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G. Bueno – Materia
muchas veces a contracorriente de la filosofía mundana dominante, «desobedeciendo»,
por así decir, a sus leyes, aunque siempre contando con ellas. En este punto parece
pertinente subrayar que ha sido la tradición marxista una de las que más han insistido,
sin perjuicio de su dogmatismo ocasional, en la contraposición entre un materialismo
vulgar (que incluye múltiples usos del término «materia» propios del lenguaje
mundano) y el materialismo «científico» o filosófico.
2. Ahora bien: las acepciones que el significado del término «materia» adquiere en
sus usos mundanos son múltiples y en vano intentaríamos disimular las diferencias
acogiéndonos a un vago y artificioso significado «denominador común». Tampoco
estaría justificado el abandonarse perezosamente a la interpretación de la diversidad de
acepciones como manifestación de una multiplicidad equívoca de significados
desconectados entre sí. Es preciso intentar al menos la clasificación de estas diversas
acepciones según criterios que, respetando desde luego el horizonte emic, puedan al
mismo tiempo alcanzar significado filosófico. Por nuestra parte, introduciremos un
criterio basado en la oposición dialéctica entre los contextos semánticos que giran en
torno a las operaciones tecnológicas y los contextos que (sin perjuicio de que, por su
génesis, puedan considerarse como derivados de aquellas) se presenten como pudiendo
tener lugar al margen de toda tecnología humana, es decir, como contextos ontológicos
absolutos.
3. Las acepciones del término «materia» en los [11] contextos tecnológicos más
estrictos, acaso se caracterizan, ante todo, por mantener el significado de «materia» en
los límites de algún contenido específico o particular, que ni siquiera alude al nivel de lo
genéricamente corpóreo, sino que alude a algún contenido material especificado en
función de un sistema preciso de objetivos operatorios. Materia será, por ejemplo,
arcilla, barro o material de construcción. Es interesante recordar que «materialista»
significa (en España y en América latina) «el que transporta materiales de
construcción». También materia puede ser el tema o sujeto de un discurso. La materia se
caracteriza, pues, en estos usos tecnológicos por su «idiosincrasia» - mármol, barro,
madera (y aún más: «no todo tronco es apto para labrar un Mercurio»)-. La misma
palabra «materia», de origen latino, originariamente significaba algo tan especifico
como silva (bosque) -la misma etimología del griegou7lh- en cuanto era material de
construcción (lignum designaba preferentemente, al parecer, a los troncos destinados al
fuego). Es muy interesante constatar cómo esta etimología latina se reproduce o
regenera inversamente en las lenguas románicas, lo que prueba que permanecía viva la
acepción prístina -y ello no es nada de extrañar si tenemos en cuenta que nos movemos
en la misma época «paleotécnica», en el sentido de Lewis Mumford. En español el
término latino materia da madera (Berceo, Santa Oria, 89 b) o madero (con significado
de lignum), portugués madeira. La misma especificidad o idiosincrasia de origen se
acusa en el otro término (también de origen latino) que en el alemán alterna con materia,
en su sentido global, a saber, el término Stoff, que procede del latín stuppa (= estopa)
que también es materia propia para fabricar determinados tejidos (estofa en español,
como ètoffe en francés, siguen designando tejidos, incluso tejidos de seda).
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Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)