Central 96
Memoria y Orgullo marplatense
Memoria y Orgullo marplatense
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EDITORIAL POR INVITADAS
Prof. Sandra González
Lic. María Dolores Pasolini
Segunda y tercera generación de educadores marplatenses / Colegio IDRA
Volver a habitar la escuela
S
uena fuerte el inicio de este ciclo escolar. Marchas
y contramarchas. Demoras en las precisiones
aceca de cómo se autorizará “volver”. En qué
horarios. Con qué modalidades.
Y entre todo ese ruido ansioso los docentes contamos los
días para reencontrarnos con el sonido de la esperanza: las
voces de los chicos en el reencuentro, el bullicio del patio
habitado, la risa, el murmullo de volver a enseñar y aprender
"en presencia".
Y nos damos tiempo para hacer lo que la historia nos
demanda: pensar el sentido de la tarea que emprendemos.
Si la escuela es, como dice Andrea Santiago, una máquina
vieja y noble, lo vivido en el 2020 nos permitió poner un
freno en sus inercias para revisar su andar, nos obligó a
mirar de cerca lo invisible. Nos hizo poner todo entre
signos de pregunta. ¿Qué vale la pena aprender y cómo?
¿Qué tiene que pasar para que un aprendizaje deje huella
en los estudiantes? ¿Qué es una buena escuela hoy?
La coyuntura nos insta a dar nuevas respuestas a estos
interrogantes. A construir una escuela presente. Una escuela
capaz de acompañar a chicos, chicas, jóvenes a encontrar
sus pasiones y expandir sus posibilidades. Capaz de
cobijar la vitalidad y la complejidad del encuentro humano;
capaz de encender proyectos compartidos, de ser red,
conversaciones, afecto, trama. Una escuela capaz de
enseñar de nuevas maneras, con ingredientes experienciales,
con un brazo extendido en cada casa, con atención y
cuidado a la salud en sentido amplio.
Una escuela que pueda ofrecer otros relatos. A contrapelo
de la violencia, ofrecer paz. A contramano del miedo,
sembrar ternura. Cambiando indiferencia por mirada.
Despertando personas capaces, no solo de resolver
una cuenta o enunciar una hipótesis, sino personas
capaces de ver a su alrededor, de pensar creativa y
comprometidamente.
Observando a niños y familias emocionarse en la puerta de
las escuelas, dice la Chiqui Gónzalez, “Es necesario que con
ese renovado poder y más cerca de la libertad que de la
burbuja protectora, todos volvamos a aprender, los unos
de los otros. Nos merecemos una nueva Escuela aunque sea
de a poquito, en la cual la vida prime y sea el principal
contenido curricular: Aprender a vivir juntos, Aprender a
ser autónomos, jugar y crear en múltiples lenguajes,
cultivar las diferencias y amar la igualdad”.
Pensamos que el inicio de este ciclo lectivo no será un
“volver al aula”. No somos los mismos. Nos reencontraremos
desde aquello que estamos siendo. Transformados a
través de lo vivido. Pero, ojalá, encontraremos algo de eso
que tanto extrañamos: la escuela como espacio de
construcción simbólica y colectiva, lugar donde convidar a
conocer, comprender, observar, sentir, - y ampliar - todo lo
que la humanidad ha creado.
En lo que viene, que seguro será intenso y lleno de giros
inesperados, echamos a andar un sueño: crear una escuela
que también y sobre todo sea eso: el lugar para preguntarnos,
para construir entre todos, el mundo que queremos
darnos.
Es solo el comienzo...
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