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Memoria y Orgullo marplatense

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EDITORIAL POR INVITADAS

Prof. Sandra González

Lic. María Dolores Pasolini

Segunda y tercera generación de educadores marplatenses / Colegio IDRA

Volver a habitar la escuela

S

uena fuerte el inicio de este ciclo escolar. Marchas

y contramarchas. Demoras en las precisiones

aceca de cómo se autorizará “volver”. En qué

horarios. Con qué modalidades.

Y entre todo ese ruido ansioso los docentes contamos los

días para reencontrarnos con el sonido de la esperanza: las

voces de los chicos en el reencuentro, el bullicio del patio

habitado, la risa, el murmullo de volver a enseñar y aprender

"en presencia".

Y nos damos tiempo para hacer lo que la historia nos

demanda: pensar el sentido de la tarea que emprendemos.

Si la escuela es, como dice Andrea Santiago, una máquina

vieja y noble, lo vivido en el 2020 nos permitió poner un

freno en sus inercias para revisar su andar, nos obligó a

mirar de cerca lo invisible. Nos hizo poner todo entre

signos de pregunta. ¿Qué vale la pena aprender y cómo?

¿Qué tiene que pasar para que un aprendizaje deje huella

en los estudiantes? ¿Qué es una buena escuela hoy?

La coyuntura nos insta a dar nuevas respuestas a estos

interrogantes. A construir una escuela presente. Una escuela

capaz de acompañar a chicos, chicas, jóvenes a encontrar

sus pasiones y expandir sus posibilidades. Capaz de

cobijar la vitalidad y la complejidad del encuentro humano;

capaz de encender proyectos compartidos, de ser red,

conversaciones, afecto, trama. Una escuela capaz de

enseñar de nuevas maneras, con ingredientes experienciales,

con un brazo extendido en cada casa, con atención y

cuidado a la salud en sentido amplio.

Una escuela que pueda ofrecer otros relatos. A contrapelo

de la violencia, ofrecer paz. A contramano del miedo,

sembrar ternura. Cambiando indiferencia por mirada.

Despertando personas capaces, no solo de resolver

una cuenta o enunciar una hipótesis, sino personas

capaces de ver a su alrededor, de pensar creativa y

comprometidamente.

Observando a niños y familias emocionarse en la puerta de

las escuelas, dice la Chiqui Gónzalez, “Es necesario que con

ese renovado poder y más cerca de la libertad que de la

burbuja protectora, todos volvamos a aprender, los unos

de los otros. Nos merecemos una nueva Escuela aunque sea

de a poquito, en la cual la vida prime y sea el principal

contenido curricular: Aprender a vivir juntos, Aprender a

ser autónomos, jugar y crear en múltiples lenguajes,

cultivar las diferencias y amar la igualdad”.

Pensamos que el inicio de este ciclo lectivo no será un

“volver al aula”. No somos los mismos. Nos reencontraremos

desde aquello que estamos siendo. Transformados a

través de lo vivido. Pero, ojalá, encontraremos algo de eso

que tanto extrañamos: la escuela como espacio de

construcción simbólica y colectiva, lugar donde convidar a

conocer, comprender, observar, sentir, - y ampliar - todo lo

que la humanidad ha creado.

En lo que viene, que seguro será intenso y lleno de giros

inesperados, echamos a andar un sueño: crear una escuela

que también y sobre todo sea eso: el lugar para preguntarnos,

para construir entre todos, el mundo que queremos

darnos.

Es solo el comienzo...

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