toaz.info-gustavo-bueno-materia-pr_ee883aac6c729da4c2237b3838686e6f
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
G. Bueno – Materia
Capítulo 3
Referencia a Diccionarios, o Enciclopedias filosóficas
1. La variedad de diccionarios o enciclopedias filosóficas en circulación es grande
y se comprende que los enfoques que cada una de ellas da a la exposición del término
«materia» sean distintos. Sin perjuicio de lo cual cada una de estas obras suele tener
cualidades propias del mayor interés. Unos preferirán la información copiosa y
enciclopédica, en unos casos, dando mayor peso a las corrientes actuales, otras veces a
las escuelas clásicas, o incluso ocupándose con parecida minuciosidad de todas ellas.
Muchas veces el foco de atención está fijado sobre las concepciones de los filósofos,
antiguos o modernos; en otros casos, parece como si se diera por descontado que el
término «materia» debe orientar la atención hoy hacia los resultados de las ciencias
físicas y naturales. Generalmente el tratamiento que se da a la exposición quiere ser
histórico, acaso contando con que, de este modo, podrá ofrecerse una información
amplia y exhaustiva (cuanto a lo principal) y además neutral, libre de todo prejuicio
capaz de comprometer el crédito que lectores de muy diversa formación puedan otorgar
a la obra.
2. Por nuestra parte, dudamos de que una voluntad de neutralidad -una voluntad
de «entrega a los textos», sin [52] ningún género de compromiso, desde un conjunto
vacío de premisas- sea la mejor garantía de objetividad. Porque este desprendimiento de
todo compromiso, o bien abre el camino a una mera rapsodia de citas (de acepciones)
más o menos eruditas, ordenadas cronológicamente y dejando al lector el cuidado de
interpretarlas, o bien sólo de un modo aparente se prescinde de toda premisa. Así, las
ventajas indudables que ofrece el sistema del ya veterano Diccionario de Lalande,
proponiendo definiciones separadas de diversas acepciones del término de referencia
(designándolas por letras A, B, C, D,...) quedan neutralizadas por la misma desconexión
y fractura del término en estas sus acepciones, que rompen, por decirlo así, el término
en cinco o seis pedazos, cuando lo más importante es establecer sus conexiones. A
nuestro juicio, la claridad que el sistema de Lalande logra es una claridad de índole más
bien burocrática que filosófica. Nos parece necesario, aun a riesgo de equivocarnos,
utilizar una determinada arquitectura de la idea de materia que permita establecer un
principio de organización entre las diferentes acepciones fundamentales, puesto que es
en esta organización en donde, en todo caso, pondríamos el centro del interés filosófico.
Además, sólo desde una idea dialéctica sistemática será posible emprender la tarea del
análisis histórico del desenvolvimiento de la idea de un modo crítico, dado que una
crítica a partir de un conjunto cero de supuestos, es imposible. En efecto: ¿cuál sería el
criterio para la selección de los textos? ¿Por qué citar a Parménides y no al Rig Veda?
¿Por qué citar a Plotino y no al Hermógenes gnóstico del que habla San Hipólito
(Refutatio, VIII, 17)? ¿Por qué citar las acepciones que el término «materia» recibe de
los textos de algunos físicos comtemporáneos y no las acepciones que el término recibe
de los textos de los espiritistas, cuando hablan de materia óddica o del cuerpo astral? Es
evidente que la perspectiva materialista o espiritualista del autor, así como el género de
₵
27
Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)