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40 Manual técnico de producción de semilla de variedades de maíz para el Caribe húmedo colombiano
La adecuación del terreno para el establecimiento de cultivos de maíz se lleva a cabo
en función de la topografía o el relieve del terreno, el tipo de suelo y los recursos
económicos del productor. En suelos de planicies y lomeríos poco pronunciados se
puede realizar labranza convencional o labranza mínima.
• Labranza convencional: la labranza convencional consiste en la utilización
de implementos agrícolas como el arado de cincel y discos (rastra pesada y
liviana). Solo se justifica si el terreno presenta problemas de compactación. Sin
embargo, se recomienda realizar un pase de arado de cincel seguido de un pase
de rastra pesada (arado de discos), y, posteriormente, uno o dos pases de rastra
liviana. De esta manera las arvenses y los restos de cosechas se incorporan
al suelo (figura 3). Ahora bien, lo ideal es mover el suelo lo mínimo posible y
nunca pulverizarlo.
• Labranza mínima: la labranza mínima es conocida como siembra directa
o labranza cero. Puede ser utilizada cuando no se presentan problemas de
compactación en el suelo y consiste en realizar la siembra en suelos que no
han sido labrados previamente. En caso de ser necesario solo se eliminan
las arvenses presentes en el lote de forma mecánica o de forma química
(dependiendo de su incidencia y estado fisiológico). La labranza mínima es
muy utilizada en aquellas zonas donde no se cuenta con maquinaria y presenta
ventajas como: el ahorro de combustible; el incremento de la materia orgánica
y el nitrógeno del suelo (proporcionado por los residuos del cultivo anterior);
la preservación de la estructura del suelo; la preservación de la entomofauna y
la prevención de la erosión del suelo, entre otros. Estos beneficios le otorgan el
carácter conservacionista a la labranza cero (Baker & Saxton, 2009).