Central 96
Memoria y Orgullo marplatense
Memoria y Orgullo marplatense
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Emociones positivas
en tiempos de
incertidumbre
El mar solo lo disfrutaba en verano cuando iba a
la playa y si bien tengo amigos y tantos conocidos
sur!stas, nunca había tenido la inquietud de
practicarlo. Jugué al futbol femenino varios años
y fue tan divertido como apasionante, pero las
canchas estaban cerradas ya desde hacía varios
meses.
María Laura Gatto.
43 años, 2 hijos,
Especialista en Marketing y
Comunicación.
Era una mañana fría de agosto del 2020 entre
sensaciones encontradas: varios meses de
aislamiento, responsabilidades laborales, los
chicos en casa con consultas de la escuela,
preocupaciones por la salud de mis padres y
tantas otras cosas de la rutina diaria…
Veo en el teléfono un mensaje de mi hermana
que hizo una reserva para una clase de SUP; Lo
que en otro momento me hubiese parecido “una
locura”, esta vez no era así porque unas semanas
atrás había visto en redes sociales fotos de una
vecina sonriendo en el mar, sobre una tabla y
con el remo en alto, con traje de neoprene,
botas, guantes y una expresión de felicidad que
me había llamado la atención (y mi vecina
trabaja tanto como yo lo hago, y tiene hijos y
también está llena de responsabilidades)… algo
me quedó rondando en la cabeza, ya que sin
pensar, le dije: ¿puedo ir con vos?
INICIACIÓN
El primer gran día fue uno de los más fríos del
año y más de una persona me dijo: ¿Estás segura
de ir justo ahora, con este clima? Pero ya
habíamos reservado la clase y pensé: a lo sumo
voy y me vuelvo… Fuimos por Paseo Galindez y
bajamos las escaleras de playa Cabo Corrientes y
ahí en la escuela de MDP Surf Club estaba
esperándome ¡“la magia”!
Aire libre y con barbijos, nos entregaron traje a
medida y todos los accesorios. Charla técnica
introductoria. Estiramiento, sonrisas nerviosas, ¡y
entusiasmo!
LA FELICIDAD TAMBIÉN CONTAGIA
En ese mismo instante empezaron a sucederme
emociones nuevas, tan personales y tan positivas
que “se viralizaron” rápidamente y se empezaron
a sumar mis hijos, mis amigas y sus parejas, las
amigas y amigos de mis amigas, las mamás del
colegio y hasta varias mamás de amigas (¡ya
abuelas!).
Aprendí a pararme, trabajé el equilibrio y fui
perfeccionando la remada y con el tiempo me
anoté en un curso de olas con la profe Joha (a
“supsurfear”) y volví a renovar el entusiasmo.
El mar es diferente cada día y mi felicidad es
constante.
Hoy mientras escribo esta nota también sonrío,
revivo mi jornada en el mar donde cada vez,
¡conecto con la inmensidad!
En tiempos de incertidumbre, siento, evoluciono,
vivo en movimiento y agradezco.
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