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Sábado 20 de febrero de 2021
Natalicio de su majestad el emperador Naruhito
Cooperación en pandemia
La pandemia de covid-19 sorprendió
al mundo durante la mayor parte del
año pasado, y afecta visiblemente a
la economía y nuestra vida cotidiana.
Los países tuvieron que diseñar nuevas
políticas y cambiar su comportamiento
sin contar con experiencias previas
que los ayuden a tomar mejores
decisiones, especialmente durante
los primeros meses. Sin embargo, la
humanidad está respondiendo al reto
con una coordinación mundial muy
pocas veces vista.
En el plano bilateral, la pandemia obligó a los voluntarios y expertos
a retornar a Japón, pero la cooperación no se detuvo. Muchos
proyectos y cursos continuaron y se incorporó una serie de mecanismos
de respuesta para ayudar a Bolivia a enfrentar la pandemia.
¡Cocinemos tempura!
El primero fue en mayo, con una cooperación de emergencia de 243 500
dólares canalizada a través de la Organización Panamericana de la
Salud. Luego, en julio, la Agencia de Cooperación Internacional del Japón
(JICA) entregó un lote de tres mil cubrebocas, batas y guantes, además
de alcohol en gel para el Ministerio de Salud.
De manera paralela, la JICA ofreció varios talleres sobre el lavado de
manos, bioseguridad, protección respiratoria en hospitales, ventilación
mecánica no invasiva, entre muchos otros.
De igual manera, el programa de fortalecimiento de redes de salud
(FORSA), que contribuyó durante veinte años al mejoramiento de la salud
materna e infantil, adaptó sus actividades para capacitar en bioseguridad.
En julio se suscribió un acuerdo para la donación de unos 2.7 millones
de dólares para adquirir equipos que fortalecerán los servicios de
emergencia y terapia intensiva del sistema de salud pública.
En noviembre, la JICA entregó a la Gobernación de Cochabamba
doscientos lavamanos y jabón para cincuenta centros de salud y
siete mercados.
Expertos en singani
La tempura ya está
en el diccionario
español como una
comida de origen
japonés, aunque
la verdad es
que sus primeras
versiones fueron
introducidas por los
portugueses en el
siglo XVI. Después
de tantos siglos,
¡definitivamente es
un plato japonés!
Ingredientes: zanahorias, cebollas,
habas y otras verduras a gusto (en
la fotografía hay también camotes
y hojas oba). Camarones (¡el pollo
es también delicioso!). Una taza
de harina de trigo de cuatro ceros.
Un huevo. Un litro de agua. Aceite
para freír.
Antes de comenzar, mezcle un
huevo en un litro de agua y enfríe el
recipiente en el refrigerador.
Al picar las verduras, procure
hacerlo en tamaños similares y
formando bocados cómodos. Al
preparar los camarones, quite los
caparazones, pero dejando los
rabos. Extraiga también las venas
dorsales y aplaste las carcasas de las
colas con un cuchillo para extraer
el agua que suele acumularse en
esta zona (¡no queremos salpicar el
aceite caliente!). Unos tres o cuatro
tajos paralelos en cada camarón
lograrán esa forma alargada y
elegante.
Para la cobertura, llamada koromo,
utilice una taza de la preparación
de agua y huevo que dejó en su
refrigerador y agregue una taza de
harina, pero sin mezclar demasiado,
para evitar que el gluten se ponga
pegajoso.
Cada pieza de verdura o carne
debe pasar por una ligera capa
de harina antes de soparla en el
koromo. El secreto para las hojas: la
harina en una cara, no en ambas.
Utilice una sartén profunda y
abundante aceite. El calor es
fundamental. Para verificar la
temperatura del aceite, coloque
unas gotas de koromo en el aceite
caliente: si caen hasta el fondo
de la sartén, falta calor; si flotan
arrebatadas, es momento de freír.
Para evitar que la temperatura
caiga, no llene la sartén de piezas.
Vaya con calma.
Para la salsa, utilice una cuchara de
dashi no moto (extracto de caldo
de pescado), una taza de mirin
(sake de cocina) y una taza de salsa
soya por cada litro de agua. Hierva
esta mezcla y déjela enfriar para sus
comensales.
Una bola de rábanos rallados y otra
más pequeña de jengibre mejorarán
la apariencia de su presentación…
¡y el sabor! Sus comensales los
utilizarán para sus salsas.
Para comer, cada uno mezcla los
rábanos y el jengibre a gusto, en la salsa,
y se sopan ligeramente las verduras y
carnes rebosadas. ¡Buen provecho!
En Tokio hay una decena de
bares que ofrecen singani
boliviano. Inclusive hay portales
de internet especializados en
esta bebida. ¡Todavía más!
A finales del año pasado,
una veintena de propuestas
de baristas japoneses
fue seleccionada tras un
concurso de cócteles basado
únicamente en singani. La
imagen es cortesía del sitio
oficial de Kitazawa Kikaku,
empresa que promociona el
singani en Japón.
Esperanza
Estos dos ideogramas ( 希 望 ) se leen kibou, que quiere decir esperanza,
y están presentes en varias secciones de esta separata, por motivos
distintos. Se los ha citado debido al difícil momento que está viviendo
la humanidad, y también por el recordatorio de los diez años
desde el terremoto y tsunami de 2011. También los encontramos,
coincidentemente, en la fotografía de unos niños alegres durante un
acto de entrega de aulas, justo hace un año. En aquel entonces,
conversamos con ellos sobre estudiar cada día para cosechar frutos
en el futuro. Estos dos kanjis se los dedicamos a todos, esperanzados
en que pronto venceremos, juntos, a la pandemia.