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G. Bueno – Materia
(Die Veberwindung des wissensschftlichen Materialismus, 1895). Refiriéndonos a
nuestro siglo, cabe aducir las doctrinas psicoanalíticas como testimonio de la presencia
influyente de [36] un concepto de materia o energía psíquica que se comporta en su
orden de un modo determinista o causal. Y, en otro contexto, podemos recordar la
interpretación antropologista que del materialismo histórico ofreció Rodolfo Mondolfo
(El Materialismo de Engels y otros ensayos, Buenos Aires 1956), y Erich Fromm (Marx'
Concept of Man, cap. 2, Nueva York 1961), y según la cual la materia de la «astucia de
la razón», en términos de Hegel, se convertiría, en la obra de Marx y Engels, en la
verdadera realidad del mundo y de la historia.
Por último, por lo que se refiere a los constituyentes del tercer género también
sobre estos constituyentes ha vuelto una y otra vez el idealismo objetivo de todos los
tiempos, intentando apoyarse en ellos para ofrecer el prototipo de una realidad no
material y, en algún sentido, transcendente (N. Hartmann, Zur Grundlegung der
Ontologie, 1934, IV). Sin embargo, lo cierto es que estos constituyentes ideales han sido
conceptuados también como un característico género de materialidad, desde la materia
inteligible aristotélica, hasta, sobre todo, el concepto de materia noética o
noemática(u7lh nohth1) de Plotino (II,4; III,4,1,5). También en nuestro siglo, los
contenidos hiléticos o noemáticos del fenómeno, en E. Husserl (Ideen, 1913, §88, 133).
Por otra parte, los teólogos escolásticos hablaron de un «constitutivo material de la
esencia divina», que Duns Escoto entendía como «infinitud radical», es decir, como
exigencia de la multiplicidad de todas las perfecciones posibles, entre las cuales habría
de hacerse además una distinción que de algún modo sea previa a cualquier acto del
entendimiento humano (Oxon, I, dist.2, q.7; dist.8, q.4).
6. No podemos entrar aquí en el análisis de las diferentes posibilidades según las
cuales han sido entendidas las relaciones entre lo que venimos llamando los tres géneros
de materialidad determinada (ontológico-especial). Tan sólo, como corroboración de la
efectividad del significado material inherente a cada uno de los tres géneros citados,
haremos notar cómo cada uno de tales géneros de constituyentes ha podido servir de
punto de partida para edificar posiciones reduccionistas (en rigor, formalistas) muy
heterogéneas entre sí, pero tales que han podido pasar por materialistas.
La interpretación de los contenidos del primer género de materialidad, como
sentido fuerte de la idea de materia, constituye, en las condiciones dichas, el sentido
acaso más obvio del materialismo. Como prototipo suyo puede citarse el De
corpore, 1655, de Thomas Hobbes. El proyecto de reducir todas las realidades a la
condición de determinaciones de un principio subjetivo que puede cobrar en ocasiones
el aspecto de un materialismo segundo genérico, puede ejemplificarse con la obra de A.
Schopenhauer, Die Welt als Wille und Vorstellung, 1819, I, §2, 21). Con razón Paul
Janet pudo hablar del «materialismo idealista» inspirado por la doctrina de
Schopenhauer (Le Materialisme Contemporaine, París 1864; cap. I, nota). En nuestro
siglo se ha abierto camino entre los físicos una tendencia (llamada a veces platónica) a
reducir el concepto de materia al horizonte de la materialidad terciogenérica,
considerando a la materia del primer género como un conjunto de fenómenos
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Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1990. http://filosofia.org/mat/mm1990a.htm (06/01/16)