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AGUA Y PUREZA EN LA COSMOGONIA MAZAHUA

Trata de la cosmogonía de las mujeres indígenas mazahuas en México

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AGUA Y PUREZA EN LA

COSMOGONÍA MAZAHUA

ANA MARÍA CASTILLO ALEJO

CENTRO TRANSDISCIPLINARIO PARA EL HUMANISMO ECONÓMICO, A. C.



AGUA Y PUREZA EN LA

COSMOGONÍA MAZAHUA

ANA MARÍA CASTILLO ALEJO


Primera Edición

México, marzo de 2021.

© Derechos reservados por la autora.

civilizacionsolidaria@yahoo.com

http://www.ctpehe.org


CONTENIDO

Introducción 7

I

ALGO DE HISTORIA 13

II

VISIÓN MAZAHUA DE LA VIDA 17

III

SISTEMA DE PURIFICACIÓN 21

IV

PULIRSE COMO LAS PIEDRAS Y BAÑARSE CUAL PLANTAS 43



Introducción

Cuando llegué a la capital del país, la Ciudad de México, en los hogares,

en las calles, en los mercados y en las instituciones llegué a oír tres

comentarios sobre las mujeres indígenas: son indias sucias que no se

bañan; son mujeres que sirven únicamente para chachas; son como

conejos que solamente se reproducen. Estas ofensivas e insolentes

declaraciones en breve tiempo se desvanecieron: las jovencitas, las

mujeres que venden su cuerpo y las mujeres que se creen de rango

superior en vez de bañarse y limpiarse se echan frascos completos de

perfumes, aromas y fragancias. Así evitan que su sudoración y su

expiración muestren su oxidación, malhumor y su hedor.

Las personas que afirman sandeces sobre las mujeres indígenas, por estar

envueltas con los olores y los sabores que se levantan de los tiradores de

las basuras y de los canales de agua negro, piensan que en el campo se

vive en las impurezas y en forma antihigiénica. En un primer momento,

ante tales palabras denigrantes, por la impotencia y la desesperación, tuve

que tragar mi saliva. A medida que fui penetrando en la realidad social

citadina, en todos los estratos sociales de la población, percibí que existe

una referencia despreciativa hacia lo autóctono, lo nativo y lo aborigen.

En las interacciones cotidianas, en las relaciones laborales y en las

socializaciones múltiples me percato de cuatro fenómenos con relación a

los indígenas que vienen desde la conquista española y el colonialismo

europeo: la consideración de no tener el alma purificada, la etiquetación

de ser viciosos, la adjetivación de ser conformistas y la calificación de

incrédulos. Un asunto curioso emerge en las instituciones públicas y

privadas: atender a las personas con indumentarias rústicas, nativas y de

uso tradicional con regaños, desprecios, insultos y al último que a los otros

habitantes.

La sociedad actual, aparte de hallarse en la descomposición y traspasada

por la criminalidad, es profundamente racista, clasista, discriminante y

excluyente. Las poblaciones nativas, los pueblos originarios y las

comunidades indígenas siguen siendo consideradas ciudadanos y

ciudadanas de segundo orden. Tal situación se constata con tranquilidad y

facilidad en tres sucesos nacionales: en las direcciones de las instituciones

del Estado, en las conducciones de las empresas y en la aplicación de la

-7-


justicia. En todas las acciones, los planes y las operaciones de las

instituciones políticas, jurídicas, religiosas y económicas, los pueblos

indígenas, quedan en la retaguardia en los asuntos de interés público que

impulsan el progreso, pero en situaciones de convulsión social son usados

como parapetos. Todas las transformaciones sociales que acontecieron y

llegan a acontecer siempre colocan a los pueblos indígenas en la primera

fila como los combatientes, las contenciones y en calidad de los

derramadores de la sangre.

Sobre el sacrificio de los pueblos indígenas y encima de las ruinas del

legado ancestral se levantan las insignias del patriotismo, el nacionalismo

y del triunfalismo. Sobre las usurpaciones de las manifestaciones culturales

y de las expresiones artísticas de las poblaciones indígenas se despliegan

las fiestas y las celebraciones patronales. Sobre las negaciones de las

sapiencias y las prácticas médicas ancestrales, en un intento por conceder

la primacía en el cuidado a la salud a las operaciones asiáticas, se

menosprecia el saber y el pensar autóctono.

Las apropiaciones de una inmensa variedad de las reglas, las técnicas, las

tecnologías y de la sabiduría ancestral dieron y prosiguen dando la

prestancia, el valor y el reconocimiento a las múltiples agrupaciones

chamánicas, iniciáticas y esotéricas. La diversidad sapiencial ancestral y la

multiplicidad de las prácticas en el cuidado, la atención y la asistencia a la

salud que vienen desde el pasado lejano, capturadas con los derechos de

autor y protegidas por la reserva de derechos, son usadas por los

traficantes con los tesoros antiguos. Las diferentes asociaciones que

operan la medicina tradicional, alternativa y naturalista, por mezclar la

sabiduría primigenia con los conocimientos patentados por el Estado,

rechazan y hasta incriminan a la continuidad de la aplicación de las reglas

y la sapiencia ancestrales.

El problema en la aplicación y la operación de la sapiencia médica ancestral

se encuentra en tres sucesos clasistas: el desconocimiento de la

preparación, el adiestramiento y de la cualificación ancestral de los y las

continuadores de la purificación y la sanación comunitarias; las normas

jurídicas que niegan el estatus de doctrina y confesión de fe a la creencia

y a la cosmogonía antigua; la exigencia del Estado de contar con título

otorgado por una institución de formación profesional para ocuparse en la

atención a la salud. Cuando el Estado llega a restringir, controlar y

arrinconar a la creencia y la sapiencia de los pueblos originarios, toda su

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prédica de la democracia y la pluralidad cultural, queda en simples

convocatorias y llamamientos de respeto a la tradición y formas de vivir

de los pueblos indígenas. Mientras si continúa atacando al pensar y el saber

antiguo, siempre con el pretexto de la revolución científica y tecnológica,

todas las regulaciones del desarrollo de los pueblos indígenas son sucesos

inconducentes y contraproducentes.

La ciencia en su estado y situación actual, si realmente busca atender las

necesidades de las poblaciones oprimidas, tiene que RECONOCER su

origen, premisa y fundamento: los conocimientos, las operaciones, las

reglas, las técnicas, la cosmogonía, la creencia, los mitos y las experiencias

primigenias. Los antecedentes, los precedentes, los predecesores y los

genitores de la ciencia son las sapiencias ancestrales. Las sapiencias

disciplinarias, las diversas ramas de la ciencia, que no admiten ni

reconocen esta verdad son usurpadoras del pensamiento ajeno y de los

procedimientos tradicionales.

Es verdaderamente una calamidad ver a las practicantes de las confesiones

cristianas y no cristianas que se dedican a la sanación y la curación con las

técnicas, las operaciones, los valores y los moldes provenientes de Asia y

África en clara defenestración del legado de los pueblos americanos. Es

una desgracia observar cómo los galenos, galardonados por las

instituciones universitarias públicas y privadas, van imitando los

movimientos, las operaciones y las acciones de los pueblos indígenas con

algunas enmiendas, reordenamientos y recomposturas. Es vergonzoso

detectar que los especialistas en la ciencia de la salud, en sus recorridos

por los diversos poblados indígenas, van recopilando y recolectando la

sabiduría ancestral para presentar como su descubrimiento.

Bajo la apariencia de autenticidad, originalidad y actualidad se muestran,

se practican y se divulgan las múltiples acciones ancestrales. Es importante

señalar un hecho incuestionable: la originalidad se da y se dio única y

exclusivamente en los inicios del colectivismo. Los primeros pobladores del

Planeta, las primeras familias en la tierra y las primeras colectividades en

los diversos espacios planetarios SÍ son originales. Al no tener precedentes

y antecedentes, en una lucha tenaz por la subsistencia, llegaron a

establecer el pensar, el saber, el creer y las reglas SOLAMENTE observando

la dinámica de la Naturaleza y el Universo.

Todos los conocimientos, todas las doctrinas y todas las concepciones del

mundo que aparecen negando y pretendiendo superar a la cosmogonía,

-9-


los mitos y a la creencia antigua ya no son realmente originales. Son las

ampliaciones, las continuaciones y las actualizaciones del pensar y el saber

original. Actualmente, la ciencia y la investigación científica, aunque tratan

de alejarse de los mitos y la cosmogonía ancestrales, siguen atadas al

pasado lejano. Cargadas con el pensamiento utópico y la razón negativa,

por usar las distintas teorías confundiendo con el método, se encuentran

traspasadas por las supercherías y las vacuidades de las concepciones del

mundo.

La llamada mexicanidad, un movimiento que trata de reivindicar al pasado

ancestral, por sustentarse en el simbiotismo confesional, no puede ELEVAR

a su condición original y estado primigenio al proceso cultural de los

pueblos indígenas. Con los procedimientos clasistas, con las operaciones

mercantiles y con las ejercitaciones codificadas no se pueden usar y aplicar

en su condición auténtica la sapiencia ancestral. Con los amontonamientos

de las tradiciones antiguas, donde se colocan preponderancia a las

asiáticas y a las africanas, no se pueden ver la cosmogonía y la creencia

nativa americana. Con los ocultamientos de las reglas y las prácticas

ancestrales en las confesionalidades cristianas no se pueden mostrar a los

mitos, la creencia y a los saberes antiguos.

El ámbito en que fue, es y sigue siendo atacado con ferocidad las

poblaciones nativas y los pueblos indígenas es en la cultura. La creencia y

la cosmogonía ancestral son los blancos directos, inmediatos y continuos

de todas las doctrinas y las instituciones. La totalidad de las poblaciones

no indígenas dirigen su mirada, señalan sus dedos y apuntan sus armas a

la razón, la conciencia y la memoria colectiva. Los enemigos y las enemigas

del colectivismo a toda prisa y a toda costa desean, quieren y exigen que

“se acaben con las creencias, las prácticas y las costumbres arcaicas de

los indios, los indígenas y de las comunidades indígenas”. Las asociaciones

religiosas, en especial el cristianismo en sus distintas vertientes y

variantes, combaten con ahínco a la creencia ancestral considerando

pagana, idolátrica y demoníaca. Los operantes del cristianismo esotérico,

aparte de mercantilizar la creencia y la práctica ancestral, buscan arrebatar

completamente las reglas primigenias.

Los movimientos carismáticos, los grupos milagreros, los místicos y los

curanderos al apropiarse de la sapiencia ancestral, en un proceso de

traslación cultural, imponen las doctrinas de los opresores como las

manifestaciones culturales de los pueblos indígenas. Con grandes ruidos al

-10-


son del tambor, en las ciudades, tratan de demostrar que la creencia

ancestral tiene valor en algunos procedimientos de la medicina naturalista,

ancestral y antigua. Exhibiendo a los santos y las vírgenes, rogando a las

cruces y suplicando a los rosarios, tratan de evidenciar la vigencia de la

creencia ancestral. Quemando inciensos, prendiendo velas, rociando agua

bendita y cobrando por las limpias pretenden autentificar la continuidad de

las prácticas antiguas.

Ante la vulgarización de las reglas, la creencia y la cosmogonía ancestrales,

quienes procedemos de las colectividades indígenas, tenemos la tarea y la

misión de SEÑALAR algunas pistas para su correcta aplicación. Las

personas que tenemos esta visión, siendo las mujeres en su mayoría, no

contamos con los títulos universitarios. Somos autodidactas en muchos

campos del conocimiento. Aprendimos y continuamos aprendiendo en el

único templo mayor y la escritura sagrada: la Naturaleza y el Universo que

nos brindan su movimiento, energía y dinámica.

Con grandes esfuerzos llegamos a aprender al idioma de Cervantes, el

lenguaje de los colonizadores y el hablar de los conquistadores. De un

balbucear el español, recibiendo grandes ráfagas de tiros cruzados,

saltamos al uso cotidiano. Ahora ya parlamentamos, parlamos y decimos

con cierta coherencia en un idioma que no es nuestra. Para que las

poblaciones no indígenas puedan entender la que y en la que creemos, la

que hacemos y en la que nos afirmamos ponemos a su alcance los procesos

ancestrales de la purificación.

AGUA Y PUREZA EN LA COSMOGONÍA MAZAHUA es un compartir

sobre las formas en que mis ancestros ejercitaron la purificación y la

asistencia a la salud en San Antonio de las Huertas, Municipio de San Felipe

del Progreso, Estado de México. Mis ascendientes tanto del lado paternal

como de la maternal, dando continuidad a la creencia y la práctica de los

antepasados, en el ámbito familiar propiciaron y aplicaron. Son procesos y

sucesos netamente comunitarios. En esta operación se utilizan todas las

DISPONIBILIDADES existentes en la comunidad.

Con lo que tenemos y con lo que logramos obtener en el territorio de la

comunidad se efectúan las múltiples acciones, prácticas y celebraciones.

La purificación, el cuidado de la salud y la conservación de la vitalidad

orgánica suceden con todo lo que brinda la benevolencia de la Naturaleza

y el Universo. Esta benevolencia se alcanza y se concreta con el laborar,

el labrar, el cuidar y el proteger. Es característica de los pueblos indígenas

-11-


usar solamente en casos excepcionales los productos artificialmente

elaborados. La realización y la expresión de la creencia ancestral y de la

sapiencia médica naturalista acontecen con la confluencia de lo universal,

lo natural, lo material y lo humano. La confluencia de las existencias

bióticas y abióticas, los organismos y los inorgánicos, siempre concurren y

se correlacionan.

El uso del territorio comunitario es fundamental en la aplicación del sistema

de purificación ancestral. En ocasiones especiales, ante la presencia de las

enfermedades desconocidas, se llegan a usar los territorios no indígenas y

los espacios de otras poblaciones. En todos los territorios que se usan, por

cuestiones de seguridad e higiene que obedecen a los mandatos de los

antepasados, deben y tienen que utilizarse todo cuanto existe en dichos

espacios, tierras y suelos. Los productos que se llevan tanto de la propia

comunidad como de la ciudad tienen que ser completamente ocultados.

Para los pueblos indígenas, en especial para la colectividad mazahua, la

purificación del territorio comunitario, del hogar, de las familias, de los

animales, de las plantas y de las personas, son eventos especiales. Porque

implican la desinfección, la desintoxicación, la limpieza y de la reposición

de la energía en tres niveles: el contexto natural general, el entorno

familiar y las circunstancias personales. En la tradición antigua, en las

reglas ancestrales y la práctica colectiva, la purificación y la limpieza a

nivel personal o individual, es una falacia. La razón es simple: mientras las

causas, los orígenes, los agentes y los mecanismos de penetración,

anidación y de diseminación persisten en el ambiente general, todos los

esfuerzos por eliminar a las enfermedades, las dolencias y a las

afectaciones, aparte de ser ineficaces son insulsas.

Tiene que admitirse que las prácticas de purificación ancestral, por el uso

de las existencias en la territorialidad comunitaria, son parecidas en todos

los pueblos indígenas. Las variaciones y las diferencias se hallan en la

forma en que se dosifican y se suministran las disponibilidades según el

grado de la comprensión y la interacción con la cronología universal. Los

eventos naturales universales, los sucesos intersiderales y los fenómenos

naturales en la convergencia y la confluencia con las existencias y las

disponibilidades determinan el lugar, el momento, la forma, el tipo y la

periodicidad de las purificaciones. Asimismo indican qué personas de la

comunidad deben recibir la purificación.

-12-


I

ALGO DE HISTORIA

Son comunes las referencias sobre las formas de vivir de los náhuatl y de

los mayas en los cronistas y en los estudiosos de las tradiciones, el folklore

y las costumbres ancestrales prehispánicas. Alfredo López Austin (El

pasado indígena; Cuerpo y cosmos; Los mitos y sus tiempos; Cosmovisión

Mesoamericana; Calendario, astronomía y cosmovisión) penetra en las

profundidades del pasado en Mesoamérica mostrando cómo los pueblos,

las naciones y las colectividades en América Central adquirieron el sistema

de cuidado de la salud y la seguridad subsistencial. En los años sesenta y

setenta del siglo XX, López Austin, efectúa un minucioso escudriñamiento

de los Códices Matritense y Florentino con la finalidad de asentar que las

poblaciones nativas de América contaron con un programa, un plan, un

sistema y un proceso complejo de seguridad orgánica.

Desde el proceso de la independencia y la formación de la Federación, los

pueblos indígenas, han sido valorados y tratados de tres maneras: como

poblaciones aferradas al pasado que no pueden asimilar los cambios y los

progresos que el capitalismo concede; como grupos minoritarios que

tratan de sobrevivir conservando sus tradiciones, costumbres y formas de

obtener los medios de subsistencia; como sujetos agentes que concurren

y participan en el desarrollo global nacional (INI: 30 años después, revisión

crítica; Manuel Gamio, Considerando sobre el problema indígena; Moisés

Saenz, México íntegro; Narciso Bassols, Obras; Vicente Lombardo

Toledano, El problema del indio; Gonzalo Aguirre Beltrán, Formas de

gobierno indígena; El proceso de aculturación).

La creación del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), aparte

de consolidar los preceptos constitucionales contenidos en el Artículo 2,

brinda los mecanismos, los instrumentos y la institucionalidad para que los

pueblos originarios sigan operando no solamente su creencia antigua, sino

también su estilo de acceder, obtener y disfrutar los medios de existencia.

El reconocimiento en la Constitución Política a los pueblos nativos y

originarios conformar el fundamento del ser nacional y sedimentar la

multiculturalidad, la pluralidad poblacional y la heterogeneidad lingüística

-13-


implica que la totalidad de las naciones, las colectividades y los pueblos

indígenas siguen siendo las raíces que mantienen vivas a la sociedad.

Constituyen el hilo que jalona el devenir. Son las poblaciones que enlazan

con el pasado que sigue soportando al orden social.

Según el ATLAS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE MÉXICO, por la densidad

demográfica, la distribución geográfica, el uso del idioma y por la

ejercitación de las creencias y las prácticas ancestrales, la comunidad y el

pueblo indígena mazahua ocupa un importante lugar en la vida nacional.

Tres situaciones afrontan en la actualidad en todos los espacios del

territorio nacional en que se hallan ubicadas: el cruzamiento racial y de

clase con asimilaciones y absorciones por parte de las poblaciones no

indígenas; la diseminación y la dispersión que dificulta la aplicación directa

del estilo de gobierno ancestral; la discriminación y la exclusión continuas

que colocan entre las poblaciones vulnerables.

Las referencias en los cronistas sobre los mazahuas y los otomís son

escasas. Se admite que la única descripción colonial sobre los mazahuas

data de 1637 en la obra de Diego de Nágera Yanguas (Pedro Carrasco, Los

otopames en la historia antigua de Mesoamérica; Yolanda Lastra, Los

otomís: su lengua y su historia; Dora Pellicer, Confesión y conversación en

la doctrina y enseñanza de la lengua mazahua de Diego de Nágera

Yanguas; Sarah Albiez-Wieck, Contactos exteriores del Estado tarasco:

influencias desde dentro y fuera de Mesoamérica). Durante la colonia, la

comunidad nativa mazahua, tuvo que reacomodarse en diversos

momentos a la dinámica impuesta por los españoles. En las diferentes

localizaciones, migraciones y ubicaciones tuvieron que conservar su

creencia, sus tradiciones, sus costumbres y su idioma por su capacidad de

adaptación a las nuevas condiciones, realidades y circunstancias.

En las distintas informaciones recabadas por Hernán Cortés y

especialmente en los datos aportados por Gonzalo de Salazar (Francisco

López de Gómara, Historia de la conquista de México; Peter Gerhard,

Geografía histórica de la Nueva España; Nicolás León, Un catecismo

mazahua: en jeroglífico testeramerindiano) se mencionan solamente a las

poblaciones diversas que constituyeron la fuerza laboral en la encomienda

de Taximaroa instituida según la cédula del 24 de julio de 1524. Los

historiadores deducen que entre estas poblaciones se hallan los pueblos

mazahua y otomí. La descripción de la residencia y del territorio del

encomendero Gonzalo de Salazar es precisa y clara: lomas entre sierras

-14-


con buenas y abundantes aguas y montes (Peter Boyd-Bowman, Índice

geobiográfico de cuarenta mil pobladores españoles de América en el siglo

XVI, 1520-1539; Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva

España; Ramón Alonso Pérez Escutia, Taximaroa: Historia de un pueblo

michoacano; René García Castro, Indios, territorio y poder en la provincia

matlatzinca: la negociación del espacio político de los pueblos otomianos,

siglos XV-XVII).

Cinco aspectos de la vida de los pueblos y las comunidades mazahua y

otomí destacan todos los estudiosos: las artesanías, las indumentarias, los

ritos de maíz, el festejo a los muertos y las expresiones artísticas. Estos

ámbitos existenciales quedan aislados de la cosmogonía original mazahua.

Por la preponderancia del sistema de cargos, las fiscalías, las cofradías, las

fiestas patronales y de las mayordomías que son las manifestaciones

concretas del sincretismo católico romano con la creencia indígena la

mitología, la creencia y la cosmogonía ancestrales quedan ocultadas y

hasta despreciadas.

La creencia ancestral mazahua no se presenta en su estructura y

composición originales. Los acercamientos y las descripciones del pensar

y el creer mazahuas desde las diferentes doctrinas o de las prácticas

chamánicas no logran revelar la esencia de la cosmogonía mazahua. Para

acceder, comprender y ejercer la creencia ancestral mazahua tiene que

utilizarse tres fuentes primarias: las transmisiones, las retransmisiones o

las comunicaciones verbales de los ancianos y las ancianas que resguardan

los secretos antiguos; las creaciones y las producciones múltiples que

aseguran la subsistencia cotidiana; las expresiones y las manifestaciones

culturales y en forma especial las artísticas. Los datos de los cronistas y

de los estudiosos son auxiliares a estas fuentes primarias.

Dentro del proceso de expulsión y confinamiento, las colectividades

mazahua y otomí, pasaron por varias relocalizaciones. Su localización

original al quedar en la posesión y disposición de los colonialistas permitió

únicamente a una parte de la población seguir residiendo, pero en total

sujeción a la raza y la clase opresora. La mayoría de los pobladores

mazahuas quedaron dispersadas en diferentes direcciones. En la

actualidad su localización predominante son los Estados de México,

Michoacán y la Ciudad de México. Pero por la plaga de la migración, un

fenómeno mundial con grandes impactos, la colectividad mazahua se

encuentra dispersada en las distintas ciudades del país y en forma atípica

-15-


en las diferentes conglomeraciones de los connacionales que radican en

los Estados Unidos de América. Tal acontecimiento conlleva la adopción de

los estilos de vida de las poblaciones no indígenas y la conservación

únicamente de algunos elementos de la tradición ancestral.

Un rasgo de la población indígena mazahua es vivir, residir y asentarse en

las zonas montañosas, las lomas y en los valles donde predomina el clima

frío. Según narran los mayores y las ancianas, el clima frío, por impulsar

el movimiento constante ayuda a vivir completamente vigilantes,

despiertos y en actividad permanente. La confluencia del frío, el aire y del

calor permiten que la circulación de la sangre sea fluida, pero con latidos

fuertes del corazón. Los ascendientes de mi padre y de mi madre, en

tiempos de invierno, afirmaban: con la escarcha se aprende a deslizarse y

a correr por los lugares menos transitados. Es ahí donde conoces lo que es

seguir parado y saber caminar sin resbalarse.

Otra situación que singulariza a la colectividad mazahua es vivir en los

lugares donde nacen los riachuelos, los manantiales y las fuentes de agua.

Existe un dicho ancestral: estar en el lecho que deja salir el líquido que

riega la tierra y hace crecer su cabellera es estar en la gloria, el misterio y

en la frescura. Vivir en los lugares, los territorios y en los espacios que

guardan los secretos de la vida y de la Naturaleza, pero que exigen grandes

desgastes de energía para obtener los medios de subsistencia, implica

estar en total apego a la benevolencia de la tierra, el suelo y de las

existencias.

Seguir existiendo venciendo los múltiples despojos, las expulsiones, los

confinamientos y las diásporas es desplegar una fuerza descomunal de

resistencia y persistencia. Significa acumular un inmenso caudal de

experiencias que permiten subsistir, continuar y avanzar en medio y dentro

de las grandes convulsiones que amedrentan, asustan y hasta causan

trastornos mentales en las poblaciones no indígenas. Implica adquirir y

despejar una vibración y un sacudimiento cual árbol con las lluvias, los

rayos y los sismos. Conlleva tener un corazón templado en el fragor de la

lucha por la subsistencia y una mente abierta a los destellos de luz que

llegan del porvenir. Contiene una resonancia cósmica que une el pasado

lejano, el presente y al porvenir en un proceso de composición de la

unicidad y la vitalidad orgánica.

-16-


II

VISIÓN MAZAHUA DE LA VIDA

Para entender el estilo de vida, la forma de creer y la manera de saber de

los pueblos originarios se tiene que asumir tres niveles de la realidad que

a la vez son objetiva, material, y subjetiva. El primer nivel abarca la

totalidad existencial, donde el Espíritu Supremo, el Creador: KJIMI

MIZHIKJIMI, se manifiesta en todo lo que es y está. El segundo nivel es la

correspondencia y la simbiosis de las existencias orgánicas e inorgánicas

que siempre envuelven al ser humano. El ultimo nivel es el ser humano

con todos los resultados de su laborar y cuidar.

La derivación y la combinación ocupan la dimensión determinante en la

cosmogonía ancestral. Porque en su vivir y creer siempre se imponen la

jerarquía, la autoridad y el orden. A la vez emergen y operan en la creencia

ancestral la totalidad y la universalidad existencial como sucesos

primarios, decisivos y condicionantes. En la creencia mazahua, tal cual

fueron practicadas por mis ascendientes de ambos lados del género, el ser

humano no se considera la parte superior, consciente y dominante de las

existencias.

Según las reglas antiguas, la humanidad, es un contenido y componente

de la Naturaleza y el Universo. Se halla incrustada, anclada y clavada en

el seno de sus progenitores iniciales. A partir de esta premisa imperativa,

conforme a las ubicaciones en los territorios según los tiempos, los pueblos

indígenas generan su cosmogonía, sus mitos, su creencia y su forma de

pensar y saber. Solamente el laborar y el cuidar con que acceden, obtienen

y disponen los medios de subsistencia permiten las manifestaciones

culturales y las expresiones artísticas.

Para las colectividades mazahuas, el actuar y el hacer o el vivir y el

trabajar, son las fuentes generadoras de la cultura. Los procesos culturales

que siempre se externalizan en la memoria, la conciencia y en la razón

colectiva, son eventos que surgen y operan en total dependencia e

interacción con todo lo que existe. No hay algo que sea primero la idea, el

pensamiento y el saber, sino el movimiento y el desgaste de la energía

-17-


que en el fragor de la lucha por la vida y la subsistencia llegan a conformar

el pensar y el saber. Una vez establecidas las reglas de operación

existencial, en vez de tratar de capturar la cotidianidad y el devenir con un

cúmulo de pensamientos y conocimientos, se proceden a realizar en las

ocupaciones y las actividades económicas. Las reglas ancestrales no son

simples normas que prohíben ciertos comportamientos, sino imperativos

de ejecución inmediata en las labores.

Remover, revolver y escardar la tierra es la esencia del laborar en los

pueblos indígenas. En el contacto directo, cotidiano y permanente con el

suelo, el espacio, el territorio y la tierra surgen, se acumulan y se amplían

las reglas existenciales. En las producciones artesanales se operan en

forma consustanciada la estética, la axiología, la cosmogonía y la técnica.

Los pueblos indígenas son profundamente terrícolas, artistas, forestales y

naturalistas. Por eso, en forma persistente, afirman que SON PARTE de un

organismo gigante. En su existencia simple, sencilla y natural muestran

que el contexto general natural es un hervidero polibiótico, un proceso

universal y un sistema multimodal.

Con el ver, el oír, el vivir, el pensar y el creer de mis ascendientes que

únicamente hablan mazahua, a manera de una recreación de una práctica

en continuidad, condenso la cosmogonía mazahua. Mi abuelo Pedro y mi

abuela Manuela afirmaban que el pueblo-grupo establecido en los distintos

poblados de San Felipe del Progreso asumen que la vida es una CHJANZA

GUANSÁ JMURÚJI (mezcla, combinación y reunión) de todo lo que existe

(KO BÚBÚ), hay (KII) y están ahí (KÄRÄNU).

De todo cuanto existe y vive surge el ser humano como LENGE (planta o

flor) para levantarse y multiplicarse de MBEJE (insignificantes) a NØØ

JÑATJO (grandes que hablan). Para que el vivir acontezca con la vitalidad

orgánica, la salud sin afectaciones y el laborar sin desfases es fundamental

que KJIMI E MIZHIKJIMI (el ser supremo) actúe con la alternancia del día

y la noche con sus guías E JIARÚ (el sol) y ZANA (la luna). Solamente bajo

la guía de estas dos luminarias los mazahuas llegan a ser JÑIÑI (pueblo).

En la visión mazahua de la vida, por su condición imprescindible, REJE (el

agua) cumple una función esencial en siete procesos existenciales: la

formación, el surgimiento, el desarrollo, la expansión, la

diversificación, la multiplicación y la continuidad de la vida. PØJØ

JII (el baño, el riego y el bañar) son operaciones incesantes. La tierra, las

plantas, los animales y las piedras ejercen estos dos procedimientos en

-18-


forma cotidiana. Sin estos procesos de humectación, purificación,

aclimatación y de fertilización la vida entra a ser DYOTÚ (seco) y KIJIMI

(muerto). Primero emerge la languidez, la desnutrición, el debilitamiento,

la descomposición y llega a la muerte, la destrucción y la desaparición.

Para el pensar y el creer mazahua, la vida y los organismos completamente

concatenados, emergen de XØÑIJUMÚ (el Planeta, la Naturaleza), JUMÚ

(la tierra) y de XETE (la totalidad). El agua rodea y envuelve a XØÑIJUMÚ,

corre en su interior y sale a su exterior entre los poros, las ranuras y las

aberturas de RARØJØ (la roca) y RØJØ (la piedra). Por eso, para

CHJÚMBEÑE (ser alguien inteligente), es preciso acudir al monte donde

hay una piedra grande. Ante esta piedra, estando de rodillas, hay que

saludar a XØÑIJUMÚ como el progenitor que siempre vive y está presente.

Tocar la piedra grande con las dos manos significa enlazarse con el eje y

la columna que sostiene a la existencia. La piedra es NRODYE (el hueso)

que soporta MIMI (el estar y el vivir), MÚBÚ (la vida) y el crecer (TEE).

La vida, el existir y el vivir suceden con BANSA CHJANSA CHJANSÚ (la

mixtura y la mezcla) de todo lo que emerge del interior de XØÑIJUMÚ y lo

que procede de TJII (el exterior o afuera). Dentro de esta simbiosis

vivencial, las personas y la humanidad, forman B`EDYI (la familia) y todo

cuanto coexiste formando su ambiente y su contexto constituyen YO

B`EDYI (sus familiares).

ZAA (árbol) y TRE΄JE (monte), la cabellera de la tierra, llaman, generan y

distribuyen DYEB΄E (la lluvia) y REJE (el agua). Los YO UBI (animales) y

el ser humano dependen de cuatro existencias básicas: el espacio, el suelo,

la tierra y el territorio; la flora y la fauna o las existencias orgánicas; los

minerales, las piedras, las rocas, los cerros y lo firme o las existencias

inorgánicas; el agua, la lluvia, el granizo, la escarcha, la nieve, el hielo, el

fuego, el frío, la humedad, la luz y el calor. Todas estas existencias al

combinarse con los sucesos naturales universales ACONDICIONAN y

DELIMITAN el hábitat.

Los pueblos indígenas, en especial las comunidades mazahuas, consideran

que vivir significa estar PARADO como los árboles, FIRME como las rocas,

FRESCOS como el agua que fluye, IMPONENTES como los cerros y en

MOVIMIENTO como el aire. De lo contrario es caer en el infortunio, la

debilidad y en la desgracia. Los indígenas mazahuas, según me contaron

mis padres, son de tres formas: CHINZHI (enteros, íntegros, cabales y

rectos), CHANA (inquietos, avispados, paseantes y comunicativos) y MÄJÄ

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(alegres, simpáticos, animados, activos y acomedidos). Tales procederes

son visibles en sus interacciones cotidianas, sus actividades y en sus

relaciones extracomunitarias. Por eso, tanto en los medios rurales como

en las ciudades, nadie puede catalogar a los indígenas mazahuas de vagos,

inútiles, haraganes y de aprovechados.

Para las colectividades mazahuas, MÚBÚ (la vida), es ÑIJI (una vía) por

donde se transita en un constante MAGO (ir) y ËJË (venir). Tal suceso no

indica que existe la ciclicidad y la linealidad. Tampoco es la búsqueda del

equilibrio orgánico. Se trata de un proceso complejo y entramado dentro

del cual se accede, se obtiene y se dispone de los medios de subsistencia

cotidiana. El contexto general natural, en sus formas: la totalidad y la

globalidad, y, la particularidad y la localización, constituyen el hogar

siempre ofreciendo lo que se necesita para vivir, laborar y avanzar.

La vida en su fluir, al estar sujeta a las confrontaciones de las dos lejanías

que chocan: el pasado y el futuro en el presente o en el avance, al quedar

expuesta a los impactos de los eventos naturales universales y al hallarse

envuelta por los fenómenos meteorológicos intensos ENFRENTA cuatro

situaciones que requieren el vaciamiento, la limpieza, la purificación y la

restauración: (1) las toxicidades, los venenos, las radiaciones y las

contaminaciones que se ingieren en la comida y en la bebida; (2) las

dolencias, los malestares, los cansancios, las enfermedades y las tragedias

que atormentan al organismo y afectan a la salud; (3) las saturaciones,

las cauterizaciones, las opacidades y los amontonamientos de las ideas,

las doctrinas, las normas, los artificios, los formalismos, las banalidades y

las superficialidades por estar en una sociedad criminógena; (4) los vicios,

las descomposiciones, los prejuicios y los perjuicios.

Para acontecer el vaciamiento, la purificación y la restauración del

organismo, la salud y del ser en el estar conforme a la cosmogonía antigua,

la creencia primigenia y las reglas ancestrales se APLICAN la sabiduría, las

técnicas y los procedimientos que vienen desde el pasado remoto. Son los

conocimientos ancestrales que llegaron hasta la actualidad bajo tres

trascendencias: los territorios y las localizaciones, las generaciones y las

sucesiones, y, las civilizaciones y las culturas. La cosmogonía, la creencia,

las reglas y la sabiduría ancestrales en su aplicación milenaria demostraron

y demuestran su eficacia, pertinencia, utilidad y beneficios.

-20-


III

SISTEMA DE PURIFICACIÓN

TAA NANA KJUARMA SËË KJÜÜ SÚNGÚ CHII CHIJUE (padre, madre,

hermano, hermana, hijo e hija) conforman la globalidad orgánica

(CHINZHI). Esta unicidad orgánica, la familia como una colectividad

compleja, avanza a XÖRÄ (el mañana o el porvenir) efectuando una

constante y continuo B`ADYO KÄTÄ CHJINZI (purificar, lavar, limpiar y

sumergir). PØJØ JII (el baño y el bañar) constante es parte del vivir de las

comunidades y los pueblos originarios mazahuas y otomís. Sin la

purificación y sin la limpieza acontecen DAYANAJO`O (estoy mal, me

encuentro adolorido, siento malestares). Para hallarse, estar y vivir

NAJO`O (bien, mejor y adecuado), es imprescindible el baño, la limpieza

y la purificación. La purificación no es un acto iniciático y mágico, sino un

procedimiento cotidiano.

Para las personas, las familias y las comunidades mazahuas son

fundamentales cuatro procesos de purificación: (a) mantener, conservar y

sostener SETSI (la salud) con la higiene y el baño en agua frío o caliente;

(b) tener MÚBÚ KJII NZERO (el corazón, la sangre y el cuerpo) JOO KJOSÚ

NIJMI (sano, lleno y satisfecho) con la limpieza y el lavado en los

manantiales, los riachuelos, los ríos y en las lagunas; (c) conservar y

adquirir ZEZHI KUEE (la fuerza, la energía, la vitalidad y las destrezas)

para vivir y laborar bebiendo y bañándose con el agua; (d) JOGÚ KO

SODYE (sanar a los que están enfermos) con B`ICHA (baño de vapor).

Tales son las exigencias, los imperativos y las reglas ancestrales que

pautan el vivir. Sin la salud adecuada, sin el organismo sano y sin la

vitalidad física no existen el bienestar, el laborar y el saber.

Los baños de vapor, generalmente identificado con el temazcal, es

ampliamente divulgado tanto por los cronistas, los diferentes códices y por

las personas practicantes del curanderismo y el chamanismo. Los códices

Matritense, Florentino y Badiano y la Historia General de las Cosas de

Nueva España de Bernardino de Sahagún contienen abundantes

informaciones sobre los baños de vapor con fines curativos. La

combinación del agua caliente y las plantas constituyen la esencia de la

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medicina ancestral. El amplio conocimiento y la intensa utilización de las

plantas en la asistencia a la salud en los pueblos originarios siguen

operando en su forma antigua. La ciencia médica contemporánea, por la

persistencia de la sapiencia antigua y por el reconocimiento y la

autorización de la Organización Mundial de la Salud, utiliza la medicina

naturalista.

Para los pueblos originarios mazahuas, UN NDEJE YO TꞌEJE (el agua y los

bosques), son MÚBÚ (vida) que no permiten que haya en TSIJÑIÑI (la

comunidad) dos fenómenos malos: KIJIMI (la muerte) y OYOTÚ (la

sequedad). Cuando escasea el agua y comienzan a desaparecer los

bosques, en todos los territorios mazahuas, surge CHANA ÁXÁ (la

intranquilidad, la desesperación y el desosiego). Si la preocupación KÄTÄ

(entra o se introduce) en la comunidad, con toda seguridad, indica que

vienen DEYOMPA (tiempos de sequedad y momentos de inseguridad). Se

trata de la presencia y el paseo de la inseguridad alimentaria, la

disminución subsistencial y de la escasez nutricional. Para las

colectividades mazahuas, el uso del agua, es al mismo tiempo el cuidado

en su fuente origen, en sus afluencias y en sus caudales.

El uso del agua en forma tetradimensional: la alimentación-bebida, el

cultivo, la medicina y la construcción, aparte de ser amplio, es controlado,

dirigido y dosificado. La utilización racionalizada del agua entre los pueblos

y las comunidades mazahuas es una virtud, valor y tradición ancestral.

Quedan estrictamente prohibidos GUADÚ MBEZI PJODÚ (esparcir la tierra,

desperdiciar el agua y tirar el líquido) sin una finalidad y un destino

determinado. El agua por ser la fuente origen, la energía vitalizante y el

líquido conservante de la vida no puede ni debe desperdiciarse,

malutilizarse y contaminarse. POXKÚ (ennegrecer, ensuciar, contaminar y

descomponer) el agua se considera XÚTÚ XÚTRÚ (romper, golpear y

atacar) a MIMI (el estar, el ser, el vivir y el multiplicarse). El fluir de la vida

y la perpetuidad de la especie están asociadas completa y totalmente a los

brotes del agua.

REJE NU NDEJE (el agua) es OTRÚJE (el primero) en MÚBÚ (la vida) MIMI

(el estar) que sedimenta JÑONA SII (la comida y el beber), EME (el

plantar), TEE (el crecer) y CHJÚMBEÑE (el pensar bien). El agua no

simboliza, sino que expresa directamente TOXÚ TR`OXÚ (la pureza, la

blancura y la claridad). El mandato ancestral enseña que la vida y el vivir

siempre son D`ADYO (nuevo) por la alternancia cronológica de E JIARÚ (el

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sol) y de ZANA (la luna). En este proceso natural y planetario, REJE (el

agua), puede emerger y presentarse caliente, herviente, vapor, frío,

templado o congelado cumpliendo en cada forma y etapa la misión de

JOGÚ (curar, sanar y restaurar) el organismo por ser ÑECHJE (medicina y

medicamento).

Conforme a las prácticas de CHEZHI (criar) y JOGÚ (curar) de mi abuela y

de mi abuelo se usa PARE (agua caliente) en B`ICHA (baño de vapor). El

uso del agua en vaporización y evaporación suceden de siete formas:

1.- Quemar las piedras del río hasta que adquieran el color rojo

incandescente y colocar en el centro de una habitación donde se hallan

extendidas las ramas de arbustos, hierbas y árboles. Allí se echan cántaros

de agua frío. Inmediatamente se levanta el vapor diseminando la fragancia

de las plantas y las hierbas que se respiran y se inhalan por un

determinado tiempo estando sentados. Esta operación es denominada

temazcal. Es una práctica común en todos los pueblos originarios. Según

las comunidades nativas tienen la virtud de curar una multiplicidad de

dolencias, malestares y hasta enfermedades.

2.- Hervir el agua de una laguna o de un pozo en una NZHAJMÚ (cazuela)

y poner una piedra negra. Luego añadir varias hierbas aromáticas hasta

que los olores combinados se extiendan por toda la NGUMÚ (casa, hogar).

Este procedimiento se realiza con la finalidad de quitar la humedad, el

hedor, la fetidez y ahuyentar a las plagas. ÁTE (curanderos, brujos,

hechiceros) consideran como un procedimiento para alejar la mala suerte,

las envidias, las enemistades, las penurias, las incomodidades, las

dificultades, los peligros y los conflictos intrafamiliares. Para las mujeres

mazahuas se trata únicamente de un acto de APJÚ (extraer) KJEXICHJE

(musgos), GUEE (pestes y hedor), KJÖTÄ (chiqueros), CHØNTÚ

(descomposiciones), DYOXÚ (gusanos, bichos), UBI (insectos) e YARÚ

(tizne). Se trata de la prevención y la precaución contra las enfermedades

y las epidemias con la higiene, la vaporización y la aromatización de la

casa.

3.- Rellenar XALO (tarro) con agua hirviendo y colocar entre las piernas de

una mujer embarazada. Ella debe estar de cuclillas para que el vapor

humedezca todo el aparato genital y la cadera. Luego CHJINZI (limpiar)

con un manojo de PJIÑO (hierba). Después se seca con un trapo limpio.

Esta práctica persigue tres objetivos: la embarazada no debe tener dolores

que ponen en peligro su salud; el aparato genital femenino tiene que estar

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limpio para el parto; el parir (DYORÚ) debe acontecer sin CHANA

(intranquilidad). Con este proceder las parteras mazahuas conceden

ZEZHI KUEE (fuerza, valor y resistencia) a las mujeres que están por dar

a luz a un nuevo ser humano.

4.- Se hierven el agua del río, la laguna y de un manantial con 14 tipos de

hierbas medicinales en una SÁBÁ (olla). Luego se coloca a un niño recién

nacido o lactante en TR`ORÚ (cama). En sus cuatro lados se ponen

cántaros rellenados con el agua hervido. Durante una hora el vapor

aromatiza el espacio mediante KÄTÄ (introducción) de energías

fortificantes y JÑÚMÚ (expulsión) de malos olores, las descomposiciones y

de las alimañas. Este proceder significa proteger a la niñez y a la infancia

no con la aromaterapia, sino con el lavar (B`EDYE) y el limpiar (CHJINZI)

de los espacios donde juegan, comen y duermen. Para las comunidades

mazahuas no basta el baño, la limpieza y la higiene del cuerpo de los niños

y de las niñas.

5.- En una tinaja grande se hierven el agua del río y del manantial echando

14 hierbas aromáticas y medicinales trituradas. Luego se rellenan BÁRÚ

(cántaros) con orificios en el cuello y se ponen en el centro de un cuarto

en donde se hallan varias personas adultos mayores. Por 30 minutos

inhalan el vapor aromatizado. Luego levantan los cántaros y se echan el

agua caliente. Se trata del baño especial que CHJOTÚ (elimina) el

cansancio, la fatiga, los dolores, los espasmos, el miedo y la

desesperación. Son las formas de expulsar las diversas afectaciones

mentales, psicológicas y racionales. Las colectividades mazahuas prestan

seria atención a la pureza y la sanidad mental.

6.- Se hierve el agua en una caldera o perol con 17 tipos de hierbas

mezcladas entre silvestres y cultivadas. La caldera o el perol se hallan

conectados a un cuarto especial que caben un máximo 8 personas. Por

algunos orificios en la pared o a través de un embudo se desparrama el

vapor, el aroma y el calor. Las personas que reciben este baño sauna

pueden estar en el espacio acondicionado por el tiempo en que su

organismo aguanta el vapor y el calor. Quienes se encuentran desnutridos

o con anemia pronto sienten náuseas, vértigos, desmayos y hasta vómitos.

Tales personas reciben la asistencia inmediata de las purificadoras y las

animadoras. Una vez llevadas al exterior son limpiadas con una bola de

hierbas agrias, aromas fuertes y humedecidas con el agua frío. Las

personas que llegan a bañarse en este tipo de purificación y limpieza, con

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el fin de reponer las energías gastadas por las toxicidades expulsadas,

tienen que consumir un caldo de carnero o el consomé de gallina criolla.

Otro forma de restituir la vitalidad orgánica es comiendo las verduras o las

hortalizas combinando con las frutas y los cereales.

7.- Una olla grande de barro se rellenan con agua y hierbas de 8 lugares

diferentes. Se dejan reposar y serenar por una noche completa. Al día

siguiente antes de salir el sol se hierve. Cuando la fragancia de las hierbas

comienza a diseminarse se lleva la olla al cuarto o al espacio donde un

enfermo se encuentra recostado. Cerca de sus pies se coloca la olla y por

una hora tiene que vaporizar el lugar. De esta manera el enfermo recibe

efluvios que fortifican su organismo y reaniman su condición psíquica. Vista

desde las creencias no nativas mazahuas, este tipo de baño, puede

apreciarse como una práctica chamánica, hechicera o mágica. El PJÚMPA

(vapor), el PABÚ (calor) y el B`EDYE (mojar y humedecer) por el JÑUMÚ

(fogón) aplicado a SEREJE (agua frío) es una operación ancestral milenaria

para conservarse en salud, vitalidad y en desarrollo.

Las 7 formas de baño con vapor, agua caliente y con hierbas no fueron ni

son eventos hechiceros, pero sí médicos y profilácticos. JÑATRJO JÑATJO

(mazahua) como persona, pueblo y comunidad desde sus orígenes en

continuidad realiza un incesante CHJINSI MBADÚ MBECHE (limpiar,

purificar y lavar) no solamente su cuerpo, sino también su hogar, el

espacio en que come y duerme y el lugar en donde cría su descendencia.

Porque sin la higiene, la pureza y la limpieza no existen NAJO`O SIYA ÑIJI

ZEZHI KUEE SETSI MÚBÚ MIMI (el bien, el amor, el camino, la fuerza, la

salud, la vida y el estar). Vivir y estar entero (CHINSHI) o el recibir XETE

(todo) se encuentran en el baño constante con el agua caliente y el vapor

mezclado con las hierbas. El vapor en sus tres formas: la neblina, los gases

y la evaporación del agua, dentro del pueblo originario mazahua tiene un

rol especial. El baño con la neblina en los desplazamientos hacia las milpas

es considerada de gran valor gratificante.

El baño en SEREJE (agua frío) sucede en el río o rellenando algunas tinas.

La NZHIXU (mujer) se baña en el río de tres maneras: (a) lavando las

indumentarias como parte de la limpieza general; (b) dejándose caer cual

regadera en las caídas, las cascadas y los saltos de agua en horarios

diferentes; (c) sumergiéndose en los diques naturales. Cuando quiere

XÚTÚ XÚTRÚ MBÁRÁ (romper, destruir y eliminar) las preocupaciones, los

malestares, el cansancio, el aburrimiento, el desaliento y las dolencias

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diversas acude al manantial donde con XIJMO (jícara) se echa el agua por

varios minutos. Una vez purificada y lavada vuelve a su casa por YO T`EJE

(los bosques) o por T`EJE TR`EJE (el monte). Entrar en los bosques y en

los montes significa desplegar la consonancia, la vibración y la armonía

con la multiplicidad biótica. Es compenetrarse con la flora y la fauna que

gozan de la humedad, el calor, el vapor y del rocío.

Según la cosmogonía mazahua, los tipos de baños con sus variantes y

modalidades, constituyen cuatro formas de vivir en armonía con el XETE

(todo) AJUMÚ XØÑIJUMÚ (en la tierra y en el Planeta):

a.- Todo lo que existe concurre, confluye y conforma la globalidad y la

universalidad existencial. Es el orden y la jerarquía en la Naturaleza que

indican la no existencia de excluidos y discriminados; porque los

organismos, las cosas y los cuerpos inorgánicos forman la comunidad

multiforme y la colectividad plurifuncional. La materia orgánica e

inorgánica existentes y presentes en la vida genera las aglomeraciones,

las coexistencias y las coparticipaciones.

b.- Los seres vivos (humanos, animales, microorganismos y plantas) son

dependientes de que lo existe y contiene la Naturaleza. Para vivir y

perpetuarse necesitan atender tres condiciones: la alimentación, la

seguridad y el abrigo. Por lo tanto, el ser humano por considerarse

inteligente, tiene que mantener en integridad y armonía su contexto

general natural y el medio y las circunstancias que los envuelven.

c.- La autopurificación de la Naturaleza y la autorestauración de la

comunidad biótica son las pautas para que la humanidad viva en la

corresponsabilidad total.

d.- El agua es el medio que integra, armoniza y compacta permanente y

totalmente con la Naturaleza. Toda forma de vida y existencia se hallan

vinculadas al destino del agua. Cualquier proceso y acto que contamina,

desperdicia y envenena al agua es la maldad imperdonable.

Para el pueblo mazahua, EL AGUA, es el recurso natural sagrado. Su

cuidado, su uso y resguardo para su abundancia son actos y

procedimientos constantes. Quienes piensan y afirman que no es

fundamental para CHÁJÁ (sostenerse) desconocen que el agua es KJII

NJEJE YO MÚBÚ (la sangre, el alma y el corazón) de un JÑIÑI (pueblo). El

agua además es pureza, blancura y, sobre todo, MBATÚ (el amanecer) que

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lleva a ser MÄNDA (gigante) y NØØ (grande). Con el agua se elimina y se

disipa KOSODYE (el estar enfermo). Por eso, la ceremonia del agua, es

la tradición mayor de las comunidades mazahuas. Otras festividades,

ceremonias y ritos que registran los estudiosos tienen importancia

secundaria (Jacques Soustelle, La familia otomí-pame del México central;

Jerónimo de Alcalá, Relación de las ceremonias y ritos y población y

gobernación de los Indios de la Provincia de Mechuacán; Claudia Espejel

Carbajal, La justicia y el fuego. Dos claves para leer la Relación de

Michoacán; Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las

grandezas de la Nueva España; Francisco Icaza Dufour, El Altar de Dolores.

Una tradición mexicana; Alonso de Molina, Vocabulario en lengua

castellana y mexicana; Johanna Broda, Cosmovisión, ritual e identidad de

los pueblos indígenas de México; J. Galinier, La mitad del mundo: cuerpo

y cosmos en los rituales otomíes; Blas Joaquín Sánchez, Estudio histórico

de la zona mazahua; Eduardo Andrés, La ley de las costumbres en los

indígenas mazahuas; Guadalupe Vargas Montero, La cosmovisión de los

pueblos indígenas; Mario Colin, Instantáneas sobre los mazahuas; Mariëtte

D. Haan, El aprendizaje como práctica cultural: cómo aprenden los niños

en una comunidad mazahua mexicana; Max Jardow-Pedersen, Música en

la tierra mazahua).

Sobre la ceremonia del agua entre los pueblos, las comunidades y las

colectividades mazahuas no existen referencias antiguas. Los únicos

estudios que afirman sobre la festividad, el rito y la ceremonia del agua

son A. Iwaska (Purgatorio y utopía, una aldea de los indígenas mazahuas),

Clemente De la Cruz (Menye, el espíritu del agua y la laguna en la historia

propia de un pueblo mazahua, San Pedro de los Baños, Ixtlahuaca, México

1936-2014), Juan Emeterio Ponciano y Otros (El sistema de cargos en San

Antonio de las Huertas como instancia integradora de la vida social) y A.

Copitzy Gómez (Agua y desigualdad social: el caso de los indígenas

mazahuas en México). Aparte de los datos que proporcionan estas

investigaciones, en el ambiente coloquial y hasta académico, pululan las

informaciones sin valor.

Entender NE MENZHE (la esencia, el espíritu y la sustancia) del agua es

inseparable de NE MEJOMU (el eje y la esencia de la Naturaleza y la tierra).

El cuidado y el respeto al agua, así como la limpieza y la purificación con

el agua, en los pueblos y las comunidades mazahuas son acontecimientos

cuyo origen se pierde en el túnel de los tiempos. Desde el pasado lejano

que es imposible situar el tiempo y el espacio preciso en que surge la

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tradición ancestral de rendir el tributo, el saludo y el festejo al agua, a

pesar de las periódicas relocalizaciones del pueblo mazahua, se viene

realizando el día de la identificación con el agua. Se trata de un rito especial

en que la comunidad que conoce y asimila NE MENZHE celebra una fiesta.

Las comunidades mazahuas en la actualidad reconocen al mes de agosto

como la fecha y el momento de la celebración. Según los relatos de mi

abuelo Pedro y mi abuela Manuela, varias comunidades y diversos

poblados del Municipio de San Felipe del Progreso, cuando aparecen las

primeras mazorcas del maíz sembrado acuden a un manantial. Llevan

flores, guisados, hierbas y diversos tipos de frutos que colocan formando

la media luna alrededor de la fuente en que sale el agua.

Cantando y caminando en forma serpenteada reciben todos los acudientes

y presentes tres tipos de contacto con el agua: (a) la nuca de cada

participante queda mojada; (b) todos y todas beben el agua que sale

llenando un tarro de barro; (c) toda la concurrencia formando una fila

recogen el agua que sale con sus dos manos y corren para tirar a las

hierbas y los matorrales. Las personas mayores, generalmente quienes

superan los 75 años sean varones y mujeres, efectúan la aspersión con

una bola de hierbas amargas. Toda la comunidad presente queda

humectada. Este procedimiento puede admitirse como el proceso de

purificación en una catarsis colectiva con la finalidad de proseguir con una

tradición ancestral. Es el único día en que JÑIÑI (el pueblo) con el XIKO

(le digo yo) adquiere la resonancia, la consonancia y la armonía con la

Naturaleza y el Universo a través del agua. Es la purificación comunitaria.

Es la limpieza colectiva. Es la consolidación de la conciencia, la memoria y

de la simbología ancestral siempre operante.

El rito y la ceremonia del agua persigue cuatro finalidades: (a) el

recordatorio de la procedencia del ser humano; (b) el movimiento

incesante de la vida; (c) el fluir constante del ser que existe en armonía e

integrado con la Naturaleza; (d) la pureza del organismo para que se

mantenga y se multiplique sin alteraciones severas. Esta es la forma en

que las comunidades mazahuas rinden respeto, cuidado y dignificación a

la fuente de la vida. No cumplir con CHJINZI JII B`EDYE MBECHE significa

hallarse SODYE o KO SODYE. A la vez implica no avanzar, no ver y no

vislumbrar MBATÚ. Solamente con la purificación y la limpieza se accede

a JOO. Este proceder ancestral, esta aplicación de las reglas antiguas y

este evento tradicional puede denominarse la creencia, la religiosidad y la

espiritualidad mazahua. Según las informaciones comunicadas por mis

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abuelos paternos, ser mazahua, es vivir la vida en alta movilidad. En forma

reiterada afirmaban que la guía del vivir está en los venados. Estos

animales son veloces, siempre andan alertas, toman el agua mirando a su

alrededor y comen las hierbas en sitios selectos. La esbeltez, la pulcritud

y la perspicacia caracterizan a los venados.

La pureza, la dignidad, la certeza y la pulcritud se alcanzan con el baño en

agua vaporizante y en agua frío. La gratitud a la fuente de la vida se realiza

una sola vez al año. A este gran evento se llega efectuando las

purificaciones y las limpiezas periódicas. Todas las mujeres, todas las

infancias y todos los varones deben estar libres de prejuicios,

aturdimientos, vacilaciones, deseos insanos, pensamientos negros y de

comportamientos dañinos. El día del agua, el momento de la purificación

general y el tiempo de la gratitud aglutinada deben suceder en la absoluta

serenidad y en la completa armonía. De lo contrario existe el presagio de

que vendrá DEYOMPA CHANA SONTE ZE (los tiempos de sequedad y

hambre, la intranquilidad y la desesperación, la presencia de las personas

malas y la vejez prematura).

Con la ceremonia y el rito del agua se expulsan del cuerpo, el hogar y de

la comunidad cuatro tipos de males que son recurrentes: (a) las carencias

y las penurias o la inseguridad en la obtención de los medios de

subsistencia; (b) las dolencias, los malestares y las enfermedades; (c) las

enemistades, las envidias, las exclusiones y las discriminaciones; (d) las

expulsiones, las dispersiones y los confinamientos. Los pueblos y las

comunidades mazahuas, con la purificación en el agua y con el agua,

logran prevalecer la vida sobre la muerte. La vida es un fluir eterno, pero

la muerte es un progresivo suceso de apoderamiento del organismo por

un agente patógeno procedente del exterior. Al llegar el momento del

engullimiento total se manifiesta como un acto único de cubrir con la

oscuridad a la existencia.

El agua por surgir y salir de las profundidades de la tierra, la Naturaleza y

del Planeta contiene la esencia y la sustancia del vivir. Con su fluir, su

caudal y su mutar permite la continuidad de las coexistencias y de las

codependencias de los organismos siempre anclados a los cuerpos

inorgánicos. Los ecosistemas, las biocenosis y los biotopos subsisten,

aparecen y se diversifican con el agua. Esta es la cosmogonía mazahua.

Tratar de explicar el rito y la ceremonia del agua a través del sistema de

cargos, las cofradías, las mayordomías y las fiestas patronales es

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desconocer completamente la creencia, el pensar y el conocer ancestral

mazahua. Con el rito, la celebración y la ceremonia del agua, en la creencia

mazahua, se penetra en los secretos de la totalidad. Para llegar al SER

ABSOLUTO QUE SIEMPRE ESTÁ PRESENTE hay que dejar que el agua siga

concediendo la humedad, la fluidez, la fertilidad, la pureza y la blandura.

Para las comunidades mazahuas, surgir de la oscuridad y de la

profundidad, es venir de la lejanía y la cercanía que se combinan tanto en

la formación como en el desarrollo del ser. Estar en la luz implica resistir

los embates del cruzamiento de todas las partículas, las sustancias y de

los microorganismos que pululan en la corteza terrestre, la atmósfera y en

la superficie. Para que este cruzamiento no descomponga, destruya y

desaparezca la existencia y el vivir en salud plena se tiene como medicina,

alimento y protección a la purificación en el, por el y con el agua. La

incomprensión de este proceder esencial en la vida significa vivir saturados

con el humo, el tizne, el hollín y la negrura que salen y se forman en los

hogares, las fábricas, las ciudades, los corrales y de los mercados. La no

purificarse implica aceptar que la negrura, la basura y la contaminación se

apoderen del organismo causando y diseminando las descomposiciones,

las degeneraciones y los desmembramientos. No limpiar conlleva

someterse a las operaciones diversas de la muerte. Purificarse y limpiar

son procedimientos antiguos, ancestrales y comunitarios que externan la

higiene y la pureza particular y general.

El agua es el espejo de la humanidad. El fluir o la acumulación del agua

expuesta a los rayos solares permite que la persona vea su rostro en la

fuente origen de la vida. En el rito y la ceremonia del agua, las personas

presentes, por tradición y costumbre no piden la lluvia para que haya

buenas cosechas, sino que la fuente por donde sale de las profundidades

no se cierre ni se tape. La razón es simple: MBESE PESE MBEDYE (nacer,

brotar y salir) sustenta TEE TEGO (el crecer y el desarrollo). Si la fuente

queda ocultada, tapada, cerrada y escondida no existe la evaporación y

sin ésta no hay precipitación. El rito y la ceremonia del agua son

precisamente para que los procesos de mutación del agua sigan ocurriendo

sin alteraciones y sin demoras.

Quienes no entienden este sencillo proceso y acontecimiento natural

planetario jamás podrán comprender la cosmogonía mazahua. Los

manantiales, las fuentes y las ciénagas son ranuras y rendijas por donde

salen y brotan el agua para que en la superficie terrestre acontezcan cuatro

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eventos naturales de gran beneficio: (a) la compactación de las rocas, las

piedras y los cerros con la vegetación; (b) la acumulación y el fluir del agua

según las topografías y las orografías; (c) la conservación y la

multiplicación diversificada de los organismos; (d) la generación y la

proliferación de los medios de subsistencia. Si la fuente dotante del agua

quedase cerrada, sin duda, la vida entraría a languidecer y desecarse.

La comunidad y el pueblo mazahua, a fin de que la ranura por el que sale

el agua no se cierre, efectúan cuatro movimientos que fueron realizados y

establecidos en la antigüedad: (a) la caminata multitudinaria desde el

poblado hasta la fuente que brota; (b) la invocación a la fuerza y la energía

que dejan brotar al agua; (c) el diálogo comunitario con la fuente de la

vida; (d) la purificación general y especial colectiva. Estos son los actos,

los procesos y los sucesos de las comunidades mazahuas para mostrar que

el agua es imprescindible en la existencia, la vida y en el progreso. Para

que el agua siga siendo el elemento, el componente y el contenido de la

Naturaleza y el Universo generante y conservante de la vida se procede a

invocar al Dador de vida y sostén.

Para el pueblo mazahua, cuidar el agua, no consiste en evitar las fugas y

los desplazamientos hacia otros lugares. Cuidar el agua significa

proteger las ranuras y las rendijas por donde sale, emerge y surge

para diseminarse en el exterior. Por esa razón procura, a través de una

ceremonia y rito especial, mantener abierta la fuente que conecta el

exterior con el interior de donde procede el agua. Esta acción básica queda

relegada en la actualidad. Las múltiples ceremonias, fiestas, celebraciones

y ritos sincretizados que acontecen en la vida contemporánea desdicen

total y completamente la esencia de la cosmogonía mazahua. Para las

colectividades mazahuas, el agua y el sol, tienen que brillan sin cesar y sin

taparse; porque en sus interacciones están la existencia y la permanencia

de la vida.

Mezclar el agua con la tierra es un aspecto importante en la creencia de

las comunidades mazahuas. No es únicamente el proceso de labrar la tierra

o de cultivar los medios de subsistencia, sino también de efectuar las

diferentes construcciones que posibilitan las mejores condiciones y niveles

de vida. En esta mezcla se puede percibir y observar cómo lo que sale del

interior o de las profundidades, una vez dispersado y en fluir sin

impedimentos, vuelve y retorna al interior. La superficie al mostrar la

salida y la entrada como una conexión entre lo externo y lo interno señala

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su condición: está llena de porosidades, aberturas y filtros. Con este

suceso se aprecia que la Naturaleza, la tierra y el Planeta absorben y

expelen las sustancias, los líquidos, las segregaciones y las excreciones

que pueden ser dañinas, peligrosas, malignas o benéficas, gratificantes y

saludables.

Cuando las personas y las familias mazahuas afirman: la tierra habla y

clama, en un sujetarse a las reglas ancestrales, mencionan que todo lo que

existe y conforma su entorno es un gran organismo. Dentro de este gigante

organismo, todas las formas de vida y existencia, con el agua adquieren

una fisonomía reluciente, bella, grotesca y hasta deforme. No hay

existencia o ser que no sea empapado con el agua. Su permanencia, su

utilidad, su diversidad y su reproducción dependen del agua. La estructura

total de la vida se encuentra sumergida en el agua y llega a externarse

según los espacios territoriales de localización. En cada lugar en que la

vida se manifiesta aglutinada, el agua, es el elemento compactante y

protector.

No hagamos daño al agua. No ensuciemos el agua. No destruyamos los

manantiales. No estropeemos las fuentes que brotan. Son las cuatro

prohibiciones de las comunidades mazahuas. Son los mandatos

ancestrales que vienen desde tiempos inmemoriales. Son las normas que

rigen la vida colectiva mazahua. Cumplir estas reglas antiguas, pero

actuales significa realizar tres órdenes afirmativas: respetar a la fuente de

la vida; cuidar la Naturaleza dadora del sostén cotidiano; purificarse

siempre. La última afirmación es la base de la salud, el buen vivir y del

estar sin afectaciones. El progreso, el avance y el mejoramiento se dan

únicamente cuando la salud es plena, la vitalidad orgánica es continua y la

sanidad del cuerpo es constante. La higiene intensa, permanente y global

es la exigencia prioritaria. La limpieza, la pureza y la pulcritud son las

condiciones para que la vida siga fluyendo sin alteraciones y sin

reducciones. La obtención de los medios de subsistencia es posible cuando

el sistema de purificación se halla en consonancia con el sistema de

humedad general.

Los baños ante el sol y frente a la luna son importantes en la tradición

ancestral mazahua. La purificación ante el sol ocurre al rayar el alba o al

ocultarse el sol. Son los momentos en que el ser humano se encuentra

aturdido por las preocupaciones existenciales. Estas preocupaciones que

son trabas, obstáculos e impedimentos para el desarrollo, el progreso y el

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mejoramiento tienen que ser quitados, eliminados y disipados. Cuando

alguien queda atrapado por las dificultades, los malestares y las

enfermedades realiza la limpieza y la purificación al medio día. Es el

momento ideal para que el agua, el vapor y los rayos solares al mezclarse

penetren en el organismo atrapando y extrayendo los corpúsculos y las

radiaciones que ocasionan la descomposición, la pérdida de la vitalidad y

enrumban hacia la muerte.

Quienes efectúan los baños frente a la luna son las mujeres que se

encuentran en una o en todas las cuatro condiciones anómalas: (a) las que

padecen la infertilidad congénita o por causas pasajeras; (b) la necesidad

de hallar un marido responsable y generoso; (c) las que sufren constantes

achaques, malestares y dolores en su organismo; (d) las que anhelan y

desean una larga vida sin sufrimientos. El baño tiene que realizarse en el

patio de la casa a media noche en la luna llena o creciente. Para el baño

es forzoso el uso de 24 hierbas recolectadas durante el día en siete lugares:

el monte, los manantiales, la milpa, los pastizales, el huerto, los barrancos

y las cercanías de los cementerios. Estas hierbas tienen que hervirse en

una olla grande de barro. El baño es asistido y controlado por una ÀTE

(curandera), quien, según las condiciones físicas de la que se purifica,

indica la forma y el tiempo en que debe realizarse.

Existe un baño especial para los adultos mayores que padecen la

esquizofrenia, la arterioesclerosis y la bipolaridad. Tiene que extraerse la

esencia de 17 hierbas, de los cuales 9 deben ser comestibles, 4 amargas

y el resto dulces. Al agua herviente en una cacerola que se coloca en el

centro de una habitación, una vez que la persona enferma se sienta en

una piedra o en ladrillo de barro cocido, se añaden las esencias en forma

contigua: primero las dulces, luego las comestibles y finalmente las

amargas. Este baño acontece cuando el sol se encuentra en su máxima

iluminación, generalmente sucede entre la 1 y las 3 de la tarde. El

curandero o la curandera echan jicarazos de agua mezclado con las

esencias empezando en la cabeza y terminando en la rodilla. Durante el

baño se exige que deben respirar y transpirar con fuerza. El ritmo de la

respiración que oscila entre lento y rápido es básico para que el organismo

entre a un reacomodo y reacondicionamiento que posibilita superar el

padecimiento.

La purificación y la limpieza son eventos asistidos, controlados, vigilados y

dosificados según las condiciones orgánicas de quienes requieren para

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estar en salud y en vitalidad. Para esta labor de asistencia y atención a la

salud de las comunidades mazahuas, según la transmisión de mi abuela y

mi abuelo, es fundamental el uso de los utensilios de barro. Los utensilios

usados varían según los tipos de baños: individual, familiar y colectivo o

conforme a los padecimientos recurrentes. Los espacios en que deben

realizarse los baños son importantes, porque cada territorio enlaza de una

manera concreta con las fuerzas y las energías naturales universales.

Durante el baño quedan correlacionadas y concatenadas las dimensiones:

la lejanía y la cercanía, el interior y el exterior, lo alto y lo bajo, lo profundo

y lo amplio, el abajo y el arriba y lo natural y lo intangible del fluir de la

vida. Con los baños en y con el agua caliente o frío se produce un fenómeno

que se llama MBATÚ: el brinco al nuevo día que puede ser un nivel nuevo,

una dimensión nueva, una etapa nueva o un ámbito nuevo de la existencia.

El mañana, el porvenir y el futuro en la cosmogonía mazahua no son

eventos que hay que esperar, sino un proceso-suceso que debe irse

preparando y construyendo. Llegar al nuevo día significa trascender y

superar las contrariedades existenciales aquí y ahora. Sin esta visión de la

vida es imposible asir el rumbo del progreso. El progreso y el buen vivir no

son consecuencias y resultados de la destrucción de los seres que existen

en la Naturaleza ni en la pulverización de la existencia inorgánica. Está en

el vivir integrado y armonizado con todo lo que existe. Para esto es preciso

que la fuente de la vida, el agua, siga brotando de las profundidades de la

tierra y sea utilizado sin contaminaciones.

Una condición insustituible para el vivir bien está en la purificación

constante como personas y comunidades. El sistema de purificación

ancestral está compaginado con el sol, las estrellas, las plantas, los cerros,

los animales, las rocas, el viento, la tierra, el rayo, la lluvia, la arena, las

piedras, los minerales, el fuego, el frío, el calor, la noche y el día como las

fuerzas y las energías globales vivificantes. A estas fuerzas y energías

naturales universales se rinden la gratitud, el respeto, el tributo y las

plegarias. Todas las fuerzas y las energías cósmicas, globales y universales

son concedentes, portadoras y otorgantes del vigor orgánico, la fecundidad

y de la prosperidad. Por eso el pueblo mazahua ama, venera e invoca.

Todas las energías y las fuerzas naturales universales y planetarias se

manifiestan como la presencia del poder total y la unidad sagrada a través

del agua. Con la purificación se prosigue en la conservación y la

proliferación del aliento y la armonía recibiendo la fuerza, el poder y el

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sustento de manera constante. La unidad y la multiplicidad existencial son

la afluencia de la vida para que el ser humano siempre se halle a tono con

su medio ambiente. En este proceso, el agua, es el único mecanismo y

elemento que vincula con los demás seres y con toda la materia. Si alguien

no entiende esta verdad, a pesar que puede representar a las instituciones

milenarias, no podrá ni puede ofrecer la senda del bienestar ni el camino

a la abundancia.

La purificación y la limpieza mazahua no son para alejar y apartar lo que

se considera moralmente impuro, pero sí tiene finalidades homeopáticas y

profilácticas. Por vivir en un territorio, lugar y geografía que ya no otorgan

protección ni libre acceso a los medios de subsistencia, con el propósito de

seguir abrazados a la Naturaleza efectúan una variedad de ritos y

ceremonias. El rito y la fiesta del agua persiguen que las desgracias, las

calamidades, las desdichas y los infortunios queden eliminados de los

pueblos y las comunidades mazahuas. El sistema mazahua de purificación

y limpieza es la aplicación colectiva de la autopurificación y la

autorestauración de la Naturaleza con los diversos acontecimientos

naturales impredecibles e incontrolables.

Para la purificación y la limpieza con el agua caliente, el vapor y la

humectación calorosa se usan los utensilios de barro. Se trata de las ollas,

los jarrones, las calderas, las cacerolas, las cazuelas, las teteras, los

infusores y los tinacos. Cada uno de estos utensilios es elaborado,

fabricado y hecho por encargo. Cada familia que practica alguna forma de

purificación ancestral con el agua caliente, a los fabricantes de los

utensilios de barro, ordenan incrustar algunas figuras que las distinguen

de otras. A la vez la forma y el tamaño son precisados según los usos a

darse.

En la tradición familiar a la que pertenezco, catorce generaciones en

continuidad constante, por su ubicación en la parte central de la cultura

mazahua en el Estado de México, con la finalidad de conservar la práctica

antigua ancestral siempre con los alfareros de San Pedro El Alto, Chalma

o de Ixtlahuaca mandaban elaborar los utensilios. Durante mi infancia y la

adolescencia pude conocer algunos utensilios usados durante el baño de

vapor y la purificación. Eran los instrumentos extremadamente cuidados,

intensamente usados, estrictamente orientados y altamente apreciados

por mis ancestros y ascendientes. Estos utensilios, instrumentos y

herramientas del sistema de purificación eran prohibidos tocar para los

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niños y las niñas. Se guardaban en la parte escondida del hogar y

únicamente se podían verse durante su uso. Cuando son nuevos se

efectúan las curaciones: se queman maíz con algunas hierbas. En caso de

que se rompen quedan enterrados en alguna parte de la milpa. A

continuación se insertan siete tipos de utensilios de barro.

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La caldera se usa exclusivamente para la purificación colectiva con el baño

de vapor. No reemplaza ni sustituye al temazcal. La diferencia radica en

cuatro eventos: (a) se hierve el agua con las plantas, las flores, las raíces,

los frutos y las hierbas directamente en la caldera; (b) no se usan las

piedras incandescentes; (c) el lugar de la caldera es completamente

abierto; (c) el cuarto de la purificación es cerrado que tiene una entrada

por una puerta. El vapor llega a medida que va hirviendo el agua mezclado

con la vegetación. Los tipos de las hierbas, las plantas y las flores se usan

según las familias y las colectividades que buscan purificarse. La

purificación procede no cuando las personas y las familias padecen algún

malestar o enfermedad, sino en el momento en que se decide energizarse,

desintoxicarse y humectarse. De esa manera con la higiene y la limpieza

se previenen y se protegen.

El uso de los utensilios es responsabilidad de las personas adultas y con

las destrezas depuradoras, purificadoras y sanadoras. Las personas

encargadas de la purificación manejan no solamente la sabiduría, los

conocimientos y las técnicas ancestrales de asistencia a la salud, sino

también las reglas de conducción y acompañamiento de las comunidades.

Además tienen que saber operar cuatro procedimientos antiguos: (a)

dosificar la cantidad, la intensidad y la densidad de las hierbas, las plantas,

las flores, los frutos y de las raíces; (b) controlar la circulación del vapor y

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del calor; (c) disipar los malos olores, el humo y los ruidos; (d) calcular los

tiempos de permanencia de cada individuo en purificación en el cuarto del

baño de vapor. Estas son las reglas ancestrales que no se pueden olvidar,

desdeñar y menos alterar. Si algunas personas diferentes a la comunidad

mazahua intentan efectuar la purificación usando los utensilios mostrados

en los dibujos, por desconocer las propiedades insertadas al momento de

su elaboración, pueden causar daños y perjuicios severos en el organismo.

Para la purificación es fundamental, por mandato ancestral y conforme a

la cosmogonía antigua, un amplio conocimiento de la anatomía, la fisiología

y de la osteología. Sin dichos conocimientos es imposible suministrar la

purificación ancestral. Si bien los conocimientos del organismo no son

según las nominaciones científicas de las ciencias de la salud actual, en su

mayoría de las consideraciones, son precisas y responden a las condiciones

existenciales de las comunidades que siguen la tradición ancestral. La

práctica seglar y milenaria del sistema de purificación con el agua caliente,

el vapor y la humedad son sucesos sistemáticos en las comunidades y los

pueblos mazahuas. La parte del organismo que merece la atención, el

cuidado y la purificación sistemática es el corazón. La razón es única: es

la laguna roja y la fuente carmesí del ser en el estar para que todo el

cuerpo se halle en condiciones sanas y óptimas para laborar y obtener los

medios de subsistencia. La pureza de la sangre y la operatividad del

corazón son imprescindibles. Todos los demás sistemas, órganos, partes y

componentes del cuerpo dependen de la sangre para su permanencia,

funcionamiento y multiplicación.

Un asunto de suma importancia en el proceso de la purificación con el baño

a vapor y el agua caliente es la participación de las infancias y de los

adultos mayores en el mismo instante en que reciben los otros miembros

de la familia. Únicamente en situaciones de la infuncionalidad orgánica sea

de la niñez o de los adultos se ejecuta la purificación individual. Tanto la

purificación personal como colectiva acontece dentro de siete parámetros

cosmogónicos: (a) con el agua en proceso de vaporización se entra en las

entrañas de la Naturaleza y del Planeta; (b) la sudoración y la humectación

son eventos de desintoxicación; (c) el aroma, la fragancia y el olor de las

plantas, las hierbas, las raíces, las flores, los frutos y de los extractos en

combinación con el calor y el agua armonizan el vivir y el hallarse en salud;

(d) la oscuridad del espacio de la purificación muestra cómo la vida

percibe, asimila y recibe los impactos de la luz, el fuego, la humedad y del

calor; (e) la saturación del espacio de la purificación con el vapor, el

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bochorno y la humedad indica que la vida siempre existe rodeada de

compuestos y mezclas bioquímicas; (f) el baño del vapor tiene la propiedad

de extraer el cansancio, la flojera, la debilidad, el temor y las diversas

formas de ansiedad causadas por la lucha por la vida y la subsistencia; (g)

una vez concluido el baño se requiere ingerir los alimentos que ayudan a

reconfortarse.

El sistema de purificación mazahua es altamente protector, resguardador

y cuidador del agua. Al vaporizar hirviendo el agua combinado con la

vegetación no desperdicia ni desparrama. Al contrario de los balnearios,

las piscinas, los chapoteaderos, los estanques y las albercas que son

eminentemente contaminantes y desperdiciadoras del agua, el baño a

vapor según la tradición mazahua, es especial. Con una cantidad mínima

del agua que llenan los utensilios de barro que se usan para la purificación

se logra los resultados óptimos y beneficiosos. Por eso, el rito y la

ceremonia del agua en las comunidades mazahuas, suceden para

preservar, restaurar y conservar limpio las fuentes en donde emergen y

brotan.

Tirar el agua, contaminar el agua y desperdiciar el agua en la cosmogonía

mazahua es despreciar la fuente de la vida. Impedir el fluir del agua

significa hallarse varado en la mitad del camino o implica estar en el

desierto sin poder avizorar el panorama. Ensuciar el agua con los

desperdicios, las basuras y los desechos es enlodarse el cuerpo. Llenar los

canales con el agua contaminado y desperdiciado conlleva quedar sin

bebida y sin humedad. Tapar los manantiales y las fuentes del agua es el

acto perverso que no tiene perdón. Dejar a los pueblos y a las comunidades

sin agua por deslizar y desplazar a otros lugares significa atentar y denigrar

a la madre Naturaleza que provee todo lo que se necesita. Dejar a las aves,

los cuadrúpedos, la vegetación y a todos los organismos sin el líquido vital

es la violencia y el despojo atroz sin indulgencia y sin remisión.

Adoptar el sistema de purificación mazahua en las actuales condiciones del

cambio climático en el Planeta es impostergable. Se trata de operar un

proceder ancestral de higiene y seguridad orgánica. Para tal proceder, sin

dar lugar a las ambivalencias, tiene que asumirse la cosmogonía mazahua:

la vida surge del agua, se aumenta y se disemina con el agua. Sin esta

creencia ancestral y sin esta visión antigua es imposible cuidar el agua

considerado un recurso natural agotable. El agua es la esencia de la

existencia y la fuente de la permanencia. El agua es la sangre, la sustancia,

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el fluido, el jugo y el sumo de todo cuanto existe. Exigir el no desperdicio

del agua, pero cerrando las fuentes y los manantiales con las diversas

actividades económicas, es un acto pérfido. Esos comportamientos y esos

procedimientos no son de los pueblos indígenas, sino de las razas y las

clases sociales diferentes al colectivismo.

Purificarse con el agua no es un asunto religioso, sino un suceso sanitario

y de salubridad. Por cierto, la purificación, puede acontecer acompañada

de ritos y ceremonias de carácter religioso, místico y espiritual. La

finalidad, el objetivo y la razón siguen siendo la prevención, la higiene y la

conservación de la vitalidad orgánica, la salud y del bienestar. Única y

exclusivamente con el agua se alcanza el bienestar, la salud y la seguridad

alimentaria. Purificarse tampoco es una costumbre. En la visión de la vida

mazahua y en el sentido del avance histórico indígena, los baños y las

purificaciones, son acontecimientos de APERTURA y de DIRIGIRSE a la

rectitud, la pureza, la dignidad, la belleza, la delicadeza y a la grandeza.

El agua es el que mantiene la salud y la integridad. Pero para los pueblos

indígenas se tiene que cumplir con cuatro condiciones: acceso libre y sin

restricciones, disposición inmediata y directa, disponibilidad colectiva y

generacional, y, cuidado y purificación como parte de la comunidad de

bienes. El agua no puede considerarse una mercancía, un bien y un recurso

disponible sujeto a la compra y la venta. Porque la limpieza, la purificación

y la restauración del organismo, el cuerpo y de la materia no son EVENTOS

enajenables, transferibles y transmisibles. El agua es el DON y la GRACIA

que procede de la generosidad, la benevolencia y de la caridad de la

Naturaleza y el Universo.

La GRATUIDAD y la CONTINUIDAD del acceso, la disposición y el uso del

agua constituyen las virtudes centrales de los pueblos originarios. La

conversión del agua en un bien acaparable, acumulable y controlable es

un procedimiento mezquino, letal y antisalud. La purificación, la sanación

y la revitalización orgánica tienen que seguir aconteciendo en la plena

libertad que conceden los territorios comunitarios. La purificación y la

restauración del organismo no pueden efectuarse en los espacios cerrados,

ocultos y vigilados. La limpieza, la higiene, la seguridad, la salud, la

prevención y la provisión son acontecimientos cotidianos, colectivos y

naturalistas.

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IV

PULIRSE COMO LAS PIEDRAS Y

BAÑARSE CUAL PLANTAS

Cuatro sucesos naturales son altamente apreciados, valorados y replicados

en los pueblos indígenas: las lluvias finas y fuertes que en sus escorrentías

llevan las hojarascas y rompen los diques; las lluvias torrenciales que

desgajan las montañas, rompen los cerros, deslizan los suelos y forman

los aluviones; los relámpagos, los truenos, los rayos, los vientos

huracanados y las lluvias intensas que sacuden a los árboles, levantan los

troncos y desplazan a las piedras; los charcos, los diques, las inundaciones,

los lodazales y los pantanales que amontonan la tierra y proliferan a los

microorganismos.

Los niños y las niñas, así la población estudiantil de la educación básica,

durante el tiempo de las lluvias en su ir y venir a la escuela y el hogar no

solamente quedan empapadas, mojadas y bañadas con las lluvias, sino

también utilizan como mecanismos e instrumentos de juego. Es llamativo

y sorprendente ver danzar, saltar y correr en la lluvia. Es asombroso y

maravilloso observar cómo la niñez aprovecha la lluvia para bañarse y

jugar. Es evocatorio mirar a las niñas y a los niños brincar en los charcos

y en los barros.

Todas las personas, grandes y pequeños o adultos y la niñez, en los

pueblos indígenas crecen física, emocional y racionalmente al compás de

los eventos y los sucesos naturales universales. Todo cuanto ejecutan,

conocen y aprenden proceden directamente de las tres grandes fuentes

del saber: el vivir, el desplazarse, el laborar y el disponer los medios de

subsistencia; el territorio, el espacio, la tierra y el suelo que es de posesión

y usufructo comunitario; la Naturaleza y el Universo que son los

progenitores primarios del ser humano.

Quienes no llegan a entender esta dinámica del vivir, el creer, el pensar y

el saber ancestrales, por más saturados se encuentren con las categorías

científicas y los mapas conceptuales, son aprendices de alquimistas y

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balbuceantes confesionales. El pensar y el saber, sucesos derivados y

generados por el vivir y el laborar, no se despliegan desenrollando las

mallas curriculares ni enrollando los diplomas de honor. Se aplican, se

operan y se ejecutan desde y con las labores, los trabajos, las acciones y

las producciones que desgastan las energías y debilitan al organismo. Son

las luchas por la vida y la subsistencia que formulan, crean, sistematizan,

amplían y especializan los conocimientos, las sapiencias y los procesos

culturales.

Es fundamental considerar dos sucesos que son altamente relegados con

las normas jurídicas entre las razas y las clases sociales diferentes a los

pueblos originarios: (1) el trabajo de la niñez en las comunidades

indígenas; (2) el matrimonio en la adolescencia. La regla antigua, mandato

especial de los ancestros, afirma: el ser humano desde que sabe caminar,

correr, hablar y jugar solo tiene que aprender a obtener los medios de

subsistencia. Para comer hay que laborar y para laborar hay que disponer

de las energías suficientes. Comer primero es un proceder exclusivo de

quienes no pueden utilizar su motricidad para acceder, obtener, disponer

y usar los medios subsistenciales.

La madurez y la independencia en los pueblos indígenas no se alcanzan

con la credencialización, la afiliación, la acreditación de la ciudadanía y con

la autorización de tener los derechos políticos. La adultez, la madurez y la

independencia se llegan a obtener con cuatro sucesos biológicos: el uso de

los órganos genitales en el acoplamiento que llegan al matrimonio, la unión

libre y la procreación; la externación y la expresión de los sentimientos,

las pasiones, el amor, la voluntad y de la razón sin la venia de los

ascendientes; la realización de las labores, las actividades y de las

relaciones en forma autónoma; la participación directa en las asambleas,

las reuniones y en las decisiones comunitarias. Son eventos que muestran

las condiciones, las cualidades y las modalidades en que se adquieren la

madurez y la independencia.

Para llegar a estas dos dimensiones de la vida colectiva, por las reglas

ancestrales prevalecientes, tienen que trascenderse tres momentos de

dependencia: la dependencia total durante la niñez, la dependencia parcial

en la adolescencia y la dependencia familiar. Mientras el varón y la mujer

joven siguen en la condición de dependientes totales tanto de la familia

como de los ascendientes, aunque tengan la ciudadanía acreditada

conforme a la legalidad jurisdiccional vigente, no son autónomas,

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independientes y maduras. La dependencia es la única situación que

delimita el salto de la infancia, la niñez y la adolescencia a ser adulto,

maduro e independiente. Mientras la coexistencia y la cohabitación son

sucesos constantes en toda la existencia. En cambio, la corresponsabilidad

y la coparticipación, son asuntos colectivos.

El proceso de la maduración y el despliegue de la autonomía ocurren

sometidos a una purificación periódica. La limpieza, la purificación y el

seguimiento del crecimiento integral son procederes familiares y

comunitarios. Esta situación en la actualidad, por la influencia del estilo de

vida citadino y por la preponderancia de la cultura no aborigen, va

quedando olvidada, desechada y abandonada. Las poblaciones indígenas

inmigradas a las ciudades, ante la ausencia de los ríos y los manantiales,

adoptan el esquema y la modalidad de las poblaciones diferentes a quienes

operan las reglas ancestrales.

No confundir el proceso ancestral de la purificación con los baños

cotidianos. Son aconteceres diferentes. La purificación aplicando las reglas

ancestrales, por su suceder en los territorios comunitarios y al aire libre,

tiene tres connotaciones: continuar apegados a los procesos naturales que

los contenidos y los componentes de la Naturaleza y el Universo otorgan;

recibir la energía, la fuerza y la frescura de la tierra con la humedad, el

frío, el fluir y el efluvio del agua; asumir la vida como un movimiento, un

desplazamiento y un avanzar incesante. Estas virtudes, cualidades y

valores que se obtienen con la purificación no se logran con los baños

usando los productos de limpieza.

La purificación no acontece solo en casos de los padecimientos, las

dolencias y las enfermedades. Es un proceder que busca cuatro

finalidades: conservar la buena salud, la vitalidad orgánica y la motricidad

ágil; reponer las energías que no se logran con la bebida y la alimentación;

quitar la mugre, la suciedad y las diversas partículas que dañan al cuerpo

y a la mente; resguardar la memoria, la conciencia y la razón colectiva

para que el creer y la cosmogonía ancestral sigan operando.

Por estas razones que son estrictamente preventivas, proveedoras,

previsoras y protectoras, entre las colectividades mazahuas, cada

familia según sus disponibilidades y sus posibilidades, efectúa la

purificación en cuatro espacios: la parcela familiar, los territorios

comunitarios, los manantiales y los montes. En los ríos suceden las

purificaciones exclusivamente para la curación, la sanación y la

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restauración del cuerpo atormentado, dañado y hasta malogrado. Las

purificaciones en los ríos son curativas. Quienes padecen algunas

enfermedades degenerativas y contagiosas, al momento de la purificación

en los ríos, dentro del caudal tienen que romper, cortar, desbaratar y

destruir sus indumentarias que llevan. Pero no pueden soltar en la

corriente del río ni dejar en las riberas. Tienen que recoger y llevar para

enterrar en alguna milpa.

Existen dos reglas ancestrales para las purificaciones curativas en los ríos:

(1) pulirse como las piedras y bañarse cual plantas; (2) dejar que la fuerza

del agua se lleve a los males. Aplicando estas reglas, las personas que

tienen la experiencia y los conocimientos en la medicina naturalista

ancestral, efectúan cuatro acciones: recoger la arena y los pedregones del

fondo del río para frotar el cuerpo de la persona o de las familias en

asistencia; levantar una piedra redonda tamaño de una cabeza y rodar

alrededor de la cintura; zambullir a la persona o a las familias en la parte

honda del río; arrancar las hierbas y los arbustos de las riberas del río y

formando un mazo golpear con suavidad todo el cuerpo.

Las mujeres mazahuas, una vez culminada su labor de limpieza y lavado

de las indumentarias, siempre agarran una piedra de la mitad del río. Con

esa piedra comienzan a frotarse, tallarse y pulirse su cuerpo. Dicha acción

es una tradición ancestral. Según la creencia antigua, tallarse con la piedra

del río, significa adquirir cuatro cualidades: la belleza, el brillo, la esbeltez

y la resistencia. Cuando los ríos con las escorrentías crecen en su caudal y

llevan las piedras que se oyen lejos la forma de su chocar, tanto por la

niñez como por los adultos, es escuchada con atención. Porque es ahí

donde perciben la forma del pulirse y resistir de las piedras. Los sucesos

naturales intensos, para las colectividades mazahuas, no son dañinos ni

perjudiciales, sino eventos que invitan a EXPERIMENTAR Y VIVIR las

grandes paradojas de la Naturaleza y el Universo.

Un dicho indígena ilustra tal suceso: en el chocar de las piedras, en el

enturbiamiento de los ríos y en los colores de la tierra se

encuentran nuestra esencia. En todos los contenidos y los componentes

de la Naturaleza y el Universo miran sus partes, sus elementos y sus

estructuras. Si en algo imitan y copian son en las replicaciones, las

reproducciones y en las apropiaciones de todo cuanto sucede en su

contexto y en su localización de manera natural. En las reglas ancestrales,

copiar e imitar el proceder ajeno y el pensar de otros, es no entender el

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sentido de la vida, el rumbo del avance y el sendero de la marcha al

porvenir. Hay que seguir no las pisadas y las huellas de otras

colectividades, sino los movimientos, los sacudimientos, las purificaciones,

los sistemas y los procesos naturales universales. Solamente así no se

conservan y se generalizan las inutilidades, los envejecimientos y las

futilidades.

Con esta postura, los pueblos originarios, no desmerecen ni demeritan el

valor y las prestancias del vivir, los conocimientos y los avances de las

poblaciones no indígenas. Solamente desde su afincamiento en la tierra y

en el territorio comunitario muestran la manera en que los sucesos

naturales universales y los eventos cósmicos delimitan, condicionan y

envuelven la existencia. Para las poblaciones indígenas, la prioridad y la

preponderancia, no se hallan en las tecnologías, sino en los procesos

geológicos y los fenómenos meteorológicos. Porque de esos sucesos

generales y globales DEPENDEN la existencia y la continuidad de la vida.

Pulirse como las piedras y bañarse cual plantas es la regla que viene del

pasado lejano en constante operación. Las piedras de tamaños, volúmenes

y masas diferentes son altamente cotizadas, apreciadas y coleccionadas

en los pueblos indígenas. Los centros de las celebraciones comunitarias y

los espacios de gratitud a las fuentes de la vida se particularizan por contar

con una piedra grande en alguna parte que se considera especial. Ante

estas piedras, tal cual me contaron mis ascendientes, los nuevos

integrantes del colectivismo y las aceptadas en la continuidad de la

sapiencia médica ancestral efectúan cuatro juramentos: el juramento de

no abandonar las reglas antiguas, el juramento de no olvidar a los

ancestros, el juramento de no atacar al comunitarismo y el juramento de

no dejar la creencia ancestral.

Las piedras grandes en los ríos, los manantiales, los pantanales y en las

cuevas son admiradas por su inerme erguimiento. En las ocasiones que se

logran subir a su cima, en un mostrar la valentía y el atrevimiento, las

mujeres sentadas juegan con sus pies. Quienes fisgonean tales actos y

procederes femeninos, al ser descubiertos, son expuestos a la burla y el

escarnio de la juventud: las mujeres altiva y lascivamente miradas

simplemente comunican que tal persona es de aquellos que solamente

calientan y no dicen. El adulto o el joven descubierto, en la comunidad,

queda como un castrado, invalidado y empequeñecido por no llegar a

externar sus pensamientos, sus deseos y sus sentimientos. Este es el peor

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castigo que reciben los fisgones, los practicantes del flirteo, los ejecutores

de las vigilancias, los que hacen los seguimientos, los que buscan conocer

las intimidades de las mujeres y los operantes del llamado voyeurismo.

Las mujeres indígenas jamás insultan, lanzan amenazas y recorren a

determinados actos intimidatorios legales o extralegales.

Es tradición de las mujeres indígenas ENTRAR DESNUDAS en contacto

directo con cuatro sucesos naturales universales: con el agua en los ríos o

en las lagunas, con el viento en las lomas, con los rayos solares en medio

de las milpas y con la flora y la fauna en los montes. Buscan algún sitio

especial a donde los varones no pueden acceder o no pueden llegar con

facilidad. Esta práctica tiene un doble motivo: rememorar los dos

momentos especiales de la existencia que son el nacimiento y la

inhumación; la familiaridad con las existencias que son los recursos y las

disponibilidades colectivas.

Tocar y dejarse rozar, palpar y permitir rasguños, acariciar y recibir

pinchadas, y, oler y empaparse con las fragancias de las existencias

orgánicas e inorgánicas son los procederes de purificación en los territorios

comunitarios. Se entra al monte, se sumerge en el agua, se calienta con

los rayos solares, se inhala el aire y se interactúa con los animales con el

propósito de entregar y recibir algo. En la visión mazahua de la vida, el ser

humano, es alguien que entrega y toma, recibe y da, atrae y repele, separa

y aglutina o coexiste y depende. La reciprocidad marca, sella y singulariza

a los pueblos originarios.

En las comunidades indígenas, la interacción constante con todas las

existencias, es esencial. Porque sin ella es imposible asir el curso del fluir

de la vida. Los baños, las purificaciones y las reposiciones son sucesos

periódicos. Pueden darse los casos en que las purificaciones sean diarias.

Cuando sucede esta situación, las personas sujetas a tal acontecer, tienen

que vivir bajo un estricto seguimiento de sus movimientos, las relaciones

y de sus actividades. En este suceso, como una forma de reponer con

rapidez las energías perdidas, se suministra una dieta especial. Los K’AJNA

(quelites) constituyen la base de la nutrición.

Para las poblaciones mazahuas, el consumo de las verduras y las

legumbres, son imprescindibles. Se recogen de los montes, las riberas de

los ríos, los manantiales, las milpas y hasta de los caminos. Las plantas

comestibles en su mayoría no se cultivan y se siembran, porque recolectan

todo cuanto brindan, ofrecen y conceden el suelo, la tierra, el territorio o

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la Naturaleza. Durante la recolección participan los niños y las niñas que

tienen el desplazamiento independiente. La recolección sucede cuando se

cuidan a los animales, se realizan el lavado de las ropas, se van a trabajar

o volver de la milpa, se deshierban, se buscan la leña o se efectúan las

visitas familiares y comunitarias. Puede afirmarse que, la obtención de los

medios de subsistencia, son diarias para que así la frescura, la sencillez y

la naturalidad prevalecen.

Los indígenas, en especial lo mazahuas tanto varones como mujeres y

adultos o la niñez, reciben un baño natural. Mientras cuidan los animales,

se desplazan a las milpas y realizan las labores quedan mojados,

empapados y cubiertos por la lluvia. Mientras no regresan al hogar, en

calidad de expulsión de las toxicidades y las preocupaciones, dejan que la

ropa se seque en su cuerpo. La mezcla del sudor y el agua permiten que

sean desalojados los malestares y las dolencias. Este tipo de baño es

frecuente.

Durante la lluvia, por la tradición ancestral, en vez de buscar un escondite

para estar secos, simplemente quedan sentados o parados mojándose. En

la cosmogonía mazahua, esta práctica que tal vez sea común a los pueblos

indígenas, mojarse con la lluvia es JII (recibir el derramamiento de la

humedad, la frescura y de la suavidad). Una vez completamente mojados,

para no tiritar con el frío, imitan el proceder de DYOO (perros) y de K’AA

(cuervos): simple y llanamente se sacuden. Al sentir un frío intenso, con

el fin de recuperar el calor, se mueven oscilatoriamente. Esta operación

significa sacudirse, quitarse, eliminar y alejar las perturbaciones, las

debilidades y las ansiedades.

Pulirse como las piedras y bañarse cual plantas, por su apego a lo natural

y a lo polibiótico pisando firmemente en lo inorgánico, conllevan un

proceso de CONCIENCIA y CONOCIMIENTO que compromete operativa y

aplicativamente los sentidos, la interacción entre el sujeto y las

existencias, la razón, la voluntad y las relaciones multimodales. Implican

estar siempre en la conglomeración. Exigen hallarse y perseverar en la

colectividad. Contienen la presencia de la unicidad orgánica, la

complementación de la binaridad existencial que son el varón y la mujer o

el macho y la hembra, seguir en la totalidad y vivir en la resonancia y la

candencia universal.

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En la sapiencia ancestral, el agua, cumple tres roles esenciales: conservar

al organismo en vitalidad, fructificar la tierra y proliferar a las existencias

bióticas. Dentro de este proceso vital, el ser humano, surge y se

multiplica. Para seguir existiendo necesita efectuar las diferentes

limpiezas, purificaciones y vaciamientos en su vida.

Cada pueblo indígena, conforme a su localización, desplazamientos y

disponibilidades, entiende el surgimiento, la multiplicación y la

continuidad de la vida. En los pueblos indígenas mazahuas, el agua, no se

puede criar, pero sí cuidar y resguardar. Es el agua quien cría a las

existencias bióticas. Por esa razón se tiene un aprecio especial.

La dura lucha por la vida y la subsistencia, las labores intensas y las

acciones poliformes que desgastan a las energías, impulsan a las

comunidades mazahuas a efectuar la llamada celebración del agua. Es

una tradición antigua en la que se expresa una gratitud multitudinaria al

agua por seguir dando la salud, la subsistencia y la frescura. En esta

manifestación cultural se realiza una catarsis colectiva a través de la

purificación general.

ANA MARÍA CASTILLO ALEJO, indígena mazahua, procedente de

San Antonio de las Huertas, Municipio de San Felipe del Progreso,

Estado de México. Dirige al Movimiento Interconfesional de

Misiones Indígenas (MIMI). Coordina el Programa de Desarrollo

Armonioso de los Pueblos Indígenas en el Centro

Transdisciplinario para el Humanismo Económico, A. C.

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