G. Bueno – Materiamisma (Met., Z, 10,1036, a). Incluso cabría decir que ha caminado en la dirección, aúnen contra de su voluntad, de preparar la aproximación de esa πρότή ὔλή desconocidacon el ser que es νόησις νοήσεως, pero también desconocido, puesto que sólo él sabequé significa su pensar y cuáles son sus pensamientos («sólo Dios es teólogo»: Met. A,2, 982 b; 983 a 7).En cualquier caso, la idea de una materia prima como término límite único,aunque múltiple en su contenido, de un regressus global también único (idea queencontramos también en W. Wundt, System der Philosopie, I, V.T., I, 3,d, Leipzig1907), no agota las funciones ontológicas de la materia transcendental. La idea de unamateria transcendental puede también entenderse como expresión universal de laestructura común analógica de los más diversos tipos de regressus particulares que,partiendo de marcos categorialmente conformados (biológicos, físicos, sociales,psicológicos), alcanzan una materialidad abstracta y homogénea en el ámbito de supropio contexto. Podría ejemplificarse esto con el concepto del llamado «caosinformático» en tanto no es un caos absoluto sino regressus mantenido dentro de unacolectividad de elementos, por ejemplo, 232= 4.294.967.296, tal que con 32 bits deinformación quepa discernir una secuencia, un orden dentro del caos. Lasmaterialidades homogéneas contextualizadas son muy diferentes [47] en cada línearegresiva y, precisamente por ello, sólo tienen en común el mismo proceso regresivoindefinido, es decir, la materialidad transcendental como un ideal regulativo de la razón.A partir de la materialidad configurada por los planetas, estrellas o cometas, se iniciael regressus que (cuando no acaba en el punto de la creación postulado por la doctrinadel big bang) termina en la materialidad cosmogónica de la nebulosa primordial, plasmahidrogénico o polvo estelar, en el sentido que ya le dio Kant (Naturgeschichte undTheorie des Himmels, 1755), de suerte que, operando sobre una tal materialidadcontextualizada, sea posible reconstruir, aplicando las leyes físicas convencionales, lasdiferencias de planetas, estrellas o cometas. J. G. Herder, en sus geniales anticipacionesevolucionistas, está en realidad regresando desde configuraciones morfológicas tanprecisas como puedan serlo la boca de los vertebrados, hasta una materialidadcontextualizada en la cual la configuración de partida se mantiene pero de un modoextendido e indiferenciado («todavía la planta, si vale la expresión, es boca toda ella», obien: «los insectos en estado de larva casi no son más que boca, estómago eintestinos»;Ideen zur Philosophie der Geschichte der Menschheit, III,1; 1784-91); unproceso similar al que reproducirá Balfour cuando proyectó reconstruir configuracionesmorfológicas tales como la tetrapodia de los vertebrados (aletas pares, pectorales ypélvicas de ciertos peces) a partir del concepto de «repliegue continuo». Hay tambiénejemplos abundantes en otros terrenos: «todos los geómetras que consideraba (escribeH. Poincaré, La Valeur de la Science, 1905, p. I, II, §1) tenían así un fondo común, esecontinuo de tres dimensiones que era el mismo para todos... En ese continuo,primitivamente amorfo, se puede imaginar una red de líneas y de superficies... de estecontinuo amorfo puede, pues indiferentemente, salir uno u otro de los dos espacios, eleuclidiano y el no euclidiano.» W. James, refiriéndose a las [48] expresiones sonoras₵24Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)
G. Bueno – Materia(The Principles of Psychology,1890, I, 4) suponía que, originariamente, el mundo delniño es «una completa confusión de ruidos». Por último, cuando la «antropologíatermodinámica» establece los criterios de nivel de desarrollo cultural según el orden debiocalorías consumidas por día (cien mil, las bandas; un millón, las aldeas del bosquetropical; dos millones, las aldeas neolíticas; cincuenta trillones, los modernossuperestados industriales) es evidente que regresa a una magnitud implicada en lasestructuras culturales, como materia genérica energética que, sin embargo, sólo cobra susignificado cuando se conforma del modo adecuado a cada caso (M. Harris, CulturalMaterialism, I, 2; 1979). [49]₵25Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)