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G. Bueno – Materia
otros [81] seres inteligentes que pueblen astros desconocidos-. La Dialéctica de la
Naturaleza, de F. Engels, se aproxima a este límite monista. Representa este límite
monista el equivalente en el marxismo de lo que en la filosofía no marxista pudo ser el
energetismo jerarquizado de W. Ostwald o el emergentismo de S. Alexander (Space,
Time and Deity, 1920); al menos, los «saltos cualitativos» pueden ponerse en paralelo
con las «emergencias». Por supuesto, este analogismo impulsa, en la teoría de la historia
o de la política, la tendencia hacia formas de evolucionismo unilineal y paralelo de las
diversas sociedades, sin perjuicio de las variantes locales; la confianza en los resultados
objetivos del desarrollo material de la producción, el dogmatismo, en mucho casos. Por
ello a veces se ha considerado como una recaída en el idealismo objetivo, por lo que
tiene de apelación a unas «leyes de bronce», naturales o históricas, capaces de explicar
de modo escolástico cualquier situación, por peculiar que ésta sea. Caracterizamos con
estos rápidos trazos, a muchas posiciones del Diamat, comenzando por la obra de G.
Plejanov, Beiträge zur Geschichte des Materialismus: Holbach, Helvetius, Marx, 1896.
Robert Havemann ha señalado certeramente la presencia de componentes idealistas en
el Diamat(personificado a la sazón por Fataliev) en unas célebres conferencias en la
Universidad Humboldt de Berlín (1963-64) publicadas bajo el título: Dialektik ohne
Dogma?, 1964. Sin embargo, hay que reconocer a Engels la brillante utilización de la
tesis de la conexión entre los conceptos de materia y movimiento, como principio para
una clasificación de las ciencias y la insistencia en la necesidad del tratamiento
conjugado de los problemas ontológicos y de los gnoseológicos que giran en torno al
concepto de materia (B. M. Kedrov, Clasificación de las Ciencias, tomo I, Moscú 1974).
3. La orientación anomalista, es decir, la tendencia a considerar la materia desde
sus componentes anomalistas, [82] subrayando la necesidad de atenerse en cada caso al
análisis de las realidades concretas, a mantener el sentido de las distancias entre los
campos que se dan como cualitativamente diferenciados, se prefigura ya también en
Engels, que insistió en los peligros derivados de aplicar los métodos de las ciencias
naturales a las ciencias sociales. Desde la perspectiva del anomalismo cobra un amplio
significado la definición de materia propuesta por Lenin («materia no significa en
gnoseología más que: la realidad objetiva, existente independientemente de la
conciencia humana y reflejada por ésta») y que, por sí misma, ha podido ser
considerada, aun reconociéndosele lo que ella contiene de crítica al subjetivismo, como
ambigua y poco rigurosa, en tanto que en esa definición cabe también, por ejemplo,
incluso el Dios de los tomistas -naturalmente, supuesto que se admita su existencia-.
Pero Lenin utilizó esa definición precisamente contra ciertos reduccionismos propios
del monismo materialista cuyo fracaso pretendía ser presentado por algunos científicos
(L. Houlle Vigne, C. Pearson, «uno de los machistas más consecuentes») como
testimonio de la «desaparición de la materia» del horizonte de la ciencia. Lenin
puntualiza: «'La materia desaparece' quiere decir que desaparecen los límites dentro de
los cuales conocíamos la materia hasta ahora y que nuestro conocimiento se profundiza;
desaparecen propiedades de la materia que anteriormente nos parecían absolutas,
inmutables, primarias (impenetrabilidad, inercia, masa, &c.), y que hoy se revelan como
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Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)