destruido todo<br />

lo que había tocado. Pero el testimonio de<br />

Meyer caló hondo en mi corazón y empezó<br />

a revolotear dentro de mí algo desconocido<br />

e imposible de resistir: ¡Esperanza!<br />

Al leer el libro de Meyer, empecé a pensar<br />

en Jesucristo. Si entregarle la vida a Cristo<br />

había ayudado a George H. Meyer, ¿podría<br />

ayudarme a mí también?<br />

No esperé—me puse de rodillas y clamé<br />

al Señor por mi salvación. De pronto sentí<br />

remordimiento por mis pecados. Lloré por<br />

lo que le había hecho a la gente y por odiarme<br />

a mí misma. Le pedí perdón a Dios y me<br />

arrepentí por haberlo rechazado. En todos<br />

esos años había dejado pasar tantas oportunidades<br />

de llegar a conocerlo.<br />

Mientras oraba, sentí que me envolvía la<br />

gracia de Dios. Cuando me levanté del piso,<br />

era una persona nueva (2 Corintios 5:17).<br />

A las pocas semanas me pusieron con la<br />

población general. Allí me permitían ir a la<br />

iglesia que estaba en la cárcel. El capellán<br />

me dio una Biblia que había comprado para<br />

mí. La leía durante horas todos los días.<br />

La Palabra de Dios le daba esperanza a mi<br />

corazón. Gracias a ella aprendí que Él me<br />

había creado con un propósito y que yo era<br />

una persona valiosa (Efesios 2:10). Aprendí<br />

que era importante para Dios (Salmo 139), y<br />

De joven Sharon (arriba) buscaba amor y aceptación.<br />

Encontró ambos en los brazos de Dios.<br />

que Él me amaba tanto que había enviado a Su<br />

Hijo Jesús a morir por mí (Juan 3:16). ¡Por mí!<br />

Me parecía increíble que el Creador del universo<br />

supiera mi nombre (Isaías 43:1). Siempre me<br />

había sentido tan invisible. También prometió<br />

que nunca me dejará ni me abandonará (Deuteronomio<br />

31:6,8; Josué 1:5–9). Todos los que<br />

habían pasado por mi vida me abandonaron.<br />

La Palabra de Dios, Su verdad, fue como un<br />

manantial de agua fresca en el desierto. Saciaba<br />

la sed de mi alma como ninguna otra cosa (Juan<br />

4), y me liberó de la esclavitud de la culpa, la<br />

vergüenza y el odio hacia mí misma (Juan 8:32).<br />

Esta libertad que acababa de encontrar me<br />

dio el amor, la paz, el gozo, la seguridad y estabilidad<br />

que siempre había deseado. A medida que<br />

crecía mi seguridad, Dios comenzó a poner en<br />

mi corazón Su amor por los demás. Yo sabía que<br />

Él quería que compartiera Su amor y esperanza<br />

con otras personas que estaban en la cárcel, tal<br />

como lo había hecho George Meyer. Di un salto<br />

de fe y me puse al frente del grupo que hacía<br />

música en los servicios de la iglesia en la cárcel.<br />

Al poco tiempo, me transfirieron a una cárcel<br />

de mínima seguridad. Estaba enloquecida con<br />

Jesús y entusiasmada por acrecentar mi fe en este<br />

lugar nuevo. Y luego descubrí que de las 90 muje<br />

res que había ahí, solo una reclusa era cristiana.<br />

¡Y quedaría en libertad a las dos semanas!<br />

Me sentí tan sola y traicionada por Dios. En<br />

mi confusión, clamé a Dios y le pregunté: “¿Por<br />

qué tenías que enviarme a un lugar sin nada<br />

de espiritualidad, Señor? Necesito practicar.<br />

¡Necesito amigas que me ayuden ahora más<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

9s


“Te he dado a elegir entre la vida y<br />

la muerte, entre la bendición y la<br />

maldición. Elige, pues, la vida, para<br />

que vivan tú y tus descendientes”.<br />

DEUTERONOMIO 30:19 NVI<br />

que nunca!”. ¿Dios se había olvidado de mis<br />

necesidades?<br />

Por supuesto que no. En cambio, me había<br />

puesto en ese lugar espiritualmente infértil<br />

porque esas mujeres no conocían la esperanza<br />

de Jesús. Él quería usarme para llevar consuelo<br />

a mujeres que estaban tan desesperadas y destruidas<br />

como yo había estado hasta hacía poco.<br />

Decidí empezar un estudio bíblico. Pasaba<br />

por los dormitorios a la mañana gritando “¡estudio<br />

bíblico!”. Al principio, la invitación no<br />

fue muy bien recibida. No se despierta así a la<br />

gente en la cárcel. Por las miradas, me di cuenta<br />

de que la mayoría de las mujeres pensaba que<br />

estaba loca.<br />

Estoy segura de que algunas querían preguntarme:<br />

“¿Quién te crees que eres, señorita<br />

cristiana perfecta?”. Pero no me rendí y pronto<br />

reuní un grupo de damas.<br />

Mientras estábamos juntas, compartía con<br />

ellas los pasajes bíblicos que tanta esperanza<br />

y consuelo me habían dado. Seguí liderando el<br />

estudio hasta que quedé en libertad y ellas lo<br />

continuaron durante muchos años después de<br />

que yo me fui. ¡Alabado sea Dios!<br />

Salir de la cárcel significó tener la posibilidad<br />

inmediata de regresar al lugar que las<br />

langostas habían destruido. Me dieron $200<br />

y me enviaron a Santa Cruz, California, donde<br />

había vivido antes de caer presa. Tenía miedo.<br />

Sabía qué peligroso y malsano sería volver para<br />

mí, ya que las únicas personas que conocía allí<br />

eran drogadictos y prostitutas.<br />

Otra vez puse en tela de juicio los caminos de<br />

Dios. “¡¿Cómo se te ocurre enviarme de nuevo<br />

a un lugar donde todo lo que conozco son las<br />

drogas y la vida en la calle?!”. No solo iba a ser<br />

difícil mantenerme firme en la fe, pero tenía<br />

una reputación tan mala en ese lugar. ¿Cómo<br />

iba a poder superarlo?<br />

Bajé del ómnibus y me detuve junto a una<br />

cabina telefónica. Podía oír que el demonio<br />

me susurraba: “Ve a tu viejo barrio y consigue<br />

droga”. Pero luego oí el susurro del Espíritu<br />

Santo, que me decía que tomara el teléfono y<br />

llamara a la iglesia con la que me<br />

había puesto en contacto antes de<br />

mi liberación.<br />

Estaba en una encrucijada espiritual.<br />

Por suerte, la Palabra de<br />

Dios estaba grabada en mi corazón y<br />

recordé lo que decía Deuteronomio<br />

30:19: “Te he dado a elegir entre la<br />

vida y la muerte, entre la bendición y la maldición.<br />

Elige, pues, la vida, para que vivan<br />

tú y tus descendientes” (NVI).<br />

Elegí la vida.<br />

Levanté el auricular y llamé a la iglesia.<br />

Allí sus integrantes me dieron la ayuda y<br />

el apoyo que necesitaba para continuar<br />

en el camino correcto; es decir, hacia Dios<br />

y el plan que tenía para mi vida. Dios también<br />

me dio la posibilidad de compartir el<br />

evangelio con las personas que antes frecuentaba<br />

en la calle. Pudieron ver cómo<br />

había cambiado y les dio la esperanza de<br />

que lo que Dios había hecho por mí también<br />

lo podía hacer por ellos.<br />

Diez meses después conocí a Michael, que<br />

hoy es mi marido. Su padre acababa de jubilarse<br />

como capitán de la Patrulla de Caminos<br />

de California y su hermano era sargento en<br />

la PCC. ¡Policías! Indudablemente, Dios tiene<br />

sentido del humor.<br />

Al principio, a la familia de Michael le cayó<br />

muy mal que él llevara a la casa a alguien<br />

como yo, pero con los años, Dios les cambió<br />

la mentalidad sobre “esa clase de personas”.<br />

Michael y yo estamos casados desde hace<br />

30 años. Nos encanta ayudar a los demás<br />

a que se acerquen a la fe y hemos tenido la<br />

posibilidad de llegar a personas tanto dentro<br />

como fuera de la cárcel.<br />

Volví a estudiar y recibí mi título de<br />

enfermera, con mención honorífica, en<br />

1998. También empecé a enseñar estudios<br />

bíblicos a mujeres. Me apoyé en el Señor,<br />

Su verdad y mi experiencia al aprender<br />

y enseñar la Biblia en la cárcel. Como no<br />

pude encontrar material con el que pudiera<br />

sentirse identificado ese grupo heterogéneo<br />

de damas que participaban, empecé a escribir<br />

mis propios estudios bíblicos. Mi libro,<br />

Be Transformed by the Spirit of the Living God,<br />

nació de esas clases. Después escribí otros<br />

dos libros que se usan en todo el mundo<br />

para ayudar a la gente a entender la Biblia<br />

y aplicarla a su vida.<br />

Pasaron más de 30 años desde que Jesús<br />

me salvó la vida. Y tal como lo prometió en<br />

Joel 2:25, Él me devolvió todo lo que las langostas<br />

se habían devorado. Estoy agradecida<br />

para siempre.<br />

¿Esas langostas arrasaron su vida también,<br />

dejándola desolada y vacía? ¿Se siente solo o<br />

como que su vida está desperdiciada? Amigo,<br />

hay esperanza. Dios lo ama y aún tiene un<br />

propósito para su vida.<br />

Entréguele su corazón. Pídale que perdone<br />

su rebeldía, sus dudas, su temor, orgullo, odio<br />

y confusión. Y luego acepte Su perdón (1 Juan<br />

1:9). Él quiere hacer de usted una persona<br />

nueva. Él quiere devolverle todo lo que le han<br />

quitado. No es tarde para tener la vida de abundancia<br />

que Dios tenía prevista para usted (Juan<br />

10:10). Ninguna vida está tan destruida como<br />

para que Jesús no la pueda arreglar.<br />

Espero que acepte el regalo de perdón y<br />

salvación de Dios como lo hice yo, invitando a<br />

Jesús a entrar en su corazón hoy mismo. No se<br />

demore, por favor. Su seguridad eterna depende<br />

de eso, así como la posibilidad de tener una<br />

vida llena de paz y propósitos aquí en la tierra.<br />

Si está preparado para entregarle su vida a<br />

Jesús, ofrézcale su corazón al Señor con esta<br />

oración:<br />

Jesús, busqué tener paz y felicidad<br />

toda mi vida. Intenté de todo para<br />

llenar el vacío en mi corazón, pero no<br />

encontré nada que funcione. Ahora me<br />

doy cuenta de que fue porque nunca<br />

te confesé mis pecados ni recibí Tu<br />

perdón por mi egoísmo.<br />

Fracasé al tratar de manejar mi<br />

vida por mi cuenta. Hice tantas cosas<br />

en contra de Ti, de mí mismo y de los<br />

demás. Perdóname, por favor. Quiero<br />

empezar una nueva vida contigo, una<br />

vida llena de satisfacción y propósitos.<br />

Quiero vivir para algo que sea más<br />

importante que yo mismo. Quiero<br />

entregarte mi vida en este momento.<br />

Gracias, Señor. En el nombre de Jesús,<br />

amén.<br />

SHARON DUTRA es cofundadora de Be Transformed<br />

Ministries y autora de tres libros que se han traducido<br />

a cuatro idiomas. Se han enviado más de 25.000 de sus<br />

libros a cárceles de todo el mundo. Para comunicarse<br />

con su ministerio, escriba a PO Box 597, Grover Beach,<br />

CA 93433, o por correo electrónico a betransformed@<br />

betransformedministries.com.<br />

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UN PASO ADELANTE<br />

VERDADES A TENER PRESENTES<br />

EN EL DESIERTO<br />

POR LISA APPELO<br />

UNA PATADA VIOLENTA. La frustración de los diez meses anteriores<br />

había hecho crisis en mí y con la paciencia de una criatura de tres años,<br />

me la agarré con la pared de la bañera. Pero las bañeras no perdonan.<br />

Casi instantáneamente se me hinchó el tobillo con distintos tonos de<br />

azul y violeta y un momento después, ese pie ya no pudo soportar<br />

el más mínimo peso. Estuve cojeando durante dos días, totalmente<br />

consciente de que mi corazón necesitaba sanar más que mi tobillo.<br />

Había estado vagando por un desierto de soledad y duda después de<br />

mudarnos del pueblo pequeño que amaba a una ciudad grande. Sabía<br />

que Dios nos había llevado a tomar la decisión de mudarnos, pero los<br />

meses que me llevó encontrar una iglesia nueva, una casa nueva, todo<br />

nuevo, me habían pasado factura. Extrañaba a mis amigas y deseaba<br />

afincarme ya. Nuestro contrato provisional de renta estaba por vencer,<br />

teníamos los muebles en un depósito y me hacía falta la estabilidad<br />

que da tener la casa propia.<br />

Tal vez usted haya sentido que vagaba por un desierto de soledad<br />

sin amigos, familiares o una iglesia. Quizás haya tenido que soportar<br />

un desierto de duda durante mucho más tiempo del que había previsto<br />

a pesar de sus oraciones. O quizás en este mismo momento se<br />

encuentre en un desierto de profundo dolor o sufrimiento desde que<br />

su vida se derrumbó.<br />

Cuando estamos en el desierto, queremos salir rápido. Pero enfocarnos<br />

en salir puede hacernos perder las enseñanzas que Dios tiene<br />

allí para nosotros. Sentimos que el entorno del desierto es árido, pero<br />

puede albergar mucha riqueza espiritual. Estas son varias verdades a<br />

tener presentes cuando se encuentre en el desierto.<br />

Dios nos cuida en el desierto. Si Dios lo guía hacia el desierto,<br />

puede confiar en que Él se va a ocupar de usted. Él guió a los israelitas<br />

hacia el desierto. Él llevó allí a David, a Elías e incluso a Jesús. Pero Dios<br />

nunca los dejó abandonados a su suerte. Él le envió maná a Israel, le<br />

brindó seguridad a David; a Elías, pan y carne. Y después de que Jesús<br />

ayunó durante 40 días en el desierto, Dios envió ángeles para que lo<br />

cuidaran. Dios también lo cuidará a usted en el desierto.<br />

Dios se da a conocer en el desierto. Cuando Agar huyó al desierto<br />

después de ser maltratada y rechazada, Dios se le apareció. Ella lo<br />

llamó “el Dios que me ve” (Génesis 16:13 NVI). Cuando Moisés estaba<br />

en el desierto, Dios se le apareció, dándose a conocer como “Yo soy el<br />

Señor” (Éxodo 6:2–3 NVI). En distintas oportunidades, Dios se dio a<br />

conocer a los hebreos como el pan del cielo, el agua viva, el Santo, el<br />

legislador y la roca.<br />

En el monte Sinaí, Dios se dio a conocer como “El Señor, el Señor, Dios<br />

clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad,<br />

que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona<br />

la iniquidad, la rebelión y el pecado” (Éxodo 34:6 NVI). No se pierda<br />

las distintas maneras en que Dios se le da a conocer en el desierto.<br />

El desierto es un lugar de preparación, no de permanencia.<br />

Dios no nos deja plantados en los lugares desiertos de la vida para<br />

siempre. Los utiliza para prepararnos para el lugar al que nos guiará<br />

después. Este es un patrón que se repite una y otra vez en la Biblia.<br />

Dios guió a los israelitas al desierto para convertirlos en una nación,<br />

darles Su ley y enseñarles a adorar, con el fin de prepararlos para la<br />

Tierra Prometida.<br />

Dios guió a Jesús al desierto, donde Jesús ayunó y oró durante 40<br />

días y fue tentado antes de comenzar Su ministerio público. Pablo<br />

desapareció en el desierto durante tres años antes de iniciar sus viajes<br />

misioneros de evangelización. ¿Para qué lo está preparando Dios?<br />

El objetivo del desierto no es perjudicarlo, sino dejarle enseñanzas.<br />

Deuteronomio 8:15–16 NVI dice: “El Señor te guió a través<br />

del vasto y horrible desierto, esa tierra reseca y sedienta, llena de serpientes<br />

venenosas y escorpiones…así te humilló y te puso a prueba, para<br />

que al fin de cuentas te fuera bien” [énfasis añadido en la cita].<br />

Dios siempre quiere que nos vaya bien. No haga como yo, que quise<br />

salir de las situaciones desérticas a patadas. Dios ya tiene en mente<br />

un final bueno. Mientras espera, llegue a conocerlo en otros aspectos,<br />

confíe en Su provisión y prepárese para lo que Él le tiene reservado. Y<br />

cuando Él le dé a conocer un nuevo paso, dé ese paso. No está solo.<br />

LISA APPELO es oradora, escritora y maestra de Biblia; inspira a las mujeres<br />

para que tengan más fe en el dolor y encuentren esperanza en momentos difíciles.<br />

Fue abogada penalista y ahora sus días están repletos de actividad con la crianza<br />

de siete hijos, el ministerio, escribir, dar conferencias y correr bastante como para<br />

poder darse el gusto de comer un montón de chocolate negro. Encuentre palabras<br />

de aliento y llenas de esperanza para su fe y su dolor en LisaAppelo.com.<br />

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11s


Dios utiliza el corazón<br />

bien predispuesto<br />

LA HISTORIA DE SANDRA HARDEE<br />

Crecí asistiendo a una pequeña iglesia metodista<br />

en Grifton, Carolina del Norte. Pensaba<br />

que era cristiana, pero en realidad no sabía<br />

nada de Dios. No entendía el mensaje del<br />

Evangelio ni qué tenía que ver conmigo.<br />

Por suerte, Dios me abrió los ojos de la fe<br />

para que viera que necesitaba una relación<br />

personal con Él a través de Su Hijo Jesús.<br />

Ocurrió cuando mi hijo adolescente volvió<br />

de un retiro patrocinado por Young Life que<br />

duró una semana. Apenas regresó, me di<br />

cuenta de había algo diferente en él. Estaba<br />

entusiasmado y lleno de gozo. Me sorprendió,<br />

porque en esos días mi familia la<br />

estaba pasando mal de verdad. El que había<br />

sido mi esposo durante 17 años acababa de<br />

dejarnos a mis dos adolescentes y a mí y el<br />

trauma del divorcio nos estaba afectando<br />

profundamente a todos.<br />

Ver ese cambio en él me puso muy contenta.<br />

Pero fue recién cuando asistí con mi<br />

hijo a una cena de Young Life que entendí el<br />

origen de esa transformación. Allí, sobre el<br />

escenario, él contó cómo Jesús había tocado<br />

su vida. Estaba tan orgullosa de él, pero<br />

también un poco avergonzada, porque él no<br />

me había comentado sobre esas cosas tan<br />

personales antes del evento. Lo que pasó fue<br />

que él creyó que yo no entendería nada de<br />

esa fe en Jesús que acababa de descubrir.<br />

“Mamá, lo único que te oí decir fue alguna<br />

oración de memoria” me dijo. Nunca me<br />

había visto tener una relación íntima con<br />

Dios. Si eso no es un golpe de realidad…<br />

Empecé a observar a mi hijo. Era obvio<br />

que lo que sea que Jesús había hecho en su<br />

vida era real, y supe que también necesitaba<br />

lo que él había conseguido. Así que decidí<br />

empezar a tomarme en serio mi fe.<br />

Me hice de tiempo para pasar momentos<br />

a solas con Dios. Leí devocionales y la Biblia<br />

como mi hijo. Al principio eran 5 minutos,<br />

después 10, después 30, después una hora.<br />

Estaba ansiosa por levantarme todas las<br />

mañanas para tener mi momento personal<br />

con Dios. Su Palabra y Su presencia estaban<br />

sanando mi corazón destrozado.<br />

Después fui a un retiro de Camino a<br />

Emaús, donde aprendí a llevar una vida que<br />

refleje la Palabra de Dios y a ser una fiel seguidora<br />

de Cristo. Entendí que estoy llamada<br />

a ser como Jesús. Debo servir y amar a los<br />

demás en la práctica. Y, además, descubrí<br />

que demuestro mi amor a Dios obedeciéndolo<br />

(Juan 14:15).<br />

Inicié una búsqueda en la Palabra de Dios<br />

para saber qué esperaba Él de mí. Aprendí<br />

que Dios quería que fuera humilde, no orgullosa;<br />

amable, no descortés; caritativa, no<br />

egoísta; compasiva, no rencorosa y generosa,<br />

no tacaña. Dios me estaba llamando<br />

a ser Su embajadora en esta tierra, a representarlo<br />

adondequiera que fuera y en todo<br />

lo que hiciera.<br />

Como farmacéutica, siempre había<br />

mantenido mi trabajo separado de mi fe.<br />

Pero Dios me demostró que incluso como<br />

farmacéutica podía reflejar Su amor a las<br />

personas de manera sencilla, por ejemplo,<br />

siendo paciente, amable y mostrándome<br />

dispuesta a ayudar.<br />

No siempre es fácil servir a los demás.<br />

No todas las personas son agradables y<br />

amables. Ayuda tener presente que cada<br />

persona está hecha a imagen de Dios. Él nos<br />

ama a todos y nos ha creado y nos dio forma<br />

con Sus manos para un propósito específico<br />

(Salmo 119:73).<br />

Ver a las personas a través de los ojos<br />

de Dios cambió mi manera de interactuar.<br />

También me ayudó a recordar que cuando<br />

servía a los demás, estaba sirviendo al Señor<br />

(Mateo 25:35–40; Colosenses 3:23).<br />

Cualquiera pensaría que servir y obedecer<br />

los mandamientos de Dios es una carga,<br />

pero no (1 Juan 5:3). Cuanto más servía a los<br />

demás con Dios en mi mente, más gozo, paz<br />

y propósito encontraba. Eso es porque fuimos<br />

creados para servir y glorificar a Dios.<br />

Efesios 2:10 dice: “Porque somos hechura<br />

de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas<br />

obras, las cuales Dios dispuso de antemano<br />

a fin de que las pongamos en práctica” (NVI).<br />

Cuando cumplimos los deseos de Dios, somos<br />

bendecidos y fortalecidos por hacerlo<br />

(Proverbios 11:25).<br />

En 1999 Grifton, mi pueblo natal, fue arrasado<br />

por las inundaciones provocadas por<br />

el huracán Floyd. Ese momento de crisis me<br />

brindó muchas oportunidades para demostrar<br />

el amor a Dios, aunque a menudo me<br />

pusieron en situaciones incómodas. Pero<br />

12s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


FOTO DE HALEY MANNING PHOTOGRAPHY<br />

invariablemente, cada vez que hacía algo desde<br />

la obediencia, Dios siempre tenía regalos y<br />

tesoros que me esperaban.<br />

Mi amiga Betty se lanzó de cabeza en la respuesta<br />

a la crisis, visitando áreas devastadas<br />

y buscando personas que estuvieran pasando<br />

necesidades. A menudo iba con ella. Un día Betty<br />

me pidió que fuera sola a una zona muy distante<br />

para ver cómo estaba una señora que se<br />

llamaba Rachel. Estaba nerviosa porque había<br />

usar mis dotes administrativas y comencé a<br />

abogar por la salud mental y las necesidades<br />

sanitarias.<br />

Estoy segura de que la gente estaba cansada<br />

de mi “discurso sobre la inundación”,<br />

pero estaba tan agobiada por las personas<br />

de la comunidad que seguían sufriendo. No<br />

podía darles la espalda: necesitaban ayuda.<br />

¿Cómo iba a dejar de servirlos? Dios nos pide<br />

que ayudemos a los necesitados. Prover­<br />

ejecutiva y le ofreció a Ron la presidencia de<br />

la junta directiva.<br />

Habíamos pensado que estábamos listos<br />

para jubilarnos, pero ese no era el plan que Dios<br />

tenía para nosotros. (Ahora que lo pienso, no<br />

encontré el monto de la jubilación por servir al<br />

Señor en toda la Biblia). Aceptamos los puestos.<br />

No es tarea fácil hacer que la gente se sume<br />

para ayudar a quienes están en la cárcel. No<br />

es algo común. ¿Pero desde cuándo Dios nos<br />

oído decir que esta señora era algo excéntrica,<br />

bios 3:27 dice: “No niegues un favor a quien<br />

llama a hacer cosas comunes? ¿O cómodas? ¿O<br />

pero opté por confiar en Betty y allí fui.<br />

te lo pida si en tu mano está el otorgarlo”.<br />

fáciles, si vamos al caso? No lo hace.<br />

Jamás me voy a olvidar de ese primer en­<br />

Servir a las víctimas de la inundación era<br />

Pero lo que sí hace es llamarnos para estar<br />

cuentro: Rachel, en comparación con cualquier<br />

un privilegio.<br />

en lugares y con personas que nos cambiarán<br />

otra persona, tenía muy poco incluso antes de<br />

Años más tarde, Dios me mostró otro lu­<br />

para mejor y para siempre. Cuando hacemos<br />

la inundación. Sin embargo, me habló del Señor<br />

gar en el que podía servir: la cárcel. Esto<br />

el bien, buscamos justicia y defendemos a los<br />

todo el tiempo que estuve con ella. Tenía tanta<br />

ocurrió después de conocer a Ron, mi es­<br />

oprimidos (Isaías 1:17), Dios nos bendice de<br />

alegría. Cuando me fui, me acompañó afuera y<br />

poso, que estaba muy comprometido con el<br />

maneras inimaginables (Efesios 3:20).<br />

me gritó: “¡Te quiero!”.<br />

ministerio Kairos, un programa de servicio<br />

Si nunca ha experimentado el gozo de servir<br />

Sus palabras me atravesaron el corazón. Ella<br />

comunitario en las cárceles del país. (Vea<br />

a los demás, pídale a Dios que le abra los ojos<br />

no tenía idea de cuánto necesitaba oír esas<br />

su historia en la pág. 14s). Su afecto por las<br />

a las oportunidades. Que su corazón esté dis­<br />

palabras ni cuánto necesitaba que me qui­<br />

personas privadas de la libertad era conta­<br />

puesto a servir. Entonces, por amor a Dios y a<br />

sieran. Pero Dios sí, y Él utilizó a Rachel para<br />

gioso y pronto mi corazón también sintió la<br />

Su gente, aproveche esas oportunidades. Le<br />

bendecirme. Hoy, 20 años después, Rachel y<br />

necesidad de ayudar a aliviar el sufrimiento<br />

prometo que nunca se va a arrepentir.<br />

yo seguimos siendo grandes compinches. Le<br />

de los reclusos.<br />

agradezco a Dios por su amistad.<br />

Como suele ocurrir después de un desastre<br />

natural, llegó el momento en que las operaciones<br />

de socorro se dieron por finalizadas<br />

en el área. Pero todavía quedaba tanta gente<br />

afectada a largo plazo por la inundación. Decidí<br />

Ron y yo trabajamos activamente en una<br />

organización que busca reformar el sistema<br />

carcelario llamada NC-CURE, pero en<br />

2020 el fundador de NC-CURE se mudó a<br />

otro esta do. La organización, a punto de<br />

disolverse, me pidió que fuera su directora<br />

SANDRA HARDEE y su esposo Ron están lideran<br />

NC-CURE (Ciudadanos de Carolina del Norte Unidos<br />

por la Eficacia de la Recuperación), una organización<br />

sin fines de lucro que lucha por los derechos de los<br />

reclusos y concientiza a la población sobre las injusticias<br />

en el sistema carcelario de Carolina del Norte.<br />

Para más información, visite nccure.org.<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

13s


Espere a que<br />

elija Dios<br />

LA HISTORIA DE RON CAPELL<br />

Estaba en el extranjero, solo en mi habi tación<br />

del hotel, cuando me di cuenta de que ya no<br />

quería el famoso “sueño americano”. Pa ra<br />

mí, se había convertido en una pesadilla.<br />

Tenía todo lo que—según todo el mundo—<br />

me iba a hacer feliz: estudios, una carrera<br />

exitosa, mucho dinero, autos lujosos, una<br />

casa enorme, una esposa hermosa e hijos.<br />

Sin embargo, era infeliz. Y cuanto más<br />

conseguía, menos satisfecho me sentía. No<br />

disfrutaba de mi vida para nada.<br />

Esa noche había salido a beber. Eso me<br />

hacía pasar el tiempo en mis viajes al exterior<br />

y momentáneamente llenaba el vacío<br />

que tenía en el corazón. Desmayado por la<br />

borrachera, me quedé dormido. Pero alrededor<br />

de las 4 de la mañana me desperté por<br />

las voces que venían del televisor. Estaban<br />

dando la noticia de que un alto directivo<br />

estadounidense acababa de escaparse de<br />

sus secuestradores.<br />

Conocía la situación dramática de este<br />

hombre. Una tribu local lo había secuestrado<br />

en una zona a la que yo viajaba con<br />

frecuencia. A mí, como a otros ejecutivos,<br />

me habían advertido del peligro de secuestro<br />

extorsivo en ese lugar. Hacía un año que<br />

mantenían a este hombre en cautiverio. De<br />

hecho, pensábamos que ya estaba muerto.<br />

Le corrían lágrimas por las mejillas cuando<br />

contaba sus padecimientos y después habló<br />

de cómo había llegado a conocer a Jesús<br />

durante el cautiverio. Le dijo al perio dista<br />

que se iba a casa, a pedirle perdón a su<br />

esposa y a sus hijos por la vida que había<br />

llevado mientras estaba afuera. Esperaba<br />

recuperar la familia.<br />

Su historia me llegó a lo más profundo.<br />

Acostado en la cama, pensé “¡Dios mío! ¡Ese<br />

soy yo!”. Fue como si estuviera mirándome<br />

al espejo. Yo también tenía que pedirle perdón<br />

a mi esposa y a mis hijos por la vida<br />

que estaba llevando. Yo también tenía que<br />

pedirle perdón a Dios.<br />

Había tenido tanta codicia y tan poca consideración<br />

con los demás, especialmente<br />

con mi familia. Sobrepasado por el dolor,<br />

caí al piso, me arrepentí de mi pecado y le<br />

entregué mi vida a Jesús. Súbitamente se<br />

apoderó de mí un deseo nuevo y profundo<br />

de amar a Dios y a mi familia, en vez de a<br />

las cosas materiales.<br />

Le había pedido a Jesús que entrara en<br />

mi corazón cuando era niño. Me crié en un<br />

hogar cristiano con una larga tradición de<br />

creyentes devotos. Conocía a Dios y lo amaba<br />

de verdad. Pero después, cuando tenía 16<br />

años, me volví rebelde y soberbio. Me alejé<br />

del Señor y cambié Sus planes buenos por<br />

los míos.<br />

Cometí muchos errores en el camino y<br />

mi vida familiar era un caos. Estaba tan obsesionado<br />

por hacer dinero que me había<br />

olvidado de las necesidades de mi esposa y<br />

de mis hijos. No me había ocupado de ellos<br />

como Dios pretendía (1 Pedro 3:7).<br />

El objetivo de mi vida era apoderarme<br />

de bienes materiales, no amar a mi familia.<br />

Pero al final, esas cosas se apoderaron de<br />

mí. No sirve de nada ganar el mundo entero<br />

si se pierde la vida o las cosas de verdadera<br />

importancia como la familia, la salud y<br />

principalmente, la relación con el Señor<br />

(Marcos 8:36). Estaba decidido a enmendar<br />

los errores y a guiar a mi familia por el<br />

camino de Dios.<br />

Volví a casa, renuncié a mi trabajo de<br />

ritmo vertiginoso y plagado de viajes y me<br />

aboqué a recuperar la familia. Me convertí<br />

en un devoto ferviente del Señor y empecé<br />

a devorar la Biblia y a servir a los demás.<br />

Pero mi matrimonio naufragó.<br />

Nos divorciamos y volví a casarme al poco<br />

tiempo. Pero no pasó mucho hasta que me<br />

di cuenta de que me había adelantado a<br />

los deseos de Dios y ese matrimonio terminó<br />

tan rápido como había empezado. Y,<br />

además, estaba en bancarrota.<br />

Dicen que en retrospectiva todo se ve claro.<br />

Ahora sé que, si le hubiera pedido a Dios<br />

que me guiara, me hiciera conocer Su voluntad<br />

y me diera sabiduría en mis relaciones,<br />

me podría haber ahorrado muchísimo dolor<br />

(Proverbios 3:5–6; Santiago 1:5). Pero en ese<br />

momento no se me ocurrió pedirle ayuda<br />

para tomar decisiones. En cambio, seguí mi<br />

instinto y mi razonamiento humano.<br />

Esas dos relaciones fracasadas me deja ron<br />

destruido y resentido contra las mujeres.<br />

14s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


FOTO DE HALEY MANNING PHOTOGRAPHY<br />

Pedir ayuda a Dios<br />

para tomar decisiones<br />

en sus relaciones<br />

llevó a Ron al amor de<br />

su vida.<br />

Estaba decidido a quedarme solo por el resto<br />

de mi vida. Pero un día me habló el Espíritu<br />

del Señor: “Ron, esta vida de soltero no es<br />

para ti”. Empezó a demostrarme que, si lo<br />

seguía, Él iba a darme una esposa piadosa<br />

que me llenaría de gozo. Solo necesitaba confiar<br />

en Él y esperar lo que Él elegiría para mí.<br />

Su momento sería perfecto.<br />

Después de un tiempo dedicado a la<br />

oración, ingresé a un sitio de citas en línea.<br />

La descripción en mi perfil era directa:<br />

“Creo en Jesucristo. Si no es creyente, no se<br />

moleste en comunicarse con este perfil”.<br />

Muchas mujeres respondieron, pero no<br />

me llevó mucho darme cuenta de que no<br />

eran fieles seguidoras de Jesús. La Biblia<br />

nos enseña que podemos identificar a los<br />

creyentes verdaderos por sus frutos (acciones).<br />

Quienes verdaderamente aman a<br />

Dios deben demostrar amor, alegría, amabilidad,<br />

paciencia, paz, bondad, dominio<br />

propio y fidelidad (Gálatas 5:<strong>22</strong>). No puede<br />

haber ambición egoísta ni impureza.<br />

Pero un día me escribió por correo<br />

electró nico una mujer llamada Sandra.<br />

Estuvimos en contacto durante un tiempo<br />

y después decidimos conocernos personalmente<br />

en un retiro cristiano. Casualmente,<br />

Sandra estaba tan comprometida en su relación<br />

con Dios como yo, y tenía los frutos que<br />

así lo demostraban.<br />

Sandra amaba al Señor con todo el corazón y<br />

sentía la misma pasión que yo por servir a los<br />

demás (ver su historia en pág. 12s). Pronto me<br />

di cuenta de que Sandra era la que Dios había<br />

elegido para mí y nos casamos ante el Señor.<br />

Los últimos 17 años han sido toda una aventura,<br />

ya que con Sandra buscamos conocer los planes<br />

de Dios para nuestra vida. Nos ha utilizado de<br />

maneras que jamás habríamos imaginado,<br />

especialmente en el sistema carcelario.<br />

Dios nos ha mantenido firmes en nuestro<br />

matrimonio. Eclesiastés 4:12 nos enseña que<br />

la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.<br />

Mi experiencia personal me permitió comprobar<br />

esta verdad. Hoy, gracias a Dios, mi<br />

matri monio es hermoso, lleno de gozo y fuerte.<br />

Créame: las relaciones que se construyen sin el<br />

hilo de gracia y amor de Dios tarde o temprano<br />

se rompen.<br />

Si está en una relación en este momento,<br />

le recomiendo que ponga a Dios en el centro.<br />

No es demasiado tarde. Y si desea tener una<br />

relación, no se adelante a los planes de Dios.<br />

Eso solo le provocará dolor. Espere el regalo de<br />

Dios. Va a ser algo bueno y lo va a completar.<br />

Mientras tanto, acérquese a Dios y deje que el<br />

Dios vivo y amoroso lo cambie.<br />

RON CAPELL y su esposa Sandra sirven con alegría a<br />

personas encarceladas, por medio de la organización<br />

que lideran, llamada NC-CURE. Visite nccure.org para<br />

más información.<br />

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Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

15s


Cansado<br />

LA HISTORIA DE<br />

MANNY MILL<br />

de<br />

escapar<br />

y preparado<br />

para vivir<br />

DURANTE AÑOS, VIVÍ PARA LA<br />

TRINIDAD HUMANA: PRIMERO YO,<br />

DESPUÉS YO Y POR ÚLTIMO, YO.<br />

Hacía lo correcto, según mi opinión, y<br />

juz gaba todo según de qué manera pudiera<br />

beneficiarme o en quién pudiera influir. No<br />

entendía en absoluto la verdad objetiva, ni me<br />

importaba qué pensaría Dios de mis actos.<br />

Me regodeaba en el poder y en ser el centro<br />

de atención. Ser una persona con carisma era<br />

una ventaja, ya que la gente caía en mis garras<br />

manipuladoras, especialmente las mujeres.<br />

Eran objetos que usaba para mi conveniencia<br />

y luego los descartaba.<br />

No siempre fui así. Mi mamá dice que me<br />

volví egocéntrico y temerario allá por mi último<br />

año de facultad. Veía al mundo y a las personas<br />

como posibles conquistas.<br />

Mamá trató de persuadirme y hablarme de<br />

Dios. Hacía poco que se había volcado a la fe en<br />

Jesucristo por el testimonio de una médium espiritual<br />

que se había convertido al cristianismo.<br />

Fue un cambio enorme para mi mamá. Durante<br />

años, había canalizado espíritus demoníacos,<br />

tratando de ayudar a la gente a encontrar<br />

respuestas. Había empezado a dar sus primeros<br />

pasos en la brujería cuando nuestra familia<br />

vivía en Cuba. (Después huimos a los Estados<br />

Unidos para escapar del régimen de Fidel<br />

Castro). A menudo ayudaba a mamá durante<br />

sus sesiones de canalización y había visto<br />

cómo la atravesaban espíritus demoníacos.<br />

Ella pensaba que estaba haciendo algo bueno<br />

y hasta creía que con eso se estaba acercando<br />

a Dios. Estaba tan equivocada.<br />

Pero entonces, una médium del centro<br />

espiritual que frecuentaba mamá se convirtió<br />

en creyente de Jesucristo. Ella y otra<br />

señora le contaron a mamá de la fe que<br />

acababan de descubrir. “¡Conocimos al<br />

Señor, Jesucristo!” le dijeron. “Ya no tienes<br />

que volver a ese centro”. Poco después,<br />

mamá iba a la iglesia con las amigas, donde<br />

escu chaba las verdades del Evangelio.<br />

Aceptó el gran regalo de salvación de Dios<br />

inmediatamente.<br />

A partir de ese día, mamá fue una persona<br />

nueva. Tenía paz y hambre de la Palabra de<br />

Dios. Empezó a abrir las puertas de nuestra<br />

casa para hablar de Cristo con otras personas.<br />

“Jesús me encontró cuando estaba tan perdida<br />

en el pecado” decía “porque Él es el que<br />

nos está buscando”.<br />

No quería tener nada que ver con la fe de<br />

mamá. ¡Pensaba que estaba loca! Si había un<br />

Dios, pensaba, ese era yo. Iba a los servicios<br />

que organizaba en casa, pero solo para conocer<br />

a una hermosa morena.<br />

Se llamaba Cecilia, y había decidido que<br />

quería estar con ella. Impulsado por mi<br />

naturaleza impulsiva y la necesidad de<br />

gratificación inmediata, se me ocurrió un plan<br />

para conseguir a esa belleza. Me iba a casar<br />

con ella. Solo me faltaba un semestre para<br />

graduarme, pero ya estaba ganando mucho<br />

dinero como productor de seguros y manejaba<br />

un Mercedes Benz 380SL. Pensé que era mejor<br />

casarme que tener un título universitario y dejé<br />

los estudios.<br />

Tenía <strong>22</strong> años y era la persona más arrogante<br />

del mundo.<br />

Mi fidelidad duró más o menos tanto como<br />

nuestra luna de miel. No tenía idea de lo que<br />

significaba el compromiso en el matrimonio.<br />

Fui un marido horrible y le hice pasar un infierno<br />

a Cecilia. El invierno siguiente nació nuestro<br />

hijo Manny. Aunque no sabía nada de la paternidad,<br />

estaba orgulloso de tener un hijo.<br />

Mi habilidad para interactuar en las redes<br />

dio sus frutos y al poco tiempo estaba haciendo<br />

más dinero del que podía gastar. Pero nada de lo<br />

que el mundo tenía para ofrecer—ni siquiera un<br />

cupé Lincoln Town, un Audi 5000 y un Cadillac<br />

Seville—me alcanzaba. Siempre quería más.<br />

16s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


FOTO DE MARY WHITMER<br />

Pronto surgió una oportunidad de negocios<br />

en Coral Gables, Florida, que significó un nuevo<br />

logro y una gran excusa para escapar de las<br />

lecciones de moralidad que pretendía darme<br />

mi madre. Me mudé con la familia y continué<br />

haciendo lo mío en Miami. Al poco tiempo, mi<br />

pecado y mi orgullo me metieron en problemas.<br />

El novio de mi hermana se puso en contacto<br />

conmigo para ofrecerme un negocio que<br />

parecía fácil. Lo único que tenía que hacer era<br />

cobrar unos cheques falsos. No me importó<br />

que el dinero fuera de otra persona.<br />

Con mis contactos en Miami, podía llevar a<br />

cabo la estafa fácilmente. Un amigo que trabajaba<br />

en un banco me ayudó a abrir una cuenta<br />

corriente con un nombre falso. Deposité los<br />

cheques, esperé a que se acreditaran, vacié<br />

la cuenta y la cerré. Conseguí cincuenta mil<br />

dólares por un par de horas de trabajo. Nada mal.<br />

Pero al mes siguiente, vinieron a buscarme a<br />

la oficina agentes del FBI. Mi “amigo” me había<br />

delatado y estaba enfrentando una posible condena<br />

a 55 años de cárcel. Era mi palabra contra<br />

la suya y al principio pensé que podía salir de<br />

esa situación hablando. Después de todo, era un<br />

maestro de la manipulación. Pero mis huellas<br />

dactilares estaban en los cheques. No había que<br />

ser un genio para saber quién decía la verdad.<br />

Si me encontraba el FBI era hombre muerto,<br />

así que activé el “modo supervivencia” y retiré<br />

todo el efectivo que pude. Le dije a Cecilia: “Empaca<br />

nuestras cosas. Nos vamos de vacaciones”.<br />

Pobre Cecilia. Estaba embarazada de siete<br />

meses de nuestro segundo hijo y criando<br />

a nuestro hijo de cuatro años. Sin embargo,<br />

hizo lo que le pedí y nos fuimos a Puerto Rico<br />

esa misma noche.<br />

Como Puerto Rico es territorio de Estados<br />

Unidos, no podíamos quedarnos mucho o co rría<br />

el riesgo de que me arrestaran. Teníamos que<br />

irnos. Necesitábamos pasaportes para po der<br />

seguir, pero con mis contactos, conseguirlos no<br />

iba a ser un problema. Le dije la verdad a Cecilia<br />

mientras estábamos allí. Se puso furiosa.<br />

Después de unos pocos días en Puerto Rico,<br />

volamos a La República Dominicana y luego a<br />

Bogotá y después a Medellín (Colombia). No<br />

tenía ningún plan y no estaba pensando con<br />

claridad. Al final, nos radicamos en Caracas,<br />

Venezuela.<br />

Abrí un restaurante, para lo que necesité<br />

bastante connivencia deshonesta y dinero.<br />

Trabajé mucho y rápido para conseguir<br />

inversores y un socio venezolano. En casi<br />

nada, era dueño del mejor restaurante cubano<br />

del país. Usé el restaurante y su glamour,<br />

amén de mis fabulosas dotes de bailarín y<br />

mi espesa cabellera oscura, para conseguir<br />

mujeres. Los hombres cubanos tenían gran<br />

popularidad entre las mujeres venezolanas.<br />

Vivimos en Caracas durante casi dos años.<br />

Pero entonces, el FBI le hizo una visita a mi<br />

papá. Esa noche él y mi mamá me llamaron.<br />

“Manolito” me dijo él. “Ya sé lo que hiciste.<br />

Ya sé que te espera una condena a la cárcel.<br />

Quiero preguntarte algo. Si me muriera esta<br />

noche ¿vendrías a mi entierro?”.<br />

No le contesté. Sabía que la respuesta era<br />

“no”. Me quebré y empecé a llorar. Después<br />

me habló mi mamá. Me recordó que había<br />

pecado contra un Dios santo y me rogó<br />

que me arrepintiera de mis pecados—que<br />

cambiara.<br />

“Arrepentirse es vivir”, me dijo. “Tienes<br />

que confiar en Jesucristo y hacer de Él el<br />

Señor y Salvador de tu vida. Él te va a perdonar<br />

los pecados, Manny, si se lo pides”.<br />

Mamá empezó a orar por mí por teléfono.<br />

“Oh, Dios, salva a mi hijo. Hazle ver lo perdido<br />

que está, lo lejos que está de Ti. Va camino<br />

al infierno. ¡Él te necesita, Dios! Ayúdalo a<br />

ver que no puede escaparse de Ti. Padre,<br />

prometiste que lo perdonarías. Oro para<br />

que mi hijo te pida perdón y siga a Jesús”.<br />

Estaba sollozando cuando el Espíritu<br />

Santo reavivó mi espíritu y abrió los ojos<br />

de mi corazón para que viera lo que no<br />

había podido ver antes: que estaba perdido y<br />

que necesitaba desesperadamente un Salvador.<br />

Oré en voz alta, repitiendo las palabras de mi<br />

mamá: “Oh, Dios, por favor perdóname por todo<br />

lo que hice; he pecado contra Ti. Siento culpa<br />

y vergüenza y ya no quiero seguir escapando.<br />

Señor, sálvame. Entra en mi corazón y cámbiame<br />

la vida. Dios, necesito Tu ayuda. Dame la<br />

valentía para enfrentar lo que hice y enmendarlo.<br />

Dame la valentía para enfrentar a mi familia<br />

y al mundo y decir la verdad”.<br />

Mi mamá empezó a alabar a Dios y a agradecerle<br />

por lo que había hecho. Sentí que Dios me<br />

había quitado el peso del mundo entero de mi<br />

espalda hasta que mamá me preguntó: “¿Cuándo<br />

regresas a Estados Unidos para afrontar las<br />

consecuencias? Debes entregarte al FBI y hacer<br />

lo que corresponde”.<br />

El mundo se detuvo. Seguro, había orado<br />

para tener valentía y enmendar las cosas, ¡pero<br />

entregarme al FBI no era lo que tenía en mente!<br />

Eso no era parte del trato.<br />

Mamá notó que dudaba y me dijo: “Manolito,<br />

Dios promete en Hebreos 13:5 que Él nunca<br />

te dejará ni te abandonará. Él no te va a fallar.<br />

Invitaste a Jesús para que entre en tu corazón<br />

y de ahora en adelante Él va a estar contigo,<br />

incluso si tienes que ir a la cárcel”.<br />

Me brotaron lágrimas de los ojos cuando me<br />

puse de rodillas para entregarme totalmente<br />

al Dios del universo, a Su Hijo y a Su Espíritu<br />

Santo. Ahora iba a estar al servicio de otra<br />

Trinidad. Ya lo había decidido en mi mente y<br />

no iba a dar marcha atrás.<br />

Manny les habla a los hombres de la cárcel Angola de<br />

cómo llevar una vida verdadera en Cristo.<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

17s


De lo que no me di cuenta en ese momento<br />

fue que mi papá se había convertido en cristiano<br />

por teléfono junto conmigo. Tal como Nicodemo<br />

en Juan 3, los dos volvimos a nacer. Papá<br />

había notado un cambio innegable en la forma<br />

de vida de mamá y esa noche, él también se<br />

entregó al único Dios verdadero. A partir de<br />

ese día Manolo, mi papá, ha sido un inmenso<br />

hombre de Dios.<br />

Dios respondió a mi oración y Su Espíritu<br />

Santo me dio el valor para volver a Nueva York<br />

con mi familia y asumir la responsabilidad por<br />

los delitos que había cometido. Me estaban esperando<br />

agentes del FBI cuando bajé del avión<br />

en el Aeropuerto Internacional Kennedy y me<br />

arrestaron.<br />

Me llevaron a una oficina regional en Newark,<br />

New Jersey, donde otros agentes del FBI<br />

me ingresaron al sistema, me tomaron las huellas<br />

dactilares y me confiscaron el pasaporte<br />

americano. Después, me dejaron en libertad<br />

bajo fianza.<br />

Como me declaré culpable, no hubo juicio.<br />

Insólitamente, el juez solo me condenó a tres<br />

años en la Cárcel Federal Allenwood de Montgomery,<br />

Pensilvania. La increíble gracia de<br />

Dios brillaba en todo su esplendor. Y pronto<br />

habría más.<br />

Normalmente, la encarcelación comienza<br />

inmediatamente después de leída la sentencia,<br />

pero yo no fui directo a la cárcel. El juez<br />

me permitió ir a casa por otros tres meses y<br />

luego presentarme en la cárcel por mis propios<br />

medios, sin que me llevara la policía. Atesoré<br />

ese tiempo con mi familia y agradecí la oportunidad<br />

de poder poner mis cosas en orden.<br />

Cuando llegó el momento, mi familia fue conmigo<br />

a la cárcel en el auto. Después de tomar<br />

mis datos, un oficial del correccional vino a<br />

llevarme. Derramé muchas lágrimas mientras<br />

abrazaba a Cecilia, a mis padres y a mis hijos<br />

para despedirme. Dejarlos era muy difícil, ya<br />

que mi futuro parecía tan incierto. Dejamos<br />

todo en manos de Dios.<br />

Me puse el uniforme de presidiario y después<br />

volvieron a tomarme las huellas dactilares y<br />

me ingresaron. Mi tarjeta de identificación<br />

proclamaba que era el preso N.°07592-050. La<br />

palabra “humillante” no alcanza para empezar<br />

a describir la experiencia. Los pantalones y las<br />

botas no eran de mi talle y las dos primeras<br />

semanas, no tuve almohada. Me dieron una<br />

cama de arriba en un dormitorio con otros<br />

74 hombres. ¡Vaya cambio en mi estilo de<br />

vida! Pero Dios me fue fiel.<br />

Antes de ir a la cárcel, jamás en mi vida<br />

había limpiado una habitación; ni siquiera<br />

me había hecho la cama, así que la pri mera<br />

tarea que me asignaron fue un despertar<br />

brutal. Tenía que limpiar los baños. Yo<br />

no sabía limpiar un baño, pero me había<br />

movido en las altas esferas de la sociedad,<br />

así que sabía el aspecto que tenía. Y puse<br />

mis expectativas con eso en mente.<br />

Colosenses 3:23 dice que todo lo que<br />

haga mos, lo tenemos que hacer para Dios.<br />

Me parecía que, como cristiano, mis acciones<br />

debían reflejar mi amor a Dios. Él<br />

merecía todos mis esfuerzos. Yo era Su embajador<br />

y quería ser un buen reflejo de Él<br />

en todas partes y en todo aspecto.<br />

Pronto aprendí la ética del trabajo y<br />

pautas como “llegar a todos los rincones”.<br />

La limpieza superficial no alcanzaba; quería<br />

que esos baños se vieran limpios del techo<br />

al piso, tal como quería que mi vida fuera<br />

pura a los ojos de Dios.<br />

Pero no fallaba nunca: apenas terminaba<br />

de limpiar, entraba alguno y lo arruinaba<br />

todo. De todos modos, limpiaba lo mejor<br />

que podía durante ocho horas por día y lo<br />

hacía para gloria de Dios. Él había previsto<br />

esta tarea para hacerme humilde. Lo que<br />

no sabía es que Dios me estaba preparando<br />

para el ministerio de “ensuciarme”. Estaba<br />

por llamarme a un ministerio que me haría<br />

estar en contacto estrecho con personas que<br />

el resto del mundo no quiere tocar.<br />

Sabía que mi salvación era real porque<br />

esta tarea desagradable no me llevaba a<br />

Manny (traje blanco) en la<br />

cena de Prison Fellowship,<br />

donde conoció a muchos<br />

inmensos hombres de Dios.<br />

quejarme, ni siquiera en lo más profundo del<br />

corazón. Solo el Espíritu Santo pudo haber<br />

provocado esa transformación.<br />

Aparte de Jesús, no tenía nada para ofrecer.<br />

Dios era el único que podía cambiar mi vida; mi<br />

tarea era aceptar, entregarme y dejar que Dios<br />

hiciera lo suyo. A veces fracasaba estrepitosa<br />

mente porque mi naturaleza humana,<br />

obstinada y pecadora se resistía a los cambios.<br />

Pero Dios, en Su enorme misericordia, siempre<br />

me perdonaba y me ayudaba a mejorar<br />

(Efesios 2:4–5; 1 Juan 1:9).<br />

Me estaba convirtiendo en alguien nuevo<br />

y sabía que no quería volver a ser la persona<br />

que había sido. Esa persona no me gustaba, así<br />

que apunté a acercarme a Jesús. Solo Él podía<br />

ayudarme a desarrollar las características de<br />

una persona piadosa y tener una vida fructífera<br />

(Juan 15:1–5). Todavía no conocía muy bien a<br />

Dios, pero sabía que era real y esa autenticidad<br />

me atrajo como un imán.<br />

Varios presos piadosos y yo empezamos<br />

a tener sesiones de oración todos los días<br />

para que otros presos conozcan a Dios. Poco<br />

después, Dios trajo un nuevo capellán a nuestra<br />

cárcel. Trabajamos juntos para organizar el<br />

cuerpo de la iglesia y la iglesia empezó a crecer.<br />

Con el capellán Cordero planificamos<br />

un seminario matrimonial para un fin de<br />

sema na, patrocinado por Prison Fellowship.<br />

Todos estábamos entusiasmados por tener un<br />

encuentro distinto con Dios junto a nuestras<br />

esposas. ¡Qué oportunidad soñada! Cuando<br />

llegó el momento, el capellán y yo estábamos<br />

en la puerta, dando la bienvenida a las esposas.<br />

Estaba tan emocionado...pero me preocupé<br />

porque Cecilia no llegaba.<br />

Llamé por teléfono a mi suegra y me enteré<br />

18s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


FOTO DE MARY WHITMER<br />

Sabía que no quería volver<br />

a ser la persona que había<br />

sido. Esa persona no me<br />

gustaba, así que apunté a<br />

acercarme a Jesús.<br />

de que Cecilia había dejado Nueva Jersey y se<br />

había ido con nuestros hijos a Miami. Fue un<br />

balde de agua fría en la cabeza. A las pocas<br />

sema nas, recibí los papeles del divorcio.<br />

No culpo a Cecilia por el fin de nuestro<br />

matrimonio; me culpo a mí mismo. Las consecuencias<br />

de mis actos hicieron que la vida<br />

fuera difícil para ella y nuestros hijos. Afortunada<br />

mente, el Señor me ha ayudado a aprender<br />

de mis errores para poder ser mejor esposo y<br />

padre en el futuro.<br />

Fui a una cena de Prison Fellowship Ministries<br />

(PFM) con otros cinco reclusos durante<br />

mi último año en la cárcel. Billy Graham era<br />

el orador principal. Por providencia de Dios,<br />

estuve sentado al lado de un integrante del<br />

comité ejecutivo de PFM. Me preguntó sobre<br />

mis planes para cuando quedara en libertad.<br />

“Señor, confío en que voy a entrar en la Universidad<br />

Bíblica Wheaton. Acabo de solicitar<br />

una beca” le contesté. Dije “confío” porque la<br />

fecha de admisión a la universidad era en agosto<br />

de 1988, y yo quedaría en libertad recién<br />

en enero de 1989. Confiaba en que Dios haría<br />

algo para que me liberaran antes, si Él quería<br />

que fuera allí.<br />

Cuando conversábamos, me di cuenta de que<br />

a este hombre realmente le entusiasmaba mi<br />

intención de ir a Wheaton. Después se presentó.<br />

“Manny”, me dijo, “me llamo Kenneth Wessner.<br />

Soy el presidente de la junta directiva de la<br />

Universidad Wheaton”. ¡Me quedé con la boca<br />

abierta! Claramente Dios me había preparado<br />

este encuentro.<br />

El Dr. Wessner se jugó por mí y abogó por mi<br />

causa. Si eso no es amor piadoso…ese hombre<br />

ni siquiera me conocía. Dios se había ocupado<br />

de cada detalle y comencé a estudiar en la<br />

Universidad Wheaton con una beca Charles<br />

W. Colson.<br />

Estudié mucho para conseguir mi licenciatura<br />

en estudios bíblicos. Después hice el<br />

posgrado para tener un doctorado en estudios<br />

teológicos. Mientras estaba<br />

allí, con la colaboración de<br />

varias personas, desarrollé<br />

el concepto de la Casa Koinonia,<br />

un hogar familiar donde<br />

pudieran vivir los presos tras<br />

su liberación, tener una vida<br />

familiar sana y recibir ayuda<br />

para reintegrarse a la sociedad.<br />

El Dr. Wessner me ayudó a desarrollar<br />

la Casa Koinonia, y abrimos las puertas a los<br />

presidiarios a fines de 1991.<br />

No mucho después, el Señor me bendijo<br />

con un regalo hermoso: mi esposa Barbara.<br />

Nos conocimos mientras hacía una pasantía<br />

en Israel como alumno de la Universidad<br />

Wheaton. Ella acababa de llegar y estaba a<br />

cargo de un grupo de alumnos de la Universidad<br />

Bíblica de Filadelfia. También estudiaba<br />

para obtener un doctorado en geografía<br />

bíblica. Nos conocimos en el Monte Sion<br />

de Jerusalén en el que casualmente era mi<br />

último día de libertad condicional. (Había<br />

recibido un permiso especial para viajar).<br />

Me sentí atraído por Barbara de inmediato,<br />

pero ambos sabíamos que debíamos<br />

ser cautos antes de empezar una relación.<br />

Queríamos tomar una decisión con la guía<br />

de Dios, no la aprobación humana. Ambos<br />

buscamos consejos sabios y Dios trabajó a<br />

través de Su gente para reafirmar la guía<br />

del Espíritu Santo.<br />

Después de mucha oración y meditación,<br />

Barbara y yo sentimos que estábamos<br />

preparados para casarnos. Desde hace 32<br />

años servimos al Señor en nuestro ministerio<br />

carcelario nacional Koinonia House<br />

Ministries, y compartimos el evangelio<br />

de Jesucristo en todo el mundo. Ella no es<br />

solo mi esposa, sino mi mejor amiga y compañera<br />

en el ministerio.<br />

Barbara también ha sido fundamental<br />

para recuperar la relación con mis hijos<br />

Manny y Cesia. Hoy tenemos una relación<br />

sana. No solo eso, sino que Dios nos bendijo<br />

a Barbara y a mí con dos hijos, Howard and<br />

Kenneth, y hasta trajo a mi hija Sasha—fruto<br />

de otra relación—a mi vida. La gracia y el<br />

amor de Dios han restaurado mi vida mucho<br />

más de lo que podría haber imaginado (Efesios<br />

3:20). Hoy soy el orgulloso abuelo de<br />

siete nietos y hasta tengo un bisnieto.<br />

Uno de los más grandes<br />

regalos que Dios le hizo a<br />

Manny es su esposa Barbara.<br />

Estoy tan contento de que Dios me haya<br />

hecho preso de Su amor y me pusiera frente a<br />

Su verdad hace años. Su bondad me persiguió<br />

y me llevó al arrepentimiento (Romanos 2:4).<br />

Gracias a Él, tengo esperanza (Efesios 2:12–13).<br />

Dios me dio nueva vida después de la muerte y<br />

me hizo una creación nueva (2 Corintios 5:17).<br />

He vuelto a nacer en Su familia. ¡Aleluya!<br />

Mi sabia madre una vez me dijo que “arrepentirse<br />

es vivir”. Hoy le digo lo mismo.<br />

¿Está preparado para vivir? ¿Para dejar de<br />

escapar y encontrar el descanso? Entonces deje<br />

de servir a la trinidad de sí mismo y viva para<br />

Dios. Entréguele su corazón y su mente y confíe<br />

en Su amor por usted. Dios nunca lo va a dejar<br />

ni a abandonar. Es hora de que se arrepienta<br />

para poder vivir.<br />

Ore conmigo: “Dios, perdóname por pecar<br />

contra Ti. Siento culpa y vergüenza. Ya no quiero<br />

seguir escapando. Señor, sálvame. Entra<br />

en mi corazón y cámbiame la vida. Necesito<br />

Tu ayuda. Dame la valentía para enfrentar<br />

lo que hice y enmendarlo. Dame la fortaleza<br />

para enfrentar a mi familia y al mundo con Tu<br />

verdad. Amén”.<br />

MANNY MILL es el fundador de Koinonia House®<br />

National Ministries. Lea la historia completa de<br />

redención de Manny en Radical Redemption: The Real<br />

Story of Manny Mill, escrita por Manny y Jude Skallerup,<br />

publicada por Moody Publishers en 2004. Descubra<br />

el poder de la oración en Radical Prayer: The Power<br />

of Being Bold and Persistent, escrito por Manny, en<br />

colaboración con Harold Smith y Barbara Mill. Para<br />

invitar a Manny a que sea orador en su evento, llame al<br />

630-<strong>22</strong>1-9930 o escríbale a Manny@khnm.net.<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

19s


LA HISTORIA DE RODNEY MASSEY<br />

Hay<br />

esperanza<br />

en las<br />

manos de<br />

un Dios<br />

compasivo<br />

Los que me conocieron en otra época jamás imagi<br />

narían que me convertiría en la persona que<br />

soy hoy. Fui un chico enojado y resentido que se<br />

volvió un hombre manipulador y deshonesto.<br />

Solo me importaba una cosa en la vida: yo<br />

mismo. Los años de pobreza y abuso por parte<br />

de un padre por entonces alcohólico me habían<br />

endurecido el corazón. Le voy a ahorrar los detalles,<br />

ya que imagino que muchos de los que<br />

leen esta revista—tal vez usted mismo—han<br />

tenido una infancia similar. Muchos de ustedes<br />

saben el dolor que causa no tener un padre que<br />

los quiere como Dios pretende. Si no hay un<br />

manejo adecuado, deja una carga de desolación<br />

y desesperación.<br />

Por suerte estaba mamá. Ella amaba a sus<br />

hijos y hacía lo que podía para protegernos<br />

y mantenernos. A menudo nos hablaba de la<br />

importancia de aceptar a Jesús como nuestro<br />

Salvador. En esa época no quería oír hablar de<br />

Dios, pero sus semillas de fe germinaron tiempo<br />

después en mi corazón y me salvaron la vida.<br />

Eso sucedió cuando estaba en la cárcel del<br />

condado, amarrado a una cama de hospital. Una venta de droga había salido<br />

mal y un muchacho de diecisiete años estaba muerto. La policía me aprehendió,<br />

pero para esto yo ya tenía cuatro heridas de bala. Estoy vivo solo por<br />

gracia de Dios.<br />

Acostado en esa cama, sangrando, empecé a pensar en mi vida. No hacía<br />

falta ser un genio para darme cuenta de que mi futuro no era promisorio y<br />

no podía culpar a nadie más que a mí mismo. Mi orgullo y mi ira me habían<br />

llevado allí.<br />

Estaba perdiendo la esperanza a la misma velocidad que perdía sangre,<br />

hasta que me encontré con la compasión de Dios. De pronto recordé las<br />

palabras de mi mamá sobre Jesús. Me había dicho que la Biblia decía que<br />

20s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


FOTO DE MARY WHITMER<br />

Jesús podía perdonar todos los pecados del peor de los pecadores. Todo<br />

lo que tenía que hacer era confesarle mis pecados y pedirle que entre a<br />

mi vida (1 Juan 1:9).<br />

Empecé a llorar. No podía imaginar que se me perdonaran todas las<br />

cosas que había hecho, pero de todos modos me atreví a pedírselo. Sabía<br />

que Su perdón era mi única esperanza. Así que allí mismo, en esa cama de<br />

hospital en una cárcel de Illinois, le abrí mi corazón al único que podía<br />

salvarme. Acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador, y a partir de ese<br />

momento, fui un hombre nuevo.<br />

Por supuesto, eso no significa que todo en mi vida se volvió perfecto<br />

por arte de magia. Aunque la fe en Jesús revierte la consecuencia de la<br />

separación eterna de Dios (Romanos 6:23), no revierte necesariamente<br />

las consecuencias terrenales. Había tomado muchas decisiones malas<br />

en mis 21 años de vida, incluso la de matar a una persona. Iba a tener<br />

que pagar por mis actos.<br />

Sin embargo, todavía recuerdo que mientras entraba a mi audiencia<br />

de sentencia, albergaba la esperanza de que tuvieran compasión. Tal<br />

vez, como Dios, el juez me perdonaría y me evitaría las consecuencias<br />

durísimas que merecía. Pero no. En cambio, me condenó a 50 años en la<br />

cárcel por el crimen que había cometido.<br />

Fue el primer paso en el aprendizaje de que la compasión de Dios se<br />

presenta de distintas maneras—incluso con la encarcelación. Dios sabía<br />

que necesitaba ese tiempo en la cárcel para que Él sanara mi corazón<br />

destruido y me diera herramientas para hacer las cosas buenas que Él<br />

había preparado para mí (Efesios 2:10). Pero en ese momento, sentí como<br />

que mi vida estaba terminada.<br />

¿Cincuenta años en la cárcel? ¿Cómo iba a soportar todo ese tiempo entre<br />

rejas? ¡Para cuando saliera iba a ser viejo! Por dentro pensé “fin del juego”.<br />

El juez preguntó si tenía algo para decir antes de que me llevaran. Estaba<br />

demasiado acongojado como para responder. Al volver a la cárcel,<br />

fui directo a la ducha y lloré como un bebé.<br />

Estaba perturbado. No veía la realidad de que, a pesar de lo poco<br />

promisorio que parecía mi futuro, había esperanza. Me había olvidado<br />

de que Jesús, la fuente de la esperanza, estaba conmigo y que seguiría<br />

estando conmigo, incluso en una cárcel de máxima seguridad, donde<br />

suele reinar el mal.<br />

No ayudaba el hecho de que a los muchachos de la cárcel les gustaba<br />

hablar de los desafíos de la vida carcelaria. Me asustaba un poco más<br />

cada día y esperaba que me trasladaran a otra. Por suerte, Dios envió<br />

ministros a la cárcel para que animaran mi corazón. Esos hombres fueron<br />

un regalo de Dios; luces en la oscuridad. Su presencia, fe y amor le hizo<br />

algo a mi interior. Dios los utilizó para darme fuerzas durante mi larga<br />

estadía en la cárcel.<br />

Por fin llegó el día de mi traslado y atravesé los portones del Correccional<br />

Menard. No sabía qué me esperaba, pero había decidido que, pasara<br />

lo que pasara, iba a vivir para Jesús. Iba a confiar en Su amor y en Su<br />

plan para mí.<br />

Dios premió mi compromiso y en los 25 años que pasé en el sistema<br />

penitenciario de Illinois, Dios me protegió y me resguardó, tanto en Menard<br />

como más tarde en el Correccional Danville. Una y otra vez salió en mi<br />

defensa y me bendijo con Su gracia, que, entre otras cosas, significó que<br />

se me redujo la condena de 50 a 25 años.<br />

Sería imposible describir en profundidad las<br />

experiencias de esos años entre rejas. Pero lo que<br />

sí puedo hacer es decirle que la misericordia de<br />

Dios me sostuvo y me permitió no solo soportarlo,<br />

sino también traspasar esos portones como un<br />

hombre transformado.<br />

Me demostró Su misericordia de tantas maneras.<br />

Primero y principal, me salvó de la condenación<br />

eterna. Piénselo: Dios me envió a la cárcel y no al<br />

infierno, como merecía. Su misericordia también<br />

me salvó de una vida de desesperación y destrucción<br />

aquí en la tierra.<br />

Durante tanto tiempo mis deseos perversos me<br />

habían alejado de la vida que Dios pretendía. Me<br />

habían arrastrado por un camino oscuro de muerte y<br />

destrucción. Había pasado exactamente por lo que<br />

describe Santiago 1:14–15: “La tentación viene de<br />

nuestros propios deseos, los cuales nos seducen<br />

y nos arrastran. De esos deseos nacen los actos<br />

pecaminosos, y el pecado, cuando se deja crecer,<br />

da a luz la muerte”.<br />

Mi vida de niño fue difícil. Eso no es chiste. Pero<br />

fue mi pecado, no los pecados de mi padre, que<br />

me llevaron a la cárcel. Fueron mis deseos perversos<br />

que dieron a luz al pecado, que derivó en la<br />

muerte. Le agradezco a Dios por Su misericordia al<br />

hacerme detener y ponerme en un camino nuevo<br />

de esperanza.<br />

Cada vez que pienso en lo que Dios hizo por mí,<br />

me siento un privilegiado. Dios realmente pensó<br />

que yo merecía la salvación. ¡Yo! Como Pablo en<br />

la Biblia, era el más grande de los pecadores (1<br />

Timoteo 1:15). Pero Dios envió a Su Hijo Jesús a<br />

que salve exactamente a esa clase de personas.<br />

Lucas 19:10 NTV dice: “Pues el Hijo del Hombre<br />

vino a buscar y a salvar a los que están perdidos”.<br />

Jesús vino a salvar a las personas como yo, personas<br />

que el resto del mundo piensa que jamás<br />

pueden servir para nada.<br />

La misericordia me llegó de otras maneras<br />

también. Dios puso en mi corazón una pasión insacia<br />

ble por Su Palabra viva (la Biblia). La devoraba<br />

todos los días y era mi sostén. Él también me rodeó<br />

de creyentes que me ayudaron a mantenerme firme<br />

en mi fe. Ese grupo de hombres piadosos me ayudó<br />

a romper los círculos viciosos fatales y me puso en<br />

un lugar donde podía perdonar a los demás y a mí<br />

mismo. Los grupos rompen círculos.<br />

Manny Mill y los representantes de su ministerio<br />

Koinonia House, hicieron un aporte muy significativo<br />

a mi vida. No solo me enseñaron la Palabra<br />

de Dios mientras estaba entre rejas, sino que el<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

21s


mismo Manny me esperó a la salida, cuando<br />

me liberaron de la cárcel de Danville en 2014.<br />

Su ministerio me dio un lugar para vivir, me<br />

compró ropa y me pagó la renta durante varios<br />

meses. No habría salido adelante sin su apoyo.<br />

Hoy, créase o no, tengo un cargo en la junta<br />

directiva del Ministerio Nacional Koinonia. No<br />

solo eso, sino que además estoy casado con una<br />

mujer hermosa y piadosa. Tengo una empresa<br />

de climatización que funciona muy bien y soy<br />

Si todavía respira, si vio salir el sol<br />

esta mañana, entonces todavía<br />

tiene la esperanza de contar con la<br />

misericordia de Dios. Lo único que<br />

debe hacer es pedir.<br />

FOTO DE MARY WHITMER<br />

Rodney and Manny conversando en<br />

el porche de Koinonia House. (Vea la<br />

historia de Manny en la página 16s.)<br />

el pastor representante en el Correccional de<br />

Stateville. Es la primera iglesia trasplantada<br />

en una cárcel del Estado de Illinois. Mi tarea<br />

es darles a los hombres encarcelados lo mismo<br />

que Dios me dio a mí: esperanza, inspiración,<br />

un propósito y una identidad.<br />

Podría haberme puesto fácilmente en el<br />

papel de víctima y amargarme por las circunstancias<br />

de mi vida. Podría haber tenido<br />

resenti miento hacia mi padre y buscado revancha.<br />

Podría haberme aferrado al odio hacia mí<br />

mismo y la vergüenza por lo hecho en el pasado.<br />

Pero gracias a la misericordia de Dios, pude<br />

perdonar a mi papá, a otras personas que me<br />

habían lastimado e incluso a mí mismo. ¿Cómo<br />

puedo guardarle rencor a alguien cuando pienso<br />

en lo que Dios hizo por mí? Y porque yo opté<br />

por ser compasivo, Dios ha restaurado mi<br />

rela ción con mi papá. La misericordia de Dios<br />

verdaderamente nos ha convertido en hombres<br />

nuevos (2 Corintios 5:17).<br />

¿Ha experimentado la misericordia de Dios?<br />

Lo está esperando en este mismo instante.<br />

Lamentaciones 3:<strong>22</strong>–23 promete:<br />

“¡El fiel amor del Señor nunca se<br />

acaba! Sus misericordias jamás<br />

terminan. Grande es su fidelidad;<br />

sus misericordias son nuevas<br />

cada mañana” (NTV).<br />

Tal vez le entregó su vida a<br />

Jesús en el pasado, pero sus<br />

deseos lo arrastraron por el camino<br />

de la muerte. Aunque así fuera,<br />

amigo…¡no es el final!<br />

Según Lamentaciones 3:<strong>22</strong>–23, la misericordia de Dios sigue<br />

estando allí para usted. Nunca se acaba; se renueva todas las<br />

mañanas. Si todavía respira, si vio salir el sol esta mañana, entonces<br />

todavía tiene la esperanza de contar con la misericordia de Dios.<br />

Lo único que debe hacer es pedir. No importa qué lejos lo hayan<br />

arrastrado sus deseos perversos; nunca es demasiado tarde para<br />

que Su misericordia vuelva a poner su vida en el camino correcto<br />

y que termine donde Él desea. Sus errores nunca son más grandes<br />

que los designios de Dios para su vida. Todo lo que tiene que hacer<br />

es pedir perdón y comprometerse a avanzar junto a Él, esta vez<br />

por Su camino.<br />

Conocí mucha gente que pensó que se le había acabado la vida.<br />

Tal vez sienta lo mismo. Quizá tenga que cumplir una condena larga<br />

en la cárcel o está enfrentando un divorcio o un problema de salud.<br />

Tal vez ha perdido el trabajo o sus hijos se le fueron de las manos.<br />

Permítame decirle esto: Dios sigue teniendo un propósito para<br />

usted. Es verdad. Nunca es el “fin del juego” cuando uno pone la<br />

vida en manos de un Dios misericordioso.<br />

Sea fuerte y audaz y siga peleando la buena batalla de la fe (2<br />

Timoteo 4:7). Confíe en que Dios, que lo conoce y lo ama, no le va a<br />

fallar. El que comenzó la buena obra en usted, la completará (Filipenses<br />

1:6). ¡Su misericordia fiel nunca se agotará! Aunque usted<br />

le falle a Él, Su misericordia nunca le va a fallar.<br />

RODNEY<br />

MASSEY<br />

es el pastor<br />

representante en<br />

el Correccional<br />

de Stateville en<br />

Illinois. Disfruta<br />

ayudando a los<br />

demás a descubrir<br />

la esperanza,<br />

integridad e<br />

identidad que<br />

se encuentra en<br />

Jesucristo.<br />

<strong>22</strong>s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


VIDAS TRANSFORMADAS<br />

FOTO DE JIM WHITMER PHOTOGRAPHY<br />

CONFÍE Y OBEDEZCA:<br />

NO ES FÁCIL,<br />

PERO BIEN VALE LA PENA<br />

SI LEE ESTA REVISTA CON<br />

frecuencia, sabrá que hace poco<br />

quedé en libertad tras pasar 31<br />

años en el Correccional de Florida.<br />

Le cuento que ya había perdido<br />

la esperanza de llegar a salir<br />

algún día, pero seguía creyendo<br />

que el Dios que me había dado<br />

vida eterna sabía qué era lo mejor<br />

para mí, aunque no fuera lo que yo<br />

deseaba en ese momento.<br />

Salmo 37:4 promete: “Deléitate<br />

en el Señor y Él te concederá los<br />

deseos de tu corazón”. El deseo<br />

de mi corazón era salir de la cárcel.<br />

Quería eso más que cualquier<br />

otra cosa y me esforcé mucho por<br />

conseguirlo. Presenté muchos escritos<br />

al tribunal, tratando (inútilmente)<br />

de demostrar que no era<br />

culpable del cargo de robo que se<br />

me imputaba.<br />

Dios quería que confiara en<br />

que Él me liberaría cuando Él lo<br />

considerara oportuno. Proverbios<br />

3:5–6 dice: “Confía en el Señor de<br />

todo corazón, y no en tu propia<br />

inteligencia.Reconócelo en todos<br />

tus caminos, y él allanará tus<br />

sendas” (NVI). Tenía mucho que<br />

aprender y cambiar, pero a medida<br />

que leía y creía en la Palabra de<br />

Dios, Él empezó a utilizarme para<br />

Su propósito.<br />

De a poco fueron cambiando<br />

los deseos de mi corazón y cuando<br />

acepté el plan de Dios para mi<br />

vida, empecé a escribir cientos<br />

de artículos y relatos. Para mi<br />

asombro, Dios ha utilizado esas<br />

historias para llegar a personas de<br />

todo el mundo, tanto dentro como<br />

fuera de la cárcel.<br />

Cuando aprendí a confiar en<br />

Él, Dios comenzó a bendecirme<br />

de maneras que nunca me habría<br />

atrevido a soñar. Ya me había<br />

liberado de una vida de pecado y<br />

esclavitud, pero después, cuando<br />

menos lo esperaba, Él abrió<br />

milagrosamente las puertas de<br />

la cárcel y me permitió salir. Y<br />

ahora, todos los días, Él me muestra<br />

qué desea para mi vida, al<br />

tiem po que continúa colmándome<br />

de bendiciones.<br />

Dios utilizó las circunstancias<br />

para enseñarme a confiar y obedecer.<br />

Así como un orfebre usa<br />

fuego para refinar y purificar<br />

un metal precioso, Dios usó mis<br />

circunstancias para refinarme y<br />

purificarme.<br />

Obedecer a Dios exige entrega<br />

y confianza y puede ser bastante<br />

difícil, especialmente cuando implica<br />

dejar algo que queremos. No<br />

debemos pensar que la obediencia<br />

a Dios va a ser fácil o que la<br />

vamos a sentir espontáneamente,<br />

pero la manera de enfocarnos en<br />

ella puede marcar la diferencia.<br />

Podemos rechazarla y quejarnos<br />

o podemos tratar de ver cómo la<br />

está usando Dios para moldearnos<br />

como las personas que Él<br />

desea que seamos.<br />

POR ROY A. BORGES<br />

Génesis <strong>22</strong>:1–19 nos cuenta<br />

una historia de obediencia y<br />

confianza. Allí Dios puso a prueba<br />

a Abraham, ¡pidiéndole que<br />

sacrificara a Isaac, su único hijo!<br />

La mayoría de la gente pensaría<br />

que pedir algo así es demasiado,<br />

pero Abraham ya había aprendido<br />

muchas lecciones difíciles de obediencia<br />

a Dios. Aunque estoy seguro<br />

de que estaba conmocionado<br />

y sentía infinito dolor por la orden<br />

que le había dado Dios, Abraham<br />

obedeció inmediatamente. Al ver<br />

su confianza fiel, Dios impidió que<br />

Abraham llevara a cabo la tarea y<br />

le salvó la vida a Isaac. Después de<br />

eso, Dios le hizo muchas promesas<br />

a Abraham—todas las cuales<br />

cumplió—y todo porque estuvo<br />

dispuesto a confiar en Dios y obedecer<br />

sus órdenes.<br />

Tuve que aprender a confiar<br />

en los tiempos de Dios y en Su<br />

capacidad para cuidarme. Dios<br />

tiene todo bajo control. Él cambia<br />

los corazones de las personas y<br />

las circunstancias que las rodean.<br />

Hoy que estoy afuera veo qué<br />

cierto es eso y estoy alerta y oro<br />

para que se cumpla la voluntad<br />

de Dios en mi vida.<br />

Poner todo en Sus manos significa<br />

confiar en que Él me cuida<br />

mejor de lo que me cuido yo mismo.<br />

Tuve que esperar 31 años<br />

para que Dios abriera los portones<br />

de la cárcel, pero sé que la espera<br />

tan larga fue para mi bienestar definitivo.<br />

Muchas de las cosas que<br />

quiero hacer ahora requieren<br />

tiempo y paciencia; y debo confiar<br />

en los tiempos de Dios para<br />

lograrlas—pero sé que Él me allanará<br />

el camino para que ocurran.<br />

Si aprende a obedecer a Dios,<br />

Él también va a usar su vida para<br />

cosas buenas.<br />

ROY A. BORGES pasó 31 años en el<br />

Departamento Correccional de Florida,<br />

donde se dio cuenta de que necesitaba<br />

un Salvador. Mientras estaba preso,<br />

Roy ayudaba a otras personas con<br />

sus historias, de las cuales se han<br />

publicado más de 300. Ahora vive en<br />

Tampa, Florida y es parte del equipo de<br />

redacción de Victorious Living.<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

23s


UN PASO ADELANTE<br />

ACEPTE LA INVITACIÓN DE DIOS<br />

POR KRISTI OVERTON JOHNSON<br />

ESTABA TERMINANDO UN FIN DE SEMANA FANTÁSTICO en los<br />

Jardines Callaway de Pine Mountain, Georgia. Había ido allí por el<br />

torneo Masters de esquí acuático y wakeboard. Lejos habían quedado<br />

mis días de competencia. Ahora estaba en un stand de exhibición,<br />

compartiendo la misión de Victorious Living.<br />

Dios se había hecho presente de las maneras más increíbles durante<br />

todo el fin de semana, como cuando me presentó a un hombre de Alabama<br />

que me había visto hablar cuando era “residente” del Club Fed (la<br />

Cárcel Federal Coleman). Estábamos parados uno al lado del otro junto<br />

a un food truck y él me reconoció. Fue fantástico saber cómo Dios había<br />

influido en su vida por medio de nuestros programas comunitarios.<br />

No pensé que Dios pudiera hacer algo mejor, pero lo hizo.<br />

Acababa de acomodarme en mi silla en la playa para ver el evento de<br />

salto de los hombres, cuando uno de los mejores saltadores tuvo una<br />

caída horrible. Sus gritos resonaron en todo el Lago Robin.<br />

Empecé a orar inmediatamente. No conocía personalmente a ese<br />

saltador, pero sabía que esa caída iba a ser el fin de su carrera. Me<br />

dolió el alma por él. Mientras oraba, sentí que el Señor me decía: “Ve,<br />

pon tus manos sobre él y ora. Yo voy a curarle la cadera y la rodilla”.<br />

Me invadió la angustia. ¿Y si este hombre se molestaba y me rechazaba?<br />

¿Y si el equipo médico no me permitía acercarme? ¿Y si oraba,<br />

pero no pasaba nada? ¿Y si parecía una tonta?<br />

Me quedé sentada, rumiando estas preguntas. Pasaron unos instantes<br />

hasta que sacaron al deportista del agua y lo llevaron a un área<br />

restringida, donde podía examinarlo un equipo médico. Pero como en<br />

la historia de Jacob en Génesis 32, yo continuaba luchando con Dios.<br />

Pero él estaba ganando ¡y me dolía la cadera!<br />

Por fin me levanté y me acerqué al área restringida. “Pasa por la<br />

entrada como si fueras la dueña del lugar, Kristi” me dije. Si entraba<br />

con confianza y una mirada autoritaria, seguramente iba a pasar. Nadie<br />

cuestiona a una mujer que tiene una misión.<br />

Error. No había dado tres pasos y me detuvo la guardia de seguridad.<br />

“Señora, tengo que ver su credencial”, me dijo.<br />

Traté de encontrar palabras y terminé soltando un “Soy la Pastora<br />

del evento”. ¡¿Qué?! ¿Y eso de dónde salió? Pero antes de que pudiera<br />

explicarle, se acercó un policía. Uy, uy, uy.<br />

Para mi sorpresa, él le dijo: “Ella es quien dice ser; déjela pasar para<br />

que pueda ir a orar por el esquiador”. Yo había hablado con este hombre<br />

en otros eventos durante años. Tenía enorme amor en el corazón por<br />

el Señor y el ministerio carcelario. El Señor lo había enviado a él, un<br />

hombre de verdadera autoridad, a mi rescate.<br />

Fui hasta donde estaba acostado el deportista y miré desde atrás del<br />

equipo de médicos. Traté de reunir el valor para acercarme, pero estaba<br />

congelada en mi lugar. Después vi a la mamá y se me ocurrió un plan.<br />

24s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


UN PASO ADELANTE<br />

FOTO DE TASHI-DELEK<br />

“Señora” le dije. “¿Podemos orar juntas por su hijo?”. ¿Qué clase de<br />

madre se negaría? Con lágrimas en los ojos, aceptó y me agradeció.<br />

Oramos, y me fui. Volví al stand de nuestro ministerio y me senté.<br />

Pero el Espíritu Santo me siguió hasta allí y le habló a mi alma. “Te<br />

pedí que pusieras las manos sobre el joven y oraras por él, no con<br />

su madre”.<br />

Sentí el aguijón del remordimiento. Sabía que no había obedecido<br />

las instrucciones del Señor. El miedo al rechazo se había apoderado<br />

de mí. Pero de todos modos oré por él. ¿Por qué no le alcanzaba a Dios<br />

para curarlo?<br />

Antes de poder siquiera terminar de pensarlo, Dios respondió. “Sí,<br />

Yo podría curarlo, ¿pero cómo va a saber él que fui Yo? Él no te oyó<br />

cuando orabas; su madre, sí. Ahora acércate a él, tócalo y Yo le voy a<br />

enviar mi poder de curación. Él va a saber que fui Yo sin dudas”.<br />

Observé a los médicos que se acercaban con una camilla. En pocos<br />

minutos, ya no estaría allí. Se me revolvió el estómago. El tiempo pasaba<br />

rápido. Si iba a obedecer, tenía que ser<br />

en ese mismo instante.<br />

Me levanté de la silla y caminé otra<br />

vez hacia el hombre accidentado, al<br />

punto de con tac to de Su poder, pero me había olvidado esa parte de<br />

las instrucciones.<br />

Cuando terminé de orar, le dije al joven que iba a estar bien. Esas<br />

palabras eran totalmente producto de la fe, porque yo no había sentido<br />

que pasara nada especial durante mi oración. Incluso después de orar,<br />

no había ninguna prueba visible para mí de que el hombre hubiera<br />

quedado curado.<br />

Ahora sé que no hace falta ver ni sentir nada para que Dios trabaje.<br />

Solo hace falta confiar, obedecer y dejarle los resultados a Él.<br />

Al día siguiente Mike me contó que el deportista estaba bien. Me<br />

puse a hacer una danza de celebración que seguramente habría avergonzado<br />

a mis hijos si me hubieran visto. Dios se había presentado<br />

y se hizo notar.<br />

Dos semanas después, hablé con el muchacho por teléfono. Me dijo<br />

que había estado seguro de que sus lesiones determinarían el fin de<br />

su carrera. Incluso había pensado que tal vez el accidente era una<br />

señal para que colgara los esquís y se<br />

dedicara a otra cosa.<br />

Me contó que iba a la iglesia en<br />

Navidad y Pascuas con la esposa y la<br />

que habían sujetado a una camilla y<br />

mamá, pero que nunca había buscado<br />

tener una relación personal con<br />

NO HACE FALTA VER<br />

lo estaban subiendo a la ambulancia.<br />

“Señor, ayúdame a entrar a ese vehículo”,<br />

NI SENTIR NADA PARA<br />

Dios. De vez en cuando sentía que su<br />

murmuré.<br />

corazón se quería acercar a Dios, pero<br />

QUE DIOS TRABAJE.<br />

Justo en ese momento me di cuenta<br />

que los objetivos y compromisos del<br />

de que uno de mis ex entrenadores<br />

SOLO HACE FALTA<br />

esquí acuático siempre habían estado<br />

estaba allí, hablando con la médica.<br />

primero.<br />

CONFIAR, OBEDECER<br />

Me acerqué y le dije: “Mike, necesito<br />

Pero ese día, me dijo, no hubo manera<br />

subirme a esa ambulancia y orar con<br />

Y DEJARLE LOS<br />

de negar qué real era Dios. Después<br />

él antes de que se lo lleven al hospital”.<br />

agregó que cuando se juntaron nuestras<br />

manos entró “energía” en su<br />

“Claro que sí”, me contestó. Llamó<br />

RESULTADOS A ÉL.<br />

a la médica y le explicó nuestra situación.<br />

Ella señaló la parte de atrás<br />

de la ambulancia y me dijo: “¡Sube,<br />

querida!”.<br />

Cuando subí, mi amigo policía gritó desde atrás: “¡Me uno y estoy de<br />

acuerdo, hermana!”. Allí estaba él, preparado para poner sus manos<br />

sobre el hombre y orar conmigo por su sanación. Casi se me escapa<br />

una risita; solo Dios podía preparar un escenario como este.<br />

El muchacho parecía un poco confundido cuando me arrodillé a<br />

su lado para orar, pero pareció relajarse cuando le pregunté si podía<br />

orar. Después me dijo que me dejó orar porque necesitaba un poco de<br />

paz en medio del caos.<br />

Tenía los ojos abiertos mientras oraba y la imagen que vi hizo que<br />

mi fe aumentara vertiginosamente. Mike estaba sosteniendo uno de<br />

los pies del hombre y el Sr. Policía sostenía el otro. Cuatro médicos<br />

estaban arrodillados junto a la camilla con las manos sobre él. Todos<br />

tenían inclinada la cabeza.<br />

Sentí que una mano tomaba la mía. El deportista después me dijo<br />

que yo lo había tomado de la mano, pero no fue así. Recuerdo el momento<br />

y creo que Dios juntó nuestras manos. Me había dado instrucciones<br />

puntuales de poner mis manos sobre el hombre lesionado como<br />

cuerpo y le curó la pierna. Dijo que<br />

fue como si Dios hubiera estado allí,<br />

mirándolo a la cara y diciéndole: “Estoy<br />

aquí. Soy real. Ábreme tu corazón”.<br />

Ese día, hablando por teléfono, tuve la posibilidad de compartir<br />

más con mi nuevo amigo sobre Aquel que lo ama sin medida. Y luego<br />

lo ayudé con una oración de salvación cuando él le pidió a Jesucristo<br />

que fuera su Señor y Salvador.<br />

¿Sabe? Tuve la bendición de ganar ocho títulos Masters de esquí<br />

acuático en Estados Unidos durante mi carrera como esquiadora. Pero<br />

nada se puede comparar con ser parte del plan que Dios tenía para este<br />

hombre que puso frente a mí. Estoy ansiosa por ver de qué manera lo<br />

usa Dios para dejar una marca en el mundo del esquí acuático.<br />

Amigo, cuando Dios le dice que se levante de la silla, ¡levántese! No<br />

tenga miedo ni se preocupe por los detalles. Él tiene todo preparado.<br />

Todo lo que tiene que hacer es levantarse, dar el paso y dejar los<br />

resultados en manos del Señor.<br />

Y prepárese para asombrarse.<br />

KRISTI OVERTON JOHNSON estimula y da herramientas a las personas<br />

para que logren la victoria mediante sus historias, conferencias y el ministerio<br />

carcelario. Para más información, visite kojministries.org.<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

25s


CONFIAR EN DIOS,<br />

incluso si el desenlace es la muerte<br />

POR MAUREEN HOOKER<br />

i esposo Jim y yo caminábamos<br />

por el malecón hacia la montaña rusa. Les<br />

habíamos prometido una vuelta a nuestros nietos.<br />

Pronto los chicos estaban desplazándose a<br />

toda velocidad por encima de nosotros, con una<br />

mezcla de sonidos como del órgano a vapor de<br />

una calesita y un millón de niños que aullaban.<br />

Es un milagro que haya oído el teléfono.<br />

“Hola”.<br />

“Maureen, ¿dónde está?”.<br />

“Ocean City, Nueva Jersey. ¿Quién habla?”.<br />

“Jessica, del centro de trasplantes. ¿Puede<br />

salir ya mismo y venir directo al hospital? Tenemos<br />

un corazón para usted”.<br />

“¡Sí! ¡Allá vamos!”.<br />

Diez años antes, la quimioterapia para el<br />

cáncer de mama me había afectado el corazón<br />

y con el tiempo, los medicamentos habían<br />

perdido eficacia. Al principio me alcanzó con<br />

un marcapasos, después vino el desfibrilador<br />

implantado y por último me iban a colocar una<br />

bomba cardíaca denominada “dispositivo de<br />

asistencia ventricular izquierda” (DAVI).<br />

La idea de pasar las noches conectada a un<br />

enchufe en la pared, evitando que el dispositivo<br />

se moje y soportando luces y baterías que<br />

parpadean era algo intimidante. Soy una persona<br />

torpe. Me aterraba la idea de que podía<br />

matarme si por casualidad me arrancaba los<br />

cables del cuerpo mientras dormía.<br />

La única alternativa que quedaba era el trasplante<br />

de corazón, pero parecía imposible. Muy<br />

pocas personas reciben un corazón. Además,<br />

tenía 69 años, tengo sangre grupo B (solo el 8%<br />

de la población total es B), y tenía una cavi dad<br />

torácica chica. El tamaño del corazón es de vital<br />

importancia; no puede ser demasiado grande<br />

ni demasiado chico. La única opción viable<br />

parecía ser el DAVI, así que había aceptado<br />

hacerme la cirugía después del feriado del<br />

Día del Trabajo.<br />

Y después llegó esa llamada. ¡Fue tan in esperada<br />

como el aterrizaje de un OVNI! Dios<br />

me demostró que para Él nada es imposible.<br />

Mientras íbamos en el auto rumbo al<br />

Washington Hospital Center todo lo que se<br />

me ocurría pensar era que en algún lugar una<br />

familia destrozada estaba despidiendo a un<br />

ser amado. Me imaginaba que la familia de<br />

la donante no estaría contenta al saber que<br />

una abuela iba a recibir el corazón de su hija.<br />

Seguramente preferirían que el corazón vaya<br />

a un paciente más joven, que lo mereciera<br />

más. Esperaba algún día poder expresarles<br />

mi gratitud. Sin embargo, esos pensamientos<br />

se disiparon rápidamente cuando los<br />

médicos me llevaron al quirófano.<br />

El 8 de septiembre de 2011, cinco días<br />

después del trasplante, me desperté con<br />

un dolor insoportable. Intenté pedir ayuda,<br />

pero no podía respirar. Ni siquiera tenía aire<br />

para pronunciar una palabra. Desde un lugar<br />

cerca del techo, por encima de la puerta,<br />

miré hacia abajo y me vi muerta.<br />

Una hemorragia interna había provocado<br />

un neumotórax parcial en mi pulmón<br />

iz quier do. Para hacer una cirugía de emergencia,<br />

los médicos volvieron a abrirme el<br />

pecho y sacaron un enorme coágulo de sangre,<br />

además de dos litros de líquido de la<br />

cavidad torácica. Sobreviví, pero solo por<br />

gracia de Dios.<br />

Durante mi experiencia anterior con el<br />

cáncer de mama, Jim había empezado a buscar<br />

a Dios. Había orado fervientemente por<br />

mi recuperación y cuando Dios se apiadó de<br />

mí de una manera que no merecía, Jim se<br />

convirtió en creyente.<br />

No se podía negar que el hombre con el<br />

que estaba casada desde hacía varias décadas<br />

era una persona nueva. Con el tiempo,<br />

el amor que Jim sentía por Dios me acercó<br />

al Señor y yo también le entregué mi vida a<br />

Jesús. Ahora con este trasplante Dios me<br />

estaba dando una segunda oportunidad en<br />

la vida y no iba a desperdiciarla. Le prometí<br />

a Él y me prometí a mí misma que esta vez<br />

sería una persona mejor y que sería más<br />

agradecida por los bienes más básicos de<br />

la vida.<br />

Agradecidos con Dios, Jim y yo llevamos<br />

vidas centradas en Cristo. Íbamos a la iglesia,<br />

hacíamos voluntariados, servíamos, les<br />

hablábamos de Dios a los demás y orábamos.<br />

Hacíamos todas las cosas que “se esperan”<br />

de los cristianos. Sin embargo, ocurrió<br />

lo peor que me podía imaginar.<br />

El verdadero estado de mi corazón se<br />

hizo visible cuando nuestro hijo eligió un<br />

estilo de vida que yo no quería para él. Era<br />

un adulto con estudios, vivía solo y tenía<br />

empleo casi todo el tiempo. Todo bien hasta<br />

ahí, pero era jugador. A eso se dedicaba<br />

y yo no podía estar de acuerdo. Estaba en<br />

contra de eso a muerte; y me aseguré de<br />

que él lo supiera.<br />

Quería que Joe se casara, tuviera una vida<br />

estable y criara a mis nietos. Tenía una imagen<br />

de la persona que debía ser mi hijo y<br />

estaba molesta con Joe porque no cumplía<br />

mis expectativas. No pasó mucho hasta que<br />

Joe nos borró a su papá y a mí completamente<br />

de su vida. Incluso dejó de venir a<br />

casa para las fiestas. Solamente nos llamaba<br />

cuando necesitaba dinero.<br />

Ojalá pudiera decir que manejé la situación<br />

de una manera que refleje a Cristo, pero<br />

26s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


FOTO DE GERI SIMPKINS<br />

no fue así. Estoy más que avergonzada por la<br />

falta de amor y consideración que demostré.<br />

Era obvio que necesitaba un corazón espiritual<br />

nuevo, no solo un corazón físico. Necesitaba que<br />

el amor de Dios suavizara mi corazón de piedra,<br />

al que le gustaba quejarse, juzgar y controlar a<br />

los demás. Necesitaba que Él lo transformara<br />

en un corazón apacible, amable y lleno de fe<br />

(Ezequiel 36:26).<br />

El orgullo y la obstinación alimentaban<br />

mi enojo. Estaba segura de que tenía razón.<br />

Siempre tenía razón. Lo gracioso es que, en casa,<br />

Jim siempre pensaba que él tenía razón y Joe<br />

también. Los tres veíamos la vida con cristales<br />

sucios que nos mostraban todo según nuestros<br />

propios deseos egocéntricos.<br />

Como hacen muchas familias, habíamos<br />

tenido mucho cuidado en evitar hablar de cosas<br />

importantes como las adicciones, la ira y<br />

comportamientos que se repetían en la familia.<br />

Eran nuestros legendarios “elefantes en la<br />

habitación” [tabúes], pero seguíamos caminando<br />

a su alrededor hasta que nos hacían tropezar.<br />

En lugar de pensar honestamente quiénes<br />

éramos y de dónde veníamos, seguíamos repitiendo<br />

nuestros comportamientos negativos.<br />

Teníamos excusas por nuestras decisiones, nos<br />

automedicábamos y culpábamos a los demás<br />

por nuestra situación y nuestras debilidades.<br />

Por suerte, la gracia de Dios cubre una multitud<br />

de pecados (1 Pedro 4:8).<br />

Y entonces, nos llamó Joe. Estaba viviendo<br />

en Las Vegas y tenía un mieloma múltiple, un<br />

tipo de cáncer en la sangre. Necesitaba ayuda.<br />

Habíamos tratado de ayudarlo antes, pero él se<br />

había distanciado de Jim y de mí. No estaba<br />

segura de querer pasar por todo eso otra vez.<br />

Después supimos que a Joe lo estaban desalojando<br />

de su apartamento y que había perdido<br />

el auto que rentaba por falta de pago. Había<br />

notado su angustia cuando nos pidió venir a<br />

casa, pero no tenía idea de lo profundamente<br />

desesperado que estaba. Entonces opté por no<br />

responder a sus ruegos. No sabía cómo arreglar<br />

esa situación, así que no hice nada.<br />

Entonces esperé que Dios cambiara a Joe.<br />

Hice terapia y pronto descubrí que Dios quería<br />

cambiarme a mí. Quería que confiara en Él y<br />

que dejara de intentar controlar a mi hijo y el<br />

desenlace de cada situación en la vida.<br />

Una noche, completamente desesperada,<br />

tuve ese momento de fe. “Tienes que ayudarme,<br />

Dios” oré. “No tengo idea de cómo ayudar a mi<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

27s


Dios quería cambiarme a mí.<br />

Quería que confiara en Él y que<br />

dejara de intentar controlar a<br />

mi hijo y el desenlace de cada<br />

situación en la vida.<br />

hijo, Dios. Estabas allí cuando fue concebido.<br />

Estabas allí cuando nació. Has estado allí en<br />

cada momento de su vida. Lo amas más que<br />

yo y es tan hijo Tuyo como mío. No sé qué más<br />

hacer, Dios. Te devuelvo a Joe”.<br />

De pronto recordé cómo Dios había puesto a<br />

prueba la lealtad y el amor de Abraham diciéndole<br />

que llevara a su hijo Isaac al Monte Moriah<br />

y lo sacrificara (Génesis <strong>22</strong>). Abraham no sabía<br />

qué iba a ocurrir, pero puso la vida de Isaac en<br />

manos de Dios. Así que oré y le dije a Dios que<br />

le confiaba la vida de Joe.<br />

Esa noche soñé que escalaba una montaña.<br />

Todo a mi alrededor se veía como polvo; hasta<br />

las rocas eran del color de la arena en el desierto.<br />

Después oí una voz suave, como un susurro,<br />

que me decía: “¿Y si el desenlace es la muerte?”.<br />

La pregunta me dejó dura. ¿Quién iba a preguntar<br />

eso? Seguro que Dios, no. Pero esa voz<br />

suave me preguntó otra vez: “¿Y si el desenlace<br />

es la muerte?”.<br />

“¡Sí!” respondí. “Incluso si el desenlace es la<br />

muerte. Te lo prometo, Dios; jamás voy a volver<br />

a cuestionarte”. Me vino a la mente Proverbios<br />

3:5: “Confía en el Señor de todo corazón, y no<br />

en tu propia inteligencia”.<br />

De pronto, todo se puso horriblemente oscuro<br />

y entonces una explosión interior me<br />

sacudió todo el cuerpo. Iba golpeándome en<br />

todas partes como una bandera en medio de un<br />

huracán. Fue como si cada célula de mi cuerpo<br />

se estuviera incendiando, una a una y todas<br />

al mismo tiempo. Estaba segura de que iba a<br />

morir antes de despertarme.<br />

Luchando por mi vida, hice un esfuerzo para<br />

gritar y traté de empujar a Jim, pero no pude.<br />

Me desperté retorciéndome y gimiendo. Pensé<br />

que no podría pararme ni caminar, pero no tuve<br />

problema para levantarme de la cama. Parecía<br />

estar bien. ¿Qué demonios?<br />

Le dije a Jim que teníamos que ir a una sala<br />

de emergencias. Algo andaba mal. No me iba a<br />

arriesgar a otra noche como la que acababa de<br />

pasar. Sin embargo, el doctor no encontró explicación<br />

para lo ocurrido, desde el punto de<br />

vista médico, y horas después nos envió a casa.<br />

Jim y Maureen<br />

con los<br />

jóvenes de la<br />

familia.<br />

Estábamos regresando cuando se encendió<br />

la pantalla de mi teléfono. Decía<br />

“número desconocido”.<br />

“Es alguien haciendo televenta” pensé.<br />

“No voy a contestar”. Traté de apagar el<br />

teléfono pero lo contesté sin querer.<br />

Una voz me preguntó: “¿Maureen Hooker?”.<br />

“Sí”.<br />

“¿Es la madre de Joseph Patrick Hooker?”<br />

“Sí”. Puse el teléfono en altavoz y Jim se<br />

estacionó a un costado de la calle.<br />

Se identificó como oficial de policía y me<br />

dijo que mi hijo había llamado a las 10:55 de<br />

la mañana para informar sobre un tiroteo en<br />

su departamento. Evidentemente, después<br />

de llamarnos, Joe se había suicidado. Había<br />

partido. Jim y yo estábamos sentados ahí,<br />

totalmente anonadados.<br />

Es difícil describir el dolor de los meses<br />

siguientes. El tiempo quedó suspendido<br />

en una nebulosa de culpa, en la que nos<br />

culpábamos a nosotros mismos. Seguramente<br />

de alguna manera podría haber<br />

evitado la muerte de Joe. ¿Y si Jim y yo<br />

le hubiéramos hablado de los problemas<br />

familiares, en vez de evitar hacerlo? ¿Y si<br />

le hubiéramos contado del historial de jugadores<br />

en la familia de Jim y el hecho de<br />

que tanto el padre como el abuelo se habían<br />

suicidado? Y si le hubiéramos explicado a<br />

Joe por qué estábamos tan en contra de sus<br />

elecciones, ¿mi hijo seguiría vivo?<br />

Meses después, encontré los papeles de<br />

mi visita a la sala de emergencias. En el caos<br />

que sufrimos tras la muerte de Joe, me había<br />

olvidado de eso. Entonces me vinieron a la<br />

mente las palabras “¿Y si el desenlace es<br />

la muerte?” y me acordé de Proverbios 3:5.<br />

De pronto recordé el sueño y toda esa extraña<br />

lucha física y el dolor. ¿Había experimentado<br />

algo de la turbulencia por la que había pasado<br />

mi hijo esa noche? Quizás. No estoy segura.<br />

Pero lo que sí sé es que Dios me dijo eso y me<br />

dejó esas palabras apenas unas horas antes de<br />

que mi hijo se quitara la vida. “Confía en Mí,<br />

Maureen” me decía, “aunque la vida vaya en<br />

una dirección en la que no quieres ir. Confía en<br />

Mí, aunque no recibas todas las respuestas a tus<br />

preguntas. Confía en Mí, aunque esta situación<br />

termine en la muerte. Apóyate en Mí y Yo te<br />

voy a sostener”.<br />

Pasaron tres años desde la muerte de Joe y<br />

el corazón de esta mamá sigue sufriendo por<br />

su hijo. Sigo cuestionándome y a veces todavía<br />

lucho contra la culpa. Los sobrevivientes de<br />

víctimas del suicidio suelen sufrir una culpa<br />

que los debilita durante años. Pero le entregué<br />

mis preguntas y mi culpa a Dios y, como confío<br />

en Él, Él me dio paz y hasta alegría. ¡Qué buen<br />

intercambio! Él toma mi carga y le da descanso<br />

a mi corazón y mi mente. Verdaderamente es<br />

el Salvador de mi alma.<br />

Usted también puede descansar y sentirse<br />

libre de culpa. “Vengan a Mí” dice Jesús en<br />

Mateo 11:28–29, “y Yo les daré descanso”. Y lo<br />

va a hacer, pero la clave para encontrar descanso<br />

en Dios se encuentra en Proverbios 3:5,<br />

en confiar en Dios, en Su amor, en Su corazón<br />

y en el plan que Él tiene para usted y sus seres<br />

queridos, incluso “si el desenlace es la muerte”.<br />

El amor fiel de Dios no le va a fallar.<br />

MAUREEN HOOKER es madre, esposa y amiga.<br />

Recibió un trasplante de corazón y es prueba<br />

viviente de que los milagros sí existen. Estará<br />

eternamente agradecida al Señor Jesucristo si lo<br />

que está escrito aquí puede ayudar a alguien más.<br />

28s Número 01 / 20<strong>22</strong> VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM


PROFUNDICEMOS:<br />

Confíe en su Creador<br />

Todos los pasajes bíblicos mencionados son de la Nueva Traducción Viviente.<br />

Todas las personas que colaboraron en la redacción<br />

de este número tuvieron que tomar una decisión:<br />

podían continuar transitando penosamente<br />

por un camino destinado al caos, la confusión y la<br />

destrucción o entregar su vida y sus circunstancias<br />

al Señor y confiar en que Él encontraría la solución.<br />

Como ha leído, cada uno de los autores confió en el<br />

amor de Dios y en Su plan, y Dios abrió el camino<br />

para superar cada situación adversa.<br />

¿Qué necesita entregarle a Dios? ¿Qué tiene que<br />

superar? ¿Sus mayores esfuerzos y su razonamiento<br />

no le sirvieron? Identifique algunas situaciones<br />

que no está seguro si debe dejar en manos de Dios:<br />

1.<br />

2.<br />

3.<br />

Amigos, no podemos solucionar<br />

nuestros problemas, cambiar nuestra<br />

actitud, vencer las adicciones ni dejar<br />

atrás el estilo de vida que teníamos por<br />

nosotros mismos. Necesitamos la ayuda<br />

de Dios. Por eso Él envió a Su Hijo. Creer<br />

en la tarea de Jesús en la cruz no solo<br />

nos asegura la salvación eterna, sino<br />

también nuestras victorias terrenales.<br />

Tome la Biblia, lapicera y cuaderno<br />

y veamos en profundidad el significado<br />

de los siguientes pasajes:<br />

Deuteronomio 31:8<br />

Josué 1:9<br />

Salmos 9:10, 28:7, 34:17–18, 37:5,<br />

55:<strong>22</strong>, 56:3, 112:7<br />

Proverbios 3:5–6, 18:10<br />

Isaías 26:3–4, 41:10<br />

Jeremías 17:7–8<br />

Mateo 6:25–34<br />

2 Corintios 12:9<br />

Filipenses 4:6–7<br />

Hebreos 4:16<br />

1 Pedro 5:7<br />

2 Timoteo 1:7<br />

Anote estos pasajes y concéntrese en las<br />

promesas que contienen. Por ejemplo: ¿vio<br />

que en Deuteronomio 31:8, Dios promete ir Él<br />

mismo delante de usted, que estará con usted y<br />

que nunca lo dejará ni lo abandonará? Aprenda<br />

estas promesas de memoria. Pídale a Dios que<br />

las grabe en su corazón. Así, podrá recordarlas<br />

en momentos difíciles. Serán vida para usted.<br />

Cuando entienda qué poco puede valerse por<br />

sí mismo alejado de Dios y le entregue su vida a<br />

Él, Él comenzará un proceso de transformación<br />

en su corazón y en su mente. Él hará de usted un<br />

vencedor en toda situación (Romanos 8:37).<br />

¿NECESITA DESCANSO?<br />

“Vengan a mí todos ustedes que<br />

están cansados y agobiados, y yo<br />

les daré descanso.” –Mateo 11:28<br />

Jared Emerson, Artist, jaredemerson.com<br />

¿Necesita descanso? ¿Paz? ¿Libertad? ¿Perdón? ¿Restauración?<br />

Clame a Jesús, acéptelo como su Salvador, y será hecho completo.<br />

Ore: “Jesús, te invito a mi vida. Confieso que soy un pecador y<br />

necesito un Salvador. Gracias por perdonar mis pecados y por<br />

hacerme de nuevo. Gracias por sacrificar tu vida por mí para que yo<br />

pueda tener una nueva vida en ti. Recibo, por fe, el perdón de mis<br />

pecados. Toma mi vida, mi pasado y mi futuro. Guía mis pasos y<br />

habla a mi corazón, Señor. Úsame, Dios. Amén.”<br />

Queremos saber de su decisión y ayudarlo a crecer en su fe.<br />

Escriba a: PO Box 2751, Greenville, NC 27836.<br />

VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM<br />

Número 01 / 20<strong>22</strong><br />

29s


¿AHORA QUE?<br />

Acepté la salvación de Dios. ¿Y ahora, qué?<br />

TAL VEZ DESPUÉS DE LEER las historias en esta revista, haya entregado su vida a Jesús.<br />

¡Felicitaciones! Acaba de tomar la decisión más importante de su vida. Pero quizás se esté preguntando<br />

¿y ahora, qué? Estas son cinco formas de asegurarnos el crecimiento espiritual. Tenga<br />

presente que la vida cristiana es una experiencia que nos transforma para siempre.<br />

1. ORE. Cuéntele todo a Dios y espere Su respuesta. No necesita palabras rebuscadas, solo<br />

un corazón sincero.<br />

2. ESTUDIE LA BIBLIA. La Palabra de Dios tiene todas las instrucciones que necesitamos<br />

en la vida. Ingrese a un estudio bíblico y descubra algo nuevo cada día. Vea recursos<br />

gratuitos al pie.<br />

3. BAUTÍCESE. Aunque el bautismo no es una exigencia para la salvación, la Biblia nos dice<br />

claramente que debemos ser bautizados en agua tras aceptar la salvación. El bautismo<br />

simboliza la muerte al pecado y vivir una vida nueva en Jesucristo (Romanos 6:4). Por las<br />

restricciones que hay en las cárceles, puede que resulte difícil la inmersión en agua, así<br />

que use la creatividad y deje que el Espíritu Santo le revele cómo puede cumplir este acto<br />

de obediencia hasta que la inmersión sea posible.<br />

4. BUSQUE UNA COMUNIDAD CRISTIANA. Únase a una congregación local de<br />

seguidores de Cristo. Si el encarcelamiento le dificulta ir a una iglesia, comparta con otros<br />

creyentes lo mejor que pueda. Le van a ayudar a mantenerse firme y a ser responsable.<br />

5. CUÉNTELE A ALGUIEN. Háblele de su decisión de seguir a Cristo y explíquele lo que Él<br />

hizo por usted. Y después ¡cuéntenos! Nos encantaría que lo comparta con nosotros.<br />

RECURSOS<br />

VICTORIOUS LIVING<br />

A continuación dejamos distintas opciones de material<br />

cristiano gratuito al que pueden tener acceso reclusos y<br />

capellanes que hablen inglés o español. Pónganse en contacto<br />

con las direcciones indicadas más abajo. Díganles a nuestros<br />

colegas que llegaron a través de VL.<br />

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