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G. Bueno – Materia

II. Usos científicos del término «materia»

1. En las ciencias positivas y especialmente en las ciencias naturales aparece,

desde luego, el término «materia». Según algunos, además, es aquí, en las ciencias

físicas (y no en las ciencias humanas, o en la filosofía ni, tampoco, en el lenguaje

cotidiano) en donde propiamente podemos esperar la única conceptuación rigurosa

(«científica») posible del término «materia». La expresión más radical de esta posición

es la del materialismo cientificista del siglo XIX, en tanto presuponía que la ciencia

natural ha madurado precisamente al atenerse al estudio de las realidades materiales

(físicas), que constituirían su adecuado ámbito. Tal era el punto de vista de L. Büchner,

K. Vogt o J. Moleschott, ampliamente popularizado en ambientes «progresistas»

decimonónicos (el libro de Büchner, Kraft und Stoff, [14] alcanzó, sólo en Alemania,

diez y seis ediciones desde 1855 a 1859).

2. Ahora bien: que la ciencia natural, y aún la ciencia en general, sea materialista

en su ejercicio, no significa que sea a ella a quien corresponda establecerlo. La tesis del

materialismo de la ciencia es una tesis filosófica y no científica; es una interpretación

meta-científica de la propia ciencia que ha de abrirse además camino frente a las

interpretaciones que se dan en dirección opuesta. Por otra parte, la consideración de la

tesis sobre el materialismo de las ciencias como tesis propia de la meta-ciencia o de la

filosofía ya tiene lugar en el positivismo clásico. El célebre libro de Emile Ferrière

(Matière et Energie, 1887), que pretendía probar nada menos la tesis según la cual la

«ciencia moderna» conduce al materialismo monista, no deja de reconocerse como un

ensayo «de síntesis científica», en beneficio de la filosofía; una síntesis que sólo podría

hacerse -añade Ferrière- en el último cuarto del siglo XIX, síntesis cuyas conclusiones

«están aisladas del resumen de los hechos, son poco numerosas y ocupan cinco o seis

páginas». También A. Lange, en su Die Geschichte des Materialismus (1866; 10ª edic.,

1921), subrayó la distancia entre las ciencias positivas ejercidas y el materialismo

filosófico, si bien desde una concepción muy estrecha del materialismo, entendido en la

perspectiva del naturalismo. También B. Russell sugirió la conveniencia de no

sobrevalorar la importancia del tema de la concepción de la materia para el ejercicio y

desarrollo de la ciencia física (The Analysis of Matter, Londres 1927, C. 38).

3. Por nuestra parte, creemos que puede afirmarse que ni las ciencias naturales, ni

la ciencia en general han ofrecido ni pueden ofrecer una idea global de materia dentro

de su horizonte categorial. El propio E. Ferrière se acogía «provisionalmente» a la idea

de materia propia del lenguaje vulgar: «materia es todo aquello que impresiona nuestros

sentidos». [15] Pero es evidente que semejante definición, pese a sus pretensiones

crítico-epistemológicas, carece por completo de rigor científico, puesto que, por

ejemplo, no precisa si las impresiones de los sentidos han de entenderse como

impresiones inmediatas («los datos inmediatos» de Bergson) o mediatas. Pues si esas

impresiones se sobreentienden como inmediatas, entonces los átomos de Demócrito, o

las partículas infraatómicas de la física actual, no podrían ser consideradas materiales

puesto que no son sensibles (de modo inmediato), sino inteligibles; y, por el contrario,

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Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)

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