Bera NUM5 FINALc
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MÁS ALLÁ DE LOS SÍNTOMAS.
Dr. Salvador Bueno Valenzuela
Director de la Escuela de Medicina de la
Universidad Cuauhtémoc, Plantel Aguascalientes
La medicina es ciencia y arte en la que
debemos aprender a escuchar a nuestros pacientes.
Un epónimo es el nombre de una persona, un o un lugar
que se asigna a un pueblo, concepto u objeto de
cualquier clase y, en medicina, a estructuras anatómicas,
reacciones químicas, padecimientos, signos
clínicos, maniobras o técnicas quirúrgicas y exploratorias.
Tenemos, por ejemplo, al talón de Aquiles, el acueducto
de Silvio, el polígono de Willis, la enfermedad de
Addison, la respiración de Cheyne-Stokes, el ciclo de
Krebs, la Pasteurización y el signo de Babinski, entre
cientos de epónimos que caracterizan al lenguaje
médico.
¿Qué se necesita para grabar tu nombre en la historia
de la medicina? Quizás ser un experto en química y
desarrollar métodos diagnósticos innovadores o la cura
de una enfermedad catastrófica; tal vez inventar la
tecnología que permita ver nuestro cuerpo como nuestros
antepasados jamás hubieran imaginado; o,
posiblemente, implementar procesos que disminuyan
las infecciones adquiridas en el hospital.
¿Cuántos pacientes con un padecimiento, hasta entonces
desconocido, debería investigar y tratar un médico
para que dicho padecimiento sea bautizado con su
nombre? Cuando hago esta pregunta a mis estudiantes,
algunos responden que cientos; la mayoría afirma
que miles; los pocos responden que no importa el
número sino la profundidad con la que se estudien, ya
que existen padecimientos sumamente raros, de los
que solo pueden encontrarse unos cuantos casos en el
mundo.
Tomemos el caso de James Parkinson, cuyo apellido
denomina a la otrora llamada parálisis agitante. En las
66 páginas de su famoso ensayo publicado en 1817,
Parkinson describió las manifestaciones clínicas de
seis pacientes con el temblor, la lentitud, las alteraciones
en la postura y la marcha distintivas del padecimiento.
Aunque existía referencia de dichas manifestaciones
en distintos documentos históricos cientos de
años atrás, el mérito de Parkinson fue agruparlos en
una sola entidad. La descripción tan detallada de los
signos y síntomas, así como la exhaustiva narración de
la historia de cada enfermo bastaron para que
Jean-Martin Charcot propusiera, casi seis décadas
después, que dicho padecimiento llevara como nombre
el de Enfermedad de Parkinson. Hablamos de una
época en la que el interrogatorio y la exploración física
minuciosa eran los pilares del diagnóstico; en la que el
maestro daba cátedra con casos reales, guiando a sus
alumnos en la práctica médica, como hace constar la
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