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RevistaAposgran138

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PROTAGONISTAS

sentido como docente investigadora

estar en condiciones

inferiores a los hombres.

Es probable que haya influido

en ello el hecho de que a lo

largo de mi desarrollo profesional

estuve rodeada de mujeres.

Entré como ayudante

alumna en la Cátedra de Fitopatología,

que estaba a cargo

de la primera mujer profesora

titular de la FAUBA y una de

las primeras ingenieras agrónomas:

Clotilde Jauch. Mi tesis

de grado la dirigió Leonor

Calot, en ese entonces profesora

adjunta de la cátedra,

quien luego fuera además una

gran amiga, honro su memoria

con estas palabras. Mi tesis

de doctorado la dirigieron

Dora Barreto (INTA) y Silvia

López (FCEN). Resumiendo,

no me he sentido limitada por

ser mujer, ver el ejemplo a mi

alrededor de las mujeres que

colaboraron en mi formación,

y el ejemplo en mi propio

núcleo familiar, con una madre

profesional a la par de mi

padre, me hicieron ver como

algo natural que la mujer esté

a la altura de los hombres en

el ámbito académico. Sin embargo,

la repercusión de mi

designación como Decana, ha

puesto en evidencia y me ha

hecho reflexionar acerca de lo

inusual que es que las mujeres

lleguen a esta jerarquía.

-El equipo de gestión también

está compuesto por varias

mujeres, ¿lo ves como

un avance en materia de

acceso a más derechos, que

antes en una Facultad como

Agronomía no ocurría?

-Sin duda. Cuando le propuse

a Adriana Kantolic acompañarme

como Vicedecana fue

porque valoro su inteligencia,

sensibilidad, capacidad

de trabajo, y su respeto a la

diversidad de pensamiento

de los integrantes de nuestra

comunidad, lo cual compartimos

plenamente, así como

la voluntad férrea de hacer

lo mejor por nuestra querida

Facultad. De la misma manera

puedo hablar de los demás

integrantes de mi equipo, sólido,

coherente, cada una y cada

uno descollando en su área de

trabajo, “poniendo el alma”. A

todos ellos les propuse acompañarme

por sus cualidades

y su indudable vocación de

dedicación y servicio a la

comunidad, sin reparar en el

género. No obstante, el hecho

de que le haya propuesto ocupar

la Secretaría Académica a

Adriana Rodríguez suscitó en

su momento algún comentario

aislado referido a que no tendría

apoyo una propuesta en la

que los tres cargos más importantes

los ocuparan mujeres.

Mi respuesta fue simple:

¡Tantas veces los ocuparon

tres hombres!

-¿Cómo ha avanzado la

FAUBA en relación al género

y las violencias sexistas

que se generan en el ámbito

laboral?

-La FAUBA ha ido avanzando,

acompañando los avances

de la UBA que ha hecho

punta en relación a las cuestiones

de género. Diversas

reglamentaciones del Consejo

Superior de los últimos años,

tales como la incorporación

del requisito de la paridad de

género en las listas de candidatos

a consejeros directivos

y superiores, la creación del

protocolo contra la violencia

de género, la obligatoriedad

del curso de género, las declaraciones

en repudio a la

discriminación y los femicidios.

Son avances sumamente

importantes, claro que deben

ir acompañados por un cambio

de actitud no solo de parte

de los hombres sino también

de las mujeres. Tal como ocurre

en la sociedad. Según la

UNESCO los roles de género

son creados por la sociedad y

se aprenden de una generación

a otra. El camino es lento

y difícil. La “Convención

sobre la eliminación de todas

las formas de discriminación

contra la mujer” de las Naciones

Unidas data de 1979, sin

embargo, no se ha progresado

mucho en ese sentido en

más de 40 años. Promover la

igualdad de género y el empoderamiento

de la mujer es uno

de los Objetivos del Milenio

(ONU, 2000), ya que según la

UNESCO la participación total

y equitativa de las mujeres

es vital para asegurar un futuro

sostenible.

-Como decana te tocó atravesar

uno de los momentos

más difíciles para la Universidad,

la pandemia mundial

por Covid-19. ¿De qué manera

se trabajó para sacar a

adelante a la FAUBA?

-Ni bien comenzó el aislamiento

y se cerraron las facultades,

la premisa fue continuar

con las clases, que los

estudiantes no perdieran un

año de formación. Ello requirió

de la organización de las

clases remotas, del esfuerzo

de los docentes y de los estudiantes

para adaptarse a

la nueva modalidad. Hubo

que reglamentar día a día y

adaptarse a las reglamentaciones

del Consejo Superior

que delegaron en decanas y

decanos de las facultades muchas

decisiones de coyuntura.

Nuestro Consejo Directivo

fue uno de los primeros en

retomar el funcionamiento y

ha acompañado las medidas

que permitieron continuar con

la actividad académica. El rol

de la Secretaria Académica

Adriana Rodríguez y del Centro

de Educación a Distancia

fue clave en este tramo y lo sigue

siendo. También lo fue el

APOSGRAN, 35 años trabajando con la Agroindustria

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