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época mi único ejercicio consistía, por lo general, en correr delante de los

gamberros antes y después del colegio. Por si fuera poco, mi ropa, muy

limitada, se componía por entero de prendas que no eran de mi talla y que

provenían de tiendas de segunda mano y contenedores de instituciones

benéficas, algo que, en la sociedad en la que vivía, equivalía a llevar pintada

una diana en la frente.

A pesar de ello, me esforzaba todo lo que podía por integrarme. Año tras

año escrutaba el comedor como un T-1000 en busca de algún grupito que me

aceptara. Pero ni siquiera otros marginados querían saber nada de mí. Era

demasiado raro incluso para los raros. ¿Y las chicas? Con las chicas no tenía

nada que hacer. Para mí ellas eran como una especie exótica de alienígena,

hermosas y aterradoras por igual. Cada vez que me acercaba a alguna de

ellas, sentía un sudor frío por el cuerpo y perdía la capacidad de articular

frases completas.

Para mí, la escuela había sido un ejercicio de darwinismo. Una ración

diaria de ridículo, maltrato y aislamiento. Al empezar sexto ya me

preguntaba si no me volvería loco antes de la graduación, para la que todavía

faltaban seis largos años.

Pero entonces, un día glorioso, nuestro director anunció que los alumnos

con una media mínima de aprobado podían solicitar el traslado al nuevo

Sistema de Escuela Pública de Oasis. La verdadera escuela pública, la que

controlaba el Gobierno, llevaba decenios convertida en una vía muerta

masificada y mal financiada. Con el tiempo, las condiciones de muchas

escuelas habían empeorado hasta tal punto de que se animaba a cualquier

estudiante con un mínimo de inteligencia a que se quedara en su casa y

asistiera a clase online.

Salí disparado en dirección a la secretaría de mi colegio para presentar la

solicitud. La aceptaron y el siguiente semestre fui trasladado a la Escuela

Pública número 1873 de Oasis.

Antes del traslado, mi avatar de Oasis nunca había abandonado Incipio,

el planeta situado en el centro de la Zona Uno, donde los avatares eran

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