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G. Bueno – Materia
Las acepciones del término «materia» en estos contextos tecnológicos se contraen,
en resolución, a contenidos [12] específicos, aquellos que, en términos escolásticos,
podrían llamarse materias segundas (también el término alemán Stoff se opone a veces
a Urstoff). Y, dentro de sus especificaciones originarias, el concepto de materia, en
estos contextos tecnológicos, se nos muestra siempre como opuesto a forma, sin que
deba considerarse casual la concurrencia de estas dos características (la especificidad y
la correlatividad a forma) de la materia en contextos tecnológicos. La correlación entre
los conceptos de materia y forma recibe, en efecto, una explicación muy satisfactoria
dentro del contexto tecnológico si se tiene en cuenta que, en las transformaciones,
solamente cuando un sujeto puede recibir o perder diversas formas puede también
comenzar a figurar como un invariante del sistema de operaciones de referencia,
invariante que precisamente correspondería al concepto tecnológico de materia
especificada. La doctrina aristotélica del hilemorfismo ha podido ser presentada como
una transcripción «académica» de un proceso ligado a la estructura de toda praxis
tecnológica («paleotécnica»).
Asociadas a estas características de la materia en su contexto tecnológico se dan
otras, entre las que destacaremos tan solo la pasividad (frente a la actividad de la forma,
en ocasiones), así como la ambivalencia axiológica. «Materia» dice simultáneamente
casi siempre algo que está afectado por un signo meliorativo («riqueza») o algo que
tiene un signo peyorativo, signo que suele prevalecer en ocasiones (el valor de los
caballos de bronce de San Marcos de Venecia radica sobre todo en su forma; fundidos,
ellos se devaluarían). Materia llega a significar «realidad grosera» e incluso degradada,
algo que ha perdido la forma. (En castellano materia se usa -ya en Nebrija- para
designar pus o podre; también Stoff puede designar las heces del vino, &c.).
4. La unidad que podemos atribuir a las acepciones ontológicas del término
«materia» es negativa. Estas acepciones [13] tienen de común, ante todo, el ser
acepciones que desbordan los contextos tecnológicos estrictos. A veces, la materia
ontológica sigue siendo representada como corpórea, y, a veces, pretende estar
desligada intrínsecamente de la materia corpórea. Son materias que explícitamente
(emic) pretenden existir o bien simplemente al margen de la legalidad de la materia
física (cuerpos mágicos, multipresentes) o bien fuera del ámbito mismo de la
corporeidad física (filgias de la mitología nórdica, materia incorpórea, periespíritu
o fluido ódico del barón de Reichenbach).
En tanto estas acepciones de materia rebasan los contextos tecnológicos,
adquieren características a veces opuestas a las de la materia dada en el contexto
tecnológico. La más señalada es que la correlatividad a las formas tenderá a
desaparecer, de suerte que estas materias llegarán a ser tratadas como si ellas mismas
fuesen formas -o configuraciones arquetípicas.
₵
4
Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)