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G. Bueno – Materia

(observables) en los que se manifestarían determinadas estructuras matemáticas

inmateriales (en el sentido primogenérico) del tipo de los grupos de simetría: A. N.

Whitehead, Process and Reality, Cambridge 1929; B. Russell, The Analysis of

Matter, Londres 1927; H. Weyl, Raun, Zeit, Materie,Berlín 1918; W.

Heisenberg, Wandlungen in der Grundlagen der Natur Wissenschaften, 9ª ed. 1959.

También John A. Wheler, The Anthropic Cosmological Principle, Oxford 1985.

7. Hemos esbozado los diferentes principales «valores» o acepciones filosóficas,

en sentido estricto, que ha podido tomar la idea de materia determinada; pero en modo

alguno cabría pensar que la idea filosófica de materia queda [38] agotada en la

exposición de tales valores. En cierto modo cabría decir que las acepciones o valores

filosóficamente más aceptables de la idea de materia han de esperarse después de que

han sido expuestas las acepciones de referencia, concernientes a la materia determinada,

en tanto puedan dibujarse, en el juego de estas acepciones, procesos de desarrollo o

ampliación dialéctica de la idea misma de materia determinada, a la manera como las

acepciones más importantes, en el terreno matemático, del concepto de número

aparecen en el momento en que pueden comenzar a tener lugar los procesos de

ampliación dialéctica del campo de los números racionales. En efecto, la materia

determinada es materia informada, pero se configura conceptualmente como materia

precisamente en el momento en que puede perder sus formas y adquirir otras nuevas.

Por este motivo, el concepto de materia se nos ha dado como opuesto a forma, de suerte

que («paradoja ontológica») la forma, a su vez, comienza dándosenos como algo que, de

algún modo, no es material.

Este modo de dibujarse el concepto de materia, que nos conduce a la paradoja

ontológica, podría considerarse como la raíz de los problemas filosóficos ulteriores.

Ante todo, el problema relativo al tipo de conexión que habrá que poner entre las dos

entidades de materia y forma. Asimismo, el problema de su identidad en la sustancia

material, la discusión de la posibilidad de ampliación a la forma del mismo concepto de

materia (problema paralelo al que en la época moderna se suscita con el concepto de

«fuerza» -o de «energía» o de «movimiento»- en su relación con el concepto de

materia). Un problema que aún Descartes resolvía, dentro de la tradición aristotélica del

primer motor, apelando a la divinidad como dator motus, en cantidad constante, a la

materia.

Pero es la oposición o disociación conceptual entre materia y forma (o

movimiento y materia, o fuerza y materia [39] o energía y materia) aquello que instaura

la posibilidad de dos desarrollos dialécticos del concepto de materia determinada, dos

desarrollos que se mueven en sentido contrario, el primero de ellos en la dirección de

un regressus que culmina, como en su límite, en las formas puras o separadas; y el

segundo, en la dirección de un regressus, cuyo límite es la idea de la materia pura,

materia indeterminada o materia ontológico-transcendental (por oposición a la materia

ontológico-especial).

No nos corresponde, en este lugar, tomar posición acerca del alcance

epistemológico que quepa atribuir a los resultados de estos desarrollos límite de la idea

19

Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)

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