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Impreso miércoles 26 enero 2022

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10 Opinión<br />

El Nacional<br />

M i é rco l es <strong>26</strong> de E n e ro de <strong>2022</strong><br />

E D I TO R I A L<br />

Símbolo patrio<br />

Editado por Publicaciones ¡Ahora! S.A.S.<br />

Desde el 11 de septiembre de 1966<br />

Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa<br />

CARTAS DE LOS LECTORES<br />

Reacción de Duarte<br />

Desde Venezuela, donde vivía<br />

desde que fuera desterrado<br />

por el general Pedro Santana<br />

en 1844, el 28 de marzo de<br />

1864 llegó Juan Pablo Duarte, a<br />

fin de sumarse a la Guerra<br />

Restauradora. Pero varios<br />

acontecimientos impactaron<br />

negativamente al futuro padre<br />

de la Patria: Encontró a Mella,<br />

su amigo y compañero de lucha<br />

en la Guerra de Independencia,<br />

enfermo de disentería<br />

y próximo a la muerte.<br />

Estaba agonizando. Diversas<br />

fuentes históricas coinciden<br />

que el cuadro crítico que<br />

presentaba Mella (postrado<br />

en un castre, consumiéndose)<br />

causó tanto impacto en Duarte<br />

que también enfermó de<br />

gravedad. Tenía fiebre, calenturas,<br />

debilitamiento físico,<br />

El patricio Juan Pablo Duarte y<br />

Díez, quien nació un día como<br />

hoy en 1813, es el símbolo<br />

de la independencia, el amor<br />

a la patria, la integridad, la nacionalidad,<br />

la solidaridad y el sacrificio,<br />

entre la amalgama de valores que<br />

adornaron su trayectoria hasta la hora<br />

de su muerte.<br />

Era un ser excepcional, que no reparó<br />

en poner en juego su propia vida y la de<br />

sus familiares ni en desprenderse del<br />

patrimonio que con tanto esfuerzo<br />

habían alcanzado, en aras de una nación<br />

libre y soberana.<br />

La historia dominicana no registra<br />

otro caso de tanta abnegación como el<br />

de ese patricio que hoy justamente se<br />

venera como padre de la patria, pero a<br />

quien tan mal se ha pagado en cuanto<br />

a la difusión de sus enseñanzas. Y peor<br />

todavía cuando se utiliza su memoria<br />

con el malsano propósito de ganar<br />

reconocimiento o buscar ascenso social.<br />

Con esas actitudes, alejadas de la<br />

lucha de un ser íntegro, se empaña la<br />

trayectoria de un hombre que lo dio<br />

todo sin pasar factura.<br />

El hijo del comerciante Juan José<br />

Duarte y de la ama de casa Manuela<br />

Díez integra con Francisco del Rosario<br />

Sánchez y Ramón Matías Mella la trilogía<br />

de los padres de la patria. Fue el<br />

ideólogo de La Trinitaria, la sociedad<br />

secreta que encendió la chispa de la<br />

lucha contra los 22 años de ocupación<br />

haitiana y que culminó el 27 de febrero<br />

de 1844 con la proclamación de la<br />

independencia.<br />

Cada <strong>26</strong> de <strong>enero</strong> hay que recordar a<br />

Duarte por su desvelo en la construcción<br />

de un Estado libre y soberano.<br />

Hay que recordarlo con ceremonias,<br />

ofrendas florales, charlas y comunicados,<br />

pero sin dejar de lado la necesidad<br />

de completar su obra. Ese<br />

hombre puro, que se ha bautizado<br />

como un Cristo, no solo fue víctima de<br />

persecución, teniendo que huir al exilio<br />

para salvar la vida, sino de calumnias.<br />

Nadie sufrió y aportó tanto a<br />

D i re cto r<br />

S u b d i re cto r<br />

Jefe de Redacción<br />

Ad m i n i st ra d o ra<br />

Bolívar Díaz Gómez<br />

José Antonio Torres<br />

Héctor Minaya<br />

Gema Hidalgo<br />

Miembro de la Sociedad Dominicana de Diarios, Inc<br />

alucinación, escribe Franklin<br />

Franco en su libro Historia<br />

del Pueblo Dominicano. A los<br />

pocos días sintió cierta mejoría<br />

y afiebrado siguió su viaje<br />

para Santiago de los Caballeros<br />

a la sede del gobierno.<br />

Llegó el 4 de abril para<br />

reiterar sus deseos de colocarse<br />

al servicio del país, como<br />

lo había manifestado en<br />

carta enviada desde Guayubín<br />

el 28 de marzo.<br />

Los celos por el liderazgo de<br />

Duarte impidieron su integración,<br />

pues varios de sus compañeros<br />

de viaje, incluyendo<br />

Candelario Oquendo, que era<br />

venezolano, fueron integrados<br />

de inmediato a la lucha. Al<br />

patricio lo dejaron esperando<br />

en una actitud descortés. Luego,<br />

recibió una nota explicándole<br />

que sería enviado a Venezuela<br />

para recaudar fondos<br />

este país, al punto de morir en el<br />

extranjero (Venezuela) en las más precarias<br />

condiciones económicas, para<br />

que hoy se le vea como un descon<br />

o c i d o.<br />

“Nunca fue la muerte tan piadosa que<br />

cuando besó y puso paz en la frente<br />

atormentada de Juan Pablo Duarte” es<br />

una frase que sintetiza todo lo que<br />

sufrió el patricio para que se le recuerde<br />

por mero protocolo o se le<br />

utilice a conveniencia de intereses particulares<br />

o coyunturales. La actual etapa<br />

de la historia es propicia para desterrar<br />

las ambiciones y convertir la<br />

figura de Duarte en un paradigma del<br />

ejercicio del poder político.<br />

Duarte es, como la bandera y el<br />

escudo, un símbolo patrio.<br />

Redacción, administración y talleres:<br />

Ave San Martín No. 236, Santo Domingo, RD<br />

Teléfono 809-565-5581 - Fax 809-565-4190<br />

e-mail información@elnacional.com.do<br />

para la causa revolucionaria y<br />

otras gestiones diplomáticas.<br />

Era evidente que lo querían<br />

fuera del escenario político<br />

dominicano. El prócer respondió<br />

que su estado de salud no<br />

le permitía hacer el viaje de<br />

regreso a Venezuela, pero que<br />

podía ayudar a otra persona<br />

que se le asignase esa función.<br />

Mientras Duarte se preparaba<br />

para viajar al cuartel general<br />

del presidente Pepillo Salcedo<br />

le entregaron un ejemplar de<br />

“El Diario la Marina de Cuba”,<br />

con una insidiosa crónica sobre<br />

los celos que despertaba<br />

entre los generales restauradores.<br />

Planteaba que Duarte,<br />

regresaba al país para “i n i c i a r,<br />

como en 1844, la brega para<br />

alcanzar el poder y que el<br />

presidente Salcedo, Gaspar<br />

Polanco, el generalísimo, y lo<br />

no menos generalísimos Luperón<br />

y Benito Monción no<br />

querían ceder la preeminencia<br />

que hoy tienen entre los suyos,<br />

y ven de reojo al recién ven<br />

i d o”. Este documento está<br />

contenido en el Diario de Rosa<br />

Duarte, hermana del fundador<br />

de la República y en varios<br />

documentos del Instituto<br />

Duar tiano.<br />

Duarte entristeció con la lectura<br />

de la crónica, no visitó al<br />

presidente Salcedo y aceptó la<br />

misión en Venezuela. Mientras<br />

recibía la humillación, el<br />

desplante de los jefes militares<br />

pasó por la angustia, el 4 de<br />

junio, de ver morir a Mella, el<br />

discípulo que en esa misma<br />

ciudad de Santiago lo había<br />

proclamado, en 1844, presidente<br />

de la República. Partió<br />

para nunca más regresar al<br />

p a í s.<br />

Roberto Valenzuela<br />

Juan Taveras<br />

H e r n á n d ez<br />

j u a n t h 2 6 @ h ot m a i l . co m<br />

Co h es i ó n<br />

social<br />

El estudio de la “cohesión social”<br />

en el mundo es relativamente<br />

nuevo comparado con la historia<br />

de la humanidad que data de<br />

millones de años. Sin embargo el fenómeno<br />

ha sido ampliamente estudiado<br />

desde hace más de un siglo por psicólogos,<br />

psiquiatras, sociólogos, economistas,<br />

antropólogos, entre otros, contribuyendo<br />

con la definición y aplicación<br />

del término de manera científica, principalmente<br />

en Europa.<br />

Una sociedad está integrada por individuos<br />

unidos por el lenguaje, la religión, el<br />

territorio, el tiempo y la economía en un<br />

marco jurídico aceptado por todos que<br />

permite el avance social y el desarrollo. La<br />

cohesión está determinada por la equidad<br />

en la distribución de la riqueza, el respeto a<br />

los valores éticos y morales que la sustentan.<br />

No puede haber equidad en una<br />

sociedad disgregada, dispersa, sin respeto a<br />

las normas previamente establecida, sin<br />

una ética de comportamiento, etc.<br />

La democracia no puede ser sólo para un<br />

gr upo de familias adineradas que adquieren<br />

en el 60 o el 70 %, incluso el 80 y hasta<br />

el 90 % de las riquezas de un país. Es una<br />

bomba de tiempo que puede estallar en<br />

cualquier momento creando una crisis de<br />

gobernabilidad y de estabilidad de consecuencias<br />

incalculables. Como ha dicho el<br />

Premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz,<br />

el uno por ciento de la población mundial<br />

tiene lo que necesita el otro 99%.<br />

La profesora Adela Cortina, de la Universidad<br />

de Valencia, que tiene años estudiando<br />

el fenómeno de la confianza y la<br />

credibilidad sostiene que “los seres humanos<br />

somos animales sociales, cooperativos<br />

por naturaleza porque necesitamos<br />

de los demás para garantizar<br />

nuestro bienestar y atender a nuestras<br />

necesidades básicas y socio-afectivas. Pero<br />

para esto la confianza es imprescindible.<br />

En el ámbito de la cooperación no<br />

se puede ser egoísta, hay que establecer<br />

un vínculo con los otros y tratar de ver qué<br />

necesitan, rebajar las aspiraciones propias<br />

y llegar a un consenso”.<br />

Un estudio reciente del Banco Interamericano<br />

de Desarrollo establece que<br />

en la República Dominicana nueve, de<br />

cada diez personas desconfía del otro.<br />

Hay países en Europa donde el 98% confía<br />

en los demás, lo cual garantiza unidad y<br />

cohesión social, marcos fundamentales<br />

para el desarrollo.<br />

En América Latina y el Caribe está lejos de<br />

una cohesión social, incluso en aquellos que<br />

como Chile, han logrado determinado avance.<br />

En nuestro país la distancia sigue siendo<br />

abismal. El fenómeno no ha sido estudiado<br />

y las clases sociales que tienen el control del<br />

aparato productivo y de la estructura política<br />

del Estado no les interesa propiciar un<br />

marco de equidad económica, política y<br />

social. Al contrario, se trata de un grupo de<br />

rentistas al que solo le interesa acumular<br />

cada vez más riqueza sin importarle la<br />

pobreza extrema.

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