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cocina. En el centro de aquel espacio había una mesa de madera y sobre ella

reposaba un saco marrón, alargado, y una botella de agua. A un lado había

una chimenea y una escalera que conducía al desván. Un distribuidor,

situado a la izquierda, conducía al salón. Igual que en el juego.

Pero en la cocina había otras cosas que no se mencionaban en la

descripción escrita que se hacía de aquella estancia en el juego: una cocina

de hornillos, una nevera, varias sillas de madera, un fregadero y varias

hileras de armarios alineadas a distintas alturas. Abrí la nevera. Estaba llena

de comida basura. Pizzas fosilizadas, pastelitos tentempié, embutidos y una

amplia gama de salsas y condimentos. Revisé los armarios, que ocultaban

gran cantidad de productos enlatados y empaquetados. Arroz, pasta, sopa.

Y cereales. Un armario en concreto estaba hasta los topes de paquetes

antiguos de cereales de desayuno, casi todos desaparecidos del mercado

antes de que yo naciera. Fruit Loops. Honeycombs. Lucky Charms. Count

Chocula, Quisp, Frosted Flakes. Y algo más atrás, medio oculta, descubrí

una caja solitaria de Cap’n Crunch. Impresas con claridad en el paquete se

leían las palabras: ¡SILBATO DE REGALO EN EL INTERIOR!

«Una Llave de Jade oculta el capitán.»

Vertí el contenido de la caja en la encimera, esparciendo las bolas de

cereal dorado por todas partes. Y entonces lo vi: un pequeño silbato de

plástico envuelto en un papel de celofán transparente. Lo rasgué y sostuve el

premio en la palma de la mano. Era amarillo, con el rostro del dibujo

animado del Capitán Crunch grabado en relieve a un lado y un pequeño perro

al otro. En ambos lados podían leerse las palabras CAP’N CRUNCH

BO’SUN WHISTLE.

Acerqué el silbato a los labios de mi avatar y lo hice soplar. Pero el

silbato no emitió ningún sonido ni ocurrió nada más.

«Mas el silbato sólo harás sonar cuando los trofeos tengas en tu crédito.»

Me guardé el silbato y abrí la bolsa que reposaba sobre la mesa de la

cocina. Descubrí que contenía una cabeza de ajo, que añadí también a mi

inventario. Salí corriendo entonces en dirección oeste y entré en el salón. El

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