GLOSA A LA LEY DE COOPERATIVAS DE EUSKADI

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282 mm.
x 247 mm.
GLOSA A
LA LEY DE
COOPERATIVAS
DE EUSKADI
Comentarios al texto articulado de la Ley 11/2019,
de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi
(B.O.P.V. nº 247, de 30 de diciembre de 2019)
Modificada por la Ley 5/2021, de 7 de octubre
(B.O.P.V. nº 209, de 20 de octubre de 2021)
Director:
Santiago Merino Hernández
Letrado del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi

GLOSA A LA LEY DE
COOPERATIVAS DE EUSKADI
Comentarios al texto articulado de la Ley 11/2019,
de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi
(B.O.P.V. nº 247, de 30 de diciembre de 2019)
Modificada por la Ley 5/2021, de 7 de octubre
(B.O.P.V nº 209, de 20 de octubre de 2021)
Director
Santiago Merino Hernández
Letrado del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi

Edita: CSCEEKGK
Imprime: mccgraphics
ISBN: 978-84-934129-7-5
Depósito Legal: LG G 00731-2021

La obra, en todos sus artículos, ha sido revisada con posterioridad
a la entrega de los autores y las autoras por Hezi2de, Kooperatiba
Elkarte Txikia al objeto de homogeneizar el lenguaje de género.
Así mismo, se ha traducido al euskera para su publicación por
ItzulBIRA.

GLOSA A LA LEY DE
COOPERATIVAS
Una de las funciones asignadas al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi es
realizar las acciones necesarias para una amplia difusión de la Ley de Cooperativas de
Euskadi, así como lograr un correcto cumplimiento de la misma.
Y es por ello que nos satisface editar esta Glosa a la Ley de Cooperativas de Euskadi,
una labor realizada con el objetivo de ayudar a los y las profesionales del derecho a
interpretar esta nueva norma que llevábamos tiempo esperando, y con la pretensión de
ser útil al cooperativismo vasco.
Desde el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi queremos transmitir un mensaje
de reconocimiento al ámbito legislativo por haber tenido en cuenta las aportaciones
realizadas a la misma desde este Consejo. Si bien nuestra obligación es colaborar con
las Administraciones Públicas, también debemos tener en cuenta que debemos impulsar
el máximo desarrollo de la legislación cooperativa, así como velar por el cumplimiento
de los valores cooperativos.
Y esta década demandaba una nueva ley porque el contexto ha cambiado y era necesario
ser más flexibles. Pero si este mensaje ya lo transmitíamos durante su tramitación, el
escenario pandémico actual nos ha demostrado que los cambios se producen de manera
imprevisible y hay que estar preparados ante estas eventualidades. Es por lo que recibimos
muy positivamente la modificación a una ley tan reciente.
Es ahora cuando valoramos aún más el trabajo que han realizado todas las personas
que han colaborado, de una u otra forma, en la redacción de esta ley, incidiendo en las
aportaciones realizadas por todas las organizaciones que forman parte del Consejo
Superior de Cooperativas de Euskadi.
Y si importante es el texto legislativo, también lo es esta Glosa, en la que han participado
25 juristas de reconocido prestigio, que han demostrado su profundo conocimiento
en el derecho cooperativo para comentar los 165 artículos y sus disposiciones. A todos
y todas ellas nuestro más sincero agradeciendo.
Gracias a su minucioso trabajo, el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi
puede editar este compendio de comentarios al texto articulado de la ley que va a constituir
una herramienta indispensable tanto para los y las profesionales del derecho, para
las cooperativas y sus personas socias, como para todas aquellas personas vinculadas
a la investigación.
Patxi X. Olabarria Furundarena
Presidente del CSCE-EKGK

ÍNDICE GENERAL
Saludo......................................................................................................................................... 5
Índice de autores y autoras...................................................................................................... 8
Índice de abreviaturas.............................................................................................................. 10
Introducción.............................................................................................................................. 13
1. Disposiciones Generales.................................................................................................... 17
Alfredo Ispizua Zuazua
2. Constitución........................................................................................................................ 29
Jokin Txapartegi Zendoia
3. Registro de Cooperativas de Euskadi.............................................................................. 49
Unai Iturriotz Erdotziain
4. De las personas socias........................................................................................................ 57
Jaione Badiola López y Francisco Javier Arrieta Idiakez
5. Los órganos: De la asamblea general............................................................................... 111
Enrique Gadea Soler y Alberto Atxabal Rada
6. De la administración y representación de la cooperativa.............................................. 151
María Pilar Rodríguez Álvarez y Rosa Otxoa-Errarte Goikoetxea
7. Comisión de vigilancia....................................................................................................... 193
Alejandro Elejabarrieta Goienetxe
8. Otros órganos..................................................................................................................... 207
Alejandro Elejabarrieta Goienetxe
9. Régimen económico........................................................................................................... 217
Oihana García Pereda y Beñat Salaberia Osa
10. Documentación social y contabilidad............................................................................... 265
Marta Enciso Santocildes
11. De la modificación de estatutos......................................................................................... 281
Fernando Aberasturi Lauzurika
12. Fusión y escisión de la cooperativa................................................................................... 289
Iñigo Nagore Aparicio
13. Transformación.................................................................................................................. 313
Iñigo Nagore Aparicio
14. Disolución y liquidación.................................................................................................... 325
Gotzon Gondra Elgezabal
15. Clases de cooperativas: Cooperativas de trabajo asociado............................................ 365
Francisco Javier Sanz Santaolalla
16. Cooperativas de consumo.................................................................................................. 395
Carlos Díaz-Aguado Jalón
6

17. Cooperativas de enseñanza............................................................................................... 403
Fernando Aberasturi Lauzurika y Gotzon Gondra Elgezabal
18. Cooperativas agrarias y alimentarias.............................................................................. 411
Carlos González Fernández
19. Cooperativas de explotación comunitaria....................................................................... 425
Carlos González Fernández
20. Cooperativas de viviendas................................................................................................. 431
Santiago Merino Hernández
21. Cooperativas financieras................................................................................................... 457
Alejandro Elejabarrieta Goienetxe
22. Cooperativas sanitarias..................................................................................................... 487
Alejandro Elejabarrieta Goienetxe
23. Cooperativas de servicios.................................................................................................. 493
Carlos Martín Ginto Monzón
24. Junior cooperativas............................................................................................................ 503
Fernando Aberasturi Lauzurika
25. Cooperativas de integración social................................................................................... 507
Aitor Bengoetxea Alkorta
26. Cooperativas de fomento empresarial............................................................................. 517
Marta Enciso Santocildes
27. Sociedad cooperativa pequeña.......................................................................................... 521
Francisco Javier Sanz Santaolalla
28. Integración y Agrupación cooperativa: Cooperativas de segundo o ulterior grado....... 535
Sara Santana Alvarado
29. Otras modalidades de colaboración económica.............................................................. 545
Amets Ugalde Etxagibel
30. De las cooperativas y la Administración Pública............................................................ 557
Xabier Iriondo Arana
31. Del asociacionismo cooperativo: Asociaciones cooperativas.......................................... 579
Carlos González Fernández
32. Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi............................................................... 587
Santiago Merino Hernández
33. Disposiciones complementarias........................................................................................ 599
Carlos Martín Ginto Monzón
7

ÍNDICE DE AUTORES Y AUTORAS
Alfredo Ispizua Zuazua
Responsable del Registro de Cooperativas de Euskadi
Jokin Txapartegi Zendoia
Abogado de la cooperativa Zuzenbide Kontuak
Unai Iturriotz Erdotziain
Abogado ejerciente y profesor asociado del Departamento de Derecho Administrativo,
Constitucional y Filosofía del Derecho de la UPV/EHU
Jaione Badiola López
Abogada socia responsable del área laboral en LKS Next Legal
Francisco Javier Arrieta Idiakez
Profesor titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad
de Deusto y árbitro de BITARTU-Servicio Vasco de Arbitraje Cooperativo
Enrique Gadea Soler
Catedrático Titular de Derecho Mercantil de la Universidad de Deusto
Alberto Atxabal Rada
Catedrático Titular de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Deusto
Mª Pilar Rodríguez Álvarez
Profesora de Derecho Mercantil en el Departamento de Derecho de la Empresa y Derecho
Civil de la UPV-EHU
Rosa Otxoa-Errarte Goikoetxea
Profesora de Derecho Mercantil en el Departamento de Derecho de la Empresa y Derecho
Civil de la UPV-EHU
Alejandro Elejabarrieta Goienetxe
Director de Asesoría Jurídica de LABORAL KUTXA y Secretario Técnico de su Consejo
Rector. Miembro del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi
Oihana García Pereda
Abogada del Área Societaria de LKS Next Legal
Beñat Salaberia Osa
Abogado del Área Societaria de LKS Next Legal
Marta Enciso Santocildes
Profesora en la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto
Fernando Aberasturi Lauzurika
Abogado y gerente de IKASGILTZA
8

Iñigo Nagore Aparicio
Socio de LEGALKIDE ABOGADOS SLP, profesor ac. agregado de la UPV/EHU
(Área de Derecho de Empresa) y árbitro de BITARTU-Servicio Vasco de Arbitraje Cooperativo
Gotzon Gondra Elgezabal
Abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto
Francisco Javier Sanz Santaolalla
Presidente de BITARTU-Servicio Vasco de Arbitraje Cooperativo, director Elkar-Lan,
S. Coop. y coordinador de la Comisión Jurídica del Movimiento Cooperativo Vasco
Carlos Díaz-Aguado Jalón
Profesor titular de Derecho Civil en el Departamento de Derecho Civil de la UPV/EHU
Carlos González Fernández
Letrado Asesor de Euskadiko Kooperatiben Konfederazioa-KONFEKOOP-Confederación de
Cooperativas de Euskadi
Santiago Merino Hernández
Letrado del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi
Carlos Martín Ginto Monzón
Abogado y árbitro de BITARTU-Servicio Vasco de Arbitraje Cooperativo
Aitor Bengoetxea Alkorta
Profesor agregado de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social (UPV/EHU), y Director de
GEZKI (Gizarte Ekonomia eta Zuzenbide Kooperatiboaren Institutua)
Sara Santana Alvarado
Técnica jurídica de KONFEKOOP
Amets Ugalde Etxagibel
Responsable asesoría jurídica de MONDRAGON Corporación
Xabier Iriondo Arana
Responsable asesoría jurídica de la Delegación de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno
Vasco en Gipuzkoa
9

ÍNDICE DE ABREVIATURAS
ACI. Alianza Cooperativa Internacional
apdo./apdos. apartado/apartados
art./arts. artículo/artículos
BOE. Boletín Oficial del Estado
BORME. Boletín Oficial del Registro
Mercantil
C. de c./com/C.Co. Código de comercio
C.c. Código civil
CE. Constitución Española
CES. Consejo Económico y Social Vasco
Cfr. Confróntese
cit. citada
Coord. Coordinación/coordinador/
coordinado
CP. Código Penal
CSCE-EKGK. Consejo Superior de
Cooperativas de Euskadi
CTA. Cooperativa de Trabajo Asociado
DA. Disposición Adicional
derog. derogatoria
DF. Disposición Final
ITSS. Inspección de Trabajo y Seguridad
Social
etc. Etcétera
LCCLM/LCC-LM. Ley de Cooperativas de
Castilla la Mancha
LCCM. Ley de Cooperativas de la
Comunidad de Madrid
LCCV. Ley de Cooperativas de la
Comunidad Valenciana
LCCyL. Ley de Cooperativas de Castilla y
León
LCE. Ley de Cooperativas de Euskadi
LCEX. Ley Cooperativas de Extremadura
LCFN. Ley de Cooperativas de Navarra
LCG/LCGal. Ley de Cooperativas de
Galicia
LCIB. Ley de Cooperativas de las Islas
Baleares
LCLR. Ley de Cooperativas de La Rioja
LCM. Ley de Cooperativas de Madrid
LCMU/LCMUR/LCR. Ley de
Cooperativas de la Región de Murcia
LCPA. Ley de Cooperativas del Principado
de Asturias
LEC. Ley de Enjuiciamiento Civil
LES. Ley de economía social
LFCN. Ley Foral de Cooperativas de
Navarra
LG. Ley General de Cooperativas
LOPJ. Ley Orgánica del Poder Judicial
LSA. Real Decreto Legislativo por el que se
aprueba el Texto Refundido de la Ley de
Sociedades Anónimas
LSC. Real Decreto Legislativo por el que
se aprueba el texto refundido de la Ley de
Sociedades de Capital
LSCA/LSCAN/LSCAnd. Ley de
Sociedades Cooperativas de Andalucía
LSCEdE. Ley cooperativa europea con
domicilio en España
LSCEEX/LSCEX/LSCExt. Ley de
Sociedades Cooperativas Especiales de
Extremadura LSCRM. Ley de Sociedades
Cooperativas de la Región de Murcia
LSCV. Ley de Cooperativas de la
Comunidad Valenciana
NIC. Normas Internacionales de
Contabilidad
NRFA. Norma Foral 16/1997, de 9 de junio,
sobre régimen fiscal de las cooperativas
de Araba
NRFG. Norma Foral 2/1999, de 22 de
mayo, sobre régimen fiscal de las
cooperativas de Gipuzkoa
NRFB. Norma foral 9/1997, de 14 de
octubre, sobre régimen fiscal de las
cooperativas de Bizkaia
Núm/núms. Número/Números
Op.Opus
pág./págs. página/páginas
párr./párrs. párrafo/párrafos
PCSC. Plan Contable diciembre 2010
10

PGC. Plan General de Contabilidad de 2007
PYME. Pequeña y Mediana Empresa
RRM. Reglamento Registro Mercantil
RRSC. Reglamento de Registro de
Sociedades Cooperativas
SA. Sociedad Anónima
SAP. Sentencia de la Audiencia Provincial
SCE. Sociedad Cooperativa Europea
SMI. Salario Mínimo Interprofesional
Ss/ ss. Siguientes
STC. Sentencia del Tribunal Constitucional
STS/SSTS. Sentencia del Tribunal Supremo
t. tomo
TC. Tribunal Constitucional
TCE. Tratado Constitutivo de la Unión
Europea
TRLET. Texto Refundido Ley Estatuto de
los Trabajadores
TRLSC. Real Decreto Legislativo por el
que se aprueba el Texto refundido de la
Ley de sociedades de capital
TS. Tribunal Supremo
UE. Unión Europea
v./ Vid. Véase
vol. Volumen
11

INTRODUCCIÓN
Los últimos años del siglo XX, y principios del XXI, si por algo se han caracterizado han
sido por la total reestructuración de la economía mundial con la aparición de globalización.
Una globalización que se destaca por la forma en la que las empresas capitalistas actúan en el
mercado y por cómo mueven recursos de forma tan rápida en él, generándose en buena parte
la creencia que el futuro le corresponde únicamente a este tipo de economía. Sin embargo,
mientras que la reestructuración económica crea nuevos focos de prosperidad, también socava
la de otros y en demasiados sitios –y no solamente en el tercer mundo- aumentando la
diferencia entre personas ricas y pobres.
Frente a esta realidad, emergen una vez más las cooperativas, como lo han hecho siempre
desde la primera experiencia de Rochdale, como una forma de desarrollar una empresa promoviendo
las actividades económicas y sociales de sus miembros y la satisfacción de sus
necesidades con la participación activa de los mismos. Y lo hace observando los principios
del cooperativismo a través de los cuales las cooperativas ponen en práctica sus valores:
asociación voluntaria y abierta; control democrático de las personas miembros; participación
económica de las personas socias; autonomía e independencia; educación, formación e información;
cooperación entre cooperativas; y sentimiento de comunidad.
Estos valores propios de las cooperativas producen efectos beneficiosos que trascienden a
la totalidad de la comunidad en donde ésta desarrolla su actividad. Así, aumenta la igualdad
de oportunidades al romper los procesos monopolísticos de la toma de decisiones, aumenta
el grado de compromiso en el entorno social, contribuye a la interiorización de culturas de
comportamiento organizacional, incrementa el grado de confianza en el sistema, etc. Así
lo vio también Don José María Arizmendiarreta cuando señalaba que la participación, característica
intrínseca de las cooperativas, no debe de limitarse a la empresa. En efecto, el
cooperativismo aunque se declara neutral no debe ausentarse de la vida pública. El hecho
cooperativo también es un hecho social y está obligado en virtud de ello a mantenerse en
proceso dinámico y evolutivo siempre en la búsqueda del bienestar humano y comunitario.
Conocida la importancia de este sector de actividad y su contribución al bienestar del país,
el Parlamento Vasco le dotó de un instrumento jurídico propio y ajustado, desarrollando la
competencia que con carácter de exclusiva le atribuía el artículo 10.23 del Estatuto de Autonomía
para la Comunidad Autónoma del País Vasco, aprobado por la Ley Orgánica 3/1979,
de 18 de diciembre. Y lo hizo a través de la Ley 1/1982, de 11 de febrero, sobre Cooperativas,
que además de dotar de seguridad jurídica, daba cobertura al desarrollo de importantes
proyectos empresariales, sobre todo en el sector del trabajo asociado.
Con la Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi quien legisla buscó una
profunda innovación en el ordenamiento regulador de estas sociedades que no pasó desapercibida
en nuestro derecho comparado por significar una profunda reforma del sector para
adaptarlo a la realidad empresarial, así como a las Directivas de la Comunidad Económica
Europa. Esta Ley se caracterizó por el pormenorizado texto articulado que desarrolló, ampliamente
superior a su antecesora que se había caracterizado precisamente por su brevedad
y por su carácter marcadamente abierto y potenciador de la autonomía de cada cooperativa.
13

Como decimos, la Ley 4/1993 buscó la eficiencia a nivel empresarial de la cooperativa, fundamentalmente
en lo que a los aspectos financieros y de gestión se refiere, logrando aportar
la seguridad que el movimiento cooperativo vasco necesitaba para hacer frente a los retos a
los que en ese momento debía afrontar.
La Ley 4/1993 ha sido modificada en aspectos específicos en diversas ocasiones: Ley
1/2000, de 29 de junio, de modificación de la Ley de Cooperativas de Euskadi; Ley 8/2006,
de 1 de diciembre, de segunda modificación de la Ley de Cooperativas de Euskadi; y disposición
adicional cuarta de la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la Sociedad Cooperativa Pequeña
de Euskadi, por la que se modifican los artículos 67 y 68 de la Ley 4/1993. Además, se ha
aprobado y publicado un reglamento de desarrollo general de la ley, aprobado por el Decreto
58/2005, de 29 de marzo.
La razón de la vigente Ley 11/2019, de Cooperativas de Euskadi trae causa, como bien
señala la exposición de motivos de la misma, de la necesidad de refundición de los mencionados
textos legales que han modificado la Ley 4/1993 sucesivamente en el tiempo y, en
particular de la ya citada Ley 6/2008, de 25 de junio, de la Sociedad Cooperativa Pequeña de
Euskadi; y ello por razones de sistematicidad y facilidad en la identificación y aplicación de
la norma en vigor. No obstante, la aprobación de un texto único precisa de una labor añadida
de armonización, fundamentalmente terminológica y de identidad de razón y solución jurídicas,
en unos casos, y, en otros, de aclaración respecto de aquellos elementos normativos que
pudieren adolecer de inconcreción o suscitar duda en su aplicación. Dicha tarea aclaratoria
ha precisado puntualmente el añadido propositivo necesario para su correcta interpretación
sin que ello haya supuesto variación alguna del sentido y finalidad originarios, sobre todo
atendido a la normativa cooperativa comparada y a puntuales necesidades que se han apreciado
en el devenir de las cooperativas vascas.
Es en este contexto de ayuda a la interpretación de la norma cuando me corresponde
presentar la “Glosa a la Ley de Cooperativas. Comentarios al texto articulado de la Ley
11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi”, continuando con la labor emprendida
por el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi (CSCE-EKGK) a la hora de
editar el comentario jurídico al texto normativo en vigor en cada momento y que comenzó en
1999 con la publicación de la Glosa a la Ley 4/1993. Pues bien, como también ocurría en la
anterior publicación, esta obra presenta circunstancias peculiares que tienen que ver con sus
autores y autoras, momento en el que aparece y por su segura utilidad.
Respecto a los autores y autoras del presente comentario, tengo que reconocer que se ha
logrado reunir al mayor elenco de juristas que han participado en una obra colectiva por lo
menos en nuestro entorno más cercado. No quiere decir esto que no haya otros y otras juristas
de reconocido prestigio que dediquen sus esfuerzos profesionales a las sociedades cooperativas,
pero sí podemos afirmar que los y las veinticinco juristas que participan en la Glosa
son la mejor opción que se podría haber encontrado en cada uno de los subapartados en los
que ésta se divide. Porque, en efecto, se ha hecho un esfuerzo en ubicar a cada autor o autora
en el área de su especialidad que más se ajusta a su práctica profesional en el ejercicio del
derecho de sociedades cooperativas. Para ello, hemos contado con profesionales del propio
movimiento cooperativo, las universidades, el ejercicio profesional de la abogacía, árbitros
del Servicio Vasco de Arbitraje Cooperativo, asociacionismo cooperativo, Gobierno Vasco
14

y, cómo no, del CSCE-EKGK. El resultado en cuanto a la elección de los autores y autoras
y sobre lo desarrollado por estos quedará a juicio de quien lo lea, pero desde estas líneas
introductorias no puedo más que agradecer su predisposición, el esfuerzo realizado y sus
horas de dedicación, seguramente tan sólo justificadas por conjugarse en estos comentarios
dos de las pasiones que todos y todas tenemos, me atrevo a decir, como son el derecho y el
cooperativismo. En todo caso, y salvo la concepción sobre la estructura básica y la sistemática
esencial, los textos reflejan fielmente el libre criterio intelectual de cada autor o autora.
Nadie más que un o una jurista sabe valorar estos conceptos y éste ha sido un pilar de inicio
incuestionable de la obra. Por ello, cada parte de la Glosa responde a la peculiar perspectiva
de análisis de cada autor o autora. A esa peculiar mirada jurídica, en cualquier caso, es a la
que nos lleva la libertad de cada persona.
El momento en el que aparece este libro también merece unas líneas en la medida que tanto
los encargos realizados a los autores y autoras como su materialización se han desarrollado
en el marco de una pandemia que sufrimos a nivel mundial. Seguramente muchos de los autores
y autoras siempre recordarán que los textos de esta obra han sido escritos si no cuando
han estado en confinamiento, sí en el marco de las importantes restricciones impuestas por
las autoridades sanitarias del país, sin olvidar las reuniones telemáticas de coordinación a las
que poco a poco todos y todas nos hemos tenido que ir acostumbrando. Sólo cabe decir que
la situación que vivimos, todavía hoy, pone en valor la solidaridad entre las personas, el valor
de lo comunitario y la esperanza en que pronto tendremos una solución al grave problema
que como sociedad padecemos.
Por otro lado, hablábamos como pretensión de la búsqueda de la utilidad de la obra. Este
ha sido el motivo que ha justificado el esfuerzo que el CSCE-EKGK ha realizado, como
máxima institución en la Comunidad Autónoma del País Vasco de promoción y difusión del
cooperativismo vasco, a la hora de proponer, coordinar y publicar la Glosa. Si la Ley 11/2019
buscaba, entre otras cosas, la aclaración respecto de determinados elementos normativos, la
obra va más allá puesto que busca a través de un desarrollo didáctico explicar el texto articulado
en aras a un mejor desarrollo del propio cooperativismo vasco. Si, además, este comentario
sirve de aclaración e inspiración a otros legisladores y legisladoras ello se debe, sobre
todo, no tanto a los autores y autoras que me acompañan -que también- sino al legislador y
legisladora vasca que ha hecho posible la Ley 11/2019, así como a los y las cooperativistas
que han dado y dan prestigio internacional a nuestras empresas. Reconocerlo, además de ser
un tributo a la verdad, se configura como una suerte de agradecimiento a las mujeres y hombres
que día a día se esfuerzan en desarrollar iniciativas creadoras de empleo y riqueza en
el país desde el riesgo compartido. A todas esas personas les tengo que dedicar estas líneas.
Por último, no puedo más que agradecer al CSCE-EKGK que me haya dado la posibilidad
de dirigir esta Glosa. Nada le puede enorgullecer más al letrado de esta entidad que coordinar
la labor de los y las mejores juristas comentando la vigente Ley de Cooperativas. En todo,
caso los aciertos de los textos son indudablemente de ellos y ellas y los errores que pueda
apreciar el lector con total seguridad de este director.
Santiago Merino Hernández
Letrado del CSCE-EKGK y director de la Glosa
15

1. DISPOSICIONES GENERALES *1
1.1 Aspectos Generales
Artículo 1.- Concepto.
1.- La cooperativa es aquella sociedad que desarrolla una empresa que tiene por objeto
prioritario la promoción de las actividades económicas y sociales de sus miembros y
la satisfacción de sus necesidades con la participación activa de los mismos, observando
los principios del cooperativismo y atendiendo a la comunidad de su entorno.
2.- La cooperativa deberá ajustar su estructura y funcionamiento a los principios cooperativos
de la Alianza Cooperativa Internacional, que serán aplicados en el marco
de la presente ley.
Dentro de esta, actuará con plena autonomía e independencia respecto de cualesquiera
organizaciones y entidades, públicas o privadas.
3.- Las cooperativas pueden realizar cualquier actividad económica o social, salvo expresa
prohibición legal basada en la incompatibilidad con las exigencias y principios
básicos del cooperativismo.
Artículo 2.- Denominación.
1.- Las cooperativas incluirán necesariamente en su denominación las palabras «sociedad
cooperativa» o su abreviatura «S. coop.».
2.- No se podrá adoptar una denominación idéntica a la de otra sociedad preexistente.
Reglamentariamente podrán establecerse requisitos adicionales para formar la denominación
social válida.
3.- Ninguna otra entidad, sea cual fuere su clase y naturaleza, pública o privada, podrá
utilizar el término «cooperativa», o la abreviatura «coop.», salvo que una disposición
le obligue o le auto- rice expresamente a ello.
Artículo 3.- Domicilio social.
La cooperativa tendrá su domicilio social, dentro del territorio de la Comunidad
Autónoma del País Vasco, en el lugar donde realice preferentemente las actividades
con sus personas socias o donde centralice la gestión administrativa y la
dirección empresarial.
Artículo 4.- Capital social mínimo.
El capital social mínimo no será inferior a tres mil (3.000) euros y se expresará en
esta moneda. En la cuantía correspondiente a dicho mínimo legal, el capital deberá
hallarse íntegramente des- embolsado desde la constitución de la cooperativa.
* Comentario realizado por Alfredo Ispizua Zuazua, Responsable del Registro de Cooperativas de Euskadi.
17

DISPOSICIONES GENERALES
1.1.1 Introducción
El Capítulo I del Título I resulta ilustrativo de la pretensión de la persona legisladora de
2019, anunciada y explicada en su exposición de motivos: mantener la estructura básica, material
y formal, de la vigente Ley 4/1993, de Ley 4/1993, de 14 de junio, de Cooperativas de
Euskadi, notablemente diferenciada y mejorada en relación con su predecesora Ley 1/1982,
de 11 de febrero sobre Cooperativa, insertando en la misma determinadas respuestas jurídicas
acordes al momento económico y social, 26 años después.
En efecto, la nueva regulación que respeta la arquitectura jurídica diseñada en 1993, pretende,
sintéticamente:
Refundir e integrar en un solo texto normativo diversas modificaciones legales de la Ley
4/1993, como son:
Ley 1/2000, de 29 de junio, de modificación de la Ley de Cooperativas de Euskadi;
Ley 8/2006, de 1 de diciembre, de segunda modificación de la Ley de Cooperativas de Euskadi;
Disposición adicional cuarta de la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la Sociedad Cooperativa
Pequeña de Euskadi, por la que se modifican los artículos 67 y 68 de la Ley 4/1993.
Además, en el trámite parlamentario de elaboración de la norma, se incorpora e integra
la propia Ley 6/2008, de 25 de junio, de la Sociedad Cooperativa Pequeña de Euskadi, con
sendas modificaciones, de carácter menor, disposición adicional octava de la Ley 11/2019 en
relación con el documento único electrónico.
La exposición de motivos justica su inserción en la nueva norma por razones de sistematicidad
y para facilitar la identificación y aplicación de la norma en vigor; en definitiva, por
razones interpretativas en la aplicación de la norma cooperativa.
Por otra parte, se ha aprobado y publicado determinados desarrollos reglamentarios, que
puntualmente se han tenido en cuenta para elevar de rango normativo diversos aspectos contenidos
en los mismos que se han considerado propios de regulación legal:
Reglamento de desarrollo general de la ley, aprobado por el Decreto 58/2005, de 29 de
marzo.
Reglamento de organización y funcionamiento del Registro de Cooperativas de Euskadi,
aprobado por Decreto 59/2005, de 29 de marzo;
El Decreto 64/1999, de 2 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento sobre procedimiento
y requisitos relativos a las sociedades cooperativas de utilidad pública.
Decreto 61/2000, de 4 de abril, por el que se regulan las Cooperativas de Iniciativa Social),
cuyo contenido, en determinados aspectos, merece su fijación por ley.
Con ello, se hace más clara e inteligible la norma cooperativa a aplicar.
Clarificar cuestiones nucleares determinantes de la eficacia y validez de este tipo societario
como alternativa, democrática y solidaria, de hacer empresa, como es el supuesto de la
responsabilidad de las personas socias por las deudas sociales: como son los que afectan a la
responsabilidad de las personas socias y la imputación de pérdidas.
Revisar la configuración legal de determinadas clases de cooperativas para garantizar, no
solo posibilitar, su acomodo al régimen orgánico y funcional cooperativo; como es el caso de
las cooperativas de viviendas y las de transporte de trabajo asociado.
18

DISPOSICIONES GENERALES
Acomodar la actividad de la Administración, de fomento y de control, en materia cooperativa
al entorno jurídico, económico e institucional general actuales; así como al grado de
desarrollo de las propias cooperativas vascas como sociedades, identificando, fomentando y
garantizando lo específico de la identidad de estas sociedades, aquello que legitima su consideración
como de interés social.
Incorporación de las líneas directrices generales del derecho de sociedades, en constante y
rápida evolución; como es el caso de la regulación del gobierno corporativo.
Posibilitar la autorregulación de determinados aspectos vía estatutaria o Reglamento de
régimen interno o en su caso, dentro del Movimiento cooperativo, que respeta y potencia.
Diversos ajustes y mejoras jurídico – técnicas que contribuyen a la coherencia de la norma
y a su interpretación y aplicación prácticas.
Estas nuevas soluciones, de las que da cuenta, extendidamente, la exposición de motivos,
responden a la necesaria adaptación normativa a una realidad económica, cada vez más globalizada,
que muta constante y rápidamente. Para hacer frente a la misma, compiten no solo
empresas sino también los tipos societarios bajo los que aquellas operan; por lo que el legislativo
vasco ha entendido que se debía dotar a las cooperativas de herramientas jurídicas que.
siendo acordes a su naturaleza y finalidad, faciliten la competencia empresarial.
Consecuencia del planteamiento de política legislativa referido sucintamente, respetuosa
con el modelo cooperativo fijado en 1993, no han sufrido variación dentro del Capítulo I del
Título I, más allá de la derivada de la aplicación de un lenguaje no sexista, los artículos: 2,
denominación; 3, domicilio social y 4, capital social mínimo; por lo que resulta plenamente
vigente lo expuesto y explicado en la Glosa de la Ley 4/1993.
En este mismo sentido, respecto de los artículos 1, 5 y 6, la parte que no ha sufrido alteración
con la nueva norma se encuentra ya glosada, por lo que lo comentado se centrará en los
aspectos novedosos.
1.1.2 El artículo 1.2
1.1.2.1 Principales innovaciones respecto de la normativa anterior
La novedad legislativa consiste en la especificación de que los principios cooperativos son
los proclamados por la Alianza Cooperativa Internacional; en consecuencia, los así establecidos
en el congreso de Manchester de 1995. Trae causa de una enmienda del Grupo Vasco
Popular, en sede de tramitación parlamentaria.
Recalca la exposición de motivos su carácter de directrices mediante las cuales las cooperativas
ponen en práctica sus valores que también explicita, de: control democrático de
las personas miembros, su participación económica, autonomía e independencia, educación,
formación e información, cooperación entre cooperativas y sentimiento por la comunidad.
Y añade que dichos principios y valores deber ser destacados en el marco más amplio
de economía social que califica como realidad constatada en su cuantificación, excelencia
empresarial e indiscutible y esperanzadora utilidad social; donde se integra, como una de las
entidades que la componen, de conformidad con la Ley 5/2011, de 29 de marzo de Economía
Social (artículo 5) y cuyos valores y principios calificados como “orientadores” (artículo 4)
19

DISPOSICIONES GENERALES
se inspiran claramente en los principios históricos del cooperativismo. En cualquier caso,
dicha norma advierte que las distintas entidades de economía social se regularán por sus
normas sustantivas específicas.
En realidad, el título primero, regulador de la sociedad cooperativa procura el equilibrio,
la conciliación entre la esencia cooperativa de este tipo personalista de sociedad, reflejado
en sus valores, y facilitar la operatoria empresarial; aspectos ambos en constante tensión
que en su aplicación práctica prolongada podrían derivar en una cierta dilución del carácter
distintivo cooperativo.
De ahí que la apelación explícita a los principios cooperativos en la definición de la cooperativa
(artículo 1º) sirve además de recalcar su identidad en que se legitima su tipo societario
propio, para reforzar su aplicación.
1.1.2.2 Carácter y fuerza de la innovación
Se trata en realidad de una innovación formal, puesto que la remisión a los principios cooperativos,
sin mayor especificación, que establecía la ley 4/1993, no de otra forma podía ser
entendida y aplicada, aún en ausencia de mención expresa de su autoría.
1.1.2.3 Significado práctico
No obstante, la labor complementaria realizada por la nueva norma permanece, a efectos
prácticos interpretativos, la mención introducida en 1993 de que los mismos serán aplicados
en el marco de la presente ley. Es decir, la ley interpreta, en su regulación concreta, cómo han
de ser aplicados en las cooperativas a que se aplica. Se considera en todo caso, que cumplen
una funcionalidad jurídica de carácter informador, similar a la prevista en el artículo 1.4 del
Código civil para los principios generales del derecho.
Por otra parte, su transgresión es causa de infracción muy grave, art. 159.2.c), siempre que
sea manifiesta -calificación que no figuraba en la redacción de la norma de 1993-; debiendo
entenderse, por lo tanto, que la inobservancia cualificada de los principios cooperativos en el
funcionamiento y organización ordinarios de la sociedad sea de tal grado que la haga irreconocible
como cooperativa.
Este carácter de especial gravedad respecto de la infracción de los principios cooperativos
es ratificado en el supuesto de que la vulneración sea causa de descalificación de la cooperativa,
toda vez que la letra a) del número 1 del artículo 161 de la Ley 11/2019 exige que sea
relevante, además de reiterada. Relevancia que tampoco figuraba en la norma previgente,
siendo significativo de la intención de quien legisla en el País Vasco en 2019 de revestir la
causa descalificatoria, por esta circunstancia, de singular gravedad para que se incoe el procedimiento
de descalificación.
Desde una perspectiva institucional, se atribuye al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi
la función, que deberá desarrollarse, de velar por el cumplimiento de los principios cooperativos,
especialmente el control democrático y la participación económica de las personas
socias, artículo 165.2.c) de la Ley 11/2019; y ello, sin perjuicio de la función inspectora que
corresponde al Gobierno Vasco u otras administraciones públicas, en ejercicio de las competencias
que tuvieren reconocidas legalmente, artículo 158 de la Ley 11/2019. La innovación
20

DISPOSICIONES GENERALES
introducida refuerza la función genérica de colaboración del Consejo con la Administración en
orden al cumplimiento, además de a su difusión, de los principios cooperativos que ya quien
legislaba en 1993 atribuía; artículo 145.2.c).
1.1.2.4 Otra normativa aplicable
El artículo 1.1 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas, estatal, incluye la referencia
expresa a la Alianza Cooperativa Internacional, como órgano de donde emanan los
principios cooperativos, es del mismo tenor, incluida la importante mención de su aplicabilidad
en los términos de la norma; por lo que no aporta ni completa el artículo 1.2 de la ley
11/2019.
1.2 Operaciones con terceras personas no socias
Artículo 5.- Operaciones con terceras personas no socias.
1.- Las cooperativas podrán realizar su actividad cooperativa con personas que no
tengan la condición de socias sin más limitaciones que las establecidas por la ley y
los estatutos.
2.- Cuando, por circunstancias no imputables a la cooperativa, las operaciones de esta
con sus personas socias y con personas que no tengan la condición de socias, dentro
de los supuestos o límites legales, supongan una disminución o deterioro de la actividad
empresarial que ponga en peligro la viabilidad económica de la cooperativa,
esta podrá ser autorizada para iniciar o aumentar actividades y servicios con terceras
personas no socias por el plazo y hasta la cuantía que fije la autorización en función
de las circunstancias que concurran. La citada autorización se entenderá concedida
si en el plazo de un mes desde la presentación de la solicitud no resuelve expresamente
el departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo.
3.- En todo caso, las cooperativas de crédito y las de seguros habrán de cumplir
en sus operaciones con personas que no tengan la condición de socias los
requisitos y limitaciones de la regulación aplicable a su respectiva actividad
financiera y aseguradora.
1.2.1 Principales innovaciones respecto de la normativa anterior
Además de los ajustes técnicos de lenguaje de género, el artículo 5 introduce sendas modificaciones
en sus números 1, sobre todo, y 3.
Con ello, en el número 1, se elimina la mención general y expresa al carácter accesorio o
subordinado de la actividad susceptible de desarrollar por la cooperativa con terceras personas
no socias.
Se mantiene el principio de legalidad entendiendo como tal, permitido lo no expresamente
prohibido; criterio que se aplica a otros aspectos como la transformación en cooperativas,
artículo 90.1 de la Ley 11/2019, o fusiones especiales, artículo 87.1 de la Ley 11/2019. En el
caso analizado, por lo tanto, con nueva dicción legal, se podrá desarrollar la actividad cooperativizada
sin más limitaciones que las establecidas por la ley y los estatutos.
21

DISPOSICIONES GENERALES
Por su parte, el número 3 determina expresamente, especificando la remisión que realizaba
la anterior norma a la “respectiva actividad financiera”, en relación con las cooperativas
de seguros, reguladas en art. 124 de la Ley 11/2019, que las mismas se hallan sujetas, en
todo caso, a los requisitos y limitaciones que su norma sectorial reguladora de la actividad
aseguradora determine, tanto la de carácter básico, competencia estatal, como de desarrollo,
competencia autonómica.
1.2.2 Carácter y fuerza de la innovación
En relación con el número 1, a pesar de que la norma quiere resaltar la libertad operatoria
-en el mismo sentido de apertura que se produjo en 1993 respecto de la ley 1/1982, de 11 de
febrero, sobre cooperativas-, mantiene la posible autolimitación vía estatutos sociales en el
caso concreto.
En ausencia de disposición estatutaria en tal sentido, las únicas limitaciones serán la legales,
de la Ley 11/2019 o las sectoriales correspondientes, en su caso; pero no será preciso que
los estatutos se manifiesten expresamente habilitando la posibilidad de realizar actividades y
servicios cooperativizados con terceros, como lo prevé el artículo 4.1 de la Ley 27/1999, de
16 de julio, de Cooperativas; con un carácter marcadamente mutualista.
Por lo que afecta al número 3, su redacción no supone, sin embargo, una modificación
material de las fuentes de derecho aplicables a esta clase de cooperativas, puesto que las cooperativas
de seguros, junto con las cooperativas de crédito, artículo 123 de la Ley 11/2019, se
hallan reguladas en la sección 8ª del Capítulo I del Título II de la nueva ley, bajo el epígrafe
de cooperativas financieras.
1.2.3 Significado práctico
El criterio de subordinación o accesoriedad respecto de la actividad en que consiste el objeto
social, puede establecerse en términos cualitativos (actividades complementarias, presupuesto
o consecuencia de la actividad principal de la cooperativa, dentro de su objeto social)
pero, también, cuantitativos.
En todo caso, para calibrar el grado de la apertura real desmutualizadora se ha de acudir a
la concreta redacción de las operaciones con terceros en las distintas clases de cooperativas,
reguladas en el Capítulo I del Título II de la Ley 11/2019.
En este sentido, la nueva ley introduce algunas novedades, reducidas, respecto de las cooperativas
agrarias y alimentarias, artículo 113.1 o respecto de las cooperativas de viviendas, art.
117.2.3er párrafo último párrafo; aunque en general, permanecen los límites establecidos en
1993. Se sigue manteniendo el carácter mutualístico básico de la actividad cooperativizada.
En realidad, en este punto se debate el concepto comunitario de empresa en común conformada
por personas socias para satisfacer sus necesidades, en oposición a la finalidad lucrativa
con la que se han vinculado las operaciones con terceros. Dicha consideración ha tenido
claro reflejo histórico en el tratamiento tributario de unas y otras; actualmente unificada en
territorio foral vasco.
Por lo mismo, no es precisa una contabilidad separada en la determinación de los resultados,
como lo exige el artículo 57.3 de la Ley 27/1999.
22

DISPOSICIONES GENERALES
En este sentido, relacionando ambos conceptos: beneficios tributarios y contabilización separada,
la Disposición adicional sexta de la norma estatal prevé la de pérdida de la condición
de cooperativa fiscalmente protegida la falta de contabilización separada de las operaciones
cooperativizadas realizadas con personas terceras no socias
1.2.4 Otra norma aplicable
La solución jurídica comentada difiere de la regulación estatal, dada por el artículo 4 de
la Ley 122/1999, de 16 de julio, de Cooperativas estatal; no obstante, su avance sustancial
respecto de la regulación precedente, art. 10 del RD 2710/1978, de 16 de noviembre, norma
reglamentaria que desarrollaba la Ley 52/1974, de diciembre.
En efecto, para quien legisla a nivel estatal solo resulta posible realizar actividades y servicios
cooperativizados con terceros cuando lo prevean expresamente los estatutos sociales y
ello, dentro de las condiciones y limitaciones establecidas por la propia ley de cooperativas,
así como otras normas sectoriales. En consecuencia, no deviene complementaria.
1.3 Las secciones
Artículo 6.- Secciones.
1.- Los estatutos podrán regular la existencia y el funcionamiento de secciones que desarrollen,
dentro del objeto social, actividades económico-sociales específicas con
autonomía de gestión, sin perjuicio de la responsabilidad general y unitaria de la
cooperativa. En todo caso, será necesario que lleven contabilidad independiente,
sin perjuicio de la general que corresponde a la cooperativa.
2.- En los estatutos se definirán:
Las áreas o actividades afectadas por la inclusión dentro de la sección.
La duración prevista para el funcionamiento diferenciado de la sección, en caso de
ser dicha duración limitada.
Los criterios para definir la asignación patrimonial que corresponda a dicha sección.
En su caso, los criterios de contabilización diferenciada que procedan.
Los criterios para la medición de la actividad cooperativizada que se utilizarán, en
su caso, para la distribución diferenciada de excedentes positivos y negativos en la
sección que se constituye.
El régimen orgánico y la relación de sus órganos con las personas administradoras
de la cooperativa.
3.- En su caso, los estatutos podrán limitar el porcentaje de los excedentes sujetos a
distribución diferenciada por secciones.
4.- La regulación de la respectiva sección podrá también establecer políticas diferenciadas
a efectos de intereses del capital, anticipos laborales o precios de las operaciones
con las personas socias.
5.- La asamblea general podrá acordar la suspensión inmediata de los acuerdos de la
23

DISPOSICIONES GENERALES
junta de personas socias de una sección, haciendo constar los motivos por los que
los considera ilegales, antiestatutarios o contrarios al interés general de la cooperativa.
Sin perjuicio de ello, los acuerdos de la junta de personas socias podrán ser
impugnados según lo previsto en el artículo 41 de la presente ley.
La existencia de una o varias secciones no altera el régimen de facultades propias
de las personas administradoras, aunque puedan designarse directoras, directores,
apoderadas o apoderados de la sección que se encarguen del giro y tráfico de la misma.
Las personas administradoras de la cooperativa podrán acordar la suspensión
inmediata de los acuerdos de la sección, en términos equivalentes a lo previsto para
los acuerdos de la junta de personas socias.
Los estatutos o el reglamento de régimen interno regularán la relación entre la junta
de personas socias de una sección y las personas administradoras de la cooperativa.
6.- Se exigirá auditoría de cuentas a las cooperativas con sección de crédito o con secciones
de otro tipo, en defensa de quienes contraten con las mismas.
1.3.1 Principales innovaciones respecto de la normativa anterior
La ley 11/209 no innova materialmente el régimen normativo vigente en materia de secciones,
únicamente -no obstante, su trascendencia en cuanto a la fijeza que le comunica- lo eleva
de rango en las fuentes de derecho aplicables, garantizando su estabilidad.
En realidad, se incorpora la regulación previamente existente a nivel reglamentario, art.
20 del Decreto 58/2005, de 29 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento de la Ley de
Cooperativas de Euskadi; regulación que la exposición de motivos justifica como desarrollo
de los criterios para la constitución de las secciones.
La persona legisladora de 2019 ha realizado esta operación de elevación de rango normativo
en diversas ocasiones a lo largo del texto legal; no solo respecto del texto reglamentario
mencionado (por ej., el artículo 20.2 recoge la regulación desarrollada por el artículo 2 del
Decreto 58/2005, en relación con las clases de socios) sino también de otros desarrollos reglamentarios
como sucede con:
- el artículo 156.2 de la Ley 11/2019 que reproduce el artículo 4 del Decreto 64/1999,
de 2 de febrero, por el que se aprueba el reglamento sobre procedimiento y requisitos
relativos a sociedades de utilidad pública.
- o el artículo 156.3 de la Ley 11/2019 que hace lo propio respecto del contenido del
artículo 1 del Decreto 61/2000, de 4 de abril, por el que se regulan las cooperativas
de iniciativa social.
En estos supuestos, aun cuando se pierde la flexibilidad de una posterior adaptación ágil
a las cambiantes circunstancias socio económicas, a las que pretende dar una respuesta adecuada
el derecho, se facilita sin duda, la actuación y toma de decisiones por las personas
y sociedades cooperativas y en consecuencia, se gana en seguridad jurídica. Esta opción
legislativa se halla en sintonía con los principios de buena regulación normativizados por el
artículo 129 de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, de procedimiento administrativo común de
las administraciones públicas.
24

DISPOSICIONES GENERALES
1.3.2 Carácter o fuerza de modificación legal
La creación de secciones es potestativa de la cooperativa que decida contemplarlas en su
estructura operativa, art. 6.1 de la Ley 11/2019. Esta disponibilidad de dotarse de secciones
no ha variado respecto de la legislación previgente.
Una vez adoptada la decisión de la existencia de secciones, y respecto de las innovaciones
introducidas:
Son de obligatoria regulación estatutaria los aspectos mencionados en el número 2 del
artículo 6 de la Ley 11/2019 (excepto respecto de la letra c); por lo que no cabe su omisión.
Es potestativa la regulación a que se refieren los números 3, 4 y el número 5, segundo párrafo,
del artículo 6 de la Ley 11/2019.
1.3.3 Significado práctico
1.3.3.1 Configuración de las secciones, art. 6.2
Como se ha señalado, la modificación legal analizada remite a los estatutos sociales de
cada cooperativa que quiera dotarse de secciones para la concreción de los extremos que se
señalan en los números 2, 3 y 4 del artículo 6, comentado. Por lo tanto, impide su regulación
en reglamento de régimen interno o alternativamente, por acuerdos orgánicos puntuales que
lo determinen.
Ha de advertirse que la existencia de secciones se basa en el desarrollo, dentro del objeto
social, de actividades “económico-sociales” específicas con autonomía de gestión, art. 6.1.
En tal sentido, habrán de interpretarse las “actividades” o áreas afectadas por la inclusión en
la sección a que se refiere el nuevo artículo 6.2.a); a la vez que dicha referencia a actividades
económico-sociales justifica su aplicabilidad a diferentes colectivos societarios que realicen
una actividad económico-social diferenciada, para ponderar su distinta participación en la
sociedad cooperativa.
Los extremos referidos se refieren a aspectos económico-patrimoniales, excepto lo previsto
por las letras a), b) y f) del número 2; cuya concreta fijación estatutaria aporta mayor seguridad
jurídica al funcionamiento cooperativo que la remisión genérica del número 1 (que se mantiene
de la regulación anterior) a la regulación estatutaria del funcionamiento de las secciones.
En cualquier caso, las áreas o actividades afectadas a incluir en una sección (art. 6.2.a) han
de cumplir con el criterio previamente establecido (art. 6.1) de especificidad con autonomía
de gestión.
1.3.3.2 Funcionalidad de las secciones, art. 6.3 y 4
Se ha de recalcar que la nueva regulación legal añade dos aspectos jurídico- funcionales a
la existencia de secciones, como son:
1.- la posibilidad (“en su caso”) de servir de criterio de asignación para la distribución
de excedentes, estableciendo unos límites. Artículo 6.3.
25

DISPOSICIONES GENERALES
2.- así como también la posibilidad de establecer políticas diferenciadas, artículo 6.4, en
materias tan importantes, especialmente en cooperativas de trabajo asociado, como son:
- interés al capital aportado.
- anticipos laborales
- precios de las operaciones con las personas socias
Tales criterios de participación económica diversa habrán de basarse en una especie de
contabilidad analítica –“contabilización diferenciada” en términos del número 2.c) del artículo
6.- que identifique el grado de aporte o contribución diversa a la realización del objeto
social y sirve después como criterio de distribución de resultados, básicamente. Además de
su utilidad para la toma de decisiones de gestión y planificación.
Se considera en todo caso, que tal criterio diferenciador debiera ponderarse con una distribución
equitativa básica de excedentes –como apunta el artículo 6.3 al referirse a límites,
respecto de las posibilidades que abre el número 2.c) de dicho artículo- así como respecto
del importe de los anticipos laborales; en garantía de la integridad empresarial de la persona
jurídica cooperativa. Además, siempre habrán de considerarse las contribuciones no singularizables
del conjunto societario.
1.3.3.3 Supervisión de los acuerdos de los órganos de las secciones por los de la sociedad
cooperativa
La persona legisladora de 1993 previó, en el ámbito asambleario societario, la posibilidad
de la suspensión, y esta inmediata –como una suerte de medida cautelar, dada la posibilidad
de su impugnabilidad, reconocida expresamente por el artículo 6.2 de la Ley 4/1993, de
conformidad con la regulación de la impugnación de los acuerdos de la asamblea general,
artículo 39 de dicha ley- de los acuerdos adoptados por la junta de socios de la sección por
la asamblea general. Y ello en coherencia con la responsabilidad general y unitaria de la
cooperativa, artículo 6.1 de la Ley 4/1993.
Sin embargo, en el ámbito de la gestión, aunque se preveía la posibilidad de que los administradores
de la sociedad cooperativa designaran directores o administradores de la sección,
art. 6.2, 2º párrafo de la Ley 4/1993, remitía a la regulación estatutaria, o incluso al reglamento
interno, la relación entre ambas instancias; sin mayor especificación.
Ahora, la persona legisladora de 2019 prevé expresamente, en lógica coherencia con lo
expuesto respecto de la relación junta de personas socias de la sección/asamblea general,
la posibilidad similar a la allí establecida, de suspender, también de forma inmediata, los
acuerdos de las personas gestoras de la sección nombradas por los administradores y administradoras
de la cooperativa; añadiéndose que dicho acuerdo suspensivo se sujeta a términos
equivalentes a lo previsto para los acuerdos de la junta de personas socias. Por lo tanto, habrá
de entenderse que dichos acuerdos devienen impugnables, en este caso, de conformidad con
el artículo 52 de la Ley 11/2019.
En este supuesto, quien legisla por regularlo expresamente, imposibilitando una hipotética
voluntad asamblearia en sentido contrario, dado que lo extrae de la remisión a los estatutos
sociales de la regulación de los órganos de la sección con las personas administradoras de la
cooperativa, art. 6.2.f) de la Ley 11/2019.
26

DISPOSICIONES GENERALES
1.3.4 Otra normativa aplicable
Las innovaciones comentadas respecto del desarrollo estatutario regulado por el art. 6.2 de
la Ley 11/2019, no halla reflejo en la Ley 27/1999, de 16 de julio, de cooperativas, por lo que
no procede considerar complemento alguno al respecto.
Respecto de la regulación del número 3 del artículo 6 de la Ley 11/2019, quien legisla a nivel
estatal prevé la distribución diferenciada por secciones, susceptible de ser excepcionado
estatutariamente; art. 5.2. segundo párrafo de la Ley 27/1999. El criterio general es, por lo
tanto, compartido entre ambas normas. Sin embargo, se considera que la diferencia radica en
el grado de excepción del criterio general: que puede ser total en el caso de la norma estatal,
aunque no necesariamente; mientras que, en el supuesto de la ley vasca, de la interpretación
literal se desprende su limitabilidad, pero no su anulación.
En relación con la suspensión por el órgano de gestión de la cooperativa de los acuerdos
adoptados por el órgano correspondiente de la sección, artículo 6.5. segundo párrafo in fine
de la Ley 11/2019, no existe previsión legal expresa en la Ley 27/1999, que regula únicamente,
los adoptados por la asamblea general.
27

2. CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA *2
2.1 Introducción: estructura y finalidad de la regulación legal
Este Capítulo se estructura en los siguientes artículos:
Artículo 7. La asamblea constituyente.
Artículo 8. La cooperativa en constitución.
Artículo 9. Calificación previa del proyecto de estatutos.
Artículo 10. Cooperativa irregular.
Artículo 11. Constitución.
Artículo 12. Escritura de constitución.
Artículo 13. Contenido mínimo de los estatutos.
Artículo 14. Nulidad de la cooperativa.
Este capítulo regula el nacimiento de una cooperativa y todos los requisitos que deben
cumplirse para que dicho nacimiento termine con su calificación positiva en el Registro de
Cooperativas de Euskadi.
En lo que respecta a la estructura de este capítulo no se introduce ninguna novedad ni en
el número de artículos ni en el título de los artículos respecto a la derogada ley 4/1993 de
cooperativas de Euskadi.
Como se verá, tampoco se ha modificado sustancialmente el contenido de dichos artículos
pero sí que se han introducido novedades que, aunque son pocas, algunas de ellas son de
gran calado.
Es evidente que las nuevas cooperativas que se vayan a constituir van a tener que ceñirse
a la nueva LCE, pero no debe olvidarse que las cooperativas existentes también tienen que
adecuar sus estatutos a la nueva LCE.
Ello va a conllevar un trabajo añadido, sobre todo a las cooperativas de más de 50 personas
socias porque, no sólo van a tener que adecuar sus estatutos a las novedades introducidas por
la nueva LCE sino que, además, en la práctica, les va a obligar a desarrollar internamente
planes de prevención de delitos y tomar medidas para evitar la violencia sexista, obligación
que no existe en la regulación de las sociedades de capital ni en la respectiva a asociaciones
o fundaciones u otro tipo de entidades jurídicas.
Como puntualización, dado que para que una cooperativa se constituya legalmente ésta
debe registrarse en el Registro de Cooperativas de Euskadi, por lo que, paralelamente a la
LCE, cualquier persona interesada en este ámbito deberá también remitirse a la normativa en
vigor que regula dicho registro.
* Comentario realizado por Jokin Txapartegi Zendoia, abogado de la cooperativa Zuzenbide Kontuak.
29

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
2.2 La asamblea constituyente
Artículo 7.- La asamblea constituyente.
1.- La asamblea constituyente, integrada por las personas promotoras, aprobará los
estatutos de la cooperativa y adoptará los demás acuerdos que sean necesarios para
la constitución de la cooperativa.
Las personas promotoras deberán reunir los requisitos exigidos para adquirir la
condición de persona socia de la cooperativa de la clase de que se trate.
2.- Los cargos de presidencia y secretaría de la asamblea constituyente serán elegidos
entre las personas promotoras asistentes.
3.- El acta de la asamblea constituyente deberá expresar, al menos, el lugar y fecha de
la reunión, la lista de asistentes, un resumen de las deliberaciones, los resultados de
las votaciones y el texto de los acuerdos adoptados.
4.- La certificación del acta será expedida por la persona promotora que ejerza las
funciones de secretaría de la asamblea constituyente, con el visto bueno de la presidencia
de la misma.
No hay novedad legislativa que afecte a este artículo.
2.2.1 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Este artículo es de carácter imperativo. Las personas promotoras de una cooperativa deberán
cumplir con todas las exigencias legales que incluye este artículo.
2.2.2 Significado práctico
La asamblea constituyente es el primer acto que celebran las personas promotoras de una
cooperativa que va a tener el primer efecto jurídico, técnico y societario.
Estas personas pueden ser tanto personas físicas como representantes de personas jurídicas
que, dependiendo del tipo de cooperativa, podrán adquirir la condición de personas socias
del tipo de cooperativa que deseen constituir.
Bien es cierto que, previamente, tanto las personas promotoras como otras que han podido
estar interesadas en participar en la cooperativa, han tenido que llevar a cabo reuniones, sesiones
o asambleas necesarias para llegar a un punto de encuentro, sin embargo, es la asamblea
constituyente la que tiene eficacia legal para la constitución de una cooperativa siempre
y cuando cumpla con los requisitos necesarios que regula este artículo.
La asamblea constituyente es la reunión en la cual se van a tomar decisiones clave para la
cooperativa, entre las cuales, la más importante y además obligatoria, es la aprobación de los
estatutos. Incidimos en calificarlo como “obligatoria” porque así expresamente lo indica el
artículo y porque, además de los estatutos, la asamblea constituyente puede también aprobar
otros instrumentos para su vida societaria no obligatorios como puede ser el reglamento de
régimen interior, cuya existencia debe previamente plasmarse en los propios estatutos ya que
no es preceptiva su existencia.
Es evidente que las personas promotoras han tenido que realizar un camino previo para
llegar a un texto definitivo de los estatutos, proceso que requiere reuniones previas para pre-
30

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
sentar aportaciones y celebrar debates. La conveniencia de llegar con un texto acordado a la
asamblea constituyente se requiere fundamental.
En esta asamblea se elegirán los cargos de presidencia y secretaría, quienes certificarán
posteriormente el acta de la asamblea general.
Respecto a los requisitos para adquirir la condición de persona socia: es evidente que las
personas promotoras se han asegurado de que, previa la celebración de la asamblea general,
los y las asistentes a la asamblea cumplen con los requisitos que se necesitan para adquirir
la condición de persona socia dependiendo del tipo de cooperativa que se vaya a constituir.
Esto es fundamental, sobre todo en aquellas cooperativas en las que se requiere cumplir con
requisitos personales especiales o específicos como puede ser: el requisito de ser agricultor
o agricultora profesional titular de una explotación agrícola en el momento de constituir una
cooperativa agraria, contar con autorización como conductor o conductora en caso de cooperativas
de transporte etc…Esto se requiere fundamental porque, posteriormente, el notario
o notaria elegida que vaya a elevar a público el acta de esta asamblea constituyente para su
futura constitución va a solicitar la documentación que acrediten estos requisitos.
Aunque pudiera parecer innecesario exigir que los acuerdos de una asamblea constituyente
se tomen por mayoría (dado que se sobreentiende que a una asamblea constituyente acudirán
personas que tienen decidido integrarse en la cooperativa), no debe considerarse baladí, ya
que a efectos legales y por seguridad jurídica, es absolutamente necesario que se muestre la
voluntad expresa e inequívoca de las personas promotoras de, no sólo constituir una cooperativa
sino, decidir mediante qué normativa interna se va a regir y, transmitirlo posteriormente
al notario o notaria de turno que vaya a escriturar el acta.
2.2.3 Otra normativa aplicable
Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas (Ley 27/1999 a partir de ahora) no contempla
la asamblea constituyente, de hecho, dicha ley la suprimió con el objeto de agilizar el procedimiento
de constitución.
2.3 La cooperativa en constitución
Artículo 8.- La cooperativa en constitución.
1.- Las personas promotoras de la cooperativa en constitución, o las personas gestoras
designadas de entre aquellas en la asamblea constituyente, celebrarán, en nombre
de la sociedad, los actos y contratos indispensables para su constitución, así como
los que la asamblea constituyente les encomiende expresamente. También estarán
habilitadas para actuar en nombre de la sociedad durante esta fase las personas
designadas y con mandato específico para ello.
2.- De los actos y contratos celebrados en nombre de la sociedad antes de su inscripción
en el Registro de Cooperativas de Euskadi responderán solidariamente quienes los
hubiesen celebrado, salvo que su eficacia hubiese quedado condicionada a la inscripción
y, en su caso, a la posterior asunción de los mismos por parte de la cooperativa.
3.- De los actos y contratos descritos en el apartado 1 de este artículo responderá la
sociedad en constitución con el patrimonio formado por las aportaciones de las
31

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
personas socias. Las personas socias responderán personalmente hasta el límite de
las aportaciones que se hubiesen obligado a desembolsar.
4.- Inscrita la cooperativa, esta quedará obligada por los actos y contratos a que se
refiere el apartado precedente. También quedará obligada por aquellos actos y contratos
que acepte dentro del plazo de tres meses desde su inscripción. En ambos
supuestos cesará la responsabilidad solidaria de las personas promotoras, gestoras
o mandatarias.
5.- En el supuesto de que el valor del patrimonio social, sumado el importe de los gastos
indispensables para la inscripción de la cooperativa, fuese inferior a la cifra del
capital social, las personas socias estarán obligadas a cubrir la diferencia.
6.- Hasta que no se produzca la inscripción en el Registro de Cooperativas de Euskadi
la sociedad deberá añadir a su denominación las palabras «en constitución».
No hay novedad legislativa que afecte a este artículo.
2.3.1 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Es imperativo en el sentido en que nombra a las personas que pueden celebrar actos o contratos
en nombre de la sociedad y establece la responsabilidad de dichas personas durante la
tramitación de la constitución de la cooperativa. Dichos actos serán, sobre todo, de índole
económico, los cuales, aunque no sean legalmente obligatorios, sí que pueden ser necesarios
para el funcionamiento inicial de la cooperativa, como pueden ser la obtención de financiación
para contratar gremios para la construcción de un pabellón o reforma de un local donde
se vaya a llevar a cabo la actividad cooperativizada, adquisición de bienes de producción etc.
2.3.2 Significado práctico
Lo que este artículo pretende es, por un lado, dar seguridad jurídica de que las personas
que obran en nombre de la cooperativa no salgan impunes ni se aprovechen de una virtual
responsabilidad única de la cooperativa por llevar a cabo actos ilícitos a su favor y, por otro
lado, habilitar a que la cooperativa no tenga que esperar a la resolución firme del registro para
que pueda iniciar su actividad cooperativizada.
No hay que olvidar que cuando se escritura una cooperativa ante notario, ya es posible
solicitar un Código de Identificación Fiscal (NIF) provisional ante la Hacienda Foral correspondiente
y este NIF ya le permite a la cooperativa llevar a cabo su actividad.
Desde que se escritura la cooperativa hasta su inscripción registral favorable puede transcurrir
un plazo que se desconoce, que puede ser relativamente largo y no por eso la cooperativa
debe estar en situación latente o de pausa.
Nos encontraríamos con dos fases: una primera que entendemos se inicia en el momento
de la escrituración de la cooperativa (aunque previamente se haya celebrado la asamblea
constituyente, la cooperativa no puede actuar en el tráfico mercantil porque no tiene un NIF)
y termina en el momento de la inscripción favorable en el registro. En esta primera fase la
responsabilidad recae solidariamente entre las personas que realizan los actos y contratos y la
cooperativa, siendo la responsabilidad de las personas limitada a las aportaciones realizadas.
32

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
En una segunda fase, tras la inscripción, la responsabilidad ya no es solidaria, sino que cae
en la balanza de la cooperativa y la persona socia responderá, con el mismo límite anterior,
sólo cuando la cooperativa no pueda responder con sus propios bienes.
2.3.3 Otra normativa aplicable
El artículo 9 de la Ley 27/1999 de cooperativas regula la sociedad cooperativa en constitución,
pero de forma mucho más breve y más generalizada que realmente no aporta nada
nuevo.
2.4 Calificación previa del proyecto de estatutos
Artículo 9.- Calificación previa del proyecto de estatutos.
1.- Las personas gestoras, salvo acuerdo en contrario de la asamblea constituyente,
podrán solicitar del Registro de Cooperativas de Euskadi, que deberá resolver en el
plazo de treinta días desde la solicitud, la calificación previa del proyecto de estatutos,
anticipadamente al otorgamiento de la escritura de constitución.
2.- Si el Registro de Cooperativas de Euskadi apreciara defectos subsanables, los comunicará
a las personas gestoras, quienes estarán autorizadas, salvo acuerdo en
contrario de la asamblea constituyente, para subsanarlos en el plazo de un mes.
No hay novedad legislativa que afecte a este artículo.
2.4.1 Carácter o fuerza jurídica del precepto
La utilización de esta vía es nítidamente potestativa, eso sí, siempre y cuando no exista
orden contraria de la asamblea constituyente.
2.4.2 Significado práctico
Esta vía es un instrumento práctico muy útil para poder evitar una futura solicitud de subsanación
del contenido de los estatutos o, en el peor de los casos, una resolución denegatoria.
Bien es cierto que actualmente existen muchos modelos tipo de estatutos que se conoce
que cumplen con la legalidad registral, sin embargo, en casos en que no se disponga de
dichos modelos o se incluyan artículos o disposiciones inusuales, novedosos o dudosos es
preferible llevar a cabo esta consulta.
2.4.3 Otra normativa aplicable
El art. 11.2 de la Ley 27/1999 de cooperativas también incluye dicha posibilidad, pero su
regulación es ínfima y no aporta nada nuevo.
2.5 Cooperativa irregular
Artículo 10.- Cooperativa irregular.
1.- Verificada la voluntad de no inscribir la sociedad en el Registro de Cooperativas
33

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
de Euskadi y, en cualquier caso, transcurrido un año desde el otorgamiento de la
escritura sin que se haya solicitado su inscripción, cualquier persona socia podrá
instar a la disolución de la cooperativa en constitución y exigir, previa liquidación
del patrimonio social, la restitución de sus aportaciones.
2.- En tales circunstancias, si la cooperativa ha iniciado o continúa sus operaciones, se
aplicarán las normas de la sociedad colectiva o, en su caso, las de la sociedad civil.
El artículo 8.4 no será aplicable a la posterior inscripción de la cooperativa.
No hay novedad legislativa que afecte a este artículo.
2.5.1 Carácter o fuerza jurídica del precepto
El artículo posibilita a cualquier persona socia a instar la disolución, no obliga a ejecutar
dicha acción. Lo que sí obliga en el apartado primero es a que se cumpla uno de los dos requisitos
para ejecutar la acción: o bien que quede verificada la voluntad de no inscribir la sociedad
en el Registro de Cooperativas de Euskadi (por ejemplo, mediante actos expresos de
las personas socias manifestando dicha voluntad) o bien por omisión de inscripción habiendo
transcurrido un año desde el otorgamiento de la escritura (sin necesidad de actos expresos).
Respecto al segundo apartado, sí que obliga a la aplicación de la normativa de las sociedades
colectivas o de las sociedades civiles.
2.5.2 Significado práctico
Son dos las causas para instar la disolución:
a) voluntad de no querer inscribir la cooperativa
b) el transcurso de un año desde el otorgamiento de escritura sin la solicitud de inscripción
Podríamos distinguirlos en el sentido de que el primero exigiría una manifestación
expresa al respecto y la segunda una omisión.
La primera opción no nos otorga ningún plazo y la segunda nos indica que debe transcurrir
un año desde el otorgamiento de la escritura. No debemos olvidar que instar la disolución es
una opción, no un deber, sin embargo, si nos encontramos en el primer caso, es evidente que
una manifestación expresa de no querer inscribir la sociedad traerá consigo automáticamente
una disolución de la cooperativa voluntaria, sin necesidad de que una persona socia tenga
que instarlo a la fuerza.
En el segundo caso, sí que puede ser más problemático ya que omitir o dejar de realizar un
acto tan importante como la inscripción en el registro sí que puede devenir por el hecho de
que algo irregular haya ocurrido y que alguna persona socia se haya podido sentir afectada
en todo ese proceso. En ese caso, sí que puede ser necesario que esa persona socia afectada
tenga que instar la disolución.
Respecto al segundo apartado, lo que entendemos en la práctica es que si, o bien habiendo
manifestado la voluntad de no inscribir o bien habiendo transcurrido un año desde el otorgamiento
de la escritura sin haber inscrito, si la cooperativa sigue llevando a cabo su actividad,
se aplicará lo establecido para las sociedades colectivas o civiles, lo que significa que las personas
socias responderán personal e ilimitadamente de las obligaciones que vayan generando
y es por eso por lo que no se aplica el art 8.4 de la LCE.
34

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
2.5.3 Otra normativa aplicable
La ley 27/1999 de Cooperativas no contempla esta situación.
2.6 Constitución
Artículo 11.- Constitución.
1.- La cooperativa se constituirá mediante escritura pública, que deberá otorgarse en
el plazo de dos meses a contar desde la fecha de la asamblea constituyente o, en su
caso, desde la calificación previa del proyecto de estatutos sociales, y se inscribirá
en el Registro de Cooperativas de Euskadi, momento a partir de cual adquirirá personalidad
jurídica.
2.- La inscripción de la escritura de constitución y la de todos los demás actos relativos
a la cooperativa podrá practicarse previa justificación de que ha sido solicitada o
realizada la liquidación de los impuestos correspondientes al acto inscribible.
No hay novedad legislativa
2.6.1 Carácter o fuerza jurídica del precepto
El apartado 1 del artículo tiene carácter imperativo y obliga a constituir la cooperativa
mediante escritura pública y además, obliga a otorgarlo en un plazo de dos meses desde la
fecha de la asamblea constituyente o, en su caso, desde la calificación previa del proyecto de
estatutos sociales.
El apartado 2 tiene carácter imperativo en el sentido de que hasta que no se justifique que
se ha solicitado o se ha realizado la liquidación de los impuestos correspondientes no se podrá
inscribir la escritura de constitución y demás actos.
2.6.2 Significado práctico
En la práctica, respecto al apartado 1, supone que si tras celebrarse la asamblea constituyente
no se ha decidido solicitar del Registro de Cooperativas de Euskadi la calificación
previa del proyecto de estatutos (art. 9 de la LCE), la escritura pública deberá otorgarse en el
plazo de dos meses desde la celebración de dicha asamblea.
Si se ha realizado dicha solicitud, los dos meses empezarán a contar desde el momento
en que se recibe la calificación previa, entendiéndose ésta, lógicamente, como estimatoria
o positiva. Recordar que según el art.9 de la LCE, el Registro de Cooperativas de Euskadi
tiene un mes para resolver. Ello conllevaría tener que esperar a recibir dicha calificación, sin
embargo, consideramos que, aun habiendo realizado dicha solicitud de calificación, sería
posible elevar a escritura pública una vez celebrada la asamblea constituyente.
2.6.3 Otra normativa aplicable
La Ley 27/1999 de 16 de julio de cooperativas lo regula en el artículo 7 pero no aporta
nada nuevo.
35

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
2.7 Escritura de constitución
Artículo 12.- Escritura de constitución.
1.- La escritura pública de constitución, salvo que sea otorgada por la totalidad de las
personas promotoras, deberá serlo por las personas designadas en la asamblea
constituyente, con sujeción a los acuerdos adoptados por la misma.
2.- La escritura pública de constitución, que incluirá, en su caso, el acta de la asamblea
constituyente, deberá contener los siguientes extremos:
a) Los nombres, apellidos, edad, profesión y estado civil de las personas otorgantes
y personas promotoras, si estas fueran personas físicas, o la denominación
o razón social, si fuesen personas jurídicas, y en ambos casos la nacionalidad,
el domicilio y la clase de persona socia.
b) La voluntad de fundar una cooperativa de la clase de que se trate.
c) Manifestación de las personas otorgantes de que cada una de las personas
promotoras ha desembolsado, al menos, el veinticinco por ciento de la aportación
obligatoria mínima para ser persona socia fijada por los estatutos, o, en
su caso, la fracción superior necesaria para cubrir el capital mínimo fijado en
el artículo 4, y, en su caso, la forma y plazos en que se deberá desembolsar el
resto de dicha aportación, si se hubiere diferido.
d) Los estatutos sociales.
e) Los nombres, apellidos, profesión y edad de las personas físicas, o la denominación
o razón social si fueran personas jurídicas, designadas para ocupar
los cargos de los órganos sociales necesarios y, en ambos supuestos, su nacionalidad
y domicilio, y, en su caso, los datos correspondientes a las personas
auditoras de cuentas.
f) Declaración de que no existe otra cooperativa con idéntica denominación,
adjuntándose para su incorporación al instrumento público las certificaciones
originales sobre denominación no coincidente expedidas por el registro de
cooperativas del ministerio competente en materia de trabajo y por el Registro
de Cooperativas de Euskadi.
g) Valor asignado a las aportaciones no dinerarias, si las hubiese, con descripción
suficiente de las mismas y detalle de las que realice o se obligue a realizar
cada una de las personas promotoras.
h) La cuantía aproximada de los gastos de constitución de la cooperativa, tanto
de los efectuados como de los que se hayan previsto hasta que aquella quede
inscrita.
3.- En la escritura pública de constitución podrán incluirse además todos los pactos y
condiciones que las personas promotoras hubiesen acordado en la asamblea constituyente,
siempre que no se opongan a las leyes ni contradigan los principios configuradores
de la sociedad cooperativa.
No se ha modificado el artículo.
36

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
2.7.1 Carácter o fuerza jurídica de los preceptos
Siguiendo el artículo 11 previo, es obligatorio que la constitución de la cooperativa se
realice mediante escritura pública e imperativo que la otorguen las personas designadas en la
asamblea constituyente o, en su defecto, la totalidad de personas socias promotoras.
El apartado 2 es imperativo, es decir, obliga a que incluya todos los extremos que se relacionan
en él.
Como comentario, sirva decir que cuando en el apartado 2 del artículo 12 se dice “La escritura
pública de constitución, que incluirá, en su caso, el acta de asamblea constituyente,…”
se debe a que es posible celebrar la asamblea constituyente ante el propio notario o notaria
en el momento de otorgar la escritura pública, por lo que no es necesario incluir el acta de la
asamblea constituyente previo al otorgamiento de la escritura.
El apartado 3 del artículo 12 es potestativo ya que se refiere a cualquier acuerdo sobre
alguna cuestión o algún tema que no es obligatorio por ley decidir.
2.7.2 Significado práctico
La obligatoriedad de elevar a escritura pública la constitución de una cooperativa se debe
a la necesidad de mantener una seguridad jurídica, no sólo porque actuarán en el tráfico mercantil
sino porque pueden participar también en ámbitos de gran relevancia social como son
la educación, la sanidad o la vivienda. No puede quedar sin control jurídico la constitución de
las cooperativas ya que están juego intereses y bienes fundamentales para las personas como
son su economía, educación, salud y bienestar social entre otros.
Una regulación laxa a este respecto podría dar paso a cooperativas con fines fraudulentos
que, incluso ahora, se están dando en el ámbito de las cooperativas mixtas donde la clave se
encuentra en el momento de la constitución.
2.7.3 Otra normativa aplicable
La Ley 27/1999 de 16 de julio de cooperativas lo regula en el artículo 10 pero no aporta
nada nuevo.
2.8. Contenido mínimo de los estatutos
Artículo 13.- Contenido mínimo de los estatutos.
1.- Los estatutos que han de regir el funcionamiento de la cooperativa harán constar
como mínimo los siguientes extremos:
a) La denominación de la misma.
b) El domicilio social.
c) La actividad que constituya su objeto social.
d) Su duración.
e) Ámbito territorial de la actividad cooperativa principal.
f) Requisitos para la admisión y baja de las personas socias.
37

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
g) Derechos y obligaciones de las personas socias, indicando el compromiso o la
participación mínima de aquellas en las actividades de la cooperativa.
h) Normas de disciplina social, tipificación de las faltas y sanciones, procedimientos
sancionadores y recursos.
i) Capital social mínimo de la cooperativa y determinación de la aportación obligatoria
inicial de las distintas personas socias que tenga la sociedad.
j) Reembolso de las aportaciones de las personas socias, así como régimen de
transmisión de las mismas.
k) Criterios de distribución de excedentes, con determinación de los porcentajes
mínimos a destinar al Fondo de Reserva Obligatorio y a la contribución para la
educación y promoción cooperativa y otros fines de interés público.
l) Forma de publicidad y plazo para convocar la asamblea general, ordinaria o
extraordinaria, en primera o segunda convocatoria, o bien en tercera convocatoria
para el caso de las cooperativas de consumo, enseñanza y, agrarias y
alimentarias, así como el régimen de adopción de acuerdos, tal como se recoge
en el artículo 36 apartados 2 y 3 de esta ley.
m) La estructura del órgano al que se confía la administración de la cooperativa,
así como su régimen de actuación.
n) Composición y funciones, si fuesen preceptivos o se prevean estatutariamente, de la
comisión de vigilancia y, en su caso, del comité de recursos y del consejo social.
o) Garantías y órganos establecidos para respetar el derecho a la información de
las personas socias, en los términos establecidos en los artículos 24 y 25 de la
presente ley.
p) Causas de disolución de la cooperativa.
q) Las sociedades cooperativas de más de 50 personas socias elaborarán un modelo
de prevención de delitos de la cooperativa, así como establecerán los mecanismos
para su seguimiento. Igualmente, habrán de incorporar medios específicos
para que la cooperativa sea un ámbito libre de violencias sexistas.
r) Los demás supuestos obligatorios en aplicación de la presente ley.
2.- Podrán dictarse, para el desarrollo de determinados aspectos de funcionamiento de
la cooperativa, reglamentos de régimen interno, sin que, en ningún caso, resulten
contrarios o puedan vulnerar lo dispuesto en sus estatutos.
2.8.1 Principales modificaciones respecto a la normativa anterior
La nueva LCE ha traído consigo importantes novedades respecto al contenido que deben
incluir los estatutos. Estas novedades no van a ser aplicables sólo a las cooperativas nuevas
sino también a las existentes, las cuales deberán adaptar sus estatutos a la misma en un plazo
máximo de 2 años desde la entrada en vigor de la LCE.
Analicemos uno a uno.
2.8.1.1 El reembolso
Versión Antigua: j) Derecho de reembolso de las aportaciones de los socios, así como el
régimen de transmisión de las mismas.
38

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
Versión actual: j) Reembolso de las aportaciones de las personas socias, así como régimen
de transmisión de las mismas.
Se ha producido un cambio importante del carácter jurídico del reembolso pasando de ser
un derecho de la persona a socia en todo caso a ser una materia regulable por la cooperativa.
Desde la Ley 1/1982 de 11 de febrero sobre Cooperativas hasta hoy, el reembolso se ha
considerado un derecho incondicional de todas las personas socias, lógicamente siempre y
cuando hubiera excedentes, pero las circunstancias han ocasionado que tenga que dejar de
considerarse como un derecho. El cambio del carácter jurídico del reembolso se inició tras
la entrada en vigor la Ley 8/2006, de 1 de diciembre, de segunda modificación de la Ley de
Cooperativas de Euskadi.
Debido a que el International Accounting Standards Board (IASB) revisó la Norma Internacional
de Contabilidad n.º 32, referente a los instrumentos financieros, así como la emisión
de la correspondiente interpretación del Comité de Interpretación de las Normas Internacionales
de Información Financiera (CINIIF 2) sobre la aplicación de la Norma Internacional
de Contabilidad (NIC 32) a las aportaciones de personas socias de entidades cooperativas
aprobadas ambas por la Comisión en virtud de los Reglamentos 2237/2004 y 1703/2005,
respectivamente, impidió la consideración como recurso propio de las aportaciones al capital
social de las cooperativas, tanto obligatorias como voluntarias, debido al derecho incondicional
de las personas socias a su reembolso (preámbulo Ley 8/2006).
Esta normativa contable colisionaba directamente con la configuración del artículo 63 de
la Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi, que regulaba el derecho incuestionable de las
personas socias al reembolso de su aportación. Debido a este problema contable, se introdujo
la posibilidad de que los órganos sociales de la cooperativa pudieran rehusar incondicionalmente
el reembolso de las aportaciones en caso de baja por lo que carecía de sentido
considerar el reembolso un derecho que ya se encontraba limitado. Consideramos que esta
es la razón por la que se ha eliminado el carácter de “derecho” y en los estatutos deberá
quedar claro qué aportaciones tendrán derecho incondicional al reembolso y cuales tendrán
condicionado dicho reembolso, además de otras novedades importantes que se han incluido
respecto al rehúse del reembolso que se explicarán en su apartado correspondiente.
2.8.1.2 La tercera convocatoria
Versión antigua: l) Forma de publicidad y plazo para convocar la Asamblea General,
ordinaria o extraordinaria, en primera o segunda convocatoria, o bien en tercera convocatoria
para el caso de las cooperativas de consumo y agrarias, así como el régimen de
adopción de acuerdos, tal como se recoge en el artículo 34.2 de esta ley
Versión actual: l) Forma de publicidad y plazo para convocar la asamblea general, ordinaria
o extraordinaria, en primera o segunda convocatoria, o bien en tercera convocatoria para
el caso de las cooperativas de consumo, enseñanza y, agrarias y alimentarias, así como el régimen
de adopción de acuerdos, tal como se recoge en el artículo 36 apartados 2 y 3 de esta ley.
Podemos distinguir dentro del apartado, a efectos prácticos, tres novedades.
2.8.1.2.1 Inclusión de la tercera convocatoria para las cooperativas de enseñanza
Ello ha devenido por una reivindicación del sector de la educación. La práctica ha ocasionado
que en ciertas cooperativas de enseñanza se haya complicado la obtención del quórum
39

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
mínimo para celebrar la asamblea tanto en primera como en segunda convocatoria. Debido
al alto número de personas socias existente se ha podido perder el sentimiento de propiedad
de la cooperativa por parte de ellas y, si bien persiste la obligación acudir a las asambleas
generales, las personas socias dejan de acudir a las mismas.
Mediante la inclusión de esta tercera convocatoria se produce una seguridad jurídica para
los centros educativos en la toma de decisiones fundamentales y preceptivas como son la
aprobación de cuentas, distribución de resultados, elección de las personas administradoras,
etc… Ello dificulta la posibilidad de impugnar dichos acuerdos por cuestiones de forma.
2.8.1.2.2 Cambio de denominación de las cooperativas agrarias
Con la nueva LCE, las cooperativas antes denominadas como “agrarias” pasan a denominarse
“agrarias y alimentarias”. Hay que entenderlo en el sentido de que en vez de denominarse
“agro-alimentarias”, término que es utilizado en algunos ámbitos, se denominan “agrarias
y alimentarias”. Debe quedar claro que no hay ninguna distinción entre cooperativas
agrarias y cooperativas alimentarias.
2.8.1.2.3 Modificación del artículo correspondiente al régimen de acuerdos de la
asamblea general.
La referencia pasa a ser del artículo 34.2 de la derogada LCE a los actuales apartados 2 y
3 del artículo 36 de la LCE. Una mera modificación por inclusión de nuevos artículos en la
nueva LCE y la adición en el artículo 36.2 de la LCE de la tercera convocatoria a las cooperativas
de enseñanza, y agrarias y alimentarias.
2.8.1.3 Otros órganos
Antigua: n) Composición y funciones de la Comisión de Vigilancia y, en su caso, del Comité
de Recursos y del Consejo Social.
Actual: n) Composición y funciones, si fuesen preceptivos o se prevean estatutariamente,
de la comisión de vigilancia y, en su caso, del comité de recursos y del consejo social.
Lo que quien legisla trata de prevenir o anunciar es que estos tres órganos puede que no
sean obligatorios y que, por tanto, habrá que acudir al cuerpo del articulado correspondiente
de cada órgano para ver cuándo es preceptiva su existencia.
Aunque estos requisitos se desarrollarán en el capítulo correspondiente, como adelanto, indicar
que la comisión de vigilancia sigue siendo preceptiva en cooperativas de 100 personas
socias o más, el comité de recursos mantiene su carácter potestativo y el consejo social pasa
a ser un órgano potestativo para todo tipo de cooperativas independientemente del número de
personas socias, que tengan personas socias trabajadoras o de trabajo, ya que dicho órgano
sólo puede estar compuesto por estas personas y, en su caso, de personas trabajadoras por
cuenta ajena.
2.8.1.4 El derecho a la información
Redacción antigua: no existe.
40

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
Redacción actual: o) Garantías y órganos establecidos para respetar el derecho a la información
de las personas socias, en los términos establecidos en los artículos 24 y 25 de la
presente ley.
Ocurre que en el contenido de los artículos 24 y 25 del cuerpo de la LCE no ha habido
alteraciones y, en el artículo 25.2 aún se puede leer que “Los estatutos…podrán establecer
un sistema de garantías...”, es decir, es potestativo, sin embargo, este nuevo apartado o) del
artículo 13 obliga a incluir en los estatutos no sólo las garantías sino también los órganos que
van a controlar el derecho a la información de las personas socias.
Aunque en la redacción del artículo 25.2 de la LEC su contenido sea potestativo, entendemos
que debe prevalecer el carácter preceptivo del artículo 13.o) debido a su inclusión nueva
y expresa en la ley. Ello supone que tanto las nuevas cooperativas como las ya existentes que
no lo tengan regulado tendrán que pensar cómo van a regular este derecho y establecer un
procedimiento interno que asegure que se dan los pasos necesarios para que el ejercicio de
derecho de información tenga todas las garantías, estableciendo los requisitos para solicitar
la información, los órganos competentes para dar la información, motivos para denegar la
información, las vías de impugnación etcétera.
2.8.1.5 El modelo de prevención de delitos y la incorporación de medios para el aseguramiento
de un ámbito libre de violencias sexistas
Analizaremos las dos novedades.
2.8.1.5.1 El modelo de prevención de delitos
Con la reforma del Código Penal a través de la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, por la
que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, se produjo
una de las modificaciones más fundamentales en el derecho penal empresarial: se introdujeron
tipos penales que podían ser cometidos por sociedades mercantiles y éstas pasaban a ser
personas susceptibles de ser condenadas, lo que echaba por tierra un refrán jurídico penal
inventado por un penalista alemán en 1881 llamado Franz von Liszt que dice “societas delinquere
non potest” que significa “la empresa no puede delinquir”.
Esto supone que las personas jurídicas pueden ser culpables de los delitos cometidos por
sus representantes legales, por sus personas administradoras, trabajadoras y en nuestro caso,
las personas socias.
Sin embargo, existe una eximente a esta responsabilidad que aparece regulada en el artículo
31.bis.2 del Código Penal que dice:
2. Si el delito fuere cometido por las personas indicadas en la letra a) del apartado
anterior, la persona jurídica quedará exenta de responsabilidad si se cumplen las
siguientes condiciones:
1.- el órgano de administración ha adoptado y ejecutado con eficacia, antes de la
comisión del delito, modelos de organización y gestión que incluyen las medidas
de vigilancia y control idóneas para prevenir delitos de la misma naturaleza o
para reducir de forma significativa el riesgo de su comisión;
2.- la supervisión del funcionamiento y del cumplimiento del modelo de prevención
41

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
implantado ha sido confiada a un órgano de la persona jurídica con poderes autónomos
de iniciativa y de control o que tenga encomendada legalmente la función
de supervisar la eficacia de los controles internos de la persona jurídica;
3.- los autores individuales han cometido el delito eludiendo fraudulentamente los
modelos de organización y de prevención y
4.- no se ha producido una omisión o un ejercicio insuficiente de sus funciones de
supervisión, vigilancia y control por parte del órgano al que se refiere la condición
2.ª
Vista la redacción del artículo 13.1.q), nos encontramos con que en las cooperativas que
tengan más de 50 personas socias, el Consejo Rector (o las personas administradoras únicas
o solidarias) se encuentra con la obligación legal de elaborar este modelo, también denominado
“compliance”. Subrayamos los términos “obligación legal” porque este requerimiento
no se da en las empresas reguladas por la ley de sociedades de capital ni las sociedades
laborales, ni siquiera las asociaciones o fundaciones. Nos encontramos en una situación excepcional
y única en el sistema.
El contenido de dicho modelo, que puede ser elaborado por el Consejo Rector y aprobado
en asamblea general incluirá los siguientes aspectos:
- Análisis de los riesgos penales existentes en la Cooperativa
- Elaboración de mapa de riesgos penales.
- Implementación de protocolos, procedimientos, medidas y controles necesarios para
la prevención de delitos.
- Creación de un órgano de supervisión y control del Modelo de Prevención de Delitos.
- Establecimiento de un sistema de denuncias.
- Revisión periódica y actualización del Modelo de Prevención de Delitos
No pretendemos limitarlo a este contenido, sino que está abierto a cualquier otra materia, ya
que cuanto más exhaustivo y completo sea el modelo, menor será el riesgo de cometer delitos
dentro de la cooperativa y, si ocurriera, la eximente a aplicar sería de mayor rango jurídico.
2.8.1.5.2 La incorporación de medios para el aseguramiento de un ámbito libre de
violencias sexistas
Debido a la mayor concienciación social que existe respecto a esta lacra, quien legisla ha
optado por dar también un paso más e introducir la obligación de las cooperativas de más de
50 personas socias de elaborar y construir un sistema que asegure la no comisión de actuaciones
de índole sexista dentro de la organización.
Ello supondrá, junto con el “compliance”, un trabajo añadido para estas cooperativas, los
cuales deberán establecer un procedimiento interno para que cualquier acto violento pueda
ser comunicado, tramitado, valorado y denunciado si fuera el caso, estableciendo sistemas de
protección sociales y laborales a favor de las víctimas.
2.8.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Respecto a la fuerza del precepto, la inclusión en los estatutos del contenido que se enumera
en este artículo es imperativo para todas las cooperativas con la excepción del modelo de
42

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
prevención de delitos y la incorporación de medios para el aseguramiento de un ámbito libre
de violencia sexista, que son obligatorios para cooperativas de más de 50 personas socias.
Debido a su novedad, lo que sí podría generar alguna duda es si el modelo de prevención
de delitos o los medios para asegurar de un ámbito libre de violencia sexista deben incluirse
en su totalidad en los estatutos.
Los modelos de prevención de delitos o “compliance” responden a documentos de cierta
extensión que pueden ocasionar que los estatutos se alarguen innecesariamente. El contenido
de un “compliance” abarca un análisis de los riesgos penales existentes en la cooperativa,
una elaboración de mapa de riesgos penales, una implementación de protocolos, procedimientos,
medidas y controles necesarios para la prevención de delitos, la creación de un
órgano de supervisión y control del modelo de prevención de delitos, establecimiento de un
sistema de denuncias y requiere una revisión periódica y actualización del modelo.
Lo mismo ocurre con los medios de prevención de violencia sexista. Para incluir este tipo
de medios, debe tenerse en cuenta que habrá que establecer unas condiciones de trabajo que
eviten el acoso sexual, realizar acciones formativas dirigidas a las personas socias y asalariadas
para la prevención del acoso sexual en el trabajo, impulsar la implantación de procedimientos
para la resolución de conflictos con intervención de un mediador y habrá que regular
también medidas a favor de las víctimas, tanto sociales como laborales.
Que todo esto se incluya en los estatutos puede generar un aumento del contenido de los
estatutos innecesario, por lo que quizás, lo que realmente debería aparecer en los estatutos
son o bien compromisos de la cooperativa a elaborar estos documentos y a adoptar estas
medidas o bien la afirmación de que la cooperativa ya dispone de las mismas.
2.8.3 Significado práctico
En la práctica supondrá que cuando las personas promotoras de una cooperativa vayan a
elaborar unos estatutos tendrán que cumplir mínimamente pero rigurosamente con lo que
establece este artículo y regular todos los apartados incluidos en él.
Sin embargo, también tendrán que tener en cuenta que a lo largo de la ley se han incluido
otras disposiciones tanto de carácter preceptivo, facultativo o recomendable que o bien habrán
de añadirse obligatoriamente o se podrán incluir según las necesidades o intereses de la
cooperativa. Sirva como ejemplo la obligatoriedad de incluir las faltas leves en los estatutos
(en caso de no tenerlos regulados o estar regulados en el reglamento de régimen interno),
la posibilidad de celebrar por videoconferencia tanto la asamblea general como el consejo
rector o la obligatoriedad de agotar la vía interna de la cooperativa para la impugnación de
acuerdos antes de acudir a la vía de arbitraje o judicial.
2.9 Nulidad de la cooperativa
Artículo 14.- Nulidad de la cooperativa.
Una vez inscrita la cooperativa, la acción de nulidad solo podrá ejercitarse por las causas
y con los efectos establecidos en la Ley de Sociedades de Capital, con la salvedad de
que la concurrencia en el acto constitutivo de la voluntad efectiva de dos personas socias
fundadoras queda sustituida por la del número mínimo de personas socias establecido por
la presente ley.
43

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
2.9.1 Modificaciones respecto a la normativa anterior
La única modificación radica en que cambia la norma la cual se toma como referencia para
regular las causas y efectos de la nulidad, que pasa a ser el Real Decreto Legislativo 1/2010,
de 2 de julio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Sociedades de Capital
(LSC) por la derogación de la antigua Ley de Sociedades Anónimas (LSA).
Es obligatorio por tanto mostrar en este trabajo los artículos que regulan las causas y efectos
de la nulidad de las sociedades mercantiles, que son los siguientes:
Artículo 56. Causas de nulidad.
1. Una vez inscrita la sociedad, la acción de nulidad sólo podrá ejercitarse por las
siguientes causas:
a) Por no haber concurrido en el acto constitutivo la voluntad efectiva de, al menos,
dos socios fundadores, en el caso de pluralidad de éstos o del socio fundador
cuando se trate de sociedad unipersonal.
b) Por la incapacidad de todos los socios fundadores.
c) Por no expresarse en la escritura de constitución las aportaciones de los socios.
d) Por no expresarse en los estatutos la denominación de la sociedad.
e) Por no expresarse en los estatutos el objeto social o ser éste ilícito o contrario
al orden público.
f) Por no expresarse en los estatutos la cifra del capital social.
g) Por no haberse desembolsado íntegramente el capital social, en las sociedades
de responsabilidad limitada; y por no haberse realizado el desembolso mínimo
exigido por la ley, en las sociedades anónimas.
2. Fuera de los casos enunciados en el apartado anterior no podrá declararse la
inexistencia ni la nulidad de la sociedad ni tampoco declararse su anulación.
Artículo 57. Efectos de la declaración de nulidad.
1. La sentencia que declare la nulidad de la sociedad abre su liquidación, que se seguirá
por el procedimiento previsto en la presente ley para los casos de disolución.
2. La nulidad no afectará a la validez de las obligaciones o de los créditos de la sociedad
frente a terceros, ni a la de los contraídos por éstos frente a la sociedad,
sometiéndose unas y otros al régimen propio de la liquidación.
3. En las sociedades de responsabilidad limitada, cuando la sociedad sea declarada
nula por no haberse desembolsado íntegramente el capital social, los socios estarán
obligados a desembolsar la parte que hubiera quedado pendiente. En las sociedades
anónimas, cuando el pago a terceros de las obligaciones contraídas por la sociedad
declarada nula así lo exija, los socios estarán obligados a desembolsar la parte que
hubiera quedado pendiente.
2.9.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
El artículo posibilita a que se interponga una acción de nulidad. No tiene carácter imperativo
en este aspecto, pero sí que establece la obligatoriedad de la existencia una causa regulada por
la LSC.
44

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
2.9.3 Significado práctico
Mediante este artículo se trata de regular la posibilidad de interponer una acción de nulidad
contra la cooperativa por las personas que estén legitimadas cuando se cumpla alguna de las
causas establecidas en el artículo 56 de la LSC.
El artículo 41 de la LCE enumera las personas legitimadas para entablar esta acción de
nulidad contra un acuerdo de la asamblea general, ya que no debemos olvidar que el acuerdo
de constitución de la cooperativa es un acuerdo de la asamblea general constituyente. Dichas
personas son: todas las personas socias, las personas administradoras, las personas miembros
de la comisión de vigilancia y cualquier persona tercera no socia con interés legítimo, y caducará
en el plazo de un año, con excepción de los acuerdos que, por su causa o contenido,
resulten contrarios al orden público (por ejemplo, art. 56.1.e) de la LSC).
2.9.3.1 Respecto a las causas de nulidad
Queda claro que son “númerus clausus” y visto que las causas son las mismas desde la Ley
4/1993 de Cooperativas de Euskadi, haremos un par de incisos que son relevantes para las
cooperativas: una es la referida a la salvedad que establece el propio artículo 14 de la LCE y
otra respecto a la causa regulada en la LSC, art.56.1.g) Por no haberse desembolsado íntegramente
el capital social, en las sociedades de responsabilidad limitada; y por no haberse
realizado el desembolso mínimo exigido por la ley, en las sociedades anónimas, ya que este
apartado nos distingue entre sociedades anónimas y sociedades limitadas, por lo que debe
analizarse cómo podría ser aplicable en la práctica a las cooperativas.
2.9.3.1.1 La salvedad del artículo 14 de la LCE
El artículo 14 establece la salvedad de que “la concurrencia en el acto constitutivo de la
voluntad efectiva de dos personas socias fundadoras queda sustituida por la del número
mínimo de personas socias establecido por la presente ley.”
Según la LCE, ese número mínimo de personas dependerá del tipo de cooperativa:
a) Dos en caso de sociedades cooperativas pequeñas
b) Tres en caso de cooperativas de primer grado
c) Dos en caso de cooperativas de segundo o ulterior grado
Esto nos llevaría a interpretar o redactar el artículo 56.1.a) de la siguiente manera:
Por no haber concurrido en el acto constitutivo la voluntad efectiva de, al menos, el número
mínimo de personas socias establecido por la ley de cooperativas de Euskadi.
2.9.3.1.2 Aclaración del artículo 56.1.g) de la LSC
Dicho artículo establece como causa de nulidad “Por no haberse desembolsado íntegramente
el capital social, en las sociedades de responsabilidad limitada; y por no haberse
realizado el desembolso mínimo exigido por la ley, en las sociedades anónimas”.
Para establecer cuál de las causas podría ser aplicable a las cooperativas, debemos acudir
a varios artículos de la LCE:
45

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
Artículo 4 Capital social mínimo.
El capital social mínimo no será inferior a tres mil (3.000) euros y se expresará en esta
moneda. En la cuantía correspondiente a dicho mínimo legal, el capital deberá hallarse
íntegramente desembolsado desde la constitución de la cooperativa.
Artículo 61 Aportaciones obligatorias al capital social.
1. Los estatutos fijarán la aportación obligatoria inicial para adquirir la condición de persona
socia, que podrá ser diferente para los distintos tipos de personas socias previstas
en esta ley o en función de su naturaleza física o jurídica, o para cada persona socia, en
proporción al compromiso o uso potencial que cada una de ellas asuma de la actividad
cooperativa.
2. La aportación obligatoria inicial para adquirir la condición de persona socia deberá
desembolsarse, al menos, en un veinticinco por ciento en el momento de la
suscripción, y el resto en el plazo que se establezca por los estatutos o la asamblea
general, que como máximo será de cuatro años.
De estos artículos podríamos concluir que habría causa de nulidad cuando:
1. Siendo el capital social inicial 3.000 euros, no se hubiera desembolsado íntegramente.
2. Siendo el capital social inicial superior a 3.000 euros:
a. No se hubiera desembolsado el capital social inicial mínimo de 3.000 euros, aunque
supusiera una cuantía superior al 25% inicial mínimo a desembolsar sobre el
capital social inicial suscrito.
b. No se hubiera desembolsado el 25% inicial mínimo a desembolsar del capital
social inicial suscrito, aun siendo la cuantía mínima a desembolsar superior a
3.000 euros.
2.9.3.2 Respecto a los efectos de la nulidad
La nulidad abre el proceso de disolución y liquidación de la sociedad (no ha habido modificaciones
al respecto en la LSC respecto a la LSA), abriendo el camino a una posible
responsabilidad de las personas socias fundadoras.
Siguiendo la línea de lo analizado en lo que respecta a las causas de nulidad, en este apartado
analizaremos la modificación que trajo consigo la LSC en lo que respecta al apartado 3 del antiguo
artículo 35 de la LSA (responsabilidad de las personas socias), que tenía este contenido:
“Art.35.3. Cuando el pago a terceros de las obligaciones contraídas por la sociedad declarada
nula así lo exija, los socios estarán obligados a desembolsar sus dividendos pasivos.”
Dicho efecto se modificó con la siguiente redacción:
“Art. 57.3. En las sociedades de responsabilidad limitada, cuando la sociedad sea declarada
nula por no haberse desembolsado íntegramente el capital social, los socios estarán
obligados a desembolsar la parte que hubiera quedado pendiente. En las sociedades anónimas,
cuando el pago a terceros de las obligaciones contraídas por la sociedad declarada
nula así lo exija, los socios estarán obligados a desembolsar la parte que hubiera quedado
pendiente.”
Hablamos en este caso de la responsabilidad de las personas socias fundadoras.
46

CONSTITUCIÓN DE LA COOPERATIVA
En este caso tendremos nuevamente que analizar cómo aplicar este artículo a las cooperativas.
Siguiendo la conclusión que hemos obtenido para las causas de nulidad, los efectos podrían
ser los siguientes:
1. Siendo el capital social inicial de 3.000 euros y no se haya desembolsado íntegramente:
su efecto será que las personas socias estarán obligadas a desembolsar la integridad del
capital.
2. Siendo el capital social inicial superior a 3.000 euros:
a. No se desembolse el capital social inicial mínimo de 3.000 euros, aunque suponga
una cuantía superior al 25% inicial mínimo a desembolsar sobre el capital
social inicial suscrito: su efecto será que las personas socias estarán obligadas
a desembolsar el mínimo de los 3.000 euros cuando el pago a terceros de las
obligaciones contraídas por la sociedad declarada nula así lo exija.
b. No se desembolse el 25% inicial mínimo a desembolsar del capital social inicial
suscrito, aun siendo la cuantía a desembolsar superior a 3.000 euros: su efecto
será que las personas socias estarán obligadas a desembolsar el mínimo cuando
el pago a terceros de las obligaciones contraídas por la sociedad declarada nula
así lo exija.
2.9.4 Otra normativa aplicable
Ya hemos hecho referencia expresa a los artículos 56 y 57 de la LSC que son directamente
aplicables.
47

3. REGISTRO DE COOPERATIVAS DE EUSKADI *3
Artículo 15. Organización.
El Registro de Cooperativas de Euskadi es un registro público, con estructura orgánica
unitaria, adscrito al departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo.
Artículo 16. Eficacia del registro.
1. La eficacia del registro está definida por los principios de publicidad material y
formal, legalidad, legitimación, prioridad y tracto sucesivo.
2. La inscripción de la constitución, fusión, escisión, disolución y reactivación de las
cooperativas, así como la de transformación en sociedades de esta naturaleza, tendrá
carácter constitutivo, considerándose como fecha de inscripción la fecha de
presentación de la documentación. En los demás casos será declarativo.
3. El Registro de Cooperativas de Euskadi promoverá, en sus relaciones con las ciudadanas
y ciudadanos y con las entidades interesadas en acceder al mismo, la utilización
de medios electrónicos, informáticos y telemáticos a los efectos de facilitar
dichas relaciones, especialmente la inscripción y depósito de los actos sujetos al
mismo, así como la resolución de consultas y expedición de certificados.
Artículo 17. Funciones.
El Registro de Cooperativas de Euskadi tendrá las siguientes funciones:
a) Calificar, inscribir y certificar los actos que según la normativa vigente deban acceder
a dicho registro, que se refieran a cooperativas de primero, segundo o ulterior grado,
a uniones y federaciones de cooperativas, a asociaciones de dichas federaciones o a
otras entidades jurídicas que agrupen mayoritariamente a cooperativas reguladas en la
presente ley.
b) Habilitar y legalizar los libros obligatorios.
c) Recibir el depósito de las cuentas anuales y la certificación de los acuerdos correspondientes
de las cooperativas a que se refiere el apartado a) del presente artículo,
limitándose a calificar si los documentos presentados son los exigidos por la ley, si están
debidamente aprobados por la asamblea general y si constan las preceptivas firmas.
d) Expedir certificaciones sobre la denominación de las entidades cooperativas.
e) Resolver las consultas que sean de su competencia.
f) Cualquier otra atribuida por esta ley o por sus normas de desarrollo.
Artículo 18. Normas supletorias.
1. En cuanto a plazos, personación en el expediente, representación y demás materias
formales referidas al Registro de Cooperativas de Euskadi no reguladas expresa-
* Comentario realizado por Unai Iturriotz Erdotziain, abogado ejerciente y profesor asociado del Departamento
de Derecho Administrativo, Constitucional y Filosofía del Derecho de la UPV/EHU.
49

REGISTRO DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
mente en esta ley o en sus normas de desarrollo, serán de aplicación las normas del
procedimiento administrativo.
2. La demanda judicial contra actos dictados en aplicación del derecho sustantivo
cooperativo se interpondrá ante los juzgados y tribunales mercantiles, de conformidad
con la Ley Orgánica del Poder Judicial y normativa procesal aplicable.
3.1 Introducción
El Registro de Cooperativas de Euskadi (en adelante, RCE) es una pieza clave a la hora
de proporcionar seguridad jurídica en el tráfico empresarial, en este caso concreto, a las cooperativas
domiciliadas en la CAPV y cuya actividad principal se desarrolla en la CAPV, y a
quienes se relacionan o actúan con ellas.
La actual Ley de Cooperativas de Euskadi (en adelante, LCE) dedica el capítulo III del
Título I, compuesto a su vez por cuatro artículos, a regular lo referente al RCE.
3.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Si comparamos la actual LCE con la anterior (Ley 4/1993, de 24 de junio) cabría destacar
dos novedades, una formal y otro material.
La novedad formal es que se ha previsto la promoción del uso de medios electrónicos, informáticos
y telemáticos, agregando un nuevo apartado al artículo referente a la eficacia del
RCE. Estimamos que con dicha aportación se pretende reforzar la apuesta por la modernización,
las nuevas tecnologías y digitalización, adecuando el RCE a la realidad actual.
Por otra parte, la novedad material más sustancial y significativa es que se ha encomendado
a la jurisdicción mercantil el conocimiento y la resolución de las demandas jurídicas
contra los actos del RCE. Mientras que en la anterior normativa la jurisdicción competente
era la civil, ahora los órganos jurisdiccionales ante los que se debe acudir serán los juzgados
y tribunales mercantiles.
Podría citarse también como novedad que haya desaparecido la referencia a la reclamación
previa a la vía judicial, pero no es propiamente una innovación, sino un simple acomodo a la
reforma habida en la legislación procesal administrativa común: en la medida que se ha suprimido
todo lo referente a la reclamación previa al ejercicio de acciones civiles y laborales que
se preveía en la Ley 30/1992, como consecuencia de la Ley 39/2015, no tenía sentido mantener
esta previsión. La desaparición en la legislación administrativa del requisito de procedibilidad
en que consistía la reclamación administrativa previa cuando se pretendía ejercitar acciones
civiles y laborales, ha provocado que no se prevea esta figura en la actual LCE.
Por lo demás, el resto de cambios son insignificantes y, en cualquier caso, carecen de consecuencias
prácticas, en tanto en cuanto su función ha sido aclarar o mejorar la redacción anterior.
3.3 Comentario general y significado practico
A continuación, analizaremos artículo a artículo las previsiones sobre el RCE.
50

REGISTRO DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
3.3.1 Artículo 15
El RCE hasta la actual ley se definía como “un registro jurídico”, en el sentido que tenía
la capacidad de crear presunciones jurídicas sobre lo que constaba en el registro. Esta nueva
ley, sin embargo, define el RCE como “un registro público”, lo cual supone, por una parte,
que se trata de un servicio al que tiene acceso toda aquella persona que tuviera un interés legítimo,
y, por otra parte, que está dirigida a dar publicidad a determinados hechos y circunstancias
concernientes a las cooperativas. No obstante, esta consideración o forma de definir
el RCE no tiene consecuencias prácticas, en tanto en cuanto antes también se configuraba
como un servicio público de funcionamiento gratuito y ahora también sigue siendo un registro
con carácter, eficacia y consecuencias en la esfera jurídica. No se olvide que, por ejemplo,
las inscripciones de los actos de constitución o disolución tienen carácter constitutivo, por lo
que las cooperativas adquieren o pierden personalidad jurídica desde el momento en que se
practique la inscripción en el registro, lo cual es una muestra palmaria del efecto jurídico y,
por tanto, de su naturaleza de “registro jurídico”. Por tanto, el RCE sigue siendo un registro
jurídico administrativo de carácter público, y consideramos que con este cambio tan sólo se
ha querido enfatizar uno de sus aspectos, sin que pierda o se altere su carácter jurídico. Tanto
es así que los principios de eficacia por el que se rige el RCE no se han modificado en lo más
mínimo, y en especial nos referimos a los principios de publicidad formal y material y al de
legitimación.
En cualquier caso, antes y ahora se subraya que su estructura orgánica es unitaria, en tanto
en cuanto se pretende uniformizar los criterios de calificación y funcionamiento y evitar
discrepancias o disparidad de criterios de actuación, lo cual, como sabemos, no quiere decir
que no pueda haber desconcentración de algunas de sus funciones en las delegaciones
territoriales. En la medida que al ser la estructura unitaria sólo hay un único registro para
las cooperativas vascas, evidentemente, se consigue el resultado propuesto de que haya un
único criterio.
A diferencia de la anterior ley, ahora no se adscribe específicamente el RCE al “departamento
de trabajo y seguridad social del Gobierno Vasco”, sino que se hace referencia genérica
a la materia: trabajo. Esta modificación viene motivada, a nuestro entender, por el propósito
de que no le influya la forma específica de denominarse el departamento en cuestión
o que no haya confusión en el supuesto de que se cambie de denominación. Esta diferente
forma de hacer referencia al departamento al que se adscribe el RCE tampoco conlleva consecuencias
prácticas, en la medida que sigue estando incardinada dentro de la organización
administrativa de la Comunidad Autónoma del País Vasco.
3.3.2 Artículo 16
Tal y como se incide en la exposición de motivos de la LCE no resultan modificados la
eficacia y los principios por los que se rige el RCE. La redacción del primer apartado de este
artículo es idéntica a la anterior, por lo que cabe concluir que perdura también el significado
de los principios que inspiran el RCE.
Este es el artículo con mayor contenido y significado jurídico, por lo que resulta procedente
desgranar, de manera sintética, el significado de cada principio: “publicidad formal” (el
RCE es público y hará publicidad de la información que se registra); “publicidad material”
(se presume que su contenido es conocido por todas las personas y no cabe invocar desco-
51

REGISTRO DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
nocimiento, produciendo efectos en relación a terceras personas de buena fe los actos inscritos);
“legalidad” (los documentos a inscribir previa evaluación serán calificados, tanto sobre
su forma y la legitimación de quien lo otorga o suscribe como en lo que se refiere a la validez
de su contenido y las consecuencias que se derivan de ello y del asiento que se practique);
“legitimación” (el contenido se presume exacto y válido, y, aunque no convalide los actos
nulos o inexactitudes, producirá todos sus efectos mientras no haya una declaración inscrita
en tal sentido y, además, aún en este supuesto esa declaración no perjudicará a los derechos
de terceras personas de buena fe); “prioridad” (las inscripciones se practicarán en el orden
de su acceso al registro y cuando se proceda a realizar una inscripción o anotación preventivamente
no podrá realizarse ningún otro de igual o anterior fecha si resulta opuesto o incompatible
con éste) y “tracto sucesivo” (resulta precisa la previa inscripción del sujeto, acto o
contrato, apoderamiento o nombramiento para poder practicar inscripciones sucesivas).
En lo que respecta al segundo apartado, donde se determina cuáles son las inscripciones
que tendrán “carácter constitutivo” y cuales los “declarativos”, se mantiene como en la
anterior regulación: identifica de forma excluyente cuales son las inscripciones constitutivas,
dando al resto el carácter de declarativas. Ahora como antes, tienen carácter constitutivo
y, por tanto, producirán efectos y consecuencias en el ámbito jurídico, las inscripciones
de constitución, fusión, escisión, disolución y reactivación, así como la transformación en
cooperativas; y todas las demás tendrán carácter declarativo, es decir, serán meramente informativas.
No obstante lo anterior, ahora se ha agregado una consideración práctica que
no se hacía en la legislación anterior: la fecha de inscripción será la fecha de presentación
de la documentación. Por tanto, aunque el asiento se lleve a cabo en fecha posterior al que
tuvo entrada el documento en el RCE, la fecha que reflejará el asiento debe ser la de la presentación
del documento. Esta aportación es más una aclaración que una innovación y está
en coherencia con lo previsto en el principio de “prioridad”: las operaciones registrales se
practicarán según el orden de presentación.
La novedad más destacable en cuanto a la eficacia del registro, tal y como hemos adelantado,
es que se ha añadido un tercer apartado y ello con la finalidad de facilitar los procesos
de inscripción y depósito de los actos mediante la utilización de medios electrónicos, informáticos
y telemáticos. Por tanto, con esta nueva previsión se pretende adecuar el RCE a la
realidad actual y promover la utilización de medios más ágiles en sus relaciones, llegando
a ser la primera opción para realizar trámites y gestiones. No obstante, en comparación con
lo dispuesto por la Ley 39/2015, debemos destacar que mientras ésta implantó los registros
electrónicos para el conjunto de administraciones de modo imperativo, en este caso tan sólo
se ha dispuesto que se promoverá el uso de estos modernos medios, sin establecerlos como
uso obligatorio.
3.3.3 Artículo 17
En el artículo 17 se identifican las funciones del RCE.
La relación de funciones que se asignan al RCE no han variado. Las funciones son exactamente
las mismas, tanto cuantitativamente como cualitativamente. La única novedad la
encontramos en que se ha mejorado la redacción del epígrafe c), especificando que la referencia
que se hace al apartado a) es “del presente artículo”; una aclaración que no cambia el
significado de la previsión en lo más mínimo.
52

REGISTRO DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
Debemos significar que las funciones relacionadas no son las únicas encomendadas al
RCE, dado que en el último epígrafe se dispone que también tendrá como función “Cualquier
otra atribuida por esta ley o por sus normas de desarrollo”. Como es sabido reglamentariamente
se ha dispuesto que el RCE sea un “instrumento activo de fomento cooperativo”
y también que tiene la función de “asesorar a los promotores de nuevas Cooperativas, y
a los administradores y asesores de las ya constituidas”; por lo que se confirma que sus
funciones no se limitan a las citadas en la LCE. En definitiva, las funciones citadas no son
numerus clausus.
Aunque por la claridad de lo dispuesto sobre las funciones no merezca extendernos demasiado,
de manera resumida, procede realizar las siguientes consideraciones:
• Calificar supone analizar y evaluar la conformidad a la ley de aquello que se presenta
ante el RCE para decidir si procede o no formalizar el asiento correspondiente, es
decir, se valora si los títulos o documentos que se presentan ante el registro cumplen
los requisitos extrínsecos e intrínsecos exigidos por las normas que rigen la materia.
Como consecuencia de la calificación, mediante resolución motivada, “se procederá
a la extensión o de la denegación del asiento solicitado”, tal y como se prevé reglamentariamente:
si no contuviera defectos, se practicará inmediatamente el asiento, y
si fuera defectuoso, se denegará motivadamente practicar el asiento.
• La inscripción es un tipo de asiento que se practica en los libros del registro. Algunos
actos son necesarios inscribirlos, como por ejemplo la constitución de la cooperativa
o las modificaciones estatutarias, y otros son potestativos, como por ejemplo el nombramiento
del Consejo Social y del Comité de Recursos.
• La certificación registral supone una forma de publicar el contenido de lo que figura
en el RCE, bajo la firma y responsabilidad de quien registra sobre la correspondencia
con el contenido de los libros. Es el medio propicio para acreditar fehacientemente
lo que figura o consta en el RCE, incluso lo que no consta, como por ejemplo sucede
con las certificaciones de denominación no coincidente que son, al fin y a la postre,
una certificación negativa de denominación que suele emplearse en el supuesto de
que se pretenda reservar una denominación determinada a la hora de crear una cooperativa,
dado que no está permitido adoptar una denominación idéntica a la de otra
cooperativa preexistente y la expedición de este certificado tiene como consecuencia
jurídica que se reserve temporalmente la denominación que no figura registrada a la
persona solicitante de la certificación.
La publicidad también puede hacerse efectiva mediante notas simples informativas,
que tienen valor puramente ilustrativo y no dan fe del contenido de los asientos, o
fotocopias de los asientos y de los documentos depositados en el RCE.
• Habilitar y legalizar libros supone destinar algo, en este caso los libros registrales,
a un determinado fin, en este caso que tengan validez y surtan efecto su contenido
en el tráfico jurídico. Los libros que son preceptivos para las cooperativas deben ser
habilitados o legalizados por el RCE. La diferencia entre ambos reside en que la habilitación
es previa a que se use el libro (“antes de su utilización”, según el vigente
reglamento) y la legalización es posterior a efectuarse la redacción de los libros. Tanto
la habilitación como la legalización se realizan mediante diligencia de la persona
encargada del registro en la primera hoja y sello de todas las hojas.
53

REGISTRO DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
• Recibir el depósito de las cuentas y certificación de acuerdos supone que el RCE es
el destinatario de dichos documentos a fin de que sean públicos y estén a disposición
de cualquier persona interesada, pero el registro se limita tan sólo a recepcionarlos
y a calificar si son documentos exigidos legalmente, si han sido debidamente aprobados
por el órgano competente y constan las firmas exigidas. El RCE no entra a
analizar y menos a avalar la correspondencia con la realidad y/o legalidad de su
contenido.
• El RCE también cumple la función de asesoramiento, en la medida que se prevé que
resuelva consultas. Las respuestas del RCE tienen valor meramente informativo y no
generan derechos ni expectativas de derechos. Así mismo, su respuesta no vincula la
actuación posterior de la persona registradora y tampoco puede ser objeto de impugnación,
sin perjuicio de que pueda recurrirse la calificación registral que se pudiera
realizar. En principio no hay limitación sobre el objeto o cuestiones que se pueden
someter a la consideración del RCE, si bien deben circunscribirse a temas “de su
competencia”.
3.3.4 Artículo 18
La principal novedad con respecto a la anterior LCE en lo que se refiere a las previsiones
sobre el RCE se encuentra en este artículo: Mientras que en lo que se refiere a la normativa
aplicable de forma supletoria prevista en el primer apartado, en comparación con la previsión
anterior, es prácticamente igual tanto en el fondo como en la forma, salvo que se añade el
calificativo de “formales” a la referencia genérica de “demás materias”, con intención de
aclarar que son cuestiones procesales – formales y no materiales – sustanciales, el segundo
apartado modifica lo previsto sobre los órganos jurisdiccionales a quienes les corresponde
conocer las demandas judiciales, pasando del orden civil, a los juzgados y tribunales mercantiles.
Así mismo, desaparece la previsión sobre la reclamación previa a la vía judicial que se
debía sustanciar ante el Gobierno Vasco dada la supresión de esta figura en la Ley 39/2015.
Por tanto, la norma supletoria actualmente sería la Ley 39/2015 para todo aquello que
no esté previsto sobre plazos, personación, representación y demás cuestiones formales en
la LCE o en los reglamentos que lo desarrollen. A falta de una previsión en las normas específicas
sobre cooperativas, como antes, se debe acudir a las normas del procedimiento
administrativo común; y ello sin perjuicio de que por las remisiones que se efectúan en el
reglamento que desarrolla la LCE también debamos acudir frecuentemente a la legislación
procesal administrativa.
Tal y como hemos significado anteriormente, la principal novedad reside en que pasan de
la jurisdicción civil a la mercantil las demandas judiciales contra los actos del RCE. Este
cambio tiene su lógica en que cuando se promulgó la anterior ley cooperativa vasca no
existían los juzgados mercantiles, los cuales fueron creados a raíz de la reforma de la Ley
Concursal 8/2003, de 9 de julio, y entraron en funcionamiento el 1 de septiembre de 2004.
Debemos tener presente que es la jurisdicción mercantil a la que le corresponde conocer y
resolver los conflictos referentes a derecho societario, a razón de la competencia material,
siendo el órgano jurisdiccional especializado frente a los juzgados de lo civil dentro del
derecho privado. Así, tras la modificación operada en el año 2003, el art. 86 ter del actual
LOPJ, concretamente el apartado 2.a) prevé la competencia de los juzgados mercantiles con
54

REGISTRO DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
respecto a las demandas que “se promuevan al amparo de la normativa reguladora de las
sociedades mercantiles y cooperativas.”, pero no se hace alusión a los recursos formulados
frente a las resoluciones dictadas en relación a la calificación efectuada por parte de los registros
de cooperativas, a pesar de lo dispuesto en el apartado 2.e) sobre los recursos contra
la calificación del registrador mercantil.
Aunque a partir de la entrada en vigor de la LCE la jurisdicción competente sea la mercantil,
ello no significa que el RCE tenga o adquiera carácter mercantil. Antes como ahora está
adscrito al departamento del Gobierno Vasco que tiene encomendado la materia de trabajo,
incardinado dentro del organigrama administrativo y las normas por las que se rige el RCE
son primero las cooperativas y después las del procedimiento administrativo. Además, la
LCE ha subrayado su carácter de “registro público”. No sería correcto equiparar el RCE al
Registro Mercantil.
Por otra parte, hemos resaltado la falta de previsión respecto a la reclamación previa para el
ejercicio de acciones civiles. La desaparición de la previsión sobre reclamación previa es una
adecuación a la Ley 39/2015 que derogó este requisito de procedibilidad previa al ejercicio
de acciones civiles y laborales ante los órganos jurisdiccionales “debido a la escasa utilidad
práctica” según se indicó en su exposición de motivos. En consecuencia, en los casos en
que la acción ejercitada contra la actuación del RCE se fundamente en derecho privado no
es preceptivo formular una reclamación previa ante el Gobierno Vasco, sino que puede formularse
directamente la demanda judicial y acudir ante el órgano jurisdiccional competente,
ahora los del orden mercantil. En definitiva, la supresión de la figura conlleva la no previsión
actual. Puede entenderse que al haberse realizado una remisión genérica a la legislación
procesal administrativa y haber desaparecido en ella lo referente a las reclamaciones previas,
por una parte, sería reiterativo hacer una previsión semejante, y, por otra, no tendría sentido
hacer una referencia en sentido negativo.
No obstante lo anterior, en el supuesto de que la causa de denegación se base en derecho
público administrativo, contra los actos y las resoluciones del RCE se puede y debe interponer
recurso de alzada ante el departamento del Gobierno Vasco que se encargue de la
materia de trabajo, antes de ejercitar acciones judiciales. En estos casos hay que agotar la vía
administrativa previa antes de acudir a la vía judicial. Sólo en los casos en que se ejerciten
acciones de la esfera del derecho privado (civil o mercantil) no sería necesario formular la
cuestión antes en vía administrativa.
Trasladando la doctrina de los actos separables al ámbito registral cooperativo, resulta
crucial determinar la naturaleza de la resolución y distinguir cuál ha sido la causa de denegación
de la resolución del RCE, si se basa en el derecho privado y, por tanto, podemos acudir
directamente ante los órganos jurisdiccionales mercantiles o si se basa en el derecho público
y, por tanto, podemos acudir ante los órganos jurisdiccionales contencioso – administrativos,
siempre y cuando hayamos agotado la vía administrativa previa.
Ciertamente es una cuestión controvertida y puede generar dificultades la determinación
de la jurisdicción competente en cada supuesto concreto; más si cabe cuando cada comunidad
autónoma del Estado Español ha regulado de manera diferente y, además, de forma ambigua
o poco nítida lo referente al sistema de recursos y el orden jurisdiccional competente
para conocer de las cuestiones que incumben a la actividad desarrollada por los registros de
cooperativas.
55

REGISTRO DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
3.4 Otra normativa aplicable
La legislación estatal (Ley 27/1999, de 16 de julio) que resultaría aplicable cuando la actividad
cooperativizada no se lleve a cabo con carácter principal en una Comunidad Autónoma,
sino en varias, no aporta nada nuevo a lo que se prevé en la LCE sobre el RCE.
Hemos de tener presente lo dispuesto actualmente en la Disposición Adicional 6ª del Decreto
59/2005, de 29 de marzo, del reglamento de organización y funcionamiento del Registro
de Cooperativas de Euskadi:
- Por una parte, serán de aplicación las normas del procedimiento administrativo común
en cuanto a los aspectos procesales no regulados en la LCE y su reglamento.
- Por otra parte, “en cuanto a los aspectos de contenido jurídico-privado”, en lo previsto
por la LCE y su reglamento, “se aplicarán las normas registrales para las Sociedades
obligadas a inscribirse en el Registro Mercantil”, siempre y cuando sean
compatibles con la LCE y con las funciones y características del RCE.
56

4. DE LAS PERSONAS SOCIAS *4
4.1 Introducción: estructura y finalidad de la regulación legal
Bajo la rúbrica «De las personas socias», correspondiente al Capítulo IV del Título I, la
LCE agrupa los arts. 19 a 31 de su texto con los rótulos siguientes:
Artículo 19. Personas que pueden ser personas socias.
Artículo 20. Admisión.
Artículo 21. Personas socias de trabajo.
Artículo 22. Obligaciones de las personas socias.
Artículo 23. Derechos de las personas socias.
Artículo 24. Derecho de información.
Artículo 25. Límites y garantías del derecho de información.
Artículo 26. Baja voluntaria.
Artículo 27. Baja obligatoria.
Artículo 28. Expulsión.
Artículo 29. Normas de disciplina social.
Artículo 30. Suspensión o baja obligatoria de la persona socia trabajadora o de trabajo por
causas económicas, técnicas, organizativas, de producción o de fuerza mayor.
Artículo 31. Personas socias inactivas o no usuarias y personas socias en excedencia.
Comienza este capítulo, siguiendo la tradición, con la regulación de las personas que pueden
ser personas socias. Como novedad destacable se lleva a cabo una sistematización que
hace visible la existencia de las distintas modalidades de personas socias que pueden concurrir
en una cooperativa. Así, entre las distintas clases de personas socias que se mencionan
se encuentran las que ya se regulaban en la anterior LCE y, como gran novedad, las personas
socias en excedencia. Conforme al mismo propósito de sistematización, se ha procedido a
definir las distintas modalidades de personas socias que pueden integrarse en una cooperativa,
sin perjuicio de que la regulación de cada una de ellas se encuentre ubicada en distintos
preceptos de la LCE. Finalmente, se ha matizado que «las administraciones públicas y sus
entes instrumentales dependientes» pueden ser socias de cooperativas.
Respecto a la regulación de la admisión, se mantiene prácticamente intacta la regulación
preexistente, con excepción hecha de algunas modificaciones sintácticas efectuadas para reflejar
mejor y con mayor claridad el contenido del precepto. Como única precisión debe destacarse
que, conforme a la nueva redacción, la denegación de la admisión no podrá producirse
por causas que supongan cualquier tipo de discriminación, eliminándose los calificativos
de arbitraria o ilícita que contenía la anterior LCE.
* Comentario realizado por Jaione Badiola López, abogada socia responsable del área laboral en LKS
Next LEGAL: artículos 19, 20, 21, 26, 27, 28 y 29; y Francisco Javier Arrieta Idiakez, profesor titular
de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Deusto y árbitro de BITARTU-
Servicio Vasco de Arbitraje Cooperativo: artículos 22, 23, 24, 25, 30 y 31.
57

DE LAS PERSONAS SOCIAS
Por su parte, la regulación de las personas socias de trabajo mantiene el mismo contenido
que en la anterior LCE..
En materia de obligaciones de las personas socias se ha incorporado literalmente a la LCE
una cuestión que ya constaba en el RLCE, a saber, la posibilidad de que las personas socias,
siempre que así lo prevean los estatutos, cumplan con la obligación de contar con una participación
mínima o con un compromiso en las actividades de la cooperativa a través de su
participación en otras entidades con las que la cooperativa coopere o participe y en las que
tenga un interés especial vinculado al objeto social.
En lo que respecta a los derechos de las personas socias, se mantiene en idénticos términos
el contenido de la antigua LCE, por lo que se sigue regulando el elenco mínimo y necesario
de derechos que corresponde a toda persona socia en una cooperativa.
En relación con el derecho de información, son dos las novedades que se introducen por
la nueva LCE, con el objetivo de aclarar algunos aspectos. Así, en primer lugar, cuando en
la asamblea general se deba deliberar sobre las cuentas del ejercicio o cualquier propuesta
económica, entre la información que debe estar a disposición de las personas socias se hace
referencia al informe de gestión realizado por las personas administradoras. En segundo
lugar, el informe preceptivo de la comisión de vigilancia sobre las cuentas anuales y sobre
la propuesta de distribución de excedentes o de imputación de pérdidas solamente estará a
disposición de las personas socias cuando la cooperativa no tenga la obligación de someter
sus estados financieros a una auditoría de cuentas.
En íntima relación con el derecho de información se encuentran sus límites y garantías. En
este ámbito, la LCE reproduce el contenido de la antigua LCE, modificando únicamente las
remisiones a los arts. que contemplan las vías de impugnación ante eventuales vulneraciones
del derecho en cuestión.
La regulación de la baja voluntaria reproduce en términos generales el contenido de la
antigua LCE. Las modificaciones llevadas a cabo son aclaratorias de algunos aspectos que
no resultaban del todo nítidos y, en algunos casos, incluso suponen una regulación distinta,
como ocurre con la reducción del plazo de preaviso para solicitar la baja.
En la misma línea, la regulación de la baja obligatoria reproduce en términos generales la
redacción contenida en la LCE anterior. Como novedad se establece que la solicitud de baja
obligatoria deberá ser contestada por la cooperativa en el mismo plazo y con los mismos
efectos previstos para la baja voluntaria. Se introducen, además, algunas aclaraciones relacionadas
con el procedimiento.
Respecto a la regulación de la expulsión, la vigente LCE reproduce textualmente el contenido
de la anterior.
En materia de normas de disciplina social se han introducido ciertas mejoras en la redacción
respecto a la regulación contemplada en la LCE anterior. Se trata de mejoras no sólo
de carácter puramente léxico, sino también aclaratorias de algunos aspectos cuyo exacto
contenido despertaba ciertas dudas interpretativas, como sucede con el plazo de prescripción
de las infracciones o con la interrupción del mismo.
Sin duda, una de las principales novedades de este capítulo reside en la incorporación al
mismo de la regulación relativa a la suspensión o baja obligatoria de la persona socia trabajadora
o de trabajo por causas ETOP o de fuerza mayor. Esto supone incorporar en este
58

DE LAS PERSONAS SOCIAS
capítulo, y, más concretamente en el art. 30, el contenido que en la anterior LCE se regulaba
en el art. 103, dentro del ámbito de las cooperativas de trabajo asociado. Entre las novedades,
cabe destacar que, en virtud de lo establecido en el art. 109.3 de la actual LCE, la regulación
contenida en el art. 30 no se aplicará a las cooperativas de enseñanza que asocien al profesorado
y a personal no docente y de servicios. Asimismo, se introducen algunas modificaciones,
como la que se orienta a flexibilizar la decisión de suspender las relaciones societarias,
al facultar estatutariamente a tal efecto también a las personas administradoras. Con idéntico
objetivo, se faculta también a las personas administradoras para determinar el número e
identidad de las personas socias trabajadoras o de trabajo que habrán de causar baja en la
cooperativa. Ahora, además, se introducen importantes matizaciones respecto al derecho de
las personas socias cesantes a la devolución de sus aportaciones voluntarias y obligatorias.
Por último, otra importante novedad de este capítulo consiste en que junto a las personas
socias inactivas o no usuarias, se contemplan, ahora en el art. 31, a las personas socias en
excedencia.
4.2 personas que pueden ser personas socias
Artículo 19. Personas que pueden ser personas socias
1. Pueden ser personas socias de las cooperativas de primer grado tanto las personas
físicas como las jurídicas, públicas o privadas, con las salvedades establecidas en
el Título II de la presente ley.
En las cooperativas de segundo o ulterior grado se estará a lo dispuesto en el art. 147.
En el momento de la constitución, las cooperativas de primer grado habrán de estar
integradas, al menos, por tres personas socias de la clase de la cooperativa que se
constituye. Las de segundo o ulterior grado deberán contar entre sus personas socias
fundadoras con dos sociedades cooperativas como mínimo.
2. Las personas socias de las cooperativas se encuadrarán en alguna de las siguientes
modalidades:
a) Personas socias cooperadoras.
b) Personas socias inactivas o no usuarias y personas socias en excedencia.
c) Personas socias colaboradoras.
d) En las cooperativas mixtas, las personas socias titulares de partes sociales
con voto.
3. Son personas socias cooperadoras las personas físicas o jurídicas cuya condición
de persona socia está directamente relacionada con la participación efectiva en la actividad
de la cooperativa, sea como trabajador o trabajadora, o como usuario o usuaria.
4. Son personas socias inactivas o no usuarias y personas socias en excedencia las así
consideradas en el art. 31 de esta ley.
5. Podrán adquirir la condición de personas socias, que se denominarán colaboradoras,
aquellas personas físicas o jurídicas, públicas o privadas, que, sin poder realizar
plenamente el objeto social cooperativo, puedan colaborar en la consecución
del mismo. Sus derechos y obligaciones se regularán por lo dispuesto en los estatutos,
y, en lo no previsto por estos, por lo pactado entre las partes. El conjunto de
59

DE LAS PERSONAS SOCIAS
estas personas socias, salvo que sean sociedades cooperativas, no podrá ser titular
de más de un tercio de los votos ni en la asamblea general ni en el consejo rector.
Las personas socias colaboradoras, en función de su participación en la actividad
cooperativizada, tendrán derecho a participar en los resultados de la cooperativa,
si así lo prevén expresamente los estatutos o bien lo acuerda la asamblea general y
las personas administradoras lo formalizan de forma expresa.
Las personas socias colaboradoras tendrán la consideración de personas socias
cooperadoras exclusivamente en relación con las cooperativas mixtas.
6. Son titulares de partes sociales con voto las personas socias minoritarias en las
cooperativas mixtas.
7. Las administraciones públicas y sus entes instrumentales dependientes podrán ser
personas socias cuando el objeto de la cooperativa sea prestar servicios o realizar
actividades relacionadas con las encomendadas a dichas entidades, siempre que
tales prestaciones no supongan ni requieran el ejercicio de autoridad pública.
4.2.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Si se compara la nueva LCE con la normativa anterior de 24 de junio de 1993, cabe mencionar
las siguientes innovaciones en el actual art. 19 LCE:
a) Se ha incorporado un nuevo párrafo segundo en el que se consagra una suerte de
clasificación de las distintas clases de personas socias en la que se incluyen: las
personas socias cooperadoras, las personas socias inactivas o no usuarias y personas
socias en excedencia, las personas socias colaboradoras y, en las cooperativas mixtas
las personas socias titulares de partes sociales con voto. Se trata de distintas modalidades
de personas socias, que ya estaban reconocidas anteriormente, pero que han
sido incluidas dentro del precepto en cuestión, a efectos sistemáticos, para ofrecer
una imagen completa de las distintas modalidades de personas socias posibles en una
cooperativa. De este modo, resulta visible la existencia de las distintas modalidades
de personas socias que pueden concurrir en una cooperativa, sin perjuicio de las
características peculiares que puedan presentar cada una de ellas.
Se trasladan a la ley las modalidades de personas socias reguladas en el art. 2 del
RLCE, por el que se aprueba el reglamento de la LCE. Sin embargo, se introduce
como novedad la figura de la persona socia en excedencia; con esta inclusión parece
que se pretende extender su presencia a cualquier tipo de cooperativa.
b) Como segunda cuestión novedosa, cabe mencionar la inclusión de un nuevo párrafo
tercero en el que, después de enumerar las distintas modalidades de personas socias,
se procede a definir su régimen jurídico. Así, sin perjuicio de que la regulación de
cada una de las modalidades de personas socias se encuentre ubicada en distintos
preceptos, se ha considerado oportuno, siguiendo el afán sistemático con el que se ha
pretendido dotar a este precepto, definir las distintas modalidades de personas socias
que pueden integrarse en una cooperativa.
Así, en primer término, define a las personas socias cooperadoras como aquellas
personas físicas o jurídicas cuya condición de persona socia está directamente relacionada
con la participación efectiva en la actividad de la cooperativa, sea como
60

DE LAS PERSONAS SOCIAS
persona trabajadora o usuaria. De igual forma, se introduce un nuevo párrafo cuarto
relativo a las personas socias inactivas o no usuarias figuras ya reconocidas en la
regulación precedente, y a las personas socias en excedencia, cuyo régimen ha sido
objeto de una actualización en el nuevo art. 31 LCE, al cual nos remitimos para un
estudio más en profundidad
También se contempla el régimen de las personas socias colaboradoras contenido en
el párrafo quinto. Son dos nuevos párrafos en los que se declara expresamente que
este tipo de personas socias tendrán derecho a participar en los resultados de la cooperativa,
cuando así se haya previsto en los estatutos o lo acuerde la asamblea general.
En cualquiera de ambos casos, las personas administradoras deberán formalizar
de forma expresa dicho acuerdo para que las mencionadas personas socias tengan
derecho a participar de tales resultados. En el último inciso del párrafo, se declara,
además, que las personas socias colaboradoras solo podrán tener la condición de
cooperadoras en relación con las cooperativas mixtas.
c) En tercer lugar, se ha consagrado un nuevo párrafo sexto en el que se define la figura
societaria de la persona socia titular de partes sociales con voto cuya participación en
la cooperativa es minoritaria. Este planteamiento sigue la senda marcada en la regulación
previgente que ha sido confirmada por el nuevo art. 155 LCE, a cuyo estudio nos
remitimos para ahondar en el régimen de esta especial modalidad de personas socias.
d) Finalmente, cabe destacar como última novedad, de carácter sustancialmente semántico
que, en el párrafo séptimo, antiguo párrafo tercero, se admite que podrán
ser personas socias de cooperativas las administraciones públicas y sus entes instrumentales,
eliminando así el equívoco que la regulación previgente generaba cuando
utilizaba el término «los entes públicos con personalidad jurídica», locución no
demasiado acertada, ya que no acababa de precisar con nitidez la forma en que las
administraciones públicas pudiesen formar parte de una cooperativa. Con la nueva
locución el mensaje que se desea transmitir resulta mucho más claro porque permite
concluir que la administración pública, sea de índole autonómica, foral o municipal,
puede participar como persona socia de una cooperativa a través de cualquiera de los
instrumentos jurídicos de que dispone para materializar dicha incorporación.
4.2.2 Comentario general y significado práctico
4.2.2.1 Características generales de la persona socia de la cooperativa
El nuevo art. 19 LCE determina y clasifica las personas que pueden ser personas socias de
la cooperativa. La especial relevancia de la persona socia en la cooperativa, por su componente
de base mutualista, por sus principios cooperativos y, por ende, por la relación de la
cooperativa con sus personas socias explica que se consagre un precepto específico para describir
el tipo de personas que pueden ser personas socias de la cooperativa, y al mismo tiempo,
las distintas modalidades de personas socias que pueden formar parte de una cooperativa.
En primer término, se establece que, en las cooperativas de primer grado, pueden ser personas
socias de la cooperativa tanto las personas físicas como las jurídicas. A diferencia de
otras normativas no se prevé expresamente la posibilidad de que puedan ser personas socias
las comunidades de bienes (art. 12 LCE). Ello significa que, para revestir la condición de
61

DE LAS PERSONAS SOCIAS
persona socia, esta debe tener personalidad propia, entendida en un sentido amplio, porque
permite que lo sean tanto las personas físicas como las jurídicas, y, dentro de estas últimas,
también admite que puedan serlo personas jurídicas públicas o privadas, cualquiera que sea
la naturaleza de su poder de decisión.
Dentro de la categoría de personas físicas se incluyen las personas con plena capacidad
de obrar, es decir, las mayores de 18 años no incapacitadas, las menores emancipadas y las
menores e incapaces debidamente representadas. En las cooperativas de trabajo asociado,
no obstante, las personas físicas socias de este tipo de cooperativas deben cumplir ciertas
condiciones por la especial configuración de tales cooperativas, y a cuyo específico régimen
nos remitimos (art. 103 LCE).
Por lo que se refiere a la categoría de personas jurídicas, también se admite que puedan ser
personas socias de cooperativas distinguiéndose entre personas jurídicas privadas y públicas.
Aunque nada se concreta, dentro de la subcategoría de personas jurídicas privadas se debe
entender a este respecto que pueden ser personas socias de una cooperativa una sociedad
civil o cualquier modalidad de sociedad mercantil, sin perjuicio de que, si bien no es obligatorio
que exista plena compatibilidad entre el objeto social de la persona jurídica socia y el
de la cooperativa, lo que nunca debe haber es incompatibilidad entre ambos objetos sociales.
También pueden formar parte de la cooperativa entidades sin ánimo de lucro como fundaciones
o asociaciones, sin que, en principio, exista ningún tipo de restricción para que sean
personas socias de una cooperativa. Por su parte, en el apartado de personas jurídicas públicas
cabe mencionar cualquier tipo de entidades públicas con personalidad jurídica, entre
las cuales, se incluyen las sociedades mercantiles públicas, los organismos autónomos, las
entidades privadas de Derecho público, las fundaciones públicas o los consorcios públicos.
Su condición de entidad pública conlleva ciertas especialidades en el estatuto de la persona
socia que revista dicha condición, por el sometimiento de este tipo de entidades a la normativa
jurídico-pública a la que están sujetas por ley.
En segundo término, en relación con las cooperativas de segundo grado, se establece que
podrán ser miembros de estas cooperativas, las cooperativas de grado inferior, las personas
socias de trabajo y cualesquiera entidades y personas jurídicas de naturaleza pública o privada
siempre que exista convergencia de intereses y necesidades, conforme lo prevé el art. 147
LCE, precepto al cual se remite expresamente.
4.2.2.2 Número mínimo de personas socias
Las cooperativas de primer grado en el momento de su constitución habrán de estar integradas,
al menos, por tres personas socias de la clase de cooperativa que se constituya. Ello
supone, por tanto, que por las propias características de las distintas categorías de personas
socias, cuyo estudio se va a abordar a continuación, las personas socias fundadoras deberán
revestir la condición de personas socias cooperadoras de la clase de cooperativa de la que
forman parte. En cualquier caso, la presencia de personas socias colaboradoras y de duración
determinada, no debería vetarse porque son personas socias a todos los efectos, sin perjuicio
de que las peculiaridades de su régimen específico aconsejan que en ese momento inicial las
personas socias cooperadoras deberían ostentar una posición mayoritaria para que no quede
desvirtuado el espíritu y la finalidad de la cooperación, referente principal en el ámbito de
las cooperativas.
62

DE LAS PERSONAS SOCIAS
En las cooperativas de segundo o ulterior grado se exige que, entre sus personas socias
fundadoras, deberán contar con dos cooperativas, como mínimo. Sin perjuicio de su estudio
en profundidad cuando se analice el art. 147 LCE, se entiende que, de igual forma, no hay
ninguna limitación en dicho pronunciamiento genérico y pueden formar parte de una cooperativa
de segundo grado cualquier tipo de cooperativa, sin que deban necesariamente revestir
ningún tipo específico de modalidad.
4.2.2.3 Clasificación de las personas socias
El nuevo art. 19 LCE incorpora en su articulado una clasificación de las distintas personas
socias que pueden formar parte de una cooperativa, con el fin de sistematizar las diferentes
modalidades de personas socias existentes. Dicha sistematización se realiza en función del
nivel de realización de la actividad cooperativizada. En este sentido, se tratan de distintas
modalidades de personas socias, que ya estaban reconocidas anteriormente en el reglamento
de la ley de cooperativas aún vigente, pero que han sido compendiadas a efectos sistemáticos,
para ofrecer una imagen completa de las distintas modalidades de formar parte de una
cooperativa. No obstante, existen otras figuras de personas socias no incluidas dentro de
dicha clasificación tales como las personas socias de duración determinada (art. 26.2.2 LCE)
o las personas socias trabajadoras (art. 103 LCE).
En primer lugar, hace mención a las personas socias cooperadoras, que son aquellas que,
sin limitación, cooperativizan el objeto de la cooperativa. El propio párrafo tercero del art.
19 LCE lo precisa cuando declara que revisten tal categoría las personas físicas o jurídicas
cuya condición de persona socia está directamente relacionada con la participación efectiva
en la actividad de la cooperativa. Se trataría de las personas socias comunes u ordinarias de
la cooperativa.
En segundo lugar, se incluyen a las personas socias inactivas o no usuarias y a las personas
socias en excedencia cuyo régimen legal está expresamente previsto en el nuevo art. 31 LCE.
Estas modalidades de personas socias dan cabida a las personas que tras ser personas socias
cooperadoras ya no desarrollan la actividad cooperativizada pero que desean mantener una
vinculación societaria con la cooperativa. De este modo, se consagran como personas socias
de la cooperativa, a todos los efectos, a las personas socias inactivas, no usuarias y en excedencia,
inclusión que responde al propósito de conseguir incorporar en dicho precepto todas
las modalidades de personas socias existentes.
En tercer lugar, figuran las personas socias colaboradoras, que se definen como aquellas personas
físicas o jurídicas que, sin poder realizar plenamente el objeto social cooperativo, pueden
colaborar de alguna forma en su consecución. Su régimen jurídico está regulado en los respectivos
estatutos de la cooperativa y en lo no previsto en aquellos, por lo que hubieran pactado las
partes. De cualquier forma, el conjunto de este tipo de personas socias no podrá ser titular de más
de un tercio de los votos, salvo que sean sociedades cooperativas o entidades controladas por
estas, ni en la asamblea general en el órgano de administración, para que nunca puedan estar en
mayoría y no puedan estar en condiciones de decidir sobre los designios de la cooperativa. Esta
limitación representa la idea clásica de que la cooperativa siempre tiene que estar en manos de
las personas socias cooperadoras, porque son quienes directamente se involucran en el desarrollo
de la actividad cooperativizada, lo que explica que las otras categorías de personas socias deban
ostentar siempre una presencia menor que la de las personas socias cooperadoras. En este sentido,
63

DE LAS PERSONAS SOCIAS
se pronuncia el art. 37.4 LCE cuando señala que el número total de votos de las personas socias
colaboradoras, las inactivas o no usuarias, las personas socias en excedencia y las de vínculo de
duración determinada no podrán alcanzar la mitad de los votos totales de la cooperativa.
En cualquier caso, se ha añadido un nuevo párrafo en el que se declara que las personas socias
colaboradoras tendrán derecho a participar en los resultados de la cooperativa, en función
de su participación en la actividad cooperativizada, siempre que así lo prevean los estatutos o
lo acuerde la asamblea general, correspondiendo a las personas administradoras su formalización.
Con este nuevo inciso, se reconoce expresamente a las personas socias colaboradoras que
pueden tener derecho a participar en los resultados de la cooperativa, cuando así lo contemplen
los estatutos o lo acuerde la asamblea general, abriendo así dicha posibilidad a que la asamblea
lo pueda decidir, aunque dicho reconocimiento no esté previsto en los estatutos. Asimismo,
también se les atribuye a las personas socias colaboradoras la condición de cooperadoras en las
cooperativas mixtas, por razón de la específica naturaleza de este tipo de cooperativas.
En cuarto lugar, en el art. 19.6 LCE se prevé una modalidad de personas socias específica
de las cooperativas mixtas: las titulares de partes sociales con voto. La función de esta modalidad
consiste principalmente en una aportación económica a la cooperativa, por la cual,
recibe partes sociales con voto en la asamblea general, que pueden ser libremente negociadas
en el mercado, si así lo prevén los estatutos. En cualquier caso, estas partes sociales con voto
que ostenten las correspondientes personas socias nunca podrán suponer una mayoría de los
votos de la asamblea porque expresamente se prohíbe que puedan superar el 49 % de tales
votos (art. 155.3 LCE).
Finalmente, también pueden ser personas socias de una cooperativa las administraciones
públicas a través de sus entes instrumentales dependientes (art. 19.7 LCE). De esta forma se
admite que las administraciones públicas, a través de las formas jurídicas de las que se pueden
valer para participar en otras entidades, puedan formar parte de una cooperativa. La condición
de entidad pública puede implicar especialidades en el estatuto de la persona socia en función
del régimen legal al que esté sometido la administración pública titular de la entidad participante
en la cooperativa.
4.3 Admisión
Artículo 20. Admisión
1. Los estatutos establecerán los requisitos necesarios para la adquisición de la condición
de persona socia de acuerdo con lo establecido en la presente ley.
2. La aceptación o denegación de la admisión no podrán producirse por causas que
supongan cualquier tipo de discriminación en relación con el objeto social.
3. La solicitud de admisión se formulará por escrito a las personas administradoras,
que resolverán en un plazo no superior a sesenta días a contar desde la recepción
de aquella. Transcurrido dicho plazo sin resolución expresa se entenderá aprobada
la admisión. La decisión desfavorable a la admisión deberá ser motivada.
4. Denegada la admisión, la persona solicitante podrá recurrir ante el comité de recursos
o, en su defecto, ante la asamblea general, en el plazo de veinte días desde la
notificación de la decisión denegatoria.
64

DE LAS PERSONAS SOCIAS
El recurso deberá ser resuelto por el comité de recursos en el plazo de treinta días
o, en su caso, por la primera asamblea general que se celebre, mediante votación
secreta. En ambos supuestos será preceptiva la audiencia previa de la persona interesada.
5. El acuerdo de admisión podrá ser recurrido ante el comité de recursos o, en su defecto,
ante la primera asamblea general que se celebre, a instancia del número de
personas socias que fijen los estatutos, que deberán establecer el plazo para recurrir,
el cual no podrá ser superior a veinte días desde la notificación del acuerdo de
admisión.
La adquisición de la condición de persona socia quedará en suspenso hasta que
haya transcurrido el plazo para recurrir la admisión o, si esta fuese recurrida, hasta
que resuelva el comité de recursos o, en su caso, la asamblea general. El comité de
recursos deberá resolver en el plazo de treinta días, y la asamblea general, en la
primera reunión que celebre, mediante votación secreta. En ambos supuestos será
preceptiva la audiencia previa de la persona interesada.
4.3.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El nuevo art. 20 LCE no presenta especiales novedades respecto de la normativa anterior.
Su contenido coincide casi exactamente con el previsto en la regulación previgente, excepción
hecha de algunas modificaciones sintácticas efectuadas para reflejar mejor el contenido
del precepto y de la necesaria adecuación del nuevo texto al preceptivo lenguaje inclusivo
que se ha producido a lo largo de todo el articulado.
La única precisión que el nuevo art. 20 LCE introduce es que la denegación de la admisión
no podrá producirse por causas que supongan cualquier tipo de discriminación directa o indirecta,
eliminándose los calificativos de arbitraria o ilícita que antaño se entendía que debía
reunir dicha discriminación para que resultara injustificada la inadmisión de la solicitud de
ingreso en la cooperativa.
Adicionalmente, cabría destacar que, con el fin de subrayar la trascendencia de la negativa
a aceptar la solicitud de admisión, se declara de forma expresa y con más nitidez que en la
regulación previgente que la decisión contraria a dicha admisión deberá ser motivada, a fin
de garantizar adecuadamente los intereses de la persona solicitante que ve, en esta tesitura,
cercenado su posibilidad de ingreso en la cooperativa.
4.3.2 Comentario general y significado práctico
4.3.2.1 Introducción
El art. 20 LCE establece el procedimiento a través del cual una persona interesada en
formar parte de una cooperativa debe llevar a cabo su solicitud para poder ser admitida
en el seno de la entidad, y el modo en que la cooperativa ha de contestar a dicha solicitud,
cualquiera que sea el signo de dicha respuesta. Asimismo, se consagra el sistema de recursos
contra dicha resolución de la cooperativa cuando la persona solicitante no esté de acuerdo
con la denegación a su admisión o, por un número mínimo de personas socias que estén
disconformes con la aceptación como persona socia de la persona solicitante en cuestión.
Finalmente se aclara el momento concreto a partir del cual, la persona solicitante admitida
65

DE LAS PERSONAS SOCIAS
adquiere la condición de persona socia, aspecto de gran interés práctico por las importantes
consecuencias que conlleva.
4.3.2.2 Requisitos para la adquisición de la condición de persona socia
Para adquirir la condición de persona socia de una cooperativa, la vía original es participar
en el acto de constitución de la cooperativa. La segunda forma, es la que se contempla en
el art. 20 LCE objeto de análisis, que refleja el procedimiento a través del cual una persona
ajena, manifiesta su propósito de adquirir la condición de persona socia de la cooperativa,
que es el procedimiento que se va a examinar a continuación.
Deben ser los estatutos los que establezcan los requisitos que debe reunir una persona
para ser persona socia de la cooperativa, pudiendo ser de distinta naturaleza dependiendo
de la clase y de las necesidades de la cooperativa. En primer lugar, pueden exigirse determinados
requisitos subjetivos o inherentes a la persona, de tal forma que las personas socias
deben reunir unas determinadas características, llegando, incluso, en ocasiones, a exigirse
que cumplan una cualidad subjetiva concreta. En segundo lugar, puede suceder también que
se exijan requisitos objetivos que hagan necesario que la persona solicitante ostente una determinada
capacidad profesional, patrimonial o de otra índole en función de la actividad de
la cooperativa o de sus necesidades, dependiendo de la clase de cooperativa de que se trate.
Finalmente, cabe también que, en ocasiones, la adquisición de la condición de persona socia
esté vinculada a un determinado ámbito geográfico por la especial relación de la cooperativa
con un territorio concreto. En cualquier caso, puede haber, además, otro tipo de requisitos
genéricos que vienen establecidos a lo largo del texto de la ley, como por ejemplo, requisitos
de carácter propiamente económicos, tales como la aportación obligatoria y, en su caso, la
cuota de ingreso, que operan como condiciones necesarias que la persona socia debe cumplir
para poder acceder a la cooperativa, o como la necesidad de poder desarrollar la actividad
cooperativizada. De cualquier forma, todas estas exigencias deben ser respetuosas con el
principio de afiliación voluntaria y abierta, principio cooperativo esencial que propugna que
las cooperativas están abiertas a todas las personas que quieran utilizar sus servicios y dispuestas
a aceptar sus responsabilidades de ser personas socias. Este principio se concreta a
través de los estatutos en los que se manifiesta la voluntad de sus personas socias y en los que
se precisan los requisitos para formar parte de la cooperativa, pero que, en ningún caso, podrán
suponer ningún tipo de discriminación respecto al objeto social. En este sentido según
los principios cooperativos de la ACI no podrán propiciar ningún tipo de discriminación de
género, social, racial, política o religiosa.
En el párrafo tercero del art. 20 se recoge el procedimiento específico de admisión, al objeto
de garantizar que se desarrolle con total transparencia. Así, el art. 20.3 LCE establece
que la solicitud de ingreso se formulará por escrito, y, pese a que la normativa no lo precise,
podrá venir acompañada de la información que la cooperativa pueda requerir a la persona
solicitante al objeto de poder constatar si cumple los requisitos estatutarios y que la decisión
sea adoptada con los máximos elementos de juicio. La cooperativa tiene derecho a examinar
con detenimiento si la persona solicitante reúne las condiciones necesarias para formar parte
de la entidad y si su perfil se ajusta a las características de la actividad cooperativizada que
debe prestar. Dicho «control de acceso» a la cooperativa no resulta contradictorio con la
vocación de organización abierta de este tipo de entidades, porque precisamente lo que se
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
pretende con el estudio previo de la solicitud es asegurar que el ingreso de la persona solicitante
resulte idóneo para que la cooperativa pueda alcanzar sus objetivos.
Sobre las personas administradoras de la cooperativa recae la responsabilidad de aceptar
o denegar dicha solicitud. Por eso, es lógico que se establezca que la solicitud deberá ir dirigida
a ellas, quienes, en un plazo que no podrá superar los sesenta días desde la recepción
de la solicitud, deberán resolver sobre la solicitud recibida (art. 20.2 LCE). Si no responden
expresamente dentro de dicho plazo, se entenderá aprobada la solicitud. Por lo tanto, la aceptación
a la solicitud de acceso puede ser tácita, mientras que la negativa deberá ser siempre
expresa; dicha exigencia de motivación encuentra su fundamento en la concepción abierta
del mundo cooperativo, en cuya virtud la cooperativa ha de ser proclive a admitir en su seno
a cualquier persona interesada en acceder a ella, por lo que, si rechaza dicha solicitud, está
obligada a fundamentar las razones por las que la persona solicitante no ha sido admitida
en la entidad. Por eso, se prevé expresamente que la denegación de la admisión ha de ser
motivada debidamente, a fin de que queden suficientemente salvaguardados los derechos
de la persona solicitante interesada en integrarse en la cooperativa. Recordemos que la no
admisión no puede estar basada en razones que supongan algún tipo de discriminación en
relación con el objeto social.
4.3.2.3 Procedimiento para recurrir la aceptación o denegación de la admisión de la
persona solicitante: el momento de la adquisición de la condición de persona socia
En el art. 20.4 LCE se regula el procedimiento a través del cual la persona solicitante a
ingresar en la cooperativa recurre la decisión por la que se le deniega dicho acceso, y ante tal
tesitura ejerce su recurso para que la cooperativa reconsidere su decisión. De este modo se
fortalecen las garantías del procedimiento a fin de que la persona solicitante vea debidamente
protegidos sus derechos. El iter procedimental previsto para tales casos dependerá de la
propia configuración de la cooperativa, ya que podrá consistir en plantear el correspondiente
recurso ante el comité de recursos (art. 58 LCE), si la cooperativa dispusiera de dicho órgano,
porque, en caso de que no lo tuviera, tendrá que dirigir el recurso a la asamblea general.
Desde una perspectiva temporal, conviene subrayar que el recurso se deberá plantear en el
plazo de veinte días a contar desde la notificación de la decisión denegatoria. Y deberá ser
resuelto por el comité de recursos en el plazo de treinta días desde que este lo recibió, o en la
primera asamblea general que se celebre, cuando sea este el órgano competente para resolver
el recurso, en cuyo caso, la votación deberá ser secreta para que las personas socias puedan
votar con total libertad sobre la controvertida cuestión. Cualquiera que sea la instancia en la
que se vaya a solventar el recurso, la persona solicitante tendrá derecho a intervenir y mostrar
sus razones ante el órgano correspondiente a fin de que puedan ser tenidas en cuenta antes
de que tome su decisión.
Por su parte, en el art. 20.5 LCE se regula el procedimiento en el que se prevé el modo de
plantear un recurso contra la admisión de una nueva persona socia en la cooperativa, que
deberá ser ejercitado por el número de personas socias que fijen los estatutos. En este sentido,
resulta cuestionable que la aceptación de la solicitud de ingreso no deba ser motivada, porque
dicho silencio limita las posibilidades del recurso al no conocer las razones que han propiciado
dicha admisión. La legitimación activa exigida se basa en que el recurso se plantee por
un grupo de personas socias, remitiendo a los estatutos la concreción del número preciso. De
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
igual modo que en el recurso contra la denegación de ingreso de una nueva persona socia, en
este procedimiento la reclamación se dirigirá contra el comité de recursos o, en caso de que
la cooperativa no disponga de él, contra la asamblea general. El plazo para ejercitar dicho
recurso será de veinte días desde la notificación del acuerdo de admisión.
Finalmente, aunque no resulte muy acertada la ubicación sistemática de la cuestión, el
segundo párrafo del art. 20.5 LCE establece el momento a partir del cual la solicitante de
la condición de persona socia adquiere dicho estatus. En principio, la adquisición queda
condicionada a que transcurra el plazo para recurrir dicha admisión, esto es, los veinte días
a contar desde la notificación del acuerdo de admisión. Y, en el caso de que sea recurrida,
hasta que el comité de recursos o, en su defecto, la asamblea general lo resuelva. En este
sentido, se establece, de igual forma que en el recurso contra la denegación de ingreso, que
el comité de recursos tendrá que dar respuesta al recurso en un plazo de treinta días desde
que lo recibió, o, en el caso de que sea la asamblea general el órgano competente para decidir
sobre la cuestión, en la primera asamblea general que se celebre, en la que la decisión se
deberá adoptar a través de votación secreta. En cualquiera que sea la instancia ante la que se
presente el recurso, la persona socia dispone de audiencia previa para manifestar ante el órgano
en cuestión los argumentos que considere convenientes para reforzar su admisión en la
cooperativa. De este modo, se permite a la persona afectada poder defender su posición ante
la cooperativa frente a las acusaciones que puedan haberse vertido en el recurso planteado
solicitando su inadmisión en la cooperativa.
Lo más llamativo de este precepto, en cualquier caso, es que, como en la regulación previgente,
la adquisición de la condición de persona socia aceptada por el órgano de administración
de la cooperativa queda en suspenso hasta que transcurra el plazo de veinte días desde el acuerdo
de admisión o, en caso de recurso, se resuelva favorablemente por la instancia competente.
La adquisición de la condición de persona socia queda, por tanto, sometida a una condición
suspensiva: el transcurso del plazo para el ejercicio del recurso. De tal forma que la persona solicitante
y aceptada por las personas administradoras no adquiere la condición de persona socia
hasta que expire dicho plazo. Esta manera de proceder es comprensible porque trata de evitar
que se produzca un ingreso en la cooperativa de alguien que finalmente se ha decidido por el
órgano competente, que no es idóneo para formar parte de la mencionada entidad.
4.4 personas socias de trabajo
Artículo 21. Personas socias de trabajo
1. En las cooperativas de primer grado que no sean de trabajo asociado, y en las de segundo
o ulterior grado, los estatutos podrán prever los requisitos por los cuales las
personas trabajadoras podrán adquirir la cualidad de personas socias de trabajo,
consistiendo su actividad cooperativa en la prestación de su trabajo personal en la
cooperativa.
2. Serán de aplicación a las personas socias de trabajo las normas establecidas en esta
ley para las personas socias trabajadoras de las cooperativas de trabajo asociado,
con las salvedades establecidas en este artículo.
3. Los estatutos deberán fijar los criterios para una participación equitativa y ponderada
de las personas socias de trabajo en la cooperativa.
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
4. En el caso de que los estatutos prevean un periodo de prueba para las personas
socias de trabajo, este no procederá si la nueva persona socia llevase en la cooperativa,
como trabajadora por cuenta ajena, el tiempo que corresponda al periodo
de prueba. Si procediese dicho periodo y la relación fuera resuelta por decisión
unilateral de cualquiera de las partes, la relación jurídico-laboral que no se hubiese
extinguido con anterioridad al periodo de prueba por transcurso de su plazo se
entenderá renovada en las condiciones existentes al inicio de dicha fase de prueba.
4.4.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 21 LCE reproduce textualmente el contenido del previgente precepto. No
se aprecia, en suma, ningún tipo de innovación en su nuevo articulado, sin perjuicio de las
modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo al lenguaje inclusivo que ha
sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado.
4.4.2 Comentario general y significado práctico
4.4.2.1 Adquisición de la condición de persona socia de trabajo: la actividad cooperativizada
El art. 21 LCE establece que, en los estatutos, se precisa la forma a través de la cual las
personas trabajadoras pueden llegar a adquirir la cualidad de personas socias de trabajo.
En todo caso, las personas socias de trabajo, serán aquellas personas socias trabajadoras
(es decir, que la actividad que desarrollan en la cooperativa es el desempeño de su trabajo)
en las cooperativas que no sean de trabajo asociado (en estos casos se trataría de personas
socias trabajadoras), y las cooperativas de segundo o ulterior grado. Es, decir, las personas
socias que desarrollan su trabajo en aquellas cooperativas cuya actividad cooperativizada no
consiste en desarrollar el trabajo propiamente (de consumo, de servicios, agrícolas, etc…).
Por tanto, a través de este precepto, se regula la posibilidad de ostentar la condición de
persona socia a aquellas personas que prestan su trabajo en la cooperativa, aunque ello no
sea la actividad cooperativizada propia del tipo de cooperativa en la que esté encuadrada. Sin
embargo, la actividad cooperativizada que este colectivo societario realizará en la cooperativa,
será la prestación del trabajo.
La literalidad del artículo establece que serán los estatutos de la cooperativa los que deberán
prever la posibilidad de que las personas trabajadoras adquieran la condición de personas socias
de trabajo, por lo que, no se deduce claramente si para la adquisición de dicha condición
es necesario que previamente hayan sido personas trabajadoras o si se trata de dos aspectos
completamente independientes. Debería entenderse, en cualquier caso, que cualquier persona
física puede adquirir la condición de persona socia de trabajo, con independencia de que en
el momento de solicitarlo revista o no la condición de persona trabajadora de la cooperativa.
Las razones de esta interpretación liberal obedecen a que la finalidad de este artículo es la de
permitir alcanzar la condición societaria a aquellas persona que desarrollan su trabajo en las
cooperativas cuya actividad cooperativizada no sea la prestación del trabajo, por lo que cuando
la ley menciona a las personas trabajadoras, se debe entender como a aquellas que prestan o
vayan a prestar su trabajo en la cooperativa y no como la necesidad de que cuenten con una
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
condición de trabajadora por cuenta ajena previa a la condición societaria. Ello, podrá ser así
o no, según el criterio de cada cooperativa, pero en ningún caso debe ser entendido como un
requisito previo para poder alcanzar el estatus de persona socia de trabajo.
4.4.2.2 Régimen de las personas socias de trabajo y su asimilación al de las personas
socias trabajadoras de cooperativas de trabajo asociado
En principio, según el art. 21.2 LCE, a las personas socias de trabajo se les aplican las
normas propias de las personas socias trabajadoras de las cooperativas de trabajo asociado
(arts. 103 a 107 LCE), sin perjuicio de las especialidades previstas en este art. 21 LCE. De
este modo, parece asimilarse el régimen aplicable a las personas socias de trabajo al de las
personas socias trabajadoras de cooperativas de trabajo asociado.
El régimen jurídico de las personas socias de trabajo queda establecido principalmente en
los estatutos de la cooperativa y en el ámbito de desarrollo de su trabajo en el reglamento
de régimen interno. Ciertamente los estatutos constituyen el marco regulador en el que deberán
fijarse las condiciones de su régimen jurídico, que deberán, en todo caso, ser siempre
respetuosas con los límites marcados en la normativa cooperativa. En concreto, los estatutos
habrán de contener los criterios que aseguren que en la cooperativa exista una participación
equitativa y ponderada de las personas socias de trabajo.
4.4.2.3 Periodo de prueba de adquisición de la condición de persona socia de trabajo
Por último, el art. 21.4 LCE establece que cuando se prevea en los estatutos un periodo de
prueba para las personas socias de trabajo, dicho periodo no se podrá exigir cuando la nueva
persona socia llevase desarrollando su labor en la cooperativa como trabajadora el tiempo
que corresponde al periodo de prueba. En suma, el periodo de prueba no será de aplicación a
la persona socia que lleve en la cooperativa como trabajadora por cuenta ajena, al menos, el
tiempo correspondiente a dicho periodo de prueba. De esta manera no se duplica el periodo
de prueba en el caso de que previamente haya sido persona trabajadora y lo tenga también
que cumplir cuando adquiera la condición de persona socia, entendiendo que, si el periodo
de prueba se ha realizado una vez, no es necesario llevarlo a cabo de nuevo. En estos casos
desaparece la justificación de la existencia de dicho periodo de prueba a quien por el trabajo
personal prestado en la cooperativa se le conoce sobradamente su capacidad. Por ello, cabe
defender, incluso, que el trabajo realizado en la cooperativa debería computarse como periodo
de prueba, ya que es lo que aparentemente pretende decir la norma.
Además, si durante el periodo de prueba para adquirir la condición de persona socia se
resolviera la relación societaria por decisión unilateral de cualquiera de las partes, la persona
trabajadora verá suspendida su condición de tal, de forma que, si su relación laboral no se hubiera
extinguido con anterioridad al periodo de prueba del contrato societario por transcurso
del plazo, se entenderá reactivada la relación previa que había quedado suspendida. Se trata,
en suma, de una reversión de la situación societaria a la situación laboral previa, que puede
tener lugar siempre que todavía no se hubiese extinguido la relación laboral por transcurso
de su plazo en el caso de un contrato laboral de duración determinada, y, en cualquier caso,
en los supuestos de contrato de duración indefinida.
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
Este peculiar régimen invita a pensar que la situación laboral previa queda en suspenso o
latente en tanto en cuanto la persona trabajadora se encuentra en dicha situación de tránsito
en la que ha dejado aparentemente de ser persona trabajadora strictu sensu, y es persona
socia en periodo de prueba, recobrando de nuevo su carácter de persona trabajadora si no
culmina su proceso de adquisición de la condición de persona socia de la cooperativa.
4.5 obligaciones de las personas socias
Artículo 22. Obligaciones de las personas socias
Las personas socias estarán obligadas a:
a) Asistir a las reuniones de las asambleas generales y demás órganos a las que fuesen
convocadas.
b) Aceptar los cargos para las que fueran elegidas, salvo justa causa de excusa.
c) Participar en las actividades que constituyen el objeto de la cooperativa. A estos
efectos, los estatutos señalarán los módulos o normas mínimas de participación.
Igualmente, las personas administradoras podrán, cuando exista causa justificada,
liberar de esta obligación a la persona socia en la medida que proceda.
La participación mínima o compromiso de las personas socias en las actividades
de la cooperativa podrá hacerse efectiva mediante su participación directa en las
actividades de la propia cooperativa o bien, siempre que así se prevea en los estatutos,
en otras entidades con las que la cooperativa coopere o participe y en las que
esta tenga un interés especial vinculado al objeto social. Las personas socias que
participen en estas otras entidades tendrán carácter minoritario en la cooperativa
de origen, salvo en situaciones de necesidad empresarial por causas económicas,
técnicas, organizativas o de producción, o de fuerza mayor.
d) No realizar actividades competitivas con el objeto social que desarrolle la cooperativa
ni colaborar con quien las realice, salvo que sean autorizadas expresamente por
las personas administradoras.
e) Guardar secreto sobre actividades y datos de la cooperativa cuando su divulgación
pueda perjudicar los intereses sociales.
f) Desembolsar sus aportaciones al capital social en las condiciones previstas.
g) Asumir la imputación de las pérdidas en la cuantía acordada por la asamblea
general.
h) Cumplir los demás deberes que resulten de las normas legales y estatutarias, así
como los que deriven de acuerdos válidamente adoptados por los órganos de la
cooperativa.
4.5.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
La principal novedad introducida respecto a la anterior LCE reside en incorporar la siguiente
matización en relación con la obligación de participar en las actividades que constituyen
el objeto de la cooperativa, conforme a los módulos o normas mínimas de participación
fijados por los estatutos:
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
«La participación mínima o compromiso de las personas socias en las actividades de la
cooperativa podrá hacerse efectiva mediante su participación directa en las actividades de
la propia cooperativa o bien, siempre que así se prevea en los estatutos, en otras entidades
con las que la cooperativa coopere o participe y en las que esta tenga un interés especial vinculado
al objeto social. Las personas socias que participen en estas otras entidades tendrán
carácter minoritario en la cooperativa de origen, salvo en situaciones de necesidad empresarial
por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, o de fuerza mayor».
En realidad, se trata de incorporar literalmente a la ley lo que ya se recogía en el art. 1.1
del RLCE.
Sin embargo, siguen sin precisarse aspectos relevantes que resultan consustanciales a este
precepto.
En primer lugar, no se especifica el tipo de entidades en las que podrá llevarse a cabo
la participación por la persona socia cooperativista. Por tanto, podrá ser cualquier tipo de
entidad, tanto una entidad de economía social como una sociedad de capital, o incluso una
comunidad de bienes.
En segundo lugar, tampoco se especifica en qué debe consistir la cooperación o participación
que la cooperativa debe mantener con la correspondiente entidad para que opere dicha
posibilidad, limitándose a indicar que la cooperativa debe tener un interés especial vinculado
a su objeto social para que se produzca dicha participación en la entidad correspondiente. De
este modo, el hecho de que la participación de las personas socias en otras entidades requiera
un interés especial vinculado al objeto social de la cooperativa conlleva que la cooperación o
participación que la cooperativa mantenga con la entidad también deba vincularse al objeto
social de la cooperativa, por lo que no estamos ante cualquier tipo de cooperación o participación
de carácter abierto o flexible.
En tercer lugar, la excepción que se establece acto seguido según la cual no existirá limitación
a la participación por las personas socias en otras entidades en situaciones de necesidad
empresarial por causas ETOP, o de fuerza mayor, posibilita que la norma general quede desvirtuada.
La falta de concreción de lo que deba entenderse por tales causas apunta en ese sentido.
De ahí que sea conveniente especificar en los estatutos los criterios que puedan dar lugar a la
aplicación de la mencionada excepción. De lo contrario, a falta de autorregulación por parte de
cada cooperativa, deberán aplicarse por analogía las disposiciones de la legislación laboral, en
lo que se refiere a la determinación del significado exacto de las causas señaladas. Otra cuestión
a determinar en los estatutos será el órgano social competente para determinar cuándo se
producen tales causas y una vez apreciada la existencia de las mismas a qué personas socias
afectan.
En cuarto lugar, no pueden considerarse a los efectos de la participación mínima o compromiso
en otras entidades a las personas socias inactivas, no usuarias o en excedencia, dado que
no tienen posibilidad de participar en las actividades de la cooperativa ni si quiera a través de
esas otras entidades con las que su cooperativa coopere y participe.
4.5.2 Comentario general y significado práctico
Las obligaciones que establece el art. 22 de la LCE para con las personas socias son de obligado
cumplimiento para las mismas y constituyen un mínimo de derecho necesario absoluto.
Cuestión distinta es que las personas socias puedan tener otras obligaciones conforme a lo
72

DE LAS PERSONAS SOCIAS
establecido en otras fuentes que les sean de aplicación. Así se deduce de la letra h) cuando se
refiere a «los demás deberes que resulten de las normas legales y estatutarias, así como los que
deriven de acuerdos válidamente adoptados por los órganos de la cooperativa».
En lo que se refiere al significado práctico, conviene detenerse en cada una de las obligaciones
contempladas en el precepto.
a) Asistir a las reuniones de las asambleas generales y demás órganos a las que fuesen
convocadas: esta obligación se relaciona directamente con el segundo principio cooperativo,
relativo a la gestión democrática por parte de las personas socias. Ciertamente,
la gestión democrática que se manifiesta en la fijación de las políticas y en la toma de
decisiones a seguir por la cooperativa exige la participación en la asamblea.
En cualquier caso, el incumplimiento de la obligación de asistir a las reuniones de
los órganos sociales de los que las personas socias sean parte puede estar sometido,
conforme a la normativa interna (estatutos, reglamento de régimen interno y acuerdos
vigentes y válidamente adoptados), a justificación y/o incluso sanción, siempre y cuando
se tipifique como falta societaria.
b) Aceptar los cargos para las que fueran elegidas, salvo justa causa de excusa: resulta
conveniente que los estatutos concreten lo que deba entenderse por justa causa de
excusa. Por ejemplo, resulta típica como justa causa de excusa el haber ostentado el
mismo cargo dentro de un determinado número de años anteriores a la nueva elección.
Esta obligación también constituye una manifestación del segundo principio cooperativo,
relativo a la gestión democrática por parte de las personas socias, y conlleva, al
mismo tiempo, asumir las responsabilidades inherentes a los cargos para los que sean
elegidas.
c) Participar en las actividades que constituyen el objeto de la cooperativa. A estos
efectos, los estatutos señalarán los módulos o normas mínimas de participación.
Igualmente, las personas administradoras podrán, cuando exista causa justificada,
liberar de esta obligación a la persona socia en la medida que proceda: esta obligación
constituye una clara manifestación del principio de mutualidad que debe primar
en toda cooperativa. Se deja a disposición de los estatutos la concreción de la
participación por las personas socias en las actividades que constituyen el objeto
de la cooperativa, al referirse a «los módulos o normas mínimas de participación».
En ese sentido, conforme al art. 47 del RRCE, los estatutos deben establecer dichos
módulos o normas mínimas de participación «con suficiente claridad, de forma que
permitan conocer y, en su caso, evaluar el alcance y cumplimiento de los mismos
y su coherencia con el objeto social». En todo caso, es recomendable que estos
sean lo suficientemente flexibles con el fin de que la participación en las actividades
pueda resultar coherente con la realidad económica de cada momento a la que debe
adaptarse cada cooperativa y evitar así tener que proceder a la modificación de los
estatutos.
También debe tenerse en cuenta que el art. 22 de la LCE se refiere a los «módulos o
normas mínimas de participación». Con otras palabras, por encima de tales mínimos
la persona socia podrá participar en las actividades que constituyen el objeto de la
cooperativa, pero dicha participación será ya un derecho, y no una obligación, en
todo caso acorde a las necesidades y políticas de la cooperativa.
73

DE LAS PERSONAS SOCIAS
Ahora bien, el art. 22 de la LCE faculta a las personas administradoras para liberar
de esta obligación a las personas socias en la medida que proceda y siempre
que exista causa justificada. Al respecto, parece que deban ser cuestiones también
a determinar en los estatutos o en los reglamentos de régimen interno el sujeto que
pueda instar dicha dispensa (la propia persona socia, las personas administradoras de
oficio, ambas) y las concretas causas que den lugar a la dispensa. Igualmente, deberá
estarse a lo previsto, en su caso, en los estatutos para con el régimen de las personas
socias inactivas o no usuarias y personas socias en excedencia a las que se refiere el
art. 31 de la LCE, y a cuyo comentario nos remitimos.
Por último, en el supuesto de que las personas socias dejen de realizar la actividad
cooperativizada a la que estaban obligadas, y al margen de lo que se acaba de señalar
para con las personas socias inactivas o no usuarias y personas socias en excedencia,
deben diferenciarse distintas situaciones en función de las causas que motiven la cesación
en la realización de la actividad cooperativizada. En ese sentido, no cabe olvidar
que una de las causas por las que una persona socia puede dejar de realizar la actividad
cooperativizada puede ser su baja en la cooperativa. Por ello, también hay que tener en
cuenta lo previsto en los arts. 26, 27 y 28 de la LCE, relativos, respectivamente, a la
baja voluntaria, a la baja obligatoria y a la expulsión, a los que nos remitimos.
d) No realizar actividades competitivas con el objeto social que desarrolla la cooperativa
ni colaborar con quien las realice, salvo que sean autorizadas expresamente
por las personas administradoras: esta obligación constituye, en realidad, una manifestación
del deber de lealtad y buena fe inherente a toda persona vinculada por
una relación societaria. Por tanto, no se trata de una particularidad de las sociedades
cooperativas. Sin embargo, esta obligación se refuerza en las cooperativas al vincularse
al principio de mutualidad. En efecto, debe partirse de la idea de que la cooperativa
se define en la LCE como «una sociedad que desarrolla una empresa que
tiene por objeto prioritario la promoción de las actividades económicas y sociales
de sus miembros y la satisfacción de sus necesidades con la participación activa de
los mismos» (cfr. art. 1.1). Así, el desarrollo de actividades competitivas con las de
la cooperativa por parte de las personas socias puede contravenir y poner en peligro
dicho objeto prioritario.
Debe matizarse que el precepto no requiere expresamente que se produzca un daño
efectivo. En ese sentido, en la práctica, con frecuencia, los estatutos suelen tipificar
dicha competencia ejercida por la persona socia como falta social muy grave, que
conlleva su baja disciplinaria o expulsión, cuando pueda perjudicar los intereses de
la cooperativa o incluso el prestigio social de la cooperativa. En consecuencia, deberá
probarse, por una parte, que, en su caso, las actividades que puedan desarrollar las
personas socias al margen de la cooperativa constituyen, en realidad, competencia
para la misma y, por otra parte, que dicha competencia puede llegar a perjudicar los
intereses de la cooperativa o, en su caso, el prestigio social de la misma. Cuestión
esta última que podrá alegarse siempre que exista una coherencia entre el objeto social
desarrollado por la cooperativa y la actividad desempeñada por la persona socia
al margen de la cooperativa.
En todo caso, no cabe olvidar que el precepto concede a las personas administradoras
la posibilidad de autorizar expresamente a las personas socias realizar actividades
74

DE LAS PERSONAS SOCIAS
competitivas con el objeto social que desarrolla la cooperativa o colaborar con quien
las realice. Ante la denegación de autorización, la persona socia afectada podría recurrir
ante la asamblea, alegando que no existe una actividad de competencia.
En el caso de que sean las personas administradoras las que pudieran ejercer la actividad
competitiva, deberá estarse al régimen de responsabilidad de las personas
administradoras recogido en los arts. 49 y siguientes de la LCE.
e) Guardar secreto sobre actividades y datos de la cooperativa cuando su divulgación
pueda perjudicar los intereses sociales: esta obligación presenta el mismo significado
y alcance que la contemplada en la letra anterior por lo que nos remitimos a lo
señalado respecto a la misma.
f) Desembolsar sus aportaciones al capital social en las condiciones previstas: ciertamente,
para poder desarrollar cualquier actividad social es preciso contar con un
capital, que es el que aportan las personas socias. Así, cuando una persona ingresa
como socia asume el compromiso de desembolsar una aportación, dineraria o no,
pero siempre valorable económicamente, dentro de un determinado plazo. En concreto,
esta obligación debe conectarse con el tercer principio cooperativo que versa
sobre la participación económica de las personas socias. Conforme a dicho principio,
hay que tener en cuenta que las personas socias deben contribuir al capital de
la cooperativa de forma equitativa. No se aporta capital a la cooperativa para que
las personas socias ganen con ello, sino porque es necesario, en la medida en que la
cooperativa no puede actuar ni desarrollarse sin capital. Además, en las cooperativas
cabe la posibilidad de que, posteriormente, por decisión adoptada en la asamblea general
o el órgano de administración, las personas socias realicen nuevas aportaciones
al capital, que podrán ser obligatorias o voluntarias.
g) Asumir la imputación de las pérdidas en la cuantía acordada por la asamblea general:
se trata de una obligación que debe conectarse con lo establecido en el art. 73 de la
LCE. En consecuencia, debe estarse a los criterios fijados por los estatutos y deben
respetarse, en todo caso, las reglas fijadas por dicho precepto.
4.5.3 Otra normativa aplicable
• Art. 4 de la LES.
• Art. 47 del TRLET.
• Art. 47 del RRCE.
4.6 derechos de las personas socias
Artículo 23. Derechos de las personas socias
1. Las personas socias tendrán derecho a:
a) Elegir y ser elegidas para los cargos de los órganos de la cooperativa.
b) Formular propuestas y participar con voz y voto en la adopción de todos los acuerdos
de la asamblea general y de los demás órganos de los que formen parte.
75

DE LAS PERSONAS SOCIAS
c) Participar en todas las actividades de la cooperativa, sin discriminación.
d) Recibir la información necesaria para el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento
de sus obligaciones.
e) La actualización y devolución, cuando proceda, de las aportaciones al capital
social, así como, en su caso, percibir intereses por las mismas.
f) El retorno cooperativo, en su caso.
g) Los demás que resulten de las leyes y de los estatutos.
2. Las personas socias deberán ejercitar sus derechos de conformidad con las normas
legales y estatutarias, y los acuerdos válidamente adoptados por los órganos de la
cooperativa.
4.6.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El art. 23 de la actual LCE reproduce el contenido del art. 23 de la anterior LCE con la
única modificación terminológica que consiste en referirse a las «personas socias» y no a
los «socios», al igual que sucede a lo largo de toda la norma, con el objetivo de utilizar un
lenguaje no discriminatorio en materia de género.
4.6.2 Comentario general y significado práctico
El art. 23 de la LCE, en su apartado 1, establece con carácter de enumeración numerus
apertus, el elenco mínimo y necesario de derechos que corresponde a toda persona socia en
una cooperativa. Así se deduce de la letra f), al disponerse que las personas socias tendrán
los demás derechos «que resulten de las leyes y de los estatutos».
Los concretos derechos que siempre debe tener una persona socia son los cinco que se
recogen a continuación con los comentarios pertinentes. Por tanto, se trata de derechos esenciales.
Además, la mayoría constituye un instrumento imprescindible para poder materializar
los principios cooperativos de la ACI a los que se refiere el art. 1 de la LCE, al integrar
dicho precepto en el concepto mismo de cooperativa el deber de observarlos, al tiempo que
establecer para con la cooperativa el deber de ajustar su estructura y funcionamiento a tales
principios, que serán aplicados en el marco de dicha ley.
a) Elegir y ser elegidas para los cargos de los órganos de la cooperativa: en último
término, son las dos caras del segundo principio cooperativo, relativo a la gestión
democrática por parte de las personas socias, y, por ende, se trata de un derecho político.
En principio, el derecho a elegir los cargos de los órganos de la cooperativa, o sufragio
activo, es un derecho exclusivo de las personas socias que por lo general se lleva
a cabo a través de la asamblea general. No obstante, conforme a lo establecido en el
art. 47.2 de la LCE, debe matizarse que «salvo que los estatutos prevean su elección
por la asamblea general, las personas administradoras elegirán entre sus miembros
los cargos de presidente o presidenta y secretario o secretaria. También podrán prever
los estatutos que la figura del secretario o secretaria no ostente la condición de
persona socia o consejera de la cooperativa».
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
Por su parte, el derecho de las personas socias a ser elegidas para los cargos de los
órganos de la cooperativa se encuentra vinculado inescindiblemente a la obligación
de las personas socias referida en el art. 22.a) de la LCE consistente en «aceptar
los cargos para las que fueran elegidas». Ahora bien, debe matizarse que, si bien en
principio este derecho al sufragio pasivo parece erigirse en un derecho absoluto, sin
límites, en realidad, puede depender de que las personas socias cumplan con una
serie de condiciones o requisitos. Así, respecto a la posibilidad de ser elegible para
formar parte de las personas administradoras deben respetarse las normas existentes
en materia de incapacidad y prohibiciones contempladas en el art. 44 de la LCE.
También parece deducirse del art. 53.2 de la LCE que para formar parte de la comisión
de vigilancia deben cumplirse requisitos de honorabilidad, cualificación profesional
y experiencia técnica o empresarial adecuados para llevar a cabo las funciones
de dicho órgano, puesto que estos mismos requisitos son exigibles a las personas no
socias que podrían formar parte de dicha comisión. Por su parte, respecto al comité
de recursos, el art. 58.2 de la LCE matiza, por una parte, que «sólo podrán ser miembros
de este órgano las personas socias de pleno derecho que reúnan los requisitos
de antigüedad, experiencia cooperativa e idoneidad estatutariamente exigidos», y,
por otra parte, que estas personas no deben ostentar cargo social alguno. Asimismo,
hay que tener en cuenta que determinadas personas socias no podrán ser elegibles
para cargos sociales por aplicación del régimen sancionador.
Incluso cabe la posibilidad de que, para con la composición de las personas administradoras,
parte de los miembros a elegir por la asamblea general no sean personas socias,
siempre que así lo permitan los estatutos (cfr. art. 43.2 de la LCE). Otro tanto puede
suceder con los miembros de la comisión de vigilancia, pues como recuerda el art. 53.2
de la LCE, es posible que los estatutos prevean la designación de personas no socias,
siempre que estas «reúnan los requisitos de honorabilidad, cualificación profesional
y experiencia técnica o empresarial adecuados en relación con las funciones de aquel
órgano, y siempre que el número de dichos miembros personas no socias no exceda de
la mitad del total de los de la comisión, calculada por defecto».
b) Formular propuestas y participar con voz y voto en la adopción de todos los acuerdos
de la asamblea y de los demás órganos de los que formen parte: se trata de una manifestación
directa del segundo principio cooperativo, relativo a la gestión democrática
por parte de las personas socias y, por ende, de un derecho político. Su ejercicio está
sujeto a lo establecido por los estatutos, pero estos deberán, en todo caso, garantizar su
efectividad. Ciertamente, la fijación de políticas y la toma de decisiones en la cooperativa
requiere de la participación de sus personas socias que solamente puede llevarse
a cabo a través de las propuestas que estos formulen, su discusión y votación. Si bien
las dos primeras, es decir, la formulación de propuestas y su discusión, que conlleva la
participación en el debate con voz, son la vía para poder ejercer el derecho a voto, este
último cuenta con una referencia expresa y reforzada en la declaración de la ACI sobre
la identidad cooperativa, al establecerse que «en las cooperativas de primer grado, las
personas socias tienen iguales derechos de voto (una persona socia, un voto)». Así se
recoge, igualmente, en el art. 37.1 de la LCE, respecto a la asamblea general. Quiere
ello decir que en las cooperativas de primer grado cada persona socia tiene un voto,
con independencia del importe de sus aportaciones al capital social.
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
Al margen de la asamblea general, en el consejo de administración, según prevé el
art. 48.3 de la LCE, «cada consejero o consejera tendrá un voto», sin perjuicio de
que «el voto del presidente o presidenta dirima los empates».
c) Participar en todas las actividades de la cooperativa, sin discriminación: nuevamente
nos encontramos ante un derecho político a través del que se hace efectivo el segundo
principio cooperativo, relativo a la gestión democrática por parte de las personas
socias. Se trata del reverso del deber de participar en las actividades que constituyen
el objeto de la cooperativa. Por consiguiente, este derecho se vincula también a la
esencia mutualista de la cooperativa, pues sin dicha participación por parte de las
personas socias no es posible el cumplimiento del objeto y finalidad social de la
cooperativa. Dicho con otras palabras, las personas socias satisfacen sus intereses
mediante la cooperativa en la medida que todas ellas cooperan y se prestan ayuda
mutua. Por ello, solamente es posible suspender este derecho en los supuestos expresamente
previstos en la ley y en los estatutos.
d) Recibir la información necesaria para el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento
de sus obligaciones: el ejercicio de este derecho es imprescindible para que las personas
socias puedan llevar a cabo su participación activa y eficaz en la cooperativa.
Se vincula además al valor ético de transparencia, ya que el derecho a la información
se erige en uno de los principales cauces para llevarlo a la práctica. Los arts. 24 y 25
de la LCE profundizan en la regulación de este derecho por lo que nos remitimos a
sus comentarios.
e) La actualización y devolución, cuando proceda, de las aportaciones al capital social,
así como, en su caso, percibir intereses por las mismas: a través de este derecho se
articulan, en realidad, tres derechos económicos. En consecuencia, debe remitirse a
los arts. 63 y 64 de la LCE, que se encargan de regular, respectivamente, los intereses
de las aportaciones y la actualización de las aportaciones. En cambio, el derecho a
la devolución de las aportaciones al capital se encuentra regulado de manera más
dispersa a lo largo de la LCE, en función de si procede o no.
En ese sentido, como se recuerda en la exposición de motivos de la LCE, debe tenerse
presente que el reembolso no constituye un derecho en todo caso. Es decir, debe
prevalecer el interés general de la cooperativa, como manifestación del principio de
conservación del negocio jurídico y del principio mutualista, en tanto en cuanto la
cooperativa cobra sentido satisfaciendo al mayor número posible de personas socias.
Así, a modo de ejemplo, nos remitimos a los comentarios sobre los arts. 30, 60, 66,
67 y 119.6 de la LCE, de los que se deduce que las personas socias tendrán derecho
al reembolso o no, dependiendo de cada caso concreto.
f) El retorno cooperativo, en su caso: se trata también de un derecho económico. Como
se matiza en el precepto, la existencia del mismo dependerá de que la cooperativa obtenga
resultados económicos positivos y de que, en ese supuesto, la asamblea general
decida que parte de los mismos se reparta entre las personas socias. La denominación
de «retorno» trae causa del hecho de que se trata de resultados generados como consecuencia
de la participación de las personas socias en la actividad cooperativizada.
En ese sentido, debe estarse a lo regulado por el art. 70 de la LCE, que determina
cuándo los excedentes disponibles podrán distribuirse entre las personas socias, con
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la matización de que los mismos se adjudicarán «en proporción a las operaciones,
servicios o actividades realizadas por cada persona socia con la cooperativa».
Como modalidad derivada de este derecho al retorno cooperativo debe significarse,
por sus particularidades, el derecho de las personas socias trabajadoras y de trabajo
a percibir los anticipos laborales que se contemplan en el art. 103.6 de la LCE por
la prestación de su trabajo. Anticipos que, a tenor de lo dispuesto en dicho precepto,
deben percibirse periódicamente y en plazo no superior a un mes, en cuantía no
inferior al SMI en cómputo anual. El carácter retributivo de los mismos y, por ende,
su naturaleza de derecho incondicionado, hace que los mismos, en terminología del
art. 70 de la LCE, y conforme a lo señalado en el art. 69.2.a) de la LCE, no deriven
de excedentes disponibles, sino que constituyen partidas deducibles para la determinación
de los excedentes netos. También es importante recordar que dichos anticipos
no podrán ser, en cuantía global, superiores a las retribuciones normales en la zona
para el sector de actividad correspondiente, por lo que todo lo que pueda superar
esa cuantía será, en su caso, distribuible como retorno cooperativo ordinario en los
términos ya indicados.
Por su parte, el art. 23 de la LCE, en su apartado 2, recuerda que todos los derechos
de las personas socias, es decir, tanto los enumerados expresamente en el apartado
1, como aquellos otros que pudieran regularse vía estatutos, deben ejercitarse de
conformidad con las normas legales y estatutarias, y los acuerdos válidamente adoptados
por los órganos de la cooperativa. Con otras palabras, deben diferenciarse las
fuentes de los derechos de las personas socias, que solo podrán ser la propia ley y los
estatutos, y la forma en la que tales derechos pueden ejercitarse, que será la contemplada
además de en la ley y en los estatutos, en los acuerdos válidamente adoptados
por los órganos de la cooperativa. Así, cada una de estas tres normas se erige en suelo
mínimo a respectar por las inferiores, de forma y manera que las inferiores deben
respetar siempre los mínimos regulados por las superiores, con la única función posible
de precisar y desarrollar lo establecido por aquellas.
4.7 derecho de información
Artículo 24. Derecho de información
1. Las personas socias podrán ejercitar el derecho de información en los términos
previstos en esta ley, en los estatutos o en los acuerdos de la asamblea general, que
podrán establecer los cauces que consideren oportunos para facilitar y hacer efectivo
este derecho.
2. Toda persona socia tendrá derecho a:
a) Solicitar una copia de los estatutos de la cooperativa y, en su caso, del reglamento
de régimen interno.
b) Examinar el libro registro de personas socias de la cooperativa y el libro de
actas de la asamblea general, y, si lo solicita, las personas administradoras
deberán proporcionarle copia certificada del acta y de los acuerdos adoptados
en la asamblea general, y certificación de las inscripciones en el libro registro
de personas socias previa solicitud motivada.
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c) Solicitar copia certificada de los acuerdos de las personas administradoras que
le afecten individualmente.
d) Ser informada por las personas administradoras, y en el plazo máximo de un
mes desde que lo solicite, sobre su situación económica en relación con la cooperativa.
3. Toda persona socia podrá solicitar por escrito a las personas administradoras las
aclaraciones o informes que considere necesarios sobre cualquier aspecto del funcionamiento
o de los resultados de la cooperativa, que deberán ser proporcionados
en la primera asamblea general que se celebre pasados quince días desde la presentación
del escrito.
4. Cuando en la asamblea general, de acuerdo con el orden del día, haya de deliberarse
sobre las cuentas del ejercicio o cualquier propuesta económica, los documentos que
reflejen las cuentas anuales, la propuesta de aplicación de resultados y, en su caso, el
informe de gestión realizado por las personas administradoras y la auditoría externa
de cuentas, deberán estar a disposición de las personas socias en el domicilio de la
cooperativa para que puedan ser examinados por los mismos durante el plazo de convocatoria.
Asimismo, deberá estar a disposición de las personas socias, en su caso, el
informe de la comisión de vigilancia que contempla el art. 56.
Durante este plazo, las personas socias podrán solicitar por escrito, al menos con
cinco días de antelación a la celebración de la asamblea, las explicaciones y aclaraciones
referidas a aquella documentación económica para que sean contestadas
en el acto de la asamblea.
5. Sin perjuicio del derecho establecido en el apartado anterior, las personas socias
que representen al menos el diez por ciento del total de los votos sociales podrán
solicitar por escrito, en todo momento, la información que consideren necesaria.
Las personas administradoras deberán proporcionar por escrito la información solicitada,
en un plazo no superior a treinta días.
6. En todo caso, las personas administradoras deberán informar a las personas socias
o a los órganos que las representen, trimestralmente, al menos, y por el cauce que
estimen conveniente, de las principales variables socioeconómicas de la cooperativa.
4.7.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
La principal innovación que presenta este precepto respecto a la normativa anterior se
encuentra en el apartado 4, y consiste en que cuando en la asamblea general, de acuerdo con
el orden del día, haya de deliberarse sobre las cuentas del ejercicio o cualquier propuesta
económica, entre la información que debe estar a disposición de las personas socias en el
domicilio de la cooperativa para que pueda ser examinada por las mismas durante el plazo
de convocatoria de la asamblea general, se encuentra, en su caso, el informe de gestión
realizado por las personas administradoras. Precisamente, en la normativa anterior se hacía
referencia a que dicho informe debía realizarse, en su caso, por la comisión de vigilancia.
Asimismo, de la nueva regulación se deduce, con acierto y en plena coherencia con lo
preceptuado en el art. 56.1.a) de la LCE (art. 53.1.a de la anterior LCE, cuya redacción
se mantiene en idénticos términos) que el informe preceptivo de la comisión de vigilancia
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
sobre las cuentas anuales y sobre la propuesta de distribución de excedentes o de imputación
de pérdidas solamente estará a disposición de las personas socias en el domicilio de la
cooperativa para que pueda ser examinada por las mismas durante el plazo de convocatoria
de la asamblea general cuando la cooperativa no tenga la obligación de someter sus estados
financieros a una auditoría de cuentas.
Al margen de estos cambios, el artículo mantiene su redacción anterior con la modificación
terminológica que consiste en referirse a las «personas socias» y no a los «socios», al igual
que sucede a lo largo de toda la norma, con el objetivo de utilizar un lenguaje no discriminatorio
en materia de género.
4.7.2 Comentario general y significado práctico
El apartado 1 del art. 24 desarrolla el derecho de información que reconoce a toda persona
socia el art. 23.1.d) de la LCE, al disponer que dicho derecho se ejercitará «en los términos
previstos en la ley, en los estatutos o en los acuerdos de la asamblea general, que podrán
establecer los cauces que consideren oportunos para facilitar y hacer efectivo este derecho».
Debe llamarse la atención que, como garantía para las personas socias, el único órgano
social que puede establecer los cauces para la materialización de este derecho es la asamblea
general.
Por su parte, el hecho de que dichos cauces deben ser los adecuados para facilitar y hacer
efectivo el derecho de información de las personas socias entronca con el carácter democrático
y participativo de la cooperativa, y se vincula así a los principios cooperativos de la ACI,
segundo, relativo a la gestión democrática por parte de las personas socias, y tercero, relativo
a la participación económica de las personas socias. Principios que toda cooperativa debe
considerar, dado que deberá ajustar su estructura y funcionamiento a los mismos, a tenor de
lo establecido en el art. 1.2 de la LCE.
Por todo ello, la información, que se concreta, como mínimo indispensable en los siguientes
apartados del art. 24 de la LCE, se debe facilitar a las personas socias, en un momento, de una
manera y con un contenido apropiados. De ahí, que, como se verá, en los siguientes apartados
del art. 24, se concreten algunos de estos últimos aspectos. Debe tenerse en cuenta que solo
con toda la información que se determina en dichos apartados cobra sentido la participación
y gestión democrática de la cooperativa, y solo así podrá incidirse en el mercado. Es decir, el
ejercicio individual del derecho a la información por cada persona socia hace que la cooperativa
cobre sentido como supraestructura mutual, pues las decisiones que, basadas en la información,
se van adoptando democráticamente en la asamblea general hacen que la misma funcione
buscando el interés general de las personas socias. Es así como la cooperativa actúa como persona
jurídica autónoma y colectiva en el mercado, relacionándose directamente con el mismo
y alejando así a las personas socias que la integran de la ajenidad del mercado que caracteriza
a las personas trabajadoras asalariadas, pero también de su carácter de persona trabajadora por
cuenta propia, pues las personas socias actúan a través de la cooperativa y no como personas
físicas individualmente consideradas.
En los apartados 2, 3 y 4 del art. 24 se recogen concreciones del derecho de información
que toda persona puede ejercitar individualmente considerada.
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
Comenzando con el apartado 2, en la letra a) se estable el derecho a «solicitar una copia de
los estatutos de la cooperativa, y, en su caso del reglamento de régimen interno». Se trata de
una copia simple, no siendo necesario copia notarial, ni nota del registro. Por consiguiente,
es suficiente con que dicha documentación sea auténtica y se corresponda con la vigente en
cada momento. Igualmente, en su caso, deberá constar que su envío lo hacen las personas
administradoras o se hace a su instancia. En todo caso, la copia debe ser gratuita para las
personas socias porque se trata de un derecho de estas.
Este derecho supone una obligación para las personas administradoras siempre que sea
ejercitado por la persona socia. Es decir, en el supuesto de que las personas socias no lo soliciten
no existe obligación para la cooperativa.
En la letra b) se recogen en realidad dos derechos con distinto alcance. Por una parte, se
encuentra el derecho de toda persona socia a «examinar el libro registro de personas socias
de la cooperativa y el libro de actas de la asamblea general», y, por otra parte, está el derecho
a recibir de las personas administradoras «copia certificada del acta y de los acuerdos
adoptados en la asamblea general, y certificación de las inscripciones en el libro registro
de personas socias previa solicitud motivada». Respecto al primero de estos derechos se
reconoce un examen directo y completo de los libros mencionados, se entiende que ante la
presencia, custodia y control de la persona responsable de su conservación. En cambio, respecto
al segundo derecho solamente se reconoce conocer de manera indirecta y extractada a
través de copias certificadas el contenido de las actas, acuerdos e inscripciones referenciadas.
Además, nótese que para con este segundo derecho se exige que la persona socia interesada
en las copias certificadas de las actas o acuerdos adoptados en la asamblea general o en la
certificación de las inscripciones en el libro registro de personas socias realice una solicitud
motivada. Con otras palabras, en este último caso, la información a extraer de dichas copias
o certificaciones debe obedecer a un fin legítimo y concreto relacionado con el vínculo que
une a la persona socia solicitante con la cooperativa, los órganos sociales de la misma u otras
personas socias, teniendo en cuenta la importancia y extensión de la información que la persona
socia puede llegar a obtener.
En todo caso, la persona socia que solicite la información a que se refiere esta letra b) del
art. 24.2 de la LCE debe cumplir con las obligaciones que pudieran derivarse de la LOPDP.
En la letra c) se limita el acceso de las personas socias a los acuerdos de las personas
administradoras, pues solamente se posibilita que aquellas soliciten copia certificada de los
acuerdos que les afecten individualmente. El objetivo de esta limitación es evitar un posible
uso abusivo y desmesurado de este derecho, y, en último término, evitar que se divulgue información
de la cooperativa en perjuicio de los intereses sociales. Obviamente, también aquí
debe estarse a las obligaciones derivadas de la LOPDP.
En la letra d) se establece una garantía para toda persona socia, consistente en recibir de las
personas administradoras, en el plazo máximo de un mes desde que lo solicite, información
sobre su situación económica en relación con la cooperativa. La solicitud puede abarcar toda
su situación o parte de ella, o partir de determinada fecha, o para una determinada cuestión.
Por su parte, el apartado 3 recoge un derecho individual de cada persona socia, pero de alcance
general, pues toda persona socia puede en cualquier momento y siempre que lo estime
oportuno, «solicitar por escrito a las personas administradoras las aclaraciones o informes
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
que considere necesarios sobre cualquier aspecto del funcionamiento o de los resultados
de la cooperativa», ante lo que las personas administradoras deberán proporcionar dicha
información «en la primera asamblea general que se celebre pasados quince días desde la
presentación del escrito». Con otras palabras, la información solicitada a título individual
por una persona socia se expone en la asamblea general a todas las personas socias. El fundamento
de ello reside en que la información requerida afecta a todas las personas socias de
la cooperativa. De ahí el plazo legalmente establecido para que las personas administradoras
dispongan de suficiente tiempo para preparar la información y ponerla a disposición de la
asamblea general: por lo menos quince días desde que se presente la solicitud. Con ello se
evitan, además, formas de proceder contrarias a la buena fe por parte de personas socias que
pudieran solicitar la información en cuestión incluso unas pocas horas antes de la celebración
de la asamblea general, con el objetivo de dificultar el buen funcionamiento de la asamblea
general, pues en el punto relativo a los ruegos y preguntas, la persona socia solicitante de
la información podría crear una situación que no por irracional ―al no poder presentar las
personas administradoras la información requerida por el escaso tiempo transcurrido desde
la presentación de la solicitud― podría considerarse perturbadora del ambiente de confianza
recíproca que debe guiar el funcionamiento de la cooperativa, por el interés mutualista
inherente a la misma, así como por el hecho de que las personas socias actúan en plano de
igualdad.
En el apartado 4, tal y como se ha comentado al analizar las principales innovaciones
respecto a la normativa anterior (supra 4.7.1), se establece la obligación de las personas
administradoras de poner a disposición de la asamblea general determinada información de
índole económica durante el plazo de convocatoria. Como se ha podido apreciar, se trata de
una información esencial para que las personas socias puedan materializar los principios
cooperativos segundo, relativo a la gestión democrática por parte de las personas socias, y
tercero, relativo a la participación económica de las personas socias.
Precisamente, de dicha finalidad nace el reconocimiento del derecho a toda persona socia
de «solicitar por escrito, al menos con cinco días de antelación a la celebración de la asamblea,
las explicaciones y aclaraciones referidas a aquella documentación económica para
que sean contestadas en el acto de la asamblea».
En el apartado 5 del art. 24 se recoge una concreta situación en la que el derecho de información
es ejercitado colectivamente, pues se permite que «las personas socias que representen
al diez por ciento del total de los votos sociales» soliciten «por escrito, en todo momento,
la información que consideren necesaria». De este modo, la información solicitada no tiene
por qué limitarse a la de carácter económico y supone una garantía para el mayor control de
las personas administradoras. Obviamente, para evitar cualquier solicitud caprichosa e infundada,
se establece como requisito el ejercicio colectivo del derecho en los términos señalados.
Una vez realizada la solicitud «las personas administradoras deberán proporcionar por
escrito la información solicitada, en un plazo no superior a treinta días». En consecuencia,
este derecho de información ejercido colectivamente conlleva una obligación de hacer en
todo caso para las personas administradoras.
Finalmente, el apartado 6 del art. 24 recoge la obligación de las personas administradoras
de «informar a las personas socias o a los órganos que las representen, trimestralmente, al
menos, y por el cauce que estimen conveniente, de las principales variables socioeconómicas
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
de la cooperativa». En consecuencia, las personas administradoras cuentan con dos opciones
para llevar a cabo dicha obligación. Por una parte, pueden informar a todas y cada una de las
personas socias a título individual. Por otra parte, pueden informar en la asamblea general,
de manera colectiva. Igualmente, por la referencia genérica a los órganos que representen
a las personas socias, se entiende que debiera informarse, cuando existan, a la comisión de
vigilancia, así como, cuando las variables socioeconómicas pudieran repercutir en la relación
de trabajo, al consejo social. Si bien se establece el plazo máximo de un trimestre para
trasladar la información, dejar en manos de las personas administradoras el cauce para llevar
a cabo la información resulta un tanto curioso en comparación con lo contemplado en los
apartados anteriores. Por ello, con el fin de que todas las personas socias puedan comprender,
analizar y valorar la información en cuestión, así como, en su caso, requerir las pertinentes
explicaciones o aclaraciones, parece que lo más acertado es informar por escrito. En el caso
de que se opte por trasmitir la información en la asamblea general, también debiera ponerse
a disposición de las personas socias dicha información por escrito, durante el plazo de la convocatoria.
Además, dado que la información por escrito puede facilitarse de distintos modos,
parece conveniente que se regulen estatutariamente los cauces por los que se informará (v.gr.
tablón de anuncio presencial, tablón de anuncios en sede electrónica integrada en la página
web corporativa de la cooperativa o carta personalizada).
4.7.3 Otra normativa aplicable
• LOPDP.
4.8 Límites y garantías del derecho de información
Artículo 25. Límites y garantías del derecho de información
1. Las personas administradoras solo podrán denegar, motivadamente, la información
cuando la solicitud resulte temeraria u obstruccionista, o el proporcionarla
ponga en grave peligro los intereses legítimos de la cooperativa. No obstante, no
procederá esta excepción cuando la información denegada haya de proporcionarse
en el acto de la asamblea general y la solicitud de información sea apoyada por
más de la mitad de los votos presentes y representados y, en los demás supuestos,
cuando así lo acuerde el comité de recursos o, en su defecto, la asamblea como
consecuencia del recurso que las personas socias solicitantes de la información
hayan interpuesto.
En todo caso, la negativa de las personas administradoras podrá ser impugnada
por las personas solicitantes, de conformidad con el procedimiento establecido en
el art. 51 de esta ley, quienes, además, respecto a los supuestos del apartado 2 de
este artículo, podrán acudir al procedimiento previsto en el art. 256 de la LEC.
2. Los estatutos, para evitar arbitrariedades y perjuicios tanto en la solicitud como
en la aportación o la denegación de información, podrán establecer un sistema de
garantías que tenga en cuenta las particularidades de la cooperativa y la efectiva
situación de la persona socia tanto en la actividad cooperativa como en sus derechos
y obligaciones.
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
4.8.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El art. 25 de la actual LCE reproduce el contenido del art. 25 de la anterior LCE. Las únicas
modificaciones son, por una parte, las terminológicas, que consisten en referirse a las «personas
administradoras» y no a los «administradores», y a las «personas socias» y no a los «socios»,
al igual que sucede a lo largo de toda la norma, con el objetivo de utilizar un lenguaje
no discriminatorio en materia de género, y, por otra parte, las remisiones a los arts. que contemplan
las vías de impugnación ante eventuales vulneraciones del derecho de información.
Así, la actual LCE se remite a lo establecido en el art. 51 de la LCE y al art. 256 de la LEC,
cuando la anterior LCE hacía lo propio remitiéndose a su art. 49 y al art. 2.166 de la LEC.
4.8.2 Comentario general y significado práctico
El art. 25 de la LCE regula, en su apartado 1, al mismo tiempo, los límites y las garantías
que presenta el derecho esencial de información en las cooperativas.
Comenzando por los límites, estos encuentran su razón de ser en la buena fe y en impedir
abusos en el ejercicio del derecho, conforme a lo establecido en el art. 7 del C.c. En verdad,
dado el amplio contenido que presenta este derecho en la LCE, su utilización abusiva podría
conllevar una vulneración de los principios cooperativos y del fin último con el que contempla
el legislador este derecho, que no es otro que el correcto ejercicio de tales principios para
que la cooperativa funcione como una verdadera cooperativa. En todo caso, las personas
administradoras podrán fundar su negativa a informar ante la solicitud realizada por las personas
socias solamente en los dos supuestos claramente señalados por el precepto, a saber,
cuando la solicitud resulte temeraria u obstruccionista, y cuando proporcionarla ponga en
grave peligro los intereses legítimos de la cooperativa.
En lo que se refiere a las garantías para el ejercicio del derecho de información, de entrada,
el mero hecho de que las personas administradoras solamente puedan negarse a informar en
los dos supuestos mencionados constituye una garantía en sí.
En segundo lugar, la negativa siempre debe ser motivada.
En tercer lugar, para evitar que las propias personas administradoras incurran en conductas
abusivas al denegar la información solicitada se prevén dos excepciones conforme a las
cuales siempre deberá informarse: por una parte, «cuando la información denegada haya de
proporcionarse en el acto de la asamblea general y la solicitud de información sea apoyada
por más de la mitad de los votos presentes y representados»; y, por otra parte, «cuando así lo
acuerde el comité de recursos o, en su defecto, la asamblea como consecuencia del recurso
que las personas socias solicitantes de la información hayan interpuesto».
En cuarto lugar, se prevén dos vías de impugnación ante la negativa de las personas administradoras
de informar cuando se considere por las personas socias solicitantes que la
misma no procede. Así, la regla general consiste en ejercitar la acción de responsabilidad
contra las personas administradoras que regula el art. 51 de la LCE. No obstante, cuando,
con fundamento en lo dispuesto en el apartado 2 del propio art. 25 de la LCE, los estatutos
de la cooperativa, «para evitar arbitrariedades y perjuicios tanto en la solicitud como en la
aportación o la denegación de información», regulen un sistema de garantías adaptado a las
características de la propia cooperativa y a la situación efectiva de las personas socias, tanto
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
en la actividad cooperativa como en sus derechos y obligaciones, los solicitantes podrán acudir
también al procedimiento previsto en el art. 256 de la LEC, que se refiere a las diligencias
preliminares.
4.8.3 Otra normativa aplicable
• Art. 256 de la LEC.
4.9 baja voluntaria
Artículo 26. Baja voluntaria
1. La persona socia podrá darse de baja voluntariamente en la cooperativa en todo
momento, mediante preaviso por escrito a las personas administradoras en el plazo
que fijen los estatutos, que no podrá ser superior a tres meses para las personas
físicas y a un año para las personas jurídicas.
2. La pertenencia de la persona socia a la cooperativa tendrá carácter indefinido.
No obstante, si lo prevén los estatutos y se acuerda en el momento de la admisión,
podrán establecerse vínculos sociales de duración determinada. Los derechos y
obligaciones propios de tales vínculos serán equivalentes a los de las demás personas
socias y serán regulados en los estatutos. El conjunto de estas personas socias
no podrá ser superior a la quinta parte de las personas socias de carácter indefinido
de la clase de que se trate ni de los votos de estas últimas en la asamblea general,
salvo en las cooperativas de trabajo asociado o en las que, siendo de otra clase,
tengan personas socias de trabajo, que podrán superar dichas proporciones siempre
que el número de horas/año de trabajo realizadas en conjunto por las personas
socias de duración determinada y las personas trabajadoras por cuenta ajena no
llegue al cincuenta por ciento del total de horas/año realizadas por las personas
socias trabajadoras o de trabajo de carácter indefinido.
Las personas socias trabajadoras o de trabajo titulares de contratos societarios de
duración determinada que acumulen un periodo de tres años en esa situación tendrán
la opción de adquirir la condición de persona socia de duración indefinida, y si
dicho periodo alcanza cinco años, la adquirirán en todo caso, para lo que deberán
cumplir los demás requisitos estatutariamente establecidos para las personas socias
de duración indefinida.
3. Sin perjuicio de lo establecido en el apartado 1 de este artículo, los estatutos pueden
exigir la permanencia de las personas socias hasta el final del ejercicio económico
o por un tiempo mínimo que no podrá ser superior a cinco años.
4. El incumplimiento del plazo de preaviso, así como las bajas que dentro de los plazos
mínimos de permanencia se produjeran, tendrán la consideración de bajas no
justificadas, salvo que las personas administradoras de la cooperativa, atendiendo
a las circunstancias del caso, acordaran lo contrario. Todo ello sin perjuicio de
que pueda exigirse a la persona socia, además, el cumplimiento de las actividades
y servicios cooperativos en los términos en que venía obligado y, en su caso, la correspondiente
indemnización de daños y perjuicios.
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DE LAS PERSONAS SOCIAS
5. Además de lo establecido en el apartado anterior, se considerará que la baja voluntaria
es no justificada:
a) Cuando la persona socia vaya a realizar actividades competitivas con las de la
cooperativa.
b) En los demás supuestos previstos en los estatutos.
6. La calificación de la baja como justificada o injustificada será competencia de las
personas administradoras, que deberán formalizarla en un plazo máximo de tres
meses a contar desde la notificación del preaviso a que hace referencia el apartado
1 de este artículo. La calificación se notificará por escrito a la persona socia interesada.
Transcurrido dicho plazo sin que las personas administradoras la hubieran
notificado, la baja se considerará justificada.
7. Cuando se produzca la prórroga de la actividad de la cooperativa, su fusión o escisión,
el cambio de clase o la alteración sustancial del objeto social de aquella, o la
exigencia de nuevas aportaciones obligatorias al capital, se considerará justificada
la baja de cualquier persona socia que haya votado en contra del acuerdo correspondiente
o que, no habiendo asistido a la asamblea general en la que se adoptó dicho
acuerdo, exprese su disconformidad con el mismo. En el caso de transformación
se estará a lo previsto en el art.89.
4.9.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El nuevo art. 26 LCE reproduce en términos generales el antiguo precepto presente en la
anterior normativa reguladora. En cualquier caso, con el objeto de aclarar algunos aspectos
que no resultaban del todo nítidos, y de regular de distinta forma ciertas cuestiones, se han
introducido las siguientes modificaciones:
a) En el párrafo primero el plazo de preaviso con el que la persona socia física debe
anunciar su propósito de darse de baja de la cooperativa, se ha reducido sensiblemente.
En lugar del plazo de seis meses previsto en la regulación previgente, se declara
ahora que los estatutos no podrán fijar un plazo de preaviso superior a los tres
meses para las personas físicas. De este modo, la persona socia que desee abandonar
la cooperativa no tendrá que avisar con tanta antelación de dicho propósito, ya que
los estatutos no podrán fijar un plazo de preaviso que sea superior a tres meses. En
definitiva, con la nueva regulación, la persona socia goza de mayor libertad para
decidir su baja voluntaria de la cooperativa con menor antelación de lo que se exigía
anteriormente.
b) Se añade un nuevo párrafo sexto en el que se declara que la calificación de la baja
como justificada o injustificada será competencia de las personas administradoras,
que deberán formalizarla en un plazo máximo de tres meses a contar desde la notificación
del preaviso. De esta forma, se aclara en el nuevo art. 26.6 LCE, que la
competencia para determinar si la baja solicitada por la persona socia es justificada
o no, corresponde al órgano de administración, que se consagra como la instancia
competente para decidir sobre dicha cuestión.
Además, se añade en el nuevo art. 26.6 LCE el procedimiento a través del cual la persona
socia ha de solicitar la baja para que la cooperativa proceda a su calificación. En concreto,
87

DE LAS PERSONAS SOCIAS
se establece que las personas administradoras deberán contestar en un plazo de tres meses, a
contar del momento en que las personas administradoras hubieran recibido el preaviso formulado
por la persona socia solicitando su baja. La cooperativa deberá notificar por escrito
la decisión que ha adoptado a la persona socia que ha pedido la baja dentro de dicho plazo.
Si no procede a contestarla en ese periodo de tres meses, se entenderá que la baja ha sido
justificada. Por lo tanto, el silencio de la cooperativa o, por lo menos, su falta de respuesta
a la solicitud planteada dentro del plazo legal de tres meses desde la recepción del preaviso
conllevará que la baja sea calificada de justificada.
4.9.2 Comentario general y significado práctico
4.9.2.1 Permanencia voluntaria en la cooperativa
El presente art. 26 vuelve a ser una expresión del principio cooperativo de afiliación voluntaria
y abierta, o también denominado, principio de puerta abierta.
La pertenencia a la cooperativa es, siempre, voluntaria y por ello, la ley recoge la posibilidad
de las personas socias de darse de baja de la cooperativa, pero siempre siguiendo el procedimiento
y los requisitos recogidos tanto en la propia ley como, en su caso, en la normativa
interna que regule la cooperativa. La salida de la cooperativa será siempre voluntaria, pero
ello no implica, como veremos más adelante, que se pueda hacer de un día para otro o al objeto
de evitar la asunción de las obligaciones societarias. De hecho, la propia baja voluntaria
de una persona socia podría causar un perjuicio a la cooperativa.
Por ello, pese a la voluntariedad de la permanencia en la cooperativa, es necesario regular
el proceso de salida, al objeto de preservar los intereses de la propia cooperativa.
4.9.2.2 Concepto de baja voluntaria: el deber de preaviso
La baja de la persona socia consiste en la pérdida de su condición de persona socia y, por
tanto, en su desvinculación de la cooperativa. No puede decirse que la baja de la persona
socia signifique siempre su salida de la cooperativa, ya que, en ocasiones, puede tratarse de
una simple modificación del vínculo que le une con dicha entidad y más que una salida lo que
se produce es una transformación del estatuto de la persona socia que puede seguir formando
parte de la cooperativa, pero bajo otra modalidad distinta. Son los estatutos de la cooperativa
los que, en cualquier caso, deberán establecer el procedimiento que habrá de seguirse para
que se produzca la baja, en consonancia con el régimen legal objeto de examen.
El art. 26 LCE regula el régimen de la denominada baja voluntaria, esto es, aquella en la
que la persona socia es quien de forma personal y voluntaria decide darse de baja de la cooperativa.
Dicha decisión se basa en el derecho de la persona socia a causar baja de manera
voluntaria sin tener que alegar, justificar ni acreditar motivo alguno que fundamente dicha
decisión. Para poder hacer uso de dicho derecho basta que la persona socia manifieste dicha
voluntad. Ahora bien, no se trata de un derecho absoluto, porque no puede ser ejercitado en
cualquier circunstancia por la persona socia. Debe llevarse a cabo respetando siempre las
exigencias legales y estatuarias que lo regulan con el fin de cohonestar adecuadamente dicho
derecho de la persona socia y los intereses de la cooperativa. En tal sentido, se ha previsto
un procedimiento para que la baja de la persona socia pueda tener lugar cuando así lo decida
aquella, pero con el compromiso de que advierta a la cooperativa de su propósito con cierta
88

DE LAS PERSONAS SOCIAS
antelación para que pueda preparar adecuadamente las consecuencias correspondientes. En
concreto, en el art. 26.1 LCE se prevé la obligación de que la persona socia que desee darse
de baja voluntariamente debe advertir a la cooperativa de dicha intención a través de un preaviso
dirigido a las personas administradoras de la entidad. El plazo de antelación con el que
deben avisar a la cooperativa de dicho propósito se fijará en los estatutos. Sin embargo, en
la nueva redacción del art. 26.1 LCE se ha establecido que dicho plazo estatutario no podrá
ser superior a tres meses, para las personas físicas, reduciéndose de manera significativa
respecto de la regulación anterior en la que se preveía un plazo máximo de seis meses, y
manteniéndose el plazo de un año para las personas jurídicas.
Ciertamente la reducción del plazo del preaviso para las personas socias físicas les dota de
un mayor margen de libertad para tomar la decisión de darse de baja de la cooperativa al no
tener que anunciar dicho propósito con tanta antelación como se requería en la regulación
previgente y trae consigo, a su vez, que la cooperativa debe estar preparada para poder asumir
las consecuencias orgánicas y financieras que pueda producir la baja de la persona socia.
Todo ello no impide que, en los estatutos, pueda preverse un plazo menor de preaviso, si la
cooperativa así lo juzga conveniente. En este sentido, es habitual que, en la práctica, los estatutos
fijen un plazo de preaviso inferior, por lo que la reducción del plazo legal de preaviso
a tres meses, no parece que esté llamado a desplegar especiales efectos.
4.9.2.3 Límites a la baja voluntaria
El art. 25.3 LCE fija ciertos límites al ejercicio de la baja voluntaria. Así, se admite que
los estatutos puedan exigir la permanencia de las personas socias hasta el final del ejercicio
económico o, por un tiempo mínimo, que no podrá ser superior a cinco años. Se trata de supuestos
en los cuales, si así se ha previsto en los estatutos, las personas socias ven en ciertas
circunstancias limitado su derecho a darse de baja voluntariamente de la cooperativa.
Los supuestos en los que se prevea dicha limitación serán los que se contemplen a tal fin en
los estatutos. En tal sentido, el art. 26.3 LCE plantea algunas limitaciones específicas, como
son los mencionados supuestos de finalización del ejercicio económico o la obligatoria permanencia
en la cooperativa durante un tiempo mínimo. Cabe, no obstante, que puedan preverse
otras limitaciones con el fin de restringir dichas posibilidades de baja. Así, por ejemplo, puede
preverse que la persona socia no se dé de baja hasta que encuentre otra persona socia alternativa
que cubra su actividad, porque el listado de limitaciones del art. 26.3 LCE es abierto, y permite
que por vía estatutaria se puedan contemplar limitaciones a dicho derecho de la persona socia
a darse de baja voluntariamente.
4.9.2.4 Las bajas voluntarias justificadas y no justificadas
En principio, la baja voluntaria opera por la simple voluntad de la persona socia que se
configura como una manifestación del principio de buena fe que se traduce en el aviso previo
de la persona socia de su decisión de darse de baja de la cooperativa y en la obligación de no
realización de competencia a la mencionada cooperativa. Además, para solicitar dicha baja
deberá cumplir el procedimiento previsto a tal efecto en los estatutos de la cooperativa, que,
lógicamente, deberá respetar las exigencias del art. 26 LCE. Corresponde, en cualquier caso,
al órgano de administración de la cooperativa calificar si la baja voluntaria es justificada o
injustificada, lo que constituye una positiva novedad del art. 26.6 LCE. Dicha calificación
89

DE LAS PERSONAS SOCIAS
deberá formalizarla el órgano de administración en el plazo máximo de tres meses a contar
desde la notificación del preaviso emitido por la persona socia.
• La calificación de la baja voluntaria será declarada justificada de forma expresa
cuando el órgano de administración así lo decida. En principio, se entenderá que es
justificada siempre y cuando no se esté dentro de unos de los supuestos establecidos
en el presente art. 26 o, por remisión del punto quinto de este, en los supuestos recogidos
en los estatutos sociales.
Por su parte, el art. 26.7 LCE regula determinados supuestos en los que la baja será
considerada, siempre, justificada, como son (i) cuando se acuerde la prórroga de la
actividad de la cooperativa, (ii) su fusión o escisión, (iii) el cambio de clase o la alteración
sustancial de su objeto social, (iv) o la exigencia de nuevas aportaciones al
capital y la persona socia haya votado en contra del acuerdo o, no habiendo asistido
a la asamblea general en la que se adoptó el acuerdo, exprese su disconformidad con
el mismo. Con ello, la ley permite la salida voluntaria de las personas socias, sin
ninguna consecuencia y sin necesidad de cumplir con el procedimiento y requisitos
internos para la baja voluntaria, cuando esté disconforme con cualquier acuerdo de la
asamblea general que implique la asunción de obligaciones no previstas inicialmente
en los estatutos, la modificación sustancial del objeto social, y, sobre todo, alguna
modificación estructural de la cooperativa.
Y será también declarada justificada, pero de forma tácita, cuando haya transcurrido
el plazo de tres meses a contar desde la notificación del preaviso sin que las personas
administradoras hubieran notificado a la persona socia interesada su decisión al
respecto (art. 26.6 LCE). Conviene advertir que los tres meses indicados empiezan a
computarse desde que se notifica el preaviso por parte de la persona socia. El hecho
de que sea desde la notificación del preaviso es un elemento importante y novedoso,
porque exige a las personas administradoras de la cooperativa una mayor diligencia.
Deberán estar atentas a cualquier solicitud presentada por una persona socia que
manifieste su propósito de darse de baja de la cooperativa, ya que, si no responden,
dentro del plazo de tres meses antes indicado, se entenderá que la baja es justificada.
• Por el contrario, la calificación de baja voluntaria será declarada no justificada cuando
la persona solicitante incumpla el plazo de preaviso previsto en los estatutos, salvo
que las personas administradoras acuerden lo contrario, atendiendo a las circunstancias
del caso (art. 26.4 LCE). De igual forma, también será una baja voluntaria
no justificada cuando no hubiere respetado el plazo de permanencia mínimo previsto
en los estatutos (art. 26.4 LCE), cuando la persona socia vaya a realizar actividades
competitivas con las de la cooperativa, o cuando concurra alguno de los supuestos
previstos en los estatutos de la cooperativa (art. 26.5 LCE). En todos estos casos,
se podrá exigir a las personas socias, además del cumplimiento de las actividades y
servicios cooperativos en los términos en que estaban obligadas, la correspondiente
indemnización de daños y perjuicios (art. 26.4 in fine LCE). Por tanto, la declaración
de baja voluntaria no justificada se producirá cuando la persona socia no cumpla sus
obligaciones como tal en la cooperativa, por no haber respetado el procedimiento
previsto a tal efecto, por no haber presentado tempestivamente el preaviso advirtiendo
de su baja, porque su baja ha respondido al propósito de realizar actividades
competitivas a la cooperativa, o bien, finalmente, por no haber incurrido en algunas
de las previsiones estatutarias contempladas sobre tales aspectos.
90

DE LAS PERSONAS SOCIAS
4.9.2.5 La pertenencia indefinida de la persona socia a la cooperativa y la excepción
de la persona socia de duración determinada
En principio, las personas socias pertenecen a la cooperativa de forma indefinida. En consonancia
con los parámetros propios de las sociedades, las personas socias que se integran
en una cooperativa mantienen su vínculo con carácter indefinido, hasta que voluntariamente
manifiesten su deseo de darse de baja de la misma. Dicho pronunciamiento está consagrado
específicamente en el art. 26.2 LCE en el que se declara que la pertenencia a la cooperativa
tiene carácter indefinido, por lo que cuando quien legisla prevé el régimen de baja voluntaria
de la persona socia, en principio, parece que está pensando en sujetos que están vinculados
con carácter indefinido con la cooperativa.
Sin embargo, en el segundo párrafo del mencionado art. 26.2 LCE, en una ubicación que
resulta un tanto extraña, se prevé que, si así lo prevén los estatutos, podrán establecerse vínculos
sociales de duración determinada.
El vínculo societario temporal permite hacer frente a necesidades puntuales de incremento
de la actividad de la cooperativa, cuya presencia ya estaba prevista en la regulación previgente
y que en la nueva normativa se ha mantenido en similares términos. Se trata de una posibilidad
que la práctica cooperativa ha venido utilizando y que contribuye a que la masa de
personas socias se amplíe, sin perjuicio de que, por razones de agilidad, dicha incorporación
no sea indefinida, sino que se ajuste a las necesidades de la cooperativa. En cualquier caso,
se entiende que el carácter excepcional de este tipo de personas socias no debe ser la norma
general de la cooperativa, razón por la que en la regulación se prevén cautelas para que su
presencia y, sobre todo, su capacidad de decisión no sea excesiva.
En este sentido, el art. 26.2 LCE establece, por una parte, que los derechos y obligaciones
propios de las personas socias con vínculos sociales de duración determinada son los mismos
que los que tengan atribuidas las demás personas socias en los estatutos. Ahora bien, para
limitar su peso en la cooperativa, se restringe su presencia estableciendo que el conjunto de
estas personas socias no podrá ser superior a la quinta parte de las personas socias de carácter
indefinido ni de sus votos en la asamblea general. La única excepción a este régimen puede
plantearse en las cooperativas de trabajo asociado o, en las que siendo de otra clase, tengan
personas socias de trabajo, las cuales, podrán superar dichas proporciones siempre que el
número de horas/año realizadas en conjunto por las personas socias de duración determinada
y las personas trabajadoras por cuenta ajena no llegue al cincuenta por ciento del total de
horas/año realizadas por las personas socias trabajadoras o de trabajo de carácter indefinido.
Finalmente se prevé en el art. 26.2.3 LCE que las personas socias trabajadoras o de trabajo
de duración determinada podrán adquirir la condición de persona socia de duración
indefinida si está en dicha situación durante tres años, en cuyo caso, quedará en manos de la
cooperativa la atribución de dicha condición. Sin embargo, en el caso de que la situación de
persona socia de duración determinada se haya mantenido durante cinco años, adquirirá en
todo caso la condición de persona socia, siempre que cumpla los demás requisitos previstos
en los estatutos para las personas socias de duración indefinida.
Por último, conviene llamar la atención que, a pesar de ubicarse este régimen de las personas
socias de duración determinada en el precepto correspondiente a la baja voluntaria,
no se aluda en ningún momento a si pueden hacer uso de dicho derecho. En principio, debe
entenderse que podrían solicitar la baja antes de que transcurra el periodo acordado de su
91

DE LAS PERSONAS SOCIAS
vinculación, para lo cual nos remitimos a los apartados anteriores. Sin embargo, no puede
equipararse esta modalidad con la baja por finalización del vínculo social temporal consagrada
en el art. 5 del RLCE, porque en tal caso, no se trataría de una baja voluntaria y no
podría aplicársele sus principios reguladores, ya que, en tales casos, lo que se produce, en
puridad, es una finalización contractual sobre la que la persona socia no tiene ningún tipo de
influencia, por lo que no puede ser considerada como baja voluntaria.
4.10 Baja obligatoria
Artículo 27. Baja obligatoria
1. Causarán baja obligatoria las personas socias que pierdan los requisitos exigidos
para serlo según esta ley o los estatutos de la cooperativa.
2. La baja obligatoria será acordada, previa audiencia de la persona interesada, por
las personas administradoras, de oficio, a petición de cualquier otra persona socia
o de la propia persona afectada, en el plazo y con los efectos previstos en el art.26.6
de esta ley.
3. El acuerdo de las personas administradoras será ejecutivo desde que sea notificada
la ratificación del comité de recursos o, en su defecto, de la asamblea general, o
haya transcurrido el plazo previsto en estatutos para recurrir ante los mismos. No
obstante, el acuerdo podrá establecer con carácter inmediato la suspensión cautelar
de derechos y obligaciones de la persona socia hasta que el acuerdo sea ejecutivo si
así lo prevén los estatutos, que deberán determinar el alcance de dicha suspensión.
La persona socia conservará su derecho de voto en la asamblea general mientras el
acuerdo no sea ejecutivo.
4. La baja obligatoria tendrá la consideración de justificada cuando la pérdida de los
requisitos para ser persona socia no sea consecuencia de la voluntad de la persona
socia de incumplir sus obligaciones con la cooperativa o de beneficiarse indebidamente
con su baja obligatoria.
Será de aplicación a la baja obligatoria no justificada lo establecido en los apartados
3 y 4 del artículo precedente.
5. La persona socia disconforme con la decisión de las personas administradoras sobre
la calificación o efectos tanto de su baja voluntaria como de la obligatoria podrá
recurrir; siendo de aplicación al efecto lo establecido en los apartados 2 y 4 del
artículo siguiente.
4.10.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El art. 27 LCE reproduce en términos generales la redacción contenida en la regulación
previgente. Como único cambio cabe destacar que la baja obligatoria, de igual modo que la
baja voluntaria, será acordada por las personas administradoras, aspecto ya contemplado en
la anterior normativa, añadiéndose como novedad, que dicha solicitud de baja obligatoria deberá
ser contestada por la cooperativa en el mismo plazo y con los mismos efectos previstos
para la baja voluntaria en el art. 26.6 LCE.
92

DE LAS PERSONAS SOCIAS
De esta forma, se unifica el régimen de la solicitud de baja voluntaria y de baja obligatoria
a petición de la propia persona socia afectada, ya que, con la nueva regulación, se aclara
definitivamente que el órgano competente para contestar a dicha solicitud son las personas
administradoras. Además, se precisa que dicho órgano dispone de tres meses para contestar
la solicitud presentada por la propia persona socia afectada, estando obligado a responder
a la persona solicitante dentro de dicho plazo si la baja es justificada o no. Por último, debe
advertirse que, si la cooperativa no contesta en dicho plazo, se entenderá que la baja solicitada
era justificada.
4.10.2 Comentario general y significado práctico
4.10.2.1 Concepto de baja obligatoria
El art. 27 LCE regula el régimen de la baja obligatoria, entendida como aquella que se
produce a consecuencia de que la persona socia en cuestión pierda los requisitos legales
o estatutarios necesarios para serlo. La baja obligatoria se diferencia de la baja voluntaria,
consagrada en el art. 26 LCE, en el hecho de que, en la primera, dicho procedimiento no se
pone en marcha de forma voluntaria a instancia de la persona socia, sino que se activa con
la concurrencia de un hecho objetivo, esto es, la pérdida de los requisitos para seguir siendo
persona socia de la cooperativa, aunque la ley sí que prevé la posibilidad de que la propia
persona socia afectada pueda ponerlo en conocimiento del órgano de administración, además
de la propia actuación de oficio de dicho órgano, o la comunicación realizada por cualquier
otra persona socia. Tampoco puede confundirse con la expulsión, consagrada en el art. 28
LCE, porque la pérdida de los requisitos propios de la condición de persona socia no se producen
por razones disciplinarias, como, sin embargo, sucede cuando se pone en marcha el
procedimiento de expulsión.
La baja obligatoria tiene un indudable componente coactivo, aunque no revista el carácter
de medida disciplinaria. Normalmente está contemplada para aquellos casos en que la cualidad
de la persona socia está estrechamente vinculada a un determinado requisito subjetivo;
u objetivo. Por eso, cuando se produce la pérdida de alguno de tales rasgos esenciales, ello
conlleva que la persona socia no pueda seguir perteneciendo a la cooperativa.
4.10.2.2 Procedimiento de baja obligatoria
La baja obligatoria no es una baja automática. Por eso, el procedimiento podrá iniciarse a
instancia de parte, esto es, por la propia persona afectada, o de oficio, por las personas administradoras
o a petición de cualquier otra persona socia. La persona socia afectada siempre
tendrá derecho a exponer su opinión ante el órgano de administración antes de que adopte su
decisión al respecto. Y el órgano de administración dispondrá de tres meses desde que reciba
la notificación por parte de la persona interesada o de cualquier otra persona que lo solicite,
para calificar la baja de la persona socia en cuestión, calificación que debería ser motivada,
aunque no lo diga expresamente el art. 27.2 LCE.
No obstante, para que el acuerdo que adopten las personas administradoras sea ejecutivo
será preciso que lo ratifique además el comité de recursos o, en su defecto, la asamblea general,
o haya transcurrido el plazo previsto en los estatutos para recurrir ante el órgano corres-
93

DE LAS PERSONAS SOCIAS
pondiente. A falta de previsión estatutaria, existen dos opciones: o bien, podría tomarse como
plazo de referencia el previsto para denegar la admisión de una persona socia previsto en el
art. 20.5 LCE, que declara que corresponde a los estatutos su fijación, pero que nunca podrá
ser superior a veinte días; o bien, acudir al plazo fijado en el art. 28.2 LCE, en el que se establece
que, en caso de expulsión, la persona socia podrá recurrir contra dicha decisión en el
plazo de 30 días desde su notificación. Ante esta alternativa, parece más razonable acudir al
criterio fijado en el art. 28.2 LCE, e inclinarse por entender aplicable el plazo de 30 días, a la
vista de que el régimen de la expulsión tiene importantes correspondencias con el de la baja,
sobre todo, en lo relativo a los derechos que la persona socia afectada ha de disponer para
poder hacer frente a la decisión de la cooperativa con la que no está conforme. Esta interpretación
se refuerza por el hecho de que el propio art. 27.5 LCE establece que el procedimiento
previsto para que la persona socia recurra contra la decisión de la cooperativa sobre la calificación
de la baja tanto en caso de baja voluntaria como de baja obligatoria es el previsto en el
art. 28.2 LCE para el régimen de la expulsión. De todo ello, se desprende que el sistema legal
de recurso contra la decisión de la cooperativa de baja de la persona socia es único y común
para todos aquellos supuestos en que la afectada esté en desacuerdo, con independencia de
que se haya tratado de una baja voluntaria, una baja obligatoria o una expulsión.
Pese a ello, se admite, no obstante, la posibilidad de que en los estatutos se regule que
con el acuerdo de baja obligatoria se suspendan con carácter inmediato los derechos y obligaciones
de la persona socia hasta que el acuerdo sea ejecutivo, si bien es cierto que en los
estatutos deberá determinarse adecuadamente el alcance de dicha suspensión. Sin perjuicio
de lo anterior, en tanto en cuanto el acuerdo no sea ejecutivo, la persona socia conservará su
derecho de voto en la asamblea general (art. 27.3 LCE).
4.10.2.3 Baja obligatoria justificada y baja obligatoria no justificada
La baja obligatoria se entenderá justificada cuando la pérdida de los requisitos para ser
persona socia no sea consecuencia de la voluntad de la persona socia de incumplir sus obligaciones
con la cooperativa o de beneficiarse indebidamente con su baja obligatoria (art.
27.4 LCE). También se entiende que es justificada, de igual forma que se prevé para la baja
voluntaria (art. 26.6 LCE) a cuyo régimen se remite el art. 27.2 LCE, si transcurrido dicho
plazo de tres meses desde que hubieran recibido la notificación de la baja obligatoria, las
personas administradoras no hubieran respondido a dicho requerimiento.
Por el contrario, se entiende que la baja obligatoria no es justificada cuando la pérdida de
los requisitos para ser persona socia se haya generado por la propia voluntad de la persona
socia de incumplir sus obligaciones con la cooperativa, o de beneficiarse indebidamente con
dicha baja. En definitiva, porque la persona socia haya actuado de forma desleal con respecto
a la cooperativa.
Además, el art. 27.4 párrafo segundo LCE declara que será de aplicación a la baja obligatoria
no justificada lo previsto en el art. 26.3.4 LCE. Sin embargo, dicha remisión no acaba de
entenderse por la cuestionable aplicabilidad a la baja obligatoria de tales supuestos previstos
para la baja voluntaria. Así, conviene recordar, por una parte, que el párrafo 3 del art. 26 LCE
prevé que los estatutos pueden exigir la permanencia de las personas socias hasta el final del
ejercicio económico o por un tiempo mínimo que no sea superior a cinco años a los efectos
de la baja voluntaria. En tales casos, no parece que sea tan voluntaria, sino que está condicio-
94

DE LAS PERSONAS SOCIAS
nada a ciertos elementos ajenos a la voluntad de la persona socia, lo que no parece que tenga
aplicación alguna al supuesto de la baja obligatoria. Por otra parte, el art. 26.4 LCE alude al
incumplimiento del plazo de preaviso de la persona socia solicitante de la baja que constituye
un requisito procedimental específico de las situaciones de baja voluntaria y que, por tanto,
carece de cualquier aplicación sobre los supuestos de baja obligatoria.
El supuesto en el que la remisión realizada al art. 26.4 LCE encuentra cierta lógica radica
en el hecho de que se reconozca a las personas administradoras la capacidad de poder calificar
la baja, de modo distinto a lo que cabría enjuiciar a la luz de la concurrencia de los
incumplimientos en que hubiera incurrido la persona socia. De este modo, con esta remisión
al art. 26.4 LCE se otorga a las personas administradoras cierta discrecionalidad a la hora de
decidir la calificación de la baja obligatoria, con base en las circunstancias del caso. También
cabría la aplicación del art. 26.4 in fine LCE para los supuestos de baja obligatoria injustificada,
lo que significaría que, en tales casos, la cooperativa podría requerir a la persona
socia que hubiera solicitado una baja obligatoria injustificada, que cumpliera sus actividades
y servicios cooperativos en los términos en los que estaba obligada y, en su caso, abonase
la correspondiente indemnización de daños y perjuicios, si tales incumplimientos hubieran
generado daños a la cooperativa.
4.11 Expulsión
Artículo 28. Expulsión
1. La expulsión de las personas socias solo podrá ser acordada por las personas administradoras
por falta muy grave tipificada en los estatutos, mediante expediente
instruido al efecto y con audiencia de la persona interesada.
2. Contra el acuerdo de expulsión, la persona socia podrá recurrir, en el plazo de treinta
días desde la notificación del mismo, ante el comité de recursos o, en su defecto,
ante la asamblea general.
El recurso ante el comité de recursos deberá ser resuelto, con audiencia de la persona
interesada, en un plazo máximo de tres meses desde la fecha de su presentación.
Transcurrido dicho plazo sin haber sido resuelto y notificado, se entenderá que el
recurso ha sido estimado.
El recurso ante la asamblea general deberá incluirse como punto del orden del día
de la primera que se convoque y se resolverá por votación secreta, previa audiencia
de la propia persona interesada.
3. El acuerdo de expulsión será ejecutivo desde que sea notificada la ratificación del
comité de recursos o, en su defecto, de la asamblea general, o haya transcurrido el
plazo para recurrir ante los mismos.
4. El acuerdo de expulsión, una vez ratificado por el comité de recursos o la asamblea
general, podrá ser impugnado, en el plazo de dos meses desde su notificación, por
el cauce procesal a que se refiere el art. 41.
4.11.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 28 LCE reproduce textualmente el contenido del previgente precepto. No
95

DE LAS PERSONAS SOCIAS
se aprecia, en suma, ningún tipo de innovación en su nuevo articulado, sin perjuicio de las
modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo al lenguaje inclusivo que ha
sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado.
4.11.2 Comentario general y significado práctico
4.11.2.1 Concepto de expulsión y causas
El art. 28 LCE regula el régimen de la expulsión de las personas socias. Se trata de la modalidad
más drástica de sancionar las infracciones de una persona socia. Por la gravedad de
la medida, sólo cabe que sea acordada por las personas administradoras, y debe tener como
causa la comisión de una falta muy grave que esté tipificada en los estatutos. En principio,
por tanto, son los estatutos los que delimitan el ámbito material de aplicación de la expulsión.
Sin embargo, dicha libertad estatutaria no es omnímoda, porque no resulta conveniente dejar
en manos de la cooperativa el derecho de la persona socia a permanecer o no en su seno. Por
ello, los estatutos no deberían calificar de muy graves o graves, conductas o actuaciones que
no revistan dicha condición. En este sentido, debería predicarse una proporcionalidad entre
la conducta que constituya la infracción y la sanción, de manera que esta última no resulte
desproporcionada con respecto a la falta de la que trae causa. La LCE no prevé expresamente
las causas que pueden propiciar la expulsión de la cooperativa de una persona socia. A pesar
de ello, y a modo ejemplificativo, podrían incluirse en dicha categoría, entre otras, la realización
de actividades que puedan perjudicar los intereses de la cooperativa (actuaciones que
conlleven una competencia efectiva contra la cooperativa), el fraude de las aportaciones u
otras prestaciones debidas a la cooperativa, el incumplimiento de participar en la actividad
económica de la cooperativa o de la obligación de desembolsar las aportaciones al capital
social, el incumplimiento reiterado de las obligaciones económicas de la persona socia, o
prevalerse de la condición de persona socia para realizar actividades ilícitas o especulativas.
4.11.2.2 Procedimiento de expulsión
Para proceder a la expulsión de la cooperativa de una persona socia es necesario que se
instruya el correspondiente expediente en el que la cooperativa manifieste su propósito de
expulsar a una persona socia, a consecuencia de que se han cometido faltas muy graves tipificadas
en los estatutos. A tal fin es necesario que se incoe el expediente con dicho objeto,
y se le dé a la persona socia afectada audiencia para que pueda exponer ante las personas
administradoras de la cooperativa, que son los competentes para decidir sobre la cuestión,
las razones que traten de desactivar los argumentos que han propiciado la apertura del procedimiento
de expulsión.
En el caso de que la persona socia expulsada no esté de acuerdo con la decisión adoptada al
respecto por las personas administradoras, podrá recurrir ante el comité de recursos o, en su
defecto, ante la asamblea general, en el plazo de treinta días desde que recibiera la notificación
de la expulsión. En tal caso, el recurso ante el comité de recursos deberá ser resuelto en
un plazo máximo de tres meses desde su fecha de presentación. En el caso de que el órgano
de administración no procediera a contestar a dicho recurso en el mencionado plazo de tres
meses, se entenderá que el recurso ha sido estimado y, que, por tanto, la persona socia expulsada
inicialmente ha sido readmitida.
96

DE LAS PERSONAS SOCIAS
A fin de garantizar la máxima transparencia dentro del expediente de expulsión, y que
todas las personas socias de la cooperativa estén al corriente de la situación, en los casos en
que el recurso se presente ante la asamblea general, deberá incluirse como punto del orden
del día de la primera que se convoque por la cooperativa y deberá resolverse por votación
secreta, con la debida audiencia de la persona interesada. De este modo, todas las personas
socias recibirán información sobre el expediente de expulsión tramitado en la cooperativa
y dispondrán de los elementos de juicio correspondientes para poder tomar una decisión
sobre el particular. Con todo, en la norma no se contempla ningún instrumento específico
que favorezca la publicidad de las sanciones impuestas entre el resto de personas socias de
la cooperativa. A pesar de que la publicidad puede ser una medida disuasoria y promover la
autodisciplina de las personas socias, no se ha considerado conveniente introducirla por las
dificultades jurídicas de distinta índole que una propuesta de esta naturaleza puede generar
en los derechos de las personas socias afectadas.
El procedimiento de expulsión se articula siguiendo las mismas coordenadas normativas
previstas para aquellos casos en que la persona socia no está de acuerdo con la decisión de
calificar su baja voluntaria como injustificada (art. 26.6 LCE), o con la decisión de declarar
su baja obligatoria (art. 27.5 LCE). Por lo tanto, en todos los supuestos de baja voluntaria
declarada injustificada, baja obligatoria, o expulsión de la cooperativa con la que la persona
socia afectada esté disconforme, se prevé el mismo mecanismo para recurrir ante la cooperativa:
a) ejercicio del recurso ante el comité de recursos o, en su defecto, ante la asamblea
general, en el plazo de treinta días desde su notificación; b) obligatoria audiencia de la persona
interesada para poder expresar su opinión; y c) resolución de tres meses desde la fecha
de su presentación, entendiéndose estimado en el caso de que haya transcurrido dicho plazo
sin que la cooperativa hubiera dado respuesta a dicho recurso.
4.11.2.3 Efectos de la expulsión de la persona socia
El art. 28.3 LCE establece que el acuerdo de expulsión será ejecutivo desde que sea notificada
la ratificación del comité de recursos o, en su defecto, de la asamblea general o, en el
caso de que haya transcurrido el plazo para recurrir ante dichas instancias, esto es, treinta
días desde la fecha de su presentación (art. 28.2 LCE). A partir de ese momento se producirá
la baja efectiva de la persona socia expulsada y será la fecha a partir de la cual comenzará el
cómputo para calcular el periodo de reembolso de sus aportaciones.
Sin embargo, el acuerdo de expulsión ratificado por el comité de recursos o, en su defecto,
por la asamblea general puede ser objeto de ulterior impugnación en el plazo de dos meses
desde su notificación. En efecto, el art. 28.4 LCE declara la posibilidad de que pueda impugnarse
el acuerdo de expulsión, ratificado por el comité de recursos o, en su defecto, por
la asamblea general. Del tenor del precepto se deduce claramente que, para acudir a la vía
de impugnación del acuerdo en cuestión, a través del régimen previsto en el art. 41 LCE, es
necesario previamente haber ejercitado el recurso ante el comité de recursos o, en su defecto,
ante la asamblea general.
En suma, el procedimiento contra el expediente de expulsión se ha de iniciar siempre, con
el recurso ante el comité de recursos o, en su defecto, ante la asamblea general, en el plazo
de treinta días desde su notificación, y posteriormente, si el acuerdo adoptado se mantiene
97

DE LAS PERSONAS SOCIAS
en el mismo sentido, se deberá ejercitar la acción de impugnación del acuerdo por el cauce
procesal previsto a tal efecto en el art. 41 LCE en el plazo de dos meses desde su notificación.
Cabe considerar que la regulación de la expulsión de las personas socias es distinta de la
regulación que, respecto de las personas socias trabajadoras de las cooperativas de trabajo
asociado, se analizará con respecto al art. 106.3 de la LCE. Concretamente las diferencias se
concretan: a) en que para las personas socias trabajadoras el plazo para recurrir es de 15 días
en lugar de los 30 días que se establece como plazo para el recurso de la persona socia, ante
el comité de recursos o la asamblea, en este artículo; y b) en que en aquel cabe la posibilidad
de suspender el empleo.
4.12 Normas de disciplina social
Artículo 29. Normas de disciplina social
1. Los estatutos de cada cooperativa fijarán las normas de disciplina social. Las personas
socias solo pueden ser sancionadas en virtud de infracciones previamente
tipificadas en los estatutos. Las sanciones que pueden ser impuestas a las personas
socias por cada clase de falta serán igualmente fijadas en los estatutos y podrán
consistir en amonestación, económicas, de suspensión de derechos sociales, o de
expulsión.
2. Las infracciones leves prescriben al mes; las graves, a los dos meses, y las muy
graves, a los tres meses.
El plazo de prescripción de las infracciones comenzará a contarse desde el día en
que la infracción se hubiera cometido. En el caso de infracciones continuadas o
permanentes, el plazo comenzará a correr desde que finalizó la conducta infractora.
Interrumpirá la prescripción la iniciación, con conocimiento de la persona interesada,
de un procedimiento de naturaleza sancionadora, y se reiniciará el plazo
de prescripción si el expediente sancionador estuviera paralizado, por causa no
imputable a la persona presuntamente responsable, sin dictar ni notificar resolución
alguna, durante más de cuatro meses.
3. Los estatutos fijarán los procedimientos sancionadores y los recursos que correspondan,
respetando en cualquier caso las siguientes normas:
a) La facultad sancionadora es competencia indelegable de las personas administradoras.
b) Es preceptiva la audiencia previa de la persona interesada.
c) Las sanciones por faltas graves o muy graves son recurribles ante el comité de
recursos o, si no lo hubiere, ante la asamblea general en el plazo de treinta días
desde la notificación de la sanción.
d) El acuerdo de sanción puede ser impugnado según el trámite procesal establecido
en el art.52. En su caso, la ratificación por el comité de recursos o por la
asamblea general puede ser impugnada en el plazo de un mes desde la notificación,
por el trámite procesal de impugnación establecido en el art. 41.
4. El alcance de la suspensión de los derechos de la persona socia vendrá determinado
necesariamente por los estatutos sociales.
98

DE LAS PERSONAS SOCIAS
4.12.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El art. 29 LCE contempla la normativa específica de la disciplina social aplicable en las
cooperativas, haciéndose eco en gran parte de la regulación previgente en esta materia. Sin
embargo, el legislador no ha perdido la oportunidad de incluir ciertas mejoras en la redacción,
no sólo de carácter puramente léxico, sino también aclarando algunos aspectos cuyo
exacto contenido despertaba ciertas dudas interpretativas.
Así, en el art. 29.1 LCE se ha producido un cambio significativo al fijar las actuaciones
que pueden ser susceptibles de sanción a la persona socia por comportamientos indebidos
realizados en el seno de la actividad de la cooperativa. Se han uniformizado las sanciones en
cuya virtud la persona socia puede ser sancionada, al emplearse la noción de infracción en
lugar de falta, y, sobre todo, al suprimir la posibilidad de sanción por la comisión de faltas
leves previstas en el reglamento de régimen interno. De este modo, se aclara acertadamente
que las personas socias sólo podrán ser sancionadas por las infracciones que estén previstas
en los estatutos, sin que ningún otra instancia orgánica ni reglamento interno esté legitimado
para poder imponer sanciones a las personas socias al margen de lo previsto en los estatutos.
En segundo lugar, a la hora de fijar el plazo de prescripción de las infracciones en las que
pueden incurrir las personas socias, se fija un nuevo momento a partir del cual comienza a
computarse dicho plazo de prescripción. Así, en el art. 29.2.2 LCE se establece que el plazo
de prescripción comenzará a contarse desde el día en que la infracción se hubiera cometido,
suprimiendo así la referencia anterior que fijaba el inicio de dicho cómputo a partir del día
en que las personas administradoras tenían conocimiento de la comisión de la infracción, así
como la que consideraba, que, en cualquier caso, la infracción quedaba prescrita doce meses
después de haber sido cometida. Para el supuesto de que se trate de infracciones continuadas
o permanentes, se establece, de forma novedosa, que el plazo de prescripción comenzará a
correr desde que finalizó la conducta infractora, computándose el inicio a partir de dicho
momento por la especial naturaleza de la infracción objeto de sanción.
Finalmente, se corrige la dicción enrevesada de la anterior regulación en materia de interrupción
de la prescripción del procedimiento sancionador y, en su lugar, se proclama, ahora
de forma mucho más precisa, que la iniciación del procedimiento sancionador interrumpirá la
prescripción y que el cómputo de su plazo se reanudará si el expediente estuviere paralizado
durante más de cuatro meses por causas ajenas a la persona socia presuntamente responsable.
De este modo, el nuevo tenor del art. 29.2.2 LCE pone de relieve con particular nitidez que,
si el procedimiento sancionador ha quedado estancado en el seno de la cooperativa durante
más de cuatro meses, sin que la persona socia haya sido la causante de dicha paralización, se
entenderá que la infracción en cuestión ha quedado prescrita.
4.12.2 Comentario general y significado práctico
4.12.2.1 Alcance de la normativa de disciplina social
El art. 29 LCE establece que los estatutos de la cooperativa deberán fijar las normas que
contemplen las infracciones en las que pueden incurrir las personas socias, ya que sólo aquellas
que estén contempladas en dicho conjunto de reglas acordadas por la propia cooperativa
podrán ser impuestas a las personas socias. Se reconoce, por tanto, expresamente la vigencia
99

DE LAS PERSONAS SOCIAS
del principio de tipicidad, presente en muchas ramas de nuestro ordenamiento, en cuya virtud
las sanciones solo pueden dictarse si las infracciones, cuya efectiva realización conlleva la
imposición de la sanción, están contempladas previamente en la normativa jurídica aplicable.
En este caso, el art. 29 LCE consagra la tipicidad de las infracciones por remisión a los
estatutos. De esta manera se declara por vía legal que se podrán imponer sanciones por las
infracciones realizadas por las personas socias, siempre que estén contempladas en los estatutos.
Se reconoce, por tanto, a la cooperativa capacidad de autorregulación en esta materia,
en la medida que remite a sus estatutos no solo el alcance de las infracciones, sino toda la
disciplina social, esto es, las sanciones, la prescripción, el procedimiento y los recursos. La
importancia de su contenido explica la necesidad de que su régimen se redacte de forma
clara y precisa para evitar ambigüedades por el perjuicio que podría suponer para el buen
funcionamiento de la cooperativa. Ahora bien, por el tipo de materia de que se trata, la interpretación
de estos preceptos ha de ser restrictiva y, en principio, las posibles dudas que se
planteen deberían resolverse en beneficio de la persona socia.
4.12.2.2 Las infracciones y sanciones: delimitación y contenido
Las infracciones deberán estar previstas en los estatutos de la cooperativa para que puedan
surtir efectos y conllevar las correspondientes sanciones a las personas socias que hubieren
incurrido en ellas. Pero, además, las sanciones a las personas socias solo podrán ser impuestas
si están previstas en los estatutos. Por lo tanto, en los estatutos no sólo han de estar
contempladas las infracciones, sino también las sanciones que conlleven la comisión de tales
infracciones.
Como se ha dicho anteriormente, el art. 29.1 LCE elimina la posibilidad de sanciones
sociales tipificadas como leves en el reglamento de régimen interno, por lo que las personas
socias ya sólo pueden ser sancionadas por los hechos tipificados en los estatutos. De esta
forma, se reduce la flexibilidad para la modificación de la tipificación de las faltas leves que
ahora deberán pasar por el visto bueno del registro de cooperativas. Y, por tanto, se dota a
las personas socias de mayores garantías ante la normativa disciplinaria de la cooperativa, si
bien se mantiene la confianza en la capacidad autorreguladora que ostentan las cooperativas
en esta materia.
Las sanciones, consecuencia de la infracción de una determinada obligación o conducta,
podrán consistir en una amonestación, que podrá revestir carácter estrictamente económico,
entrañar una suspensión de los derechos sociales, o la expulsión de la cooperativa. A pesar de
que estas tres clases de sanciones son las más habituales, el propio tenor del precepto abre la
puerta a que puedan preverse otras sanciones distintas al dejar entrever que la enumeración
de dichas sanciones es abierta, lo que permite que la cooperativa en sus estatutos pueda contemplar
otro tipo de sanciones distintas.
4.12.2.3 El régimen de prescripción de las infracciones: su interpretación
El art. 29.2 LCE establece el régimen específico de la prescripción de las infracciones,
en el que se diferencian tres plazos distintos, dependiendo del tipo de infracción cometida.
Así, se declara que las infracciones leves prescriben al mes, las graves, prescriben a los dos
meses y las muy graves, a los tres meses. El diferente plazo consagrado para cada tipo de
100

DE LAS PERSONAS SOCIAS
infracción resulta lógico y congruente con la gravedad de las sanciones, ya que persigue que
las infracciones que revistan un carácter más grave, cuenten con un plazo mayor de vigencia
para poder ser impuestas las correspondientes sanciones, mientras que las que supongan una
menor amenaza para la cooperativa, prescriban más rápidamente.
El nuevo art. 29.2 LCE incluye, como novedad relevante, que el inicio del cómputo del
plazo de prescripción comenzará a contarse desde el día en que la infracción se hubiera cometido,
eliminándose la regulación previgente que establecía que el plazo de prescripción
empezaba a contar el día en que las personas administradoras tuvieran conocimiento de la
comisión de la infracción. Además, como excepción al nuevo cómputo del plazo de prescripción,
establece expresamente que para las infracciones continuadas el plazo comienza a
computarse desde que finaliza la conducta infractora.
De este modo, se objetiviza el inicio del plazo de prescripción, ya que se determina con
base en la concurrencia de la conducta desencadenante de la infracción, eliminando así, cualquier
atisbo subjetivo que pueda contribuir a generar dudas sobre el momento real de inicio
del plazo de prescripción. Por esta razón, también se ha suprimido el plazo de prescripción
subsidiario de doce meses que preveía la normativa anterior, cuyo mantenimiento carecía de
sentido una vez aclarado el nuevo criterio de inicio del cómputo de la prescripción. La nueva
redacción es, por tanto, más garantista para la persona socia que realiza la infracción e impone
un mayor grado de diligencia y control al órgano cooperativo que la impone.
Esta modificación, no obstante, puede generar un problema a la hora de interpretar la
aplicación del principio de irretroactividad, presente en los procedimientos sancionadores,
en situaciones en las que pueden generarse dudas sobre el efectivo alcance temporal de la
LCE. Como es sabido, en el ámbito de la disciplina social, rige, en materia sancionatoria,
la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras desfavorables y la retroactividad de
las normas que sean favorables para quien esté inmerso en un expediente sancionador. Pues
bien, la duda que puede surgir es si cabe la retroactividad del art. 29 LCE con respecto a situaciones
anteriores, teniendo en cuenta que, a pesar de que han podido producirse antes de
la entrada en vigor de la nueva LCE, todavía pueden ser objeto de sanción si se entiende que
el plazo de prescripción no había empezado a computarse al no haber sido conocido el hecho
por las personas administradoras. Habrá, por tanto, en estos casos que examinar si resulta
aplicable el antiguo texto normativo, o, el actual, porque los efectos pueden ser totalmente
distintos, dependiendo de si se opta por interpretar retroactivamente o no el nuevo régimen
del art. 29.2 LCE.
Finalmente, se mantiene el criterio de interrupción del plazo de prescripción a partir de
la incoación del procedimiento sancionador. No obstante, la redacción es más clarificadora
del momento en que se produce la interrupción, ya que la nueva redacción establece que se
interrumpe con la iniciación de un procedimiento sancionador, pero matiza que para que
pueda desplegar efectos la persona interesada deberá tener conocimiento de dicha interrupción.
Además, de igual forma que en la regulación anterior, declara que la interrupción de la
prescripción decae si el expediente sancionador ha quedado paralizado durante cuatro meses
por causas ajenas a la persona socia afectada. Se entiende así, que, si la cooperativa incoa
el expediente, no puede tener parada su tramitación sin causa que lo justifique, porque, en
tal caso, comenzará a correr el plazo de prescripción aplicable una vez hayan transcurrido
cuatro meses desde su incoación. La nueva regulación a estos efectos, incluye el término
«reiniciará», por lo que es claro que, en dicha tesitura, el plazo de prescripción volverá a
101

DE LAS PERSONAS SOCIAS
computarse desde el inicio, alejándose completamente del régimen de la anterior normativa
en el que se entendía que se trataba de una suspensión del plazo de prescripción, ya que el
plazo de prescripción corría de nuevo una vez transcurridos los cuatro meses sin dictar ni
notificar resolución alguna.
4.12.2.4 Régimen del procedimiento sancionador
El art. 29.3 LCE no ha modificado su regulación previgente y remite a los estatutos para
fijar el procedimiento sancionador y el régimen de recursos, en consonancia con la capacidad
de autorregulación atribuida a la cooperativa en materia de disciplina social. Dicho régimen,
no obstante, está condicionado a dos premisas que los estatutos no pueden alterar: por una
parte, la facultad sancionatoria ha de recaer exclusivamente sobre las personas administradoras,
sin que pueda delegarse en ningún otro órgano de la cooperativa. Y, en segundo lugar,
es obligatoria la audiencia previa de la persona interesada, por lo que, siempre que se abra
un procedimiento sancionador, deberá ser oída la persona interesada antes de que se adopte
ninguna decisión sobre el particular. En tercer lugar, las sanciones por infracciones graves o
muy graves serán recurribles ante el comité de recursos o, en su defecto, ante la asamblea general,
en el plazo de treinta días desde la notificación de la sanción, el mismo plazo previsto
para recurrir el acuerdo de expulsión (art. 28.2 LCE).
Y, por último, el acuerdo de sanción podrá ser impugnado de conformidad con el régimen
específico previsto en el art. 52 LCE que regula los procedimientos de impugnación de los
acuerdos de las personas administradoras. Por su parte, en el caso de que el comité de recursos
o la asamblea general ratificasen las decisiones adoptadas por las personas administradoras,
la persona socia afectada por el expediente sancionador dispondrá de un mes, desde
la notificación, para impugnar dichos acuerdos de conformidad con el régimen previsto a tal
efecto en el art. 41 LCE.
4.12.2.5 La suspensión sancionadora
Una de las posibles sanciones que cabe imponer a las personas socias a consecuencia de la
apertura del procedimiento sancionador es la suspensión de sus derechos. Por la trascendencia
que dicha suspensión despliega, se exige que siempre deberá venir determinada en los estatutos
(art. 29.4 LCE). En principio, los estatutos solo podrán prever la suspensión en caso de incumplimiento
de obligaciones económicas, o de participar en las actividades cooperativizadas en
los términos establecidos estatutariamente, siendo más dudoso que pueda afectar también a sus
derechos de contenido estrictamente económico. En cualquier caso, debería precisarse al máximo
el alcance de los efectos que conlleva la sanción de suspensión para que no hubiera ninguna
duda de las consecuencias jurídicas y económicas que conlleva para la persona jurídica.
También es posible, no obstante, que la suspensión se decrete de forma cautelar, esto es,
durante la propia tramitación del procedimiento sancionador. Así sucede, como antes se ha
destacado en relación con la baja obligatoria en el art. 27.3 LCE en el que expresamente se
admite que el acuerdo de baja obligatoria de la persona socia podrá establecer con carácter
inmediato la suspensión cautelar de los derechos y obligaciones de la persona socia hasta que
el acuerdo sea ejecutivo, cuando así se haya previsto en los estatutos.
En el art.106 se mantiene el régimen especial de las normas de disciplina laboral para las
102

DE LAS PERSONAS SOCIAS
personas socias trabajadoras y de trabajo que se regulan en el capítulo de cooperativas de
trabajo asociado. En las cooperativas de trabajo asociado se regulan expedientes sancionadores
por la comisión de faltas laborales que se tipifican, o bien en estatutos o en acuerdos de
asamblea o, normalmente en los reglamentos de régimen interno que aprueba la asamblea.
Dichos procedimientos, en caso de no regular la prescripción, surge la duda de si debiera interpretarse
que el plazo aplicable es el que se regula en los estatutos, o, por el contrario, es la
legislación laboral la que resulta aplicable por no estar expresamente regulado en normativa
interna, en cuyo caso, el plazo de prescripción se computaría de forma distinta.
Vista la regulación del art. 106 y dado que se prevé expresamente la regulación de los plazos,
nos inclinamos a pensar que cabe que el inicio del cómputo sea distinto del de las faltas
sociales, cuestión esta que se aborda en los comentarios de este precepto de 106 de la LCE.
4.13 Suspensión o baja obligatoria de la persona socia trabajadora o de trabajo por
causas económicas, técnicas, organizativas, de producción o de fuerza mayor
Artículo 30. Suspensión o baja obligatoria de la persona socia trabajadora o de trabajo
por causas económicas, técnicas, organizativas, de producción o de fuerza mayor
1. Cuando se produzcan causas económicas, técnicas, organizativas, de producción o
de fuerza mayor que así lo hagan necesario, se podrá suspender temporalmente la
obligación y el derecho de la persona socia trabajadora o de trabajo a prestar su
trabajo, con pérdida de los derechos y obligaciones económicas de dicha prestación,
conservando el resto de sus derechos y obligaciones de persona socia.
Para ello, la asamblea general o, en su caso, las personas administradoras, si así
lo establecen los estatutos, deberá declarar la necesidad de que, por alguna de las
mencionadas causas, pasen a la situación de suspensión la totalidad o parte de las
personas socias trabajadoras o de trabajo que integran la cooperativa, así como el
tiempo que ha de durar la suspensión, y designar, justificadamente, las concretas
personas socias trabajadoras o de trabajo que han de quedar en situación de suspensión.
Al cesar las causas de suspensión, la persona socia trabajadora o de trabajo recobrará
plenamente sus derechos y obligaciones.
2. Cuando por gravedad de las causas económicas, técnicas, organizativas, de producción
o de fuerza mayor que concurran sea necesario, para mantener la viabilidad
económica de la cooperativa, reducir con carácter definitivo el número global
de puestos de trabajo o el de determinados colectivos o grupos profesionales, la
asamblea general o, en su caso, las personas administradora, si así lo establecen
los estatutos, deberá determinar el número e identidad de las personas socias trabajadoras
o de trabajo que habrán de causar baja en la cooperativa. La baja, en
estos casos, tendrá consideración de obligatoria justificada, y las personas socias
cesantes tendrán derecho a la devolución inmediata de sus aportaciones voluntarias
al capital social y a la devolución en el plazo de hasta dos años de sus aportaciones
obligatorias periodificadas de forma mensual, y conservarán un derecho preferente
al reingreso, si se crean nuevos puestos de trabajo de contenido similar al que
ocupaban, en los dos años siguientes a la baja. No obstante, cuando la cooperati-
103

DE LAS PERSONAS SOCIAS
va tenga disponibilidad de recursos económicos objetivables, la devolución de las
aportaciones obligatorias deberá realizarse en el ejercicio económico en curso.
En caso de que las personas socias cesantes sean titulares de aportaciones previstas
en el art. 60.1.b y la cooperativa no acuerde su devolución inmediata, las personas
socias que permanezcan en la cooperativa deberán adquirir estas aportaciones inmediatamente
en los términos que acuerde la asamblea general.
4.13.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El art. 30 de la actual LCE recoge la regulación que en la anterior LCE se contenía en el
art. 103. Esto supone un cambio de estructura en la propia configuración de la LCE, ya que
la regulación relativa a la suspensión o baja obligatoria de la persona socia trabajadora o de
trabajo por causas ETOP o de fuerza mayor deja de comprenderse en la sección segunda,
relativa a las cooperativas de trabajo asociado, del capítulo I, sobre clases de cooperativas,
del título II, que versa sobre las clases de cooperativas, para incorporarse al capítulo IV, de
las personas socias, del título I, de la sociedad cooperativa.
Este cambio de ubicación en la actual LCE, en lo que atañe a la baja obligatoria, resulta
sistemáticamente acertado porque agrupa conjuntamente los diferentes tipos de baja al tratar
la regulación de las personas socias, y es también lógico, dado que las bajas ponen fin a la
relación societaria existente entre la persona socia y la cooperativa. Sin embargo, parece que
hubiera sido más acertado contemplar la regulación de la suspensión al tratar las cooperativas
de trabajo asociado, como se hacía en la anterior LCE, porque la suspensión es una institución
jurídica distinta a la baja, sin perjuicio de que las personas socias a las que se les suspende su
relación societaria pueden instar su baja en la cooperativa, que será calificada como justificada.
Además de este cambio de ubicación, ahora en la rúbrica se menciona expresamente a «la
persona socia trabajadora o de trabajo». En la anterior regulación, al ubicarse esta materia
al tratar las cooperativas de trabajo asociado, se daba por supuesto que se refería a las personas
socias trabajadoras. La extensión a las personas socias de esta materia se producía en
virtud de lo establecido en el art. 21.2 de la antigua LCE. Igualmente, dicha extensión se establecía
expresamente en el art. 106.3 para las personas socias de trabajo de las cooperativas
de enseñanza, así como en el art. 112.2 para las personas socias de trabajo de las cooperativas
de explotación comunitaria.
Por el contrario, en la actual LCE, el art. 109.3 excluye expresamente la aplicación del art.
30 a las cooperativas de enseñanza que asocien al profesorado y a personal no docente y de
servicios, pese a mantener para dicho personal la aplicación de las normas reguladoras de
las cooperativas de trabajo asociado. Sin duda, esta extraña exclusión del art. 30 conlleva
que en las cooperativas de enseñanza deba estarse a lo señalado por los estatutos y normativa
aprobada por la asamblea general para proceder a la suspensión y a la baja obligatoria
del profesorado y personal no docente y de servicios, cuando las mismas se deban a causas
ETOP o de fuerza mayor.
Por lo demás, el contenido del art. 30 de la actual LCE sigue siendo prácticamente idéntico
al del art. 103 de la antigua LCE. Los cambios se reducen a los expuestos a continuación.
En primer lugar, respecto a la suspensión, ahora se establece que, en su caso, las personas
administradoras también estarán facultadas para declarar la suspensión de las relaciones
104

DE LAS PERSONAS SOCIAS
societarias cuando así lo hayan establecido los estatutos. Con ello, como señala la propia
exposición de motivos de la LCE, se produce una flexibilización en cuanto al órgano que
puede apostar por la suspensión.
En segundo lugar, en relación con la baja, de entrada, se establece idéntica facultad de
las personas administradoras para determinar el número e identidad de las personas socias
trabajadoras o de trabajo que habrán de causar baja en la cooperativa. Además, donde antes
se establecía, sin más, que las personas socias cesantes tendrían derecho a la devolución
inmediata de «sus aportaciones al capital social», ahora se hace la siguiente diferenciación:
por una parte, las personas socias cesantes tendrán derecho a la devolución inmediata de «sus
aportaciones voluntarias al capital social»; por otra parte, dichas personas tendrán derecho
a la devolución en el plazo de dos años de «sus aportaciones obligatorias periodificadas
de forma mensual». Pero respecto a las aportaciones obligatorias también se establece una
excepción a lo que se acaba de señalar, pues cuando la cooperativa tenga disponibilidad de
recursos económicos objetivables, la devolución deberá realizarse en el ejercicio económico
en curso.
En tercer lugar, la antigua referencia al art. 57.1.b se hace ahora a su parejo art. 60.1.b de
la LCE, en lo que respecta a las aportaciones cuyo reembolso puede ser rehusado incondicionalmente
por la asamblea o las personas administradoras, según se prevea en los estatutos.
De este modo, se establece, en iguales términos que en la LCE anterior, que cuando las personas
socias cesantes sean titulares de tales aportaciones y la cooperativa no acuerde su devolución
inmediata, las personas socias que permanezcan en la cooperativa deberán adquirir
estas aportaciones inmediatamente en los términos que acuerde la asamblea general. Se trata
de una clara manifestación del principio de conservación del negocio jurídico, con el fin de
evitar que el capital social de la cooperativa merme y ello ponga en peligro la existencia de
la propia cooperativa.
4.13.2 Comentario general y significado práctico
El apartado 1 del art. 30 de la LCE regula la suspensión de la relación societaria de la
persona socia trabajadora o de trabajo por causas ETOP o de fuerza mayor. Así, cuando se
produzca alguna de dichas causas, la asamblea general, o, en su caso, las personas administradoras
si así lo han establecido los estatutos, podrán decidir suspender temporalmente la
obligación y el derecho a prestar su trabajo de todas o parte de las personas socias trabajadoras
o de trabajo que integran la cooperativa, con pérdida de sus derechos y obligaciones de
naturaleza económica derivadas de su prestación, pero manteniendo el resto de derechos y
obligaciones que les asisten como personas socias.
En cualquier caso, esta decisión debe declarar, a la luz de la concreta causa o causas alegadas,
la necesidad de llevar a cabo las suspensiones, debe concretar el tiempo que ha de durar
la suspensión y debe designar, de manera justificada, las concretas personas socias trabajadoras
o de trabajo que han de quedar en situación de suspensión. Obviamente, cuando cesan las
causas que dan lugar a la suspensión, las personas socias trabajadoras o de trabajo afectadas
por la misma recobran plenamente sus derechos y obligaciones.
Las principales cuestiones que se suscitan en torno a esta regulación se relacionan con
la concreción del significado y alcance de las causas mencionadas que pueden dar lugar a
105

DE LAS PERSONAS SOCIAS
la suspensión de la prestación de trabajo de las personas socias trabajadoras o de trabajo;
y con los supuestos que pueden justificar la designación de unas concretas personas socias
trabajadoras o de trabajo que han de quedar en situación de suspensión sin que se produzca
vulneración de los principios de igualdad y no discriminación.
Así, respecto a la primera cuestión, en principio, los estatutos podrían concretar el significado
y alcance de las causas mencionadas. Pero a falta de autorregulación por parte de
la cooperativa, y en virtud de lo establecido en los arts. 107.3 y 21.2 de la LCE, deberán
aplicarse por analogía las disposiciones de la legislación laboral, y, más concretamente, las
definiciones de dichas causas que se recogen en el art. 47 del TRLET. Aun así, al no existir,
ni siquiera en el TRLET, definición de lo que debe entenderse por fuerza mayor, parece que
debe estarse a la clásica definición otorgada por la jurisprudencia, según la cual para que
exista fuerza mayor es esencial la producción de un acontecimiento normalmente insólito y,
por eso no razonablemente previsible, de origen externo a la organización empresarial, de
excepcional gravedad e inevitabilidad.
Igualmente, pese al silencio que guarda el art. 30.1 de la LCE, debe entenderse que cabe
la suspensión parcial de la jornada de trabajo de las personas socias, o lo que es lo mismo, la
reducción de jornada.
En todo caso, la cooperativa, siempre que se encuadre a efectos de la Seguridad Social en
algún régimen que pueda dar lugar a la prestación por desempleo, deberá llevar a cabo el
procedimiento regulado en el Real Decreto 1043/1985, de 19 de junio, por el que se amplía
la protección por desempleo a las personas socias de cooperativas de trabajo asociado, para
que las personas socias trabajadoras o de trabajo a las que se les suspende su prestación de
trabajo puedan acceder a las prestaciones por desempleo.
En relación con la segunda cuestión planteada, es deseable que en los estatutos de la cooperativa
se concreten los criterios objetivos a considerar a la hora de designar a las personas
socias a las que se les suspenderá su prestación de trabajo, como pueden ser la falta de polivalencia
y productividad.
Por último, debe entenderse que si bien en la declaración por la que se decide la suspensión
se fija el tiempo que ha de durar esta, en la práctica, debe limitarse al tiempo estrictamente
necesario para superar las causas que motivan la suspensión. Por lo que, una vez que se
constante que han desaparecido las causas que dieron lugar a las suspensiones, estas también
deberán dejarse sin efecto, para que las personas socias afectadas recobren sus derechos y
obligaciones de naturaleza económica.
El apartado 2 del art. 30 de la LCE regula la posibilidad que ostenta la asamblea general, o,
en su caso, las personas administradoras si así lo han establecido los estatutos, de reducir con
carácter definitivo el número global de puestos de trabajo o el de determinados colectivos
o grupos profesionales, cuando por la gravedad de las causas ETOP o de fuerza mayor ello
se considere necesario para mantener la viabilidad económica de la cooperativa. Se señala,
además, que en esos casos la baja será obligatoria y calificada como justificada.
Al respecto, se establece que los órganos sociales mencionados deben determinar «el número
e identidad de las personas socias trabajadoras o de trabajo que habrán de causar baja
en la cooperativa», pero al contrario de lo que se señala en el apartado 1 de dicho artículo,
en relación con las suspensiones, no se matiza que la designación de las personas socias que
serán dadas de baja deberá realizarse justificadamente. No obstante, parece razonable y de-
106

DE LAS PERSONAS SOCIAS
seable que los estatutos establezcan criterios objetivos para determinar las personas socias o
colectivos a las que se dará de baja en la cooperativa. Es más, si en los supuestos de despidos
colectivos la legislación laboral señala que por convenio colectivo podrán establecerse prioridades
de permanencia a favor de determinados colectivos, como las personas trabajadoras
con cargas familiares, las mayores de determinada edad o las personas con discapacidad, con
más razón, en virtud de los principios cooperativos primero, relativo a la adhesión voluntaria
y abierta, y séptimo, relativo al interés por la comunidad, en los estatutos de las cooperativas
debieran establecerse también criterios de preferencia para determinados colectivos.
Nuevamente, ante la falta de concreción de lo que deba entenderse por las causas ETOP
y de fuerza mayor que se mencionan, en principio, los estatutos podrían concretar el significado
y alcance de las mismas. Pero a falta de autorregulación por parte de la cooperativa,
y en virtud de lo establecido en los arts. 107.3 y 21.2 de la LCE, deberán aplicarse por analogía
las disposiciones de la legislación laboral, y, más concretamente, las definiciones de
dichas causas que se recogen en el art. 51 del TRLET. Aun así, al no existir, ni siquiera en
el TRLET, definición de lo que debe entenderse por fuerza mayor, parece que debe estarse
a la clásica definición otorgada por la jurisprudencia, según la cual para que exista fuerza
mayor es esencial la producción de un acontecimiento normalmente insólito y, por eso no
razonablemente previsible, de origen externo a la organización empresarial, de excepcional
gravedad e inevitabilidad.
Ahora bien, independientemente de que existan las causas mencionadas a tenor de las
definiciones o concreciones que se den de las mismas, dado que quien legisla se refiere a
la finalidad última de «mantener la viabilidad económica de la cooperativa», no basta para
llevar a cabo bajas obligatorias por las causas mencionadas la simple existencia de una situación
económica negativa, identificada como una reducción de ingresos ordinarios o ventas,
o de una mera causa organizativa, técnica o de producción, sino que deberá justificarse que
las bajas obligatorias son esenciales para no poner en peligro la propia subsistencia de la
cooperativa. Tampoco cabe olvidar que valores como la autoayuda, la igualdad, la equidad y
la solidaridad caracterizan a las cooperativas y que estas también participan de los principios
orientadores de las entidades de la economía social concretados en el art. 4 de la LES, entre
los que se encuentra la generación de empleo estable y de calidad. De ahí que deba justificarse
suficientemente la baja obligatoria.
En los supuestos en los que la cooperativa se encuadre a efectos de la Seguridad Social
en algún régimen que pueda dar lugar a la prestación por desempleo, para que las personas
socias que han sido dadas de baja puedan acceder a las prestaciones por desempleo será
necesario que la autoridad laboral competente constate, conforme a lo señalado en el Real
Decreto 1043/1985, de 19 de junio, por el que se amplía la protección por desempleo a las
personas socias de cooperativas de trabajo asociado, la existencia de las causas alegadas
por la cooperativa para proceder a dichas bajas. Por consiguiente, si la autoridad laboral
no constatará tal existencia y, por ende, no reconociera a las personas socias dadas de baja
obligatoria su situación legal de desempleo, parece lógico que la cooperativa deba readmitir
a tales personas como socias, si estas así lo solicitan, tal y como se contempla, por ejemplo,
en el art. 134.6 de la LSCC.
Por último, las personas que hayan sido dadas de baja en la cooperativa por las causas señaladas
conservan un derecho preferente al reingreso, si se crean nuevos puestos de trabajo
de contenido similar al que ocupaban, en los dos años siguientes a la baja.
107

DE LAS PERSONAS SOCIAS
4.13.3 Otra normativa aplicable
• Arts. 47 y 51 del TRLET.
• Real Decreto 1043/1985, de 19 de junio, por el que se amplía la protección por desempleo
a las personas socias de cooperativas de trabajo asociado.
4.14 Personas socias inactivas o no usuarias y personas socias en excedencia
Artículo 31. Personas socias inactivas o no usuarias y personas socias en excedencia
1. Los estatutos de la cooperativa podrán prever que las personas socias que, por cualquier
causa justificada, y con la antigüedad mínima que aquellos establezcan, dejen
de utilizar los servicios prestados por la misma o de realizar la actividad cooperativa
puedan ser autorizadas para mantener su cualidad de personas socias pasando
a la condición de persona socia inactiva o no usuaria.
2. Tales personas socias tendrán los derechos y obligaciones que resulten de lo establecido
en los estatutos, si bien el conjunto de sus votos no podrá ser superior a la
quinta parte del total de votos sociales.
3. Si la inactividad estuviera provocada por la jubilación de la persona socia, el interés
abonable a su aportación al capital social podrá ser superior al de las personas
socias en activo, respetando el límite señalado en el art. 63.
4. Los estatutos podrán regular, estableciendo sus derechos y obligaciones, la situación de
la persona socia en excedencia que ha dejado de realizar temporalmente la actividad.
4.14.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El actual art. 31 de la LCE recoge el contenido del art. 30 de la anterior LCE. No obstante,
introduce una importante novedad, al contemplar junto a las personas socias inactivas o no
usuarias a las personas socias en excedencia. En efecto, las personas socias en excedencia son
una creación propia de la nueva LCE, que se traduce en la incorporación de un nuevo apartado
4, así como en la referencia expresa a tales personas socias en la rúbrica del precepto.
Como modificaciones de menor importancia, en el apartado 1 se hace una mención expresa
a la condición de persona socia inactiva o no usuaria, para vincular dicha diferenciación,
respectivamente, a quienes dejen de realizar la actividad cooperativa y a quienes dejen de
utilizar los servicios prestados por la cooperativa.
Igualmente, tanto en la rúbrica del precepto como en su contenido se aprecia una modificación
terminológica que consiste en referirse a las «personas socias» y no a los «socios»,
al igual que sucede a lo largo de toda la norma, con el objetivo de utilizar un lenguaje no
discriminatorio en materia de género.
Por último, la referencia que en el apartado 3 se hacía en la antigua LCE al art. 60 de la
propia norma se hace ahora al art. 63.
4.14.2 Comentario general y significado práctico
En el art. 31 de la LCE se faculta a las cooperativas para que en sus estatutos regulen la
existencia de personas socias inactivas o no usuarias y de personas socias en excedencia.
108

DE LAS PERSONAS SOCIAS
La LCE se limita a concretar unos mínimos de derecho necesario absoluto.
Así, el apartado 1 define lo que debe entenderse por personas socias inactivas o no usuarias.
El apartado 2 determina que el conjunto de los votos de estas personas socias no podrá
ser superior a la quinta parte del total de votos sociales. El apartado 3 matiza que, si la inactividad
estuviera provocada por la jubilación de la persona socia, el interés abonable a su
aportación al capital social podrá ser superior al de las personas socias en activo, respetando
el límite señalado en el art. 63, a saber, el interés legal del dinero más seis puntos.
Por su parte, el novedoso apartado 4 se limita a identificar a las personas socias en excedencia
con aquellas que dejan de realizar temporalmente la actividad. Es decir, se trata de
una modalidad de persona socia inactiva que se caracteriza por el hecho de que su inactividad
es temporal. Al contrario de lo que se prevé para con las personas socias inactivas o no
usuarias, no se hace referencia alguna a que pueda accederse a esta situación «por cualquier
causa justificada» y a partir de una antigüedad mínima a concretar por los estatutos. Es decir,
parece deducirse que en el supuesto de las personas socias en excedencia los estatutos pueden
limitar las causas para su acceso, a saber, concretarlas sin esperar a que sea la persona
socia quien las alegue para su posterior valoración. El silencio que guarda quien legisla para
con la referencia de la antigüedad mínima no parece de mayor importancia, pues los estatutos
podrán pronunciarse igualmente sobre esta cuestión.
Con la creación de la modalidad de persona socia en excedencia se amplían aún más las
posibilidades de contar en las cooperativas con personas socias no típicas que, pese a no realizar
la actividad cooperativizada, sobre todo en las cooperativas de reducido censo social,
hacen posible disponer del capital social necesario para desarrollar la actividad cooperativizada.
Sin duda, la regulación de la persona socia en excedencia en dichos términos por los
estatutos podrá contemplar situaciones que permitan su tránsito de momentos de actividad a
momentos de inactividad, y a la inversa, en la cooperativa, sin perder por ello el estatus de
persona socia, aunque se limiten algunos de sus derechos como consecuencia lógica de su
inactividad (v.gr. pérdida del derecho al retorno, imposibilidad de ser miembro de los órganos
rectores de la cooperativa, pérdida del derecho de voto en la asamblea general). Así, los
estatutos pueden tipificar como excedencias tanto las de carácter voluntario, incluyendo las
debidas al cuidado de menores y de familiares, como las de carácter forzoso, configurándolas
por analogía con las laborales, como suspensiones por ejercicio de cargo público o de cargo
en el movimiento cooperativo, por designación o elección.
109

5. LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA:
DE LA ASAMBLEA GENERAL *5
5.1 Los órganos de la cooperativa
Artículo 32.- Clases de órganos.
1.- Son órganos necesarios en la cooperativa:
a) La asamblea general.
b) El órgano de administración.
2.- Los estatutos podrán regular la creación y funcionamiento de la comisión de vigilancia,
el consejo social y el comité de recursos en los términos previstos en esta
ley, sin perjuicio de establecer otros, que en ningún caso desempeñarán funciones y
competencias atribuidas a los citados órganos sociales. También podrán posibilitar
la asistencia de sus miembros a dichos órganos por medios telemáticos en los términos
de los párrafos 2ª y 3ª del número 2 del artículo 48.**
3.- Los órganos de la cooperativa se regirán por lo dispuesto en esta ley, complementada
por los estatutos sociales, así como por el reglamento interno o cualquier acuerdo
válidamente adoptado que se apruebe con el fin de organizar adecuadamente su
funcionamiento.
4.- Las sociedades cooperativas y sus estructuras asociativas procurarán la presencia
equilibrada de las personas socias en los órganos de que dispongan, así como el
establecimiento de medidas de igualdad de género, especialmente, las dirigidas a la
conciliación de la vida personal, familiar y laboral.
5.1.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
a) Este artículo es, en sí mismo considerado, novedoso, no tanto por su contenido como
por constituir un marco introductorio de los órganos sociales de la cooperativa. De
hecho, se ubica dentro de la ley al inicio del capítulo V de la Ley 11/2019, antes de
entrar a regular cada uno de los órganos sociales en las distintas secciones en que se
divide el capítulo. Se sistematiza, de esta forma, la regulación de los órganos de la
cooperativa incorporando un precepto inicial que encuadra los órganos de la cooperativa,
la normativa aplicable sobre su funcionamiento y los principios que deberán
respetar en su creación y organización.
* Comentario realizado por Dr. Enrique Gadea Soler, Catedrático de Derecho Mercantil de la
Universidad de Deusto; y Dr. Alberto Atxabal Rada, Catedrático de Derecho Financiero y Tributario
de la Universidad de Deusto.
** Redacción dada por el artículo segundo de la Ley 5/2021, de 7 de octubre, de modificación de la Ley
11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi.
111

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
b) En este capítulo se regulan diversos órganos sociales de la cooperativa con una doble
naturaleza: algunos órganos se califican de necesarios y, por consiguiente, deben
existir en cualquier clase de cooperativa, como son la asamblea general y el órgano
de administración; otros órganos serán potestativos, como la comisión de vigilancia,
el consejo social y el comité de recursos, que se crearán en la cooperativa si así lo
quieren las personas socias. Además de los ya mencionados, la LCE abre la puerta a
la creación de órganos adicionales siempre que no asuman funciones o competencias
propias de los órganos sociales anteriores.
c) Otra novedad es la redacción expresa en su articulado de la normativa que resulta
aplicable a los órganos sociales. Así, el funcionamiento de los órganos sociales de
la cooperativa será fijado por la propia LCE, por los estatutos sociales, así como por
el reglamento interno o cualquier acuerdo válidamente adoptado que se apruebe con
esa finalidad. Igualmente, se añade la posibilidad de la asistencia a dichos órganos
por sus miembros mediante el uso de medios telemáticos, al igual que se hace para
la asistencia a la asamblea general y al consejo rector.
d) El apartado cuarto del artículo 32 de la LCE es también novedoso. Establece una
serie de principios de actuación de las cooperativas y de sus estructuras asociativas,
sea cual sea la forma que adopten. En primer lugar, se prevé la necesidad de respetar
una representación equilibrada de las personas socias en todos los órganos sociales
y, añade la LCE, en sus estructuras asociativas. Y, en segundo lugar, destaca, como
novedad, el requerimiento legal para el establecimiento de medidas de igualdad de
género, especialmente, las dirigidas a la conciliación de la vida personal, familiar y
laboral en las sociedades cooperativas y sus estructuras asociativas.
5.1.2 Comentario general y significado práctico
a) La LCE dedica el capítulo V de su Título I (“De la sociedad cooperativa”) a la
clasificación y regulación de los órganos sociales de la cooperativa. La asamblea
general, junto con el órgano de administración o consejo rector, la comisión de vigilancia,
el consejo social y el comité de recursos conforman los órganos sociales de
la cooperativa. Los dos primeros son de obligada creación para el funcionamiento
de la cooperativa, es decir, tanto la asamblea general como el órgano de administración
deben existir para conformar la voluntad social y organizar la actividad de la
cooperativa. La necesidad de la existencia de ambos órganos se ve reforzada en el
caso de la sociedad cooperativa pequeña puesto que son los dos únicos órganos que
regula el artículo 140 de la LCE como sus órganos sociales, no haciendo mención
de ningún otro. Junto a la existencia forzosa de estos llamados órganos necesarios,
la LCE autoriza la creación de otros órganos de carácter, por tanto, voluntario o potestativo
para la cooperativa, lo que indica su importancia relativa para la misma. La
existencia o no de estos órganos es una opción de la cooperativa. En cualquier caso,
los órganos potestativos no pueden asumir funciones que la ley fija para los órganos
necesarios, sino que se trata de órganos que asumen funciones complementarias a la
asamblea general y al órgano de administración, como el control de las decisiones
adoptadas por este órgano de administración o el asesoramiento al mismo a la hora
de tomar sus decisiones. La regulación de estos órganos potestativos será objeto de
112

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
un análisis más pormenorizado cuando se aborde el estudio de los artículos 53 a 58
de la LCE a cuya lectura nos remitimos.
b) Junto a estos órganos sociales expresamente previstos en la LCE, se abre la opción
de crear otros órganos sociales que ejerzan funciones y competencias adicionales. Se
supera, de este modo, la enumeración cerrada de la anterior LCE de 1993 y que se
podía interpretar como una prohibición para establecer nuevos órganos sociales no
previstos en su articulado, a diferencia de la redacción de la anterior LCE de 1982 que
contenía una previsión legal que permitía la creación de otros órganos adicionales.
Se recupera, por tanto, la regulación primigenia y se posibilita la creación de órganos
diferentes a los ya mencionados. La LCE, no obstante, no determina la denominación
ni las funciones que pueden asumir estos otros órganos sociales, que quedan en manos
de la decisión de la cooperativa. Simplemente, la LCE delimita su ámbito de actuación
al establecer que en ningún caso desempeñarán funciones y competencias atribuidas a
los demás órganos sociales.
c) Los órganos sociales de la cooperativa se regirán por la normativa recogida en la
LCE, por los estatutos sociales, y por el reglamento interno o los acuerdos sociales,
si los hubiere, a la hora de regular su funcionamiento. La referencia a la LCE resulta
inexcusable, así como la referencia a los estatutos sociales. Además, en numerosas
ocasiones, los estatutos sociales reproducen literalmente los dictados de la LCE, por
lo que refuerzan la regulación del funcionamiento de los órganos sociales tal y como
está prevista en la propia LCE. Sin embargo, el artículo 32.3 de la LCE no limita a
estas dos fuentes de derecho la normativa aplicable, y la amplía, en su caso, a otros
instrumentos de expresión de la voluntad social de la cooperativa como pueden ser el
reglamento interno y otros acuerdos sociales, válidamente adoptados, que persigan
esta finalidad. Si bien el artículo 32.3 de la LCE no establece expresamente ninguna
jerarquía a la hora de aplicar las distintas fuentes de derecho de la cooperativa, el
orden en que se mencionan las mismas ya nos permite vislumbrar, aunque sea de
forma tácita, una cierta jerarquía normativa. Así, los postulados de la LCE tendrán
preferencia sobre los estatutos sociales, y éstos sobre el reglamento interno y cualquier
otro acuerdo que se pueda adoptar válidamente por la cooperativa. También
podemos deducir que la existencia de estos últimos, el reglamento interno y los
acuerdos sociales, no resulta obligada, mientras que la regulación principal del funcionamiento
de los órganos sociales debe aparecer recogida siempre en los preceptos
legales y estatutarios de la cooperativa. Igualmente, se prevé la asistencia por medios
telemáticos a las reuniones de estos órganos sociales, al igual que se establece
expresamente en los artículos 36 LCE (para la asamblea general) y 48 LCE (para el
consejo rector), remitiendo su regulación a lo establecido en este último artículo 48
LCE en sus párrafos 2º y 3º. Remitimos al lector al comentario del artículo 48.
d) El apartado cuarto del artículo 32 de la LCE recoge una previsión típica del mundo
cooperativo. Se prevé que las cooperativas procuren un equilibrio de la representación
de sus socios y socias en sus órganos sociales. Este apartado viene a desarrollar
la previsión del artículo 1.2 de la propia LCE cuando afirma que “La cooperativa
deberá ajustar su estructura y funcionamiento a los principios cooperativos de la
Alianza Cooperativa Internacional, que serán aplicados en el marco de la presente
113

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
ley”. Como afirma el artículo 32 de la LCE, las sociedades cooperativas y sus estructuras
asociativas procurarán la presencia equilibrada de las personas socias en
los órganos de que dispongan. En este sentido, no es equiparable la situación de una
cooperativa de primer grado, donde la representación de la persona socia persigue
en la medida de lo posible una igualdad máxima que se ve reflejada en el derecho de
voto (una persona socia, un voto) por ejemplo, con la de una cooperativa de segundo
o ulterior grado, donde el equilibrio entre las personas socias no pretende lograr una
relación de igualdad sino de proporcionalidad, y así lo refleja el artículo 149 de la
LCE. La LCE deja abierta la opción por una u otra posibilidad puesto que se refiere
a una presencia equilibrada de las personas socias en la sociedad cooperativa y en
sus estructuras asociativas, sin decantarse por una única fórmula de representación
de las personas socias.
e) Desde un punto de vista sistemático, la ubicación del apartado cuarto in fine del artículo
32 de la LCE no parece el más adecuado. Recordemos que el citado precepto
dispone que “las sociedades cooperativas y sus estructuras asociativas procurarán (…)
el establecimiento de medidas de igualdad de género, especialmente, las dirigidas a la
conciliación de la vida personal, familiar y laboral”. Parece evidente que el artículo
32.4 supera el ámbito de los órganos sociales de la cooperativa, donde se encuentra
ubicado, para ser de aplicación a toda la actividad de la cooperativa, e incluso yendo
más allá, a la actividad de cualquier estructura asociativa en la que se integre la cooperativa.
Se aboga por la adopción de medidas de igualdad de género y de conciliación
de la vida personal, familiar y laboral dentro de la cooperativa que deberán regir en
la creación, composición, organización y el funcionamiento de los órganos sociales
pero que, indudablemente, también deberán aplicarse, si se quiere con mayor fuerza, a
la actividad diaria de la cooperativa. Se incorporan así, expresamente, los postulados
del Título IV de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres. Dentro del ámbito de aplicación del artículo debemos encuadrar,
sin duda, a las personas socias trabajadoras de las cooperativas de trabajo asociado y
a las personas socias de trabajo en las demás cooperativas, por lo que se refiere a las
medidas de igualdad y de conciliación de la vida personal, familiar y laboral. Pero no
debemos olvidar, en ningún caso, a las personas trabajadoras por cuenta ajena que
pueda contratar la cooperativa y que también están acogidas bajo el paraguas del citado
precepto por cuanto el mismo no se limita a las relaciones de la cooperativa con sus socios
y socias, sino que hace referencia a la actuación general de la cooperativa y de sus
estructuras asociativas. Por tanto, concluimos que las medidas de igualdad de género y
de conciliación de la vida personal, familiar y laboral que pueda adoptar la cooperativa
deberán tomar en consideración la situación de sus socios y socias, pero también la de
sus personas trabajadoras asalariadas.
5.1.3 Otra normativa aplicable
Por lo que se refiere a las medidas para la igualdad de género, resulta aplicable el Título IV
de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres,
así como será supletoria la legislación laboral en materia de conciliación de la vida personal,
familiar y laboral por lo que se refiere a las personas socias trabajadoras de las cooperativas
114

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
de trabajo asociado y a las personas socias de trabajo en las demás cooperativas, y a las personas
trabajadoras por cuenta ajena que haya contratado la cooperativa.
5.2 El concepto y las competencias de la asamblea general
Artículo 33.- La asamblea general. Concepto y competencias.
1.- La asamblea general de la cooperativa es la reunión de las personas socias, constituida
para deliberar y tomar acuerdos en las materias propias de su competencia.
2.- Los acuerdos de la asamblea general obligan a todas las personas socias.
3.- Corresponde en exclusiva a la asamblea general la adopción de los siguientes
acuerdos:
a) Nombramiento y revocación, por votación secreta, de las personas administradoras,
de las personas miembros de la comisión de vigilancia y de las liquidadoras
o liquidadores, así como, en su caso, de quienes sean miembros del comité
de recursos y del consejo social. Y el ejercicio de la acción de responsabilidad
contra las mismas.
b) Nombramiento y revocación, que solo cabrá cuando exista justa causa, de las
personas auditoras de cuentas.
c) Examen de la gestión social, aprobación de las cuentas anuales y de la distribución
de excedentes o imputación de pérdidas.
d) Establecimiento de nuevas aportaciones obligatorias, del interés que devengarán
las aportaciones a capital y de las cuotas de ingreso o periódicas.
e) Emisión de obligaciones, de títulos participativos y de participaciones especiales,
u otras formas de financiación previstas en el artículo 68, sin perjuicio de lo
establecido en el artículo 62.2.
f) Modificación de los estatutos sociales.
g) Constitución de cooperativas de segundo o ulterior grado, grupos cooperativos
y entidades similares, así como adhesión y separación de las mismas.
h) Fusión, escisión, transformación y disolución de la sociedad.
i) Toda decisión que suponga, según los estatutos, una modificación sustancial en
la estructura económica, organizativa o funcional de la cooperativa.
j) Aprobación o modificación del reglamento interno de la cooperativa.
k) Todos los demás acuerdos en que así lo establezca la ley.
4.- Asimismo, podrá debatir la asamblea sobre cuantos asuntos sean de interés para la
cooperativa, pero únicamente podrá tomar acuerdos obligatorios en materias que
esta ley no considere competencia exclusiva de otro órgano social.
5.- La competencia de la asamblea general sobre los actos en que su acuerdo es preceptivo
en virtud de norma legal tiene carácter indelegable, salvo lo previsto para
los procesos de integración cooperativa, señalado en el apartado 3.g del presente
artículo.
115

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
5.2.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
a) Por lo que se refiere al concepto de asamblea general, el ámbito de aplicación de
los acuerdos que se adopten en su seno, las materias cuya regulación se atribuye en
exclusiva a la asamblea general, las facultades de debate sobre los asuntos sociales y
las limitaciones acerca de las materias que pueden regular dentro de la cooperativa,
se mantiene, a grandes rasgos, la regulación preexistente en la LCE de 1993, por lo
que las novedades son mínimas y de escasa relevancia.
b) En concreto, se observan diferencias en las letras e) y g) del artículo 33.2 de la LCE
respecto a la normativa anteriormente vigente. En el caso de la letra e), por lo que
se refiere a la financiación de la cooperativa a través de títulos de deuda, se requiere
un acuerdo de la asamblea general para emitir obligaciones, títulos participativos
y participaciones especiales, que ya se mencionaban en la anterior ley, a lo que la
LCE añade ahora la necesidad del acuerdo asambleario para otras fórmulas de financiación
como las cuentas en participación y la financiación voluntaria de personas
socias o de terceras personas no socias, previstas en el artículo 68 de la LCE.
c) Por último, en el apartado g) del artículo 33.2 de la LCE, se ha eliminado la mención
a las corporaciones cooperativas y en su lugar se hace referencia a las cooperativas
de ulterior grado y a los grupos cooperativos, de tal forma que la integración de la
cooperativa en estas instancias superiores requerirá de un acuerdo asambleario.
5.2.2 Comentario general y significado práctico
a) La asamblea general es el órgano supremo y soberano de la cooperativa donde se
manifiesta la voluntad de los socios y socias que la integran. Este carácter de órgano
supremo se puede deducir de las competencias que tiene legalmente atribuidas,
como el nombramiento y destitución de los y las integrantes de los demás órganos
sociales de la cooperativa, o el hecho de que la asamblea no deba responder ante
ningún otro órgano social de su actuación.
Conforme a la definición legal, la asamblea general de la cooperativa es la reunión
de las personas socias, constituida con el objeto de deliberar y tomar acuerdos en las
materias propias de su competencia, vinculando las decisiones adoptadas a todas las
personas socias. Hay que tener presente que los acuerdos de la asamblea vinculan a
todas las personas socias, también a aquellos socios y socias que no hayan participado
en la asamblea o que hayan votado en contra de la decisión asamblearia.
La asamblea general es, por tanto, un órgano colegiado integrado por todas las personas
socias, siguiendo el principio democrático que rige la gestión de las cooperativas,
para fijar la voluntad social de la misma. En la asamblea se hace efectivo el
control democrático de la cooperativa puesto que las personas socias participan a
través de la asamblea en la fijación de las políticas de la cooperativa y en la toma de
decisiones. La adopción de los acuerdos vinculantes para las personas socias requieren
unos presupuestos respecto a la convocatoria de la asamblea, a la concurrencia
de personas socias suficientes y a la adopción de los acuerdos conforme a un número
de votos emitidos de forma válida.
b) La asamblea general fija la política general de la cooperativa en aquellas materias
116

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
que son de su competencia. La asamblea no es plenipotenciaria dentro de la cooperativa
puesto que la LCE distribuye entre los distintos órganos sociales las materias
sobre las que tomarán sus decisiones, sin que un órgano social pueda inmiscuirse en
las decisiones de otro en aquellas materias sobre las que tenga competencia legal o
estatutariamente atribuida. Esta distribución competencial es lógica por la naturaleza
esporádica y discontinua del funcionamiento de la asamblea que le inhabilita en la
práctica para asumir tareas de gestión, entre otras.
Corresponde en exclusiva a la asamblea general la adopción de los siguientes
acuerdos:
a) Nombramiento y revocación, por votación secreta, de las personas administradoras,
de las personas miembros de la comisión de vigilancia y de las liquidadoras
o liquidadores, así como, en su caso, de quienes sean miembros del comité
de recursos y del consejo social. Y el ejercicio de la acción de responsabilidad
contra las mismas.
b) Nombramiento y revocación, que solo cabrá cuando exista justa causa, de las
personas auditoras de cuentas.
c) Examen de la gestión social, aprobación de las cuentas anuales y de la distribución
de excedentes o imputación de pérdidas, si las hubiera.
d) Establecimiento de nuevas aportaciones obligatorias, del interés que devengarán
las aportaciones a capital y de las cuotas de ingreso o periódicas.
e) Emisión de obligaciones, de títulos participativos y de participaciones especiales,
u otras formas de financiación como las cuentas en participación y la financiación
voluntaria de personas socias o de terceras personas no socias, previstas
en el artículo 68 de la LCE, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 62.2.
Nos remitimos a la glosa de esos artículos para una mayor explicación de su
contenido y alcance.
f) Modificación de los estatutos sociales, con la excepción prevista en el artículo
79 de la LCE, sobre el cambio de domicilio social dentro del mismo término
municipal.
g) Constitución de cooperativas de segundo o ulterior grado, grupos cooperativos y
entidades similares, así como adhesión y separación de las mismas.
h) Fusión, escisión, transformación y disolución de la sociedad.
i) Toda decisión que suponga, según los estatutos, una modificación sustancial en
la estructura económica, organizativa o funcional de la cooperativa. Si las decisiones
van a provocar a su vez una modificación estatutaria, será preceptivo
en todo caso el acuerdo asambleario, sin necesidad de valorar el alcance de la
decisión recogida en esta previsión legal. Este apartado se refiere, por ejemplo,
a la decisión de abrir una nueva planta de producción que no tiene por qué recogerse
en los estatutos sociales. Asimismo, teniendo en cuenta la facultad general
concedida al órgano de administración para realizar actos de administración
extraordinaria, deberíamos interpretar restrictivamente este apartado para evitar
afectar a las competencias del órgano de administración. Lo ideal sería realizar
una delimitación estatutaria de los supuestos que pueden considerarse modificaciones
sustanciales cuya decisión deba recaer en la asamblea general.
117

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
j) Aprobación o modificación del reglamento interno de la cooperativa.
k) Todos los demás acuerdos en que así lo establezca la ley.
Los estatutos sociales pueden ampliar este listado de materias sobre las que la
asamblea general tendrá competencia exclusiva para adoptar acuerdos aunque
no podría, por esta vía, vaciar de contenido las competencias de los demás órganos
sociales, es decir, no podría alterar de este modo la distribución competencial
que dibuja la LCE entre los distintos órganos sociales de la cooperativa. Es
más, el artículo 42 de la LCE prevé que será competencia del órgano de administración
cualquiera que no se atribuya expresamente a otro órgano social por
la ley o por los estatutos de la cooperativa.
c) El listado de competencias exclusivas de la asamblea general no es omnicomprensivo,
puesto que a lo largo del articulado de la LCE se encuentran otras materias
sobre las que deberá decidir la asamblea general. Nos remitimos a la glosa de estos
artículos para una explicación más detallada. Así, por ejemplo, la asamblea general
debe decidir sobre: la suspensión de acuerdos de la junta de socios de una sección, si
la hubiera en la cooperativa (artículo 6.5); la resolución de la cooperativa en el caso
de recurso de la persona socia contra la decisión de sancionarle (artículo 29.3.c), de
darle de baja obligatoria (artículo 27.3) o de expulsarle (artículo 28.2), en ausencia
de comité de vigilancia; el acuerdo de suspensión de la relación de trabajo o de baja
obligatoria de las personas socias por causas económicas, técnicas, organizativas,
de producción o de fuerza mayor (artículo 30); el importe anual de remuneraciones
a los administradores (artículo 45); el acuerdo sobre transacción o renuncia al ejercicio
de acciones de responsabilidad frente a los administradores (artículo 51.1); el
acuerdo sobre la posibilidad de realizar las aportaciones al capital en especie y no en
dinero, y la aprobación de su valoración (artículo 60.4); la aprobación de las líneas
básicas de aplicación de la contribución para la educación y promoción cooperativa
(artículo 72.1); el acuerdo de someter las cuentas anuales y el informe de gestión
a auditoría externa cuando no es legalmente necesario (artículo 76.1.c); el acuerdo
de reactivación de la cooperativa disuelta (artículo 92.5); la aprobación del balance
final de liquidación y del proyecto de distribución del haber social (artículo 99.2);
el establecimiento del marco básico del régimen de trabajo (artículo 105.1) o del
régimen disciplinario (artículo 106.1) de las personas socias trabajadoras en defecto
de estatutos sociales o reglamento de régimen interno.
d) No obstante, la asamblea general podrá debatir sobre cualquier otro asunto de interés
para la cooperativa, si bien estos debates no podrán acabar en la adopción de acuerdos
obligatorios en aquellas materias que la LCE considere que son competencia
exclusiva de otro órgano social, principalmente, del órgano de administración de la
cooperativa. Por ejemplo, no es posible que la asamblea general pretenda representar
a la cooperativa o convocarse a sí misma, por tratarse de competencias exclusivas
del órgano de administración.
Igualmente, y salvo disposición en contrario de los estatutos sociales, la asamblea
general podrá impartir instrucciones al órgano de administración sobre determinados
asuntos, e incluso, en su caso, someter a autorización la adopción de dicho órgano
de decisión o acuerdos concretos, siempre que se salvaguarden las competencias
118

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
de dicho órgano de administración. Esta posibilidad tendrá, en todo caso, carácter
excepcional o puntual y deberá estar relacionada con la competencia de la asamblea
general para fijar la política básica de la cooperativa.
e) La asamblea general, además, no puede delegar en otros órganos sociales la adopción
de los acuerdos sobre aquellas materias que se le atribuyen en exclusiva. Y lógicamente,
al ser la asamblea el único órgano competente para adoptar los acuerdos
sobre dichas materias, será nulo cualquier acuerdo adoptado por otro órgano social
que aborde estas materias o cualquier previsión estatutaria que encomiende a uno o a
varios órganos sociales distintos de la asamblea alguna de estas funciones. Como excepción,
cuando se trate de procesos de integración cooperativa, contemplados en el
artículo 33.2.g) de la LCE, se admite la delegación en otros órganos, principalmente,
en el órgano de administración. Remitimos al lector a la glosa de los artículos 152 a
154 de la LCE para una explicación más detallada de esta salvedad.
5.2.3 Otra normativa aplicable
No añade nada la ley estatal ni complementa la regulación establecida por la LCE en esta
materia.
5.3 Las clases de asambleas generales
Artículo 34.- Clases de asambleas generales.
Las asambleas generales pueden ser ordinarias y extraordinarias. La asamblea general
ordinaria tiene por objeto principal el examen de la gestión social, aprobar, si procede, las
cuentas anuales y, en su caso, resolver sobre la distribución de los excedentes o la imputación
de las pérdidas. Podrá, asimismo, incluir en su orden del día cualquier otro asunto
propio de la competencia de la asamblea. Todas las demás asambleas tienen el carácter de
extraordinarias.
5.3.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
No hay modificaciones respecto a la normativa anterior.
5.3.2 Comentario general y significado práctico
a) La LCE distingue entre asambleas generales ordinarias y extraordinarias. La asamblea
general será ordinaria cuando tenga por objeto principal el examen de la gestión social,
la aprobación, si procede, de las cuentas anuales y, en su caso, la decisión sobre la distribución
de los excedentes o la imputación de las pérdidas, si las hubiera. Asimismo,
podrá incluir en su orden del día cualquier otro asunto propio de la competencia de la
asamblea. Junto a estas características, otros criterios diferenciadores de la asamblea
general ordinaria respecto a la extraordinaria son la obligatoriedad de su celebración y
los requisitos para la solicitud de su celebración por parte de las personas socias, que
comentaremos al analizar el siguiente artículo. Así, se establece la necesidad de celebrar
una asamblea ordinaria, al menos, una vez en cada ejercicio económico.
119

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
b) Por exclusión, cualquier otra asamblea general que se convoque tendrá el carácter
de extraordinaria. Todas las asambleas que no incluyan los acuerdos propios de las
asambleas ordinarias se califican como extraordinarias. No tienen carácter necesario,
sino facultativo, y se pueden celebrar en cualquier momento del año e incluso,
se puede celebrar más de una asamblea extraordinaria en un mismo año, si fuera
menester. Ahora bien, esto no significa que si alguna persona legitimada para ello
solicitase la convocatoria de una asamblea extraordinaria, no sea obligatorio e inexcusable
que se celebre.
5.3.3 Otra normativa aplicable
Los artículos 163 a 165 de la LSC completará el tenor del artículo 34, donde se regulan las
clases de asambleas generales en las sociedades de capital. Por ejemplo, cuando el artículo
164.2 de la LSC establece que “la junta general ordinaria será válida aunque haya sido convocada
o se celebre fuera de plazo”.
5.4 La convocatoria de la asamblea general
Artículo 35.- Convocatoria.
1.- La asamblea general será convocada por las personas administradoras.
2.- La asamblea general ordinaria se reunirá necesariamente dentro de los seis primeros
meses siguientes a la fecha de cierre del ejercicio social. Si transcurre dicho plazo
sin que se haya celebrado ni convocado, cualquier persona socia podrá requerir,
notarialmente o por otro medio fehaciente, a las personas administradoras para que
procedan a convocarla. Si estas no la convocan en el plazo de quince días, a contar
desde la recepción del requerimiento, cualquier persona socia la podrá solicitar al
juzgado de lo mercantil del domicilio social, que deberá convocar la asamblea, y
designar a quien haya de presidirla. Esta asamblea general, aun convocada fuera
de plazo, no perderá su condición de ordinaria.
3.- La asamblea general extraordinaria se reunirá, en cualquier momento, por iniciativa
propia de las personas administradoras, a petición de la comisión de vigilancia, o a
petición de personas socias que representen al menos el veinte por ciento del total
de votos, efectuada por medio de un requerimiento fehaciente a las personas administradoras
que incluya un orden del día con los asuntos y propuestas a debate. Si la
asamblea general no fuera convocada en el plazo de treinta días a contar desde la recepción
de la solicitud, se podrá solicitar convocatoria judicial, conforme a lo previsto
en el número anterior.
4.- Las personas socias que representen más del diez por ciento del total de votos podrán
solicitar, en escrito dirigido a las personas administradoras y en los cinco
días siguientes al anuncio de convocatoria, la introducción de uno o más asuntos
en el orden del día. Las personas administradoras deberán incluirlos, publicando
el nuevo orden del día con, al menos, la publicidad exigida legalmente y con una
antelación mínima de cuatro días a la fecha de celebración de la asamblea, que en
ningún caso podrá posponerse.
120

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
5.- La asamblea general se convocará siempre mediante anuncio expuesto públicamente
de forma destacada en el domicilio social y en cada uno de los demás centros en
que la cooperativa desarrolle su actividad, así como mediante cualquier procedimiento
de comunicación individual y escrito previsto, en su caso, en los estatutos.
Cuando la cooperativa tenga más de quinientas personas socias, o si así lo exigen
los estatutos, la convocatoria se anunciará también en uno de los periódicos, escritos
o digitales, de gran circulación en el territorio histórico del domicilio social.
Si la cooperativa tiene una página web corporativa, la asamblea general será convocada
mediante anuncio publicado en la página web de la sociedad, siempre que la
creación de dicha página se hubiera acordado por la asamblea general y el acuerdo
de dicha creación se hubiera hecho constar en la hoja abierta para la cooperativa
en el Registro de Cooperativas de Euskadi. En este supuesto, no será de aplicación
la obligación establecida en el párrafo anterior.
Los estatutos podrán establecer mecanismos adicionales de publicidad a los previstos
en la ley, de modo que se garantice la comunicación de la convocatoria a todas
las personas socias, e imponer a la sociedad la gestión telemática de un sistema de
alerta a las personas socias de los anuncios de convocatoria insertados en la web
de la sociedad.
6.- La convocatoria se hará pública con una antelación mínima de diez días y máxima
de sesenta días a la fecha en que haya de celebrarse.
7.- La convocatoria indicará, al menos, la fecha, la hora y el lugar de la reunión, en
primera y segunda convocatoria –entre las cuales deberá transcurrir como mínimo
media hora–, y expresará con claridad, precisión y suficiente detalle los asuntos que
componen el orden del día.
Además, en el anuncio de la convocatoria se hará constar el derecho de todas las
personas socias a examinar en el domicilio social, y en la intranet de la sociedad si
la hubiese, la documentación correspondiente a los puntos del orden del día.
8.- No obstante lo dispuesto en los apartados anteriores del presente artículo, será
válida la reunión sin necesidad de convocatoria siempre que, estando presentes o
representadas todas las personas socias, decidan por unanimidad constituirse en
asamblea general universal, aprobando y firmando todas el orden del día y la lista
de asistentes, sin que sea necesaria la permanencia de la totalidad de las personas
socias con posterioridad.
5.4.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
a) La regulación general de la convocatoria de la asamblea general no ha sufrido grandes
modificaciones con la regulación de la LCE de 2019. La legitimación activa para
incoar su celebración, las formas y los plazos de la convocatoria, la posibilidad de
celebrar una asamblea universal se mantiene, con carácter general, en sus mismos
términos, incorporándose las posibilidades adicionales que nos ofrecen las tecnologías
de la información y comunicación.
b) Se introduce un matiz relevante, no obstante, en el plazo para la celebración de la
121

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
asamblea general ordinaria, siguiendo los postulados de la legislación de las sociedades
de capital. Anteriormente, se preveía un plazo de seis meses desde el cierre del
ejercicio social para convocar la asamblea general ordinaria pero no se mencionaba
expresamente que ésta debiera tener lugar dentro del citado plazo. Ahora la LCE
establece que dentro del plazo de seis meses se debe celebrar la asamblea general.
Es decir, no basta con convocar la misma en dicho plazo, sino que también debe
efectuarse la asamblea.
c) Por otro lado, de acuerdo con las modificaciones que se han producido en la planta
judicial, la LCE ahora hace referencia al juzgado de lo mercantil del domicilio social
como la instancia judicial que dirimirá los conflictos que surjan en torno a la convocatoria
de la asamblea general, dejando a un lado al Juez de Primera Instancia, hoy
día no competente.
d) Por último, se incorporan a la LCE, los medios que ofrecen las tecnologías de la
información y la comunicación para dar a conocer la convocatoria de la asamblea de
la cooperativa. Así, se posibilita el uso de otros medios de comunicación individual
y escrita, el anuncio en periódicos digitales, o la creación de una página web corporativa
donde se pueda también publicar la convocatoria de la asamblea general o,
incluso realizar la convocatoria.
5.4.2 Comentario general y significado práctico
a) La asamblea general ordinaria deberá ser convocada por el órgano de administración
de la cooperativa dentro de los seis primeros meses siguientes a la fecha de cierre del
ejercicio social. Es más, dentro de ese mismo plazo se debería celebrar la asamblea
general ordinaria. Anteriormente, se preveía un plazo de seis meses desde el cierre
del ejercicio social para convocar la asamblea general ordinaria pero no se mencionaba
expresamente que ésta debiera tener lugar dentro del citado plazo. Ahora la
LCE establece que dentro del plazo de seis meses se debe celebrar la asamblea general,
siguiendo los postulados de la legislación de las sociedades de capital. Es decir,
no basta con convocar la misma en dicho plazo sino que también debe efectuarse la
asamblea.
Si transcurre dicho plazo sin que se haya celebrado ni convocado, cualquier persona
socia podrá requerir, notarialmente o por otro medio fehaciente, al órgano de
administración de la cooperativa para que proceda a convocarla. Si no la convocan
en el plazo de quince días, a contar desde la recepción del requerimiento, cualquier
persona socia la podrá solicitar al juzgado de lo mercantil del domicilio social, que
deberá convocar la asamblea, y designar a quien haya de presidirla. La LCE matiza
que esta asamblea general, aun convocada fuera de plazo, no perderá su condición
de ordinaria.
Igualmente, en virtud del artículo 56.1.c) de la LCE, la comisión de vigilancia, en
su caso, podría convocar asamblea general cuando lo estime necesario en interés
de la cooperativa, siempre que el órgano de administración hubiese desatendido,
en los plazos establecidos, la petición previamente dirigida al mismo por las personas
socias. Teóricamente, esta convocatoria puede coincidir en el tiempo con la
convocatoria judicial sin que la Ley prevea ningún mecanismo para solucionar esta
122

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
duplicidad. En la práctica, seguramente se acudirá en primer lugar a la comisión de
vigilancia, si existe en la cooperativa, y en defecto de esta solución, se acudiría a la
vía judicial. Remitimos a la glosa del artículo 56 una explicación más detallada de
esta posibilidad.
b) En el caso de la convocatoria de una asamblea general extraordinaria, la legitimación
para su convocatoria difiere de la que hemos visto para la asamblea ordinaria. Al
igual que sucede con la asamblea general ordinaria, será el órgano de administración
de la cooperativa quien convoque la asamblea extraordinaria, y podrá hacerlo en
cualquier momento, sin atenerse a un plazo concreto. Además de la propia iniciativa
del órgano de administración, la comisión de vigilancia o las personas socias que representen
al menos un veinte por ciento del total de votos podrán solicitar al órgano
de administración que convoque una asamblea extraordinaria. Este requerimiento de
las personas socias, además, deberá ser fehaciente e incluir un orden del día con los
asuntos y propuestas a debate.
A continuación, se concede un plazo de treinta días para que el órgano de administración
atienda el requerimiento, a contar desde que recibió la solicitud, y convoque
la asamblea extraordinaria. Si el órgano de administración desoye la solicitud, cabe
la convocatoria judicial de la asamblea extraordinaria conforme a los requisitos previstos
para la asamblea ordinaria, esto es, que ya no será necesaria la solicitud por
personas socias que representen un veinte por ciento de los votos, sino que cualquier
persona socia podrá solicitar al juzgado de lo mercantil del domicilio social la convocatoria
y celebración de la asamblea extraordinaria. En caso de que el órgano de
administración desatienda el requerimiento también puede convocar la asamblea la
comisión de vigilancia (artículo 56.1.c) de la LCE).
c) Cualquier asamblea debe convocarse con una antelación suficiente pero no excesiva.
En concreto, se fija que la convocatoria se publique con una antelación mínima de
diez días y máxima de sesenta días a la fecha en que haya de celebrarse la asamblea.
Solo se computarán los días hábiles, excluyéndose los festivos. Por otro lado, ante
el silencio de la LCE, se puede entender (siguiendo el criterio del artículo 24.1 de la
Ley estatal 27/1999 de Cooperativas) que el plazo se computará excluyendo en su
cómputo, tanto el día de la exposición, envío o publicación del anuncio, como el de
celebración de la asamblea.
d) La convocatoria será válida si su contenido cumple una serie de requisitos. La LCE
marca un contenido mínimo de la convocatoria: la fecha, la hora y el lugar de la
reunión; la primera y segunda convocatoria y el tiempo que mediará entre ellas que
como mínimo deberá ser de media hora; el orden del día expresando con claridad,
precisión y suficiente detalle los asuntos a tratar; el derecho de todas las personas
socias a examinar en el domicilio social, y en la intranet de la sociedad si la hubiese,
la documentación correspondiente a los puntos del orden del día.
No obstante, el orden del día propuesto en la convocatoria no es un listado cerrado
de asuntos puesto que se admite su modificación con antelación a la celebración de
la asamblea siempre que lo soliciten las personas socias que representen más del diez
por ciento del total de votos, en escrito dirigido al órgano de administración y en los
cinco días siguientes al anuncio de convocatoria. De esta manera, se modificará y
publicará el nuevo orden del día con, al menos, la publicidad exigida legalmente y
123

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
con una antelación mínima de cuatro días a la fecha de celebración de la asamblea,
que en ningún caso podrá posponerse. Parece aconsejable por consiguiente convocar
la asamblea con una antelación mayor que la mínima legal de diez días puesto que
el órgano de administración tendrá serias dificultades para cumplir los plazos legales
en el supuesto de que se solicite una ampliación del orden del día.
e) La publicidad de la convocatoria debe llegar a todas las personas socias. Para ello, la
LCE fija varias formas y lugares para la publicidad del anuncio en el que se convoca
la asamblea: el domicilio social y los centros de actividad de la cooperativa; cualquier
procedimiento de comunicación individual y escrito previsto, en su caso, en los
estatutos; el anuncio en un periódico en papel o digital (para cooperativas con más
de quinientas personas socias); la página web corporativa o un sistema telemático de
alerta a las personas socias.
El primero de los medios de publicidad previstos, esto es, el anuncio expuesto públicamente
de forma destacada en el domicilio social y en cada uno de los demás
centros en que la cooperativa desarrolle su actividad tiene carácter necesario, de tal
forma que si no se publica el anuncio en el domicilio social de la cooperativa, la convocatoria
de la asamblea podrá anularse por las personas socias que aleguen no haber
sido debidamente convocadas. No obstante, no es preciso que conste el anuncio en
todos los centros de actividad (STS de 12 de septiembre de 1988) pudiendo determinarse
en los estatutos sociales el lugar concreto donde debe aparecer la convocatoria.
Los estatutos sociales pueden prever otros procedimientos de comunicación individual
y escrito del anuncio de la convocatoria, sin que puedan suplir al anuncio en
el domicilio social de la cooperativa. Estos mecanismos adicionales de publicidad
deben, en todo caso, garantizar la comunicación de la convocatoria a todas las personas
socias y la recepción del anuncio por todas ellas (STS de 3 de abril de 1986,
9 de abril de 1995 y 23 de diciembre de 1997). El órgano de administración puede,
sin duda, utilizar medios adicionales para convocar la asamblea general, si lo considera
pertinente, como el envío de la misma a través de mensajes de plataformas de
internet (Telegram, Signal, Whatsapp…), pero sería una publicidad añadida, llevada
a cabo con carácter voluntario, y que excede de los mínimos legal y estatutariamente
previstos.
Otra posibilidad adicional es la publicación del anuncio de la convocatoria en uno de
los periódicos, en papel o digitales, de gran circulación en el territorio histórico del
domicilio social de la cooperativa. Esta opción es obligatoria para las cooperativas
que tengan más de quinientas personas socias, o para cualquier otra cooperativa, si
así lo exigen sus estatutos. No obstante, esta obligación decae si la cooperativa convoca
la asamblea general a través de su página web, cumpliendo los requisitos que
comentamos a continuación.
Por último, como opción adicional que cada día irá cobrando mayor fuerza, se admite
la convocatoria de la asamblea en la página web corporativa de la cooperativa, si
la tuviera. No basta con que la cooperativa tenga una página web en internet para que
la publicación de la convocatoria en la misma sea válida a estos efectos. Se exige que
la creación de la página web se haya acordado por la asamblea general y el acuerdo
de dicha creación se haya hecho constar en la hoja abierta para la cooperativa en el
Registro de Cooperativas de Euskadi. En este supuesto, además, la cooperativa debe
124

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
contar con la gestión telemática de un sistema de alerta a las personas socias de los
anuncios de convocatoria insertados en la web de la sociedad.
f) Todas estas exigencias legales, y en su caso estatutarias, son relevantes porque su
incumplimiento puede viciar la validez de la asamblea y, por extensión, de los acuerdos
que en ella se adopten. Además, algunos acuerdos como la modificación de
estatutos, la fusión y escisión de la cooperativa, su disolución…, pueden conllevar
exigencias de publicidad adicionales que se analizarán más adelante. Los vicios de
nulidad por el incumplimiento de los requisitos de la convocatoria van a ser analizados
por el órgano judicial o de arbitraje, en caso de impugnación, o por la persona
responsable del Registro de cooperativas, en caso de inscripción en el mismo de los
acuerdos adoptados en la asamblea.
g) Como excepción a las reglas anteriores relativas a la convocatoria y publicidad de las
asambleas generales, se admite la celebración de asambleas generales universales sin
necesidad de su previa convocatoria. Dado que los requisitos de la convocatoria se han
establecido para proteger los derechos de las personas socias, éstos no resultan vulnerados
si todas las personas socias están presentes y deciden celebrar la asamblea de
común acuerdo. La asamblea general tiene carácter universal cuando no es necesaria
la convocatoria formal por encontrarse presentes o representados todas las personas
socias de la cooperativa. Es decir, será válida la asamblea siempre que decidan constituirse
en asamblea general universal por unanimidad todas las personas socias. Para la
validez de la asamblea universal se precisa que estén presentes o representadas todas
las personas socias, y que aprueben y firmen todas el orden del día y la lista de asistentes
a la asamblea. Esta firma es distinta del acta de la asamblea y se debe realizar con
carácter previo a la celebración de la asamblea. La asamblea así constituida puede ser
ordinaria o extraordinaria. Una vez iniciada la asamblea universal no es necesario que
todas las personas socias permanezcan hasta su finalización.
5.4.3 Otra normativa aplicable
Por vía analógica, puede resultar de aplicación el artículo 24.1 de la Ley estatal 27/1999
de Cooperativas, respecto al cómputo del plazo para celebrar la asamblea una vez anunciado
en la convocatoria de la misma. Y, por otra parte, los artículos 166 a 178 de la LSC pueden
complementar la regulación de la convocatoria de la asamblea general, en la medida en que
no resulten incompatibles con la naturaleza de la sociedad cooperativa, principalmente en
relación con el uso de las tecnologías de la información y de la comunicación.
5.5 El funcionamiento de la asamblea general
Artículo 36.- Funcionamiento.
1.- La asamblea general, salvo que tenga el carácter de universal, se celebrará de forma
presencial en la localidad donde radique el domicilio social. Los estatutos, en
los casos en que exista causa que lo justifique, podrán fijar con carácter general
otros lugares de reunión, o los criterios a seguir por las personas administradoras
para la determinación del lugar de celebración de la misma.
125

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
Además, los Estatutos podrán prever la celebración de asambleas generales, total o
parcialmente, telemáticas, o por cualquier sistema similar que la tecnología permita.
El órgano de administración establecerá el sistema para hacer efectiva la asistencia
no presencial y garantizará:
a) Que todas las personas que deban ser convocadas tengan posiblidad de acceso.
b) La verificación de la identidad de la persona socia.
c) El ejercicio del derecho de voto, y cuando esté previsto, su confidencialidad.
d) Que la comunicación sea bidireccional y simultánea de la imagen y el sonido,
así como la interacción visual, auditiva y verbal.
e) Y garantizarán que las personas socias que así lo expresen, puedan participar
en al asamblea de forma presencial.
El secretario o secretaria que lo sea de la asamblea dejará constancia expresa en
el acta de la misma, del sistema de acceso a la asamblea de cada persona socia, así
como de su identidad y del medio utilizado para la manifestación de su voluntad,
junto con el resto de condiciones exigidas para la adopción válida de los acuerdos.*
2.- La asamblea general quedará válidamente constituida, en primera convocatoria,
cuando estén presentes o representados la mayoría de votos, y en segunda convocatoria,
cuando estén presentes o representados al menos personas socias que ostenten
el diez por ciento de los votos o cien votos. Salvo previsión estatutaria en contra,
basta alcanzar dicho quorum al inicio de la sesión. No obstante, los estatutos de las
cooperativas de consumo, enseñanza, y agrarias y alimentarias, exclusivamente,
podrán prever una tercera convocatoria por la que la asamblea general podrá celebrarse
cualquiera que sea el número de votos presentes o representados, si bien
deberá mediar al menos, entre la segunda y tercera convocatoria, el intervalo que
se fije en los estatutos sociales.
3.- Tendrán derecho de asistencia las personas socias que lo sean a la fecha en la que
se acordó la convocatoria de la asamblea general.
4.- Salvo que los estatutos exijan su asistencia personal, las personas socias podrán hacerse
representar por otras personas socias mediante autorización por escrito con
carácter especial para cada asamblea. En el caso de asamblea universal, el escrito
en que se acredite la representación deberá contener el orden del día previsto.
Ninguna persona socia podrá ostentar más de dos representaciones, además de la
suya. La representación es revocable. La asistencia personal a la asamblea general
de la persona representada tendrá valor de revocación.
5.- Si los estatutos lo prevén, en las cooperativas de consumo, de viviendas, enseñanza,
agrarias y alimentarias, y en cualesquiera otras dirigidas a la satisfacción de necesidades
familiares, las personas socias podrán hacerse representar en la asamblea
general por su cónyuge u otro familiar, hasta el grado de parentesco que admitan
los estatutos, o tutor o tutora legal con plena capacidad de obrar. También determinarán
si se exigirá poder especial para cada sesión asamblearia o si el escrito de
representación tendrá validez durante el periodo que aquellos señalen.
* Redacción dada por el artículo tercero de la Ley 5/2021, de 7 de octubre, de modificación de la Ley
11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi.
126

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
6.- Presidirá la asamblea general la persona designada por los estatutos. En su defecto,
quien presida el órgano de administración. Y, a falta de esta, la persona
socia que elija la asamblea. Corresponde a la presidenta o presidente dirigir las
deliberaciones, mantener el orden en el desarrollo de la asamblea y velar por el
cumplimiento de las formalidades legales.
7.- La presidenta o presidente estará asistido por una secretaria o secretario designado
también por los estatutos o por las personas socias asistentes a la asamblea.
8.- La votación será secreta en los supuestos previstos en esta ley o en los estatutos, y,
en todo caso, a solicitud de personas socias que representen el diez por ciento de las
personas socias presentes y representadas.
9.- Serán nulos los acuerdos sobre asuntos que no consten en el orden del día, salvo que
esta ley expresamente autorice su adopción.
10.- Las personas administradoras deberán asistir a las asambleas generales. Los estatutos
podrán autorizar u ordenar la asistencia de directoras, directores, gerentes,
técnicas, técnicos y demás personas que tengan interés en la buena marcha de los
asuntos sociales. La asamblea general podrá autorizar la presencia de cualquier
otra persona.
5.5.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
a) El funcionamiento de la asamblea general, en lo fundamental, no ha variado con la
regulación de la LCE de 2019, y sigue los postulados ya fijados en la normativa de
1993. Los cambios introducidos se circunscriben a dos situaciones muy concretas.
b) Por una parte, se permite la participación en la asamblea a través de videoconferencia
u otro sistema similar que permita la comunicación bidireccional y simultánea de
la imagen y el sonido, y la interacción visual, auditiva y verbal, de lo que habrá que
dejar constancia expresa en el acta de la asamblea. Se encarga al órgano de administración
la organización del sistema para la participación no presencial, de tal forma
que garantice el acceso de toda persona socia, verifique su identidad, y permita el
voto y su confidencialidad.
c) Y, por otro lado, se añaden las cooperativas de enseñanza y las alimentarias en la
enumeración de cooperativas (consumo, agrarias, y aquellas que satisfagan necesidades
familiares) que pueden adoptar reglas diferentes a las demás cooperativas,
como la previsión de una tercera convocatoria de la asamblea general cualquiera
que sea el número de personas socias presentes o representadas o la posibilidad de
representación de las personas socias en sus familiares más cercanos o en sus tutores
o tutoras legales.
5.5.2 Comentario general y significado práctico
a) La LCE establece como criterio para fijar el lugar de celebración de la asamblea
general el del domicilio social de la cooperativa. Así, se prevé que la asamblea se
celebre en la localidad donde radique el domicilio social. No obstante, esta regla general
admite excepciones estatutarias y la participación a través de videoconferencia,
127

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
respetando ciertos requisitos. Por tanto, el órgano de administración podrá fijar otro
lugar para la celebración de la asamblea, que no esté en la localidad del domicilio
social de la cooperativa, cuando los estatutos, en los casos en que exista causa que lo
justifique, así lo prevean. Ahora bien, en lugar de facultar al órgano de administración
para que decida libremente el lugar de celebración de la asamblea, los estatutos
también podrán fijar los criterios a seguir para la determinación del citado lugar.
Otra opción es la posibilidad de participar en la asamblea a través de videoconferencia
u otro sistema similar que permita la comunicación bidireccional y simultánea
de la imagen y el sonido, y la interacción visual, auditiva y verbal. En la glosa al
artículo 37 analizaremos las particularidades de esta forma de participación. Esta
opción precisa de habilitación estatutaria. Se prevé la celebración total o parcial no
presencial de la asamblea, esto es, que todas las personas socias asistan de forma
telemática o bien que unas personas socias asistan presencialmente y otras lo hagan
telemáticamente. En estos casos, el secretario o secretaria de la asamblea dejará
constancia expresa en el acta de la misma, de la identidad de la persona socia y del
medio utilizado para ello, junto con el resto de condiciones exigidas para la adopción
válida de los acuerdos.
b) La asamblea general es la reunión de las personas socias de la cooperativa por lo que,
en principio, solamente son llamadas a participar en la misma los socios y socias de
la cooperativa. Podrán participar en la asamblea las personas que sean socias a la fecha
en la que se acordó la convocatoria de la asamblea general, por lo que no podrán
participar otras personas colaboradoras de la cooperativa que no sean socias o que
lo sean con posterioridad a la convocatoria de la asamblea. El acuerdo de convocar
la asamblea no tiene por qué coincidir con la publicidad de dicho acuerdo, y será la
primera fecha la que debemos tener en consideración para determinar el derecho de
asistencia de las personas socias. No obstante, se podrá autorizar la presencia en la
asamblea de otras personas siempre que de esta forma se facilite la explicación de las
cuestiones a debate en la misma. Así, la ley menciona la asistencia obligada de las
personas administradoras, aunque generalmente serán personas socias de la propia
cooperativa y asistirán como tales, así como la asistencia de directoras, directores,
gerentes, técnicas, técnicos y demás personas que tengan interés en la buena marcha
de los asuntos sociales, e incluso se admite la presencia de cualquier otra persona
con la autorización previa de la asamblea general, como el asesor o asesora jurídica
de la cooperativa, un o una contable o un o una auditora de cuentas...
Aunque todas las personas mencionadas puedan asistir a la asamblea, su constitución
válida solo tendrá en cuenta a las personas socias. La LCE establece un doble
quorum para que se entienda válidamente constituida la asamblea general: en primera
convocatoria deben estar presentes o representados la mayoría de votos (que no
la mayoría de las personas socias); y en segunda convocatoria, al menos personas
socias que ostenten el diez por ciento de los votos o cien votos. La exigencia del diez
por ciento de los votos o de cien votos hace referencia al menor de los dos quórums,
por lo que en cooperativas de pequeño o mediano tamaño será de aplicación el porcentaje
de votos ya que el número de cien votos generalmente superará ese diez por
ciento. Estas exigencias mínimas son de carácter imperativo y los estatutos no pue-
128

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
den minorarlas; en todo caso, podrían endurecer los requisitos de quorum, elevando
el número de votos necesario para la válida constitución de la asamblea.
Esta participación mínima se debe cumplir al inicio de la sesión, si bien los estatutos
pueden exigir su mantenimiento durante toda la asamblea. El cumplimiento de este
presupuesto se verificará mediante la elaboración de la lista de asistentes y la comprobación
de la condición de persona socia o representante de las mismas. En el caso
de que no se alcance el diez por ciento de los votos o cien votos en la segunda convocatoria,
no se podrá celebrar válidamente la asamblea general, dejando entrever una
desidia de las personas socias hacia su cooperativa que no presagia nada bueno sobre
su futuro. Por último, se prevé también la asamblea de delegados y delegadas para
cooperativas de un tamaño suficientemente grande que dificulte la presencia de todas
las personas socias en un mismo lugar y que se analizará en la glosa del artículo 40
de la LCE.
Como regla especial, y siempre que exista una previsión estatutaria en este sentido,
en las cooperativas de consumo, enseñanza, y agrarias y alimentarias, exclusivamente,
se flexibilizan las reglas de constitución de la asamblea para evitar así la paralización
del órgano supremo de la cooperativa. Se admite una tercera convocatoria
si no se han cumplido los requisitos mínimos de asistencia para cubrir el quorum
legalmente previsto. Así, se admite la celebración válida de la asamblea cualquiera
que sea el número de votos presentes o representados, si bien deberá mediar al menos,
entre la segunda y tercera convocatoria, el intervalo que se fije en los estatutos
sociales. Se evita de esta forma tener que volver a convocar otra asamblea general en
este tipo de cooperativas donde no es fácil conseguir los mínimos legales previstos
en primera y segunda convocatoria. Si bien son los estatutos sociales quienes deben
fijar el intervalo entre la segunda y tercera convocatoria, este lapso de tiempo debería
ser, al menos, de media hora, como exige el artículo 35.7 de la LCE para el intervalo
entre la primera y segunda convocatoria de la asamblea.
c) Se admite la asistencia no presencial de las personas socias mediante su autorización
por escrito con carácter especial para cada asamblea para que sean representadas
por otras personas socias. La autorización ha de conferirse por escrito y no caben
mandatos verbales o telefónicos, y tampoco puede ser un poder de representación
general sino que debe ser específico para cada asamblea. No obstante, se limita la representación
en tres sentidos: por una parte, los estatutos sociales pueden requerir la
asistencia presencial e impedir la representación de las personas socias; en segundo
lugar, una persona socia pueda ostentar, como máximo, dos representaciones, es decir,
que una persona socia no podrá utilizar más de tres votos, los dos de las personas
a quienes representa, en su caso, y el suyo propio (y así evitar que acudan siempre
un número muy reducido de personas socias a las asambleas generales, acaparando
la representación de todas las demás personas socias que nunca asisten); y en tercer
lugar, se impide la representación por personas no socias. Cualquier duda que surja
sobre la idoneidad de la representación de alguna persona socia deberá ser resuelta
por la comisión de vigilancia, si la hubiera (artículo 56.1.d) de la LCE). La representación
es revocable, por ejemplo, mediante la asistencia personal a la asamblea de la
persona representada.
129

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
En el caso de asamblea universal, el escrito en que se acredite la representación deberá
contener el orden del día previsto. Es decir, una asamblea universal espontánea
donde se encuentran todas las personas socias y deciden constituirse en asamblea
impide la opción de acudir por representación ante la imposibilidad de conocer el
orden del día, que por definición será abordado sobre la marcha de la asamblea.
Como excepción a la tercera limitación que hemos mencionado y siempre que exista
habilitación estatutaria, en las cooperativas de consumo, de viviendas, enseñanza,
agrarias y alimentarias, y en cualesquiera otras dirigidas a la satisfacción de necesidades
familiares, las personas socias podrán hacerse representar en la asamblea
general por su cónyuge u otro familiar o tutor o tutora legal con plena capacidad de
obrar. En este caso, los estatutos deberán fijar el grado de parentesco de los familiares
que pueden representar a la persona socia, así como si se exigirá poder especial
para cada sesión asamblearia o si el escrito de representación tendrá validez durante
el periodo señalado estatutariamente.
Estas reglas de representación se refieren a la que tiene carácter voluntario. Estas
reglas en caso de representación legal no son aplicables ni puede la cooperativa
impedir la asistencia de la representación legal una persona socia en base a estas
previsiones. La representación legal, por tanto, de las personas jurídicas y de los
menores o incapacitados se ajustará a las normas del Derecho común que resulten de
aplicación.
d) Hay dos personas que marcan el funcionamiento de la asamblea general: la presidenta
o presidente de la asamblea y la secretaria o secretario. La presidenta o presidente
deberá dirigir las deliberaciones, mantener el orden en el desarrollo de la asamblea y
velar por el cumplimiento de las formalidades legales. Será presidenta o presidente
la persona designada por los estatutos; en su defecto, quien presida el órgano de
administración; y, a falta de esta, la persona socia que elija la asamblea. La falta de
acuerdo en el nombramiento de la presidenta o presidente impide la celebración de la
asamblea (STS de 19 de octubre de 2000). Como excepción, en caso de convocatoria
judicial de la asamblea, será el juez o jueza quien designe a la persona que ejercerá
las funciones de presidencia de la asamblea. La presidenta o presidente tendrá asistencia
de una secretaria o secretario cuya designación esté también recogida en los
estatutos o se otorgue por las personas socias asistentes a la asamblea, que redactará
el acta de la asamblea, y la transcribirá en el libro de actas, como veremos más adelante.
e) Como regla general, el procedimiento de votación es libre. Ahora bien, la votación
será secreta siempre que lo prevean la ley (elección para cargos sociales como personas
administradoras o miembros del consejo social o de la comisión de vigilancia)
o los estatutos, o por solicitud de personas socias que representen el diez por ciento
de las personas socias presentes y representadas (nótese que no se refiere al número
de votos ni al número total de personas socias de la cooperativa). Serán nulos los
acuerdos sobre asuntos que no consten en el orden del día, salvo que esta ley expresamente
autorice su adopción. Nos remitimos a la glosa de los siguientes artículos
para ampliar la explicación acerca del voto en la asamblea, así como de la validez e
impugnación de los acuerdos adoptados en asamblea.
130

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
5.5.3 Otra normativa aplicable
En este ámbito la regulación de la LCE se puede completar con el artículo 27.2 Ley
27/1999 estatal de cooperativas en lo que se refiere a la representación legal de las personas
socias en la asamblea, y con carácter general la regulación recogida en la LSC, mucho más
exhaustiva, sobre asistencia y representación de las personas socias, en especial, la representación
telemática (artículos 179 a 187 de la LSC) y sobre la constitución de la asamblea
(artículos 191 a 195 de la LSC), en tanto no resultan incompatibles con la naturaleza de la
sociedad cooperativa.
5.6 El derecho de voto
Artículo 37.- Derecho de voto
1. En las cooperativas cada persona socia tendrá un voto.
2. No obstante, en las cooperativas de primer grado los estatutos pueden prever que el
derecho de voto de las personas jurídicas socias que sean cooperativas, sociedades
controladas por estas y entidades públicas sea proporcional a la actividad cooperativa
con la sociedad o a las prestaciones complementarias a esta actividad en el
marco de la intercooperación.
En este supuesto los estatutos deberán fijar con claridad los criterios de proporcionalidad
del derecho de voto.
El número de votos de una persona socia que no sea una sociedad cooperativa no
podrá ser superior al tercio de los votos totales de la cooperativa.
3. En las cooperativas de segundo o ulterior grado se estará a lo previsto en el artículo
149.
En las de crédito, se aplicará lo establecido en la normativa especial aplicable a
estas entidades.
4. El número total de votos de las personas socias colaboradoras, las inactivas o no
usuarias, las personas socias en excedencia y las de vínculo de duración determinada
no podrá alcanzar, en ningún caso, la mitad de los votos totales de la cooperativa.
5. Los estatutos deberán establecer los supuestos en los que, por conflicto de intereses,
la persona socia deba abstenerse de votar.
6. Los estatutos podrán establecer el procedimiento, las condiciones y los requisitos
para efectuar las votaciones mediante procedimientos telemáticos, que, en su caso,
deben garantizar la confidencialidad del voto.
5.6.1. Principales innovaciones respecto de la normativa anterior
a) En la regulación del derecho de voto, la Ley 11/2019 mantiene las innovaciones
introducidas en 1993 en relación con la posibilidad de voto plural respecto de específicas
personas jurídicas; sobre el límite al derecho de voto de las personas socias
que no realicen de manera plena la actividad cooperativizada; y en lo relativo a la
regulación del conflicto de intereses y sus efectos.
b) Como señalábamos en el apartado anterior, se mantiene el límite global inferior a la
131

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
mitad de los votos totales de la cooperativa para los personas socias que no realicen
de manera plena la actividad cooperativizada, si bien a los colectivos previstos en la
Ley 4/1993 (socios colaboradores, socios inactivos y no usuarios y socios con vínculos
de duración determinada) se suma ahora el de los socios en excedencia, que se
regulan en el artículo 31 de la Ley junto con los socios inactivos y no usuarios, lo que
supone que la cooperativa debe tomar en consideración a esta categoría de socios
para que el conjunto de los socios de estatus diferente al ordinario no sobrepase el
límite legal de votos.
c) Asimismo, se ha introducido la posibilidad de utilización de nuevas tecnologías (videoconferencia
u otro sistema similar que permita la comunicación bidireccional y
simultánea de la imagen y el sonido, y la interacción visual, auditiva y verbal) para
facilitar la participación societaria en la adopción de acuerdos. Por ello, el nuevo texto
legal prevé expresamente que los estatutos podrán establecer el procedimiento, las
condiciones y los requisitos para efectuar las votaciones mediante procedimientos
telemáticos.
5.6.2. Comentario general y significado práctico
a) El derecho al voto de la persona socia en la cooperativa es inderogable, y está sometido
a la regla general de una persona socia un voto por el principio democrático
que rige en este tipo de sociedades, aunque esta regla va admitiendo cada vez más
excepciones. En este sentido, la regla general prevista en la Ley 11/2019 para las
cooperativas de primer grado es la tradicional de “un socio, un voto” (artículo 37.1).
Sin embargo, quien legisla admite, en términos restrictivos, la posibilidad de establecer
el voto plural siempre que se cumplan las prescripciones siguientes:
1. Que exista una previsión estatutaria específica para introducirlo.
2. Que la previsión se circunscriba a cooperativas, sociedades controladas por éstas
y entidades públicas, ya que con la excepción se pretende, sin vulnerar el espíritu
cooperativo, fomentar la participación de esas personas jurídicas para así potenciar
la creación de nuevas entidades cooperativas y consolidar las existentes.
3. Que los estatutos fijen con claridad los criterios de proporcionalidad del derecho
de voto teniendo en cuenta, por una parte, que el derecho de voto debe
ser proporcional a la actividad cooperativa con la sociedad o a las prestaciones
complementarias a esta actividad en el marco de la intercooperación y, por otra,
que el número de votos de un socio que no sea sociedad cooperativa no podrá ser
superior al tercio de los votos totales (artículo 37.2).
b) Por el contrario, en las cooperativas de segundo grado la regla general es el voto
plural: proporcional a la participación en la actividad cooperativa o al número de
socios (aunque estos criterios no se recogen expresamente en la versión final del
artículo 149 de la LCE, debe entenderse que los estatutos, para adoptar una solución
ajustada a los principios que deben regir las cooperativas, deben decantarse por uno
de ellos: en ese sentido, también el artículo 26.6 de la LCOOP). En las de crédito, la
posibilidad de voto plural no viene impuesta por la Ley, sino que precisa previsión
estatutaria. Esta cuestión se regula en el artículo 9.2 de la Ley 13/ 1989, de 26 de
mayo, de cooperativas de crédito, que establece que: “En la asamblea general cada
132

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
socio tendrá un voto. No obstante, si los estatutos lo prevén, el voto de los socios
podrá ser proporcional a sus aportaciones en el capital social, a la actividad desarrollada
o al número de socios de las cooperativas asociadas; en este supuesto los
estatutos deberán fijar con claridad los criterios de proporcionalidad del voto”.
c) Cuando en la cooperativa concurran personas socias colaboradoras, inactivas y no
usuarias o con vínculos de duración determinada, los estatutos deberán velar porque
el porcentaje de votos de cada colectivo no supere el límite fijado para él con carácter
especial (la Ley no establece limite particular para las personas socias en excedencia).
Por tanto, deberán tener en cuenta que el conjunto de las personas socias
colaboradoras, salvo que sean sociedades cooperativas, no puede ser titular de más
de un tercio de los votos, ni en la asamblea general ni en el consejo rector (artículo
19.5); que el conjunto de las personas socias con vínculos de duración determinada
no puede ser titular de más de la quinta parte de los votos sociales (artículo 26.2); y
que el conjunto de los votos de las inactivas o no usuarias tampoco puede ser superior
a la quinta parte del total de votos sociales (artículo 31.2). Pero, además, como
la Ley prohíbe que el número total de votos de las personas socias colaboradores,
de las inactivas o no usuarias, de las personas socias en excedencia y los de vinculo
de duración determinada alcance la mitad de los votos totales de la cooperativa,
para que el control mayoritario de la entidad resida en aquellas personas socias que
realizan la actividad cooperativa de una manera plena (artículo 37.4), los estatutos,
si concurren las categorías de personas socias reseñadas, deberán fijar el porcentaje
máximo de votos de cada colectivo dentro de ese límite global, lo que puede significar
un voto fraccionado, esto es, inferior a la unidad, en la medida que sea necesario
para mantener las proporciones respecto al porcentaje máximo de votos que se haya
fijado en los estatutos para cada clase de personas socios. Si en lugar de fijar porcentajes
máximos de votos, se optase por fijar la proporción de votos de cada una de las
categorías de personas socios contempladas en el número 4 del artículo 37 sin que el
número total de votos alcanzase la mitad de los votos totales de la cooperativa, nos
podíamos encontrar con situaciones de voto plural en algunas de las categorías, lo
que entendemos que no sería legalmente admisible, si ello conllevase la vulneración
de alguno de los mandatos imperativos previstos en el artículo 37 de la Ley; y, en
particular, el de una persona socia, un voto.
d) Las personas socias no podrán votar cuando se encuentren en situación de conflicto
de intereses, es decir, ante un supuesto de contraposición entre los intereses de la
cooperativa y lo que la persona socia pretende al margen de su interés especifico
como socio o socia. Estas situaciones de conflicto de intereses no aparecen determinadas
en la Ley, sino que ésta determina que son los estatutos los que deberán
establecer los supuestos en los que, por conflicto de intereses, la persona socia deba
abstenerse de votar (artículo 37.5). Aunque es cierto que la existencia de conflicto
de intereses dependerá de la clase y circunstancias de cada cooperativa, parece lógico
pensar que, como mínimo el socio o socia no podrá ejercer el derecho de voto
cuando se trate de adoptar un acuerdo que le excluya de la sociedad, le libere de una
obligación o le conceda un derecho, o por el que la sociedad decida anticiparle fondos,
concederle créditos o préstamos, prestar garantías o cuando, siendo la persona
administradora, el acuerdo se refiera a la dispensa de la prohibición de competencia
133

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
o al establecimiento con la sociedad de una relación particular (distinta a la de socio
o socia) de prestación de cualquier tipo de obras o servicios.
e) La principal novedad que introduce la Ley 11/2019 es la posibilidad de utilización de
nuevas tecnologías para facilitar la participación societaria en la adopción de acuerdos.
El reconocimiento expreso a la validez de la asistencia telemática y del voto
electrónico en la asamblea general ya se recogía en diferentes leyes de cooperativas
españolas. En este sentido, la LCG señala que, si los estatutos lo contemplan, los socios
podrán asistir por medios telemáticos que garanticen debidamente su identidad
y que en la convocatoria se determinarán los plazos, formas y modos de ejercicio de
los derechos por aquellos que asistan telemáticamente a la asamblea general (art.
35.3, 2º). Por su parte, la LCCat, permite expresamente que los estatutos «pueden
establecer que la asamblea general se pueda reunir por videoconferencia u otros medios
de comunicación, siempre que se garantice la identificación de los asistentes, la
continuidad de la comunicación, la posibilidad de intervención en las deliberaciones
y la emisión de voto». (artículo 46.3), así como «el procedimiento, las condiciones
y los requisitos para efectuar las votaciones mediante procedimientos telemáticos,
que, en todo caso, deben garantizar la confidencialidad del voto» (artículo 46.2).
La LCCLM, establece que siempre que los estatutos sociales lo permitan «el voto
podrá ejercitarse por el socio mediante correspondencia electrónica o cualquier otro
medio de comunicación a distancia, siempre que se garantice debidamente la identidad
del sujeto que ejerce su derecho de voto» (art. 49.9). Finalmente, la LCAnd,
reconoce esta posibilidad de manera amplia, remitiendo al desarrollo reglamentario
para fijar «las condiciones y los requisitos necesarios para las votaciones no presenciales,
en las que se garantizará la identidad de la persona socia, la autenticidad del
voto y, en los supuestos en que así esté previsto, su confidencialidad» (art. 30.4, 2.º).
En el ámbito europeo, el Estatuto de la SCE prevé que «los estatutos podrán autorizar
el voto por correspondencia o el voto electrónico y fijarán sus modalidades» (art.
58.4 RESCE).
Lo relevante en este ámbito es que la participación telemática se ajuste a las exigencias
técnicas que garanticen: la transmisión de la reunión en tiempo real, que se
trate de una comunicación bidireccional para que los participantes en remoto puedan
dirigirse a la reunión desde un lugar distante, el voto electrónico confidencial y que
se acredite la verificación de la identidad de los miembros y seguridad de las comunicaciones
electrónicas.
f) Respecto al significado práctico de la norma, cabe destacar que lo tiene para el funcionamiento
de la cooperativa, por una parte, porque, vía estatutos, le otorga la posibilidad
de introducir el voto plural, en los términos y condiciones descritos en el precepto.
Y, por otra, porque le impone determinar en los estatutos de la cooperativa tanto los
supuestos en los que, por existir una situación de conflicto de intereses, la persona socia
deberá abstenerse de votar, como, en su caso, la proporción máxima de votos en las
categorías de socios referidas en el artículo 37.4, con el objeto de que el total de votos
de esos colectivos no alcance la mitad de los votos totales de la cooperativa.
5.6.3 Otra normativa aplicable
La única normativa aplicable a esta materia distinta a la LCE es la Ley 13/1989, de 26 de
134

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
mayo, de cooperativas de crédito (artículo 9). Ello es debido a que el reparto competencial
entre el Estado y las CCAA sobre cooperativas, resulta matizado en el caso particular de las
cooperativas de crédito y de seguros, al tener el Estado reconocidas competencias exclusivas
en la fijación de las bases de ordenación del crédito y la banca (art. 149.1.11.ª CE). En
virtud de este precepto, el Estado promulgó la Ley 13/1989 de cooperativas de crédito, en
la que fijaba, de acuerdo con determinadas resoluciones del TC, cuáles son estas bases en lo
que se refiere a las cooperativas de crédito (disp. final 2.ª), cuyo contenido tiene aplicación
preferente respecto a las normas autonómicas. En concreto, establece que las cooperativas de
crédito se rigen por su ley específica y sus normas de desarrollo, sin perjuicio de las disposiciones
que puedan aprobar las CCAA en el ejercicio de las competencias que tengan atribuidas
en la materia; y por las normas que con carácter general regulan las actividades de las
entidades de crédito; siendo de aplicación subsidiaria la legislación de cooperativas (art. 2).
5.7 El régimen de mayorías
Artículo 38.- Régimen de mayorías
1. Los acuerdos de la asamblea general se adoptarán por más de la mitad de los votos
válidamente emitidos. A estos efectos, no se computarán los votos en blanco ni las
abstenciones. Se exceptuarán los supuestos en que esta ley o los estatutos establezcan
una mayoría reforzada.
2. Será necesaria mayoría de dos tercios de los votos válidamente emitidos por las personas
socias presentes o representadas para acordar la transformación, la fusión, la
escisión y la disolución de la cooperativa, siempre que el número de votos presentes
y representados sea inferior al setenta y cinco por ciento del total de votos de la
cooperativa.
5.7.1. Principales innovaciones respecto de la normativa anterior
a) Respecto al régimen de mayorías para la adopción de acuerdos, en la Ley 11/2019,
al igual que en la de 1993, también se contiene una regla general y otra especial,
aplicable ésta última cuando se trate de aprobar acuerdos de particular relevancia en
la vida de la sociedad, como la transformación, la fusión, la escisión y la disolución
de la cooperativa.
b) La única novedad prevista en la nueva Ley es la matización que se realiza en la regla
especial para la adopción de acuerdos contenida en el párrafo 2º del artículo 38. El
antiguo artículo 36.2 establecía que: “Será necesaria mayoría de dos tercios de los
votos presentes o representados para acordar…”. En cambio, el nuevo artículo 38.2,
prevé que: “Será necesaria mayoría de dos tercios de los votos válidamente emitidos
por las personas socias presentes o representadas para acordar…”. De ese modo,
queda claro que, desde la entrada en vigor de la nueva norma, se trata de los dos
tercios de los votos presentes o representados válidamente emitidos y no del número
total de votos presentes o representados. En cualquier caso, y en defecto de mención
expresa en este apartado, quedaría la duda de si dentro de la expresión “votos válidamente
emitidos” se comprenden o no los votos en blanco, si bien, a nuestro juicio,
no deben computarse por considerar aplicable también a este apartado la matización
135

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
realizada en el artículo 38.1: “A estos efectos (es decir, a efectos de adopción de
acuerdos), no se computarán los votos en blanco ni las abstenciones”.
5.7.2 Comentario general y significado práctico
a) La LCE, como las demás leyes de cooperativas, exige que se alcancen unas determinadas
mayorías, previstas en la Ley y en los estatutos, para que los acuerdos sometidos
a votación se puedan considerar aprobados.
b) Establece la LCE que, como regla general, los acuerdos de la asamblea se adoptarán
por más de la mitad de los votos válidamente emitidos, sin computar, a estos efectos,
los votos en blanco ni las abstenciones (artículo 38.1). No obstante, cuando se trate
de aprobar acuerdos que afectan a determinados supuestos especiales para la vida
de la sociedad, como la transformación, la fusión, la escisión y la disolución, será
necesaria mayoría de dos tercios de los votos válidamente emitidos (sin computar
los votos nulos, los votos en blanco, ni las abstenciones) presentes o representados,
siempre que el número de votos presentes y representados sea inferior al setenta y
cinco por ciento del total de votos de la cooperativa. Por tanto, repárese en que, ni
siquiera para adoptar los acuerdos referidos, es precisa la mayoría reforzada cuando
concurra el quórum del setenta y cinco por ciento del total de votos de la cooperativa.
En ese caso, para la aprobación del acuerdo será suficiente que concurra la mayoría
prevista en el artículo 38.1. Asimismo, también deberá tenerse en cuenta que la lista
de acuerdos recogida en el precepto no es cerrada, dado que en otros artículos de la
LCE también se exige esa mayoría: por ejemplo, en el artículo 95.2 de la Ley se prevé
que: “La cooperativa disuelta podrá ser reactivada siempre que se elimine la causa
que motivó la disolución y no haya comenzado el reembolso de las aportaciones a las
personas socias. Para ello se precisará acuerdo de la asamblea general adoptado por
la mayoría prevista en el artículo 38.2”.
c) Las mayorías y porcentajes fijados en la Ley no pueden ser rebajados en los estatutos,
aunque es posible, tanto en los acuerdos ordinarios como en los que afectan a
supuestos de particular relevancia en la vida de la cooperativa, que se incremente la
mayoría exigible siempre o para determinados supuestos, y en el caso de los acuerdos
de especial relevancia también puede incrementarse el quórum de asistencia
preciso para exigir o no mayoría reforzada. En la actualidad, no existe un tope máximo
a la hora de incrementar las mayorías, aunque dado que en las sociedades rige el
principio de decisión de la mayoría, no puede exigirse la unanimidad o un porcentaje
tan elevado que prácticamente equivaliera a la unanimidad.
d) Respecto al significado práctico de la norma, señalar que la destinataria principal de
la misma es la cooperativa, dado que el precepto le permite, mediante su regulación
en los estatutos, configurar su propio régimen, respetando las mayorías y porcentajes
fijados en la Ley que, como ha quedado señalado, no pueden ser rebajados en los
estatutos.
5.7.3 Otra normativa aplicable
A esta materia solo le es aplicable el artículo 38 de la LCE y, en su caso, lo previsto, si-
136

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
guiendo las pautas de la Ley, en los estatutos de cada cooperativa, no siéndolo como norma
subsidiaria ni supletoria la Ley 27/1999, de Cooperativas y, concretamente, su artículo 28,
por no existir en este punto laguna legal alguna en la Ley autonómica.
5.8 El acta de la asamblea general
Artículo 39. Acta de asamblea general
1. Los acuerdos de la asamblea general se consignarán en acta, que redactará el secretario
o secretaria, y transcribirá en el libro de actas, con expresión de las siguientes
circunstancias:
a) Fecha y lugar de la reunión.
b) Fecha y modo en que se hubiera efectuado la convocatoria, salvo que se trate de
asamblea universal.
c) Texto íntegro de la convocatoria.
d) El número de personas socias concurrentes, indicando cuántas lo hacen personalmente
y cuántas asisten por representación, y si se celebra la asamblea en
primera, segunda o tercera convocatoria.
e) Un resumen de los asuntos debatidos y de las intervenciones de las que se haya
solicitado constancia.
f) El contenido de los acuerdos adoptados.
g) El resultado de las votaciones, expresando las mayorías con que se hubiera
adoptado cada uno de los acuerdos. Siempre que lo solicite quien haya votado
en contra, se hará constar su oposición a los acuerdos.
h) La aprobación del acta, cuando se hubiera producido al finalizar la reunión.
2. La lista de personas asistentes figurará al comienzo de la propia acta o se adjuntará
a ella por medio de anexo firmado por el secretario o secretaria con el visto bueno
del presidente o presidenta. La lista de personas asistentes podrá formarse también
mediante fichero o incorporarse a soporte informático, con los requisitos establecidos
en el reglamento del registro mercantil para las sociedades de esta naturaleza.
3. El acta podrá ser aprobada por la propia asamblea a continuación de haberse celebrado
esta o, en su defecto y necesariamente, dentro del plazo de quince días, por el
presidente o presidenta y dos personas socias, designadas por la asamblea, quienes
la firmarán, además del secretario o secretaria.
4. Cualquier persona asistente a la asamblea tendrá derecho a solicitar certificaciones
del texto íntegro del acta o de los acuerdos adoptados, que serán expedidas por
quien sea secretario o secretaria a la fecha de la expedición, con el visto bueno del
presidente o presidenta o, en su caso, por el administrador o administradora única.
5. Los acuerdos producirán los efectos a ellos inherentes desde el momento en que
hayan sido adoptados.
6. Los acuerdos inscribibles deberán presentarse en el Registro de Cooperativas de
Euskadi dentro de los treinta días siguientes al de la aprobación del acta.
137

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
5.8.1 Principales innovaciones respecto de la normativa anterior
a) El texto vigente sigue las pautas de la normativa de 1993, que contempló de forma
pormenorizada casi todas las cuestiones relativas al acta de la asamblea general. En
esa línea, la Ley 11/2019 regula el contenido necesario del acta de la asamblea general,
las opciones existentes para la aprobación del acta, el derecho de las personas
asistentes a pedir certificaciones de los acuerdos de la asamblea, la ejecutividad de
los acuerdos y el plazo para presentar en el Registro de Cooperativas los acuerdos
inscribibles.
b) No podemos decir que existan innovaciones de calado respecto de la normativa anterior.
Únicamente, en el apartado 1 d) en relación con el contenido necesario del acta
se añade una referencia a que, en su caso, debe indicarse si la asamblea se ha celebrado
en tercera convocatoria, al contemplar la nueva Ley esa opción, que ya había
sido permitida para las cooperativas de consumo y agrarias y alimentarias, para las
cooperativas de enseñanza. Por su parte, en el apartado 4, que se refiere al derecho
de las personas asistentes a pedir certificaciones de los acuerdos de la asamblea, se
aclara que serán expedidas por quien sea secretario o secretaria a la fecha de la expedición,
con el visto bueno del presidente o presidenta o, en su caso, del administrador
o administradora única.
c) Referido lo anterior, destacar que se echa de menos una previsión legal de la posibilidad
de acta notarial - análoga a lo dispuesto en el artículo 203 de la LSC y en el
artículo 29.4 de la LCOOP-, dada su utilidad en caso de desavenencia entre las personas
socias. No obstante, ello no significa que no sea posible levantar acta notarial
de la sesión. De hecho, esa posibilidad es admitida expresamente por el artículo 51.1
de RRCE, al señalar: “También podrá inscribirse el nombramiento -de los administradores-
mediante testimonio notarial del acta o copia autorizada del acta notarial
de la asamblea, o por escritura pública.
5.8.2 Comentario general y significado práctico
a) Todas las menciones que figuran en el artículo 39.1 de la LCE tienen carácter imperativo,
por lo que conforman el contenido mínimo del acta que debe redactar el
secretario o secretaria de la asamblea general, sin perjuicio de que por previsión estatutaria
o por iniciativa propia, el secretario o secretaria deba o pueda incluir además
otras. Un ejemplo significativo es el de las intervenciones de las personas socias: la
LCE solo impone la obligación de transcribir al acta aquellas que las personas interesadas
hayan solicitado expresamente, pero no habiéndose solicitado el secretario o
secretaria podrá optar, a su criterio, entre realizar una escueta referencia de todas las
intervenciones de las personas socias o por utilizar la típica fórmula de “tras varias
intervenciones de las personas socias, se somete el acuerdo a votación, aprobándose
con el siguiente resultado…”. Además, en la nueva LCE, como ya sucedía en la
anterior, en el precepto objeto de comentario no se contiene una relación completa
de todas las menciones legales que deben constar en el acta. Así, no se incluye la
mención contenida en el artículo 77.2 sobre la constancia del dictamen del letrado o
letrada asesora sobre si son ajustados a derecho los acuerdos adoptados por la asam-
138

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
blea general o el consejo rector que sean inscribibles en el Registro de Cooperativas
de Euskadi.
b) La lista de asistentes debe figurar al comienzo de la propia acta o adjuntarse a ella
por medio de anejo firmado por el secretario o secretaria con el visto bueno del
presidente o presidenta. Para facilitar su confección, en las sociedades con cierto
número de personas socias podrá formarse mediante fichero o incorporarse a soporte
informático, con los requisitos establecidos en el Registro mercantil para las sociedades
de esta naturaleza (artículo 39.2). El reglamento del registro mercantil, en
esos casos, exige que se consigne en el acta el medio utilizado y que se extienda en
la cubierta precintada del fichero o soporte la oportuna diligencia de identificación
firmada por el secretario o secretaria, con el visto bueno del presidente o presidenta
de la asamblea (artículo 98.2 RRM).
c) Una vez debatidos los puntos del orden del día, debe decidirse cuál será el sistema de
aprobación del acta, pero no cabe posponer la aprobación a una asamblea posterior.
Existen dos posibilidades legales para aprobar el acta: si se ha redactado conforme
se desarrollaba la sesión, puede aprobarse por la propia asamblea como punto último
del orden del día. En los demás casos, se aprobará dentro de los 15 días siguientes.
Para ello será necesaria la aprobación del acta por el presidente o presidenta de la
asamblea, y por dos personas socias entre las asistentes por la propia asamblea, que
harán de interventores o interventoras de actas. En este caso, al final del texto del
acta debe constar una diligencia de aprobación en la que figure la firma del secretario
o secretaria de la reunión, de los dos interventores o interventoras y del presidente o
presidenta.
d) Cualquier persona socia interesada podrá solicitar del órgano de administración un
certificado del acta. Las certificaciones serán suscritas por el secretario o secretaria
de la cooperativa con el visado o visto bueno de su presidente o presidenta, salvo
en los supuestos de persona administradora única, en que las suscribirá ésta. En las
certificaciones, que pueden ser literales o en extracto del contenido de los acuerdos,
será necesario identificar a la persona que certifica, los datos de la asamblea de que
se trate, y bien la transcripción literal o, tras señalar los datos relativos al día, hora,
lugar, convocatoria, y constitución, extractar los acuerdos indicando, al referirse a su
aprobación, el resultado de la votación.
e) Sobre la eficacia de los acuerdos sociales, la LCE señala que los acuerdos producirán
los efectos a ellos inherentes desde el momento en que hayan sido adoptados,
sin perjuicio de que deba matizarse que los actos sujetos a inscripción obligatoria
sólo tienen efecto respecto a terceros de buena fe desde su inscripción en el registro
de cooperativas (art. 8.2 RRCE), para lo que, con carácter previo, será necesario la
aprobación del acta y la presentación del acuerdo a inscripción.
f) En cuanto a la presentación a inscripción de los acuerdos sociales, el texto legal
prevé que, si los acuerdos adoptados son inscribibles en el registro de cooperativas,
el órgano de administración deberá presentarlos para su inscripción en el plazo de
los treinta días siguientes al de aprobación del acta. Para presentarlos en el registro,
según el tipo de acuerdo del que se trate, será necesario elevarlo a público o legitimar
139

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
notarialmente las firmas del correspondiente certificado de acuerdo social (artículos
33 a 35 del RRCE). Aunque es cierto que si no se ha adoptado un acuerdo expreso
por la asamblea le corresponde al presidente o presidenta del consejo rector o, en su
caso, a la persona administradora única comparecer ante sede notarial para elevar a
público los acuerdos, en la práctica es habitual, y de utilidad, que la propia asamblea
dedique un punto del orden del día a otorgar facultades, lo que normalmente
se hace de forma indistinta en favor del presidente o presidenta del consejo rector y
de su secretario o secretaria, para elevar a público y presentar los acuerdos para su
inscripción en el registro, así como para, en su caso, realizar todas las subsanaciones
o modificaciones que se requieran por parte del registro.
g) Respecto al significado práctico de la norma, indicar que las personas destinatarias
principales de la misma son: el secretario o secretaria de la asamblea, en cuanto que
es quien se encarga de redactar el acta, y el presidente o presidenta, que debe dar su
visto bueno, así como la propia asamblea, si se opta por la aprobación del acta al final
de la reunión como punto último del orden del día, o las dos personas socias designadas
por la misma, si se aprueba dentro de los 15 días siguientes a su celebración.
También procede mencionar como personas destinatarias destacadas a los miembros
del órgano de administración, a los que corresponde firmar las certificaciones del
texto íntegro del acta o de los acuerdos adoptados en la asamblea, y a las personas
socias solicitantes de las mismas.
5.8.3 Otra normativa aplicable
En cuanto a otra normativa aplicable, el propio artículo remite a la normativa del reglamento
del registro mercantil, a los efectos de formar la lista de asistentes mediante fichero o
de su incorporación en soporte informático (artículo 98.2 RRM). Además, dado el criterio establecido
en la regulación de sociedades y que esa posibilidad es admitida expresamente por
el artículo 51.1 de RRCE, entendemos que la falta de regulación en la LCE sobre la posibilidad
de solicitar la presencia notarial para que levante acta de la asamblea, debe ser suplida
con la previsión contenida en el artículo 29.4 de la LCOOP, que, por una parte, contempla la
obligación de las personas administradoras de requerir la presencia notarial, al decir que: “El
consejo rector podrá requerir la presencia de notario para que levante acta de la asamblea y
estará obligado a hacerlo siempre que, con siete días de antelación al previsto para la sesión,
lo soliciten socios que representen al menos el diez por ciento de todos ellos. Y, por otra, en
cuanto a los efectos del acta notarial, establece que: “El acta notarial no se someterá a trámite
de aprobación y tendrá la consideración de acta de la asamblea”.
5.9 La asamblea de delegadas y delegados
Artículo 40. Asamblea de delegadas y delegados
1. Los estatutos podrán establecer que la asamblea general se constituya como asamblea
de delegadas o delegados de las personas socias, elegidas o elegidos en juntas
preparatorias, en los casos en que la cooperativa tenga más de quinientas personas
socias o concurran circunstancias que dificulten de forma grave y permanente la
presencia de todas las personas socias en la asamblea general.
140

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
2. Los estatutos deberán regular expresamente los criterios de adscripción de las personas
socias a cada junta preparatoria, el régimen de convocatoria y constitución
de estas, las normas para la elección de delegadas o delegados, que deberán ser
siempre personas socias, el número de votos que podrá ostentar cada delegada o
delegado en la asamblea y el carácter y duración del mandato que se les confiera.
3. Para regular el número de delegadas o delegados a elegir por cada junta preparatoria
y el número de votos que ostenten en la asamblea general, los estatutos deberán
atenerse necesariamente a criterios de proporcionalidad.
4. En lo no previsto en el presente artículo y en los estatutos sobre las juntas preparatorias,
se observarán, en cuanto sean aplicables, las normas establecidas para la
asamblea general.
5.9.1 Principales innovaciones respecto de la normativa anterior
a) En este punto, la normativa actual, que es coincidente con la precedente, pretende
favorecer la participación en aquellas cooperativas, generalmente, de gran tamaño,
en que concurran circunstancias que dificulten la presencia simultánea de todas las
personas socias
b) En la asamblea general. En estos casos se permite convocar, antes de la asamblea
general, unas reuniones para grupos de personas socias con características similares,
las llamadas juntas preparatorias. En ellas se estudian los asuntos del orden del día
de la asamblea, aunque no se adoptan acuerdos, sino que los socios o socias individualmente
delegan en algunos de ellos o ellas su voto para ser ejercido en la sesión
asamblearia. De ese modo, la asamblea general se convierte en una asamblea de
segundo grado, integrada únicamente por los delegados y delegadas designadas en
las juntas preparatorias.
c) Al igual que en la Ley del 93, en la vigente, cuando quien legisla regula la asamblea
convencional no toma en consideración que esos mismos preceptos habrán de regir
la asamblea de delegados y delegadas, lo que, en la práctica, puede generar no pocas
dudas. Ello aconseja precisar en los estatutos determinadas cuestiones de la asamblea
de delegados y delegadas, como el quórum aplicable, lo relativo al derecho de
información, a la aprobación del acta o a la legitimación activa para impugnar acuerdos
de la asamblea.
5.9.2 Comentario general y significado práctico
a) Sobre los requisitos para que la asamblea general se constituya como asamblea de
delegadas y delegados por previsión estatutaria.
La primera cuestión que debe tenerse presente es que la asamblea de delegadas y
delegados constituye una opción estatutaria de uso restrictivo. Únicamente cabe para
aquellas cooperativas que cumplan uno de los dos requisitos siguientes: que tengan
más de quinientas personas socias o que concurran circunstancias que dificulten de
forma grave y permanente (no es suficiente, por tanto, una dificultad de poca importancia
o transitoria) la presencia de todas las personas socias en la asamblea general.
El primer requisito es objetivo y no merece mayor comentario. Respecto al segundo,
141

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
entre las circunstancias que dificultan la presencia de las personas socias en la asamblea,
podemos destacar: desde las organizativas (dificultades para encontrar un local
adecuado, para el control de las votaciones o problemas derivados de la excesiva
duración de acto) hasta la existencia de distintos centros de trabajo dispersos. Un
caso particular, que justificaría la previsión estatutaria de celebración de asambleas
de delegadas y delegados, sería el de una cooperativa de producción industrial que
tuviese organizada su actividad en tres turnos para no parar la cadena de producción.
b) Los aspectos de las juntas preparatorias y de los delegados y delegadas objeto de
regulación obligatoria en los estatutos.
Según lo dispuesto en el artículo 40.2 de la LCE son los siguientes:
1. Los criterios de adscripción de las personas socias a cada junta preparatoria.
Los estatutos tienen que establecer cuantas juntas preparatorias deben celebrarse
para nombrar delegados y delegadas. Para su determinación y la adscripción de
las personas socias debe tenerse en cuenta que el objetivo que se persigue con
esta medida es la participación y que, a esos efectos, es relevante el motivo por
el que los estatutos han previsto este sistema. Así, en términos generales, no resultaría
lógico establecer un número de juntas preparatorias en que la asistencia
a cada una de ellas superase las quinientas personas socias, por entender la Ley
que, a partir de ese número de concurrentes, está justificado implantar el sistema
para evitar problemas de tipo organizativo, como, por ejemplo, para evitar
la dificultad de encontrar un local para todas las personas asistentes. Tampoco
resultaría lógico que, si la previsión de juntas preparatorias se justificase por la
existencia de centros de trabajo dispersos, se siguiera un criterio diferente al
del número de centros existentes para organizar el número de juntas preparatorias,
salvo que dos de ellos estuviesen próximos. En todo caso, los criterios de
adscripción de personas socias (por centro o turno de trabajo, por sección o por
categoría) deben ser objetivos y no pueden ser utilizados para fines fraudulentos,
como lo sería diseñar un criterio para el que las personas socias minoritarias
más problemáticas quedasen distribuidas entre diferentes juntas con el objeto de
diluir su capacidad de influencia.
2. El régimen de convocatoria y de constitución de las juntas preparatorias.
La competencia para la convocatoria de las juntas preparatorias, al igual que la
asamblea de delegados y delegadas corresponde al órgano de administración. A
nuestro juicio, lo deseable es que se realice una convocatoria única, que comprenda
la asamblea de delegados y delegados y las juntas preparatorias, y que
las juntas se celebren el mismo día y de forma simultánea. De ese modo, entendemos
que se favorece la adecuada formación de la voluntad societaria, al evitar
que el resultado de las votaciones de unas juntas pueda influir en las otras. No
obstante, no deja de ser cierto, por una parte, que la Ley no lo exige y, por otra,
que no siempre podrá darse la simultaneidad, como ocurriría en el caso referido
anteriormente de una cooperativa de producción industrial que tuviese organizada
su actividad en turnos para no parar la cadena de producción. En ese caso,
tanto la adscripción de las personas socias como el horario de celebración de
142

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
cada junta dependerán de los turnos de trabajo. También deberá regularse en los
estatutos, sin la necesidad de atender todas las exigencias de la normativa contenida
en la Ley y de forma flexible y adaptada a la situación de cada cooperativa,
aunque sin atentar a los derechos de asistencia, participación e información de
las personas socias lo relativo a la forma, a la publicidad y al contenido de la
convocatoria. Otro aspecto que debe ser objeto de regulación estatutaria es el
quórum de constitución: en este punto, consideramos que, con el objeto de que
las juntas preparatorias cumplan su finalidad de fase previa y sin perjuicio de recordar
a los socios y socias la importancia que tiene su asistencia, se debe optar
por facilitar su celebración en primera convocatoria y evitar quórums mínimos
o, al menos, que estos sean menos elevados que los previstos en la Ley para la
valida constitución de la asamblea general.
3. Las normas para la elección de los delegados y delegadas: referencia al número
de delegados y delegados y a su número de votos.
Las únicas disposiciones imperativas que establece la LCE son las siguientes:
a) Que los delegados y delegadas deben ser personas socias.
b) Que para regular el número de delegados y delegadas a elegir por cada
junta preparatoria y el número de votos que ostenten en la asamblea general,
los estatutos deberán atenerse necesariamente a criterios de proporcionalidad.
Un ejemplo de ello sería prever en los estatutos que para ser elegido
delegado o delegada será necesario obtener, en principio, al menos, el
10 por ciento y no más del 20 por ciento de los votos válidamente emitidos
por las personas socias presentes y representadas en la junta preparatoria
en ese momento y que el voto en la asamblea de cada delegado o delegada
tendrá un valor equivalente al de las personas socias que representa cada
uno o una. Los delegados o delegadas que superasen el umbral máximo
de votos o las personas candidatas que no alcanzasen el mínimo de votos
necesario para ser proclamados delegados o delegadas, una vez terminada
la votación, podrán: (i) ceder a otra persona candidata no electa, los votos
que hubiera recibido, con el fin de que resulte elegido como delegado o
delegada o (ii) ceder los votos a un delegado o delegada electa, pero que
no haya alcanzado el máximo antes citado, y que aumentará, por tanto,
su total de votos recibidos. Además, en beneficio y a petición, en la junta
preparatoria, de las minorías que no hayan alcanzado el umbral del 10 por
ciento, se permitirá que las mismas designen un delegado o delegada especial
y adicional, quien recibirá todos los votos que se le confíen, incluso
aunque no sean convergentes, para expresarlos y entregarlos por escrito,
separadamente, según su respectivo contenido, en la asamblea de delegados
y delegadas.
Entre las otras cuestiones relativas a la elección de los delegados y delegadas
objeto de regulación en los estatutos, cabe destacar que se suele exigir
haberse presentado como persona candidata, bien con un plazo de antelación
a la celebración de la junta o bien al comienzo de ésta, su presencia
en la junta preparatoria, no ostentar cargo alguno en los órganos de la coo-
143

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
perativa (consejo rector, comité de recursos, comisión de vigilancia…),
posicionarse sobre los puntos del orden del día y, en ocasiones, también
una antigüedad mínima. Desde el punto de vista práctico, también resulta
conveniente prever el nombramiento de delegados y delegadas suplentes
para salvar la contingencia de que un delegado o delegada no pueda asistir
a la asamblea.
4. El carácter y duración del mandato.
Otro tema de regulación preceptiva en los estatutos es el carácter del mandato,
que puede ser imperativo, es decir, de inexcusable cumplimiento; indicativo, que
es aquél que deja al delegado o delegada, dentro de unos límites, un margen de
maniobra, pudiendo ejercer su discrecionalidad; y facultativo, en el que se da
libertad total al delegado o delegada, pudiendo éste o ésta incluso ignorar las
posiciones y criterios expresados en la junta preparatoria por las personas socias
mandantes, electoras de aquél. Según nuestro punto de vista, debe descartarse el
mandato facultativo. Entre los otros dos modelos, nos decantamos por el modelo
imperativo, salvo variación esencial de las circunstancias, apreciada y declarada,
como cuestión de orden, por asamblea general de delegados o delegadas, siempre
que tales circunstancias se hayan producido desde la celebración de la junta
preparatoria hasta el día de la asamblea.
Respecto a la duración del mandato, la LCE, a diferencia de la LCOOP que lo
condiciona a un máximo de tres años, no determina límite alguno. Según nuestro
criterio, la mejor opción es la fijación de un límite anual, sin perjuicio de que el
delegado o delegada pueda ser reelegido o reelegida. Es decir, que se elija a los
y las delegadas en las juntas preparatorias para el período comprendido entre la
fecha de celebración de la asamblea general ordinaria anual y el día de convocatoria
de la siguiente asamblea ordinaria, debiendo asistir como tales a todas
aquellas asambleas que pudieran celebrarse, con las instrucciones imperativas
especiales emanadas de las juntas preparatorias que deben preceder a cada asamblea,
incluidas las extraordinarias.
c) Sobre la normativa supletoria aplicable
Además, hay que tener en cuenta que en lo no regulado en el artículo objeto de este
comentario y en los estatutos de la cooperativa, sobre las juntas preparatorias se
aplicarán las normas previstas, con carácter general, para la asamblea general. A
la vista de esta disposición resulta oportuno que, en cada caso, los miembros de la
cooperativa reflexionen sobre si las normas referidas se ajustan al modelo previsto
de juntas preparatorias, en lo relativo a materias tales como el quórum de asistencia,
la representación, la aprobación del acta de la reunión o el ejercicio del derecho de
información o si esas normas tienen un encaje muy forzado, en cuyo caso sería conveniente
que en los estatutos de la cooperativa se incluyese una regulación específica
de las cuestiones indicadas.
Respecto al significado práctico de la norma, señalar que, atendiendo a lo expuesto,
la destinataria principal de la misma es la cooperativa, que deberá, mediante la regulación
en sus estatutos, determinar el régimen aplicable, adaptado a la situación
144

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
y necesidades de cada cooperativa, con sujeción a lo dispuesto en la Ley y con el
debido respeto a los derechos de los socios y a los principios cooperativos.
5.9.3 Otra normativa aplicable
A esta materia le será aplicable el artículo 40 de la LCE y la regulación contenida, siguiendo
las pautas de la Ley, en los estatutos de cada cooperativa, dado que quien legisla en el
País Vasco ha optado por una normativa de mínimos y por confiar esta cuestión a la autorregulación
estatutaria. En lo no previsto en el artículo referido, y en los estatutos de cada
cooperativa, se observarán las normas establecidas para la asamblea general, no siendo, por
tanto, aplicable como norma subsidiaria ni supletoria la Ley 27/1999, de Cooperativas y, en
particular, las previsiones contenidas en su artículo 30.
5.10 La impugnación de acuerdos de la asamblea general
Artículo 41. Impugnación de acuerdos de la asamblea general
1. Podrán ser impugnados los acuerdos de la asamblea general que sean contrarios a
la ley, se opongan a los estatutos o lesionen, en beneficio de una o varias personas
socias o de terceras personas no socias, los intereses de la cooperativa.
2. No procederá la impugnación de un acuerdo que haya sido dejado sin efecto o sustituido
válidamente por otro en los términos de la Ley de Sociedades de Capital ni
en los demás supuestos que dicha norma prevé. Si fuera posible eliminar la causa
de impugnación, el juzgado de lo mercantil otorgará un plazo razonable para que
aquella pueda ser subsanada.
3. La acción de impugnación podrá ser ejercitada por todas las personas socias, las
personas administradoras, las personas miembros de la comisión de vigilancia y
cualquier persona tercera no socia con interés legítimo, y caducará en el plazo de
un año, con excepción de los acuerdos que, por su causa o contenido, resulten contrarios
al orden público.
4. El plazo de caducidad para el ejercicio de la acción de impugnación prevista en
el apartado anterior de este artículo se computará desde la fecha de adopción del
acuerdo o, si fuera inscribible, desde la fecha de su inscripción en el Registro de
Cooperativas de Euskadi.
5. Con carácter general el procedimiento de impugnación se acomodará a las normas
establecidas en la Ley de Sociedades de Capital, con la salvedad de que para solicitar
en el escrito de demanda la suspensión del acuerdo impugnado se exigirá que
quien demande sea la Comisión de Vigilancia o personas socias que representen al
menos un 10% del número de votos en cooperativas de más de 50 personas socias,
un 15% en las cooperativas de entre 10 y 50 personas socias y el 20% en cooperativas
de menos de 10 personas socias.
6. La sentencia estimatoria de la acción de impugnación producirá efectos frente a
todas las personas socias, pero no afectará a los derechos adquiridos por terceras
personas no socias de buena fe a consecuencia del acuerdo impugnado. En el caso
de que el acuerdo impugnado estuviese inscrito en el Registro de Cooperativas de
Euskadi, la sentencia determinará su cancelación.
145

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
5.10.1 Principales innovaciones respecto de la normativa anterior
a) Como aspecto innovador, cabe señalar que se ha adoptado, según se indica en la
propia exposición de motivos de la LCE, el criterio establecido en la reciente regulación
de sociedades de capital para la impugnación de acuerdos en lo referente a: los
supuestos, la legitimación, los plazos y la caducidad de los mismos; y ello en favor
de la seguridad del tráfico jurídico de las empresas cooperativas, dado que con esta
medida no se compromete ninguna especificidad cooperativa.
b) En el ámbito de las sociedades de capital, la regulación vigente fue introducida por
la Ley 31/2014, de 3 de diciembre, por la que se modifica la Ley de Sociedades de
Capital para la mejora del gobierno corporativo. En esta norma, por lo que se refiere
al régimen jurídico de la impugnación de los acuerdos sociales, se han ponderado las
exigencias derivadas de la eficiencia empresarial con las derivadas de la protección
de las minorías y la seguridad del tráfico jurídico. En consecuencia, al igual que en
la LCE que se basa en ese modelo, se adoptan ciertas cautelas en materia de vicios
formales poco relevantes y de legitimación, para evitar los abusos que en la práctica
puedan producirse, y se unifican todos los casos de impugnación bajo un régimen
general de anulación.
5.10.2 Comentario general y significado práctico
a) Siguiendo el régimen previsto para la impugnación de los acuerdos de las sociedades
de capital, la LCE establece que “podrán ser impugnados los acuerdos de la asamblea
general que sean contrarios a la Ley, se opongan a los estatutos o lesionen, en
beneficio de una o varias personas socias o terceras personas no socias, los intereses
de la cooperativa” (artículo 41.1). Y, asimismo, que “no procederá la impugnación
de un acuerdo que haya sido dejado sin efecto o sustituido válidamente por otro en
los términos de la Ley de sociedades de capital ni en los demás supuestos que dicha
norma prevé. Si fuera posible eliminar la causa de impugnación, el juzgado de lo
mercantil otorgará un plazo razonable para que aquella pueda ser subsanada” (artículo
41.2).
Los acuerdos nulos son los contrarios a la Ley, aunque el término “Ley” hay que
tomarlo de manera amplia y, en consecuencia, no sólo son nulos los acuerdos contrarios
a lo dispuesto en la LCE o, en su caso, en la LCoop, sino que debemos entender
que son nulos los contrarios a cualquier ley imperativa. En cambio, se debe hacer
una interpretación restrictiva de este precepto en cuanto que no todo incumplimiento
de una ley tiene como efecto la declaración de nulidad de pleno derecho del acuerdo
aprobado. Recordemos que la nulidad de pleno derecho supone la total destrucción
de los efectos nulos con las graves consecuencias jurídicas que ello conlleva, y por
esta falta de flexibilidad es por lo que el TS ha procurado dotar al ordenamiento de
determinadas vías de escape de la nulidad. De este modo, un análisis de la jurisprudencia
civil evidencia un esfuerzo del TS por limitar el ámbito de aplicación del
artículo 6.3 CC, que es el que establece, con carácter general para todo el ordenamiento,
que la contravención de una norma imperativa o prohibitiva se sanciona con
la nulidad de pleno derecho, salvo que en ella se establezca un efecto distinto para el
caso de contravención (STS de 18-6-2002, STS 24-2-2004, STS 23-9-2006, STS 10-
4-2007y STS 9-12-2012). Como manifestaba el TS en la sentencia de 17 de octubre
146

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
de 1987, el precepto no puede aplicarse indiscriminadamente como determinante de
la nulidad, sino que deben clasificarse los actos contrarios a la ley en tres distintos
grupos: 1º) aquellos cuya nulidad se funda en un precepto específico y terminante
de la ley que así lo imponga (como son, salvo excepciones, los que no consten en el
orden del día), siendo obvio que la nulidad entonces ha de decretarse; 2º) los actos
contrarios a la ley en que la ley misma disponga, a pesar de ello, su validez, debiendo
entonces reconocérseles validez a tales actos “contra legem”; y 3º) los actos que
contraríen o falten a algún precepto legal, sin que éste formule declaración expresa
sobre su nulidad o validez, debiendo entonces quien juzga extremar su prudencia en
uso de una facultad hasta cierto punto discrecional, analizando para ello la índole
y finalidad del precepto legal contrariado y la naturaleza, móviles, circunstancias y
efectos previsibles de los actos realizados, para concluir declarando válido el acto,
pese a la infracción legal, si la levedad del caso así lo permite o aconseja.
La referencia a los acuerdos “que se opongan a los estatutos”, no debe entenderse
en términos tan restrictivos que no pueda extenderse a los acuerdos contrarios al
reglamento interno si lo hubiera, que no es sino el desarrollo de lo establecido en los
estatutos. Por otro lado, cuando las normas estatutarias se limitan a reproducir lo que
establece de manera imperativa una Ley, lo que es muy usual, debe considerarse que
en caso de infracción estaríamos ante un acuerdo nulo por ser contrario a la Ley.
En cuanto a la posible anulabilidad de los acuerdos que lesionen, “los intereses de
la cooperativa”, debe concurrir la doble condición de que perjudiquen a la sociedad
y, al mismo tiempo, que resulten beneficiosos para una o varias personas socios o
terceras. La previsión de esta causa de impugnación es un reconocimiento expreso
de los límites a los acuerdos mayoritarios, en el sentido de que serían anulables aquellos
acuerdos impuestos de manera abusiva por la mayoría. En este sentido, debemos
recalcar que la lesión del interés social se produce también cuando el acuerdo, aun
no causando daño al patrimonio social, se impone de manera abusiva por la mayoría,
entendiéndose que el acuerdo se impone de forma abusiva cuando, sin responder a
una necesidad razonable de la sociedad, se adopta por la mayoría en interés propio y
en detrimento injustificado de las demás personas socias
De otro lado, la LCE establece que no procederá la impugnación de un acuerdo que
haya sido dejado sin efecto o sustituido válidamente por otro en los términos de la Ley
de sociedades de capital ni en los demás supuestos que dicha norma prevé (artículo
41.2). En ese sentido, el artículo 204.2 de la LSC aclara que: “No será procedente la
impugnación de un acuerdo social cuando haya sido dejado sin efecto o sustituido válidamente
por otro adoptado antes de que se hubiera interpuesto la demanda de impugnación.
Si la revocación o sustitución hubiera tenido lugar después de la interposición,
el juez o jueza dictará auto de terminación del procedimiento por desaparición sobrevenida
del objeto. Lo dispuesto en este apartado se entiende sin perjuicio del derecho
del que impugne a instar la eliminación de los efectos o la reparación de los daños que
el acuerdo le hubiera ocasionado mientras estuvo en vigor”. Por su parte, el apartado
3 del artículo 204 de la LSC dispone que: “Tampoco procederá la impugnación de
acuerdos basada en los siguientes motivos:
a) La infracción de requisitos meramente procedimentales establecidos por la Ley,
los estatutos o los reglamentos de la junta y del consejo, para la convocatoria o
147

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
la constitución del órgano o para la adopción del acuerdo, salvo que se trate de
una infracción relativa a la forma y plazo previo de la convocatoria, a las reglas
esenciales de constitución del órgano o a las mayorías necesarias para la adopción
de los acuerdos, así como cualquier otra que tenga carácter relevante.
b) La incorrección o insuficiencia de la información facilitada por la sociedad en
respuesta al ejercicio del derecho de información con anterioridad a la junta,
salvo que la información incorrecta o no facilitada hubiera sido esencial para el
ejercicio razonable por parte de la persona accionista o socia media, del derecho
de voto o de cualquiera de los demás derechos de participación.
c) La participación en la reunión de personas no legitimadas, salvo que esa participación
hubiera sido determinante para la constitución del órgano.
d) La invalidez de uno o varios votos o el cómputo erróneo de los emitidos, salvo
que el voto inválido o el error de cómputo hubieran sido determinantes para la
consecución de la mayoría exigible”.
Así mismo el precepto especifica que: “Presentada la demanda, la cuestión sobre el
carácter esencial o determinante de los motivos de impugnación previstos en este
apartado se planteará como cuestión incidental de previo pronunciamiento”.
Además, la propia LCE (en el artículo 41.2 in fine) establece que si fuera posible eliminar
la causa de impugnación, el juzgado de lo mercantil otorgará un plazo razonable
para que aquella pueda ser subsanada. De ese modo, la propia asamblea general
puede subsanar los defectos de sus acuerdos antes de su impugnación, por medio de
un nuevo acuerdo adoptado en otra asamblea general, en la que se deje sin efecto el
acuerdo que pueda resultar impugnable. Con la subsanación, se trata de eliminar los
defectos que hacían impugnable el acuerdo. Cuando los acuerdos adolezcan de algún
vicio de forma, para dejarlo sin efecto es necesario un nuevo acuerdo con el mismo
contenido que el anterior, ajustándose a la Ley y los estatutos. La subsanación
prevista en la Ley consiste en definitiva en una renovación de un negocio jurídico
anterior por medio de su sustitución.
b) Respecto a la legitimación para impugnar los acuerdos sociales, al unificarse todos
los casos de impugnación bajo un régimen general de anulación, ya no varía dependiendo
de que se trate de acuerdos nulos o anulables, siendo coincidente tanto la
legitimación para ejercitar la acción de impugnación como el plazo de ejercicio de
la acción. Así, la acción de impugnación podrá ser ejercitada por todas las personas
socias, por las administradoras, por los miembros de la comisión de vigilancia y por
cualquier tercera persona no socia con interés legítimo, y caducará en el plazo de un
año (artículo 41.3 LCE). Ello significa que los acuerdos que no sean impugnados
dentro de ese plazo quedan sanados y convalidados, con excepción de los acuerdos
que, por su causa o contenido, resulten contrarios al orden público. En efecto, excepcionalmente,
para los acuerdos que resulten contrarios al orden público el transcurso
del tiempo no tendría efectos sanadores, ya que se trata de acuerdos viciados por una
nulidad radical, en cuyo caso, la acción no caducará ni prescribirá. El concepto de
“orden público” no aparece definido de forma clara en nuestra doctrina y jurisprudencia,
si bien nos parece relevante lo manifestado por el TS en la sentencia de 28
de noviembre de 2005, y, en particular, la referencia a que el concepto de orden pú-
148

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
blico, como límite de la autonomía privada ofrece ciertas dificultades de fijación, y
presentado como excepción a la regla de caducidad de las acciones de impugnación
debe ser aprehendido en sentido restrictivo, pues de otro modo pudiera suceder que
un concepto lato generara tal ampliación de las posibilidades de impugnación que
bien pudiera destruirse la regla de caducidad de la acción de impugnación, establecida
en seguridad del tráfico. Con la más autorizada doctrina, podría pensarse que
en la disciplina legal de la sociedad anónima cabría encontrar el orden público en
los principios configuradores de la sociedad, afirmación esta que se puede extender
respecto de las cooperativas y sus principios configuradores.
Salvo en el supuesto indicado, los plazos de caducidad se computarán desde la fecha
de adopción del acuerdo o, en caso de estar el mismo sujeto a inscripción en el registro
de cooperativas de Euskadi, desde la fecha en la que se haya inscrito (art. 41.4 de
la LCE. En el mismo sentido, el artículo 205.2 de la LSC).
c) En cuanto al procedimiento de impugnación de acuerdos, señalar que es materia
procesal, sobre la que el Estado tiene competencia legislativa exclusiva (art. 149.1.6ª
CE): De ahí que las leyes cooperativas españolas, incluida la LCE (artículo 41.5),
remitan, salvo alguna especialidad muy concreta, al articulado de la LSC, si bien
la referida norma en su artículo 207.1 establece que: “Para la impugnación de los
acuerdos sociales, se seguirán los trámites del juicio ordinario y las disposiciones
contenidas en la Ley de Enjuiciamiento Civil”, es decir, los artículos 399 a 436,
resultando competente para conocer la demanda el Juez de lo Mercantil con jurisdicción
en el lugar donde la sociedad tenga su domicilio o, de existir una cláusula
estatutaria de sometimiento a arbitraje, el árbitro designado por el Consejo Superior
de Cooperativas de Euskadi, que puede intervenir, según lo previsto en el artículo
165.2 f) I de la LCE (redactado de conformidad con el criterio introducido por la
STS de 18 de abril de 1998, reiterado en las posteriores SSTS de 30 de noviembre
de 2001 o de 9 de julio de 2007), “por vía de arbitraje en las cuestiones litigiosas que
se susciten entre las cooperativas, entre estas y sus personas socias, o en el seno de
las mismas entre personas socias, cuando ambas partes lo soliciten o estén obligadas
a ello a tenor de sus estatutos, reglamento interno o por cláusula compromisoria. En
todo caso, la cuestión litigiosa debe recaer sobre materias de libre disposición por las
partes conforme a derecho y afectar primordialmente a la interpretación y aplicación
de principios, normas, costumbres y usos de naturaleza cooperativa”. En todo caso,
y tal como señala el precepto de la LCE referido, en su apartado II, “las personas
socias de las cooperativas, cualquiera que sea su clase, antes de acudir para la resolución
de los conflictos que se puedan suscitar entre ellas y la cooperativa, derivados
de su condición de tal, a la jurisdicción competente o a la resolución extrajudicial,
deberán agotar previamente la vía interna cooperativa establecida en la presente ley,
en sus normas de desarrollo, en los estatutos sociales o en las normas internas de la
cooperativa”.
En lo relativo a la solicitud de suspensión del acuerdo impugnado se establece una
regla especial respecto a las sociedades de capital, de manera que para que sea posible
solicitar la suspensión se exige que quien demande sea la Comisión de Vigilancia
o personas socias que representen al menos un 10% del número de votos en cooperativas
de más de 50 personas socias, un 15% en las cooperativas de entre 10 y 50
149

LOS ÓRGANOS DE LA COOPERATIVA: DE LA ASAMBLEA GENERAL
personas socias y el 20% en cooperativas de menos de 10 personas socias (art. 41. 5
in fine).
d) Respecto de los efectos de la sentencia estimatoria de impugnación, el art. 41.6 de
la LCE establece que producirá efectos frente a todas las personas socias, pero que
no afectará a los derechos adquiridos por las terceras personas de buena fe. Cuando
los acuerdos afectados estén inscritos en el registro de cooperativas, la sentencia
determinará además la cancelación de su inscripción, así como la de los asientos
posteriores que resulten contradictorios. Para que la declaración de nulidad tenga
reflejo en los asientos registrales será necesario aportar un testimonio de la sentencia
o en su caso, el texto íntegro correspondiente al laudo recaído suscrito por el órgano
de arbitraje.
e) Sobre el significado práctico de la norma, señalar que los destinatarios principales de
la misma son los legitimados activos y pasivos para la impugnación de los acuerdos
de la asamblea. Dentro de los primeros, cabe mencionar a las personas socias, a las
administradoras, a los miembros de la comisión de vigilancia y a cualquier tercero
persona no socia con interés legítimo. Por su parte, la legitimación pasiva recae
sobre la propia sociedad. Asimismo, son destinatarios destacados de la norma los
jueces y juezas y los órganos de arbitraje, que deben resolver las impugnaciones.
5.10.3 Otra normativa aplicable
En cuanto a otra normativa aplicable, el propio artículo de la LCE, en los apartados 2º y
5º, remite a la normativa contenida en la Ley de sociedades de capital, que, a su vez, señala
que para la impugnación de los acuerdos sociales se seguirán los trámites del juicio ordinario
y las disposiciones contenidas en la Ley de Enjuiciamiento Civil, es decir, los artículos
399 a 436 de la LEC. Además, si por existir cláusula estatutaria de sometimiento a arbitraje,
resolviese la impugnación del acuerdo de la asamblea el órgano de arbitraje designado por
el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, será también de aplicación el Reglamento
del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi sobre procedimientos de resolución de
conflictos en las cooperativas vascas de 27 de enero de 2012.
150

6. DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN
DE LA COOPERATIVA *6
6.1 Introducción
La configuración legal del órgano de administración tiene un protagonismo de primer orden
en cualquier ley que regule una sociedad. En este sentido ya la propia Exposición de
Motivos de la Ley señala como uno de los aspectos relevantes de su articulado las modificaciones
en la regulación del órgano de administración y gestión.
La nueva ley reitera esa centralidad de la figura del órgano de administración con la delimitación
clara e inequívoca de las competencias que le corresponden al reservar a las personas
administradoras en exclusiva la gestión y representación de la cooperativa, y confiarles
además todas las facultades que no estén expresamente reservadas por la ley o los estatutos a
otros órganos sociales -art.42.1 Ley de Cooperativas de Euskadi, en adelante LCE-.
Se adopta, por tanto, una técnica ya asentada por la legislación societaria más general. en
garantía tanto de la seguridad del tráfico como del logro de una gestión eficiente, recurriendo
a una configuración jurídica de este órgano de probada trayectoria y fácilmente reconocible
en el mercado.
Si bien se mantienen normas específicas que reflejen las peculiaridades del hecho cooperativo,
se sigue el camino, ya iniciado por la ley precedente, de aproximar el régimen de los
órganos sociales con el establecido para las sociedades de capital.
No obstante, el paso del tiempo y la propia evolución técnica y social había dejado la
norma cooperativa algo anticuada y necesitada de modernización. De hecho, la regulación
mercantil de referencia en materia de órganos sociales, la Ley de Sociedades de Capital (en
adelante LSC), ya en 2014 fue objeto de una importante reforma y modernización en materia
de gobierno corporativo y se ha aprovechado la redacción de esta nueva ley para incorporar
ciertas novedades allí introducidas y para mejorar y poner al día la regulación del órgano de
administración de la sociedad cooperativa.
Las cooperativas compiten también en complejos mercados globalizados, que obligan a
extremar la eficiencia y exigen una gestión profesional, ágil, pero también diligente y leal.
No pueden quedar al margen de las exigencias de buen gobierno corporativo aplicadas ya en
el ámbito de las sociedades de capital, tanto anónimas como de responsabilidad limitada. La
falta de capacidad técnica de quienes integran el consejo rector, la deficiencia de los mecanismos
de control, las inseguridades respecto del régimen de responsabilidad, han lastrado
en ocasiones el buen funcionamiento de las cooperativas y, con ello, su competitividad. De
ahí la necesidad de una intervención legislativa que mejorara el régimen de la derogada ley.
Con todo, cuando la doctrina ha abordado la aplicación a las cooperativas de los principios
de buen gobierno corporativo, lo ha hecho advirtiendo de que el acercamiento a las normas
aplicables a las sociedades de capital ha de hacerse con cautela, teniendo en cuenta las singularidades
del hecho cooperativo. Ese buen gobierno debería conseguir un buen equilibrio
* Comentario realizado por María Pilar Rodríguez Álvarez y Rosa Otxoa-Errarte Goikoetxea, profesoras
de derecho mercantil en el Departamento de Derecho de la Empresa y Derecho Civil de la UPV-EHU.
151

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
entre eficiencia económica y salvaguarda de la identidad cooperativa, muy singularmente
de su funcionamiento democrático y el respeto a los principios cooperativos, a los que hace
referencia el artículo 1 de la Ley, y que son parte integral del régimen jurídico de las cooperativas.
No puede soslayarse que, del acierto en la gestión y la capacidad de liderar el proyecto
cooperativo compartido, por parte de las personas administradoras, dependerá su éxito y una
adecuada regulación legal debe contribuir en lo posible a su consecución.
Encontramos la regulación aplicable al órgano de administración en el capítulo V sección
2ª, que consta de once artículos que van del 42 al 52 ambos inclusive.
Artículo 42. Las personas administradoras. Naturaleza y competencias
Artículo 43. Elección de las personas administradoras
Artículo 44. Incapacidad y prohibiciones
Artículo 45. Remuneración
Artículo 46. Duración y cese
Artículo 47. Composición y renovación del consejo rector
Artículo 48. Funcionamiento del consejo rector
Artículo 49. Deberes de las personas administradoras
Artículo 50. Responsabilidad de las personas administradoras
Artículo 51. Acciones de responsabilidad contra las personas administradoras
Artículo 52. Impugnación de acuerdos de las personas administradoras
Entre las innovaciones más significativas que se incorporan a su articulado, además de la
utilización generalizada de un lenguaje inclusivo en relación a las personas administradoras,
destacan las siguientes;
La previsión de una mayor profesionalidad del órgano de gestión, elevando hasta una tercera
parte el límite de participación de las personas no socias (frente a la cuarta parte de la
Ley de 1993) o permitiendo que la función de secretaria o secretario recaiga en profesionales
no consejeros, la incorporación de la posibilidad de nombrar consejeras o consejeros por
cooptación, la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación,
para facilitar y agilizar la participación en las reuniones, así como el perfeccionamiento
del régimen de deberes, introduciendo la regulación específica de los deberes de diligencia
y lealtad de las personas administradoras y el correlativo régimen de responsabilidad, incluyendo
el de las acciones para su exigencia. También resulta novedosa la referencia a la
presencia equilibrada de hombres y mujeres en el órgano de gobierno de las cooperativas.
Se introducen relevantes innovaciones en cuanto al régimen de remuneración, aunque se
parte del principio de gratuidad del cargo, dejando en manos de los estatutos la determinación
de los criterios a los que responda y de la asamblea la fijación de su importe anual, pero
exigiendo que la remuneración debe guardar una proporción razonable con la importancia
de la cooperativa, con la situación económica que tuviera en cada momento y con las prestaciones
efectivas realizadas por las personas administradoras en el desempeño del cargo.
Por último y en correlación con lo dispuesto para los acuerdos de la asamblea general, se
152

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
ha procedido a la modificación del régimen de impugnación de acuerdos del órgano de administración
en cuanto a supuestos, legitimación, plazos y caducidad.
6.2 Las personas admnistradoras. Naturaleza y competencias
Artículo 42. Las personas administradoras. Naturaleza y competencias
1.- Las personas administradoras son el órgano al que corresponde en exclusiva la gestión
y representación de la cooperativa, y ejercen además todas las facultades que
no estén expresamente reservadas por la ley o los estatutos a otros órganos sociales.
2.- Los estatutos deberán determinar el modo en que se ejerza la representación atribuida
a las personas administradoras, que se extenderá, en juicio o fuera de él, a
todos los actos comprendidos en el objeto social. Cualquier limitación estatutaria de
las facultades representativas de las personas administradoras será ineficaz frente
a terceras personas no socias. La cooperativa quedará obligada frente a terceras
personas no socias que hayan obrado de buena fe y sin culpa grave, aunque se desprenda
de los estatutos que el acto no está comprendido en el objeto social.
6.2.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
La nueva Ley no modifica ni las funciones, ni las competencias del órgano de administración
que había definido su antecesora. Le corresponde, “en exclusiva”, la gestión y representación
de la cooperativa y goza, además, de una competencia residual, que abarca todas las
facultades que “no estén expresamente reservadas por la ley o los estatutos a otros órganos
sociales”.
Respecto del ámbito del poder de representación, se mantiene, también, el delimitado por
el objeto social, siendo ineficaz frente a terceros cualquier limitación estatutaria del mismo.
Además, la cooperativa responde ante los terceros aun cuando las personas administradoras
se excedan del ámbito definido por el objeto social y recogido en los estatutos, siempre que
hayan actuado de buena fe y sin culpa grave; aunque se desprenda de los estatutos que el acto
no está comprendido en el objeto social.
6.2.2 Comentario general y significado práctico
6.2.2.1 Comentario general
6.2.2.1.1. Las funciones del órgano de administración son la gestión de la cooperativa
(tanto de la actividad cooperativizada, como de la persona jurídica) y la representación de la
misma, esto es, la de establecer relaciones con terceros que vinculan a la cooperativa. Ambas
en “exclusiva”, lo que excluiría la intervención de la asamblea en asuntos de gestión. Además,
como se ha indicado, la Ley mantiene la atribución a las personas administradoras de
todas las facultades no expresamente reservadas por la Ley o los estatutos a otros órganos.
Quien legisla no ha seguido en este caso la senda del más moderno derecho de sociedades de
capital, donde expresamente se establece que, incluso en ausencia de habilitación estatutaria, la
153

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
junta está capacitada con carácter general para intervenir en asuntos de gestión. El art. 161 de
la LSC establece dos vías para esa intervención. Por una parte, la impartición de instrucciones
a las personas administradoras, requiriendo de ellas la realización de determinados actos o
estableciendo las pautas a seguir en su ejecución; eso sí, sin interferir en el ámbito externo
o de representación. Y por otra, la imposición de su autorización para la conclusión de
determinadas operaciones que, en principio, pertenecerían al ámbito de decisión de las personas
administradoras. Únicamente cuando los estatutos dispongan lo contrario, le estarán vedadas a
la junta estas atribuciones.
Esta competencia “omnicomprensiva” de la junta se recogió inicialmente para la sociedad
de responsabilidad limitada en la ley de 1995, y se extendió a todas las sociedades de capital
con la reforma de la LSC en materia de gobierno corporativo de 2014.
Otras leyes de cooperativas en vigor como la valenciana (art. 41), la catalana (art.53) o la
extremeña (art. 39.1) prevén también la intervención de la junta en asuntos de gestión aún
sin habilitación estatutaria; posibilidad que ya está presente en la ley estatal 27/1999 de Cooperativas,
que dispone que “salvo disposición contraria de los estatutos, la asamblea general
podrá impartir instrucciones al consejo rector o someter a autorización la adopción por dicho
órgano de decisiones o acuerdos sobre determinados asuntos” (art. 21.1.II).
El legislador vasco ha preferido mantener una mayor autonomía del órgano de administración,
que goza de exclusividad tanto en lo referente a los actos de gestión ordinaria, como a
los de carácter extraordinario por su trascendencia o su excepcionalidad. Las cooperativas
vascas no pueden articular, ni siquiera por vía estatutaria (vid. arts. 40.1 y 33.4), la intervención
o la influencia de las personas socias en la gestión, ya que ésta compete de manera
exclusiva a dicho órgano (con la excepción de lo establecido en el art. 33.3. i) de la Ley). A
los socios solo les quedará, por tanto, la vía de la sumisión voluntaria a la junta de asuntos de
gestión por propia iniciativa de las personas administradoras.
6.2.2.1.2. Lo que sí corresponde regular a los estatutos es el ejercicio del poder de representación,
que podrá atribuirse al consejo rector como tal, a su presidenta o presidente, a
una o varias personas consejeras delegadas o una comisión ejecutiva.
Ese poder de representación se extiende a todos los actos comprendidos en el objeto social
delimitado en los estatutos. Las eventuales limitaciones podrán tener una eficacia interna,
pero no pueden hacerse valer frente a terceros, que por razones de seguridad del tráfico jurídico
quedarán protegidos, sin necesidad de verse abocados a consultar la extensión de las
facultades representativas en el correspondiente registro.
Pero la Ley va más allá, y es que, aunque quien contrate en nombre de la cooperativa se
exceda de ese ámbito definido por el objeto social, la cooperativa quedará vinculada frente a
terceros que hayan obrado de buena fe y sin culpa grave. Buena fe que se presume, y que no
quedará desvirtuada por el hecho de que el objeto social figure en los estatutos y, por tanto,
en el registro de cooperativas y del mismo se desprenda que el acto de representación es
ajeno al mismo.
Ahora bien, por un lado, el o la representante deberán estar legitimados para actuar en
nombre de la cooperativa, y, por otro, el tercero debe ser merecedor de protección, no siéndolo
quien actúa con conocimiento de la extralimitación o en colusión fraudulenta con la
154

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
persona administradora. Extremos estos últimos, que deberá probar la cooperativa. Tampoco
protege la ley al tercero que haya actuado con culpa grave, esto es, cuando hubiera debido suponer
la existencia de la extralimitación aplicando la diligencia exigible a cualquier persona.
6.2.2.2 Significado práctico
Los destinatarios de esta norma son tanto la propia cooperativa, como las personas administradoras
y las terceras que contraten con aquella. La primera porque dibuja un marco básico
para configurar su estructura orgánica, determinando en buena parte el reparto competencial
entre sus órganos necesarios. Las segundas porque define su función y posición jurídica
en la cooperativa. Y, finalmente, las terceras porque configura el ámbito de representación
que corresponde a las personas administradoras cuando actúan en nombre de la cooperativa.
A la hora de elaborar los estatutos sociales habrá de tenerse en consideración que, si se
quiere dar un mayor protagonismo a la asamblea, deberán asignársele expresamente facultades
no encomendadas a ningún otro órgano, puesto que de lo contrario corresponderán
al órgano de administración. Órgano al que este artículo asigna en exclusividad la gestión
y la representación, sin que ello pueda ser alterado en vía estatutaria. Cabría únicamente
una interpretación amplia del art. 33.3 i), que deja en manos de la asamblea “toda decisión
que suponga, según sus estatutos, una modificación sustancial en la estructura económica,
organizativa o funcional de la cooperativa”. Solo por esta vía podrían quedar en manos de la
asamblea modificaciones que supongan actos de administración extraordinaria (enajenación
de centro de trabajo, o de otros bienes, derechos o actividades que supongan una alteración
sustancial, etc.)
También corresponde a los estatutos determinar el modo en que se ejerce la representación,
de forma que puede corresponder al propio consejo, cuando proceda, a su presidente o
presidenta, vicepresidente o vicepresidenta o a una o varias personas consejeras delegadas.
Estas últimas opciones se explican por razones de agilidad en el desempeño de la actividad
representativa.
Eventuales limitaciones estatutarias del ámbito de representación delimitado por el objeto
social serán inoponibles a terceros. Las mismas razones de seguridad del tráfico jurídico que
explican esta ineficacia, explican también que la cooperativa quede incluso obligada frente a
terceros de buena fe por actos de los administradores ajenos al objeto social.
La norma es aplicable a cualquier tipo de cooperativa.
6.2.3 Otra normativa aplicable
Como ya se ha apuntado, la Ley 27/1999, de Cooperativas regula de manera diferente
varios de los aspectos recogidos en la norma que glosamos. Su art. 21.1 ya dice que la asamblea
general “fijará la política general de la cooperativa” y también que “salvo disposición
contraria de los estatutos, la asamblea general podrá impartir instrucciones al consejo rector
o someter a autorización la adopción por dicho órgano de decisiones o acuerdos sobre determinados
asuntos”. La ley vasca (art. 33.4) solo permite a la asamblea “debatir sobre cuantos
asuntos sean de interés para la cooperativa”, no así adoptar acuerdos obligatorios en materias
de competencia exclusiva de los administradores, como es la gestión, sin excepciones.
155

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
Distinta es también la decisión sobre la atribución del poder de representación en caso de
que el órgano de administración sea el consejo rector. Son el presidente del consejo, o el
vicepresidente en su caso, quienes ostentan esa facultad (art. 32.2 de la Ley).
En cuanto al ámbito de representación, definido también por el objeto social, no precisa la
ley 27/1999 que los terceros estén también protegidos cuando la actuación de los administradores
trascienda ese límite, cosa que sí hizo la ley vasca de 1993 y mantiene la nueva ley.
A diferencia de la ley vasca, la regulación estatal no exige buena fe en el tercero protegido,
por lo que, en su caso, sería necesario acudir al principio general del derecho privado que
condiciona la protección de los terceros, en estos casos, a su buena fe.
En cualquier caso, la ley 27/1999 no completa ni añade nada a lo establecido por la ley
vasca en este punto.
6.3 Elección de las personas administradoras.
Artículo 43.-Elección de las personas administradoras.
1.- Las personas administradoras se configuran como un órgano colegiado con el
nombre de consejo rector. No obstante, cuando el número de personas socias de
la cooperativa no sea superior a diez, los estatutos podrán prever la existencia de
administrador o administradora única.
Los estatutos fijarán el número de personas administradoras o, al menos, su número
máximo y mínimo, en cuyo caso será la asamblea general la que lo precise.
2.- El administrador o administradora única deberá ser persona socia cooperadora.
En el consejo rector, una tercera parte de sus miembros podrá ser elegida entre
personas no socias, salvo prohibición expresa de los estatutos.
3.- Las personas administradoras serán elegidas por la asamblea general, por el mayor
número de votos válidamente emitidos en votación secreta.
Cuando en el consejo rector de la cooperativa se hayan establecido reservas de
puestos conforme a lo previsto en el artículo 47.6, salvo disposición contraria de los
estatutos, cada colectivo de personas socias afectado tendrá derecho a elegir directamente
en la asamblea el número de consejeros o consejeras que le corresponda,
sin intervenir en la elección de las restantes personas miembros del consejo.
4.- En caso de ser designada administradora una persona jurídica, esta deberá nombrar
a una persona física para el ejercicio de las funciones propias del cargo.
5.- El nombramiento de las personas administradoras surtirá efecto desde el momento de
su aceptación, y deberá ser presentado a inscripción en el Registro de Cooperativas
de Euskadi dentro de los 30 días siguientes a la fecha de aquella.
6.- El órgano de administración podrá conferir y revocar apoderamientos generales a una
o varias personas responsables de la dirección o gerencia, cuyas facultades serán las
otorgadas en la escritura de poder, que solo podrá referirse al tráfico ordinario de la
cooperativa. Tanto el nombramiento como el apoderamiento y su revocación deberán
inscribirse en el Registro de Cooperativas de Euskadi. El órgano de administración
también podrá conferir apoderamientos singulares a cualquier persona.
156

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
7.- Si durante el plazo para el que fueron elegidas consejeras o consejeros se produjesen
vacantes en número minoritario, sin que existieran suplentes, el consejo rector
podrá designar entre las personas socias la persona que haya de ocupar la vacante
hasta que se reúna la primera asamblea general.
6.3.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
6.3.1.1. La nueva Ley sigue manteniendo al consejo rector como fórmula prevalente de
organización de la gestión y representación de la cooperativa, con la excepción de las
cooperativas de diez o menos personas socias, cuyos estatutos pueden prever la existencia
de administrador o administradora única. La novedad radica en que invoca expresamente a
los estatutos, que deben fijar el número de personas administradoras o su número máximo
y mínimo, en cuyo caso será la asamblea general la que lo precise.
6.3.1.2. El administrador o administradora única, cuando lo haya, deberá ser una persona
socia cooperadora. Se clarifica así la tipología de socia sobre la que puede recaer el nombramiento.
6.3.1.3. Mayor trascendencia tiene el incremento del número de personas consejeras no
socias, que pasa de un cuarto a un tercio. La exposición de motivos de la ley ya indica que
la profesionalización del órgano de gestión es uno de sus objetivos. Hay que tener presente
que las cooperativas compiten en complejos mercados globalizados, que obligan a extremar
la eficiencia y exigen una gestión profesional, ágil, y también diligente y leal.
6.3.1.4. Se incorpora la posibilidad de que el consejo rector designe directamente a sus
miembros cuando se produzcan vacantes en número inferior a la mitad de sus miembros y
no haya suplentes, designación que será válida hasta que se reúna la asamblea general. Se
pretende así favorecer el funcionamiento del consejo.
6.3.1.5. Por último, se establece que el órgano de administración, no solo el consejo rector,
podrá conferir y revocar apoderamientos generales o una o varias personas responsables
de la dirección o gerencia, cuyas facultades serán las otorgadas en la escritura de poder,
que solo podrá referirse al tráfico ordinario de la cooperativa. El nombramiento, el apoderamiento
y también su revocación, no mencionada en la ley derogada, deben ser inscritos
en el Registro de Cooperativas. También puede conferir apoderamientos singulares, no
sometidos a la obligación de inscripción.
6.3.2 Comentario general y significado práctico
6.3.2.1 Comentario general.
6.3.2.1.1. A parte de lo establecido en el art. 44 sobre incapacidad y prohibiciones, la
Ley no establece requisitos para ser miembro del consejo rector o persona administradora
única; aunque los estatutos sí pueden modular las condiciones y requisitos para ser
administrador o administradora (antigüedad en la cooperativa, desarrollo de la actividad
cooperativizada, etc.).
157

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
Si bien la Ley apuesta por una mayor profesionalización ampliando el porcentaje de consejeras
o consejeros no socios, mantiene la posibilidad de que los estatutos prohíban expresamente
el nombramiento de personas administradoras no socias. Será la realidad de cada
cooperativa la que aconseje priorizar el principio de gestión democrática de las personas
socias o dar entrada a terceras independientes que aporten una gestión más plural, independiente
y profesional.
La presencia de personas no socias no se condiciona a que se trate de personas “cualificadas
y expertas” como hace la Ley 27/1999; o a que reúnan los requisitos de honorabilidad,
cualificación profesional y experiencia técnica o empresarial adecuados en relación con las
funciones del órgano, como se exige a los miembros terceros en el consejo de vigilancia y
propuso el CES (en adelante, Consejo Económico y Social) en su informe al anteproyecto.
Las características propuestas por este organismo se han entendido como máximos exigibles,
deseables en todo caso, pero no siempre posibles para todo tipo de cooperativa. Su
exigencia impediría, se ha dicho, la incorporación al consejo de personas con cualificación
profesional y técnica, pero sin experiencia. Sin embargo, siendo la finalidad de la norma
la profesionalización del órgano de administración, no parece razonable prescindir absolutamente
del criterio de la cualificación. Son los estatutos los que pueden establecer ese
requisito, garantizando así la consecución del objetivo pretendido por la Ley.
6.3.2.1.2. Se mantiene la previsión de que las personas administradoras serán elegidas
por la asamblea general por mayoría de votos válidamente emitidos en votación secreta
(mayoría simple). Y también la de que si se han establecido reservas de puestos conforme
a lo establecido en el art. 47.6, cada colectivo pueda elegir directamente el número de consejeras
o consejeros que le corresponda; siempre que los estatutos no dispongan otra cosa.
Además de las reservas de puestos en función de la implantación geográfica, actividades
desarrolladas y clases de personas socias, la nueva Ley incorpora la perspectiva de género,
que los estatutos podrán tener en cuenta para conseguir una “representación equilibrada de
mujeres y hombres” (vid. art. 47.6).
Del mismo modo se mantiene la posibilidad de designar administradora a una persona
jurídica, que deberá nombrar a una persona física que ejercerá sus funciones en nombre y
representación de aquella ( art.51.4 del Reglamento del Registro de Cooperativas).
6.3.2.1.3. El nombramiento surte efecto desde el momento de la aceptación, si bien debe
ser inscrito en el Registro de Cooperativas de Euskadi en los 30 días siguientes a dicha
aceptación. Los efectos de publicidad material, oponibilidad y publicidad negativa se producirán
desde esa inscripción.
A estos efectos es también importante la inscripción de los apoderamientos que el órgano
de administración confiera y revoque. Los generales, que solo pueden referirse al tráfico
ordinario de la cooperativa, deben ser inscritos en el Registro, mientras los singulares
pueden, pero no deben, serlo (art. 65 del Reglamento).
6.3.2.1.4. Como ya se ha indicado, la Ley ha incorporado la opción de que, en caso de
vacantes sin suplencia prevista, sea el propio consejo quien designe a las personas que las
ocupen hasta la celebración de la siguiente asamblea general. No establece la ley que estas
personas consejeras nombradas por el consejo rector hayan de ser socias, como sí hace, por
ejemplo, la LSC para el caso de la cooptación en los consejos de administración de las so-
158

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
ciedades anónimas (art. 244 LSC). En cualquier caso, siendo prerrogativa de los estatutos
prohibir la presencia de personas consejeras no socias, entendemos que podrán exigir que
las nombradas por cooptación lo sean.
6.3.2.2 Significado práctico
La cooperativa es la principal destinataria de este precepto. A la hora de la elaboración de los
estatutos son varios los aspectos relacionados con este artículo que han de ser tenidos en cuenta.
En primer lugar, la posibilidad de exigir determinadas condiciones o requisitos para formar parte
del órgano de administración; en segundo, la de prohibir que puedan nombrarse administradoras
o administradores no socios; en tercer lugar, en el caso de tratarse de una cooperativa de diez o
menos personas socias, la de nombrar una única administradora, que habrá de ser socia cooperadora.
En este último supuesto, y como permite la LSC (art. 210.3) en el caso de las sociedades
de responsabilidad limitada, parece posible prever la constitución de un consejo rector cuando se
supere la cifra de diez personas socias. De esta forma no sería necesario modificar los estatutos
si la incorporación de nuevas personas socias obliga a la cooperativa a modificar la estructura
del órgano de administración.
La ley no regula el proceso electoral, por lo que deben ser los estatutos de las cooperativas
los que establezcan las normas de desarrollo de ese proceso.
6.3.3 Otra normativa aplicable
La ley estatal tampoco en este caso aporta nada ni complementa la ley vasca. La regulación
difiere, fundamentalmente y como ya se ha indicado, en los requisitos exigidos a las personas
administradoras no socias, que deberán ser “cualificadas y expertas”. Este requisito aparece
también en otras leyes autonómicas como la navarra (art. 37.3) o, más recientemente, la
extremeña (art. 50.5).
La ley estatal exige, por otra parte, habilitación estatutaria para la elección de personas
consejeras externas y les impide el acceso a los cargos de presidencia a vicepresidencia.
6.4 Incapacidad y prohibiciones
Artículo 44.- Incapacidad y prohibiciones.
1. No podrán ser administradoras las siguientes personas:
a) Las menores de edad no emancipadas, las judicialmente incapacitadas, las personas
inhabilitadas conforme a la Ley Concursal, mientras no haya concluido
el periodo de inhabilitación fijado en la sentencia de calificación del concurso,
y las condenadas por delitos contra la libertad, contra el patrimonio o contra el
orden socioeconómico, contra la seguridad colectiva, contra la Administración
de Justicia, o por cualquier clase de falsedad, así como aquellas que por razón
de su cargo no puedan ejercer el comercio.
b) El personal funcionario o al servicio de la Administración pública con funciones
a su cargo que se relacionen con las actividades propias de las sociedades de
159

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
que se trate, los jueces, juezas, magistrados o magistradas y las demás personas
afectadas por una incompatibilidad legal.
c) Las que desempeñen o ejerzan por cuenta propia o ajena actividades competitivas
a las de la cooperativa, o que bajo cualquier forma tengan intereses opuestos a los
de la misma, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 49.4 de esta ley.
d) Las que sean miembros de la comisión de vigilancia y del comité de recursos, y
las personas directoras gerentes.
e) Las incursas en los supuestos estatutariamente previstos.
2. El administrador o administradora que estuviese incurso en cualquiera de las incapacidades
o prohibiciones de este artículo deberá dimitir inmediatamente. No
obstante, podrá ser suspendido temporalmente en el ejercicio de su cargo, hasta la
celebración de la siguiente asamblea general, por la comisión de vigilancia, y si no
la hubiera por el consejo rector. La asamblea general, siempre que se haya producido
la suspensión cautelar o a petición de cualquier persona socia, procederá a la
destitución del administrador o administradora, a excepción del caso previsto en el
apartado c), en que la asamblea general decidirá libremente su cese o continuidad.
6.4.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
6.4.1.1. En primer lugar, se ha reformulado el artículo adaptándolo a la normativa vigente;
desaparece así la referencia a la quiebra, estableciendo que no podrán ser administradoras
las personas inhabilitadas conforme a la Ley Concursal mientras no haya concluido el periodo
de inhabilitación fijado en la sentencia de calificación del concurso.
6.4.1.2. Las personas judicialmente incapacitadas siguen sin poder ser administradoras, sin
embargo hay una flexibilización del régimen anterior en el caso de las menores. El art. 44
limita la prohibición para ser administradoras a las personas menores no emancipadas, así
pues, las menores emancipadas sí podrán serlo. Quien legisla ha adoptado la formulación
que recoge la LSC para las personas admnistradoras de las sociedades anónimas y limitadas.
6.4.1.3. Siguiendo también la LSC, se han acotado las vulneraciones de “leyes o disposiciones
sociales” que llevan aparejada la prohibición de ser administradora. Son los delitos
contra la libertad, contra el patrimonio o contra el orden socioeconómico, contra la seguridad
colectiva, contra la Administración de Justicia, o cualquier clase de falsedad.
6.4.1.4. La prohibición afecta también a quienes no puedan “ejercer el comercio”. Se ha
modificado la referencia de la ley derogada a las “actividades económicas lucrativas”.
6.4.1.5. Al personal funcionario o al servicio de la Administración pública con funciones a
su cargo que se relacionen con las actividades propias de las sociedades de que se trate se
añaden los jueces, juezas, magistrados y magistradas y las demás personas afectadas por
una incompatibilidad legal.
6.4.1.6. Respecto de quienes desempeñen por cuenta propia o ajena actividades competitivas
a las de la cooperativa, o tengan intereses opuestos a la misma, cabe la posibilidad
de que, previo acuerdo expreso de la asamblea general, la cooperativa les dispense de la
prohibición en casos singulares (art. 49.4 de la Ley). En situaciones de conflicto no podrán
tomar parte en las votaciones correspondientes.
160

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.4.2 Comentario general y significado práctico
6.4.2.1 Comentario general
6.4.2.1.1. La posibilidad de que las personas menores emancipadas puedan administrar ha
generado controversia en el ámbito de las sociedades de capital, rechazando muchas notarías
y personas registradoras que pudieran ser nombradas administradoras. Ello porque el
art. 323 del Código Civil limita sus facultades de forma que no pueden pedir préstamos o
gravar o enajenar bienes inmuebles y establecimientos mercantiles o industriales u objetos
de extraordinario valor sin consentimiento de sus padres, madres o curadores, en su caso.
Tampoco el art. 4 del Código de Comercio, que para ejercer el comercio exige la mayoría
de edad y la plena disposición de los bienes, avalaría esa posibilidad. Sin embargo, la redacción
de la ley es bastante clara, no se limita la posibilidad de ser administradoras a todas
las personas menores, sino a las menores no emancipadas. Hay que entender, por tanto, que
estas últimas sí pueden serlo. La necesaria interpretación restrictiva de la limitación de la
capacidad de la persona, lo avala.
6.4.2.1.2. La prohibición para aquellas personas que por razón de su cargo no puedan
ejercer el comercio nos remite a los artículos 13. 3º y 14 del Código de Comercio. El
primero de ellos afecta a los miembros del Gobierno y altos cargos de la Administración
General del Estado, arts. 13 y 14 de la Ley 3/2015, de 30 de marzo). El segundo afecta a al
funcionariado del ministerio fiscal en activo, además de los jueces y juezas y magistrados
y magistradas ya mencionados expresamente en el art. 44.1.b) de la Ley; a las jefaturas
gubernativas, económicas y militares de distritos, provincias o plazas; al personal de la
Agencia Estatal de la Administración Tributaria y a las que por leyes o disposiciones especiales
no puedan comerciar en determinado territorio.
6.4.2.1.3. No pueden ser miembros del órgano de administración quienes desempeñen por
cuenta propia o ajena actividades competitivas a las de la cooperativa, o tengan intereses
opuestos a la misma. La Ley no impide que una persona pueda ser administradora o consejera
de varias cooperativas, ni establece un número máximo de cooperativas en las que
pueda desempeñar ese cargo, ni tan siquiera prohíbe de forma absoluta la participación en
actividades que entrañen competencia con la cooperativa; pero sí exige, en el caso de estas
últimas, que haya una autorización o dispensa por parte de la asamblea general en aquellos
supuestos en los que el desarrollo de esas actividades fuera de la cooperativa puedan
implicar un conflicto de intereses. El deber de lealtad exige en estos casos a la persona
administradora (que debe comunicar la situación al consejo rector o a la asamblea, si se
trata de persona administradora única) la abstención en la correspondiente votación (ver
comentario al art. 49 de la Ley).
No pueden formar parte del órgano de administración los miembros de la comisión de
vigilancia y del comité de recursos. Si la comisión de vigilancia asume funciones que suponen
cierta fiscalización del órgano de administración y el comité de recursos resuelve los
recursos que formulan las personas socias frente a las decisiones de las personas administradoras
en el ámbito disciplinario, parece lógico que no se puedan simultanear los citados
cargos. Tampoco pueden ser nombradas administradoras las personas directoras gerentes.
Por último, la Ley permite la incorporación en los estatutos de otros supuestos de prohibición.
161

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.4.2.1.4. Tanto si se ha elegido una persona administradora que esté incursa en unos de los
supuestos de prohibición o incapacidad recogidos en el artículo, como si éstos sobrevienen
con posterioridad, la persona nombrada tiene el deber de dimitir inmediatamente. Si no lo
hace, podrá ser suspendida temporalmente en el ejercicio de su cargo por la comisión de
vigilancia (si no la hubiera por el consejo rector) hasta la siguiente asamblea. Si la comisión
de vigilancia, o el consejo rector no suspenden a la persona administradora, cualquier
persona socia puede solicitar a la asamblea su destitución. En ambos casos, la asamblea
deberá cesar a la persona administradora. La excepción la constituye el supuesto c) del art.
44, en el que la asamblea puede decidir libremente el cese o la continuidad de quien ejerce
por cuenta propia o ajena actividades competitivas o tenga intereses opuestos con los de
la cooperativa. La excepción es coherente con lo establecido en el art. 49.4, que prevé la
dispensa de prohibición para estos casos. Y lo es también con la dificultad, en ocasiones,
de apreciar la existencia y la importancia del conflicto de intereses desde el punto de vista
de los intereses de la cooperativa.
Lógicamente, cualquiera que sea la decisión de la asamblea, puede ser impugnada. Por la
persona administradora, que entienda que no se ha dado el supuesto invocado de prohibición
o incapacidad, cuando se ha acordado el cese. O por quienes entiendan que se lesionan
los intereses de la cooperativa al mantener a una persona que consideran incursa en los
supuestos de prohibición, cuando se ha decidido su continuidad.
La Ley no ha resuelto el problema de la eventual dimisión de la persona administradora
única de la cooperativa.
6.4.2.2 Significado práctico
Destinatarias de la norma son principalmente tanto la cooperativa como sus personas administradoras.
A la asamblea le corresponde velar porque las personas elegidas por ella como
administradoras no estén en alguno de los supuestos de prohibición o incompatibilidad recogidos
en la ley. Y a las personas administradoras considerar la regularidad de su nombramiento
y de su permanencia en el cargo, advirtiendo al consejo rector o a la asamblea de las
posibles situaciones que generen duda al respecto.
Los supuestos de incapacidad o prohibición recogidos en la norma glosada no pueden ser
derogados por los estatutos, que sí podrán ampliar los supuestos de incompatibilidad. Tampoco
cabe modificar vía estatutaria el procedimiento de destitución regulado en el art. 42.2.
El precepto es aplicable a todo tipo de cooperativas. Las cooperativas de viviendas y de
crédito cuentan con sus propias especificidades. Así, en las primeras se impide que una persona
pueda ser administradora de más de una cooperativa de este tipo, salvo que los estatutos
lo admitan de modo expreso. (art.120.1). Y en las segundas que lo pueda ser en más de cuatro
entidades de crédito (art. 9.8 de la Ley de Cooperativas de Crédito).
6.4.3 Otra normativa aplicable
Nuevamente hay que decir que la ley estatal no aporta nada ni complementa la ley vasca
en lo que se refiere al régimen de incapacidad y prohibiciones.
162

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
Existen algunas diferencias entre ambas leyes. Así la estatal prohíbe desempeñar cargos
sociales a los que, en su ejercicio, hayan sido sancionados por la comisión de faltas graves
o muy graves por conculcar la legislación cooperativa; prohibición que se extiende durante
cinco años, a contar desde la firmeza de la última sanción. Por otra parte, extiende la incompatibilidad
que afecta a quienes ya forman parte de otros órganos a sus cónyuges o parientes
hasta el segundo grado de consanguinidad. Con la excepción de aquellos casos en los que
el número de personas socias de la cooperativa en el momento de la elección sea tal, que no
existan personas socias en las que no concurran dichas causas. También recoge la prohibición
de ejercer el cargo simultáneamente en más de tres cooperativas de primer grado.
6.5 Remuneración
Artículo 45.- Remuneración.
1.- El cargo de administrador o administradora será gratuito. No obstante, será remunerado
siempre que así se autorice expresamente en los estatutos, que establecerán, además,
los criterios para la fijación de las remuneraciones a las personas administradoras.
Corresponderá a la asamblea general fijar el importe anual de la remuneración.
En todo caso, la remuneración deberá guardar una proporción razonable con la
importancia de la cooperativa, con la situación económica que tuviera en cada
momento y. sobre todo con las prestaciones efectivas realizadas por las personas
administradoras en el desempeño del cargo.
Todo ello deberá figurar en la memoria anual.
2. En cualquier caso, serán resarcidas de los gastos que el cargo les origine.
6.5.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
6.5.1.1. La nueva Ley hace más explícito el principio general de gratuidad del cargo de administrador
o administradora, de forma que la remuneración, en su caso, debe esta prevista
en los estatutos (no es suficiente, como establecía la ley derogada, que sea la asamblea
general la que asigne una remuneración a los miembros del órgano de administración).
Los estatutos deben también establecer los criterios para la fijación de esa remuneración,
correspondiendo a la asamblea la determinación del importe anual que percibirán las personas
administradoras. La utilización del plural en este artículo 45 apunta a que puedan
establecerse uno o varios criterios retributivos. La Ley no menciona esos posibles criterios,
como sí hace la LSC que le ha servido de modelo, y según la cual esos criterios pueden ser:
una asignación fija, dietas de asistencia, participación en beneficios, retribución variable
con indicadores o parámetros generales de referencia, indemnizaciones por cese (siempre
que no estuviera motivado por el incumplimiento de sus funciones) o sistemas de ahorro o
previsión (además de retribución en acciones en la sociedad anónima). Habrá que acomodar
las fórmulas utilizadas por las sociedades de capital a las peculiaridades del derecho
cooperativo.
No aclara la norma si la asamblea debe aprobar el importe de la remuneración anual del
conjunto de las personas administradoras, de manera que será el consejo rector, en su caso,
quien decida sobre la distribución de esa cantidad entre sus miembros. O si corresponde
también a la asamblea fijar la remuneración que corresponde a cada persona administrado-
163

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
ra. Entendemos que, salvo que la asamblea general lo disponga de otro modo, la determinación
de la remuneración de cada consejera o consejero se fijará por acuerdo del consejo.
La memoria anual deber recoger toda la información correspondiente
6.5.1.2. Especial relevancia tiene el principio de que la remuneración debe ser adecuada,
debe guardar una proporción razonable con la importancia y la situación económica de la
cooperativa y, sobre todo, con las prestaciones efectivas realizadas por las personas administradoras
en el ejercicio de su cargo. Se ha rechazado la propuesta de tener en cuenta además
“las responsabilidades asumidas”, por entender que la remuneración debe depender de
las concretas funciones de gestión y decisión asumidas.
6.5.1.3. Se mantiene el precepto según el cual las personas administradoras serán resarcidas
de los gastos que el ejercicio del cargo les ocasione. Se trataría de la indemnización
por sus desplazamientos; comidas, etc.; pero no por actividades que suponen el ejercicio
del cargo, como pueden ser la asistencia a reuniones, o el estudio de documentación, etc.
Otra cosa es que exista la práctica de compensar mediante “dietas” el tiempo dedicado a
ese ejercicio del cargo. En este caso estaríamos hablando de retribución, que no es posible
si el cargo es gratuito.
6.5.2 Comentario general y significado práctico
6.5.2.1 Comentario general
6.5.2.1.1. El tema de la remuneración del órgano de administración de las sociedades de
capital ha estado sometido a una intensa controversia en las últimas décadas, en especial
a partir de la crisis económica y financiera de 2008. Esa crisis puso de manifiesto que la
autorregulación por parte del órgano de administración llevó a establecer remuneraciones
desproporcionadamente altas incluso en situaciones de crisis de las entidades gestionadas.
Las condiciones establecidas para la obtención de retribuciones variables o las, en ocasiones
elevadísimas, indemnizaciones pactadas en los supuestos de cese, incrementaron en
numerosas situaciones las dificultades económicas de numerosas sociedades.
Quien legisla a nivel europeo promovió una reforma sobre la base de un mayor peso de la
junta general en materia de retribuciones, la exigencia de más transparencia y el establecimiento
del principio de que las retribuciones deben ser adecuadas. Esos principios, pensados
sobre todo para las sociedades cotizadas, han sido incorporados a la ley de sociedades
de capital, aplicable también en nuestro país a sociedades cerradas. Con la nueva Ley se
aplican, así mismo, al ámbito cooperativo.
La tradición del carácter gratuito del ejercicio del cargo en las cooperativas puede suponer
cierto rechazo a la regulación en sus estatutos de sistemas de retribución, pero es coherente
con la voluntad de profesionalización manifestada en la exposición de motivos de la Ley.
Y lo es con el nivel de diligencia y responsabilidad exigidos por la nueva Ley.
6.5.2.1.2. Como se ha señalado, el sistema de retribución puede estar integrado por uno
o por varios criterios. La LSC menciona expresamente algunos: asignación fija, dietas de
asistencia, participación en beneficios, retribución variable con indicadores o parámetros
164

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
generales de referencia, indemnizaciones por cese o sistemas de ahorro o previsión. Pero
es un listado abierto en el que podrían añadirse, por ejemplo, retribuciones en especie
como el alquiler de una casa y la utilización de un automóvil, o el pago de seguros de
responsabilidad civil, etc. Estos mismos criterios son aplicables, en ocasiones con adaptaciones,
a las cooperativas.
Los estatutos pueden recoger diferentes criterios retributivos y dejar en manos de la asamblea
la decisión de los que se hayan de aplicar en cada momento.
6.5.2.1.3. La asamblea es también la encargada de fijar anualmente el importe correspondiente
a la retribución del órgano de administración. La LSC establece en su artículo 217.3
que la junta general deberá aprobar el importe máximo anual del conjunto de administradores,
que permanecerá vigente en tanto no se apruebe su modificación. Y que, salvo que la
propia junta determine otra cosa, la distribución de la retribución entre los distintos administradores
se establecerá por acuerdo de éstos y, en caso de consejo de administración, por
decisión del mismo, que deberá tomar en consideración las funciones y responsabilidades
atribuidas a cada consejero.
La Ley de Cooperativas no es tan precisa, puesto que se limita a decir que “corresponderá a
la asamblea general fijar el importe anual de la remuneración”. Entendemos también que,
salvo que la asamblea general lo disponga de otro modo, la determinación de la remuneración
de cada consejera o consejero se fijará por acuerdo del consejo. Es lo más lógico
puesto que, si las prestaciones efectivas realizadas por las personas administradoras son un
criterio para fijar la remuneración, es el consejo quien va a estar en una mejor posición para
adecuar esa remuneración al desempeño de cada persona administradora.
6.5.2.1.4. El segundo párrafo del art. 41.1 recoge lo que se ha venido denominando principio
de adecuación de la retribución de los administradores. El primer parámetro para
apreciar la adecuación es el de la importancia de la cooperativa: habrá que tener en cuenta
el tamaño de la misma, la cifra de negocio, el número de socios, etc. En segundo es el de
la situación económica que tuviera la cooperativa en cada momento: rentabilidad, expectativas,
eventuales pérdidas, etc. Y, por último, “y sobre todo”, hay que tener en cuenta las
prestaciones efectivas realizadas por las personas administradoras en el desempeño del
cargo. La adecuación es pues, en caso de que haya un consejo rector, adecuación respecto
de la retribución de cada consejera o consejero.
Una retribución adecuada del cargo facilita la incorporación de consejeros o consejeras
externas o profesionales, cuya presencia quiere fomentar la Ley; pero también incentiva
la dedicación de las personas socias a labores que requieren de tiempo y esfuerzo y la
asunción de régimen de responsabilidad que la Ley ha endurecido. Ahora bien, tampoco
ha de ser excesiva porque quedaría comprometida la independencia con la que las personas
administradoras deben ejercer sus funciones. En el cooperativo, más que en cualquier otro
ámbito, la lógica económica exige que la moderación sea también un criterio a tener en
cuenta a la hora de fijar las remuneraciones del órgano de administración.
Se trata de criterios de carácter programático con un contenido jurídico impreciso. En
cualquier caso, hay que tener presente el límite de la defensa del interés social, que haría
posible la impugnación de las decisiones tomadas por la asamblea general o el consejo
rector que puedan ser contrarias a dicho interés.
165

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.5.2.2 Significado práctico
Destinatarias de esta norma son la Cooperativa, principalmente, y sus personas administradoras.
Como se ha indicado, es en los estatutos donde debe definirse, en su caso, el sistema
de retribución de las y los miembros del órgano de administración (con la excepción de las
cooperativas de viviendas, para las que el art. 120.1.II establece la prohibición de que las
personas administradoras perciban remuneraciones por el desempeño de su función).
En importante definir con claridad cuáles serán los criterios en base a los que las personas
administradoras percibirán esa remuneración, en especial cuando se trate de una retribución
variable vinculada a la obtención de determinados objetivos o de una participación en los resultados
obtenidos por la cooperativa, en aquellos casos en los que pueda proceder. En estos
últimos supuestos habrá que tener cuidado de que las fórmulas acordadas busquen la rentabilidad
del proyecto cooperativo, pero también su sostenibilidad a medio y largo plazo. El
principio de adecuación de la retribución limita la facultad de autorregulación vía estatutaria.
Los estatutos deben establecer, en su caso, si se deja en manos de la asamblea la aplicación
de todos o algunos de los criterios estatutarios, de forma que no sea necesaria la modificación
de los mismos si se quieren ir adecuando esos criterios a la realidad de la cooperativa en cada
momento.
También puede recogerse en los estatutos el régimen del resarcimiento de los gastos mencionado
en el art. 45.2, que debe garantizarse en todo caso.
6.5.3 Otra normativa aplicable
En la materia regulada en este artículo no es necesario recurrir a la Ley 27/1999 a efectos
de complementar la regulación vasca, que sí ha recogido ahora, como hace la ley estatal,
la necesidad de que sean los estatutos los que prevean el carácter remunerado del cargo de
persona administradora.
La remuneración de las personas administradoras ha sido un tema muy controvertido en
el ámbito de las sociedades de capital, tanto a nivel internacional como europeo. Fruto de
la preocupación por una regulación que atienda a todos los intereses en presencia, la LSC,
como ya se ha indicado, trata el tema con mayor detalle. Aunque, evidentemente, no puede
aplicarse esta ley para complementar lo dicho por la norma que se glosa, sí puede servir
como referencia en las discusiones que se puedan plantear en el ámbito cooperativo, una vez
que se asume con normalidad el carácter retribuido del cargo de consejero o consejera de
una cooperativa.
Interesante, por ejemplo, es el art. 217.4.II de la LSC, en el que se establece que el sistema
de remuneración elegido deberá estar orientado a la promover la rentabilidad y la sostenibilidad
a largo plazo de la sociedad e incorporar las cautelas necesarias para evitar la asunción
excesiva de riesgos y la recompensa de resultados desfavorables. También menciona como
indicadores los estándares de mercado de empresas comparables.
Especial referencia hace la LSC a la remuneración mediante participación en beneficios.
Es un sistema tradicionalmente aplicado en las sociedades de capital, en las que se quieren
alinear los intereses de la administración con los de las personas socias, que esperan obtener
la máxima rentabilidad por su inversión. Con matices, los estatutos de las cooperativas podrían
tener en cuenta limitaciones semejantes a las establecidas en esta ley. Así, se dispone
166

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
que los estatutos deberán determinar concretamente la participación o el porcentaje máximo
de participación; en este último caso, será asamblea la que fije el porcentaje dentro del máximo
establecido en aquellos. Y, por ejemplo, para las sociedades de responsabilidad limitada
el máximo no puede superar el diez por ciento de los beneficios repartibles entre las personas
socias.
6.6 Duración y cese
Artículo 46.- Duración y cese.
1.- Las personas administradoras serán elegidas por un periodo que fijarán los estatutos
- entre dos y cinco años -. Podrán ser reelegidas - por iguales plazos -, salvo
que los estatutos establezcan lo contrario. Transcurrido el plazo para el que fueron
nombradas, las personas administradoras continuarán provisionalmente en su cargo
hasta que se celebre la próxima asamblea general.
2.- La asamblea general podrá, sin necesidad de su constancia en el orden del día, decidir
la destitución de las personas administradoras. Cuando no figure en el orden
del día, deberán votar a favor de la destitución las dos terceras partes de los votos
presentes y representados.
3.- Cuando algún administrador o administradora sea destituida, se procederá en la
sesión a la elección de nuevas personas administradoras por la asamblea general,
aunque no figure en el orden del día.
4.- El cese por cualquier causa de las personas administradoras solo surtirá efectos
frente a terceras personas no socias desde su inscripción en el registro de Cooperativas
de Euskadi.
6.6.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Este artículo repite lo establecido por la ley de 1993 en cuanto a la duración y cese de las
personas administradoras. No se han producido modificaciones al respecto.
6.6.2 Comentario general y significado práctico
6.6.2.1 Comentario general
6.6.2.1.1. La nueva Ley mantiene la duración del mandato prevista en la anterior, por lo
que las personas administradoras serán elegidas por períodos de entre dos y cinco años
que deberán fijar los estatutos, siendo posible su reelección, por plazos iguales, sin que se
establezcan límites, siempre que los estatutos no hayan establecido lo contrario.
Los estatutos pueden, también, limitar el número de reelecciones. Cuando así se decida, es
necesario tener presente que la estabilidad en el desempeño del cargo será un valor para la
cooperativa, siempre que ese desempeño se haga cumpliendo los estándares de diligencia
exigidos por la Ley.
Terminado el mandato sin que la persona administradora haya sido reelegida se producirá
su cese, aunque, en aras de la normal continuidad de la gestión, continuará provisional-
167

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
mente en su cargo hasta la celebración de la siguiente asamblea general. Ésta deberá acordar
su reelección o el nombramiento de su sustituta.
Esa previsión legal de continuación provisional del mandato, que permite a la cooperativa
mantener su actividad sin “vacíos” en su órgano de gestión y representación, ha supuesto
en ocasiones en la práctica la perpetuación de personas administradoras más allá del
periodo para el que fueron nombradas, por la mera inacción de la asamblea. Ante ello el
Reglamento del Registro en su art. 52 establece que el nombramiento hecho por años caducará
cuando, vencido el plazo, se haya celebrado la siguiente asamblea general o haya
transcurrido el término legal para la celebración de la asamblea general ordinaria. Transcurridos
treinta días desde la caducidad de la inscripción, el Registro la cancelará de oficio.
6.6.2.1.2. La persona administradora ocupa un cargo de confianza en la cooperativa, por
ello puede ser destituida, ad nutum, cuando la asamblea lo considere conveniente. Este
principio de libre revocabilidad es un principio de orden público en el ámbito societario.
No puede, por ello, ser limitado por los estatutos, ni por acuerdo entre las partes (pactos
de no cesar, de exigencia de justa causa, etc.). No pueden establecerse condiciones que en la
práctica dificulten su ejercicio, como podría ser el acuerdo de indemnizaciones disuasorias
por cese. Y tampoco pueden reforzarse por esta vía las mayorías que la Ley exige para la
destitución: dos tercios de los votos presentes o representados, si el acuerdo no figura en
el orden del día de la asamblea que lo toma; y mayoría simple (más de la mitad de los votos
válidamente emitidos) en el caso de que sí conste en el mismo. Esto último no lo dice
expresamente el art. 46, por lo que hay que entender que es la mayoría ordinaria para la
adopción de acuerdos establecida en el art. 38.1 de la Ley.
6.6.2.1.3. Cuando algún administrador o administradora sea destituida debe procederse al
nombramiento de nuevo administrador o administradora, de forma que la cooperativa no
se quede sin órgano de administración o con un órgano incompleto. La Ley establece que
en la misma sesión, y aunque no figure en el orden del día, la asamblea debe proceder a
esa elección.
6.6.2.1.4. Las personas administradoras podrán cesar en su cargo, además, en los casos de
incapacidad o incompatibilidad sobrevenidas (ver comentario al art. 44.2) y por acordar la
asamblea el ejercicio de acciones de responsabilidad contra ellas (o cuando haya transacción
tras entablar la demanda, ver comentario al art. 51.2). En ambos casos la asamblea
general debe, también, adoptar los correspondientes acuerdos de destitución.
También la renuncia o dimisión de la persona administradora pone fin a la relación. Sin
embargo, y como la Ley impone a las personas socias el deber de aceptar los cargos para
los que han sido elegidas, no es absolutamente libre. La renuncia exige motivación y comunicación
por escrito al consejo rector, que la calificará como justificada o no, pudiendo
exigir en este último caso a la persona administradora una indemnización por daños y
perjuicios (ver comentario al art. 47.3).
6.6.2.1.5. El cese, por cualquier causa, deber ser inscrito en el Registro de Cooperativas de
Euskadi, y solo a partir de esa inscripción surte efectos frente a terceras personas no socias.
Ahora bien, entre la cooperativa y la persona administradora el cese tiene efectos desde
que se toma el acuerdo y le es comunicado a la afectada.
168

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.6.2.2. Significado práctico
Cooperativa y personas administradoras son las destinatarias de la norma, también, en
menor medida, el Registro de Cooperativas de Euskadi.
Los estatutos deberán definir el periodo para el mandato de las personas administradoras,
con los límites que establece la norma (no pueden establecerse mandatos que superen los
cinco años indicados). Y pueden prohibir su reelección o limitar el número de mandatos si
ésta se permite.
El precepto es aplicable a todo tipo de cooperativas.
6.6.3 Otra normativa aplicable
La ley 27/1999, de Cooperativas contiene un régimen que se distancia en varios puntos del
establecido en la ley vasca. Los periodos de mandato máximo y mínimo son algo mayores,
seis y tres años respectivamente; las personas administradoras continúan desempeñando su
cargo hasta la aceptación de quienes les sustituyan; el acuerdo de destitución que no conste
en el orden del día requiere de la mayoría del total de votos de la cooperativa (estén o no presentes
o representados en la asamblea), salvo que una norma estatutaria prevea, para casos
justificados, una mayoría inferior y salvo los supuestos de incapacidad o incompatibilidad.
La ley estatal regula algunos aspectos que no ha contemplado la vasca y que podrían ser
recogidos en vía estatutaria. Así, el art. 35.5 dispone que vacante el cargo de presidente y en
tanto no se proceda a elegir un sustituto, sus funciones serán asumidas por el vicepresidente,
sin perjuicio de las sustituciones que procedan en casos de imposibilidad o contraposición
de intereses. Y el art. 35.6, que, si simultáneamente quedan vacantes los cargos de presidente
y vicepresidente, elegidos por la asamblea, o si queda un número de miembros del consejo
rector insuficiente para constituirlo válidamente, las funciones de presidente serán asumidas
por el consejero elegido entre los que quedan. La asamblea deberá, entonces, ser convocada
en el plazo de quince días al efecto de cubrir las vacantes producidas (aunque el consejo no
cuente con el número de consejeros necesarios para la adopción del acuerdo).
6.7 Composición y renovación del consejo rector
Artículo 47.- Composición y renovación del consejo rector.
1.- Los estatutos establecerán la composición del consejo rector, cuyo número
de miembros no podrá ser inferior a tres. Si estableciesen la existencia de
suplentes para sustituir a las personas miembros titulares en caso de vacante
definitiva, determinarán su número y el sistema de elección y sustitución.
2.- Salvo que los estatutos prevean su elección por la asamblea general, el consejo
rector elegirá entre sus miembros los cargos de presidente o presidenta
y secretario o secretaria. También podrán prever los estatutos que la figura
del secretario o secretaria no ostente la condición de persona socia o consejera
de la cooperativa.
3.- La renuncia de un consejero o consejera deberá ser motivada y comunicada
por escrito al consejo rector, el cual deberá determinar si la causa alegada
para renunciar es justificada o no y comunicarla por escrito al interesado.
169

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
La calificación de la renuncia podrá ser recurrida ante la asamblea general
o comité de recursos en las mismas condiciones y plazos que las establecidas
para la baja obligatoria.
La fecha de efectos de la renuncia será la que fije en su notificación el consejero
o consejera renunciante, que, en ningún caso, podrá ser de fecha anterior
a la de notificación.
En el caso de que la cooperativa considerara no justificada la renuncia,
podrá exigirse, en su caso, al administrador o administradora la correspondiente
indemnización de daños y perjuicios.
4.- El consejo rector se renovará parcialmente, salvo que los estatutos establezcan
la renovación simultánea.
5.- Las consejeras o consejeros podrán ser reelegidos indefinidamente, salvo
que los estatutos establezcan lo contrario.
6.- Los estatutos podrán prever que la composición del consejo rector refleje,
entre otras circunstancias, su distinta implantación geográfica, las diversas
actividades desarrolladas por la cooperativa, las diferentes clases de personas
socias y la proporción existente entre ellas, estableciendo las correspondientes
reservas de puestos y una representación equilibrada de mujeres y
hombres.
6.7.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
6.7.1.1. En lo que se refiere a la regulación del órgano de administración y representación
de la cooperativa, que es obligatorio en toda cooperativa con un número de personas socias
superior a la decena y, en todo caso, para algunos tipos de cooperativa, la regulación de la
nueva ley resulta continuista ya que se mantienen y reproducen en su mayoría normas ya
establecidas en la ley precedente
Sin embargo, hay que puntualizar que muchos de los preceptos legales tenían y tienen
un carácter marcadamente dispositivo, permitiendo su regulación interna por cada cooperativa,
que por tanto ha podido ir ajustando sus opciones según su experiencia sobre las
soluciones más optimas en cada caso. Esta flexibilización impide el anquilosamiento o
inadecuación de la regulación del consejo rector a nuevas realidades y hace innecesarias
reformas drásticas.
6.7.1.2.Tres novedades destacan, sin embargo, la posibilidad de que la función de secretario
o secretaria recaiga en un profesional no consejero o consejera, en línea con la aspiración
de avanzar en la profesionalización de la cooperativa y la obligación en caso de la
renuncia por las personas consejeras de motivarla, regulando su posterior calificación por
el órgano de administración, su procedimiento y los efectos indemnizatorios que siguen a
una calificación desfavorable como renuncia no justificada.
La tercera y más novedosa es la tímida introducción de la posibilidad de que se puedan introducir
en la cooperativa ciertas medidas de paridad, haciendo referencia, en los casos
de reservas de puestos del consejo en función de los criterios estatutariamente previstos,
a una representación equilibrada de mujeres y hombres en el consejo rector
170

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.7.1.3. Sobre el tema de la renuncia de un consejero o consejera, el apartado 3 de
este artículo establece que la renuncia deberá ser comunicada por escrito y debidamente
motivada al consejo rector, el cual deberá determinar si la causa alegada para
renunciar es justificada o no y comunicarla por escrito al interesado. La fecha de
efectos de la renuncia será la que fije en su notificación el consejero o consejera
renunciante, sin que, en ningún caso, pueda ser de fecha anterior a la de notificación
La decisión del consejo rector sobre la calificación de la renuncia podrá ser recurrida
ante la asamblea general o comité de recursos en las mismas condiciones y
plazos que las establecidas para la baja obligatoria.
La consecuencia de que la cooperativa considere no justificada la renuncia, será
que podrá exigirse al administrador o administradora la correspondiente indemnización
de daños y perjuicios.
6.7.2 Comentario general y significado práctico
No es en esta norma introductoria sobre la configuración del consejo rector donde
se han introducido las mayores innovaciones ya que coincide con la legislación precedente
en ratificar la decisión clásica en materia societaria de exigir al menos tres
miembros para el consejo rector, al tiempo que, reiterando una elección que se ha
valorado ampliamente como acertada, se remite la regulación de la mayoría de estos
temas a la autorregulación de cada entidad cooperativa por medio de sus estatutos
sociales.
6.7.2.1. Se confía a los estatutos la existencia y regulación de las personas suplentes,
la opción por la designación de los cargos del consejo mediante su nombramiento
interno o asambleario, la opción por la renovación total o parcial de las
personas consejeras o por la introducción de la limitación en su reelección.
En efecto, los estatutos establecerán la composición del consejo rector, siempre
respetando el mínimo lógico de tres, al ser un órgano colegiado. Pueden establecer
libremente la existencia de suplentes para sustituir a las personas miembros, titulares
en caso de vacante definitiva. sistema que la doctrina estima como el más
adecuado al principio democrático ya que ante ceses imprevistos, la elección de
cargos sigue atribuyéndose a la asamblea general, pero no basta establecer que
habrá suplentes, en tal caso es necesario que los estatutos precisen el régimen de
estos suplentes determinando su número y el sistema de elección y sustitución.
También pueden pronunciarse sobre el sistema de renovación del consejo rector,
que, a falta de otra precisión, se renovará parcialmente y no por renovación simultánea.
Del mismo modo las personas integrantes del consejo rector podrán ser
reelegidas indefinidamente, salvo que los estatutos establezcan lo contrario.
Si se confiara a la asamblea general la designación de sus cargos internos, igualmente
debe constar en los estatutos, ya que de otro modo el consejo rector elegirá
entre sus miembros los cargos de presidente o presidenta y secretario o secretaria.
6.7.2.2. Sobre esta última figura si hay una previsión novedosa, aunque ya conocida
en las sociedades mercantiles, ya que, siempre que lo prevean los estatutos,
171

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
el secretario o secretaria puede no ostentar la condición de persona socia o consejera
de la cooperativa. La finalidad de la innovación es claramente avanzar en
la profesionalización del consejo rector y su introducción puede considerarse una
herramienta recomendable para aminorar o evitar la responsabilidad de los consejeros
o consejeras en relación con los nuevos parámetros de responsabilidad que
se tratarán más adelante.
6.7.2.3. La introducción de las nuevas normas sobre la dimisión voluntaria no
puede tener otra justificación que la prevención de conflictos, disuadiendo a las
personas consejeras de presentar dimisiones voluntarias poco fundadas.
La dimisión voluntaria de un consejero o consejera, además de contravenir su
obligación de aceptar su designación para un cargo social, plantea el problema
de si por las circunstancias concretas, supone dejar desatendida la dirección de la
sociedad o bloqueada la constitución del consejo rector, por ejemplo si el número
de ceses dificulta la convocatoria, constitución o funcionamiento del consejo. La
doctrina y jurisprudencia societarias ya habían concluido que el deber de diligencia
y lealtad obligan a dimitir sólo tras haber dispuesto las medidas para reconducir
la situación, salvo que no se prevean inconvenientes, por ejemplo, si se trata de
un único cese voluntario en un consejo de muchos miembros, de manera que su
funcionamiento no se ve en absoluto afectado.
La consecuencia, en la práctica, de lo dispuesto en este artículo sobre ceses voluntarios,
viene a ser la misma a que da lugar la mencionada doctrina, es decir, una
posible indemnización de daños como consecuencia del ejercicio de acciones de
responsabilidad contra el consejero o consejera infractor. Ahora bien, resulta dudoso
que la nueva solución legal vaya a ser operativa en todos aquellos casos en
que la dimisión, por intempestiva o injustificada que sea, no paraliza u obstaculiza
la vida social y, por consiguiente, no genera daños tangibles, en los que los tribunales
difícilmente concederán indemnización alguna.
Sin embargo, se echa de menos una previsión similar, que parece más necesaria,
para el caso de la dimisión intempestiva del administrador o administradora únicos,
cuyo cese, salvo que lo haga durante una asamblea general, en que se podría
proceder a una nueva elección, por analogía con lo dispuesto en el art. 46.3, es
más susceptible, si no establece las medidas de cautela pertinentes, de dejar desmantelada
o paralizada la actividad de la cooperativa. Como solución en este caso
tendríamos que acudir a la doctrina citada más arriba.
6.7.2.4. Las circunstancias de cada cooperativa pueden hacer aconsejable que los
estatutos puedan prever que la composición del consejo rector refleje, entre otras
circunstancias, su distinta implantación geográfica, las diversas actividades desarrolladas
por la cooperativa, las diferentes clases de personas socias y la proporción
existente entre ellas, estableciendo las correspondientes reservas de puestos.
Aunque esta posibilidad ya existía en la regulación precedente hoy se introduce
expresamente la alusión a una representación equilibrada de mujeres y hombres.
Aunque esta alusión a las llamadas medidas de paridad supone una modernización
y una aplicación del principio democrático, en el sentido de evitar la discrimina-
172

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
ción por sexo y promover políticas activas en pos de la igualdad, la redacción de
este inciso no parece especialmente afortunada.
La previsión de la reserva de puestos en el consejo rector para ciertos colectivos
es claramente una potestad voluntaria de la cooperativa, con independencia de que
esos colectivos existan o no. Por tanto, se genera la duda de si los estatutos sociales
están obligados a introducir alguna norma sobre cómo implementar esa representación
equilibrada o sólo es obligatorio cuando se opte por reflejar en el órgano
de administración la existencia de colectivos distintos, en cuyo caso, literalmente
sí que será obligado, estableciendo las correspondientes reservas de puestos y una
representación equilibrada de mujeres y hombres.
Aunque reitero que posibilitar o alentar la existencia de una representación equilibrada
de mujeres y hombres en el órgano de gobierno de la sociedad puede considerarse
una consecuencia del principio democrático, el carácter mayoritariamente
dispositivo de esta regulación hace más coherente interpretar que la cooperativa no
está obligada a introducir una previsión estatutaria de este tenor, máxime cuando
la no discriminación puede materializarse por medios de hecho como sería una
presencia proporcionada de candidatos y candidatas en las propuestas de elección.
Una práctica persistente en sentido contrario podría eventualmente convertir en
impugnables los acuerdos de designación de personas consejeras por contravenir
los principios cooperativos.
La excepción es que se opte o se haya optado anteriormente por establecer esas
reservas de puestos, en cuyo caso la ley establece literalmente que si deberá contemplarse
esta circunstancia. En todo caso, no se está aludiendo a un sistema de
reserva de plazas o de paridad estricta, ilógico cuando es bien sabido que hay cooperativas,
por sectores, en que hay abrumadora mayoría de socias o de socios, sino
de posibilitar una representación equilibrada de unos y otras.
Debe destacarse que la enumeración de las circunstancias que podrían dar lugar a
una representación proporcional de los diversos colectivos de socios es meramente
ejemplificativa y abierta, ya que expresamente se indica entre otras circunstancias.
Cabe aprovechar la habilitación legal en casos no expresamente contemplados en
este artículo, pero en los que pueda resultar igualmente conveniente.
6.7.2.5. El destinatario de este artículo es la propia cooperativa, que deberá de configurar
de manera autónoma y mediante sus estatutos su órgano de gestión y administración si
bien la norma prevé reglas por defecto en caso de falta de previsión estatutaria acerca de
dichos extremos.
No parece previsible que existan clausulas estatutarias actuales que vayan a verse derogadas
con la nueva regulación, si bien es cierto que pueden ser necesarias nuevas previsiones
sobre representación equilibrada de mujeres y hombres.
Hay que reiterar que es imprescindible, si se desea que existan suplentes o reservas de
puestos o que se prohíba la reelección, introducir ulteriores precisiones. Así, la introducción
de límites a la reelección exige determinar si la imposibilidad de un nuevo mandato es
absoluta o temporal, si opera tras un mandato o de varios o si decae tras un tiempo, entre
otros extremos. Del mismo modo la representación proporcional difícilmente podrá fun-
173

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
cionar sin una delimitación clara de los colectivos afectados, y ciertas previsiones sobre la
sustitución de las personas designadas para los puestos reservados.
Quizá el caso más peculiar sea el de la renovación parcial, ya que la opción elegida por
la ley por defecto precisa para su operatividad que los estatutos detallen como habrá de
efectuarse, en caso de personas designadas en el mismo momento, y qué proporción de
miembros deben renovarse, cuando no lo dicta la mera aritmética por haber caducado su
mandato por el tiempo transcurrido, al haberse incorporado en momentos diversos, o cómo
se designa a las personas cesantes, entre otras. Curiosamente, si se opta por la solución
contraria, la renovación simultánea, no parece que se necesiten ulteriores previsiones,
Las previsiones del art 47 no se ven afectadas por la dimensión de la cooperativa, aunque
ésta pueda optar por la fijación de un número de consejeros o consejeras más o menos
grande en función del número de personas socias y junto con otras circunstancias como la
existencia de varios centros de actividad, pueden influir en que se adopte el mecanismo de
representación proporcional.
6.7.3 Otra normativa aplicable
La materia recogida en el artículo que se acaba de examinar es de carácter exclusivamente
cooperativo por lo tanto no será de aplicación la regulación estatal contenida en la LGC
que, en sus artículos concordantes sobre el consejo, no aporta nada a lo establecido en la ley
vasca. Debe señalarse que, junto a coincidencias significativas, entre otras la posibilidad de
introducir la existencia de suplentes o la posibilidad de la reserva de puestos, también se observan
acusadas divergencias en la regulación, que de ningún modo serán de aplicación en el
ámbito de la LCE, como la necesidad de habilitación estatutaria expresa para que el consejo
rector pueda designar a quien deba presidirlo o la existencia de un vocal representante de los
trabajadores.
También hay que recordar que cualquier norma que en el futuro pudiera dictarse a nivel estatal
y en el ámbito del desarrollo de los derechos fundamentales, estableciendo medidas de
presencia mínima de mujeres en el consejo de las sociedades, sea por sectores o en función
del tamaño de la sociedad, sería aplicable a las cooperativas vascas.
6.8 Funcionamiento del consejo rector
Artículo 48.- Funcionamiento del consejo rector.
1.- Los estatutos regularán el funcionamiento interno del consejo rector. En lo
no previsto por estos, el consejo rector podrá regular su propio funcionamiento
2.- El consejo rector, que será convocado por el presidente o presidenta, quedará
válidamente constituido cuando concurran a la reunión más de la mitad
de sus componentes. La asistencia a las reuniones del consejo será personal
e indelegable.
Los estatutos podrán posibilitar la asistencia personal de los consejeros, en
los términos que lo regulen, a través de videoconferencia u otro sistema similar
que permita la comunicación bidireccional y simultánea de la imagen
y el sonido y la interacción visual, auditiva y verbal.
174

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
El secretario o secretaria dejará constancia expresa en el acta de la identidad
de los consejeros y del medio utilizado para su asistencia, junto con el
resto de condiciones exigidas para la adopción válida de los acuerdos.*
3.- Los acuerdos se adoptarán por más de la mitad de votos de las personas
asistentes, salvo que la ley o los estatutos dispongan otra cosa, y cada consejero
o consejera tendrá un voto. A estos efectos, no se computarán los votos
en blanco ni las abstenciones.
El consejo rector necesitará el voto favorable de al menos dos tercios de
los votos emitidos de conformidad con el párrafo anterior, para adoptar los
siguientes acuerdos:
a) Cierre o traslado de un centro principal de actividad o de una parte significativa
del mismo.
b) Restricción, ampliación o modificación sustanciales de la actividad de la cooperativa.
c) Cambios de trascendencia en la organización de la cooperativa.
d) Establecimiento o extinción de vínculos con otras entidades, cooperativas o no,
que supongan una relación de colaboración permanente y valiosa para la cooperativa.
e) Cuando así lo establezca la ley.
El voto del presidente o presidenta dirimirá los empates.
4.- Los acuerdos del consejo serán llevados a un libro de actas. El acta de la
reunión, firmada por el presidente o presidenta y el secretario o secretaria,
recogerá los debates, en forma sucinta, el texto de los acuerdos, así como los
resultados de las votaciones.
5.- Cuando los estatutos de la sociedad cooperativa no dispusieran otra cosa,
el consejo rector podrá designar de su seno una comisión ejecutiva o una o
más consejeras o consejeros delegados.
En ningún caso podrán ser objeto de delegación la rendición de cuentas y
la presentación de cuentas anuales a la asamblea general ni las facultades
que esta conceda al consejo rector, salvo que fuese expresamente autorizado
por ella.
La delegación permanente de alguna facultad del consejo rector en la comisión
ejecutiva o en un consejero o consejera delegada y la designación de las
personas miembros del consejo que hayan de ocupar tales cargos requerirán
para su validez el voto favorable de las dos terceras partes de las personas
que componen el consejo rector de acuerdo con lo previsto en el número 3 y
no producirán efectos hasta su inscripción en el Registro de Cooperativas de
Euskadi.
* Redacción dada por el artículo cuarto de la Ley 5/2021, de 7 de octubre, de modificación de la Ley
11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi.
175

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.8.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El funcionamiento del consejo rector ha sido una materia donde se han introducido algunas
innovaciones significativas junto a precisiones y mejoras en la redacción respecto de la ley
precedente.
6.8.1.1. Se mantienen, con pequeños cambios, la necesidad de mayorías reforzadas para
la adopción de acuerdos de especial trascendencia y la posibilidad de designar comisiones
ejecutivas o nombrar consejeras o consejeros delegados y se aclara el régimen de cómputo
de votos siguiendo el mismo criterio que en el supuesto de la asamblea general.
6.8.1.2. La mayor innovación, en línea con lo que ya está funcionando en las sociedades
de capital, es la introducción de la posibilidad de participar en el consejo rector online,
con la introducción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en el
funcionamiento del órgano de administración.
Esta regulación contribuye a propiciar la participación en las sesiones del órgano de administración
colegiado, facilitando sus reuniones, pero también garantizando la real y efectiva
participación de sus miembros.
En su apartado 2, el art. 48 permite que, si los estatutos lo posibilitan, las personas miembros
del consejo rector podrán asistir y participar en las reuniones a través de videoconferencia
u otro sistema similar que permita la comunicación bidireccional y simultánea de
la imagen y el sonido y la interacción visual, auditiva y verbal. Así podrán manifestar su
voluntad sobre los asuntos tratados y, mediante la emisión a distancia de su voto, adoptar
válidamente acuerdos.
Para reforzar la seguridad jurídica cuando alguna persona miembro del consejo rector
participe en las reuniones de dicho órgano y manifieste su voluntad durante esa reunión a
distancia el secretario o secretaria dejará constancia expresa en el acta de la identidad de
aquella y del medio utilizado para ello, junto con el resto de condiciones exigidas para la
adopción válida de los acuerdos.
6.8.2 Comentario general y significado práctico
En general la nueva ley resulta bastante continuista, reproduciendo normas de la ley precedente,
con una larga trayectoria tanto en el ámbito de las sociedades de capital como en el
cooperativo en los que han demostrado su versatilidad y utilidad.
6.8.2.1. La convocatoria, la asistencia y el voto, diferenciando las mayorías exigidas para
acuerdos de especial trascendencia, o la regulación de la delegación de facultades poco se
aparta de la ley precedente.
Se reitera que, en principio, serán los estatutos los que regularán el funcionamiento interno
del consejo rector, pero en ausencia de previsión estatutaria el consejo rector podrá regular
su propio funcionamiento.
El consejo rector será convocado por el presidente o presidenta, sin que se establezca alguna
norma alternativa para el caso de imposibilidad de que aquellos lo hagan o de actitudes
obstructivas a convocar reuniones, soluciones que sería viable, y aconsejable, introducir
en sede estatutaria.
176

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
La sesión quedará válidamente constituida cuando concurran a la reunión más de la mitad
de sus componentes. La asistencia a las reuniones del consejo será personal e indelegable,
aunque se posibilita la asistencia virtual.
Se introduce la novedad de establecer una nueva formulación de la mayoría para adoptar
acuerdos que se adoptarán por más de la mitad de votos de las personas asistentes -no sobre
el número total de consejeros y consejeras ni sobre el número de votos emitidos-sin que, a
estos efectos, se computen los votos en blanco ni las abstenciones.
No obstante, la ley o los estatutos pueden disponer otra cosa lo que se viene interpretando
como la posibilidad de aumentar o reforzar la mayoría exigida con carácter general o sólo
para determinados acuerdos. Cada consejero o consejera tendrá un voto y el voto del
presidente o presidenta dirimirá los empates.
Se mantiene también la existencia de acuerdos de especial relevancia, sin que quien legisla
haya creído oportuno modificar el listado de la ley precedente, salvo para añadir que se
exigirá mayoría reforzada en cualquier otro caso en que lo disponga la ley, listado que
resumía bien las cuestiones más trascendentales que pudiera someterse a la decisión del
consejo y que superan ampliamente la gestión ordinaria. El consejo rector así necesitará el
voto favorable de al menos dos tercios de los votos emitidos de conformidad con el párrafo
anterior - antes eran los votos de dos tercios de las personas asistentes -, para adoptar los
acuerdos de cierre o traslado de un centro principal de actividad o de una parte significativa
del mismo, restricción, ampliación o modificación sustanciales de la actividad de la cooperativa,
cambios de trascendencia en la organización de la cooperativa, establecimiento
o extinción de vínculos con otras entidades, cooperativas o no, que supongan una relación
de colaboración permanente y valiosa para la cooperativa y finalmente casos en que lo
establezca la ley.
6.8.2.2. La regulación de la posibilidad de delegaciones en el consejo ha sido especialmente
continuista, pese a que en el ámbito de las sociedades mercantiles se han producido
innovaciones de calado que quien legisla en Euskadi no ha creído oportuno introducir.
Se reitera la posibilidad de designar comisiones ejecutivas o nombrar consejeras o consejeros
delegados. La delegación permanente de alguna facultad del consejo de administración
en aquéllos y la designación de quienes vayan ocupar tales cargos entre las personas
administradoras requerirán para su validez del voto favorable de las dos terceras partes
de las personas que componen el consejo rector. A falta de previsión específica en otro
sentido, el acuerdo de cese en los cargos delegados se sometería a la mayoría ordinaria.
La ley reitera que en ningún caso podrán ser objeto de delegación la rendición de cuentas y
la presentación de cuentas anuales a la asamblea general ni las facultades que esta conceda
al consejo rector, salvo que fuese expresamente autorizado por ella.
No obstante, por aplicación de la teoría general sobre las funciones del consejo y la responsabilidad
de sus integrantes, puede sostenerse que serían aplicables algunas de las excepciones
añadidas a la lista de materias delegables por la LSC, como la supervisión del
efectivo funcionamiento y de la actuación de los órganos delegados y de los directivos que
se hubiera designado.
La nueva ley no ha querido recoger, tampoco, la obligación añadida, introducida en el art
249.3 en la última reforma de la LSC, que obliga a que, cuando un miembro del consejo de
177

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
administración sea nombrado consejero o consejera delegados o se le atribuyan funciones
ejecutivas, será necesario que se celebre un contrato entre esta persona y la sociedad que
deberá ser aprobado previamente por el consejo de administración, con la abstención de la
persona afectada En dicho contrato se detallarán, entre otras menciones, todos los conceptos
por los que pueda obtener una retribución por esas funciones ejecutivas a desempeñar,
incluyendo, en su caso, la eventual indemnización por cese anticipado en dichas funciones
y las cantidades a abonar por la sociedad en concepto de primas de seguro o de contribución
a sistemas de ahorro sin que se pueda percibir ninguna retribución que no esté prevista
en ese contrato.
Pese a no constituir este contrato un requisito obligatorio en la LCE, conviene valorar su
conveniencia y operatividad para su introducción como obligación estatutaria; no hace
falta remarcar la utilidad de fijar de manera previa y transparente ciertas retribuciones indirectas
o prevenir futuros conflictos sobre el incumplimiento de obligaciones o introducir
cláusulas de penalización prefijadas para incentivar el cumplimiento de obligaciones de
secreto o de no competencia tras cesar en su cargo o abandonar la cooperativa. También
podrían servir esas penalizaciones pactadas para evitar ceses voluntarios intempestivos y
no justificados, solución que parece más eficaz que exigir una eventual indemnización de
daños, ex art 47, ya comentada.
6.8.2.3. Para que la asistencia remota y virtual a las sesiones del consejo sea factible
y válida, es preciso que haya una admisión positiva del procedimiento, en los
estatutos sin que baste su mero silencio.
Además de determinar un sistema que garantice las debidas condiciones de seguridad
y autenticidad, debe tratarse de videoconferencia u otro sistema similar que surja
en el futuro y que permita la comunicación bidireccional y simultánea de la imagen y el
sonido y la interacción visual, auditiva y verbal. Por tanto, no sería válido un procedimiento
de asistencia virtual como mero espectador, aunque se complemente con
algún dispositivo para emitir el voto en el momento oportuno o decidir en discusiones
de chat o similares.
A diferencia de las sociedades de capital, estos requisitos vienen a excluir de forma tajante
que la reunión sin presencia física simultánea de las personas consejeras pueda limitarse a
la adopción de acuerdos por escrito y sin sesión.
Hay que alabar la introducción de la posibilidad de asistir a las sesiones del consejo
de manera virtual, y también la modificación que ha eliminado el requisito de
que los consejeros se encontraran geográficamente distantes para su admisión. La
asistencia virtual puede extenderse así a otros casos como los de personas con movilidad
reducida por circunstancias de salud incluso temporales –por enfermedad
o accidente- o en situaciones hoy bien conocidas de restricciones a la movilidad,
sean impuestas por ley o se adoptan voluntariamente ante situaciones de riesgo
como pandemias, fenómenos meteoro-lógicos o desastres ambientales.
Si el sistema de comunicación online adoptado garantiza la autenticidad y seguridad
de las reuniones solo supone beneficios, al posibilitar una actividad del consejo
más frecuente y continua, con menos costes y sin suponer merma del cabal cumplimiento
de sus funciones y deberes. El imponer la presencialidad en tales casos
se corresponde con una cultura social y empresarial en gran medida superada.w
178

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.8.2.4. El destinatario de este artículo es la propia cooperativa, que deberá de configurar
de manera autónoma y mediante sus estatutos el funcionamiento de su órgano de gestión
y administración colegiado, siendo aconsejable una reforma de dichos estatutos que introduzca
las innovaciones más útiles para la cooperativa, y el propio consejo rector, en el
desarrollo de sus facultades de autorregulación.
6.8.3 Otra normativa aplicable
La materia recogida en el artículo que se acaba de examinar es de carácter exclusivamente
cooperativo por lo tanto no será de aplicación la regulación estatal contenida en la LGC
que, en sus artículos concordantes sobre el consejo, no aporta nada a lo establecido en la
ley vasca. Debe señalarse que, junto a coincidencias significativas, prevé opciones, como la
pertenencia al consejo de representantes de los trabajadores por cuenta ajena, que difieren de
lo preceptuado en la LCE.
6.9 Deberes de las personas administradoras
Artículo 49. Deberes de las personas administradoras.
1.- Las personas administradoras deberán desempeñar su cargo y cumplir los
deberes impuestos por las leyes y los estatutos sociales con la diligencia de
un ordenado empresario o empresaria, teniendo en cuenta la naturaleza del
cargo y las funciones atribuidas a cada una de ellas; adoptando las medidas
precisas para la correcta gestión y representación de la cooperativa.
2.- Asimismo, las personas administradoras desempeñaran su cargo con la lealtad
de una o un representante fiel, obrando de buena fe en el mejor interés de
la cooperativa, sin que ejerciten sus facultades con fines distintos de aquellos
para los que le han sido concedidas.
3.- Las personas administradoras deben guardar secreto sobre los datos que
tengan carácter confidencial, aun después de cesar en sus funciones, salvo
en los casos en que la ley lo permita o requiera.
4.- Las personas administradoras se abstendrán de desarrollar actividades por
cuenta propia o ajena que entrañen una competencia con la cooperativa o
que, de cualquier otro modo, supongan un conflicto con los intereses de la
cooperativa.
No obstante, la cooperativa, mediante previo acuerdo expreso de la asamblea
general, podrá dispensar las prohibiciones contenidas en el apartado
anterior en casos singulares.
El administrador o administradora incurso en estas situaciones de conflicto,
que en todo caso deberá comunicar al consejo rector o a la asamblea general
cuando sea administrador o administradora única, no podrá tomar parte
en la correspondiente votación.
Los actos, contratos u operaciones realizados sin la mencionada autorización
podrán ser anulados, quedando a salvo los derechos adquiridos por
terceras personas no socias de buena fe.
179

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
5.- En el ámbito de las decisiones estratégicas y de negocio, sujetas a la discrecionalidad
empresarial, el estándar de diligencia de un ordenado empresario
o empresaria se entenderá cumplido cuando el administrador o administradora
haya actuado de buena fe, sin interés personal en el asunto objeto
de decisión, con información suficiente y en el marco de un funcionamiento
adecuado.
No se entenderán incluidas dentro del ámbito de discrecionalidad empresarial
aquellas decisiones en que exista o pueda existir un conflicto de intereses
con la cooperativa.
6.9.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Donde mayores innovaciones observamos en la nueva ley es en la regulación de los deberes
de diligencia y lealtad de las personas administradoras y su correlativa responsabilidad,
y en la impugnación de sus acuerdos, en línea con las actuales tendencias legislativas en la
materia para las sociedades de capital. Los últimos artículos que la nueva ley dedica al órgano
de administración son los que se han visto más profundamente afectados y modificados
respecto a la regulación precedente ya que, como ya se adelantó, se ha incorporado en gran
medida las modificaciones de la Ley de Sociedades de Capital para la mejora del gobierno
corporativo, contenidas en la Ley 31/2014, de 3 de diciembre.
Obviamente esta importante materia no era desconocida por la ley precedente, pero aparecía
recogida de manera muy sucinta dentro del antiguo artículo sobre responsabilidad de los
administradores - art 47- ya que no es lógicamente posible regular esta materia sin indicar
previamente el incumplimiento de qué obligaciones desencadenará la responsabilidad de la
persona administradora.
En concreto, la norma derogada establecía que los administradores desempeñarán su cargo
con la diligencia de un ordenado empresario y un representante leal, y añadía más tarde
el deber de obrar con la diligencia debida y el deber de guardar secreto sobre los datos que
tengan carácter confidencial, aun después de cesar en sus funciones.
6.9.1.1. El régimen actual determina que las personas administradoras están sujetas a unas
obligaciones que se articulan sobre dos conceptos generales: deber de diligencia y deber
de lealtad.
Sobre el primero, la ley establece que deberán desempeñar su cargo y cumplir los deberes
impuestos por las leyes y los estatutos sociales con la diligencia de un ordenado empresario
o empresaria, teniendo en cuenta la naturaleza del cargo y las funciones atribuidas a cada
una de ellas y adoptando las medidas precisas para la correcta gestión y representación de
la cooperativa.
Sobre el segundo, las personas administradoras desempeñaran su cargo con la lealtad de
una o un representante fiel, obrando de buena fe en el mejor interés de la cooperativa, sin
que ejerciten sus facultades con fines distintos de aquellos para los que le han sido concedidas.
Dentro de este deber general de lealtad se incardinan otras obligaciones en relación al
deber de secreto, la prohibición de competir o al conflicto de intereses, cuya importancia
justifica su tratamiento individualizado.
180

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
Las personas administradoras deben guardar secreto sobre los datos que tengan carácter confidencial,
aun después de cesar en sus funciones, salvo en los casos en que la ley lo permita
o requiera.
Las personas administradoras se abstendrán de desarrollar actividades por cuenta propia
o ajena que entrañen una competencia con la cooperativa o que, de cualquier otro modo,
supongan un conflicto con los intereses de la cooperativa.
Esta obligación puede ser modulada en el caso concreto, ya que la cooperativa, mediante
previo acuerdo expreso de la asamblea general, podrá dispensar las prohibiciones contenidas
en el apartado anterior en casos singulares.
El administrador o administradora incurso en estas situaciones de conflicto, que en todo
caso deberá comunicar al consejo rector o a la asamblea general cuando sea administrador
o administradora única, no podrá tomar parte en la correspondiente votación.
Los actos, contratos u operaciones realizados sin la mencionada autorización podrán ser
anulados, quedando a salvo los derechos adquiridos por terceras personas no socias de
buena fe.
6.9.1.2. Se introduce, asimismo, como matización del deber de diligencia, el llamado principio
de protección de la discrecionalidad empresarial, que viene a aclarar que una gestión
poco acertada o exitosa no puede ser equiparada sin más a la falta de diligencia. Se
puntualiza por tanto que en el ámbito de las decisiones estratégicas y de negocio, sujetas
a la discrecionalidad empresarial, el estándar de diligencia de un ordenado empresario o
empresaria se entenderá cumplido cuando el administrador o administradora haya actuado
de buena fe, sin interés personal en el asunto objeto de decisión, con información suficiente
y en el marco de un funcionamiento adecuado. Ahora bien, no se entenderán incluidas dentro
del ámbito de discrecionalidad empresarial aquellas decisiones en que exista o pueda
existir un conflicto de intereses con la cooperativa.
6.9.2 Comentario general y significado práctico
La trasposición al ámbito cooperativo de la nueva regulación societaria del gobierno corporativo
parecía una solución lógica a una regulación cooperativa que se había quedado un
tanto anticuada.
La formulación que hoy se recoge es muy similar a la establecida en la legislación de las
sociedades de capital, que había introducido una importante modernización en este campo,
la última y más perfecta en la ya aludida reforma de 2014, en la que se incorporan los resultados
de una prolongada labor doctrinal y jurisprudencial para completar, aclarar y matizar
los deberes de las personas administradoras.
No supone, sin embargo, una completa innovación en este campo ya que las prescripciones
actuales ya se intuían y podían interpretarse como incluidas cuando se hablaba en la legislación
precedente de diligencias y lealtad.
6.9.2 1. Puede decirse que la nueva norma, técnicamente mucho más perfecta y que aporta
una mayor seguridad jurídica, lo que hace es desarrollar y redefinir obligaciones básicas
que ya existían en la legislación societaria y cooperativa precedente.
En esta materia un cierto seguimiento de la legislación de sociedades de capital parece
181

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
beneficioso ya que eso permite el aprovechamiento del enorme acervo jurisprudencial que
ha venido enjuiciando las conductas reprobables de las personas administradoras, disponiendo
las instancias judiciales de una extensa relación de conductas ya calificadas de
desleales, con la seguridad jurídica que ello conlleva, al ya estar enjuiciados muchos actos
y conductas como censurables.
No parece haber razones, por el contrario, que desaconsejen extender el estándar de lealtad
de las sociedades de capital a las cooperativas. La persona administradora de la cooperativa
no socia, nombrada al efecto por su profesionalidad, en ningún caso debe menos lealtad
a la sociedad por ser ésta una cooperativa; si por el contrario son personas socias las designadas
para el órgano de administración, es claramente absurdo exigirles menos lealtad
hacia sus compañeros y compañeras cooperativistas y al proyecto común que comparten
que al mandatario externo de otra sociedad de capital.
Por lo tanto, parece recomendable que, por analogía, incluyamos entre los casos de deslealtad
no sólo los expresamente incluidos en esta ley sino la lista, bastante más extensa,
prevista en la LSC, ya que no se trata de introducir nuevos supuestos, sino que son meras
puntualizaciones de ese deber general.
En particular, pues, se considera contrario a este deber realizar transacciones no ordinarias
con la sociedad, utilizar el nombre de la sociedad o invocar su condición de administrador
para influir indebidamente en la realización de operaciones privadas, obtener ventajas o
remuneraciones de terceros asociadas al desempeño de su cargo (salvo que se trate de atenciones
de mera cortesía), desarrollar actividades por cuenta propia o ajena que entrañen
una competencia o hacer uso de los activos sociales, incluida la información confidencial,
con fines privados.
6.9.2.2. Como ya se adelantó, las personas administradoras deberán desempeñar su cargo
y cumplir con los deberes impuestos por la ley y los estatutos con la diligencia de un ordenado
empresario o empresaria.
Este enunciado había suscitado cierto temor a que las valoraciones de terceros puedan
achacar un incumplimiento de este deber a personas administradoras cuya gestión pueda
calificarse de poco exitosa, sea por falta de capacidad para llevar a cabo una gestión más
eficaz, sea por no superar circunstancias adversas del mercado, con la consiguiente proliferación
de pleitos poco justificados.
Para que no quepa calificar de incumplimiento el desempeño de la persona administradora
que se maneja con corrección, pero sin alcanzar los mejores resultados, se introduce el llamado
principio de protección de la discrecionalidad empresarial, que supone que el estándar
de diligencia se entenderá cumplido cuando la persona administradora haya actuado de
buena fe, sin interés personal, con información suficiente y con arreglo a un procedimiento
de decisión adecuado.
Si no se ha obrado de mala fe, ni con pasividad o negligencia, sino con poco acierto, será
difícil reprochar falta de diligencia a la persona administradora, aunque los buenos resultados
no acompañen. Ahora bien, nunca se incluirá en esta discrecionalidad el incumplimiento
de los deberes que este mismo artículo impone en caso un conflicto de interés.
6.9.2.3. Con todo, cuando se establece que la persona administradora debe obrar siempre
en el mejor interés de la sociedad es necesario recordar, pese el origen mercantil de la nor-
182

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
ma, que en lo que sí difieren claramente las cooperativas y las sociedades de capital es la
noción de ese interés social.
Si en las sociedades de capital se ha consagrado que el principal cometido del órgano de
administración es crear valor para los socios, la finalidad de la cooperativa será radicalmente
distinta, pudiendo primar una gestión sostenible y un proyecto menos ambicioso en
lo económico.
Dentro del parámetro del proyecto común y de las directrices generales de la Asamblea,
la persona administradora diligente deberá perseguir dichos objetivos como pueden ser
la continuidad de la empresa mientras sea viable incluso si económicamente no produce
beneficios significativos o la obtención de las mejores condiciones retributivas, de trabajo
o de consumo para las personas socias.
6.9.2.4. El destinatario de este artículo son las personas administradoras de la cooperativa,
que deberán adaptar su conducta a las exigencias legales y los eventuales demandantes que
pudieran plantear futuras demandas de responsabilidad contra ellas.
6.9.3 Otra normativa aplicable
La materia recogida en el artículo que se acaba de examinar es de carácter exclusivamente
cooperativo, por lo tanto, no será de aplicación la regulación estatal contenida en la LGC
que, además, no ha sido puesta al día en esta materia con lo que su aportación a lo establecido
en la ley vasca es nula.
No obstante, al tratarse de materias transversales para toda sociedad que actué en el mercado
conviene completar el ámbito de deberes de la persona administradora con lo establecido
en la Ley de Competencia Desleal sobre incumplimiento de sus deberes o desistimientos
intempestivos y en la Ley de Secretos Empresariales.
6.10 Responsabilidad de las personas administradoras
Artículo 50. Responsabilidad de las personas administradoras.
1.- Las personas administradoras responderán, siempre que haya intervenido
dolo o culpa, de los daños que causen por actos contrarios a la ley o a los
estatutos sociales, o por los realizados incumpliendo los deberes inherentes al
cargo.
2.- Responderán solidariamente todas las personas miembros del órgano que realizó
el acto o adoptó el acuerdo lesivo, salvo las que prueben que, no habiendo
intervenido en su adopción o ejecución, desconocían su existencia o, en caso
de conocerla, hicieron todo lo posible para evitar el daño o, al menos, se opusieron
expresamente a aquel.
3.- No exonerará de responsabilidad el hecho de que el acto o acuerdo lesivo
haya sido adoptado, autorizado o ratificado por la asamblea general.
4.- La responsabilidad de las personas administradoras se extiende igualmente a
las personas administradoras de hecho. A tal fin, tendrá la consideración de
administrador o administradora de hecho tanto la persona que, sin haber sido
nombrada administradora, desempeñe efectivamente las funciones propias del
183

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
cargo como, en su caso, aquella bajo cuyas instrucciones actúen las personas
administradoras de la sociedad.
No tendrá la consideración de administrador o administradora de hecho la
persona acreedora que presta apoyo financiero a la cooperativa estableciendo
una serie de condiciones o requerimientos, salvo prueba en contrario.
6.10.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La regulación de la responsabilidad de las personas administradoras ha sufrido varias novedades
inevitables para adaptarse a las innovaciones legislativas sobre el gobierno corporativo
de las sociedades.
Como ya se expuso, la materia que en la ley derogada se regulaba en un solo artículo, hoy
aparece desdoblada en una primera norma, sobre las obligaciones de quienes componen el
órgano gestor, y una segunda, que ahora comentamos, en la que exclusivamente se regula la
responsabilidad en que pudieran incurrir.
Además, hay dos novedades de importancia referentes al nuevo parámetro de la diligencia
exigible y a la novedosa mención de las personas administradoras de hecho, a los que se
aplicarán también las normas sobre responsabilidad.
6.10.1.1. Tradicionalmente se establece que las personas administradoras responderán,
siempre que haya intervenido dolo o culpa, de los daños que causen por actos contrarios
a la ley o a los estatutos sociales, o por los realizados incumpliendo los deberes inherentes
al cargo.
Ahora bien, el grado de culpa exigible ha ido variando históricamente. En las sociedades
de capital, desde 1989, todo tipo de culpa, incluso leve, puede dar lugar a responsabilidad.
En la anterior ley vasca se establecía una matización, ya que serían susceptibles de generar
responsabilidad los actos realizados sin la diligencia debida, que deberá estimarse con más
o menos rigor en función del carácter retribuido o no del cargo. Al admitirse un menor
grado de diligencia en algunas personas administradoras era posible que eludieran la responsabilidad
en el caso de obrar con culpa leve.
Se establece así un cierto agravamiento en cuanto a la responsabilidad de las personas administradoras
quienes, hoy ya sin matizaciones, responderán, siempre que en su actuación
haya intervenido dolo o culpa, incluso de carácter leve.
6.10.1.2. Por vez primera la aplicación de la norma expresamente se extiende, igualmente,
a las personas administradoras de hecho.
A tal fin, tendrá la consideración de administrador o administradora de hecho tanto la persona
que, sin haber sido nombrada administradora, desempeñe efectivamente las funciones
propias del cargo como, en su caso, aquella bajo cuyas instrucciones actúen las personas
administradoras de la sociedad.
En cambio, no tendrá la consideración de administrador o administradora de hecho la
persona acreedora que presta apoyo financiero a la cooperativa estableciendo una serie de
condiciones o requerimientos, salvo prueba en contrario.
184

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.10.2 Comentario general y significado práctico
La nueva ley, en otras materias, sigue manteniendo las líneas generales de la regulación
precedente estableciendo que las personas administradoras responderán, siempre que haya
intervenido dolo o culpa, de los daños que causen por actos contrarios a la ley o a los estatutos
sociales, o por los realizados incumpliendo los deberes inherentes al cargo.
Además, esta responsabilidad será solidaria y alcanza a todas las personas miembros del
órgano que realizó el acto o adoptó el acuerdo lesivo, salvo las que prueben que, no habiendo
intervenido en su adopción o ejecución, desconocían su existencia o, en caso de conocerla,
hicieron todo lo posible para evitar el daño o, al menos, se opusieron expresamente a aquel.
6.10.2.1. Se observa que es posible que la responsabilidad puede repartirse desigualmente,
limitándose a los protagonistas del acto dañoso y eximiendo a aquellos que no tomaron
parte o se opusieron a él. No obstante, una mera conducta pasiva no supone una garantía
de no incurrir en responsabilidad.
Además de lo ya comentado en materia del deber de diligencia, la doctrina siempre ha
explicitado que, además de las actuaciones directas, pueden generar responsabilidad la
llamada culpa in vigilando, es decir, la inacción en controlar a las personas designadas en
caso de delegación.
Se explicita también que no exonerará de responsabilidad el hecho de que el acto o acuerdo
lesivo haya sido adoptado, autorizado o ratificado por la asamblea general.
En cambio, la ley no ha incorporado la precisión que sí hace la LSC al establecer que la
culpabilidad se presumirá, salvo prueba en contrario, cuando el acto sea contrario a la ley
o a los estatutos sociales.
Es presumible que esta norma, aun sin incorporación expresa, sea de aplicación en los tribunales,
ya que recoge un criterio interpretativo lógico, al entender que informarse acerca
de la ley y del contenido del pacto social y respetarlos supone un mínimo de diligencia
exigible a la persona administradora.
A este respecto, el papel del letrado o letrada asesora en las sociedades donde exista
será muy relevante (véase el comentario al art. 77). Las personas administradoras menos
conocedoras de la ley podrán ampararse en la recomendación o en el dictamen favorable
de aquella persona experta, sobre la regularidad del acto o conducta dañoso, con lo que en
muchos casos se juzgará que no incurrieron en culpa alguna.
6.10.2.2. Sobre el agravamiento que supone equiparar el grado de diligencia exigible a
todas las personas administradoras sin diferenciar su mayor o menor profesionalización,
que solía ser el criterio que se relacionaba implícitamente con el carácter retribuido o no
del cargo, obedece al criterio de quien legisla de modernizar esta norma asimilándola a la
vigente para la generalidad de las sociedades.
La particularidad que pervivía en la legislación vasca se entendía por una realidad sociológica
que justificaba la protección de las personas socias miembros del Consejo menos
expertas por no ser profesionales de la gestión y que frecuentemente no eran retribuidas.
Hoy la situación ya no es la misma que al dictarse la ley derogada.
El cooperativismo y su regulación se han ido incorporando a la formación de nuevas generaciones
de personas gestoras y los recursos para informarse son infinitamente más abun-
185

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
dantes hoy en día que en el pasado, incluso para personas no muy expertas. La mayor profesionalización
que preconiza la ley, mediante la presencia en el consejo de miembros no
socios y secretario no consejeros, previsiblemente mejor preparados para ser conscientes
del alcance de sus obligaciones y del contenido de las leyes aplicables, hacía previsible la
equiparación de las personas administradoras de la cooperativa con las de otras sociedades
en materia de conducta exigible.
Resulta paradójico que, aunque la atenuación de sus deberes podía resultar ventajosa para
las personas administradoras, no por eso dejaba de ser una discriminación que desvalorizaba
la sociedad cooperativa.
El régimen normativo que ahora se incorpora estaba vigente desde hace mucho en todo
tipo de sociedades, tanto anónimas como sociedades de responsabilidad limitada, de pequeña
y mediana dimensión, cuyo órgano gestor, en muchos casos, tampoco contaba con
profesionales sumamente preparados. En términos informales habría que concluir que a
los gestores cooperativos se les trataba mejor que a los de las sociedades mercantiles, pero
se les trababa como a personas más incapaces. Con la nueva ley la equiparación es plena.
Con todo, si la nueva norma suscitase un cierto temor en sus destinatarios y destinatarias
conviene añadir que esa menor profesionalización, traducida en el desempeño gratuito
del cargo, puede ser uno de los criterios que una persona que eventualmente haya de juzgar
tenga presentes al evaluar si se ha cumplido el estándar de diligencia exigible en un
caso concreto.
No está de más adelantar que, por muy exigente que pueda resultar el nuevo régimen de
incumplimiento de los deberes de las personas administradoras, la responsabilidad que la
ley plantea sigue siendo una responsabilidad por daños. Por muy censurable que sea una
conducta o por flagrante que sea la violación de sus deberes legales, si esta no genera un
daño cierto y demostrable a la cooperativa o a terceros, o no se demuestra el nexo causal
entre ambos, la persona infractora no sería condenada si eventualmente se dirigieran contra
ella acciones de responsabilidad
6.10.2.3. Se introduce, y merece la más positiva valoración por su contribución a la seguridad
jurídica, la regulación expresa de la persona administradora de hecho.
La noción de administrador de hecho, nacida doctrinalmente para calificar a personas administradoras
con nombramientos caducados o sin nombramiento regular, fue extendida
por la jurisprudencia a socios que aparecían como figuras gerenciales y que, para eludir
las responsabilidades previstas en las leyes de sociedades de capital, protagonizaban las
efectivas tareas de gestión bajo la cobertura de un administrador formalmente nombrado
pero inoperante.
Si bien la jurisprudencia ya había extendido la responsabilidad a estos denominados administradores
de hecho, la última reforma de la LSC los incluyó expresamente al regular la
responsabilidad de las personas administradoras.
Este fenómeno también era conocido en ciertos sectores del mundo cooperativo, donde
gerentes o directores en quienes se confiaba por su mayor profesionalidad (en la LSC
se alude especialmente a los gerentes cuando no hay consejeros o consejeras delegados)
siendo meros apoderados generales, en ocasiones se erigían en los verdaderos gestores y
administradores, tomando las decisiones propias de éstos y dejando de lado a las personas
consejeras válidamente designadas.
186

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
Dejando de lado la necesidad de controlar tales conductas, en todo caso, quien desempeñe
efectivamente las funciones propias del cargo sin nombramiento formal o administre la
sociedad, impartiendo instrucciones a los administradores aparentes, será sometido a la
misma responsabilidad.
6.10.3 Otra normativa aplicable
La materia recogida en el artículo que se acaba de examinar es de carácter exclusivamente
cooperativo por lo tanto no será de aplicación la regulación estatal contenida en la LGC que,
además, no ha sido puesta al día en esta materia con lo que su aportación a lo establecido en
la ley vasca es nula.
6.11 Acciones de responsabilidad contra las personas administradoras
Artículo 51. Acciones de responsabilidad contra las personas administradoras.
1.- La acción social de responsabilidad contra las personas administradoras podrá ser
ejercitada por la cooperativa, previo acuerdo de la asamblea general, por mayoría
ordinaria, que podrá ser adoptado aunque no figure en el orden del día. En cualquier
momento la asamblea general podrá transigir o renunciar al ejercicio de la
acción.
Cuando no estuviera incluido en el orden del día, deberán votar a favor las dos terceras
partes de los votos presentes y representados, excluidos los votos en blanco y
nulos.
2.- El acuerdo de la asamblea general de promover la acción o transigir sobre ella
implica la destitución automática de las personas administradoras afectadas.
3.- Cuando la cooperativa no entable la acción de responsabilidad, dentro del plazo de
tres meses contados desde la fecha de adopción del correspondiente acuerdo, podrá
ejercitarla cualquier persona socia. Asimismo, las personas socias que representen
al menos el veinte por ciento de los votos podrán también entablar la acción de responsabilidad
en defensa del interés social cuando las personas administradoras no
convocasen la asamblea general solicitada a tal fin.
4.- Transcurrido el plazo de seis meses a partir de la producción del daño sin que la
acción hubiera sido ejercitada por la asamblea o por las personas socias, podrá
entablar la acción de responsabilidad cualquier acreedor social a los solos efectos
de reconstituir el patrimonio de la cooperativa.
5.- En todo caso, la acción prescribirá a los dos años de producirse los actos que hayan
originado dicha responsabilidad o desde su conocimiento.
6.- No obstante lo dispuesto en los números precedentes, quedan a salvo las acciones
individuales que puedan corresponder a las personas socias y a terceras personas
no socias por actos de las personas administradoras que lesionen directamente sus
intereses.
7.- La infracción del deber de lealtad determinará no solo la obligación de indemnizar
el daño causado al patrimonio social, sino también la de devolver a la cooperativa
el enriquecimiento injusto.
187

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.11.1 Principales novedades respecto de la normativa anterior
La regulación de las llamadas acciones de responsabilidad contra las personas administradoras
mantiene su estructura clásica, tampoco en esta materia ha habido grandes innovaciones
en las sociedades de capital, diferenciando las acciones sociales y las individuales
de responsabilidad, pero añadiendo algunas precisiones, como el incremento de la mayoría
requerida para la destitución que no figure en el orden del día y algunas otras innovaciones
de detalle en materia de legitimación.
Lo más claramente innovador es la previsión del ejercicio de una nueva acción específica
para el caso de que se infrinja del deber de lealtad.
Así, el nuevo apartado 7 del artículo 51, establece que la infracción del deber de lealtad
determinará no solo la obligación de indemnizar el daño causado al patrimonio social, sino
también la de devolver a la cooperativa el enriquecimiento injusto.
Aunque la posibilidad de ejercitar acciones de enriquecimiento injusto ya era viable antes,
aplicando la teoría general del derecho privado, es conveniente constatarlo en esta ley.
Se han detectado en la práctica societaria supuestos, como el uso por las personas administradoras
del nombre social o de bienes sociales, sin deteriorarlos, para fines particulares, del
uso en beneficio propio o de allegados de información obtenida en razón de su cargo y con la
exigencia de reserva, en que la sociedad no resulta directa y realmente dañada.
No obstante, la persona administradora que así vulnera sus deberes obtiene un claro provecho
ilegítimo que, mediante el ejercicio de dicha acción, deberá devolver a la cooperativa.
6.11.2 Comentario general y significado práctico
Respecto a la acción social de responsabilidad, se siguen ejercitando en cascada, es
decir, sólo la inacción de los inicialmente legitimados abre paso a la siguiente categoría de
potenciales demandantes.
6.11.2.1. En primer lugar, puede ejercitarla la propia cooperativa, previo acuerdo de la
asamblea general, por mayoría ordinaria, que podrá ser adoptado, aunque no figure en
el orden del día. Pero como novedad se añade que, si no estuviera incluido el asunto en
el orden del día, deberán votar a favor las dos terceras partes de los votos presentes y
representados, excluidos los votos en blanco y nulos.
El poder decidir sobre este tema en cualquier momento ha sido una regla constante en materia
de sociedades, ante la previsión de eventuales maniobras obstructivas de las personas
administradoras en el cargo, enfrentadas a la posibilidad de ser depuestas y demandadas.
Ahora bien, el valor de la continuidad en la gestión, también hace razonable prever una
mayoría reforzada para dificultar maniobras mediante las que se propugne sorpresivamente,
por ejemplo, en una asamblea con baja participación, iniciar estas acciones, sin contar
con un mínimo de apoyos.
En todo caso, en cualquier momento la asamblea general podrá transigir o renunciar al
ejercicio de la acción. Tanto el acuerdo de promover la acción como el de transigir sobre
ella implicarán la destitución automática de las personas administradoras afectadas.
En segundo lugar y cuando la cooperativa no entable efectivamente la acción de responsabilidad
acordada dentro del plazo de tres meses, contados desde la fecha de adopción
188

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
del correspondiente acuerdo, podrá ejercitarla cualquier persona socia. Nótese que, a diferencia
de lo que ocurre en las sociedades de capital, no cabe cuando el acuerdo social sea
contrario a la exigencia de responsabilidad.
La elección de quien legisla de primar la paz social, en un colectivo de personas socias que
sociológicamente difieren de los socios capitalistas, sobre la posibilidad de mantener a una
persona administradora que falte a sus deberes causando daños, no impide que el acuerdo
de la asamblea pueda ser impugnado si resulta contrario al interés social.
En cambio, si no se ha llegado a tratar el asunto, la ley permite que las personas socias que
representen al menos el veinte por ciento de los votos puedan también entablar la acción
de responsabilidad en defensa del interés social cuando las personas administradoras no
convocasen la asamblea general solicitada a tal fin.
Este añadido, que ya existía en materia se sociedades de capital, resulta encomiable pues
aúna su utilidad para desincentivar eventuales maniobras obstructivas de las personas administradoras
-al no convocar la asamblea solicitada que podría deponerles- con la economía
procesal y de tiempo, al evitar que las personas socias deban primero solicitar judicialmente
la celebración de la asamblea, antes de poder interponer las acciones pertinentes.
Por último, y en tercer lugar, transcurrido el plazo de seis meses a partir de la producción
del daño sin que la acción hubiera sido ejercitada por la asamblea o por las personas socias,
podrá entablar la acción de responsabilidad cualquier acreedor social a los solos efectos de
reconstituir el patrimonio de la cooperativa.
La eventual indemnización que se obtenga del ejercicio de estas acciones se integrará en
el patrimonio de la sociedad, con lo que, en la práctica, es improbable que los acreedores
recurran al ejercicio de esta acción social.
6.11.2.2. Se reitera la posibilidad de ejercitar acciones individuales de responsabilidad,
estableciendo que quedan a salvo las acciones individuales que puedan corresponder a las
personas socias y a terceras personas no socias por actos de las personas administradoras
que lesionen directamente sus intereses.
Así, mediante la acción individual de responsabilidad, personas socias y terceras personas
podrán ejercitar las acciones de indemnización por actos de las personas administradoras
que hayan lesionado directamente los intereses de aquéllas. Se concede a las personas
dañadas la posibilidad de interponer las correspondientes acciones individuales de indemnización,
reclamando para sí la reparación de los daños causados. En este caso la indemnización
no se reclama para la sociedad sino para las personas concretas que demandan y
que hubieran sido lesionadas por el acto de las personas administradoras.
Estas acciones, de larga tradición en las sociedades de capital, se configuran como acciones
causales de daños, debiendo probarse que las personas administradoras demandadas
han causado una lesión directa y concreta a los intereses de personas socias y terceras
(normalmente acreedoras de la sociedad), existiendo una relación causal directa entre tal
comportamiento y el daño.
No basta que la conducta sea contraria a sus deberes, debe causar daño directo. Tradicionalmente
la jurisprudencia ha rechazado que el empobrecimiento de la sociedad a causa
de una gestión deficiente o desleal constituya daño directo a las personas socias y terceras
personas acreedoras.
189

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
Incluso existiendo ese daño directo debe probarse la existencia de un vínculo causal directo
y específico entre conducta y daño.
De hecho, las últimas sentencias del TS en este ámbito han venido a reforzar la exigencia
de un vínculo causal directo y probado. El caso más frecuente, en que personas acreedoras
utilizan esta acción contra las personas administradoras, se produce cuando una sociedad
se encuentra en una situación de insolvencia o ha cesado su actividad y desaparecido irregularmente,
sin hacer frente a sus deudas con los diferentes acreedores sociales.
La jurisprudencia ha estimado que no se puede presumir el daño a los acreedores pese a la
conducta contra legem de los gestores sociales y que debe demostrarse cumplidamente que
el impago se debió a dicha conducta, lo que no sucedería, por ejemplo, en caso de que no
existieran recursos económicos para pagar ya antes del cierre o en insolvencias sobrevenidas
por circunstancias imprevisibles del mercado.
6.11.3 Otra legislación aplicable
En este artículo se establece un sistema completo de acciones de responsabilidad de las
personas administradoras, sin que sea de aplicación la LGC.
Podría plantearse, dentro del ámbito general de la responsabilidad por daños en las sociedades,
si es de aplicación la llamada responsabilidad de las personas administradoras por la
no disolución, prevista en el art. 367 de la LSC, pero que no tiene una regulación equivalente
en la LCE.
Allí quien legisla ha previsto un riguroso régimen de responsabilidad para garantizar que
las personas administradoras cumplirán con la obligación de convocar la junta general en
caso de acaecer una causa de disolución, siendo estas causas en gran parte coincidentes con
las establecidas en al artículo 91 de la LCE. o, en caso de que la junta no pudiera constituirse
o no pudiera llegar a un acuerdo, de solicitar la disolución judicial o el concurso. Si no lo hicieran
en el plazo previsto, se les hace solidariamente y personalmente responsables del pago
de las obligaciones sociales posteriores al acaecimiento de dicha causa legal de disolución.
La jurisprudencia la considera generalmente como una responsabilidad de carácter objetivo
o cuasi objetivo y como una sanción o pena civil.
Precisamente este carácter de norma punitiva hace que su extensión a la cooperativa, cuya
ley no las incluye expresamente, sea rechazable. Eso no implica que las conductas incumplidoras
semejantes a las previstas en esa norma no puedan ser objeto de acciones de responsabilidad
por daños ordinarias.
En todo caso, conviene recordar que, en caso de insolvencia, a las cooperativas les será
aplicable la legislación concursal, según dispone el artículo 101de la LCE.
En dicha legislación y en caso de apertura de la fase de calificación, si el concurso fuera
calificado como culpable, la sentencia de calificación podría imponer a las personas administradoras
importantes sanciones, como la inhabilitación para administrar bienes ajenos o
representar a cualquier persona durante un período de dos a quince años (art. 455.2. 2º de la
ley concursal) o la condena a la cobertura, total o parcial, del déficit, con o sin solidaridad, a
todos o a algunos de los administradores (art. 456. 1 de la ley concursal).
190

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
6.12 Impugnación de acuerdos de las personas administradoras
Artículo 52. Impugnación de acuerdos de las personas administradoras
1.- Podrán ser impugnados los acuerdos del consejo rector o de la comisión ejecutiva,
en su caso, que sean contrarios a la ley o a los estatutos sociales, o que lesionen, en
beneficio de una o varias personas socias o de personas no socias, los intereses de
la cooperativa.
2.- Las personas administradoras y la comisión de vigilancia podrán impugnar dichos
acuerdos en el plazo de sesenta días desde su adopción.
3.- También podrá impugnar los acuerdos cualquier persona socia, en el plazo de sesenta
días desde que tuvo conocimiento del acuerdo y siempre que no haya transcurrido
un año desde su adopción.
4.- La impugnación producirá los efectos previstos y se tramitará con arreglo a lo establecido
para la impugnación de los acuerdos de la asamblea general.
6.12.1 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Otro aspecto innovador de esta ley ha sido la adopción del criterio establecido en la reciente
regulación de sociedades de capital para la impugnación de acuerdos, en favor de la
seguridad jurídica del tráfico de las empresas cooperativas al equipararlas con las restantes
sociedades, lo que, además, permite aprovechar las ventajas de una amplia jurisprudencia
sobre conflictos societarios, valorándose que, en este concreto ámbito, ello no compromete
ninguna especificidad cooperativa.
Puesto que la impugnación de acuerdos de las personas administradoras siempre se ha
redactado sobre la base de la impugnación de acuerdos de la asamblea general, era inevitable
una modificación prácticamente total en esta materia.
La supresión de la distinción entre acuerdos nulos y anulables, distinción que era muy
criticada por la doctrina, conlleva una nueva regulación de las causas, legitimación, plazos
y caducidad.
6.12.2 Comentario general y significado práctico
Podrán ser impugnados los acuerdos de los órganos de administración colegiados (no los
actos equivalentes de la persona administradora o el consejero o consejera delegados) como
son el consejo rector o de la comisión ejecutiva, de existir ésta, que sean contrarios a la ley
o a los estatutos sociales, o que lesionen, en beneficio de una o varias personas socias o
de personas no socias, los intereses de la cooperativa, es decir, los denominados acuerdos
contrarios al interés social.
Sobre legitimación y plazo, las personas administradoras y la comisión de vigilancia
podrán impugnar dichos acuerdos en el plazo de sesenta días desde su adopción.
Cualquier persona socia podrá impugnar los acuerdos en el plazo de sesenta días desde que
tuvo conocimiento del acuerdo y siempre que no haya transcurrido un año desde su adopción.
Por último, se efectúa una amplia remisión a las normas que regulan la impugnación de
los acuerdos de la asamblea general, estableciendo que la impugnación producirá los efectos
191

DE LA ADMINISTRACIÓN Y REPRESENTACIÓN DE LA COOPERATIVA
previstos y se tramitará con arreglo a lo establecido para la impugnación de los acuerdos de
la asamblea general.
Además de poderse ejercitar ante los tribunales, estas impugnaciones pueden ser sometidas
a arbitraje, en el ámbito de las competencias del CSCE-EKGK según dispone el art. 165. 2. f.
6.12.3 Otra legislación aplicable
En este artículo se establece un sistema completo de acciones de impugnación de acuerdos,
sin que sea de aplicación la LGC, que, además, todavía no ha incorporado las innovaciones
de la LSC.
En todo caso, por tratarse de cuestiones procesales de ámbito estatal, se produce una remisión
a la regulación de la LSC, prevista en el artículo 41 de esta ley, sobre la impugnación de
acuerdos de la asamblea general, cuando establece que con carácter general el procedimiento
de impugnación se acomodará a las normas establecidas en la Ley de Sociedades de Capital.
192

7. COMISIÓN DE VIGILANCIA *7
7.1 Composición, mandato y nombramiento
La Ley 11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi (LCE en adelante), dedica
íntegramente la Sección 3ª del Capítulo V (“Los órganos de la cooperativa”) a la comisión
de vigilancia, regulando, sucesivamente, la composición, mandato y nombramiento (artículo
53), las facultades de información (artículo 54), el ámbito de actuación (artículo 55) y sus
competencias y funcionamiento (artículo 56).
La comisión de vigilancia es un órgano de control y fiscalización de la gestión de la cooperativa,
que aunque como tal fue configurada de una manera novedosa por la Ley 4/1993
de Cooperativas de Euskadi, tenía como antecedente a los interventores de cuentas en la Ley
1/1982 de Cooperativas de Euskadi y, con diferentes denominaciones, era una constante en
el derecho cooperativo estatal, autonómico y comparado, en los que con carácter mayoritario
se ha impuesto de manera obligatoria a todo tipo de cooperativas.
La precedente Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi, además del cambio de denominación
del órgano, ante las limitaciones e insuficiencias de los anteriores interventores, amplió,
considerablemente sus funciones con un fin de reforzamiento democrático ante la realidad de
nuestra legislación, cooperativa y de sociedades en general, y tanto a nivel estatal como en
derecho comparado, que comprime las competencias de la asamblea general y el consiguiente
reforzamiento del órgano de administración que es titular de competencias exclusivas en
las que la asamblea general no puede sustituirle y ser también el órgano en el que recaen
residualmente todas las competencias no atribuidas por la ley con carácter exclusivo a la
asamblea general o a otros órganos sociales.
Y la nueva LCE mantiene, con algún ajuste en la composición y en una función que a
continuación se analizarán, la regulación de la Comisión de Vigilancia por considerar positiva
su existencia y funciones dado su carácter democrático y de enlace entre las reuniones
de la Asamblea General y el funcionamiento constante del órgano de administración al que
fundamentalmente controla.
Artículo 53.- Composición, mandato y nombramiento.
1.- Los estatutos fijarán el número de miembros titulares de la comisión de vigilancia,
que no podrá ser inferior a tres, así como, en su caso, el de suplentes y el periodo de
duración del mandato, que no coincidirá con el de las personas administradoras.
No será obligatoria dicha comisión cuando el número de personas socias resulte
inferior a cien.
2.- Solo las personas socias podrán ser miembros de la comisión de vigilancia, salvo
que los estatutos prevean la designación de personas no socias que reúnan los requisitos
de honorabilidad, cualificación profesional y experiencia técnica o empresarial
adecuados en relación con las funciones de aquel órgano, y siempre que el
* Comentario realizado por Alejandro Elejabarrieta Goienetxe, Director de Asesoría Jurídica de LABORAL
KUTXA y Secretario Técnico de su Consejo Rector. Miembro del Consejo Superior de Cooperativas de
Euskadi.
193

COMISIÓN DE VIGILANCIA
número de dichos miembros personas no socias no exceda de la mitad del total de
los de la comisión, calculada por defecto.
Si la cooperativa tiene más de cincuenta personas trabajadoras con contrato laboral,
un o una representante de estas podrá formar parte de la comisión de vigilancia
si los estatutos lo prevén.
3.- Las personas miembros de la comisión serán elegidas y revocadas, siempre mediante
votación secreta, por el mayor número de votos válidamente emitidos en la
asamblea general; son reelegibles, salvo limitación estatutaria, y quedan sometidas
a las normas de la presente ley sobre responsabilidad, remuneración, incapacidad,
prohibiciones e inscripciones registrales establecidas para las personas administradoras.
7.1.1 Introducción
En cuanto a la composición de la comisión de vigilancia y el de sus miembros, la norma es
continuista y se mantienen los cambios relevantes introducidos por la Ley 4/1993 de Cooperativas
de Euskadi respecto de la posibilidad de que haya miembros del órgano que no sean
personas socias si lo prevén los estatutos, si bien se modifica la regulación de la “co-vigilancia
laboral” también introducida como novedad por la Ley 4/1993.
7.1.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El artículo se corresponde con el antiguo artículo 50 de la Ley 4/1993 de Cooperativas de
Euskadi y, salvo por la introducción de un lenguaje inclusivo por el que se sustituyen los
términos socios por personas socias, trabajadores por personas trabajadoras, …, hay dos
novedades:
- El que la representación de las personas trabajadoras por cuenta ajena en la comisión
de vigilancia, cuando la cooperativa tiene más de cincuenta en esa condición, pasa de
ser preceptiva a ser potestativa y lo tiene que posibilitar los estatutos sociales.
- Y el que la persona que los represente no tiene por qué tener necesariamente contrato
indefinido, sino que su vinculación puede ser indefinida o no, ya que el único requisito
pasa a ser una persona trabajadora con contrato laboral sin limitar la posibilidad
de la representación a determinados tipos de contrato laboral.
Se ha suprimido la previsión legal expresa de que se elige por todas las personas asalariadas,
pero es evidente, más con la modificación de que pueden ser elegidas las no indefinidas,
que es así.
La procedencia de ambas novedades es cuestionable como más adelante se comentará.
7.1.3 Comentario general y significado práctico
- En cuanto a la obligatoriedad de la comisión de vigilancia.
No hay cambio en la nueva LCE y, al igual que en la anteriormente vigente, la obligatoriedad
de su existencia depende de la dimensión ligada al número de personas
socias de la cooperativa: si tiene menos de 100, el órgano no es obligatorio; pero si
194

COMISIÓN DE VIGILANCIA
está formada por 100 o más personas socias será obligatoria tanto su constitución
como su funcionamiento.
En este punto la LCE difiere de la ley estatal y la tendencia mayoritaria de las autonómicas,
las cuales respecto del órgano similar (Interventores o Interventores de
Cuentas) establecen su obligatoriedad al margen de la dimensión de la cooperativa.
La opción de la LCE de que sea un órgano necesario solo para las cooperativas de
gran dimensión, que son una minoría de las cooperativas existentes, puede parecer
una contradicción con las mayores facultades que se le otorgaron ya con su configuración
en la Ley 4/1993 a los efectos de que hubiese en las cooperativas un mayor
control sobre la gestión de las personas administradoras a los efectos de garantizar la
transparencia y la información a las personas socias.
Pero es indudable que las legislaciones que establecen el órgano como obligatorio,
no tienen en cuenta la carga que implica tal obligatoriedad para las pequeñas e incluso
medianas cooperativas, ni que la oportunidad y eficacia en éstas es más cuestionable
dado que en la práctica se llevará la responsabilidad por personas socias a
las que no se les exige una formación técnica adecuada y se les pide que fiscalicen
la actuación del consejo rector y de la gerencia cuyas personas miembros son conocidas
y con las que existe una relación, mejor o peor, que dificulta el que realicen un
trabajo objetivo.
En cualquier caso, y aunque pueda resultar obvio, se debe aclarar que, además de
por mandato legal, las personas socias, en el ejercicio de su capacidad de autorregulación,
pueden optar por tener el órgano por libre opción estatutaria cuando no son
más de 100 personas socias en la cooperativa.
Esta es una opción que debe ser valorada adecuadamente por las cooperativas con
menos de 100 personas socias, dada la transcendencia de incluir entre sus órganos
uno de autofiscalización mediante la oportuna previsión estatutaria que debe ser
aprobada por la asamblea general al aprobar los estatutos fundacionales o mediante
una modificación posterior.
Y para ello deben tener en cuenta diferentes circunstancias como la dimensión de la cooperativa,
el talante participativo, la transparencia que se quiera tener, la mayor o menor
propensión a la supervisión y control de las personas administradoras y equipos directivos,
si las personas administradoras funcionan e informan regularmente, etc.
- Cuando una cooperativa tienen comisión de vigilancia, ya sea por mandato legal o
por opción estatutaria, debe cumplir algunas normas de carácter imperativo: el número
mínimo de miembros debe ser 3; el número de personas miembros no socias no
puede exceder de la mitad del total de los de la comisión; elección por la asamblea
general mediante votación secreta; aplicación de las normas de la ley sobre muchas
cuestiones establecidas para las personas administradoras a efectos de responsabilidad,
etc.
Pero la LCE mantiene cierto margen de libertad a la autorregulación estatutaria:
número de personas suplentes, duración del mandato, régimen de funcionamiento,
el que personas no socias, pero con cualificación profesional y experiencia empresarial,
puedan ser miembros de la comisión (también mediante su elección por la
asamblea general).
195

COMISIÓN DE VIGILANCIA
Y con la novedad introducida por la Ley 11/2019 también se da libertad para optar
en los estatutos por incorporar, o no, la posibilidad de la co-vigilancia laboral en la
comisión de vigilancia.
Esta novedad es justificada en la exposición de motivos como un ajuste de la composición
del órgano a su naturaleza societaria, no laboral, lo cual es cierto pero también
cuestionable desde un punto de vista del carácter democrático de las cooperativas,
de su mayor transparencia en comparación con otros tipos de sociedades, lo que da
sentido que las personas trabajadoras por cuenta ajena, aun no siendo socias, tengan
participación en el control de la gestión de la cooperativa en la que trabajan y una
mayor información por ello, lo que hace que se protejan, además de los intereses de
las personas socias, los de las personas trabajadoras por cuenta ajena.
Con la modificación, la denominada co-vigilancia laboral se deja a la voluntad de las
personas socias, las cuales pueden no establecerla y si bien es en principio positivo el
que cada cooperativa tenga una mayor capacidad autorregulatoria, en determinadas
cuestiones también lo es el que determinados derechos estén establecidos imperativamente
por la ley. Ello al margen de que excluir a las personas trabajadoras por
cuenta ajena de la posibilidad de ejercer un mínimo control en una cooperativa, con
sus principios y en donde el elemento laboral es tan relevante, puede favorecer una
regresión en cuanto a derechos laborales, sobre todo si comparamos la regulación
vasca con la estatal en la que similar derecho de las personas trabajadoras por cuenta
ajena se establece con carácter imperativo, y no para la comisión de vigilancia sino
para el propio consejo rector, opción de la ley estatal también cuestionable a entender
de este autor.
Y también es a mi entender cuestionable la segunda modificación (aunque menor)
en esta cuestión, esto es, el que puedan ser elegibles (no solamente electores como
en la LCE anterior) todas las personas trabajadoras por cuenta ajena y no solo las
que tengan contrato indefinido. La menor vinculación temporal de las no indefinidas
y su interés más a corto plazo, puede provocar un mayor conflicto de interés con
una gestión más responsable orientada a un medio y largo plazo, aunque también es
cierto que el derecho es para ser persona miembro del órgano de control y no del de
administración.
Por último, respecto de este artículo 53, comentar que en su apartado 3 se mantiene
la previsión legal de que las personas miembros de la comisión de vigilancia tengan
el mismo régimen de responsabilidad que las del consejo rector.
Aunque es frecuente en el marco estatal y autonómico establecer expresamente esta
equiparación del régimen de responsabilidad, hay personas autoras que no están de
acuerdo con ello por desproporcionada, máxime cuando las personas miembros de
la comisión de vigilancia o Interventores suelen ser personas socias a las que no se
les exige una formación especial. A mi entender es correcta siempre que la remisión
genérica que se hace al régimen de responsabilidad se entienda y se adecue a cada
persona en el marco de sus funciones y responsabilidades.
7.1.4 Otra normativa aplicable
La LCE no prevé expresamente el que puedan ser personas miembros de la comisión de
196

COMISIÓN DE VIGILANCIA
vigilancia las personas jurídicas, ya sea antes con el término “socios” o ahora con el término
“personas socias” porque aunque lo acerca se ha debido únicamente a utilizar un lenguaje
inclusivo.
Pese a ello, por aplicación analógica del artículo 43.4 de la LCE que regula la elección de
personas administradoras cuando resulte designada como tal una persona jurídica, parece
que no presenta dificultad el admitir como persona miembro de la comisión de vigilancia a
las personas jurídicas y, en tal caso, que éstas tengan que designar la persona física que les
represente.
Por si lo anterior fuese dudoso, la ley estatal (Ley 27/1999 de Cooperativas) podría completar,
por analogía y supletoriamente, el artículo 53 de la LCE, dado que en el artículo 38.3
al regular “la intervención” establece tal previsión, siendo ello la única aportación de la ley
estatal en la materia.
7.2 Facultades de información
Artículo 54.- Facultades de información.
1.- Las personas administradoras deben informar a la comisión de vigilancia, al menos
una vez al trimestre, de las actividades y evolución previsible de la cooperativa.
2.- La comisión tiene derecho a realizar todas las comprobaciones necesarias para el
cumplimiento de su misión y puede confiar esta tarea a una o varias de las personas
miembros de la misma o solicitar la asistencia de personas expertas, si ninguna de
aquellas lo fuere.
3.- Cada miembro de la comisión tendrá acceso a todas las informaciones comunicadas
o recibidas, pero no podrá revelar fuera de los cauces estatutarios, ni aun a
miembros de la cooperativa, el resultado de las investigaciones producidas o de las
informaciones obtenidas.
7.2.1 Introducción
Es significativo que la LCE dedique un artículo de su texto solo para regular expresa y
diferenciadamente las facultades de información (artículo 54) del resto de competencias y
facultades establecidas en el artículo 56, queriendo remarcar con ello la importancia del derecho
de información para la comisión de vigilancia a los efectos del adecuado ejercicio de
sus competencias y contrastando con la escueta regulación a tal efecto contenida en la Ley
27/1999 de Cooperativas, estatal.
7.2.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Salvo por la utilización de un lenguaje inclusivo (administradores por personas administradoras,
…) y una mera mejora de redacción (“cada uno de los miembros”, por “cada miembro”),
el texto del artículo 54 de la LCE es literalmente coincidente con el del artículo 51 de
la Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi anteriormente vigente.
197

COMISIÓN DE VIGILANCIA
7.2.3 Comentario general y significado práctico
Las facultades de información de la comisión de vigilancia, acordes a su necesidad a efectos
de poder ejercer adecuadamente sus competencias, se establecen en el artículo 54 en
todos los casos con carácter imperativo, esto es, con normas legales de inexcusable incumplimiento
que no pueden modificarse por opciones estatutarias.
Y si existe la comisión, ya sea por imperativo legal o por opción estatutaria, son de aplicación
en todo caso y al margen de la dimensión de la cooperativa.
En cuanto a su contenido, las facultades de información son amplias, obligando el apartado
1 a las personas administradoras a suministrarla periódicamente (al menos una vez al trimestre)
y facultándoles activamente para realizar todas las comprobaciones necesarias (apartado
2), con una importante precisión en la práctica, que, si ninguno de las personas miembros
de la comisión es experta, pueden solicitar la asistencia de personas expertas. Insisto en la
importancia de este derecho a acudir a personas expertas externas y, aunque la ley no lo diga
expresamente, con cargo a los fondos de la cooperativa, porque en otro caso el derecho podría
quedar en ocasiones vacío de contenido en la práctica.
El apartado 3 establece dos cuestiones diferenciadas:
- Por una parte, precisa que el acceso a toda la información es de cada una de las
personas miembros de la comisión, lo cual a juicio de este autor supone el que no
puedan ser limitados sus derechos individuales de acceso a la información por una
decisión mayoritaria adoptada colegiadamente. O dicho de otra manera, que el ejercicio
del derecho no es colegiado necesariamente.
- Y, por otra parte, el derecho de información de las personas miembros de la comisión
tiene su lógico contrapeso en el deber de confidencialidad y de guardar secreto
respecto de la información obtenida, ya que no podrán revelar fuera de los cauces
estatutarios, ni aún a las personas miembros de la cooperativa. Los términos de la
limitación a compartir la información obtenida a terceras personas no miembros de
la comisión, está establecida de manera absoluta, aunque la expresión “fuera de los
cauces estatutarios” es indeterminada y, como todo ejercicio y uso de la información,
de difícil seguimiento y limitación en muchos casos.
7.2.4 Otra normativa aplicable
La normativa estatal prevista en la Ley 27/1999 de Cooperativas de una manera muy escueta,
en su breve párrafo del apartado 1 del artículo 38, no resulta de aplicación ni aporta
nada en la materia.
7.3 Ámbito de actuación
Artículo 55.- Ámbito de actuación.
La comisión de vigilancia ejercerá las funciones que señala la presente ley, pero no
podrá intervenir directamente en la gestión de la cooperativa ni representar a ésta
ante terceras personas no socias; sin embargo, la representará ante el propio órgano
de administración, o cualquiera de sus miembros, en caso de impugnaciones judiciales
contra dicho órgano o de conclusión de contratos con sus miembros.
198

COMISIÓN DE VIGILANCIA
7.3.1 Introducción
De la misma manera que respecto del anterior artículo, la voluntad del quien legisla en el
ámbito vasco con el artículo 55 de la LCE es significativa ya por el mero hecho de que se
dedique un artículo de su texto articulado para regular expresamente que dentro del ámbito
de actuación de la comisión de vigilancia no está ni el intervenir en la gestión directa de la
cooperativa ni el representarle ante terceras personas.
Es un principio inspirador de la comisión, el que la misma nunca debe ser un problema
para ejercer una gestión ágil y adecuada.
7.3.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El texto del artículo 55 coincide en su literalidad con el del artículo 52 de la Ley 4/1993 de
Cooperativas de Euskadi anteriormente vigente salvo en que utiliza el término inclusivo de
“terceras personas” en lugar de “terceros” y, esto es lo único que puede generar dudas, que
añade las palabras “…no socias”. Veamos ambos textos porque la duda es de matiz:
- Ley 4/1993: “… ni representar a ésta ante terceros”.
- Ley 11/2019: “…ni representar a ésta ante terceras personas no socias” (el subrayado
es de este autor).
La duda que se puede generar con la inclusión de las dos palabras es si se debe a un mero
aspecto de redacción sin más contenido porque en la ley anterior (4/1993) se incluía en el
término “terceros” solo a las personas no socias; o ha cambiado el contenido porque la comisión
antes no y ahora sí puede representar ante las personas socias.
Dado que el término “terceros” es más utilizado, y más lógico utilizar, respecto de las personas
no socias y no respecto de las personas (socias o no) que no eran miembros de la comisión;
y dado que la propia Ley 11/2019 en su exposición de motivos no cita la cuestión como
una novedad o modificación introducida, debemos pensar que el significado no ha cambiado
y que, tanto antes como ahora, la comisión de vigilancia no podía y no puede representar a la
Cooperativa ante personas no socias.
7.3.3 Comentario general y significado práctico
En primer lugar, es claro que el ámbito de actuación de la comisión de vigilancia establecido
en el artículo 55 de la LCE no posibilita el que la regulación estatutaria establezca una
regulación diferente o complementaria relevante.
Dado que la comisión de vigilancia es un órgano de control, es consecuente con ello el
que la LCE establezca clara e imperativamente que no puede intervenir directamente en la
gestión de la cooperativa ni representarla ante terceras personas no socias. No tendría sentido
ni cumpliría su finalidad si en lugar de fiscalizar a las personas administradoras gestionaran
y representarán a la cooperativa.
Además, el apartado 1 del artículo 42 de la propia LCE, ya establece sin margen de dudas
que la gestión y la representación de la cooperativa les corresponde en exclusiva las personas
administradoras.
Ahora bien, el propio artículo 55 de la LCE establece una excepción a lo anterior, el que
199

COMISIÓN DE VIGILANCIA
representará a la cooperativa “ante el propio órgano de administración, o cualquiera de sus
miembros, en caso de impugnaciones judiciales contra dicho órgano o de conclusión de contratos
con sus miembros”.
Dicha excepción es consecuente con la competencia de la comisión, dentro de sus tareas de
fiscalización de instar la acción de impugnación de los acuerdos de la Asamblea General
contrariaos a la ley, a los estatutos o lesionen, en beneficio de uno o varios socios o de terceros
los intereses de la cooperativa (artículo 41 de la LCE). Y también de impugnar los acuerdos
nulos o anulables adoptados por el órgano de administración (artículo 52 de la LCE).
7.3.4 Otra normativa aplicable
No es de aplicación supletoria, ni aporta o complemente algo, la Ley 27/1999 de Cooperativas,
estatal.
7.4 Competencias y funcionamiento
Artículo 56.- Competencias y funcionamiento.
1.- La comisión de vigilancia está facultada para realizar las siguientes funciones:
a) Revisar las cuentas anuales y emitir un informe preceptivo sobre las mismas y
sobre la propuesta de distribución de excedentes o de imputación de pérdidas
antes de que sean presentadas a la asamblea general, salvo que la cooperativa
viniese obligada a someter sus estados financieros a una auditoría de cuentas.
b) Revisar los libros de la cooperativa.
c) Convocar asamblea general cuando lo estime necesario en interés de la cooperativa
y las personas administradoras hubiesen desatendido, en los plazos
establecidos, la petición previamente dirigida a las mismas por las personas
socias a tenor de lo dispuesto en los apartados 2 y 3 del artículo 35.
d) Supervisar y calificar la idoneidad de los escritos de representación y, en general,
resolver las dudas o incidencias sobre el derecho de acceso a las asambleas.
e) Impugnar los acuerdos sociales en los casos previstos en la presente ley.
f) Informar a la asamblea general sobre aquellas situaciones o cuestiones concretas
que la misma le hubiese sometido.
g) Vigilar el proceso de elección y designación por la asamblea general de las
personas miembros de los restantes órganos.
h) Suspender a las personas administradoras que incurran en alguna de las causas
de incapacidad o prohibición del artículo 44 y adoptar, en su caso, las medidas
imprescindibles hasta la celebración de la asamblea general.
i) Las demás funciones que le encomiende expresamente la presente ley.
2.- Cuando la cooperativa esté obligada a auditar sus estados financieros, si lo consideran
conveniente sus integrantes, la comisión de vigilancia podrá examinar los
diferentes soportes contables y, en su caso, emitir un informe sobre los mismos, si
bien dicho informe no tendrá carácter preceptivo para la aprobación de las cuentas
anuales auditadas de la cooperativa.
200

COMISIÓN DE VIGILANCIA
Así mismo, aun cuando se auditen las cuentas anuales, la comisión de vigilancia
podrá emitir un informe sobre la propuesta de distribución de excedentes o de imputación
de pérdidas.
En ambos supuestos, la comisión de vigilancia deberá comunicar a las personas administradoras
su intención de presentar un informe no preceptivo sobre las cuentas
anuales de la cooperativa y sobre la propuesta de distribución de excedentes o de la
imputación de pérdidas, para que las personas socias puedan examinarlo en el mismo
momento en que se publique la convocatoria de la asamblea general ordinaria.
3.- El régimen de funcionamiento de la comisión de vigilancia se ajustará a lo previsto
por los estatutos o, en su caso, por el reglamento interno. No obstante, cualquier
administrador o administradora o miembro de la propia comisión puede solicitar
por escrito al presidente o presidenta de este órgano la convocatoria del mismo,
indicando los motivos de la petición. Cuando esta solicitud proceda de un tercio al
menos de las personas miembros del consejo rector o de la propia comisión y esta no
fuese convocada en el plazo de un mes, cualquiera de los grupos solicitantes podrá
efectuar la convocatoria.
4.- Durante el periodo de liquidación, la comisión de vigilancia solo ejercerá aquellas
funciones de las señaladas en este artículo que resulten procedentes en dicho periodo.
7.4.1 Introducción
Las competencias de la comisión de vigilancia están establecidas con detalle en el apartado
1 del artículo 56 de la LCE, y puntualmente en el nuevo apartado 2, si bien la enumeración
que efectúa no es una lista cerrada dado que el subapartado i) prevé que, adicionalmente,
tiene las demás funciones que le encomienda expresamente la ley.
De este modo, no es válida una extensión ni una reducción estatutaria de sus funciones,
dado que son las expresamente y bastante exhaustivamente detalladas y el resto de posibles
funciones deben ser las que en otros artículos establezca “expresamente” la propia ley.
7.4.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El texto de los apartado 1, 3 y 4 del artículo 56 coincide en su literalidad con el del artículo
53 de la Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi anteriormente vigente, salvo la introducción
del lenguaje inclusivo al igual que en todo el texto legal, y la novedad es la introducción del
apartado 2 íntegramente nuevo a los efectos de regular en la ley la función y efectos de la
emisión del informe sobre las cuentas de la cooperativa en el caso de ésta esté obligada a
auditar sus estados financieros por una auditoría externa.
Novedad del apartado 2 que lo es solo en el texto legal, pero cuya redacción coincide en su
totalidad con lo ya establecido en el artículo 21 del Reglamento de la Ley de Cooperativas de
Euskadi (Decreto 58/2005), con lo que no es una novedad para las cooperativas.
7.4.3 Comentario general y significado práctico
Las facultades o competencias recogidas expresamente en el apartado 1 son:
“a) Revisar las cuentas anuales y emitir un informe preceptivo sobre las mismas y sobre
201

COMISIÓN DE VIGILANCIA
la propuesta de distribución de excedentes o de imputación de pérdidas antes de que
sean presentados a la asamblea general, salvo que la cooperativa viniese obligada
a someter sus estados financieros a una auditoría de cuentas”.
Esta función de fiscalización de las cuentas es la función clásica de la comisión y
también la principal cuando la cooperativa no está obligada a una fiscalización por
una auditoría externa.
Hay que recordar que las cooperativas están obligadas a auditar sus cuentas anuales
y el informe de gestión en la forma y en los supuestos establecidos en la Ley 22/2015
de Auditoría de Cuentas y sus normas de desarrollo y por eso la salvedad final del
párrafo y lo previsto en el apartado 2 de este artículo.
“b) Revisar los libros de la cooperativa”.
Esta competencia debe entenderse en sentido amplio respecto de todos los libros que
se indican en el apartado 1 del artículo 74 de la LCE como de llevanza obligatoria
por la cooperativa, así como del resto de libros, registros contables y asientos y anotaciones
realizados por procedimientos informáticos, aunque en algunos casos sea
redundante con la facultad del apartado a).
“c) Convocar la asamblea general cuando lo estime necesario en interés de la cooperativa”.
Dado que esta competencia es una excepción a la norma general por la que es el
órgano de administración quien tiene esa facultad, se exige que “… las personas
administradoras hubiesen desatendido, en los plazos establecidos, la petición previamente
dirigida a las mismas por las personas socias a tenor de lo dispuesto en
los apartados 2 y 3 del artículo 35”.
En definitiva, se le reconoce a la comisión una importante facultad como ésta, en
consonancia con su labor de control del órgano de administración y enlace entre éste
y las personas socias, pero es una facultad sujeta a una serie de condiciones: algo
tan subjetivo como que se estime necesario en interés de la cooperativa y, como algo
ya objetivo, que se hubiese desatendido por el órgano de administración la solicitud
de convocatoria de aquellas personas socias y órganos sociales que tienen derecho a
hacerlo tanto para la asamblea general ordinaria (artículo 35.1) como para la extraordinaria
(35.2).
“d) Supervisar y calificar la idoneidad de los escritos de representación y, en general,
resolver las dudas o incidencias sobre el derecho de acceso a las asambleas”.
Esta facultad, que en la práctica y cuando hay auditores o auditoras externas para
fiscalizar los estados financieros es de las pocas que desarrollan habitualmente los
miembros de la comisión de vigilancia, tiene como finalidad garantizar el correcto
cumplimiento del derecho de participación de las personas socias en las reuniones
de la asamblea tanto cuando asisten personalmente como cuando lo hacen representadas
por otras personas socias. Aunque habitualmente son las personas administradoras
quienes directa o indirectamente elaboran los escritos de representación
formalizados que se usan de manera inmensamente mayoritaria por las personas
socias y también directa o indirectamente gestionan los medios materiales y personales
dispuestos para los accesos a las asambleas y, consecuentemente, esta facultad
se orienta fundamentalmente a controlar a dichas personas administradoras, es in-
202

COMISIÓN DE VIGILANCIA
dudable que también puede y debe suponer un ejercicio de control respecto de las
personas socias con el fin de que no ejerzan incorrectamente su derecho democrático
a participar en las asambleas ya sea mediante escritos de representación que no
cumplan los requisitos legales o estatutarios, con inadecuadas acreditaciones de su
personalidad o de otras maneras.
“e) Impugnar los acuerdos sociales en los casos previstos en la presente ley”.
Aunque esta competencia no habría sido necesaria establecerla expresamente en este
artículo ya que la tendría la comisión por su previsión en otros del texto legal, es positiva
didácticamente y representa una importante legitimación activa para impugnar
tanto los acuerdos nulos como los anulables y tanto los adoptados por la asamblea
general como por el consejo rector.
Es de destacar también en este caso que tal y como está regulada esta facultad, la
actividad fiscalizadora de la comisión de vigilancia, además de ejercerse respecto del
órgano de administración, supone también una facultad de control sobre las propias
personas socias reunidas en la asamblea general.
“f) Informar a la asamblea general sobre aquellas situaciones o cuestiones concretas
que la misma le hubiese sometido”.
Esta facultad se enmarca en el derecho de información de las personas socias, más
importante si cabe en sede cooperativa, aunque hay que precisar que el texto legal
no atribuye el derecho a las personas socias individualmente, sino que es la asamblea
la que debe someter a la comisión las cuestiones que considere pertinentes y, consecuentemente,
debe adoptarse un acuerdo en tal sentido y con los requisitos generales
para la adopción de acuerdos.
“g) Vigilar el proceso de elección y designación por la asamblea general de las personas
miembros de los restantes órganos”.
Esta facultad, que también puede suponer un control tanto de los miembros del órgano
de administración como de las personas socias, se orienta a garantizar la transparencia
y el funcionamiento democrático de la asamblea en una de sus funciones
fundamentales como es la elección de las personas miembros del resto de órganos
sociales, y que, además, pueden ser procesos conflictivos cuando se presentan más
personas o listas de personas que las que proceden elegir.
“h) Suspender a las personas administradoras que incurran en alguna de las causas de
incapacidad o prohibición del artículo 44 y adoptar, en su caso, las medidas imprescindibles
hasta la celebración de la asamblea general”.
Con carácter previo indicar que la “asamblea general” a la que se refiere la parte
final debe entenderse como aquella en la que se va a tratar sobre la adecuación o
no de la suspensión y, en su caso, se va a elegir a las personas administradoras que
sustituyan a las suspendidas y debe ser, de acuerdo a los establecido en el apartado 2
del artículo 44, la siguiente asamblea general que se celebre.
Indudablemente, esta es una facultad muy expeditiva y que puede resultar conflictiva
ya que otorga a un órgano que en ningún caso es el competente para elegir a las personas
administradoras y tampoco para destituirles, y puede llegar a ser si se aplica a
varias personas miembros del órgano de administración una intervención temporal
de facto por la que, además de suspender a las personas administradoras, la comisión
203

COMISIÓN DE VIGILANCIA
tiene que llegar a ejercer sus facultades si su ejercicio es imprescindible para la cooperativa
hasta la celebración de la siguiente asamblea general.
Lo comentado, sobre todo llevado a sus extremos, no deja de ser un ejercicio teórico
que difícilmente se va a producir en la práctica dado que los miembros del órgano de
administración, cesados o no, van a disponer de los medios para prolongar el ejercicio
de facto de sus funciones hasta la celebración de la siguiente asamblea general
que ellos mismo pueden convocar con urgencia si es de su interés.
En cualquier caso, reiteramos que es una facultad expeditiva y conflictiva, máxime
cuando alguna de las causas de incapacidad o prohibición requieren una alta valoración
subjetiva o que permiten diversas interpretaciones. Así las causas previstas en
los apartados 1.a) y 1.d) y varias del 1.b) del artículo 44 de la LCE al que se remite
este apartado 1.4) del artículo 56 que se está comentando son objetivas (por ejemplo
sentencia judicial de incapacitación entre otras), pero las previstas en los apartados
1.b) o 1.c) del artículo 44 pueden ser muy interpretables y sujetas a valoraciones dispares
y que dependen de las circunstancias concretas de cada caso (por ejemplo qué
es una actividad competitiva o qué funciones del personal funcionario se relacionan
con la actividad propia de la cooperativa).
“i) Las demás funciones que le encomiende expresamente la presente ley”.
Con esta redacción se evita enumerar de una manera exhaustiva todas las funciones
que la LCE otorga a la comisión de vigilancia en otras partes de su texto articulado.
Y, como ya hemos indicado anteriormente en el comentario a este artículo, el texto
es claro e impide de una manera imperativa el que la comisión de vigilancia tenga
funciones no previstas en la LCE y no posibilita la autorregulación de la cooperativa
para establecer otras funciones.
El apartado 2, regula una especie de conciliación entre las funciones de la comisión
de vigilancia y las de las personas auditoras externas cuando es obligatorio que auditen
los estados financieros de la cooperativa y así:
- Se le faculta a la comisión, aun en esos casos, a examinar los diferentes soportes
contables y poder emitir un informe sobre los mismos, si bien dicho informe no
tendrá carácter preceptivo para la aprobación de las cuentas anuales auditadas.
- Y se le faculta también para poder emitir un informe sobre la propuesta de distribución
de excedentes o de imputación de pérdidas.
Y en los dos supuestos anteriores, se establece la obligación de la comisión de vigilancia
de comunicar a las personas administradoras su intención de presentar el o
los informes indicados para que puedan ser examinados por las personas socias en
el mismo momento en que se publique la convocatoria de la asamblea general en
la que vayan a ser presentadas para su aprobación, todo ello en lógica con el fin de
transparencia e información debida a las personas socias.
En cualquier caso, es una facultad cuestionada, cuando hay obligación de que las
cuentas se fiscalicen por una auditoría externa, el que la comisión de vigilancia, aun
con carácter potestativo, pueda tener las facultades indicadas.
En el apartado 3, se regula el régimen de funcionamiento de la comisión de vigilancia
y se hace, a diferencia del carácter necesario de lo regulado en los dos apartados
204

COMISIÓN DE VIGILANCIA
anteriores respecto de las competencias, con un carácter potestativo que permite a la
cooperativa autorregularse desde los estatutos o el reglamento de régimen interno,
aunque también establece alguna norma imperativa respecto de quiénes pueden solicitar
al presidente o presidenta de la comisión la convocatoria de ésta (cualquier persona
miembro del órgano de administración o de la propia comisión de vigilancia) y
quiénes pueden convocarla directamente cuando no lo hace en un mes el presidente
o presidenta (ser un tercio al menos de las personas miembros del consejo rector o
de la comisión de vigilancia).
Por último, el apartado 4 establece de una manera muy indeterminada el que durante
el período de liquidación la comisión de vigilancia solo realizará, de entre todas sus
funciones, las “que resulten procedentes en dicho período”.
7.4.4 Otra normativa aplicable
La Ley 27/1999 de Cooperativas, estatal, no es de aplicación supletoria, ni aporta o complementa
algo, previendo expresamente en su artículo 30 únicamente la censura de las cuentas
anuales y el informe de gestión y remitiéndose el artículo 38 genéricamente para el resto
a las que expresamente le encomienda la ley en otros artículos o las que le asignen los estatutos.
Esto último difiere de la LCE dado que, como ya se ha comentado, la LCE no permite
atribuir estatutariamente funciones diferentes a las previstas en su texto articulado.
Lo que sí debe considerarse como otra normativa aplicable, por las previsiones en el apartado
1.a) y 2, es la normativa que establece la obligación de las sociedades, entre ellas las
cooperativas, de auditar sus estados financieros por una autoría de cuentas externa. Esto es,
el apartado 1 de la Disposición Adicional Primera de la Ley 22/2015 de Auditoría de Cuentas
y por aplicación de la misma para cualquier sociedad con carácter general el artículo 263 de
la Ley de Sociedades de Capital (Real Decreto Legislativo 1/2010).
205

8. OTROS ÓRGANOS *8
La Ley 11/2019 de Cooperativas de Euskadi (LCE), así como el resto de leyes cooperativas,
estatal y autonómicas, configuran la estructura orgánica de las cooperativas con tres
órganos de constitución necesaria y no opcional para las mismas (asamblea general, consejo
rector y comisión de vigilancia o intervención) y otros órganos sociales cuya existencia no
es imperativa sino potestativa y depende de la voluntad social.
La LCE regula en la sección 4ª del capítulo V del título I, como “Otros órganos” potestativos
el consejo social (artículo 57) y el comité de recursos (artículo 58).
Además de estos dos órganos potestativos, cada cooperativa puede constituir otros órganos
voluntarios y regular su composición, funciones, etc,. Como cualquier sociedad en el ámbito
de su capacidad autorreguladora y siempre que no invadan competencias otorgadas por la
ley a los órganos necesarios.
8.1 El Consejo Social. Naturaleza y funciones
Artículo 57.- El consejo social. Naturaleza y funciones.
1.- Los estatutos podrán prever la existencia de un consejo social que, como órgano
representativo de las personas socias cooperativistas, tenga como funciones básicas
las de información, asesoramiento y consulta de las personas administradoras en
todos aquellos aspectos que afectan a la relación de trabajo; el consejo social deberá,
además, emitir informe preceptivo sobre los mismos, y, especialmente, sobre los
señalados en los artículos 30 y 105.2.
2.- Asimismo, en aquellas cooperativas que lo recojan en sus estatutos, el consejo social
será consultado preceptivamente en todos los aspectos que afectan a la relación de
trabajo con las personas asalariadas no socias.
3.- El consejo social estará integrado en su totalidad por personas socias trabajadoras
o personas socias de trabajo. Los estatutos establecerán su composición, duración,
cese y funcionamiento, así como la posibilidad de que participen en sus reuniones
las personas administradoras.”
8.1.1 Introducción
En consejo social, como tal, fue un órgano previsto por vez primera en la Ley 4/1993 de
Cooperativas de Euskadi y que carecía de precedentes tanto en la legislación vasca como en
la estatal y autonómica, aunque, en el ejercicio de la voluntad social y capacidad autorreguladora,
cada cooperativa podría crear un órgano similar.
Y la nueva LCE mantiene la previsión y regulación del órgano dado que, como manifiesta
su exposición de motivos “se constata la utilidad de dicho órgano en la experiencia del
cooperativismo vasco”.
* Comentario realizado por Alejandro Elejabarrieta Goienetxe, Director de Asesoría Jurídica de LABO-
RAL KUTXA y Secretario Técnico de su Consejo Rector. Miembro del Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi.
207

OTROS ÓRGANOS
Este autor comparte la opinión de quien legisla sobre la utilidad y conveniencia del consejo
social, incluso contra la opinión crítica a su existencia por sectores doctrinales cualificados
que lo ven como un órgano perturbador del espíritu cooperativo, interpuesto entre la
asamblea general y el consejo rector y que podría interpretarse como asimilado al comité de
empresa y ser un órgano representativo de las personas socias que prestan su trabajo frente
al consejo rector que no les representaría o solo parcialmente.
Frente a estas opiniones y los riesgos ciertos que manifiestan, este autor entiende el consejo
social como un interlocutor importante en la vida societaria de las cooperativas con personas
socias trabajadoras o socias de trabajo, que no hay que verlo como enfrentado al consejo
rector aunque haya asuntos en los que discrepan, sino como colaborador, en sus materias y
no otras, que apoya la gestión y corresponsabiliza en mayor medida a las personas socias
prestadoras de trabajo, en los buenos momentos y especialmente en los comprometidos, lo
cual es claramente positivo.
8.1.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
La única novedad del artículo 57 de la nueva LCE con respecto a la antigua Ley 4/1993
(artículo 54) se recoge en su apartado 1 y consiste en ampliar la posibilidad de su existencia
a toda cooperativa independientemente de su número de personas socias.
La Ley 4/1993 solo preveía su constitución potestativa para las cooperativas a partir de
un determinado censo societario, tener “más de cincuenta socios trabajadores o socios de
trabajo”.
Con esta modificación, la nueva LCE solventa la duda creada por la antigua Ley 4/1993
en cuanto a si era un órgano reservado a las cooperativas con censo societario superior a 50
personas socias de esas dos clases, optando por las tesis favorables a la implantación (voluntaria)
en todas las cooperativas al margen de su censo y basada en que no había prohibición
legal, la libertad de empresa establecida en el artículo 38 de la Constitución española, la
autonomía de las cooperativas con capacidad para autorregularse y la no contradicción con
los principios cooperativos.
Junto con la anterior modificación, positiva a juicio de este autor, la redacción dada por el
quien legisla en el ámbito vasco en la nueva LCE, al suprimir el requisito de tener que tener
la cooperativa “más de 50 socios trabajadores o socios de trabajo” no solo ha suprimido el
requisito del número de personas socias, sino también el derivado de que, por la redacción,
para haber consejo social, la cooperativa tenía que tener alguna de los dos clases de personas
socias que indicaba: socias trabajadoras (de las cooperativas de trabajo asociado) o socias de
trabajo (en el resto).
La duda creada por la nueva LCE ahora es si cualquier clase de cooperativa, aunque no
tenga personas socias trabajadoras o personas socias de trabajo puede prever la existencia
del consejo social.
Aunque la literalidad del artículo no lo prohíbe, más bien no lo prevé, a juicio de este autor
es una laguna o una deficiente redacción, dado que la figura orgánica solo tiene sentido
vinculándola con esas dos clases de personas socias. No tiene sentido cuando la cooperativa
solo tienen personas trabajadoras por cuenta ajena, dado que estas ya gozan del derecho a
208

OTROS ÓRGANOS
una representación sindical firmemente garantizado y ampliamente regulado con carácter
imperativo en el Estatuto de los Trabajadores y otra normativa laboral.
Es más, sería hasta muy cuestionable la compatibilidad de ambos órganos (consejo social
y comité de empresa o delegados sindicales) para ejercer funciones en el mismo ámbito, pudiendo
suponer la existencia del consejo social una intromisión en competencias legales y de
derechos fundamentales atribuidos al Comité de Empresa-delegados sindicales y vinculados
a la libertad sindical.
Adicionalmente a la novedad normativa expuesta, el artículo 57 de la LCE introduce dos
novedades meramente formales y que no implican una modificación del contenido del artículo
54 de la antigua Ley 4/1993:
- La utilización de lenguaje inclusivo.
- Y la numeración de los dos artículos a los que se remite el apartado 1 “in fine” 30 y
105.2, ya que se corresponden respectivamente con los anteriores 103 y 101.2 de la
antigua ley.
8.1.3 Comentario general y significado práctico
El apartado 1 del artículo 57 otorga la facultad de crear y regular el consejo social a la
asamblea general, dado que ambas cuestiones se deben recoger en los estatutos, ya sea en la
aprobación inicial o su posterior modificación, y esto es competencia exclusiva de la asamblea
general.
Los estatutos regularán libremente numerosos aspectos, pero deberán respetar necesariamente
las reglas básicas establecidas en el artículo 57.
También es competencia exclusiva de la asamblea general el nombramiento y revocación
de los miembros del consejo social de acuerdo a lo establecido en el artículo 33.3.a) de la
LCE.
Las funciones básicas del consejo social están establecidas en el apartado 1 del artículo 57
y son:
- de información, asesoramiento y consulta
- de las personas administradoras
- y en aspectos que afecten a la relación de trabajo
- debiendo emitir un informe preceptivo sobre los mismos.
¿Puede tener el consejo social otras funciones, incluso decisorias en algunos aspectos y no
meramente ser un órgano asesor y consultivo?
A entender de este autor sí, aunque puede ser un aspecto vidrioso dado que nunca podrá
asumir competencias de gestión exclusivas de otros órganos y es el de administración el que
tiene atribuida la facultad de gestión con carácter general.
Ahora bien, ya sea por delegación del propio órgano de administración de alguna de sus
funciones o porque se las atribuye la asamblea general en la regulación estatutaria dentro de
sus competencias, parece que el consejo social sí podría asumir funciones decisorias, que
podrían ser revocadas por el órgano de administración delegante en el primer caso o por la
asamblea general en el segundo.
209

OTROS ÓRGANOS
¿Puede el consejo social informar, asesorar y/o ser consultado por órganos sociales diferentes
al de administración?
Entiende este autor que sí porque, aunque sus tareas básicas las prestará habitualmente al
órgano de administración y así se prevé expresamente en la LCE, tampoco prohíbe otra cosa
y no parece tener sentido el que no pueda cumplir tales funciones con otros órganos si estos
lo solicitan y no está prohibido en la regulación estatutaria.
¿Puede el consejo social asesorar en aspectos diferentes a la relación del trabajo?
A juicio de este autor no tiene sentido alguno por la finalidad y configuración del mismo,
salvo para asuntos excepcionales, pero como órgano meramente informador, asesor y sobre
todo en este tema consultivo, ¿por qué, como ejercicio teórico y sin uso en la práctica, no van
a poder consultarle sobre otras cuestiones lo mismo que pueden consultar a terceros asesores
ajenos a la cooperativa?
¿Son vinculantes los informes preceptivos?
No, el carácter preceptivo de los informes no supone que sean vinculantes para las personas
administradoras, pudiendo estas adoptar sus decisiones con libertad y sin seguir la
opinión del consejo social, ya que el que haya que pedir los informes no coarta ni limita sus
competencias en la gestión de la cooperativa ni su responsabilidad por su ejercicio.
El apartado 2 del artículo 57 establece una posible excepción, al ámbito funcional del
consejo social, dado que con carácter general sus informes preceptivos deben versar sobre el
trabajo de las personas socias que lo prestan y no sobre el trabajo de las personas asalariadas
o trabajadoras por cuenta ajena.
Y en el apartado 3 se regula la composición del órgano, estableciendo como norma imperativa
el que todos sus componentes deben ser necesariamente personas socias trabajadoras
(en las cooperativas de trabajo asociado) o personas socias de trabajo (en las demás clases
de cooperativas).
Adicionalmente se remite a la regulación estatutaria para establecer la “composición, duración,
cese y funcionamiento, así como la posibilidad de que participen en sus reuniones
las personas administradoras”.
8.1.4 Otra normativa aplicable
La Ley 27/1999 de Cooperativas (estatal) sigue sin recoger regulación alguna sobre el
consejo social, ni de otro órgano similar con otra denominación, siendo por tanto un órgano
potestativo regulado legalmente a nivel autonómico y solamente en Euskadi y en otras tres
comunidades autónomas, razón por la que la ley estatal no puede ser utilizada como derecho
supletorio para resolver dudas o lagunas de la LCE como la indicada en el apartado 8.1.2.
8.2 Comité de Recursos. Composición y funciones
Artículo 58.- Comité de recursos. Composición y funciones.
1.- Los estatutos de la cooperativa podrán regular un comité de recursos con competencia
revisora y, siempre a solicitud de la persona afectada, de los acuerdos san-
210

OTROS ÓRGANOS
cionadores adoptados en primera instancia en el seno de la entidad por infracciones
graves o muy graves de las personas socias. También serán recurribles ante dicho
comité los acuerdos no disciplinarios cuando así lo prevean esta ley o los estatutos
sociales.
2.- Solo podrán ser miembros de este órgano las personas socias de pleno derecho que
reúnan los requisitos de antigüedad, experiencia cooperativa e idoneidad estatutariamente
exigidos. Las personas miembros titulares y, en su caso, las suplentes serán
elegidas, en el número que señalen los estatutos, por la asamblea general mediante
votación secreta y entre aquellas personas socias que, además, no ostenten cargo
social alguno ni sean personas asalariadas de la cooperativa. Su mandato, no inferior
a tres años, podrá ser renovado.
3.- El comité de recursos deliberará válidamente cuando asistan a la sesión más de la
mitad de sus componentes, sin que sea válida la delegación de voto, y sus acuerdos
se decidirán por la mayoría que señalen los estatutos. Para adoptar resoluciones
sobre materia disciplinaria, la votación será siempre secreta y no existirá voto de
calidad.
4.- No podrán tomar parte en la tramitación y resolución de los recursos las personas
miembros del comité que tengan, respecto a la persona socia afectada, parentesco
de consanguinidad o de afinidad dentro del segundo grado, o que mantengan con
ella vínculos que impliquen subordinación a la persona expedientada, amistad íntima
o enemistad manifiesta.
5.- Los acuerdos del comité de recursos serán inmediatamente ejecutivos y definitivos,
como expresión de la voluntad social, y podrán ser impugnados, como si hubieran
sido adoptados por la asamblea general, conforme a lo establecido en el artículo 41.
6.- En lo no previsto por los números anteriores de este artículo se estará a lo que dispongan
los estatutos de la cooperativa.”
8.2.1 Introducción
La LCE mantiene en su artículo 58 la previsión de la existencia del comité de recursos
como órgano potestativo de carácter opcional vía estatutaria otorgando una gran capacidad
autorregulatoria sobre el mismo a cada cooperativa aunque estableciendo determinadas
normas de carácter necesario en su regulación, ya que si la cooperativa opta por crearlo, la
regulación estatutaria debe seguir una serie de normas imperativas sobre capacidad electoral
pasiva, procedimiento electoral, funcionamiento, mandato y requisitos de imparcialidad de
sus miembros que se establecen con carácter de mínimos en el artículo 58 analizado.
Siendo un órgano que sustituye a la asamblea general a los efectos de revisar los recursos
que se planteen frente a acuerdos del órgano de administración, es de gran utilidad práctica
en las cooperativas con un volumen de censo societario medio o elevado en las que aporta
eficacia ya que su finalidad es agilizar y facilitar la tramitación y resolución de determinados
conflictos internos, especialmente los de carácter disciplinario que han motivado un acuerdo
sancionador del órgano de administración en primera instancia, evitando el tener que tratarlos
en el órgano asambleario con la lentitud y complejidad de este órgano en la adopción de
acuerdos cuando el censo societario no es muy reducido y evitando con ello el que se prolon-
211

OTROS ÓRGANOS
gue durante mucho tiempo la resolución, en uno u otro sentido, de expedientes disciplinarios
por infracciones graves o muy graves que son disfuncionales para el funcionamiento de la
cooperativa y pueden ser injustas para las personas socias sancionadas.
En sentido contrario, y aunque la LCE no establezca un número mínimo de personas socias
para poder implantarlo, no aporta eficacia ni tiene otro sentido el hacerlo en cooperativas
con un número reducido de personas socias en las que es fácil reunir a éstas en el órgano
asambleario.
8.2.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Las únicas novedades del artículo 58 de la nueva LCE con respecto al artículo 54 de la
antigua son una aclaratoria y dos meramente formales:
- La aclaratoria es prever expresamente que el comité de recursos pueda tener, o no,
además de los miembros titulares, los suplentes. Es positiva la aclaración en la nueva
norma, aunque a la misma conclusión se podría llegar incluso por la aplicación analógica
de lo previsto para las personas administradoras en el apartado 7 del artículo
43 de la LEC.
- Y las dos meramente formales son: la utilización del lenguaje inclusivo que sustituye
algunos términos por otros de tal carácter; y el desdoblamiento del segundo párrafo
del apartado 4 del antiguo artículo 54 en un nuevo apartado, el 5, del artículo 58 con
la remisión al artículo 41 de la actual LCE en lugar de al 39 de la antigua y el pasar
lo regulado antes en el 5 a un nuevo apartado 6.
8.2.3 Comentario general y significado práctico
Como ya se ha indicado en el comentario a este artículo, el comité de recursos es un órgano
potestativo cuya existencia depende de la voluntad de las personas socias que en el ejercicio
de su capacidad autorreguladora pueden decidir tener dicho órgano en su cooperativa y
gran parte de su configuración. Pero si lo hacen, se deben cumplir las normas imperativas
mínimas establecidas en el artículo 58 de la LCE y también le serán de aplicación otras
previsiones contenidas a lo largo de otros artículos de la propia LCE aplicables al comité,
fundamentalmente en materia de sus funciones, así como por la propia remisión contenida en
el apartado 5 del artículo 58 en cuanto al régimen de impugnación de sus acuerdos.
- El apartado 1 establece la configuración estatutaria y las competencias del comité.
Debe regularse a través de los estatutos, con lo que su existencia y normativa potestativa
es facultad de la asamblea general y no mediante un acuerdo ordinario, sino
adoptado con los requisitos formales y de mayorías exigidas para la aprobación inicial
de los estatutos o su modificación posterior.
Tal y como se prevé en el texto legal, se puede implementar en cualquier clase de
cooperativa, al margen de su dimensión social o económica y tanto en las cooperativas
de primer grado como en las de segundo o ulterior grado.
Establece como función esencial la revisión, esto es la resolución de recursos, de los
acuerdos sancionadores adoptados en primera instancia por infracciones graves o
muy graves de las personas socias, lo que supone, aunque no lo diga expresamente
212

OTROS ÓRGANOS
el texto legal, que resuelve recursos frente a acuerdos adoptados por el órgano de
administración ya que a él le corresponde la competencia sancionadora en primera
instancia.
Además, también serán recurribles los acuerdos no disciplinarios cuando así lo prevea
la propia LCE en otros artículos o los estatutos sociales.
En definitiva, los acuerdos recurribles ante el comité de recursos pueden tener como
objeto:
• En todo caso, los acuerdos sancionadores adoptados en primera instancia en el
seno de la entidad por infracciones graves o muy graves de las personas socias.
Debiendo estar por tanto a la regulación legal y estatutaria de las normas de disciplina
social, la tipificación de las faltas y las sanciones correspondientes a las
mismas y los procedimientos sancionadores, con especial mención a la sanción
de expulsión en cuanto a su normativa particularizada. Y de todas las posibles
infracciones, clasificables en leves, graves y muy graves, solo pueden recurrirse
al comité de recursos los acuerdos por las tipificadas en los dos últimos grupos
excluyéndose la posibilidad de hacerlo, por razones de agilidad en cuestiones de
poca trascendencia, respecto de las leves, al igual que si no existiera el comité.
• Otros acuerdos, no sancionadores, que la LCE establezca expresamente, como
por ejemplo los referentes a la admisión o denegación de la condición de persona
socia (artículos 20.4 y 20.5) o a la denegación del derecho de información de las
personas socias (artículo 25.1).
• Y otros acuerdos no sancionadores, sino que versen sobre otras materias, cuando
ello esté previsto expresamente en los estatutos. Esta previsión legal, dado que
no establece límite a las materias recurribles al comité por regulación estatutaria,
es cuestionable a juicio de este autor si se abusa de ella por poder desvirtuar la
finalidad fundamental del comité y hacerlo poco operativo.
Y establece la legitimación activa para recurrir ante el comité los acuerdos sancionadores,
limitándola únicamente a la persona afectada por tales acuerdos, no pudiendo por tanto actuar
el comité de oficio ni a instancia de otros órganos o personas no afectadas.
- El apartado 2 regula la composición y mandato del comité, de una manera somera
pero densa, estableciendo:
• Los requisitos para ser miembro: Persona socia de pleno derecho (cualquier clase
de persona socia) y cumplir los requisitos de idoneidad que exijan los estatutos:
puede ser cuestionable el que no puedan formar parte del comité personas
expertas que no sean personas socias de pleno derecho y tampoco se compensa
esa carencia con una previsión expresa que permita al comité recurrir a personas
expertas externas.
• Que serán elegidas por la asamblea general y mediante votación secreta, celo en
su nombramiento que refuerza el carácter democrático y de independencia del
comité y sus miembros.
• La incompatibilidad de ser miembro del comité con el ostentar cualquier otro
cargo social o ser persona asalariada de la cooperativa, previsión esta última no
superflua dado que en las cooperativas de clase diferente a las de trabajo asocia-
213

OTROS ÓRGANOS
do se puede tener la condición de persona asalariada y socia al mismo tiempo,
como por ejemplo ser socia cliente o típico de una cooperativa de crédito una
persona trabajadora por cuenta ajena de la misma.
• Y, aunque no establece un período fijo de mandato ni un plazo máximo, que deberán
fijarse estatutariamente, sí exige que no sea inferior a tres años y que podrá
ser renovado.
- El apartado 3 regula el funcionamiento del comité, estableciendo:
• Que debe concurrir un quorum mínimo de asistencia para deliberar válidamente
(debemos entender que para que quede válidamente constituido el comité), fijado
en más de la mitad de sus componentes.
• Que no es válida la delegación de voto, requisito similar al de otros órganos
sociales salvo la asamblea general y acorde al carácter participativo en las cooperativas.
• Que para la adopción de sus acuerdos será necesaria la mayoría que determinen
los estatutos.
• Y que, en particular para adoptar resoluciones sobre materia disciplinaria, la votación
será siempre secreta y no existirá voto de calidad, requisitos acordes a la
transcendencia de estos acuerdos y previsión que, en sentido contrario, permitirá
la votación no secreta y el voto de calidad para adoptar acuerdos en materia no
disciplinaria.
- El apartado 4 establece las causas de abstención y, en su caso, de recusación de las
personas miembros del comité tanto para tomar parte de la tramitación de los recursos
como para su resolución, ligadas a las relaciones de parentesco y vínculos de
subordinación o amistad o enemistad.
- El apartado 5 regula la eficacia de los acuerdos del Comité y su posible impugnación,
establecido en:
• Que los acuerdos del comité son “inmediatamente ejecutivos y definitivos”,
como lo serían los de la asamblea general a la que sustituye en la función revisora
de los acuerdos del órgano de administración
• Y que “podrán ser impugnados, como si hubieran sido aprobados por la
asamblea general, conforme a lo establecido en el artículo 41” que es el que
regula la impugnación de acuerdos de la asamblea general y, por lo tanto, en
idénticas circunstancias a como si hubiesen sido adoptados por la asamblea
general, remisión que es cuestionable por la manera tan genérica como se hace
dada la distinta función, composición y funcionamiento de la asamblea general
y el comité de recursos. Precisar que dado que el comité de recursos tramita y
resuelve sobre acuerdos sancionadores, el dies a quo para el cómputo del plazo
de impugnación no es la fecha en la que se adopta el acuerdo a impugnar, sino
la del conocimiento o notificación efectiva a la persona recurrente, evitando
con ello su indefensión.
- Y el apartado 6, realiza una remisión subsidiara general a la regulación estatutaria,
en lo no previsto en los apartados anteriores del artículo 58, debiendo entenderse que
también en otros artículos de la propia LCE.
214

OTROS ÓRGANOS
Para finalizar este apartado del comentario al artículo 58, indicar que el artículo 106 de la
LCE establece un régimen particular para las cooperativas de trabajo asociado en materia de
régimen disciplinario.
8.2.4 Otra normativa aplicable
La Ley 27/1999 de Cooperativas (estatal) prevé en su artículo 44 la posible existencia del
comité de recursos, con una norma de contenido similar al del artículo 58 de la LCE aunque
con algunas variaciones.
Tal norma estatal sí puede ayudar a corroborar y dar seguridad para alcanzar conclusiones
sobre dos materias a las que se podría llegar también mediante una labor interpretativa de la
LCE pero que no dejan de ser meras faltas de previsión en la misma, cuales son:
- La aclaración de que el comité de recursos, además de resolver los recursos que se le
planteen, puede tramitarlos.
- Y la conveniencia, no tanto la necesidad, de que conste en los estatutos la duración
del mandato de sus miembros ya que la LCE fija únicamente de manera expresa que
el mandato debe tener un mandato no inferior a tres años.
Podría plantearse si son aplicables supletoriamente la previsión del apartado 4 del artículo
44 de la ley estatal en cuanto a la remisión general para las personas miembros del comité
las causas de abstención y recusación aplicable a los jueces y juezas y magistrados y magistradas
que se hace en tal apartado indicado de la ley estatal cuando son adicionales a las
previstas en el artículo 58 de la LCE.
A juicio de este autor no. Aparte de lo poco apropiado de la previsión estatal por ser las
funciones de los miembros del comité de recursos muy diferentes a los de jueces y juezas y
magistrados y magistradas, personas administradoras y miembros de la comisión de vigilancia,
el artículo 58 de la LCE ya regula la materia y en el apartado 2 establece los requisitos
para serlo y las incompatibilidades y en el apartado 4 las causas de abstención, con lo que
quien legisla en el ámbito territorial vasco ya tiene regulada la materia y no hay laguna legal
alguna a suplir.
215

9. RÉGIMEN ECONÓMICO *9
9.1 Introducción
En el capítulo VI la nueva Ley de Cooperativas regula el régimen económico de estas entidades,
siguiendo, en términos generales, las orientaciones previstas en la regulación anterior.
Conviene destacar, no obstante, algunos puntos en los cuales la nueva norma ha tratado de
aclarar algunos aspectos cuya interpretación había sido controvertida. En este sentido, precisa
con especial nitidez el régimen de responsabilidad de las personas socias por las deudas
sociales. El nuevo art. 59 LCE aclara de forma categórica que las personas socias no han
de responder de las deudas sociales, limitándose su responsabilidad a las aportaciones que
hubieran realizado a la cooperativa. De este modo, conviene destacar que queda zanjada la
controversia acerca de la responsabilidad de las personas socias por las deudas sociales, al
ponerse de relieve el carácter limitado de su responsabilidad. Dicha consideración se compadece
adecuadamente con el régimen de la imputación de pérdidas contemplado en el art.
73 LCE, en el que resulta patente que las pérdidas de la cooperativa no podrán ser imputadas
al patrimonio personal de la persona socia, limitándose las posibilidades de dicha imputación
a las aportaciones que hubiera realizado al capital social o a las reservas que pudieran
corresponderle en los cinco años siguientes. Por ello, con la nueva normativa se solventa definitivamente
el debate acerca del régimen de responsabilidad de la persona socia de la cooperativa,
ya que, con el nuevo tenor legal y en consonancia con la regulación anterior, resulta
incuestionable que la persona socia no responde con su patrimonio de las deudas sociales.
Además de este importante aspecto, el régimen económico previsto en la LCE continúa
muy de cerca la regulación prevista en la normativa anterior. Contempla en su art. 60 LCE
el régimen del capital, siguiendo las mismas orientaciones contempladas en la regulación
precedente, si bien hay que reconocer que introduce ciertas precisiones, como, por ejemplo,
el que la transformación de aportaciones con derecho de reembolso en caso de baja en
aportaciones cuyo reembolso puede ser rehusado incondicionalmente, no basta con que se
acuerde por la asamblea como se admitía antes, sino que se requiere modificación de los estatutos.
De este modo, se pretende que este tipo de cambios tengan una previsión estatutaria
expresa que permita a las personas socias estar al corriente con suficiente antelación de este
tipo de decisiones y evitar que puedan adoptarse de manera coyuntural. En aras a conseguir
una mayor transparencia del régimen de las financiaciones subordinadas, merece también la
pena destacar que cuando se produzca la emisión de un instrumento financiero de esta naturaleza,
se refuerzan las exigencias de información a fin de que no solo las personas socias,
sino también posibles terceros interesados, puedan estar al corriente del alcance y contenido
de la nueva emisión, haciendo así que las cooperativas estén al mismo nivel de transparencia
que el resto de compañías a la hora de recabar financiación.
De igual forma, el nuevo régimen económico conserva, en términos generales, la regulación
de las aportaciones obligatorias y voluntarias de la antigua normativa, consagrado ahora
en los arts. 61 y 62 LCE, en los que se prevé el régimen que deben cumplir las aportaciones
que las personas socias deben entregar a la cooperativa para que ésta pueda llevar a cabo su
* Comentario realizado por Oihana García Pereda y Beñat Salaberia Osa, abogada y abogado del Área
Societaria de LKS Next Legal.
217

RÉGIMEN ECONÓMICO
actividad. Asimismo, debe destacarse que se mantiene el régimen del interés de las aportaciones
(art. 63 LCE) en cuya virtud se concreta el modo a través del cual las aportaciones
pueden devengar un interés para las personas socias, régimen que no presenta novedad alguna
sobre el régimen previgente. En el mismo sentido, cabe aludir al régimen de la transmisión
de participaciones contemplado en el nuevo art. 65 LCE, que reproduce, en términos
generales, la regulación anterior, posibilitando que las aportaciones puedan ser objeto de
transmisión inter vivos o mortis causa. No obstante hay que destacar que, en su nuevo inciso
final, aclara que, en caso de transmisión de las aportaciones, los acreedores personales
de las personas socias transmitentes no tendrán ningún tipo de derecho sobre los bienes de
la cooperativa, ni sobre las aportaciones que hubieran hecho a la cooperativa, a fin de que
resulte patente que los acreedores personales de las personas socias no pueden recurrir a la
cooperativa para reclamar sus créditos.
El régimen del reembolso de las aportaciones se contempla en el nuevo art. 66 LCE y contempla
una regulación muy similar a la que contenía la normativa anterior, si bien, precisa
que son los estatutos de la cooperativa los que deben marcar el límite del porcentaje de deducción
del reembolso, poniendo nuevamente de relieve el papel que a lo largo de la normativa
se atribuye a los estatutos en aspectos especialmente relevantes, para que sea la propia
cooperativa la que pueda fijar el contenido de su régimen. En la misma línea continuista se
inscriben los arts. 67 y 68 LCE que regulan el régimen de las participaciones especiales, a
partir de las cuales, se brinda a las cooperativas la oportunidad de conseguir financiación
para poder cubrir sus necesidades o acometer nuevas iniciativas empresariales y cuyo contenido,
siguiendo fielmente la normativa anterior, pretende concretar con precisión los distintos
instrumentos que pueden utilizarse para favorecer la financiación de las cooperativas.
El capítulo relativo al régimen económico acaba con la regulación de la determinación
de los excedentes y su distribución (arts. 69 y 70 LCE), en los que se pone de manifiesto
el peculiar sistema a través del cual las cooperativas reparten los “beneficios” obtenidos a
consecuencia de la realización de su actividad cooperativizada. En dicha regulación debe
destacarse que la distribución de tales excedentes deberá hacerse respetando la obligación de
destinar una parte de ellos a unos fondos específicos (FRO y COFIP, arts. 71 y 72 LCE), con
el objeto de que quede claro que la cooperativa debe destinar obligatoriamente una parte de
sus excedentes a la cooperativa (FRO), y a la formación y promoción educativa en materia
cooperativa (COFIP), en cuya nueva regulación se ha previsto que el destino de tal fondo
abarque la formación y educación para avanzar hacia la igualdad de mujeres y hombres (art.
72.1 f) LCE).
En definitiva, el nuevo capítulo VI relativo al régimen económico de la cooperativa representa
una regulación adecuada a las necesidades financieras de la cooperativa en la que se
pretende garantizar su situación financiera, dotándola de instrumentos a través de los cuales
poder conseguir sus objetivos. Pero, al mismo tiempo, también concreta de forma precisa el
régimen de responsabilidad de las personas socias que han realizado aportaciones a la cooperativa,
en cuya virtud resulta patente que no responden de las deudas de la cooperativa, sin
perjuicio del régimen interno de imputación de pérdidas aplicable.
9.2 Responsabilidad
Artículo 59. Responsabilidad
218

RÉGIMEN ECONÓMICO
1. La cooperativa responderá por las deudas sociales con todo su patrimonio presente
y futuro, excepto el correspondiente a la contribución para la educación y promoción
cooperativa y otros fines de interés público, que solo responderá de las obligaciones
contraídas para el cumplimiento de sus fines.
2. Las personas socias no responderán personalmente de las deudas sociales. Su responsabilidad
por dichas deudas estará limitada a las aportaciones al capital social
que hubieran suscrito.
3. Una vez fijado el importe de las aportaciones a reembolsar, las personas socias que
causen baja no tendrán responsabilidad alguna por las deudas que hubiese contraído
la cooperativa con anterioridad a su baja.
4. Las personas socias que hubieran, expresa y específicamente, suscrito contratos o
asumido obligaciones con la sociedad cooperativa y que, por su naturaleza, no se
extinguen con la pérdida de la condición de persona socia responderán de su cumplimiento
aún después de causar baja.
9.2.1 Introducción
El régimen de responsabilidad aplicable en las cooperativas es una materia que ha generado
intensos debates debido en gran parte a la falta de claridad con que se regulaba en la
antigua Ley 4/1993 de 24 de junio de cooperativas de Euskadi. La nueva ha procurado poner
fin a las dudas existentes al respecto mediante la introducción de algunas precisiones tanto
terminológicas como semánticas que permiten de una vez por todas disipar cualquier atisbo
de duda acerca del carácter limitado de la responsabilidad de las personas socias. Es así que
paradójicamente, una de las cuestiones que más destacada ha sido con ocasión de la promulgación
de la nueva LCE no es precisamente una modificación, sino una aclaración técnica
que persigue atajar interpretaciones que defiendan el carácter ilimitado de la responsabilidad
de las personas socias en las cooperativas. La nueva ley, en su exposición de motivos,
adelanta que el objeto de esta revisión es el de aclarar y delimitar con mayor precisión la
responsabilidad de la sociedad y de las personas socias, de modo que no exista ninguna duda
de que la responsabilidad de las personas socias es limitada, y que siempre la ha sido, sin que
en ningún caso pueda defenderse que estemos ante un cambio de regulación.
Por otra parte, y para la mejor comprensión del régimen de responsabilidad regulado en
el presente artículo, es necesario contextualizar su contenido con lo dispuesto en los arts. 66
y 73 LCE donde se regulan el reembolso de las aportaciones y la imputación de pérdidas.
Dichos artículos completan el marco del régimen de responsabilidad, motivo por el cual es
imprescindible tener una visión conjunta de su contenido a efectos de comprender el régimen
de responsabilidad exigible a la cooperativa y a sus personas socias.
9.2.2 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Al objeto de aclarar el régimen de responsabilidad, y modificando el texto de la antigua
ley, el art. 59.1º LCE recalca que es la cooperativa quien responde de las deudas sociales con
todo su patrimonio presente y futuro. Estrictamente, no se trata de una modificación legal,
sino de la materialización de una idea que ya venía implícita en la antigua ley. Se delimita así
el régimen de responsabilidad de las personas socias a través de la concreción de la respon-
219

RÉGIMEN ECONÓMICO
sabilidad exigible a las cooperativas, en consonancia con el propósito de despejar las dudas
concernientes al carácter limitado de la responsabilidad de las personas socias. A fin de evitar
cualquier duda, al respecto, el mencionado art. 59.1º LCE excepciona el régimen aplicable
a la contribución para la educación y promoción cooperativa y otros fines de interés público
(art. 72 LCE), cuya especial naturaleza explica que quede excluido de la responsabilidad de
la cooperativa por las deudas que hubiere contraído al no tratarse de un recurso propio de la
cooperativa.
En segundo lugar, en el apartado cuatro del artículo, quien legisla ha querido reforzar
el régimen de responsabilidad de las personas socias, al incorporar como novedad que las
personas socias que hubieran suscrito contratos o asumido obligaciones con la sociedad cooperativa
expresa y específicamente, y, que, por su naturaleza, no se extinguen con la pérdida
de la condición de persona socia, responderán de su cumplimiento aún después de causar
baja. Con ello, se excluyen del régimen de responsabilidad limitada aquellos contratos u
obligaciones suscritas con la cooperativa por la persona socia que, por su naturaleza, sean
independientes de la relación societaria, de forma que la persona socia deberá responder de
ellos aun después de haber causado baja.
En definitiva, todas las supuestas “modificaciones” introducidas en el art. 59 LCE responden
al loable propósito de quien legisla de aclarar y delimitar con mayor precisión el régimen
de responsabilidad vigente en las cooperativas.
9.2.3 Comentario general y significado práctico
La idea principal del artículo es que es la cooperativa quien ha de responder por las deudas
sociales con todo su patrimonio, presente y futuro, quedando expresamente excluido el CO-
FIP, por su carácter inembargable. La regulación y naturaleza de dicho fondo serán objeto de
análisis pormenorizado en el apartado correspondiente al art.72 LCE al cual nos remitimos.
Con este principio, se persigue delimitar de forma clara la responsabilidad exigible a las
personas socias. La regla de la no responsabilidad de las personas socias por las deudas de la
cooperativa es la solución lógica al reconocimiento de la personalidad jurídica propia de la
cooperativa y de la existencia de su patrimonio independiente del de las personas socias que
forman parte de la misma. A partir de la entrada en vigor de la LCE no cabe debate alguno
acerca de la responsabilidad de las personas socias, porque ahora resulta evidente que es limitada,
como siempre ha sido, si bien ahora la norma lo proclama sin ningún atisbo de duda.
Este principio de responsabilidad limitada de la persona socia por deudas de la cooperativa
está expresamente consagrado en el art. 59 LCE y ostenta rango imperativo. Esto significa
que es de obligado cumplimiento en todas las cooperativas y que, por tanto, no existe posibilidad
alguna de que pueda ser objeto de atenuación o ampliación por vía estatutaria. Los
estatutos carecen de capacidad para poder alterar el tenor del régimen legal de la responsabilidad
de las personas socias consagradas en el art. 59 LCE.
Es, por tanto, el patrimonio de la cooperativa, entendido como el conjunto de los derechos
y bienes pertenecientes a la misma, susceptibles de valoración económica, el que habrá de
hacer frente a sus deudas con todos los bienes y derechos que ostente, presentes y futuros.
En consecuencia, una persona acreedora de la cooperativa no podrá exigir responsabilidad a
las personas socias por no ser estas responsables de las deudas sociales.
220

RÉGIMEN ECONÓMICO
La responsabilidad de las personas socias está limitada a las aportaciones al capital social
que hubieran suscrito (art. 59.2º LCE). Esta idea es fundamental para entender la responsabilidad
exigible a las personas socias. Estas, en el momento de adquirir la condición de socias,
se comprometen a realizar unas aportaciones, y, podrán, en su caso, suscribir nuevas aportaciones
en el futuro por acuerdo del órgano competente. Por eso, su responsabilidad por las
deudas de la cooperativa se limita a dichas aportaciones suscritas, estén o no desembolsadas.
De modo que una persona que cause baja, pero tenga aportaciones suscritas pendientes de
ser reembolsadas, podrá ser requerida para efectuar dicho reembolso aún después de su baja.
Por lo demás, una vez fijado el importe a reembolsar las personas socias no tendrán responsabilidad
alguna por las deudas, de forma que, a partir de ese momento no tendrán responsabilidad
alguna por las deudas que hubiera contraído la cooperativa con anterioridad a
su baja. Este precepto aporta una seguridad jurídica notable al régimen de responsabilidad,
dado que permite fijar un momento exacto en el que se pone fin a la responsabilidad de las
personas socias, momento a partir del cual pueden tener la certidumbre que no se les podrá
exigir ninguna responsabilidad para con las deudas sociales. Quien legisla ha optado así por
fijar un cierre definitivo a la responsabilidad de las personas socias, evitando que pueda generarse
cualquier equívoco sobre el momento en que realmente finaliza su responsabilidad.
Finalmente, y tal como se ha adelantado en el apartado relativo a las innovaciones, quien
legisla ha introducido como novedad en el art. 59.4º LCE el que las personas socias que hubieran
suscrito contratos o asumido obligaciones con la sociedad cooperativa no se extingan
con la pérdida de la condición de persona socia y seguirán vigentes aún después de la baja
societaria. Con esta inclusión, quien legisla ha creído necesario contemplar una práctica que
tiene lugar en algunas clases de cooperativas. No obstante, hay que manifestar que ello no
deja de ser una aclaración, más que una modificación, dado que realmente no supone ninguna
innovación. Obviamente, los contratos y obligaciones distintos de la relación societaria
son independientes de la misma, por lo que se han de regir por sus propios términos y condiciones.
9.3 Capital social
Artículo 60. Capital social
1. El capital social de la cooperativa estará constituido por las aportaciones de naturaleza
patrimonial realizadas al mismo por las personas socias, ya sean obligatorias
o voluntarias, que podrán ser:
a) Aportaciones con derecho de reembolso en caso de baja.
b) Aportaciones cuyo reembolso puede ser rehusado incondicionalmente por la
asamblea o las personas administradoras según se prevea en los estatutos.
La transformación obligatoria de aportaciones con derecho de reembolso en caso
de baja en aportaciones cuyo reembolso puede ser rehusado incondicionalmente por
la cooperativa, o la transformación inversa, requerirá el acuerdo de modificación de
los estatutos. La persona socia disconforme podrá darse de baja, que será calificada
como justificada.
2. Los estatutos podrán prever que, cuando en un ejercicio económico el importe de la
devolución de las aportaciones supere el porcentaje de capital social que en ellos se
221

RÉGIMEN ECONÓMICO
establezca, los nuevos reembolsos estén condicionados al acuerdo favorable de las
personas administradoras.
La persona socia disconforme con el establecimiento o disminución de este porcentaje
podrá darse de baja, que será calificada como justificada.
En este supuesto, también serán de aplicación el art. 63.4, el art. 65.1 y el art. 98.3.
Así mismo, los estatutos podrán prever específicamente el deber de rehúse del reembolso
de las aportaciones del apartado 1.b anterior cuando ocasione a la cooperativa
una cobertura insuficiente del ratio o referencia que en ellos se establezca.
3. Las aportaciones al capital social se acreditarán mediante títulos nominativos, que
no tendrán la consideración de títulos valores, o mediante libretas o cartillas de
participación nominativas que reflejarán, en su caso, las sucesivas aportaciones o
actualizaciones y las deducciones practicadas por pérdidas imputadas a la persona
socia.
4. Las aportaciones se realizarán en moneda de curso legal. Si lo autorizan los estatutos
sociales o lo acuerda la asamblea general, pueden consistir también en bienes o
derechos. En dicho caso, las personas administradoras fijarán su valor, previo informe
de una o varias personas expertas independientes, designadas por dichas personas
administradoras, realizado bajo la responsabilidad de tales personas expertas,
sobre las características y el valor de la aportación y los criterios utilizados para
calcularlo. No obstante, si los estatutos lo establecieran, la valoración realizada por
las personas administradoras deberá ser aprobada por la asamblea general.
5. El importe total de las aportaciones de cada persona socia en las cooperativas de
primer grado, salvo que se trate de sociedades cooperativas o personas socias colaboradoras,
no puede exceder del tercio del capital social. No estarán sujetas a esta
limitación las cooperativas cuyo número de personas socias no sea superior a diez.
6. Se consideran financiaciones subordinadas las recibidas por las cooperativas que, a
efectos de prelación de créditos, se sitúen detrás de todos los acreedores comunes.
Independientemente de su denominación o formalización jurídica, tendrá la consideración
de capital social cualquier aportación financiera subordinada contratada
por la cooperativa con personas socias o terceras personas no socias cuyo vencimiento
no tenga lugar hasta la aprobación de la liquidación de la misma, sin que le
sea de aplicación, salvo pacto en contrario, lo dispuesto en los art.62 a 66 de esta
ley. Dichas aportaciones o participaciones podrán ser reembolsables o adquiridas
en cartera mediante mecanismos financieros de garantía equivalentes a los establecidos
para las participaciones o acciones en las sociedades de capital, incluyendo
las opciones previstas en la Ley 3/2009, de 3 de abril, sobre Modificaciones Estructurales
de las Sociedades Mercantiles, o en los términos que reglamentariamente se
establezcan.
Estas aportaciones, cuya retribución podrá ser fija, variable o participativa, se
representarán por medio de títulos o anotaciones en cuenta, que podrán tener la
consideración de valores mobiliarios si así se prevé en el acuerdo de emisión, en
cuyo caso su régimen jurídico se ajustará a la normativa aplicable a estos activos
financieros.
222

RÉGIMEN ECONÓMICO
Estas aportaciones en ningún caso atribuirán derechos de voto en la asamblea general
ni de participación en el órgano de administración.
La emisión o contratación de estas aportaciones deberá ser ofrecida, en cuantía
no inferior al cincuenta por ciento, a las personas socias y personas trabajadoras
asalariadas de la cooperativa antes de ofrecerse a terceras personas no socias. Tal
oferta tendrá publicidad equivalente a la establecida en la cooperativa para la convocatoria
de las asambleas generales.
Una vez la información suficiente haya sido supervisada y aprobada por las autoridades
económicas competentes para autorizar su emisión, las entidades responsables
que así establezca el órgano supervisor competente garantizarán la recepción
de dicha información por parte de los adquirentes terceras personas no socias.
7. Lo establecido en los apartados 1 a 5 de este artículo será aplicable a las cooperativas
de crédito y de seguros solo cuando la normativa sectorial sobre unas u otras
no lo impida.
9.3.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
La nueva Ley de Cooperativas reproduce básicamente el tenor del art. 60 de la previgente
norma, si bien incorpora algunas leves modificaciones en la regulación del capital social
contemplado en la nueva norma.
La primera de ellas, recogida en el apartado primero del artículo, tiene que ver con la transformación
de aportaciones con derecho de reembolso en caso de baja en aportaciones cuyo
reembolso puede ser rehusado incondicionalmente. La antigua ley disponía que era suficiente
con el acuerdo de la asamblea para poder proceder a dicha transformación. Sin embargo,
el nuevo art. 60.1º.2 LCE dispone que la transformación requerirá del acuerdo de modificación
de los estatutos sociales, de modo que sigue siendo necesario el pronunciamiento de la
asamblea, pero deberá materializarse en una modificación estatutaria quedando, por lo tanto,
reflejada la transformación en el texto estatutario.
En segundo lugar, la nueva ley introduce en el art. 60.2º.4 LCE la posibilidad de que los
estatutos puedan prever el deber de rehúse del reembolso de aportaciones cuando el reembolso
ocasione a la cooperativa una cobertura insuficiente del ratio o referencia que en ellos se
establezca. Es así que abre la posibilidad a que se regule en estatutos una referencia objetiva
que sirva de baremo de cara a la decisión sobre el reembolso de aportaciones, de manera que
la decisión a adoptar por el órgano de administración no quede al arbitrio de las personas que
lo compongan.
Finalmente, también ha sido objeto de revisión el régimen de las aportaciones financieras
subordinadas, a través de la tutela del derecho de información de los adquirentes terceras personas
no socias. Así, en el art. 60.6º LCE se introduce el concepto de información suficiente,
como referencia legal que habrá de ser supervisada por las autoridades económicas, y el
órgano supervisor competente, con el objeto de garantizar la recepción de dicha información
por parte de los adquirentes terceras personas no socias. Esta modificación es una respuesta
evidente a las exigencias esgrimidas por las personas suscriptoras en emisiones anteriores a
la nueva ley que veían necesario que se incrementara dicha información para que tuvieran los
elementos de juicio necesarios a la hora de adquirir dichas aportaciones.
223

RÉGIMEN ECONÓMICO
9.3.2 Comentario general y significado práctico
9.3.2.1 Capital: noción y tipo de aportaciones
El art. 60 LCE comienza por manifestar que el capital social de la cooperativa está constituido
por las aportaciones de naturaleza patrimonial realizadas por las personas socias.
Se entiende por aportación, a estos efectos, todo bien o derecho susceptible de poder ser
valorado económicamente, que, desde que se realiza, pertenece a la cooperativa. Dichas
aportaciones podrán ser obligatorias o voluntarias, de modo que cualquiera que sea la aportación
que efectúen las personas socias, esta quedará necesariamente clasificada en una u otra
categoría, no siendo posible contemplar otras categorías distintas de aportación. A diferencia
de lo que ocurre en las sociedades de capital, las aportaciones de las personas socias en la
cooperativa no representan una parte proporcional o alícuota del patrimonio social ni tampoco
es la referencia en virtud de la cual se otorgan los derechos políticos y económicos, salvo
para la retribución del capital.
Como su propio nombre indica, las aportaciones obligatorias (reguladas en el art. 61) son
aquellas que, acordadas por la asamblea general, deberán realizar todas las personas socias.
Las voluntarias (art. 62), por el contrario, son aquellas que, acordadas por la cooperativa, no
conllevan una obligación a todas las personas socias de ser suscritas ni desembolsadas.
9.3.2.2 El derecho de reembolso
Las aportaciones al capital podrán ser aportaciones con derecho a reembolso o aportaciones
cuyo reembolso puede ser rehusado. Las primeras, otorgan un derecho “automático”
de reembolso, aunque sometido a condiciones y plazo. En las segundas, por el contrario, el
reembolso se trata de un derecho de las personas socias a solicitarlo, pudiendo la cooperativa
rechazarlo.
Esta diferencia, que fue introducida en la segunda modificación de la LCE mediante la
Ley 8/2006, de 1 de diciembre, venía motivada por la aplicación de la norma internacional
de contabilidad nº 32 a las cooperativas, norma que impedía la consideración como recurso
propio de las aportaciones al capital social de las cooperativas, debido a que la redacción
anterior de la ley regulaba el derecho incondicional de las personas socias al reembolso. Ante
la eventual amenaza de que las aportaciones al capital de las personas socias pudieran no
ser consideradas como recursos propios de las cooperativa por su derecho incondicional de
reembolso, con las graves repercusiones en la imagen de solvencia frente a terceros que ello
ocasionaría a las cooperativas, quien legisla en el ámbito territorial vasco optó por introducir
en la ley la posibilidad de distinguir entre aportaciones con derecho a reembolso, que contablemente
deberían ser tratados como recursos ajenos, y aquellas aportaciones cuyo reembolso
pueda ser rehusado de forma incondicional, las cuales cumplirían los requisitos contables
para ser considerados como recursos propios. De esta forma, con la modificación de la Ley
de Cooperativas producida en 2006, se dejaba en manos de cada cooperativa la decisión de
que los estatutos sociales pudieran prever la existencia de aportaciones a capital social no
exigibles, pero reembolsables por decisión de la cooperativa, permitiendo, así contabilizar
tales aportaciones de las personas socias como recurso propio.
224

RÉGIMEN ECONÓMICO
En consecuencia, cuando una persona socia solicite su baja de la cooperativa, el tratamiento
diferirá si las aportaciones estuvieran dotadas de derecho de reembolso. En efecto, en este
supuesto, la persona socia tendrá derecho a recibir el reembolso correspondiente (art. 66
LCE). Sin embargo, si el derecho de reembolso de las aportaciones puede ser rechazado de
forma incondicional por la asamblea general o por las personas administradoras, siempre que
esta posibilidad esté expresamente prevista en los estatutos, la persona socia tendrá que estar
a expensas de lo que decida el órgano competente designado en los estatutos a tal efecto. Así,
puede que efectivamente se le reconozca dicho reembolso, o puede que se le niegue dicho
reembolso en caso de que decida darse de baja de la cooperativa.
En cualquier caso, para proteger los intereses de las personas socias titulares de este tipo de
aportaciones cuyo reembolso puede ser rehusado incondicionalmente en caso de baja, se establecen
distintos mecanismos de protección suplementaria de las personas socias que ostentan
este tipo de participaciones: por una parte, se atribuyen al titular de estas aportaciones preferencias
en la remuneración de las aportaciones y en el reparto del retorno que establezcan los
estatutos (art. 63.4º LCE); por otra parte, no solo gozan de total libertad para transmitir dichas
aportaciones no reembolsables, sino que, además, si así lo prevén los estatutos, cabe que la suscripción
de las nuevas aportaciones de la cooperativa se deba efectuar mediante la adquisición
de este tipo de aportaciones no reembolsables (art. 65.1º.2 LCE); y, finalmente, gozan de un
reembolso prioritario en caso de liquidación de la cooperativa (art. 98.3º LCE).
El derecho de reembolso, como todo derecho en sí, está sujeto a un plazo de prescripción,
que, en su caso, al no estar establecido de forma expresa en la normativa cooperativa, le resulta
de aplicación los plazos regulados en el C.c. en el art.1964.
9.3.2.3 Un supuesto especial: la transformación de aportaciones con derecho de reembolso
Con el nuevo tenor del art. 60.1º2 LCE, la transformación de aportaciones con derecho de
reembolso en caso de baja en aportaciones cuyo reembolso pueda ser rehusado, o su transformación
inversa, no basta con el acuerdo de la asamblea, sino que se requiere del acuerdo de
modificación estatutaria correspondiente. De este modo, dicho proceso de transformación no
podrá realizarse de forma puntual por la asamblea, sino que deberá hacerse mediante la correspondiente
modificación estatutaria. Se pretende así que este tipo de transformaciones no
puedan hacerse de forma imprevista o excepcional, sino a través del proceso legal de reforma
estatutaria regulado en el Capítulo VIII que otorga a la cooperativa la obligación de justificar
la modificación propuesta y de dejar a disposición de las personas socias la propuesta de modificación
y el derecho de estas de solicitar el envío gratuito de la misma. A todas luces, un
procedimiento que requiere mayor nivel de información que un mero acuerdo de la asamblea
con una implicación contable.
En cualquier caso, si hubiera personas socias disconformes con dicho proceso de transformación,
se admite expresamente que podrán darse de baja, que será calificada como justificada
(art. 26 LCE).
Como alternativa, el art. 60.2º LCE también ofrece la posibilidad de prever que, cuando en
un ejercicio económico el importe de la devolución de las aportaciones exceda el porcentaje
de capital social que en ellos se establezca, los reembolsos que excedan de dicho porcentaje
estén condicionados al acuerdo favorable de las personas administradoras. De este modo,
225

RÉGIMEN ECONÓMICO
se garantiza que un porcentaje del capital social pueda tener la consideración, con ello, de
recurso propio sin necesidad de fijar en estatutos la distinción entre aportaciones con derecho
de reembolso y aportaciones cuyo reembolso pueda ser rehusado. Cabe indicar que la persona
socia que esté disconforme con el establecimiento o disminución de este porcentaje podrá
darse de baja, que será calificada como justificada (art. 26 LCE)
Con la intención de fomentar una objetivación del acuerdo de reembolso de las aportaciones
reusables, el nuevo art. 60.2º.4 LCE prevé la posibilidad de que los estatutos contemplen
una referencia específica que permita servir de baremo a la hora de decidir sobre el rehúse o
no del reembolso de tales aportaciones. De esta manera, los estatutos podrán prever específicamente
el deber de rehúse del reembolso de las aportaciones cuando ocasione a la cooperativa
una cobertura insuficiente de la ratio o referencia que hubiera consagrado expresamente
en los estatutos. Se deja abierta así la posibilidad para que sea la propia cooperativa quien
regule en sus estatutos la ratio o referencia que juzgue más adecuado que, en el caso de que
sea sobrepasado, conlleve automáticamente el deber de rehusar el reembolso de las correspondientes
aportaciones.
9.3.2.4 La acreditación de las aportaciones
Las aportaciones pueden efectuarse, bien en moneda de curso legal, o en bienes o derechos,
si así lo autorizan los estatutos o lo acuerda la asamblea general (art. 60.4º LCE). De
cualquier forma, las aportaciones también podrán acreditarse como títulos nominativos, que
no tendrán la consideración de títulos valores, o mediante libretas o cartillas nominativas
que reflejen las transmisiones de la que hayan sido objeto las distintas aportaciones (art.
60.3º LCE). En cualquier caso, conviene recordar que por la sola adquisición del título no se
adquiere la condición de persona socia, siendo indispensable que la persona adquirente sea
aceptada como socia si es que no ostenta ya dicha condición (art. 20 LCE).
En el caso de que se trate de una aportación de bienes o derechos, se establece un sistema
específico de garantía que persigue salvaguardar los derechos de la cooperativa, de las personas,
en general, y de terceras personas, que consiste en que las personas administradoras fijen
el valor de los bienes y derechos aportados, previo informe emitido por una o varias personas
expertas independientes designadas de acuerdo a la ley. No obstante, cabe la posibilidad de
prever en los estatutos la obligación de que la valoración sea ratificada por la asamblea para
que no haya ninguna duda en la cooperativa de que las valoraciones de tales aportaciones se
ajustan a la realidad (art. 60.4º LCE).
Las cooperativas de crédito y de seguro, sin embargo, se rigen por su normativa específica
en esta materia. Así, solo se les aplicará el régimen previsto en el art. 60 LCE en la medida
en que su normativa sectorial no lo impida. De este régimen excepcional queda excluido
el régimen de las aportaciones financieras subordinadas, previsto en el art. 60.6º LCE, que
también resultará aplicable a este tipo de cooperativas.
9.3.2.5 El régimen de las aportaciones financieras subordinadas
Finalmente, el art. 60.6º LCE regula las aportaciones financieras subordinadas, mecanismo
que ya estaba presente en la antigua ley y que ha sido objeto de revisión a la vista de las
226

RÉGIMEN ECONÓMICO
deficiencias detectadas en su aplicación práctica en el pasado reciente. El instrumento sigue
manteniendo su consideración de financiación subordinada, condición que ocasiona que, a
efectos de la prelación de créditos, se sitúe por detrás de los acreedores comunes. Es decir, en
caso de liquidación de una cooperativa, las personas titulares de las aportaciones financieras
subordinadas, verán satisfecho su “crédito” después de que la cooperativa satisfaga a los
acreedores comunes y antes de que las personas socias puedan reembolsar sus aportaciones.
Esta condición de subordinada, junto al hecho de que su liquidación no pueda tener lugar
hasta la liquidación de la cooperativa, ocasiona que el principal atractivo de este producto
financiero, calificado como complejo, resida en su retribución, que podrá ser fija, variable o
participativa.
Este tipo de aportaciones se representarán por medio de títulos o anotaciones en cuenta,
que podrán tener la consideración de valores mobiliarios, si es que así se contempla en la
emisión, en cuyo caso quedarán sometidos a la normativa aplicable a estos activos financieros
(art. 60.6º.3 LCE). La idea que subyace es que estas aportaciones financieras subordinadas
pueden ser objeto de transmisión, de forma libre en el mercado, de forma que las personas
suscriptoras puedan liquidar su inversión si así lo desean, sin tener que quedar sometidos al
estricto régimen de liquidación ya mencionado. Huelga decir, que la ley también contempla
la posibilidad de que la cooperativa emisora pueda decidir reembolsar o adquirir las aportaciones
en autocartera para su posterior amortización, mediante mecanismos financieros de
garantía equivalentes a los establecidos para las participaciones o acciones en las sociedades
de capital, incluyendo las opciones previstas en la Ley 3/2009, de 3 de abril, sobre modificaciones
estructurales de las sociedades mercantiles, o en los términos que reglamentariamente
se establezcan.
Es necesario señalar, que estas aportaciones son intrínsecamente financieras y que en ningún
caso atribuyen derecho de voto, ni de participación en el órgano de administración (art.
60.6º.4 LCE).
Por otra parte, quien legisla sigue exigiendo que, al menos, el 50% de la emisión de estas
aportaciones sea ofrecida a las personas socias o personas trabajadoras asalariadas de la
cooperativa emisora, antes de ofrecerse a terceras personas no socias. Con ello quien legisla
quiere garantizar el derecho de las personas socias y trabajadoras asalariadas de las cooperativas
para suscribir las aportaciones. Como salvaguarda de este derecho, se exige que la
emisión deba cumplir con los mismos requisitos de publicidad necesarios para la convocatoria
de una asamblea general.
Como novedad, en el art. 60.6º.5 LCE se introduce el concepto de información suficiente,
concebido como elemento específico para salvaguardar el derecho a la información de las
personas suscriptoras no socias. Es así que las autoridades económicas competentes para
autorizar la emisión deberán supervisar y aprobar la información suficiente de forma previa
a la emisión de las aportaciones, y las entidades responsables de su “colocación” habrán
de garantizar la recepción de dicha información suficiente por parte de los adquirentes personas
no socias. Esta protección del derecho de información hay que entenderla como una
consecuencia de la condición de activo financiero complejo de las aportaciones financieras
subordinadas, circunstancia que ha llevado a quien legisla a reforzar las exigencias relativas
a la información para así garantizar que las personas suscriptoras tienen pleno conocimiento
227

RÉGIMEN ECONÓMICO
de la naturaleza de la aportación a la que se están comprometiendo. De este modo, el derecho
de información de las personas socias se protege a través de la exigencia de que la emisión
cumpla con los requisitos de publicidad de una asamblea general, y el correspondiente a los
adquirentes personas no socias por medio de la salvaguarda de la información suficiente.
9.3.3 Otra normativa aplicable
Art. 1964 del C.c. respecto al plazo de prescripción del derecho de reembolso.
9.4 Aportaciones obligatorias al capital social
Artículo 61. Aportaciones obligatorias al capital social
1. Los estatutos fijarán la aportación obligatoria inicial para adquirir la condición de
persona socia, que podrá ser diferente para los distintos tipos de personas socias
previstas en esta ley o en función de su naturaleza física o jurídica, o para cada
persona socia, en proporción al compromiso o uso potencial que cada una de ellas
asuma de la actividad cooperativa.
2. La aportación obligatoria inicial para adquirir la condición de persona socia deberá
desembolsarse, al menos, en un veinticinco por ciento en el momento de la
suscripción, y el resto en el plazo que se establezca por los estatutos o la asamblea
general, que como máximo será de cuatro años.
3. Si por la imputación de pérdidas de la cooperativa a las personas socias o por sanción
económica prevista estatutariamente la aportación al capital social de alguna
o algunas de ellas quedara por debajo del importe mínimo que a estos efectos señalen
los estatutos o, en su defecto, la asamblea general, la persona socia afectada deberá
realizar la aportación necesaria hasta alcanzar dicho importe para mantener
su condición de persona socia, para lo cual será inmediatamente requerido. Dicha
aportación deberá desembolsarse en el plazo que fijen al efecto los estatutos o, en
su defecto, la asamblea general, que no podrá exceder de un año desde el requerimiento.
4. La asamblea general fijará anualmente la cuantía de la aportación obligatoria inicial
para las nuevas personas socias y podrá acordar la exigencia de nuevas aportaciones
obligatorias, fijando la cuantía, que podrá ser diferente para las distintas
personas socias en función de los criterios señalados en el número 1, así como los
plazos y condiciones en que habrán de desembolsarse. La persona socia disconforme
con la ampliación obligatoria de capital podrá darse de baja, que se considerará
justificada.
Las aportaciones voluntarias preexistentes podrán servir para cubrir nuevas aportaciones
obligatorias.
5. La persona socia que incurra en mora en el desembolso de las aportaciones exigibles,
a tenor de lo establecido en los apartados precedentes, deberá abonar a la
cooperativa el interés legal y resarcirla de los daños y perjuicios causados por su
morosidad. La persona socia que no normalice su situación en el plazo de sesenta
días desde que fuera requerido:
228

RÉGIMEN ECONÓMICO
a) Podrá ser dada de baja obligatoria si se trata de la aportación obligatoria inicial
para ser persona socia o al importe mínimo al que se refiere el apartado 3.
b) Ser expulsada de la cooperativa en los demás supuestos.
9.4.1 Introducción
El art. 61 regula las diferentes aportaciones obligatorias que pueden tener cabida en las
cooperativas, sin que, por otro lado, la enumeración que se hace en este precepto sea numerus
clausus, dado que en la práctica habitual nos podemos encontrar con otros supuestos
como puede ser la capitalización de retornos, intereses, y demás conceptos. Nos encontramos,
por tanto, con la aportación inicial obligatoria, la aportación mínima obligatoria y las
nuevas aportaciones obligatorias que puedan ser acordadas por la asamblea general.
9.4.2 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 61 LCE reproduce textualmente el contenido del previgente art. 58 de la
Ley de Cooperativas. No se aprecia ningún tipo de innovación en su nuevo articulado, sin
perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo al lenguaje
inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Quien legisla, por tanto,
no ha creído necesaria la revisión de la materia, por juzgar que su regulación no requería
de ninguna actualización.
9.4.3 Comentario general y significado práctico
9.4.3.1 La noción de aportación obligatoria: la aportación obligatoria inicial y la
aportación obligatoria mínima
La aportación obligatoria, a diferencia de la aportación voluntaria, nace de una obligación.
Como consecuencia de ello puede haber distintas modalidades de aportaciones obligatorias,
tales como la aportación obligatoria inicial requerida para acceder a la condición societaria,
o cualquier aportación obligatoria posterior, acordada en asamblea general, bien para cubrir
pérdidas, o para acometer nuevas inversiones, reforzar la situación financiera de la cooperativa,
etc. (art. 61.1º LCE).
La aportación obligatoria inicial necesaria para acceder a la condición de persona socia ha
de estar expresamente prevista en los estatutos. Esta obligación, no obstante, debe ser puesta
en relación con el principio de libre adhesión, a la luz del cual las condiciones económicas
del ingreso no han de ser especialmente gravosas para que no se vulnere dicho principio.
En todo caso, la ley posibilita que los estatutos prevean la existencia de distintas aportaciones
obligatorias, ya sean las iniciales ya sean las nuevas acordadas por la asamblea general,
pudiéndose establecer diferencias en función de la tipología de las personas socias, de la
naturaleza física o jurídica de las personas, en proporción al desempeño de la actividad cooperativizada,
o a la duración de su vinculación con la cooperativa.
En cualquier caso, la aportación obligatoria inicial a la cooperativa fijada en los estatutos,
deberá desembolsarse, el menos, en un 25%, en el momento de la suscripción, es decir, en el
momento de la admisión de una nueva persona socia. El restante 75% habrá de ser desembol-
229

RÉGIMEN ECONÓMICO
sado en un plazo máximo de 4 años, si bien los estatutos o la asamblea general podrán fijar
unos plazos de desembolso más breves.
En el art. 61.3º LCE se introduce el concepto de aportación obligatoria mínima, que en muchas
ocasiones suele confundirse con la ya descrita aportación obligatoria inicial. La aportación
mínima constituye la cuantía mínima que toda persona socia debe mantener como
aportación al capital social. Así, si la inicial, es la aportación obligatoria para acceder a la
condición societaria, la mínima es la aportación obligatoria mínima que una persona socia
habrá de mantener en la cooperativa para poder seguir ostentando la condición de persona
socia. Hay que recordar, que la imputación de pérdidas o la aplicación de sanciones económicas
pueden ocasionar que la aportación desembolsada por la persona socia se vea reducida.
Por ello, se establece un mecanismo que persigue evitar la descapitalización de la
cooperativa como medida que garantice los derechos de terceras personas. De este modo, la
persona socia que vea reducida su aportación a un importe inferior al fijado como aportación
obligatoria mínima en estatutos, quedará obligada a reponer sus aportaciones hasta alcanzar
dicho importe mínimo. Quien legisla exige una reacción inmediata al órgano de administración
en el caso de que la aportación de una persona socia quede por debajo del mínimo
establecido, lo que le obliga a actuar de forma diligente y expeditiva en el caso de concurra
dicho supuesto.
9.4.3.2 La fijación de la cuantía de la aportación obligatoria inicial para las nuevas
personas socias y la exigencia de nuevas aportaciones obligatorias
Corresponde a la asamblea general actualizar anualmente la cuantía de la aportación obligatoria
inicial para las nuevas personas socias que deseen ingresar en la cooperativa (art.
61.4º LCE). En la práctica, suele ser habitual que esta actualización sea votada en las asambleas
generales anuales, sin que, por ello, sea necesaria la actualización de los importes en
los estatutos. Esto puede propiciar un cierto desfase entre el importe fijado inicialmente en
los estatutos y el efectivamente vigente aprobado por la última sesión anual de la asamblea
general, que será, en cualquier caso, el que prevalezca.
En cualquier caso, la asamblea general está legitimada para acordar nuevas aportaciones
obligatorias distintas de la inicial. Como ya se ha adelantado, las pérdidas acumuladas,
nuevas necesidades de inversión o las situaciones financieras delicadas, pueden llevar a la
asamblea a acordar que las personas socias tengan que realizar nuevas aportaciones obligatorias,
cuya cuantía y plazos en que habrán de desembolsarse podrán ser diferentes para las
distintas personas socias en función de los criterios tenidos en cuenta a la hora de fijar la
aportación obligatoria inicial (art. 61.4º LCE). Una vez adoptado el acuerdo por la asamblea
general el acuerdo obligará a todas las personas socias quienes podrán optar entre desembolsar
las nuevas aportaciones en los términos y condiciones acordados, o causar baja en la
cooperativa a través del procedimiento previsto en el art. 26 LCE, teniendo en cuenta que
dicha baja habrá de ser calificada, en todo caso, como justificada. A la vista de la exigencia
de nuevas aportaciones obligatorias, las personas socias pueden servirse de las aportaciones
voluntarias que tengan en la cooperativa para su desembolso con lo que podrán eximirse de
tener que suscribir nuevas aportaciones obligatorias las personas socias que hayan realizado
anteriormente aportaciones voluntarias a la cooperativa.
230

RÉGIMEN ECONÓMICO
Aunque no se contempla en la normativa, resulta habitual en las cooperativas que el desembolso
de nuevas aportaciones obligatorias se materialice a través de la capitalización de
anticipos, reservas voluntarias, nóminas o intereses. En cualquiera de estos casos será necesario
el acuerdo de la asamblea general, dado que es el órgano competente en cuanto a la
exigencia de nuevas aportaciones.
9.4.3.3 El incumplimiento del desembolso de las aportaciones obligatorias: principales
consecuencias
Finalmente, la ley regula las consecuencias de que una persona socia incurra en mora por
no desembolsar en tiempo y forma las aportaciones obligatorias. Es necesario a este respecto
distinguir tres hipótesis:
a) En el supuesto de que la persona socia no haya desembolsado el importe de la aportación
inicial dentro del plazo fijado en los estatutos, que nunca podrá ser superior
a cuatro años (art. 61.2º LCE), incurrirá en mora y deberá abonar a la cooperativa
el interés legal del dinero y resarcirla de los daños y perjuicios causados por su morosidad.
Además, la persona socia en mora podrá ser dada de baja de la cooperativa
(art. 61.5º a) LCE) En el caso de que la persona socia no regularice su situación en
el plazo de 60 días desde que fuera requerida para satisfacer dicho impago.
b) En el supuesto de que si por la imputación de pérdidas de la cooperativa a las personas
socias o, por alguna sanción económica prevista estatutariamente, la aportación
realizada quedara por debajo del importe mínimo fijado en los estatutos o en la asamblea
general, y la persona socia en cuestión no regularizara su situación en el plazo
que fijen los estatutos o, en su defecto, la asamblea general, plazo que nunca podrá
ser superior a un año, la persona socia podrá ser dada de baja (art. 61.5º a) LCE) si
en el plazo de 60 días no hubiera procedido a la regularización de su situación desde
que fuera requerida para satisfacer dicho impago.
c) En el caso de que la cooperativa haya acordado la exigencia de nuevas aportaciones a
las personas socias, si la persona socia no hubiera manifestado su disconformidad con
dicha ampliación obligatoria del capital, podrá ser expulsada de la cooperativa si no
hubiera realizado esa nueva aportación en el plazo de 60 días desde que fuera requerida
para satisfacer la exigencia añadida (art. 61.5ºb) LCE).
9.5 Aportaciones voluntarias al capital social
Artículo 62. Aportaciones voluntarias al capital social
1. La asamblea general podrá acordar la admisión de aportaciones voluntarias al capital
social realizadas por las personas socias y fijar las condiciones de las mismas.
2. Las personas administradoras podrán aceptar en todo momento aportaciones voluntarias
de las personas socias al capital social, si bien la retribución que establezca no
podrá ser superior a la de las últimas aportaciones voluntarias al capital acordadas
por la asamblea general o, en su defecto, a la de las aportaciones obligatorias.
231

RÉGIMEN ECONÓMICO
9.5.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 62 LCE reproduce textualmente el contenido del previgente art. 59 de la Ley
de Cooperativas. No se aprecia ningún tipo de innovación en su nuevo articulado, sin perjuicio
de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo al lenguaje inclusivo
que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Quien legisla, por tanto, no ha
creído necesaria la revisión de la materia, por juzgar que su regulación no requería de ninguna
actualización.
9.5.2 Comentario general y significado práctico
9.5.2.1 Noción de aportación voluntaria
Las aportaciones voluntarias no son necesarias para adquirir ni para conservar la cualidad de
persona socia en la cooperativa. Son aquellas aportaciones desembolsadas voluntariamente por
las personas socias que, de igual forma que las aportaciones obligatorias, forman parte también
del capital social de la cooperativa. Pero también cabe que sea la vía para reforzar la situación
financiera de la cooperativa como alternativa a las nuevas aportaciones obligatorias.
Una vez realizado el desembolso, las aportaciones voluntarias tienen naturaleza social, y
como tal, se puede rehusar su reembolso en el supuesto de que la cooperativa haya previsto
dicha posibilidad, y están sujetas a la imputación de pérdidas en el caso de ser así acordado
por la asamblea general. En el momento en que la cooperativa acuerde su reembolso en un
plazo concreto perderán la consideración de recurso propio para convertirse en recursos exigibles.
Buena prueba de ello es que, como se ha destacado en el art. 61.4º.2 LCE, cabe que
las personas socias puedan convertir las aportaciones voluntarias en aportaciones obligatorias
en caso de que la asamblea general acuerde efectuar nuevos desembolsos.
9.5.2.2 Procedimientos de admisión de las aportaciones voluntarias: sus diferencias
El término de aportaciones voluntarias no solo se refiere a que se efectúen libremente por
la persona socia, sino también al hecho de que la cooperativa no está obligada a aceptarlas. A
tal fin, el art. 62 LCE prevé una doble vía de aceptación de las aportaciones voluntarias que
ya existía en la regulación previgente. Así, por un lado, las aportaciones voluntarias pueden
encauzarse a través de la asamblea (art. 62.1º LCE), o dirigirse al órgano de administración
(art. 62.2º LCE). Cada una de estas vías goza de un procedimiento específico.
a) En el caso de que la aportación voluntaria se encauce a través de la asamblea, esta es
competente para acordar su admisión y fijar sus condiciones.
b) Si la aportación voluntaria se dirige a las personas administradoras, estas están investidas
de la competencia para fijar la retribución que las personas socias van a recibir
por la aportación voluntaria realizada, si bien dicha retribución nunca podrá ser
superior a la que hubieran recibido las últimas aportaciones voluntarias acordadas
por la asamblea, por lo que cabe que pueda ser menor.
La principal diferencia, por tanto, reside en que mientras la asamblea es libre para establecer
las condiciones de las aportaciones voluntarias realizadas por las personas socias, si
son las personas administradoras quienes reciben y aceptan aportaciones voluntarias de las
personas socias, la retribución que fijen habrá de atenerse a las condiciones retributivas pre-
232

RÉGIMEN ECONÓMICO
viamente fijadas por la asamblea para las aportaciones voluntarias, o, en su defecto, acogerse
a las condiciones fijadas para las aportación obligatorias.
Una segunda diferencia más sutil es que las sanciones previstas para los supuestos de bajas
calificadas como no justificadas o expulsiones, en forma de descuento sobre aportaciones
regulable en estatutos y aplicables a discreción del órgano de administración, son sólo aplicables
a las aportaciones obligatorias, de modo que las voluntarias quedan excluidas de la
aplicación de dichas sanciones punitivas (art. 27.1º LCE, art. 66.1º LCE).
La última diferencia reside en los supuestos de adjudicación del haber social de la cooperativa
en el proceso de liquidación de la misma ya que, de conformidad con lo establecido en el
art. 98. 2 letra b, se reintegrarán el importe de las aportaciones al capital que tuvieran las personas
socias debiendo reintegrar, en primer lugar, los importes reconocidos como aportaciones
voluntarias y seguidamente, los importes reconocidos como aportaciones obligatorias.
9.6 Interés de las aportaciones
Artículo 63. Interés de las aportaciones
1. Las aportaciones al capital social podrán devengar un interés en la cuantía que
previamente establezca la asamblea general, sin perjuicio de lo establecido en el
apartado 2 del artículo precedente.
2. El interés no podrá exceder del interés legal del dinero más seis puntos.
3. La retribución de las aportaciones a capital estará condicionada a la existencia de
excedentes netos o reservas de libre disposición suficiente para satisfacerla.
4. Si la asamblea general acuerda devengar un interés a las aportaciones o destinar
excedentes disponibles a retornos o a reservas repartibles, las aportaciones previstas
en el art. 60.1.b cuyo reembolso hubiera sido rehusado por la cooperativa y
cuyos titulares hubieran causado baja, tendrán una remuneración preferente que se
establecerá en los estatutos sociales.
9.6.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 63 LCE reproduce textualmente el contenido del previgente art. 60 de la
Ley de Cooperativas. No se aprecia ningún tipo de innovación en su nuevo articulado, sin
perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo al lenguaje
inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Quien legisla, por tanto,
no ha creído necesaria la revisión de la materia, por juzgar que su regulación no requería
de ninguna actualización.
9.6.2 Comentario general y significado práctico
9.6.2.1 Requisitos de la retribución de las aportaciones: acuerdo de la asamblea general
y existencia de recursos humanos
Las aportaciones pueden ser retribuidas siempre que así se haya acordado por la asamblea
y existan recursos económicos disponibles suficientes. La remuneración ha de ser limitada,
233

RÉGIMEN ECONÓMICO
limitación que constituye uno de los principios configuradores de las cooperativas. La determinación
del devengo de intereses es una facultad que corresponde a la asamblea (art. 63.1º
LCE), y cuyo tipo máximo no puede superar el interés legal del dinero más seis puntos (art.
63.2º LCE). En el caso de las cooperativas sin ánimo de lucro, el tipo máximo será el interés
legal del dinero. Además, dicha retribución está condicionada a la existencia de excedentes
netos o reservas de libre disposición suficiente para satisfacerla. Eso explica que resulte plenamente
factible que una cooperativa retribuya las aportaciones con cargo a las reservas voluntarias
que haya acumulado en el pasado, de carácter repartible, aun cuando haya obtenido
resultados suficientes en el ejercicio precedente, regulación que viene a reforzar la soberanía
de la asamblea en la materia (art. 60.3º in fine LCE).
9.6.2.2 La determinación del interés de las aportaciones
Aunque la ley establezca algunos requisitos y condiciones específicas, su régimen legal
ofrece un amplio margen a la flexibilidad. En este sentido, cabe destacar el hecho de que la
ley permita que distintas aportaciones otorguen una retribución diferente, como puede ocurrir
en las aportaciones voluntarias (art. 62.2º LCE), o en las aportaciones cuyo reembolso se
haya acordado, las cuales tendrán derecho a percibir el interés legal del dinero, con independencia
de los resultados y reservas de las que pueda disponer la cooperativa, o, incluso, en
las aportaciones cuyo reembolso haya sido rehusado para las que pueda pactarse un interés
preferente (art. 63.4º LCE). En este sentido, también sería admisible establecer una retribución
al capital diferente para cada categoría de personas socias.
En el caso de que la asamblea acuerde devengar intereses o destinar excedentes disponibles
a retornos o a reservas repartibles, las aportaciones cuyo reembolso hubiera sido rehusado,
de conformidad con el art. 60.1 b) LCE, y cuyos titulares hubieran causado baja,
tendrán una remuneración preferente que se establecerá en los estatutos sociales. Es así que
corresponderá a cada cooperativa regular la citada remuneración preferente en sus estatutos
en caso de que lo vieran pertinente, constituyéndose así en otra posibilidad más que brinda la
ley en su vertiente dispositiva. En este sentido, cuando se habla de interés preferente, se ha
de entender un interés mayor al que se reconozca al resto de aportaciones.
Hay que señalar, que, en virtud de las últimas reformas introducidas en el plan general
contable, la retribución de las aportaciones al capital ha pasado a ser desde un punto de vista
contable, parte de la distribución del resultado, siendo, a su vez, una partida deducible para
el cálculo del resultado del ejercicio. Esta dicotomía obliga a hacer un cálculo circular para
determinar el resultado del ejercicio y, por otra parte, a incluir los intereses en la distribución
de resultados que habrá de someterse a la aprobación de la asamblea en su sesión anual.
9.6.2.3 Los procedimientos para la aprobación del interés de las aportaciones
En la práctica la aprobación y determinación del interés de las aportaciones puede tener a
través de dos procedimientos distintos:
a) Cabe que, en el acuerdo correspondiente a la retribución de aportaciones en su sesión
anual ordinaria, decidan el pago de intereses en la misma sesión en la que someten
a la asamblea el examen de la gestión social, la aprobación de las cuentas anuales y
234

RÉGIMEN ECONÓMICO
la distribución de excedentes o pérdidas. Se trata, por lo tanto, de una retribución de
las aportaciones acordada de forma conjunta con la distribución de resultados.
b) También es posible que en su sesión anual ordinaria opte por delegar en el órgano
de administración el acuerdo de retribución de las aportaciones. Esta autorización
puede ir acompañada de limitaciones y requisitos que fuercen el sentido del acuerdo
del órgano de administración en la materia. Esta alternativa permite que las personas
socias puedan ver retribuidas sus aportaciones en una fase temprana del ejercicio, sin
tener que esperar a que se celebre la sesión anual ordinaria de la asamblea trascurridos
ya unos meses desde el inicio del ejercicio. No obstante, en este caso, conviene
tener en cuenta que el acuerdo de retribución de aportaciones que pueda adoptar el
órgano de administración de la cooperativa por autorización de la asamblea, no adquirirá
plena vigencia hasta que la asamblea acuerde la distribución del resultado del
ejercicio en que se hayan generado dichos intereses, siendo, por lo tanto, necesaria
la ratificación tácita de la asamblea a través de la aprobación de la distribución del
resultado.
9.6.2.4 Monetización y/o capitalización
Si bien la ley no dispone nada al respecto, lo cual reporta flexibilidad a los órganos sociales
competentes, los intereses podrán en su caso ser monetizados y/o capitalizados como nuevas
aportaciones obligatorias de las personas socias. De este modo se abre la posibilidad a que
la retribución de las aportaciones también pueda funcionar como un mecanismo de refuerzo
financiero para las cooperativas por medio de la capitalización de intereses. Huelga decir que
no existen obstáculos para plantear opciones intermedias que impliquen la monetización o
capitalización parcial de los intereses.
9.6.3 Otra normativa aplicable
Cabe destacar el hecho de que la regulación de la retribución de las aportaciones es más
restrictiva en las cooperativas sin ánimo de lucro. En este sentido, tanto el decreto 64/1999,
de 2 de febrero, que aprueba el reglamento sobre procedimientos y requisitos relativos a las
sociedades cooperativas de utilidad pública, como el decreto 61/2000, de 4 de abril, por el
que se regulan las cooperativas de iniciativa social, disponen como uno de los requisitos para
que una cooperativa pueda ser considerada sin ánimo de lucro que las aportaciones de las
personas socias al capital social, tanto obligatorias como voluntarias, no podrán devengar
un interés superior al interés legal del dinero, sin perjuicio de la posible actualización de las
mismas.
9.7 Actualización de las aportaciones
Artículo 64. Actualización de las aportaciones
1. El balance de la cooperativa podrá ser regularizado en los mismos términos y con
los mismos beneficios previstos para las sociedades de derecho común, sin perjuicio
del destino establecido por esta ley para la plusvalía resultante de la regularización
del balance.
235

RÉGIMEN ECONÓMICO
2. La plusvalía citada se destinará por la cooperativa, en uno o más ejercicios, a la
actualización del capital o al incremento de las reservas, obligatorias o voluntarias,
en la proporción que aquella estime conveniente. No obstante, cuando la cooperativa
tenga pérdidas sin compensar, la plusvalía de la regularización se destinará en
primer lugar a la compensación de las mismas, y el resto a los destinos señalados
anteriormente.
9.7.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 64 LCE reproduce textualmente el contenido del previgente art. 61 de la
Ley de Cooperativas. No se aprecia ningún tipo de innovación en su nuevo articulado, sin
perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo al lenguaje
inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Quien legisla, por tanto,
no ha creído necesaria la revisión de la materia, por juzgar que su regulación no requería
de ninguna actualización.
9.7.2 Comentario general y significado práctico
9.7.2.1 Premisa: actualización del balance de la cooperativa
Las empresas a lo largo del tiempo, dependiendo de diferentes factores económicos y
monetarios, se han visto abocadas a actualizar sus balances para evitar los efectos que la inflación
ejerce sobre los estados contables, eliminando situaciones patrimoniales irreales que
desvirtúan su valor e imagen hacia terceros.
La última reforma aprobada mediante la Ley 16/2012, de 27 de diciembre, por el que se
adoptan diversas medidas tributarias dirigidas a la consolidación de las finanzas públicas y
al impulso de la actividad económica” de ámbito estatal y adaptadas por los tres territorios
históricos, es una ley que posibilidad la actualización de determinados activos de balances.
En este ámbito, las cooperativas tienen la posibilidad de regularizar sus balances cuando
así se establezca para el resto de entidades de derecho común, sin que sea necesario que deba
estar regulado en los estatutos. El balance de la cooperativa se puede actualizar o regularizar
en las condiciones y con los beneficios establecidos en las normas que regulan dichas operaciones.
La única peculiaridad de las cooperativas es el destino de la plusvalía, que ha de
respetar la regulación específica de las cooperativas (art. 64.1º in fine LCE)
La actualización consiste en la puesta al día de los valores contables históricos, mientras
que la regularización se refiere, más bien, a la inclusión en el balance de partidas o elementos
ocultos. Cuando se autoriza la actualización de los valores contables del balance o su regularización,
la normativa que las propicia lleva consigo una aminoración fiscal de la plusvalía
que resulte de dichas operaciones, para evitar que propicie un perjuicio fiscal a los operadores
que las soporten.
La adopción de estas medidas debe contextualizarse en que, por el transcurso del tiempo,
puede haber determinados bienes y derechos de la cooperativa que se hayan revalorizado,
siendo necesario, a efectos contables, que dicho incremento figure en la contabilidad de la
cooperativa para que refleje fielmente su situación financiera.
236

RÉGIMEN ECONÓMICO
La actualización se lleva a cabo aplicando determinados coeficientes al valor de adquisición
del bien que forma parte del inmovilizado material y a las amortizaciones que se practicaron
en relación con dicho bien. Dichos coeficientes dependen del tipo de bien en cuestión
y de su fecha de adquisición. Una vez que se aplique dicho coeficiente, la plusvalía es la diferencia
entre el valor obtenido a consecuencia de dicha aplicación y el valor de adquisición
del bien. En cualquier caso, el procedimiento de actualización es voluntario, por lo que sólo
se pondrá en marcha si la cooperativa así lo juzga conveniente.
9.7.2.2 Destino de la plusvalía
El art. 64.2º LCE establece expresamente que la plusvalía se destinará a la actualización
del capital o al incremento de las reservas, obligatorias o voluntarias, en la proporción que la
cooperativa estime conveniente. Lógicamente, como cuestión previa, resulta patente que la
plusvalía habrá de haber sido obtenida cumpliendo los requisitos exigidos por la normativa
reguladora de la actualización de balances.
Ahora bien, en el caso de que la cooperativa tenga pérdidas sin compensar, la plusvalía de
la regularización se destinará, en primer lugar, a la compensación de las mismas y el resto, a
los destinos señalados anteriormente, esto es, a la actualización del valor de las aportaciones
o al incremento de los fondos de reserva (art. 64.2º in fine LCE).
Aun cuando la normativa guarda silencio sobre el particular, y ante la inexistencia de
ninguna obligación de que la plusvalía obtenida por la actualización vaya destinada al FRO
o a cualquier otro fondo específico de la cooperativa, debe entenderse que corresponde a la
asamblea aprobar los criterios de atribución entre las personas socias resultantes de las plusvalías
resultantes de la actualización del balance.
9.8 Transmisión de las aportaciones
Artículo 65. Transmisión de las aportaciones
Las aportaciones podrán transmitirse:
1. Por actos inter vivos entre personas socias y entre quienes se comprometan a serlo
en los tres meses siguientes y en los términos fijados en estatutos.
Los estatutos podrán prever que las aportaciones obligatorias iniciales de las nuevas
personas socias deban efectuarse mediante la adquisición de las aportaciones
previstas en el art. 60.1.b cuyo reembolso hubiese sido rehusado por la cooperativa
tras la baja de sus titulares. Esta transmisión se producirá por orden de antigüedad
de las solicitudes de reembolso de este tipo de aportaciones. En caso de solicitudes
de igual fecha, se distribuirá en proporción al importe de las aportaciones.
2. Por sucesión mortis causa, a los y las causahabientes, si fueran personas socias y
así lo soliciten, o, si no lo fueran, previa admisión como tales realizada de conformidad
con lo dispuesto en el art. 20, que habrá de solicitarse en el plazo de tres meses
desde el fallecimiento. En otro caso, tendrán derecho a la liquidación del crédito
correspondiente a la aportación social en los términos previstos en el artículo siguiente.
237

RÉGIMEN ECONÓMICO
Los acreedores personales de las personas socias no tendrán derecho alguno sobre
los bienes de las cooperativas ni sobre las aportaciones de las personas socias al
capital social, que son inembargables. Todo ello, sin menoscabo de los derechos que
pueda ejercer el acreedor o acreedora sobre los reembolsos, intereses y retornos que
correspondan a la persona socia.
9.8.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 65 LCE reproduce básicamente el previgente art. 62 de la Ley de Cooperativas,
sin perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo
al lenguaje inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Pero,
además, añade un nuevo párrafo, el art. 65.2º2 LCE, cuyo contenido no estaba previsto en la
regulación previgente y en cuya virtud se establece, aunque no se dice expresamente, que,
en caso de transmisión de las aportaciones, los acreedores personales de las personas socias
(transmitentes) no tendrán ningún tipo de derecho sobre los bienes de la cooperativa, ni sobre
las aportaciones de las personas socias al capital social que son inembargables. Ello no
impedirá, no obstante, que la persona acreedora ejerza sus derechos sobre los reembolsos,
intereses y retornos que correspondan a la persona socia.
9.8.2 Comentario general y significado práctico
9.8.2.1 El régimen de la transmisión de las aportaciones: características generales
El carácter tendencialmente personalista de la cooperativa, a consecuencia del relevante
papel de los requisitos que se exigen para la obtención de la condición de la persona socia,
explica que se regule de forma restrictiva el régimen de transmisión de las aportaciones al
capital. Las transmisiones podrán llevarse a cabo inter vivos o mortis causa, de conformidad
con los procedimientos expuestos a continuación. Sin embargo, conviene recordar que la
transmisión no basta para que el beneficiario de dicha transmisión adquiera la condición de
persona socia de la cooperativa, sino que, además, se requerirá que sea admitida en la entidad
(art. 20 LCE).
La transmisión de las aportaciones deberá llevarse a cabo de acuerdo con el procedimiento
de admisión. Las aportaciones se entenderán como aportaciones de la nueva persona socia,
que, en principio, no está obligada a abonar cuota de ingreso, sin perjuicio de que sí esté obligado
a cubrir la diferencia si el precio de adquisición no alcanza la aportación obligatoria.
La transmisión de las aportaciones puede ser total o parcial. En el caso de que se trate de
una transmisión total, la persona socia transmitente deja de serlo, mientras que, en el segundo
caso, se mantiene como persona socia, por lo que debe retener aportaciones cuyo importe
cubra el límite de la aportación mínima obligatoria.
La transmisión de las aportaciones puede realizarse en favor de una o de varias personas.
Lo habitual es que se lleve a cabo en favor de un adquirente, pero nada impide que, en determinadas
circunstancias, especialmente si se tratan de transmisiones mortis causa, sean varios
los adquirentes, convirtiéndose todas en personas socias, si así lo admite la cooperativa, y
configurándose, por tanto, la aportación como divisible.
238

RÉGIMEN ECONÓMICO
A pesar de que el art. 65 LCE establece de forma bastante detallada el régimen de transmisión
de las aportaciones, lo cierto es que en los estatutos el ámbito normativo en el que se
fijarán los términos específicos del régimen de transmisión de las aportaciones. Corresponde,
por tanto, a la cooperativa y, por ende, a las personas socias que la integran, definir el diseño
que regula este tipo de transmisiones.
9.8.2.2 Transmisión por actos inter vivos
En principio, el régimen general de transmisión por actos inter vivos previsto en el art.
65.1º LCE, parece favorecer que las transmisiones se hagan entre personas socias. Sin embargo,
también admite que puedan hacerse a favor de personas no socias, siempre que los
nuevos titulares adquieran la condición de persona socia en los tres meses siguientes al momento
en que se produzca la transmisión, y de acuerdo con el régimen previsto a tal efecto
en los estatutos. Por lo tanto, es libre la transmisión de aportaciones entre personas socias y
a quienes adquieran la condición de personas socias, siempre que se comprometan a serlo en
un plazo máximo de tres meses desde que tuviera lugar la transmisión.
Pero, además, con el fin de cohonestar el derecho de salida de la persona socia con el nuevo
régimen del capital social y contable tras la implantación de la NIC 32, se contempla la posibilidad
de que la transmisión de las aportaciones pueda ayudar a encauzar la salida voluntaria
de las personas socias, especialmente cuando se haya rehusado el reembolso de las aportaciones.
Así, con el fin de que la persona socia a la que se le ha denegado el reembolso, de
alguna forma “recupere” su aportación, el art. 65.1º.2 LCE establece que los estatutos podrán
prever que en caso de entrada de nuevas personas socias en la cooperativa, sus aportaciones
al capital se efectúen mediante la adquisición de las aportaciones cuyo reembolso ha sido solicitado
por la persona socia, y rehusado por la cooperativa. Con el objeto de evitar cualquier
conflicto en el caso de que hubiera varias personas socias en dicha tesitura, se establece que
la transmisión se producirá por orden de antigüedad de las solicitudes de reembolso de las
aportaciones cuyo reembolso se ha rehusado a fin de que quede claro el orden de preferencia
de la transmisión de tales aportaciones.
9.8.2.3 Transmisión por actos mortis causa
También cabe transmitir las aportaciones de la cooperativa por sucesión mortis causa. De
igual forma que en la transmisión por actos inter vivos, la transmisión podrá tener lugar
según la libre voluntad de la persona socia, si bien, el art. 65.2º.1 LCE trata de conciliar el
interés de la cooperativa en el control de admisión de sus personas socias con el respeto a
los derechos sucesorios de los que gozan sus integrantes. Así, establece que será válida la
transmisión realizada a los/las causahabientes designados como tales, si fueran ya personas
socias y así lo soliciten o, si no lo fueran, previa admisión como tales, de conformidad con el
art. 20 LCE, dentro del plazo de tres meses desde el fallecimiento. En el caso de que los/las
causahabientes no fueran admitidos por la cooperativa o, simplemente, no hubieran tramitado
en tiempo y forma la solicitud de admisión, tendrán derecho a la liquidación del crédito
correspondiente a la aportación social en los términos del art. 66 LCE.
239

RÉGIMEN ECONÓMICO
9.8.2.4 Derechos de los/las acreedores sobre las aportaciones de las personas socias
El art. 65.2º.2 LCE, siguiendo una sistemática bastante discutible, declara en este precepto
que los acreedores personales de las personas socias no tendrán derecho sobre los bienes de
la cooperativa ni sobre las aportaciones de las personas socias al capital. Con ello lo que se
pretende es poner de relieve que las posibles deudas personales de las personas socias no
pueden ser satisfechas por la cooperativa, lo cual resulta evidente, porque las deudas no son
de la cooperativa sino de la persona socia y, porque, una vez que la persona socia realice su
aportación al capital de la cooperativa le pertenece a esta y no puede servir para satisfacer
deudas personales de la persona socia aportante.
Todo ello no impide, lógicamente, que el acreedor pueda ejercer las correspondientes acciones
contra la persona socia deudora para reclamar su pago con base en elementos susceptibles
de ser enajenados, como pueden ser los reembolsos, los intereses y los retornos
que correspondan a la persona socia, y que, por tanto, pueden ser reclamadas y, en su caso,
embargados en caso de no ser satisfecho al acreedor el importe del crédito adeudado por la
persona socia en cuestión.
9.9 Reembolso de las aportaciones
Artículo 66. Reembolso de las aportaciones
1. Los estatutos regularán el reembolso de las aportaciones al capital social. Se podrán
establecer deducciones tan solo sobre las aportaciones obligatorias, que no
serán superiores al treinta por ciento en caso de expulsión ni al veinte por ciento en
caso de baja no justificada.
Los estatutos podrán prever que, en caso de incumplimiento del periodo de permanencia
mínimo pactado, los porcentajes de deducción para la baja no justificada
puedan incrementarse hasta en diez puntos porcentuales.
2. La decisión sobre el porcentaje de deducción aplicable en cada caso será competencia
de las personas administradoras, que deberán respetar los límites contemplados
en los estatutos.
3. Sin perjuicio de las posibles deducciones antes citadas, se computarán, en todo caso
y a efectos del oportuno descuento de la aportación a devolver a la persona socia que
causa baja, las pérdidas reflejadas en el balance de cierre del ejercicio en que se produzca
la baja, ya correspondan a dicho ejercicio, ya provengan de otros anteriores o
estén sin compensar, hasta el límite de las aportaciones de capital social.
4. El plazo de reembolso no podrá exceder de cinco años a partir de la fecha de la
baja. En caso de fallecimiento de la persona socia, el reembolso a los y las causahabientes
deberá realizarse en un plazo no superior a un año desde el hecho
causante.
Para las aportaciones previstas en el art. 60.1.b, los plazos señalados en el párrafo anterior
se computarán a partir de la fecha en la que la cooperativa acuerde el reembolso.
240

RÉGIMEN ECONÓMICO
5. En las aportaciones cuyo reembolso haya sido acordado por la cooperativa, las cantidades
pendientes de reembolso no serán susceptibles de actualización, pero darán
derecho a percibir como mínimo el interés legal del dinero.
6. Sin perjuicio de lo establecido en los apartados anteriores, el reembolso de las aportaciones
también se podrá producir por acuerdo de la asamblea general de reducción
de capital social, o por reducción de la actividad cooperativizada de la persona
socia en su caso, en los términos que se fijen estatutariamente.
9.9.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 66 LCE reproduce básicamente el previgente art. 63 de la Ley de Cooperativas,
sin perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo
al lenguaje inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Incorpora,
no obstante, algunas precisiones para ayudar a perfilar el contenido de algunos tratamientos.
Así, el art. 66.2º LCE mantiene que la decisión sobre el porcentaje de deducción aplicable
en cada caso será competencia de las personas administradoras, si bien añade que dicho
porcentaje deberá respetar los límites contemplados en los estatutos, poniendo así de relieve
que los estatutos son los que marcan el límite del porcentaje de deducción del reembolso.
En segundo lugar, el art. 66.3º LCE aclara que, a efectos del oportuno descuento de la aportación
a devolver a la persona socia que cause baja, se computarán las pérdidas en el balance
del ejercicio en que se produzca la baja, hasta el límite de las aportaciones al capital social,
para que quede claro que por mucho que existan pérdidas en la cooperativa, estas solo pueden
deducirse del reembolso de la persona socia hasta el límite de sus aportaciones al capital.
Finalmente, el nuevo art. 66.6º LCE establece que el reembolso de las aportaciones también
podrá tener lugar mediante un acuerdo de la asamblea general de reducción del capital
social, siguiendo el modelo de las sociedades de capital, o por reducción de la actividad
cooperativizada, siguiendo el modelo cooperativo.
9.9.2 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
9.9.2.1 Liquidación o reembolso del capital
El derecho al reintegro de las aportaciones es uno de los derechos más importantes de las
personas socias y constituye una manifestación del principio cooperativo de puerta abierta.
El art. 66 LCE se refiere expresamente al reembolso de las aportaciones, aunque quizás el
término más preciso sería el de liquidación, ya que a la persona socia no se le reconoce expresamente
el derecho a recuperar exactamente lo que aportó a la cooperativa. En puridad, la
persona socia que causa baja no tiene derecho a que se le devuelva su aportación al capital,
sino a que le liquiden la aportación realizada, que podrá haberse incrementado o disminuido,
según el devenir de la situación financiera de la cooperativa.
En principio, corresponde a los estatutos regular el reembolso de las aportaciones al capital
social (art. 66.1º LCE). La cooperativa, por tanto, deberá diseñar en los estatutos el sistema
de reembolso de las aportaciones de las personas socias, que, en cualquier caso, deberá respetar
la normativa aplicable en este ámbito.
241

RÉGIMEN ECONÓMICO
9.9.2.2 El importe del reembolso: deducciones y sus límites
Al objeto de calcular el importe de reembolso, podrá haber dos tipos de deducciones: las
deducciones por pérdidas pendientes de compensar y las deducciones por baja no justificada
o expulsión.
Para calcular el importe de la devolución, es necesario definir el valor liquidativo inicial,
para lo cual es preciso determinar el eventual incremento, resultado de la actualización de la
aportación, así como los posibles descuentos que pueden practicarse a consecuencia de tales
deducciones. Todo ello dará como resultado la cifra que tiene derecho a percibir la persona
socia que ha solicitad la baja de la cooperativa.
Por lo tanto, para calcular el valor de reembolso, se parte del valor de la aportación reconocida
a la persona socia que ha solicitado la baja, al que se le debe incrementar o restar los
importes provenientes del resultado del ejercicio en que la persona socia haya causado baja
y que le correspondan de conformidad con el acuerdo adoptado por la asamblea general al
respecto. Seguidamente, será sobre ese importe al que se realicen las deducciones correspondientes
en caso de que la baja haya sido calificada como no justificada. Este sería, por tanto,
el orden, primero, fijar el importe objeto de reembolso y seguidamente, practicar sobre dicho
importe, las posibles deducciones por baja no justificada.
a) Las deducciones por pérdidas se realizarán sobre el importe total que la persona
socia tenga reconocido al capital social, a sea como aportación obligatoria o como
voluntaria.
Con el fin de aclarar el alcance de las pérdidas que pueden ser objeto de deducción,
el art. 66.3º LCE precisa que, a efectos del cálculo de la deducción de la devolución
o reembolso a la persona socia que cause baja, se computarán las pérdidas reflejadas
en el balance de cierre del ejercicio en que se produzca la baja, sean de ese ejercicio,
o provengan de otros anteriores. En consecuencia, la persona socia que cause baja
deberá hacer frente con su aportación, a las pérdidas que estén pendiente de compensarse
y que le correspondan, en virtud de la actividad cooperativizada realizada
en los ejercicios en que causaron dichas pérdidas, pero hasta el importe total de su
aportación al capital.
Con esa intención aclaratoria, se ha añadido el último inciso en dicho art. 66.3º
LCE en el que se fija que, con todo, las pérdidas objeto de deducción tienen como
límite las aportaciones al capital social, poniéndose así de relieve que las pérdidas
acumuladas por la cooperativa no pueden nunca deducirse por un importe superior
al de las aportaciones realizadas. Con ello, se sienta una base más sobre la limitación
de la responsabilidad de las personas socias en las cooperativas. En consecuencia,
si la aportación al capital de la persona que causa baja no fuera capaz de soportar la
totalidad de las pérdidas pendientes de compensar que le corresponden, la parte no
compensada será asumida por la propia cooperativa y sus personas socias, sin que la
persona que causó baja adeude importe alguno a la cooperativa.
b) Las deducciones por baja no justificada o expulsión
La ley otorga la posibilidad de que los estatutos prevean que se puedan practicar
deducciones del importe objeto de reembolso para los casos en que la baja haya sido
calificada como no justificada o en los casos de expulsión.
242

RÉGIMEN ECONÓMICO
Deberán ser los estatutos, por tanto, los que regulen expresamente esta posibilidad y
los importes de las deducciones a practicar que, en ningún caso, podrán exceder del
veinte o treinta por ciento regulado en presente artículo.
Las deducciones podrán ser de hasta un 20% en los casos en que la baja sea calificada
por las personas administradoras como no justificada, de conformidad con lo
establecido en el art. 26.6 LCE. Sin embargo, si no se hubiera respetado el periodo
mínimo de permanencia establecido en estatutos, se podrá incrementar la deducción
en un 10%.
En caso de baja por expulsión la deducción podrá ser de hasta un 30%.
En todos los casos, las deducciones por estas causas únicamente podrán realizarse
sobre las aportaciones obligatorias.
Determinadas las pérdidas se podrán practicar las correspondientes deducciones que
no podrán ser superiores al 30 % en caso de expulsión, ni al 20 % en caso de baja no
justificada (art. 66.1º LCE). Serán los estatutos los que fijarán tales umbrales, respetando
siempre los límites máximos mencionados.
9.9.2.3 Plazos de reembolso
La persona socia que ostenta el derecho de reembolso debe recibirlo dentro de un determinado
plazo. El art. 66.4º LCE establece que el plazo de reembolso no podrá exceder de cinco
años a partir de la fecha de la baja. Dicho plazo se limita a un año en caso de que el reembolso
haya surgido a consecuencia del fallecimiento de una persona socia. Como especialidad, en
el caso de que se traten de aportaciones cuyo reembolso pueda ser rehusado incondicionalmente
por la cooperativa, el plazo para proceder al reembolso iniciará su cómputo a partir del
momento en que la cooperativa acuerde dicho reembolso (art. 66.4º.2 LCE).
Es en los estatutos en los que deberá fijarse con precisión el plazo de reembolso. En este
sentido, los estatutos podrán reducir los plazos mencionados anteriormente consagrados en
el art. 66.2º LCE. La fijación de un plazo concreto a partir del cual el reembolso resulta
exigible constituye un indudable beneficio para la cooperativa que le permite suavizar la
descapitalización que supondría tener que proceder a abonar el reintegro a la persona socia
saliente en el mismo momento que se produzca. En cualquier caso, no existe ningún derecho
específico que promueva la reducción de tales plazos. La cooperativa es plenamente soberana
para establecer el plazo que considere conveniente a efectos de preservar su situación
financiera a la vista del calendario de bajas que puedan producirse.
Una vez acordado por la cooperativa el correspondiente reembolso, puede suceder que,
por las causas que fuere, no se abonen a la persona socia saliente el importe íntegro del
reembolso que se le adeude. El art. 66.5º LCE aclara que las cantidades que se hallen pendientes
de reembolso no podrán ser objeto de actualización, reconociéndose, sin embargo,
que tendrán derecho a exigir su pago y a percibir complementariamente el interés legal del
dinero correspondiente a dicha suma adeudada. En este sentido, aun cuando la normativa no
lo diga expresamente, se debe entender que el derecho al pago del interés legal del dinero
surge en el momento en que ha concurrido el nacimiento del derecho del reembolso y no ha
sido satisfecho.
243

RÉGIMEN ECONÓMICO
9.9.2.4 Otras posibilidades de reembolso
Al margen del procedimiento de reembolso ordinario que tiene lugar a consecuencia de la
baja de una persona socia de la cooperativa, que lleve aparejado el correspondiente derecho
de reembolso para la persona socia saliente, el nuevo art. 66.6º LCE añade la posibilidad de
que el reembolso también pueda tener lugar con ocasión de otras circunstancias ya previstas
en la normativa reglamentaria: así, se reconoce expresamente que el reembolso de aportaciones
podrá surgir por acuerdo de la asamblea general de reducción del capital social, o
por reducción de la actividad cooperativizada de la persona socia. Ahora bien, para que surja
dicho derecho de reembolso en estos casos, deberá haber sido previsto expresamente en los
estatutos de la cooperativa.
9.10 Participaciones especiales
Artículo 67 Participaciones especiales
1. Serán participaciones especiales las financiaciones subordinadas expresamente
acogidas a la regulación establecida en este artículo, en las que las suscriptoras,
salvo lo previsto en el apartado 4 de este artículo, sean necesariamente entidades
no cooperativas, el reembolso no tenga lugar hasta que transcurran al menos
cinco años desde la emisión y la remuneración se establezca en función de los
resultados de la cooperativa.
2. Las restantes características de estas participaciones serán establecidas libremente
en el momento de su emisión, sin que en ningún caso atribuyan derechos de
voto en la asamblea general ni de participación en el órgano de administración.
3. Lo establecido en este artículo solo será de aplicación a las cooperativas de crédito
y seguros cuando la normativa sectorial sobre unas u otras no lo impida.
4. La emisión o contratación de las participaciones especiales deberá ser ofrecida,
en cuantía no inferior al cincuenta por ciento, a las personas socias y personas
trabajadoras asalariadas de la cooperativa antes de ofrecerse a terceras personas
no socias. Tal oferta tendrá publicidad equivalente a la establecida en la cooperativa
para la convocatoria de las asambleas generales.
5. Independientemente de su denominación, las participaciones que no se sometan
expresamente a la regulación de este artículo se regirán por el libre pacto y por lo
dispuesto para el capital social en el artículo 60 o para otras financiaciones en el
art. 68.
9.10.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 67 LCE reproduce básicamente el previgente art. 64 de la Ley de Cooperativas,
sin perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo
al lenguaje inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Incorpora,
no obstante, algunas precisiones para ayudar a perfilar el contenido de algunos tratamientos.
244

RÉGIMEN ECONÓMICO
9.10.2 Comentario general y significado práctico
9.10.2.1 Concepto y naturaleza
Las necesidades de financiación de las cooperativas han hecho que su regulación legal
también incluya instrumentos específicos que hagan posible el reforzamiento de sus recursos
financieros respetando las características propias de este tipo de entidades. Así, junto a las
aportaciones obligatorias y voluntarias que integran el capital social, caben otros instrumentos
financieros que no forman parte del capital social.
Dentro de esta categoría de instrumentos de financiación de la cooperativa, el art. 67 LCE
regula las participaciones especiales, que son aquellas financiaciones subordinadas en las que
las suscriptoras serán necesariamente entidades no cooperativas, y en las cuales el reembolso
no tendrá lugar hasta que transcurran, al menos, cinco años desde la emisión, calculándose
su remuneración en función de los resultados de la cooperativa. Aquellas participaciones que
no se sometan a esta regulación, no se regirán por este precepto, sino por el libre pacto y por
lo dispuesto en los arts. 60 y 68 LCE (art. 67.5º LCE).
Las participaciones especiales son, por tanto, recursos financieros que la cooperativa puede
captar tanto de sus personas socias como de terceros que pueden utilizarse por todo tipo
de cooperativas, si bien en el caso de que las cooperativas sean de crédito y de seguros, sólo
deberán cumplir las exigencias del régimen previsto en el art. 67 LCE, siempre que la normativa
sectorial aplicable a tales cooperativas no lo impida (art. 67.3º LCE).
9.10.2.2 Competencia para su emisión y alcance de su contenido
Los estatutos no ostentan, en principio, competencia para regular este específico instrumento
de financiación. Corresponde a la asamblea general la competencia para emitir tales
participaciones especiales (art. 33.3º e) LCE), quien será la encargada de determinar las características
principales de las participaciones en el momento de su emisión (art. 67.2º LCE).
La asamblea podrá precisar el alcance del régimen de tales participaciones especiales, si bien
estas no podrán atribuir derechos de voto en la asamblea ni de participación en el órgano de
administración (art. 67.2º in fine LCE).
En principio, la oferta de tales participaciones especiales puede ofrecerse a cualquier tipo
de persona que esté interesada. En cualquier caso, el art. 67.4º LCE establece que la emisión
o contratación de las participaciones especiales deberá ser ofrecida, en primer lugar, a las
personas socias y personas trabajadoras asalariadas de la cooperativa, en cuantía no inferior
al 50 %, y, sólo después de que hayan sido ofrecidas a este colectivo, y hayan tenido la
oportunidad de manifestar su interés por adquirirlas, podrán ofrecerse a terceras personas.
Conviene recordar que, como antes se ha destacado, los suscriptores y suscriptoras de dichas
participaciones especiales no podrán ser cooperativas (art. 67.1º LCE), con independencia
de que sean o no personas socias de la cooperativa que emita dichas participaciones. De ello
puede deducirse que no se permite la libre transmisión de tales participaciones, a pesar de
que no se regula expresamente esta cuestión en la normativa ya que, de admitirse su libre
transmisión, ello podría propiciar la defraudación de dicha limitación.
Las participaciones especiales confieren a sus titulares los derechos reconocidos en el
acuerdo de emisión de tales participaciones. En principio, la asamblea goza de cierto margen
245

RÉGIMEN ECONÓMICO
para definir el alcance de tales derechos. El propio art. 67.2º LCE señala que “las restantes
características de estas participaciones serán establecidas libremente en el momento de la
emisión”. Sin embargo, si se lee con atención la propia normativa, se advierte que existen
indudables restricciones a dicha capacidad normativa, al establecerse límites al contenido de
los derechos de tales participaciones. Así, por una parte, la naturaleza del crédito de la cooperativa
a consecuencia de la emisión de la participación especial es de naturaleza subordinada,
como expresamente señala el art. 67.1º LCE, por lo que, en caso de liquidación de la cooperativa,
sus titulares tendrán derecho a obtener su cobro después del resto de acreedores. En
segundo lugar, se aclara que la remuneración que perciba el suscriptor de tales participaciones
especiales no podrá exigirse en cualquier caso, sino que se establecerá en función de los
resultados de la cooperativa (art. 64.1º LCE). Y, finalmente, se prohíbe que a los suscriptores
y suscriptoras de participaciones especiales se les atribuyan derecho de voto en la asamblea
o de participación en el órgano de administración (art. 64.2º LCE).
9.10.2.3 Plazo de vencimiento y reembolso
El plazo de vencimiento de las participaciones especiales es, como mínimo de cinco años,
y deberá ser fijado en el acuerdo de emisión (art. 67.1º LCE). Esto significa que cabe que
la asamblea establezca dicho plazo de vencimiento de las participaciones en cuestión o que,
incluso, pueda ampliarlo aún más. Lo que no se permite es que pueda emitirse este tipo de
participaciones con un plazo de vencimiento más reducido.
El reembolso tendrá lugar, por tanto, una vez que el plazo de las participaciones haya vencido.
A partir de ese momento, la cooperativa tiene la obligación de reembolsar al suscriptor
o suscriptora el importe de la participación con la consiguiente remuneración calculada en
función de los resultados de la cooperativa.
9.11 Otras financiaciones
Artículo 68. Otras financiaciones
1. Los estatutos o, en su caso, la asamblea general, podrán establecer cuotas de ingreso
y periódicas que no integrarán el capital social ni serán reintegrables. Dichas
cuotas podrán ser diferentes para los distintos tipos de personas socias previstos en
esta ley, o en función de la naturaleza física o jurídica de los mismos, o para cada
persona socia, en proporción a su respectivo compromiso o uso potencial de actividad
cooperativa.
2. Las cuotas de ingreso no podrán ser superiores al veinticinco por ciento de la aportación
obligatoria al capital social vigente en cada momento para adquirir la condición
de persona socia.
3. La entrega por las personas socias de cualquier tipo de bienes o la prestación de
servicios para la gestión cooperativa y, en general, los pagos para la obtención de
los servicios cooperativos no integran el capital social y están sujetos a las condiciones
fijadas y contratadas con la cooperativa. Aquellas entregas no integran el patrimonio
de la cooperativa, y no podrán ser embargadas por los acreedores sociales.
246

RÉGIMEN ECONÓMICO
4. La cooperativa podrá acordar la emisión de obligaciones, títulos participativos,
cuentas en participación y financiación voluntaria de personas socias o de terceras
personas no socias bajo cualquier modalidad jurídica, sin derecho de voto, cuya
retribución podrá ser fijada total o parcialmente en función de los resultados de la
cooperativa y con el plazo y condiciones que se establezcan.
9.11.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 68 LCE reproduce básicamente el previgente art. 65 de la Ley de Cooperativas,
sin perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo
al lenguaje inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Incorpora,
no obstante, algunas precisiones para ayudar a perfilar el contenido de algunos tratamientos.
Conviene destacar, en primer lugar, que fusiona los apartados 4º y 5º del antiguo art. 65 en
el nuevo art. 68.4º LCE. Se simplifica así, el régimen previsto para la emisión de obligaciones,
títulos participativos, cuentas en participación y financiación voluntaria, estableciendo
un régimen general aplicable a todas ellas en las que se recalca que dichos titulares no gozarán
de derecho de voto, y que su retribución podrá ser fijada total o parcialmente en función
de los resultados de la cooperativa.
En segundo lugar, en el nuevo art. 68.4º LCE se priva aparentemente a la asamblea general
de la competencia para la emisión de tales títulos prevista en el previgente art. 65.4º-5º
de la Ley de Cooperativas de 1993, al señalar que es la cooperativa quien podrá acordar la
emisión, sin especificar el órgano competente para ello. Sin embargo, esta privación no es
tal sino una mera eliminación para evitar una reiteración, porque en el art. 33.3º e) LCE expresamente
se señala que corresponde en exclusiva a la asamblea general la emisión de otras
formas de financiación previstas en el art. 68 LCE.
9.11.2 Comentario general y significado práctico
9.11.2.1 Cuotas de ingreso y cuotas periódicas
Junto a las aportaciones que integran el capital social de las cooperativas, son posibles
otras aportaciones al margen del capital que tienen la consideración de recursos ajenos, tales
como las participaciones especiales (art. 67 LCE) y cualesquiera otros instrumentos de financiación
de la cooperativa que no son aportaciones en el sentido estricto, contemplados en el
art. 68 LCE objeto de esta glosa.
En dicho elenco figuran, en primer lugar, las cuotas de ingreso, que son las aportaciones
que las personas socias realizan en el momento de entrar a formar parte de la sociedad, pero
que no forman parte del capital de la cooperativa, sino de su patrimonio. Y, en segundo
lugar, las cuotas periódicas, que son entregas que las personas socias deben realizar con
carácter fijo a la cooperativa para atender los gastos que se ha acordado que se sufraguen de
esta forma. Ambos tipos de cuotas podrán ser requeridas cuando hayan sido establecidas en
virtud del correspondiente acuerdo adoptado por la asamblea general (art. 33.3º d) LCE), sin
perjuicio de que los estatutos también puedan preverlas (art. 68.1º LCE).
247

RÉGIMEN ECONÓMICO
Las cuotas de ingreso cumplen una función semejante a la que desarrolla la prima de emisión
en las sociedades de capital, o el derecho de suscripción preferente en los aumentos de
capital, ya que proporcionan a la entidad beneficiaria una financiación complementaria a la
que brindan las aportaciones al capital, y, sobre todo, permiten corregir la disminución que se
produce en el patrimonio cooperativo de la persona socia con la entrada de nuevas personas
socias cuando dicho ingreso no va acompañado de un aumento proporcional del patrimonio
de la cooperativa. Por eso, en principio, sólo debería exigirse en los casos en que el patrimonio
fuera superior a la cifra de capital social, debiendo fijarse su cuantía en función de la proporción
existente entre patrimonio y capital, ya que la cuota de ingreso no puede utilizarse
para impedir la entrada de nuevas personas socias. Su cuantía, con todo, está limitada al 25
% de la aportación obligatoria al capital social vigente para adquirir la condición de persona
socia (art. 68.2º LCE).
Las cuotas de ingreso, en suma, son el desembolso complementario que se exige a las
nuevas personas socias, al margen de la aportación obligatoria mínima al capital social, que
tienen como como destino el patrimonio de la cooperativa. No son reintegrables y podrán ser
de distinto alcance (art. 68.1º LCE). Por eso cabe también que puedan proporcionarse cuotas
que no sean propiamente de ingreso, sino que revistan otra función. Las cuotas podrán,
incluso, diferir para los distintos tipos de personas socias previstas en la ley o, en función de
la naturaleza física o jurídica de los tipos de personas socias, o para cada persona socia, en
proporción a su respectivo compromiso o uso potencial de la actividad cooperativa (art. 68.1º
in fine LCE). Por eso, cabe que la cooperativa pueda establecer cuotas de ingreso distintas
para cada persona socia y acordar la fijación de prestaciones periódicas dependiendo de sus
necesidades. En principio, se pueden fijar de forma libre atendiendo a la situación financiera
de la cooperativa que tenga en cada momento.
9.11.2.2 Entregas de bienes, prestación de servicios y pagos realizados a la cooperativa
Los bienes de cualquier tipo que entreguen las personas socias para la gestión cooperativa,
los servicios prestados a la cooperativa para su gestión y los pagos que satisfagan las personas
socias para la obtención de los servicios cooperativizados son perfectamente admisibles
y pueden servir para reforzar la situación financiera de la cooperativa, pero no integran su
capital social ni tampoco su patrimonio (art. 68.3º LCE).
En cualquier caso, estas entregas, que estarán sujetas a las condiciones suscritas con la cooperativa,
no podrán ser embargadas por los acreedores de la cooperativa, porque no forman
parte de su patrimonio (art. 68.3º in fine LCE). Por ello, a pesar de que se hayan conferido a
la cooperativa para ayudar a esta a llevar a cabo su actividad cooperativizada, no pueden ser
embargados por los acreedores de la cooperativa, porque no integran su patrimonio y, por
tanto, no pueden ser utilizados para obtener el cobro de las deudas de la cooperativa.
9.11.2.3 Emisión de obligaciones, títulos participativos, cuentas en participación y
financiación voluntaria
Se tratan de distintas modalidades de financiación de las cooperativas que pueden cumplir
una tarea de gran utilidad al proporcionarle nuevas vías de financiación complementaria. El
art. 68.4º LCE ha fusionado en un único precepto los párrafos 4º, 5º y 6º del previgente art.
248

RÉGIMEN ECONÓMICO
65 de la Ley de Cooperativas de 1993, regulando de forma conjunta los distintos instrumentos
de financiación previstos anteriormente:
a) En primer lugar, hay que referirse a las obligaciones, que son valores mobiliarios negociables
emitidos en serie, que documentan e incorporan un reconocimiento de deuda
y la promesa de pago de intereses al tenedor, junto con la restitución del principal.
b) En segundo lugar, deben mencionarse los títulos participativos, que son un instrumento
de financiación externa de la cooperativa que proporcionan a sus titulares
una serie de derechos, políticos y económicos, a cambio de la aportación económica
predeterminada que realizan a la cooperativa.
c) En tercer lugar, también incluye las cuentas en participación, fórmula prevista en los
arts. 239 al 243 del Código de Comercio, por el que el aportante suscribe un acuerdo
con la cooperativa, en cuya virtud se obliga a realizar una aportación a esta y a no
inmiscuirse en su gestión, a cambio de que la cooperativa lleve a cabo una adecuada
gestión de dicha actividad y haga partícipe al aportante del resultado obtenido en
función de la aportación recibida. La peculiaridad es que dicho acuerdo de financiación
no es conocido por los terceros ajenos al mismo, por lo que queda en el ámbito
interno de la relación entre ambos contratantes.
d) Finalmente, también debe mencionarse la financiación voluntaria que permite que
puedan llegar recursos económicos a la cooperativa a través de cualquier fórmula
que la materialice, en los plazos y condiciones que se establezcan en el correspondiente
acuerdo entre quien financia y la cooperativa. Este tipo de financiación, a
diferencia del resto de instrumentos previstos en este precepto, podrá suscribirse no
sólo por personas socias, sino también por personas no socias.
La competencia para adoptar la emisión de todos estos instrumentos corresponde a
la asamblea general (art. 33.3º e) LCE), aunque ya no figure en el precepto objeto de
esta glosa, como sucedía en el previgente art. 65 de la Ley de Cooperativas de 1993.
No es necesario, por tanto, que su previsión esté contemplada en los estatutos. Basta
con que la asamblea de la cooperativa tome el acuerdo de emitirlos y de fijar sus
condiciones para que puedan llevarse a cabo. En dicho acuerdo deberá figurar, entre
otros aspectos, la retribución, que podrá ser fijada total o parcialmente en función
de los resultados de la cooperativa y que deberá ser satisfecha en el plazo que se
establezca (art. 68.4º in fine LCE). La suscripción de cualquier instrumento financiero
previsto en este precepto, no conllevará ningún derecho de voto específico a la
financiación participante.
9.12 Determinación de excedentes netos
Artículo 69. Determinación de excedentes netos
1. Para la determinación de los excedentes netos se aplicarán las normas y criterios
contables establecidos para las sociedades mercantiles, salvo que se regulen de forma
específica para las sociedades cooperativas.
2. No obstante, se considerarán partidas deducibles para la determinación de los excedentes
netos las siguientes:
249

RÉGIMEN ECONÓMICO
a) El importe de los bienes entregados para la gestión cooperativa, en valoración
no superior a los precios de mercado, así como el importe de los anticipos laborales
de las personas socias trabajadoras y de trabajo, en cuantía global no
superior a las retribuciones normales en la zona para el sector de actividad
correspondiente.
b) Los intereses debidos por las aportaciones al capital social regulados en el art.
60 de esta ley y por las prestaciones y financiaciones no integradas en el capital
social.
9.12.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El presente art. 69 LCE reproduce básicamente el previgente art. 66 de la Ley de Cooperativas,
sin perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo al
lenguaje inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Como única
novedad cabe mencionar que agrega al párrafo 1º del art. 69 LCE el inciso “salvo que se
regulen de forma específica para las sociedades cooperativa”. De esta forma, se aclara que
para la determinación de los excedentes netos se aplicarán los criterios previstos para las
sociedades mercantiles, salvo que para las cooperativas exista un régimen específico.
9.12.2 Comentario general y significado práctico
9.12.2.1 Ejercicio económico
Para la determinación del resultado es necesario periodificar la actividad económica por
ejercicios económicos, en los cuales se determinará el resultado obtenido en cada uno de
ellos. En este sentido, cada ejercicio económico dura 12 meses, que pueden coincidir con el
año natural y abarcar desde el 1 de enero al 31 de diciembre, o no, si así lo decide la cooperativa
por razones de carácter económico, empresarial, organizativo o de cualquier otra índole,
y lo fija en un periodo temporal distinto al del año natural. En cualquier caso, si no se dice
nada, se entiende que el ejercicio económico coincide con el año natural.
9.12.2.2 Determinación del resultado
Cuando termina el ejercicio económico se formulan las cuentas y se determina el resultado,
aplicando las normas y criterios contables establecidos para las sociedades mercantiles,
salvo que la normativa específica de las cooperativas contenga una regulación específica al
respecto (art. 69.1º LCE). Tanto en la antigua Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi como
en la regulación actual no se distingue entre resultados cooperativos y resultados extracooperativos,
materializándose en una única cuenta de resultados cuya distribución debe seguir
las mismas reglas establecidas con carácter general: dotación de fondos cooperativos obligatorios
(al menos en el 30%), reparto de retornos y/o la retribución del capital social, u otros.
En términos generales, las obligaciones previstas en la regulación cooperativa coinciden y a
la vez se complementan con el régimen jurídico de la contabilidad en la legislación mercantil
y, en concreto, con la normativa contenida en el código de comercio.
250

RÉGIMEN ECONÓMICO
La determinación del excedente neto se lleva a cabo por el órgano de administración de
la cooperativa, que es el encargado de formular las cuentas (art. 42 LCE) y que deberán ser
aprobadas por la asamblea general (art. 33.3º c) LCE). El resultado o excedente neto se obtiene
a partir de la cuenta de pérdidas y ganancias en la que, a efectos meramente internos,
pueden distinguirse los resultados derivados de la actividad de explotación del objeto social
de la cooperativa, contenidos en la cuenta de resultados ordinarios o de explotación, de los
resultados extraordinarios y de los resultados financieros, que figuran en las cuentas de resultados
específicas. Sin embargo, dicha diferenciación interna no tiene ninguna trascendencia,
dado que, a diferencia de lo que ocurre bien en Ley de Cooperativas estatal o en alguna otra
autonómica, la LCE no obliga a realizar una diferenciación entre ambos resultados.
En cualquier caso, la normativa cooperativa cuenta con su propia regulación, y, según el
art. 69.1º LCE, resultará aplicable en tanto en cuanto se prevea específicamente. El art. 69
LCE no establece un régimen completo sobre la determinación del excedente neto, sino que
se limita a plantear algunas precisiones al régimen general de la determinación del resultado
consagrado en la normativa de las sociedades mercantiles. En este sentido, debe entenderse
que el resultado o determinación de excedentes netos que figuren en la cuenta de pérdidas y
ganancias tiene como base de partida los ingresos y los gastos de la cooperativa, sin que en
la LCE se prevea la necesidad de realizar una separación en la contabilidad de los resultados
que derivan de las operaciones con las personas socias y los que son fruto de las operaciones
con terceros o de los resultados obtenidos de actividades económicas de la cooperativa de
aquellos logrados por cauces ajenos a los fines específicos de la cooperativa.
a) Así, en materia de ingresos, la LCE no incluye ninguna regulación específica por lo
que resultará aplicable la normativa general en materia de sociedades mercantiles.
De este modo, se incluirán dentro de la partida de los ingresos, sin ánimo exhaustivo,
los derivados de la actividad cooperativizada, los procedentes de operaciones
con terceros, los obtenidos de actividades económicas ajenas a los fines específicos
de la cooperativa, los derivados de participaciones en otras sociedades, las cuotas
satisfechas por las personas socias, las plusvalías derivadas de la enajenación de
elementos del activo inmovilizado y los intereses y rendimientos obtenidos por las
cooperativas.
b) Por su parte, en materia de gastos, el art. 69.2º LCE establece que las cooperativas
pueden contabilizar como gastos o deducciones, además de las previstas expresamente
en la normativa societaria mercantil, el importe de los bienes entregados para
la gestión cooperativa, el importe de los anticipos a las personas socias trabajadoras
o de trabajo, las remuneraciones de las aportaciones al capital y cualesquiera otras
financiaciones no integradas en el capital tales como participaciones especiales, obligaciones
o créditos. En este sentido, las deducciones fiscales específicas de las cooperativas
serían las siguientes:
En primer lugar, el importe de las entregas de bienes, servicios o suministros realizados
por las personas socias las prestaciones de trabajo de las personas socias y las
rentas de los bienes cuyo goce haya sido cedido por las personas socias a la cooperativa,
siempre que no excedan de su valor de mercado.
En segundo lugar, el importe de los anticipos laborales en cuantía no superior a las
retribuciones normales en la zona para el sector de actividad correspondiente.
251

RÉGIMEN ECONÓMICO
En tercer lugar, el 50 por 100 del importe que se destine, por obligación legal o estatutaria,
al Fondo de Reserva Obligatorio.
En cuarto lugar, las cantidades que las cooperativas destinen, con carácter obligatorio
para la educación y promoción cooperativa y a otros fines de interés público con
los requisitos específicos señalados en la propia legislación.
En quinto lugar, los intereses devengados por las personas socias por sus aportaciones
obligatorias o voluntarias al capital social incluidos los intereses a las aportaciones
especiales y a las prestaciones y financiaciones no integradas en el capital.
Finalmente, las cantidades que las cooperativas aporten a las instituciones de cooperación
intercooperativas destinadas al saneamiento financiero o a la promoción y
desarrollo de cooperativas o de nuevas actividades.
No obstante, también prevé algunas precisiones para evitar que las partidas deducibles
se incrementen de manera excesiva y mengüen los excedentes netos. Así, por una
parte, se dispone que el importe de los bienes entregados para la gestión cooperativa
no podrá alcanzar una valoración superior a los precios de mercado. Por otra parte, se
prohíbe que el importe de los anticipos laborales de las personas socias trabajadoras y
de trabajo sea superior a las retribuciones normales en la zona para el sector de actividad
correspondiente.
9.13 Distribución de excedentes
Artículo 70. Distribución de excedentes
1. Los excedentes netos, una vez deducidas las cantidades que se destinen a compensar
pérdidas de ejercicios anteriores y a atender los impuestos exigibles, constituirán
los excedentes disponibles.
2. Anualmente, de los excedentes disponibles se destinará:
a) Al Fondo de Reserva Obligatorio y a la contribución para la educación y promoción
cooperativa y otros fines de interés público una cuantía global del treinta
por ciento, al menos, destinándose, como mínimo, un diez por ciento a la
contribución para la educación y promoción cooperativa y otros fines de interés
público y un veinte por ciento al Fondo de Reserva Obligatorio.
b) El resto estará a disposición de la asamblea general, que podrá distribuirlo
en la forma siguiente: retorno a las personas socias; dotación a fondos de reserva
voluntarios, con el carácter irrepartible o repartible que establezcan los
estatutos o, en su defecto, la asamblea general; y, en su caso, participación de
las personas trabajadoras asalariadas en los resultados de la cooperativa, sin
perjuicio de su tratamiento contable como gasto.
3. En tanto que el Fondo de Reserva Obligatorio no alcance un importe igual al cincuenta
por ciento del capital social, la dotación mínima establecida en favor de la
contribución para la educación y promoción cooperativa y otros fines de interés
público podrá reducirse a la mitad.
4. Los retornos se adjudicarán a las personas socias en proporción a las operaciones,
servicios o actividades realizadas por cada persona socia con la cooperativa.
252

RÉGIMEN ECONÓMICO
5. La cooperativa podrá reconocer y concretar en sus estatutos, o por acuerdo de la
asamblea general, el derecho de su personal trabajador asalariado a participar en
los excedentes disponibles. Esta participación tendrá carácter salarial y sustituirá
al complemento de similar naturaleza establecido, en su caso, en la normativa
laboral aplicable, salvo que fuese inferior a dicho complemento, en cuyo caso se
aplicará este último.
9.13.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El presente art. 70 LCE reproduce básicamente el previgente art. 67 de la Ley de Cooperativas,
sin perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo al
lenguaje inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado.
No obstante, ha incorporado algunas leves modificaciones que deben ser tenidas en cuenta.
Por una parte, con afán simplificador, se han fusionado los antiguos apartados a) y b) del
previgente art. 67.2º en el nuevo apartado a) del art. 70.2º LEC estableciendo que anualmente
de los excedentes disponibles podrá destinarse conjuntamente al FRO y al COFIP un porcentaje
del 30 % de tales excedentes, si bien permite que puedan asignarse a dichos fondos
de forma separada en los mismos porcentajes previstos en la regulación previgente, esto es,
20 % al FRO y 10 % al COFIP. En esta misma línea, el nuevo art. 70.2º b) LCE condensa el
apartado c) del previgente art. 67.2º de la Ley de Cooperativas de 1993, enumerando de forma
secuencial a qué se pueden dedicar el resto de excedentes, una vez cubiertos el FRO y el
COFIP, y añadiendo un inciso final para recalcar la posibilidad de que los remanentes puedan
ser repartidos entre las personas trabajadoras asalariadas, entendiéndose tales remanentes
como gasto desde una perspectiva contable.
9.13.2 Comentario general y significado práctico
9.13.2.1 Excedentes netos: criterios de distribución
Para determinar los excedentes disponibles es preciso con anterioridad compensar los excedentes
netos con las pérdidas y atender el pago de impuestos. Así, cuando haya pérdidas
en el ejercicio, consecuencia de que los ingresos sean inferiores a los gastos, se deberán
compensar e imputar de la forma que se hayan previsto en los estatutos (art. 73 LCE). En
este sentido, el art. 70 LCE establece que la cuantificación de los excedentes disponibles se
determina, una vez deducidas las cantidades que se destinen a compensar pérdidas de ejercicios
anteriores y atendidos los impuestos exigibles.
De este modo, los excedentes disponibles podrán repartirse entre las personas socias. Ahora
bien, el art. 70 LCE limita dicha libertad de reparto, estableciendo que, antes de que la
cooperativa pueda proceder a realizar la distribución de tales excedentes, deberá destinar un
determinado coeficiente de tales beneficios a una serie de fondos específicos.
Así, en el art. 70.2º a) LCE se proclama la obligación de que de sus excedentes disponibles
la cooperativa destine al FRO y al COFIP, al menos, el 30 % de tales excedentes, si bien
permite que puedan destinarse de forma separada a dichos fondos. En concreto, el 20 % al
FRO y el 10 % al COFIP. Ahora bien, en tanto en cuanto el FRO no alcance un importe igual
al 50 % del capital, la dotación mínima establecida a favor del COFIP podrá reducirse a la
253

RÉGIMEN ECONÓMICO
mitad (art. 70.31 LCE). Se tratan de porcentajes que, como mínimo, la cooperativa obligatoriamente
debe destinar de sus excedentes disponibles a tales fondos antes de proceder a su
distribución entre las personas socias. En cualquier caso, para el estudio en profundidad del
FRO y del COFIP, nos remitimos a los arts. 71 y 72 LCE.
El resto que quede, después de haber destinado los correspondientes informes a ambos
fondos obligatorios, podrá ser repartido de conformidad con lo que decida la asamblea general,
que es el órgano competente para determinar cómo se debe realizar dicho reparto. No
obstante, el art. 70.2º b) LCE limita dicho margen de maniobra al establecer ciertas restricciones.
Así, el importe restante, una vez destinados los porcentajes correspondientes al FRO
y al COFIP, podrá distribuirse a las personas socias en concepto de retorno. También podrá
ser utilizado para dotar fondos de reserva voluntarios, que podrán ser repartibles o no, dependiendo
de lo que, al respecto, prevean los estatutos o, en su defecto, la asamblea general.
Y, finalmente, también cabe que pueda ser atribuido a las personas trabajadoras asalariadas,
teniendo presente que su tratamiento contable se entenderá como gasto.
9.13.2.2 El retorno: régimen y alcance
El retorno es la parte del resultado disponible que se puede acordar repartir entre las personas
socias. En definitiva, es la parte de los beneficios que la cooperativa, tras destinar a los
fondos obligatorios un porcentaje de los mismos, revierte a las personas socias.
Los retornos responden al principio de participación económica de las personas socias en
los resultados, ya que son el fruto de que la cooperativa haya sabido gestionar con éxito sus
recursos, desarrollar su actividad de forma ventajosa y de que, por ello, una parte del resultado
de esa buena gestión revierta en las personas socias de la cooperativa.
El retorno tiene lugar una vez aprobadas las cuentas del ejercicio, y se asigna a las personas
socias en proporción a la actividad, operaciones o servicios cooperativizados por cada persona
socia con la cooperativa (actividad cooperativizada) (art. 70.4º LCE). Por lo tanto, su
distribución no se producirá en función de la participación de las personas socias en el capital
social, como sucede en las sociedades de capital. Ello constituye una muestra evidente del
carácter no capitalista de las cooperativas.
Por acuerdo de la asamblea general, los retornos podrán ser objeto de monetización o capitalización
en los términos en los que así lo acuerde la asamblea. De este modo se abre la
posibilidad a que la distribución de retornos también pueda funcionar como un mecanismo
de refuerzo financiero para las cooperativas por medio de la capitalización de los mismos.
Huelga decir que no existen obstáculos para que la asamblea adopte opciones intermedias
que impliquen la monetización o capitalización parcial de los retornos.
9.13.2.3 La participación de las personas trabajadoras asalariadas
El art. 70.5º LCE permite que la cooperativa pueda reconocer en sus estatutos o por acuerdo
de la asamblea general, el derecho de su personal trabajador asalariado a participar en los
excedentes disponibles. La naturaleza de este tipo de rendimientos es salarial, como destaca
el propio art. 70.5º LCE, y sustituirá al complemento de similar naturaleza establecido, en su
caso, en la normativa laboral, salvo que fuere inferior a dicho complemento, en cuyo caso,
se aplicará este último.
254

RÉGIMEN ECONÓMICO
9.14 Fondo de reserva obligatorio
Artículo 71. Fondo de reserva obligatorio
1. El Fondo de Reserva Obligatorio, destinado a la consolidación, desarrollo y garantía
de la cooperativa, es irrepartible entre las personas socias, excepto en los
supuestos expresamente previstos en esta ley.
2. Al Fondo de Reserva Obligatorio se destinarán necesariamente:
a) El porcentaje de los excedentes disponibles que establezca la asamblea general,
de acuerdo con lo establecido en el artículo precedente.
b) Las deducciones sobre las aportaciones obligatorias al capital social en caso de
baja de personas socias.
c) Las cuotas de ingreso.
9.14.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 71 LCE reproduce básicamente el previgente art. 68 de la Ley de Cooperativas,
sin perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo
al lenguaje inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Aparte de
dicha adecuación lingüística, cabe mencionar únicamente que se ha procedido a sustituir el
término Fondo Social Obligatorio por la locución Fondo de Reserva Obligatorio que resulta
mucho más específico.
9.14.2 Comentario general y significado práctico
9.14.2.1 Fondo de Reserva Obligatorio: noción y su carácter irrepartible
Las cooperativas se caracterizan por tener constituidas unas reservas especiales, esto es,
unos fondos de reserva que se gestionan y dotan de acuerdo con un minucioso régimen legal
y estatutario.
El Fondo de Reserva Obligatorio (FRO) está regulado en el art. 71 LCE y cumple la función
de fortalecimiento patrimonial de la cooperativa. El FRO se destina, en suma, a la consolidación,
desarrollo y garantía de la cooperativa (art. 71.1º LCE). Dicho fortalecimiento se
ve potenciado por las propias características del FRO, ya que las partidas que lo integran no
pertenecen a nadie en particular, y no son objeto de retribución. Por ello, el FRO no puede
repartirse entre las personas socias ni darle otro destino que no sea la compensación de pérdidas.
Y, en caso de disolución y liquidación de la cooperativa el remanente del fondo deberá
destinarse la promoción del cooperativismo.
9.14.2.2 El destino de los fondos al FRO
En primer lugar, se deberán destinar al FRO necesariamente, el porcentaje de los excedentes
que establezca la asamblea, porcentaje que deberá cumplir los mínimos legales establecidos.
En este sentido, el porcentaje de los excedentes disponibles que asigne la cooperativa al
FRO no podrá ser inferior al 20 % de tales excedentes, como proclama el art. 70.2º a) LCE.
255

RÉGIMEN ECONÓMICO
En segundo lugar, también deberá destinarse al FRO las deducciones sobre las aportaciones
obligatorias al capital social en caso de baja de personas socias. Y por último, las cuotas de
ingreso también deben ir obligatoriamente destinadas al FRO.
La cuantía del FRO deberá ser empleada por las personas administradoras de la cooperativa
en la realización de inversiones, adquisiciones de bienes o utilización de servicios
necesarios para la actividad empresarial.
9.15 Contribución para la educación y promoción cooperativa y otros fines de interés
público
Artículo 72 Contribución para la educación y promoción cooperativa y otros fines de
interés público
1. La contribución obligatoria impuesta sobre los excedentes citada en el art. 70.2.a)
se destinará, en aplicación de las líneas básicas fijadas por los estatutos o la asamblea
general, a alguna de las siguientes finalidades de interés público:
a) La formación y educación de sus personas socias y personas trabajadoras sobre
el cooperativismo, actividades cooperativas y otras materias no relacionadas
con el puesto de trabajo.
b) La promoción de las relaciones intercooperativas, incluyendo la cobertura de
gastos por la participación en entidades creadas para la promoción, asistencia,
dirección común o actividades de apoyo entre cooperativas.
c) La promoción educativa, cultural, profesional y asistencial, así como la difusión
de las características del cooperativismo en el entorno social en que se desenvuelva
la cooperativa y en la sociedad en general.
d) La promoción del uso del euskera.
e) La promoción de nuevas empresas cooperativas mediante aportaciones dinerarias
a una entidad sin ánimo de lucro promovida por el movimiento cooperativo vasco.
f) La formación y educación de las personas socias y trabajadoras para el fomento
en las sociedades cooperativas de una política efectiva para avanzar hacia la
igualdad de mujeres y hombres.
2. El destino de esta contribución obligatoria podrá canalizarse, para las finalidades
indicadas en el apartado anterior, a través de aportaciones dinerarias a entidades
sin ánimo de lucro o a alguna de las entidades de intercooperación citadas en el
apartado 1.b anterior.
Esta entrega a entidades intermediarias estará condicionada a su destino a las finalidades
de interés público indicadas, a través de actuaciones de la propia entidad
intermediaria o de otras personas físicas o jurídicas a las que dicha entidad destine
los recursos recibidos.
3. La cooperativa no tiene poder de disposición sobre esta contribución, más allá de
destinarla a las finalidades de interés público indicadas, por lo que es, en consecuencia,
inembargable y debe figurar en el pasivo del balance.
4. A los fines previstos para esta contribución se destinarán las sanciones económicas
que imponga la cooperativa a sus personas socias.
256

RÉGIMEN ECONÓMICO
5. El importe de la referida contribución que no se haya destinado a las finalidades de
interés público indicadas por la propia cooperativa deberá entregarse, dentro del
ejercicio económico siguiente a aquel en el que se aprobó la distribución del excedente,
a entidades sin ánimo de lucro para su destino a las finalidades de interés
público establecidas para esta contribución.
9.15.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 72 LCE reproduce básicamente el previgente art. 68 bis de la Ley de Cooperativas,
sin perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con el fin de adecuarlo
al lenguaje inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo articulado. Como
única novedad cabe destacar que se añade un nuevo apartado a las finalidades de interés
público que puede perseguir la contribución para la educación y promoción cooperativa no
es económica (en adelante, el COFIP), incluyendo la formación y educación de las personas
socias y trabajadoras para el fomento en las sociedades cooperativas de una política efectiva
para avanzar hacia la igualdad de mujeres y hombres (art. 72.1º f) LCE).
9.15.2 Comentario general y significado práctico
9.15.2.1 Contribución para la educación y promoción cooperativa: noción y finalidades
principales
La finalidad del COFIP, como lo es el FRO, sino que está enfocado en la realización de
actividades de educación y promoción no necesariamente de las personas socias de la cooperativa.
Es un instrumento al servicio de la responsabilidad social empresarial de las cooperativas,
de tal manera que se destinará necesariamente a actividades que puedan enmarcarse
dentro de la promoción cooperativa y del fomento del interés público.
Su evolución, por tanto, ha hecho que progresivamente haya ido dirigido hacia destinos
de interés general. Así lo refleja el art. 72.1º LCE, cuando enumera los objetivos a los que el
COFIP puede ir destinado que se dividen en tres bloques:
a) En primer lugar, el COFIP puede destinarse actividades relacionadas con el cooperativismo:
a la formación y educación de sus personas socias y personas trabajadoras
sobre el cooperativismo y sobre las actividades cooperativas; a la promoción de las
relaciones intercooperativas, incluyendo la cobertura de gastos por la participación
en entidades creadas para la promoción de actividades de apoyo entre cooperativas,
a la promoción educativa, cultural, profesional y asistencial y difusión de las características
del cooperativismo en el entorno social de la cooperativa y en la sociedad en
general, e, incluso, a la promoción de nuevas empresas cooperativas mediante aportaciones
dinerarias a una entidad sin ánimo de lucro promovida por el movimiento
cooperativo vasco.
b) En segundo lugar, también puede destinarse el COFIP a la actividad de formación en
la propia cooperativa en materias que no estén relacionadas con el puesto de trabajo:
a la formación y educación de las personas socias y trabajadoras en materias relativas
a la actividad de la cooperativa, así como en la de formación y educación de las
personas socias y trabajadoras para el fomento en las cooperativas de una política
efectiva para avanzar hacia la igualdad de mujeres y hombres.
257

RÉGIMEN ECONÓMICO
c) Y, en tercer lugar, a actividades de interés general como la promoción del uso del
euskera, la promoción asistencial del entorno local, la mejora de la calidad de vida y
del desarrollo comunitario; las acciones de protección medioambiental y desarrollo
sostenible, etc.
Todas estas actividades se pueden realizar directamente por la cooperativa, o de
forma indirecta, mediante la colaboración con sociedades o entidades privadas u
organismos públicos a las que la cooperativa realizará aportaciones dinerarias con
cargo al COFIP. En cualquier caso, dicha entrega estará condicionada a que dichos
recursos se destinen a las finalidades de interés público indicadas, a través de la
propia entidad receptora del COFIP o de otras personas a las que la entidad haya
destinado tales recursos (art. 72.2º.2 LCE).
En el caso de que el COFIP no se haya destinado a las finalidades de interés público
indicados por la propia cooperativa, de acuerdo al régimen legal previsto, deberá
entregarse dicho fondo no utilizado debidamente a entidades sin ánimo de lucro,
una vez transcurrido el ejercicio económico siguiente a aquel en el que se aprobó la
distribución del excedente, para su destino a finalidades de interés público previstas
para este tipo de fondos (art. 72.5º LCE).
En todo caso, el COFIP generado con la distribución de resultados de un ejercicio
concreto, deberá utilizarse durante dicho ejercicio y el ejercicio siguiente. Así, por
ejemplo, el COFIP generado con el resultado del ejercicio 2020 y que se apruebe en
la Asamblea General del 2021, deberá ser utilizado antes de que finalice el ejercicio
2022.
9.15.2.2 Dotación del COFIP: su carácter inembargable
El COFIP se dota principalmente mediante el porcentaje de los excedentes disponibles que
determine la asamblea o los estatutos, porcentaje que deberá cumplir los mínimos legales
establecidos. En este sentido, el porcentaje de los excedentes que asigne la cooperativa al
COFIP no podrá ser inferior al 10 % de tales excedentes, como proclama el art. 70.2º a) LCE.
Pero, además, también se dotará con las sanciones económicas que la cooperativa imponga
a sus personas socias (art. 72.4º LCE).
El COFIP no es, por tanto, un recurso propio de la Cooperativa. Esta sólo puede disponer
del COFIP para los destinos regulados legalmente. Los estatutos o la asamblea general están
facultados para determinar su alcance, fijar el destino al que pueden destinarlos dentro
de los márgenes legales previstos, pero no tienen capacidad para poder hacer uso de ellos.
Por esa razón el COFIP es inembargable y debe figurar en el pasivo del balance (art. 70.3º
LCE).
9.16 Imputación de pérdidas
Artículo 73. Imputación de pérdidas
1. Los estatutos deberán fijar los criterios para la compensación de las pérdidas, que
en todo caso deberán sujetarse a las siguientes reglas:
258

RÉGIMEN ECONÓMICO
a) Se podrán imputar a los fondos de reserva voluntarios, si estos existiesen, la
totalidad de las pérdidas.
b) Al Fondo de Reserva Obligatorio se imputará, como máximo, el porcentaje medio
de lo destinado a los fondos legalmente obligatorios en los últimos cinco
años de excedentes positivos, o desde su constitución si esta no fuera anterior a
dichos cinco años. No obstante, en caso de que el Fondo de Reserva Obligatorio
supere el cincuenta por ciento del capital social de la cooperativa, el importe
que exceda de dicho porcentaje se podrá también emplear para compensar las
pérdidas.
c) La cuantía no compensada con los fondos obligatorios y voluntarios se imputará
a las personas socias en proporción a las operaciones, servicios o actividades
realizadas por cada una de ellas con la cooperativa. Si estos servicios u
operaciones realizados fueran inferiores a los que, como mínimo, está obligada
a realizar cada persona socia, la imputación de las pérdidas mencionadas ha de
efectuarse proporcionalmente a la actividad cooperativizada mínima obligatoria.
2. Las pérdidas imputadas a cada persona socia se satisfarán de alguna de las formas
siguientes, según acuerde la asamblea general:
a) Directamente o mediante deducciones en sus aportaciones al capital social o, en
su caso, en cualquier inversión financiera de la persona socia en la cooperativa
que permita esta imputación, dentro del ejercicio siguiente a aquel en que se
hubieran producido.
b) Con cargo a los retornos que puedan corresponder a la persona socia en los
cinco años siguientes. Si quedasen pérdidas sin compensar, estas deberán ser
satisfechas por la persona socia en el plazo máximo de un año.
3. Será válido imputar las pérdidas a una cuenta especial para su amortización con
cargo a futuros resultados positivos dentro del plazo máximo de cinco años. Las pérdidas
que, transcurrido este plazo, queden sin compensar se satisfarán de conformidad
con lo establecido en las letras a), b) y c) del apartado 1 del presente artículo;
y deberán ser satisfechas, en el último caso, en el plazo de un año.
4 Si, transcurridos todos los plazos señalados en los números anteriores, quedaren
aún pérdidas sin compensar, estas serán satisfechas mediante nuevas aportaciones
acordadas por la asamblea general o mediante las nuevas aportaciones que
sean necesarias para mantener la condición de persona socia en la cooperativa. Así
mismo, la persona socia deberá causar baja cuando sus aportaciones queden por
debajo del mínimo estatutariamente establecido y no realice estas nuevas aportaciones.
Todo ello con independencia de que la cooperativa deba instar el concurso
conforme a la ley concursal.
9.16.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El presente art. 73 LCE reproduce, en términos generales, el previgente art. 69 de la Ley
de Cooperativas de 1993, sin perjuicio de las modificaciones introducidas en su tenor con
el fin de adecuarlo al lenguaje inclusivo que ha sido empleado a lo largo de todo el nuevo
articulado.
259

RÉGIMEN ECONÓMICO
Ahora bien, con el ánimo de aclarar algunas dudas que su contenido generaba, ha introducido
ciertas mejoras con el fin de eliminar cualquier equívoco sobre el alcance del régimen
de imputación de pérdidas.
En primer lugar, la modificación de la redacción de la letra a) viene a recalcar que las
opciones para la imputación de pérdidas no implican una prelación en su orden, pudiendo,
la cooperativa, poder imputar las pérdidas a cualquiera de las partidas establecidas, en los
términos que establezca o en estatutos o que acuerde la asamblea general.
En segundo lugar, cabe destacar que se fusionan los apartados 1º y 2º del previgente art.
69 de la Ley de Cooperativas de 1993 en el nuevo art. 73.1º LCE con el fin de precisar los
criterios para la compensación de las pérdidas. No obstante, en el art. 73.1º b) LCE se incorpora,
por una parte, un nuevo inciso en cuya virtud, en caso de que el FRO supere el 50
% del capital de la cooperativa se podrá emplear el exceso de dicho importe también para
compensar pérdidas. Y, por otra, en el art. 73.1º c) LCE se señala que, si los servicios u operaciones
realizados fueran inferiores a los que, como mínimo, está obligada a realizar cada
persona socia, la imputación de las pérdidas deberá efectuarse en proporción a la actividad
cooperativizada mínima obligatoria.
En tercer lugar, en el nuevo art. 73.2º LCE, que nace al desgajar del previgente art. 69.2º
c), se declara expresamente que es la asamblea general quien decide cómo deberán ser imputadas
a cada persona socia las pérdidas.
En cuarto lugar, se traslada la ubicación del previgente inciso final del art. 69.1º LCE al
nuevo art. 73.3º LCE, manteniendo la posibilidad de que se podrá imputar las pérdidas a
una cuenta especial para su amortización con cargo a futuros resultados positivos dentro del
plazo de cinco años, añadiendo como nuevo inciso, que si transcurrido dicho plazo, no se
hubieren compensado, entonces deberán ser satisfechos con cargo al procedimiento general
de imputación de pérdidas previsto en el art. 73.1º a), b), c) LCE, en el plazo de un año.
Finalmente, se añade un nuevo párrafo, el art. 73.4º LCE, que trata de cerrar el sistema de
imputación de pérdidas, en el que se establece que, si agotados los plazos anteriores, quedaran
todavía pérdidas sin compensar, dichas pérdidas serán satisfechas mediante nuevas
aportaciones acordadas por la asamblea general o mediante las nuevas aportaciones que sean
necesarias para que la personas socia mantenga su condición de tal en la cooperativa. En
estos casos, si la personas socia no realizara nuevas aportaciones y se quedará por debajo del
mínimo establecido en los estatutos, deberá causar baja. Es este apunte el que, junto con lo
regulado en el art. 59 y el 66, viene a determinar claramente, la limitación de responsabilidad
de las personas socias, al establecer que, si la persona socia ve reducida su aportación al
capital por debajo del mínimo fijado en estatutos, ésta podrá reponer el importe hasta alcanzar
dicho mínimo, o causará baja. Es, por tanto, esa no obligación de reponer la aportación
hasta el mínimo estatutario, una manifestación más de que la responsabilidad de las personas
socias frente a las pérdidas imputadas esté limitada al importe de su aportación al capital.
9.16.2 Comentario general y significado práctico
9.16.2.1 La imputación de pérdidas y la responsabilidad de las personas socias
La nueva regulación de la imputación de pérdidas en el art. 73 LCE no conlleva cambios
260

RÉGIMEN ECONÓMICO
significativos en su redacción respecto de la contemplada en el art. 69 de la Ley de
Cooperativas de 1993. Sin embargo, es patente el esfuerzo del legislador en aclarar el alcance
de la imputación de pérdidas porque su alcance ha sido muy discutido a la vista de las dudas
generadas sobre el grado de responsabilidad de las personas socias por las deudas de la
cooperativa. Pues bien, una vez que se ha aclarado de forma definitiva que las personas socias
responden de las deudas de la cooperativa de manera limitada a sus aportaciones al capital
(ver al respecto la glosa realizada al art. 59 LCE), el alcance de la imputación de pérdidas de
las personas socias debe interpretarse en el mismo sentido, de tal forma que resulte patente
que dicha imputación no puede hacer que las personas socias respondan personalmente.
El sistema de imputación de pérdidas se concibe como una forma de adecuar la imputación
de las eventuales pérdidas de la entidad a las particularidades del régimen económico y
jurídico de las cooperativas, sin alterar indirectamente la responsabilidad limitada de las
personas socias. En la cooperativa, como en otras entidades, sus pérdidas son imputables al
capital social, esto es, a las aportaciones de las personas socias, pero al mismo tiempo, hay
que tener en cuenta su régimen especial en cuanto a sus fondos sociales y a la participación
de las personas socias en los resultados sociales, que no dependen de su participación en el
capital social, sino en la actividad cooperativizada. Por todo ello, las pérdidas imputables
a las personas socias serán las imputables a sus aportaciones al capital y siempre con esa
limitación, sin perjuicio de que la cooperativa deberá disponer del capital mínimo legal y
estatutariamente requerido y de que las personas socias deberán contar las aportaciones
mínimas al capital para poder mantener dicha condición.
Sin embargo, queda en la voluntad de las personas socias que vean reducida su aportación al
capital por debajo del mínimo fijado en estatutos, reponer dicha aportación para poder seguir
manteniendo la condición de persona socia. Es por tanto una opción y no una obligación.
Ahora bien, si no se repone, la persona socia causará baja en la cooperativa, pero sin ninguna
responsabilidad sobre las pérdidas no compensadas.
De esta forma, la imputación de pérdidas y la responsabilidad por deudas sociales son
dos regímenes diferenciados, aunque podrán estar vinculados cuando, con motivo de la
imputación y compensación de pérdidas, se genere la obligación de que las personas socias
tengan que realizar nuevas aportaciones para mantener la condición de persona socia.
9.16.2.2 Régimen de imputación de pérdidas: características principales
La regulación de la imputación de pérdidas mantiene, en términos generales, su regulación,
si bien ha introducido ciertos ajustes en la normativa, es clara la no existencia de ninguna
prelación de las partidas a utilizar para compensar las pérdidas. Además, flexibiliza el uso
del FRO y, sobre todo, pone de relieve que la imputación de pérdidas a las personas socias
no puede afectar a su responsabilidad limitada.
Ha de destacarse que en el art. 73.1º LCE se proclama que son los estatutos donde han
de fijarse los criterios para la compensación de las pérdidas. La asamblea, en cumplimiento
de las reglas marcadas por la ley, en su caso, los estatutos, podrá concretar el modo de
imputación de pérdidas.
261

RÉGIMEN ECONÓMICO
A continuación, el mismo art. 73.1º LCE señala los criterios para la compensación de las
pérdidas, que, como se ha mencionado, podrán ser objeto de regulación en los estatutos, si
bien deberán sujetarse a unas reglas mínimas:
a) Así, se establece que la totalidad de las pérdidas puedan imputarse a los fondos de
reserva voluntarios, si estos existen, lo cual resulta a todas luces lógico, en la medida
en que tales fondos, de libre disposición para la cooperativa, pueden servir para enjugar
las deudas de la entidad con sus propios recursos económicos.
b) También pueden imputarse las pérdidas al FRO en una cuantía que no puede superar
el porcentaje medio de lo destinado a dicho fondo en los últimos cinco años de
excedentes positivos o, desde su constitución, si esta no fuera anterior a cinco años.
Ahora bien, como novedad, se admite que en caso de que el FRO supere el 50 %
del capital de la cooperativa, el importe que exceda de dicho porcentaje también podrá
emplearse para compensar pérdidas. De este modo, se flexibiliza el régimen del
FRO, posibilitando que, en ciertas circunstancias, pueda ser utilizado para satisfacer
las pérdidas de la cooperativa, siempre que supere el 50 % del capital social.
c) Por último, también hay que tener en cuenta que el importe de las pérdidas que no
hayan sido compensadas con fondos obligatorios y voluntarios, se podrán imputar
a las personas socias en proporción a los servicios y actividades realizadas por cada
una de ellas con la cooperativa. Ahora bien, se ha añadido un nuevo inciso que trata
de aclarar el alcance de la imputación de pérdidas en el caso de que el equivalente
a los servicios y actividades realizados por la persona socia fuera inferior al que le
corresponde realizar en su condición de tales. Así, en estos supuestos, la imputación
de pérdidas deberá efectuarse de forma proporcional a la actividad cooperativizada
mínima obligatoria.
El art. 73.2º LCE establece expresamente que la imputación de las pérdidas a las personas
socias se podrá hacer conforme a alguna de las formas previstas legalmente, según lo acuerde
la asamblea general:
a) Así, podrán satisfacerlas directamente o, mediante deducciones en sus aportaciones
al capital u otras inversiones financieras de la persona socia que permita esta imputación
dentro del ejercicio siguiente a aquel en que se hubiera producido (art. 73.2º
a) LCE).
b) También cabe que puedan abonarse con cargo a retornos que pudieran corresponder
a la persona socia en los 5 años siguientes. En cualquier caso, si quedasen pérdidas
sin compensar, estas deberán ser satisfechas por la persona socia en el plazo máximo
de un año (art. 73.2º b) LCE).
c) Asimismo se podrán imputar las pérdidas a una cuenta especial para su amortización
con cargo a futuros resultados positivos dentro del plazo máximo de cinco años.
En el caso de que las pérdidas no hayan podido ser compensadas en el plazo de cinco años,
el nuevo inciso final del art. 73.3º LCE establece que dichas pérdidas se deberán satisfacer
conforme a lo previsto en el art. 73.1º a) LCE, esto es, con los fondos de reserva voluntarios,
o a través del FRO, conforme a lo previsto en el art. 73.1º b) LCE, o, finalmente, por las
personas socias, en proporción a los servicios o actividades realizadas por cada una de ellas
(art. 73.1º c) LCE), para lo cual dispondrán de un plazo de un año para su plena satisfacción.
262

RÉGIMEN ECONÓMICO
Si transcurridos dichos plazos, quedaren aún pérdidas sin compensar, estas serán satisfechas
mediante nuevas aportaciones acordadas por la asamblea o mediante las nuevas aportaciones
que sean necesarias para mantener la condición de persona socia en la cooperativa (art. 73.4º
LCE). En este sentido, la persona socia deberá causar baja cuando sus aportaciones queden
por debajo del mínimo establecido estatutariamente y no realice estas nuevas aportaciones.
Esta última aclaración concuerda con lo previsto en el art. 61.3º LCE cuando indica que,
si por imputación de pérdidas o sanción económica, la aportación al capital de las personas
socias queda por debajo del importe mínimo que, a estos efectos, señalen los estatutos, o,
la asamblea general, la persona socia afectada deberá realizar la aportación necesaria hasta
alcanzar dicho importe para mantener su condición de persona socia. En esta misma línea,
en relación con el reembolso de las aportaciones, aclara el art. 66.3º LCE que las pérdidas a
computar a las personas socias que causen baja, lo serán hasta el límite de las aportaciones
al capital.
263

10. DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD *10
10.1 Introducción
Este capítulo analiza y comenta el contenido de los artículos 74 a 77 de la Ley de cooperativas
de Euskadi (en adelante LCE), que se corresponden con los números de 70 a 73 de la
regulación anterior. En concreto las cuestiones legisladas son las siguientes:
• Los libros sociales y contables que deben llevar las cooperativas, su sistema de organización
(papel o procedimientos informáticos o electrónicos), y la obligatoriedad
de su legalización o habilitación en el Registro de Cooperativas de Euskadi (art. 74
LCE).
• La elaboración de las cuentas anuales de las cooperativas, y en su caso del informe
de gestión y el estado de información no financiera, así como su depósito en el Registro
de Cooperativas de Euskadi (art. 75 LCE).
• Los supuestos en que la auditoría de cuentas es obligatoria para la cooperativa, así
como el procedimiento de nombramiento de la persona auditora (art. 76 LCE).
• La figura y funciones del letrado o letrada asesora, incompatibilidades, modalidades de
relación con la cooperativa, así como su régimen de responsabilidad (art. 77 LCE).
En cuanto a las novedades que introduce la LCE, de manera resumida se pueden mencionar
las siguientes:
• Con carácter general en cuanto a la llevanza de contabilidad, salvo regulación específica
para las cooperativas, se remite a la normativa mercantil, no ya al código de
comercio como en la regulación vasca del 93.
• En cuanto a las cuentas anuales obligatorias se agrega la referencia al estado de cambios
de patrimonio neto y el de flujos de efectivo, en su caso, para acomodarse a la
normativa contable vigente en la actualidad.
• Se incluye también referencia al estado de información no financiera, introducido en
2018 (ley 11/2018, de 28 de diciembre), con remisión a la normativa mercantil sobre
su contenido y obligatoriedad. Lo mismo respecto del informe de gestión, sobre
cuya obligatoriedad y contenido no regula la LCE, sino que se remite a la legislación
mercantil.
• La regulación de la contabilidad de la cooperativa deberá ajustarse al plan general
de contabilidad, a las normas contables específicas de las sociedades cooperativas, a
las normas de obligado cumplimiento aprobadas por el instituto de contabilidad y de
auditoría de cuentas en desarrollo del plan general de contabilidad, así como al resto
de normativa contable que le sea de aplicación.
* Comentario realizado por Marta Enciso Santocildes, profesora titular en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Deusto.
265

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
10.2 Documentación social
Artículo 74. Documentación social.
1. Las cooperativas llevarán, en orden y al día, los siguientes libros:
a) Registro de personas socias.
b) Registro de aportaciones al capital social.
c) Libro de actas de la asamblea general, del consejo rector y, en su caso, de la
comisión de vigilancia, del comité de recursos y de las juntas preparatorias.
d) Libro de inventarios y balances y libro diario.
e) Cualesquiera otros que vengan exigidos por otras disposiciones legales.
2. Los libros y los demás registros contables irán encuadernados y foliados.
3. También son válidos los asientos y las anotaciones realizados por procedimientos
informáticos o electrónicos para formar los libros obligatorios.
Dichos libros, en soporte electrónico o en papel, serán legalizados por el Registro
de Cooperativas de Euskadi en el plazo de seis meses desde la fecha de cierre del
ejercicio.
En tanto no estén legalizados los libros señalados en el número 1.c, habrá de remitirse
al Registro de Cooperativas de Euskadi una copia certificada de las actas
correspondientes en el plazo de dos meses desde sus respectivas aprobaciones.
10.2.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Este artículo no recoge ninguna modificación respecto de artículo 70 de la legislación anterior
de 1993. De hecho, fue en la norma anterior en la que se produjeron importantes novedades,
como por ejemplo la legalización y habilitación de libros en el Registro de Cooperativas
de Euskadi, y no en el juzgado donde la cooperativa tuviera su domicilio.
10.2.2 Comentario general y significado práctico
En primer lugar, de este artículo podemos determinar los libros que son obligatorios para
todas las cooperativas, independientemente de su clase, dimensión o tamaño, y son los siguientes:
• libro registro de personas socias
• libro registro de aportaciones al capital social
• libro de actas de la asamblea general
• para dar cumplimiento a las obligaciones contables, las cooperativas deberán llevar
dos libros, el de inventarios y balances, por un lado, y el libro diario, por otro. Esta
obligación es idéntica para todas las empresas, independientemente de su forma jurídica,
actividad económica y ámbito territorial.
En segundo lugar, la normativa cooperativa establece la obligatoriedad de otros órganos,
en atención a la dimensión de la cooperativa, por ejemplo, el consejo rector (art. 43-1 LCE),
o la comisión de vigilancia (art. 53 LCE). Asimismo, la norma faculta a las cooperativas a
decidir sobre la constitución de otros órganos como por ejemplo el comité de recursos (art.
266

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
58 LCE) o las juntas preparatorias (art. 40 LCE). En caso de existir dichos órganos, la llevanza
de un libro de actas para cada uno de ellos será obligatorio.
Las personas socias de las cooperativas tienen reconocido un derecho de información, que,
en materia relacionada con los libros de la sociedad, se refiere al derecho a examinar el libro
registro de personas socias de la cooperativa, así como el libro de actas de la asamblea general
(art. 24-2 b) LCE). Por su parte, a la comisión de vigilancia se le reconoce la facultad de
revisión de los libros de la cooperativa (art. 56-1 b) LCE).
Este artículo 74 LCE, en sus apartados 2 y 3 indica la forma en que pueden recogerse los
libros y registros contables de las cooperativas, admitiendo tanto aquellos que vayan encuadernados
y foliados, como los realizados por procedimientos informáticos o electrónicos
para formar dichos libros obligatorios.
Se establece asimismo la obligatoriedad de la legalización de todos los libros, así como de
los registros contables, ya sean en soporte electrónico o en papel. Esta obligación se refiere
a todas las cooperativas con independencia de su clase y tamaño, variando los libros que les
resulten obligatorios en cada caso. Cuando este artículo hace referencia a la legalización, hay
que entender que recoge tanto el supuesto de legalización en sentido estricto como de habilitación
para libros en blanco, tal y como establece el reglamento del Registro de Cooperativas
de Euskadi (RRSC).
La legalización se llevará a cabo por el Registro de Cooperativas de Euskadi, tal y como se
indica en art. 17 b) LCE, y no por el registro mercantil, y en el plazo de seis meses desde la
fecha de cierre del ejercicio. Aquí encontramos una diferencia con la normativa mercantil general,
que establece este plazo en 4 meses (art. 333-2 del reglamento del registro mercantil).
Asimismo, en tanto no estén legalizados los libros de actas de los órganos de la cooperativa
habrá de remitirse al Registro de Cooperativas de Euskadi una copia certificada de las actas
correspondientes en el plazo de dos meses desde sus respectivas aprobaciones.
El procedimiento de legalización y habilitación de los libros se recoge en el reglamento
del registro de cooperativas, si bien esta norma será modificada, tal y como estipula la disposición
adicional 4ª LCE. La reforma preverá, expresamente, la tramitación electrónica de
expedientes registrales y simplificará la operativa registral.
10.3 Contabilidad
Artículo 75. Contabilidad.
1. Las cooperativas deben llevar una contabilidad ordenada y adecuada a su actividad
con arreglo a la legislación mercantil, salvo regulación específica para las cooperativas.
Se respetarán, en todo caso, las peculiaridades del régimen económico de la
cooperativa.
2. Al cierre del ejercicio, las personas administradoras deberán formular las cuentas
anuales de la cooperativa, que comprenderán el balance, la cuenta de pérdidas y
ganancias, la memoria y, en su caso, el estado de cambios en el patrimonio neto y el
estado de flujos de efectivo, de conformidad con el marco normativo de información
financiero que le resulta de aplicación y en un plazo que no exceda de tres meses
desde el cierre del ejercicio social. Las personas administradoras incluirán el co-
267

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
rrespondiente informe de gestión junto con las cuentas anuales de acuerdo con la
legislación mercantil y, en su caso, el estado de información no financiera, incluido
en el informe de gestión o en un informe separado.
3. Las personas administradoras presentarán para su depósito en el Registro de Cooperativas
de Euskadi, en el plazo de un mes desde su aprobación, las cuentas anuales
y, en su caso, el informe de gestión y el de las personas auditoras de cuentas.
Dichas cuentas anuales y el informe de gestión deberán ser firmados por todas las
personas administradoras, y si faltare la firma de alguna, se señalará con expresa
indicación de la causa.
10.3.1 Introducción
Este apartado recoge importantes novedades, tal y como se desarrolla en el siguiente punto.
Desde la anterior norma cooperativa de Euskadi de 1993 se ha producido una importante
evolución en cuanto a la legislación contable, tanto a nivel internacional como estatal. Efectivamente,
en el año 2002 se aprobó por parte de la Unión Europa un reglamento (reglamento
(CE) 1606/2002 de 19 de julio) con las denominadas normas internacionales de contabilidad
(NIC) y las normas internacionales de información financiera (NIIF). Esta normativa es de
eficacia directa en todos los estados miembros sin necesidad de transposición. Se empezó a
aplicar en los ejercicios financieros que comenzaron a partir del 1 de enero de 2005, y afecta
a grupos de empresas cuyos valores cotizan en un mercado regulado de cualquier estado
miembro. Esta normativa comunitaria persigue armonizar la información financiera facilitada
por estas sociedades, así como garantizar un alto grado de transparencia y comparabilidad
de los estados financieros.
Este nuevo modelo contable introdujo novedades de carácter esencial, lo que llevó a su
vez a la modificación de la normativa contable interna de los diferentes estados miembros
para su aplicación a empresas de dimensión pequeña y mediana, entidades que no cotizan
o que, haciéndolo, no constituyen grupos empresariales. A nivel español, en el año 2007 se
aprobaron sendos planes de contabilidad, el general (RD 1514/2007 de 16 de noviembre) y el
de empresas pequeñas y medianas y normas específicas para microempresas (RD 1515/2007
de 16 de noviembre), que sustituían al plan contable de 1990. Con esta reforma, se adapta
la legislación mercantil en materia contable para su armonización internacional con base en
la normativa de la Unión Europea. Estos planes son de aplicación obligatoria para todas las
empresas cualquiera que sea su forma jurídica, individual o societaria, sin perjuicio de ciertas
especialidades, como para, entre otras, las entidades financieras.
Asimismo, se habilitó al ministerio de economía y hacienda, a propuesta de instituto de
contabilidad y auditoría de cuentas, para la aprobación de adaptaciones del plan general de
contabilidad. En algunos casos se desarrollan adaptaciones sectoriales en atención a las características
y naturaleza de la actividad económica del sujeto. En otros casos, la adaptación
viene dada por razón del sujeto contable, atendiendo de esta manera a la especial naturaleza
jurídica del mismo. Este último supuesto sería el caso de las cooperativas.
En el año 2010 se aprobaron las normas sobre los aspectos contables de las sociedades
cooperativas (orden EHA/3360/2010 de 21 de diciembre), que sustituye a la normativa anterior
del 2003 (orden ECO/3614/2003). La orden de 2010, en adelante PCSC, recoge las
especificidades contables aplicables a las empresas cooperativas, complementando y adap-
268

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
tando la normativa general contable recogida en los dos reales decretos de 2007 (PGC y PGC
PYMES).
Las normas sobre los aspectos contables de las cooperativas se estructuran en 13 normas y
se incorporan dos anexos con los modelos de cuentas anuales (modelo normal y abreviado).
En cuanto a las novedades del sistema contable cooperativo del 2010 respecto del de 2003,
por un lado, permite que las sociedades cooperativas puedan tener a su disposición unas
normas contables que les posibilite seguir suministrando información financiera en el marco
del plan general de contabilidad y el plan general de contabilidad de pequeñas y medianas
empresas. Se encuentra en sintonía por tanto con las normas internaciones de información
financiera adoptadas por la Unión Europea, pero sin abandonar gran parte de la regulación
especial aprobada en el año 2003, a la que en algunos casos simplemente se le incluyen meras
revisiones formales.
Por otro lado, permite que transcurra el periodo transitorio fijado hasta el 31 de diciembre
de 2009, referido a la delimitación entre fondos propios (no exigibles) y fondos ajenos (exigibles
a largo plazo y considerados pasivo). Se facilitaban así las modificaciones tanto a nivel
legislativo de las comunidades autónomas, que permitiera incluir la no exigibilidad de las
aportaciones de los socios de las cooperativas, que por el momento solo estaba recogido en
la legislación vasca, navarra y estatal. Asimismo, se daba tiempo suficiente para los correspondientes
cambios en los estatutos de las cooperativas.
10.3.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El primer apartado del artículo hace referencia a la obligatoriedad de llevar una contabilidad
ordenada y adecuada a la actividad de la cooperativa, al igual que se exige al conjunto de
empresas (art. 25-1 del código de comercio, en adelante C. Co). Se introduce como novedad
respecto del texto de 1993 una remisión a la legislación mercantil y a la específica para las
cooperativas, en vez de una remisión exclusiva al código de comercio. Ello está relacionado
con los importantes cambios producidos a nivel mercantil contable, explicados en el apartado
anterior. La implicación práctica de esta mención se explica con detalle en el siguiente
punto.
El segundo apartado se refiere a la formulación de cuentas anuales, recayendo la obligación
en las personas administradoras, al igual que sucede en el conjunto de empresas, así
como el plazo de formulación de 3 meses, que es idéntico a todo el sistema (art. 253-1 de la
ley de sociedades de capital, en adelante LSC).
Asimismo, se indican las cuentas anuales que deber ser elaboradas, a saber, el balance, la
cuenta de pérdidas y ganancias, la memoria (para PYMES y microempresas); y para el resto
de las empresas, además, el estado de cambios en el patrimonio neto y el estado de flujos de
efectivo. Asimismo, se elaborará, si así lo establece la normativa mercantil, el informe de
gestión, y, en su caso, el estado de información no financiera ya sea incluido en el informe de
gestión o en un informe separado.
Estas disposiciones constituyen una novedad respecto de la legislación del 93, y persigue
la coherencia con el resto de normativa mercantil (art. 254 ss. y art. 262 LSC), los planes
generales de contabilidad, así como las normas contables específicas de las cooperativas. No
se ha considerado necesaria la definición de los contenidos del informe de gestión, ni del estado
de información no financiera, regulados en el art. 262 LSC, al que habría que remitirse.
269

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
El tercer párrafo de este artículo, sobre el depósito de las cuentas anuales y otros documentos,
no introduce ninguna modificación respecto de la norma de 1993.
10.3.3 Comentario general y significado práctico
10.3.3.1 Comentarios al apartado 1 del artículo 75
En cuanto a la normativa aplicable a la contabilidad de las cooperativas se realiza una remisión
a la legislación mercantil y a la regulación específica para las cooperativas. Desde un
punto de vista práctico, las cooperativas en cuanto a la llevanza de sus contabilidades deben
aplicar las siguientes normas:
• las específicas contenidas en la orden de 2010 (PCSC), que recoge las normas contables
de las sociedades cooperativas y tiene carácter obligatorio para estas.
• en lo que no esté modificado específicamente por el PCSC, serán de aplicación los
planes de contabilidad, ya sea el general (RD 1514/2007), o en su caso, el plan general
de PYMES (RD 1515/2007).
• las normas de obligado cumplimiento aprobadas por el instituto de contabilidad y de
auditoría de cuentas en desarrollo de los planes generales de contabilidad (en adelante
PPGGCC).
• en su caso, los planes sectoriales que se haya elaborado para la actividad económica
que desarrollen.
• en el caso de las sociedades cooperativas de crédito y las cooperativas de seguros deben
aplicar la normativa contable específica establecida para este tipo de entidades,
por lo que el PCSC, solo les serán de aplicación en lo no regulado expresamente en
aquéllas.
• el PCSC establece para las cooperativas con sección de crédito, respecto a ésta, deberán
aplicar la normativa específica que aprueben las comunidades autónomas en
desarrollo del PGC. A nivel de Euskadi no se ha producido dicha regulación, con lo
que serán de aplicación las normas contables específicas para cooperativas (PCSC).
• en el caso en que en una cooperativa existan secciones será necesario que lleven
contabilidad independiente, sin perjuicio de la general que corresponde a la cooperativa
(art. 6-1 LCE). Asimismo, se establece que en los estatutos puedan recoger
los criterios de contabilización diferenciada que procedan (art. 6-2 letra d LCE). El
PCSC recoge las reglas correspondientes para poder informar separadamente sobre
cada una de las secciones, así como los modelos normal y abreviado que reflejen la
separación de activos, separación de patrimonio neto y pasivo, y la cuenta de pérdidas
y ganancias por secciones (norma decimotercera, apartado 4 B)).
• para el supuesto de las uniones, federaciones y confederaciones de cooperativas, será
de aplicación para estas lo establecido en la ley con carácter general sobre contabilidad
y auditoría de cuentas (art. 164-7 LCE).
Este primer párrafo del art. 75 LCE, al igual que en la versión de 1993, termina indicando
que “se respetarán, en todo caso, las peculiaridades del régimen económico de la cooperativa”.
Esta cuestión tiene su reflejo en las normas contables aplicables a las cooperativas
270

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
(PCSC) en aspectos tan esenciales como como las aportaciones o los fondos obligatorios, la
determinación y distribución de resultados o las relaciones con los socios, entre otros, y que
de manera muy resumida mencionamos a continuación:
• las aportaciones de las personas socias a la cooperativa (norma segunda), pueden ser
calificadas como fondo propio, instrumento financiero compuesto o pasivo, en atención
a sus características rembolsable o no y si la remuneración a las aportaciones
es obligatoria o no. Esta distinción implica diferencias en cuanto a las cuentas en las
que se imputa en cada supuesto, a su valoración contable y a su calificación en las
rúbricas de las cuentas anuales.
• la remuneración de las aportaciones de las personas socias a la cooperativa (norma
segunda) puede ser considerada contablemente o bien como distribución de resultado
si las aportaciones se han calificado como fondos propios, o bien como gasto si
tiene un carácter obligatorio.
• el fondo de reserva obligatorio (norma cuarta), constituye una reserva legal cuya
finalidad es la consolidación, garantía y desarrollo de la cooperativa. En el caso de
la normativa de Euskadi tiene un carácter irrepartible (art. 71 LCE), por lo que se
considera contablemente como fondo propio.
• el fondo de educación, formación y promoción de cooperativas y otros fines de interés
público (norma sexta), se identifica con los importes que obligatoriamente deben
constituirse en las cooperativas con la finalidad de que se apliquen a determinadas
actividades que benefician a las personas socias, trabajadoras y, en su caso, a la comunidad
en general (Art. 72 LCE). Contablemente su dotación es un gasto para la
cooperativa, y el fondo es considerado pasivo, corriente o no corriente, en función
de su vencimiento (más o menos de un año). Dentro del pasivo se considera parte del
epígrafe “provisiones y contingencias”.
• la determinación del resultado (norma séptima) prevé que, se apliquen los principios
y normas obligatorios contenidos en el PGC o en el PGC PYMES, sin perjuicio de
las reglas específicas recogidas en la norma octava a décima.
• las relaciones con las personas socias distintas a las aportaciones a la cooperativa,
son también objeto de esta orden por su naturaleza específica. Así, se indica cómo
deben ser contabilizadas de adquisición de bienes a los socios (norma octava), la
adquisición de servicios de trabajo a los socios (norma novena) o los ingresos consecuencia
de operaciones con los socios (norma décima).
• la distribución de resultados (norma undécima) establece que cuando la cooperativa
tenga establecida más de una sección de actividad, la distribución del resultado y la
imputación de pérdidas se realizarán de forma separada para cada una de ellas siempre
que la ley lo permita y los estatutos sociales así lo exijan.
10.3.3.2 Comentarios al apartado 2 del artículo 75
En cuanto a la elaboración de las cuentas anuales por parte de las cooperativas, la norma
decimotercera PCSC recoge las especificidades de estas, así como los modelos a utilizar
(anexos I y II PCSC). En aquello que no sea especifico según esta orden, serán de aplicación
los PPGGCC.
271

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
Desde un punto de vista práctico, las cooperativas pueden encontrarse en alguna de estas
circunstancias:
• las empresas que se sometan al PGC PYMES deben elaborar tres cuentas anuales:
balance, cuenta de pérdidas y ganancias, memoria. Podrán aplicar este plan las cooperativas
que cumplan los requisitos establecidos para ser consideradas PYME recogidos
en el art. 2 del RD 1515/2007; o las normas específicas para microempresas si
cumplen los requisitos del art. 4 del mismo reglamento. Asimismo, las excepciones a
su aplicación se indican en el art. 2-2 del citado reglamento. Los modelos concretos a
cumplimentar por parte de estas cooperativas se encuentran en el PCSC, y son aquellos
a los que el plan se refiere como abreviados con las exclusiones que el propio
anexo indica con (^) para las PYMES y con (^^) para las microempresas.
• las cooperativas que se sometan al plan general de contabilidad, bien voluntariamente,
o por no cumplir los requisitos para ser consideradas PYMES, deben redactar
cinco cuentas anuales: balance, la cuenta de pérdidas y ganancias, la memoria (igual
que en el caso de ser PYME), a las que se añade el estado de cambios en el patrimonio
neto y el estado de flujos de efectivo. Utilizarán los modelos normales recogido
en el anexo I PCSC.
• puede darse en caso en que las cooperativas sujetas al PGC puedan usar modelos
abreviados. Los requisitos para poder usar dichos modelos están recogidos en el
PGC en su parte tercera “normas de elaboración de cuentas anuales”, norma 4.ª relativa
a “cuentas anuales abreviadas”, y los modelos se encuentran establecidos en el
anexo II de PCSC.
El articulo 75-2 LCE recoge también la obligatoriedad de incluir el informe de gestión junto
con las cuentas anuales de acuerdo con la legislación mercantil y, en su caso, el estado de
información no financiera ya sea incluido en el informe de gestión o en un informe separado.
Para conocer si una cooperativa deviene obligada a la elaboración del informe de gestión
debemos remitirnos al artículo 262 LSC. En su apartado tercero se indica que no están obligadas
a ello, aquellas sociedades que formulen balance y estado de cambios en el patrimonio
neto abreviados. Las cooperativas que se sometan al PGC PYMES tampoco deben elaborar
informe de gestión
En cuanto a su contenido, queda especificado en los apartados 1, 2 y 4 del art. 262 LSC:
• la evolución de los negocios y la situación de la sociedad, junto con una descripción
de los principales riesgos e incertidumbres a los que se enfrenta.
• los acontecimientos importantes para la sociedad ocurridos después del cierre del
ejercicio, la evolución previsible de aquélla, las actividades en materia de investigación
y desarrollo y, en los términos establecidos en esta ley, las adquisiciones de
acciones propias.
• con respecto al uso de instrumentos financieros por la sociedad, y cuando resulte
relevante para la valoración de sus activos, pasivos, situación financiera y resultados,
se incluyen objetivos y políticas de gestión del riesgo financiero de la sociedad, así
como la exposición de la sociedad al riesgo de precio, riesgo de crédito, riesgo de
liquidez y riesgo de flujo de efectivo.
272

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
En cuanto al estado de información no financiera debe ser elaborado por las empresas en
las que concurran alguno de los siguientes requisitos (art. 262-5 LSC):
• que el número medio de personas trabajadoras empleadas durante el ejercicio sea
superior a 500.
• que tengan la consideración de entidades de interés público de conformidad con la
legislación de auditoría de cuentas (concepto definido en el art. 3-5 de la ley de auditoría
de cuentas, en adelante LAC).
• que durante dos ejercicios consecutivos reúnan, a la fecha de cierre de cada uno de
ellos, al menos dos de las circunstancias siguientes (en coherencia con la directiva
34/2013).
- que el total de las partidas del activo sea superior a 20.000.000 de euros.
- que el importe neto de la cifra anual de negocios supere los 40.000.000 de euros.
- que el número medio de trabajadores o trabajadoras empleadas durante el ejercicio
sea superior a doscientos cincuenta.
Esta obligación cesa si dejan de reunir, durante dos ejercicios consecutivos cualquiera de
los requisitos anteriormente establecidos.
En los dos primeros ejercicios sociales desde su constitución, la sociedad estará obligada a
elaborar el estado de información no financiera cuando al cierre del primer ejercicio se cumplan,
al menos, dos de las tres circunstancias mencionadas en el tercer supuesto, siempre que
al cierre del ejercicio se cumpla además el requisito previsto en el primer apartado, es decir
número medio de personas trabajadoras mayor de 500.
En cuanto al contenido de este informe, el art. 262-5 LSC nos remite al artículo 49 C.
Co, que fue modificado por la ley 11/2018, de 28 de diciembre. Esta reforma transpone las
directivas comunitarias, con el objetivo de contribuir a medir, supervisar y gestionar el rendimiento
de las empresas y su impacto en la sociedad, así como la sostenibilidad, combinando
la rentabilidad a largo plazo con la justicia social y la protección del medio ambiente. Si bien
el artículo 49 C. Co hace referencia a los contenidos del estado de información no financiera
de las cuentas consolidadas, por indicación de la LSC, el mismo contenido es exigible a las
sociedades individuales obligadas a redactar dicho estado.
El apartado 6 del art. 49 C. Co explicita con detalle el contenido que de este documento.
Con carácter general se establece que debe incluir la información necesaria para comprender
la evolución, los resultados y la situación de la empresa y el impacto de su actividad respecto,
al menos sobre:
• cuestiones medioambientales tales como contaminación, economía circular, prevención
y gestión de residuos, uso sostenible de los recursos, cambio climático, o biodiversidad.
• cuestiones sociales y relativas al personal, incluidas las medidas que, en su caso, se
hayan adoptado para favorecer el principio de igualdad de trato y de oportunidades
entre mujeres y hombres, la no discriminación e inclusión de las personas con discapacidad
y la accesibilidad universal.
• el respeto de los derechos humanos, aplicando procedimientos de diligencia debida,
prevención de los riesgos de vulneración de derechos humanos y, en su caso,
273

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
medidas para mitigar, gestionar y reparar posibles abusos cometidos, entre otros
contenidos.
• la lucha contra la corrupción y el soborno medidas adoptadas para prevenir la corrupción
y el soborno; medidas para luchar contra el blanqueo de capitales, aportaciones
a fundaciones y entidades sin ánimo de lucro.
• la propia sociedad en relación con su compromiso con la sostenibilidad, proveedores
y subcontratas, consumidores o información fiscal por países.
Los contenidos concretos de cada uno de estos apartados se encuentran especificados de
manera desglosada en el propio artículo 49 C.Co. Asimismo, se indica que las empresas
obligadas deben basarse en marcos ya existentes como EMAS (sistema de gestión y auditoría
medioambientales), ODS (objetivos de desarrollo sostenible) o GRI (global reporting
iniciative), por citar solo alguno de ellos.
Por su parte, en el caso de que la empresa no aplique ninguna política en alguna de las
cuestiones previstas en este apartado, el estado de información no financiera ofrecerá una
explicación clara y motivada al respecto.
En cuanto a publicidad del contenido del estado de información no financiera se pondrá
a disposición del público de forma gratuita y será fácilmente accesible en el sitio web de la
sociedad dentro de los seis meses posteriores a la fecha de finalización del año financiero y
por un período de cinco años (artículo 49-9 C. Co).
Por último, cabe recordar que las personas socias de las cooperativas tienen reconocido
un derecho de información, que en materia relacionada la contabilidad de la cooperativa,
sus resultados y la situación económica, se concreta, de manera resumida, en los siguientes
aspectos (art. 24 apartados 3 a 6 LCE):
• cualquier persona socia puede solicitar por escrito información sobre el funcionamiento
o resultados de la cooperativa.
• puesta a disposición de la documentación contable cuando en la asamblea general,
de acuerdo con el orden del día, haya de deliberarse sobre las cuentas del ejercicio o
cualquier propuesta económica. Asimismo, las personas socias podrán solicitar por
escrito, al menos con cinco días de antelación a la celebración de la asamblea, las
explicaciones y aclaraciones referidas a aquella documentación económica para que
sean contestadas en el acto de la asamblea.
• las personas socias que representen al menos el diez por ciento del total de los votos
sociales podrán solicitar por escrito, en todo momento, la información que consideren
necesaria.
• las personas administradoras deberán informar a las personas socias o a los órganos
que las representen, trimestralmente, al menos, y por el cauce que estimen conveniente,
de las principales variables socioeconómicas de la cooperativa.
10.3.3.3 Comentarios al apartado 3 del artículo 75
Por último, el tercer apartado del articulo 75 LCE hace referencia al depósito de las cuentas
anuales:
274

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
• se lleva a cabo en el Registro de Cooperativas de Euskadi
• el plazo es de un mes desde su aprobación, siendo idéntico al que se aplica a las
empresas en general.
• se deben depositar las cuentas anuales, el informe de auditoría, y el informe de gestión.
Aunque no lo menciona, debe entenderse incluido el estado de información no
financiera, por coherencia con el art. 279-1 LSC, en el caso en que se haya elaborado
de manera separada del informe de gestión.
• las cuentas anuales deben estar firmadas por todas las personas administradoras,
expresándose la causa en el supuesto en que falte alguna de las firmas. Se trata de un
requisito idéntico al exigido a las empresas en general.
El artículo 17 LCE sobre las funciones del Registro de Cooperativas de Euskadi, en su apartado
c) indica que su función se circunscribe a calificar si los documentos presentados son los
exigidos por la ley, si están debidamente aprobados por la asamblea general y si constan las
preceptivas firmas.
El procedimiento concreto de depósito de las cuentas anuales recoge en el reglamento de
del Registro de Cooperativas de Euskadi, que como ya se ha mencionado, se establece la
elaboración de una nueva normativa que la acompase a las novedades introducidas por la
LCE (disposición adicional 4ª LCE).
10.4 Auditoría de cuentas
Artículo 76. Auditoría de cuentas.
1. Las cooperativas deberán someter a auditoría externa, en los términos establecidos
por la Ley de Auditoría de Cuentas y sus normas de desarrollo, las cuentas anuales
y el informe de gestión del ejercicio cuando se produzca alguno de los siguientes
supuestos:
a) Cuando supere los límites que reglamentariamente se fijen. Dichos límites se
referirán, al menos, a la cifra de negocios, al importe total de activo según balance
y al número medio de empleos que resulte de la citada ley o de sus normas
de desarrollo.
b) Cuando lo solicite una minoría de personas socias suficiente para exigir la convocatoria
de la asamblea general y siempre que los solicitantes hagan frente a
sus costos, sin perjuicio de su reembolso si se detectaran vicios o irregularidades
sustanciales en la contabilidad.
c) Cuando lo prevean los estatutos o lo acuerde la asamblea general o el consejo
rector o la comisión de vigilancia.
2. Las personas auditoras de cuentas serán nombradas por la asamblea general. No
obstante, cuando el nombramiento por la asamblea general no se haya hecho oportunamente
o las personas nombradas no puedan cumplir sus funciones, las personas
administradoras podrán proceder a dicho nombramiento y darán cuenta a la primera
asamblea general que se celebre.
275

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
10.4.1 Introducción
La regulación sobre auditoría de cuentas se encuentra contenida en la ley 22/2015, de 20
de julio, de auditoría de cuentas (LAC), que sustituye a la anterior del año 2010. Esta ley
adapta la legislación interna española a los cambios incorporados por la directiva 2014/56/
UE de 2014, tras la transformación producida en el contexto económico y financiero desde la
anterior regulación y sobre todo la crisis financiera de los años precedentes.
La actividad de auditoría de cuentas tiene una dimensión pública, ya que además de prestar
un servicio y afectar a la entidad revisada, tiene relevancia para terceros, pues permite conocer
la calidad de la información económica financiera auditada. Esta norma persigue, por un
lado, reforzar la trasparencia, la independencia y objetividad de las personas auditores en el
ejercicio de su actividad, y por otro, dinamizar y abrir el mercado de auditoría. Todas estas
medidas se acompañan de las que se incorporan en el reglamento (UE) n.º 537/2014, de 16
de abril, relacionadas con los incentivos a la realización de auditorías conjuntas, la participación
de entidades de menor tamaño en los procesos de licitación obligatoria, pública y periódica,
que se regulan simplificando la elección del auditor, y la obligación de rotación externa.
10.4.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Este artículo recoge los supuestos en que resulta obligatorio someter a auditoría externa
las cuentas anuales y el informe de gestión de una cooperativa. El primer apartado cambia
su redacción, si bien no su contenido, ya que remite a la norma en vigor en cada momento,
al igual que la ley de 1993, si bien explicita los criterios que se aplican con carácter general
para determinar la obligatoriedad o no de auditar. Estos criterios son tres: cifra de negocios
(importe neto de la cifra anual de negocios, según nomenclatura mercantil contable), el total
activo según balance, y el número medio de empleos. Estos son los criterios que se usan
también por ejemplo para la determinación del plan contable (general o de PYMES) que una
empresa debe aplicar, o para determinar si debe usar modelos normales o abreviados en sus
cuentas anuales, entre otros.
El supuesto en que una minoría de personas socias solicite una auditoria, introduce una
novedad al exigir que las personas solicitantes hagan frente a los costos que deriven de la
auditoria. Reconoce también la posibilidad de su reembolso si de detectaran vicios o irregularidades
sustanciales en la contabilidad. El número mínimo de personas necesarias para
solicitar la auditoría no se ha modificado respecto de la legislación anterior.
El tercer supuesto no presenta variaciones respecto de la norma de 1993, y se refiere a la posibilidad
de que en los estatutos esté establecida la obligatoriedad de llevar a cabo una auditoría,
o que así lo acuerde la asamblea general, el consejo rector o la comisión de vigilancia.
El segundo apartado, relativo al nombramiento de personas auditoras, tampoco presenta
ninguna novedad respecto de la regulación anterior.
10.4.3 Comentario general y significado práctico
El artículo 76 LCE en su primer párrafo, recoge la obligatoriedad de someter a auditoría
externa las cuentas anuales y del informe de gestión de las cooperativas en los siguientes
supuestos:
276

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
1.- cuando se superen los limites legalmente con carácter general, fijados en el art. 263-2
LSC. Se exceptúa la obligación de auditar a las sociedades que durante dos ejercicios
consecutivos reúnan, a la fecha de cierre de cada uno de ellos, al menos dos de las
circunstancias siguientes:
a) que el total de las partidas del activo no supere los dos millones ochocientos
cincuenta mil euros.
b) que el importe neto de su cifra anual de negocios no supere los cinco millones
setecientos mil euros.
c) que el número medio de trabajadores empleados durante el ejercicio no sea superior
a cincuenta.
2.- cuando lo solicite una minoría de personas socias suficientes para exigir la convocatoria
de la asamblea general. Este mínimo es de al menos el veinte por ciento del
total de votos (art 35-3 LCE). La novedad que incluye hace referencia a la obligatoriedad
de satisfacer el coste que derive de dicha auditoria por parte de las personas
solicitantes. La norma recoge el reembolso de dicho coste en el supuesto en que de
la auditoría realizada se detectaran vicios o irregularidades sustanciales en la contabilidad.
3.- la auditoría puede establecerse voluntariamente por parte de una cooperativa, aunque
no supere los límites establecidos legalmente. Esta situación puede establecerse en
los propios estatutos, o bien acordarse por parte de la asamblea general, el consejo
rector o la comisión de vigilancia, caso de existir.
En el supuesto en que una cooperativa cuente con comisión de vigilancia, la LCE
otorga en materia de revisión de cuentas además una importante función:
• en el caso en que la cooperativa no esté obligada a someter sus estados financieros
a una auditoría de cuentas, este órgano debe emitir un informe preceptivo
antes de ser presentadas a la asamblea general, sobre las cuentas anuales, así
como a la propuesta de distribución de excedentes o de imputación de pérdidas.
(art. 56-1 a) LCE).
• en el supuesto en que la cooperativa esté obligada a auditar sus estados financieros,
si lo consideran conveniente sus integrantes, la comisión de vigilancia podrá
examinar los diferentes soportes contables y, en su caso, emitir un informe sobre
los mismos. A diferencia del supuesto anterior, el informe no tendrá carácter
preceptivo para la aprobación de las cuentas anuales auditadas de la cooperativa.
La comisión de vigilancia puede también emitir informe relativo a la propuesta
de distribución de excedentes o de imputación de pérdidas. En estos supuestos,
la comisión de vigilancia deberá comunicar a las personas administradoras su
intención de presentar un informe no preceptivo sobre las cuentas anuales de la
cooperativa y sobre la propuesta de distribución de excedentes o de la imputación
de pérdidas, para que las personas socias puedan examinarlo en el mismo
momento en que se publique la convocatoria de la asamblea general ordinaria.
(art. 56-2 LCE).
En el caso en que la cooperativa someta a auditoría externa sus cuentas anuales, ya sea
porque así se establece por ley, o por sus propias normas de desarrollo, deberán designar, por
decisión de las personas administradoras, un letrado o letrada asesora (art. 77-1 LCE).
277

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
Asimismo, encontramos supuestos específicos en esta materia de auditoría de cuentas a lo
largo de la norma:
• en el caso en que haya secciones dentro de la cooperativa, ya sean de crédito o de
otro tipo, se exigirá auditoría de cuentas en defensa de quienes contraten con las
mismas (art. 6-6 LCE).
• las cooperativas de viviendas están obligadas a someter sus cuentas anuales a auditoría
antes de presentarlas a la asamblea general ordinaria para su estudio y aprobación.
Esta obligación legal subsistirá en tanto no se produzca la adjudicación o
cesión a las personas socias de las viviendas o locales (art. 121-1 LCE).
• para las sociedades cooperativas pequeñas (arts. 137 ss. LCE), la auditoria será obligatoria
según normativa, pero además deberá auditar sus cuentas cuando lo acuerde
la asamblea general por mayoría de las personas socias presentes y representadas o
siempre que lo solicite una persona socia. En este último supuesto, los gastos originados
como consecuencia de la citada auditoría serán sufragados según la regulación
estatutaria, diferenciándose de lo dispuesto con carácter general en el art. 76-1 b) LCE.
• las uniones, federaciones y confederaciones de cooperativas estarán sometidas a la
LCE sobre contabilidad y auditoría de cuentas (art. 164-7 LCE).
• el articulo 165 LCE se refiere al Consejo Superior de Cooperativas (CSCE/EKGK),
e indica en su apartado 6ª que someterá a auditoría externa las cuentas anuales que
apruebe, las cuales habrán sido formuladas de conformidad con el marco normativo
de información financiera que le resulte de aplicación.
En cuanto a la documentación que debe auditarse se entienden incluidas las siguientes:
• las cuentas anuales
• el informe de gestión
• en el caso del estado de información no financiera, se limita a comprobar que ha sido
elaborado y se encuentra incluido en el informe de gestión o, en su caso, se haya
incorporado en éste la referencia correspondiente al informe separado En el caso de
que no fuera así, lo indicará en el informe de auditoría. (Art. 35-2 a) LAC).
Sobre el nombramiento de las personas auditoras, la norma establece los siguientes supuestos
(art. 76-2 LCE).
• con carácter ordinario serán nombradas por la asamblea general.
• cuando el nombramiento por la asamblea general no se haya hecho oportunamente o
las personas nombradas no puedan cumplir sus funciones, las personas administradoras
podrán proceder a dicho nombramiento y darán cuenta a la primera asamblea
general que se celebre.
10.5. Letrado o letrada asesora
Artículo 77. Letrado o letrada asesora.
1. Las cooperativas que, en virtud de lo establecido por la Ley de Auditoría de Cuentas
o de sus normas de desarrollo, estén obligadas a someter a auditoría externa sus
cuentas anuales deberán designar, por decisión de las personas administradoras, un
letrado o letrada asesora.
278

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
2. El letrado o letrada asesora firmará, dictaminando si son ajustados a derecho, los
acuerdos adoptados por la asamblea general o el consejo rector que sean inscribibles
en el Registro de Cooperativas de Euskadi. Las certificaciones de tales acuerdos
llevarán la constancia de que en el libro de actas figuran dichos acuerdos dictaminados
por el letrado o letrada asesora.
3. El letrado o letrada asesora responderá civilmente en caso de negligencia profesional
frente a la cooperativa, sus personas socias y las terceras personas no socias.
4. El ejercicio de esta función será incompatible con la condición de director gerente o
directora-gerente, administrador o administradora, o miembro del comité de recursos
o de la comisión de vigilancia.
5. La relación entre la cooperativa y el letrado o letrada asesora podrá ser de arrendamiento
de servicios como profesional liberal, de contrato laboral o societaria como
persona socia trabajadora o de trabajo de la cooperativa.
Las uniones o federaciones de cooperativas, así como otras cooperativas, podrán
prestar este servicio si cuentan con abogadas o abogados, a los que corresponderá
la ejecución y responsabilidad profesional del dictamen. Si las relaciones entre dichos
abogados y abogadas y las entidades mencionadas no son de arrendamiento de
servicios como profesional liberal, las referidas entidades responderán civilmente
junto con el abogado o abogada de los perjuicios que se produzcan a la cooperativa
en el ejercicio del cargo de letrado o letrada asesora.
10.5.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Este artículo no ha sufrido ningún cambio respecto de la normativa de 1993. Fue en este
en la que por primera vez se introdujo la figura del letrado o letrada asesora, con el fin de
prevenir irregularidades jurídicas en el seno de la cooperativa.
Sí resulta novedosa, por el contrario, la regulación de esta figura en el caso específico de
las cooperativas de vivienda, con mayores funciones dentro de estas (arts. 117 a 122 LCE).
Esta situación no se produce respecto de ningún otro tipo de cooperativas recogido en la
norma. Se requiere el dictamen favorable del letrado o letrada asesora, además de lo recogido
con carácter general, para un conjunto de actuaciones, tal y como se detalla en el capítulo
relativo a las cooperativas de vivienda de esta misma glosa. Con esto se pretende asegurar
el objetivo de participación efectiva y gestión democrática en las cooperativas de vivienda,
al precisar de su dictamen respecto de las operaciones jurídico-económicas fundamentales.
10.5.2 Comentario general y significado práctico
La figura del letrado o letrada asesora es obligatoria en el caso en que las cooperativas
deban someter sus cuentas anuales a auditoría externa según la normativa mercantil. Esta
obligatoriedad, como se ha indicado en el apartado 10.4.3, se produce cuando se superen los
límites legalmente establecidos fijados en el art. 263-2 LSC.
En cuanto a la designación del letrado o letrada asesora, en caso de ser esta figura obligatoria,
será por decisión de las personas administradoras de la cooperativa.
279

DOCUMENTACIÓN SOCIAL Y CONTABILIDAD
Esta función (apartado 4) es incompatible con las siguientes funciones dentro de la cooperativa.
• director o directora gerente
• administrador o administradora
• miembro del comité de recursos
• miembro de la comisión de vigilancia
La relación entre el letrado o letrada asesora y la cooperativa se puede articular de diversas
maneras (apartado 5):
• como arrendamiento de servicios como profesional liberal
• por contrato laboral (por cuenta ajena)
• por admisión como persona socia trabajadora (en las cooperativas de trabajo asociado)
o como persona socia de trabajo (en las demás clases de cooperativas)
Las uniones o federaciones de cooperativas, así como otras cooperativas, podrán prestar
este servicio si cuentan con abogadas o abogados, a los que corresponderá la ejecución y
responsabilidad profesional del dictamen (apartado 5).
En cuanto a sus funciones, el apartado segundo indica que el letrado o letrada asesora
firmará dictaminando si son ajustados a derecho los acuerdos adoptados por la asamblea
general o el consejo rector, que sean inscribibles en el Registro de Cooperativas de Euskadi.
Según el LCE se consideran inscribibles, además de la constitución de cooperativas (art. 11
LCE), los siguientes acuerdos:
• nombramiento, revocación y cese de las personas administradoras (art. 43-6 y 46
LCE); también es inscribible la delegación permanente de alguna facultad del consejo
rector en la comisión ejecutiva o en un consejero o consejera delegada (art. 48-5 LCE).
• nombramiento revocación y cese de los miembros de la comisión de vigilancia. (art.
53 LCE), los miembros del consejo social (art. 57 LCE) y del comité de recursos (art
58 LCE).
• modificación de los estatutos de la cooperativa (art. 78-2 LCE).
• cambios de domicilio social (art. 79 LCE).
• transformación (art. 89 LCE), fusión (art. 86-3 LCE) y escisión de la cooperativa
(art. 88 LCE).
• disolución de la cooperativa (art. 91-4 LCE) y su posible reactivación (art. 91-5
LCE), así como su liquidación (art. 100 LCE).
• nombramiento de liquidadores o liquidadoras (art. 94-1LCE).
Las certificaciones de tales acuerdos llevarán la constancia de que en el libro de actas figuran
dichos acuerdos dictaminados por el letrado o letrada asesora.
Asimismo, se establece (apartado 3) la responsabilidad del letrado o letrada asesora, que
responderá civilmente en caso de negligencia profesional tanto frente a la cooperativa y sus
personas socias, como frente a terceras personas no socias.
En el caso de que esta función se lleve a cabo con personas abogadas de las uniones o federaciones
de cooperativas, y su vinculación con estas no sean de arrendamiento de servicios
como profesional liberal, las referidas entidades responderán civilmente junto con el abogado
o abogada de los perjuicios que se produzcan a la cooperativa en el ejercicio del cargo de
letrado o letrada asesora (apartado 5).
280

11. DE LA MODIFICACIÓN DE ESTATUTOS *11
Artículo 78.- Modificación de estatutos.
1.- Cualquier modificación de los estatutos sociales deberá ser adoptada por la asamblea
general y exigirá la concurrencia de los siguientes requisitos:
a) Que las personas autoras de la propuesta formulen un informe escrito con la
justificación de la misma.
b) Que se expresen en la convocatoria, con la debida claridad, los extremos que
hayan de modificarse.
c) Que en el anuncio de la convocatoria se haga constar expresamente el derecho
de todas las personas socias de examinar en el domicilio social el texto íntegro
de la modificación propuesta y del informe justificativo de la misma y de pedir
la entrega o envío gratuito de dichos documentos.
2.- Dicho acuerdo se elevará a escritura pública que se inscribirá en el Registro de
Cooperativas de Euskadi.
3.- Además, el acuerdo de cambio de denominación, de cambio de domicilio o de modificación
del objeto social se anunciarán en un periódico de gran circulación en el
territorio histórico del domicilio social, de manera previa a su inscripción.
4.- Cuando la modificación consista en el cambio de clase de la cooperativa o en la
modificación sustancial del objeto social, las personas socias que hayan votado en
contra o las que, no habiendo asistido a la asamblea, expresen su disconformidad
por escrito dirigido a las personas administradoras en el plazo de cuarenta días a
contar desde la inscripción del acuerdo en el Registro de Cooperativas de Euskadi,
tendrán derecho a separarse de la cooperativa. En tales casos, su baja será considerada
como justificada.
Artículo 79.- Cambio de domicilio social.
Salvo que los estatutos dispongan otra cosa, el cambio de domicilio social dentro del
mismo término municipal no exigirá acuerdo de la asamblea general, se podrá acordar por
las personas administradoras y deberá constar en escritura pública que se inscribirá en el
Registro de Cooperativas de Euskadi.
11.1 Introducción: finalidad de la regulación legal y estructura
La autorregulación, entendida como la creación de normas por parte de organismos privados
para regular su propio funcionamiento, es una característica esencial de la cooperativa
como figura societaria. El régimen legal de las cooperativas, contenido principalmente en
la Ley que esta glosa analiza, contempla en multitud de ocasiones diversas alternativas de
regulación cuya aplicación dependerá de la voluntad social formalmente expresada y materializada
mediante la modificación estatutaria. Además, la sociedad podrá dotarse de otros
* Comentario realizado por Fernando Aberasturi Lauzurika, abogado y gerente de IKASGILTZA.
281

DE LA MODIFICACIÓN DE ESTATUTOS
mecanismos, que sin estar previstos, puedan coadyuvar al funcionamiento diario y a la regulación
de las relaciones jurídicas creadas en el seno de la cooperativa, con el único límite de
no ir contra la propia Ley de cooperativas o cualquier otra.
Se trata de una de las consecuencias del segundo Principio Cooperativo que hace referencia
al Control democrático de los cooperativistas. Este principio, según la declaración de la
identidad cooperativa establecida por la ACI en 1995, establece que “las cooperativas son
organizaciones democráticas controladas por sus miembros, que participan activamente en el
establecimiento de sus políticas y en la toma de decisiones”. Con independencia de la derivada
representativa que, en base a este principio democrático, posibilita que cualquier persona
socia pueda asumir la responsabilidad de la gestión de la empresa, el mayor exponente de
este principio democrático es la participación de las personas socias en el establecimiento de
las propias normas que van a regular su relación con la cooperativa.
La Ley establece las bases mínimas de obligado cumplimiento y el desarrollo de las mismas
queda al albur de la voluntad de las personas socias, que pueden compaginar la elección
de las posibilidades previstas en la ley o integrar soluciones innovadoras, siempre teniendo
en cuenta la adecuación a la cultura y costumbre de cada cooperativa y con la cautela de no ir
contra cualquier otra norma de aplicación. Esto constituye una valiosa herramienta que facilita
la gestión de la compañía y puede ofrecer soluciones rápidas y eficaces ante potenciales
conflictos en los que se pone en la balanza los derechos y obligaciones tanto de la propia
sociedad, como la de sus miembros integrantes.
Esta capacidad autorregulatoria ofrece su máximo exponente en el momento de la constitución
de la cooperativa, en el que las personas fundadoras establecerán ex novo las disposiciones
que regularán sus relaciones mutuas y con la sociedad que constituyen, así como las
relaciones de la propia sociedad con terceras personas. A partir de entonces, el mecanismo
para modular ese régimen legal del que se dotan las personas socias, es la modificación de
estatutos, regulada en el capítulo VIII de la nueva Ley.
Como en otros apartados, en esta nueva redacción de la Ley, el establecimiento del régimen
legal concerniente a la modificación de estatutos, se desarrolla de manera análoga a la estructura
de la anterior Ley, respecto de la cual únicamente varía la numeración en el articulado.
La estructura de este capítulo se compone de dos artículos:
Artículo 78.- Modificación de estatutos.
Artículo 79.- Cambio de domicilio social.
A diferencia de la legislación de las sociedades de capital, la sencillez de la regulación cooperativa
vasca de esta importante institución jurídica para la vida societaria, condensa en dos
artículos los requisitos formales y materiales necesarios para acometer las modificaciones
de la normativa interna. Todo ello sin desatender las garantías necesarias para proteger los
derechos de las personas socias y de terceras personas.
Por un lado, el artículo 78 prescribe los requisitos para la operación de alterar los textos estatutarios
con carácter general y el artículo 79 contiene el supuesto especial de modificación
que supone el cambio del domicilio social. Supuesto que, aun implicando alteración de los
estatutos, difiere del procedimiento general en la determinación del órgano sobre el que puede
recaer la potestad de materializarlo. Al igual que la legislación que regula las sociedades
de capital, la modificación del domicilio social en los términos previstos, puede ser acordada
282

DE LA MODIFICACIÓN DE ESTATUTOS
por el órgano de administración. Todo ello siempre y cuando no se contenga mención en
contra expresa en los propios estatutos.
11.2 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Los 2 artículos que componen este capítulo no han sufrido ninguna modificación de fondo
con la entrada en vigor de la nueva Ley. El contenido se mantiene conceptualmente idéntico
a la redacción anterior, sin perjuicio de la alteración formal de la redacción que la adaptación
al lenguaje inclusivo ha provocado en su tenor literal. No obstante, como decimos, más allá
de esa adaptación formal el contenido material no incorpora ninguna modificación.
El régimen de la recién derogada Ley 4/1993, de 24 de junio de cooperativas de Euskadi,
supuso una importante evolución respecto del régimen que contemplaba la legislación anterior
en este ámbito (la Ley 1/1982, de 11 de febrero sobre cooperativas). Fue con aquella que
se establecieron los requisitos en relación a la potestad respecto el órgano que debe adoptar
el acuerdo societario de modificación, la formalización e inscripción del mismo, los requerimientos
especiales de publicidad y el derecho de separación de la persona socia. Cuestiones
todas ellas no contempladas en la Ley de 1982, que únicamente preveía en relación a este
mecanismo la cautela de exigir una mayoría de dos tercios para dar validez al acuerdo de
modificación. Exigencia esta última por cierto que ignoró la Ley de 1994 y que la nueva
Ley de cooperativas sigue sin exigir, a diferencia de la Ley de Sociedades de Capital que sí
exige en el ámbito de las sociedades mercantiles, una mayoría reforzada para llevar adelante
cualquier modificación estatutaria.
En consecuencia, estamos ante otro de los elementos que en la nueva Ley se ha optado por
no modificar en ningún extremo, manteniendo la regulación de la Ley anterior que pasamos
a comentar, tanto en el ámbito de la regulación general de las modificaciones estatutarias,
contenida en el artículo 78, como en el de la específica previsión de la modificación del domicilio
social dentro del mismo término municipal, prevista en el artículo 79.
11.3 Carácter o fuerza jurídica del precepto
El carácter vinculante del artículo 78 resulta ser eminentemente necesario e imperativo,
no así el del 79 que establece con carácter dispositivo la opción de que sea el órgano de
administración el competente para acordar la modificación del texto estatutario que supone
la alteración del domicilio social, siempre que sea dentro del mismo término municipal. El
carácter derogable de esta norma lo otorga la disposición que establece que la cooperativa
podrá decidir negar esta opción mediante su prohibición expresa en los estatutos.
En atención a los matices en cuanto a intensidad que puede alcanzar la imperatividad de
estas disposiciones, analizaremos pormenorizadamente las mismas.
Comienza el artículo 78 reservando con carácter general la potestad de modificar los estatutos
a la Asamblea General, en consonancia con el artículo 33.3 apartado f), que lo recoge
como función de este órgano al relacionar las competencias exclusivas que le corresponden.
De tal exclusividad, como hemos comentado ya, hay que salvar los supuestos en que la modificación
estatutaria venga provocada por el cambio del domicilio social, siempre que sea
dentro del mismo término municipal y no se haya vedado en los propios estatutos.
283

DE LA MODIFICACIÓN DE ESTATUTOS
Idéntico carácter necesario y sin excepciones en esta ocasión, adoptan los requisitos contenidos
en el resto del artículo. Tanto la obligación de formular un informe justificativo, como
la publicidad específica en la convocatoria, como la expresión de los extremos a modificar
con la debida claridad, como el complemento del derecho de información que corresponde a
las personas socias, resultan insalvables desde el punto de vista formal al objeto de formalizar
la modificación estatutaria. Hasta tal punto que el propio Reglamento de organización y
funcionamiento del Registro de cooperativas de Euskadi (Decreto 59/2005, de 29 de marzo)
prevé en su artículo 57 el control por parte del Registro de la verificación de estos requisitos
mediante su consignación en la escritura de elevación a público de los acuerdos que provocan
la modificación.
A pesar de la generalidad que hemos expresado de estos requisitos, debemos hacer mención
aquí a la excepción que se provoca en los supuestos en que la modificación estatutaria
se produce en el marco de una Asamblea General Universal. Esto es, aquella Asamblea válidamente
constituida sin haber mediado la convocatoria formal sujeta a plazos prevista con
carácter general. Esta alcanza su validez por la concurrencia de todas las personas socias y el
acuerdo unánime los mismos respecto de su voluntad de constituirse en Asamblea.
Sólo en este supuesto, por aplicación analógica del artículo 158.2 del Reglamento del Registro
Mercantil en relación a las sociedades mercantiles y por ser además práctica habitual
admitida por el Registro de cooperativas, no será necesaria la observancia respecto de los
requisitos contenidos en el artículo 78.1
En otro orden de cosas, la cuestión más espinosa en relación a estos requisitos reside en la
obligación de expresar en la convocatoria “con la debida claridad” los extremos a modificar.
El alcance interpretativo de la expresión entrecomillada ha provocado una dilatada evolución
jurisprudencial balanceada entre las posturas más formalistas y aquellas más posibilistas.
Como no es objeto de esta glosa el análisis de esta evolución jurisprudencial, nos
limitaremos a citar a Josefa Brenés Cortés (Derecho Mercantil. Volumen 3. Las Sociedades
Mercantiles. Marcial Pons. 2013) que concluye este análisis indicando respecto la exigencia
de expresar “con la debida claridad los extremos que haya de modificarse” que no basta “una
mención genérica a la modificación de estatutos como punto de orden del día, sino que deben
señalarse, al menos, las cláusulas concretas que quieran modificarse, resultando aconsejable
que se añada alguna indicación sobre su significado y alcance”.
Esta postura se ve reforzada por la garantía complementaria establecida en la propia Ley,
de exigir a las personas responsables de la propuesta de modificación, la elaboración y puesta
a disposición de la persona socia de un informe justificativo. Este requisito integra definitivamente
la voluntad de quien legisla de garantizar a la persona socia la información suficiente
para ejercitar sus derechos sociales de modo responsable e informado.
El apartado 2 del artículo 78 se refiere a la obligación formal, también de carácter imperativo,
de elevar a escritura pública los acuerdos sociales de modificación estatutaria y de
registrar este instrumento en el Registro de Cooperativas. Inscripción, que atendiendo al
artículo 16.2 de la propia Ley, tendrá carácter meramente declarativo. Esto significa entonces
que los acuerdos modificativos despliegan entre las personas socias todos sus efectos desde
el momento de su válida adopción en el seno de la Asamblea General.
284

DE LA MODIFICACIÓN DE ESTATUTOS
El tercer apartado del artículo 78, de igual carácter imperativo, se refiere a otra obligación
formal tendente a la socialización de los acuerdos que más impacto pueden tener con las
personas ajenas a la cooperativa: el cambio de denominación, domicilio u objeto social. En
concreto, obliga a su publicación en un periódico de gran circulación en el territorio histórico
del domicilio social como requisito previo a su inscripción.
Resulta chocante el mantenimiento de este requisito, toda vez que se ha dado por superado
en el ámbito de las sociedades de capital desde el año 2011, cuando se deroga este requisito
de publicidad en virtud de la disposición derogatoria única de la Ley 25/2011, de 1 de agosto,
de reforma parcial de la Ley de Sociedades de Capital y de incorporación de la Directiva
2007/36/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 11 de julio, sobre el ejercicio de
determinados derechos de los accionistas de sociedades cotizadas.
Ni siquiera quien legisla parece que haya querido permitir que esta herramienta de publicidad
se actualice a medios más acordes con el estado actual de la tecnología, lo que facilitaría
y abarataría además la gestión de estos trámites. Nos referimos a que se pudiera tener por
cumplido el requisito con la publicación en periódicos digitales como así se permite en el
caso de la convocatoria de la Asamblea General, tal y como establece la Ley en su artículo
35.5. Al contrario que ha hecho con su autorización expresa para la publicación de la convocatoria,
la Ley no ha reflejado esta opción expresamente en el supuesto de la publicación de
la modificación de la denominación, objeto o domicilio, razón por la cual debemos interpretar
que no se permite.
El último apartado del artículo 78 establece, como comentábamos anteriormente con igual
carácter imperativo, el derecho de separación de la persona socia. Se trata de una garantía
que permite a esta abandonar la cooperativa y, por ende, sus compromisos sociales, fuera del
procedimiento habitual de baja previsto en la Ley. Se produce cuando, mediante una modificación
estatutaria, se ocasiona una alteración tan determinante de la estructura societaria que,
al superar el presupuesto sobre el que la persona socia se había comprometido, se le permite
abandonar el proyecto sin consecuencias negativas en relación a la calificación de su baja.
Cierto es que el Principio Cooperativo de “Puertas abiertas” permite la baja de las personas
socias en cualquier momento, pero no es menos cierto que la solicitud de baja debe producirse
en determinadas circunstancias para que la misma no tenga consecuencias económicas
negativas para la persona socia a través de las deducciones que pueden provocar la calificación
como no justificada de la baja.
En el supuesto planteado en el último apartado del artículo 78, precisamente, se otorga al
derecho de separación la calificación automática de justificada a la baja producida en estas
circunstancias, impidiendo así las comentadas consecuencias económicas negativas para el
la persona socia.
Se circunscribe este derecho de separación a los supuestos en que la sociedad cambia de
clase o modifica sustancialmente su objeto social. La forma de ejercitarlo consiste en dirigir
un escrito a las personas administradoras expresando su disconformidad con el acuerdo
adoptado en el plazo de 40 días desde la inscripción del acuerdo en el registro de cooperativas.
En tal caso, la baja producida por el ejercicio del derecho de separación deberá ser
considerada, tal y como ya hemos comentado, como justificada.
285

DE LA MODIFICACIÓN DE ESTATUTOS
Por su parte el artículo 79, como ya hemos avanzado anteriormente, contempla la posibilidad
de exceptuar la atribución ordinaria de competencia para la modificación de estatutos,
cuando esta consista en la modificación del domicilio social dentro del mismo término municipal.
Se trata de una disposición del todo punto derogable, toda vez que su tenor literal
comienza condicionando esta posibilidad a que los estatutos no establezcan disposición en
contra. O lo que es lo mismo, podemos evitar esta atribución competencial al órgano de administración,
incluyendo en los estatutos una mención contraria a que pueda operar.
Para cerrar este apartado referente a la fuerza vinculante, nos parece apropiado recordar el
contenido de la disposición transitoria segunda de la nueva ley que establece la imperativa
obligación de todas las cooperativas de adaptar el contenido de los estatutos a las disposiciones
de la nueva en el plazo de dos años desde el día siguiente a la entrada vigor de la ley. En
consecuencia, todas las cooperativas están obligadas a realizar una modificación estatutaria
en los términos explicados anteriormente antes del día 30 de enero de 2022.
La consecuencia del incumplimiento de esta disposición, a diferencia de la normativa anterior
que provocaba la disolución “ex lege” de las cooperativas que no adaptaban sus estatutos,
en esta ocasión, la Ley quien legisla ha optado por una consecuencia más laxa que
instaura una suerte de bloqueo registral hasta que se verifique la pertinente adaptación.
11.4 Significado práctico
Analizamos en este apartado cuáles son los destinatarios de las disposiciones estudiadas.
En relación a las cooperativas a las que afectan estas disposiciones, tanto el artículo 78
como el 79 alcanzan a cualquier tipo sea cual sea su clase o estructura. Cualquier cooperativa
que se encuentre bajo el ámbito de aplicación de la nueva Ley, deberá observar el estricto
cumplimiento de estas disposiciones en orden a modificar correctamente sus estatutos.
El artículo 78 está dirigido a una pluralidad de sujetos: a los promotores y promotoras de
la modificación, a las personas administradoras, a las personas socias e incluso de manera
indirecta a terceros ajenos a la cooperativa. Lo hace en una doble vertiente: la de creación de
derechos y la de creación de obligaciones.
Por un lado, las personas autoras de la propuesta de modificación son las responsables de
elaborar el informe justificativo de la misma. Normalmente serán las personas administradoras
las que tomen la iniciativa de la modificación, toda vez que son las que más fácilmente
pueden ser conscientes de las necesidades de modificación que presenta el régimen estatutario.
Todo esto no obstante, quien legisla, abre la puerta a que cualquier persona socia pueda
proponer las modificaciones que estime oportunas, en cuyo caso deberá ser responsable de la
redacción del informe justificativo que la respalde.
A este respecto, nos remitimos a lo anteriormente comentado sobre la exención de este
requisito en el supuesto de que la modificación se adopte en el seno de una Asamblea Universal.
Una vez iniciado el trámite con la propuesta de modificación, el resto de obligaciones está
claramente dirigido a las personas administradoras como responsables de los trámites en los
que se integran las garantías y cautelas que protegen los derechos de las personas socias.
Así las cosas, son estas las responsables de redactar la convocatoria con la debida claridad,
incluir el derecho de información de la persona socia en la misma, realizar las publicaciones
oportunas en su caso, poner a disposición de las personas socias el texto íntegro de las mo-
286

DE LA MODIFICACIÓN DE ESTATUTOS
dificaciones propuestas y el informe justificativo, elevar a escritura pública los acuerdos y
presentar para su inscripción los acuerdos en el Registro de Cooperativas.
A estos últimos efectos, recordamos aquí la obligación contenida en el artículo 39.6 de la
Ley respecto al plazo en el que deberán ser presentados los acuerdos a su inscripción en el
Registro de Cooperativas, previos los trámites preceptivos. Deberán ser presentados dentro
de los treinta días siguientes a la aprobación del acta.
En relación a los derechos dimanantes de estos dos artículos sus destinatarias principales
serán las personas socias. A ellas están dirigidas las garantías que refuerzan su derecho de
información: la obligación de debida claridad en la convocatoria, el derecho de examinar el
texto íntegro de la modificación propuesta, del informe justificativo y de solicitar incluso el
envío gratuito de estos documentos.
Con carácter especial son destinatarias del derecho de separación que se prevé cuando la
modificación afecte al cambio de clase de la cooperativa o a la modificación sustancial del
objeto social.
Comentábamos arriba la existencia de destinatarios indirectos de estas disposiciones, en
tanto en cuanto entendemos que la obligación de publicar en un periódico de gran circulación
las modificaciones relativas a la denominación, el domicilio o el objeto social, pretende socializar
y a hacer público a personas ajenas a la cooperativa estas trascendentes modificaciones.
Y todo ello porque a estas personas les resulta sumamente relevante este conocimiento
por mantener con la cooperativa cualquier otro tipo de relación en el ámbito de su tráfico
jurídico.
En su caso, el artículo 79 está dirigido a las personas administradoras como receptoras de
la atribución de la competencia de acordar el cambio de domicilio social dentro del mismo
término municipal y a la propia cooperativa en el sentido de que podrá establecer la interdicción
de esta opción mediante su consignación estatutaria.
11.5 Otra normativa aplicable
La regulación del régimen de las cooperativas a nivel del Estado se contiene en la Ley
27/1999 de 16 de julio de cooperativas, que no es de aplicación en el ámbito de Euskadi,
sino para los supuestos de integración de lagunas que pudiera contener la normativa vasca.
La normativa estatal no regula de manera tan sistemática como hace la vasca, dedicando
un capítulo expreso, el procedimiento de modificación estatutaria. A lo largo de su articulado
va haciendo mención a determinados requisitos que afectan a este procedimiento sin que
estos difieran de la normativa vasca. Tampoco regulan en ningún caso cuestiones que no se
contemplen en esta, por lo que no puede cumplir su función de integrar lagunas.
Si conviene hacer mención en este apartado a la normativa contenida en el Reglamento
del Registro de Cooperativas que establece, aparte de la obligatoriedad ya contemplada en
la Ley de elevar a escritura pública el acuerdo de modificación, el contenido expreso y detallado
del contenido de la citada escritura cuya verificación forma parte del examen que el
propio Registro realizará para resolver la inscripción. A saber: el acuerdo de modificación
adoptado, la transcripción literal de los artículos añadidos o modificados, la acreditación de
haber cumplido con el requisito de redactar el informe y la convocatoria con la debida claridad,
con su aportación al instrumento público y en su caso, habrá de incorporarse también el
anuncio publicando la modificación.
287

12. FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA *12
12.1 Modalidades y efectos de la fusión
Artículo 80.- Modalidades y efectos de la fusión.
1.- La cooperativa podrá fusionarse, sea mediante la fusión de varias cooperativas
para constituir una nueva, sea por absorción de una o más cooperativas por otra ya
existente.
2.- Las cooperativas que se fusionen en una nueva o que sean absorbidas se disolverán,
aunque no entrarán en liquidación, y sus patrimonios sociales se transmitirán en
bloque a la cooperativa nueva o a la absorbente, que asumirán los derechos y obligaciones
de las que se extingan. Igualmente, las personas socias de las cooperativas
que se extingan como consecuencia de la fusión se incorporarán a la cooperativa
nueva o absorbente.
3.- La totalidad de los fondos sociales obligatorios de las cooperativas que se extingan
como consecuencia de la fusión pasarán a integrarse en los de la cooperativa nueva
o absorbente.”
12.1.1 Introducción
La fusión suele responder a la necesidad de unirse, concentrándose económicamente y
compartiendo un proyecto. Suele conllevar sinergias. Las fusiones entre cooperativas afectan
a dos o más sociedades cooperativas, siendo indiferente que estén sujetas a la misma ley autonómica
o a distinta, o incluso a ley vasca y ley estatal, dando lugar a la extinción de todas
o algunas de ellas, para integrarse sus respectivas personas socias y los activos y pasivos de
las sociedades fusionadas en una única entidad. La nueva entidad puede ser una cooperativa
de nueva creación o una de las cooperativas que ha intervenido en la fusión (fusión por absorción).
Las fusiones entre dos cooperativas son fenómenos especialmente complejos por cuanto
que a las habituales cuestiones que se suscitan en las sociedades de capital (integración de
patrimonios) se suman las derivadas de la integración de unas personas socias que pueden
realizar muy distintas actividades cooperativazadas (p.e. fusiones entre cooperativas de distintas
clases).
12.1.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El texto del artículo 80 es literalmente coincidente con el del antiguo artículo 76 de la Ley
4/1993, de Cooperativas de Euskadi (salvo por la sustitución del término socios por el de
personas socias, artículo 80.2 que se repite en todo el texto legal).
* Comentario realizado por Iñigo Nagore Aparicio, doctor en Derecho, socio de LEGALKIDE ABOGA-
DOS SLP, profesor ac. agregado de la UPV/EHU (Área de Derecho de Empresa) y árbitro de BITAR-
TU-Servicio Vasco de Arbitraje Cooperativo.
289

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
12.1.3 Comentario general y significado práctico
El artículo 80 es un precepto imperativo de mínimos, no pudiendo ser modificado a la
baja por regulación estatutaria, ni por reglamento de régimen interior, ni por la voluntad
asamblearia de las cooperativas que se van a fusionar. Podría decirse que el artículo contiene
la regulación clásica del derecho de sociedades adaptada a las peculiaridades cooperativas.
El artículo regula, respectivamente, en sus tres números, los tipos o modalidades de fusión,
los efectos que necesariamente van a derivarse de la misma y el destino de los fondos sociales
obligatorios de las cooperativas que se extingan.
Como en la Ley 4/1993 en su artículo 76, el vigente artículo 80, en su número 1, señala las
dos posibilidades clásicas existentes en derecho de sociedades en relación con la fusión: la
fusión por creación de una nueva sociedad cooperativa (resultado de la fusión de al menos
dos) y la fusión por absorción (resultado de la absorción de una o más por otra ya existente).
La cooperativa puede fusionarse, sea mediante la fusión de varias cooperativas para constituir
una nueva, sea por absorción de una o más cooperativas por otra ya existente
La fusión que se regula es la fusión entre cooperativas, que no necesariamente tendrán que
estar todas ellas sometidas a la regulación vasca. Cuando la fusión comprenda cooperativas
bajo ley vasca y cooperativas bajo otra ley autonómica o legislación cooperativa de ámbito
estatal deberemos acudir a la normativa sobre el derecho internacional privado del código
civil. Así por aplicación del artículo 9.11, párrafo segundo en relación con el artículo 16.1.1ª,
los actos correspondientes a cada cooperativa se regirán por la ley que les sea personalmente
aplicable (la ley a la que está sometida) y los actos unitarios por la ley a la que va a someterse
la cooperativa nueva o la absorbente. No obstante, a veces será necesario analizar si algunos
de los requisitos a cumplir por la resultante deben observarse durante todo el proceso.
Su número 2, contempla todos los efectos que tradicionalmente, el derecho de sociedades
ha indicado que acompañan a la fusión: la disolución de las cooperativas absorbidas por
la que han pasado a formar una nueva, la transmisión de los patrimonios sociales y personas
socias en bloque a la cooperativa nueva o a la absorbente. Así, las cooperativas que se
fusionan en una nueva o que son absorbidas se disuelven, sin entrar en liquidación, y sus
patrimonios sociales se transmiten en bloque a la cooperativa nueva o a la absorbente, que
asume los derechos y obligaciones de las que se extinguen e, igualmente, las personas socias
de las mismas.
Esta transmisión en bloque permite que todos los bienes, derechos y obligaciones se transmitan
en un solo acto a la sociedad resultante que resultará sucesora de todas las que la
integran.
Su número tres, conforme con el principio de irrepartibilidad de los fondos sociales obligatorios,
establece que la totalidad de los fondos sociales obligatorios de las sociedades
cooperativas que se extingan como consecuencia de la fusión pasan a integrarse en los de la
cooperativa nueva o absorbente.
La vulneración de lo dispuesto en el número anterior supondría, además, incurrir en
las sanciones previstas para las infracciones muy graves según se establece en el artículo
159. 2. letra c de la propia Ley de cooperativas (idéntico al artículo 139.3 letra c de la Ley
anterior).
290

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
12.1.4 Otra normativa aplicable
La regulación del artículo 80 de la Ley de Cooperativas de Euskadi regula la materia para
las cooperativas regidas por la ley vasca, sin que la normativa estatal prevista en la Ley
27/1999 de Cooperativas, artículo 63, apartados uno a tres, resulte de aplicación. No obstante,
su contenido resulta muy similar (lo cual no debería sorprender por cuanto que la definición
de la fusión, modalidades y regulación sustantiva no parece que puedan ser distintas en
función de una norma u otra) añadiendo únicamente:
• la previsión de que todos los fondos sociales, tanto obligatorios como voluntarios, de
las sociedades disueltas se integrarán en los de igual clase de la cooperativa nueva
o absorbente (art. 63.3). Lo cual parece lógico salvo que se estableciera otra cosa en
el proyecto de fusión (por ejemplo, que parte de las aportaciones voluntarias de las
personas socias de alguna de las cooperativas a fusionar se convirtieron, parcial o
totalmente, en obligatorios a fin de que las aportaciones obligatorias de las personas
socias de la resultante fuesen iguales).
• la previsión de que una sociedad cooperativa en liquidación pueda también participar
en una fusión siempre que no haya comenzado el reembolso de las aportaciones (art.
63.2). Situación también prevista en la ley vasca vigente al posibilitar la reactivación
de la cooperativa disuelta (art. 92.5) siempre que la misma no haya comenzado el
reembolso de las aportaciones (art. 88.5 de la anterior ley de cooperativas vasca).
Tratándose de fusiones entre cooperativas sólo habrá que acudir a otra normativa cuando
alguna de las que se va a fusionar están reguladas por dicha normativa. Puede verse el comentario
realizado en el punto anterior al respecto sobre el artículo 80.1.
De forma más directa habrá que considerar lo que establezcan los posibles reglamentos del
registro de cooperativas o cualquier norma de desarrollo de la ley aplicable.
12.2 Proyecto de fusión
Artículo 81.- Proyecto de fusión.
1.- Las personas administradoras de las cooperativas que participen en la fusión habrán
de redactar un proyecto de fusión, que deberán suscribir como convenio previo.
2.- El proyecto de fusión contendrá, al menos, las menciones siguientes:
a) La denominación, clase y domicilio de las cooperativas que participen en la
fusión, y de la nueva cooperativa en su caso, así como los datos identificadores
de la inscripción de aquellas en el Registro de Cooperativas de Euskadi.
b) El sistema para fijar la cuantía que se reconoce a cada persona socia de las cooperativas
que se extinguen como aportación al capital de la cooperativa nueva
o absorbente, computando, cuando existan, las reservas voluntarias de carácter
repartible.
c) Los derechos y obligaciones que se reconozcan a las personas socias de la cooperativa
extinguida en la cooperativa nueva o absorbente.
291

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
d) La fecha a partir de la cual las operaciones de las cooperativas que se extingan
habrán de considerarse realizadas, a efectos contables, por cuenta de la cooperativa
nueva o absorbente.
e) Los derechos que correspondan a titulares de participaciones especiales, títulos
participativos u otros títulos asimilables de las cooperativas que se extingan en
la cooperativa nueva o absorbente.
3.- Aprobado el proyecto de fusión, las personas administradoras de las cooperativas
que se fusionen se abstendrán de realizar cualquier acto o celebrar cualquier contrato
que pudiera obstaculizar la aprobación del proyecto o modificar sustancialmente
la proporción de la participación de las personas socias de las cooperativas
extinguidas en la nueva o absorbente.
4.- El proyecto quedará sin efecto si la fusión no queda aprobada por todas las cooperativas
que participen en ella en un plazo de seis meses desde la fecha del proyecto.”
12.2.1 Introducción
Se exige a las fusiones de sociedades un estudio previo que recoja unos aspectos que se
definen como mínimos. Dichos mínimos se amplían en el caso de las cooperativas a aspectos
propias de estas, como los derivados de su complejo y distinto sistema de fondos propios.
12.2.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El artículo se corresponde con el antiguo artículo 77 de la Ley 4/1993 de Cooperativas de
Euskadi, salvo por la presión en la letra a) del artículo 2 de que el registro a que se refiere es
el de Euskadi.
12.2.3 Comentario general y significado práctico
Un acuerdo de fusión debe ir precedido de una serie de actuaciones previas. El artículo 81
encomienda, a las personas administradoras de las cooperativas intervinientes, la redacción
de un proyecto de fusión, que deben suscribir como convenio previo.
Pese al carácter imperativo de la redacción debe entenderse que si alguna persona administradora
no estuviese a favor de la misma tiene el deber de manifestar sus motivos en el
proyecto, en línea con lo que la propia ley de cooperativas establece en su artículo 75 tres
cuando dice que si faltase la firma de alguna persona administradora en las cuentas anuales se
señalará con expresa indicación de la causa (en línea también con lo señalado en el artículo
30 uno de la Ley 3/2009, de 3 de abril, sobre modificaciones estructurales de sociedades mercantiles).
No estamos ante un requisito de unanimidad, pudiendo ser aprobado el proyecto de
fusión por el órgano de administración de las cooperativas intervinientes con la mayoría que
se establece para adoptar este tipo de acuerdos.
El artículo 48 de la Ley de Cooperativas de Euskadi no exige una mayoría cualificada
para para la aprobación del proyecto, dado que el proyecto debe a su vez ser aprobado por la
Asamblea General que es la que toma la decisión definitiva. No obstante, dado que se exige
el pronunciamiento favorable de 2/3 de los votos emitidos para adoptar acuerdos relativos
a ampliación o modificación sustancial de las actividades de la cooperativa, cambios de
292

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
trascendencia la organización de la cooperativa o el mero establecimiento o extinción de
vínculos con otras entidades, cooperativas o no, que supongan una relación de colaboración
permanente valiosa para la cooperativa podría entenderse que es necesario este voto cualificado.
Al no exigirse expresamente esta mayoría cualificada y que el acuerdo de fusión
debe ser adoptado por la Asamblea General entendemos que, salvo previsión estatutaria
exigiendo una mayoría cualificada, bastara la prevista con carácter general para la adopción
de acuerdos.
El número dos del artículo 81 establece expresamente las menciones mínimas que el proyecto
de fusión debe contener. Al ser mínimos no podrán reducirse, pero sí aumentarse. El
proyecto contiene las bases acordadas por los órganos de administración de las cooperativas
intervinientes sobre las que se llevará a cabo la fusión si la misma es aprobada por cada una
de las asambleas generales de las cooperativas intervinientes. Así, el proyecto contendrá:
a) La denominación, clase y domicilio de las cooperativas que participen en la fusión, y
de la nueva cooperativa en su caso, así como los datos identificadores de la inscripción
de aquellas en el Registro de Cooperativas de Euskadi.
Ya hemos indicado que la adición de “de Euskadi” ha sido la única modificación que
ha sufrido el artículo, aun cuando sin ella no presentaba dudas de a cuál se refería.
Identificar en su caso la nueva cooperativa conlleva tener la denominación de la
misma reservada tanto en el registro de Euskadi como en el estatal.
b) El sistema para fijar la cuantía que se reconoce a cada persona socia de las cooperativas
que se extinguen como aportación al capital de la cooperativa nueva o absorbente,
computando, cuando existan, las reservas voluntarias de carácter repartible.
No exige la norma que se fije la cuantía sino el sistema para fijarla y ello por cuanto
que desde que se da inicio al proceso de fusión hasta que el mismo se culmina las
cantidades pueden variar. Igualmente, se resuelve así de forma imperativa el problema
de las posibles reservas voluntarias repartibles existentes en las cooperativas intervinientes
y sobre las cuales las personas socias pudieran tener unos derechos, que
de no contemplarse en el proyecto de fusión podrían perder, al mezclarse con los de
las nuevas personas socias que se incorporarían al mismo. Se trataría de evitar una
discriminación perjudicial de las personas socias de las entidades que cuentan con
tales reservas repartibles frente a las personas socias de las entidades que no cuentan
con ellas.
No obstante, la ley no contempla los diversos supuestos que ha podido establecer la
asamblea general para que esas reservas voluntarias alcanzasen el carácter de repartible,
exigiendo que las que lo sean computen.
c) Los derechos y obligaciones que se reconozcan a las personas socias de la cooperativa
extinguida en la cooperativa nueva o absorbente.
El punto será especialmente relevante cuando estemos ante fusiones de cooperativas
con diferentes objetos sociales o incluso de diversa clase, aspectos que no sólo
deberán considerarse respecto de las personas socias que realizan de forma directa
la actividad cooperativizada, sino también respecto de las personas socias colaboradoras,
inactivas, con vinculo de duración determinada o de trabajo.
293

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
d) La fecha a partir de la cual las operaciones de las cooperativas que se extingan habrán
de considerarse realizadas, a efectos contables, por cuenta de la cooperativa
nueva o absorbente.
e) Los derechos que correspondan a titulares de participaciones especiales, títulos participativos
u otros títulos asimilables de las cooperativas que se extingan en la cooperativa
nueva o absorbente.
El número tres exige que, aprobado el proyecto de fusión, las personas administradoras de
las cooperativas que se fusionen se abstengan de realizar cualquier acto o celebrar cualquier
contrato que pueda obstaculizar la aprobación del proyecto o modificar sustancialmente la
proporción de la participación de las personas socias de las cooperativas extinguidas en
la nueva o absorbente. Se trata así, como en cualquier proyecto de fusión societaria, que
las pautas mínimas negociadas y establecidas por todas las personas administradoras de las
participantes no sean posteriormente desvirtuadas por las actuaciones que los de cada una
realicen posteriormente. Es un mandato expreso de la norma, aún cuánto resultaría inherente
a la buena fe de los intervinientes. La norma marca la sustancialidad en cuanto que la mera
gestión diaria del negocio y el tiempo que va a transcurrir entre la aprobación del proyecto
de fusión y la culminación de todos los pasos necesarios para que la misma se produzca va a
ocasionar unas pérdidas o ganancias que la estarán modificando. Estos deberes deben entenderse
que obligan tanto a las personas administradoras que suscribieron el proyecto como a
cualquiera que puede incorporarse como tal, posteriormente y antes de la asamblea general
que deba aprobarlo.
Por último, el número cuatro en relación con lo exigido en el número tres y debido a
esa obligación de abstención en la realización de cualquier acto o celebración de cualquier
contrato que puede obstaculizar la aprobación del proyecto o modificar sustancialmente la
participación de las personas socias en el mismo, establece que el proyecto queda sin efecto
si la fusión no queda aprobada por todas las cooperativas que participen en ella en un plazo
de seis meses desde la fecha del proyecto. La propia ley otorga un plazo de seis meses desde
la firma del proyecto de fusión para que la misma culmine, liberando en otro caso a las partes
de las obligaciones contenidas en el citado proyecto.
A falta de un nuevo Reglamento del Registro de Cooperativas, en el artículo 61 del actual
(Decreto 59/2005) el carácter imperativo del artículo queda reforzado por el requisito añadido
que impone la obligación del depósito del proyecto a las personas administradoras de
cada cooperativa se vaya a fusionar (art. 61.1), que se califica atendiendo exclusivamente si
el documento presentado es el exigido por el precepto legal y si está debidamente suscrito,
practicándose nota marginal en el plazo de quince días en la hoja abierta a cada cooperativa
interviniente (art. 61.2). La anotación marginal eleva a condición previa por ser exigida para
poder publicarse la convocatoria de las asambleas que van a pronunciarse sobre la fusión
(art. 61.3). El Registro notifica la anotación a cada sociedad interviniente.
12.2.4 Otra normativa aplicable
Habrá que atender, especialmente en esta materia, a lo que se establezca en su normativa de
desarrollo y a lo que se regula en el Reglamento del Registro de Cooperativas de Euskadi. A
falta del nuevo, en el artículo 62 del Decreto 59/2005, se establece la obligación del depósito
294

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
del proyecto, a las personas administradoras de cada cooperativa que vaya fusionarse, su
calificación y se prohíbe la convocatoria de la propia asamblea general en tanto no se haya
realizado la misma.
En cuanto la normativa estatal, apartados cuatro, cinco y seis del artículo 63 de la ley
27/1999, de cooperativas, no serían de aplicación supletoria, regulando, en cualquier caso,
las operaciones previas a la fusión y el proyecto de fusión de un modo idéntico a lo dispuesto
en la ley vasca (salvo por la no regulación de las reservas voluntarias repartibles por no existir
como tales en la norma estatal).
No obstante, si en la fusión interviniesen (adicionalmente a una bajo ley vasca) cooperativas
bajo ley estatal o autonómica distinta de la vasca deberá atenderse a lo dispuesto en las
mismas respecto a los requisitos del proyecto, por cuanto que siendo el proyecto común para
todas las intervinientes el mismo debería reunir los requisitos que satisficieran a todas ellas.
12.3 Información sobre la fusión
Artículo 82.- Información sobre la fusión.
Al publicar la convocatoria de la asamblea general que deba aprobar la fusión, deberán
ponerse a disposición de las personas socias, en el domicilio social, los siguientes
documentos:
a) El proyecto de fusión.
b) Los informes, redactados por las personas administradoras de cada una de las
cooperativas, sobre la conveniencia y efectos de la fusión proyectada.
c) Las cuentas anuales de los tres últimos ejercicios de las cooperativas que participen
en la fusión y, en su caso, los informes de gestión y de las personas auditoras
de cuentas.
d) El balance de fusión de cada una de las cooperativas cuando sea distinto del
último anual aprobado. Podrá considerarse balance de fusión el último balance
anual aprobado siempre que hubiera sido cerrado dentro de los seis meses anteriores
a la fecha de aprobación del proyecto de fusión.
e) El proyecto de estatutos de la nueva cooperativa o el texto íntegro de las modificaciones
que hayan de introducirse en los estatutos de la cooperativa absorbente.
f) Los estatutos vigentes de todas las cooperativas que participen en la fusión.
g) La relación de nombres, apellidos, edad, si fueran personas físicas, o la denominación
o razón social, si fueran personas jurídicas, y, en ambos casos, la
nacionalidad y domicilio de las personas administradoras de las sociedades que
participan en la fusión y la fecha desde la que desempeñan sus cargos, y, en su
caso, las mismas indicaciones de quienes vayan a ser propuestas como personas
administradoras como consecuencia de la fusión.
12.3.1 Introducción
Como en el restante derecho de sociedades se trata de que las personas socias que van
a tomar la decisión sobre la fusión cuenten con la información necesaria para hacerlo. Se
295

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
establece la información que se considera mínima, sin perjuicio de la que adicionalmente se
pueda haber establecido en estatutos o las personas administradoras decidan proporcionar.
El objetivo del artículo es conseguir que las personas socias puedan formarse un criterio
suficiente para votar a favor o no de la decisión que se le somete.
12.3.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El artículo tiene la misma redacción que el antiguo 78 de la Ley 4/1993, sustituyendo en su
letra c) por cuentas anuales la anterior referencia a las que las integran: el balance, la cuenta
de pérdidas y ganancias y la memoria.
12.3.3 Comentario general y significado práctico
La ley establece unos documentos mínimos necesarios que deben estar a disposición de
las personas socias desde la convocatoria de la asamblea que debe aprobar la fusión. Adicionalmente,
las personas administradoras pueden dar la información que estimen conveniente.
Deben estar a disposición de los socios en el domicilio social:
a) El proyecto de fusión. Ya comentado y con la información mínima exigida.
b) Los informes, redactados por las personas administradoras de cada una de las cooperativas,
sobre la conveniencia y efectos de la fusión proyectada.
La ley no dice más, cabiendo en dichos informes las opiniones negativas de aquellas
consejeras o consejeros que no consideren que la fusión deba aprobarse.
A diferencia de lo establecido en el artículo 33 de la Ley 3/2009, de 3 de abril, sobre
modificaciones estructurales de las sociedades mercantiles, no se establece el contenido
de dicho informe con referencia a sus “aspectos jurídicos y económicos, con
especial referencia al tipo de canje de las acciones, participaciones o cuotas y a las
especiales dificultades de valoración que pudieran existir, así como las implicaciones
de la fusión para los socios, los acreedores y los trabajadores”.
No obstante, parece que la referencia a los efectos jurídicos y económicos es de
encaje obligado, así como información sobre como quedan los diversos capitales y
reservas de las que van a fusionarse.
Respecto de las posibles dificultades de valoración, contemplando especialmente las
peculiaridades del régimen económico de las cooperativas (p.e. valor de filiales en
España o en el extranjero, terrenos con plusvalías…), sería conveniente la información
a la persona socia sobre los efectos presentes y futuros, pero nada se exige en el
texto.
Más problemas aún presenta la referencia a acreedores y personas trabajadoras ya
que, aunque sus intereses no son en absoluto ajenos al sistema cooperativo, lo cierto
es que no hay mención a ellos en el texto y el artículo va dirigido a información las
personas socias que van a votar y no a terceros.
c) Las cuentas anuales de los tres últimos ejercicios de las cooperativas que participen
en la fusión y, en su caso, los informes de gestión y de los auditores o auditoras de
cuentas.
d) El balance de fusión de cada una de las cooperativas cuando sea distinto del último
anual aprobado. Podrá considerarse balance de fusión el último balance anual apro-
296

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
bado siempre que hubiera sido cerrado dentro de los seis meses anteriores a la fecha
de aprobación del proyecto de fusión.
e) El proyecto de estatutos de la nueva cooperativa o el texto íntegro de las modificaciones
que hayan de introducirse en los estatutos de la cooperativa absorbente.
Se trata de conocer cuáles serán los estatutos que regularán la sociedad fusionada.
f) Los estatutos vigentes de todas las cooperativas que participen en la fusión.
g) La relación de nombres, apellidos, edad, si fueran personas físicas, o la denominación
o razón social, si fueran personas jurídicas, y, en ambos casos, la nacionalidad
y domicilio de las personas administradoras de las sociedades que participan en la
fusión y la fecha desde la que desempeñan sus cargos, y, en su caso, las mismas indicaciones
de quienes vayan a ser propuestos como personas administradoras como
consecuencia de la fusión.
12.3.4 Otra normativa aplicable
Como ya hemos indicado anteriormente, no es de aplicación supletoria la Ley 27/1999
siendo en cualquier caso su contenido prácticamente coincidente en lo dispuesto en su número
7 del artículo 63.
No obstante, si en la fusión interviniesen (adicionalmente a una cooperativa bajo ley vasca)
cooperativas bajo ley estatal o autonómica distinta de la vasca deberá atenderse a lo dispuesto
en las mismas respecto a la información a suministrar a las personas socias, por cuanto
que aunque formalmente se cumpliría atendiendo a la exigida en cada ley aplicable a cada
cooperativa, si existieran diferencias podríamos encontrarnos con una alegación de que la
información suministrada ha sido diferente y que por ello las personas socias no disponían
de la misma información a la hora de adoptar la decisión.
12.4 El acuerdo de fusión
Artículo 83.- El acuerdo de fusión.
1.- El acuerdo de fusión habrá de ser adoptado por las asambleas generales de cada
una de las cooperativas que participen en ella, de conformidad con el proyecto de
fusión.
2.- La convocatoria de la asamblea general, que se ajustará a las normas legales y
estatutarias previstas para la modificación de estatutos, deberá indicar que el proyecto
de fusión se halla depositado en el Registro de Cooperativas de Euskadi y hará
constar el derecho de todas las personas socias a examinar en el domicilio social
los documentos indicados en el artículo anterior, así como a solicitar y obtener la
entrega o envío gratuito del texto íntegro de los mismos.
3.- El acuerdo de fusión deberá aprobarse por la mayoría prevista en el artículo 38.2 y
no podrá modificar el proyecto de fusión pactado.
4.- El acuerdo de fusión deberá incluir las menciones legalmente exigidas para constituir
una nueva cooperativa o, para el caso de que exista una cooperativa absorbente,
aprobar las modificaciones estatutarias precisas.
297

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
5.- Desde el momento en que el proyecto queda aprobado por las asambleas generales
de las cooperativas intervinientes, estas quedan obligadas a continuar el procedimiento
de fusión.
6.- El acuerdo de fusión, una vez adoptado, se publicará en el Boletín Oficial del País
Vasco y en dos periódicos de gran circulación en el territorio histórico en que tenga
el domicilio social cada una de las cooperativas participantes en la fusión.
12.4.1 Introducción
La regulación del acuerdo de fusión establece una serie de previsiones mínimas sobre la
convocatoria de las asambleas, contenido y aprobación del acuerdo, efectos de su aprobación
y exigencias especiales de publicación.
12.4.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El vigente artículo 83 se corresponde al antiguo artículo 79 de la Ley 4/1993, sustituyéndose
la remisión prevista en su número tres, a la mayoría prevista en el número dos del artículo
36, al artículo que actualmente regula dicha mayoría que es el artículo 38.2.
12.4.3 Comentario general y significado práctico
El artículo 83 establece unos mínimos que deben cumplirse para la validez del acuerdo, así
como la vinculación al mismo una vez adoptado por las asambleas generales de las cooperativas
intervinientes y los medios de difusión a terceros.
Su número uno establece que el acuerdo de fusión debe de ser adoptado por las asambleas
generales de cada una de las cooperativas que participen en ella, de conformidad con el
proyecto de fusión. Esta obligatoriedad de que el acuerdo se adopte de conformidad con el
proyecto de fusión se reitera como luego veremos en el número tres del mismo artículo.
Su número dos, relativo a la convocatoria de la asamblea general, exige que está se ajuste
a las normas legales y estatutarias previstas para la modificación de estatutos y obliga a que
indique que el proyecto de fusión se halla depositado en el Registro de Cooperativas de
Euskadi así como que haga constar el derecho de todas las personas socias a examinar en el
domicilio social los documentos indicados en el artículo 82, así como a solicitar y obtener la
entrega o envío gratuito del texto íntegro de los mismos.
Se trata así de que las personas socias conozcan que existe una información mínima y
que está se encuentra a disposición de ellas desde la convocatoria, sea para su consulta en el
domicilio social o, aún de forma más sencilla, para que la puedan consultar donde quieran
tras solicitar el envío gratuito de la misma.
Esos mínimos pueden ampliarse estatutariamente o unilateralmente por el propio convocante.
La ley no regula la posibilidad de una asamblea general de carácter universal que pueda
pronunciarse sobre la fusión con renuncia de la disponibilidad de la documentación e información
exigida. Aún cuanto desde un punto de vista teórico no parece que exista ningún
motivo para no poder entender, en línea con el artículo 42, número uno, de la Ley 3/2009, de
298

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
3 de abril, sobre modificaciones estructurales en las sociedades mercantiles, que el acuerdo
de fusión pueda adoptarse sin necesidad de publicar o depositar previamente los documentos
exigidos por la ley y el informe de las personas administradoras sobre el proyecto de fusión
cuando se adopte “en junta universal y por unanimidad de todos los socios con derecho a
voto y, en su caso, de quienes de acuerdo con la ley o los estatutos pudieran ejercer legítimamente
ese derecho”, que quepa la asamblea universal y, reuniendo la unanimidad, la
renuncia por todos las personas socias cuyos derechos se pretenden proteger a esta protección
mínima, nos encontramos que dicha posible interpretación choca con la literalidad del
número dos del artículo 82, que solo prevé la fusión con proyecto depositado en el Registro
de Cooperativas de Euskadi y cumpliendo los demás requisitos que en la misma se señalan.
Su número tres regula la mayoría necesaria para la aprobación del acuerdo de fusión, remitiéndose
a la mayoría prevista en el artículo 38.2 (mayoría de 2/3 de los votos válidamente
emitidos por los socios presentes o representados siempre que el número de votos presentes
y representados se inferior al 75% del total de votos de la cooperativa, en otro caso la mitad
de los votos válidamente emitidos). Dicha mayoría debe alcanzarse en cada una de las
cooperativas que van a intervenir en la fusión ya que la fusión debe ser aprobada con dicha
mayoría en cada una de ellas.
Dichas mayorías pueden elevarse estatutariamente.
Igualmente, el mismo número establece la imposibilidad de modificar el proyecto de fusión
pactado. La asamblea deberá pronunciarse sobre si o no, pudiendo en caso de que el
resultado de la votación sea negativo renegociarse la fusión desde el inicio siempre que la
otra u otras cooperativas implicadas sigan interesadas. La exigencia de que los acuerdos
sometidos se aprueben tal y como han sido planteados se deriva de la necesidad de que la
fusión que se vaya aprobando por las cooperativas intervinientes esté basada en un único
proyecto. En el mismo sentido puede recordarse que el artículo 40 de la Ley 3/2009, de 3 de
abril, sobre modificaciones estructurales en las sociedades mercantiles regula en su número
primero, de forma expresa, que “cualquier acuerdo de una sociedad que modifica proyecto
de fusión equivaldrá al rechazo de la propuesta”.
Su número cuatro distingue cuando se crea una nueva cooperativa de cuando una absorbe a
otra u otras. En el primer caso exige que acuerdo de fusión incluya las menciones legalmente
exigidas para constituir una nueva cooperativa. En el segundo que se aprueben las modificaciones
estatutarias precisas. Se plantea la discusión académica sobre sus nuevos estatutos
deben ser aprobadas por ambas cooperativas o sólo por la asamblea de la absorbente. Lo
cierto es que el texto de los mismos es un requisito establecido en la letra e) del número 82 de
la ley, siendo información necesaria sobre la fusión que se va aprobar y estando a disposición
de las personas socias de cada una de las cooperativas intervinientes desde la convocatoria.
Lo lógico es que las personas socias de la cooperativa absorbida, dentro del acuerdo de fusión,
aprobasen que los estatutos modificados de la absorbente en la que se integran serán los
que se acompañaban al proyecto. En cualquier caso, con independencia de ello, si finalmente
la modificación de los estatutos de la absorbente no fuese aprobada por la absorbente debe
entenderse que no se ha producido la fusión por cuanto que el texto de los mismos era una de
las informaciones básicas manejadas por las personas socias a la hora de adoptar el acuerdo.
Adicionalmente debe señalarse que el artículo 86.2 se refiere a las modificaciones estatutarias
que se hubieran acordado por la cooperativa absorbente.
299

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
Su número cinco establece las consecuencias para las cooperativas intervinientes de que
el proyecto de fusión quede aprobado por las asambleas generales, señalando que desde el
momento que se produce estas quedan obligadas a continuarlo. Este artículo de carácter
imperativo puede servir para el caso de que las personas administradoras de alguna de las
intervinientes se negasen a realizar los actos necesarios para culminar la fusión una vez aprobada
por su asamblea general.
Por último, el número seis regula la publicidad necesaria del acuerdo de fusión, una vez
adoptado, exigiendo la publicación en el Boletín Oficial del País Vasco y en dos periódicos
de gran circulación en el territorio histórico en que tenga el domicilio social cada una de las
cooperativas participantes en la fusión. Esto es, cuando el texto del anuncio sea el mismo y el
domicilio de las cooperativas intervinientes esté en el mismo territorio histórico será posible
satisfacer la exigencia mediante una única publicación en el Boletín Oficial del País Vasco y
dos publicaciones en periódicos de gran circulación en el territorio histórico donde tiene su
domicilio. Por el contrario, si los domicilios de las fusionadas están en distintos territorios
históricos será preciso realizar dos publicaciones en cada uno de ellos (salvo edición del periódico
de gran difusión en ambos territorios), al igual que cuando aun siendo coincidentes
cada cooperativa publique únicamente la aprobación del acuerdo de fusión adoptado por ella.
Por ello, una coordinación en la adopción de los acuerdos en cuanto a fechas y publicaciones
puede simplificar el requisito, especialmente porque la publicación hace correr los plazos de
los artículos 80 y 81 que analizaremos posteriormente.
A falta del nuevo Reglamento del Registro de Cooperativas, el artículo 62.2. letra a) del
Decreto 59/2005, exige adjuntar un ejemplar de las publicaciones a la escritura de fusión, no
bastando la mera manifestación. Sin satisfacer dicha exigencia no habrá lugar a la inscripción
y con ello a la fusión.
12.4.4 Otra normativa aplicable
Como ya hemos indicado anteriormente, aun no siendo de aplicación supletoria la Ley
27/1999 podemos indicar que el contenido de su artículo 64 es menos detallado.
No obstante, si en la fusión interviniesen (adicionalmente a una bajo ley vasca) cooperativas
bajo ley estatal o autonómica distinta de la vasca deberá atenderse a lo dispuesto en sus
normas sobre esta cuestión, dado que en la cooperativa de nueva creación desaparecen las
antiguas inscritas en distintos registros de cooperativas y en la fusión por absorción la o las
absorbidas.
Adicionalmente, aunque no sea de aplicación puede examinarse la regulación existente
en los artículos 40 a 44 de la Ley 3/2009, de 3 de abril, sobre modificaciones estructurales
de las sociedades mercantiles que puede aportar ideas a las personas administradoras sobre
derechos adicionales a brindar a las personas socias de las intervinientes.
12.5 Derecho de separación de la persona socia
Artículo 84.- Derecho de separación de la persona socia.
1.- Las personas socias de todas las cooperativas participantes en la fusión que hayan
votado en contra de la misma o las que, no habiendo asistido a la asamblea, expre-
300

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
sen su disconformidad mediante escrito dirigido a las personas administradoras,
en el plazo de cuarenta días desde el último de los anuncios del acuerdo de fusión,
tendrán derecho a separarse de la cooperativa.
2.- En caso de ejercer este derecho, la baja de la persona socia se entenderá justificada.
La devolución de su aportación, para el caso de las personas socias de las
cooperativas que se extingan como consecuencia de la fusión, será obligación de la
cooperativa nueva o absorbente.
12.5.1 Introducción
La fusión implica unas modificaciones estructurales en las cooperativas que participan,
modificaciones que pueden no interesar a alguno de las personas socias que las integraban
y a los que la ley les va a reconocer un derecho de separación. La fusión se acuerda con la
mayoría marcada en los artículos anteriores pero las personas socias que cumplan ciertos
requisitos podrán apartarse del proyecto fusionado.
12.5.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El artículo es coincidente con el antiguo 80 de la Ley 4/1993.
12.5.3 Comentario general y significado práctico
Su número uno reconoce a las personas socias de todas las cooperativas participantes en la
fusión el derecho a separarse de la cooperativa siempre que:
• hayan votado en contra de la misma
• o, no habiendo asistido a la asamblea, expresen su disconformidad mediante escrito
dirigido a las personas administradoras en el plazo de cuarenta días desde el último
de los anuncios del acuerdo de fusión.
La ley exige que se haya votado en contra, lo cual solo será posible constatarlo cuando
la persona socia haga constar el sentido de su voto en el acta. Cuando no haya asistido a la
asamblea (constatable mediante el listado de asistentes) se exige que la disconformidad con
el acuerdo se manifieste de forma escrita a las personas administradoras en el plazo de 40
días a contar desde el último de los anuncios del acuerdo de fusión exigidos por el artículo
83.6.
El derecho de separación se otorga a las personas socias de cualquiera de las cooperativas
intervinientes que cumplan los requisitos anteriores, incluyendo así, en las fusiones por absorción,
a las personas socias de la cooperativa absorbente.
La baja de la persona socia que ejercita el derecho de separación se considera como justificada
(artículo 84.2) y es la nueva cooperativa o la absorbente la que queda obligada a la
devolución de sus aportaciones. El número dos del artículo 84 se refiere la devolución de
la aportación para el caso de las personas socias de las cooperativas que se extinguen como
consecuencia de la fusión estableciendo, igualmente, que esta obligación recae sobre la cooperativa
nueva o absorbente. No obstante, la misma obligación recae sobre la absorbente
respecto de las personas socias que pertenecían a la misma.
301

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
A falta de un nuevo del Reglamento del Registro de Cooperativas, el artículo 62.1 letra d)
del Decreto 59/2005, establece como contenido necesario de la escritura de fusión la declaración
de sus otorgantes identificando a las personas socias que hubieran ejercido el derecho
de separación y recogiendo las condiciones de reembolso de sus aportaciones.
12.5.4 Otra normativa aplicable
Como los restantes artículos que regulan la fusión, el artículo 65 de la ley 27/1999 no es
de aplicación directa siendo, en cualquier caso, la regulación muy similar. Tal vez resulte su
redacción más precisa al referirse en general las personas socias que no hubiesen votado a
favor, especificar que el escrito de solicitud de baja debe dirigirse al presidente o presidenta
del consejo rector (en el caso de la ley vasca este no existe siempre, al poder ser la cooperativa
administrada de diversas maneras) y establecer la obligación del reembolso sobre “la
cooperativa resultante de la fusión”.
En caso de intervenir cooperativas bajo diversas leyes autonómicas o bajo ley estatal que
se fusionen con una vasca deberá atenderse a la regulación de cada una de ellas sobre el
derecho de separación.
12.6 Derecho de oposición de los acreedores
Artículo 85.- Derecho de oposición de los acreedores.
1.- La fusión no podrá ser realizada antes de que transcurra un mes desde el último de
los anuncios previstos en el artículo 83.6. Si durante este plazo alguna acreedora o
acreedor de cualquiera de las cooperativas participantes en la fusión se opusiera
por escrito a esta, no podrá llevarse a efecto si sus créditos no son enteramente satisfechos
o si la sociedad deudora o la cooperativa resultante de la fusión no aporta
garantía suficiente.
2.- Los acreedores no podrán oponerse al pago aunque se trate de créditos no vencidos.
3.- En el anuncio del acuerdo de fusión deberá mencionarse expresamente este derecho
de oposición de los acreedores.
12.6.1 Introducción
La modificación estructural acordada por las asambleas de las cooperativas puede afectar a
los acreedores que pasarían a serlo de la nueva sociedad. Sociedad que ha podido modificar
su solvencia respecto de la o las de origen, la actividad principal o cualquier otro extremo
relevante que hubiera aconsejado al acreedor o acreedora no realizar la operación que lo
convirtió en tal.
Por todo ello, la normativa societaria reguladora de las fusiones contempla con carácter
general que el acreedor o acreedora pueda oponerse al cambio que conllevaría la fusión, con
diversos matices y condiciones. No es una oposición para bloquear sino un derecho similar
al de la persona socia que puede separase. El acreedor o acreedora puede también separase
de la sociedad mediante la exigencia del pago de su crédito o al menos obtener una garantía
suficiente de que lo va a cobrar.
302

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
12.6.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El vigente artículo 85 se corresponde al antiguo artículo 81 de la Ley 4/1993, sustituyéndose
la remisión prevista en su número uno al último de los anuncios que se regulaban en el
número 6 del artículo 79 por la del artículo actual (número 6 del artículo 83).
12.6.3 Comentario general y significado práctico
Durante un mes desde el último de los anuncios previstos en el artículo 83.6 no podrá realizarse
la fusión (número uno del artículo 85). En ese plazo cualquier acreedor o acreedora
de cualquiera de las cooperativas intervinientes en la fusión (no sólo de la absorbida) puede
oponerse mediante escrito. Presentada esa oposición escrita, la fusión no puede llevarse a
efecto si sus créditos no son enteramente satisfechos o si la sociedad deudora o la cooperativa
resultante de la fusión no aporta garantía suficiente.
No se señala que se entiende por garantía suficiente. La ley 3/2009, de 3 de abril, sobre
modificaciones estructurales de las sociedades mercantiles señala en el número 3 de su artículo
44 “garantía a satisfacción del acreedor o, en otro caso, hasta que notifique a dicho
acreedor la prestación de fianza solidaria en favor de la sociedad por una entidad de crédito
debidamente habilitada para prestarla, por la cuantía del crédito de que fuera titular el
acreedor, y hasta tanto no prescriba la acción para exigir su cumplimiento”, redacción que
parece aplicable por analogía. Si el acreedor o acreedora acepta la garantía esta será suficiente
y en caso de que no lo haga se establece en el citado artículo una alternativa que otorga
garantías e impide una acción obstruccionista del acreedor o acreedora.
En el número dos del artículo, se posibilita la satisfacción de los créditos al acreedor o
acreedora que no los tiene aún vencidos y que podría, mientras llega el vencimiento, oponerse
a la fusión. Se da así una alternativa a la prestación de garantía al permitir anticipar el
pago del mismo.
Por último, en su número tres se exige que en el anuncio del acuerdo de fusión se mencione
expresamente el derecho de oposición de los acreedores. Es un recordatorio del derecho a
un acreedor o acreedora que podría en otro caso ver el anuncio y no conocer que tiene tal
derecho.
A falta de un nuevo Reglamento del Registro de Cooperativas, el artículo 62.1 letra c) del
Decreto 59/2005, establece como contenido necesario de la escritura de fusión la declaración
de los otorgantes de que ninguno de los acreedores de las Cooperativas participantes en la
fusión se ha opuesto a la misma, en el plazo de un mes, desde el último de los anuncios. En
otro supuesto, se deben relacionar los acreedores que se opongan, con sus domicilios, así
como el importe de sus créditos y las garantías otorgadas para su satisfacción por parte de la
sociedad deudora o de la cooperativa resultante de la fusión.
12.6.4 Otra normativa aplicable
Como los restantes artículos que regulan la fusión, el número 1 del artículo 66 de la ley
27/1999 no es de aplicación, siendo, en cualquier caso, su regulación muy similar, aunque
extendiéndose el plazo a dos meses y limitándose a los acreedores ordinarios
303

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
En caso de intervenir cooperativas bajo diversas leyes autonómicas o bajo ley estatal que
se fusionen o resulten en una vasca deberá atenderse a la regulación de cada una de ellas
sobre el derecho de oposición.
12.7 Escritura e inscripción de la fusión
Artículo 86.- Escritura e inscripción de la fusión.
1.- Los acuerdos de fusión se formalizarán en escritura pública única, en la que constará
el acuerdo de fusión aprobado por las respectivas asambleas generales de las
cooperativas que se fusionan y el balance de fusión de las cooperativas que se extinguen.
2.- En caso de crearse una nueva cooperativa como consecuencia de la fusión, la escritura
deberá contener, además, las menciones legalmente exigidas para su constitución.
En el caso de fusión por absorción, contendrá las modificaciones estatutarias
que se hubieran acordado por la cooperativa absorbente.
3.- La eficacia de la fusión quedará supeditada a la inscripción de la nueva cooperativa
o, en su caso, a la inscripción de la absorción. Una vez inscrita en el Registro de
Cooperativas de Euskadi la escritura de constitución por fusión, o de absorción, se
cancelarán los asientos registrales de las cooperativas extinguidas.
12.7.1 Introducción
Cumplidos los anteriores pasos debe culminarse la fusión con el otorgamiento de escritura
pública y su inscripción en el registro.
12.7.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El artículo es coincidente con el antiguo 82 de la Ley 4/1993.
12.7.3. Comentario general y significado práctico
Se trata de otro artículo de carácter imperativo.
El número uno del artículo 86 establece que los acuerdos de fusión se formalizarán en
escritura pública única, en la que constará el acuerdo de fusión aprobado por las respectivas
asambleas generales de las cooperativas que se fusionan y el balance de fusión de las cooperativas
que se extinguen. Con idéntica redacción al anterior artículo 82 de la Ley 4/1993,
se mantiene la escritura única. Los acuerdos de fusión adoptados se elevan a la vez y entre
ellos las posibles modificaciones en los estatutos de la absorbente o los nuevos estatutos de
la cooperativa, tal y como se señala en el siguiente número del artículo.
Su número dos precisa que, en caso de crearse una nueva cooperativa como consecuencia
de la fusión, la escritura deberá contener, además, las menciones legalmente exigidas para su
constitución. Se trata que esta nueva cooperativa cumpla con las menciones exigibles a las
cooperativas de nueva creación. Si estamos ante una fusión por absorción, se exige que la escritura
contenga las modificaciones estatutarias que se hubieran acordado por la cooperativa
304

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
absorbente y que aparecerían también entre la documentación que manejaban los socios de
la absorbida para adoptar el acuerdo.
Su número tres, en línea con lo establecido por el artículo 16 dos de la misma ley establece
que la inscripción de la fusión es de carácter constitutivo. La eficacia de la misma
queda supeditada a la inscripción de la nueva cooperativa o, en su caso, a la inscripción de
la absorción. No obstante, la calificación positiva que da lugar a la inscripción no sana los
posibles defectos del acuerdo que pudieran dar lugar a una impugnación y que se resolverían
judicialmente.
Por último, el mismo número tres señala que una vez inscrita en el Registro de Cooperativas
de Euskadi la escritura de constitución por fusión o de absorción, se cancelarán los
asientos registrales de las cooperativas extinguidas. El nacimiento de una o la absorción en
ella suponen la muerte registral de las demás vía cancelación.
A falta de un nuevo Reglamento del Registro de Cooperativas, el artículo 62.1 del Decreto
59/2005, establece como contenido necesario de la escritura pública única de fusión, otorgada
por todas las Cooperativas participantes, que contenga, además de las menciones del entonces
vigente artículo 82.2 de la Ley de Cooperativas de Euskadi (hoy 86.2), las siguientes:
a) Acuerdo de fusión adoptado por las respectivas Asambleas Generales que intervienen
en la fusión, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 79 de la citada Ley
(hoy artículo 83).
b) Manifestación de los otorgantes, realizada bajo su responsabilidad, de que las personas
socias han dispuesto de la información a que se refiere, y en las condiciones que
establece el artículo 78 de la misma Ley (hoy artículo 82).
c) Declaración de los otorgantes de que ninguno de los acreedores de las Cooperativas
participantes en la fusión se ha opuesto a la misma, en el plazo de un mes, desde el
último de los anuncios a que se refiere el artículo 79.6 de la repetida Ley (hoy artículo
83.6). En otro supuesto, deberán relacionarse los acreedores que se opongan,
con sus domicilios, así como el importe de sus créditos y las garantías otorgadas para
su satisfacción por parte de la sociedad deudora o de la cooperativa resultante de la
fusión.
d) Identificación de las personas socias que hubieran ejercido el derecho de separación
y de las condiciones de reembolso de sus aportaciones, mediante declaración de los
otorgantes.
Su número 2 exige que a la escritura pública de fusión se acompañarán los siguientes documentos:
a) Un ejemplar de cada una de las publicaciones a que se refiere el número 6 del artículo
79 de la misma Ley (hoy artículo 83.6).
En el anuncio del acuerdo de fusión debe constar expresamente el derecho de oposición
de los acreedores.
b) Balance de fusión de las cooperativas que participen en dicho proceso. Puede considerarse
como tal el último anual aprobado, siempre que éste haya sido cerrado dentro
de los 6 meses anteriores a la fecha de celebración de la asamblea que ha de resolver
sobre la fusión.
305

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
c) Los informes redactados por las personas administradoras de cada una de las cooperativas
que participan en la fusión sobre la conveniencia y efectos de la fusión
proyectada, debiendo hacerse constar, tanto respecto de las personas administradoras
de cada una de las cooperativas que participan en la fusión como, en su caso, de
quienes vayan a ser propuestos como personas administradores como consecuencia
de la fusión, las menciones que establece la letra g) del artículo 78 de la propia Ley
(hoy artículo 82. letra g).
Por último, el artículo 63 del Reglamento del Registro de Cooperativas (Decreto 59/2005),
establece que de conformidad con lo previsto en el artículo 82.3 de la Ley de Cooperativas de
Euskadi (hoy artículo 86.3), la eficacia de la fusión realizada queda supeditada a su inscripción
en el Registro (supuesto también previsto en el artículo 16.6 de la Ley) y que una vez
realizada se cancelan de oficio los asientos de las Cooperativas extinguidas.
12.7.4 Otra normativa aplicable
Como los restantes artículos que regulan la fusión, los artículos 64.4 y 66 en su segundo
párrafo de la Ley 27/1999 no son de aplicación directa siendo, en cualquier caso, la regulación
muy similar, sin añadir ni complementar lo previsto en la ley vasca.
En caso de intervenir cooperativas bajo diversas leyes autonómicas o bajo ley estatal que
se fusionen con una vasca deberá atenderse a la regulación de cada una de ellas de la escritura,
ya que esta deberá ser presentada en el registro en el que vaya a quedar inscrita y este
remitirlos a los demás. En caso de que tal coordinación no se produjera deberá hacerlo la
cooperativa a fin de que se cancelen los asientos de las que desaparezcan.
12.8 Fusiones especiales
Artículo 87.- Fusiones especiales.
1.- Siempre que no exista precepto legal que lo prohíba expresamente, las sociedades
civiles, mercantiles o entidades de cualquier otro tipo podrán fusionarse con cooperativas
mediante la absorción de aquellas por estas o constituyendo una nueva sociedad.
En el supuesto de fusión por absorción de una cooperativa por una entidad
de otro tipo, se aplicará lo regulado en el artículo 89.4 de esta ley respecto de la
transformación, en relación con los fondos a que se refiere el mismo.
En estas fusiones serán de aplicación las respectivas normas reguladoras de las
sociedades que se fusionan.
2.- Lo dispuesto en el número anterior se aplicará a las fusiones que se produzcan entre
cooperativas agrarias y alimentarias y sociedades agrarias de transformación.
12.8.1 Introducción
En doctrina cooperativa se denomina fusión especial a aquella referida a la fusión de una
sociedad cooperativa con otra de fórmula jurídica no cooperativa. El concepto es así distinto
al usado en la Ley 3/2009, de 3 de abril, sobre modificaciones estructurales de sociedades
mercantiles que incorpora diversas Directivas de la UE y usa el concepto para referirse a
absorciones de sociedades íntegramente participadas o en más del noventa por ciento de su
capital (art. 49 y ss).
306

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
12.8.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
La propia Ley señala en su Exposición de Motivos que “se introduce la previsión expresa,
respecto de fusiones especiales, de la posibilidad de que las sociedades cooperativas se fusionen
con cualquier otro tipo societario, civil o mercantil, siempre que no exista precepto
legal que lo prohíba expresamente, como ya estaba fijado como criterio.”
Se acaba así la discusión doctrinal sobre si existía o no dicha posibilidad desde antes de
la reforma, por no estar prohibida y si posibilitada en otros textos legales, o de si debía con
carácter previo o simultaneo a la fusión realizarse una transformación y que fuera el resultado
transformado el que se fusionase. Transformación de o en cooperativa. Ahora este paso
previo es definitivamente innecesario, aunque pudiera seguir siendo conveniente por otros
motivos (véase el Capítulo de transformaciones).
Se amplía así la anterior posibilidad que sólo preveía expresamente las fusiones de cooperativas
de trabajo asociado y sociedades anónimas laborales y siempre en cooperativa. Se
posibilita la fusión de sociedades civiles, mercantiles y entidades de cualquier otro tipo. Es
una norma posibilitadora que exige la existencia de una regulación igualmente permisiva
respecto a las fusiones espaciales en la regulación no cooperativa, sea estatal o autonómica
ajena. Respecto a la autonómica propia (p.e. asociación bajo ley vasca a fusionar con cooperativa
bajo ley vasca) puede entenderse que este artículo cubre el requerimiento.
En la misma exposición de Motivos se añade que “en línea con las modificaciones propuestas
para el supuesto de transformación de cooperativa, se prevé el mismo tratamiento
para los fondos contemplados en el artículo 89.4 cuando se trate de la fusión de una sociedad
cooperativa por una sociedad no cooperativa “.
Igualmente, su número segundo incorpora junto a las cooperativas agrarias (que ya aparecían)
a las alimentarias que aparecen ahora reguladas en los artículos 112 y siguientes, cuando
regula la aplicabilidad del anterior sistema en caso de fusión de estas con las sociedades
agrarias de transformación.
12.8.3 Comentario general y significado práctico
La nueva regulación habilita en el número uno del artículo 87 que las sociedades civiles,
mercantiles o entidades de cualquier otro tipo puedan fusionarse con cooperativas mediante
la absorción de aquellas por estas o constituyendo una nueva sociedad, siempre que no exista
precepto legal que lo prohíba expresamente. En las fusiones especiales habrá al menos dos
normas reguladoras, una por sociedad interviniente y a veces más (p.e tres distintas a fusionar
o dos en las que las de origen y la final puedan ser distintas).
Además, en el supuesto de fusión por absorción de una cooperativa por una entidad de otro
tipo, se dispone la aplicación de lo regulado en el artículo 89.4 de la propia ley respecto de
la transformación, en relación con los fondos a que este se refiere. Nos remitimos a lo que
allí comentaremos.
Para terminar el número uno, la ley señala que en estas fusiones son de aplicación las
respectivas normas reguladoras de las sociedades que se fusionan. Normas que deberán posibilitar
estas fusiones o, no oponiéndose de forma expresa, poderse interpretar que caben
bajo ellas.
307

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
Su número dos clarifica que lo dispuesta en el número uno se aplica también a las fusiones
que se produzcan entre cooperativas agrarias y alimentarias y sociedades agrarias de transformación.
A falta de un nuevo Reglamento del Registro de Cooperativas, los números 1 y 2 del
artículo 65 del Decreto 59/2005 prevén, para acreditar el cumplimiento de lo exigido en la
legislación para cada caso aplicable, que el encargado del registro establezca las oportunas
relaciones informativas, de colaboración y consulta con los registros donde estuvieran inscritas
las entidades extracooperativas participantes, para garantizar la necesaria coordinación
registral, imprescindible a la hora de proceder a la cancelación de los asientos registrales
de las entidades que se extingan a consecuencia de la fusión. Debe recordarse que bajo la
anterior ley sólo se previa las fusiones especiales con sociedades anónimas laborales y sociedades
agrarias de transformación y siempre con resultado cooperativo.
12.8.4 Otra normativa aplicable
La materia regulada en este artículo habilitante excede del ámbito puramente cooperativo.
Fusionaremos una sociedad cooperativa con una no cooperativa sea para que una absorba a
la otra o para dar como resultado otra sociedad sea cooperativa o no. La norma simplemente
reconoce de forma expresa la posibilidad de la fusión, pero es preciso que la norma que regula
la fórmula jurídica con la que la cooperativa vasca va a fusionarse admita igualmente
la posibilidad o que, no existiendo prohibición expresa, podamos interpretar que cabe la
posibilidad.
Por ello, la norma reguladora de la fórmula jurídica no cooperativa estatal e incluso autonómica
(p.e. fusión con una asociación) será aplicable con mayor o menor intensidad según
sólo sea la aplicable a una de las integrantes inicialmente de la fusión o vaya a aplicarse al
resultado de la misma.
El artículo 67 de la Ley 27/1999 estatal no resultará de aplicación directa, pero si podrá serlo
en caso de que una de las participantes este bajo tal regulación (p.e. fusión de cooperativa
estatal con una vasca y otra fórmula no cooperativa, o resultado de la fusión cooperativa bajo
ley estatal). El artículo sólo prevé la fusión de cooperativas con sociedades civiles o mercantiles
y recuerda la aplicabilidad de los artículos 64, 65 y 66 de dicha ley en cuanto a adopción
del acuerdo y garantías de derechos de las personas socias y acreedores y la aplicación de
la normativa reguladora de la sociedad absorbente o que se constituya como consecuencia
de la fusión. Dicha previsión que resulta clarificadora se cumplirá en todo caso por cuanto
inherente a la lógica de la operación.
Cuestión distinta es si la Ley vasca con el ámbito competencial en que se desarrolla pudiera
haber realizado un pronunciamiento similar al de la estatal que podría entenderse extralimita
el mismo. Por ello, es más escueta y meramente habilitante, con la previsión a los
fondos a que se refiere el artículo 89.4 LCE.
12.9 Escisión de la cooperativa
Artículo 88.- Escisión de la cooperativa.
1.- Podrá escindirse la cooperativa mediante:
308

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
a) Su extinción, sin liquidación previa, distribuyendo a sus personas socias y dividiendo
su patrimonio en dos o más partes, las cuales se traspasan en bloque
a otra u otras cooperativas o entidades no cooperativas de nueva creación, o
son absorbidas por otra u otras cooperativas o entidades no cooperativas ya
existentes, a las que se adscriben aquellas.
b) La segregación de una o varias partes del patrimonio y de las personas socias
de la cooperativa, sin extinguirse, traspasando en bloque lo segregado y adscribiendo
las personas socias a una o varias cooperativas u otras entidades de
nueva creación o ya existentes.
c) La segregación de una o varias partes del patrimonio de la cooperativa, sin
extinguirse, traspasando en bloque lo segregado a una o varias cooperativas o
entidades no cooperativas de nueva creación o ya existentes.
2.- El proyecto de escisión suscrito por las personas administradoras de las entidades
participantes deberá contener una propuesta detallada de la parte del patrimonio y,
en su caso, de las personas socias que vayan a transferirse a las entidades resultantes
o absorbentes.
3.- En defecto de cumplimiento por una entidad beneficiaria de una obligación asumida
por ella, en virtud de la escisión responderán solidariamente del cumplimiento
de la misma las restantes entidades beneficiarias hasta el importe del activo neto
atribuido en la escisión a cada una de ellas. Si la sociedad escindida no ha dejado
de existir como consecuencia de la escisión, será responsable la propia sociedad
escindida por la totalidad de la obligación.
4.- La escisión de cooperativas se regirá, con las salvedades contenidas en los números
anteriores, por las normas reguladoras de la fusión, en lo que fueran aplicables,
y las personas socias y acreedores o acreedoras de las cooperativas participantes
podrán ejercer los mismos derechos.
5.- En aquellos supuestos en los que se segrega el patrimonio y/o las personas socias
de la cooperativa en favor de una entidad no cooperativa y, adicionalmente, como
consecuencia de la ejecución de la segregación, se transfieren total o parcialmente
los fondos a que se refiere el artículo 89.4 de esta ley para la transformación, registrados
en el pasivo del balance de la cooperativa, se aplicarán las reglas previstas
en dicho artículo.
12.9.1 Introducción
La escisión se ha venido viendo como la figura inversa a la de la fusión, con la que viene a
compartir muchos elementos. Si en la fusión se pasa de varios a uno, en la escisión se pasa de
uno a varios o se pasa parte de ese uno (en cooperativas: patrimonio y socios) a otra u otras.
Si en la fusión se pasaba a compartir un proyecto y afloraban sinergias, en la escisión puede
especializarse, desconcentrarse, sanearse (segregando una unidad en crisis), y a veces, en
casos muy excepcionales, resolverse problemas de enfrentamientos entre personas socias.
La ley no regula la escisión especial como tal, regulándose el contenido equivalente a la
fusión especial dentro de la escisión.
309

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
12.9.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Como refleja la exposición de Motivos de la Ley se regula “expresamente la escisión o segregación
de una sociedad cooperativa en favor de una entidad no cooperativa, posibilidad
que en la práctica cooperativa se ha advertido necesaria, por lo que la norma societaria
debe posibilitarla, como sucede en la legislación cooperativa autonómica y en la normativa
mercantil.“ Se abre por tanto la escisión a fórmulas no cooperativas, de forma que quepa incluso
escindirse en ellas, obviando una transformación intermedia. Ya no sólo una cooperativa
puede escindirse en dos o más cooperativas o escindir una o varias partes de su patrimonio
a otras cooperativas, sino que el resultado puede ser una fórmula jurídica no cooperativa o la
inclusión de la parte segregada en una fórmula no cooperativa. Por ello, se contempla, en su
número uno letra c, la posibilidad de que las personas socias de la cooperativa sigan en ella
escindiendo sólo una parte del patrimonio del cual quieren desprenderse.
Por último, se introduce un número cinco en el que se establece que, en estos casos de
destino no cooperativo, cuando se trasfieran total o parcialmente fondos de los previstos en
el artículo 89.4 de la propia ley para la transformación, se aplicarán las reglas previstas en
dicho artículo. Dado que en esos supuestos la escisión supone un paso de cooperativa a no
cooperativa se aplica la regulación prevista para estos fondos en la transformación ya que
esta se ha alcanzado a través de la escisión.
El resto es prácticamente idéntico al antiguo artículo 84 de la Ley 4/1993.
12.9.3 Comentario general y significado práctico
El número uno del artículo se dedica a enumerar y explicar las diferentes formas de escisión:
a) Distribución de sus personas socias y división de su patrimonio en dos o más partes,
las cuales se traspasan en bloque a otra u otras cooperativas o entidades no cooperativas
de nueva creación, o son absorbidas por otra u otras cooperativas o entidades
no cooperativas ya existentes, a las que se adscriben aquellas. Se extinguen, sin
liquidación previa.
b) Segregación de una o varias partes del patrimonio y de las personas socias de la
cooperativa, sin extinguirse, traspasando en bloque lo segregado y adscribiendo las
personas socias a una o varias cooperativas u otras entidades de nueva creación o ya
existentes. Debe advertirse de que el requisito legal es la adscripción de las personas
socias a una o varias cooperativas cumpliéndose aun cuando las mismas personas socias
se adscriban a varias (p.e. cooperativa agraria que escinde actividad por cultivos
existiendo algunas personas socias que practican diversos cultivos repartidos entre
las escindidas y a los que les resulta interesante seguir participando en las resultantes
y ello sin perjuicio de que puedan exigírseles nuevas aportaciones para seguir manteniendo
los capitales exigibles en cada una de ellas).
c) Segregación de una o varias partes del patrimonio de la cooperativa, sin extinguirse,
traspasando en bloque lo segregado a una o varias cooperativas o entidades no cooperativas
de nueva creación o ya existentes. Se contempla aquí el mantenimiento de
todos los socios y socias en la cooperativa y la salida de elementos patrimoniales.
La restante regulación de la escisión guarda un paralelismo inverso con la de la fusión.
310

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
Así, su número dos se dedica al proyecto de escisión estableciendo que debe ser suscrito
por las personas administradoras de las entidades participantes y contener una propuesta detallada
de la parte del patrimonio y, en su caso, de las personas socias que vayan a transferirse
a las entidades resultantes o absorbentes.
El número tres regula el régimen de responsabilidad. En defecto de cumplimiento por
una entidad beneficiaria de una obligación asumida por ella, responden solidariamente del
cumplimiento de la misma las restantes entidades beneficiarias hasta el importe del activo
neto atribuido en la escisión a cada una de ellas. Si la sociedad escindida no ha dejado de
existir como consecuencia de la escisión, será responsable la propia sociedad escindida por
la totalidad de la obligación.
El número cuatro establece la aplicación de la regulación de la fusión con las excepciones
expresamente reguladas en los números anteriores: “La escisión de cooperativas se regirá,
con las salvedades contenidas en los números anteriores, por las normas reguladoras de la
fusión, en lo que fueran aplicables, y los socios y acreedores de las cooperativas participantes
podrán ejercer los mismos derechos”.
Y el número cinco, previendo lo que podida haberse denominado como escisión especial
con traspaso de ciertos fondos, contempla los supuestos en los que se segrega el patrimonio
y/o las personas socias de la cooperativa en favor de una entidad no cooperativa y,
adicionalmente, como consecuencia de la ejecución de la segregación, se transfieren total
o parcialmente los fondos a que se refiere el artículo 89.4 de esta ley para la transformación,
registrados en el pasivo del balance de la cooperativa, estableciendo que se aplican
las reglas previstas en dicho artículo. Dado que en esos supuestos la escisión supone un
paso de cooperativa a no cooperativa se aplica la regulación prevista para estos fondos en
la transformación. Nos referiremos a ello cuando analicemos el citado artículo relativo a la
transformación.
A falta de un nuevo Reglamento del Registro de Cooperativas, el artículo 64 del Decreto
59/2005 sólo contemplaba las escisiones que regulaba el antiguo artículo 84, esto es de
cooperativas en cooperativas por lo que debe ser adecuado en la esperada reforma del Reglamento.
- Inscripción de la escisión: se practica mediante escritura pública que debe contener
las menciones señaladas en el artículo 62 (fusiones) del Reglamento en lo que sean
aplicables y teniendo en cuenta la propuesta detallada a que se refiere el artículo 84.2
de la Ley de Cooperativas de Euskadi (hoy artículo 88.2). Además, debe especificarse
si se produce o no extinción de la Cooperativa que se escinde y si las Cooperativas
beneficiarias de la escisión son de nueva creación o existían con anterioridad.
- Nuevas personas administradoras: Tanto en el caso de escisión total como en la parcial,
sólo es obligatorio elegir nuevas personas administradoras cuando las beneficiarias
sean una o más Cooperativas de nueva creación o cuando el número de personas
socios que pasan a las Cooperativas existentes sea superior al de los que éstas tenían
antes de la escisión.
La elección de las personas administradoras debe ajustarse a las normas estatutarias
y, en su defecto, a la convocatoria de la Asamblea de escisión que puede incluir las
siguientes reglas:
311

FUSIÓN Y ESCISIÓN DE LA COOPERATIVA
A) Cuando la Sociedad beneficiaria sea una o más Cooperativas de nueva creación,
en la propia Asamblea que acuerde la escisión, puede elegirse con carácter provisional
a sus respectivas personas administradoras mediante votación separada
de las personas socias que pasen a constituir dichas Cooperativas. No obstante,
la citada elección es definitiva si la convocatoria hubiese anunciado la posibilidad
de darle carácter de Asamblea constituyente a esa sesión separada.
B) Cuando la Sociedad beneficiaria sea una o más Cooperativas preexistentes, la
votación separada entre las personas socias que pasan a dichas Cooperativas
puede considerarse emitida en Junta Preparatoria de la Asamblea General de
estas Sociedades que apruebe la recepción del patrimonio escindido.
– En el supuesto de extinción de la Cooperativa que se escinde, se cancelan los asientos
registrales referentes a la misma una vez producida la inscripción de la nueva
Cooperativa o Cooperativas resultantes de la escisión o de la absorción por Cooperativas
ya existentes, en las hojas correspondientes a dichas Cooperativas absorbentes.
– Si la escisión es parcial se inscribe la segregación en la hoja abierta a la Cooperativa
segregante y en las correspondientes a las Sociedades beneficiarias de la escisión,
tanto sin son de nueva creación como absorbentes.
La inscripción de la escisión sigue siendo constitutiva según lo previsto en el artículo 16.2
de la Ley 11/2019.
12.9.4 Otra normativa aplicable
Como hemos visto el artículo dedicado a la escisión se ha modificado posibilitando de forma
expresa que la fórmula jurídica resultante de la escisión de una cooperativa vasca pueda
ser cooperativo o no.
La Ley 27/1999 sigue únicamente contemplando el cooperativo (art. 68) de una forma muy
similar a la del antiguo artículo 84 de la ley vasca.
Si la cooperativa escindida está bajo ley vasca y el resultado se convierte o integra en cooperativa
bajo ley vasca, la Ley de Cooperativas de Euskadi regulará todo el proceso. Cuando
por el contrario una de las sociedades cooperativas intervinientes este bajo ley de cooperativas
vasca y otra este bajo ley estatal o autonómica cooperativa no vasca o bajo ley estatal o
autonómica no cooperativa (p.e. ley de modificaciones estructurales de sociedades de capital
y posibles remisiones y regulación de desarrollo, asociaciones…) deberemos examinar dicha
normativa y ver si autoriza la operación o al menos si no se prohíbe de forma expresa y puede
interpretarse autorizada. Será preciso diseñar la operación de forma que permita cumplir los
requisitos que puedan ser exigidos por las diferentes leyes aplicables de cara al buen fin de
la operación.
312

13. TRANSFORMACIÓN *13
13.1 Transformación de cooperativas
Artículo 89.- Transformación de cooperativas.
1.- Las cooperativas podrán transformarse en sociedades civiles o mercantiles de cualquier
clase siempre que se cumplan los requisitos siguientes:
a) La transformación solo podrá efectuarse por necesidades empresariales que
exijan soluciones societarias inviables en el sistema jurídico cooperativo a juicio
de las personas administradoras, quienes elaborarán un informe al respecto.
Dicho informe, que se incorporará a la escritura pública de transformación, se
comunicará, con carácter previo al acuerdo a que se refiere la letra b) siguiente,
al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi.
b) Habrá de recaer acuerdo, expreso y favorable, de la asamblea general, adoptado
con los requisitos establecidos para modificar los estatutos.
c) El acuerdo de la asamblea deberá publicarse en el Boletín Oficial del País Vasco
y en dos periódicos de gran circulación en el territorio histórico en que la
cooperativa tenga su domicilio.
d) La escritura pública de transformación incluirá todas las menciones legal y
reglamentariamente exigidas para la constitución de la entidad cuya forma se
adopte y respetará lo dispuesto en la presente ley. El informe de las personas
expertas independientes sobre el patrimonio social no dinerario previsto en la
legislación mercantil se incorporará, en su caso, a dicha escritura.
e) Dicha escritura pública habrá de ser presentada, sucesivamente, tanto en el
Registro de Cooperativas de Euskadi, para inscribir la baja correspondiente,
como, en su caso, en el registro mercantil o en el registro competente para la
inscripción primera de la entidad cuya forma se adopte. Dicha escritura irá
acompañada del balance cerrado el día anterior al del acuerdo de transformación,
o bien al finalizar el último ejercicio si hubieren transcurrido menos de
seis meses desde el cierre del mismo y hubiese sido depositado en el domicilio
social y puesto a disposición de las personas socias desde el mismo día en que
se cursó la convocatoria de la asamblea general.
f) La inscripción de la transformación de la cooperativa no puede llevarse a cabo
hasta que se acredite ante el Registro de Cooperativas de Euskadi el cumplimiento
de lo regulado en el párrafo 4 siguiente en relación con lo dispuesto en
el artículo 98.2.d) de esta ley.
También se relacionarán las personas socias que hayan ejercitado el derecho
de separación y el capital que representen, así como el balance final elaborado
por las personas administradoras y cerrado el día anterior al otorgamiento de
la escritura.
* Comentario realizado por Iñigo Nagore Aparicio, doctor en Derecho, socio de LEGALKIDE ABOGA-
DOS SLP, profesor ac. agregado de la UPV/EHU (Área de Derecho de Empresa) y árbitro de BITAR-
TU-Servicio Vasco de Arbitraje Cooperativo.
313

TRANSFORMACIÓN
2.- La transformación no afecta a la personalidad jurídica de la cooperativa transformada,
que continuará subsistiendo bajo su nueva forma.
3.- Tendrán derecho de separación las personas socias que hayan votado en contra
en el acto de la asamblea, o las que, no habiendo asistido a la asamblea, expresen
su disconformidad mediante escrito dirigido a las personas administradoras en el
plazo de cuarenta días desde la publicación del último anuncio del acuerdo. Tales
personas socias tendrán derecho al reembolso de sus aportaciones al capital en el
plazo que, sin exceder del previsto en el artículo 66 y desde la fecha del acuerdo
de transformación, determinen los estatutos o acuerde la asamblea, y percibirán el
interés legal del dinero por las cantidades aplazadas.
4.- El valor de las dotaciones del Fondo de Reserva Obligatorio y, en su caso, los fondos
de reserva voluntarios que estatutariamente tengan el carácter de irrepartibles
y los que con tal carácter se hayan acordado expresamente por la asamblea general
se pondrán a disposición del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi. En
cualquier caso, los fondos de reserva voluntarios respecto de los cuales se haya
fijado una aplicación o destino concretos se excluirán de la puesta a disposición
mencionada.
Para calcular el valor de los fondos a que se refiere el párrafo anterior, que se pondrán
a disposición del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, se deducirán
de su valor nominal las pérdidas pendientes de compensación que consten en el
balance de transformación aprobado por la asamblea general.
No obstante, en caso de que la legislación aplicable exija el informe de personas
expertas independientes y hubiera que registrar una minusvaloración de activos
en el balance de la nueva sociedad, dicha minusvaloración se aplicará al valor de
los fondos puestos a disposición del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi,
según la proporción que tengan dichos fondos sobre el patrimonio neto total.
La contribución para la educación y promoción cooperativa y otros fines de interés
público tendrá la aplicación estatutariamente prevista y, en su defecto, la establecida
en el artículo 98.2.a) para el supuesto de liquidación de la cooperativa.
5.- Al aprobar la transformación, la asamblea general podrá optar por convertir las
aportaciones al capital social en participaciones económicas de la nueva entidad,
en proporción directa al capital que tuviere desembolsado cada persona socia en
la cooperativa, al derecho de voto que ostentaba en la misma cooperativa o bien
combinando ambos criterios.
13.1.1 Introducción
En virtud de la transformación una sociedad adopta un tipo social distinto, conservando
su personalidad jurídica” (artículo 3 de la Ley 3/2009, de 3 de abril, sobre modificaciones
estructurales de las sociedades mercantiles). No es que los elementos patrimoniales y las personas
socias se transmitan, es que siguen en ella ya que se mantiene la personalidad jurídica,
es la misma, pero cambiando sus reglas jurídicas de funcionamiento.
De esta forma se permite que el proyecto que se desarrolla mediante una fórmula jurídica
pase a otra según evoluciona, sin necesidad de liquidar y disolver o sin necesidad de disolver
y transmitir elementos a otro tipo social y todo ello conservando la personalidad jurídica.
314

TRANSFORMACIÓN
13.1.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
La exposición de Motivos de la ley se refiere a la transformación como:
“procesos de reestructuración societaria a través de las vías reconversoras de tipos societarios,
que cautelan la desnaturalización de la esencia cooperativista de las cooperativas
intervinientes a la vez que aprovechan las técnicas normativas del derecho de sociedades, se
mantienen formulados en los términos legales vigentes, excepto en lo que afecta a la intervención
del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi en el proceso transformador y, en
su caso, a la intervención de la comisión de vigilancia en el mismo.
En este sentido, en línea con la regulación de las distintas leyes autonómicas sobre cooperativas
al respecto, se han revisado la causa y finalidad de la función de homologación
atribuida al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, así como el carácter y cuantía
del patrimonio que se debe acreditar a dicho órgano como cuentas en participación.
De su resultado deriva una nueva opción legislativa que elimina, como requisito para la
transformación, la homologación referida, por entender que, si bien la Ley 4/1993, de 24 de
junio, de Cooperativas de Euskadi fue pionera en regular la transformación de la sociedad
cooperativa, la condicionó a determinados requisitos que con el paso de tiempo han devenido
en excesivos como cautelas. Así, además de sustituir la homologación por información
al mencionado órgano, se flexibiliza el modo operativo de transferencia de los fondos irrepartibles
al mismo; se aclara que no integran el patrimonio cooperativo a retener dentro del
movimiento cooperativo para su fomento aquellas reservas finalistas que se hallen sujetas a
aplicaciones concretas; y, por otra parte, se ajusta el valor real de dichos fondos en relación
con las pérdidas afloradas en el balance pendientes de compensar, como posibles minusvalías
sobre los elementos del activo derivadas de informe de experto independiente.
Así mismo, sobre la previsión de posible intervención de la comisión de vigilancia, es una
previsión legal que desde su regulación ha resultado inédita, por lo que en favor de una
técnica normativa adecuada se considera conveniente su eliminación.”
Efectivamente la Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi fue pionera
en posibilitar la transformación, aunque de forma limitada (“sólo podrá efectuarse por necesidades
empresariales que exijan soluciones societarias inviables en el sistema jurídico
cooperativo, a juicio de los administradores y, en su caso, de la Comisión de Vigilancia de
la cooperativa, homologado por el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi”, artículo
85 uno letra a). En cierta manera, se aceptaba no por la mera voluntad de las personas socias,
que sí había servido para optar al inicio por la fórmula cooperativa, sino como un mal menor
que se permitía al no existir solución jurídica cooperativa para necesidades empresariales
existentes y sometido a la comprobación previa de las causas (homologación del Consejo
Superior de Cooperativas de Euskadi).
En la nueva ley, la voluntad de las personas socias sigue sin ser suficiente, al mantenerse
la exigencia de las “necesidades empresariales”, pero se elimina la homologación previa,
aunque sin indicarse los efectos jurídicos de que las causas declaradas no existan. Dada la
desaparición de la homologación se detalla el control sobre los fondos obligatorios irrepartibles
que, con ciertas modulaciones, deben seguir siendo entregados al Consejo Superior de
Cooperativas de Euskadi.
315

TRANSFORMACIÓN
Como hemos visto en la Exposición de Motivos la nueva ley elimina la verificación de la
Comisión de Vigilancia y clarifica la transformación del capital de la cooperativa en relación
a los fondos irrepartibles que deben entregarse al CSCE, aclarando como se ajustan ante
pérdidas pendientes de compensar y posibles minusvalías.
La transformación deberá ser siempre valorada antes de proceder a una disolución y liquidación,
dado los diversos efectos económicos que una u otra pueden producir para los socios.
13.1.3 Comentario general y significado práctico
Las cooperativas vascas pueden transformarse en sociedades civiles o mercantiles de cualquier
clase siempre que se cumplan los requisitos que la Ley establece. No obstante, y a falta
de un nuevo Reglamento del Registro de Cooperativas, el artículo 59 del Decreto 59/2005,
es más amplio, al contemplar también a cualquier persona jurídica de cualquier clase, más en
línea con el artículo 90 de la propia Ley que al regular la transformación inversa (a cooperativa)
se muestra más generoso. La diferencia de regulación ya existía en la ley anterior y no
se ha aprovechado para resolverla a nivel legal, tal vez por la casi nula incidencia práctica de
la cuestión. A nivel práctico la habilitación del Reglamento y las disposiciones contenidas en
otras disposiciones legales se han entendido suficientes para permitir la salida de cooperativa
vasca hacia otra fórmula jurídica.
Los requisitos son básicamente los mismos que se venían exigiendo, con alguna matización
que señalaremos donde exista:
a) La transformación solo puede efectuarse por necesidades empresariales que exijan
soluciones societarias inviables en el sistema jurídico cooperativo a juicio de las personas
administradoras, quienes deben elaborar un informe al respecto, que se debe
comunicar al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, con carácter previo al
acuerdo de transformación de la letra siguiente.
No se exige ya la homologación previa de las causas por el CSCE, pero este debe
ser informado de las razones esgrimidas. No existe de momento regulación sobre los
efectos de que el CSCE entienda que no existen causas, ni los plazos.
El informe debe incorporarse a la escritura pública de transformación.
b) Acuerdo, expreso y favorable, de la asamblea general, adoptado con los requisitos
establecidos para modificar los estatutos. Nos remitimos a lo señalado en ese capítulo
(modificación de estatutos).
c) El acuerdo de transformación de la asamblea debe publicarse en el Boletín Oficial
del País Vasco y en dos periódicos de gran circulación en el territorio histórico en
que la cooperativa tenga su domicilio.
d) La escritura pública de transformación debe incluir todas las menciones legal y reglamentariamente
exigidas para la constitución de la entidad cuya forma se adopte y
respetar lo dispuesto en la Ley 11/2019. Cuando se exija en la legislación mercantil
un informe de personas expertas independientes sobre el patrimonio social no dinerario
este se debe incorporar en dicha escritura.
Una vez más estamos ante una regulación clarificadora pero que puede extralimitar-
316

TRANSFORMACIÓN
se de su ámbito competencial, en cuanto que la exigencia del requisito debe venir
establecida en la ley mercantil. Si allí existe, esta norma es superflua y si no existe,
resulta vacía.
e) Dicha escritura pública debe presentarse, sucesivamente, tanto en el Registro de
Cooperativas de Euskadi, para inscribir la baja correspondiente, como, en su caso,
en el Registro Mercantil o en el registro competente para la inscripción primera de la
entidad cuya forma se adopte.
f) La escritura debe ir acompañada del balance, cerrado el día anterior al del acuerdo de
transformación, o bien al finalizar el último ejercicio si hubieren transcurrido menos
de seis meses desde el cierre del mismo y hubiese sido depositado en el domicilio
social y puesto a disposición de las personas socias desde el mismo día en que se
cursó la convocatoria de la asamblea general.
El uso o no del último balance aprobado es una opción que debe valorarse con cuidado
en los casos en que por plazo sea posible. En muchas transformaciones va a ser
necesario “reordenar” las cuentas de capitales antes de proceder a adoptar el acuerdo
de transformación. Es más, un cierre puede permitir imputar resultados con criterios
cooperativos que pueden ser distintos a los que se vayan a adoptar una vez realizada
la transformación, debiendo valorarse como afectaran esos cambios de criterio de
imputación a las personas socias, de cara a decidir si usar ese balance o realizar un
nuevo cierre.
g) La inscripción de la transformación de la cooperativa no puede llevarse a cabo hasta
que se acredite ante el Registro de Cooperativas de Euskadi el cumplimiento de lo
regulado en el número 4, que luego veremos, en relación con lo dispuesto en el artículo
98.2.d) de la propia ley.
h) También deben relacionarse las personas socias que han ejercitado el derecho de
separación que luego comentaremos
i) y el capital que representan,
j) así como el balance final elaborado por las personas administradoras y cerrado el día
anterior al otorgamiento de la escritura.
Su número dos nos recuerda que la transformación no afecta a la personalidad jurídica de
la cooperativa transformada, que continúa subsistiendo bajo su nueva forma.
El número tres se dedica a regular el derecho de separación de las personas socias. Se
reconoce el derecho de separación de las personas socias que voten en contra de la transformación
en el acto de la asamblea y de las que, no habiendo asistido a esta, expresen su disconformidad
mediante escrito dirigido a las personas administradoras en el plazo de cuarenta
días desde la publicación del último anuncio del acuerdo. A estos socios y socias se les reconoce
el derecho al reembolso de sus aportaciones al capital en un plazo que, medido desde la
fecha del acuerdo de transformación y sin exceder del previsto en el artículo 66 (reembolso
de las aportaciones) esté determinado en los estatutos o sea acordado en la asamblea. Durante
el periodo que medie hasta el reembolso, se les reconoce el derecho a percibir el interés legal
del dinero sobre las cantidades aplazadas. Hoy es bastante inusual que los estatutos regulen
la cuestión.
317

TRANSFORMACIÓN
El derecho de separación en los términos regulados debe ser valorado con especial cuidado
por el socio o la socia que pretenda ejercerlo, dependiendo del tipo de la fórmula jurídica que
se vaya a adoptar y el balance de la sociedad a transformar. Puede resultarle más beneficioso
permanecer en la transformación y transmitir posteriormente.
El número cuatro del artículo presenta novedades sobre la anterior ley, resolviéndose algunas
dudas respecto los efectos de la transformación en los fondos propios.
• El valor de las dotaciones del Fondo de Reserva Obligatorio y, en su caso, los fondos
de reserva voluntarios que estatutariamente tengan el carácter de irrepartibles y los
que con tal carácter se han acordado expresamente por la asamblea general se deben
poner a disposición del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi. La referencia
a los que haya acordado la asamblea general es nueva y lógica ya que realmente si
son irrepartibles poco debería importar si su carácter venía determinado por estatutos
o había sido expresamente acordado por asamblea.
• Los fondos de reserva voluntarios respecto de los cuales se haya fijado una aplicación
o destino concretos se excluyen, en cualquier caso, de la puesta a disposición
mencionada. Esta novedad de la ley remarcada con el “en cualquier caso” parece
referirse a los fondos de reserva voluntarios de carácter irrepartible, ya que los otros
no deben entregarse al CSCE. Por tanto, si el fondo es de carácter irrepartible pero
tiene una aplicación o destino concreto (p.e. compensación de pérdidas futuras) se
excluirá de la entrega. La ley no establece si el destino concreto debe ser acordado
en su constitución o en cualquier asamblea por acuerdo previo a la transformación.
• Además, y también como novedad, se establece que para calcular el valor de los
fondos que se deben poner a disposición del Consejo Superior de Cooperativas de
Euskadi, se deducen de su valor nominal las pérdidas pendientes de compensación
que consten en el balance de transformación aprobado por la asamblea general. Dada
la redacción surgen diversas cuestiones sobre su alcance:
- La redacción es imperativa.
- Se deducirán las pérdidas pendientes de compensación. Y no se establece porcentaje,
ni mínimo no imputable, a diferencia de lo que sucede en la imputación
de pérdidas, en general, del artículo 73.1.b.
- Al no distinguirse, las que pudieran aparecer por cierre del balance previo a la
transformación deben entenderse comprendidas.
- Respecto a las del artículo 73.3 de la ley (cuenta especial para su amortización
en cinco años) no se plantean dudas.
- Más problemas plantea las del número 2 del mismo artículo 73, imputadas a las
personas socias. Una vez imputadas a éstas podría entenderse que están asignadas
y no son ya de la cooperativa como tal. La cuestión es que si aparecen en
el balance la literalidad del artículo las contemplaría, lo cual podría atentar a la
imputación en base a actividad cooperativizada, rompiéndose la misma en la
transformación. Debe considerarse que, si las actividades cooperativizadas han
variado en el tiempo, el grado de compensación en el periodo, así como la incorporación
de nuevas personas socias haría que la parte pendiente pudiera acabar
siendo compensada de forma lineal y contra fondos obligatorios, criterio distinto
al previsto en el momento de la adopción del acuerdo y no por un cambio en el
acuerdo del mismo órgano que lo adoptó sino por la redacción imperativa de la
norma que regula la transformación.
318

TRANSFORMACIÓN
Más curiosa resulta la redacción del también nuevo siguiente apartado del mismo número
cuatro. Excepcionando lo antes indicado mediante un “no obstante”, en caso de que la legislación
aplicable exija el informe de personas expertas independientes y hubiera que registrar
una minusvaloración de activos en el balance de la nueva sociedad, dicha minusvaloración
se aplica al valor de los fondos puestos a disposición del Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi, según la proporción que tengan dichos fondos sobre el patrimonio neto total. La
regla no opera por la mera existencia de la minusvaloración sino si esta aflora como consecuencia
de un informe de expertos independientes exigidos por la nueva ley que vaya a resultar
de aplicación. Esto es, parece que deberemos considerar la cuestión de cara a la elección
de la fórmula jurídica. Aquí la compensación opera por la proporción entre estos fondos y el
patrimonio neto total, entendiendo que el razonamiento subyacente es que el activo tiene una
minusvalía que debe afectar proporcionalmente. Lo curioso del tratamiento divergente con
el general es que una segregación previa del bien en el mismo ejercicio podría permitirnos
imputar la totalidad de la minusvalía contra los fondos obligatorios y los irrepartibles. Y
ello sin perjuicio de otras operaciones contables que pudieran llevarnos al mismo resultado
general en vez de a la excepción.
Acabando con el número cuatro tenemos que la contribución para la educación y promoción
cooperativa y otros fines de interés público debe ser aplicada según lo previsto en
estatutos y, en su defecto, conforme a lo establecido en el artículo 98.2.a) (entrega al Consejo
Superior de Cooperativas de Euskadi) para el supuesto de liquidación de la cooperativa.
Dado que se establece una redacción más amplia que la de la disolución deberemos ver si
aporta alguna posibilidad real adicional.
El artículo 72 que contempla el citado fondo indica que se destinará en aplicación de las
líneas básicas fijadas por los estatutos o la asamblea general a una serie de finalidades que la
ley establece de interés público (número uno) y obliga a que lo no aplicado dentro del ejercicio
económico se entregue a entidades sin ánimo de lucro para su destino a las finalidades de
interés público establecidas para esta contribución (número cuatro). Por tanto, la cuantía de
la que se trata debería ser la pendiente de aplicación del último ejercicio aprobado previo a
la transformación o la que se generase al cierre de existir resultados positivos (según la fecha
de transformación).
Parece que la diferencia entre el tratamiento en disolución y liquidación y transformación
es que permite en este segundo supuesto que se acuerde el destino de la cantidad a un beneficiario
que se encuadre entre los que realizan las finalidades del artículo 72.1 en vez de
al CSCE. Cuando exista ya un acuerdo respecto de los resultados previos al del balance de
transformación se podrá proceder a su aplicación previa a la transformación, por lo que el
ámbito parece reducirse a los que afloren, en su caso, como consecuencia del propio balance
de transformación o del ejercicio anterior aún pendiente de aprobar.
Por último, el número cinco se mantiene en los términos de la ley anterior exigiendo que al
aprobar la transformación, la asamblea general al convertir las aportaciones al capital social
en participaciones económicas de la nueva entidad, opte entre hacerlo: en proporción directa
al capital que tuviere desembolsado cada socio o socia en la cooperativa, al derecho de voto
que ostentaba en la misma cooperativa o bien combinando ambos criterios.
La solución es flexible, pero sigue sin resolver el problema de que por mayoría se aprueba
modificar las normas de reparto respecto de plusvalías no afloradas existentes. Por ejemplo,
319

TRANSFORMACIÓN
si existen plusvalías en el balance que con la transformación van a considerarse en los posibles
precios de transmisión de las nuevas acciones o participaciones estas pueden acabar
repartidas de forma distinta a su generación.
Lo ideal es el acuerdo unánime de las personas socias considerando a que se tenía derecho
antes y a que se va a tener derecho después.
Adicionalmente a la transformación contemplada en el artículo o como motivo adicional
para la misma nos encontramos con las provenientes de una descalificación. El artículo 161.4
de la Ley vasca 11/2019 establece
“4.- Una vez firme, la descalificación surtirá efectos registrales de oficio e implicará la
disolución de la cooperativa o su transformación en el plazo de seis meses desde que sea
ejecutiva la resolución administrativa.”
Se contempla la transformación de una sociedad descalificada. Ahora bien, podría decirse
que, más que contemplarse la posibilidad, se recuerda su existencia. Si se examinan las causas
de descalificación del artículo 161.1 veremos que no se refieren a “necesidades empresariales
que exijan soluciones societarias inviables en el sistema jurídico cooperativo” (art. 89.1.a),
sin que la descalificación puede ser en si un motivo suficiente que justifique excepcionar el
requisito requerido. Por ello, parece que es un requisito adicional a la propia descalificación
y que la sociedad podrá optar por la transformación si entiende que lo cumple.
A falta del nuevo Reglamento del Registro de Cooperativas, el artículo 59 del Decreto
59/2005, reiteramos que contempla la transformación de forma más amplia: “La transformación
de una Cooperativa en una Sociedad Civil, Mercantil o persona jurídica de cualquier
clase, implica la cancelación de los asientos registrales de aquélla.”
En cuanto a su contenido, su número tres exige, además de las menciones legales y reglamentarias
que se requieran para la constitución de la nueva Sociedad en que se transforme
(entre las cuales debe estar la denominación solicitada al Registro competente), las siguientes:
a) Homologación del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi. Hoy desaparecida.
b) Acuerdo expreso y favorable de la asamblea general de la cooperativa, adoptado por
una mayoría no inferior a la que proceda de las previstas en el artículo 36 de la Ley
de Cooperativas de Euskadi (hoy artículo 38), según el quórum de personas socias
presentes y representadas.
c) Acreditación del cumplimiento de los requisitos exigidos por el artículo 85.1.b de la
Ley de Cooperativas de Euskadi (hoy artículo 89.1.b).
d) Justificación de la publicación del acuerdo de transformación en el Boletín Oficial
del País Vasco y en dos periódicos de gran circulación del Territorio Histórico del
domicilio social de la cooperativa.
e) Balances a los que se refiere la letra e) y el último párrafo del artículo 85.1 de la Ley
de Cooperativas de Euskadi (hoy artículo 89.1 letra e y último párrafo).
f) Relación de personas socias que hayan hecho uso del derecho de separación, expresando
el capital que representan.
g) Acreditación de la aplicación del Fondo de Educación y Promoción Cooperativa, así
como del acuerdo de la asamblea general sobre los títulos de cuentas en participación
320

TRANSFORMACIÓN
que pudieran corresponder al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, en los
términos regulados por el artículo 85.4 de la Ley de Cooperativas de Euskadi. Hoy
debería entenderse al nuevo sistema del artículo 89.4).
h) Y el informe de personas expertas independientes sobre el patrimonio social no dinerario,
de conformidad con lo regulado en la legislación mercantil, en el supuesto
de que la cooperativa se transforme en sociedad sometida a dicha normativa.
13.1.4 Otra normativa aplicable
La legislación estatal contempla la transformación de y en cooperativa en un único artículo,
el 69 (Ley 27/1999), posibilitando la transformación de la cooperativa en una sociedad
civil o mercantil de cualquier clase y despachando el resto de la regulación con la segunda y
tercera frase del número 1, con el número 2 y el número 6. La normativa cooperativa estatal
no es de aplicación, pero en cualquier caso no aporta nada relevante en esta materia.
Adicionalmente tendremos siempre una regulación de destino. La cooperativa se transforma
en otra fórmula jurídica y deberá cumplir las exigencias de la misma, debiendo tomarse
en consideración para que la transformación se produzca satisfactoriamente.
13.2 Transformación en cooperativas
Artículo 90.- Transformación en cooperativas.
1.- Cualquier sociedad civil, mercantil, asociación, agrupación u otro tipo de entidad
de carácter no cooperativo podrá transformarse en cooperativa de alguna de las
clases reguladas en la presente ley siempre que no exista precepto legal que lo prohíba
expresamente.
2.- La transformación será acordada por la junta general, o mediante el sistema válido
equivalente para expresar la voluntad social, con la mayoría exigida por la legislación
aplicable, no afectará la personalidad jurídica de la entidad transformada y se
hará constar en escritura pública, que expresará necesariamente todas las menciones
previstas en esta ley para la constitución de una cooperativa.
3.- La escritura pública de transformación, a la que se incorporará, en su caso, el informe
de las personas expertas independientes sobre el patrimonio social no dinerario,
se presentará para su inscripción en el registro mercantil y demás procedentes, en
su caso, y siempre en el de cooperativas, acompañada del balance cerrado el día
anterior al del acuerdo de transformación.
4.- La transformación en cooperativa no altera el anterior régimen de responsabilidad
de las personas socias de la entidad transformada por las deudas sociales contraídas
con anterioridad a la transformación de la entidad, a no ser que los acreedores
hayan consentido expresamente la transformación.
13.2.1 Introducción
Si el artículo anterior desarrollaba la transformación de una cooperativa en otra fórmula
jurídica, este posibilita la operación inversa: que una fórmula no cooperativa pueda transformarse
en cooperativa bajo ley vasca.
321

TRANSFORMACIÓN
13.2.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El artículo 86 de la anterior Ley 4/1993 contemplaba la transformación de las sociedades
y agrupaciones de carácter no cooperativo. El artículo 90 de la nueva ley, con una redacción
más amplia, incluye a las anteriores, así como a las asociaciones y en general a cualquier
entidad de carácter no cooperativo. El resto del artículo 90 se corresponde con el texto del
antiguo 86.
13.2.3 Comentario general y significado práctico
El número uno del artículo viene a posibilitar ampliamente la transformación en cooperativa
vasca: cualquier sociedad civil, mercantil, asociación, agrupación u otro tipo de entidad
de carácter no cooperativo puede transformarse en cooperativa de alguna de las clases reguladas
en la Ley 11/2019 siempre que no exista precepto legal que lo prohíba expresamente.
Habilita por tanto la transformación “en” supeditada a que la misma no esté prohibida en la
norma de origen. Dado que la fórmula de origen no cooperativa ésta inscrita en algún registro
y que debe causar baja en aquel antes de alta en el vasco, el término expresamente debe
valorarse como una declaración de intenciones. La posibilidad de transformación debe estar
prevista en la de origen o al menos no estar prohibida expresamente de forma que se pueda,
en base a otros motivos, interpretarse como permitida, pero dicha interpretación deberá ser
compartida por el registro de origen o recurrirse contra la denegación.
El número dos establece que la transformación debe ser acordada por la junta general,
o mediante el sistema válido equivalente para expresar la voluntad social, con la mayoría
exigida por la legislación aplicable, no afectando a la personalidad jurídica de la entidad
transformada y debiéndose hacer constar en escritura pública, que exprese necesariamente
todas las menciones previstas en esta ley para la constitución de una cooperativa.
La literalidad es clara, aunque realmente la transformación debe realizarse en los términos
y con las condiciones que establezca su norma reguladora, siendo más que discutible que la
norma vasca pueda aplicarse, ni con carácter analógico, en ausencia de regulación en la de
origen salvo en las transformaciones de fórmulas jurídicas bajo ley vasca (p.e. asociación
vasca).
La permanencia de la personalidad jurídica es un elemento común a la figura de la transformación
y la exigencia de que exista escritura pública y esta reúna todas las menciones necesarias
para la constitución de una cooperativa (denominación incluida, esto es certificado del
registro vasco y del estatal) es coherente a la propia regulación de las mismas.
El número tres exige que a la escritura pública de transformación se incorporare, en su
caso, un informe de expertos independientes sobre el patrimonio social no dinerario y se
presente para su inscripción en el registro mercantil y demás procedentes, en su caso, y
siempre en el de cooperativas, acompañada del balance cerrado el día anterior al del acuerdo
de transformación.
Debe interpretarse la “presentación en el registro mercantil y demás procedentes, en su
caso”, como una remisión a la presentación en el registro de origen y luego en el de cooperativas
vasco. A diferencia de otros artículos de la ley en los que se ha incorporado el término
de Euskadi, aquí se ha mantenido la redacción de la Ley 4/1993 aunque no cabe interpretar
que se refiera a otro, ya que es esta inscripción la que le convertirá en cooperativa bajo ley
vasca (la inscripción es constitutiva según el artículo 16.2 de la Ley).
322

TRANSFORMACIÓN
Por último, su número cuatro remarca que la transformación en cooperativa no altera el
anterior régimen de responsabilidad de las personas socias de la entidad transformada por las
deudas sociales contraídas con anterioridad a la transformación de la entidad, a no ser que
los acreedores hayan consentido expresamente la transformación. Esto es, que si el régimen
de responsabilidad, en la fórmula no cooperativa, no era limitativo de la responsabilidad, se
mantendrá tras el cambio respecto de las deudas anteriores, salvo renuncia a tal régimen por
parte de los beneficiarios del mismo: los acreedores.
A falta de un nuevo Reglamente del Registro de Cooperativas, el artículo 60 del Decreto
59/2005 no aporta nada adicional salvo la mención en su segundo número a la coordinación
registral: “ 2.- Una vez inscrita la transformación en Cooperativa en el Registro de Cooperativas
de Euskadi, se comunicará, en su caso, al Registro en que conste inscrita con anterioridad
la Sociedad transformada, a los efectos registrales oportunos.”
13.2.4 Otra normativa aplicable
El artículo 69.1 de la Ley 27/1999 regula la transformación en cooperativas posibilitando
la de “cualquier asociación o sociedad que no tenga carácter cooperativo y las agrupaciones
de interés económico” siempre que se cumplan los requisitos de la legislación sectorial y que
los miembros de aquellas puedan asumir la posición de cooperadores en relación al objeto
social previsto para la entidad resultante de la transformación.
El artículo, del que no vamos a realizar una crítica detallada y que no resulta de aplicación,
nos podrá ser de utilidad cuando no se prevé la transformación bajo la fórmula no cooperativa
si esta se encuentra bajo ley estatal. En esos casos en los que no se contemple expresamente,
tendremos una norma de ámbito estatal habilitante para realizar la transformación a
cooperativa y sería absurdo que si queremos una cooperativa bajo ley vasca se nos oblíguese
a transformarnos a cooperativa bajo ley estatal y luego, mediante una reducción del ámbito
de realización de las actividades cooperativas con adaptación de estatutos, pasásemos a ley
vasca.
Adicionalmente tendremos toda la regulación de la figura jurídica no cooperativa que deberá
estudiarse para que la transformación se culmine.
323

14. DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN *14
14.1 Introducción: Estructura y finalidad de la regulación legal
La extinción de cualquier sociedad requiere al objeto de procurar la mayor seguridad jurídica
de todas las partes que pudieran ostentar un interés legítimo en el proceso, del necesario
cumplimiento de una serie de requisitos y procedimiento que posibiliten llevar a cabo la
misma de manera ordenada. De esta manera, con carácter general, el referido proceso extintivo
deberá venir precedido necesariamente por la disolución; con la excepción de aquellas
extinciones que pudieran producirse como consecuencia y en el marco del oportuno procedimiento
concursal.
La disolución como paso previo y necesario para la extinción societaria marca la apertura
de la fase de liquidación de la Sociedad, motivo por el que se precisa el examen de las operaciones
tendentes a aquella finalidad extintiva. Es decir, abierta la fase de liquidación, sin
perjuicio de que la Sociedad continúe o pueda continuar con el desarrollo de su activa empresarial,
lo tiene que hacer con una finalidad pretendidamente distinta a la habitual (procurar la
viabilidad del proyecto empresarial a través del desarrollo de su actividad ordinaria), como
es el de su desaparición. Objetivo que se materializará básicamente mediante el cobro de los
créditos pendientes, la conversión, en su caso, de los bienes activos en líquido (dinero), el
pago de las deudas y la adjudicación del haber social que pudiera resultar como consecuencia
de las citadas operaciones en los términos y a favor de las personas físicas y jurídicas legalmente
establecidas. Concluidas las mismas, es el momento que habilita la ley para la efectiva
formalización de la extinción de la Cooperativa.
De esta manera, quien legisla regula la “Disolución y liquidación” dentro del Capítulo XI
de su Título I, que se encuentra conformado por once artículos, que van desde el 91 hasta el
101, ambos inclusive, siendo su contenido el siguiente:
Artículo 91: Causas de disolución.
Artículo 92: Eficacia de las causas de disolución.
Artículo 93: Proceso de liquidación.
Artículo 94: Nombramiento de liquidadores o liquidadoras.
Artículo 95: Transmisión de funciones.
Artículo 96: Funciones de las liquidadoras o liquidadores.
Artículo 97: Intervención de la liquidación.
Artículo 98: Adjudicación del haber social.
Artículo 99: Balance final.
Artículo 100: Cancelación registral.
Artículo 101: Concurso de la cooperativa.
* Comentario realizado por Gotzon Gondra Elgezabal, abogado y profesor de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Deusto.
325

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
No siendo el Capítulo de la Ley donde quien legisla se muestra más innovador, sí que
incorpora algunas novedades que, si bien atendiendo a criterios estrictamente técnico-jurídicos
no revisten especial trascendencia, sí resultan sustanciales desde el punto de vista
práctico-jurídico. Así se recoge en la propia Exposición de Motivos de la Ley, que advierte
de la acomodación de la terminología derivada de la insolvencia (antiguos supuestos de
suspensión de pagos y quiebra) a la legislación vigente en materia concursal, quedando la
Cooperativa sometida al cumplimento del procedimiento reglado y consecuencias jurídicas
resultantes de ésta; todo ello sin perjuicio de la posibilidad de la eventual reactivación de
la Sociedad y de su actividad ordinaria, expresamente referida también en el citado expositivo.
Al tiempo que se adecúa también la referencia al orden jurisdiccional competente
para el conocimiento y la resolución de los conflictos que pudieran traer causa del proceso
de extinción societaria, quedando sometidos aquéllos a los Juzgados de lo Mercantil, cuya
constitución resulta posterior a la legislación cooperativa anteriormente vigente. Innovación
trascendental conlleva la posibilidad de la designación como liquidadora/s o liquidador/es
de personas no socias, procurando una mayor operatividad y, en su caso, profesionalidad
en el proceso de extinción societaria, estableciendo además la competencia exclusiva de la
Asamblea general para, en el supuesto de que así lo estimase oportuno, determinar y fijar el
régimen de funcionamiento al que vendrán obligados los mismos; competencia que deriva
de la facultad de designación de aquéllos que corresponde también a la propia Asamblea general.
Se establece un plazo de impugnación para el balance final aprobado por la Asamblea
general, competente también con carácter exclusivo y excluyente para la aprobación tanto de
la disolución como de la liquidación de la Cooperativa, y que traerá causa de las operaciones
liquidatorias llevadas a cabo; todo ello con carácter previo a la pertinente elevación a público
de los acuerdos referidos. Escritura pública a la que, a diferencia de cuanto se regulaba hasta
la fecha, no hay obligación de acompañar la documental de la Cooperativa en el marco del
proceso de solicitud de la cancelación de los asientos registrales, pudiendo quedar la misma
bajo la guarda y custodia de las/os liquidadoras/es, durante el mismo período de seis años,
con la responsabilidad de que se deriva de tal obligación.
Sin perjuicio de haberse destacado las principales innovaciones contenidas en materia de
disolución y liquidación, para un estudio y examen más pormenorizado tanto de éstas como
de otras cuestiones vinculadas dedicaremos un punto a cada artículo del Capítulo.
14.2 Causas de disolución
Artículo 91.- Causas de disolución.
Serán causas de disolución de la cooperativa:
1.- El cumplimiento del término fijado en los estatutos.
2.- La conclusión del objeto social o la imposibilidad manifiesta de realizarlo.
3.- La paralización o inactividad de los órganos sociales o la interrupción sin causa justificada
de la actividad cooperativa, en ambos casos durante dos años consecutivos.
4.- La reducción del número de personas socias por debajo del mínimo legalmente necesario
para constituir la cooperativa, si se mantiene durante más de doce meses.
5.- La reducción del capital social a una cantidad inferior a la cifra de capital social
mínimo establecido en los estatutos, sin que se restablezca en el plazo de doce meses.
326

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
6.- La fusión o la escisión total.
7.- La apertura de la fase de liquidación de la cooperativa en el procedimiento concursal.
8.- El acuerdo de la asamblea general, adoptado por la mayoría prevista en el artículo
38.2.
9.- Cualquier otra causa establecida en las leyes o en los estatutos sociales.
14.2.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
No existe variación alguna en la enumeración de las causas de disolución de la Cooperativa
contenidas en el actual artículo 91, respecto a las recogidas en el anterior artículo 87 de
la Ley derogada, más allá de la oportuna acomodación jurídica del supuesto de insolvencia
(quiebra) regulado en el apartado 7 a la legislación concursal vigente.
De esta manera, el listado de causas por las que la Cooperativa quedará disuelta continúa
en idénticas condiciones, siendo las mismas las siguientes:
a) El cumplimiento del término fijado en los estatutos, entendiendo por término el plazo
determinado que hubiera podido fijarse en estatutos para la duración de la Cooperativa.
Todo ello sin perjuicio, claro está, de la eventual posibilidad de que la Cooperativa,
a través de su Asamblea general, pudiera acordar la modificación estatutaria
de dicho término (prolongándolo) con carácter previo a su vencimiento.
b) La conclusión del objeto social o la imposibilidad manifiesta de realizarlo, dispuesto
fundamentalmente para aquellos supuestos en los que los estatutos hubieran prefijado
un objeto social determinado y finito, o que de la propia determinación de dicho
objeto social se derivase en un momento la imposibilidad manifiesta y objetiva de
llevarlo a cabo.
c) La paralización o inactividad de los órganos sociales o la interrupción sin causa justificada
de la actividad cooperativa, en ambos casos durante dos años consecutivos.
En este caso, se estima oportuno diferenciar entre la falta de actividad de los órganos
sociales, entendiendo la misma como la no celebración de reuniones al objeto
de la adopción de los acuerdos que pudieran resultar pertinentes, que daría origen
a la aplicación del presente precepto, de la celebración de las mismas, pero falta
de consenso y mayorías suficientes para la adopción de esos mismos acuerdos. En
cuanto a la interrupción sin causa justificada de la actividad cooperativa, la misma
se circunscribe al cese de la actividad cooperativizada, que viene determinada por el
objeto social estatutariamente previsto.
d) La reducción del número de personas socias por debajo del mínimo legalmente necesario
para constituir la cooperativa, si se mantiene durante más de doce meses.
Adviértase en este sentido que, si bien entre la legislación derogada por la Ley se
encuentra la contenida en la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la Sociedad Cooperativa
Pequeña de Euskadi, la regulación contenida en aquélla ha quedado integrada en la
actual Ley en el Capítulo II del Título II (art. 136 y ss.), por lo que el número mínimo
de socios por los que puede llegar a estar constituida una cooperativa sería de 2 en
los supuestos expresamente habilitados a los efectos por la Ley.
e) La reducción del capital social a una cantidad inferior a la cifra de capital social mínimo
establecido en los estatutos, sin que se restablezca en el plazo de doce meses,
327

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
estimándose oportuno señalar que, en todo caso y en virtud de cuanto dispone la
Ley, no podrá ser inferior a tres mil euros. Todo ello sin perjuicio de que los estatutos
pudieran regular un importe superior, quedando en tal supuesto la cooperativa
facultada para, a través de su Asamblea general, proceder a la oportuna modificación
estatutaria procurando su minoración hasta el límite mínimo legalmente establecido.
f) La fusión o la escisión total, que llevarán aparejada no sólo la disolución, sino también
la automática liquidación y extinción societaria, sin necesidad de apertura de
fase de liquidación y ejecución de operaciones liquidatorias, por cuanto resultan
como tales las propias correspondientes a la fusión y escisión total. Ni de la fusión
por la que la cooperativa pudiera absorber otra sociedad ni de la escisión parcial se
derivaría causa de disolución alguna, dado que la cooperativa mantendría su actividad
empresarial, ya fuera ampliando ésta como consecuencia de la absorción de la
otra sociedad, manteniéndola en términos idénticos o minorándola con motivo de la
escisión de parte de la misma.
g) La apertura de la fase de liquidación de la cooperativa en el procedimiento concursal.
Precepto que resulta novedoso por cuanto viene a adaptar el mismo supuesto de
hecho que pretendía regular la ley derogada (insolvencia derivada de quiebra) a la
regulación contenida por la legislación concursal, que viene a aglutinar los supuestos
tanto de suspensión de pagos como de quiebra. En este sentido, señalar que de la
regulación contenida en la legislación concursal se deriva la particularidad de que no
resulta preceptivo el acuerdo de disolución adoptado por la Asamblea general para el
inicio de la fase de liquidación, sino que la apertura de ésta deviene directa y automáticamente
de la propia resolución judicial emitida por el Juzgado de lo Mercantil
en el marco del citado procedimiento judicial.
h) El acuerdo de la asamblea general, adoptado por la mayoría prevista en el artículo
38.2. Se trata de la reiteración de la necesidad de que la disolución acordada por la
libre voluntad de la cooperativa a través de su asamblea requiere de una mayoría
cualificada para el supuesto de que la asistencia a aquélla no alcance un porcentaje
del setenta y cinco por ciento (quórum); en caso de hacerlo, con una mayoría ordinaria
resultará suficiente. Y ello por la seguridad jurídica que demanda cualquier modificación
estructural de la sociedad, como sucede en el caso concreto que venimos
analizando.
i) Cualquier otra causa establecida en las leyes o en los estatutos sociales. Es decir, atendiendo
a la regulación contenida en cualquier ley y de la que se concluyera que la
cooperativa estuviera incursa en causa de disolución, además de cualesquiera otras que
expresamente pudieran recogerse en los estatutos sociales de la cooperativa,
14.2.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Mediante la regulación del artículo 91 de establecen los supuestos por los que una cooperativa
pudiera encontrarse en causa de disolución. Se estima importante señalar que las causas
de disolución pueden ser legales o estatutarias, como bien se desprende de la literalidad de la
propia dicción del precepto. Además, entre las causas legales nos encontramos con algunas
que resultan de aplicación automática, y otras que quedan sometidas a la voluntad o facultad
de la propia cooperativa, a través de su asamblea general.
328

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Así, debemos destacar que, al igual que acontece con las causas de disolución que pudieran
establecerse al margen de los supuestos enunciados por la legislación vigente, es decir,
las causas estatutarias (recogidas en el apartado 9), la aplicabilidad de muchas de las causas
legales descritas con anterioridad también queda supeditada a la posibilidad de que la cooperativa
pudiera adoptar, a través de su asamblea general, un acuerdo por el que quedare
aquél sin efectos. Léase, en caso de que la cooperativa acordase una duración indefinida,
estableciendo como actividad empresarial o comercial (objeto social) cualquiera susceptible
de realización material, en la práctica las causas legales contenidas en los apartados 1 y 2
quedarían sin efecto.
Por otro lado, nos encontramos ante aquellos supuestos en los que puede la cooperativa
influir mediante acuerdos adoptados a través de la asamblea general sobre su acomodación
a los límites legalmente establecidos. Es decir, la posibilidad de que los estatutos sociales
de la cooperativa no minoren el plazo de 2 años consecutivos dispuesto por la ley para los
supuestos enunciados en el apartado 3, o hagan coincidir el número mínimo de socios y el
capital social mínimo con los legalmente previstos en los apartados 4 y 5. Sin perjuicio de
que, a pesar de los acuerdos que pudiera adoptar la Cooperativa, en caso de que se produjera
objetivamente el hecho que motiva la causa de disolución, la misma sea automática. No sólo
tiene la cooperativa la opción de adoptar como propios en sus estatutos los límites legalmente
establecidos en interés propio, sino que además goza de plazos razonables para procurar,
mediante acuerdos internos, solventar el estado de situación jurídico-económico que provoca
la causa de disolución durante el plazo de 12 meses desde que aquél se hubiera producido:
a) Bien mediante la incorporación de nuevos socios (apartado 4). Destacar en este sentido
que, siendo el número mínimo de socios el de 2 (ver Capítulo II del Título II –
art. 136.3- de la Ley), calificándose en tal caso la sociedad como Cooperativa Pequeña,
en la práctica podría darse el caso de la existencia durante el período máximo de
12 meses de una Cooperativa conformada por una única persona socia que, actuando
como persona administradora única de la sociedad, procurase la incorporación de al
menos otra persona socia para evitar incurrir en causa de disolución.
b) Bien procediendo a la oportuna ampliación de capital hasta alcanzar los tres mil
euros (apartado 5).
Las causas legalmente dispuestas en los apartados 6 y 8 dependen íntegramente de la propia
voluntad de la cooperativa. Así, de igual manera que la propia constitución de la sociedad
deviene de la voluntad manifiesta de las personas socias, parece lógico concluir también que
éstas deben ostentar la facultad para acordar la eventual disolución y liquidación de la sociedad
en caso de así estimarlo oportuno (apartado 6). De igual manera, podrán las personas
socias acordar también libre y voluntariamente la fusión o escisión total. Es por ello que,
atendiendo a la trascendencia del acuerdo y de las consecuencias jurídico-económicas que se
derivan del mismo, se requiere o bien una asistencia (quórum) cualificada de al menos tres
cuartas partes de los votos totales a la asamblea para la toma de la decisión por una mayoría
ordinaria o, en su defecto, la necesidad de una mayoría cualificada de dos terceras partes de
los votos presentes en el marco de la citada asamblea. Todo lo cual se expone sin perjuicio
de estimarse pertinente reiterar lo anteriormente manifestado en relación a los supuestos de
fusión y escisión total, en cuanto a los siguientes aspectos:
329

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
a) A pesar de su regulación como causa legal de disolución, en la práctica y desde
un punto de vista estrictamente jurídico-económico, de ninguno de los procesos de
modificación estructural referidos se deriva una disolución y apertura de fase de
liquidación como tal, sino que la propia operación conlleva aparejada la automática
extinción societaria;
b) Cuando la cooperativa se mantenga fruto del proceso de fusión, es decir, resulte
aquélla la parte absorbente, o cuando la escisión de la misma no resulte total, manteniéndose
activa con alguna parte de la/s actividad/es que venía desarrollando, no
existe ni disolución ni efectiva liquidación y extinción societaria, continuando aquélla
operativa, en el primero de los supuestos incluso con mayor patrimonio (el correspondiente
a la sociedad que hubiera absorbido).
Lógicamente, la causa de disolución que tuviera origen en la aplicación de la regulación
contenida en cualquier otra ley (apartado 9) sería automática una vez producido el hecho
constitutivo, sin necesidad de acuerdo por parte de la cooperativa en tal sentido, más allá de
que en el marco de aquella aplicación se requiriera una resolución administrativa que así lo
declarase.
Por último, nos encontramos ante el particular supuesto de la disolución que trae causa
de la resolución judicial de apertura de la fase de liquidación dictada en el marco del procedimiento
concursal (apartado 7), y que conlleva el automático inicio de las operaciones
liquidatorias, aún sin necesidad de la disolución previa. Es por ello que, siendo la disolución
en términos generales el trámite previo a la apertura del proceso de liquidación propiamente
dicho, se estima que la apertura directa de la fase de liquidación conlleva irremediablemente
también la disolución de la sociedad, y la finalización de su actividad ordinaria, que deberá
centrarse en adelante en las operaciones liquidatorias que describíamos con anterioridad.
14.2.3 Significado práctico
Resulta evidente concluir que la regulación contenida en el artículo 91 tiene como principal
destinatario a la propia cooperativa, así como al resto de potenciales interesados en la disolución
de la misma, como pudieran ser las personas socias que la conforman y los terceros
con los que mantenga aquélla relaciones comerciales.
El carácter imperativo de las causas de disolución legalmente establecidas implica la imposibilidad
por parte de la cooperativa de su eventual alteración o supresión; es decir, resultan
aquéllas aplicables sin necesidad de su efectivo expreso reflejo en los estatutos sociales. Y
ello sin perjuicio de la posibilidad que existe por parte de la cooperativa de establecer estatutariamente
límites más restrictivos si cabe a los legalmente previstos para la consideración
de su incumplimiento como causa de disolución, o de regular como causas de disolución
supuestos distintos a los legalmente previstos, siempre y cuando los mismos no se opongan a
las leyes ni contradigan los principios orientadores de la sociedad cooperativa (art. 12.3 de la
Ley, en consonancia con lo regulado por el art. 1.1 y los Principios Cooperativos aprobados
por la ACI).
Se trata de un precepto de aplicación genérica a todas las cooperativas, con independencia
de su tamaño y clase, más allá de la afección que la normativa específica de cada sector pudiera
tener también sobre aquéllas en materia de disolución.
330

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
14.2.4. Otra normativa aplicable
Siendo una regulación contenida en una ley autonómica y, por tanto, de aplicación restringida
al ámbito territorial de Euskadi en materia exclusivamente cooperativa, todo ello en
virtud de la competencia arrogada expresamente por la Comunidad Autónoma del País Vasco
en el art. 10.23 del Estatuto de Autonomía de Gernika, en consonancia con lo dispuesto por
el art. 148 de la CE, no resulta de aplicable ninguna otra normativa. En este sentido, señalar
también que estableciendo quien legisla una relación enunciativa de las causas de disolución,
como lo hace, tampoco resulta de aplicable a la materia reseñada la regulación recogida en la
legislación cooperativa estatal (art. 70.1 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas),
de aplicación supletoria para cuanto pudiera no haber regulado la legislación autonómica.
Legislación estatal que, en todo caso, tampoco añade ni complementa nada de lo dispuesto
en relación a las causas de disolución por la LCE.
14.3 Eficacia de las causas de disolución
Artículo 92.- Eficacia de las causas de disolución.
1.- El transcurso del plazo fijado operará de pleno derecho, a no ser que con anterioridad
hubiese sido expresamente prorrogado mediante acuerdo adoptado en la asamblea
general por la mayoría prevista en el artículo 38.2 e inscrita dicha prórroga en
el Registro de Cooperativas de Euskadi. El acuerdo que consista en la ampliación
del plazo de duración dará lugar a que, en caso de separación, la baja de la persona
socia sea considerada como justificada, derecho que será reconocido en los términos
previstos en el artículo 78.4.
2.- Las restantes causas requerirán acuerdo de la asamblea general tomado por mayoría
ordinaria, salvo en los supuestos previstos en los apartados 6 y 8 del artículo
anterior. Producida cualquiera de aquellas causas, las personas administradoras
deberán convocar la asamblea general en el plazo de dos meses. La comisión de
vigilancia o cualquier persona socia podrá requerir a las personas administradoras
para que procedan a la convocatoria.
3.- Si dicha asamblea no fuera convocada, no se reuniese en el plazo estatutariamente
establecido o reunida no pudiera adoptarse tal acuerdo o se adoptase un acuerdo
contrario a declarar la disolución, las personas administradoras deberán, y cualquier
persona interesada podrá, solicitar la disolución judicial de la cooperativa.
En todo caso, tendrán condición de partes interesadas el departamento del Gobierno
Vasco competente en materia de trabajo, el Consejo Superior de Cooperativas de
Euskadi, y las federaciones más representativas en cuanto a sus asociadas y, en su
caso, la Confederación de Cooperativas de Euskadi.
4.- El acuerdo de disolución o la resolución judicial que la declare deberá inscribirse
en el Registro de Cooperativas de Euskadi, y deberá publicarse en el Boletín Oficial
del País Vasco y en un periódico de gran circulación en el territorio histórico del
domicilio social.
5.- La cooperativa disuelta podrá ser reactivada siempre que se elimine la causa que
motivó la disolución y no haya comenzado el reembolso de las aportaciones a las
personas socias.
331

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Para ello se precisará acuerdo de la asamblea general adoptado por la mayoría
prevista en el artículo 38.2. Dicho acuerdo no producirá efectos hasta su inscripción
en el Registro de Cooperativas de Euskadi.
En caso de procedimiento concursal, y siempre que se hubiera iniciado la fase de
liquidación, la reactivación solo podrá ser acordada si la cooperativa llega a un
convenio con sus acreedores.
14.3.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Se incorporan dos novedades que en la práctica resultan meramente formales, consistiendo
ambas en la adaptación de la dicción de la norma a la nueva realidad asociativa y legislativa.
Es decir:
a) Por un lado, se añade entre las instituciones, entidades y organizaciones que tendrán
la condición de interesados y, por tanto, legitimados para solicitar la disolución judicial
en caso de no acordarlo la propia asamblea aun encontrándose la cooperativa
incursa en una causa legal a la Confederación de Cooperativas de Euskadi. De esta
manera la LCE se adapta a la nueva realidad asociativa del cooperativismo.
b) Por otro lado, y en el marco de la regulación contenida en relación a la posibilidad
de la eventual reactivación de la cooperativa una vez disuelta la misma, se sustituye
la referencia a la figura jurídico-económica ya derogada de la quiebra por el de procedimiento
concursal, actualmente en vigor. Y ello al tiempo de procurar también la
adaptación del supuesto de hecho concreto (reactivación una vez iniciada la fase de
liquidación) a la regulación contenida en la legislación concursal.
14.3.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
De esta manera, y en relación a la fuerza jurídica y eficacia de las causas de disolución
legalmente previstas y analizadas en el marco del artículo anterior, debemos diferenciar entre
las mismas atendiendo a la naturaleza jurídica de cada una. Así, podemos distinguir básicamente
3 grupos:
1.- La relativa al cumplimiento del plazo fijado en los estatutos que si bien opera ipso
iure, en la práctica resulta fácilmente salvable mediante el oportuno acuerdo de modificación
de los estatutos sociales adoptado por la cooperativa con carácter previo
a dicho vencimiento, prorrogando el citado plazo, ya fuera de manera determinada
o indefinida. En todo caso, atendiendo tanto a la trascendencia que dicho acuerdo
de modificación de los estatutos sociales por parte de la asamblea general tendría
sobre la propia cooperativa, como a la afección que de la misma se derivaría para
las personas socias que conformasen aquélla, por cuanto conllevaría una variación
sustancial de un aspecto estructural como consecuencia de la prolongación de su
existencia más allá del plazo estatutariamente previsto, el precepto establece una
serie de garantías que procuran la mayor seguridad jurídica en ambos sentidos. Por
un lado, y frente al interés de la propia cooperativa, que el acuerdo esté adoptado
por una mayoría cualificada de dos tercios de los votos válidamente emitidos para
el supuesto de una asistencia a la asamblea (entre presentes y representados) que no
alcanzase el setenta y cinco por ciento de los votos. Y por otro, atendido al interés
332

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
de la persona socia, la posibilidad de que aquélla pueda ejercer su derecho de separación,
debiendo en tal caso calificarse necesariamente la misma como justificada,
siempre y cuando hubiere votado en contra del acuerdo de prolongación del plazo
de duración de la cooperativa en el marco de la asamblea o, no habiendo asistido a
la misma, comunicase expresamente su disconformidad mediante escrito dirigido
a los administradores dentro del plazo de cuarenta días hábiles a contar a partir de
la inscripción registral del acuerdo. Acuerdo, el de la modificación estatutaria pretendiendo
la prolongación del plazo de duración de la existencia y del desarrollo de
la actividad cooperativizada por parte de la cooperativa, cuya inscripción registral
resulta obligatoria.
2.- En los supuestos contenidos en los puntos 2, 3, 4, 5, 7 del artículo 91, la disolución
requerirá el oportuno acuerdo adoptado por la asamblea general, mediante mayoría
ordinaria. Además, en tales supuestos se establece la obligación de las personas administradoras
de convocar asamblea general en el plazo de dos meses desde que el
hecho causante de la disolución se produjera, más allá de la dificultad que pudiera
suponer la determinación del plazo concreto en el que se produjo el hecho causante
en alguno de los casos expuestos, al objeto de procurar o bien el acuerdo de
disolución o, en su caso, la subsanación de aquél hecho causante, que posibilite la
continuidad de la cooperativa. Regulándose también la facultad de la comisión de
vigilancia, si la hubiera, o de cualquier persona socia para, una vez acontecido el
hecho causante, poder requerir a las personas administradoras para que procedan a
la oportuna convocatoria de aquella asamblea.
3.- En cuanto a las causas reguladas como puntos 6 y 8 del artículo 91, la disolución
también requerirá de acuerdo adoptado por la asamblea general en tal sentido, pero
en ambos casos adoptado por mayoría cualificada de dos tercios de los votos válidamente
emitidos para el supuesto de una asistencia a la asamblea (entre presentes y
representados) que no alcanzase el setenta y cinco por ciento de los votos.
Todo ello sin perjuicio de la posibilidad de que la disolución pueda traer causa de la regulación
contenida en otras leyes u otros supuestos expresamente previstos en los estatutos sociales,
en cuyo caso se deberá atender a la naturaleza de las mismas para concluir su eficacia.
Si las personas administradoras no procediera a convocar la mencionada asamblea en el
plazo de dos meses o en el momento que se lo requirieran la comisión de vigilancia o cualquier
persona socia,, habiéndola convocado no se celebrase dentro del plazo legal y estatutariamente
previsto o, reunida, no se pudiera adoptar el acuerdo o se adoptase un acuerdo
contrario a declarar la disolución, las personas administradoras vendrán obligadas a solicitar
la disolución judicial; en cumplimiento a deber de desempeño diligente de sus funciones inherente
al cargo. Al tiempo que podrá instar también la disolución judicial cualquier persona
interesada, otorgando la condición de tal el legislador al departamento del Gobierno Vasco
competente en materia de trabajo, al CSCE/EKGK, las federaciones más representativas
respecto a sus propios asociados y, en su caso, la Confederación de Cooperativas de Euskadi.
Es decir, tanto a la administración pública, como a aquel sector asociativo del cooperativismo
reconocido expresamente en la propia ley (ver estudio Título IV de la ley). Todo ello sin
que dicha relación de potenciales interesados reconocido por el precepto deba interpretarse
como un listado exclusivo y excluyente, por cuanto parece fuera de toda duda que también
resultarán interesadas, entre otras, las personas socias y las personas acreedoras.
333

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Tratándose la disolución un acto registralmente inscribible, y ostentando además esta inscripción
carácter constitutivo (no producirá efectos hasta entonces), cuando la misma traiga
causa del acuerdo adoptado por la asamblea en tal sentido o de resolución judicial que así
la declarase, deberá procederse con carácter previo a su oportuna publicación, debidamente
acreditada en el marco de la tramitación de la propia inscripción registral, en el BOPV y en
un periódico de gran circulación del Territorio Histórico donde se ubique el domicilio social
de la cooperativa. Publicación que tiene como objetivo el general conocimiento del hecho
por parte de aquellos potenciales interesados. Es por ello que cuando la disolución traiga
causa del vencimiento del plazo de duración estatutariamente previsto, es decir, cuando se
trate de una disolución de pleno derecho, su inscripción registral devendrá automática, sin
necesidad de publicación alguna.
En todo caso, la inscripción de la disolución de la cooperativa no conlleva irremediablemente
su necesaria liquidación posterior y cancelación de los asientos registrales. Así, se
regula expresamente la posibilidad de la eventual reactivación para lo que se requerirá i)
la eliminación de la causa que motivó aquélla, ii) que se lleve a cabo con carácter previo al
inicio del reembolso de las aportaciones a favor de las personas socias, y iii) que resulte de
una decisión mayoritaria acordada por la asamblea mediante el voto favorable de dos tercios
de los válidamente emitidos para el supuesto de una asistencia a la asamblea (entre presentes
y representados) que no alcanzase el setenta y cinco por ciento de los votos; en caso de superarse
dicho quórum, una mayoría ordinaria resultará suficiente.
Al igual que sucede con el acuerdo de disolución, el de reactivación de la sociedad por
su voluntad de continuidad operando en el tráfico mercantil a través del desarrollo de su
actividad cooperativizada, por el que se deja sin efectos el anterior, también debe ser necesariamente
–carácter constitutivo- inscrito en el registro; es decir, no surtirá efectos hasta que
no se produzca aquella efectiva inscripción. Adviértase en este sentido que la inscripción
del acuerdo de reactivación no requiere de publicidad alguna, a diferencia de la disolución.
Para finalizar, el legislador regula la posibilidad de la reactivación de la cooperativa incursa
en un procedimiento concursal, señalando que aquélla –reactivación- sólo cabrá en
caso de haberse abierto la fase de liquidación, previo el oportuno convenio aprobado con sus
acreedores. Es decir, que la reactivación previa a la apertura de la fase de liquidación dependerá
única y exclusivamente de la propia voluntad de la cooperativa, perdiendo la cooperativa
dicha capacidad dispositiva una vez el Juzgado de lo Mercantil que estuviere conociendo
el asunto declarase abierta la fase de liquidación. Momento a partir del cual la cooperativa
deberá procurar necesariamente la formalización de un convenio con los acreedores de la
sociedad, acreditándolo, para procurar su eventual reactivación.
14.3.3. Significado práctico
Norma de carácter imperativo no disponible por la cooperativa en todo lo regulado por la
ley, sin perjuicio de su posibilidad para introducir precisiones que no contradigan lo dispuesto
por aquélla, como por ejemplo incorporar mayorías reforzadas para la toma de decisiones
o el reconocimiento de derechos a favor de las personas socias que hubieren manifestado
expresamente su disconformidad con la reactivación…
Los destinatarios de la norma serán en primer lugar la propia cooperativa y sus órganos
sociales, en especial las personas administradoras, a las que se les impone la obligación de
334

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
convocar la asamblea una vez producido el hecho causante de la disolución. Al mismo tiempo,
no encontramos con los siguientes colectivos interesados: las personas miembro de la
comisión de vigilancia, que en el desempeño de sus funciones podrán requerir también a las
personas administradoras aquella convocatoria; todas las personas socias que conformaren
la cooperativa, que ostentarán también el mismo derecho; la administración pública, a través
del departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo; y el sector asociativo
del cooperativismo, desde el CSCE/EKGK, hasta las federaciones, respecto a sus propias
entidades asociadas, y la Confederación de Cooperativas de Euskadi. Todo ello sin perjuicio
de la particularidad del interés directo de la dicción del precepto también para quien registra,
por cuanto la causa del vencimiento del plazo de duración estatutariamente previsto por la
cooperativa opera de pleno derecho, debiendo aquél proceder a la inscripción automática de
la disolución, sin necesidad ni de acuerdo por parte de la asamblea, ni de resolución judicial
quela declare, ni de requerimiento alguno formulado por tercero interesado.
Resulta aplicable a todas las cooperativas, con independencia de la clase a la que pudieren
pertenecer, y sus condiciones particulares (número de personas socias, patrimonio,…).
14.3.4 Otra normativa aplicable
Siendo una regulación estricta y exclusivamente cooperativa, no resulta de aplicación otra
normativa. Ni la contenida en la legislación estatal (apartados 2 a 5 del art. 70 de la Ley
27/1999), de aplicación supletoria a la LCE, por cuanto nada añade ni complementa aquélla
a ésta, siendo ambas muy similares, más allá de algunas cuestiones meramente formales y de
detalle, como por ejemplo la mayor descripción de aquélla sobre los términos de la tramitación
de la inscripción registral de los acuerdos.
14.4 Proceso de liquidación
Artículo 93.- Proceso de liquidación.
1.- Disuelta la cooperativa, se abrirá el periodo de liquidación, salvo en los supuestos
de fusión o escisión total. La cooperativa conservará su personalidad jurídica, pero
deberá añadir a su denominación, durante este periodo, la expresión «en liquidación».
2.- Durante el periodo de liquidación se observarán las normas legales y estatutarias
aplicables sobre régimen de asambleas generales, que serán convocadas por las
personas administradoras, quienes las presidirán y a las que darán cuenta de la
marcha de la liquidación para que acuerden lo que convenga al interés común.
14.4.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El texto contenido en el presente precepto resulta idéntico al de la regulación establecida
en el art. 89 de la ley derogada, con la única excepción de la referencia al deber de convocar
las asambleas generales por parte de las personas administradoras, en lugar de por los
liquidadores, como se contenía en aquél. En todo caso, si bien la trascendencia y repercusión
jurídica de dicha modificación se estima meramente formal, por cuanto la competencia para
la convocatoria de las asambleas generales viene expresamente dispuesta en el art. 35.1 de
335

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
la ley a favor de las personas administradoras, debiendo entenderse como tales personas
administradoras de la cooperativa en fase de liquidación a las personas designadas por la
asamblea general como liquidadoras, se estima que la dicción anterior resultaba más gráfica.
Y ello porque de la propia lectura del término liquidadores se advertía y advierte que la cooperativa
se encuentra inmersa en un proceso de liquidación, en el que la administración de
la sociedad tiene una finalidad distinta a la habitual del desarrollo ordinario de la actividad
(objeto social).
14.4.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
El precepto establece la obligatoriedad de la apertura del proceso de liquidación una vez se
hubiera producido la disolución de la misma, por lo que su aplicabilidad resulta imperativa,
no pudiendo la cooperativa a través de sus órganos sociales disponer en sentido contrario.
Y ello con las dos excepciones que ya advertíamos con anterioridad a lo largo del estudio y
análisis del presente capítulo, y que se recogen en el presente de manera expresa, como son
los supuestos de fusión (recuérdese que la cooperativa absorbente no se disuelve) y escisión
total. Operaciones ambas por las que se puede alcanzar la extinción societaria mediante la
cancelación de los asientos registrales sin necesidad previa de disolución ni proceso de liquidación
entendiendo como tal el de apertura de la fase de liquidación para la tramitación y
gestión de las operaciones liquidatorias consistentes, como señalábamos con anterioridad, en
el cobro de los créditos pendientes, la conversión, en su caso, de los bienes activos en líquido
(dinero), el pago de las deudas y la adjudicación del haber social que pudiera resultar como
consecuencia de las citadas operaciones en los términos y a favor de las personas físicas y
jurídicas legalmente establecidas.
Durante el período en el que la cooperativa se encuentre en proceso de liquidación, que
en todo caso deberá ser temporal, bien por su eventual reactivación, bien por su definitiva
liquidación y extinción societaria, la sociedad mantendrá su personalidad jurídica, pudiendo
por tanto durante aquel período no sólo gestionar las actuaciones pendientes de finalización,
sino llevar a cabo nuevas actuaciones comerciales en el tráfico mercantil. Es por ello que, al
objeto de procurar la mayor transparencia y seguridad jurídica para los terceros interesados
que tuvieran o pudieran tener vinculación mercantil y laboral con la cooperativa, se requiere
la necesaria adición a la denominación social de la expresión “en liquidación”, que deberá
contenerse en todas las transacciones y operaciones que pudiera llevar a cabo en adelante.
De tal manera que cualquier tercero interesado pueda ser conocedor del estado de situación
jurídico-económica en la que se encuentra la cooperativa sin necesidad de llevar a cabo
una investigación en tal sentido, sirviéndose como tal la simple lectura de la propia denominación
social acompañada de la expresión citada. Es decir, pretendiéndose el traslado de
manera pública de una información trascendental, junto con la información necesariamente
contenida en la denominación social relativa al tipo jurídico que ostenta la propia, y del que
se concluyen aspectos relevantes tales como el régimen de responsabilidad aplicable a las
personas socias que la conforman. Expresión del que se deriva el conocimiento de una nueva
realidad jurídico-económica de la cooperativa, fruto del irremediable giro en los objetivos y
finalidades perseguidos en el marco del citado proceso de liquidación, y que pasará del desarrollo
ordinario de su actividad, al de las operaciones liquidatorias tendentes a la eventual
liquidación y extinción societaria de la misma.
336

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
En otro orden de cosas, de la dicción del precepto se concluye también la especial relevancia
que tiene la asamblea general en la vida de la cooperativa, manteniéndose su trascendencia
en el proceso de liquidación, mediante el establecimiento de la obligatoriedad de su
celebración en los términos dispuestos en la Sección 1ª del Capítulo V del Título I de la ley
y en los estatutos sociales. Es decir, imponiendo la necesaria celebración de al menos una
reunión asamblearia con carácter anual, equivalente a la ordinaria, para el supuesto de que el
proceso de liquidación se prolongase más allá del año. Y ello al objeto de que las personas
administradoras de la cooperativa, configuradas ya como liquidadoras, previa la oportuna
convocatoria emitida a los efectos por los mismos y presidiendo la asamblea general, informen
al conjunto de socios o socias que conforman la sociedad sobre la marcha de las
operaciones liquidatorias y estado de situación jurídico-económico en el que se encuentra la
cooperativa; todo ello en consonancia con lo dispuesto por el art. 371 de la LSA. Asamblea
general que, atendiendo tanto a la dicción literal de la regulación contenida en el precepto
estudiado como al especial régimen jurídico-económico que se deriva para la cooperativa
al tiempo del inicio del proceso de liquidación, se estima no vendría obligada a aprobar las
cuentas anuales en los términos previstos en los arts. 35.3.c) y 34 de la LCE, pudiendo limitarse
a acordar lo que estimare conveniente al interés común de la sociedad, en relación a la
marcha y las operaciones liquidatorias llevadas a cabo.
Interés general que puede abarcar no sólo las cuestiones circunscritas exclusivamente al ámbito
del proceso de liquidación y marcha de las actuaciones ejecutadas en el marco de aquél,
tales como el establecimiento de criterios e instrucciones determinadas a las personas administradoras
–liquidadoras- para la gestión del referido proceso, sino también la eventual reactivación
de la cooperativa abandonando de esta manera el proceso de liquidación y retomando nuevamente
su actividad ordinaria, retirando de su denominación la expresión “en liquidación”.
14.4.3 Significado práctico
Precepto imperativo no disponible por la cooperativa a través de sus estatutos sociales, sin
perjuicio de que éstos pudieran disponer previsiones complementarias que en caso alguno
podrán resultar contrarios a la ley ni contradecir los principios configuradores de la sociedad
cooperativa. Aplicable a toda cooperativa, con independencia de su clase, tamaño y demás
condiciones.
Tiene afección directa sobre la propia cooperativa, destacando el mantenimiento de la
relevancia del funcionamiento de la asamblea general en los términos habituales legal y
estatutariamente regulados, en su condición de máximo órgano social, y de la figura de las
personas administradoras configuradas como liquidadoras en su calidad de responsables de
la gestión y representación de la cooperativa. Especial atención presta también el precepto
a la debida transparencia y seguridad jurídica de los terceros interesados que operen con la
cooperativa, mediante la obligación impuesta a ésta de procurar su manifestación pública
externa publicitando su condición de sociedad en proceso de liquidación, a través de la inclusión
de la expresión “en liquidación” en su denominación social.
14.4.4.Otra normativa aplicable
Sin perjuicio de la consonancia entre la regulación contenida en el precepto analizado y la
recogida en el mismo sentido en la LSA, se trata de una materia exclusivamente cooperativa.
337

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
De esta manera, ni tan siquiera la legislación estatal (apartados 1 y 5 del art. 71 de la Ley
27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas), de aplicación supletoria para lo no dispuesto por
la LCE, resulta aplicable, por cuanto ésta dispone expresamente la pretendida regulación de
la apertura del proceso de liquidación y su funcionamiento orgánico, además de contener
aquella ley estatal una dicción muy similar a la de la LCE.
14.5 Nombramiento de liquidadores o liquidadoras
Artículo 94.- Nombramiento de liquidadoras o liquidadores.
1.- La asamblea general elegirá una o más liquidadoras o liquidadores, preferentemente
entre las personas socias de la cooperativa, en número necesariamente impar.
En caso de que ninguna de las personas socias, acreditando justa causa de excusa,
quiera aceptar el cargo, habrá de ser nombrado o nombrada entre personas físicas
o jurídicas que no sean socias de la cooperativa. Las liquidadoras o liquidadores
podrán ser retribuidos.
El nombramiento no surtirá efectos frente a terceras personas no socias hasta su
inscripción en el Registro de Cooperativas de Euskadi.
2.- Si transcurren dos meses desde la disolución sin que se haya efectuado el nombramiento
y la aceptación consiguiente, las personas administradoras deberán solicitar
al juzgado de lo mercantil del domicilio social el nombramiento de liquidadores o
liquidadoras, que podrán ser personas no socias de la cooperativa.
También está legitimada para formular esa solicitud cualquier persona interesada,
con la precisión señalada en el artículo 92.3.
14.5.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Dentro del presente artículo se incorpora, además de la reiterada acomodación de la dicción
a un lenguaje de género inclusivo, una novedad sustancial consistente en el expreso reconocimiento
de la facultad de la asamblea general de la cooperativa para la designación como
persona/s liquidadora/s de tercera/s persona/s no socia/s. Facultad que la norma convierte
además en obligación para el supuesto de que ninguna persona socia aceptase su eventual
nombramiento como tal persona liquidadora, previa la oportuna acreditación por parte de
ésta de justa causa de excusa para dicho rehúse. Obligación que deriva de la expresa manifestación
contenida en el precepto sobre la necesaria preferencia en la designación como tal/es
persona/s liquidadora/s de las personas socias. Como consecuencia de dicha habilitación de
la designación de tercera/s persona/s como liquidadora/s, la norma establece también la posibilidad
de que aquélla/s pudiera/n ser persona/s jurídica/s, además de física/s, lógicamente.
Posibilidad, la de la designación como persona/s liquidadora/s de terceros no socios, que
en la ley derogada sólo cabía para el supuesto concreto de que, acordada la disolución por
parte de la asamblea, transcurrieran dos meses sin que aquélla hubiera procedido al oportuno
nombramiento o, habiéndolo hecho, no se hubiere producido la pertinente y preceptiva
aceptación del cargo por los designados. Viniendo en tal caso las personas administradoras
obligadas a solicitar la designación judicial de la/s persona/s liquidadora/s. Es decir, que sólo
podía/n ser designada/s como persona/s liquidadora/s terceras personas no socias mediante
resolución judicial que así lo dictase.
338

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
De esta manera, y manteniéndose en la nueva regulación la obligatoriedad por parte de
las personas administradoras de proceder a la solicitud de designación judicial en el mismo
supuesto descrito (acordada la disolución por parte de la asamblea, transcurran dos meses sin
que aquélla hubiera procedido al oportuno nombramiento o, habiéndolo hecho, no se hubiere
producido la pertinente y preceptiva aceptación del cargo por los designados), se faculta
expresamente a la cooperativa (a través de la asamblea general) para que pueda proceder
directamente a aquélla designación como tal/es de persona/s no socia/s, sin necesidad de tener
que formular requerimiento judicial alguno. Convirtiéndose dicha facultad en obligación
cuando ninguna persona socia aceptase, de manera motivada, su eventual designación para
el desempeño del cargo de persona liquidadora.
Todo ello acompañado del oportuno reconocimiento competencial para la designación de
la/s persona/s liquidadora/s en el supuesto reiterado de requerimiento formulado a los efectos
por las personas administradoras a favor del orden jurisdiccional de los Juzgados de lo
Mercantil del domicilio social de la cooperativa, en sustitución de los Juzgados de Primera
Instancia.
14.5.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Regula la norma la obligación de la cooperativa de, disuelta la misma, designar personas
liquidadoras en número necesariamente impar, ya sea una única persona o varias. Además,
tal y como ya advertíamos, incorpora una novedad de relevancia cuando, a diferencia de la
norma derogada, habilita la posibilidad de la designación como tales personas liquidadoras
de personas no socias. Y ello sin perjuicio de mantener, en virtud de la dicción literal del
precepto, la preferencia en la designación de personas socias frente a la de personas no socias.
De esta manera, es la propia norma la que convierte lo que inicialmente se podría intuir
como un derecho en una obligación, para el supuesto de que, en el marco de la gestión de la
preferencia en la designación de la/s liquidadora/s de entre las personas socias ninguna de
éstas aceptase, acreditando justa causa de excusa, tal designación. Es decir, que la designación
como liquidadora de una persona no socia deberá venir necesariamente precedida del
oportuno rehúse justificado por parte de las personas socias. Hecho, el de la prueba de la
no aceptación del cargo por parte de las personas socias, que si bien deberá ser acreditado,
tal y como recoge la propia regulación contenida en el precepto, no es menos cierto que no
habiéndose dispuesto ninguna relación de causas que podrían calificarse como justificadas,
aunque fuera una relación meramente enunciativa y no finita, ni el procedimiento a seguir
para su acreditación, se estima debieran interpretarse ambas cuestiones de la manera más
amplia y posibilista. Todo ello sin perjuicio del desarrollo que la materia pudiera tener en
el marco del reglamento de organización y funcionamiento del Registro de Cooperativas de
Euskadi, toda vez que la designación de persona/s liquidadora/s resulta un acuerdo inscribible
para que surta efectos frente a terceros. Y parece lógico concluir que aquella acreditación
de justa causa de excusa formará parte del acuerdo por el que se procure la inscripción registral
de persona/s no socia/s como liquidadora/s.
Al mismo tiempo, se mantiene la posibilidad ya regulada en la ley derogada de que la
asamblea pueda acordar la retribución del desempeño del cargo de liquidador o liquidadora,
fuere designada como tal persona socia o tercera (física o jurídica) ajena a la cooperativa.
Acuerdo que parece lógico interpretar resultará habitual en el supuesto de la designación
339

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
como tales personas liquidadoras de terceros no socios, porque difícilmente asumirá la responsabilidad
inherente al cargo una persona sin interés directo en el proceso de liquidación,
si no es a cambio de la obtención de un rédito económico. Responsabilidad que, lógicamente,
se verá sustancialmente acrecentada cuando el referido desempeño del cargo resulte retribuido,
como consecuencia de la profesionalización que debe presumirse al cargo retribuido.
En el supuesto de que, disuelta la cooperativa, transcurrieran dos meses sin que se hubiera
procedido a la designación de la/s persona/s liquidadora/s por parte de la asamblea general de
la cooperativa, las personas administradoras vendrán obligadas a solicitar la designación de
persona/s liquidadora/s por parte del juzgado de lo mercantil del domicilio social de la sociedad,
pudiendo éste designar como tal/es también a tercera/s persona/s no socia/s. Atendiendo
a la presente obligación regulada para salvaguardar los intereses de la propia cooperativa y de
las personas interesadas en el proceso de liquidación, ya contenida en la ley derogada, cabría
concluir que con la habilitación para la designación de persona/s no socia/s como liquidadora/s
por parte de la asamblea con carácter previo se procura evitar tener que llegar al supuesto
de la necesidad y obligatoriedad por parte de las personas administradoras de la formulación
del pertinente requerimiento de designación judicial de la/s persona/s liquidadora/s.
Solicitud de designación judicial de la/s persona/s liquidadora/s una vez transcurridos dos
meses desde la disolución de la cooperativa para la que se encontrará legitimada también cualquier
persona interesada, en idénticos términos a los expuestos y analizados en relación al
derecho de los terceros interesados para solicitar la declaración de disolución (remisión directa
de la Ley a la regulación contenida en el art. 92.3). Es decir, para el supuesto de que la asamblea
en la que debiera procederse a la designación de la/s persona/s liquidadora/s no fuera convocada,
siendo convocada no se reuniese en plazo o reunida no adoptase el acuerdo de designación
pertinente o adoptase un acuerdo contrario a dicha designación. Al tiempo que se recoge,
con carácter meramente enunciativo y no finito, como personas interesadas al departamento
del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo, el CSCE/EKGK, las federaciones más
representativas respecto a sus asociadas y, en su caso, la Confederación de Cooperativas de
Euskadi. Relación de personas interesadas a la que parece razonable añadir tanto a las personas
socias que conforman la cooperativa, como a los acreedores de la misma. Facultad que, reiteramos,
al igual que acontece con las personas administradoras estará operativa únicamente a partir
del transcurso de los dos meses legalmente establecidos desde la disolución de la sociedad,
otorgándose dicho plazo de margen para que la designación se procure desde el órgano social
naturalmente competente para ello, como es la asamblea general.
14.5.3 Significado práctico
Se trata de una norma de carácter imperativo, no disponible por parte de la cooperativa
respecto a lo expresamente dispuesto por el precepto. Sin perjuicio de la posibilidad por
parte de la sociedad para, a través de la asamblea general, concretar si así lo estimase oportuno
vía estatutaria cuestiones sobre las que la Ley ofrece margen de maniobra: léase, como
simples ejemplos, la posibilidad de determinar el número exacto de persona/s liquidadora/s
a designar, respetando el número impar impuesto por la norma; carácter retribuido o no del
desempeño de cargo de liquidador o liquidadora y, en caso afirmativo, sistema retributivo
–cuantía…- aplicable; determinación del sistema de funcionamiento de las liquidadoras o
liquidadores en el desempeño de sus funciones y distribución de las mismas, en su caso.
340

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Destinado principalmente a la propia cooperativa, y particularmente a su asamblea general,
por ser el órgano social al que compete en términos naturales (al margen de la designación judicial)
en exclusiva la designación de la/s persona/s liquidadora/s. Resulta de interés también
para las personas legitimadas para la formulación de la solicitud de designación judicial por
parte del Juzgado de lo Mercantil del domicilio social de la cooperativa; es decir, para las personas
administradoras, que además serán las responsables de convocar en primera instancia
aquélla asamblea general que deba procurar tal designación, sin perjuicio de la ulterior obligatoriedad
de solicitarla vía judicial para los supuestos en los que no se celebrara la asamblea
o, celebrándose, no acordara tal designación, cualquiera que fuere el motivo, y para cualquier
otra persona con interés legítimo. Todos ellos, junto con el responsable del Registro, por
cuanto aquella designación de persona/s liquidadora/s resulta un acto inscribible, quedando
los efectos de la designación frente a terceros supeditados en dicha inscripción registral.
Precepto aplicable a todas las cooperativas, con independencia de la clase a la que pertenezcan
y de sus eventuales particularidades (número de socios, patrimonio,…).
14.5.4 Otra normativa aplicable
Se trata de una regulación estricta y exclusivamente cooperativa, no resultando de aplicación
otra normativa. Ni la contenida en la legislación estatal (apartados 1, 2 y 3 del art. 71 de
la Ley 27/1999), de aplicación supletoria a la LCE, por cuanto nada añade ni complementa
aquélla a ésta, siendo la dicción literal contenida en ambas muy similar.
14.6 Transmisión de funciones
Artículo 95.- Transmisión de funciones.
Disuelta la cooperativa, las personas administradoras continuarán en sus funciones de
representación y gestión, a los solos efectos de evitar posibles perjuicios, y cesarán en ellas
una vez nombradas las liquidadoras o liquidadores, con quienes suscribirán un inventario y
balance de la cooperativa, con referencia al día en que se inicie la liquidación y con carácter
previo a que las liquidadoras o liquidadores comiencen a desempeñar sus funciones.
Además, si fueran requeridas para ello, las personas administradoras deberán proporcionar
la información y antecedentes que soliciten las liquidadoras o liquidadores para la
práctica de las operaciones de la liquidación.
14.6.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
No se produce innovación alguna, manteniéndose la literalidad de la regulación contenida en
la ley derogada, sin perjuicio de la acomodación del texto a un lenguaje de género inclusivo.
14.6.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Una vez disuelta la cooperativa, cualquiera que fuera el motivo del que trajera aquélla causa,
y hasta tanto en cuanto no se proceda a la designación de las liquidadoras o liquidadores,
serán las personas administradoras las responsables de continuar con la gestión y representación
de la sociedad, con la única finalidad de procurar evitar posibles perjuicios para la misma
y para las personas interesadas en el proceso de liquidación. En este sentido, y en estricto
341

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
cumplimiento de cuanto dispone el precepto anterior, recordemos que dicho período no debiera
prolongarse más allá de los dos meses, por cuanto a partir del transcurso de este período
las personas administradoras vendrán obligadas a solicitar la designación judicial (Juzgados
de lo Mercantil del domicilio social de la cooperativa) de aquéllas. Todo ello sin perjuicio de
la posibilidad y la conveniencia de la eventual designación de las personas liquidadoras al
tiempo (a continuación), de acordarse la disolución. Habiendo facilitado quien legisla dicha
designación en los términos ya expuestos y analizados en el punto anterior.
En el momento de la designación de las liquidadoras o liquidadores las personas administradoras
cesarán en las funciones de gestión y representación que venían desempeñando,
ya fuere en el marco del desarrollo de la propia actividad de la cooperativa cuando resulte
aquélla simultánea al acuerdo de disolución, ya circunscrito a evitar posibles eventuales
perjuicios cuando la designación no resultare paralela. Al tiempo de la designación de las
liquidadoras o liquidadores, ambas partes (las personas administradoras y las liquidadoras)
formalizarán y suscribirán un inventario y balance de situación de la cooperativa con referencia
al día anterior al del inicio del proceso de liquidación que, recordemos, se produce con la
disolución; y, en todo caso, con carácter previo a que las liquidadoras o liquidadores inicien
el desempeño de sus funciones. Cuestión que resulta trascendental por cuanto, disuelta la
cooperativa, no se observarán en adelante las normas legales y estatutarias aplicables al régimen
económico en relación a la determinación de resultados, y distribución de excedentes
o imputación de pérdidas. De tal manera que, en caso de producirse plusvalías, éstas pasarán
a ser consideradas como sobrante del haber líquido, correspondiéndoles por tanto el destino
legalmente dispuesto [art. 98.2.d) de la LCE – ver estudio más adelante].
Sin perjuicio del cese de las personas administradoras en sus funciones en el momento de
la designación de las personas liquidadoras, quedando el resultado de la gestión de aquéllas
reflejada en el inventario y balance de situación suscrito con éstas en los términos anteriormente
señalados, se mantendrá el deber de las primeras de proporcionan a las liquidadoras
o liquidadores toda la información relativa a la cooperativa que les pudiera ser requerida al
objeto de la consecución de las operaciones liquidatorias. Es decir, que las personas administradoras
continuarán teniendo obligaciones aún después de cesados de sus funciones como
gestoras y representantes de la sociedad.
14.6.3 Significado práctico
Se trata de una norma imperativa, no disponible por parte de la cooperativa, y destinada
principalmente a la propia sociedad, por cuanto procura la garantía de que no haya vacío en
la gestión y representación de la misma, manteniéndose en tales funciones a las personas
administradoras hasta que se produzca la efectiva designación de las personas liquidadoras.
Consecuentemente, resulta también de interés por su relevancia jurídica tanto para las personas
administradoras, a las que se les impone una obligación que se mantendrá incluso una
vez cesados de sus cargos (proporcionar información a las personas liquidadoras), como para
las personas liquidadoras, por cuanto determina el momento a partir del cual asumen éstas
la gestión y representación de la cooperativa. Al tiempo que se dispone de una obligación
conjunta, como es la de la suscripción del inventario y balance de situación a día anterior al
del inicio del proceso de liquidación, que será además la que determine el momento de la
propia transmisión de las funciones.
342

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Resulta de aplicación a todas las cooperativas, con independencia de la clase a la que pertenezcan
y de sus particularidades (número de personas socias, patrimonio,…).
14.6.4 Otra normativa aplicable
Siendo una regulación estricta y exclusivamente cooperativa, no resulta de aplicación otra
normativa. Ni la contenida en la legislación estatal (apartados 3 y 4 del art. 71 de la Ley
27/1999), de aplicación supletoria a la LCE, por cuanto nada añade ni complementa aquélla
a ésta, siendo ambas prácticamente idénticas.
14.7 Funciones de las liquidadoras o liquidadores
Artículo 96.- Funciones de las liquidadoras o liquidadores.
1.- Cuando sean varias las liquidadoras o liquidadores, la asamblea general determinará
el régimen aplicable.
2.- Las liquidadoras o liquidadores estarán facultados para realizar cuantas operaciones
sean necesarias para la liquidación. Para el cumplimiento de las funciones que
se les encomiendan, ostentarán la representación de la cooperativa en juicio y fuera
de él, obligando a la sociedad frente a terceras personas no socias en los mismos
términos que los establecidos para el órgano de administración de la cooperativa.
En particular, deberán:
a) Suscribir el inventario y balance inicial aludido en el artículo anterior.
b) Llevar y custodiar los libros y correspondencia de la cooperativa y velar por la
integridad de su patrimonio.
c) Realizar las operaciones pendientes y las nuevas que sean necesarias o convenientes
para la liquidación de la cooperativa.
d) Enajenar los bienes sociales.
e) Reclamar y percibir los créditos pendientes, sea contra terceras personas no
socias o contra las personas socias.
f) Concertar transacciones y arbitrajes cuando así convenga a los intereses sociales.
g) Pagar a los acreedores y a las personas socias y transferir el remanente de la
cooperativa conforme a lo establecido en el artículo 98.
3.- Las liquidadoras o liquidadores terminan sus funciones por haberse realizado la
liquidación, por revocación acordada en asamblea general o por decisión judicial
mediante justa causa a petición de un grupo de personas socias que represente el
veinte por ciento de los votos. Las liquidadoras o liquidadores responderán en los
mismos términos establecidos para las personas administradoras.
14.7.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
El precepto recoge, además de la adecuación del texto a un lenguaje de género inclusivo,
dos novedades consistentes por un lado en reconocer la facultad de la asamblea para, en
el supuesto de que fueran varias las personas designadas como liquidadoras, determinar el
343

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
régimen de funcionamiento aplicable a los mismos. Desempeño de funciones por parte de
las liquidadores o liquidadoras que en virtud de cuanto disponía la ley derogada sólo podía
llevarse a cabo por aquéllas actuando de manera colegiada, sin que la asamblea tuviere capacidad
alguna para acordar nada en otro sentido.
Por otro, en la eliminación de la regulación íntegra contenida en el apartado 3 del artículo
92 de la ley derogada, por la que se establecía la obligatoriedad de efectuar una actuación
concreta por parte de la/s persona/s liquidadora/s en caso de insolvencia de la cooperativa.
En este sentido, atendiendo al hecho de que ya existe una regulación específica aplicable a
todos los procedimientos concursales (que engloba los supuestos de insolvencia) como es la
legislación concursal que resulta de carácter imperativo en todo el amplio espectro del ámbito
mercantil, entendiendo a las cooperativas a estos efectos como parte integrante de aquél,
no se requiere regulación alguna en aquel sentido. Y ello porque las actuaciones a llevar a
cabo por la/s persona/s liquidadora/s en caso de concurso serán las que expresamente se contengan
en o se deriven de la mencionada normativa específica de aplicación.
14.7.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
La primera cuestión sustancial, tal y como ya advertíamos, es la regulación de la posibilidad
de que las liquidadoras o liquidadores, cuando fueran designadas como tales varias,
puedan actuar no sólo de manera colegiada, como disponía la norma derogada, sino que también
puedan desempeñar sus funciones de manera solidaria o mancomunada. Es decir, que
corresponderá a la propia asamblea que las designe, la determinación del régimen de funcionamiento
que les resultará de aplicación, derivándose por operatividad la conveniencia
de que ésta se produzca al tiempo de la propia designación, sin perjuicio de que la asamblea
pudiera estimar oportuno la modificación de dicho régimen en cualquier momento ulterior.
A los efectos prácticos, dicha/s persona/s liquidadora/s ostentarán las mismas competencias
que venían desempeñando hasta la fecha las personas administradoras, es decir, serán las
responsables de la gestión y representación de la cooperativa, viniendo expresamente facultadas
para realizar cualquier operación liquidatoria que se requiriere en el marco del proceso
de liquidación. En este sentido, si bien desde el punto de vista de la representación las similitudes
con las funciones encomendadas a las personas administradoras en el tráfico ordinario
previo a la disolución (desarrollo de la actividad cooperativizada) apenas sufren variación
alguna, recordando expresamente la norma que dicha facultad se extenderá también a los
procedimientos judiciales de los que pudiera formar parte la sociedad, sí que desde el punto
de la gestión las diferencias resultan relevantes. Diferencias que traen causa no de la propia
noción de la función de gestión de la sociedad, sino del objetivo y finalidad perseguidos a
través del desempeño de la misma. Así, mientras la gestión de las personas administradoras
debe encaminarse al mejor desarrollo de la actividad cooperativizada y a la consecución de
los objetivos societarios (viabilidad del proyecto, obtención de resultados positivos,…), el de
la/s persona/s liquidadora/s debe dirigirse, necesariamente, a la liquidación de la cooperativa,
mediante la confección del pertinente balance final y proyecto de distribución del haber social.
Es por ello precisamente que, atendiendo al cuasi idéntico régimen funcional de ambas
figuras, el precepto dispone expresamente la extrapolación directa –sin posibilidad de minoración-
del régimen de responsabilidad aplicable a las personas administradoras (ver estudio
art. 51 de la LCE) a la/s persona/s liquidadora/s, siendo competente para su conocimiento y
344

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
resolución los Juzgados de lo mercantil del domicilio social de la cooperativa. Régimen de
responsabilidad que trae causa, tal y como ya advertíamos, de la condición de la/s persona/s
liquidadora/s como responsables de la gestión y representación de la cooperativa durante el
proceso de liquidación.
De esta manera, sin perjuicio del amplísimo espectro de actuaciones y operaciones que en
el marco del proceso de liquidación puede/n llevar a cabo la/s persona/s liquidadora/s, y que
en la práctica insistimos se estima ilimitado siempre y cuando se circunscriban aquéllas a
la gestión y respeten el ámbito competencial legalmente establecido con carácter exclusivo
a favor de la asamblea, la propia norma viene a recoger de forma enunciativa la relación de
aquellas operaciones liquidatorias concretas que, encuadradas dentro de la gestión general
tendente a la liquidación de la cooperativa, resultarán obligatorias para la/s liquidadora/s o
liquidador/es.
Operaciones liquidatorias concretas que podemos englobar en dos grupos de funciones:
a) El mantenimiento normalizado de la sociedad mientras dure el proceso de liquidación,
que nace con la (i) suscripción del inventario y el balance inicial, debiendo
después (ii) llevar y custodiar los libros y correspondencia de la cooperativa y velar
por la integridad del patrimonio de ésta, y (iii) llevando a cabo las operaciones
pendientes y las nuevas que sean necesarias o convenientes para la liquidación de la
cooperativa.
b) Las estrictamente encaminadas a la efectiva liquidación de la sociedad, como son
(iv) la enajenación de los bienes sociales, (v) la reclamación y percepción de los créditos
pendientes, sea contra terceras personas no socias o contra las personas socias,
(vi) concertar transacciones y arbitrajes cuando así convenga a los intereses sociales
y (vii) pagar a los acreedores y a las personas sociales y transferir el remanente conforme
lo dispuesto por la propia PCE en relación a la adjudicación del haber social
(ver estudio más adelante).
Enajenación de los bienes sociales que no implica la necesaria monetarización de aquéllos,
sin perjuicio de resultar ésta la opción más conveniente por cuanto facilita la distribución
posterior del haber social. Al igual que dificultaría notablemente el proceso de liquidación
la transmisión de los créditos pendientes, aun cuando jurídicamente aquélla se ajuste a derecho.
Todo ello procurando durante el citado proceso no dañar los intereses ni de las personas
socias, ni fundamentalmente de los terceros interesados, entre los que destaca la figura y
posición jurídica del CSCE/EKGK como titular del haber último resultante (ver estudio de
la adjudicación del haber social, más adelante). Lo que hace recomendable, partiendo de un
principio de prudencia, el mantenimiento de la mencionada entidad pública informada sobre
las operaciones liquidatorias que se vinieren llevando a cabo.
La finalización del desempeño de las funciones de la/s persona/s liquidadora/s traerá causa
del debido cumplimiento de sus obligaciones habiéndose procurado la efectiva liquidación
de la cooperativa o, en su caso, por expresa revocación en el cargo acordada por la asamblea
general (cumpliendo los mismos requisitos dispuestos para su designación) o por resolución
judicial (Juzgados de lo Mercantil del domicilio de la cooperativa) debidamente motivada a
requerimiento de personas socias que representen al menos el veinte por ciento del total de
votos que conforman la cooperativa (ver estudio relativo al derecho de voto contenido en el
art. 37 de la LCE).
345

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
14.7.3 Significado práctico
Sin perjuicio del carácter imperativo de la norma, se desprende cierta capacidad de disposición
de la cooperativa dentro de los límites legalmente establecidos, como por ejemplo respecto
al régimen de funcionamiento al que vendrá/n sujeta/s la/s persona/s liquidadora/s (colegiado,
solidario, mancomunado), con la posibilidad de regular la fijación y limitación de las facultades
desempeñadas por aquéllas (p.e. necesidad de ratificación por parte de la asamblea para operaciones
que superen cierto importe económico,…), e incluso recogiendo expresamente como
obligatorios actos de liquidación concretas más allá de los legalmente enunciados, (p.e. deber
de informar a las personas socias con una periodicidad determinada…).
Destinado principalmente a la/s persona/s liquidadora/s por cuanto se establece no sólo su
facultad para llevar a cabo cualquier operación liquidatoria necesaria, sino porque se regula
una relación de actos concretos que, enmarcados dentro de las funciones que le/s vienen encomendadas,
resultan de obligado cumplimiento. Atendiendo a dichas funciones y facultades
de la/s persona/s liquidadora/s, la norma resulta de interés particular también a las terceras
personas que operen con ella dentro del proceso de liquidación, que verán garantizada la
legitimidad y representatividad de la/s persona/s que actúan en nombre de la cooperativa a
los efectos. De igual manera podemos afirmar que resulta de interés también para la propia
cooperativa y las personas socias que la conforman, que deberán determinar el régimen de
funcionamiento al que vendrán sujetas aquéllas personas, pudiendo además cesarles de sus
cargos mediante acuerdo de la asamblea adoptado con las mayorías requeridas para la designación
en el primero de los casos (cooperativa), y por requerimiento judicial en el segundo
(socios que representen al menos el veinte por ciento de los votos totales). Como consecuencia
de lo expuesto, tiene afección también sobre el juzgado competente para resolver la
solicitud de cese y, en su caso, nuevo nombramiento: Juzgados de lo mercantil del domicilio
social de la cooperativa. Para finalizar, y vinculado al ámbito competencial de los referidos
Juzgados que deberán conocer también, en su caso, sobre las acciones de responsabilidad
que pudieran incoarse contra la/s persona/s liquidadora/s, resulta atractivo para las personas
legitimadas a tales efectos, y que serán las mismas que las que lo están para incoar idéntica
acción contra las personas administradoras.
Regulación de aplicación para todas las cooperativas, con independencia de la clase a la
que pudieren pertenecer, y de sus particularidades (número de socios, patrimonio,…).
14.7.4 Otra normativa aplicable
Siendo una materia de carácter estricta y exclusivamente cooperativo, no resulta de aplicación
otra normativa, incluida la legislación cooperativa estatal (art. 73 de la Ley 27/1999), de
aplicación supletoria para todo lo no regulado por la LCE, y que no añade ni complementa
nada de lo dispuesto por ésta. En este sentido cabe afirmar que la regulación contenida en la
LCE presenta un mayor detalle.
14.8 Intervención de la liquidación
Artículo 97.- Intervención de la liquidación.
1.- El veinte por ciento de las personas socias podrá solicitar del juzgado de lo mercan-
346

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
til del domicilio social de la cooperativa la designación de una o varias interventoras
o interventores que fiscalicen las operaciones de la liquidación.
2.- Cuando el patrimonio que haya de ser objeto de liquidación sea cuantioso, exista un
elevado número de personas socias o la importancia de la liquidación por cualquier
otra causa lo justifique, la persona titular del departamento del Gobierno Vasco
competente en materia de trabajo podrá, de oficio o a instancia de parte interesada,
designar una o varias personas que se encarguen de intervenir la liquidación y de
velar por el cumplimiento de las leyes y los estatutos sociales.
3.- No tendrán validez los actos de las liquidadoras o liquidadores efectuados sin la
participación de las personas interventoras.
14.8.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Podríamos decir que, más allá de la adaptación de la dicción a un lenguaje inclusivo pretendido
y llevado a cabo a lo largo de toda la LCE, las principales novedades contenidas en
la nueva regulación de la LCE, respecto a la ya derogada, en materia de intervención de la
liquidación resultan en la práctica formales, aun cuando de ambas se deriven consecuencias
jurídicas. Dichas innovaciones consisten en la sustitución de aquellas instituciones a las que
se venía arrogando competencia en materia de designación de personas interventoras que
fiscalicen el proceso de liquidación, adecuando la regulación a la nueva realidad político-administrativa.
Es decir:
a) Se sustituyen los juzgados competentes para la designación de las personas interventoras,
pasando de los Juzgados de Primera Instancia a los Juzgados de lo Mercantil
del domicilio social de la cooperativa. Todo ello como consecuencia de la constitución
de éstos y la fijación del ámbito competencial de los mismos, en virtud de lo
dispuesto por la Ley Orgánica 8/2003, de 9 de julio, para la reforma Concursal, por
la que se modificó también la Ley Orgánica del Poder Judicial.
b) Se sustituye la referencia al órgano administrativo autonómico competente para la
designación de interventoras o interventores cuando el proceso de liquidación resultare
de interés general (público), con motivo de su trascendencia y afección, pasando
del Consejero de Trabajo y Seguridad Social, a la persona titular del departamento
del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo, sea cual fuere la denominación
que adquiriese el mismo.
14.8.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Atendiendo a la trascendencia jurídico-económica de los procesos de liquidación, la LCE,
en consonancia con lo dispuesto también por la LSC (art. 381), establece la posibilidad de
que la labor de las personas liquidadoras designadas a los efectos y responsables de la gestión
y representación de la cooperativa durante el proceso de liquidación pueda ser fiscalizada
(vigilada y controlada) por terceras personas. Personas designadas en calidad de interventoras,
cuya designación corresponderá, en todo caso, a terceros ajenos a la cooperativa, procurando
así no sólo la máxima imparcialidad en el desempeño de las funciones que les son
encomendadas, consistentes en la fiscalización de las operaciones liquidatorias y velar por el
cumplimiento de las leyes y los estatutos sociales, sino también su especialización y profesionalidad
en el tratamiento de la materia.
347

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
De esta manera, dicha designación puede producirse por dos vías:
a) Por el Juzgado de lo Mercantil del domicilio social de la cooperativa, a solicitud
formulada por al menos el 20% de las personas socias que conforman la cooperativa.
Es decir, que dicha designación deberá ser solicitada por al menos el 20% de las
personas socias que conforman la cooperativa, sin necesidad de que aquéllas representen
el 20% del total de votos de la sociedad. Se atenderá por tanto a un criterio
única y exclusivamente numérico de composición societaria de la cooperativa.
b) Por el titular del departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo:
b.1) De oficio: Como consecuencia de su propia consideración del proceso de liquidación
como susceptible de interés social e interés general para Euskadi suficiente,
b.2) A instancia de parte interesada: Debiendo estimarse como parte interesada tanto
a las propias personas socias que conformen la cooperativa, como a sus acreedores,
al CSCE/EKGK y, en su caso, si aquélla cooperativa estuviere asociada a
una asociación de cooperativas, también ésta (art. 163 de la LCE, incluido en el
Capítulo I del Título IV –ver su estudio de detalle).
En ambos casos, dicha designación por parte de la administración autonómica
deberá traer causa de un motivo objetivo, procurando la defensa de un interés social
e interés general de Euskadi, en consonancia con lo dispuesto en los apartados
1 y 2 del art. 156 de la Ley (Título III, relativo a las sociedades cooperativas
y la administración pública –ver estudio pormenorizado más adelante). Así, es la
propia LCE la que expresamente advierte a qué criterios deberá atenderse como
motivo objetivo, basándolas en el importe económico-financiero afectado por la
operación, y en el número de personas socias afectadas:
• Patrimonio objeto de liquidación cuantioso;
• Número elevado de personas socias afectadas;
Adviértase en este sentido que la norma no fija de manera concreta un importe
concreto de patrimonio ni un número mínimo de personas socias a partir de
las cuales deba entenderse automáticamente aplicable la designación de interventoras
o interventoras por parte de la Administración autonómica. Quedando
por tanto la resolución administrativa pertinente por la que se acuerde aquella
designación a la discreción de esta Administración, que someterá la misma a las
particularidades de cada caso.
En este mismo sentido, y procurando no establecer un numerus clausus de supuestos
en los que pudiera adoptar una resolución en tal sentido la Administración,
por la inseguridad jurídica que podría derivarse de una regulación en tal
sentido, quedando fuera supuestos que atendiendo a la situación particular de
cada caso también podrían invitar a la necesidad de una intervención, dispone
también la LCE un cajón de sastre en el que podría tener cabida cualquier otro
supuesto de hecho:
Importancia de la liquidación por cualquier otra causa que lo justifique. Pudiendo
entenderse por tanto, dentro del mismo, cualquier otro criterio objetivo u
objetivable, como, por ejemplo, afección sobre una zona geográfica concreta,…
348

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Por otro lado, si bien la LCE dispone que la función de las personas interventoras en el
supuesto de ser designadas por el Juzgado de lo Mercantil consistiría en la fiscalización de
las operaciones liquidatorias, mientras que si fueran designadas por la administración sería
tanto la anteriormente señalada como la de velar por el cumplimiento de las leyes y los
estatutos sociales, parece lógico concluir que esta última función, expresamente regulada
para el segundo supuesto (designación por resolución administrativa) también formará parte
de las que corresponderían a las personas interventoras designadas por resolución judicial
(Juzgados de lo Mercantil). Y ello porque en la práctica no resultaría posible fiscalizar las
operaciones liquidatorias efectuadas por las liquidadoras o liquidadores, procurando la defensa
de los distintos intereses afectados, sin fiscalizar también el debido ajuste a derecho y
a la regulación contenida en los estatutos sociales de los referidos actos.
Designación que puede ser individual o pluripersonal, sin que la LCE establezca para este
último supuesto la necesidad de que tenga que ser necesariamente en número impar, tal y
como sí sucede en el caso de las liquidadoras o liquidadores. Pero estimándose deberá, en
tal caso, sí establecer al tiempo de las designaciones la determinación de las funciones que
pudieran corresponder a cada interentor o interventora, que actuarán en su propio nombre y
representación, de manera individual, y bajo su responsabilidad, dado que nada dispone el
precepto de su configuración como órgano colegiado.
En cuanto al funcionamiento de las personas interventoras en el desempeño de sus funciones,
consistentes en la fiscalización de las operaciones liquidatorias y velar por el cumplimiento
de las leyes y los estatutos en defensa de los intereses estimados como dignos de
tutela por los que se acordó su designación, si bien es cierto que la propia LCE les otorga una
especie de derecho de veto sobre los actos llevados a cabo por las personas liquidadoras, a diferencia
de cuanto regula la LSC, no lo es menos que no se establecen los términos concretos
de su participación en el ámbito de la vida societaria de la cooperativa. Y decimos “especie
de derecho de veto”, por cuanto la norma dispone expresamente que no serán válidos los
actos de las liquidadoras o liquidadores efectuados sin la participación de las interventoras
o interventores. Lo que irremediablemente nos lleva a preguntarnos qué debemos entender
por “participación de las personas interventoras”. Haciendo una interpretación extensiva de
la dicción expuesta se podría concluir que dicha participación debería concretarse en el visto
bueno preceptivo otorgado por las personas interventoras con carácter previo a la ejecución
de cualquier operación liquidatoria, con lo que no sólo se vendría a equiparar la capacidad
legal de las personas interventoras con la de las personas liquidadoras respecto a la gestión de
la cooperativa, sino que incluso situaría a los primeros por encima de los segundos. Es decir,
procurándose una especie de codecisión y/o ratificación necesaria que venga a complementar
la decisión de las personas liquidadoras, actuando éstas en su condición de representantes
legales de la cooperativa. No parece ajustado a derecho dicha interpretación si atendemos a
los términos generales de la regulación contenida en la LCE, en la que no se reconoce a favor
de esas personas designadas como interventoras derecho no ya sólo de voto en las reuniones
de las personas liquidadoras (por consonancia con lo regulado en los arts. 43 y 48 de la LCE),
sino ni tan siquiera de asistencia a la asamblea general (art. 36.2 de la LCE) ni, por tanto, de
voto en la misma (art. 37). Todo ello sin perjuicio de la posibilidad e incluso, en su caso, la
conveniencia de su eventual participación –asistencia- con voz, pero sin voto, tanto en las
reuniones que pudieran celebrar las personas liquidadoras (art. 48 de la LCE), como las reuniones
asamblearias (art. 36.10 de la LCE), en el supuesto de que los estatutos o cualesquiera
de los dos órganos sociales así lo autorizase.
349

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Es por todo ello que, en virtud de lo expuesto, estimamos que aquella participación en los
actos de las personas liquidadoras por parte de las personas interventoras debe entenderse
en un sentido algo más restrictivo, sin menospreciar en caso alguno su posición jurídica de
relevancia. Es decir, no tanto desde la concepción del derecho a veto sobre las decisiones que
pudieran adoptar las personas liquidadoras, sino desde la obligatoriedad de éstas de mantenerlas
puntualmente informadas de todas las operaciones liquidatorias que se prevean llevar
a cabo, y con carácter previo tanto a la efectiva toma de decisión por parte de aquéllas, como
a la ulterior ejecución de las mismas. Y ello sin perjuicio de su derecho al acceso a toda la
información y documentación relativa a la cooperativa, no sólo circunscrita al proceso de
liquidación. Es decir, sobre la base de una interpretación en el sentido más amplio del derecho
de información de las personas interventoras, por cuanto para el correcto desempeño
de sus funciones (fiscalizar, vigilar y controlar las operaciones liquidatorias, velando por el
cumplimiento de las leyes y los estatutos) deberán contar necesariamente con el mismo acceso
a aquélla que las personas liquidadoras; es decir, un acceso ilimitado a la información
relativa a la cooperativa, tanto desde el punto de vista de la relaciones internas (societarias),
como externas (comerciales). Pero la consideración de la falta de capacidad de las personas
interventoras para ejercer derecho de veto sobre las actuaciones de las personas liquidadoras
no debería llevarnos al error de minimizar la trascendencia y relevancia de su función supervisora,
por cuanto la misma sí debe abarcar la legitimidad para ejercer no sólo la acción
de impugnación de los acuerdos adoptados por aquellas personas liquidadoras, instando su
nulidad cuando crean que constituyen una vulneración de la ley o los estatutos, o redunden
en perjuicio de los intereses de la cooperativa, sino también la del ejercicio de la acción de
responsabilidad contra los mismos. Y ello a pesar de que la mencionada interpretación pueda
redundar en perjuicio de la seguridad jurídica que debiera, entre otros, amparar a los terceros
de buena fe que operen en el mercado con la cooperativa llevando a cabo negocios jurídicos
con ella, formalizados a través de las personas liquidadoras, por cuanto podrían ver anulados
dichos actos con posterioridad precisamente por esa falta de participación de las personas
interventoras.
Señalar también que no estableciendo la LCE plazo alguno por el que debiera o pudiera
prolongarse dicho desempeño de fiscalización de las operaciones liquidatorias y velar por
el cumplimiento de las leyes y los estatutos por parte de las personas interventoras, parece
lógico concluir que el mismo se presupondrá permanente, sin perjuicio de que la institución
legitimada para acordar tal designación pudiera acordar otra cosa, ya sea en el momento
mismo de la propia designación, como en cualquier otro momento a lo largo del proceso de
liquidación. Es decir, corresponderá dicha determinación de la duración del cargo, cualquier
que haya sido el momento de su designación, a la institución que hubiere acordado la misma,
ya fuera el Juzgado de lo Mercantil a requerimiento de al menos el 20 de las personas socias,
o el titular del departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo, bien de
oficio bien a instancia de parte. Designación que si bien en el caso del requerimiento formulado
de conformidad a lo dispuesto por la LCE ante el Juzgado de lo Mercantil podría considerarse
debiera devenir automático, sin necesidad de debate sobre el fondo de la cuestión
ni gestión y tramitación del mismo como un procedimiento contradictorio ordinario, en el
supuesto de la designación por resolución administrativa parece obligar la LCE al Gobierno
Vasco (titular del departamento competente en materia de trabajo) a la debida justificación y
motivación de la decisión.
350

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Designación de las personas interventoras que, al igual que el de las personas liquidadoras,
requerirá de la oportuna aceptación previa del cargo por su parte, además de la necesaria inscripción
registral para que su nombramiento surta efectos frente a terceros. Inscripción que, sin
perjuicio del oportuno desarrollo reglamentario que pudiera tener la organización y funcionamiento
del Registro de Cooperativas de Euskadi, debería llevarse a cabo mediante testimonio
de la resolución judicial o copia del acto administrativo correspondiente que así lo disponga.
14.8.3 Significado práctico
Los principales destinatarios del presente precepto lo serían tanto los interesados y legitimados
para solicitar la designación de personas interventoras, como son:
a) Las personas socias que conforman la cooperativa:
a.1) De manera mancomunada, y siempre que se alcance el 20% del total de las personas
socias, para solicitarlo ante el Juzgado de lo Mercantil competente;
a.2) Cualquier que fuera el número que lo solicitase, mediante su solicitud ante la
persona titular del departamento del Gobierno Vasco competente en materia de
trabajo.
b) Los acreedores de la cooperativa, únicamente por la vía de la solicitud ante el titular
del departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo.
c) El CSCE/EKGK, también únicamente por la vía de la solicitud ante el titular del
departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo.
d) La entidad asociativa cooperativa a la que pudiera pertenecer la cooperativa, mediante
su solicitud ante la persona titular del departamento del Gobierno Vasco competente
en materia de trabajo.
Como las propias instituciones legitimadas para resolver la designación de interventoras o
interventores, como son:
a) El Juzgado de lo Mercantil del domicilio social de la cooperativa, única y exclusivamente
solicitud formulada por al menos el 20% de las personas socias que conforman
la cooperativa mediante;
b) El o la titular del departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo,
que lo podrá acordar tanto de oficio, como a instancia de las partes interesadas
previamente señaladas.
También resulta de interés para las personas liquidadoras, por cuanto fruto de tal designación
de personas interventoras verían fiscalizado su propio desempeño funcional, materializado
en las operaciones liquidatorias, controlando que las mismas se llevan a cabo en estricto
cumplimiento de cuanto disponen tanto las leyes como los estatutos sociales.
No se trata de una materia disponible por la cooperativa, quedando su efectividad supeditada
a la resolución judicial o administrativa que pudieran emitir en cada caso las instituciones
competentes y legitimadas para llevar a cabo dicha designación. Es decir, no cabe posibilidad
alguna de que la cooperativa modifique los requisitos legalmente establecidos, en ninguno
sentido: ni ampliándolos, pretendiendo limitar o restringir el derecho emanado de la LCE
para poder solicitar aquella designación, ni flexibilizándolos, al objeto de procurar limitar la
autonomía resolutoria de las instituciones competentes para la reiterada designación.
351

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Siendo de aplicación inicialmente para todas las cooperativas, con independencia de la
clase a la que perteneciera y sus particularidades, no es me nos cierto que la intervención
derivada fundamentalmente de resolución administrativa requeriría una motivación objetiva
basada en la trascendencia económico-financiera (tomando como referencia el importe del
patrimonio), social y societaria (tomando como referencia el número de socios cooperativistas
afectados) o cualquier otra causa que lo justificare, en aras a velar por el interés socios y
general de Euskadi (en consonancia con lo establecido en el art. 156 de la LCE, en relación
a las cooperativas y la administración pública).
14.8.4 Otra normativa aplicable
Se trata de una materia circunscrita exclusivamente al ámbito cooperativo, sin que resulte
de aplicación otra normativa. Adviértase en este sentido que la regulación contenida en relación
a la presente materia en la legislación cooperativa estatal (art. 72 de la Ley 27/1999),
de aplicación supletoria a la LCE, no sólo no añade ni complementa la recogida en ésta, sino
que resulta además insuficiente, por cuanto se limita a establecer la posibilidad de su designación
única y exclusivamente por resolución judicial a solicitud del 20% de las personas
socias. Sin establecer criterio alguno relativo al funcionamiento de aquéllos, ni cuáles serán
sus competencias funcionales.
14.9 Adjudicación del haber social
Artículo 98.- Adjudicación del haber social.
1.- No se podrá adjudicar ni repartir el haber social hasta que no se hayan satisfecho
íntegramente las deudas sociales, se haya procedido a su consignación o se haya
asegurado el pago de los créditos no vencidos.
2.- Satisfechas dichas deudas, el resto del haber social se adjudicará por el siguiente orden:
a) La contribución para la educación y promoción cooperativa y otros fines de
interés público se pondrá a disposición del Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi.
b) Se reintegrará a las personas socias el importe de las aportaciones que tuvieran
al capital social, actualizadas en su caso, comenzando por las aportaciones
voluntarias y siguiendo con las aportaciones obligatorias.
c) Se reintegrará a las personas socias su participación en los fondos de reserva voluntarios
que tengan carácter repartible por disposición estatutaria o por acuerdo
de la asamblea general, distribuyéndose los mismos de conformidad con las reglas
establecidas en estatutos o en dicho acuerdo y, en su defecto, en proporción a
las operaciones, servicios o actividades realizadas por cada una de las personas
socias con la cooperativa durante los últimos cinco años o, para las cooperativas
cuya duración hubiese sido inferior a este plazo, desde su constitución.
d) El sobrante, si lo hubiera, tanto del Fondo de Reserva Obligatorio como del
haber líquido de la cooperativa, se pondrá a disposición del Consejo Superior
de Cooperativas de Euskadi, salvo lo dispuesto en el artículo 150 para las cooperativas
de segundo o ulterior grado.
352

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
3.- Mientras no se reembolsen las aportaciones previstas en el artículo 60.1.b, las personas
titulares que hubieran causado baja y a las que la cooperativa hubiera rehusado
el reembolso participarán en la adjudicación del haber social, después de
la contribución para la educación y promoción cooperativa y otros fines de interés
público y, salvo que los estatutos prevean lo contrario, antes del reintegro de las
demás aportaciones.
14.9.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
La regulación contenida en los apartados 1 y 2 del artículo referido resulta idéntica a
la previamente establecida por el art. 94 de la Ley 4/1993 y DA Cuarta de la Ley 6/2008,
ambas derogadas por la actual LCE. Es decir, la única variación que se produce respecto a
los citados apartados 1 y 2 es el hecho de que se recoge expresamente la referencia al fondo
denominado como Contribución para educación y promoción cooperativa y otros fines de
interés público (COFIP) en los términos establecidos por la Ley 6/2008, en lugar de la anterior
denominación Fondo de Educación y Promoción Cooperativa (Ley 4/1993 derogada).
Lo que sí es novedoso es la incorporación de un nuevo punto 3 a la LCE, inexistente hasta
la fecha, por el que se regula un derecho de participación en la distribución de la adjudicación
del haber social “preferente” a favor de aquellas personas socias a las que habiendo causado
baja en la cooperativa se les hubiere rehusado su reembolso, en virtud de lo dispuesto por el
art. 60.1.b) de la LCE analizado en el marco del régimen económico. Derecho “preferente”
consistente en la inclusión de los citados reembolsos pendientes y rehusados como segundos
en el orden de prelación dispuesto por la LCE, detrás justamente de la puesta a disposición
del CSCE/EKGK de las cantidades dotaciones que pudieran existir en el COFIP, y por delante
del reembolso de las aportaciones a capital social de los socios que pudieran conformar la
cooperativa a fecha de aprobación tanto del balance final como del proyecto de distribución
del haber social. Todo ello salvo expresa regulación contenida en los estatutos sociales en
otro sentido. Es decir, sin perjuicio de la capacidad de disposición de la cooperativa sobre la
materia, debiendo la misma exteriorizarse de manera expresa.
14.9.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Establece la LCE que no cabe adjudicar ni repartir el haber social hasta tanto en cuanto no
se hubieren satisfecho todas las deudas sociales, consignado los importes correspondientes
a aquéllas o garantizado –asegurado- el pago de los créditos no vencidos. Aspecto relevante
sobre el que incide quien legisla en el artículo siguiente, relativo al balance final. Es decir,
que no cabe ni la adjudicación, entendiendo como tal el reconocimiento de la titularidad
sobre parte del haber social a favor de quien correspondiere, ni el reparto efectivo –liquidación-
del importe previamente reconocido, hasta tanto en cuanto no se hayan garantizado los
derechos de cobro de los acreedores de la cooperativa.
Una vez satisfechas las deudas sociales, o aseguradas las mismas a través de la oportuna
consignación u otorgamiento de garantía a tales efectos, las personas liquidadoras procederán
a la adjudicación del haber social de conformidad a la prelación dispuesta expresamente
por la propia LCE en tal sentido, y que es el siguiente:
1.- Puesta a disposición del CSCE/EKGK de los importes dotaciones que pudieran existir
en concepto de COFIP.
353

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
2.- Reembolso de las aportaciones a capital social en su día desembolsadas por las personas
socias que conforman la cooperativa, actualizadas en su caso, comenzando por
las aportaciones voluntarias, si las hubiere, y en caso de quedar liquidez sobrante,
siguiendo por las aportaciones obligatorias.
Sin perjuicio de la posibilidad de acordar la actualización de las aportaciones a capital
social por parte de la cooperativa, a través de su asamblea general, especial
trascendencia tiene el estudio del presente punto en aquellos supuestos en los que
la liquidez –tesorería- de la sociedad no alcance para el reembolso íntegro de las
aportaciones desembolsadas por los socios. Es por ello que debe la cooperativa, por
cuanto nada dicta a este respecto el precepto, acordar los criterios por los que se regirá
ese reembolso, en relación tanto a las aportaciones voluntarias, como obligatorias.
De esta manera, si bien el abanico de posibilidades para el reembolso de las primeras
(voluntarias) parece amplio (atendiendo al orden de antigüedad de las mismas;
a la fecha de vencimiento; de manera proporcional,…), parece lógico concluir que
respecto a las obligatorias el margen de discrecionalidad de la cooperativa debiera
resultar menor, limitándose en su caso a un reembolso proporcional, atendiendo a la
insuficiencia de tesorería para un reembolso íntegro.
Se estima lógico también la preferencia en el reembolso de las aportaciones voluntarias
frente a las obligatorias, por cuanto éstas últimas se encuentran irremediablemente
vinculadas a la adquisición de la condición de persona socia y, por lo tanto,
directamente sujetas al concepto de riesgo empresarial y garantía –responsabilidadfrente
a terceros. Es decir, siendo las primeras afectadas en un eventual proceso de
satisfacción de las deudas sociales.
3 - Reembolso de los fondos de reserva voluntarios que, por regulación estatutaria o por
acuerdo de la asamblea, tuvieren carácter repartible, debiendo procederse al mismo
siguiendo los criterios que expresamente se hubieran regulado a los efectos bien por
los propios estatutos, bien en el marco del acuerdo asambleario por el que se determinó
el carácter repartible de los mismos. En este caso, a diferencia de cuanto manifestábamos
respecto al reembolso de las aportaciones voluntarias y obligatorias,
es el propio precepto legal el que establece cuál deberá ser el criterio a seguir para
el supuesto de que los estatutos sociales no lo regulasen, ni la asamblea lo hubiere
determinado. Así, en caso de falta de regulación interna, aquel reembolso procederá
atendiendo a la actividad cooperativizada realizada por cada socio o socia durante
los últimos cinco años o, en caso de no tener la cooperativa cinco años, desde la
constitución de la misma. Es decir, tomando como referencia la actividad cooperativizada
desarrollada por cada socio, de manera proporcional sobre el total computado
de los últimos cinco años o, sólo para el supuesto de que la cooperativa tuviere menos
de cinco años de existencia, desde su constitución.
4.- El sobrante, si lo hubiere, tanto del Fondo de Reserva Obligatorio (FRO) como del
haber líquido de la cooperativa se deberá poner a disposición del CSCE/EKGK, con
la única excepción del destino del mencionado sobrante establecida por la LCE (art.
150) para el supuesto de liquidación de las cooperativas de segundo o ulterior grado,
en cuyo caso se estará a lo expresamente dispuesto por la ley en atención a las particularidades
inherentes a dichas cooperativas (ver estudio de la materia llevada cabo
más adelante).
354

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
En idénticos términos se deberá proceder respecto a los Fondos de reserva voluntarios de
carácter irrepartible que pudieran existir, es decir, mediante la puesta a disposición del CS-
CEEKGK de los mismos.
Orden de prelación que cuenta, además de con la excepción dispuesta para el caso de las
liquidaciones de las sociedades cooperativas de segundo o ulterior grado, ya prevista en la
regulación anterior derogada y expuesta, con una nueva consistente en fijar a los socios cuyos
reembolsos hubieren sido rehusados y se encontrasen pendientes, segundo en el mencionado
orden de prelación, detrás únicamente de la puesta a disposición del CSCE/EKGK de
los fondos del COFIP, si los hubiere. Fijación que resulta además automática, salvo expresa
regulación en sentido contrario contenida en los estatutos sociales. Es decir, que la norma
habilita a la cooperativa para establecer un lugar distinto al reembolso de aquellas aportaciones
en el marco del orden de prelación legalmente dispuesto, pero obligándola a llevarla a
cabo de manera expresa y reglada, debiendo recogerse necesariamente en sus estatutos para
mayor seguridad jurídica de todos los interesados y potenciales afectados. Reembolso de
aportaciones rehusadas pendientes para las que la LCE no establece criterio de distribución
alguno, estimándose por tanto la capacidad de la cooperativa para su oportuna fijación; por
ejemplo, en orden a criterios de antigüedad del rehúse, de manera proporcional,…
14.9.3 Significado práctico
Se trata de una norma imperativa, sobre la que la cooperativa no tiene por tanto capacidad
de disposición, más allá de poder procurar la determinación de los criterios de distribución
del haber social dentro de los distintos grupos de colectivos sociales (personas socias) que
pudieran existir, en los términos expresamente expuestos, ya sea a través de su oportuna
regulación estatutaria, o a través de los pertinentes acuerdos adoptados por la asamblea general,
como órgano social al que compete en exclusiva aquélla materia. Discrecionalidad
que debe enmarcarse en todo caso dentro de los límites legales (no resulten contrarios a la
legislación vigente), y sin contravenir lo dispuesto por los principios configuradores de la
sociedad cooperativa.
Dirigido fundamentalmente a las personas liquidadoras, por cuanto corresponde a las mismas
elaborar la propuesta de adjudicación del haber social (proyecto de distribución del
haber social) y, en su caso, proceder a su reparto en los términos aprobados.
Precepto de aplicación a toda cooperativa de primer grado, cualquiera que sea la clase a
la que pertenezca y demás particularidades inherentes a la misma, quedando excepcionada
parcialmente su aplicación para las cooperativas de segundo o ulterior grado, en los términos
expresamente expuestos (ver estudio correspondiente a las particularidades del destino del
sobrante en las cooperativas de segundo o ulterior grado, contenida en el art. 150 de la LCE,
perteneciente a la Sección 1ª del Capítulo III del Título II).
14.9.4 Otra normativa aplicable
Precepto que regula materia exclusivamente cooperativa y, por tanto, no resulta de aplicación
ninguna otra normativa, incluida la contenida en la legislación cooperativa estatal
(27/1999), que si bien resulta de aplicación supletoria a la LCE para todo lo no dispuesto por
ésta, no añade ni complementa nada de lo por aquélla establecido. Más aún todavía teniendo
355

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
en cuenta la expresa y sustancial divergencia existente en relación a los destinos del haber
social entre ambas regulaciones, lo que evidencia la distinta voluntad y objetivos pretendidos
por cada una de ellas.
14.10 Balance final
Artículo 99.- Balance final.
1.- Satisfecha la totalidad de las deudas sociales, las liquidadoras o liquidadores confeccionarán
un balance final del estado patrimonial de la cooperativa y un proyecto
de distribución del haber social elaborado conforme a lo establecido en el artículo
anterior.
2.- El balance final y el proyecto de distribución del haber social se someterán a la
aprobación de la asamblea general previo informe de la comisión de vigilancia o,
en su caso, de las personas auditoras y de las interventoras o interventores. Dicha
aprobación deberá publicarse en el Boletín Oficial del País Vasco y en un periódico
de gran circulación en el territorio histórico del domicilio social, haciéndose constar
en el anuncio que la documentación relativa a aquellos acuerdos se encuentra
depositada en el domicilio social a disposición de las personas interesadas.
3.- El acuerdo de aprobación podrá ser impugnado en el plazo de cuarenta días, a
contar desde su publicación, y conforme al procedimiento establecido para la impugnación
de los acuerdos de la asamblea general por cualquier persona socia que
se sienta agraviada y por los acreedores cuyos créditos no hubieran sido satisfechos
o garantizados.
4.- En tanto no haya transcurrido el plazo para su impugnación o resueltas por sentencia
firme las reclamaciones interpuestas, no podrá procederse al reparto del activo
resultante. No obstante, las liquidadoras o liquidadores podrán proceder a realizar
pagos a cuenta del haber social siempre que por su cuantía no hayan de verse afectados
por el resultado de aquellas reclamaciones.
14.10.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
La nueva ley incorpora dos innovaciones fácilmente diferenciables, por cuanto resultan del
contenido de los nuevos apartados 3 y 4 del artículo, que no existían con anterioridad (en la
ley derogada). De esta manera, y siendo la dicción literal de los apartados 1 y 2 idéntica a
la contenida en la ley derogada, con la adaptación del lenguaje a la cuestión de género, tal y
como sucede a lo largo de toda la LCE, las novedades consisten en:
a) Se extrapola de manera expresa a la LCE el plazo para la impugnación del balance
final de 40 días recogido en la legislación estatal (art. 74.2 en consonancia con lo
dispuesto en el art. 76 de la Ley 27/1999). Plazo cuyo cómputo comenzará a partir
del día siguiente al de la publicación requerida a tales efectos en virtud de cuanto
dispone el art. 100 de la LCE, tal y como veremos más adelante, y que en la práctica
venía ya siendo atendido por el Registro de Cooperativas de Euskadi en aplicación
supletoria de la ley estatal. Se establece también que ostentarán legitimidad activa
para incoar la acción de impugnación aquellas personas socias que se sintieren
356

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
agraviadas, y los acreedores cuyos créditos pudieren estar pendientes bien de liquidación,
bien de ser garantizados. Todo ello siguiendo el procedimiento legalmente
establecido para la impugnación de los acuerdos de la Asamblea General (art. 41 de
la LCE).
b) Al hilo del plazo de impugnación establecido, dispone también la LCE cuáles son
las consecuencias jurídicas derivadas de aquél. Así, hasta transcurrido el mencionado
plazo de impugnación, o resueltas por sentencia firme las reclamaciones que se
hubieran formulado dentro de aquél, las personas liquidadoras no podrán proceder a
la distribución del haber resultante. Ello sin perjuicio de la posibilidad de que dichas
liquidadoras o liquidadores pudieran realizar pagos a cuenta del haber social con
carácter previo a la existencia de resolución firme respecto de las reclamaciones que
se hubieren formulado, cuando por la cuantía discutida (reclamada) la resolución no
fuera a afectar a aquellos pagos a cuenta del haber social realizados.
14.10.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Como primera cuestión dispone el artículo que el balance final no podrá confeccionarse en
tanto en cuanto no se hubieren satisfecho todas las deudas sociales. Consecuentemente, no
cabe la formulación de un balance final en el que conste ninguna deuda. Además, al tiempo
de la elaboración del mencionado balance final por parte de las personas liquidadoras, una
vez satisfechas todas las deudas sociales, deberán redactar también un proyecto de distribución
del haber social, que deberá, necesariamente, haberse elaborado de conformidad con
las reglas establecidas por la propia LCE en el artículo anterior (98); previamente analizado.
Tanto el balance final como el proyecto de distribución del haber social se someterán a
aprobación por parte de la asamblea general, órgano social competente en exclusiva a los
efectos, en consonancia con lo dispuesto en el art. 33.3.k), previa la oportuna emisión de
informe relativo a dichos documentos elaborado por la comisión de vigilancia, si lo hubiere,
o, en su caso, por las personas auditoras, si la cooperativa viniera obligada a someter sus
cuentas a auditoría externa (arts. 76 y 121.1 de la LCE) interventoras, si los hubiere. Requerimiento
de informe emitido por persona distinta a las liquidadoras, al objeto de procurar
la mayor de las seguridades jurídicas posibles. Sometimiento a aprobación por parte de la
asamblea general que requiere, lógicamente, la emisión de la oportuna convocatoria (excepto
en el supuesto de que la asamblea tuviere lugar con carácter universal –ver el estudio llevado
a cabo sobre el mencionado órgano social, regulado en la Sección 1ª del Capítulo V del
Título I), en la que deberá constar también expresamente la puesta a disposición de todas las
personas socias de la referida documentación cuya aprobación se someterá a votación, así
como el derecho de los socios a solicitar el envío gratuito de la misma, en idénticos términos
a cuanto se dispone respecto de las cuentas anuales en el marco de las asambleas generales
ordinarias.
Adoptado el acuerdo de aprobación tanto del balance final como del proyecto de distribución
del haber social, para lo que resulta suficiente, a diferencia del acuerdo de disolución,
una mayoría simple de los votos válidamente emitidos, sin necesidad de quórum distinto al
legalmente establecido para la celebración de la asamblea (art. 36.2), aquélla deberá publicarse
en el BOPV y en un periódico de gran circulación del Territorio Histórico donde esté
ubicado el domicilio social de la cooperativa. Publicación que deberá contener, expresamen-
357

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
te recogido, que la documentación relativa a los acuerdos adoptados por la asamblea (balance
final y proyecto de distribución del haber social) se encuentra depositada en el domicilio
social de la cooperativa, a disposición de las personas interesadas.
Publicada la aprobación de los acuerdos, y tomando como referencia la última de las dos
publicaciones a las que viene obligada la cooperativa, comenzará el cómputo de los 40 días,
que resultarán hábiles atendiendo a la regulación contenida en la DA Primera de la LCE, para
que cualquier socio que se sintiera agraviado y cualquier acreedor (entre los que se podría encontrar
el CSCE/EKGK, atendiendo a cuanto ya señalábamos en el marco del estudio llevado
a cabo en relación a la elaboración del proyecto de distribución del haber social) que pudiera
tener un crédito insatisfecho o sin garantizar puedan impugnar aquellos acuerdos. Adviértase
en este sentido que, atendiendo al hecho de que el procedimiento de impugnación resulta el
ordinario para los acuerdos de la asamblea (art. 41), debemos entender por persona socia que
se sienta agraviada a aquella que, habiendo asistido a la asamblea hubiera votado en contra
de la aprobación de los acuerdos, o no hubiera asistido a la asamblea. Es decir, no cabe la
posibilidad de la impugnación de los referidos acuerdos por el socio o socia que hubiere manifestado
su conformidad con los mismos en el marco de la asamblea, o se hubiere abstenido
en la votación correspondiente. Mientras que, respecto de los acreedores, ostentará dicha
legitimidad activa aquél que tuviere o bien pendiente de liquidación o bien pendiente de garantía
un crédito. Consecuentemente, cabría la posibilidad de que la cooperativa, a través de
las personas liquidadoras, garantizase la liquidación de créditos pendientes, deslegitimando
de esta manera a los titulares de dichos créditos para poder impugnar los acuerdos señalados,
quedando así las personas liquidadoras habilitadas para la elevación a público de los citados
acuerdos de liquidación y procurar la cancelación de los asientos registrales. Cuestión esta
última que pudiera en un primer acercamiento parecer contradictoria con lo manifestado de
inicio, en relación a la imposibilidad por parte de las personas liquidadoras de confeccionar
un balance final sin la previa satisfacción de todas las deudas sociales, pero que procura la
mayor seguridad jurídica de aquellos terceros acreedores cuyos créditos pudieran no encontrarse
satisfechos, para el supuesto de que las personas liquidadoras procurasen a pesar de
ello la aprobación de un balance final en el que no tuviere reflejo aquéllos créditos.
De esta manera, hasta tanto en cuanto no hubiere transcurrido el plazo de impugnación
sin que se hubiere formulado ninguna, o hasta que se emitiera resolución firme en el caso de
haberse incoado alguna reclamación, ya fuera por parte de una o varias personas socias o por
parte de uno o varios acreedores, las personas liquidadoras no podrán proceder a la distribución
del haber social. La citada prohibición de reparto del haber social hasta el vencimiento
de los hitos descritos cuenta con una excepción: la posibilidad de proceder a realizar pagos
a cuenta del mencionado haber social, cuando por las cuantías reclamadas cualesquiera que
fuera la resolución que se emitiera sobre las mismas aquellos pagos no se vieran afectados.
Adviértase en este sentido que el precepto sólo regula dicha posibilidad para los supuestos
en los que se hubiere formulado alguna reclamación, pero parece lógico concluir, aunque
sólo fuere en aplicación del principio de prudencia, que dicha excepción resultaría de aplicación
en todo caso, una vez transcurrido el plazo de impugnación y, por lo tanto, siendo las
personas liquidadoras conocedoras de la no existencia de más reclamaciones. De lo que se
concluiría si no la imposibilidad, sí al menos la conveniencia de que no se proceda al reparto
del haber resultante en caso alguno antes del vencimiento del plazo de impugnación legalmente
establecido.
358

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
Plazos que, consecuentemente, debe atenderse también para la oportuna ulterior elevación
a público de los acuerdos señalados de los que traerá causa la liquidación y cancelación de
los asientos registrales (extinción societaria) en los términos que se analizan en el punto
siguiente.
14.10.3 Significado práctico
Los destinatarios principales del presente precepto son las personas liquidadoras, personas
administradoras de la cooperativa durante el proceso de liquidación, que serán quienes
deberán confeccionar el balance final y elaborar el proyecto de distribución del haber social
de conformidad con lo dispuesto a los efectos por la propia LCE. Al mismo tiempo, también
resulta de especial interés para:
• Aquellas personas que pudieran venir obligadas a emitir un informe respecto a los
documentos señalados, como podrían ser los miembros de la comisión de vigilancia
(si existiere), las personas auditoras (si los hubiere) e interventoras (si se hubieren
designado). Y, lógicamente,
• aquellas otras legitimadas para incoar la acción de impugnación procurando la nulidad
de la adopción de los acuerdos por los que se estimaren aprobados los citados
documentos (balance final y proyecto de distribución del haber social), como son los
socios agraviados que no hubieren asistido a la asamblea o habiéndolo hecho hubieran
votado en contra, y los acreedores (reiteramos, incluido el CSCE/EKGK) cuyos
réditos pudieran encontrarse pendientes de liquidación y sin garantizar.
Tratándose de una norma de carácter imperativo, la cooperativa no tiene capacidad de
disposición sobre lo regulado en tal sentido, sin perjuicio de que pudiera estimar oportuno
incorporar nuevas previsiones, más restrictivas o garantistas, si cabe, que en ningún caso podrían
resultar contrarios a la legislación vigente, ni contradecir los principios configuradores
de la sociedad cooperativa (art. 12.3 de la LCE).
La regulación analizada resulta de aplicación a todas las cooperativas, independientemente
de la clase a la que pertenezcan y demás condiciones particulares (número de socios que la
conforman, Patrimonio Neto, …).
14.10.4 Otra normativa aplicable
Teniendo la materia regulada carácter exclusivamente cooperativo, no resulta de aplicación
otra normativa. Tampoco la regulación contenida en la ley estatal (27/1999), por cuanto
tal y como destacábamos, una vez ésta ha incorporada ya en su redacción literal la referencia
expresa del plazo de impugnación de 40 días hábiles para procurar la nulidad de los acuerdos
asamblearios de aprobación tanto del balance final como del proyecto de distribución del
haber social, nada más añade ni complementa. Cumplimiento del requisito, el del transcurso
del plazo de impugnación, que en la práctica venía ya siendo demandado de facto por el
Registro de Cooperativas de Euskadi de cara a la eventual inscripción registral de los mencionados
acuerdos y cancelación de los asientos registrales de la cooperativa, precisamente
atendiendo a la aplicación supletoria de la regulación contenida en aquella ley estatal.
359

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
14.11 Cancelación registral
Artículo 100.- Cancelación registral.
Finalizada la liquidación y distribuido el haber social conforme a lo estipulado en los artículos
anteriores, las liquidadoras o liquidadores, en escritura que incorporará la aprobación
del balance final y las operaciones de aquella, deberán solicitar del Registro de Cooperativas
de Euskadi la cancelación de los asientos referentes a la cooperativa y depositar los
libros de comercio, la correspondencia, la documentación y los justificantes concernientes
al tráfico de la sociedad, salvo que en dicha escritura las liquidadoras o liquidadores hubieran
asumido el deber de conservación de dichos libros y documentos durante el plazo de
seis años, a contar desde la fecha del asiento de cancelación de la sociedad, o manifestado
que la sociedad carece de ellos. Dicho depósito documental podrá realizarse, en su caso, en
soporte electrónico o mediante medios electrónicos.
14.11.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Además de la adaptación de la dicción a un lenguaje inclusivo y de género, recogiendo la
expresa posibilidad de la designación de liquidadoras además de liquidadores, aun cuando en
la práctica ésta ya viniere incluyendo aquella posibilidad, si que la nueva regulación contiene
un par de novedades respecto a la norma derogada. Ambas además de carácter sustancial, consistentes
en:
a) La posibilidad de sustituir la obligatoriedad del depósito de la documental de la
cooperativa junto con la escritura pública en la que se contengan tanto el acuerdo de
liquidación como el balance final y las operaciones que se derivan de la misma, consistentes
en el proyecto de distribución del haber social en los términos dispuestos
en el art. 98 de la LCE, por la guarda y custodia de aquélla por parte de las personas
liquidadoras. Todo ello manteniéndose el plazo de seis años por el que la citada documentación
deberá estar a disposición de los terceros interesados legitimados para
su eventual examen y vista.
b) La ampliación y concreción del detalle de la documental que debe o bien depositarse
junto con la escritura pública en el Registro de Cooperativas de Euskadi, o bien
conservarse por parte de las personas liquidadoras, pasando de referirse la norma a
los libros y documentos en genérico, a los libros de comercio, la correspondencia, la
documentación y los justificantes concernientes al tráfico de la sociedad.
14.11.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Resultando la liquidación de la sociedad cooperativa un acto inscribible en el Registro de
Cooperativas de Euskadi, tal y como dispone el Reglamento vigente, y sin perjuicio del desarrollo
reglamentario que éste pudiera tener como consecuencia de la aprobación de la LCE,
requiere, además de la adopción de los acuerdos pertinentes, de la oportuna tramitación del
procedimiento en los términos a continuación expuestos:
a) Convocatoria de asamblea general, con competente exclusiva sobre la materia, con
expresa indicación de la puesta a disposición de las personas socias o el derecho de
360

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
éstas a solicitar el envío gratuito de la documental que soporta el sometimiento a
aprobación de la liquidación de la sociedad. Documental consistente, básicamente,
en el balance final, resultado de las operaciones liquidatorias, y proyecto de distribución
del haber social, que deberá ajustarse a las normas expresamente dispuestas a
los efectos por la propia LCE (art. 98 previamente analizado).
b) Celebración en tiempo y forma de la asamblea general referenciada, y aprobación
tanto del balance final como del proyecto de distribución el haber social por mayoría
simple.
c) Publicación de los acuerdos señalados, con expresa indicación de la puesta a disposición
de los terceros interesados de la documental reiterada para su vista y examen,
tanto en un periódico de gran circulación del Territorio Histórico donde se encuentre
ubicada la sede social de la cooperativa, como en el Boletín Oficial del País Vasco
(BOPV).
d) Acreditar que se han observado las reglas de adjudicación del haber social en los términos
regulados por el artículo 98, mediante la oportuna “homologación” por parte
del CSCE.
e) Acreditación del transcurso del plazo de 40 días hábiles para la impugnación de los
acuerdos señalados por parte de las personas socias legitimados a los efectos (los
que no hubieran asistido a la Asamblea o, habiendo asistido, hubieran votado en
contra del acuerdo en cuestión) y los acreedores cuyos créditos pudieran encontrarse
pendientes de liquidación o sin garantizar. Plazo que empezará a computar a partir
del día de la publicación del último de los anuncios, en los términos expuestos en el
apartado c) del presente punto. Todo ello sin perjuicio de la posibilidad por parte de
las personas liquidadoras de certificar que se han satisfecho íntegramente los créditos
a los acreedores o consignado la totalidad de los mismos, o asegurado el pago, y
que el acuerdo fue adoptado por el voto favorable de todos los socios y socias que
conforman la cooperativa con carácter previo al transcurso del plazo de impugnación
indicado.
f) Elevación a escritura pública por parte de las personas liquidadoras y bajo su responsabilidad
tanto de los acuerdos de los que trae causa la propia escritura (balance
final y proyecto de distribución del haber social), junto con la debida acreditación
del cumplimiento del resto de requisitos anteriormente descritos. Y todo ello con la
debida referencia a la concreta documental societaria que se acompaña para su depósito
legal durante 6 años junto con la escritura pública o, en su defecto, la expresa
indicación de que aquélla queda bajo la guarda y custodia de las personas liquidadoras,
y bajo su responsabilidad.
Señálese en este sentido también que la inscripción registral de la liquidación y la
cancelación de los asientos registrales no tiene los efectos subsanatorios de una liquidación
cuya inscripción se hubiera resuelto de manera denegatoria. Es por ello
que, aun habiéndose inscrito aquellos actos (liquidación y cancelación de los asientos
registrales), cualquier afectado insatisfecho, ya fuera persona socia o acreedora,
podría instar la nulidad de la inscripción de la cancelación registral, procurando la
reapertura del proceso de liquidación y, en su caso, la responsabilidad de las personas
liquidadoras que hubieran gestionado y tramitado la misma.
361

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
14.11.3 Significado práctico
Se trata de una materia imperativa circunscrita no sólo al ámbito cooperativo, sino también,
y de manera especial, al registral, no siendo por tanto disponible por parte de la cooperativa
a través de sus estatutos sociales y órganos sociales. Todo ello sin perjuicio de la posibilidad
de establecerse en los estatutos otras previsiones más restrictivas o garantistas que en caso
alguno podrían ni ser contrarios a la legislación vigente, ni contradecir los principios configuradores
de la sociedad cooperativa.
Si bien la principal destinataria de la norma parece evidente resulta la propia cooperativa,
no es menos cierto que la responsabilidad que se deriva de las actuaciones y manifestaciones
que vienen obligados a realizar las personas liquidadoras, recogiéndose las mismas de manera
expresa en la escritura pública preceptiva, hace que su interés trascienda de la asamblea
general también a estas personas liquidadoras. A continuación, tendríamos también el interés
tanto de las persona socias como de los acreedores que, estimando insatisfechos sus derechos,
podrían procurar la nulidad de la inscripción registral de la cancelación de los asientos
registrales y extinción societaria de la cooperativa.
Aplicable a toda cooperativa, cualquiera que fuera la clase a la que perteneciere, y con
independencia de sus demás condiciones particulares (dimensión atendiendo a número de
socios y socias, patrimonio,…).
14.11.4 Otra normativa aplicable
Regulación estrictamente circunscrita a la materia cooperativa, la legislación estatal (art.
76 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas), de aplicación supletoria a la LCE
para lo no dispuesto por ésta, no resulta aplicable al caso concreto; menos aún una vez el
legislador autonómico ha adoptado como propio el plazo para la impugnación del balance
final (40 días hábiles) establecido por el art. 74 de la Ley 27/1999, tal y como se advertía
en el estudio correspondiente al balance final. De esta manera, la mencionada ley estatal no
añade ni complementa lo regulado por la LCE.
Sí resulta de aplicación, aunque de manera exclusiva a las cooperativas de la clase de viviendas,
la regulación contenida en la Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de Ordenación de
la Edificación. Y más concretamente aquella por la que se establece la obligatoriedad de la
vigencia del seguro decenal [art. 19.1.c) de la Ley 38/1999] para las cooperativas que hubieran
promovido viviendas para sus personas socias adjudicatarias y procuren su liquidación y
cancelación de los asientos registrales con carácter previo al transcurso del plazo de 10 años
desde la efectiva adjudicación –escrituración a favor de las personas socias adjudicatariasde
los elementos promovidos. Acreditación que resulta directa mediante la incorporación a
la escritura pública reiterada de una copia del propio seguro decenal.
14.12 Concurso de la Cooperativa
Artículo 101.- Concurso de la cooperativa.
A las cooperativas les será aplicable la legislación concursal, y deberán inscribirse en
el Registro de Cooperativas de Euskadi las resoluciones judiciales de publicidad registral
que se dicten.
362

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
14.12.1 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
La innovación consiste en:
a) Por un lado, la acomodación de la dicción contenida en el precepto a la realidad jurídica
de los procesos de insolvencia (antiguamente denominados como suspensión
de pagos y quiebra) que se regulan de manera conjunta por la legislación concursal.
Es decir, habiéndose producido una ordenación de los supuestos de insolvencia y su
tratamiento desde el punto de vista jurídico-procesal, la Ley procura la remisión a dicha
normativa específica y especializada aprobada para la gestión de los concursos.
b) Por otro, en el establecimiento de la obligatoriedad de la inscripción en el Registro
de Cooperativas de Euskadi de las resoluciones judiciales que pudieran emitirse en
el marco del procedimiento concursal y requiriesen de tal publicidad registral. La ley
derogada sólo establecía la obligatoriedad de la inscripción registral de la providencia
judicial que debiera emitirse como consecuencia de la solicitud de suspensión de
pagos o quiebra, declarando tener por presentada aquella.
14.12.2 Carácter o fuerza jurídica del precepto
Siendo necesaria la acomodación del precepto legal a la nueva realidad jurídica de los
supuestos de insolvencia de las sociedades, y estimando adecuados los términos de la nueva
regulación, tal y como expondremos más adelante, no podemos obviar en el marco del presente
punto el hecho de la consideración de que quien legisla ha desaprovechado la ocasión
de ubicar el mismo en un lugar distinto. Y ello porque si bien se ha mantenido la referencia
dentro del capítulo destinado a la disolución y liquidación de las cooperativas, como último
precepto del mismo, en la práctica no es menos cierto que ni de la solicitud de concurso por
parte de la cooperativa ni de la declaración judicial del mismo se deriva automáticamente ni
la disolución ni la liquidación de la misma. Es decir, cabe perfectamente la posibilidad de
que, incoada la pertinente declaración de concurso y tramitada judicialmente la misma a través
del procedimiento reglado a los efectos, la cooperativa salga del señalado procedimiento
sin que se hubiera producido la apertura de la fase de liquidación y, por tanto, tampoco su
disolución. Hecho que puede acontecer en el supuesto de que, como consecuencia de las operaciones
llevadas a cabo por la cooperativa en el marco del desarrollo de su actividad, que se
mantendría inicialmente con carácter ordinario, y del procedimiento concursal, dejase atrás,
dándole la vuelta, la situación que generó la declaración de concurso.
Expuesto lo anterior, y resuelto ya en el marco de la ley derogada la aplicabilidad a las
cooperativas de la legislación mercantil en materia concursal, a pesar de que aquéllas no
resulten en sentido estricto sociedades mercantiles, tal y como ya resolvió el Tribunal Constitucional
en Sentencia nº 72/1983, de 29 de julio, parece lógico concluir que la remisión que
se realiza a la ley concursal resulta adecuada. Y más aún si cabe la expresa apertura como
hecho registralmente inscribible de toda resolución judicial que, emitida en el marco del
procedimiento concursal, así lo dictase para su oportuna publicidad registral; y no sólo la
providencia relativa a la solicitud de concurso. Hecho que venía ya resultando imperativo,
en aplicación tanto de la propia legislación concursal, que dispone la necesaria inscripción
registral de distintas resoluciones que deben dictarse necesariamente en el marco del procedimiento
concursal, como de la normativa vigente reguladora del Registro de Cooperativas
de Euskadi, que regula como hechos obligatoriamente inscribibles el de la declaración judi-
363

DISOLUCIÓN Y LIQUIDACIÓN
cial de concurso y demás resoluciones judiciales en los términos previstos por la LCE o por
el propio Reglamento, respectivamente. Todo ello sin perjuicio del desarrollo reglamentario
de la organización y funcionamiento del Registro de Cooperativas de Euskadi que pudiera
traer causa de la “nueva” LCE. Y ello porque, atendiendo tanto a lo delicado y trascendente
de los procedimientos concursales como a sus eventuales consecuencias, dicha publicidad
resulta necesaria para la seguridad jurídica de los interesados y afectados.
14.12.3 Significado práctico
Si bien la destinataria principal de la regulación contenida en el precepto resulta la propia
cooperativa, no es menos cierto que el régimen de responsabilidad al que quedan o pueden
quedar sujetos otras personas en aplicación de la legislación concursal, básicamente como
consecuencia de la calificación del mismo como culpable, redunda en un especial interés
tanto para las personas administradores y liquidadoras de la cooperativa, como para sus
eventuales acreedores. Insistimos, no sólo las personas administradoras, sino también las
liquidadoras o liquidadores, por cuanto en su condición de responsables de la gestión y representación
de la cooperativa en fase de liquidación como consecuencia del acuerdo previo
de disolución y su nombramiento como tales, también podrían verse abocados o abocadas
a instar la declaración de concurso de la cooperativa, en caso de que la misma procediera
encontrándose la sociedad en fase de liquidación por cumplimiento de los presupuestos necesarios
dispuestos por la legislación concursal a los efectos.
Siendo la aplicación de la legislación concursal imperativa, la cooperativa no puede disponer
de la materia a través de sus estatutos, viniendo obligada al estricto cumplimiento y
sometimiento a la regulación contenida en aquélla.
14.12.4 Otra normativa aplicable
Este precepto se remite a una legislación mercantil –concursal- de ámbito competencial
estatal, y que trasciende la materia estrictamente cooperativa. Es por ello que ninguna otra
normativa resulta aplicable, por cuanto la remisión a aquella resuelve cualquier eventual necesidad
de aplicación supletoria, como por ejemplo de la legislación cooperativa estatal (Ley
27/1999) que, en todo caso, siendo anterior a la propia legislación concursal a la que se remite
el precepto estudiado, lejos de añadir o complementar nada a lo expresamente dispuesto,
encuentra derogada la regulación contenida en su DA Cuarta y que resultaba prácticamente
idéntica a la ley derogada.
364

15. CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE
TRABAJO ASOCIADO *15
15.1 Introducción: estructura y finalidad de la regulación legal
Bajo la rúbrica de “Clases de Cooperativas”, el Capítulo I del Título II de la LCE, se
ocupa de trazar la tipología jurídico-positiva, de las sociedades cooperativas, basadas en el
método cooperativo,” a través de trece Secciones, siendo sus denominaciones y relación de
artículos que las regula, las que a continuación se relacionan:
• Sección 1ª: Normas comunes (art. 102).
• Sección 2ª: Cooperativas de trabajo asociado (arts. 103 a 107).
• Sección 3ª: Cooperativas de consumo (art. 108).
• Sección 4ª: Cooperativas de enseñanza (arts. 109 a 111).
• Sección 5ª: Cooperativas agrarias y alimentarias (arts. 112 y 113).
• Sección 6ª: Cooperativas de explotación comunitaria (arts. 114 a 116).
• Sección 7ª: Cooperativas de viviendas (arts. 117 a 122).
• Sección 8ª: Cooperativas financieras (arts. 123 y 124).
• Sección 9ª: Cooperativas sanitarias (art. 125 y 126).
• Sección 10ª: Cooperativas de servicios (arts. 127 a 131).
• Sección 11ª: Junior cooperativas (art.132).
• Sección 12ª: Cooperativas de integración social (arts. 133 y 134).
• Sección 13ª: Cooperativas de fomento empresarial (art. 135).
Así mismo, bajo la rúbrica de “Sociedad Cooperativa Pequeña”, el Capítulo II del Título
II de la LCE, regula esta clase de cooperativa en los arts. 136 a 145, que se desglosan en seis
secciones.
La finalidad de la regulación de las clases de cooperativas la encontramos en el párrafo
primero de la exposición de motivos de la LCE, de su apartado XII: “Con carácter general,
la clasificación de las cooperativas sigue teniendo naturaleza abierta en función del objeto
y la posición jurídica de las personas socias, y son de aplicación prioritaria las reglas especiales
de cada clase de cooperativa sobre las normas generales que las integran en lo no
regulado específicamente”
15.2 Clasificación y normativa aplicable
Artículo 102.- Clasificación y normativa aplicable.
1.- Las cooperativas pueden constituirse acogiéndose a cualquiera de las clases reguladas
en el presente capítulo. Esa clasificación no obstará a la libre configuración
* Comentario realizado por Francisco Javier Sanz Santaolalla, presidente de BITARTU-Servicio Vasco
de Arbitraje Cooperativo, director Elkar-Lan, S. Coop. y coordinador de la Comisión Jurídica del Movimiento
Cooperativo Vasco.
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CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
estatutaria de otras cooperativas, con tal de que quede claramente determinada la
correspondiente actividad cooperativa y la posición jurídica de las personas socias
que deben participar en ella, en cuyo caso el registro y las personas interesadas
aplicarán la normativa legalmente prevista para la clase de entidades con las que
aquellas guarden mayor analogía.
2.- La delimitación legal de cada clase o tipo de cooperativa solo impedirá la constitución
de una entidad de segundo grado, de la clase respectiva, cuando las personas socias
cooperadoras tengan que ser, necesariamente y en su mayoría, personas físicas.
3.- Cada cooperativa, además de ajustarse a los principios configuradores de esta sociedad
en el marco de la presente ley, se regirá por las disposiciones especiales
aplicables a la clase respectiva y, en lo no previsto en la sección correspondiente,
por las normas de carácter general.”
15.2.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
No existe novedad alguna, pues su texto es idéntico al del extinto art. 98 de la Ley 4/1993.
15.2.2 Comentario general y significado práctico
Apartado 1, es de carácter imperativo, pues en caso de que se desee constituir una de las
clases de cooperativas que regula la LCE, su contenido mínimo está perfectamente delimitado
y al mismo tiempo, para el supuesto de que la cooperativa que se desease constituir no
estuviese contemplada en la LCE, se prevé que se podrá constituir, siempre que se determine
la actividad cooperativa y las posición jurídica de las personas socias, en cuyo caso, deberá
aplicarse (imperativamente) la normativa legal prevista en la LCE para la clase de cooperativa
que guarde mayor analogía con la que se pretender constituir. En definitiva, aún en el supuesto
de que se desease constituir una clase de cooperativa no contemplada en la LCE ello
no quiere decir que no se pueda constituir, ya que la citada normativa ha previsto la forma de
poder constituirla tal y como se ha expuesto.
Apartado 2, es de carácter potestativo, pues estamos ante la presencia de un supuesto en la
que sería precisa la existencia de la voluntad de las personas socias de la cooperativa, esto es
del uso de la autorregulación, por la que se exigiese o se requiriese que las personas socias
cooperadoras tuviesen que ser en su mayoría personas físicas, con lo que se imposibilitaría
la constitución de una cooperativa de segundo grado.
Apartado 3, tiene naturaleza imperativa, ya que delimita como cada cooperativa tiene que
ajustarse: En primer lugar, a los principios configuradores de la sociedad cooperativa recogidos
en la LCE. En segundo lugar, a las disposiciones especiales previstas para la clase de cooperativa
(ejemplo: Para sociedades cooperativas profesionales la Ley 2/2207, de sociedades profesionales)
Y, en tercer lugar, en lo no previsto en su sección especial (en su clase de cooperativa),
se ajustará a las previsiones contempladas por las normas de carácter general de la LCE.
15.2.3 Otra normativa aplicable
La disposición final segunda de la ley de cooperativas del estado sería la que se podría aplicar
en el caso de que la LCE no hubiese regulado esta materia y fuese aquella de aplicación
supletoria a tenor de lo dispuesto en el art. 149.3 de la CE.
366

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
La regulación de la LCE es mucho más completa, ya que además de realizar la típica relación
de clases de cooperativas posibilita, la constitución de una cooperativa que no tuviese
encaje dentro de las clases que relaciona, mediante la aplicación analógica de las disposiciones
más adecuadas para esa cooperativa atípica, todo ello sin perjuicio de lo dispuesto en
la disposición final segunda de la LCE, remitiéndome a lo expuesto al efecto en esta glosa
sobre la misma.
15.3 Cooperativas de trabajo asociado
15.3.1 Objeto y normas generales
Artículo 103.- Objeto y normas generales.
1.- Son cooperativas de trabajo asociado las que asocian principalmente a personas
físicas que, mediante su trabajo, a tiempo parcial o completo, realizan cualquier
actividad económica o profesional para producir en común bienes y servicios para
terceras personas no socias.
La relación de la persona socia trabajadora con la cooperativa es una relación societaria.
2.- Podrán ser personas socias trabajadoras quienes legalmente tengan capacidad
para contratar la prestación de su trabajo. Las personas extranjeras podrán ser
personas socias trabajadoras de acuerdo con lo previsto en la legislación específica
sobre su prestación de trabajo en el estado español.
3.- La pérdida de la condición de persona socia trabajadora provocará el cese definitivo
de la prestación de trabajo en la cooperativa.
4.- Aun cuando la finalidad de las cooperativas de trabajo asociado es la de prestación
del trabajo de las personas socias, proporcionándoles empleo, podrán realizar contratos
de trabajo cuenta ajena, cuyo número de horas/año no podrá ser superior
al treinta por ciento del total de horas/año de trabajo realizadas por las personas
socias trabajadoras. Si las necesidades objetivas de la empresa obligaran a superar
este porcentaje, ello será válido para un periodo que no exceda de tres meses. Para
superar dicho plazo deberá solicitarse autorización motivada al departamento del
Gobierno Vasco competente en materia de trabajo, que ha de resolver en un plazo
de quince días. En caso de silencio, se entenderá concedida la autorización.
No se computarán en este porcentaje:
a) Las horas/año de trabajo realizadas en centros y unidades de trabajo de carácter
subordinado o accesorio.
Se entenderá, en todo caso, como trabajo prestado en centro de trabajo subordinado
o accesorio el prestado por las personas trabajadoras por cuenta ajena
que contraten las cooperativas para prestar servicios de duración determinada
en los locales del cliente o su beneficiario y para la Administración pública.
También aquellas actividades que deba realizar la cooperativa en obras, montajes
o actividades auxiliares, siempre que estas no constituyan el objeto social
principal de la cooperativa y que se presten fuera de los locales de la coope-
367

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
rativa por exigencias propias de la actividad, y siempre que la relación con la
cooperativa no tenga carácter claramente estable y de duración indefinida.
b) El trabajo realizado por las personas trabajadoras por cuenta ajena integradas
en las cooperativas por subrogación legal, así como por aquellas que se incorporen
en actividades sometidas a estas subrogaciones.
c) El trabajo desempeñado por las personas trabajadoras que sustituyan a personas
socias trabajadoras o asalariadas en situación de excedencia e incapacidad
temporal, baja por maternidad, adopción o acogimiento, o por conciliación familiar.
d) El trabajo desempeñado por personas trabajadoras que se negasen explícitamente
a ser personas socias trabajadoras.
e) El trabajo realizado por las personas trabajadoras contratadas para ser puestas
a disposición de empresas usuarias cuando la cooperativa actúa como empresa
de trabajo temporal.
f) El trabajo realizado por el alumnado de cooperativas dedicadas a la formación,
orientación e intermediación laboral en programas de empleo y formación.
g) El trabajo realizado por personas trabajadoras con contratos en prácticas y
para la formación.
h) El trabajo desempeñado por personas con discapacidades físicas, psíquicas y/o
sensoriales reconocidas, como mínimo, del treinta y tres por ciento, excepto en
las cooperativas de trabajo asociado que hayan sido calificadas y reconocidas
como centros especiales de empleo.
i) El trabajo realizado por las personas trabajadoras incorporadas como consecuencia
de un contrato de la cooperativa con la Administración o con empresas,
consorcios, fundaciones y demás entidades participadas mayoritariamente por
las administraciones públicas.
No obstante lo dispuesto en este número, las cooperativas con menos de ocho
personas socias trabajadoras podrán emplear hasta un máximo de dos personas
trabajadoras con contrato de trabajo por cuenta ajena.
5.- Los estatutos podrán fijar el procedimiento por el que las personas trabajadoras
asalariadas pueden acceder a la condición de personas socias. En las cooperativas
reguladas en este artículo que rebasen el límite de trabajo asalariado establecido, la
persona trabajadora con contrato de trabajo por tiempo indefinido y más de un año
de antigüedad en la cooperativa deberá ser admitida como persona socia trabajadora,
sin periodo de prueba, si reúne los demás requisitos y así lo solicita en el plazo
de los doce meses siguientes desde que pudo ejercitar tal derecho.”
Las personas asalariadas que no tengan opción a ser personas socias, o mientras no
puedan ejercitarla, participarán en los resultados de la cooperativa, cuando estos
fueran positivos, en la proporción que han de definir los estatutos, que en ningún
caso será inferior al veinticinco por ciento del retorno cooperativo reconocido a
las personas socias de igual o equivalente clasificación profesional. Cuando el asalariado
o asalariada cause baja, dicha participación podrá calcularse sobre las
últimas cuentas anuales aprobadas por la asamblea general. Esta participación en
resultados tendrá el carácter que señala el artículo 70.5 de esta ley.”
368

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
6.- Las personas socias trabajadoras, por la prestación de su trabajo, tienen derecho
a percibir periódicamente, en plazo no superior a un mes, anticipos laborales en
cuantía no inferior al salario mínimo interprofesional en cómputo anual.
7.- Serán de aplicación a los centros de trabajo de estas cooperativas y a sus personas
socias las normas generales sobre prevención de riesgos laborales.
Asimismo, las personas socias trabajadoras menores de dieciocho años estarán sujetas
a las limitaciones para trabajos nocturnos o para trabajos insalubres, penosos,
nocivos o peligrosos que establezca la legislación laboral para personas trabajadoras
menores de 18 años.
8.- A efectos de la Seguridad Social, las personas socias trabajadoras están asimiladas
a personas trabajadoras por cuenta ajena o a personas trabajadoras autónomas.
Los estatutos optarán por uno u otro régimen.
Las cooperativas de trabajo asociado que, de acuerdo con lo establecido en el artículo
14 del Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social, aprobado por
Decreto Legislativo 8/2015, de 30 de octubre, hubieran optado en sus estatutos por
asimilar a sus personas socias trabajadoras a trabajadoras o trabajadores autónomos
del régimen especial correspondiente, asumirán, en el caso de que así se hubiera
establecido en sus estatutos, la obligación del pago de las cuotas y obligaciones
de las personas socias trabajadoras durante su periodo activo en las cooperativas,
sin perjuicio del sometimiento a la normativa rectora del régimen correspondiente
de la Seguridad Social. Las cuantías abonadas no formarán parte del anticipo y
tendrán la consideración de partida deducible para la determinación del excedente
neto definido en el artículo 69 de la ley.
9.- De conformidad con lo establecido en el artículo 86.2 de la Ley 27/1999, de 16
de julio, de Cooperativas, cuando una cooperativa de trabajo asociado cese, por
causas no imputables a la misma, en una contrata de servicios o concesión administrativa
y un nuevo empresario o empresaria se hiciese cargo de esta, las personas
socias trabajadoras que vinieran desarrollando su actividad en la misma tendrán
los mismos derechos y deberes que les hubieran correspondido, de acuerdo con la
normativa vigente, si hubieran prestado su trabajo en la cooperativa en la condición
de personas trabajadoras por cuenta ajena.
Las personas trabajadoras que se hallaran en la situación del párrafo anterior tendrán,
durante un plazo de cinco años, derecho preferente de reingreso en su cooperativa
de origen si en esta se crearan nuevos puestos de trabajo de contenido similar
al que ocupaban.”
15.3.1.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
En su apartado 1, se introducen tres novedades, y una de ellas muy relevante:
a) El trabajo puede ser a tiempo parcial o completo (en la anterior normativa no existía
esta especificación).
b) Se sustituye la expresión “para terceros” por la de “para terceras personas no socias”.
Es una modificación de lenguaje de género.
369

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
c) Se determina por vez primera, en un artículo de una ley de cooperativas de Euskadi, que:
“La relación de la persona socia trabajadora con la cooperativa es una relación societaria.”
Ya en la anterior ley se recogía, en su exposición de motivos, lo siguiente: “..atendiendo
a la peculiar relación, societaria autogestionada y no laboral, del socio trabajador
con su cooperativa.” Pero la exposición de motivos no es ley.
Se ha conseguido un avance relevante con esta redacción, ya que podemos argumentar
la relación societaria de conformidad con lo dispuesto en el art. 103.1 de la LCE,
lo cual es una novedad sustancial con respecto a la anterior ley.
En su apartado 2, no contiene novedad alguna. Salvo el de lenguaje de género.
En su apartado 3, no contiene novedad alguna. Salvo el de lenguaje de género.
En su apartado 4, se incorporan las siguientes novedades:
a) Se incrementa al treinta por ciento del total de horas/año de trabajo realizadas
por las personas socias trabajadoras (en la anterior normativa el límite era del
veinticinco por ciento).
b) Se incorporan, como nuevos supuestos de excepción, del cómputo de las horas
trabajadas por trabajadoras por cuenta ajena, los siguientes:
1.- Para todas las cooperativas:
1.1 La conciliación familiar (vid. art. 103.4.c) de la LCE).
1.2 El trabajo realizado por personas trabajadoras con contratos en prácticas y para
la formación (vid. art. 103.4.g) de la LCE).
1.3 El trabajo realizado por las personas trabajadoras incorporadas como consecuencia
de un contrato de la cooperativa con la Administración o con empresas,
consorcios, fundaciones y demás entidades participadas mayoritariamente por
las administraciones públicas (vid. art. 103.4.i) de la LCE).
1.4 El trabajo desempeñado por personas con discapacidades físicas, psíquicas y/o
sensoriales reconocidas, como mínimo, del treinta y tres por ciento. Esta excepción
no se aplicará a las cooperativas de trabajo asociado que hayan sido
calificadas y reconocidas como centros especiales de empleo (vid. art. 103.4.h)
de la LCE).
2.- Solo para cooperativas dedicadas a la formación, orientación e intermediación laboral
en programas de empleo y formación: El trabajo realizado por el alumnado (vid.
art. 103.4.f) de la LCE).
3.- Solo para las cooperativas que actúen como empresa de trabajo temporal: El trabajo
realizado por las personas trabajadoras contratadas para ser puestas a disposición de
empresas usuarias (vid. art. 103.4.e) de la LCE).
En su apartado 5, solamente tiene, en su primer párrafo, dos novedades, una relacionada
con el lenguaje de género y otra que consiste en establecer una condición para que el personal
asalariado o las personas trabajadoras por cuenta ajena puedan ejercer su derecho a
incorporarse como socias trabajadoras indefinidas de la cooperativa, ya que para ello la cooperativa
tiene que tener rebasado el límite de trabajo asalariado en la cooperativa.
370

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
El segundo párrafo, relacionado con la participación del personal asalariado en los resultados
de la cooperativa, solo tiene la novedad de haber sido redactada teniendo en cuenta
el lenguaje de género, y en lo demás su contenido es idéntico a la regulación de la anterior
normativa.
En su apartado 6, no conlleva novedad alguna, salvo lenguaje de género. Pues en la anterior
normativa ya se establecía tanto la periodicidad del anticipo laboral como su importe
mínimo en cómputo anual.
En su apartado 7, no conlleva novedad alguna, salvo en su primer párrafo, que sustituye la
expresión normas sobre seguridad e higiene en el trabajo por la de “normas generales sobre
prevención de riesgos laborales, en definitiva se trata de una sustitución/adecuación normativa
sobre la materia citada. También existe una modificación relacionada con el lenguaje de
género.
En su párrafo segundo, salvo la modificación por el lenguaje de género, no existe variación
alguna respecto a la regulación recogida en el apartado 8, de la anterior ley de cooperativas.
En su apartado 8, en su párrafo primero, solo tiene la variación generada por el lenguaje de
género, ya que sigue posibilitando que la cooperativa pueda optar para sus personas socias
trabajadoras, a efectos de la seguridad social, por su encuadramiento en el régimen general o
en el régimen especial de trabajadoras autónomas.
En contenido del segundo párrafo, del apartado 8, es novedoso respecto a la anterior ley
de cooperativas, pero no respecto al art. 3 de su reglamento, ya que su contenido es idéntico,
salvo por la modificación introducida por el lenguaje de género, y la correspondiente adecuación
normativa referido al texto refundido de la ley general de la seguridad social, estableciendo
la forma de proceder en el caso de que se hubiese optado por asimilar a sus personas
socias trabajadoras a trabajadores o trabajadores del régimen especial correspondiente.
En su apartado 9, su contenido es idéntico al del artículo 99.9 de la anterior ley de cooperativas.
15.3.1.2 Comentario general y significado práctico
Apartado 1, es de carácter imperativo, ya que en estas cooperativas se tienen que asociar
mayoritariamente personas socias trabajadoras, las cuales pueden prestar su trabajo bien a
tiempo completo (ejemplo: contrato sociedad a jornada completa) o a tiempo parcial (ejemplo:
contrato sociedad de media jornada), para llevar a cabo actividades económicas o profesionales,
lo que dará lugar a la producción de bienes (ejemplo: fabricación de moldes) o
servicios (ejemplo: servicios de consultoría) para terceras personas no socias.
En esta clase de cooperativas la actividad cooperativizada es el trabajo, y precisamente esa
actividad es la que determinará si estamos ante una cooperativa de trabajo asociado o ante
otra clase de cooperativa, precisándose que la mayoría de las personas socias en la cooperativa
sean socias trabajadoras.
En este apartado se delimita de forma precisa que la relación de la persona socia trabajadora
con la cooperativa es una relación societaria, lo que significa que no es laboral, lo que abre
la vía de una autorregulación propia para desarrollar la vinculación de las personas socias
trabajadoras con su cooperativa.
371

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
Apartado 2, es de carácter imperativo, ya que determina a que personas se pueden contratar
como socias trabajadoras y con que personas no puede hacerlo.
Apartado 3, es de carácter imperativo, ya que precisa que la perdida en una persona de su
condición de socia trabajadora, conlleva de forma automática/simultanea el cese de la prestación
de su trabajo en la cooperativa.
Esta es una consecuencia clara de la relación societaria existente entre la persona socia
trabajadora y la cooperativa.
En definitiva, se quiere dejar constancia de que la pérdida de la condición de socia trabajadora,
por cualquiera de las causas por las que se puede producir la baja voluntaria o la
obligatoria, conlleva necesariamente y al mismo tiempo, el cese de la prestación de trabajo,
quiere ello decir que la persona exsocia trabajadora no tiene derecho alguno para seguir
prestando su trabajo en la cooperativa, ya que hasta el instante previo a la pérdida de su condición
de socia trabajadora, el trabajo lo estaba prestando por ser socia trabajadora (esa es la
actividad que le atribuye la condición socia trabajadora, siempre que hubiese sido admitida
como tal, por reunir los requisitos establecidos para dicha clase de socia, habiendo superado
en su caso el periodo de prueba al que hubiese sido sometido, y hubiese suscrito la totalidad
de las aportaciones obligatorias iniciales y desembolsado el importe exigido) y cuando una
persona deja de ser socia trabajadora deja también de prestar su trabajo en la cooperativa, ya
que dicha prestación es la actividad esencial que tiene que llevar a cabo una persona para que
adquiera la condición de socia trabajadora, y que se ha obligado a realizar mientras tenga la
condición de socia trabajadora.
Ello no impide que la cooperativa pueda contratar como trabajadora por cuenta ajena a una
persona que hubiese dejado de ser socia trabajadora, si bien en este caso su vinculación con
la cooperativa seria laboral y no societaria. Si bien esta situación no suele ser habitual en las
cooperativas, no es menos cierto que a veces se puede dar, por múltiples razones (personales,
económicas, etc.), que serán valoradas, habitualmente por el órgano de administración de la
cooperativa y en su caso por quien tenga atribuida la competencia de contratar a personas
trabajadoras por cuenta ajena en la cooperativa.
Apartado 4, es de carácter mixto, una parte dispositiva y otra imperativa, en el que se
reconoce que la cooperativa de trabajo asociado tiene como finalidad la prestación del trabajo
de sus personas socias, proporcionándoles empleo, pero se posibilita, siempre que la
cooperativa así lo estime conveniente (se trata por lo tanto de una opción que puede ser o no
ejercitada por la cooperativa: parte dispositiva del apartado) la contratación de personas trabajadoras
por cuenta ajena, si bien establece unos límites que no pueden ser rebasados (parte
imperativa del apartado) salvo en determinados supuestos, de necesidad objetiva, por un periodo
superior a tres meses durante el año (ejemplo la adjudicación de un pedido o contrato
que requiere de la prestación de trabajo de personas en un número superior al de personas
socias, en un porcentaje superior al treinta por ciento del total de horas/año de trabajo, y por
un periodo temporal de 14 meses) en los que se precisa realizar la correspondiente solicitud
motivada, con el objetivo de conseguir una autorización temporal, por parte del departamento
del trabajo y empleo del Gobierno Vasco, que debe resolver en un plazo de quince días, y
en su defecto, se entendería concedida la autorización.
En definitiva, quien legisla ha fijado un límite general de contratación por cuenta ajena
para las cooperativas de trabajo asociado: El treinta por ciento del total de horas/año de
372

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
trabajo realizadas por las personas socias trabajadoras de la cooperativa, esto es se computan
tanto las horas de las personas socias trabajadoras indefinidas como las de las socias
de duración determinada. Ejemplo: si la cooperativa tiene 25 personas socias trabajadoras
indefinidas y 5 persona de duración determinada (2 de ellas con una duración de todo el año,
con una jornada idéntica a la de las personas socias trabajadoras indefinidas y las otras tres
con una duración de 6 meses con una dedicación de 930 horas al semestre, deberá computar
las horas anuales de cada una de ellas (ejemplo 1726 horas x 27 (25 indefinidas y 2 duración
determinada) = 46.602 horas + 2.790 horas (las de las 3 de duración determinada a razón de
930 horas trabajo al semestre) = 49.392 horas y sobre ellas un límite de hasta un 30 % lo que
resultan 14.818 horas que serían el total que podrían prestar las personas trabajadoras por
cuenta ajena, a lo largo del ejercicio económico.
Como decíamos ese límite general podría ser rebasado, de forma temporal, siempre que
existan supuestos de necesidad objetiva, que deberá ser acreditada en la solicitud motivada,
en la que se solicite al departamento de trabajo y empleo del Gobierno Vasco, la autorización
correspondiente, tal como ya se ha expuesto.
Y, por último, se sigue manteniendo, para las cooperativas con menos de ocho personas
socias trabajadoras, el límite de dos personas trabajadoras con contrato de trabajo por cuenta
ajena, en cualquier modalidad, todo ello sin menoscabo de aplicarse también las excepciones
anteriormente relacionadas a estas cooperativas.
Apartado 5, en su parrado primero, tiene un carácter mixto, pues por una parte posibilita
(parte dispositiva del apartado) a la cooperativa que en sus estatutos regule el procedimiento
para que las personas asalariadas, ya sean indefinidas o de duración determinada, puedan
acceder a la condición de personas socias. Y por otra (parte imperativa) establece que si la
cooperativa ha rebasado sus límites de contratación de personal asalariado establecidos en
este artículo, cualquier persona trabajadora con contrato de trabajo indefinido, con al menos
un año de antigüedad, que solicite su incorporación como socia trabajadora indefinida,
dentro del plazo de doce meses siguientes, a computar desde la finalización de su año de
antigüedad, deberá ser admitida como socia trabajadora, sin periodo de prueba, y siempre
que reúna los demás requisitos establecidos al efecto. Ejemplo: Trabajadora contratada en
2016, indefinida en julio de 2019, en octubre de 2020 (ya tiene un año de antigüedad desde
julio de 2020) solicita su incorporación como persona socia trabajadora a la cooperativa, la
cual deberá incorporarla como socia trabajadora en el caso de que la cooperativa rebasase el
límite de trabajo asalariado permitido, y en caso de no hacerlo, el trabajador por cuenta ajena
podrá demandar a la cooperativa ante la Jurisdicción de lo Social (vid. art. 107.2.e) LCE).
En el supuesto de que la cooperativa no tuviese rebasado el límite de trabajo asalariado,
podrá rechazar o aceptar la petición cursada por la persona trabajadora por cuenta ajena, y en
caso de que se opte por rechazar la solicitud se recomienda que se acredite que la cooperativa
no tiene rebasado el límite de contratación en las fechas de su solicitud y en la de su rechazo/
desestimación.
Debemos tener en cuenta que el derecho de las personas trabajadoras por cuenta ajena
decae una vez hayan transcurrido los doce meses, a contar desde que tuvo la antigüedad de
un año como persona trabajadora indefinida, todo ello sin menoscabo de que transcurridos
los doce meses pueda solicitar su incorporación como socia trabajadora indefinida, si bien en
este supuesto no existe obligación alguna de admisión por parte de la cooperativa.
373

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
Y en su párrafo segundo, de contenido mixto imperativo y dispositivo para la cooperativa,
que viene a determinar (contenido imperativo) que personas trabajadoras por cuenta ajena
tienen derecho a participar en los resultados de la cooperativa: 1º.- Las personas asalariadas
que no tengan opción a ser personas socias trabajadoras (por ejemplo asalariados/as contratados
con contratos temporales por obra o servicio o por acumulación de tareas, de interinidad,
etc.) y 2º.- Las `personas asalariadas que no puedan ejercitar la opción a ser personas socias
trabajadoras (por ejemplo asalariados/as indefinidos pero que no pueden ejercitar la opción
ya que todavía no tienen la antigüedad mínima de un año).
Así pues, no tendrán derecho a participar en los resultados aquellas personas trabajadoras
por cuenta ajena que hubiesen dejado transcurrir el plazo de doce meses, a contar desde el
momento en que tengan un año de antigüedad, ni tampoco aquellas personas a las que la
cooperativa les haya ofrecido incorporarse como socias trabajadoras indefinidas y hubiesen
rechazado dicho ofrecimiento.
En lo que se refiere a la cuantía de la participación en los resultados, se da a la cooperativa
la opción (contenido dispositivo de este apartado) de que la se fije en los estatutos en la proporción
que se estime adecuada, si bien como mínimo (contenido imperativo del apartado) al
menos deberá ser igual al veinticinco por ciento del retorno que reciba una persona socia trabajadora
de igual o equivalente categoría profesional. Ejemplo una persona socia trabajadora
que tiene asignado el puesto tornero de una cooperativa percibe 8.000 euros en concepto de
retornos, y un/a asalariado/a con derecho a participar en resultados deberá percibir el importe
que le corresponda según estatutos de la cooperativa que normalmente se fija en un veinticinco
por cien (el mínimo establecido en la LCE) en este ejemplo le corresponderían 2.000
euros y dicho importe tiene naturaleza/carácter salarial, tal como se determina en el artículo
70.5 de la LCE, ya comentado en esta glosa, a cuyo contenido me remito.
Así mismo, se prevé que en lugar de esperar al cierre del ejercicio para saber cuál es el
resultado del ejercicio en el que prestó su trabajo, la cooperativa puede asignar la parte de
resultados al trabajador en función de los resultados del ejercicio precedente. Esta es una
opción practica para ambas partes, ya que así el trabajador por cuenta ajena lo cobra antes y
la cooperativa tramita el finiquito y la seguridad social (relación nominal de trabajadores y
el recibo de liquidación de cotizaciones, lo que antiguamente se denominaban TC1 y TC2)
al finalizar la relación laboral.
La LCE puntualiza que esta participación en resultados de la cooperativa sustituirá al complemento
de similar naturaleza establecido, en su caso, en la normativa laboral aplicable,
por ejemplo una tercera paga de beneficios prevista en el convenio colectivo aplicable al
personal asalariado, salvo que fuese inferior a dicho complemento, en cuyo caso se aplicará
este último.
Apartado 6, es de carácter imperativo, y significa que las cooperativas deben poner a disposición
de sus personas socias trabajadoras, con una periodicidad mínima mensual, los
denominados anticipos laborales, cuya cuantía en cómputo anual no puede ser nunca inferior
al SMI que en el año 2020 asciende a 13.300 euros anuales, a jornada completa.
Esto quiere decir que una cooperativa puede abonar por ejemplo durante 4 meses, 900 euros,
esto es unos anticipos laborales mensuales inferiores a 950 euros mes y otros meses en
cuantías superiores, por ejemplo a razón de 1.400 euros, de tal forma que al final del ejercicio
al menos su importe global sea igual o superior a 13.300 euros, que en el presente ejemplo lo
superaría ya que totaliza un importe de 13.800 euros.
374

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
En todo caso el anticipo laboral previsto en cómputo global anual es mínimo y para una
persona socia trabajadora indefinida a jornada completa.
Apartado 7, su contenido es imperativo, en ambos párrafos. En el primero se establece la
aplicación de las normas generales sobre prevención de riesgos laborales, tanto en los centros
de trabajo de las cooperativas como a sus personas socias trabajadoras, y obviamente,
aunque la LCE no los cita, a sus trabajadores o trabajadoras por cuenta ajena. Estamos pues
ante una remisión de normativas de obligado cumplimiento para las cooperativas de trabajo
asociado (en este apartado solamente nos podemos referir a esta clase de cooperativas).
Su párrafo segundo, también imperativo, se centra en las personas socias trabajadoras menores
de dieciocho años, para las que se establece la aplicación de las limitaciones que recoja
la legislación laboral, en lo referido a los trabajos nocturnos (que no deben realizar trabajo alguno
en periodo comprendido entre las veintidós horas y las seis horas), insalubres, penosos,
nocivos o peligroso. La relación de dicha normativa la realizaremos en el subpunto 15.3.1.3
cuando se aborda el apartado 7.
Apartado 8, párrafo primero, de carácter imperativo, por el que la cooperativa debe optar,
en sus estatutos sociales, para sus personas socias trabajadoras, entre las modalidades siguientes:
como asimilados a trabajadores o trabajadoras por cuenta ajena (régimen general
o en alguno de los regímenes especiales de la seguridad social, según proceda, de acuerdo
con su actividad), o como trabajadores autónomos en el régimen especial correspondiente.
Esa opción solamente se puede variar mediante los trámites de modificación de estatutos
sociales, y solamente una vez que al menos hayan transcurrido cinco años desde la opción
realizada de encuadramiento en régimen de seguridad social que se quiera modificar
En el párrafo segundo, es de carácter mixto, pues se prevé que en caso de que la cooperativa
hubiere optado por asimilar a sus personas socias trabajadoras a trabajadoras o trabajadores
autónomos del régimen especial correspondiente, pueden (es optativo) establecer en los
estatutos que la obligación del pago de las cuotas y las obligaciones de las personas socias
trabajadoras mientras estén en activo en la cooperativa (esto es mientras sigan siendo socias
trabajadoras) serán asumidas por la cooperativa (imperativo), sin perjuicio de la aplicación
de la normativa del régimen especial de la seguridad social que corresponda. Los importes
abonados por la cooperativa por estos conceptos no formaran parte del anticipo laboral de
las personas socias trabajadoras, y tienen la consideración de partida deducible para determinar
el excedente neto de la cooperativa, en definitiva que se computan como gastos de la
cooperativa.
Apartado 9, párrafo primero, de carácter imperativo y se refiere a los supuestos en los que
la cooperativa cesa su actividad, por causas ajenas a su voluntad, en una contrata de servicios
o concesión administrativa, y siendo sustituida la cooperativa por otra empresa, en ese
supuesto, las personas socias trabajadoras de la cooperativa, se les reconocen los mismos
derechos que a los/as trabajadores/as por cuenta ajena en el supuesto de una subrogación, y
siendo esta una competencia exclusiva del estado, es por lo que se realiza la remisión al artículo
86.2 de la ley estatal de cooperativas, y así posibilitar el trato idéntico al que tienen los
trabajadores por cuenta ajena en el caso de una subrogación. En definitiva, que los contratos
de sociedad de las personas socias trabajadoras se mutan en contratos de trabajo por cuenta
ajena, y se les reconoce los mismos derechos y deberes que les hubiera correspondido, si
hubieran prestado su trabajo en la cooperativa como trabajadores por cuenta ajena.
375

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
El párrafo segundo, de este apartado 9, tiene carácter imperativo para la cooperativa, y le
obliga, durante un plazo de 5 años, a contar desde el momento en que fue sustituida por otra
empresa en la contrata de servicios o en la concesión administrativa, a mantener el derecho
preferente de reingreso en la cooperativa, de aquellas personas que fueron subrogadas por
aquella empresa que sustituyo a la cooperativa, cuando se generasen en la cooperativa nuevos
puestos de trabajo, de contenido similar al que habían tenido en la cooperativa. Transcurrido
dicho plazo el derecho de reingreso preferente desaparece, todo ello sin menoscabo
de que se pudiese ampliar estatutariamente, o que se pudiese renunciar a su reincorporación
de forma expresa por parte de las personas exsocias a las que se les ofreciese por parte de
la cooperativa su reingreso al haberse generado nuevos puestos de trabajo de contenido o
actividades similares al que habían tenido en la cooperativa.
Lo más adecuado, sin perjuicio de la regulación específica de la subrogación, es que la
cooperativa regule esta situación haciendo uso de la autorregulación que le confiere la LCE.
15.3.1.3 Otra normativa aplicable
En el apartado 1, el articulo equivalente de la legislación estatal, es el art. 80.1, sin embargo
no tenemos que acudir para nada a él, ya que nuestra regulación es más completa que su
redacción, aun cuando en su redacción ya se incluía la redacción siguiente: “La relación de
los socios trabajadores con la cooperativa es societaria.” En definitiva, la normativa estatal,
en este caso, no puede jugar el papel de norma supletoria de la vigente LCE (art. 149.3 CE).
En el apartado 2, el articulo equivalente de la normativa cooperativa estatal es el art. 80.2,
cuyo contenido es idéntico al de nuestro apartado 2, por lo que no puede jugar el papel de
norma supletoria de la vigente LCE (art. 149.3 CE).
Sin embargo, para conocer quienes tienen legalmente la capacidad para contratar la prestación
de su trabajo, debemos acudir, en primer lugar al TRLET, a su art. 7:
“Artículo 7. Capacidad para contratar.
Podrán contratar la prestación de su trabajo:
a) Quienes tengan plena capacidad de obrar conforme a lo dispuesto en el Código
Civil.
b) Los menores de dieciocho y mayores de dieciséis años, que vivan de forma independiente,
con consentimiento de sus padres o tutores, o con autorización de la persona
o institución que les tenga a su cargo. Si el representante legal de una persona de
capacidad limitada la autoriza expresa o tácitamente para realizar un trabajo, queda
esta también autorizada para ejercitar los derechos y cumplir los deberes que se
derivan de su contrato y para su cesación.
c) Los extranjeros, de acuerdo con lo dispuesto en la legislación específica sobre la materia”
El C.C. (arts. 315 y 322) por su parte precisa que tienen capacidad de obrar, las personas
mayores de edad, esto es a partir de los dieciocho años.
La LCE, en cuanto a las personas menores si contempla algunas restricciones que debemos
tener en cuenta, como las previstas en los arts. 44.1 y 53.3 de la LCE, que imposibilitan que
sean administradoras o miembros de la comisión de vigilancia las personas menores de edad
376

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
no emancipadas, pero sí podrían serlo las personas menores emancipadas; o en el apartado
7 de este mismo art. 103, que establece que las personas socias trabajadoras menores de 18
años, tengan las mismas limitaciones que se establecen en la legislación laboral para trabajos
nocturnos o para trabajos insalubres, penosos, nocivos o peligrosos, para trabajadores por
cuenta ajena menores de 18 años.
Y en cuanto a la legislación sobre la contratación de personas extranjeras, resaltamos, de
mera forma enunciativa, la siguiente: Por una parte el C.c. en su art. 27, les reconoce la
misma capacidad general que a las de nacionalidad española si bien deja a salvo lo que en
dicha materia determinen las leyes especiales y los tratados internacionales; Por otra parte
debemos tener en cuenta la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades
de los extranjeros en España y su integración social; Así como el Real Decreto 557/2011, de
20 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de la Ley Orgánica 4/2000, sobre derechos
y libertades de los extranjeros en España y su integración social, tras su reforma por la Ley
Orgánica 2/2009; Y el Real Decreto 240/2007 de 16 de febrero sobre entrada, libre circulación
y residencia en España de ciudadanos de los Estados miembros de la Unión Europea y
de otros estados parte en el Acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo.
En el apartado 3, el artículo equivalente de la legislación estatal, es el art. 80.3, sin embargo
no tenemos que acudir para nada a él, ya que nuestra regulación es idéntica, por lo que la
normativa estatal, en este caso, no puede jugar el papel de norma supletoria de la vigente LCE
(art. 149.3 CE).
En el apartado 4, el articulo equivalente de la legislación estatal, es el art. 80.3, que contiene
la limitación general de horas/año respecto a las personas trabajadoras por cuenta ajena,
si bien las excepciones al citado limite son mayores en nuestra normativa, con lo que la normativa
estatal, en este caso, no puede jugar el papel de norma supletoria de la vigente LCE
(art. 149.3 CE).
Ahora bien, para poder convertir en jornadas el computo de horas que pueden ser objeto de
contratos de trabajo debemos acudir al TRLET, en concreto a su art. 34.1 en el que se determina:
“1. La duración de la jornada de trabajo será la pactada en los convenios colectivos
o contratos de trabajo.
La duración máxima de la jornada ordinaria de trabajo será de cuarenta horas semanales
de trabajo efectivo de promedio en cómputo anual.”
En base a dicha disposición podemos fijar la jornada laboral en el contrato de los trabajadores
por cuenta ajena de forma idéntica a las de las personas socias trabajadoras, en su contrato
de trabajo, siempre que ello sea conforme con las disposiciones previstas al efecto, sobre la
jornada de trabajo, en el convenio colectivo aplicable y en todo caso respetando el promedio
semanal de trabajo efectivo recogido en el art. 34.1 del TRLET.
También debemos tener en cuenta, en el caso de la subrogación de trabajadores por cuenta
ajena, lo dispuesto en el art. 44 del TRLET que regula la sucesión de empresa. Del que se
desprende, entre otras cosas: “que el cambio de titularidad de una empresa, de un centro de
trabajo o de una unidad autónoma de la misma, no extingue la relación laboral, quedando
el nuevo empresario subrogado en los derechos y obligaciones laborales del anterior titular.
Luego cuando una cooperativa adquiere una o varias empresas, centros de trabajo o
unidades autónomas de las mismas, le es de aplicación la subrogación en los derechos y
377

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
obligaciones laborales del anterior titular, y por ello los contratos de trabajo preexistentes
no se extinguen y los trabajadores de la empresa, centro o unidad transferida -sea por venta,
cesión, traspaso o por cualquier otro título legal suficiente que suponga traslación de la
actividad empresarial-, pasan a ser trabajadores por cuenta ajena de la cooperativa”
En lo referido a los contratos en prácticas y de formación tendremos que tener en cuenta el
art. 11 del TRLET, ya que en él se definen ambos contratos y las reglas que deben cumplirse
en cada una de las modalidades contractuales citadas.
La disposición adicional tercera, de la ley 14/1994, de 1 de junio, por la que se regulan las
empresas de trabajo temporal, en la que se posibilita a las cooperativas de trabajo asociado
la contratación de cuantos trabajadores precisen para ponerlos a disposición de las empresas
usuarias. En definitiva, dicha ley brinda la misma excepción que ahora se les reconoce a las
cooperativas que actúan como empresa de trabajo temporal en el art. 103.4.e) de la LCE.
Y con respecto a la contratación de personas con discapacidades físicas, psíquicas y/o sensoriales
reconocidas, como mínimo del treinta y tres por ciento, debemos tener en cuenta: El
real decreto legislativo 1/2013, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido
de la ley general de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social y la
Ley 44/2007, de 13 de diciembre, para la regulación del régimen de las empresas de inserción,
en especial su disposición adicional segunda referida al cómputo de trabajadores en
proceso de inserción, ya que los trabajadores con contrato temporal de fomento del empleo
no se computarán a efectos del establecimiento del porcentaje máximo autorizado de participación
de personas trabajadoras no socias en las cooperativas de trabajo asociado.
La ley 40/2015, de 1 de octubre, de régimen jurídico del sector público, respecto a los trabajos
realizados con personas trabajadoras por cuenta ajena en función de los contratos que
haya formalizado la cooperativa con la Administración o con empresas, consorcios, fundaciones
y demás entidades participadas mayoritariamente por las administraciones.
En el apartado 5, párrafo primero, el articulo equivalente de la legislación estatal, es el art.
80.8, sin embargo no tenemos que acudir para nada a él, ya que nuestra regulación sustancialmente
es idéntica, salvo en los plazos, y por todo ello la normativa estatal, en este caso,
no puede jugar el papel de norma supletoria de la vigente LCE (art. 149.3 CE).
En lo que se refiere al párrafo segundo de este apartado, no existe en la ley estatal artículo
equivalente.
En el apartado 6, no tenemos articulo equivalente de la legislación estatal cooperativa, por
lo en este caso tampoco puede jugar el papel de norma supletoria de la vigente LCE (art.
149.3 CE).
Si bien tenemos que tener en cuenta la normativa que fija el SMI, que en este ejercicio
2020 es la siguiente: Real decreto 231/2020, de 4 de febrero, por el que se fija el salario mínimo
interprofesional para 2020, que lo fijo en 31,66 euros/día o 950 euros/mes según que
el salario esté fijado por días o por meses. Siendo esta la cuantía mínima que puede percibir
una persona socia trabajadora indefinida a jornada completa a tenor de lo previsto en este
apartado. El importe anual del SMI en 2020 se ha fijado en 13.300 euros.
En el apartado 7, el articulo equivalente de la legislación estatal, es el art. 80 apartados 5 y
6, sin embargo no tenemos que acudir para nada a él, ya que nuestra regulación sustancialmente
es idéntica, y por todo ello la normativa estatal, en este caso, no puede jugar el papel
de norma supletoria de la vigente LCE (art. 149.3 CE).
378

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
Sin embargo debemos tener en cuenta la siguiente normativa en este apartado: Ley 31/1995,
de 8 de noviembre, de prevención de riesgos laborales; decreto de 26 de julio de 1957 sobre
industrias y trabajos prohibidos a mujeres y menores por peligrosos o insalubres; directiva
94/33/CE del consejo, de 22 de junio de 1994, relativa a la protección de los jóvenes en el
trabajo; Y el art. 6.2 del TRLET, Y la ley 23/2015, de 21 de julio, ordenadora del sistema de
inspección de trabajo y seguridad social, en especial sus artículos 12.1.f) y art. 19.1f)
En el apartado 8, no tenemos artículo equivalente de la legislación cooperativa estatal
Sin embargo, debemos tener en cuenta la siguiente legislación del estado por ser materia de
su exclusiva competencia: Art. 14 del real decreto legislativo 8/2015, de 30 de octubre, por el
que se aprueba el texto refundido de la ley general de la seguridad social.
En el apartado 9, el artículo equivalente de la legislación estatal, es el art. 86.2, que al
que precisamente se remite la LCE habida cuenta de la competencia exclusiva del estado
en dicha materia. Pero además debemos tener en cuenta lo dispuesto en el artículo 44 del
TRLET y los artículos 130 y 308.2 de Ley 9/2017, de 8 de noviembre, de Contratos del
Sector Público, por la que se transponen al ordenamiento jurídico español las Directivas del
Parlamento Europeo y del Consejo 2014/23/UE y 2014/24/UE, de 26 de febrero de 2014.
15.3.2 Periodo de prueba
Artículo 104.- Periodo de prueba.
1.- Los estatutos podrán establecer un periodo de prueba como requisito para la admisión
como persona socia.
El periodo de prueba no excederá de seis meses. No obstante, para ocupar los puestos
de trabajo que fijen las personas administradoras, salvo atribución estatutaria
expresa de esta facultad a la asamblea general, cuyo desempeño exija especiales
condiciones profesionales, el periodo de prueba podrá ser de hasta dieciocho meses.
El número de los referidos puestos de trabajo no podrá exceder del veinte por ciento
del total de los de la cooperativa.
2.- Los o las aspirantes a socias trabajadoras, durante el periodo en que se encuentren
en situación de prueba, tendrán los mismos derechos y obligaciones que las demás
personas socias, con las siguientes particularidades:
a) Podrán resolver la relación por libre decisión unilateral, facultad que también
se reconoce a las personas administradoras de la cooperativa.
b) No podrán ser elegidas para los cargos de los órganos de la sociedad.
c) No estarán obligadas ni facultadas para hacer aportaciones al capital social ni
para desembolsar la cuota de entrada.
d) No les alcanzará la imputación de las pérdidas que se produzcan en la cooperativa
durante el periodo de prueba ni tendrán derecho al retorno cooperativo, sin
perjuicio de su derecho a percibir de los resultados positivos la misma cuantía
que se reconozca a las personas asalariadas.
3.- No procederá el periodo de prueba si la persona trabajadora ya hubiera estado en
situación de prueba y la hubiera superado sin incorporarse como socia desde que
se resolvió la relación.
379

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
15.3.2.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
No presenta novedad alguna en lo que se refiere a sus dos primeros apartados, y el apartado
3, incorpora una novedad, al establecerse que no se podrá someter a periodo de prueba a
una persona trabajadora si ya hubiese estado en dicha situación con anterioridad y la hubiese
superado, sin incorporarse como socia, desde que se resolvió la relación que la vinculaba con
la cooperativa.
15.3.2.2 Comentario general y significado práctico
Apartado 1, de contenido dispositivo para las cooperativas, ya que permite fijar en los
estatutos sociales, como requisito para que una persona como socia trabajadora pueda ser
admitida como tal, siempre que supere de forma definitiva un periodo de prueba, que no puede
ser superior a seis meses, salvo que se tratase de puestos que exija especiales condiciones
profesionales (por ejemplo un encargado o encargada, un director o directora financiera un
o una responsable de área, etc.) en cuyo caso el plazo podrá ser de hasta dieciocho meses,
si bien en ningún caso la cooperativa puede tener en dicha situación, con estos periodos de
prueba de hasta dieciocho meses, a más de un veinte por ciento del total de los puestos de
trabajo de la cooperativa, esto es tanto de las personas socias trabajadoras como de trabajadores/as
por cuenta ajena.
El periodo de prueba debe entenderse en las cooperativas como un medio para verificar
tanto los conocimientos profesionales de la persona (que pueden contrastarse más o menos
de forma objetiva), como de su adaptación a la cultura empresarial de la cooperativa (esta es
una valoración más subjetiva), siendo ambas relevantes y debiendo ser superadas de forma
satisfactoria, para que una persona sea admitida como socia trabajadora o mejor dicho para
que la persona socia trabajadora en periodo de prueba, lo supere. Adquiriendo en ese momento
la condición jurídica de socia trabajadora de pleno derecho, ya sea indefinida o incluso
de duración determinada (poco probable, pero en teoría posible).
Apartado 2, de carácter imperativo para las cooperativas, significa que las personas socias
en periodo de prueba tienen unas peculiaridades que deben ser tenidas en cuenta:
a) Que tanto la socia trabajadora en periodo de prueba y la propia cooperativa pueden
resolver unilateralmente el contrato de sociedad, sin preaviso ni indemnización.
b) Que las personas socias trabajadoras o de trabajo, en periodo de prueba no pueden
ser elegidas para ningún cargo social de la cooperativa (esto es ni en el órgano de
administración -salvo que fuese elegida como persona no socia (vid. art. 43.2 LCE)-,
comité de recursos, comisión de vigilancia, consejo social, ni en ningún otro órgano
social que pudiese tener creado la cooperativa). La razón es de índole práctica pues
puede ocurrir que esa persona no llegue a superar el periodo de prueba, ya sea por su
propia voluntad o por la decisión/acuerdo del órgano de administración.
c) En caso de que la cooperativa tenga pérdidas, no se podrán imputar a las personas
socias en periodo de prueba (también denominadas por parte de la doctrina como
aspirantes a socias trabajadoras), pero tampoco tendrán derecho a percibir retornos,
pero si tendrán derecho a participar en los excedentes netos, de igual manera que las
personas trabajadoras por cuenta ajena, esto es en la proporción que se haya fijado
en los estatutos y nunca en una cuantía inferior al veinticinco por ciento, del importe
380

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
que se le haya asignado a una persona socia trabajadora, que tenga una categoría
profesional similar a la de la persona trabajadora por cuenta ajena. Si bien vía estatutos
sociales o mediante acuerdo de asamblea general se podría fijar una cantidad
superior a la que perciban las personas trabajadoras por cuenta ajena o incluso se le
podría atribuir un importe idéntico al que perciben las personas socias trabajadoras
indefinidas o de duración determinada.
15.3.2.3 Otra normativa aplicable
El articulo equivalente de la normativa cooperativa estatal es el art. 81, cuyo contenido si
bien es diferente al nuestro, por lo que podría jugar el papel de norma supletoria de la vigente
LCE (art. 149.3 CE), sobre todo cuando la norma estatal preceptúa que tienen “derecho a
votar en la asamblea general en todos los puntos excepto aquellos les afecte personal y directamente”,
sin embargo nuestra norma viene a reconocer lo mismo en el contenido de su
articulado y no en el propio art. 104.
En definitiva la legislación estatal les está atribuyendo derecho a voto y la LCE confiere
el derecho de voto a las personas que sean socias (vid. art. 37.1 LCE), pero a veces, no sabemos
porque, no se distingue ni se percibe, que las personas socias trabajadoras en periodo de
prueba: “tendrán los mismos derechos y obligaciones que las demás personas socias”(vid.
art. 104.2 LCE), y precisamente por ello tienen una relación societaria con la cooperativa
durante el periodo de prueba, y de hecho por eso mismo se las da de alta en el régimen de
seguridad social, por el que la cooperativa opta para sus personas socias trabajadoras (por
ejemplo en el régimen especial de trabajadores autónomos) lo cual no se podría hacer si la
relación fuese laboral, ya que en ese caso se le debería dar de alta en el régimen general de
la seguridad social, y se les trata como si fuesen socias, con las peculiaridades previstas en
el art. 104.2, con lo cual, como son socias, aunque sea en periodo de prueba, tienen derecho
a votar.
15.3.3. Régimen de trabajo
Artículo 105.- Régimen de trabajo.
1.- Los estatutos, el reglamento de régimen interno o, en su defecto, la asamblea general
establecerán el marco básico de régimen de trabajo de las personas socias
trabajadoras.
2.- Podrán regularse como materias de dicho régimen la organización del trabajo, las
jornadas, el descanso semanal, las fiestas, las vacaciones, los permisos, la clasificación
profesional, la movilidad funcional y geográfica, las excedencias o cualquier
otra causa de suspensión o extinción de la relación de trabajo cooperativo, y, en
general, cualquier otra materia directamente vinculada con los derechos y obligaciones
derivados de la prestación del trabajo por la persona socia trabajadora.
3.- En cualquier caso, la cooperativa respetará los regímenes laborales determinados
por ella misma, condiciones laborales dignas y los estándares laborales mínimos
establecidos por la Organización Internacional del Trabajo.
381

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
15.3.3.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
En el apartado 1, se adiciona el reglamento de régimen interno, si bien dicha novedad no
lo es tanto, porque ya en la anterior normativa se posibilitaba, al igual que en la LCE, que
la asamblea general pudiese adoptar acuerdos, para establecer el marco básico de régimen
de trabajo de los socios trabajadores, y el reglamento de régimen interno (que aunque sea
un texto articulado se aprueba mediante un acuerdo de la asamblea general). Así mismo se
introduce una modificación de lenguaje de género al modificarse la expresión “los socios
trabajadores” por la de “las personas socias trabajadoras”.
En el apartado 2, no se introduce novedad alguna respecto a la anterior normativa, salvo la
relacionada con el lenguaje de género.
En el apartado 3, la novedad lo constituye todo el apartado, inexistente en la anterior normativa,
y consiste en marcar dos límites, a cada cooperativa, al desarrollar el régimen de
trabajo para sus personas socias trabajadoras:
1º.- Que respetará los regímenes laborales aprobados por la cooperativa.
2º.- Que las condiciones laborales, de las personas socias trabajadoras, sean dignas y
respeten los estándares mínimos establecidos por la Organización Internacional del
Trabajo.
15.3.3.2 Comentario general y significado práctico
Apartado 1, tiene un contenido dispositivo para la cooperativa, ya que la posibilita que
regule, si así lo decidiese su asamblea general, el marco básico de régimen de trabajo de las
personas socias de trabajo, en definitiva que pueda autorregularse o fijando las reglas básicas
de la prestación del trabajo de las personas socias trabajadoras, y ya sea través de los estatutos
sociales, reglamento de régimen interior o mediante acuerdos específicos de la asamblea
general aun cuando los mismos configuren un reglamento de régimen interior.
Apartado 2, de carácter dispositivo para la cooperativa, viene a enunciar una serie de materias,
sin ser su relación cerrada, que forman parte del marco básico de régimen de trabajo
de las cooperativas para sus socios/as trabajadores/as:
- La organización del trabajo: Cada cooperativa la desarrollara como mejor le convenga
en función de las actividades que realice, en definitiva se determinara la forma en
que cada persona socia va a prestar su trabajo para la fabricación de los productos o
la prestación de servicios.
- Las jornadas: Se determinará si se realiza de forma continua (por ejemplo de 8:00 a
16:00); partida, en la que se realiza con un descanso mínimo (por ejemplo de 8:30 a
13:30 y de 15:00 a 18:00); a turnos (por ejemplo de 6:00 a 14:00 y de 14:00 a 22:00)
flexible (según las necesidades diarias de producción o de prestación de servicios),
teletrabajo (la prestación del trabajo desde el domicilio de la persona socia trabajadora),
semana comprimida (por ejemplo 10 horas de lunes a jueves), etc.
- El descanso semanal: Se determinará por la cooperativa, por ejemplo dos días a la
semana (habitualmente sábado y domingo, pero dependerá de la actividad de cada
cooperativa)
- Las fiestas: Las que se determinen en la cooperativa, habitualmente serán las que se
382

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
fijan por el Gobierno Vasco, y la fiesta de cada territorio histórico y la de la localidad
del domicilio social de la cooperativa.
- Las vacaciones: Se determinarán por la cooperativa. En caso de que la cooperativa
cerrase en vacaciones (ejemplo: mes de agosto), será el que se tomará por parte de
todas las personas socias trabajadoras.
- Los permisos: se delimitarán por la cooperativa, así como su carácter retribuido con
anticipo laboral o no retribuido o recuperable (las horas no trabajadas se retribuyen,
pero se tienen que recuperar en el periodo temporal que se determine por ejemplo:
en el siguiente mes).
- La clasificación profesional: se refiere a las diferentes categorías profesionales de
las personas socias trabajadoras (ejemplos oficiales de 1ª y 2º, encargado, auxiliar
administrativo, titulado superior, etc.).
- La movilidad funcional: Se regulará en la cooperativa como se estime oportuno, teniendo
en cuenta las titulaciones académicas o profesionales o cursos de formación
impartidos de forma interna o externa.
- La movilidad geográfica: Se regulará en la cooperativa como se estime oportuno, y
se produce cuando exija cambios de residencia para las personas socias trabajadoras.
- Las excedencias (forzosas y voluntarias) o cualquier otra causa de suspensión de
trabajo cooperativo como por ejemplo: las adoptadas por mutuo acuerdo entre la
persona socia trabajadora y el órgano de administración; por incapacidad temporal
de la persona socia trabajadora; por nacimiento; entre otras.
- Las causas de extinción de la relación de trabajo cooperativo: Se regularán en cada
cooperativa como se estime oportuno, pudiendo ser supuestos de la misma para la
persona socia trabajadora: la baja voluntaria u obligatoria; la expiración del tiempo
convenido en el contrato de sociedad de duración determinada; por muerte; gran
invalidez; o incapacidad permanente total o absoluta; jubilación; expulsión.
- Y, en general, cualquier otra materia directamente vinculada con los derechos y obligaciones
derivados de la prestación del trabajo por la persona socia trabajadora,
como, por ejemplo: los anticipos laborales que percibirán las persona socias trabajadoras,
las modificaciones sustanciales de las condiciones de trabajo, entre otras.
Apartado 3, de carácter imperativo para las cooperativas, le obliga a que la cooperativa en
los regímenes laborales aprobados por ellas, contengan condiciones laborales dignas para las
personas socias trabajadoras y los estándares laborales mínimos establecidos por la Organización
Internacional del Trabajo (OIT).
Ciertamente se trata de un mandato imperativo que las cooperativas cumplen desde siempre,
y en caso de que las condiciones laborales de las personas socias trabajadoras de una
cooperativa no fuesen dignas, lo normal es que fuese objeto de la correspondiente denuncia
ante la Inspección de Trabajo o de una demanda ante la Jurisdicción de lo Social.
Si las condiciones de trabajo de las personas socias trabajadoras han sido estipuladas previamente
en el contrato de sociedad que le vincula con la cooperativa, o por la regulación
interna de la cooperativa recogida en sus estatutos sociales, reglamento de régimen interior,
o por acuerdo/s especifico/s de su asamblea general, y en su defecto, le serán aplicadas las
previstas en el convenio colectivo del sector en que este encuadrada la cooperativa o las re-
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CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
cogidas en el TRLET, consideramos por ello que la cooperativa tiene condiciones laborales
dignas. En todo caso deben entenderse como tales todas aquellas que se regulen en el marco
del régimen básico de trabajo, por parte de la cooperativa en el uso de su autorregulación,
siempre que estén dentro de los límites legales que tiene la cooperativa, en cada una de las
condiciones laborales que acuerde. Ejemplo de condiciones de trabajo dignas: el descanso
mínimo semanal será de día y medio ininterrumpido; el abanico de anticipos laborales: como
mínimo el SMI a jornada completa; la jornada laboral: será de ocho horas diarias o de diez
cuando las circunstancias así lo demanden; en caso de baja por incapacidad temporal la
cooperativa no complementara el subsidio diario que percibe de la Seguridad Social (o si lo
hará con un complemento por ejemplo de un 20 %, sobre el importe de sus anticipo laboral
mensual, o con el importe que le corresponda del seguro privado que tiene contratado la cooperativa
para cubrir dichas contingencias); diseño de planes para la protección de las personas
socias trabajadoras que hagan que tengan unas condiciones de trabajo dignas y seguras.
En lo referido al respeto de los estándares laborales mínimos establecidos por la OIT, en
los regímenes laborales de las cooperativas, lo primero que tendría que hacer cada cooperativa
es conocer esos estándares laborales mínimos de la OIT que le son aplicables para sus
personas socias trabajadoras, y verificar que en el régimen laboral vigente en su cooperativa,
se cumplen, en todas y cada una de las condiciones de trabajo establecidas en la cooperativa
para sus personas socias trabajadoras.
15.3.3.3 Otra normativa aplicable
El articulo equivalente de la normativa cooperativa estatal es el art. 83, cuyo contenido
si es diferente al nuestro, por lo que podría jugar el papel de norma supletoria de la vigente
LCE (art. 149.3 CE), sobre todo cuando no se haga uso por parte de la cooperativa de su
opción a autorregular materias como las que si se regulan en la legislación estatal: el tiempo
mínimo que debe mediar entre una jornada y otra, la jornada que pueden trabajar las personas
menores de edad, las fiestas de obligado cumplimiento, las vacaciones anuales para menores
de edad y mayores de sesenta años, permisos y su carácter de retribuidos o la proporción en
que son retribuidos.
Así mismo deberemos acudir, en caso de no hacer uso de la autorregulación que se le confiere
a las cooperativas, vía estatutos, reglamento de régimen interior o acuerdos de asamblea
general, en la elaboración del régimen de trabajo, en toda su extensión, para las personas socias
trabajadoras, se deberá acudir al convenio colectivo del sector en que estuviese encuadrada
la actividad de la cooperativa y al TRLET, pero reiteramos que ello solamente se produce en
aquellos supuestos en que no se haya hecho uso de la autorregulación que se le confiere a la
cooperativa por la relación societaria y no laboral de las personas socias trabajadoras.
También deben tenerse en cuenta el real decreto 901/2020, de 13 de octubre, por el que se
regulan los planes de igualdad y se modifica el real decreto 713/2010, de 28 de mayo, sobre
registro y depósito de convenios y acuerdos colectivos de trabajo, ya que en base a su artículo
45, resulta aplicable a las cooperativas que cuenten con al menos cincuenta o más personas
trabajadoras -sean o no socias- y a sus personas socias trabajadoras.
Así como el real decreto 902/2020, de 13 de octubre, de igualdad retributiva entre mujeres
y hombres, que en principio solo sería a aplicable a los/as trabajadores/as por cuenta ajena de
las cooperativas, tal como se desprende del art. 2 de esta disposición.
384

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
15.3.4 Régimen disciplinario
Artículo 106.- Régimen disciplinario.
1.- Los estatutos, el reglamento de régimen interno o, en su defecto, la asamblea general
establecerán el marco básico del régimen disciplinario de las personas socias
trabajadoras.
2.- El régimen disciplinario regulará los tipos de faltas que puedan producirse en la
prestación del trabajo, las sanciones, los órganos y personas con facultades sancionadoras
delegadas, y los procedimientos sancionadores, con expresión de los
trámites, recursos y plazos. Respetará, en todo caso, las garantías de defensa de
las personas socias expedientadas, a través de sus pliegos de descargos, audiencias
preceptivas previas, y su revisión, en el caso de faltas graves o muy graves, siempre
que medie recurso, por parte del comité de recursos o, en su defecto, por la asamblea
general.
3.- La expulsión de las personas socias trabajadoras solo podrá ser acordada por las
personas administradoras, contra cuya decisión la persona socia podrá recurrir, en
el plazo de quince días desde la notificación del mismo, ante el comité de recursos o,
en su defecto, ante la asamblea general. Aunque el acuerdo de expulsión solo será
ejecutivo desde que sea ratificado por el correspondiente órgano o haya transcurrido
el plazo para recurrir ante el mismo, la cooperativa podrá suspender a la persona
socia trabajadora en su empleo, conservando esta, provisionalmente, su derecho
al anticipo laboral como si estuviera prestando trabajo.
15.3.4.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
No existe ninguna novedad excepto la que tiene que ver con el lenguaje de género.
15.3.4.2 Comentario general y significado práctico
Apartado 1, es de carácter imperativo para la cooperativa, y determina que el único órgano
social, que puede abordar y regular el marco básico del régimen disciplinario de las personas
socias trabajadoras, por la prestación de su trabajo, es la asamblea general y lo puede hacer
inicialmente, o posteriormente, en los estatutos, en el reglamento de régimen interior o mediante
acuerdos de la asamblea general.
A diferencia de las normas de disciplina social, que deben en todo caso formar parte del
contenido mínimo de los estatutos sociales de toda cooperativa (vid. art. 13.1.h) LCE), no
es así con respecto al régimen disciplinario relacionado con la prestación de trabajo de las
personas socias trabajadoras, siendo de hecho lo más habitual que no se aborden en los
estatutos sociales (por la propia naturaleza de la materia que es objeto de variaciones/modificaciones
lo que aconseja abordarlo, siempre que fuese posible, como en este caso, fuera de
los estatutos), y siendo muy habitual que en ellos se haga una referencia expresa a que las
transgresiones disciplinarias que den lugar a infracciones laborales, esto es las denominadas
faltas laborales de las personas socias trabajadoras, se regularan en el reglamento de régimen
interior de la cooperativa o mediante acuerdos de la asamblea general.
385

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
Apartado 2, es de contenido imperativo y de mínimos para la cooperativa, ya que por una
parte delimita las materias que deben abordarse, por parte de la asamblea general, cuando se
decida a regular el régimen disciplinario para las personas socias trabajadoras por la prestación
de su trabajo, y por otra parte determina las garantías que en todo caso deberán tener
las personas socias trabajadoras que sean objeto de un procedimiento disciplinario de esta
naturaleza.
Las materias que en todo caso deben abordarse en este régimen disciplinario, son las siguientes:
a) Tipos de faltas.
Lo normal es que, atendiendo a su importancia, transcendencia e intencionalidad, se
clasifiquen en leves, graves y muy graves.
La tipificación es libre, sin menoscabo del sentido común, para no calificar como
muy grave, por ejemplo una falta de puntualidad no justificada en un semestre. O
considerar una falta leve causar accidentes de trabajo graves o graves perjuicios a la
cooperativa por negligencia o imprudencia inexcusable en el trabajo.
b) Sanciones
Pueden ser múltiples. Nuevamente prima la autorregulación. Ejemplo:
Para las faltas leves: amonestación verbal/escrita. Suspensión de la prestación de su
trabajo y del anticipo laboral hasta dos días.
Para las faltas graves: Suspensión de la prestación de su trabajo y del anticipo laboral
hasta quince días. Sanción pecuniaria de hasta el 10 % de la cuantía de la aportación
obligatoria inicia. Cambio de puesto de trabajo en la cooperativa.
Para las faltas muy graves: Suspensión de la prestación de su trabajo y del anticipo
laboral hasta treinta días. Descuento parcial o total de los retornos por su trabajo del
año en curso. Inhabilitación para ascender de categoría profesional durante un plazo
determinado no superior a 3 años. Sanción pecuniaria de hasta el 30 % de la cuanta
de la aportación obligatoria inicial vigente en cada momento. Expulsión y baja obligatoria
de la cooperativa con baja automática en la seguridad social y del resto de
complementos sociales que en su caso tuviese la cooperativa.
En todo caso cada cooperativa es la que mejor conoce “su realidad” y la que debe
también fijar las sanciones a su medida. Esa es la ventaja que tiene la autorregulación
y las cooperativas deben ejercitarla de forma adecuada y con mesura.
c) Órganos y personas con facultades sancionadoras delegadas.
La competencia sancionadora es del órgano de administración, si bien a diferencia
de lo que ocurre en las faltas sociales (vid. art. 29.3.a) LCE) en las que las personas
administradoras tienen la competencia sancionadora en exclusiva, en las faltas relacionadas
con la prestación de trabajo, aun teniendo dicha facultad se les permite,
es una opción, atribuir la facultad sancionada a personas determinadas, mediante la
delegación expresa conferida por el órgano de administración, siempre que así este
previsto y regulado de forma expresa en el régimen disciplinario para las personas
socias trabajadoras de la cooperativa por la prestación de su trabajo.
Por ejemplo, se puede atribuir dicha facultad sancionadora a la Dirección-Gerencia
y en función del tamaño de la empresa al encargado o encargada.
386

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
d) Garantías mínimas para la defensa de las personas socias expedientadas: Pliegos de
descargos, audiencias preceptivas previas, y revisión, en el caso de las faltas graves
o muy graves, siempre que se recurran, ante el comité de recursos y en su ausencia
ante la asamblea general.
Como no podía ser de otra manera la LCE “vela” por las personas socias trabajadoras
ya que la cooperativa es una sociedad de personas y por ello reivindica, como una
exigencia de mínimos, el derecho a la defensa que deben tener cuando sean objeto
de un expediente disciplinario por la prestación de su trabajo y lo hace de una forma
extensiva, obligando a que se respeten todas y cada una de las medidas las incluye
dentro de las denominadas garantías de defensa.
Con ello lo que se pretende es que no se sancione a una persona socia trabajadora sin
que se le hayan aplicado o no se le hayan posibilitado el uso de las medidas de las
garantías de defensa mínimas previstas en la LCE que deberán, en todo caso, estar
recogidas en el régimen disciplinario. Y que a continuación se relacionan.
1.- El pliego de descargos; conlleva que previamente la persona socia expedientada
tiene que haber recibido un pliego de cargos en el que su instructor o instructora
o en su caso sus instructores o instructoras, tienen que haberle dejado constancia
de los hechos u omisiones que se le/a imputan así como la propuesta de sanción/
es y fijarle/a el plazo que tiene para realizar su pliego de descargos, en el que se
le posibilita dejar constancia de todos los argumentos que estime convenientes
para rebatir o modificar los hechos o acciones que se le atribuyen y aportar las
pruebas que estime adecuadas para acreditar cuanto manifiesta en su pliego de
descargos.
2.- Audiencias preceptivas previas: conllevan la citación previa de la persona expedientada,
para que pueda comparecer ante el órgano de administración o ante
la persona con facultad sancionadora, antes de que se adopte el acuerdo correspondiente,
para que pueda realizar de forma verbal su defensa, pudiendo de esta
forma el órgano sancionador o la persona con facultades sancionadoras resolver
cualquier duda que tuviese del pliego de descargos, o de la propia exposición
realizada por parte de la persona socia trabajadora expedientada.
3.- Revisión: supone que el acuerdo/decisión adoptado/a en una primera instancia,
tiene la posibilidad de ser revisado/recurrido ante una segunda instancia, siempre
que se solicite por la persona expedientada en los plazos conferidos y fijados
en el acuerdo/decisión adoptada en primera instancia. Es por lo tanto una vía
opcional de la persona socia trabajadora expedientada. Por ejemplo en un expediente
de faltas graves o muy graves el acuerdo de expulsión adoptado por el
órgano de administración, si se interpone el correspondiente recurso, en el plazo
previsto en el procedimiento sancionador, dentro de la regulación del régimen
disciplinario por faltas relacionadas con la prestación del trabajo de la personas
socias trabajadoras, será revisado, por la asamblea general excepto en aquellas
cooperativas en las que exista comité de recursos, quien antes de revocar o ratificar
el acuerdo del órgano de administración citará en audiencia previa preceptiva
a la persona socia trabajadora expedientada (en el supuesto de que sea
el comité de recursos el que conozca el recurso), y si fuese la asamblea general
quien tuviese que resolver el recurso lo realizará en la sesión que corresponda,
387

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
previa intervención de la persona socia trabajadora en la que expondrá todos los
argumentos que estime adecuados en defensa de sus intereses, y será la asamblea
general, mediante votación secreta, quien resuelva el recurso y se agote la vía
interna cooperativa.
Con esta garantía se está posibilitando el conocimiento del expediente en una
segunda instancia.
d) Procedimientos sancionadores, con indicación de los tramites, recursos y plazos.
Lo habitual es que, en función del tipo de falta laboral o de faltas laborales que se
le atribuyan a la persona socia trabajadora se utilice uno u otro procedimiento sancionador,
en el que se determinará quien lo inicia, como lo instruye, conformando el
denominado pliego de cargos, en el que figuraran necesariamente los actos u omisiones
que se le atribuyen a la persona socia trabajadora y las fechas de su comisión
u omisión, la aplicación de las disposiciones internas de la cooperativa aplicables a
los mismos, en el que figuran los fundamentos jurídicos aplicados (estatutos, reglamento
de régimen interior, acuerdo/s de la asamblea general) con referencias a sus
correspondiente artículos y/o apartados, concluyendo con una propuesta de sanción
o sanciones, así como el plazo que tiene para presentar, si así lo estimase oportuno,
su pliego de descargos, indicándole de forma expresa ante el órgano social que deba
presentarlo.
Ejemplo de procedimientos sancionadores con sus trámites, recursos y plazos.
I) Por faltas leves instruirá el expediente el correspondiente mando superior, quien
comunicará por escrito a la dirección-gerencia, y en su defecto al instructor o instructora
designada de entre los miembros del órgano de administración, el cual se
reunirá con la persona socia expedientada para oír sus alegatos u opiniones, en la
audiencia previa preceptiva a la que se le convocará, tras la cual calificará la falta y
le/a sancionará si procede. La persona socia podrá recurrir ante el órgano de administración,
en cuyo caso se le convocará expresamente a una audiencia preceptiva
previa tras la cual, haya o no asistido la persona socia, resolverá lo que corresponda,
agotando la vía interna cooperativa.
II) La instrucción de los expedientes por faltas graves y muy graves corresponde a la
dirección-gerencia, y en su defecto al instructor o instructora que designe el órgano
de administración de entre ellos, el cual le comunicará por escrito a la persona
socia interesada los actos u omisiones que se le atribuyan, la calificación provisional
de la falta y la propuesta de sanción, pudiendo La persona socia hacer un
pliego de descargos ante la propia dirección-gerencia, quien, previa audiencia de
la personas socia interesada, resolverá en primera instancia. Si la sanción propuesta
es de expulsión, ésta solo podrá ser acordada por el órgano de administración. La
resolución del órgano de administración de expulsión podrá ser recurrida ante la
asamblea general, en el plazo de quince días, desde su notificación, ante el comité
de recursos y en su defecto ante la asamblea general.
III) En este tipo de faltas el socio expedientado tiene derecho a audiencia, al menos
oral, previa a la formulación del pliego de cargos por parte de la dirección-gerencia,
y en su defecto por parte del instructor del órgano de administración.
IV) Los plazos de presentación de los recursos previstos, en los apartados anteriores,
388

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
serán de diez días en faltas leves y de quince días en faltas graves y muy graves, a
contar desde la recepción de la correspondiente comunicación de la resolución del
expediente sancionador
V) Las sanciones que no hubieran sido recurridas en forma y plazo, así como las que
no sean susceptibles de ulterior recurso, serán inmediatamente ejecutivas, sin perjuicio
de las acciones jurisdiccionales que pudieran corresponder.
VI) Asimismo, cuando la dirección-gerencia, y en su defecto el consejero o consejera
instructora seno del órgano de administración, estime que durante la tramitación
del expediente pudieran producirse problemas que afecten a la convivencia, a la
disciplina, a la propia investigación de los hechos, u otras dificultades similares,
podrá suspender transitoriamente de empleo a la persona socia trabajadora expedientada,
sin perjuicio de sus derechos económicos.
VII) En todo lo no establecido específicamente en los apartados precedentes, se estará
a lo dispuesto por los artículos …y … de los Estatutos Sociales sobre expulsión y
procedimientos sancionadores respectivamente.
Lo normal es que cada cooperativa haga uso de su autorregulación “ad hoc” y que acabe
regulando su régimen disciplinario, pero no por ello debemos no tener en cuenta reglamentaciones
sectoriales existentes.
Obviamente si la cooperativa dispone de letrado o letrada asesora lo conveniente, es que el
órgano de administración elabore una propuesta de régimen disciplinario, y que se la remita
para que la examine y realice en su caso las correcciones y ponderaciones que a su juicio y
experiencia procedan, y debe tenerse en cuenta que si su regulación se pretendiese incorporar
en los estatutos sociales, sería necesario contar con la firma del letrado o letrada asesora en el
acuerdo o acuerdos adoptados por la asamblea, ya que deben contar con su dictamen favorable
en el que se manifieste que dicho acuerdo, que formara parte de los estatutos sociales, y
que deba ser inscrito en el RCE, esta ajustado a derecho (vid. art. 77.2 LCE).
Para las cooperativas que no tengan letrado o letrada asesora, y que no tengan regulado
el procedimiento disciplinario y quisieran implantarlo en su cooperativa, lo más adecuado
es que procedan a su elaboración, para lo cual lo primero, siempre que ello sea posible,
sería que el órgano de administración de la cooperativa procediese a elaborar un proyecto
de regulación del régimen disciplinario utilizando un modelo básico, que a buen seguro la
confederación de cooperativas de Euskadi (KONFEKOOP) dispondrá para facilitar a sus
cooperativas asociadas, y que posteriormente tras su confección por parte del órgano de
administración, lo aconsejable es que fuese supervisado por un asesor o asesora (no es necesario
que en este caso sea letrado o letrada asesora) para que en su caso procediese a subsanar
las posibles deficiencias, y posteriormente llevarlo a la asamblea general para su aprobación,
con o sin reuniones previas informativas, dependiendo de la dimensión de la cooperativa.
Apartado 3, su contenido es de carácter imperativo, tanto para el órgano de administración
de la cooperativa, como para su asamblea general o en su caso para el comité de recursos,
como para sus personas socias trabajadoras, y para la jurisdicción de lo social. Su significado
es muy transcendente y a la vez sencillo habida cuenta que está abordando la sanción disciplinaria
máxima para las personas socias trabajadoras: la expulsión.
Dicha sanción solamente se puede imponer por el órgano de administración de la cooperativa
(no cabe delegación en persona alguna para esta sanción), previo expediente disci-
389

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
plinario instruido al efecto, por una falta relacionada con la prestación de trabajo (nunca en
este caso por faltas sociales, vid. art. 28) siguiendo el procedimiento establecido y con las
garantías de defensa para la persona expedientada, siempre que la falta laboral o las faltas
laborales que se la atribuya/n tenga la calificación de muy grave/s, en el caso de que la tipificación
realizada por la cooperativa sea de faltas leves, graves y muy graves.
Una vez resuelto el expediente disciplinario por el órgano de administración se notificará a
la persona socia trabajadora expedientada, la cual, si lo considera oportuno, podrá recurrirlo,
siempre dentro un plazo de quince días a contar desde la fecha de su notificación, ante el
comité de recursos (si este órgano social existiese en la cooperativa, vid. art. 58 LCE)) y en
su defecto ante la asamblea general.
Debemos tener en cuenta la regulación interna que tenga la cooperativa para ver cuál es el
plazo que tiene el comité de recursos para resolver el recurso, y si la competencia fuese de
la asamblea general se deberá respetar que se trate en la sesión que en su caso se determine
(ejemplos: puede fijarse que deba tratarse en una asamblea general a celebrar en el plazo de
30 días o en la primera que se celebre tras la interposición del recurso).
El recurso en el caso de que el órgano social competente sea el comité de recursos, será
conocido, previa audiencia preceptiva de la persona socia expedientada, y resuelto mediante
votación secreta de sus integrantes, no teniendo en caso de empate voto de calidad el presidente,
con lo cual, en dicho supuesto, el recurso se consideraría estimado al no haber conseguido
la mayoría del comité de recursos (vid. art. 58.3 LCE)
Si el recurso tiene que ser resuelto por la asamblea general, lo normal es que previamente
a su resolución, mediante votación secreta de las personas socias asistentes y las válidamente
representadas, el presidente o presidenta haga una exposición de lo acontecido en el
expediente disciplinario, y preceptivamente deberá conceder la palabra a la persona socia
trabajadora expedientada, para que realice la exposición que estime adecuada en defensa
de sus intereses, rebatiendo o modificando los hechos u omisiones que se le atribuyan en
el expediente disciplinario, por el que el órgano de administración acordó su expulsión,
teniendo esta intervención la consideración de audiencia previa preceptiva, ante el órgano
social que va a decidir su recurso sobre el acuerdo de expulsión adoptado por el órgano de
administración. Una vez concluida la audiencia previa, el presidente o presidenta podría
abrir (potestativo) un turno de intervenciones de las personas socias o pasar directamente a
la votación secreta para resolver el recurso, bien estimándolo o denegándolo ratificando el
acuerdo del órgano de administración, todo ello mediante la mayoría establecida al efecto en
la normativa interna de la cooperativa, siendo lo normal establecer una mayoría ordinaria,
esto es por más de la mitad de los votos válidamente emitidos (no se computaran los votos
en blanco ni las abstenciones, vid. art. 38.1 LCE), pero también es posible la exigencia, por
una previsión estatutaria, de una mayoría cualificada para adoptar el acuerdo de expulsión.
El acuerdo de expulsión adoptado por el órgano de administración no es ejecutivo, esto
es, no surte efectos o no se puede aplicar, hasta tanto en cuanto no se produzca alguna de las
siguientes situaciones:
a) Que haya transcurrido el plazo para recurrir que tiene la persona socia trabajadora
expedientada, o
b) Cuando el recurso contra el acuerdo de expulsión interpuesto por la persona socia
trabajadora fuese ratificado por el órgano social competente (comité de recursos y en
su defecto la asamblea general).
390

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
Sin perjuicio de lo expuesto precedentemente, la cooperativa a través de su órgano de administración,
podrá suspender a la persona socia trabajadora en su prestación de trabajo, conservando,
de forma provisional, su derecho a percibir el anticipo laboral como si estuviera prestando
su trabajo en la cooperativa, y dicho derecho lo tendrá hasta que sea ejecutivo el acuerdo
de expulsión, y si bien es cierto que habitualmente dicha medida se adopta por la concurrencia
de motivos o causas de gran transcendencia, ello no es preciso para su adopción.
15.3.4.3 Otra normativa aplicable
El artículo equivalente de la legislación cooperativa estatal es el 82, el cual en su apartado
1, impone la regulación de los procedimientos sancionadores en los estatutos sociales (lo
cual es optativo en la LCE), si bien el régimen disciplinario se puede abordar solo en estatutos
o mediante reglamento de régimen interno (no contempla su regulación por acuerdos de
la asamblea general que no conformen un reglamento de régimen interior). Este apartado por
lo tanto no es de aplicación en ningún caso a nuestras cooperativas. Su apartado 2 es idéntico
a la primera parte del art. 106.2 de la LCE, con lo que tampoco sería de aplicación, y además
nuestro apartado es más amplio y garantista al exigir unas garantías para la defensa de las
personas socias trabajadoras que la ley estatal no contempla ni exige.
Sin embargo, el apartado tercero si puede ser de aplicación, en el caso de que la regulación
interna de la cooperativa no haya determinado el plazo para que resuelva el recurso el
comité de recursos, que lo fija en dos meses, o la asamblea general que precisa que lo tiene
que conocer la primera que se celebre tras la interposición del recurso. En definitiva, este
apartado sería de obligado cumplimiento en caso de no existir regulación expresa al efecto
en la regulación interna de la cooperativa, jugando en ese caso el papel de norma supletoria
de la vigente LCE (art. 149.3 CE).
15.3.5 Cuestiones contenciosas
Artículo 107.- Cuestiones contenciosas.
1.- Los órganos jurisdiccionales de orden social conocen de las cuestiones litigiosas
que se promuevan entre las cooperativas de trabajo asociado y sus personas socias
trabajadoras por su condición de tales. En consecuencia, los conflictos no basados
en este especial vínculo sociolaboral y que sean análogos a los que puedan surgir
entre cualquier persona socia y las cooperativas de otras clases siguen sometidos a
la jurisdicción de los juzgados y tribunales mercantiles.
2.- A estos efectos, se considerarán materias que afectan exclusivamente a la relación típica
entre la cooperativa de trabajo asociado y sus personas socias trabajadoras las
relativas a:
a) La percepción de los anticipos laborales o de las prestaciones complementarias
o sustitutivas de los mismos en la medida que sean exigibles.
b) Los recursos por sanciones impuestas por infracción de normas de disciplina
sociolaboral, incluida la de expulsión por tal motivo.
c) Las situaciones de suspensión del trabajo y excedencias.
d) Materias de Seguridad Social.
391

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
e) El acceso de la persona trabajadora asalariada a la condición de persona socia
trabajadora.
f) En general, a los derechos y obligaciones derivados precisamente de las normas
internas de régimen del trabajo cooperativo.
3.- En todo caso, estas cuestiones litigiosas se resolverán aplicando esta ley, los estatutos
sociales y demás acuerdos internos de la cooperativa y, en general, los principios
cooperativos. Solo en su defecto, se aplicarán por analogía las disposiciones
de la legislación laboral.
15.3.5.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
En el apartado 1, se sustituyen los juzgados y tribunales del orden civil por los juzgados y
tribunales mercantiles, así como una modificación del lenguaje sexista.
En el apartado 2, solo se incorpora la novedad relacionada con el lenguaje sexista.
En el apartado 3, aparece una novedad de gran relevancia ya que establece que los órganos
jurisdiccionales del orden social, solamente aplicaran por analogía las disposiciones de la
legislación laboral, para resolver las cuestiones litigiosas entre personas socios trabajadoras
por su condición de tales y las cooperativas de trabajo asociado, cuando las mismas no estén
previstas su resolución aplicando la LCE , los estatutos sociales y demás acuerdos internos
de las cooperativa y en general los principios cooperativos.
15.3.5.2 Comentario general y significado práctico
Apartado 1, de carácter imperativo para las cooperativas de trabajo asociado y para sus
personas socias trabajadoras y para otras clases de cooperativas con socios de trabajo (vid.
art. 21.2), significa que las cuestiones litigiosas/conflictos que se susciten entre las clases
de cooperativas citadas y sus personas socias trabajadoras o personas socias de trabajo, por
su condición de tales, esto es por todas las cuestiones relacionadas con la prestación de
trabajo o sus efectos, deben ser resueltas por los juzgados y tribunales de la jurisdicción de
lo social, pero no así los litigios/conflictos que pudiesen tener con la cooperativa por otros
motivos no relacionados con la prestación de trabajo y que sean análogos o iguales a los que
pudiesen suscitarse entre cualquier persona socia y la cooperativas de otras clase, en cuyo
caso la competencia para resolver tales conflictos es de los juzgados y tribunales mercantiles
(ejemplo: litigio relacionado con el reembolso de las aportaciones al capital social). Así pues,
en función de la materia litigiosa la competencia será de una u otra jurisdicción, todo ello
sin menoscabo de aquellas materias que pudiesen ser susceptibles de arbitraje siempre que
existiese una cláusula compromisoria o mediase un pacto expreso entre las partes, para que
por ejemplo se resolviese mediante arbitraje del CSCE-EKGK, en cuyo caso se resolvería el
litigio por la citada vía extrajudicial.
Apartado 2, de carácter imperativo para las cooperativas de trabajo asociado y para sus
personas socias trabajadoras y para otras clases de cooperativas con personas socias de trabajo,
en cuanto que delimitan materias, que se consideran de forma preceptiva como integrantes
de la relación típica entre la cooperativa y sus personas socias trabajadoras o de trabajo,
esto es por la prestación de su trabajo o sus efectos, citándose como tales:
392

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
a) La percepción de los anticipos laborales o de las prestaciones complementarias o
sustitutivas de los mismos en la medida que sean exigibles.
En definitiva, se incluyen en esta materia a todas las partidas relacionadas con las
cantidades entregadas a las personas socias trabajadoras o de trabajo a cuenta de los
excedentes.
b) Los recursos por sanciones impuestas por infracción de normas de disciplina sociolaboral,
incluida la de expulsión por tal motivo.
Se está refiriendo a las sanciones resultantes de la aplicación del régimen disciplinario
de la cooperativa por la prestación de trabajo de las personas socias trabajadoras
o de trabajo, o en su defecto a las que se hubiesen
c) Las situaciones de suspensión del trabajo y excedencias.
Será determinante la regulación interna que se tenga en dichas materias en la cooperativa
d) Materias de seguridad social.
Conocerá las relacionadas con las prestaciones de Seguridad Social, incluidas la protección
por desempleo y la protección por cese de actividad de las personas socias
trabajadoras encuadradas en el régimen especial de trabajadores por cuenta ajena, así
como sobre la imputación de responsabilidades a la cooperativa o terceros respecto
de las prestaciones de Seguridad Social.
Conocerá también las cuestiones litigiosas relativas a la valoración, reconocimiento
y calificación del grado de discapacidad.
También conocerá los litigios sobre la aplicación de los sistemas de mejoras de la
acción protectora de la Seguridad Social y sobre los complementos de prestaciones
o de las indemnizaciones.
e) El acceso de la persona trabajadora asalariada a la condición de persona socia trabajadora.
Será determinante la regulación interna que se tenga en dicha materia.
f) En general, a los derechos y obligaciones derivados precisamente de las normas
internas de régimen del trabajo cooperativo.
Las materias que engloba este último apartado, prácticamente son todas aquellas que no se
han relacionado y que tienen que ver tanto con los derechos o las obligaciones derivadas de
las normas internas que tuviese la cooperativa.
Precisamente por estar vinculadas todas las materias relacionadas con la prestación de trabajo
de personas socias trabajadoras o de trabajo, la competencia en caso de litigio en cualquiera
de ellas, le corresponde a los juzgados y tribunales de la jurisdicción de lo social, si
bien antes se deberá acreditar por el demandante el agotamiento de la vía interna cooperativa
prevista en la LCE, en sus normas de desarrollo, en los estatutos sociales o en las normas de
la cooperativa (reglamento de régimen interior o acuerdo/s específico/s adoptado/s al efecto),
tal como se dispone en el art. 165.1.f) de la LCE, remitiéndome al comentario que ser realiza
de él en esta glosa.
Apartado 3, es de carácter imperativo, tanto para los juzgados y tribunales de la jurisdicción
social, y significa que para resolver los litigios que tengan que conocer cuyas partes
393

CLASES DE COOPERATIVAS: COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO
sean cooperativas y personas socias trabajadoras o de trabajo, deberán resolverlos aplicando
la LCE, los estatutos sociales y demás acuerdos internos de la cooperativa y, en general, los
principios cooperativos. Y solamente si la materia objeto de litigio no pudiese resolverse
mediante la aplicación de la LCE, ni por la normativa interna de la cooperativa, ni por los
principios cooperativos, solo en ese supuesto, los juzgados o tribunales de la jurisdicción de
lo social aplicarán por analogía las disposiciones de la legislación laboral.
15.3.5.3 Otra normativa aplicable
El artículo equivalente de la legislación cooperativa estatal es el 87, que en función de su
contenido no resulta aplicable en este caso a nuestra comunidad autónoma, por lo que no
jugará el papel de norma supletoria de la vigente LCE (art. 149.3 CE), salvo lo expuesto en
su apartado 3, para el supuesto de que en las cooperativas no estuviese previsto, que mientras
se agota la vía interna cooperativa, quedará en suspenso el compto de plazos de prescripción
o caducidad para el ejercicio de acciones o de afirmación de derechos.
Así mismo, tenemos que tener en cuenta las siguientes normativas:
a) La ley orgánica 6/1985, de 1 de julio, del poder judicial, en especial sus art. 86 ter.2. a)
b) La ley 36/2011, de 10 de octubre, reguladora de la jurisdicción social, en especial su
art. 2.c) (atribución de su competencia), el arts. 103 y siguientes (caso expulsión);
114 (impugnación de sanciones), entre otros según cual sea la materia objeto del
litigio.
c) TRLET y convenios colectivos aplicables al sector en que está encuadrada la actividad
de la cooperativa, en todas las materias no reguladas por la LCE ni por la
normativa cooperativa interna ni por los principios cooperativos.
d) Real Decreto Legislativo 8/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley General de la Seguridad Social, en especial sus arts. 7.1.c)
(aplicable a los/as socios/as trabajadores/as de cooperativas de trabajo asociado); 14
(socios/as trabajadores/as y de trabajo); 152.1 (cotizaciones con sesenta y cinco o más
años); 215.5 (jubilación parcial); 327 (cese actividad); 330.2 (nacimiento prestación
cese actividad); 335 (supuestos de cese de actividad); disposición adicional vigésima
octava (excepción de cobertura contingencias de accidente de trabajo y enfermedad
profesional, por cese actividad y por formación profesional); disposición transitoria
decimonovena (régimen de encuadramiento de determinados socios de trabajo).
394

16. COOPERATIVAS DE CONSUMO *16
16.1 Introducción
Las cooperativas de consumo están en el origen del movimiento cooperativo que la historia
situa en la población inglesa de Rochdale, concretamente en la Rochdale Pionners Equitable
Society, constituida, el 24 de agosto de 1844, por los tejedores de la ciudad que constituyeron
un almacén cooperativo de artículos domésticos y comestibles con un capital formado
por los dos peniques que cada persona socia aportaba semanalmente, sirviendo de ejemplo
para otras cooperativas que han dado lugar al moderno movimiento cooperativo
En nuestro entorno, la pionera fue, antes de que la Ley de Asociaciones de 1.887 regulara
las cooperativas de consumo como sociedades civiles y estableciera sus principios básicos, la
Sociedad Cooperativa de Obreros de Baracaldo, fundada por los obreros de la empresa Altos
Hornos de Vizcaya, que nació el 1 de julio de 1884, surgiendo posteriormente otras similares,
vinculadas también a empresas y al movimiento obrero socialista, nacionalista o católico.
Las cooperativas de consumo se constituían para producir por sí mismas o buscar en el
mercado las mejores condiciones de calidad y precio, autoabasteciéndose de los bienes y servicios
que sus socios necesitaban, principalmente alimentos, pero también vestidos, agua o
luz, obteniendo, en ocasiones, beneficios para financiar posteriormente, servicios educativos,
culturales o asistenciales para sus socios.
En la actualidad, las cooperativas de consumo, o cooperativas de consumidores y usuarios,
han evolucionado, adaptándose a la realidad del mercado para poder competir con otras
entidades en igualdad de condiciones, perdiendo peso su carácter asociativo democrático
en favor de las decisiones de quienes las gestionan como en las empresas capitalistas. No
obstante, la mayoría siguen siendo entidades de pequeño tamaño, limitando su actuación al
ámbito local salvo excepciones que son las que absorben la mayor parte de su facturación.
16.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La Ley 11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi (en adelantes LCE) tan
sólo ha realizado, respecto a la norma derogada, adaptaciones de la misma a la perspectiva
de género.
16.3 Comentario general y significado práctico
16.3.1 Concepto
El artículo 108 de la LCE se refiere a las cooperativas de consumo como las que tienen por
objeto “procurar bienes o prestar servicios para el uso o consumo de las personas socias y
de quienes con ellas conviven, así como la defensa y promoción de los derechos o intereses
legítimos de las personas consumidoras y usuarias”.
* Comentario realizado por Carlos Díaz-Aguado Jalón, profesor titular de derecho civil en el Departamento
de Derecho Civil de la UPV/EHU.
395

COOPERATIVAS DE CONSUMO
Interpretando literalmente el artículo 108.1 de la LCE resulta que las cooperativas de consumo
son también asociaciones de consumidores y usuarios puesto que tienen por objeto
la defensa y promoción de los derechos e intereses legítimos de las personas consumidoras
y usuarias, sin embargo, a la vista del artículo 29 de la ley 6/2003, de 22 de diciembre, del
Estatuto de las Personas Consumidoras y Usuarias (EPCU), hay que matizarlo ya que, según
el mismo, “a los efectos de esta ley….las entidades constituidas por consumidores y consumidoras
con arreglo a la legislación cooperativa, entre cuyos fines figure necesariamente la
educación y formación de sus socios y estén obligadas a constituir un fondo con tal objeto,
según su legislación específica, se considerarán también asociaciones de personas consumidoras
y usuarias”, es decir, las cooperativas constituidas por consumidores y consumidoras
serán, a los efectos del EPCU, asociaciones de consumidores y consumidoras solo cuando
entre cuyos fines figuren necesariamente la educación y formación de sus socios y estén
obligadas a constituir un fondo con tal objeto.
Aunque no lo establezca expresamente hay que interpretarlo en el sentido que, a nivel estatal,
establece el artículo 24 del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el
que se aprueba el Texto Refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidortes
y Usuarios y otras leyes complmentarias (TRLGDCU), conforme al cual, las asociaciones,
o cooperativas de personas consumidoras y usuarias constituidas conforme a lo previsto en
el EPCU son las son las únicas legitimadas para actuar en nombre y representación de los
intereses generales de los consumidores y usuarios, lo que sí les reconoce expresamente el
artículo 28.1 del EPCU, mientras que las que no reúnan los requisitos previstos por éste sólo
podrán representar los intereses de sus asociados o de la asociación, pero no los intereses
generales, colectivos o difusos, de los consumidores.
En todo caso y al margen de todo ello, las dos figuras se diferencian por su objeto y es
que las entidades constituidas como cooperativas de personas consumidoras y usuarias tienen
por objeto procurar bienes o servicios para el uso o consumo de las personas socias y
de quienes con ellas conviven, además, a la vista del artículo 108.2 de la LCE, de la defensa
y promoción de los derechos e intereses legítimos de las personas consumidoras y usuarias,
mientras que las asociaciones de personas consumidoras y usuarias no tienen el primero
estos dos objetos.
16.3.2 Constitución
Hay que examinar por separado los requisitos exigido por la LCE y por el EPCU.
La LCE apenas dedica preceptos especiales a las cooperativas de consumo, aparte del citado
artículo 108, por lo que su constitución se rige por los preceptos establecidos para todas
las cooperativas en su Título I, Capítulo II.
A pesar de que se puede considerar que para constituir esta clase de cooperativas es necesario
un número alto de personas socias, la LCE, no establece ninguna excepción a la regla
general de su artículo 19.1, según el cual “en el momento de su constitución, las cooperativas
de primer grado habrán de estar integradas, al menos, por tres personas socias”; el
legislador considera sin duda que, además de que con ello permite la existencia de cooperativas
pequeñas, la exigencia de que inicialmente sean necesarios tres socios no prohíbe
que puedan ser más y, por otro lado, tres personas bien organizadas pueden constituir bien la
cooperativa y, dado el principio de libre adhesión, ésta puede posteriormente crecer.
396

COOPERATIVAS DE CONSUMO
Como particularidad, entre las normas que regulan la constitución de las cooperativas,
frente a la regla general según la cual la asamblea general de éstas se puede reunir exclusivamente
en primera o segunda convocatoria, como excepción, como explica la Exposición
de Motivos de la LCE, para el caso de que esos dos primeros intentos de celebración de la
asamblea general no hayan dado resultado por falta de quorum, el artículo 13.1.l. de la LEC
permite que en los estatutos de las cooperativas de consumo se prevea la posibilidad de que
exista una tercera convocatoria, al establecer que en los mismos debe constar “la forma de
publicidad y plazo para convocar la asamblea general, ordinaria o extraordinaria en primera
o segunda convocatoria, o bien en tercera convocatoria para el caso de las cooperativas
de consumo” Y, en ese caso, el artículo 36.2, establece que si para que la asamblea general
quede válidamente constituida en primera convocatoria, es necesaria la asistencia, presentes
o representados de la mayoría de votos, y en segunda que estén presentes o representados,
personas socias que ostenten el diez por ciento de los votos o cien votos, los estatutos podrán
prever una tercera convocatoria en cuyo caso la asamblea podrá celebrarse cualquiera
que sea el número de votos presentes o representados, si bien deberá mediar al menos, entre
la segunda y tercera convocatoria, el intervalo que se fije en los estatutos sociales.
Además, el artículo 30.5 de la LCE, establece para las cooperativas de consumo que “si los
estatutos lo prevén, las personas socias podrán hacerse representar en la asamblea general
por su cónyuge u otro familiar, hasta el grado de parentesco que admitan los estatutos, o tutor
o tutora legal con plena capacidad de obrar. Los estatutos, “también determinarán si se
exigirá poder especial para cada sesión asamblearia o si el escrito de representación tendrá
validez durante el periodo que aquellos señalen”.
Las mismas particularidades son también aplicables a las cooperativas de enseñanza, cuando
asocien a padres o madres de alumnos o alumnas, a sus representantes legales o al propio
alumnado (art. 109.2 LCE) y a las cooperativas de instalaciones sanitarias, con las adaptaciones
que, en su caso, puedan fijarse reglamentariamente atendiendo a la especialidad del
servicio que prestan y al sector en que actúan (art.126.2 LCE).
En cuanto a los requisitos establecidos por el EPCU para poder gozar de los beneficios que
les otorga, las cooperativas de consumidores y usuarios deberán cumplir en su constitución
los siguientes requisitos:
1. Estar inscritas en el Registro de Asociaciones de Personas Consumidoras y Usuarias
de Euskadi.
2. Tener domicilio en Euskadi.
3. Reunir las condiciones y requisitos que reglamentariamente se establezcan para cada
tipo de beneficio para lo que se tendrán en cuenta, entre otros, criterios de implantación
territorial en Euskadi, número de personas asociadas y programa de actividades.
4. En sus actuaciones deberán ajustarse a los principios de buena fe, lealtad y diligencia,
no pudiendo divulgar datos que no se encuentren respaldados por acreditaciones,
resultados analíticos o controles de calidad suficientemente contrastados, sin perjuicio
de su derecho a presentar las denuncias que estimen oportunas.
Finalmente, el mismo artículo 29.2 del EPCU habla de “…las entidades constituidas por
consumidores y consumidoras…entre cuyos fines figure necesariamente la educación y formación
de sus socios y estén obligados a constituir un fondo con tal objeto, según su legislación
específica, …”. Es el fondo al que se refieren, los artículos 70.2.a) y72 1.a), ambos de
397

COOPERATIVAS DE CONSUMO
la LCE; según el primero de ellos “anualmente de los excedentes disponibles se destinará
al Fondo de Reserva Obligatorio y a la contribución para la educación y promoción cooperativa
y otros fines de interés público una cuantía global del treinta por ciento, al menos,
destinándose, como mínimo, un diez por ciento a la contribución para la educación y promoción
cooperativa y otros fines de interés público……”, y, según el segundo, “la contribución
obligatoria impuesta sobre los excedentes citada en el artículo 70.2.a) se destinará, en aplicación
de las líneas básicas fijadas por los estatutos o la asamblea general, a alguna de las
siguientes actividades de interés público: a)la formación y educación de sus personas socias
y personas trabajadoras sobre el cooperativismo, actividades cooperativas y otras materias
no relacionadas con el puesto de trabajo”.
16.3.3 Personas socias
La clase de personas socios de una cooperativa de personas consumidoras y usuarias varía
según se trate de una cooperativa de primer o de segundo grado:
a). Cooperativas de primer grado
En las de primer grado, conforme al artículo 19.1 de la LCE, pueden ser socias tanto las
personas físicas como las jurídicas, públicas o privadas. Y, para el caso de las cooperativas de
consumidores y usuarios, su artículo 108.1 dice que pueden ser socias las personas físicas y
entidades u organizaciones, pero siempre que, tanto unas como otras, tengan el carácter de
destinatarias finales de los bienes o servicios ofertados por la cooperativa.
La expresión “destinatarios finales de los bienes o servicios” tiene su origen en la ley, estatal,
26/1984, de 19 de julio, de defensa de los consumidores y usuarios, hoy ya derogada,
que, fijaba el concepto de consumidores y usuarios como personas físicas o jurídicas que
adquieren, utilizan o disfrutan como destinatarios finales, bienes muebles o inmuebles, productos,
servicios, actividades o funciones, negando la condición de consumidor o usuario,
a quienes no eran destinatarios finales. Dada la dificultad para precisar el significado de la
expresión “destinatario final de un bien o servicio” el propio legislador estatal ha prescindido
de la misma en el vigente TRLGDCU que considera consumidor o consumidora a las personas
físicas o entidades sin personalidad jurídica que actúan sin ánimo de lucro en un ámbito
ajeno a una actividad comercial o empresarial y, para el ámbito de Euskadi, el artículo 3 del
EPCU dice que “a los efectos de esta ley, son personas consumidoras y usuarias las personas
físicas o jurídicas de cualquier nacionalidad o residencia que adquieran, utilicen o disfruten,
como destinatarias finales, bienes muebles o inmuebles, productos y servicios, siempre que
el proveedor sea una empresa profesional o la propia Administración cuando preste servicios
o suministre productos en régimen de derecho privado”.
Y, para aclarar más la cuestión añade, a continuación, que “no tendrán la consideración de
personas consumidoras o usuarias las personas físicas o jurídicas que integren los productos,
bienes y servicios en un proceso productivo de comercialización o prestación de servicios,
aun cuando dicha integración no implique un beneficio directo”
Lo fundamental, por consiguiente, es que los bienes o servicios se adquieran por los socios
y socias, sin ánimo de lucro, para consumo propio o de las personas con quien se convive,
sin voluntad alguna de reintegrarlos al mercado realizando alguna actividad comercial o
empresarial.
398

COOPERATIVAS DE CONSUMO
Para poder serlo, las personas socias deberán cumplir los requisitos establecidos para su
admisión en los estatutos que normalmente, en los casos de cooperativas dedicadas a la
distribución comercial de alimentos se reducirán prácticamente a tener la condición de
destinatarios finales. También deberán realizar la aportación obligatoria inicial prevista en
los estatutos.
Son obligaciones de las personas socias:
1. Asistir a las reuniones de las asambleas generales y demás a las que sean convocadas.
2. Aceptar los cargos para las que fueran elegidas, salvo justa causa de excusa.
3. Participar en las actividades que constituyen su objeto.
4. No realizar actividades competitivas con el objeto social de la cooperativa salvo que
lo autoricen expresamente las personas administradoras.
5. Guardar secreto sobre actividades y datos de la cooperativa.
6. Desembolsar sus aportaciones al capital social.
7. Asumir la imputación de las pérdidas en la cuantía acordada por la asamblea general.
8. Cumplir los demás deberes que resulten de las normas legales, estatutarias y las que
deriven de los acuerdos válidamente acordados por los órganos de la cooperativa.
Son derechos de las personas socias:
1. Elegir y ser elegidas para los cargos de los órganos de la cooperativa.
2. Formular propuestas y participar en la adopción de los acuerdos de la asamblea general
y de los demás órganos de que formen parte.
3. Participar en las actividades de la cooperativa sin discriminación.
4. Recibir la información necesaria para el ejercicio de sus derechos y cumplimiento de
sus obligaciones.
5. La actualización y devolución, cuando proceda, de las aportaciones al capital social,
así como, en su caso, percibir intereses por las mismas.
6. El retorno cooperativo, en su caso.
7. Las demás que resulten de las leyes o de los estatutos.
b) Cooperativas de segundo grado
La necesidad de colaborar con otras cooperativas para crecer y poder competir mejor en
el mercado lleva, en ocasiones, a las cooperativas a constituir otras de segundo grado con
objeto, como especifica el artículo 146.1 de la LCE, de completar, promover, coordinar,
reforzar o integrar la actividad económica de las entidades miembros y del grupo resultante
en el sentido y con la extensión o alcance que establezcan los estatutos que también deberán
establecer las facultades esenciales que se trasfieran a sus órganos por ser necesarias para el
desarrollo de su objeto.
Cooperativas de segundo grado son las constituidas por, al menos, dos cooperativas como
mínimo a las que pueden asociarse otras personas jurídicas y empresarios individuales que,
en ningún caso, podrán ostentar en su conjunto más de la mitad del total de los votos existentes
en la cooperativa de segundo grado.
399

COOPERATIVAS DE CONSUMO
Cuando la cooperativa de segundo grado se constituya con fines de integración empresarial,
los estatutos determinarán las áreas de actividad integradas, las bases para el ejercicio
de la dirección del grupo y sus características.
Los estatutos regularán además las materias o áreas respecto de las cuales las propuestas
de las entidades asociadas serán meramente indicativas y no vinculantes.
16.3.4 Objeto
El objeto social de una cooperativa de consumidores y usuarios lo constituye como expresamente
establece el artículo 108 de la LCE procurar bienes o prestar servicios para el uso
y consumo de las personas socias y de quienes con ellas conviven”, y, como dice el artículo
13.1. c) de la LCE, en sus estatutos deberá constar la actividad que constituye su objeto social,
determinándose las actividades específicas que la cooperativa se proponga desarrollar.
Como ya se ha dicho, las personas socias y quienes con ellas conviven, a quienes la cooperativa
procura los bienes y servicios, deben ser necesariamente destinatarios finales de los
mismos, esto es, deben destinarlos a su propio consumo sin poder incorporarlos a ninguna
actividad económica. Y esto es aplicable tanto al caso de que sean personas físicas como al
caso de que sean entidades u organizaciones, con o sin personalidad jurídica.
En cuanto a la naturaleza de los bienes o servicios que la cooperativa proporciona a sus
personas socias, la Disposición Adicional 5ª.12 de la ley estatal de cooperativas, dice que
las entregas de bienes y prestaciones de servicios proporcionadas por las cooperativas a sus
socios, ya sean producidos por ellas o adquiridos a terceros para el cumplimiento de sus fines
sociales, no tendrán la consideración de ventas y, concretando más, el artículo 144.2 de la
ley de cooperativas de Castilla La Mancha considera que los suministros de la cooperativa a
sus socios son operaciones societarias internas, al actuar aquella como consumidor directo
de carácter conjunto o comunitario.
Actividades con terceros
Si bien es cierto que el artículo 108 de la LCE señala que el objeto de las cooperativas de
consumo es procurar bienes o prestar servicios para el uso o consumo de las personas socias
y de quienes con ellas conviven y, por consiguiente, es a lo que va dirigida básicamente la
actividad de aquéllas, el mismo artículo, en su número 2, añade que también podrán proporcionar
bienes o servicios a personas o entidades no socias cuando lo prevean sus estatutos y
siempre dentro de su ámbito territorial.
Y, es que, en ocasiones, para poder hacer realidad su objeto social, las cooperativas de consumo
necesitan actuar con personas no socias porque, por ejemplo, ¿qué deben hacer con la
parte de su producción que supera la demanda de sus socios o socias? Por ello, superando la
oposición que en algunos sectores el hecho siempre ha suscitado la mayor parte de las legislaciones
admiten hoy que las cooperativas de consumo puedan procurar productos o prestar
servicios a personas o entidades no socias.
En nuestro caso, el artículo 5.1 de la LCE, anticipando lo que confirma para las cooperativas
de consumo el citado 108.2 estable que las cooperativas podrán realizar su actividad
cooperativa con personas que no tengan la condición de socias sin más limitaciones que las
400

COOPERATIVAS DE CONSUMO
establecidas en las leyes y en sus estatutos, y, avanzando en la admisión de que las cooperativas
puedan realizar actividades con terceros, ha suprimido la limitación que establecía el
artículo correlativo de la hoy derogada LCE de 1993, según el cual la actividad cooperativa
con terceros debía tener carácter accesorio o subordinado a la operativa con los socios aunque
el hecho de que el suministro a personas no socias, para ser posible, deba estar previsto
en los estatutos de la cooperativa implica, de una u otra forma que debe estar relacionado
con la actividad de la misma porque, en caso contrario, la disposición estatutaria resultaría
fuera de lugar.
La limitación que sí mantiene el artículo 108.2 de la LCE es la de que el suministro a personas
o entidades no socias deberá ser dentro de su ámbito territorial.
Defensa de los derechos e intereses de las personas consumidoras o usuarias
El artículo 108 de la LCE incluye, sin necesidad por consiguiente de que lo establezcan los
estatutos de cada cooperativa, en el objeto social de las cooperativas de consumo “la defensa
y promoción de los derechos e intereses legítimos de las personas consumidoras y usuarias”,
objeto en el que hay que incluir, por disposición del artículo 29.2 del EPCU, “la educación
y formación de sus socios” que, como dice su artículo 24.2 “estará orientada a favorecer:
a. El desarrollo de la formación integral de la persona de cara a propiciar un consumo
responsable.
b. El conocimiento de sus derechos y la manera de ejercerlos.
c. El conocimiento de los riesgos derivados del uso y consumo de bienes y servicios.
d. La adecuación de las pautas de consumo hacia la utilización racional de los recursos,
incorporando valores ecológicos que conciencien a las personas consumidoras
y usuarias de su corresponsabilidad en la conservación del medio ambiente y en la
consecución de un desarrollo sostenible.
Finalmente, el artículo 25 establece que el Gobierno Vasco organizará, promoverá y desarrollará
programas de educación y formación de las personas consumidoras y usuarias,
previendo que en ello puedan colaborar exclusivamente las asociaciones de personas consumidoras
y usuarias pero sin que exista razón alguna para que igualmente puedan hacerlo
también las cooperativas de consumo dada la inclusión que hace el artículo 108 de la LCE
en su objeto social de la “defensa y promoción de los derechos e intereses legítimos de las
personas consumidoras y usuarias”.
Programas de educación y formación entre el que destaca, como señala el mismo artículo
25 en su apartado segundo, como especialmente aplicable a las cooperativas de consumo,
aunque el texto no las cita:
a. Potenciar la formación de su personal con competencias en materia de protección de
la persona consumidora, especialmente de quienes desarrollen funciones de control
de mercado e información y orientación a las personas consumidoras y usuarias, así
como del personal de las asociaciones de personas consumidoras y usuarias.
b. Potenciar y desarrollar, en colaboración con las organizaciones empresariales, la formación
en materia de consumo de los distintos sectores empresariales.
401

COOPERATIVAS DE CONSUMO
16.4 Otra normativa aplicable
Las cooperativas de consumo se han visto irremediablemente obligadas como, por otra
parte todo en la vida, a ir evolucionando adaptándose a los distintos cambios sociales. Desde
servir de ejemplo para nuevos tipos de cooperativas a ir creciendo para convertirse hoy, en
ocasiones, en entidades de grandes dimensiones, pasando por la admisión de poder realizar
actividades con terceros, por citar solo algunos de los cambios.
A esa permanente evolución hay que añadir hoy un aspecto que cambia parcialmente el
concepto de las cooperativas de consumo desde que socialmente se sintió la necesidad de
protección de las personas consumidoras y usuarias con la consiguiente moderna legislación
de protección de las mismas.
Las cooperativas de consumo han añadido a su tradicional objeto de procurar bienes o
prestar servicios para el uso o consumo de las personas socias y de quienes conviven el de
protección de la defensa de los intereses legítimos de las personas consumidoras y usuarias,
así como el de fomentar la educación y formación de éstas, lo que origina que no solo deban
ser vistas como cooperativas, sino que también deban serlo como asociaciones de personas
consumidoras con todo lo que ello implica.
Pues bien, dicho lo que antecede, debemos citar como norma aplicable la Ley 6/2003, de
22 de diciembre, del Estatuto de las Personas Consumidoras y Usuarias.
402

17. COOPERATIVAS DE ENSEÑANZA *17
Artículo 109.- Objeto y modalidades.
1.- Son cooperativas de enseñanza las que desarrollan actividades docentes en sus
distintos niveles, etapas, ciclos, grados y modalidades, en cualesquiera ramas del
saber o de la formación. Podrán realizar también actividades extraescolares y conexas,
así como prestar servicios escolares complementarios y cuantos faciliten las
actividades docentes.
2.- Cuando asocien a padres o madres de alumnos o alumnas, a sus representantes legales
o al propio alumnado, les serán de aplicación las normas de la presente ley sobre
cooperativas de consumo, además de lo recogido en el artículo 36.2. El profesorado
y restante personal del centro podrán incorporarse, bien como personas socias
de trabajo, bien como personas socias colaboradoras. Esta última posición también
podrán asumirla, entre otras personas interesadas, los exalumnos o exalumnas.
3.- Cuando la cooperativa de enseñanza asocie al profesorado y a personal no docente
y de servicios, se aplicarán, además de lo recogido en el artículo 36.2, las normas de
esta ley reguladoras de las cooperativas de trabajo asociado, excluido lo regulado
por el artículo 30, y podrán asumir la posición de personas socias colaboradoras,
entre otras personas interesadas, los alumnos o alumnas, sus padres o madres o sus
representantes legales, así como los exalumnos o exalumnas.
4.- La cooperativa de enseñanza, si lo prevén los estatutos, podrá tener carácter integral
o intersectorial cuando, como mínimo, agrupe a la mayoría de quienes imparten
la enseñanza y del personal no docente, por un lado, y a la mayoría de quienes
reciben las prestaciones docentes o representan a los alumnos o alumnas, por otro, o
bien cuando, sin concurrir esas mayorías, se alcance un número de personas socias
de ambos colectivos que sea suficiente, según los estatutos, para configurar esta
modalidad.
Artículo 110.- Especialidades de las cooperativas de enseñanza integrales.
1.- En relación con las cooperativas a que se refiere el apartado 4 del artículo anterior,
además de lo recogido en el artículo 36.2, los estatutos podrán:
a) Establecer periodos de prueba, para las personas socias de los dos colectivos
integrados, por un periodo máximo de hasta un curso escolar.
b) Prever el funcionamiento de cada uno de los órganos sociales necesarios por
mayorías reforzadas que no excedan de las tres cuartas partes del quorum de
constitución respectivo.
c) Para el caso de que no se alcance la mayoría reforzada prevista para adoptar
acuerdos, o con carácter independiente de ello, fijar de modo general el número
máximo de consejeras o consejeros y el de votos en la asamblea general que,
respectivamente, podrán atribuirse al colectivo de personas socias usuarias,
* Comentario realizado por Fernando Aberasturi Lauzurika, abogado y gerente de IKASGILTZA; y
Gotzon Gondra Elgezabal, abogado y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto.
403

COOPERATIVAS DE ENSEÑANZA*
con objeto de evitar una situación de desequilibrio insalvable respecto a las
personas socias de trabajo.
d) Regular, con o sin medidas equilibradoras, el ejercicio de los derechos de asistencia
y voz en las asambleas, incluso mediante la previa celebración de una o
varias juntas especiales de personas socias usuarias para que estas elijan a sus
representantes en la asamblea general inmediata y, en su caso, en las sucesivas
que se celebren dentro del plazo que también señalen los estatutos.
e) Prever presidencias rotatorias de forma que, por periodos de igual duración, las
presidencias de cada órgano colegiado sean ocupadas, alternativamente, por
personas socias pertenecientes a cada uno de los dos colectivos existentes en la
cooperativa.
f) Regular una comisión dirimente, de composición paritaria y con posible asistencia
de personas expertas, para resolver situaciones de empates no superados
en el seno de los órganos necesarios, a cuyo fin estos podrán delegar en dicha
comisión la facultad de decidir sobre aquellas materias, sea cual fuere su contenido,
en que no fue posible el acuerdo del órgano ordinario correspondiente.
2.- Las medidas enunciadas en el número precedente tendrán carácter alternativo o
acumulativo, siempre que ello sea posible, según señalen los estatutos. Estos también
podrán establecer, en su caso, reglas especiales para la adecuada participación
de las personas socias colaboradoras.
3.- Los estatutos podrán, asimismo, determinar las pautas o criterios básicos para decidir
cuándo, por la imposición sistemática de un colectivo de personas socias sobre
el otro, por la parálisis o entorpecimiento notable y frecuente de los órganos sociales
o por otras causas debidamente fundadas, procederá reconducir la cooperativa
a una de las modalidades reguladas en los números 2 y 3 del artículo anterior, con
o sin escisión societaria.
Artículo 111.- Socias o socios de naturaleza o de utilidad pública.
1.- Las entidades e instituciones públicas y las privadas de utilidad pública, sin perjuicio
de su eventual admisión como socias colaboradoras, podrán asumir, incluso
simultáneamente, la condición de socias usuarias cuando ejerzan la guarda y protección
legal de escolares menores o incapaces o cuando representen a alumnos o
alumnas adultas que, estando acogidas en centros, residencias o establecimientos
regidos por aquellas, les hayan otorgado expresamente su representación.
Las consecuencias de la eventual acumulación de la cualidad de socio o socia colaboradora
y de socio o socia usuaria serán objeto de expresa regulación estatutaria
dentro del marco de la presente ley y de las disposiciones vigentes sobre el sistema
educativo.
2.- Tales entidades e instituciones podrán realizar, por cualquier título jurídico, aportaciones
patrimoniales de toda clase, incluida la cesión de terrenos, edificios y otros
bienes inmuebles, equipados o no, que sean necesarios para el establecimiento o el
adecuado desarrollo de la cooperativa.
3.- Si los estatutos lo prevén, dichos socios o socias institucionales tendrán reservados
puestos en el consejo rector, y, en su condición de usuarias, podrán asistir a las
asambleas generales con un número de votos proporcional al de alumnos o alumnas
que representen, sin las limitaciones señaladas en el artículo 37.2.
404

COOPERATIVAS DE ENSEÑANZA*
17.1 Introducción: estructura y finalidad de la regulación legal
Al igual que el cooperativismo en general, el de enseñanza cuenta un importante arraigo y
desarrollo en nuestro país. A día de la publicación de la presente glosa el número de cooperativas
de enseñanza (en sus 3 modalidades) inscritas en el registro de cooperativas rondan las
90 cooperativas a las que pertenecen más de 74.000 alumnos y alumnas generando alrededor
de 6.500 puestos de trabajo. En consecuencia y como viene siendo habitual en la normativa
vasca que regula las cooperativas, la Ley dedica a la regulación de este tipo de cooperativas
una sección dentro del capítulo primero (clases de cooperativas) del título segundo (Disposiciones
especiales).
De manera análoga a la estructura desarrollada en la regulación de la anterior Ley, respecto
de la cual únicamente varía la numeración en el articulado, la actual estructura de esta sección
se compone de tres artículos:
• Artículo 109.- Objeto y modalidades.
• Artículo 110.- Especialidades de las cooperativas de enseñanza integrales.
• Artículo 111.-Socias o socios de naturaleza o de utilidad pública.
La principal finalidad del régimen establecido se desprende precisamente de esta estructura
de la que se deduce la doble intención del legislador.
Por un lado, regular los distintos tipos de cooperativas de enseñanza que surgen de las
distintas posibilidades nacidas de la puesta en común de las necesidades de los dos grandes
grupos que las conforman (alumnos/alumnas y trabajadores/trabajadoras).
Por otro lado, regular la participación de las personas socias de naturaleza o utilidad pública,
figura societaria de gran implantación en este tipo de cooperativas.
Tal y como se adelanta en la exposición de motivos de la ley, las cooperativas de enseñanza
mantienen su configuración jurídica, con la única variación que respecto de la aplicación del
artículo 30 de la Ley en las cooperativas que asocian a personal docente y no docente veremos
más adelante, así como la posibilidad de celebrar las asambleas en tercera convocatoria.
17.2 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Los 3 artículos que componen esta sección no han sufrido modificaciones de fondo más
allá de las puntuales que comentaremos en este apartado, pero sí, al igual que el resto del
articulado, su redacción ha sido adaptada al lenguaje inclusivo, lo cual altera la redacción
literal respecto de la dicción anterior.
La principal modificación que afecta al régimen de este tipo de cooperativas es la posibilidad
de celebrar la asamblea general en tercera convocatoria tal y como prevé el artículo 36.2
de la propia Ley. Esta opción expresa, cuya aplicación práctica ya se defendía por algunos
autores y autoras antes de la promulgación de la nueva ley, da carta de naturaleza a lo que ha
sido una demanda constante por parte del sector.
Como decíamos antes, ya había quien defendía la celebración de las asambleas en tercera
convocatoria por aplicación analógica del concepto contenido en el artículo 34.4 de la
anterior ley, que aludía a “cualesquiera otras (cooperativas) dirigidas a la satisfacción de
necesidades familiares”. No cabe duda de que las cooperativas de enseñanza, por lo menos
las que asocian a familias, son encuadrables en esta tipología, pero no obstante la nueva ley
ha venido a zanjar esta cuestión que no era del todo pacífica.
405

COOPERATIVAS DE ENSEÑANZA*
Otra alteración sustancial del régimen de funcionamiento y que afecta a las cooperativas
de enseñanza que asocian al profesorado y al personal no docente y de servicios, es la exclusión
de la aplicación del procedimiento establecido en el artículo 30 de la Ley con carácter
general para todas las cooperativas, en orden a regular la suspensión o baja de la Ley obligatoria
de la persona socia trabajadora o de trabajo por razón de causas económicas, técnicas,
organizativas, de producción o de fuerza mayor. El artículo 109.3 de la nueva ley excluye
expresamente a las cooperativas de enseñanza que asocian al profesorado y a personal no
docente y de servicios de este mecanismo, a la vez que remite para su aplicación al resto de
normas reguladoras de las cooperativas de trabajo asociado.
La exposición de motivos de la ley justifica esta excepción “por las singulares características
de estas clase de cooperativas, que desarrollan proyectos educativos y donde predomina
el aspecto social- se trata de entidades que han sido declaradas de utilidad pública,
en su práctica totalidad, sin ánimo de lucro-, que hacen que los aspectos de la prestación
de trabajo en ellas desarrollado revistan también especificidades propias, no asimilables
en su totalidad, al menos en el momento actual de evolución empresarial de este tipo de
cooperativas, al prestado por las personas socias trabajadores o de trabajo en otras clases
de cooperativas”.
Por último, en términos cronológicos y de importancia situamos la modificación del artículo
111.1 que ha eliminado la mención expresa que la anterior ley dedicaba a las entidades
benéficas en el artículo 108.1, como sujetos de adquisición de la condición de persona socia
usuaria o colaboradora. Se entiende que la voluntad de quien legisla ha sido clarificar el
alcance subjetivo de las entidades que pueden participar como personas socias en una cooperativa.
17.3 Carácter o fuerza jurídica del precepto.
A la hora de establecer el alcance de la imperatividad de las disposiciones contenidas en
los artículos que regulan las cooperativas de enseñanza, conviene realizar un estudio individualizado
de cada artículo.
En primer lugar, el artículo 109 que regula el objeto y las modalidades de este tipo de
cooperativas establece con carácter obligatorio la normativa que deben observar las cooperativas
que desarrollen las actividades descritas: “actividades docentes en sus distintos niveles,
ciclos, grados y modalidades, en cualesquiera ramas del saber o de la formación”.
De esta manera, se establece de manera taxativa la clase de cooperativa a la que debe adscribirse
la que realice estas actividades, instaurando también con carácter potestativo en esta
ocasión, que aquellas podrán realizar también actividades extraescolares y conexas, así como
prestar servicios escolares complementarios y cuantos faciliten las actividades docentes.
Resulta también importante la carga imperativa contenida en los apartados 2 y 3 de este
artículo, toda vez que concretan las normas específicas aplicables según la cooperativa esté
formada por los padres o madres de alumnos y alumnas o por profesorado y personal no
docente y de servicios. A las primeras, con carácter imperativo se aplicarán las normas de la
ley referentes a las cooperativas de consumo y a las segundas las propias de las cooperativas
de trabajo asociado.
Para cerrar el artículo, el apartado 4 establece, esta vez con carácter potestativo, que las
cooperativas puedan tener carácter integral cuando agrupen a la mayoría de ambos tipos de
406

COOPERATIVAS DE ENSEÑANZA*
personas socias que pueden convivir en estas cooperativas (de consumo y de trabajo) o sin
concurrir estas mayorías se alcance las previsiones para adquirir este carácter previsto en
los estatutos. Decimos que es potestativo este precepto por la propia dicción del mismo, que
lo contempla como posibilidad. La circunstancia de cumplir con el presupuesto de hecho
no implica necesariamente la consecuencia jurídica de adquirir el carácter de integral sino
mediando la expresión de la voluntad de la sociedad en este sentido a través de una modificación
estatutaria. Es tan amplio el abanico que la ley prevé para la constitución de este tipo de
cooperativas que no establece taxativamente la proporción necesaria entre ambos grupos de
personas socias para acceder a la categoría de integral, sino que incluso ese requisito cuantitativo
lo deja abierto a la voluntad de la propia cooperativa que lo puede modular mediante
la correspondiente previsión estatutaria.
Pasando al artículo 110 nos encontramos con que la regulación que se establece en el
mismo, dedicado al funcionamiento de las cooperativas integrales, resulta ser del todo punto
potestativo. La ley plantea una vez más un gran abanico de herramientas que la cooperativa
puede implementar para organizarse cuando aúne a los dos tipos de personas socias posibles.
El apartado 2 indica incluso que la voluntad de la cooperativa alcanza a decidir si implementa
estas herramientas con carácter alternativo o acumulativo.
De igual manera y como clara señal también de la libre disposición de esta característica
de la integralidad, el apartado 3 cierra el artículo posibilitando que la cooperativa prevea vía
estatutaria las causas para dejar de contar con ese carácter integral y “reconducir”, en términos
de la ley a otra de las clases de cooperativas de enseñanza previstas.
Son tres los supuestos en los que se contempla esta posibilidad de “reconducción” de las
cooperativas integrales a otros tipos: cuando se produzca la imposición sistemática de un colectivo
sobre otro, la parálisis o entorpecimiento notable y frecuente de los órganos sociales
o por otras causas debidamente fundadas que deberán ser recogidas en los estatutos.
La ley también faculta en este supuesto que se prevea dispositivamente si este procedimiento
llevará acarreada la escisión societaria.
Por último, el artículo 111 dedicado a las socias o socios de naturaleza o de utilidad pública
resulta ser también potestativo en cuanto que se abre a la posibilidad de la participación
de socias y socios de naturaleza o utilidad pública, de manera que puedan participar de la
cooperativa en condición de colaboradoras o usuarias. El último párrafo del artículo 111 dispone
la potestad para regular en estatutos el régimen de la eventual acumulación de la doble
condición de colaboradora o usuaria.
Siguiendo con el carácter potestativo que preside la regulación general de este tipo de cooperativas
se cierra el artículo 111 ofreciendo la posibilidad de que dichas entidades puedan
realizar aportaciones patrimoniales, que cuenten con reservas de puestos en el órgano de
administración y con una suerte de voto ponderado en la asamblea en función del número
que, como usuarias y usuarios, puedan representar.
Resulta curioso, aunque no novedoso, toda vez que se regula de idéntica manera que se
hacía en el antiguo artículo 108.3, la exención del límite del tercio del total de los votos sociales
establecido para personas socias que no sean cooperativas en el artículo 37.2. Entiende
el legislador, que en el supuesto de que una entidad participe como persona socia usuaria
en representación de las personas que en su seno se hayan acogidas, en orden a mantener el
407

COOPERATIVAS DE ENSEÑANZA*
Principio Cooperativo de Gestión Democrática, resulta necesario que cuenten con una participación
proporcional al número de integrantes de su entidad que son usuarios directos del
servicio de la cooperativa.
17.4 Significado práctico
Las disposiciones que regulan el régimen de funcionamiento de las cooperativas de enseñanza,
sobre todo los artículos 109 y 110, están dirigidos básicamente a las personas socias
de este tipo de cooperativas. El artículo 111 se dirige a las entidades de naturaleza o utilidad
pública, pero en todo caso también, para regular el funcionamiento de las relaciones intrasocietarias,
en el momento que aquellas adquieran la condición de socia en una cooperativa.
A la hora de establecer el significado práctico de esta regulación debemos relacionarlo con
el carácter jurídico o fuerza vinculante que desarrollábamos en el apartado anterior.
Si bien los tres primeros apartados del artículo 109 y dado su carácter eminentemente
imperativo, establecen las reglas generales en cuanto al funcionamiento y encuadramiento
del régimen de estas cooperativas, el apartado cuarto de este y los artículos 110 y 111, en
función de su mayor carácter dispositivo, despliegan la oportunidad de que cada cooperativa
desarrolle las opciones que la propia Ley le ofrece, ampliando en consecuencia el significado
práctico de estas disposiciones. Así las cosas, las cooperativas deben realizar una profunda
reflexión que contenga un sesudo análisis que permita acomodar la realidad societaria y la
cultura de su propia cooperativa a las opciones que la Ley le otorga, de tal forma que se puedan
aprovechar al máximo las funcionalidades que el texto legal ofrece.
La novedad respecto de la previsión de la tercera convocatoria, como decíamos anteriormente,
ha sido una exigencia del sector que se remonta al mismo día de la entrada en vigor de
la ahora derogada Ley. Esta opción dará validez a las asambleas que se celebren cualquiera
que sea el número de personas socias presentes, una vez transcurrido el tiempo previsto entre
las dos primeras y sin que se haya podido verificar el cumplimiento cuantitativo en ninguna
de las dos, respecto del número mínimo de personas socias para constituir válidamente la
sesión del órgano asambleario.
Se entiende que es una posibilidad beneficiosa para la totalidad de las cooperativas de
enseñanza. Incluso para aquellas que no tengan problemas habitualmente en cumplir los requisitos
respecto de la asistencia necesaria para la válida celebración de la asamblea. Supone
para todas, una cláusula de garantía de funcionamiento del órgano soberano de decisión en
la cooperativa. Sin embargo, esta opción también puede ser apreciada como un problema en
tanto en cuanto puede inducir a la desmovilización entre las personas socias para participar
en la asamblea o provocar la adopción de acuerdos sociales por una minoría exigua de personas
socias.
No obstante, y para poder hacer efectiva esta opción, debemos recalcar la necesidad de previsión
estatutaria que la ley exige, por lo que no podremos hacer uso de esta posibilidad salvo
en el supuesto de que introduzcamos en los estatutos de la cooperativa de manera expresa, a
la hora de regular el funcionamiento de la asamblea, esta posibilidad.
En relación a las cooperativas integrales, el significado práctico de la norma también resulta
de relevante importancia toda vez que, para activar las posibilidades que la norma otorga,
deberemos actuar mediante su institucionalización en los textos estatutarios. Desde el mo-
408

COOPERATIVAS DE ENSEÑANZA*
mento de su proclamación como integrales, hasta el desarrollo más pormenorizado de su
funcionamiento deberá ser establecido vía estatutaria.
Resulta significativo también a nivel práctico la previsión que la ley contiene respecto del
supuesto en que una cooperativa integral desee revertir este carácter. Se trata de una interesante
herramienta para proteger el interés de todos los tipos de personas socias que componen
las cooperativas integrales, toda vez que les va a proteger de potenciales imposiciones
sistemáticas por parte del otro colectivo de personas socias, o entorpecimiento de los órganos
sociales que se puedan producir también por conflicto entre los diferentes colectivos. De
igual forma, se puede prever estatutariamente otros supuestos en los que opere la reversión.
Esto facilita la composición de este tipo de cooperativas puesto que esta cláusula de reversión
otorga garantías y protección a todas las personas socias y puede disuadir de recelos a
la hora de su integración.
Así y como decíamos anteriormente, resulta del todo punto imprescindible realizar un
profundo análisis de la costumbre y cultura actual de la cooperativa para, en función de las
opciones que la ley nos facilita, establecer el régimen de funcionamiento que mejor equilibre
los intereses y necesidades de los dos tipos de personas socias que se integran en este tipo
de cooperativas.
17.5 Otra normativa aplicable
La regulación del régimen de las cooperativas a nivel del Estado se contiene en la ley
27/1999 de 16 de julio de cooperativas, que no es de aplicación en el ámbito de Euskadi,
sino para los supuestos de integración de lagunas que pudiera contener la normativa vasca.
Dedica este texto normativo su sección nº 11 con un único artículo, el 103, que no viene
a aportar ninguna disposición que pueda servir para integrar lagunas de la legislación autonómica.
Su contenido se limita a establecer el objeto de este este tipo de cooperativas y las
normas aplicables en función del sujeto societario que las compongan. Esto es, las personas
socias usuarias o personas socias trabajadoras y su remisión al régimen de las cooperativas
de consumo o de trabajo asociado respectivamente. Todo ello con carácter análogo a las
disposiciones de la ley vasca.
Resulta singular no obstante la regulación de las cooperativas integrales que el legislador
estatal desliga del sector de la enseñanza y encuadra con carácter general para todas aquellas
cooperativas que tengan actividad cooperativizada doble o plural. La legislación vasca
resuelve este supuesto en su artículo 102 dentro de las normas comunes para todas las clases
de cooperativa y remitiendo, al igual que el legislador estatal, al régimen de cada tipo de
cooperativa cuyas actividades se desarrollen en su seno.
En todo caso, la denominación de cooperativas integrales, se reserva en nuestro ordenamiento
a las de enseñanza que aglutinan a los dos sectores interesados en el objeto social de
la cooperativa y cuenta con un contenido de notable mayor desarrollo que el régimen estatal
por lo que la función de integración de lagunas no cuenta con ningún recorrido.
Sí que podría resultar interesante la mención que el legislador estatal dedica en el desarrollo
de su concepto de cooperativas integrales a que estas cooperativas se beneficiaran del
tratamiento legal que corresponda a todas las actividades comprendidas dentro del objeto
social.
409

COOPERATIVAS DE ENSEÑANZA*
Se puede interpretar en este caso la voluntad del legislador de reseñar que los beneficios a
nivel legal que pueden recabar estas cooperativas, deben alcanzar a los que pudieran corresponder,
tanto a las cooperativas formadas por usuarios y usuarias como a las formadas por
personas socias trabajadoras.
410

18. COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS *18
Artículo 112. – Objeto y actividades.
1.- Son cooperativas agrarias y alimentarias las que asocian a titulares de explotaciones
agrícolas, forestales, ganaderas o mixtas y que tienen por objeto comercializar,
proporcionar suministros, equipos productivos y servicios o realizar operaciones
encaminadas a la mejora, en cualquier área o vertiente económico-social, de las
explotaciones de las personas socias, de sus elementos o componentes, de la propia
cooperativa o de la vida en el medio rural, entre otras, la prestación de servicios por
la cooperativa y con su propio personal que consista en la realización de labores
agrarias u otras análogas en las mencionadas explotaciones y a favor de las personas
socias de la misma.
En el caso de titularidad compartida que cumpla los requisitos de la legislación que
regula dicha institución, ostentará la condición de persona socia la propia entidad
de titularidad compartida, inscrita en el registro específico, y podrá ser representada
por cualquiera de las personas integrantes de la misma, mediante su acreditación
por certificación del mismo.
Asimismo, en el caso de que una entidad de titularidad compartida sea designada
para ocupar un cargo del órgano de administración, la entidad de titularidad compartida
deberá comunicar mediante certificación cuál de las personas integrantes
será quien desempeñe las funciones propias del cargo en el órgano de administración.
Este último requisito deberá ser satisfecho, igualmente, en el caso de sociedades
civiles y comunidades de bienes y cualquier otra entidad sin personalidad
jurídica.
Los estatutos de la cooperativa podrán exigir, como requisito para adquirir y conservar
la condición de persona socia, un compromiso de actividad exclusiva correspondiente
a su objeto social.
2.- Para el cumplimiento de su objeto social, las cooperativas agrarias y alimentarias
podrán desarrollar, además de las actividades propias de aquel, determinadas en
los estatutos, aquellas otras que sean presupuesto, consecuencia, complemento o
instrumento para la mejora económica, técnica, laboral, ecológica o social de la
cooperativa, de las explotaciones de las personas socias, de los elementos de estas
o del medio rural.
Artículo 113. – Operaciones con terceras personas no socias.
1.- Las cooperativas agrarias y alimentarias, sean polivalentes o especializadas, con
actividad comercializadora podrán desarrollar esta actividad y las conexas a ella,
llegando incluso directamente al consumidor o consumidora, con productos agrarios
que no procedan de las explotaciones de la cooperativa o de sus personas socias
en los siguientes casos:
* Comentario realizado por Carlos González Fernández, Letrado Asesor de Euskadiko Kooperatiben
Konfederazioa-KONFEKOOP- Confederación de Cooperativas de Euskadi.
411

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
a) En cada ejercicio económico, hasta un cinco por ciento, cuantificado dicho porcentaje
independientemente para cada una de las actividades en que la cooperativa
utilice productos agrarios de terceras personas no socias.
b) Si lo prevén los estatutos, el porcentaje máximo en cada ejercicio económico
podrá llegar hasta el cuarenta y nueve por ciento.
c) Cuando, por circunstancias no imputables a la cooperativa, esta pueda rebasar
los límites anteriores por haber obtenido la autorización prevista en el artículo
5 de la presente ley.
Cuando existan normativas sectoriales específicas, u otras dictadas en aplicación
de aquellas, que sean aplicables a la cooperativa por razón del sector de
su actividad agroalimentaria, y que establezcan o permitan límites más elevados
de porcentajes de producciones de terceras personas no socias que los anteriormente
indicados, la cooperativa podrá reflejar en los estatutos dichos límites
sin necesidad de requerir la autorización prevista en el apartado anterior, pero
deberá hacer constar expresamente en los estatutos la disposición que legitima
dicho porcentaje.
2.- Las cooperativas agrarias y alimentarias con actividad suministradora, única o
diferenciada, dirigida a sus explotaciones o a las de sus miembros, podrán ceder
a terceras personas no socias productos o servicios dentro de los límites y en los
supuestos equivalentes a los apartados a) y b) del número anterior, sin perjuicio
de poder hacerlo en todo caso cuando se trate de los remanentes ordinarios de la
actividad cooperativa.
18.1 Introducción
La regulación que acoge la nueva ley de cooperativas de la que esta Glosa trae causa, realmente
no supone un cambio sustancial en lo que se refiere a la configuración orgánica esta
clase de cooperativas, no obstante, lo anterior sí se recogen algunas novedades de relevancia.
Así es, ya que el gran avance normativo para esta clase de cooperativas tuvo lugar con la
aprobación y publicación de la Ley 4/1993, de 26 de junio, de Cooperativa de Euskadi donde
se incorpora la clase como tal, a diferencia de su norma predecesora la Ley 1/1982 de 11 de
febrero, sobre Cooperativas, que no contaba con un capítulo específico para esta clase de
cooperativas.
Por su parte, en la nueva ley se introducen algunos cambios o adaptaciones que como
hemos señalado realmente no afectan a la configuración propia de la clase de cooperativa ni
sus elementos esenciales, sino que sirven para adecuar su regulación a necesidades presentes
y actuales en la vida de dichas cooperativas. Al tiempo esta actualización de la normativa,
en términos generales, dota su regulación de mayor seguridad jurídica tanto para las propias
cooperativas en sí mismas consideradas, como para las personas socias que las integran y
terceros con los que interactúa.
En su configuración actual, la nueva ley mantiene la misma estructura y contenido de la
Sección 5ª en la que se regulaba esta clase de cooperativas en la Ley 4/1993. De esta forma,
se mantienen los dos artículos que integraban dicha sección, siendo estos los relativos al
412

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
“Objeto y Actividades” y a las “Operaciones con Terceras personas no socias” cuya transcripción
literal precede esta sección.
18.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Como hemos indicado, en esta Sección 5ª solamente se introducen una serie de pequeños
cambios, que no por ello de poca importancia, pero que en suma contribuyen a mejorar y
actualizar la regulación de esta clase de cooperativas.
Veamos cuales son estas novedades en cada uno de los dos artículos que conforman la
sección y la relevancia que tienen.
18.2.1 Novedades en el artículo 112- Objeto y actividades
18.2.1.1 Denominación
La primera novedad que nos ofrece la nueva redacción es el cambio de denominación en
virtud del cual, esta clase de cooperativas que en la Ley 4/1993 se denominaban Cooperativas
Agrarias, ahora pasan a denominarse Cooperativas Agrarias y Alimentarias con el fin de
actualizar su denominación.
Destaca el hecho de que quien legisla en nuestro entorno no ha acogido el término “agroalimentario”
sino la doble terminología de “agraria y alimentaria” por entender que a pesar
de estar aquél ya presente en todos los ámbitos afectados por el día a día de estas cooperativas,
y ser de uso común, sin embargo desde el punto de vista lingüístico era más apropiada
la denominación “agraria y alimentaria” que la común y mayormente utilizada de “agroalimentaria”.
A nuestro juicio, lo esencial es que la denominación actual recoge de una manera mucho
más realista el verdadero alcance material de las actividades que pueden ser desarrolladas
por las entidades cooperativas que se constituyen bajo esta clase como luego se explicará.
18.2.1.2 Novedades terminológicas. Lenguaje de género
Aunque esta no es una novedad que afecte solamente a este capítulo, sino que se extiende
sobre todo el contenido de la ley y afecta por tanto a todas las clases de cooperativas por
igual, no por ello podríamos dejar de ponerlo de relieve por la importancia que conlleva y
especialmente en un sector como el de la producción primaria y la industria alimentaria, en
el que la presencia de la mujer siempre ha estado muy poco visibilizada y sigue estándolo
en la actualidad.
Efectivamente en esta sección también se produce la adecuación terminológica desde la
perspectiva de género con la introducción de un leguaje más inclusivo, y de esta forma, entre
otras muchas, se sustituyen expresiones tales como “socios” por la de “personas socias”.
Para lograr que la mujer tome parte activa en la vida y gestión de las cooperativas, el primer
paso es que se vea reflejada en la misma. Desde este punto de vista, el lenguaje ya puede
actuar por sí mismo como un factor inclusivo o excluyente. Por este motivo, aunque el cam-
413

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
bio en sí mismo considerado en lo que respecta a la ley es pequeño, sin embargo, considerado
en su importancia cualitativa supone un gran avance.
18.2.1.3 Prestación de servicios con su propio personal en las explotaciones de las
personas socias
El párrafo primero del artículo 112 incorpora un novedoso inciso en su parte final que en
cierto modo integra o desarrolla el alcance del objeto social y las actividades que pueden
desarrollar las cooperativas agrarias y alimentarias. Este inciso especifica que entre dichas
actividades se incluye la prestación de servicios por parte de las cooperativas, en las explotaciones
de las personas socias y con su propio personal, que es el elemento esencial.
Esta prestación de servicios debe servir para la realización de labores agrarias u otras análogas
en las explotaciones indicadas y en beneficio de las personas socias de la cooperativa
que son titulares de dichas explotaciones.
Hay que señalar que, aunque esta es una novedad de importancia en lo que a nuestra ley
de cooperativas se refiere, sin embargo, ello no es una novedad propiamente dicha en el
cooperativismo agroalimentario, debido a que en realidad lo que la nueva ley hace es traer
a su texto lo que ya se introdujo en la normativa estatal y en concreto en su Ley 27/1999 de
16 de julio, de Cooperativas, mediante la Disposición Final Segunda de la Ley 2/2011, de 4
de marzo, de Economía Sostenible, que fue publicada en el Boletín Oficial del Estado en el
año 2011.
No obstante, su incorporación dota al sector cooperativo agroalimentario vasco y a su ley
de cooperativas, de un grado mayor de seguridad jurídica en las operaciones indicadas.
18.2.1.4 Entidades de Titularidad Compartida y otros entes sin personalidad jurídica
La redacción de la Ley 4/1993, generaba una cierta inseguridad jurídica en el sector agroalimentario
vasco debido a que en la definición que recogía respecto de las personas que pueden
ser socias de una cooperativa, se limitaba dicha posibilidad tanto a las personas físicas
como jurídicas.
Sin embargo y a diferencia de lo que ocurría con otras leyes de Cooperativas, la ley vasca
no hacía mención alguna a las sociedades civiles, comunidades de bienes y otros entes sin
personalidad jurídica que, sin embargo, tradicionalmente han sido formulas bajo las cuales
se han venido organizando ampliamente las explotaciones agrarias, y no solo a nivel de la
Comunidad Autónoma Vasca, sino en general a nivel de todo el Estado.
Sin embargo, estas figuras no estaban expresamente recogidas en la ley de cooperativas de
1993 como posibles sujetos con derecho a formar parte de una cooperativa agraria, incluso
a pesar de ser una realidad constante y habitual en la mayoría de las cooperativas agrarias
existentes. Esta inclusión por tanto era necesaria a efectos dar cabida en la ley a una realidad
muy extendida y dotar así a estas figuras de mayor seguridad jurídica en cuanto integrantes
de una cooperativa de esta clase.
Al margen de esto, con el ánimo de visibilizar la presencia de la mujer en el campo, en
2011 se dictó la Ley 35/2011, de 4 de octubre, sobre Titularidad Compartida de las Explotaciones
Agrarias, que creaba una nueva fórmula de organización de las explotaciones agrarias
414

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
familiares. Efectivamente esta nueva fórmula creaba un nuevo sujeto de derecho sin personalidad
jurídica, y venía a ser un ente similar a las tradicionales comunidades de bienes y
derechos, si bien referidos únicamente al sector agropecuario y para grupos familiares donde
la explotación agraria es gestionada por ambos cónyuges cuando desarrollan conjuntamente
su labor en la misma.
Al igual que ocurría con las comunidades de bienes, sociedades civiles y otros entes sin
personalidad, con esta nueva figura ocurría otro tanto, por lo que ha sido un acierto que la ley
haya asumido la petición del sector recogiendo dicha figura expresamente.
18.2.1.5 La representación de las Entidades de Titularidad Compartida y otros entes
sin personalidad jurídica.
Además de su reconocimiento expreso en la letra de la ley para dotar de seguridad jurídica
su presencia como personas socias en las cooperativas agrarias y alimentarias, la existencia
de esta nueva figura pone de relieve otra cuestión que generaba también cierta inseguridad
jurídica en el seno de las cooperativas.
En efecto, la Ley 35/2011, de 4 de octubre, sobre Titularidad Compartida de las Explotaciones
Agrarias, establece que la representación de estas entidades cuando formen parte integrantes
de otras entidades sectoriales se llevará a cabo por cualquiera de las dos conyugues
que la integran.
Esta previsión legal en la práctica venía generando una serie de problemas cuando dichas
entidades son designadas para ocupar cargos en los consejos rectores de las cooperativas, debido
a que, según la ley reguladora de estas entidades, cualquiera de las dos personas podría
ejercitar dicha representación. Sin embargo, la ley de cooperativas, para la inscripción en el
registro de las personas que integran el consejo rector, cuando se trata de personas jurídicas,
requiriere que esta designe una persona física para el ejercicio de las funciones propias del
cargo.
En la práctica se estaban dando numerosas situaciones de inseguridad jurídica, donde indistintamente
se presentaban en las reuniones del consejo rector tanto uno como otros integrantes
de la Entidad de Titularidad Compartida. Teniendo en cuenta que el ejercicio del
cargo de integrante del Consejo Rector es personal y no cabe representación, era necesario
que la ley de cooperativas, y sin perjuicio del derecho de cualquiera de los integrantes de
la Entidad de Titularidad Compartida a ostentar la representación de la misma, delimitase
el modo de ejercitar dicha representación cuando la Entidad de Titularidad Compartida sea
designada para formar parte del consejo rector.
Dando solución a dicha necesidad, la nueva ley requiere que estas entidades deben comunicar
la elección de la persona física que ejercitará la representación mediante un certificado
emitido al respecto.
De esta forma, se confiere un mayor grado de seguridad jurídica, y al mismo tiempo se
respeta el libre ejercicio de la representación de la entidad por ambos integrantes, dado que
en todo momento la misma puede cambiar la persona que la representará mediante una nueva
comunicación de la persona que continuará ejercitando dicha representación, cambio que
la cooperativa deberá notificar a su vez para su inscripción al Registro de Cooperativas de
Euskadi.
415

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
Por último, hay que indicar que hecho esto, lo lógico era que la ley extendiese el efecto
de esta medida al resto de entidades sin personalidad jurídica, toda vez que la situación de
indefinición en cuanto al ejercicio de la representación planteaba la misma problemática.
Desde este punto de vista, y siguiendo las peticiones del sector quien legisla ha recogido
este aspecto que, sin duda, otorga una mayor seguridad jurídica tanto a las propias Entidades
de Titularidad Compartida como a las Cooperativas.
18.2.2 Novedades en el artículo 113-Operaciones con terceras personas no socias
Este artículo, además de la novedad general ya referida para toda la ley en lo relativo al uso
de una terminología más adecuada desde el punto de vista del lenguaje de género, introduce
otras dos novedades importantes relativas a los límites máximos de las operaciones que se
pueden realizar con terceras personas no socias.
18.2.2.1 Incremento del porcentaje máximo en cada ejercicio.
La primera de estas novedades radica en el incremento en nueve puntos del porcentaje
máximo de las operaciones que en cada ejercicio económico puede realizar la cooperativa
con productos que no procedan de las explotaciones de la propia cooperativa o de sus personas
socias.
Hasta ahora dicho porcentaje máximo venía determinado en el 40% del total de las operaciones
siempre que viniere recogido en los estatutos, pudiendo a partir de ahora incrementarse
hasta un 49% bajo la misma condición de que se recoja dicho porcentaje en los estatutos
de la cooperativa.
18.2.2.2 Posibilidad de límites más elevados
La segunda novedad que introduce la nueva ley en este artículo es la posibilidad incluso de
superar el anterior porcentaje máximo del 49 %, si bien para ello se establecen dos requisitos
esenciales:
- En primer lugar, se requiere que este límite más elevado debe estar recogido en alguna
normativa sectorial que aplique a la cooperativa, y que esta realice actividades
incluidas en su objeto social que vengan afectadas por dichas normativas sectoriales.
- En segundo lugar, y al igual que el anterior límite máximo, se requiere que el porcentaje
que se pretenda poder alcanzar debe estar reflejado en los estatutos, y además
debiendo hacerse constar expresamente la disposición sectorial que legitima dicho
porcentaje.
Es importante señalar que al margen de estos dos condicionantes, una vez cumplidos los
mismos, el precepto releva a la cooperativa de la necesidad de solicitar y obtener la autorización
que con carácter general establece el mismo artículo para otros casos en que no concurran
las circunstancias aquí previstas y que en el artículo 5 de la propia ley se exige para
todas las demás clases de cooperativas.
Esto sin duda facilita la aplicación práctica del precepto, dado que la autorización a que se
refiere el artículo 5, está limitada a un periodo concreto y sin embargo este precepto aporta
416

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
un novedoso carácter de continuidad ya que no está previsto solamente para situaciones
puntuales, sino para una práctica habitual y continuada dentro de la vida de la cooperativa.
18.3 Comentario general y significado práctico
18.3.1 Denominación
En lo que se refiere a los cambios introducidos en el artículo 112, por un lado, hay que dejar
bien claro que la denominación introducida en la ley no nos debe llevar a caer en el error de
creer que hemos evolucionado hacia una regulación donde se ha pasado de configurar una
clase de cooperativas, las cooperativas agrarias, a una nueva regulación donde nos encontramos
antes dos tipos diferentes de cooperativas. Esto es, por un lado, las cooperativas agrarias
y por otro las cooperativas alimentarias.
Ciertamente ello no es así ya que se trata de una sola clase de cooperativas, incluso aunque
entre las diferentes cooperativas que se encuadran en esta clase, las haya tan diversas
que puedan desarrollar actividades muy diferentes desde un extremo hacia otro dentro de
la cadena de valor del negocio alimentario. Esto es, desde la producción primaria hasta el
consumidor final, pasando por todas las fases de manipulación, envasado, transformación,
comercialización, etc.
A este respecto, y para que sirva como ejemplo de esta gran amplitud de posibilidades de
desarrollo de actividades, cabe señalar el caso de las cooperativas de utilización de maquinaria
en común (CUMAS), donde el objeto principal de la cooperativa lo constituye la adquisición
de la misma para su uso en común facilitando de esta manera el acceso a la innovación
de las explotaciones agropecuarias de menos entidad que por sí solas no podrían disponer de
esta maquinaria.
Paradójicamente es tal la importancia que han adquirido estas cooperativas que, sin estar
mencionadas en la ley de cooperativas siquiera como una subclase, se ha llegado incluso al
caso de que se las considera como una clase de cooperativa en sí misma.
En efecto, en numerosas normas reguladoras de ayudas y subvenciones se establecen líneas
específicas de ayudas tratando a estas cooperativas como si de una verdadera clase de
cooperativas se tratase equiparándolas a las cooperativas de trabajo asociado (CTA), o a las
cooperativas de explotación comunitaria (CECAS).
Por otra parte, y en lo que se refiere a la incorporación del concepto agrario y alimentario,
basta leer el primer párrafo del artículo 112 en la nueva ley, para darse cuenta de que las
actividades que se describen como propias de las cooperativas de esta clase, van mucho más
allá de la primaria e inicial producción de alimentos y otros productos y subproductos derivados
de los mismos. Además de esto, también se incluyen las actividades propias del sector
ganadero y forestal.
Tampoco se puede obviar el hecho de que tradicionalmente en el cooperativismo agroalimentario,
y no solo a nivel de Euskadi, sino a nivel incluso internacional, lo que se cooperativiza
en la mayoría de las ocasiones, no es propiamente la producción inicial y primaria
de estos alimentos y derivados a la que nos hemos referido en el párrafo anterior, sino que
el objeto social y lo que se pone en común por parte de las personas socias que forman estas
417

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
cooperativas, son las posteriores fases o actividades que se realizan sobre estos productos,
que son producidos en el ámbito de la organización e iniciativa empresarial individual y privada
de cada una de las personas productoras que integran la cooperativa.
En definitiva, ello nos conduce a poner de manifiesto que en la mayoría de los casos, el
verdadero objeto o actividad desarrollada por estas cooperativas trasciende o está más allá
de la primaria e inicial producción de alimentos y otros productos. Con ello las cooperativas
devienen en realidad en verdaderas empresas alimentarias, ya que su objeto o actividad se
enfoca mayoritariamente en transformar y acondicionar los productos agrarios y alimentarios
que sus personas socias han producido individualmente y les entregan con el mandato
de que desarrollen dichas fases posteriores hasta ponerlos en el mercado en las mejores condiciones
de calidad, generando valor añadido sobre los mismos a fin de obtener los mejores
precios en su comercialización.
En la mente de todos están presentes a diario una serie de conocidas marcas y productos
alimentarios como lácteos, ovoproductos, cárnicos, vinos, etc…, que son comercializados
por empresas agroalimentarias que tienen la forma jurídica cooperativa pero que no los producen
directamente, sino que son producidos por aquellas personas productoras que las integran.
Por todo ello, es evidente que la denominación” agraria” ya no se corresponde con la verdadera
naturaleza de la actividad que desarrollan estas empresas alimentarias, sino que esta
va mucho más allá, y en este sentido era necesario actualizar la denominación de esta clase
de cooperativas.
Por otro lado, no podemos tampoco dejar de poner de manifiesto que desde hace ya décadas,
tanto la propia legislación sectorial que regula las condiciones de sanidad y seguridad
alimentaria, como la ingente legislación reguladora de las importantes y numerosos programas
y líneas de ayudas y subvenciones que integran las políticas agrarias comunitarias, que
abordan desde el origen intrincado en el mundo rural (Desarrollo Rural) hasta los destinos
últimos, encuadrados en las Organizaciones Comunes del Mercado (OCM) en sus diferentes
sectores de producción (vino, frutas y hortalizas, lácteos, cereales, …) vienen ya utilizando
el término “Agroalimentaria” para referirse al conjunto de toda esta cadena de actividades
que comprende todas las fases desde la producción primaria en las explotaciones agropecuarias,
hasta que estos productos y alimentos llegan al consumidor final. Lo que se ha venido a
llamar también como la Cadena Alimentaria.
Todo ello hace necesario desarrollar, en el marco de las legislaciones cooperativas, un
concepto que abarque todo el espectro de actividades de la mencionada Cadena de Valor
Alimentaria, donde los distintos operadores que interactúan en los diferentes eslabones de la
misma dispongan de una forma jurídica societaria cooperativa para desarrollar su actividad
en cualquiera de dichas fases.
Así mismo, no se pude obviar que a día de hoy, la mayoría de las cooperativas, así como
de las entidades asociativas en que se integran para la defensa de sus intereses (Federaciones,
Uniones, Confederaciones) tanto en el ámbito estatal como en el ámbito de la Unión
Europea, ya hace más de una década que han trascendido el término “agrario” y acogido
mayoritariamente el término “agroalimentario” incluyéndolo en sus denominaciones como
forma de expresar de una manera más fiel el ámbito de actividad al que realmente están re-
418

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
presentando estas cooperativas en entes asociativos, y que comprende efectivamente toda la
cadena de valor o Cadena Alimentaria.
Por último, también hay que indicar que todas las leyes de cooperativas existentes en esos
ámbitos territoriales indicados, allí donde las hay, hace ya también más de una década que
vienen recogiendo la denominación “agroalimentaria” para referirse a lo que tradicionalmente
ha venido regulado como cooperativas agrarias, la última de ellas la ley de cooperativas
de la Comunidad Autónoma de Castilla y León.
Visto todo ello, resulta más que justificado el cambio en la denominación de esta clase de
cooperativas, porque ello supone en definitiva el avance de nuestra ley de cooperativas y su
mejor adecuación a la realidad que trata de reflejar.
18.3.2 Perspectiva de género
En cuanto a la incorporación de la perspectiva de género que tiene su presencia a lo largo
de todo el texto mediante el uso de una terminología más adecuada con el verdadero propósito
de incorporar elementos de igualdad, al menos puede servir para poner la primera piedra
para que las cooperativas, como exige el artículo 13, se conviertan en un ámbito libre de
violencias sexistas. Y no cabe duda, que esta violencia tiene una primera e importante manifestación
en el propio uso del lenguaje utilizado.
De ahí su verdadera importancia, y elemento de base para generar un escenario de igualdad
de derechos, obligaciones y, sobre todo, de oportunidades para hombres y mujeres en el seno
de las cooperativas.
18.3.3 Entidades de Titularidad Compartida y realización de trabajos en las explotaciones
de las personas socias
Este precepto en general, afecta a los dos pilares básicos que identifican esta clase de cooperativas,
como son las personas que pueden formar parte de la misma, así como el alcance
de las actividades que pueden desarrollar, afectando las novedades introducidas a ambos
elementos.
Tanto en lo que respecta a la realización de trabajos en las explotaciones de las personas
socias con su propio personal, como en lo que se refiere a las novedades relativas a las entidades
sin personalidad jurídica, ambas novedades están orientadas en última instancia hacia las
personas que forman parte de la cooperativa, que son las personas titulares de explotaciones,
y que en suma es el elemento nuclear de cualquier clase de cooperativas.
Así mismo, en este caso, además de recoger en la norma lo que ya se da en la realidad,
y conferir con ello un mayor grado de seguridad jurídica, el efecto práctico se traduce en
dos aspectos de gran valor. De una parte, en la facilitación por parte de la cooperativa de la
realización de las labores en las explotaciones de sus personas socias, extendiendo el objeto
y actividad cooperativa aguas abajo hacia el origen de cadena alimentaria. Y, de otra parte,
favoreciendo por un lado la incorporación de la mujer en el mundo cooperativo agroalimentario
al facilitar y de otro lado al aclarar el modo de participación y de ejercicio de la representación
en las cooperativas a través de las Entidades de Titularidad Compartida, y del resto
de entidades sin personalidad jurídica en general en la cooperativa.
419

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
En cuanto a lo primero, no se trata de una cesión del personal sin más, sino más bien de
ampliar mediante una figura cuasi contractual semejante a una prestación de servicios, el
alcance del hecho cooperativo, o de la propia actividad cooperativa a lo largo de la Cadena
Alimentaria, extendiéndolo en este caso hacia atrás, es decir, hacia el origen de la actividad,
hacia la producción primaria de los productos que en suma van a ser los que la propia
Cooperativa acabará comercializando una vez pasados por todas las fases del proceso que la
cooperativa desarrolla dentro del ámbito de dicha Cadena Alimentaria.
Y ello es lógico, porque no existe motivo por el que, si las cooperativas pueden desarrollar
actividades, en beneficio de sus personas socias en un sentido de dicha cadena de valor, es
decir, hacia adelante como son la transformación, la confección, el envasado, etc. no se ve la
razón por la que no podrían hacer lo mismo, en el sentido contrario, esto es hacia el origen
del proceso.
Por otro lado, en cierto modo, estas actividades ya se venían desarrollando en la actualidad.
En efecto, podemos poner como ejemplo, la tradicional asistencia que las cooperativas
ponen a disposición de sus personas socias productoras, mediante el asesoramiento técnico
en campo que se desarrolla con personal propio de la cooperativa que visita las explotaciones
con tal finalidad.
Otro ejemplo, lo tenemos en las cooperativas antes mencionadas que tienen por objeto la
adquisición de maquinaria agrícola para su uso en común, más conocidas como CUMAS ya
mencionadas en párrafos anteriores.
En la práctica es habitual que las personas que conducen dichas máquinas sea personal
contratado por la propia cooperativa para dar el servicio de utilización de la maquinaria en
la explotación de las personas socias con objeto de realizar en ella las labores agrarias para
las que la Cooperativa adquirió la maquina o máquinas con que realiza su objeto social. Es
decir, en definitiva, lo que se obtiene con esta incorporación, es ganar en seguridad jurídica,
al regular expresamente una realidad ya tradicional en el sector alimentario.
18.3.4 Incremento del porcentaje de operaciones con terceras personas
En cuanto a las novedades que aporta la nueva ley a través del artículo 113, la novedad
relativa al incremento del porcentaje de operaciones que se pueden realizar con productos
que no procedan de las explotaciones de sus personas socias, supone un avance importante
para las cooperativas agrarias y alimentarias que les permite tener un cierto margen de flexibilidad
a la hora de programar y planificar su actividad productiva por un lado y su actividad
comercial por otro. Pero más allá de ello, en algunos casos puede suponer un instrumento
que evite que la cooperativa tenga que entrar en pérdidas.
Piénsese por ejemplo en el caso bastante habitual de los daños que se producen debido a
inclemencias climáticas, como heladas, granizos, vientos, etc. En muchos de estos casos,
las producciones de las personas socias de la cooperativa pueden sufrir daños que provoquen
una reducción importante del volumen de producción que finalmente pueden entregar en la
cooperativa para su comercialización.
El hecho de que una cooperativa pueda acudir al mercado en busca de producción de terceras
personas no socias con las que mantener el volumen de su actividad comercial, genera a
420

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
su vez dos aspectos de sostenibilidad de la propia cooperativa. Por un lado, esta posibilidad
le permite a la cooperativa poder alcanzar el umbral de rentabilidad al mantener unos ingresos
suficientes para hacer frente a sus costes fijos, que de otra manera en caso de una merma
muy importante de la producción de sus personas socias no llegaría a cubrir, y esto a su vez
permite que al mantener un volumen de producción para comercializar que eleva su poder de
negociación frente a los operadores del mercado, en suma las producciones de sus personas
socias se puedan vender en condiciones aceptables en el mercado y obtener un precio final
de liquidación suficiente.
Por otro lado, esto le permite a la cooperativa mantener los compromisos de ventas con
sus clientes, clientes que perderían en el caso de no poder suplir la falta de producción de
sus personas socias con producción obtenida por otros canales. Y es que, sin duda, hoy día
en el mundo en que nos encontramos, el volumen es un factor crítico para la subsistencia de
muchas actividades, pero desde luego lo es para las actividades que realizan las Cooperativas
Agrarias y Alimentarias.
En suma, esta mayor flexibilidad, aporta a las cooperativas agrarias y alimentarias un novedoso
elemento de competitividad que en suma contribuye al mantenimiento de su posicionamiento
en el mercado y a incrementar su capacidad de organización y poder de negociación
frente a su clientela, en un contexto globalizado donde cada vez la concentración de la
producción y el volumen se convierten en elemento esencial y crítico.
Aun así, y siendo esta novedad un avance importante, cualquier limitación sigue siendo
una desventaja competitiva para las cooperativas con respecto a otros operadores del mercado
que confluyen con las cooperativas en el mismo segmento comercial y no tienen limitaciones
en este sentido impuestas por su norma reguladora.
Piénsese que incluso con una limitación del 49%, en un caso crítico en el que por una
helada, una tormenta de pedrisco, o incluso por una inundación se pudiera perder la cosecha
de las personas socias en un volumen tal que dejara a la cooperativa sin la mayor parte de su
producción, y donde está solo podrá suplir esta carencia con producciones ajenas hasta en
un 49 %, ello incluso podría suponer que la Cooperativa en dicho ejercicio no alcanzase el
punto de equilibrio, y tuviera que entrar en pérdidas. A esto habría que añadir el riesgo que
supone el no poder garantizar el suministro comprometido con su clientela, lo que le puede
hacer perder ésta, y en última instancia que esta pérdida pase de ser algo coyuntural a ser un
perjuicio definitivo.
18.4 Otra normativa aplicable
Además de las normas que ya hemos ido identificando relacionadas con las distintas novedades
que introduce la ley, podemos señalar alguna otra por ser de publicación en cierto
modo reciente o por otros motivos relacionados con los aspectos modificados o que pueden
afectar a los mismos.
Así, por un lado y en lo que se refiere a la denominación, y la incorporación del término
“agroalimentario”, aunque no es exactamente el término acogido por la Ley 11/2019, cabe
señalar por su cercanía temporal como la última norma cooperativa en introducir esta terminología
a la Ley 2/2018, de 18 de junio, por la que se modifica la Ley 4/2002, de 11 de
421

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
abril, de Cooperativas de la Comunidad de Castilla y León. Esta ley que es la última ley de
cooperativas de ámbito autonómico que ha resultado modificada, además de otros muchos
aspectos, también ha incorporado para las cooperativas de esta clase, la denominación de
“agroalimentarias”.
Anterior a ello y en el ámbito estatal, cabe reseñar la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas,
también fue modificada en su artículo 93, donde se regulaban las Cooperativas
Agrarias, mediante la Disposición Final de la Ley 13/2013, de 2 de agosto, de fomento de la
integración de cooperativas y de otras entidades asociativas de carácter agroalimentario. En
la nueva redacción de esta clase de cooperativas se acogió ya por aquél entonces, el término
“agroalimentaria” para referirse a esta clase de cooperativas.
En lo relativo a las modificaciones operadas respecto de las operaciones con terceras personas
no socias, hay que traer a colación por su inevitable relación, las normas reguladoras
del Régimen Fiscal de Cooperativas, vigentes en los tres Territorios Históricos. Esto es, la
Norma Foral 16/1997, de 9 de Junio, sobre Régimen Fiscal de las Cooperativas de Álava, así
como sus homólogas, las Normas Forales 2/1999, de 22 de mayo y la Norma Foral 6/18 de
12 de diciembre de Régimen Fiscal de Cooperativas en Gipuzkoa y Bizkaia respectivamente.
Y la razón de esta mención en este caso particular, viene motivada por el hecho de que estas
normas forales recogen como causa de pérdida de la condición de cooperativa fiscalmente
protegida el no respetar los límites porcentuales en este tipo de operaciones con terceras
personas no socias, considerando como tal causa,
“la realización de operaciones cooperativizadas con terceros no socios, fuera de los casos
permitidos en las leyes.”.
En este punto cabe recordar, que estas normas mantienen en la actualidad los mismo limites
porcentuales que establecía la Ley 4/1993, y en este sentido pudiera llegarse a pensar que
los nuevos límites regulados en la nueva ley de cooperativas, Ley 11/2019, pueden entrar en
colisión con los que mantienen estas normas fiscales, que son más restrictivos.
Bien, pues esta aparente contradicción, se resuelve por sí misma si atendemos literalmente
al contenido de lo establecido en estas normas fiscales, ya que si bien en principio la vulneración
de los límites que las mismas señalan sería causa de perdida de dicha condición de
fiscalmente protegida, sin embargo, el tenor literal de dicha causa de perdida seria la vulneración
de los límites “fijados en las leyes, “sin hacer referencia individual a ningún límite
concreto.
Por este motivo, aun cuando exista una contradicción entre los límites fijados por las normas
fiscales por un lado y la ley de cooperativas por otro, no obstante, al tratarse de una
ley, el aplicar los limites superiores que fija la Ley 11/2019, no podría considerarse una
vulneración de la norma fiscal y por tanto no podría conllevar la perdida de la condición de
fiscalmente protegida.
Por otro lado, estas normas fiscales también prevén la superación de los términos que ellas
mismas fijan, mediante la posibilidad de solicitar la autorización al Departamento de Hacienda
correspondiente, cuando se den circunstancias excepcionales no imputables a la propia
cooperativa, y ésta necesite ampliar dichas actividades por plazo y cuantía determinados.
422

COOPERATIVAS AGRARIAS Y ALIMENTARIAS
Desde esta perspectiva incluso podríamos decir que las normas fiscales en cierto modo
complementan la ley de cooperativas, que también prevé la posibilidad de superar estos porcentajes,
mediante una autorización al efecto, y esta autorización para alcanzar los mayores
límites que permite la Ley 11/2019, podrían incluso autorizarse en aquellos casos en los que
no se cumplieran los requisitos necesarios que esta exige en su nueva redacción en el artículo
113.2, como por ejemplo la existencia de una norma sectorial que lo prevea.
Ello sin duda aporta un mayor margen de maniobra a las cooperativas en esta materia, que
como decimos, se puede volver en un factor de competitividad y en suma de supervivencia
de las propias cooperativas.
423

19. COOPERATIVAS DE EXPLOTACION COMUNITARIA *19
Artículo 114. – Objeto y ámbito.
1.- Estas cooperativas asocian a titulares de derechos de uso y aprovechamiento de bienes
susceptibles de explotación agraria que ceden tales derechos, prestando, además,
o no, su trabajo personal, así como a quienes, sin ceder derechos de disfrute,
van a trabajar en la entidad. Tienen por objeto poner en común tierras u otros medios
de producción para crear y gestionar una única empresa o explotación agraria,
en la que también podrán integrarse bienes que posea la cooperativa por cualquier
título.
Podrán desarrollar cualquier actividad dirigida al cumplimiento de su objeto social,
tanto las dedicadas directamente a la obtención de productos agrarios como
las operaciones preparatorias que tengan por finalidad constituir o perfeccionar la
explotación en todos sus elementos, funciones y procesos, así como las de recolección
y distribución y las conexas y complementarias, y, en general, cuantas resulten
propias de la actividad agraria o sean antecedente, complemento o consecuencia
directa de la misma.
2.- La actividad cooperativa de comercialización de productos procedentes de terceras
personas no socias se regirá por lo previsto en la presente ley para las cooperativas
agrarias y alimentarias. El número de personas trabajadoras con contrato laboral
no podrá ser superior al treinta por ciento del total de personas socias de trabajo de
la cooperativa.
3.- En estas cooperativas, su ámbito estatutario determina el espacio geográfico en el
que las personas socias de trabajo pueden desarrollar habitualmente su actividad
cooperativa y dentro del cual también han de estar situados la mayor parte de los
bienes inmuebles integrantes de la explotación.
Artículo 115. – Régimen de las personas socias.
1.- La eventual acumulación de la doble cualidad de persona socia de trabajo y persona
socia cedente del uso y aprovechamiento de bienes a la cooperativa no permitirá
atribuir más de un voto.
2.- Serán de aplicación a las personas socias de trabajo las normas establecidas en la
presente ley para las personas socias trabajadoras de las cooperativas de trabajo
asociado, con las salvedades contenidas en esta sección.
3.- Los estatutos establecerán el tiempo mínimo de permanencia en la cooperativa de
las personas socias en su condición de cedentes del uso y aprovechamiento de bienes,
sin exceder de quince años, así como las normas sobre transmisión de los derechos
de sus respectivos titulares a la sociedad.
* Comentario realizado por Carlos González Fernández, Letrado Asesor de Euskadiko Kooperatiben
Konfederazioa-KONFEKOOP- Confederación de Cooperativas de Euskadi.
425

COOPERATIVAS DE EXPLOTACIÓN COMUNITARIA
4.- Las personas arrendatarias y demás titulares de un derecho de goce podrán ceder el
uso y aprovechamiento de los bienes por el plazo máximo de duración de su contrato
o título jurídico sin que ello sea causa de desahucio o resolución del mismo.
En tales supuestos, la cooperativa podrá dispensar del cumplimiento del plazo estatutario
de permanencia obligatoria, siempre que la persona titular de los derechos
de uso y aprovechamiento se comprometa a cederlos por todo el tiempo de duración
del vínculo jurídico correspondiente.
Artículo 116. – Estructura económica.
1.- Se diferenciarán las aportaciones patrimoniales efectivas, dinerarias o no dinerarias,
que integrarán el capital social de las prestaciones consistentes en la obligación
de aportar trabajo, servicios o asistencia técnica, que no podrán integrar el
capital social.
2.- Las rentas por la cesión del uso de los bienes y los anticipos por el trabajo serán
análogas al nivel de rentas y de retribuciones salariales usuales en la zona.
Los retornos se acreditarán a las personas socias, según su respectiva actividad
con la cooperativa, en proporción a los anticipos laborales y a las rentas que deba
abonar aquella por la cesión del uso de los bienes.
3.- La imputación de las pérdidas a las personas socias se realizará aplicando los criterios
utilizados para acreditar los retornos, pero los estatutos o la asamblea general
determinarán lo necesario para garantizar a las personas socias de trabajo una
compensación mínima igual al setenta por ciento de las retribuciones satisfechas en
la zona por igual trabajo y, en todo caso, no inferior al importe del salario mínimo
interprofesional.
4.- Los estatutos señalarán el procedimiento para valorar los bienes susceptibles de
explotación en común y podrán regular el régimen de obras, mejoras y servidumbres
que puedan afectar a los bienes cuyo goce haya sido cedido y sean consecuencia del
plan de explotación comunitaria de los mismos. También podrán establecer normas
por las que las personas socias que hayan cedido a la cooperativa el uso y aprovechamiento
de bienes queden obligadas a no transmitir a terceras personas no socias
derechos sobre dichos bienes que impidan el uso y aprovechamiento de los mismos
por la cooperativa durante el tiempo de permanencia obligatoria de la persona socia
en la misma.
19.1 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Tres artículos integran esta Sección 6ª de las Cooperativas de Explotación Comunitaria
que son el “Artículo 114.- Objeto y ámbito”; el “Artículo 115- Régimen de las personas socias”
y el “Artículo 116.- Estructura económica.” respectivamente.
En realidad, muy poco cabe decir sobre esta sección 6ª dedicada a las cooperativas de explotación
comunitaria, pues solamente son tres los aspectos que resultan modificados en la
Ley 11/2019 con respecto de la anterior Ley 4/1993.
Por un lado, los artículos cambian de numeración, siendo así que en la anterior ley a estos
tres artículos les correspondían respectivamente los números 111, 112 y 113, pasando a estar
identificados en la nueva ley con los números 114, 115 y 116 respectivamente.
426

COOPERATIVAS DE EXPLOTACIÓN COMUNITARIA
El segundo aspecto novedoso que se extiende a todo el texto de la Ley, es el relativo al uso
de un lenguaje más adecuado desde la perspectiva de género.
En este sentido, en la redacción se sustituyen términos tales como “socios” por el de “personas
socias”; “trabajadores” es sustituido por el termino de “personas trabajadoras” y
“arrendatarios” por “personas arrendatarias”.
En tercer y último lugar, en el anterior artículo 113, hoy numerado como 116, se elimina
el párrafo 4 que decía.
“4. Los socios de trabajo de las cooperativas de explotación comunitaria están asimilados
a efectos de la Seguridad Social, a trabajadores por cuenta ajena.”
La supresión de este párrafo supone que el siguiente párrafo que venía numerado como 5º
párrafo, en el nuevo articulado le corresponde el número 4.
Aunque el efecto práctico de esta supresión es nulo como luego veremos, sin embargo,
la misma resulta adecuada toda vez que la competencia para regular aspectos relativos a la
Seguridad Social supera la habilitación normativa competencial que el Estatuto de Gernika
confiere a la Comunidad Autónoma Vasca para la regulación de la materia cooperativa.
Pero, aunque esto no fuera así, este especto ya estaba previamente regulado y permanece
a día de hoy concretado en la normativa reguladora de la Seguridad Social, que es donde
verdaderamente corresponde su regulación. Por lo que el hecho de estar o no contemplada en
la ley de cooperativas, no aporta ni modifica en nada a la regulación previa que ya existía de
este aspecto en la norma de la propia Seguridad Social.
Estos son los únicos aspectos que resultan novedosos en la redacción de esta Sección 6ª,
sin que otros cambios de tipo organizativo o estructural hayan sido contemplados como necesarios
o posibles.
19.2 Comentario general y significado práctico
Las cooperativas de explotación comunitaria, en adelante CECAS, como coloquialmente
se las conoce, se trata de cooperativas donde, al igual que ocurre con las cooperativas agrarias
y alimentarias, en una gran mayoría de casos su objeto social se desarrolla en actividades
como pequeñas explotaciones agropecuarias, o agroturismos que en definitiva son negocios
familiares donde las personas que dedican su actividad profesional en las mismas, son matrimonios,
o grupos familiares donde la mujer en la práctica tiene una presencia importante.
Desde este punto de vista, la principal novedad que afecta a esta Sección 6ª, y aunque no
afecta a su organización jurídica, ni a la configuración material de su actividad cooperativa,
sin embargo adquiere una relevancia especial en cuanto a que con el simple cambio en
lo que respecta a leguaje de género se está permitiendo la visibilización de la posición de
importancia que verdaderamente ocupa la mujer en este sector de actividad, y con ello la
invitación implícita a la mayor participación de la mujer en un entorno laboral que le permite
identificarse en el mismo, visualizarse y desarrollarse en condiciones de igualdad de derechos.
No solo en el plano interno de la sociedad, sino en todo lo que supone la asunción de
la verdadera responsabilidad civil, social y fiscal del desarrollo de su actividad laboral en la
empresa cooperativa.
427

COOPERATIVAS DE EXPLOTACIÓN COMUNITARIA
A diferencia de lo que suele acontecer en la mayoría de las modificaciones que desde el
punto de vista jurídico societario se suceden cuando se dicta una nueva norma reguladora
de una forma jurídica societaria, en este caso, nos encontramos con que la novedad aportada
por la nueva ley no afecta en modo alguno a la configuración de dicha forma societaria en si
misma considerada, sino a otro aspecto que no modifica en nada la regulación jurídica de la
misma, pero que en cambio, tiene una relevancia de suma importancia en lo que se refiere al
impulso y desarrollo de esta forma jurídica societaria.
A este respecto, hay que señalar que en la actualidad esta forma cooperativa tiene un desarrollo
muy escaso al menos en lo que se refiere al ámbito de la Comunidad Autónoma del
País Vasco. Sin embargo, desde este punto de vista, la incorporación de la mujer o, mejor
dicho, la recuperación del protagonismo que realmente le corresponde en virtud de su presencia
real, y el impulso a su mayor incorporación, sí puede que tenga una gran repercusión
en el desarrollo de esta modalidad de cooperativas.
En la actualidad, el número de cooperativas de explotación comunitaria que existen es muy
bajo. Ello resulta un tanto paradójico en un entorno rural como el que se da en la Comunidad
Autónoma del País Vasco, donde por la simple orografía ya resulta difícil la existencia de
grandes explotaciones latifundistas que permitan la empresarización de explotaciones agrarias.
Antes al contrario, esta orografía favorece, especialmente en los territorios de Bizkaia
y Gipuzkoa, la existencia de otro tipo de explotaciones más reducidas y de carácter más
familiar, siendo ello un terreno abonado para la constitución de cooperativas de esta clase.
Sin embargo, como decimos, esta fórmula societaria parece que no ha calado en el sector.
Por otro lado, la tradición rural está basada en el modelo del “baserri” tradicional donde las
personas protagonistas son el núcleo familiar. Pues bien, a pesar de ello, y de darse estas dos
condiciones realmente propicias a la conformación de estas explotaciones bajo el modelo
jurídico de la cooperativa de explotación comunitaria, sin embargo, esta modalidad no ha
tenido el desarrollo y la implantación que cabía esperar.
En el año 2008 cuando se promulgó la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la Sociedad Cooperativa
Pequeña de Euskadi, donde solamente se configuraban como posibles modalidades
de Cooperativa Pequeña a las Cooperativas de Trabajo Asociado y a las Cooperativas de
Explotación Comunitaria, se pensó que esta posibilidad de constituir una cooperativa solamente
por dos personas socias, añadida a los otros dos factores arriba indicados, favorecería
la creación de más cooperativas de explotación comunitaria.
Esta regulación llegó incluso a considerarse como una buena oportunidad de ordenar el
sector, y además, que muchas de estas explotaciones agropecuarias familiares que en la mayoría
de los casos se ordenaban bajo la forma de sociedades civiles irregulares o comunidades
de bienes, dada la problemática y la inseguridad jurídica que generaban estas modalidades
sin personalidad jurídica, serían transformadas en cooperativas de explotación comunitaria
pequeñas, adquiriendo así una mayor seguridad jurídica al contar con personalidad jurídica.
Sin embargo, pasados más de 12 años desde la entrada en vigor de aquella ley la realidad
ha puesto de manifiesto lo contrario.
En este sentido cabe preguntarse si una barrera a la mayor constitución de este tipo de cooperativas
puede venir dada por la limitación que a efectos de opción de régimen de Seguridad
Social encuentran sus personas socias.
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COOPERATIVAS DE EXPLOTACIÓN COMUNITARIA
Y es que, como hemos anticipado anteriormente, el Real Decreto Legislativo 8/2015, de 30
de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social,
en su artículo 14, asimila a sus personas socias a personas trabajadoras por cuenta ajena. Este
hecho, elimina toda posibilidad para sus personas socias de acogerse al Régimen Especial de
Trabajadores Autónomos, opción que si se da por el contario en las Cooperativas de Trabajo
Asociado Pequeñas y que permite una mayor flexibilidad a los promotores para optar por un
régimen u otro de Seguridad Social en función de sus necesidades.
Por si esto fuera poco, y derivado de ello, en la actualidad las personas socias que forman
parte de esta modalidad de Cooperativas se están encontrado con otra problemática añadida
y que en modo alguno favorece la constitución de esta modalidad de sociedades, sino todo
lo contrario.
En efecto, resulta problemático el hecho de que en algunas líneas de ayudas que son de
crucial importancia para que este tipo de cooperativas puedan acometer muchas inversiones,
se están generando problemas al considerarse por parte de algunas administraciones gestoras
de estas ayudas, que las personas socias de las mismas no cumplen los requisitos necesarios
para ser considerado persona agricultora profesional, que es uno de los requisitos para el
acceso a dichas líneas de ayuda.
Y esto es así porque en una interpretación inadecuada de dichas normas se está considerando
que el único régimen de Seguridad Social en el que puede estar encuadrado una persona
agricultora profesional es el Régimen Especial de Autónomos. Sin embargo, como hemos
visto, en las CECAS la normativa de la Seguridad Social les equipara a personas trabajadoras
por cuenta ajena, con lo que tienen que estar encuadradas necesariamente en el Régimen
General de la Seguridad Social y no pueden optar por el Régimen Especial de Autónomos.
Pues bien, esta problemática de no solucionarse, a día de hoy quizás pueda conllevar o
favorecer en gran medida la extinción de esta modalidad de cooperativas, toda vez que incluso
desde la misma administración que gestiona dichas ayudas se está desincentivando a
las personas promotoras de los expedientes la constitución de Cooperativas de Explotación
Comunitaria. Por lo tanto, un futuro incierto se cierne sobre esta modalidad societaria.
Por ello en este delicado momento, toda medida que sea favorecedora de la incorporación
de la mujer y su visualización a través de esta modalidad de cooperativa puede contribuir a
evitar su desaparición.
Con ello, el aparentemente pequeño cambio aportado en la nueva Ley 11/2019, con la visibilización
de la mujer mediante un leguaje más inclusivo, cobra una especial importancia,
si con ello se consigue ir dando pasos en favor de una participación efectiva de la misma y
su reconocimiento social.
Por último y como ya se ha mencionado, en cuanto a la eliminación del párrafo 4º que hacía
referencia a la asimilación de las personas socias de trabajo de las Cooperativas de Explotación
Comunitaria a personas trabajadoras por cuenta ajena, hay que señalar que la supresión del
párrafo que hacía referencia a esta asimilación carece de efectos prácticos en la realidad.
Esto es así, por cuanto, al margen de que la anterior ley hiciera o no esta mención, lo cierto
es que ello viene regulado de dicha forma en el artículo 14 de la Ley General de la Seguridad
Social. Por lo tanto, estuviera o no recogido en la ley de cooperativas, esta asimilación en
tanto en cuanto no se modifique la norma de la Seguridad Social que la establece, se dará en
todo caso para estas personas socias de esta modalidad de cooperativas. Por este motivo, la
supresión en la práctica no tiene efectos jurídicos reales.
429

COOPERATIVAS DE EXPLOTACIÓN COMUNITARIA
19.3 Otra normativa aplicable
Como normas de especial mención, relacionadas con esta modalidad de cooperativa, podemos
señalar, por un lado, el artículo 136.1 de la propia ley de cooperativas. Dentro del Título
II, que dedica el Capítulo II a la Sociedad Cooperativa Pequeña, se recoge expresamente a
la Cooperativa de Explotación Comunitaria como una de las dos modalidades posibles de
cooperativas que pueden tener la categoría de Pequeña Cooperativa.
Así es, dicho precepto tiene el siguiente tenor literal:
“1.- La Sociedad Cooperativa Pequeña es aquella sociedad cooperativa de primer grado
perteneciente a la clase de las de trabajo asociado o de explotación comunitaria,
cuyo régimen jurídico se regula mediante el presente capítulo como especialidad de
la sociedad cooperativa.”
Por otro lado, y también destaca según la mención que hemos realizado, la normativa de la
Seguridad Social que delimita el marco regulador a efectos de encuadramiento en la seguridad
social de las personas socias de trabajo de estas cooperativas.
Artículo 14. Socios trabajadores y socios de trabajo de cooperativas.
1. Los socios trabajadores de las cooperativas de trabajo asociado disfrutarán de los
beneficios de la Seguridad Social, pudiendo optar la cooperativa entre las modalidades
siguientes:
a) Como asimilados a trabajadores por cuenta ajena. Dichas cooperativas quedarán
integradas en el Régimen General o en alguno de los regímenes especiales
de la Seguridad Social, según proceda, de acuerdo con su actividad.
b) Como trabajadores autónomos en el régimen especial correspondiente.
Las cooperativas ejercitarán la opción en sus estatutos, y solo podrán modificarla
en los supuestos y condiciones que el Gobierno establezca.
2. Los socios trabajadores de las cooperativas de explotación comunitaria de la tierra
y los socios de trabajo a los que se refiere el artículo 13.4 de la Ley 27/1999, de 16
de julio, de Cooperativas, serán asimilados a trabajadores por cuenta ajena a efectos
de Seguridad Social.
3. En todo caso, no serán de aplicación a las cooperativas de trabajo asociado, ni a
las cooperativas de explotación comunitaria de la tierra ni a los socios trabajadores
que las integran, las normas sobre cotización y prestaciones del Fondo de Garantía
Salarial.
4. Se autoriza al Gobierno para regular el alcance, términos y condiciones de la opción
prevista en este artículo, así como para, en su caso, adaptar las normas de los
regímenes de la Seguridad Social a las peculiaridades de la actividad cooperativa.
Esta normativa, además añade otra particularidad para este tipo de cooperativas, como la
de que tampoco será de aplicación a las mismas ni a las personas socias de trabajo que forman
parte de las mismas, las normas sobre cotización y prestaciones del Fondo de Garantía
Salarial. Si bien no es el objeto de esta glosa el análisis de estar problemáticas, no por ello
deja de resultar interesante mencionarlas y poner de relieve su existencia.
430

20. COOPERATIVAS DE VIVIENDAS *20
20.1 Objeto, operaciones y ámbito
Artículo 117.- Objeto, operaciones y ámbito.
1. – Las cooperativas de viviendas tienen por objeto procurar a sus personas socias
viviendas o locales, edificaciones e instalaciones complementarias; mejorar, conservar
y administrar dichos inmuebles y los elementos, zonas o edificaciones comunes;
crear y prestar los servicios correspondientes, así como rehabilitar viviendas,
locales y edificaciones e instalaciones destinadas a las personas socias.
En todo caso, el objeto social habrá de ser desarrollado, al menos en los aspectos
básicos, directamente por la propia cooperativa, sin perjuicio de que pueda ser facilitado
o complementado de cualquier forma por terceras personas no socias con las
que aquella contrate. Dichos contratos deberán ser dictaminados favorablemente
por el letrado o letrada asesora de la cooperativa.
2. – Podrán adquirir, parcelar y urbanizar terrenos y, en general, desarrollar cuantas
actividades y trabajos sean necesarios para el cumplimiento de su objeto social.
Asimismo, y siempre que lo acuerde la asamblea general, podrán enajenar o arrendar
a terceras personas no socias los locales comerciales y los terrenos, las instalaciones
y edificaciones complementarios de su propiedad que sean disponibles una
vez cubiertas las necesidades de la cooperativa.
También podrán las cooperativas enajenar a terceras personas no socias las viviendas
promovidas, cuando ello sea necesario para la financiación de la promoción
cooperativa, una vez que la totalidad de las personas socias tenga garantizado su
acceso a la vivienda. En este caso, al menos el setenta por ciento de las viviendas
promovidas se adjudicará a las personas socias. La enajenación del resto de viviendas
a terceras personas no socias requerirá la homologación por el Consejo
Superior de Cooperativas de Euskadi que verifique dicha necesidad.
3.- Las cooperativas de viviendas solo podrán realizar la promoción de viviendas y
locales, que en todo caso será única por cada cooperativa, en el territorio a que
alcance el ámbito de las mismas establecido estatutariamente. Dentro del mismo
residirán habitualmente la mayoría de las personas socias, salvo que la cooperativa
estuviese orientada al servicio exclusivo o preferente de personas socias de la tercera
edad o a la promoción de una segunda residencia. En estos casos, la convocatoria
de las asambleas generales se cursará por correo certificado con acuse de recibo
al domicilio que hayan señalado a tal efecto las personas socias.
20.1.1 Introducción
No cabe duda que las cooperativas de viviendas han sido, junto con las de transporte y las
* Comentario realizado por Santiago Merino Hernández, Letrado del Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi.
431

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
denominadas “junior cooperativas”, una de las tipologías sobre las que más ha innovado el
legislador vasco, buscando asegurar que las decisiones básicas de la construcción y gestión
se adopten democráticamente por las propias personas cooperativistas desde su constitución.
Así, el estricto cumplimiento de los principios cooperativos debe ser la base conceptual para
el desarrollo de los proyectos empresariales en un sector que en los últimos años se ha caracterizado
por la existencia de un gran número de controversias precisamente motivadas por
un alejamiento de los citados principios.
Este cumplimiento de los principios cooperativos debe hacerse, no obstante, sin perjuicio
de que por la profesionalidad que requiere la promoción inmobiliaria sea necesaria la
contratación de una entidad gestora que asesore sobre la construcción y financiación de la
cooperativa. Recordemos que las personas que se unen en la cooperativa muchas veces no se
conocen entre ellas, al tiempo que desarrollan proyectos empresariales de gran importancia
económica. Dicho esto, y a pesar de la necesidad de la profesionalización citada, el control
de la promoción no puede dejar de estar en manos de las personas socias de la cooperativa,
debiéndose asegurar en todo caso la información y transparencia de todas las operaciones.
20.1.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
En este capítulo, relativo al objeto, operaciones y ámbito, y como ya hemos adelantado,
se ha querido dejar expresamente reflejado que el objeto social habrá de ser desarrollado, al
menos en los aspectos básicos, directamente por la propia cooperativa, sin perjuicio de que
pueda ser facilitado o complementado de cualquier forma por terceras personas no socias con
las que aquella contrate. En efecto, es la cooperativa la que desarrolla la actividad cooperativizada
y la que en definitiva tiene la capacidad de decisión a través de sus órganos competentes
(asamblea y consejo rector) y no las empresas gestoras como ha venido sucediendo
en muchas ocasiones, las cuales deberán estar a lo que con ellas se contrate de conformidad
con el código civil (obligaciones y contratos). Pero, es más, y como una importante novedad
respecto a la normativa anterior, dichos contratos deberán ser dictaminados favorablemente
por el letrado o letrada asesora, figura ésta a la que nos referiremos más adelante cuando
comentemos el artículo 121.
La posibilidad de enajenar o arrendar a terceras personas no socias los locales comerciales,
terrenos e instalaciones y edificaciones complementarias ya venía reflejada en la legislación
derogada si bien se condiciona en la vigente a que lo acuerde favorablemente la asamblea
general.
Siguiendo con las novedades, diremos que este artículo presenta la posibilidad de enajenar
a terceras personas no sólo lo ya expuesto, de alguna forma no directamente relacionado con
las viviendas promovidas, sino también éstas cuando ello sea necesario para la financiación
de la promoción cooperativa y una vez que la totalidad de las personas socias tenga garantizado
su acceso a la vivienda. En todo caso, al menos el setenta por ciento de las viviendas
promovidas se adjudicará a las personas socias. Este porcentaje hemos de contextualizarlo
con el generalmente establecido para las operaciones con terceros en el resto de clases de
cooperativas y al que se llegó después de haberse reconducido un porcentaje que todavía
era mayor en borradores iniciales de la norma. Si lo que se ha pretendido es normalizar esta
clase de cooperativas en parámetros cooperativos el porcentaje de operaciones con terceros
debía ser, como ha ocurrido, el mismo que el establecido para otras cooperativas y no impo-
432

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
sibilitarlo como ocurría hasta la fecha, ni desbordar ese treinta por ciento establecidos para
todos los supuestos.
No obstante lo anterior, esta enajenación del resto de viviendas a terceras personas no socias
requerirá la homologación por el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi (en adelante
CSCE-EKGK) que verifique la necesidad a la que nos hemos referido. Surge entonces
la duda de lo que puede entender esta entidad pública por necesidad financiera para la promoción,
criterio éste que, a nuestro entender, y sin perjuicio de lo que vaya determinado la institución,
no puede ser definido ex ante de la promoción puesto que si ésta tuviera problemas
financieros lo que no tendría es que llevarse a cabo por un criterio de prudencia económica.
Estamos pensando en cambio en situaciones sobrevenidas a la constitución de la cooperativa
y que pondrían en serio peligro la viabilidad de la misma. Es el caso de las consecuencias
financieras derivadas, por ejemplo, por las bajas de personas socias que además no pueden
hacerse cargo de los compromisos adquiridos, al tiempo que se comprueba la imposibilidad
de conseguir más personas socias cuando sí que es posible enajenar las viviendas a terceras
personas. En realidad, esta posibilidad que motivaría la homologación del CSCE-EKGK
ya la encontramos de alguna forma en la disposición transitoria segunda de la Ley 5/2011,
de 29 de marzo, de Economía Social cuando señala que “las cooperativas de viviendas podrán
enajenar o arrendar a terceros no socios, las viviendas de su propiedad iniciadas con
anterioridad a la entrada en vigor de la presente Ley. En este supuesto, la enajenación o
arrendamiento de las viviendas y sus condiciones generales deberán haber sido acordadas
previamente por la Asamblea General. Adicionalmente, estas operaciones con terceros no
socios podrán alcanzar como límite máximo el 50 por ciento de las realizadas con los socios.
La Asamblea General acordará también el destino del importe obtenido por la enajenación
o arrendamiento”. En esta ocasión, se buscó paliar las consecuencias derivadas de la crisis
inmobiliaria del 2008 y que los proyectos cooperativos pudieran finalizar, algo que pensamos
ha motivado tanto la novedad introducida en la LCE como el control necesario por parte del
CSCE-EKGK. Por último, pensamos que esta entidad tampoco va a ser ajena, a la hora de la
homologación, a proyectos presentados en colaboración con otras administraciones públicas
(es el caso de entidades locales por ejemplo que, sin ser socias, permutan el suelo donde
se desarrollará la promoción por un determinado número de viviendas) o, esta vez ya en el
ámbito privado, a operaciones de permutas condicionadas a la futura teneduría de viviendas
promovidas y sin las que no podría desarrollarse la promoción.
Particular mención debemos hacer a la referencia que se hace en la exposición de motivos
de la norma a que la limitación vista “lo será con independencia de posibles actuaciones
de realojo”, si bien no se incorpora esta excepción al texto articulado generándose por tanto
dudas sobre dicha aplicación. Sobre el valor normativo de las exposiciones de motivos
o preámbulos de las normas legales aprobadas, ya se ha pronunciado el Tribunal Constitucional.
A saber, Sentencia 36/1981, de 12 de noviembre, en cuyo Fundamento Jurídico
7º declaró que “el preámbulo no tiene valor normativo aunque es un elemento a tener en
cuenta en la interpretación de las Leyes”; Sentencia 150/1990, de 4 de octubre, en cuyo
Fundamento Jurídico 2º declaró que “los preámbulos o exposiciones de motivos de las leyes
carecen de valor normativo y no pueden ser objeto de un recurso de inconstitucionalidad”;
o la Sentencia 90/2009, de 20 de abril, en cuyo Fundamento Jurídico 6º establece que “En
efecto, aunque los preámbulos o exposiciones de motivos de las Leyes carecen de valor normativo…”.
Además, podemos citar otras sentencias de este Tribunal en similar sentido como
433

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
las siguientes: 36/1981, de 12 de noviembre, Fundamento Jurídico 7º; 150/1990, de 4 de octubre,
Fundamento Jurídico 2º; 173/1998, de 23 de julio, Fundamento Jurídico 4º; 116/1999,
de 17 de junio, Fundamento Jurídico 2º; o 222/2006, de 6 de julio, Fundamento Jurídico 8º).
Así, y siguiendo la doctrina del Tribunal Constitucional, diremos que nos ayuda a interpretar
la norma, a entender a la persona que legisla y cómo debemos aplicar lo establecido por ésta.
En este sentido, sorprende que no se haya traslado al texto articulado que la limitación del
treinta por ciento para realizar operaciones con terceras personas lo sea con independencia de
actuaciones de realojo. Ante esto, pensamos que debemos remitirnos sobre todo a la normativa
administrativa que pudiera contemplar estas actuaciones en vivienda protegida, así como
al criterio interpretativo que puede tener el CSCE-EKGK en el control de las operaciones
con terceros, y no tanto a una excepción general que debiera haber sido incorporada como
tal al texto articulado.
Por último, y como una importante novedad, las cooperativas de viviendas, a diferencia
de lo habido hasta la fecha, sólo podrán realizar una promoción de viviendas y locales por
cooperativa. Esta regulación no sólo se separa de la norma derogada, sino que también lo
hace de muchas legislaciones autonómicas que precisamente justifican el desarrollo del sector
en la existencia de varias promociones diferenciadas y en las que unas sirven de garantía
a las otras. Así, por ejemplo, en la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas (en adelante
LGC) se establece expresamente en su art. 90 una autonomía de gestión y patrimonial entre
las diferentes fases o promociones, no respondiendo unas promociones por las deudas generadas
en las otras (además de tener denominación específica y juntas especiales de socios y
socias de la promoción, con independencia de la cooperativa). En este sentido, si atendemos
a la posibilidad de desarrollar o no fases o promociones en el marco de una única cooperativa
nos encontramos con dos modelos alternativos. Frente a un modelo circunstancial que
se agota con la misma finalización de la promoción, nos encontramos con cooperativas que
se presentan con vocación de permanencia en el mercado de la promoción, buscando con
ello, entre otras cosas, minimizar los costes fijos al ser compartidos los mismos por todas las
promociones.
Pues bien, frente al modelo anterior en el que a pesar de la obligación de llevar contabilidad
separada y de la toma de decisiones diferenciadas en juntas de cada promoción, la LCE
ha optado por superar el confusionismo que en muchas ocasiones reinaba, incluso a veces
interesado, por la existencia de un único balance y cuenta de explotación, y que en la práctica
ha llevado a que personas socias asumieran responsabilidades por otras, aportaciones incluso
importantes cantidades de dinero para evitar el concurso de la cooperativa ante los problemas
habidos tan sólo en una de las promociones. Con todo, quien legisla en el territorio vasco ha
buscado la seguridad jurídica de las personas socias en el proyecto cooperativo asignado a
cada una la responsabilidad que en verdad le pudiera corresponder en forma de identificar
cooperativa con promoción.
20.1.3 Comentario general y significado práctico
Abordamos en el presente capítulo una de las clases de cooperativas más relevantes sobre
todo si atendemos a la importancia creciente, en lo social y en lo económico, que ha ido teniendo
desde hace ya muchos años todo lo relativo a la problemática del suelo y los nuevos
modelos residenciales en nuestro país.
434

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
El artículo que comentamos, el 117, versa sobre el objeto, operaciones y ámbito de esta
clase de cooperativas, y respecto a estas materias sigue en general la tendencia marcada en
la norma derogada, así como en otras legislaciones autonómicas.
Sin embargo, lo que no cabe duda es que la diversidad cada vez mayor exige soluciones
diferentes para cada tipo de cooperativa, como así lo demuestra la existencia de las cooperativas
de viviendas como una clase diferenciada en la totalidad de leyes de nuestro entorno
más cercano; si bien la norma, como es lógico, no tiene en cuenta la diversidad de supuestos
existentes en el tráfico, debiéndonos remitir en muchas cuestiones a la regulación general, lo
que en esta clase de cooperativa significa un añadido esfuerzo por la propia naturaleza que
éstas presentan.
En esta clase de cooperativas, cuyo objeto social se define en el punto 1 del artículo, vemos
una singular relación de la persona socia con la cooperativa, diferenciándose la relación
societaria que se establece, derivada de su obligada participación en el capital social (participación
económica) y de la participación en los órganos sociales (participación en la gestión),
de la que se establece por la participación en la actividad cooperativizada Pero ¿cuál es esa
actividad cooperativizada en las cooperativas de vivienda? Pensamos que esta actividad se
define y caracteriza por la ejecución de una serie de derechos y obligaciones. Por una parte,
el derecho del socio a una vivienda y la obligación de la cooperativa de procurársela; y, por
otra parte, el derecho de la cooperativa de obtener de la persona socia los recursos suficientes
para hacer frente a la promoción. La actividad cooperativizada que realiza la persona socia
en las cooperativas de vivienda en España es principalmente la promoción de viviendas
para su adjudicación en propiedad a sus socios y socias, siendo excepcionales aquellas que
promueven las viviendas en alquiler o aquellas que se dedican a la administración de la
propiedad horizontal, sin olvidar las pocas experiencias habidas en relación al régimen de la
cesión de uso.
A la hora de establecer la naturaleza jurídica de la relación que estamos describiendo, diremos
que la misma se ha venido considerando como una representación indirecta en donde
la cooperativa actúa frente a terceros en su propio nombre, consecuencia de su personalidad
jurídica propia, pero por cuenta de la persona socia en lo que de alguna forma podemos
entender que estaríamos tan sólo en una simple titularidad formal o fiduciaria. En cualquier
caso, y a falta de pacto expreso o regulación normativa ad hoc, la cooperativa recibe las cantidades
entregadas a cuenta no a título de propiedad, sino por cuenta e interés de la persona
socia y precisamente para su gestión bajo régimen cooperativo. Nos encontramos, por tanto,
en cuanto a las cantidades entregadas a cuenta de adjudicación de vivienda, con auténticas e
independientes masas de gestión económicas tendentes a la consecución de un fin, definitorias
de la actividad económica y sujetas a un trato contable y fiscal diferenciado.
El artículo, en su apartado tercero, y respecto a su ámbito territorial, se remite a lo que se
establezca en los estatutos de cada cooperativa, estableciendo que dentro de dicho ámbito
deberán residir habitualmente la mayoría (entendemos que la mitad más uno) de las personas
socias. En este sentido, entendemos por “residencia habitual” de una persona física (concepto
distinto al del domicilio) aquel lugar en el que la persona socia viva habitualmente
debido a la existencia de vínculos personales y profesionales, y que en términos fiscales se
concreta en más de seis meses al año. La norma exceptúa cuando la cooperativa esté orientada
al servicio exclusivo o preferente de personas socias de la tercera edad o a la promoción
de una segunda residencia. Esta última referencia no hace más que confirmar la extensión
435

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
del modelo superando creencias que las cooperativas de viviendas sólo se pueden constituir
para posibilitar el acceso a la vivienda habitual, algo que sí ocurre cuando la promoción es
de vivienda protegida, pero que no restringe el objeto general de esta clase de cooperativas.
En definitiva, este artículo, teñido de importantes novedades que ya han sido tratadas,
refleja con un amplio objeto social que abarca no sólo el hecho promocional sino la mejora,
conservación y administración de los inmuebles y/o otros elementos comunes, además de la
prestación de los servicios inherentes a los mismos destinados a las personas socias. Y para
tal fin, la cooperativa podrá realizar cuantas actividades y trabajos sean necesarios para su
cumplimiento.
20.1.4 Otra normativa aplicable
El cooperativismo de vivienda vasco ha tenido hasta la fecha un tratamiento en buena
parte distinto del establecido en la normativa estatal, diferenciación que se hace más notable
a la vista de la vigente LCE. No obstante, no podemos obviar que la LGC (y más en
concreto los artículos 89-92) se configura como supletoria en la Comunidad Autónoma del
País Vasco (en adelante CAPV).
Por otro lado, en el ámbito estatal, sin olvidar por supuesto el código civil y otras normas
de general aplicación, si atendemos a la materia de vivienda, no podemos dejar de mencionar
la siguiente normativa:
- Real Decreto 7/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la
Ley de Suelo y Rehabilitación Urbana.
- Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de Ordenación de la Edificación.
Además, en la CAPV citaremos como marco general, conjuntamente con sus normas de
desarrollo, las siguientes normas:
- Ley 2/2006, de 30 de junio, de suelo y urbanismo.
- Ley 2/2014, de 2 de octubre, de modificación de la Ley 2/2006, de Suelo y Urbanismo.
- Ley 3/2015, de 18 de junio.
20.2 Régimen de adjudicación o cesión
Artículo 118.- Régimen de adjudicación o cesión
1.- La propiedad o el uso y disfrute, habitual o por temporadas, de las viviendas y locales
podrán ser adjudicados o cedidos a las personas socias mediante cualquier título
admitido en derecho.
2.- Adjudicada la propiedad de viviendas y locales promovidos, la cooperativa deberá
disolverse, pero siempre y cuando haya transcurrido el plazo de garantía y el legal
previsto para responder de los vicios ocultos como entidad promotora, a contar desde
la fecha de su adjudicación, salvo que los estatutos o convenios de colaboración
suscritos con entidades públicas establezcan un plazo superior.
3.- Cuando la cooperativa promueva o adquiera un conjunto de viviendas y locales,
todo ello como inmueble único, para su cesión a las personas socias, el conjunto
inmobiliario será pro- piedad de la cooperativa en pleno dominio u otro derecho,
con carácter indefinido o de duración determinada si así se prevé en los estatutos.
436

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
En tal caso, las personas socias cooperadoras ostentarán un derecho de uso sobre la
vivienda y locales que les sean adjudicados por la cooperativa conforme a sus estatutos
y normas de organización interna que regularán sus derechos y obligaciones.
En este tipo de cooperativas de cesión de uso, para adquirir la condición de persona
socia habrá de suscribirse una aportación al capital, que tendrá como importe
máximo el que le corresponda en función de los costes de promoción o adquisición
del inmueble. Las personas socias abonarán, además, las cuotas periódicas que
fijen los órganos de la cooperativa para el mantenimiento, mejora y conceptos asimilables
correspondientes al inmueble residencial.
En caso de baja de la persona socia, su derecho de uso se pondrá a disposición del
consejo rector, que lo adjudicará a una nueva persona socia. El derecho de uso es
transmisible mortis causa a quienes sean causahabientes de la persona socia fallecida,
previa su admisión como personas socias, de conformidad con los requisitos
generales, si así lo solicitaren en el plazo de tres meses. En otro caso, tendrán derecho
a la liquidación del crédito correspondiente.
4.- Será de aplicación al importe de reembolso lo regulado en el artículo 119.6 de la
presente ley.
29.2.1 Introducción
En el artículo 118 se recoge, además de la necesaria disolución de la cooperativa adjudicada
la propiedad de las viviendas y locales promovidos, una de novedades más importantes
como es la incorporación al derecho positivo, y por primera vez en todo el Estado español, de
las cooperativas de viviendas en régimen de cesión de uso. Estas experiencias ya consolidadas
y generalizadas en otros países como Dinamarca, Alemania, Canadá o Uruguay con sus
evidentes singularidades, se han incorporado definitivamente a nuestro derecho cooperativo
gracias a la vigente LCE.
La verdad es que la Ley 3/2015 de Vivienda ya hablaba de este modelo cuando en su Disposición
Adicional Tercera regulaba la “Promoción o adquisición de conjuntos residenciales
por asociaciones sin ánimo de lucro, en régimen de cesión de uso”. Esta norma ha servido a
toda una serie de políticas gubernamentales implementadas por Gobierno Vasco que definitivamente
ha apostado por estos nuevos modelos de desarrollo, por lo menos en forma de experiencias
piloto, para satisfacer las necesidades residenciales. Un claro ejemplo lo podemos
encontrar en el plan Director de Vivienda 2018-2020 del Gobierno Vasco que ha reflejado de
forma expresa este modelo cooperativo.
20.2.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El artículo 118 prácticamente en su totalidad incorpora novedades, recogiendo tan sólo de
la normativa derogada la posibilidad de que la adjudicación o el uso y disfrute, habitual o
por temporada de las viviendas y locales, pueda hacerse mediante cualquier título admitido
en derecho.
Así, el punto 2 establece la necesaria disolución (el texto habla de “deberá disolverse”), si
bien siempre y cuando haya transcurrido el plazo de garantía y el legal previsto para responder
de los vicios ocultos como entidad promotora. Pero ¿cuáles son estos plazos?
437

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
De conformidad con el artículo 17 de la Ley 38/1999, de Ordenación de la Edificación,
sin perjuicio de otras responsabilidades contractuales, las personas físicas o jurídicas (la
cooperativa en nuestro caso) que intervienen en el proceso de la edificación (recordemos
que la cooperativa se configura como entidad promotora) responden frente a los propietarios
y propietarias y las terceras personas adquirentes de los edificios o parte de los mismos, en
el caso de que sean objeto de división, de los siguientes daños materiales ocasionados en el
edificio dentro de los plazos indicados, contados desde la fecha de recepción de la obra, sin
reservas o desde la subsanación de éstas:
a) Durante diez años, de los daños materiales causados en el edificio por vicios o defectos
que afecten a la cimentación, los soportes, las vigas, los forjados, los muros
de carga u otros elementos estructurales, y que comprometan directamente la resistencia
mecánica y la estabilidad del edificio.
b) Durante tres años, de los daños materiales causados en el edificio por vicios o defectos
de los elementos constructivos o de las instalaciones que ocasionen el incumplimiento
de los requisitos de habitabilidad del apartado 1, letra c), del artículo 3 de la
Ley 38/1999.
c) Por último, el constructor o constructora también responderá de los daños materiales
por vicios o defectos de ejecución que afecten a elementos de terminación o acabado
de las obras dentro del plazo de un año.
Respecto al dies a quo para el cómputo de los plazos, la LCE establece que será desde la
fecha de adjudicación. Además, la LCE ha querido reflejar que es posible que los propios
estatutos o convenios suscritos con entidades públicas establezcan un plazo superior en cuyo
caso tendremos que estar a lo que en ellos se establezca. Analizando la redacción vista, y
siguiendo la literalidad de la misma, se puede pensar que el Registro de Cooperativas de
Euskadi no podrá inscribir la liquidación de una cooperativa y proceder a cancelar los asientos
registrales hasta que no hayan trascurrido los plazos expuestos de conformidad con el
artículo 17 de la Ley 38/1999. Sin embargo, y de forma alternativa, podrá hacerlo cuando
se acredite ante el propio Registro que se ha garantizado el pago por un tercero, respecto
de dichos vicios ocultos, en relación con todas y cada una de las edificaciones que hubiera
promovido, con expresión de las cantidades aseguradas, así como de la entidad que garantice
el pago. Esta interpretación, con justificación en la normativa propia del Registro, no busca
más que evitar la permanencia en el tiempo de cooperativas que ya no realizan la actividad
cooperativizada, y que puede llegar hasta los diez años, cuando han garantizado debidamente
sus posibles responsabilidades.
El punto 3 del artículo, y entendemos que también el 4, regulan las cooperativas en régimen
de cesión de uso, las cuales trataremos con carácter general en el apartado siguiente.
20.2.3 Comentario general y significado práctico
Centrando el comentario en las cooperativas en régimen de cesión de uso en la medida que
lo referente a la necesaria disolución de la cooperativa una vez adjudicada la propiedad de
viviendas o locales ya ha sido tratada en el punto anterior, diremos que la regulación nace de
la excepción que significan éstas al no procederse a la adjudicación a las personas socias de
la propiedad de las viviendas y locales. En este sentido, hubiéramos preferido una diferenciación
entre cooperativas de promoción de viviendas (así tenían que haber sido denominadas)
438

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
y cooperativas en régimen de cesión de uso en secciones separadas, todo ello sin perjuicio
de las otras posibilidades que permite la propia LCE. No cabe duda que las cooperativas de
viviendas a las que se refiere quien legisla, y que nosotros identificamos como de promoción
de viviendas, a pesar de ser la tipología ampliamente mayoritaria tan sólo son una posibilidad
más que ofrece el modelo.
Atendiendo en particular a las cooperativas en régimen de cesión de uso, éstas representan
otra fórmula dentro del cooperativismo de viviendas que la normativa actual establece como
posibilidad, frente al régimen de adquisición de la propiedad que ha acaparado prácticamente
la totalidad del mercado. En éstas las propias cooperativas mantienen la propiedad con carácter
indefinido o de duración determinada (si así lo contemplan los estatutos) del conjunto
inmobiliario en pleno dominio u otro derecho, una vez construida, de forma que el socio
dispone solamente del derecho de uso para el disfrute de la vivienda a cambio de una renta,
contribución o alquiler.
Este modelo que se asocia también al denominado modelo Andel, fuertemente arraigado
en los países escandinavos desde hace décadas, no se ha implantado hasta la fecha en nuestro
entorno salvo experiencias puntuales a pesar de que el marco normativo permitía su aplicación.
La propia Exposición de Motivos de la LCE anuncia una “… regulación precisa, que
mejora sustantivamente la mera posibilidad sugerida en la norma derogada, de las cooperativas
de viviendas de cesión de uso como alternativa a la adjudicación en propiedad”;
mención ésta que confirma la idea de que nada impedía constituir cooperativas en régimen de
cesión de uso bajo la norma derogada, si bien la definitiva incorporación al derecho positivo
cooperativo, incluso en todo el Estado, se ha producido con la actual LCE.
Ahondando en el citado modelo Andel, éste nació en Dinamarca en 1911 y tuvo un importante
crecimiento hasta la década de los 70. Funciona de manera democrática, los miembros
habitantes del Andel no pueden transformarlo en una propiedad tradicional, aunque tienen
más derechos que un inquilino o inquilina convencional, al ser éste un modelo que como ya
hemos expuesto establece con carácter general el uso indefinido de la vivienda. Podemos
encontrar estas experiencias con especial con especial arraigo en países como Suecia, Dinamarca
o Alemania. En estos países las cooperativas de vivienda tienen en la actualidad (datos
reflejados en el Tratado de Derecho de Sociedades Cooperativas, 2ª, tirant lo blanc edición,
2019) un notable peso cuantitativo sobre el conjunto del parque de viviendas. Así, por ejemplo,
en Dinamarca, 125.000 viviendas se encuentran gestionadas a través del modelo Andel,
con especial incidencia en las ciudades. En Alemania el peso de las cooperativas de viviendas
sobre el conjunto del parque construido es muy relevante y el modelo de cesión de uso
es dominante, de manera que cerca de 5 millones de personas residen en cooperativas de viviendas
(aproximadamente 6% de la población alemana). En Suecia, la Federación Nacional
de cooperativas suecas HSB gestiona en torno a 400.000 viviendas, de las cuales la mayor
parte (310.000) corresponde al modelo asimilable a la cesión de uso en el que las personas
que residen son inquilinos y la propiedad se mantiene en la cooperativa. Son varios los países
de Europa que han utilizado esta fórmula y que también existe y tiene una larga tradición en
otros países como Uruguay, Canadá o Israel. En España hasta el momento, aunque como ya
hemos citado anteriormente que la legislación lo permite, son muy escasas las experiencias
habidas. Sin embargo, en la actualidad se percibe desde diversos ámbitos un creciente interés
en estos modelos para atender a problemas particulares como los derivados, y es tan sólo un
ejemplo, del envejecimiento en nuestra sociedad y la gestión de los cuidados.
439

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
El mismo punto 3 del artículo establece que las personas socias cooperadoras ostentarán
un derecho de uso sobre la vivienda y locales que les será adjudicado por la cooperativa
conforme a sus estatutos y normas de organización interna y en donde se establecerán sus
derechos y obligaciones. Esta remisión a la normativa propia hace referencia a la forma de
adjudicación, pero no caben matizaciones respecto a lo que nosotros entendemos como un
contrato de cesión de uso atípico (uso y disfrute) de los regulados en el código civil. Lo que
sí parece obvio es que en ese contrato deberán, como dice la norma, fijarse los derechos y
obligaciones de las personas socias, que deberán a su vez enmarcarse en toda la normativa
interna de la cooperativa.
Quien legisla se sitúa en la fase constituyente de la cooperativa cuando diferencia las aportaciones
a capital de las cuotas periódicas que deben aportar las personas socias. No sabemos
muy bien por qué no pueden suscribirse aportaciones a capital más allá de las que les puedan
corresponder a las personas socias en función de los costes de promoción o adquisición del
inmueble, pero es posible que se haya querido garantizar el principio de puerta abierta (y
de igualdad) y que no se penalice a personas socias que accedan a tal condición de forma
ulterior a estos procesos. Además, y como no puede ser de otra forma, las personas socias
abonarán las cuotas periódicas que fijen los órganos de la cooperativa para el mantenimiento,
mejora y conceptos asimilables correspondientes al inmueble residencial.
Pero veamos todo ello de forma más pormenorizada. En estas cooperativas son varias las
obligaciones a las que deben enfrentarse las personas socias. Por una parte, como ya hemos
visto, el coste de promoción o adjudicación del inmueble y por otra los gastos de mantenimiento
y mejora. El coste de promoción por lo general suele estar financiado por un crédito
promotor por lo que entonces debemos diferenciar las aportaciones iniciales, la amortización
del crédito y el mantenimiento. De la forma de contabilización de este crédito promotor y en
general del modelo constituido surgen notables diferencias ya que de producirse la baja de
una persona socia tendrá derecho o no a la amortización del citado crédito. La posibilidad de
que el rembolso abarque las cantidades amortizadas (caso de que nos encontremos con aportaciones
a capital que incluyan ese concepto) hace seguramente más igualitario el modelo en
la medida que las personas socias llegadas deben hacer el mismo esfuerzo que los constituyentes
si bien puede generar importantes problemas financieros a la cooperativa en los casos
de bajas. La posibilidad de que el crédito sea de la cooperativa y que una vez amortizado en
nada se vincule con las aportaciones a capital garantizará sin duda el acceso a nuevos socios
y socias y que no se presenten en el futuro problemas financieros vinculados al reembolso.
Son éstas cuestiones que deberán definirse en los propios estatutos de la cooperativa como
lo es también la clarificación de los modelos convivenciales en el marco de la cooperativa y
relativo al uso de las viviendas.
En caso de baja de la persona socia se establece que su derecho se pondrá a disposición
del consejo rector, que lo adjudicará a una nueva persona socia, impidiéndose (acertadamente
a nuestro juicio) la trasmisión intervivos que podría conllevar efectos especulativos.
Como decimos, la fiscalización por las personas responsables de la cooperativa garantiza
la inexistencia de lucro o beneficio especulativo en la mencionada operación, cuestión ésta
precisamente característica de las cooperativas de vivienda en régimen de cesión de uso. Por
otro lado, el derecho de uso es transmisible mortis causa a quienes sean causahabientes de la
persona socia fallecida. También en este caso la trasmisión está condiciona a la adquisición
de la condición de persona socia (si lo solicita en tres meses) de conformidad con los requi-
440

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
sitos generales y que es evidente puede no cumplirse lo conllevaría el derecho tan sólo al
capital del finado que como heredero o heredera tuviera.
No podemos terminar este comentario sin referirnos a que con este modelo se abre todo un
abanico de posibilidades en el compartir y en la generación de espacios comunes de cara a la
integración de todas las personas en un único espacio: mismos intereses, atención sociosanitaria,
gastos compartidos, comunicación intergeneracional…, en definitiva, ayuda mutua.
El último punto del artículo, el 4, establece que será de aplicación al importe de reembolso
lo regulado en el artículo 119.6 de la LCE. Este último artículo hace referencia a que, si lo
prevén los estatutos, podrán aplicarse a las cantidades entregadas por la persona socia para
financiar el pago de las viviendas y locales las deducciones hasta un máximo del cincuenta
por ciento de los porcentajes que se establecen en el artículo 66.1 de la LCE para los casos de
expulsión y baja no justificada. En relación a esto no sabemos por qué no se ha incorporado
dentro del propio punto 3 ya que parece que se refiere a las cooperativas en régimen de cesión
de uso. Y pensamos que debe ser así en la medida que dicha cuestión está recogida con
carácter general en el propio 119.6 al que se remite. Como decimos, quizás hubiera sido más
adecuado incardinar esta mención en el punto 3 si bien en párrafo diferenciado.
20.3 Régimen de adjudicación o cesión
Artículo 119.- Régimen de las personas socias.
1.- Las cooperativas de viviendas se constituirán por, al menos, el cincuenta por ciento
del total de las personas socias a las que se refiere el artículo 117.1 precedente, en
función del proyecto promovido que deberá contener la escritura de constitución.
Este porcentaje no será exigible para las cooperativas de viviendas que vayan a:
a) Realizar una promoción concertada impulsada por la Comunidad Autónoma del
País Vasco.
b) Realizar una promoción convenida con una o varias administraciones o entidades
con participación pública.
c) Adquirir terrenos de dichas administraciones o entidades con participación pública,
bien por enajenación directa, bien por concurso.
2.- En el momento de la constitución, a efectos de lo regulado en el párrafo tercero del
artículo 19.1 de la presente ley, podrán computarse las personas socias colaboradoras,
sin per- juicio de la posterior incorporación de las personas socias adjudicatarias
o cesionarias de las viviendas, de conformidad con las normas vigentes en
materia de promoción de viviendas de protección pública.
Las personas socias que promuevan una cooperativa de viviendas de protección
pública únicamente podrán adoptar los acuerdos que resulten estrictamente necesarios
hasta la calificación provisional de la promoción; si bien los acuerdos a que
se refiere el artículo 121.2 de esta ley serán adoptados cuando la cooperativa esté
conformada por las personas socias adjudicatarias o cesionarias del proyecto promovido.
3.- Las cooperativas de vivienda asociarán mayoritariamente a personas físicas y a entidades
cooperativas. El cumplimiento de los requisitos para adquirir la condición
441

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
de socia o socio deberá ser dictaminado favorablemente por el letrado o letrada
asesora, excepto en las promociones de viviendas de protección pública.
4.- En el supuesto de que se solicite por parte de la cooperativa cantidades anticipadas
a cuenta de edificación a las personas adjudicatarias, las referidas cantidades
deberán estar garantizadas mediante el correspondiente contrato de aval o seguro
que indemnice en caso de incumplimiento de contrato, de conformidad con la Ley
38/1999, de 5 de noviembre, de Ordenación de la Edificación.
5.- En las cooperativas en que se adjudica la propiedad, ninguna persona física podrá
ser titular de más de dos viviendas en régimen cooperativo, salvo los derechos reconocidos
a las familias numerosas.
6.- En caso de baja de la persona socia, si lo prevén los estatutos, podrán aplicarse a
las cantidades entregadas por esta para financiar el pago de las viviendas y locales
las deducciones a que se refiere el artículo 66.1 hasta un máximo del cincuenta por
ciento de los porcentajes que en el mismo se establecen.
Las cantidades a que se refiere el párrafo anterior, así como las aportaciones de
persona socia al capital social, deberán reembolsarse a esta en el momento en que
sea sustituida en sus derechos y obligaciones por otra persona socia o por tercera
persona no socia.
La persona socia que cause baja de la cooperativa antes de la formalización de la
adjudicación de su vivienda o local deberá seguir haciendo frente a los compromisos
asumidos para su edificación, con el límite máximo que resulte del precio final
para su adjudicación. Todo ello hasta que no sea sustituida en sus derechos y obligaciones
por persona socia o por tercera persona no socia en la vivienda o local
que tuviese adjudicado, pero mantendrá sus obligaciones cuando se incorporase
una nueva persona socia o una tercera persona no socia a la que se le asignase otra
vivienda o local diferente al suyo.
7.- La responsabilidad de las personas socias de las cooperativas de viviendas es de
carácter mancomunado simple, siendo su límite máximo el que se corresponda con
el importe de sus aportaciones obligatorias y voluntarias al capital social, así como
las cantidades entregadas a cuenta para hacer frente a la edificación y las que tuviese
que realizar para cubrir el precio de adjudicación de su vivienda o local, salvo
que tuviese un precio máximo fijado por la Administración, en cuyo caso ese será
su límite de responsabilidad a todos los efectos ante la cooperativa, sus personas
socias y terceras personas no socias.
20.3.1 Introducción
El capítulo referente al régimen de las personas socias ha sido redactado prácticamente ex
novo. Salvo algunas cuestiones relativas a la posibilidad o no de ser titular de más de dos
viviendas en régimen cooperativo o la posibilidad de aplicar deducciones sobre las cantidades
entregadas a cuenta de adjudicación de vivienda para los casos de expulsión o baja no
justificada; nos encontramos con una nueva redacción que ha buscado seguridad jurídica en
la relación de la persona socia y la cooperativa, clarificando algunas cuestiones que en el
pasado han generado dudas interpretativas.
442

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
20.3.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Como ya hemos apuntado, sin perjuicio del comentario en el punto siguiente que realizaremos
sobre este artículo, las novedades introducidas hacen referencia a las siguientes
cuestiones:
- Número mínimo de personas socias en función del proyecto promovido.
- Necesaria garantía de las cantidades entregadas a cuenta por las personas socias
mediante contrato de aval o seguro.
- Obligación de las personas socias de hacer frente a los compromisos adquiridos.
- Aclaración y alcance de la responsabilidad de las personas socias.
Por tanto, veamos el comentario sobre la regulación del régimen general de las personas
socias.
20.3.3 Comentario general y significado práctico
Una de las cuestiones más novedosas de la LCE es la necesidad de constituir la cooperativa
con al menos el cincuenta por ciento del total de las personas socias en función del proyecto
promovido. Además, este proyecto deberá incorporarse a la escritura pública de constitución.
La LCE no es única en el sentido de exigir un número mínimo de personas socias a
la hora de la constitución. En efecto, en La Rioja, por ejemplo, para la constitución de una
sociedad cooperativa de viviendas, se exige acreditar que se reúne como mínimo al 75% de
los socios y socias de la promoción (artículo 119.1, párrafo segundo de la LCLR); o en Andalucía
donde se establece que será preciso que el número de personas socias comunes que
constituyan la cooperativa de viviendas sea igual o superior al veinticinco por ciento de las
viviendas promovidas por la entidad, supeditándose el aumento del número de viviendas en
promoción, con posterioridad a la constitución, al mantenimiento de dicha proporción (Artículo
87.2 del Decreto 123/2014, de 2 de septiembre, por el que se aprueba el Reglamento de
la Ley 14/2011, de 23 de diciembre, de Sociedades Cooperativas Andaluzas). Esta posición
restrictiva se acrecienta si tratamos de una promoción de viviendas de protección pública.
Baste citar el caso navarro, en donde es necesario disponer de la calificación provisional para
que las administraciones públicas aporten el listado de posibles personas socias al objeto de
garantizar el principio de libre concurrencia y publicidad. No hace falta señalar que en todo
caso se pretende garantizar a las personas socias la existencia de un proyecto con garantías y
basado en el control democrático.
Se busca con todo ello que la iniciativa, especialmente en este momento constitutivo, corra
a cargo efectivamente de las personas socias y no de terceras personas que en muchas ocasiones
ni siquiera son adjudicatarias de las viviendas promovidas. Se sigue así la tendencia
de que las decisiones básicas sean tomadas por las personas socias. Pues bien, ¿qué decisión
es más importante que la propia constitución? Todo esto nos lleva a pesar que debe haber
toda una fase previa al hecho constitutivo en la medida que los y las cooperativistas deben
asociarse e incluso contar con el proyecto promovido que, como ya hemos visto, debe incorporarse
a la escritura de constitución. No cabe duda que en esta fase previa pueden aparecer
liderazgos de terceros interesados (gestora, empresa constructora, arquitectos o arquitectas
o incluso los o las profesionales a los que se refiere el artículo 121) o ser los propios promotores
las personas que luego serán socias las que lideren esa fase promocional. No pode-
443

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
mos negar que la mayoría de los proyectos de cooperativas de promoción de viviendas son
impulsados por personas no socias lo que ha motivado que quien legisla haya querido, y de
forma acertada a nuestro entender, que desde el mismo comienzo de la vida cooperativa ésta
esté siempre caracterizada por la toma decisiones desde parámetros de las propias personas
socias, y más si cabe en un momento como es el de la constitución en el que además se toman
otras decisiones trascendentales para el futuro de la promoción.
Sin embargo, y como reza el artículo en su punto 1, este porcentaje no será exigible para las
cooperativas de viviendas que vayan a realizar una promoción concertada impulsada por la
Comunidad Autónoma del País Vasco, una promoción convenida con una o varias administraciones
o entidades con participación pública, o adquirir terrenos de dichas administraciones
o entidades con participación pública, bien por enajenación directa, bien por concurso.
Esta excepción, de un gran impacto cuantitativo porque son muchas las promociones no
estrictamente privadas (no se encontraba en el Anteproyecto de Ley de fecha 24 de mayo
de 2018, sí en cambio en el de 18 de diciembre de 2018), fue introducida como una mejora
propuesta por el sector cooperativa al entender que en caso contrario la vivienda protegida
bajo régimen cooperativa se encontraría con un requisito que impediría la constitución de
proyectos. También en este caso con buen criterio quien legisla ha entendido que en las promociones
de impulso público ya hay mecanismos que garanticen el control democrático al
tiempo que en muchas ocasiones la participación efectiva de las personas socias debe venir
ex post a los procedimientos administrativos impulsados por los poderes públicos. Es el caso,
por ejemplo, de los sorteos que se proponen por algunas entidades locales y que hacen que
no tenga sentido que deban constituir una cooperativa las personas que luego es posible no
resulten adjudicatarias de las viviendas.
El hecho de que se haya regulado esta excepción para las viviendas de protección pública
posibilita que se puedan realizar en su caso actos por una minoría de las personas socias, si
bien estos deberán ser tan sólo los estrictamente necesarios hasta la calificación provisional.
Además, los relativos a la admisión o sustitución de otras personas socias, el contrato con la
gestora, el de edificación y el de todos aquellos que se determinen en los estatutos, deberán
ser adoptados por las personas adjudicatarias o cesionarias (caso de las cooperativas en régimen
de cesión de uso) del proyecto promovido. Surge la duda de si, a la luz de la literalidad
del texto, deberá estar la totalidad de las personas socias o en su defecto en qué momento
sería posible tomar dichos acuerdos. En este sentido y si bien sería lo deseable que estuvieran
todos los socios y socias creemos que si ya se pueden tomar dichos acuerdos en el momento
constitutivo (vid. el punto 1) con la mayoría de las personas socias (la mitad más una) debe
ser éste también el criterio para determinar el momento en el que estos socios y socias ya
puedan formalizar los contratos a los que hemos hecho referencia.
Todo esto, además, tiene especial importancia porque el punto 2 del artículo establece que,
en el momento de la constitución, pueden computarse a las personas socias colaboradoras
todo ello sin perjuicio del cumplimiento de las normas vigentes en materia de promoción de
viviendas de protección pública. Así, por ejemplo, es posible que una gestora, por ejemplo,
promueva una cooperativa con unas pocas personas socias (tres señala el artículo 19.1), e
incluso formar parte de dichos tres socios o socias, pero no se podrá tomar al hilo de la nueva
norma decisión alguna de carácter determinante más allá de los actos tendentes, como hemos
visto, a la calificación provisional.
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COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
Para terminar con este punto 1 diremos que cuando se hace referencia al proyecto promovido
parece que podría referirse al proyecto básico redactado por el arquitecto o arquitecta, si bien
al no concretarse y en una interpretación amplia, pensamos debe bastar con la descripción y
detalle relativos al número de viviendas y/o locales proyectados; todo ello necesario para saber
si la constitución se realiza efectivamente por el número necesario de personas socias.
El punto 3, recoge que las cooperativas de viviendas, algo ya recogido en la norma anterior,
asociarán mayoritariamente a personas físicas y a entidades cooperativas, si bien deberán
ser todas ellas adjudicatarias de vivienda y/o local, buscando con ello que no exista especulación
vinculada al hecho promocional. Recordemos en este punto, algo ya comentado,
que la adjudicación a personas no socias deberá estar homologada por el CSCE-EKGK. Todo
ello, además, deberá ser fiscalizado por el letrado o letrada asesora con la excepción de las
promociones de viviendas de protección pública cuyos requisitos para adquirir la condición
de persona socia responde a parámetros administrativos.
Continuando con el comentario al artículo 119, el punto 4 establece la obligatoriedad de
garantizar (aval o seguro) las cantidades entregadas a cuenta de adjudicación de vivienda o
local según la Ley 38/1999, de Ordenación de la Edificación. La LCE aclara una duda existente
en el pasado ya que dicha mención no se hacía en la Ley hoy derogada. En efecto, se
dudaba de la necesidad de dicha garantía al tratarse de cooperativas o dicho de otro modo de
autopromoción. Según se argumentaba desde el sector no parecía tener sentido avalarse a sí
mismo (las cantidades se entregan a la cooperativa de la que se es persona socia) cuando el
sentido de la Ley 38/1999 era, y es, garantizar la entrega de unas cantidades anticipadas entre
dos intervinientes ajenos entre sí. Esta obligación, continuaba el sector, no cumplía lo que
buscaba la citada Ley y tan sólo significaba un gasto añadido en la cuenta de explotación que
al final era soportado por la persona socia. Pues bien, ya tuvimos ocasión de pronunciarnos
desde el CSCE/EKGK en el pasado en el sentido de la obligatoriedad de dicha garantía en el
marco de la Ley 38/1999, a pesar de ser cooperativas, entre otros motivos por no existir en
puridad una identificación jurídica entre el aportante de las cantidades y la promotora. Pensar
lo contrario sería cuestionar la personalidad jurídica propia de la cooperativa y negar todos
los flujos económicos y actos jurídicos que en su seno se desarrollan, todo ello sin perjuicio
además de que fuera directamente aplicable la referida ley, lo que también creíamos. La vigente
LCE, siguiendo esta tendencia, aclara cualquier tipo de duda y declara necesaria dicha
garantía incorporándolo al texto articulado.
Al hilo de lo señalado sobre las cantidades entregadas a cuenta de adjudicación de vivienda,
es momento de detenernos en las mismas al objeto de clarificar su naturaleza jurídica. En
las cooperativas de viviendas y como consecuencia de la actividad cooperativizada, las cantidades
entregas a cuenta de adjudicación de vivienda no pueden confundirse, como ocurre en
ocasiones, con las aportaciones a capital que realizan las personas socias, cuestión ésta que
adquiere especial relevancia si la analizamos desde un punto de vista contable. Recordemos
que la actividad cooperativizada se caracteriza por la gestión de intereses por lo que hemos
de descartar que la cooperativa venda las viviendas a sus personas socias, sino que la sociedad
lo que hace es proceder a la adjudicación de las mismas, compensando contablemente
la citada adjudicación con las cantidades entregadas a cuenta. El criterio de la consideración
del negocio traslativo como de adjudicación y no venta ha quedado refrendado por las Sentencias
del Tribunal Supremo, entre otras, de 2 de octubre de 1990, 4 de diciembre de 1990,
1 de octubre de 1991, 8 de mayo de 1993, 16 de junio de 1993 y 8 de noviembre de 1993.
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COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
Las aportaciones de la persona socia a capital social –consecuencia de su participación societaria-
deben ser contabilizadas como recursos propios de la cooperativa, mientras que las
cantidades entregadas a cuenta de adjudicación de vivienda deberán hacerse como tales en el
capítulo de recursos ajenos (asimilables a una cuenta con socio o incluso a una deuda con un
tercero), consecuencia todo ello de la naturaleza jurídica diferente de ambas entregas. Incluso
hay quien ha querido ver que la naturaleza jurídica de las entregas citadas, lejos de poder
ser entendidas como capital social, se aproximan a la provisión de fondos de una relación de
mandato. Cualquier cambio de estos criterios supondría modificar la imagen fiel de la contabilidad
de la cooperativa e importantes alteraciones en los ratios de disponibilidad, tesorería,
solvencia financiera, garantía estructural y endeudamiento; ratios todos ellos determinantes
a la hora del conocimiento financiero de la sociedad.
Ahondado más en las cantidades entregadas a cuenta de adjudicación de vivienda, hemos
de determinar cuáles son los gastos e inversiones que van a poder ser financiados por las mismas
y cuales, por el contrario, deberán ser financiados con los fondos propios de la cooperativa,
cuestión ésta de dudosa interpretación en muchas ocasiones. Pues bien, parece evidente
que el conjunto de pagos (las cantidades entregadas a cuenta de adjudicación de vivienda)
deben atender tan sólo al coste necesario para llevar a cabo la promoción y la individualización
física y jurídica de ésta para cada una de las personas socias; entendiéndose también
entre estos (además de los estrictamente derivados del propio hecho constructivo) los de
escrituración e inscripción del suelo, los de declaración de obra nueva y división horizontal,
los del préstamo hipotecario, seguros de percepción de cantidades a cuenta y de amortización
del crédito, así como otros análogos. Por el contrario, no podrán financiarse con las
cantidades entregadas a cuenta el resto de actividades, promocionales o no, que realice la
cooperativa, debiéndose financiar mediante otro tipo de aportaciones de sus personas socias.
En lo que hace referencia al régimen de las personas socias, siguiendo la norma derogada,
ninguna persona podrá ser titular de más de dos viviendas en régimen cooperativo, salvo los
derechos reconocidos a las familias numerosas. Nótese que en este caso se habla tan sólo de
adjudicación de propiedad de vivienda, y no del resto de posibilidades que se contemplan en
el art. 117.1. La norma busca con ello, una vez más, el estricto cumplimiento de la actividad
cooperativizada en estas sociedades y que, recordémoslo, no es otro más que con carácter
general procurar viviendas a sus personas socias para su uso, uso que tan sólo es posible en
una sola vivienda como también es obvio. Las familias numerosas por su propia naturaleza
son la excepción a todo lo señalado.
Atendiendo a la baja de la persona socia, se continua con lo establecido hasta la entrada en
vigor de la LCE en el sentido de posibilitar, si lo prevén los estatutos, que las deducciones por
los casos de expulsión o baja no justificada podrán aplicarse también a las cantidades entregadas
por ésta para financiar el pago de las viviendas y locales hasta un máximo del cincuenta
por ciento de los porcentajes que en el mismo se establecen. No tendría sentido que se hubiera
regulado otra penalización sobre todo en unas cooperativas en las que el capital en muchas
ocasiones es simbólico. Encuentra su justificación esta regulación en la protección financiera
de la sociedad cooperativa en donde la salida de una persona socia, por ejemplo en el momento
final de la promoción, puede implicar un notable endeudamiento con la misma que es preciso
minimizar. Como decimos, no tendría sentido alguno establecer unas medidas de proteccionismo
financiero de la cooperativa en cuanto a las aportaciones obligatorias y no hacerlo con las
cantidades entregadas a cuenta de adjudicación de vivienda siendo éstas el auténtico soporte
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COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
financiero de la promoción y, por ende, las que pueden originar importantes problemas financieros
si debiera procederse a su devolución. Por el contrario, estas cantidades, así continua la
norma, conjuntamente con el propio capital social, deberán reembolsarse a la persona socia en
el momento en que sea sustituida en sus derechos y obligaciones por otra o por tercera persona
no socia. Esta última dicción hace referencia al hecho de que, como venimos diciendo, cabe
adjudicaciones que sean a personas no socias si así lo homologa el CSCE-EKGK.
Directamente relacionado con esto, está la problemática suscitada con la devolución de las
aportaciones a capital y las cantidades entregadas a cuenta de las personas que causan baja en
la cooperativa cuando no existe posibilidad de que la persona saliente sea sustituida en su derechos
y obligaciones; y si la retención de estas cantidades podrá superar los cinco años (un
año en caso de fallecimiento) para materializar el reembolso al que se refiere el artículo 66.4.
Esta es una cuestión que ha generado importantes discusiones hasta la fecha, habiendo sido
tratado tanto en sede arbitral como judicial siendo de una notable importancia puesto que de
ello ha dependido en muchas ocasiones el futuro de las cooperativas cuando se producían
numerosas bajas al mismo tiempo sin que hubiera capacidad financiera por parte de la cooperativa
para hace frente al citado reembolso. Pues bien, la LCE ha zanjado dicha polémica,
minimizando la repercusión económica que pudiera darse, señalando que la persona que cause
baja deberá seguir haciendo frente a los compromisos asumidos para su edificación, con el
límite máximo que resulte del precio final para su adjudicación. Recordemos que la persona
socia suscribe un contrato de adjudicación de vivienda en el marco de la propia cooperativa
en el que se compromete a su cumplimiento, con el marco jurídico del propio código civil.
Pero, es más, esta obligación se mantendrá cuando se incorporase una nueva persona socia
o una tercera persona no socia a la que se le asignase otra vivienda o local diferente al suyo.
Esto es, la única forma de que no se le pueda exigir el cumplimiento de sus compromisos
es cuando se produzca estrictamente una subrogación total en sus derechos y obligaciones.
Como decimos, la integración del socio o socia en la cooperativa se realiza mediante un
contrato de adhesión dando lugar a lo que entendemos como una convención contractual
cuyo negocio jurídico obliga tanto a la cooperativa como a la persona socia. Así, es preciso
prestar atención a la posible responsabilidad del socio en relación a los compromisos obligacionales
como partícipe y beneficiario de la promoción, sobre todo cuando se producen
modificaciones en el objeto de contratación.
Es habitual, precisamente por la indefinición de muchas de las partidas que existen en la
actividad promocional, que aparezcan nuevos costes de ejecución que inevitablemente repercuten
en el precio de adjudicación de la vivienda, costes que por otra parte no son contemplados
en el citado contrato de adhesión. Se produce en este caso una novación en la relación
contractual, si bien es evidente que sobre estos gastos añadidos, generadores de pérdidas en
la cooperativa, y así deberán ser reflejados en la cuenta de explotación, responderá en principio
de forma directa la cooperativa, sin perjuicio de la ulterior imputación de pérdidas al
socio de conformidad con la actividad cooperativizada. La razón no es otra que la evidencia
de que no existe relación contractual directa con la persona socia y que la legitimación procesal
adolece de un principio de correlación por lo que en una causa contenciosa deberá ser
parte la cooperativa y nunca la persona socia. Por otro lado, siempre existirá la posibilidad
de repercutir esta responsabilidad contra la gestora de la cooperativa si se probase que ha
existido una gestión deficiente y que ésta es la causante del nacimiento de las pérdidas.
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COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
Por último, el punto 7 de este artículo regula la responsabilidad de las personas socias en
estas cooperativas. Así, se define dicha responsabilidad como de carácter mancomunado
simple, siendo su límite máximo el que se corresponda con el importe de sus aportaciones
obligatorias y voluntarias al capital social, así como las cantidades entregadas a cuenta para
hacer frente a la edificación y las que tuviese que realizar para cubrir el precio de adjudicación
de su vivienda o local. Esto es, la responsabilidad, en principio limitada al capital social
(vid. en este sentido el artículo 59.2), se extiende hasta los costes efectivos de la edificación,
bien sea de la vivienda o local, siguiendo la tesis del no enriquecimiento injusto puesta de
manifiesto por la jurisprudencia. Podemos citar, por ejemplo, la Sentencia del Tribunal Supremo
de 18 de junio de 1991 cuando señalaba que “aquellos socios que hayan sido integrados
en una correcta promoción de viviendas vienen obligados a costear, con independencia
de sus aportaciones societarias, los gastos constructivos de la vivienda que fuera adjudicada,
y ello por supuesto, no supone incompatibilidad o contradicción alguna con el principio
de responsabilidad limitada..., máxime cuando los débitos derivados de la construcción de
la vivienda adjudicada a un socio determinado no puede equipararse a las sociales propiamente
dichas”. No cabe duda que las personas socias deben abonar lo que valen las cosas,
de lo contrario, como hemos señalado, estaríamos ante un enriquecimiento injusto por parte
de las personas socias que se adjudican un valor patrimonial por debajo de su coste real.
Todo ello sin perjuicio de la responsabilidad que pueda apreciarse de las personas gestoras o
administradoras de la cooperativa en el caso de que pudiesen apreciarse desviaciones o aumento
del coste por su gestión. Por ello, las personas socias deberán responder por los costes
constructivos para posteriormente repercutir, en su caso, y en base a la responsabilidad contractual
que pudiera derivarse de la relación con la gestora, por ejemplo. Recordemos en este
sentido cómo el artículo 1.101 del código civil señala que “quedan sujetos a indemnización
de los daños y perjuicios causados los que en cumplimiento de sus obligaciones incurrieren
en dolo, negligencia o morosidad, y los que de cualquier modo contravinieren al tenor de
aquélla”. Por otro lado, cabe la acción de responsabilidad contra las personas administradoras
recogida en el artículo 51 de la LCE.
La LCE ha querido cerrar un debate existente en la doctrina en la medida que algunos autores
y autoras han hablado incluso de la inexistencia de cooperativas de viviendas de responsabilidad
limitada ya que el beneficio de la citada limitación de la responsabilidad tan sólo se
le concede a la persona socia en las operaciones con terceros relativas a los locales, garajes
u otros activos que conforman la promoción, motivado todo ello, según apuntan, por el no
establecimiento de un criterio objetivo y restrictivo del coste de la vivienda, la práctica del
beneficio cero que conlleva escuálidos capitales y la limitación en el tiempo de las propias
cooperativa de viviendas. Como hemos indicado, la LCE ha aclarada la responsabilidad de
las personas socias y su limitación y hasta qué límite. Más allá de esta situación, y para los
casos de insolvencia, la cooperativa deberá acudir a un procedimiento concursal.
Por último, la LCE aclara que en los supuestos de vivienda pública el precio máximo fijado
por la Administración será a todos los efectos su límite de responsabilidad ante la cooperativa,
sus personas socias y terceras personas no socias. No es fácil esta cuestión sobre todo
porque podría llevar a la cooperativa en muchas ocasiones a la insolvencia cuando aparecen
costes sobrevenidos y al tratarse de vivienda protegida no ser asumidos por las personas
socias. ¿Qué ocurriría en este caso? Frente a una responsabilidad de las personas socias adjudicatarias
de tipo subsidiario que podría calificarse como personal e ilimitada por falta de
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COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
pago de la cooperativa frente a los suministradores o constructores que contrataron con ella,
éstos sólo se responsabilizarían como decimos del precio determinado por la Administración
y la cooperativa deberá acudir al ya citado procedimiento concursal.
20.4 Consejo Rector
Artículo 120.- Consejo rector.
1.- Ninguna persona podrá desempeñar simultáneamente el cargo de administrador o
administradora en más de una cooperativa de viviendas, salvo que los estatutos lo
admitan de modo expreso.
Las personas titulares de dichos cargos en ningún caso podrán percibir remuneraciones
por el desempeño de su función, sin perjuicio de su derecho a ser resarcidas
de los gastos que ello les origine.
2.- El consejo rector podrá delegar u otorgar los apoderamientos necesarios para facilitar
el cumplimiento del objeto social, que en ningún caso se extenderán a actos o
contratos que abarquen la totalidad del mismo ni las decisiones básicas sobre edificación
y financiación y contratos con terceras personas no socias. Dichos poderes
deberán inscribirse en el Registro de Cooperativas de Euskadi, previo dictamen
favorable de letrado o letrada asesora.
20.4.1 Introducción
En la sociedad cooperativa uno de los derechos de las personas socias es el de elegir y ser
elegido como miembro del Consejo Rector. Pues bien, frente a la normativa general de este
órgano social que lo determina en otro sentido, se mantienen respecto al texto anterior las
prohibiciones expresas de remuneración a los miembros del Consejo Rector, así como la
incompatibilidad de pertenecer a este órgano social en más de una cooperativa de viviendas.
20.4.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
En realidad, los aspectos relacionados con las especialidades que se recogen para el consejo
se han visto reflejados, de forma más correcta que en la norma derogada, en un artículo
propio puesto que hasta ahora estas cuestiones se recogían en el capítulo de las personas
socias cuando en verdad lo que se establece hace referencia a un órgano social y por tanto
debe diferenciarse claramente de aquellas.
Dicho esto, realmente la novedad que presenta este artículo la encontramos en el punto
3 cuando establece que el consejo rector podrá delegar u otorgar los apoderamientos necesarios
para facilitar el cumplimiento del objeto social pero que en ningún caso estos se
extenderán a actos o contratos que abarquen la totalidad del mismo ni las decisiones básicas
sobre edificación y financiación y contratos con terceras personas no socias. De esta forma
se pretende romper ciertas dinámicas habidas en el pasado en el sentido de que, incluso en
el momento de la constitución de las cooperativas (muchas veces incluso en el número de
protocolo inmediatamente siguiente), se otorgaban poderes generales en favor generalmente
de la gestora que literalmente pasaba a controlar la promoción, rindiendo cuentas tan sólo
ante la asamblea general una vez año. Conocida esta práctica, quien legisla ha excepcionado
449

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
esta clase de cooperativas a la hora de realizar apoderamientos generales ya no sólo contemplada
en el artículo 43.6 de la LCE sino también en los usos y prácticas comerciales. En
todo caso, los poderes a los que se refiere el artículo 120.3 deberán inscribirse en el Registro
de Cooperativas de Euskadi, previo dictamen favorable, también en este caso, del letrado o
letrada asesora.
20.4.3 Comentario general y significado práctico
Las cooperativas de viviendas tal y como han sido configuradas en la LCE se plantean
como unas entidades no profesionales en donde expresamente se recoge que no puedan las
personas administradoras percibir remuneración por el desempeño de su cargo. Y esto se
establece así cuando precisamente en esta Ley se da una nueva regulación a esta cuestión,
posibilitando en el artículo 45 esta remuneración (si así es recogido en los estatutos) e incluso
permitiendo la presencia en el consejo rector de personas no socias, salvo prohibición expresa
en los estatutos, como recoge el 42.2, que bien podrían ser profesionales. Incluso, señala
el 47.2 con carácter general que los estatutos pueden prever que el secretario o secretaria no
ostente la condición de persona socia o consejera de la cooperativa.
En este marco, sin embargo, quien legisla en el territorio vasco busca sin duda en el órgano
de administración de estas cooperativas una participación directa y efectiva de las personas
socias, participando como personas administradoras tan sólo en una cooperativa (salvo que
los estatutos lo admitan de forma expresa), sin que puedan recibir remuneraciones y sin que
puedan realizar apoderamientos que afecten a la totalidad el objeto social o a las decisiones
básicas de la actividad. En definitiva, y como venimos diciendo en este comentario, se pretende
que estas decisiones incardinadas en la actividad cooperativizada las tomen en verdad
los cooperativistas que además van a ser las personas adjudicatarias o usuarias.
20.5 Obligación de auditar las cuentas y de disponer de letrado o letrada asesora
Artículo 121.- Obligación de auditar las cuentas y de disponer de letrado o letrada
asesora.
1.- Las cooperativas de viviendas, antes de presentar sus cuentas anuales a la asamblea
general ordinaria para su estudio y aprobación, han de someterlas a una auditoría
de cuentas. Esta obligación legal subsistirá en tanto no se produzca la adjudicación
o cesión a las personas socias de las viviendas o locales.
2.- Las cooperativas de viviendas deberán disponer de un letrado o letrada asesora,
que dicta- minará, al menos, sobre los acuerdos a los que se refieren los artículos
117, 118 y 119, así como sobre los acuerdos siguientes:
a) De admisión de personas socias o de adhesión.
b) De sustitución de personas exsocias por nuevas personas socias o por personas
no socias.
c) Contratos con la gestora.
d) Contratos de edificación.
e) Los que se fijen en los estatutos de las cooperativas de viviendas.
450

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
20.5.1 Introducción
Si hay un artículo que se ha considerado novedoso, no respecto a la normativa derogada
sino a todo el derecho comparado tanto estatal como autonómico, ha sido el 121, no tanto por
la obligatoriedad de la auditoría de cuentas que se mantiene sino al introducirse con carácter
necesario en estas cooperativas la figura del letrado o letrada asesora al objeto de asegurar, a
través de su actividad profesional, la participación efectiva y gestión democrática respecto a
las operaciones jurídico-económicas fundamentales.
20.5.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Como ya hemos indicado, la gran novedad ha sido la regulación con carácter necesario del
letrado o letrada asesora en estas cooperativas. Hasta la entrada en vigor de la vigente LCE
estas cooperativas tan sólo estaban obligadas a designar letrado o letrada asesora cuando
estuvieran obligadas a someter sus cuentas anuales a auditoría externa de conformidad con
lo establecido por la ley de Auditoria de cuentas (vid. artículo 73 de la norma derogada). De
la propia regulación surgía la duda de si todas las cooperativas de viviendas debían designar
letrado o letrada asesora porque todas ellas auditaban cuentas hasta que no se produjera la adjudicación
o cesión a las personas socias de las viviendas o locales (vid. artículo 117 también
de la norma derogada). Pues bien, a pesar de que eran muchas las cooperativas que disponían
de esta figura siempre hemos pensado que la obligación traía realmente causa del cumplimiento
de una serie de requisitos que también obligaban a la auditoria de las cuentas anuales,
y que estaban recogidos en la propia ley de Auditoría, y no tanto por la obligación contenida
en requisito del artículo 117. Además, la intervención de dicho letrado o letrada asesora se
limitaba a dar, o no, su conformidad a derecho, y poco más, de los actos adoptados por el
consejo rector o la asamblea general que eran inscribibles en el Registro de Cooperativas.
Frente a esto, y como ya hemos adelantado, en el artículo 121 nos encontramos con una
figura que realmente podemos calificar como interventora en la medida que, con carácter
necesario, debe informar no sólo sobre los actos inscribibles sino todas las operaciones jurídico-económicas
fundamentales de la cooperativa.
20.5.3 Comentario general y significado práctico
La primera cuestión que podemos señalar es que se mantiene la obligación de auditar cuentas
en todas las cooperativas de viviendas, con independencia de su tamaño y de la propia
Ley de Auditoria. La fuente de la obligación es la propia LCE. Esta obligación subsiste hasta
la adjudicación o cesión a las personas socias de las viviendas y locales. Acierta quien legisla
al señalar que “adjudicación o cesión” por lo que en las cooperativas en régimen de cesión
de uso, una vez firmados todos los contratos de cesión de uso decaería la citada obligación
de auditar las cuentas anuales, sin perjuicio de que dicha obligación se pudiera mantener por
los requisitos establecidos en la Ley de Auditoría. Lo que parece claro es que la obligación
derivada de la LCE, y que compartimos, hace referencia al hecho promocional, momento en
el que como es sabido se producen los mayores movimientos económicos.
Quizás se podría haber aclarado si dicha obligación permanece cuando quedan viviendas
o locales por vender, algo que pensamos no puede ser así en la medida que además de no
hablar de “todas las viviendas o locales” parece que relaciona la obligación con el hecho de
451

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
la efectiva existencia de personas socias a los que haya vivienda o local que adjudicar. Por
tanto, pensamos como ya lo hacíamos con la norma derogada, que si no hay personas socias
y quedan activos inmovilizados por vender no existe la obligación de auditar cuentas; conclusión
sobre la que nos reafirmamos si atendemos a situaciones ya vividas en el pasado de
cooperativas que no realizaban actividad alguna y sin embargo por la existencia por ejemplo
de un pequeño local que le era imposible enajenar pensaban que tenían la obligación de auditar
unas cuentas que no presentaban movimientos. Siguiendo esta interpretación tampoco
creemos subsista dicha obligación cuando aparecen en la promoción locales y/o garajes sobrantes,
algo por otra parte habitual en muchas ocasiones, que se vende a las personas socias
o a terceras pero que no están directamente relacionados con el contrato de adjudicación o
cesión que firman las personas socias y que conforman con carácter principal la actividad
cooperativizada.
Abordando la gran novedad que ha supuesto el punto 2 del artículo, el letrado asesor o
asesora, actuando mucho más allá de lo establecido en el artículo 77 para estos profesionales,
deberá dictaminar la conformidad a derecho, no sólo a la LCE, sino a toda la normativa
de general aplicación -pública y privada- de los acuerdos que pudieran tomarse desde los
órganos de la cooperativa relacionados, al menos, sobre los acuerdos a los que se refieren
los artículos 117, 118 y 119. Señala la norma “al menos” por lo que soluciona lo que pensamos
ha sido una equivocación al querer referenciar los artículos 117, 119 y 120, ya que en
el 119 no se menciona al letrado o letrada asesora cuando si se hace en el 120, en concreto
en el 120.2 in fine. Más allá de lo que incluso puede ser anecdótico, esta figura adquiere una
gran importancia en las cooperativas de viviendas en cuanto debe dictaminar los acuerdos,
entre otros, que se firmen con terceras personas que vayan a facilitar o complementar el
objeto social (muy especialmente la gestora y las empresas vinculadas con la edificación),
el cumplimiento de los requisitos para adquirir la condición de persona socia (además de las
admisión o adhesión, y sustitución de estas), los apoderamientos de terceros, los que se fijen
de forma expresa en los estatutos, así como cuantas operaciones jurídico-económicas puedan
ser fundamentales para la cooperativa.
También en este caso parece que es de aplicación para las cooperativas en régimen de cesión
de uso, si bien como ya hemos visto no se cita al letrado o letrada asesora en el artículo
118, a pesar de que parece que también en este caso es clara la voluntad de quien legisla de
que estas cooperativas dispongan de esta figura. El punto 2 del artículo 121 habla de que
“Las cooperativas de viviendas deberán disponer…” por lo que son todas las cooperativas,
incluidas las de régimen de cesión de uso, las que deben disponer de letrado o letrada asesora,
aunque presumiblemente una vez adjudicadas o cedidas las viviendas o locales, y por
ende finalizado el hecho promocional, su actividad se reducirá notablemente. Es ésta una notable
diferencia con la obligatoriedad de la auditoría de cuentas que fina, en este caso sí, con
la adjudicación o cesión de las viviendas. Por lo tanto, en las cooperativas de viviendas en
régimen de cesión de uso es posible que se vean obligadas a auditar cuentas o no (dependerá
de los criterios establecidos en la Ley de Auditoría de Cuentas) pero desde luego deberán
disponer siempre de un letrado o letrada asesora.
Respecto a la vinculación del letrado o letrada asesora con la cooperativa nos remitimos
a lo establecido con carácter general en el artículo 77, si bien por la particular posición que
esta figura adquiere en las cooperativas de viviendas, hemos de recordar que las personas
que sean designadas como letrado o letrada asesora, no podrán tener vinculación contractual
452

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
o interés alguno, ni directa ni indirectamente, con los miembros del consejo rector de la cooperativa,
u otros órganos sociales, o con terceras personas que contratasen con ella o tuvieran
intereses confluyentes de alguna forma con la misma, muy especialmente con la gestora o
las empresas relacionadas con la edificación. Huelga decir que estos servicios profesionales
no pueden enmarcarse en el contrato de arrendamiento de servicios que se firman con la
gestora y como ha venido ocurriendo hasta la fecha en muchas ocasiones. En este sentido
no podemos obviar que el letrado o letrada asesora responderá no sólo civilmente frente a
la cooperativa, sus personas socias y terceras no socias, como señala el artículo 77.3, sino
también y en su caso penalmente.
Como cierre de este capítulo, recordaremos el artículo 77.5 en el sentido de que la relación
entre la cooperativa y el letrado o letrada asesora podrá ser de arrendamiento de servicios
como profesional liberal, de contrato laboral o societaria como persona socia trabajadora o
de trabajo de la cooperativa.
20.6 Promoción de viviendas de protección pública y transmisión de derechos
Artículo 122.- Promoción de viviendas de protección pública y transmisión de derechos.
1.- Cuando la cooperativa de viviendas promueva viviendas de protección pública, se
sujetará, en todo caso, a la normativa reguladora de este tipo de viviendas.
2.- La transmisión inter vivos de la vivienda o local de las personas socias estará sujeta
a las limitaciones y derechos de adquisición preferente previstos en el correspondiente
régimen administrativo y, en su defecto, por la normativa general supletoria
sobre cooperativas de dicha clase.
Para las cooperativas de viviendas no incluidas en el párrafo anterior, los estatutos
o el reglamento de régimen interno determinarán las condiciones y límites para
enajenar o arrendar la vivienda o local de una persona socia, así como los derechos
de las personas socias expectantes.
20.6.1 Introducción
Los antecedentes habidos relativos al cooperativismo de vivienda, tanto en el Estado como
en el CAPV, están muy relacionados con la vivienda protegida cuya normativa será de aplicación
prioritaria respecto de la regulación cooperativa. La persona legisladora vasca, además
de fijar este criterio de jerarquía normativa y de remitirse a ésta, concreta una normativa
relativa a las limitaciones y derechos en la transmisión intervivos ya presentes por otra parte
en la normativa cooperativa que ha venido a sustituir la vigente LCE.
20.6.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Precisamente la remisión a la normativa reguladora de las viviendas de protección pública,
recogida en el punto 1 del artículo, es la gran novedad respecto a la normativa anterior.
Como hemos indicado, quien legisla ha querido reflejar la jerarquía normativa existente y
superar algunas dudas pretéritas respecto a esta cuestión. Recordemos que estamos ante promociones
de viviendas públicas que a la hora de su gestión se organizan bajo parámetros
cooperativos pero que éstos no condicionan en modo alguna los parámetros administrativos
453

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
con los que se configura la promoción, motivo éste por lo que debe recordarse la sujeción a
la normativa que regula de este tipo de viviendas. El hecho de no recogerlo es obvio que no
conllevaría que no se aplicara dicha normativa, pero ha acertado quien legisla en el territorio
vasco al haberlo incluido buscando con ello un aspecto pedagógico y de entendimiento conjunto
de estas promociones.
Por otro lado, en relación a la transmisión intervivos se ha mejorado notablemente la redacción.
En efecto, con carácter general se establece que ésta estará sujeta a las limitaciones
y derechos de adquisición preferente previstos en el correspondiente régimen administrativo
cuando en la normativa derogada se hablaba de que se daría esta limitación cuando la cooperativa
hubiera obtenido de los organismos públicos subvenciones o ayudas. Pues bien,
como decimos, se ha mejorada la redacción a través de una remisión genérica a la normativa
administrativa a la hora de condicionar la trasmisión y todo ello con independencia de si se
ha obtenido o no subvenciones o ayudas por el cumplimiento de sus fines.
Además, para las cooperativas no sujetas a un determinado régimen administrativo podrán
establecerse condiciones o límites para la enajenación o arrendamiento en el reglamento de
régimen interno, y no sólo en los estatutos, buscando sobre todo una mayor facilidad a la
hora de la modificación de los mismos. En este sentido, hubiéramos preferido que las condiciones
y límites hubieran tenido sede estatutaria sobre todo al ser algo determinante en el
devenir de la cooperativa y por ende tener que estar sometidas al control de legalidad del Registro
de Cooperativas. Recordemos en este punto la necesaria inscripción de los estatutos,
así como de las modificaciones de estos en el citado Registro, buscando, el general conocimiento
que se deriva de la propia inscripción, no estando sujeto en cambio a la obligada inscripción
el reglamento de régimen interno. No obstante, y en esta ocasión en beneficio de la
novedad incorporada, la designación necesaria de letrado o letrada asesora ya viene a suplir
en principio ese control de legalidad que pretendemos en la medida que deberá dictaminar la
conformidad a derecho no sólo del reglamento de régimen interno sino todas y cada una de
las transmisiones que venimos comentando.
20.6.3 Comentario general y significado práctico
Dos son las cuestiones que se abordan en este capítulo. Por una parte, la remisión a la normativa
reguladora de las viviendas de protección pública y por otra la limitación de derechos
de trasmisión preferente.
Respecto a la necesaria aplicación de la normativa pública poco más podemos aportar más
que remitirnos al siguiente capítulo en el que citaremos la más relevante, si bien es de particular
interés recordar que la transmisión intervivos en este tipo de promociones está sujeta
también a un determinado régimen administrativo. En este sentido, recordemos que en las
cooperativas opera invariable desde sus orígenes el principio de puerta abierta, principio por
el cual una persona socia pueda abandonar la cooperativa en cualquier momento lo que conllevaría
la transmisión de la vivienda. En este caso no podrá transmitirse libremente la misma
estando sujeta dicha operación a los límites y derechos de adquisición preferente previsto en
el correspondiente régimen administrativo.
En relación a esto, vemos cómo la remisión a la normativa pública que hace referencia a
la transmisión intervivos no aclara por qué título se puede realizar ésta, si bien entendemos
454

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
abarca a todos los supuestos incluida la subrogación entre la persona socia saliente y entrante
una vez que haya sido admitido. No cabe duda que la subrogación respecto a la trasmisión
de la vivienda estaría también condicionada por la normativa administrativa. Seguramente
la redacción trae causa precisamente del propio régimen administrativo del que se hace depender
la transmisión.
Respecto a lo establecido en el párrafo segundo del punto, esto es la remisión a los estatutos
y reglamento de régimen interno, en este caso sí creemos que debiera haberse hecho
expresa mención a la subrogación en la media que surge la duda sobre si es posible que una
persona enajene su vivienda o local y permanezca como socio o socia en la cooperativa. Es
ésta una cuestión que es necesario aclarar en la normativa interna al objeto de evitar situaciones
que hemos conocido en las que las personas socias que enajenan su vivienda siguen
siendo socias de la cooperativa sin saberlo durante años con las consecuencias que se derivan
de ello. Lo más habitual es que a la hora de enajenar la vivienda se produzca una subrogación
en la condición de persona socia, subrogación que en cualquier caso debe estar condicionada
a la admisión de la persona como socia por el órgano de administración. Lo que parece
claro es que una persona socia podría enajenar su vivienda o local pero no tiene libertad para
otorgar la condición de persona socia, salvo previsión estatutaria que lo habilite para estos
supuestos, recordando además los posibles derechos de las personas socias expectantes (la
lista de espera como así suele denominarse) y que también se recoge en la LCE. Es ésta una
cuestión que bien podría haber sido tratada, y por qué no ampliada, en el capítulo referente al
régimen de las personas socias (artículo 119) y dejar un capítulo solo dedicado a la promoción
pública lo que es posible hubiera mejorado la sistemática de la norma.
En todo caso, y como última cuestión, cabe preguntarse qué ocurriría si no se establecen
limitaciones de derechos ni se recoge referencia alguna a derechos de preferente adquisición
en los estatutos. Pues bien, en estos supuestos, aunque se pudiera entender que no existe limitación
alguna habría que aplicar el régimen de derecho de tanteo y retracto establecido en el
artículo 92 de la ley estatal en cuanto normativa supletoria a la que se refiere el artículo 122.2
in fine cuando señala que se estará a las limitaciones también establecidas por la normativa
general supletoria sobre cooperativas de dicha clase, normativa que no puede ser otra más
que la ley estatal de cooperativas. Sin embargo, nótese que esta referencia la encontramos
tan sólo en el primer párrafo del artículo; esto es, parece que tan sólo referida a las promociones
de vivienda protegida, y en defecto de una normativa administrativa (habla de “en su
defecto”) cuando en el segundo párrafo hay una remisión a la normativa interna sin que opere
por tanto dicha remisión supletoria. En cualquier caso, y como resultado práctico de cara a
evitar un innecesario debate sobre si existe o no derecho de tanteo o retracto por aplicación
supletoria de la Ley estatal, y sobre el que ya nos hemos posicionado no obstante en sentido
negativo para estos supuestos, es recomendable no dejar pasar la oportunidad de aclararlo en
los estatutos de la propia cooperativa.
20.6.4 Otra normativa aplicable
Respecto a la normativa de protección oficial que rige en la CAPV y también de aplicación
a las sociedades cooperativas que promuevan este tipo de viviendas, cabe destacar por citarse
expresamente a las sociedades cooperativas y sin perjuicio de otra de general aplicación, la
siguiente a la fecha de la presente Glosa:
455

COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
- Decreto 39/2008, de 4 de marzo, sobre régimen jurídico de viviendas de protección
pública y medidas financieras en materia de vivienda y suelo. En este Decreto ver
específicamente, por establecer una normativa particular para las sociedades cooperativas
y sin perjuicio de su general aplicación, los artículos 6.4, 9.3, 32.3 y 34.1.
- Orden de 15 de octubre de 2012, del Consejero de Vivienda, Obras Públicas y Transportes,
del registro de solicitantes de vivienda y de los procedimientos para la adjudicación
de Viviendas de Protección Oficial y Alojamientos Dotacionales de Régimen
Autonómico. En esta ocasión, citaremos con carácter particular y sin perjuicio del
resto, los artículos 25.2, 70, 71 y 72. Sobre esta Orden, vid. a su vez, la Orden de 12
de diciembre de 2012, del Consejero de Vivienda, Obras públicas y Transportes, por
la que se corrigen errores de la primera.
Para el resto de normativa y su actualización vid. www.etxebide.euskadi.eus.
456

21. COOPERATIVAS FINANCIERAS* 21
La Ley 11/2019 de Cooperativas de Euskadi (LCE) regula la actividad cooperativa financiera
en dos preceptos encuadrados en la sección 8ª del capítulo I del título II: El número 123
para las cooperativas de crédito y el número 124 para las de seguros.
Como se puede apreciar de tal sistemática, la LCE agrupa en una misma sección dedicada
a las cooperativas financieras a las dos ramas que realizan, respectivamente, la actividad
crediticia o la actividad aseguradora.
Por su escasa extensión y de su simple lectura se aprecia el escueto tratamiento que la
LCE ha dedicado a las cooperativas financieras, lo cual se debe fundamentalmente a que la
normativa sobre ordenación del crédito y de los seguros es de carácter básico en una medida
importantísima y, consecuentemente, de competencia estatal, por lo que solo de una manera
limitada el legislador vasco puede regular tales cooperativas.
Y es que las cooperativas de crédito y las de seguros destacan por su regulación específica,
la cual, además de tener carácter básico en gran medida, es prolija.
Ello y el no haber cooperativas de crédito ni de seguros en el ámbito exclusivamente de
Euskadi, hace que no haya demandas y normativas específicas para el ámbito vasco y no se
hayan aprobado por su Parlamento específicas para ninguno de los dos tipos de cooperativas
financieras. Indicar que Caja Laboral Popular S. Coop de Crédito, Laboral Kutxa, es la única
cooperativa de crédito vasca, con domicilio social en Arrasate-Mondragón, existente hoy en
día tras su fusión en 2012 con Ipar Kutxa Rural – Caja Rural Vasca, pero por su ámbito de
actuación supra autonómico está sujeta a la ley de cooperativas estatal.
21.1 Cooperativas de crédito
Artículo 123.- Cooperativas de crédito.
1.- Son cooperativas de crédito aquellas que tienen por objeto social servir las necesidades
financieras activas y pasivas de sus personas socias, y pueden también actuar
con terceras personas no socias, mediante el ejercicio de las actividades y servicios
propios de las entidades de crédito de ámbito operativo general.
2.- Podrán utilizar la expresión “caja rural” aquellas cooperativas crediticias orientadas,
tanto estatutaria como operativamente, hacia el servicio preferente al medio
rural y a sus moradores y moradoras.
3.- Las entidades reguladas en este artículo se ajustarán en su constitución, estructura,
funcionamiento y actividad a la normativa sobre cooperativas de crédito y demás
legislación sectorial sobre entidades crediticias.
* Comentario realizado por Alejandro Elejabarrieta Goienetxe, Director de Asesoría Jurídica de LABO-
RAL KUTXA y Secretario Técnico de su Consejo Rector. Miembro del Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi
457

COOPERATIVAS FINANCIERAS
4.- El departamento del Gobierno Vasco competente en materia de hacienda y finanzas
ejercerá las funciones de propuesta, regulación, información, estadística, inspección
y disciplina que le corresponden sobre cooperativas de crédito, de conformidad
con la legislación vigente.
21.1.1 Introducción
La doble naturaleza de las cooperativas de crédito, como sociedad cooperativa y como entidad
de crédito, se refleja en la normativa que las regula y, en no pocas cuestiones, dificulta su
encaje, habiendo sido tanto el derecho cooperativo como el derecho de las entidades de crédito
objeto de un proceso de reforma que ha evolucionado, más o menos simultáneamente en los últimos
años, vinculado tal proceso a la necesaria adaptación del derecho positivo estatal al de la
Unión Europea que ha exigido sendos y profundas reformas, no tanto en el ámbito cooperativo
pero sí en el bancario, proceso que ha ido unificando en numerosos aspectos el régimen jurídico
de las tres clases de entidades bancarias existentes en el estado, bancos, cooperativas de crédito
y cajas de ahorro (aunque esta última tras la crisis financiera y económica iniciada en 2008 y las
necesidades de mejora en la rentabilidad de todas las entidades de crédito, que han provocado
una ola de fusiones que continua a día de hoy, tienen ya un carácter totalmente residual en el
negocio bancario, habiendo desaparecido del mismo ya sea por su disolución o, en algunos e
importantes casos, convirtiéndose en fundaciones bancarias que mantienen la propiedad, en
mayor o menor medida, de los bancos en los que se han transformado, bancos que como tales
son los que desarrollan el negocio bancario propiamente dicho.
Siendo indudable el que los procesos de reformas tienden a una constante bancarización,
esto es, a utilizar como figura modelo del sector bancario el de las sociedades anónimas que
era el utilizado por los bancos.
Tendencia más profunda al ser consideradas mercantilmente las entidades de crédito en
general como “entidades de interés público” a las que se les aplica las mayores exigencias
de transparencia, buen gobierno, solvencia,... que son exigidas a las “sociedades anónimas
cotizadas”.
En definitiva, sin ser baladí todavía a día de hoy para las cooperativas de crédito la legislación
cooperativa, además de a la normativa sectorial vinculada a su actividad, esta clase
de cooperativas deben “mirar” y orientarse más a la legislación mercantil de las sociedades
anónimas cotizadas y de las entidades de interés público que a la propia de las cooperativas
de crédito, que se va viendo modificada a través de otras normativas.
21.1.2 Antecedentes
El primer antecedente como norma de carácter específico del crédito cooperativo propiamente
dicho fue el Real Decreto 2680/78, de 3 de noviembre, por el que se regularon las
cooperativas de crédito, el cual fue desarrollado por las Órdenes de 26 de febrero y de 30 de
junio de 1979.
Ya en el ámbito de la Comunidad Autónoma Vasca, la Ley 1/1982, de 11 de febrero, sobre
Cooperativas, les dedicó un artículo específico, el 60, tipificando las cooperativas de crédito
como una clase diferenciada de este tipo de sociedades, no encuadrándolas con las de seguros
en la misma clase o grupo de cooperativas financieras y con una visión tanto en su ámbito
subjetivo como objetivo muy limitada puesto que (en línea con la normativa estatal existente
458

COOPERATIVAS FINANCIERAS
en ese momento a la que básicamente se debía adecuar): En el primero (apartado 2) solo admitía
como personas socias a “las cooperativas y los socios de estas, así como las Cooperativas
de Crédito de ámbito territorial inferior y las Sociedades Agrarias de Transformación”;
y en el segundo (apartado 1), aunque las operaciones de pasivo estaban permitidas, porque
las de activo o financiación solo estaban permitidas con las cooperativas a ellas asociadas
y las personas socias de éstas. Y en cuanto a las que adoptasen la denominación de “Caja
Rural”, debían limitar sus operaciones activas a los sectores agrícola, forestal o ganadero, o
a la financiación de operaciones encaminadas a la mejora de la vida en el medio rural. Con
ello, se limitaba su campo de actuación y viabilidad económica, aunque la indeterminación
de alguna de sus expresiones permitía algún margen de maniobra adicional a las entidades.
A nivel estatal, le siguió la Ley 3/1987, de 2 de abril, General de Cooperativas, que en el
artículo 116 donde se relacionaban las clases de cooperativas las tipificó como clase diferenciada,
aunque no les dedicó ningún artículo específico en el texto legal y las únicas previsiones
para tales cooperativas de crédito las estableció en la Disposición Transitoria Sexta,
probablemente al estar ya en proyecto una ley específica para las cooperativas de crédito.
En las normas de esta Disposición Transitoria Sexta, que pronto quedaron derogadas por
la Ley 13/1989, de 26 de mayo, de Cooperativas de Crédito, ya se dio una apertura, tanto
en la capacidad para ser persona socia como en la ampliación de las operaciones y servicios
que podían hacer esta clase de cooperativas y en la posibilidad de realizar operaciones con
personas terceras, aunque limitadas a un máximo del 15 por 100 de sus recursos totales.
La Ley 13/1989 de Cooperativas de Crédito fue precursora en la tendencia legislativa general
y para esa clase de cooperativas ya establecía que las cooperativas de crédito sirvan a
las necesidades financieras de sus personas socias y de terceras personas no socias, ampliando
las posibilidades de realizar operaciones con éstas, previendo como elemento totalmente
novedoso y “revolucionario” en el ámbito cooperativo la posibilidad del voto plural, con determinados
límites, en función del capital y, en definitiva, estableciendo una normativa más
flexible para que este tipo societario no estuvieses limitado con respecto otros y así poder
acomodarse a la moderna economía competitiva sin que tuviese constreñidas sus posibilidades
empresariales y de viabilidad económica por la histórica normativa rígida.
Posteriormente, en el ámbito vasco la Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi y en el
ámbito estatal la Ley 27/1999 de Cooperativas, así como las leyes de cooperativas de las
distintas comunidades autonómicas, siguen la tendencia iniciada, con el fin de que la fórmula
cooperativa pueda ser utilizada en todo tipo de proyectos empresariales, no como ocurría con
anterioridad que, salvo meritorias excepciones, muchas de ellas en el ámbito vasco y en gran
medida dentro del Grupo Mondragon, las diversas limitaciones legales y las dificultades del
propio modelo cooperativo para conseguir capitales provocaban que las cooperativas fuesen
utilizadas para empresas menores y las empresas de mayor magnitud adoptaran casi siempre
los tipos societarios capitalistas.
El precedente inmediato en Euskadi de la vigente Ley 11/2019 de Cooperativas de Euskadi,
la Ley 4/1993, modificada parcialmente por las leyes 1/2000 y 8/2006, se sumó a esta
tendencia con muchas y variadas fórmulas, siendo innovadora en algunas de ellas así como
en otros aspectos societarios y de los órganos sociales, todas las cuales continúan en el texto
de la nueva Ley 11/2019 y, en la medida de lo posible por sus limitaciones competenciales,
respecto de lo aplicable para las cooperativas de crédito de ámbito vasco.
459

COOPERATIVAS FINANCIERAS
21.1.3 Legislación aplicable a las cooperativas de crédito.
Sin perjuicio de tratar específica y detalladamente en el apartado siguiente 21.1.4 el sistema
de prelación de fuentes reguladoras del régimen jurídico de las cooperativas de crédito,
y con el fin de apreciar la extensión y complejidad de la misma haremos una relación meramente
enunciativa de la principal legislación aplicable a las cooperativas de crédito, ubicándolas
en seis grupos.
I.- Normativa societaria especial sobre cooperativas de crédito:
- Ley 13/1989, de 26 de mayo, de Cooperativas de Crédito.
- Real Decreto 84/1993, de 22 de enero, que aprueba el Reglamento de Cooperativas
de Crédito.
II.- Normativa general sobre entidades de crédito:
a) De ordenación, supervisión y solvencia, así como sobre gobierno corporativo:
- Ley 10/2014, de 26 de junio de ordenación, supervisión y solvencia de entidades
de crédito.
- Real Decreto 84/2015, de 13 de febrero, que desarrolla la ley anterior.
- Circular 2/2016, de 2 de febrero, del Baco de España, a las entidades de crédito,
sobre supervisión y solvencia, que completa la adaptación del ordenamiento jurídico
español a la Directiva 2013/36/UE y al Reglamento (UE) nº 575/2013.
- Ley 13/1994, de 1 de junio, de autonomía del Banco de España.
- Ley 5/2005, de 22 de abril, de supervisión de los conglomerados financieros y
por la que se modifican otras leyes del sector financiero.
- Real Decreto 1332/2005, de 11de noviembre, que desarrolla la ley anterior.
- Real Decreto – ley 2/2012, de 3 de febrero, de saneamiento del sector financiero.
- Real Decreto – ley 14/2013, de 29 de noviembre, de medidas urgentes para la
adaptación del derecho español a la normativa de la Unión Europea en materia
de supervisión y solvencia de actividades financieras.
- Real Decreto – ley 22/2018, de 14 de diciembre, por el que se establecen herramientas
macroprudenciales.
- Real Decreto 102/2019, de 1 de marzo, por el que se crea la Autoridad Macroprudencial
Consejo de Estabilidad Financiera y se establece su régimen jurídico.
b) Recursos propios:
- Ley 13/1992, de 1 de junio, de Recursos Propios y Supervisión en Base Consolidada
de Entidades Financieras.
- Real Decreto 216/2008, de 15 de febrero, de recursos propios de entidades financieras.
c) Garantía de los depositantes:
- Real Decreto 2606/1996, de 20 de diciembre, sobre fondos de garantía de depósitos
de entidades de crédito (vigente en lo que no se oponga al Real Decreto
– ley 16/2011).
- Real Decreto – ley 16/2011, de 14 de octubre, por el que se crea el Fondo de
Garantía de Depósitos de Entidades de Crédito.
d) Crédito hipotecario y al consumo:
460

COOPERATIVAS FINANCIERAS
- Ley 5/2019, de 15 de marzo, reguladora de los contratos de crédito inmobiliario
(LCCI). Transpone la Directiva 2014/17/UE.
- Orden EHA/2899/2011, de 28 de octubre, de transparencia y protección del
cliente de servicios bancarios.
- Circular 5/2012, de 27 de junio, del Banco de España, a entidades de crédito y
proveedores de servicios de pago, sobre transparencia de los servicios bancarios
y responsabilidad en la concesión de préstamos.
Ley 16/2011, de 24 de junio, de contratos de crédito al consumo.
- Ley 2/1994, de 30 de marzo. Subrogación y Modificación de Préstamos Hipotecarios
- Real Decreto-ley 1/2017, de 20 de enero, de medidas urgentes de protección de
consumidores en materia de cláusulas suelo.
- Real Decreto 536/2017, de 26 de mayo, por el que se crea y regula la Comisión
de seguimiento, control y evaluación prevista en el Real Decreto-ley 1/2017, de
20 de enero, de medidas urgentes de protección de consumidores en materia de
cláusulas suelo, y por el que se modifica el artículo 6 del Real Decreto 877/2015,
de 2 de octubre, de desarrollo de la Ley 26/2013, de 27 de diciembre, de cajas de
ahorro y fundaciones bancarias.
- Ley 2/2009, de 31 de marzo, por la que se regula la contratación con los consumidores
de préstamos o créditos hipotecarios y de servicios de intermediación
para la celebración de contratos de préstamo o crédito.
- Ley 41/2007, de 7 de diciembre, por la que se modifica la Ley 2/1981, de 25
de marzo, de Regulación del Mercado Hipotecario y otras normas del sistema
hipotecario y financiero, de regulación de las hipotecas inversas y el seguro de
dependencia y por la que se establece determinada norma tributaria.
e) Protección de deudores hipotecarios:
- Real Decreto-ley 6/2012, de 9 de marzo, de medidas urgentes de protección de
deudores hipotecarios sin recursos.
- Ley 1/2013, de 14 de mayo, de medidas para reforzar la protección a los deudores
hipotecarios, reestructuración de deuda y alquiler social.
- Ley 25/2015, de 28 de julio, de mecanismo de segunda oportunidad, reducción
de la carga financiera y otras medidas de orden social.
f) Transparencia y protección al cliente:
- Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el
texto refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios
y otras leyes complementarias.
- Orden EHA/2899/2011, de 28 de octubre, de transparencia y protección del
cliente de servicios bancarios.
- Circular 5/2012, de 27 de junio, del Banco de España, a entidades de crédito y
proveedores de servicios de pago, sobre transparencia de los servicios bancarios
y responsabilidad en la concesión de préstamos (BOE de 6 de julio) (Corrección
de errores BOE de 11 de octubre).
- Ley 22/2007, de 11 de julio, sobre comercialización a distancia de servicios
financieros destinados a los consumidores.
461

COOPERATIVAS FINANCIERAS
g) Servicios de pago y cheques:
- Real Decreto-ley 19/2018, de 23 de noviembre, de servicios de pago y otras medidas
urgentes en materia financiera. Transpone la Directiva (UE) 2015/2366 del
Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de noviembre de 2015 sobre servicios
de pago en el mercado interior.
- Orden ECE/1263/2019, de 26 de diciembre, sobre transparencia de las condiciones
y requisitos de información aplicables a los servicios de pago y por la que
se modifica la Orden ECO/734/2004, de 11 de marzo, sobre los departamentos y
servicios de atención al cliente y el defensor del cliente de las entidades financieras,
y la Orden EHA/2899/2011, de 28 de octubre, de transparencia y protección
del cliente de servicios bancarios.
- Real Decreto-ley 19/2017, de 24 de noviembre, de cuentas de pago básicas,
traslado de cuentas de pago y comparabilidad de comisiones. transpone parcialmente
la Directiva 2014/92/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de
julio de 2014.
- Orden ECE/228/2019, de 28 de febrero, sobre cuentas de pago básicas, procedimiento
de traslado de cuentas de pago y requisitos de los sitios web de comparación.
- Real Decreto 164/2019, de 22 de marzo, por el que se establece un régimen
gratuito de cuentas de pago básicas en beneficio de personas en situación de
vulnerabilidad o con riesgo de exclusión financiera.
- Ley 19/1985, de 16 de julio, Cambiaria y del Cheque.
- Real Decreto-ley 11/2015, de 2 de octubre, para regular las comisiones por la
retirada de efectivo en los cajeros automáticos.
- Circular 2/2019, de 29 de marzo, del Banco de España, sobre los requisitos del
Documento Informativo de las Comisiones y del Estado de Comisiones, y los sitios
web de comparación de cuentas de pago, y que modifica la Circular 5/2012,
de 27 de junio, a entidades de crédito y proveedores de servicios de pago, sobre
transparencia de los servicios bancarios y responsabilidad en la concesión de
préstamos.
- Real Decreto 736/2019, de 20 de diciembre, de régimen jurídico de los servicios
de pago y de las entidades de pago y por el que se modifican el Real Decreto
778/2012, de 4 de mayo, de régimen jurídico de las entidades de dinero electrónico,
y el Real Decreto 84/2015, de 13 de febrero, por el que se desarrolla la Ley
10/2014, de 26 de junio, de ordenación, supervisión y solvencia de entidades de
crédito.
h) Publicidad de servicios y productos bancarios:
- Orden EHA/1718/2010, de 11 de junio, de regulación y control de la publicidad
de los servicios y productos bancarios.
- Circular 4/2020, de 26 de junio, del Banco de España, sobre publicidad de los
productos y servicios bancarios.
- Orden ECC/2316/2015, de 4 de noviembre, relativa a las obligaciones de información
y clasificación de productos financieros.
462

COOPERATIVAS FINANCIERAS
i) Productos financieros / inversión:
- MiFID: Directiva Europea sobre los Mercados de Instrumentos Financieros. La
Directiva 2004/39/CE y la Directiva 2006/73/CE componen, junto con el Reglamento
(CE) 1287/20065, de directa aplicación desde su entrada en vigor el 1 de
noviembre de 2007, es la normativa MIFID. En España se transpone por la Ley
47/2007 de 19 de noviembre, por la que se modifica la Ley 24/1988, de 28 de
Julio, del Mercado de Valores.
- MIFID II (Markets in Financial Instruments Directive II): Directiva 2014/65/
EU relativa a los mercados de instrumentos financieros. Directiva de la Unión
Europea que actualiza el marco de transparencia y protección del inversor en los
mercados de instrumentos financieros ya establecido con MIFID. Su entrada en
vigor el 3 de enero de 2018. Transpuesta por el Real Decreto-ley 21/2017, de 29
de diciembre, de medidas urgentes para la adaptación del derecho español a la
normativa de la Unión Europea en materia del mercado de valores.
j) Reclamaciones:
- Ley 7/2017, de 2 de noviembre, por la que se incorpora al ordenamiento jurídico
español la Directiva 2013/11/UE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21
de mayo de 2013, relativa a la resolución alternativa de litigios en materia de
consumo.
- Ley 44/2002, de 22 de noviembre, de Medidas de Reforma del Sistema Financiero.
- Orden ECC/2502/2012, de 16 de noviembre, por la que se regula el procedimiento
de presentación de reclamaciones ante los servicios de reclamaciones del
Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores y la Dirección
General de Seguros y Fondos de Pensiones.
- Orden ECO/734/2004, de 11 de marzo, sobre los departamentos y servicios de
atención al cliente y el defensor del cliente de las entidades financieras.
A toda la normativa sobre entidades de crédito hay que añadir como de gran interés las
Guías de la Autoridad Bancaria Europea (European Banking Authority – EBA) que regulan
numerosas cuestiones, también sobre buen gobierno corporativo, y que aunque dirigido fundamentalmente
a las entidades que son sociedades anónimas cotizadas se aplican en gran
medida a todas las entidades de crédito por su condición de “entidades de interés público”.
III.- Normas societarias sobre cooperativas en general:
- Para las cooperativas de ámbito autonómico, su ley de cooperativas autonómica
correspondiente, que en el caso de las del ámbito autonómico de Euskadi es la
Ley 11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi comentada en esta
glosa.
- Y para las cooperativas de ámbito supra-autonómico, la Ley 27/1999, de 16 de
julio, de Cooperativas, que también puede ser, en su caso, supletoria de las autonómicas
para completar sus lagunas regulatorias.
IV.- Normativa de diversa finalidad:
- Ley 10/2010, de 28 de abril, de prevención del blanqueo de capitales y de la
financiación del terrorismo. Transpone la Directiva 2005/60/CE del Parlamento
Europeo y del Consejo, de 26 de octubre de 2005, relativa a la prevención de la
463

COOPERATIVAS FINANCIERAS
utilización del sistema financiero para el blanqueo de capitales y para la financiación
del terrorismo.
- Real Decreto-ley 6/2013, de 22 de marzo, de protección a los titulares de determinados
productos de ahorro e inversión y otras medidas de carácter financiero.
- Ley 5/2015, de 27 de abril, de fomento de la financiación empresarial.
- Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y
garantía de los derechos digitales, que adaptó a la legislación española la narrativa
europea definida por el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD)
aprobado el 14 de abril de 2016.
- En cuanto a sus personas trabajadoras por cuenta ajena, las referentes al régimen
laboral, el especial es Estatuto de los Trabajadores y el correspondiente Convenio
Colectivo de Sociedades Cooperativas de Crédito.
V.- Normas fiscales:
- Ley 20/1990, de 19 de diciembre, de Régimen Fiscal de Cooperativas; y Real
Decreto 1345/1992, de 6 de noviembre, por el que se adoptan las disposiciones
reguladoras de la tributación sobre beneficio consolidado a los grupos de cooperativas.
- Norma Foral 2/1997, de 22 de mayo, sobre Régimen Fiscal de la Cooperativas
de Gipuzkoa.
- Norma Foral 16/1997, de 9 de junio sobre Régimen Fiscal de las Cooperativas
de Araba.
- Norma Foral 6/2018, de 12 de diciembre, sobre Régimen Fiscal de las Cooperativas
de Bizkaia.
VI.- Normas registrales:
- Decreto 59/2005, de 29 de marzo, por el que se aprueba el Reglamento de organización
y funcionamiento del Registro de Cooperativas de Euskadi.
- Real Decreto 136/2002, de 1 de febrero, que aprueba el Reglamento del Registro
de Sociedades Cooperativas (estatal).
- Real Decreto 1784/1996, de 19 de julio, que aprueba el Reglamento del Registro
Mercantil. En un apartado posterior de este tema se tratará el asunto por su especialidad
para las cooperativas financieras.
21.1.4 Asuntos de especial relevancia en el ámbito normativo de las cooperativas de
crédito.
A) Régimen jurídico de las cooperativas de crédito. Reparto competencial y delimitación
especial.
· Introducción.
Como introducción a este apartado es clarificadora la Exposición de Motivos de la Ley
13/1989, de 26 de mayo, de Cooperativas de Crédito al establecer:
“Como es sabido, la legislación del Estado tiene sólo carácter de derecho supletorio
respecto del de las Comunidades Autónomas con competencias legislativas plenas
464

COOPERATIVAS FINANCIERAS
en materia de cooperativas. Esta regla general resulta matizada, en el caso particular
de la Cooperativas de Crédito en tanto en cuanto, en virtud del Real Decreto Legislativo
1298/1986, de 28 de junio, por el que se adaptan las normas legales en materia
de establecimientos de crédito al Ordenamiento Jurídico de la Comunidad Económica
Europea, se concede a las Cooperativas de Crédito inscritas en el Registro especial del
Banco de España el carácter de entidades de crédito, al igual que también lo son los
bancos privados, las Cajas de Ahorro o las Entidades Oficiales de Crédito.
Tales matizaciones se derivan de que el artículo 149.1 de la Constitución, en su apartado
undécimo, establece como competencia exclusiva del Estado la de fijar las bases de
la Ordenación del Crédito y Banca”.
Confluyen en las cooperativas, y especialmente en las de crédito, una pluralidad de títulos
competenciales cuya delimitación en abstracto presenta dificultades, pues el entrecruzamiento
mutuo es intenso. Las cooperativas de crédito, siendo en principio englobables en el género
común de las cooperativas, por la especialidad dimanante de su actividad crediticia han
sido asimiladas e incorporadas al género de las entidades de crédito, con lo que la competencia
exclusiva de las comunidades autónomas en materia de cooperativas debe respetar la
competencia exclusiva del estado para fijar las bases de ordenación del crédito. Y viceversa.
En definitiva, los poderes públicos con potestades normativas y supervisoras deben adecuarse
al reparto competencial para fijar el régimen jurídico de las cooperativas de crédito.
La doctrina constitucional en la materia es reiterada y a ella nos remitimos, con especial
referencia a las siguientes Sentencias del Tribunal Constitucional: 155/1993, de 6 de mayo;
204/1993, de 17 de junio; 134/1992, de 5 de octubre; 44/1984, de 27 de marzo; 165/1985,
de 5 de diciembre; 96/1996, de 30 de mayo; 235/1999, de 16 de diciembre; 275/2000, de
16 de noviembre; y destacadamente la 291/2005, de 10 de noviembre, de la cual resaltamos
los siguientes argumentos en los fundamentos de derecho por tratar específicamente sobre el
régimen jurídico de las cooperativas de crédito:
“La doctrina constitucional expuesta nos permite asentar ya como premisa de nuestro
enjuiciamiento la constatación de la doble naturaleza de las cooperativas de crédito: a
un tiempo entidades crediticias (artículo 1.2 d) del Real Decreto Legislativo 1298/1986,
de 28 de junio (RCL 1986, 2109), sobre adaptación del Derecho vigente en materia
de entidades de crédito al de las Comunidades Europeas) y sociedades cooperativas,
como expresamente consigna el artículo 1 de la Ley 13/1989, de 26 de mayo (RCL 1989,
1205), de cooperativas de crédito. Esta doble naturaleza se proyecta sobre el sistema de
fuentes que rige su régimen jurídico.
Un régimen jurídico definido, con carácter básico, por el legislador estatal en el artículo
2 de la mencionada LEY 13/1989”. (Fundamento Jurídico 4).
“En este caso, debemos recordar que estamos enjuiciando un precepto legal que reproduce
y acota, en el inciso concretamente impugnado, el sistema de prelación de fuentes
reguladoras del régimen jurídico de las cooperativas de crédito establecido por el
estado en el artículo 2 de la ley 13/1989 (RCL 1989, 1205), de cooperativas de crédito,
dictado en ejercicio de la competencia que le atribuye el artículo 149.1.11 CE (RCL
1978, 2836) cuyo carácter básico fue confirmado por la STC 155/1993, de 6 de mayo
(RTC 1993, 155)”. (Fundamento Jurídico 5).
465

COOPERATIVAS FINANCIERAS
“Por referencia específica a la competencia básica sobre ordenación del crédito y
banca, hemos precisado tempranamente que las bases en esta materia incluyen “tanto
las normas reguladoras de la estructura, organización interna y funciones de los diferentes
intermediarios financieros, como aquellas otras que regulan aspectos fundamentales
de la actividad de tales intermediarios” (STC 1/1982, de 28 de enero, F.3; reiterada en
la STC 235/1999, de 16 de diciembre (RTC 1999, 235), F.3)” (Fundamento Jurídico 6).
“Siendo así que la definición de la prelación de fuentes que regulan ese régimen jurídico
ha merecido la consideración de base en materia de cooperativas de crédito,
dictada al amparo de la competencia atribuida al Estado por el artículo 149.1.11 CE,
podemos ahora concluir que su reiteración y acotación en un texto legal diferente debe
recibir idéntica caracterización”. (Fundamento Jurídico 6).
Tras el análisis anterior más generalizado, que establece indubitadamente el carácter básico
del sistema de fuentes que rige el régimen jurídico de las cooperativas de crédito, vamos
a centrarnos en la delimitación territorial del mismo puesto que al existir diferentes normas
aplicables a diferentes ámbitos territoriales, es fundamental saber cuáles y con qué prioridades
son aplicables a cada entidad en concreto para tener seguridad jurídica.
• Preceptos legales que son aplicables al asunto.
- El citado artículo segundo de la Ley 13/1989, de 26 de mayo, de Cooperativas de
Crédito:
“Artículo segundo. Régimen jurídico.
Las Cooperativas de Crédito se regirán por la presente Ley y sus normas de desarrollo,
sin perjuicio, en cuanto a estas últimas, de las disposiciones que puedan aprobar las Comunidades
Autónomas en el ejercicio de las competencias que tengas atribuidas en la materia.
También les serán de aplicación las normas que con carácter general regulan la actividad
de las entidades de crédito. Con carácter supletorio les será de aplicación la Legislación de
Cooperativas”.
- Los artículos 2 y 104 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas:
“Art. 2º. Ámbito de aplicación. – La presente Ley será de aplicación:
A) A las sociedades cooperativas que desarrollen su actividad cooperativizada en el
territorio de varias Comunidades Autónomas, excepto cuando en una de ellas se
desarrolle con carácter principal”.
Art. 104. Normativa aplicable.- Las cooperativas de crédito se regirán por su Ley
específica y por sus normas de desarrollo.
Asimismo, les serán de aplicación las normas que, con carácter general, regulan la
actividad de las entidades de crédito, y con carácter supletorio la presente Ley de
Cooperativas cuando su ámbito de actuación estatutariamente reconocido, conforme
a su ley específica, sea supra autonómico o estatal, siempre que realicen en el citado
ámbito actividad cooperativizada de manera efectiva”. (Redacción actual tras
la modificación efectuada por el artículo 5 de la Ley 55/1999, de 29 de diciembre,
de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social).
“Art. 104. Normativa aplicable.- Las cooperativas de crédito se regirán por su Ley
específica y por sus normas de desarrollo.
466

COOPERATIVAS FINANCIERAS
Asimismo, les serán de aplicación las normas que, con carácter general, regulan la
actividad de las entidades de crédito, y con carácter supletorio la Ley de Cooperativas”
(Redacción originaria de la Ley 27/1999).
- La Disposición Final Primera de la Ley 11/2019 de 20 de diciembre de Cooperativas
de Euskadi:
“Ámbito de aplicación
La presente ley es de aplicación a todas las sociedades cooperativas con domicilio social
en el territorio de la Comunidad Autónoma del País Vasco que, de conformidad con el previsto
en el artículo 2 A de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas, desarrollen con
carácter principal su actividad cooperativizada en dicho territorio”.
- El artículo 2.1 del Reglamento del Registro de Sociedades Cooperativas (estatal)
Real Decreto 136/2002, de 1 de febrero, recoge el criterio de la actividad con carácter
principal para delimitar su ámbito de aplicación.
- De igual manera, el artículo 2.1 del Reglamento del Registro de Cooperativas de
Euskadi (Decreto 59/2005, de 29 de marzo) adopta el mismo criterio de la actividad
con carácter principal para delimitar su ámbito de aplicación.
• Posiciones doctrinales y consecuencias derivadas de ellas.
La cuestión polémica que se plantea en este apartado es si “la Legislación de Cooperativas”
que indica el inciso final del artículo segundo de la Ley 13/1989 de Cooperativas de
Crédito (de carácter básico y en ley especial para esta clase de cooperativas) se determina de
acuerdo con lo preceptuado en el artículo 2 de la Ley 27/1999 de cooperativas (estatal) o en
el artículo 104 de la misma Ley (con su redacción actual), porque ambos son divergentes: El
artículo 2 opta por aplicar la ley estatal cuando las cooperativas no ejerzan en una comunidad
autónoma solo su actividad principal; y el artículo 104 opta porque la ley estatal se aplicará
siempre que la actividad cooperativizada se desarrolle fuera de una comunidad autónoma de
manera efectiva, aunque mínima.
O, dicho de otro modo, la divergencia se va a centrar en que si para aplicar la legislación
estatal general de cooperativas basta una mínima actividad efectiva de la cooperativa de crédito
fuera de su comunidad autónoma, o si es necesaria que la actividad fuera de ese territorio
se desarrolle con carácter principal.
Y es una cuestión esencial:
- Porque de ello va a depender que la ley supletoria sea una u otra con sus posibles
contenidos divergentes.
- Y porque siendo el régimen jurídico una competencia estatal de carácter básico, ni
siquiera una ley especial autonómica que regule las cooperativas de crédito podría
preceptuar de manera diferente.
Y esta diferencia es trasladable a prácticamente todas las cooperativas de crédito del Estado
español, porque aunque muchas de ellas se han expandido ya fuera de su comunidad
autónoma originaria y donde tienen el domicilio social, probablemente todas (o casi), por su
origen localizado y su reciente expansión, siguen desarrollando su actividad principalmente
en dicha comunidad autónoma originaria.
En definitiva, el resultado es que con el criterio del artículo 104 a muchas cooperativas de
crédito (que desde luego son las más importantes económicamente por su volumen de nego-
467

COOPERATIVAS FINANCIERAS
cio) les es aplicable la ley estatal; y con el del artículo 2, prácticamente a ninguna les sería y
sí la ley de cada comunidad autónoma donde radica su domicilio u origen.
¿Qué criterio están recogiendo las comunidades autónomas en sus leyes particulares? Evidentemente,
y dentro de la lógica y legítima aspiración de aumentar su ámbito competencial
e importancia institucional, están adoptando el criterio del artículo 2 de la ley estatal y se
declaran competentes cuando la actividad cooperativizada se desarrolla con carácter principal
en su territorio.
Así, la Disposición final Segunda de la antigua Ley de Cooperativas de Euskadi, que en
su redacción original de 1993 se refería a la actividad llevada a cabo efectivamente, tras
aprobarse la Ley Estatal 27/1999, adoptó con la reforma del año 2000 el criterio del carácter
principal, que sigue en la Disposición final Primera de la nueva Ley 11/2019 de Cooperativas
de Euskadi.
Dicho lo anterior, volvamos a centrar las dos posturas existentes:
1.- El criterio de delimitación espacial es el plasmado en el artículo 2 de la Ley 27/1999,
de 16 de julio, de cooperativas, compartido con diversas leyes de cooperativas autonómicas
como la Ley 11/2019 de Cooperativas de Euskadi en su Disposición Final
Primera: Desarrollar la actividad con carácter principal.
2.- Con el anterior criterio se vulnera el artículo 104 de la Ley 27/1999 en relación con
el artículo 2 de la Ley 13/1989, de 26 de mayo, de Cooperativas de Crédito, porque
de tales preceptos resulta excluido el criterio del artículo 2 de la Ley 27/1999: Desarrollar
la actividad con carácter efectivo, aunque no sea principal.
Es decir, se deben aplicar los criterios establecidos en el artículo 104 de la Ley 27/1999
con carácter preferente al artículo 2 del mismo texto legal porque los primero (en relación
con el artículo 2 de la Ley 13/1989) son específicos para las cooperativas de crédito y deben
prevalecer por ello.
Además, por ser de carácter básico, deben prevalecer aunque las diversas leyes cooperativas
autonómicas opten por el criterio de la actividad principal.
• ¿Y cuál es la doctrina del Tribunal Constitucional sobre el asunto?
Vamos a analizar los antecedentes hasta la reforma del artículo 104 introducida por la Ley
55/1999, de 28 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y de Orden Social, destacando
la doctrina del Tribunal Constitucional contenida en las Sentencias número 44/1984,
de 27 de marzo y 155/1993, de 6 de mayo y, posterior a la cita reforma legal, la Sentencia
291/2005, de 10 de noviembre, que trata específicamente sobre el reiterado artículo 104 tras
su modificación.
Antecedentes legales y jurisprudenciales
La Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas, derogó la anterior Ley General de Cooperativas,
Ley 3/1987, de 2 de abril, introduciendo importantes modificaciones en el régimen
legal precedente y, en particular, una nueva ordenación del reparto competencial entre el
Estado y las Comunidades Autónomas.
Frente al criterio anterior de someter a la ley estatal a aquellas cooperativas de crédito
cuyo ámbito fuera superior al territorio de una comunidad autónoma, cualquiera que fuera el
468

COOPERATIVAS FINANCIERAS
domicilio social dentro del territorio estatal de las mismas (el artículo 16.3 c) de la Ley 1987
declaraba la inscripción de estas cooperativas en la Sección Central del Registro de Cooperativas
de la Administración Central del Estado), el artículo 2 de la Ley 27/1999 establece
como regla general para las cooperativas que la ley estatal será de aplicación a sociedades
cooperativas que desarrollen su actividad corporativizada en el territorio de varias comunidades
autónomas, excepto cuando en una de ellas se desarrolle con carácter principal.
La excepcionalidad de principalidad (desarrollar su actividad cooperativizada en una comunidad
autónoma con carácter principal), es de naturaleza tan genérica que en la práctica
condujo a una efectiva inaplicación de la ley estatal de cooperativas en beneficio de las leyes
autonómicas.
Siguiendo la nueva orientación legislativa, el artículo 104 de la Ley 27/1999 de Cooperativas
declaraba para las cooperativas de crédito que:
“Las cooperativas de crédito se regirán por su Ley específica y por sus normas de
desarrollo.
Asimismo, les serán de aplicación las normas que, con carácter general, regulan la actividad
de las entidades de crédito, y con carácter supletorio de la Ley de Cooperativas”.
Interpretado conforme al artículo 2 de la propia Ley, este precepto conducía a identificar
“Ley de Cooperativas” con la “Ley autonómica de Cooperativas”, lo que determinaba una situación
de inseguridad para las cooperativas de crédito ya que su propia normativa especial,
el Real Decreto 84/1993, de 22 de enero, que aprueba el Reglamento de Cooperativas de Crédito,
establece en su artículo 7.1 al fijar el registro de cooperativas competente lo siguiente:
“A los efectos previstos en el artículo anterior habrán de ser inscritas en el Registro estatal
de Cooperativas aquellas sociedades cuyo ámbito de actividad ordinaria y habitual,
sea o no cooperativizada, exceda del territorio de una Comunidad Autónoma, cualquiera
que fuere el municipio de la sede social. Corresponde a las Comunidades Autónomas la
inscripción de las entidades cuyo ámbito, respecto a aquella actividad, no rebase el de la
Comunidad correspondiente”.
El Tribunal Constitucional tenía declarado en relación a la distribución de competencias
entre el Estado y las comunidades autónomas en materia de cooperativas en sus Sentencia
44/1984, de 22 de marzo, lo siguiente:
“Del mismo modo, al no reservar en exclusiva al Estado la constitución la ordenación
de la materia cooperativa, corresponderá a la Comunidad Autónoma que haya asumido
la competencia ordenar las operaciones típicas de las cooperativas dentro de su
territorio y sin perjuicio de que tal ordenación ampare las operaciones instrumentales
que se realicen fuera del mismo (Sentencia de 29 de julio de 1983), más allá no sería
constitucional”.
Con ello, el Tribunal Constitucional declaraba que la competencia autonómica sobre cooperativas
se extendía y acotaba en la regulación de la denominada “actividad cooperativizada
o actividad interna de la sociedad con sus socios” que se desarrollase dentro de su territorio,
puesto que la competencia autonómica para regular estas relaciones cooperativas no
podía extenderse extraterritorialmente más allá del propio ámbito competencial delimitado
en los estatutos de autonomía.
Esta era la solución al reparto competencial para la regulación de las cooperativas, no solo
469

COOPERATIVAS FINANCIERAS
para delimitar las competencias entre Estado y comunidades autónomas, sino también para
delimitar las competencias entre las distintas comunidades autónomas.
Todo ello se traducía en que, necesariamente, cuando el ámbito territorial previsto en los
estatutos de determinada sociedad cooperativa excedía del territorio de una comunidad autónoma
que contaba con legislación propia sobre cooperativas, la competencia para su regulación
correspondía a la ley estatal, puesto que esa cooperativa podía realizar su actividad
ordinaria y habitual, con personas socias y con personas terceras, fuera del ámbito territorial
sobre el que cada comunidad autónoma tenía competencia para legislar.
Así lo indicó la citada STC 44/1984, de especial interés por cuanto está referida expresamente
a las cooperativas de crédito, al manifestar que:
“Por tanto, la ampliación del ámbito de actuación de la cooperativa más alá de los
límites territoriales fijados para el País Vasco en su Estatuto de Autonomía afecta a la
actividad típica de la Sociedad cooperativa de crédito, pues supone el establecimiento
de relaciones jurídico-financieras de carácter estable, con socios cuyo domicilio social
y ámbito de actuación pertenecen a otra Comunidad Autónoma, con la posibilidad de
apertura de nueva oficinas en esa Comunidad… no se trata, pues de simples consecuencias
de hecho derivadas de la actividad cooperativa que se realiza dentro del País Vasco,
ni de relaciones jurídicas o de actividades con terceros de carácter instrumental, sino
que la dimensión extraterritorial forma parte esencial de la configuración de la Entidad
cooperativa”. (Fundamento Jurídico 2).
Reforma legislativa introducida por la Ley 55/1999, de 29 de diciembre, de Medidas Fiscales,
Administrativas y de Orden Social.
Consecuencia de la situación de inseguridad creada para las cooperativas de crédito por
la anterior legislación comentada y del no seguimiento por ésta de la doctrina del Tribunal
Constitucional sobre distribución de competencias legislativas en materia de cooperativas, se
promovió una enmienda al artículo 104 de la Ley 27/1999, tendente a coordinar el ámbito de
actuación de las cooperativas de crédito conforme a su Ley especial 13/1989 con el ámbito
de la ley de cooperativas (estatal o autonómica) aplicable.
Para ello se propuso la reforma del artículo 104 de la Ley 27/1999, dado que se entendía
que por su carácter de norma especial debería aplicarse con carácter preferente a la norma general
contenida en el artículo 2 de la misma ley. En otras palabras, que el artículo 104 debería
considerarse como una excepción a lo contemplado en el artículo 2 de la misma ley, siendo
de preferente aplicación única y exclusivamente para las cooperativas de crédito.
El nuevo texto propuesto del artículo 104 de la Ley 27/1999 de Cooperativas fue la siguiente:
“Artículo 104. Normativa aplicable:
Las cooperativas de crédito se regirán por su Ley específica y por sus normas de desarrollo.
Asimismo, les serán de aplicación las normas que, con carácter general, reglan la
actividad de las entidades de crédito, y con carácter supletorio la presente Ley de Cooperativas
cuando su ámbito de actuación estatuariamente reconocido, conforme a su
Ley específica, sea suprautonómico o estatal, siempre que realicen en el citado ámbito
actividad cooperativizada de manera efectiva”.
470

COOPERATIVAS FINANCIERAS
Tras la presentación de la enmienda en el Senado, esta cámara la aprobó el 17 de diciembre
de 1999 y fue remitido al Congreso de los Diputados que aprobó la enmienda como el
artículo 54 la Ley 55/1999, de 29 de diciembre de Medidas Fiscales, Administrativas y de
Orden Social.
A la luz de este precepto, los requisitos para la aplicación de la ley estatal a las cooperativas
de crédito son los siguientes:
1. Que tengan un ámbito de actuación supraautonómico o estatal reconocido en sus estatutos.
2. Que ese ámbito de actuación responda a lo previsto en la Ley de Cooperativas de
Crédito en cuanto al capital social necesario (artículo 6 de la Ley 13/1989).
3. Que realicen en el ámbito supraautonómico o estatal actividad cooperativizada de
manera efectiva.
De acuerdo con este cambio legislativo la prelación de fuentes aplicables a las cooperativas
de crédito quedaría de la siguiente manera:
1. Ley 13/1989, de 26 de mayo, de Cooperativas de Crédito.
2. Real Decreto 84/1993, de 22 de enero, que aprueba el Reglamento de Cooperativas
de Crédito.
3. Las normas generales sobre entidades de crédito.
4. Finalmente y como supletoria de la legislación precedente se aplicará la legislación
general sobre cooperativas, debiendo tenerse en cuenta que las cooperativas de crédito
tienen limitado legalmente el ámbito de actuación en función del nivel de recursos
propios con que cuentan (artículo 6 Ley 13/1989 y artículo 3 del Real Decreto
84/1993) de manera que se distinguen tres niveles mínimos del capital social con
que deben contar estas entidades en función del ámbito supraautonómico estatal o
superior.
De acuerdo con todo ello:
1. A las cooperativas de crédito que de acuerdo con sus estatutos tienen un ámbito de
actuación supraautonómico o estatal y realizan en dicho ámbito actividad cooperativizada,
se les aplicará la Ley 27/1999 de Cooperativas.
2. A las cooperativas de crédito que de acuerdo con sus estatutos tienen un ámbito de
actuación supra-autonómico o estatal y no realizan en dicho ámbito actividad corporativizada,
se les aplicará la legislación cooperativa de la comunidad autónoma en
que desarrollen su actividad con carácter principal.
3. A las cooperativas de crédito que de acuerdo con sus estatutos tienen un ámbito de
actuación local o autonómico, se les aplicará la legislación cooperativa de la comunidad
autónoma en la que desarrollen su actividad con carácter principal.
4. Y a las cooperativas de crédito que de acuerdo con sus estatutos tienen un ámbito
de actuación local o autonómico y en la comunidad autónoma donde desarrollen su
actividad con carácter principal no tuviesen legislación propia en materia de cooperativas,
se aplicaría transitoriamente y hasta la aprobación de una ley autonómica, la
Ley 27/1999 de Cooperativas.
471

COOPERATIVAS FINANCIERAS
Evidentemente, la modificación del artículo 104 citada suscitó opiniones contrarias en las
comunidades autónomas, ya que con tal reforma veían recortadas sus competencias e iban a
perder facultades normativas y de supervisión sobre muchas cooperativas de crédito y que
son las más importantes económicamente.
Fruto de ello, mediante escrito registrado en el Tribunal Constitucional el 29 de marzo de
2000, la Junta de Andalucía interpuso recurso de inconstitucionalidad (número 1829/2000)
contra el artículo 54 de la Ley 55/1999, de 29 de diciembre, por el que se dio la nueva redacción
al artículo 104 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas. Dicho recurso
motivó la Sentencia del Tribunal Constitucional número 291/2005, de 10 de noviembre, la
cual, a pesar de que por su densidad y aspectos confusos en algunas partes ha dado lugar
a interpretaciones sobre su significado y alcance, ratificó la legalidad y conformidad a las
reglas constitucionales del artículo 104 con su nueva redacción.
El núcleo esencial de la doctrina que sustenta el fallo de la sentencia del Tribunal Constitucional
es el reconocimiento del artículo 104 de la Ley de Cooperativas como norma básica,
claramente expresado en el fundamento de derecho 6 al afirmar que “debemos rechazar
ahora que lo dispuesto en el artículo 104 de la Ley de Cooperativas se encuadra dentro de
la competencia residual del Estado por el artículo 149.3 de la Constitución Española, pues
no se discute la competencia estatal para aprobar una norma general de cooperativas sino
cuál es el título que habilita para definir el sistema de prelación de fuentes reguladoras del
régimen jurídico de las cooperativas de crédito”. Este enfoque del conflicto es fundamental
y determinante de la conclusión que extrae del mismo: “toda vez que el mencionado artículo
104 reproduce y acota lo dispuesto en el artículo 2 de la Ley 13/1989, todavía vigente, cuya
condición de bases de ordenación del crédito y anca ya hemos señalad, idéntica naturaleza
y título competencial de cobertura habremos de reconocer al precepto que nos ocupa”.
El Tribunal Constitucional reafirma la simetría existente entre el artículo 2 de la Ley de
Cooperativas de Crédito y el artículo 104 de la Ley de Cooperativas, lo que confiere a este
precepto idéntica naturaleza y título competencial que al artículo 2 citado y por ello perfectamente
idóneo para regular el sistema de prelación de fuentes aplicable a las cooperativas
de crédito.
Quizás haya faltado en la regulación del artículo 104 una expresa mención a su carácter
de norma básica, pero ello no puede negar al citado precepto su condición de básico. Así lo
reconoce la propia Sentencia del Tribunal Constitucional en su fundamento de derecho 7.
En definitiva, lo que el artículo 104 regula es la delimitación del ámbito de aplicación
supletoria de la Ley 27/1999 para las cooperativas de crédito, materia de carácter básico,
optando por un modelo que toma en consideración los límites legales a la actuación territorial
de estas entidades de crédito sobre cuya especial naturaleza mixta ya se ha pronunciado
reiteradamente el Tribunal Constitucional.
Pero tan determinante para la solución del conflicto planteado es la atribución de carácter
básico al artículo 104 de la Ley de Cooperativas que el Tribunal Constitucional dedica
el razonamiento final del fundamento jurídico 7 a desarrollar su doctrina en los siguientes
términos: “Pues bien, lo dispuesto en el inciso final del artículo 104 de la Ley 27/1999, de
16 de julio, de cooperativas solo cobra sentido si se sitúa en el contexto general de dicha
Ley y se pone en relación con el inciso final del artículo 2 de la Ley 13/1989, de 26 de mayo,
de cooperativas de crédito, en cuanto establece que a éstas “con carácter supletorio les
472

COOPERATIVAS FINANCIERAS
será de aplicación la legislación de cooperativas”. Dicho de otro modo, estamos ante la
delimitación del ámbito de aplicación subsidiaria de la propia Ley 27/1999, concreción
de la “legislación de cooperativas” a las que llama el artículo 2 de la Ley 13/1989 para
completar el régimen jurídico de estas entidades crediticias en atención a su condición de
sociedades cooperativas. Siendo así que la definición de la prelación de fuentes que regulan
ese régimen jurídico ha merecido la consideración de base en materia de cooperativas de
crédito, dictada al amparo de la competencia atribuida al Estado por el artículo 149.1.11
CE, podemos ahora concluir que su reiteración y acotación en un texto legal diferente debe
recibir idéntica caracterización”.
Definido de esta forma el régimen supletorio de las cooperativas de crédito, para que resulte
de aplicación la Ley 27/1999 a estas entidades han de concurrir dos requisitos: que en
los propios estatutos de la entidad se contemple su ámbito de actuación supraautonómico
y, además, que en él realicen actividad cooperativizada. Así lo matiza el fundamento de
derecho 8 de la sentencia, en clave de interpretación del artículo 104 de la Ley de Cooperativas,
al exigir “la concurrencia de ambos requisitos, material – desarrollo de la actividad
financiera con los socios más allá del territorio autonómico – y formal – que exista previsión
estatutaria – para que pueda examinarse la concurrencia de los parámetros de aplicabilidad
de la Ley 27/1999 con relevancia para el orden constitucional y estatutario de distribución
de competencias”.
Al ser la determinación de la norma supletoria materia básica por afectar a las cooperativas
de esta clase como entidades de crédito, la legislación estrictamente cooperativa debe respetar
la selección de norma supletoria establecida para las cooperativas de crédito.
En este sentido, la remisión que el artículo 104 de la Ley de Cooperativas hace a la ley
específica de las cooperativas de crédito y sus normas de desarrollo, se hace sin reserva
alguna, por lo que habiendo sido calificado este precepto como básico e incardinado en el
artículo 2 de la Ley de Cooperativas de Crédito, del que es desarrollo, debe inferirse que el
derecho supletorio de las cooperativas de crédito en la prelación de fuentes que contiene el
citado artículo 2 de la Ley de Cooperativas de Crédito es el que establece el artículo 104 de
la Ley de Cooperativas.
De otra parte, no podemos desconectar que la disputa sobre qué ley cooperativa es la
supletoria, la del Estado o la de comunidad autónoma, afecta al régimen registral de las cooperativas
de crédito. Y en este sentido debe resaltarse que la regulación del artículo 104 de la
Ley de Cooperativas es coherente con la del artículo 7 del Reglamento de Cooperativas de
Crédito, norma de indiscutido carácter básico.
Del análisis de la Sentencia 291/2005, de 10 de noviembre, estudiada, parecía deducirse
que el tema estaba ya definitivamente resulto a favor de la aplicación del criterio establecido
en el artículo 104 (aunque la actividad se desarrolle principalmente en una comunidad autónoma,
si se realiza fuera de ella una actividad efectiva, la ley aplicable será la estatal y no la
autonómica). Pero no fue así y la cuestión sigue generando polémica, quizás por la densidad
y falta de concreción en algunos aspectos de la Sentencia.
Ya antes de dicha Sentencia 291/2005 el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, en
su Sentencia 446/2005, de 20 de mayo, resolvió lo contrario cuando se le planteó la inconstitucionalidad
del artículo 1 de la Ley 9/2001, de 10 de mayo, de Cooperativas de Crédito de
Extremadura. Así, en el fundamento de derecho sexto, determinó:
473

COOPERATIVAS FINANCIERAS
“y en cuanto a la constitucionalidad de la Ley, o de sujetar a su ámbito de aplicación
a las entidades crediticias de corte cooperativo por el domicilio, la Sala solo podría
suscitar la cuestión de inconstitucionalidad, conforme establecen los artículos 162 de
la Constitución (RCL 1978, 2836), 35 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional
(RCL 1979, 2383) y 5 de la Orgánica del Poder Judicial (RCL 1985, 2635); pero tan
siquiera ello se considera procedente a la vista de la exigencia que ese último precepto
establece de interpretar los precepto conforme a la doctrina del Tribunal de Garantías;
porque n esa Jurisprudencia cabe amparar la decisión; de una parte, porque nuestra
Comunidad Autónoma tiene asumidas competencias para regular estas entidades porque
el actual artículo 7 1ª-23ª del Estatuto atribuye esa competencia, en exclusiva, sobre
las cooperativas – con respeto a la legislación mercantil-; y conforme al parágrafo 36ª,
y también con el carácter de exclusiva, la competencia en materia de “instituciones de
crédito cooperativo público y territorial”; si bien este título competencial deja a salvo
“el marco de la ordenación general de la economía y de acuerdo con las disposiciones
que en uso de sus facultades dicte el Estado”, no es menos cierto que ese marco general
no se ve alterado por la Ley Autonómica; máxime cuando la competencia ejecutiva (sic)
en materia de “crédito, banca y seguro” (artículo 9-14º).
Con posterioridad a la Sentencia del Tribunal Constitucional 291/2005 que pareció solucionar
el asunto, la Sentencia 276/2007, de 13 de febrero, del Tribunal Superior de Justicia
de Andalucía también resolvió en sentido contrario a la interpretación dada a la Sentencia
291/2005. Así, pese a recoger como doctrina constitucional, entre otra, la de esta Sentencia,
extrae diferentes conclusiones a ella y no considera inconstitucional el artículo 1 de la Ley
2/1999, de 31 de marzo, de Sociedades Cooperativas Andaluzas, establecido en:
“Ahora bien, como afirma la Sentencia del Tribunal Constitucional 291/2005, estos dos
requisitos son necesarios pero no suficientes, habida cuenta de que la Ley 27/1999 tiene fijados,
en su artículo 2, sus propios parámetros de aplicabilidad. De acuerdo con dicho precepto,
la ley resulta de aplicación “a las sociedades cooperativas que desarrollen su actividad
cooperativizada en el territorio de varias Comunidades Autónomas, excepto cuando en una
de ellas se desarrolle con carácter principal” y “a las sociedades cooperativas que realicen
su actividad cooperativizada en las ciudades de Ceuta y Melilla” (art.2).
Consecuentemente, la interpretación del art. 2 excluye la aplicación supletoria de dicho
texto legal a las cooperativas de crédito andaluzas, pues en virtud del artículo 1 de la Ley
del Parlamento de Andalucía 2/1999, “son andaluzas y quedan sujetas a las disipaciones
de la presente Ley las sociedades cooperativas que desarrollen principalmente su actividad
societaria en Andalucía” (fundamento jurídico tercero).
“La doctrina constitucional que se ha resaltado en el fundamento jurídico precedente
lleva a desestimar el recurso y hace innecesario el planteamiento de la cuestión de constitucionalidad…
y en tercer lugar porque cuando la cooperativa de crédito tenga su sede, o
principalmente ejerza su actividad en una Comunidad autónoma, deberá regirse, como tal
cooperativa por la norma autonómica. Sin que sea obstáculo para lo anterior que ejerza actividad
fuera de la Comunidad Autónoma o que su s actos puedan producir efectos fuera de
la Comunidad Autónoma. Ya hemos visto que el Tribunal Constitucional afirma que en estos
supuestos la normativa autonómica es de directa aplicación”. (fundamento jurídico cuarto).
474

COOPERATIVAS FINANCIERAS
En igual sentido que el que se ha dado por este autor a la Sentencia del Tribunal Constitucional
291/2005 y, consecuentemente, contrario a las Sentencia citadas de los tribunales
superiores de justicia de Extremadura y Andalucía, la Sentencia número 5/2005 del Juzgado
de lo Mercantil de Córdoba, de 1 de marzo, establece que “dicha normativa cooperativa supletoria
ha de ser la estatal (Ley 27/1999, de Cooperativas de 16 de julio (RCL 1999/1846))
y no la autonómica, puesto que la Caja Rural DE Córdoba ejerce actividad tanto en Andalucía
como en Madrid”.
Las dos sentencias citadas divergentes a la interpretación dada por este autor a la del Tribunal
Constitucional 291/2005, con todo el respeto debido y entendiéndose la crítica en
términos de discusión doctrinal, no parecen de gran valor:
- La del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, porque resuelve la cuestión que
se le plantea más desde un punto de vista formal, sin realizar un profundo análisis del
fondo del asunto.
- Y la del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía porque no parece consecuente
que se apoye en la propia Sentencia del Tribunal Constitucional 291/2005 para llegar
a una resolución con resultados divergentes a ella.
En definitiva, y aunque este autor ya ha definido su opinión al analizar la Sentencia del Tribunal
Constitucional 291/2005, de 10 de noviembre, también debe reconocer que la cuestión
no parece ser indubitada y a la misma no se le puede dar una respuesta unánime y categórica.
Además, con el criterio de la actividad efectiva, aunque sea mínima, como determinante de
la ley aplicable, se puede producir probablemente un efecto de huida del derecho cooperativo
autonómico, o de elección de la ley aplicable por la mera voluntad de los órganos de cada
cooperativa según sus intereses, lo cual es de dudosa legalidad.
Efectivamente, porque la ley estatal adopta un régimen más flexible y liberal, más próximo
cada vez al modelo de las sociedades mercantiles, o por cualesquiera otros motivos como por
ejemplo fiscales o incluso políticos, puede ser más atrayente para quienes vayan a constituir
una cooperativa o para las personas socias de las ya constituidas el sujetar la cooperativa a
constituir o ya constituida al régimen jurídico de la ley estatal. Y ello de una manera muy
sencilla, como por ejemplo abriendo una oficina bancaria comercial fuera de su comunidad
autónoma o incorporando personas socias de otras comunidades autónomas. Si el criterio
fuese el de realizar la actividad con carácter principal sería distinto porque no es fácil tener
tal carácter principal fuera de tu ámbito y, además, si la cooperativa lo tuviese ya estaría
plenamente justificado el aplicar la ley estatal y a que con ello la cooperativa sería indudablemente
supraautonómica.
A modo de reflexión, decir que, para dar seguridad jurídica a un sector económico y social
de la importancia de las cooperativas de crédito, las más altas instancias jurisdiccionales,
cuando tengan la oportunidad, deberían adoptar una postura clara y sin divagar con muchas
argumentaciones. Porque la cuestión es muy concreta, difícil pero concreta: Cuando una
cooperativa de crédito realiza una actividad efectiva no principal, aunque sea mínima, fuera
de su Comunidad Autónoma, en la cual sí lo hace con carácter principal ¿se le aplica la ley
estatal o la autonómica?
O mejor aún, sería conveniente para la seguridad jurídica que debe imperar, que el legislador
se definiese claramente sobre el asunto adoptando las modificaciones legales oportunas y
475

COOPERATIVAS FINANCIERAS
no quedando así la determinación al arbitrio o criterio de los jueces (Tribunal Constitucional
en este caso), que deberán ejercer sus facultades jurisdiccionales para determinar la constitucionalidad
o no de la norma, pero no para interpretar qué quiere decir.
B) Ley especial-ley general, en relación con la distribución competencial entre el Estado y
las Comunidades Autónomas para las cooperativas de crédito.
Como la exposición de motivos del Real Decreto 84/1993, de 22 de enero, por el que se
aprueba el Reglamento de desarrollo de la Ley 13/1989, de 26 de mayo, de Cooperativas de
Crédito, indica:
“La Ley 13/1989, de 26 de mayo, de Cooperativas de Crédito, vino a quebrar una
deficiente tradición normativa de nuestro derecho sobre tales entidades, según la cual
casi todas las peculiaridades de las mismas parecían subsumibles sin inconvenientes de
importancia –y eran subsumidos normativamente- en el esquema jurídico aplicable a las
cooperativas de otras clases, de forma tal que el resto de los problemas serían abordables
mediante un Reglamento especial. Que semejante planteamiento no era acertado lo
demostró tanto el hecho, ya en sí mismo paradójico, de que las cooperativas crediticias
fuesen objeto de regulación parcialmente dispar, en dos normas reglamentarias de idéntico
rango, aprobada en noviembre del año 1978 – as saber: el Real Decreto 2710/1978
y el Real Decreto 2860/1978-, como las dificultades y contenciosos aplicativos que ese
marco, dualista e inarmónico, generó; pero sobre todo, aquel enfoque era atípico e
irreal, desde punto y hora que para todas las entidades de crédito de base societaria el
punto de partida era, y es, el inverso, a saber: ola prevalencia de la normativa especial
sobre la general, como indicó, e indica, el artículo 3 de la Ley de Sociedades Anónimas”.
En definitiva, y de acuerdo con lo ya tratado en el apartado A) anterior relativo al régimen
jurídico, las cooperativas de crédito (al igual que las de seguros) quedan sometidas: por un
lado, a la legislación laboral y mercantil y a las normas básicas de ordenación del crédito
dictadas en el ejercicio de las competencias reservadas al Estado por el artículo 149.1, 6ª, 7ª
y 11ª de la Constitución; y por otro, a la normativa sustantiva propia de las cooperativas ya
sea estatal o de la comunidad autónoma dependiendo de su ámbito territorial.
Con respecto a las materias de carácter básico, no hay ninguna duda en cuanto al orden
prioritario de la normativa a aplicar:
- Para las cooperativas de crédito con ámbito de actuación supra-autonómico o estatal:
1º - Ley 13/1989; 2º - Real Decreto 84/1993; 3º - Normas generales sobre entidades
de crédito; 4º - Ley 27/1999.
- Y para las de ámbito de actuación local o autonómico: 1º - Ley 13/1989; 2º - Real
Decreto 84/1993; 3º - Normas generales sobre entidades de crédito; 4º - Ley autonómica
propia (Ley 11/2019 para Euskadi); 5º - (para suplir lagunas de las leyes
autonómicas) Ley 27/1999.
Tampoco hay dudas en las materias o preceptos no básicos cuando el ámbito de actuación
de la cooperativa es supra-autonómico o estatal: el mismo que se ha relacionado antes para
las materias básicas: 1º - Ley 13/1989; 2º - Real Decreto 84/1993; 3º - Normas generales
sobre entidades de crédito; 4º - Ley 27/1999. Ello por la prevalencia de la ley especial sobre
la general y porque no hay posible conflicto competencial.
Hasta aquí los criterios de este autor son concordantes con cualquiera de las dos posiciones
doctrinales expuestas en el apartado “A)” anterior.
476

COOPERATIVAS FINANCIERAS
El problema o cuestión dudosa surge en las materias o preceptos no básicos, cuando el
ámbito territorial de actuación de la cooperativa de crédito es el local o autonómico, porque
cuando en esas materias no básicas la ley autonómica particular preceptúa de manera diferente
a la Ley especial 13/1989 de Cooperativas de Crédito y a su Reglamento de desarrollo,
¿qué texto legal es de aplicación prioritaria, la Ley 13/1989 y su Reglamento de desarrollo
por prevalecer el principio de prioridad de la ley especial frente a la general, o la ley autonómica
por prevalecer la adecuación al régimen competencial entre los poderes públicos con
potestades normativas que atribuye a las comunidades autónomas, como la vasca, competencias
legislativa plenas en materia de cooperativas?
El problema no es de resolución sencilla pues confluyen dos aspectos que ya individualmente
pueden presentar dificultades:
- Para las cooperativas en general, una pluralidad de títulos competenciales cuya delimitación
es complicada al solaparse e interrelacionarse mutuamente.
- Y, además, para las de crédito en particular, la especialidad dimanante de su actividad
crediticia, la cual ha asimilado e incorporado al género de las entidades de
crédito a las cooperativas de este sector.
Entiende este autor que a pesar de que la prioridad de la ley especial sobre la general
es un principio jurídico reconocido normativamente, ha de interpretarse con la flexibilidad
suficiente para no vaciar de contenido las competencias asumidas por las comunidades autónomas
y debe prevalecer sobre su aplicación el respeto a la distribución competencial que
la Constitución española y los diferentes estatutos de autonomía han establecido, máxime
en aquellas comunidades autónomas como la de Euskadi en las que, por una parte, se tiene
la competencia exclusiva sobre las sociedades cooperativas y, por otra, también se ostentan
competencias sobre la ordenación del crédito y banca en general, que especialmente son intensas
en las cooperativas de crédito y cajas de ahorro. Es decir, como establece la Sentencia
del Tribunal Constitucional 275/2000, de 16 de noviembre, en su fundamento 4, el principio
de especialidad (ya sea la ley especial estatal o autonómica) debe estar en plena conformidad
y respeto con el sistema constitucional y estatutario de distribución de competencias, según
resulta de la doctrina establecida en la Sentencia del Tribunal Constitucional 44/1984.
En tal sentido, es de especial interés la Sentencia del Tribunal Constitucional 155/1993, de
6 de mayo, que en su fundamento jurídico 3 estableció:
“De este modo, se reconoce expresamente la competencia de las Comunidades Autónomas,
de acuerdo con lo que dispongan sus correspondientes Estatutos de Autonomía,
para regular el régimen jurídico de las Cooperativas de Crédito, debiéndose tener en
cuenta que, con arreglo a las singulares características de las Cooperativas de Crédito,
en las que confluyen al menos y en lo que ahora interesa, aspecto crediticios y cooperativos
–en los que, a su vez, inciden aspecto laborales y mercantiles (STC 134/1992,
fundamento jurídico 2º)-, la normativa autonómica será complementaria de la estatal
dictada al amparo del artículo 149.1.11 de la CE y de directa aplicación en los aspectos
estrictamente cooperativos cuya regulación, por no tener carácter mercantil o laboral
(artículo 149.1.6 y 7 CE), corresponde a la competencia exclusiva de las Comunidades
Autónomas. Este reparto competencial se respeta, pes, íntegramente por el artículo 2 de
la Ley 13/1989, al referir el marco normativo con expresa mención “de las disposiciones
que puedan aprobar las Comunidades Autónomas en el ejercicio de las competencias
477

COOPERATIVAS FINANCIERAS
que tengan atribuidas en la materia”, expresión ésta suficientemente amplia que deja
a salvo no sólo las normas autonómicas dictadas en el ejercicio de la competencia de
desarrollo de la legislación crediticia que con el carácter de básica dicte el Estado, sino
también las que lo sean al amaro de la competencia exclusiva que en materia de Cooperativas
hayan asumido”.
Ello es consecuente con el criterio del mismo Tribunal Constitucional que en su Sentencia
37/1981, de 16 de noviembre, estableció que “esta limitación territorial de la eficacia de las
normas y actos no puede significar, en modo alguno, que le esté vedado por ello a los órganos
de la Comunidad Autónoma, en uso de sus competencias propias, adoptar decisiones
que puedan producir consecuencias de hecho en otros lugares del territorio nacional”.
Y también como jurisprudencia de apoyo es la Sentencia del Tribunal Constitucional
291/2005, de 10 de noviembre, que recoge la doctrina que el Tribunal Constitucional elaboró
al respecto y, entre otras cuestiones, manifiesta que continuando con la doctrina elaborada
por el Tribunal Constitucional en la Sentencia 72/1983, la Constitución no reserva de modo
directo y expreso competencia alguna al Estado en materia de cooperativas, y en consecuencia,
de acuerdo con el artículo 149.3 de la propia Norma, la Comunidad tiene las competencias
que haya asumido en su Estatuto, correspondiendo al Estado las no asumidas”
(fundamento jurídico 3).
Y que, “con arreglo a las siguientes características de las cooperativas de crédito, en las
que confluyen al menos y en lo que ahora interesa, aspecto crediticios y cooperativos –en
los que, a su vez, inciden aspecto laborales y mercantiles (STC 134/1992 (RTC 1992, 1341,
f.2)- la normativa autonómica será complementaria de la estatal dictada al amparo del
artículo 149.1.11CE y de directa aplicación en los aspecto estrictamente cooperativo cuya
regulación, por no tener carácter mercantil o laboral (artículo 149.1.6 y 7 CE), corresponda
a la competencia exclusiva de las Comunidades Autónomas”.
Y consecuentemente con la anterior posición, el orden prioritario de la normativa a aplicar
a las cooperativas de crédito de ámbito local o autonómico en las materias no básicas,
a juicio de este autor, es: 1º - Ley autonómica propia (Ley 11/2019 para Euskadi); 2º - Ley
13/1989; 3º - Real Decreto 84/1993; 4º - Normas generales sobre entidades de crédito; 5º -
Ley 27/1999.
Con el anterior criterio, este autor difiere de las dos posturas doctrinales expuestas en el
subapartado “A)” anterior las cuales discrepaban en una cuestión diferente como cuál era
la ley general cooperativa que se aplicaba supletoriamente (estatal o autonómica) dependiendo
de la postura que se adoptase para definir el ámbito territorial (Actividad “efectiva”
o “principal”), pero no tenían divergencias en cuanto a que la Ley 13/1989 y sus normas de
desarrollo eran de aplicación preferente en todo su contenido (básico o no) en aplicación del
artículo segundo de dicha ley y el artículo 104 de la Ley 27/1999 de Cooperativas (estatal).
Este autor, aun reconociendo la cualificación de quienes mantienen dicha postura no puede
sino discrepar de la misma por el argumento expuesto de que con ello se vulneraría la distribución
competencial entre el Estado y las Comunidades Autónomas.
Como otro criterio interpretativo para poyar la postura de este autor está el que (aunque
el artículo segundo de la Ley 13/1989 se declara básico en la Disposición Final Segunda
de la propia ley al tratar sobre el “Régimen jurídico” que es un término que engloba a todo
el texto legal y ello puede servir de apoyo a otras posiciones doctrinales y ser contario a la
478

COOPERATIVAS FINANCIERAS
interpretación de este autor), sería incongruente con la propia Ley 13/1989 que en la citada
disposición final segunda se declaren como normas no básicas una serie de sus preceptos. Es
decir, la propia Ley 13/1989 declara parte de su contenido de carácter básico (casi todo) y
algo no, luego si hace esa diferenciación ¿por qué va a ser todo su contenido, incluso lo no
básico, obligatorio para las cooperativas de crédito de ámbito local o autonómico, poniendo
por encima de la distribución competencial el principio de prioridad de la ley especial?
Vista la conclusión, puede parecer curioso que en este punto este autor adopte una postura
más autonomista que la así calificada en el subapartado “A)” anterior, cuando en este
apartado consideraba que la doctrina del Tribunal Constitucional era contraria a la tesis más
autonomista, pero entiende que bajo un criterio de técnica jurídica no es contradictorio.
En cualquier caso, hay que decir, tanto para la cuestión planteada en este apartado B) como
en el A) anterior, y en general para cualquier cuestión dudosa sobre estas materias, que con la
crisis financiera y económica iniciada en 2008, los grandes esfuerzos realizados con dinero
público para apoyar económicamente los rescates bancarios y la cada vez más importante
normativa europea de obligado cumplimiento directo de obligado traslado al ordenamiento
jurídico español, las mayores facultades en materia de ordenación, supervisión y solvencia
tanto del Banco de España, como el Fondo de Garantía de Depósitos, y de la Autoridad Bancaria
Europa ya desarrollada, hacen que las anteriores disquisiciones jurídicas ni se planteen
actualmente en la práctica y nadie duda de la cada vez mayor y casi única prevalencia, en
todo lo que concierne a las entidades de crédito sin distinción, por una parte, de las autoridades
y supervisores estatales y supraestatales sobre las de las comunidades autonómicas y, por
otra, de la normativa bancaria que se aplica sin distinción a bancos y cooperativas de crédito
sobre la normativa cooperativa la cual es vista en ocasiones con recelo por los supervisores
como válida para las entidades de crédito.
C) Obligaciones registrales.
Otra peculiaridad de las cooperativas financieras, y en especial de las de crédito, es el fuerte
control administrativo para su constitución, similar al que se establece para la creación de
bancos y las mayores obligaciones registrales tanto en el momento de la constitución de la
sociedad como después.
De acuerdo con el artículo 11 de la Ley 11/2019 de Cooperativas de Euskadi, una cooperativa
solo debe inscribirse en el Registro de Cooperativas, se entiende que de Euskadi. Y
de igual manera preceptúa el artículo 7 de la Ley 27/1999 de Cooperativas (estatal) para las
sujetas a su ámbito, se entiende que en el Registro de Cooperativas estatal.
Sin embargo, el artículo quinto de la Ley 13/1989 de Cooperativas de crédito, desarrollado
en los artículos 1 a 9 de su Reglamento, establece la inscripción obligatoria, previa a la del
Registro de Cooperativas competente, en el Registro correspondiente del Banco de España
y en el Registro Mercantil.
Dado que una sociedad cooperativa que no sea de crédito o de seguros solo necesita inscribirse
en el Registro de Cooperativas competente, una sociedad mercantil no bancaria solo en
el Registro Mercantil de su domicilio social y una entidad mercantil bancaria en ese Registro
Mercantil y en el correspondiente del Banco de España, podemos afirmar que las cooperativas
de crédito y de seguros son las sociedades más “registradas”. Y, dado que los registros
son de carácter jurídico y otorgan publicidad, las que otorgan una mayor seguridad jurídica.
479

COOPERATIVAS FINANCIERAS
Y ello durante toda su existencia y no solo en la constitución, porque hasta su cancelación
registral motivada por su disolución y liquidación deberán acudir a los registros para inscribir
o depositar todos los actos o documentos fundamentales de su vida societaria, estando
sujetos a las normas que dicte el Banco de España en cuanto a su Registro, al Real Decreto
1784/1996 de 19 de julio que aprobó el Reglamento del Registro Mercantil (que tiene como
artículos específicos “de las cooperativas de crédito, de las mutuas y cooperativas de seguros
y de las mutualidades de previsión social” los números 254 a 258 y al reglamento
correspondiente del registro de cooperativas competente (Decreto 59/2005, de 29 de marzo,
para el de Euskadi y Real Decreto 136/2002, de 1 de febrero, para el estatal), estando tanto en
el apartado 4 del artículo 1 “Autorización y registro de las cooperativas de crédito” del Real
Decreto 84/1993 que aprueban el Reglamento de desarrollo de la Ley 13/1989 de Cooperativas
de Crédito, como en el artículo 10 “Modificación de los estatutos sociales” del Real
Decreto 84/2015 que desarrolla la Ley 10/2014 de ordenación, supervisión y solvencia de
entidades de crédito, que las modificaciones de los estatutos sociales de los bancos-cooperativas
de crédito está sujeta a autorización y registro del Banco de España.
Con ello, las cooperativas de crédito, no solo en el momento inicial de su constitución, sino
durante toda su vida deben seguir (con una licencia de este autor se puede decir “sufrir”) el
siguiente proceso en la aprobación/modificación de los estatutos:
1.- Autorización por el Banco de España.
2.- Inscripción en el registro mercantil competente, con la consiguiente calificación jurídica
de la validez de las modificaciones aprobadas.
3.- Inscripción en el registro de cooperativas competente, también con calificación jurídica.
4.- E inscripción en el registro de estatutos del Banco de España, que es meramente
administrativo.
Apréciese la enorme exigencia de las cooperativas de crédito en este aspecto:
- El resto de clases de cooperativas (con la salvedad de las de seguros) solo se inscriben
en el registro de cooperativas competente y no necesitan autorización de una
entidad supervisora.
- Y el resto de entidades de crédito –bancos- sociedades anónimas, necesitan la autorización
del Banco de España y la inscripción en su registro y también en el registro
mercantil competente, pero no en otro adicional como el registro de cooperativas.
21.1.5 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Las únicas novedades del artículo 123 de la nueva LCE con respecto al artículo 119 de la
antigua, además de la utilización del lenguaje inclusivo (personas socias en lugar de socios,
y terceras personas en lugar de terceros y moradores y moradoras en lugar de moradores),
son dos mejoras en la redacción del mismo de carácter aclaratorio y didáctico, pero que no
suponen una modificación de su contenido:
- En el apartado 1, a la palabra “terceros” (terceras personas ahora) añade “no socios”,
clasificando con ello lo que era comúnmente admitido pero supone una mejora en la
redacción, esto es, que son las personas que no son socias aquellas terceras personas con
las que las cooperativas de crédito pueden actuar y a las que se venía refiriendo la ley.
- Y en el apartado 4, cambia la redacción con el fin de que en su previsión el departa-
480

COOPERATIVAS FINANCIERAS
mento del Gobierno Vasco competente en materia de hacienda y finanzas al que se
refiere pueda tener una denominación diferente al limitado Departamento de Hacienda
y Finanzas al que concretamente se refería la ley anterior.
21.1.6 Comentario general y significado práctico del artículo 123 de la LCE.
El artículo 123 de la LCE establece para las cooperativas de crédito las siguientes normas
imperativas:
· En el apartado 1, su objeto social, que es especial y exclusivo de esta clase de cooperativas,
las cuales no pueden dedicarse a otras actividades económicas, salvo las
complementarias y conexas a las crediticias y que no puede ser desarrollado por
otras cooperativas no crediticias.
· En el apartado 2, se reserva “la expresión caja rural” a las cooperativas de crédito
que cumplan la condición que prevé de estar orientadas hacia el servicio preferente
al medio agrario.
· En el apartado 3, la observancia de la normativa estatal básica sobre cooperativas de
crédito (básicamente la Ley 13/1989 y su Reglamento aprobado por Real Decreto
84/1993) y demás legislación sectorial sobre entidades de crédito.
Y a su vez, en concordancia con la normativa básica estatal que habrá que respetar, permite
a las cooperativas de crédito vascas ejercer su autonomía de la voluntad y capacidad
autorreguladora en la realización de una manera amplia de operaciones activas con terceras
personas no socias y en la especialización financiera en el medio rural.
Analizando el artículo 123 desde otro punto de vista más centrado en su contenido, es destacable
la extensión y posibilismo con que regula tanto el elemento subjetivo como objetivo
de las cooperativas de crédito:
- En su apartado 1, que hay que ponerlo en concordancia con el apartado 1 del artículo
19 “Personas que pueden ser socios o socias”, extiende la capacidad para ser socio.
- En el apartado 2 dedicado a las cajas rurales, permite utilizar tal denominación específica
exigiendo solamente que su orientación “al medio rural y a sus moradores”
sea “preferente”, no exigiendo como en legislaciones antiguas ya superadas por la
Ley 4/1993, el carácter exclusivo.
- Y en cuanto al objeto social, se amplían las operaciones y servicios que pueden
realizar y que se establecen con una fórmula general que las equipara con el resto de
grupos institucionales del sistema crediticio español (bancos y cajas de ahorros ya
residuales a día de hoy en la actividad bancaria como tal), no limitándose las operaciones
con terceras personas a las de pasivo y remitiéndose a las determinaciones
legales para cada actividad para saber cuándo se entiende cumplido ese requisito. En
cuanto a las cooperativas de crédito y de seguros, la remisión explícita a sus requisitos
y limitaciones se hace en el apartado 3, manteniendo con ello el escrupuloso y
delicado celo competencial que estos tipos de cooperativas exigen.
En este asunto la Ley 13/1989 de Cooperativas de Crédito en su artículo cuarto, de carácter
básico y por lo tanto prioritario, no solo es concordante con la ley vasca, sino que es aún más
clara y precisa:
- Porque establece que “…podrán realizar toda clase de operaciones activas, pasivas
y de servicios permitidas a las otras entidades de crédito…”.
481

COOPERATIVAS FINANCIERAS
- Y porque concreta el límite máximo del conjunto de las operaciones activas con terceras
personas socias en el 50 por 100 de los recursos totales de la entidad, indicando
qué tipo de operaciones se excluyen del cómputo del referido porcentaje.
En definitiva, aun manteniendo con carácter imprescindible el tener que cumplir el carácter
mutualista o de ayuda mutua entre las personas cooperativistas, la legislación permite de
manera importante la extensión de la actividad a las terceras, lo cual viene motivado por la
necesidad de tener la posibilidad de un mayor mercado en el que prestar sus servicios como
elemento necesario para la viabilidad del cooperativismo de crédito (y de todos los sectores
cooperativistas en general).
Por otra parte, y como no podía ser de otra manera, se remite a la legislación sectorial en
los asuntos que por su carácter básico son de competencia estatal; atribuyendo, por el carácter
de agentes económicos y del sector de crédito de las entidades, al departamento del Gobierno
Vasco competente en materia de hacienda y finanzas las funciones de inspección y disciplina.
De lo anterior se deduce el carácter imperativo de la observancia de la normativa estatal
básica sobre cooperativas de crédito (Ley 13/1989 de 26 de mayo y su Reglamento de desarrollo
aprobado por el Real Decreto 84/1993, de 22 de enero) y sobre entidades de crédito
en general (entre la que destaca la Ley 10/2014 de ordenación, supervisión y solvencia de
entidades de crédito y su normativa de desarrollo).
21.1.7. Otra normativa aplicable
Ya se ha desarrollado en el apartado 21.1.1 esta cuestión de gran trascendencia para las
cooperativas de crédito, pero por indicarlo en este apartado sistemático de una manera resumida,
la Ley 27/1999 de Cooperativas (estatal) general para toda clase de cooperativas,
que en su artículo 104 tipifica esta clase de cooperativas y la regula de una manera muy
breve remitiéndose a su regulación especial en otras leyes, no aporta ni complementa nada,
quedando las cooperativas de crédito vascas sometidas a la normativa estatal especial en su
mayor parte básica.
- La Ley 13/1989 de Cooperativas de Crédito y su Reglamento de desarrollo aprobado
por el Real Decreto 84/1993.
- Y citar otra fundamental, de entre todas las expuestas en el apartado 21.1.3, la Ley
10/2014 de ordenación, supervisión y solvencia de entidades de crédito, desarrollada
por el Real Decreto 84/2015, a su vez por la Circular 2/2016 del Banco de España.
Esta Ley, Real Decreto y Circular, además de por su normativa sobre supervisión y solvencia,
es también fundamental en materia de ordenación y gobierno corporativo en general.
21.2 Cooperativas de seguros
Artículo 124.- Cooperativas de seguros.
1.- Son cooperativas de seguros las que tienen por objeto el ejercicio de la actividad
aseguradora en cualquiera de sus ramos.*
* Redacción dada por el artículo quinto de la Ley 5/2021, de 7 de octubre, de modificación de la Ley
11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi.
482

COOPERATIVAS FINANCIERAS
2.- Estas cooperativas, en cuanto entidades aseguradoras, se regirán por la normativa
ordenadora del seguro privado que tenga carácter básico y por la regulación de
desarrollo que apruebe la Comunidad Autónoma del País Vasco. La presente ley
tendrá carácter supletorio.
3.- El departamento del Gobierno Vasco competente en materia de hacienda y finanzas
ejercerá, respecto de las cooperativas de seguros, las funciones previstas en el artículo
123.4.
21.2.1 Introducción
El artículo 124 de la LCE mantiene una regulación muy escueta de esta clase de cooperativa
financiera, inédita a día de hoy en Euskadi, limitándose a definirla por su objeto (la actividad
aseguradora en cualquiera de sus ramos), recordando el ámbito competencial y fijando
el departamento competente del Gobierno Vasco respecto de las mismas (el competente en
materia de hacienda y finanzas).
Antecedentes.
Las cooperativas de seguros, a nivel estatal ya se regularon en el artículo 31 de la Ley de
1931 cuyas previsiones fueron desarrolladas por el Reglamento de la citada ley en su artículo
100, constituyendo ello la primera regulación en España de esta clase de cooperativas.
Posteriormente no fueron reguladas ni en la Ley de 1942 ni en la de 1974 sobre cooperativas,
dedicándole la Ley 3/1987, de 2 de abril, General de Cooperativas el artículo 143 en el
que básicamente se contenía una definición común a todas las cooperativas de seguros y se
indicaban las tres modalidades o subtipos de las mismas, además de declarar como principio
la prevalencia de la legislación especial del sector.
Previamente, la Ley 33/1984, de 2 de agosto, sobre Ordenación del Seguro Privado, recogió
la posibilidad de la existencia de cooperativas de seguros, regulándolas de acuerdo a las
exigencias de las particularidades de la actividad aseguradora.
Ya antes, en el ámbito territorial vasco, la Ley 1/1982, de 11 de febrero, sobre cooperativas,
introdujo como novedad la regulación de las cooperativas de seguros como clase especial,
reconociéndose la posibilidad de creación de sociedades mutuas para el ejercicio de la actividad
aseguradora.
También fueron reguladas por la Ley 4/1993, de 24 de junio, en su artículo 120.
De manera similar, aunque no en tanta cantidad, como para las cooperativas de crédito el
sector del seguro está regulado profusamente, habiendo múltiples leyes que afectan al sector
de los seguros, pudiendo todas ellas encuadrarse en alguno de los siguientes apartados:
- Seguro privado de carácter básico. La Ley 30/1995, de 8 de noviembre, de Ordenación
y Supervisión de los Seguros Privados y el Real Decreto 2.486/1998, de 20 de
noviembre, que aprueba el Reglamento de Ordenación y Supervisión de los Seguros
Privados.
- Ordenación y supervisión. En el mismo destacar la Ley 20/2015 y el Real Decreto
1060/2015, en ambos casos de ordenación, supervisión y solvencia de las entidades
aseguradoras y reaseguradoras.
483

COOPERATIVAS FINANCIERAS
- Mediación.
- Consorcio de compensación de seguros. Real Decreto – Ley 7/2004 que aprueba su
estatuto legal.
- Defensa del asegurado y del partícipe en planes de pensiones.
- Contrato de seguro. Ley 50/1980 de contrato de seguro.
Siendo su entidad supervisora a nivel estatal la Dirección General de Seguros y Fondos de
Pensiones.
21.2.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Las alteraciones del texto del artículo 124 de la nueva LCE con respecto al artículo 120 de
la anterior Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi, consisten: en suprimir de la redacción
la alusión al triple esquema organizativo y funcional posible (a prima fija, a prima variable
y de trabajo asociado); y en crear un nuevo apartado, el 3, en el que se fija el criterio para
determinar cuál es el departamento competente del Gobierno Vasco respecto de esta clase de
cooperativas. Y de una manera acertada, lo hace, no fijando un departamento determinado
con su nombre sino por sus funciones, esto es, el que sea competente en materia de hacienda
y finanzas.
21.2.3 Comentario general y significado práctico
El apartado 1, define el objeto social de esta clase de cooperativas (la actividad aseguradora
en cualquiera de sus ramas), teniendo carácter imperativo dado que, por la especialización
y exclusividad de su objeto social, éste no podrá ser realizado por una cooperativa de cualquier
otra clase.
Aunque inicialmente la Ley 11/2019 delimitaba aunque sin definirlas, las tres modalidades
que se podían establecer de las mismas dependiendo de su organización y funcionamiento,
dos modalidades de raíz consumidora (a prima fija, a prima variable) y otra cuyo elemento o
característica definitoria no es la persona cliente asegurada sino quién los provee (de trabajo
asociado), la modificación de la ley aprobada en octubre de 2021, a raíz de las discrepancias
manifestadas por los ministerios competentes del Gobierno de España, centradas fundamentalmente
en la eliminación de la posibilidad de que estas cooperativas, entre otras entidades,
actúen a prima fija, suprime de la redacción esta modalidad y las otras dos, descritas anteriormente
como el triple esquema organizativo y funcional posible.
El apartado 2, fija con carácter imperativo la sumisión a la normativa básica ordenadora del
seguro privado, recordando al mismo tiempo las competencias de la Comunidad Autónoma
del País Vasco para su desarrollo y la supletoriedad de la LCE.
Y el apartado 3, como novedad y se ha dicho en el apartado 21.2.2 anterior, fija con un
criterio funcional el departamento del Gobierno Vasco competente, que es el que lo sea en
materia de hacienda y finanzas.
21.2.4 Otra normativa aplicable
La Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas, prevé esta clase de cooperativas en un
484

COOPERATIVAS FINANCIERAS
escuetísimo artículo, el 101, para definir únicamente su objeto y remitirse a la legislación del
seguro, no aportando nada ni por una aplicación supletoria ni a nivel interpretativo a la LCE.
Dada la remisión de la LCE con carácter imperativo a la normativa sectorial del seguro
privado de carácter básico, será a ésta a la que habrá que acudir y está constituida fundamentalmente
por la ya citada Ley 30/1995, de 8 de noviembre, de Ordenación y Supervisión de
los Seguros Privados, el Real Decreto 2486/1998 que aprueba el Reglamento de la anterior
Ley y, en lo pertinente, la Ley 50/1980 del Contrato de Seguro.
La Ley 30/1995 citada prevé expresamente el que la actividad aseguradora se pueda realizar
a través de la fórmula societaria cooperativa.
Esta Ley 30/1995, ya en relación con la antigua Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi
y también con la actual Ley 11/2019, plantea un problema o una cuestión dudosa para las
cooperativas de seguros sujetas al ámbito competencial vasco, dado que la primera suprimió
en la Disposición Derogatoria Única la modalidad o subclase de Cooperativa de Seguros
de Trabajo Asociado, prevista en la entonces vigente Ley 3/1987 General de Cooperativas
(estatal) y que tampoco se recoge en la vigente Ley 27/1999 de Cooperativas estatal (aunque
en realidad ésta no prevé ninguna modalidad expresamente), modalidad que si está recogida
en la Ley de Cooperativas de Euskadi. ¿Se debe entender que quedan prohibidas estas cooperativas
aseguradoras basadas en el trabajo de sus personas socias? Con base argumental en
la distribución competencial estado-comunidades autónomas establecido en la Constitución
Española y en el tenor de la citada Disposición Derogatoria única de la Ley 30/1995, que
evidentemente no puede ir contra aquella, parece correcto entender que quedarán prohibidas
solamente las de ámbito estatal o supra-autonómico.
485

22. COOPERATIVAS SANITARIAS *22
22.1 Cooperativas sanitarias
La Ley 11/2019 (LCE) regula específicamente las cooperativas sanitarias en dos preceptos
diferentes encuadrados en una misma sección, la 9ª del capítulo I del título II: Un primer
precepto, el artículo 125, se encarga de regular las cooperativas de tipo asistencial; y otro,
el artículo 126, se dedica a las cooperativas orientadas a las infraestructuras o instalaciones
sanitarias.
Ambas modalidades de cooperativas sanitarias, como se indica en la propia exposición de
motivos de la LCE, son aún inéditas en la práctica, pero a pesar de ello lel legislador vasco
ha decidido mantenerlas en la LCE como opciones societarias cooperativas de futuro.
Artículo 125.- Cooperativas de asistencia sanitaria.**
1.- Son aquellas cooperativas de seguros cuya actividad empresarial consiste en cubrir
riesgos relativos a la salud de sus personas socias y sus beneficiarias.
2.- A estas cooperativas les será de aplicación las normas establecidas para las cooperativas
de seguros del artículo 124.
22.1.1 Introducción
La Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi aportó como innovación la propia regulación
específica en los artículos 121 y 122 para las cooperativas sanitarias, regulación que continua
en el artículo 125 de la LCE actual, si bien en cuanto a las de asistencia sanitaria se
debe indicar que al ser una actividad que se puede encuadrar en la actividad aseguradora, las
cooperativas de asistencia sanitaria se pueden considerar con cobertura legal en la clase de
cooperativas de seguros.
Este subtipo de cooperativa sanitaria exige un proyecto empresarial de importancia ya sea
por el importe de los capitales mínimos exigibles (artículo 125.3 en relación con la legislación
de ordenación del seguro privado) o por el amplio colectivo de personas socias autoaseguradas
que deberán asociarse para darle viabilidad.
22.1.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Aunque inicialmente el texto del artículo 125 de la Ley 11/2019 no había sido objeto de
alteración normativa alguna con respecto al antiguo artículo 121 de la Ley 4/1993 de Cooperativas
de Euskadi, coincidiendo en su literalidad, salvo por la incorporación de un lenguaje
inclusivo en términos como socios por el de personas socias, la modificación de la ley
aprobada en octubre de 2021, a raíz de las discrepancias también en este punto manifestadas
* Comentario realizado por Alejandro Elejabarrieta Goienetxe, Director de Asesoría Jurídica de LABO-
RAL KUTXA y Secretario Técnico de su Consejo Rector. Miembro del Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi.
** Redacción dada por el artículo sexto de la Ley 5/2021, de 7 de octubre, de modificación de la Ley
11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi.
487

COOPERATIVAS SANITARIAS
por los ministerios competentes del Gobierno de España y centradas fundamentalmente en
la misma línea comentada para las cooperativas de seguros propiamente dichas, en la eliminación
de la posibilidad de que estas cooperativas, entre otras entidades, actúen a prima
fija, suprime los apartados 2 y 3, así como la previsión del 1 de cubrir a personas aseguradas
diferentes a las socias.
Y crea un nuevo apartado 2 en el que escuetamente se remiten para las normas aplicables
a las cooperativas de asistencia sanitaria a las de seguros del artículo 124.
22.1.3 Comentario general y significado práctico
El legislador vasco, con la regulación del artículo 125, continúa hasta cierto punto con la
concepción excesivamente específica de la utilización de la fórmula cooperativa para organizar
la actividad sanitaria en su vertiente asistencial, puesto que limita tal especificación a las
empresas aseguradoras que cubren riesgos relativos a la salud humana, pareciendo dudoso
que pueda incluir otras actividades que no sean estrictamente relativas a dichos problemas de
salud humana, como actividad veterinaria e incluso dentro de la actividad sanitaria respecto
de humanos la relativa a prevención, investigación u otras que no sean relativas a problemas
de salud.
El apartado 1 define directamente a las “Cooperativas de asistencia sanitaria” como
“cooperativas de seguros”, incluyendo en su definición tanto la visión productiva derivada
de que es el trabajo de sus personas socias el que cubre los riesgos a la salud, como la visión
distributiva o consumidora derivada de cubrir los citados riesgos solamente a sus personas
socias y a las beneficiarias de éstas.
El contenido del artículo 125 tienen carácter imperativo aunque dado su muy escueto texto,
especialmente tras la modificación de octubre de 2021, no aporta nada más que definir
mínimamente el elemento objetivo y subjetivo de la clase de cooperativa y se remite para
todas las normas que les serán aplicables al artículo 124 de las cooperativas de seguros, que
a su vez en esto no hace más que remitirse fundamentalmente a la normativa ordenadora del
seguro privado que tenga carácter básico (de competencia estatal) y a la regulación de desarrollo
que apruebe la comunidad autónoma.
Al margen de los tipos de cooperativas de asistencia sanitaria legalmente establecidos o
tipificados, es indudable que se pueden crear cooperativas que realicen la actividad sanitaria,
sin necesidad de que les sean aplicables las normas contenidas en el artículo 125 y en la
legislación aseguradora; es decir, una actividad extra-aseguradora aunque sanitaria. Y ello
por dos motivos:
- Uno no estrictamente jurídico, como es el que la naturaleza de los servicios sanitarios
va ligada a que no sea posible limitar su prestación a terceras personas o personas
pacientes no socias.
- Y otro jurídico, como es el que esa actividad sanitaria extra-aseguradora puede tener
sin problemas cobertura tanto en la normativa específica de las cooperativas de trabajo
asociado (artículos 103 y siguientes) si se acogen a esa clase, como a través de
lo establecido en el artículo 102.1 que da cobertura a la constitución de cooperativas
“atípicas” o no reguladas específicamente en la Ley “con tal de que quede claramente
determinada la correspondiente actividad cooperativa y la posición jurídica
488

COOPERATIVAS SANITARIAS
de las personas socias que deben participar en ella, en cuyo caso el registro y las
personas interesadas aplicarán la normativa legalmente prevista para la clase de
entidades con las que aquellas guarden mayor analogía”.
No puede olvidarse que la clasificación legal de las cooperativas es puramente potestativa
y no limita o impide que otras actividades puedan realizarse a través de la fórmula cooperativa.
Y este artículo 102 se complementa con la Disposición final Segunda de la Ley “Otras
clases de cooperativas” en la que se establece que “El Gobierno Vasco, a propuesta de la
persona titular del departamento competente en materia de trabajo, previo informe preceptivo
del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, podrá regular nuevas clases de
cooperativas y establecer las normas especiales que vengan determinadas por las peculiaridades
socioeconómicas que concurran en aquellas, respetando los principios y caracteres
establecidos en la presente ley”.
Sin perjuicio de lo anterior, siempre hay que tener en cuenta que las cooperativas sanitarias
son cooperativas de seguros y como tales están sujetas a una regulación profusa, de carácter
básico en muchos aspectos y a entidades supervisoras.
22.1.4 Otra normativa aplicable
Son destacables las aportaciones o innovaciones que la Ley 27/1999 realiza en el ámbito de
las cooperativas sanitarias reguladas en su artículo 102. Y son de especial interés incluso para
las cooperativas de esta clase sujetas a la Ley 11/2019 de Cooperativas de Euskadi porque
serían de aplicación supletoria en Euskadi para completar la normativa vasca sobre dichas
materias cuando ésta no regule las mismas.
El número 1 del artículo 102 supera lo que hemos venido denominando como visión estricta
de las posibilidades cooperativas al limitarlas al ámbito asegurador.
Y esta superación, que implica un amplio abanico de posibilidades, se da tanto en el elemento
objetivo como en el subjetivo:
- En cuanto al primero, constituido por las actividades que pueden realizar esta clase
de cooperativas, hay dos previsiones importantes: por una parte, se les permite desarrollar
su actividad en el área de la salud con carácter general y sin ninguna previsión
expresa limitativa; y por otra, se prevé expresamente que puedan “realizar también
actividades complementarias y conexas incluso de tipo preventivo, general o para
grupos o colectivos determinados”.
De la sola lectura de ambas previsiones legales se pueden apreciar las enormes posibilidades
de que se les otorgan para desarrollar su actividad en áreas como la investigación,
la docencia, la previsión, la divulgación, etc. y, además, al abrir estos campos se facilita la
incorporación como personas socias colaboradoras a instituciones vinculadas a las mismas
(universidades, fundaciones, etc.)
- Y en cuanto al elemento subjetivo, también se establece un criterio amplio al poder
“estar constituidas por los prestadores de la asistencia sanitaria, por los destinatarios
de la misma o por unos y otros”.
El párrafo primero del número 2 del artículo 102, en consecuencia con los diferentes obje-
489

COOPERATIVAS SANITARIAS
tivos que permite a estas cooperativas, establece las diferentes normativas aplicables en cada
caso, remitiéndonos a él sin más por ser su texto claro y sin mayor interés que el interpretativo
para las cooperativas sujetas a la Ley 11/2019 de Cooperativas de Euskadi.
Lo que sí es también de interés para éstas es la previsión operativa del segundo párrafo
del número 2 al establecer que “Cuando por imperativo legal no puedan desarrollar la
actividad aseguradora, ésta deberá realizarse por sociedades mercantiles que sean propiedad,
al menos mayoritaria, de las Cooperativas sanitarias. A los resultados derivados de la
participación de las Cooperativas Sanitarias en dichas sociedades mercantiles les será de
aplicación lo dispuesto en el artículo 57.3.a) de esta Ley”. La remisión al 57.3.a) implica
que tales resultados “se considerarán a todos los efectos resultados cooperativos”, lo cual
es consecuente con el carácter auxiliar de la sociedad mercantil en tales casos.
22.2 Cooperativas de instalaciones sanitarias
Artículo 126.- Cooperativas de instalaciones sanitarias.
1.- Son también cooperativas sanitarias, a efectos de la presente ley, las constituidas
por personas físicas y jurídicas a fin de promover, equipar, administrar, sostener y
gestionar hospitales, clínicas y establecimientos análogos destinados a prestar asistencia
sanitaria a sus personas socias beneficiarias y familiares y, en su caso, a sus
personas trabajadoras.
2.- Se aplica a estas cooperativas, además de la legislación hospitalaria, la normativa
sobre las cooperativas de consumo, con las adaptaciones que, en su caso, puedan
fijarse reglamentariamente atendiendo a la especialidad del servicio que prestan y
al sector en el que actúan.
22.2.1 Introducción
El legislador vasco, con la previsión legal del artículo 125 de la Ley 11/2019 de Cooperativas
de Euskadi, ya en el artículo 122 de la antigua Ley 4/1993, que tipifica las cooperativas
de instalaciones sanitarias, se distancia de la concepción estricta que limitaba la fórmula
cooperativa a la actividad meramente aseguradora.
También este subtipo de cooperativa sanitaria exige un proyecto empresarial de importancia
por el amplio colectivo de personas socias que deberá tener para ser viable y por el
considerable importe de las inversiones que deberá acometer en elementos patrimoniales.
22.2.2 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El texto del artículo 126 tampoco ha sido objeto de alteración normativa alguna con respecto
al antiguo artículo 122 de la Ley 4/1993 de Cooperativas de Euskadi, coincidiendo en
su literalidad, salvo por la incorporación del lenguaje inclusivo, que no supone tampoco ni
modificación, ni complemento, ni agregación alguna.
22.2.3 Comentario general y significado práctico
En la regulación del artículo 126 de las cooperativas de instalaciones sanitarias, tienen
carácter imperativo:
490

COOPERATIVAS SANITARIAS
- Las normas respecto del elemento subjetivo que las componen, tanto en el lado de
los socios como en el de las personas destinatarias (socias beneficiarias, familiares
y sus personas trabajadoras).
- Y la normativa aplicable a las mismas (legislación hospitalaria y la de las cooperativas
de consumo con sus especialidades).
22.2.4 Otra normativa aplicable
La Ley 27/1999 de Cooperativas (estatal) no aporta nada para este subtipo de cooperativas
de instalaciones sanitarias, dado que no las prevé como tipo específico diferenciado de las
sanitarias en general que regula en su artículo 102.
491

23. COOPERATIVAS DE SERVICIOS *23
Esta clase de entidades se caracterizan por que quienes se unen para constituirlas – personas
físicas o jurídicas, entes sin personalidad jurídica, de naturaleza pública o privada – se
asocian bajo la fórmula cooperativa para, principalmente, proveerse a través de ella de servicios
y suministros que aquellos utilizarán en sus actividades profesionales, empresariales
o institucionales, las cuales seguirán ejerciendo con independencia, por cuenta y con responsabilidad
propias.
Su objeto está dirigido, por lo tanto, a facilitar, garantizar o complementar el desarrollo y/o
resultados de las actividades o explotaciones de las personas socias, proveyendo a éstas de
servicios y suministros o realizando para ellas prestaciones y operaciones que puedan servir
a aquel fin.
Las cooperativas de esta clase se configuran como entidades de coordinación, carácter que
ya se les reconocía en la ley anterior y que viene a significar que mediante ellas se coordinan
las necesidades de sus asociados a través de ese centro societario común que constituye la
cooperativa.
Con excepción de las de transporte, la regulación de las cooperativas de servicios mantiene
el régimen normativo establecido por la derogada Ley 4/1993.
En esa línea de continuidad, dentro de la sección 10ª, del capítulo I, del título II de la ley,
se regulan los tres tipos de cooperativas de servicios de los que se ocupaba la ley anterior,
esto es, las de servicios profesionales (art.127), empresariales (art. 128) e institucionales (art.
130). Además, se incorpora un artículo específicamente dedicado a las cooperativas de transportes
(art. 129) y, finalmente, se cierra la regulación con unas normas complementarias,
contenidas en el art. 131, que reproducen las del antiguo art. 126.
Desde el punto de vista del lenguaje, al igual que sucede con el conjunto de la ley, constituye
una novedad que debe de valorarse positivamente el que para la redacción de los
preceptos se utilicen términos inclusivos, empleándose expresiones que abarquen a ambos
géneros, como “personas socias” (en lugar de “socios”) “artesanos, artesanas”, “empresarios
o empresarias”, “un o una representante” o “conductores, conductoras”.
23.1 Cooperativas de servicios profesionales
Artículo 127.- Cooperativas de servicios profesionales.
1.- Son cooperativas de servicios profesionales las que, estando constituidas por artesanos,
artesanas, profesionales o artistas que desarrollan su actividad respectiva por
cuenta propia, tienen por objeto proporcionar suministros, servicios y prestaciones
o realizar operaciones que faciliten, garanticen o complementen dichas actividades
de las personas socias o los resultados de las mismas en la vertiente económica,
técnica, laboral, ecológica, organizativa o funcional.
* Comentario realizado por Carlos Martín Ginto Monzón, abogado y árbitro de BITARTU-Servicio
Vasco de Arbitraje Cooperativo.
493

COOPERATIVAS DE SERVICIOS
2.- Cuando las personas socias sean profesionales liberales o artistas, la formación de
una cooperativa de la clase regulada en el presente artículo no afectará al régimen
de ejecución y de responsabilidad de los proyectos o tareas correspondientes, que se
desarrollará de acuerdo con las normas aplicables a la profesión respectiva.
23.1.1 Introducción
En este artículo, dentro de su apdo. 1, se recogen los elementos que identifican a una cooperativa
de “servicios profesionales”, entre los cuales se encuentran primeramente aquellos
que la caracterizan como cooperativa “de servicios” y que han sido comentados en las líneas
introductorias de este capítulo y, en segundo lugar, los que le otorgan el carácter de servicios
“profesionales”.
En el apdo. 2, se establece una regla sobre el régimen de ejecución y responsabilidad en
relación a los proyectos o tareas realizados cuando las personas socias sean profesionales
liberales o artistas. Dicha regla se explica por el hecho de que no obstante la pertenencia a la
cooperativa sus integrantes desarrollan su actividad “por cuenta propia”, tal y como se indica
en el apdo. 1.
23.1.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El precepto que ahora se comenta mantiene la redacción del art. 123 de la ley derogada.
Los únicos cambios son de carácter gramatical, derivados de la utilización del lenguaje inclusivo
(donde antes se decía “socios” ahora se dice “personas socias” y al término “artesanos”
se añade ahora el de “artesanas”).
23.1.3 Comentario general y significado práctico
Este artículo nos permite identificar y, por lo tanto, calificar a una cooperativa como de
servicios profesionales, en función de que la condición de sus miembros (elemento subjetivo)
y la actividad cooperativizada (elemento objetivo) se correspondan con lo que se indica
en el apdo. 1 de aquél.
No obstante la utilización del término “profesionales”, la regulación de este tipo de cooperativas
tiene un carácter flexible, dando también cabida a aquellos casos en los que sus
promotores tengan la condición de “artesanos, artesanas o artistas”.
El elemento subjetivo que determina que una cooperativa sea de servicios profesionales
es que sus miembros, es decir, las personas a las que la entidad va a proporcionar los servicios,
tengan la condición de profesionales, artesanos, artesanas o artistas. Además, para que
una cooperativa integrada por personas que tengan esa condición pueda ser considerada “de
servicios profesionales” es preciso que aquellas ejerzan su respectiva actividad “por cuenta
propia”, es decir, con independencia, lo cual diferencia a esta clase de cooperativas de las
que bajo la modalidad de cooperativa de trabajo asociado puedan constituirse para la prestación
“en común” y “por cuenta de la cooperativa” de una actividad de carácter profesional,
artesanal o artística.
En cuanto al aspecto objetivo, que identifica a la actividad cooperativizada, se afirma que
el objeto que tienen este tipo de cooperativas es “proporcionar suministros, servicios y pres-
494

COOPERATIVAS DE SERVICIOS
taciones o realizar operaciones” para las personas socias y ello con el siguiente sentido
finalista: para facilitar, garantizar o complementar las actividades desarrolladas por aquellas
o los resultados de tales actividades, en la vertiente económica, técnica, laboral, ecológica,
organizativa o funcional.
A modo de conclusión, puede afirmarse que lo que singulariza a este tipo de cooperativas
no es solo la clase de actividad que desarrollan sus miembros sino, también y especialmente,
el hecho de mantener éstos su independencia y ser la cooperativa un ente – coordinador –
cuyo fin principal es atender las necesidades de las personas socias en orden al ejercicio por
parte de éstas de sus respectivas actividades.
23.1.4 Otra normativa aplicable
En cuanto al régimen de ejecución y responsabilidad relativo a los proyectos y tareas
realizados por las personas socias, el apdo. 2 del artículo establece que “se desarrollará de
acuerdo con las normas aplicables a la profesión respectiva”.
Habrá de tenerse en cuenta, por lo tanto, el régimen jurídico aplicable a las relaciones
contractuales entre las personas socias y los terceros y, en particular, las obligaciones y responsabilidades
derivadas de la denominada lex artis, de acuerdo con las normas del código
civil y según lo establecido por la jurisprudencia del Tribunal Supremo.
Así mismo, existen normas especiales, que contemplan de modo específico las obligaciones
de determinados profesionales, cuyo incumplimiento dará lugar a las consiguientes
responsabilidades, como es el caso de aquellos que intervienen en el proceso constructivo
de los edificios (arquitectos, arquitectos técnicos, ingenieros e ingenieros técnicos), según lo
establecido en la Ley 38/1999, de 5 de noviembre de 1999, de Ordenación de la Edificación.
23.2 Cooperativas de servicios empresariales
Artículo 128.- Cooperativas de servicios empresariales.
1.- Son aquellas cooperativas que, con un objeto social análogo al regulado en el artículo
127.1, asocian a empresarios o empresarias individuales o sociales de los
sectores pesquero, industrial, comercial o de servicios, sea cual fuere su respectiva
forma jurídica, en orden a facilitar, garantizar o completar las funciones empresariales,
la actividad o los resultados de las explotaciones de las personas socias.
2.- Podrán acogerse a lo previsto en el número anterior las comunidades de bienes o
de derechos, y otras organizaciones sin personalidad jurídica, siempre que tengan
aptitud para ser centro de imputación de derechos y obligaciones y hayan designado
un o una representante de sus respectivos miembros en la cooperativa.
23.2.1 Introducción
Al igual que en el artículo anterior, en éste se define a otro de los tipos de cooperativas de
servicios contemplados en la ley, haciendo referencia a los elementos, objetivo y subjetivo,
cuya concurrencia determinará la calificación de una cooperativa como de “servicios empresariales”.
495

COOPERATIVAS DE SERVICIOS
23.2.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Se mantiene la redacción del art. 124 de la Ley 4/1993, con la salvedad de que se elimina el
apdo. 3 de dicho precepto, el cual hacía referencia a las cooperativas de transportistas como
modalidad de cooperativa de servicios empresariales. La eliminación de dicho apartado se
explica porque la ley actual dedica un artículo completo a las “cooperativas de transportes”
(art.129).
23.2.3 Comentario general y significado práctico
El objeto de este tipo de cooperativas es análogo al de las de servicios profesionales, es
decir, “proporcionar suministros, servicios y prestaciones o realizar operaciones” para sus
miembros y ello con la finalidad de “facilitar, garantizar o completar las funciones empresariales,
la actividad o los resultados de las explotaciones de las personas socias”. Constituyen,
por consiguiente, un instrumento de cooperación empresarial en el que los integrantes
de la entidad cooperan manteniendo su independencia en el desarrollo de sus respectivas
actividades empresariales.
En lo que se refiere a su aspecto subjetivo, pueden ser constituidas por empresarios o
empresarias, individuales o sociales, de los sectores pesquero, industrial, comercial o de
servicios, sea cual fuere su respectiva forma jurídica. También pueden constituirlas organizaciones
sin personalidad jurídica, como las comunidades de bienes o de derechos, siempre que
las mismas cumplan dos requisitos: 1º) que tengan aptitud para ser centro de imputación de
derechos y obligaciones; y 2º) que hayan designado un o una representante de sus respectivos
miembros en la cooperativa.
Este tipo de cooperativas satisface necesidades comunes de sus miembros para un mejor
desarrollo por parte de éstos de sus respectivas explotaciones, a través, por ejemplo, de una
reducción de los costes de adquisición de los productos necesarios para llevarlas a cabo, la
mejora de las condiciones de comercialización para facilitar las ventas o proveyendo a sus
socios de servicios administrativos para una gestión más eficaz de sus respectivos negocios.
Incrementan, por lo tanto, la capacidad de las personas socias para hacer frente a las exigencias
del mercado dentro del cual operan, salvaguardando el control por parte de aquellas de sus
respectivas unidades empresariales.
23.2.4 Otra normativa aplicable
Como sucede en el caso de las cooperativas de servicios profesionales, aquí también habrán
de tenerse en cuenta las obligaciones y responsabilidades propias de las relaciones entre
las personas socias y los terceros con los que mantengan vínculos contractuales derivados de
las actividades económicas desarrolladas por aquellas.
23.3 Cooperativas de transportes
Artículo 129.- Cooperativas de transportes.
1.- Son cooperativas de transportes las que tienen por objeto organizar y/o prestar servicios
de transporte o bien realizar actividades que hagan posible dicho objeto.
496

COOPERATIVAS DE SERVICIOS
2.- Podrán adoptar las formas siguientes:
a) Cooperativa de transporte de trabajo asociado o de transportes propiamente dicha
que asocian a transportistas, conductores, conductoras u otro personal que
mediante la aportación de su trabajo en común prestan servicios de transporte.
A estas cooperativas les será de aplicación la regulación de las cooperativas
de trabajo asociado cuyas personas socias trabajadoras no serán titulares de
empresas de transporte ni podrán facturar por la prestación de su trabajo. En
caso de baja de estas personas socias, el reembolso de sus aportaciones será en
metálico.
b) Cooperativa de transportistas que asocia a titulares de empresas del transporte
que puedan ejercer la actividad de transportistas y tiene por objeto facilitar la
actividad empresarial de sus personas socias, prestando servicios y suministros,
así como cualquier operación encaminada al mejoramiento económico y técnico
de las explotaciones de aquellos.
23.3.1 Introducción
Las cooperativas constituidas para operar dentro del sector de los transportes tienen en la
nueva ley una regulación específica mediante la cual se las caracteriza, define y clasifica. Se
dedica a las mismas un artículo entero y de contenido amplio, más allá de la simple referencia
que la ley derogada hacía a ellas a través de un párrafo dentro del artículo dedicado a las
cooperativas de servicios empresariales.
A nivel comparado, las diferentes leyes de cooperativas – estatal y autonómicas – optan en
unos casos por regular específicamente este tipo de cooperativas y en otros las contemplan,
definiéndolas o simplemente mencionándolas, sin llegar a regularlas y reconduciéndolas en
cuanto a su régimen jurídico a otras clases de cooperativas, de trabajo asociado o de servicios,
según los elementos que se den en cada caso concreto.
La reconducción de las cooperativas de transporte, en cuanto a su régimen jurídico, bien
a las de trabajo asociado o bien a las de servicios empresariales, es una cuestión que viene
dada porque con independencia del ámbito económico en el que operan su concreta caracterización
dentro del universo de las entidades cooperativas dependerá de cuál sea la actividad
cooperativizada en cada caso, a saber: procurar puestos de trabajo para las personas socias
o facilitar la actividad empresarial que como transportistas desarrollen los miembros de la
entidad.
Siendo ello así, lo que hace la Ley 11/2019 es dar un paso más allá de la mera contemplación
de este tipo de cooperativas y de su reconducción a los dos citados modelos (de trabajo
asociado o de servicios empresariales), dotándolas de un marco jurídico propio que, en cuanto
tal, favorece el entendimiento de las mismas como empresas cooperativas que son; marco
jurídico que debe a su vez integrarse con la normativa sectorial en materia de transportes.
La exposición de motivos de la ley nos introduce en la regulación de este tipo de cooperativas
incidiendo en la clarificación que se pretende hacer del panorama cooperativo en el
ámbito de este sector y, en ese sentido, indica lo siguiente:
497

COOPERATIVAS DE SERVICIOS
“Por su parte, respecto de las cooperativas de transporte, se prevé expresamente su
constitución como cooperativa de servicios, en línea con lo que ya se preveía en la regulación
de las cooperativas de servicios empresariales, o como cooperativas de trabajo
asociado. En todo caso, la regulación propuesta pretende mantener una estructura y un
régimen jurídico diferenciados, de forma que no se produzca una mixtificación de ambos
con los problemas de aplicación y conflictividad que en la práctica se han evidenciado.
Todo ello sin perjuicio de la integración de clases de cooperativas que con carácter
general se reconoce, pero que, en todo caso, deberá atenerse a una regulación concreta
estatutaria que garantice la identidad cooperativa de la sociedad cooperativa de transporte
integrada.”
23.3.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El tratamiento que se da en la nueva ley a las cooperativas que operan en el ámbito de
los transportes constituye una de sus novedades importantes al dedicarse a ellas un artículo
completo mediante el cual se configuran legalmente, definiéndolas y estableciendo una clasificación
de las mismas.
En la Ley 4/1993 simplemente se mencionaba a este tipo de cooperativas en uno de los
párrafos del artículo dedicado a las cooperativas de servicios empresariales (art. 124.3), indicando
lo siguiente:
“Sin perjuicio de lo previsto en la presente ley sobre cooperativas de trabajo asociado,
las personas habilitadas para prestar servicios de transportes de mercancías o de
viajeros podrán constituir, al amparo de este artículo, cooperativas de transportistas
para asumir todas las funciones reconocidas a estas empresas en la legislación sectorial
sobre transporte.”
Frente a ello, la nueva ley pone de manifiesto un esfuerzo mucho mayor en el tratamiento
de estas cooperativas.
23.3.3 Comentario general y significado práctico
El objeto de estas cooperativas es organizar y/o prestar servicios de transporte o bien realizar
actividades que hagan posible dicho objeto.
Las formas que pueden adoptar este tipo de cooperativas son dos, dependiendo de que la
finalidad de la actividad cooperativizada sea procurar puestos de trabajo a sus personas asociadas
o facilitar el desarrollo por parte de éstas de sus respectivas explotaciones:
1º) Cooperativa de trabajo asociado o de transportes propiamente dicha: cuando sus integrantes,
que pueden ser transportistas, conductores/as u otro personal, aportan su trabajo en
común para prestar el servicio de transporte.
Sus miembros no pueden ser titulares de empresas de transporte ni podrán facturar por la
prestación de su trabajo.
Esta clase de cooperativas se regirá por las normas reguladoras de las cooperativas de
trabajo asociado.
498

COOPERATIVAS DE SERVICIOS
En caso de baja, el reembolso de las aportaciones al asociado se realizará en metálico, excluyéndose
por lo tanto la posibilidad de que si la aportación hubiera consistido en un vehículo
el reembolso se realice mediante la devolución del mismo. Otras leyes autonómicas, en cambio,
establecen o permiten lo contrario, y así la valenciana (art. 97.2.a del Decreto Legislativo
2/2015) y la castellano-manchega (art. 129.2 de la Ley 11/2010, de 4 de noviembre), que establecen
que el reembolso de las aportaciones en vehículos se lleve a cabo - necesariamente
- mediante la devolución del mismo y el fondo de amortización a él aplicado, o la andaluza
(art. 95.2 de la Ley 14/2011), que dispone que el reembolso de tales aportaciones se haga “preferentemente”
mediante la devolución del vehículo aportado y teniendo en cuenta el eventual
fondo de amortización a él aplicado.
Dada la incidencia que tiene en este tipo de cooperativas la normativa sectorial de transportes,
el establecimiento de esta norma sobre reembolso de aportaciones puede contribuir a
evitar situaciones en las que, como consecuencia de los requisitos que aquella otra normativa
suele establecer para posibilitar el uso de un vehículo como medio de transporte, su devolución
a la persona socia carezca de sentido desde un punto de vista operativo y/o económico.
El reembolso en metálico queda, en definitiva, menos expuesto a condicionantes ajenos al
régimen cooperativo.
2º) Cooperativas de transportistas. Se caracterizan por las siguientes circunstancias, de carácter
subjetivo y objetivo: a) sus asociados son titulares de empresas del transporte que pueden
ejercer la actividad de transportistas; y b) tienen por objeto: facilitar la actividad empresarial de
sus asociados, prestando servicios y suministros, así como cualquier operación encaminada al
mejoramiento económico y técnico de las explotaciones de aquellos.
Aquí la cooperativa se presenta como una estructura empresarial que permite al empresariado
del sector agruparse, evitando la fragmentación de éste y fortaleciendo su posición en
el mercado.
A modo de conclusión, puede afirmarse que:
1º) El precepto que ahora se comenta configura legalmente a las cooperativas de transporte,
abordando su regulación mediante criterios puramente cooperativos, diferenciando
los dos tipos de cooperativas que en el ámbito de este sector económico pueden
constituirse, en función de cuál sea la actividad cooperativizada y de la posición
que tanto la entidad como sus personas socias ocupan en sus relaciones entre sí y con
terceros.
2º) Dicha configuración y regulación tiene un carácter flexible, posibilitando la integración
en cooperativas tanto a profesionales del sector como a otro tipo de personal,
en calidad todos ellos de personas socias, para desarrollar la actividad empresarial
a través de la concreta forma cooperativa que mejor se adapte a sus condiciones,
posibilidades y necesidades.
Todo ello puede contribuir, además, a evitar que la práctica desvirtúe la naturaleza de la
fórmula cooperativa y que ésta se use de modo abusivo para fines extraños a los del cooperativismo.
Sobre esta cuestión conviene tener presente lo que se establece en la relevante sentencia
del Tribunal Supremo (Social) de 18.05.2018, nº 549/2018, a la cual nos remitimos, en
relación a la utilización fraudulenta de la fórmula cooperativa en el ámbito de los transportes.
499

COOPERATIVAS DE SERVICIOS
23.3.4 Otra normativa aplicable
En este tipo de cooperativas debe tenerse presente la normativa sectorial reguladora de la
actividad de los transportes y en especial las siguientes disposiciones:
• Ley 16/1987, de 30 de julio, de Ordenación de los Transportes Terrestres, y en particular
sus arts. 22 y 119, apdos. 1 y 3.
• Real Decreto 1211/1990, de 28 de septiembre, por el que se aprobó el Reglamento
de la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres, y en concreto sus arts. 159.1,
197 y disposición transitoria 5ª.
Conviene, así mismo, poner de manifiesto que dicha normativa viene experimentando numerosas
modificaciones y que suele verse además afectada por resoluciones judiciales que
deben tenerse igualmente en cuenta (así, por ejemplo, la reciente sentencia del Tribunal Supremo,
Sala de lo Contencioso-Administrativo, de 28.09.2020, núm. 1218/2020, que anula
el requisito exigido para obtener una autorización de transporte público de mercancías, consistente
en que la antigüedad del vehículo no supere los cinco meses).
Además, existen Directivas y Reglamentos a nivel comunitario europeo que inciden también
en este ámbito.
23.4 Cooperativas de servicios institucionales
Artículo 130.- Cooperativas de servicios institucionales.
Las corporaciones y los organismos públicos, las fundaciones, los sindicatos y las
asociaciones de toda índole pueden constituir cooperativas de esta clase para resolver,
en pie de igualdad, cualesquiera problemas o necesidades organizativas o funcionales,
sin afectar a la respectiva autonomía y peculiaridad institucional de cada persona socia.
23.4.1 Introducción
El carácter flexible y abierto con el que se regulan las cooperativas de servicios conduce a
que dentro de las mismas se contemple su utilización para resolver problemas o necesidades
de entidades como las que se mencionan en este artículo: “corporaciones y los organismos
públicos, las fundaciones, los sindicatos y las asociaciones.”
23.4.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El precepto mantiene la redacción del art. 125 de la Ley 4/1993.
23.4.3 Comentario general y significado práctico
Desde un punto de vista subjetivo, pueden constituir este tipo de cooperativas las corporaciones
y organismos públicos, fundaciones, sindicatos y asociaciones de toda índole.
La actividad cooperativizada tiene en este caso como finalidad resolver, en pie de igualdad,
cualesquiera problemas o necesidades organizativas o funcionales que tengan sus personas
asociadas.
Su constitución y la pertenencia a la misma no afectarán a la respectiva autonomía y peculiaridad
institucional de cada persona socia.
500

COOPERATIVAS DE SERVICIOS
La figura de la cooperativa de servicios institucionales, ya contemplada en la Ley 4/1993,
no ha sido hasta la fecha utilizada en la práctica en Euskadi. Centrándonos en las corporaciones
y organismos públicos, cabe preguntarse por qué la formula cooperativa no se ha empleado
aún para resolver problemas o necesidades organizativas o funcionales de dichas entidades.
Teniendo en cuenta cuál es la dimensión del sector público y el consiguiente volumen
de problemas y necesidades que dentro del mismo se plantean, aun cuando la vía cooperativa
no pudiera ser la solución para resolver todos esos problemas y necesidades sí que parece
razonable pensar que podría ser útil en alguna medida al menos, para ese fin. Posiblemente,
los condicionantes que impone el derecho público, en cuanto al régimen de organización y
funcionamiento de los entes sujetos al mismo, pueden influir en el uso de las prácticas cooperativas
por parte de dichos entes pero sería deseable que éstos exploraran aquellos ámbitos de
sus competencias en los que la asociación bajo la fórmula cooperativa pudiera ser útil ya que
sus necesidades organizativas y funcionales requieren, por ejemplo, de proveerse de bienes y
servicios para los que dicha fórmula podría aportar ventajas (v. gr. ahorro de costes) que, en
última instancia, redundarían en beneficio del interés general.
23.4.4 Otra normativa aplicable
Habrá de tenerse en cuenta el régimen específico, de naturaleza pública o privada, que
regule la actuación y funcionamiento de la entidad integrante de la cooperativa (corporación
u organismo público, fundación, sindicato o asociación de que se trate).
23.5 Normas complementarias
Artículo 131.- Normas complementarias.
1.- No podrán constituirse cooperativas de servicios para actuar en sectores o para
alcanzar fines económicos que sean propios de cooperativas de otras clases según
la presente ley.
2.- Los estatutos determinarán el nivel de colaboración exigible a las personas socias y
el alcance e intensidad de las facultades coordinadoras reconocidas en favor de la
cooperativa; asimismo establecerán si ésta puede participar financieramente en las
actividades, empresas o explotaciones de las personas socias.
3.- Las cooperativas pertenecientes a cualquiera de las clases reguladas en esta sección
pueden incluir en su denominación términos alusivos al sector, actividad profesional
o rama económica en que actúan las personas socias o a la naturaleza de estos.
23.5.1 Introducción
Este artículo cierra la regulación de las cooperativas de servicios mediante tres normas
que, al igual que sucedía con el art. 126 de la ley anterior, tienen por objeto:
a) delimitar el ámbito propio de esta clase de cooperativas y, con ello, el ámbito de
aplicación de las normas contenidas en estos arts. 127 a 131.
b) remitir a los estatutos una serie de cuestiones que las caracterizan.
c) admitir la posibilidad de que en su denominación incluyan términos alusivos al sector,
actividad profesional o rama económica en que actúan las personas socias o a la
naturaleza de éstas.
501

COOPERATIVAS DE SERVICIOS
23.5.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Se mantiene la redacción del art. 126 de la ley 4/1993.
23.5.3 Comentario general y significado práctico
1.- No podrán constituirse cooperativas de servicios para actuar en sectores o para alcanzar
fines económicos que sean propios de cooperativas de otras clases según la
presente ley.
Mediante esta norma se clarifica cuál es el ámbito que se reserva para esta clase de
cooperativas, dentro del conjunto de las que se contemplan en la ley. El acotamiento
de dicho ámbito se realiza estableciéndose que, si el sector o el fin económico de la
cooperativa es propio de alguna otra de las clases de cooperativas reguladas en la
ley, la entidad que se constituya no podrá ser calificada como cooperativa de servicios.
Es decir, aunque la entidad constituida desarrolle alguna de las actividades
características de una cooperativa de servicios no podrá ser considerada como tal si
su sector o fin económico se corresponde con el que la ley contemple como propio
de alguna otra clase de cooperativa, teniendo en tal caso preferencia la calificación
de la cooperativa con arreglo a esa otra clase y no como cooperativa de servicios.
2.- Los estatutos determinarán el nivel de colaboración exigible a las personas socias y
el alcance e intensidad de las facultades coordinadoras reconocidas en favor de la
cooperativa; asimismo establecerán si ésta puede participar financieramente en las
actividades, empresas o explotaciones de las personas socias.
Esta norma remite a la regulación estatutaria la determinación de:
• el nivel de colaboración exigible a las personas socias, partiendo de la independencia
y responsabilidad propia con la que cada uno de ellos desarrolla su
respectiva actividad.
• el alcance e intensidad de las facultades coordinadoras reconocidas a favor de
la sociedad, lo cual conecta con el carácter de “entidades de coordinación” que
desde la exposición de motivos de la ley se atribuye a estas cooperativas.
Así mismo, los estatutos establecerán si la cooperativa puede participar financieramente
en las actividades, empresas o explotaciones de las personas socias.
3.- Las cooperativas pertenecientes a cualquiera de las clases reguladas en esta sección
pueden incluir en su denominación términos alusivos al sector, actividad profesional
o rama económica en que actúan las personas socias o a la naturaleza de estos.
Una norma similar la encontramos en la ley de cooperativas aragonesa (Decreto Legislativo
2/2014, de 29 de agosto), art. 78.4, y en la ley catalana (Ley 12/2015, de 9 de
julio), art. 129.4.
La ley madrileña (Ley 4/1999, de 30 de marzo), en su art. 111.3, no es que permita,
sino que impone que “Cuando se trate de entidades formadas por profesionales liberales
o por artistas (...) la denominación de las mismas será cooperativas de servicios
profesionales.” En el mismo sentido se dispone en la ley navarra (Ley 14/2006, de
11 de diciembre), art. 71.
502

24. JUNIOR COOPERATIVAS *24
Artículo 132.- Junior cooperativas.
1.- Son junior cooperativas las promovidas por estudiantes que tienen por objeto la
aplicación práctica de las habilidades y conocimientos adquiridos en los centros de
enseñanza en los que se encuentran matriculados o matriculadas, mediante el desarrollo
de actividades económicas destinadas a la producción de bienes o prestación
de servicios.
2.- La duración de la cooperativa tendrá carácter indefinido. No obstante, cuando de
todas sus personas socias únicamente dos cumplan el requisito de ser estudiantes, la
cooperativa perderá su consideración de junior sociedad cooperativa. Una vez producida
esta circunstancia, se comunicará en un plazo máximo de 30 días, a contar
desde el siguiente en que se produzca, al Registro de Cooperativas de Euskadi a los
efectos de su clasificación.
24.1 Introducción: estructura y finalidad de la regulación legal
El concepto de la junior cooperativa trae causa del de “junior empresa” que tiene su origen
en una experiencia de finales de los años 60 en Francia dinamizada por la asociación Junior
ESSEC CONSEIL, en la que unos estudiantes decidieron crear una estructura profesional
dentro de la cual poder poner sus habilidades y disponibilidad al servicio de las empresas.
Dos años más tarde, se funda en ese mismo país la Confederación Nacional de Junior-empresas
y el concepto se extiende por toda Europa. La finalidad de esta figura es impulsar el desarrollo
de proyectos empresariales reales en el marco de la enseñanza académica para poner
en práctica los conocimientos técnicos adquiridos. Los alumnos y alumnas constituyen una
empresa real, adecuada a las circunstancias de sus componentes, en la que combinan el desarrollo
de los conceptos académicos con la puesta en marcha en real a través de una empresa.
En el marco del Programa de Reactivación del empleo 2013-2016, el Gobierno Vasco,
de la mano de la Corporación Mondragón, a través de Mondragon Unibertsitatea, adapta
el concepto de la Junior empresa al ámbito cooperativo. El antecedente más cercano en el
mundo cooperativo es el modelo finlandés de Team Learning Cooperatives. En base a este
planteamiento, por iniciativa de un equipo de estudiantes, se constituían, al inicio en forma
de asociación, para formar posteriormente cooperativas de trabajo asociado junior cuya finalidad
consistía en “desarrollar proyectos reales para poner en práctica los conocimientos
teóricos adquiridos (creación, organización y gestión de una cooperativa, desarrollo de una
actividad en forma cooperativa y colaborativa…).
Con la aprobación de la nueva ley, las Junior Cooperativas adquieren carta de naturaleza y
obtienen estatus de tipo de cooperativa propia al margen de las de trabajo asociado a las que
eran asimiladas hasta el momento.
* Comentario realizado por Fernando Aberasturi Lauzurika, abogado y gerente de IKASGILTZA.
503

JUNIOR COOPERATIVAS
La propia exposición de motivos de la ley justifica la novedad tipológica porque las “cooperativas
junior” merecen “identificación y regulación específicas”, añadiendo que se trata
de un tipo de cooperativa “definido por la finalidad de su contrato societario que es de carácter
educativo: la adquisición de conocimientos exigidos por una titulación académica a
través de la constitución y puesta en marcha de una cooperativa”.
24.2 Principales innovaciones respecto a la normativa anterior
Las cooperativas junior resultan ser una de las novedades excepcionales de la nueva ley,
toda vez que su funcionamiento no estaba regulado en la anterior ley derogada. La innovación
es total y no podemos encontrar antecedente alguno en la legislación cooperativa vasca.
Bien es cierto que, tal y como comentábamos en la introducción, la experiencia de estas
cooperativas en la práctica ya lleva unos años de andadura. Hasta ahora, las cooperativas junior
se han enmarcado bajo el paraguas tipológico de las cooperativas de trabajo asociado y
únicamente contaban normativamente con una Instrucción de Servicio dictada por el registro
de cooperativas que recogía la posibilidad de calificar como “junior cooperativa” a aquellas
de trabajo asociado integradas por estudiantes universitarios y universitarias que desarrollen
una empresa, con la forma y cumplimiento de los principios cooperativos, como parte de su
formación académica, bajo tutela universitaria, que se inscriban en el registro de cooperativas
de Euskadi.
Esa instrucción reflejaba también la obligación de anotar expresamente la denominación
de “junior” en la correspondiente hoja registral así como identificar y cuantificar a estas cooperativas
entre las de trabajo asociado, a los efectos estadísticos previstos en la disposición
final 5ª de la ley derogada.
Más allá de estas disposiciones, la regulación de la cooperativa junior resulta del todo
punto novedosa en el régimen cooperativo vasco. Analizamos a continuación esta novedad.
24.3 Carácter o fuerza jurídica del precepto.
El artículo 132 que regula las junior cooperativas consta de dos apartados.
El primero, cuenta con un carácter eminentemente dispositivo en cuanto que plantea la
posibilidad de la creación de las cooperativas junior por parte de estudiantes. Por otro lado,
establece imperativamente los requisitos para que la cooperativa pueda ser considerada junior:
que esté formada por estudiantes y que tenga por objeto la aplicación práctica de las
enseñanzas académicas.
El segundo apartado, este ya con un marcado carácter imperativo, regula el momento en
que la cooperativa, por razón de la evolución natural de sus participantes, deba dejar de ser
junior y encuadrarse dentro de alguna tipología prevista en la ley, presumiblemente la de
trabajo asociado.
En el apartado 1 del artículo 132, quedan definidas las cooperativas junior por un doble
aspecto subjetivo y objetivo.
En razón del primero, las cooperativas junior deben ser constituidas por estudiantes, considerados
como tales, aquellas personas matriculadas en cualquier centro de enseñanza. En
razón del segundo, el objeto de estas cooperativas deberá ser la puesta en práctica de las habilidades
y conocimientos adquiridos en dichos centros, mediante el desarrollo de actividades
económicas destinadas a la producción de bienes y servicios.
504

JUNIOR COOPERATIVAS
24.4 Significado práctico
Las disposiciones que regulan el régimen de funcionamiento de las cooperativas junior,
están dirigidas básicamente a las personas que pueden constituir este tipo de cooperativas,
esto es, a los estudiantes. Tal y como establece la propia ley, debemos considerar como tales
a las personas que se encuentran matriculadas en cualquier centro de enseñanza.
Son estos y estas los verdaderos protagonistas en la aplicación de esta figura y a ellos y
ellas está dirigido tanto la disposición normativa que regula y posibilita la constitución de
este tipo de sociedades como las cautelas que se prevén para encuadrarse en otro tipo de cooperativa,
una vez que las personas estudiantes dejen de serlo, por haber culminado su proceso
formativo o por haber abandonado el mismo.
Y es que la ley prevé que, como correlato de la evolución natural de las personas que
pueden constituir este tipo de cooperativas, se produzca el abandono de su condición de
estudiantes. En ese caso, concretado en el supuesto en que, de todas las personas socias
únicamente dos cumplan el requisito de ser estudiantes, la cooperativa deberá comunicar al
registro de cooperativas esta circunstancia a los efectos de su clasificación. El plazo establecido
es de 30 días desde el siguiente a que se produzca la circunstancia que lo motiva.
Llegados a este punto, surge la cuestión respecto de los requisitos subjetivos en la constitución
de las cooperativas junior. De la integración de los artículos que las regulan con el resto
de las disposiciones de la ley de cooperativas, podemos sacar las siguientes conclusiones.
Para constituir una cooperativa junior es necesario que participen, por lo menos, tres personas,
que además y como ya hemos comentado anteriormente, deberán ostentar la condición
de estudiantes. Descartamos en consecuencia la posibilidad de constituir sociedades
cooperativas junior pequeñas, con menos de tres personas socias. Esto viene fundamentado
en la exigencia que comentábamos anteriormente de comunicar al registro de cooperativas
cuando el número de personas socias estudiantes se estableciera por debajo de 3. Momento
en el cual se prevé legalmente su desclasificación como junior y encuadramiento en el tipo
de cooperativa que le corresponda.
Otra de las cuestiones en relación al ámbito subjetivo es la posibilidad de que formen parte
de las cooperativas junior otro tipo de personas socias que no sean estudiantes. Ya sean de
trabajo o colaboradoras. Entendemos que la ley no contiene ningún impedimento a esta
cuestión y que este tipo de cooperativas podría contar, con algún otro tipo de persona socia,
siempre y cuando se mantenga el límite establecido respecto del mantenimiento de 3 personas
socias que tengan la condición de estudiante.
En relación al ámbito temporal, también recogido en el artículo 132, al igual que el resto
de cooperativas, las cooperativas junior se constituyen con carácter indefinido. Desde este
prisma, se puede esperar la aparición de dos tipos de cooperativas.
En un primer lugar aquellas que nacen con un equipo concreto y que finalizan su vida societaria,
o por lo menos bajo el paraguas de junior cooperativa, cuando sus integrantes finalizan
los estudios. En este primer caso, desde el punto de vista subjetivo, las cooperativas serían
estáticas y no se producirían altas y bajas entre las personas socias con carácter habitual.
En segundo lugar, aquellas constituidas con vocación de permanencia en la que las personas
socias que finalizan sus estudios abandonan la cooperativa y en su lugar, entran nuevas
personas socias. En ese supuesto se produce mayor dinamismo desde el punto de vista subjetivo
y mayor tráfico de altas y bajas.
505

JUNIOR COOPERATIVAS
En otro orden cosas y volviendo al asunto de los destinatarios de la norma, podríamos
entender también como tales a los responsables de la gestión de los centros de enseñanza en
los que surgen estos proyectos, toda vez que el concepto de cooperativa junior no deja de ser
una herramienta metodológica para implementar en los procesos de enseñanza-aprendizaje
de estos centros. Una herramienta que pretende combinar los conocimientos académicos con
la necesaria aplicación práctica que los desarrolla y refuerza. Deberán ser estos responsables
de los centros de enseñanza los que integren esta herramienta en sus planes de estudio al
objeto de poder facilitar el tiempo y los recursos necesarios para que las personas estudiantes
puedan acometer el proyecto empresarial.
De hecho, en la práctica, todas las experiencias alrededor de las junior cooperativas y su
antecedente de junior empresa, han nacido en el seno de determinadas instituciones académicas
que las posibilitan y fomentan.
24.5 Otra normativa aplicable
La regulación del régimen de las cooperativas a nivel del Estado se contiene en la ley
27/1999 de 16 de julio de cooperativas, que no es de aplicación en el ámbito de Euskadi,
sino para los supuestos de integración de lagunas que pudiera contener la normativa vasca.
Toda vez que la normativa estatal no contempla la regulación de estas figuras, en ningún
caso podría cumplir con esta labor integrativa, por lo que no existe otra normativa aplicable
de ámbito cooperativo, sin perjuicio de las cooperativa junior pueda verse vinculada por la
legislación sectorial de la actividad que desarrolle.
506

25. COOPERATIVAS DE INTEGRACIÓN SOCIAL *25
Artículo 133.- Cooperativas de integración social
Las cooperativas de integración social estarán constituidas, al menos mayoritariamente,
por personas afectadas por discapacidad física, psíquica y/o sensorial, así como por personas
en situación de exclusión social, y podrán basarse en el trabajo asociado para organizar,
canalizar y comercializar los productos y servicios del trabajo de las personas socias o
ir dirigidas a facilitar la provisión de bienes y servicios de consumo general o específicos.
Artículo 134.- Régimen de las personas socias
1.- En las cooperativas de integración social podrán participar como socias entidades
públicas responsables de la prestación de cualesquiera servicios sociales mediante
la correspondiente aportación y la designación de una persona representante de las
entidades públicas. Esta representante prestará su trabajo personal de asistencia
técnica, profesional y social junto a las personas socias de la cooperativa y asistirá
con voz a las reuniones de todos los órganos sociales.
2.- Las cooperativas de integración social podrán realizar contrataciones por cuenta
ajena con los colectivos que le otorgan su carácter, en las mismas condiciones que
otras empresas, sin que les sea de aplicación los límites que establece el párrafo primero
del artículo 103.4 de la presente ley respecto a dichas personas trabajadoras.
25.1 Introducción
La sección 12 de la ley de cooperativas regula las cooperativas de integración social (CIS),
y comprende los artículos 133 y 134, arriba transcritos.
Las cooperativas de integración social se caracterizan por atender necesidades socioeconómicas
de dos colectivos vulnerables: personas con discapacidad, y personas en situación
de exclusión social. Cuando nos referimos a grupos vulnerables, hablamos de vulnerabilidad
social, haciendo referencia a grupos de personas que se encuentran en situación de desventaja,
por no poder ejercer sus derechos humanos en igualdad de condiciones con respecto a las
personas que se consideran socialmente incluidas.
Los colectivos vulnerables son claramente destinatarios de la previsión constitucional del
art. 9.2, cuando aboga por promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del
individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos
que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en
la vida política, económica, cultural y social.
Las personas cooperativistas que dan vida a las CIS, al menos mayoritariamente, como se
acaba de indicar, son las personas con discapacidad, y las personas en situación de exclusión
social. Sin duda, no son los únicos colectivos vulnerables, porque el derecho social y las
* Comentario realizado por Aitor Bengoetxea Alkorta, profesor agregado de derecho del trabajo y de la
seguridad social (UPV/EHU), y Director de GEZKI (Gizarte Ekonomia eta Zuzenbide Kooperatiboaren
Institutua).
507

COOPERATIVAS DE INTEGRACIÓN SOCIAL
políticas sociales han identificado otros factores de vulnerabilidad, como la edad, el sexo, la
raza, la religión, la orientación sexual, o el desempleo de larga duración.
La regulación jurídico-positiva de las CIS nos ofrece un modelo en el que los protagonistas
de la actividad cooperativizada son los dos colectivos vulnerables mencionados. Dicha
actividad puede dirigirse a satisfacer la necesidad socioeconómica de empleo de dichas personas,
en cuyo caso se prevé la fórmula de la cooperativa de trabajo asociado; o se tratará de
una cooperativa de consumo, cuando el objetivo de la cooperativa gire en torno a la necesidad
de provisión de bienes o servicios para el consumo de dichas personas con discapacidad,
o personas en situación de exclusión social.
25.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Distinguiremos entre novedades que podemos calificar como formales, y otras de fondo.
Por una parte, resulta ciertamente loable y oportuna la redacción inclusiva desde la perspectiva
de género, que se puede observar cuando el nuevo art. 133 indica personas socias,
frente a la expresión masculina socios del antiguo art. 127. Y el criterio se reitera con las
nuevas redacciones, en el art. 134, en torno a una persona representante o personas socias
de la cooperativa.
La referencia a las personas afectadas por discapacidad física, psíquica y/o sensorial (art.
133), frente a la anterior expresión disminuidos físicos o psíquicos (derogado art. 127), tiene
un trasfondo que va más allá de lo meramente formal, o políticamente correcto. Estamos ante
una cuestión muy sensible, y el modo de denominar este colectivo no es baladí, porque se
trata de no perjudicar a un colectivo desfavorecido sometido a prejuicios.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció la expresión personas con discapacidad,
como la más adecuada para designar a ese colectivo vulnerable. Lo hizo el 22 de mayo
de 2001 en su 54ª Asamblea Mundial de la Salud, mediante Resolución WHA 54.21, al aprobar
la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud conocida
como CIF. Recogiendo ese mandato de la OMS, la ley de dependencia (ley 49/2006, de 14 de
diciembre), en su disposición adicional octava titulada terminología, dispuso que las referencias
que en los textos normativos se efectúan a «minusválidos» y a «personas con minusvalía»,
se entenderán realizadas a «personas con discapacidad»; y asimismo ordenó que a partir de
la entrada en vigor de la presente Ley, las disposiciones normativas elaboradas por las Administraciones
Públicas utilizarán los términos «persona con discapacidad» o «personas con
discapacidad» para denominarlas.
Resulta ciertamente poco usual que una norma con rango de ley regule de manera coercitiva
una cuestión meramente terminológica, pero ello se justifica, y hay que aplaudirlo, porque
se trata de tratar a este colectivo con el respeto que merece y de manera no peyorativa. Por
consiguiente, hay que desterrar expresiones no tan pretéritas, y algunas muy ofensivas, como
subnormal, anormal, persona disminuida, o minusválida. En este momento, denominar ese
colectivo como personas con discapacidad es lo jurídicamente correcto, no sólo políticamente.
Una novedad de fondo, la única que destaca la exposición de motivos, es la previsión de
otro colectivo vulnerable, además de las personas con discapacidad, destinatario de la previsión
de cooperativas de integración social: las personas en situación de exclusión social
508

COOPERATIVAS DE INTEGRACIÓN SOCIAL
(art. 133). Elemento novedoso que merece una valoración positiva, porque, en el ámbito del
derecho social, señaladamente en materia de empleo, resulta común el tratamiento similar de
ambos colectivos, que requieren medidas de acción positiva, para procurar avanzar hacia la
igualdad de oportunidades.
Ese paralelismo se observa con claridad en el caso de los centros especiales de empleo,
fórmulas de empleo específicas para personas con discapacidad; y las empresas de inserción,
que son aquellas cuya misión principal consiste en proporcionar empleo a personas en
situación de exclusión social. Ambas entidades forman parte de la economía social, porque
priorizan a la persona sobre el capital, y su finalidad es eminentemente social, fomentando
el empleo de personas comprendidas en los dos colectivos vulnerables mencionados, que
tienen especiales dificultades para el acceso el empleo en empresas ordinarias, aunque sea
lo ideal para materializar su igualdad real y efectiva con respecto a la población que no se
considera vulnerable.
La otra novedad legal en materia de cooperativas de integración social la encontramos en
el art. 134.2, cuando establece la previsión, inexistente en la anterior ley de cooperativas,
de que las CIS, más allá del empleo cooperativo que proporcionan a sus personas socias
cooperativistas con discapacidad o en situación de exclusión social, podrán contratar por
cuenta ajena, mediante contratos de trabajo, a personas pertenecientes a alguno de esos dos
colectivos, sin límite cuantitativo alguno.
Expresamente se indica que no será de aplicación el límite que establece el art. 103.4 de la
nueva ley con respecto a las cooperativas de trabajo asociado en general, en virtud del cual
el número de horas/año trabajadas por el personal asalariado no podrá ser superior al treinta
por ciento del total de horas/año de trabajo realizadas por las personas socias trabajadoras.
Límite al que dicho art. 103.4 anuda varias excepciones, que no procede comentar aquí. Volveremos
sobre los contratos por cuenta ajena en las CIS, en el siguiente apartado.
25.3 Comentario general y significado práctico
Procederemos, seguidamente, a realizar un comentario del régimen jurídico-positivo de las
CIS, distinguiendo tres apartados: art. 133, sobre cooperativas de integración social; y los
arts. 134.1 y 134.2, que versan sobre el régimen de las personas socias.
25.3.1 Artículo 133
Comenzando por la denominación del tipo de cooperativa que nos ocupa, cooperativa de
integración social, cabe realizar un primer comentario terminológico. Para hacer referencia
al mismo fenómeno, o al menos a realidades afines, se utilizan expresiones como inserción
social, integración social, o inclusión social. Visto en perspectiva, parece que va ganando
terreno la fórmula inclusión social, en torno a la idea de sociedad inclusiva. Seguramente
por caminar en paralelo con su expresión opuesta, exclusión social. La idea sería que la
responsabilidad de no excluir a nadie es de toda la sociedad, que debe trabajar por ser inclusiva,
sin poner el foco en las personas excluidas, como si fuera su responsabilidad. Podemos
encontrar ejemplos significativos del uso de dicha expresión en la Estrategia Europea para la
Inclusión Social, de la que derivan los Planes Nacionales de Acción para la Inclusión Social
(en el Estado español, el último es de 2013-2016). En el mismo sentido, en el ámbito vasco,
509

COOPERATIVAS DE INTEGRACIÓN SOCIAL
tenemos el vigente IV Plan Vasco de Inclusión (2017-2021), que apuesta por Euskadi como
territorio inclusivo.
Por ello, máxime teniendo en cuenta que el propio art. 133 ha incluido el colectivo de
personas en situación de exclusión social, cabe plantear que sería más adecuada la denominación
“cooperativas de inclusión social”, actualizando la vigente “cooperativas de integración
social”.
En lo que respecta al requisito sine qua non de que la mayoría de personas socias deban
ser personas con discapacidad o en situación de exclusión social, parece una condición razonable
y plenamente justificada, para garantizar que la cooperativa se centra en la realización
de la misión específica que debe atender, en torno a la satisfacción de las necesidades peculiares
de los colectivos vulnerables mencionados. Dicha mayoría debe existir en el momento
de constituirse la CIS, y también durante la vida de la misma, si no sucede así se incurriría
en causa de disolución de la cooperativa en virtud del art. 91.4 de la ley de cooperativas de
Euskadi (LCE), que prevé como tal la reducción del número de personas socias por debajo
del mínimo legalmente necesario para constituir la cooperativa, si se mantiene durante más
de doce meses.
La referencia del art. 133 a las personas afectadas por discapacidad física, psíquica y/o
sensorial nos lleva directamente buscar el concepto técnico de la persona con discapacidad.
Así, podemos encontrar un concepto material, donde son personas con discapacidad aquellas
que presentan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales, previsiblemente
permanentes que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación
plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás; y un concepto
jurídico-administrativo formal en virtud del cual además de lo establecido en el apartado
anterior, y a todos los efectos, tendrán la consideración de personas con discapacidad aquellas
a quienes se les haya reconocido un grado de discapacidad igual o superior al 33 por
ciento (ambos conceptos establecidos por el art. 4 del Real Decreto Legislativo 1/2013, de
29 de noviembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley General de derechos de
las personas con discapacidad y de su inclusión social).
A efectos prácticos, para tener la seguridad jurídica de que se cumple con la condición del
art. 133 LCE, son personas con discapacidad las que tengan formalmente reconocido tal carácter
mediante resolución administrativa de la autoridad competente, siempre que el grado
de discapacidad alcance el mínimo del 33 por ciento. En el caso de la Comunidad Autónoma
de Euskadi, dichos actos administrativos son dictados por los órganos competentes de las
áreas de servicios sociales de las Diputaciones Forales.
En lo que respecta al segundo colectivo al que se refiere el art. 133, el de las personas en
situación de exclusión social, otra vez, para acreditar formalmente esa condición, se requiere
un certificado expedido por la autoridad competente de la respectiva Diputación Foral.
Existe un detallado reglamento del Gobierno Vasco que establece criterios para valorar la
situación de exclusión social (Decreto 385/2013, de 16 de julio, por el que se aprueba el
Instrumento de Valoración de la Exclusión Social).
Cambiando de perspectiva, el art. 133 LCE permite una doble orientación de las cooperativas
de integración social, en función de la actividad cooperativizada, siempre girando en
torno a los dos colectivos vulnerables comentados.
510

COOPERATIVAS DE INTEGRACIÓN SOCIAL
La actividad cooperativizada puede ser el trabajo asociado, en cuyo caso la CIS funciona
como una cooperativa de trabajo asociado (CTA) con régimen jurídico específico. Las personas
con discapacidad o en situación de exclusión social aportan su trabajo, y la cooperativa
produce bienes y servicios para terceras personas.
Cuando la CIS opere como una CTA, en todo lo no previsto por el régimen jurídico específico
de la CIS se aplicará la normativa sobre CTA (arts. 103 a 107 LCE). No se debe albergar
ninguna duda al respecto, porque cada cooperativa, además de ajustarse a los principios
configuradores de esta sociedad en el marco de la presente ley, se regirá por las disposiciones
especiales aplicables a la clase respectiva y, en lo no previsto en la sección correspondiente,
por las normas de carácter general (art. 102 LCE). En el caso de las CIS, tenemos
tres grados, el propio de la CIS, el genérico de la CTA cuando sea el trabajo la actividad
cooperativizada, y el general de la LCE, para todo tipo de cooperativas. Para un análisis detallado
del régimen legal de las CTA, nos remitimos al correspondiente capítulo de esta obra.
La segunda posibilidad que ofrece el art. 133 LCE es que la cooperativa de integración
social actúe como cooperativa de consumo, mediante la provisión de bienes o servicios que
tienen como destinatarias las personas con discapacidad o en situación de exclusión social
socias de la CIS. Esos bienes o servicios pueden ser generales o específicos, en este último
caso atendiendo a necesidades específicas de los colectivos destinatarios (por ejemplo, vehículos
adaptados a personas con discapacidad).
Al igual que se acaba de comentar con respecto a las CIS que actúan como cooperativas
de trabajo asociado, cuando operen como cooperativas de consumo, será de aplicación supletoria
la regulación jurídica de dicha clase de cooperativa, que se encuentra en el art. 108
LCE. Para estudiar más profundamente la regulación jurídico-positiva de las cooperativas de
consumo, nos remitimos al capítulo correspondiente de la presente obra.
25.3.2 Artículo 134.1
Teniendo en cuenta que lo que late en el núcleo de la cooperativa de integración social es
la voluntad de ofrecer un servicio social en modo cooperativo, el art. 134.1 abre la puerta a
la colaboración, dentro de la CIS, de representantes de entidades públicas con responsabilidades
en el área de los servicios sociales.
Técnicamente, la posibilidad que se abre es la de que las personas que representan a entidades
públicas se incorporen a la CIS en calidad de socias colaboradoras (art. 19.5 LCE). Para
adquirir esa condición, la entidad pública correspondiente deberá realizar la aportación a
capital que se recoja en los estatutos de la CIS. Además, la persona física que se incorpore en
representación de la entidad pública socia colaboradora, deberá aportar su trabajo personal
a la CIS, en el área de la asistencia técnica profesional. Cabe matizar que esa persona física
actúa como representante de la entidad pública socia colaboradora, y, a pesar de prestar su
trabajo en la CIS, no es una persona socia trabajadora de la misma.
Por expreso mandato del art. 133 LCE, la persona física representante de una entidad
pública tiene derecho a asistir a las reuniones de todos los órganos sociales de la CIS, con
derecho a manifestar su opinión en las mismas. Con esta previsión específica la LCE parece
querer garantizar que, dentro de la CIS, haya una adecuada armonía, o al menos coordinación,
entre las personas socias y el mencionado representante público.
511

COOPERATIVAS DE INTEGRACIÓN SOCIAL
25.3.3 Artículo 134.2
Como se ha indicado más arriba, en el apartado de novedades que introduce la LCE, las
CIS, más allá del empleo cooperativo que proporcionan a sus personas socias cooperativistas,
podrán contratar por cuenta ajena, mediante contratos de trabajo, a personas pertenecientes
a alguno de los colectivos de personas con discapacidad o en situación de exclusión
social, sin límite cuantitativo alguno.
Expresamente se indica que no será de aplicación el límite que establece el art. 103.4 de la
nueva ley con respecto a las cooperativas de trabajo asociado en general, en virtud del cual
el número de horas/año trabajadas por el personal asalariado no podrá ser superior al treinta
por ciento del total de horas/año de trabajo realizadas por las personas socias trabajadoras.
Aunque la regulación del art. 103.4, con respecto a las cooperativas de trabajo asociado
(CTA) en general, pueda ser ciertamente criticable, por ser tan permisiva con la posibilidad
de contratación de personal asalariado, que debería ser excepcional por no armonizarse con
la naturaleza jurídica y funcional de las CTA, en el caso de los colectivos de personas con
discapacidad y de personas en situación de exclusión social la consideración crítica debe ser
atenuada, porque esos colectivos son acreedores de medidas de acción positiva, para intentar
equilibrar la desigualdad de partida en sus posibilidades de acceso al empleo.
Siendo la cooperativa de integración social una modalidad de CTA, su finalidad es la de
prestación del trabajo de las personas socias, proporcionándoles empleo, en este caso personas
con discapacidad o en situación de exclusión social, como bien indica el art. 103.4, con
respecto a las CTA en general. Pero, como legítima y jurídicamente bien fundada medida de
acción positiva, tiene sentido que el límite de contratación de personal asalariado sea más
flexible que el general. Lo que ocurre es que el art. 134 borra todo límite cuantitativo. Y,
entendemos, eso podría llevar incluso a la situación de que en una cooperativa de integración
social haya más personas con discapacidad o personas en situación de exclusión social
contratadas por cuenta ajena, que socias cooperativistas, lo que sería a todas luces excesivo.
Por ello, aunque fuera más permisivo que el límite general de las CTA, parecería razonable
establecer algún límite, como podría ser el de que la mayoría de personas empleadas en una
cooperativa de integración social deban ser socias cooperativistas.
25.4 Otra normativa aplicable
En cuanto a los puntos de conexión de las cooperativas de integración social, que nos lleven
a la aplicación de otra normativa, destacaríamos cuatro supuestos: las cooperativas de
iniciativa social, cooperativas de utilidad pública, centros especiales de empleo, y empresas
de inserción.
25.4.1 Cooperativas de iniciativa social
Las cooperativas de integración social pueden adquirir la calificación de cooperativas de
iniciativa social, si cumplen con los requisitos correspondientes (art. 156.3 LCE). La norma
que regula dichas cooperativas es el Decreto 61/2000, de 4 de abril, por el que se regulan las
Cooperativas de Iniciativa Social. La calificación de iniciativa social se prevé para aquellas
512

COOPERATIVAS DE INTEGRACIÓN SOCIAL
cooperativas que, sin ánimo de lucro, tengan como objeto social, entre otros, el desarrollo de
cualquier actividad económica que tenga por finalidad la integración laboral de personas que
sufran cualquier clase de exclusión social.
Por consiguiente, la principal condición que debe reunir una CIS para obtener la calificación
de cooperativa de iniciativa social es la ausencia de ánimo de lucro. Las CIS pueden
tener ánimo de lucro, o no tenerlo. Si no lo tienen, circunstancia que deberá recogerse expresamente
en sus estatutos, pueden obtener la calificación de cooperativa de iniciativa social.
El art. 2 del Decreto 61/2000 recoge cuatro previsiones determinadas que expresamente
deben contener los estatutos para acreditar la ausencia de ánimo de lucro:
• Que los resultados positivos que se produzcan en un ejercicio económico no podrán
ser distribuidos entre sus personas socias.
• Que las aportaciones de las personas socias al capital social, tanto obligatorias como
voluntarias, no podrán devengar un interés superior al interés legal del dinero, sin
perjuicio de la posible actualización de las mismas.
• El carácter gratuito del desempeño de los cargos del consejo rector, sin perjuicio de
las compensaciones económicas procedentes por los gastos en los que puedan incurrir
los consejeros en el desempeño de sus funciones.
• Que las retribuciones de las personas socias trabajadoras, o, en su caso, de las personas
socias de trabajo y trabajadoras por cuenta ajena no podrán superar el ciento
cincuenta por ciento de las retribuciones que, en función de la actividad y categoría
profesional, establezca el convenio colectivo aplicable al personal asalariado del
sector.
25.4.2 Cooperativas de utilidad pública
Al igual que ocurre con la figura de las cooperativas de iniciativa social, las cooperativas
de integración social también pueden lograr la calificación de utilidad pública (art. 156.2
LCE). En este caso, la norma de referencia es el Decreto 64/1999, de 2 de febrero, por el
que se aprueba el Reglamento sobre procedimientos y requisitos relativos a las sociedades
cooperativas de utilidad pública.
El art. 1 de dicho Decreto reserva la declaración de utilidad pública a aquellas cooperativas
que contribuyan mediante el desarrollo de sus funciones a la promoción del interés general
de Euskadi, además de carecer de ánimo de lucro. El art. 2 concreta que se entenderá que
contribuyen a dicho interés general, entre otras, aquéllas en cuyo objeto social sean primordiales
los fines de asistencia social, fomento de la economía social, o cualesquiera otros fines
de naturaleza análoga. Por lo tanto, teniendo en cuenta la finalidad económico-social de las
CIS en favor de dos colectivos vulnerables, parece que puede tener fácil encaje entre las
cooperativas de utilidad pública.
En lo que respecta a la ausencia de ánimo de lucro, el Decreto 64/1999 reitera, como requisito
para acreditarla, la exigencia de los cuatro aspectos que deben constar expresamente en
los estatutos, y que hemos expresado más arriba, en el apartado dedicado a las cooperativas
de iniciativa social.
513

COOPERATIVAS DE INTEGRACIÓN SOCIAL
25.4.3 Centros especiales de empleo
Los centros especiales de empleo son empresas caracterizadas por proporcionar trabajo a
personas con discapacidad. Las cooperativas de integración social pueden obtener la calificación
de centro especial de empleo. En este caso, el Reglamento aplicable es el Decreto
168/2019, de 29 de octubre, por el que se regulan los programas y servicios relacionados con
la empleabilidad de las personas con discapacidad de la Comunidad Autónoma de Euskadi y
el Registro Vasco de centros especiales de empleo.
El art. 83 de dicho Reglamento establece que pueden ser calificadas como centro especial
de empleo empresas tanto de titularidad pública como de titularidad privada. Por lo tanto,
sin duda, una cooperativa de integración social podrá ser calificada como centro especial de
empleo. En este momento, en el Registro público de centros especiales de empleo, que se
puede consultar por internet, hay una cooperativa calificada como tal.
Por consiguiente, y de acuerdo con el art. 83 del Decreto 168/2019, de 29 de octubre, la
cooperativa de integración social que pretenda obtener la calificación de centro especial de
empleo deberá acreditar el cumplimiento de los siguientes requisitos:
• La personalidad del titular.
• En caso de tratarse de personas jurídicas, estar previamente constituidas recogiendo
en sus estatutos como fin dentro de su objeto social la integración laboral de las personas
con discapacidad.
• Justificar, mediante el oportuno estudio económico, la viabilidad técnica y financiera y
las posibilidades de subsistencia en orden al cumplimiento de sus fines. El estudio debe
especificar de manera precisa y detallada el concreto centro de trabajo, o en su caso
centros de trabajo, al que se refiere, así como el tamaño y distribución de la plantilla
adscrita al mismo, al que circunscribe de manera específica sus conclusiones sobre la
viabilidad del centro especial de empleo. De referirse el estudio a varios centros de
trabajo, las conclusiones deberán desglosarse respecto a cada uno de ellos.
• Disponer de una plantilla formada por el mayor número de personas trabajadoras
con discapacidad que permita la naturaleza del proceso productivo y, en todo caso,
por al menos un 70% o, en el supuesto de no haber iniciado la actividad con anterioridad
a su solicitud de calificación, asumir el compromiso de conformar de esta
manera su plantilla. A estos efectos no se computará el personal sin discapacidad
que preste los servicios de ajuste personal y social. El personal con discapacidad dispondrá
de contrato de trabajo escrito, suscrito al amparo de la normativa reguladora
de la relación laboral de carácter especial de personas con discapacidad en centros
especiales de empleo.
• Disponer de o asumir el compromiso de incorporar a la plantilla del centro, el personal
técnico y de apoyo que la actividad del centro precise y se encuentre en posesión
de las titulaciones profesionales adecuadas.
• Detallar los servicios de ajuste personal y social que se prestarán a las personas con
discapacidad que se integren en la plantilla del centro.
• Estar domiciliada dentro del territorio de la Comunidad Autónoma de Euskadi, donde
debe igualmente ubicarse el centro, o en su caso centros de trabajo a los que se
refiera la calificación.
514

COOPERATIVAS DE INTEGRACIÓN SOCIAL
25.4.4 Empresas de inserción
Las empresas de inserción se caracterizan por su misión de ofrecer empleo a personas en
situación de exclusión social. En el ámbito de la Comunidad Autónoma de Euskadi, la norma
de referencia es el Decreto 182/2008 de 11 de noviembre, por el que se regula la calificación
de empresas de inserción, se establece el procedimiento de acceso a las mismas y su registro.
Como veremos más abajo, la entidad titular de la empresa de inserción social puede ser
tanto una sociedad mercantil, como una de economía social. Por lo tanto, no hay duda sobre
la posibilidad de que una CIS pueda ser calificada como empresa de inserción. En este momento,
en el Registro público de empresas de inserción, que se puede consultar por internet,
encontramos cinco cooperativas.
Si una cooperativa de integración social pretende ser calificada como empresa de inserción,
por emplear personas en situación de exclusión social, de acuerdo con el art. 4 del
mencionado Decreto, deberá cumplir con los siguientes requisitos:
• Constituir una sociedad mercantil o de economía social.
• Desarrollar una actividad económica lícita de producción de bienes o prestación de
servicios en cualquier sector del mercado.
• No realizar actividades distintas a las de su objeto social.
• Contemplar, como fin primordial de su objeto social, la inclusión sociolaboral de
personas que presentan especiales dificultades de acceso al mercado laboral.
• Encontrarse debidamente inscrita en el registro correspondiente a su personalidad
jurídica.
• Estar promovidas y participadas por una o varias entidades promotoras a que se refiere
el artículo 7. Esta participación será al menos de un 51% del capital social para
las sociedades mercantiles. En el caso de sociedades cooperativas y sociedades laborales,
dicha participación deberá situarse en los límites máximos recogidos en las
diferentes legislaciones que le sean de aplicación a las personas socias colaboradoras
o asociadas.
• No tener vinculados sus balances, cuentas de resultados y patrimonio a otras actividades
económicas que no sean las de su objeto social.
• Estar al corriente en el pago de sus obligaciones tributarias y de la Seguridad Social
y no tener ninguna deuda pendiente con la Administración General de la Comunidad
Autónoma o con sus Organismos Autónomos, en el momento de solicitar la calificación.
• No haber amortizado ningún puesto de trabajo por despido improcedente durante el
año anterior a la solicitud de calificación.
515

26. COOPERATIVAS DE FOMENTO EMPRESARIAL *26
Artículo 135. Cooperativas de fomento empresarial.
1. Las cooperativas de fomento empresarial son las que tienen por objeto social el apoyo
a la creación y al crecimiento de actividades económicas y sociales desarrolladas
por nuevos emprendedores y emprendedoras.
2. Las cooperativas de fomento empresarial deben fijar como prioridad, en el marco
de la actividad cooperativizada, la iniciativa emprendedora de los socios y socias y
promover, por medio de actividades como la orientación profesional, la facilitación
de habilidades empresariales precisas para el desarrollo de cada una de sus actividades
y la tutorización de estas actividades en los primeros años de ejercicio.
26.1 Introducción
El título II, en el capítulo I recoge en su articulado las diferentes clases de cooperativas
(arts.102 a 135 de la ley de cooperativas de Euskadi, en adelante LCE), manteniendo las ya
existentes con algunos cambios, y añadiendo en su artículo 135 esta nueva figura de cooperativas
de fomento empresarial.
En este capítulo se analiza el objeto social y prioridades de esta clase de cooperativas.
Asimismo, se hace una referencia tanto a las regulaciones de otras comunidades autónomas
como a nivel internacional. Por último, se deslinda esta figura de otras. Por un lado, de las
cooperativas de facturación, con las que no debe confundirse esta nueva figura cooperativa,
ya que crean una mera estructura jurídica sin auténtica actividad cooperativizada. Por otro,
de las cooperativas de emprendedores y emprendedoras, cuyo objeto en la creación de empresas
de economía social y la integración de los grupos emprendedores como socios.
26.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Esta nueva figura se establece como respuesta del cooperativismo al apoyo a la creación y
crecimiento de actividades económicas y sociales desarrolladas por nuevos emprendedores
o emprendedoras. Constituye un ejemplo concreto que materializa el mandato a los poderes
públicos del artículo 157-1 LCE referente el favorecimiento de entornos sociales y económicos
que fomenten el desarrollo de actividades económicas a través de cooperativas.
Se trata de una de una completa novedad en Euskadi y por tanto no se encuentra por el momento
ninguna cooperativa constituida bajo este epígrafe. Por el contrario, sí se encuentran
cooperativas para este mismo fin en otras comunidades autónomas, que cuentan desde hace
más tiempo con regulaciones sobre esta clase de cooperativas.
La primera en introducir esta figura a nivel estatal fue Andalucía en el año 2011 bajo la
denominación de cooperativas de impulso empresarial (art 93 LSCA). Esta regulación tomó
como referencia las experiencias exitosas desarrolladas en Francia y Bélgica a través de las
* Comentario realizado por Marta Enciso Santocildes, profesora titular en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Deusto.
517

COOPERATIVAS DE FOMENTO EMPRESARIAL
cooperativas de actividad y empleo. Estas experiencias se han extendido a diferentes ritmos
también en otros países europeos como Italia, Austria, Hungría o Países Bajos.
Tomando como referencia la normativa andaluza, otras comunidades autónomas como
Cantabria en 2013 (art. 130 LCC) o Extremadura en 2018 (art. 172 LCEX), han recogido esta
clase de cooperativas con la misma denominación.
Por su parte, Cataluña en 2015 en la disposición adicional tercera de su ley cooperativa
recoge esta figura, si bien cambia la denominación a cooperativas de fomento empresarial,
terminología por la que también se ha optado en la regulación vasca.
26.3 Comentario general y significado práctico
En primer lugar, y en cuanto a la normativa aplicable a esta clase de cooperativas, se establece
lo siguiente (art. 102-3 LCE):
• cada cooperativa debe ajustarse a los principios configuradores de esta sociedad en
el marco de la presente ley.
• la cooperativa se regirá por las disposiciones especiales aplicables a la clase respectiva.
• y, en lo no previsto en la sección correspondiente, por las normas de carácter general
En cuanto al objeto social, se establece que sea el apoyo a la creación y al crecimiento de
actividades económicas y sociales desarrolladas por nuevos emprendedores y emprendedoras
(art. 135-1 LCE). Se observa que aborda dos aspectos fundamentales en el proceso de
emprendimiento: el nacimiento y afianzamiento del proyecto empresarial. Se trata de dos
momentos muy delicados en los que muchos de los proyectos empresariales, tanto cooperativos
como no cooperativos, pueden fracasar si carecen de apoyos, servicios y formación.
Por otro lado, puede considerarse como un mecanismo, desde el modelo cooperativo, de
afloramiento regular y colectivo de servicios que, de otro modo, se prestarían en el marco de
la economía no declarada. Así está recogido explícitamente en las exposiciones de motivos
de las regulaciones andaluza y cántabra.
Se recogen a continuación las actividades de apoyo que pueden ofrecerse, no constituyendo
este un listado de carácter cerrado (art. 135-2 LCE):
• orientación profesional
• facilitación de habilidades empresariales precisas para el desarrollo de cada una de
sus actividades
• tutorización de estas actividades en los primeros años de ejercicio.
Por su parte, en 2013 en Navarra de estableció una nueva modalidad de cooperativa denominada
cooperativa de emprendedores de Navarra S. Coop., a iniciativa de ANEL, que
presenta diferencias con la figura descrita en este capítulo. Esta cooperativa persigue el apoyo
y la creación de empresas cooperativas en la que las personas emprendedoras viven una
experiencia emprendedora real y ponen en marcha su actividad antes de crear la empresa
para contrastar si esta es viable. Para ello, cuentan con el apoyo y asesoramiento de profesionales
de la cooperativa de emprendedores. Las personas emprendedoras son socias de la
cooperativa y por ello se distingue de una incubadora de empresas.
518

COOPERATIVAS DE FOMENTO EMPRESARIAL
Resulta también preciso no confundir este tipo de cooperativas de fomento empresarial
(o en el caso navarro, las de emprendedores) con las cooperativas de facturación. Las cooperativas
de fomento empresarial están constituidas conforme a la normativa autonómica
correspondiente, y su práctica es consistente con los valores y principios cooperativos, tal y
como muestran los casos que ya se encuentran en marcha en otras comunidades autónomas.
Por el contrario, en las cooperativas de facturación se crea una estructura a la que se asocian
personas que desarrollan trabajo autónomo. Las personas que buscan este servicio deben
convertirse en miembros con una aportación a capital. La entidad por su parte presta servicios
de facturación y alta en seguridad social y en algunos casos además de asesoramiento
legal general, formación o apoyo para el acceso a financiación.
En cuanto al funcionamiento, que se lleva a cabo mayoritariamente on line, el servicio lo
presta la persona autónoma, si bien la factura es emitida desde la cooperativa. El trabajador
autónomo percibe lo facturado reteniendo la entidad un porcentaje por las gestiones (entre
un 4 y un 6,5% según los casos). Asimismo, la entidad da de alta en la seguridad social en
el régimen general de trabajadores por cuenta ajena a la persona socia por los días que se
necesite para cubrir la actividad facturada. Se trata en la mayoría de los casos de personas
que prestan sus servicios de manera esporádica y eluden así el pago de la cuota íntegra del
régimen especial de trabajadores autónomos.
Estos mecanismos se consideran un uso fraudulento de la figura cooperativa, y se ha llegado
a la descalificación de alguna de ellas. Respecto del resto, han ido perdiendo fuerza
y prácticamente desaparecido, ya que muchas de las personas socias fueron sancionadas a
satisfacer las cuotas que debían haber abonado como autónomos durante el tiempo en que
fueron cooperativistas, más un recargo del 20%.
Se trata de entidades que no se rigen ni respetan los principios cooperativos, sino que tienen
un mero carácter instrumental, siendo su relación con los miembros más como clientes
que como personas socias.
Las cooperativas de fomento empresarial, por el contrario, proporcionan un ecosistema
para que emprendedores y emprendedoras puedan llevar a cabo su idea de negocio, desarrollando
su labor de manera regularizada, en condiciones de trajo dignas y según estándares y
parámetros del modelo cooperativo. Se trata de un modelo en que las personas socias participan
en la gestión y crean sinergias entre ellos, a la par que reciben apoyo mientras están
desarrollando su proyecto empresarial.
519

27. SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA *27
27.1 Disposiciones generales
27.1.1 Concepto y constitución
Artículo 136.- Concepto.
1.- La sociedad cooperativa pequeña es aquella sociedad cooperativa de primer grado
perteneciente a la clase de las de trabajo asociado o de explotación comunitaria,
cuyo régimen jurídico se regula mediante el presente capítulo como especialidad de
la sociedad cooperativa.
2.- La constitución de una sociedad cooperativa pequeña, la adaptación de los estatutos
sociales de una sociedad cooperativa constituida conforme a la presente ley
o la transformación de una sociedad no cooperativa en una sociedad cooperativa
pequeña requerirán la expresa atribución por parte de las personas promotoras o
del órgano social correspondiente de la cualidad de sociedad cooperativa pequeña.
3.- La sociedad cooperativa pequeña estará integrada por un mínimo de dos y un máximo
de diez personas socias trabajadoras o socias de trabajo de duración indefinida.
4.- Las sociedades cooperativas pequeñas se regularán por lo dispuesto en este capítulo
y, supletoriamente, por la presente ley y sus normas de desarrollo.”
Artículo 137.- Constitución.
1.- La constitución de la sociedad cooperativa pequeña requerirá escritura pública e
inscripción en el Registro de Cooperativas de Euskadi. En virtud de su inscripción
adquirirá la sociedad cooperativa pequeña su personalidad jurídica.
2.- En el Registro de Cooperativas de Euskadi se llevará un libro de inscripción de
sociedades cooperativas pequeñas en el que se inscribirán aquellas sociedades que
hubieran adquirido la condición de sociedad cooperativa pequeña, con independencia
de la forma jurídica originaria.
3.- La escritura de constitución de la sociedad cooperativa pequeña reunirá los extremos
a que se refiere el artículo 13.1 de esta ley.
4.- El plazo de calificación e inscripción de la escritura de constitución y de los Estatutos
sociales no será superior a los diez días, a contar desde la presentación de
la solicitud, plazo que se reducirá a cinco días en el supuesto de que los Estatutos
correspondan al modelo previsto en el apartado 3 de la disposición adicional octava
de esta ley.
5.- La denominación de estas entidades incluirá necesariamente la expresión «sociedad
cooperativa pequeña» o su abreviatura «S. coop. pequeña».”
* Comentario realizado por Francisco Javier Sanz Santaolalla, presidente de BITARTU-Servicio Vasco
de Arbitraje Cooperativo, director Elkar-Lan, S. Coop. y coordinador de la Comisión Jurídica del Movimiento
Cooperativo Vasco.
521

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
27.1.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi, no regulaba la sociedad
cooperativa pequeña, ya que lo hacia la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la sociedad
cooperativa pequeña, y el contenido de los arts. 136 y 137 son prácticamente idénticos a los
arts. 1 y 2 de la última ley citada.
Hay dos novedades: Una de técnica jurídica (la remisión a la LCE en lugar de las leyes que
ha derogado) y otra de reducción de plazos en la calificación e inscripción.
Remisión a la LCE: En la anterior normativa se hacía remisión a las dos mencionadas leyes
que regulaban a la sociedad cooperativa pequeña y ahora son sustituidas por la remisión a
la LCE.
Reducción de plazos: Se minora el plazo máximo, de calificación e inscripción de la escritura
de constitución y de los estatutos sociales, de treinta días a cinco días, si bien para ello es
preciso que los estatutos sociales se correspondan al modelo elaborado por el Departamento
de Trabajo y Empleo del Gobierno Vasco. Así pues, en caso de que los estatutos que se presenten
no se correspondan con el modelo el plazo máximo será el que se fije en el RRSC, que
lo normal es que sea inferior al que se fije para las cooperativas no pequeñas.
27.1.3 Comentario general y significado práctico
En lo que se refiere al art. 136 de la LCE, estamos ante un precepto de contenido imperativo,
esto es de obligado cumplimiento, en lo que se refiere al concepto de sociedad cooperativa
pequeña, que comprende sus 4 apartados:
Apartado 1, define a la sociedad cooperativa pequeña, delimitando que solamente lo podrán
ser, las cooperativas de trabajo asociado y las de explotación comunitaria, cuyas definiciones
se han abordado, en los comentarios efectuados en esta obra, respectivamente, en los
arts. 103.1 y 114.1 de la LCE a los que nos remitimos.
Apartado2, se exige la expresa atribución, bien de las personas promotoras o del órgano
social correspondiente (en el caso de transformación en cooperativa pequeña o de adaptación
de estatutos de una cooperativa no pequeña en pequeña) de la cualidad de sociedad cooperativa
pequeña.
Apartado 3, delimita el número mínimo (dos) y máximo (diez) de personas socias trabajadoras
o de trabajo indefinidas, si bien ello no quiere decir que no pueda tener otra clase de
personas socias, tal como se expondrá posteriormente.
Apartado 4, establece de forma imperativa su regulación a las disposiciones de su capítulo
específico y de forma supletoria, esto es, para cuando no esté prevista su regulación en el
mencionado capitulo se regulará por la LCE y por sus normas de desarrollo, por ejemplo por
el Reglamento de la LCE.
En lo que concierne al art. 137 de la LCE, también estamos ante un contenido imperativo,
tiene cinco apartados:
Apartado 1, establece que para la constitución de una sociedad cooperativa pequeña se requiere
tanto la escritura pública, con el contenido relacionada en el art. 12.2 de la LCE, como
inscripción en el RRSC y solamente cuando se inscriba adquirirá su personalidad jurídica.
522

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
Apartado 2, delimita que en el RRSC se llevará un libro de inscripción de sociedades
cooperativas pequeñas, con independencias de la forma jurídica originaria (por ejemplo
S.A./S.L./S.L.L./S. COOP.).
Apartado 3, exige que la escritura de constitución reúna los requisitos mínimos relacionados
en el art. 13.1 de la LCE, como no podría ser de otra manera.
Apartado 4, fija un plazo máximo de la calificación e inscripción de cinco días, siempre
que los estatutos que se acompañen con la escritura de constitución sean los del modelo
elaborado al efecto por el Departamento que tenga atribuida la competencia en trabajo que
actualmente es el Departamento de Trabajo y Empleo.
Apartado 5, se impone el uso preceptivo en la denominación de la expresión “sociedad
cooperativa pequeña” o su abreviatura “s. coop. pequeña”, para poder distinguir tanto la
forma societaria de cooperativa como su dimensión.
27.1.4 Otra normativa aplicable
En la legislación estatal no existen preceptos concordantes habida cuenta que no se regula
esta modalidad de cooperativa. Y las leyes de otras CCAA no son aplicables.
27.2 De la contratación de personas trabajadoras por cuenta ajena y de personas socias
trabajadoras o socias de trabajo de duración determinada y de la delimitación de
las aportaciones obligatorias iniciales
27.2.1. Límites a la contratación y a la determinación de las aportaciones obligatorias
iniciales
Artículo 138.- Límites a la contratación de personas trabajadoras por cuenta ajena y de
personas socias trabajadoras o socias de trabajo de duración determinada.
1.- Las sociedades cooperativas pequeñas, durante un plazo máximo de cinco años, a
contar desde la fecha de su constitución, podrán contratar personas trabajadoras
por cuenta ajena en cualquiera de sus modalidades y personas socias trabajadoras
o socias de trabajo de duración determinada, en un número que en conjunto no sea
superior al de aquellas personas socias trabajadoras de duración indefinida, a jornada
completa o a tiempo parcial.
2.- En cualquier caso, el número de personas trabajadoras por cuenta ajena a contratar
por la sociedad cooperativa pequeña no podrá exceder de cinco.
3.- Durante el plazo máximo de cinco años, a contar desde la fecha de su constitución,
las sociedades cooperativas pequeñas con cinco o menos de cinco personas socias
trabajadoras o socias de trabajo de duración indefinida, lo sean a jomada completa
o a tiempo parcial, podrán contratar hasta cinco personas trabajadoras por cuenta
ajena y hasta cinco personas socias trabajadoras o de trabajo de duración determinada,
sea a jomada completa o a tiempo parcial.
4.- Transcurridos los cinco años a los que se alude en los apartados precedentes, los
límites a la contratación de personas trabajadoras por cuenta ajena y personas
523

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
socias trabajadoras o socias de trabajo de duración determinada por parte de la
sociedad cooperativa pequeña serán los que se determinan en la presente ley.
Artículo 139.- Delimitación de las aportaciones obligatorias iniciales.
Las aportaciones obligatorias iniciales que las sociedades cooperativas pequeñas
pueden exigir a las personas trabajadoras por cuenta ajena para incorporarse como
personas socias trabajadoras o socias de trabajo de duración indefinida o personas
socias de duración determinada serán, como máximo, equivalentes, para cada una de
estas clases de personas socias, al total de las aportaciones obligatorias efectuadas por
la última socia o socio de la clase correspondiente incorporado a la entidad, con las
oportunas actualizaciones. En todo caso, estas actualizaciones no podrán ser superiores
a las que resulten de la aplicación de los índices de precios al consumo publicados por
el Instituto Nacional de Estadística desde que dichas aportaciones fueron realizadas.
27.2.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi, como ya hemos expuesto
anteriormente, no regulaba la sociedad cooperativa pequeña, ya que lo hacia la Ley
6/2008, de 25 de junio, de la sociedad cooperativa pequeña, y el contenido de los arts. 138
y 139 son idénticos a los artículos 3 (en sus cuatro primeros apartados) y 4 de la última ley
citada.
El legislador ha suprimido el apartado 5 del art. 3, de la derogada Ley 6/2008, de 25 de
junio, de la sociedad cooperativa pequeña, que obligaba a las cooperativas pequeñas una
vez transcurridos 5 años, desde la fecha de su constitución, a notificar y acreditar (en la
forma que se determinase reglamentariamente), a la Dirección de Economía Social, que su
situación respecto a las personas trabajadoras por cuenta ajena, y en su caso respecto a las
personas trabajadoras y socias trabajadoras o de trabajo de duración determinada, era conforme
con los limites previstos al efecto en la Ley 4/1993, de 24 de junio de Cooperativas de
Euskadi. Esta es la única novedad.
27.2.3 Comentario general y significado práctico
El art. 138 tiene 4 apartados:
Apartado 1, tiene un contenido de dispositivo y otro imperativo. Por una parte les posibilita,
a las cooperativas pequeñas de trabajo asociado o de explotación comunitaria, poder
contratar a personas trabajadoras por cuenta ajena, en cualquier modalidad contractual, y en
su caso a personas socias trabajadoras o de trabajo de duración determinada (parte dispositiva
del precepto) y en ambos casos por un plazo máximo determinado de cinco años (parte
imperativa del precepto), hasta un número igual al de las personas socias trabajadoras o de
trabajo indefinidas (a jornada completa o a tiempo parcial) por encima de los límites normales
previstos en los arts. 26.2 y 103.4 de la LCE, para las cooperativas no pequeñas, los
cuales no comentamos ni citamos, habida cuenta que ya han sido objeto de comentarios en
esta glosa a los que nos remitimos. Ejemplo una cooperativa pequeña con 3 personas socias
trabajadoras o de trabajo indefinidas, podría contratar a 3 personas socias de duración determinada,
o a 2 socias de duración determinada y a 1 trabajadora por cuenta ajena.
524

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
Apartado 2, tiene carácter imperativo, y en él se determina que el número máximo de personas
trabajadoras por cuenta ajena puede tener una cooperativa pequeña: cinco. Ejemplo
una cooperativa de trabajo asociado pequeña o de explotación comunitaria con dos personas
socias trabajadoras o de trabajo, podrán contratar hasta cinco personas trabajadoras por
cuenta ajena.
Apartado 3, tiene un carácter mixto, ya que una parte de su contenido es dispositivo y otro
imperativo. Se determina que, como máximo durante cinco años (imperativo), a computar
desde la fecha de su constitución, las sociedades cooperativas pequeñas con cinco o menos
socias trabajadoras o socias de trabajo de duración indefinida (a jornada completa o a tiempo
parcial), pueden contratar (parte dispositiva del precepto) hasta cinco personas socias
trabajadoras o de trabajo de duración determinada (a jornada completa o a tiempo parcial)
y hasta cinco personas trabajadoras por cuenta ajena. Ejemplo una cooperativa pequeña con
dos socias trabajadoras o de trabajo indefinidas puede contratar hasta cinco trabajadoras por
cuenta ajena, y hasta cinco socias de duración determinada. En este caso debería ponderase
el voto de las personas socias de duración determinada, habida cuenta de que las personas
socias cooperadoras deben siempre tener más del cincuenta por ciento del total de los votos
en la cooperativa (vid. art. 37.4 de la LCE, y los comentarios que sobre dicho precepto y
apartado se hace en esta obra).
Apartado 4, es de carácter imperativo, lo que significa es que, transcurridos los cinco años
desde la constitución de la cooperativa pequeña, no puede superar los límites normales de
contratación, de personas trabajadoras por cuenta ajena y de socias de duración determinada,
esto es los previstos en los arts. 26.2 y 103.4 de la LCE. Ejemplo: cooperativa pequeña con
tres personas socias trabajadoras o de trabajo indefinidas, puede tener hasta dos personas
contratadas por cuenta ajena (vid. art. 103.4 párrafo último) sin menoscabo de contrataciones
no superiores inferiores a tres meses a lo largo del año y de los supuestos de contratación que
no se computan que se relacionan en el art. 103.4 de la LCE.
Respecto al art. 139, su contenido es imperativo y su significado unívoco, ya que lo que
delimita es el importe máximo que se puede pedir en concepto de aportaciones obligatorias
iniciales y de las actualizaciones que se apliquen, en su caso, sobre las aportaciones obligatorias
de las personas socias.
Así pues, por una parte se determina que las personas que se incorporen como socias, con
posterioridad a su constitución de la cooperativa pequeña, se les podrá exigir como aportación
obligatoria inicial, una cuantía que no podrá nunca superar el importe de las aportaciones
obligatorias realizadas por la última socia o socio de la clase de que se trate (las que se recojan
en los estatutos sociales), más la cuantía que correspondiese a las actualizaciones que
se realicen a dichas aportaciones, aplicando los índices de precios al consumo publicados por
el Instituto Nacional de Estadística. Ejemplo si en una cooperativa pequeña el importe de
las aportaciones obligatorias es de 12.500 euros (10.000 euros como aportación obligatoria
inicial en el año 2015 y 2.500 como nuevas aportaciones obligatorias en el año 2018), a la
nueva socia que se incorpora se la puede exigir como máximo la aportación obligatoria inicial
12.500 euros más la actualización de las mismas (esto es, el índice del IPC desde 2015
a 2020 sobre 10.000 € + el índice del IPC desde 2018 a 2020 sobre 2.500 €). Dicha importe
resultante sería el máximo que se podría exigir para su incorporación, lo cual no impide que
la cooperativa, por acuerdo de su asamblea general, decida fijar una aportación obligatoria
inicial más baja que la máxima posible para las nuevas incorporaciones de socias.
525

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
27.2.4 Otra normativa aplicable
En la legislación estatal no existen preceptos concordantes habida cuenta que no se regula
esta modalidad de cooperativa. Y las leyes de otras CCAA no son aplicables.
27.3 Órganos sociales
27.3.1 Regulación específica para las sociedades cooperativas pequeñas
Artículo 140.- Órganos sociales.
1.- Los órganos sociales de la sociedad cooperativa pequeña son la asamblea general
de la cooperativa –que será el órgano social más importante– y el órgano de
administración y representación –sea unipersonal (persona administradora única),
pluripersonal (personas administradoras solidarias o mancomunadas) o colegiado
(consejo rector)–.
2.- La regulación de la asamblea general, en lo no previsto en este capítulo, es la establecida
en la presente ley.
3.- El órgano de administración y representación estará siempre formado por personas
socias trabajadoras o de trabajo de la sociedad cooperativa pequeña y se regulará
por las disposiciones establecidas por la presente ley, con las especificidades previstas
en este capítulo.
4.- Cuando se hubiera optado por un órgano de administración y representación unipersonal
–persona administradora única– o pluripersonal –personas administradoras
solidarias o mancomunadas–, y en el supuesto regulado en el apartado siguiente
de este artículo, el plazo de duración del cargo será de cinco años. Transcurrido
dicho periodo deberá procederse a la reelección o a un nuevo nombramiento.
5.- El órgano de administración y representación de las sociedades cooperativas pequeñas,
cuando se opte por la modalidad de «consejo rector», estará integrado,
como mínimo, por dos personas, en cuyo caso tendrán los cargos de presidenta o
presidente y secretaria o secretario, respectivamente.
6.- El consejo rector de las sociedades cooperativas pequeñas deberá reunirse con la
periodicidad que se fije en los estatutos sociales. No obstante, la periodicidad de las
reuniones de este órgano será de, al menos, una vez por trimestre.
Los acuerdos del consejo rector, salvo los que requieran de mayoría cualificada por
previsión legal o estatutaria, se adoptarán por la mayoría de los votos válidamente
emitidos, no computándose como tales las abstenciones de las personas consejeras
asistentes a la sesión.
El voto de quien ocupe la presidencia dirimirá los empates, excepto cuando el consejo
rector esté integrado por dos personas consejeras, salvo que los estatutos sociales
de la sociedad cooperativa pequeña establezcan lo contrario.
7.- En el supuesto contemplado en el apartado 5 de este artículo, la persona que ocupe
la secretaría del consejo rector de la sociedad cooperativa pequeña podrá convocar
a la asamblea general si su presidente o presidenta no la hubiese convocado en el
526

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
plazo de 20 días desde la recepción de la solicitud presentada por personas socias
que representen al menos el veinte por ciento del total de votos, todo ello sin perjuicio
de la acción de responsabilidad que se podrá ejercitar contra la presidencia.
27.3.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi, no regulaba la sociedad
cooperativa pequeña, ya que lo hacia la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la sociedad
cooperativa pequeña, sin perjuicio de las remisiones que se hacían en determinados artículos
de la primera ley citada. El contenido del art. 140 es casi idéntico al art. 5, de la Ley 6/2008,
de 25 de junio, de la sociedad cooperativa pequeña,
Hay solamente una novedad de técnica jurídica, ya que en sus apartados 2 y 3 del art. 140
se incorpora la remisión a la LCE en lugar de las leyes que ha derogado.
27.3.3 Comentario general y significado práctico
Apartado 1, de contenido mixto, ya que parte de contenido es imperativo y otro es opcional.
En definitiva, la LCE lo que determina es que la cooperativa pequeña tiene que tener
como órganos sociales necesarios la asamblea general -como órgano más importante- y un
órgano de administración. Se determina que la asamblea general es el órgano social más
importante de una cooperativa, lo cual considero que es consustancial a la propia naturaleza,
de la sociedad de personas por excelencia que es una cooperativa.
Por otra parte, se relacionan las diferentes modalidades que puede tener el órgano de administración,
y de entre ellas, cada cooperativa optará por la que sea más adecuada en sus estatutos
sociales, siendo sus opciones las siguientes: administrador/a único/a; administradores/
as solidarios/as o mancomunados/as; consejo rector.
Apartado 2, es de contenido imperativo, y su significado es claro, ya que determina que la
asamblea general de la cooperativa pequeña se regulará, en lo no previsto en los arts. 136 a
145 de la LCE, por lo dispuesto en la LCE para dicho órgano social.
Apartado 3, tiene contenido imperativo, al determinar que la/s persona/s, de los órganos de
administración de la sociedad cooperativa, tienen que ser socias trabajadoras o de trabajo indefinidas
(a jornada completa o a tiempo parcial), y que se regulará por lo dispuesto en la LCE
para dicho órgano social con las especialidades/especificidades previstas en el presente capitulo
para el mismo (las que recojan entre los arts. 136 a 145 de la LCE). Ejemplo: Solo pueden
formar parte del órgano de administración personas socias trabajadoras o de trabajo indefinidas
(a jornada completa o a tiempo parcial). No pueden formar parte del órgano social socias de
otra clase ni personas no socias.
Apartado 4, es de carácter imperativo, y obliga a las cooperativas a que el mandato de sus
personas administradoras, con independencia de la modalidad elegida, sea de cinco años y
su renovación será siempre simultánea. Ejemplo: Se elige al consejo en la asamblea general
ordinaria del 6 de junio de 2018, su mandato ordinario sería hasta el 5 de junio de 2023. En
caso de transcurrir el plazo para el que fueron nombradas, lo seguirán desempeñando hasta
que se celebre la asamblea general siguiente (vid. arts. 140.3 y 46.1 LCE), por ejemplo hasta
la asamblea general ordinaria celebrada el 30 de junio de 2023. Y en caso de que cesase uno
una de los consejeros o consejeras, por ejemplo 5 octubre de 2020, si se celebrase asamblea
527

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
general extraordinaria el 1 noviembre y se eligiese a otro consejero o consejera, éste o ésta
tendrá como mandato, el que le restare al que ceso, esto es hasta el 5 de junio de 2023, por
ser la renovación simultánea.
Apartado 5, tiene naturaleza imperativa y potestativa, se refiere al consejo rector, determinándose
que su composición mínima (contenido imperativo) debe de ser de al menos dos
personas socias trabajadoras o de trabajo indefinidas, y deberán en este caso atribuírseles los
cargos de (contenido imperativo) presidente o presidenta y secretaria o secretario. Dicho lo
anterior, ello no obsta para que el consejo rector pueda tener una composición mayor (contenido
potestativo), por ejemplo de tres personas y un tercer cargo (contenido potestativo) por
ejemplo de vicepresidente o vicepresidenta.
Apartado 6, tiene naturaleza imperativa y potestativo, la materia que regula es la periodicidad
mínima en que debe reunirse el órgano de administración, posibilitándose que la
cooperativa la determine en los estatutos sociales (contenido potestativo), si bien marca un
límite temporal (contenido imperativo) en el sentido de que al menos lo debe hacer una vez
al trimestre. Ejemplo: en los estatutos se determina que el consejo rector se reunirá cada dos
meses, salvo que dicha periodicidad coincida con periodo vacacional en cuyo caso se pospondrá
para el mes siguiente.
Así mismo, se determinan las mayorías que se precisan para tomar acuerdos por parte del
órgano de administración, bastando la mayoría de los votos válidamente emitidos (sin computarse
las abstenciones de las personas consejeras asistentes, no incluyéndose como tales
los votos en blanco, como si se computan en el art. 48.3) de la LCE, todo ello salvo que se
tratase de un acuerdo, que por ley o previsión estatutaria, requiriese de una mayoría reforzada,
como por ejemplo la adopción de cambios de trascendencia organizativa (vid. art. 48.3.c)
LCE) para el que sería necesario contar con al menos el voto favorable, de los válidamente
emitidos, de al menos dos tercios de los votos de las personas asistentes al órgano de administración.
Ejemplo: Consejo Rector con composición de cuatro personas consejeras, asisten
tres personas consejeras. La mayoría ordinaria y la cualificada seria la misma: bastarían dos
votos válidamente emitidos.
Se establece que cuando el consejo rector tenga una composición de dos personas, su presidente
o presidenta, en caso de empate, no tendrá voto dirimente o de calidad (contenido
imperativo), salvo que en los estatutos (contenido potestativo) sociales se le reconozca o se
le confiera de forma expresa. Y su regulación en el caso de que el consejo rector tenga una
composición de tres o más personas consejeras: se le reconoce el voto de calidad o dirimente.
Apartado 7, de contenido imperativo, se regula la convocatoria de la asamblea por parte
del secretario o secretaria del consejo rector, en el caso de que el presidente o presidenta no
la haya convocado, a petición de las personas socias que representen al menos el veinte por
ciento del total de los votos, una vez hubiese transcurrido el plazo de veinte días hábiles (vid.
disposición adicional primera LCE) desde que recibió la solicitud de las personas socias.
Ejemplo: 1 persona socia trabajadora (que no tiene cargo alguno en el consejo rector), en
una cooperativa pequeña de tres socias trabajadoras, solicita el 2 de enero de 2021, al presidente
o presidenta de la cooperativa la celebración de una asamblea general extraordinaria,
y transcurridos veinte días hábiles, el secretario la convoca el día 8 de febrero de 2021, con
el orden del día propuesto por la socia solicitante y con las propuestas de acuerdos que se
pondrán a disposición de todas las personas socias, en el domicilio social de la cooperativa
528

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
o mediante su envío a su domicilio si así lo requiriesen, y siempre que así estuviese previsto
en sus estatutos sociales.
Por otra parte, se deja constancia de que la cooperativa podrá ejercitar la correspondiente
acción de responsabilidad contra el presidente o presidenta por su omisión. Aunque lo habitual
en este caso es que se produzca su cese o su destitución.
27.3.4 Otra normativa aplicable
En la legislación estatal no existen preceptos concordantes habida cuenta que no se regula
esta modalidad de cooperativa.
27.4 Régimen económico
27.4.1 Deducciones de las aportaciones al capital social
Artículo 141.- Deducciones de las aportaciones al capital.
Los estatutos sociales podrán establecer deducciones sobre las aportaciones obligatorias
en los supuestos de baja obligatoria y expulsión que se regulan en los artículos 27
y 28 de la presente ley, excluyendo las capitalizaciones de los retornos.
27.4.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi, no regulaba la sociedad
cooperativa pequeña, ya que lo hacia la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la sociedad cooperativa
pequeña, sin perjuicio de las remisiones a determinados artículos de la Ley 4/1993.
El contenido del art. 141 es casi idéntico al art. 6, de la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la
sociedad cooperativa pequeña.
Hay solamente una novedad de técnica jurídica, ya que se incorpora la remisión a la LCE
en lugar de la Ley 4/1993, de 24 de junio, de cooperativas de Euskadi.
27.4.3 Comentario general y significado práctico
El contenido de este precepto es imperativo y determina que en las cooperativas pequeñas
solamente pueden practicarse deducciones sobre las aportaciones obligatorias, en caso de
baja obligatoria y en caso de expulsión, excluyéndose en ambos supuestos, las deducciones
sobre las aportaciones obligatorias que provengan de retornos capitalizados, y tampoco se
podrán realizar deducciones sobre las aportaciones voluntarias.
De lo expuesto se desprende que las bajas voluntarias, en las cooperativas pequeñas, no
podrán ser, en ningún caso, objeto de deducción alguna sobre las aportaciones al capital social
de sus personas socias.
Ejemplo: Una persona socia solicita su baja voluntaria, sin plazo de preaviso. Su baja voluntaria
se califica por el órgano de administración de la cooperativa, como no justificada,
pero no puede practicarse deducción alguna sobre sus aportaciones al capital social.
529

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
27.4.4 Otra normativa aplicable
En la legislación estatal no existen preceptos concordantes habida cuenta que no se regula
esta modalidad de cooperativa.
27.5 Disposiciones referidas a la adaptación y disolución
27.5.1 Adaptación de estatutos sociales
Artículo 142.- Adaptación de estatutos sociales.
1.- Si la sociedad cooperativa pequeña superase el número máximo de personas socias
trabajadoras o socias de trabajo de duración indefinida, deberá adaptar sus estatutos
sociales.
2.- Igualmente, las sociedades cooperativas ya constituidas que, reuniendo los requisitos
establecidos deseen adoptar la forma de sociedad cooperativa pequeña deberán
adaptar sus estatutos sociales a las prescripciones del presente capítulo.
27.5.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi, no regulaba la sociedad
cooperativa pequeña, ya que lo hacia la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la sociedad cooperativa
pequeña, sin perjuicio de las remisiones a determinados artículos de la Ley 4/1993.
El contenido del art. 142 es casi idéntico al art. 6, de la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la
sociedad cooperativa pequeña.
Hay solamente una novedad de corte jurídico, ya que se suprime la remisión a la Ley
4/1993, de 24 de junio, de cooperativas de Euskadi.
27.5.3 Comentario general y significado práctico
Apartado 1, su contenido es imperativo, y determina que cuando la cooperativa pequeña
supere las diez personas socias trabajadoras o de trabajo, debe proceder a la adaptación de
sus estatutos sociales, dejando de ser una sociedad cooperativa pequeña.
Apartado 2, de contenido mixto ya que puede ser imperativo o dispositivo, seria imperativo
en el caso de que la cooperativa no pequeña deje de tener los requisitos y tenga los de una
cooperativa pequeña, en este caso si quiere mantenerse como cooperativa deberá adaptar sus
estatutos para pasar a ser una cooperativa pequeña, y si no deseasen adaptar sus estatutos,
conforme a la regulación establecida para las sociedades cooperativas pequeñas, podrían por
ejemplo transformarse en una sociedad limitada (parte dispositiva del precepto ya que han
decido no optar por la adaptación de sus estatutos sociales).
27.5.4 Otra normativa aplicable
En la legislación estatal no existen preceptos concordantes habida cuenta que no se regula
esta modalidad de cooperativa.
530

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
27.5.1bis Supuestos de disolución
Artículo 143.- Supuestos de disolución.
1.- Será causa de disolución de la sociedad cooperativa pequeña, además de las previstas
en el artículo 91 de la presente ley, la reducción del número de socias y socios
por debajo del mínimo legalmente necesario para constituir la sociedad cooperativa
pequeña, si se mantiene durante un año de forma continuada.
2.- Asimismo, será causa de disolución de la sociedad cooperativa pequeña la paralización
o inactividad de los órganos sociales o la interrupción, sin causa justificada,
de la actividad cooperativa si se mantiene, en ambos casos, durante un año de forma
continuada.”
27.5.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi, no regulaba la sociedad
cooperativa pequeña ya que lo hacia la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la sociedad cooperativa
pequeña, sin perjuicio de las remisiones a determinados artículos de la Ley 4/1993.
El contenido del art. 143 es casi idéntico al art. 8, de la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la
sociedad cooperativa pequeña.
Hay solamente una novedad de corte jurídico, ya que se sustituye la remisión del art. 87
de la Ley 4/1993, de 24 de junio, de cooperativas de Euskadi, por la del art. 91 de la LCE.
27.5.3bis Comentario general y significado práctico
Apartado 1, de contenido imperativo, enuncia un supuesto legal de disolución para las
cooperativas pequeñas: la reducción del número de socias y socios por debajo del mínimo
(esto es inferior a dos personas socias trabajadoras o de trabajo indefinidas, ya sean a jornada
completa o a tiempo parcial), siempre que dicha situación se mantenga durante un año de
forma continuada.
Ejemplo: la cooperativa se queda con una sola persona socia durante 1 año o más, de forma
continuada. No estaría en dicha situación legal de disolución, si se incorporase una persona
socia trabajadora indefinida en el mes 11 y a los dos meses causase baja voluntaria, ya que
se reabriría el plazo nuevamente.
Apartado 2, es también de contenido imperativo, al señalarse otras causas legal específicas
para las cooperativas pequeñas:
a) la paralización o inactividad de los órganos sociales (en este caso sería necesaria la
de la asamblea general y la del órgano de administración), durante un año de forma
continuada.
Ejemplo: la asamblea general no se reúne durante un año y tampoco el consejo rector.
Si la asamblea general no se reúne en un año y el consejo rector se hubiese reunido
al menos una vez en ese año, no estaría inmersa en esta causa legal de disolución.
531

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
b) la interrupción, sin causa justificada, de la actividad cooperativa (esto es de las actividades
que realiza la cooperativa y que lo normal es que estén delimitadas en el artículo
del objeto social (de los estatutos de la cooperativa), durante un año de forma
continuada.
Ejemplo: La cooperativa de trabajo asociado no realiza actividad cooperativa alguna,
y de hecho se ha dado de baja en el censo, y en su caso en el IAE, y en la seguridad
social las personas trabajadoras has sido dadas de baja. Transcurrido un año sin
actividad de la cooperativa, estaría en causa legal de disolución.
27.5.4bis Otra normativa aplicable
En la legislación estatal no existen preceptos concordantes, habida cuenta que no se regula
esta modalidad de cooperativa.
27.6 Disposiciones referentes al depósito de cuentas anuales y a la auditoría de cuentas
27.6.1 Documentación a depositar con las cuentas anuales
Artículo 144.- Documentación a depositar junto con las cuentas anuales.
Con la finalidad de facilitar la presentación de los documentos que acompañan a las
cuentas anuales de las sociedades cooperativas pequeñas para su depósito en el Registro
de Cooperativas de Euskadi, dichos documentos se sujetarán a los modelos de solicitud y
de certificación del órgano de administración y representación que se aprueben mediante
Orden de la persona titular del departamento del Gobierno Vasco competente en materia de
trabajo.
27.6.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi, no regulaba la sociedad
cooperativa pequeña, ya que lo hacia la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la sociedad cooperativa
pequeña, sin perjuicio de la remisión realizada al RRCE. El contenido del art. 144 es
casi idéntico al art. 9, de la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la sociedad cooperativa pequeña.
Hay solamente una novedad de corte jurídico, ya que se suprime la remisión que se hacía
al RRCE.
27.6.3 Comentario general y significado práctico
Es un artículo de carácter imperativo, aun cuando su finalidad es la de facilitar a las cooperativas
pequeñas el trámite del depósito de las cuentas anuales, lo cierto es que se les obliga
a que lo hagan con los modelos siguientes:
a) Modelo de solicitud de depósito de cuentas anuales.
b) Modelo de certificación del órgano de administración y representación.
Que tienen que ponerse a disposición de las cooperativas pequeñas una vez sean aprobados
dichos modelos por la correspondiente orden de la consejera o del consejero competente (a la
532

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
fecha de la redacción de esta glosa lo sería la consejera del departamento de trabajo y empleo
del gobierno vasco).
27.6.4 Otra normativa aplicable
El art. 75 apartados 2 y 3 de la LCE, ya comentados en esta glosa, a los cuales me remito
en la parte que sean de aplicación a las sociedades cooperativas pequeñas.
La normativa contable, por ser competencia exclusiva del estado y especialmente la Orden
EHA/3360/2010, de 21 de diciembre, por la que se aprueban las normas sobre los aspectos
contables de las sociedades cooperativas.
27.6.1bis Auditoría de cuentas
Artículo 145.- Auditoría de cuentas.
Las sociedades cooperativas pequeñas deberán someter a auditoría externa las cuentas
anuales y el informe de gestión en los términos establecidos por la Ley de Auditoría
de Cuentas y sus normas de desarrollo.
En los demás casos, la sociedad cooperativa pequeña deberá auditar sus cuentas
cuando lo acuerde la asamblea general por mayoría de las personas socias presentes y
representadas o siempre que lo solicite una persona socia. En este último supuesto, los
gastos originados como consecuencia de la citada auditoría serán sufragados según la
regulación estatutaria.”
27.6.2bis Principales novedades respecto a la normativa anterior
La anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi, no regulaba la sociedad
cooperativa pequeña, ya que lo hacia la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la sociedad cooperativa
pequeña, sin perjuicio de la remisión realizada la RRCE. El contenido del art. 144
es idéntico al art. 10 de la Ley 6/2008, de 25 de junio, de la sociedad cooperativa pequeña.
27.6.3bis Comentario general y significado práctico
Su párrafo primero, que es de contenido imperativo, conlleva la obligación de auditar sus
cuentas anuales y el informe de gestión (que tiene que elaborar el órgano de administración)
de conformidad con lo previsto en la ley de auditoría de cuentas y sus normas de desarrollo,
y según la citada ley, la auditoría de cuentas anuales consistirá en verificar dichas cuentas a
efectos de dictaminar si expresan la imagen fiel del patrimonio, de la situación financiera y
de los resultados de la entidad auditada, de acuerdo con el marco normativo de información
financiera que resulte de aplicación. También comprenderá la verificación del informe de
gestión que, en su caso, acompañe a las cuentas anuales, a fin de dictaminar sobre su concordancia
con dichas cuentas anuales y si su contenido es conforme con lo establecido en la
normativa de aplicación (vid. art. 4 LAC)
En su párrafo segundo, de contenido mixto, ya que exige (contenido imperativo) que se auditen
las cuentas anuales cuando la asamblea general lo acuerde por mayoría de las personas
socias presentes y representadas o cuando lo pida una persona socia, si bien en este último
533

SOCIEDAD COOPERATIVA PEQUEÑA
supuesto, en los estatutos se tiene que precisar quien sufragara los gastos (por ejemplo que se
podría optar que fuese la cooperativa o el solicitante si la contabilidad de la cooperativa no
adoleciese de defecto contable sustancial alguno. Esta es la parte opcional de este apartado)
27.6.4 Otra normativa aplicable
No existe un artículo equivalente en la normativa cooperativa estatal, y ello en parte debido
a que no regula esta clase de cooperativa, sin menoscabo de la regulación de la auditoría de
cuentas que realiza, de forma general, para todas las cooperativas, al igual que se aborda en
la LCE en el artículo 76.
Si debemos de tener en cuenta la LAC y el Real Decreto 1517/2011, de 31 de octubre, por
el que se aprueba el Reglamento que desarrolla el texto refundido de la Ley de Auditoría de
Cuentas, aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/2011, de 1 de julio.
534

28. INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO *28
28.1. Introducción
Las sociedades cooperativas tienen entre sus medios de progreso y de supervivencia la
integración, uno de cuyos instrumentos es la sociedad cooperativa de segundo grado. Hoy
en día es cuando se pone de manifiesto su necesidad con mayor fuerza que nunca, y es que
están produciéndose en el entorno y en el mercado una serie de circunstancias que empujan a
las empresas en general, no solo a una modernización de sus estructuras sino a un cambio de
filosofía. Y es aquí donde se apela por un desarrollo del principio cooperativo de “intercooperacion
societaria”, materializado éste en la creación de una sociedad cooperativa de segundo
o ulterior grado como medio idóneo para conseguirlo, ya que permite un mayor tamaño
sin renunciar a las características básicas y a las ventajas derivadas de la forma cooperativa.
La configuración dada a las cooperativas de segundo o de ulterior grado ha supuesto un
cauce normativo realista para los fenómenos de agrupación intercooperativa, necesitados de
un marco para una colaboración empresarial efectiva con estructura genuinamente cooperativa
y con el grado de integración autorregulado por quienes intervienen en el mismo, no solo
cooperativas, aunque si mayoritariamente.
La Ley de Cooperativas de Euskadi-en adelante (LCE) atiende con esta regulación a las
exigencias de una colaboración empresarial. Diseñar una estructura orgánica sensible a los
caracteres y peculiaridades de los grupos cooperativos de segundo o ulterior grado.
Así dentro del capítulo III, dedicado a la integración y agrupación cooperativa, se encuentra
la sección 1ª titulada “cooperativas de segundo o ulterior grado”. Dicha sección consta
de seis artículos, que van desde el artículo 146 al 151, ambos inclusive, cuyo contenido es
el siguiente:
Artículo: 146. Objeto y características
Artículo: 147. Capacidad, ingreso y baja de personas socias
Artículo: 148. Régimen económico
Artículo: 149. Estructura orgánica y derecho de voto
Artículo: 150. Liquidación
Artículo: 151. Normativa supletoria
28.2 Objeto y características
Artículo 146. Objeto y características
1. La cooperativa de segundo o de ulterior grado tiene por objeto completar, promover,
coordinar, reforzar o integrar la actividad económica de las entidades miembros y
del grupo resultante en el sentido y con la extensión o alcance que establezcan los
estatutos.
* Comentario realizado por Sara Santana Alvarado, técnica jurídica de KONFEKOOP.
535

INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO
Los estatutos deberán incluir la enumeración de las facultades esenciales que, por
ser precisas para el desarrollo de aquel objeto, quedan transferidas a los órganos
de dicha cooperativa. Tales facultades tendrán la misma permanencia que el propio
objeto social, y su ejercicio no podrá ser revisado ante los órganos de las sociedades
integradas, sin perjuicio de la tutela judicial que, en su caso, proceda.
Cuando la cooperativa se constituya con fines de integración empresarial, los estatutos
determinarán las áreas de actividad empresarial integradas, las bases para el
ejercicio de la dirección unitaria del grupo y las características de este.
2. Los estatutos regularán, además, las materias o áreas respecto de las cuales las propuestas
de las entidades asociadas serán meramente indicativas, y no vinculantes,
para la cooperativa de segundo o ulterior grado. En caso de duda al respecto, se
presumen transferidas a esta cooperativa todas las facultades directamente relacionadas
con su objeto social, teniendo prioridad los acuerdos e instrucciones de la
misma frente a las decisiones de cada una de las entidades agrupadas.
28.2.1 Principales novedades respecto de la normativa anterior
El artículo 146, relativo al objeto y características, tiene la misma redacción que el anterior
artículo 128 de la Ley 4/1993, lo más destacable es el cambio de numeración.
En la antigua Ley del 93 las cooperativas de segundo o ulterior grado estaban reguladas
del artículo 128 al 133.
Respecto al objeto y características deja abierto a los estatutos sociales de la cooperativa su
alcance o extensión, así como las facultades esenciales para el desarrollo de su objeto social
y su ejercicio.
El artículo parece querer subrayar la autonomía reguladora de las cooperativas de segundo
grado frente a las de primer grado.
La Ley del 93 ya aclaraba la interpretación de las dudas sobre la transferencia o no de las
facultades. Así se presume que están transferidas todas las facultades directamente relacionados
con el objeto social de la cooperativa de segundo grado, teniendo además prioridad
los acuerdos e instrucciones de esta frente a las decisiones de cada una de las entidades
agrupadas.
Esta clara la finalidad coadyudante o potenciadora desde la cooperativa de segundo o ulterior
grado respecto a la actividad económica de las entidades socias y del grupo resultante
(art.146.1, párrafo primero)
Se manifiesta la necesidad de que los estatutos regulen el derecho de propuesta, no vinculante,
de las entidades asociadas (art.146.2, párrafo 1)
28.2.2 Comentario general y significado práctico
Los terceros que contraten con la cooperativa de segundo o ulterior grado pueden considerarse
destinatarios indirectos de algunas normas de sección, cuando obliga, a fijar en los
estatutos el grado de interés empresarial existente entre las entidades miembros. (art.146.1
párrafo 3º).
536

INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO
Como se viene viendo el marco estatutario cumple una función central, tanto por la relevancia
de las cuestiones que debe regular (art.146) como por la diversidad de materias que
puede prever.
Respecto al impacto de la nueva Ley en los estatutos antiguos, habrá que destacar: La
presunción legal de que, en caso de duda estatutaria, se han transferido a la cooperativa de
segundo o ulterior grado determinadas facultades ( art.146.2, in fine).
Lo que está claro es que, dada la amplitud del objeto de estas cooperativas, los estatutos
sociales deberán concretar los siguientes aspectos:
- Las facultades esenciales que quedan transferidas a los órganos de dicha cooperativa.
- Las materias de las cuales las propuestas de las entidades asociadas serán meramente
indicativas, y no vinculantes.
- Y en caso, de que la cooperativa se constituya con fines de integración empresarial, las
áreas de actividad empresarial integradas, las características y bases para su ejercicio.
28.2.3 Otra normativa aplicable
En la legislación estatal el precepto concordante es el apartado 1 del artículo 77 que no
aporta, ni completa nada respecto de las establecidas por el legislador o legisladora vasca.
28.3 Capacidad, ingreso y baja de personas socias
Artículo 147. Capacidad, ingreso y baja de personas socias.
1. Podrán ser miembros de pleno derecho de estas sociedades, además de las cooperativas
de grado inferior y las personas socias de trabajo, cualesquiera entidades y
personas jurídicas, de naturaleza pública o privada, siempre que exista la necesaria
convergencia de intereses o necesidades y que el estatuto no lo prohíba. En ningún
caso el conjunto de estas últimas entidades podrá ostentar más de la mitad del total
de los votos existentes en la cooperativa de segundo o ulterior grado. Los estatutos
podrán establecer un límite inferior.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, tales cooperativas podrán admitir
personas socias colaboradoras con arreglo al artículo 19.5 de esta ley.
2. La admisión de cualquier persona jurídica como persona socia requerirá acuerdo
favorable del consejo rector por mayoría de, al menos, dos tercios de los votos presentes
y representados, salvo previsión de otra mayoría en los estatutos, que también
podrán atribuir la decisión sobre la admisión a la asamblea general. Asimismo, se
podrán regular, estatutariamente, periodos de vinculación provisional o a prueba de
hasta dos años.
3. La persona jurídica socia que pretenda darse de baja habrá de cursar, salvo exoneración
del consejo rector, un preaviso de al menos un año, y antes de su efectiva
separación estará obligada a cumplir las obligaciones contraídas con la cooperativa
de segundo o ulterior grado o a resarcirla económicamente si así lo decide el
consejo rector de esta. Asimismo, salvo previsión estatutaria en contra, la entidad
separada deberá continuar desarrollando, durante un plazo no inferior a dos años,
los compromisos que hubiera asumido con anterioridad a la fecha de la baja.
537

INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO
28.3.1 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Una de las novedades de este artículo 147, es su adecuación al lenguaje no sexista. Se
sustituye “socios de trabajo” por “personas socias de trabajo” y también “socios colaboradores”
por “personas socias colaboradoras “.
La novedad más reseñable viene dada en el apartado segundo de este artículo. Aunque
con carácter general, la admisión de cualquier persona jurídica requiere acuerdo del Consejo
Rector, la Ley dice que los estatutos pueden atribuir expresamente a la Asamblea
General dicha decisión dándole así más relevancia a dicho órgano social. (art.147.2).
La Ley deja en manos de la cooperativa la posibilidad de abrir la cooperativa de segundo
o ulterior grado a cualesquiera entidades o personas jurídicas (147.1).
La necesidad de mayoría reforzada o mayoría simple para que el consejo rector admita a
los socios personas jurídicas (art.147.2). La Ley permite estas dos opciones.
La Ley 11/2019, también contempla expresamente que cabe (no obligatorio) establecer
en los estatutos el requerir periodos de vinculación provisional o a prueba de hasta 2 años
(art.147.3).
La baja de las personas socias físicas no está expresamente regulada en el artículo, por
tanto, debemos acudir a la regulación de la Ley 11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas
de Euskadi, tanto para las personas socias de trabajo como para las personas socias
colaboradoras.
En relación a la baja de las personas socias jurídicas, se establece que deben cursar un
preaviso de al menos 1 año, del cual podrá exonerarle el consejo rector. El citado órgano
puede obligarles a cumplir las obligaciones contraídas con la cooperativa de segundo grado,
o resarcirle económicamente.
28.3.2 Comentario general y significado práctico
En cuanto a los destinatarios principales de la nueva regulación, son tanto las cooperativas
de primer grado y sus personas socias de trabajo como cualesquiera otras entidades y
personas jurídicas públicas o privadas que puedan contribuir en su objeto y que los estatutos
no lo prohíban (art.147.1).
La obligación de cursar un preaviso, al menos anual, para poder causar baja, regla exigible
a los socios que sean entidades (art.147.3); así como los deberes de cumplimiento
obligacional o resarcimiento económico a cargo de tales socios, antes de su efectiva separación.
Este efecto se producirá digan lo que digan los estatutos, incluso en caso de silencio
estatutario.
28.3.3 Otra normativa aplicable
En la legislación estatal los preceptos concordantes son el apartado 1 del artículo 77 y
el artículo 77.2. Que no aporta, ni completa nada respecto de las establecidas por quien
legisla en el territorio vasco.
538

INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO
28.4 Régimen económico
Artículo 148. Régimen económico.
1. Las aportaciones obligatorias al capital social de una cooperativa de segundo o ulterior
grado se realizarán en función de la actividad cooperativa comprometida con
aquella por cada persona socia, conforme establezcan los estatutos, bien en razón
del número de personas socias, bien conforme a los criterios establecidos para las
cooperativas de primer grado en el artículo 61.1 de esta ley.
2. La distribución de resultados, tanto si son positivos como si registran pérdidas, se
acordará en función de la actividad cooperativa comprometida estatutariamente,
después de haber realizado la imputación que proceda a los fondos de reserva y, en
su caso, a la contribución para la educación y promoción cooperativa y otros fines
de interés público.
3. Los estatutos fijarán los criterios o módulos que definen la actividad cooperativa.
28.4.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El apartado 1 del artículo 148 se adecua al lenguaje no sexista, o lenguaje inclusivo sustituyendo
“socio” por “persona socia” y “socios” por “personas socias”.
En el punto uno se hace referencia a:
a) Las aportaciones obligatorias al capital social, de una cooperativa de segundo o ulterior
grado vasca, se deben realizar en función de la actividad cooperativa comprometida
con aquella por cada persona socia.
Los estatutos deben fijar los criterios o módulos que definen la actividad cooperativa.
b) Distribución de resultados: La distribución de resultados, tanto positivos como negativos
(pérdidas), debe acordarse en función de la actividad cooperativa comprometida
estatutariamente previa imputación a los fondos de reserva y en su caso, a la Contribución
para educación y Promoción cooperativa y otros fines de interés público.
Cabe reseñar en el apartado dos el cambio de denominación del antiguo Fondo de educación
y promoción cooperativa por Contribución para educación y promoción cooperativa y
otros fines de interés público.
Todo esto ya venía contemplado en el antiguo artículo 129 de la Ley 4/1993.
28.4.2 Significado practico
El artículo que nos ocupa señala que las aportaciones obligatorias, se deben de realizar en
función de la actividad cooperativa comprometida con aquella por cada persona socia. Los
estatutos deben fijar los criterios o módulos que definen la actividad cooperativa.
Los estatutos lo pueden hacer bien conforme a los criterios para las cooperativas de primer
grado en el artículo 61.1 de esta Ley o hacerlo en razón del número de personas socias.
Se establece así una opción específica para las cooperativas de segundo o ulterior grado,
dado que el otro es una remisión a la norma general.
539

INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO
28.4.3 Otra normativa aplicable
En la legislación estatal el precepto concordante es el apartado del artículo 77.1 párrafo
tercero, que a diferencia de la LCE señala que salvo en el caso de sociedades conjuntas de
estructura paritaria, ninguna persona socia de estas cooperativas podrá tener más del 30% del
capital social de la misma.
28.5 Estructura orgánica y derecho de voto
Artículo 149. Estructura orgánica y derecho de voto
1. La asamblea general estará formada por un número de representantes de las personas
jurídicas socias proporcional al derecho de voto de cada entidad socia y, en su
caso, por quienes representen a las personas socias de trabajo. A su vez los estatutos
podrán fijar límites máximos y mínimos. El número de votos de una entidad que no
sea sociedad cooperativa no podrá ser superior a un tercio de los votos sociales,
salvo que hubiese menos de cuatro personas socias.
2. Las cooperativas de segundo o ulterior grado serán administradas por un consejo
rector, que tendrá, salvo previsión estatutaria en contra, un número máximo de
quince miembros, y en él estarán representadas, directa o indirectamente, todas las
entidades socias. En el caso de que el número de entidades socias supere el máximo
legal o estatutario de miembros, las que tengan menor número de votos podrán
agruparse a efectos de designar sus representantes, observando las previsiones estatutarias
o reglamentarias internas al respecto.
El derecho de voto en el seno del consejo podrá ser proporcional a la actividad
cooperativa o al número de personas socias de la entidad o entidades a las que
representan las consejeras o consejeros, con el límite señalado para la asamblea
general.
Los estatutos podrán prever que hasta un tercio de las personas miembros del consejo
rector puedan ser designadas por las rectoras y rectores electos entre personas
capacitadas, que podrán ser o no miembros de alguna cooperativa del grupo.
28.5.1 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Se da una nueva redacción al apartado uno del artículo 149. A parte de las adecuaciones en
materia de género. Es un sistema opcional para atribuir el derecho de voto en la Asamblea
General como en el consejo rector. En efecto, la cooperativa de segundo grado puede elegir
entre una pauta proporcional operativa o funcional (voto reforzado en proporción a la actividad
cooperativa) o bien un criterio censal voto en función del nº de personas socias de cada
entidad miembros de la cooperativa de segundo grado).
El consejo rector de la cooperativa de segundo grado podrá estar integrado en su tercera
parte por personas capacitadas, podrán ser miembros o no de alguna cooperativa del grupo.
Se exige regulación estatutaria, pero tiene carácter optativo (art.149.2 párrafo 3).
Aunque la LCE no lo cite, parece evidente que, de existir socios colaboradores deberá regularse
su representación, dando derecho de participación en la Asamblea General.
540

INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO
La administración de una cooperativa de segundo o ulterior grado corresponde a un Consejo
Rector. Éste estará compuesto, salvo previsión estatutaria en contra, por un número
máximo de 15 personas, debiendo estar representadas en el mismo todas las entidades socias.
Esta representación puede ser directa o indirecta.
Dentro del Consejo Rector, el derecho de voto puede ser proporcional a la actividad cooperativa
o al número de personas socias de la entidad o entidades a las que representan las
personas consejeras, con el límite ya señalado para la Asamblea General.
28.5.2 Comentario general y significado práctico
También son sujetos directamente afectados por la nueva Ley los miembros del Consejo
Rector y las Asambleas Generales. Todo ello, dado el papel principal que corresponde a los
estatutos en el diseño de una cooperativa de segundo o ulterior grado (véanse art.149.2 y
art.151).
Las cooperativas con dos o tres personas socias que sean personas jurídicas pueden reconocer
a una de estas más de un tercio de los votos totales (art.131.1).
Si las entidades socias de una de segundo grado son más de 15 aquellas que tengan menor
número de votos deberán agruparse a fin de designar sus representantes en el consejo rector,
siguiendo el reglamento de régimen interno o estatutos sociales (art.131.2)
En relación a la estructura organizativa de la sociedad de segundo grado, cabe resaltar en
principio que ésta no tiene por qué ser diferente a la de cualquier otra sociedad cooperativa.
Aunque muestra ciertas singularidades en su funcionamiento.
En primer lugar, dispone de una estructura orgánica, cuyo eje principal son los órganos sociales.
El régimen jurídico de éstos varía sustancialmente con el presentado en las siendo sus
características principales la existencia de una democracia delegada, un sistema de representación
que impide la coincidencia de personas en cada órgano y la existencia de voto plural.
En segundo lugar, posee una estructura administrativa encargada de llevar a cabo las actividades
propias del objeto social de la entidad. La gestión empresarial de la sociedad puede
ser llevada a cabo por el consejo rector, en cuyo caso asume funciones de gobierno, gestión y
representación, o por profesionales cualificados, en cuyo caso el consejo rector actuará como
supervisor de los mismos.
28.5.3 Otra normativa aplicable
En la legislación estatal el precepto concordante es el apartado 3 del artículo 77, que señala,
que las personas físicas que representen a las personas jurídicas en el consejo rector,
interventores, comité de recursos y liquidadores no podrán representarlas en la asamblea
general de la cooperativa de segundo grado, pero deberán asistir a la misma con voz pero sin
voto excepto cuando en su composición las entidades socios estén representadas por varios
miembros.
A diferencia de lo dispuesto en la LCE, no hay referencias a interventores, comité de
recursos, ni liquidadores. En general el régimen de la LCE es más flexible y tiene menos
límites que el de la Ley de Cooperativas del Estado.
541

INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO
28.6. Liquidación
Artículo 150. Liquidación. En caso de disolución con liquidación de una cooperativa de
segundo o ulterior grado, el activo sobrante será distribuido entre las personas socias en
proporción al importe del retorno percibido en los últimos cinco años o, para las cooperativas
cuya duración hubiese sido inferior a este plazo, desde su constitución. En su defecto, se
distribuirá en proporción a la participación de cada persona socia en la actividad cooperativa
o, en su caso, al número de miembros de cada entidad agrupada en aquella cooperativa.
28.6.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Es un único artículo adecuado en este caso al lenguaje no sexista sustituyendo “socios” por
“personas socias” pero con el mismo contenido.
Producida la disolución de las cooperativas de segundo o ulterior grado, y en caso, de realizarse
la liquidación, la LCE prevé que el activo sobrante se distribuya entre los socios en
proporción al importe del retorno recibido en los últimos 5 años. Si es menor a este plazo, se
toma el de la constitución.
Se da la posibilidad en caso de liquidación de una cooperativa de segundo grado que no ha
repartido retornos su activo sobrante se distribuye entre todas las personas socias de aquella,
bien en proporción a la participación cooperadora, bien al número de miembros de cada
entidad socia de aquella.
28.6.2 Comentario general y significado práctico
Como en todo proceso de liquidación de una cooperativa, en las de segundo o ulterior
grado el artículo que nos ocupa se encarga de regular el activo sobrante que será distribuido
entre las personas socias en proporción al importe del retorno percibido en los últimos cinco
años. Si la Cooperativa tiene menos de un año desde su constitución.
Para realizar el proceso de liquidación debemos acudir a los artículos de la Ley de Cooperativas
de Euskadi (del art.91 al 100).
28.6.3. Otra normativa aplicable
En la legislación estatal la Cooperativa de segundo grado tiene una regulación bastante
más breve que en la norma legal de Euskadi.
Hay dos cuestiones sobre la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas del Estado que
puede aplicarse con carácter supletorio:
-. Artículo 77.4 de la Ley de Cooperativas Estatal, en el supuesto de liquidación, el
fondo de reserva obligatorio se transferirá al fondo de la misma naturaleza de cada
una de las Sociedades cooperativas que la constituyen así como el resto del haber
liquido resultante, distribuyéndose todo ello entre las cooperativas socias en proporción
al volumen de la actividad cooperativizada desarrollada por cada una de ellas
en la cooperativa de segundo o ulterior grado durante los últimos 5 años o, en su
defecto, desde su constitución, no teniendo carácter de beneficios extracooperativos.
Esto puede aplicarse como criterio útil a la hora de aplicar el régimen fiscal de las
cooperativas vascas en cada territorio histórico.
542

INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO
-. El artículo 77 de la Ley de Cooperativas Estatal señala que, las cooperativas de segundo
grado podrán transformarse en cooperativas de primer grado quedando absorbidas
las cooperativas socios mediante el procedimiento establecido en la presente
Ley.
Las cooperativas socias, así como las personas socias de estas, disconformes con los acuerdos
de transformación y absorción, podrán separarse mediante escrito dirigido al consejo
rector de las cooperativas de segundo grado o ulterior grado, según proceda, en el plazo de
un mes contado a partir de la fecha de publicación del anuncio de transformación o absorción
A diferencia del art.77.5 de la Ley de Cooperativas Estatal, que prevé la transformación
de estas cooperativas de segundo o ulterior grado en cooperativas de primero, en la Ley de
Cooperativas de Euskadi no se regula la cuestión, acertadamente, ya que esa operación no
constituye transformación alguna. Ya que no existe cambio de forma jurídico- cooperativa,
hay literalmente una pérdida de grado o nivel de la cooperativa y existiría una refundición de
sociedad, donde antes había al menos 3 entidades pasa a subsistir una sola de primer grado.
28.7. Normativa supletoria
Artículo 151. Normativa supletoria. En lo no previsto por los artículos anteriores de esta
sección, se estará a lo establecido en los estatutos y en el reglamento de régimen interno;
en su defecto, en cuanto lo permita la específica función y naturaleza de las cooperativas de
segundo o ulterior grado, a lo establecido en la presente ley sobre cooperativas de primer
grado.
28.7.1. Principales novedades respecto de la normativa anterior
No ha habido cambio de redacción por quien legisla en la nueva Ley.
La cooperativa de segundo grado se puede autorregular bien desarrollando todo el marco
legal en los estatutos; o prever sólo unas pautas estatutarias las que la Ley obliga a regular
en los estatutos y complementar aquellas pautas con un reglamento de régimen interno muy
analítico; o bien redactar un estatuto relativamente extenso, pero no exhaustivo y complementarlo
con el Reglamento de Régimen Interno.
La figura del Reglamento de Régimen Interno de la cooperativa se trata de un desarrollo
estatutario que no necesita de elevación a público, ni goza del control de legalidad del Registro
de Cooperativas.
En defecto de lo anterior, y cuando lo permita la especifica función y naturaleza de la
cooperativa de segundo grado o ulterior grado, lo establecido en la Ley de Cooperativas de
Euskadi sobre la cooperativa de primero.
28.7.2 Significado práctico
La Ley de cooperativas establece una jerarquía normativa, en el artículo que nos ocupa:
1) Normativa específica de la LCE. Esto es, artículos 146 a 151 de la LCE.
2) Estatutos de la cooperativa de segundo o ulterior grado
543

INTEGRACIÓN Y AGRUPACIÓN COOPERATIVA:
COOPERATIVAS DE SEGUNDO O ULTERIOR GRADO
3) Reglamento de régimen interno de la cooperativa de segundo o ulterior grado.
4) En defecto de lo anterior, y cuando lo permita la naturaleza de las cooperativas de
segundo o ulterior grado, lo regulado en la LCE para cooperativas de primer grado.
28.7.3 Otra normativa aplicable
En el artículo 77.6 de la Ley 27/1999, establece que salvo en los aspectos regulados específicamente
para tales, las cooperativas de segundo o ulterior grado se rigen por la regulación
de carácter general establecida en la Ley de cooperativas, en todo lo que resulte de aplicación.
La Ley siempre será preferente al estatuto y al reglamento, pero en lo que sea aplicable y
en lo que resulte imperativa.
Esta regulación no completa nada respecto a la de quien legisla en el territorio vasco.
544

29. OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN
ECONÓMICA *29
29.1 Agrupaciones empresariales
Artículo 152. agrupaciones empresariales
1. Con independencia de las formas de integración reguladas en la sección anterior,
las cooperativas de cualquier clase y nivel podrán constituir sociedades, asociaciones,
agrupaciones, consorcios y uniones de empresas, de cualquier clase, entre sí o
con otras personas físicas o jurídicas, privadas o públicas.
2. Asimismo, las cooperativas podrán poseer participaciones en cualquiera de las entidades
mencionadas en el número anterior, para el mejor cumplimiento, desarrollo
o garantía de su objeto social.
3. Las cooperativas de crédito y de seguros, para realizar las operaciones previstas en
el presente artículo, respetarán, ante todo, la normativa que les es aplicable.
29.1.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Se mantiene la regulación íntegra de las agrupaciones empresariales contemplada en la
anterior Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi.
29.1.2 Comentario general y significado práctico
El tratamiento dado por la Ley 4/1993 a la integración y agrupación económico-empresarial
fue considerado como uno de sus aspectos más característicos e innovadores con respecto
a la primera Ley 1/1982, de 11 de febrero, sobre cooperativas en el ámbito de la CAV.
Así, la Ley 4/1993 reguló por primera vez los fenómenos de agrupación de carácter intercooperativo,
como las cooperativas de segundo o ulterior grado (artículo 146 y siguientes
de la LCE) y las corporaciones cooperativas (figura eliminada de la LCE por considerarse
que en este momento de evolución del desarrollo cooperativo puede resultar constrictivo o
innecesario teniendo en cuenta que hay cobertura legal para todo tipo de agrupaciones con
amplitud suficiente). Asimismo, la Ley 4/1993 reguló por primera vez otras modalidades de
colaboración con criterio genérico en este artículo sobre agrupaciones empresariales.
La LCE mantiene la regulación amplia y flexible de las agrupaciones empresariales en
los mismos términos, de modo que cabe la posibilidad de que las cooperativas, cualquiera
que sea su clase (de trabajo asociado, enseñanza, consumo, etc.), grado (primer, segundo o
ulterior), actividad o sector, pueden constituir, todo tipo de sociedades, asociaciones, agrupaciones,
consorcios y uniones de empresas, de cualquier clase, junto con otras cooperativas
o con otras personas físicas o jurídicas, sean estas privadas o públicas.
* Comentario realizado por Amets Ugalde Etxagibel, responsable asesoría jurídica MONDRAGON
Corporación.
545

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
Además, la LCE prevé expresamente que las cooperativas pueden poseer participaciones
en cualquiera de las entidades referidas en el párrafo anterior, siempre y cuando sea para el
mejor cumplimiento, desarrollo o garantía de su objeto social.
Con todo ello, la LEC reconoce la plena capacidad de las sociedades cooperativas, tanto
para constituir entidades de cualquier clase como para incorporarse a las ya existentes, disipando
así cualquier duda que pudiera existir al respeto.
En cada agrupación, se estará a lo dispuesto en la escritura de constitución o acuerdo para
la toma de participación de la entidad en cuestión, su normativa interna, pactos de personas
socias, etc. sin que la LCE establezca ninguna limitación a la autorregulación de las partes,
de modo que la colaboración será la que acuerden las entidades involucradas. Sólo en el caso
concreto de las cooperativas de crédito y de seguros, la LCE hace mención a que pueden
constituir este tipo de entidades u ostentar participaciones en las mismas siempre y cuando
respeten en todo momento la normativa sectorial que les es de aplicación.
29.1.3 Otra normativa aplicable
En caso de que la cooperativa participe en estas otras entidades, es importante tener en
cuenta lo siguiente.
La normativa foral que regula el régimen fiscal de las cooperativas (NRFA, NRFG y
NRFB), establece ciertas limitaciones a su participación en el capital social de entidades
no cooperativas a partir del 25%, permitiendo alcanzar hasta el 50% cuando se trate de entidades
que realicen actividades preparatorias, complementarias o subordinadas a las de la
propia cooperativa, no pudiendo el conjunto de estas participaciones superar el 50% de los
recursos propios de la cooperativa. No obstante, se regula la posibilidad de autorización, bajo
determinados requisitos, de participaciones superiores al 50% sin pérdida de la condición de
cooperativa fiscalmente protegida, por parte del Diputado Foral de Hacienda y Finanzas en
los casos en los que se justifique que tal participación coadyuva al mejor cumplimiento de
los fines sociales cooperativos y no supone una vulneración de sus principios fundamentales
de actuación.
Asimismo, en el caso de las cooperativas de utilidad pública, el Decreto 64/1999, de 2 de
febrero, por el que se aprueba el Reglamento sobre procedimientos y requisitos relativos a
las sociedades cooperativas de utilidad pública, establece como requisito para la adquisición
de tal condición, que en el caso de que la cooperativa sea titular, directa o indirectamente,
de participaciones mayoritarias en sociedades mercantiles, acrediten ante el Departamento
de Justicia, Trabajo y Seguridad Social del Gobierno Vasco, que la titularidad de dichas participaciones
coadyuva también al mejor cumplimiento de los fines de interés general de la
cooperativa en cuestión.
29.2. Acuerdos intercooperativos
Artículo 153.- Acuerdos intercooperativos
Las cooperativas podrán suscribir con otros acuerdos intercooperativos en orden al cumplimiento
de sus objetos sociales. En virtud de los mismos, la cooperativa y sus personas
546

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
socias podrán realizar operaciones de suministro, entregas de productos o servicios en las
otras cooperativas firmantes del acuerdo, teniendo tales hechos la misma consideración que
las operaciones cooperativizadas con las propias personas socias.
20.2.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Hay que partir señalando que se trata de un artículo que no ha sido objeto de modificación
en la nueva LCE y que por tanto se mantiene la misma regulación que la incorporada en la
Ley 4/1993 en su primera reforma aprobada en virtud de la Ley 1/2000, de 29 de junio, por el
que adicionó un nuevo artículo para regular por primera vez los acuerdos intercooperativos.
29.2.2 Comentario general y significado práctico
Los acuerdos intercooperativos son una de las modalidades de colaboración entre cooperativas
que se articula mediante un contrato o acuerdo, por tanto sin personalidad jurídica
propia, y que engarza con uno de los principios cooperativos fundamentales, como es el de
la cooperación entre cooperativas: las cooperativas, para mejor servir a los intereses de sus
miembros y sus comunidades, deben colaborar por todos los medios con otras cooperativas
a los niveles local, nacional e internacional.
A diferencia del asociacionismo cooperativo regulado en el Título IV de la LCE en el que
el objeto o interés de la integración de las cooperativas es de carácter representativo ante la
administración y la sociedad en general, en el caso de los acuerdos intercooperativos (también
en el caso de los grupos cooperativos regulados en el artículo 154 siguiente de la LCE)
se trata de articular una colaboración entre cooperativas que persigue el cumplimiento de sus
respectivos objetos sociales.
Al regular los acuerdos intercooperativos, la LCE recoge expresamente en el artículo 153
una vía de intercooperación entre cooperativas, especificando que pueden suscribir acuerdos
en orden al cumplimiento de sus objetos sociales. En este caso, al igual que se mencionaba en
el de las agrupaciones empresariales del artículo 152 de la LEC, nada impide a las sociedades
cooperativas (cualquiera que sea su clase y grado) a suscribir acuerdos con otras cooperativas
para la consecución de sus objetos sociales, por lo que se entiende que se trata en ambos
casos de disposiciones que pretenden tener efectos aclaratorios.
En cuanto a la forma en que deben materializarse los acuerdos, la LCE menciona a los
“firmantes del acuerdo”, de donde se desprende que el acuerdo debe ser por escrito y firmado
por las partes intervinientes. Sin embargo, a diferencia de otras leyes cooperativas, la LCE no
establece ningún tipo de exigencia en cuanto a la difusión o publicación de la formalización
o existencia de estos acuerdos intercooperativos.
La LCE sí incorpora un matiz y cobertura legal importante a los acuerdos intercooperativos
al reconocer el carácter cooperativo de las operaciones que puedan realizar tanto las
cooperativas con otras cooperativas, como las personas socias de una cooperativa con otra
cooperativa con la que se tenga suscrito el correspondiente acuerdo. Por tanto, en caso de
que en virtud de estos acuerdos intercooperativos, si la propia cooperativa y/o sus personas
socias realizan operaciones de suministro, entrega de productos o servicios en otras cooperativas,
esas operaciones tendrán la misma consideración que las operaciones cooperativizadas
realizadas por la cooperativa con sus propias personas socias.
547

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
Estas operaciones de suministro, entrega de productos o servicios a las que hace referencia
la LCE no están sujetas a más restricciones que las que pudieran derivarse de la especificidad
de cada cooperativa y a las disposiciones legales o normativa interna que sean aplicables en
cada caso. Por tanto, quien legisla da amplio margen a las cooperativas para la autorregulación
de las condiciones para la intercooperación, dejando al arbitrio de las partes la posibilidad
de regular el régimen de derechos, obligaciones, aportaciones, duración y cualquier otro
aspecto que se estimen conveniente pactar.
Por último, destacar que la regulación contemplada en la LCE sobre los acuerdos intercooperativos
es idéntica a la prevista en el artículo 79 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas
que regula ciertas formas de colaboración económica, con una única diferencia: la
Ley 27/1999 establece la obligación de imputar los resultados obtenidos de estos acuerdos
intercooperativos al fondo de reserva obligatorio de la cooperativa (tal y como se imputan los
resultados extracooperativos), lo cual no está previsto en la LCE ya que a diferencia de la ley
de cooperativas estatal, en el ámbito de la CAV no se diferencian a efectos de distribución de
los excedentes los resultados cooperativos de los resultados extracooperativos.
29.3. Grupos cooperativos
Artículo 154. Grupos cooperativos.
1. Se entiende por grupo cooperativo, a los efectos de esta ley, el conjunto formado por
varias sociedades cooperativas, cualquiera que sea su clase, y la entidad cabeza de
grupo, que ejercita facultades o emite instrucciones de obligado cumplimiento para
las cooperativas agrupadas, de forma que se produce una unidad de decisión en el
ámbito de dichas facultades. El grupo deberá ajustar su funcionamiento a los principios
cooperativos, de conformidad con lo previsto en el artículo 1.2 de la presente
ley.
2. En función del grado de integración económica, los grupos cooperativos se clasificarán
en grupos cooperativos por integración y grupos cooperativos por colaboración.
Se entenderá por grupos cooperativos por integración aquellos en los que se
cumplan estos dos requisitos: a) Que el grupo cooperativo en su conjunto disponga
de una dirección general común. b) Que el nivel de centralización efectiva de las
facultades de gestión económica permita entender que, a pesar del mantenimiento
de las entidades jurídicamente diferenciadas, nos encontramos ante una verdadera
unidad económica. En otro caso, se entenderá que el conjunto de entidades constituye
un grupo por colaboración.
3. Se presumirá que existe unidad económica cuando, junto a la dirección general
común, se cumpla alguno de los siguientes supuestos:
a) Existencia de relaciones de hecho comerciales, financieras o patrimoniales que
supongan una dependencia efectiva de alguna de las entidades del grupo.
b) Existencia de un acuerdo de responsabilidad solidaria frente al exterior por
operaciones que realicen directamente con terceras personas no socias las sociedades
cooperativas integradas en el grupo, siempre que tengan carácter de
permanencia y que se trate de operaciones necesarias y no auxiliares para la
realización de su actividad empresarial. c) Existencia de compromisos de apor-
548

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
tación periódica de recursos calculados en función de la cuenta de resultados
de la respectiva cooperativa, cuando las cuantías a aportar superen el cincuenta
por ciento de los excedentes netos previos de cada cooperativa. d) Existencia,
entre dos o más sociedades del grupo cooperativo, de relaciones que cumplan
los requisitos que generan la obligación de consolidar cuentas, tal como se regulan
en los artículos 42.1 y 43 del Código de Comercio. Cuando alguno de estos
supuestos se produjese únicamente con respecto a algunas de las cooperativas
integradas en el grupo, serán exclusivamente estas sociedades cooperativas
las que se considerarán como parte de un grupo cooperativo de integración.
4. El régimen de grupos cooperativos previsto en el presente artículo será efectivo desde
el momento en que se cumplan los requisitos previstos en el mismo. La pertenencia
a un grupo, y la separación del mismo, se anotarán en la hoja correspondiente a
cada sociedad cooperativa en el Registro de Cooperativas de Euskadi. La anotación
de la pertenencia o separación a un grupo cooperativo se realizará a petición de
la cooperativa interesada. La ausencia de dicha inscripción no afectará a la plena
vigencia y efectividad de este precepto.
5. La emisión de instrucciones podrá afectar a distintos ámbitos de gestión, administración
o gobierno, entre los que podrán incluirse: a) El establecimiento en las
cooperativas de base de normas estatutarias y reglamentarias comunes. b) El establecimiento
de relaciones asociativas entre las entidades de base. c) Compromisos
de aportación periódica de recursos, calculados en función de su respectiva evolución
empresarial o cuenta de resultados. No obstante, el carácter obligatorio de
las instrucciones emitidas o de las facultades a ejercer deberá tener soporte en los
compromisos generales asumidos ante el grupo y, en cualquier caso, no podrán ser
exigibles en caso de que una o varias cooperativas del grupo hayan sido expresamente
exoneradas del sometimiento a determinadas normas o compromisos.
6. La aprobación de la incorporación al grupo cooperativo precisará el acuerdo inicial
de cada una de las entidades de base conforme a sus propias reglas de competencia
y funcionamiento.
7. Los compromisos generales asumidos ante el grupo deberán formalizarse por escrito
en los estatutos de la entidad cabeza de grupo, si es sociedad cooperativa, o
mediante otro documento contractual, si no lo es, formalizado en escritura pública,
que necesariamente deberán incluir la duración del mismo, caso de ser limitada, el
procedimiento para su modificación, el procedimiento para la separación de una
sociedad cooperativa y las facultades cuyo ejercicio se acuerda atribuir a la entidad
cabeza de grupo. La modificación, ampliación o resolución de los compromisos
indicados podrá efectuarse, si así se ha establecido, mediante acuerdo del órgano
máximo de la entidad cabeza de grupo.
8. La responsabilidad derivada de las operaciones que realicen las sociedades cooperativas
integradas en un grupo directamente con terceras personas no socias no
alcanzará al grupo ni a las demás sociedades cooperativas que lo integran.
29.3.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La nueva LCE no introduce cambios con respecto a la regulación de los grupos cooperati-
549

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
vos. Por un lado, mantiene la redacción dada en la Ley 4/1993 por la Ley 1/2000, en virtud
de la cual se adicionó un nuevo artículo para regular por primera vez la figura de los grupos
cooperativos. Por otro lado, incorpora con rango de ley el desarrollo reglamentario aprobado
en virtud del Decreto 58/2005.
29.3.2 Comentario general y significado práctico
Tal y como se recogió en la exposición de motivos de la Ley 1/2000, el grupo cooperativo
es una nueva figura jurídica (inexistente hasta ese momento), asentada en el principio
cooperativo de intercooperación (al igual que los acuerdos intercooperativos regulados en
el artículo 153 de la LCE), con la finalidad de impulsar nuevas modalidades de integración
empresarial de las cooperativas ante los retos cada vez más exigentes de tener que operar en
mercados globalizados que requieren de nuevas soluciones jurídicas.
Conforme apunta Embid Irujo, la integración cooperativa suele aludir a un fenómeno de
origen mutualista en virtud del cual se pretende facilitar la concentración entre entidades
cooperativas, configurándose de una forma diferenciada a la propia de las sociedades mercantiles
de capital y su configuración como grupos de sociedades. De ahí, por sus especiales
características y la tradición de denominar como “grupo cooperativo” a todo tipo de estructuras
de finalidad empresarial cooperativa, surge la necesidad de regular de forma específica
en las leyes cooperativas la figura de los grupos cooperativos.
De las distintas formas de integración y colaboración empresarial, el grupo de sociedades
es la figura más destacada. Si bien ha sido objeto de un desarrollo legal muy limitado, su
desarrollo doctrinal ha sido más profuso. La doctrina ha definido el grupo de sociedades
como la organización de varias sociedades jurídicamente independientes bajo una dirección
económica unitaria. En función del origen y naturaleza de esa dirección económica, común o
unitaria, existen distintas clasificaciones de grupos siendo la más extendida la que se basa en
la estructura de la dirección común, distinguiendo los grupos de subordinación de los grupos
de coordinación.
Los grupos de subordinación, son aquellos que se caracterizan por hallarse sociedades
agrupadas en una relación jerárquica de dependencia entre sí. Hay una sociedad dominante
y, por debajo, están las sociedades dependientes. En estos grupos el proceso de creación es de
arriba abajo, de modo que hay una entidad que decide constituir o participar en otras sociedades.
En el ámbito cooperativo, existen grupos de subordinación en los que las cooperativas
son la entidad cabecera o dominante de un grupo formado por entidades no cooperativas. No
obstante, la naturaleza específica de la sociedad cooperativa como entidad de base democrática,
no permite en principio la cualificación de las relaciones propias entre cooperativas
como las de un grupo de subordinación, en la medida en que éste requiere la existencia de
control dominical y las cooperativas no se constituyen como sociedades dependientes en un
grupo.
En cambio, los grupos de coordinación, aun cuando las sociedades agrupadas se encuentran
sujetas a una dirección económica unitaria, ésta es el resultado de un acuerdo de las
entidades agrupadas que se mantienen independientes. Las sociedades pertenecientes al
grupo transfieren voluntariamente las competencias decisorias a otra instancia que puede
articularse como una entidad con personalidad jurídica propia. En el ámbito cooperativo sí
pueden existir grupos de coordinación en los que a través de una forma conjunta de ejercitar
550

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
control o influencia exista una unidad económica, unidad de decisión o dirección unitaria.
No obstante, es importante tener en cuenta que para que se cualifique la existencia de estos
grupos por coordinación, la mera cesión de facultades no es suficiente, siendo necesario
que: (i) el alcance de las facultades cedidas incluyan la planificación, ejecución y control de
actividades, de modo que se supere la barrera de la mera cooperación empresarial o finalidad
consorcial; (ii) las facultades cedidas se ejerciten efectivamente dado que la finalidad del
grupo es actuar en interés del grupo, y, (iii) que la integración sea estable.
Si bien cabe la integración cooperativa en estados anteriores a la configuración propia de
un “grupo” de cooperativas, tal y como se ha constatado en el desarrollo anterior de los artículos
de la LCE, su mayor grado de integración encajaría en el esquema de configuración de
los grupos de coordinación.
Los grupos cooperativos regulados en el artículo 154 de la LCE se aproximan a la categoría
de estos grupos por coordinación. En concreto, la LCE define por grupo cooperativo
el conjunto de cooperativas y la entidad cabeza de grupo, que ejercita facultades o emite
instrucciones de obligado cumplimiento para las cooperativas agrupadas, de forma que se
produce una unidad de decisión en el ámbito de dichas facultades. En cualquier caso, es
importante remarcar, tal y como hace la LCE, que la responsabilidad derivada de las operaciones
que realicen las cooperativas integradas en un grupo cooperativo directamente con
terceras personas socias no alcanza al grupo ni a las demás cooperativas que lo integran.
La entidad cabeza de grupo puede ser una entidad cooperativa; es el caso por ejemplo de
la cooperativa de segundo grado. Este tipo de cooperativas son la primera de las estructuras
previstas en la ley para fines de integración cooperativa y una de las más utilizadas en la
práctica. No obstante, es importante tener en cuenta que una cooperativa de segundo grado
puede reflejar distintos grados de integración: en su versión de menor integración puede incluso
no cualificar como grupo y en su grado de integración, en la medida en que exista una
unidad económica, unidad de decisión o dirección unitaria, encontrarnos ante un grupo de
cooperativas. Por el contrario, el hecho de que la fórmula elegida para articular la entidad de
cabeza de grupo pueda no ser cooperativa, no tiene por qué mermar el carácter cooperativo
al conjunto. En este sentido, es importante remarcar que tal y como hace expresa mención
la LCE, el grupo cooperativo debe ajustar en todo caso su funcionamiento a los principios
cooperativos.
El grupo cooperativo hace compatible por tanto un determinado nivel de integración entre
las entidades agrupadas (de la intensidad y duración que acuerden en cada caso) con el
mantenimiento de su respectiva autonomía jurídica, pudiendo afectar la emisión de instrucciones
a distintos ámbitos de gestión, administración o gobierno. Si perjuicio de que la LCE
permite un amplio margen a la autonomía de la voluntad de las partes, a modo enunciativo
cita tres ámbitos en los que se pueden ejercer facultades o emitir instrucciones: (i) establecer
normas estatutarias y reglamentarias comunes; (ii) establecer relaciones asociativas entre las
entidades de base; (iii) fijar compromisos de aportación periódica de recursos, calculados en
función de la respectiva evolución empresarial o cuenta de resultados.
El carácter obligatorio de las instrucciones o facultades debe tener soporte en los compromisos
generales asumidos ante el grupo y no podrán ser exigibles en caso de que una o varias
cooperativas hayan sido expresamente exoneradas del sometimiento a determinadas normas
o compromisos.
551

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
Los compromisos generales asumidos ante el grupo se deben formalizar por escrito, en
caso de que la entidad cabeza de grupo sea cooperativa en sus Estatutos y si no los es,
mediante otro documento contractual que se formaliza en escritura pública y que necesariamente
debe incluir una serie cuestiones: duración, procedimiento para su modificación y
separación y las facultades cuyo ejercicio se acuerda atribuir a la entidad cabeza de grupo.
Se podrá establecer que la modificación, ampliación o resolución de los compromisos pueda
efectuarse mediante acuerdo del órgano de la entidad cabeza de grupo.
La LCE clasifica los grupos cooperativos en función de su grado de integración económica.
Por un lado, los grupos cooperativos por integración, que son aquellos que disponen
de una dirección general común en su conjunto y su nivel de centralización efectiva de las
facultades de gestión económica permite entender que hay unidad económica. Quien legisla
presume que existe unidad económica cuando se dé alguno de los siguientes supuestos:
- Existencia de relaciones comerciales, financieras o patrimoniales que supongan una
dependencia efectiva de alguna de las entidades del grupo.
- Existencia de un acuerdo de responsabilidad solidaria frente al exterior por operaciones
que realicen directamente con terceras personas no socias las cooperativas
integradas en el grupo, siempre que tengan carácter de permanencia y que se trate de
operaciones necesarias y no auxiliares para la realización de la actividad empresarial.
- Existencia de compromisos de aportación periódica de recursos calculados en función
de la cuenta de resultados de la respectiva cooperativa, cuando las cuantías a
aportar superen el 50% de los excedentes.
- Existencia entre dos o más sociedades del grupo de relaciones que cumplan los requisitos
que generan la obligación de consolidar las cuentas (ver el apartado siguiente
de otra normativa aplicable).
Si se cumple alguno de estos supuestos, junto con la dirección general común, se entiende
que hay unidad económica. Si alguno de estos supuestos se da únicamente con respecto a
algunas cooperativas integradas en el grupo, serán exclusivamente estas cooperativas las que
se considerarán como parte de un grupo cooperativo de integración.
El resto, es decir, aquellos que no cumplan los requisitos arriba mencionados, por exclusión
son considerados grupos cooperativos por colaboración.
La constitución, pertenencia y separación del grupo cooperativo se anota en la hoja correspondiente
a cada cooperativa en el Registro de Cooperativas de Euskadi. La constitución de
un grupo cooperativo por parte de una cooperativa (así como la constitución de entidades
similares o las propias cooperativas de segundo grado), es conforme al artículo 33 de la LCE
competencia de su asamblea general. No obstante, es una competencia delegable y hay cooperativas
que la tienen atribuida a su órgano de administración. En cualquier caso, dado el
carácter no constitutivo de la inscripción registral, la existencia del grupo tiene efectividad
desde el momento en que se cumplan los requisitos sustantivos establecidos en la LCE.
29.3.3. Otra normativa aplicable
La construcción doctrinal sobre los grupos de sociedades a la que se ha hecho mención
en el apartado anterior, no se ha traducido de forma directa a la legislación vigente. Así, el
552

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
artículo 42 del Código de Comercio regula el grupo de sociedades a efectos de delimitar el
perímetro de las cuentas anuales consolidadas, estableciendo el concepto de grupo basado
en el dominio o control (no en el concepto de unidad de decisión). De este modo, considera
que existe un grupo cuando una sociedad ostente o pueda ostentar, directa o indirectamente,
el control de otra u otras. Y en particular, se presume que existe control cuando una sociedad
posee o puede disponer en virtud de acuerdos celebrados con terceras personas de la mayoría
de los derechos de voto de otra sociedad o tiene la facultad de nombrar o ha designado a la
mayoría de los miembros del órgano de administración de otra sociedad. En estos casos,
se entiende que hay control y por tanto un grupo de sociedades, tanto a efectos mercantiles
(artículo 18 de la LSC) como a efectos de consolidar las cuentas anuales (artículos 42 y 43
del Código de Comercio).
Señalar también que en el ámbito fiscal las normas forales regulan la posibilidad de optar
en el Impuesto sobre Sociedades por el régimen de consolidación fiscal previsto en el Capítulo
VI del Título VI de la Norma Foral del Impuesto sobre Sociedades, que sería aplicable
con las especificidades previstas en la norma. Así, a efectos fiscales se entiende por grupo de
sociedades cooperativas el conjunto formado por una entidad cabeza de grupo y las cooperativas
que tengan la condición de socia de aquélla, sobre las que ejerza poderes de decisión
en virtud de sus reglas estatutarias. La entidad cabeza del grupo será una cooperativa o cualquier
otra entidad siempre que, en este último caso, su objeto exclusivo sea el de planificar
y coordinar el desarrollo empresarial y las estrategias a largo plazo de las cooperativas que
integran el grupo, no pudiendo estar participada por otras personas o entidades diferentes a
estas últimas. Además, la normativa fiscal establece que las relaciones de vinculación deben
implicar el compromiso de redistribuir solidariamente el excedente obtenido por cada una de
las cooperativas, que deberá constar en escritura pública suscrita por todas ellas, así como en
sus respectivos estatutos. Esta redistribución deberá afectar como mínimo al 25% del excedente
una vez deducidos los impuestos y las cantidades destinadas con carácter obligatorio,
por imperativo de la Ley, a los fondos de reserva, y deberá realizarse en forma directamente
proporcional al importe económico de las operaciones, actividades y servicios cooperativizados
realizados por las personas socias de las cooperativas miembros del grupo.
29.4. Cooperativas mixtas
Artículo 155. Cooperativas mixtas.
1. Son cooperativas mixtas aquellas en las que existen personas socias minoritarias
cuyo derecho de voto en la asamblea general se podrá determinar, de modo exclusivo
o preferente, en función del capital aportado, que estará representado por
medio de títulos o anotaciones en cuenta, sometidos a la legislación reguladora del
mercado de valores.
2. Las cooperativas mixtas deberán ubicarse dentro de alguna de las clases legamente
establecidas y, a efectos de los derechos y obligaciones de sus personas socias
cooperadoras, inactivas o no usuarias, o colaboradoras, se someterán a las normas
reguladoras de su específica clase de cooperativa en que se encuentren.
3. En estas cooperativas el derecho de voto en la asamblea general respetará la siguiente
distribución:
553

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
a) Al menos el cincuenta y uno por ciento de los votos se atribuirá, en la proporción
que definan los estatutos, a personas socias cooperadoras.
b) Una cuota máxima, a determinar estatutariamente, del cuarenta y nueve por
ciento de los votos se distribuirá en partes sociales con voto, que, si los estatutos
lo prevén, podrán ser libremente negociables en el mercado.
4. En el caso de las partes sociales con voto, tanto los derechos y obligaciones de sus
titulares como el régimen de las aportaciones se regularán por los estatutos y, supletoriamente,
por lo dispuesto en la legislación de sociedades de capital para las
acciones.
5. La participación de cada uno de los dos grupos de personas socias en los excedentes
anuales a distribuir, sean positivos o negativos, se determinará en proporción al
porcentaje de votos que cada uno de los dos colectivos ostente según lo previsto en
el apartado 3 de este artículo. Los excedentes imputables a los poseedores de partes
sociales con voto se distribuirán entre ellos en proporción al capital desembolsado.
Los excedentes imputables a las restantes personas socias se distribuirán entre estas
según los criterios generales definidos en esta ley para las cooperativas de régimen
ordinario.
6. La validez de cualquier modificación autorreguladora que afecte a los derechos y
obligaciones de alguno de los dos colectivos de personas socias requerirá el consentimiento
mayoritario del grupo correspondiente, que podrá obtenerse mediante
votación separada en la asamblea general o en junta especial y parcial. En el momento
de la configuración, constitutiva o por modificación, de estas cooperativas,
el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi podrá autorizar que los estatutos
prevean la repartibilidad del Fondo de Reserva Obligatorio en caso de liquidación,
con arreglo a los criterios señalados en el número 4 anterior y respetando las demás
normas de adjudicación del haber social establecidas en el artículo 98.
29.4.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Tampoco hay cambios en la regulación de las cooperativas mixtas, ya que se mantiene la
redacción de la Ley 4/1993 y se incorpora con rango de ley parte de lo regulado en el Decreto
58/2005.
29.4.2 Comentario general y significado práctico
Las cooperativas mixtas fueron consideradas como una de las innovaciones más radicales
de la Ley 4/1993, primera ley de cooperativas de ámbito estatal que contempló esta figura
jurídica. Con esta novedosa regulación se pretendió ofrecer un nuevo cauce de organización
empresarial ligado a la estructura cooperativa pero atento también a los nuevos desafíos y
exigencias de unos mercados cada vez más competitivos, tanto para captar recursos como a
la hora de producir y distribuir bienes y servicios. De este modo, se articula una estructura
netamente cooperativa en la que coexisten con carácter minoritario elementos propios de las
sociedades de capital, con dos bloques de personas socias cuyos respectivos derechos, tanto
políticos como económicos, tendrán distinto origen y alcance, pero manteniéndose en la
sociedad un predominio del componente estrictamente cooperativo.
554

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
Como principales características de las cooperativas mixtas cabe destacar las siguientes:
• No es una clase de cooperativa. Tal y como ya estaba previsto en el Decreto 58/2005
y ahora se incorpora a la LCE, la cooperativa mixta no es una clase de cooperativa,
por lo que debe ubicarse dentro de alguna de las clases previstas en la ley. Por tanto,
la cooperativa mixta podrá ser a priori de cualquier clase (de trabajo asociado, de
servicios empresariales, etc.) o grado (primer, segundo o ulterior grado), al que se
añadiría la calificación de mixta.
• Personas socias. La singularidad de las cooperativas mixtas radica en la existencia
de un colectivo de personas socias, las titulares de partes sociales con voto, cuyo derecho
de voto en la asamblea general se determina, de modo exclusivo o preferente,
en función del capital que han aportado a la cooperativa. Tanto los derechos y obligaciones
de las titulares de partes sociales con voto, como el régimen de las aportaciones
se regulan en los Estatutos Sociales y en el resto de la normativa o acuerdos
internos válidamente adoptados por la cooperativa. La condición de titular de partes
sociales con voto es compatible con cualquier otra clase o modalidad de persona
socia, por lo que una persona socia trabajadora, usuaria, colaboradora, inactiva o no
usuaria podría ser a su vez titular de partes sociales con voto.
La validez de cualquier modificación autorreguladora que afecte a los derechos
y obligaciones de las titulares de partes sociales con voto y/o las personas socias
cooperadoras, requiere el consentimiento mayoritario del grupo correspondiente. A
estos efectos, es importante tener en cuenta como una particularidad más de las cooperativas
mixtas, que las personas socias colaboradoras tienen la consideración de
personas socias cooperadoras, tal y como se contemplaba en el Decreto 58/2005 y
ahora se incorpora en el artículo 19.5 de la LCE.
• Asamblea general. Al menos el 51% de los votos de la asamblea general de la cooperativa
se atribuyen en la proporción que definan los estatutos a las personas socias
cooperadoras, es decir, a aquellas personas físicas o jurídicas cuya condición de
persona socia está directamente relacionada con la participación efectiva en la actividad
de la cooperativa, sea como trabajadora o usuaria, o como colaboradora en las
cooperativas mixtas. En cualquier caso, del total de votos asignados a las personas
socias cooperadoras, la mitad más uno de los mismos serán atribuidos a las personas
socias cooperadoras no colaboradoras, es decir, a las personas socias trabajadoras
y/o usuarias.
Una cuota máxima del 49% de los votos de la Asamblea General se distribuirá entre
las partes sociales con voto, que estarán representadas por medio de títulos o anotaciones
en cuenta, sometidos a la legislación reguladora del mercado de valores y que
si los Estatutos Sociales lo prevén podrán ser libremente negociables en el mercado.
• Participación en resultados. Entre colectivos, la participación de las personas socias
cooperadoras y de las titulares de partes sociales con voto en los resultados positivos
o negativos de la cooperativa se determina en proporción al porcentaje de votos que
cada colectivo ostente en la asamblea general. Intragrupo, los resultados imputables
al colectivo de personas titulares de partes sociales con voto se distribuirán
entre ellas en proporción al capital desembolsado y en el caso de las personas socias
cooperadoras, la participación en resultados se guiará según los criterios generales
definidos en la LCE (artículo 70 de la LCE).
555

OTRAS MODALIDADES DE COLABORACIÓN ECONÓMICA
• Fondo de reserva obligatorio. En el momento de configuración, constitutiva o por
modificación, de estas cooperativas mixtas, se podrá solicitar al CSCE/EKGK autorización
para el caso de liquidación de la cooperativa, contemplar una previsión
estatutaria que permita la repartibilidad del fondo de reserva obligatorio.
De la experiencia de los últimos años, cabe destacar que la mayoría de las cooperativas
mixtas se han configurado como cooperativas de trabajo asociado y con una vocación clara
a medio/largo plazo de dejar de tener ese carácter de cooperativa mixta. Además, esta figura
jurídica se ha utilizado principalmente para tres competidos:
• Dar cobertura societaria cooperativa a nuevas iniciativas empresariales, sean externalizaciones
de actividades existentes en las cooperativas o sean nuevas actividades.
• Dar cabida a personas socias que aportan elementos tangibles o intangibles a la cooperativa
y que participan en la sociedad bajo parámetros capitalistas, facilitando de
este modo la toma de participación en proyectos cooperativos de inversores ajenos
al mundo cooperativo.
• Cooperativizar empresas jurídicamente articuladas como sociedades de capital o de
otro tipo. En estos casos, es preciso llevar a cabo una serie de operaciones de reestructuración
para configurar la cooperativa mixta, operaciones éstas que se han ido
simplificando con el tiempo. En las primeras experiencias, se constituían primero
las cooperativas para posteriormente absorber mediante una fusión a la empresa preexistente;
en los últimos años en cambio, se aborda directamente la transformación
de la entidad no cooperativa en sociedad cooperativa (artículo 90 de la LCE).
Indudablemente se trata de una herramienta que ha sido y será clave en el desarrollo del
cooperativismo, dando cobertura a importantes procesos de cooperativización de empresas
no cooperativas y nuevos proyectos empresariales.
29.4.3 Otra normativa aplicable
En lo no incorporado a la LCE, se mantiene la regulación de las cooperativas mixtas en el
artículo 23 del Decreto 58/2005 en el que se prevé la posibilidad de regular en los Estatutos
de las cooperativas mixtas que en la distribución de los excedentes previsto en el artículo 155
de la LCE (apartado 5) se incluya para las personas socias cooperadoras la retribución de sus
aportaciones a capital además de su participación en retornos. Se abre por tanto la posibilidad
de que los estatutos sociales en el caso de las personas socias cooperadoras establezcan
como una partida de los excedentes los intereses de capital que les correspondan. Asimismo,
el Decreto 58/2005 aclara que los derechos y obligaciones que correspondan a las distintas
modalidades de personas socias cooperadoras se calcularán sobre el porcentaje que en total
corresponda a las personas socias cooperadoras excluyendo a las titulares de partes sociales
con voto.
En cuanto al régimen fiscal aplicable a las cooperativas mixtas, las normativas forales
regulan la posibilidad de que puedan acceder a la condición de cooperativas fiscalmente
protegidas, al igual que, entre otras, las cooperativas de servicios o financieras.
Por último, tal y como prevé expresamente la LCE, si bien los derechos y obligaciones de
las titulares de partes sociales con voto, como el régimen de las aportaciones se regulan en
los Estatutos Sociales, supletoriamente será de aplicación lo dispuesto en la legislación de las
sociedades de capital para las acciones.
556

30. DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA *30
Artículo 156. Interés social, utilidad pública e iniciativa social.
1. Los poderes públicos de la Comunidad Autónoma del País Vasco asumen como función
de interés social la promoción, estímulo y desarrollo de las entidades cooperativas
y sus estructuras de integración empresarial y representativa.
Asimismo, reconocen como agente social específico para la interlocución representativa
del conjunto del cooperativismo vasco, y sin perjuicio de las reglas vigentes
sobre representatividad empresarial, a la entidad que asocie a más del sesenta por
ciento de las cooperativas inscritas en el Registro de Cooperativas de Euskadi, con
actividad acreditada ante el mismo, o cuando el número de personas socias de las
dichas cooperativas sea superior a idéntico porcentaje respecto al total de personas
socias de las cooperativas activas e inscritas en el citado registro.
El Gobierno Vasco, que recabará al efecto la colaboración del Consejo Superior de
Cooperativas de Euskadi, fomentará la información sobre las posibilidades aplicativas
del sistema cooperativo, en especial para generar nuevos empleos y ante los
problemas de las pequeñas y medianas empresas de Euskadi, e impulsará la elaboración
de programas divulgativos, formativos y orientadores en orden a favorecer
aquella información ante los diversos interlocutores sociales.
2. Las entidades cooperativas que contribuyan a la promoción del interés general de
Euskadi mediante el desarrollo de sus funciones serán reconocidas de utilidad pública
por el Gobierno Vasco conforme al procedimiento, régimen y requisitos establecidos
reglamentariamente.
Las sociedades cooperativas que obtengan la declaración de utilidad pública tendrán
los siguientes derechos:
a) Utilizar la mención «declarada de utilidad pública» en todos sus documentos a
continuación del nombre de la entidad.
b) Ser oídas, a través de las federaciones o confederaciones correspondientes, en
la elaboración de disposiciones generales relacionadas directamente con las
materias de su actividad y en la elaboración de programas de trascendencia
para las mismas.
c) Gozar de las exenciones, bonificaciones, subvenciones y demás beneficios de
carácter económico, fiscal y administrativo que en cada caso se acuerden.
3. Las entidades cooperativas que, sin ánimo de lucro y con independencia de su clase,
tengan por objeto social, bien la prestación de servicios asistenciales mediante la
realización de actividades sanitarias, educativas, culturales u otras de naturaleza
social, bien el desarrollo de cualquier actividad económica que tenga por finalidad
la integración laboral de personas que sufran cualquier clase de exclusión social y,
* Comentario realizado por Xabier Iriondo Arana, Responsable asesoría jurídica de la Delegación
de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno Vasco en Gipuzkoa.
557

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
en general, la satisfacción de necesidades sociales no atendidas por el mercado, se
calificarán como cooperativas de iniciativa social de conformidad con el procedimiento,
régimen y requisitos establecidos reglamentariamente.
4. El Gobierno Vasco actuará en materia de cooperativismo a través del departamento
competente en materia de trabajo, al que dotará de los medios personales y materiales
necesarios para el adecuado cumplimiento de sus funciones de promoción,
difusión, formación, inspección y registral, sin perjuicio de las facultades que otros
departamentos tengan reconocidas en relación al cumplimiento de la legislación
específica que les corresponde aplicar.
Artículo 157. Medidas de fomento y difusión del cooperativismo.
1. Los poderes públicos de la Comunidad Autónoma del País Vasco, en el ámbito de
sus respectivas competencias, promoverán el estudio y difusión de los principios y
valores propios del cooperativismo y favorecerán entornos sociales y económicos
que fomenten el desarrollo de actividades económicas a través de cooperativas,
facilitando su acceso a la innovación tecnológica y organizativa e impulsando las
iniciativas que surjan desde las propias sociedades cooperativas.
2. Especialmente, se adoptarán las siguientes medidas de fomento:
a) Se asegurará la representatividad institucional del movimiento cooperativo
vasco en los términos a que se refieren los artículos 156.1 y 163.2 de esta ley,
propiciando la presencia e interlocución del cooperativismo en los diversos ámbitos
de consulta y decisión y organismos de representación institucional correspondientes
y su progresiva consolidación normativa.
b) Las cooperativas, independientemente de su calificación fiscal, tendrán la condición
de mayoristas, por lo que les serán aplicables los precios o tarifas correspondientes
y podrán detallar como minoristas en la distribución o venta.
No tendrán la consideración de ventas las entregas de bienes y prestaciones de
servicios que realicen las cooperativas a sus personas socias, sean producidos
por ellas o adquiridos a terceras personas no socias para el cumplimiento de
sus fines sociales.
c) Las cooperativas que concentren sus empresas, mediante cualquiera de las figuras
jurídicas reconocidas legalmente, gozarán de todos los beneficios otorgados
en la legislación sobre agrupación y concentración de empresas.
d) Las administraciones públicas vascas y los entes dependientes de ellas promoverán
que, entre los criterios de desempate que se recojan en los pliegos de
cláusulas administrativas, figure el derecho preferente de las sociedades cooperativas
en la adjudicación de contratos convocados por las mismas, en los
términos de la Ley 9/2017, de 8 de noviembre, de Contratos del Sector Público.
e) Las cooperativas de consumo, sin perjuicio de la condición de mayoristas prevista
en el apartado 2 de este artículo, tendrán también, a todos los efectos, la
condición de consumidoras directas para su abastecimiento o suministro por
terceras personas no socias de productos o servicios necesarios para desarrollar
sus actividades.
558

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
f) Las operaciones que realicen las cooperativas agrarias y alimentarias y las
de segundo o ulterior grado que las agrupen, con productos o materias, incluso
suministrados por terceras personas no socias, se considerarán, a todos los
efectos, actividades cooperativas internas con el carácter de operaciones de
transformación primaria, siempre que se destinen únicamente a las explotaciones
de sus personas socias.
g) Las cooperativas de viviendas declaradas de utilidad pública, para el cumplimiento
de sus fines sociales, podrán adquirir terrenos de titularidad pública por
el sistema de adjudicación directa.
h) En materia educativa, y en el ámbito de su competencia, el Gobierno Vasco
impulsará la realización de convocatorias específicas para ayudar en la financiación
de las inversiones realizadas en dichos centros, y la incorporación, mediante
la promoción de programas educativos, a los currículos educativos de
todos los niveles del sistema educativo, desde la educación infantil hasta la
formación universitaria, de los valores y principios propios del cooperativismo.
i) La Administración pública vasca adoptará medidas tendentes a fomentar la
presencia, cuantitativa y cualitativa, de las entidades cooperativas en sectores
como el desarrollo rural, la dependencia, la integración social y la actividad
prestacional; favoreciendo su participación en los procedimientos de contratación
pública, en el ejercicio de sus competencias.
j) La Administración pública vasca establecerá, en el marco de los programas de
fomento de la economía social, medidas de asesoramiento, acompañamiento y
apoyo a la viabilidad de los proyectos cooperativos que surjan de los procesos
de crisis empresarial.
3. Los poderes públicos de la Comunidad Autónoma del País Vasco, con la finalidad
de desarrollar y mejorar los servicios públicos, estimularán la creación de cooperativas
y su participación en la gestión de los servicios públicos.
En tal sentido, los mencionados poderes podrán prever que la prestación de estos
se haga mediante la constitución de sociedades cooperativas de servicios públicos,
de conformidad con las disposiciones de carácter legal y reglamentario que regulan
el régimen de contratación pública; se excluirán, en todo caso, la prestación de
servicios públicos que exijan el ejercicio de autoridad pública. En estas sociedades
cooperativas participarán, como personas socias promotoras, la entidad o entidades
públicas competentes y, en su caso, y de acuerdo con los principios generales
de contratación pública, las entidades privadas con experiencia demostrada en el
sector; asimismo, podrán participar las personas usuarias de los servicios que sean
objeto de la sociedad cooperativa, así como las personas socias trabajadoras que
presten su trabajo personal en la sociedad. No obstante, las entidades públicas promotoras
conservarán el control en cuanto a las condiciones de prestación de los
servicios públicos.
Artículo 158. Inspección cooperativa.
1. Corresponde al departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo
ejercer la función inspectora en relación con el cumplimiento de la presente ley,
559

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
sin perjuicio de las funciones inspectoras que correspondan a los distintos departamentos
del Gobierno Vasco o a otras administraciones públicas conforme a sus
respectivas competencias.
2. La función inspectora se realizará preferentemente con carácter preventivo y coadyuvante
al mejor cumplimiento de esta ley. Cuando las circunstancias de cada
supuesto así lo aconsejen y siempre que puedan evitarse daños y perjuicios directos
a titulares de derechos legítimos, la inspección podrá requerir con carácter previo a
cualquier otra actuación.
3. La subsanación y reparación de la conducta objeto de inspección dará lugar a la
conclusión del expediente inspector en términos exculpatorios.
Artículo 159. Infracciones cooperativas.
1. Son sujetos responsables de las acciones y omisiones tipificadas como infracción en
la presente ley las sociedades cooperativas, las personas administradoras, directoras,
directores y gerentes, apoderadas y apoderados, miembros de la comisión de
vigilancia y liquidadoras o liquidadores en cuanto les sea personalmente imputable.
2. Son infracciones muy graves:
a) No destinar al Fondo de Reserva Obligatorio y a la contribución para educación
y promoción cooperativa y otros fines de interés público los porcentajes
mínimos de los excedentes disponibles señalados en la presente ley.
b) No aplicar la contribución para educación y promoción cooperativa y otros
fines de interés público según las determinaciones de la presente ley.
c) Repartir entre las personas socias los fondos sociales obligatorios, los fondos
de reserva irrepartibles o el haber líquido resultante de la liquidación vulnerando
lo previsto en esta ley.
d) La transgresión manifiesta de los principios cooperativos reconocidos en esta
ley o la utilización instrumental o ficticia de la figura cooperativa para encubrir
finalidades ajenas a las que son propias de estas entidades.
3. Son infracciones graves:
a) La vulneración generalizada o reiterada de los derechos de información, participación
y propuesta de las personas socias.
b) La vulneración de las disposiciones legales sobre imputación de pérdidas.
c) El incumplimiento de las normas reguladoras del destino del resultado de la
regularización del balance de la cooperativa, cuando esta tenga pérdidas sin
compensar.
d) El devengo de un interés a las aportaciones al capital social vulnerando las
disposiciones legales.
e) La realización de operaciones con terceras personas no socias en los casos expresamente
prohibidos por la ley.
f) La resistencia o la negativa a la labor inspectora acreditada mediante el correspondiente
escrito de denuncia administrativa por obstrucción.
g) Contratar personas trabajadoras por cuenta ajena excediendo los límites legalmente
regulados.
560

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
4. Son infracciones leves las transgresiones de las prohibiciones establecidas en esta
ley que no supongan un conflicto entre las partes y no sean susceptibles de calificarse
como graves o muy graves.
Artículo 160. Sanciones cooperativas.
1. Las infracciones leves se sancionarán con multa de 300 euros hasta 1.000 euros;
las graves, con multa de 1.001 euros a 3.000 euros, y las muy graves, con multa de
3.001 euros a 30.000 euros y la posibilidad de descalificación de la cooperativa de
acuerdo con lo regulado en el artículo siguiente.
2. Las infracciones, ya sean leves, graves o muy graves, se graduarán a efectos de aplicarles
la correspondiente sanción en grado mínimo, medio o máximo, atendiendo
a su importancia, a las consecuencias económicas y sociales, a la eventual concurrencia
de mala fe, falsedad, engaño o reincidencia de las personas infractoras, así
como a la capacidad económica o volumen de operaciones y número de personas
afectadas, socias o no, de la cooperativa sancionada. También se tendrá en cuenta
para la graduación de la sanción el incumplimiento de las advertencias previas y
requerimientos correctores de la inspección o de los compromisos incumplidos por
la cooperativa en la fase inspectora.
3. En caso de reincidencia podrá calificarse la infracción en un grado superior. Se
considerará reincidencia la comisión de una infracción de igual o superior gravedad
a otra que haya sido previamente sancionada en un procedimiento sancionador
cooperativo y haya adquirido firmeza.
No se considerará reincidente la nueva infracción cometida transcurridos dos años
desde la firmeza de la sanción antecedente. En todo caso, la persistencia en la infracción
podrá acarrear una sanción adicional de hasta un veinte por ciento diario
del importe de la multa que se haya impuesto como sanción principal.
4. Las infracciones muy graves establecidas en esta ley prescribirán a los dos años; las
graves, al año, y las leves, a los seis meses. El plazo de prescripción de las infracciones
comenzará a contarse desde el día en que la infracción se hubiera cometido.
5. Las sanciones impuestas por faltas muy graves prescribirán a los dos años; las impuestas
por faltas graves, al año, y las impuestas por faltas leves, a los seis meses. El
plazo de prescripción de las sanciones comenzará a contarse desde el día siguiente
a aquel en que sea ejecutable la resolución por la que se impone la sanción o haya
transcurrido el plazo para recurrirla.
6. La potestad sancionadora se ejercerá por el departamento del Gobierno Vasco competente
en materia de trabajo, de conformidad con las siguientes atribuciones:
a) Corresponde a la persona titular de la dirección competente en materia de economía
social la imposición de sanciones por infracciones leves y graves.
b) Corresponde a la persona titular de la viceconsejería de la que dependa la dirección
competente en materia de economía social la imposición de sanciones
por infracciones muy graves.
7. Corresponde al departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo
proponer la aprobación del reglamento que regule el procedimiento de sanción coo-
561

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
perativa de conformidad con la legalidad de aplicación sobre régimen sancionador
de la Administración y sus principios y garantías. En ningún caso podrá imponerse
sanción de ningún tipo si previamente no se ha instruido el oportuno expediente
conforme a dichos principios y garantías.
Para la resolución de los expedientes sancionadores por presunta infracción muy
grave, será preceptivo el informe previo del Consejo Superior de Cooperativas de
Euskadi, que deberá emitirlo en el término de sesenta días desde la solicitud, teniéndose
por evacuado si no lo hiciese en dicho plazo.
Artículo 161. Descalificación de la cooperativa.
1. Podrán ser causas de descalificación de una cooperativa:
a) La comisión de cualesquiera infracciones de las consideradas como muy graves
por el artículo 159.2 de esta ley cuando provoquen o puedan provocar perjuicios
económicos o sociales o que supongan vulneración reiterada y relevante de
los principios cooperativos.
b) La inactividad de los órganos sociales necesarios o la no realización del objeto
social durante más de tres años consecutivos.
c) En general, la pérdida o incumplimiento de los requisitos necesarios para la
calificación como cooperativa, salvo que fuese causa de nulidad de esta.
d) Por resolución firme derivada de expediente sancionador de acuerdo con lo
señalado en el artículo anterior.
2. Una vez que el departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo
tenga conocimiento de que una cooperativa incurre en causa de descalificación,
requerirá a la misma para que lo subsane en un plazo no superior a los seis meses
desde la notificación o la publicación de dicho requerimiento. El incumplimiento de
lo requerido originará la incoación del expediente de descalificación.
3. El procedimiento de descalificación cooperativa tendrá las siguientes especialidades
en relación con las normas generales reguladoras del procedimiento administrativo
común:
a) Acordará la descalificación la persona titular del departamento del Gobierno
Vasco competente en materia de trabajo, tras el oportuno procedimiento contradictorio
y previo informe del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi,
que habrá de emitirlo en el plazo de sesenta días desde que se le requiera formalmente,
y se tendrá por evacuado si no lo hubiese emitido en plazo. A los
efectos del procedimiento de descalificación los informes del Consejo Superior
de Cooperativas no tendrán carácter vinculante.
b) En cumplimiento del preceptivo trámite de audiencia, la cooperativa se personará
a través de sus personas administradoras o, en su defecto, un número de
personas socias no inferior a tres. Si no se produjese comparecencia por parte
de la cooperativa, el trámite se entenderá cubierto mediante la publicación del
correspondiente aviso en el Boletín Oficial del País Vasco al menos en dos ocasiones,
y otras tantas en un periódico de gran circulación en la localidad del
domicilio social de la cooperativa.
562

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
c) La resolución administrativa de descalificación que ponga fin a la vía administrativa
será revisable en vía judicial, y no se podrá ejecutar de ningún modo
hasta que recaiga sentencia firme confirmatoria.
4. Una vez firme, la descalificación surtirá efectos registrales de oficio e implicará la
disolución de la cooperativa o su transformación en el plazo de seis meses desde
que sea ejecutiva la resolución administrativa. Transcurrido dicho plazo, la descalificación
implicará la disolución forzosa de la cooperativa. Desde ese momento,
las personas administradoras, las directoras o directores gerentes y, en su caso, las
liquidadoras y liquidadores responderán personal y solidariamente entre sí y con la
cooperativa de las deudas sociales, sin perjuicio de la posible comisión de otro tipo
de infracciones de las tipificadas en esta ley.
Artículo 162. Intervención temporal de las cooperativas.
1. Cuando como consecuencia de irregularidades en el funcionamiento de una cooperativa
se den circunstancias que aconsejen la adopción de medidas urgentes para
evitar que puedan lesionarse gravemente intereses de las personas socias o de terceras
personas no socias, el departamento del Gobierno Vasco competente en materia
de trabajo podrá adoptar, de oficio o a petición razonada de cualquier interesado o
interesada, las siguientes medidas de intervención temporal:
a) Nombrar una o más interventoras o interventores con la facultad de convocar la
asamblea general, establecer el orden del día de la misma y presidirla.
b) Nombrar una o más interventoras o interventores para la supervisión y control
de los órganos de la cooperativa, cuyos acuerdos no tendrán validez y serán
nulos de pleno derecho si no cuentan con la aprobación de dichas interventoras
o interventores.
c) Suspender temporalmente la capacidad de actuación de las personas administradoras
de la cooperativa, nombrando una o más personas administradoras
provisionales para que asuman las funciones de aquellas.
2. Las anteriores medidas se adoptarán previo informe del Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi, que deberá emitirse en un plazo improrrogable de quince
días; pasado el mismo se tendrá por evacuado dicho trámite.
3. La intervención temporal y el levantamiento de tal medida una vez eliminadas sus
causas serán adoptadas por la persona titular del departamento del Gobierno Vasco
competente en materia de trabajo. Dichos acuerdos serán ejecutivos desde el día de
su publicación en el «Boletín Oficial del País Vasco».
30.1 Introducción
30.1.1 Justificación del Título III. La intervención pública en materia cooperativa
La Constitución Española establece en su art. 129.2 “Los poderes públicos promoverán
eficazmente las diversas formas de participación en la empresa y fomentarán, mediante una
legislación adecuada, las sociedades cooperativas. También establecerán los medios que
faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción”.
563

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
La idea de las sociedades cooperativas como empresas de “interés social”, organizaciones
abiertas, con un funcionamiento democrático, con participación económica de las personas
socias, con un sentimiento de comunidad, en definitiva, explican la especial consideración
que la economía social tiene en nuestro ordenamiento jurídico.
La actividad administrativa en una materia, que debería ser eminentemente privada, responde
a una concepción por parte de las administraciones de las sociedades cooperativas
como algo digno de fomento y apoyo.
Dicha intervención pública, además de regulando el reconocimiento legal de las cooperativas
y estableciendo un conjunto de procedimientos de registro más o menos complejos, para
acreditar la existencia de las cooperativas por medio del cumplimiento de determinados requisitos
formales por parte de las sociedades (depósito de cuentas, libros de socios, órganos
rectores, acuerdos) se desarrolla de dos formas principales:
- Las políticas públicas de fomento, impulso y divulgación del cooperativismo.
- la labor de policía o inspección.
Sobre la actividad de fomento nos remitimos al trabajo de investigación de BALEREN
BAKAIKOA y JON MORANDEIRA “El cooperativismo vasco y las políticas públicas”
(Ekonomiaz nº 79, 1er cuatrimestre, 2012 págs. 234 a 263) simplemente apuntar aquí la
escasa presencia en la doctrina de ejemplos de cuestionamiento del fomento cooperativo por
parte de las autoridades.
Sin embargo, la actividad de policía de la administración pública en el ámbito cooperativo
sí ha sido cuestionada desde diversos ámbitos de la doctrina; por todos, el estudio de
MARIA BURZACO SAMPER “LA INTERVENCIÓN PÚBLICA EN LAS SOCIEDADES
COOPERATIVAS. El inadecuado papel de las administraciones públicas como garantes de
los principios y valores cooperativos mediante el ejercicio de la potestad sancionador” (CI-
RIEC-España. Revista Jurídica Nº 27/2015, págs. 1 a 40).
Esta glosa no es por extensión ni por objeto, el espacio idóneo para entrar en dicho debate,
limitándonos a señalar que dicho cuestionamiento existe, que se extiende a las formas de realizar
la labor de policía y que deberá ser objeto de reflexión en breve, dado que el reglamento
del procedimiento sancionador debería de estar preparándose ya dado que la disposición
final cuarta de la Ley otorgaba a quien legislaba el plazo de un año desde su entrada en vigor
para aprobarlo.
Se pude razonar que la cara de la actividad de fomento deber de tener su cruz de vigilancia
y control, o bien, como BURZACO SEMPER, que “…indudablemente el fomento exige
fiscalización de la actividad fomentada, pues es cada medida concreta la que puede someterse
a dicho control sin que un principio general de fomento del cooperativismo habilita el
establecimiento de un régimen de intervención singularizado.”
En todo caso en esta glosa nos limitaremos a desbrozar en la medida de lo posible las
novedades de la Ley 11/2019 en lo que a fomento e inspección cooperativa se refiere no sin
antes apuntar que la tutela de los principios cooperativos es, sin duda, una de las razones que
justifica la intervención pública en la vida de las sociedades cooperativas y así lo destaca la
propia Ley desde su primer anteproyecto.
Ya en la Ley de 1993 se destacaba la importancia de la garantía del cumplimiento de la legalidad
cooperativa, esto es, la actividad de policía o de inspección cooperativa y se preveía
564

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
la necesidad de regular un procedimiento sancionador específico, cosa que a fecha de hoy
aún no se ha llevado a cabo.
Y con ese mismo objetivo se inicia la tramitación de la nueva Ley de Cooperativas de
Euskadi.
Desde la Orden de inicio de 29 de abril de 2015 del Consejero de Empleo y Políticas Sociales
por la que se inició el procedimiento de elaboración del Anteproyecto de Ley de Cooperativas
de Euskadi, se declara que “uno de los aspectos importantes susceptible de revisión
es el referido al papel que desempeña la administración en garantizar el cumplimiento de la
normativa cooperativa; esto es, las infracciones, con la correspondiente función de inspección,
y sanciones, en esta materia cooperativa.”
Detalla la Orden referida que “se considera que el papel de la Administración ha de focalizarse
en lo fundamental cooperativo (participación-ejercicio real de la democracia cooperativa:
participación de los socios, adopción de acuerdos- y solidaridad-fondos irrepartibles,
aplicaciones-) desprendiéndose de otros aspectos puramente formales u operativos,
comunes por otra parte con el resto de sociedades que operan en el mercado, que no se hallen
vinculados directamente con aquellas cuestiones que son sustanciales de la cooperativa
y la hace diferente del resto de sociedades. Es decir, aquellos aspectos que hacen de este tipo
de empresas de “Interés social” que es lo que legitima la intervención pública.”
Por lo tanto, el 29 de abril de 2015, fecha en que se dio formalmente inicio al procedimiento
de elaboración del anteproyecto de Ley de Cooperativas de Euskadi, se consideró
como uno de los aspectos importantes susceptibles de revisión, precisamente el papel de la
Administración en garantizar el cumplimiento de la normativa cooperativa y ello a través de
“las infracciones, con la correspondiente función de inspección”.
Así se inicia la tramitación de la Ley, destacando en su exposición de motivos la necesidad
de actualizar el modo y la intensidad de actuación administrativa respecto del (a) fomento
cooperativo y (b) el control del cumplimiento de la legalidad.
En el primero de los aspectos (a) fomento cooperativo, el anteproyecto ya declaraba como
objetivo “complementar determinados aspectos sectoriales de colaboración público privada,
añadidos a los ya previstos respecto de las cooperativas de trabajo asociado, consumo,
agroalimentarias o de viviendas, como son los relativos a materia educativa, desarrollo
rural, dependencia e integración social, se incide en la representatividad institucional del
movimiento cooperativo propiciando la presencia del cooperativismo en diversas áreas de
consulta y decisión económica y social.”
En el segundo de los referidos ámbitos (b) control del cumplimiento de la legalidad, el
anteproyecto se mostraba bastante más ambicioso al declarar que se suscita en el momento
actual la necesidad de innovar aspectos que han quedado obsoletos, uno de ellos “por el
papel que desempeña la Administración de policía es el referido a las infracciones, con la
correspondiente función de inspección, y sanciones, por contravenir la legislación cooperativa
sustantiva vasca.”
Declaraba el anteproyecto que era necesario abordar el régimen de infracciones y sanciones
actualmente previsto “no ya para su desarrollo, sino para su revisión; sobre todo teniendo
en cuenta la evolución empresarial y societaria de las cooperativas vascas durante dicho
periodo, por un aparte y por otra, que la actual tipificación de infracciones y correspondien-
565

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
tes sanciones, es tributaria de una regulación anclada en una visión de tutela y supervisión
administrativas que se entiende necesario revisar”.
Con esta justificación de la intervención administrativa y estos objetivos arranca la tramitación
de la Ley da Cooperativas de Euskadi que ha tenido, como trataremos de explicar en
esta glosa, mayor o menor éxito, en función del ámbito al que nos refiramos, fomento cooperativo
o control del cumplimiento de la legalidad cooperativa.
30.1.2 Tramitación del Título III. Anteproyectos, proyecto y ley
La tramitación, como ya hemos apuntado en el apartado anterior, se inició con la Orden de
29 de abril de 2015 del consejero de empleo y políticas sociales por la que se inicia el procedimiento
de elaboración del anteproyecto de ley de cooperativas de Euskadi.
Arranca así el camino que 4 años después culmina con la Ley que nos ocupa.
Por lo que se refiere al Título III “De las cooperativas y la administración pública” las
variaciones que ha sufrido el proyecto de Ley hasta su publicación en el BOPV has sido
diversas y de distinta envergadura, y en este apartado señalaremos las que a nuestro juicio
son las más destacables.
En cumplimiento de lo establecido en la Ley 8/2003, de 22 de diciembre, del procedimiento
de elaboración de las disposiciones de carácter general (BOPV Nº 254 de 30 de diciembre
de 2003) el proyecto de Ley se sometió a diversos informes y dictámenes que le han ido dando
la forma y el contenido que finalmente tiene, de los cuales por su influencia en el Título III
vamos a destacar dos: el Dictamen 21/2015 del Consejo Económico y Social vasco (CES) de
11 de noviembre de 2015 y el Dictamen 66/2016 de la Comisión Jurídica Asesora de Euskadi
(COJUA) de 27 de abril de 2016.
El anteproyecto de Ley sometido a los Dictámenes del CES y de la COJUA constaba de
154 artículos, 5 disposiciones adicionales, 2 transitorias, 1 derogatoria y 5 finales.
El Titulo III “De las cooperativas y la administración pública” del Proyecto de Ley comprendía
originalmente los artículos 145. Interés social y utilidad pública, 146. Medidas de
fomento y difusión del cooperativismo, 147. Inspección cooperativa, 148. Infracciones cooperativas,
149. Sanciones cooperativas, 150. Descalificación de la cooperativa y 151. Intervención
temporal de las cooperativas.
El Dictamen 21/2015 del CES de 11 de noviembre de 2015, por lo que al Título III se refiere,
destaca por dos recomendaciones que consideramos de la mayor relevancia.
El Art. 145. “Interés social y utilidad pública” establecía que “los poderes públicos de la
Comunidad Autónoma del País Vasco…reconocen como agente social a la Confederación
de Cooperativas de Euskadi en su interlocución representativa del conjunto del Cooperativismo
Vasco”. En opinión del CES “la Confederación de cooperativas de Euskadi, como
asociación que aglutina, defiende y potencia los intereses socioeconómicos del tejido cooperativo,
desarrolla una importante labor institucional y participa en diversos órganos de
asesoramiento y consulta de Euskadi. No obstante, la utilización del término agente social
en el contexto en que se produce, y particularmente en relación con lo previsto en el art. 146
puede generar una confusión o equívoco no conveniente.”
566

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
Continúa el Dictamen diciendo que con “la redacción propuesta pudiera entenderse que
se está equiparando a dicha Confederación con los sindicatos y las organizaciones empresariales
a efectos de su participación institucional en determinados ámbitos, concretamente
el laboral, donde dicha participación está predeterminada y acotada bajo el principio de
tripartismo y paridad. Por ello entendemos que sería más conveniente utilizar otra terminología
que descarte cualquier duda de interpretación como por ejemplo la de “interlocutor
del movimiento cooperativo vasco”.
En definitiva, creemos que el CES pretende, garantizar la presencia del movimiento cooperativo
donde los poderes públicos lo consideren oportuno, pero respetando la composición
predeterminada por la normativa específica y sin mencionar específicamente a la confederación
de cooperativas de Euskadi.
Por otra parte, este Dictamen muestra las primeras cautelas en relación al art. 147. “Inspección
cooperativa”. Este artículo en su redacción original disponía que “corresponde al
Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi ejercer la función inspectora en relación con
el cumplimiento de la presente Ley, sin perjuicio de las funciones inspectoras que corresponden
a los distintos Departamentos del Gobierno Vasco o a otras Administraciones públicas
conforme a sus respectivas competencias”.
La atribución de la función inspectora al CSCE, dado el carácter de policía administrativa
de la función atribuida, es objetada por el CES señalando que dicha labor “o potestad inspectora
es una parte del Derecho Administrativo que corresponde a las Administraciones Públicas”
y debe recaer en la propia administración. Esta objeción la trataremos con mayor detalle
cuando analicemos el Dictamen de la COJUA, simplemente destacar que el CES Considera
que la función del CSCE en este caso, debería circunscribirse a una labor técnica y de apoyo
o colaboración para la realización de estas inspecciones y, en todo caso, de vigilancia y colaboración
con quien ostenta la potestad inspectora. Por ese motivo, se recomienda, en el apartado
señalado, sustituir la expresión “la función inspectora” por “una función inspectora”.
Finalmente, por lo que se refiere al art. 146. “Medidas de fomento y difusión del cooperativismo”
el CES manifiesta en su Dictamen que, “..se enumera en este artículo un listado de
medidas concretas de fomento y discriminación positiva del cooperativismo, cuyas razones
no se han explicado, y que consideramos merecen una justificación en la exposición de
motivos de esta Ley” opinión que consideramos muy acertada dado que la intervención de
la Administración Pública en el ámbito mercantil y en labores de fomento y discriminación
positiva obviamente necesita de justificación.
Vayamos a hora al Dictamen 66/2016 de la COJUA de 27 de abril de 2016, que consideramos
de la mayor importancia en lo que al TÍT. III de la Ley se refiere.
La parte más significativa del Dictamen se ocupa precisamente de analizar la que da en
llamar la inspección de cooperativas (págs. 19 a 23, párrafos 108 a 126).
Consideramos importante detenernos en esta parte del dictamen que de alguna manera llama
la atención sobre lo polémica y jurídicamente complicada que resulta la articulación de
la Inspección cooperativa, motivo por el cual seguimos, a día de hoy, sin un procedimiento
ni una inspección cooperativa.
El art. 14. Inspección cooperativa. como ya hemos mencionado al tratar sobre el Dictamen
del CES recogía la atribución “al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi del ejercicio
567

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
de la función inspectora en relación con el cumplimiento de la presente Ley, sin perjuicio
de las funciones inspectoras que corresponden a los distintos departamentos del Gobierno
Vasco o a otras administraciones públicas conforme a sus respectivas competencias”. Por
su parte el artículo 154. Naturaleza, composición y funciones. establecía que “El Consejo
Superior de Cooperativas de Euskadi, constituido como máximo órgano de promoción y
difusión del cooperativismo, se configura como una entidad pública de carácter consultivo
y asesor de las administraciones públicas vascas para todos los temas que afectan al cooperativismo.
Gozará de personalidad jurídica propia, distinta de la Administración de la
Comunidad Autónoma del País Vasco con plena capacidad de obrar para el cumplimiento
de sus funciones”.
Destaca la COJUA que “La función inspectora constituye el ejercicio de una potestad
administrativa que implica ejercicio de autoridad, cuya aplicación y cumplimiento pueden
llevarse a cabo incluso coactivamente, contra la voluntad del sujeto inspeccionado. Es decir,
nos encontramos en presencia de funciones que integran el núcleo duro de las responsabilidades
de la Administración pública, de funciones propias del tráfico jurídico administrativo
a las que le son inherentes una serie de prerrogativas y privilegios.”
Esta consideración de la actividad inspectora, impediría la delegación de dicha facultad
inspectora en sujetos privados o entidades ajenas a la propia Administración pues “Se trata
de una función que no puede ser objeto de gestión indirecta o contratación con terceros,
ni puede llevarse a cabo por sociedades mercantiles de capital público, sin perjuicio de la
ejecución de tareas auxiliares de la inspección, donde se puede producir una colaboración.
Además, generalmente, se trata pues de una función reservada a funcionarios públicos en
garantía de la imparcialidad y de los derechos particulares afectados”. Recordemos que el
personal del CSCE es personal laboral en virtud del art. 13.4 del Decreto 213/1999, de 11 de
mayo, por el que se regula el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi.
Por otra parte, la administración se está sirviendo en diferentes ámbitos de sujetos externos
para que le asistan en el ejercicio de las funciones públicas. Estas entidades colaboradoras
realizan funciones auxiliares, sin traslado de potestades públicas (ni ejercicio de autoridad
pública) y su actividad auxiliar se realiza bajo la supervisión de una entidad pública competente
que es quien toma la decisión final y la ejecuta.
Concluye la COJUA que “Derivado de todo lo anterior, no podemos considerar adecuada
la opción proyectada en el anteproyecto de atribuir a una entidad pública no dependiente
de la propia Administración el ejercicio de potestades públicas que a ella le corresponden.
Además, incluso en el supuesto de que ello se entendiera como posible, no parece correcto
que el desempeño de dichas taras no se realizara mediante empleados públicos, quebrando
el principio de reserva de funciones”. Pero, sigue la COJUA, “incluso la posible reformulación
para posibilitar que pudiera actuar como entidad colaboradora también albergaría
recelos jurídicos al ser una entidad en la que se concitan los intereses de quien pueden ser
investigados, incurriendo en un claro conflicto de intereses.”
Finaliza el Dictamen manifestando que se deberá optar por implantar un servicio específico
de inspección cooperativa o atribuir dichas potestades a la Inspección de trabajo (igual
que en el art. 113 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas del Estado) por lo que
dictamina que deberá reformularse el contenido del artículo citado.
568

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
Para terminar este somero repaso a la tramitación de la norma, a los hitos fundamentales
desde el punto de vista del Título III de la misma, mencionar que, tras el dictamen de la CO-
JUA, y previamente a su aprobación por el Consejo de Gobierno, se elabora una memoria
sucinta de todo el procedimiento y el texto de aprobación previa de la Ley de Cooperativas
de Euskadi, cuyo Título III. “De las cooperativas y la administración pública” que comprende,
tras las modificaciones introducidas en el proceso de tramitación, los arts. 156 a 162 de
cuyas novedades principales pasamos a ocuparnos a continuación.
30.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Sobre las novedades que ofrece el nuevo Título III. “De las cooperativas y la administración
pública” con respecto al de la Ley 4/1993 de 24 de junio de cooperativas de Euskadi
destacaremos lo siguiente.
La parte dedicada a las cooperativas y la administración sigue estando en el Título III y
ocupa 6 artículos, como en la antigua Ley intitulados de igual o similar forma. Esto no es
ninguna originalidad en la normativa vasca; la mayoría de las leyes autonómicas de cooperativas
consultadas (Murcia, Cantabria, la Rioja, Andalucía, Cataluña, Castilla-la mancha,
Castilla y León, Madrid, Extremadura, Valencia, Asturias, Aragón y Galicia) también
contienen un Título (curiosamente numerado como Título Tercero en muchos casos) que
versa sobre “las cooperativas y al administración pública” con similar contenido (Fomento,
inspección, sanciones, descalificación e intervención temporal) y de una extensión parecida
(entre 6 y 10 artículos).
Una comparativa entre el Título III de Ley de 1993 y el actual Titulo III aporta las siguientes
novedades que apuntaremos aquí y cuyo análisis remitimos al comentario general.
Sobre el interés social y la utilidad pública, la novedad fundamental está en los derechos
que la Ley otorga a las cooperativas declaradas de utilidad pública que ahora se encuentran
listados en el apartado 2 del art. 156. También recoge este artículo el reconocimiento expreso
de las cooperativas de iniciativa social.
No ofrece excesivas novedades el artículo 157 dedicado a las medidas de fomento salvo
lo recogido en el apartado 2.d) que se refiere a que las administraciones públicas y los entes
dependientes promoverán el derecho preferente de las cooperativas en la adjudicación de
contratos con las mismas, como criterio de desempate en los pliegos de cláusulas administrativas
una medida que suponemos que no será del todo pacífica.
En el art. 158 Inspección cooperativa no aporta ninguna novedad significativa, al haberse
suprimido durante su tramitación todas las novedades que quien legisla pretendía introducir.
Únicamente, mejorando la técnica legislativa, separa la tipificación de las infracciones del
artículo que define la inspección cooperativa, trasladando el listado de infracciones al artículo
159. Infracciones Cooperativas.
El artículo 159, infracciones cooperativas, tampoco ofrece excesivas novedades con respecto
a la tipificación y calificación de las infracciones que recogía el artículo 139 de la antigua
Ley. Aunque pudiera intuirse cierta tendencia a fijarse más en las conductas que suponga
la infracción de aspectos fundamentalmente cooperativos relegando las infracciones más
mercantiles a las legislaciones comunes con el resto de sociedades.
569

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
El art. 160. Sanciones cooperativas, tampoco aporta novedades, aunque atribuye la potestad
sancionadora a la Dirección de economía social a la viceconsejería de la que depende la
dirección competente en economía social, en función de la gravedad de la infracción y no de
la cuantía de la sanción, siguiendo en este sentido el modelo de la atribución de la postead
sancionadora en materia de infracciones y sanciones en el orden social del Departamento de
Trabajo.
El art. 161. Descalificación de la cooperativa, introduce un nuevo tipo entre las causas de
descalificación de la cooperativa, el d), en la línea de fomentar el cumplimiento de los aspectos
cooperativos como es el de la “inactividad de los órganos sociales necesarios o la no
realización del objeto social durante más de tres años consecutivos.” Una introducción muy
oportuna que creemos pretende dinamizar el funcionamiento de los órganos de la cooperativa
y animar a la misma en el cumplimiento del objeto para el que fue creada.
Finalmente, el art. 162. Intervención temporal de las cooperativas, solo modifica la competencia
para adoptar y levantar la medida de intervención temporal, que se centraliza en la
persona titular del departamento del Gobierno vasco competente en materia de trabajo, siendo
así que en la anterior Ley el art. 142 atribuía la competencia para la adopción de la medida
de designación de uno o más interventores con la facultad de convocar la Asamblea General,
establecer el orden día de la misma y presidirla al Director de Economía Social. Dicha competencia
ya no la tiene atribuida la persona encargada de la Dirección de Economía Social.
30.3 Comentario general y significado práctico
Ya hemos visto en los anteriores apartados que el Título III tenía una vocación mucho más
ambiciosa pero que los avatares procedimentales, dictámenes e informes, lo han limitado a
lo que finalmente se ha publicado en el BOPV.
En este comentario general trataremos de analizar lo más destacable de lo finalmente aprobado,
siguiendo el orden de los artículos del Título III.
El primer comentario es sobre el reconocimiento como agente social específico para la
interlocución del conjunto del cooperativismo vasco de la “entidad que asocie a más del
sesenta por ciento de las cooperativas inscritas en el registro de cooperativas de Euskadi” o
“cuando el número de socios de dichas cooperativas sea superior al 60% del total de socios
inscritos en las cooperativas del registro”.
Esta referencia, como ya hemos puesto de manifiesto al tratar la tramitación de la norma,
no era la que originalmente propuso el quien legisla en el proyecto de ley inicial que reconocía
expresamente “como agente social a la Confederación de Cooperativas de Euskadi en su
interlocución representativa del conjunto del Cooperativismo Vasco”.
El anteproyecto optaba por el reconocimiento explícito, dada la problemática históricamente
suscitada al respecto, de la Confederación de cooperativas de Euskadi como “agente
social” (art.145.1 del anteproyecto) respecto de los diversos ámbitos socio-económicos institucionales
de la Comunidad Autónoma del País Vasco donde participe (art. 146 del anteproyecto)
en ejecución de sus funciones (art. 153.4 del anteproyecto).
No obstante, el informe del Consejo Económico y Social Vasco (CES), analizado en el
primer apartado de esta glosa, ya mostraba su desacuerdo con la consideración como agente
social de la Confederación de Cooperativas de Euskadi ya que “con la redacción propuesta
570

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
pudiera entenderse que ese está equiparando a dicha Confederación con los sindicatos y las
organizaciones empresariales”.
Finalmente, la Comisión Jurídica Asesora en su Dictamen 66/2016 de 27 de abril de 2016,
páginas 26 a 28, establece sobre el particular que el concepto de agente social, derivado del
art. 7 de la CE que reconoce ese papel a los sindicatos de trabajadores y las asociaciones
empresariales, “…es un concepto genérico, dedicado a un conjunto de agentes que operan y
participan en la vida, fundamentalmente institucional. La consideración como agente social
es una atribución que corresponde a un colectivo en general pero que no puede atribuirse
intuitu personae.
De ahí que siendo la Confederación de cooperativa de Euskadi una asociación empresarial
más dentro de un conjunto de asociaciones, federaciones o confederaciones empresariales,
no pueda atribuírsele a dicha asociación directamente la consideración de agente social.
Esta es la razón de que en el definitivo texto de la Ley no aparezca en el art. 156 la referencia
explícita a la Confederación de cooperativas de Euskadi, sino un criterio que permite
asignar dicha participación en función de la mayor o menor representatividad en el ámbito
cooperativo.
Al final la representación la seguirá teniendo la Confederación de cooperativas de Euskadi,
pero se abre la puerta a la existencia de alguna otra asociación que agrupe a diferentes cooperativas,
que evidentemente tendría también su derecho a participar como agente social de
interlocución si obtuviera la representatividad exigida en la norma.
Otro aspecto destacable de este artículo está en su apartado segundo, sobre la Declaración
de utilidad pública. La norma opta por listar los derechos que tendrán las cooperativas que
obtengan la declaración de utilidad pública por “contribuir a la promoción del interés general
de Euskadi”.
La ley remite al posterior desarrollo reglamentario el procedimiento, régimen y requisitos
para la declaración de utilidad pública, pero enumera 3 derechos que tendrán las cooperativas
que obtengan dicha declaración.
a) Utilizar la mención “declarada de utilidad pública” en sus documentos, a continuación
del nombre de la entidad.
b) Ser oídas en la elaboración de disposiciones generales relacionadas con materias de
su actividad y en la elaboración de programas con trascendencia para las mismas.
c) Gozar de exenciones, bonificaciones, subvenciones y demás beneficios de carácter
económico, fiscal y administrativo.
Las disposiciones finales no ponen plazo al desarrollo reglamentario referido al procedimiento,
régimen y requisitos de la declaración de utilidad pública, si bien se entiende que
sigue vigente el decreto 64/1999 de 2 febrero, por el que se aprueba el Reglamento sobre
procedimientos y requisitos relativos a las sociedades cooperativas de utilidad pública, que
no ha sido expresamente derogado por la ley.
Incluye el art. 156 la declaración de cooperativas de iniciativa social, cuyo régimen, requisitos
y procedimiento también se remite a posterior desarrollo reglamentario. Esta calificación
distinguirá aquellas cooperativas cuya finalidad sea la integración laboral de personas
571

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
que sufran cualquier clase de exclusión social, “y en general la satisfacción de necesidades
sociales no atendidas por el mercado”. Se distinguen de las cooperativas de integración social
(art. 133 y 134) en la “falta de ánimo de lucro” si bien se solapan en la integración laboral
de personas que sufran cualquier clase de exclusión social. El desarrollo reglamentario
aclarará a qué se refiere exactamente.
Sobre las medidas de fomento y difusión del cooperativismo, el art. 157 presenta algunas
novedades con respecto a la legislación anterior. En su primer párrafo realiza una declaración
de principios sobre la promoción del estudio y la difusión de los principios y valores
del cooperativismo. Además, afirma que los poderes públicos facilitaran el acceso a la innovación
tecnológica y organizativa e impulsarán las iniciativas que surjan desde las propias
cooperativas. En tendemos que es una presentación de lo que a continuación viene que son
las medidas de fomento.
Entre las novedades que incluye la norma destacan las siguientes:
Asegurar la representatividad el movimiento cooperativo vasco en los diversos ámbitos se
consulta y decisión y en los organismos de representación institucional correspondientes y
su progresiva consolidación normativa, lo que ya hemos visto que ese hará en los términos
del art. 156.1 y a través del movimiento cooperativo vasco.
El apartado d) incluye una clara discriminación positiva de las cooperativas en la contratación
pública al promover que “entre los criterios de desempate que se recojan en los pliegos
de cláusulas administrativas, figure el derecho preferente de las sociedades cooperativas en
la adjudicación de contratos”, una muestra clara del fomento y la “preferencia” del legislador
por este modelo empresarial. Es de suponer que esto genere alguna discusión doctrinal e
incluso algún contencioso entre empresas aspirantes a contratistas de la administración, pero
habrá que esperar al primer empate para ver que recorrido tiene esta disposición.
El apartado g) restringe la posibilidad de las cooperativas de vivienda para adquirir terrenos
de titularidad pública por el sistema de adjudicación directa, a aquellas cooperativas de
viviendas declaradas de utilidad pública. Desconozco la intención de esta distinción, pero
creo que debe ser apuntada.
Por lo que a la Inspección cooperativa se refiere (art. 158) la nueva Ley no aporta excesivas
novedades; lo cierto es que si bien el proyecto de Ley, y entendemos que el legislador, eran
muy ambiciosos en el tema de la Inspección cooperativa, llegando incluso a proponer u órganos
para llevarla a cabo, después de las vicisitudes ocurridas en la tramitación de la norma
(ya señaladas en apartados anteriores) el resultado no es el esperado.
Subraya el carácter preferentemente preventivo de la función inspectora, optando por el requerimiento
previo antes que por el “acta de infracción”, siempre que puedan evitarse daños
y perjuicios directos a titulares de derechos legítimos.
En cuanto a las infracciones cooperativas (art. 159), la nueva Ley opta por situarlas en un
artículo específico, lo que resulta más clarificador.
Con respecto a las infracciones, la exposición de motivos anunciaba la revisión del régimen
de infracciones, después de la prolongada vigencia de la Ley 4/1993, “sobre todo
teniendo en cuenta la evolución empresarial y societaria de las cooperativas vascas durante
dicho periodo, por una parte y por otra, que la actual tipificación de infracciones y correspondientes
sanciones, es tributaria de una regulación anclada en una visión de tutela y supervisión
administrativas que se entiende necesario revisar”.
572

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
Por ello, y volviendo a la idea de que la Administración ha de focalizarse en los aspectos
fundamentalmente cooperativos –participación de las personas socias y solidaridad- se produce
un ajuste en el cuadro de infracciones, al pretender la Ley limitar la labor de policía
administrativa al cumplimiento de aspectos diferenciales y sociales de las cooperativas con
respecto a otros tipos societarios, remitiendo la tutela de los demás aspectos no específicamente
cooperativos a las herramientas de que ya dispone el ordenamiento jurídico.
Con esta finalidad se produce una modificación del cuadro de infracciones, del cual desaparecen
las que no son puramente vulneraciones a los valores cooperativos – no someter las
cuentas anuales a auditoría externa, incumplir las obligaciones del art. 24.1 del código de
comercio- y se incorporan otras que se consideran estrictamente cooperativas como la vulneración
de los derechos de información, participación y propuesta de las personas socias,
de las disposiciones legales sobre imputación de pérdidas, el devengo de un interés a las
aportaciones al capital social vulnerando las disposiciones legales, etc.
En definitiva, una reducción de la labor inspectora a lo estrictamente cooperativo, que es
precisamente lo que el legislador considera digno de protección y fomento.
Llama la atención la reducción de la gravedad –de muy grave a grave- de la contratación de
personas trabajadoras por cuenta ajena excediendo los límites legalmente regulados, lo que
entendemos que responde a una generalización de esta conducta.
En cuanto a las sanciones, no hay excesivas modificaciones en su graduación ni en la competencia
de quien debe imponer la sanción. La Ley atribuye la competencia para proponer la
aprobación del reglamento sancionador al Departamento competente en materia de trabajo y
establece que será preceptivo el informe del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi
para la imposición de sanciones por infracciones de carácter muy grave.
Con respecto a la Descalificación de la Cooperativa, la Ley no aporta novedades destacables
salvo la inclusión entre las causas de descalificación de la “inactividad de los órganos
sociales necesarios o la no realización del objeto social durante más de tres años consecutivos”
inclusión que responde al mimoso motivo que la revisión del cuadro de infracciones, el
de velar por el cumplimiento de lo esencialmente cooperativo.
Por lo que se refiere a la intervención temporal de las cooperativas destaca la competencia
exclusiva del titular del departamento del gobierno vasco competente en materia de trabajo
para adoptar dicha media, excluyendo al Director de Economía Social de la adopción de una
medida de esta gravedad.
Una vez más, el articulado dedicado a la Inspección cooperativa (infracciones, sanciones,
descalificación e intervención temporal), olvida la pieza sustancial del sistema, que no es
otra que la Inspección cooperativa. Si el cuadro de infracciones y sanciones, carece de un
procedimiento y de una inspección encargada de su instrucción y aplicación, de nada sirve.
La Disposición Final cuarta en su apartado 3 establece que “en el plazo de un año desde
la entrada en vigor de la presente Ley (30 de enero de 2020) el Gobierno Vasco aprobará el
procedimiento de sanción cooperativa de conformidad con la legalidad de aplicación sobre
régimen sancionador de la administración y sus principios y garantías previsto por el art. 149
de esta Ley”.
Es de suponer que dicho procedimiento también determinará el órgano competente para la
labor inspectora, pero la pregunta es cómo se articula esta inspección mientras tanto. Es de
573

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
suponer que mientras se desarrolla el corpus jurídico de la inspección cooperativa (órgano
competente y procedimiento) la competencia la ostenta la Inspección de trabajo y seguridad
social y el procedimiento de aplicación es el propio de la Inspección de Trabajo y Seguridad
Social.
Así lo establecen el art. 1.2 de la Ley 23/2015, Ordenadora del Sistema de Inspección de
Trabajo y Seguridad Social y el 12.1.f) de la misma norma. Por lo tanto, nada impediría en
principio que la Inspección de Trabajo Y seguridad Social asumiera esta facultad inspectora
mientras el Gobierno Vasco aprueba el reglamento de desarrollo de la Ley en materia de
inspección cooperativa.
En este sentido, puede servir de modelo el Decreto 123/2014, de 2 de septiembre, por el
que se aprueba el Reglamento de la Ley 14/2011, de 23 de diciembre, de Sociedades Cooperativas
Andaluzas, cuyo Título IV (arts. 167 a 195) se ocupa del régimen sancionador y la
descalificación de sociedades cooperativas.
Concretamente, el capítulo II regula la inspección Cooperativa, atribuyendo al personal
funcionario dependiente de la Dirección General competente en materia de sociedades cooperativas
andaluzas adscrito al Servicio encargado de la Inspección y control de dichas entidades,
las funciones de inspección y control de la legalidad cooperativas.
Lo cierto es que la mayoría absoluta de la Leyes de Cooperativas autonómicas consultadas,
que contienen un título específico dedicado a “las cooperativas y la administración pública”
dedicado a regular el fomento del cooperativismo y la inspección cooperativa, atribuyen
expresamente la función inspectora a la Inspección de Trabajo y Seguridad Social. Pero esta
opción no es la única que se puede tomar, por lo que estaremos atentos a cuál es la opción de
las autoridades públicas vascas.
Para terminar este comentario quisiera apuntar tres breves comentarios sobre tres temas
que creo que suscita la lectura del Nuevo Título III “De las cooperativas y la administración
pública”.
Primero, sobre el fomento cooperativo (promoción, estímulo y desarrollo de las sociedades
cooperativas) que es reconocido en todas la normas, estatales y autonómicas, como tarea de
interés general ; si bien es un mandato constitucional recogido en el art. 129.2 CE, considero
que está falto de justificación en la Ley y que haría falta un poco más de pedagogía en la
exposición de motivos de la Ley para que las medidas en las que se traduce dicho fomento
(exenciones, subvenciones, acción positiva) no resulten discutidas o al menos discutibles.
A sensu contrario, sobre el alcance del art. 129.2 CE para el legislador o legisladora ordinaria;
podrían el legislador o legisladora ordinaria y los demás poderes públicos optar por no
llevar a cabo el fomento y divulgación del cooperativismo; podría considerarse esa opción
una vulneración de la obligación constitucional del art. 129.2 de la CE y por lo tanto exigible
y recurrible? ¿Qué grado de protección tiene el fomento cooperativo en el ordenamiento
jurídico? ¿Puede optarse por tratar igual a todas las sociedades empresariales independientemente
de su estructura organizativa?
Para tratar el fundamento del fomento cooperativo nos remitimos al estudio elaborado por
FRANCISCO VICENT CHULÍA y JUAN IGNACIO PEINADO GRACIA “Introducción.
Normas y ámbito de aplicación” (págs. 57 a 109) para la obra colectiva TRATADO DE DE-
RECHO DE COOPERATIVAS TOMO I (Tirant lo Blanch Valencia 2013).
574

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
Señalan los autores que “El impacto de la constitución de 1978 sobre las sociedades cooperativas
ha sido de dos órdenes: a) el valorativo, no solo creando una reserva de institución
– con lo cual la constitución exige al legislador que regule dicha institución, fijándole sólo
determinados criterios: caso de la cooperativa, la fundación, los colegios profesionales etc.
– sino imponiendo además a los poderes públicos el deber de fomento mediante una legislación
adecuada (art. 129.2 CE) cooperativas ; y b) el competencial, delimitando una competencia
legislativa estatal exclusiva-relativa a la legislación mercantil - y excluyendo de ella
lo que podríamos llamar legislación cooperativa, atribuida a las Comunidades Autónomas
en los estatutos de autonomía y en otras leyes orgánicas generales sobre competencias de
las comunidades autónomas.”
No interesa ahora el primer aspecto, el valorativo; la constitución optó por una valoración
claramente positiva del hecho cooperativo y lo hizo además con un planteamiento claro y
“de carácter normativo directo”. Esto es, la constitución optó por defender el cooperativismo
y fomentar a las cooperativas y ellos además con un alcance normativo y no meramente
programático.
Señalan FRANCISCO VICENT CHULÍA y JUAN IGNACIO PEINADO GRACIA que
“el art. 129.2 CE, tal como fue concebido y debería ser interpretado ahora, exigiría a los
poderes públicos una discriminación positiva a favor de las cooperativas, que tendría los
límites de la racionalidad que exigen los artículos 9.3 y 14 de la Constitución..” y añaden
que “Los privilegios que la legislación otorgue a las sociedades cooperativas tendrían que
ser, al mismo tiempo, reales o efectivos y además congruentes con la ratio legis del artículo
129.2 de la Constitución, es decir, con las características por las cuales se dicta esta norma
excepcional para las sociedades cooperativas – que no existe para ninguna de las demás
entidades jurídicas-.”
Tenemos pues que la Constitución valora favorablemente a las cooperativas y obliga a su
fomento, y además que sólo lo hace a favor de ellas y de ninguna otra entidad jurídica empresarial.
De ahí que la presencia de las administraciones públicas en la vida de las sociedades
cooperativas sea mucho mayor que la que tiene en la vida de empresas que se sirven de otras
fórmulas societarias.
Este mandato, cuyo alcance y obligatoriedad para quien legisla no nos atrevemos a valorar,
ha sido recogido si lugar a dudas por las diversas leyes de cooperativas, y por supuesto por la
Ley 11/2019 que nos ocupa. De hecho, la Disposición Adicional Cuarta. eleva a rango de Ley
la práctica habitual de elaboración anual de la norma que regula los programas de impulso,
promoción y fomento del cooperativismo, es decir, la elaboración de la norma que regula las
subvenciones y su ejecución deberá ser anual por mandato de la Ley.
Ahora bien, el fomento cooperativo debe ir ligado a la vigilancia de lo que se pretende
fomentar, son los dos platillos de la balanza, y uno hace de contrapeso al otro. El fomento
cooperativo pierde legitimada si no va a acompañado de una inspección eficaz, real; al final,
si no se vigila que las sociedades cooperativas cumplan con la legalidad cooperativa, si no
se inspecciona que se cumplen los principios cooperativos, no pueden ser acreedoras de
beneficios y ayudas (medias económicas, medidas fiscales, de apoyo técnico etc..) que precisamente
se justifican en esos principios que se consideran dignos de protección y apoyo.
Si se considera que las cooperativas son de interés social, si se considera que son acreedoras
de un trato positivo, de fomento y apoyo, es porque responden a una filosofía concreta a
575

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
unos principios concretos que se materializan en un funcionamiento concreto y en una legalidad
concreta, pero si no se vigila el cumplimiento de dicha legalidad cooperativa, el trato
de favor, el fomento, pierde su justificación. La inspección cooperativa es un instrumento
necesario.
Resulta sorprendente que junto con la Ley de cooperativas de Andalucía (que atribuye las
funciones de inspección y control de la legalidad cooperativa al personal funcionario dependiente
de la Dirección General competente en materia de sociedades cooperativas andaluzas
adscrito al Servicio encargado de la inspección y control de dichas entidades por medio del
art. 174.1 del Decreto 123/2014 de 2 de septiembre por el que se aprueba el Reglamento de
la Ley 14/2011 de 23 de diciembre de Sociedades Cooperativas Andaluzas), la ley de cooperativas
de Euskadi sea la única que no ha atribuido la inspección cooperativa a la ITSS, más
aún cuando dicha inspección es propia tras la transferencia de la inspección.
Efectivamente a partir del decreto 138/2011, de 28 de junio, por el que se aprueba el
Acuerdo de 22 de junio de 2011 de la Comisión Mixta de Transferencias sobre traspaso de
funciones y servicios a la Comunidad Autónoma del País Vasco en materia de función pública
inspectora de la inspección de trabajo y seguridad social, se traspasó a la Comunidad
Autónoma del País Vasco el ejercicio de la función inspectora en su ámbito territorial, y los
servicios de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, constituidos por los órganos, funcionarios
y medios materiales que contribuyen al adecuado cumplimiento de las normas del
orden social en las materias competencia de la Comunidad Autónoma del País Vasco.
Dicho decreto en Anexo al real decreto 895/2011, de 24 de junio acuerdo de la comisión
mixta de transferencias de 22 de junio de 2011 establece que:
“sin perjuicio de la necesaria coordinación y colaboración con la Administración
del Estado, corresponderá a la Comunidad Autónoma del País Vasco, en el ámbito territorial
y material de sus competencias, de conformidad con la legislación vigente, el
ejercicio de los cometidos de la función inspectora, que en todo caso comprenden:
1. La vigilancia y la exigencia del cumplimiento de las normas legales, reglamentarias
y el contenido normativo de los convenios colectivos, en los siguientes ámbitos:
Ordenación del trabajo y relaciones sindicales.
Prevención de riesgos laborales.
Empleo: colocación, empleo, formación profesional ocupacional y continua, empresas
de trabajo temporal, agencias de colocación y planes de servicios integrados
para el empleo, y en colaboración con la Tesorería General de la Seguridad Social,
incentivos a la contratación mediante régimen de bonificaciones de las cuotas sociales.
Cualesquiera otras normas cuya vigilancia se encomiende específicamente a la Inspección
de Trabajo, cuya competencia material corresponda a la Comunidad Autónoma
del País Vasco.”
Por lo tanto, tenemos un instrumento que tiene asumida la competencia en materia de inspección,
si bien no le ha sido expresamente atribuida por la ley de Cooperativas de Euskadi
(a pesar de que el Dictamen de la COJUA ya dijo claramente que “…tal y como se manifiesta
en la exposición de motivos, se deberá optar por implantar un servicio específico de inspección
cooperativa o atribuir dichas potestades a la Inspección de trabajo, reformulando el
576

DE LAS COOPERATIVAS Y LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
contenido del artículo citado.” ) pero no parece haber excesivo interés en que sea utilizado
para ejercer la labor de policía en el ámbito cooperativo, más allá de la prevención de riesgos
laborales.
No se va a poder constituir una inspección cooperativa mientras no se tenga claro el modelo
ni a quién atribuir la facultad inspectora ni mientras no haya un excesivo interés en
hacerlo. ¿Mientras tanto, como hemos comentado anteriormente, puede considerarse que la
competencia inspectora corresponde a la Inspección de trabajo?
La competencia en materia de Prevención de riesgos laborales ya la tiene asumida la Inspección
de Trabajo y Seguridad social en el ámbito de las cooperativas del país vasco, tras
la fallida experiencia del decreto 18/2008, de 29 de enero, que atribuía la competencia inspectora
en materia de prevención de riesgos laborales en el ámbito cooperativo a la inspección
de seguridad y salud laborales constituida por personal técnico del Instituto VAS-
CO DE Seguridad y Salud Laborales-OSALAN y que fue anulada por STSJ de País Vasco,
(Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 2ª) Sentencia núm. 298/2009 de 7 mayo
JUR\2009\372094.
Recordemos que la Sentencia lo que venía a establecer era que “en materia de prevención
de riesgos laborales la Comunidad Autónoma no tiene competencias legislativas plenas;
como hemos expuesto la Sala no comparte la tesis de que el Decreto se soporta en el título
competencial “cooperativas”, puesto que, como hemos indicado, lo sustantivo es que se
regula un procedimiento administrativo sancionador en relación con las infracciones y sanciones
en materia de prevención de riesgos laborales, no cooperativas”.
¿podría considerarse que también tiene la Inspección de Trabajo y Seguridad Social la
competencia en materia de cumplimiento de la ley de cooperativas, aunque la Ley 11/2019
no se la haya atribuido expresamente? Sin duda es lo que puede concluirse de las disposiciones
normativas señaladas.
Estas son las reflexiones finales que, entre otras, surgen de la lectura del Título III “De las
cooperativas y la administración pública”.
30.4 Otra normativa aplicable
En relación a las cooperativas y la administración pública, las normas más relevantes ya
han sido citadas, pero debemos estar atentos a los desarrollos reglamentarios en materia de
declaración de utilidad pública, declaración de cooperativas de iniciativa social y el procedimiento
de sanción cooperativa.
Mientras tanto resultaran de aplicación el Decreto 64/1999, de 2 de febrero, por el que se
aprueba el reglamento sobre procedimientos y requisitos relativos a las Sociedades Cooperativas
de utilidad pública, el Decreto 61/2000, de 4 de abril, por el que se regulan las Cooperativas
de Iniciativa Social.
Y en el ámbito de la potestad sancionadora, consideramos de aplicación la Ley 23/2015
Ordenadora del sistema de Inspección de Trabajo y S.S. el RD 928/1998 Rgto. Procedimiento
Imposición de Sanciones, el RD 138/2000 Rgto. de Organización y Funcionamiento ITSS
y el RDL 5/2000 sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social.
577

31. DEL ASOCIACIONISMO COOPERATIVO *31
ASOCIACIONES COOPERATIVAS
Artículo 163. – Principios generales.
1. Para la defensa y promoción de sus intereses en cuanto sociedades cooperativas,
estas podrán asociarse libre y voluntariamente en uniones, federaciones y confederaciones
de cooperativas, sin perjuicio de poder acogerse a cualquier otra fórmula
asociativa, de acuerdo con la legislación general reguladora del derecho de asociación.
2. Las cooperativas, sus uniones, federaciones, y confederaciones, así como el Consejo
Superior de Cooperativas de Euskadi, integran el movimiento cooperativo de la
Comunidad Autónoma del País Vasco.
3. Los poderes públicos de la Comunidad Autónoma del País Vasco adoptarán las
medidas necesarias para fomentar el asociacionismo de entidades cooperativas, así
como las relaciones de intercooperación, y promoverán programas de revisión, actualización
y depuración técnica de los censos de las cooperativas de la Comunidad
Autónoma Vasca.
Artículo 164. – Uniones, federaciones y confederaciones de cooperativas.
1. Dos o más cooperativas del mismo sector de actividad económica podrán constituir
una unión de cooperativas.
2. Las sociedades cooperativas de la misma clase, inscritas o domiciliadas en la Comunidad
Autónoma del País Vasco, podrán constituir federaciones entre sí o con
uniones de cooperativas.
Cuando asocien más del cincuenta por ciento de las cooperativas inscritas en el
Registro de Cooperativas de Euskadi, con actividad acreditada ante el mismo, o
cuando el número de personas socias de las entidades federadas sea superior a
dicho porcentaje respecto al total de personas socias de las cooperativas activas e
inscritas en el citado Registro, deberán añadir a su denominación social las palabras
«de Euskadi».
Las federaciones de cooperativas de Euskadi de distintas clases podrán fusionarse
entre sí para crear federaciones representativas de diversas clases de cooperativas.
3. Las federaciones de cooperativas podrán constituir confederaciones.
Cuando una confederación agrupe, al menos, al sesenta por ciento de las federaciones
de cooperativas de Euskadi registradas, se denominará «Confederación de
Cooperativas de Euskadi».
4. Corresponde a las uniones, federaciones y confederaciones de cooperativas:
a) Representar a las personas miembros que asocien de acuerdo con lo que establezcan
sus estatutos.
* Comentario realizado por Carlos González Fernández. Letrado Asesor. Euskadiko Kooperatiben Konfederazioa-KONFEKOOP-
Confederación de Cooperativas de Euskadi.
579

DEL ASOCIACIONISMO COOPERATIVO ASOCIACIONES COOPERATIVAS
b) Ejercer la conciliación en los conflictos surgidos entre sus entidades asociadas
o entre estas y sus personas socias.
c) Organizar servicios de asesoramiento, asistencia jurídica, contable y técnica y
cuantos sean convenientes a los intereses de sus asociadas.
d) Fomentar la promoción y formación cooperativa.
e) Colaborar con el Registro de Cooperativas de Euskadi en las tareas de actualización
y depuración del censo de sociedades inscritas en aquel.
f) Ejercer cualquier otra actividad de naturaleza análoga.
4. Las uniones, federaciones y confederaciones de cooperativas constituidas al amparo
de esta ley deberán depositar en el Registro de Cooperativas de Euskadi, por
medio de sus promotores, para adquirir personalidad jurídica y plena capacidad de
obrar, el acta de constitución, que habrá de contener:
a) Relación de las entidades promotoras.
b) Certificación del acuerdo de asociación.
c) Composición de los órganos de representación y gobierno de la entidad.
d) Certificaciones del Registro de Cooperativas del ministerio competente en materia
de trabajo y del Registro de Cooperativas de Euskadi, de que no existe otra
entidad con idéntica denominación.
e) Los estatutos asociativos, que contendrán:
1) La denominación de la entidad.
2) El domicilio y el ámbito territorial y funcional de actuación de la entidad.
3) Los órganos de representación y administración y su funcionamiento, así
como el régimen de elección de sus cargos.
4) Los requisitos y procedimientos para la adquisición y pérdida de la condición
de entidad asociada, así como el régimen de modificación de estatutos,
fusión y disolución de la entidad.
5) El régimen económico de la entidad, estableciendo el carácter, procedencia
y el destino de sus recursos, así como los medios que permitan a las asociadas
conocer la situación económica.
6. Las actuaciones del Registro de Cooperativas de Euskadi respecto a las
entidades reguladas en este artículo no tendrán carácter constitutivo y se
acomodarán al régimen registral sobre asociaciones.
7. Será de aplicación a las uniones, federaciones y confederaciones de cooperativas
lo regulado en la presente ley sobre contabilidad y auditoría de
cuentas. Además, en lo no regulado expresamente en los estatutos asociativos,
se estará a lo dispuesto por la presente ley con carácter general.
31.1 Principales novedades respecto de la normativa anterior
Varios son los cambios que afectan al Capítulo I del Título IV de la ley dedicado a las asociaciones
cooperativas y que está integrado por dos artículos, el “Artículo 163.- Principios
Generales” y el “Artículo 164.- Uniones, Federaciones y Confederaciones de Cooperativas”.
580

DEL ASOCIACIONISMO COOPERATIVO ASOCIACIONES COOPERATIVAS
Especialmente en este segundo artículo, es donde se recogen la mayoría de los cambios,
dado que el primero de ellos permanece intacto en su contenido material anterior. Vemos
cuales son estos cambios.
31.1.1 Cambios en la numeración
La primera novedad visible es el cambio de numeración que se otorga a los artículos indicados,
siendo así que en la Ley 4/1993, tenían asignados los números 143 y 144 respectivamente,
correspondiéndoles ahora como indicamos arriba, los números 163 y 164.
A su vez, el segundo párrafo del apartado 2, que antes no tenía asignada numeración alguna
ahora se identifica con el número 3, quedando dicho artículo configurado con el mismo
contenido, pero con la única salvedad derivada de su diferente numeración, sin que haya más
novedades que señalar con respecto del actual artículo 163.
31.1.2 Cambios terminológicos
En cuanto al artículo 164, los cambios son algo más relevantes, siendo el primero de ellos
el que viene dado de la mano de la adecuación terminológica que se realiza en todo el texto
de la ley con la introducción de un leguaje más inclusivo en lo que respecta a la perspectiva
de género. Así en la nueva redacción se sustituyen expresiones como “socios” por el de “personas
socias” o “asociadas”, y el término “miembros” por “personas miembros”.
Desde el punto de vista terminológico, también se produce una homogeneización en las
referencias al Registro de Cooperativas de Euskadi.
Mientras en la redacción anterior se recogían indistintamente menciones tanto al “Registro
de Cooperativas” como al “Registro de Cooperativas de Euskadi” para referirse a este
último, el nuevo texto legal unifica dicha redacción añadiendo las palabras “de Euskadi”
en aquellos casos en los que la referencia venía dada solo a Registro de Cooperativas, para
completar dicha identificación utilizando en todo el texto la misma denominación.
Otro cambio que corresponde igualmente al plano terminológico viene dado por la necesidad
de adecuar la redacción de las referencias que la anterior norma hacía en la letra d) del
apartado 5, tanto al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y así como al Departamento de
Trabajo y Seguridad Social del Gobierno Vasco.
Debido a las numerosas modificaciones que se realizan en la organización y estructura
de los diferentes Ministerios y Departamentos del Gobierno Vasco, y para evitar que la Ley
quede con una redacción obsoleta cada vez que se produce una modificación de dichos órganos
administrativos, la nueva redacción de la Ley 11/2019 recoge una mención mucho
más general y abierta haciendo ahora referencia al Ministerio que ostente la competencia en
materia de trabajo de tal suerte que los sucesivos cambios que se puedan producir no dejen
desfasada la reacción de la ley.
31.1.3 Cambio en el orden de redacción
En el apartado 5 del ahora numerado como artículo 164, se produce un cambio en el orden
dado a la redacción que, sin conllevar la supresión ni modificación de ninguna palabra, con
una sola excepción que luego de citará, sin embargo, la nueva redacción dada resulta más
coherente con vistas a su mejor comprensión lingüística.
581

DEL ASOCIACIONISMO COOPERATIVO ASOCIACIONES COOPERATIVAS
Así, mientras la redacción anterior decía lo siguiente:
“5. Las uniones, federaciones y confederaciones de cooperativas, constituidas al amparo
de esta ley para adquirir personalidad jurídica y plena capacidad de obrar, deberán
depositar por medio de sus promotores, en el Registro de Cooperativas competente,
el acta de constitución, que habrá de contener:”
La nueva redacción, sin cambiar ninguna de las palabras de su contenido, ofrece otra ordenación
que es del siguiente tenor literal:
“5.- Las uniones, federaciones y confederaciones de cooperativas constituidas al amparo
de esta ley deberán depositar en el Registro de Cooperativas de Euskadi, por medio
de sus promotores, para adquirir personalidad jurídica y plena capacidad de obrar, el
acta de constitución, que habrá de contener:”
Además, como ya se ha indicado, la remisión al Registro de Cooperativas “competente”
que se hacía con una fórmula abierta de carácter general, se concreta ahora al Registro de
Cooperativas de Euskadi, lo cual es lógico ya que en dicho párrafo se está regulando sobre
la constitución de las entidades asociativas que se constituyen al amparo de “esta ley”. Por
lo que siendo esta la Ley de Cooperativas de Euskadi, el Registro competente siempre va
a ser el Registro de Cooperativas de Euskadi. Por tanto, era lógica esta modificación en la
redacción que resulta mucho más precisa y evita toda posible interpretación errónea de su
contenido, que aquella mención genérica, quedando por tanto con ella precisado el marco de
actuación territorial desde el punto de vista orgánico.
31.1.4 Porcentajes de representatividad
Vistas las novedades digamos de forma, en cuanto a lo que se refiere al contenido material
del articulado, el primer cambio importante viene dado por el incremento que se produce en
el porcentaje necesario para que tanto federaciones como uniones de cooperativas puedan
añadir a su denominación las palabras “de Euskadi”.
La ley de 1993 establecía como requisito necesario que estas entidades asocien “al menos
el cuarenta por ciento”, bien de las cooperativas inscritas o bien del número de personas
socias de las entidades federadas, de tal suerte que se cubriese dicho porcentaje con respeto
del total de las personas socias de las cooperativas activas e inscritas en el Registro de Cooperativas
de Euskadi.
Pues bien, la nueva ley eleva este porcentaje exigiendo que dicha representatividad alcance
a “más del cincuenta por ciento” respecto de los mismos parámetros.
Dicho cambio, no sólo era lógico sino además necesario, dado que la redacción anterior
exigía un nivel de representación que matemáticamente podría ser alcanzable por más de una
entidad asociativa. Resultaría paradójico y fuera de toda lógica que existieran dos entidades
que ostentaran el carácter de ser representativas de Euskadi para el mismo ámbito subjetivo
de cooperativas, por lo que este cambio era necesario.
La nueva redacción corrige este riesgo de tal suerte que con la nueva redacción se elimina
la posibilidad de que más de una entidad pueda utilizar las palabras “de Euskadi” en su
denominación, al exigirse un nivel de representatividad superior y solamente alcanzable por
una entidad al mismo tiempo.
582

DEL ASOCIACIONISMO COOPERATIVO ASOCIACIONES COOPERATIVAS
31.1.5 Supresión de la referencia al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi
Por otro lado, en la nueva ley se suprime el párrafo tercero del apartado 2, que hacía referencia
a la representación de las federaciones en el Consejo Superior de Cooperativas de
Euskadi.
Este párrafo tenía el siguiente tenor literal:
“Estas últimas federaciones tendrán representación, en todo caso, en el Consejo Superior
de Cooperativas de Euskadi, en la forma y número que reglamentariamente se
establezca.”
Esta supresión es lógica, ya que, por un lado, parece que la ubicación más lógica para tratar
la composición del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi es el capítulo y los artículos
dedicados a dicha institución.
Además, por coherencia también se elimina esta mención a causa de que posteriormente la
ley ya prevé que esta representación de las federaciones en el Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi se vehiculizará a través de la Confederación de Cooperativas de Euskadi, lo
cual es lógico al ser la máxima entidad privada de representación del asociacionismo cooperativo,
y por tanto una de sus funciones naturales.
31.1.6 Nueva referencia a la fusión de federaciones
La Ley 11/2019 introduce en el mismo lugar que deja el párrafo referente al Consejo Superior
de Cooperativas de Euskadi que resulta eliminado, un nuevo párrafo que viene a regular
cuestiones distintas a las del párrafo eliminado, aunque conexas.
En efecto, y como luego veremos, para dar cabida en la ley a una realidad que ya se está
produciendo desde hace años, se introduce un nuevo párrafo que hace referencia a la fusión
de federaciones de cooperativas, con el siguiente tenor:
“Las federaciones de cooperativas de Euskadi de distintas clases podrán fusionarse
entre sí para crear federaciones representativas de diversas clases de cooperativas.”
Este párrafo, si resulta apropiado en este artículo al recoger cuestiones que afectan a las
propias federaciones y, por otro lado, necesario por lo arriba indicado, confiriendo así seguridad
jurídica a las fusiones a que hace referencia.
31.1.7 Remisión al régimen contable y de auditoría de cuentas aplicable
Como última novedad se incorpora un último párrafo 7 en este artículo. En este nuevo
párrafo se recoge una expresa referencia sobre la aplicabilidad a las entidades asociativas de
las mismas normas sobre contabilidad y auditoría que para el resto de las cooperativas, así
como una remisión general a la propia ley para llenar cualquier vacío regulatorio en lo que
respecta a estas entidades.
Dicho párrafo recoge el siguiente tenor literal:
7. Será de aplicación a las uniones, federaciones y confederaciones de cooperativas
lo regulado en la presente ley sobre contabilidad y auditoría de cuentas. Además, en lo
no regulado expresamente en los estatutos asociativos, se estará a lo dispuesto por la
presente ley con carácter general.
583

DEL ASOCIACIONISMO COOPERATIVO ASOCIACIONES COOPERATIVAS
Aunque la contabilidad y los procesos de auditoria ya tienen su propia regulación, sin embargo,
a efectos de la obligatoriedad o no de las mismas respecto de las entidades asociativas
del cooperativismo, su simple referencia en la Ley mejora la regulación de las mismas y
aporta seguridad jurídica en cuanto a su aplicabilidad.
31.2 Comentario general y significado practico
En la práctica, la regulación de este capítulo tal y como reconoce la propia Exposición de
Motivos de la ley es una “regulación de mínimos, en favor de la libertad asociativa …” y
ello es lógico y coherente con la materia que se regula, ya que el Derecho de Asociación es
un derecho fundamental, y cualquier intento de exceso regulatorio en dicha materia lo único
que conllevaría es al estrechamiento de su ejercicio lo cual va en contra del propio derecho.
Además, al ser una materia cuya regulación requiere de una ley orgánica, cualquier intento
de regulación que en definitiva suponga un corsé a la amplitud que permite su normativa
reguladora podría incluso rozar la inconstitucionalidad, dado que la Ley de Cooperativas ni
tiene dicho rango, ni por otra parte es materia de su competencia.
Visto esto y entrando en el contenido mismo y las modificaciones introducidas, cabe indicar
que el significado práctico de la adecuación terminológica tiene su importancia en lo que
respecta a la necesidad de trasladar a las entidades asociativas cooperativas, la incorporación
de la perspectiva de género tanto en sus formas como en sus contenidos.
De esta manera y aunque la ley no lo disponga expresamente en la misma medida que lo
hace para las cooperativas en el artículo 13, sin embargo, de una forma implícita está extendiendo
a estas organizaciones la necesidad de que en su seno se implementen actuaciones
que generen espacios libres de violencias sexistas y de igualdad de derechos y oportunidades
tanto para hombres como para mujeres.
En lo que respecta al porcentaje de representación que se eleva para utilizar las palabras
“de Euskadi”, podría pensarse que este cambio conduce a un endurecimiento de las condiciones
para alcanzar la legitimación al uso de las mismas. Sin embargo, ello no es así, ya que
este no es el fin buscado, sino el de evitar que dos entidades puedan tener la misma consideración.
Efectivamente no podría concebirse que existiesen dos entidades representativas que
tengan los mismos fines, y nivel de representatividad para el mismo ámbito territorial. Por
eso, lo que subyace en el fondo es la necesidad del asociacionismo organizarse con la fuerza
que imprime el poder representar a una parte mayor de interesados en un mismo ámbito territorial
que es el de aplicación de la propia ley.
Además, no hay que perder de vista el carácter imperativo de este precepto, que establece
respecto de las palabras “de Euskadi”, que las mismas “deberán” añadirse a su denominación
social en el momento en que se alcance el porcentaje establecido. Por tanto, la propia
ley con su redacción, al generar una obligación estaba forzando incluso la posibilidad de que
se pudiera producir la situación absurda que precisamente se pretende evitar.
Por otro lado, aunque la redacción hubiera tenido un carácter más facultativo, aun así, el
riesgo de que se produjera una situación absurda seguiría manteniéndose, por lo que la única
manera de evitar dicho riesgo, era en todo caso elevando el porcentaje de tal suerte que solamente
sea posible por una entidad al mismo tiempo ostentar dicha representatividad. En
584

DEL ASOCIACIONISMO COOPERATIVO ASOCIACIONES COOPERATIVAS
suma, este cambio incrementa las dosis de seguridad jurídica que debe ofrecer la norma a
sus destinatarios.
En lo que respecta al cambio relativo a la supresión del párrafo referido al Consejo Superior
de Cooperativas de Euskadi, mencionado anteriormente en el punto 31.2.5, se puede
afirmar que dicho cambio es coherente con el propio contendido del apartado 4 del artículo
163. De esta forma efectivamente parece lo más adecuado que siendo una de las funciones
esenciales de una confederación de cooperativas, la representación de las personas miembros
que las integran, esto es las federaciones, lo lógico es que la representación por tanto de estas
en el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi y en todas las instancias pertinentes, se
lleve a cabo a través de la propia confederación como entidad asociativa representativa de
rango superior. En otro caso, no tendría razón de ser una confederación cuando las federaciones
que la integran y a las que está llamada a representar, ya ejercen su representación
individualmente en otra entidad paralela y al margen de aquella.
Por lo que se refiere a las fusiones, en la práctica cuando se habla de fusión de cooperativas
lo habitual es que estos procesos de fusión vengan referidos a cooperativas de la misma clase
o sector de actividad, esto es, de cooperativas de crédito, enseñanza, o cualquiera de las que
la Ley reconoce como tales.
Sin embargo, no es habitual, aunque no existe ninguna norma que lo prohíba, la fusión de
cooperativas o incluso de federaciones de cooperativas que representan a diferentes clases de
cooperativas o sectores de actividad.
Por otro lado, y como normalmente ocurre, la legislación siempre va detrás de la realidad,
y en nuestro ámbito de actuación no podía ser de otra forma y así lo reconoce la Exposición
de Motivos de la propia ley al decir que algunos de los cambios operados en este capítulo
se producen en la necesidad de “adecuación al grado de desarrollo asociativo del cooperativismo
vasco.”. De esta manera, es de ver que desde hace más de una década venían ya
produciéndose estos procesos de fusión al haberse dado el caso de federaciones integradas
por un número demasiado reducido de cooperativas por no existir más cooperativas de su
clase que puedan ser susceptibles de incorporarse a las mismas.
En efecto, podemos destacar el caso de la Federación de Cooperativas de Crédito de Euskadi,
que solamente contaba con dos cooperativas asociadas al no haber más cooperativas
de esta clase en Euskadi. Como esta situación no tenía mucha razón de ser por sí misma,
dicha Federación se integró con las Federaciones de Cooperativas de Trabajo Asociado y la
Federación de Cooperativas de Enseñanza, constituyéndose la Federación de Cooperativas
de Trabajo Asociado, Enseñanza y Crédito de Euskadi.
Posteriormente se han ido incorporando mediante fusión otras federaciones tales como la
Federación de Cooperativas de Consumo de Euskadi en el 2015, o la Federación de Cooperativas
Agroalimentarias de Euskadi en 2019. Esto lo que pone de relieve es que el asociacionismo
cooperativo vasco es dinámico y está en una constante evolución.
Por este motivo, y aunque el principio general en los procesos de fusión es que son posibles
en tanto en cuanto no exista una norma que lo prohíba, sin embargo, por una simple cuestión
una vez más de seguridad jurídica, al ser una modalidad de fusión digamos “no habitual”
pero que se está dando en la práctica, era necesario recogerla expresamente en la Ley para
que no quepa duda alguna sobre su validez jurídica y su encaje en la ley.
585

DEL ASOCIACIONISMO COOPERATIVO ASOCIACIONES COOPERATIVAS
31.3 Otra normativa aplicable
Es de destacar por estar directamente relacionado con lo indicado anteriormente respecto
a las fusiones de Federaciones, así como por su carácter innovador, el texto recogido en la
Disposición Adicional Novena de la ley que recoge el siguiente tenor:
DISPOSICIÓN ADICIONAL NOVENA
No obstante, lo previsto en el artículo 153.3 de esta ley, en el supuesto de que se fusionen
federaciones de cooperativas formando una nueva entidad federativa, la misma tendrá la
consideración de confederación de cooperativas de Euskadi siempre que:
1.- Asocie más del sesenta por ciento de las cooperativas inscritas en el Registro de Cooperativas
de Euskadi, con actividad acreditada ante el mismo, o cuando el número
de personas socias de dichas cooperativas sea superior o de idéntico porcentaje
respecto al total de personas socias de las cooperativas activas e inscritas en el
citado registro.
2.- No exista otra entidad confederal conformada en los términos de dicho artículo.
Esta disposición es consecuencia del proceso de fusión que se viene dando en los últimos
años entre las diferentes federaciones de cooperativas de Euskadi, y es un paso lógico además
en dicha evolución.
Fusionadas las federaciones de diferentes sectores de actividad o clases de cooperativas en
una sola entidad, ello convierte a la federación resultante en una entidad que de hecho ostenta
una representación de carácter cuasi-confederado.
Al mismo tiempo tras haberse integrado en una única entidad todas las federaciones sectoriales,
ya no tiene sentido la existencia por mera duplicidad de otra entidad donde estén
representadas las mismas federaciones, para las mismas finalidades, como lo era la Confederación
de Cooperativas de Euskadi.
Además, esta confederación tras estos procesos de fusión, entraría asimismo en causa legal
de disolución, pues al extinguirse por mor de las diferentes fusiones, las federaciones que
integraban la confederación, esta entidad quedaría integrada solo por una entidad asociada,
debiendo por tanto declarar su disolución.
Por otro lado, y para evitar el vacío que esta disolución dejaría en el ámbito representativo,
y para poder garantizar que las federaciones dispongan y puedan ejercer su representación
en el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, así como en otros foros e instancias en
los que le corresponde ejercitar dicha representación, es por lo que es necesario el establecimiento
de una disposición de este tenor que venga a cubrir ese vacío regulatorio, y en tal
sentido se permita que una entidad que como hemos dicho ostenta un carácter cuasi-confederado,
pueda ostentar la consideración de confederación.
De esta manera se cubre el vacío que la disolución necesaria de la Confederación dejaría
y el asociacionismo cooperativo, sale fortalecido de esta evolución, pero todo bajo el prisma
de la seguridad jurídica que otorga el reconocimiento en la ley de la realidad asociativa, y su
evolución.
586

32. CONSEJO SUPERIOR DE COOPERATIVAS
DE EUSKADI *32
Artículo 165.- Naturaleza, composición y funciones.
1. El Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, constituido como máximo órgano
de promoción y difusión del cooperativismo, se configura como una entidad pública
de Carácter consultivo y asesor de las administraciones públicas vascas para todos
los temas que afecten al cooperativismo.
Gozará de personalidad jurídica propia, distinta de la de la Administración de la
Comunidad Autónoma del País Vasco, y plena capacidad de obrar para el cumplimiento
de sus funciones.
2. Corresponden al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi las funciones siguientes:
a) Difundir los principios del movimiento cooperativo; facilitar y colaborar
en la investigación, planificación y ejecución de los programas de desarrollo
y fomento del cooperativismo, y promover la educación y formación
cooperativa.
b) Informar, con carácter preceptivo, los proyectos de disposiciones legales
y reglamentarias que afecten directamente a las cooperativas o a sus
organizaciones, así como realizar estudios, proposiciones y dictámenes
sobre materias de su competencia. Informará, así mismo, las bases reguladoras
de las subvenciones que afecten directamente a las cooperativas
o a sus organizaciones.
c) Colaborar con la Administración en orden a la difusión y cumplimiento
de lo previsto en la presente ley y, en especial, de los principios cooperativos.
En concreto, velará por el cumplimiento de los principios cooperativos,
especialmente el control democrático y la participación económica
de las personas socias, sin perjuicio de las funciones inspectoras que
corresponden al Gobierno Vasco o a otras administraciones públicas, de
conformidad con el artículo 147.1.
d) Organizar servicios de interés común para las federaciones de cooperativas
y, en su caso, para estas últimas.
e) Contribuir al perfeccionamiento del régimen legal e institucional del ordenamiento
socioeconómico de la Comunidad Autónoma del País Vasco
y participar en las instituciones y organismos existentes para su logro.
f) Intervenir por vía de arbitraje en las cuestiones litigiosas que se susciten
entre las cooperativas, entre estas y sus personas socias, o en el seno de
las mismas entre personas socias, cuando ambas partes lo soliciten o
* Comentario realizado por Santiago Merino Hernández, Letrado del Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi.
587

CONSEJO SUPERIOR DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
estén obligadas a ello a tenor de sus estatutos, reglamento interno o por
cláusula compromisoria. En todo caso, la cuestión litigiosa debe recaer
sobre materias de libre disposición por las partes conforme a derecho y
afectar primordialmente a la interpretación y aplicación de principios,
normas, costumbres y usos de naturaleza cooperativa.
Las personas socias de las cooperativas, cualquiera que sea su clase, antes de
acudir para la resolución de los conflictos que se puedan suscitar entre ellas y la
cooperativa, derivados de su condición de tal, a la jurisdicción competente o a
la resolución extrajudicial, deberán agotar previamente la vía interna cooperativa
establecida en la presente ley, en sus normas de desarrollo, en los estatutos
sociales o en las normas internas de la cooperativa.
g) Las demás que le encomienda la presente ley.
3.- El Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi estará integrado por representantes
de las cooperativas, del Gobierno Vasco, de las diputaciones forales de los tres
territorios históricos y de las universidades del País Vasco.
La representación de las cooperativas, que será mayoritaria en el consejo,
se realizará a través de la Confederación de Cooperativas de Euskadi.
4.- La estructura, composición y funciones de los órganos del consejo, el sistema de
elección y atribuciones de la presidencia y de la secretaría general técnica, así como
el régimen laboral de su personal, se determinarán reglamentariamente.
5. Bajo el principio de autonomía económico-financiera, el Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi aprueba y ejecuta su presupuesto, que se financiará con:
a) Las cantidades que le sean asignadas en los Presupuestos Generales de
la Comunidad Autónoma de Euskadi.
b) Las cantidades definidas en el artículo 98.2, párrafos a) y d), de esta ley.
c) Las aportaciones del movimiento cooperativo.
d) Los productos de sus actividades y bienes.
e) Cualquier otro ingreso que tenga reconocido normativamente o que reciba,
sea de origen público o privado, a título oneroso o lucrativo.
6.- El Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi someterá a auditoría externa las
cuentas anuales que apruebe, las cuales habrán sido formuladas de conformidad
con el marco normativo de información financiera que le resulte de aplicación.
32.1 Principales novedades respecto a la normativa anterior
A pesar de que la exposición de motivos realiza una breve mención a las novedades relativas
al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi (en adelante CSCE-EKGK) señalando
que se aclara en sede legal la necesidad de formular sus cuentas anuales de conformidad
con el marco normativo de información financiera que resulte de aplicación, al tiempo que
anuncia la presencia de las diputaciones forales y el agotamiento de la vía interna respecto
a la función arbitral, han sido más las novedades que podemos encontrar en la nueva Ley
y que pasamos a exponer.
Dicho esto, y antes de entrar específicamente en el análisis del artículo 165, debemos recordar
las importantes novedades introducidas sobre el CSCE-EKGK en los artículos 89.1.a)
588

CONSEJO SUPERIOR DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
(desaparece la homologación de la memoria de transformación), y 117.2 (intervención en las
operaciones con terceros de las cooperativas de viviendas). Si bien ambas ya son comentadas
en el capítulo correspondiente de esta Glosa, debemos destacar la primera por haber sido
hasta la fecha una importante función y de alguna forma configuradora del quehacer diario
de la Institución. Al respecto, debemos decir que el legislador o legisladora vasca, en línea
con la regulación de las distintas leyes autonómicas sobre cooperativas, ha revisado la causa
y la finalidad de la función de homologación atribuida al CSCE-EKGK, así como el carácter
y cuantía del patrimonio que se debe acreditar a éste de cualquier forma válida en derecho, a
diferencia de hacerlo necesariamente como cuentas en participación tal y como se recogía en
la norma derogada. Respecto a la segunda, establecida ex novo, nos remitimos íntegramente
al comentario en esta obra sobre las cooperativas de viviendas.
Como novedades más allá del artículo 165, encontramos también la Disposición Adicional
Cuarta que establece como necesaria la participación del CSCE-EKGK a través de un
informe previo, en los programas anuales para el impulso, promoción y fomento del cooperativismo
que elaborará y llevará a cabo el Gobierno Vasco; y la Adicional Sexta relativa a
garantizar el ejercicio efectivo del derecho a utilizar la lengua oficial que elijan quienes se
relacionen con el CSCE-EKGK, obligando también a esta entidad a la utilización de ambas
lenguas en sus relaciones con cualquier otra Administración Pública. Estas novedades son
también desarrolladas en el capítulo respectivo de esta Glosa.
En relación al artículo 165 se mantiene en términos generales la redacción de la Ley 4/1993,
si bien con algunas novedades. Así, se aclara la personalidad jurídica del CSCE-EKGK como
distinta a la de la Administración de la Comunidad Autónoma del País Vasco (165.1); en relación
a los informes preceptivos, se añade que se informará, así mismo, las bases reguladoras
de las subvenciones, que afecten directamente a las cooperativas o a sus organizaciones
(165.2.b); se incorpora como función la intervención del CSCE-EKGK a la hora de velar por
el cumplimiento de los principios cooperativos; se especifica que será necesario el agotamiento
de la vía interna para acudir a un procedimiento de resolución judicial o extrajudicial
de los conflictos en las cooperativas (165.2.f); se incorpora a la composición del CSCE-EKGK
a los representantes de las diputaciones forales de los tres territorios históricos (165.3), se
establece que la representación de las cooperativas, que será mayoritaria, sea a través de la
Confederación de Cooperativas de Euskadi (165.3, párrafo segundo); y se aclara la fiscalización
del CSCE-EKGK en el sentido de que esta entidad someterá a auditoría externa las
cuentas anuales que apruebe, las cuales habrán sido formuladas de conformidad con el marco
normativo de información financiera que resulte de aplicación (165.6).
En relación a la primera cuestión, relativa la personalidad jurídica del CSCE-EKGK quien
legisla en realidad no regula nada nuevo, sino que busca quizás una mejor redacción sobre todo
desde un punto de vista pedagógico. En efecto, no puede confundirse tener naturaleza jurídico
pública (así lo afirma la persona legisladora en el artículo 165.1 recogiendo lo que para este
órgano se establecía no sólo en la norma derogada sino también en la Ley 1/1982 a través de
la cual se instituyó este órgano) con formar parte de la Administración Pública del País Vasco,
o dicho de otra forma de la administración ejecutiva de la CAPV. Sobre cómo se incardina el
CSCE-EKGK en el sector público vasco que no en la Administración de esta Comunidad volveremos
en el capítulo siguiente cuando abordemos el estudio general del órgano.
589

CONSEJO SUPERIOR DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
También es importante que el CSCE-EKGK informe sobre las bases reguladoras de las
subvenciones que afecten directamente a las cooperativas o a sus organizaciones (165.2.b),
y que esto se incorpore a la propia LCE, sobre todo dada la redacción de la letra b) del punto
2 que establece el preceptivo informe del CSCE-EKGK, pero tan sólo para los proyectos
legales y reglamentarios que afecten directamente a las cooperativas. Se garantiza con ello
la necesaria participación de esta entidad, como máximo órgano de promoción y difusión del
cooperativismo, en la política subvencional que pueda desarrollarse en la CAPV en favor del
cooperativismo vasco.
Una de las novedades más significativas y que seguramente condicione el devenir del propio
CSCE-EKGK en los próximos años hace referencia a su intervención a la hora de velar
por el cumplimiento de los principios cooperativos, especialmente el control democrático y
la participación económica de las personas socias, sin perjuicio de las funciones inspectoras
que corresponden al Gobierno Vasco o a otras Administraciones Públicas, de conformidad
con el artículo 147.1 de la LCE. Esta función de velar por el cumplimiento de los principios
cooperativos convierte al CSCE-EKGK en el garante en definitiva de que todas las cooperativas
ajusten sus actuaciones a derecho en la medida que según reza el artículo 1.1 “La cooperativa
es aquella sociedad que desarrolla una empresa (…), observando los principios del
cooperativismo…”. En este sentido, la actuación proactiva del CSCE-EKGK, desarrollando
toda una seria de actuaciones de oficio o a instancia de cualquier persona interesada, deberá
ser coadyuvante al efectivo cumplimiento de la normativa en general, los principios cooperativos
y muy especialmente a que las decisiones básicas sean tomadas por las personas socias
en función tanto de la normativa interna como cualquier otra de general aplicación, al tiempo
que sean ellas las que controlen la empresa participando efectivamente en la misma. En
definitiva, el CSCE-EKGK deberá verificar que los niveles de participación de las personas
socias, tanto a nivel económico (en el capital y en los posibles retornos) como en la toma de
decisiones y el derecho activo y pasivo de voto son los que realmente se contemplan en la
LCE, sin olvidar cualquier otro derecho que se residencie en los propios principios ya citados.
De la actuación del CSCE-EKGK podrá derivarse denuncia ante las instancias inspectoras
competentes, no sólo ante el departamento del Gobierno Vasco competente en materia
de trabajo -artículo 158.1 de la LCE- sino ante cualquier órgano inspector (fiscal, seguridad
social, salud y salud laboral, medio ambiente…). Para la concreción de esas acciones, así
como los procedimientos a desarrollar, nos remitimos al desarrollo reglamentario de la LCE,
así como a la normativa propia del CSCE-EKGK.
Quien legisla ha creído necesario, por otro lado, establecer el necesario agotamiento de
la vía interna para acudir a un procedimiento de resolución judicial o extrajudicial de los
conflictos en las cooperativas; algo que ya venía de alguna forma exigiéndose en los expedientes
arbitrales cuando así era excepcionado en el marco del procedimiento contradictorio
por alguna de las partes. Así, el CSCE-EKGK, de la mano de BITARTU-Servicio Vasco
de Arbitraje Cooperativo, no tiene particular querencia por ser él quien resuelva de forma
contradictoria los conflictos habidos en el entorno, cooperativo sino hacerlo, en su caso, en
última instancia y una vez que se hayan implementado todos los mecanismos de conciliación
y mediación, internos o en la propia sede del Servicio. Y todo ello, además, una vez
agotados los procedimientos internos y recursos contemplados en los estatutos de la propia
cooperativa. Seguramente esto reduzca los expedientes que se tramitan en BITARTU lo que
590

CONSEJO SUPERIOR DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
no debe significar problema alguno para esta entidad si efectivamente los conflictos quedan
definitivamente resueltos. Es más, incluso el propio CSCE-EKGK debe remitirse al cumplimiento
de la vía interna contemplada en la LCE y los estatutos, así como a promover que se
implementen en las cooperativas vascas herramientas tanto de negociación como de resolución
alternativa de los conflictos que pudieran presentarse entre éstas y sus personas socias.
Dos son las cuestiones que hemos adelantado hacen referencia a la composición del
CSCE-EKGK. Respecto a la representación de las cooperativas, que siguiendo lo ya establecido
en la norma derogada será mayoritaria de las cooperativas, se establece que se realice a
través de la Confederación de Cooperativas de Euskadi, recogiendo de esta forma la realidad
del sector que se ha aglutinado en esta organización, superando pretéritas situaciones en las
que la representación corría a cargo de las Federaciones sectoriales, hoy fusionadas en la
propia Confederación. Aunque la Confederación es libre de designar a los representantes que
entienda a bien para la defensa de sus intereses, parece lógico pensar que entre sus miembros
estarán representadas las diferentes clases de cooperativas que conforman la Confederación
y por ende que todos los sectores económicos estén presentes en el CSCE-EKGK.
Si bien la novedad comentada podríamos considerarla de carácter técnico puesto que
pensamos no va a cambiar la presencia, ni la acción, del asociacionismo cooperativo en el
CSCE-EKGK, sí resulta novedosa la presencia de las diputaciones forales, presencia introducida
en el trámite parlamentario de aprobación de la LCE puesto que no se recogía en el
proyecto de ley aprobado. Lo que no cabe duda es que la LCE configura al CSCE-EKGK
como una entidad de carácter consultivo y asesor de las Administraciones Públicas vascas
(en plural, recordando que hay Administración Pública más allá de la de la CAPV) entre las
que se incluyen las diputaciones forales. Esta presencia de las diputaciones forales coadyuvará,
más si cabe aún, a la promoción y difusión del cooperativismo en los territorios históricos;
ámbitos territoriales en los que se desarrollaban políticas públicas relativas a este sector
sin la, en principio, necesaria coordinación de quien está llamado a ser el máximo órgano de
su promoción y difusión. Esta participación de las diputaciones forales en el CSCE-EKGK
viene a completar una relación interadministrativa ya existente por ejemplo en las Comisiones
Consultivas de Régimen Fiscal de las Cooperativas existentes en Gipuzkoa y Araba,
y donde ya participa el CSCE-EKGK proponiendo tres vocales de entre los representantes
de las cooperativas que participan en esta entidad. Con todo, lo que no cabe duda es que la
persona legisladora vasca ha situado al CSCE-EKGK en lo más alto de todo el hecho promocional
cooperativo del país buscando para ello la colaboración del sector público vasco, las
universidades y el propio sector.
La última novedad que hemos encontrado, y también ya citada, hace referencia a que la
formulación de las cuentas anuales habrá de hacerse, previamente a la obligada auditoría
externa a la que también obliga la LCE, de conformidad con el marco normativo de información
financiera que resulte de aplicación: Recuerda quien legisla que el CSCE-EKGK en
cuanto entidad pública está sometido a un particular régimen económico-financiero incardinado
en una normativa no sólo propia sino cualquier otra de general aplicación para este
tipo de entidades y en cuyo marco deberán formularse las cuentas anuales. En todo caso, es
esto, aunque no estuviera ordenado explícitamente en la ley, lo que ha venido haciendo el
CSCE-EKGK en su devenir histórico.
591

CONSEJO SUPERIOR DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
32.2 Comentario general y significado práctico
32.2.1 Antecedentes
El CSCE-EKGK tiene su origen en la Ley 1/1982, de 11 de febrero, sobre cooperativas.
Es en aquella norma donde, tanto en su exposición de motivos como en su artículo 70, se
instituye y define al CSCE-EKGK. El citado artículo 70 señalaba: “El Consejo Superior de
Cooperativas de Euskadi se constituye como máximo órgano de promoción y representación
de las cooperativas y sus organizaciones. El Consejo Superior goza de personalidad jurídica
y plena capacidad de obrar y tendrá como principio informador supremo el fomento y
estudio cooperativista.”.
Como ya señalaba la exposición de motivos de la Ley 1/1982, el precedente del CSCE-EK-
GK se encuentra en la Ley de Cooperación de 1934 de la Generalitat de Cataluña, la cual,
a su vez, tomó como referente al Consejo Superior de la Cooperación de Francia de 1918.
Ante un órgano (así lo denominada la propia Ley) en el que en un primer momento se
desconocía la propia operatividad del mismo, no faltaron quienes se preguntaron por su
naturaleza jurídica. Pues bien, su naturaleza jurídico pública no fue cuestionada en ningún
momento: su creación fue pública, al igual que sus fines y, por último, su financiación se encontraba
comprometida a los presupuestos generales de la CAPV. Sin embargo, el legislador
o legisladora de aquel incipiente estado autonómico buscó una fórmula de cara a la vertebración
del movimiento cooperativo basada en la concertación, el encuentro y el consenso, y no
un ente más que formara parte de la Administración General de la CAPV. Esta vertebración
del asociacionismo cooperativo se realizó en sede de esta entidad, si bien fueron las propias
cooperativas las que lo concretaron con el citado apoyo de la voluntad política y administrativa.
No cabe duda que en ello se buscó una suerte de asistencia y colaboración entre la Administración
y las cooperativas sobre la base de la autonomía y respeto a éstas sin perjuicio
de la intervención administrativa como garantía del cumplimiento de los intereses generales.
La Ley 4/1993 vino a clarificar de alguna forma la naturaleza jurídica del CSCE-EKGK, si
bien no se disiparon totalmente las dudas, entre otros motivos por asumir la representación
del movimiento cooperativo, si bien con carácter meramente transitorio. Así, la Disposición
Transitoria Cuarta, relativa al régimen transitorio del asociacionismo cooperativo, enunciaba
que “en tanto no se constituya la Confederación de Cooperativas de Euskadi, el Consejo Superior
de Cooperativas de Euskadi ejercerá la máxima representación de las cooperativas”.
En todo caso, la creación de la Confederación de Cooperativas de Euskadi en junio de 1996
vino a finalizar la tarea de clarificar la definición del CSCE-EKGK al no ejercer la máxima
representación de las cooperativas y sus organizaciones, algo que indudablemente condicionaba
en gran medida las dudas en cuanto a su personalidad jurídica. Con la creación de
la Confederación de Cooperativas de Euskadi se cerraba en parte la misión constitutiva del
CSCE-EKGK al conseguir ya definitivamente que el cooperativismo vasco encontrase orden
en cuanto a su estructura representativa y un ente propiamente representativo.
32.2.2 Naturaleza jurídica
En relación a la naturaleza jurídica del CSCE-EKFK, y partiendo de la redacción del texto
legal que señala que estamos ante una entidad pública de carácter consultivo y asesor de las
Administraciones Públicas vascas, pero con personalidad jurídica propia y distinta de la de
592

CONSEJO SUPERIOR DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
la CAPV, podríamos caer en la tentación de intentar acomodar al CSCE-EKGK dentro del
concepto de uno de los tipos de entes públicos definidos por la doctrina clásica al objeto de
determinar la normativa aplicable. No obtendríamos de tal pretensión más que un nuevo debate
doctrinal que nos separaría de nuestra intención de la clarificación conceptual y jurídica
de esta entidad. Sin embargo, haremos un esfuerzo para definitivamente, y más al amparo de
la nueva LCE, dar por cerrado un histórico debate.
Lo que no cabe duda es que el CSCE-EKGK comparte características y elementos comunes
de figuras jurídico administrativas concretas definidas en nuestro ordenamiento, si bien
no hemos encontrado disposición legal que la integre en ninguna de ellas. Buscando el principio
de primacía de la realidad, esto es, que “las cosas son lo que son y no lo que las partes
dicen que son”, acudiremos al artículo 2 de la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen
Jurídico del Sector Público (en adelante LRJSP) que establece lo que debemos entender por
sector público:
“1. La presente Ley se aplica al sector público que comprende:
a) La Administración General del Estado.
b) Las Administraciones de las Comunidades Autónomas.
c) Las Entidades que integran la Administración Local.
d) El sector público institucional.
2. El sector público institucional se integra por:
a) Cualesquiera organismos públicos y entidades de derecho público vinculados o
dependientes de las Administraciones Públicas.
b) Las entidades de derecho privado vinculadas o dependientes de las Administraciones
Públicas que quedarán sujetas a lo dispuesto en las normas de esta
Ley que específicamente se refieran a las mismas, en particular a los principios
previstos en el artículo 3, y en todo caso, cuando ejerzan potestades administrativas.
c) Las Universidades públicas que se regirán por su normativa específica y supletoriamente
por las previsiones de la presente Ley.
3. Tienen la consideración de Administraciones Públicas la Administración General
del Estado, las Administraciones de las Comunidades Autónomas, las Entidades que
integran la Administración Local, así como los organismos públicos y entidades de
derecho público previstos en la letra a) del apartado 2.”.
Analizando las diferentes tipologías expuestas parece más que evidente que el CSCE-EK-
GK no forma parte de la Administración General del Estado (es creado por el Parlamento
Vasco a través de la Ley 1/1982 y su ámbito es exclusivamente autonómico), ni de la Administración
de la CAPV por así estar expresamente recogido en la propia LCE, tener personalidad
jurídica propia y no estar adscrito o ser dependiente de alguna consejería, departamento
o unidad organizativa propia del entramado de dicha Administración. Por otra parte, es obvio
que tampoco forma parte de la Administración Local.
En sede autonómica, el Decreto Legislativo 1/1997 Decreto Legislativo 1/1997, de 11 de
noviembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Principios Ordenadores
de la Hacienda General del País Vasco, señala, en su apartado 2 señala que “La Administración
General o Administración de la Comunidad Autónoma de Euskadi, a que se refiere el
593

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artículo 53 de la Ley 7/1981, de 30 de junio, de Gobierno, es la única entidad de la misma
de carácter territorial”. Con todo, nos es fácil concluir que el CSCE-EKGK no forma parte
de la Administración Territorial del Estado.
Disipada totalmente la duda de si el CSCE-EKGK forma parte de la Administración Territorial,
es momento de abordar si estamos ante el sector institucional al que se refiere el
punto 2 de la LRJSP, y más en concreto si forma parte de esa categoría de “Cualesquiera
organismos públicos y entidades de derecho público vinculados o dependientes de las Administraciones
Públicas”, puesto que carece claro que no es una entidad de derecho privado
vinculada a una Administración Pública, o una universidad, a las que se refieren las letras b)
y d) del mismo artículo respectivamente.
En este sentido, parece que podría encajar el CSCE-EKGK en esa categoría al incluir en
ella la LRJSP a “cualesquiera organismo público o entidades de derecho público”. Recordemos
que el CSCE-EKGK es una entidad pública a la que además de conformidad con el decreto
por el que se regula se le aplica una serie de normativa pública relativa al patrimonio y
contratación, sin olvidar todo lo concerniente al procedimiento administrativo común cuando
ejerce potestades administrativas. En este último caso, además, sus actos son impugnables
ante la Jurisdicción Contencioso-Administrativa con los requisitos y en los plazos previstos
en la ley reguladora de dicha jurisdicción. Por otro lado, dentro de este sector caben no sólo
las entidades institucionales constituidas bajo la fórmula jurídico público sino también las
que sujetan su actividad al derecho privado.
Continuando con el punto 2 del artículo 2 de la LRJSP establece como conditio sine qua
non la dependencia institucional. Pues bien, a la hora de definir qué se entiende por vinculación
o dependencia lo podemos hacer en forma de adscripción a otra Administración, algo
que ya se ha advertido no encontramos en el CSCE-EKGK; sometimiento a la dirección
estratégica, evaluación o control de resultados por parte del ente matriz, lo que tampoco
observamos en nuestro caso; o influencia o participación pública mayoritaria, que tampoco
apreciamos puesto que la representación de las cooperativas es mayoritaria. Sin embargo,
sí vemos que la influencia pública en la medida que la financiación es dependiente de los
presupuestos públicos. En realidad, se financia de forma ampliamente mayoritaria por los
presupuestos general de la CAPV. Dichos presupuestos los elabora el Gobierno Vasco y
aprueba el Parlamento Vasco. En este sentido, debemos referirnos a la Sentencia del Tribunal
de Justicia de la Unión Europea, a propósito de un asunto en materia contractual, de 3 de
octubre de 2000, cuando señala que “Únicamente cabría calificar de «financiación pública»
aquellas prestaciones que financien o apoyen las actividades de la entidad de que se trate
mediante una ayuda económica abonada sin contraprestación específica (…) La dependencia
entre el organismo beneficiario y el poder adjudicador es la relación de subordinación
del primero al segundo que se tiene cuando la posición de mercado del primero dependa
íntegramente o en su mayoría de la contribución financiera del segundo, de forma tal
que si dicha contribución faltara, se pondría en riesgo la supervivencia del organismo”. En
definitiva, y a pesar de las posibles otras fuentes de financiación que se establecen en el punto
5 del artículo 165 (cantidades abonadas por su intervención en los procesos de liquidación y
transformación de cooperativas, aportaciones del movimiento cooperativo, las derivadas de
su actividad, y como reza la Ley, “e) cualquier otro que tenga reconocido normativamente
o que reciba de origen público o privado, a título oneroso o lucrativo)”, es opinión unánime
que la continuidad del CSCE-EKGK se vería claramente amenaza sin la asignación presupuestaria
del Parlamento Vasco. Pero, es más, lejos de no captar recursos económicos más
594

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allá de los consignados en los presupuestos públicos y, de forma muy minoritaria, de los
derivados de las liquidaciones y transformaciones de cooperativas, precisamente son otras
entidades las que presentan en buena parte dependencia financiera respecto del propio CS-
CE-EKGK, quien las financia en base a su principio de autonomía financiera y ejecución de
gasto, siempre en el marco del cumplimiento de sus funciones.
Por tanto, desde la definición del concepto de “organismo público” acuñado por Europa, el
CSCE-EKGK podría considerarse un organismo público que forma parte del sector público
vasco, vinculado a su ente creador por el principio de “influencia dominante” inserto en la
financiación pública mayoritaria procedente de los Presupuestos Generales de la Comunidad
Autónoma de Euskadi.
Dicho esto, debemos acudir al punto 3 del artículo 2 de la LRJSP que señala que “Tienen
la consideración de Administraciones Públicas la Administración General del Estado, las
Administraciones de las Comunidades Autónomas, las Entidades que integran la Administración
Local, así como los organismos públicos y entidades de derecho público previstos
en la letra a) del apartado 2.”. No hace falta extenderse en la idea de que ser considerada
Administración Pública y parte del sector público nada tiene que ver con serlo como Administración
Pública de la CAPV, algo que ya ha quedado descartado por así contemplarlo la
LCE, así como por la exposición que hemos realizado.
Debemos hacer una última mención, necesariamente aclaratoria, sobre el hecho de que el
CSCE-EKGK esté regulado en la LCE en el Capítulo Título IV (referente al asociacionismo
cooperativo) y no en el III (relativo a la Administración Pública), cuestión ésta que en modo
alguno es definitoria de su naturaleza jurídica y no es más que por motivos de claridad sistemática
al referirse el título III a la Administración de la CAPV, y no a todas las Administraciones
Públicas vascas. El hecho de estar regulado el CSCE-EKGK en el capítulo II de este
título de forma diferenciada a las asociaciones cooperativas, que sí son entidades privadas,
nos lleva a concluir que cabe asociacionismo no sólo desde el ámbito privado sino también
conjuntamente con parte del sector público, constituyendo todos ellos el movimiento cooperativo
de la CAPV.
32.2.3 Funciones
Siguiendo la actividad histórica del CSCE-EKGK, así como las establecidas en la LCE
(muy específicamente en el artículo 165.2) y sin perjuicio de otras que pudiera desarrollar en
cuanto máximo órgano de promoción y difusión del cooperativismo en la CAPV, las funciones
de esta entidad podemos clarificarlas en cuatro grupos: promoción y difusión; consultiva
y asesora; colaboradora; y arbitral (en general la relativa a la resolución de conflictos en las
cooperativas).
a) La función de promoción y difusión
No es difícil adivinar que esta función es la definitoria del CSCE-EKGK, no en vano esta
entidad es el máximo órgano de promoción y difusión del cooperativismo. Así, entendiendo
la promoción como el desarrollo de los programas relacionados con el cooperativismo y la
difusión como la divulgación de los valores y principios de la identidad cooperativa, como
decimos es la función que da sentido per se a la propia existencia de la entidad. No quiere
decir esto que las otras tres funciones no supongan también en alguna y genérica medida
también promocionar y/o difundir el cooperativismo, sino que stricto sensu no parece conveniente
identificarlas con esta primera.
595

CONSEJO SUPERIOR DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
En lo que hace referencia a la promoción hablamos, entre otras actuaciones, de: participar,
facilitar y colaborar en la investigación, planificación y ejecución de programas de
desarrollo del cooperativismo; impulsar, en coordinación con las Administraciones Públicas
vascas, y la Confederación y las Federaciones de Cooperativas, la constitución de empresas
cooperativas y la consolidación de las ya existentes; fomentar y apoyar la consolidación del
movimiento asociativo cooperativo; organizar servicios de interés común para la Confederación,
las Federaciones de Cooperativas de Euskadi y las cooperativas; e impulsar el máximo
desarrollo de la legislación cooperativa.
Por otra parte, en cuanto a la difusión nos referimos, también entre otros, a dar a conocer a
los distintos agentes sociales y entidades públicas las potencialidades del sistema cooperativo
y su función social, así como sus realidades, especialmente a través del Balance Social del
cooperativismo; promover la educación y formación cooperativa; impulsar sistemáticamente
la comunicación, tanto interna como externa, de los objetivos y acciones del CSCE-EKGK.
b) La función consultiva y asesora
En relación a esta función podemos citar, sobre todo, la emisión de informes preceptivos
sobre los proyectos de disposiciones legales y reglamentarias que afecten directamente a
las cooperativas o a sus organizaciones. En este punto tenemos que recordar la novedad, ya
citada, de que se establece el informe preceptivo también sobre las bases reguladoras de las
subvenciones que afecten directamente a las cooperativas o a sus organizaciones; y sobre
los programas anuales para el impulso, promoción y fomento del cooperativismo que deberá
elaborar el Gobierno Vasco.
Sobre los informes preceptivos observamos que existen dos interpretaciones en relación
al significado de lo enunciado en la letra b) del punto 2 del artículo 165. Por una parte, una
interpretación reducida en el sentido de que sólo le correspondería la función de participar
en las normas emanadas por el Gobierno Vasco en función de la LCE; y otra más ampliada
en virtud de la cual no sólo el Gobierno Vasco debe someter sus proyectos normativos al
informe del CSCE-EKGK, sino que así mismo lo deberían hacer las diputaciones forales y
los ayuntamientos. Pues bien, a nuestro entender quien legisla se dirige a todas las Administraciones
Públicas vascas (una vez más debemos acentuar el plural), siendo todas aquellas de
carácter territorial o institucional que existen legalmente en el seno de las CAPV. Donde la
ley no distingue no hay necesidad de que lo hagamos nosotros y nosotras.
Aclarado que todas las Administraciones deben pedir el informe del LCE, son dos las
premisas para que este informe se torne preceptivo y sin el cual la tramitación de la norma
estaría viciada de nulidad por vulneración del orden público, como bien declaró en relación
a estos órganos la Sentencia del Tribunal Supremo de 25 de febrero de 1969. Estas dos
premisas son que sean disposiciones legales o reglamentarias, y que afecten directamente a
las cooperativas. Respecto a la primera, esta expresión es habitual en el derecho público y
debe entenderse referida tanto a proyectos de leyes como a reglamentos del Gobierno Vasco,
normas forales de los territorios históricos y ordenanzas municipales entendiendo éstas como
reglamentos autónomos. La segunda, hace referencia a la afección directa (“que afecten directamente”
señala la norma), dicción que ya existía en la ley 1/1982, en la Ley 4/1993, y
que se ha traslado a la vigente LCE. Pues bien, partiendo de que todas las normas afectan
en mayor o medida a las cooperativas al estar este modelo empresarial extendido en todos
los sectores de actividad, parece lógico pensar que será preceptivo el informe cuando las
disposiciones versen específicamente sobre las cooperativas (baste citar a modo de ejemplo
596

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el decreto del Gobierno Vasco por el que se regulan las cooperativas de iniciativa social o la
norma foral sobre el régimen fiscal de las cooperativas de las tres diputaciones forales) pero
también cuando las disposiciones generales regulan hechos diferenciales que afectan sólo a
las cooperativas, lo que identificamos en el marco de esa aplicación general claramente con
una afección directa (en este caso valga como ejemplo una norma foral sobre el impuesto de
sociedades en la que se regule específicamente alguna cuestión que afecte de forma particular
a las cooperativas).
Por último, y también el marco de esta función, el CSCE-EKGK debe velar por la efectiva
solicitud de los informes cuando estos sean preceptivos por parte de las Administraciones
Públicas; proponer proyectos normativos concernientes al ámbito cooperativo, incluido el
específico de la normativa fiscal ante las diputaciones forales; realizar estudios, proposiciones
y dictámenes sobre materias de su competencia al objeto de aportarlos a las instancias
pertinentes recabando su toma de consideración, etc.
c) La función de colaboración
Respecto a esta función nos remitimos a la labor de colaboración con las diferentes Administraciones
Públicas en orden al perfeccionamiento del ordenamiento socio-económico de
la CAPV, así como a otras acciones como la sistematización de una presencia periódica ante
el Parlamento Vasco con el fin de explicar y exponer las acciones efectuadas y los objetivos
estratégicos futuros; participar en los contactos institucionales y demás comparecencias que
le sean requeridas desde el ámbito público; y realizar, en coordinación con el resto de Administraciones
Públicas, las acciones necesarias para un amplio conocimiento y un correcto
cumplimiento de la LCE.
Así mismo, debemos exponer en el marco de esta función, el ejercicio de los derechos y
deberes que le corresponde relativos, entre otros, a las transformación de cooperativas, disolución
y liquidación de éstas; autorización en el momento de la configuración, constitutiva
o por modificación, de las cooperativas mixtas, de la previsión estatutaria de repartibilidad
del fondo de reserva obligatorio en caso de liquidación; participación en los expedientes de
sanción, descalificación e intervención temporal de cooperativas; autorización a las operaciones
con terceros en las cooperativas de vivienda; velar por el efectivo cumplimiento de
los principios cooperativos; y en definitiva dar cumplimiento a los preceptos previstos o que
fueran a establecerse por las normas reguladoras del Registro de Cooperativas de Euskadi o
por cualquier otra disposición legal, y difundir su conocimiento.
d) La función arbitral y, en general, la resolución de conflictos en las cooperativas.
Esta función, el CSCE-EKGK la realiza a través del Servicio Vasco de Arbitraje Cooperativo-BITARTU,
regulado en el Reglamento sobre procedimiento de resolución de conflictos,
en las cooperativas vascas aprobado por el propio CSCE-EKGK el 19 de enero de 2012
(BOPV nº 34, de 16 de febrero). BITARTU es un servicio público tendente a la resolución
de los conflictos que se suscitan en las cooperativas vascas a través de herramientas alternativas
al procedimiento judicial. Estamos hablamos de esta forma de los métodos, más allá
de los procesos judiciales, que se pueden utilizar para ayudar a resolver los problemas que
nacen en toda convivencia cooperativa. En este sentido, BITARTU, entidad sin personalidad
jurídica propia en la medida que forma parte del CSCE-EKGK, pone a disposición de las
cooperativas y los y las cooperativistas el servicio de orientación para la resolución de estos
conflictos a través de la atención de consultas por su personal propio y la implementación de
la metodología más adecuada.
597

CONSEJO SUPERIOR DE COOPERATIVAS DE EUSKADI
Son varias las herramientas que actualmente se ofrecen, como son la conciliación, la mediación
y el arbitraje. Respecto a la primera, se trabaja desde un mecanismo no adversarial
mediante el cual se persigue llegar a un acuerdo en una comparecencia ante el Servicio, quien
podrá incluso proponer el acuerdo. Sin embargo, en la mediación estamos ante un sistema de
negociación asistida, mediante el cual las partes involucradas en un conflicto intentan resolver
la controversia por sí mismas con la ayuda de BITARTU que actúa como favorecedor y
conductor de la comunicación. En estos procedimientos las partes en conflicto resuelven sus
diferencias alcanzando por sí mismas un acuerdo con la ayuda de la institución mediadora.
Después de haber agotado todas vías de resolución no adversarial, el conflicto puede ser
resuelto con carácter vinculante también por BITARTU. En efecto, en el arbitraje las partes
se someten a un procedimiento reglado y confían a este Servicio la designación de un árbitro
que adoptará una decisión vinculante para ambas partes aplicando el derecho o la equidad,
poniendo fin de esa forma a la controversia de forma definitiva.
En todo caso, la intervención de BITARTU debe entenderse no sólo en la actuación alternativa
a los tribunales de justicia sino en el marco de toda una vocación de estudio del conflicto
en las cooperativas vascas, así como del fomento de las medidas de prevención del mismo,
atendiendo igualmente a las necesidades de formación en la resolución de los mismos y que
puedan desprenderse del propio sector, siempre en el marco de lo que ya es un hecho como
es la incorporación de estas herramientas a la teoría de la cooperación empresarial.
32.3 Otra normativa aplicable
Sin perjuicio de la normativa privada de general aplicación a la hora de la ejecución de
su gasto (recordemos que dispone de personalidad jurídica propia y autonomía económico
financiera), así como a la que pudiera quedar comprometida por su normativa interna (por
ejemplo respecto al sistema de elección y atribuciones de la presidencia y de la secretaría
general técnica, así como al régimen laboral de su personas -artículo 165.4 de la LCE-), al
CSCE le es de aplicación una serie de normativa pública que, sin perjuicio de otra de menor
rango, necesariamente hemos de referenciar:
- Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del Sector Público.
- Ley 9/2017, de 8 de noviembre, de Contratos del Sector Público, por la que se transponen
al ordenamiento jurídico español las Directivas del Parlamento Europeo y del
Consejo 2014/23/UE y 2014/24/UE, de 26 de febrero de 2014.
- Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones
Públicas (en cuanto desarrolle potestades administrativas).
- Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la Jurisdicción Contencioso-administrativa.
- Decreto Legislativo 2/2007, de 6 de noviembre, de aprobación del Texto Refundido
de la Ley del Patrimonio de Euskadi.
- Decreto Legislativo 2/2017, de 19 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido
de la Ley de Control Económico y Contabilidad de la Comunidad Autónoma de
Euskadi.
598

33. DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS *33
33.1 Disposiciones adicionales
A través de las mismas se tratan y regulan cuestiones diversas como son: el cómputo de los
plazos contemplados en la ley, especialidades en la aplicación de determinadas normas de la
ley en casos concretos, el mandato al Gobierno Vasco para que impulse, promocione y fomente
el cooperativismo, la aplicación a los socios trabajadores y socios de trabajo de los incentivos
dirigidos a la creación y consolidación de empleo en los mismos términos que a los
trabajadores por cuenta ajena, la garantía de poder utilizar y recibir atención en cualquiera de
las lenguas oficiales en el ámbito de aplicación de la ley y en las relaciones con el Gobierno
Vasco y con el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi (en adelante, CSCE/EKGK),
la posibilidad de las cooperativas de promover la figura de la previsión social voluntaria, el
favorecimiento de la constitución de sociedades cooperativas pequeñas y los requisitos para
la consideración de una confederación como Confederación de Cooperativas de Euskadi.
Frente a las cuatro disposiciones adicionales de la Ley 4/1993 actualmente nos encontramos
con las nueve que seguidamente pasamos a comentar.
33.1.1 Disposición adicional primera: Cómputo de plazos
En los plazos señalados en la presente ley por días se computarán los hábiles, excluyéndose
los festivos, y en los fijados por meses o años se computarán de fecha a fecha.
Cuando en el mes de vencimiento no hubiera día equivalente al inicial del cómputo, se
entenderá que el plazo expira el último día del mes.
Cuando el último día del plazo sea inhábil, se entenderá prorrogado al primer día
hábil siguiente.
33.1.1.1 Introducción
Los plazos establecidos en la ley se señalan en unos casos en días, en otros en meses y en
otros en años. La presente disposición tiene por objeto regular el modo de computar dichos
plazos. El cumplimiento de los mismos resulta de suma importancia toda vez que de ello dependerá
la efectividad de muchos derechos, el nacimiento o extinción de situaciones con sus
correspondientes consecuencias jurídicas, el desarrollo de los procedimientos contemplados
en la ley y, en definitiva, el mantenimiento del buen orden cooperativo.
33.1.1.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
En relación a lo que establecía la disposición adicional homónima de la Ley 4/1993, la
única modificación radica en haberse sustituido el término “feriados” por el de “festivos”, a
la hora de referirse a los días que no computarán en los plazos señalados por días.
* Comentario realizado por Carlos Martín Ginto Monzón, abogado y árbitro de BITARTU-Servicio Vasco
de Arbitraje Cooperativo.
599

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
Por las razones que a continuación se expondrán, el haber mantenido el texto de la disposición
derogada puede dar lugar, en la práctica, a problemas de interpretación y aplicación de
la actual norma y, más concretamente, en el caso del cómputo de los plazos señalados por días.
33.1.1.3 Comentario general y significado práctico
Se distinguen dos tipos de plazos, según estén señalados por días (primer caso) o por meses
o años (segundo caso), considerando el día hábil (en contraposición al “natural”) como determinante
para el cómputo y estableciéndose dos reglas para resolver la manera computar el
plazo en los casos en los que en el mes de vencimiento no hubiera día equivalente al inicial
del cómputo y cuando el último día del plazo sea inhábil.
a) Plazos señalados por días: en este caso, se establece que se computarán los hábiles,
excluyéndose los festivos.
Cuando se promulgó la Ley 4/1993 se encontraba vigente la Ley 30/1992 de Régimen Jurídico
de las Administraciones Públicas y del procedimiento Administrativo Común, cuyo art.
48.1 consideraba como inhábiles los domingos y los declarados festivos (siendo por tanto hábil
el sábado). Con posterioridad, se aprobó la hoy vigente Ley 39/2015, del Procedimiento
Administrativo común de las Administraciones Públicas (aplicable a las Administraciones de
las Comunidades Autónomas), lo que supuso la derogación del citado art. 48. La nueva ley
introdujo como novedad, a través de su art. 30.2, la declaración del sábado como día inhábil,
unificando de este modo el cómputo de los plazos en el ámbito judicial y administrativo.
El Gobierno Vasco es competente para fijar los días inhábiles a efectos laborales, declarándose
como tales todos los domingos y determinados días considerados “festivos” (así, por ejemplo,
el Decreto 56/2020, de 5 de mayo, establece el calendario de días laborables y festivos para
el 2021). Si bien el ámbito de aplicación de dicha norma administrativa es el laboral, teniendo
en cuenta que la ley de cooperativas no excluye del cómputo a los sábados podría pensarse, en
principio, que habrán de considerarse como días inhábiles los domingos y los declarados festivos
a efectos laborales por el Gobierno Vasco (el sábado sería por tanto día hábil).
No obstante, la cuestión de si la declaración del sábado como día inhábil contenida en el
art. 30.2 de la Ley 39/2015 resulta aplicable o no a los plazos de la Ley 11/2019 señalados
por días puede suscitar dudas y dar lugar a diferentes interpretaciones. Por ejemplo, una cosa
es que la ley autonómica pueda optar entre fijar el cómputo de los plazos en días hábiles o
en días naturales y otra cosa es que habiendo adoptado el criterio de cómputo por días hábiles
pueda atribuir al sábado la condición de día hábil, cuando una norma que como la Ley
39/2015 resulta aplicable a las Administraciones de las Comunidades Autónomas (art. 2.1.b)
establece que dicho día es inhábil. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que entre los plazos
señalados por días en la Ley 11/2019 hay algunos que deben cumplirse por las personas socias
y órganos integrantes de las cooperativas y otros por organismos como son el Registro
de Cooperativas de Euskadi, el CSCE/EKGK y el Departamento de Trabajo del Gobierno
Vasco; además, está el plazo de entrada en vigor de la propia ley, establecido también en
días en su disposición final 5ª. A la vista de todo ello, la inclusión de los sábados dentro del
cómputo del plazo resulta jurídicamente discutible. Tampoco parece jurídicamente razonable
que el sábado deba computarse en unos casos sí y en otros no, dependiendo de la naturaleza
jurídica (pública o privada) de la persona obligada según esta ley a cumplir el plazo en cues-
600

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
tión o de que el asunto al que se refiera el plazo sea, como en el caso de la DF 5ª, la entrada
en vigor de la ley.
Por todo ello, a nuestro juicio y en aras de la seguridad jurídica, dado que la norma autonómica
cooperativa establece el cómputo de los plazos señalados por días tomando como referencia
los “hábiles” lo deseable hubiera sido que aquella se hubiera sumado a la unificación
de criterios alcanzada entre la Ley 39/2015 y el régimen procesal, remitiéndose en este punto
expresamente a dicha Ley del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones
Públicas, en cuanto a la determinación de los días a considerar como “hábiles”.
b) Plazos señalados por meses o años: se establece que se computarán de fecha a fecha.
El método de cómputo es el mismo que el establecido para los plazos civiles (art. 5.1 del
código civil), los administrativos del régimen común (art. 30.4 de la Ley 39/2015) y los judiciales
(art. 185.1 LOPJ y art. 133.3 LEC).
En definitiva, el resultado es que el plazo iniciado en un determinado día concluirá (dies ad
quem) en el día equivalente del mes y año de vencimiento.
c) Cuando en el mes del vencimiento no hubiera día equivalente al inicio del cómputo, el
plazo expirará el último día de mes.
Es la misma regla que rige para el cómputo de los plazos civiles (art. 5.1 del código civil),
los administrativos del régimen común (art. 30.4.2º pfo. de la Ley 39/2015) y los judiciales
(art. 185.1 LOPJ, por su remisión al código civil, y art. 133.3 LEC).
d) Cuando el último día del plazo sea inhábil, se prorrogará al primer día hábil siguiente.
Es la misma regla que rige para el cómputo de los plazos administrativos del régimen común
(art. 30.5 de la Ley 39/2015) y los judiciales (art. 185.2 LOPJ y art. 133.4 LEC).
En el caso de los plazos civiles el código civil no la contempla dado que para los mismos
el método de cómputo aplicable es el del día natural.
33.1.1.4 Otra normativa aplicable
Se suscita, como cuestión que habrá de irse aclarando y resolviendo en la práctica de la
nueva ley, la posible aplicación del art. 30.2 de la Ley 39/2015, del Procedimiento Administrativo
común de las Administraciones Públicas, en cuanto a la consideración del sábado
como día hábil o inhábil.
Así mismo, en aquellos plazos que se refieran a actuaciones llevadas a cabo ante o por
Registros Públicos habrá de tenerse en cuenta lo dispuesto en el art. 31 de la citada Ley
39/2015, si bien tal y como señala su DF 7ª “las previsiones relativas al registro electrónico
de apoderamientos, registro electrónico, registro de empleados públicos habilitados, punto
de acceso general electrónico de la Administración y archivo único electrónico producirán
efectos a partir del día 2 de abril de 2021”.
33.1.2 Disposición adicional segunda: Cooperativas de transporte de trabajo asociado
No se aplicará lo previsto en el artículo 129.2.a respecto del reembolso de las aportaciones
a las cooperativas de transporte de trabajo asociado ya constituidas a la entrada en
vigor de la presente ley.
601

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
33.1.2.1 Introducción
El art. 129 contempla la posible existencia de dos tipos de cooperativas dentro del sector de
los transportes: 1) “de trabajo asociado o de transportes propiamente dicha” y 2) “de transportistas”,
siendo estas últimas una modalidad de cooperativa de servicios empresariales.
La disposición que ahora se comenta se refiere a las primeras (esto es, a las cooperativas
“de trabajo asociado”), para las cuales el art. 129.2.a) dispone que el reembolso de las aportaciones
de las personas socias que causen baja en ellas será en metálico.
Pues bien, lo que esta disposición establece es una excepción a la aplicación de dicha norma,
la del art. 129.2.a), para aquellas cooperativas ya constituidas a la entrada en vigor de la
presente ley.
33.1.2.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La Ley 4/1993 no tenía una disposición adicional dirigida a tratar una cuestión como la
que ahora se comenta.
33.1.2.3 Comentario general y significado práctico
En las cooperativas de transporte de trabajo asociado puede suceder que la aportación del
socio haya consistido en un vehículo.
La ley derogada no contenía ninguna norma especial en lo que se refiere al reembolso de dichas
aportaciones, estableciéndose con carácter general en su art. 63.1 que “los estatutos regularán
el reembolso de las aportaciones al capital social”. Ahora, en cambio, las cooperativas
que se constituyan a partir de la entrada en vigor de la actual ley deberán aplicar necesariamente
lo que dispone con carácter imperativo el art. 129.2.a, según el cual, en caso de baja, el reembolso
de las aportaciones a las personas socias de este tipo de cooperativas será en metálico.
Siendo ello así, y como consecuencia de la disposición que ahora se comenta, las cooperativas
de transporte de trabajo asociado ya constituidas con anterioridad a la entrada en vigor
de la actual ley no tendrán obligación – salvo que sus estatutos la establezcan – de reembolsar
en metálico las aportaciones cuando lo que se aportó fue un vehículo, pudiendo por lo
tanto realizarse el reembolso mediante la devolución del mismo.
33.1.2.4 Otra normativa aplicable
Para esas cooperativas que ya estuvieran constituidas a la entrada en vigor de la Ley
11/2019, habrá que estar a lo que establezcan sus estatutos, que es el instrumento normativo
que debe regular el reembolso de las aportaciones, tal y como lo indican los arts. 13.1.j y
66.1 de la ley actual.
33.1.3 Disposición adicional tercera: Especialidad en el supuesto de descalificación de
una sociedad cooperativa pequeña
En el supuesto de descalificación de una sociedad cooperativa pequeña, se aplicará
supletoriamente el artículo 150 de esta ley con la siguiente especialidad: en el trámite
de audiencia que la misma regula en su número 3.b, en defecto de personas administradoras,
será suficiente que se persone una persona socia.
602

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
33.1.3.1 Introducción
Esta disposición introduce una especialidad en el procedimiento de descalificación de una
cooperativa cuando ésta tenga la condición de “pequeña”.
Las “sociedades cooperativas pequeñas” se regulan en los arts. 136 a 145 de la ley. Son
aquellas que, siendo de la clase de trabajo asociado o de explotación comunitaria, están integradas
por un mínimo de dos y un máximo de diez personas socias trabajadoras o socias de
trabajo de duración indefinida.
En dichos artículos no se regula un régimen especial de descalificación para este tipo de
cooperativas, debiendo estarse a lo que se dispone con carácter general, para cualquier cooperativa,
en el art. 161. La remisión que en esta disposición se hace al art. 150 resulta, por lo
tanto, errónea y debe entenderse hecha al art. 161.
33.1.3.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La Ley 4/1993 no contemplaba la figura de la sociedad cooperativa pequeña. El surgimiento
de la misma y su regulación tuvo lugar con la Ley 6/2008, de 25 de junio, denominada
precisamente “de la Sociedad Cooperativa Pequeña de Euskadi”. La Ley 11/2019 ha integrado
dentro de ella el régimen especial de dichas entidades, quedando con ello derogada la Ley
6/2008 (según la disposición derogatoria única).
La disposición que ahora comentamos no tiene precedente, ni en la Ley 4/1993 (que no
contemplaba este tipo de cooperativa) ni en la 6/2008.
33.1.3.3 Comentario general y significado práctico
La especialidad que introduce la presente disposición se refiere al procedimiento administrativo
de descalificación de una cooperativa, regulado en el apdo. 3.b del ya citado art. 161,
en el cual se establece que:
El procedimiento de descalificación cooperativa tendrá las siguientes especialidades en
relación con las normas generales reguladoras del procedimiento administrativo común:
b) En cumplimiento del preceptivo trámite de audiencia, la cooperativa se personará
a través de sus personas administradoras o, en su defecto, un número de personas
socias no inferior a tres. Si no se produjese comparecencia por parte de la cooperativa,
el trámite se entenderá cubierto mediante la publicación del correspondiente
aviso en el Boletín Oficial del País Vasco al menos en dos ocasiones, y otras tantas
en un periódico de gran circulación en la localidad del domicilio social de la cooperativa.
En ese contexto, en el caso de descalificación de una sociedad cooperativa pequeña, en
dicho trámite de audiencia y en defecto de personas administradoras será suficiente que
se persone una persona socia, en lugar de las tres que como mínimo exige la norma de carácter
general del art. 161. Ello tiene sentido en tanto en cuanto una sociedad cooperativa
pequeña puede estar integrada únicamente por dos personas socias (un mínimo de dos y
un máximo de diez personas socias trabajadoras o socias de trabajo de duración indefinida,
según el art. 136.3).
603

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
33.1.4 Disposición adicional cuarta: Programas anuales para el impulso, promoción
y fomento del cooperativismo
El Gobierno Vasco elaborará y llevará a cabo programas anuales para el impulso,
promoción y fomento del cooperativismo, previo informe del Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi, especialmente dirigidos a la creación de empleo cooperativo.
33.1.4.1 Introducción
El fomento del cooperativismo constituye uno de los aspectos esenciales de la legislación
cooperativa vasca, desde sus inicios. La actual ley lo pone de manifiesto ya en el primer
párrafo de su exposición de motivos indicando la importancia que tiene dotarse de una legislación
adecuada para llevar adelante aquella tarea.
Dentro del marco legislativo, corresponderá luego a los órganos competentes de la Administración
Pública Vasca el desarrollo normativo, por la vía reglamentaria, de las previsiones
legales y ejecutar todo aquello que hubiera sido integrado en el ordenamiento jurídico para
llevarlo a la práctica, de manera que el impulso, promoción y fomento del cooperativismo
sea realmente efectivo en el plano social.
En relación a la posición que en el desarrollo de esa tarea ocupa la Administración Pública,
la exposición de motivos de la ley señala también, en su apartado XIV, que uno de los dos
aspectos en los que se manifiesta y justifica la actividad administrativa en materia de cooperativas
es precisamente la actividad de fomento.
El art. 157 de la ley, titulado “Medidas de fomento y difusión del cooperativismo”, dispone
en su apdo. 1 que “Los poderes públicos de la Comunidad Autónoma del País Vasco, en el
ámbito de sus respectivas competencias, promoverán el estudio y difusión de los principios
y valores propios del cooperativismo y favorecerán entornos sociales y económicos que
fomenten el desarrollo de actividades económicas a través de cooperativas, facilitando su
acceso a la innovación tecnológica y organizativa e impulsando las iniciativas que surjan
desde las propias sociedades cooperativas.”. El apdo. 2 de dicho artículo establece, con carácter
imperativo, una serie de medidas de fomento que necesariamente habrán de adoptarse.
En ese contexto debe, en definitiva, situarse la disposición que ahora se comenta.
33.1.4.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La Ley 4/1993 no contenía una norma como la que es objeto del presente comentario.
33.1.4.3 Comentario general y significado práctico
En esta disposición se establece un mandato al Gobierno Vasco dirigido a impulsar, promover
y fomentar el cooperativismo. Más concretamente, el mandato tiene por objeto elaborar y
llevar a cabo programas anuales con aquel fin y, en especial, para crear empleo cooperativo.
Esta disposición refuerza el nivel de implicación del Gobierno Vasco en materia de impulso,
promoción y fomento del cooperativismo, en tanto en cuanto le obliga a programar
anualmente las actuaciones conducentes a la consecución de ese objetivo.
604

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
Así mismo, una disposición como ésta contribuirá a que las diversas decisiones y medidas
concretas que puedan adoptarse por los órganos competentes de la Administración Pública
Vasca, en la materia de que estamos tratando, queden integradas en un instrumento superior
de ordenación de las mismas, lo cual favorecerá la adopción de aquellas decisiones y medidas,
así como la valoración y análisis del impacto económico de las mismas.
Para llevar a cabo esa tarea de programación, se dispone la intervención del CSCE/EKGK,
quien deberá emitir informe con carácter previo. Dicha intervención es coherente con la
caracterización, naturaleza y funciones que a dicha entidad se le reconocen en el art. 165 de
la ley, según el cual:
“1. El Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, constituido como máximo órgano
de promoción y difusión del cooperativismo, se configura como una entidad pública
de carácter consultivo y asesor de las administraciones públicas vascas para todos
los temas que afecten al cooperativismo.
Gozará de personalidad jurídica propia, distinta de la de la Administración de la
Comunidad Autónoma del País Vasco, y plena capacidad de obrar para el cumplimiento
de sus funciones.
2. Corresponden al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi las funciones siguientes:
a) Difundir los principios del movimiento cooperativo; facilitar y colaborar en la
investigación, planificación y ejecución de los programas de desarrollo y fomento
del cooperativismo, y promover la educación y formación cooperativa.”
Como ejemplo de medida concreta, susceptible de formar parte de un programa de fomento
del cooperativismo y dirigida a la creación de empleo cooperativo, podemos citar la Orden
de 18 de junio de 2019, de la Consejera de Trabajo y Justicia. El objeto de dicha Orden es,
según su art. 1, el siguiente:
Artículo 1 Objeto.
Las ayudas previstas en la presente Orden tendrán la consideración de subvenciones que
irán dirigidas a financiar las siguientes actuaciones:
a. La incorporación de personas desempleadas a empresas con forma jurídica de Sociedad
Cooperativa o Sociedad Laboral, en calidad de personas socias trabajadoras
o de trabajo de duración indefinida.
b. La incorporación como personas socias trabajadoras o socias de trabajo de las
personas trabajadoras no-socias con contrato laboral por cuenta ajena, en activo,
en empresas con forma jurídica de Sociedad cooperativa o laboral.
c. La incorporación como personas socias trabajadoras o socias de trabajo de personas
que tengan la condición de discapacitadas, en empresas con forma jurídica de
Sociedad cooperativa o laboral.
d. La incorporación como personas socias a cooperativas agrarias, de titulares de
explotaciones agrícolas, ganaderas, forestales y mixtas.
33.1.5 Disposición adicional quinta: Igualdad de trato en materia de fomento y consolidación
de empleo
605

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
Queda prohibida toda discriminación de las personas socias trabajadoras de las cooperativas
de trabajo asociado y de las personas socias de trabajo de otra clase de cooperativas
en la regulación y ejecución de normas sobre incentivos que tengan por objeto la creación
o consolidación de empleo; serán de aplicación todas las normas e incentivos establecidos
para las personas trabajadoras por cuenta ajena por la Comunidad Autónoma del País Vasco
en el ejercicio de sus competencias con objeto de crear y consolidar empleos.
33.1.5.1 Introducción
Las cooperativas constituyen un puntal de suma importancia en la estructura socio-económica
del ámbito vasco, siendo organizaciones fundamentales para un desarrollo económico
sostenible de la sociedad.
En Euskadi, según el último informe de la Estadística de la Economía Social, correspondiente
al ejercicio 2018 y avance de 2019, presentado en junio de 2020, hay 2.500 empresas
de economía social, de las cuales 1.800 son cooperativas, siendo en éstas la cifra de empleos
anualizados 53.390 (algo más del 88% del empleo de la economía social vasca), cifra que
supone un crecimiento del empleo cooperativo del 7%, en el bienio 2016-2018.
El empleo societario constituye una de las singularidades de la economía social vasca. En
cifras de 2018, existían un total de 36.491 personas socias, de las cuales cerca del 90% eran
cooperativistas. Dicha cifra viene a representar un 60,2% sobre el total del empleo de la
economía social vasca, debiéndose tener presente que en estas empresas el empleo societario
coexiste con el empleo asalariado.
Teniendo todo ello en cuenta, se entiende la inclusión en la ley de una norma como la que
se contiene en la disposición que ahora comentamos.
33.1.5.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La presente disposición tiene como precedente la adicional cuarta de la Ley 4/1993, cuyo
contenido reproduce.
33.1.5.3 Comentario general y significado práctico
Mediante esta norma se protege el empleo en régimen cooperativo, equiparándolo al de los
trabajadores por cuenta ajena, en lo que se refiere a los incentivos para su creación y consolidación.
Se equiparan, asimismo, dentro del ámbito cooperativo, el empleo generado en las
cooperativas de trabajo asociado y el de las cooperativas de otra clase.
El empleo creado por las cooperativas está presidido por un principio orientador, establecido
en el art. 4.c) de la Ley 5/2011, de Economía Social, según el cual aquél debe ser “estable
y de calidad”. Un empleo de tales características merece, consecuentemente, el mayor nivel
de consideración para aquellas políticas públicas que tengan por objeto establecer incentivos
que estén dirigidos a la creación y consolidación del empleo, en general.
En la introducción al comentario de la presente disposición se ha puesto de manifiesto la
relevancia que tiene el empleo societario generado por las cooperativas en el ámbito vasco.
Se ha expuesto también la coexistencia en estas entidades del empleo societario y del empleo
asalariado. Debe tenerse además en cuenta que dentro del empleo societario existen las “per-
606

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
sonas socias trabajadoras”, en el caso de las cooperativas de trabajo asociado, y las “personas
socias de trabajo”, que son las que prestan su trabajo en cooperativas de una clase distinta a
las de trabajo asociado. Hay que tener presente así mismo que en una cooperativa de trabajo
asociado el objetivo de su constitución es precisamente la creación de puestos de trabajo.
Partiendo de todo ello, así como del “interés social” que a las cooperativas se les reconoce
en la propia ley, no resultaría razonable tratar de manera diferente al empleo societario y al
empleo asalariado en materia de incentivos que tengan por objeto su creación o consolidación.
No se entendería que se penalizara en dicho ámbito a un puesto de trabajo por el hecho
de que quien lo ocupe ostente la condición de cooperativista, en lugar de asalariado. Al
contrario de ello, teniendo en cuenta que quien desarrolla su trabajo en régimen cooperativo
además de la prestación de trabajo realiza una aportación adicional, en términos económicos
y de dedicación, como copartícipe de la empresa, generando en última instancia para
la comunidad el beneficio que toda empresa le proporciona (proveyéndola de productos y
servicios para la satisfacción de las necesidades de los individuos que la integran), es lógico
y razonable que – como se establece en esta disposición – los incentivos públicos para la
creación y consolidación del empleo consideren en un plano de igualdad a ambas clases de
empleo (societario y asalariado), máxime cuando el impulso, promoción y fomento del cooperativismo
constituye un objetivo estratégico asumido como tal por los poderes públicos, tal
y como se ha visto al comentar la anterior disposición adicional cuarta.
33.1.6 Disposición adicional sexta: Utilización de las lenguas oficiales
1.- Se garantiza el ejercicio efectivo del derecho a utilizar la lengua oficial que elijan
quienes se relacionen con el Gobierno Vasco y con el Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi en aplicación de la presente norma, así como el correlativo
deber de estos de atender en la lengua escogida, para lo que adoptarán las medidas
necesarias.
2.- Así mismo, el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi utilizará ambas lenguas
en sus relaciones con cualquier otra administración pública de la Comunidad Autónoma
del País Vasco.
33.1.6.1 Introducción
La presente disposición entronca con lo que el Estatuto de Autonomía del País Vasco (en
adelante, EAPV) y la Ley 10/1982, de 24 de noviembre, básica de normalización del uso del
euskera, establecen sobre la cooficialidad del euskera y el castellano en la CAPV.
El EAPV dispone en su art. 6, apdos. 1, 2 y 3, que:
“1. El euskera, lengua propia del Pueblo Vasco, tendrá como el castellano, carácter de
lengua oficial en Euskadi, y todos sus habitantes tienen el derecho a conocer y usar
ambas lenguas.
2. Las instituciones comunes de la Comunidad Autónoma, teniendo en cuenta la diversidad
socio-lingüística del País Vasco, garantizarán el uso de ambas lenguas, regulando
su carácter oficial, y arbitrarán y regularán las medidas y medios necesarios
para asegurar su conocimiento.
3. Nadie podrá ser discriminado por razón de la lengua.”
607

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
La Ley 10/1982, de 24 de noviembre, básica de normalización del uso del euskera, establece
en sus arts. 4 y 5:
“Artículo 4.-
Los poderes públicos velarán y adoptarán las medidas oportunas para que nadie sea discriminado
por razón de la lengua en la Comunidad Autónoma del País Vasco.”
“Artículo 5.-
1. Todos los ciudadanos del País Vasco tienen derecho a conocer y usar las lenguas
oficiales, tanto oralmente como por escrito.
2. Se reconocen a los ciudadanos del País Vasco los siguientes derechos lingüísticos
fundamentales:
a) Derecho a relacionarse en euskera o en castellano oralmente y/o por escrito con
la Administración y con cualquier Organismo o Entidad radicado en la Comunidad
Autónoma.
(…)
3. Los poderes públicos garantizarán el ejercicio de estos derechos, en el ámbito territorial
de la Comunidad Autónoma, a fin de que sean efectivos y reales.”
33.1.6.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La presente disposición no tiene precedente en la normativa anterior.
33.1.6.3 Comentario general y significado práctico
Esta disposición viene a hacer hincapié, dentro del ámbito cooperativo, en los derechos
lingüísticos que, a nivel general, se reconocen a los ciudadanos en el EAPV y en la Ley
10/1982, así como en los deberes que en esa materia se imponen a los poderes públicos.
La norma que ahora comentamos pone énfasis en garantizar el “ejercicio efectivo” del
derecho de los ciudadanos a utilizar las dos lenguas oficiales, en función de la elección que
de ellas haga quien se relacione con la Administración Pública Vasca, incluyendo al CSCE/
EKGK, y en el correlativo deber de ésta de atenderlo en la lengua por él escogida.
Se establece así mismo el mandato tanto al Gobierno Vasco como al CSCE/EKGK para
que adopten las medidas necesarias para el cumplimiento efectivo de dicho derecho.
Se establece también el deber del CSCE/EKGK de utilizar ambas lenguas en sus relaciones
con cualquier otra administración pública de la CAPV.
33.1.7 Disposición adicional séptima: Previsión Social Voluntaria
Las sociedades cooperativas podrán promover la adopción de acuerdos sobre previsión
social voluntaria para las personas socias de las mismas en los términos previstos en la Ley
5/2012, de 23 de febrero, sobre Entidades de Previsión Social Voluntaria.
33.1.7.1 Introducción
La exposición de motivos de la ley destaca la inclusión en ella de esta disposición.
608

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
Las EPSV son un instrumento propio y específico del País Vasco.
Tal y como se expone en la Ley 5/2012 “Las entidades de previsión social voluntaria nacieron
para ejercer, sin ánimo de lucro y fuera del régimen público de seguridad social, la
previsión social voluntaria encaminada a proteger a las personas afectadas contra circunstancias
o acontecimientos de carácter fortuito o previsible. Sus características más importantes
se centraron en su objeto o finalidad, la protección frente a contingencias personales como la
jubilación o la invalidez fundamentalmente, en la ausencia de ánimo de lucro, en la naturaleza
asociativa del vehículo gestor propiciador de la solidaridad, en la igualdad de derechos y obligaciones
de los socios en relación con las aportaciones efectuadas, y en el sistema autogestionario
que comporta la composición democrática de sus órganos de gobierno.”
La principal finalidad de estas entidades es pagar pensiones complementarias a las que
abona la Seguridad Social. El sistema financiero en el que se basan es el de capitalización
(se realizan aportaciones que se van acumulando y que junto a los intereses producidos por
esos capitales generan un fondo propio al que tendrá derecho el socio cuando se cumpla la
contingencia cubierta).
Si bien son entidades de gestión privada están bajo el control y la supervisión del Gobierno
Vasco.
33.1.7.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La Ley 4/1993 no abordaba esta cuestión.
33.1.7.3 Comentario general y significado práctico
La previsión social voluntaria, como mecanismo de protección social de los cooperativistas,
es una realidad históricamente arraigada en el ámbito de la CAPV. Esta disposición
no incorpora, en ese sentido, ninguna novedad sustantiva desde el punto de vista jurídico al
sistema que se encontraba en vigor con anterioridad a la nueva ley,
No obstante, teniendo en cuenta la importancia que tiene en Euskadi el empleo societario
creado por las cooperativas, tal y como se ha expuesto al comentar la DA 5ª, y la singularidad
vasca de las EPSV el hecho de vincular mediante una previsión legal específica ambas realidades
merece una valoración positiva, pudiendo ello contribuir efectivamente a la promoción
de acuerdos en materia de previsión social en el ámbito cooperativo.
La Ley 5/2012, a los efectos de la posibilidad de su incorporación como socios miembros
de una EPSV de la modalidad de empleo (nacidas en el seno de las empresas) y participar en
los planes de previsión social de empleo, equipara las relaciones entre los socios trabajadores
o socios de trabajo y una cooperativa con las de carácter laboral o de servicio en el caso de
personal funcionario o estatutario (arts. 7 y 9).
Tratándose de la contingencia de jubilación, las EPSV que agrupen a socios trabajadores
y socios de trabajo de cooperativas tienen la particularidad de que podrán regular el acceso
a la prestación de jubilación a partir de los sesenta años, siempre y cuando no se ejerza la
actividad laboral o profesional o se cese en ella (art. 24.1.a).
Por último, en el caso de los Planes y EPSV preferentes (configurados como elemento fundamental
del desarrollo de la previsión social complementaria en el futuro, según lo indica la
609

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
propia ley en su exposición de motivos) el art. 14 contiene las siguientes dos especialidades
tratándose de cooperativas: en materia de aportaciones (art. 14.c), éstas se determinarán en
los reglamentos del plan (no mediante negociación colectiva, al no ser propio de una cooperativa
este mecanismo de naturaleza laboral) y en cuanto a la comisión de seguimiento del
Plan (art. 14.g), no será exigible que su composición tenga carácter paritario.
33.1.7.4 Otra normativa aplicable
La propia disposición remite a la Ley 5/2012, de 23 de febrero, en cuanto a los términos en
los cuales se podrán adoptar los acuerdos sobre previsión social voluntaria que promuevan
las cooperativas.
33.1.8 Disposición adicional octava: Sociedades Cooperativas Pequeñas
1.- El departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo simplificará
la constitución y puesta en marcha de este tipo de cooperativas mediante la utilización
de medios electrónicos, informáticos y telemáticos. Se establecerán convenios
con las instituciones, administraciones y sociedades que puedan colaborar con el
mejor funcionamiento de las sociedades cooperativas pequeñas.
2.- El departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo podrá atribuir
la condición de puntos de asesoramiento e inicio de tramitación de las sociedades
cooperativas pequeñas de Euskadi a entidades sin ánimo de lucro con ámbito
de actuación en la Comunidad Autónoma del País Vasco, y fijará las características
técnicas y perfil profesional de las personas que atenderán cada uno de estos puntos.
Todos los servicios del punto de asesoramiento e inicio de tramitación de las sociedades
cooperativas pequeñas de Euskadi serán gratuitos.
3.- El departamento del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo dispondrá
de un modelo de estatutos sociales que se pondrá a disposición de las personas interesadas
en la constitución de sociedades cooperativas pequeñas. El citado modelo
incorporará las distintas variantes por las que, en función de lo previsto en esta ley,
pueda optarse para la configuración del órgano de administración y representación.
33.1.8.1 Introducción
La Carta Europea de la Pequeña Empresa (Carta de Feira), aprobada por el Consejo Europeo
de Feira en junio de 2000, invitaba a los Estados miembros y a la Comisión a emprender
una serie de acciones en determinados ámbitos para apoyar e impulsar la pequeña empresa,
teniendo en cuenta el papel crucial que desempeña este tipo de empresas en la economía
europea. Dicha Carta hacía especial hincapié en una puesta en marcha menos costosa y más
rápida, así como en ampliar las posibilidades de inscripción, en línea, en los registros.
En febrero de 2002, el Parlamento Europeo, mediante la Resolución 2002/0079 “sobre la
estrategia para el pleno empleo y la inclusión social en el marco de la preparación de la
Cumbre de primavera de 2002 de Barcelona; el proceso de Lisboa y el camino que se ha de
seguir”, en consonancia con la Carta de Feira, instó a los estados miembros “a que apoyen
la utilización de formularios simplificados y normalizados, así como la utilización intensiva
de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones (TIC) en las relaciones de las
empresas con las Administraciones públicas, para agilizar los procedimientos de constitu-
610

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
ción, registro y publicidad en la creación de empresas y proteger contra las malas prácticas,
tal y como se establece en la Carta Europea de las PYME”.
La Ley 6/2008, de 25 de Junio, de la Sociedad Cooperativa Pequeña de Euskadi, estableció
el marco jurídico para posibilitar el cumplimiento de las recomendaciones y compromisos
planteados desde las instituciones europeas, en el ámbito de las cooperativas de trabajo asociado
y de explotación comunitaria de menores dimensiones (que no superen el número de
diez personas socias trabajadoras o socias de trabajo), marco jurídico que se integra ahora en
la Ley 11/2019 (que ha derogado a la Ley 6/2008).
33.1.8.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Las disposiciones adicionales primera, segunda y tercera de la Ley 6/2008 establecían lo
siguiente:
Disposición Adicional Primera. Documento único electrónico y suscripción de convenios
de colaboración
Mediante orden de la persona titular del departamento del Gobierno Vasco competente
en materia de cooperativas se aprobará, adecuándose a los proyectos para la adaptación
de las nuevas tecnologías a la actuación de la Administración, un documento único
electrónico de la sociedad cooperativa pequeña (DUESCP), que posibilite la constitución
de las sociedades cooperativas pequeñas, su puesta en marcha y su asesoramiento,
y se establecerán convenios con las instituciones, administraciones y sociedades que
puedan colaborar para su mejor funcionamiento.
La disposición de la actual ley deja de remitirse al “documento único electrónico” y se
refiere, con un carácter más general, a la “utilización de medios electrónicos, informáticos
y telemáticos”, todo ello siempre con el objetivo de simplificar la constitución y puesta en
marcha de las sociedades cooperativas pequeñas.
En cuanto al establecimiento de convenios para el mejor funcionamiento de este tipo de
cooperativas, se mantiene en los mismos términos la previsión y mandato para la adopción
de los mismos.
Disposición Adicional Segunda. Puntos de asesoramiento e inicio de tramitación
El departamento del Gobierno Vasco competente en materia de cooperativas, en el
plazo de tres meses, deberá atribuir la condición de puntos de asesoramiento e inicio
de tramitación de las sociedades cooperativas pequeñas de Euskadi (PAITSCPE) a entidades
sin ánimo de lucro, con ámbito de actuación en la Comunidad Autónoma del
País Vasco, fijando las características técnicas y perfil profesional de las personas que
atenderán cada uno de estos puntos.
Hasta que no esté elaborado el documento único electrónico de la sociedad cooperativa
pequeña, los puntos de asesoramiento e inicio de tramitación de las sociedades
cooperativas pequeñas de Euskadi realizarán las actividades que se les encomienden en
la resolución administrativa que les atribuya dicha condición.
Todos los servicios del punto de asesoramiento e inicio de tramitación de las sociedades
cooperativas pequeñas de Euskadi serán gratuitos.”
En relación a estos puntos, la actual disposición resulta más flexible en tanto que no ordena
sino que faculta al Gobierno Vasco para habilitarlos y no establece un plazo para ello.
611

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
“Disposición Adicional Tercera. Modelos de Estatutos sociales para la constitución de las
nuevas cooperativas pequeñas
Por orden de la persona titular del departamento del Gobierno Vasco competente en materia
de cooperativas se aprobará un modelo de Estatutos sociales, que se pondrá a disposición
de las personas interesadas en la constitución de sociedades cooperativas pequeñas.
El citado modelo incorporará las distintas variantes por las que, en función de lo previsto
en esta ley, pueda optarse para la configuración del órgano de administración y representación.”
En esta cuestión, en lugar de establecerse que “Por orden de la persona titular del departamento
del Gobierno Vasco competente en materia de cooperativas se aprobará un modelo
de Estatutos sociales” ahora se indica que “El departamento del Gobierno Vasco competente
en materia de trabajo dispondrá de un modelo de estatutos sociales.
33.1.8.3 Comentario general y significado práctico
La presente disposición adicional establece diversas medidas para facilitar la creación de
sociedades cooperativas pequeñas.
1.- La utilización de medios electrónicos, informáticos y telemáticos que faciliten y agilicen
la constitución de este tipo de cooperativas se establece en consonancia con lo
que constituye un principio básico del marco jurídico de las mismas: la simplificación
de los requisitos y trámites para su constitución, siguiendo la línea marcada desde el
seno de las instituciones de la Unión Europea, para facilitar la creación de empresas
de este tamaño.
2.- En cuanto a los puntos de asesoramiento e inicio de tramitación de las sociedades
cooperativas pequeñas y la gratuidad de sus servicios, constituye otra medida más
para facilitar la constitución de este tipo de cooperativas. La ley 6/2008 ya previó la
implantación de dichos puntos, en su disposición adicional segunda.
3.- Esta disposición ordena, por último, la elaboración de un modelo de estatutos que
el departamento competente del Gobierno Vasco deberá tener a disposición de las
personas interesadas en constituir una sociedad cooperativa pequeña, lo cual ya
se estableció también en la Ley 6/2008, en su disposición adicional tercera. Entre
las cuestiones que dicho modelo deberá contemplar está la siguiente: las distintas
variantes por las que, en función de lo previsto en esta ley, pueda optarse para la
configuración del órgano de administración y representación.
El art. 137.4 de la ley establece una reducción del plazo de calificación e inscripción de la
escritura de constitución y de los Estatutos de la cooperativa en el caso de que se utilice este
modelo, el cual será como máximo de cinco días, en lugar de diez.
33.1.9 Disposición adicional novena
No obstante lo previsto en el artículo 164.3 de esta ley, en el supuesto de que se fusionen
federaciones de cooperativas formando una nueva entidad federativa, la misma tendrá la
consideración de confederación de cooperativas de Euskadi siempre que:
1.- Asocie más del sesenta por ciento de las cooperativas inscritas en el Registro de Cooperativas
de Euskadi, con actividad acreditada ante el mismo, o cuando el número de
612

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
personas socias de dichas cooperativas sea superior o de idéntico porcentaje respecto
al total de personas socias de las cooperativas activas e inscritas en el citado registro.
2.- No exista otra entidad confederal conformada en los términos de dicho artículo.*
33.1.9.1 Introducción
En el art. 164.3 se establece:
“Las federaciones de cooperativas podrán constituir confederaciones.
Cuando una confederación agrupe, al menos, al sesenta por ciento de las federaciones
de cooperativas de Euskadi registradas, se denominará «Confederación de Cooperativas
de Euskadi».”
Tanto esta disposición como el artículo al que la misma se remite se sitúan en el ámbito del
asociacionismo cooperativo.
Dentro de ese ámbito, lo que la disposición que ahora comentamos contempla, juntamente
con el art. 164.3, es una entidad confederal de especial consideración (no una confederación,
sin más), la “Confederación de Cooperativas de Euskadi” y, en relación a ella, lo que se hace
es establecer los requisitos con cuya concurrencia una confederación de cooperativas tendrá
dicha condición y se denominará como tal.
La trascendencia que tiene el hecho de ostentar dicha condición radica en que la Confederación
de Cooperativas de Euskadi es la entidad que tiene la representación de las cooperativas
en el CSCE/EKGK, representación que será además mayoritaria en dicho órgano (art.
165 de la ley).
33.1.9.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La Ley 4/1993 establecía, en su art. 144.3:
“3.- Las federaciones de cooperativas podrán constituir confederaciones.
Cuando una confederación agrupe al menos, al sesenta por ciento de las federaciones
de cooperativas de Euskadi registradas, se denominará Confederación de Cooperativas
de Euskadi.”
Y en su disposición cuarta, punto 1:
“Régimen transitorio del asociacionismo cooperativo.
1.- En tanto no se constituya la Confederación de Cooperativas de Euskadi, el Consejo
Superior de Cooperativas de Euskadi ejercerá la máxima representación de las cooperativas
y sus organizaciones.”
A diferencia de lo que sucedía cuando entró en vigor la Ley 4/1993, momento en el cual
no existía una Confederación de Cooperativas de Euskadi, la ley actual ha nacido estando ya
constituida esa especial entidad confederal (“KONFEKOOP”).
Por dicha razón, así como la ley derogada se dedicó a sentar la base normativa sobre la
cual se pudiera constituir tal entidad la 11/2019 la contempla como una realidad plenamente
operativa.
* Redacción dada por el artículo séptimo de la Ley 5/2021, de 7 de octubre, de modificación de la Ley
11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi.
613

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
33.1.9.3 Comentario general y significado práctico
El comentario de esta disposición debe realizarse necesariamente teniendo presente el contenido
del art. 164.3, que como ya hemos indicado es al que debe entenderse realizada la
remisión que aquella hace, erróneamente, al art. 153.3.
Así como el art. 164.3 toma como referencia base, para determinar el requisito caracterizador
o constitutivo de esta especial confederación, a las federaciones de cooperativas y el
número de éstas que aquella asocie (un 60% del total de las federaciones de cooperativas de
Euskadi registradas), la disposición que ahora comentamos permite (e impone) considerar
también como “Confederación de Cooperativas de Euskadi” a aquella entidad de carácter
federativo que, como resultado de un proceso de fusión de federaciones, asocie el mismo
porcentaje (60%) no ya de las Federaciones sino de las cooperativas inscritas en el Registro
de Cooperativas de Euskadi (con actividad acreditada ante el mismo) o cuando el número
de personas socias, de las cooperativas agrupadas en la entidad confederal resultante de la
fusión, represente como mínimo dicho porcentaje en relación al total de las personas socias
de las cooperativas activas e inscritas en el citado Registro.
Además, según esta disposición, una entidad no podrá ser considerada como “Confederación
de Cooperativas de Euskadi” si ya existe otra conformada en los términos del art. 164.3.
La Confederación de Cooperativas de Euskadi se denomina actualmente “KONFEKOOP”.
Su función principal es la representación institucional, defensa y promoción de los intereses
de las federaciones y, en última instancia, de las cooperativas, en ella integradas.
“KONFEKOOP” nació, con la denominación de “Erkide”, el 12 de diciembre de 2006,
con el carácter de “federación” y por la fusión de las federaciones de cooperativas de trabajo
asociado, de enseñanza y de crédito de Euskadi. Se constituyó, por lo tanto, al amparo de la
Ley 4/1993 y lo que hace la ley actual, a través de la disposición que ahora comentamos, es
integrar en ella a dicha figura con los caracteres con los que fue constituida, producto de una
fusión de federaciones.
33.2 Disposiciones transitorias
Dado que las situaciones de hecho nacen y se desarrollan en la realidad bajo la vigencia de
normas que pueden ser derogadas y sustituidas por otras, las normas que se suceden pueden
entrar en colisión al regular de manera distinta unas mismas cuestiones. Es por ello que la
aplicación de las normas jurídicas en el tiempo requiere el establecimiento de reglas para
superar ese conflicto y resolver los problemas que esa sucesión de normas puede plantear.
Las disposiciones transitorias regulan el alcance de la aplicación de una nueva ley a situaciones
nacidas con anterioridad al momento de la entrada en vigor de la misma y que, por lo
tanto, estaban sujetas al régimen jurídico de la ley anterior, así como el tránsito y adaptación
a la nueva ley de aquellas situaciones anteriores que se encuentren en oposición a la misma
y que fueran susceptibles de integrarse en el nuevo régimen legal.
La Ley 11/2019 contempla las siguientes dos cuestiones de derecho transitorio:
1ª) Los expedientes que se encontraran en tramitación en el momento de la entrada en
vigor de la misma. En relación a ellos, se determina cuáles son las disposiciones con
arreglo a las cuales deberán seguir tramitándose y resolverse.
614

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
2ª) La situación en la que quedan los estatutos de las cooperativas anteriores a la nueva
ley, en aquello que se oponga a ésta.
33.2.1 Disposición transitoria primera: Expedientes en tramitación
Los expedientes en materia de cooperativas iniciados antes de la vigencia de esta ley se
tramitarán y resolverán con arreglo a las disposiciones hasta esa fecha en vigor.
En los supuestos de expedientes de carácter sancionador, será de aplicación el principio
de norma más favorable para las conductas y sanciones pendientes de determinar.
33.2.1.1 Introducción
La situación que se aborda en esta disposición es la de aquellos expedientes que se hubieran
iniciado durante la vigencia de la ley anterior y que se encontraran en tramitación y, por
lo tanto, pendientes de resolución al entrar en vigor la nueva ley.
En relación a dichos expedientes, se establecen dos normas con el objeto de determinar
cuáles serán las disposiciones aplicables para su tramitación y resolución: la primera, de
carácter general, está referida a cualquier expediente en materia de cooperativas; la segunda,
de carácter especial, tiene por objeto los expedientes de carácter sancionador.
33.2.1.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
El precedente de la actual disposición lo encontramos en la transitoria primera de la Ley
4/1993, la cual establecía que “Los expedientes en materia de cooperativas iniciados antes de
la vigencia de esta ley se tramitarán y resolverán con arreglo a las disposiciones hasta ahora
en vigor, sin perjuicio de lo establecido en la disposición transitoria tercera, número 2.”
La transitoria tercera, número 2, de la ley anterior establecía las graves consecuencias –
disolución de pleno derecho, cancelación de oficio de los asientos registrales y agravamiento
de la responsabilidad – derivadas de la no adaptación a la misma de los estatutos por parte de
las cooperativas, en los plazos señalados.
Las novedades que ofrece la actual disposición, en relación a la normativa anterior, son dos:
En primer lugar, se añade la norma especial relativa a los expedientes de carácter sancionador.
En segundo lugar, desaparece la remisión a la norma que regula la adaptación de los estatutos.
La nueva ley también dedica una disposición transitoria a la adaptación estatutaria pero
no se hace aquí una remisión a ella.
33.2.1.3 Comentario general y significado práctico
En materia de expedientes, el momento del inicio de su tramitación determinará qué disposiciones
regirán la misma y su resolución, debiendo aplicarse aquellas que estén en vigor en
ese momento de la iniciación. Es decir, los expedientes iniciados durante la vigencia de la Ley
4/1993 (y de la Ley 6/2008 en el caso de las sociedades cooperativas pequeñas), que se encontrarán
en tramitación a la entrada en vigor la Ley 11/2019 se regirán por la normativa anterior.
615

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
En materia sancionadora, esta disposición recoge la especialidad típica de ella, exceptuando
la aplicación a dicha materia de la norma general establecida en el párrafo anterior y estableciendo,
en su lugar, la aplicación del principio de norma más favorable para las conductas
y sanciones pendientes de calificar y determinar. Por lo tanto, con independencia de cuál fuera
la disposición que estuviera vigente en el momento de realizarse la conducta o de iniciarse
o resolverse el expediente sancionador la norma aplicable para determinar las consecuencias
asociadas a la infracción será la que resulte más favorable para la persona infractora.
Dicho principio se encuentra recogido de manera pacífica por la jurisprudencia, tanto del
Tribunal Supremo como del Tribunal Constitucional, tal y como se indica, por ejemplo, en la
sentencia del Tribunal Supremo, Sala de lo Contencioso, de 26.03.2008, nº 927/2008, cuando
señala:
“la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, razonando a sensu contrario, a partir
de la prohibición de las disposiciones sancionadoras no favorables, plasmada en el artículo
9.3 de la Constitución, ha elaborado el principio de la retroactividad de las leyes
sancionadoras posteriores más favorables, criterio hoy asumido, a nivel general por el
artículo 128.2 de la Ley 30/1992, según el cual las disposiciones sancionadoras producirán
efecto retroactivo en cuanto favorecen al presunto infractor.”
33.2.2 Disposición transitoria segunda: Aplicación de los actuales estatutos
El contenido de los estatutos de las sociedades cooperativas calificadas e inscritas al
amparo de la normativa que ahora se deroga no podrá ser aplicado en oposición a lo
dispuesto en esta ley.
En el plazo de dos años a contar desde el día siguiente a la entrada en vigor de esta
ley, las sociedades cooperativas deberán revisar y adaptar sus estatutos a aquellas normas
de carácter imperativo contenidas en la presente ley.
Hasta el 31 de diciembre de 2023, las sociedades cooperativas, deberán revisar y adaptar
sus estatutos a aquellas normas de carácter imperativo contenidas en la presente ley.*
33.2.2.1 Introducción
La situación de carácter transitorio a la que esta disposición se refiere es la de los estatutos
de las cooperativas anteriores a la nueva ley. Al tratarse de normas estatutarias amparadas por
una ley derogada aquellas se ven afectadas también por el fenómeno derogatorio en aquellos
de sus extremos que pudieran oponerse a las nuevas disposiciones legales de carácter imperativo.
Se trata, en definitiva, de resolver el conflicto que se produce entre dos normas que si bien
no se suceden entre sí (dado su diferente rango jerárquico) se ven inmersas en un proceso de
sucesión normativa, en el cual una ley nueva deroga a otra anterior en la cual se amparaba
la norma estatutaria cuya situación jurídica debe ser fijada, lo que precisamente se realiza a
través de la disposición transitoria.
* Redacción dada por el artículo octavo de la Ley 5/2021, de 7 de octubre, de modificación de la Ley
11/2019, de 20 de diciembre, de Cooperativas de Euskadi.
616

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
Junto a ello, se trata así mismo de integrar en la nueva legalidad esa normativa estatutaria
preexistente.
33.2.2.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
Tanto la Ley 1/1982 (disposiciones transitorias 1ª y 2ª) como la 4/1993 (disposiciones transitorias
2ª y 3ª) impusieron, como sucede con la actual ley, la obligación de las cooperativas
constituidas con anterioridad a su entrada en vigor de adaptar a ellas sus estatutos, estableciendo
además, durante ese período transitorio, la prevalencia de las nuevas normas legales
imperativas sobre las disposiciones estatutarias previas que estuvieran en contradicción u
oposición con aquellas, todo ello como consecuencia del superior rango jerárquico de la ley.
Lo que en las leyes precedentes era objeto de dos disposiciones transitorias (inaplicación
de normas estatutarias en contradicción u oposición a las nuevas disposiciones legales y
adaptación de los estatutos a la nueva legalidad) ahora se recoge en una sola disposición.
La actual ley resulta menos rigurosa en cuanto a las consecuencias que establece para el
caso de que una cooperativa no adapte sus estatutos a la misma dentro del plazo de dos años
establecido para ello. Mientras que la Ley 1/1982 disponía para tal situación la disolución de
pleno de derecho y la apertura del período de liquidación de la cooperativa y la Ley 4/1993
establecía, además de lo anterior, “la responsabilidad personal y solidaria de administradores,
directores-gerentes y liquidadores por las deudas contraídas o que se contraigan en
nombre de la cooperativa”, la Ley 11/2019 se limita a prohibir la inscripción en el Registro
de Cooperativas de Euskadi de documento alguno de la sociedad, si bien con una serie de
excepciones.
33.2.2.3 Comentario general y significado práctico
La presente disposición tiene por objeto regular la situación en la que quedan los estatutos
de las cooperativas constituidas (calificadas e inscritas) bajo la normativa anterior y, más
concretamente, en cuanto a los extremos de ellos que pudieran estar en oposición a las normas
de carácter imperativo de la actual ley.
El punto del que tenemos que partir para la comprensión de esta disposición es que con
arreglo al principio de jerarquía normativa la ley tiene preferencia sobre los estatutos. Consecuentemente,
éstos no tendrán validez y, por lo tanto, no podrán ser aplicados en cuanto se
opongan a las normas legales imperativas, con independencia de que esa ley sea la que estuviera
vigente cuando dichos estatutos se constituyeron en norma jurídica o que adquiriera
vigencia en un momento posterior.
En relación a tal cuestión, lo que esta disposición establece son dos cosas:
1.- La prevalencia de las normas imperativas de la Ley 11/2019 sobre las normas estatutarias
amparadas en la ley derogada. Como consecuencia de ello, se dispone que
el contenido de los estatutos preexistentes “no podrá ser aplicado en oposición a lo
dispuesto en esta ley”.
2.- La obligación de las cooperativas de “revisar y adaptar sus estatutos a aquellas
normas de carácter imperativo contenidas en la presente ley”, para lo cual se les
concede un plazo hasta el 31 de diciembre de 2023.
617

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
La consecuencia establecida para el caso de que una cooperativa no cumpla con esa obligación
es prohibir la inscripción registral de documento alguno de la sociedad, con la excepción
de: “el acuerdo de adaptación a la presente ley, los títulos relativos al cese o dimisión
de las personas que ejerzan de administradores, gerentes, directores generales y liquidadores,
y la revocación o renuncia de poderes, así como a la transformación de la sociedad o a
su disolución, nombramiento de liquidadores, liquidación y extinción de la sociedad, y los
asientos ordenados por la autoridad judicial o administrativa.”
33.3 Disposición derogatoria: Derogación de la legislación precedente
Quedan derogadas la Ley 4/1993, de 24 de junio, de Cooperativas de Euskadi, la Ley
6/2008, de 25 de junio, de la Sociedad Cooperativa Pequeña de Euskadi, y cuantas normas
de igual o inferior rango se opongan a lo establecido en la presente ley.
33.3.1. Introducción
Derogar es “dejar sin efecto una norma vigente” (diccionario jurídico de la Real Academia
Española). Dicha acción y efecto se producen por la aprobación de una disposición normativa
posterior, de igual o superior rango que la que se deroga y que expulsa a ésta, en todo o
en parte, del ordenamiento jurídico.
La derogación puede ser expresa o tácita. Es expresa cuando la nueva disposición indica
expresamente las que quedan derogadas como consecuencia de su entrada en vigor y es tácita
cuando tiene lugar por la contradicción entre una norma anterior y otra posterior que por su
igual o mayor rango normativo debe prevalecer frente a aquella.
En relación a la derogación tácita, el Tribunal Supremo (Civil) señaló en su sentencia de
31.10.1996, nº 881/1996, que “Amparada la posibilidad de la derogación tácita en la expresión
del artículo 2.2 del Código Civil (EDL 1889/1) de que la derogación “se extenderá
siempre a todo aquello que en la ley nueva, sobre la misma materia, sea incompatible con
la anterior”, su estimación exige la concurrencia de los requisitos de igualdad de materia
en ambas leyes, identidad de destinatarios y de contradicción e incompatibilidad entre los
fines de ambas normas.”
33.3.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La Ley 11/2019 utiliza la misma fórmula derogatoria que su predecesora.
33.3.3 Comentario general y significado práctico
En la introducción al comentario de esta disposición se ha expuesto cuál es el significado de
la acción y efecto de derogar y se han explicado las dos clases de derogación, expresa y tácita.
La nueva ley deroga expresamente no solo a la anterior Ley 4/1993 de Cooperativas de
Euskadi sino también a la Ley 6/2008, al haberse integrado en la actual (arts. 136 a 145) la
regulación de la sociedad cooperativa pequeña, cuyo régimen jurídico se mantiene.
Quedan así mismo derogadas, según indica el texto de la disposición, “cuantas normas de
igual o inferior rango se opongan a lo establecido en la presente ley.”
618

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
Con la nueva ley se reúnen, por tanto, en un texto único todas las disposiciones aplicables
a las cooperativas del ámbito vasco, contribuyendo así a la armonización, comprensión y,
en última instancia, aplicación y funcionamiento del sistema normativo de estas entidades.
33.4 Disposiciones finales
A través de estas disposiciones se regulan cuestiones diversas de carácter heterogéneo que
el legislador ha estimado conveniente incluir en la parte final de la ley, como son:
- la determinación de su ámbito de aplicación.
- la habilitación al Gobierno Vasco para regular clases de cooperativas distintas de las
contempladas en la ley.
- la modificación de una norma de otra ley, más concretamente del Decreto Legislativo
2/2007, de 6 de noviembre, de aprobación del Texto Refundido de la Ley de
Patrimonio de Euskadi.
- la habilitación al Gobierno Vasco para dictar normas de desarrollo y aplicación de
la presente ley, contemplándose entre dichas normas dos que necesariamente habrán
de aprobarse en unos determinados plazos: un nuevo reglamento del registro de sociedades
cooperativas (en seis meses) y el procedimiento de sanción cooperativa (un
año).
- la habilitación a los órganos competentes de la Administración vasca para dictar
normas relativas a la petición de datos a las cooperativas a efectos estadísticos.
- la fijación del momento de la entrada en vigor de la ley.
33.4.1 Disposición final primera: Ámbito de aplicación
La presente ley es de aplicación a todas las sociedades cooperativas con domicilio social
en el territorio de la Comunidad Autónoma del País Vasco que, de conformidad con lo
previsto en el artículo 2.A) de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas, desarrollen
con carácter principal su actividad cooperativizada en dicho territorio.
33.4.1.1 Introducción
Esta disposición tiene por objeto determinar a qué cooperativas será de aplicación la Ley
11/2019, teniendo en cuenta cuál es el alcance territorial de las competencias de la Comunidad
Autónoma del País Vasco (en adelante CAPV) en materia de cooperativas. La delimitación
de dicho ámbito competencial es el resultado de un proceso que arranca con la Ley
1/1982, continúa con una sentencia del Tribunal Constitucional y, como consecuencia de
ella, se va concretando posteriormente a nivel legislativo, a través de diversas leyes de carácter
autonómico y estatal. Ese proceso se explicará detalladamente en el siguiente apartado.
33.4.1.2. Principales novedades respecto a la normativa anterior
En esta cuestión consideramos que resulta procedente remontarse hasta la Ley 1/1982 y
analizar la evolución que ha tenido la delimitación del ámbito de aplicación de la legalidad
vasca en materia de cooperativas.
619

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
La primera ley de cooperativas de Euskadi estableció en su DF 1ª que:
“La presente Ley se aplicará a todas las Cooperativas con domicilio en la Comunidad
Autónoma del País Vasco, con independencia de su ámbito territorial de actuación.”
El Tribunal Constitucional, en sentencia nº 72/1983, de 29 de julio, declaró la inconstitucionalidad
de dicha disposición afirmando:
“la Ley extiende su ámbito territorial en materia de cooperativas más allá del que
corresponde a la competencia de la Comunidad Autónoma, al regular cooperativas que
pueden actuar como tales, en las relaciones que vienen a configurarlas como cooperativas,
en ámbito territorial superior al comunitario, por lo que, en conclusión, vulnera el
art. 20.6 Estatuto y -en conexión con el mismo- el art. 149.3 CE.”
Como consecuencia de dicha sentencia, el Parlamento Vasco aprobó la Ley 1/1984, de 30
de octubre, por la que se modificó la DF 1ª de la Ley 1/1982, estableciendo en su artículo
único:
“La disposición final primera de la Ley 1/1982, de 11 de febrero, quedará redactada en
la siguiente forma:
Disposición Final Primera
La presente Ley se aplicará a todas las Cooperativas con domicilio en la Comunidad
Autónoma del País Vasco cuyas relaciones de carácter cooperativo interno que resulten
definitorias del objeto social cooperativizado y entendiéndose por tales relaciones las
de la Cooperativa con sus socios, se lleven a cabo dentro del territorio de la Comunidad
Autónoma, sin perjuicio de que establezcan relaciones jurídicas con terceros, o realicen
actividades de carácter instrumental al referido objeto social, fuera del territorio de la
misma.”
La Ley 4/1993 reguló la cuestión relativa a su ámbito de aplicación en su DF 2ª, de la
siguiente manera:
“La presente ley es de aplicación a todas las cooperativas con domicilio social en el
territorio de la Comunidad Autónoma del País Vasco, excepto aquéllas cuyas relaciones
de carácter cooperativo interno que resulten definitorias del objeto social cooperativo , y
entendiéndose por tales relaciones las de la cooperativa con sus socios, se lleven a cabo
efectivamente fuera del territorio de la Comunidad Autónoma vasca, sin perjuicio de que
establezcan relaciones jurídicas con terceros o de que realicen actividades de carácter
instrumental o personales accesorias al referido objeto social fuera de dicho territorio.”
La Ley 1/2000, de 29 de junio, de modificación de la Ley de Cooperativas de Euskadi, dio
nueva redacción a dicha disposición, a través de su artículo vigesimotercero, estableciendo
lo siguiente:
“Se da nueva redacción a la disposición final segunda de la Ley 4/1993, de 24 de junio,
de Cooperativas de Euskadi, que queda redactada de la manera siguiente:
Disposición Final Segunda. Ámbito de aplicación
La presente ley es de aplicación a todas las sociedades cooperativas con domicilio social
en el territorio de la Comunidad Autónoma del País Vasco que, de conformidad con
lo previsto en el art. 2 A de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas, desarrollen
620

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
con carácter principal su actividad cooperativizada en dicho territorio.”
Por la remisión hecha en dicha ley al art. 2.A) de la Ley 27/1999, estatal de cooperativas,
conviene tener presente el contenido del mismo, el cual indica:
“La presente Ley será de aplicación:
A) A las sociedades cooperativas que desarrollen su actividad cooperativizada en el
territorio de varias Comunidades Autónomas, excepto cuando en una de ellas se desarrolle
con carácter principal.”
Finalmente, llegamos a la ley actual, cuya DF 1ª, que ahora comentamos, reproduce el
contenido de la DF 2ª de la Ley 4/1993, en su versión dada por la Ley 1/2000.
33.4.1.3 Comentario general y significado práctico
La delimitación que hace esta disposición del ámbito de aplicación de la Ley 11/2019 se
realiza en consonancia – “de conformidad” – con lo establecido en la ley estatal de cooperativas
(art. 2.A de la Ley 27/1999), siendo el contenido de la disposición que ahora comentamos
el resultado de ello.
La lectura conjunta de ambos preceptos, autonómico y estatal, pone de manifiesto que los
elementos determinantes que han de concurrir para que resulte aplicable la ley vasca son los
dos siguientes, teniendo ambos la significación de vincular a la entidad con un territorio, en
este caso, el de la CAPV:
1º.- Que la actividad cooperativizada se desarrolle en el territorio de la CAPV, bien únicamente
o bien principalmente si aquella se desarrollara en el territorio de varias comunidades
autónomas.
Hay que tener presente que cuando se habla de “actividad cooperativizada” se está haciendo
referencia a la actividad típica que la cooperativa realiza con sus socios (la promoción de
viviendas, el trabajo, la enseñanza, etc.), sin perjuicio de que la cooperativa pueda realizar
actividades instrumentales y operaciones con terceros fuera del citado ámbito territorial.
2º.- Que el domicilio social de la cooperativa se encuentre ubicado así mismo en la CAPV.
En lo que se refiere al domicilio social, el art. 3 de la ley establece:
“La cooperativa tendrá su domicilio social, dentro del territorio de la Comunidad
Autónoma del País Vasco, en el lugar donde realice preferentemente las actividades con
sus personas socias o donde centralice la gestión administrativa y la dirección empresarial.”
En relación con la fijación del domicilio, el art. 3 de la Ley 27/1999 dispone:
“La sociedad cooperativa fijará su domicilio social dentro del territorio español, en el
lugar donde realice principalmente su actividad o centralice su gestión administrativa
y dirección.”
Debe tenerse así mismo en cuenta que el art. 13.1 de la ley establece que entre los extremos
que habrán de hacerse constar en los estatutos figurarán el domicilio social y el ámbito
territorial de la actividad cooperativa principal.
621

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
33.4.1.4 Otra normativa aplicable
Cuando la actividad cooperativizada se desarrolle, además de en Euskadi, en el territorio
de otras Comunidades Autónomas, habrá de tenerse en cuenta lo dispuesto en el ya citado art.
2.A) de la Ley 27/1999, estatal de cooperativas.
33.4.2 Disposición final segunda. Otras clases de cooperativas
El Gobierno Vasco, a propuesta de la persona titular del departamento competente en
materia de trabajo, previo informe preceptivo del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi,
podrá regular nuevas clases de cooperativas y establecer las normas especiales que
vengan determinadas por las peculiaridades socioeconómicas que concurran en aquellas,
respetando los principios y caracteres establecidos en la presente ley.
33.4.2.1 Introducción
La regulación sobre las clases de cooperativas en la Ley 11/2019 tiene un carácter abierto,
lo cual supone mantener una línea de continuidad con la normativa anterior pues tanto la Ley
1/1982 (art.65) como la 4/1993 (art. 98.1) adoptaron ese sistema de numerus apertus.
33.4.2.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La Ley 11/2019 contempla nuevas clases de cooperativas, en relación con la anterior legislación,
como son: las Junior Cooperativas (art. 132) y las de Fomento Empresarial (art. 135).
33.4.2.3 Comentario general y significado práctico
El contenido de esta disposición debe ponerse en conexión con el art. 102.1, según el cual
“Las cooperativas pueden constituirse acogiéndose a cualquiera de las clases reguladas
en el presente capítulo. Esa clasificación no obstará a la libre configuración estatutaria
de otras cooperativas, con tal de que quede claramente determinada la correspondiente
actividad cooperativa y la posición jurídica de las personas socias que deben participar en
ella, en cuyo caso el registro y las personas interesadas aplicarán la normativa legalmente
prevista para la clase de entidades con las que aquellas guarden mayor analogía.”.
De cara al futuro, para facilitar la regulación de posibles nuevas clases de cooperativas,
mediante una herramienta jurídica de mayor agilidad que la de una ley y adecuar así más
fácilmente la normativa a una realidad socioeconómica en constante transformación, se habilita
en esta disposición al Gobierno Vasco para dictar las normas especiales correspondientes,
respetando en todo caso los principios y caracteres establecidos en la ley. Lo mismo se
establecía en la DF 3ª de la Ley 4/1993.
La elaboración de dichas normas requerirá la intervención del CSCE/EKGK, que deberá
emitir previamente un informe, con carácter preceptivo.
En todo caso, resulta claro que no será necesario que se promulgue normativa adicional
alguna para que pueda constituirse una cooperativa de clase distinta a las que se contemplan
en la presente ley, prevaleciendo la libertad para configurar sus estatutos por parte de
los promotores de la misma, siempre y cuando quede claramente determinada la corres-
622

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
pondiente actividad cooperativa y la posición jurídica de las personas socias que deban
participar en ella.
33.4.3 Disposición final tercera. Modificación del Decreto Legislativo 2/2007, de 6 de
noviembre, de aprobación del Texto Refundido de la Ley de Patrimonio de Euskadi
“Se modifica la letra a) del artículo 102 del Texto Refundido de la Ley de Patrimonio de
Euskadi, aprobada por el Decreto Legislativo 2/2007, de 6 de noviembre, que queda redactado
en los siguientes términos:
«a) Para fines de utilidad pública o interés público o social a favor de administraciones
públicas, otras entidades de naturaleza jurídico-pública, entidades integrantes del
sector público y fundaciones, asociaciones o cooperativas declaradas de utilidad
pública. Así mismo, y con los mismos fines, a favor de sociedades cooperativas de
viviendas declaradas de utilidad pública en el caso de terrenos destinados a la construcción
de viviendas para las personas socias».”
33.4.3.1 Introducción
La exposición de motivos de la ley se refiere a esta disposición indicando:
“pretende equiparar las fundaciones y asociaciones declaradas de utilidad pública
con las cooperativas que tengan declarado tal carácter, en relación con los actos de
disposición gratuita sobre bienes o derechos regulados por el Texto Refundido de la Ley
de Patrimonio de Euskadi. Así mismo, y con los mismos fines, a favor de sociedades cooperativas
de viviendas declaradas de utilidad pública en el caso de terrenos destinados
a la construcción de viviendas para las personas socias.”
En relación a las cooperativas de viviendas, esta disposición hay conectarla con lo que se
establece en el art. 157.2.g) de la ley, según el cual:
Artículo 157. Medidas de fomento y difusión del cooperativismo.
2.- Especialmente, se adoptarán las siguientes medidas de fomento:
g) Las cooperativas de viviendas declaradas de utilidad pública, para el cumplimiento
de sus fines sociales, podrán adquirir terrenos de titularidad pública por
el sistema de adjudicación directa.
La conexión entre lo establecido en esta ley y la modificación de la Ley de Patrimonio de
Euskadi se explicará en el apartado que trata del comentario y significado práctico de esta
disposición.
33.4.3.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La presente disposición no tiene precedente en la normativa anterior.
33.4.3.3 Comentario general y significado práctico
El art. 102.a) del Decreto Legislativo 2/2007 establecía, antes de ser modificado por la
presente disposición, lo siguiente:
623

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
Artículo 102. Supuestos que permiten actos de disposición gratuita.
Podrán acordarse actos de disposición gratuita sobre bienes o derechos cuya afectación
o explotación no se juzgue previsible, en los siguientes supuestos:
a) Para fines de utilidad pública o interés público o social a favor de administraciones
públicas, otras entidades de naturaleza jurídico-pública, entidades integrantes del
sector público y fundaciones o asociaciones declaradas de utilidad pública.
El ámbito del precepto modificado es, por tanto, los actos de disposición gratuita sobre
bienes o derechos del patrimonio de Euskadi.
En esa redacción previa, las cooperativas no aparecían mencionadas en el citado precepto,
entre las entidades que no teniendo carácter público podían resultar ser cesionarias de bienes o
derechos del patrimonio de Euskadi en virtud de actos de disposición gratuita; se hacía referencia
a las fundaciones o asociaciones, siempre que hubieran sido declaradas de utilidad pública.
Ahora, tras la modificación, se equipara a dichos efectos a las cooperativas con las fundaciones
y asociaciones, exigiéndose consecuentemente también a aquellas la declaración de
utilidad pública de las mismas, para poder ser cesionarias de bienes o derechos del patrimonio
de Euskadi en virtud de actos de disposición gratuita.
En el caso de las cooperativas de viviendas, se contempla específicamente la cesión gratuita
a su favor de “terrenos destinados a la construcción de viviendas para las personas
socias”, siempre sobre la base de que hubieran sido declaradas de utilidad pública. En este
sentido, la modificación que se lleva a cabo de la Ley de Patrimonio de Euskadi resulta coherente
con lo dispuesto en el artículo 157.2.g) de la Ley 11/2019, en tanto en cuanto en este
último precepto se exige también a las cooperativas de viviendas el requisito de declaración
de utilidad pública para que las mismas puedan adquirir terrenos de titularidad pública por el
sistema de adjudicación directa.
33.4.3.4 Otra normativa aplicable
En relación a la declaración de utilidad pública, hay que tener en cuenta el Decreto 64/1999,
de 2 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento sobre procedimientos y requisitos relativos
a las sociedades cooperativas de utilidad pública, cuyo objeto es precisamente regular
el procedimiento y requisitos para que una sociedad cooperativa pueda ser declarada de
utilidad pública,
33.4.4 Disposición final cuarta: Aplicación y desarrollo de la Ley
1.- El Gobierno Vasco, a propuesta de la persona titular del departamento competente
en materia de trabajo, podrá dictar normas para la aplicación y desarrollo de
la presente ley.
2.- En el plazo de seis meses desde la entrada en vigor de la presente ley, el Gobierno
Vasco aprobará un nuevo reglamento del registro de sociedades cooperativas que
prevea, expresamente, y regule la tramitación electrónica de expedientes registrales
y simplifique la operatoria registral, salvaguardando la necesaria seguridad jurídica,
a efectos de facilitar las relaciones con los interesados e interesadas, especialmente
la inscripción y depósito de los actos sujetos al mismo, así como la resolución
de consultas y la publicidad formal.
624

DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
3.- En el plazo de un año desde la entrada en vigor de la presente ley, el Gobierno Vasco
aprobará el procedimiento de sanción cooperativa de conformidad con la legalidad
de aplicación sobre régimen sancionador de la Administración y sus principios y
garantías previsto por el artículo 149 de esta ley.
4.- Los órganos competentes de la Administración vasca podrán dictar normas relativas
a la petición de datos a las cooperativas a efectos estadísticos, de conformidad
con lo dispuesto por la legislación en materia de estadística, previa coordinación
con el Registro de Cooperativas de Euskadi y con el Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi.
33.4.4.1 Introducción
Las leyes contienen regulaciones que, por su generalidad, precisan habitualmente para su
efectiva aplicación de normas de rango inferior que las complementen o desarrollen. Es por
ello que las propias leyes suelen prever y en muchos casos ordenan que tras su entrada en
vigor se dicten normas con ese objeto y fin, a las que se les denomina reglamentos ejecutivos,
los cuales se dictan por la Administración en ejercicio de su potestad reglamentaria, con
subordinación a la ley y con sometimiento al control judicial.
Como consecuencia de la estructura autonómica del Estado, cada comunidad autónoma
tiene sus propios órganos de gobierno, con su correspondiente potestad reglamentaria. En el
caso de la CAPV, la Ley 7/1981, de 30 de junio, del Parlamento Vasco, sobre Ley de Gobierno,
establece en su art. 18 que:
“Corresponde al Gobierno:
c) Aprobar mediante Decreto los Reglamentos para el desarrollo y ejecución de las
Leyes emanadas del Parlamento Vasco, así como los de las Leyes del Estado cuando
la ejecución de la competencia corresponda a la Comunidad Autónoma en virtud del
Estatuto de Autonomía, o por delegación o transferencia.”
Además del Gobierno Vasco, también tienen investida potestad reglamentaria órganos
de rango inferior y así, en el art. 26 de esa misma ley, en relación a los consejeros
se establece:
“Sin menoscabo de las competencias que les corresponden como miembros del Gobierno,
los Consejeros están investidos de las atribuciones siguientes:
4. Dictar disposiciones administrativas generales y resoluciones en materias de su Departamento.”
Esa potestad reglamentaria de los consejeros se materializa a través de órdenes.
Pues bien, en el contexto que ha quedado expuesto, la disposición que ahora se comenta sienta
las bases para que por parte de la Administración de la CAPV se dicten normas de aplicación
y desarrollo de la ley, habilitando en unos casos y en otros imponiendo al Gobierno y a otros
órganos de la Administración Vasca el dictado de normas de rango reglamentario, que podrán
ser de carácter general o tener por objeto la regulación de determinadas cuestiones o materias.
33.4.4.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
En relación a la DF 5ª de la Ley 4/1993, que tenía por objeto la “Aplicación y desarrollo
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DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
de la ley”, la ley actual introduce como novedad el mandato al Gobierno Vasco para que, en
el plazo de un año, apruebe el procedimiento de sanción cooperativa.
33.4.4.3 Comentario general y significado práctico
1.- El Gobierno Vasco, a propuesta de la persona titular del departamento competente
en materia de trabajo, podrá dictar normas para la aplicación y desarrollo de la
presente ley.
Se trata de una habilitación al Gobierno Vasco, de carácter general, para que dicte reglamentos
ejecutivos para la aplicación y desarrollo de la ley,
Entretanto se apruebe un nuevo Reglamento, mantendrá su vigencia el Decreto 58/2005,
de 29 de marzo, por el que se aprobó el Reglamento de la Ley de Cooperativas de Euskadi,
en todo aquello que no se oponga a lo establecido en la nueva ley.
2.- En el plazo de seis meses desde la entrada en vigor de la presente ley, el Gobierno
Vasco aprobará un nuevo reglamento del registro de sociedades cooperativas que
prevea, expresamente, y regule la tramitación electrónica de expedientes registrales
y simplifique la operatoria registral, salvaguardando la necesaria seguridad jurídica,
a efectos de facilitar las relaciones con los interesados e interesadas, especialmente
la inscripción y depósito de los actos sujetos al mismo, así como la resolución
de consultas y la publicidad formal.
El Decreto 161/1982, de 26 de julio, por el que se reguló primeramente el Registro de
Cooperativas de Euskadi, optó, en desarrollo de la DA 4ª de la Ley 1/1982, de 11 de febrero,
sobre Cooperativas, por establecer un sistema desconcentrado de organización administrativa
para prestar dicho servicio, creando tres Órganos territoriales además de uno central, con
competencias propias.
La DF 5ª de la Ley 4/1993, en su apdo. 1, ordenó al Gobierno Vasco que, en el plazo de seis
meses desde su entrada en vigor, dictara las normas reguladoras del régimen de organización y
funcionamiento del Registro de Cooperativas de Euskadi, régimen que fue establecido mediante
Decreto 189/1994, de 24 de mayo, cuyo art. 1 dispuso, a diferencia de la anterior normativa,
la estructuración del Registro como órgano unitario adscrito a la Dirección de Economía Social
del Departamento de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno Vasco. La adaptación de la organización
y funcionamiento del Registro a la nueva estructura unitaria se llevó a cabo en virtud
de la Orden de 21 de julio de 1994, del Consejero de Trabajo y Seguridad Social.
El Decreto 189/1994 fue derogado por el Decreto 59/2005, el cual estableció al actual
régimen de organización y funcionamiento del Registro, manteniendo su carácter unitario y
su adscripción a la Dirección de Economía Social del Departamento de Justicia, Empleo y
Seguridad Social del Gobierno Vasco.
La DF que ahora se comenta ordena al Gobierno Vasco la aprobación de un nuevo reglamento
del Registro y pone el acento en que el mismo deberá prever, expresamente, y regular
la tramitación electrónica de expedientes registrales y simplificar la operatoria registral, salvaguardando
la necesaria seguridad jurídica, a efectos de facilitar las relaciones con los interesados
e interesadas, especialmente la inscripción y depósito de los actos sujetos al mismo,
así como la resolución de consultas y la publicidad formal.
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DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
3.- En el plazo de un año desde la entrada en vigor de la presente ley, el Gobierno Vasco
aprobará el procedimiento de sanción cooperativa de conformidad con la legalidad
de aplicación sobre régimen sancionador de la Administración y sus principios y
garantías previsto por el artículo 149 de esta ley.
Tal y como se pone de manifiesto en la exposición de motivos de la propia ley, la intervención
pública en el ámbito de las cooperativas encuentra su justificación por ser estas
empresas de “interés social”.
Los dos aspectos en los que se manifiesta y justifica la actividad administrativa en materia
de cooperativas corresponden a la actividad de fomento, por una parte, y de garante del cumplimiento
de la legalidad cooperativa, por otra.
Es, pues, en el marco de esa función de garante del cumplimiento de la legalidad donde
debe incardinarse la regulación y ejercicio de la potestad sancionadora de la Administración
en relación a las cooperativas.
La Ley 4/1993 preveía (en su art. 140.6) que el Gobierno Vasco regulara un procedimiento
sancionador específico, lo cual no llegó a producirse.
La actual ley delimita temporalmente la aprobación de dicho procedimiento, estableciendo
para que ello se lleve a efecto el plazo de un año desde la entrada en vigor de la misma.
Además, debe tenerse presente que según el art. 160.7 de la ley “Corresponde al departamento
del Gobierno Vasco competente en materia de trabajo proponer la aprobación
del reglamento que regule el procedimiento de sanción cooperativa de conformidad con la
legalidad de aplicación sobre régimen sancionador de la Administración y sus principios y
garantías. En ningún caso podrá imponerse sanción de ningún tipo si previamente no se ha
instruido el oportuno expediente conforme a dichos principios y garantías.
Para la resolución de los expedientes sancionadores por presunta infracción muy grave,
será preceptivo el informe previo del Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, que
deberá emitirlo en el término de sesenta días desde la solicitud, teniéndose por evacuado si
no lo hiciese en dicho plazo.”
La remisión que en esta disposición se hace al art. 149 de la ley debe considerarse errónea
y ha de entenderse referida al art. 160.7.
4.- Los órganos competentes de la Administración vasca podrán dictar normas relativas
a la petición de datos a las cooperativas a efectos estadísticos, de conformidad
con lo dispuesto por la legislación en materia de estadística, previa coordinación
con el Registro de Cooperativas de Euskadi y con el Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi.
La disposición que ahora comentamos reproduce el texto de la DF 5ª, apdo. 3, de la Ley
4/1993.
El Estatuto de Autonomía del País Vasco dispone en su art. 10.37 que “La Comunidad
Autónoma del País Vasco tiene competencia exclusiva en las siguientes materias: (...) 37.
Estadística del País Vasco para sus propios fines y competencias”.
En aplicación de dicho artículo, el Parlamento Vasco aprobó la Ley 4/1986, de 23 de abril,
de Estadística de la Comunidad Autónoma de Euskadi, en la que se regula la actividad estadística
de la Comunidad Autónoma.
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DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
El art. 6.1 de la citada ley establece que el Plan Vasco de Estadística es el instrumento ordenador
de la actividad estadística de la Comunidad Autónoma de Euskadi durante un período
de tiempo y que el mismo será objeto de aprobación mediante ley.
Hasta la fecha se han aprobado ocho de esos planes, con vigencia respectiva para los siguientes
períodos de tiempo: 1989-1992, 1993-1996, 1997-2000, 2001-2004, 2005-2008,
2010-2012, 2014-2017 y 2019-2022. Estos planes se desarrollan, a su vez, mediante programas
estadísticos anuales.
La Ley 8/2019, de 27 de Junio, del Plan Vasco de Estadística 2019-2022, y el Decreto
71/2020, de 26 de mayo, mediante el cual se ha aprobado el programa estadístico anual
de 2020 incluyen a la Economía Social dentro de la relación de operaciones estadísticas,
contemplando a su vez entre dichas operaciones las siguientes: “Estadística de la economía
social vasca” (con el objetivo de conocer las macromagnitudes más significativas de las
cuentas económicas del sector de la economía social) y “Avance de resultados de la economía
social vasca” (con el objetivo de disponer de un avance de resultados anual relativo a la
evolución de la economía social). En ambos casos, los sujetos informantes son las empresas,
existiendo cuestionarios para recabar de las mismas los datos necesarios para el cumplimiento
de los objetivos estadísticos arriba indicados.
Debe tenerse en cuenta que el suministro de información estadística tiene carácter obligatorio
para las empresas, constituyendo el incumplimiento de dicha obligación una infracción
sancionable.
33.4.5 Disposición final quinta: Entrada en vigor
La presente ley entrará en vigor a los treinta días de su publicación en el Boletín Oficial
del País Vasco.
33.4.5.1 Introducción
Entre las cuestiones típicas que son objeto de las disposiciones finales de una ley se encuentra
la fijación del momento de su entrada en vigor.
Los dos momentos que delimitan el tiempo de vida de una norma son su entrada en vigor
y su derogación.
El inicio de la vigencia de una norma viene determinado por su publicación oficial siendo
ello consecuencia del principio de publicación formal de las leyes, el cual viene recogido en
el art. 9.3 de la Constitución de 1978, donde se establece que “La Constitución garantiza
(…) la publicidad de las normas”.
Partiendo de ese hecho o momento, las leyes podrán entrar en vigor de una manera inmediata
o diferida, en este segundo caso una vez de que transcurra el lapso de tiempo que la
propia ley establezca, desde su publicación oficial, lo que se conoce como vacatio legis.
33.4.5.2 Principales novedades respecto a la normativa anterior
La Ley 1/1982 (DF 8ª) estableció que su entrada en vigor tuviera lugar al día siguiente de
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DISPOSICIONES COMPLEMENTARIAS
su publicación en el BOPV. La Ley 4/1993 (DF 1ª), fijó como la actual un plazo de 30 días
para ello.
33.4.5.3 Comentario general y significado práctico
Esta disposición establece un plazo – vacatio legis – de treinta días, desde su publicación
en el BOPV, para su entrada en vigor.
El establecimiento de un plazo, a esos efectos, facilita el conocimiento de la ley (al menos
de su sentido o líneas generales) durante el intervalo de tiempo comprendido entre su publicación
y la fecha de su entrada en vigor, especialmente por parte de aquellos que vayan a
verse directa e inmediatamente afectados por las normas en ella contenidas.
La entrada en vigor de manera no inmediata sino diferida, en este caso en un plazo de
treinta días, ha de valorarse positivamente.
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Contraportada: 176 mm (ancho de cartón 166 mm + cajo10 mm)
cajo
10 mm
Altura
247 mm
tamaño de fo
tamaño de cub
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