Ciudad en Jaque
“Pero al que más le pagaríanle darían 50 salariosmínimos mensuales por sucasa (casi 40 millones depesos); eso es muy pocodinero y no alcanza paranada”.“Yo por mi casa pido 300millones de pesos porqueme da para vivir y paraconseguir un sueldo. Queme paguen lo que deverdad vale, eso es lo queexijo yo y lo que exige la comunidad”,expone Carmen.Hay otras historias, un poco más dramáticas que reflejan la otracara de la moneda de dicha problemática, tal cómo el caso deCesar. “César estaba quieto, recostado contra una alambrada depúas.Miraba hacia el río, separado del barrio solo por un terrenonegro y cenizo: los restos de un incendio. Cesar no miraba elrío: miraba el fantasma de su rancho de madera. Una retroexcavadora,que limpiaba los pocos palos que no ardieron,interrumpía su voz.”Cesar, como muchas otras personas de escasos recursos,llevaba ya un tiempo viviendo en la invasión que colmó a lasorillas del río Bogotá en Suba.comenzó en el 2016, lugar donde llegaron a existir 365ranchos de madera y zinc, según cifras de la Alcaldía. Lasdos líderes de la zona, Yeimi Parada y Yeimi Díaz, hablan de350 familias, cerca de 1.500 personas. En concreto, el problemacon esta invasión era que estaba dividida en dos: los dearriba y los de abajo.En teoría “los de arriba” fueron los que causaron el desalojopues era una zona donde había mucho consumo de drogas,donde incluso entre febrero y marzo de 2017 se encontraron3 cadáveres. Allí efectivamente fue donde inició el incendioque los desalojó a todos.
“Después del fuego, comoregistraronlascámaras, sólo quedóconfusión: los bomberosllegaron cuando elúltimo rancho ya era unahoguera. Los desalojadosforzaron la cerradurade una construcciónde la iglesia delbarrio y pasaron allí lanoche. Al otro día, ElEsmad regresó y los sacóde allí también. Fue eNtoncescuando, comohormiguitas, se regaronen las casas cercanas.”Desalojo por invasión en río Bogotáque todos los individuos que estaban----
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“Pero al que más le pagarían
le darían 50 salarios
mínimos mensuales por su
casa (casi 40 millones de
pesos); eso es muy poco
dinero y no alcanza para
nada”.
“Yo por mi casa pido 300
millones de pesos porque
me da para vivir y para
conseguir un sueldo. Que
me paguen lo que de
verdad vale, eso es lo que
exijo yo y lo que exige la comunidad”,
expone Carmen.
Hay otras historias, un poco más dramáticas que reflejan la otra
cara de la moneda de dicha problemática, tal cómo el caso de
Cesar. “César estaba quieto, recostado contra una alambrada de
púas.
Miraba hacia el río, separado del barrio solo por un terreno
negro y cenizo: los restos de un incendio. Cesar no miraba el
río: miraba el fantasma de su rancho de madera. Una retroexcavadora,
que limpiaba los pocos palos que no ardieron,
interrumpía su voz.”
Cesar, como muchas otras personas de escasos recursos,
llevaba ya un tiempo viviendo en la invasión que colmó a las
orillas del río Bogotá en Suba.
comenzó en el 2016, lugar donde llegaron a existir 365
ranchos de madera y zinc, según cifras de la Alcaldía. Las
dos líderes de la zona, Yeimi Parada y Yeimi Díaz, hablan de
350 familias, cerca de 1.500 personas. En concreto, el problema
con esta invasión era que estaba dividida en dos: los de
arriba y los de abajo.
En teoría “los de arriba” fueron los que causaron el desalojo
pues era una zona donde había mucho consumo de drogas,
donde incluso entre febrero y marzo de 2017 se encontraron
3 cadáveres. Allí efectivamente fue donde inició el incendio
que los desalojó a todos.