ROCKTOPÍA MX - NÚMERO 11 - ABRIL 2021

Imagina por un momento escuchar, que otro cinco de abril cumplía con esa fatídica
profecía, la historia se repetía… otro joven, otro músico, otra alma atormentada, sólo
que, en esta ocasión, un “Speedball”; polvo y líquido en la sangre de un cuerpo
en decadencia.
ROCKGRAFÍA
Foto por Frank Micelotta
Pequeño Layne, artístico, tímido, doloroso, talentoso… hijo de una familia “acomodada”,
pero marcado por los constantes pleitos maritales entre sus papás; como si fuera
una cuestión de destino, su padre, consumidor de drogas, alcohólico y ausente,
situación que marcó a Layne, hasta el último de sus días.
A los cinco años, ya cantaba en un pequeño grupo con sus compañeros de colegio,
donde era catalogado como audaz, dotado y muy despierto; pasando dos años,
a la postre, con la dolorosa separación de sus padres y la muerte de su progenitor,
resultó un trauma que llevó consigo todo el tiempo, ya que él deseaba pasar
tiempo a su lado, pero las drogas y algunos vínculos con la mafia, terminaron por
separarlos eternamente.
Cuando Layne comenzaba ya la pubertad, se comportaba de manera un tanto
agresiva, teniendo constantes problemas y peleas, pero también, desarrollando
esa parte artística que siempre estuvo dentro, le apasionaba esa facultad en sus
múltiples disciplinas.
A los 12 años, comenzó en el mundo musical, tocando la batería en algunas bandas
locales de hair metal, pero siempre con la mira a ser vocalista; en esa transición
decidió canjear su batería por un micrófono y un delay, y a pesar de que varias
personas le decían que no sabía cantar, él se aferró a esa pequeña voz interna.
Llegó Jerry Cantrel en el año de 1987 y forman Alice N’ Chainz, que posteriormente
cambia a Alice in Chains.
Comenzaba la historia de una de las cuatro bandas insignias del grunge, debutando
con el álbum “Facelift” en el año 1990, dejándonos canciones como “Man in the
box” y “We die Young” con un éxito rotundo, aunque no inmediato; pasando al
álbum “Dirt” (1992), con una notoria temática hacia la muerte, incluso dedicándole
el tema “Would” a su fallecido amigo Andrew Wood vocalista de la banda
Mother Love Bone.
1994, año que vio nacer al álbum “Jar of flies”, pero también a la progresiva decadencia
de Layne, provocando que la banda decidiera no realizar ningún tour de promoción,
y orillando a Staley a ingresar en una clínica de rehabilitación; en este lapso, el
guitarrista de Pearl Jam y amigo de Staley, Mike McCready, lo buscó para
sumarse como vocalista a su banda llamada The Gacy Bunch, que posteriormente se
llamaría Mad Season, haciendo alusión a al periodo del año en que crecen los
hongos alucinógenos.
Los rumores sobre Layne y su adicción persistente a la heroína eran cada vez más fuertes y notables en
1995, año en el que el grupo decidió reunirse de nuevo y sacar su álbum homónimo, logrando que Staley
contribuyera con sus letras, más que en cualquier otro disco de la banda; pero como era de esperarse,
nuevamente no pudieron realizar una gira promocional debido a los ya muy profundos estragos de Layne
debido a las drogas.
Una de las últimas presentaciones de Layne fue en 1996, con el MTV Unplugged, pero para ese entonces,
Staley sufrió una sobredosis de la cual salió tentativamente victorioso, pero, su pareja en ese entonces,
Demri Lara Parrot, no corrió con la misma suerte, situación que hundió por completo en la depresión al
cantante, dejándolo fuera del ojo público, hasta 1997; regresando a grabar en 1998 dos pistas con la banda,
pero volviendo a recluirse en su departamento ubicado en Seattle, y en donde gente cercana a él, comentaba
que solo jugaba videojuegos, como una manera de evadir su realidad, pero su físico ya era de una persona
consumida totalmente por las drogas, demacrado, sin dentadura y delgado casi hasta los huesos.
El alma ya cansada y lastimada de Staley, trascendió tentativamente un cinco de abril de 2002, dato que no
se sabe a ciencia cierta, ya que fue hasta el 19 de abril de ese mismo año, que encontraron su cuerpo en
avanzado estado de descomposición.
-. El espíritu de Staley se veía constantemente salir de su cuerpo cada que se plantaba en el escenario, su
voz era el eco de un niño atrapado en tan pálida y desvalida masa corpórea; difícilmente su esencia se difuminará
con el tiempo, pues la marca que él dejó, para su género, su arte y su música, no se acerca a cualquier
otra que se haya revelado desde su partida.-
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