Listín Diario 23-12-2021
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SANTO DOMINGO, RD. JUEVES, <strong>23</strong> DE DICIEMBRE DE <strong>2021</strong><br />
15<br />
La República<br />
In memoriam<br />
MIGUEL GUERRERO<br />
Santo Domingo, RD<br />
Cuando mi hermano<br />
Tilo se fue a la guerra<br />
En memoria de mi hermano,<br />
doctor Luis Aquiles<br />
Guerrero (Tilo)<br />
,fallecido el martes 21-<br />
<strong>12</strong>-21<br />
Ninguna otra<br />
noticia afectó<br />
tanto a mi<br />
padre, como<br />
aquella<br />
de que Luis Aquiles, Tilo en<br />
el cariño familiar, el segundo<br />
de sus hijos, se iba inexorablemente<br />
a la guerra. Fue<br />
en el inicio del otoño del<br />
1968, apenas unos cuantos<br />
meses después de sufrir el<br />
primero de sus infartos.<br />
Como todo médico dominicano<br />
recién graduado,<br />
mi hermano tenía la ilusión<br />
de hacer una especialidad<br />
en medicina en los Estados<br />
Unidos. Tras una pasantía<br />
de seis meses en el Hospital<br />
Toribio Bencosme de Moca,<br />
y un breve paso por el Hospital<br />
Salvador B. Gautier,<br />
después de haberse ganado<br />
un concurso para la posición<br />
de interno, la oportunidad<br />
se le presentó. Fue<br />
cuando un hospital en Cleveland,<br />
Ohio, al cual había<br />
escrito, le envió un contrato<br />
de trabajo como médico residente<br />
de aprendizaje, para<br />
empezar el primer día de<br />
julio del 1965. Con ese contrato<br />
en mano se presentó al<br />
consulado americano buscando<br />
una visa de estudiante<br />
y salió de allí con una de<br />
residente. En esa época los<br />
Estados Unidos estaba envuelto<br />
en la guerra de Vietnam,<br />
y necesitaban muchos<br />
médicos para sus fuerzas de<br />
combate, lo cual hacía más<br />
fácil para los médicos extranjeros<br />
conseguir el visado<br />
de residencia.<br />
Al llegar a los Estados<br />
Unidos había que inscribirse<br />
en el servicio militar<br />
obligatorio, cosa que mi<br />
hermano hizo. Desde ese<br />
Luis Manuel Guerrero Báez, padre de Tilo.<br />
momento, era sólo cuestión<br />
de tiempo que fuera llamado<br />
por el ejército para terminar<br />
sirviendo con las tropas americanas<br />
en Vietnam.<br />
El enrolamiento de Tilo<br />
añadió un elemento de preocupación<br />
a mi padre. En las<br />
noches, se hacían más largas<br />
sus horas de insomnio debido<br />
al intenso calor y a las malas<br />
noticias de la guerra que<br />
la radio difundía, y que él seguía<br />
paso a paso como una<br />
obsesión. La orden de presentarse<br />
como capitán médico<br />
del ejército americano, le<br />
llegó a Tilo con una mención<br />
del lugar donde él estaba supuesto<br />
a servir.<br />
Decía que primero debía<br />
presentarse al Fort Sam<br />
Houston, en la ciudad de<br />
San Antonio, Texas, para un<br />
entrenamiento durante los<br />
meses de noviembre y diciembre<br />
del 1968. Una vez<br />
concluido el período de entrenamiento,<br />
su destino final<br />
sería San Francisco, California,<br />
instrucciones que venían<br />
acompañadas de un número<br />
postal. Era la señal inequívoca<br />
de que su destino real no<br />
era otro que Vietnam.<br />
En medio de su quebranto,<br />
nada podría ser entonces<br />
peor para papá. Tilo hizo un<br />
viaje a Santo Domingo para<br />
conversar con él y mamá y<br />
estar unos días con nosotros,<br />
sus hermanos.<br />
Hablaron sobre el peligroso<br />
futuro que debía enfrentar<br />
y sobre las alternativas<br />
existentes. Una consistía en<br />
su regreso a Santo Domingo<br />
donde podía tranquilamente<br />
ejercer la medicina.<br />
Otra, terminar la especialidad<br />
en algún país como<br />
México, España o quizás Argentina<br />
o Francia.<br />
Ninguna de estas opciones<br />
parecía válida, por cuanto<br />
Tilo estaba convencido de<br />
que no le harían feliz, y pasaría<br />
toda la vida frustrado, ya<br />
que su gran ilusión fue siempre<br />
hacer la especialidad en<br />
un hospital universitario en<br />
los Estados Unidos. Tampoco<br />
se sentiría bien, le confió<br />
a nuestro padre, huyendo como<br />
un ratón, aunque nadie<br />
se enterara y no tuviera que<br />
pagar las consecuencias.<br />
Haciendo un gran esfuerzo,<br />
conteniendo su dolor, mi<br />
padre le respondió: “Hijo mío<br />
siempre tendrás de mí todo<br />
el apoyo que necesites. Si decides<br />
quedarte yo estoy contigo,<br />
pero si tu destino está en<br />
los Estados Unidos y tienes<br />
que pasar por la experiencia<br />
de Vietnam, mi corazón estará<br />
siempre a tu lado y te dará<br />
Luis Aquiles-Tilo- Guerrero, durante la guerra en Vietnam.<br />
fuerzas para cumplir con tu<br />
deber”.<br />
Estas palabras le reconfortaron<br />
y dieron a la familia el<br />
valor necesario para ver partir<br />
a uno de sus miembros hacia<br />
un remoto lugar, donde<br />
había un cruento conflicto<br />
del que diariamente leíamos<br />
cosas horribles e intranquilizadoras<br />
en la prensa. Años<br />
después, Tilo rememoraría<br />
con nostalgia aquella dolorosa<br />
escena, que quedó grabada<br />
en su corazón: “Sentí un<br />
alivio grande que inundaba<br />
todo mi ser. La decisión estaba<br />
hecha. Yo me iba a Vietnam<br />
con la frente alta y con<br />
el valor que me confería la<br />
noción, de que sin importar<br />
lo que me pasara, los que<br />
quedaban atrás no tenían por<br />
qué sentirse culpables de nada,<br />
puesto que todos estaban<br />
conscientes de que yo tenía<br />
que hacerlo. Me fui de vuelta<br />
contento a enfrentarme a mi<br />
destino”.<br />
Después de terminado el<br />
entrenamiento en Fort Sam<br />
Houston, mi hermano regresó<br />
a New Jersey, donde vivía,<br />
para pasar las navidades con<br />
su esposa Mercedes (Niní),<br />
que a la sazón tenía tres meses<br />
de embarazo, y con su pequeña<br />
hija Carmen. Nuestro<br />
hermano mayor, Luis, ingeniero<br />
de profesión, quien tenía<br />
entre nosotros el más alto<br />
sentido de solidaridad familiar,<br />
quiso acompañarlo los<br />
últimos días antes de su partida<br />
y viajó hasta allí con su<br />
esposa Rafaelina.<br />
Tilo salió de New Jersey<br />
el 28 de diciembre con destino<br />
a Oakland, California,<br />
para registrarse en la base<br />
militar previo a su salida para<br />
Vietnam. El avión perteneciente<br />
a la línea aérea Flying<br />
Tiger, salía el 30 de diciembre.<br />
Cuando ya faltaban horas<br />
para tomar el avión, telefoneó<br />
a Niní, para despedirse<br />
de ella y de su pequeña hija<br />
Carmen. Inmerso en la confusión<br />
que el temor de no<br />
volver a ver a su familia le<br />
producía fue el último en subir<br />
al avión. Le tocó el último<br />
asiento, que no era reclinable,<br />
por causa de lo cual no<br />
pudo recostarse para dormir<br />
durante las 24 horas que duró<br />
el vuelo. Ese día, se dijo:<br />
“De ahora en adelante cuando<br />
haya que ir a algún lugar,<br />
yo seré el primero que suba<br />
al avión, al camión o al autobús”.<br />
Volaron de Oakland a Anchorage,<br />
Alaska, donde hicieron<br />
una corta parada, y de<br />
allí directamente a Vietnam.<br />
El aparato en que viajaba mi<br />
hermano aterrizó en una desolada<br />
base aérea en Vietnam,<br />
de nombre Ton So Nut,<br />
por lo menos así sonaba.<br />
La terminal de pasajeros<br />
era una estructura de madera<br />
muy parecida a las graderías<br />
de un estadio de béisbol.<br />
Tenía techo y bancas<br />
para sentarse y estaba abierta<br />
por todos lados. Las graderías<br />
estaban llenas de jóvenes<br />
soldados, que gritaban jubilosamente<br />
y aplaudían con<br />
entusiasmo. Mi hermano se<br />
preguntó que hacían allí esos<br />
soldados vociferando. La respuesta<br />
le estremeció y le dio<br />
una primera e inolvidable visión<br />
de la guerra. Eran los<br />
que habían terminado su misión<br />
de un año en Vietnam,<br />
y esperaban precisamente el<br />
avión en que él viajaba para<br />
regresar a los Estados Unidos.<br />
“Inmediatamente todos<br />
los cerebros de los que con<br />
rostros compungidos descendíamos<br />
la escalinata del<br />
avión, pensamos al unísono<br />
¿estaremos en esas graderías<br />
dentro de un año esperando<br />
el avión como esos que hoy<br />
regresan?”, se dijo.<br />
Con ese pensamiento descendieron<br />
él y sus compañeros<br />
y fueron llevados al lugar<br />
de registro de llegada.<br />
Fue la primera vez que tuvo<br />
la oportunidad de ver las casas<br />
de campaña, las casuchas<br />
de madera y las letrinas con<br />
baños al aire libre, rodeadas<br />
de sacos de arena. Estúpidamente<br />
preguntó, recordaría,<br />
para qué eran los sacos de<br />
arena, y le dijeron que servían<br />
como protección de las<br />
esquirlas que producen los<br />
morteros y cohetes al explotar.<br />
Después de unos días en<br />
aquel lugar fue asignado a<br />
una unidad de tanques, con<br />
su base en Pleiku, en el centro<br />
de Vietnam.<br />
Con todo su equipaje en<br />
un saco militar especial para<br />
efectos personales, él y sus<br />
compañeros fueron llevados<br />
a la base aérea, donde abordaron<br />
un avión C-130 de<br />
transporte. A este avión se<br />
entra por la parte de atrás, y<br />
estaba adaptado para transporte<br />
de equipo pesado, de<br />
manera que le habían quitado<br />
los asientos para acomodar<br />
un generador gigante<br />
que ocupaba todo el centro<br />
del aeroplano. Se sentaron<br />
en el piso a los costados del<br />
avión, y se sostenían de una<br />
correa pegada a la pared.<br />
Las ventanas del avión quedaban<br />
por encima de sus cabezas.<br />
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