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M-11-8-Mecánica de suelos, Tomo II - Eulalio Juárez Badillo y Alfonso Rico Rodríguez-FREELIBROS.ORG

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Mecánica de Suelos


Ing. José A. Cuevas

precursor de la Mecánica de Suelos en México


Dr. Nabor Carrillo Flores

relevante investigador de la escuela de Mecánica de Suelos



Mecánica

de

Suelos

TOMO

II

Teoría y Aplicaciones de la Mecánica de Suelos

EULALIO JUAREZ BADILLO

ALFONSO RICO RODRIGUEZ

E D IT O R IA L

MEXICO

LIMUS A

19 7 3


© 1967, Revista INGENIERIA

EULALIO JUAREZ BADILLO

Doctor en Ingeniería. Profesor de la

División de Estudios Superiores

de la Facultad de Ingeniería de

la Universidad Nacional Autónoma

de México*

ALFONSO RICO RODRIGUEZ

Maestro en Ingeniería. Profesor de la

División Profesional y de Estudios

Superiores de la Facultad de Ingeniería

de la Universidad Nacional Autónoma

de México. Profesor de-la

Universidad Iberoamericana

Todos los derechos reservados:

© 1973, EDITORIAL LIMUSA, S. A.

Arcos de Belén Núm. 75, México 1, D. F.

Miembro de la Cámara Nacional de la

Industria Editorial, Registro Núm. 121

Primera reimpresión: 1973

Im prm en Mixico

(971)


PROLOGO DE LOS AUTORES

Es con mucha satisfacción que los autores ponen ahora a disposición

de sus estudiantes y del público interesado, el Volumen II de

la obra Mecánica de Suelos, a la que han venido dedicando su entusiasmo

en estos últimos años. Comprenden que entre la aparición de

este libro y el anterior ha pasado un lapso inconveniente y se excusan

por ello, exhibiendo como única disculpa las muchas ocupaciones que

los acosan; ojalá que el Tercer Volumen, que ahora comienzan, dedicado

a Flujo de Agua en Suelos, pueda estar a disposición de los

lectores con más oportunidad.

La a cogida que el estudiantado y los técnicos de México y América

Latina han brindado al Tomo I ha sobrepasado con mucho las

modestas esperanzas de los autores, los ha colmado de satisfacción y

los ha convencido de la necesidad de aplicarse a su tarea con renovado

esfuerzo. Desde aquí quieren expresar público testimonio de

agradecimiento a todos los lectores que han dado tan grata bienvenida

a su trabajo y muy especialmente a los que, yendo más allá,

les han comunicado su impresión personal o sus críticas orientadoras,

tan necesarias en una obra como la presente, especialmente por estar

incompleta y expuesta a la reiteración de defectos.

También quieren los autores expresar su reconocimiento a la Facultad

de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México

y a la Secretaría de Obras Públicas por el estímulo que les han

brindado en la elaboración de este segundo tomo.

Han colaborado con la obra el señor Humberto Cabrera, quien

hizo los dibujos y la señora Sahadi Rucoz que volvió a realizar todo

el ingrato trabajo de mecanografía. A ambos, los autores expresan

su gratitud por su empeño, dedicación y entusiasmo.

El señor Ing. Ignacio Avilez Espejel tuvo a su cargo la delicada

tarea de editar estas páginas y, es de agradecer el cariño que puso

en ella.

El señor Ing. Javier Barros Sierra, ex Director de la Facultad

de Ingeniería, ex Secretario de Obras Públicas, actualmente Rector

de la Universidad Nacional Autónoma de México, ha accedido

bondadosamente a escribir un Prólogo a este libro. Es para sus

autores un motivo muy especial de orgullo y reconocimiento que su

alta personalidad honre estas páginas.

México, D. F„ noviembre de 1967



PROLOGO

Continuando el esfuerzo que les condujo en 1963 a la publicación

del primer volumen de esta obra, los dos jóvenes ingenieros,

profesores e investigadores Eulalio Juárez Badillo y Alfonso Rico

Rodríguez presentan ahora la segunda parte de su libro, que recoge

las aplicaciones prácticas más importantes de la teoría, desarrollada

en el primer tomo.

Con este nuevo volumen se completa el programa actual de la

materia en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional

y se cubren ciertos aspectos esenciales del contenido de la asignatura

en el nivel de la maestría.

La obra, primera del género en nuestro país y una de las muy

pocas escritas originalmente en castellano, ha tenido tan amplia cuanto

justa acogida (del Tomo I ha salido ya la segunda edición)

debido, seguramente, no sólo a la ventaja del idioma sino también

a algunas cualidades relevantes, entre las que cabe citar una exposición

de carácter general y no especializada y una presentación

certeramente didáctica. Puede decirse, extendiendo la célebre frase

del pensador español, que la claridad no sólo es cortesía de filósofos

sino también de sabios. Y estos dos maestros han tenido en alta

consideración a los estudiantes que, cada día en mayor número,

han de enfrentarse con su libro. No hay duda de que ellos, con sus

bien probadas capacidad y perseverancia y con su plausible entusiasmo,

habrán de completar en breve su tratado con el tercer y último

volumen, relativo al flujo de agua en suelos.

Es de elemental justicia señalar que los autores, en un rasgo

que tos honra mucho, han cedido los productos de la venta de los

tres volúmenes a la Facultad de Ingeniería, en la que ambos hicieron

los estudios de ingeniería civil y Alfonso Rico; muy brillante alumno

mío por cierto, alcanzó después con alta distinción y, curiosamente,

sin que al principio creyera tener especial vocación para tal especialidad,

la maestría en mecánica de suetos.

Al comienzo del libro los autores presentan las imágenes del

Ing. José A. Cuevas y del Dr. Nabor Carrillo Flores. De esta manera,

implícitamente dedican su trabajo a dos de los hombres que

más han tenido que ver con el nacimiento y el desarrollo de la

Mecánica de Suelos en México. José A. Cuevas fue sin duda el más

destacado de los precursores de esta disciplina y el hombre que con

su labor estableció los fundamentos para que pudiera hablarse de


xii

PROLOGO

una Escuela Mexicana de Mecánica de Suelos; a esta tarea dedicó

durante muchos y difíciles años su singular intuición y su incansable

esfuerzo. Nabor Carrillo, al dedicar aíl naciente campo sus brillantes

dotes 11 su destacado talento, contribuyó quizá en mayor medida

que ningún otro a darle a esa Escuela reconocimiento nacional y

estatura internacional. Es justo y conveniente que la presencia de

estos hombres, ambos ya desaparecidos de entre nosotros, preceda

un trabajo como el que ahora ve la luz.

No me resta sino decir, como observador más o menos cercano

de la incansable labor de los señores Juárez Badillo y Rico, que

merecen, junto con la más cordial felicitación, el agradecimiento de

la Universidad y el de los estudiosos de la mecánica de los suelos.

Ciudad Universitaria, D. F., septiembre de 1967

Javier Barros Sierra*

Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México

Exdirector de la Facultad de Ingeniería de la U.N.A.M.

Exsecretario de Obras Públicas del Poder Ejecutivo

Mexicano.


CAPITULO I

ACCION DE LA HELADA EN LOS SUELOS

1-1. Introducción

En este capítulo se tratarán someramente los problemas que

derivan de la congelación del agua libre contenida en el suelo, por

efecto climático, naciendo especial énfasis en lo que se refiere a

cambios volumétricos y variaciones de propiedades mecánicas.1

Si la temperatura del agua libre llega a un valor igual a su punto

de conqelación, el agua se toma sólida y su volumen aumenta. Tanto

el punto de congelación, como el coeficiente de expansión volumétrica

del agua dependen de la presión actuante sobre ésta. A la presión

atmosférica, el punto de congelación corresponde a una temperatura

de 0°C, en tanto que bajo una presión de 600 atmósferas el agua

se congela a —5°C y a 1100 atmósferas a —10°C. Los coeficientes

de expansión volumétrica son 0.09 a 1 atmósfera, 0.102 a 600 y

0.112 a 1100.

Cuando el agua se congela en masas de grava o arena limpias

hay pues, un aumento de volumen; sin embargo, esta expansión no

necesariamente es de un 10% del volumen inicial de vacíos, como

correspondería al caso normal de agua congelada, puesto que el agua

puede drenarse durante la congelación. Si en una masa de arena se

encuentran capas gruesas de hielo o lentes grandes de esta substancia,

podrá decirse que el hielo se formó por congelación in sita de una

masa de agua previamente existente. Sin embargo, si el agua está

homogéneamente incorporada a la masa de suelo, como es general,

la congelación afecta al conjunto de dicha masa, sin que el agua

forme capas o lentes aislados de hielo.

En limos saturados o arenas limosas en igual condición, el efecto

de la congelación depende mucho del gradiente con el que se abate

la temperatura. Un enfriamiento rápido provoca la congelación in

sita, como en el caso de la arena y la grava, pero si el descenso

de la temperatura es gradual, la mayor parte del agua se agrupa

en pequeñas capitas de hielo paralelas a la superficie expuesta al enfriamiento.

Resulta así una alternación de capas de suelo helado y

estratos de hielo.

En condiciones naturales, en suelos limosos expuestos a fuertes

cambios de clima, pueden formarse capas de hielo de varios centímetros

de espesor. La formación de masas de hielo limpio indica una

1

2—Mecánica de Suelo» n


2 CAPITULO I

emigración del agua de los vacíos hacia el centro de congelamiento; el

agua puede proceder del suelo en congelamiento o puede ser absorbida

de un manto acuífero, situado bajo la zona de congelación. En

la fig. 1-1 se muestran tales posibilidades en un espécimen de suelo

fino. El espécimen A descansa sobre una base sólida e impermeable,

en tanto que los B y C tienen su parte inferior sumergida en agua. En

los tres casos, la temperatura de los extremos superiores se mantiene

bajo el punto de congelación del agua. En A el agua que forma los

estratos finos de hieío procede de la masa de la parte, inferior del

espécimen, mientras que en el B, el agua procede de la fuente inferior.

Terzaghi llama al caso A un sistema cerrado, por no variar en él el

contenido total de agua de la masa de suelo; en contraposición, el caso

B sería un sistema abierto. El caso C, aunque pudiera creerse

abierto, es cerrado en realidad, por efecto de la capa de grava fina

existente.

H

2 ?

mil 11 lll'TMl.

gangas .

_~T

Expansión

Consolidado

F IS . I-I. Casos de formación de hielo en suelos finos, según Terzaghi1

En el espécimen A el agua que forma los lentes de hielo proviene,

como se dijo, de la parte inferior; este flujo ascendente del agua

durante el proceso de congelación induce un proceso de consolidación

en la parte inferior de la muestra, análogo al que se tiene cuando

el agua asciende por capilaridad hacia una superficie de evaporación.

El proceso probablemente prosigue hasta que el contenido de agua

en la parte inferior se reduce al correspondiente al límite de contracción,

siempre y cuando la temperatura en la superficie de enfriamiento

sea lo suficientemente baja. El incremento total de volumen

asociado a un sistema cerrado, tal como el espécimen A, tiene como

limite el incremento volumétrico por congelación del agua contenida

en la masa. Por lo general, oscila entre el 3% y el 5% del volumen

total.


MECANICA DE SUELOS (II) 3

En los sistemas abiertos, representados por el espécimen B, el

desarrollo inicial de los lentes de hielo también es debido al agua

procedente de los niveles inferiores de la masa de suelo, por lo que,

en un principio, esa zona se consolida. Sin embargo, según este

proceso progresa, aumenta la cantidad de agua que se extrae de la

fuente de agua libre, hasta que, finalmente, la cantidad de agua que

toma la muestra por la parte inferior iguala a la que fluye hacia

la zona de congelamiento, manteniéndose constante, de ahí en adelante,

el contenido de agua en la parte inferior de la muestra.

La experiencia obtenida en regiones en que prevalecen muy bajas

temperaturas durante largos períodos de tiempo, demuestra que el

espesor total de las lentes de hielo formadas en el suelo natural,

trabajando como sistema abierto, puede alcanzar varios metros.

Un sistema abierto puede convertirse en cerrado sin más que

insertar entre la superficie de congelamiento y el nivel freático una

capa de gravilla, tal como se simboliza en el espécimen C de la fig.

1-1. El agua no puede subir por capilaridad a través del suelo grueso

y, por lo tanto, de tal estrato hacia arriba, la masa se comporta como

un sistema cerrado.

Se ha encontrado que los lentes de hielo no se desarrollan a

menos que, en añadidura a la existencia de las condiciones climáticas

apropiadas, exista en el suelo cierto porcentaje mínimo de partículas

finas. También afectan en cierta forma a la formación y desarrollo

de tales lentes, el grado de uniformidad de las partículas, el peso

específico del suelo y el tipo de estratificación. La forma cuantitativa

enNque cada factor afecta a los fenómenos en estudio, no está aún

dilucidada por completo.

En general, se dice que un suelo es susceptible a la acción de

la helada cuando en él pueden desarrollarse lentes apreciables

de hielo puro.

1-2. Efectos de la helada

Cuando el agua se congela en un vacío del suelo bajo una presión

moderada actúa como una cuña, separando las partículas sólidas y

aumentando el volumen de los vacíos. Cuando la congelación ocurre

en un suelo no susceptible a la helada, como la grava o la arena,

o en un sistema cerrado, el aumento de volumen, según se indicó,

tiene como límite un 10% del volumen inicial de los vacíos, por lo

que en un suelo de superficie horizontal, la elevación de dicha superficie

no podrá ser mayor que

h = 0.1 n H (1-1)

Donde n es la porosidad media del suelo y H el espesor de suelo

en que se deja sentir el efecto de congelación. Por otra parte, en un


4 CAPITULO I

sistema abierto constituido por suelo susceptible a la helada, la

expansión por congelación puede llegar a ser mucho mayor que

el limite indicado por la expresión 1-1. La presión que ejerce el suelo

congelado al expanderse aún no está determinada con exactitud, pero

es, desde luego, de gran magnitud y teóricamente puede llegar a

valores de un orden extraordinario, que exceden en mucho a las cargas

usuales sobrepuestas. Así, cualquier estructura situada sobre el

suelo, se eleva juntamente con él.

Por otra parte, durante el deshielo que ocurre al iniciarse la

primavera, la zona congelada de suelo se funde, proceso que, generalmente,

dura algunas semanas y va acompañado de asentamientos

del subsuelo. La magnitud de este asentamiento en un suelo dado

depende, fundamentalmente, de si se han formado o no en ese suelo

lentes de'hielo puro durante la época de congelación. En el caso de

suelos no susceptibles a la helada, en que el congelamiento no formó

lentes de hielo, el asentamiento está acotado por la expresión 1-1;

sin embargo, el valor real de tal asentamiento no puede exceder el

aumento de volumen causado por el proceso previo de congelación.

En suelos susceptibles a la helada, en los que el congelamiento haya

formado lentes de hielo, al fundirse éste se tiene el efecto adicional

del colapso de las bóvedas de las cavidades antes llenas de hielo, por

lo que el asentamiento puede aumentar en forma notable; los asentamientos

diferenciales asociados a este fenómeno son frecuente fuente

de problemas para estructuras suprayacientes, específicamente para

caminos, aeropistas, etc.

En el caso de suelos que formen taludes o laderas, la acción de la

helada produce en esencia un movimiento de las partículas hacia

el pie del talud. Si el material no es susceptible a la helada, las

partículas de suelo colocadas en la superficie del talud se desplazan

normalmente a dicha superficie, durante el proceso de congelación;

durante el deshielo esas partículas descienden verticalmente, con un

desplazamiento neto resultante hacia el pie del talud en la dirección

de su superficie. Si los suelos son susceptibles, en especial si son

limosos, la mayor parte del desplazamiento de las partículas ocurre

durante la licuación posterior de los lentes de hielo formados en el

período de congelación, paralelamente a la superficie del talud; esta

licuación hace que el suelo colocado sobre los lentes de hielo se

desintegre y fluya prácticamente como un líquido viscoso; este fenómeno

se conoce con el nombre de solifluxión.

En el caso de muros de retención, la congelación del agua libre

en el suelo detrás de la estructura, produce un aumento de presión

sobre ellos, el cual es, desde luego, mucho mayor en suelos susceptibles

a la helada. Este aumento de presión, reiterado frecuentemente

a través del tiempo, puede terminar por producir el colapso de la

estructura. Si los muros son de concreto reforzado, la falla puede


MECANICA DE SUELOS (II) 5

llegar a presentarse por esfuerzo cortante en la sección entre el

muro propiamente dicho y su losa de cimentación.

En los suelos susceptibles a la helada, el espesor de los lentes de

hielo formados depende de varios factores, entre los que pueden

enumerarse el grado de susceptibilidad del suelo, la facilidad del

drenaje (tanto para absorber, como para ceder agua), la intensidad

del frío y duración del mismo, especialmente este último factor.

Las soluciones que se han adoptado para evitar la acción nociva

del congelamiento de las capas superficiales del terreno por efecto

climático pueden agruparse en tres tipos diferentes:

a) Substitución de los suelos susceptibles a la helada por otros

no susceptibles, hasta la profundidad necesaria para llegar a niveles

más abajo que la penetración del efecto climático exterior.

b) Drenaje adecuado para abatir el nivel freático a una profundidad

mayor que la altura máxima de ascensión capilar del suelo.

c) Conversión del sistema abierto existente en cerrado. Esto se

logra excavando hasta la profundidad de congelación y colocando a

ese nivel una capa de material grueso, no capilar. Posteriormente

volverá a rellenarse la excavación con el material original.

Lo anterior ha sido aplicado principalmente a caminos y aeropistas.

Además de los cambios volumétricos anotados en los párrafos anteriores,

la fase del deshiélo en los suelos produce una disminución

de la resistencia al esfuerzo cortante de los mismos y consecuentemente,

una disminución de su capacidad de carga. Esto es fácilmente

explicable tomando en cuenta lo expuesto en el Capitulo X II del

Volumen I de esta obra, pues al fundirse el hielo y tratar el suelo

de comprimirse, el agua experimentará presiones en exceso de la

hidrostática, que sólo se disipan cuando el agua haya sido totalmente

drenada, lo cual sucede normalmente en periodos de dos o tres

meses, a no ser que se hayan tomado precauciones especiales en lo

referente al drenaje.

1-3. Clasificación de suelos de acuerdo con su susceptibilidad a

la helada

Según A. Casagrande2, un suelo puede considerarse como no

susceptible a la helada si posee menos de un 3% de partículas menores

de 0.02 mm. El intervalo crítico en el cual el material empieza

a mostrarse susceptible está entre 3% y 10% de contenido de aquellas

partículas, dependiendo de sus características granulométricas.

Los suelos susceptibles a la acción de las heladas pueden clasificarse

como se muestra en la Tabla 1-1, ampliamente usada por los

técnicos de todo el mundo. En esa tabla los suelos aparecen agrupados

en orden creciente de susceptibilidad.


6 CAPITULO I

TABLA 1-1

GRUPO

TIPO DE SUELO

Fi Gravas con 3% a 20% de partículas menores que

0.02 mm.

f 2 Arenas con 3% a 15% de partículas menores que

0.02 mm.

F 3—a Gravas con más del 20% de partículas menores que

0.02 mm.

F ,~ b Arenas (excepto las finas limosas), con más del

15% de partículas menores de 0.02 mm.

F t—c Arcillas (excepto finamente estratificadas) con

lp > 12

F*~a Todos los limos inorgánicos, incluyendo los arenosos

F t—b Arenas finas limosas con más del 15% de partículas

menores de 0.02 mm.

F t—c Arcillas con 7p < 12

F t~ d Arcillas finamente estratificadas

Los suelos más peligrosos desde el punto de vista de la acción

de la congelación son aquellos en que se combine la granulometría

más fina, con la mayor permeabilidad; por ejemplo, las arcillas finamente

estratificadas con muy delgadas capitas de arena, son los suelos

más peligrosos; también los limos, las arenas limosas y las arcillas

relativamente poco plásticas.

En general, se recomienda no usar los suelos F t cuando se tema

una acción climática intensa. Especialmente resultan contraindicados

en caminos y aeropistas.

1-4. Indice de congelación

La profundidad de la zona de congelación de un suelo depende,

según se dijo, tanto de la duración, como del valor de las temperaturas

que el ambiente alcance bajo el punto de congelación. Para

tomar en cuenta ambos factores en la profundidad de penetración

de una helada, se ha creado el concepto de Indice de congelación.

(Ic).

Para los efectos que siguen, se entenderá por un número de

grados-día (°C-día) la diferencia entre la temperatura media diaria

y la temperatura de congelación del agua. Expresando la temperatura

en grados centígrados, la temperatura de congelación del agua

es 0‘ C y el número de grados-aías coincide con la temperatura

media diaria.


MECANICA DE SUELOS (II) 7

Si se dibuja para un invierno una gráfica acumulativa de gradosdía

contra el tiempo, expresado en días, se obtiene una curva del

tipo de la mostrada en la fig. 1-2.

En dicha gráfica el índice de congelación puede calcularse como

el número de grados-dia entre los puntos máximo y mínimo de la

curva. El índice de congelación está, así, ligado a un invierno dado.

El índice normal de congelación se define como el promedio

de los índices de congelación de un lugar, a lo largo de un lapso de

tiempo prolongado, usualmente diez o más años.

La aplicación principal de estos conceptos ha sido hecha en la

construcción de caminos y aeropistas, en donde se tienen curvas experimentales

sobre los espesores mínimos de material no susceptible,

que deben colocarse para proteger al suelo situado bajo la

subrasante de los efectos de la congelación. Es normal dar estos

espesores de protección en términos del índice normal de congelación

de las regiones de que se trate, correspondiendo, como es obvio,

los mayores espesores de capas protectoras a los mayores índices.


8 CAPITULO I

REFERENCIAS

1. Terzaghi, K. — Pe-rmafrnx¡ — Harvard Soil Mecbanics Serles N* 3 7 — Universidad

de Harvard— 1952.

2. Casagrande, A. — Notas de clase no publicadas, reproducido en Transactions

of the American Society of Civil Kngineers. — 1948.

J

BIBLIOGRAFIA

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S. Taber — Public Roads Wash. — 1930.

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Ingeniería de Carreteras— L. I. Hewes y C. H. Oglesby— (Trad. O. M. Becerril)

— Ed. Continental — México, D. F .— 1959.


CAPITULO II

DISTRIBUCION DE ESFUERZOS EN LA MASA DEL SUELO

H -l.

Introducción

En este capítulo se trata el problema de importancia fundamental

en Mecánica de Suelos, de la distribución de los esfuerzos aplicados

en la superficie de una masa de suelo a todos los puntos de

esa masa. En realidad puede decirse que tal problema no ha sido

satisfactoriamente resuelto en suelos. Las soluciones que actualmente

se aplican, basadas en la Teoría de la Elasticidad, adolecen de los

defectos prácticos acarreados por las fuertes hipótesis impuestas

por las necesidades de la resolución matemática tan frecuentes, infortunadamente,

en aquella disciplina. Sin embargo, hasta hoy, la

Mecánica de Suelos no ha sido capaz de desarrollar sus propias

soluciones más adaptadas a sus realidades, por lo cual resulta imprescindible

recurrir aún a las teorías elásticas. Los resultados que

se obtengan en las aplicaciones prácticas deberán siempre de verse

con el debido criterio y, no pocas veces, ajustarse con la experiencia.

El hecho real concreto es, empero, que de la aplicación de las Teorías

en uso, el ingeniero civil actual logra, en la inmensa mayoría

de los casos prácticos, una estimación suficientemente aproximada de

los fenómenos reales en que está interesado, de manera que le es

posible trabajar sus proyectos y materiales con factores de seguridad,

por ejemplo, que no desmerecen nunca y frecuentemente aventajan

a los empleados en otras ramas de la ingeniería. Sería infantil creer,

por otra parte, que de la aplicación de las teorías expuestas adelante

puedan calcularse los asentamientos de una estructura, por

ejemplo, con profética seguridad; los cálculos proporcionarán al ingeniero,

en el mejor de los casos (y también en el más frecuente), el

orden de magnitud de tales asentamientos, pero, normalmente, de un

modo suficientemente aproximado como para poder normar el criterio

del proyectista, de modo que éste pueda combatir los efectos nocivos

con eficacia práctica. Podría decirse que, desde el punto de vista

de la Mecánica de Suelos, existen dos problemas en la aplicación de

las teorías elásticas y de la teoría de la consolidación unidimensional

al cálculo de asentamientos: uno, el teórico, dista de estar resuelto y

exige, aún mucho del esfuerzo de los investigadores; otro, el práctico,

relativamente resuelto, pero susceptible de mejoramiento, pues hoy

9


CAPITULO II

los proyectos relativos a suelos pueden tratarse con razonable seguridad

y economía.

II-2.

El problema de Boussinesq

Los esfuerzos que una sola carga vertical concentrada actuante

en la superficie horizontal de un medio semiinfinito, homogéneo, isótropo

y linealmente elástico, induce en los puntos de cualquier

vertical trazada en el medio, fueron calculados por vez primera por

Boussinesq *.

En la fig. 11-1, P representa la

carga concentrada actuante según

la vertical: (x, y, z) son las coordenadas

del punto en que se calculan

los esfuerzos, referidas a un

sistema cartesiano ortogonal cuyo

origen coincide con el punto de

aplicación de P.

Si r es la distancia radial de A'

a 0 y i)/ el ángulo entre el vector

posición de A (R ) y el eje Z, los

esfuerzos en el punto A pueden

escribirse

FIG . Il-I. E sfuerzos p ro v o c a d o s en un

p u n to d e una m asa d e suelo

p o r una c a rg a c o n c e n tra d a

3 P eos 1 _ 3 P z“

(2- 1)

2 it z;' 2 Te /?•’•

a,

2 n ;

3 cos:í »|; sen- <J> •*— (l-2p ) - C'OS ^ - 1

1 + eos iJ/J

( 2-2 )

tte ~ - (1-2 p)

2 tzz*

3 P

Xrc = eos4 di sen J/

2 n r

eos3 vj;

eos2 4<

1 + eos

(2-3)

(2-4)

En el Anexo Il-a se presenta la deducción de las anteriores

expresiones, por métodos familiares en Teoría de Elasticidad.

En la práctica de la Mecánica de Suelos la expresión 2-1 es,

con mucho, la más usada de las anteriores y su aplicación al cálculo

de asentamientos es de fundamental importancia. A este respecto se

hace necesario recalcar que las expresiones arriba escritas, en par-


MECANICA DE SUELOS (II) 11

ticular la 2-1, se han obtenido suponiendo que el material en cuyo

seno se producen los esfuerzos que se miden es homogéneo, isótropo,

linealmente elástico y semiinfinito, limitado por una sola frontera

plana. Es evidente que el suelo no es homogéneo, pues sus propiedades

mecánicas no son las mismas en todos los puntos de su masa; ni

isótropo, pues en un punto dado esas propiedades varían, en general,

en las distintas direcciones del espado; ni linealmente elástico, pues,

las relaciones esfuerzo-deformación de los suelos no son las que

corresponden a ese comportamiento. Por último, tampoco es semiinfinita

ninguna masa de suelo.

De hecho no debe dejar de mencionarse que la aplicación más

frecuente en Mecánica de Suelos de las fórmulas de Boussinesq

estriba en el cálculo de asentamientos de los suelos sujetos a consolidación,

vale decir de arcillas y suelos compresibles, en los que

algunas de las hipótesis teóricas, la elasticidad perfecta, por ejemplo,

distan de satisfacerse en forma muy especial, aún dentro de los

suelos en general.

Para la aplicación práctica de la fórmula 2-1 es conveniente

expresarla como sigue (fig. II-l).

3 P z3 3 P

2 tt (r- + z- ) 5/2

que puede escribirse en forma adimensional

(Tí

P

1 -V*

1 + (t ) =

(2-5)

de donde

<Tz = A - Po

( 2 -6 )

con

(2 7:

En el Anexo Il-b se presenta una tabla de valores de P0 en

función de la relación r/z. Así, para encontrar el valor de un esfuerzo

normal vertical, at, con la ayuda de la tabla, basta medir la distancia

r del punto de aplicación de la carga al punto de la superficie (A')

exactamente arriba del punto de la masa en que se mide el esfuerzo


12 CAPITULO II

(A ) y dividir ese valor de r, entre la z correspondiente al plano en

que se calcula el esfuerzo (distancia entre el plano de aplicación

de la carga y el plano en que se sitúa al punto en que se calcula el

esfuerzo). Con el valor de esta relación, r/z, se selecciona el valor

de P0 correspondiente y se calcula el esfuerzo aplicando la ec. 2-6.

n-3. Extensión de la fórmula de Boussinesq a otras condiciones

de carga comunes

La carga única concentrada cuyo efecto se ha analizado en la

sección II-2, aunque de acción común en la práctica, no constituye

el único caso que es necesario estudiar. Otras condiciones de carga

muy comunes se presentan

a continuación

en. forma concisa, sin

entrar, en general, a

los detalles matemáticos

de la obtención de

las fórmulas que se incluyen.

En la figura II-2

aparece una carga lineal,

uniformemente

distribuida en la longitud

y, de p unidades

de carga, por unidad

de longitud. El

valor de o* en un punto

de la masa bajo 0

puede obtenerse fácil-

FIG . 11-2. Distribución de esfuerzos con carga lineal de

longitud finita

<r* =

mente integrando la

expresión 2-1 a lo largo

de la línea de carga,

resultando

yz3 1

2it (x2 + z2) V* 2 + y2 + z ( Vx2 — + L +

y2 + z2 x°- + z2

( 2-8 )

La anterior expresión 2-8 puede ponerse en forma adimensional,

introduciendo los parámetros


MECANICA DE SUELOS (II) 13

En función de tales parámetros, la ec. 2-8 resulta

z_ _ l___________ n_____________ / 1 2 \

" p 2tc (m2 + 1) Vm2 + n2 + 1 Vm* + n2 + 1 m2 + lj

(2-9)

lo cual puede expresarse como

a ,.- ~ = Po (2-10)

En donde p0 es el segundo miembro de la expresión 2-9.

El valor de p0 fue tabulado para diferentes valores de m y n por

R. E. Fadum2 y en el Anexo II-c aparecen las gráficas que responden

a tal tabulación debidas al mismo investigador.

Así, para encontrar el valor de un esfuerzo tr*, en cualquier punto

A debido a una carga lineal de longitud finita, utilizando la gráfica

del Anexo II-c, basta medir las distancias x y y, tal como se definen

en la fig. II-2 y dividir estas distancias entre la profundidad z para

obtener los valores de m y n, respectivamente; con ellos, la gráfica

proporciona directamente el valor de influencia correspondiente, p0.

El esfuerzo a¡ se determina con la ecuación:

<y. = T P o ( 2- 11)

Si se desea calcular

el valor de a j bajo

un punto 0', diferente

de 0, podrá considerarse

que la carga lineal

tiene la longitud

9 + y' Y proceder a

calcular así el a"\ después

habrá de calcularse

el esfuerzo correspondiente

a una

longitud y' (cr*'"). El

Hz deseado será, evidentemente

_ /— - // _

Car — <T« fJz

Si se usa la gráfica

propuesta, el sistema

coordenado ortogonal

de referencia debe escogerse

de modo que

el eje Y sea paralelo a

la carga lineal y el X

normal a ella, por SU F|S n.3 D}sfr¡hue}¿„ J , „finnt* bafr una tapcrfícia

extremo.

rectangular un'formamnnt• cargada


14 CAPITULO II

Un caso de condición de carga aún más interesante en la práctica

que el anterior es el que corresponde a la fig. II-3, en la que se

analiza la influencia en la masa del continuo homogéneo, elástico e

isótropo de una superficie rectangular uniformemente cargada, con

w unidades de carga por unidad de área.

El esfuerzo az bajo una esquina de la superficie cargada y a una

profundidad z. puede obtenerse por integración de la ec. 2-1 en toda

el área rectangular, obteniéndose la expresión

ff. = W ( 2xü2 (x'' + r + z-)u" . IT + y- + 2 z2

4 t:Vz'-(.xl‘ + y- + z-) + x2 y- x2 + y- + z~

4 anq tg ^ Z \ .,)

z-(x - + y + z2) x2 y 1

■)

(2-12)

' 7

Adoptando los parámetros m y ti, tales que m —- y n = (ahora

intercambiables), la ec. 2-12 puede escribirse adimensionalmente

como

ff* _ 1 (2 m n(m2 + n2 4- 1)1/2 m2 + n* + 2

w 4 ttV (m" + n’ + 1) + m"ri- nv + r + 1 "**

. 2 m n (m2 + n2 + 1) ,/2\ . _ , , 4

Si al segundo miembro de esta ecuación se le llama w0, puede

tabularse su valor en función de distintos m y n. Esta labor fue

también realizada por Fadum2 y en el Anexo Il-d se muestra una

gráfica con los resultados de la tabulación.

Para encontrar el valor de <r~en un punto A bajo una esquina de

la superficie rectangular uniformemente cargada se procede a calcular

las distancias x y y (fig. II-3), con las que pueden obtenerse los valores

d e m v n para diferentes profundidades z a lo largo de la vertical.

Con la gráfica del Anexo Il-d puede calcularse ahora w0 y

aplicar la ecuación

ffz — w • w0 (2-14)

Así se tiene el valor de ffz, correspondiente a cada profundidad z.

Debe notarse que el sistema coordenado base respecto al cual se

calculó el gráfico del Anexo Il-d es tal que su origen coincide precisamente

con la esquina del área rectangular uniformemente cargada.

Si se desean calcular los esfuerzos bajo otro punto, tal como el

A! de la fig. 11-3, podrá procederse haciendo substracciones y adiciones

convenientes al área cargada. Por ejemplo, en el caso del

punto A’, podría calcularse el cr/ correspondiente al área hipotética

BO’FD ; después los ai" y az,y substractivos correspondientes a las

áreas BO'HO y CO'FE, debiendo notarse que al hacer estas subs­


MECANICA DE SUELOS (II) 15

tracciones, el área CO'HG se restó del total inicial dos veces, por lo

que será necesario calcular el esfuerzo cr*' por ella producido y tomarlo

como aditivo una vez. El esfuerzo cr'~ deseado será

Un caso especial de gran importancia práctica es el que corresponde

al cálculo de esfuerzos a lo largo de una normal por el centro

de un área circular uniformemente cargada (tv — presión uniforme).

El caso aparece en la fig. 11-4.

El esfuerzo <r~ en cualquier punto de la vertical bajada por el

centro del círculo cargado puede obtenerse también integrando la

ec. 2-1 a toda el área circular. El proceso se realiza a continuación

con referencia a la fig. II-4, para ilustración de los casos análogos

que se han venido mencionando.

Definiendo un A A como se muestra en la figura citada se tiene

A A = pApAO

En esa área obrará una carga AP

AP = wpApAO

Esa carga, según la expresión 2-1 produce a una profundidad z,

en un punto como el A, un esfuerzo vertical A<r2.

3AP

Acr* = — 2tz

Entonces:

(x2 + y2 + z2)*'2

ya que x2 + y2 = p2

Agrupando

AoV~ 2-x Z* (p2 + z2) 5/2 ApA0

El esfuerzo <r2 correspondiente

a toda el área resultará de llevar a

la expresión anterior al límite y de

aplicar la definición usual de integral

de superficie.

A

FIG . 11-4. Distribución del esfuerzo boj o

el centro de una superficie

circular uniformemente cargada


16 CAPITULO II

<Tz

3wz3

= JÍ 2 tz

( p2 + 2 2 ) 5 / 2

dpdQ

Í

2TT fT

* (p* + z*yn dp =

3wz3

2tc L“ " J L 2 3 (p2 +

[2u] r j L i 1 T = ^ f 1 1 . 1

L 2 3 (p2+ z2) 3/2 Jo l_z3 (r* +

De donde, finalmente

3/2^

(2-15)

Lo anterior puede escribirse aún

(Tz — u> ■ W 0

donde

* 1

a/2

tv0 “ 1

1 +

m

(2-16)

(2-17)

Los valores de w0 pueden tabularse en función de los correspondientes

de r/z. En el Anexo Il-e se presenta la tabulación en cuestión.

Encontrando w0, el valor de <rz resulta simplemente de la

aplicación de la fórmula 2-16.

En muchos casos se han de cimentar estructuras sobre suelos

compresibles que contienen finos estratos de arena o limo alternados

con otros de arcilla (arcillas finamente estratificadas). El Dr. A.

Casagrande hizo notar que, en estos suelos, las láminas de arena o

limo actúan como refuerzos del conjunto que restringen la deformación

horizontal de la arcilla. H. M. Westergaard8 obtuvo una

solución de este problema para el caso extremo en que las deformaciones

horizontales fueran nulas. De acuerdo con esta solución el

esfuerzo vertical debido a la acción de una sola carga vertical concentrada

superficial, actuante sobre un medio semiinfinito, que se

comporte según la ley de Hooke, pero que tenga totalmente restringida

su deformación horizontal, está dado por

donde

2iz (jc2 -I- y2 + K 2z*) 3/2

I 1 2 p,

K - y ] 2 ( ¡ - ü r

(2 -1 8 )

(2 -1 9 )


MECANICA DE SUELOS (II) 17

Siendo p, la relación de Poisson para el material arcilloso blando.

Análogamente al caso de las soluciones obtenidas a partir de la

de Boussinesq, se cuenta en la actual literatura con ecuaciones y

gráficas que permiten extender la solución de Westergaard a otras

condiciones de carga, análogas a las vistas; sin embargo, estos gráficos

se omiten en esta obra por considerarse que son pocos los

casos prácticos que ameritan su aplicación.

H-4.

Algunas otras condiciones de carga con interés práctico

A continuación se mencionan algunos trabajos tendientes a resolver

el problema de transmisión de esfuerzos al continuo semiinfinito,

homogéneo, isótropo y linealmente elástico, provocados por cargas

superficiales obedientes a diferentes leyes de distribución de interés

práctico.

a) Carga lineal de longitud infinita

Si en la expresión 2-8, correspondiente a la influencia de una

carga lineal de longitud finita, y, esta magnitud crece hasta ser

mucho mayor que las x y z que intervengan en el caso, su valor

podrá considerarse como ( + oo ) y, en tal situación el valor cr, tiene

por limite

P z 3

°* (2-20>

■re (x:2 + z ) 2

Que corresponde al esfuerzo en un punto situado en el plano

normal a la línea de carga, trazado por su extremo, extendiéndose

la línea infinitamente desde el punto origen de coordenadas, en la

dirección del eje Y, hacia ( + oo), (carga semiinfinita).

Si la línea de Carga se extiende también infinitamente en el sentido

( — oo) (carga infinita) el esfuerzo crz. a la profundidad z, en

un plano normal a la línea trazada por el origen de coordenadas, es

simplemente el doble del dado por la ec. 2-20.

b) Area circular uniformemente cargada

Este caso ya ha sido tratado en el párrafo precedente, pero

únicamente para encontrar los esfuerzos verticales a lo largo de una

normal al área trazada por su centro. L. Jürgenson* presenta una

solución más general, que permite calcular los esfuerzos verticales y

los cortantes máximos en cualquier punto del medio semiinfinito. En

la fig. II-5 aparece una gráfica en que se vacía la solución antes

mencionada.

3— Mecánica de Suelos II


18 CAPITULO II

FIG. 11-5. Distribución de esfuerzos verticales y cortantes misimos bajo un área circular

uniformemente cargada

c) Carga rectangular de longitud infinita

Este caso, fig. II-6, ha sido resuelto por Terzaghi y Carothers4,

quienes dieron las fórmulas que proporcionan los distintos esfuerzos.

Estas fórmulas son

o-* = — [a + sen a eos 2p] <xx = — [a — sen a eos 2¡S]

% Tt

t*» = — sen a sen 2(3 (2-21)

%

Los esfuerzos principales y el cortante máximo están dados por

ffi = — (a + sen a) = — (a — sen a)

ir

Tmfa = — sen a (2-22)

u


MECANICA DE SUELOS (II) 19

F IS . 11-6.

Distribución de esfuerzos bajo una carga rectangular de longitud infinita


20 CAPITULO II

La dirección en que actúa el esfuerzo principal mayor, crlt es

la de la bisectriz del ángulo a.

El esfuerzo Tmt*. actúa, naturalmente, a 45° respecto a la anterior

dirección.

En la fig. II-7 aparece una gráfica que da los valores de ov y

de iz. en los distintos puntos del medio semiinfinito.

d) Carga triangular de longitud infinita, (triángulo isósceles)

La solución para este caso fue propuesta por Carothers4 y se

refiere a la fig, II-8,

F IS . 11-8.

Las expresiones son:

Distribución do osfuunot bajo una carga triangular da longitud infinita

(triángulo ¡táscalas)

ffz = j^ai + a2 + (ai — a2)

= í r [ ai + az + y (ai — (L*) ~ T ln ’t t ] ( 2 -2 3 )

= — -j-{ ai — a2)

u b

En la fig. II-9 aparece la solución gráfica de las ecuaciones

anteriores para los valores de o* y íx.

Este caso reviste importancia práctica especial por su aplicación

a presas de tierra.


MECANICA D E SUELOS (II) 21

F IS . 11-9.

Distribución de estuarios verticales y cortantet máximos bajo yna carga

triangular de longitud infinita (triángulo ¡tásceles)

c) Carga triangular de longitud infinita (triángulo escaleno)

También Carothers4 dio la solución general para este caso, con

las fórmulas

* = - í [ t - + £ ± Í = £ » - t ^ - t , * ^ I « j - 2 4 >

Que pueden interpretarse en la fig. II-10.

Las expresiones anteriores son susceptibles de tabulación sencilla

en cualquier caso práctico.


22 CAPITULO II

FIG . 11-10.

Distribución de esfuerzos bajo una carga triangular de longitud infinita

(triángulo escaleno)

f) Carga triangular de longitud finita (triángulo rectángulo)

Este importante caso práctico fue resuelto por Hamilton Gray6,

quien dio para los esfuerzos fórmulas que se incluyen a continuación

Bajo el punto O (fig. II-l 1).

y bajo el jjunto Q

— p° •k (z v d + B2 + z2 z_____

B \ L2 + z2 V X2 +

. B BL \

T a° 9 " w n n w m ( 2 - 2 5 )

9 t ~ 2n B ( v ¿ 2 + z2 (B2 + z2) V ^ 2 + L2 + z2) *2' 26^

El mismo investigador arriba citado proporciona soluciones gráficas

de esas ecuaciones. En las figs. 11-11 y 11-12 se muestran las

curvas correspondientes.

Es de notar que, con la ayuda de estas gráficas puede encontrarse

el valor de cz bajo cualquier punto del área rectangular sujeta

a la carga triangular; para éllo será necesario usar dichas gráficas

reiteradamente, haciendo las adiciones y substracciones que sean

pertinentes para poder poner al punto cualquiera o bien en la condición

de O o en la de Q. Para resolver estos problemas pueden

usarse cualesquiera de las distribuciones de carga ya vistas y que

convengan en cada caso.


MECANICA DE SUELOS (II) 23

FIG . II-11.

Etfunnot verticales Inducido* bajo ni punto 0, por una carga trkmgular dn

longitud finita (triángulo rectángulo)

Lo anterior implica la hipótesis de que el principio de la superposición

de causas y efectos es aplicable a los problemas de la

naturaleza tratada.

Si se suman las ordenadas de cualquier curva de "n” en la fig*

11-11 con las correspondientes de la fig. 11-12, los resultados representan

las ordenadas provenientes del diagrama de Fadum para una

carga uniformemente distribuida sobre el área rectangular.


24 CAPITULO II

VALORES DE

VALORES DE m

FIG . 11-12. Esfuerzos verticales inducidos bajo Q por una carga triangular da longitud

finita (triángulo rectángulo)

g) Carga trapecial de longitud infinita

El problema, resuelto también por Carothers4 tiene, según la fig.

11-13, las siguientes soluciones


MECANICA DE SUELOS (II) 25

Fl©. 11-13.

i Z

Distribución de esfuerzos bajo una carga trapecial de longitud infinita

(trapecio rectángulo)

Desde luego, todas estas ecuaciones son fácilmente tabulables

para el trabajo en un problema práctico, pero para mayor facilidad,

en la fig. 11-14 se incluye una solución gráfica dada por J. O. Osterberg

para los puntos indicados.

El presente caso es de muy especial importancia práctica por

permitir el cálculo de los esfuerzos inducidos por un terraplén. Para

resolver este problema bajo el centro del terraplén bastará multiplicar^

por dos el valor de cz obtenido para cada profundidad z, con

la gráfica presentada. Si se desean calcular los esfuerzos bajo el

centro del extremo final de un terraplén supuesto semiinfinito en

longitud, bastará aplicar la mitad del valor de rsz obtenido para el

terraplén completo de longitud infinita.

h) Plano semiinfinito uniformemente cargado

El problema resuelto por Carothers4 se esquematiza en la fig.

11-15. Los esfuerzos actuantes pueden calcularse con las fórmulas

* = ■ £ [ ) + ? ]

t«* = — sen2 S

%

( » >


26

CAPITULO II

0 .5 0

*-h 0 .4 0

O

Z

UJ

O

-i 0 .3 0

UJ

o

c/> °*20

UJ

QC

O

<

>

F IG . 11-14.

a/z

G ráfica da valoras da influencia para al cálculo da esfuenos varticalas

debido a la sobrecarga impuesta por una carga trapecial de longitud

infinita (según J . O . Osterbarg)

Los esfuerzos principales en los distintos puntos del continuo de

suelo están dados por

cri = — f (3 + sen (i]

TU

cx3 = — [0 — sen 0] (2-29)

p

tai*. = — sen 0

TZ


MECANICA DE SUELOS (II) 27

cargado

FIG . 11-16.

Distribución de esfuerzos bajo un plano semiinfinito, uniformemente

cargado, con talud

i) Plano semiinfinito, uniformemente cargado, con talud

La solución a este problema también es debida a Carothers4 y

responde a las siguientes ecuaciones, relacionadas con la fig. 11-16

0* = —

* [ » ♦

*' = i \ [p +

z

t '•xa —---- - f - - — a

75 b

(2-30)


28 CAPITULO II

FIG. 11- 17.

D hfribuciin do m fm nos bajo bu plano infinito uniformomonto cargado

con taja trapecial no cargada do longitud infinita

j )

Plano infinito uniformemente cargado con faja trapecial descargada

de longitud infinita

Los esfuerzos en cualquier punto de la masa de suelo en este caso

pueden resolverse con las siguientes ecuaciones, debidas a Garothers4,

fig. 11-17.

0V= A £(0 + 0i) — j- (a + ai) + -j- (a — ai)J

= A ["(P + fc) - A ( a + a i) + J L ( « _ « , ) +

ti L a a a fi r i J

t» = A JjA (a — ai>J (2-31)

n-5. L a carta de Newmark

Newmark6 desarrolló en 1942 un método gráfico sencillo que

permite obtener rápidamente los esfuerzos verticales (o*) transmitidos

a un medio semiinfinito, homogéneo, isótropo y elástico

por cualquier condición de carga uniformemente repartida sobre la

superficie del medio. Esta carta es especialmente útil cuando se tienen

varias áreas cargadas, aplicando cada una de ellas, diferentes

presiones a la superficie del medio.

El método se basa en la ec. 2-15 correspondiente al esfuerzo vertical

bajo el centro de un área circular utíiformemente cargada. Esta

ecuación puede escribirse


MECANICA DE SUELOS (II) 29

« = !-(. I V /2

w \ 1 + (t/zY)

Si en esta ecuación se da a crz/w el valor 0.1 se encuentra que r/z

resulta ser 0.27; es decir, que si se tiene un círculo cargado de

radio r = 0.27z. donde z es la profundidad de un punto A bajo el

centro del círculo, el esfuerzo en dicho punto A será

— 0.1 w

Si este círculo de r = 0.27 z se divide en un número de segmentos

iguales (fig. 11-18), cada uno de ellos contribuirá al esfuerzo <r, total

en la misma proporción. Si el número es 20 como es usual en las

cartas de Newmark, cada segmento cooperará para el esfuerzo c* con

0.1w/20 = 0.005 w. El valor de 0.005 es el valor de influencia corres,

pondiente a cada uno de los segmentos circulares considerados.

Si ahora se toma a jw = 0.2, resulta tjz — 0.40; es decir, para el

mismo punto A a la profundidad z, se requiere ahora un círculo cargado

de r = 0.40 z, para que el esfuerzo <r* sea igual a 0.2 w.

Concéntrico con el anterior puede dibujarse otro círculo (fig. II-

18) con dicho r = 0.40 z. Como el primer circulo producía en A un


30 CAPITULO II

cTu = 0.1 w, se sigue que la corona circular ahora agregada produce otro

cr* = 0.1 w (de modo que el nuevo círculo total genera <TZ= 0.2 w) .

Así, si los radios que dividían el primer círculo se prolongan hasta

el segundo, se tendrá la corona subdividida en áreas cuya influencia

es la misma que la de los segmentos originales. (0.005 w ).

De esta manera puede seguirse dando a ae/w valores de 0.3, 0.4,

0.5, 0.6, 0.7, 0.8, 0.9 obteniendo así los radios de círculos concéntricos

en función de la z del punto A, que den los esfuerzos 0.3 w,

0.4 w, etc. en el punto A. Prolongando los radios vectores ya usados

se tendrá a las nuevas coronas circulares añadidas subdivididas en

áreas cuya influencia es igualmente de 0.005 w sobre el esfuerzo en A.

Para z/w = 1 .0 resulta que el radio del círculo correspondiente

es ya infinito, para cualquier z diferente de cero, por lo que las áreas

que se generan por prolongación de los radios vectores fuera del

círculo en que z/w — 0.9, aun siendo infinitas, tienen la misma

influencia sobre A que las restantes dibujadas.

En el Anexo Il-f se presenta una carta de Newmark construida

para el valor de z que se indica.

Para encontrar el valor de cr* en puntos con diferentes profundidades

que el A puede precederse en forma similar, construyendo otras

cartas de Newmark, con base en otros valores de z. Debe notarse

sin embargo, que el valor de depende sólo del valor de la relación

r/z, por lo que una sola carta de Newmark puede usarse para determinar

los <Tz a distintas profuiididades, a lo largo de la vertical por

el centro de los círculos concéntricos, con tal de considerar que la z

usada para la construcción de la carta representa las distintas profundidades

a que se desea calcular los esfuerzos, si bien a diferentes

escalas.

Puesto de otra forma, en la práctica se puede hacer funcionar la

carta de Newmark de dos maneras distintas.

a) Usando varias cartas de Newmark. Por ejemplo, si las z usadas

para la construcción de las cartas son 1 cm, 2 cm, 5 cm, 10 cm

y 20 cm y se tiene un área cargada, cuya influencia se desea determinar,

representada a escala 100, las cartas proporcionarían los

<sz producidos por tal área a profundidades de 1 m, 2 m, 5 m, 10 m y

20 m, que son las z utilizadas a escala 100.

b) Usando una sola carta de Newmark, para lo cual será preciso

disponer de varias plantillas del área cargada cuya influencia se estudia,

dibujadas a escalas diferentes. Así, por ejemplo, si la carta de

que se dispone fue construida con base en una z de 10 cm, y se

desea conocer el o» que se produce a las profundidades de 2 m, 5 m,

10 m y 20 m, deberán construirse las plantillas a escalas tales que esas

profundidades queden representadas por la z = 10 cm; es decir, a

escalas: 20, 50, 100 y 200.

La plantilla del área cargada, dibujada en papel transparente, se

coloca en tal forma que el centro de 1? carta coincida con el punto


MECANICA DE SUELOS (II) 31

bajo el cual quieran calcularse los cr*. A continuación se contarán

los elementos de área de la carta cubiertos por dicha área cargada,

aproximando convenientemente las fracciones de elemento. El número

así obtenido, multiplicado por el valor de influencia común de los

elementos (en el desarrollo anterior 0.005) da el valor de influencia

total, que multiplicado por la w que se tenga da el o# deseado.

Posiblemente la máxima utilidad del método de Newmark aparezca

cuando se tiene una zona con diversas áreas cargadas uniformemente,

pero con cargas de distintas intensidades, pues en este

caso los métodos antes vistos requerirían muchos cálculos, mientras

que la carta de Newmark funciona sin mayor dificultad.

n-6. Estudios sobre sistemas no homogéneos

Burmister12,13,14 estudió el problema de la distribución de esfuerzos

y desplazamientos en un sistema no homogéneo formado por

dos capas, cada una de ellas homogénea, isótropa y linealmente

elástica. La primera capa es infinita horizontalmente, pero'tiene

espesor finito, h. La segunda capa, subyacente a la anterior, es

semiinfinita. Se supone que entre las dos capas existe un contacto

continuo, siendo la frontera plana entre ellas perfectamente rugosa.

E\ y E 2 son los módulos de elasticidad de las dos capas; se estudió

el caso de interés práctico, con aplicación al diseño de pavimentos,

en el cual E x» E t.

Coeficiente de influencia del esfuerzo vertical, (Tz/P

FIG . II-19.

Curvas de influencia de esfuenos verticales transmitidos en un sistema de

dos capas elásticas (según Burmister)


32 CAPITULO II

En la fig. 11-19 se muestran las curvas de influencia de la carga

superficial, supuesta circular y uniformemente distribuida, en lo referente

a los esfuerzos verticales bajo el centro del área cargada, suponiendo

que el radio del circulo de carga es igual al espesor de la

primera capa. Las curvas mostradas se refieren a distintas relaciones

Ei/E2 en materiales cuya relación de Poisson se fijó en el valor 0.5

para ambas capas.

Puede notarse que en la frontera y para el caso E 1/E 2 = 1, que

corresponde al problema de Boussinesq ya tratado, el esfuerzo vertical

es el 70% de la presión aplicada en la superficie, en tanto que

FIG . 11-20.

Comparación do la distribución do otfnonos verticales on un modio homogéneo

y on un sistema do dos capas


si E J E 2 se considera de 100, dicho valor se reduce a sólo un 10%

de la presión superficial.

En la fig. 11-20 se muestra una comparación de las distribuciones

del esfuerzo vertical en un medio homogéneo en el sistema de

dos capas para el caso en que E JE ? — 10, p = 0.5 y t/h = 1. La

figura se complementa con la 11-19, en el sentido de que muestra

los esfuerzos en cualquier punto de la masa del medio y no sólo en la

vertical.

Según el análisis teórico efectuado por Burmister, el desplazamiento

vertical elástico en la superficie del sistema está dado por la

expresión

donde

MECANICA DE SUELOS (II) 33

A = 1.5 (2-32)

A = desplazamiento vertical en la superficie del sistema

F — factor adimensional de desplazamiento, que depende de la

relación E JE ? y de la relación h/r

p = presión uniforme en el área circular

r = radio del círculo cargado

E 2 = Módulo de Elasticidad de la segunda capa, semiinfinita.

En la fig. 11-21 aparece una gráfica que da los valores de F para

diferentes relaciones de las que tal factor depende.

Para el uso de esa gráfica es preciso determinar primeramente

los valores numéricos de E x y E 2, lo cual se logra por medio de pruebas

de placa. En el caso de que la placa transmisora de las cargas

sea idealmente rígida, la ec. 2-32 se modifica a la forma

'A = 1 .1 8 F | r (2-33)

Si se coloca una placa rígida sobre el material que va a constituir

la segunda capa y se transmite presión, la fórmula 2-33 permite el

cálculo de E 2 pues en tal caso F — 1, por tratarse de un sistema

homogéneo de una sola capa. Efectuando la prueba de placa ahora

en la superficie del sistema de dos capas, la expresión 2-33, nuevamente

usada, permitirá el cálculo de i7 y la gráfica de la fig. 11-20

proporcionará la correspondiente relación E JE ?, de la cual puede

deducirse el valor de É?. Con los valores de E x y E?, así determinados,

pueden calcularse con las fórmulas anteriores y la gráfica

11-20 los desplazamientos verticales bajo el centro de cualquier

área circular cargada aplicada en la superficie del sistema de dos

capas.

Los resultados de Burmister se han aplicado sobre todo al diseño

de pavimentos, fungiendo el pavimento como primera capa más rí-

4—Mecánica de Suelos II


34 CAPITULO II

- ........r... ..4 • Corga circular, p.uniforroomonto

• i = í i .

h

! primara capa d« Modulo do

1 Elasticidad E,

i

Frontero porfoctamonto r ugosaj Segunda capa.sem í-infinita, de

j Modulo de Elasticidad E ¿

R e la c ió n de P o ís s o n * en o m bas c a p a s .

FIG . 11-21.

Factores de deformaciin para un sistema de dos capas

gida. Sin embargo, hasta hoy, los métodos analíticos emanados de

estas teorías son menos confiables que otros más empíricos, pero de

resultados más comprobados. Debe observarse que desde el punto

de vista de transmisión de esfuerzos, las teorías de Burmister rinden

resultados que hacen aparecer los obtenidos con la solución básica

de Boussinesq como conservadores (por ejemplo, véase ref. 14).

Recientemente18 se han desarrollado algunos estudios en conexión

con medios semiinfinitos no lineales y no homogéneos; es decir, con

materiales que al ser sometidos a compresión simple muestran reía-


MECANICA D E SUELOS (II) 35

( f k

FIG. 11-22.

Relación elástica no lineal entre esfuerzo y deformación en estado

monoaxial de esfuerzos

ciones esfuerzo-deformación del tipo indicado en la fig. 11-22, que

matemáticamente pueden expresarse

e = ( j J n > 1 (2-34)

Donde k es una constante característica del material. En el caso

en que n = 1 la ec. 2-34 representará la ley de Hooke y k coincide

con el módulo de elasticidad del medio.

Las conclusiones que parecen desprenderse de estos estudios son

que en los suelos reales, que indudablemente se acercarán más en su

comportamiento al tipo de deformación elástica sugerido, los esfuerzos

verticales bajo la carga concentrada son menores que los determinados

haciendo uso de la teoría clásica de Boussinesq y que los

desplazamientos verticales de los puntos bajo la carga ocurren en

forma mucho más concentrada en la cercanía de la superficie que

lo que se desprende de la mencionada teoría clásica. Es muy interesante

hacer notar que los estudios comentados parecen justificar la

conocida regla empírica, ya mencionada en el Volumen I de esta

obra, en el sentido de que, para el cálculo de asentamientos, es suficiente

considerar las deformaciones del suelo hasta una profundidad

comprendida entre una y media y dos veces el ancho del cimiento.

Es oportuno, finalmente, hacer notar que en Mecánica de Suelos, a

pesar de las meritorias tendencias señaladas, el problema de distribución

de esfuerzos en la masa del suelo dista de poder ser considerado

como resuelto y es mucho aún lo que en estas direcciones ha de

investigarse.


36 CAPITULO II

ANEXO H-a

El problema de Boussinesq

Desde el punto de vista de la Teoría de la Elasticidad, el problema

de Boussinesq es un caso particular del problema de Mindlin,7

en el cual se supone la existencia de un sólido que ocupa la región

del espacio z > 0, en cuyo interior obra una carga concentrada P,

aplicada en el punto z = c, r = 0 (fig. II-a .l). Se trata de calcular

el estado de esfuerzos en un punto cualquiera A de la masa.

El problema de Boussinesq es

una particularización del anterior,

resultado de hacer c = 0, con lo

que la carga concentrada queda

aplicada en la frontera del medio

semiinfinito, homogéneo, isótropo

y linealmente elástico.

La solución del problema puede

lograrse por varios caminos, dependiendo

de la herramienta matemática

utilizada. En la ref. 8 se

presenta un tratamiento elegante y

expedito, basado en la aplicación

de la transformación de Hankel; una solución muy general con herramienta

tensorial podrá verse en la ref. 9. En la ref. 10 se desarrolla

un tratamiento matemático más simple, pero más laborioso. El tratamiento

que aquí se presenta está basado fundamentalmente en

la ref. 11.

La carga concentrada produce en el medio un estado de esfuerzos

y desplazamientos que evidentemente es simétrico respecto al eje de

aplicación de la carga.

Las ecuaciones de Navier o de la deformación, que expresan

las condiciones de equilibrio en función de las componentes del vector

desplazamiento v (vlt v2, u3), son

FIG. II-a .l. £/ p ro b le m a d e M in d lin


En donde p es el módulo de Poisson, G el módulo de rigidez

r _ E

2 ( 1 + (i)

F (F i, F 2, Fa) las fuerzas de masa y (xu Xa. x¡) el sistema

coordenado ortogonal de referencia.

Las ecs. 2-a.l tienen como variables únicamente a vlt v2 y v».

Multiplicando las ecs. 2-a.l por los versores ilf i2, t3 respectivamente

y sumando,

W + V div. v + £ = 0 (2-a.2)

Ecuación que ha sido llamada fundamental de la Teoría de la

Elasticidad.

Si se aplica a 2-a.2 el operador div:

1 -* 1 -+

div. V 2u + - ^ - div. V div. v + div. F — 0 (2-a.3)

Pero:

MECANICA DE SUELOS (II) 37

div. V 2 v — V z div. v — V 2e

y

div. V div. = V a div. p = V 2e

Donde e es la deformación volumétrica o 1er- invariante del tensor

deformación.

Substituyendo lo anterior en la ec. 2-a.3 y simplificando

" / - I p T V ’E + b div- ^ = 0 (2'a,4)

Se supondrá ahora la existencia dé una función <f>, potencial de

fuerza, armónica. En tal caso,

F — V<¡> y div. F — V V = 0

por lo tanto, de la ec. 2-a.4 se sigue que, si <¡>existe

V 2£ —0

Si se aplica, bajo la hipótesis anterior, a la cc. 2-a.2 el operador

escalar V 2, se puede escribir

lo cual da

V 2V 2u + - ¡ 4 - V 2Vdiv. v + 4 V 2 F = 0

[ l G

V 4u + -r4 — V 2V e + ¿ V 2F = 0

1-2 p G


38 CAPITULO II

pero V 2Ve = V V 2e = 0; por lo tanto

pero esto es

de donde, si <¡>existe

V 4u + - i V 2 F — 0

L r

V 4u +

V 2V <f>— o

V 4u = 0

(2-a.5)

La ec. 2-a.5 se cumplirá sí y sólo si existe la mencionada función

potencial <¡>.

Ahora bien, la ec. 2-a.5 puede ponerse

V 4V = V 4!>i ¿i + V 4V2 Í2 + V 4 V 3 h

por lo que se tendrá que verificar

V 4Ui = 0

V 4i>2 = 0

(2-a.6)

V 4us — 0 .

De manera que si existe la función <¡>deben cumplirse las ecs.

biarmónicas 2-a.6.

Se trata ahora de verificar si la siguiente ecuación que se propone

como solución del problema verifica la ec. 2-a.2.

2G v = (c V 2 — V 2 div.) R

donde

c = constante

(2-a.7)

R —Rx (x3 x2 x5) ii + i ?2 (*i x 2 X a ) ¿2 -f Ra (xx x2 x3) i3 es el llamado

vector de Galerkin.

La ec. 2-a.2 puede escribirse

2 G ( V 2 + T—* Vdiv.)u + 2F = 0 (2-a.8)

2 G l V ’ + 1 l -— ^ 22p

Í

Teniendo en cuenta las ecs. 2-a.7 y 2-a.8 puede ponerse

(VV 2 + r = A ^ V div.) (c V 2- V d iv .)fl + 2 F = 0 (2-a.9)

operando

(cV 4 — V 2V div. + -j — V div. V 2 -

1 V div. V div) R + 2 F = 0

1 — 2p


MECANICA DE SUELOS (II) 39

pero

por lo cual

V 2V div. = V div. V 2 = V div. V div.

CV * R + ( - 1 + ^ V V di”. R + 2 F = 0

La constante c puede escogerse de modo que la ecuación anterior

se reduzca a

para lo cual será preciso que

c V 4fl + 2 F = 0

y entonces

- 1 + r ^ i - T ^ r = 0

c = 2(1 — p)

(2-a.lO)

Si las fuerzas másicas son nulas, se tendrá:

= — F ■ (2 -a .ll)

1 - p

V4R = 0

(2-a,12)

y en tal caso, el vector Galerkin tendrá que ser una función vectorial

Inarmónica.

Por lo tanto, el vector desplazamiento v satisface la ec. 2-a.2

cuando (ver ec. 2-a.7)

2G v — [2(1 — p) V 2 — V div.] R (2-a.l3)

con la condición de que se cumpla la ec. 2-a.ll.

La ec. 2-a.l3, en forma desplegada, da lugar a


40 CAPITULO II

En las ecs. 2-a.l4 habrá la condición

V4, Ri = — t — — Fi

1 — tr

= _ _ i _ F 2

1 - [J.

(2-a.l5)

V 4/?s = — F 3

1 — ti

Las ecs. 2-a.l4 proporcionan las componentes del vector desplazamiento

v en términos del vector R, las que pueden relacionarse,

según la Teoría de la Elasticidad, con las deformaciones unitarias

correspondientes; éstas, a su vez, haciendo uso de la Ley de Hooke

generalizada para un medio homogéneo, isótropo y linealmente elástico,

pueden relacionarse con los esfuerzos producidos en un punto

del medio. Asi, en definitiva, podrá llegarse a expresiones entre los

esfuerzos y las componentes del vector R. El proceso matemático

anterior es simple, aunque muy laborioso y podrá consultarse en

detalle, en la mencionada ref. 11; aquí se pondrán únicamente los

resultados obtenidos.

av= 2(1 — n )V 2^ | + (y. V

)d i Iv.R

a, = 2(1 - p) V* ^ + (p V 2 - g ) div. R (2-a. 16)

El triedro (x,y,z) corresponde al (*i x2 x3) usado anteriormente.

En el caso particular del problema de Boussinesq puede llegarse

a la solución, adoptando un vector Galerkin (R) de la forma

R = c [ ( l — 2 n )zln (z + r) -(- 2 p r]t3

(2-a.l7)


MECANICA DE SUELOS (II) 41

donde

t- —x- + y- + z-

La expresión para o-,, dada en las ecs. 2-a,16 puede escribirse

dR3 d3R3

<r,= [2(1-trJ + txjV2 9z ^ (2-a.l8)

siendo

Rh= c(l—2p)zlog (z + r) + 2qjir

Efectuando operaciones se tiene

oz

= c [- + (1 — 2 p) log (z + r) ]

r

V ’8# - = - < P

S z r

= i z ¿ I + c (i

dz3 r v

Agrupando, resulta finalmente

ff* = — 3cz3

r"

Frontera

infinito 0

- T n i j c

p

' r

p T r "

z

(2-a.l9)

Considérese ahora el equilibrio

interno en el seno del medio, (fig.

II-a.2).

En un plano a la profundidad

z — cte debe cumplirse la condición:

P = Sama de fuerzas verticales

internas.

Considerando una superficie

anular en dicho plano, se tendrá

^ V ,

J

P

!

/ ¡

/ 1

\

i

S ^ \ x

o sea

d Fi = | ffzpdpdd

dFi = - ^ p d p \ y e =

3cz3 2-npdp

FIG . Il-a.2

Equilibrio en el Interior del

semiespado elástico

Lo cual puede escribirse

dP >= ~ (p- £ £ )■ »


42 CAPITULO II

Integrando la expresión anterior en el plano z — cíe

p . — .—•3 C 7r 2 3 f ° ° 2p^P = P

Integrando y despejando, se tiene:

c = - £

Z7T

(2-a.20)

Llevando este valor a la ec. 2-a.l7 y operando este valor con

el resultado obtenido en las ecs. 2-a.l6, se obtiene finalmente:

ffi - J 5 _ L f /, _ 0. . , r2tz + r ) - * 2lz + 2r)

2tc r3 L U + r)¡

]

z( r2 — 3x2)

? + 2¡xz

p 1 V, ^ r2(z +' r) — y2{z + 2r)

2k r3 L (z + rY

l “-> + 2 J

_ 3P

z

(2-a.21)

_ P xy r , , n z + 2r 3zl

Tlí “ 2w r3 [ + r)2 r2]

_ 3P

Tír “ 1 ÍT

xz

_ 3P i/z2

Twr “ 1 Í T “ F -

que es la solución originalmente propuesta por Boussinesq.


MECANICA D E SUELOS (II) 43

ANEXO n-b

Valores de influencia para el caso de carga concentrada

Solución de Boussinesq

« . = £ ■ p.

r/z Pe r/z Pe r/z P.________r/z

0.00 — 0.4775

1 — 0.4773

2 — 0.4770

3 — 0.4764

4 — 0.4756

5 — 0.4745

6 — 0.4732

7 — 0.4717

8 — 0.4699

9 — 0.4679

0.40 — 0.3294

1 — 0.3238

2 — 0.3181

3 — 03124

4 — 03068

5 — 0.3011

6 — 0.2955

7 — 0.2899

8 — 0.2843

9 — 0.2788

0.80 — 0.1386

1 — 0.1353

2 — 0.1320

3 — 0.1288

4 — 0.1257

5 — 0.1226

6 — 0.1196

7 — 0.1166

8 — 0.1138

9 — 0.1110

1.20 — 0.0513

1 — 0.0501

2 — 0.0489

3 — 0.0477

4 — 0.0466

5 — 0.0454

6 — 0.0443

7 — 0.0433

8 — 0.0422

9 — 0.0412

0.10 — 0.4657

1 — 0.4633

2 — 0.4607

3 — 0.4579

4 — 0.4548

5 — 0.4516

6 — 0.4482

7 — 0.4446

8 — 0.4409

9 — 0.4370

0.50 — 0.2733

1 — 0.2679

2 — 0.2625

3 — 0.2571

4 — 0.2518

5 — 0.2466

6 — 0.2414

7 — 0.2363

8 — 0.2313

9 — 0.2263

0.90 — 0.1083

1 — 0.1057

2 — 0.1031

3 — 0.1005

4 — 0.0981

5 — 0.0956

6 — 0.0933

7 — 0.0910

8 — 0.0887

9 — 0.0865

1.30 — 0.0402

1 — 0.0393

2 — 0.0384

3 - 0.0374

4 — 0.0365

5 — 0.0357

6 — 0.0348

7 — 0.0340

8 — 0.0332

9 — 0.0324

0.20 — 0.4329

1 — 0.4286

2 — 0.4242

3 — 0.4197

4 — 0.4151

5 — 0.4103

6 — 0.4054

7 — 0.4004

8 — 0.3954

9 — 0.3902

0.60 — 0.2214

1 — 0.2165

2 — 0.2117

3 — 0.2070

4 — 0.2024

5 — 0.1978

6 — 0.1934

7 — 0.1889

8 — 0.1846

9 — 0.1804

1.00 — 0.0844

1 — 0.0823

2 — 0.0803

3 — 0.0783

4 — 0.0764

5 — 0.0744

6 — 0.0727

7 — 0.0709

8 — 0.0691

9 — 0.0674

1.40 — 0.0317

1 — 0.0309

2 — 0.0302

3 — 0.0295

4 — 0.0288

5 — 0.0282

6 — 0.0275

7 — 0.0269

8 — 0.0263

9 — 0.0257

0.30 — 0.3849

1 — 0.3796

2 — 0.3742

3 — 0.3687

4 — 0.3632

5 - 0.3577

6 — 0.3521

7 - 0.3465

8 — 0.3408

9 — 0.3351

0.70 — 0.1762

1 — 0.1721

2 — 0.1681

3 — 0.1641

4 — 0.1603

5 — 0.1565

6 — 0.1527

7 — 0.1491

8 — 0.1455

9 — 0.1420

1.10 — 0.0658

1 — 0.0641

2 — 0.0626

3 — 0.0610

4 — 0.0595

5 — 0.0581

6 — 0.0567

7 — 0.0553

8 — 0.0539

9 — 0.0526

1.50 — 0.0251

1 — 0.0245

2 — 0.0240

3 — 0.0234

4 — 0.0229

5 — 0.0224

6 — 0.0219

7 — 0.0214

8 — 0.0209

9 — 0.0204


44 CAPITULO II

r/z P» r/z Po r/z Po r/z P .

1.60 — 0.0200 2.10 — 0.0070 2.60 — 0.0029 3.10 — 0.0013

1 — 0.0195 1 — 0.0069 1 — 0.0028 1 — 0.0013

2 — 0.0191 2 — 0.0068 2 — 0.0028 2 — 0.0013

3 — 0.0187 3 — 0.0066 3 — 0.0027 3 — 0.0012

4 — 0.0183 4 — 0.0065 4 — 0.0027 4 — 0.0012

5 — 0.0179 5 — 0.0064 5 — 0.0026 5 — 0.0012

6 — 0.0175 6 — 0.0063 6 — 0.0026 6 — 0.0012

7 — 0.0171 7 — 0.0062 7 — 0.0025 7 — 0.0012

8 — 0.0167 8 — 0.0060 8 — 0.0025 8 — 0.0012

9 - 0.0163 9 — 0.0059 9 — 0.0025 9 — 0.0011

1.70 — 0.0160 2.20 — 0.0058 2.70 - 0.0024 3.20 — 0.0011

1 — 0.0157 1 — 0.0057 1 — 0.0024 1 — 0.0011

2 — 0.0153 2 — 0.0056 2 — 0.0023 2 — 0.0011

3 — 0.0150 3 — 0.0055 3 — 0.0023 3 — 0.0011

4 — 0.0147 4 — 0.0054 4 — 0.0023 4 — 0.0011

5 — 0.0144 5 — 0.0053 5 — 0.0022 5 — 0.0011

6 — 0.0141 6 — 0.0052 6 — 0.0022 6 — 0.0010

7 — 0.0138 7 — 0.0051 7 — 0.0022 7 — 0.0010

8 — 0.0135 8 — 0.0050 8 — 0.0021 8 — 0.0010

9 — 0.0132 9 — 0.0049 9 — 0.0021 9 — 0.0010

1.80 — 0.0129 2.30 — 0.0048 2.80 — 0.0021 3.30 — 0.0010

1 — 0.0126 1 — 0.0047 1 — 0.0020 1 — 0.0009

2 — 0.0124 2 — 0.0047 2 — 0.0020 2 — 0.0009

3 — 0.0121 3 - 0.0046 3 — 0.0020 3 — 0.0009

4 — 0.0119 4 — 0.0045 4 — 0.0019 4 — 0.0009

5 — 0.0116 5 — 0.0044 5 — 0.0019 5 — 0.0009

6 — 0.0114 6 — 0.0043 6 — 0.0019 6 — 0.0009

7 — 0.0112 7 — 0.0043 7 — 0.0019 7 — 0.0009

8 - 0.0109 8 — 0.0042 8 — 0.0018 8 — 0.0009

9 — 0.0107 9 — 0.0041 9 — 0.0018 9 — 0.0009

1.90 — 0.0105 2.40 — 0.0040 2.90 — 0.0018 3.40 — 0.0009

1 — 0.0103 1 — 0.0040 1 — 0.0017 1 — 0.0008

2 — 0.0101 2 — 0.0039 2 — 0.0017 2 — 0.0008

3 — 0.0099 3 — 0.0038 3 — 0.0017 3 — 0.0008

4 — 0.0097 4 — 0.0038 4 — 0.0017 4 — 0.0008

5 — 0.0095 5 — 0.0037 5 — 0.0016 5 — 0.0008

6 — 0.0093 6 — 0.0036 6 — 0.0016 6 — 0.0008

7 — 0.0091 7 — 0.0036 7 — 0.0016 7 — 0.0008

8 — 0.0089 8 — 0.0035 8 — 0.0016 8 — 0.0008

9 — 0.0087 9 — 0.0034 9 — 0.0015 9 — 0.0008

2.00 — 0.0085 2.50 — 0.0034 3.00 — 0.0015 3.50

1 — 0.0084 1 — 0.0033 1 — 0.0015 a — 0.0007

2 — 0.0082 2 — 0.0033 2 — 0.0015 3.61

3 - 0.0081 3 — 0.0032 3 — 0.0014 'X 6.1

4 — 0.0079 4 — 0.0032 4 — 0.0014

a

— u.uUvO a nnn£

5 — 0.0078 5 — 0.0031 5 — 0.0014 "X74

6 — 0.0076 6 — 0.0031 6 — 0.0014

7 — 0.0075 7 — 0.0030 7 — 0.0014 3.75

8 - 0.0073 8 — 0.0030 8 — 0.0013 a — 0.0005

9 — 0.0072 9 — 0.0029 9 - 0.0013 3.90



ANEXO I I - d. A r e a r e c t a n g u l a r u n i f o r m e m e n t e c a r g a d a . ( C a s o d e B o u s s i n e s o ).



MECANICA DE SUELOS (II) 45

r/z Po r/z Po r/z P» r/z Po

3.91

a — 0.0004

4.12

4.13

a — 0.0003

4.43

4.44

a - 0.0002

4.90

4.91

a — 0.0001

6.15

ANEXO H-e

Valores de influencia para área circular uniformemente cargada

Solución de Boussinesq

<7, — W Wo

r/z w„ r/z w. r/z w0 r/z w0

.00 — 0.00000

1— 0.00015

2 — 0.00060

3 — 0.00135

4 — 0.00240

5 - 0.00374

6 - 0.00538

7-0.00731

8 — 0.00952

9-0.01203

.30 — 0.12126

1-0.12859

2 — 0.13605

3 — 0.14363

4-0.15133

5-0.15915

6 — 0.16706

7 — 0.17507

8 — 0.18317

9-0.19134

.60 - 0.36949

1— 0.37781

2 — 0.38609

3 — 0.39431

4 — 0.40247

5 — 0.41058

6 — 0.41863

7 — 0.42662

8 - 0.43454

9-0.44240

.90 - 0.58934

1 -0.59542

2-0.60142

3 — 0.60734

4-0.61317

5-0.61892

6 — 0.62459

7 — 0.63018

8 — 0.63568

9 — 0.64110

.10-0.01481

1-0.01788

2 — 0.02122

3 - 0.02483

4 - 0.02870

5 — 0.03283

6 — 0.03721

7-0.04184

8 - 0.04670

9-0.05181

.40 — 0.19959

1— 0.20790

2-0.21627

3 — 0.22469

4-0.23315

5 — 0.24165

6 — 0.25017

7 — 0.25872

8 — 0.26729

9 — 0.27587

.70 - 0.45018

1— 0.45789

2-0.46553

3 — 0.47310

4-0.48059

5-0.48800

6 — 0.49533

7 — 0.50259

8-0.50976

9-0.51685

1.00-0.64645

1— 0.6517!

2 - 0.65690

3 — 0.66200

4 - 0.66703

5-0.67198

6 — 0.67686

7 — 0.68168

8-0.68639

9-0.69104

.20 — 0.05713

1— 0.06268

2 — 0.06844

3 - 0.07441

4 - 0.08057

5 - 0.08692

6 — 0.09346

7-0.10017

8-0.10704

9-0.11408

.50-0.28446

1— 0.29304

2 — 0.30162

3 — 0.31019

4-0.31875

5 - 0.32728

6 — 0.33579

7 — 0.34427

8 — 0.35272

9 — 0.36112

.80 — 0.52386

1— 0.53079

2 — 0.53763

3 — 0.54439

4-0.55106

5-0.55766

6-0.56416

7 — 0.57058

8 — 0.57692

9 — 0.58317

1.10 - 0.69562

1—0.70013

2 — 0.70457

3 - 0.70894

4-0.71324

5-0.71747

6-0.72163

7 — 0.72573

8-0.72976

9 — 0.73373


46 CAPITULO II

r/z

IVe

r/z

w0

r/z

iVo

1.20 — 0.73763

1— 0.74147

2 — 0.74525

3 — 0.74896

4 — 0.75262

5 — 0.75622

6 — 0.75976

7 — 0.76324

8 — 0.76666

9 — 0.77003

1.30 — 0.77334

1— 0.77660

2 — 0.77981

3 — 0.78296

4 — 0.78606

5 — 0.78911

6 — 0.79211

7 — 0.79507

8 — 0.79797

9 — 0.80083

1.40 — 0.80364

1— 0.80640

2 — 0.80912

3 — 0.81179

4 — 0.81442

5 — 0.81701

6 — 0.81955

7 — 0.82206

8 — 0.82452

9 — 0.82694

1.50 — 0.82932

1— 0.83167

2 — 0.83397

3 — 0.83624

4 — 0.83847

5 — 0.84067

1.56 — 0.84283

7 — 0.84495

8 — 0.84704

9 — 0.84910

1.60 — 0.85112

1— 0.85312

2 — 0.85607

3 — 0.85700

4 — 0.85890

5 — 0.86077

6 — 0.86260

7 — 0.86441

8 — 0.86619

9 — 0.86794

1.70 — 0.86966

1— 0.87136

2 — 0.87302

3 — 0.87467

4 — 0.87628

5 — 0.87787

6 — 0.87944

7 — 0.88098

8 — 0.88250

9 — 0.88399

1.80 — 0.88546

1— 0.88691

2 — 0.88833

3 — 0.88974

4 — 0.89112

5 — 0.89248

6 — 0.89382

7 — 0.89514

8 — 0.89643

9 — 0.89771

1.90 — 0.89897

1.91— 0.90021

2 — 0.90143

3 — 0.90263

4 — 0.90382

5 — 0.90498

6 — 0.90613

7 — 0.90726

8 — 0.90838

9 — 0.90948

2.00 — 0.91056

2 — 0.91267

4 — 0.91472

6 — 0.91672

8 — 0.91865

2.10 — 0.92053

.15 — 0.92499

.20 — 0.92914

.25 — 0.93301

.30 — 0.93661

.35 — 0.93997

.40 — 0.94310

.45 — 0.94603

.50 — 0.94877

.55 — 0.95134

.60 — 0.95374

.65 — 0.95599

.70 — 0.95810

.75 — 0.96009

.80 — 0.96195

.85 — 0.96371

.90 — 0.96536

.95 — 0.96691

3.00 — 0.96838

.10 — 0.97106

.20 — 0.97346

.30 — 0.97561

3.40 — 0.97753

.50 — 0.97927

.60 — 0.98083

.70 — 0.98224

.80 — 0.98352

.90 — 0.98468

4.00 — 0.98573

.20 — 0.98757

.40 — 0.98911

.60 — 0.99041

.80 — 0.99152

5.00 — 0.99246

.20 — 0.99327

.40 — 0.99396

.60 — 0.99457

.80 — 0.99510

6.00 — 0.99556

.50 — 0.99648

7.00 — 0.99717

.50 — 0.99769

8.00 — 0.99809

9.00 — 0.99865

10.00 — 0.99901

12.00 — 0.99943

14.00 — 0.99964

16.00 — 0.99976

18.00 — 0.99983

20.00 — 0.99988

25.00 — 0.99994

30.00 — 0.99996

40.00 — 0.99998

50.00 — 0.99999

100.00— 1.00000

oo — 1.00000


MECANICA DE SUELOS (II) 47

ANEXO n -f

FIG. Il-f. Caria de Nevmark

R EFEREN CIAS

1. Boussinesq, J. — Application des potenciéis á Vetude de f equilibre et da mouvement

des solides élastiques — Paris— 1885.

2. Fadum. R. E. — Influence valúes for vertical stresses in a semi-infinite, elastic

solid due to surface loads — Universidad de Harvard. Escuela de Graduados—

1941.

3. Westergaard, H. M. — A problem of Elasticity suggested bu a problem in Soil

Mechamos. Soft material reinforced by numeróos strong horizontal sheets —

Contributions to the Mechantes of Solids — Stephen Timoshenko, 60th.

Anniversary volume — 1938.


48 CAPITULO II

4. Jürgenson, L. — The application o í tbeoríes■o f Etasticity and Plasticity to

foundation problems — Contributions to Soil Mechanics — Boston Society

of Civil Engineers — 1925-1940.

5. Gray, H. — Charts facilítate Determination o f stresses under loaded arcas —

Civil Engineering — Junio 1948.

6. Newmark, N. M. — Influence chatis for the computation o f stresses in elastic

foundations — Boletín N* 45. Vol. 44 — Universidad de Illinois — 1942.

7. Mindlin, R. D. — Contribution au probleme d"equilibre d’élasticité d’un solide

indefiné limité par un plan — "Comptes Rendus” — 201-536-537 — 1935.

8. Sneddon, I. N. — Fourier Transfotms — Me Graw-Hill Book Co. — 1951.

9. Green, A. E. y Zema, W . — Theoretical Elasticity — Oxford University

Press— 1954.

10. Timoshenko, S. y Goodier, J. N .— Theory o f Etasticity — McGraw-Hill

Book Co. — 1951.

11. Westergaard, H. M. — Theory of Elasticity and Plasticity — John Wiley

and Sons— 1952.

12. Burmister, D. M. — The Theory o f stresses and displacements in layered

systems and application to the design o[ airport runways — Proc. Highway

Research Board— 1943.

13. Burmister, D. M. — The General Theory o f stresses and displacements in

layered soil systems — Journal of Applied Physics — Vol. 16— 1945.

14. Burmister, D. F. — Evaluation o f Pavement systems o f the W ASHD Road

test by layered systems methods — Highway Research Board— Bulletin

177— 1958.

15. Hruban, K .— The basic probtem o f a non-linear and non-homogeneous half

space — Non homogeneity in Elasticity and Plasticity •— Olszak Editor — Pergamon

Press — 1959.

BIBLIOGRAFIA

J/T heoretical Soil Mechanics — K. Terzaghi-— John W iley and Sons — 1956.

J Soils Mechanics, Foundations and Earth Structures — G. P. Tschebotarioff —

/ McGraw-Hill Book Co. — 1957.

J Fundamentáis of Soil Mechanics — D. W . Taylor — John Wiley and Sons —

/ 1956.

' Mecánica de Suelos — J. A. Jiménez Salas — Ed. Dossat— 1954.

J Traité de Mecanique des Sois — J. Caquot y J. Kerissel — Gauthier-Villars—

1956.

''Theory o f Elasticity — S. Timoshenko y J. N. Goodier — McGraw-Hill Book Co.

— 1951.

Theoretical Elasticity — A. E. Green y W . Zema — Oxford University Press —

1954

Theory o f Elasticity and Plasticity — H. M. Westergaard — Harvard University

Press y John W iley and Sons—'1952

Fourier Transforma — I. N. Sneddon-— McGraw-Hill Book C o.— 1951


CAPITULO III

ANALISIS DE ASENTAMIENTOS

m -1.

Introducción

En el Capítulo X, correspondiente al Volumen I de esta obra,

se discutieron los conceptos fundamentalés relativos a la magnitud

y evolución de los asentamientos que tienen lugar en un estrato de

suelo compresible, sujeto a cargas. Implícitamente se supuso allí que

el incremento de presión aplicado al estrato (Ap) era uniforme en

todo el espesor del mismo. Por otra parte, en el Capítulo II se ha

tratado lo relativo a la transmisión de esfuerzos al interior de la masa

de suelo, provocados por cargas impuestas en la frontera del estrato

considerado. En el presente capítulo se discutirá el como tomar en

cuenta, para fines de cálculo, la no uniformidad del incremento de

presión transmitido al estrato compresible.

Además de tratar el cálculo de asentamientos en suelos plásticos

compresibles, se incluye en el capítulo también una discusión de los

métodos de cálculo de asentamientos en suelos arenosos finos y

limosos, de estructura suelta, que son susceptibles de experimentar

fuerte compresión volumétrica por efecto de carga combinada con

una condición de saturación rápida. También se incluyen algunos

comentarios sobre los métodos usados hasta hoy para el cálculo de

asentamientos en los suelos friccionantes, en general.

m -2.

Asentamientos en suelos plásticos compresibles

En el Capítulo X del Volumen I de esta obra se obtuvo la

fórmula general que permite calcular el asentamiento por consolidación

de un estrato de espesor H. Dicha fórmula es:

^ = T T 7 7 » <*■»>

En el caso en que los incrementos de presión (Ap) transmitidos

al suelo varíen con la profundidad o en el que Ae/I + e0 varíe apreciablemente

a lo largo del espesor del estrato, por ejemplo, por efecto

de preconsolidación en parte de él, se hace necesario expresar la

49

5—Mecánica de Suelos II


50 CAPITULO III

ec. 3-1 en forma diferencial y obtener el asentamiento total por un

proceso de integración a lo largo del espesor del estrato.

Puede entonces escribirse:

Ae

A d z =

(3-2)

1 + e0

Lo cual, integrado da:

A ^ = f A L_

Jo 1 + e0 d z (3-3)

a = a h

■■Curvo de influencto

de o se n to m ie n to s

Considerando a la frontera superior del estrato compresible como

origen de las z. La ec. 3-3 es la ecuación general para el cálculo

del asentamiento total por consolidación primaria, supuesto un proceso

unidimensional de consolidación.

La ec. 3-3 sugiere un método simple de trabajo para valuar los

asentamientos en un caso práctico dado (fig. III-l).

Si se tienen pruebas de consolidación

efectuadas sobre muestras

inalteradas representativas de un

estrato compresible a diferentes

profundidades, se contará con una

curva de compresibilidad para

cada prueba, representativa del

comportamiento del suelo a esa

profundidad, (parte a de la fig.

III-l). Sobre esas gráficas podrá

llevarse el valor de p0, presión

actual efectiva del suelo a esa

profundidad: con tal valor podrá

obtenerse el correspondiente e0: a

continuación, podrá llevarse, a partir

de p0, el valor Ap, determinado

según los métodos que se desprenden

del Capítulo II y que representa

el nuevo esfuerzo efectivo

que deberá aceptar la fase sólida

del suelo cuando éste se haya

consolidado totalmente bajo la

nueva condición de cargas exteriores,

representada por la estructura

cuyo asentamiento se calcula. La

(bi

ur ni. U ü J , Li • j ordenada del valor p ~ p 0 + Ap

FIG. III-l. Métodos para la obtención de . . \ r- i , - .

la curva de influencia de los proporcionara la e final que, teorias

en ta m ien io s camente, alcanzará el suelo a la


MECANICA DE SUELOS (II) 51

profundidad de que se trate. Puede así determinarse Ae = e — e0 y,

por lo tanto, Ae/1 + e„.

En la parte b de la fig. III-l se muestra la gráfica Ae/1 + e„ — z,

que deberá trazarse una vez determinados sus puntos por el procedimiento

anterior aplicado a las distintas profundidades.

Basta ver la fórmula 3-3 para notar que el área entre 0 y H

bajo la gráfica anterior, llamada curva de influencia de los asentamientos.

proporciona directamente el valor de AH.

En algunos casos especiales los asentamientos pueden calcularse

con métodos que son simplificación del anterior. Por ejemplo, en el

caso de un estrato compresible, homogéneo, de pequeño espesor,

en que el coeficiente mv pueda considerarse constante para el intervalo

de presiones en que se trabaja, puede escribirse:

AH = f -7—T“— dz — f mv. Ap.dz = mv [ Apdz (3-4)

J 0 1 + e0 Jo Jo

La integral representa el área de incremento de presiones entre

las profundidades 0 y H y puede calcularse gráficamente.

Si además Ap puede considerarse constante en el espesor tratado,

la fórmula 3-4 se reduce simplemente a:

A// = mv Ap H (3-5)

La ec. 3-5 goza de una popularidad seguramente inmerecida,

dadas sus limitaciones, no siempre tenidas en cuenta por los que

la usan.

III-3.

Método empírico para el trazado de la corva de

compresibilidad

En algunas ocasiones no se tienen los datos pertinentes de consolidación

para poder proceder al trazado de la curva de compresibilidad.

La causa más frecuente suele ser simplemente el no efectuar

las pruebas de consolidación necesarias.

Él Dr. Terzaghi, a partir de investigaciones experimentales efectuadas

por distintos investigadores y de otras propias, ha propuesto

una correlación empírica que permite calcular el índice de compresibilidad

Cc (ver párrafo X-3 del Volumen I de esta obra) a partir

de las características de plasticidad del suelo. Como se discutió en el

capítulo respectivo, la compresibilidad de los suelos aumenta con

el límite líauido. De los resultados de los experimentos mencionados,

Terzaghi propone la siguiente correlación para arcillas remoldeadas

Ce = 0.007 (LL - 10) (3-6)


52 CAPITULO III

Para arcillas inalteradas normalmente consolidadas, la ec. 3-6 se

modifica de modo que el índice de compresibilidad Cc resulta alrededor

de un 30% mayor:

Cc = 0.009 (LL — 10) (3-7)

Las ecs. 3-6 y 3-7 permiten trazar la curva de compresibilidad

en el tramo virgen, de trazo recto en papel semilogarítmico, siempre

que se conozca un punto de ella, que puede determinarse con la

presión efectiva inicial actuante sobre una muestra dada y la relación

de vacíos de la misma.

Debe notarse, sin embargo, que los investigadores reportan discrepancias

del orden de ± 30% en las correlaciones anteriores y, a

juicio de los autores, éstas podrían aún ser mayores, por lo cual de

ningún modo debe pensarse que los métodos anteriores puedan substituir

hoy a los emanados de las pruebas de consolidación.

m -4.

Asentamientos en suelos arenosos finos y limosos, sueltos

En la naturaleza es común encontrar depósitos eólicos cementados

o no, de estructura generalmente panaloide o simple, bastante

suelta, constituidos por arenas muy finas o limos no plásticos. En

muchos casos el cementante que actúa es el carbonato de calcio,

siendo también frecuentes otros también solubles en agua; en otros

casos, la simple tensión capilar del agua intersticial efectúa el mismo

papel. El loess es un material típico de esta clase.

Es característico de estos suelos, el hecho de que al saturarse o

alcanzar un alto grado de saturación entre en verdadero colapso su

estructura, sobre todo bajo carga, con la consecuencia práctica de

producirse un fuerte asentamiento brusco del estrato. Este fenómeno

ocurre cuando el aguá de saturación disuelve el cementante existente o

bien rompe la tensión capilar del agua intersticial previamente

actuante. Es obvio que este hecho es grave para cualquier estructura

sobreyaciente.

Aunque diversos especialistas han desarrollado métodos para estimar

estos asentamientos, es un hecho cierto que no existe una teoría

general confiable que pueda aplicarse a estos fenómenos. El procedimiento

más lógico para el cálculo de estos asentamientos es el tratar

de duplicar en el laboratorio las condiciones de saturación que puedan

llegar a presentarse en el campo. Así, podrán hacerse en laboratorio

pruebas del tipo de la de consolidación, sobre muestras

inalteradas del material, aplicando las cargas que actuarán en la obra

y saturando por capilariaad la muestra en estas condiciones. Las

mediciones efectuadas en esta prueba permitirán calcular la variación

de la relación de vacíos del material que haya tenido lugar y


MECANICA D E SUELOS (II) 53

con ello poder hacer una estimación de los asentamientos en el

campo. En los suelos predominantemente arenosos cabe mencionar

que, compactando el material en el laboratorio de modo de obtener

la e mínima, se puede llegar a calcular una cota superior del asentamiento

que pudiera llegar a presentarse. En efecto, la e mínima,

correspondiente al estado más compacto posible de esa formación

en particular, comparada con la relación de vacíos natural, permitirá

calcular el cambio en oquedad que pueda presentarse en el caso más

desfavorable imaginable (por ejemplo, aquél en que, coexistiendo con

las cargas permanentes actuantes, puedan presentarse otras de tipo

transitorio, tales como vibraciones, sismos, etc. después de que el

material se haya saturado). El procedimiento de cálculo, una vez

obtenidos los valores Ae y e0, es totalmente similar' al empleado en el

párrafo anterior para el análisis de la compresibilidad de arcillas;

la fórmula a aplicar sería también la:

1 + e„

m-5. Cálculo de asentamientos por métodos elásticos

La Teoría de la Elasticidad permite resolver muchos problemas

de deformación bajo muy diversas condiciones del medio elástico,

siempre y cuando se hagan respecto a ese medio hipótesis de comportamiento,

de tipo simplificatorio. Desgraciadamente, la naturaleza de

tales hipótesis es tal que, salvo muy contados casos, las soluciones

obtenidas para las diferentes condiciones bajo estudio tienen un

valor muy discutible en su aplicación a los suelos. Sin embargo, la

presentación de algunas soluciones específicas es útil, pues permiten,

por lo menos, la valuación del orden de magnitud de los desplazamientos

en algunos casos de interés que carecen de soluciones más

apropiadas.

En el Anexo Ill-a se discute con mayor detalle algunas de las

conclusiones a que puede llegarse usando la mencionada Teoría de

la Elasticidad.

En primer lugar ha de mencionarse el hecho de que por ser los

suelos no homogéneos y anisótropos, se apartan decisivamente de las

hipótesis usualmente atribuidas al medio elástico. Sin embargo, el

hecho más importante estriba en que los suelos no son elásticos y

menos aún linealmente elásticos, como tendría que ser para caer en

el campo de aplicabilidad de la mayoría de las soluciones teóricas.

Lo que en los suelos pudiera considerarse módulo de elasticidad

aumenta con la profundidad, al aumentar la sobrecarga impuesta;

esto es particularmente importante en los suelos granulares. Por otra

parte, la relación de Poisson es muy difícil de medir, aparte de que va­


54 CAPITULO III

ría con gran cantidad de factores y todo tiende a indicar que, en

suelos, dicha relación no tiene el sentido específico que se le atribuye

en otros campos de la ingeniería y que, en el futuro, los conceptos

E y p,, se substituirán por parámetros más representativos del

comportamiento mecánico de los suelos.

En efecto, en relación a las citadas constantes elásticas pudiera

decirse que, aún y cuando se aplique a los suelos el criterio, hoy tari

extendido, de los esfuerzos efectivos, salvo en muy contadas excepciones,

los valores de E y p, cambiarán constantemente, tanto con el

nivel de esfuerzos aplicados al suelo, como con la velocidad de aplicación

de dichos esfuerzos, la historia previa de preconsolidación y

de deformación y con otros factores de menor cuantía, de modo

que se borra por completo la utilidad de tales parámetros, supuestos

constantes, con mayor razón, en otros campos de la ingeniería.

Afortunadamente, sin embargo, pese a lo expuesto arriba, en

muchos casos prácticos las distribuciones de esfuerzos que se obtienen

mediante la aplicación de la Teoría de la Elasticidad, han resultado

satisfactorias en sus confrontaciones con el experimento. (Por ejemplo,

véanse las experiencias de Plantema1.) Los desplazamientos,

empero no resultan tan satisfactorios y, a menudo, se desvían definitivamente

de los observados, por lo que, en Mecánica de Suelos, a

partir de distribuciones elásticas de esfuerzos, usadas frecuentemente,

se prefiere desarrollar métodos propios para el cálculo de deformaciones.

El ejemplo clásico de tal proceder es el cálculo de asentamientos

por consolidación en estratos de arcilla, con la Teoría de

Terzaghi.

m -6.

Cálcalo de expansiones

En muchos problemas prácticos, principalmente en lo que toca

a aquellos casos en que el suelo es descargado, como en una excavación

por ejemplo, es de interés poder determinar las expansiones

que tienen lugar por la descarga efectuada. Esencialmente el problema

es parecido al del cálculo de asentamientos y, hasta cierto

punto, con las ideas atrás expuestas se podría desarrollar un procedimiento

similar para llegar a la meta propuesta. Sin embargo, la

expansión presenta algunas peculiaridades dignas de señalarse y es

conveniente discutir, con base en idealizaciones, algunos conceptos

que no son evidentes, pero que pueden servir de base para analizar

con buen criterio un caso real.

Considérese, primeramente, un suelo de superficie horizontal,

arcilloso y homogéneo, antes de ser descargado.* Para facilidad de

exposición se supone que el nivel freático coincide con la superficie

del terreno. El estado de esfuerzos neutrales, efectivos y totales será

el que se muestra con las líneas punteadas de la fig. III-2. Supóngase


MECANICA DE SUELOS (II) 55

u P P

FIG . 111-2.

Distribución de esfuerzos verticales bajo el fondo de una excavación de

extensión infinita

ahora que se efectúa una excavación instantánea de profundidad h

y de extensión infinita. La presión total removida será ymh y, consecuentemente,

el diagrama de presiones totales se reducirá en esa

cantidad; como el estado de esfuerzos efectivos en la masa del suelo no

puede cambiar instantáneamente, el agua que satura al suelo

tomará la descarga, disminuyendo el diagrama de esfuerzos neutrales

también en la magnitud ymh . Como quiera que la presión original

del agua a la profundidad h era y wh , la nueva presión a esa profundidad,

después de la excavación instantánea será:

y ,o h — y mh = — y 'm h

o sea que aparece en el agua una tensión igual a la presión efectiva

a la profundidad h , que en este caso es el peso específico sumergido

del suelo por dicha profundidad.

Debe notarse que, por ser la excavación de extensión infinita

y por ser la nueva ley de presiones en el agua lineal y paralela a la

original, esta nueva distribución de presión es hidrostática y, por lo

tanto, de equilibrio, por lo que el agua no fluirá en ninguna dirección;

por ello, el anterior estado de presiones neutrales, efectivas y

totales se mantendrá en el tiempo y corresponderá tanto al momento

inicial de la excavación, como a cualquier tiempo subsecuente. Las

presiones efectivas, que se mantienen en el suelo, no permitirán,

en este caso, ninguna expansión.

Al observar el diagrama de presiones en el agua después de la

excavación (líneas llenas de la fig. III-2) se nota que el nivel al

cual la presión neutral es nula (nivel freático) corresponde a la

profundidad.

2U= — /> (3-8)

Yw


56 CAPITULO III

Este abatimiento del nivel freático es, teóricamente, inmediato

a la remoción del material excavado. Así, basta con excavar el suelo

a la profundidad h (en extensión infinita) para lograr que el

nivel freático se abata al valor h + z0 es decir, la profundidad z0

bajo el fondo de la excavación.

Supóngase ahora (fig. III-3) que en el subsuelo del caso anterior

existiese un manto arenoso acuífero, en el que se mantenga la presión

del agua. Si se realiza una excavación instantánea y de extensión

infinita a la profundidad h, los diagramas de presiones inmediatamente

después de efectuada la excavación serán idénticos a los del

análisis anterior, excepto en la zona del acuífero, en donde la presión

neutral no cambia, pero la presión efectiva se verá disminuida en la

magnitud f mh. Si d es la profundidad a que se localiza el acuífero,

la nueva presión efectiva en la frontera superior de éste, inmediatamente

después de efectuada la excavación (t = 0) será:

;p = Y ’md — Y mh

FI& . 111-3.

Distribución de esfuerzos verticales bajo el fondo de una excavación de

extensión infinita, con un manió acuífero

El valor mínimo a que puede llegar la presión efectiva en la

arena es, evidentemente, cero. En este caso límite se tendrá la máxima

profundidad (h) a que puede llevarse la excavación, sin que la

presión neutral en el acuífero (subpresión) levante el fondo, provocando

una falla. Esta profundidad será:

hCzit = — d (3-9)

y Til

En la fig. III-3 se ha supuesto h < h C IÍt y en este caso, a partir

del instante de la excavación ( t = 0) se inicia un proceso de expan­


MECANICA DE SUELOS (II) 57

sión tanto en el estrato arcilloso sobre el acuífero, como en la masa de

arcilla subyacente; este proceso es producido por el flujo del agua

que entra en la arcilla procedente del acuífero. Este proceso de expansión

aumenta las presiones neutrales en los estratos arcillosos,

disminuyendo, correspondientemente, las presiones efectivas. En la

fig. III-3 se han dibujado isócronas correspondientes a t = t, un

instante intermedio del proceso; el estado final de las presiones en el

estrato superior de arcilla dependerá de las condiciones de frontera

en el fondo de la excavación; si se supone que toda el agua que

aflora en el fondo de la excavación se drena conforme brota, el

estado final estará dado por las lineas t — oo. En el estrato inferior,

por ser semi-infinito, el proceso de expansión continuará indefinidamente,

si bien a velocidad decreciente y el estado final de presiones

es el de las líneas t — oo, tal como se muestra en aquella zona

en la misma fig. III-3.

El proceso de expansión analizado es sólo unidimensional y el

flujo del agua es vertical. Por lo tanto, los datos obtenidos del

tramo de descarga de una prueba de consolidación son, en principio,

aplicables.

El bufamiento del fondo de la excavación en un tiempo t tiene,

en un caso como el analizado arriba, dos componentes: el bufamiento

ocurrido en el estrato de arcilla de espesor finito que sobreyace al

acuífero y el que corresponde a la masa semi-infinita situada debajo.

En primer lugar se discutirá el proceso de expansión del estrato

finito.

Un elemento de suelo a la profundidad z estará, antes de efectuar

la descarga, sujeto a una presión efectiva p[ = y'mZ y pasará, al

final de la expansión, a una presión p2, que puede determinarse como

arriba se discutió. Si a una muestra representativa del suelo a esa

profundidad z se le hace una prueba de consolidación, llegando a una

carga máxima de pi y descargándola después a partir de ese valor

hasta p2 como mínimo, en el tramo de descarga de la curva de compresibilidad

así obtenida podrá determinarse la variación Ae correspondiente

al suelo en la descarga efectuada. Procediendo en forma

análoga para otras profundidades se podrá dibujar la curva

[Ae/ (1 -f- e0) ] — z, de influencia de los bufamientos, la cual cubre

un área que, a la escala correspondiente, mide el bufamiento total del

estrato finito. El bufamiento en el tiempo t podrá determinarse estudiando

la evolución de la expansión con el tiempo, en la misma

forma en que previamente se estudió la del asentamiento primario

(punto X -ll del Volumen I de esta obra).

Los conceptos av, mv y C„ de la Teoría Unidimensional de la

Consolidación tienen sus correspondientes conceptos análogos a„„

mv, y C»s para la descarga, que pueden usarse en los mismos casos


58 CAPITULO III

y en forma análoga a la discutida en el Volumen I de esta obra

(Capítulo X ) y en este mismo capítulo.

En cuanto a la masa semi-infinita colocada bajo el acuífero, su

bufamiento total será, teóricamente, infinito, por lo que sólo tiene

sentido práctico calcular el bufamiento para un tiempo finito t. La

expresión (10-d.l) del Anexo X-d del Volumen I de esta obra,

permite efectuar ese cálculo, usando ahora el av„ correspondiente a la

descarga del suelo.

Nótese que el punto clave para que la expansión pueda tener

lugar está en el hecho de que el acuífero mantenga su presión neutral;

si, por algún método artificial, esta presión se abate al valor ymh,

(fig. III-3) el proceso de expansión no podrá tener lugar. Esto se

puede realizar en la práctica por medio de pozos en que se bombee

la cantidad adecuada de agua del acuífero; así se logrará convertir

este caso en otro, análogo al primeramente tratado en esta sección, en

que no existía ningún acuífero. En el Volumen III de esta obra se

tratará detalladamente este método, hoy tan difundido en la práctica.

Si en el caso ahora analizado el acuífero fuese un sistema hidráulicamente

cerrado, es decir, que careciese de una fuente de agua

(por ejemplo, el caso de una lente arenosa de extensión finita), la

presión neutral en el estrato arenoso bajará instantáneamente al salir

el agua y el proceso de expansión no se verificará (en realidad, por

ser el agua incompresible teóricamente, bastará que salga cualquier

cantidad de agua, por poca que sea, para aliviar la presión neutral

en el estrato de arena); este caso se vuelve, así, similar al primero

tratado en esta sección, en el que se tenia una masa de suelo arcilloso

homogénea.

En las obras reales no se tienen, naturalmente, excavaciones de

extensión infinita. Las ideas anteriores, sin embargo, constituyen

la base del criterio para discutir las excavaciones finitas, más o menos

idealizadas. En la fig. III-4 se muestra el caso de una excavación

finita realizada en un medio arcilloso homogéneo; el nivel freático

se considera a una profundidad

EXCAVACION DE

_ . J s . ______

h0 a partir de la superficie. En

EXTENSIÓN FINI IA.

►— este caso, el efecto de la excapo

rodioi vación no será uniforme en todo

el manto en lo que a disminución

de presiones totales se re-

s * / \ fiere, sino que esta disminución

f I ^ habrá de ser estimada en los dif

\ ferentes puntos usando la Teoría

de Boussinesq, por ejemplo.

Fimopíofunda

En una primera aproximación

FIG. II1-4. E sc u e la del flujo de aguo Podrá af r s e q u e lo que dishacia

una excavación de ex- minuye la presión neutral en

tensión finita cada punto de la masa será lo


MECANICA DE SUELOS (II) 59

que disminuya la presión total (recuérdese el primero de los dos

casos de excavación infinita arriba tratados); por ello, la presión

neutral disminuirá más en las zonas centrales de la excavación y

en los niveles próximos al fondo y estas disminuciones serán cada

vez menores según se alcancen los bordes de la excavación (o fuera

de ella) y según se profundice en la masa de arcilla homogénea.

Esto da origen a un flujo de agua del exterior hacia el centro y de

las zonas profundas hacia el fondo de la excavación (fig. III-4).

La masa de suelo bajo la excavación se expandirá, por lo tanto,

más en el centro del fondo de ésta y la expansión irá disminuyendo

hacia la periferia. Según ya se dijo, por lo general la permeabilidad

es mayor en la dirección horizontal que en la vertical en depósitos

naturales de arcilla, por lo que el flujo radial hacia la excavación

influye más en la expansión que el vertical, proveniente de zonas

profundas. Ha de hacerse notar en forma muy predominante que

el simple hecho de efectuar la excavación en la masa arcillosa disminuyó

las presiones neutrales bajo ella y si se llama nivel freático

al lugar geométrico de los puntos en que la presión neutral es nula

(con origen de presión en la atmosférica), este nivel se habrá abatido

por sí mismo aún más abajo que el fondo de la excavación al

efectuar ésta.

Si bajo el fondo de la excavación hay estratos permeables de

ran extensión que funcionen como abastecimientos de agua, éstos

Sarán que el proceso de expansión sea mucho más rápido (revísense

las ideas correspondientes al segundo caso discutido de excavación

infinita). Para reducir a un mínimo la velocidad de expansión en el

fondo de una excavación se ha recurrido en la práctica a lo que

resulta obvio tras haber discutido los casos de excavación de extensión

infinita; en primer lugar se han usado tablestacados más o menos

profundos en los bordes de la excavación, lo cual impide el flujo

radial y permite sólo el vertical, mucho más lento; en segundo lugar

se ha recurrido al uso de pozos de bombeo y otros métodos (electrósmosis,

por ejemplo) para abatir las presiones neutrales en puntos

específicos y en las zonas próximas a ellos, a fin de constituir una

verdadera pantalla de depresión en torno a la excavación que intercepte

el flujo horizontal. Como quiera que estas excavaciones normalmente

son provisionales y se construyen para existir durante un

tiempo relativamente breve, se logra así que en ese tiempo la expansión

no alcance valores de consideración.

El hecho de que en suelos permeables, como las arenas y las gravas,

se tenga que recurrir literalmente a abatir el nivel freático para

poder efectuar una excavación en seco, ha hecho pensar frecuentemente

que esto debe lograrse también en arcillas, sin tomar en

cuenta que, en estos materiales, el nivel freático baja por sí mismo

cuando se excava.


60 CAPITULO III

Las excavaciones reales no son instantáneas, sino que se efectúan

en un lapso de tiempo. Esto no invalida los razonamientos anteriores;

lo que sucede es que los abatimientos de presión neutral ocurrirán

según la descarga se efectúa.

ANEXO Ill a

Métodos elásticos para el cálculo de asentamientos

Estos métodos tienen una aplicación m'uy limitada en la práctica

de la Mecánica de Suelos, por los motivos expuestos en el cuerpo de

este capítulo. Una de sus aplicaciones podría ser el cálculo de los

asentamientos instantáneos que ocurren al actuar una carga en un

suelo que pudiera considerarse homogéneo, elástico e isótropo. Entre

estos suelos se cuentan por ejemplo algunas arcillas preconsolidadas

o normalmente consolidadas cuando el espesor del estrato no es muy

grande y también aquellos materiales arcillosos cementados que prácticamente

no se consolidan, debido a la acción del cementante.

En materiales granulares estos métodos no son aplicables, por

no cumplirse definitivamente las hipótesis aceptadas, sobre todo las

referentes a las constantes elásticas. En arenas, lo que pudiera

considerarse el módulo de elasticidad, aumenta con el confinamiento,

es decir, con la profundidad, y crece también en las zonas centrales

de las áreas cargadas, por efecto análogo. Análogamente, lo que

pudiera considerarse la relación de Poisson varía con la compacidad

de la arena y con la magnitud y el tipo de los esfuerzos aplicados,

fundamentalmente.

III-a.l.

Asentamiento elástico bajo una carga concentrada

Si se tiene una carga vertical concentrada actuando en la frontera

de un medio elástico semi-infinito, se ha tratado de estimar en

ocasiones el asentamiento bajo la carga, siguiendo un método aproximado

basado en la fórmula de Boussinesq para el esfuerzo normal

vertical (fórmula 2-1). El análisis que sigue supone que el efecto

de los esfuerzos restantes es despreciable.

Se sabe que:

3 P z3

»-= 2 ñW< 2' »

Para puntos bajo la carga R = z, por lo tanto:

__ 3 P 1

~ 2% z*

Aplicando la Ley de Hooke en su forma más simple, correspondiente

a un estado monoaxial de esfuerzos, se tiene :


MECANICA DE SUELOS (II) 61

dp =

dz

En donde dp representa la deformación vertical del elemento dz

a la profundidad z bajo la carga. Integrando la expresión anterior

entre z e oo (suponiendo estrato de profundidad infinita)

3P [ d z _

2tiB \z2

J s

3P T 1 I o

2■kE |_ z J

• = s t b t <3- a l )

Nótese que la integración fue hecha a partir del nivel z — z hacia

abajo, para evitar la singularidad que presenta la fórmula de

Boussinesq inmediatamente bajo la carga.

La fórmula obtenida por Boussinesq para el desplazamiento vertical

de un punto a la profundidad z y radio vector R es:

P = 2 Í F ^1 + ^ [ 2 ^1 ~ ^ + (/?) 1 ~R

donde p es la relación de Poisson.

Para puntos bajo la carga, la ec. 3-a.2 se reduce a

(3'a-2)

P ~ 2kÉ z ^ + — 2P-) (3-a.3)

Debe notarse que la ec. 3-a.l coincide con la 3-a.3 para p = 0.5.

Todas las fórmulas anteriores dan el asentamiento elástico bajo

la carga, no debido a consolidación.

m -a.2.

Asentamientos elásticos bajo cargas distribuidas

Se considera en primer lugar el caso de una superficie circular

uniformemente cargada (flexible), en la frontera superior de un

medio semi-infinito, elástico, homogéneo e isótropo. D será el diámetro

de la superficie y p la magnitud de la presión superficial aplicada.

La deformación vertical bajo el centro del área cargada está dada

por:

y en los puntos de la periferia por:

S c = d - p 2)|-D (3-8.4)

8P = — ( l - p 2) £ D

7T E

(3-a.5)


62 CAPITULO III

El asentamiento promedio del área circular resulta igual a:

5" = ¿ (1-H 2) J - D (3-a.6)

En el caso de una placa circular rígida, con carga total P, la carga

media por unidad de área resulta

P

pm - w

Donde R es el radio de la placa. El asentamiento bajo cualquier

punto de la placa está dado por:

= - p 2) ^ D (3-a.7)

donde D = 2R.

Para cargas distribuidas sobre superficie rectangular flexible,

Steinbrenner 2 resolvió el problema del cálculo de asentamientos bajo

una esquina del rectángulo cargado. El asentamiento elástico entre la

superficie y la profundidad z queda dado por:

p, = -jjr (1 - p2)[~Z, ln B-+ S 4-

£ h b + v l 2 + b 2 +z2)

+ S l n - A ± V H Z ^ Z I Z . |+

B (L + y/L2 + B2 + z2) -]

p

LB

+ a g H - 1 - W * “ » < » + > + <3' a'8)

Lo cual puede escribirse:

?z ~ ~ + ^ ~ l1 ~ 2P2)^*] = (3-a.9)

donde F t y E 2 son funciones de z/B y L/B, con z profundidad en el

suelo, B ancho y L longitud del cimiento. En la fig. III-a.l .a, aparece

una gráfica que proporciona los valores de F 1y F 2 y en la parte b de

la misma figura, una gráfica que da directamente el valor de Eji,

para el caso particular de p = 1 /3.

Si el suelo es homogéneo en toda la masa, el asentamiento elástico

total podrá obtenerse con las fórmulas anteriores, haciendo

z = oo. Si existe una estratificación con cotas zu z2, etc. y módulos


(q)

« i 3 0 S 3 H 0 1 S A

(D)

m|íD

(-----) Á. (-----) 'J 30 S3a03»A



MECANICA DE SUELOS (II) 63

de elasticidad Ei, E 2. etc., se podrá hallar el asentamiento total por

suma de los parciales de cada capa. El método de disposición de los

cálculos se reputa como obvio. El procedimiento tiene el gran defecto

de no tomar en cuenta la influencia de las distintas rigideces en la

distribución de los esfuerzos. En la ref. 3 aparece un ábaco modificado

de los resultados de Steinbrenner y de maaejo aún más sencillo

(gráfico de López Nieto).

REFEREN C IA S

1. Plantema, G. — Soil Pressure measurements during loading tests on a tunway

— Proc. Zurich (3-15).

2. Steinbrenner — Tafeln zur Setzungsberechnung — Die strasse"— 1934.

3. Jiménez Salas, J. A. — Mecánica del Suelo. Apéndice 14 — Editorial Dossat

— 1954.

4. Juárez Badillo, E. — Notas no publicadas para clases — Se cubren las ideas

expuestas en todo el párrafo III-6 — México, D. F .— 1961.

BIBLIO GRAFIA

J.Theoretical Soil Mechantes—K. Terzaghi—John Wiley and Sons—1956.

^ S oil Mechanics, Foundations and Earth Structurcs — G. P. Tschebotarioff —

, McGraw-Hill Book Co.— 1957.

^ .Mecánica del Suelo—J. A. Jiménez Salas—Ed. Dossat—1954.

* Traité de Mecanique des Sois — J. Caquot y J. Kerisel — Gauthier-Villars— 1956.

✓ Meccanica del Terreno e Stabilitá delle Pondazioni — C. Cestelli-Guidi — Ulrico

Hoepli Ed. — 1951.



C A P IT U L O IV

PRESION DE TIERRAS SOBRE ELEMENTOS DE SOPORTE

IV-1.

Introducción

En este capítulo se trata el importante tema de la determinación

de las presiones que la tierra ejerce sobre elementos de retención encargados

de soportarla. En la actual ingeniería se usan generalmente

dos tipos de elementos de soporte: los rígidos y los flexibles. Los

primeros serán denominados aquí genéricamente muros y los segundos

tablestacas. Los muros se construyen generalmente de manipostería

o de concreto, simple o reforzado. Los tablestacas suelen

ser de acero. Aparte, se dará atención al estudio de ademes de

madera o metálicos en cortes y excavaciones.

Un muro diseñado con el propósito de mantener una diferencia

en los niveles del suelo de sus dos lados se llama de retención. La

tierra que produce el mayor nivel se llama relleno y es el elemento

generador de presión. Este tipo de muros constituye un muy importante

grupo de elementos de soporte. En la fig. IV-1 se ilustra la

nomenclatura usual en muros de retención y los principales usos de

éstos.

El primer intento para calcular la presión de tierras sobre elementos

de soporte con metodología científica fue realizado por

Ch. A. Coulomb,1 sobre la hipótesis de que la tierra es incompresible,

que su deformación antes de la falla es despreciable y que

la falla ocurre a lo largo de superficies planas de deslizamiento: la

resistencia al esfuerzo cortante del suelo fue, naturalmente, interpretada

por Coulomb por medio de su propia ecuación

s = c + cr tg <¿>

Las teorías y métodos de cálculo expuestos por Coulomb atrajeron

gran atención de parte de todos los ingenieros cuyas prácticas,

hasta entonces ciegamente empíricas, frecuentemente culminaban en

fracasos, y desde entonces su influencia ha sido notoria en el campo

teórico inclusive hasta nuestros días. De hecho puede decirse que

desde la época en que las ideas de Coulomb fueron publicadas las

concepciones de los ingenieros sobre los fenómenos de presión de

tierra no sufrieron variación apreciable, hasta hace sólo algunos años,

en que los avances generales de la Mecánica de Suelos introdujeron

6—Mecánica de Suelos II

65


66 CAPITULO IV

Evpnldo

Relleno

SECCIO N EN BALCO N PARA UN CAMINO O UN F E

NO M ENCLATU RA EN MUROS DE R E T E N C IO N . R R O C A R R IL .

ALM ACEN AM IEN TO DE M A TER IA LES ORANULARES

MURO DE R E T E N C IO N PARA AO UAY T IE R R A . MURO SEPA RAD O R EN L A TRANSICIO N E N T R E 2

SE C C IO N E S DE P R E S A .

FIG. IV-1. Nomenclatura y usos comunes de muros de retención

ideas nuevas en este campo específico. Sin embargo es un hecho histórico

aleccionador el que las ideas de Coulomb, atractivas teóricamente,

no condujesen en la práctica ingenieril a técnicas que aventajasen

a sus predecesoras, pues entre teoría y realidad se marcó un


MECANICA DE SUELOS (II) 67

claro divorcio. El problema estribó en una cuestión de interpretación

de las teorías a la luz de la práctica; en efecto, durante años se

aplicaron las ideas de Coulomb sobre la base de que el valor del

ángulo <¡¡ era, en cualquier caso y material, el ángulo de reposo

del suelo.

Posiblemente el más importante responsable de la larga carrera

del concepto de ángulo de reposo en estas cuestiones de Mecánica de

Suelos lo fue W . J. M. Rankine2 y, aunque Collin y Darwin3’ 4 7 5

demostraron experimentalmente que, por lo*menos en algunos casos,

el ángulo de fricción interna de un suelo podía diferir tremendamente

del de reposo, el uso de este último en la ecuación de resistencia continuó

por largo tiempo, debido a la autoridad del citado Rankine.

Como resultado de investigaciones más recientes se puso de manifiesto

la falacia inherente al concepto ángulo de reposo. Así en arenas

colocadas a volteo, el ángulo de reposo pudiera coincidir más o menos

con el 4>correspondiente al estado suelto, pero diferirá seriamente del

<f>de una arena compacta. En arcillas, un criterio ciego pudiera llevar

a decir, a la vista de un pequeño corte casi vertical en equilibrio, que

<j>, interpretado como ángulo de reposo, tuviese valores cercanos a los

90°, lo cual, a todas luces, conducirá a resultados absolutamente erróneos

en cualquier aplicación práctica en que la resistencia de la arcilla

se interprete a partir de tal dato. Huelga decir que la interpretación

que hoy se da al concepto ángulo de fricción interna, <¡>, coincide

con la expuesta en el capitulo correspondiente a resistencia al esfuerzo

cortante en suelos, incluido en el primer volumen de esta

obra.

Con la interpretación actual en lo referente a los parámetros de

resistencia, muchas de las teorías de presión de tierra clásicas permanecen

hoy en la aplicación de la Mecánica de Suelos a los problemas

prácticos. Así es frecuente en la actualidad ver estructuras de soporte

que han sido diseñadas a partir de las teorías expuestas por Rankine

y Coulomb. Tales teorías, según tendrá ocasión de discutirse, distan

de ser óptimas y están afectadas de hipótesis que están lejos de representar

un ideal de perfección, en lo que se refiere al acercamiento con

la realidad; pero, en muchos casos, son las de más fácil aplicación

y su manejo, en principio, resulta animador para los ingenieros,

en el sentido de que parecen no exigir un criterio de especialista muy

desarrollado. Esta sensación, común por otra parte a todas las teorías

ingenieriles cuyo desarrollo matemático sea más o menos completo,

es en muchos casos engañosa y representa un peligro práctico. Todo

indica que no está lejano el día en que el crecimiento de la Mecánica

de Suelos permita el abandono de las Teorías de Rankine o de Coulomb

y su substitución por otras teóricamente más satisfactorias; sin

embargo, tal día probablemente aún no ha llegado y la investigación

copiosa que hoy se realiza sobre el tema aún no ha producido una


68 CAPITULO IV

teoría o teorías de uso universal y de desarrollo académicamente adecuado

para el nivel de la enseñanza. Por ello, en lo que sigue se

encontrarán muchas ideas y estudios clásicos, aunque se procurará

dar alguna orientación respecto a la dirección de los avances del

momento.

IV-2.

Fuerzas que intervienen en el cálculo de un muro de

retención

En general, las fuerzas actuantes contra un muro de retención

en el cual la sección estructural se mantenga constante a lo largo de

un trecho considerable, pueden calcularse para un segmento unitario

de muro en la dirección normal al plano del papel, generalmente

un metro. De hecho, cuando en lo que sigue no se mencione la longitud

de muro sujeta a análisis, se entenderá que se trata de 1 m.

Cuando se analice un muro

acartelado o con machones

o contra-fuertes, generalmente

se refieren los cálculos al

segmento de muro comprendido

entre dos planos normales

trazados por el centro de

los mencionados elementos.

A continuación se analizan

las diferentes fuerzas que

deben tomarse en cuenta en

el cálculo de un muro que, por

simplicidad, se supone trapecial,

fig. IV-2.

Estas fuerzas son:

FIG. IV-2. Esquema que muestra las fuena, prín- a ) E J p e so p r o p i o d e ]

cipotes que actúan sobre un muro de r t*

retención m u ro .

Esta fuerza, que actúa en

el centro de gravedad de la sección, puede calcularse cómodamente

subdividiendo dicha sección en áreas parciales de cálculo sencillo

b) La presión del relleno contra el respaldo del muro, con su

correspondiente intensidad y distribución.

c) La componente normal de las presiones en la cimentación,

(fig. IV -2).

Usualmente se considera a la presión en la cimentación como

Unealmente distribuida a lo largo de la línea AC, dando lugar a un


MECANICA DE SUELOS (II) 69

diagrama trapecial. La resultante vertical de estas presiones {ZV)

actúa en el centro de gravedad de tal diagrama.

d) La componente horizontal de las presiones en la cimentación.

La resultante de estos efectos horizontales se representa en la

fig. IV-2 como ZH. La distribución de estas presiones horizontales,

no dibujada en la mencionada figura, se supone análoga a la de las

presiones normales en arenas y uniforme en suelos plásticos.

e) La presión de la tierra contra el frente del muro.

El nivel de desplante de un muro de retención debe colocarse

bajo la zona de influencia de las heladas y a nivel que garantice la

adecuada capacidad de carga del terreno. Así, la tierra colocada en

el frente del muro ejerce una resistencia, indicada en la figura multicitada

por E ’\sin embargo, esta fuerza suele omitirse en los cálculos

en algunas ocasiones, a causa de ciertas incertidumbres que pudieran

existir en lo relativo a su magnitud en un caso práctico.

f) Fuerzas de puente.

Se incluye aquí el conjunto de fuerzas actuantes sobre el muro,

si éste forma parte, por ejemplo, de un estribo de puente. El peso

propio de los elementos de puente, las fuerzas de frenaje, centrífugas

para puente en curva, etc., deben ser consideradas.

g) Las sobrecargas actuantes sobre el relleno, usualmente uniformemente

distribuidas o lineales.

h) Las fuerzas de filtración y otras debidas al agua.

Si se permite la acumulación, de agua tras el muro generará presiones

hidrostáticas sobre él, independientes de la calidad del relleno,

pero en este caso, por otra parte, se reduce la presión debida a la

tierra por efecto del peso específico sumergido. Sin embargo, esta

condición debe siempre ser evitada, instalando en el muro el drenaje

adecuado que garantice la eliminación eficiente de las aguas. Si en

un relleno arcilloso existen grietas cercanas al muro y el agua las

llena, podrá ejercer, en la correspondiente profundidad, empujes

hidróstáticos contra el muro. Si a través del relleno se establece

un flujo, por ejemplo por lluvia, la condición de presiones contra el

muro puede hacerse más desfavorable, por lo que será preciso analizar

la condición de flujo, tomando en cuenta la presencia de fuerzas

de filtración.

i) Las subpresiones.

Cuando el drenaje bajo el muro no es correcto o ha sufrido

desperfecto, puede almacenarse agua en aquella zona. Si la cimentación

es impermeable, el agua puede fluir a lo largo de ella emergiendo

a la superficie del suelo en el frente del muro; en estas condiciones

puede haber riesgo de tubificación. En cimentaciones permeables, el


70 CAPITULO IV

agua que sale a la superficie puede ser poca, pero en todo caso se

producirán presiones de agua contra los materiales constituyentes del

muro (subpresiones); la distribución de estas subpresiones aparece

en la fig. IV-2.

j) La vibración.

Las vibraciones producidas por el paso del tráfico sobre caminos

o ferrocarriles, máquinas u otras causas, pueden incrementar las

presiones contra muros cercanos. Ello no obstante no es frecuente

introducir estos efectos en los cálculos comunes por lo pequeños. A

veces puede convenir tomar en cuenta la vibración haciendo 8 = 0.

k) El impacto de fuerzas.

Ciertas causas externas, tales como movimiento de vehículos y

otras pueden producir impacto sobre el relleno de un muro. Estos

efectos tienden a ser rápidamente amortiguados por el propio relleno

y no suelen tomarse en cuenta.

I) Los temblores.

El efecto de los movimientos sísmicos puede ser el aumentar

momentáneamente la presión lateral contra un muro. El efecto no

suele ser de gran consideración, pero en zonas críticas puede tomarse

en cuenta incrementando los empujes calculados en un 10%.

m) La acción de las heladas.

Cuando el drenaje de los rellenos no es adecuado, la parte

superior del mismo puede saturarse y en condiciones climáticas apropiadas

el agua puede helarse. Esto puede producir expansiones de

cierta importancia en el relleno sobre el muro y este efecto puede

hacerse notable cuando se repite frecuentemente. Estos efectos se

evitan con drenaje apropiado.

n) Las expansiones debidas a cambios de humedad en el relleno.

Estos problemas son frecuentes en rellenos arcillosos en los que

la expansión produce un aumento en las presiones laterales sobre el

muro; este aumento de las presiones está limitado por las condiciones

de fluencia del muro.

Cuando el suelo se seca, se contrae y la presión disminuye correspondientemente.

La reiteración de estos procesos puede ser perjudicial.

El efecto suele presentarse más intensamente en la superficie

del relleno, decreciendo con la profundidad, de modo que rara vez

se manifiesta abajo (¿le 1.5 m aproximadamente, bajo la superficie

del relleno.

No hay ningún método seguro para calcular los incrementos de

presión producidos por estos fenómenos, que pueden evitarse en gran

parte con estratos horizontales de material grueso, que actúe como

dren.


MECANICA DE SUELOS (II) 71

En este capítulo se estudiará únicamente el modo de calcular

los empujes laterales que puedan ejercerse entre el relleno y el elemento

de soporte, sin considerar otras fuerzas.

IV-3.

Estados “plásticos” de equilibrio. Teoría de Rankine

en suelos friccionantes

Considérese un elemento de suelo de altura dz situado a una

profundidad z en el interior de un semiespacio de suelo en “reposo”

(es decir sin que se permita ningún desplazamiento a partir de un

estado natural, que es lo que en lo sucesivo se entendrá por "reposo”

en este capítulo); sea la frontera del semiespacio horizontal (fig.

IV -3). En tales condiciones la presión vertical efectiva actuante sobre

la estructura del elemento es:

Pv — y z (4-1;

Donde y es el peso específico correspondiente al estado en que

se encuentre el medio.

Bajo la presión vertical

actuante el elemento de suelo

se presiona lateralmente originándose

así un esfuerzo horizontal,

ph, que, con base en

j —

dz

+ —

•ph=>ioyí

FIG. IV-3. Esfuenos actuantes sobre un elemento

de suelo en "reposo"

la experiencia, se ha aceptado

como directamente proporcional

a pv.

pn = K0y z (4-2)

La constante de proporcionalidad

entre pv = y z y

Ph se denomina coeficiente de presión de tierra en reposo y sus

valores han sido obtenidos experimentalmente en laboratorio y en el

campo, observándose, que, para suelos granulares sin finos, oscilá

entre 0.4 y 0.8. El primer valor corresponde a arenas sueltas y el

segundo a arenas intensamente apisonadas; una arena natural compacta

suele tener un K0 del orden de 0.5.

Si se representa en el diagrama de Mohr el circulo correspondiente

al estado de esfuerzos descrito para el elemento mencionado

(fig. IV-4) se obtendrá un círculo tal como el 1, que evidentemente

no es de falla.

A partir de estas condiciones de esfuerzo en “reposo” se puede

llegar a la falla por dos caminos de interés práctico. El primero consistirá

en disminuir el esfuerzo horizontal, manteniendo el vertical

constante; se llega así al círculo 2 de falla, con un esfuerzo principal

menor c3 = KAy z, donde KAse denomina coeficiente de presión acti-


72 CAPITULO IV

va de tierras; nótese que este esfuerzo tr3 corresponde en este círculo

a la presión horizontal, pues, por hipótesis, el esfuerzo principal

mayor correspondiente es yz o presión vertical debida al peso del

suelo sobreyaciente sobre el elemento. El segundo camino para llevar

a la falla al elemento en estudio consistirá en tomar al esfuerzo yz

como el principal menor, aumentando por consiguiente ahora la presión

horizontal hasta llegar a un valor Kp y z, tal que el círculo resultante

sea tangente a la línea de falla. El valor Kp recibe el nombre

de coeficiente de presión pasiva de tierras.

Las dos posibilidades anteriores son las únicas de interés práctico

para llegar a estados de falla a partir del de "reposo”, puesto que

respetan el valor yz de la presión vertical, que es una condición

natural del problema, por lo menos en un primer análisis simplificado.

De acuerdo con Rankine se dirá que un suelo está en estado

plástico cuando se encuentra en estado de falla incipiente generalizado.

Asi, de acuerdo con lo anterior, caben dos estados plásticos

prácticos. El que se tiene cuando el esfuerzo horizontal alcanza el

valor minimo Kayz y el que ocurre cuando dicha presión llega al valor

máximo Kpyz. Estos estados se denominan respectivamente activo y

pasivo.

En el estado plástico activo, (fig. IV-4) evidentemente se tiene:

* (4-2)

pv o-i N*

(ver fórmula 11-23, en el Volumen I de esta obra).


Se ve entonces que

MECANICA DE SUELOS (II) 73

K‘ =W = w ( « ° - í) <4-3>

Expresión que da el valor del coeficiente activo de presión de

tierras.

Análogamente, en el estado plástico pasivo se tendrá:

— = — = t¿ - (4-4)

p v 0-3 N<p

(ver fórmula 11-22, en el Volumen I de esta obra). Y resulta:

Kv = N* = tg2 («5° + £ } (4-5)

para el coeficiente pasivo de presión de tierras.

Los dos casos de estados plásticos anteriores parecen tener una

correspondencia con la realidad ingenieril que los hace de interés

práctico.

Considérese un muro cuyo relleno se supone originalmente en

“reposo”. Dicho muro podrá físicamente ser llevado a la falla de dos

maneras. Una por empuje del relleno, cediendo la estructura hacia su

frente: otra, por acción de algún empuje exterior, incrustándose el

muro en el relleno y deformándose hacia su espalda.

Rankine pensó que, bajo el empuje del relleno, el muro cede y

se desplaza, disminuyendo la presión del relleno a valores abajo del

correspondiente al “reposo”; esto haría que la masa de suelo desarrolle

su capacidad de autosustentación, por medio de los esfuerzos

cortantes generados. Si el muro cede lo suficiente, la presión horizontal

puede llegar a ser la activa, valor mínimo que no puede disminuirse

aun cuando el muro ceda más a partir del instante de su aparición.

Así, podría razonarse que, con tal de proyectar un muro para

resistir la presión activa, se garantizaría su estabilidad, siempre y

cuando el muro pudiese ceder lo suficiente como para que se desarrolle,

en última instancia, dicha presión activa.

Análogamente se podría razonar para el caso en que el muro

se desplace hacia su respaldo bajo una fuerza exterior suficiente

como para que llegue a desarrollarse la presión pasiva, en cuyo caso

podrá diseñarse la estructura contando con la máxima resistencia del

suelo.

Aplicando conceptos expuestos en el Capítulo XI del Volumen

I de esta obra, puede llegar a determinarse la inclinación de las 1ín<>a«;

de fluencia de una masa de suelo sujeta a cualquiera de los dos

estados “plásticos" aquí analizados. En efecto, según se vio, en un

elemento de suelo sujeto a un esfuerzo principal mayor vertical


74 CAPITULO IV

o-! y a uno menor horizontal cr3, la línea de fluencia se presenta a

un ángulo de 45° + <j>/2 respecto a la dirección del esfuerzo principal

menor, supuesta válida la hipótesis de falla de Mohr-Coulomb. En

la fig. IV-5 se muestran las líneas de fluencia obtenidas en cada

caso; la obtención se explica en los croquis que aparecen en la parte

superior.

i « i * p.

(a)

(b)

■yp»

1»•>-

ACTIVO

FIG. IV-5. Lineas de fluencia en los estados de equilibrio "plástico"

Debe notarse cuidadosamente que las fórmulas o ideas expuestas

valen sólo para el caso en que la superficie del relleno de tierra sea

horizontal y el paramento del muro vertical. Para superficie de relleno

en plano inclinado se analizan los estados de equilibrio “plástico”

en el Anexo IV-a.

IV-4.

Fórmulas para los empujes en suelos friccionantes.

Hipótesis para su aplicación

Si las expresiones para las presiones activa y pasiva, dentro de la

Teoría de Rankine, obtenidas para una profundidad z, se integran

a lo largo de la altura H de un muro de retención, podrán obtenerse

los empujes totales correspondientes. El procedimiento implica la

suposición de que los estados plásticos respectivos se han desarrollado


MECANICA DE SUELOS (II) 75

totalmente en toda la masa del relleno, es decir, que el muro se ha

deformado lo necesario.

Así, para el estado plástico activo podrá escribirse, con base en

la ec. 4-2:

P » Y Z t A £L\

P* = W = tt; (4' 61

Expresión que da la presión horizontal actuante sobre el muro

a la profundidad z, para el caso de relleno con superficie horizontal.

En un elemento dz del respaldo del muro, a la profundidad z,

obra el empuje.

dE* = ~W ^zdz

Supuesta una dimensión unitaria normal al papel; por lo tanto

en la altura H el empuje total será:

a = 7 ^ J > = 2 7 T ’'H- = 4 - JC .TH . (4.7)

La expresión 4-7 da el empuje total activo ejercido por un

relleno de superficie horizontal contra un muro de respaldo vertical.

En forma análoga, para el estado plástico pasivo, a partir de la

fórmula 4-4 se llega al valor del empuje pasivo total:

E P = ¿N tY H * = l- K PyH* (4-8)

Válida también para muro de respaldo vertical y superficie de

relleno horizontal.

Para efectos de cálculo de la estabilidad del muro, considerado

como un elemento rígido, el volumen de presiones puede considerarse

substituido por sendas fuerzas concentradas, cuya magnitud queda

dada por E Ay E P; dada la distribución lineal que para ambas presiones

se tiene en la Teoría de Rankine, se sigue que el punto de aplicación

de tales fuerzas está a un tercio de la altura del muro contado

a partir de la base.

Desde luego ambas fuerzas resultan horizontales en el caso hasta

aquí tratado.

En el caso de que la superficie del relleno sea un plano inclinado

a un ángulo ¡3 con la horizontal, las presiones anotadas para los

casos activo y pasivo en el Anexo IV-a, permiten, por un proceso

de integración análogo al arriba efectuado, llegar a las expresiones

de los empujes activo y pasivo. Estas expresiones son:


CAPITULO IV

c 1 7 j., f „ cosS — V c o s2S — cos-<¿>“] . .

£ a = t t ^ 1 C O S 0 r Z. (4-9)

2 |_ cos0 + y c o s -0 — cos2<£j

E . = ± . , f f fcosg j g g I (4-10)

¿ L COS0 — V COS23 — COS~<jjJ

E n vista de que las distribuciones de presión también son lineales

y su dirección es paralela a la superficie del relleno, las resultantes

serán paralelas a la superficie del relleno y estarán aplicadas a un

tercio de la altura del muro, a partir de su base.

N ótese que para 0 = 0 las fórmulas 4-9 y 4-10 se reducen a

las (4-7) y (4-8), respectivamente.

U n caso práctico de interés es el que resulta de considerar la

superficie del relleno, supuesta horizontal, sujeta a una sobrecarga

uniformemeñte distribuida, de valor q. Este caso puede analizarse,

para el estado plástico activo, como sigue:

Se vio que, en este caso:

0"S _ 1 JV"

a i. N<p

Al obrar la sobrecarga q, el esfuerzo vertical se transforma en:

y el horizontal en:

ffi* = ffi + q

= tr3 -t- A<t3

por lo tanto, podrá ponerse

de donde

1 _ ffs + Acr3

ffi + q

ffs + Ao-3 = 4 j - + - jr r

N# N<p

Por comparación con el caso de sobrecarga nula se deduce de

inmediato:

A ph = Ao-3 = = K Áq (4-11)

O sea que, para el caso activo, el efecto de la sobrecarga uniformemente

distribuida es simplemente el aumentar uniformemente la

presión actuante contra el muro en el valor dado por la ec. 4-11,


MECANICA DE SUELOS (II) 77

De un modo totalmente análogo puede verse que para el caso

pasivo el efecto de la sobrecarga uniforme es aumentar la presión

en el valor:

A ph = A c i = qNf = KPq (4-12)

Debe notarse cuidadosamente que las fórmulas 4-11 y 4-12

tienen su campo de aplicación restringido a relleno con superficie horizontal.

Para el caso de relleno inclinado podrán obtenerse expresiones

análogas, a partir de las fórmulas que para las presiones

correspondientes aparecen en el Anexo IV-a.

Otro caso de interés práctico es aquél que se tiene cuando parte

del relleno horizontal arenoso tras el muro está en condición sumergida.

Si H es la altura total del muro y H Xt contada a partir de la

corona, es la altura de arena no sumergida, (fig. IV -6), la presión

vertical del relleno en un punto bajo el nivel del agua será:

pv —yHx + z' Y (4-13)

F I6 . IV-6, Presiones activas de un relleno arenoso parcialmente sumergido y sujeto a

sobrecarga uniformemente distribuida

Así, la presión ejercida horizontalmente por la arena bajo el nivel

freático será:

* = N 7= wr ( 4 ' 1 4 )

Además, en este caso, sobre el muro y bajo el nivel freático se

ejercerá la presión hidrostática:

Pw — yw z' (4-15)

El empuje total activo estará dado, por consiguiente, por:

E á = + 7 f í rH lH * + + 2 ^ H l <4' 16)


78 CAPITULO IV

Nótese que, a pesar de que el hecho de que la arena esté sumergida

hace disminuir el valor de y a T> empuje sobre el muro

aumenta grandemente en este caso, pues el efecto hidrostático del

agua no está afectado por ningún término reductor del tipo \/N$.

Fórmulas análogas a las 4-13 a 4-16 pueden obtenerse para el

caso pasivo y para los casos de relleno no horizontal.

Si, sobre los efectos ahora considerados, existe la sobrecarga uniforme

q, su influencia deberá superponerse. Este es el caso que aparece

dibujado en la fig. IV-6.

Todas las fórmulas anteriores se aplican frecuentemente en la

práctica de la construcción de muros de retención de mampostería o

de concreto reforzado, por lo cual es de fundamental importancia

recapitular las condiciones de su aplicabilidad. Estas son, por supuesto,

las hipótesis de que está afectada la Teoría de Rankine y se

destacan a continuación:

1? Los estados “plásticos”, tanto activo como pasivo, se desarrollan

por completo en toda la masa del suelo. Ya se comentó

que esta hipótesis se verifica razonablemente en los muros

reales, que pueden deformarse lo suficiente para ello, siempre

y cuando el proyectista no tome precauciones especiales para

restringir los movimientos de la estructura como cuerpo rígido.

El tipo de movimiento necesario para que pueda desarrollarse

un estado "plástico” es un ligero giro del muro en torno a su

base, en el sentido conveniente.

2" Cuando la superficie del relleno es horizontal y si el respaldo

del muro es vertical, como implícitamente se ha considerado

hasta ahora, el muro debe ser “liso”, es decir, el coeficiente de

fricción entre él y el suelo de relleno debe ser nulo. Cuando

la superficie del relleno es un plano inclinado a un ángulo ¡3

con la horizontal, ha de admitirse que el muro es rugoso con

un coeficiente de fricción con el suelo tal que las presiones

resultantes sobre el respaldo vertical resulten inclinadas al

mismo ángulo (3.

En muros de concreto reforzado con secciones típicas el análisis

por el método de Rankine presenta ciertas variaciones

que se mencionan en el Anexo IV-b.

IV-5. Teoría de Rankine en suelos “cohesivos”

En suelos puramente “cohesivos”, para la aplicación práctica de

las fórmulas que se obtienen a continuación, es necesario tener muy

presente que la “cohesión” de las arcillas no existe como propiedad

intrínseca, según ha quedado establecido en el Capítulo XII del Volumen

I de esta obra, sino que es propiedad circunstancial, expuesta

a cambiar con el tiempo, sea porque la arcilla se consolide o sea que


MECANICA DE SUELOS (II) 79

F!G. IV-7. Estados plásticos en el diagrama de

Mohr. (Suelos cohesivos)

La horizontal:

La vertical:

P a = yz — 2c

Pv = yz

se expanda con absorción de agua. Por ello, es necesario tener la

seguridad, en cada caso, de que la "cohesión” de que se haya hecho

uso en las fórmulas de proyecto, no cambie con el tiempo. Obviamente

esta garantía, según se comenta adelante, es, por lo menos, muy

difícil de obtener.

Considérese un elemento de suelo puramente "cohesivo” a la

profundidad z. Al igual que en el caso de los suelos friccionantes,

si la masa de superficie horizontal de suelo está en "reposo”, la

presión horizontal sobre el elemento, sujeto a la presión vertical

yz, será K0 yz. En este caso el valor de K0 depende del material y de

su historia previa de esfuerzos (Capítulo XII del Volumen I de esta

obra).

En la fig. IV-7 se representa, en el círculo 1, al estado de esfuerzos

del elemento arriba mencionado.

Como antes, si se permite

deformación lateral, el material

puede llegar a la falla de

dos modos. En el primero se

permite que el elemento

se deforme lateralmente, por

disminución de la presión horizontal,

hasta el valor mínimo

compatible con el equilibrio;

este nuevo estado de

esfuerzos se representa con el

círculo 2 y corresponde al estado

“plástico” activo, en el

cual (ver fig. IV-7) las presiones

valen:

(4-17)

pv es el esfuerzo principal mayor y pÁ el menor, en el círculo de

falla 2 tangente a la envolvente s = c, obtenida en prueba rápida.

El otro modo de alcanzar la falla en el elemento situado a la profundidad

z, sería aumentar la presión horizontal hasta que, después

de sobrepasar el valor yz, alcanza uno tal que hace que el nuevo

círculo de esfuerzos (círculo 3) resulte también tangente a la envolvente

horizontal de falla. En este momento se tiene el estado "plástico”

pasivo y las presiones alcanzan los valores.

La horizontal: pP = yz + 2c

( 4- 18)

La vertical: p„ = yz

y pP es el esfuerzo principal mayor.


80 CAPITULO IV

También ahora puede establecerse la misma interpretación práctica

respecto a la generación de los estados plásticos eri el diseño

de muros de retención. Las fórmulas para las presiones activas pueden

relacionarse con el empuje de suelos sobre muros, en tanto que las

pasivas se relacionan con los casos en que los muros presionan al

relleno tras ellos.

Desde este punto de vista pueden obtenerse, como en el caso de

suelos friccionantes, fórmulas para los empujes totales activo y pasivo,

integrando en la altura H del muro las respectivas presiones horizontales.

El procedimiento para ello es el ya descrito y los resultados

obtenidos son:

E Á= j - y H * - 2 c H (4-19)

E P= ■— y H- + 2cH (4-20)

Estos empujes son horizontales y pasan por el centroide del área

de presiones.

Debe notarse que las fórmulas 4-19 y 4-20 únicamente serían

aplicables si la superficie del relleno tras el muro fuera horizontal

y si los estados plásticos correspondientes se desarrollaran por completo

en el relleno.

La fórmula 4-19 proporciona un procedimiento sencillo para

calcular la máxima altura a que puede llegarse en un corte vertical

de material “cohesivo” sin soporte y sin derrumbe. En efecto, para

que un corte vertical sin soporte se sostenga sin fallar, la condición

será E a = 0, lo que, según la expresión 4-19, conduce a:

y

yH2 — 2cH — 0

4c

//« = — (4-21)

T

El valor H c suele denominarse altura crítica del material "cohesivo”.

La fórmula 4-21 da valores un poco altos de la altura

estable real y en caso de ser usada en la práctica deberá ser afectada

por un factor de seguridad de 2, como mínimo.

La Teoría de Rankine aplicada a suelos "cohesivos’' debe ser

objeto de una discusión de carácter fundamental. En efecto, como va

se mencionó, la "cohesión”, tal como se ha interpretado en el pasado,

no es un elemento de cálculo confiable, sino un parámetro cuya variación

con el tiempo es grande, difícil de prever y generalmente tendiente

a disminuir el valor inicial.


MECANICA DE SUELOS (II) 81

Como una regla general, el proyectista no debe confiar en ella, por

sugestiva que inicialmente se le presente, en obras de retención. Un

relleno siempre tiene la posibilidad de saturarse de agua más o menos

rápidamente; una excavación siempre induce un flujo hacia sus bordes.

Así, en cualquier caso, el material “cohesivo” tiende a disminuir

su resistencia finalmente y un proyecto basado en la resistencia del

suelo por "cohesión” quedará en condiciones inseguras con el paso

del tiempo.

Se han citado casos en que, por razones particulares, pudiera

pensarse en la posibilidad de que el relleno no variase su contenido

de agua con el tiempo. El caso de relleno superficialmente pavimentado

(zonas urbanizadas) o recubierto de algún modo es el más

socorrido. Pero aún así, la ruptura de un tubo que conduzca agua,

la presencia de áreas verdes o, inclusive, la utilización posterior dei

terreno para otros fines que obliguen a retirar el recubrimiento, aconsejan

al proyectista no confiar inicialmente en un parámetro de resistencia

expuesto a desvanecerse.

Existe el hecho adicional

de que cuando el relleno

cohesivo aumenta su contenido

de agua y, por consiguiente,

pierde “cohesión”,

la presión sobre el muro

aumenta fuertemente sin

signo exterior que lo acuse.

Así la falla se presenta en

forma abrupta, sin avisos

precursores.

Por todo ello no es aconsejable

el uso práctico de las

fórmulas presentadas en esta

sección para los empujes,

salvo casos tan especiales

que difícilm ente pueden

imaginarse.

Si se observa la primera

de las fórmulas 4-17 se nota

que teóricamente la distribución

de la presión del relleno

es lineal, con una zona

superior trabajando a tensión

y una inferior a com-

Muro de retención mostrando grietas por empuje presión. El valor de la tenefe/

relleno. Nótese la falta de drenaje frontal sión en la superficie de

7—Mecánica de Suelos II


82 CAPITULO IV

relleno es 2c y la profundidad a que se extiende la zona de tensiones

caracterizada por p.\ — 0, resulta ser (ver fórmula 4-17):

(a)

(b)

FIG . IV-8. Distribución teórica de la presión activa

y pasiva en suelas puramente

"cohesivos"

En la fig. IV-8.a se muestra la distribución de presiones activas

en el presente caso, así como la profundidad a que se extiende la

zona de tensión.

La parte b) de la misma figura muestra la distribución teórica

de la presión pasiva.

Como al suelo no se le supone capacidad para trabajar a la tensión,

debe admitirse que, en el caso del estado activo, se desarrollarán

grietas verticales, cuya profundidad está dada por la fórmula 4-22.

El mecanismo de la formación de grietas puede concebirse como

sigue: en la superficie es donde el suelo está expuesto al máximo

esfuerzo de tensión: si en este plano por cualquier motivo se inicia

la grieta, en su parte inferior se produce una fuerte concentración

de esfuerzos de tensión, que hará que la grieta progrese hacia abajo,

hasta la zona en que ya no existan esfuerzos de tensión. Es, pues,

bastante lógico suponer que en suelos “cohesivos”, los agrietamientos

se producen siempre a cierta

profundidad. A falta de

mejor aproximación teórica,

la fórmula 4-22 proporciona

un criterio satisfactorio para

estimar la profundidad

de las grietas producidas.

En vista de todo lo expuesto

anteriormente en relación

al concepto de “cohesión”

y a su cambio con

el tiempo, se considera innecesario

extender el análisis

de los estados plásticos

a los casos de relleno inclinado

y a muros de respaldo no vertical. Esta extensión podrá

verse en la ref. 6.

IV-6.

Teoría de Rankine en suelos con “cohesión y fricción”

En el Capítulo XII del Volumen I de esta obra se discutieron las

distintas envolventes de resistencia al esfuerzo cortante de los suelos

y se concluyó que, desde el punto de vista de esfuerzos efectivos,


MECANICA DE SUELOS (II) 83

todos los suelos pueden considerarse puramente friccionantes; es

decir trató de relegarse el concepto de “cohesión” tal como tradicionalmente

ha sido considerado, a la categoría de mito.

Ello no obstante, la aplicación práctica del concepto de esfuerzos

efectivos a los problemas diarios presenta la dificultad de valuación

de las presiones de poro en la etapa de proyecto; este problema, ya

se dijo, no está hoy resuelto teóricamente en forma del todo satisfactoria.

Por otra parte, sobre todo en obras no muy grandes, resulta

antieconómico programar la medición de las presiones de poro durante

la construcción, e imposible, por lo tanto, el conocer en todo instante

la resistencia de los suelos al esfuerzo cortante, para poder modificar

sobre la marcha tanto el proyecto como los métodos constructivos.

Esto obliga, como también se aclaró, a seguir usando en el

presente las envolventes de resistencia en función de los esfuerzos

totales; siguiendo este criterio, el proyectista se ve frecuentemente

obligado a trabajar con dos parámetros de cálculo denominados

“cohesión y ángulo de fricción” aparentes. En la presente sección se

tratará precisamente la aplicación de la Teoría de Rankine a aquellos

suelos en los que la envolvente de falla, con base en esfuerzos totales,

obtenida del tipo de prueba triaxial adecuado al caso, presenta

“cohesión” y "fricción”, es decir, es del tipo tantas veces repetido.

s = c + crtg<¡>

Si el relleno es horizontal, puede razonarse de manera análoga

a como se hizo en la sección IV-4 para el material puramente friccionante.

Con referencia a la fig. IV-9, puede verse que un elemento

de suelo a la profundidad

z, considerado en “reposo”,

está sujeto a un estado de

esfuerzos representado por

el circulo 1. De nuevo puede

llegarse a la falla por

disminución de la presión

lateral o por aumento de la

misma a partir del valor

K0 yz. Se llega así a dos

círculos representativos de

los estados “plásticos” activo

(círculo 2) y pasivo

(círculo 3).

Se vio en el Capítulo XI

del Volumen I de esta obra

que en el caso que se trata

la relación entre el esfuerzo

principal máximo y el mínimo está dada por:

FIG . IV-9. Estados plásticos en el diagrama de

Mohr. (Suelos con "cohesión'1 y "fricción")


84 CAPITULO IV

ctj = ffzN<¡> + 2 c V N#

En el caso del estado activo, pA—cr3 y ax = yz, por lo que:

PÁ=N ¡ ~ ^ k ( 4 ' 2 3 )

En tanto que en el pasivo ffj = pPy er3 = yz: por ello:

pv —yz N<¡> + 2 c V Ñ l (4-24)

Las expresiones 4-23 y 4-24 dan las presiones horizontales

que se ejercen en los dos estados plásticos. Los empujes correspondientes

se obtienen, como siempre, integrando las presiones a lo largo

de la altura H del muro. Se obtiene así:

y

EA= — y H * - - ^ - H (4-25)

2 N* V N ¡

EP = ± N *y H * + 2 c V N ¡H (4-26)

Las líneas de acción teóricamente son horizontales a través del

centroide del área total de presiones.

En el caso del estado activo, al igual que en los suelos puramente

cohesivos, hay ahora una zona del diagrama de presiones que corresponde

a un estado de tensión. La profundidad a que llega esta zona,

contada a partir de la corona del muro, puede obtenerse con el criterio

de que en ese punto pA= 0. Si pA—0.

£ - = w y = (4-27)

A/V V Nf> y

Si, por efecto de estas tensiones, el relleno pudiera agrietarse ha

de tenerse en cuenta que dejarán de producirse las tensiones y, por

ello, el punto de aplicación del empuje podrá calcularse con base

en el triángulo inferior de compresiones, únicamente. Como antes,

ahora la expresión 4-27 da una idea plausible para calcular la profundidad

de la grieta formada.

La altura crítica con la que puede mantenerse sin soporte el suelo

en corte vertical puede calcularse también con el criterio EA= 0. En

tal caso:

1 y =

2 Nj, V N j

H e = - Í VÑ* (4-28)


MECANICA DE SUELOS (II) 85

Para el caso en que la superficie del relleno no sea horizontal, en

el Anexo IV-c se dan normas y fórmulas apropiadas.

IV-7.

Influencia de la rugosidad del muro mi la forma

de las líneas de fluencia

En el caso de un muro con relleno horizontal y de respaldo

vertical, la Teoría de, Rankine supone que éste es liso de modo que no

se desarrollan esfuerzos cortantes a, lo largo de él, con lo que

las presiones horizontales son esfuerzos principales. Las líneas de

fluencia resultan ser, entonces, dos familias de rectas inclinadas

45° ± <j>/2, respecto a la horizontal, según que se trate de los estados

plásticos activo o pasivo, respectivamente.

Si el respaldo del muro ha de ser considerado rugoso podrán

desarrollarse en su superficie esfuerzos cortantes que modifican la

forma de la red de líneas de fluencia. La nueva forma de estas redes,

con una somera discusión al respecto se presenta en el Anexo IV-d,

para el caso de suelos "friccionantes”.

IV-8.

Teoría de Coulomb en suelos “friccionantes”

En 1776 C. A. Coulomb publicó la primera teoría racional para

calcular los empujes en muros de retención. En la Teoría se considera

que el empuje sobre un muro se debe a una cuña de suelo

limitada por el paramento del muro, la superficie del relleno y una

superficie de falla desarrollada dentro del relleno, a la que se supone

plana, (fig. IV-10).

FIG. IV-10. Meconismo d * • m pu¡• d o sun/os " fríc c io n o n io t" según C o u lo m b


86 CAPITULO IV

La cuña OAB tiende a deslizar bajo el efecto de su peso y por

esa tendencia se producen esfuerzos de fricción tanto en el respaldo

del muro como a lo largo del plano OB. Supuesto que las resistencias

friccionantes se desarrollan por completo, las fuerzas EAy F resultan

inclinadas respecto a las normales correspondientes los ángulos 5 y <j>,

de fricción entre muro y relleno y entre suelo y suelo respectivamente.

El valor numérico del ángulo 8 evidentemente está acotado, de

modo que:

0 < 8 <<¿

En efecto, 8 = 0 corresponde al muro liso y es inconcebible un

valor menor para un ángulo de fricción. Por otra parte, si 8 > <t>, lo

cual en principio es posible, la falla se presentaría en la inmediata

vecindad del respaldo del muro, pero entre suelo y suelo; este caso

es prácticamente igual a que el deslizamiento ocurriese entre muro

y suelo, por lo que el máximo valor práctico que puede tomarse

en cuenta para 8 es precisamente <¿>. Siguiendo indicaciones de

Terzaghi, el valor de 8 puede tomarse en la práctica como:

| - < 8 < - | ¿ ( « 9 )

Considerando el equilibrio de la cuña se ve que el polígono dinámico

constituido por W, F y E debe cerrarse. Como W es conocida

en dirección y magnitud y se conocen previamente las direcciones

de E y F, dicho dinámico puede construirse para una cuña dada.

Así puede conocerse la magnitud del empuje sobre el muro. Es claro

que no hay razón ninguna para que la cuña escogida sea la que

produce el empuje máximo. Se ve, así, que el método de trabajo que

se propone tiene que desembocar en un procedimiento de tanteos,

dibujando diferentes cuñas, calculando el empuje correspondiente

a cada una y llegando así a una aproximación razonable para el

valor máximo, producido por la cuña “crítica”.

Debe notarse que si el plano de falla escogido coincide con el

respaldo del muro, el empuje correspondiente a esa cuña será, evidentemente,

nulo y si el plano de falla se escoge formando un ángulo

<t> con la horizontal el empuje también es nulo; en efecto, en

este caso (ver fig. IV-10) la fuerza F resulta vertical hacia arriba;

siendo W vertical hacia abajo, la única posibilidad de equilibrio

será W = F y E = 0. Para cuñas con plano situado entre esas dos

posiciones extremas, el empuje sobre el muro no es cero, luego debe

existir un máximo, que resulta así geométricamente acotado. Ese

máximo es el que ha de aproximarse por el método de tanteos arriba

descrito. En la sección IV-9, se reseñan algunos métodos que per­


MECANICA DE SUELOS (II) 87

miten llegar a un valor del empuje máximo adecuado para los

proyectos prácticos gráficamente, obviando los tanteos.

Para el caso de un relleno “friccionante” limitado por un plano,

aunque sea inclinado y de un muro de respaldo plano puede darse

un tratamiento matemático a las hipótesis de Coulomb y llegar a

una fórmula concreta para el empuje máximo. Esta fórmula se deduce

en el Anexo IV-e y se presenta a continuación:

EA= - y H 2_________________ eos2 (<fr • oj)

2

cos‘w eos (S + u>) Ti + /sen(6 + 0)senfo — fl)~

L \ cos(8 + w ) cos( oj — 0 ) _

(4-30)

donde:

= ¿ r * K

E a empuje activo máximo, según la Teoría de Coulomb

<j> ángulo de fricción interna de la arena

oj ángulo formado entre el respaldo del muro y la vertical

0 ángulo formado entre la superficie plana del relleno y la horizontal.

Las demás letras tienen el significado usual en este capítulo.

Si el muro es de respaldo vertical, u = 0 y la fórmula 4-30 se

reduce a:

Ea = ± r H 2 -----------------------

eos § í~ 1 + /sen (8 + +) sen (< /.-0 )12 (4-31)

L \ eos 8 eos 0 J

Si, además, el relleno es horizontal 0 = 0 y de la expresión 4-31

se obtiene:

E a = U h * ------------------- < 2 ͱ ------------------ (4-32)

2 c o s 8 [l

eos 8

Debe notarse que si 8 = 0 o sea si no hay fricción entre el muro

y el relleno, la ec. 4-32 conduce a la fórmula:

E a - - y H 2 —~ - en ^ _ —1 - y H 2 (4-33)

Á 2 1+sen $ 2N<,y { óó)

De manera que, para este caso, las teorías de Rankine y Coulomb

coinciden.


88 CAPITULO IV

También es interesante hacer notar que si en la fórmula 4-31 se

considera 8 = ¡J, se obtiene la expresión 4-9 de la Teoría de Rankine;

es decir que la Teoría de Coulomb coincide con la de Rankine

si el empuje se considera paralelo a la superficie del relleno.

Históricamente Coulomb no consideró el estado pasivo de esfuerzos,

pero sus hipótesis se han aplicado a este caso, siendo posible

obtener fórmulas similares a las presentadas para el caso activo. De

hecho la fórmula para el caso pasivo es la misma 4-30, pero cambiando

en ella <¡>por — <¿>, 8 por — 8 y cambiando el signo del radical

del denominador; la fórmula resulta:

EÁ= ly H > .

cos2w eos (w — 8)

eos2 + w)

f. _ /sen(8 + <ft)sen(ft + ¡5)

|_ \cos(co — 8)cos(u — 3) _

(4-34)

La justificación del cambio se ilustra en la fig. IV-11. La deducción

de la fórmula es análoga a la presentada en el Anexo IV-e,

teniendo en cuenta las diferencias comentadas.

En el Anexo IV-f se presentan también los análisis por sobrecarga,

para relleno estratificado y para respaldo del muro formado

por una linea quebrada, que se salen de la situación analizada en

esta sección.

Si el ángulo 8 es grande, la superficie de deslizamiento real se

aparta mucho del plano supuesto en la Teoría de Coulomb y ésta

conduce a errores de importancia, fuera de la seguridad en la

determinación del empuje pasivo. Terzaghi y Peck valúan ese error

en hasta un 30% si 8 = <j>, teniéndose valores menores para menores


ángulos 8. En el caso del empuje activo la influencia del valor del ángulo

8 es mucho más pequeña y suele ignorarse en la práctica.

La Teoría de Coulomb no permite conocer la distribución de

presiones sobre el muro, pues la cuña de tierra que empuja se

considera un cuerpo rígido sujeto a fuerzas concentradas, resultantes

de esfuerzos actuantes en áreas, de cuya distribución no se especifica

nada. Por ello, no puede decirse nada, dentro del cuerpo de la Teoría

respecto al punto de aplicación del empuje activo. Para salvar esta

dificultad el propio Coulomb supuso que todo punto del respaldo del

muro representa el pie de una superficie potencial de deslizamiento.

Así puede calcularse el empuje sobre cualquier porción superior del

muro; si ahora se considera un pequeño aumento en la altura de la

porción, calculado el nuevo empuje, se tiene por diferencia con el anterior

el incremento, AE, de empuje en que aumentó el valor original:

este incremento entre el aumento de altura que se haya considerado

da la presión en ese segmento del muro. Con este método convenientemente

reiterado puede conocerse con la aproximación que se desee,

la distribución de presiones sobre el muro en toda su altura, por cuyo

centroide pasará el empuje resultante. Lo anterior conduce a la distribución

hidrostática, con empuje a la altura H J3 en muros con

respaldo plano y con relleno también limitado por superficie plana.

Para los casos en que no se cumplan estas condiciones, el método

anterior resulta laborioso y Terzaghi ha propuesto una construcción

aproximada que, sin embargo, da el punto de aplicación con suficiente

precisión en la práctica, según la cual basta trazar por el centro

de gravedad de la cuña crítica, una paralela a la superficie de

falla, cuya intersección con el respaldo del muro da el punto de aplicación

deseado.

Por otra parte, cabe un comentario de crácter general respecto

a la Teoría de Coulomb. Aparentemente el método toma en cuenta,

tal como aquí se ha descrito, dos ecuaciones de equilibrio de proyección

de fuerzas (a esto equivale, en esencia, el hecho de que el

dinámico sea un polígono cerrado), con dos incógnitas, E y F, de las

cuales, a fin de cuentas, sólo una interesa; sin embargo, debe notarse

que hubiera podido trabajarse con una sola ecuación de proyección

y una sola incógnita (E ) si se proyectasen las fuerzas sobre una

normal a la dirección conocida de F. Puede así afirmarse que la

Teoría de Coulomb utiliza para establecer el equilibrio de la cuña

rígida una sola ecuación de equilibrio, lo cual es insuficiente, según

la Estática.

IV-9.

MECANICA DE SUELOS (II) 89

Métodos gráficos para la aplicación de la Teoría de

Coulomb a rellenos “friccionantes”

Se presenta a continuación un método gráfico debido a Culmann®

que permite llegar fácilmente al valor del máximo empuje ejercido


90 CAPITULO IV

contra un muro por un relleno arenoso. El método es general y se

aplica a relleno de cualquier forma; la descripción del método se

refiere a la fig. IV-12.

El método consiste en lo siguiente: por el punto A, de la base del

muro trácense dos líneas, la ‘ <¡>" y la ‘‘6’’; la primera a un ángulo

<j>con la horizontal y la segunda a un ángulo 6 con la anterior. El

ángulo 6 y su método de obtención son los mostrados en la figura

mencionada.

A continuación, escójanse diferentes planos hipotéticos de deslizamiento,

Abx, Ab-2 ■■. etc. El peso de estas cuñas de deslizamiento

podrá calcularse multiplicando su área por el peso específico, y, de

la arena que constituye el relleno (recuérdese que se considera una

dimensión unitaria en la dirección normal al plano del papel). A una

escala de fuerzas conveniente, estos pesos podrán llevarse, a partir de

A sobre la “línea </>"; así se obtienen los puntos au a2.. . etc.

Por estos últimos puntos trácense ahora paralelas a la “línea 6”,

hasta cortar en los puntos Ci c¡¡. , . etc. a los respectivos planos de

falla de las cuñas. Los segmentos ai Ci. a2 c2 •.. etc. representan, a la

escala de fuerzas antes usada, los empujes que produce cada una de

las cuñas arbitrariamente escogidas. En efecto, en la sección b) de la

fig. IV-12 aparece un triángulo de fuerzas correspondiente a una

cualquiera de las cuñas deslizantes escogidas. El empuje E y el peso

W forman el ángulo 0, puesto que este es, por definición, el ángulo

formado por £ y la vertical. Entre la reacción a lo largo del plano


MECANICA DE SUELOS (II) 91

de falla, F, y W se forma el ángulo ¡3 — <j>, siendo (3 el que forma

el plano de deslizamiento con la horizontal.

FIG . IV -13. El método de Culmann cuando existe una sobrecarga lineal

Considérese ahora el triángulo Aa2 c2r ligado, por ejemplo, a la

misma cuña deslizante. Aa2 es proporcional al peso de la cuña, W,

por construcción. El ángulo en a2 es 0 por ser a2 c2 paralela a la “línea

6". Evidentemente, el ángulo en A, del triángulo Aa2 c2, es (3 — </>,

siendo 3 el ángulo que forma el plano de deslizamiento Ab2 con la

horizontal. Entonces el triángulo Aa¿ c2 es semejante al 123 de

la parte b) de la fig. IV-12, Se ve, comparando esos triángulos que

el lado a2 c2 es el homólogo de E en el triángulo de fuerzas; por lo

tanto esas dos magnitudes son proporcionales y c2 a2 representa a E

a la escala de fuerzas escogida.

Puede trazarse una linea que contenga a todos los puntos c, obtenidos

según se vio. Esta es la “línea de empujes" o línea de Culmann.

Una paralela a la “línea <£”, tangente a la línea de Culmann, permite

calcular el empuje máximo como el segmento ac, interpretado a la

misma escala de fuerzas usada y siendo c el punto de tangencia resultante

sobre la línea de Culmann. La línea Ac. prolongada hasta b,

proporciona el plano de deslizamiento más crítico, ligado al máximo

empuje.


92 CAPITULO IV

El método de Culmann permite también llegar al empuje máximo

producido por la combinación de un relleno “friccionante” y una

sobrecarga lineal de intensidad q unidades de fuerza por unidad de

longitud (fig. IV -13).

El procedimiento a seguir es totalmente análogo al arriba descrito,

con la diferencia de que a la derecha del plano Ab3 definido

por la posición de q, debe llevarse sobre la “línea <f>” no sólo el peso

de la cuña deslizante, sino, sumado, el valor de q a la misma escala de

fuerzas usada. Precisamente en la línea Ab3 la curva de Culmann

deberá presentar una discontinuidad por efecto de la sobrecarga.

F IS . IV -14. Punto de aplicación del empuje, según el método de Culmann

El empuje E ', dado por el segmento a' c' es el máximo considerando

la sobrecarga, mientras que el segmento ac sería el empuje

máximo, si no hubiese sobrecarga. Se sigue que si la sobrecarga

estuviese situada a la derecha de b" ya no ejercería efecto, pues

en tal caso el empuje sería igual al máximo obtenido con la línea

de Culmann punteada; desde luego la línea cc" se ha trazado paralela

a la “línea <j>”

El punto de aplicación del empuje máximo puede obtenerse también

gráficamente y con suficiente aproximación siguiendo las reglas

que se detallan en la fig. IV-14.

Si no hay sobrecarga lineal una paralela a la superficie de deslizamiento

crítica Ab por G, centro de gravedad de la cuña deslizante,

corta el muro en un punto en que puede considerarse aplicado el

empuje E. (fig. IV-14.a).

Si hay sobrecarga, a la fuerza anterior se añadirá, para fines de

diseño, otra, A E, calculada restando E' — E, obtenidos como se indica

en la fig. IV-13, y aplicada en el tercio superior del segmento

f¡/, en el que / es la intersección de una paralela a la “línea


trazada por q, con el respaldo del muro y /' es la intersección con el

mismo plano de una paralela a la superficie crítica de deslizamiento,

trazada también por q. (fig. IV-H .b).

En el Anexo IV-g se presenta un método alternativo del de

Culmann, debido a Engesser10.

El método de Culmann puede emplearse para el cálculo del empuje

pasivo ejercido contra un relleno arenoso. El procedimiento y su

demostración son idénticos, con la diferencia de que la “línea <j>"

debe ahora dibujarse formando ese ángulo con la horizontal, pero

hacia abajo.

IV. 10.

MECANICA DE SUELOS (II) 93

La Teoría de Coulomb en suelos con “cohesión”

y “fricción”

Cuando un muro con relleno “cohesivo” y “friccionante” está

en las condiciones mostradas en la fig. IV-15.a, la superficie de falla

es una curva como la indicada y, bajo la zona de agrietamiento ya

mencionada, las líneas de fluencia son curvas, (véase el Anexo

IV-c).

FIG . IV-15. Simplificación para llegar a la aplicación de la feorla de Coulomb en

rellenos con materiaI "cohesivo" y "Iriccionante"

Dentro de la cuña A'MM'N'N el estado de esfuerzos es semejante

al analizado atrás dentro de la Teoría de Rankine y el diagrama

de presiones en la vertical A' A" puede calcularse como ya se dijo. El

empuje total contra el muro estará entonces dado por la resultante de

ese diagrama de presiones combinada con el peso de la cuña B'AA'A"

y la fuerza de reacción existente en la superficie AA'. Todo esto

conduce a un procedimiento laborioso y difícil que normalmente se

abrevia recurriendo a simplificaciones.

Por ejemplo, puede suponerse, como se hace en la parte b) de

la fig. IV-15, que la superficie hipotética de falla supuesta es un

círculo y en tal caso puede calcularse el empuje aplicando el método

del "círculo de fricción”, como más adelante se expone. También

puede suponerse que esa superficie tiene como traza con el papel


94 CAPITULO IV

un arco de espiral logarítmica, lo cual permite desarrollar un método

de cálculo conveniente, que también se menciona posteriormente.

En la mayoría de los casos de la práctica resulta suficientemente

aproximado el considerar a la superficie hipotética de falla como

un plano que se extienda desde la base del muro hasta la zona de

agrietamiento, tal como se muestra en la parte c) de la fig. IV-15.

Así resulta aplicable al caso la teoría de Coulomb en la forma que

a continuación se presenta con referencia a la fig. IV-16.

Supuesta una cuña de deslizamiento, su equilibrio quedará garantizado

por el de las siguientes fuerzas: el peso propio total, W, calculado

como el producto del área de la cuña por el peso específico

del suelo: la reacción entre la cuña y el suelo, con dos componentes,

F debida a la reacción normal y a la fricción y C, debida a la "cohesión";

la adherencia, C', entre el suelo y el muro y, finalmente, el

empuje activo E.

Estas fuerzas deben formar el polígono cerrado que aparece en

la fig. IV-16, en el cual puede calcularse el valor de E correspondiente

a la superficie de falla supuesta. Nótese que las fuerzas

C y C' pueden conocerse no sólo en dirección, sino también en

magnitud, multiplicando el parámetro c del suelo por las longitudes

AG y AB' respectivamente.

El método de cálculo lleva a un procedimiento de tanteos para

determinar el máximo E posible. El muro deberá calcularse, por

supuesto, para soportar la combinación de las fuerzas C’ y E míz.


J^n caso del empuje pasivo también puede llegarse a aplicar

Teoría de Coulomb simplificando la forma de la superficie de

deslizamiento, que resulta también curva, a modo de considerarla

recta, en forma análoga a la arriba indicada. En estas condiciones,

también puede encontrarse el empuje de proyecto por un procedimiento

de tanteos análogo al descrito para el empuje activo. Vuelve

a insistirse en que, para el caso de empujes pasivos, la Teoría de

Coulomb resulta ya muy poco aproximada y del lado de la inseguridad,

por lo que su uso no es recomendable.

IV-11.

MECANICA DE SUELOS (II) 95

El método del Círculo de Fricción

Este método es aplicable para el caso de que la superficie de

deslizamiento se suponga circular y, de acuerdo con la fig. IV -17,

puede, para el caso activo, desarrollarse como sigue:

Después de calcular la profundidad de la zona agrietada, trácese

una curva circular de centro en O y radio R, la cual se considera


96 CAPITULO IV

como la traza de una superficie hipotética de falla. El peso de la

masa de tierra deslizante puede calcularse por cualquier procedimiento

práctico, así como la magnitud de las fuerzas C de “adherencia”

entre el muro y el suelo y C, efecto de la “cohesión” a lo largo de la

superficie de deslizamiento. La linea de acción de C es el respaldo

del muro, pero la de C ha de calcularse teniendo en cuenta que debe

ser paralela a la cuerda AM que subtiende el arco circular y estar

situada a una distancia x del centro del citado arco tal que su momento

con respecto a ese centro sea igual al momento de los esfuerzos

c a lo largo del arco circular, es decir:

A través del centro del triángulo AB'V' dibújese una vertical

hasta cortar a una paralela a la superficie del relleno que pase por

el tercio inferior del segmento A V . En este punto de intersección

puede considerarse aplicada, con suficiente aproximación, la resultante

de la fuerza P (componente normal y de fricción del empuje

total) y la fuerza de adherencia C , entre el muro y el suelo. Ésto

equivale a suponer que a lo largo de A V hay una distribución lineal

de presiones, cuya resultante, paralela a la superficie del relleno,

actúa contra el respaldo del muro en combinación con el peso del

triángulo AB'V'; a esta acción total sobre el muro, se opone, como

reacción (colineal), la resultante de P y C'. Según se ve, lo anterior

es simplemente la aplicación de las ideas de Rankine. Esta fuerza P

puede considerarse inclinada un ángulo 8 = 2<j>/3, respecto a la normal

al respaldo del muro.

Las fuerzas C y C', según ya se comentó, son conocidas en

magnitud y dirección y su resultante puede calcularse. Esta resultante

es el vector 1-2 del dinámico mostrado en la parte b) de la fig.

IV -17. La línea de acción de esta resultante puede obtenerse trazando,

en la parte a) de la figura, una paralela a la dirección 1-2 por

el punto ae intersección. D. de C y C'.

La línea de acción de la resultante de C y C' puede prolongarse

hasta cortar a la del peso de la masa deslizante. W , en el punto

G. El vector 1-3 del diagrama de fuerzas es la resultante de IV, C

y C'- La línea de acción de esta resultante puede obtenerse trazando

una paralela a tal dirección por el punto G: tal línea de acción debe

prolongarse hasta cortar a la línea de acción de P en el punto H.

Con centro en O y radio igual a Rsen</> dibújese una circunferencia;

ésta recibe el nombre de "círculo de fricción”. Por H puede

trazarse con suficiente aproximación, una tangente al "círculo de fricción”.

Es claro que esta línea forma un ángulo <¡¡ con el radio de la

superficie de falla correspondiente al punto I, en el cual corta la tangente

a la superficie de falla; por lo tanto la línea If es la linea de


MECANICA DE SUELOS (II) 97

acción de la reacción total que corresponde a la línea de falla AM.

En realidad habría que efectuar una corrección, pues esta resultante

no es tangente al círculo de fricción, pero la corrección es pequeña

y prácticamente despreciable. Este punto se analizará en la sección

correspondiente del Capítulo V.

Por el punto 1 del diagrama de fuerzas debe llevarse una paralela

a // y por el 3 una paralela a P, obteniéndose así el punto 4 que

cierra el polígono de fuerzas y determina el valor del empuje P correspondiente

a la superficie de falla supuesta. La composición de

P y C' proporciona el empuje total E correspondiente a la sección

considerada.

Para encontrar el valor máximo posible de P, para fines de

proyecto, deberá seguirse un procedimiento de tanteos, reiterando el

método anterior el número de veces necesario.

Para el caso de empuje pasivo es posible desarrollar un procedimiento

similar al arriba descrito.

IV-12. Método de la espiral logarítmica

Se ilustra a continuación, para el caso de empuje pasivo, otro

método de cálculo muy frecuente en la solución de problemas de presión

de tierras. En este método, llamado de la espiral logarítmica,

no es preciso suponer que la superficie de deslizamiento en estudio

sea plana. En la fig. IV-18.a se representa una superficie de contacto

AB que empuja a un relleno de superficie horizontal y constituido

por un material cuya resistencia al esfuerzo cortante sigue la ley

general:

s = c + <rtg^>

La superficie de deslizamiento consta de una parte curva y otra

recta (segmentos AD y D E).

FIG . IY-18. Ilustración del método de "la espiral logarítmica" para el caso de empujo

pasivo

8—Mecánica de Suelos II


98 CAPITULO IV

El arco AD es un segmento de espiral logarítmica con centro

en O. El hecho de que, por continuidad, el tramo de espiral deba ser

tangente al segmento de recta D E en D, obliga a que el centro O

caiga sobre el segmento BD. En estas condiciones la ecuación de la

espiral logarítmica puede escribirse como:

r = r0e9t^ (4-35)

La masa de suelo BDE puede considerarse en estado "plástico”

pasivo de Rankine, de manera que no hay esfuerzos cortantes actuando

en la sección vertical D F y, sobre ésta, el empuje pasivo es

horizontal (E t) y puede calcularse como ha quedado indicado.

La masa ADFB estará en equilibrio bajo la acción de las siguientes

fuerzas: su peso propio, W, que pasará a través de su centro

de gravedad: el empuje E u situado a D F /3; la resultante, C, de la

cohesión actuante en el arco AD; la fuerza resultante de la adherencia

entre el suelo y la superficie AB, C'; la fuerza F, resultante de

los esfuerzos normales y tangenciales de fricción producidos en el arco

AD y la fuerza P, resultante de los esfuerzos normales y tangenciales

de fricción a lo largo de AB. Esta última fuerza estará inclinada

respecto a la normal al muro un ángulo:

5 = 4 *

Como la línea de acción de P no es conocida a priori se debe

recurrir a un artificio aproximado para determinar su magnitud y

posición. El artificio consiste en reemplazar a P por dos fuerzas

P' y P", con la misma dirección que P. La fuerza P' se considera

en equilibrio con W, E\ y F'; en donde E\ y F' son las anteriores

Ei y F, pero considerando en una primera aproximación, que la C

del suelo es nula: la P" debe equilibrar a C, C', E'\ y F" (estas

dos últimas fuerzas son la E x y F, antes citadas, pero admitiendo por

el momento que la y del suelo sea igual a cero). En el primer grupo

se han reunido las fuerzas de masa y las normales y de fricción

debidas al efecto de W; en el segundo grupo aparecen las fuerzas de

cohesión, que son independientes de W. Los puntos de aplicación

de P' y P" serán, desde luego, AB/3 y AB/2, respectivamente.

En estas condiciones, cada una de esas fuerzas podrá calcularse por

separado y su resultante produce el empuje total P.

Puesto que el arco escogido entre A y D es de una espiral

logarítmica, según la ec. 4-35, todos los radios vectores del mismo

forman un ángulo <j> con la normal al arco en cada punto. Como

4>es el ángulo de fricción interna, se sigue que las direcciones de los


MECANICA DE SUELOS (II) 99

radios vectores son las de los elementos de fuerza cuya resultante

es F, por lo que la propia F debe pasar por el centro de la espiral, O.

Para determinar P' puede, entonces, elegirse arbitrariamente una

superficie hipotética de deslizamiento AD E (fig. IV -18). El empuje

E\ se calcula con la ecuación:

E\z=-L y DF*

y actúa en D F/3.

Si se toman ahora momentos en torno a O de las fuerzas E\

W, F ' (momento nulo) y P , se tendrá la magnitud de P . Si el suelo

no tuviese “cohesión”, P sería el valor del empuje total correspondiente

a la superficie de falla supuesta. Con otras superficies de falla

trazadas con el mismo criterio expuesto (moviendo el centro de la

espiral sobre BD ) pueden obtenerse otros valores de P . El mínimo

P obtenido sería el empuje pasivo total de proyecto, si el suelo no

tuviese “cohesión”.

Si el suelo tiene “cohesión”, deberá determinarse el valor de

P", componente del empuje total debida al efecto de aquella. En el

plano D F se considera ahora actuando un empuje pasivo E'\ obtenido

haciendo y — 0 en la expresión usual. Así:

E'\ = 2 c D F V N i

El hecho de hacer y = 0 equivale a anular el peso del suelo,

dejando sólo el término del empuje que depende de la "cohesión"

del mismo. El punto de aplicación de E'\ será el punto medio del

segmento DF.

Si se considera un elemento ds en la superficie AD, obrará en

él una fuerza cds, cuyo momento respecto a O vale: (fig. IV -18.b):

, tdd

dM — re cosé ds — re

eos

cosó = cr2 dd

Entonces, el momento de la “cohesión" total será:

M = 1 dM = -7-c ■ (ri2 — r02) (momento de C)

Tomando ahora momentos respecto a O de las fuerzas P", C, C',

E ”i y F" (momento nulo) puede conocerse la fuerza P ' correspondiente

a la superficie de falla supuesta.


100 CAPITULO IV

Con diferentes superficies de deslizamiento podrán obtenerse otros

P" (deben usarse las mismas trazadas para calcular P ').

En el caso general, en que el suelo tenga “cohesión” y "fricción”,

conviene llevar en forma gráfica los valores de la suma P' + P" correspondientes

a cada superficie de deslizamiento supuesta. La combinación

mínima da el valor del P total de proyecto.

IV-13.

Método semiempírico de Terzaghi para el cálculo

del empuje contra un muro de retención.

Debido a lo poco conveniente de las teorías clásicas, antes únicas

y a la falta de otras de superior arrastre, se han desarrollado en el

pasados algunos métodos empíricos y semiempíricos para la valuación

de los empujes ejercidos por los rellenos de tierra contra los

elementos de soporte. El Dr. Terzaghi ha propuesto un método específico

que reúne una buena parte de la experiencia anterior con

la suya propia y que constituye quizá, el método más seguro para la

valuación de empujes contra elementos de soporte, con tal de que

éstos caigan dentro del campo de aplicabilidad del método propuesto,

desgraciadamente restringido a muros de escasa altura (alrededor de

unos 7.0 m, como máximo).

El primer paso para la aplicación del método estriba en encasillar

el material de relleno con el que ha de trabajarse, en uno de los

siguientes cinco tipos:

I. Suelo granular grueso, sin finos.

II. Suelo granular grueso, con finos limosos.

III. Suelo residual, con cantos, bloques de piedra, gravas, arenas

finas y finos arcillosos en cantidad apreciable.

IV. Arcillas plásticas blandas, limos orgánicos o arcillas limosas.

V. Fragmentos de arcilla dura o medianamente dura, protegidos

de modo que el agua proveniente de cualquier fuente no penetre

entre los fragmentos.

En general, los tipos de suelo IV y V no son deseables como

suelo de relleno, debiendo ser evitados siempre que sea posible; en

particular, el tipo V debe considerarse absolutamente rechazable

cuando haya riesgo de que pueda entrar agua a los huecos entre los

fragmentos de arcilla, provocando su expansión y el correspondiente

aumento de las presiones sobre el muro.

Si, por alguna razón que siempre procurará evitarse, el muro fuera

a proyectarse antes de conocer el material a usar como relleno, deberá

realizarse el proyecto sobre las bases más desfavorables.

El método propuesto cubre cuatro casos muy frecuentes en la

práctica, en lo que se refiere a la geometria del relleno y la condición

de cargas.


MECANICA DE SUELOS (II) 101

l 9 La superficie del relleno es plana, inclinada o no y sin sobrecarga

alguna.

29 La superficie del relleno es inclinada, a partir de la corona

del muro, hasta un cierto nivel, en que se toma horizontal.

39 La superficie del relleno es horizontal y sobre ella actúa una

sobrecarga uniformemente repartida.

49 La superficie del relleno es horizontal y sobre ella actúa una

sobrecarga lineal, paralela a la corona del muro y uniformemente

distribuida.

Para el primer caso de los arriba mencionados, el problema puede

resolverse aplicando las fórmulas:

E„ = ±K»H *

E V= ± K VH>

(4-36)

que proporcionan las componentes horizontal y vertical del empuje

actuante en el plano vertical que pasa por el punto extremo inferior

del muro, en el lado del relleno (fig. IV -19).

En la misma fig. IV-19 se muestran gráficas que permiten obtener

los valores de K Hy Kv, necesarios para la aplicación de las fórmulas

anteriores, en función de la inclinación de la superficie del relleno

y del tipo de material con que haya de trabajarse. Deberá notarse en

la figura citada el criterio empleado para medir la altura H.

Las expresiones y gráficas anteriores proporcionan el valor del

empuje por metro lineal de muro. El empuje deberá aplicarse a la

altura H /3, contada del paño inferior del muro.

En el caso de trabajar con relleno del tipo V, el valor de H considerado

en los cálculos debe reducirse en 1.20 m respecto al usual

y el empuje obtenido debe considerarse aplicado a la altura

d' = \ ( H - 1.20) (4-37)

contada a partir del nivel inferior del muro.

Cuando el relleno tiene superficie inclinada hasta una cierta altura

y después se hace horizontal (caso 29 de los arriba considerados),

los valores de K„ y Kv deberán obtenerse de las gráficas de la

fig. IV-20. En la misma figura se muestran las convenciones a que

deberán ajustarse las mediciones de las alturas usadas, los puntos y

planos de aplicación del empuje, etc. La altura del punto de aplicación,

cuando el relleno sea del tipo V, también será la dada por la

expresión 4-37, usando en ella el valor H — 1.20 m.


102 CAPITULO IV

L o s n ú m e ro s e n lo s c u rv a s in d ic a n t i

t ip o de m a te r ia l.

P a r a m a te r ia le s d e l U p o 5 lo s c a lc u lo s

s e r e a liz a n c o n u n a a ltu ra , H , m e n o r

que la re a l en 1 .2 0 m

FIG . IV-19. Gráficas para determinar el empuje de rellenos con superficie plana, según

Terzaghi

Cuando el relleno sea de superficie horizontal y soporte sobrecarga

uniformemente distribuida (caso 39 de los antes citados), la presión

horizontal sobre el plano vertical en que se supone actuante el empuje

deberá incrementarse uniformemente en:

p = C q (4-38)

Donde q es el valor de la sobrecarga uniformemente repartida, en las

unidades apropiadas. El valor de C de la fórmula anterior se escogerá

de la Tabla 4-1.


MECANICA DE SUELOS (II) 109

H|3 0

i

jl/2 K,

K,H*

l;/2> K»M*

■ ;í;

_L_

SUELO TIPO I S U E L O T IP O 2 S U E L O T IP O 3

K en K g /m * /m

K„

fjÜ i jü i - 1

-K „ - ■ A V ' - ;

p -

I,6 J -

-L X h 1—

V a lo re * de lo rela ció n H ,/H

S U E L O T IP O 4 S U E L O T I P O 5

Valores de la relación H./H

FIG , IY-20. Gráficas para determinar el empuje de rellenos en terraplén, con remate


104 CAPITULO IV

TABLA 4-1

Valores de C

Tipo de relleno

c

I 0.27

II 0.30

III 0.39

IV 1.00

V 1.00

Si la superficie del relleno horizontal soporta una carga lineal

paralela a la corona y uniforme (49 caso de los arriba mencionados),

se considerará que la carga ejerce sobre el plano vertical en que se

aceptan aplicados los empujes una carga concentrada que vale:

P = C q'

donde q' es el valor de la carga lineal uniforme y C se obtiene, como

antes de la Tabla 4-1. El punto de aplicación de P puede obtenerse

con la construcción mostrada en la fig. IV-21. Si al trazar la

linea a 40° el punto de aplicación de P resulta bajo la base del muro,

el efecto de q' podrá despreciarse. La carga q' produce también una

presión vertical sobre la losa de cimentación del muro cuyo efecto

podrá calcularse (fig. IV-

21) considerando una influencia

a 60° a partir de q',

uniforme en todo el tramo

ab y de magnitud q'/ab,

considerando en los cálculos

sólo la parte de tal presión

que afecte a la losa de cimentación

(tramo a'b').

Los métodos arriba descritos

se refieren a muros

con cimentación firme, en

cuyo caso la fricción y

la adherencia entre suelo

y muro está dirigida hacia

abajo, ejerciendo un efecto

estabilizante que tiende a

reducir el empuje. Si el muro

descansa en terreno blan­

F IS . IV-21. Método para calcular la influencia

de una tobrecarga lineal (Método de

Tenaghi)


MECANICA DE SUELOS (II) 105

do su asentamiento puede hacer que la componente vertical del

empuje llegue a invertirse. Esto aumenta el empuje considerablemente,

por lo que Terzaghi recomienda que, en este caso, los valores

del empujé obtenidos en las gráficas anteriores, se incrementen

sistemáticamente en un 50%.

En los muros calculados con el método semiempírico de Terzaghi

deben proyectarse buenas instalaciones de drenaje, para poder garantizar

la no generación de presiones hidrostáticas contra el muro, no

tomadas en cuenta en las gráficas anteriores.

IV-14.

Arqueo en suelos

En todo lo dicho hasta ahora sobre presión de tierras en muros

de retención, se ha supuesto que el* muro puede desplazarse, sin ninguna

limitación, lo suficiente para que se desarrollen en el relleno

los estados críticos, en el caso de la Teoría de Rankine o para que

tengan lugar los desplazamientos necesarios para llegar al estado

crítico en la cuña deslizante, considerada por Coulomb.

Sin embargo, aún y cuando en muchos muros pudiera considerarse

que éste es el caso, por lo menos desde un punto de vista

práctico, en algunos claramente no lo es (muros con restricción estructural

a la deformación; por ejemplo en constituyentes de marcos

rígidos). Además, en otros problemas estructurales, tales como ademes

o tablestacas, en los que el empuje de tierras juega papel relevante,

las condiciones anteriores no se cumplen, ni aún adoptando un

criterio simplista. En efecto, en estas estructuras existen puntos cuya

deformación está restringida en alto grado, en los cuales se producen

concentraciones de presión que disminuye, por el contrario, en zonas

donde está menos restringida la deformación. En esta redistribución

de esfuerzos, debida a las condiciones de deformación impuestas,

juega un papel importante el arqueo de los suelos.

El efecto de arqueo puede visualizarse reflexionando como sigue:

supóngase una masa de suelo de gran extensión que descanse

apoyada en una superficie horizontal rígida; supóngase que, por alguna

razón, una parte de esa superficie cede un poco hacia abajo, de

modo que el suelo que haya quedado sobre esa parte tienda también

a descender. Al movimiento de esa masa de suelo relativo al resto de

suelo que ha quedado inmóvil, por estar firmemente apoyado, se

opondrá la resistencia al esfuerzo cortante que pueda desarrollarse

entre la masa móvil y el resto del suelo estacionario. Esta resistencia

tiende a mantener a la masa móvil en su posición original y, por

lo tanto, reduce la presión del suelo sobre la parte cedida de la superficie

de soporte. Como efecto consecuente, aumentará, por el contrario,

la presión que las estacionarias ejercen sobre las partes fijas de

la superficie de soporte.


106 CAPITULO IV

Tiene lugar, por lo tanto, una transferencia de presión, de la

parte de la superficie cedida a los apoyos estacionarios. Este efecto

recuerda el modo de trabajar de un arco estructural y de ahí recibe

el nombre de efecto de arqueo.

La consecuencia práctica del efecto anterior en elementos de soporte

en que haya puntos de deformación restringidos y zonas de

cedencia más fácil, es una disminución de presión en estas zonas y

una concentración en aquellos puntos, de modo que, a fin de cuentas,

resultan modificados tanto el diagrama de distribución de presiones,

como la magnitud del empuje total.

En el Anexo IV-h se detalla tanto cualitativa como cuantitativamente

el efecto de arqueo y su influencia en las presiones a

considerar en los proyectos relativos a estructuras de soporte.

IV.15.

Ademes

Se trata ahora el caso de obras de ademado provisional, que se

ejecutan en excavaciones para garantizar la estabilidad de las paredes

durante el tiempo necesario para la construcción. Por lo general, estos

ademes son de madera o de una combinación de elementos de madera

y elementos de acero y solamente en casos hasta cierto punto

excepcionales se justifica construirlos totalmente de acero.

La disposición de los elementos de soporte suele ser parecida a

la que se describe a continuación. En primer lugar se hinca verticalmente

una serie de postes o viguetas de acero de sección H,

siguiendo el contorno de la excavación a efectuar y hasta una profundidad

mayor que el fondo de la misma. En seguida, el espacio

entre esos elementos se reviste con tablas horizontales que se van

añadiendo a medida que la excavación progresa; también, según la

profundidad aumenta, deberán afirmarse los elementos verticales hincados

con puntales de acero o de madera, colocados transversalmente

a la excavación, apoyados en largueros longitudinales.

En general, los puntales son los elementos de los que más necesita

preocuparse el ingeniero proyectista, para lo cual será preciso

conocer la magnitud y la distribución del empuje del suelo sobre

el ademe. Esta magnitud y distribución, como ya se ha dicho, depende

no sólo de las propiedades del suelo, sino también de las restricciones

que el elemento de soporte imponga a la deformación del

propio suelo y de la flexibilidad de toda la estructura de soporte en

general.

Según la excavación prosigue, la rigidez de los puntales ya colocados

impide el desplazamiento del suelo en las zonas próximas a los

apoyos de esos puntales. Por otra parte, bajo el efecto del empuje, el

ademe en las zonas inferiores gira hacia dentro de la excavación, de

manera que la colocación de los puntales en esas zonas va prece-


MECANICA DE SUELOS (II) 107

dída de un desplazamiento del suelo que será mayor, en general,

cuanto mayor sea la profundidad de la zona considerada. Este tipo

de deformación que sufre el suelo durante el proceso de excavación

y colocación del ademe es equivalente, desde el punto de vista de la

distribución de presiones, a un giro del elemento de soporte alrededor

de su extremo superior. En estas condiciones de deformación las

teorías clásicas de Rankine y Coulomb no son aplicables y, por lo

tanto, para calcular el empuje sobre el ademe es preciso recurrir a

otros métodos. En el Anexo IV-i se presenta la forma usual de

efectuar estos cálculos. Sin embargo, es un hecho que en ademes

las teorías proporcionan resultados por lo general muy poco confiables,

pues no toman en cuenta una serie de efectos reales, tales

como el arqueo, que juegan un papel importante y modifican grandemente

la magnitud y distribución de los empujes dados por las

teorías. En efecto, la distribución de presiones en este tipo de

obras es aproximadamente parabólica, con el punto de aplicación

del empuje muy cerca del punto medio de la altura del ademe, contrariamente

a la distribución lineal, similar a la hidrostática, que las

teorías clásicas consideran en muros de retención. Otra diferencia

importante entre el comportamiento de los muros de retención y los

ademes estriba en que los muros constituyen verdaderas unidades

estructurales, que fallan como un conjunto, por lo que las irregularidades

locales en la distribución de presiones tras el muro tienen relativamente

poca importancia; los ademes, por el contrario, pueden

fácilmente fallar en forma local, rompiéndose un puntal en alguna

zona en que la concentración de presiones sea importante, lo cual pone

en peores condiciones los restantes puntales y puede conducir al

desarrollo de un mecanismo de falla progresiva.

No hay actualmente ningún modo para saber si el proceso de

excavación y construcción del ademe producirá la suficiente cedencia

en el suelo como para que se desarrolle en éste toda la resistencia

al esfuerzo cortante y el empuje llegue al valor correspondiente al

estado activo. De hecho, los puntales suponen una restricción para

la deformación del ademe que permite pensar que, por lo menos en

las zonas próximas a ellos, la presión se concentrará fuertemente.

Ello dependerá de su acuñamiento y del tiempo transcurrido entre

la excavación y su colocación, principalmente.

Todo lo anterior justifica la afirmación ya hecha de que las

teorías clásicas de empuje de tierras no ofrecen suficiente confiabilidad

en este tipo de estructuras, por lo que, o bien es preciso

recurrir a otros métodos de cálculo (Anexo IV-i) o a mediciones

efectuadas sobre modelos a escala natural o en obras reales. A este

respecto, Terzaghi13 presenta los resultados de medición efectuadas

durante la construcción de obras en arenas compactas y en arcillas

de origen glaciar blandas y medianamente firmes.


108 CAPITULO IV

Durante la construcción del ferrocarril metropolitano de Berlín,

en arenas uniformes y compactas, con presiones de filtración eliminadas

abatiendo el nivel freático, se establecieron celdas medidoras

en los ademes empleados, obteniéndose curvas reales de distribución

de presiones. La forma de estas curvas resultó ser bastante errática

y fuera del marco de las teorías establecidas, aunque conservando

cierta tendencia parabólica. Con un criterio puramente práctico, Terzaghi

estableció una envolvente sencilla de forma trapecial, útil para

ser aplicada en cualquier lugar en que hayan de ademarse arenas

compactas. Esta envolvente se muestra en la fig. IV-22.a.

FIG. IV-22. Envolventes prácticos de presión, según Tenaghi

a) Arenas de Berlín

b) Arcillas de Chicago

Respecto a la magnitud de los empujes totales medidos se observó

que eran aproximadamente un 10% superiores a los calculados

con la Teoría de Coulomb y que estaban aplicados en la zona central

del ademe. El valor cíe la presión máxima registrada resultó

ser un 20% menor que la presión máxima correspondiente a una

distribución lineal de empuje activo. Con estos datos, Terzaghi fijó

la altura del trapecio envolvente en el valor.

donde

0.8 pAeos 8

pAeos 8 = componente horizontal de la presión máxima calculada

con la Teoría de Coulomb, (supuesta una distribución

lineal de presiones).

8 = ángulo de fricción entre el ademe y el suelo, considerado

igual a 2/3 <j>


donde

El valor de pA puede calcularse con la expresión:

2 PÁ

Pá - ~ T T

PA= empuje sobre el ademe calculado según la Teoría de Coulomb,

con el método gráfico de Culmann, por ejemplo.

H = altura del ademe.

En arenas sueltas no existen hoy observaciones análogas a las

anteriores que sean totalmente confiables. En este caso, Terzaghi

ropone el uso de la envolvente de la fig. IV-22.a, modificándola

Easta tomar la forma correspondiente a la superficie a b d e.

En las arcillas blandas o medianamente firmes de origen glaciar

existentes en Chicago, E. U. A., Terzaghi obtuvo también gráficas

de distribución de presiones, con medidas directas. La envolvente

práctica de tales diagramas se muestra en la parte b) de la fig. IV-22

y también ahora es trapecial. Como en el caso de las arenas, las

mediciones indican que la distribución real de presiones sobre el

ademe sigue una ley aproximadamente parabólica, con máximo en

la parte central y con variaciones que dependen del procedimiento

de excavación y construcción del ademe, además de las propiedades

del suelo. La altura del trapecio vale ahora, según Terzaghi

yH — 2 qu

donde qu representa la resistencia de la arcilla a la compresión simple.

Las observaciones de Chicago se hicieron sobre arcillas del tipo

CL. con resistencia a la compresión simple del orden de 1 kg/cm2.

La parte superior (2 m aproximadamente) del estrato estaba preconsolidada

por evaporación, mientras que las partes más profundas

eran prácticamente de consolidación normal. Estos datos delimitan

el campo de aplicabilidad práctica del diagrama de la fig. IV-22.b.

IV-16.

MECANICA DE SUELOS (II) 109

Ademado en túneles

El problema del ademado en túneles presenta singularidades de

interés suficiente como para ameritar un tratamiento especial. En

efecto, dependiendo de la naturaleza de la roca o el suelo atravesado

por la obra y de sus accidentes geológicos, el ademe puede no

hacerse necesario o, por el contrario, requerirse a un grado que haga

su costo prácticamente comparable al de las obras de revestimiento

definitivo y que haga de importancia decisiva los criterios y métodos

constructivos empleados en su proyecto y erección.

A continuación se presenta una tabla en la que se indican las

normas más generales de criterio en lo referente a ademado en


CAPITULO IV

Túnel excavado en roca estratificada y fragmentada


MECANICA DE SUELOS (II)

Excavación de un fúnel en roca estratificada

Túnel excavado en roca moderadamente fragmentada


112 CAPITULO IV

TECHO

PISO

FIG. IV-23. Sección de un túnel

túneles que crucen roca. La

Tabla 4-2 se refiere a la fig.

IV-23, en la cual se aprecia

el sentido de las letras usadas.

La carga Hp se refiere a

la altura de roca que se puede

considerar actuante sobre el

túnel.

En el Anexo IV -j se detalla

más esta cuestión tan

importante y, frecuentemente

tan descuidada por los ingenieros

constructores, a menudo

con deplorables consecuencias.

Estado de la Roca

Roca sana e Intacta

TABLA 4-2

Táñeles en R oca14

Carga Hp

m

cero

Roca sana estratificada 0 a 0.5B

Roca moderadamente

fisurada

Roca moderadamente

fragmentada

0 a 0.25B

0.25B a 0.35 (B+H ,)

Roca muy fragmentada 0.35 (B + H ,) a 1.10(5+//,)

Roca triturada y químicamente

intacta

Roca que fluye plásticamente

(a poca

profundidad)

Roca que fluye plásticamente

(a gran

profundidad)

Roca expansiva

1.10(B+H,)

1.10(B+Z/<) a 2.10(B + H ,)

2.10(B+//,) a 4.50(B+í/i)

Hasta 70 m, independientemente

del valor (B+//()

Observaciones

Ademe ligero, si hay roca

explosiva

Cuando sea necesario,

ademe ligero.

Ademe ligero, si hay roca

explosiva.

Ademe en el techo, raramente

en las paredes

y nunca en el

piso

Ademe en el techo y en

las paredes

Recomendable ademe

circular

Conviene ademe circular

Conviene ademe circular

Indispensable ademe

circular


MECANICA DE SUELOS (II) 113

IV-17.

Tablestacas ancladas

Las tablestacas ancladas son elementos de retención del suelo,

generalmente en fronteras con agua.

Dependiendo de la profundidad de hincado para un tipo de suelo

dado, se agrupan en tablestacas de apoyo libre y de apoyo fijo. En

el segundo caso la tablestaca se hinca lo suficiente como para que

sólo pueda fallar por flexión o por deficiencia en el anclaje, pero

se excluye la posibilidad de falla por desplazamiento de su extremo

enterrado, al ser superada la resistencia pasiva del terreno; obviamente

son de apoyo libre las tablestacas que no cumplen estas condiciones.

De acuerdo con las características de su construcción, las

tablestacas pueden ser de dragado o de relleno; en las primeras, la

estructura se hinca en el terreno natural y después se draga su lado

exterior, cediendo espacio a las aguas; en las segundas, por el contrario,

se gana terreno al agua hincando la tablestaca de modo que

una altura importante quede libre y rellenando posteriormente el

lado interior. En la fig. 1V-24 se muestran esquemáticamente los

tipos de tablestacas en lo que respecta a sus tipos de apoyos.

Las tablestacas ancladas

son estructuras que presentan

muchas particularidades

que am eritan un análisis

especial. Durante siglos se

usaron bajo una base puramente

empírica, sin intentar

ningún criterio de análisis;

después, en épocas correspondientes

al comienzo del

presente siglo, se empezó a

(a)

FIG. IV-24. Tablestacas ancladas

a) de apoyo libre

b) de apoyo fijo

dar una atención especial al

problema (H. Krey, 1910,

en A lem ania), elaborándose

una serie de teorías

entre las que la de la "línea

elástica” y la de la "viga

equivalente” alcanzaron la mayor popularidad entre los proyectistas.

Las hipótesis básicas de todas estas teorías15 se presentan a continuación,

con referencia a la fig. IV-25.

En la parte a) de la figura se muestra una tablestaca anclada

con apoyo inferior libre. Se supone que toda la superficie interior

está sujeta a presión activa y que en la parte enterrada de la superficie

exterior actúa una resistencia pasiva, también calculable por las

teorías clásicas.

9—Mecánica de Suelos II


114 CAPITULO IV

En la parte b) de la misma figura aparece una tablestaca anclada

de apoyo inferior fijo. Se toma ahora en cuenta que en b existe una

inflexión en la curva elástica de la tablestaca (fig. IV -24.b).

En el diagrama de la fig; IV-25 se muestran las presiones consideradas.

Nótese que abajo del punto de inflexión b las presiones se invierten,

teniéndose la activa por el lado exterior y la pasiva en el interior.

La profundidad de hincado D se calcula de tal modo que la

elástica de la tablestaca satisfaga la condición de apoyo fijo tal

como ha quedado indicada al comienzo de esta sección; normalmente,

los cálculos necesarios se realizan dentro del marco de las teorías

clásicas, o bien por un procedimiento de tanteos o con base en hipótesis

simplificatorias.

FIG. IV-25. Concepciones ciáticas respecta al empuje de tierras sobre

ancladas

a) de apoyo libre

b) de apoyo fijo

tablestacas

En las épocas en que se desarrollaron las ideas arriba expuestas

no se sabía nada respecto a su validez; desde entonces se han desarrollado

un gran número de observaciones que demuestran que las

hipótesis antes mencionadas no pueden sostenerse si se desea un

razonable acercamiento a la realidad; sin embargo, estas observaciones

no han alcanzado frecuentemente entre los proyectistas el eco

deseado. En el Anexo IV-k se mencionan las principales observaciones

realizadas en los últimos años, reportadas por el Dr. Terzaghi,

así como las modificaciones que el propio investigador propone para

el diseño de las tablestacas ancladas.15


MECANICA DE SUELOS (II) 115

ANEXO IV a

Estados de equilibrio “plástico” en masas de arena de superficie

inclinada. Teoría de Rankine

En el caso de una masa de arena con superficie inclinada los

estados de equilibrio plástico pueden encontrarse analizando las condiciones

de equilibrio de un elemento prismático como el que se

muestra en la fig. IV-a.l.a.

FIG. IV-a.l. Estados "plásticos" en una masa friccionante semiinfinita


116 CAPITULO IV

Puesto que el estado de esfuerzos en cualquier plano vertical es

independiente de la posición del plano dentro del medio, se sigue

que los esfuerzos en las dos caras verticales del elemento de la

parte a) de la figura mencionada, deben ser iguales en magnitud,

pero de sentido contrario. Esto conduce a la idea de que la fuerza

actuante en la cara inferior del elemento debe ser vertical hada arriba

y de valor yz, dado que se considera unitaria la dimensión del

elemento según la horizontal. Los esfuerzos normal y tangenrial que

obran en la cara inferior del elemento en estudio se deducen del

hecho de que las fuerzas correspondientes que los producen son

yz eos ¡3 y yz sen (3, respectivamente y de que el área de la cara

inferior vale 1/cos (3. De ello:

Nótese que siempre:

c — yz eos3 (3

t — yz sen |3eos 3

(4-a.l)

= tg 3 (4-a.2)

por lo que el punto que representa a estos esfuerzos deberá estar

en una recta que pase por el origen y esté inclinada un ángulo 3

con la horizontal. Supóngase que D es ese punto.

El círculo de Mohr que represente al estado plástico activo, causado

por una expansión de la masa de suelo en la dirección del talud,

deberá, por lo tanto, pasar por D y ser tangente a la línea de falla

del suelo, inclinada <£ respecto a la horizontal, desarrollándose hacia

la izquierda, al contrario que el círculo representativo del estado

plástico pasivo, que debe cumplir las mismas condiciones, pero

desarrollándose hacia la derecha. Los dos círculos nombrados son,

los que aparecen en la fig. IV-a.l.d.

A partir de estas consideraciones y aplicando la Teoría del Polo

(Capítulo X I del Volumen I de esta obra) se podrán encontrar los

esfuerzos ligados a cualquier dirección dentro de la masa y a la

profundidad z. En efecto, como los esfuerzos r y i anotados arriba

obran en un plano que forma un ángulo 3 con la horizontal y como

la linea OD de la fig. IV -a.l.d tiene precisamente esa misma inclinación,

se concluye que la intersección de OD con el círculo del

estado activo situará al polo correspondiente al estado plástico activo

{Pa) y en forma similar podrá obtenerse el punto Pv. que es el polo

del estado plástico pasivo.

Las direcciones de las superficies de fluencia en ambos estados

se obtendrán trazando paralelas a las rectas que resultan de unir

los respectivos polos con los puntos de falla a, a', b y b'.


MECANICA DE SUELOS (II) 117

Se obtienen así las direcciones PAa y PÁa' (dA y dA) para el

caso activo y Ppb y Ppb’ (dp y dp ) para el pasivo. Las partes b)

y e ) de la fig. IV-a.l representan esas superficies de fluencia.

El esfuerzo principal mayor en el estado "plástico” activo estará

representado por la abscisa del punto B y su dirección será normal

a la obtenida uniendo PA y B. Esta dirección forma con las líneas

de fluencia ángulos de 45° — <j>/2. Análogamente, usando Pp y E,

podrá obtenerse una dirección que es normal a la del esfuerzo principal

mayor del estado "plástico” pasivo, que forma ángulos de

45° + <£/2 con las correspondientes líneas de fluencia.

Para obtener la magnitud de los esfuerzos normal y tangencial

sobre un plano vertical a la profundidad z, cuya resultante, según se

vio (fig. IV -a.l.a) es .paralela a la superficie del relleno, simplemente

se trazará una vertical por el polo PA. cuya intersección con el círculo

de Mohr del estado activo dará un punto cuyas coordenadas

son los esfuerzos deseados.

Nótese que las coordenadas de dicho punto son, en valor absoluto,

iguales a las del polo Pa, por lo que el segmento OPA representará

ahora la magnitud del esfuerzo total actuante sobre el piano

vertical.

Para 3 = 0, el punto D coincide con B y la presión total sobre un

lano vertical es horizontal y tiene por magnitud el segmento O A.

§¡ste es el caso analizado en la sección IV-3.

Conforme 3 crece, el punto D se mueve sobre el arco Ba (fig.

IV-a. 1 .d) y el polo PAlo hace sobre el arco Aa; por lo tanto, el esfuerzo

total actuante sobre el plano vertical a la profundidad z

(OPA) irá aumentando en magnitud y su dirección será siempre la

dada por el ángulo 3-

El 3 máximo posible es <j>, si ha de haber equilibrio y en este

caso D y PÁ coinciden en a.

En el caso general 0 3 ^ la magnitud del esfuerzo total que

actúa en el plano vertical puede encontrarse con base en consideraciones

geométricas referidas a la fig. IV -a.l. La obtención de esa

presión, dirigida según 3. o sea paralela a la superficie del relleno

y actuante sobre el respaldo vertical del mismo, es algo laboriosa y

no se incluye en esta obra; su expresión es:

f n eos 3 — Veos2 3 — eos2 <f\ v

PA = yz\ eos 3 ------£ ~ 7 - n j ===== = Y* Kah

L eos 3 + Veos2 3 — eos2 <¡>J

(4-a.3)

Donde KAa es el coeficiente de presión activa de tierra, cuando

la superficie del relleno está inclinada un ángulo 3-

Si 3 = 0 la fórmula 4-a.3 se reduce a la ya vista:

Pa= Y2rrS * = Y2192(45~ */2)=

(4'2)


118 CAPITULO IV

Si 3 = (j>, de la expresión 4-a.3 se obtiene:

pA— yz eos P

(4-a.4)

Para el caso del estado plástico pasivo puede razonarse en todo

momento en forma semejante a la anterior, obteniéndose como resultado

de la presión ejercida a la profundidad z, contra un plano vertical,

el valor.

Pe

r 8 C O S ( i + V c o s ^ j g i l _ Krf

L eos P — V C O S2 P — C O S2 <j>J

(4-a.5)

Esta presión también es paralela a la superficie del relleno.

También ahora para p — 0 (relleno horizontal) se llega a las

fórmulas presentadas en el cuerpo del capítulo (sección ly-3)^ y

para P = <f> se tiene para la presión pasiva una expresión idéntica

a la 4-a.4. Nótese que al crecer el ángulo P la presión pasiva disminuye

en magnitud, al revés de lo que sucedía con la activa.

ANEXO IV-b

Empujes contra muros de respaldo no vertical

En las secciones de muros de mampostería en que el respaldo no

sea vertical o en las secciones usuales de muros de concreto reforzado

con losa de cimentación han de modificarse los procedimientos

de aplicación de las fórmulas obtenidas en la sección IV-4.

Fl©. IV-b.l. Diagrama da presión acfiva en muros de concrefo reforzado

Considérense los muros mostrados en la fig. IV -b.l. En ellos la

línea AB en la parte a) y las aB en las partes b) y e ) corresponden

a las líneas de fluencia según la dirección d'Ade la fig. IV-a.l.d,


MECANICA DE SUELOS (II) 119

representativa de los estados plásticos de Rankine. Al sufrir el muro

el empuje y desplazarse hada la izquierda, como consecuenda de

ello, la libertad que existe para que dicha línea se desarrolle por

completo, es lo que garantizará que se llegue al estado plástico activo

en todos los puntos del relleno a la derecha de dicha linea, ya que,

evidentemente, las líneas de fluencia paralelas a la dirección dA, en

la misma fig. IV-a.l.d, no tienen restricción para su formación.

En la parte a) de la fig. IV-b.l, a partir del punto A, puede

desarrollarse la línea de fluencia sin ningún obstáculo, a causa del

ligero bisel en la losa de cimentación. En el muro b) la línea de

fluencia no puede partir de A, por restricción impuesta por la losa,

por lo que en la parte Aa no se puede llegar a tener un estado

plástico activo. En la parte c) de la fig. IV-b-1, además de la

limitación indicada para b), la línea de fluencia corta al muro en b,

por lo que las presiones arriba del punto b' no pueden ser las correspondientes

al estado plástico activo.

En el caso a), consecuentemente, podrán aplicarse las fórmulas

de la Teoría de Rankine, presentadas en la sección IV-4 para el

caso de empuje activo con superficie de relleno inclinada, al cálculo

del valor de E Áactuante en la sección vertical AC. Una vez obtenido

EAse encontrará la resultante de dicho empuje con el peso, W, de la

masa de relleno comprendida entre el plano AC y el respaldo del

muro.

En el caso b) de la fig. IV-b.l sólo la parte limitada por aB está

en estado activo y por lo tanto sólo el empuje sobre la parte aC de

la sección vertical AC podrá calcularse con las fórmulas de la sección

IV-4. La parte de empuje' correspondiente a la sección a A

tendría que calcularse con otro procedimiento, por ejemplo el de Coulomb;

sin embargo, en la práctica el empuje total É Ase calcula como

si toda la línea AC estuviera en la zona del relleno en estado activo

de Rankine. El error cometido con ello resulta siempre inferior a 2%.

Análogamente, en el caso c) de la figura citada, se ha comprobado

que si se considera el empuje activo actuando en toda la sección

AC, el error cometido no suele sobrepasar al 6%.

Tanto en el caso b) como en el c) los empujes activos calculados

deberán componerse con el peso W para encontrar el efecto

total del relleno sobre el muro.

En muros de mampostería con respaldo inclinado pueden suceder

dos casos. El primero, que la línea AB quede dentro del relleno, en

cuyo caso vale todo lo arriba dicho, resultando el empuje total de la

composición de empuje activo actuante sobre un plano vertical trazado

por el pie del respaldo, con el peso de la cuña comprendida

entre dicho plano y el respaldo del muro. Pero si la línea A S cae

dentro del cuerpo del muro no podrá desarrollarse el estado activo

en el relleno y la presión sobre el muro será mayor que la correspon­


120 CAPITULO IV

diente a dicho estado. En ese caso es recomendable recurrir al método

de Coulomb para calcular el empuje.

ANEXO IV-c

Extensión de la Teoría de Rankine en snelos con “cohesión” y

“fricción”

En el cuerpo de este capitulo se analizó la Teoría de Rankine

para suelos con "cohesión” y "fricción”, en el caso de relleno de

superficie horizontal y muro de respaldo vertical.

En el presente Anexo se extenderá tal teoría, primero al caso

en que el relleno tenga como superficie límite un plano inclinado y,

segundo, al caso de muros con respaldo no vertical. Se diferenciará

la presión activa de la pasiva.

Considérese una masa de suelo limitada por una superficie plana

que forme un ángulo 3 con la horizontal. Si se considera un elemento

de espesor unitario y altura dz a la profundidad z, puede llegarse

a las expresiones:

ct = yz eos2 3

t = yz sen 3 eos 3

Fl©. IV-c.l. C irc u io s de M o fo p a ra e l e sta d o p lá s tic o a c tiv o en dos p ro fu n d id a d e s

d ife re n te s . Suelos con "c o h e s ió n " y " fr ic c ió n "


MECANICA DE SUELOS (II) 121

para los esfuerzos normal y tangencial actuantes sobre un plano paralelo

a la superficie del relleno.

En la fig. IV-c.I dichos esfuerzos están representados por el

punto D. El círculo de Mohr correspondiente al estado plástico activo

del elemento será tangente a la envolvente de falla que, incidentalmente,

no pasará por el origen, (círculo 1).

El polo, P/¡, podrá encontrarse trazando por D una paralela

a la superficie del relleno hasta cortar al círculo. Esta línea pasará

por el origen y no es paralela a la envolvente de falla, salvo el caso

especial en que |3= <£. La dirección de las superficies de fluencia

a la profundidad z específicamente está dada, según se discutió en el

cuerpo de este capítulo, por d A y d A1, direcciones que se cortan al

ángulo de 90 —

Si se considera otro elemento análogo a una profundidad mayor

que la anterior, de modo que los esfuerzos normal y tangencial en

la dirección $ de la superficie del relleno, estén representados por

el punto iy, se tendrá un nuevo círculo correspondiente al estado

plástico activo (2 de la fig. IV -c.l). Una de las direcciones de las

superficies de fluencia, a esta nueva profundidad, está dada por la

cTÁ. Debe observarse que en este caso de suelo “cohesivo” y “friccionante",

la dirección de la línea de fluencia varía con la profundidad,

según se desprende del hecho de que d ' A no es ya paralela a

d A . Así, ahora las líneas de fluencia del estado plástico activo ya no

son rectas, sino curvas, como las mostradas en la fig. IV-c.2.

FIG. IV-c.2. E stado p lá s tic o a c tiv o on suelos co n "c o h e s ió n " y " fr ic c ió n "

Obsérvese que las superficies de fluencia conjugadas también

resultan curvas, ya que deben formar con las primeramente consideradas

el ángulo constante 90° —


122 CAPITULO IV

El efecto arriba mencionado es indudablemente debido a la influencia

de la "cohesión” y por lo tanto debe tender a disiparse

conforme la profundidad aumenta; en otras palabras, a profundidad

creciente, las líneas de fluencia tienden a ser las correspondientes

a un material puramente friccionante.

En la fig. ÍV-c.2 se ha considerado el hecho práctico de que el

suelo no trabaja a la tensión. Por ello se ha tomado en cuenta una

zona de profundidad.

2o = — V Ñ ; (4-27)

r

en la cual podrán presentarse grietas.

El diagrama de distribución de presiones sobre un muro de

respaldo vertical deberá empezar a la profundidad z0 y, como se desprende

de la fig. IV -c.l, la intensidad de las presiones ya no es proporcional

a la profundidad, puesto que los círculos 1 y 2 ya no

son tangentes a una envolvente que pase por el origen. La distribución

es del tipo mostrado en la fig. ÍV-c.2 y puede también decirse

que esta distribución, a profundidad creciente, tiende a la lineal,

correspondiente al material considerado como puramente friccionante,

En la práctica, sin embargo, la distribución de presiones se considera

lineal, con el empuje resultante paralelo a la superficie del

relleno y pasando a través del centroide del área del diagrama de

presiones. La magnitud de este empuje práctico puede calcularse

como el área del diagrama lineal de presiones, multiplicando la

altura (H — z0) por la mitad de la presión actuante en la base del

muro; ésta puede obtenerse gráficamente en el diagrama de Mohr

midiendo la distancia OPa•

En el caso de que el respaldo del muro sea inclinado podrá

hacerse una discusión similar a la efectuada en el Anexo IV-b. En

la práctica, sin embargo, es usual proceder como allí se indica, componiendo

la presión actuante sobre un plano vertical trazado por el

extremo de la base del respaldo con el peso de la cuña de suelo

comprendida entre ese plano y el respaldo del muro.

En el caso del estado plástico pasivo puede razonarse de un modo

análogo al activo. Ahora es preciso suponer que, bajo la acción del

muro, el suelo se comprime lo suficiente como para que se desarrollen

en todo punto esfuerzos cortantes iguales a la máxima resistencia. En

este caso, por estar toda la masa sujeta a esfuerzos de compresión,

no habrá zona de agrietamiento. Las líneas de fluencia no son rectas,

si la superficie del relleno es inclinada; uno de los ángulos formados

por las líneas al cortarse sigue siendo 90° + <¡>. La distribución de

presiones sobre un plano vertical da lugar a un diagrama convexo,

en lugar de cóncavo como resultaba en el caso del estado activo;

no existe forma práctica para tomar en consideración tal diagrama


MECANICA DE SUELOS (II) 123

de presiones y en los trabajos diarios se aproxima con ley lineal,

siendo su área igual al empuje total que se considera.

Al igual que en el estado activo, si la superficie del relleno es

horizontal, las líneas de fluencia para el caso pasivo se vuelven rectas

y el diagrama de presiones resulta rigurosamente lineal, con lo cual

se obtienen las fórmulas presentadas en la sección IV-6,

En todas las discusiones anteriores, para que logren desarrollarse

los estados plásticos activo o pasivo, es preciso suponer que la deformación

del muro es la requerida para ello. Como en ambos casos

lo que se necesita es que entre en estado plástico una cuña de material

que parta del pie de la base del muro, el desplazamiento de éste

no precisa ser una traslación paralela a sí mismo, sino que basta con

que el muro pueda girar alrededor del pie de la base, para que pueda

considerarse que los estados pueden generarse. Al considerar la

resistencia del suelo como definida por los parámetros c y <¡>, se

admite que el material es “cohesivo” y “friccionante”; como este no

es el caso, según se discutió ampliamente, las líneas de fluencia deberían

de modificarse de modo que sólo tomasen en consideración las

propiedades del suelo en términos de sus esfuerzos efectivos, que

haría que sufriesen modificaciones inclusive las distribuciones de

presiones sobre el muro. Desde este punto de vista, aún en los

materiales puramente "cohesivos”, las líneas de fluencia deberían

de cortarse a 90° + <¡>, siendo <f> el ángulo de fricción interna del

suelo. El problema se torna muy complejo si se desea tomar en cuenta

en la Teoría estricta a las propiedades reales del suelo y se complica

especialmente si se introducen condiciones de preconsolidación. Podría

decirse que este tema puede considerarse realmente inexplorado

hasta hoy y que apenas se ha completado la etapa de aplicación

de teorías a materiales ideales, sin que por el momento hayan cristalizado

las inquietudes sugeridas en los investigadores ante el comportamiento

real de los suelos, cada día mejor conocido.

En realidad la Teoría de Rankine debe verse tan sólo como un

marco de referencia que permita al lector ubicar sus ideas y poder

así enfrentarse con cierta sensación de estabilidad a los problemas

reales del suelo. En las secciones de este capítulo se discuten factdres

importantes que deben tomarse en cuenta cuando la estructura de

contención tiene limitaciones para desplazarse lo requerido en los

estados plásticos.

ANEXO IV-d

Influencia de la rugosidad del muro en la forma de las lineas de

fluencia. Suelos “friccionantes”

Si el respaldo vertical de un muro de retención es rugoso, se

desarrollan a lo largo de él esfuerzos cortantes que influyen en la


124 CAPITULO IV

forma de las líneas o superficies de fluencia. Considérese un muro

de respaldo vertical rugoso, con relleno horizontal constituido por

un suelo puramente “friccionante”. Si el muro se desplaza o gira en

tomo a su base alejándose del relleno, la masa de arena que tiende

a deslizar genera esfuerzos cortantes en el respaldo del muro a causa

de su tendencia a bajar. Estos esfuerzos cortantes inclinan al empuje

activo resultante un ángulo S respecto a la normal en el plano de contacto;

éste es el ángulo de fricción entre el suelo y el muro. Este

ángulo se considera positivo cuando la reacción del muro sobre el

relleno tiene componente vertical dirigida hacia arriba. En la fig.

IV-d.l .a se presenta este caso, anotándose las líneas de fluencia

resultantes en tales circunstancias.

FIS. IV-d.l. Lineas d e flu e n c ia en su e lo " fric c io n a n te " con m uro d e re sp a ld o rugoso

La zona deslizante tiene una frontera que puede considerarse

compuesta de dos tramos: el bd, curvo y el de, recto. La cuña ade

está formada por dos familias de líneas rectas de fluencia que corresponden

al estado activo de Rankine. La cuña abd está formada por

dos familias de líneas que, como las anteriores, se cortan a 90° — <j>.

Si por alguna razón, la presencia de una carga vertical sobre la

cresta por ejemplo, el muro tiende a bajar respecto al relleno, el

ángulo S se invertirá y la componente vertical de la reacción del muro

sobre el relleno será hacia abajo. En este caso (fig. IV-d.l.b) la


MECANICA DE SUELOS (II) 125

cuña deslizante resulta mucho menor y las líneas de fluencia se zonifican

como antes, invirtiéndose la curvatura de las que no son rectas.

Algo completamente análogo puede decirse del caso de empuje

pasivo, si bien en este caso el ángulo 8 se considera positivo si la

acción del muro sobre el relleno tiene componente vertical dirigida

hacia abajo, (figs. IV-d.l. c y d).

ANEXO IV-e

Deducción de la fórmula de Coulomb para presión de tierra en

suelos friccionantes. Construcción de Rebhann-Poncelet

IV-e.l

Construcción de Rebhann-Poncelet

Para la deducción de la fórmula de Coulomb es un excelente punto

de partida una construcción gráfica presentada en 1871 por G.

Rebhann7, sobre una solución originalmente debida a V. Poncelet8.

Por sí misma la construcción mencionada puede usarse para encontrar

el empuje de proyecto y el plano de falla crítico; desde este

punto de vista la construcción representa un método gráfico de análogos

efectos a los de Culmann o Engesser.

Las etapas de la construcción, con referencia a la fig. IV -e.l, son

las siguientes:

1. Prolongúese CD hacia ambos sentidos

2. Dibújese AC, con C en el primer quiebre del relleno

3. Dibújese una línea paralela a A C por B, hasta que corte a

CD prolongada, en F

4. Dibújese una línea por A, que forme el ángulo <f> con la

horizontal y llévesela hasta que corte CD en G

5. Dibújese FH, perpendicular a AG por F

6. Dibújese FI, formando un ángulo w + 8 con FH

7. Trácese un semicírculo con diámetro AG, siendo / su centro

8. Dibújese por I una perpendicular a AG, hasta K

9. Con A como centro y AK como radio trácese un arco que

cortará a AG en L

10. Dibújese ML, paralela a FI

11. Con centro en L y ML como radio, dibújese un arco de círculo

que cortará a AG en N

12. Dibújese MN

13. Dibújese AM.

El área LMN, multiplicada por y del relleno, es el empuje total

que se ejerce sobre el muro. La línea AM es la traza del plano crítico

de falla y el ángulo VA M es el ángulo de ruptura.


126 CAPITULO IV

Fl©. IV-e.l. C o n stru cció n de R ebhann-P oncelet


MECANICA DE SUELOS (II) 127

IV-e.2 Demostración de la construcción de Rebhann-Poncelet

Se hará en las siguientes etapas (fig. IV -e .l):

1. El peso de la cuña deslizante, W, puede encontrarse como

sigue: los triángulos A C F y ACB s<jn de igual área, por tener igual

base (AC, común) e igual altura “(yues B F es paralela a A C por

construcción).

Así el área de la cuña ABCM es igual a la del triángulo AFM.

Entonces, si AO es normal a FM , se tiene:

W = ^ y OA •FM

(4-e.l)

2. La expresión para E puede determinarse como sigue:

Dibújese MQ, perpendicular a AG; ya que ML es paralela a Fl

y el ángulo IFH vale w + 8,

4 LMQ = 2L IFH = w + 8

Dibújese la vertical MR. Entonces por la etapa 4 de la construcción:

4 QMR = 4 SAG = <¡>

Sea el 4 VAM — a. Entonces en la figura se ve:

Así:

4 RMA = 4 VAM = a

4 L M A = 4 LMQ + 4 Q M R + 4 RM A— w + 8 + <f>+ a

y 4 LAM = 90° — 4 SAG — 4 VAM = 90 — £ — a

En el triángulo LM A:

LM senX-^ LAM) _ sen(90 — <j>— a)

AL s e n (4 LMA) ~ sen(w + 8 + <j>+ a) e

La cuña ABCM está en equilibrio por la acción de E y F (parte

b) de la fig. IV -e.l). El triángulo abe de fuerzas es el que se muestra

en la parte c) de la misma fig. IV -e.l. De él:

E sen á sen (90 — <f>— a)


128 CAPITULO IV

De las ecs. 4-e.l y 4-e.4:

E = AO •F M (4-e.5)

Los triángulos FIG y MLG son semejantes, por lo que:

m = T ¡ ? PM = P G ^ <4- 6 >

m = K T '■ L M ^ L G ^ (4-e.7)

De las relaciones 4-e.5, 4-e.6 y 4-e.7 se tiene:

de donde

E = h

A O F G Tü-LGT 5 ^ L

f f _ l A O -F G -IF 1L-LG lt

£ - 2 T — 1 7 B ? -------------3 2 “ ,4-e'8>

3, La localización del plano crítico de falla puede determinarse

como sigue:

En la expresión 4-e.8, todas las cantidades son constantes que

dependen del peso específico del suelo, las dimensiones del muro y

la forma de la superficie del relleno, con excepción del último quebrado,

cuyo valor es función de la posición del plano de ruptura AM.

Para encontrar el máximo valor de E, que es el que deberá utilizarse

en el proyecto de un muro, deberá obtenerse el valor máximo

del quebrado:

IL ■LG

AL

Para facilitar la nomenclatura se hará:

entonces:

por lo tanto:

AG = a AI = b y AL = y

IL —y — b

LG —a — y


El problema se centra pues en encontrar el valor de y que haga

máximo el valor de Y en la ec. 4-«.9. Al diferenciar dicha expresión

respecto a y, se tiene

de donde se llega al valor:

MECANICA D E SUELO S (II) 129

| L = + £ ± - i = o

9.9 y

y = \íab

(4-e.lO)

Debe demostrarse ahora que la construcción presentada en el

apartado IV-e.l, satisface la ec. 4-e.lO.

Desde luego, en el triángulo rectángulo AIK

y en el triángulo rectángulo IK]

(A K )2 - ( A I )2 + (IK )2

(IK )2 = (JK )2 - ( ] I )2

por lo tanto

= (AI)2+ (JK)2- (//) =

pero

AK = AL = y, AI = b, ]K = JI = b - j

substituyendo

de donde

y> = » - + ( - 2- ) ‘ - ( ‘ - t ) ’ = *6

y = Vah

que es la expresión 4-e.lO. Así la construcción de Rebhann-Poncelet

queda justificada y debe proporcionar el valor de E máximo

posible, para un problema dado.

La construcción es válida sólo en el caso en el que el punto M

caiga entre el muro y el punto D. Tampoco puede aplicarse sin modificación

a muros tipos voladizo. En este caso debe calcularse primero

el empuje contra un plano vertical por el punto extremo de la

base del muro y combinar ese empuje con el peso de la cuña de

suelo comprendida entre ese plano y el respaldo del muro.

10—Mecánica de Suelos II


130 CAPITULO IV

IV-e.3.

Deducción de la fórmula de Coulomb

Considérese el caso mostrado en la fig. IV-e.2 en el que un

relleno de superficie inclinada ejerce un empuje contra un muro de

respaldo plano. Si se aplica a ese caso la construcción de Rebhann-

Poncelet podrá notarse que los puntos F y C coinciden con el B y

que el punto G cae ahora sobre la superficie del relleno.

Con el punto F considerado en B, la fórmula 4-e.8 queda:

„ 1 f AO •BG • IB1IL • LG . . .

El término entre paréntesis rectangulares es constante y dependiente

solo de los valores de H, 0, w, 8 y fijos para un problema

dado. El último término de la expresión depende de la posición del

plano de falla AM; ya se vio que ese valor es máximo si:

de la figura

y = Vab

AO = AB ■eos (w — 0)


en el triángulo ABG

en el triángulo ABI

también de la figura se deduce

MECANICA DE SUELOS (II) 131

BG = AB sen (90° — <t>+ w)

sen (tf>- 0)

IB — A B sen (90° <j>+ w)

- A ü- sen (90o ^ s - w )

y

IL — tj — b, LG —a — y, AL = y, IG —a — b

IL ■ LG _ (y — b) (a — y) _ a¿ , ,

- X j — - —a — —

pero y = Vab, para obtener el máximo empuje; por lo tanto

— xt— —a — 2 V ab + b —----------------

A.L

a

substituyendo en la ec. 4-e.ll, se tiene:

p — * / jm , / sen (90° — <¿>+ w)

£ - ¿ a f a - p) x

lo cual da:

v . d sen (90 — <£ + o») (a — Vafe)2

sen (90 — 8 — te) a ( a - 6 ) 2

p _ J_ , ab\2COS (w — P) eos2 (<ft — m) Afi ( a — Yab\ 2

2 sen (<f>— 0) eos (w + 8) a \ a — b ]

En la fig. IV-e.2 puede verse que:

AB = — • ^ _ sen (<ft — 0) _ sen ( — 0)

eos m ’ a —sen (90° + 0 — w) ~ eos (w — 0)

_ /ah

a — V a F 1 — V i 2 1

- * , - ± - 1+ .|T

(4-e.l2)


132 CAPITULO IV

de lo anterior

b _ sen (8 + ^>) _ sen (8 + <t>)

AB sen (90 — S — w) eos (S 4- w )'

a _ sen (90 + (3 — tv) _ eos (w — 3)

AB sen (<f> — 3) sen(<¡!>— 3)

b _ b/AB _ sen (8 + $) sen (^> — 3)

a a/AB eos (S 4- w) eos (w — 3)

substituyendo

todos estos valores en la ec. 4-e.l2 se tiene

B = — y H 2 1 eos (w — 3) eos2 (<f>— w) sen (<¡>- 3)

2 c0s2u> sen (<¡>— 3) eos (5 + w) eos (w — 3)

x

1________________

. sen (S + <ft) sen (^. — 3) ~[2

L

eos (S + w) eos (w — 3) J

lo cual aún puede simplificarse hasta llegar a

E —— y H 2 _____________________ eos2 (<f>— w)

_

2 , S ~ " I sen (8 + <í>) sen (<£ — 3) 1 2

eos- u> eos (5 + w) 1 + J -----

L \ cos(5 + w)cos(w — 3) J

que es la expresión 4-30 a la que se quería llegar.

ANEXO IV-Í

Teoría de Coulomb en suelos friccionantes, aplicada a algunos

casos especiales de interés práctico

IV-f.l.

Análisis de sobrecargas

La fórmula 4-30 puede ser utilizada para tomar en cuenta la presencia

de sobrecargas uniformes sobre la superficie del relleno, pero

no sirve para manejar sobrecargas no uniformes o cargas lineales.

En rellenos horizontales o planos inclinados un ángulo 3 con la

horizontal, el procedimiento usual para tomar en cuenta una sobrecarga

uniforme es transformarla en un colchón de tierra equivalente.

Si p es la presión uniforme y y e l peso específico del suelo, la altura

del colchón equivalente será:


MECANICA DE SUELOS (II) 133

El diagrama de presiones será en este caso trapecial y si el muro

tiene altura H, el empuje total vale:

E=Mh'H + Y Hi)K

H'fl)

donde K tiene el sentido que se desprende de la fórmula 4-30. El

empuje estará aplicado en el centroide del área del trapecio de

presiones.

IV-f.2.

Relleno estratificado

Si el relleno tras el muro está formado por varios estratos de

suelo de espesor constante y paralelos a la superficie del relleno, la

presión lateral total podrá calcularse considerando la carga total

sobre cada estrato como sobrecarga uniforme. También ahora el

valor de K de la fórmula 4-f.l, aplicada al caso presente tiene

el sentido con que aparece en la expresión 4-30. Es conveniente

proceder de arriba a abajo en la consideración de los distintos

estratos.

IV-f.3.

Muro de respaldo quebrado

Si un muro tiene su respaldo quebrado como el mostrado en la

fig. IV -f.l, la fórmula de

Coulomb podrá aplicarse

por etapas. Un empuje E x

podrá obtenerse con la expresión

4-30 para la parte

BB' del respaldo. El empuje

E 2 se supone ser el correspondiente

a la parte del diagrama

lineal de presiones

actuante sobre A V que cubre

la parte AB del respaldo.

El empuje de proyecto E

es la resultante de esos dos

y pasa por su intersección.


134 CAPITULO IV

ANEXO IV-g

Construcción gráfica de Engesser

La construcción de Engesser es análoga a la de Culmann y se

aplica de un modo similar. Con referencia a la fig. IV-g.l, la construcción

puede realizarse como sigue:

¥.na,y?z„ trabadas las líneas <j>’ y "0" en la forma vista en la

sección IV -8, llevense sobre la línea " f y a partir de A segmentos

Aalt Aa2 . etc. que representen, a una cierta escala de fuerzas, a

los pesos W j W« .. . etc. de las diferentes cuñas deslizantes supuestas

y limitadas por los planos Abt, Ab2 . . . etc.

Por los puntos au a2. .. etc., trácense paraielas a los respectivos

pianos de deslizamiento Abu Ab, . .. etc.

Una vez dibujadas estas líneas es fácil trazar su envolvente con

suficiente precisión. Esta linea aparece con trazo lleno en la fio.

IV-g.l y recibe el nombre de curva de Engesser. La curva de Engesser

corta a la “línea 6" en el punto c, tal que Ac es el empuje

máximo buscado, representado a la escala de fuerzas utilizada en

el dibujo.


MECANICA DE SUELOS (II) 135

En eíecto, es fácil ver, para la cuña deslizante 1 por ejemplo,

que el triángulo Aa-iCi es semejante al triángulo de fuerzas que

aparece en la citada fig. IV-g.l, de modo que el segmento Aci es el

correspondiente empuje, a la escala de fuerzas usada. Asi el segmento

Ac es el máximo de los empujes obtenibles. No se considera necesario

detallar más la demostración del método que es en todo análoga

a la presentada para el procedimiento de Culmann.

El punto de aplicación del empuje puede obtenerse como se indicó

para el método de Culmann.

ANEXO IV-h

Arqueo en suelos

En el cuerpo de este capítulo se trató el arqueo en suelos desde

un punto de vista puramente cualitativo, exponiéndose brevemente en

que consiste este importante efecto. Insistiendo en este aspecto puramente

descriptivo, se expone a continuación un experimento que

permite visualizar el efecto en forma muy clara.

Considérese una balanza sobre una mesa. Sobre uno de los

platillos de la balanza está situado un cilindro vertical de vidrio

o lucita, de modo que el cilindro no toque el platillo, por estar provisto

de un apoyo independiente situado sobre la mesa. Én el otro platillo

se ha colocado un recipiente con agua, provisto de una llave de

purga; el agua extraída se recogerá en una probeta graduada. En el

platillo situado bajo el cilindro de vidrio se coloca un contrapeso

que equilibre al peso del recipiente colocado en el otro platillo cuando

esté vacío de agua. La fig. IV-h.l muestra un esquema de la disposición

de los elementos antes citados.

Una vez colocado el cilindro muy cerca del platillo, pero sin

tocarle, con la balanza fija (sin movimiento en los platillos), se llena

de arena, dejándola caer por la parte superior. La arena descansa

así directamente sobre el platillo. Al mismo tiempo, en el otro platillo,

se coloca agua en el recipiente contrapesado, de manera que el peso

del agua sea igual al de la arena del primer platillo. En estas condiciones

se dejan en libertad los platillos observándose, como es natural,

que quedan equilibrados. Si ahora se abre la llave de purga

del recipiente que contiene el agua, permitiendo que ésta fluya hacia

la probeta, se observará que la balanza no se desnivela, aún cuando el

peso que se pierda de agua sea importante.

Cuando sólo una pequeña fracción del agua original quede en

el recipiente, se notará que la balanza llega a desnivelarse, derramándose

la arena del cilindro a través del espacio producido bajo

él por el movimiento de la balanza.


136 CAPITULO IV

Una interpretación sugestiva del experimento descrito consiste

en suponer que lo que sucede en el cilindro es que cuando el platillo

tiende a bajar y a ceder bajo la arena, ésta empieza a trabajar por

arqueo transmitiendo su peso, por fricción, a las paredes del cilindro.

Este efecto disminuye el peso de la arena que gravita sobre el

platillo. A medida que sigue drenándose el agua del recipiente del

otro platillo, el primer platillo bajo la arena seguirá bajando una

magnitud imperceptible, pero suficiente para dar lugar a mayor

desarrollo del efecto de arqueo en la zona inferior de la arena. La

zona superior gravitará sobre los arcos o, mejor dicho para este caso,

bóvedas formadas en la masa granular inferior. El desequilibrio de la

balanza se presenta cuando el peso del agua es igual prácticamente

al peso de la arena contenida en el semi-elipsoide de revolución

indicado en la figura por trazo discontinuo, pues esta masa de arena

no tiene ninguna otra forma de sustentación posible. Una vez roto

el equilibrio, este volumen de arena cede permitiendo el desplome de

los arcos o bóvedas con la consecuencia del derrame de toda la arena

observado en el experimento.

FIG . IV-h. I Experimento que ilustra el efecto de arqueo en suelos granulados

A este efecto de arqueo suele también llamársele acción de silo

por presentarse en los silos para el almacenaje de cereales.

Las teorías de arqueo más estudiadas se refieren por lo general

a dos problemas específicos: el primero considera un estrato de


MECANICA DE SUELOS (II) 137

arena de extensión infinita, pero espesor finito, descansando sobre

una base infinita de la cual cede una sección angosta de longitud

infinita; es decir, se analiza un problema de deformación plana; el

segundo problema considera el caso de un elemento vertical de soporte

que gira en torno a su extremo superior, provocando el arqueo

de la masa del relleno. En la fig. IV-h.2 (a y c) se esquematizan

ambos problemas mencionados.

Z O N A O E C E O E N C lA

F IS . IV-h.2. ¿os dos problemas más preferentemente tratados por las Teorías de Arqueo

Terzaghi11 distingue tres tipos de teorías de arqueo, en referencia

al tratamiento del primero de los dos problemas mencionados.

1) Teorías en las que se consideran las condiciones para el equilibrio

de la arena localizada inmediatamente arriba de la zona

de cedencia, sin investigar si los resultados obtenidos son

compatibles con las condiciones de equilibrio de la arena

situada más lejos de dicha zona.

2) Teorías basadas en la hipótesis de que la masa completa de

arena colocada sobre la frontera que cede está en condiciones

de equilibrio crítico. Esta hipótesis no es compatible con los

datos experimentales de que se dispone.

3) Teorías en que se supone que las secciones verticales ad y be

(fig. IV-h.2.a), que pasan por los extremos de la faja de

cedencia son superficies de deslizamiento y que la presión

sobre la frontera cedente es igual a la diferencia entre el peso

total de la masa de arena colocada sobre esa frontera y la

resistencia friccionante desarrollada a lo largo de las superficies

de fluencia. Las superficies reales de deslizamiento son la

ae y bf, curvas, según indican los datos experimentales, con

una separación mayor en la superficie que el ancho de la

zona de cedencia; por lo tanto la fricción a lo largo de las su-


138 CAPITULO IV

perficies verticales supuestas no puede estar totalmente desarrollada,

pues esas superficies no son, estrictamente hablando,

superficies de fluencia. Este hecho produce un error

del lado de la inseguridad.

Las Teorías de los tres grupos conducen a resultados diferentes

entre sí y puede decirse que el fenómeno de arqueo no ha sido

estudiado en la realidad lo suficiente como para poder juzgar el

valor relativo de cada una de ellas. El grupo más sencillo de analizar

es el mencionado en tercer lugar y una Teoría de este grupo

es la que se expone a continuación.

En ella se considera que la resistencia del suelo está dada en

general, por la ley de Coulomb:

5 = c + ctg<£

Se considera también inicialmente que en la superficie del terreno

considerado actúa una sobrecarga q.

IV-h.2.a se muestra un elemento prismático de suelo

situado a la profundidad z y de espesor dz. El esfuerzo vertical en la

cara superior se denomina cr„ y el esfuerzo horizontal, en las caras

laterales, se supone ser:

donde K es una constante.

cjh = K e v

(4-h .l)

Considerando el equilibrio vertical del prisma elemental se tiene:

2Bydz ~ 2B (<yv + dav) - 2Bav + 2cdz + 2Kavtg<t>dz (4-h.2)

Simplificando y operando puede llegarse a:

dtxv , K c

- + av- m = r - - E . (4-h.3)

que es una ecuación diferencial lineal, de primer orden y primer

grado. Resolviéndola se tiene

donde

por lo tanto

o'v = e - f áz[ JQ e~Jí>ííz dz + C]

P = § tg* y Q = r ~ § -

operando

OV= c-1<*/*>

~ -§•){ «»(*/«»* dz + C

C\


MECANICA DE SUELOS (II) 139

Teniendo en cuenta el planteamiento del problema puede escribirse

la siguiente condición de frontera:

av —q si z —0 (d-h.5)

Aplicando esta condición a la solución 4-h.4 se llega a:

B

( - 5 ) .

ffv - — ' ----- 11 _ e-Kt'Hi/n, ) + q (4. h 6)

K tg<¡>

Donde c es la base de los logaritmos naturales. Si el material

que constituye el estrato bajo estudio es puramente "friccionante”

(c ~ 0), la ecuación anterior se reduce a :

ff, = - (1 - C-Kt" ^ ñ>) + q (4-h.7)

Ktg $

Si la sobrecarga q es nula, la ec. 4-h.7 aún puede reducirse a:

oy = (1 - e“Als^(s/B)) (4-h.8)

Ktg (¡>

Cuando z tiende a oo el valor de oy para un estrato de arena

limpia, sin sobrecarga, tiende a:

" = ■ & ■ (*-h9>

que naturalmente es constante. Se ve entonces que, en este caso, la

presión vertical dentro de la arena ya no sigue la conocida ley lineal

sino que su gráfica se hace curva, acercándose asintóticamente al

valor (4-h.9); de manera que, según la Teoría expuesta, la presión

que actúa en la frontera cedente resulta menor de lo que se deduciría

de la profundidad de tal frontera. Viendo la fórmula 4-h.9 y considerando,

para fines apreciativos, un valor <j>—30° y K =1, se tiene:

ffr = 2 By

(4-h.lO)

lo cual indica que, para esos valores, la presión que se ejerce sobre la

zona cedente es únicamente la correspondiente a una columna de

arena de altura 2B, o sea el ancho de dicha zona cedente. Es importante

notar, en la ec. 4-h.9, que el valor de la presión vertical ov

es proporcional al ancho de la zona cedente, 2B.

Pero por otra parte, los datos de la observación experimental

en arenas12 han demostrado que el valor de K aumenta desde 1, muy

cerca del centro de la frontera que cede, hasta 1.5 en una elevación

2B sobre ese punto. A elevaciones mayores que 5B aproximadamente

parece ser que el hecho de que la frontera ceda ya no influye


140 CAPITULO IV

en el estado de esfuerzos de la arena. Estos hechos experimentales

imponen la hipótesis de que la resistencia al esfuerzo cortante de

la arena se moviliza sólo en la zona inferior de espesor z2 de las

superficies de deslizamiento ad y be; con esta hipótesis, la parte superior

de la masa de arena actúa sobre la masa que se extiende en

la altura z2 simplemente como una sobrecarga q y la presión en Id

frontera cedente debe entonces calcularse haciendo uso de la fórmula

4-h.7.

Si Zi (fig. 4-h.2.a) es la profundidad a lo largo de la cual no

existen esfuerzos cortantes en las superficies verticales de deslizamiento,

se tendrá

q = yz,

Por lo tanto, para ese valor de q y para z = z2, profundidad

en que la resistencia al esfuerzo cortante de la arena si se moviliza,

la ec. 4-h.7 queda:

OV= (1 - e-K ) + y Zie-* .strwi) (4-h.l 1)

Atg$

Cuando z2 tiende a oo el valor de crv tiende a

que es el mismo valor 4-h.9, constante.

- = 4 <4-h-9>

Por lo tanto, cuando una parte de la frontera inferior de una masa

de arena de gran espesor cede, la presión sobre esta zona cedente no

es igual a la correspondiente a toda la altura de la arena que gravita

sobre ella, sino que alcanza un valor menor que tiende al dado por

la expresión 4-h.9, independientemente de la profundidad.

Por ejemplo, si <¡>= 40°, K = 1, zx =■ 45, la presión de la arena

crece según ley hidrostática con la profundidad hasta el valor

Zi = 45, pero abajo de éste, la presión queda medida por la

ec. 4-h.l 1 y disminuye cuando la profundidad aumenta, acercándose

asintóticamente al valor 4-h.9. La teoría indica que a una

profundidad de más de 85, la influencia del peso de la arena en

el espesor zx ya es despreciable, pues a tal profundidad el valor de

o» ya se acerca suficientemente al valor final constante. También

puede decirse que a una elevación de más de 45 ó 65 sobre el centro

de la zona cedente, la presión sobre tal zona cedente ya no se ve influenciada

por el estado de esfuerzos prevalecientes en las capas superiores

de la arena.

En realidad, la transición entre la resistencia al esfuerzo cortante

totalmente movilizada en la parte baja de la superficie de deslizamiento

ad y be y el valor nulo en las partes altas de esas superficies

es seguramente gradual y, por lo tanto, también será suave la


MECANICA DE SUELOS (II) 141

variación del esfuerzo normal vertical con la profundidad, no alcanzándose

el valor yzu a partir del cual disminuye bruscamente, sino

que comienza a variar gradualmente desde antes de esa cantidad,

con valores ya menores que los correspondientes a la ley lineal. En

la fig. IV-h.2.b se muestra esquemáticamente con línea llena la variación

real de er„, verificada con mediciones, en tanto que con trazos

discontinuados se indica la teórica, brusca.

El efecto de arqueo es mucho más difícil de analizar en el segundo

caso, mostrado en la parte c) de la fig. IV-h.2, correspondiente

a un elemento vertical de soporte que gire en torno a su extremo

superior. Para analizar este problema se han hecho diversos intentos

con la hipótesis de que la superficie de deslizamiento es plana, arco

circular o de espiral logarítmica, llegándose en forma cualitativa, a

algunas conclusiones importantes. La distribución de presiones horizontales

tras el elemento vertical no es, en realidad, lineal, sino que

adopta una forma de tipo parabólico, análoga a la mostrada en la

fig. IV-h.2.c. Esto trae como consecuencia inmediata el que el punto

de aplicación del empuje total se acerque mucho a la mitad de la

altura del relleno. Al mismo tiempo, la investigación ha demostrado

ue el nuevo empuje es mayor que el correspondiente al estado activo

3e Rankine.

ANEXO IV-i

Métodos teóricos para el cálculo de empujes sobre ademes.

Método de la espiral logarítmica

FIG . IV-1.1 Método de lo espiro! logarítmico pora

el cálculo de empuje en ademes

Considérese en primer

lugar una excavación en

arena (c = 0 ) de altura

H, como la mostrada en

la fig. IV-i.l. Se supone

en lo que sigue que no

obran presiones hidrostáticas

sobre el ademe. La

posición inicial del ademe

corresponde a la línea ab

y la ab' representa la posición

final.

Se trata de encontrar

el empuje P que obra sobre

el ademe, por metro

de longitud de éste. La

hipótesis básica de este

método consiste en suponer

que la superficie de


142 CAPITULO IV

falla del suelo tiene con el plano del papel una traza constituida

por una espiral logarítmica de ecuación:

r ~ r , e olg$

(4 -i.l)

Donde e es la base de los logaritmos naturales y el sentido de r,

r0 y 6 queda indicado en la fig. IV-i.l.

Como la parte superior de la masa deslizante no puede deformarse

lateralmente, por efecto de la primera hilera de puntales,

la superficie de deslizamiento debe cortar a la superficie del terreno

en ángulo recto. Por una conocida propiedad de la espiral logarítmica,

la normal en cualquier punto forma un ángulo <¡>con el radio vector

de ese punto: por lo tanto el centro de la espiral debe estar sobre

una recta que forme el ángulo <j> con la superficie horizontal del

relleno. El deslizamiento de la cuña de suelo ocurre hacia abajo

en la frontera superior y esta componente del movimiento en toda

la cuña hace que el empuje sobre el ademe resulte inclinado con la

horizontal un cierto ángulo S.

Como ya se ha dicho, la distribución de presiones contra el

ademe no sigue la ley lineal de las teorías clásicas, sino que tiene

una forma aproximadamente parabólica, de modo que el empuje

total resulta aplicado en un punto próximo a H/2. Las observaciones

experimentales han probado que si se adopta el valor n = 0.55H,

contado a partir del fondo de la excavación, como punto de aplicación

del empuje P, siempre se estará del lado de la seguridad; por

ello, este valor máximo observado es el adoptado en la práctica.

El procedimiento de cálculo se desarrolla como sigue. Escogido

un punto d en la superficie horizontal del terreno, trácese una espiral

logarítmica de ecuación dada por la expresión 4-i.l y que pase por

ese punto y por b. Dadas las propiedades de la espiral, el centro

de esa curva debe quedar en una línea que forme un ángulo <f>con la

superficie horizontal del terreno. Sea O ese centro. La reacción P

de las fuerzas normales y de fricción sobre la superficie de deslizamiento

pasa por O, dadas las propiedades de la espiral. Entonces

tomando momentos respecto a O, sólo hay que tomar en cuenta la

fuerza W , peso de la cuña y la P, obteniéndose;

de donde

Pm=Wl

P = W — m

Puede así desarrollarse un método de tanteos, probando diferentes

posiciones de la espiral, que producen distintas curvas de

deslizamiento. Naturalmente que el empuje de proyecto será el máximo

obtenido en los tanteos.


MECANICA DE SUELOS (II) 143

La experiencia ha demostrado que el valor de P de proyecto

suele ser aproximadamente un 10% mayor que el obtenido aplicando

la Teoría de Coulomb, haciendo uso del método de Culmann, por

ejemplo. Esto proporciona un criterio de valuación del empuje que es

suficientemente aproximado para análisis preliminares.

En el caso en que el terreno en que se efectúa la excavación

sea puramente “cohesivo” puede aplicarse el mismo método descrito,

con <f>— 0, en cuyo caso la ecuación de la espiral se reduce a:

r = r0

(4-i.2)

que es la ecuación de una circunferencia. Como, por las razones

expuestas, la curva debe cortar ortogonalmente a la superficie horizontal

del relleno, se sigue que el centro de la circunferencia debe

de caer sobre la prolongación de la superficie horizontal de dicho

relleno. El método de tanteos se plantea ahora comparando un momento

motor, producido por el peso de la cuña de deslizamiento

circular, con otro resistente correspondiente al empuje P y a la

cohesión que se desarrolla a lo largo de la circunferencia que limita

la zona de deslizamiento. Este último momento vale: cLr, siendo

c la cohesión del suelo, L la longitud del arco de la circunferencia

de deslizamiento y r el radio de la misma.

En este caso puede conservarse el valor experimental n =■ 0.55H.

ANEXO IV-j

Ademado en túneles

IV -j.l.

Carga de roca

El término carga de roca indica el espesor de la masa de roca

que gravita realmente sobre el techo o arco del túnel.

Si el valor de la carga de roca es diferente de cero y el túnel

carece de ademe, la masa de material que gravita sobre el techo tiende

a penetrar en el túnel poco a poco, en tanto que el techo va adquiriendo

una forma irregular.

La carga de roca depende de la naturaleza de la misma y de

una serie de detalles circunstanciales, tales como su agrietamiento,

grado de alteración, etc. Si la roca está sana o moderadamente agrietada,

el techo del túnel puede soportarse a sí mismo o requerir un

ademe relativamente débil, en tanto que si el agrietamiento o la alteración

son muy grandes, el empuje sobre el ademe puede llegar a ser

tan grande como los que se manejan comúnmente en empuje de

tierras. Frecuentemente, a lo largo de un túnel se encuentran prevaleciendo

muy diferentes condiciones y el ingeniero ha de estar siem­


144 CAPITULO IV

pre dispuesto a modificar cualquier criterio de diseño preconcebido

a la vista de las condiciones que vaya descubriendo la propia obra.

La carga que actúe sobre los ademes depende en cierta medida

del estado de esfuerzos existente en la masa de roca, antes de perforar

el túnel. La relación entre la presión vertical ejercida por la roca

sobre una cierta sección y la horizontal actuante en esa sección, depende

principalmente de la historia geológica de la roca y puede variar

entre límites muy amplios. En general la presión vertical suele ser

mayor en masas no perturbadas de roca; en una masa plegada, la

presión horizontal depende de si las fuerzas horizontales que causaron

el plegamiento han o no desaparecido; en este último caso, la presión

horizontal puede tener cualquier valor, sólo limitado por la resistencia

de la roca a la compresión. En general, no hay modo de

conocer el estado de esfuerzos en el interior de una masa de roca,

por lo que la existencia de fuertes presiones horizontales sólo puede

deducirse de algunas manifestaciones externas, tales como la aparición

de roca explosiva a pequeña profundidad.

IV-j.2.

Túneles en roca sana e intacta

La teoría ha demostrado que, en roca sana, la modificación que

la presencia del túnel impone en el estado de esfuerzos de la masa

general, tiende a nulificarse rápidamente a medida que aumenta el

alejamiento del túnel; de hecho a distancias del orden de un diámetro

el efecto de la excavación ya es despreciable.

En las paredes del túnel el esfuerzo radial, actuante en dirección

normal a la pared, es nulo y el circunferencial, en la dirección de la

tangente, es aproximadamente igual al doble del que existió antes

de perforar el túnel. Un elemento de la pared del túnel está sujeto

a un estado de esfuerzos hasta cierto punto similar al de un espécimen

de roca que se pruebe a la compresión simple; la falla se produce

cuando el esfuerzo circunferencial llegue a igualar a la resistencia

de la roca a la compresión; esto conduce a muy grandes esfuerzos

circunferenciales posibles que, si no hay presiones horizontales en la

masa de roca sana, corresponden a alturas de roca sobre el túnel,

compatibles con d equilibrio, del orden de los miles de metros. En

estas condiciones, es evidente que el túnel en roca sana no precisará

por lo general, ningún ademe.

Existe, sin embargo, un problema rdativamente frecuente en túneles

que atraviesan roca sana y que hace que éstos deban ademarse

en forma suficiente para la protección de los trabajadores durante el

período de construcción. Este problema suele denominarse roca explosiva.

En muchos casos, de las paredes y del techo de los túneles

que cruzan roca sana se desprenden violentamente lajas de roca, que

salen proyectadas a gran velocidad con el consiguiente peligro. El

fenómeno ocurre cuando la roca en las paredes o techo del túnel


MECANICA DE SUELOS (II) 145

está sujeta a estados de deformación elástica intensa; ésta puede

deberse a la permanencia de presiones horizontales, dejadas por fenómenos

de plegamientos tectónicos no disipados o puede deberse a

otras causas no bien definidas aún. En la fig. IV -j.l se muestra un

esquema de la formación de una laja explosiva. El remedio contra

la roca explosiva es dar a las paredes y el techo del túnel un elemento

que ejerza una fuerza hada ellos que neutralice la tendenda expansiva.

La presión necesaria para lograr el fin perseguido es pequeña

y cualquier ademe que sea capaz de aguantar unas 2 ton/m2 es suficiente

para cumplir el objetivo.

A veces, si el fenómeno

de roca explosiva toma proporciones

muy grandes, se

produce la fragmentación

de las paredes y el techo del

túnel tras el ademe, en cuyo

caso éste deberá proyedarse

l a ja e x p lo siv a Para soportar el empuje mayor

que corresponde a ese

tipo de roca. En cualquier

caso el ademe deberá acuñarse

bien contra las paredes

del túnel.

IV-j.l Generación de roca explosiva

rV-j.3. Túneles

estratificada

en roca

La roca estratificada presenta el problema de romperse fácilmente

a lo largo de los planos de estratificación y de juntearse transversalmente

a esa dirección. Cuando la estratificación es horizontal se

presenta en estas rocas el efecto conocido como de puente, según el

cual la roca se sostiene sola como una losa sin necesitar ademe,

siempre y cuando la resistencia a la tensión de la losa sea mayor

que los esfuerzos ocasionados por la flexión (fig. IV -j.2). Si los esfuerzos

de tensión son mayores que la resistencia de las losas de roca,

el techo del túnel se agrieta y exige un sostén adecuado.

El efecto de los explosivos en el frente del túnel durante el proceso

de la construcción produce una sobreexcavación que depende de

la distancia entre las juntas de la roca, de la cantidad y potencia

de los explosivos y de la distancia entre el ademe ya colocado y el

frente de trabajo sin ademar. Aún en los casos .en que se permita

el desarrollo completo de la sobreexcavación, al no ademar el frente

del túnel oportunamente, es raro que la cavidad que se forma sobre

el techo del frente, por derrumbe, sobrepase el valor 0.5B, donde B

es el ancho del túnel y esto sólo en caso de que la roca esté muy

11—Mecánica de Suelos II


146 CAPITULO IV

junteada. Así pues, no es

razonable, en la práctica,

pensar que la carga de roca

sobre el adejne pueda

exceder aquel valor, que

constituye un límite superior

adecuado para ser

tomado en cuenta en el

proyecto; es claro que, si

el ademe se construye con

rapidez en el frente descubierto

de la obra y se procura

ir acuñando con fragmentos

de roca el espacio

entre dicho ademe y el

embovedamiento provocado

por las explosiones, se

puede llegar a cargas de roca menores que 0.55.

FIG. IV-j.2. Efecto de puente en roca estratificada

a) con ¡untas transversales muy espaciadas

b) con ¡untas transversales próximas

Si los planos de estratificación de la roca están en dirección

vertical, el monto de la sobreexcavación depende mucho de la distancia

entre el frente de ataque de la excavación, sin ademar y el

principio del ademe ya construido atrás. Ahora las masas de roca

se sostienen por fricción en sus planos de estratificación y el techo

del ademe sólo tiene que soportar la diferencia entre su peso y dicha

fricción; en realidad, las observaciones prueban que la situación

es más favorable de lo que a primera vista podría decirse y la carga

de roca muy rara vez excede en estos casos el valor del peso de la

masa aflojada por el efecto de los explosivos. Tomando un valor

de la carga de roca del orden de 0.255 (5, ancho del túnel) parece

ser que se garantizan buenas condiciones para el ademe del techo.

Si los planos de estratificación están inclinados respecto al eje

del túnel se ejercen empujes no sólo sobre el techo de éste, sino

también en la pared interceptada por la estratificación. En la fig.

IV-j.3 se muestra esquemáticamente el procedimiento propuesto por

Terzaghi para calcular estos empujes.

La cuña aed empuja a la pared ac del soporte y trata de penetrar

en el túnel. El valor de este empuje, por unidad de longitud del túnel,

puede calcularse suponiendo que a lo largo de de no hay adherencia

entre roca y roca y que, a lo largo de ce se ha producido también una

ruptura, de modo que la masa cefg gravita sobre el techo del túnel.

La cuña ade, entonces, está en equilibrio bajo su peso W, la reacción

F, a lo largo de ad y el empuje E sobre la pared. Como se conoce

W en magnitud y dirección y F y E en dirección {<j> es el ángulo

aparente de fricción interna de la roca de que se trate a lo largo

de los planos de estratificación), puede trazarse el triángulo de fuerzas

correspondiente y obtener el valor de E. El valor del ángulo <f>


FIG. !V-¡.3. Cálculo de empujes en roca estratificada

en planos inclinados

en casos sobre estratificación muy escarpada.

IV-j.4.

MECANICA DE SUELOS (II) 147

Túneles en roca fisurada

depende no sólo de la naturaleza

de la roca, sino

también de la presión del

agua que pueda existir en

los planos de estratificación

de la misma; la experiencia

ha indicado que si las masas

de roca contienen en

sus planos de estratificación

arcilla, <j>puede llegar a valer

15°, en tanto que será

del orden de 25°, si la roca

es limpia. El valor de la

carga de roca que la cuña

cefg ejerce sobre el techo

del túnel podrá variar de

0.5B, para estratificación

muy poco inclinada a 0.25B,

Es frecuente que el fisuramiento ocurra paralelamente a la superficie

del terreno. En estas rocas los problemas de sobreexcavación

y soporte son muy similares a los tratados para el caso de las

rocas estratificadas. Si las fisuras ocurren al azar, el no poner ademe

conduce generalmente a un embovedamiento, especialmente sobre el

techo; sin embargo, es frecuente que, por lo irregular de la trayectoria

de fisuramiento, la fricción y trabazón entre la roca juegue un

gran papel, por lo que el empuje en las paredes suele ser nulo y en

el techo ligero, correspondiente, cuando mucho, a una carga de roca

equivalente a una altura de una cuarta parte del ancho del túnel.

Cuando este tipo de roca está sujeto a un fuerte estado de deformación

elástica presenta también el problema de la roca explosiva,

que debe ser prevenido como se dijo atrás.

IV-j.5.

Túneles en roca triturada

En este tipo entran una gran variedad de formaciones, desde

roca muy fragmentada hasta roca a tal grado triturada que su

comportamiento sea realmente el de una arena.

En estas rocas es típico el fenómeno conocido como efecto

de arqueo, que indica la capacidad de la roca situada sobre el techo de

un túnel para trasmitir la presión debida a su peso a las masas colocadas

a los lados del mismo. Este efecto es en todo similar al del


148 CAPITULO IV

arqueo de arenas, ya mencionado y se produce como una consecuencia

de la relajación de esfuerzos causada en el techo de la perforación.

En la fig. IV -j.4 se muestra esquemáticamente la masa

de roca afectada por el fenómeno.

a

b

FIG . IV-i.4. Arquea sobre un túnel

Para determinar la carga que actúa sobre el techo del túnel

tomando en cuenta el efecto de arqueo pueden analizarse teorías,

como la mencionada en el Anexo IV-h, o resultados de pruebas

de laboratorio realizadas sobre arenas. Estas pruebas, bastante representativas

del comportamiento de arenas o rocas trituradas situadas

sobre el nivel freático, permiten llegar a algunas conclusiones

de interés práctico. La fig. IV-j.4 muestra la masa de roca afectada

por el arqueo; el peso de esa masa, que tiende a penetrar

en el túnel mientras no se construya el ademe apropiado, se transfiere

en su mayor parte a las masas laterales de roca y es resistido

por la fricción que se desarrolla en las superficies ac y bd.

Nótese que el ancho de la zona de arqueo, Bu es mayor que el ancho

del túnel. También se observa que el espesor D de la zona de arqueo

es aproximadamente igual a 1.5 Bi; por encima de esa altura, los


MECANICA DE SUELOS (II) 149

esfuerzos en la masa de roca permanecen prácticamente inalterados,

cuando se efectúa la excavación. Basta que la roca ceda un poco

en el techo del túnel para que la carga sobre el ademe llegue a valores

inclusive mucho menores que el espesor de la zona de arqueo, D.

Así se obtiene un H^i^. Si a partir de este punto, la deformación

del intradós del arco del túnel sigue aumentando, la carga de roca

vuelve a crecer tendiendo, según la deformación aumenta, a un valor

Hpmáx que es, sin embargo aún bastante menor que D. En general,

dependiendo de circunstancias difíciles de cuantificar, la carga de

roca adopta algún valor Hv. intermedio entre H vmín y Hpmíx.

Después de que el ademe del techo ha sido instalado y adecuadamente

acuñado, la carga de roca aumenta con el tiempo, con velocidad

decreciente, hasta un valor último que vale, según Terzaghi

H„ ui, = 1.15 //p

Donde Hp es el valor de carga de roca originalmente actuante

en el ademe.

Este valor se alcanza independientemente de la profundidad a

que se excave el túnel bajo la superficie del suelo, (véase Anexo

IV-h).

El valor de Hv, actuante sobre el ademe en un principio, depende

de Bx y, según Terzaghi, se tiene:

~Hr — C Bx

(d -j.l)

donde C es una constante que depende de la compacidad de la roca

y de la distancia que haya cedido el techo del túnel, antes de que su

ademe se instalase.

Si la roca está totalmente triturada, hasta el grado de presentar

el aspecto de una arena, el ancho de la zona de arqueo llega al

valor:

= B + H t

La carga de roca Hp sobre el techo del túnel puede estimarse,

según la ec. 4-j.l, con los valores de la Tabla 4-j.l obtenidos de

pruebas en modelos representativos en arenas secas.

La presión media sobre las paredes del túnel puede estimarse

aplicando las teorías de presión de tierra en arenas con la ecuación:

P* = 0.3 y (0.5//* + Hp) (4-j.2)

donde y es el peso específico de la masa de roca totalmente triturada

y las demás literales tienen el sentido ya conocido.

Según ya se dijo, estos valores de la carga de roca y la presión

horizontal aumentan con el tiempo un 15% aproximadamente, y este

aumento deberá de tomarse en cuenta para el proyecto.


150 CAPITULO IV

La experiencia ha indicado que los valores reales que se producen

en los túneles suelen acercarse mucho más a los mínimos que a los

máximos dados por la Tabla 4-j.l. Esto indica que la deformación

del techo del túnel, que tiene lugar durante la excavación basta para

producir el desarrollo completo del arqueo de la masa de roca.

TABLA 4-j.l

Roca totalmente triturada,

equivalente a

arena

Hr

Cedencia del techo del túnel

Compacta

Mín: 0.27 (B + H t)

Máx: 0.60 (B + H t)

0.01(B + H t)

0.15(fí + H t) o más

Suelta

Mín: 0.47 {B + H<)

Máx; 0.60 (B + H t)

0.02 (fi + Ht)

0.15(i? + H t) o más

De todo lo anterior se deduce que, en estos tipos de roca, es

conveniente la construcción inmediata del ademe y el acuñamiento

correcto del mismo.

Si el túnel está excavado bajo el nivel freático, las pruebas en

modelos han demostrado que el fenómeno de arqueo no se ve interferido

por el flujo que se produce hacia el túnel, que actúa como un

dren subterráneo, pero que las fuerzas de la filtración hacen que

la carga de roca prácticamente se duplique. Naturalmente, el flujo

afecta en forma importante la capacidad de carga en la base de los

puntales del ademado lateral; en el Volumen III de esta obra se

expondrán criterios para cuantificar este importante efecto.

IV-j.6.

Túneles en roca fragmentada

Por el término fragmentada se indica una roca, que, por su gran

cantidad de juntas, grietas y fisuras forma bloques independientes

entre los que prácticamente no existe interacción. Las junturas entre

los bloques pueden ser angostas o anchas y pueden o no estar rellenas

de materiales más finos. El comportamiento mecánico de estas

formaciones se parece al de las arenas compactas de grano grueso,

sin ninguna cohesión. Si las junturas entre los bloques están distribuidas

al azar, es frecuente que se presenten presiones, no sólo en el

techo del túnel, sino también en sus paredes.


MECANICA DE SUELOS (II) 151

La carga de roca en estas formaciones está determinada por

leyes parecidas a las que rigen los efectos del arqueo de las arenas;

así, la carga H v sobre el techo de un túnel excavado a profundidad

considerable es independiente de dicha profundidad y depende linealmente

de la suma de B + H t.

La experiencia indica que estas rocas no se adaptan de inmediato

al nuevo estado de esfuerzos provocado por la excavación del túnel.

En el momento inmediato posterior a la acción de los explosivos,

algunos bloques de la zona del frente de ataque caen dentro del

túnel, produciendo un embovedamiento en dicho frente y tendiendo

a formarse un domo de bloques inestables que termina donde comienza

la zona ya ademada del túnel; en estas condiciones, el frente

de ataque se sostiene a sí mismo por un cierto tiempo, al cabo del

cual, la caída de los bloques continúa, formándose una cúpula y otro

domo de roca inestable. Si el ademe sigue sin colocarse, el efecto

es progresivo y la caída de una cantidad de roca produce la inestabilidad

de otra masa en forma de domo que, a su vez, caerá posteriormente.

El tiempo que la masa inestable de bloques se sostiene a sí

misma depende de la forma y tamaño de los bloques, del ancho de

las junturas, de la matriz que las ocupe y de la distancia entre el frente

de ataque y el ademe ya instalado. Al tiempo transcurrido entre

la acción de los explosivos y la caída del primer domo de roca

inestable se le llama período de acción de puente, tp. Este período

se atribuye tanto a la resistencia viscosa de la matriz que rellena

las juntas, como a la falla progresiva de las zonas de apoyo entre los

bloques.

Aún cuando se construya un ademe adecuado, bien acuñado contra

la roca, dentro del tiempo de acción de puente, la carga de roca

sobre el techo del túnel tiende a crecer con el tiempo por dos razones.

En primer lugar, porque según el frente de excavación avanza a

partir de un cierto punto del túnel, el efecto tridimensional de domo

se ve substituido por el bidimensional de arqueo, menos eficaz; en

segundo lugar, porque el acuñamiento del ademe contra la roca no

detiene del todo el acomodamiento de ésta bajo el nuevo estado de

esfuerzos producido por la excavación; estos movimientos aumentan

la carga de roca y el aumento no cesa hasta que los bloques han

alcanzado su acomodo definitivo. El aumento total de la carga de

roca y el tiempo que transcurra hasta que llegue a su valor constante

depende en alto grado de la intensidad del acuñamiento del ademe

contra la roca; si esta operación se hace adecuadamente, el tiempo

mencionado no sobrepasa, en general, una semana. Por otra parte,

si el espacio entre el ademe y la roca no se rellena bien con pedacería

de roca y el ademe no se acuña convenientemente, la carga

inicial de roca puede ser pequeña, menor inclusive que la que se tiene

cuando aquellas operaciones se ejecuten satisfactoriamente, pero esa

carga crece durante varios meses y su valor final llega a ser mucho


152 CAPITULO IV

mayor que el que se alcanza en el caso de rellenado y acuñamiento

apropiados,

El tiempo de acción de puente aumenta rápidamente cuando el

espadamiento entre los puntales de ademado disminuye. La distancia

mínima que puede disponerse entre el frente de la excavación y el

prindpio de la zona ademada es algo mayor que la distancia de

avance de la excavación en un dclo de uso de explosivos. Esa distancia

suele ser del orden de 6/10 del ancho, B, del túnel; varía con

el tipo de roca y muy rara vez excede de 5 ó 6 m. Es evidente, por

otra parte, que si el tiempo de duración de una operadón de explosivos

es mayor que el período de acción de puente, el ademe debe

llevarse muy cerca del frente de la excavación.

El período de acción de puente debe influir en la programación

de las operaciones de excavadón, limpieza y ademado del túnel. Si

este período es sólo algo mayor que el que se requiere para ventilar

el frente de ataque, tras la acción de los explosivos, serán inevitables

los derrumbes en dicho frente. Cuanto mayor sea la diferencia entre

esos dos tiempos habrá mayor margen para construir el ademe y,

consecuentemente, los derrumbes serán evitados en la correspondiente

propordón, hasta el límite en que el tiempo de acdón de puente cubra

el lapso necesario para ventilar el túnel y ademar el frente descubierto,

en cuyo caso no habrá derrumbes de material, si las operaciones

se llevan convenientemente.

En realidad no existe una frontera específica entre la roca triturada,

analizada en la sección IV-j.5 y la roca fragmentada que

ahora se trata; por lo tanto, en este caso la carga de roca puede

variar de 0.25B, que corresponde a la roca moderadamente junteada,

ya también analizada, a los valores más grandes que puedan

presentarse en roca triturada. Arbitrariamente pueden distinguirse

dos tipos dentro de la roca fragmentada en lo que se refiere

a la estimación de la carga de roca que se produce: roca moderadamente

fragmentada o roca muy fragmentada. Con base en las

observaciones realizadas en túneles para ferrocarril a través de los

Alpes, se ha llegado a algunas estimaciones de H p en roca moderadamente

y muy fragmentada. En túneles con agua a través de roca

moderadamente fragmentada, H„ puede valer inicialmente cero y

aumentar posteriormente a algunos metros. Si la roca está muy fragmentada,

el valor inicial de Hv puede ser más grande. Con base en

estas experiencias puede elaborarse la Tabla 4-j.2.

En túneles en seco los valores de H v pueden ser mucho menores

que en túneles en que el agua esté presente; sin embargo, es recomendable

diseñar siempre para la condición más crítica, pues es muy

difícil garantizar la ausencia permanente de las aguas en el tipo de

obras que aquí se trata.

El hecho de que las junturas entre los bloques de la roca estén

ocupadas por arcilla puede ser muy importante en épocas en que el


MECANICA DE SUELOS (II)

TABLA 4-j.2

153

Tipo de roca

Inicial

Carga de roca, H ,

Ultima

Moderadamente

agrietada

Muy agrietada

O 0.25 5 a 0.35 (fl + H t)

0 a 0.6 (B + H t)

0.35(B + H t)a

1.10 (B + H t)

túnel esté seco, pues la arcilla seca actúa como cementante gracias

a su resistencia al esfuerzo cortante; pero al humedecerse el túnel

esta resistencia al esfuerzo cortante tiende a disiparse con rapidez

y no es prudente, por lo tanto, confiar en ella, salvo casos muy

especiales. Por ello es aconsejable usar los valores de la Tabla

4-j.2 independientemente de la apariencia de la roca durante la

construcción.

IV-j.7.

Táñeles en roca alterada y en arcilla

Como ya se ha indicado (ver Volumen 1 de esta obra), la alteración

química convierte a la mayoría de las rocas, incluyendo todas

las rocas ígneas y la mayor parte de los esquistos y pizarras, en

arcillas. En ocasiones, la conversión es completa, en tanto que en

otras se restringe a ciertos minerales únicamente; la alteración puede

afectar a toda la masa de la roca o puede sólo ocurrir en las partes

próximas a sus fisuras, grietas, juntas, etc. En cualquier caso es

claro que las propiedades mecánicas e hidráulicas de la roca alterada

difieren radicalmente de las de la roca original y tienden a parecerse

mucho y a veces a ser las mismas que las de una arcilla.

Cuando se excava un túnel en estas rocas alteradas se produce

un efecto de arqueo, análogo al tratado en rocas fragmentadas y

trituradas; es decir, la carga de roca, es mucho menor que la presión

correspondiente al peso de todo el material sobreyaciente a la excavación.

Sin embargo, en rocas alteradas el efecto de arqueo se

presenta asociado con fenómenos que son inexistentes en los otros

tipos de roca mencionados.

En roca alterada o arcilla, el tiempo de acción de puente es mucho

más largo que en arenas o rocas trituradas o fragmentadas, por ello

muv rara vez se hace necesario en estos casos la excavación escalonada

del frente del túnel; pero, por otra parte, el crecimiento de la

carga de roca con el tiempo, a partir del valor inicial es, en este


154 CAPITULO IV

caso, mucho mayor y más prolongado que en rocas químicamente

intactas.

Las propiedades de las arcillas de mayor significación en lo que

se refiere a túneles son su expansividad al ser aliviadas de cargas,

la variación de la resistencia al esfuerzo cortante con la presión

normal y la velocidad de reacción a los cambios de esfuerzos.

Cuando la arcilla es aliviada de presiones tiende a expanderse

y en presencia de agua lo hace, generalmente en alto grado; este

fenómeno ya ha sido suficientemente discutido en el Volumen I de

esta obra. Cuando se excava un túnel en estos materiales, la arcilla

de las zonas próximas al borde de la excavación ve disminuidas

fuertemente sus presiones de confinamiento y por lo tanto se expande

tomando agua del material más alejado del túnel; esto trae consigo

la disminución de la resistencia al esfuerzo cortante de la arcilla

próxima a las paredes del túnel. En ocasiones se ha señalado que

es la humedad prevaleciente en general en el interior de los túneles

la causa del reblandecimiento de la arcilla en su techo y paredes;

esta afirmación carece totalmente de consistencia y, de hecho, una

muestra de arcilla extraída de la pared y dejada dentro del túnel,

en contacto con el ambiente, se seca fuertemente en pocos días.

Cuando un túnel en arcilla no es ademado adecuadamente, el

material de las paredes, piso y techo fluye lentamente y tiende

a cerrar la excavación. Se dice entonces que fluye plásticamente.

Durante ese proceso y debido a la expansión que se produce simultáneamente,

la resistencia de la arcilla al esfuerzo cortante disminuye

hasta un mínimo, en el cual se mantiene prácticamente constante;

este valor final se denomina “cohesión última”. Es evidente que el

tiempo que tarden en producirse los fenómenos de expansión y pérdida

de resistencia depende de la permeabilidad de la arcilla, en

primer lugar y del conjunto de sus propiedades en general. Para

un túnel dado y a una profundidad dada, la velocidad de expansión

aumenta rápidamente con las dimensiones de la parte del túnel no

ademada, por lo que suele bastar llevar el ademe suficientemente

cerca del frente de la excavación para prevenir problemas de expansión.

Cuando el frente avanza una cierta distancia adelante del ademado,

la acción tridimensional de domo, que ocurre en el frente, es

sustituida por el efecto bidimensional de arqueo, menos efectivo

naturalmente, por lo que las expansiones tienden a aumentar, sobre

todo en el piso y las paredes del túnel. El flujo hacia el túnel va

asociado con una deformación que alarga a un elemento de arcilla

en la dirección radial y lo acorta en la dirección circunferencial; esta

deformación hace que la fricción interna del material y su cohesión

aparente trabajen, por lo que, en el momento en que la arcilla empieza

a fluir hacia dentro del túnel, el material vecino a las fronteras de

éste empieza a funcionar como un arco que rodea a todo el túnel


MECANICA D E SU ELO S (II) 155

llegando a constituir un verdadero cilindro. Este material que resiste

en la periferia de la excavación recibe el nombre de cilindro resistente

y ayuda poderosamente a soportar la presión de la arcilla

situada más lejos de la excavación.

Tan pronto como el túnel se adema y acuña convenientemente, el

flujo de arcilla cesa, aun cuando ésta no se haya adaptado al nuevo

estado de esfuerzos producido por la excavación y, por lo tanto,

no se haya neutralizado la tendencia a fluir. Como consecuencia de

esto, la presión contra los ademes aumenta, aunque a razón decreciente.

El tiempo durante el que tal aumento de presión ocurre oscila

entre algunas semanas y muchos meses.

La expansividad de las arcillas depende mucho de la presión a

que hayan sido consolidadas. En arcillas preconsolidadas la capacidad

de expansión es grande, la velocidad con que se presenta el fenómeno

es baja y el incremento de presión sobre los ademes construidos

es grande y lento. Si el túnel está a poca profundidad, el valor

último de la presión sobre el ademe puede exceder la presión del

colchón existente.

Muy frecuentemente las arcillas duras se presentan muy agrietadas;

estas arcillas se disgregan fácilmente cuando, bajo presión,

fluyen en las paredes de un túnel pues, como ya se dijo, tal fluencia

trae consigo una disminución de longitud de cualquier elemento en

la dirección circunferencial. Estos efectos producen la caída de estos

materiales de los techos de los túneles y el período de acción de

puente de estas arcillas está generalmente limitado por el mencionado

efecto de desmoronamiento.

En arcillas blandas suaves el concepto de periodo de acción de

puente carece de significado, pues estos materiales fluyen desde un

principio.

Todos los mecanismos anteriores pueden presentarse en rocas

que contengan la cantidad suficiente de arcilla; en realidad, ésta

puede ser producto de la descomposición de la propia roca o tener

algún otro origen. La roca en sí puede ser junteada, triturada o,

inclusive, mecánicamente intacta. Sin embargo, las propiedades de

la roca, en lo que se refiere a su capacidad de fluencia o a su expansividad,

quedan determinadas por las de la arcilla que contenga.

Las escasas pruebas que se han realizado hasta hoy en rocas

que fluyen plásticamente, pero de poca o nula expansividad indican

que la carga de roca H v es proporcional a (B + Ht), pero con

un coeficiente de proporcionalidad más alto que en el caso de roca

muy agrietada. El valor Hp aumenta durante varias semanas a partir

del momento de la excavación y también crece con la profundidad

del túnel respecto al nivel del terreno. Las mayores presiones reportadas

por Terzaghi en túneles excavados a profundidades de una

o dos centenas de metros indicaron que el valor de Hp correspondiente

aumentó desde 1.10 (B + Ht) inicialmente, hasta 2.1 (B + Ht)


156 CAPITULO IV

a que llegó finalmente. A profundidades del orden de más de 300 m,

el valor inicial de Hp medido resultó del orden de 2.10 (B + Ht),

pero este valor puede crecer hasta unos 4.50 (B + Ht) en el transcurso

de los meses siguientes a la perforación. Otro interesante dato

de la experiencia es que la presión en las paredes parece ser del

orden de un tercio de la que se produce en el techo y la presión

en el piso es como la mitad de ésta última.

En rocas expansivas resultan aplicables las ideas expuestas para

las arcillas preconsolidadas de modo que el período de acción de

puente depende sobre todo de la velocidad de expansión y del espaciamiento

entre las fisuras que la roca pueda presentar. La carga

de roca inicial es debida casi exclusivamente al acuñamiento, pero

este valor aumenta durante mucho tiempo, a veces varios meses,

hasta alcanzar cifras muy importantes.

La falla del ademe en roca expansiva va acompañada de una

relajación casi instantánea de la presión, por lo que el ademe fallado

suele bastar durante algunos días para que la falla no tome, por lo

menos, carácteres de catástrofe. La presión aumenta otra vez, cuando

un nuevo ademe substituye al destruido, pero su valor final ya es

menor que el alcanzado anteriormente. Cuando el ademe no es circular,

el aumento en contenido de agua y disminución de la resistencia

al esfuerzo cortante que ocurre en la roca próxima al túnel al expanderse

puede fácilmente ser causa de que los puntales del ademe

penetren en el piso del túnel, comenzando así el colapso general de

la estructura de protección; por ello el tipo de ademado circular

debe considerarse ahora como indispensable.

Muy pocos datos confiables se tienen actualmente para valuar

la carga de las rocas expansivas. En túneles superficiales la carga de

roca puede ser bastante mayor que la correspondiente al material

existente sobre el túnel. En túneles profundos se han llegado a medir

frecuentemente presiones del orden de 10 kg/cm2 y excepcionalmente

se han encontrado valores tan altos como 20 kg/cm2; este

último valor es toscamente equivalente a un colchón de 80 m de roca

gravitando sobre el techo del túnel. Estas presiones indican que,

aún en rocas expansivas, el efecto de arqueo es importante. Como

quiera que la expansión trae consigo un alivio de las presiones ejercidas

por el suelo, siempre que no existan restricciones, es recomendable

dejar entre el ademe construido y la excavación una holgura;

10 ó 15 cm es un valor satisfactorio.

Un procedimiento recomendado por Terzaghi para la construcción

del ademado es el siguiente. Se colocan costillas circulares de

acero suficientemente resistentes para aguantar la presión de expansión

de la roca; como consecuencia la roca fluye en torno a esas

costillas venciendo la resistencia de los elementos de soporte intercalados

entre las costillas, que se construyen relativamente débiles.

Una vez que estos elementos han cedido, se retiran, se rebana el


MECANICA DE SUELOS (II) 157

material expandido y se vuelven a construir los elementos intermedios.

Así se logra que la presión vaya siendo controlada sin necesidad

de sustituir todo el ademe o sin construirlo todo de muy alta resistencia.

Un aspecto muy importante es, naturalmente, reconocer la expansividad

de la roca antes de efectuar la excavación del túnel. Para

ello Terzaghi recomienda tomar muestras de roca fresca, sumergirlas

en agua y medir su incremento de volumen. Un incremento menor de

2% indicaría que la roca no es expansiva, en el sentido en que aquí

se ha venido tratando. Este punto es importante, no sólo para juzgar

la carga de roca, sino también para decidir el grado de acuñamiento

que haya de dársele al ademe; en efecto, se vio que en todos los

tipos de roca antes tratados un buen acuñamiento en el ademe

reduce no sólo el período de tiempo durante el cual la presión

aumenta, sino también el valor final de dicha presión; por el contrario,

en rocas francamente expansivas ya se mencionó la conveniencia

práctica de dejar una holgura entre el ademe y las paredes de la

excavación, pues esto reduce el valor final de la presión sobre el

soporte. Así pues, el correcto juicio sobre la expansibilidad de la roca

define los procedimientos de construcción en lo que a esta importantísima

cuestión se refiere.

NOTA. Este Anexo ha sido elaborado teniendo en cuenta la ref. 14 en forma

muy predominante.

ANEXO IV-k

Tablestacas andadas

rV-k.l. Efecto de los movimientos de la tablestaca en la presión

de tierra

Los métodos clásicos de diseño de tablestacas, que se han mencionado

brevemente en el cuerpo de este capítulo, contienen la

hipótesis básica de que basta un movimiento ínfimo en la estructura

para que las presiones de la tierra se reduzcan a sus valores extremos

y que los movimientos subsecuentes ya no tienen influencia en estas

presiones. Estas hipótesis resultan insostenibles a la luz del conocimiento

que resulta de las mediciones efectuadas en modelos de laboratorio

y en estructuras construidas. Según estas observaciones,

reportadas por Terzaghi, (fig. IV -k.l), el mínimo coeficiente activo

de presión de tierras, KÁ, corresponde, en arenas compactas, a un

valor de deformación de la tablestaca, d, de 0.0005, definiendo esa d

como la relación entre el desplazamiento de la corona del muro por

giro en torno al pie y su altura no enterrada. Este valor permaneció

constante en las pruebas de referencia hasta d = 0.002; la deformación

posterior de la estructura hizo que KÁaumentase, tendiendo al


158 C A PITU LO IV

valor de KÁmínimo para arenas sueltas. Cuando d llegó a valer 0.0046

el relleno se deslizó en forma aparente. En arenas sueltas el valor de

Ka pasó de 0.4, correspondiente al estado de reposo, a 0.3 para una

d — 0.0003; a partir de esa deformación del muro en adelante, el

valor de KA disminuyó algo, si bien en mucha menor proporción, alcanzando

el valor de 0.23 para d = 0.007, que representa la máxima

deformación en el experimento. Se llegó a ese valor sin que el

relleno deslizase. La fricción entre el relleno y la estructura se desarrolló

por completo antes de que la fricción interna en el relleno

lo hiciese. Debe notarse que las deformaciones del muro se ejecutaron

una vez que el relleno se colocó totalmente. Esto es, las

deformaciones fueron efectivas. Esto es importante en la aplicación

a tablestacas, porque gran parte de la deformación de ellas ocurre

mientras se coloca el relleno y si se toma en cuenta que los rellenos

no suelen compactarse y que la deformación total máxima de una

tablestaca no suele exceder de unos cuantos milésimos de su altura,

no se justifica pensar que la presión actuante sea la activa.

Valones de d = Y/H

F IG . IV-k.l. Presiones medidas en modelos de muros con rellenos de arena (según

Tersaghi)


MECANICA DE SUELOS (II) 159

Otro punto de discordancia en la aplicación de las Teorías clásicas,

calculando presiones de tierra por el método de Coulomb, por

ejemplo, se tiene al considerar planas las superficies de falla correspondiente

a los estados activo y pasivo. Tanto teorías posteriores

como las pruebas indican, de hecho, que tales superficies de falla son

curvas y el considerarlas planas, si bien casi satisfactorio en el caso

activo, conduce, en el caso pasivo, a empujes que van siendo mucho

menores que' los reales, cuando el ángulo S de fricción entre la

tablestaca y el suelo sobrepasa los 15°. Estas diferencias son mayores

a mayor ángulo de fricción en el suelo, <j>. En la fig. IV-k.2 pueden

verse gráficas, debidas a Terzaghi, que muestran cuantitativamente

las variaciones a que se ha hecho referencia.

(o)

C oeficiente de presión p a s iv o , K ,

FIG. IV-k.2 Efecto de la hipótesis de falla plana (Coulomb) en el valor del coeficiente

de presión activa

IV-k.2.

Efecto de las presiones de agua no balanceadas

Cuando, como es tan frecuente, las tablestacas están a la orilla

del mar se producen sobre ellas, por efecto de las mareas, presiones

hidrostáticas desequilibradas, a causa de que el nivel del agua libre

a un lado de la estructura es menor que el nivel que el agua alcanza

en el relleno. Otro tanto sucede en orillas de ríos o lagos cuando

las aguas descienden rápidamente o tras fuertes lluvias.

Si los coeficientes de permeabilidad de los materiales de relleno

son conocidos, la presión en desequilibrio puede calcularse trazando

la correspondiente red de flujo y realizando en ella los cálculos

que se detallarán en el Volumen III de esta obra. Si el relleno es

homogéneo, en lo que se refiere a su permeabilidad, podría decirse

que en el lado interior de la tablestaca obra una presión desbalanceada

igual a

Pío — yw Hw (4-k. 1)

donde H wes la diferencia de alturas de agua en los lados interior


160 CAPITULO IV

y exterior de la tablestaca. En la zona en que la tablestaca queda

enterrada por sus dos lados, pw va disminuyendo linealmente hasta

reducirse a cero en el extremo inferior.

En todos estos casos existe flujo de agua y, por lo tanto, el

efecto de las fuerzas de filtración deberá ser calculado por los procedimientos

descritos en el Volumen III de esta obra.

IV-k.3.

Efecto de sobrecargas

Antes de disponer de mediciones sobre estructuras reales ya se

contaba con métodos para tomar en consideración el efecto de las

sobrecargas lineales; con base en la Teoría de Coulomb, se decía

que la magnitud y posición del empuje producido por la sobrecarga

dependía de los ángulos <j>y 8, con el sentido ya mencionado muchas

veces.

En épocas más recientes Gerber 16 y Spangler 17 realizaron mediciones

para determinar tanto la magnitud de la presión producida

por la sobrecarga lineal sobre la tablestaca, como su distribución.

El relleno utilizado por Gerber fue arena uniforme de río, con tamaños

entre 0.2 y 1.5 mm; el elemento de soporte fue prácticamente

rígido y consistió en un muro de concreto de 78 cm de altura. Spangler

utilizó como relleno una grava con 13% de finos; el muro fue

de concreto, en voladizo, de unos 2 m de altura y 15 cm de espesor;

este muro podía girar en torno a la arista exterior de la losa de

cimentación. Aún cuando existieron diferencias en las condiciones

de las pruebas, los resultados de ambos investigadores fueron esencialmente

iguales. La distribución de la presión horizontal actuante

sobre el soporte correspondió a una línea curva, más o menos parabólica,

con máximo cerca del tercio superior de la altura H de la

estructura, para cargas lineales no muy cerca de la corona del muro.

Hasta una distancia de 0.4 H a partir de la corona del muro, los

empujes medidos fueron prácticamente constantes; posiciones más

lejanas de la sobrecarga producen empujes cada vez menores. Muy

cerca del muro la ley de distribución de presiones se aleja mucho

de la parabólica aproximada, con el máximo muy desplazado hacia

arriba.

Los datos anteriores resultaron incompatibles con los resultados

de la aplicación de la Teoría de Coulomb al problema, pero se

acercan más a los valores que se obtienen aplicando la Teoría de

Boussinesq.

Según esta teoría, el esfuerzo horizontal, ax, producido en un

medio semiinfinito por una sobrecarga lineal vale, a la profundidad

nH y en una sección vertical a mH de la sobrecarga (ver fia.

IV -k .3):


MECANICA DE SUELOS (II) 161

Fie. IV-k.3. Sobrecarga lineal actuante sobre una

tablestaca anclada

Ahora bien, al aplicar

este resultado al caso real

de una tablestaca debe hacerse

la consideración de

que este elemento es rígido

y restringe los desplazamientos

horizontales.

Si una sobrecarga lineal

simétrica a la real obrase

del otro lado de la sección

a-c en el medio semiinfini'

to, el esfuerzo horizontal

en el elemento considerado

seria el doble del dado por

la ec. 4-k.2 y la tendencia

al desplazamiento horizontal

del elemento sería nula. En el caso real de la tablestaca podría

considerarse que prevalece esta condición de deformación y, por lo

tanto, la presión horizontal sobre ella puede tomarse como:

_ 4g m2n

Ph~ W (m*"+ñ*p

(4-k.3)

Esta fórmula está bastante acorde con las observaciones ya citadas,

para valores de m mayores de 0.4; para m < 0.4 las discrepancias

se hacen fuertes. Para estos últimos valores de m se encontró que

la distribución de las presiones observadas mostraba mayor similitud

con la calculada para m = 0.4, determinada por la ecuación:

0.203 n

P* = iH (0.16 -I- n2)2

(4-k.4)

Para m > 0.4 el empuje, E, por unidad de longitud de tablestaca

es:

= í " «I

phH dn = — it m8+ l

(4-k.5)

Para m < 0.4, de acuerdo con lo arriba dicho, conviene considerar

m = 0.4 y, por lo tanto:

12—Mecánica de Suelos II

2 q

( M é V i ) = 03511

H-k.6)


162 CAPITULO IV

Todas estas expresiones son más bien conservadoras respecto a

las observaciones realizadas. Ha de tenerse en cuenta que en la

Teoría de Boussinesq la sobrecarga lineal es de longitud infinita, en

tanto que en las pruebas naturalmente no lo fue; además, la teoría

está afectada de una serie de hipótesis tales como la elasticidad perfecta

del medio, etc., que ya han sido mencionadas antes en este

volumen. Ante todo esto, la concordancia entre teoría y observación

es muy razonable. También es aceptable pensar que el margen

de seguridad de los cálculos teóricos justifique su uso en condiciones

de campo diferentes a las prevalecientes en las pruebas

experimentales mencionadas.

Gerber, Spangler y Feld18 estudiaron también experimentalmente

las presiones horizontales producidas sobre una tablestaca por

efecto de cargas puntuales actuantes en el relleno horizontal. Como

carga puntual utilizaron placas circulares de pequeño diámetro colocadas

a distancias variables de la cresta de la tablestaca; los rellenos

fueron también “friccionantes”. La presión resultó máxima en la

traza con el respaldo del muro de un plano vertical a éste, trazado

por la carga concentrada. En esta línea (ab en la fig. IV -k.3), la

presión se distribuye en la acostumbrada forma parabólica, con máximo

a una profundidad del orden de la distancia entre el muro y la

carga concentrada. El empuje total E T causado por la carga puntual

P es máximo para m — 0 y disminuye constantemente para valores

crecientes de ese parámetro (m indica ahora la posición de la

carga concentrada P ) . Los valores experimentales encontrados para

E t corresponden a los dados por la ecuación empírica

e ' = p T t t £ f <4'k-7>

basada en los datos reportados por Gerber. La ecuación está formada

de modo que los valores del empuje corresponden a los mayores

observados.

Ninguna de las teorías hoy en uso concuerda satisfactoriamente

con la distribución de presiones horizontales producidas por una

carga concentrada. Para valores de m > 0.4 estas presiones corresponden

aproximadamente a los valores de la expresión empírica:

_ , P m2 n2

p* - L 77W (m. + n*)* (4' L8)

Para m < 0.4 resulta más aproximado, usando la expresión

4-k.8, mantener m = 0.4, con lo que:

Pk = 0.28

(4-k.9)


Las ecs. 4-k.8 y 4-k.9 dan una aproximación buena en la práctica

a los datos experimentales hoy disponibles.

IV-k.4.

MECANICA DE SUELOS (II) 163

Distribución de la presión de tierras

Tanto la teoría como la observación permiten afirmar que la distribución

de presiones horizontales en el respaldo de una tablestaca

no es la que corresponde a la ley de Coulomb, sino que depende

grandemente del modo de deformarse que la estructura presenta.

En la fig. IV-k.4 se presentan esquemáticamente los resultados

de las observaciones hechas por distintos investigadores sobre modelos

para el caso de tres tipos de desplazamiento de la estructura de

soporte.

FIG. IV-k.4. Distribuciones de presión observados para diferentes nrodos de deformarse

el soporte

En el caso a) ocurre un giro en torno al pie de la estructura y

como consecuencia la magnitud y distribución de las presiones corresponde

a la ley lineal de Coulomb. En el caso b) la estructura

se hizo girar en torno a su corona y la distribución de presiones

se apartó ya de la lineal, transformándose a la forma seudoparabólica.

En la parte c) se muestra la distribución de presiones obtenidas

en una estructura con el desplazamiento impedido en su pie

y corona, pero con posibilidad de flexión en su parte central; tampoco

ahora la distribución sigue la ley lineal.

Como puede observarse en las distribuciones de las partes b)

y c). la presión tiende a bajar en las partes cedentes y a aumentar

en las fijas; esto es una consecuencia del fenómeno de arqueo ya

discutido.

El caso c) representa también resultados obtenidos para la distribución

de presiones en tablestacas dragadas. En estas estructuras

Rowe encontró que si el anclaje cedía 0.1% de H la distribución c)

se modificaba bastante, acercándose a la ley lineal de la presión

activa según Coulomb, sin que, por otra parte, se modifique sensi­


164 CAPITULO IV

blemente el empuje total. Este hecho justifica que, en este tipo de

tablestacas, se considere en la práctica a la ley de Coulomb como

buena para representar las presiones realmente actuantes.

En la fig. IV-k.5 se muestran esquemáticamente los resultados de

pruebas realizadas por G. P. Tschebotarioff entre los años 1944 y

1948 sobre tablestacas de relleno.

FIG. IV-lc.5. Distribución de presiones sobre tablestacas

a) relativamente rígidas

b) relativamente flexibles

Cuando la tablestaca utilizada como modelo era relativamente

rígida (deformación máxima 0.1% de H en este caso) se encontraron

curvas de distribución comprendidas en la zona rayada de la

fig. IV-k.5.a, en las cuales la magnitud de la presión puede llegar

a ser mayor que la correspondiente a la tierra "en reposo”, que, en

este caso, correspondió a un valor del coeficiente de presión K0 = 0.4.

Nótese que, en general, la presión fue mayor que la activa.

En pruebas con modelos más flexibles (fig. IV-k.5.b) con deformación

horizontal máxima del orden de 0.5%, los diagramas de

presión encontrados mostraron presiones de menor intensidad, acercándose

más, por lo menos en magnitud, a las dadas por la Teoría

de Coulomb (la línea KÁ= 0.23 representa la presión activa según

la Teoría de Coulomb, calculada con <¡>= 34° y 8 = 25°, valores

supuestos en las pruebas).

Las curvas 1 y 2 se obtuvieron con el mismo relleno arenoso, en

el primer caso colocado en forma natural y en el segundo después

de sometido a una compactación por vibración; nótese aue dicha vibración

hizo aumentar notablemente las presiones sobre la tablestaca.


MECANICA DE SUELOS (II) 165

Otro punto de interés puesto de manifiesto por las pruebas fue

el referente a la influencia de la colocación del relleno arenoso. Las

curvas de distribución de presiones 3 y 1 ponen de relieve esta influencia.

La curva 3 se obtuvo con un relleno construido colocando la

arena del respaldo de la tablestaca hacia atrás; la 1 se obtuvo con

un relleno construido depositando la arena de atrás hacia el respaldo

de la tablestaca.

Los resultados anteriores correspondieron a pruebas efectuadas

en terrenos de cimentación constituida por arena compacta; si ésta es

suelta, se observó para el caso de la curva 3, que las presiones

aumentaron un poco a lo largo de toda la altura de la tablestaca.

Para el caso de rellenos heterogéneos, compuestos por una zona de

arcilla y una cuña de arena en contacto con el respaldo de la tablestaca

se observó que, si la cuña parte del pie de la tablestaca hacia

el relleno la distribución de presiones es prácticamente la dada por un

relleno homogéneo de arena. Si la cuña parte de la corona de la

tablestaca hacia el interior del relleno, la curva de presiones medidas

sobre la tablestaca se aleja más del respaldo a lo largo de toda la

altura, respecto a la del relleno de arena homogénea correspondiente.

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Placo rígida

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(Apoyo fijo)

F IS . IV-k.6. Influencia de las condiciones del suelo on la presión pasiva desarrollada

en tablestacas y en e l tipo de deformación de la estructura

Nótese que todas las pruebas muestran un máximo de la presión

en algún nivel comprendido entre el anclaje y el piso de la cara exterior

de la tablestaca. También se puso de manifiesto que las presio­


166 CAPITULO IV

nes medidas dependen del procedimiento seguido para formar el

relleno, hecho que no es tomado en cuenta por ninguna teoría de

presión de tierra.

Con el fin de obtener datos respecto a la presión pasiva (fig.

IV-k.6) que se produce en la cara exterior enterrada de una tablestaca,

Rowe 19 realizó pruebas con una placa rígida que giraba en

torno a su extremo interior (fig. IV-k.6, a y b) que permiten deducir

para la tablestaca que nunca tiene lugar un crecimiento lineal de

la presión pasiva, como el que se obtiene con la Teoría de Coulomb

y que, en general, las presiones reales son menores, tendiendo a

valores pequeños en el extremo inferior de la estructura, siempre y

cuando la flexibilidad sea suficiente como para que el extremo inferior

pueda considerarse eje de rotación, de modo que la situación sea

similar a la de las pruebas. Cuando Rowe hizo girar una placa

rígida enterrada en tomo al punto correspondiente al nivel del piso,

se obtuvo una presión pasiva creciente hacia abajo tal como la que se

muestra en la fig. IV-k.6.c.

Las condiciones del terreno en que está hincada la tablestaca

influyen sobre el tipo de deformación de ésta e influyen también en

el tipo de apoyo que debe considerarse a la estructura. Por ejemplo,

una tablestaca hincada en turba podrá ceder y resultará de apoyo

libre; por otra parte, el hincado en arena compacta producirá seguramente

una condición de apoyo fijo, mientras que en la arena suelta

se presentará una condición intermedia entre la turba y la arena

compacta. En la fig. IV-k.6, parte d), e) y f) se presentan esquemáticamente

estas condiciones.

IV-k.5.

Influencia de la rigidez a la flexión

en el momento flexionante

De acuerdo con las teorías clásicas utilizadas para diseño de tablestacas,

mencionadas al principio de este anexo, las condiciones

del apoyo enterrado y, por lo tanto el máximo momento flexionante

en la tablestaca, son independientes de la rigidez de la estructura

a la flexión; según aquellas teorías, el momento flexionante máximo

disminuye cuando la penetración de la tablestaca aumenta, cualquiera

que sea su rigidez a la flexión. Estas afirmaciones no pueden

sostenerse a la luz del conocimiento actual de las relaciones entre

los desplazamientos horizontales de la estructura y las reacciones

del suelo. Baumann 20 puso, por vez primera, de manifiesto las irregularidades

de aquellas suposiciones, pero fueron las experiencias

de Rowe las que aportaron las primeras evidencias respecto a las

importantes relaciones mencionadas. Usando modelos metálicos de

tablestacas, con rellenos granulares en estado suelto y compacto.

Rowe midió las deformaciones verticales ocurridas en estructuras

con diferentes alturas. En todas las pruebas obtuvo el esfuerzo en


MECANICA DE SUELOS (II) 167

las fibras extremas de la placa metálica a lo largo de la altura, el

módulo de elasticidad, el momento de inercia de la sección recta del

muro, la profundidad del anclaje y otros datos de interés. Las lecturas

obtenidas permitieron conocer el momento flexionante en la

tablestaca en cada una de las pruebas. La condición de similitud

entre el modelo y el prototipo es satisfecha por Rowe con ideas que

involucran la suposición de que el módulo de elasticidad de las

arenas crece linealmente con la profundidad, lo cual es sólo aproximadamente

correcto en arenas sueltas; en arenas compactas, el módulo

de elasticidad, hasta donde sea posible hablar de este concepto

en suelos, parece variar más bien con la raíz cuadrada de la profundidad.

Por ello, si la tablestaca se hinca en arenas compactas, las

condiciones del apoyo inferior serán menos favorables que las de

los modelos de Rowe en los que se hayan usado arenas con la misma

compacidad. Rowe define para la tablestaca un número de flexibilidad

:

_ H*

9 ~ El

Las investigaciones permiten llegar a las siguientes conclusiones importantes.

En tablestacas muy rígidas, el momento flexionante máximo,

M, es independiente prácticamente del número de flexibilidad, p,

y es igual al valor calculado con la hipótesis de apoyo inferior libre

para la estructura; sin embargo, si p excede un cierto valor, M disminuye

cuando p aumenta y finalmente, tiende a un tercio del máximo

momento en tablestaca de apoyo libre. El valor crítico, pc, en que M

comienza a descender, aumenta cuando la compacidad relativa de

la arena disminuye. El valor de pe es prácticamente independiente

de la profundidad de hincado y del nivel a que actúe el anclaje.

Si la tablestaca fuera perfectamente rígida y el punto en que se

ancla fuese inmóvil, el movimiento de la estructura sería un giro

en torno a dicho anclaje y la distribución de la presión pasiva sería

similar a la curva c) de la fig. IV-k.6, con punto de aplicación del

empuje total inferior a D /3, contado a partir del extremo inferior de

la tablestaca (D, profundidad enterrada). Esta condición corresponde

al apoyo libre ideal. Cuando la flexibilidad aumenta, el extremo

inferior de la tablestaca se traslada cada vez menos y la distribución

de la presión pasiva se acerca a la de las curvas a ) o b) de la misma

figura, mientras la tablestaca tiende a girar en torno a su extremo

inferior. El punto de aplicación del empuje pasivo pasa entonces a

ser mayor que D/2; el "claro libre”, entre el anclaje y el punto de

aplicación del empuje pasivo disminuye y, por ende, el máximo

momento flexionante también decrece. Cuando el extremo inferior

de la tablestaca permanezca totalmente inmóvil, se habrá llegado a

la condición de apoyo fijo.


168 CAPITULO IV

Cuando una tablestaca se hinca en limo o en arcilla, existe una

restricción inicial fuerte para el movimiento del extremo inferior y

esto puede producir temporalmente una condición de apoyo fijo; la

consolidación del material hace, sin embargo, que al cabo de un

tiempo el suelo ceda inclusive más de lo que lo haría una arena suelta;

durante esta cedencia el máximo momento flexionante aumenta. Una

condición permanente de apoyo fijo es difícil de lograr en arcillas,

a no ser que estén fuertemente preconsolidadas.

IV-k.6. Fuerza de anclaje

Cuando la tablestaca pasa de una condición de apoyo libre a otra

de apoyo fijo, por incrementarse su flexibilidad, el máximo momento

flexionante disminuye. Si la parte inferior de la tablestaca está fija,

los extremos fijos de la misma quedan bajo la acción de momentos

que soportan parte de la presión lateral y, en consecuencia la tensión

en el anclaje disminuye; por lo tanto la tensión del anclaje disminuye,

cuando la flexibilidad de la estructura aumenta. Siguiendo un razonamiento

análogo puede afirmarse que la tensión de anclaje será

menor cuanto más compacto sea el suelo en que se hinque la tablestaca

y será también menor a mayor profundidad de hincado. Otro

factor que influye en la tensión de anclaje es la profundidad a que

dicho anclaje se construya. También se ha observado que si el anclaje

cede, la tensión en él disminuye.

IV-k.7. Diseño de tablestacas ancladas

Para realizar un diseño económico y seguro de una tablestaca

anclada deberán tenerse en cuenta todas las consideraciones generales

hasta aquí mencionadas que hacen posible eliminar los errores

más serios de los métodos tradicionales. Actualmente la más importante

dificultad con que un método de diseño se encuentra se refiere

a la complejidad estructural de los suelos, que se contrapone a la

inevitable y usual hipótesis de homogeneidad de los mismos, con base

en constantes y elementos de cálculo obtenidos de pruebas realizadas

sobre muestras representativas.

Los pasos a que debe ajustarse un método de diseño de tablestacas

ancladas son los siguientes:

a) Valuación de las fuerzas actuantes en la superficie interior

b) Determinación de la profundidad de penetración

c) Cálculo del máximo momento flexionante

d) Valuación de la fuerza de tensión en el anclaje

e) Determinación de los esfuerzos admisibles en los distintos

elementos de acuerdo con las incertidumbres que se hayan

tenido en la valuación de las fuerzas actuantes.


ARENA

F ig. I V - k . 7 F u e r z a s a c t u a n t e s so b r e una t a b l e s t a c a anq


i

RELLENO ARTIFICIAL

DE A R EN A

Ka= 0 .3 5

SUPERFICIE

DEL SUELO

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M u — ►

LINEA

DE DRAGADO

ARCILLA

DURA

LADA DE APOYO U B R E .



MECANICA DE SUELOS (II) 169

a) Valuación de las fuerzas actuantes en la superficie interior

de la tablestaca

Para exponer el método general de valuación de las fuerzas que

actúan sobre una tablestaca se recurrirá a dos casos, uno en el que la

tablestaca se supone hincada en terreno arenoso y otro en arcilla.

Se supondrá que en ambos casos, se construye un relleno de arena,

del terreno natural hasta el punto más alto de la tablestaca. En la

fig. IV-k.7 se muestran ambos casos.

En la figura se mencionan cuatro zonas numeradas I, II, III y IV

que corresponden a

I. Presión activa de tierra debida al peso del suelo tras la

tablestaca

II. Presión activa debida a la sobrecarga uniforme q

III. Presión hidrostática no balanceada

IV. Presión horizontal causada por la sobrecarga lineal q'.

Para calcular estas presiones y las fuerzas resultantes que producen

deben calcularse los pesos específicos saturado y sumergido de

los diferentes materiales y sus coeficientes de presión activa. Los

valores de este coeficiente supuestos para la exposición que sigue se

anotan en la fig. IV-k.7. En general, por estar depositados en agua,

los rellenos artificiales quedan más bien sueltos y la tablestaca no se

deforma lo suficiente como para que se desarrolle toda la resistencia

al corte en el suelo; por ello, los valores de KÁ de cálculo suelen ser

mayores que los de los mismos materiales en estado natural cuando

obran tras una tablestaca de dragado. Los valores de KApara suelos

friccionantes pueden estimarse, dentro de la Teoría de Coulomb, con

los de <f> y S correspondientes. Como quiera que el empuje activo

total equilibra al empuje pasivo y a la tensión en el anclaje, aquél

será mayor que dicho empuje pasivo; por lo tanto, para un ángulo

8 dado, la resultante de las fuerzas de fricción en la tablestaca

tenderá a hacer que ésta baje; si el punto extremo inferior de la

estructura estuviese rígidamente apoyado soportaría tal resultante,

pero esto está lejos de suceder-en la realidad, por lo que la tablestaca

se asienta ligeramente hasta que la fricción en la cara interior se hace

similar a la que actúa en la cara exterior enterrada. A causa de estos

hechos el valor de 8 en los casos de presión activa se debe de considerar

menor que en los de presión pasiva. Terzaghi recomienda

valores de 8 = <j>/2 en la región bajo presión activa, y 8 = 2<f>/3 en

zonas bajo presión pasiva.

Las arenas limosas suelen tener valores de KA mayores que las

limpias de misma compacidad relativa, debido a que su ángulo de

fricción interna es algo menor y su compresibilidad es mayor. En el

caso de rellenos naturales el valor de K¿ podrá determinarse siguiendo

las teorías usuales, pero en rellenos artificiales la sobrecarga


170 CAPITULO IV

uniforme q produce una presión horizontal igual a K¿ veces el propio

valor de q.

La primera etapa para valuar la presión, hidrostática no balanceada

es determinar correctamente la altura H,0; ésto puede hacerse

conociendo los datos hidrográficos locales. Si el suelo tras la tablestaca

es homogéneo en lo referente a la permeabilidad, la ec. 4-k.l

permite calcular la presión no equilibrada. El área III de la fig.

IV-k.7 se ha dibujado esquemáticamente con esta hipótesis. Para

evitar un aumento brusco del valor H w, por ejemplo por fuertes

lluvias, es recomendable el uso de drenaje superficial en el relleno.

Cuando el relleno de la tablestaca no se consolida durante la

construcción, por ejemplo cuando es una arcilla suave, el nivel de

agua inicial en el relleno está en la superficie del mismo; en estos

materiales KA= 1. Ahora la presión horizontal del suelo y agua

combinados contra la tablestaca es ymz, siendo ym el peso específico

del material saturado.

El efecto de cargas lineales estacionarias puede tomarse en cuenta

con las ecs. 4-k.3 y 4-k.4, ya analizadas; las cargas concentradas

actuantes pueden ser fijas o móviles. Las ecs. 4-k.8 y 4-k.9 proporcionan

las presiones horizontales correspondientes. Si la carga

es fija la presión actúa en una zona específica; si es móvil, toda

la tablestaca ha de ser capaz de soportarla. Desde luego, el relleno

ha de ofrecer capacidad de carga suficiente para soportar las sobrecargas;

en caso contrario éstas se apoyarán en pilotes y ya no ejercerán

efecto sobre la tablestaca. En el análisis de sobrecargas el

valor de la altura H debe tomarse como la distancia vertical entre la

línea de dragado y la superficie del relleno; con esto se trata de

tomar en cuenta el hecho de que las presiones calculadas son mayores

que las reales en las zonas profundas del tablestaca.

b) Determinación de la profundidad de penetración

La experiencia ha probado (Rowe) que existe muy pequeña ventaja

en hincar la tablestaca abajo de un nivel que garantice que no

se producirá una falla por movimiento hacia afuera de la parte enterrada

y que garantice también un desplazamiento convenientemente

pequeño del extremo inferior de la estructura. Como quiera que la

longitud de hincado se refleja en forma importante en la economía

de la obra, se sigue la conveniencia de determinar con buena aproximación

la profundidad de hincado conveniente.

La resistencia de un material friccionante al movimiento hacia el

exterior de la zona hincada depende de su peso específico y de su

coeficiente de empuje pasivo. Si el material es cohesivo, la resistencia

al movimiento mencionado depende para fines prácticos de la

resistencia a la compresión simple.


MECANICA DE SUELOS (II) 171

Cuando exista un flujo de agua del relleno hacia el lado exterior

de la tablestaca será necesario tomar en cuenta la reducción del

peso específico efectivo por fuerzas de filtración asociadas al flujo

ascendente en dicho lado exterior. En el Volumen III de esta obra

se darán criterios apropiados para tales cálculos.

Para los coeficientes de presión pasiva, Tarzaghi recomienda usar

los valores que se muestran en la Tabla 4-k.l.

TABLA 4-k.l

Material

Coeficiente de presión pasiva

Arena limpia compacta 9.0

Arena limpia medianamente compacta 7.0

Arena limpia suelta 5.0

Arena limosa compacta 7.0

Arena limosa medianamente compacta 5.0

Arena limosa suelta 3.0

Limo y arcilla l + ^ - C )

P + yz

(*) p representa la presión efectiva en la frontera superior del estrato de que se

trate y yz la presión efectiva debida al peso propio de dicho estrato, a la

profundidad considerada.

Los valores anteriores son conservadores y naturalmente podrán

modificarse para cada caso, cuando los valores de ^ y S se obtengan

de pruebas confiables en muestras representativas: para ello podrán

usarse las gráficas de la fig. IV-k.2. En el caso no frecuente en que

la parte inferior de la tablestaca se soporte no por hincado, sino por

un relleno artificial de arena, podrá asignársele a éste un valor

Kp= 3. Las arenas limosas muy sueltas, por su alta compresibilidad,

no darán un soporte adecuado a la zona hincada de la estructura,

por lo que será aconsejable evitarlas cuando sea posible.

La distribución real observada de la presión pasiva en tablestacas

de apoyo libre es aproximadamente trapecial, con máximo en el extremo

inferior de la estructura, pero el considerarla asi complica los

cálculos bastante por lo que, en este caso, se mantienen las ideas de

Coulomb de distribución lineal, lo cual produce poco error y del lado

de la seguridad. Para estar en condiciones de seguridad práctica, el

valor de Kp del suelo situado en el lado exterior de la tablestaca se

maneja dividido por un factor de seguridad F g > 1: en el caso en

que el suelo sea limoso o arcilloso, el factor F> divide la resistencia

a la compresión simple. Más adelante se tratarán los valores numéricos

del coeficiente F„.


172 CAPITULO IV

En la fig. IV-k.7, los puntos Oí, O2 y 03 representan los centroides

de las áreas de presión sobre la tablestaca. Oj es el centroide del

área de presión activa sobre la línea de dragado, 02 de la misma bajo

la línea de dragado y 03 el del área de presión pasiva. Los empujes

correspondientes serán E lt £ 2 y E s y sus posiciones están definidas

por las distancias Lx, L-¿ y L¡. El valor de D debe satisfacer la condición

de que la suma de los momentos de todas las fuerzas en tomo

al punto A, de anclaje, sea nula:

E\ U + E 2 (Ha + L¿) = E¡¡ (Ha + L3) (4-k.lO)

E 2, E 3, L2 y L¡ pueden expresarse en términos de D, con lo cual,

a partir de la expresión 4-k.lO, puede plantearse una ecuación

de tercer grado en D, que proporciona este valor.

c) Cálculo del máximo momento flexionante

Si la tablestaca se hinca en terreno errático o si no se dispone

de datos seguros del mismo, el momento flexionante máximo en la

estructura se calcula con la hipótesis de apoyo libre. Las fuerzas a

considerar son las mostradas en la fig. IV-k.7.

Si la tablestaca se hinca en un estrato homogéneo de arena limpia

con compacidad conocida, el momento flexionante máximo calculado

con la hipótesis de apoyo libre puede a veces reducirse, con

base en las investigaciones ae Rowe ya mencionadas 19 615. Para

tal efecto, después de calcular el máximo momento flexionante para la

condición de apoyo libre y la sección de la tablestaca requerida,

debe calcularse el número de flexibilidad correspondiente. Este núme-

■ro dependerá del material usado en la tablestaca y del máximo

esfuerzo admisible que se asigne a aquél. Si el número de flexibilidad

calculado es menor que el valor crítico correspondiente a las condiciones

del suelo en que la tablestaca esté hincada (gráficas de

Rowe) no será posible hacer ninguna reducción al momento flexionante

máximo y con éste deberá proyectarse. En caso contrario

sí será factible hacer una reducción al momento máximo para obtener

el de proyecto: esto redundará en una sección más económica para

la tablestaca.

Se explicó atrás que el apoyo de una tablestaca hincada en limo

compresible o arcilla es en un principio fijo, pero según el tiempo

pasa aquella condición va tendiendo a la de apoyo libre; en este caso,

en ninguna circunstancia se aceptará una reducción al máximo momento

flexionante que haya resultado.

d) Valuación de la tensión, en el anclaje

La fuerza de tensión que se produzca en el anclaje de una tablestaca

libremente apoyada está determinada por la condición de que

la suma de todas las fuerzas horizontales actuantes en la estructura

debe ser nula. Por lo tanto:


Ar = (E , + E 2 - E 3) l

(4 -k .ll)

donde l es el espaciamiento entre anclajes. La tensión en el anclaje

disminuye cuando el número de flexibilidad de la tablestaca aumenta,

pero la disminución no es tan importante como la que ocurre,

según se dijo, en el momento flexionante máximo. La tensión en

el anclaje debe calcularse con la hipótesis de apoyo libre.

IV-k.8.

MECANICA DE SUELOS (II) 173

Requisitos de seguridad

En general las incertidumbres, envueltas en el proyecto de las

tablestacas ancladas dejan amplio campo de acción al criterio del

proyectista, por lo cual puede ser antieconómico o inseguro el aceptar

normas rígidas en lo que se refiere a la valuación de los factores

de seguridad a utilizar en el proyecto. En lo que sigue se dan algunas

normas generales de criterio que deberán tenerse en cuenta en

todo proyecto de la naturaleza aquí tratada; estas normas son debidas,

al igual que el conjunto de este anexo, a la experiencia del

Dr. Karl Terzaghi.

En lo que se refiere al coeficiente de seguridad F „ para calcular

la presión pasiva -en la parte enterrada de la tablestaca, un valor

de 2 o 3, dependiendo del grado de precisión con que se hayan

calculado las fuerzas actuantes en el lado interior de la misma

es satisfactorio para estructuras hincadas en arenas limpias o en

arena limosa; estos valores podrán hacerse descender a 1.5 o 2,

respectivamente, en limos o arcillas, pues en este caso los valores

calculados de Kp están del lado de la seguridad.

Los valores calculados de la profundidad de hincado deberán

incrementarse siempre en un 20%, para compensar posibles excesos

en la profundidad de dragado, socavación o la existencia, no revelada

por los sondeos, de bolsas de material débil delante de la parte

enterrada de la tablestaca; en este caso, el máximo momento flexionante

y la tensión en los anclajes deben calcularse con base en la

profundidad de penetración no incrementada.

Los máximos esfuerzos permisibles debidos a la flexión de una

tablestaca de acero con relleno artificial de arena limpia pueden tomarse

a lo menos como los dos tercios del esfuerzo de fluencia; esto

vale también para tablestacas dragadas que soporten arenas depositadas

naturalmente en el lugar. Si el relleno es de arena limpia o

arena limosa y se construye por un método de sedimentación en

agua, el esfuerzo anterior no debe pasar los dos tercios del esfuerzo

dé fluencia; cuando, en este caso, el relleno sea arcilloso y se le haya

asignado un valor K a — 1 podrán tomarse esfuerzos de flexión iguales

al de fluencia, pues ahora la presión de tierras no puede llegar

a ser mayor que la supuesta.

Las tensiones en los anclajes pueden ser mayores que las calculadas

como se dijo atrás, cuando la distribución de la presión de


174 CAPITULO IV

tierras sobre la tablestaca sea muy diferente de la correspondiente

a la ley de Coulomb; también aumenta esta tensión cuando el suelo,

en el lado exterior de la parte enterrada de la tablestaca, cede, por

ejemplo por efecto de la consolidación, en tanto que la parte alta

del relleno permanece indeformable o cuando dos anclajes vecinos

ceden cantidades diferentes. A causa de todo lo anterior, las barras

o elementos de anclaje deben calcularse sobre la base de los esfuerzos

más pequeños que se hayan usado para el diseño de la estructura

en general.

En general, es vital evitar durante la construcción condiciones

de carga no previstas en el proyecto; en este sentido es necesario

tener muy presente que la actual teoría no proporciona, probablemente,

armas para prever todas las eventualidades susceptibles de

presentarse en un caso real, por lo que resulta necesario hacer uso

constante de normas de experiencia y de sentido común que cubran

las inevitables deficiencias de los proyectos. La posibilidad de socavación

en el frente expuesto, con el correspondiente aumento de la

H libre, es un peligro del tipo mencionado, para cuya previsión hoy

hay muy poco más que la experiencia del proyectista; otro peligro

análogo es la posibilidad de fugas del relleno por las juntas estructurales

de la tablestaca. En rellenos compresibles existe la posibilidad

de transmitir acciones verticales a las barras de anclaje cuando éstas

no se encierran en elementos tubulares amplios y flexibles, que sigan

los movimientos del suelo sin interferir con el funcionamiento de

dichas barras.

Todas las fallas observadas en tablestacas pueden, según Terzaghi,

atribuirse a dos causas: mala estimación de las propiedades

de resistencia del suelo o ignorancia, por deficiencia en las exploraciones

y sondeos, de la existencia de algún estrato o bolsón de suelo

de características especialmente desfavorables. Por ejemplo, el uso del

concepto "ángulo de reposo” como definidor de las cualidades de resistencia

y empuje de los suelos ha sido particularmente desdichado.

Algunas tablestacas en arena han fallado por movimiento hacia

fuera de la tablestaca y el relleno, por la existencia de un estrato de

arcilla blanda bajo la arena, que no cumplió su misión de sostener

la rjarte enterrada de la estructura. En otras ocasiones se han reportado

fallas de taludes en suelos sumergidos con superficie de falla

desarrollada bajo el anclaje y la tablestaca; en el Capítulo V se darán

criterios para tomar en cuenta este tipo de fallas.

En general, todas las fallas reportadas hasta el presente se hubieran

podido evitar contando con un buen programa de exploración

y muestreo y realizando sobre las muestras representativas algunas

pruebas sencillas y adecuadas, cuya interpretación fuese correcta.

NOTA.

Este Anexo ha sido elaborado teniendo en cuenta muy principalmente

la reí. 15.


MECANICA DE SUELOS (II) 175

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Teu&s — J. Verdeyen y V. Roisin — Eyrolles Ed. — 1955.

SZfi <¡nf/ lUerkanir* — H. R. Reynolds y P. Protopapadakis —

Crosby Lockwood and Son. Ltd. — 1956.


CAPITULO V

ESTABILIDAD DE TALUDES

V-l.

Generalidades

Se comprende bajo el nombre genérico de taludes cualesquiera

superficies inclinadas respecto a la horizontal que hayan de adoptar

permanentemente las estructuras de tierra, bien sea en forma natural

o como consecuencia de la intervención humana en una obra de

ingeniería. Desde este primer punto de vista los taludes se dividen

en naturales (laderas) o artificiales (cortes y terraplenes).

Aun cuando las laderas naturales pueden plantear y de hecho

plantean problemas que pueden llegar a ser de vital importancia, en

este capítulo se tratarán en forma predominante los taludes artificiales,

pero se mencionarán las características más importantes que

pueden ser fuente de preocupación ingenieril en las laderas naturales.

El moderno desarrollo de las actuales vías de comunicación, tales

como canales, caminos o ferrocarriles, así como el impulso que la

construcción de presas de tierra ha recibido en todo el mundo en los

últimos años y el desenvolvimiento de obras de protección contra la

acción de ríos, por medio de bordos, etc., han puesto al diseño y

construcción de taludes en un plano de importancia ingenieril de

primer orden. Tanto por el aspecto de inversión, como por el de

consecuencias derivadas de su falla, los taludes constituyen hoy una

de las estructuras ingenieriles que exigen mayor cuidado por parte

del proyectista.

Es obvio que la construcción de estas estructuras es probablemente

tan antigua como la misma humanidad; sin embargo, durante

casi toda la época histórica han constituido un problema al margen

de toda investigación científica; hasta hace relativamente pocos años,

los taludes se manejaron con normas puramente empíricas, sin ningún

criterio generalizador de las experiencias adquiridas. La expansión

del ferrocarril y el canal primero y de la carretera después, provocaron

los primeros intentos para un estudio racional de este campo;

pero no fue sino hasta el advenimiento de la actual Mecánica de

Suelos cuando fue posible aplicar al diseño de taludes normas y criterios,

que sistemáticamente tomasen en cuenta las propiedades

mecánicas e hidráulicas de los suelos constitutivos, obteniendo experiencia

sobre bases firmes y desarrollando las ideas teóricas que

permiten conocer cada vez más detalladamente el funcionamiento

13—Mecánjcs de Socios II

177


178 CAPITULO V

particular de estas estructuras. La historia del desarrollo de la técnica

constructiva de presas de tierra y de los métodos de análisis de

las mismas es uno de tantos ejemplos en apoyo de la afirmación

anterior; hoy, gracias a los aportes de la Mecánica de Suelos al análisis

de taludes, entre otras razones, se construyen doquiera presas

que hace apenas 30 o 40 años se estimarían imposibles de realizar.

Por principio de cuentas es necesario dejar establecido el hecho

de que la determinación del estado de esfuerzos en los diferentes

puntos del medio material que constituye un talud es un problema

no resuelto en general en la actualidad, ni aún para casos idealizados,

como serían los de suponer el material elástico o plástico. Esto

hace que los procedimientos usuales de análisis de estabilidad estructural

no pueden utilizarse, por lo que ha de recurrirse a métodos que,

por lo menos en la época en que comenzaron a usarse, eran de tipo

especial. En rigor estos métodos se encasillan hoy entre los de “Análisis

Límite”, que cada día van siendo más frecuentes en todos los

campos de la Ingeniería. En esencia estos métodos consisten todos en

imaginar un mecanismo de falla para el talud (la forma específica

de este mecanismo se busca frecuentemente en la experiencia) y en

aplicar a tal mecanismo los criterios de resistencia del material, de

manera de ver si, con tal resistencia, hay o no posibilidad de que el

mecanismo supuesto llegue a presentarse. En taludes siempre se ha

imaginado que la falla ocurre como un deslizamiento de la masa

de suelo, actuando como un cuerpo rígido, a lo largo de una superficie

de falla supuesta. Al analizar la posibilidad de tal deslizamiento

se admite que el suelo desarrolla en todo punto de la superficie

de falla la máxima resistencia que se le considere.

En el campo del estudio de los taludes existen pioneros de labor

muy meritoria. Collin (1845) 1,2 habló por vez primera de superficies

de deslizamiento curvas en las fallas de los taludes e imaginó

mecanismos de falla que no difieren mucho de los que actualmente

se consideran en muchos métodos prácticos de diseño. Desgraciadamente

sus ideas, obtenidas de una observación muy objetiva de la

realidad, se vieron obstaculizadas por opiniones anteriores y contrarias

de Ch. A. Coulomb3 quien preconizó la falla plana de los

taludes, hipótesis mucho menos fecunda, según se demostró en el

desarrollo posterior del campo y vio impuestas sus ideas quizá por

el hecho de su mayor prestigio y autoridad. Las ideas de superficie de

deslizamiento no plano fueron resucitadas en Suecia (1916) por Petterson,

quien al analizar una falla ocurrida en el puerto de Gottemburgo

dedujo que la ruptura había ocurrido en una superficie curva y

fueron impulsadas principalmente por W . Fellenius (1927), uno

de los investigadores más importantes del campo de los taludes. La

escuela sueca propuso asimilar la superficie de falla real a una cilindrica

cuya traza con el plano del papel sea un arco de circunferencia;

con esto se busca sobre todo facilidad en los cálculos, pues desde un


MECANICA DE SUELOS (II) 179

principio se reconoció que la llamada falla circular no representa

exactamente el mecanismo real. Actualmente reciben el nombre genérico

de Método Sueco aquellos procedimientos de cálculo de estabilidad

de taludes en que se utiliza la hipótesis de falla circular.

En 1935 Rendulio propuso la espiral logarítmica como traza de una

superficie de deslizamiento más real, pero Taylor en 1937 puso de

manifiesto que esta curva, que complica bastante los cálculos., proporciona

resultados tan similares a la circunferencia, que su uso práctico

probablemente no se justifica.

En la actualidad, la investigación está muy lejos de haber resuelto

todos los aspectos del análisis de los taludes y se están estudiando

en muchas partes otras teorías y métodos de cálculo.

La Teoría de la Elasticidad y la Plasticidad ofrecen perspectivas

de interés, que también están probándose con los mismos fines.

Es preciso hacer una distinción de importancia. Mientras los problemas

teóricos de la estabilidad de los taludes distan de estar resueltos

y constituyen un reto para los investigadores de la Mecánica

de Suelos, los aspectos prácticos del problema están mejor definidos;

hoy se construyen taludes muy importantes con factores de seguridad

muy bajos, lo cual es indicativo de que los métodos actuales, si bien

poco satisfactorios teóricamente, funcionan bastante bien en la práctica;

es más, cuando tales métodos se han aplicado cuidadosamente,

tras haber investigado correctamente las propiedades de los suelos,

la posibilidad de una falla de consecuencias ha demostrado ser

realmente muy pequeña.

V-2.

Tipos y causas de falla más comunes

Los tipos de falla más frecuentes en taludes son los que se mencionan

en lo que sigue:

a) Falla por deslizamiento superficial

Cualquier talud está sujeto a fuerzas naturales que tienden a

hacer que las partículas y porciones del suelo próximas a su

frontera deslicen hacia abajo; el fenómeno es más intenso cerca de

la superficie inclinada del talud a causa de la falta de presión

normal confinante que allí existe. Como una consecuencia, la zona

mencionada puede quedar sujeta a un flujo viscoso hacia abajo que,

generalmente, se desarrolla con extraordinaria lentitud. El desequilibrio

puede producirse por un aumento en las cargas actuantes en

la corona del talud, por una disminución en la resistencia del suelo

al esfuerzo cortante o, en el caso de laderas naturales, por razones

de conformación geológica que escapan a un análisis local detallado.

El fenómeno es muy frecuente y peligroso en laderas naturales

y, en este caso, generalmente abarca áreas tan importantes que cual-


180 CAPITULO V

D es lizam ien to s u p e rfic ia l d e g ran d es p ro p o rc io n es (c a r r e te r a H u ix tla -M o to z in t!a . E l p r o ­

b le m a fu e e v ita d o con c a m b io d e tra z o )

D eslizam ien to s u p e rfic ia l. N ó te s e los in d icio s d e corrim ie n to s re cientes en

los c a n tile s d e l fo n d o (c a r re te ra d ire c ta T iju a n a -E n s e n a d a )

quier solución para estabilizar una estructura alojada en esa zona

escapa de los límites de lo económico, no quedando entonces más

recurso que un cambio en la localización de la obra de que se trate,

que evite la zona en deslizamiento. El fenómeno se pone de manifiesto

a los ojos del ingeniero por una serie de efectos notables,

tales como inclinación de los árboles, por efecto del arrastre producido

por las capas superiores del terreno en que enraizan; inclinación

de postes, por la misma razón; movimientos relativos y ruptura de

bardas, muros, etc.; acumulación de suelos en las depresiones y

valles y falta de los mismos en las zonas altas, y otras señales del

mismo tipo.


MECANICA DE SUELOS (II) 181

En la actualidad es muy difícil llegar a establecer por un proceso

analítico la velocidad y la consideración que llegue a tener el fenómeno.

Los factores envueltos son tantos y tan complejos y actúan

en períodos de tiempo tan impredecibles que cualquier análisis teórico

se hace prácticamente imposible.

b) Falla por movimiento

del cuerpo del talud

Deslizamiento superficial. Nótese la inclinación

del arbolado

En contraste con los movimientos

superficiales lentos,

descritos en el inciso anterior,

pueden ocurrir en los

taludes movimientos bruscos

que afectan a masas considerables

de suelo, con superficies

de falla que penetran

profundamente en su cuerpo.

Estos fenómenos reciben comúnmente

el nombre de deslizamiento

de tierras. Dentro

de éstos existen dos tipos claramente

diferenciados. En

primer lugar, un caso en el

cual se define una superficie

de falla curva, a lo largo

de la cual ocurre el movimiento

del talud; esta superficie

forma una traza con el

plano del papel que puede

asimilarse, por facilidad y sin

ertor mayor, a una circunferencia.

Estas son las fallas

llamadas por rotación. En segundo

lugar, se tienen las fallas

que ocurren a lo largo de superficies débiles, asimilables a

un plano en el cuerpo del talud o en su terreno de cimentación.

Estos planos débiles suelen ser horizontales o muy poco inclinados

respecto a la horizontal. Estas son las fallas por traslación.

Las fallas por rotación pueden presentarse pasando la superficie

de falla por el pie del talud, sin interesar el terreno de cimentación o

pasando adelante del pie, afectando al terreno en que el talud se

apoya (falla de base). Además pueden presentarse las llamadas

fallas locales, que ocurren en el cuerpo del talud, pero interesando

zonas relativamente superficiales. En la fig. V -l se presentan estos

tipos de fallas, así como la nomenclatura usual en taludes simples.


182 CAPITULO V


MECANICA DE SUELOS (II) 183

FIG. V -l. N o m e n c la tu ra y fa lla s en e l cuerpo de talu des

a) Nomenclatura

b) Fallas por rotación

I Local

II Por el pie del talud

III De base

c) Falla por traslación sobre un plano débil

c) Fallas por erosión

Estas son también fallas de tipo superficial provocadas por arrastres

de viento, agua, etc., en los taludes. El fenómeno es tanto más

notorio cuanto más empinadas sean las laderas de los taludes. Una

manifestación típica del fenómeno suele ser la aparición de irregularidades

en el talud, originalmente uniforme. Desde el punto de

vista teórico esta falla suele ser imposible de cuantificar detalladamente,

pero la experiencia ha proporcionado normas que la atenúan

grandemente si se las aplica con cuidado.

d) Falla por licuación

Estas fallas ocurren cuando

en la zona del deslizamiento

el suelo pasa rápidamente

de una condición más

o menos firme a la correspondiente

a una suspensión,

con pérdida casi total de

resistencia al esfuerzo cortante.

El fenómeno puede

ocurrir tanto en arcillas extrasensitivas

como en arenas

poco compactas.

e) Falla por }alta de capacidad

de carga en el terreno

de cimentación

Estas fallas se tratarán

preferentemente en capítulos 5f e c fo j e /D erosión en un ta lu d (c a rre te ra

subsecuentes de esta obra. C o m p o s te la -P u e río V a lla r ía )


184 CAPITULO V

V-3. Taludes en arenas

La estabilidad de un talud homogéneo con su suelo de cimentación,

construido con un suelo “puramente friccionante”, tal como una arena

limpia, es una consecuencia de la fricción que se desarrolla entre las

articulas constituyentes, por lo cual, para garantizar estabilidad

§ astará que el ángulo del talud sea menor que el ángulo de fricción

interna de la arena, que. en un material suelto seco y limpio se

acercará mucho al ángulo de reposo. Por lo tanto, la condición

límite de estabilidad es, simplemente:

a = <¡> (5-1)

Sin embargo, si el ángulo a es muy próximo a <¡>, los granos de

arena próximos a la frontera del talud, no sujetos a ningún confinamiento

importante, quedarán en una condición próxima a la de

deslizamiento incipiente, que no es deseable por ser el talud muy fácilmente

erosionable por el viento o el agua. Por ello es recomendable

que en la práctica a sea algo menor que <j>. La experiencia ha demostrado

que si se define un factor de seguridad como la relación entre

los valores de a y <f>, basta que tal factor tenga un valor del orden

de 1.1 ó 1.2 para que la erosionabilidad superficial no sea excesiva.

V-4.

El Método Sueco

Como ya se ha dicho, bajo el título genérico de Método Sueco

se comprenden todos los procedimientos de análisis de estabilidad

respecto a falla por rotación, en los que se considera que la superficie

de falla es un cilindro, cuya traza con el plano en el que se calcula

es un arco de circunferencia. Existen varios procedimientos para

aplicar este método a los distintos tipos de suelo, a fin de ver si un

talud dado tiene garantizada su estabilidad. En lo que sigue se mencionarán

los procedimientos para resolver el problema con cada tipo

de suelo de los que se consideran.

a) Suelos “puramente cohesivos” (<j>= 0; cy^O)

Se trata ahora el caso de un talud homogéneo con su suelo de

cimentación y en el cual la resistencia al esfuerzo cortante puede

expresarse con la ley:

s = c

donde c es el parámetro de resistencia comúnmente llamado cohesión.

El caso se presenta en la práctica cuando se analizan las condiciones

iniciales de un talud en un suelo fino saturado, para el

cupl la prueba triaxial rápida representa las condiciones críticas.

E s este caso el método puede aplicarse según un procedimiento

sencillo debido al Dr. A. Casagrande, que puede utilizarse tanto


MECANICA DE SUELOS (II) 185

para estudiar la falla de base como la de pie del talud. La descripción

que sigue se refiere a la fig. V-2.

FIG . V-2. Procedimiento de A . Casagrande p a n aplicar el

Método Sueco o un talud puramente "cohesiro"

Considérese un arco de circunferencia de centro en 0 y radio R

como la traza de tina superficie hipotética de falla con el plano del

papel. La masa de talud que se movilizaría, si esa fuera la superficie

de falla, aparece rayada en la fig. V-2. Puede considerarse que las

fuerzas actuantes, es decir, las que tienden a producir el deslizamiento

de la masa de tierra, son el peso del área ÁBCDA, (nótese que se

considera un espesor de talud normal al papel de magnitud unitaria

y que bajo esa base se hacen todos los análisis que siguen) más

cualesquiera sobrecargas que pudieran actuar sobre la corona del

talud. El momento de estas fuerzas en tomo a un eje normal a través

de 0 según la fig. V-2, en la que no se consideran sobrecargas, será

simplemente:

Mm= Wd (5-2)

que es el llamado momento motor.

Las fuerzas que se oponen al deslizamiento de la masa de tierra

son los efectos de la “cohesión” a lo largo de toda la superficie de

deslizamiento supuesta. Así:

Mr =■ cLR (5-3)

es el momento de esas fuerzas respecto a un eje de rotación normal

al plano del papel, por O (momento resistente).

En el instante de falla incipiente:

Mm— M r

por lo tanto, en general:

XWd = cLR


186 CAPITULO V

donde el símbolo E debe interpretarse como la suma algebraica de

los momentos respecto a O de todas las fuerzas actuantes (pesos y

sobrecargas).

Si se define un factor de seguridad:

podrá escribirse:

F - = m (5-4)

F- = <5-5>

La experiencia permite considerar a 1.5 como un valor de F,

compatible con una estabilidad práctica razonable. Debe, pues, de

cumplirse para la superficie hipotética seleccionada, que:

F , > 1.5

Por supuesto, no está de ningún modo garantizado que la superficie

de falla escogida sea la que represente las condiciones más

criticas del talud bajo estudio (círculo crítico). Siempre existirá

la posibilidad de que el factor de seguridad resulte menor al adoptar

otra superficie de falla. Este hecho hace que el procedimiento descrito

se torne un método de tanteos, según el cual deberán de escogerse

otras superficies de falla de diferentes radios y centros, calcular su

factor de seguridad asociado y ver que el mínimo encontrado no sea

menor que 1.5, antes de dar al talud por seguro. En la práctica

resulta recomendable, para fijar el F , mínimo encontrar primeramente

el circulo crítico de los que pasen por el pie del talud y

después el critico en falla de base; el circulo crítico del talud será

el más crítico de esos dos.

En el Anexo V-a se presentan ideas complementarias debidas

a Taylor de gran interés práctico para el análisis sin tanteos de

taludes simples en suelos "cohesivos” homogéneos.

Nótese que en el procedimiento anterior, aparte de la falla

circular, se está admitiendo que la resistencia máxima al esfuerzo

cortante se está produciendo a la vez a lo largo de toda la superficie

de deslizamiento. Esto, en general, no sucede, pues a lo largo de la

superficie de falla real la deformación angular no es uniforme y, por

lo tanto, los esfuerzos tangenciales, que se desarrollan de acuerdo

con ella, tampoco lo serán. Esto implica que la resistencia máxima

del material se alcance antes en unos puntos de la superficie que en

otros, lo cual conduce a una redistribución de esfuerzos en las zonas

vecinas a los puntos en que se alcanzó la resistencia, dependiendo

esta redistribución y la propagación de la falla en estos puntos, de

la curva esfuerzo-deformación del material con que se trabaje. Si ésta

es del tipo plástico llegarán a tenerse zonas, a lo largo de la superficie

de falla, en las que se haya alcanzado la máxima resistencia, pero


MECANICA DE SUELOS (II) 187

ésta se mantendrá aun cuando la deformación angular progrese; por

ello, en el instante de falla incipiente es posible aceptar que, a lo

largo de toda la superficie de falla, el material está desarrollando

toda su resistencia. Por el contrario, en un material de falla frágil

típica, aquellos puntos de la superficie de falla que alcancen la

deformación angular correspondiente a su máxima resistencia ya no

seguirán cooperando a la estabilidad del talud; esto puede producir

zonas de falla que, al propagarse pueden llegar a causar la falla del

talud (falla progresiva). Como se discutió en efCapítulo XII del Volumen

I de esta obra, la prueba de esfuerzo cortante directo presenta

este efecto de falla progresiva y algunos investigadores admiten que

el valor menor de la resistencia al corte que con ella se obtiene

representa un mejor valor para el análisis de la estabilidad de un talud

que el obtenido de una prueba triaxial. Sin embargo, la opinión más

general es que el fenómeno de falla progresiva no es en un talud

tan acentuado como en una prueba directa de esfuerzo cortante, por

lo que la resistencia del suelo en esta prueba puede resultar conservadora.

Estos últimos especialistas consideran preferible usar en un

cálculo real de la estabilidad de un talud un valor de la resistencia

intermedio a los obtenidos en prueba directa y triaxial. La experiencia

y criterio de cada proyectista resultan decisivos en este punto para

definir la actitud de cada uno,

b) Suelos con " cohesión” y “fricción (cyí= 0 ; <¡>=£0 )

Bajo el anterior encabezado han de situarse aquellos suelos que,

después de ser sometidos a la prueba triaxial apropiada, trabajando

con esfuerzos totales, y después de definir la envolvente de falla de

acuerdo con el intervalo de presiones que se tenga en la obra real,

tienen una ley de resistencia al esfuerzo cortante del tipo

s = c +

con parámetro de “cohesión” y de “fricción”.

De todos los procedimientos de aplicación del Método Sueco a

este tipo de suelos, posiblemente el más popular y expedito sea el de

las “dovelas”, debido a Fellenius (1927), que se expone a continuación.

En primer lugar, se propone un círculo de falla a elección y la

masa de tierra deslizante se divide en dovelas, del modo mostrado

en la fig. V-3.a.

El número de dovelas es, hasta cierto punto, cuestión de elección,

si bien, a mayor número, los resultados del análisis se hacen más

confiables.

El equilibrio de cada dovela puede analizarse como se muestra

en la parte b) de la misma fig. V-3. W¡ es el peso de la dovela

de espesor unitario. Las fuerzas Ni y Ti son las reacciones normal


188 CAPITULO V

y tangencial del suelo a lo largo de la superficie de deslizamiento

ALi. Las dovelas adyacentes a la i-esima, bajo estudio, ejercen

ciertas acciones sobre ésta, que pueden representarse por las fuerzas

normales Pi y P2 y por las tangenciales jTi y T2.

En el procedimiento de Fellenius se hace la hipótesis de que el

efecto de las fuerzas Pi y P2 se contrarresta; es decir, se considera que

esas dos fuerzas son iguales, colineales y contrarias. También se acepta

que el momento producido por las fuerzas Ti y T2, que se consideran

de igual magnitud, es despreciable. Estas hipótesis equivalen a considerar

que cada dovela actúa en forma independiente de las demás

y que Ni y T» equilibran a W¡.

El cociente Ni/ALi se considera una buena aproximación al valor

de cr¡, presión normal actuante en el arco AL», que se considera

constante en esa longitud. Con este valor de o\ puede entrarse a la

ley de resistencia al esfuerzo cortante que se haya obtenido (ver

parte c) de la fig V-3) y determinar ahi el valor de s¡, resistencia

al esfuerzo cortante que se supone constante en todo el arco AL».

Puede calcularse el momento motor debido al peso de las dovelas

como

Mn = RL\Ti\ (5-6)

Nótese que la componente normal del peso de la dovela, Ni, pasa

por 0, por ser la superficie de falla un arco de circunferencia, y por

lo tanto no da momento respecto a aquel punto. Si en la corona

del talud existiesen sobrecargas su momento deberá calcularse en la

forma usual y añadirse al dado por la expresión 5-6.

El momento resistente es debido a la resistencia al esfuerzo cortante,

s¡, que se desarrolla en la superficie de deslizamiento de cada

dovela y vale;

Mfí = R ls iA L i (5-7)

Una vez más se está aceptando que la resistencia máxima al

esfuerzo cortante se desarrolla al unísono en todo punto de la superficie

de falla hipotética, lo cual, como ya se discutió, no sucede

realmente debido a las concentraciones de esfuerzos que se producen


MECANICA DE SUELOS (II) 189

en ciertas zonas, las que tienden a generar más bien fallas progresivas,

antes que las del tipo que aquí se aceptan.

Calculados el momento resistente y el motor puede definirse un

factor de seguridad:

M r l£ á S i/\L ,\ I K

F e =

m ~-ir

La experiencia ha demostrado que una superficie de falla en que

resulte F , ^ 1.5 es prácticamente estable. El método de análisis consistirá

también en un procedimiento de tanteos, en el cual deberán

fijarse distintos círculos de falla, calculando el F , ligado a cada uno:

es preciso que el F , m(n no sea menor de 1.5, en general, para garantizar

en la práctica la estabilidad de un talud. El criterio del

proyectista juega un importante papel en el número de circuios ensayados,

hasta alcanzar una seguridad razonable respecto al F amin: en

general es recomendable que el ingeniero no respaldado por muy

sólida experiencia no regatee esfuerzo ni tiempo en los cálculos a

efectuar.

El procedimiento arriba descrito habrá de aplicarse en general

a círculos de falla de base y por el pie del talud.

La presencia de flujo de agua en el cuerpo del talud ejerce importantísima

influencia en la estabilidad de éste y ha de ser tomada

en cuenta por los procedimientos descritos en el Volumen III de

esta obra.

En el Anexo V-b se tratan algunos trabajos que complementan

lo aquí escrito.

c) Suelos estratificados

Frecuentemente se presentan en la práctica taludes formados por

diferentes estratos de suelos distintos, que pueden idealizarse en forma

similar al caso mostrado en la fig. V-4.

FIG . V-4. Aplicación dpi Método Sueco a taludes en suelos estratificados

Ahora puede realizarse una superposición de los casos tratados

anteriormente. En la figura se suponen tres estratos: el I de material

puramente "friccionante”, el II de material "friccionante" y “cohe-


190 CAPITULO V

sivo” y el III, formado por suelo puramente "cohesivo”. Puede considerarse

a la masa de suelo deslizante, correspondiente a un círculo

supuesto, dividida por dovelas, de modo que ninguna base de dovela

caiga entre dos estratos, a fin de lograr la máxima facilidad en los

cálculos.

Un problema especial se tiene para obtener el peso de cada

dovela. Ahora debe calcularse en sumandos parciales, multiplicando

la parte del área de la dovela que caiga en cada estrato por el peso

específico correspondiente.

Las dovelas cuya base caiga en los estratos I y II, en el caso de

la fig. V-4 deberán de tratarse según el método de Fellenius, aplicando

las expresiones 5-6 y 5-7 y trabajando en cada caso con la

ley de resistencia al esfuerzo cortante del material de que se trate.

Así se obtienen momentos motores y resistentes parciales.

La zona correspondiente al estrato III, siempre con referencia a la

fig. V-4, debe tratarse con arreglo a las normas dadas en el inciso

a) de esta sección, aplicando las fórmulas 5-2 y 5-3. Así se obtienen

otros momentos motor y resistente parciales.

Los momentos motor y resistente totales se obtienen, naturalmente,

como suma de los parciales calculados y con ellos puede

calcularse el F s correspondiente al círculo de falla elegido; usando

otros arcos de circunferencia se podrá llegar al F„ mi-n que no debe

ser menor de 1.5, al igual que en los casos anteriores.

d) Resumen de hipótesis

• Las hipótesis utilizadas en los párrafos anteriores pueden resumirse

como sigue;

1) Falla circular

2 ) El análisis es bidimensional, respondiendo a un estado de

deformación plana

3) Es válida la ley de resistencia de Mohr-Coulomb

4) La resistencia al esfuerzo cortante se moviliza por completo

y al mismo tiempo en toda la superficie de deslizamiento

5) En su caso, las hipótesis ya comentadas referentes al manejo

de las dovelas (no existe interacción entre ellas)

6 ) El factor de seguridad se define como la relación entre la

resistencia promedio al esfuerzo cortante a lo largo de la superficie

de falla y los esfuerzos cortantes actuantes medios en

dicha superficie.

e) Procedimiento de cálculo con el círculo de fricción

Krey4 proporcionó hacia 1936 las ideas que permitieron a los

doctores G. Gilboy y A. Casagrande desarrollar un método especial

de análisis de estabilidad de taludes respecto a fallas por rotación,


MECANICA D E SU ELO S (II) 191

conocido con el nombre de procedimiento del círculo de fricción o,

abreviadamente, círculo <¡>.

El procedimiento acepta también que la superficie de deslizamiento

de los taludes puede considerarse un cilindro cuya traza con

el plano de los cálculos es un arco de circunferencia (círculo de

falla). La secuela ya ha sido aplicada en este volumen a problemas

de empuje de tierras (ver capítulo IV ).

Considérese el talud mostrado en la fig. V-5, con un círculo

de falla escogido; con centro en 0, del círculo de falla, puede

trazarse el círculo de fricción de radio

r = R sen <j> (5-9)

donde <f>es el ángulo de fricción del material constituyente del talud.

Si f es la resultante de la reacción normal y de fricción en un

elemento de arco de la superficie de falla supuesta, formará con

la normal a esta superficie un ángulo <f>y, por lo tanto, será tangente

al círculo de fricción, según se desprende evidentemente de la fig.

El equilibrio de la masa de suelo deslizante bajo estudio depende

de la acción de las siguientes fuerzas:

W, peso de la masa de suelo, que pasa por el centro de gravedad

de dicha masa.


192 CAPITULO V

C, fuerza total de cohesión desarrollada a lo largo de toda la

superficie de deslizamiento y generada por la "cohesión”

del suelo.

F, resultante total de las reacciones normales y de fricción.

Se supone que no actúan fuerzas de filtración ni sobrecargas;

las primeras de éstas se tomarán en cuenta, según se dijo, con los

métodos descritos en el Volumen III de esta obra; las segundas con

procedimientos que se desprenden evidentemente de lo que sigue.

La fuerza C puede calcularse, en magnitud, con la expresión

C = c J J (5-10)

donde ce es la “cohesión” del suelo requerida para el equilibrio

y L' la longitud de la cuerda del arco de deslizamiento supuesto. La

línea de acción de la fuerza C debe ser paralela a la cuerda AB

(fig. V -5), puesto que esta cuerda es la línea que cierra el dinámico

de las fuerzas de cohesión que se desarrollan a lo largo de la superficie

de falla supuesta. Tomando momentos respecto al punto 0 podrá

escribirse

ce L R — ceL'x

donde x es el brazo de momento correspondiente a la fuerza C,

que fija la línea de acción de ésta.

Por lo tanto:

* = J tR (5-11)

Nótese que el valor de x es independiente de ce. La fuerza F

es la resultante total de las fuerzas / que son tangentes al círculo

de fricción; estas fuerzas / no constituyen pues un sistema concurrente

y la fuerza F no será tangente al círculo de fricción (en la

sección IV-10, sin embargo, se consideró tangente, cometiéndose un

pequeño error de escasas consecuencias que, por supuesto, puede

corregirse en parte adoptando los procedimientos aquí descritos).

La posición F respecto a 0 puede definirse por la expresión

donde

d = K R sen $ (5-12)

d = distancia de 0 a F

K ~ un factor de proporcionalidad mayor que 1, que depende

de la distribución de esfuerzos a lo largo del arco AB

(fig. V -5) y del ángulo central AOB = 26

R,<f> = los sentidos usuales.


Taylor7 da una gráfica en que

puede encontrarse el valor de K en

función del ángulo central AOB =

26; la gráfica aparece en la fig.

V-6 y está constituida con la hipótesis

de una distribución senoidal

de esfuerzos normales a lo

largo del arco AB, con valor nulo

para el esfuerzo en los puntos A

y B, Con las líneas de acción de W

y C puede encontrarse su punto

de concurrencia, por el cual ha de

Fl©. V-6. Gráfica para obtener el valor pasar la fuerza F, pues si la masa

de K (Taylor)

deslizante ha de estar en equilibrio,

W, C y F han de ser concurrentes.

Con esto se define la línea de acción de F, que pasa por el mencionado

punto de concurrencia de Cyes tangente a una circunferencia

con centro en 0 y radio KR sen <¡>.

Conocidas las líneas de acción de F y C puede construirse con

W, conocido en magnitud y posición, un triángulo de fuerzas en el

cual puede determinarse la magnitud de C necesaria para el equilibrio.

La “cohesión” del material constituyente del talud es conocida

por pruebas de laboratorio y vale c; el valor necesario del parámetro

para que el talud sea estable según el cálculo, es decir, para tener la

condición de equilibrio de las fuerzas actuantes es, según la expresión

5-10

_ C

c * ~ J J

que puede ya calcularse. Por ello, puede determinarse la relación

Fc = ~ (5-13)

Ce

Con lo cual se obtiene un factor de seguridad asociado al círculo

escogido en términos de la "cohesión”.

Si el valor de <f> con el cual se construyó el círculo de fricción

es el real del suelo, la expresión 5-13 proporciona un factor de seguridad

del talud, el que estaría trabajando, pudiera decirse, en condición

límite respecto a la fricción.

Cuando se desea que el talud trabaje con seguridad no sólo

respecto a la “cohesión” sino también a la fricción puede aplicarse

el método del círculo <j>con un valor de <f>menor que el real del sudo;

se define as! un factor de seguridad respecto a la fricción5

14—Mecánica de Suelos D

MECANICA DE SUELOS (II) 193


194 CAPITULO V

F* =

tg 4>

( 5- 14)

tg <!>e

donde <f> es el valor real del suelo y <¡>e el escogido para aplicar

el método, menor que el anterior. En estas condiciones se obtendrá

para el mismo talud un valor de F c distinto y menor que si el <¡>e

elegido hubiese sido igual a <¡>.

Existen así infinitas combinaciones posibles de valores de F c y F<¡>

asociados a un talud dado.

Si se desea que F c —F<¡, —F¡, donde F s es el factor de seguridad

respecto a la resistencia al esfuerzo cortante del suelo, para manejar

un solo factor de seguridad ligado a un círculo dado, puede procederse

como sigue (Taylor):

Usense varios valores lógicos de <¡>e en la aplicación del método

del círculo <¡>. A cada valor está ligado un F<p y para cada valor

puede obtenerse un F c. Grafíquense esos valores de F c y F<p correspondientemente,

como se muestra en la fig. V-7.

La curva obtenida corta a una recta a 45° en un punto en que

F c = F f = F,

Ese punto indica un valor de F<¡, y F c al que corresponde un

cierto valor de <f>e que es con el que tendría que haberse aplicado el

método del círculo para obtener directamente factores de seguridad

iguales respecto a “cohesión" y “fricción”, en el círculo de falla

tentativo que se esté estudiando.

FIG . V-7. Método de Taylor para fí¡ar el factor de seguridad de

un talud.

Puede demostrarse que en un suelo homogéneo sin fuerzas de

filtración y con círculo crítico de falla de base, una vertical tangente

al círculo de fricción pasa por el punto medio del talud. (Anexo V -a).


MECANICA DE SUELOS (II) 195

V-5.

Grietas de tensión

Es un hecho experimental que antes de ocurrir un deslizamiento

de tierras en el cuerpo de un talud que no sea puramente friccionante

aparecen en la corona grietas más o menos longitudinales;

esto es indicativo de la existencia de un estado de tensiones en

esa zona.

La aparición de las grietas causa, en general, los siguientes

efectos:

y

sy

‘ ■. 3 .

* | ■

c

- > , - '

*

Grieta típica en la corona de un talud en estado de falla incipiente

a) Una reducción en la longitud de la superficie de deslizamiento,

con la correspondiente disminución en el momento

resistente, fig. V-8.

b) Una disminución del momento motor, que se reduce en el

peso de la cuña eje.

c) Una generación de empujes hidrostáticos causados por el

agua de lluvia cuando se almacena en la grieta. Estos empujes

son desfavorables a la estabilidad del talud.

Terzaghi ha indicado que los dos últimos efectos señalados

tienden, en general, a contrarrestarse, por lo que su influencia neta

en la estabilidad del talud es despreciable y sólo el primer efecto

mencionado ha de ser tomado en cuenta. Para ello el propio Terzaghi

ha propuesto, en suelos puramente “cohesivos", substituir

la “cohesión” del suelo, obtenida de pruebas de laboratorio, por un

valor, ca, corregido según la relación (fig. V-8)

r\

be1

,r-


196 CAPITULO V

De esta manera puede hacerse el análisis por los métodos ya

indicados, como si no existiese grieta.

La posición de la grieta ha de determinarse previamente a la

aplicación de la relación 5-15. Cuando el círculo más crítico posible

pasa por el pie del talud, la experiencia indica que la grieta se localiza

casi siempre a una distancia del borde del talud mayor que la

mitad de la porción de la corona interesada por el círculo ( fig. V -8)

y puede considerarse, para efectos de análisis, que llega hasta dicho

círculo (Dc). Cuando el círculo más crítico posible corresponde a

falla de base, la grieta suele localizarse en la práctica a partir del

hecho también experimental de que la profundidad máxima observada

no sobrepasa H/2 . Este valor es pues conservador y una vez definido,

la grieta puede ser localizada con ayuda del círculo critico

(fig. V-81.

Si se desea tomar en cuenta en los cálculos el efecto del empuje

hidrostático del agua almacenada en las grietas, podrá usarse la

ecuación

A M m = j z 20Yud (5-16)

donde z0 es la profundidad de la grieta y d es la distancia al

centro del círculo, 0, del empuje hidrostático, que actúa en el tercio

inferior de la profundidad agrietada.

V-6.

Fallas por traslación

Como ya se ha indicado, las fallas por traslación de una masa

de tierra que forma parte de un talud, ocurren cuando dentro del

terreno de cimentación y a relativamente poca profundidad existe un


MECANICA DE SUELOS (II) 197

estrato paralelo a la superficie del terreno o casi paralelo, cuya

resistencia sea muy baja. El fenómeno es particularmente frecuente

cuando el terreno natural constituye una ladera inclinada, con el

plano débil guardando una inclinación similar. En la naturaleza

los planos débiles típicos son estratos delgados de arcilla muy blanda

o de arena, más o menos fina, sujeta a una subpresión que disminuya

los esfuerzos efectivos y rebaje mucho la resistencia del manto

al esfuerzo cortante.

En la fig. V-9 se muestra una falla de la naturaleza en estudio.

a

FIG . V-9. Superficie da falla compuesta correspondiente a una falla de traslación

Si se supone que la masa de suelo movilizada es aquélla de

fronteras abcd, puede admitirse que la cuña abf ejerce un empuje

activo sobre la parte central bcef; bajo tal empuje esta parte trata

de deslizarse, oponiéndose a ello una reacción (F ) a lo largo de la

superficie cb y el empuje pasivo desarrollado en la cuña cde.

Los valores de los empujes activo (P¿) y pasivo (Pp) pueden

calcularse ya sea por la Teoría de Coulomb o por la de Rankine,

expuestas en el Capítulo IV; conviene considerar horizontales los

empujes, lo cual resulta sencillo y ligeramente dentro de ta seguridad.

Si el suelo del estrato débiles puramente "cohesivo”, el valor

de la fuerza P es simplemente cb.c, donde c es la "cohesión" del

material. Si el estrato débil es arenoso y está sujeto a una subpresión

que reduzca la presión normal efectiva correspondiente al peso de la

masa ecbf en una cantidad importante, la fuerza F deberá calcularse

a partir de ese valor deducido de la resistencia, con la presión normal

efectiva igual a la total menos la neutral. En el Volumen III de

esta obra se darán los métodos para determinar los valores de u.

El factor de seguridad asociado a la superficie compuesta analizada

puede definirse como:

(5 - 1 7 )


198 CAPITULO V

V-7.

Otros métodos de análisis

Rendulic6 ha propuesto, como ya se indicó, el uso de la espiral

logarítmica como curva de falla más representativa que la circular.

En este caso se tiene la ventaja de que las fuerzas de reacción resultantes

de los esfuerzos normales y de fricción pasan por el centro

de la espiral; a la vez se tienen desventajas que emanan del hecho de

que, en general, la curva espiral es más complicada en su manejo que

la circunferencia. Taylor7 ha demostrado que este método de la

espiral logarítmica proporciona prácticamente los mismos resultados

que el Método Sueco y conduce a superficies de falla de ubicación

parecida. Por todo ello, el uso de la espiral en los problemas prácticos

es restringido, dado que su aplicación resulta en definitiva más

complicada. En el Anexo V-c se insiste más en estos puntos.

En épocas recientes se han aplicado a los análisis de taludes ecuaciones

e ideas de tipo elasto-plástico. Entre estos trabajos destacan

las aplicaciones de las ecuaciones de Kotter, originalmente obtenidas

por este investigador para el caso de un material puramente "friccionante”

(c = 0) y generalizadas por Carrillo y Jaky para el caso

0, <j>yt08’9. Estas ecuaciones representan una condición general

que deben satisfacer los esfuerzos a lo largo de cualquier superficie

de deslizamiento, en condición de falla incipiente.. En el Anexo

V-c se trata también este tema con mayor amplitud.

V-8.

Fallas por licuación

Según ya se mencionó en el volumen I de esta obra, las condiciones

para que una masa de arena pueda entrar en licuación son

que el material esté saturado y en estado más bien suelto y sea sometido

a un efecto dinámico rápido; en estas condiciones ya se discutió

el cambio que puede ocurrir en la distribución interna de presiones

efectivas y neutrales, sin que se modifique la condición exterior de

cargas.

En general, se supone que cualquier talud arenoso, independientemente

de su inclinación, puede ser fácilmente licuable cuando su

relación de vacíos sea mayor que la crítica; esta condición es relativamente

frecuente en presas de relleno hidráulico y en otros lugares

en que la arena es depositada en forma muy suelta, pero es relativamente

fácil de evitar en terraplenes y formaciones artificiales, construidas

con un proceso de compactación.

En formaciones arcillosas se han presentado en ocasiones fallas

bruscas similares a las de licuación en arenas, que han sido generalmente

atribuidas a dos causas diferentes. La primera, por la dismi-


MECANICA DE SUELOS (II) 199

nucíón grande de la “cohesión aparente” del material, cuando éste

aumenta mucho su humedad. La segunda, por la pérdida de resistencia

que tiene lugar en arcillas sensibles a causa de la deformación

bajo esfuerzo cortante o por cualquier otra degradación estructural

que pueda tener lugar, aun sin cambio en el contenido de agua.

En cualquier caso, el análisis teórico del problema es, aún hoy,

muy difícil y tosco, por lo que se hace preciso recurrir casi por completo

a conclusiones de la experiencia. En el capítulo XI se vuelve

a tratar con mayor detalle este importante problema.

En general, se admite que la expansión con absorción de agua

es causa de falla mucho más frecuente que las degradaciones estructurales,

a no ser que la sensibilidad de la arcilla sea extrema. Aunque

la arcilla es muy poco permeable existen innumerables circunstancias

por las que puede absorber agua en un caso dado.

Las fallas rápidas por licuación tienen lugar casi siempre en

taludes naturales; no se tiene noticia de que estas fallas se hayan

presentado en terraplenes y bordos eficientemente compactados.

Un reconocimiento geológico de la región en que se ubicarán los

taludes es fundamental para poder predecir la posibilidad del tipo

de fallas bajo estudio; si en la región se presentan deslizamientos de

laderas naturales de diferente inclinación podrá pensarse que el problema

es probable.

V-9.

Algunos métodos para mejorar la estabilidad de taludes

A continuación se indican algunos métodos que han comprobado

su valor práctico para mejorar la estabilidad de taludes cuyas condiciones

originales no sean satisfactorias.

a) Tender taludes

A primera vista quizá pudiera pensarse que esta solución sea la

más obvia y sencilla en la práctica. Sin embargo, ha de tomarse con

el debido cuidado desde el punto de vista teórico y muchas veces

es irrealizable prácticamente hablando.

Si el terreno constituyente del talud es puramente friccionante

la solución es indicada, pues, según se vio, la estabilidad de estos

suelos es fundamentalmente cuestión de inclinación en el talud; tendiendo

a éste convenientemente, se adquiere la estabilidad deseada.

En suelos “cohesivos”, por el contrario, la estabilidad del talud está

condicionada sobre todo por la altura del mismo y la ganancia al

tender el talud es siempre escasa y, en ocasiones, nula (ver Anexo

V -a). En suelos con “cohesión” y “fricción”, el tender el talud

producirá un aumento en la estabilidad general.

Por otra parte, muchos requisitos prácticos, tales como invasión

de zonas urbanas, condiciones económicas emanadas del movimien­


200 CAPITULO V

to de grandes volúmenes de tierra, etc., hacen imposible al proyectista

el pensar en tender los taludes de los terraplenes, bordos, cortes

y demás obras similares, en gran cantidad de casos prácticos.

b) Empleo de bermas laterales o frontales

Se denominan bermas a masas generalmente del mismo material

aue el propio talud, que se colocan adecuadamente en el lado exterior

del mismo a fin de aumentar su estabilidad. En la fig. V-10 se muestra

en esquema una de estas estructuras.

En general una berma produce un incremento en la estabilidad por

dos motivos. Uno, por su propio peso, en la parte que queda hacia

fuera de la vertical que pasa por el centro del círculo de falla, disminuyendo

el momento motor (parte bcef de la fig. V -10). Otro,

ue aumenta el momento resistente, por el incremento en la longitud

el arco de falla por efecto de la propia berma.

3

Otro efecto importante de las bermas, a veces de gran utilidad,

estriba en la redistribución de esfuerzos cortantes que su presencia

produce en el terreno de cimentación. En efecto, en ciertas zonas de

éste se producen concentraciones de tales esfuerzos que pueden ser

muy perjudiciales, sobre todo en terrenos arcillosos altamente sensibles;

la presencia de la berma hace que la distribución de esfuerzos

sea más favorable y que un mayor volumen del terreno de cimentación

coopere a resistir tales esfuerzos.

En los cálculos prácticos ha de tenerse en cuenta que la presencia

de la berma modifica la ubicación de la superficie de falla crítica,

por lo que su colocación exige un nuevo cálculo de la estabilidad del

nuevo talud protegido por la berma. La experiencia ha demostrado

que es una buena base para los tanteos el suponer un ancho de berma

del orden de la mitad de la base del terraplén y una altura tal que el

peso de la berma dé un momento igual al requerido para alcanzar

en el talud original el factor de seguridad deseado. A partir de este

principio se procederá por tanteos hasta fijar la berma minima que

cumpla su cometido.


MECANICA DE SUELOS (II) 201

Berma utilizada en el camino directo México-Puebla para corregir una

falla ocurrida durante la construcción

c) Empleo de materiales ligeros

Se trata ahora de colocar como material de terraplén suelos de

peso específico bajo que, por lo tanto, den bajos momentos motores.

El tezontle, de origen volcánico, con peso específico del orden de

1 a 1.2 ton/m3 ha sido muy empleado para este fin. Otras soluciones,

tales como substitución de parte del terraplén con tubos,

cajones de concreto hueco, etc., en general resultan muy costosas

y, por ello, su uso ha sido muy limitado.

d) Consolidación previa de suelos compresibles

Cuando los suelos de cimentación de terraplenes sean mantos

compresibles saturados de baja resistencia al esfuerzo cortante, puede

inducirse un proceso de consolidación, acelerado en lo posible, que

aumente la resistencia del material.

Al construir terraplenes es frecuente y económico recurrir a construir

la estructura por partes, no erigiendo una mientras la anterior

no haya producido una consolidación suficiente.

En el Capítulo X del Volumen I de esta obra se ha presentado

un método para acelerar el proceso de consolidación por medio de

drenes verticales cilindricos de arena. Desgraciadamente este procedimiento,

eficiente por otra parte, suele resultar bastante costoso

en la práctica.

El procedimiento para estimar el aumento de la resistencia al

esfuerzo cortante que tiene lugar según el proceso de consolidación


202 CAPITULO V

progresa está basado en ideas expuestas y discutidas en los Capítulos

X y XII del Volumen I de esta obra.

Supóngase que se trata de un terraplén que se construye sobre

un suelo compresible, normalmente consolidado, cuya resistencia no

garantiza la estabilidad de la estructura, por lo que se ha decidido

erigir la mitad de su altura, esperando para completarla a .que el

suelo se haya consolidado parcialmente hasta que el aumento de su

resistencia sea suficiente.

Bajo carga rápida, supuesto que el terraplén se construye en

poco tiempo, la resistencia del suelo de cimentación estará representada

por la envolvente de la prueba Rápida Consolidada, obtenida

trabajando con esfuerzos totales. Analizando esta envolvente puede

verse que la resistencia, s, al esfuerzo cortante es proporcional a la

carga con que se haya consolidado al material (fig. V-ll),

*c = P0 <rc = p0+ A p

F IS . V - ll. Aumento de la resistencia rápida con carga de con solidación

En el manto compresible normalmente consolidado, la resistencia

bajo carga rápida será, por lo tanto, proporcional a la profundidad.

Al construir la mitad del terraplén se inducirá un proceso de consolidación

en el terreno de cimentación, como consecuencia del cual

las presiones efectivas aumentarán en todo punto del mismo. La

resistencia final en cualquier punto del suelo de cimentación, una vez

logrado el 100% de consolidación bajo la nueva carga, puede determinarse

a partir de las nuevas presiones efectivas existentes al fin

del proceso de consolidación, calculables por los métodos expuestos

en el capítulo III. Así, si es la resistencia inicial de un punto de

la masa consolidada bajo la presión efectiva por peso propio, p¡T, la

resistencia final bajo carga rápida^ s/, será la correspondiente a

la nueva presión de consolidación pó + Api donde Ap representa el

incremento de presión efectiva que ha producido la mitad primeramente

construida del terraplén.

La resistencia en un punto correspondiente a un porcentaje de

consolidación entre 0 y 100% tendrá un valor intermedio entre s¡ y

Sf, el cual podrá interpolarse linealmente entre esos dos, según se

desprende obviamente de la fig. V-ll.


MECANICA DE SUELOS (II) 203

Si el suelo de cimentación fuera preconsolidado, el problema

podrá tratarse como el anterior, pero considerando la envolvente Rc

incluyendo el intervalo de preconsolidación.

En ocasiones se ha recurrido en la práctica a algunos otros procedimientos

esencialmente equivalentes al arriba expuesto para estimar

el aumento de resistencia rápida del suelo por consolidación

(Hvorslev10, Rutledge11).

e) Empleo de materiales estabilizantes

El fin de la solución en estudio es mejorar las cualidades de resistencia

de los suelos mezclándoles algunas substancias que al producir

una cementación entre las partículas del suelo natural o al mejorar

sus características de fricción aumenten su resistencia en los

problemas prácticos. Las substancias más empleadas han sido cementos,

asfaltos y sales químicas. Sin embargo, en la práctica estos

procedimientos resultan costosos, por lo que su uso es limitado.

f) Empleo de muros de retención

Cuando un talud es en sí inestable, se ha recurrido con cierta

frecuencia a su retención por medio de un muro. La solución, "cuando

se aplica con cuidado, es correcta aunque, en general, costosa.

Sin embargo, muchas son las precauciones que han de tomarse

en cuenta para el proyecto y construcción de los muros. En el capítulo

IV se ha tratado el problema general de estas estructuras por

lo que aquí sólo se mencionarán algunas precauciones de carácter

especial.

En primer lugar ha de cuidarse que la cimentación del muro

quede bajo la zona de suelo movilizada por la falla hipotética del

talud, pues se han reportado casos en que el muro, en falla por

rotación por ejemplo, se moviliza en conjunto con el suelo, resultando

totalmente inútil.

En segundo lugar, es preciso tomar precauciones muy especiales

en lo referente al drenaje, dotando al muro en su paramento interno

de filtros de material permeable, que canalicen a las aguas hacia las

salidas que se proyecten a través del muro. En suelos con contenido

apreciable de finos plásticos es preciso tener muy presente la posibilidad

de que el material del talud se sature, en cuyo caso disminuirá

fuertemente su ‘‘cohesión aparente”, aumentando correspondientemente

los empujes que produce contra la estructura. Esta ha sido

posiblemente, la principal causa de fallas en muros de retención

usados en vías terrestres, canales, etc.

En general, el muro de retención como elemento estabilizador de

taludes, constituye una de las estructuras más delicadas en lo refe­


204 CAPITULO V

rente a su proyecto y construcción y es recomendable que ambas

etapas sean muy cuidadosamente supervisadas por un especialista.

Esto, por supuesto, es tanto más cierto cuanto más altas sean las estructuras

que se requiera construir y cuanto más plástico sea el

suelo por retener.

D e s liia m ie n to p o r ro ta c ió n causado p o r la p é rd id a d e resistencia d e b id a

a la sa tu ració n d e los suelos

T u b e ría p e rfo ra d a p a r a d re n a je in te rn o d e un co rte d e una c a rre te ra


MECANICA DE SUELO S (II) 205

g) Precauciones de drenaje

La principal y más frecuente causa de problemas derivados de

la estabilidad de taludes en obras de ingeniería es, sin duda, la presencia

de agua y su movimiento por el interior de la masa de suelo.

Estos efectos y el modo de cuantificarlos se detallarán en las partes

correspondientes del Volumen III de esta obra, pero es obvio desde

este momento que la saturación y el desarrollo de fuerzas de filtración

que tiene lugar durante el flujo de agua afectan decisivamente

la estabilidad de las masas de suelo.

Salvo el caso especial de las presas de tierra, en donde el flujo

es un factor inevitable cuya presencia siempre ha de tomarse en

cuenta, en la mayoría de las obras de ingeniería resulta más económico

proyectar obras de drenaje que eliminen filtraciones y flujo

que proyectar los taludes para soportar esta condición tan desfavorable.

Las estructuras comunes,

tales como cunetas, contracunetas,

alcantarillas, etc.,

debidamente proyectadas y

construidas han demostrado

hoy ser indispensables y no

es buena la técnica ingenieril

que regatee inversión o esfuerzos

en esta dirección. En

otras ocasiones será preciso

pensar en estructuras especiales

del tipo de pantallas de

drenes protectores, tubería

perforada que penetre convenientemente

en la masa de

suelo y otras muchas.

En este punto se toca un

aspecto que ha sido y sigue

siendo muy debatido entre los

ingenieros de todo el mundo.

Se trata de definir si resulta

más conveniente proyectar

una obra vial, por ejemplo,

con todas las precauciones de

drenaje en cada lugar, a fin Trinchera de drenaje para la zona central da una

de evitar futuras fallas enea-

autopista moderna

reciendo fuertemente la construcción

o, por el contrario, si resulta mejor construir con las

precauciones elementales e indispensables, ateniéndose al riesgo de

falla futura en algún lugar aislado en que las condiciones de filtración

y flujo resulten imprevisiblemente críticas. Este último criterio traerá


206 CAPITULO V

O tr a vista de drenes h o rizontales p a ra c a p ta c ió n d e a g u a en e l in te ­

rio r d e los cortes d e los cam inos

U n e je m p lo d e una solución es p e c ia l

p a r a e s ta b iliz a r ta lu d e s en ro ca:

co lo cació n d e b arras d e a n c la je

en los b loques sueltos

trastornos en la operación de la obra y acarreará, quizá, riesgos hipotéticos

a sus usuarios, por la posibilidad de derrumbes localizados

bruscos. Apenas puede dudarse que este último criterio resulta más

apropiado para ser usado en países de economía restringida, pues

siempre será más barato y económico arreglar fallas en algunos pun-


MECANICA DE SU ELO S (II) 207

Otra solución especial a un problema de estabilidad de taludes en

roca: el medio viaducto

tos que proteger contra esas fallas cada kilómetro de un camino, por

ejemplo. De todas maneras, por sus implicaciones económicas y aún

morales, el asunto se presta a toda clase de disquisiciones.

Combinación de soluciones a base de muros de retención y

medio viaducto (carretera escénica en Acapulco, Gro.)


208 CAPITULO V

En taludes en excavaciones, el bombeo o los métodos electrosmóticos

(ver Volumen III de esta obra) se usan hoy comúnmente y

los segundos parecen prometedores en los problemas de taludes en

general.

h) Soluciones especiales

Además de las soluciones que se han mencionado, existen muchas

otras y puede decirse que este es un punto en que el ingenio del

C o rril iz q u ie r d o

C a r ril d e re c h o

FIG. V-12. Terraplenes en diente de

sierra

proyectista guiado por un buen

criterio tiene amplio campo de acción.

En caminos, por ejemplo, el

uso de terraplenes en diente de

sierra ha sido muy socorrido para

rebajar altura de terraplenes por

concepto de sobreelevación en curva

y así eliminar riesgos de falla

(fig. V-12). En otros casos sobre,

todo en cortes en roca fracturada, los bloques se cosen materialmente

con varillas de acero, pretensadas o no, colocadas en barrenos rellenados

con mortero.

Un problema especial: el echado de las rocas favorece su deslizamiento

hacia un camino


MECANICA DE SUELOS (II) 209

ANEXO V-a

Consideraciones respecto al análisis de taludes en material

“cohesivo” homogéneo en él cnerpo del talud

y en el terreno de cimentación

V-a.l.

Talud “cohesivo” y terreno de cimentación homogéneo

con él y semi-infínito

Los análisis de estabilidad de taludes en suelos "cohesivos” homogéneos

en el cuerpo del talud y en el terreno de cimentación han

demostrado (Taylor) que la "cohesión” necesaria para garantizar la

estabilidad de un talud de inclinación dada sigue la ley de proporcionalidad

c°°yn H

(5-a.l)

donde:

ym= peso específico del suelo que forma el talud y el terreno

de cimentación

H —altura del talud.

«

La relación anterior puede escribirse:

c = N ey„H

(5-a.2)

15— Mecánica de Suelos II

FIG . V-a.l. Literales usadas en el análisis de taludes homogineos

"cohesivos"


210 CAPITULO V

Donde Ne se denomina número de estabilidad del talud de que se

trate. N e es función de la inclinación, $, del talud (fig. V-a.l), cuando

el círculo más crítico posible pase por el pie del talud. La posibilidad

de falla de base se analizará más adelante en esta misma

sección.

El sentido de las letras citadas aparece en la fig. V-a.l.

Puede demostrarse que el valor 3 —53° es una frontera de interés,

de modo que si 3 53° la superficie de falla más crítica posible

pasa siempre por el pie del talud y si 3 < 53° el círculo más crítico

se presenta adelante del pie del talud, produciéndose una falla de

base.

En efecto, considérese la fig. V-a.2 en la cual se muestra un talud

en falla de base con una superficie de falla circular cualquiera, que

genera las secciones marcadas con números romanos.

Para encontrar el círculo más crítico posible es preciso buscar aquel

que dé un factor de seguridad (Ft) mínimo. Para ello se analizará

en primer lugar lo que sucede cuando el centro del arco seleccionado

se mueve sobre una trayectoria horizontal, después cuando varíe el

radio, fijo el ángulo central, 29 y, finalmente, cuando varía el ángulo

central, 29, únicamente

o

FIG. V-a.2. Esquema de un talud de material "cohesivo", homogéneo

con el terreno de cimentación, para determinar

el circulo critico de falla de base

Si el punto 0 se mueve sobre una horizontal (véase fig. V-a.2)

la longitud del arco hipotético de falla no varía, pues los puntos A

y C no abandonan sus respectivas horizontales. Por lo tanto se mantiene

constante el momento resistente que corresponde al producto

cLR. Si se considera ahora como momento motor la expresión HWd.


MECANICA DE SUELOS (II) 211

como se hizo en el cuerpo de este capítulo, por permanecer constante

el momento resistente, el F amínimo se tendrá, simplemente, cuando el

momento motor sea máximo.

Pero:

Mm~ Mi + Mu + Mui + Miv

Mi es el momento del peso de la tierra correspondiente a la

sección I de la fig. V-a.2 y vale cero, pues el centroide del

área del sector está siempre en la vertical que pasa por 0.

Ma es el momento del peso de la tierra correspondiente a la

cuña triangular D EF y vale, según la figura mencionada:

Mn = ~y b H ym(a — m)

(5-a.3)

Mm es el momento, respecto a 0, del peso de la tierra correspondiente

al área DEBG y vale:

vM /n \ u R sen £ -f" a , ¡- ,,

Mm = {R sen e — a) H ym ^------- (5"a-4 )

cü momento del peso de la tierra correspondiente al área CBG, M iv.

no varía cuando el centro del arco de circunferencia escogido se

mueve horizontalmente a partir de 0; su valor es constante, por lo

tanto, y se representará por K.

Teniendo en cuenta las expresiones anteriores podrá escribirse:

Mm= -^-b H ym (a — m) + (R2 sen2 £ — a2) + K (5-a.5)

Interesa el valor máximo de esta función cuando 0 se mueve horizontalmente

y este movimiento puede referirse a la variación de a;

por lo tanto interesa la condición:

^ J"-^- b H y (a — m) + (R2 sen2 e — a2) + k J = 0

de donde:

± b H y m+ ^ ( - 2 a) = 0

b _ n

y ~ 2 a — 0

o sea: a ~ ~ 2 (5-a.6)

Así pues, respecto al movimiento del centro del circulo escogido

a lo largo de la horizontal, el círculo de falla más crítico respecto a

falla de base, será aquél cuyo centro esté en la vertical que pase

por el centro del talud.


212 CAPITULO V

Si ahora se fija el ángulo central 26 y se mueve el centro sobre

la vertical que pase por 0, el valor del radio variará y también el

momento motor y el momento resistente. El valor de R que corresponde

al círculo más crítico para esta condición es bastante complicado

de obtener y el proceso poco añade, conceptualmente hablando,

al panorama general, por lo cual aquí se proporcionará simplemente

el resultado final del análisis, según el cual el radio del círculo más

crítico resulta ser infinito.

Para que el círculo más crítico posible quede totalmente definido

y así poder calcular teóricamente la “cohesión" necesaria para el

equilibrio será preciso encontrar el ángulo central 29 que hace mínimo

el factor de seguridad. Como se ha aceptado que el círculo crítico

corresponde a radio infinito, para cualquier ángulo central, 29, distinto

de cero, las distancias del

talud a que el círculo de falla

intercepte la superficie del terreno

serán infinitas a ambos lados. Para

hacer el análisis que permita

encontrar el valor de 29 correspondiente

al círculo crítico conviene

considerar un radio finito

muy grande, al cual posteriormente

se hará tender a oo, encontrando

los resultados en ese límite. Teniendo

esto en mente, podrá escribirse

(ver fig. V-a.3).

W = ymHR sen 9

También podrá escribirse:

, R sen 9

d = — 2—

y, desde luego:

L = 2 9R

En falla incipiente: Wd = cLR

por lo tanto

FIS. V-a.3. Talud en material "cohesivo",

homogéneo con el terreno de

cimentación. Yar¡ación del

ángulo central 29

(5-a.7)

de donde:

c = ■

LR

Wd ~2 *fm H R2se n ®0

2 9 R2

__ YmH sen2 9

(5-a.8)

El valor más crítico posible de 9 será el que haga que la c requerida

para mantener la estabilidad sea máxima. Por lo tanto interesa

estudiar la condición:


MECANICA DE SUELOS (II) 213

de donde:

d T sen2 9

d ó i ~ T ~ .

2 6 sen 6 eos 9 — sen2 9 _ _

_

= 0 (5-a.9)

y

29 sen 9 eos 6 — sen2 6

de donde se obtiene finalmente la ec.:

6 = ^ (5-a.lO)

De la ec. 5-a.lO se deduce que un valor de 0 = 66°45', o sea

29 = 133°30' corresponde al círculo más crítico posible. Si este valor

de 9 se lleva a la ec. 5-a.8 se obtiene:

YmH sen2 66°45' „ _ .

c = J - j ---------------- *— = 0.181 y» H (5-a.ll)

66°45'

360c

Si se compara esta expresión con la (5-a.2), podrá verse que, para

el caso de radio infinito, 29 — 133°30', centro del círculo sobre la

vertical media del talud y talud "cohesivo” y homogéneo con el terreno

de cimentación, el número de estabilidad del talud resultaría igual

a 0.181.

Taylor ®«7 y Fellenius 12 realizaron gran volumen de investigación

en este terreno tendiente a evitar a los proyectistas el trabajo largo y

tedioso de los tanteos. Taylor dibujó una gráfica relacionando los

valores del ángulo del talud, 3, con los números de estabilidad obtenidos

para ellos, N e; así obtuvo el primer tramo curvo de la gráfica

superior de la fig. V-a.4, que corresponde a círculos de falla por el

pie del talud. Se ha visto que el número de estabilidad para los círculos

más críticos posibles que corresponden a la falla de base (R = oo)

es 0.181: este valor define el tramo recto de la misma gráfica en la

misma figura. La intersección de los tramos recto y curvo B se

produce en un valor del ángulo 3 igual a 53°. A mayor número

de estabilidad el círculo es más crítico por lo que la parte recta representa

al valor de 2V« para los círculos más críticos, posibles, que son

de falla de base con un ángulo de talud, 8, comprendido entre 0o

y 53°. Para valores de 3 mayores de 53° la parte curva rige y los

círculos más críticos posibles pasan por el pie del talud.

Fellenius observó que para 3 = 60° el ángulo a de la fig. V-a.l

resulta igual a 9 y la tangente a la circunferencia de falla que pase

por el pie del talud, trazada en ese punto, es horizontal, y que para

53° < 3 < 60° los círculos más críticos posibles que desde luego

pasan por el pie del talud, interesan al terreno de cimentación: fallas

únicamente en el cuerpo del talud ocurren sólo si 3 > 60°.


214 CAPITULO V

FIG* V-a.4. Gráfica de Tayhr para determinar los números de estabilidad en taludes

en materiales "cohesivos", homogéneos con el terreno de cimentación

V-a.2.

Talud “cohesivo” con terreno de cimentación homogéneo

con él y limitado por un estrato horizontal resistente

Es muy frecuente que en la naturaleza aparezcan estratos resistentes

a una cierta profundidad dentro del terreno de cimentación

cohesivo y homogéneo con el cuerpo de un talud; en lo que sigue se

considerará que estos estratos son horizontales, lo cual, por otra

parte no está lejos del caso real normal.

Cuando la inclinación del talud es menor de 53°, de la discusión

realizada en la sección anterior de este anexo respecto a los círculos

de falla de base, se deduce que el círculo crítico tiende a profundizarse,

pues siempre existirá un círculo a mayor profundidad al que

corresponda un número de estabilidad mayor, si bien éstos tienden

asintóticamente a 0.181 con la profundidad. De esto se deduce que,

para estos taludes, el círculo crítico será siempre tangente al estrato

resistente. Para fines prácticos, cuando el estrato resistente se encuentra

a una profundidad mayor que tres veces la altura del talud

propiamente dicho, el número de estabilidad del circulo crítico es

muy cercano a 0.181, y sólo se justifica su cálculo para aquellos


MECANICA DE SUELOS (II) 215

casos en que el estrato resistente está a profundidad comprendida

entre 0 y 3H.

Cuando el estrato resistente corresponde al nivel del terreno y

3 < 60°, la superficie crítica de deslizamiento sigue siendo tangente

a dicho estrato resistente y se desarrolla como se muestra en la

fig. V-a.5.

FIG. V-a.5. Circulo de falla en talud en material "cohesivo"

cuando el terreno de cimentación está constituido

por un material resistente

Para analizar las condiciones de estabilidad de un talud en

material “cohesivo” con un estrato resisten.e localizado en el terreno

de cimentación a una profundidad comprendida entre 0 y 3 H, a

partir del nivel del terreno (H altura del talud), se utiliza el concepto

de factor de profundidad, D, definido según se desprende

de la fig. V-a.6.

FIG. V-a.6. Esquema para definir los conceptos de factor de

profundidad, D, y factor de alejamiento, n.

Desde luego, para un cierto talud el número de estabilidad disminuye

si el factor de profundidad va disminuyendo, es decir si el

estrato firme está más próximo al nivel del terreno.

Con base en los cálculos realizados, Taylor pudo trazar las curvas

que aparecen en la fig. V-a.7, en la cual se consideran ángu-


CAPITULO V

* 2 3 4

Factor do profundidad, D.

FIG . V-a.7 Gráficas de Taylor p o n defe/minar el número de estabilidad y

el factor de alejamiento en circuios tangentes a un estrato

resistente


MECANICA DE SUELOS (II) 217

los de talud desde 53° hasta 7.5°. Entrando con el valor de D y

usando la curva de 3 correspondiente puede obtenerse el valor de

N e y el de n, factor de alejamiento, interpolado entre las curvas

mostradas.

En la fig. V-a.8 se muestra un círculo de falla de base cuyo

centro cae en la vertical por el punto medio del talud y que es

tangente a un estrato resistente situado a la profundidad DH.

FIG . V-a.8 Circulo con falla de base tangente a un estrato

resistente

La superficie de falla aflora a una distancia horizantal nH adelante

del pie del talud. Para círculos tangentes al estrato resistente

y con centro en la vertical media, el valor n determina la posición

del círculo respecto al talud; estos valores pueden obtenerse del mismo

gráfico mostrado en la fig. V-a.7. Obsérvese que, como era

de esperar para una inclinación del talud dada (curvas llenas de la

figura), n aumenta cuando aumenta D; es decir, cuando el círculo

de falla se profundiza más, aflora a mayor distancia del pie del talud.

Puede observarse que en la práctica hay casos en los que el desarrollo

de la superficie de falla se ve forzado a pasar por el pie del

talud; en la parte inferior de la fig. V-a.7 se muestra un caso de

éstos, en el que el número de estabilidad será menor que si la restricción

no existiese (y por lo tanto el talud más estable). Los números

de estabilidad correspondientes se calcularán en la misma figura

recurriendo a las líneas discontinuas de segmentos largos.

ANEXO V-b

Consideraciones respecto al análisis de taludes homogéneos

en materiales con cohesión y fricción

Existen numerosos trabajos de mérito cuya finalidad es, a la vez,

ahorrar tiempo a los calculistas de estabilidad de taludes y arrojar

mayor luz sobre el comportamiento de éstos y sobre las conclusiones

que pueden extraerse de los distintos métodos de análisis. De todos


218 CAPITULO V

esos, cuya simple mención es imposible en este lugar, se glosan a continuación

aquellos que han alcanzado mayor popularidad. Desde luego

las conclusiones de estos trabajos son aplicables a taludes homogéneos,

en falla por el pie del talud o de base (en cuyo caso se

supone que el material constitutivo del terreno de cimentación es el

mismo del cuerpo del talud propiamente dicho) y se refieren únicamente

a la posibilidad de falla de rotación.

a) Trabajos de Fellenius

Fellenius ha extraído algunas conclusiones de carácter general

como resultado de un gran número de aplicaciones del procedimiento

de las dovelas. En varias de las referencias citadas en este capítulo

podrán verse distintas alusiones a sus trabajos. En la Tabla 5-b.l,

aparece un aspecto de las investigaciones de Fellenius; en dicha

Tabla se definen algunos círculos críticos por el pie del talud en

suelos puramente “cohesivos", correspondientes a ángulos de talud,

3, frecuentes en la práctica. Las letras tienen el sentido que se desprende

de la fig. V-b.l.

0

FIG. V-b. I . Posición del centro del circulo critico por el pie

del talud; trabajo de Fellenius (<fi ^ 0, c 0)

TABLA 5-b.l

Suelos puramente “cohesivos” (c ^ 0; <f>= 0)

Talad P a, a-

— 0 0 0

1:0.58 60 29 40

1:1.00 45 28 37

1:1.50 33.8 26 35

1:2.00(o mayor) 26.6(o menor) 25 35

---

Ha de insistirse que las posiciones tijadas por la Tabla 5-b.l se

refieren a círculos críticos por el pie del talud; para su aplicación


MECANICA DE SUELOS (II) 219

práctica será necesario en cada caso, comparar los factores de seguridad

con los obtenidos estudiando la falla de base.

b) Trabajos de Taylor5

Siguiendo un procedimiento análogo al expuesto en el Anexo

V-a para suelos puramente "cohesivos”,, Taylor estudió también los

materiales con "cohesión" y "fricción”. En la fig. V-b.2 se presentan

curvas que relacionan el ángulo de talud, P, con el número de

estabilidad, N e, en función del ángulo de fricción interna del suelo,

<j>, en círculos críticos correspondientes a falla por el pie del talud.

Las gráficas son de uso muy simple: entrando con un valor de

P de proyecto, que se desea verificar y el valor de <j>, obtenido en

pruebas de laboratorio, se obtiene un valor de N e correspondiente;

según la definición del número de estabilidad usada por Taylor,

puede escribirse:

Valores del a'ngulo del talud <£

F s = - ^ 4 r

(5-b.l)

Y' H

Donde F a es el factor de seguridad del talud analizado en términos

de la "cohesión”, que como ya se discutió, no es un verdadero

factor de seguridad. Así pues, las gráficas de la fig. V-b.2 proporflG

.

V-b.2. Gráfica de Taylor para determinar el número de

estabilidad de un talud, <P ^ 0, c ^ 0


220 CAPITULO V

FIG. V-b.3. Números de estabilidad asociados a círculos críticos por el pie del talud,

según N . Jambo


cionan sólo una primera aproximación al problema de la estabilidad

en círculos por el pie del talud; además, será preciso estudiar la

posibilidad de falla de base para llegar al círculo más crítico posible.

c) Trabajos de Jambu 13

MECANICA DE SUELOS (II) 221

Para taludes simples y homogéneos Jambu expresa el factor de

FI&. V-b.4. Coordenadas de los centros de circuios críticos por el pie del talud, según

N. Jambo


222 CAPITULO V

seguridad asociado a círculos correspondientes a falla por el pie del

talud, por la fórmula:

F> = - — 7 7 (5-b .2)

Y mti

Donde Ne es un número de estabilidad que puede obtenerse de

la fig. V-b.3, a condición de conocer el valor del parámetro Xc^, el

cual puede calcularse con la expresión:

X ^ I ^ t g 4.

(5-b.3)

También proporciona (fig. V-b.4), los parámetros x0 y y o que

definen la posición de los centros de los círculos críticos de pie del

talud por medio de las relaciones

x = x0H

( 5-b.4)

y - y0 H

0.2

FIG. V-b.5. Contribución de la "fricción" y la "cohesión" al factor de seguridad, según

N. Jambu


Por último, en la fig. V-b.5 se da una gráfica en la que puede

verse qué fracción del factor de seguridad total asociado a un círculo

dado se refiere a la “cohesión” del suelo y cual a la fricción del

mismo.

Huelga decir que las gráficas y fórmulas anteriores se refieren

solamente a taludes en que no hay presiones neutrales de agua en

el interior del suelo. Cuando éstas existan, el problema de la estabilidad

se atacará con las normas que se establecen en el Volumen

III de esta obra.

V-c.1.

MECANICA DE SUELOS (II) 223

ANEXO V-c.

Otros métodos de análisis de taludes

Método de la espiral logarítmica

Al aplicar el Método Sueco es preciso introducir una hipótesis

simplificativa respecto a la distribución de esfuerzos a lo largo de

la superficie de deslizamiento; de otro modo el problema resulta

estáticamente indeterminado. Rendulic6 evita esta situación no deseable

utilizando como superficie de falla hipotética un arco de espiral

logarítmica, de ecuación

r = r0e<,tí^

(5-c.l)

Donde el sentido de las letras es el indicado en la fig. V-c.l y <j>

es el ángulo de fricción interna del suelo. Como ya se mencionó

en otra ocasión, la propiedad que hace útil a la espiral en los análisis

de estabilidad es que su radio vector en cualquier punto forma precisamente

el ángulo <f>con la normal a la curva en dicho punto. Así,

FIG. V-c.l. Método de la espiral logarítmica


224 CAPITULO V

todas las fuerzas resultantes de las reacciones normales y de fricción

actuantes en los elementos de línea sobre la curva pasan por el

centro de la curva 0.

Considérense los siguientes cuatro parámetros, con objeto de

simplificar el planteamiento matemático del método.

m = eycts*

n ____________1_____________ to_

sen a +m 2 — 2 m eos yc H

sen yc ”1

e = a + ang senrV i + m®—2m eos yc.

i] = ir — ye — e

Donde yc y a se han tomado como los dos parámetros necesarios

para definir la espiral.

Considérense también las siguientes fuerzas que actúan en el

talud

W = peso de la tierra deslizante.

C = fuerza de cohesión total desarrollada a lo largo de la superficie

de deslizamiento.

P = fuerza total resultante de los efectos normales y de fricción

a lo largo de la superficie de deslizamiento.

Sean:

M t = momento en tomo a O de la masa de tierra representada

por el área O A C B O

Mt —momento en torno a O de la masa de tierra representada

por el área O A F O

Ma —momento en torno a O de la masa de (ierra representada

por el área B D F B

Entonces el momento motor del peso W vale:

Mn = Mr - M 2 - Ma

En la fig. V-c.l puede verse que:

(5-C.2)

Mi = y \ v cos(6 + -n)cí9 = — 3 (9 t g ^ -I- 1)

X [ ( m3 sen s — sen -q) — 3tg<j>( m3 eos e + eos iq) ]

Ma = -g- Y9a H 3 sen3 T)(ctg2 tj — ctg2 e)

Ma = -g- Y H3[ctg2 3 — ctg2 e — 3mg eos e(ctg 0 — c tg e) ]

(5-C.3)

(5-C.4)

(5-C.5)


MECANICA DE SUELOS (II) 225

Si Mw es el momento de la fuerza W, M c el de la fuerza C y

Mv el de la P (nulo por pasar esta fuerza por 0), se tendrá

Mw+ Mc = 0

cohe­

Introduciendo un factor de seguridad F e, respecto a la

sión", podrá escribirse:

+ T f2- = 0 (5-c.6)

* C

en la fig. V-c.l puede ahora verse que

Si se substituyen las expresiones 5-c.7, 5-C.3, 5-c.4 y 5-C.5 en

las (5-C.2) y (5-C.6) se obtiene

c - W v

F ^ F ~ 3 g 2(m2- 1 )A

X L ’ 9 tg2<£ + 1

, r v { (m3 sen e — sen q) — 3 tg</>(ms eos e + cosí])}

+ g3 sen8 K](ctg2 e — ctg2 t]) 4- 3mg eos s(ctg 3 ctg e)

— ctg2 3 + ctg2e j (5-c.8)

La ec. 5-C.8 se aplica cuando la superficie de falla pasa por el

pie del talud (caso a de la fig. V -c.l). , ,

Cuando la falla es de base, (fig. V-c.l.b), la condición mas desfavorable

ocurre cuando el centro de la espiral está en la vertical

por el punto medio del talud y entonces

tí — mg eos e — — ctg 3

(5-C.9)

2

Respecto al caso de falla por el pie del talud hay ahora un incremento

de momento motor que vale

— yrfH* = (mgeos t — - ^ - c t g 3 ) 2 (5 -c .lO )

2 2 ¿

Esto hace que la ec. 5-C.8 se modifique para falla de base a la

forma

16—Mecánica de Suelos II


226 CAPITULO V

c _ tg <f>

F cyH 3g2 (m2 — 1)

., r 2^ { ( m3 sen e — sen tj) — 3 tg<¡>(m3 eos z + eos i))}

X L 9 tg2<j>+ 1

+ g3 sen8 ri(ctg2 z — ctg2 t\) + 3 mg eos2 z{mg — cosec z) —

- \ ctg2 P + ct9* e] (5-c.ll)

Para cualquier valor de los ángulos central y« Y a escogidos,

pueden valuarse m, g, z y tj, después de lo cual puede calcularse

n con la expresión 5-c.9. Si n resulta negativa, la falla a esperar

será por el pie del talud y deberá usarse la expresión 5-c.8; si n

resulta positiva, se usará la (5 -c .ll). Así se obtiene un número de

estabilidad máximo definido por Taylor, para el talud en estudio.

Ne=

c

Este debe ser comparado con el obtenido aplicando la anterior

expresión, calculada con los valores del suelo real y del talud en

cuestión.

V-c.2.

Estadios basados en las ecuaciones de Kotter

Como se dijo en el cuerpo de este capítulo, Kotter obtuvo relaciones

elasto-plásticas para los esfuerzos desarrollados a lo largo de

una superficie de deslizamiento cualquiera, en un talud en estado

de falla incipiente. Estas ecuaciones son, para un suelo “cohesivo” y

"friccionante" y particularizadas para falla circular: (ver fig. V-c 2)


donde

MECANICA DE SUELOS (II) 22?

dx

——= 2tg <f>•t — y R sen sen (« — 4>)

da.

d

= 2c + 2ff tg <¡>— y R cos<¡> sen(a — <£)

aa

(5-C.12)

t = esfuerzo tangencial que actúa a lo largo de la superficie

de deslizamiento circular en el elemento sujeto a análisis

cr — esfuerzo normal que actúa a lo largo de la superficie de

deslizamiento circular en el elemento sujeto a análisis

<f>= parámetro de fricción o ángulo aparente de fricción interna

del suelo,

c = cohesión aparente del suelo

Y — peso específico del suelo

K —radio de la superficie circular de deslizamiento

a = ángulo que determina la posición del elemento en estudio

sobre el arco circular, con respecto a la vertical.

Se ha probado (ver, por ejemplo, la ref. 14), que para el caso

de suelos puramente '‘cohesivos" un análisis por el Método Sueco

implica una hipótesis de distribución de esfuerzos sobre la superficie

de deslizamiento que no satisface las ecuaciones de Kotter. El análisis

puede generalizarse (ver, por ejemplo, ref. 15) para suelos con

“cohesión” y “fricción”, verificándose que el Método Sueco no satisface

tampoco en este caso las condiciones de Kotter y que los valores

de la "cohesión” requerida para el equilibrio del talud resultan mayores

usando el Método Sueco que usando las ecuaciones de Kotter

directamente; esto último indica que el Método Sueco resulta más

conservador que los directamente derivados de integrar las ecuaciones

de Kotter a lo largo de la superficie circular.

En la obra de J. B. Hazen que se menciona en la Bibliografía de

este capítulo podrá hallarse más amplia información sobre estos

temas de tantas y prometedoras posibilidades.

R E F E R E N C I A S

1. Collin, A. — Recherches experimentales sur les glissements spontanés des

ierres argileux — Carilian, Geoury et Dalmont — París— 1846.

2. Skempton, A. W. — Alexander Collin, pioneer in Soils Mechanics — Transactions

Newcomen Soc. — Vol. XXV — 1946.

3. Coulomb, Ch. A. — Essai sur une application des>regles des máximes et

minimes a quelques problemes de statique relatifs a 1‘architecture — Memorias

— Académie Royale — Vol. VII — París— 1776.

4. Krey. H. — Erddruck, Erdwiderstand und Tragfahigkeit des Baugrundes —

Emst Ed. — Berlín — 1936.


228 CAPITULO V

5. Taylor, D. W . — Fundamentáis of Soil Mechanics— Capitulo 16 — John

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6. Rendulic, L. — Ein Beitrag sur Bestimmung der gleitsicherheit — Der Bauingenieur—

No. 19-20— 1935.

7. Taylor, D. W . — Stabilitu of earth slooes — Contribution to Soil Mechanics

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8. Carrillo, N. — Perfil de un talud plástico de resistencia uniforme — Anuario

de la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica

— México — 1943.

9. Jaky, J. — Stabilitu of Earth slopes — Proc. del I Congreso Internacional de

Mecánica de Suelos y Cimentaciones — Vol. II — 1936.

10. Capper, P. L. y Católe, W. F. — Tk^Mechanics^of Enaineering Soíls — Capitulo

6 - E . y F. N. Spon — 1960 “

11. Rutledge, P. C. — Resultados de la investigación sobre compresión triaxial —

Publicación original de Waterways Experiment Station, traducida por R. J.

Marsal y M. Mazarí en Contribuciones de la Mecánica de Suelos al diseño

y construcción de presas de tierra — Secretaría de Recursos Hidráulicos —

México— 1961.

12. Fellenius, W . — Erdstatische Bershnungen mit Reibung und Kohásion, Adhásion,

und unter annahme Kreiszylindrischer gleitflachen — Emst Ed. Berlin —

1939.

13. Jambu, N. — Stabilitu Analusis of slopes with dimensionless parameters—

Harvard Soil Mechanics Series r>r 4b — Universidad de Harvard— lyoTT

14. Juárez-Badillo, E. — La ecuación de Kotter en el análisis de estabilidad de

taludes simples formados por suelos "cohesivos" — Memoria del VII Congreso

Panamericano de Carreteras — Panamá — 1957 — Revista Ingeniería — Vol. 28

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15. Rico, A. — Analgsis of Slope Stability. Elasto-plastic Considerations — V

Congreso Internacional de Mecánica de Suelos y Cimentaciones — París —

1961.

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Practical Problems in Soil Mechantes — H. R. Reynolds y P. Protopapadakis—

Crosby Lockwood and Son — 1956.


CAPITULO VI

INTRODUCCION AL PROBLEMA DE LA CAPACIDAD DE

CARGA EN SUELOS

VI-1.

Generalidades

En este capítulo se presentan, desde un punto de vista puramente

teórico, los métodos más generales y principales que se han desarrollado

hasta hoy para resolver el fundamental problema de determinar

la capacidad de carga de los suelos para fines de Ingeniería Civil.

Estos métodos teóricos se fundamentan solamente en las Matemáticas

Aplicadas y en la Mecánica del Medio Continuo y a ellas pertenecen;

están afectados por todas las hipótesis y limitaciones frecuentes en

aquellos campos y, por lo tanto, son de difícil aplicación directa a la

realidad de las obras de ingeniería. Con base en tal Metodología,

la Mecánica de Suelos ha podido seleccionar convenientemente y

desarrollar sus propias teorías con vistas a resolver su problema

específico; éstas se presentan en el Capítulo VII.

Las recomendaciones y prácticas que el sentido común y la experiencia

de años han añadido al cuerpo teórico en la práctica corriente

de la construcción de cimentaciones (principal aplicación de las

Teorías de Capacidad de Carga), son el cuerpo básico de los capítulos

V III y IX. A lo largo de todo este estudio, el lector podrá ir viendo

cómo, desde una solución puramente matemática, seleccionada teniendo

en mente las necesidades de la Mecánica de Suelos, se llega a

criterios constructivos prácticos, que hoy son una superposición de

reglas empíricas, fundadas en la experiencia y muchas veces respaldadas

por la propia teoría, sobre las soluciones fundamentales, proporcionadas

por las Matemáticas Aplicadas y la Mecánica del Medio

Continuo, gracias al desarrollo de un cálculo fundado en un grupo

de hipótesis, a veces bastante poco satisfactorias.

Para visualizar objetivamente el problema de la Capacidad de

Carga en suelos resulta útil el análisis del modelo mecánico que se

presenta a continuación, debido a Khristianovich1. Considérese una

balanza ordinaria, cuyo desplazamiento está restringido por fricción

en las guías de los platillos, tal como se muestra en la fig. V I-1.

Si un peso suficientemente pequeño se coloca en un platillo, la

balanza permanece en equilibrio, pues la fricción en las guías puede

229


230 CAPITULO VI

neutralizarlo; en cambio, si el peso colocado es mayor que la capacidad

de las guías para desarrollar fricción, se requerirá, para el

equilibrio, un peso suplementario en el otro platillo. Se entenderá

por equilibrio crítico de la balanza, la situación en que ésta pierde su

equilibrio con cualquier incremento de peso en uno de sus platillos, por

pequeño que éste sea. Una balanza muy ligera, en comparación

con los pesos manejados, representará un medio sin peso propio; una

balanza relativamente pesada respecto a los pesos de sus platillos

representará un medio también pesado.

J

l

pv _

M

( a ) (b)

FI&. VI-I. Modelo de KhristianoY'ich1

La estabilidad de cimentaciones puede ilustrarse con el siguiente

problema planteado en la balanza. En el platillo derecho existe P y

se requiere conocer Q, que debe colocarse en el platillo izquierdo,

para tener la balanza en equilibrio crítico. Es evidente que este problema

tiene dos soluciones; una corresponde a un Q < P y la otra,

por lo contrario, a un Q > P. Las alternativas del equilibrio en estos

dos casos ocurren con movimientos diferentes, ilustrados en los casos

a) y b ) de la fig. VI-1.

Considérese ahora el caso de una cimentación. Un cimiento de

ancho, B, está desplantado a una profundidad D, dentro de un medio

continuo, fig. VI-2.

El problema de una cimentación sería encontrar la carga q, máxima,

que puede ponerse en el cimiento, sin que se pierda la estabilidad

del conjunto. La correspondencia con la balanza puede visualizarse,

haciendo coincidir un platillo con el cimiento, tal como se ve en la

fig. VI-2. El otro platillo está dentro del terreno natural. Es evidente

que la presión q que puede ponerse en el platillo izquierdo es mayor

que la carga del otro platillo, p = y D, puesto que la resistencia

del suelo, representada en el modelo por la fricción en las guías, está

trabajando a favor del g. Este caso corresponde entonces al de la

fig. Vl-l.b, en aue Q > P.

El caso a) de la fig. VI-1, en que Q < P, corresponde al de una

excavación. Ahora q es nulo, pero conforme se profundiza la excavación

las cosas suceden como si se bajase el nivel de la balanza

de la fig. VI-2, con la consecuencia del aumento de la presión p.

Es evidente que existirá una profundidad critica tal que, al tratar de


MECANICA DE SUELOS (II) 231

aumentar la excavación, el fondo de ésta se levantará como el platillo

de la balanza lo haría. Este es el fenómeno de falla de fondo, frecuentemente

reportado en las obras reales.

Un suelo muy resistente equivale a unas guías con mucha fricción

y recíprocamente. Los casos límites estarían representados por una

roca sana, en la cual, con referencia al caso de la cimentación,

podría ser muy grande en comparación de p y por un líquido,

3 e resistencia nula al esfuerzo cortante, en el que el máximo q que

puede ponerse es igual a p (principio de flotación). Una cimentación

en la que q sea igual a p se denomina en Mecánica de Suelos

totalmente compensada.

¡ J i ü ü i j j

1-------

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///J//Á I tu u ¿t iU llÁ XtlLLLU

1 J r - - J

•uTTTTTni

P=8D

F IS . VI-2. Correspondencia de un cimiento con la batana de Khristianovich.

Tras visualizar objetivamente el problema que plantea una cimentación,

en los párrafos que siguen se discute brevemente la aplicabilidad

y la metodología de las dos disciplinas de la Mecánica del

Medio Continuo que se han usado principalmente hasta hoy para

resolver teóricamente el problema; estas dos disciplinas son las

Teorías de la Elasticidad y de la Plasticidad.

VT-2.

Metodología de la Teoría de la Elasticidad2

La Teoría de la Elasticidad se aplica a los problemas de cimentaciones

en forma análoga al diseño estructural; es decir, primeramente

se encuentran los esfuerzos que un cierto sistema de cargas

exteriores produce en los puntos de la masa de suelo; en segundo

lugar se encuentra la resistencia del suelo a ese tipo de esfuerzos.

Una comparación entre ambos conceptos indicará si la masa de suelo


232 CAPITULO VI

puede resistir sin que se produzca la falla u ocurran deformaciones

excesivas que pongan en peligro la función estructural. El suelo,

como cualquier otro material, puede sufrir deformaciones de dos

tipos: deformaciones volumétricas y distorsiones. Las primeras son

debidas tanto a la acción de esfuerzos normales como a la de esfuerzos

cortantes. Las distorsiones son cambios sólo de forma y se deben

fundamentalmente a la acción de los esfuerzos tangenciales. En

materiales ideales linealmente elásticos (obedientes a la ley de Hooke)

son nulos los cambios de volumen debidos a esfuerzos tangenciales,

por lo que, en ese caso, la deformación volumétrica se debe

a los esfuerzos normales únicamente.

Como ya se indicó en el Volumen I de esta obra la resistencia

a la tensión de los suelos es muy pequeña, al grado de ser difícilmente

aprovechable por el ingeniero, por lo que éste procura que este

tipo de esfuerzos o no aparezca o no sea de importancia en las

estructuras para las que utiliza al suelo. Por ello, los análisis de

estabilidad ligados a estructuras reales tienen siempre que ver con

los esfuerzos cortantes actuantes en la masa de suelo y con la

resistencia de éstos al esfuerzo cortante.

La determinación de los esfuerzos en los puntos de la masa de

suelo es un problema teórico para el cual la Teoría de la Elasticidad

es útil, aún cuando, por la magnitud de las hipótesis que involucra,

rinde frecuentemente soluciones que no son muy apropiadas a los

problemas a que se aplican. La determinación de la resistencia del

suelo para fines de comparación es un problema complejo, que comprende

aspectos teóricos y muchos de carácter puramente práctico,

tales como exploración, muestreo, pruebas de laboratorio, etc. En el

Volumen I de esta obra se describió este problema en forma suficiente.

Si al efectuar la comparación resulta que la resistencia del suelo

es en todo punto del medio superior a los esfuerzos cortantes inducidos,

la respuesta al problemq de estabilidad es evidente y la estructura

de suelo soportará, dentro del marco de validez del análisis

realizado, las cargas impuestas. Por otra parte, puede ocurrir que la

resistencia resulte inferior a los esfuerzos inducidos en algún punto

o zona del medio; este punto o zona fallará elásticamente hablando.

Pero si este punto o zona están confinados en la masa de suelo

y rodeados de material con capacidad adicional de resistencia, no

necesariamente existe peligro de deslizamiento general. Lo que sucede

es que esa zona cuya resistencia elástica ha sido superada, fluye

algo y transmite los esfuerzos que no puede resistir al material

vecino.

Lo anterior produce que el esquema de esfuerzos original deje de

ser correcto y en la masa de suelo aparece una zona plástica. Sin

embargo, la estabilidad general de la masa sigue garantizada. Si las

cargas exteriores aumentan, la zona plástica crecerá correspondientemente,

hasta el deslizamiento general cuando la resistencia última


MECANICA DE SUELOS (II) 233

del medio continuo sea excedida, por ejemplo, en todo punto de una

superficie de deslizamiento posible. Así, no sólo será necesario conocer

el máximo esfuerzo cortante actuante sobre la masa de suelo, sino

que también será preciso conocer las circunstancias en que se presenta,

donde ocurre y las consecuencias que puede acarrear. Sólo

en los casos en que sea posible la verificación de un mecanismo de

falla progresiva (ver Capítulo X II del Volumen I de esta obra),

en que el esfuerzo actuante supere a la resistencia al esfuerzo cortante

en un punto o una zona conducirá a una [alia general.

La Teoría General de la Elasticidad ha sido, hasta hoy, poco

aplicada a los suelos, quizá debido a lo incompleto aún de su campo,

en plena etapa de investigación; a las dificultades matemáticas que

su aplicación encierra y, sobre todo, a las limitaciones de la propia

Teoría, que vuelven relativamente escépticos a muchos especialistas

en suelos. Casi todas las aplicaciones clásicas de la Teoría de

la Elasticidad a suelos han correspondido a la Teoría Lineal de la

Elasticidad, que presupone que el suelo es un material continuo, linealmente

elástico (que obedece la Ley de Hooke), homogéneo e

isótropo; además, esta teoría es instantánea, es decir, que no toma

en cuenta el factor tiempo, o sea, presupone la inexistencia de las

deformaciones diferidas (tales como, por ejemplo, las debidas fe consolidación).

Es obvio que este conjunto de hipótesis no se satisface

en los sueíos reales y ésta, es la razón principal por la que las soluciones

basadas en la Elasticidad Lineal han caído hoy en relativo

descrédito. Es de notar, sin embargo, que en algunos casos particulares,

esta Teoría ha proporcionado soluciones bastante satisfactorias

en la práctica; la solución de Boussinésq, ya estudiada en el Capítulo

II o la conocida Teoría de los Centros de Tensión, desarrollada para

el análisis de un problema específico de asentamientos debidos a

bombeo para extracción de petróleo, en la zona de Long Beach, Cal.

EE. UU., por el doctor Nabor Carrillo, son ejemplos típicos de ello.

En el Capítulo VII se mencionarán brevemente algunas de las

soluciones clásicas de la Elasticidad Lineal al problema de las cimentaciones.

VI-3.

Análisis basados en la Teoría de la Plasticidad

Otro intento para resolver teóricamente los problemas de la Mecánica

de Suelos está fundado, como ya se dijo, en la Teoría de la

Plasticidad. Puede decirse que esta Ciencia ha sido más fértil en su

aplicación a suelos que la Elasticidad: el número de problemas

prácticos para los que da un enfoque razonable es mayor y los problemas,

en sí, son de mayor importancia. Sin embargo, no debe

olvidarse que el aceptar para los suelos un comportamiento plástico

equivale a substituir el suelo real de una obra por un ente ideal, cuyas


234 CAPITULO VI

características de comportamiento frecuentemente son bien distintas

a las del material real.

Se considera comúnmente que un material tiene un comportamiento

plástico cuando se comporta elásticamente hasta un cierto nivel

de esfuerzos, a partir del cual (comportamiento plástico propiamente

dicho), sigue las leyes de la fig. VI-3.a (comportamiento idealmente

plástico), o las de la VI-3.b (comportamiento plástico, con endurecimiento

por deformación). Hasta llegar al nivel de esfuerzos correspondiente

al comportamiento plástico, suele considerarse en la literatura

la posibilidad de que el material pueda tener o no deformación

elástica; en el primer caso se tiene un comportamiento elasto-plástico;

en el segundo, rígido-plástico; en este último caso, el comportamiento

plástico también puede ser perfecto o con endurecimiento por deformación,

(figs. V I - 3 . C y VI-3.d).

Al aceptar la Teoría de la Plasticidad como base de análisis

teóricos en la Mecánica de Suelos surgen dos cuestiones que han

de ser consideradas3:

a) Grado de validez de la hipótesis realizada

b ) Implicaciones de tales hipótesis

!c) € (d)

FIG. VI-3. Comportamientos plásticos

a) Elasto-plástico perfecto

bj Elasto-plástico, con endurecimiento por deformación

c) Rigido-plásfico perfecto

d) Rigido-plástico, con endurecimiento por deformación

En lo que sigue se analizan brevemente las hipótesis más importantes

contenidas en la Plasticidad, tratando de visualizar esas dos

cuestiones:


MECANICA DE SUELOS (II) 235

1. El material es homogéneo e isótropo

Esta hipótesis, común por otra parte a la Teoría de la Elasticidad

tal como suele aplicarse a los suelos, tiene su origen en la búsqueda

de la simplicidad matemática y física en las aplicaciones de la Teoría;

al prescindir de ella, lo cual puede hacerse en muchos casos particulares,

los análisis se complican. En la práctica, algunos suelos se

acercan más a la hipótesis que otros; los suelos estratificados o

aquellos cuyas propiedades en dirección vertical y horizontal difieren

mucho son los que se separan más de la suposición.

2. No se consideran efectos en el tiempo

Esta hipótesis también es común a la Teoría de la Elasticidad,

tal como comúnmente se aplica.

En las arenas, la hipótesis es bastante satisfactoria, tanto en lo

referente a compresibilidad como a resistencia y aún en lo referente

a las curvas esfuerzo-deformación. En las arcillas, el efecto del

tiempo es de mayor importancia, tal como se desprende de lo estudiado

en el Volumen I de esta obra, en sus partes alusivas.

La influencia del tiempo en el comportamiento de los suelos es de

gran importancia tanto teórica como práctica y ha merecido últimamente

bastante atención por parte de los investigadores. Los trabajos

de Casagrande y Shannon4, parecen confirmar lo arriba asentado

para arenas. Ha sido más difícil establecer conclusiones definitivas

en lo que se refiere a arcillas. En los trabajos publicados por Habib

y Hvorslev5’ 6 se podrá ver parte del ideario que hoy se maneja,

pudiéndose observar que la investigación actual permite llegar a

conclusiones contradictorias, lo cual habla por sí solo de las incertidumbres

que aún subsisten en estos aspectos. Sin embargo, parece

cierto que en las aplicaciones prácticas el estudiar las condiciones

más desfavorables de la vida de la estructura, para tomarlas como

criterio de proyecto, proporciona una norma que permite superar

sin peligro mucho de la ignorancia que hoy se siente.

3. No se consideran fenómenos de histéresis en la curva esfuerzodeformación

El aceptar esta hipótesis en los suelos conduce, aparentemente,

a fuertes desviaciones de la realidad; sin embargo, en la práctica, la

situación se arregla considerando en una curva esfuerzo-deformación

que contenga tramos de carga y descarga, una ley particular

para el primero y otra, diferente, para el segundo. Esto es posible

y aceptable dado que los casos prácticos más frecuentes, en la Mecánica

de Suelos aplicada, corresponden o bien a un problema de carga,

o bien a uno de descarga, bien definidos.

4. No se consideran efectos de temperatura

Dada la pequeña variación de temperatura que afecta a los

suelos reales, se considera hoy que esta hipótesis no introduce ningu-


236 CAPITULO VI

na desviación seria en los análisis. Algunos casos especiales, tales

como la acción de helada, son objeto de estudio específico en la

Mecánica de Suelos actual.

Las hipótesis anteriores implican, al ser aceptadas algunas características

de comportamiento de los materiales plásticos que, al no

ser cumplidas estrictamente por los suelos, transforman la teoría

subsecuente en una doctrina referente, una vez más, a un material

ideal que ya no es el suelo de las obras de ingeniería.

Puede demostrarse en Teoría de la Plasticidad (ver, por ejemplo,

la ref. 3), que en los materiales plásticos friccionantes todo proceso

de deformación plástica debe de ir acompañado de un aumento de

volumen. Esta implicación, que es la más importante desde el punto

de vista práctico de todas las predeterminadas por las anteriores

hipótesis, se confirma experimentalmente, según se vio en el Capítulo

XII del Volumen I de esta obra, en el caso de arenas compactas con

relación de vacíos inferior a la crítica, pero en el caso de arenas

sueltas sucede lo contrario, por lo que, en este caso, no son aplicables

los criterios de análisis a partir de la Teoría de la Plasticidad; por

extensión, resulta comprometida aún la aplicación de tales criterios

a las arenas compactas, pues puede sospecharse que la coincidencia

de comportamientos sea fortuita.

Otras implicaciones de las hipótesis anteriores pueden consultarse

en la mencionada ref. 3.

VI-4.

Algunos conceptos fundamentales de la Teoría de la

Plasticidad de aplicación a suelos

Las aplicaciones de la Teoría de la Plasticidad a la Mecánica

de Suelos realizadas hasta el presente y aquellas que conducen al

establecimiento de las Teorías de Capacidad de Carga son un ejemplo

de ello, han considerado al suelo una relación esfuerzo-deformación

del tipo de la mostrada en la fig. VI-3.c; es decir, un comportamiento

rígido-plástico.

La hipótesis de rigidez inicial, supuesto un comportamiento plástico

para el suelo, no implica grave error, pues es un hecho que, en

la mayoría de los casos prácticos, las deformaciones de los suelos

previas a la falla (deformaciones elásticas) son muy pequeñas y

pueden despreciarse.

También se ha aplicado siempre a los suelos la Plasticidad

considerando la Teoría Lineal de la Deformación; es decir, considerando

que la geometría de la masa no sufre cambios durante el

proceso de deformación. Esto implica que los resultados teóricos sólo

serán presumiblemente aplicables en el instante mismo del colapso,

durante el cual se producirán ya deformaciones grandes.


MECANICA DE SUELOS (II) 237

La aplicación de la Teoría de la Plasticidad a un problema práctico

requiere aceptar para el material de que se trate un criterio

de fluencia; es decir, se precisa establecer de antemano un nivel de

esfuerzos para el cual se admite que ocurrirá la fluencia indefinida

de dicho material. En Mecánica de Suelos ha sido usual aceptar

como criterio de fluencia la misma ley de Mohr-Coulomb; es decir,

el suelo fluye indefinidamente en todo punto en que el esfuerzo

cortante alcance el valor

i = s = c + <rtg<f>

a no ser que exista alguna restricción en la vecindad del punto o

zona plastificada, en cuyo caso la fluencia indefinida puede ser

impedida. (Estado Plástico Contenido.)

En el Capítulo XI del Volumen I de esta obra se demostró que

el plano en el cual ocurre la falla de un elemento prismático del

material forma un ángulo de 45 + <¡>/2 con el plano en el que obra

el esfuerzo principal mayor y un ángulo de 45 — <¡>/2 con aquél en

que obra el esfuerzo principal menor.

En el caso más general de un elemento prismático, sujeto a un

estado de esfuerzos tal que el esfuerzo principal intermedio, ff2, tiene

un valor diferente tanto de ffi como de <r3, lo antes dicho es válido

igualmente, con el resultado de que, en este caso, los planos potenciales

de falla son los mostrados en la fig. VI-4.a, con ángulos

entre ellos de 90 ± <¡>.

En un estado de esfuerzos no uniforme los conceptos anteriores

pueden generalizarse aún más. Considérese, por ejemplo, un estado

de deformación plana análogo al que se presenta en el relleno de un

muro de retención o en un talud largos (nótese que estos casos

( a ) ( b )

FIG . VI-.4 Lineas da falla


238 CA PITULO V I

corresponden a estados de esfuerzos no uniformes en el medio, pues

éstos crecen con la profundidad por el peso propio del material).

En este caso, se definen como líneas de falla a aquellas líneas imaginarias

que son, en cada punto, respectivamente tangentes a los

planos de falla que se definirían en un elemento prismático infinitesimal

que se ubicara en dicho punto. De lo antes dicho, se desprende

que por todo punto del material en estado de falla incipiente pasan

dos líneas de falla que forman entre sí ángulos de 90 + <£ ó 90 — <£,

según cual se considere y que forman ángulos de 45 — <¿>/2 y

45 + <¡>/2, respectivamente, con las direcciones de los esfuerzos principales

máximo y mínimo ligadas al punto en cuestión (fig. VI-4.b).

Puede verse que si una familia de líneas de falla está formada por

rectas paralelas, la segunda familia debe estar también formada

por rectas paralelas que corten a las primeras en ángulos de 90 ± <f>.

Análogamente, si una de las familias de líneas de falla está formada

por un haz de rectas concurrentes en un punto, la segunda familia

es un sistema de espirales logarítmicas (r = r0e9tB^) con polo en

dicho punto de concurrencia, ya que tales curvas son las únicas que

pueden cumplir con el haz la condición de intersección a 90 ± <}>.

En la Teoría de la Plasticidad es importante el estudio del

campo de velocidades de desplazamiento de los puntos de un material,

dentro de la zona en fluencia plástica; del estudio de la distribución

de dichas velocidades y de acuerdo con las hipótesis de la Teoría es

posible concluir que las líneas de falla gozan de la importante propiedad

de que la velocidad de deformación a lo largo de ellas mismas

es nula. También tienen la característica de que a lo largo de ellas un

desplazamiento tangencial implica un desplazamiento normal, ligados

ambos por la relación de que el normal es igual al tangencial por

tg<¡3. Estas condiciones, más la de dilatancia ya señalada, en unión

a las condiciones de frontera del problema bastan para definir por

completo el campo de distribución de velocidades de desplazamiento

de los puntos del medio, siempre y cuando se conozca también la

distribución de lasjíneas de falla.

Por último, se puede demostrar en la Teoría que un medio sólo

puede sufrir movimientos de rotación o traslación como cuerpo rígido,

cuando la superficie de deslizamiento y las líneas de falla sean rectas

o espirales logarítmicas de ecuación igual a la arriba escrita (en un

suelo puramente cohesivo la espiral se transforma en un arco de

circunferencia). Estos tipos de movimientos son frecuentes en los

mecanismos de falla utilizados en Mecánica de Suelos y concretamente

en temas de Capacidad de Carga, por lo que puede preverse

el uso de tales líneas de deslizamiento en dichos temas. Incidentalmente,

es de notar que en el Método Sueco, usado en Estabilidad

de Taludes (capítulo V ) se utiliza una curva de deslizamiento circular

asociada a un movimiento de rotación como cuerpo rígido de la


masa de suelo deslizante, lo cual no es congruente en Teoría de

la Plasticidad, según lo arriba anotado.

En un material perfectamente plástico los niveles de esfuerzo

no pueden aumentar sin límite al aumentar las solicitaciones externas;

al alcanzarse la condición de fluencia las deformaciones aumentan a

esfuerzo constante. Por lo tanto, un medio plástico sujeto a cargas

crecientes debe llegar a una situación tal que un pequeño aumento

en los esfuerzos produzca el flujo plástico. Tal condición crítica

recibe el nombre de estado de colapso plástico y el sistema de

cargas que la produce se llama sistema de cargas límite. La distribución

de velocidades de deslizamiento en el momento del colapso

plástico es el mecanismo de colapso o mecanismo de falla.

Se dice que un estado de esfuerzos es estáticamente admisible

cuando satisface las condiciones de equilibrio, las de frontera impuestas

por el problema concreto de que se trate y cuando el nivel de

esfuerzos en todo punto es tal que la condición de fluencia no se ve

sobrepasada.

Se dice que un campo de velocidades de deformación es cinemáticamente

admisible si proviene de un campo de velocidades de

desplazamiento que satisfaga las condiciones de frontera, la relación

entre los desplazamientos normales y tangenciales a lo largo de las

líneas de falla antes mencionadas y la condición de que la velocidad

de deformación a lo largo de las mismas líneas de falla sea nula.

En los anteriores conceptos se basan dos teoremas de interés

fundamental en las aplicaciones de la Teoría de la Plasticidad a los

suelos. Estos reciben el nombre de Teoremas de Colapso Plástico.

I. Primer Teorema

Entre todas las distribuciones de esfuerzos estáticamente admisibles,

la distribución real es la que corresponde al factor de seguridad

máximo. Es decir, si se calcula un factor de seguridad igual o mayor

que uno para un sistema de cargas actuantes sobre el suelo en estudio,

haciendo uso de una cierta distribución de esfuerzos estáticamente

admisible, el factor de seguridad real, correspondiente a la distribución

de esfuerzos real, será mayor que el calculado. Con mayor

razón el mismo sistema de cargas, pero con magnitudes menores para

éstas, conducirá a una situación estable.

II.

Segundo Teorema

MECANICA DE SUELOS (II) 239

Entre todos los campos de velocidades de deformación cinemáticamente

admisibles, el campo real es el que corresponde al mínimo

factor de seguridad. Es decir, si se calcula un factor de seguridad

menor o igual que uno para un sistema de cargas actuantes sobre el

suelo en estudio, haciendo uso de una distribución de velocidades

de deformación cinemáticamente admisible, el factor de seguridad


240 CAPITULO VI

real correspondiente a la distribución de velocidades de deformación

real, será menor que el calculado. Con mayor razón, el mismo

sistema de cargas, pero consideradas de mayor magnitud, conducirá

a una situación inestable.

La demostración de estos enunciados puede verse en la ref. 7 ó en

un tratado similar de Plasticidad.

El primer Teorema de Colapso Plástico permite calcular una cota’

inferior del sistema de cargas límite: es decir, permite calcular un

valor límite del sistema de cargas tal que, para cualquier valor de

las cargas menor que las calculadas, el sistema es estable.

Análogamente, el segundo Teorema de Colapso Plástico permite

calcular un cota superior del sistema de cargas límite, o sea un

sistema de cargas tal que cualquier otro con cargas mayores produce

el colapso plástico de la estructura.

La combinación de los dos teoremas proporciona un método de

diseño estructural muy sugestivo. En efecto, si ambos teoremas se

aplican se tienen dos sistemas de cargas entre los cuales deberá estar

ubicado el sistema crítico real que produce el colapso de la estructura

en estudio. Este método, conocido como Análisis Límite, es frecuentemente

Visado en Mecánica de Suelos en forma más o menos explícita:

por ejemplo, un análisis de estabilidad de taludes es una aplicación

incompleta del mismo, ya que lo que allí se obtiene es la cota superior

del sistema de cargas límite, sin obtener la inferior. En problemas

en que las cotas superior e inferior coincidan, el análisis límite conducirá

a una solución definitiva del problema, en materiales idealmente

plásticos. En cuestiones de Capacidad de Carga las soluciones por

Análisis Límite son particularmente utilizadas.

Los Teoremas de Colapso Plástico tienen un significado que,

en lenguaje simplista, podría expresarse como sigue: la naturaleza

es muy sabia y si se encuentra analíticamente una manera de que el

suelo pueda soportar una carga dada, la naturaleza se encargará

de que el suelo la soporte con menor dificultad. Análogamente, si se

encuentra analíticamente un modo de que la carga impuesta al suelo

produzca su falla, la misma naturaleza se encargará de que esa falla

ocurra con un mecanismo más simple.

REFERENCIAS

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por D. H. Jones y A. N. Schofield)— Butterworths Scientific Publications,

1960’

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Foundation Problema — Contributions to Soil Mechanics (1925-1940) — Boston

Sodety of Civil Engineers.


MECANICA D E SU ELO S (II) 241

3. Resendiz, D. — Algunos métodos de la Mecánica de Suelos basados en la

Teoría de la Plasticidad — Tesis de Maestro en Ingeniería. — División del

Doctorado, Facultad de Ingeniería — U.N.A.M. — México— 1962.

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strength characteristics oí soils and so[t rocks under trasient loading— Soil

Mechanics Series N' 31 — Universidad de Harvard— 1948.

5. Habib, P. — La resistance au cisaillament des sois — Tesis Doctoral — Universidad

de París— 1952.

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— A.S.C.E. Research Conference of Shear Strength of Cohesive Soils —

Boulder, Colorado— 1960.

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— John Wiley and Sons — 1950.

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Plasticity — A. Nadai — McGraw Hill Ed. — 1951.

Introduction to the Theory of Plasticity for Engineers. — O. Hoffman y G. Sachs

— McGraw-Hill Ed. — 1953.

17—Mecánica de Suelos II



CAPITULO VII

TEORIAS DE CAPACIDAD DE CARGA EN SUELOS

VII-1.

Introducción

En este capítulo se trata de los principales esfuerzos teóricos

realizados para resolver el problema de la Capacidad de Carga de los

Suelos. Una buena parte de las teorías desarrolladas tienen su base

en hipótesis simplificatorias del comportamiento de los suelos y en

desarrollos matemáticos a partir de tales hipótesis; en algunas otras

teorías, especialmente en las que corresponden a esfuerzos recientes,

la observación y el empirismo juegan un papel mucho más importante.

Se puede decir que todas las teorias matemáticas tienen como

punto de partida la solución de Prandtl al problema de la identación

de un sólido rígido en un medio continuo, semi-infinito, homogéneo e

isótropo bajo condiciones de deformación plana; esta solución, desarrollada

en el marco de la Teoría de la Plasticidad, supone al medio

rígido-plástico perfecto.

Con el objeto de asentar las ideas que presiden estos estudios,

se presentan al principio ilustraciones simples de la aplicación de los

Teoremas Extremos (capítulo V I) a algunos casos sencillos de

interés para lo que sigue. También, con el mismo objeto, se presentan

intentos de resolver el problema de capacidad de carga

diferentes a los originados por los trabajos de Prandtl. En general,

conviene reducir el problema a dos casos: la Capacidad de Carga

de los suelos puramente “cohesivos” (cy^O; <j>= 0) y la de los suelos

puramente “friccionantes” (c = 0; <j>^ 0). Algunas de las teorias

más usadas hoy se presentarán, sin embargo, para el caso más amplio

de suelos con "cohesión” y “fricción”.

En este capítulo no se ahondará en las virtudes y defectos de las

distintas teorías para su aplicación a los diferentes casos prácticos.

Para obtener información sobre tan fundamental cuestión, el lector

deberá consultar los capítulos VIII y IX.

VII-2.

Una aplicación simple del Análisis Límite al problema de

la Capacidad de Carga en suelos puramente “cohesivos”

La teoría de la Elasticidad permite establecer la solución para

el estado de esfuerzos en un medio semi-infinito, homogéneo, isó-

243


244 CAPITULO VII

tropo y linealmente elástico, cuando sobre él actúa una carga uniformemente

distribuida, sobre una banda de ancho 2 b y de longitud

infinita (fig. V II-1).

2 b

ü

¿ LUGAR GEOMETRICO DE LOS

' PUNTOS DE MAXIMO 5 = -§ r

FIG. V ll-I. Esfuerzos coliantes máximos bajo una banda

de longitud <x, según la teoría de la

Elasticidad

En efecto, puede demostrarse1

que para la

condición de carga

mostrada los máximos

esfuerzos cortantes inducidos

en el medio

vale q/iz y ocurren en

puntos cuyo lugar geométrico

es el semicírculo

mostrado, cuyo

diámetro es 2 b .

Por ser una solución obtenida por la Teoría de la Elasticidad

puede garantizarse que ese estado de esfuerzos satisface las condiciones

de equilibrio y de frontera, por lo que la solución será un

estado de esfuerzos estáticamente admisible, siempre y cuando el

"Válor de Tmáx no sobrepase el valor de la resistencia del material, supuesta

igual a c (condición necesaria para que no haya fluencia en

ningún punto del medio).

Si:

se sigue que:

T m á x C — »

TZ

qw* = to (7-1)

lo cual fija el máximo valor de q.

De acuerdo con el Primer Teorema de Colapso Plástico (capítulo

V I), la ec. 7-1 proporciona una cota inferior para el valor de

carga última que puede colocarse sobre el medio, sin que ocurra

alia en ningún punto del mismo.

En el Anexo V il-a se presenta un análisis más detallado de la

solución anterior.

Por otra parte, según se desprende del citado Anexo, el análisis

en estudio no proporciona ningún mecanismo posible de falla general,

a pesar de que, a primera vista, pudiera juzgarse que por constituir

todos los puntos en que se llega al mismo tiempo a la falla incipiente

un semicírculo, la masa de suelo deslizará con movimiento de cuerpo

rígido sobre dicha superficie. Pero debe hacerse notar, una vez más,

que dicho semicírculo no es una superficie de deslizamiento por no

ser los esfuerzos cortantes de falla tangentes a él. Lo que suceda

cuando la carga aumente ligeramente a partir del valor que produzca

Tmix = c en todos los puntos del semicírculo está fuera del campo

del análisis elástico,


MECANICA DE SUELOS (II) 245

Para completar la aplicación del análisis límite a los problemas

de capacidad de carga en suelos puramente “cohesivos se necesita

encontrar una cota superior para el valor de la carga última, q„.

Para lograr tal fin considérese un análisis de capacidad realizado

según los lincamientos de la fig. VII--2 que, básicamente, consiste

en una aplicación del Método Sueco al problema de Capacidad de

Carga.

o.— zb

En efecto, considérase

una superficie de falla

circular, con centro

en 0. extremo del área

cargada y radio 2b, igual

al ancho del cimiento.

El momento motor, que

tiende a nroducir el airo FIG. VII-2. Análisis de capacidad de carga considel

terreno de cimenta-

derando '"’0 Süperfíc,'e de Mla e¡rcular

ción como cuerpo rígido sobre la superficie de deslizamiento, vale

m — q X 2b X b = 2 qb'2

El momento resistente, que se opone al giro, es producido por

la "cohesión" del suelo y vale

R = 2tz b X 2 b X c — 4rtc b2

Comparando ambos se deduce que, para el círculo analizado, la

carga máxima que puede tener el cimiento, sin falla, será:

q —2-K.c —6.28 c.

En realidad puede demostrarse (W . Fellenius) que el círculo

analizado no es el más crítico posible. En efecto, si se escoge un centro

en 0', sobre el borde del área cargada, pero más alto que 0, puede

probarse que existe un círculo, el más crítico de todos, para el que

<7mii = 5.5 c (7-2)

representa la carga máxima que puede darse al cimiento, sin que

ocurra el deslizamiento a lo largo del nuevo círculo.

Debe notarse que una superficie de falla, a lo largo de la cual

ocurre una rotación de cuerpo rígido representa, según ya se. indicó,

un campo de velocidades de deslizamiento cinemáticamente admisible

y, por lo tanto, un mecanismo posible de falla. Por ello y de


246 CAPITULO V II

acuerdo con el 29 Teorema de Colapso Plástico, el valor dado por

la ec. 7-2 es una cota superior de la carga última, qu, considerando

el medio como idealmente plástico.

Así, la carga última real, qu, resulta acotada entre los valores

ite < q„ < 5.5. c (7-3)

La solución de Prandtl, ya mencionada, permite, con otro mecanismo

de falla, llegar a otra cota superior del problema que es menor

que la obtenida por Fellenius, reduciéndose así aún más el intervalo

teórico en que debe encontrarse la solución.

VII-3.

La solución de Prandtl

Prandtl estudió en 19202 el problema de la identación de un

medio semi-infinito, homogéneo, isótropo y rígido-plástico perfecto,

por un elemento rígido de longitud infinita, de base plana. Considerando

que el contacto entre el elemento y el medio era perfectamente

liso, propuso el mecanismo de falla que se muestra esquemáticamente

en ía fig. VII-3.

Se trata, naturalmente,

de calcular la máxima presión

que se puede dar al

elemento rígido sin que penetre

en el medio semi-infinito;

a este valor particular

de la presión se le de-

F IS . VII-3. Solución de Prandtl nomina carga límite.

La superficie AB es un plano principal, por no existir en ella

esfuerzos rasantes (plano liso). Las superficies AC y BD son superficies

libres, exentas de todo esfuerzo y, por lo tanto, también son

planos principales. Con base en lo anterior, más la intuición de que

los esfuerzos normales horizontales a lo largo de AC y BD, inducidos

por la presión del elemento, son de compresión, se deduce que para

tener un estado de falla incipiente en la vecindad de dichas superficies

se requerirá que el esfuerzo de compresión mencionado deba tener un

valor de 2c. (En efecto, siendo el medio un sólido de resistencia

constante igual a c, un elemento vecino a la superficie AC o BD

está en condición análoga a la que se tiene en una prueba de compresión

simple, en la cual la resistencia es qu — 2c). Haciendo uso

de la teoría de los cuerpos perfectamente plásticos3 se encuentra que

la región ACE es una región de esfuerzos constantes, iguales a la

compresión horizontal arriba mencionada; igualmente la región AGH


MECANICA DE SUELOS (II) 247

es también de esfuerzos constantes. La transición entre ambas regiones

es una zona de esfuerzos cortantes radial (A EH ). Con estos

estados de esfuerzos, Prandtl calculó que la presión límite que puede

ponerse en la superficie AB está dada por el valor

qc = (tc+ 2)c (7-4)

Lo anteriormente expuesto parece indicar que en el momento

del flujo plástico incipiente, el elemento rígido ejerce una presión

uniforme igual a (1 1 + 2 ) 0 sobre el sólido plástico semi-infinito.

La solución anterior carecería de verosimilitud física si no se le

pudiese asociar un mecanismo cinemático de falla posible, con un

campo de velocidades cinemáticamente admisible. Prandtl logró

esto3 considerando que la región ABH se incrusta como cuerpo rígido,

moviéndose verticalmente como si formara parte del elemento

rígido. En la región AEH las líneas de deslizamiento son círculos_con

centro en A y con velocidad tangente a tales líneas igual a y/2 / 2 ,

constante en toda la región, supuesto que el elemento rígido desciende

con velocidad unitaria. Finalmente, la región ACE se mueve como

cuerpo rígido con la velocidad \/2/2, en la dirección de EC.

La anterior solución, debida a Prandtl, es la base de todas las

Teorías de Capacidad de Carga que s'e han desarrollado para aplicación

específica a suelos.

FIS. VII-4. Solución de HUI


248 CAPITULO VII

VII-4.

La solución de Hill

La solución de Prandtl. analizada atrás, no es la única posible

para el problema planteado. En efecto, Hill presentó una solución

alternativa4 que se describe brevemente a continuación.

En la fig. VII-4 se muestra el mecanismo de falla propuesto, en

el que las regiones AGC y AFD son de esfuerzos constantes y la

región AFG es de esfuerzos radiales. Otro tanto puede decirse de las

zonas simétricas, en el lado derecho de la figura. Los esfuerzos en

estas regiones son los mismos que se presentan en las correspondientes

del mecanismo de Prandtl, pero las velocidades de desplazamiento

son diferentes. Suponiendo también que el elemento rígido desciende

con velocidad unitaria, puede demostrarse que la zona ACG debe

desplazarse como cuerpo rígido con velocidad y/ 2 en la dirección de

CG; análogamente los puntos de la región A FD se mueven con la

misma velocidad x/2-en la dirección FD; la zona radial se mueve en

todos sus puntos con la misma velocidad (\/2), tangente a los círculos

de deslizamiento. Con base en su mecanismo de falla, Hill pudo

también calcular la presión límite que el elemento rígido puede trasmitir

sin identarse en el medio, obteniendo el mismo valor que proporciona

la solución de

Prandtl y que se muestra

en la expresión 7-4.

Es interesante notar que

si la superficie del medio

semi-infinito no fuese horizontal,

sino que adoptase

la forma que aparece en la

fig. VII-5, la presión límite

toma el valór

FIG . VII-5. Cuña truncada sujeta a identación

qe = 2 c ( l + 9 ) (7-5)

La expresión 7-5 tiene como límites qc = 2c, para 6 = 0, caso

de una prueba de compresión simple y resultado en ella obtenido y

qc —(ti + 2 )c, para 6 = 90°, que corresponde a superficie horizontal

en el medio semi-infinito.

VTI-5.

La teoría de Terzaghi

La teoría de Terzaghi es uno de los primeros esfuerzos por

adaptar a la Mecánica de Suelos los resultados de la Mecánica del

Medio Continuo atrás tratados. En lo que sique, se presenta suma­


MECANICA DE SUELOS (II) 249

riamente en la forma original utilizada por el propio Terzaghi5. La

Teoría cubre el caso más general de suelos con “cohesión y fricción”

y su impacto en la Mecánica de Suelos ha sido de tal trascendencia

ue aún hoy, es posiblemente la teoría más usada para el cálculo

3e capacidad de carga en los proyectos prácticos, especialmente en el

caso de cimientos poco profundos.

La expresión cimiento poco profundo se aplica a aquél en el que

el ancho B es igual o mayor que la distancia vertical entre el terreno

natural y la base del cimiento (profundidad de desplante, D¡). En

estas condiciones Terzaghi despreció la resistencia al esfuerzo cortante

arriba del nivel de desplante del cimiento, considerándola sólo

de dicho nivel hacia abajo. El terreno sobre la base del cimiento

se supone que sólo produce un efecto que puede representarse por

una sobrecarga, q = y D¡, actuante precisamente en un plano horizontal

que pase por la base del cimiento, en donde y es el peso

específico del suelo (fig. V II-6).

(a) ( b )

FIG . V I1-6. Equivalencia del suelo sobre el nivel de desplante de un cimiento con

una sobrecarga debida a su peso

Con base en los estudios de Prandtl, atrás presentados para el

caso de un medio "puramente cohesivo”, extendidos para un medio

“cohesivo y friccionante”, Terzaghi propuso el mecanismo de falla

% %

'i i u V ^ / r A

4 5 - ¿ M / A

1 i 1 J M 1 1 M 11 ) s Hi

E \ M 5 - Í / 2

HE

I

|

i i i I i 1 1 1 i i .1 t i

0'

FIG . V I1-7. Mecanismo de falla de un cimiento continuo poco profundo según Tenaghi


250 CAPITULO VII

que aparece en la fig. VII-7 para un cimiento poco profundo, de

longitud infinita normal al plano del papel.

La zona I es una cuña que se mueve como cuerpo rígido con el

cimiento, verticalmente hacia abajo. La zona II es de deformación

tangencial radial; la frontera .AC de esta zona forma con la horizontal

el ángulo <f>, cuando la base del cimiento es rugosa; si fuera idealmente

lisa, dicho ángulo sería 45 + <j>/2. La frontera AD forma un

ángulo 45 — <j>/2 con la horizontal, en cualquiera de los dos casos. La

zona III es una zona de estado plástico pasivo de Rankine. En el

Anexo V ll-b se dan algunos detalles adicionales sobre el mecanismo

de falla propuesto por Terzaghi.

La penetración del cimiento en el terreno sólo será posible si se

vencen las fuerzas resistentes que se oponen a dicha penetración;

éstas comprenden al efecto de la cohesión en las superficies AC

y la resistencia pasiva del suelo desplazado; actuante en dichas

superficies. Por estarse tratando un caso de falla incipiente, estos

empujes formarán un ángulo <¡> con las superficies, es decir, serán

verticales en cada una de ellas.

Despreciando el peso de la cuña 1 y considerando el equilibrio

de fuerzas verticales, se tiene que

donde

qc B = 2 Pv + 2 C sen <¡> (7-6)

qc — carga de falla en el cimiento, por unidad de longitud del mismo

Pp = empuje pasivo actuante en la superficie AC

C = fuerza de cohesión actuante en la superficie AC.

Como C = cB/2cos<f> (fig. VII-7), se tiene que

qc - -¿-(2P , + c£tg<j>) (7-7)

El problema se reduce entonces a calcular Pp, única incógnita en

la ec. 7-7.

La fuerza Pp puede ser descompuesta en tres partes, Pvc, Ppg y Ppy.

Ppc es la componente de Pp debida a la cohesión actuante a lo

largo de la superficie CDE.

PpQ es la componente de Pv debida a la sobrecarga q = yDf que

actúa en la superficie AE.

Ppy es la componente de Pp debida a los efectos normales y de

fricción a lo largo de la superficie de deslizamiento CDE, causados

por el peso de la masa de suelo en las zonas II y III.

Teniendo en cuenta el desglosamiento anterior, la ec. 7-7 puede

escribirse


MECANICA DE SUELOS (II) 251

<lc — + P » < i + P p -r + 2 c P c9 (7 -8 )

Terzaghí calculó algebraicamente los valores de P„c, PM y P,,y;

después de ello, trabajando matemáticamente la expresión obtenida,

logró transformar la ec. 7-8 en la

qc = c N c + y Di Nq + -y y B Ny (7-9)

Donde qc es la presión máxima que puede darse al cimiento por

unidad de longitud, sin provocar su falla; o sea, representa la capacidad

de carga última del cimiento. Se expresa en unidades de presión.

Nc, N,¡ y Ny son coeficientes adimensionales que dependen sólo del

valor de <j>, ángulo de fricción interna del suelo y se denominan

“factores de capacidad de carga” debidos a la cohesión, a la sobrecarga

y al peso del suelo, respectivamente.

La ec. 7-9 se obtiene de la (7-8) introduciendo en ella los

siguientes valores para los factores de capacidad de carga

(7-10)

Si en esas expresiones se colocan los valores obtenidos por el

cálculo para Ppc, Ppq y Ppy se ve que los factores son sólo función

del ángulo </>, como se dijo.

Prescindiendo de los análisis algebraicos que justifican todas las

afirmaciones anteriores, la ec. 7-9 puede tenerse de la (7-8) razonando

como sigue:

Observando la fig. VII-7 puede verse que la componente Ppc

es proporcional a B y a c. En efecto, si B se duplica, también lo hace

la longitud de la superficie de deslizamiento CDE, puesto que duplicar

B equivale a dibujar la nueva figura a escala doble. Evidentemente

Ppc será doble si el valor de c se duplica, independientemente

de toda otra consideración. Por ello, podrá escribirse que:

Pvc - Kc Be


252 CAPITULO VII

Donde Kc es una constante que dependerá sólo del valor de <#>

(nótese en la fig. V I1-7 que cualquier variación de <j> trae consigo

una variación en la extensión y forma de la superficie de falla).

Análogamente puede observarse que al duplicarse B se duplica

la superficie donde actúa la sobrecarga q —y Df, por lo que PM

resulta proporcional al propio valor de o. Por esto podrá escribirse:

Ppq = KqB y b {

Con Kq función sólo de <j>, por lo que ya se dijo.

Por último, al duplicarse B se cuadruplica el área de las zonas

II y III y con ella el peso del material de dichas zonas. Esto se

expresa matemáticamente diciendo que Pvy es proporcional a B2. Por

otra parte, es evidente que Ppy debe ser proporcional a y. Puede

así escribirse

Ppy = Ky y B*

Ky es también sólo función de </>.

Llevando estos valores a la ec. 7-8 se tiene

qc = ~ (Kc Be + K, B y D, + Ky y B* + \ Be tg *)

qc = [ ( 2 KC+ tg<j>)c + ( 2 Kq)y D{ + (2 K r )fíy]

Llamando a los términos entre paréntesis N c, Nq y (1/2) Ny respectivamente,

resulta la ec. 7-9.

Si en esos mismos términos en paréntesis se substituyen los valores

de Kc, KQy Ky escritos arriba es fácil ver que se obtienen los

valores de N c, Ng y Ny dados por la ec. 7-10.

La ec. 7-9 es la fundamental de la Teoría de Terzaghi y permite

calcular en principio la capacidad de carga última de un cimiento

poco profundo de longitud infinita. La condición para la aplicación

de la fórmula 7-9 a un problema específico es el conocer los valores

de Nc, Nq y Ny en ese problema. Estos factores, como va se

dijo, son sólo funciones de <j> y Terzaghi los presenta en forma

gráfica; esta gráfica se recoge en la fig. VII-8.

En el Anexo VH-b se presentan algunos de los análisis matemáticos

que completan la actual exposición sobre la Teoría de

Terzaghi.

Debe notarse que en la fig. VII-8 aparecen tres curvas que dan

los valores de Nc, N q y Ny en función del ángulo <f> y aparecen

también otras tres curvas que dan valores modificados de esos factores,

N'c, N\ y N'y (líneas discontinuas de la figura). La razón de

ser de estas últimas tres curvas es la siguiente: el mecanismo de falla

mostrado en la fig. VII-7, supone que al ir penetrando el cimiento

en el suelo se va produciendo cierto desplazamiento lateral de modo

que los estados plásticos desarrollados incipientemente bajo la carga


MECANICA DE SUELOS (II) 253

60 50 40 30 20

VA LO RES

DE Ne Y

10 s §0

■o" —

20 40 60 80

VALO RES OE Ny

FIG. V I1-8. Factores de capacidad de carga para aplicación de la teoría de Tenaghi

se amplían hasta los puntos E y E\ en tal forma que, en el instante

de la falla, toda la longitud de la superficie de falla trabaja al esfuerzo

límite. Sin embargo, en materiales arenosos sueltos o arcillosos blandos,

con curva esfuerzodeformación

como la C2 de

la fig. VII-9, en la cual la

deformación crece mucho

para cargas próximas a la

de falla, Terzaghi considera

que al penetrar el cimiento

no logra desarrollarse

el estado plástico

hasta puntos tan lejanos

como los E y E', sino que

la falla ocurre antes, a carga

menor, por haberse alcanzado

un nivel de asentamiento

en el cimiento

que, para fines prácticos,

equivale a la falla del mismo.

Este último tipo* de

falla es denominado por

Terzaghi local, en contra-

°T»' C0NST

posición de la falla en des-

. . , , ,, . arrollo completo del me-

FIG. V I1-9 Cunas de estuario deformación tipi- i _______ . „

eos para mecanismo de falla general canismo atras expuesto,

(1) y local (2), según Terzaghi la que llama general.


254 CAPITULO VII

Para obtener la capacidad de carga última con respecto a [alia

local de un modo razonablemente aproximado para fines prácticos,

Terzaghi corrigió su teoría de un modo sencillo introduciendo nuevos

valores de “c" y “<f>" para efectos de cálculo; así trabaja con

tg <*>' = §- tg <f>

(7-11)

O sea, asigna al suelo una resistencia de las dos terceras partes

de la real; a este suelo equivalente, Terzaghi le aplica la teoría

primeramente expuesta.

Dado un ángulo <j>, en un suelo en que la falla local sea de temer,

puede calcularse con la expresión 7-11 el <f>' equivalente. Si con

este valor 4>' se entrara a las curvas llenas de la fig. VII-8 se obtendrían

valores de los factores N iguales a los que se obtienen entrando

con el <[ original en las curvas discontinuas, para los factores N'. De

este modo Terzaghi evita al calculista la aplicación reiterada de la

segunda ec. 7-11.

En definitiva, la capacidad de carga última respecto a falla

local queda dada por la expresión

qe = l - c N 't + v D f N'<¡ + ± -y B N 'y (

Toda la teoría arriba expuesta se refiere únicamente a cimientos

continuos, es decir, de longitud infinita normal al plano del papel.

Para cimientos cuadrados o redondos (tan frecuentes en la práctica,

por otra parte), no existe ninguna teoría, ni aun aproximada. Las

siguientes fórmulas han sido propuestas por el propio Terzaghi y son

modificaciones de la expresión fundamental, basadas en resultados

experimentales

Zapata cuadrada

Zapata circular

qc = 1.3 c N e + yD fN g + OAyBNy (7-13)

qc = 1.3 c Nc + y D fN q + 0.6 fR N y (7-14)

En las ecuaciones anteriores, los factores de capacidad de car.ga

se obtienen en la fig. VII-8, sean los correspondientes a la falla


MECANICA DE SUELOS (II) 255

general o a la local, cuando ésta última sea de temer. En la ec.

7-14, R es el radio del cimiento.

También debe notarse que todas las fórmulas anteriores son

válidas sólo para cimientos sujetos a carga vertical y sin ninguna

excentricidad.

VII-6.

Aplicación de la Teoría de Terzaghi a suelos puramente

cohesivos

Como se indica en el Anexo Vll-b, o como puede verse en la

fig. VII-8, para un suelo puramente cohesivo y en el caso de un

cimiento de base rugosa, los factores de capacidad de carga resultan

N c = 5.7

N q = 1.0

Ny = 0

Con estos valores, la ec. 7-9 queda

Es costumbre escribir la ec. 7-15 como

qc = 5.7 c + y Dr (7-15)

qc = 2.85 qn + Y D¡ (7-16)

Que se visualiza de inmediato teniendo en cuenta que, en los

suelos ahora tratados, qu — 2c, donde qu es la resistencia a la compresión

simple del material. La ec. 7-16 es válida para cimientos

de longitud infinita. Su equivalente para un cimiento cuadrado y

circular se obtiene de inmediato a partir de las ecs. 7-13 y 7-14 y vale

q0 ~ 1 .3 X 5 .7 c + y D , (7-17)

En la práctica es frecuente utilizar la siguiente fórmula aptoximada,

cuya justificación descansa en las dos expresiones anteriores

qc = 2.85 q„(l + 0 .3 ^ -)+ y D { (7-18)

En efecto, para el cimiento infinitamente largo B/L = 0 y resulta

la ec. 7-16; para el cimiento cuadrado, B/L — 1 y la ec. 7-18 deviene

en la 7-17. En rigor, la aproximación de la ec. 7-18 consiste

en establecer una interpolación lineal entre ambos casos extremos,

para cimientos largos, pero de longitud finita.


256 CAPITULO VII

VÜ-7.

La Teoría de Skempton

Terzaghi en su Teoría aplicada a suelos puramente cohesivos no

toma en cuenta para fijar el valor de Nc la profundidad de desplante

del cimiento en el estrato de apoyo, D. Así, en la fig. VII-10, los dos

cimientos tendrían la misma capacidad, en lo referente a la influencia

de la cohesión, es decir, al valor de N c

Ės claro que, según Terzaghi,

la capacidad de carga

no sería la misma en los

dos cimientos, a causa del

'u iu A

D>0

FIG. V II-10. Influencia de la profundidad de

desplante en el valor de N e, en

suelos puramente cohesivos

diferente valor del término

yDt, que interviene en la

expresión 7-15 o en sus similares;

.pero también puede

considerarse una cuestión de

sentimiento que el valor

Ne, que Terzaghi no diferencia,

podrá ser distinto en

ambos casos. En efecto si se

piensa en términos de superficies de falla, el cimiento más profundo

tendría una superficie de mayor desarrollo, en la cual la cohesión

trabajará más, a lo que deberá corresponder un mayor valor de N c-

Skempton6 realizó experiencias tratando de cuantificar estas ideas

y encontró, en efecto, que el valor de N c no es independiente de la

profundidad de desplante; también encontró, de acuerdo con la intuición,

que N c crece al aumentar la profundidad de desplante del

cimiento, si bien este crecimiento no es ilimitado, de manera que N c

permanece ya constante de una cierta profundidad de desplante

en adelante. Lp anterior es comprensible si se consideran los resultados

de la Teoría de Meyerhof, que aparece más adelante, en

este mismo capítulo.

Skempton propone adoptar para la capacidad de carga en suelos

puramente cohesivos una expresión de forma totalmente análoga a la

de Terzaghi, según la cual

qc ~ c N c + yD ¡ (7-19)

La diferencia estriba en que ahora N c ya no vale siempre 5.7, sino

que varía con la relación D/B, en que D es la profundidad de entrada

del cimiento en el suelo resistente y B es el ancho del mismo

elemento. En la fig. VII-11 aparecen los valores obtenidos por

Skempton para N c, en el caso de cimientos largos y de cimientos

cuadrados o circulares.

Por otra parte, en los casos de suelos heterogéneos estratificados

debe manejarse con cuidado el término yD¡, que representa


RELACION- B

FIG. V ll-ll. Valoras do Ai. según Skempton, pora suelos puramente cohesivos

Df

i

í

SUELO BLANDO

ESTRATO FIRME

F IS . VII-12. Distinción entre D y D¡ para aplicar

la teoría de Skemptom

la presión del suelo al nivel

de desplante y que, por lo

tanto deberá calcularse tomando

en cuenta los diferentes

espesores de los estratos

con sus respectivos

pesos específicos, en la condición

de suelo de que se

trate, más cualquier sobrecarga

distribuida en la

superficie del suelo. Lo anterior

vale también, por

supuesto, para la Teoría de

Terzaghi.

Vü-8.

La Teoría de Meyerhof

En la Teoría de Terzaghi, analizada en la sección VII-6, no se

toman en cuenta los esfuerzos cortantes desarrollados en el suelo

arriba del nivel de desplante del cimiento; el suelo arriba del

18—Mecánica de Suelos II


258 CAPITULO V II

plano de apoyo del cimiento se toma en cuenta solamente como

una sobrecarga perfectamente flexible, pero no como un medio a

través del cual puedan propagarse superficies de deslizamiento o en

el cual puedan desarrollarse resistencias al esfuerzo cortante. Esta

hipótesis es tanto más alejada de la realidad cuanto más profundo

sea el cimiento considerado.

Meyerhof7 trató de cubrir esta deficiencia en una Teoría de

Capacidad de Carga que ha alcanzado amplia difusión en épocas

recientes. Desde luego, la Teoría de Meyerhof tampoco resuelve el

problema con completo rigor científico y está sujeta a hipótesis de

importancia, que se expondrán en lo que sigue.

En esta Teoría y para el caso de cimientos largos, se supone

que la superficie de deslizamiento con la que falla el cimiento tiene

la forma que se muestra en la fig. V II-13.

F IS . V I1-13 Mecanismos de falla propuestos por Meyerhof

a) A poca profundidad

b) A gran profundidad

Según Meyerhof, la cuña ABB' es una zona de esfuerzos uniformes,

a la que se puede considerar en estado activo de Rankine; la

cuña ABC, limitada por un arco de espiral logarítmica, es una zona

de esfuerzo cortante radial y, finalmente, la cuña BCDE es una

zona de transición en que los esfuerzos varían desde los correspondientes

al estado de corte radial, hasta los de una zona en estado

plástico pasivo. La extensión del estado plástico en esta última zona

depende de la profundidad del cimiento y de la rugosidad de la

cimentación. La línea BD es llame da por Meyerhof la superficie

libre equivalente y en ella actúan los esfuerzos normales, p0, y tangenciales,

So, correspondientes al efecto del material contenido en la

cuña BDE.

_

La expresión a que se llega finalmente al desarrollar la leona

de Meyerhof es la siguiente:


MECANICA DE SUELOS (II) 259

qc = cN c + p0Nq + y y B N y (7,20)

En la que el sentido de p0 es el arriba indicado y las demás letras

tienen los significados usuales en este capítulo.

Como se ve, y éste es un ejemplo más de la fuerza de la tradición

y la costumbre, Meyerhof presenta una expresión final cuya forma

matemática es enteramente análoga a la de Terzaghi.

Las diferencias estriban en p0, que ahora no es simplemente igual

a yh y en los tres factores de capacidad de carga, Nc, Nq y Ny, que

son diferentes en valor numérico a los que se manejan con la Teoría

de Terzaghi.

El cálculo que se hace en la Teoría de Meyerhof de estos factores

también sigue, básicamente, los lincamientos planteados anteriormente

por Terzaghi, aunque, naturalmente, las superficies de deslizamiento

que sirven de base a los cálculos son diferentes. Sin embargo, en la

Teoría de Meyerhof persiste el defecto fundamental de que TV',, y Nq

se calculan con una cierta superficie de deslizamiento, en tanto que

Ny se calcula a partir de otra determinada con independencia y que, en

general, no coincide con la primera; esta segunda superficie determina

de hecho, una zona plástica de menor extensión que la primera.

Así, una misma fórmula procede de dos mecanismos de falla, vale

decir de dos fundamentos distintos, por lo que, en rigor, en la expresión

7-20 se suman términos no homogéneos entre sí. La verdadera

superficie de deslizamiento debería de ser determinada, lo cual hasta

hoy no ha sido posible, según se dijo. Implícitamente, Meyerhof espera

que esa superficie verdadera resulte intermedia entre las dos

utilizadas.

En el Anexo VII-c se presenta un desarrollo más detallado

de la Teoría de Meyerhof, en el cual podrá verse el sistema seguido

por este investigador para calcular sus factores, imprescindibles para

el uso práctico de la fórmula 7-20.

A fin de cuentas, Meyerhof llega a gráficas en las que es posible

calcular los valores de N c, N q y Nr. Estas gráficas se presentan

en las figuras VTI-M, VII-15 y VII-16, tal como el propio autor las

propuso originalmente.

Debe notarse que para poder aplicar estas gráficas en general,

es preciso conocer el valor del ángulo 0, de inclinación de la superficie

libre equivalente con la horizontal y ésta es una incertidumbre

básica de la Teoría, que no ofrece ningún procedimiento riguroso

para su cálculo. En efecto, como se hace ver en el mencionado Anexo

VII-c, el valor de 0 depende, a fin de cuentas, de un coeficiente

m, llamado “de movilización de la resistencia al esfuerzo cortante

en la superficie libre equivalente”, definido por la expresión:

So = m(c + po tg <¿>) (7-21)


260 CAPITULO VII

ANGULO DE FRICCION INTERNA /

FIG . V I1-14. Valores de N e para cimienfos largos, según Meyerhof

Que indica que en la superficie libre equivalente se acepta que

la resistencia al esfuerzo cortante sigue la ley de Coulomb en esencia,

pero regulada con un coeficiente m, de valor comprendido entre

0 y 1. Cuando m —0, no se desarrolla resistencia en la superficie

libre y cuando m = 1, la movilización de la resistencia es total. El

valor de m es necesario en los cálculos puesto que en la Teoría se

hace ver que la superficie libre equivalente no es necesariamente una

superficie de falla y, por lo tanto, no hay razón, en principio, para

que en ella se agote la resistencia del material, al ocurrir el deslizamiento

del cimiento. Pues bien, este valor de m no puede calcularse

en la Teoría; no existe en ésta ningún criterio que permita decidir


MECANICA DE SUELOS (II) 261

ANGULO DE FRICCION INTERNA J¡f

FIG. VII-15 Vatores de Nq, pora cimientos largos según Meyerhof

si 0, 1 ó un valor intermedio será el conveniente. Afortunadamente,

por otra parte, la variación de los factores de capacidad de carga o

de 0 con m no es muy abrupta, como puede verse en las figuras

VII-M a VII-16, en las que los valores de Nc, Nq y Ny se calculan

para m = 0 y m = 1, casos extremos.

También ha de notarse que en algunos casos especiales puede

decirse cuales son las condiciones reales de la superficie libre equivalente

y, por lo tanto, fijar realmente el valor de m; tal es el caso

de un cimiento desplantado sobre la superficie del terreno {D¡ = 0),

en que dicha superficie es, evidentemente, la libre equivalente

(0 = 0) y en la que, por no existir esfuerzos cortantes actuando,


262 CAPITULO VII

FIG . V I1-16. Valores de N , para cimientos largos, según Meyerhof

puede decirse que m — 0; otro tanto ocurre en un cimiento colocado

superficialmente sobre taludes simétricos a sus dos lados, en que

dichos taludes forman la superficie libre equivalente (3 < 0), donde

m vale también 0, por no existir esfuerzos cortantes sobre los taludes

abiertos al exterior.

Para el caso de cimientos largos profundos, en que la profundidad

de hincado sea de 6 a 8 veces mayor que el ancho del elemento,

la superficie de deslizamiento se cierra siempre, como en el caso

b ) de la fig. VII-13 y, por ello, puede afirmarse que ¡3 = 90°; la inde­


MECANICA DE SUELOS (II) 263

terminación del valor de 0 desaparece y la Teoría es fácilmente

aplicable en los problemas reales.

En las figuras V II-14 a VII-16 se indican otros tipos de cimentación

ligados a otros valores de 0 en forma meramente aproximada

o como una guía para llegar a valores razonables de los factores de

capacidad de carga. Es evidente que esta información ya no es tan

segura y deberá ser usúda con gran prudencia.

Así pues, la Teoría de Meyerhof, tal como fue presentada originalmente

no es de aplicación sencilla a cimentaciones a poca profundidad.

Por otra parte, en este caso puede aplicarse fácilmente la

Teoría de Terzaghi en las condiciones más favorables, desde el punto

de vista de sus hipótesis; además, en estas cimentaciones a poca

profundidad, la Teoría de Terzaghi proporciona valores de la capacidad

de carga muy parecidos y más conservadores. Por todo lo

anterior puede concluirse, desde un punto de vista práctico, que no

es importante que la Teoría de Meyerhof produzca las indeterminaciones

señaladas en cimientos poco profundos.

La Teoría de Meyerhof es, en cambio, muy atrayente para el

cálculo de cimentaciones en talud o de cimentaciones profundas, del

tipo de pilas y pilotes, especialmente en este último caso, en que las

hipótesis de la Teoría de Terzaghi resultan tan poco apropiadas,

al no tomar en cuenta lo que pudiera suceder sobre el nivel de desplante.

En este caso precisamente la Teoría de Meyerhof no está

indeterminada según se detallará más adelante. Sin embargo, los

autores de esta obra se sienten en la obligación de advertir a

sus lectores contra un optimismo excesivo respecto a la Teoría de

Meyerhof, como respecto a cualquier otra Teoría de Capacidad

de Carga. Las mediciones en obras reales y los estudios en modelos

muestran desviaciones notables en los resultados de las teorías, que

deberán siempre conjugarse con el criterio del proyectista, la experiencia

del constructor y la prudencia del científico que sabe valuar

las incertidumbres y complejidades de la naturaleza.

Para el caso de cimientos largos en arenas sin cohesión (c = 0;

0), Meyerhof simplificó aún más la fórmula 7-20, substituyéndola

por la expresión

qc = - j v B N yq (7-22)

En que Nyq es un nuevo factor de capacidad de carga en el cual

están involucrados los valores de Nq y de Ny. En la fig. VII-17 se

presentan gráficas que dan los valores de Nyq para <f>= 30° y

<j>—40°, representativos de arenas sueltas y compactas, respectivamente.


264 CAPITULO VII

FACTOR DE CAPA ClDAO DE CARCA PARA

CIMENTACIONES LARDAS EN MATERIAL NO

COHESIVO

VII-17. Valores de N y q ,

FACTOR DE CAPACIDAD DE CARCA PARA

CIMENTACIONES LARCAS EN MATERIAL NO

COHESIVO

para cimientos largos de arenas, según Meyerhol

El valor de N yg depende de K , coeficiente de presión de tierras,

el cual puede teóricamente oscilar entre los valores correspondientes

a los estados activo y pasivo y no puede calcularse en forma precisa

con la teoría, debiendo ser valuado con pruebas de campo. Meyerhof

propone, para fines de proyecto, adoptar K = 0.5 para arenas sueltas

y i — Para compactas. Además de la compacidad de la arena,

influyen en K la resistencia y características de deformación del

suelo, la historia previa de esfuerzo-deformación y el método de

construcción de la cimentación propiamente dicha.

Las anteriores expresiones para el uso de la Teoría de Meyerhof

se refieren a cimientos largos en el sentido normal al plano del papel.

j Sj aP n caso de pilotes, que corresponden a cimientos

cuadrados o circulares, las cosas son algo diferentes. Refiriéndose a

7 S *C*0n c?hf lón Y fricción, en los que es aplicable la fórmula

/-/U, Meyerhof consideró despreciable al término en N y , expresanao

la capacidad de carga con la fórmula

q c = c N c + K y h N q

(7-23)

dosEc í Uv flo í^ T v r/ entÍd° iy los¿ al°\e? Prácticos arfiba discuti-

A í T L los sentidos usuales y N c y N q los valores que resultan

de Ja. gráficas de la fig. VII-18. Es Mural que varíen a h " á bs


MECANICA DE SUELOS (II) 265

factores de capacidad de carga, si se considera que en el caso de

cimientos cuadrados o circulares, que es el caso de pilotes como ya

se hizo notar, las zonas plásticas son menores que en el caso de cimientos

largos del mismo ancho y en los cuales la profundidad

de hincado sea suficiente para que (3 valga también 90°.

ANGULO DE FRICCION INTERNA (p

FIG . V il- 18. Valores de N c y N q para pilotes, según Meyerhof

Para el caso de cimientos rectangulares, no muy largos, en arena,

la fórmula 7-22 también ha de ser modificada, adoptando la forma

qc = l . r \BNyq (7-24)


266 CAPITULO V II

Donde X es un “factor de forma” del cimiento, que depende de

la relación largo a ancho del mismo, L/B. Los valores de X aparecen

en la gráfica de la fig. VII-19, que involucra a los correspondientes a

FACTOR DE FORMA,X

o* loo

0

1

0.5

1.0 15 2.0 2.5 3.0 3.5

VsS,

o

< HZbJ

2

3

\i\\

2

O

<

ÜJ

O

o xoz

<

u.*

4

5

6

1

n

\

\

o

QC

Q.

i

7

8

CIMEli ITACI0 H €

PREE) CCAVAI AS5

i

9

10

4 5 o 20 10 5

S 40® * 10 5 2 1

: 3 5 ° > 5 1 0

0

CIMENTACIONES

[ 5 * 1

o z

N 35'

LONG/ANCHO DE UNA CIMENTACION RECTANGULAR

© CIMENTACION CIRCULAR

l/b

F IG l V I1-19. Valores del factor de forma en cimientos no muy largos o pilotes, en

arenas, según Meyerhof


MECANICA DE SUELOS (II) 267

pilotes cuadrados para los que L/B = 1 ó circulares, que se consideran

independientemente.

Debe notarse que el valor de X no sólo depende de la relación

L/B, sino que también se ve influenciado por la relación profundidad

de desplante a ancho del cimiento, D¡/B, por el valor del ángulo <f>

y por el procedimiento de construcción del cimiento, especialmente

si se trata de un cimiento hincado o de uno colado en el lugar, previa

excavación.

En las refs. 8, 9, 10, 11 y 12 podrán consultarse los puntos de

vista de Meyerhof sobre su Teoría, así como algunas aplicaciones

importantes de ésta.

VÜ-9.

Resumen de recomendaciones

A continuación se presenta un breve resumen en el cual se vierte

la opinión de los autores de este libro, respecto al campo de aplicación

práctica de las diferentes teorías de capacidad de carga atrás

mencionadas. El criterio para señalar a una teoría como apropiada

para un caso dado obedece tanto a la confiabilidad de la teoría en

sí, de acuerdo con los resultados de sus aplicaciones prácticas, como

a la sencillez de aplicación.

1 . La Teoría de Terzaghi es recomendable para toda clase de

cimentaciones superficiales en cualquier suelo, pudiéndose

aplicar con gran confiabilidad hasta el límite D¡ < 2 B.

2. La Teoría de Skempton es apropiada para cimentaciones en

arcilla cohesiva (<¡>—0), sean superficiales o profundas, incluyendo

el cálculo de capacidad de carga en cilindros y

pilotes.

3. Puede usarse la Teoría de Meyerhof para determinar la

capacidad de carga de cimientos profundos en arenas y grava,

incluyendo cilindros y pilotes, aunque ejerciendo vigilancia

cuidadosa, ya que en ocasiones se ha observado que proporciona

valores muy altos con respecto a los prudentes.

De lo anterior no debe pensarse que las reglas procedentes puedan

seguirse a ojos cerrados, limitándose el proyectista a sentirse

confiado en una fórmula. Particularmente en el caso de cimentaciones

profundas, cilindros y pilotes, las teorías no dan valores de confiabilidad

total y, quizá, ni aún buena; la experiencia del proyectista

y las normas del sentido común deberán de jugar un papel de trascendencia

y en ningún caso estará justificada una actitud pasiva del

ingeniero, limitándose a seguir un formulario en forma indiscriminada.


268 CAPITULO VII

vn-io. Cimentaciones con carga excéntrica e inclinada

Ultimamente se han desarrollado algunas investigaciones13’ 14 referentes

al comportamiento de cimentaciones superficiales sujetas

a cargas excéntricas y/o inclinadas. Desde luego, es evidente que

tales situaciones han de modificar los resultados de las teorías,

desarrolladas todas bajo la hipótesis de carga vertical axial, según

se vio. También parece evidente que tanto la excentricidad de la

carga, como su inclinación son elementos desfavorables para la capacidad

de carga de un elemento de cimentación.

En el Anexo VlI-d se recogen algunas normas útiles que van

resultando de los estudios hasta hoy realizados.

ANEXO Vn-a

Solución elástica del estado de esfuerzos bajo una banda de

longitud infinita

La solución debida a Carothers1, permite determinar el estado

de esfuerzos en un medio semi-infinito, homogéneo, isótropo y linealmente

elástico, sobre el que actúa una banda de carga uniformemente

distribuida de valor q, ancho 2 b y longitud infinita (fig. V II-a.l).

2 b

En un punto cualquiera

del medio los esfuerzos

principales son

o*i = — (a + sen a)

TZ

(7-3.1)

FIG. VII-a.l. Estado de esfuenos bajo una banda

de longitud infinita según la teoría

de la Elasticidad

cr3 = — (a — sen a)

71

Donde a es el ángulo subtendido por las rectas que unen al

punto considerado con los límites de la banda cargada. Estos esfuerzos

actúan en direcciones tales que ffi, esfuerzo principal mayor,

coincide con la bisectriz del ángulo a.

De las ecs. 7-a.l se deduce que el esfuerzo cortante máximo

entre los que actúan en dicho punto (t ) vale


MECANICA DE SUELOS (II) 269

Por lo tanto, los máximos esfuerzos cortantes en el medio ocurren

en puntos en que sen a sea máximo, o sea en que a valga 90°, lo

que corresponde a un lugar geométrico constituido por un semicírculo

de diámetro 2 b (ver fig. VII-a. 1). Dichos esfuerzos cortantes máximos

en el medio valen

Tmáx = —

TZ

(7-a,3)

Como quiera que estos esfuerzos Tmáx actúan en planos que forman

el ángulo de 45° con la dirección del esfuerzo principal mayor,

cri, se sigue que sus direcciones están dadas para cada punto del

semicírculo por las cuerdas que unen el punto de que se trate con

los extremos de la banda cargada.

Debe notarse que las direcciones en que actúan los esfuerzos

cortantes de falla a lo largo del semicírculo no forman una superficie

continua a lo largo de la cual pudiera producirse la falla del medio

y, por lo tanto, la solución aquí analizada no proporciona una mecanismo

posible de falla.

ANEXO VH-b

L a Teoría de Terzaghi

En este capítulo se expusieron métodos seguidos por Terzaghi

para establecer su teoría de Capacidad de Carga, así como las

expresiones finales a que puede llegarse en tal teoría; el propósito

de este Anexo es presentar con mayor detalle los pasos seguidos

en el desarrollo, a fin de tener una mayor comprensión del significado,

grado de validez y problemas de interpretación de las conclusiones

finales.

El trabajo original de Terzaghi5 no desprecia el peso propio de

la cuña I, (fig. V II-7), que se desplaza con el cimiento, al considerar

el equilibrio de las fuerzas verticales que actúan sobre el mismo. ( Este

equilibrio se expresó en la ec. 7-6, pero considerando tal peso

despreciable, lo cual corresponde a una presentación posterior y más

simple de la teoría, hecha por el propio Terzaghi).

En realidad, la influencia del peso mencionado es ínfima, por lo

que, cuando la Teoría se presenta en textos suele omitirse el término

respectivo. En lo que sigue, empero y por respetar la presentación

original del propio Terzaghi, el peso de la cuña I se hará intervenir

en los cálculos.

Dicho peso vale (fig. V II-7)

(fig. VII-7)


270 CAPITULO VII

así, la ec. 7-7 se transforma en

qc = + cBtg<¿ — (7-b .l)

En la ec. anterior, ha de calcularse Pp para valuar la capacidad

de carga del medio.

El problema se reduce a calcular el empuje pasivo que se produce

en la superficie CA' ( fig. VH-b. 1) cuando el cimiento trata de

incrustarse.

En el Capítulo IV quedó establecido que el valor de la presión

pasiva, debida al peso de un relleno puramente friccionante, sin

sobrecarga, es, dentro de la Teoría de Rankine:

Ppr —Kpy y z

Si el relleno fuera horizontal y el muro vertical, el valor de Kpy

sería

Kpy~ tg2 ^45° +

= Np

Cuando la superficie sobre la que actúa la presión es inclinada,

como la A'C, el valor de Kp7 es diferente, dependiendo del ángulo a.

También se estableció en el Capítulo IV que el efecto de una

sobrecarga q en la presión pasiva es un aumento constante de ésta

en el valor


MECANICA DE SUELOS (II) 271

Si el relleno es horizontal y el muro vertical, el valor de Kpq es el

anotado arriba para K fy. En el caso de la fig. VII-b.l, en que la

superficie A'C es inclinada, este valor también será distinto y función

sólo del ángulo a.

Por último, en un relleno friccionante y cohesivo, el aumento

de presión pasiva causado por la cohesión es independiente de la

profundidad z, como también se vio en el mismo Capítulo IV y vale

Ppc

K pc X C

En el caso de relleno horizontal y muro vertical se encontró

Kvc = 2 V777 = 2 tg ( 4 5 ° 4- D

De nuevo este valor será diferente si la superficie sobre la que

actúa la presión pasiva es inclinada.

En realidad, las expresiones arriba escritas para Ppc, Pvq y Pvy

son para presiones normales a la superficie en que obran. Si la presión

total no es normal a esta superficie, sino que forma con ella el ángulo

8, las expresiones anteriores proporcionan sólo la componente normal

de las presiones. Por último, si, como en el caso de la fig. VII-b.l,

en la superficie en que actúan las presiones ocurre un contacto suelo

con suelo, el valor del ángulo 8 será <j>.

Así la presión pasiva normal será:

PPn c KpC4- <1 Kpq 4" y z Kpy (7-b.2)

En la ecuación anterior, los dos primeros términos son independientes

de z, en tanto que el tercero sí depende de aquella variable.

Llamando P,p„ a la parte de la presión normal que no depende de

z y P"pn a la que sí depende, se tiene

P/pn

P"pn -yzKpy

CKpc 4" QKpq

Las correspondientes componentes normales a la superficie A'C

de los empujes pueden obtenerse integrando las expresiones anteriores

en lo longitud de A'C, que es igual a H/sen a. (fig. V II-b.l).

p>» = iL=w (c í- + **»> <7-M >

aplicada a la mitad de A'C. Y

P"p» = — — r P"pn dz = \ Y H 2 (7-b.4)

sen a J o 2 1 sen rr ' '

que se localiza a la altura H/3, a partir del punto C.


272 CAPITULO VII

Los correspondientes empujes pasivos {P„ y P"p) formarán un

ángulo S con las componentes anteriores.

Además de los empujes P[p Y P”p, existe a lo largo de la superficie

A'C otra fuerza debida al efecto de la cohesión del suelo, c. Esta

fuerza vale

C = - ^ — c

sen a

(7-b.5)

JE1 empuje pasivo total será la resultante de P'p, P"p y C. La

componente normal total de dicho empuje se obtendrá sumando las

expresiones 7-b.3 y 7-b.4, de lo cual resulta

Pvn = P'pn + P"vn = ———(c Kpc + q Kpg) + \yH>

sen a 2 sen a

( 7-b.6)

Considérese ahora, en primer lugar, el caso de un medio sin

"cohesión” (c = 0), en el que, además, D¡ — 0; o sea, en el que no

existe sobrecarga. Este sería el caso de un cimiento superficialmente

desplantado sobre arena.

Para este caso particular, la ec. 7-b.l queda

= i - ( 2 Ppr- i ^ r tg^ ) (7-b.7)

Donde Ppy es la parte de Pp que toma en cuenta únicamente

efectos de peso. Para este mismo caso particular, el empuje pasivo

sobre la superficie A'C de la fig. VII-b.l puede calcularse a partir

de la expresión 7-b.6, dividiendo el valor de la componente normal

del empuje PPn, entre eos 8

En el caso analizado (fig. V II-b.l)

P „ = 4 - Y H 2 — = (7-b.8)

2 sen a eos 8

H = i B tg $

8 = <j> (por ser contacto suelo con suelo)

a = 180° — <£

con tales valores, la ec. 7-b.8 queda


MECANICA DE SUELOS (II) 273

Substituyendo este valor en la ec. 7-b.7 se obtiene

donde

«• = 4 [ t Y 82 ' 9 - >)] = T T ^

N,

En la expresión anterior Kpy puede obtenerse por medio del método

de la espiral logarítmica (Capítulo IV ), o por otro equivalente.

Por lo demás debe notarse que, puesto que a y 8 dependen, para

este caso particular, sólo de Kpy y por lo tanto Ny serán función

sólo de dicho parámetro.

Si el terreno en que se apoya el cimiento tuviera cohesión y D¡

fuera diferente de cero, existiendo una sobrecarga q en el nivel del

cimiento, la capacidad de carga del cimiento se calculará usando la

ec. 7-b.l, en la que, otra vez, habrá de valuarse Ppsegún la ec. 7-b.6,

introduciendo en ella de nuevo los valores

H = -2 B tg*

De ello resulta

8 —<t>

a = 180 °-<¡>

p- = I r s = 2 ^ cK ” + «*»>+

( Kpc \ Kpg 1 f Kvy \

qc = c — + tg <t>) + q — + -z y B tg </>( ----— — 1)

\cos2d> ) eos2 ó 2 Veos2 <\> ]

(7-b.l2)

Nótese que las ecs. 7-b.l 1 y 7-b.l2 son únicamente válidas para

la condición que se llamó falla general.

En la fig. VII-b.2 se muestra un cimiento continuo con base

rugosa y aparece también la superficie de falla CDE, que se supone

es sobre la que realmente ocurre la falla. Como se mencionó, Prandtl

obtuvo la ecuación de dicha superficie para el caso de un medio

rígido-plástico perfecto y exento de peso propio (y = 0); la solución

de Prandtl, dibujada en la fig. VII-b.2, produciría una superficie

19—Mecánica de Suelos II


274 CAPITULO VII

tal como la que allí se muestra marcada con las letras C Di £ 1! esta

superficie contiene a un arco (C D \) de espiral logarítmica, cuya

ecuación es

r = r„e9ts*

Donde 6 es el ángulo central en radianes, formado entre la línea

AC y el radio vector r. Para <j>= 0 la ecuación anterior deviene a un

círculo de radio r = r0.

También, para y —0, la ec. 7-b.l2 queda

q<¡ = C( J ^ L + tg

= c Nc + q N q (7-b.l3)

n Veos - 4> J eos- <j>

donde el sentido de los símbolos N c y Ng es evidente.

En la ecuación anterior qc es la capacidad de carga del medio

sin peso. Debe notarse que los dos términos del segundo miembro

tienen sentido físico por separado: el primero representa la capacidad

de carga del medio sin sobrecarga (q - 0) y el segundo, la carga

que puede soportar el medio supuesto que su cohesión es nula.

En el caso y ^ 0 , c = 0 y q = 0 no se ha podido hasta el momento

determinar matemáticamente la superficie de falla teórica

que resuelve el problema. Por el método de la espiral loqarítmica,

por ejemplo (Capítulo IV ), puede determinarse la forma aproximada

de dicha superficie y, con tal base, puede garantizarse que se

desarrolla más alta que lo que indica la teoría analizada arriba. En

la fig. VII-b.2, esta superficie se ha dibujado a través de los puntos

C D E 2. La capacidad de carga para este caso, obtenida a partir

de la ec. 7-b.l2 será

FIG. Vll-b.2. Superficies de falla para diferentes condiciones del medio


MECANICA D E SUELO S (II) 275

« = h B t * * U F Í - ‘) = ^ SN’ f 1*»

En el caso general se tiene: 0, q ^ O y y 0. Para este

caso, la capacidad de carga del cimiento es ligeramente mayor que

la suma de las dadas por las ecs. 7-b.l3 y 7-b.l4, según se

desprende de análisis numéricos de casos específicos, puesto que para

el caso general tampoco existe una solución teórica completa relativa

a la superficie de falla. De los mismos análisis se desprende que esta

superficie de falla, a la cual se llamará real, ocurre en una zona

intermedia entre las dos superficies particulares que se han mencionado;

en la fig. VII-b.2, esta superficie real se trazó por los puntos

C D E. De lo anterior Terzaghi concluye que es razonable considerar

que la capacidad de carga real está dada por la suma de los tres

términos antes analizados: o sea

qc = c N c + q N q + - L y BNy

(7-b.l5)

Teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos la sobrecarga

q es sólo debida al peso del suelo sobre el nivel de desplante, suele

considerarse q — y D¡ y, por consecuencia

que es la ec. 7-9.

qc — c N c + y Df Nq + y B Ny (7-b.l 6)

En realidad, las curvas de la fig. VII-8, para los factores de

capacidad de carga N c y Nq, no fueron dibujados por Terzaghi a

partir de los valores aproximados que se desprenden de la ec. 7-

b. 13, sino que se calcularon a partir de otra solución matemáticamente

exacta de tales valores, obtenida por una aplicación de la

función de esfuerzos de Airy hecha por Prandtl y Reissner para un

medio sin peso. Según esta solución

Nq ~ 2 eos2(45° + J J l )

(7-b.l7)

N c = ctg <f, |

2 eos2(45° + <f>/2 ) J

a» = e(3/4 * ~W tg t

Por lo contrario, la curva correspondientes a Ny en la fig. VII-8

sí representa los valores de la ec. 7-b.IO, obtenida por el propio

Terzaghi.


276 CAPITULO VII

En las ecs. 7-b.l 7 y 7-b.lO en el caso <#>= 0, correspondiente

a un medio puramente cohesivo y con un cimiento rugoso, se tienen

los valores particulares:

JV, = - | * + 1 = 5 .7

N ,= 1.0 (7-b. 18)

Ny = 0

ANEXO VII-c

La Teoría de Meyerhof para cimientos muy largos

En el párrafo VII-8 del cuerpo de este capítulo se describió el

mecanismo de falla propuesto por Meyerhof como base a su Teoría

de Capacidad de Carga en cimentaciones. En la fig. V II-13 alli incluida

se mostró gráficamente dicho mecanismo. También se escribió

la fórmula final propuesta en la teoría, según la cual:

qc = cNc + poNq + - j t B N y

(7-c.l)

En este anexo se describirá el camino seguido por Meyerhof para

valuar los factores de capacidad de carga N c, Nq y Ny. El método

establecido por Meyerhof es similar al anteriormente seguido por

Terzaghi, en su propio caso. Primeramente se valúan N c y Nq con

base en teorías previas establecidas por Prandtl (sección VII-3)

y Reissner, convenientemente generalizadas y con ía suposición de

que el material está desprovisto de peso propio: después se calcula

Ny utilizando un método independiente sugerido por Ohde.

Así, en una primera etapa, con material sin peso, la fórmula

7-c.l se reduce a:

qe' —cNc + PcNq

(7-c.2)

En tanto que, en una segunda etapa, se obtiene el efecto del peso

del material:


Vü-c.l.

MECANICA DE SUELOS (II) 277

Obtención de los valores de N c y Nq

El cálculo de estos factores de capacidad de carga se hace en lo

que sigue para un cimiento muy largo y con base rugosa de ancho B.

Los factores son función de los valores de (í, p0 y s0, donde estos

símbolos tienen el significado que se mencionó con referencia a la

fig. VII-13.

En la fig. VIl-c.l aparece un esquema de la superficie de talla

compuesta por un arco de espiral logarítmica AC y un tramo de

recta CD.

F I G . V ll-c.l. Obtención de Nc y Nq poro cimientos muy largos según Meyerhof

Considerando que la zona ABB' es de esfuerzos constantes y haciendo

uso del método del círculo de Mohr. como aparece en la

parte b) de la figura, se deduce que:


278 CAPITULO VII

qc = Pv + V ctg (45° — | )

(7-c.4)

Nótese que el punto P resulta ser el polo del círculo de Mohr,

que los esfuerzos en el plano BB' están dados por el punto E y que

el punto D representa el estado de esfuerzos en el plano AB (en la

parte b, PD es paralela a AB, de la parte a de la misma figura).

Además, por la ley de Coulomb debe tenerse:

s/ = c + p/tg<j> (7-c.5)

Considérese ahora el equilibrio en la masa ABC. Tomando momentos

de las fuerzas exteriores a dicha masa respecto al punto B,

se tiene (ver parte a de la figura):

ap np rí,

2 Mn —pp' AB — p i B C j (cdl) eos <j>■r —0 (7-c.6)

En donde L es la longitud del arco de espiral AC. Tomando en

cuenta la ecuación de la espiral logarítmica puede escribirse:

£C =~AB e61** (7-c.7)

Además, en la integral c y cos<f> son constantes y

f rdl= [ 'r -£f*L = J L A ° da. =

o j„ C O S ó COS^Jo

—jdiL r *— i 8 r 2ats^—1~| (7_c8)

cos$ \_2 tg <¡> J 0 2 sen <j> |_ J ' / c-8>

Substituyendo (7-c.7) y (7-c.8) en (7-c.6) se obtiene

- AB2 ppr — ^ AW e20 p! ~ - AB2 cctg <f>( e29 — 1) = 0

¿ i 2

Lo cual conduce a:

c + = ( c + pitg<£)e28tE* (7-C.9)

Ecuación que relaciona a los esfuerzos en la superficie AB con

los de la superficie BC.

Para llegar a relacionar la carga q[ con los esfuerzos p0 y s0

resta ahora poner los esfuerzos pi y de la superficie BC, en términos

precisamente de los esfuerzos p0 y s0. Para ello debe tenerse en

cuenta que la zona BCD es también una zona de esfuerzos constantes

en estado plástico pasivo, por lo que la relación buscada puede

obtenerse simplemente por medio del método del círculo de Mohr,

representando por un círculo el estado de esfuerzos en todo punto


MECANICA DE SUELOS (II) 279

de la zona, tal como se hace en el esquema de la parte c) de la fig.

VII-c.1. En este círculo, el punto D representa el estado de esfuerzos

en el plano BC y el punto E al estado de esfuerzos en el plano

BD. Este punto E se obtuvo encontrando primeramente el polo P,

por la intersección de la línea PD, paralela a BC de la parte a), con

el círculo y, en segundo lugar, trazando la línea PE, paralela a la

superficie BD, por el polo ya obtenido. Viendo los ángulos marcados

en la figura puede obtenerse que:

Pi = Po + /?sen(2iQ + <jb) — Psen<£

(7-c.lO)

donde R es el radio del círculo, igual a

R * = c_± P ^ ± (7.cll)

eos t¡> eos <j>

Por lo que, substituyendo este valor en la ec. 7-c.lO se llega a

Pi = Po + ° ~ P~ ~ — [sen(2r] + </>)— sen j>]

eos <J>

(7-C.12)

despejando pi

Pi =

p0 cos<j> + c[sen(2i) + <j>) — sen<¿>]

cos<j> — tg 0[sen(2T) + <¡>)— sen ó]

(7-C.13)

Conviene ahora definir el parámetro m denominado coeficiente de

movilización del esfuerzo cortante a lo largo de la superficie BD,

en la forma ya utilizada en el párrafo VII-8. Así

s0 = m(c + p0tg<¿>)

(7-c.H)

Volviendo a la parte c) de la fig. VII-c. 1, puede escribirse que

v 5o m(c + p0tg</>)cos¿

c o s ( 2 o + ») = -e = ------- (7'C' 15)

De donde se ve que el valor del ángulo t) depende de m, así como

del esfuerzo normal en la superficie libre equivalente y de las propiedades

del suelo.

En particular, obsérvese que si m — 1 el punto E deberá coincidir

con D, puesto que en este caso el esfuerzo cortante se moviliza por

completo y, por lo tanto, iq = 0. En cambio, si m —0, el punto E

debe quedar sobre el eje cr, puesto que s» vale 0 y 2 -r) = 90 — <f>; es

decir, T) = 45° — <j>/2. Además, una vez definido m, tq queda definido


280 CAPITULO VII

para un caso real dado y muy fácilmente puede relacionarse geométricamente

el valor del ángulo 3 con las características de forma

de la cimentación, D¡, profundidad de desplante y B, ancho.

Substituyendo el valor de p, (ec. 7-c.13) en la ec. 7 - c.9 puede

obtenerse un nuevo valor de p'v, el cual llevado a la ec. 7 -C .4 , teniendo

en cuenta la 7 -C .5 , conduce, finalmente, a

f . T (1 + sen <^)e2<,te^ ”1}

4° = c | Ct9 * L ~ s e n * s e n ( 2 ii + * f - 1 } j +

r ( l + s e n 1

[_1 — sen <f>sen (2 t) + <t>) J

lo cual puede ponerse en la forma

q'c= cNc+ p0N<, ( 7 - C . 2 )

que es la ecuación de partida. Comparando estas dos últimas ecuaciones

escritas, los valores de N c y Nq resaltan como evidentes.

VTI-c.2.

Obtención del valor del Ny

Para la obtención de este factor, que refleja la influencia del

peso propio del suelo sobre la capacidad de carga, Meyerhof ha

seguido del método de la espiral logarítmica, debido a Ohde, al cual

encuentra ventajas por conducir a una solución matemática rigurosa

en el caso y — 0 y por dar lugar a una superficie de falla que se

parece bastante a los mecanismos de falla observados. Sin embargo,

es de notar que la espiral logarítmica que el método plantea no es la

misma usada en el cálculo de los factores N c y Nq, que tenía su

centro en el punto B (parte a de la fig. V II-c.l); en efecto, la espiral

que ahora se busca es la crítica, que corresponde al minimo valor de

Ny y ésta tiene su centro en algún punto 0, en general diferente

de B. (fig. VII-c.2).

La obtención de Ny mínimo se realiza por un método semigráfico

de tanteos, en el cual se calcula la carga necesaria para producir

el deslizamiento, considerando como fuerzas resistentes solamente

las debidas al peso de la cuña. Analizando el equilibrio de la cuña

por medio de una ecuación de momentos en torno a 0, centro de la

espiral supuesta, se tienen las siguientes fuerzas que producen

momento

Pi, empuje de la cuña DGE, que puede obtenerse del diagrama

de Mohr.


MECANICA DE SUELOS (II) 281

FIG. Vll-e.2. Cálculo de Ny, para cimientos muy largos según Meyerhof

Wy, peso propio de la cuña BCDG.

P'\ empuje resultante del efecto de la cimentación, transmitido a

través de la cara BC, que forma un ángulo <j>con la normal

a dicha cara, y que actúa en el tercio de la distancia BC,

contado a partir de B.

Así, P " vale:

K =

u

( 7 - C . 1 7 )

Una vez encontrado el mínimo P¿', por tanteos con diferentes

centros de espiral, se puede obtener el valor q", al considerar el equilibrio

de la cuña ABC, haciendo intervenir su propio peso:

de donde:

B — 2 P'J sen (45 + —■) — y B -y tg(45 + ~ )


282 CAPITULO VII

Lo cual puede ponerse en la forma

q”c = | y BN y

( 7-C.3)

donde el significado y valor de Ny son evidentes.

Los valores de N c, N g y N y así obtenidos, que corresponden a

cimientos muy largos, son los tabulados y graficados por Meyerhof

e incorporados en este capítulo como figuras vII-14, VII-15 y VII-16,

ANEXO Vn-d

Cimentaciones superficiales sujetas a cargas excéntricas o

inclinadas

En el caso de cargas excéntricas, que actúan a una distancia e del

eje longitudinal del cimiento (excentricidad), Meyerhof recomienda

tratar los problemas con las mismas fórmulas que rigen el caso de

cargas axiales, modificando para efecto de cálculo, en cambio, el

ancho del elemento de cimentación al valor:

B ' = B - 2 e (7-d .l)

Lo anterior equivale esencialmente a considerar la carga centrada

en un ancho menor que el real, considerando que una faja del cimiento

de ancho 2e no contribuye a la capacidad de carga.

Este ancho reducido B ‘ debe usarse en las fórmulas en el término

en que interviene B , en lugar de este último y, además, también debe

usarse al calcular la carga total que puede resistir el cimiento, al

valuar al área total de éste.

En el caso de una cimentación rectangular con carga excéntrica

en las dos direcciones (longitud y ancho), el criterio anterior se

aplica independientemente a las dos dimensiones del cimiento. Es de

señalar, a fin de evitar errores de cálculo, que en el caso de un arco

circular, la fórmula que da la carga total del cimiento es, consecuentemente

con lo anterior:

—,______irDD j a ,

Qtot —— — <Jc

(7-d.2)

en que D', diámetro reducido, vale:

D’ - D - 2 e.

En el caso de cargas inclinadas Meyerhof ha obtenido coeficientes

de reducción para los factores de capacidad de carga N c y N y ,


MECANICA DE SUELOS (II) 283

que intervienen en su propia teoría. Con éstos puede obtenerse la

capacidad de carga equivalente bajo fuerzas verticales, simplemente

multiplicando los factores normales, obtenidos para carga vertical, por

los coeficientes mencionados.

Los coeficientes de reducción aparecen en la Tabla 7-d.l, en la

forma en que los presenta Sowers15.

TABLA 7-d.l

Factor

N y

Profundidad

de Desplante,

Dt

Inclinación de la carga respecto a la vertical

0 10° 20° 30° 45°

CTV

Oo

0 1.0 0.5 0.2 0 — —

B 1.0 0.6 0.4 0.25 0.15 0.05

N o 0 a B 1.0 0.8 0.6 0.4 0.25 0.15

En el caso de que la carga inclinada sea excéntrica, el efecto de

los coeficientes de la tabla anterior se combinará con las normas

dadas al comienzo de este anexo para cargas no axiales.

REFEREN CIAS

1. Jürgenson, L. — The application of Theories of Elasticity and Plasíicity to

Foundation Problems — Contributions to Soil Mechanics — Boston Society of

Civil Engineers— 1925-1940.

2. Prandtl, L. — Ueber die Haerte plastischer Koerper — Goettingen Nachr.,

math. — phys, Kl. — 1920.

3. Prager, W . y Hodge, P. G. — Theoty of Perfectly Plástic Solids (Capitulo

6) — John Wiley and Sons— 1961.

4. Hill, R. — The Plástic Yielding of Notched Bars undec Tensión — Quarterly

— Journal of Mechanics and Applied Mathematics— 1949.

5. Terzaghi, K. — Theoretical Soil Mechanics■—Cap. VIII — John Wiley and

Sons— 1956.

6. Skempton, A. W. — The Bearing Capacity of Clays — Building Research

Congress — Londres — 1951.

7. Meyerhof, G. G. — The Ultímate Bearing Capacity of Foundations — Geotechnique

— Diciembre, 1951.

8. Meyerhof, G, G. — Recherches sur la forcé portante des pieux — Suplements

des Annaux du Institute du Batiment et Travaux Publiques — París, marzoabril,

1953.

9. Skempton, A. W., Yassin, A. A., Gibson, R. E. — Théorie de la forcé portante

de pieux dans la Sable — Suplements des Annaux du Institute du Batiment

et Travaux Publiques — Paris, marzo-abril, 1953.

10. Meyerhof, G. G. y Murdock, L. J. — An Investigaron of the Bearing Capacity

of Somc Bored and Driving Piles in London Clay — Geotechnique

- 1953.


284 CAPITULO VII

11. Meyerhof, G. G. —Influence of Proughness of Base and Ground-watet Conditions

on the Ultímate Bearing Capacity of Foundations — Geotechnique

— 1955.

12. Meyerhof, G. G. — The Ultímate Bearing Capacity of Foundation on Slopes

— Vol. I.— Memorias del IV Congreso Internacional de Mecánica de Suelos

y Cimentaciones.— 1957.

13. Meyerhof, G. G. — The Bearing Capacity of Foundations under Eccentric

and Inclined Loads — Memoria del III Congreso Internacional de Mecánica

de Suelos y Cimentaciones — Vol. I — Zurich — 1953.

14. Meyerhof, G. G. — Some Recent Foundation Research and Its Application

to Design — Structural Engineer — Vol. 31 — N’ 6 — Londres — Junio - 1953.

15. Sowers, G. F .— Shallow Foundations — Cap. 6 de la obra Foundation Engíneering,

editada por G. A. Leonards — McGraw Hill Book Co. 1962.

BIBLIOGRAFIA

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v/ La Mecánica de Suelos en la Ingeniería Práctica — Karl Terzaflhi y Ralph B.

Peck— (Trad. O Moretto)— El Ateneo Ed. — 1955.

v Mecánica de Suelos — J. A. Jiménez Salas — E. Dossat 1954.

yFoundation Engineering — Editado por G. A. Leonards-Mc Graw Hill Book Co.

1962.

Principies of Soil Mechanics — Ronald F. Scott — Addison-Wesley Pub. Co.—

1963.

yFoundations — A. L. Little — Edward Amold Ltd.— 1961.


CAPITULO VIII

CIMENTACIONES POCO PROFUNDAS

Vm-1.

Introducción

En este capítulo se estudian las cimentaciones de todos aquellos

tipos que se conocen en la rutina diaria de la ingeniería con el

nombre de poco profundas o superficiales. En general, estas expresiones

se refieren a cimentaciones en las que la profundidad de

desplante no es mayor que un par de veces el ancho del cimiento;

sin embargo, es evidente que no existe un límite preciso en la profundidad

de desplante que separe a una cimentación poco profunda

de una profunda.

La preocupación del constructor por el comportamiento de las

cimentaciones es, por supuesto, tan antigua como la construcción

misma, pero hasta épocas relativamente recientes tal preocupación no

se reflejó en intentos de analizar científicamente el comportamiento

de las cimentaciones, tratando de establecer principios generales que

sirvieren a la vez de normas tanto para el proyecto, como para la

construcción de campo.

Durante muchísimo tiempo, la tecnología de las cimentaciones se

estableció solamente bajo bases burdamente empíricas: más que de

una técnica en el actual sentido de la palabra, resulta justificado

hablar de un “arte de cimentar". El hecho de que con lo que hoy se

antojan tan pobres armas, el constructor de antaño fuera capaz de

realizar obras magníficas que perduraron hasta los tiempos actuales,

más bien habla en favor de la inventiva y capacidad de adaptación

de los ingenieros de otras épocas, que de la técnica que utilizaron.

Hoy no resulta razonable seguir usando tan pobres medios y prescindir

de los avances recientes en el conocimiento del campo, en

nombre de las mayores realizaciones de la ingeniería clásica.

La transmisión de conocimientos puramente experimentales en

forma de una auténtica tradición oral, fue, durante largos siglos, el

único modo de que disponía un constructor para adquirir el arte de

cimentar. Naturalmente, todos los vicios del conocimiento puramente

experimental, sin bases científicas generalizadoras, estaban presentes

en este método.

En el momento en que el ritmo de la construcción aumentó hasta

niveles similares a los que hoy se conocen, el método del “arte” se

transformó en algo particularmente peligroso, al aumentar el número

285


286 CAPITULO VIII

de constructores, con lo que, necesariamente, el arte de cimentar

cayó en manos no siempre muy bien dotadas. Los fracasos que entonces

se hicieron notar condujeron al primer intento de racionalizar

la construcción de las cimentaciones. Los constructores de alguna

determinada ciudad volvieron la vista a sus realizaciones bien logradas

y, relacionando la carga soportada con el área del cimiento,

trataron de establecer un valor “seguro” del esfuerzo que era posible

dar al suelo de aquel lugar particular. Nacieron así las leyes de

“Código” o “Reglamento”, que en muchas partes perduran en la

actualidad. Sin embargo, basta pensar por un instante en las complejidades

y variaciones del suelo en cualquier lugar del planeta, para

darse cuenta que la generalización que se persigue en un código

urbano de tal estilo es, por lo menos, muy peligrosa. Además, hoy

se dispone de una gran variedad de tipos de cimentación poco profunda,

adaptable cada uno de ellos a tipos peculiares de suelos

y estructuras, consiguiéndose con una buena combinación seguridad y

economía máximas; es claro que los estudios que una técnica de tal

naturaleza requiere, quedan muy lejos de la generalización burda

que presupone un simple Código.

Las Teorías de Capacidad de Carga, desarrolladas a partir de

1920, proporcionaron una base más o menos científica al estudio de

las cimentaciones. Combinadas con el creciente conocimiento de los

suelos y sus propiedades mecánicas y con el mejoramiento de las técnicas

de medición de campo, han permitido en la actualidad el desarrollo

de una metodologia de proyecto y construcción de cimentaciones

mucho más racional y avanzada que la que nunca antes poseyó

el ingeniero. De lo anterior no debe seguirse que las teorías recientemente

desarrolladas resuelven los problemas por completo; ya se ha

insistido sobre sus limitaciones aún enormes. Pero tales teorías, auxiliadas

por la clasificación y el estudio de los suelos y por mediciones

del comportamiento de cimentaciones construidas, que permiten encasillarlas

y asimilar correctamente las experiencias adquiridas, proporcionan

una base común, que hace posible el intento de generalizar

el conocimiento sobre cimentaciones, convirtiendo el arte de cimentar

en una disciplina que tiende a lo científico cada vez más.

En este capítulo se clasifican someramente las cimentaciones poco

profundas y se estudian las normas esenciales que deben regir su

proyecto y construcción en los diferentes suelos. Finalmente, se estudian

también algunos casos especiales de interés práctico, relacionados

con el tema.

Vni-2. Clasificación de las cimentaciones poco profundas

Los tipos más frecuentes de cimentaciones poco profundas son las

zapatas aisladas, las zapatas corridas y las losas de cimentación.


MECANICA DE SUELOS (II) 287

Las zapatas aisladas son elementos estructurales, generalmente

cuadrados o rectangulares y más raramente circulares, que se construyen

bajo las columnas con el objeto de transmitir la carga de éstas

al terreno en una mayor área, para lograr una presión apropiada.

En ocasiones las zapatas aisladas soportan más de una columna. Las

zapatas aisladas se construyen generalmente de concreto reforzado.

Las zapatas corridas son elementos análogos a los anteriores,

en los que la longitud supera en mucho al ancho. Soportan varias

columnas o un muro y pueden ser de concreto reforzado o de manipostería,

en el caso de cimientos que transmiten cargas no muy

grandes. La zapata corrida es una forma evolucionada de la zapata

aislada, en el caso en que el suelo ofrezca una resistencia baja, que

obligue al empleo de mayores áreas de repartición o en el caso en que

deban transmitirse al suelo grandes cargas.

Cuando la resistencia del terreno sea muy baja o las cargas

sean muy altas, las áreas requeridas para apoyo de la cimentación

deben aumentarse, llegándose al empleo de verdaderas losas de

cimentación, construidas también de concreto reforzado, las que pueden

llegar a ocupar toda la superficie construida.

No existe ningún criterio preciso para distinguir entre si los tres

tipos anteriores, siendo la práctica la norma para su distinción.

También existen multitud de variedades de cimentaciones combinadas,

en las que los tres tipos básicos se entremezclan al gusto del

proyectista o del constructor, que se esforzará siempre por extraer

del suelo el mayor partido posible, combinando los factores estructurales

con las características del terreno de la manera más ventajosa

en cada punto.

Si aún en el caso de emplear una losa corrida la presión transmitida

al subsuelo sobrepasa la capacidad de carga de éste, es evidente

que habrá de recurrirse a soportar la estructura en estratos más

firmes, que se encuentren a mayores profundidades, llegándose así

a las cimentaciones profundas.

VIII-3.

Factores que determinan el tipo de cimentación

A continuación se exponen ciertas normas breves que han de

ser tomadas en cuenta para el proyecto de cualquier cimentación. En

rigor, lo que más adelante se dice es aplicable tanto a cimentaciones

poco profundas, como a otras desplantadas a mayor profundidad,

pues se trata de comentarios de orden general que deben presidir

cualquier proyecto de cualquier cimentación.

En general, los factores que influyen en la correcta selección

de una cimentación dada pueden agruparse en tres clases principales:


288 CAPITULO VIII

1 ) Los relativos a la superestructura, que engloban su función,

cargas que transmite al suelo, materiales que la constituyen,

etc.

2) Los relativos al suelo, que se refieren a sus propiedades

mecánicas, especialmente a su resistencia y compresibilidad, a

sus condiciones hidráulicas, etc.

3) Los factores económicos, que deben balancear el costo de la

cimentación en comparación con la importancia y aún el costo

de la superestructura.

De hecho, el balance de los factores anteriores puede hacer que

diferentes proyectistas de experiencia lleguen a soluciones ligeramente

distintas para una cimentación dada, pues<el problema carece

de solución única por faltar un criterio exacto para efectuar tal

balance, que siempre tendrá una parte de apreciación personal.

En general, puede decirse que un balance meditado de los factores

anteriores permite en un análisis preliminar a un proyectista con

experiencia eliminar todos aquellos tipos de cimentación francamente

inadecuados para resolver su problema especifico, quedando sólo algunos

que deberán de ser más cuidadosamente estudiados para elegir

entre ellos unas cuantas soluciones que satisfagan todos los requisitos

estipulados desde el punto de vista estructural, de suelos, social, etc.,

para escoger de entre éstos el proyecto final, generalmente con una

apreciación simplemente económica. Si ha habido éxito en todas las

etapas del estudio, la solución final representará un excelente compromiso

entre requerimientos estructurales y costo.

Debe observarse que al balancear los factores anteriores, adoptando

un punto de vista estrictamente ingenieril debe estudiarse no

sólo la necesidad de proyectar una cimentación que se sostenga

en el suelo disponible sin falla o colapso, sino también que no tenga

durante su vida asentamientos o expansiones que interfieran con la

función de la estructura. Se llega así a la contribución fundamental

de la Mecánica de Suelos al problema de las cimentaciones, contribución

de doble aspecto que involucra dos problemas de la misma

importancia para garantizar el éxito final. Por un lado, abordando un

problema de Capacidad de Carga, se trata de conocer el nivel de

esfuerzos que la cimentación puede transmitir al suelo sin provocar

un colapso o falla brusca, generalmente por esfuerzo cortante; por

otro lado, será necesario calcular los asentamientos o expansiones

que el suelo va a sufrir con tales esfuerzos, cuidando siempre que

éstos queden en niveles tolerables para la estructura de que se trate.

No puede decirse que uno de los aspectos anteriores tenga mayor

importancia que el otro en el proyecto de una cimentación; ambos

deberán ser tenidos en cuenta simultáneamente y de su justa apreciación

dependerá el éxito o fracaso en un caso dado.


MECANICA DE SUELOS (II) 289

VÜI-4.

Consideraciones generales sobre el contacto

suelo-estructura

Se trata ahora de dar algunas ideas fundamentales sobre como

afecta la rigidez de las áreas cargadas a la distribución de asentamientos

y presiones en el suelo subyacente; se consideran en el análisis

suelos puramente friccionantes y puramente cohesivos, así como

los casos límites de áreas cargadas totalmente flexibles e infinitamente

rígidas.

Considérese en primer lugar el caso de un área uniformemente

cargada y totalmente flexible. Debido a su flexibilidad, las presiones

que el área cargada pasa al suelo serán idénticas a la presión uniforme

sobre el área. Por otra parte, el asentamiento no será uniforme, sino

que es máximo al centro del área cargada y menor en la periferia,

adoptando una ley similar a la que se muestra en la fig. VlII-l.a, si es

que el medio cargado se supone idealmente elástico. La justificación

de la afirmación anterior se presenta en el Anexo Ill-a, y se corrobora

en el Anexo VHI-a.

FIG. VIII-1. Perfil de asentamiento bajo un área

uniformemente cargada sobre la superficie

de un medio semi-infinito

En la práctica el asentamiento inmediato, debido exclusivamente

a cambio de forma (es decir, excluyendo el asentamiento por consolidación

), de áreas flexibles con carga uniforme, apoyadas en arcillas

saturadas, adopta un perfil similar al mostrado en la parte a) de la

fig. VIII-1. En cambio, cuando el área flexible se apoya en arenas

21)—Mecánica de Suelos II


290 CAPITULO VIII

o gravas, el perfil se parece a los mostrados en la parte b) de la

misma figura, ya que estos materiales poseen la propiedad de que su

rigidez aumenta con el confinamiento, el cual obviamente será máximo

en la zona bajo el centro del área cargada.

Considérese ahora en cambio que la carga se transmite al suelo

a través de una placa infinitamente rígida. En este caso es obvio

que, por su rigidez, la placa se asentará uniformemente, por lo que

la presión de contacto entre placa y medio no podrá ser uniforme.

Comparando este caso con el de la fig. VIII-1, es fácil ver que en

el medio homogéneo y elástico la presión es mínima al centro y máxima

en las orillas, puesto que para llegar al asentamiento uniforme

éste deberá disminuir en el centro (disminución de presión) y aumentar

en las orillas (aumento de presión). Una intuición análoga para

el caso del medio cuya rigidez aumenta con el confinamiento conduce

a una distribución en la que la presión es máxima bajo el centro del

área cargada y mucho menor bajo la periferia. En la fig. VIII-2 se

muestran ambas distribuciones (partes a y b).

FIG. VI11-2. Distribución de presiones bajo una placa infinitamente rígida

a) Medio homogéneo y elástico

b) Medio cuya rigidez aumenta con el confinamiento

También ahora, en la práctica, el caso a) se parece a la distribución

en una arcilla saturada, aún cuando teóricamente la presión

es infinita en la periferia de la placa y es igual a la mitad de la

presión media, bajo el centro; evidentemente la primera condición

no puede satisfacerse y el valor de la presión en la periferia está

limitado a su máximo que depende de la resistencia del material.

E1 caso b) de la fig. VIII-2 representa aproximadamente la

distribución real de presión bajo una placa rígida colocada sobre

arena o grava.


MECANICA DE SUELOS (II) 291

VIII-5.

Cimentaciones en arenas y gravas

En todo problema de cimentaciones existe un doble aspecto a

considerar; por una parte la capacidad de carga, para evitar la falla

por este concepto; por otra parte existe un aspecto de asentamientos,

según el cual la cimentación no debe sufrir hundimientos o expansiones

que pongan en peligro la función de la estructura o que sean

mayores que aquéllos considerados como tolerables en el proyecto

estructural.

El diseño de una cimentación consistirá siempre en considerar

estos dos aspectos.

Se analizará en lo que sigue, en primer lugar, el aspecto de

capacidad de carga.

Si un cimiento de ancho B está desplantado a una profundidad

Dj dentro de un manto muy potente de arena o grava, la capacidad

de carga de ese cimiento podrá estimarse haciendo uso de las

fórmulas que proporciona la Teoría de Terzaghi (Capítulo V II).

Para el caso de un cimiento muy largo, dicha capacidad, a la falla,

será por lo tanto:

qc = yDfN, + y y B N r (8-1)

Para los cimientos cuadrados o circulares se usarán las fórmulas

correspondientes a la Teoría de Terzaghi, tal como han sido obtenidas

en el capítulo VII de este volumen.

Puede verse que, en esencia, la capacidad de carga última de un

cimiento poco profundo en arena o grava depende de los siguientes

conceptos:

1. La compacidad relativa de la arena, que se refleja en el valor

de 4>y, por ello, en los valores de los factores de capacidad

de carga Nq y Ny. De hecho dicha compacidad influye muy

poderosamente en la capacidad de carga, pues Ny y Nq aumentan

muy abruptamente cuando la compacidad llega a valores

altos. Él mejor método práctico para determinar la compacidad

relativa de un manto de arena es quizá la prueba

estándar de penetración, descrita en el apéndice del volumen

I de esta obra. También se incluyó en aquel lugar una

gráfica que expresa la importante correlación entre N, número

de golpes en la prueba, la compacidad relativa y el

valor del ángulo </>, de fricción interna.

Cuando se trate con arenas muy finas situadas bajo el nivel

freático el valor de N dado por la prueba de penetración es-


CAPITULO VIII

tándar resulta mayor que el que se tendría con arena seca,

debido a la baja permeabilidad de la arena, que impide que

el agua emigre a través de los huecos al producirse el impacto.

Los valores obtenidos en la prueba en estos casos (N') se

corrigen, según la expresión siguiente, propuesta por Peck,

Hanson y Thornburn 2.

A T = 1 5 + i - ( N '- 1 5 ) = N ' ^ - (8-2)

La corrección anterior sólo se hace si N' > 15-

Finalmente, es de señalar que en ¡os casos en que existan

gravas o boleos en el suelo, los resultados de la prueba

estándar de penetración no suelen ser representativos de la

compacidad de los mantos, pues uno de aquellos elementos

puede detener el penetrómetro, aumentando ficticiamente el

número de golpes. En estos casos la compacidad es mucho

más, difícil de determinar por métodos simples, haciéndose

necesario recurrir a la experiencia y al criterio.

La posición del nivel de aguas freáticas.

En general, el peso específico de cualquier arena no sumergida

oscila entre límites muy próximos, sea la arena seca,

húmeda y saturada. Pero si la arena está sumergida bajo el

nivel freático, el valor de y se reduce sensiblemente a la

mitad, lo cual se refleja de inmediato en la capacidad de

carga última obtenida. Asi por ejemplo, el valor de la sobrecarga

al nivel de desplante yD¡ deberá calcularse teniendo

en cuenta la condición de ese material, de modo que si está

parcial ó totalmente sumergido, se adopte el valor y'm donde

ello ocurra: el valor de y que figura en el segundo término

de la ec. 8-1,, se refiere al material situado bajo el nivel

de desplante del cimiento, que sería movilizado en caso de

falla. Peck, Hanson y Thornburn2 recomiendan que si el

nivel freático está a una profundidad B o mayor bajo el nivel

de desplante, se considere el peso específico que figura

en el segundo término de la ecuación como no sumergido: si

el nivel freático y el de desplante coinciden o el primero

queda encima del segundo deberá usarse el valor y'm; en

casos intermedios, una interpolación lineal entre ambos valores

de y será razonable. La posición del nivel de aguas

freáticas se refleja además muy acusadamente en los costos

de construcción de la cimentación, en el momento en que el

nivel de desplante quede bajo dicho nivel freático, pues entonces

la zona de cimentación habrá de ser drenada de manera

que el nivel del agua se abata y la excavación necesaria

se realice en seco.


MECANICA DE SUELOS (II) 293

Algunos métodos útiles para abatir el nivel freático en excavaciones

se mencionarán en el volumen III de esta obra.

Finalmente, el hecho de que el nivel freático quede sobre el

nivel de desplante puede conducir, cuando el espacio de cimentación

desee aprovecharse, por ejemplo, para sótanos en

edificios, al delicado problema de impermeabilizar estas zonas,

lo cual es siempre difícil y costoso.

3. El ancho de la cimentación, según se deduce de la expresión

8-1, influye linealmente en la parte de la capacidad de carga

que se refiere al peso del suelo situado bajo el nivel de desplante:

por el contrario, dicho ancho no influye en la parte

de capacidad de carga que refleja el efecto de la sobrecarga

existente sobre el nivel de desplante.

4. Por último, la profundidad de desplante, D¡, también influye

en la capacidad de carga, según se desprende de la inspección

de la fórmula 8-1. No existe ningún criterio fijo para

establecer apriorísticamente la profundidad de desplante que

debe utilizarse en un proyecto dado; sin embargo, es posible

mencionar algunas consideraciones generales que han de

tenerse presentes para seleccionar una profundidad1'específica.

Por muy bueno que sea un terreno de cimentación, no conviene

cimentar demasiado superficialmente, pues ello conduce

a estructuras con poca resistencia a fuerzas laterales: un valor

del orden de 1.0 m debe verse como un mínimo recomendable;

este valor pudiera rebajarse a otro del orden de 0.50

m en caso de que el suelo fuera extraordinariamente firme

y la estructura ligera. Otra regla digna de tenerse en cuenta en

la práctica es la de apoyar los cimientos siempre abajo de la

capa de tierra vegetal, pues de otra manera pudieran presentarse

posteriormente problemas de muy difícil solución con

plantas en crecimiento, aparte de lo indeseable del suelo

con materia orgánica desde el punto de vista de resistencia y

compresibilidad. También es preciso considerar siempre la posibilidad

de la existencia de cavernas u oquedades en el subsuelo

o la presencia de estructuras subterráneas debidas al

hombre, como por ejemplo ductos, colectores, cables, etc. La

mayor parte de estos problemas pueden resolverse con la

adecuada exploración.

El diseño de una cimentación poco profunda construida sobre

suelos “friccionantes” es particularmente complicado cuando se atiende

al aspecto de asentamientos de la estructura. En efecto, como se

mencionó en el Capítulo III, el problema del cálculo de asentamientos

en arenas dista de estar razonablemente resuelto. Desde luego, todo

lo que en el capítulo mencionado se expuso puede aplicarse a un

problema práctico como norma de criterio, para llegar a tener una


294 CAPITULO V III

idea del orden de las magnitudes en juego. En lo que sigue se proporcionarán

algunas ideas, basadas en el empirismo, que han probado su

utilidad en muchos casos prácticos.

El asentamiento bajo una zapata en arena dependerá, como es

natural, de las características esfuerzo-deformación de ésta; en especial

de la rigidez que presenta a los esfuerzos cortantes, la cual

depende del confinamiento del material y de su propia compacidad.

El primer concepto aumenta en forma toscamente lineal con la profundidad

en una arena, por lo que la mencionada rigidez seguirá

una ley más o menos similar. Teniendo en cuenta que, como se dijo,

el peso específico de una arena sumergida es del orden de la mitad

del no sumergido, puede concluirse que el asentamiento bajo una

zapata en arena sumergida se duplicará aproximadamente respecto

al valor en la misma arena no sumergida, debido a que la presión de

confinamiento en el primer caso depende del valor y'm en vez

del de ym y, por ello, la rigidez del material al esfuerzo cortante se

reduce prácticamente a la mitad. De esta manera, puede verse cómo

la posición del nivel freático influye en la magnitud de los asentamientos

de la arena.

A igual presión de contacto de una zapata en arena, el asentamiento

crece al crecer el ancho de la zapata, si bien con bastante

lentitud; la razón de este hecho estriba en que, al aumentar el anchó

se afectan zonas más profundas en que la rigidez ante esfuerzos

cortantes va siendo más grande.

Para arenas no sumergidas o para casos en que el nivel freático

se encuentre a una profundidad B, ancho de la zapata, o mayor

respecto al nivel de desplante, Peck, Hanson y Thornburn2 proporcionan

gráficas empíricas para obtener la presión de contacto correspondiente

a un hundimiento de 2.5 cm (1 "). Para diferentes anchos

de cimiento y distintas compacidades de la arena, obtenidas por la

prueba estándar de penetración (fig. V III-3).

Los valores de N, número de golpes en la prueba estándar, deberán

obtenerse en su caso, usando las correcciones indicadas en

este mismo inciso. La dimensión B de las gráficas se refiere al ancho

de la zapata, si ésta es cuadrada, o a su minima dimensión, si es

rectangular. Si la arena estuviera sumergida, por lo arriba expuesto

deberán reducirse a la mitad los valores dados por las gráficas para

la presión admisible, correspondiente al asentamiento de 2.5 cm.

En ocasiones se ha usado la gráfica anterior para obtener las presiones

de contacto correspondientes a otros asentamientos diferentes

a 2.5 cm, haciendo la suposición de que el asentamiento es directamente

proporcional a la presión de contacto; asi, por ejemplo, los

valores de la presión de la gráfica, duplicados, corresponderán, para

el resto de las condiciones invariables, a asentamiento bajo la zapata

de 5 cm (2").


MECANICA D E SU ELO S (II)

7

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z

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o

O 1.5 3 4.5 6

A ncho de l a Z a p a t a , B , en m.

FIG . VI11-3. Presión de contado correspondiente a asentamientos de 2.5 cm (1 ") para

zapatas en arena

VIII-6.

Cimentaciones en arcillas homogéneas

En lo referente al aspecto de capacidad de carga, las cimentaciones

poco profundas en arcillas homogéneas pueden calcularse

con las teorías de Terzaghi o de Skempton, tal como se expusieron,

particularizadas pard'íel caso, en el Capítulo VII. Quizá la Teoría

de Skempton sea la más completa para la aplicación al caso en

estudio, pero la Teoría de Terzaghi proporciona valores muy similares

de la capacidad de carga, por lo que la distinción entre ambas

teorías tiene más de académica que de real en cimentaciones poco

profundas.


296 CAPITULO VIII

En cualquiera de los dos casos, la expresión a usar es del tipo:

qe — c N c + yD ; (8-3)

La capacidad de carga última depende ahora esencialmente de

la “cohesión" del material y de la presión actuante al nivel de desplante

(yDf). El ancho del cimiento no interviene si se aplica la

Teoría de Terzaghi y su intervención es indirecta (a través de la relación

de D /B ) en la Teoría de Skempton.

El valor de c puede obtenerse de una prueba triaxial rápida, que

es la que mejor refleja dentro de un criterio de trabajo con esfuerzos

totales, las circunstancias de la cimentación, en que la etapa inicial

antes de la consolidación, suele ser la más crítica. Frecuentemente

suele usarse como alternativa la prueba de compresión simple, algo

más sencilla y rápida de ejecución; sin embargo, hay ciertos aspectos

que hacen preferible la prueba triaxial rápida, cuando la disponibilidad

de equipo y otros factores hagan posible su realización. En

general, la prueba de compresión simple proporciona valores de la

resistencia del suelo ( “cohesión” ) algo inferiores a los de una prueba

rápida; la razón estriba en la falta de soporte lateral que se tiene

en una prueba de compresión simple, lo que hace que cualquier fisura

o pequeña irregularidad estructural se refleje en el resultado de la

prueba; por otra parte, la arcilla en la naturaleza posee siempre un

cierto grado de confinamiento, por lo que, para una cimentación,

suelen considerarse algo más representativos los resultados de una

prueba rápida.

La capacidad de carga en arcillas homogéneas depende también,

según se vio, de la presión existente al nivel de desplante (yD¡). En

este caso existe una diferencia importante en el cálculo, según la

cimentación sea o no impermeable, cuando el nivel de desplante quede

bajo el nivel freático. En el primer caso, al nivel de desplante se

habrá aliviado al terreno en una presión que es la total correspondiente

a esa profundidad; por el contrario, en una cimentación

permeable y por ello llena de agua hasta una altura igual a la del

nivel freático, la descarga efectuada por la excavación no incluye

a la presión del agua, por lo que el término yD¡, debe representar

únicamente la presión efectiva y así debe ser calculado; por ello,

deberá usarse el peso específico sumergido en la parte del suelo

bajo el nivel freático, o bien deberá restarse a la presión total al

nivel de desplante, la presión debida al agua en el mismo nivel.

En arcillas homogéneas el que el nivel de desplante quede bajo

el nivel freático ya no suele ser un problema tan grave como en el

caso de arenas; las arcillas por su impermeabilidad permiten mantener

las cepas de excavación en seco con un bombeo moderado y no

muy costoso. Ahora bien, si la excavación es de gran área y profundidad,

«1 botffteo no se podrá emplear despreocupadamente, pues el

flujo de agua hacia la excavación, en el fondo de la misma, produce


MECANICA DE SUELOS (II) 297

expansiones que posteriormente se traducirán en asentamientos de

la estructura; en estos casos, lo indicado es o bien hacer la excavación

en secciones de área menor o bien recurrir a métodos para

disminuir el flujo del agua hacia el fondo de la excavación, tales

como pozos de captación o similares, que se describirán en el Volumen

III de esta obra.

Otro problema de las excavaciones en arcillas especialmente

de las relativamente profundas, es el que se refiere a la estabilidad de

los taludes de las mismas y a los movimientos verticales y horizontales

que se producen en las zonas adyacentes a la excavación propiamente

dicha. La estabilidad probablemente ya difícil de por sí, por

la baja resistencia común en las arcillas, se ve especialmente comprometida

por el flujo lateral del agua hacia la excavación. La disminución

de la resistencia al esfuerzo cortante que este flujo produce,

así como el efecto de las fuerzas de filtración, son factores que

deben considerarse en cualquier análisis de estabilidad a plazo relativamente

largo. En el Volumen III de esta obra se discutirán métodos

para interceptar el flujo lateral del agua. El tablestacado es

otra de las formas de estabilizar los bordes de una excavación, generalmente

preferible en zonas en que por existir edificaciones vecinas

u otras causas similares, no sean tolerables desplazamientos en el

terreno.

En regiones muy frías, según se explicó en el Capitulo I, el

suelo se congela cuando la temperatura ambiente es inferior a 0°C.

Esto produce expansiones que dependen tanto de factores ambientales

como de la naturaleza del suelo. Una cimentación desplantada

en este suelo se eleva durante la congelación y desciende bruscamente

en el deshielo; para evitar estos efectos perjudiciales, la

cimentación deberá desplantarse a suficiente profundidad. La profundidad

máxima de congelación puede establecerse a partir de la

experiencia local y la profundidad de desplante recomendable por

este concepto será de ese orden en suelos muy susceptibles a la

acción del congelamiento, pudiéndose llegar a la mitad de dicho

valor en suelos poco susceptibles. En la República Mexicana los

espesores máximos de congelamiento son del orden de 40 cm en el

norte del país, por lo que puede decirse que el problema es inexistente,

si se tiene en cuenta lo discutido respecto a la profundidad

de desplante mínima recomendable en cualquier circunstancia.

Un aspecto muy importante en las cimentaciones poco profundas

en arcillas es el relativo a los cambios volumétricos que ocurren

en el suelo al variar su contenido de agua; estas variaciones proceden

por lo general de períodos de estiaje y lluvias, aunque a veces son

causados por factores más limitados, como riego de ciertas áreas o

la existencia de hornos o calderas inadecuadamente aisladas. En

áreas cubiertas de gran extensión el efecto es siempre más notorio

en los bordes que en el centro, más protegido, lo que se traduce en


298 CAPITULO VIII

movimientos diferenciales que causan daños progresivos. En regiones

áridas, basta la reducción de evaporación que produce una vivienda

o un pavimento al cubrir el suelo, para producir humedecimiento

en la zona cubierta, con la correspondiente expansión; las

grietas longitudinales de gran desarrollo que aparecen frecuentemente

en los hombros de las carreteras en estas zonas, tienen este

origen. En las regiones húmedas el efecto es el contrario; cuando por

alguna razón el suelo se seca, sobreviene el enjutamiento y el

agrietamiento y cualquier estructura suprayacente se asienta y se

daña.

A veces, el agua que los árboles absorben es suficiente para producir

cambios de volumen de importancia; esto aparte del efecto

destructor que las raíces pueden ejercer por sí mismas.

Estudios realizados por Holtz y Gibbs en el Bureau of Reclamation

y por Sowers y colaboradores 3•* han permitido ligar la susceptibilidad

de las arcillas a los cambios volumétricos con su índice

plástico y su límite de contracción. Como resultado de tales estudios

ha podido establecerse la siguiente relación empirica, que aparece

en la Tabla 8-1.

TABLA 8-1

Susceptibilidad a cambios

de volumen por

cambios de contenido

de agua

Indice de plasticidad

Regiones

áridas

Regiones

húmedas

Límite de Contracción

Poca 0-15 0-30 12 o más

Poca a media 15-30 30-50 10-12

Media a alta 30 o más 50 o más 10 o menos

Los cambios volumétricos son máximos en la superficie del suelo

y nulos en la profundidad correspondiente al nivel freático; cuando

éste no aparece dentro de la zona sujeta a cambios, la profundidad

de esta zona es muy variable, dependiendo de los factores que provoquen

la variación y de la naturaleza del suelo.

La profundidad de desplante deberá de quedar siempre bajo la

zona sujeta a cambios volumétricos, cuando ésta puede ser determinada.

Si esto último no es posible, el problema ha de ser resuelto

con criterio y experiencia ceñidos a las condiciones locales.

En cimentaciones poco profundas en arcillas homogéneas el problema

de asentamientos por consolidación suele ser el factor dominante

en su comportamiento, de manera que la presión admisible

desde el punto de vista de la resistencia del suelo suele quedar limitada

por el valor que produzca el máximo asentamiento tolerable

para la estructura que se desea cimentar.

Los asentamientos por consolidación se calculan recurriendo a la

Teoría de la Consolidación Unidimensional con Flujo Vertical, que


MECANICA DE SUELOS (II) 299

se describió en el Volumen I de esta obra. Calculando los asentamientos

que corresponden a cada elemento de la cimentación pueden

obtenerse los asentamientos diferenciales, que son los que a fin de

cuentas suelen interesar al proyectista de la estructura. Debe tenerse

en cuenta que al calcular el asentamiento producido bajo una zapata,

por ejemplo, deben hacerse intervenir las presiones que transmiten

otras zapatas vecinas, situadas a distancias en que su influencia alcance

a hacerse notar.

En el cálculo de asentamientos por consolidación sólo deben intervenir

las cargas muertas y las vivas permanentes, pues las cargas

accidentales o transitorias actúan un tiempo pequeño en comparación

al requerido para influenciar un proceso de consolidación.

Los asentamientos diferenciales que una estructura puede tolerar

dependen de su función y de características de la propia estructura

y no puede darse un criterio general al respecto; en este punto el

ingeniero especialista en suelos ha de quedar subordinado a las necesidades

del ingeniero estructural.

Los asentamientos totales son muy importantes cuando existen

estructuras vecinas a la considerada que pueden sufrir perjuicios por

el movimiento de ésta o cuando existan instalaciones, ductos, etc.,

que no soportan sin daño los hundimientos resultantes.

VIII-7.

Cimentaciones en arcillas fisuradas

Frecuentemente, por procesos sufridos por las arcillas a lo largo

de su historia geológica, se presentan en su estructura masiva multitud

de fisuras muy próximas, siguiendo una o más direcciones predominantes.

En estas condiciones se tiene la dificultad práctica de no

poderse labrar los especímenes necesarios para la realización de

una prueba de resistencia al esfuerzo cortante. Además, si una muestra

pudiera lograrse, las pruebas en sí serían de interpretación insegura,

pues la resistencia obtenida resultaría menor que la real; en una

prueba de compresión simple, por la falta de confinamiento lateral,

el error sería máximo, pero aún en una prueba rápida las fisuras

supondrían planos de debilitamiento que influenciarían los resultados

a no ser que la presión hidrostática de confinamiento fuera muy

elevada.

A veces, en los laboratorios, se logran los especímenes por el

procedimiento de elegir en una masa relativamente grande, por ejemplo

una muestra cúbica, un fragmento relativamente libre de fisuras;

no hay que decir que los resultados de las pruebas realizadas gracias

a este subterfugio tienen el defecto de ser poco representativos.

Quizá el mejor recurso para valuar la resistencia de una arcilla

f¡surada para fines de cálculo de una cimentación, sea el realizar

pruebas de carga con una placa, directamente sobre el terreno. Este


300 CAPITULO VIII

procedimiento, no exento de defectos y limitaciones de importancia,

ha rendido muchas veces buenos resultados prácticos.

En esencia el método consiste en cargar un terreno con una placa

metálica cuadrada o circular, de unos 50 cm de lado o diámetro,

llevándola a la falla. Considerando la presión de falla como la capacidad

de carga última del terreno, es posible, operando a la inversa

una fórmula del tipo 8-3, obtener el valor del parámetro c. Lá

placa se coloca a diferentes profundidades dentro del estrato en estudio,

generalmente haciendo una prueba cada metro, dentro de la

profundidad afectada por el futuro cimiento. En el Anexo V lII-b

se describe someramente la técnica de la prueba de carga y se

discuten sus limitaciones más importantes.

Una vez determinado el valor de la resistencia, con las arcillas

fisuradas se puede proceder como con las homogéneas, ya estudiadas

anteriormente en este capítulo. Sin embargo, en el caso de los taludes

de las excavaciones, la resistencia obtenida en la forma arriba descrita

no puede utilizarse para análisis de estabilidad; de hecho, esta

estabilidad puede calcularse muy difícilmente y el problema suele resolverse

con elementos de retención suficientes, cuando, por alguna

razón, los taludes de la excavación no pueden tenderse a voluntad.

VIII-8.

Cimentaciones en limos y loess

Actualmente se han perdido bastante los atributos distintivos de

los suelos cuyo rango de tamaños cae en lo que las antiguas clasificaciones

granulométricas llamaban limos. Hoy en los limos se distinguen

dos tipos, los plásticos y los no plásticos. El comportamiento

mecánico de los primeros se asimila al de las arcillas de plasticidad

baja o media; el de los segundos se asimila al de las arenas muy

finas. Los limos pueden deber su plasticidad a un porcentaje de

partículas de forma laminar o a su contenido de materia orgánica.

JEl polvo de roca es el típico ejemplo de un limo no plástico, con

Índice de plasticidad prácticamente nulo, en tanto que los limos orgánicos

que se encuentran en depósitos masivos, fluviales o lacustres

suelen presentar características de plasticidad acentuadas.

La prueba de penetración estándar suele utilizarse para determinar

la consistencia de los limos; se considera que si el número de golpes

en la prueba es menor que 10, los limos son sueltos o suaves e inadecuados

para soportar cimientos. Cuando N es mayor que tal

límite se considera que el material puede servir para los efectos señalados

y, en tal caso, la cimentación se calcula con los procedimientos

indicados para arenas, si el limo es no plástico, o con los

procedimientos indicados para arcillas, si el limo es plástico.

En el caso de limos plásticos normalmente consolidados, bajo el

nivel freático, los asentamientos constituyen un problema de impor-


MECANICA DE SUELOS (II) 301

tanda, comparable al que se presenta en arcillas; su cálculo puede

hacerse a partir de la Teoría de la Consolidación de Terzaghi, con

base en las correspondientes pruebas de laboratorio.

En limos sueltos o suaves, no adecuados para soportar cimientos,

puede recurrirse al empleo de cimentaciones compensadas, descritas

más adelante en este mismo capítulo, o bien a cimentaciones profundas,

analizadas en el Capítulo IX.

En muchos limos, la resistencia al esfuerzo cortante es debida,

además de la fricción entre las partículas, a algo de cohesión producida,

por ejemplo, por un cementante. La mejor manera de determinar

esa resistencia al esfuerzo cortante es recurrir a la realización

de pruebas triaxiales, que permitan definir claramente la envolvente de

resistencia del material. La prueba de compresión simple puede dar

valores muy exagerados de la cohesión del material, a causa de la

compresión existente entre las partículas, debida a la presión capilar

del agua intersticial en el espécimen, que equivale a un confinamiento

de importancia y que, por lo tanto, es una resistencia debida

a fricción. La contribución real de la cohesión y de la fricción producto

de presión capilar puede ponerse de manifiesto en la prueba

de compresión simple repitiendo ésta con espécimen totalmente sumergido

en agua; si el espécimen se derrumba o su resistencia es

mucho menor que la del espécimen probado en el aire, quedará establecido

que lo que aparentaba ser cohesión es, en realidad, resistencia

por fricción desarrollada por tensión capilar en el agua.

El loess es, como se describió en el Capítulo I del Volumen I de

esta obra, un material de depósito eólico, formado por partículas del

tamaño del limo o de la arena fina, ligadas por un cementante. La

estructuración del material es abierta, de un tipo intermedio entre

una estructura simple típica y una panaloide y a ella corresponden

relaciones de vacíos relativamente altas.

Una característica fundamental de los depósitos de loess, desde

el punto de vista de su capacidad para sostener una cimentación,

es su poca uniformidad; en estos depósitos la resistencia puede variar

grandemente en distancias o profundidades pequeñas. La prueba de

penetración estándar es muy útil para verificar esta uniformidad,

pero en cambio puede dar valores bajos de la resistencia, a causa

de que la peculiar estructura del material facilita la penetración del

muestreador.

Por sus especiales características el loess es un material en que

es particularmente difícil calcular la capacidad de carga con métodos

teóricos; asi, este es otro caso en que las pruebas de carga

pudieran ser de utilidad, dosificándolas con criterio, de acuerdo con

la uniformidad del depósito.

Los loess son generalmente depósitos no saturados, pero cuando

se saturan el cementante se ablanda o se disuelve, perdiendo el con­


302 CAPITULO VIII

junto su cohesión. En estas condiciones, su estructura sufre un colapso,

que se traduce en un asentamiento brusco, posiblemente muy

perjudicial. La elevación del nivel freático, el riego, fugas de agua

de tuberías o la simple exposición a lluvias fuertes son elementos de

saturación comunes que deben evitarse.

VIII-9.

Cimentaciones en suelos estratificados

Todas las Teorías de Capacidad de Carga expuestas en el Capítulo

VII y aplicadas a diferentes casos más atrás en este mismo

capítulo son válidas únicamente para suelos homogéneos; la estratificación

plantea un problema de heterogeneidad en principio no

resuelto.

La frecuencia con que en la práctica se presentan cimentaciones

poco profundas en suelos estratificados ha obligado, por otra parte,

al uso de soluciones aproximadas con las que se espera poder llegar

a resultados razonables. Frecuentemente, las soluciones empleadas

para el caso están claramente inspiradas en las obtenidas para materiales

homogéneos.

Los casos más frecuentes de estratificación en la práctica son

aquellos en que un estrato de arcilla firme se presenta sobre otro de

arcilla suave o en que un estrato friccionante sobreyace a otro

cohesivo poco resistente.

En estos casos, el efecto de la estratificación es una distorsión

en la superficie de falla, que tiende a crecer en el estrato débil y a

tener desarrollos mínimos en el más fuerte. Obviamente, para que

lo anterior suceda es preciso que la frontera del estrato débil no esté

muy lejana del desplante del cimiento; en caso contrario, no se sabe

muy bien cual sea el efecto de la presencia del estrato débil, pero

su efecto va haciéndose de menor importancia, según la separación

aumenta, al grado que cuando la separación es del orden de 2B, el

efecto Je su presencia es prácticamente despreciable.

Para el caso de la secuencia de dos estratos arcillosos saturados,

Button5 ha propuesto una solución basada en el análisis de superficies

cilindricas de falla; los resultados de su método aparecen

en la fig. VIII-4, en la que se dan los valores del factor de capacidad

de carga Nc, modificado para tomar en cuenta la presencia del

estrato inferior, en función de la relación d/B, en que d es el espesor

del estrato superior y B el ancho del cimiento y de la relación de las

cohesiones de ambos estratos.

La solución de Button cubre tanto el caso mencionado, en que el

estrato más resistente es el superior, como el caso inverso, quizá

menos frecuente en la práctica. En la gráfica se ve que el efecto del

estrato débil es disminuir la capacidad de carga del fuerte y esta

disminución depende tanto de la relación de cohesiones de ambos


MECANICA DE SUELOS (II) 303

F IG . Vlll-4. Solución de Button para un sistema de dos estratos cohesivos

estratos, como de la relación d/B. Por el contrario, cuando el estrato

débil está arriba, el hecho de tener un estrato resistente abajo hace

que su capacidad de carga aumente. Si el estrato inferior es mucho

más resistente que el superior, la superficie de falla es tangente a

éste y no influye en la capacidad de carga del cimiento la resistencia

del estrato inferior, por alta que sea; esto se pone de manifiesto,

para una cierta relación d/B, por la horizontalidad de las lineas de

la figura, después de que se alcanza un cierto valor de la relación

Si los estratos no son puramente cohesivos, no existen soluciones

del tipo de la de Button, arriba tratada. En este caso la estratificación

puede ignorarse, calculando la capacidad de carga del cimiento sobre

un suelo ficticio homogéneo, obtenido promediando proporcionalmente

valores de los parámetros de resistencia de los dos estratos. Sin

embargo, para poder hacer esto es necesario que las características

de los dos estratos no sean demasiado diferentes, en cuyo caso el

promedio no tiene sentido. Suele considerarse que ya no pueden promediarse

valores que difieran entre sí más de un 50%, dentro de

la profundidad significativa del cimiento.

Cuando se tiene un estrato resistente con cohesión y fricción

sobre un estrato débil, en condiciones tales que no pueda hacerse

el promedio proporcional arriba propuesto, en la práctica se ha


304 CAPITULO VIII

recurrido, para tomar en cuenta la presencia del estrato débil a un

artificio que hace uso de la Teoría de Boussinesq. Según éste, se

compara la capacidad de carga del estrato débil, calculada suponiendo

que el cimiento llega al nivel de su frontera superior y considerando

al estrato suprayecente como una sobrecarga, con el esfuerzo

máximo que el cimiento le envía desde su verdadero desplante,

calculado éste con la Teoría de Boussinesq. De este modo, la

capacidad del estrato débil puede limitar al esfuerzo admisible de

proyecto para la cimentación. En el cálculo del esfuerzo máximo

transmitido por el cimiento deben hacerse intervenir cimientos vecinos,

colocados a distancias en que se alcance a sentir su presencia.

VIII-10.

Capacidad de carga admisible. Factor de seguridad

Todas las capacidades de carga que hasta ahora se han mencionado

corresponden, como repetidamente se ha insistido, a valores

a la falla, es decir, a valores tales que si esos esfuerzos se comunicaran

al material, este quedaría en estado de falla incipiente. Huelga

decir que estos valores no son los que en la práctica se asignan a

las cimentaciones reales. Nace así el concepto de capacidad de carga

admisible o de trabajo, que es con la que se diseñará una cimentación,

La capacidad de carga admisible en un caso dado será

siempre menor que la de la falla y deberá estar suficientemente

lejos de ésta como para dar los márgenes de seguridad necesarios

para cubrir todas las incertidumbres referentes a las propiedades de

los suelos, a la magnitud de las cargas actuantes, a la teoría específica

de capacidad de carga que se use y a los problemas y desviaciones

de la construcción.

En la práctica se ha generalizado la costumbre simplista de

expresar la capacidad de carga admisible por una fracción de la

capacidad de carga a la falla, obtenida dividiendo ésta entre un

número mayor que 1, el cual se denomina factor de seguridad (F ,).

Sin embargo, por lo menos para el caso de suelos puramente cohesivos,

el anterior criterio es erróneo, tanto desde el punto de vista

conceptual, como del punto de vista., del valor numérico de la capacidad

de carga que con él se obtiene.

En efecto, considérese de nuevo el modelo mecánico de la balanza

de Khristianovich, descrito en el párrafo VI-1, en el que se

desea calcular el máximo Q que puede ponerse en un platillo, cuando

en el otro actúa ün peso P y cuando existe un cierto monto de fricción

en las guías de la balanza, sin que el platillo con Q baje y el otro

suba, produciéndose el desequilibrio. Ya se dijo que la Q máxima

compatible con el equilibrio es igual a P más el valor de la fricción

desarrollada en las guías, que colabora al equilibrio de la balanza,

oponiéndose ahora a Q. En el caso de que se quiera tener cierto


grado de seguridad contra el desequilibrio de la balanza, pudiera

ocurrirse reducir el valor de Q, por ejemplo a la mitad en cuyo caso

pudiera pensarse a la ligera que se estaba aplicando un factor de

seguridad de 2 al desequilibrio de la balanza. De este modo,

en un platillo quedó P, en el otro Q/2 y, además actúa la fricción.

Sin embargo, hacer esto, posiblemente produjo el desequilibrio de la

balanza en sentido contrario; es decir, levantándose el platillo con

Q/2 y bajando el platillo con P; para que este desequilibrio ocurra

bastará que la diferencia P — Q/2 sea mayor que la fricción en las

guías. De este modo, al disminuir la carga Q a la mitad, no se produjo

seguridad, sino desequilibrio. Es evidente en este caso que el factor

de seguridad debe aplicarse únicamente a aquella parte de Q que

exceda al valor de la carga del otro platillo P. La condición de máxima

seguridad corresponde al caso P — Q. en el que toda la fricción

garantiza el equilibrio de la balanza.

Análogamente, en el caso de una cimentación en suelo puramente

cohesivo, se vio que la capacidad de carga última está dada por una

expresión del tipo:

qc — cNc + yDf

Si se medita sobre lo dicho en la sección V I-1, se ve que qc representa

la carga de un platillo, yD¡ la carga en el otro y el término

debido a la resistencia del suelo, cNc. la fricción en las guías de la

balanza. Razonando como antes se concluye que la condición de máxima

seguridad es

qc = y D f

Pues entonces la resistencia del suelo está toda en reserva. En

el caso de aplicar un factor de seguridad, éste deberá actuar sólo

sobre la parte de qc que exceda a yD¡, es decir, sobre cNc. De este

modo resulta:

qai = ^ l + yDf (8-4)

donde qai es la capacidad de carga admisible o de trabajo. El criterio

ahora expuesto, conduce a conclusión bien distinta a la que se

llega dividiendo toda la capacidad de carga de falla entre el factor

de seguridad. De hecho, esta última operación pudiera, como en el

caso de la balanza, conducir a valores inseguros y, en todo caso,

llevará a soluciones antieconómicas.

En el caso de suelos puramente friccionantes, la capacidad de

carga es mucho mayor que la presión actuante al nivel de desplante,

por lo que el dividir la capacidad de carga última total entre un

factor de seguridad produce un error, que si bien conceptualmente

21—Mecánica de Suelos II

MECANICA DE SUELOS (II) 305


306 CAPITULO VIII

hablando es idéntico al comentado para suelos puramente cohesivos,

es en cambió, numéricamente muy pequeño; por esta razón la capacidad

admisible de un suelo friccionante suele obtenerse en la práctica

con la mencionada expresión simplista:

qas = *- (8-5)

Los valores de F e a usar en un caso dado en la práctica pueden

variar algo según la importancia de la obra y el orden de las incertidumbres

que se manejen; en rigor debería de ser diferente en cada

caso y producto de un estudio de ese caso. Sin embargo, en aras de

simplicidad, existen valores típicos aceptados por la costumbre que

se aplican a las cimentaciones poco profundas. Así, si en el análisis

de las cargas actuantes se consideran sólo las permanentes es recomendable

usar un F , mínimo de 3. Si se toman en cuenta cargas

permanentes y carga viva eventual, el valor anterior puede reducirse

a 2 o 2.5. Si, además, se consideran efectos de sismo en regiones de

tal naturaleza, el factor de seguridad puede llegar a tomar valores

tan bajos como 1.5.

A veces es conveniente verificar el factor de seguridad correspondiente

a los tres casos anteriores independientemente.

Todo lo anterior se refiere a problemas de falla en las cimentaciones;

sin embargo, como ya se dijo, hay casos en que el asentamiento

representa la condición dominante. En estos casos habrá de

usarse una capacidad de carga aún menor que la admisible y tal

que los hundimientos del subsuelo sean compatibles con el buen

funcionamiento de la estructura.

Vm-11.

Cimentaciones compensadas

El principio en que se basan estas cimentaciones es bien sencillo;

se trata de desplantar a una profundidad tal que el peso de la tierra

excavada iguale al peso de la estructura, de manera que al nivel de

desplante el suelo, por así decirlo, no sienta la substitución efectuada,

por no llegarle ninguna presión en añadidura a la originalmente

existente.

Este tipo de cimentación exige, por supuesto, que las excavaciones

efectuadas no se rellenen posteriormente, lo que se logra o con losa

corrida en toda el área de cimentación o construyendo cajones huecos

en el lugar de cada zapata. El primer tipo de cimentación es usual en

edificios compensados, el segundo en puentes, por ejemplo.

Las cimentaciones compensadas han sido particularmente utilizadas

para evitar asentamientos en suelos altamente compresibles, pues,

teóricamente, los eliminan por no dar al terreno ninguna sobrecarga.


MECANICA DE SUELOS (II) 307

Sin embargo, como el proceso de carga no es simultáneo con el de

descarga, resultado de la excavación, tienen lugar expansiones en el

fondo de ésta, que se traducen en asentamientos cuando, por efecto

de la carga de la estructura, dicho fondo regrese a su posición original.

Así. los problemas principales de una cimentación compensada

emanan de la excavación necesaria, generalmente profunda.

Todo lo anterior se refiere a las cimentaciones denominadas de

compensación total, en las que el peso de la estructura es igual al

de la tierra excavada. También existe, por supuesto, la compensación

parcial, en donde el peso de la tierra excavada compensa únicamente

una parte del peso de la estructura, en tanto que el restante se toma

con pilotes o descanso sobre el terreno, si es que la capacidad de

carga y la compresibilidad de éste lo permiten.

En el Anexo VIII-c se dan ideas complementarias sobre cimentaciones

compensadas.

VIII-12.

Cimentaciones en roca

El problema de las cimentaciones en roca es bien diferente del

que se tiene en las cimentaciones ordinarias sobre suelo; en realidad,

corresponde más bien su estudio a la Mecánica de Rocas, nuevo campo

de la Ingeniería, en rápida expansión. Sin embargo, en aras de

complementar la exposición correspondiente a este capítulo, en lo

que sigue se dan algunas ideas sobre cimentaciones construidas sobre

roca.

En las cimentaciones sobre roca, el asentamiento no suele ser

una limitación para el diseño, pues dada la rigidez del material, suele

ser completamente despreciable. La resistencia del material al esfuerzo

cortante tampoco suele ser condición critica en una roca, considerada

masiva. Los problemas emanan ahora de dos fuentes; por un

lado de los defectos, tales como grietas o fisuras, que la roca pueda

tener y por otro, de los altos esfuerzos que soporta la estructura

propiamente dicha que constituye la cimentación, emanantes de las

altas presiones de contacto que se toleran.

La resistencia de una roca suele obtenerse de una prueba de

compresión simple o suele estimarse. También ahora las pruebas

de tipo triaxial son más convenientes, pero el equipo y el personal para

su realización no están disponibles frecuentemente, por lo que generalmente

el dato con el que se ha de trabajar es q„, resistencia a la

compresión simple. Si tal es el caso, es usual suponer <j>~ 0, lo cual

no es realmente correcto, según indican las pruebas triaxiales, y

calcular.


308 CAPITULO VIII

Con este valor de c, la capacidad de la roca puede calcularse con

alguna de las teorías ya tratadas, utilizando una expresión del tipo

qe —cNc. Una vez calculada la capacidad de carga a la falla, puede

usarse un factor de seguridad del orden de 3 para obtener la capacidad

de trabajo.

Uno de los problemas prácticos que puede presentar la roca como

material de cimentación es que se presente en un manto inclinado,

sobre el que haya peligro de que deslice la cimentación. Esto puede

ocurrir cuando la inclinación de la roca sea mayor que 30°, hasta

cuyo límite puede decirse que las normales precauciones de construcción

para lograr una buena adherencia entre la roca y el concreto

de los elementos de cimentación, bastan para prevenir el peligro. En

inclinaciones mayores debe recurrirse a anclajes, escalonamientos e

ideas similares que combatan el riesgo de deslizamiento.

Si la roca sobreyace a suelos blandos, debe tenerse en cuenta que

la deformación de éstos puede afectar a aquéllas; el riesgo de que la

capa de roca falle por flexión puede, por su parte, analizarse con las

técnicas que sirven para diseñar un pavimento rígido, expuesto en un

capítulo posterior de este volumen.

En roca agrietada, fisurada o junteada, han de ser las zonas más

débiles las que limiten las cargas de diseño a emplear en un caso

dado y, en estos casos, conviene elevar el factor de seguridad que se

utilice a valores del orden de 5 o aún mayores.

Un riesgo de importancia por su frecuencia en ciertos tipos de

rocas como calizas por ejemplo, es la presencia de oquedades, o cavernas

dentro de la profundidad que afecta la cimentación y bajo ella.

Siempre deberá explorarse convenientemente el terreno de cimentación

para excluir esta posibilidad. Si las cavernas existen y su techo

ofrece peligro de no sustentar la cimentación será necesario corregir

el defecto, rellenándolas o prolongando la cimentación hasta su piso.

También exige cuidado el colocar un cimiento en un corte o talud

de roca, especialmente si las grietas o juntas que ésta pudiera presentar

tuviesen un echado hacia el corte o talud. Ahora es de gran

importancia la naturaleza del material que pueda llenar las grietas,

sobre todo en lo referente a su estabilidad ante agua y a su plasticidad.

En casos como éstos, el uso de banderillas metálicas de anclaje

ha sido de utilidad.

En la fig. VIII-5 se presentan gráficamente algunos de los problemas

frecuentes en cimientos sobre roca, con algunas soluciones

usadas en la práctica.

Vm-13.

Cimentaciones en taludes

Meyerhof7 ha propuesto un método para tomar en cuenta el

hecho de que un cimiento se encuentre desplantado en las proxi-


MECANICA DE SUELOS (II) 309

a) Situación inconveniente producto

do exploración defectuosa

b) Anclaje para prevenir deslizamiento

SUELO

SUELO BLANDO

c) Falla por flexión a causa de

la cadencia de un suelo blando

subyacente a una capa de

d) Cimentación en talud, con

echado desfavorable, ilustrando

el uso de banderillas

de anclaje

e) Relleno con concreto de grandes

grietas

f) Presencia de cavernas bajo la

cimentación (inadmisible)

FIG. V I11-5. Problemas relacionados con cimentaciones en roca


310 CAPITULO V III

midades de un talud, a fin de evitar que su presencia produzca la

falla de éste por deslizamiento. En el Anexo VlII-d se presentan

las gráficas respectivas, que limitan la capacidad de carga por este

concepto; dichas gráficas se refieren a cimientos continuos.

VIII-14.

Socavación

Una corriente de agua que se desplaza en su cauce o en una zona

de inundación tiene una cierta capacidad de suspender y arrastrar

partículas sólidas que constituyen el lecho sobre el que ocurre el

flujo. Este movimiento de material sólido en corrientes aluviales es

un fenómeno complejo que depende de diversos factores, tales como

la configuración geológica y topográfica del cauce, las características

del material de arrastre y las características hidráulicas de la corriente.

Esto produce la llamada socavación normal en el lecho de la

corriente. Cuando se coloca un obstáculo dentro del cauce, como

una pila de apoyo de un puente, se modifican localmente las condiciones

de escurrimiento, cambiando en consecuencia la capacidad

de arrastre en la zona vecina a la obstrucción. Si esta capacidad es

mayor que la proporción con que la corriente alimenta a la zona

con material sólido, se producirá en ésta una socavación adicional

a la normal de la corriente; en caso contrario se producirá un

depósito.

F a lla p o r socavación (c a rre te ra costera d e l P a c ific o en G u e rre ro )

Es evidente que el conocimiento de la profundidad a que puede

llegar la socavación total y las características de este fenómeno son

de fundamental importancia para el diseño de cimentaciones poco


MECANICA DE SUELOS (II) 311

profundas, en el caso de puentes y aún de otras estructuras construidas

en zonas inundables. Innumerables fallas de puentes han

ocurrido cuando la profundidad de desplante de las pilas ha quedado

arriba del nivel alcanzado por la socavación normal, más la adicional

impuesta por los obstáculos que la cimentación representa.

El problema de determinar el poder de socavación normal de

una corriente es uno de los más complicados a los que puede enfrentarse

el ingeniero, pues la socavación producida durante al aumento

de capacidad de arrastre que el río adquiere en creciente por aumento

de velocidad, se rellena cuando la corriente vuelve a su estado

normal, no quedando huella aparente del fenómeno.

Se han intentado soluciones teóricas del problema, pero dadas

las incertidumbres envueltas, su valor es hasta cierto punto dudoso.

La otra fuente de conocimiento disponible es la que emana del análisis

de corrientes reales o de experimentos en modelos de laboratorio;

estos estudios son los más prometedores y de hecho han rendido ya

resultados prácticos muy satisfactorios.

En muchos ríos, la profundidad normal de socavación es del

orden de la diferencia de los tirantes en condiciones ordinarias y en

creciente máxima, pero este dato no puede considerarse regla confiable,

pues se han encontrado corrientes en que la socavación alcanza

el triple y aún más de tal valor y otros casos en que, por el contrario,

dicho valor es exagerado.

En el Anexo VHI-e se dan algunas reglas para calcular la

profundidad de socavación y se describe un método propuesto para

impedir, por lo menos parcialmente, que se produzca. También en el

Volumen III habrá un Apéndice dedicado al tema.

Vni-15. Falla de fondo en excavaciones de arcilla

Cuando se construyen excavaciones para fines de cimentación

se plantean una gran cantidad de problemas prácticos, algunos de los

cuales ya han sido someramente tratados en párrafos anteriores. Sin

embargo, no se ha mencionado el que constituye una de las causas

de falla más frecuentes y peligrosas en excavaciones abiertas en

arcillas: la falla del fondo de la excavación,

En este tipo de falla ocurre un asentamiento del terreno vecino,

acompañado por el levantamiento generalmente rápido del fondo de

la excavación; lo que sucede es que el material vecino fluye hacia el

centro de la excavación, que se levanta correspondientemente. Este

tipo de falla ha sucedido en zanjas para tubos y drenajes y en excavaciones

relativamente profundas.

Las excavaciones para fines de cimentación se realizan lo suficientemente

rápidas como para que sean despreciables los cambios

en presión neutral dentro de la arcilla, por lo que todos los análisis


312 CAPITULO VIII

de estabilidad pueden hacerse con datos provenientes de pruebas

triaxiales rápidas.

La capacidad de carga de una arcilla, a la profundidad Uf esta

dada, por ejemplo según la fórmula de Skempton (Capítulo V II), por

qc - cNc + Y D}

Si sobre el suelo existe una sobrecarga de magnitud q, el valor

de qc pasa a ser

qc = cNc + Y Df + q ( 8-6 )

En el segundo miembro de la ec. 8-6, el término cNc representa

la resistencia del suelo a lo largo de una superficie de falla,

en tanto que el término yD¡ + q representa el esfuerzo al nivel de desplante

debido al peso del suelo suprayacente y a las sobrecargas

que hubiere. En el caso de una excavación, en el instante de falla

de fondo incipiente (fig. VIII-6), la resistencia a lo largo de la superficie

de falla (cNc) se opone al flujo del material del talud hacia

el fondo de la excavación, a donde tiende a moverse por efecto de la

presión yD¡ + q. Es evidente que, en el instante de falla de fondo

incipiente, se tendría:

(8-7)


MECANICA DE SUELOS (II) 313

La fórmula 8-7 da la profundidad máxima a que puede llevarse

la excavación, sin que falle por fondo. En la realidad, será necesario

adoptar una precaución adicional por medio de un factor de seguridad;

así

de donde

y D í + q = ^ (8-8)

F . = (8-9)

Y D¡ + q

La expresión 8-9 permite calcular la seguridad de la excavación

contra falla de fondo. En la práctica un valor de 1.5 para F ,

parece ser suficiente en todos los casos, pues la aproximación de

los cálculos resulta del orden de ± 20% , cuando se les compara

con los resultados obtenidos de fallas reales.10

Una observación de interés es que la falla de fondo es independiente

de la falla del talud como tal y no es causada por un mal

ademado de los mismos. De hecho en una excavación no ademada

la falla de talud siempre ocurre antes que la de fondo, pues el

número de estabilidad de un talud es como mínimo 4 y como máximo

5.3 (recíprocos de 0.25 y de 0.181, respectivamente), como se vio

en el Capítulo V, números que son menores que 6.2, valor mínimo

de N c, según la teoría de Skempton, para una excavación cuadrada.

Así, tóericamente, la falla de fondo sólo puede ocurrir en excavaciones

ademadas, en que la falla de los taludes está restringida; sin

embargo, la distorsión que la falla de fondo implica, puede llevar

a la excavación a un colapso más general.

ANEXO VHI-a

Consideraciones adicionales sobre el contacto suelo-estructura

En el párrafo III-a.2 del Anexo Ill-a se dieron algunas fórmulas

para calcular dentro de la Teoría de la Elasticidad, los asentamientos

bajo áreas circulares y rectangulares uniformemente cargadas. El

asentamiento total así obtenido puede dividirse en dos partes: el

debido a la distorsión del medio (cambio de forma) y el debido a

cambio de volumen. La influencia de uno u otro dentro del total, en

medios linealmente elásticos, puede cualificarse haciendo variar convenientemente

el valor de la relación de Poisson, p. En efecto, si

p = 0.5 se tiene el material incompresible, según la teoría lineal


314 CAPITULO VIII

de la Elasticidad, por lo que el asentamiento que en él se pro

duzca tiene que deberse exclusivamente a cambio de forma. Así 1¡

expresión:

8C= ( 1 - p 2)-g-D (3-a.4)

ya vista para el caso del asentamiento bajo el centro de un área

circular uniformemente cargada, particularizada para p = 0.5, dará

la parte de 8< que se debe a cambio de forma únicamente.

8c = 0.75 g -D

(8-a.l)

Por otra parte, según la Elasticidad, no puede haber un valor

de p más diferente de 0.5 que el valor p = 0. En un material con

tal constante, el asentamiento total bajo la placa sería

8C= -g- D (8-a,2)

Puede pues verse que, en los casos más distantes, el asentamiento

por cambio de forma representa un 75% del asentamiento total, de

donde se deduce que el valor relativo del hundimiento por cambio

de volumen no excederá de un 25% del total.

El anterior es, por supuesto, un razonamiento estrictamente teórico

y con él se llega a conclusiones bastante razonables para los

materiales que poseen circunstancialmente un comportamiento linealmente

elástico, tales como el acero: sin embargo, en suelo las cosas

son bien distintas, pues, por ejemplo en las arcillas, el asentamiento

por cambio de volumen (consolidación) es mucho mayor que el de

distorsión, al grado de que este último suele ignorarse sin cometer

con ello un error serio; en estos campos, la utilidad de las fórmulas

tales como las 3-a.4 se reduce, para el caso de arcillas saturadas, a

un medio más o menos tosco para el cálculo de asentamientos inmediatos,

anteriores a todo proceso de consolidación. En estas condiciones,

es obvio que el valor de p conveniente será p = 0.5. La aplicación

quizá más importante de estas ecuaciones en la práctica es

el cálculo de deformaciones bajo carga transitoria, como el viento, o la

interpretación de pruebas de carga de muy corta duración.

Considerando las limitaciones señaladas, puede resultar útil generalizar

la expresión 3-a,4, de modo que resulte aplicable a otras

formas de placa cargada. En efecto, el asentamiento bajo una placa

flexible uniformemente cargada puede, en general, expresarse como:

i __n,2

Z = ^ - p B h (8-a,3)


MECANICA DE SU ELO S (II) 315

donde B es el ancho del elemento transmisor de la carga, h es

un factor de influencia que depende del punto en que se mida el asentamiento

y de la forma del área cargada y las demás letras tienen

los significados normales.

En la Tabla 8-a.l se dan algunos valores-útiles de la1.

TABLA 8-a.l

Valores de le

Forma del área

cargada.

Bajo el

Centro

Bajo la

Esquina

Promedio

Cuadrado 1.12 0.56 0.95

Rectángulo (L/B = 2) 1.52 0.76 1.30

(L/B = 5) 2.10 1.05 1.83

(L/B = 10) 2.54 1.27 2.20

Círculo * 1.00 0.64 (borde) 0.85

* Usando D, diámetro, en lugar de ñ, ancho, en la expresión 8-a.3.

Nótese que en áreas rectangulares, el asentamiento bajo una

esquina es la mitad que bajo el centro del rectángulo.

El asentamiento elástico crece linealmente con la presión, p. y

con el ancho del cimiento, B.

ANEXO VHI-b

Pruebas de carga en Arcillas Fisuradas

Para efectuar una prueba de carga con placa, para fines de cálculo,

de cimentaciones poco profundas, la placa deberá colocarse centrada

en el fondo de una excavación, cuyo ancho sea del orden de cuatro

veces el diámetro o lado de la placa y cuya profundidad sea la del

nivel a que se desea calcular la capacidad de carga. La razón de la

especificación sobre el ancho de la excavación es eliminar el término

que se refiere a la sobrecarga (y D¡) de la fórmula a usar, para lo

cual es preciso que quede excavada a los lados de la placa una zona

suficiente para abarcar las zonas de falla que se desarrollen.

El lado o diámetro de la placa depende fundamentalmente del

espaciamiento de las fisuras en el suelo, del tamaño del cimiento y

del grado de uniformidad de la arcilla en lo referente a resistencia.

Sin embargo, la experiencia ha comprobado que una placa de 50


316 CAPITULO VIII

cm de lado o diámetro, según sea cuadrada o circular, satisface todas

las exigencias.

La placa deberá tener sobre el suelo un apoyo completo, por lo

que es recomendable colocar entre la placa y el suelo una pequeña

cama de arena del mínimo espesor suficiente para rellenar las irregularidades

del fondo de la excavación.

El dispositivo de carga puede ser de dos tipos. Uno, muy simple

y económico, que consiste en una pequeña estructura de madera o

acero colocada sobre la placa, con una plataforma en la que se colocará

la carga como lastre. El segundo, más elaborado, en el cual

se da la carga con un gato hidráulico, que reacciona contra una viga

metálica o una pequeña estructura, las que se anclan en el terreno

o se lastran suficientemente. En la fig. VIII-b.l se muestran esquemas

de estos dispositivos.

FIG. V III-b.l. Esquemas de dispositivos para pruebas de carga de placa

a) Con plataforma

b) Con viga lastrada

c) Con estructura anclada

El uso del gato hidráulico permite controlar la velocidad de la

prueba y el proceso de carga de un modo muy efectivo, pero requiere

de la presencia constante de un operador; la plataforma con carga

muerta no tiene esta desventaja, pero es más burda.


MECANICA DE SUELOS (II) 317

Durante la prueba deberán de medirse las deformaciones que la

placa vaya sufriendo. Esto puede lograrse con un nivel fijo o, más

precisamente, con un micrómetro montado sobre una estructura independiente

apoyada a suficiente distancia de la zona afectada por

la prueba.

Los incrementos de carga que se vayan aplicando deberán de ser

del orden de un décimo de la carga de falla estimada o del orden de

un quinto de la carga de trabajo propuesta. La prueba deberá continuar

hasta obtener la falla completa de la placa o hasta el triple de

la carga de trabajo. Cada incremento deberá mantenerse constante

hasta que la velocidad de asentamiento de la placa sea menor que

0.005 cm/h, debiéndose hacer lecturas de la deformación a intervalos

crecientes tales como 1, 2, 5, 10, 30 min, 1 h, 2 h. Al final de la

acción del incremento se dibujará la curva asentamiento-tiempo, en

la cual se podrá medir la velocidad de asentamiento; al final de la

prueba se dibujará una gráfica que relacione los asentamientos finales

de cada incremento de carga con el valor de éstos; en esta

gráfica, por lo general, puede distinguirse la carga de falla, señalada

como un quiebre brusco entre dos ramas rectas prácticamente, que

constituyen la curva. En la fig. VIII-b.2 aparecen dos curvas típicas

tiempo-asentamiento, para un incremento de carga y carga-asentamiento.

Los resultados de una prueba de carga no representan las condiciones

a largo plazo de un cimiento real bajo carga; la prueba es

demasiado corta para ello. Además la prueba debe interpretarse cuidadosamente

relacionando sus resultados con los de una exploración

completa del terreno; de otro modo, es posible cometer errores de

interpretación muy importantes. Como ejemplo, baste citar el de un

estrato de arcilla más o menos dura que sobreyazca a un depósito

de arcilla muy blanda; por su pequeño tamaño, los efectos de la

placa de prueba pueden no llegar a la arcilla blanda en forma

apreciable, lo cual dará a los resultados de la prueba un cariz optimista

que pudiera no confirmarse cuando la zapata real, mucho más

grande, alcanzara a afectar a la arcilla blanda con niveles de esfuerzo

de importancia. Casos como el anterior obligan a repetir la prueba de

placa en diversos niveles (generalmente de metro en metro) dentro

de la profundidad significativa de la zapata prototipo, que equivale,

aproximadamente, a dos veces el ancho de la misma; pero aün con

estas precauciones las posibilidades de errores serios de interpretación

de la prueba subsisten, cuando los resultados de ésta no se analizan

con el debido criterio.

Huelga decir, al tener en cuenta todo lo anterior, que la prueba

de carga no dice absolutamente nada de cuales vayan a ser los

asentamientos totales por consolidación que sufrirá la zapata real.

Así, el valor de estas pruebas se limita al cálculo de la capacidad de


318 CAPITULO VIII

F IG . Vl|l-b.2. Curvas asentamiento-tiempo y carga-asentamiento en una prueba de carga

con placa


MECANICA DE SUELOS (II) 319

carga última de los suelos; como método en este campo su valor

es menos seguro que un análisis completo basado en exploración,

muestreo y pruebas de resistencia al corte, por lo que estas pruebas

de carga deben circunscribirse a las arcillas fisuradas en que, como

se dijo, no pueden realizarse dichas pruebas de esfuerzo cortante por

las condiciones prácticas ya señaladas.

ANEXO VIII-c

Cimentaciones compensadas

Por cimentaciones compensadas se entienden en este Anexo aquellas

totalmente compensadas o compensadas parcialmente en las que

el resto de la carga se transmite al suelo por apoyo directo, por

permitirlo así la capacidad de carga de éste y por resultar los asentamientos

que se produzcan dentro de limites tolerables para la

estructura de que se trate.

En lo referente a la presión adicional a la compensada que el

suelo pueda tomar por capacidad de carga, el análisis se reduce a lo

tratado en el cuerpo de este capítulo y en el Capítulo VII. El análisis

de asentamientos que produzca la parte de presión no compensada

suele ser el punto fundamental de los cálculos a efectuar; se realiza

en la forma usual, es decir, aplicando la Teoría de Consolidación

de Terzaghi y frecuentemente limita la parte de la presión de la

estructura que pueda quedar sin ser compensada y, por lo tanto,

obliga a efectuar excavaciones de la profundidad necesaria para la

compensación suficiente.

En suelos altamente compresibles y normalmente consolidados no

puede darse ninguna presión en añadidura de la previamente existente,

pues cualquier incremento actuaría sobre la rama virgen de la

curva de compresibilidad de la arcilla, causando fuertes asentamientos.

En cambio, si la arcilla es preconsolidada podrá darse al suelo

algo de presión por arriba de la previamente existente, con tal de

que dicho exceso no llegue a afectar la rama virgen de la curva

de compresibilidad y quede dentro de la rama de recompresión, con

lo que los asentamientos resultantes serán bajos. Sin embargo, no

basta para poder aprovechar la capacidad del suelo el que exista a

niveles próximos a la cimentación por construir un manto más o menos

preconsolidado; será siempre necesario verificar que a mayor profundidad

no existan mantos de arcilla muy compresible a los que

puedan llegar, desde la cimentación, esfuerzos que sobrepasen su

carga de preconsolidación y afecten los tramos vírgenes de sus curvas

de compresibilidad, pues los asentamientos totales resultantes serían

en este caso grandes. La verificación anterior habrá de hacerse

comparando los perfiles de carga de preconsolidación con los esfuer­


320 CAPITULO VIII

zos transmitidos por el exceso de presión que se dejó en la cimentación,

sumados a la presión efectiva que el suelo tenga por peso

propio. El cálculo de los esfuerzos transmitidos suele hacerse aplicando

la Teoría de Boussinesq.

En relación a la presión en exceso de la existente previamente

que puede dejarse actuar en una cimentación compensada en suelo

preconsolidado, L. Zeevaert6 recomienda que su valor se limite q

donde

Ap < y (Pc — Po) (8-c.l)

Ap = incremento de presión en la cimentación sobre la presión

previamente existente.

pc — carga de preconsolidación.

po — presión efectiva en el suelo, por peso propio.

La limitación anterior deberá de verificarse, según se dijo más

arriba, a cualquier profundidad abajo del nivel de desplante.

Para fines de cálculo del peso del material excavado para una

cimentación compensada, la presión a considerar al nivel de desolante

es la total, en caso de ser la cimentación impermeable, pues

la descarga incluye a las partículas del suelo y al agua. Si la cimentación

fuese permeable, el agua abajo del nivel freático no se descargaría,

lo que equivale a considerar para la descarga al nivel de desplante

a la presión efectiva del suelo.

En suelos de compresibilidad no muy alta posiblemente esté justificado

dejar que la cimentación aplique presiones de cierta magnitud,

aún invadiendo el tramo virgen de la curva de compresibilidad del

material, siempre y cuando un detallado análisis de asentamientos

indique que los resultados de tal criterio son tolerables para la estructura

en estudio.

ANEXO Vffl-d

Cimentaciones en Taludes

En la ref. 7, Meyerhof estudia el caso de cimientos poco profundos

construidos en taludes, combinando su propia teoría de capacidad

de carga con los estudios referentes a la estabilidad de aquéllos.

Se consideran dos casos diferentes para el cimiento; en el primero

el cimiento está colocado sobre la ladera del talud, en tanto que en el

segundo está sobre la corona del terraplén, pero a distancia tal del

borde del talud que éste deja sentir su influencia. Desde luego,

en ambos casos, la amplitud de las zonas plásticas es menor que la

que se tiene en un cimiento situado sobre un terreno horizontal (ver


MECANICA DE SUELOS (II) 321

Capítulo V II), razón por la cual la capacidad de carga influenciada

por el talud siempre será menor. Los dos casos anteriores se estudian

suponiendo al talud formado por material puramente cohesivo o por

material puramente friccionante.

Ya se vio que, según Meyerhof, la capacidad de carga del suelo

puede expresarse como

q e = cNCQ+ - j yBNyq

(8-d .l)

En la fig. VIII-d.l aparece una gráfica que da los valores de

N c, para el caso de taludes en matériales puramente cohesivos, en

cuya ladera se ha alojado un cimiento continuo. El factor N eq es fundón

del número de estabilidad del talud

N .= fH (8-d.2)

En que H es la altura del talud y las demás letras tienen los

sentidos usuales en cuestión de capacidad de carga; también depende

N c, de 3, ángulo de inclinación del talud y de la relación D/B, de la

profundidad menor de desplante al ancho del cimiento. En la misma

figura aparece otra gráfica que proporciona el valor del factor Ny,,

que rige la capacidad de carga de un cimiento continuo colocado en

la ladera de un talud constituido por material puramente friccionante.

Este factor depende del ángulo de fricción, <£, de la inclinación del

talud, 3, y, otra vez, de la relación D/B. En ambos casos la linea llena

se refiere al valor D/B = 0 y la punteada a D/B — 1.

10* 40* «O* 80*

F IG . V III-d .l. Ftrcfores de capacidad da carga para un cimiento en la ladera de un talud

22—Mecánica de Suelos II


322 CAPITULO VIII

Puede observarse en la gráfica para materiales cohesivos que para

un valor de N, = 5.53 (cuyo recíproco es 0.181, valor con el que se

trabajó en el Capitulo V ) , se tiene estado crítico en el talud; congruentemente,

la capacidad de carga del cimiento en tal caso es nula

(N cq = 0). Análogamente, si N a - 0 y 0 = 0 se tiene una superficie

horizontal y el factor N cq resulta igual a 5.2, valor que coincide con

el que, como se dijo, resulta en la Teoría de Prandtl para un cimiento

común largo en material cohesivo. En las gráficas se observa que

para un cierto valor de N„ la capacidad de carga disminuye con el

ángulo del talud, (3, y al crecer el valor de N , por aumentar la altura

del talud, la capacidad de carga disminuye rápidamente.

En taludes de suelo puramente friccionante el factor Nyq disminuye

al disminuir <j>, lo cual es de sentido evidente y disminuye

también cuando 3 crece, observándose que aún para el caso D /B = 0.

desplantado el cimiento en un talud cuya inclinación sea crítica

(3 = <j>), el sistema conserva una capacidad de carga.

En la fig. VIII-d.2 se muestran gráficas análogas para cimientos

en la corona del talud, pero relativamente cerca del borde de éste.

Fl©. VIII-d.2. Factores de capacidad de carga para un cimiento en la corona de un

talud


MECANICA DE SUELOS (II) 323

De nuevo se presentan dos gráficas, una que da N cq, en el caso

de cimientos largos sobre taludes en materiales puramente cohesivos

y otra para el factor N rq, relativo a taludes formados por suelos

puramente friccionantes.

Puede observarse que en el caso de taludes cohesivos el valor de

N„, depende del número de estabilidad del talud, N„, de su inclinación,

3, de la relación D /B y de la distancia al borde del talud, b,

expresada por la relación b/B o b/H, según se detalla en la figura

a que se está haciendo referencia. Las líneas llenas y punteadas

tienen el mismo sentido ya visto.

El factor Nyq, que rige la capacidad de cimientos sobre taludes

friccionantes, depende del ángulo de fricción interna, <¿>, del ángulo

del talud, 3, de la relación D /B y de la relación b/B.

Puede observarse en ambos casos que existe un valor de la distancia

b tal que para valores mayores la capacidad de carga del cimiento

ya no se vé influida por la presencia del talud y es la que

corresponde a un cimiento sobre terreno horizontal. Este valor, de

gran importancia práctica, oscila entre 2 y 6 veces el ancho del

cimiento y depende de la relación D/B y del ángulo <f>, de fricción

interna.

Nótese que al colocar un cimiento en un talud, sea cual sea su

posición, la estabilidad de éste probablemente cambia, por lo que

siempre deberá verificarse por los métodos usuales que el talud sigue

siendo estable, considerando la sobrecarga que el cimiento representa.

También debe insistirse que las soluciones antes descritas valen

sólo para taludes en suelos puramente cohesivos o puramente friccionantes

según el caso. Así, la fórmula 8-d.l deberá aplicarse

siempre desglosada: el primer término del segundo miembro para

suelos cohesivos y el segundo para friccionantes.

ANEXO Vm-e

Socavación en Pilas de Puentes

La socavación adicional a la propia de la corriente producida al

pie de las pilas de los puentes es debida a las modificaciones de las

condiciones hidráulicas de escurrimiento que la presencia de la propia

pila produce. En efecto, basta la desviación lateral de la corriente,

causada por el obstáculo, para que aquélla adquiera un impulso en

dirección vertical que, combinado con el movimiento de avance da

lugar a trayectorias descendentes que atacan el fondo, incrementando

mucho la capacidad de arrastre de material sólido en la zona aguas

arriba de la pila. En la cavidad así creada se produce un vórtice

' de eje horizontal que aumenta la erosión, hasta el punto en que se

alcanza un nuevo perfil de equilibrio en el fondo del cauce.


324 CAPITULO VIH

La profundidad afectada por esta socavación varía con muchos

factores que se refieren tanto a la corriente, como al cauce y a

la propia pila. Las principales de estas características son el tirante

y velocidad del agua, el tipo de suelo que forma el fondo del cauce

la lorma~cUr~Ia pila, su ancho y su inclinación con respecto a la

dirección principal de la corrriente. Los investigadores tratan de ligar

a estas variables principales y a otras de menor influencia, pero las

fórmulas y relaciones mejores de que hoy se dispone son de carácter

semi-empírico y todavía no es posible depositar en ellas un alto grado

de confiabilidad. Entre los métodos que se han propuesto para fijar

profundidad de socavación adicional, se menciona a continuación

uno, extraído de la ref. 8. En el volumen III de esta obra se mencionarán

algunas teorías y trabajos en añadidura a lo que aquí se

trata.

FIG . V lll-e .l. Cálculo de la socarac¡6n producida por la presencia de una pila en

una corriente

En la fig. VIII-e.l.a aparece una curva que da la profundidad de

socavación adicional cuando se conocen el tirante de la corriente y

el ancho de la pila de puente de que se trate, al nivel del fondo del

cauce. En la parte b) de la misma figura se obtiene un factor K,

dependiente de la geometría de la sección recta de la pila y de su

inclinación respecto a la dirección principal de la corriente, por el que

debe multiplicarse el valor obtenido de la gráfica de la parte a), para

obtener el valor final de proyecto para la socavación adicional. La

gráfica de la parte b) de la figura funciona como sigue: conocida

la relación largo a ancho de la pila (L/b) y el ángulo de inclinación

respecto a la dirección de la corriente, puede obtenerse un valor de/

K válido para pila de sección rectangular; si la pila tiene forma


MECANICA D E SUELO S (II) 325

similar a alguna de las que aparecen dibujadas, el valor antes obtenido

deberá aún ser multiplicado por el coeficiente de reducción que

aparece en las gráficas, para obtener finalmente la socavación adicional

definitiva.

Los autores de esta investigación indican que las gráficas anteriores

sólo son aplicables si existe en la corriente un gasto continuo de

material sólido desde la dirección aguas arriba.

Obtenida así la profundidad de socavación adicional en la corriente

causada por la presencia de la pila, para obtener la profundidad

total de socavación deberá sumarse la socavación normal de la corriente,

mencionada en el cuerpo de este capítulo.

Con las reglas que se desprenden de los párrafos anteriores y

las enunciadas en el cuerpo de este capítulo se obtienen profundidades

de socavación total que son probablemente exageradas en la mayor

parte de las corrientes, según el criterio de los autores de este libro;

sin embargo, el problema de la socavación es tan complicado e incierto

que por fuerza ha de serse muy conservador si se pretende proporcionar

un criterio cuantitativo general. Por otra parte, no puede

excluirse un caso real en que la profundidad calculada con los criterios

expuestos sea aún insuficiente en relación a las características

de una corriente. De lo anterior se deduce que el criterio y la experiencia

del ingeniero son vitales para juzgar en estos problemas y en

la práctica el ingeniero deberá echar mano de todo los recursos

susceptibles de ciarle luz. Así, por ejemplo, se ha recurrido a la

prueba de penetración estándar para formular una idea de las profundidades

a donde llega la socavación normal en un cauce. Según

este criterio, en los lugares ya firmes se notará un aumento en el

número de golpes necesarios para la penetración estándar a conseguir

en la prueba; el criterio del proyectista establece un número indicativo

en zonas ya fuera de peligro de socavación y 30 ó 40 golpes son

números que se mencionan para tal efecto. Sin embargo, la norma

anterior es peligrosa si no se emplea con experiencia, ya que en los

cauces son frecuentes los boleos o las gravas que acusan gran

número de golpes, sin que ello indique que exista la compacidad

correspondiente.

Otro punto digno de observarse en las gráficas de la fig. VIII-e.l

es que en ellas no se habla del tipo de suelo que forme el fondo

del cauce. Se refieren, naturalmente, a suelos socavables, constituidos

por arenas, gravas o aún boleos y no a aquellos suelos en los que,

por sus características, la socavación es de menor peligro; entre

éstos últimos figuran las arcillas, los suelos cementados y, desde

luego, las rocas en masas extensas.

En fechas relativamente más recientes, se han desarrollado mucho

investigaciones sobre métodos tendientes a conseguir que la socavación

adicional a la normal de la corriente no se produzca o sea de


326 CAPITULO VIII

escasa significación, cuando se coloca un obstáculo en la corriente. En

la reí. 9,- por ejemplo, Levi y Luna proponen un método que consiste

en provocar, en la zona que de otro modo sería de socavación en una

pila, un depósito de material o, por lo menos, una reducción muy

substancial de dicha socavación; para ello proponen modificar las

condiciones de la corriente cerca de la pila, por medio de otro

obstáculo colocado aguas arriba de ella, cuyo efecto en combinación

con el de la pila, sea en el sentido expresado. En realidad, la idea de

producir una modificación a la corriente por medio de un obstáculo

que resulte benéfico para una pila colocada aguas abajo del qbstáculo,

es antigua, pero en la referencia mencionada, los autores presentan

un estudio muy minucioso sobre diversos tipos de obstáculos, distancias

y posiciones en que deben colocarse y otros factores, que permiten

establecer criterios cuantitativos de detalle, de relativa confiabilidad.

El estudio está basado en el comportamiento de numerosos modelos

de laboratorio, en los que se reprodujeron las condiciones reales de

campo. De él pueden extraerse las siguientes conclusiones, presentadas

por los autores.

El obstáculo más apropiado para modificar el régimen de erosión

de la corriente en forma favorable para la pila es una pantalla colocada

aguas arriba de la pila, alineada con ella. La forma más favorable

de la pantalla corresponde a una sección rectangular delgada, de

espesor del orden de 1/20 del ancho de la pila, colocada normal a

la dirección principal de la corriente. El ancho del obstáculo no debe

sobrepasar al de la pila, pues aunque a mayor ancho la eficiencia es

mayor, no se considera práctico sobrepasar el ancho de la pila por

proteger. La distancia más recomendable de la pantalla a la pila es

2.2 veces el ancho de la última. La pantalla debe de hincarse lo suficiente

para que en ningún caso su propia socavación pueda hacerla

fallar; si la profundidad de la socavación total de la pila sin protección

ha sido calculada, se recomienda hincar la pantalla protectora

un 30% más que dicha profundidad. Conviene, por último, que la

pantalla no sobresalga del fondo del cauce en más de un 35% del

tirante de agua.

En estas condiciones, los autores del trabajo afirman que la

socavación adicional que se produciría en la pila sin protección puede

reducirse hasta en un 70%. La pantalla puede construirse antes o

después que la pila. Finalmente los autores hacen notar que aunque

los resultados de su experimento sólo valen en principio para las

condiciones que rigieron en el mismo (lecho horizontal, homogeneidad

del material de arrastre, tirante de agua constante y relativamente

elevado), tienen la impresión de que su valor cualitativo tiene un

campo de aplicación mucho más amplio y, de hecho, confían en su

método para cualquier caso, especialmente cuando se trate de rellenar

socavaciones que ya se han producido.


MECANICA DE SUELOS (II) 327

REFERENCIAS

J l / Sowers, G. F. — Shallow Foundations — Capítulo 6 del libro Foundation

/Engineering, editado por G. A. Leonards — Me Graw Hill Book Co.— 1962.

/ir Peck, R. B., Hanson, W . E. y Thomburn, T. H. — Capitulo 14 del libro

Foundation Engineering — John Wiley and Sons— 1957.

3. Holtz, W . G. y Gibbs, H. F. — Engineering Properties of Expansive Clays —

Trans. A. S. C. E. — Vol. 120— 1956.

4. Sowers, G. F. Dalrymple, G. B. y Kennedy, C. M .— High Volume Change

Clays of the Southeastern Coastal Plain — Trabajo no publicado — Law

Engineering Testing Co. — Atlanta,. Ga. — 1961.

5. Buttcra, S. J. — The Bearing Capacity of Footings on a Two Layer Cohesive

Subsoil— Tercer Congreso Internacional de Mecánica de Suelos y Cimentaciones

— Zurich — 1953.

6. Zeevaert, L. — Cimentaciones compensadas — Memorias del Primer Congreso

Panamericano de Mecánica de Suelos y Cimentaciones — Vol. I. — México,

D. F .— 1959.

7 Meyerhof, G. G. — The Ultímate Bearing Capacity o f Foundations on Slopes

— Memorias del IV Congreso Internacional de Mecánica de Suelos y Cij

mentaciones. — Vol. I — 1957.

8' Laursen, E. M. y Toch, A. — Scour Around Bridpe Piers and Abufmentí—

/Iowa Highway Research Board Bull. N9 4 — 1956. ~

9Y Levi, E. y Luna, H. — Protección contra la socavación producida al pie

de las pilas de puente — VIII Congreso Panamericano de Carreteras — Bogotá,

Colombia — 1960.

10. Bishop, A. W . y Bjerrum, L. — The Relevance of the Triaxial Test to the

Solution of Stability Problems — Research Conference on Shear Strength of

Cohesive Soils — ASCE — Boulder, Colorado — 1960.

BIBLIOGRAFIA

/ Foundation Engineering — Ed. por G. A. Leonards — Me Graw Hill Book Co.

y — 1962.

y Foundation Engineering — R. B. Peck, W . E. Hanson y T. H. Thomburn —

John Wiley and Sons— 1957.

{/Foundations — A. L. Little — Edward Amold Pu. Londres — 1961.

Foíinjiari'ons^of Bridges^ and ^Buildinas — H. S. Jacoby y R, P. Davis — Me



IX-1. Introducción

CAPITULO IX

CIMENTACIONES PROFUNDAS

Las condiciones del suelo superficial no siempre son apropiadas

para permitir el uso de una cimentación poco profunda, del tipo de

las descritas en el Capítulo V III. En tal caso será preciso buscar

terrenos de apoyo más resistentes a mayores profundidades; a veces

éstos no aparecen a niveles alcanzables económicamente y es preciso

utilizar como apoyo los terrenos blandos y poco resistentes de que

se dispone, contando con elementos de cimentación que distribuyan

la carga en un espesor grande de suelo. En todos estos casos y en

otros que se detallarán en lo que sigue, se hace necesario recurrir

al uso de cimentaciones profundas.

En este capítulo se darán los principios fundamentales para el

cálculo de la capacidad de carga y los asentamientos de las cimentaciones

profundas. Se estudiarán los arquetipos de éstas, simbolizando

a la gran variedad que de ellas existe hoy y no se detallarán los

problemas económicos y constructivos que, por otra parte, suelen

jugar un papel tan importante en la elección, diseño y construcción

de una cimentación profunda.

IX-2.

Tipos de cimentaciones profundas

Los elementos que forman las cimentaciones profundas que hoy

se utilizan más frecuentemente se distinguen entre sí por la magnitud

de su diámetro o lado, según sean de sección recta circular o rectangular,

que son las más comunes.

Los elementos muy esbeltos, con dimensiones transversales de

orden comprendido entre 0.30 m y 1.0 m se denominan pilotes. A

pesar del amplio rango de dimensiones que se indicó, la inmensa

mayoría de los pilotes en uso tienen diámetros o anchos comprendidos

entre 0.30 m y 0.60 m; pueden ser de madera, concreto o acero.

Los elementos cuyo ancho sobrepasa 1.0 m, pero no excede del

doble de ese valor suelen llamarse pilas. Sin embargo, no se ha establecido

hasta hoy una distinción definida entre pilas y pilotes y el

criterio arriba expuesto tiene el único mérito de ser seguido por un

cierto número de especialistas. Para otros, una pila es simplemente

un elemento que, trabajando exactamente igual que una zapata, transmite

cargas a mayor profundidad que la que suele considerarse en

329


330 CAPITULO IX

aquellas; según estos especialistas un elemento es pila cuando la

relación profundidad' a ancho es 4 o mayor, en tanto que para una

zapata suelen considerarse relaciones del orden de 1. Por último,

cabe mencionar que para muchos ingenieros, entre los que se cuentan

los autores de este libro, pila es, en el lenguaje diario, cualquier

apoyo intermedio de un puente. En cualquier caso, las pilas se

construyen de mamposteria o de concreto.

Por último, se requieren muchas veces elementos de mayor sección

que los anteriores a los que se da el nombre de cilindros, cuando

son de esa forma geométrica o cajones de cimentación, cuando son

paralelepipédicos. Los diámetros de los primeros suelen oscilar entre

3.0 y 6.0 m, se construyen huecos para ahorro de materiales y de

peso, con un tapón en su punta y siempre se hacen de concreto. Los

cajones tienen anchos similares, son huecos por la misma razón y se

construyen con el mismo material.

En la fig. IX-1 aparecen esquemáticamente los tipos de cimen-

IX-3.

FIG. IX-1. Tipos de cimentaciones profundas

a) Piloto

b) Pila

c) Cilindro (corte)

d ) Cajón de 6 celdas (corte)

Generalidades sobre pilotes

En general, se usan los pilotes como elementos de cimentación

cuando se requiere


MECANICA DE SUELOS (II) 331

1. Transmitir las cargas de una estructura, a través de un espesor

de suelo blando o a través de agua, hasta un estrato de suelo

resistente, que garantice el apoyo adecuado. La forma de

trabajo de estos pilotes podría visualizarse como similar a la

de las columnas de una estuctura.

2. Transmitir la carga a un cierto espesor de suelo blando, utilizando

para ello la fricción lateral que se produce entre suelo

y pilote.

3. Compactar suelos granulares, con fines de generación de capacidad

de carga. Este uso de los pilotes, en realidad fuera del

campo de las cimentaciones en sí mismas, fue ya mencionado

en el Volumen I de esta obra, en el capítulo referente a

Compactación.

4. Proporcionar el debido anclaje lateral a ciertas estructuras

(como tablestacas, por ejemplo) o resistir las fuerzas laterales

que se ejerzan sobre ellas (como en el caso de un puente).

En estos casos es frecuente recurrir a pilotes inclinados.

5. Proporcionar anclaje a estructuras sujetas a subpresiones, momentos

de volcadura o cualquier efecto que trate de levantar

la estructura. Estos son pilotes de tensión.

6. Alcanzar con la cimentación profundidades ya no sujetas a

erosión, socavaciones u otros efectos nocivos.

7. Proteger estructuras marítimas, tales como muelles, atracaderos,

etc., contra el impacto de barcos u objetos flotantes.

Una estructura auxiliar que cumple tal fin recibe el nombre de

Duque de Alba,

Evidentemente, los pilotes pueden ser diseñados para cumplir

dos o más de las funciones anteriores.

Desde el punto de vista de su forma de trabajo, los pilotes se clasifican

en de punta, de fricción y mixtos. Los pilotes de punta

desarrollan su capacidad de carga con apoyo directo en un estrato

resistente. Los pilotes de fricción desarrollan su resistencia por la

fricción lateral que generan contra el suelo que los rodea. Los pilotes

mixtos aprovechan a la vez estos dos efectos.

Atendiendo al material del cual están hechos, los pilotes pueden

ser de madera, de concreto, de acero o de una combinación de estos

materiales. Los pilotes de madera ya se usan muy raramente en

trabajos de importancia y han quedado prácticamente circunscritos a

estructuras provisionales o a funciones de compactación de arenas.

Los pilotes de concreto son los más ampliamente usados en la actualidad;

pueden ser de concreto reforzado común o presforzado; aunque

en su mayoría son de sección llena, últimamente se ha desarrollado

bastante el uso de pilotes huecos, de menor peso. Los pilotes de acero

son de gran utilidad en aquellos casos en que la hinca de los pilotes


332 CAPITULO IX

de concreto se dificulte por la

relativa resistencia del suelo,

pues tienen mayor resistencia

a los golpes de un martinete

de hincado y mayor facilidad

de penetración; suelen usarse

secciones H o secciones tubulares,

con tapón en la punta

o sin él.

Según el procedimiento de

construcción y de colocación,

los pilotes de concreto pueden

ser prefabricados e hincados

a golpes o a presión o

colados en el lugar, en una

excavación realizada previamente

a la construcción del

pilote. Para los pilotes hincados

a golpes, quizá aún los

más frecuentes, por lo menos

en trabajos ejecutados fuera

de las ciudades, existen tres

tipos principales de martinetes

de hincado. El de caída

libre, de poco uso ya por su

lentitud, consiste simplemente

en una masa guiada, que se

eleva por medio de un malacate

y se deja caer desde

M á q u in a p ilo te a d o ra

la altura especificada; el de

vapor de acción sencilla, que

utiliza la energía del vapor para levantar la masa golpeante, para

después dejarla caer por acción exclusivamente gravitacional y el de

vapor de doble efecto, en el que la energía del vapor eleva la masa y

la impulsa y acelera en su caída.

La efectividad de los distintos martinetes suele compararse recurriendo

a su energía, expresada en kgm/golpe. Hay gran variedad

de tipos y tamaños, existiendo máquinas en que la masa golpeante

llega a 6 ton de peso o más, con 100 golpes por minuto y con

energías hasta de 10,000 kgm.

IX -4.

Capacidad de carga en pilotes. Fórmulas dinámicas

La determinación de la capacidad de carga de un pilote es uno de

los puntos de la actual Mecánica de Suelos más sujetos a las incertidumbres

emanantes de lo imperfecto de las teorías de que se dispone,


MECANICA D E SUELO S (II) 333

de la dificultad de cuantificar la influencia del método constructivo

del pilote y del desconocimiento de como deben ser tomadas en

cuenta las características esfuerzo-deformación de los suelos, por otra

parte tan imprecisamente conocidas hoy en día.

Ahora bien, aún supuesto que actualmente fuera posible calcular

con suficiente aproximación la capacidad de carga de un pilote debe

tenerse en cuenta que en la construcción nunca se utiliza uno de estos

elementos, sino un grupo de ellos. Aunque la investigación actual

sobre capacidad de carga o cualquier otro aspecto del comportamiento

de un grupo de pilotes es sumamente limitada y escasa, existen ya

suficientes elementos de juicio para afirmar que el comportamiento

mecánico de un solo pilote es muy diferente del que exhibe un grupo.

Esta no es ciertamente la menor incertidumbre que hoy rodea al

campo de las cimentaciones piloteadas, ya que en la actualidad sólo

existen teorías o fórmulas para calcular la capacidad de carga de

pilotes aislados; el valor así obtenido se asigna al grupo, ignorando

la diferencia de comportamiento arriba señalada; el hecho de que la

práctica haya ido proporcionando algunas normas para tomar en cuenta

el efecto de agrupamiento, poco añade todavía al panorama antes

expuesto. De hecho, han ocurrido con cierta frecuencia fallas de

grupos de pilotes en casos en que el conocimiento actual indicaría

que un pilote considerado aislado había sido juiciosamente proyectado.

Por todo lo anterior, el diseño y construcción de las cimentaciones

piloteadas es uno de los campos de la Mecánica de Suelos en que

más se requiere el criterio de un ingeniero que no se confie únicamente

en el discutible valor de una fórmula y que sepa hacer uso

de su experiencia, sentido común e intuición del comportamiento de

los materiales.

Para calcular la capacidad de carga de pilotes de punta, que

trabajan por apoyo directo en un estrato de resistencia garantizada,

se han usado fórmulas y criterios que pueden agruparse en tres clases

principales, que se citan a continuación:

Las llamadas fórmulas dinámicas tratan de obtener la capacidad

de carga del terreno a partir de la energía comunicada al pilote por el

impacto del martillo de hinca. Su aplicación está limitada por lo tanto

a los pilotes de punta hincados al golpe.

Las fórmulas empiricas en que la capacidad de carga del pilote

se obtiene de experiencias locales.

Las fórmulas estáticas, en que la capacidad de carga del pilote

se obtiene a partir de una teoría que valué la capacidad de carga

del suelo, a partir de sus parámetros de resistencia.

Fórmulas dinámicas se han desarrollado muchas a partir del

principio común del que todas emanan, según el cual la energía

del impacto, cuantificada multiplicando el peso del martillo golpeante


334 CAPITULO IX

por su altura de caída libre, se iguala con el trabajo efectuado durante

la penetración del pilote por el impacto, cuantificado a su vez

por el producto de la penetración de la punta del pilote en el impacto,

por una fuerza que representa la resistencia dinámica del suelo al

pilote y que se supone igual a la carga estática que el pilote puede

soportar. A partir de tan sencillo principio, diferentes investigadores

han ido complicando las fórmulas a usar, al tratar de tomar en cuenta

las pérdidas de energía que se tienen durante la hinca, por rebote del

martillo, deformación del pilote, vibraciones, absorción en el suelo

vecino, etc. De este modo se ha llegado a la elaboración de fórmulas

algebraicamente complicadas1, en algunas de las cuales se han desarrollado

métodos realmente ingeniosos para incorporar pérdidas de

detalle.

La falacia fundamental de las fórmulas dinámicas estriba en suponer

que la resistencia dinámica opuesta al pilote en su punta durante

el hincado por impacto, es igual a la resistencia que el pilote encontrará

en su punta en condiciones de carga estática. Ello equivale

a ignorar la diferencia de respuesta de los materiales a tipos de carga

tan diferentes como la estática puramente y el impacto; cualquiera

que se introduzca en el agua de una alberca lentamente y que después

se deje caer sobre la misma de frente, desde una altura de 10

m, por ejemplo, concordará, sin embargo, en que dicha diferencia

existe.

La diferencia es primordialmente debida a que durante el impacto

se desarrollan resistencias viscosas y de inercia en el sistema pilotesuelo,

pues la penetración del pilote tiene lugar en un lapso muy

breve, con lo que la velocidad de penetración es importante y genera

resistencia viscosa, análoga a la que se tendría en un fluido real si se

tratase de mover a un objeto dentro de él. Además, la aparición de

esta velocidad implica aceleraciones previas a las que deben haberse

opuesto fuerzas de inercia, semejantes a las que se manejan en

Mecánica en el Principio de D’Alambert. Estas fuerzas viscosas y de

inercia no se presentan en el caso estático y hacen que la correlación

entre la resistencia dinámica y la estática sea muy difícil, si no imposible,

de realizar. También se ignoran en las fórmulas dinámicas

los efectos de cambio de resistencia del suelo en torno al pilote con el

tiempo, tan importantes en muchos tipos de suelos. Ni tan siquiera

puede decirse si las fórmulas dinámicas serán conservadoras o inseguras

en un caso dado.

En vista de lo anterior ha de concluirse que las fórmulas dinámicas

no representan un método racional de enfrentarse al problema

de capacidad de carga en pilotes y, por ello, no deben usarse en

ningún caso.

Sin embargo, con vista en el interés histórico que pudieran representar

y por vía de información, en el Anexo IX-a, se analizan


MECANICA DE SUELOS (II) 335

algunas de las fórmulas dinámicas que ganaron mayor popularidad

en el pasado.

Las fórmulas empíricas tienen el inconveniente general de su

localismo. Muchas veces se elaboraron sin bases racionales sólidas

y. por ello, están sujetas a numerosas incertidumbres que hacen

necesario aplicarles un coeficiente de miedo superior a lo que hoy

es normal, lo que conduce a cimentaciones antieconómicas. Una buena

parte de estas fórmulas tienen como base criterios dinámicos; otras

son simples recetas que tratan de recoger experiencias locales interpretadas

con un carácter totalmente burdo. Los autores de esta obra

estiman que la época de estas fórmulas ya pasó y que hoy en ningún

caso está justificado su uso como alternativa al procedimiento de la

aplicación de una teoría de capacidad de carga razonable, complementada

con la adecuada exploración, el debido muestreo y el necesario

trabajo de laboratorio. Pueden verse algunas fórmulas empíricas

en la ref. 2.

Respecto a las teorías de Capacidad de Carga a emplear para el

diseño de los pilotes trabajando por punta, ya se hizo un análisis

detallado en el Capítulo VII, por lo que no se considera necesario

añadir nada en este lugar. En cambio es preciso insistir en lo necesario

de un completo conocimiento de las propiedades mecánicas de los

suelos, previo a la aplicación de cualquier fórmula. Dicho conocimiento

sólo podrá lograrse con una exploración completa y adecuada,

para lograr la cual, el ingeniero no deberá ahorrar ningún esfuerzo.

Las propiedades mecánicas del suelo se obtendrán entonces por

pruebas de laboratorio realizadas sobre muestras obtenidas con cuidado;

en estos dos renglones fundamentales, tampoco debe el ingeniero

regatear su vigilancia y su interés, pues de ellos depende en gran

medida el éxito o fracaso de su diseño.

Las fórmulas mencionadas en el Capítulo V II dan la capacidad

de carga de un pilote a la falla, el cual no es el valor recomendable

de diseño. Es necesario afectar la capacidad de carga última por un

factor de seguridad conveniente para llegar a la capacidad admisible

en el proyecto. Ahora podría repetirse mucho de lo que se señaló en

el estudio del factor de seguridad en cimentaciones poco profundas

(capítulo V III). Los valores numéricos a usar para el factor de seguridad

dependen de las incertidumbres inherentes al proyecto, especialmente

en lo referente a la homogeneidad del subsuelo y al método de

construcción del pilote. Sin embargo, es costumbre en los diseños normales

usar un factor de seguridad del orden de 3 cuando la cimentación

se calcula con cargas muertas y vivas permanentes, que es la

forma usual de cálculo en trabajos de rutina; este factor puede reducirse

algo cuando se haga un análisis más detallado de cargas.


336 CAPITULO IX

IX-5.

Pruebas de carga en pilotes

Generalmente el mejor método para estimar la capacidad de

carga de un pilote individual en un cierto lugar, es el realizar una

prueba de carga a escala natural en ese lugar. El inconveniente de las

pruebas de carga estriba en su costo y en el tiempo requerido para

realizarlas; estas razones hacen que en numerosas obras de poca

magnitud no se ejecuten. En obras de importancia, sin embargo, no

es buen criterio evitar las pruebas de carga en nombre del costo o del

tiempo y, por lo menos deben hacerse algunas pruebas en lugares

representativos de las distintas condiciones prevalecientes; la elección

correcta de tales lugares es, desde luego, de fundamental importancia,

define el éxito del programa de pruebas y suele requerir bastante

experiencia. El lugar apropiado para efectuar una prueba de carga

no siempre es aquel en que el terreno presenta condiciones más críticas,

pues debe contarse también con la magnitud de las cargas en

cada pilote, con el número de pilotes que se colocarán en cada zona

y con las consecuencias derivadas de la falla de un pilote.

Una limitación de importancia que afecta a las conclusiones obtenidas

de una prueba de carga es que ésta se realiza generalmente

en un solo pilote y ya se ha mencionado que el comportamiento de un

grupo es diferente del de una unidad aislada. Las pruebas de grupos

de pilotes son muy escasas en la literatura, debido al costo y a la

magnitud de las cargas que se requeriría movilizar en la prueba.

Con una prueba de carga puede obtenerse información sobre los

siguientes aspectos

a) La capacidad de carga última por punta de un pilote.

Una prueba de carga bien ejecutada da valores bastante satisfactorios

en la capacidad de carga por punta, apóyese ésta en

arena o arcilla dura. Para deslindar el valor de la capacidad

por punta es necesario que la resistencia del pilote por fricción

lateral se conozca con buena aproximación o que sea eliminada;

esto último puede conseguirse colocando el pilote dentro

de un tubo hueco del que sobresalga únicamente su punta.

b) La capacidad de carga de un pilote por fricción lateral.

El resultado de una prueba de carga da la resistencia lateral

por fricción o adherencia cuando la capacidad de carga por

punta es despreciable, cual suele ser el caso de pilotes hincados

en arcillas blandas o cuando se dispone en la punta del pilote

un mecanismo a base de gatos que permite valuar la resistencia

por punta independientemente de la resistencia total3.

c) El asentamiento total del pilote bajo la carga.

Esta información es bastante confiable cuando la punta del

pilote se apoye en suelos no compresibles. En pilotes desplan­


MECANICA DE SUELOS (II) 337

tados en suelos cohesivos o en pilotes de fricción colocados

en arcillas blandas, en cambio, los asentamientos obtenidos en

la prueba no representan los que se tendrían en un pilote

cargado a largo plazo. La razón es que en estos casos, los

fenómenos de compresibilidad están muy ligados al tiempo

y los períodos de prueba no son de ningún modo representativos.

por los cortos, de los tiempos de vida de los pilotes

prototipo. Por otra parte, siempre ha de tenerse presente que

el asentamiento que produce un pilote puede ser mucho menor

que el de un grupo de pilotes colocado en el mismo lugar. En

la fig. IX-2 se ve de inmediato la diferencia de influencias

en ambos tcasos, que explica el diferente asentamiento.

FIG. IX-2 Diferencia entre la influencia de un pilote y de un grupo de pilotee en lo

referente a asentamiento!

En el Anexo IX-b se dan algunos detalles sobre la ejecución e

interpretación de pruebas de carga a escala natural.

Otro tipo de pruebas de carga que cada día es objeto de mayor

atención por parte de los investigadores, no tanto para fijar la capacidad

de carga última en un caso particular, sino más bien para

tratar de entender de un modo racional los diferentes factores que

influyen en el comportamiento de los pilotes, es la investigación sobre

modelos de laboratorio. Muchos son los problemas de dirícil solución

que afectan a estas investigaciones, pero pese a ello puede decirse

23— Mecánica de Suelos II


338 CAPITULO IX

que ofrecen un futuro prometedor. En las refs. 4, 5, 6 y 7 pueden

verse esfuerzos en esta dirección.

IX-6.

Pilotes de punta hincados al golpe

En esta sección se consideran aquellos pilotes prefabricados que

se hincan en el terreno por medio de golpes dados por el martillo de

una piloteadora o martinete. En todo lo que sigue se considerará,

por antonomasia, que el material que forma los pilotes es el concreto.

La capacidad de carga de estos pilotes se determina, como ya

se ha repetido, realizando como etapa previa imprescindible un estudio

de campo lo más completo posible, que incluya una completa

exploración y un muestreo adecuado; en seguida, es preciso realizar

las pruebas de laboratorio requeridas para determinar con suficiente

confiabilidad las constantes de resistencia que, a su vez, permitan

aplicar una teoría de capacidad de carga adecuada. En obras de cierta

importancia o en casos en que surjan dudas en el proyectista, será

necesario verificar los resultados obtenidos con una o varias pruebas

de carga.

Nunca se insistirá bastante en la necesidad de explorar el área

que vaya a ocupar una cimentación piloteada. Los pilotes de punta,

en especial, se apoyan en un estrato de suelo resistente, cuyo espesor

y características han de ser cuidadosamente verificados en todas

partes, pues cambios no previstos en espesor y resistencia han sido

causa de numerosas fallas.

Se considera que tanto en esta sección como en otros muchos

párrafos anteriores se insistió bastante en las ideas arriba expuestas,

por lo que, en lo que sigue, se hará hincapié en otros problemas que

afectan la colocación y el funcionamiento de los pilotes de punta

hincados al golpe.

Algunas veces se ha dicho erróneamente que un pilote de punta

es un elemento estructural que trabaja como una columna, transfiriendo

la carga de su cabeza a la punta, apoyada en el estrato

resistente o en roca. Esta idea lleva a diseñar a los pilotes de manera

que sus esfuerzos no sobrepasen a los que se tendrían en una columna

del mismo material, mismas dimensiones y sujeta a la misma

carga axial. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que las

fallas propiamente estructurales en los pilotes son tan raras, que

no deben ser consideradas como un evento posible en el diseño. Tanto

la teoría como la experiencia han demostrado que no puede presentarse

pandeo por falta de confinamiento lateral, aún en los pilotes

hincados en los suelos más blandos. Los esfuerzos de manejo previo

al hincado, sí pueden jugar un papel importante en el diseño de los

pilotes, especialmente los esfuerzos de izado en los elementos de

concreto pres forzado. >


MECANICA DE SUELOS (II) 339

Así, la capacidad de carga de un pilote de punta depende exclusivamente

de las características del suelo en el que se apoya y del

área de su sección recta.

Antiguamente era costumbre hincar los pilotes hasta que ya no

era posible introducirlos a mayor profundidad bajo los golpes de

un martillo autorizado por la práctica. Este criterio era conocido

como criterio efe rechazo para la hinca de los pilotes. Considerado

así, como fundamental para definir el desplante del conjunto de los

pilotes de una cimentación, este criterio es muy defectuoso y puede

inducir a graves errores de trascendencia. Considérese, por ejemplo,

el caso de la fig. IX-3, que se presenta como ilustrativo de una gran

variedad de situaciones imposibles de individualizar.

MATERIAL

C O M P R E S IB L E

^ ^ E I^ P R E S ÍS T É íiT t'

FIG . IX-3 Esquema que ilustra los peligros de hincado de pilotes

"A l Rechazo"

En la figura se señalan con un rayado lentes de materiales resistentes

a los que se supone capacidad para producir rechazo en los

pilotes que se apoyan en ellos. Siendo la distribución de estas lentes

irregular, los pilotes del conjunto quedarán a diferentes profundidades,

con la consecuencia a lo largo del tiempo de que los pilotes

apoyados en la roca permanecerán totalmente fijos, en tanto que

los apoyados en los lentes resistentes se asentarán de manera diferente

unos de otros por ser distinto el espesor de material compresible

que queda bajo cada lente. La estructura de la figura seguramente

está destinada a sufrir daños por asentamientos diferenciales.

Otro peligro de un pilote hincado al rechazo es que cualquier

sobrecarga que el pilote reciba o cualquier disminución de resistencia

en el suelo a lo largo del tiempo, podrán hacer penetrar al pilote

en un estrato resistente delgado que, sin embargo, hubiera presentado

buenas condiciones en el momento de la hinca.


340 CAPITULO IX

De lo anterior no debe deducirse que el rechazo de un pilote

durante su hincado no sea un dato del que pueda extraerse una

cierta utilidad. La profundidad de desplante de un pilote debe establecerse

con base en el conocimiento del suelo a través de la exploración;

de esa manera puede localizarse el estrato resistente hasta

el que debe ser llevado al pilote; en este caso, el criterio de rechazo

es una buena comprobación de haber alcanzado en la hinca el estrato

deseado. En otras ocasiones el estrato de apoyo es de resistencia

variable, dentro de límites razonables, en profundidad y en extensión;

este es otro caso en que una aplicación inteligente del criterio de rechazo

garantiza el buen apoyo. Un criterio de rechazo también es

aplicable para no sobrehincar los pilotes, por lo que se entiende

el dar un número excesivo e inconveniente de golpes de martillo al

pilote sin lograr su avance, lo que lo perjudica estructuralmente.

Tanto para garantizar un buen apoyo, como para evitar sobrehincado

es frecuente aceptar en la práctica un criterio de rechazo, según

el que las condiciones del pilote son aceptables si con los últimos

3 a 5 golpes el pilote no se hinca más de 1 cm y siempre que esta

situación se mantenga en los últimos 3 a 5 cm. Él criterio anterior,

se repite, es aceptable sólo cuando se aplica dentro de las normas

de un proyecto, para afirmarlo, en el cual la posición y la profundidad

de desplante de cada pilote se determinó precisamente con base

en exploración. Si el rechazo se satisface lejos de las condiciones de

proyecto, no debe considerarse aceptable y el proyecto o el método

de hincado deberán verificarse cuidadosamente.

La necesidad de llevar pilotes a profundidades de desplante

previamente elegidas y correspondientes a estratos de plena garantía

en lo que se refiere a apoyo, plantea el problema de atravesar estratos

de cierta resistencia, que dificultan la hinca, sin llegar a garantizar un

apoyo permanente. Cuando estos estratos son de naturaleza friccio­

Fl©. IX-4 Arreglos típicos pora inyección da agua a presión para facilitar el hincado

de pilotes


MECANICA DE SUELOS (II) 341

nante suele ser de buen resultado ayudar la hinca a golpes con la

inyección de agua a presión. Los inyectadores de agua (chiflones)

han de ser previstos y dispuestos con anticipación en el propio pilote,

antes de construirlo. En la fig. IX-4 se muestran algunos dispositivos

de inyección típicos.

Los inyectores son tubos de 5 a 7.5 cm de diámetro, con estrechamiento

en su extremo. Para inyección a través de arena debe

preverse un gasto del orden de 1,000 1/min por pilote, con presiones

de agua del orden de 10 kg/cm2. En materiales más gruesos ambas

cifras pueden crecer considerablemente. Los arreglos con un solo

inyector en la punta del pilote son indeseables, pues se tapan y,

además, tienden a formar un tapón compacto bajo el pilote, dificultando

el hincado. En el mejor arreglo, los chiflones deben salir

lateralmente y dirigidos ligeramente hacia arriba. El número de

salidas de agua debe ser tal que produzca dispositivos simétricos en

torno al pilote, pues de otro modo éste no baja vertical o se desvía

de cualquier dirección que se desee. Los tubos fuera del pilote se

despegan fácilmente de éste y se desvían.

Frecuentemente se ha dicho que la inyección de agua no es

efectiva para atravesar mantos de arcilla o de suelos finos plásticos

en general. Sin embargo, la experiencia ha señalado buenos resultados

en estos casos, siempre

que en torno al pilote no se

cierre el espacio que permita

la salida del agua hacia el

exterior.

Cuando se hincan muchos

pilotes ayudados por inyección

de agua, debe contarse

muy especialmente con la necesidad

de eliminar el agua

producto de la operación, lo

que, en ciertas zonas, puede

ser problemático.

Por último, es preciso señalar

que la operación de la

inyección debe suspenderse

por lo menos un metro sobre

el nivel de desplante definitivo

del pilote, pues de otro

modo se corre el riesgo de

aflojar el nivel de apoyo, disminuyendo

su resistencia.

Cuando se hincan pilotes

Operación de hincado al golpe en arcillas blandas, se despla­


342 CAPITULO IX

za un volumen de suelo que puede ser tan grande como el volumen

de los pilotes. Esto va produciendo en el terreno un lomo que levanta

estructuras adyacentes o los pilotes vecinos; puede suceder que los

pilotes ya hincados se separen del estrato resistente en que se apoyaban

bajo la arcilla. La situación puede remediarse rehincando los pilotes,

pero en ocasiones la adherencia entre arcilla y pilote crece

de tal manera con el tiempo, que esta operación se hace muy difícil

o imposible. También ocurren en el caso que se analiza movimientos

laterales de los pilotes que fácilmente pueden ser indeseables. Todos

los problemas anteriores pueden reducirse o eliminarse removiendo

parte del suelo que el pilote va a desplazar. Esta operación se denomina

preexcavación y se realiza con multitud de herramientas cortadoras

o rotatorias, desarrolladas al efecto; en otras ocasiones pueden

hincarse ademes huecos que se retiran posteriormente.

La preexcavación es útil también cuando a profundidades no

muy grandes se presentan estratos cohesivos más o menos duros

que han de ser atravesados en la hinca, pero que la dificultarían. Si

los bordes de un pozo preexcavado no se derrumban éste puede ser

un excelente método para evitar las dificultades emanadas de la

dureza del material por atravesar.

En el Anexo IX-c se dan detalles de algunos tipos comunes de

pilotes precolados hincados al golpe.

IX-7.

Pilotes de fricción hincados ai golpe

Como ya se ha dicho, se denominan pilotes de fricción a aquellos

que están totalmente embebidos en material blando, de modo que su

resistencia proviene total o casi totalmente de la adherencia que se

desarrolla en el fuste, en el caso de suelos cohesivos o de la fricción

entre suelo y pilote, en el caso de suelos friccionantes. La resistencia

por punta se considera muy pequeña o despreciable para la exposición

que sigue dentro de esta sección.

La hinca de estos pilotes en arcilla blanda produce remoldeo, que

disminuye su resistencia al esfuerzo cortante, tanto más cuanto más

sensible sea; sin embargo, con el paso del tiempo la resistencia se va

recuperando. Lo anterior se explica porque los esfuerzos y deformaciones

tangenciales de hinca perturban la estructura de la arcilla,

generando presiones neutrales que disminuyen los esfuerzos efectivos

y, por ello, la resistencia al esfuerzo cortante; esto es tanto más

notable cuanto más sensible sea la estructura de las arcillas. Así, es

frecuente que en arcillas muy sensibles, los pilotes bajen por su propio

peso. Con el paso del tiempo, se disipan las presiones en el agua

en exceso de las hidrostáticas y se regenera la resistencia al esfuerzo

cortante en el suelo. Los valores de la resistencia final del suelo son,

por lo menos, del mismo orden de la resistencia inicial y aún pueden


MECANICA DE SUELOS (II) 343

ser mayores, debido a la consolidación que se induce durante la disipación

de las presiones neutrales.

La capacidad de carga de los pilotes de fricción no puede calcularse

con el uso de fórmulas dinámicas. Ya se ha visto que la resistencia

de un pilote bajo el impacto instantáneo puede ser totalmente

distinta que la resistencia a largo plazo, bajo carga estática permanente.

Por otra parte, en arcillas no sensibles, de falla plástica, la

resistencia viscosa durante el impacto impide en cierto grado la penetración

del pilote, que entraría con mayor facilidad bajo carga

estática o lentamente aplicada. En este caso las fórmulas dinámicas

sobreestiman la capacidad de carga de esos pilotes. Como resumen,

puede decirse que en ningún caso y bajo ninguna circunstancia

pueden usarse fórmulas dinámicas para calcular la capacidad de

carga en pilotes de fricción.

Para calcular la capacidad de carga de pilotes de fricción en

arcilla blanda hay dos procedimientos practicables: a partir de los

parámetros de resistencia al esfuerzo cortante del suelo o a partir

de los datos de una prueba de carga.

La experiencia ha demostrado que en arcillas blandas saturadas

es satisfactorio suponer que la adherencia entre el fuste del pilote

y la arcilla es igual a la cohesión de ésta, calculada en prueba rápida

o aún con base en una prueba de compresión simple. Es conveniente

reducir este valor a la mitad para efectos de diseño, lo que equivale

a utilizar un factor de seguridad de dos. Así, si f a es la adherencia

entre pilote y suelo se tiene

Una vez estimada la adherencia, la capacidad total del pilote se

obtiene multiplicando aquella por el área de pilote embebido.

Tomlinson8 ha propuesto, con base en numerosas pruebas, los

valores de la adherencia de la Tabla 9-1, comparada con la cohesión

en diferentes arcillas.

Nótese que la correspondencia entre la adherencia y la cohesión,

muy aproximada en arcillas blandas, se hace menos cuanto más dura

es la arcilla en la que se hinca el pilote. Esto es debido a que al

hincar un pilote en arcilla más o menos dura tienden a formarse

pequeños espacios huecos entre suelo y pilote, con lo que la adherencia

promedio disminuye: este efecto, por supuesto, no se tiene en

arcillas blandas. Además, en arcillas muy firmes, saturadas, füertea

la falla (9-1)

o bien

fat ——= — como valor de trabajo (9-2)


344 CAPITULO IX

TABLA 9-1

Material del pilote

Consistencia de la

arcilla

Cohesión, c

ton/trf

Adherencia, f,

ton/m1

Concreto y madera Blanda 0 - 4 0-3.5

Firme 4 - 8 3.5 - 4.5

Dura 8 - 1 5 4.5-7

Acero Blanda 0 - 4 0 - 3

Firme 4 - 8 3 - 4

Dura 8 -1 5 ?

mente preconsolidadas, la distorsión producida por el hincado induce

tensión en el agua de los vacíos, por lo que la arcilla en la vecindad

del pilote tiende a expanderse con disminución en su resistencia al

corte; para ello toma el agua de la arcilla vecina que tiende a consolidarse

algo. Los valores de la Tabla 9-1 de Tomlinson han probado

ser bastante confiables en las aplicaciones prácticas, por lo que deben

preferirse al uso de recetas y fórmulas como las arriba mencionadas

(fórmulas 9-1 y 9-2), cuando la arcilla en que se hinca el pilote

sea dura.

La capacidad de carga de pilotes de fricción hincados en arenas

sueltas es aún más difícil de estimar actualmente. En estos casos

los pilotes nunca trabajan únicamente por fricción lateral y la capacidad

de carga por punta siempre juega un papel de importancia. La

hinca de los pilotes tiene un efecto compactador en la arena, por

lo que, a pesar de tener un manto originalmente suelto, puede volverse

muy difícil y aún imposible hincar un pilote cuando en su

vecindad se han hincado previamente otros.

La estimación de la capacidad de carga de los pilotes por fricción

hincados en arenas es un problema prácticamente no resuelto en el

campo teórico. Algunos autores suponen que la fricción lateral sigue

una ley lineal a lo largo del fuste, aumentando la fricción con la

profundidad; expresan dicha fricción como una fracción de la presión

normal por peso propio del suelo que exista en un nivel determinado.

Si a la profundidad z hay una presión vertical igual a yz. la presión

lateral correspondiente es considerada como K 0yz. donde K 0 es un

coeficiente de empuje de tierras. Esta presión actuando normalmente

al fuste del pilote produce a lo largo de éste y a la profundidad z

una fricción que vale

ffr = K0 yz tg S = K' yz

donde S es el ángulo de fricción a considerar entre suelo y pilote.


MECANICA DE SUELOS (II) 345

El valor de K„ que frecuentemente se ha mencionado oscila entre

0.4 para las arenas más sueltas, hasta 0.6 en las arenas más compactas,

en que sea posible hablar de pilotes de fricción. En cuanto al

valor de 8, el más frecuentemente recomendado es 2/3 </>.

Algunos otros autores, aún sosteniendo como hipótesis básica la

distribución lineal de la fricción, dan fórmulas más complicadas, en

las que el valor K' es más complejo (ver, por ejemplo, la ref. 9).

Sin embargo, las experiencias han demostrado que la ley lineal

de distribución para la fricción lateral puede ser muy discordante

con la realidad. En la fig. IX-5, por ejemplo, se recogen experiencias

en modelos de pilotes, hechas por Florentin, L’Heriteau y Farhi

citadas en la misma ref. 9, en las que puede verse como la ley

de distribución de la fricción se aparta de la lineal en gran medida,

si bien, en este caso se acercó a ella cada vez más, según la carga

sobre el pilote se aproximó a la de falla.

Kfl /Cm

FIS. IX-5 Experiencias sobre distribución de la fricción lateral

en el fuste de un pilote

Además, se ha visto que la resistencia de un pilote por fricción

lateral en arena varía con muchos factores de influencia muy difícil

de cuantificar en un caso dado, de los que los principales son la compacidad

y otras características del suelo, la posición del nivel freático


346 CAPITULO IX

y las perturbaciones que se induzcan sobre el pilote, como son la

hinca de otros, nuevas excavaciones, etc.

Así, la fórmula 9-3, que puede dar la capacidad por fricción

por un proceso de integración a lo largo del fuste o aún más sencillamente

adoptando un valor medio de la fricción en la ley lineal que

se aplique a toda el área lateral del pilote, debe verse nada más que

como una guía cuantitativa de los órdenes de magnitud de las fuerzas

en juego, pero no como una base precisa de cálculo. En este problema

están claramente indicadas las pruebas de carga como guía del

criterio del proyectista y a ellas deberá de recurrirse en todos los

casos de cierta importancia.

Si se usa la fórmula 9-3 deberá aplicarse un factor de seguridad

del orden de 3 o 4 y a veces mayor, para tener valores de trabajo

de la fricción lateral.

IX-8.

Pilotes colados en el lugar

Existe una gran variedad de pilotes que se construyen directamente

en el lugar en que definitivamente van a cumplir su cometido;

pilotes que no se construyen en otra parte para después ser hincados

a golpes hasta su posición definitiva como los que hasta ahora se

han venido tratando. Genéricamente se denomina a estos pilotes

colados en el lugar o pilotes colados in situ.

Estos pilotes se distinguen y clasifican por los procedimientos

que sirven para construirlos; éstos son sumamente variados y comprenden

la excavación de perforaciones, ademadas o no, que después

se rellenan de concreto; gatos que hacen penetrar los ademes a presión;

chiflones que permiten hacer llegar los trabajos al nivel deseado

o métodos que involucran la utilización de explosivos.

Muchos de los tipos de pilotes colados en el lugar de uso normal

son patentes comerciales que difieren entre sí relativamente poco;

esta competencia de carácter puramente comercial ha complicado el

campo produciendo un gran número de variantes, respecto a unos

pocos tipos básicos. En el anexo IX-d se reseñan brevemente los

tipos más comunes de pilotes actualmente en uso.

La capacidad de carga en pilotes colados en el lugar se calcula

básicamente en la misma forma que se describió para los pilotes precolados

hincados al golpe.

IX-9.

Pilotes compuestos

Se denominan pilotes compuestos a aquellos constituidos por dos

materiales, seleccionados siempre entre madera, concreto y acero.

También caen dentro de esta denominación los pilotes de concreto

formados por una parte precolada y otra colada en el lugar.


MECANICA DE SUELOS (II) 3 47

Cuando se use madera para formar pilotes ha de tenerse en

cuenta que las fluctuaciones del nivel freático, con períodos alternados

de humedecimiento y secado, son sumamente perjudiciales;

en cambio, un pilote de. madera siempre bajo el nivel freático se

conserva en forma excelente. Así, las secciones compuestas de concreto

y madera pueden usarse cuando el nivel freático no esté más

profundo de 15 o 20 m, límite que suele considerarse para la sección

de concreto de un pilote compuesto; si el nivel freático está

más profundo ya sería conveniente pensar en un pilote sólo de concreto.

Un punto delicado en este tipo de pilotes es la unión entre las

secciones diferentes, la que se logra actualmente con varios dispositivos

prácticos, generalmente patentados.

Cuando la sección superior haya de soportar esfuerzos de flexión

que produzcan esfuerzos laterales de importancia, puede convenir

construirla de acero, generalmente de secciones tubulares, obteniéndose

así un pilote compuesto de acero y madera.

Los pilotes compuestos de concreto y acero suelen tener de este

material el tramo de punta, con lo que se logra una mayor facilidad

de penetración en terrenos duros; las puntas de acero suelen entonces

ser de sección H.

IX-10.

Otros tipos de pilotes de concreto

Se tratan en esta sección pilotes que no corresponden a las técnicas

descritas con anterioridad, es decir, que ni son hincados a

golpes, ni colados en el lugar. El método de hincado puede ser

ahora a presión u otros.

En el Anexo IX-e se describen algunos de los tipos más comunes

de pilotes de esta clase.

IX-11.

Pilotes de acero

Se llaman así los pilotes en que el acero es el material básico

o el único. Se construyen usualmente con secciones de tubo o con

secciones H.

Los pilotes de acero de sección tubular se colocan en el terreno

hincándolos o presionándolos y pueden tener su punta tapada o ser

abiertos. Los pilotes suelen rellenarse con concreto una vez que

alcanzaron la profundidad de desplante. Es común que sean compuestos

por secciones unidas entre sí por juntas especiales o soldadas;

con esto se logra ventaja de maniobrabilidad y menor requerimiento

de espacio para la colocación.

Se ha dicho con frecuencia que estos pilotes son apropiados

para ser hincados a golpes a través de suelos más o menos duros

en los que es difícil el hincado de pilotes de concreto, aún con


348 CAPITULO IX

ayuda de chiflonaje; sin embargo, la experiencia de los autores es

decepcionante y de hecho han visto serios problemas en obras en que

proyectistas menos excépticos habían esperado excelentes resultados.

Los tubos cerrados en su extremo resultan tan difíciles de hincar

como un pilote de concreto, si bien resisten más y más enérgicos

golpes de un martinete; en los tubos abiertos, en suelos algo duros,

el material que va penetrando durante el hincado dificulta grandemente

también esta operación.

Los pilotes de sección tubular son buenos para soportar cargas

grandes, ahorrando así muchos pilotes en estructuras pesadas en que

se estudian como solución alternativa a los pilotes de concreto usuales.

Los pilotes deberán protegerse por algún método apropiado10

cuando exista peligro de ataque por corrosión.

Los pilotes de acero de sección H, debido a su pequeña área

transversal y a su gran resistencia son adecuados para penetrar

materiales duros, en los que los otros tipos de pilotes darían problemas

de hincado. También son adecuados para lugares en que no

se desea tener fuerte desplazamiento del suelo a causa del hincado

Son capaces de soportar muy fuertes cargas, cuando están debidamente

apoyados. Requieren comparativamente poco espacio de almacenaje.

A veces se ha usado para sustituirlos, pero guardando sus

características y con gran economía en muchos casos, rieles de

desecho.

IX-12.

Fricción negativa. Pilotes de control

Existe un problema muy común en las cimentaciones piloteadas

con pilotes de punta, cuando se presenta una estratigrafía básicamente

formada por un cierto espesor compresible, subyacido por el

estrato resistente de apoyo y cuando dicho manto compresible tiende

a disminuir de espesor por algún proceso de consolidación inducido.

Este es el caso de estribos de puentes en los que el estrato compresible

disminuye de espesor y se consolida por el peso de los terraplenes

de acceso; también es el caso de algunos valles en los que el

bombeo para fines agrícolas induce la consolidación; el caso ya

famoso de la Ciudad de México es tipico, pues en ella existe un estrato

de apoyo a profundidades del orden de los 30 m arriba del cual

las formaciones arcillosas, muy compresibles, se consolidan por efecto

del intenso bombeo que para obtención de agua potable con fines de

consumo se realiza en los estratos acuíferos.

Los pilotes de punta, apoyados en un estrato no consolidable

y resistente permanecen comparativamente fijos, respecto a los suelos

blandos que se enjutan, tendiendo a bajar a lo largo de su fuste. Esta

tendencia induce esfuerzos de fricción en el fuste de los pilotes que,

por ser en sentido descendente, sobrecargan a éstos al colgarse materialmente

el suelo circunvecino de los pilotes. Si estas cargas no han


MECANICA DE SUELOS (II) 349

sido tomadas en cuenta en el diseño, pueden llegar a producir el

colapso del pilote por penetración en el estrato resistente. Este es

el fenómeno de fricción negativa en los pilotes de punta. En el mejor

de los casos, es decir, cuando los pilotes aguantan la sobrecarga, la

estructura apoyada sobre los pilotes parece emerger sobre la superficie

del terreno, con lo que fácilmente producirá daños a estructuras

vecinas, (fig. IX -6).

FIG. IX-6 Inducción de la fricción negativa a lo largo del fuste de pilotes de punta

por Consolidación de los estratos blandos

Aún en el caso en que la fricción negativa no induzca falla y sea

resistida, fácil es comprender que su efecto es maléfico, pues ocupa

una buena parte de la capacidad de carga del pilote, que está soportando

al suelo circunvecino y no carga útil.

Es fácil ver que en una estructura piloteada con pilotes de punta,

en la que se tenga el efecto de fricción negativa, un pilote de una

zona interior de la cimentación podrá ser sobrecargado con un peso

que sea, como máximo, igual al del volumen de arcilla tributario

a dicho pilote. En un pilote de borde, sin embargo, la sobrecarga

podrá ser mayor, por razones obvias y este efecto puede aún acentuarse

más en un pilote de esquina, teniéndose como limite únicamente

el valor de la adherencia entre suelo y pilote a lo largo de todo el

fuste del mismo. Por ello, si el estrato resistente es susceptible de

alguna cedencia, el pilote de esquina será el que más asentamientos

pueda presentar, seguido de los de borde, quedando los mínimos


350 CAPITULO IX

hundimientos en las zonas interiores del área piloteada. Esto da lugar

a una distribución de asentamientos opuesta a la que se tendría en una

cimentación por superficie, flexible, bajo carga uniforme. Si la cimentación

tiene rigidez y los pilotes están sólidamente unidos a ella en

su cabeza, el efecto diferencial de fricción negativa en las esquinas

y bordes puede llegar a hacer que los pilotes en esas zonas trabajen

a tensión en su parte superior.

El valor de la sobrecarga que por fricción negativa puede llegar

a tener un pilote de punta tiene, como se señaló, como cota superior

el valor del producto de la adherencia entre suelo y pilote multiplicada

por el área lateral de éste. En la práctica este valor de la adherencia

suele tomarse igual al de la cohesión del suelo. En pilotes interiores

el cálculo anterior suele ser conservador y, como se dijo, la sobrecarga

no puede exceder el peso de la arcilla de un volumen tributario

al pilote que puede ser valuado con cierta aproximación por simples

consideraciones geométricas.

L. Zeevaert” ha hecho notar una consecuencia adicional de los

efectos de fricción negativa cuya importancia práctica es quizá mayor

de lo que a primera vista pudiera pensarse. Este efecto consiste en lo

siguiente: al colgarse el suelo del pilote por fricción negativa, parte

del peso que gravitaba, en la zona de la punta del pilote sobre el

estrato resistente se ha aliviado: si el estrato resistente es de natu-

F IS . IX-7 Pilotes de punta atravesando libremente la cimentación


MECANICA DE SUELOS (II) 351

raleza friccionante, esta disminución de la presión efectiva conlleva

una disminución de la resistencia al esfuerzo cortante y de la capacidad

de carga y, por lo tanto, propicia la penetración del pilote

en el estrato de apoyo.

Los efectos dañinos en las estructuras vecinas, la pérdida de

capacidad de carga útil por fricción negativa y los peligros que

entraña la penetración diferencial de los pilotes en los estratos firmes,

han hecho pensar en soluciones que permitan manejar a los pilotes

de punta superando estos problemas, so pena de desecharlos como

cimentación posible en lugares en que existe enjutamiento de terrenos

blandos y fricción negativa.

La primera solución que se ocurrió se ilustra en la fig. IX-7.

Se trata simplemente de construir la cimentación de forma que los

pilotes la atraviesen libremente, de modo que no haya ningún contacto

o unión entre ambos elementos. La estructura se carga entonces

directamente contra el suelo, el cual comenzará a ceder bajo su peso.

Esta cedencia hace que el suelo accione sobre los pilotes por un

mecanismo de fricción negativa, con lo que éstos toman por lo menos

parcialmente la carga de la estructura, con la correspondiente disminución

de las presiones efectivas en el suelo blando; así, los pilotes

originalmente separados de la cimentación llegan a trabajar con

cargas importantes, haciendo además que los asentamientos de la

estructura disminuyan grandemente.

Vista de la instalación de un pilote de control

Aunque el modo de trabajar la cimentación anterior puede comprenderse

fácilmente, cualitativamente hablando, la cuantificación de


352 CAPITULO IX

las cargas que tome cada pilote o la predicción de los asentamientos

diferenciales de la estructura son muy poco seguras) si no imposibles

de efectuar. En algunas estructuras con este tipo de cimentación en la

Ciudad de México se ha observado, de hecno, un comportamiento

bastante imprevisible, tanto en lo que se refiere a asentamientos diferenciales,

como a penetraciones diferenciales en el estrato resistente.

La necesidad de controlar la carga en los pilotes y los asentamientos

diferenciales y totales de la estructura llevaron al investigador

M. González Flores12 a su difundida idea de los Pilotes de Control.

Estos son, en esencia, pilotes de punta del tipo que atraviesa libremente

la cimentación, sobre cuya cabeza se coloca un puente unido

a la losa de cimentación de la estructura; este puente consiste de una

vigueta de acero anclada a la losa con tornillos largos de acero. La

unión entre la cabeza del pilote y la vigueta del puente se establece

con un dispositivo formado por superposiciones sucesivas de placas

delgadas de acero y sistemas de cubos pequeños de una madera con

características esfuerzo-deformación especiales (fig- IX -8).

El mecanismo arriba descrito tiene como finalidad hacer trabajar

al pilote a la carga que se desee, claro está, siempre inferior a la

carga de falla. Cada cubo de madera tiene una gráfica esfuerzodeformación

con un rango plástico amplio (fig. IX -9). Cuando se

alcanza su carga de falla plástica previamente determinada, puede

garantizarse que el cubo está transmitiendo una cierta carga fija


MECANICA DE SUELOS (II) 353

FIG . IX-9. Gráfica esfuerzo-deformación en compresión simple de un cubo de Caobilla,

utilizada en los pilotes de control

Pilotes de Control. Nótese el edificio separado del terreno, permitiendo

realizar traba¡os de recimentación con comodidad


354 CAPITULO IX

a la cabeza del pilote, para un amplio rango de deformación en el

cubo. Conocida la carga que se desea que tome el pilote, bastará

dividir ese valor entre la carga de falla del cubo de madera para

determinar el número de cubos que han de colocarse por capa, entre

dos placas de acero. Como quiera que el sistema está sujeto a deformación,

al cabo de un tiempo los cubos llegan al límite de deformación

plástica, momento en que habrá que modificar la posición del puente

y cambiar los cubos de madera. El lapso para estas operaciones

puede ampliarse si se colocan varias capas de cubos de madera.

El objetivo fundamental de los pilotes de control es lograr que

la estructura baje simultáneamente con la superficie del suelo. La

carga transmitida por la estructura es tomada parte por el suelo y

parte por los pilotes. Si la estructura tiende a bajar más aprisa de

lo que lo hace la superficie del suelo (se supone que el suelo está

bajando por algún proceso de consolidación independiente, por ejemplo

el bombeo en el caso de la Ciudad de México), los pilotes se

harán trabajar a mayor carga, aumentando el número de cubos por

capa, con lo que se alivia la parte de carga transmitida directamente

al suelo y se frena el descenso relativo de la estructura; reciprocamente,

si la estructura tiende a emerger resnecto al terreno, los

pilotes se harán trabajar a menor carga, disminuyendo el número

de cubos de madera por capa, de modo que la estructura transmita

más carga al suelo, con lo que su asentamiento se verá acelerado.

Si la estructura desciende de un modo no uniforme, con asentamiento

diferencial, las técnicas arriba descritas podrán aplicarse a

diferentes zonas del área de cimentación, con lo que es posible igualar

los asentamientos.

La aplicación de las técnicas descritas exige, desde luego, un número

de pilotes adecuado en la cimentación; con pocos pilotes la estructura

se hundirá irremediablemente, ya que los pilotes no podrán

sobrepasar su carga de falla; por otra parte, si el número de pilotes

es excesivo, puede llegar a suceder que la estructura emerja aún

cuando en la cabeza de los pilotes no se aplique carga.

IX-13.

Grupos de pilotes

Como ya se ha indicado reiteradamente, el comportamiento de

un grupo de pilotes es distinto del de un pilote aislado, tanto en lo

que respecta a capacidad de carga, como en lo que se refiere a asentamientos.

Si en el caso de un pilote solo, que es el que se ha venido

tratando hasta ahora en este capítulo, las incertidumbres de diseño

son grandes todavía, en el caso de una agrupación de pilotes que

constituya una cimentación real, estas incertidumbres son tanto mayores,

que puede decirse que todo el conocimiento teórico del que hoy se

dispone no pasa de ser un marco de referencia que sirva para encasillar

debidamente el criterio y la experiencia del proyectista, que


MECANICA DE SUELOS (II) 355

juegan un papel decisivo todavía en el logro de los buenos resultados

prácticos. De hecho, se dice con razón que el diseño de una cimentación

piloteada es más un arte que una cuestión científica, en el que

factores tan primarios como el instinto del proyectista juegan un

papel preponderante; sin embargo, también es un hecho bien sentado

que son los hombres con mayor conocimiento teórico y mejor información

general sobre el campo, los que logran sacar mayor partido

de experiencia e instinto. Es evidente, por otra parte, que cualquier

cosa que se piense o ejecute en torno a una cimentación real debe

estar respaldada por un conocimiento exhaustivo de la estratigrafía

del suelo por pilotear, conocimiento que debe llegar a profundidades

suficientes, excedentes del valor del fuste de los pilotes en lo que

sea necesario (fig. IX -2).

Poco es lo que puede decirse con seguridad desde un punto de

vista teórico, sobre capacidad de carga en grupos de pilotes. Sin

embargo, existen algunas reglas que se admite generalmente deben

ser cumplidas por toda cimentación piloteada. Alguna de ellas se

trata en lo que sigue.

En pilotes de punta apoyados en roca firme, no subyacida por

ningún estrato compresible, la capacidad de carga de un grupo de

pilotes es igual a la suma de las capacidades de carga de los pilotes

individuales, siempre y cuando el espaciamiento entre pilotes sea

tal que la hinca de uno de ellos no interfiera con sus vecinos ya

hincados; esta interferencia puede ser haciéndoles perder el apoyo

por levantamiento originado por el suelo que se desplaza en la hinca,

o por interacción material de un pilote contra otro, por desviación

durante el hincado. En la práctica suele considerarse como espaciamiento

mínimo razonable el de 2 o 3 diámetros, medidos centro a

centro entre los pilotes. Los problemas de interferencia se eliminan

prácticamente usando pilotes preexcavados, algunos de cuyos tipos

se describen en este capítulo.

En pilotes de punta apoyados en estratos resistentes no rocosos,

pero no subyacidos por estratos compresibles, la capacidad de

carga del grupo es tanto más parecida al caso anterior cuanto más

firme y rígido sea el apoyo; en general, para los estratos comunes

en que se apoyan pilotes de punta, puede decirse que la capacidad

de carga de un conjunto de pilotes es similar a la que se obtiene

multiplicando la carga soportada por un pilote individual por el

número de los pilotes. Sin embargo, existe una gran cantidad de

incertidumbres todavía sin dilucidar, en especial si el estrato de apoyo

es de naturaleza friccionante. Por ejemplo, hay autores que opinan

que un conjunto de pilotes puede tener mayor capacidad que la que

se deduce del valor correspondiente a un pilote individual13; la razón

es que se supone que el conjunto de pilotes trabaja como una pila

equivalente que tuviera las dimensiones de dicho conjunto. Otros


356 CAPITULO IX

autores, por el contrario, suponen que en ocasiones la capacidad

del grupo es algo menor que la obtenida al multiplicar la carga de

un pilote por el número de ellos.

Si debajo del estrato de apoyo hay suelos blandos compresibles,

la capacidad de carga de los pilotes está limitada por la capacidad

de carga del estrato' blando y sobre todo por los asentamientos que

en este caso aumentan considerablemente con el ancho del área piloteada

(fig. IX-2).

No hay un método que pueda considerarse satisfactorio para

calcular los asentamientos de una cimentación piloteada, apoyada en

un estrato bajo el que haya suelos compresibles. El método que

qeneralmente se aplica consiste en considerar la carga de la estructura

aplicada en la punta de los pilotes, como carga uniformemente

repartida en el área piloteada (fig. IX-10).


MECANICA DE SUELOS (II) 357

La dificultad estriba en valuar los esfuerzos que lleguen al manto

compresible desde el estrato de apoyo. El procedimiento más conservador

sería suponer una distribución de esfuerzos con la teoría

de Boussinesq (Capítulo II) y con ella calcular los asentamientos

en la forma tratada en el Capítulo III. Esto equivale a ignorar el

efecto de losa que el estrato resistente produce, por el que los esfuerzos

en el estrato subyacente son menores que los calculados. Si se conocen

las propiedades mecánicas de los estratos resistentes y blandos

subyacentes, podría obtenerse una distribución de esfuerzos más

aproximada utilizando la Teoría de Burmister (Capítulo II).

En pilotes de fricción, el efecto de grupo más importante en lo

ue se refiere a la capacidad de carga es la posibilidad de una falla

3e la cimentación en conjunto (fig. IX-11).

\

\

FFIG . IX -II falia de conjunto do una cimentación con pilotes de fricción

La posibilidad de esta falla estriba en que la resistencia por adherencia

y fricción en el área lateral del prisma de altura L, envolvente

de los pilotes, sea menor que la suma de la resistencia de todos

los pilotes considerados individualmente. Si n es el número de pilo­


358 CAPITULO IX

tes en la cimentación, p el perímetro de cada uno, P el perímetro

del conjunto y fa es la adherencia entre pilote y suelo, supuesta igual

a la resistencia al esfuerzo cortante del material, el peligro de falla

de conjunto dejará de ser crítico si se cumple la desigualdad:

de donde

npL¡a < PfaL

np<P (9-4)

lo que expresado en palabras da lugar a la conocida regla práctica

de que no hay riesgo dominante de falla de conjunto siempre y

cuando el perímetro del área ocupada por los pilotes sea mayor o

igual que la suma de los perímetros de los pilotes individuales.

Algunos autores toman en cuenta en el razonamiento anterior la

resistencia que ofrece a la falla la base inferior del prisma formado

por el conjunto de los pilotes; huelga decir que la fórmula 9-4 es

conservadora respecto a este criterio.

Falla de un conjunto de pilotes

En lo que se refiere a asentamientos de grupos de pilotes de

fricción, puede decirse que no guardan ninguna relación con el asentamiento

de un pilote aislado. E n general, el asentamiento de una

cimentación piloteada con pilotes de fricción es menor que el que

se tendría si la misma carga se aplicase al nivel de la cabeza de

los pilotes, directamente sobre la misma área que se pilotea. Por

supuesto que pueden imaginarse casos en los que la regla anterior

no valga o que, inclusive, se invierta; por ejemplo, si la estratigrafía


MECANICA DE SUELOS (II) 359

comprende una costra potente dura, bajo la que hay suelo muy

blando, el efecto de los pilotes, al transmitir esfuerzos directamente

al suelo blando es contraproducente y se originan fuertes asentamientos,

quizá mayores que los que se tendrían sin pilotes. La razón

por la que los pilotes de fricción producen menor asentamiento que

las cargas superficiales es doble; por un lado, los pilotes transmiten

una parte substancial de la carga a zonas profundas, en las que por

haber mayor presión inicial, el material es menos compresible; en

segundo lugar, al repartir la carga a lo largo de todo el fuste, el

nivel del mayor esfuerzo transmitido al suelo es menor que si la

carga se transmitiera con una zapata.

Tampoco existe un método científico convincente para calcular

los asentamientos en grupos de pilotes de fricción; las reglas que

existen para ello están “prefabricadas” de modo que lleguen a resultados

que sean razonables de acuerdo con la experiencia de que se

dispone; después se les proporciona una apariencia más o menos

formal, que permita asociarlas con más o menos éxito a alguna teoría

admitida. Algunas de esas reglas se exponen a continuación.

Quizá el método más extendido para los fines prácticos es el

debido a Terzaghi y Peck14, según el cual la carga tomada por los

pilotes puede considerarse aplicada en el tercio inferior de los mismos,

como uniformemente repartida en el área piloteada, calculando

el asentamiento de ese nivel hacia abajo ( Capítulos II y III), como

si no existiese pilote alguno; ello implica la suposición de que el

espesor de suelo correspondiente a los dos tercios superiores de los

pilotes no se consolida. Los propios autores presentan este método

como lo que ellos llaman una solución aproximada. En la mayoría

de los casos, la estimación por este procedimiento resulta conservadora;

es decir, los asentamientos reales son menores que los calculados.

Precisamente por esta razón, algunos autores han propuesto

considerar la carga uniforme equivalente aplicada al nivel de la

punta de los pilotes, con lo que se reduce el espesor de material

consolidable y se obtienen asentamientos menores.

IX -14.

Deterioro y protección de pilotes

En esta sección se tratarán brevemente las causas más comunes

que producen el deterioro de los pilotes y los procedimientos que

más se han usado para la protección de los mismos. Primeramente

se tratará el caso de los pilotes de madera para seguir con los de

concreto y terminar con los pilotes de acero.

La calidad estructural de los pilotes de madera puede verse afectada

por pudrimiento, por ataque efectuado por insectos u organismos

marinos, por abrasión mecánica y por acción del fuego.


360 CAPITULO IX

El pudrimiento de la madera es causado por el desarrollo de

hongos en las zonas expuestas a períodos de humedecimiento y

secado alternativos. La temperatura es otro factor que afecta el desarrollo

de los hongos, considerándose que temperaturas entre 20°C

y 35°C son las óptimas para su crecimiento. El pudrimiento de la

madera es prácticamente nulo si el pilote permanece siempre seco,

siempre saturado o ha sido tratado químicamente para impedir el

crecimiento de los hongos. Sin embargo, los tratamientos usuales tienen

la desventaja de proteger la madera únicamente superficialmente,

por lo que la parte interior está expuesta al pudrimiento una vez que

se produce alguna discontinuidad en su protección superficial (agujeros,

cortes o zonas desprotegidas por abrasión mecánica).

La regla práctica más segura es la de que el uso de la madera

en pilotes debe restringirse a zonas bajo el nivel freático mínimo que

se tenga en la zona piloteada.

Puede considerarse que no existe ninguna variedad de madera

inmune al ataque de insectos y organismos vivos, de modo que el

único procedimiento seguro para evitar el problema es el uso de tratamientos

preservativos adecuados. Desde luego esta forma de deterioro

es particularmente grave en pilotes sujetos a la acción de aguas de

mar, pues éstas suelen contener gran variedad de organismos que

originan deterioro en la madera.

La protección de pilotes de madera se logra con dos métodos

básicos, sujetos a multitud de variantes: o se envenena la madera

con substancias químicas que la hacen inapropiada a la vida animal

o se la protege mecánicamente, por ejemplo cubriéndola con metal o

concreto.

Los principales agentes de deterioro en pilotes de concreto son

las substancias susceptibles de producir destrucción o ataque al concreto,

tales como algunos álcalis, ácidos o sales, la acción mecánica

de la congelación del agua del subsuelo, la descomposición química

del concreto, especialmente si está expuesto a la acción de agua

salada y, finalmente, el manejo inapropiado en las operaciones de

izado y colocación.

Los métodos de protección para pilotes de concreto cuando se

hacen necesarios, consisten en el uso de pinturas, recubrimientos metálicos

o de substancias como la gunita u otras similares.

El principal enemigo de los pilotes de acero es la corrosión. Las

principales medidas para evitarla son el aumentar la sección, pintar los

pilotes con pinturas especiales o utilizar recubrimientos, sobre todo

de concreto. Modernamente se ha utilizado con gran éxito la protección

catódica, sujeta, por otra parte, a problemas de conservación.

Todo lo anterior hace necesario efectuar inspecciones periódicas

a toda cimentación piloteada, a fin de constatar sus condiciones de

conservación.


MECANICA DE SUELOS (II) 361

IX-15.

Pilas, cilindros de cimentación y cajones

Como ya se ha dicho en el comienzo de este capítulo, los elementos

que dan título a esta sección se distinguen de los pilotes por

su tamaño creciente; sin duda tal distingo debe producir diferencias

más fundamentales de comportamiento, pero éstas no están hasta ahora

suficientemente dilucidadas, por lo que los criterios de cálculo

de capacidad de carga y asentamientos son los mismos empleados

en pilotes.

En el Anexo IX -f se dan algunas indicaciones sobre estos elementos

de cimentación, sus métodos constructivos y su manejo en

general.

ANEXO IX-a

Fórmulas dinámicas para la capacidad de carga de pilotes

hincados al golpe

La primera fórmula dinámica que ganó popularidad por su simplicidad

es la conocida con el nombre de fórmula del Engineering

News, presentada por Wellington en 1888. La fórmula se presentó

para ser usada en pilotes de madera hincados con martillos de caída

libre y se modificó más tarde para su aplicación a martillos

de acción simple y doble. La fórmula para martillos de caída libre

y de acción simple proviene de igualar la energía del impacto con el

trabajo de penetración, más las pérdidas de energía que tengan lugar

donde

Wh = Qd s + Pérdidas

W = peso del martillo

h = altura de caída

Qa = resistencia dinámica en la punta del pilote

s = penetración de la punta del pilote en el impacto considerado.

Si las pérdidas se expresan con cQd, la fórmula queda

Wh

Qd = - ^ -

s + c

(9-a.l)

Para el caso de martinetes de doble efecto, la fórmula se modifica

al considerar que la fuerza que produce el impacto es el peso del


362 CAPITULO IX

martillo más el empuje del vapor, expresado por la presión de éste,

p, multiplicada por el área del émbolo, A. Así la fórmula queda

5 + C

Obsérvese que c tiene unidades de longitud; su valor, obtenido

empíricamente, es

c = 2.5 cm, para martillo de caída libre

c = 0.25 cm, para martillo de vapor

c = 0.25 P /W cm, siendo P el peso del pilote, para el caso de

martillos de vapor, si se considera la influencia de la inercia

y el peso del pilote en las pérdidas de energía.

Otra de las fórmulas dinámicas más populares, inclusive hoy en

día, es la debida a Hiley1, en la que se trata de establecer las

pérdidas de energía durante el hincado de un modo más detallado.

En lo que sigue se dan los lincamientos básicos para la deducción

de esta fórmula.

En el momento del impacto, el martillo posee una energía que

corresponde a una cantidad de movimiento igual a su masa por su

velocidad en dicho instante. El primer efecto del martillo sobre el

pilote es una compresión de éste y al final de este período de compresión

la velocidad del martillo y la del pilote serán la misma. Si W es

el peso del martillo, g la aceleración debida a la gravedad y v

la velocidad del. martillo en el momento del impacto, la cantidad

del movimiento del martillo en ese momento vale

M

W

9

v

Si M t es la cantidad de movimiento que corresponde a la energía

que el pilote absorbe al comprimirse, al final del período de compresión

la cantidad de movimiento del martillo se habrá reducido en esta

cantidad y será

M' - M - M t

También la velocidad del martillo se habrá reducido al fin del

período de compresión al valor:

M'g M Tg

vc —------- —v -----------

W W

(9-a.3)


MECANICA DE SUELOS (II) 363

Si se supone que el pilote tiene la posibilidad de moverse algo

hacia abajo y que el efecto del hincado en el rebote hace que se

pierda el contacto del pilote con la tierra, entonces la cantidad de

movimiento del pilote al fin del período de compresión puede suponerse

igual a Mt y, por lo tanto, la velocidad del pilote será

Vc =

MTg

(9'aA)

donde Wp es el peso del pilote.

Las velocidades del martillo y pilote deben ser iguales al fin del

período de compresión, por lo que las expresiones 9-a.3 y 9-a.4

pueden igualarse

MTg _ M Tg

v W (9' a'5)

Después del período de compresión el pilote se restituye, tratando

de recuperar su forma original. Si e es el coeficiente de restitución

del sistema pilote-martillo, entonces eMT será la magnitud del impulso

que causa la restitución, por definición de coeficiente de restitución.

Así al final del período de restitución, la cantidad de movimiento

del martillo será

M” = M - M T- e M T= M - M T{l + e) (9-a.6)

Si vm representa la velocidad del martillo al final del período

de restitución, se tendrá

de la expresión 9-a.5 se deduce que

P

M"g M,g

Vm ~ ~ \\T ~ v W~^X+ e) (9'a-7)

JIM 1 W I V »

M’ = gW + w : <9-a-6)

Valor que substituido en (9-a.7) conduce a

de donde

-. = -[1 - T V T W (l+e)]


364 CAPITULO IX

Si vp es la velocidad del pilote al final del período de restitución

y teniendo en cuenta que en ese instante la cantidad de movimiento

ue corresponde a la energía total absorbida por el pilote es

~T + eMT, se tiene que

M t{1 + e)g

vp - ^ y (9-a.lO)

Substituyendo el valor dado por la ec. 9-a.8 para M T, se tiene

que:

_WU+e) __W + e W (n. in

v» - w + W , v ~ W + W , p

Con las velocidades vmy vf del martillo y pilote, respectivamente,

correspondientes al fin del período de restitución, puede calcularse

la suma de las energías que se tienen en esos elementos en dicho

momento, la cual ya podrá usarse en hincar el pilote en el suelo,

venciendo la resistencia de éste. Sin embargo, ha de notarse que

parte de esa energía se empleará aún en producir compresiones de

índole elástica temporal en la cabeza de acero que se le coloca

al pilote para el hincado, en el pilote y en el suelo.

Así la energía disponible en el sistema martillo-pilote, al fin de

la restitución, será:

w w .

+ - P K , ) 2 (9-a.l2)

2 9 2 9

introduciendo las ecs. 9-a.9 y 9-a.ll en la (9-a-12) se llega a

D _ W v* ( W - e W PY , W,v*(W + eW\* _

n* - - 2 r \ W + Wp J + 2 g \ W + Wv) -

" W v2 W + e2 Wp W v2 WP{1 - e2) ]

2 g W +W p ~ 2 g L1 _ w + w p ]

(9-a.l3)

De la expresión final de la ec. 9-a.l3, teniendo en cuenta que

la energía del martillo en el momento del impacto fue E —W v2/ 2g

se tiene que la energía perdida vale


MECANICA DE SUELOS (II) 365

La energía disponible E¿, dividida entre la energía total E, da la

eficiencia del golpe del martillo; puede verse en la penúltima expresión

de las ecs. 9-a.l3 que dicha eficiencia vale

lo cual puede escribirse

, = ^ W + + íWp

^ (**»>

1

11 _ + Wr,

4 - — 51 + — -

1 + W + W

El segundo término del segundo miembro de la ecuación anterior

es despreciable normalmente en la práctica, dado el pequeño valor de

e- en la mayoría de los casos. Si esto es así, resultará

„ = - V ( 9 - .I 6 )

1 + —

1+ w

La ec. 9-a.l6 indica la importancia de tener un martillo pesado

en comparación al peso del pilote que se desee hincar; así la relación

/W será chica y la eficiencia del golpe, q, será grande. Este punto

ilustra el inconveniente más grave de describir un martillo de hinca

por la energía de su golpe en kgm. En efecto, un cierto número de

kgm puede lograrse con un martillo muy ligero, cayendo de gran

altura o con un martillo muy pesado, que caiga de pequeña altura;

en ambos casos la energía puede ser la misma, pero la eficiencia del

golpe es tan diferente que puede decirse que los martinetes de martillo

ligero son siempre inapropiados para la hinca y que debe

tenderse, en lo posible, al uso de maquinaria pesada aue opere

eficientemente y logre hincar pilotes en lugares en donae ello es

factible, pero donde equipo ligero fracasa inevitablemente, por su

baja eficiencia.

La energía cinética en el momento del impacto ( W/2g)v2 proviene

de la caída del martillo, por lo que puede escribirse

W

— v'- = W h

2)7

donde h es la altura de caída libre del martillo.

Si no hubiera pérdidas de energía en el impacto, no hubiera

pérdidas de naturaleza elástica y la eficiencia del golpe fuera 100%,

evidentemente podría escribirse


366 CAPITULO IX

Qa s —W h

En un martinete real existe una eficiencia mecánica, ef, que se

debe a que el martillo va guiado y se roza en sus guías, a la resistencia

del aire, etc. Teniendo esto en cuenta, deberá escribirse

Qd s —e¡ W h

La energía del golpe está, a su vez, afectada por otro factor de

eficiencia, rj, según se vio y, en consecuencia, la ecuación anterior

deberá modificarse para tomarla en cuenta

W + e2 W„

Qds = T] e, W h = e, W h J T f (9-3.17)

de donde resulta:

^ W h W + e2 Wp m 1|M

— r + w r (9' a-I8)

Si la punta del pilote se mueve hacia abajo una cierta cantidad,

s, como resultado del golpe, la parte superior de la pieza metálica

que se coloca en la cabeza del pilote para su protección, se mueve

esa distancia más una cantidad adicional c = Ci + c2 + c3, debido

a las compresiones elásticas temporales en el propio cabezal de

protección, en el pilote y en el suelo.

Entonces se tiene que el trabajo efectuado por el golpe es en

realidad

Qd

ya que el trabajo adicional efectuado contra las fuerzas elásticas

mencionadas es 1/2 (Qd c ).

Por lo tanto

o, si se prefiere

^ W h W + e2 Wv

Ui~ Cf s + c/2 W + Wp (9-a.l9)

^ _ et Wh W + e*W, /n

Qi~ s + l/2(Cl + c2 + c3) W + W p (9'a-20)

que es la fórmula de Hiley, que se trataba de obtener.


MECANICA DE SUELOS (II) 367

La expresión anterior, es válida, según se desprende de su obtención,

para martillos de caída libre o de acción simple. Para martillos

de doble acción, la fórmula se modifica substituyendo el valor W h

por el término E n, energía por golpe, proporcionada por el fabricante

de la unidad.

Las fórmulas anteriores no son aplicables en rigor al caso de

pilotes hincados al rechazo en material muy duro o hincados sobre

roca dura, en donde la punta del pilote no se mueve libremente; sin

embargo, aún en esos casos, el autor de esta fórmula sostiene que

con ella se obtienen resultados que no difieren mucho de los obtenidos

con fórmulas más apropiadas, pero también más complicadas.

En la fórmula 9-a.20 el sentido detallado de los símbolos utilizados

es el siguiente:

= Resistencia última al hincado, supuesta igual a la capacidad

de carga última del pilote.

W —Peso del martillo que hinca al pilote.

h ~ Altura de caída libre de un martillo de este tipo o carrera

del martillo en uno del tipo de acción simple.

e¡ = Eficiencia mecánica del martillo de hincado. Los valores

que se recomienda en la práctica en algunos casos frecuentes

son los siguientes:

100% para martillos de caída libre de control automático.

75% para martillo de caída libre accionado con cable y

malacate de fricción.

85% para martinetes McKieman-Terry de acción simple.

75% para martinetes Warrington-Vulcan de acción

simple.

85% para martinetes de doble acción McKieman-Terry,

Industrial Brownhoist, National y Unión.

100% para martinetes Diesel.

80% para martinetes de acción simple B.S.P., semiautomáticos.

Wp = Peso del pilote y todos sus accesorios necesarios pára la

hinca.

I — Longitud del pilote. Si en la resistencia del pilote al hincado

juega papel importante la fricción lateral, l será la

distancia de la cabeza del pilote al centro de las fuerzas

de resistencia al hincado,

e = Coeficiente de restitución, que varía de cero en pilotes

con cabeza de madera deteriorada sin protección o en pilotes

con amortiguadores en la cabeza, a 0.55 en pilotes con

cabeza protectora de acero. Deberá usarse el valor 0.40

cuando la cabeza protectora en el pilote de acero esté provista

de un amortiguador poco resistente; 0.25 en pilotes

de madera o de concreto con cabeza de madera.


368 CAPITULO IX

s = Penetración del pilote con el golpe.

Ci = Compresión temporal de la cabeza del pilote y de su

protección; incluye la compresión de los seguidores, si los

hubiere.

c2 —Compresión temporal del pilote.

= (9-a2’ >

c3 = Compresión del suelo bajo el impacto. Oscila de 0.5 cm

en suelos relativamente resistentes hasta cero en suelos

muy duros. Un valor normal es 0.25 cm.

A = Sección recta del pilote. Si ésta no es constante, se deberá

tomar un promedio entre los valores en la cabeza y en la

punta. En pilotes de concreto reforzado, precolados, deberá

transformarse el área de acero a un área equivalente

de concreto.

E = Módulo de elásticidad del materiaí del pilote.

Ci varía de 0 a 1.25 cm, dependiendo de varios factores.

Valores altos de Ci se tienen cuando el suelo es muy resistente,

la cabeza del pilote tiene colchón amortiguador

de importancia y el pilote es de concreto; Ci es cero si el

golpe se le aplica directamente a un pilote de acero.

ANEXO IX-b

Pruebas de carga en pilotes

El dispositivo para dar la carga al pilote, una vez que éste está

en la posición de prueba, puede seguir alguna de las siguientes

variantes:

1. Aplicación directa de la carga, colocando un lastre sobre

una plataforma que descanse directamente en la cabeza del

pilote.

2. Aplicación de la presión de un gato hidráulico cuya reacción

la absorbe una plataforma lastrada, el peso de una estructura

existente, una viga de acero anclada al terreno generalmente

por medio de otros pilotes, etc.

3. Aplicación de una carga por mecanismo de palanca, usando

una viga piloteada en un extremo a la que se carga en el

otro extremo.


MECANICA DE SUELOS (II) 369

En la fig. IX-b.l se muestran esquemas de algunos dispositivos

típicos.

d ) DISPOSITIVO CON GATO CONTRA PILOTES

FIG. IX-b.l Dispositivos típicos paro pruebas de carga en pilotes (según R. D. Chelis)

El lastre suele estar constituido por rieles, lingotes, bloques de

concreto, depósitos de agua o, simplemente, peso de tierra.

De los métodos empleados para la carga, ha de señalarse la

dificultad de operación que plantea el primero de los citados, especialmente

si han de seguirse, como es norma general, procesos de

descarga, muy engorrosos con el sistema del lastrado y muy expeditos,

por el contrario, si se usan gatos.

La secuela de realización de una prueba de carga en pilotes

consiste esencialmente en cargar al pilote en incrementos, hasta llegar


370 CAPITULO IX

F IG . IX-b.2 Diagrama de correlación típico entre carga, asentamiento y tiempo, en una

prueba de carga en un pilote


MECANICA DE SUELOS (II) 371

al valor máximo previsto en la prueba, generalmente del orden del

doble de lo que se estima que sea la carga de proyecto y en medir

por algún procedimiento los asentamientos correspondientes en la

cabeza del mismo pilote.

Cada incremento de carga deberá dejarse el tiempo necesario

como para que el asentamiento prácticamente cese. El asentamiento

de la cabeza del pilote se debe a deformaciones elásticas (recuperables

al retirar la carga) tanto en el suelo como en el propio pilote

y a deformaciones plásticas (que permanecen al retirar la carga)

del suelo. Estas deformaciones son las que causan generalmente los

asentamientos excesivos en las estructuras y son, por lo tanto, las que

deben evitarse. En una prueba de carga deben deslindarse los dos

tipos de deformación, puesto que las deformaciones plásticas son las

que realmente interesa definir en la prueba. Para esto es necesario

efectuar procesos cíclicos de carga y descarga, durante los cuales

el pilote llegue a cargas máximas cada vez mayores. En la fig. IX-b.2

puede verse una gráfica que ilustra resultados típicos de una prueba

de carga.

En la parte a) de la figura se ilustra el proceso de cargar en

incrementos, detallando los tiempos en que se colocaron y anotando

los asentamientos que produjeron. Cada incremento se dejó un lapso

de 6 h sobre el pilote, lo que se supone fue suficiente para que

los asentamientos cesaran en todos los casos. La primera descarga

se efectuó cuando la carga había llegado al valor de 35 ton; el

asentamiento del pilote en dicha descarga se recuperó totalmente,

lo que indica que era de naturaleza elástica. Al llegar, en el nuevo

proceso de carga, a las 100 ton se descargó de nuevo, quedando

ahora un asentamiento remanente de 0.4 cm.

La tercera descarga ocurrió al llegar el pilote a las 150 ton,

con un asentamiento no recuperable de 1.75 cm.

En la parte b) de la figura se ha dibujado la gráfica carga-asentamiento

total, con línea llena; la gráfica correspondiente a los

asentamientos plásticos aparece con trazo de punto y raya. Esta

última se obtuvo de los resultados de la parte a) de la figura, que

permitieron trazar en forma aproximada las trayectorias de descarga

(de las que sólo se conocen el primero y el último puntos). Con la

deformación permanente en carga cero y el valor de la carga a partir

de la que se descargó el pilote se obtienen puntos sobre la curva de

asentamientos plásticos. En la parte b) de la figura se ilustra la

obtención del punto correspondiente a la carga de 150 ton.

Una vez obtenida la curva de asentamientos totales y plásticos

contra la carga pueden suceder dos cosas. Primero, que en las curvas

se defina el punto de falla por un quiebre tan evidente, que no haya

duda respecto a la carga de falla. En este caso, lo único que se

requerirá para determinar la carga de trabajo del pilote será escoger


372 CAPITULO IX

un factor de seguridad adecuado para dividir por él la carga de

falla: este factor de seguridad es frecuentemente del orden de 2.

Existe un segundo caso más frecuente, en el que no es fácil

determinar el punto de falla, debido a lo gradual del cambio de

pendiente de las curvas asentamiento-carga. En este caso es preciso

definir lo que se considerará carga última del pilote por medio de

algún criterio conveniente, y hasta cierto punto, arbitrario. Existen

varias reglas de esta naturaleza: las menos están elaboradas para

aplicarse sobre la curva del asentamiento total, las más se refieren

a la curva de asentamientos plásticos. Algunas de las reglas de mayor

uso actual se mencionan a continuación:

/. Determínese la carga para la cual, en 48 h corresponda

un asentamiento permanente no mayor de 0.5 cm y divídase

ese valor por un factor de seguridad de 2, obteniéndose así

la carga de proyecto. (Departamento de Carreteras del Estado

de Louisiana, EE.UU., y Departamento de Obras Públicas

del Estado de Nueva York, EE. U U .).

2. Hágase la prueba hasta aplicar una carga doble que la que

se desee que soporte el pilote en la obra. La prueba se considerará

satisfactoria cuando dicha carga no produzca un asentamiento

total neto mayor de 0.025 cm por cada tonelada

de carga aplicada, midiendo el asentamiento al retirar la

carga, después de 24 h de permanencia (Código de Edificios

de la Ciudad de Nueva York, EE. U U .).

3. Obtenida la curva carga-asentamientos plásticos, trácense tangentes

a sus tramos inicial y final; la carga correspondiente

a la intersección de los dos trazos, dividida entre un factor

de seguridad de 1.5 ó 2 será la carga de proyecto.

4. Obténgase el punto en el que el asentamiento total comience

a exceder de 0.125 cm por cada tonelada de carga adicional

o en el que el asentamiento plástico comience a exceder de

0.075 cm por cada tonelada de la misma carga. La carga

correspondiente a cualquiera de esos puntos se considera la

última del pilote; para obtener la carga de proyecto, su valor

deberá dividirse por 2, si el pilote trabaja bajo cargas estáticas

o por 3 si ha de estar sujeto a cargas dinámicas. (Dr.

R. L. Nordlund, Compañía Raymond de pilotes de concreto).

ANEXO IX-c

Algunos tipos comunes de pilotes precolados apropiados para

ser hincados al golpe

Los pilotes de concreto apropiados para ser hincados a golpes

suelen ser de sección rectangular o circular, con calibres compren­


didos usualmente entre 30 cm y 60 cm; sus longitudes oscilan entre

8 6 10 m como límite inferior y 30 m o algo más, como superior.

Estos pilotes requieren lugar de colado, tiempo para curado, espacio

para almacenaje y equipo especial para izado y manejo. Frecuentemente

se cuelan en tramos manejables, que se unen en la posición

de hincado por medio de juntas cuya resistencia garantice ampliamente

la del conjunto.

Los pilotes pueden ser simplemente reforzados o presforzados.

A continuación se describen algunos tipos especiales de pilotes

que han sido usados en la práctica de las obras.

a) Pilote presforzado tipo Raymond

Muy apropiado para grandes longitudes de pilotes que han

de soportar grandes cargas. Los pilotes se hacen de secciones

de concreto con armado longitudinal y espiral de 5 m de

longitud, aproximadamente. A lo largo de todo el pilote, coincidiendo

en todas las secciones, existen perforaciones próximas

a la periferia de calibre suficiente para contener a los alambres

longitudinales de presfuerzo, los que, armado el pilote, se

tensan con gatos y se sujetan rellenando las perforaciones con

mortero de cemento.

Estos pilotes pueden llegar a diámetros de 1 m aproxima-

damente.

F IS . IX -C .I Ulaie

Gigante

MECANICA DE SUELOS (II) 373

) Pilotes Hawcube

Estos pilotes son una patente inglesa. Consisten

en tramos de concreto precolado de 1.5 m

a 3.0 m de longitud, que se van hincando y

uniendo por machihembrado ayudado por mortero.

Contribuyen a evitar difíciles maniobras

de manejo, inevitables en pilotes largos.

) Pilotes Gigantes

Estos son pilotes de concreto protegidos por

canales de acero que hacen de camisa (fig.

IX -c .l).

Los canales protegen al pilote de los golpes

del martinete, absorbiendo una gran parte de

la energía del impacto. Además embonan con

una zapata de acero que cubre la punta del

pilote, lo que sirve para transmitir la energía

del impacto directamente a la punta, con lo

que se logra mayor eficiencia de hincado y

los pilotes puede alcanzar mayores profundidades

o pueden usarse eficientemente martinetes

de menor energía de hincado. El golpe

se da en un cabezote de acero directamente co-


374 CAPITULO IX

nectado a la armadura de canales. Al término del hincado se

extraen los canales halándolos; el hincado de pilotes adyacentes

elimina posteriormente el espacio vacío dejado por

la remoción de los canales.

ANEXO IX-d

Tipos de pilotes colados en el lagar

Como se dijo en el cuerpo de este capítulo hay una gran variedad

de tipos de pilotes colados en el lugar, la mayor parte sujetos a

patente. Los pilotes pueden construirse sin ademe permanente o con

él; los primeros se usan donde no se derrumbe o cierre la excavación

previa que se haga para la construcción del pilote, en donde el agua

no anegue a la misma y en donde no se perjudique a un pilote recién

construido al efectuar las excavaciones para los pilotes vecinos. Este

tipo de pilotes tiene la ventaja de no precisar espacio de almacenaje,

ni equipo para su manejo; además, no están sujetos a daños por

maniobras de manejo o por hincado.

A continuación se describen brevemente los tipos más comunes

de pilotes colados en e! lugar sin ademe permanente.

a) Pilote McArthur de concreto comprimido. Pilote Western

Este pilote puede construirse hasta un diámetro del orden

de 60 cm en forma satisfactoria a través de cualquier suelo,

siempre que no ceda lateralmente cuando el concreto sea

presionado.

El equipo de construcción comprende un ademe tubular y un

émbolo que ajusta bastante bien en su interior. El procedimiento

de construcción es el siguiente: en primer lugar se

hinca el ademe circular con el émbolo bajado hasta su parte

inferior; logrado el nivel deseado, se retira el émbolo y se

rellena el ademe de concreto; en seguida, se extrae el ademe

por tracción, asegurando al concreto con el peso del émbolo,

para evitar que sea arrastrado hacia afuera, (fig. IX -d.l).

Los pilotes Western son una variante de los anteriores en la

que se acciona el émbolo con un mecanismo de poleas, de

modo que al ser extraído el ademe utilizando el martinete

de hinca, dicho mecanismo hace que el émbolo presione al

concreto para garantizar que éste quede en posición dentro

del ademe, sin arqueo y sin arrastre, cuando éste es extraído.

b) Pilotes de concreto comprimido con base ampliada

Estos pilotes tienen ventaja en lugares en que el estrato resistente

es relativamente delgado y no es muy profundo; la base

ampliada da menores esfuerzos de contacto, haciendo el papel


MECANICA DE SUELOS (II) 375

Q

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SUELO

BLANDO

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SUELO

DURO (Q )

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(c)

m

I T i p s

(d)

FIS. IX-d.l PHofe M cA rth u r

de una zapata. También son útiles para lograr un buen apoyo

en estratos de roca muy inclinada.

El equipo utilizado incluye un ademe tubular hueco, con un

émbolo interior que ajuste bien con él. La operación para

formar al pilote es la siguiente, (fig. IX-d.2)

Se hinca el ademe con el émbolo metido hasta el fondo;

a continuación se levanta el émbolo hasta retirarlo del

ademe y se llena éste hasta una cierta altura, asegurando el

concreto con el émbolo y se rehinca el ademe, con el émbolo

de nuevo llevado hasta el fondo, a través del concreto fresco,

con lo que se produce la ampliación de base característica de

estos pilotes. Se retira ahora otra vez el émbolo y se rellena de

concreto todo el ademe. Finalmente se retira el ademe con

presión hacia arriba, a la vez que con el émbolo se da sobre

el concreto la suficiente contrapresión hacia abajo para garantizar

que el concreto no sea arrastrado y que el pilote resulte

bien conformado.

Las operaciones anteriores y la calidad del suelo condicionan

la ampliación que se obtenga; formas alargadas son preferibles

si el pilote ha de penetrar algo en un estrato de suelo


CAPITULO IX

o

Hfewew

SUELO DURO

(a) (b) (c) (d) (e)

FIG . IX-d.2 P/7ofe cfo concreto comprimido de bote ampliada

resistente; formas aplanadas dan buen resultado para apoyo

en roca.

En los pilotes McArthur de concreto comprimido y con base

ampliada, ésta se forma dando golpes al concreto que se vació

en el ademe, en lugar de rehincar el sistema ademe-émbolo

a través de él. Existe también un tipo similar de pilote

Western.

c) Pilotes Simplex

Este tipo de pilotes se puede hincar a través de suelos blandos

o relativamente duros. Se requiere que al retirar el ademe

quede formado un buen molde para el vaciado de concreto,

por lo que deberá colocarse un ademe interior ligero en el

caso de que la consistencia del suelo no garantice dicho molde.

En la fig. IX-d.3 se muestra esquemáticamente la operación

de construcción, en la que debe notarse que la punta del

dispositivo'de hincado se pierde en cada pilote.

Este tipo de pilotes es usado frecuentemente en Inglaterra.


MECANICA DE SUELOS (II) 377

FIG . IX-d.3 Pilote Simplex

d) Pilotes Vibro

Son estos pilotes apropiados para ser construidos a través de

un suelo que, aun siendo blando tenga la consistencia necesaria

para que el concreto no se difunda lateralmente a su

través. Los pilotes suelen hacerse de concreto reforzado, con

un armado que usualmente es objeto de especificación previa.

El dispositivo de fabricación es análogo al de los pilotes Simplex;

la extracción del tubo y la formación del pilote se logran

por medio de golpes del martillo hacia arriba y hacia abajo.

En el golpe hacia arriba, el ademe sube algo y una parte del

concreto que lo llena fluye hacia abajo y lateralmente para

llenar el espacio anular dejado por la parte del ademe que se

movió; en ese golpe hacia arriba, se supone que el peso de la

columna de concreto es suficiente como para que no haya

arrastre del material; durante el golpe hacia abajo, el ademe

y la columna de concreto suprayacente actúan como un

pisón que compacta al concreto a nivel inferior. El golpe hacia

abajo se da con menor carrera que el ascendente, con lo que

resulta un desplazamiento neto del ademe hacia arriba. Los


378 CAPITULO IX

golpes se dan a razón de 80 por minuto y la velocidad de

ascenso del conjunto es de 1.20 m por minuto.

El pilote Vibro resulta, al fin de la construcción, de superficie

lateral corrugada y logra una buena adherencia con el suelo

circundante.

A continuación se describen brevemente algunos tipos de pilotes

colados en el lugar que requieren ademado permanente. Se usan

generalmente allí donde surjan los inconvenientes mencionados al

principio de este Anexo. El ademe permanente es generalmente de

lámina delgada corrugada y va colocado dentro del ademe de hinca,

más pesado, que posteriormente se remueve. Frecuentemente, la falta

de confinamiento lateral seguro hace necesario usar pilotes de concreto

reforzado.

En general, estos pilotes se forman de modo similar a los que

no requieren ademe permanente y que fueron tratados en párrafos

anteriores de este Anexo. La diferencia estriba en que ahora se

introduce en el ademe de hinca y una vez colocado este, el ademe

ligero y generalmente corrugado de que se habló, antes de vaciar

el concreto. Pueden así fabricarse pilotes similares a los tipo Me

Arthur o a los de base ampliada que se describieron, dependiendo

de la técnica particular que se siga en cada caso. Sin embargo, existen

ahora algunos tipos de interés especial, que se mencionan en lo

que sigue

a) Pilotes Button~Bottom

Se utilizan cuando se desea un incremento en el área de apoyo

del pilote. Se han llevado a profundidades de 30 m con

facilidad, soportando cargas del orden de 50 ton o algo

mayores.

Hincado el ademe exterior hasta la profundidad deseada,

llevando en su extremo inferior una zapata independiente de

concreto precolado que se pierde en cada pilote, se introduce

el ademe corrugado permanente hasta su fondo; este ademe se

fija a la zapata por un dispositivo especial que atornilla ambas

partes. Realizada esta operación el ademe se rellena de

concreto y se extrae el tubo de hinca sin peligro, gracias a la

fijación del ademe interior, (fig. IX-d.4).

Este tipo es patente Western.

b) Pilotes Raymond con ademe metálico delgado hincados con

mandril

Estos pilotes pueden usarse tanto para trabajar por punta

como por fricción y en cualquier clase de suelo. El ademe

corrugado es hincado por medio de una pieza, denominada


MECANICA DE SUELOS (II) 379

FIG. IX-d.4 Pilote Button-Bottom

mandril, que penetra en su interior, adoptando su forma y

que se extrae una vez alcanzada la profundidad deseada

(fig. IX-d.5).

El ademe puede ser inspeccionado una vez colocado y antes

de ser rellenado con concreto, que puede ser simple o

reforzado.

Recientemente se ha utilizado una variante del pilote presentado

en la fig. IX-d.5, en el que se adopta una forma telescópica

para el ademe y correspondientemente para el mandril interior, con

tramos de diámetro cada vez menor según se desciende a lo largo

del fuste del pilote.

ANEXO IX-e

Pilotes hincados a presión o preexcavados

a) Pilotes preexcavados

Estos pilotes son sumamente ventajosos cuando se trabaja con un

suelo blando que se desplace lateralmente durante la hinca de un pilote,

perjudicando a otros previamente hincados; también lo son cuan-


CAPITULO IX

FIG . IX-d.5 Pilote Raymond


MECANICA DE SUELOS (II) 381

do existe un gran número de pilotes muy próximos, con lo que

se presenta el peligro de levantar y desplazar a un pilote ya colocado

con el hincado de otro vecino. El método de la preexcavación

es también ventajoso cuando se trata de construir pilotes de gran

diámetro.

Básicamente, estos pilotes se construyen siguiendo los lincamientos

que se describen a continuación (fig. IX -e .l).

Se hinca un tubo de acero con punta biselada hasta el estrato

de apoyo; se extrae el tubo con el material que quedó en su interior.

El material se vacía elevando el tubo y colocando un mandril fijo

en su extremo superior que impida que el material suba con el tubo.

Después se vuelve a meter el cilindro con el mandril en su interior

hasta el nivel de apoyo; se extrae el mandril y se llena el cilindro

de concreto; en seguida se presiona el mandril sobre el concreto y

se extrae el tubo.

u

- » i.

= a = iliie m i ni;

TERRENO

DORO

(0) (b) (C) (d) M H)

FIG . IX-e.l Pilota praaxcavado

lllla i ite.

(9)

Si el hueco de la excavación se cierra al sacar el tubo o si hay

dificultades de hincado al tratar de meter el tubo de una vez, puede

trabajarse con dos tubos, uno dentro del otro, retirando en tramos

el interior, vaciándolo y volviéndolo a hincar otra fracción; durante

estas operaciones, el tubo exterior actúa como ademe, que puede

finalmente retirarse o ser dejado permanentemente.


382 CAPITULO IX

b) Pilotes Miga

Estos son pilotes hincados a presión en pequeños tramos de

unos 50 cm de longitud. Son muy útiles para trabajos de recimentación

en que se disponga de poco espacio de maniobra. Las secciones,

generalmente cuadradas o circulares, tienen un hueco en el

centro de unos 8 cm de diámetro; este hueco sirve tanto para verificar

la construcción del pilote, como para armarlo al fin del hincado.

El método de construcción consiste en hacer una pequeña excavación

en cuyo fondo se coloca la primera sección del pilote con

punta metálica, que se presiona con un gato para lograr su hincado;

en trabajos de recimentación, la reacción del gato la da la estructura

existente. Hincada la primera sección, se le une una segunda,

por medio de un collar de acero, repitiéndose esta operación el número

de veces que sea necesario.

Este tipo de pilote está patentado por la compañía Franki.

FIG. IX-e.2 Pilofe Franki

c) Pilotes Franki

Estos pilotes tienen la ventaja de poseer una base ampliada, de

modo que transmiten esfuerzos menores, a misma carga, lo que es

conveniente si el estrato resistente no es de mucho espesor- Otra ventaja

radica en no precisar gran espacio de maniobra, pues el martillo

de hinca corre solo dentro del tubo que sirve de ademe al pilote.

El procedimiento de construcción es el que se menciona en lo

que sigue (fig. IX -e.2):


MECANICA DE SUELOS (II) 383

En primer lugar se coloca la primera sección del tubo de hinca

sobre la superficie del suelo, parcialmente llena con una carga de

concreto seco. A continuación, se golpea el concreto con un martillo

de caída libre, haciéndolo penetrar en el suelo, seguido del tubo.

Una vez que se ha alcanzado un nivel un poco por encima del de

desplante, se fija el tubo por medio de cables y, por medio del martillo,

se fuerza al tapón de concreto hacia abajo y hacia fuera del

tubo, colocando más concreto, siempre golpeando con el martillo:

así se forma la base ampliada del pilote. Formada la base, se va

vaciando concreto en el tubo, golpeándolo con el martillo, a la vez

que se extrae lentamente el tubo.

Como su nombre lo indica, este pilote es manejado por la Compañía

Franki.

d) Pilotes hincados por rotación

Son estos pilotes de concreto con agujero longitudinal en el que

se aloja una barra, en cuyo extremo inferior, fuera del pilote va una

hélice de diámetro mayor que el del pilote. Por rotación, el pilote

alcanza el nivel deseado, tras lo cual se retira la barra y se rellena el

agujero del pilote con concreto. La hélice se pierde en cada pilote.

ANEXO IX-f

Pilas, cilindros de cimentación y cajones

Como ya se ha dicho en este mismo capítulo, no existe entre

pilas y pilotes una diferencia más substancial que su diámetro: ya se

establecieron al respecto los límites que la costumbre suele fijar para

diferenciar ambos elementos. La capacidad de carga y los asentamientos

en pilas pueden establecerse en la misma forma descrita

para los pilotes.

Las pilas suelen ser preexcavadas a mano o con maquinaria especial,

pues sus dimensiones prohíben su hinca a golpes. El procedimiento

denominado del pozo seco consiste simplemente en fabricar

manualmente un pozo hasta el estrato resistente, convenientemente

ademado y de dimensiones tales que un hombre por lo menos

pueda trabajar en su interior; como su nombre lo indica, el método

sólo puede aplicarse en terrenos secos o en los que las filtraciones

sean muy pequeñas. El llamado método Chicago es una variante

del anterior, en la que se va excavando el material hasta una profundidad

del orden de 1 a 2 m, según su consistencia; la excavación

se adema con largueros verticales de madera, que se mantienen con

anillos de acero; se continúa después la excavación, repitiendo las


384 CAPITULO IX

operaciones de ademado en cada tramo; al alcanzar el nivel de

apoyo, suele ampliarse la base, para mejorar el poder portante del

elemento; el hueco así producido, se rellena de concreto. Si las filtraciones

de agua resultan grandes puede usarse el método Gow

en el cual se van introduciendo en el terreno secciones tubulares de

acero, telescópicamente, excavando a mano el material que va quedando

dentro de cada sección (fig. IX -f.l).

Los métodos de excavación a mano resultan muy costosos en la

actualidad, por lo cual se han desarrollado últimamente máquinas

capaces de construir pilas, que además no tienen la limitación que

la presencia de agua impone a los métodos manuales. Entre éstas

destaca la máquina Benoto, de patente francesa, que fabrica pilas

del orden de 1 m de diámetro.

(o)

FIG . IX f.l Pilas

o) Excavada por el método Chicago

b) Excavada por el método Gow

La excavación se realiza hincando un tubo exterior resistente, del

que se va extrayendo el material usando una cuchara de almeja.

El tubo se hinca con un efecto combinado de presión y rotación alternado,

con lo que se asegura que no se adhiera al suelo. Al terminar

la perforación se vacía dentro concreto, a la vez que se extrae

la tubería de perforación.

Los cilindros son secciones circulares de concreto reforzado, que

por su mayor diámetro (superior generalmente a los 3 m) se construyen

huecos. El procedimiento de construcción consiste en colocar

sobre el terreno el elemento, excavando en su interior con una cucha­


ra de almeja para retirar el material; el cilindro va descendiendo a

medida que se retira el material bajo él, hasta llegar al estrato resistente.

La penetración se facilita con punta biselada o cuchilla de

acero en la parte inferior. Cuando son de gran longitud (y se han

llegado a construir de 40 m) se construyen por tramos, colando

cada sección sobre la superficie, monolíticamente unida a la parte

que se haya hincado con anterioridad. Frecuentemente, en cilindros

largos, se hace necesario lastrarlos a fin de vencer la fricción lateral

que se opone a su descenso; en otras ocasiones se utilizan chiflones

para el mismo fin. Una vez colocado el elemento en posición se cuela

un tapón en su parte inferior y una tapa en la superior, quedando

el interior hueco.

La capacidad de carga y los asentamientos de estos elementos

se pueden estimar con los métodos descritos para pilotes, con las

mismas incertidumbres analizadas en aquel caso, incrementadas inclusive

ahora, por la falta de pruebas a escala natural, pues por ser

los cilindros de cimentación elementos más costosos que los pilotes,

son más escasas en la literatura las descripciones de pruebas de

carga en cimentaciones construidas con ellos.

Los cajones de cimentación, como se dijo en el cuerpo de este

capítulo, se distinguen de los cilindros sólo por su forma paralelepipédica.

Las técnicas para su construcción y manejo se describen

brevemente en lo que sigue, debiéndose observar que mucho de todo

ello es aplicable también al manejo de cilindros.

Pueden distinguirse dos casos que obligan a adoptar técnicas

diferentes: que exista o no un tirante de agua en el lugar de colocación

del cajón. Si no hay agua, el cajón de una o varias celdas

puede hacerse como se describió para el caso de los cilindros, extrayendo

el material de su interior y colando el elemento en tramos, a

medida que se va hundiendo en el subsuelo. Obviamente, las celdas

deben tener las dimensiones apropiadas para permitir la excavación.

En cajones muy altos es frecuente también recurrir al lastrado o al

chiflonaje para vencer la fricción lateral.

Cuando en el lugar existe un tirante de agua, puede recurrirse

a dos técnicas distintas. En la primera se lleva flotando al lugar

un molde de acero, que constituirá la sección inferior del cajón; el

molde reproduce la forma del cajón, de modo que los futuros muros

de las celdas de éste aparecen como cámaras huecas entre dos láminas

de acero en aquel. Ya en el lugar se vacía concreto en el molde,

para ir colando los muros de las celdas del cajón; este concreto sirve

de lastre y hace que el molde de acero descanse en el fondo. Y a en

esta posición, se trabaja excavando el material dentro de las celdas,

con lo que el cajón es llevado a la profundidad deseada bajo el fondo

del río, lago, etc. Por supuesto el molde debe tener una altura algo

25—Mecánica de Suelos II

MECANICA DE SUELOS (II) 385


386 CAPITULO IX

mayor que el tirante de agua en el lugar; si este es muy grande, el

molde podrá formarse por secciones, conforme se va hundiendo.

En la segunda técnica, se coloca un tablestacado de acero que

sobresalga del agua y que encierre la zona de construcción. El espacio

interior se va rellenando de arena, hasta que ésta sobresale del

agua, a modo de isla. Así se logra hincar el cajón como si no hubiera

tirante de agua.

En el cajón neumático, el trabajo en seco se logra creando por

medio de aire a presión una cámara de trabajo en su extremo inferior.

La técnica está limitada por la presión que soportan los trabaadores

que ocupan la cámara y excavan al terreno bajo el cajón,

íasta llevar a éste a su posición final. El factor anterior hace que

as profundidades en que se usa el método oscilen entre 10 y 30 m.

R EF EREN 1OIAS

1. Hiley, A. — Pile Dríving Calculations with Notes on Driving Forces and

Ground Resistance—-Structural Engineering — Vol. 3 — 1930.

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3. Correa, J. J., Quintero, J. y Aztegui, E. — Pruebas de carga en pilotes para

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10. Chellis, R. D. — Pile Foundations — Cap. 7 — Foundation Engineering — Editado

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MECANICA DE SUELOS (II) 387

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(Trad. O. Moretto) — El Ateneo Ed. — 1955.

Foundations — E. E. Seelye — John Wiley and Sons, Inc. — 1956.



CAPITULO X

PRINCIPIOS PARA E L DISEÑO DE PAVIMENTOS

EN CAMINOS Y AEROPISTAS

X -l.

Generalidades y Definiciones

El problema de la ejecución de obras de pavimentación que garantice

la posibilidad de tránsito de vehículos de transporte es, en

realidad, tan antiguo como el hombre mismo.

Las civilizaciones clásicas del Medio Oriente, Egipto, China, etc.

y los imperios Inca y Maya dejaron evidencias históricas de mucho

interés respecto a redes incipientes de caminos, con un grado de

desarrollo sorprendente. El Imperio Romano ofrece quizá el primer

ejemplo en el sentido moderno de cómo una red caminera bien construida

y conservada ayuda a la conquista y sostenimiento de un dominio

universal. La Era Napoleónica ofrece otro ejemplo del mismo

fenómeno que suele citarse insistentemente; el talento del notable

técnico Tressaguet hizo más que algún ejército en favor de la expansión

francesa.

Sin embargo, el verdadero auge del pavimento, en el sentido

actual de la palaíbra, ha tenido lugar con la aparición del automóvil,

en primer lugar y, más recientemente, con el advenimiento de la

aviación en la escala en que hoy se conoce.

Los pavimentos romanos consistían de grandes bloques rocosos

con buen acomodo, directamente apoyados én el terreno natural y,

en muchos casos, se han conservado hasta la actualidad. Los Incas

y los Mayas construyeron sus caminos aglutinando los bloques de

piedra con morteros naturales y afinando la superficie de rodaje. El

mencionado Tressaguet inició la construcción de pavimentos por capas

ordenadas según el tamaño de sus partículas constitutivas; sus

ideas fueron más tarde recogidas y mejoradas en Inglaterra por

Telford y McAdam, quienes construyeron pavimentos con secciones

que, en algunos casos, aún están hoy en uso.

Las fuertes cargas actuales, su velocidad de tránsito, el número

de sus repeticiones, etc., hicieron que en la actualidad las técnicas de

construcción de pavimentos hayan sufrido una evolución muy rápida,

con una definida tendencia, infortunadamente no siempre acompañada

por el éxito, a adquirir cada vez mejores bases teóricas que

refuercen, justifiquen y permitan aplicar con buen criterio, el ya

389


390 CAPITULO X

muy grande conocimiento observacional que a la fecha se va teniendo.

A este respecto ha de hacerse notar que la inversión nacional

en obras de pavimentación constituye para cualquier país un

renglón fundamental que justifica cualquier inversión realizada en

búsqueda de un mejoramiento especifico; baste decir que en muchos

caminos la pavimentación puede suponer un 50% del costo total,

para visualizar su importancia ingenieril.

Para los efectos del presente capítulo se entenderá por Pavimento

la capa o conjunto de capas comprendida(s) entre la subrasante

y la superficie de rodamiento de una obra vial, cuya finalidad

es proporcionar una superficie de rodamiento uniforme, resistente al

tránsito de los vehículos, el intemperismo producido por los agentes

naturales y a cualquier otro agente perjudicial. Como función estructural

un pavimento tiene la de transmitir adecuadamente los esfuerzos

a la subrasante, de modo que ésta no se deforme de manera

perjudicial.

Por subrasante se entiende la superficie de una terracería terminada,

siendo ésta última el conjunto de cortes y terraplenes de una

obra vial.

Existen actualmente dos tipos básicos de pavimento: rígido y

flexible.

Los pavimentos rígidos están formados por una losa de concreto

hidráulico, con recubrimiento bituminoso o sin él, apoyada sobre la

subrasante o sobre una capa de material seleccionado ( grava y arena).

Los concretos usados son de resistencia relativamente alta,

generalmente comprendida entre 210 kg/cm2 y 350 kg/cm2 a los

28 días. En general, se usa concreto simple y, ocasionalmente, reforzado.

Actualmente existe una tendencia al empleo de concreto

presforzado. Las losas de concreto simple son de dimensiones pequeñas,

del orden de 4 m a 8 m; estas dimensiones aumentan al

usar algún refuerzo y llegan a los 100 m en concretos presforzados.

Los espesores usados para las losas son del mismo orden usando o

no refuerzo.

Los pavimentos flexibles están formados por una carpeta bituminosa

apoyada generalmente sobre dos capas no rígidas, la base

y la sub-base; la calidad de estas capas es descendente hacia abajo.

En la fig. X -l se muestra un corte típico de un pavimento flexible

en terraplén.

En general, cualquier suelo natural es aprovechable para terracería;

se exceptúan los suelos muy orgánicos o aquellos cuyo rebote

elástico sea importante y, por lo tanto, produzcan deformaciones excesivas

a las capas suprayadentes. Cuando el material de la terracería

sea de mala calidad puede hacerse necesario el empleo de una

verdadera capa subrasante de material de mejor calidad que haga

de transidón entre él y el pavimento; cuando el material de térra-


MECANICA DE SUELOS (II) 391

CARPETA

SUB-BASE

t r c r

TERRA!

FIG . X -l Sección típica de un pavimento flexible en terraplén

cerías sea de mejor calidad, la capa subrasante está formada por el

propio material de terracería con tratamiento constructivo algo mejor,

sobre todo en lo referente a compactación.

Aparte de los tipos de pavimentos mencionados existe actualmente

el llamado semirígido que es, esencialmente, un pavimento flexible

a cuya base se ha dado una rigidez alta por la adición de cemento

o asfalto (base negra).

De lo anterior se desprende que, en general, un pavimento está

formado por diversas capas de mejor calidad y mayor costo cuanto

más cercanas se encuentran a la superficie de rodamiento; ello es,

principalmente, por la mayor intensidad de los esfuerzos que les son

transmitidos.

Para cumplir sus funciones, un pavimento debe satisfacer dos

condiciones básicas: ofrecer una buena y resistente superficie de

rodamiento, con la rugosidad necesaria para garantizar buena fricción

con la llanta de los vehículos y con el color adecuado para evitar

reflejos y deslumbramientos; en segundo lugar, debe poseer la resistencia

apropiada y las características mecánicas convenientes para

soportar las cargas impuestas por el tránsito sin falla y con deformaciones

que no sean permanentes y que garanticen un tráfico en

buenas condiciones. Obviamente un pavimento debe ser capaz de

soportar los ataques del intemperismo.

Las características de resistencia y deformabilidad se satisfacen

con una capa de material que se encargue de distribuir los esfuerzos

de tal modo que a la subrasante lleguen en niveles tolerables, que

no produzcan falla, ni asentamientos u otras deformaciones perjudiciales.

Esta capa debe estar formada por materiales friccionantes que

son los más adecuados para llenar esta función estructural; esta capa

es la base en pavimentos flexibles. La losa de concreto en pavimentos

rígidos cumple la misma función estructural.

La capacidad de carga de los materiales friccionantes es baja en

la superficie por falta de confinamiento, razón por la que se requiere

que sobre la base exista una capa de material cohesivo y con resistencia

a la tensión; esta es la carpeta asfáltica que tiene además que

cubrir las condiciones de buena superficie de rodamiento ya seña­


392 CAPITULO X

ladas atrás. En los pavimentos rígidos la misma losa de concreto

llena esta necesidad, por sus características de cohesión.

Puede observarse entonces que en pavimentos flexibles la característica

requerida en la superficie es la cohesión, en tanto que en

el interior del mismo, la característica deseada es la fricción.

X-2.

Funciones de las distintas capas de un pavimento

a ) P a v im e n t o s F l e x i b l e s

Sub-base

Para muchos, una de las principales funciones de la sub-base de

un pavimento flexible es de carácter económico. Se trata de formar

el espesor requerido del pavimento con el material más barato posible.

Todo el espesor podría construirse con un material de alta

calidad, como el usado en la base, pero se prefiere hacer aquella

más delgada y substituirla en parte por una sub-base de menor calidad,

aún cuando esto traiga consigo un aumento en el espesor total

del pavimento, pues, naturalmente cuanto menor sea la calidad del

material colocado será mayor el espesor necesario para soportar los

esfuerzos transmitidos.

Otra función consiste en servir de transición entre el material de

base, generalmente granular más o menos grueso y la propia subrasante.

La sub-base, más fina que la base, actúa como filtro de ésta

e impide su incrustación en la subrasante.

La sub-base también se coloca para absorber deformaciones

perjudiciales en la subrasante, por ejemplo cambios volumétricos

asociados a cambios de humedaa, impidiendo que se reflejen en la

superficie del pavimento.

Otra función de la sub-base es la de actuar como dren para desalojar

el agua que se infiltre al pavimento y para impedir la ascensión

capilar hacia la base de agua procedente de la terracería.

Base

Hasta cierto punto existe en la base una función económica análoga

a la discutida para el caso de la sub-base, pues permite reducir

el espesor de la carpeta, más costosa, pero la función fundamental

de la base de un pavimento consiste en proporcionar un elemento

resistente que transmita a la sub-base y a la subrasante los esfuerzos

producidos por el tránsito en una intensidad apropiada. La base en

muchos casos debe también drenar el agua que se introduzca a

través de la carpeta o por los acotamientos del pavimento, así como

impedir la ascensión capilar.


Carpeta

La carpeta debe proporcionar una superficie de rodamiento adecuada,

con textura y color convenientes y resistir los efectos abrasivos

del tráfico. Hasta donde sea posible, debe impedir el paso del

agua al interior del pavimento.

b) P a v im e n t o s R íg id o s

Base

Sus funciones son análogas a las de una sub-base en un pavimento

flexible y sirve también para proporcionar una superficie uniforme

que sirva de apoyo a la losa y facilite su colado; protege

también a la losa de cambios volumétricos en la subrasante, que de

otra manera inducirían esfuerzos adicionales a aquella. Los efectos

de bombeo y otros análogos, que después se mencionarán, pueden

controlarse bastante bien con una base apropiada. En este caso, la

base no tiene ningún fin estructural, pues la losa debe ser suficiente

para soportar las cargas; la base casi no influye en el espesor

de la losa en caminos e influye muy poco en aeropistas.

Losa

MECANICA DE SUELOS (II) 393

Las funciones de la losa en el pavimento rígido son las mismas

de la carpeta en el flexible, más la función estructural de soportar

y transmitir en nivel adecuado los esfuerzos que se le apliquen.

X-3.

Factores que afectan el diseño de los pavimentos

Los factores que, independientemente del método y calidad del

diseño de un pavimento, afectan en forma predominante a éste, pueden

considerarse comprendidos en los siguientes tres grupos:

a) Características de los materiales que constituyen la terraceria y

la capa subrasante

Los materiales que constituyen la terraceria y la capa subrasante

de un camino o aeropista juegan un papel fundamental en el comportamiento

y espesor requerido de un pavimento flexible e influyen

poco en el espesor de la losa, pero bastante en su comportamiento,

en un pavimento rígido. Por ello la determinación de las características

del suelo que formará la terraceria y la capa subrasante, en

su caso, es vital. El fin se logra aplicando los principios y métodos

de trabajo usuales en la Mecánica de Suelos y es precisamente en


394 CAPITULO X

este sentido en el que los pavimentos caen dentro de la Especialidad

objeto de esta obra y ello no sólo en lo que se refiere a terrecería

y subrasante, sino también a sub-base y base, cuyas propiedades

mecánicas e hidráulicas definen en buena parte un problema de

pavimentación.

En realidad, ya han sido mencionados en esta obra una buena

parte de los métodos a usar en .pavimentos para determinar las propiedades

de los suelos. En lo que sigue se hace referencia a algunas

ideas respecto a exploración y muestreo y más adelante habrá oportunidad

de tratar algunas pruebas específicas de este campo, que

no han sido mencionadas previamente.

Los métodos de exploración y muestreo en una obra vial pueden

dividirse en dos tipos, según los objetivos que se persigan. En primer

lugar es preciso conocer las características de los materiales con los

que se formará la terrecería. Hay dos modos clásicos de obtener

material para este fin: por préstamo lateral y por préstamo de banco:

en el primer caso el material de los terraplenes se obtiene de excavaciones

laterales poco profundas a lo largo del camino y a relativa

poca distancia de éste: en el segundo caso, naturalmente casi siempre

más costoso, el material se acarrea de algún lugar donde exista

en la cantidad y calidad requeridas (el caso de terrecerías compensadas

longitudinalmente, en el que se forma un terraplén con material

que proviene de un corte próximo, para los fines de la presente explicación,

puede considerarse una variante del segundo caso).

En el primer caso, la exploración se circunscribe normalmente a

la realización de pozos a cielo abierto en el número y profundidad

adecuados, de los que se extraen muestras alteradas que permitan

clasificar el suelo, a fin de establecer su posibilidad de utilización en

el cuerpo de la terrecería. Si no realizan estos estudios expertos capaces

en Mecánica de Suelos en cuyo criterio se pueda confiar, lo

que es sin duda la mejor opción, se podrá señalar un criterio

rutinario para la separación de pozos (generalmente a cada 100 m).

En el segundo caso habrá que localizar el banco convenientemente

y muestrear sus materiales a fin de fijar sus características.

El segundo tipo de exploración consiste en conocer las características

del terreno de cimentación en que la obra vial estará

colocada. Se explorarán especialmente aquellas zonas en que se récele

la presencia de fuentes de problemas específicos. Los métodos de

exploración en estos casos son los ya mencionados en el apéndice del

Volumen I de esta obra.

b) El clima

El principal factor climático que afecta a los pavimentos suele

ser la precipitación pluvial, ya por su acción directa o por elevación

de las aguas freáticas. Frecuentemente, el proyectista se ve obligado


al diseño y construcción de estructuras adicionales de drenaje, aparte

del drenaje normal que nunca podrá faltar en la obra vial o al

empleo de diseños especiales para el pavimento.

Las heladas, en los climas rigurosos y en suelos susceptibles,

pueden ser fuente de un gran número de problemas en pavimentos.

En México, sin embargo, esta condición no es crítica.

La temperatura y sus variaciones abruptas afectan los diseños, sobre

todo en losas de concreto, pues inducen esfuerzos muy importantes

en tales estructuras.

c) El tránsito

MECANICA DE SUELOS (II) 395

El tránsito produce las cargas a que el pavimento va a estar

sujeto. Respecto al diseño de los pavimentos interesa conocer la magnitud

de esas cargas, las presiones de inflado de las llantas, así

como su área de contacto, su disposición y arreglo en el vehículo, la

frecuencia y número de repeticiones de las cargas y las velocidades

de aplicación.

Una buena parte de estas características de las cargas son muy

difíciles o imposibles de reproducir en los laboratorios con fines de

investigación y en ello radica una buena parte de la dificultad que se

deja notar en este campo. A este respecto podría hacerse el siguiente

comentario de carácter general. Por distintas razones, el estudio

de los pavimentos es hasta hoy algo casi puramente empírico; en

muy pocos casos, algunos de los cuales se mencionarán en lo que

sigue, se ha logrado incorporar la Teoría en forma satisfactoria.

Esto es, desde luego, una limitación del campo, que no guarda un

balance correcto entre teoría y experiencia. El criterio experimental

se ha aplicado, por razones económicas, muy pocas veces al estudio

de modelos a escala natural; es cierto que se han construido y estudiado

algunos tramos de prueba, sobre todo en caminos, de donde

ha podido obtenerse información prometedora; el tramo de prueba 1

construido por la AASHO en Ottawa, 111., E. U. A., es quizá el

esfuerzo más ambicioso realizado hasta la fecha; en México, recientemente,

han entrado en explotación algunos de esos tramos y otros

varios se construirán en un futuro próximo. A pesar de esto, es

cierto el hecho fundamental de que la investigación experimental

actual tiene lugar, en su mayor parte, en el laboratorio, con la realización

de algunas pruebas que se suponen confiables. Y es aquí

donde surgen los problemas de adaptación, pues no es posible reproducir

en el laboratorio las condiciones de movilidad, variabilidad y

frecuencia de las cargas, ni el efecto de su repetición. De hecho, la

inmensa mayoría de las pruebas de laboratorio que se utilizan hoy

son de carácter estático; su aplicación a un problema esencialmente

dinámico constituye una de las deficiencias más grandes en la actual

técnica de investigación de pavimentos.


396 CAPITULO X

La magnitud de las cargas que se aplican a los pavimentos es

bastante importante; llega de 8 ton (16,000 Ib) por eje, en camiones,

hasta las 150 ton (300,000 Ib) que pesa aproximadamente en total,

un avión DC-8. Las presiones de inflado de las llantas son del orden

de 4 a 6 kg/cm2 (60 a 90 lb/pulg2, aproximadamente) en los camiones

y llegan a 13 ó 14 kg/cm2 (aproximadamente 200 lb/pt»lg2), en los

aviones más pesados.

Las aplicaciones de las cargas suelen referirse al concepto repetición.

Se dice que en un camino o aeropista ha tenido lugar una

repetición cuando ocurren dos pasadas sucesivas de una misma llanta

por un mismo punto. En caminos suele considerarse que han de

pasar dos unidades de un cierto tipo para que se produzca una

repetición en el pavimento; en aeropistas, la Tabla 10-1 da una idea

del número de operaciones necesario de un avión para que se produzca

una repetición

TABLA 10-1

N ú m e r o d e r e p e t ic io n e s p o r c ie n o p e r a c io n e s

Avión Pista Calle de Rodaje

DC-3 3.3 7

DC-4 9.6 27

DC-6 10.4 30

Convair 7.6 21

Los términos pista y calle de rodaje se refieren a la zonificatión

de un aeropuerto; la calle de rodaje es la superficie por la que el

avión transita entre la plataforma y la pista.

En caminos, la vida útil de la obra representa millones de repeticiones,

en aeropistas miles.

El efecto de las repeticiones es tal que los espesores de pavimento

en caminos y aeropistas pueden ser del mismo orden, a pesar de las

cargas mucho mayores aplicadas en las segundas, por el mucho mayor

número de repeticiones que se producen en los caminos.

Un efecto importante de la repetición de cargas en pavimentos

rígidos es la fatiga del concreto bajo tal condición de carga. La experimentación

ha probado que se precisa un esfuerzo más alto que un

50% del de ruptura para que, por repetición, provoque fatiga de

importancia; un esfuerzo menor que aquel valor parece ser que puede

ser aplicado al concreto un gran número de veces sin efecto perjudicial;

por el contrario, un esfuerzo cercano al de ruptura produce

la falla del concreto con un número pequeño de repeticiones. El ef«cto

de fatiga es mucho menos importante en pavimentos flexibles,


MECANICA DE SUELOS (II) 397

pero en éstos la repetición de la carga produce o bien deformaciones

acumuladas de carácter plástico o rebote elástico, en suelos susceptibles

a ello.

En general, se ha visto que el deterioro que sufre un pavimento

por la repetición de la carga sigue una ley logarítmica con el número

de repeticiones de dicha carga; las primeras repeticiones son

de gran efecto y éste va disminuyendo cuando el número de aplicaciones

aumenta.

En los materiales de base las repeticiones producen trituración

de las partículas e interpenetración en las capas inferiores. En los

suelos bajo la subrasante la resistencia y el módulo de deformación

aumenta con las repeticiones de carga; este es un efecto

benéfico.

En los pavimentos rígidos existe un efecto que por su frecuencia

e indeseabilidad merece mención especial. Cuando la carga pasa sobre

una grieta o junta de la losa, esta desciende y transmite presión al

material bajo ella. Si este material está muy húmedo o saturado, la

mayor parte de esta presión la tomará el agua, que tiende a escapar

por la grieta o junta. Después de pasar la carga, la losa se recupera

y levanta y este movimiento produce una succión que ayuda el movimiento

del agua bajo la losa. Si el agua tiene capacidad de arrastrar

partículas del suelo, saldrá sucia, creando progresivamente un

vado bajo la losa, que tiende a hacer que el fenómeno se acentúe;

además, el remoldeo que este efecto produce al suelo tiende a hacer

que éste forme un lodo o suspensión con el agua, con lo que el

fenómeno se agudiza. El fin del proceso es la ruptura de la losa

bajo carga, por falta de sustentación. Este efecto recibe el nombre

de bombeo. Para que exista bombeo es preciso que el material de

soporte de la losa sea plástico, sobre todo del tipo CH y que

esté fuertemente humedecido o saturado y es condición indispensable

que se produzca un gran número de repeticiones de carga; por

eso el fenómeno es frecuente en caminos y relativamente raro en

aeropistas. Obsérvese que en principio nunca un suelo CH debe

colocarse bajo una losa, por lo que el párrafo anterior debe aplicarse

más bien a la fracción arcillosa que la base pudiera contener,

especialmente si es alto su porcentaje. En orden de susceptibilidad

al bombeo siguen a los suelos CH, los CL, M H y ML. Si los suelos

en que se apoya la losa son granulares, puede producirse en ellos

un fenómeno muy similar al bombeo y de análogos efectos destructivos

en lo que se refiere al agrietamiento y ruptura de la losa,

por falta de apoyo inferior.

La velocidad de aplicación de las cargas ejerce influencia sobre

el pavimento. En general, las cargas estáticas o lentas ejercen peores

efectos que las más rápidas. Por esto, en los caminos en rampa,

es frecuente ver más destruidos los tramos de subida que los de


398 CAPITULO X

Bombeo producido por la carga circulante entre dos losas de

concreto

bajada y también, por lo mismo, los pavimentos en calles de rodaje

y cabeceras de aeropistas, en aeropuertos, han de ser más resistentes

que los del centro de las pistas.

X-4.

Análisis de la resistencia en los pavimentos

Los esfuerzos que las cargas u otras causas producen en los

pavimentos se analizan en dos casos diferentes: los que se refieren

a pavimentos flexibles y a los rígidos.

a) Esfuerzos en pavimentos flexibles

Se estudian únicamente los esfuerzos debidos a las cargas del

tránsito.

Existen, hasta el presente, dos criterios principales para tal estudio,

la Teoría de Boussinesq y la de Burmister. Ambas han sido

estudiadas en el Capítulo II. Al aplicar la Teoría de Boussinesq

se utiliza en pavimentos la condición de área circular uniformemente

cargada, representando el contacto entre la llanta y la superficie

de rodaje. La Teoría de Burmister se aplica tal como se expuso en el

mencionado Capítulo II.

Los cálculos han permitido obtener algunos resultados de interés

en lo que se refiere a la transmisión de esfuerzos verticales en

el interior del pavimento. Si dos llantas, con la misma presión de


Pavimento mostrando tallas por deficiencia estructural

MECANICA DE SUELOS (II) 399

inflado transmiten cargas diferentes,

la de mayor carga

transmite esfuerzos mucho

mayores a lo largo de la profundidad

y su efecto se deja

sentir mucho más abajo.

Dos llantas con la misma

carga, pero diferente presión

de inflado transmiten esfuerzos

muy distintos en zonas

próximas a la superficie de

rodaje, pero los efectos tienden

a igualarse a mayor profundidad

tanto más rápidamente

cuanto menor sea la

carga.

El esfuerzo transmitido por

cualquier llanta en zonas muy

próximas al apoyo de la misma

se considera siempre igual

a la presión de inflado, despreciando

los efectos de la

deformación y redistribución

de esfuerzos de la propia

llanta. Otro hecho interesante

revelado por las aplicaciones

de las teorías es que el

efecto de una sola llanta de

una cierta carga es prácticamente

el mismo, en lo que se refiere a esfuerzos verticales transmitidos

que el de un arreglo de doble llanta, cada una de las cuales

soporte la misma carga que la rueda simple.

Aparte de la transmisión de esfuerzos verticales provocados por

las llantas, que se calculan como arriba se dijo, interesa estudiar

la posibilidad de que un pavimento flexible ceda lateralmente en

torno a la llanta, provocando el hundimiento de ésta asociado con

una elevación de los materiales a sus lados. Para esto puede adoptarse

un método de tanteos basado en la aplicación de un análisis

de posibilidad de falla a lo largo de un arco de espiral logarítmica

de ecuación.

r = r 0e9t^ (10-1)

El sentido de las letras de la ec. 10-1 aparece explicado en la

fig. X-2.a. El método consiste en probar diferentes arcos de la espiral

hasta llegar al crítico, construida ésta para las características


400 CAPITULO X

FIS. X-2 Método do la ospiral pora voriticar la posibilidad do talla totoral on on

pavimento tlexiblo

del material de que se trate. Se comparan los momentos de las

fuerzas actuantes, debidas a la carga transmitida por la llanta, con

las resistentes, de sobrecarga a la profundidad z, espesor de la carpeta,

y de cohesión a lo largo de la superficie potencial de deslizamiento.

Debe notarse que la resultante de las fuerzas resistentes de

fricción y de los esfuerzos normales, pasa por el centro de la espiral.

Si en la superficie la huella de la llanta de radio a aplica la presión

p, a la profundidad z se tendrá una presión p', bajo el centro

del área cargada, supuesta constante en toda el área y que puede

calcularse con las Teorías de Boussinesq o de Burmister; también

puede suponerse que esa presión p' actúa en un área circular de

radio a' (fig. X-2.b) tal que:

a ' = ^ . (10-2)

Se considera aceptable en este balance de momentos un factor

de seguridad mínimo de 1.5. Un análisis similar de capacidad de

carga puede hacerse al nivel de la sub-base. El procedimiento anterior

resulta suficientemente aproximado para las aplicaciones prácticas.

McLeod2’8 propuso una extensión del anterior método de

tanteos, válido para el caso de perfiles estratificados, más apropiado

para pavimentos.

b) Esfuerzos en pavimentos rígidos

Los esfuerzos se analizan en la losa de concreto y provienen de

varios efectos:

1) Por efecto de las cargas

Estos esfuerzos son, en general, de los más importantes que

pueden producirse.


MECANICA DE SUELOS (II) 401

Como quiera que la resis-

tencia del concreto a la compresión

es importante, los

esfuerzos de tensión producidos

en la flexión de la

losa, son los críticos. Para su

cálculo se utilizan fórmulas

originalmente obtenidas por

Westergaard4. Estas fórmulas

están sujetas a las hipótesis

de que la losa está formada

por un material elástico

homogéneo e isótropo; que

los esfuerzos de interacción

entre ella y el suelo soporte

son verticales y proporcionales

a las deflexiones de la

propia losa y que ésta es horizontal

y de espesor constante.

La segunda hipótesis

implica continuidad entre losa

y apoyo. Westergaard estudió

tres condiciones de carga:

en esquina, en el borde

y en el centro de la losa.

Falla por cedencia lateral de la carpeta en

torno a la llanta en un pavimento flexible.

Para la carga en esquina,

la tensión máxima se produce

en el plano bisector y en

el lecho Superior de la losa.

La carga en el borde produce

la tensión máxima en el lecho

inferior y en la dirección paralela al borde de la losa. Cuando la

carga obra en el centro, el esfuerzo máximo actúa en el lecho inferior

y es, teóricamente, el mismo en cualquier dirección.

Las fórmulas detalladas aparecen en la ref. 5 y las mismas,

modificadas por Teller y Sutherland para tomar en cuenta ciertos

efectos reales, en la ref. 6.

2) Esfuerzos por temperatura

Estos esfuerzos pueden llegar a significar en la losa incluso más

que los debidos a las cargas. Son principalmente de dos tipos: los

de alabeo, que se producen cuando un lecho de la losa y el otro

están a temperatura diferente, estableciéndose por ende flujo de

calor transversalmente a la losa y los provocados por la restricción

26—

impuesta

M ecánica

por

de Suelos

el suelo

II

de apoyo cuando la losa, calentada o enfriada

uniformemente, trata de expanderse o contraerse.


402 CAPITULO X

Los esfuerzos de alabeo se

producen cuando la temperatura

ambiente sufre una alteración

más o menos brusca,

por ejemplo cuando una

noche fría sigue a un día

cálido.

En la ref. 5 pueden consultarse

métodos y fórmulas

detalladas para el cálculo de

estos esfuerzos.

3) Además, existen otros

esfuerzos posibles en la losa

de concreto, tales como los de

fraguado inicial, los causados

por cambios de humedad

en el concreto o los de infiltración,

debidos al acuñamiento

de agregados y materias

extrañas en las grietas

que puedan formarse en la

losa, pero en general estos

esfuerzos son de pequeña

magnitud y no suelen tomarse

en cuenta en los análisis.

Variaciones volumétricas

importantes en el suelo soporte

pueden inducir en la

losa de concreto esfuerzos

considerables de valuación muy difícil, por lo que deben evitarse

cuidadosamente.

Debe notarse que la condición crítica para el diseño de la losa

no se obtendrá calculando todos los esfuerzos mencionados y sumándolos.

Esto sería, sin duda, una condición excesivamente conservadora.

Por ejemplo, en un día caluroso tras noche fria habría una

combinación de esfuerzos por carga, más esfuerzos por alabeo, pero

la losa contraída en la noche, tenderá a expanderse en el día, por

lo que la reacción de la restricción en el suelo soporte será de compresión;

por lo tanto, ahora:

X-5.

0 * c r i t — ^ "cargas 0*alabeo ^ r e s t r i c c i ó n

Pruebas especiales en la tecnología de pavimentos

La actual tecnología de pavimentos ha desarrollado algunas pruebas

especiales en las que se fundan métodos de diseno determinados.


MECANICA DE SUELOS (II) 403

De ellas se menciona a continuación

la de Valor relativo

de Soporte (C.B.R.),

la de placa y las pruebas

triaxiales.

La prueba de placa se hace

para valuar la capacidad

soportante de las subrasantes,

las bases y, en ocasiones,

los pavimentos completos. Se

utiliza tanto en el diseño

de pavimentos rígidos como

flexibles.

La prueba consiste en cargar

una placa circular, en

contacto estrecho con el suelo

por probar, midiendo las

deform aciones correspondientes

a diferentes cargas.

Es frecuente el uso de placas

de 76.2 cm (30 pulg)

de diámetro o de placas de

área igual al contacto de una

llanta. Para impedir la flexión

del elemento se colocan

Dispositivo de compo para uno prueba de placa

encima otras placas de diámetros

decrecientes, que dan al conjunto la rigidez deseada. La

carga se transmite con gatos hidráulicos con reacción dada generalmente

con camiones cargados. Las deformaciones de la placa

suelen medirse en cuatro puntos, dos a dos opuestos y dispuestos

ortogonalmente, por medio de extensómetros ligados a un puente,

cuyo apoyo se coloca lo suficientemente lejos de la placa

como para poder conside- j I

rarlo fijo. En la fig. X-3

aparece esquemáticamente

ESTRUCTURA DE REACCION

LA CARGA

el conjunto.

Por medio de una prueba

de placa puede calcularse el

módulo de reacción de una

subrasante dada. Este concepto

se define como la

HIDRAULICO

MANOMETRO

PUENTE

presión que ha de transmitir

la placa para producir /////////////////////////////////////

PLACA

en el suelo una deformación

fijada previamente.

EXTENS0METR0

FIG. X-3 Esquema del dispositivo para prueba

de placa


404 CAPITULO X

Es obvio que el módulo de reacción así definido depende del

diámetro de la placa que se use para calcularlo, pues como se ha

indicado en el Capítulo II, a presión constante, el asentamiento de

una placa circular crece con el diámetro de la misma, por lo que

si se fija un asentamiento dado, la presión necesaria para obtenerlo

será mayor cuanto más pequeño sea el diámetro de la placa. Esta es

la razón por la que para las aplicaciones prácticas se ha tendido al

uso de la placa estándar de 76.2 cm (30 pulg) de diámetro, con

la que se supone que se reproducen satisfactoriamente las áreas

comunes de apoyo de las cargas reales. A pesar del amplio uso que

se ha hecho del concepto módulo de reacción en la tecnología de los

pavimentos, ha de señalarse su falta de significación intrínseca como

medida de cualquier propiedad fundamental de los suelos; su valor

estriba más bien en servir como parámetro de cálculo, al comparar

módulos obtenidos de la misma manera en suelos diferentes.

Este valor interviene en la aplicación de las fórmulas de Westergaard

al diseño de pavimentos rígidos y para su cálculo se presenta

un problema, por otra parte muy frecuente en diseño de pavimentos.

Es obvio que el módulo de reacción, como cualquier otro parámetro

de comportamiento de la subrasante, depende de la humedad del

suelo. En el laboratorio o en una prueba de campo debería trabajarse

con la humedad que llegue a tener el suelo en el pavimento,

la llamada humedad de equilibrio (en general diferente de la

óptima de compactación), pero ésta no se conoce a priori. Lo que se

hace es trabajar en el laboratorio con alguna humedad que se considera

critica; algunas instituciones lo hacen con la que corresponde

a la saturación; otras, como las del estado de Texas, en los E. ti. A.,

con la que resulta de un proceso de curado que se describe adelante.

El punto es delicado e indudablemente uno en el que el criterio del

ingeniero resulta decisivo. Cuando se usa el criterio de la saturación

total como la situación más desfavorable, los resultados de las pruebas

de campo, en condiciones no saturadas, se corrigen con un factor

que depende de la relación de resistencias a la compresión simple

en dos especímenes del suelo probado, uno en condición natural y

otro saturado.

La carga se aplica a las placas por incrementos. Un nuevo incremento

se coloca cuando la velocidad de deformación bajo el anterior

sea del orden de 0.001 cm/min (en realidad 0.002 pulg/min).

La segunda prueba especial del campo de pavimentos es la prueba

de valor relativo de soporte o prueba de C.B.R. que fue desarrollada

originalmente en el Estado de California, E.U.A., para atender

a los proyectos viales de aquella entidad federativa, pero pronto su


MECANICA DE SUELOS (II) 405

utilización se hizo general en muchos otros lugares, sobre todo por

el sencillo método de diseño de pavimentos que en ella se funda.

El valor relativo de soporte se obtiene de una prueba de penetración

en la cual un vastago de 19.4 cm2 (3 pulg2) de área se hace penetrar

en un espécimen de suelo a razón de 0.127 cm/min (0.05

pulg/min); se mide la carga aplicada para penetraciones que varíen

en 0.25 cm (0.1 pulg). El C.B.Rt se define como la relación, expresada

como porcentaje, entre la presión necesaria para penetrar

los primeros 0.25 cm (0.1 pulg) y la presión para tener la misma

penetración en un material arbitrario, adoptado como patrón, que

es una piedra triturada en la cual se tienen las presiones en el vástago

para las penetraciones indicadas en la Tabla 10-2.

TABLA 10-2

Penetración

Presión en el vástago

cm pulg kg/cm1 Ib/pdlsf

0.25 0.1 70 1,000

0.50 0.2 105 1,500

0.75 0.3 133 1,900

1.00 0.4 161 2>300

1.25 0.5 182 2,600

Como se dijo, la penetración que se usa para calcular el C.B.R.

es la de los primeros 0.25 cm (0.1 pulg); como regla general, el

C.B.R. disminuye cuando la penetración en que se hace el cálculo

es mayor, pero a veces si se calcula con la penetración 0.5 cm

(0.2 pulg) resulta mayor que el calculado con la penetración 0.25

cm (0.1 pulg); en tal caso se adopta como C.B.R. el valor obtenido

con la penetración 0.5 cm (0.2 pulg).

El espécimen de suelo en que se hace la prueba está confinado

en un molde de 15.2 cm (6 pulg) de diámetro y 20.3 cm (8 pulg)

de altura. En el método de prueba original desarrollado en California,

el espécimen se preparaba en tres capas varilladas que llenasen

el molde; después el material se presionaba con una carga total

de 140 kg uniformemente aplicados en su superficie superior. En

estas condiciones, eran preparados especímenes con humedades diferentes,

hasta encontrar una en la que los 140 kg provocaran la

exudación de agua por la base inferior del molde; este espécimen,


406 CAPITULO X

tras un período de saturación de 4 días, se suponía que representaba

las condiciones más desfavorables de humedad prevalecientes en el

futuro pavimento.

En épocas más recientes el U. S. Army Corps of Engineers ha

desarrollado un método de prueba que difiere del original en los

procedimientos de preparación del espécimen. Este método se describe

con más detalle en el Anexo X-a. Se emplea ahora un método

dinámico de compactación de los especímenes, para lo que se usan

las pruebas Proctor estándar, modificada u otra con diferente energía

de compactación (Capítulo XIII del Volumen I de esta obra). Con

esto se trata de reproducir mejor tanto las condiciones de compactación

logradas con el equipo de campo, como el control que de esa

compactación se efectúa en el laboratorio.

Con el objeto de reproducir la sobrecarga que en el pavimento

real vaya a tener una determinada capa debido a las capas superiores,

cuando se haga la prueba con material de aquella capa se coloca

sobre él una placa con perforación central, cuyo peso comunique al

espécimen una presión equivalente a la sobrecarga que se tendrá

en el pavimento; la perforación central en la placa tiene por objeto

permitir el paso del pistón que efectuará la penetración.

Los factores que más afectan los valores obtenidos en la prueba

del C.B.R. son la textura del suelo, su contenido de agua y el peso

específico seco. En los suelos friccionantes, la expansión durante la

saturación es despreciable, por lo que el monto de la sobrecarga

dada por la placa perforada que simula el peso de las capas superiores

del pavimento no es muy significativo durante la saturación;

sin embargo, este valor de la sobrecarga sí influye mucho en los

resultados de la prueba en la etapa de penetración, pues el confinamiento

afecta mucho la resistencia en suelos friccionantes. En suelos

arcillosos ocurre precisamente lo opuesto; la expansión durante la

saturación depende mucho de la presión de sobrecarga, mientras que

ésta influye poco en la etapa de penetración.

Generalmente la curva presión-penetración obtenida de una prueba

de C.B.R. es lineal para bajas penetraciones, y tiende a hacerse

ligeramente curva, con la concavidad hacia abajo, a penetraciones

mayores; en ocasiones, sin embargo, la gráfica resulta curva con

concavidad hacia arriba en un pequeño tramo correspondiente a las

penetraciones iniciales; esto ocurre, sobre todo, cuando el pistón no

está exactamente normal a la superficie de la muestra al iniciarse la

prueba, en estas ocasiones es preciso corregir los resultados de

la prueba; desplazando la gráfica hacia la izquierda, de modo que su

parte recta, prolongada haciendo caso omiso de la pequeña curvatura

inicial, pase por el origen. Los nuevos valores de C.B.R. así

obtenidos se denominan el "C.B.R. corregido”.


MECANICA DE SUELOS (II) 407

Los resultados de una prueba completa para determinación del

C.B.R. se vacían en una combinación de tres gráficas; a ellas se

refiere la fig. X-4.

(o)

(el

FIG. X-4 Representación gráfica de pruebas C.B.R.

En la parte a) de la figura aparecen gráficas resultado de las

pruebas de compactación que se realizaron para fabricar los especímenes

en que se efectuaron pruebas de C.B.R. Las curvas I, II y III

se obtuvieron en este caso usando energías de compactación decrecientes.

En la parte b ) de la misma figura aparecen los resultados

típicos de las pruebas de C.B.R. para los mismos especímenes a que

se refiere la parte a); nótese que dicho valor no es una característica

constante del suelo, sino que depende en forma primordial del

contenido de agua con que se preparó el espécimen. Existe un C.B.R.

máximo, el cual corresponde a una humedad por lo menos muy cercana

a la óptima de compactación en la prueba de que se trate y

obsérvese también que para suelos con alta humedad el C.B.R. del

suelo compactado con mayor energia específica puede ser menor que


408 CAPITULO X

el que se obtiene usando una energía menor; sin embargo el C.B.R.

máximo obtenible si es mayor cuanto mayor sea la energía específica

con que se haya compactado el espécimen. En la parte c) de la

fig. X-4 se muestra una gráfica de la que pueden extraerse conclusiones

de interés práctico grande. Se han dibujado los valores

del C.B.R. corregido contra los pesos específicos secos de los especímenes

probados; cada curva dibujada corresponde a pruebas de

penetración en que el suelo tenía la misma humedad de compactación,

pero fue compactado con diferente energía específica y se obtiene

fijando una humedad, por ejemplo 14% (curva marcada en el número

14). En la parte a) pueden obtenerse los tres pesos específicos

que en el caso tratado corresponden a la humedad 14%, en

diferentes energías de compactación; en la parte b) pueden obtenerse

los valores de C.B.R, obtenidos en esos tres casos. Se tienen así

tres pesos específicos y tres valores de C.B.R. obtenidos en tres especímenes

compactados con 14% de humedad, usando las tres energías

específicas que se han manejado; con estos tres pares de valores se

construye la curva 14 en la parte c) de la fig. X-4. Las curvas de

la fig. X-4.c indican que no siempre a mayor peso específico se tienen

mayores valores de C.B.R. Por ejemplo, en la curva 20 se tienen,

de hecho, peores condiciones. Todo depende del contenido de agua

del suelo. Lo anterior proporciona un método de trabajo práctico.

Supóngase que en el campo se va a trabajar con una humedad comprendida

entre 14% y 18% (véase la fig. X-4.a). Supóngase también

que se desea obtener en el campo un peso específico seco

comprendido entre el 95% y el 99% del máximo obtenido con la

energía I. Estos valores (ver zona rayada en la fig. X-4.a) determinan

el intervalo de humedades y pesos específicos que deben exigirse

en el campo. Ahora, en la parte c) de la fig. X-4, se ve que para

humedades entre 14% y 18% y para los pesos específicos arriba

mencionados, el C.B.R. puede oscilar entre 11% y 26% aproximadamente;

puede también verse lo peligroso que sería en el campo de

que la humedad subiese de 18%, con lo cual el valor del C.B.R. del

suelo se abatiría fuertemente. Con base en lo anterior podría fijarse

un C.B.R. de diseño próximo al limite inferior del orden de 12%,

por ejemplo. Con gráficas análogas a las de la fig. X-4, el proyectista

puede entonces adoptar un C.B.R. de diseño lógico, acotar

el peso específico seco máximo que ha de exigirse en el campo y

tener un criterio respecto a la gravedad de un error por defecto o

exceso en el control de la humedad de campo.

La tecnología de pavimentos ha desarrollado un conjunto

de pruebas tipo triaxial en las que están basados métodos de diseño de

pavimentos. En las fuentes bibliográficas especializadas que se citan

al fin de este capítulo podrán verse estas pruebas con detalle. En

este lugar se mencionan únicamente en forma superficial, haciendo


MECANICA DE SUELOS (II) -109

hincapié, por otra parte, en que desde el punto de vista teórico poco

añaden a lo discutido en relación a las pruebas triaxiales para determinación

de la resistencia al esfuerzo cortante en suelos (Capítulo

XII del Volumen I de esta obra).

Las pruebas se han aplicado a determinar las propiedades de la

subrasante y las capas de pavimento propiamente dichas, incluyendo

en algunos casos a las carpetas. En general las pruebas se asimilan

a la Rápida de la práctica común de la Mecánica de Suelos.

En el Estado de Texas, E. U. A., las autoridades responsables

han desarrollado un tipo de prueba cuyos fines son obtener las envolventes

de resistencia de los suelos en la forma usual. En este caso es

de interés el método de curado del espécimen con el cual tratan de

reproducirse las condiciones más desfavorables en la vida del pavimento.

El material es compactado en cuatro capas en un cilindro análogo

al usado en pruebas de C-B.R., después secado en un homo a

60°C durante 8 h y, finalmente dejado en contacto con una fuente

de agua por un tiempo mínimo de 10 días o igual al índice plástico del

suelo. Durante este período de absorción capilar el suelo está sujeto

a una sobrecarga de 0.07 kg/cm2 (1 lb/pulg2). La cámara triaxial

usada es un tubo de acero inoxidable con una membrana interior de

hule; entre la membrana y la cámara se introduce aire a presión para

dar el esfuerzo de confinamiento.

En el Estado de Kansas, E. U. A., se ha desarrollado otro tipo

de prueba triaxial, en el cual se trata de medir el módulo de deformación,

definido como la pendiente de la curva esfuerzo-deformación,

en un espécimen grande (unos 10 cm de diámetro) previamente

saturado.

En California, E.U.A.7 Hveem ha desarrollado un aparato, llamado

Estabilómetro, que es básicamente una cámara triaxial que mide la

relación entre las presiones verticales comunicadas al espécimen y las

horizontales transmitidas por éste, sin permitir deformación horizontal.

Un esquema del aparato aparece en la fig. X-5.

Seguramente uno de los puntos de mayor interés en la técnica

de prueba con el estabilómetro radica en la preparación del espécimen,

para cuya tarea Hveem

ha desarrollado un compactador

especial que trata de

reproducir de un modo más

fiel que el usual la acción del

equipo de campo, sobre todo

la del rodillo pata de cabra.

Un pisón especial comunica

al espécimen una acción de

amasado que desplaza las

partículas del suelo, en es-

MAN0METR0

ACEITE

-ABEZAL

MEMBRANA DE

HULE

BASE

FIS . X-5 Esquema de estabilómetro de Hreem


410 CAPITULO X

pedal lateralmente. El pisón ejerce una presión de 24.5 kg/cm2

(350 lb/pulg2), 100 veces repartidas en toda la superficie del espécimen.

Ya en la cámara se aplican al espécimen presiones verticales de

5.6 y 11.2 kg/cm2 (80 y 160 lb/pulg2) y se mide en el manómetro

la presión lateral transmitida al fluido.

La prueba se complementa midiendo la presión de expansión y de

exudación de otros especímenes del mismo suelo. La primera se mide

saturando un espédmen y permitiendo que, al tratar de expanderse,

empuje una viguita estándar, cuya flecha se mide. La presión de

exudación es la requerida para que el agua empiece a salir del espécimen.

Hveem mide la cohesión de los suelos usando un cohesiómetro7 7 s.

X-6.

Métodos de diseño para pavimentos flexibles

Los métodos de diseño que se han desarrollado hasta la fecha,

para determinar los espesores requeridos en las diferentes capas

de un pavimento para un camino o aeropista distan de ser satisfactorios.

De hecho puede decirse que no existe uno al que no puedan

hacerse serias objeciones de carácter teórico. Por esta razón, en la

técnica de los pavimentos existen muy rígidas especificaciones respecto

a la calidad de los materiales que vayan a ser usados en

sub-bases, bases y carpetas.

Estas especificaciones se refieren a granulometría, contenido de

finos y actividad de éstos, compactación, resistencia al desgaste y

al intemperismo, adherencia con los productos bituminosos y otras

características. Se supone, y la experiencia parece confirmarlo hasta

hoy, que si los materiales son satisfactorios desde esos puntos de

vista, los métodos de diseño actuales pueden garantizar un buen

comportamiento de los pavimentos construidos. Ésta situación no es

idónea, pero es la que actualmente prevalece.

Existe una enorme variedad de métodos de diseño para los pavimentos.

Baste decir que en los E.U.A., por ejemplo, muchos estados

tienen sus propios métodos para comprender la variedad de criterios

que imperan. En otros países, las técnicas de distintas instituciones

y estados de los E.U.A. se han adoptado con modificaciones más o

menos grandes. En general, los métodos de diseño actualmente en

uso son de tres tipos:

a) Métodos con base teórica. El representante típico del grupo

es el desarrollado para sus aeropistas por organismos de la

Armada de los E.U.A. (U.S. Navy).

b) Métodos semiempíricos, que aplican los resultados de alguna

teoría más o menos modificada a las conclusiones derivadas


MECANICA DE SUELOS (II) 411

de una prueba de laboratorio específica. Los métodos de Me

Leod, Hveem, y del C.B.R. pertenecen a este tipo.

c) Métodos empíricos, apoyados únicamente en la observación

y en la experiencia. La Agencia Federal de Aviación (F.A.A.)

de los E.U.A. ha desarrollado un método de este tipo9.

1) Método de la Armada de los E.U.A. (Navy)

Este método se aplica sobre todo a aeropistas, por resultar posiblemente

poco práctico en caminos. El método es, esencialmente, una

aplicación práctica de la Teoría de Burmister y hace un uso extensivo

de pruebas de placa.

En primer lugar se requiere realizar una prueba de placa en la

subrasante por utilizar. Se mide la presión que es necesario aplicar

a una placa de 76.2 cm (30 pulg) de diámetro para producir una deformación

de 0.508 cm (0.2 pulg). Como la subrasante es una

capa que puede considerarse semi-infinita, la Teoría de Boussinesq

puede considerarse aplicable; por lo tanto

donde

A = 1 .1 8 -^ (10-4)

A = deformación de la placa rígida sobre la subrasante (según

Boussinesq), en centímetros

p = presión aplicada a la placa, en kg/cm2

r — radio de la placa, en centímetros

E 2 = módulo de elasticidad de la subrasante, en kg/cm2

En la fórmula 10-4 todo es conocido, al realizar la prueba

excepto E ¡ ¡ que, por lo tanto, puede calcularse.

En seguida se construye una plataforma de 5 X 5 m de 15 cm

de espesor mínimo (aproximadamente 6 pulg) con el material de

que se disponga para constituir la base del futuro pavimento. Se

realiza otra prueba de placa sobre esa capa; aplicando la fórmula

2-33.

A = 1.18 (2-33)

C* 2

puede calcularse F, acotando la deformación A al valor 0.508 cm

(0.2) pulg (ver Capítulo II).

Con este valor de F, la gráfica de la fig. 11-21 permite calcular

la relación E ¡JE lt de donde puede calcularse Ex, módulo de elasticidad

de la base.


412 CAPITULO X

Ahora pueden manejarse los datos reales de la llanta de diseño,

cuya carga y presión de inflado, p\, se suponen conocidas. Con estos

datos es posible calcular el área y el radio de la huella de la llanta,

supuesta circular. En este momento, si se aplica la fórmula 2-32

(pues la llanta puede asimilarse a una placa flexible)

A = 1 .5 F - ^ (2-32)

E>2

es posible calcular el nuevo valor de F, correspondiente a la placa

flexible real, trabajando de nuevo con una deformación A acotada

a 0.508 cm (0.2 pulg). Con este nuevo F, real y la gráfica de la

fig. 11-21, usando la relación E J E Xya calculada, puede obtenerse el

espesor de la base, necesario para satisfacer las ecuaciones de Burmister,

con las deformaciones dentro del valor que se ha venido utilizando

de 0.508 cm (0.2 pulg), en función del radio de la llanta

real; como éste ya se conoce, se tiene en definitiva un espesor de la

base del pavimento, H.

En realidad, el espesor anterior debe verse únicamente como una

estimación, pues sólo por casualidad el cálculo saldrá coincidente

con el espesor de base experimentada inicialmente. Para satisfacer

las exigencias prácticas se recomienda a continuación construir bases

de prueba con espesor de base de 2/3 H, H y 1.5 H; para ello

puede disponerse una plataforma de unos 5 X 5 m; una de estas

plataformas ha de construirse para probar los materiales en secciones

en corte, otra en terraplén y aún una tercera en el casó intermedio de

sección a pelo de tierra, si existen estos tipos de sección.

En estas secciones y en cada espesor de base se debe realizar

una prueba con una placa de radio igual al de la llanta real de diseño,

0.508 CM. DEFORMACION

(0 .2 PULG.) DE LA PLACA

FIG. X-6 G rá fic a p a ra e n co n tra r ti espesor d o p ro y e c to d e un

p a rim e n to , con e l m é to d o d e la a rm a d a d e los B .U A .

{Nory)


MECANICA DE SUELOS (II) 413

ya obtenido arriba y con una presión aplicada igual a la de inflado

de la llanta de diseño. La prueba consistirá en medir la deflexión de

la placa en cada caso. En estas condiciones se obtienen, en general,

nueve valores de la deformación; con estos datos debe construirse

una gráfica análoga a la mostrada en la fig. X-6; el espesor promedio

correspondiente a la deformación acotada de 0.508 cm (0.2 pulg)

es el de proyetco para el pavimento, teniendo en cuenta que parte

del valor obtenido es espesor de la carpeta.

En realidad, en este método se recomienda corregir las deformaciones

graficadas en la fig. X-6, para tomar en cuenta las condiciones

futuras más desfavorables de humedad. Para ello se debe usar la

expresión

donde

Acor = A c a m p o — (10-5)

9 U 0 P + 2 %

Acor = deformación corregida.

Acampo = deformación obtenida en la prueba.

q<V = resistencia a la compresión simple de una muestra

del material de la subrasante compactada al 95%

con la humedad óptima.

9“op+2% = Id., pero compactado el espécimen con una humedad

2% arriba del valor óptimo.

Lo anterior equivale a admitir que la deformación bajo la placa

es función lineal de la resistencia a la compresión simple y que la

humedad más desfavorable no es mayor que la óptima más un 2%.

2) El Método de McLeod

McLeod propone la fórmula de diseño:

donde

e = K lo g y (10-6)

e = espesor requerido de la base granular para colocar sobre la

subrasante, en cm

K = constante de diseño, en cm

P = carga de la rueda de diseño, en kilogramos

S = soporte total de la subrasante, en kilogramos


414 CAPITULO X

La aplicación práctica de la fórmula puede hacerse como se expone

a continuación:

Conocida la carga y presión de inflado de la rueda de diseño,

puede calcularse el radio de su área de contacto, supuesta circular

y, por lo tanto, la relación P JA , de su perímetro a su área.

Sobre la subrasante por usar deberá hacerse una prueba de placa

de 76.2 cm (30 pulg) de diámetro en aeropistas y 30.5 cm (12‘

pulg) en caminos con 10 aplicaciones sucesivas de una misma presión,

de modo que se produzca una deformación final total de 0.508

cm (0.2 pulg). Esta presión debe anotarse. En la fig. X-7 aparece

una gráfica resultado de las experiencias de McLeod9 con placas de

diferentes diámetros y con diferentes suelos. En la parte a) aparece la

gráfica a usar en trabajos de aeropistas y en la parte b) la que

debe usarse en diseños de caminos. En las gráficas pueden obtenerse

valores para distintas deflexiones admisibles bajo la rueda de diseño.

En esta gráfica puede obtenerse la relación empírica entre el

soporte unitario de la subrasante en cualquier caso y el soporte unitario

cuando se prueba una placa de 76.2 cm (30 pulg), en aeropistas

o de 30.5 cm (12 pulg) en caminos, con deformación acotada

de 0.508 cm (0.2 pulg). Con la relación P JA de la llanta y acotando

la deformación que ésta produzca en el pavimento por ejemplo

a 1.27 cm (0.5 pulg), que es un valor usual en pavimentos, es decir,

usando esta curva, puede encontrarse la relación de soporte unitario

mencionada. Este valor es igual, por lo tanto al cociente del soporte

unitario correspondiente al área de contacto real, s, entre el soporte

de la placa de prueba de 76.2 cm (30 pulg) o de 30.5 cm (12 pulg), el

cual se conoce, pues iguala a la presión que se haya tenido que aplicar

en la prueba realizada a esta placa, para producir la deformación

acotada de 0.508 cm (0.2 pulg). Así finalmente, el valor de s puede

ser obtenido. Este, por el área de contacto de la llanta real, de radio

igual a la llanta de diseño, da el soporte total 5 que interviene en

la fórmula 10-6- La única cantidad desconocida de la fórmula 10-6

es ahora la constante K, que puede determinarse por medio de la

gráfica de la fig. X-8.

Así puede obtenerse el espesor ae ia capa que debe colocarse

sobre la subrasante. A este valor deberá descontársele el espesor

de la carpeta que se coloque.

En este caso, como en todos los demás, si se desea substituir

parte del espesor protector de base por una súbase de inferior calidad,

puede repetirse el método, aplicándolo no a la subrasante y el material

de base de que se disponga, sino al material que se desee colocar

como sub-base y al de base. Así, procediendo de abajo hacia arriba

puede substituirse cualquier espesor de un material por otro equivalente

de un material diferente.


MECANICA DE SUELOS (II) 415

DIAMETRO DE LA PLACA,EN PUL6.

(a)

ARIA

( b )

FIG . X-7 G ráfica para la aplicacián del método de McLeod para diseño de pavimento

flexible


416 CAPITULO X

DIAMETRO OE LA PLACA (PULG.)

FIS. X-8 Gráfica para calcular el valor de K

de la fórmula de McLeod

D e b e n o t a r s e q u e

McLeod, al especificar 10

repeticiones de aplicación de

carga en su prueba de placa,

base del método, trata

de tomar en cuenta el efecto

de las repeticiones de las

cargas, tan importante en

los movimientos.

Finalmente, puede mencionarse

que McLeod recomienda

que en el diseño de

calles de rodaje en aeropistas

la deformación de la base

se acote el valor 0.89

cm (0.35 pulg), en lugar

del valor 1.27 cm (0.5 puig)

se mencionó arriba COfflO

usual.

3) El método del C.B.R.

Este método está basado en la prueba de valor relativo de soporte

(C.B.R.) descrita en páginas anteriores y tiene, por lo demás, un

carácter puramente empírico. Probablemente es el más ampliamente

difundido en el mundo, lo cual no quiere decir que sea el mejor,

pues adolece de algunos graves defectos que posteriormente se mencionarán.

En la actualidad se utiliza tanto en pavimentos para caminos,

como para aeropistas.

Con base en observación del comportamiento de pavimentos

construidos durante más de 20 años y en correlaciones de tal comportamiento

con el valor de C.B.R. exhibido por las diferentes capas

de tales pavimentos, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los

E.U.A. llegó a la siguiente expresión para determinar el espesor de

un pavimento en aeropistas

donde

1 ) 1 eo -7)

V V8.1(CBR)/ pit

e = espesor del pavimento para proteger la subrasante, en

n pulg .

P = carga de la rueda de diseño, en libras

CBR = valor relativo de soporte de la subrasante

p — presión de inflado de la rueda de diseño en Ib/pulg*


La ecuación anterior sólo es válida para valores del C.B.R. menores

que 10 ó 12%, lo cual, por otra parte, cubre el intervalo

de C.B.R. de subrasante más frecuente en la práctica. También ha de

decirse que en la ecuación figura la carga por rueda para un tren de

aterrizaje formado por un sistema de ruedas sencillas; si el avión

de diseño tiene tren de ruedas múltiples, para usar la fórmula será

preciso encontrar la carga sencilla equivalente al sistema múltiple

de que se trate, para lo que deberá seguirse el criterio que más adelante

se detalla (sección X -8).

La fórmula anterior representa para C.B.R. < 12% la forma y

tendencia de las curvas de diseño, a las que se llegó por métodos

puramente empíricos. Para valores mayores del C.B.R., la fórmula

anterior ya no representa a dichas curvas de diseño, por lo que deberá

recurrirse a ellas en cada caso particular. En atención a esta

necesidad, en el Anexo X-b se han recopilado las curvas que cubren

las condiciones de diseño más comunes. También aparecen en el

Anexo las curvas válidas para el diseño de carreteras, para las que

no se ha desarrollado ninguna fórmula representativa que haya alcanzado

difusión. Por otra parte, ha de señalarse que, tanto en aeropuertos

como en caminos, existen especificaciones, muchas veces locales,

sobre los espesores mínimos de base y carpeta a usar; en el Anexo

X-b figuran también algunas referencias a estos valores mínimos.

Si se desea substituir una capa parcialmente por otro material

de inferior calidad, el espesor necesario de éste puede encontrarse

tratándolo como material por proteger, determinando su C.B.R. y

viendo cual es el espesor de mejor material que requiere encima; este

valor restado del espesor inicial de la capa da el espesor que puede

colocarse del material de inferior calidad.

Nótese que, en este método, el espesor de material protector

queda definido sólo en función del material por proteger, pero no se

toma en cuenta, excepto al fijar ciertas normas mínimas de calidad,

las características mecánicas del propio material protector; esto es,

evidentemente, criticable y ha sido uno de los inconvenientes principales

que se han puesto al método. Otra objeción es que los criterios

empiricos, basados en experiencias de pavimentos pasados resultan

peligrosos para aplicar a un campo tan cambiante como lo es la

tecnología de los pavimentos; por ejemplo, criterios empíricos basados

en comportamiento de estructuras bajo ciertas cargas no son fáciles

de extrapolar a cargas crecientes prácticamente de año a año; esto es

cierto sobre todo en el caso de aeropistas.

4) Método de Kansas10

Este método, usado muy principalmente en caminos, se fundamenta

en la Teoría de Boussinesq, y utiliza la prueba triaxial tipo

Kansas, ya mencionada. Según Boussinesq, la deformación vertical,

2 8 — M ecánica d e Suelos II

MECANICA DE SUELOS (II) 417


418 CAPITULO X

a una profundidad z bajo el centro de un circulo uniformemente

cargado vale

donde

A = 2¿-C (10-8)

p = presión de contacto del círculo cargado

r = radio del círculo

E ~ módulo de deformación de la subrasante

C = es una función de z que vale

M t ) 2 jl/ 2

Si en la ec. 10-8 se substituye la presión por su equivalente en

términos de la carga total de la rueda de diseño y se despeja z, igualándola

al espesor del pavimento se obtiene

= * = "°-9)

A es la deformación bajo la carga P de la rueda de diseño. En

la fórmula 10-9 se supone que el espesor e no contribuye a esa deformación;

así A es producido únicamente desde ese nivel hacia abajo,

según la teoría de Boussinesq. La ec. 10-9 es la fórmula que usa el

método de Kansas; con ella puede calcularse un espesor sobre la

subrasante tal que, según la Teoría de Boussinesq, al aplicar al pavimento

una carga P, la deformación bajo la llanta no sobrepase el

valor A que se use en la fórmula 10-9.

El método de Kansas se basa también en los resultados de la

prueba triaxial del mismo nombre; en esta prueba las condiciones

de humedad más desfavorable para la vida del pavimento se reproducen

a base de saturación del espécimen, pero se reconoce que

esta condición puede resultar en exceso conservadora, por lo que

se introduce un coeficiente corrector n, función de la precipitación

pluvial en la zona de construcción, según la Tabla 10-3.


Coeficiente de Saturación

n

MECANICA DE SUELOS (II) 419

TABLA 10-3

Precipitación pluvial promedio anual

cm

0.5 3 8 - 5 0

0.6 51 - 6 3

0.7 6 4 - 7 6

0.8 7 7 - 89

0.9 9 0 - 101

1.0 1 0 2 -1 2 7

La intensidad del tránsito es tomada en cuenta introduciendo

un coeficiente de tránsito, m. Se aceptó que la máxima carga por

rueda era de 4,100 kg (9,000 Ib); suponiendo que el porcentaje de

vehículos de diferentes pesos es el mismo siempre, es decir, que la

distribución del tránsito es prácticamente constante, puede describirse

la intensidad del tráfico simplemente por el volumen total de

éste. Sobre esas bases, el coeficiente m, queda dado en la Tabla

10-4 en función, simplemente, del volumen total de tránsito del

camino.

Coeficiente de Tránsito

m

TABLA 10-4.

Vehículos por día en el camino

1/2 5 0— 400

2/3 401 — 800

5/6 801— 1,200

1 1,201— 1,800

7/6 1,801 — 2,700

8/6 2,701— 4,000

9/6 4,001— 6,000

10/6 6,001— 9,000

11/6 9,001 — 13,500

2 13,501— 20,000

Ya con estos coeficientes la fórmula 10-9 es modificada por

las autoridades del Estado de Kansas, para dar lugar a la siguiente

fórmula práctica de diseño.

I J P

e =

m n - r 2 (10-10)

2 i t E A j


420 CAPITULO X

donde

E — módulo de deformación de la subrasante.

E c = módulo de deformación de la carpeta, suponiendo como

primera aproximación, que todo el pavimento protector

sobre la subrasante estará formado por ese material.

El factor (E /E c) 1/3 se propuso con base en la teoría de factores

de riqidez en losas y se verificó contra el desplazamiento vertical

elástico debido a una carga concentrada en un sistema de dos capas.

Los módulos E y E c se determinan sometiendo a los materiales correspondientes

a la prueba triaxial de Kansas.

Se ve así la secuencia del método. En primer lugar se considera

que todo el pavimento sobre la subrasante estará formado por una

capa única de material de carpeta asfáltica. Posteriormente se substituirá

parte de su espesor por un espesor equivalente de material

granular de base y, por último, parte de este espesor de base podra

aún substituirse por un espesor equivalente de sub-base, de interior

03 *La deformación A es acotada ahora al valor 0.25 cm (0.1 pulg)

y r se refiere al radio del área de contacto de la llanta de diseño.

Con esos datos, la fórmula 10-10 da el espesor total del pavimento

requerido para proteger la subrasante.

Si se supone un espesor tc de una carpeta cuyo modulo de deformación

resulte ser E c, el espesor de base de módulo E b correspondiente

puede calcularse con la fórmula

donde

e —espesor del pavimento, calculado con la expresión 10-10.

ec = espesor supuesto de carpeta.

Supónqase ahora que se desea usar un cierto espesor de base

e b de módulo de deformación E h y el resto de una sub-base de

inferior calidad, con módulo de deformación E sb. El espesor equivalente

de ésta puede encontrarse con el criterio mostrado por la formula

10-11.

donde

_-

e , b - ( e b

, v3¡Ei

e i>y¡Esb

e,b = espesor requerido de sub-base.

— espesor de base calculado con la fórmula 10-11.

e'j = espesor parcial de base, que se desea colocar.


El problema está en la

correcta determinación de

los módulos de deformación

de los materiales en la prueba

triaxial. Un criterio sería

obtener la curva esfuerzodeformación

en la prueba

y determinar el módulo para

el esfuerzo desviador

(ffi — a3) real que vaya a

obrar en el pavimento. La

fig. X-9 muestra gráficamente

este criterio. Las autoridades

de Kansas han

MECANICA DE SUELOS (II) 421

elaborado curvas esfuerzo desviador-módulo de deformación para

diferentes valores de m y n, que permiten calcular fácilmente los

espesores, una vez que se dispone de los datos de la prueba triaxial

de Kansas, realizada en los diferentes materiales con que se cuenta

para construir el pavimento.

5) Método de Texas12,13

ESFUERZO DESVIADOR ( f f i . - C » ) •

FIG . X-9 Criterio para obtener el módulo de

deformación en la prueba de Kansas

En este método, principalmente usado en caminos, se hace uso

de envolventes de falla de Mohr, obtenidas en la prueba triaxial de

Texas, ya mencionada. La experiencia ha permitido a los ingenieros

de aquel estado zonificar un plano esfuerzo normal-esfuerzo cortante

en la forma mostrada en la fig. X-10.

En esta carta se sitúan las envolventes de falla obtenidas para los

materiales de la subrasante o de la sub-base a los cuales se les asigna

un valor de clasificación interpolando entre las curvas de frontera:

en la figura se ven dos curvas obtenidas y los números que les fueron

asignados. Con estos datos puede entrarse en la carta mostrada en

la fig. X - ll.

Por ejemplo, una subrasante arcillosa de calidad 5.5. como la

ejemplificada en la fig. X-10 necesita 53.34 cm (21 pulg) de cubrimiento

protector; si se supone una carpeta de 5 cm (2 pulg) se

requerirán 48.3 cm (19 pulg) de base propiamente dicha. Si se

deseara colocar una sub-base podría procederse con ésta con idéntico

criterio, una vez probado su material constituyente en la cámara

triaxial de Texas.

Nótese en la fig. X -l 1 que en el eje en que se anotan las cargas

de la rueda de diseño aparecen dos escalas: la superior debe usarse

en diseños definitivos en caminos de alto tránsito, la otra, que da

espesores menores, en diseños más o menos provisionales, con vida

útil no superior a unos 10 años.


422 CAPITULO X

N Eo

X <

0c

o

o

Ul

m

FIG . X-10 C arta de lonificación de Texas

6) Método de Hveem13,1*

Hvcem y Carmany han desarrollado en el Departamento de

Caminos del Estado de California, E.U.A. un método relativamente

simple para diseño de pavimentos de caminos que está basado en la

prueba del estabilómetro, ya mencionada.

En la prueba del estabilómetro se obtiene para el suelo un valor

de resistencia dado por la expresión

R = 100-

2.5

TX

100

1 + 1

(10-12)


MECANICA DE SUELOS (II) 423

donde

R = valor de resistencia del suelo en el estabilómetro.

p„ = presión vertical aplicada en el estabilómetro, igual a 11.2

kg/cm2 (160 lb/pulg2).

ph — presión horizontal transmitida por el espécimen en el estabilómetro,

cuando pv tiene el valor señalado arriba.

D 2 — desplazamiento necesario del fluido del estabilómetro para

aumentar la presión horizontal de 0.35 kg/cm2 a 7 kg/cm2

(5 a 100 lb/pulg2), medida en revoluciones de la manivela

de una bomba calibrada.

CARGA POR RUEDA (4 .5 ton.-IOOOO Ib )

PARA CARRETERAS DE LARGA VI0A 120-30 AÑOS)

2 4 6 8 10 12 14 16

i_____ i__ i______i__ i____ i_____ i____i

PARA CARRETERAS DE VIDA CORTA (1 0 AÑOS)

A partir de aquí los autores del método proponen una fórmula

para la obtención del espesor de pavimento necesario para proteger

una subrasante

donde

e = espesor protector requerido de pavimento, en pulgadas

K = constante de correlación (0.0175).

p = presión de inflado de la llanta, en lb/pulg2

r = radio del área de contacto de la llanta de diseño, en pulg

n =■ número de repeticiones de esfuerzo.

C = valor obtenido para el material en prueba en el cohesiómetro.


CAPITULO X

Esta expresión 10-13 aun puede escribirse en forma completa

como

P - K, jlT )j9 0 -R l

(10-14)

donde

K' — constante igual a 0.095 para rueda de diseño de 2,270 kg

(5,000 Ib), con presión de inflado de 4.9 kg/cm2 (70 Ib/

pulg2) y que incluye un factor de seguridad.

IT —índice de tráfico del camino

El tráfico de un camino es generalmente muy poco uniforme, por

lo que, para efectos de diseño, los ingenieros de California lo refieren

a la carga de rueda de 2,270 kg (5,000 Ib), por medio de unos factores

empíricos de equivalencia que toman en cuenta las cargas por

rueda de los vehículos y sus repeticiones sobre el pavimento. Se

requiere, en primer lugar, hacer una estimación del número diario

de vehículos, agrupados según sus números de ejes, que transitarán

por el camino. La reducción a la carga estándar se hace usando las

constantes empíricas de equivalencia de la Tabla 10-5, las que multiplicadas

por el número de vehículos diario de cada tipo, dan el número

anual de vehículos de carga estándar que producirán los mismos

efectos sobre el pavimento que los vehículos reales, circulando en

un año.

TABLA 10-5

No. de ejes en el vehículo

2

3

4

5

6

Constante de equivalencia a cargas estándar

de 2,270 kg (5,000 Ib) por rueda

330

1,070

2,460

4,620

3,040

El índice de tráfico se calcula con la fórmula

IT = 1.35 (N E )0" (10-15)

En la expresión anterior N E es el número de veces que debería

pasar la carga estándar de 2,270 kg (5,000 Ib) sobre un punto del


MECANICA DE SUELOS (II) 425

pavimento durante la vida útil que se le considere a éste, para producir

los mismos efectos que produce el tránsito real en ese lapso.

Se obtiene como la suma de los productos de cada número diario de

vehículos de un cierto número de ejes, por la constante empírica

que le corresponda; así se llega al número equivalente de repeticiones

de la carga estándar en un año. Este valor, por la vida útil del pavimento,

proporciona el NE final*. En California se ha considerado

que la vida útil del pavimento, para fines de aplicación del presente

método, son 10 años. Cabe hacer notar que el número diario de

vehículos que figuran en la Tabla 10-5 se refiere al promedio de los

que circulan cada día en un solo sentido.

En la fig. X-12 aparece un nomograma que es la solución de la

ec. 10-14.

ac

UJ

H-

3E

_)

UJ

O

o

O.

V i

UJ

Q

O

F IS . X-12 Nomograma paro aplicar el método de Hveem

* Este valor suele multiplicarse todavía por un coeficiente mayor que la unidad

para hacer una previsión del crecimiento futuro del tráfico en el lapso de la

vida útil del pavimento.


426 CAPITULO X

El nomograma funciona como sigue: se entra con el valor correspondiente

de R; con una recta se une ese punto con el índice de tráfico

previamente calculado. Esta recta se prolonga hasta cortar la

línea central del nomograma. Este punto se une ahora, con una

recta, con el valor de la cohesión obtenida en prueba de cohesiómetro;

la prolongación de esta recta hasta la línea de espesores de pavimento

proporciona este valor.

Así se tiene un espesor requerido según la prueba del estabilómetro.

Al hacer la prueba de presiones de expansión, ya mencionada,

puede obtenerse otro espesor de pavimento, precisamente el necesario

para contrarrestar esa presión, expresando ésta como colchón de

tierra.

En general se prueban en estabilómetro y en expansión especimenes

a diferentes humedades, tratando de cubrir el intervalo en que

trabajará el pavimento futuro, por lo que se tendrán juegos de espesores,

correspondientes a cada humedad de prueba.

Puede ahora trazarse una gráfica de espesores requeridos por

estabilómetro y por expansión ( fig. X -13); los datos anteriores permiten

dibujar una curva que cortará a una línea a 45° en un cierto

punto. Este punto es el espesor de pavimento que satisface las dos

condiciones de trabajo.

PRESIONES

POR EXPANSION CM.

FIG. X-13 Determinación del espesor de diseño con el método de Hreem

Independientemente deben calcularse las presiones de exudación

de los distintos especímenes usados, contra el espesor del pavimento.

Por especificación, Hveem fija la presión de exudación de 28 kg/cm2

(400 lb/pulg2) como la norma para definir un espesor de pavimento


MECANICA DE SUELOS (II) 42 7

para esta condición. Se tienen así dos espesores de pavimento en

definitiva: uno por estabilómetro y expansión y otro por exudación.

El mayor será el de proyecto.

X-7.

Métodos de diseño en pavimentos rígidos

En pavimentos rígidos existen métodos de diseño basados en las

fórmulas para el cálculo de esfuerzos en las losas debidas a Westergaard,

pero éstos generalmente conducen a cálculos laboriosos,

por lo que en la práctica se usan poco.

La Asociación de Cementos Portland (Portland Cement Association,

PC A) ha desarrollado gráficas que permiten calcular los

espesores de losa de un modo inmediato, a condición de conocer la

carga de la rueda de diseño, la presión de inflado de la llanta de diseño,

el módulo de reacción de la subrasante, k, y el módulo de resistencia

del concreto a la tensión en flexión, MR. El módulo de reacción

puede calcularse haciendo una prueba de placa; como ya se ha dicho,

este valor influye relativamente poco en el espesor de la losa, sobre

todo en cargas no muy grandes, por lo que es frecuente que se le

obtenga de correlaciones empíricas. El módulo MR se expresa como

un esfuerzo y puede determinarse experimentalmente probando una

viga estándar, pero es más frecuente obtenerlo a partir de correlaciones

con el valor f'c, resistencia del concreto a la compresión simple

con 28 días de fraguado. Esta correlación, empero, depende de los

agregados que se utilizan en el concreto, así como del tipo de cemento.

En general MR varía entre 0.10 y 0.17 f'c, correspondiendo el

valor 0.10 Fc a las resistencias a la compresión más bajas y el valor

0.17 f'c a las f'c más altas. En México parece conveniente usar el

valor

MR = 0.12 f'c (10-16)

Este valor de MR corresponde a la condición de ruptura. En las

gráficas de la PCA el valor de MR que aparece es de trabajo, con

un factor de seguridad de 1.75 a 2 respecto al de ruptura.

En las figs. X-M, X-15 y X-16 aparecen gráficas de la PCA

que proporcionan el espesor de losas de pavimentos para aeropistas

en diferentes condiciones de carga.

Las gráficas están obtenidas a partir de la teoría para ruedas

simples, arreglo doble y tándem, colocadas en el interior de la losa.

Se supone en ellas un módulo de elasticidad del concreto de 280,000

kg/cm2 (4 X 10® lb/pulg2) y una relación de Poisson igual a 0.15.

La suposición de que la carga actúa en el interior de la losa es razonable

en aeropuertos, e implica que debe existir buena unión entre

las losas, con juntas apropiadas que permitan que trabajen solidariamente

en la suficiente proporción.


428 CAPITULO X

800

700

OlJ

tí»

O O.

600

<s> «t

a c

ea

500

to o

isi

ae

400

300

200

FIG. X -14 Gráfica del P.C.A. para cálculo de espesor de pavimentos rígidos en

aeropistas, carga de rueda simple

En la fig. X-17 aparece una gráfica que proporciona el espesor

de la losa en pavimentos de carreteras; en ella se supone que la carga

está aplicada sobre la junta entre losas y que éstas tienen sus esquinas

protegidas, es decir, provistas de los elementos adecuados para

transmitir carga a las losas adyacentes. La gráfica supone cargas

transmitidas por sistema dual de ruedas.

En estas gráficas no se toman en cuenta esfuerzos por temperatura,

pues se tiene el criterio de que la superposición de todos los


M ECANICA D E SU ELO S (II) 429

esfuerzos desfavorables ocurre tan raramente que no ejerce efectos

nocivos en cuanto a fatiga y los factores de seguridad son tales que

dicha superposición no supera al esfuerzo de ruptura en una sola

repetición. Se supone también que se satisfacen los requerimientos

del pavimento en cuanto a juntas.15 ,

Las gráficas funcionan entrando con el MR de trabajo, llevando

una horizontal hasta el módulo de reacción correspondiente, refirien-


430 CAPITULO X

22

21

20

I 9

I 8

I 7

I 6

I 5

I 4

I J

I 2

I I

I 0

9

8

7

P!G. X-16 Gróf'ea de P.C.A. para el

cálculo de espesor de pavimentos rígidos

en aeropistas, , carga de rueda en tándem

do este punto verticalmente a la línea de presión de inflado y leyendo

horizontalmente el espesor requerido.

El cuerpo de Ingenieros del Ejército de los E.U.A. ha desarrollado

otras gráficas con base en su experiencia de construcción

de aeropistas y obras viales; estas gráficas podrán consultarse en

cualquier fuente bibliográfica especializada y, en general, tienen el


MECANICA DE SUELO S (II) 431

inconveniente de referirse a módulos de aviones militares que, frecuentemente,

difieren bastante de los civiles.

X-8., Rueda de diseño. Criterios de carga equivalente

Ya se ha dicho que el tránsito que circula por un camino es,

en general, sumamente variado en lo que se refiere al tipo de los

vehículos. Ningún método de diseño toma en cuenta tanta complejidad

de un modo absoluto; de hecho, es normal proyectar los pavimentos,

por lo menos los flexibles, para el efecto de una carga


432 CAPITULO X

transmitida por una sola rueda. En primer lugar se necesita escoger

un vehículo como representativo del tránsito; éste es generalmente

el más frecuente o el más pesado. Además se necesita establecer

una equivalencia entre el arreglo de llantas de tal vehículo y una

sola rueda ideal que lo substituya racionalmente en lo que sé refiere

a efectos sobre el pavimento. Esta es la rueda de diseño.

Para llegar a la rueda de diseño se han seguido generalmente dos

criterios: buscar la rueda simple que produzca a una cierta profundidad

los mismos esfuerzos que el sistema, por ejemplo dual, del vehículo

real o que produzca las mismas deflexiones que éste. Quizá este

último criterio sea el más común.

La Teoría de Boussinesq, por ejemplo, permite establecer un criterio

de equivalencia. Según esta teoría, el esfuerzo en cualquier

punto bajo una carga circular uniformemente repartida depende de

tres cantidades: la profundidad, z; el radio del área de contacto

de la carga r y la presión de inflado de la llanta p. Para diferentes

cargas totales P, los efectos de diferentes llantas de misma presión

de inflado dependen de z/r; o sea que, para puntos de misma relación

z/r, los esfuerzos son iguales independientemente de la carga

total, siempre que la presión de inflado sea la misma. Por ello, para

p constante y fijado un cierto esfuerzo prefijado, se tiene

- Í = K' (10-17)

pero

_ —

¡P _

V p it

de donde

K'

V ptT

que puede escribirse

z = K^JP (10-18)

O sea, el espesor requerido de pavimento flexible es igual a una

constante por la raíz cuadrada de la carga total de la rueda simple;

el valor de K depende de la presión de inflado y del esfuerzo normal

vertical admisible.


MECANICA DE SUELOS (II) 433

En la fig. X-18 se muestra una idealización del efecto de un

sistema dual en lo que se refiere a la distribución de los esfuerzos

transmitidos.

h - * — I

Tanto la teoría como las mediciones experimentales muestran que

el efecto de las dos llantas empieza a superponerse apreciablemente

a la profundidad d/ 2 bajo la superficie de rodamiento; también muestran

que la superposición de esfuerzos de las dos llantas es prácticamente

total a la profundidad 2S; es decir, que en un punto colocado

abajo de ese nivel actuaría un esfuerzo ya igual al que se tendría

si en la superficie y en el centro del espacio entre llantas actuara

una fuerza única 2 P X. Los sentidos de estas letras se aclaran en la

fig. X-18.

Con estas bases, si se supone por un momento que entre las

profundidades d/2 y 2S la variación de la carga que produce un esfuerzo

dado a una cierta profundidad es lineal, puede adoptarse

un criterio sencillo para obtener la carga simple equivalente a un

sistema dual dado. En efecto, un punto colocado entre la superficie y

la profundidad d/ 2 es actuado por un esfuerzo debido a la carga

única P\, un punto colocado más abajo de 2S sufre un esfuerzo debido

a una carga única 2Pi¡ un punto intermedio entre d/ 2 y 2S, se razona

en este método, tendrá un esfuerzo debido a una carga proporcionalmente

intermedia a los valores Pi y 2 P lt según su situación geométrica

entre los niveles d/2 y 25.

La ec. 10-18 puede escribirse

l°g 2 = — + log K (10-19)

Se ve así que la relación lineal entre carga y profundidad que se

supuso arriba es incorrecta, pero que tal relación sí existe entre los

logaritmos de esos conceptos. Ue todo lo anterior se deduce el si-

29— M ecánica de Suelos II


434 CAPITULO X

guíente método gráfico para calcular la carga simple equivalente a

cualquier sistema dual, según el que deberá construirse una gráfica

con profundidades (en escala logarítmica), contra carga de rueda

única que produce a tal profundidad el mismo esfuerzo que el sistema

dual dado (en escala también logarítmica). El punto de carga P

y espesor dJ2 representa la situación en que cada carga del sistema

dual actúa por separado, siendo por lo tanto P t la carga que actúa

únicamente; el punto de coordenadas (2P, 25) representa el nivel

en que el esfuerzo resultante de la superposición se hace total (carga

2 Pi). Uniendo esos dos puntos con una recta se tiene el lugar

geométrico de los puntos en que una sola carga iguala al esfuerzo

de las dos reales. Entonces la carga equivalente a cualquier profundidad

z se obtiene llevando

por este valor una vertical

hasta la recta trazada y viendo

la carga correspondiente

a ese punto. La fig. X-19 reproduce

esa construcción. En

un pavimento dado, la carga

equivalente se calculará con

una z igual a su espesor; así

se tendrá la carga única que

da a la subrasante el mismo

esfuerzo que el sistema doble.

Otra forma de resolver el problema usando el criterio de igual

deformación, seria la que sigue. La deformación bajo el sistema

dual es, según la Teoría de Boussinesq (expresión 10-8);

donde;

A» = Z g {C t + C,) ( 10-20)

A2 = deformación producida por el sistema dual.

d = radio del área de contacto de cada rueda del sistema

dual.

= presión de inflado de cada rueda del mismo sistema.

= módulo de deformación de la subrasante.

Ci, C2 —/actor de asentamiento de cada una de las ruedas de

sistema dual.

La deformación bajo una sola rueda es:

FIG. X-19 Mitodo gráfico para encontrar la

carga de la rueda de diceño equivalente

a un cisterna dual

* = - £ c ( 10-8)


MECANICA DE SUELOS (II) 435

donde todas las letras se refieren a una sola rueda y E conserva el

sentido anterior. Si esta sola rueda equivale al sistema doble en

cuanto a deformaciones se tendrá:

JLLC = ^ ( C 1 + C: )

donde:

P, = carga equivalente al sistema doble.

P2 = carga de cada rueda del sistema doble.

por lo tanto

= \/P2 (C> + C 2) (10-21)

ecuación que permite calcular la carga equivalente a cualquier espesor

del pavimento. Los valores de las constantes C deben calcularse

según se desprende de los comentarios al pie de la ec. 10-8, en

el caso de que se trate de asentamientos bajo una llanta. Al calcular

asentamientos debidos a la influencia de una llanta no directamente

sobre el punto, deberán usarse gráficas especiales, tal como

aparece en la ref. 16. Para aplicar este criterio hace falta determinar

la máxima deflexión del pavimento, que puede ocurrir en el

centro entre las ruedas, bajo una de ellas o en cualquier punto

intermedio, dependiendo de la intensidad de la carga y del espesor

del pavimento. Esta deflexión máxima es la que deberá exigirse que

produzca la carga equivalente.

Existen algunas fórmulas para calcular la carga de la rueda de

diseño equivalente a un sistema dual tomando en cuenta la Teoría

de Burmister y las mediciones experimentales. Por ejemplo, en la

aplicación del método de diseño de la Armada de los E.U.A. (Navy)

ese valor ha de calcularse con la expresión:

donde:

P1 = p ( l + ^ ) (10-22)

P, = carga equivalente de la rueda de diseño.

P = carga de cada llanta del sistema dual.

z — profundidad a que se cumple la equivalencia, igual en los

cálculos al espesor del pavimento.

R - x'z2 + S 2

S = separación de las llantas del sistema dual, centro a centro.


436 CAPITULO X

La fórmula 10-22 se obtiene a partir del criterio de igualación de

esfuerzos al nivel de la subrasante.

Al tratar el método de diseño de Hveem se vio otra forma de

llegar a la unificación de las cargas del tránsito, en la que se

procede sobre bases diferentes a las aquí tratadas; otros criterios distintos

existen también y, en general, puede decirse que el problema

está aún abierto a la investigación y al ingenio de los proyectistas.

ANEXO X-a

Prueba del C.B.R.

X -a.l.

Generalidades

La experiencia ha demostrado que las más pequeñas diferencias

en el procedimiento de la prueba C.B.R. son motivo de grandes diferencias

en los resultados de las mismas. Por esta razón hay necesidad

de que los procedimientos de prueba se detallen paso a paso,

a pesar de lo cual surgen dificultades todavía. Para materiales tales

como agregados gruesos, el procedimiento no ha demostrado ser completamente

satisfactorio, siendo necesario realizar varias pruebas con

el fin de determinar un valor promedio razonable. En algunos casos

en que los agregados gruesos se encuentran en tan pequeña cantidad

que no afectan la estabilidad del suelo, las partículas pueden removerse,

con lo cual se evitan las incongruencias en los resultados de

la prueba. Sin embargo, para la mayoría de los suelos, los métodos

aquí presentados han demostrado ser satisfactorios. En los párrafos

siguientes se presentan los procedimientos y el equipo sugeridos para

pruebas en muestras remoldeadas y compactadas, en especímenes

inalterados y determinaciones en el campo.

X-a.2.

Equipo

El equipo usado en la preparación y ensaye de especímenes remoldeados

es el que sigue:

1) Molde cilindrico de 15.2 cm (6 pulg) de diámetro y altura

de 17.8 cm (7 pulg), equipado con un collarín de extensión

de 5.1 cm (2 pulg) de altura y una placa de base perforada.

La placa de base y el collarín se pueden fijar en ambos

extremos del cilindro. Cuando se tiene un grupo de moldes es

aconsejable tener una placa de base adicional, pues se requie-


MECANICA DE SUELOS (II) 437

ren dos placas en el momento de invertir el molde durante la

preparación del espécimen.

2) Un disco separador de 15 cm (51%e Pulfl) de diámetro y

6.3 cm (2.5 pulg) de altura, para insertarlo como fondo falso

en el molde cilindrico, durante la compactación.

3) Un compactador semejante al utilizado en la prueba de compactación

AASHO Modificada. [4.54 kg (10 libras) de peso

y 5.1 cm (2 pulg) de diámetro en la superficie de golpeo.]

4) Vástago ajustable y placa perforada, trípode y micrómetro

con aproximación al 0.0025 de centímetro (0.001 pulg) para

medir la expansión del suelo.

5) Un anillo con peso de 2.27 kg (5 Ib) y varias pesas de un

diseño especial, de 2.27 kg (5 Ib) de peso cada una, adecuadas

para ser aplicadas como sobrecarga en la superficie

dePsuelo, durante el proceso de saturación y de penetración.

6) Pistón de penetración de 4.9 cm (1.92 pulg) de diámetro y

aproximadamente 10 cm (4 pulg) de longitud.

7) Máquina de prueba o gato de tomillo-con su marco especial,

que pueden usarse cualquiera de los dos, para introducir el

pistón en el espécimen con una velocidad de 0.127 cm/min

(0.05 pulg por minuto).

8) Equipo general de laboratorio, como charolas para mezclado,

espátulas, enrasadores, balanzas, tanque de saturación, cápsulas

para determinación de contenido de agua, horno, etc.

X-a.3. Preparación de probetas remoldeadas

El procedimiento es tal que los valores de C.B.R. se obtienen a

partir de especímenes de prueba que posean el mismo peso espcífico

y contenido de agua que se espera encontrar en el campo. Por lo

general, para la mayoría de los materiales, la condición crítica del

prototipo es cuando ha absorbido la cantidad máxima de agua. Por

ese motivo y con el fin de obtener un resultado conservador, el diseño

de C.B.R. adoptado por el Cuerpo de Ingenieros de los E.U.A.,

es el C.B.R. obtenido después de que los especímenes han sido

sumergidos en agua un período de cuatro días. Durante este tiempo

se confinan en el molde por medio de una sobrecarga igual al peso

del pavimento que actuará sobre el material. El procedimiento que

se da a continuación se ha formulado como resultado de los estudios

hechos y deberá seguirse por lo general.

1 ) Se seca la muestra hasta que se pueda desmoronar. El secado

deberá hacerse al aire libre o bien empleando el homo siem-


438 CAPITULO X

pre y cuando la temperatura de la muestra no exceda de 60°C.

En seguida se rompen los grumos, teniendo cuidado de no

triturar las partículas. Se quita el material cuyo tamaño es

mayor de 1.9 cm (% pulg), reemplazándolo por una cantidad

igual de material cuyos tamaños están comprendidos entre

las mallas No.. 4 y de % de pulg, mezclando completamente

la muestra.

2) El método de compactación usado es, en general, una prueba

dinámica tipo Proctor.

Las modificaciones hechas por el Cuerpo de Ingenieros incluyen

cambios en el peso del pisón compactador de 2.5 kg

(5.5 Ib) a 4.54 kg (10 Ib), altura de caída del compactador

de 45.8 cm (18 pulg) en lugar de 30.5 cm (12 pulg), compactación

de las probetas en el molde en cinco capas iguales

ligeramente menores de 2.54 cm (1 pulg) cada una, en lugar

de tres capas iguales; se dan 55 golpes por capa, usándose

agregados hasta 1.9 cm (% pulg) de tamaño. Todo material

mayor de ese tamaño, es separado y reemplazado por

una cantidad igual de material comprendido entre las mallas

No. 4 y % de pulg. Ningún material se vuelve a utilizar. El

molde se coloca sobre un piso o pedestal de concreto durante

la compactación.

Se compacta un número suficiente de especímenes con variación

en su contenido de humedad, con el fin de establecer

definitivamente el contenido de agua óptimo y el peso volumétrico

máximo. Si las características de compactación del

material son perfectamente conocidas, será suficiente compactar

cuatro o cinco especímenes con contenidos de agua dentro

de un intervalo de más o menos dos por ciento del contenido

de agua óptimo. Dichos especímenes se preparan con diferentes

energías de compactación, de manera que normalmente se

usan la energía Proctor estándar, la Proctor modificada y

una energía aún inferior a la Proctor estándar (ver Capítulo

X III del Volumen I de esta obra). Se tienen así especímenes

que con contenidos de agua diferentes alcanzan distintos

pesos volumétricos secos, con lo que se puede estudiar

suficientemente la variación del C.B.R. con estos dos factores,

que son los que lo afectan principalmente. La altura de caída

del compactador deberá controlarse cuidadosamente, así como

distribuir los golpes uniformemente sobre el espécimen.

Los resultados se dibujan en un diagrama de contenidos de

humedad contra peso volumétrico, trazándose una curva que

pase por los puntos obtenidos.

3) El molde con la extensión de collarín se fija a la placa de

base, insertándose un disco separador sobre dicha placa. En


MECANICA DE SUELOS (II) 439

la parte superior del disco se coloca un papel filtro grueso o

una malla de alambre fina.

4) Las muestras deberán compactarse para la prueba de C.B.R.

utilizando el mismo procedimiento descrito en el inciso 2 de

esta sección, usando los esfuerzos de compactación y los contenidos

de agua recomendados en la sección X-a.6. Después

de compactar la muestra, se quita el collarín, cortándose el

espécimen, se coloca sobre la superficie superior una malla o

un papel filtro grueso y una placa de base perforada se fija

a la parte superior del molde. Se invierte el molde, quitándose

la placa de base que se encontraba en el fondo, así como

el separador, determinándose el peso volumétrico.

5) Se coloca el vástago ajustable a la placa sobre la superficie

del molde, aplicando una pesa en forma de anillo, con el fin de

producir una intensidad de carga igual al peso del material

del pavimento con 2.27 kg (5 Ib) de más o menos, pero en

ningún caso el peso será menor de 4.54 kg (10 Ib). Sumérjase

el molde con las pesas en agua, para permitir el libre

acceso del agua por arriba y por abajo del espécimen, tomando

medidas iniciales para determinar la expansión y dejando

que se humedezca durante cuatro días. Se puede permitir un

periodo menor de inmersión para suelos permeables, si es aparente

que se ha conseguido el contenido de agua máximo. Al

final se toman medidas de la expansión, calculándose ésta como

un porcentaje de la altura inicial del espécimen.

6) Quítese el agua superficial y permítase el drenado del espécimen

durante quince minutos. Se debe tener cuidado de no

alterar la superficie del espécimen durante la remoción del

agua libre, para lo cual es necesario inclinar los especímenes.

Se retiran tanto la placa perforada como los pesos de sobrecarga

y se pesa el espécimen, quedando este último listo para

la prueba de penetración.

X-a.4.

Prueba de penetración

Debido a que el procedimiento de prueba que se usa actualmente

es el mismo para todos los tipos de especímenes, no será necesario

repetirlo al referirse a cada tipo de suelo en particular. El procedimiento

descrito en los siguientes párrafos es aplicable también a las

pruebas inalteradas y de campo, una vez que la superficie de prueba

haya sido preparada.

1 ) Se aplica una sobrecarga sobre todos los suelos, que sea suficiente

para producir una intensidad de carga igual al peso del

material del pavimento (con ± 2 .2 7 kg de aproximación),


CAPITULO X

pero no menor de 4.54 kg (10 Ib). Si la muestra ha sido

saturada previamente, la sobrecarga deberá ser igual a la

colocada durante el período de saturación. Para evitar el empuje

hacia arriba del suelo dentro del agujero de las pesas

de sobrecarga, es conveniente colocar un disco con perforación

circular de 2.27 kg (5 Ib) de sobrecarga sobre la superficie

del suelo antes de la colocación del pistón y de la

aplicación de los pesos restantes.

2) Colóquese el pistón de penetración con una carga de 4.54 kg

(10 Ib) y pónganse los medidores de deformación y de esfuerzo

en cero. Esta carga inicial es indispensable para

asegurar un asentamiento satisfactorio del pistón, debiendo

considerarse como carga cero cuando se determina la relación

presión-penetración.

3) Se aplica carga sobre el pistón de penetración de manera

que la velocidad de aplicación sea aproximadamente de

0.127 cm/min (0.05 pulg/min). Obténganse lecturas de carga

a 0.063, 0.127, 0.190, 0.25, 0.51, 0.76, 1.02, 1.27 cm (0.025,

0.05, 0.075, 0.1, 0.2, 0.3, 0.4 y 0.5 pulg) de deformación. En

los dispositivos de carga operados manualmente, puede ser

necesario tomar lecturas de carga con intervalos más pequeños,

para controlar la velocidad de penetración.

4) Se determina el contenido de agua en la capa superior con

espesor de 2.5 cm (1 pulg) y, en el caso de pruebas de laboratorio,

también un contenido de agua promedio, para la profundidad

completa de la muestra.

5) Se calcula la presión aplicada por el penetrómetro y se dibuja

la curva esfuerzos-penetración. Para obtener las presiones

reales de penetración a partir de los datos de la prueba, el

punto cero de la curva se ajusta para corregir las irregularidades

de la superficie, que afectan la forma inicial de la

curva. La corrección deberá hacerse según se indicó en la

sección X-5.

6) Se determinan los valores de presión corregidos para 0.25 y

0.51 cm (0.1 y 0.2 pulg) de penetración, a partir de los

cuales se obtienen los valores de C.B.R. dividiendo estas presiones

entre las estándar de 70 y 105 kg/cm2 (1,000 y

1,500 lb/pulg2 respectivamente). Se multiplica cada relación

por 100 para obtener la relación en porcentaje. Por lo general

el C.B.R. se selecciona para 0.25 cm (0.1 pulg) de

penetración. Si el C.B.R. para 0.51 cm (0.2 pulg) de penetración

es mayor que el correspondiente al anterior deberá

repetirse la prueba. Si la prueba de comprobación da resultados

similares, deberá usarse el C.B.R. para 0.51 cm

(0.2 pulg).


X-a.5. Datos y resultados de la prueba

Los datos y resultados de la prueba que deberán suministrarse

son los siguientes:

X-a.6.

1) Procedimiento de compactación.

2) Esfuerzo de compactación.

3) Contenido de humedad al fabricar el espécimen.

4) Peso específico.

5) Sobrecarga de saturación y de penetración.

6) Expansión de la muestra.

7) Contenido de humedad después de la saturación.

8) Contenido de humedad óptima y peso específico máximo

determinados mediante la prueba de compactación AASHO

Modificada, descrita en la sección X-a.3.

9) Curva Presión-Penetración.

Procedimiento de preparación de muestras remoldeadas

En el ensaye de especímenes remoldeados por el método de California,

todas las capas subrasantes y bases han sido agrupadas en

tres clases con respecto al comportamiento durante la saturación:

a) Arenas sin cohesión y gravas, b) suelos cohesivos, y c) suelos

de gran expansión. El primer grupo incluye por lo general los suelos

clasificados como GW, GP, SW y SP. En el segundo grupo están

por lo general los suelos clasificados como GM, GC, SM, SC, ML,

CL y ÓL. Los suelos de alta expansión comprenden por lo general

a los clasificados como MH, CH y OH. Se dan procedimientos por

separado para cada uno de estos grupos.

a) Arenas sin cohesión y gravas

Por lo general los suelos sin cohesión se compactan fácilmente

mediante rodillos especiales o por medio del tránsito

hasta su peso especifico máximo especificado por el método

AASHO Modificado; prueba que se efectúa dando 55 golpes

por capa y con un contenido de agua correspondiente a la

saturación de la muestra para obtener el peso volumétrico

máximo. Si la saturación no baja al C.B.R. de una arena sin

cohesión o grava, podrá ser omitida en las pruebas posteriores

del mismo material.

b) Suelos cohesivos

MECANICA DE SUELOS (II) 441

Los suelos de este grupo se ensayan de manera de obtener

datos que mostrarán su comportamiento sobre un intervalo


442 CAPITULO X

completo de contenidos de humedad anticipados para muestras

representativas. Las curvas de compactación se desarrollan

para 55, 25 y 10 golpes por capa, sumergiendo y penetrando

cada espécimen, con el fin de obtener una familia

completa de curvas que muestran la relación entre el peso

específico, contenido de agua y C.B.R. Como ayuda para

determinar la validez de los datos de compactación se dibujan

sobre un papel semilogarítmico el peso específico máximo

contra la energía de compactación (trabajo por unidad de

volumen); los puntos así obtenidos dan, por lo general, una

línea recta.

c )

Suelos expansivos

X-a.7.

Los procedimientos de prueba para suelos de gran expansión

son los mismos que los descritos antes para suelos cohesivos.

Sin embargo, los objetivos del programa de prueba

no son exactamente los mismos. Las pruebas que se realizan en

suelos expansivos tienen como finalidad la determinación del

contenido de humedad y el peso volumétrico que producen

la expansión mínima. El contenido de humedad y el peso volumétrico

apropiados para este caso no son necesariamente

los valores óptimos obtenidos a través de la prueba AASHO

Modificada. Por lo general la expansión mínima y el máximo

C.B.R. saturado ocurren para un contenido de humedad ligeramente

mayor que el óptimo. Cuando se ensayan suelos que

se expanden con facilidad, puede ser necesario que se requiera

la preparación de muestras para un intervalo más amplio

de humedades y pesos volumétricos que los utilizados

normalmente, con el objeto de establecer la relación entre el

contenido de humedad, el peso volumétrico, la expansión y el

C.B.R. en un suelo determinado.

Un cuidadoso estudio de los resultados de la prueba, hecho

por un ingeniero experimentado, permitirá seleccionar el contenido

de humedad y el peso volumétrico adecuados para llenar

los requisitos del campo. Debe hacerse notar que existe

la posibilidad de que el espesor de diseño esté gobernado en

algunos casos por los requisitos de compactación en luqar

del C.B.R.

Procedimiento para preparación de muestras inalteradas

Las pruebas en muestras inalteradas se usarán en el diseño, cuando

no se requiere compactación y para correlacionar las pruebas en el

campo, con el contenido de agua del momento, con el resultado que


MECANICA DE SUELOS (II) 443

darían esas muestras con el contenido de agua de diseño. Para esta

última condición se deberán ensayar especímenes por duplicado, uno

con la humedad de diseño y otro con la del lugar, para determinar

la correlación necesaria para interpretar las pruebas en el lugar. En

este caso, la reducción en el C.B.R. que acontece durante el humedecimiento,

deberá aplicarse como una corrección de las pruebas de

campo.

Si se quieren reducir al mínimo las alteraciones del espécimen

deberá operarse con sumo cuidado y una paciencia considerable.

Utilizando cilindros de acero, cubiertas metálicas galvanizadas flexibles

y desplegables o cajas diseñadas exprofeso se pueden tener

muestras inalteradas satisfactoriamente. Si no se coloca un soporte

lateral adecuado en los lados de la muestra, se obtendrán valores

variables de C.B.R. En materiales finamente graduados, el uso de

moldes y cubiertas metálicas es satisfactorio. El espacio anular que

se encuentra alrededor de la muestra (cortada o labrada de un pedestal)

puede llenarse con parafina o con una mezcla de parafina y

10% de resina, con el objeto de ofrecerle un soporte. Para suelos

gruesos (gravosos) el método de la caja es recomendable. La muestra

se cubre con papel encerado o parafina con el fin de evitar la pérdida

de humedad durante el transporte al laboratorio.

Las pruebas de saturación o de penetración se llevan a cabo, como

se explicó anteriormente, después de que se quita el papel o la parafina

del extremo del espécimen, en el caso de moldes o cubiertas

metálicas, o bien después de que la superficie de la caja de muestras

es nivelada con una delgada capa de arena si es necesario. Los

cálculos y los resultados de las pruebas se reportarán como se indicó

antes.

X-a.8.

Prueba de campo

La prueba de campo es, bajo ciertas condiciones, una prueba

satisfactoria para determinar la capacidad de soporte de un material

en el lugar. Básicamente el aspecto que corresponde a la penetración

en esta prueba es el mismo que se describió en la sección X-a.4.

La prueba de campo puede usarse en cualquiera de las condiciones

que a continuación se citan:

a) Cuando el peso volumétrico en el lugar y el contenido de

humedad son tales que el grado de saturación es de 80% o

mayor.

b) Cuando el material es de partículas gruesas y sin cohesión, de

manera que no se vea afectado por los cambios del contenido

de humedad.


444 CAPITULO X

c )

Cuando el material ha estado colocado en el lugar por varios

años; en estos casos el contenido de agua puede fluctuar dentro

de un intervalo reducido, considerándose que la prueba

de campo arroja un indice satisfactorio de la capacidad de

soporte.

ANEXO X-b

Gráficas para la utilización del método del C.B.R. para diseño

de pavimentos flexibles

A continuación se presentan curvas para diseño de espesores de

pavimento en aeropistas en las que la subrasante tenga un valor de

C.B.R. > 12%; las ordenadas de dichas gráficas para C.B.R. < 12%

dan valores semejantes a los de la fórmula 10-7. En la fig. X-b-6

aparece una gráfica propuesta por el Instituto de Asfaltos de los

E.U.A. para calcular el espesor de los pavimentos en caminos.

C . B . R.

FIG. X-b.l Curvas da cálculo da aspasoras da pavimanto flatibla an callas da

rodaja, pitias y plataformas


MECANICA DE SUELOS (II) 445

C B R

60 70 80

NOTA ' EN LA ZONA CENTRAL DE PISTA

SE REOUCIRA EL ESPESOR EN 10%

FIG . X-b.2 Curras do cálculo de espesores de pavimento flexible en calles de

rodaje, pistas y plataformas

C. B. R.

10

20

30

40

30

60

70

80

90

100

110

120

130

140

150

160

n o ta:

EN LA ZONA CENTRAL DE PISTA

SE REDUCIRA EL ESPESOR EN 10%

FIG . X-b.3 Curren de cálculo do esposares do pavimento flexible en callos do

rodaje, pistas y plataformas


446 CAPITULO X

C. B . R.

IS 20 23 3 0 4 0 SO GOTOSO

100

lio

120

1 3 0

140

ISO

NOTA.

EN LA ZONA CENTRAL OE PISTA

SE REDUCIRA EL ESPESOR EN 10%

FIG. X-b.4 Curras de cálenlo

de espesores de pavimento flexible en calles de

rodaje, pistas y plataformas

C. í . R.

3 4 5 6 T 8 9 10 12 15 17 20 25 30 35 40 50 60 70 80 90100

ESPESOR , EN CM.

FIG. X-b.5 Gráfica para el cálculo de espesor de un pavimento flexible bajo carga de

rueda en arreglo múltiple (Boeing-707)


MECANICA DE SUELOS (II) 447

FIG. X-b.6 Espesores de pavimento flexible para carreteras según el Instituto del Asfalto

de los E.U.A.

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Concrete Pavement Design for Roads and Street Carrying Alt Classes of Traffic

— Portland Cement Association — Chicago, Illinois T95T

V Carreteras, Calles y Aeropistas — Tercera edición. — Raúl Valle Rodas — Librería

"El Ateneo” Editorial — Buenos Aires.


CAPITULO XI

PRINCIPIOS BASICOS PARA EL DISEÑO DE PRESAS

DE TIERRA

X -l.

Introducción

La presa de tierra es, sin lugar a dudas una de las estructuras

ingenieriles más importantes, tanto por su complejidad técnica, como

por las inversiones que generalmente requiere y los servicios que

presta; es, desde luego, una de las estructuras de la ingeniería en que

más deja sentir su influencia la Mecánica de Suelos actual. De hecho,

en la presa de tierra es preciso aplicar prácticamente todos los conocimientos

que la Mecánica de Suelos ha ido incorporando a la Ingeniería

y los avances en el campo de la teoría en esta rama se han

reflejado siempre de un modo inmediato en la tecnología de presas.

Quizá esta tecnología sirva mejor que ninguna otra para apreciar

las contribuciones de la Mecánica de Suelos a la ingeniería moderna;

basta, para ello, repetir lo que ya se señaló en otra parte de esta

obra1 y comparar las limitaciones que hace unos años se imponían

a las presas con los logros actuales, debidos más que nada, sin duda, a

los avances en el conocimiento de los suelos.

En la Mecánica de Suelos actual, como se ha visto, mucho del

conocimiento tiene base experimental directa y aún el estrictamente

teórico tiene su fundamento en la observación del comportamiento

de los suelos en el laboratorio o en la obra; esto, por otra parte, es

característica de todo conocimiento en cualquier ciencia, por elocubrante

e independiente de la experiencia sensorial que parezca a primera

vista. Desde este punto de vista, la técnica de construcción de

presas de tierra plantea problemas de particular interés, dado el estado

actual de su desarrollo constante. En efecto, se construyen de

continuo presas de mayor tamaño, que imponen una extrapolación

de las experiencias adquiridas en las anteriores, extrapolación muy

peligrosa, si no se acompaña de un criterio bien fundado; además,

cada presa mayor representa un reto a los conocimientos del momento

en Mecánica de Suelos, conocimientos cuya base está en la observación

de fenómenos a menor escala. Para muchos, éste es quizá el

mayor problema ligado a la construcción de grandes presas de tierra;

el que hace que esa técnica haya de ser especialmente cuidadosa

y el que induce a grandes inversiones durante la construcción en

449

29— M ecánica de Suelos II


450 CAPITULO XI

instrumental de control y medición, que indique como se desarrollan

las inevitables hipótesis de construcción, nacidas de las incertidumbres

sobre la aplicabilidad del conocimiento previo a la nueva escala

y que permitan adquirir rápidamente experiencia de comportamiento

para futuras extrapolaciones.

XI-2.

Tipos de presas de tierra

Se denomina sección de una presa de tierra a la forma y composición

que se observa en un corte vertical y normal al eje de su

cortina.

En rigor el tipo de sección en cada caso no puede establecerse

de antemano en forma rígida, pues depende de los materiales disponibles

en la zona de la obra, a distancias de acarreo conveniente y

de las características del terreno de cimentación, incluyendo las laderas

de la boquilla. Las combinaciones posibles de estas circunstancias

dan lugar a una variedad prácticamente ilimitada de secciones que,

sin embargo, pueden agruparse en ciertos tipos característicos, que son

los que brevemente se describen más adelante.

En general, a los materiales disponibles en el lugar en que se

construirá una presa de tierra o a distancias económicas de él, se les

exigen una o ambas de dos características fundamentales: resistencia,

que garantice la estabilidad de la presa e impermeabilidad, que garantice

una estructura estanca. El primer requerimiento depende esencialmente

de la resistencia al esfuerzo cortante. Es frecuente que los

materiales que cumplen el requisito de resistencia, materiales friccionantes

de grano más o menos grueso, no sean lo suficientemente

impermeables; recíprocamente, los materiales que por su grano fino

y particular estructura garantizan la impermeabilidad, generalmente

materiales arcillosos, suelen adolecer, en cambio, de serias limitaciones

de resistencia. Puede decirse que esté contraste está siempre

presente en toda sección de una presa de tierra.

Los tipos principales de secciones a que se recurre actualmente

son:

a) Secciones homogéneas

Como lo indica su nombre, se trata de secciones compuestas

total o casi totalmente por un solo material.

Este tipo de presas es el más antiguo históricamente hablando y

aún se utiliza hoy en obras chicas o en casos en que en el sitio

de la construcción no existe más que un material económicamente

disponible. En ocasiones, aún disponiendo de un solo material, es

posible llegar a una sección zonificada, de las que se mencionarán

más adelante, seleccionando el material (separando finos y gruesos)


MECANICA DE SUELOS (II) 451

que se coloca en cada parte o utilizando un procedimiento de construcción

distinto (variando compactación, por ejemplo) en cada

lugar de la presa; así, pueden tenerse algunas de las ventajas de

las secciones zonificadas aún ateniéndose al único material disponible.

También es de notar que las secciones homogéneas no lo son

nunca rigurosamente, pues tienen filtros y otros elementos de materiales

especiales, en volúmenes pequeñcs.

Las presas de sección homogénea utilizan generalmente suelos

finos relativamente impermeables o suelos gruesos con apreciable

contenido de finos, pero se han construido presas de buen funcionamiento

que utilizaron arenas o mezclas de arena y grava, bastante

permeables.2

En la fig. XI-1.a, puede verse una sección homogénea típica.

PROTECCION

LIGERA

CON ZAMPEADO 0 PASTA

ZONA DE FILTR O

la ) SECCION HOMOGENEA

(b) SECCION GRADUADA

(C ) SECCION DE ENROCAMIENTO Y CORAZON IMPERMEABLE

Fig. Xl-I

Secciones típ ic a s d a co rtin a s d a H a rta


452 CAPITULO XI

b) Sección graduada

Cuando en el sitio de construcción se dispone de materiales de

diferentes permeabilidades en volumen suficiente, suele ser conveniente

y económico zonificarlos dentro de la sección, produciendo así

las llamadas cortinas de sección graduada. En éstas, hay zonas que

proporcionan la impermeabilidad necesaria al conjunto, si bien, a

veces, contribuyen algo a su estabilidad; se emplean en estas zonas

suelos finos arcillosos o suelos más gruesos, pero con alto contenido

de finos. Hay también zonas, formadas por materiales granulares

gruesos o por enrocamiento, cuya finalidad es proporcionar la estabilidad

a la cortina; estos materiales, en cambio, son muy permeables.

Entre las dos zonas anteriores se construyen una o más zonas de

transición, con permeabilidad intermedia, que sirven de filtro protector

a la zona impermeable y contribuyen a la estabilidad general.

Además de todo lo anterior, una sección graduada suele tener otras

capas de enrocamiento protector contra erosiones de oleaje, lluvia,

etc., que pueden omitirse en el caso de que las zonas exteriores

de la cortina contengan ya de suyo material suficientemente pesado.

En la fig. X l-l.b se muestra un esquema de una sección graduada

típica.

c) Sección de enrocamiento con corazón impermeable (sección mixta)

Este tipo de sección está integrado por una pantalla impermeable,

denominada corazón, que proporciona impermeabilidad pero que contribuye

muy poco o nada a la estabilidad y por respaldos importantes

de enrocamiento, boleos o materiales similares, a ambos lados del

corazón, que proporcionan estabilidad y permanencia al mismo. Este

último puede construirse vertical y al centro de la sección o con la

inclinación que se juzgue conveniente. Entre el corazón y los respaldos

de enrocamiento han de disponerse secciones filtro, que protejan

al material del corazón e impidan su difusión entre el enrocamiento;

si los respaldos son de gravas o arenas convenientemente

seleccionadas, los filtros pueden llegar a suprimirse.

En la fig. X I-l.c aparece una sección tipica de una presa de

enrocamiento y corazón impermeable.

En todo lo anterior se ha tratado únicamente la cortina de la

presa, supuesto que se encuentra sobre terreno de cimentación resistente

y totalmente impermeable. Sin embargo, las condiciones reales

de estos suelos, a veces distantes de las condiciones ideales arriba

supuestas, imponen una serie de variantes a las secciones descritas.

Algunas de las más importantes se mencionan a continuación, con

referencia a la fig. XI-2.


MECANICA DE SUELOS (II) 453

ü ( a ) TRINCHERA IMPERMEABLE

SUELO

IM P E R M E A B L E

( c ) DENTELLON (d ) DOS DISPOSICIONES DE DRENES Y FILTROS

PARA CAPTACION

Fig. XI-2

Algunas yariantns constructivas comunas an prosas da tiarra

Cuando la cimentación tiene un estrato de suelo permeable de

pequeño espesor puede excavarse una trinchera hasta la que se prolongue

el corazón impermeable (fig. X I-2.a). Cuando este espesor

se hace más importante, la excavación señalada se hace antieconómica

y conviene o construir un dentellón de concreto (fig. XI-2.c)

o disponer en la sección delantales impermeables que, como se verá

en el Volumen III de esta obra, reducen el gasto de filtración y el

gradiente hidráulico del flujo bajo la presa (fig. XI-2.b).

Por último, es claro que la disposición de filtros o captaciones

para eliminar las aguas que se infiltran a través de la cortina ofrece


454 CAPITULO XI

multitud de variantes imposibles de detallar en este lugar. En la

fig. X l-l.a y en la XI-2.d aparecen tres disposiciones comunes.

XI-3.

Breve descripción de algunas de las partes constituyentes

de una presa de tierra

En lo que sigue se analizan brevemente, discutiendo su constitución

y funciones, algunas de las partes constituyentes principales

de una presa de tierra; desde luego se mencionarán y detallarán únicamente

aquellas en que interviene la Mecánica de Suelos y solamente

haciendo hincapié en los aspectos influenciados por esa disciplina.

En la bibliografía de este capítulo podrán consultarse

aspectos más generales y detallados respecto a los puntos objeto

de esta sección.

a) Vertedor de excedencias

En las presas de tierra es siempre catastrófico que el agua rebase

la cortina y escurra por el talud aguas abajo, debido precisamente

a la naturaleza erosionable de los materiales que intervienen

en su composición. Por esta razón, la presa debe estar provista de

una estructura auxiliar, denominada vertedor, que permita el alivio

del vaso cuando éste se llena a su máxima capacidad. Dada la naturaleza

de sus funciones, el vertedor de excedencias debe estar construido

con materiales no erosionables, como concreto o, en obras

más chicas, mampostería. El vertedor debe continuarse en un canal

de desahogo y generalmente incluye obras auxiliares para amortiguar

la energía del agua que lo rebasa.

El vertedor es, en cuanto a características de diseño, una obra

que pertenece al campo general de las obras hidráulicas y el detallar

estos puntos queda fuera del alcance de esta obra. Los problemas

de su cimentación son similares a los de cualquier otra estructura

sujeta a la erosión del agua superficial y al flujo de la de infiltración.

La erosión suele evitarse pavimentando con concreto las zonas

sujetas al ataque, cuando éste pueda producir erosiones de importancia.

Del efecto de las aguas que se infiltran bajo la estructura habrá

de tratarse en el Volumen III de esta obra.

No se dispone de muchos datos sobre la erosionabilidad de los

suelos ante las aguas corrientes; las arenas no cementadas y las

gravas son, desde luego, los suelos más peligrosos desde este punto

de vista. Los suelos más finos cementados o consolidados y las arcillas

son más resistentes al paso del agua; las rocas no suelen ofrecer peligro,

a no ser que estén horizontalmente estratificadas y tengan huecos

o fisuras verticales por las que pueda meterse el agua a gran

velocidad, pues entonces el empuje dinámico de las corrientes puede

producir la remoción de grandes bloques.


El grado de protección contra la erosión suele estar gobernado

por el costo de mantenimiento y la frecuencia con que se espere que

funcione el vertedor es un dato fundamental.

Todos los vertedores colocados sobre terrenos permeables en menor

o mayor grado deben estar provistos de dentellones de concreto

en su principio y en su término, a fin de reducir el peligro de erosión

y socavación. Los criterios para su diseño, desde los anteriores puntos

de vista, se analizarán en el Volumen III de esta obra.

b) Drenes

Toda presa de sección homogénea de altura mayor que 6 u 8 m

debe tener algún dren en el talud aguas abajo, construido con material

más permeable que el que forma la sección, a fin de reducir las

presiones neutrales del agua en el cuerpo de la cortina, aumentando

así la estabilidad y de canalizar el flujo de agua a través de la cortina,

impidiendo además el arrastre del material que la constituye.

En el Anexo X l-a se dan algunas ideas sobre el diseño y colocación

de estos drenes.

c) Filtros

Como ya se ha indicado, en el cuerpo de las presas de tierra

han de colocarse frecuentemente filtros. De hecho, éstos deberán

instalarse siempre que se produzca un contacto entre dos materiales

de diferente permeabilidad y granulometría. El objeto de los filtros

es doble, pues, por un lado, evitan la contaminación de los dos materiales

en contacto al pasar el fino a ocupar los huecos del que tiene

partículas de mayor tamaño; por otro lado, cuando el agua atraviesa

la frontera entre ambos materiales, lo que es tan frecuente en

presas, el filtro impide el arrastre del material más impermeable a

través de los huecos, mucho mayores, del material más permeable.

Así, deben colocarse filtros en los drenes de una presa de sección

homogénea, entre las diferentes capas de una sección graduada y

entre el corazón y los respaldos de una presa de tierra y enrocamiento.

En el Anexo Xl-b se dan algunas recomendaciones en uso

para el diseño de filtros, así como algunos otros detalles de su

instalación y funcionamiento.

d) Corazón impermeable

MECANICA DE SUELOS (II) 455

El corazón impermeable es, como ya se dijo, la parte de la cortina

de una presa de sección graduada o de enrocamiento, que garantiza

que la estructura sea estanca. Esto define el tipo de materiales

que han de usarse en su construcción.

El corazón puede disponerse en la sección verticalmente en su

centro o inclinado hacia aguas abajo cerca del talud aguas arriba.


456 CAPITULO XI

En el Anexo XI-c se detalla algo más acerca de esta componente

tan importante de muchas cortinas de tierra.

e) Pozos de alivio

En aquellos casos en que la cimentación de una presa está constituida

por estratos en donde capas impermeables alternan con otras

permeables, es frecuente que se desarrollen en estas últimas fuertes

presiones en el agua que producen subpresiones, las que a su vez han

sido capaces de causar la ruptura de capas más superficiales, formando

grietas por las que el agua escapa a gran velocidad concentrándose

el flujo, por lo que dichas grietas tienden a agrandarse,

produciéndose cada vez una situación menos deseable. En estos casos

se recurre a la instalación de drenes verticales que lleguen a las

zonas de alta presión, a fin de aliviar ésta. Son estos los llamados

pozos de alivio (fig. X l-3).

IMPERMEABLE

Fig. Xl-3

Etqutma d» un pozo de alm o

Los pozos de alivio se instalan a pequeña distancia del talud

aguas abajo de la presa y son perforaciones verticales de 50 cm a

1.0 m de diámetro, en las que se instala un tubo ranurado, de 20

a 40 cm de diámetro y rodeado de un filtro, para impedir que el material

exterior lo tape y haga inoperante. Deben colocarse en el

número y separación convenientes como para que drenen un gasto

tal que las presiones en el estrato permeable se reduzcan a valores

inofensivos.

f) Obras de toma

Los conductos para las obras de toma son un elemento delicado

en las presas de tierra, cuya construcción debe realizarse con gran

cuidado, pues el descuido ha sido causa de fallas de importancia en

el pasado.

Estas importantes obras auxiliares se construyen generalmente

de concreto y pueden desarrollarse o bien en túnel, a través de las

laderas que forman la boquilla de la presa, o bien en tubos a través


MECANICA DE SUELOS (II) 457

de la propia cortina. El primer método se ha considerado siempre

más seguro, pues evita los problemas de sellado que se tienen entre

el material de la cortina y el tubo de concreto, sellado cuya deficiencia

conduce a fallas por tubificación al infiltrarse el agua por el

contacto. Si el conducto va a través de la cortina debe cuidarse fundamentalmente

la compactación del material en torno a él, a fin de

reducir los empujes de tierras a valores tolerables y de disminuir el

riesgo de infiltración de aguas, pues el suelo bien compactado es

menos permeable; en este respecto, no debe regatearse esfuerzo y el

ingeniero que controla la obra debe mantener una alta exigencia en

los niveles de compactación obtenidos.

En la fig. XI-4 aparece el esquema de una obra de toma construida

a través del cuerpo de la cortina.

Fig. XI-4

Esquema de una obra de toma

TT

g) Muros de retención

Con frecuencia se requiere en las presas la colocación de muros

de retención, para separar distintos elementos estructurales de tierra

o la cortina del vertedor, etc. En estos casos, los muros se proyectarán

como se vio en el capítulo respectivo en este mismo volumen.

Cabe hacer notar que los muros que se colocan en las presas suelen

ser de gran altura y, a la vez, su falla es casi siempre de grandes

consecuencias, por lo que deben aplicarse los criterios de diseño

y construcción ya citados en la forma más cuidadosa.

XI-4.

Análisis de estabilidad

Por los riesgos inherentes a su falla y por la inversión que representan,

las presas de tierra, especialmente las grandes, han de

proyectarse con máxima seguridad y cuidado; por otro lado, lo cuantioso

de las inversiones requeridas en cualquiera de sus partes constituyentes

veda la adopción de un simplista criterio conservador. El

balance de seguridad y economía hacen de la presa de tierra una

de las estructuras de proyecto más delicado.


458 CAPITULO X I

Los taludes de una presa deben estar proyectados para las combinaciones

de esfuerzos más desfavorables que puedan presentarse

en la vida de la estructura. Estas combinaciones son ahora particularmente

variadas, al intervenir el agua empujando a la estructura

e infiltrándose a su través o al considerar que la presa puede estar

llena o sufrir un rápido vaciado, que produce condiciones especiales

en los esfuerzos transmitidos. A estos respectos, como siempre, el

punto esencial para el proyectista estriba en la correcta determinación

de las propiedades de resistencia al esfuerzo cortante de los

suelos (ver el Volumen I de esta obra), para poder aplicar un método

de análisis de estabilidad de taludes, en la forma tratada en un

capítulo anterior de este mismo volumen. La influencia del agua en

la estabilidad podrá cuantificarse añadiendo a la información anterior

los conceptos y métodos de análisis que se tratarán en las partes

alusivas del Volumen III de esta obra.

En las grandes presas de enrocamiento existe el problema adicional

de que no hay hoy un monto suficiente de investigación respecto

a las características de resistencia y compresibilidad de estos

materiales de grano tan grueso. El cambio de escala que significa

un enrocamiento respecto a los suelos normalmente utilizados en la

investigación, impone diferencias de base no suficientemente conocidas.

A este respecto, el arma más prometedora es, sin duda, la información

que están ya proporcionando un número grande de instrumentos

de medición de desplazamientos y comportamiento general

que se han dejado en el interior de varias grandes presas de reciente

construcción. Desgraciadamente esta información está aún en período

de interpretación. Dentro de este tipo de trabajos destacan los

de Marsal y sus colaboradores en tomo a la presa de Infiernillo, en

México; en estas investigaciones se complementa la información de

un buen número de instrumentos de medición dejados en el cuerpo

de la presa, con pruebas de laboratorio realizadas directamente sobre

el enrocamiento mediante el uso de una cámara triaxial de grandes

dimensiones. En las refs. 9 y 10 podrán consultarse la técnica y los

resultados de estas importantes investigaciones.

Otro punto que ha de ser cuidadosamente considerado en el

diseño de una presa de tierra es el relativo a los asentamientos que

puede sufrir como resultado de la compresibilidad de los materiales

que la constituyen. El cálculo de los asentamientos en las presas de

tierra tiene dos etapas posibles de importancia: los asentamientos

que se producen en el terreno de cimentación, si éste es compresible

y los que se producen en el cuerpo del terraplén, sea en los suelos

finos que compongan los elementos impermeables o en los gruesos,

que componen los elementos de resistencia.

El arma más popular de que dispone la Mecánica de Suelos

para el cálculo de asentamientos, la Teoría de la Consolidación de


MECANICA DE SUELOS (II) 459

Terzaghi (ver Volumen I de esta obra), sólo es aplicable a suelos

saturados, por lo que, en general, podrá usarse en los suelos de

cimentación y en los suelos arcillosos de la cortina que queden saturados

en un plazo más o menos largo cuando la presa se llene. Los

suelos arcillosos en el terraplén de la presa se colocan compactándolos

(ver Volumen I de esta obra. Capítulo X III), por lo que no

están saturados inicialmente; la acción del agua que llena la presa

satura al cabo una zona del terraplén, como se dijo, pero en la

parte superior de él queda una zona no saturada a la que, en principio,

no es aplicable la Teoría de Terzaghi; afortunadamente esta

zona suele ser pequeña y de escasa significación en el monto total

del asentamiento final.

La evolución de los asentamientos en los suelos finos que componen

un gran número de presas ha sido medido directamente sobre

la obra11’12. De esas medidas puede verse que la compresibilidad

de los suelos finos en el terraplén de la presa depende mucho del

contenido de agua con que el material haya sido compactado, especialmente

si éste es superior al óptimo. En los estudios puede verse

que la concordancia entre los asentamientos predichos con base en

la Teoría y los reales medidos en los terraplenes de las presas fue

muy tosca, excepto en algunos casos especiales en que los suelos

fueron muy uniformes, al grado que el Bureau of Reclamation de los

EE. UU. recopiló los datos disponibles en una tabla 13 y recomienda

interpolar datos en ella como el método más seguro para la predicción

de asentamientos en una presa por construir.

Los asentamientos correspondientes a suelos finos en el terreno

de cimentación pueden, como ya se dijo, estimarse con la Teoría de

Terzaghi y en este aspecto las concordancias entre predicción y

realidad han sido satisfactorias.

Los asentamientos en los suelos gruesos que se colocan en el

terraplén son imposibles de estimar con las armas teóricas actuales;

es de esperar que el panorama se aclare en el futuro, cuando vayan

estando disponibles los datos de mediciones a que se ha hecho referencia.

Lo que hasta la fecha se ha ido sabiendo revela un comportamiento

bastante sorprendente en suelos granulares gruesos y muy

gruesos sujetos a grandes presiones, según el cual, los asentamientos

son mucho mayores que lo que se podría estimar con base en cualquier

experiencia previa y ocurren a lo largo de lapsos prolongados,

que exceden en mucho a los períodos de construcción.

Los suelos granulares en el terreno de cimentación sufren asentamientos

que a veces son de importancia, pero parece cierto que en

su mayor parte ocurren en la etapa constructiva, por lo que su efecto

perjudicial es reducido. No existe, por otra parte, un modo satisfactorio

de calcularlos.


460 CAPITULO XI

En las presas de sección homogénea, principalmente, ocurre otro

tipo de asentamientos que ha sido causa de un buen número de

graves problemas. Este asentamiento, llamado por saturación sucede

bruscamente, a modo de un colapso, cuando la saturación de un

suelo de estructura abierta rompe el equilibrio interno que prevalecía

en la estructura, al hacer desaparecer a las fuerzas capilares que

contribuían a él. Este tipo de falla ocurre durante el primer llenado

de la presa y casi siempre ha sucedido en materiales deficientemente

compactados, con humedades bajo la óptima.

XI-5.

Condiciones de trabajo en las presas de tierra

Desde el momento en que se inicia la construcción de una presa

de tierra hasta el momento en que se encuentra llena, sus materiales

están sujetos a condiciones de esfuerzos que van cambiando con el

tiempo y las circunstancias constructivas, sin contar con la influencia

debida a la propia naturaleza de los materiales. Una capa compactada

a un cierto nivel sufre, durante la construcción, el peso de todo

el material que se le va colocando encima; este efecto produce cambios

en la relación de vacíos y en el grado de saturación durante

todo el tiempo de construcción de la cortina.

Estos cambios de volumen en el suelo producen en el agua de

sus vacíos presiones neutrales, que tienden a disiparse en mayor o

menor grado, dependiendo de la permeabilidad del suelo, de las condiciones

internas de drenaje y del ritmo con que progresa la construcción.

Así, al terminarse la presa, existirán en general presiones

neutrales en sus suelos componentes de baja permeabilidad y se habrán

disipado en sus partes permeables. Una vez llena la presa, el

agua satura rápidamente las partes permeables y alcanza a saturar

con el tiempo las impermeables, cambiando el valor de las presiones

neutrales remanentes del período de construcción; se habrá producido

así un nuevo estado de esfuerzos en los materiales que componen

la cortina y, por ende, se habrá desarrollado una nueva resistencia

al esfuerzo cortante. Supóngase ahora que por alguna circunstancia

la presa se vacía rápidamente; este vaciado impondrá un

nuevo estado de esfuerzos, al producirse un nuevo cambio en las

presiones neutrales dentro de la cortina. Así, los esfuerzos efectivos

dentro de la masa están variando constantemente con circunstancias

constructivas o propias del funcionamiento de la presa. Cada estado

representa un factor de seguridad diferente para la presa; conviene

así analizar la estabilidad de la cortina por lo menos para algunas

condiciones de cálculo diferentes que simbolicen casos extremos o

casos críticos de la vida de' la presa; sólo así podrá garantizarse una

estructura estable en sus diferentes circunstancias. Así, se analizan


MECANICA D E SUELOS (II) 461

usualmente las condiciones de estabilidad durante la construcción, a

presa llena y en vaciado rápido.

En el Anexo Xl-d se hacen algunas reflexiones adicionales y

se discuten con algo más de detenimiento algunas de las condiciones

de esfuerzos que es preciso tomar en cuenta en el diseño.

XI-6.

Cansas de falla en presas de tierra

El desarrollo de la Mecánica de Suelos ha dado al ingeniero

de presas de tierra armas racionales para el estudio del campo, pero

aún así es innegable que la mayoría de los procedimientos constructivos

actuales se han desarrollado, por lo menos parcialmente, a partir

de esfuerzos para eliminar deficiencias de comportamiento observadas

en forma más o menos sistemática. Así, un conocimiento de

las principales lecciones que se puede extraer de las fallas del pasado,

es una parte esencial de la preparación de un especialista en

presas de tierra.

En lo que sigue, se mencionan brevemente las que se reconocen

como causas de falla más frecuentes en presas de tierra, así como

algunas de las principales conclusiones que es posible extraer de

tales fallas.

La magnitud de las fallas en presas de tierra varía desde lo que

pudiera llamarse una catástrofe, que produce grandes pérdidas en

vidas y bienes, hasta deterioros más o menos ligeros, que inclusive

pudieran no requerir ningún trabajo de reconstrucción. Las fallas

catastróficas han ocurrido por ruptura de la cortina bajo el empuje

de agua o por rebase del agua sobre la cortina en avenidas extraordinarias;

en el primer caso se produce naturalmente una ola cuyos

efectos aguas abajo son fáciles de adivinar; en el segundo caso,

suele producirse la destrucción total o casi total de la estructura,

pues aunque a veces se han reportado rebases de consecuencias no

catastróficas, ha de considerarse como una regla general que una

cortina de tierra no puede diseñarse en forma segura como sección

vertedora.

Otras causas de fallas graves o catastróficas son las que se detallan

a continuación:

a) Falla por insuficiencia del vertedor

Esta falla ocurre generalmente por una mala estimación del gasto

correspondiente a la avenida máxima que deba desalojar el vertedor

de excedencias. La consecuencia es que al presentarse una avenida

mayor que la prevista, el vertedor no la desahoga y el agua se vierte

sobre la cortina, erosionándola y dañando el talud aguas abajo, con

las consecuencias ya indicadas anteriormente.


462 CAPITULO XI

Las fallas ocurridas en este renglón han estado siempre asociadas

a falta de volumen suficiente de datos hidrológicos respecto a la

corriente qua alimenta a la presa, deficiencia especialmente probable

en países en que existen estudios sistemáticos de cuencas y escurrimientos

que abarcan lapsos relativamente breves. Naturalmente que

este no es un problema de Mecánica de Suelos, por lo que no será

tratado aquí; sin embargo, no estará de más insistir en los peligros de

la extrapolación en estos estudios, en que a veces se trata de obtener

datos en una corriente de la que no existe información, con base en

medidas más o menos completas realizadas en otra supuesta similar,

con consecuencias frecuentemente deplorables, pues este es sin duda

un caso en que la extrapolación es prohibida.

b) Falla por tubificación

Cuando el agua fluye a través del suelo, su carga hidráulica se

disipa venciendo las fuerzas viscosas inducidas y que se oponen al

flujo en los canalículos formados entre las partículas; reciprocamente,

el agua que fluye genera fuerzas erosivas que tienden a empujar a

las partículas, arrastrándolas en la dirección del flujo. En el momento

en que este arrastre se produce, ha comenzado la tubificación del

suelo.

Inevitablemente existen en la masa del suelo lugares en que se

concentra el flujo del agua y en los que la velocidad de filtración es

mayor; los lugares en que estas concentraciones emergen al talud

aguas abajo, en que el suelo no está afianzado por fuerzas confinantes,

son particularmente críticos en lo referente a posibilidades de

arrastre de partículas sólidas; una vez que las partículas empiezan

a ser removidas van quedando en el suelo pequeños canales por los

que el agua circula a mayor velocidad, con lo que el arrastre se

acentúa, de manera que el fenómeno de la tubificación tiende a crecer

continuamente una vez que comienza, aumentando siempre el diámetro

de los canales formados. Otra característica curiosa del fenómeno

es que, comenzando en el talud aguas abajo, progresa hacia

atrás, es decir hacia el interior de la presa; ésto es evidente con base

en lo que queda explicado. El límite final del fenómeno es el colapso

del bordo, al quedar éste surcado por conductos huecos de gran

diámetro que afectan la estabilidad de la sección resistente hasta

la falla.

Un factor que contribuye mucho a la tubificación es la insuficiencia

en la compactación del bordo, que deja alguna capa del

mismo suelta y floja; esto es particularmente probable cerca de muros

o superficies de concreto, tales como ductos o tubos. Otro factor

importante es el agrietamiento de tubos o galerías en el interior del

bordo.


MECANICA DE SUELOS (II) 463

La tubificación del terreno natural bajo el bordo es aún más

frecuente, pues los suelos naturales son de estratificación más errática

y pueden contener estratos permeables.

Los estudios sobre presas tubificadas han demostrado que en los

suelos existe un amplísimo margen de susceptibilidad al fenómeno;

las propiedades de los suelos, especialmente la plasticidad de sus

finos ejercen gran influencia, incluso mayor que la compactación.

La Tabla 11-1 es un resumen de la experiencia actual sobre la susceptibilidad

de los suelos a la tubificación, en orden descendente de

resistencia al fenómeno.

TABLA 11-1

Gran resistencia

a la tubificación

Resistencia media

a la tubificación

Baja resistencia

a la tubificación

1. Arcillas muy plásticas (Ip > 15% ), bien

compactadas.

2. Arcillas muy plásticas (Ip > 15% ), con

compactación deficiente.

3. Arenas bien graduadas o mezclas de arena

y grava, con contenido de arcilla de

plasticidad media (Ip > 6% ), bien compactadas.

4. Arenas bien graduadas o mezclas de arena

y grava,, con contenido de arcilla de

plasticidad media (Ip > 6% ), deficientemente

compactadas.

5. Mezclas no plásticas bien graduadas y

bien compactadas, de grava, arena y limo

(Ip < 6% ).

6. Mezclas no plásticas bien graduadas y

deficientemente compactadas, de grava,

arena y limo (Ip < 6% ).

7. Arenas limpias, finas, uniformes

(Ip < 6% ), bien compactadas.

8• Arenas limpias, finas, uniformes

(Ip < 6% ), deficientemente compactadas.

Los filtros graduados, descritos en otros lugares de este capítulo,

son la mejor defensa contra la tubificación sea en la etapa de proyecto

o en la de poner remedio a un mal ya presente.


464 CAPITULO XI

c) Falla por agrietamiento

Posiblemente las fallas por agrietamiento causado por asentamientos

diferenciales en el bordo de tierra sean mucho más numerosas

de lo que la literatura sobre el tema pudiera hacer pensar; en

efecto, se reportan como tales los grandes agrietamientos que no

pueden pasar inadvertidos, pero posiblemente muchas fallas de presas

que se achacan a otras causas, principalmente tubificadón, tienen

su origen en la aparición de grietas y fisuras no muy grandes

en la masa de tierra.

El agrietamiento a que se refiere esta sección se produce cuando

la deformación de la cortina produce zonas de tensión que aparecen

por asentamiento diferencial de la masa del suelo, sea por deformación

del propio cuerpo del terraplén o del terreno de cimentación.

Como quiera que por estas causas la presa puede deformarse de

muchos modos, los sistemas de agrietamiento que el ingeniero puede

encontrar en sus inspecciones a presas de tierra son de una inmensa

variedad. Las grietas pueden aparecer parajela o transversalmente

al eje de la cortina y la orientación del plano de agrietamiento puede

ser prácticamente cualquiera. El agrietamiento puede ocurrir con anchos

abiertos hasta de 15 ó 20 cm, si bien son más comunes anchos

de grieta de 1 ó 2 cm. Las presas de pequeña altura son las que más

comúnmente sufren el fenómeno que, sin embargo, se presenta con

frecuencia en las partes superiores de las presas altas. El que las

presas menores sean las más susceptibles al fenómeno quizá se deba

a que las presiones grandes que hay en el interior de las presas mayores

protegen al suelo.

Las grietas más peligrosas son las que corren transversalmente al

eje de la cortina, pues crean una zona de concentración de flujo;

son producidas generalmente por asentamiento diferencial de la zona

de la cortina próxima a las laderas de la boquilla respecto a la

zona central, de valle. La condición más peligrosa para este agrietamiento

es que sea compresible el terreno en el que se hace descansar

la cortina.

Las grietas longitudinales suelen ocurrir cuando los taludes de la

presa se asientan más que su corazón, lo que es típico en secciones

con corazón impermeable de material bien compactado y respaldos

pesados de enrocamiento.

El remedio para corregir las grietas consiste en la excavación de

trincheras que sigan su contorno en toda su profundidad, las que

deberán rellenarse con material seleccionado bien compactado. Debe

impedirse que las grietas superficiales se rellenen de agua antes de

su sellado, pues de otro modo se producirán presiones hidrostáticas

que podrían incluso amenazar la estabilidad de la cortina.

No existe ningún criterio razonable, ni en el campo, ni en el laboratorio

para estimar el monto de deformación que puede soportar


MECANICA DE SUELOS (II)

una cortina sin agrietarse. Se ha hecho algo de investigación para

tratar de correlacionar las características de los materiales constituyentes

de la presa con su susceptibilidad al agrietamiento. Aunque

la evidencia de que se dispone dista de ser completa, parece que las

arcillas inorgánicas con índice de plasticidad menor que_ 15 y con

graduación dentro de la zona marcada en la fig. XI-5 son mas

susceptibles al agrietamiento cuando se compactan del lado seco,

que otros suelos más finos o más gruesos. Las arcillas más plásticas,

con índice de plasticidad mayor que 20, más finas que las anteriores,

aguanta mucha más deformación sin agrietamiento.

TIPO DE MALLA .

ZOO 100 50 30 16 8 4 f f-To

- 10

- 20

- 30 o

- 4 0 “

- 50 3

- 6 0 t i

- 70 ec-

- 8 0 ^

90

J— I—I— I—•—*100

Fig. XI-5

G ra n u lo m e fr ia de los suelos más susceptibles de agrietamiento

Existe susceptibilidad al agrietamiento en terraplenes de suelo

residual con partículas gruesas de roca blanda, que se pulverizan en la

compactación; estos suelos quedan frecuentemente compactados del

lado seco, pues es difícil incorporarles agua; además, estos materiales

pueden quedar cementados por el producto de la alteración de

la roca: Muchas de las presas agrietadas se compactaron con contenidos

de agua bastante más bajos (tanto como 5% ) que la humedad

óptima.

Narain ” , llegó a algunas conclusiones de interés en un estudio

reciente, según las cuales un aumento del contenido de agua cuando

éste está 2 % ó 3% bajo el óptimo, hasta este valor, aumenta sustancialmente

la flexibilidad de las arcillas; aumentos subsecuentes

parecen ser de poca influencia, en cambio. También afirma este investigador

que no existe relación entre las deformaciones que producen

agrietamientos en la cortina y las que se obtienen en una

prueba típica de compresión en el laboratorio, de modo que esta

prueba no es un buen índice para juzgar de posibilidades de agrietamiento,

Por último, se afirma que si se aumenta sustancialmente

30—Mecánica de Suelos II


466 CAPITULO XI

la energía de compactación en un suelo, a un cierto contenido de

agua, se disminuye la flexibilidad del material compactado.

d) Falla por deslizamiento de taludes

La falla por deslizamiento de taludes es quizá la más estudiada

de todas las que frecuentemente acaecen en las presas de tierra. La

razón es que, además de su importancia intrínseca, es el tipo de

falla más susceptible de análisis y cuantificación con los métodos

existentes para el estudio de estabilidad de taludes (capítulo V ).

Además, en el Anexo X l-e se dan algunos métodos de cálculo típicos

en el análisis de presas de tierra.

Existe un buen monto de información estadística respecto a este

tipo de fallas 18, de la que se desprende que las fallas por deslizamiento

ocurren preponderantemente en los primeros tiempos de la

vida de la presa y también, y ésta es sin duda una conclusión alentadora,

ocurren cada vez más raramente en presas de reciente y

cuidadosa construcción; de hecho parece haber evidencia suficiente

para poder decir que si el diseño y la construcción de una presa, por

alta que sea, se cuidan lo necesario, las técnicas de que se dispone

permiten adoptar una actitud de tranquilidad ante las fallas ahora

en estudio.

Ls fallas por deslizamiento suelen considerarse divididas en tres

tipos principales:

1 . Fallas durante la construcción.

2. Fallas durante la operación.

3. Fallas después de un vaciado rápido.

1. Fallas durante la construcción

Estas fallas han sido menos frecuentes que las ocurridas durante

la operación; nunca han sido catastróficas. Las fallas se han presentado

sobre todo en presas cimentadas en arcillas blandas, con gran

porción de la superficie de falla a través de ese material y pueden

ser rápidas o lentas, según que el material de cimentación sea homogéneo

o presente estratificaciones que favorezcan el movimiento.

El remedio para este tipo de fallas, en presas construidas sobre

los materiales mencionados, es el lograr el abatimiento de las presiones

neutrales, que pueden medirse colocando piezómetros en el

terreno de cimentación; en arcillas homogéneas el remedio es lento

pues se requiere que el terreno se vaya consolidando bajo el peso

propio de la presa; en el caso de que existan estratificaciones en que

alguna capa desarrolle presiones neutrales elevadas con riesgo de estabilidad,

el remedio puede ser más rápido con obras de alivio que

abatan esas presiones locales.


2. Fallas durante la operación

MECANICA DE SUELOS (II) 467

Las fallas por deslizamiento de taludes que han ocurrido durante

el período de operación de las presas de tierra, han sido sobre todo

de dos tipos; profundas, con superficie de falla invadiendo generalmente

terrenos de cimentación arcillosos, y superficiales, afectando

sólo pequeños volúmenes del talud. Las fallas profundas suelen ocurrir

a presa llena y están relacionadas con las presiones neutrales que

se producen por flujo de agua a través de la cortina y en el terreno

de cimentación (ver Volumen III de esta obra); el deslizamiento no

alivia estas presiones y por ello es frecuente que se presenten otros

ulteriores, lo que se comprende más fácilmente si se toma en cuenta

que el suelo, después de una falla, suele presentar frentes más escarpados

que los originales. Esta observación plantea entonces un

problema de extrema necesidad de actuar con toda rapidez para corregir

una zona de falla, después de que ésta se ha producido.

El talud afectado es prácticamente siempre el de aguas abajo.

Es bastante común que las fallas profundas ocurran con relativa

lentitud, especialmente en arcillas, con velocidades sobre el terreno

del orden de un metro por día, al principio; estos movimientos pueden

prolongarse durante semanas a velocidades mucho menores. Las

fallas profundas pueden abarcar todo el ancho de la corona, reduciendo

así la altura del bordo.

Los deslizamientos superficiales suelen sobrevenir después de

fuertes lluvias y frecuentemente afectan espesores del bordo no mayores

que uno o dos metros; a veces ocurren inmediatamente después

de la construcción, pero en algunos casos han ocurrido muchos años

después de estar funcionando normalmente la estructura. Han ocurrido

frecuentemente en presas en donde capas gruesas de piedra

acomodada o grava en el talud aguas abajo almacenan agua después

de la lluvia, que puede contribuir a saturar dicho talud; también

cuando en el talud aguas abajo existen bermas cuya superficie no

está bien drenada para impedir la penetración del agua al cuerpo de

la cortina o cuando haya caminos en el mismo lugar y con el mismo

defecto.

3. Fallas después de un vaciado rápido

Todas las fallas de importancia reportadas por deslizamiento del

talud aguas arriba han ocurrido como consecuencia de un vaciado

rápido. Las fallas del talud aguas arriba no han causado el colapso

de la presa o pérdida de agua en el almacenamiento, pero frecuentemente

han causado situaciones de peligro al tapar conductos, galerías,etc.

Ahora hay poco peligro de fallas repetidas, puesto que la

primera falla en un vaciado rápido disipa en gran parte las presiones

neutrales que existían en el agua como consecuencia del flujo (Volumen

III de esta obra).


468 CAPITULO XI

Para que el vaciado rápido sea una condición peligrosa para la

estabilidad de la cortina, no hace falta que sea realmente rápido.

Un estudio al respecto16 en 12 presas mostró que las fallas se presentaron

en casos en que el nivel del agua estuvo descendiendo a partir

del máximo hasta la mitad de la altura a razón de 10 a 15 cm/día.

Una buena parte de las fallas durante el vaciado han ocurrido la primera

vez que esta operación se efectúa en forma importante.

Los deslizamientos también suelen ser relativamente lentos y su

superficie de falla es frecuentemente profunda, de modo que interesa

al terreno de cimentación y abarca en ocasiones hasta la mitad del

ancho de la corona.

Prácticamente todas las fallas profundas por deslizamiento en

presas de tierra han ocurrido en presas construidas sobre terrenos

arcillosos plásticos y con importantes contenidos de agua. También

se ha observado una relación definitiva entre el riesgo de falla y lo

arcilloso que sea el material que constituye la cortina propiamente

dicha o la preponderancia de materiales de este tipo en el cuerpo

de la misma. En la ref. 16 puede verse un estudio en que se asocian

las fallas por deslizamiento con la presencia de material arcilloso en

el cuerpo de la cortina o en su terreno de cimentación. Este es un

factor suficientemente comprobado que debe tomarse en cuenta al

valuar los riesgos de un proyecto dado.

En la referencia mencionada se analizan 65 presas de sección

homogénea, de las que 14 sufrieron deslizamientos. Todas ellas estaban

construidas con arcilla cuya plasticidad podría describirse cuando

menos como media. El D50 de los suelos analizados osciló entre

0.005 mm y 2.0 mm, lo que puede decirse que cubre a todos los

suelos utilizados en secciones impermeables en cortinas de tierra.

De las cortinas analizadas, todas aquellas en que D5o< 0.006 mm

fallaron; de las construidas con un material en que 0.006 mm < D-0

< 0.02 mm fallaron la mitad y, finalmente, de las construidas con

suelos en que 0.02 mm Dso 0.06 mm, sólo unas pocas tuvieron

problemas de deslizamientos. Ninguna presa en que se hubiera usado

un material con D30 > 0.06 mm falló, y ello aun tomando en cuenta

que algunas tenían taludes bastante escarpados y padecían defectos

de compactación.

e) Fallas por temblores

Juzgando a partir de la experiencia disponible 19, puede decirse

que las fallas producidas por los temblores en las presas de tierra

han presentado las siguientes características:

1) Las fallas más frecuentes son grietas longitudinales en la

corona del bordo y asentamiento en el mismo.


MECANICA DE SUELOS (II) 469

2) Sólo existe un caso en que se ha reportado la destrucción

total de una presa de tierra por sismo, probablemente debido

a licuación (ver adelante en esta sección).

3) Los daños en las presas parecen haber sido causados principalmente

por la componente horizontal del movimiento sísmico

en dirección transversal al eje de la cortina; se piensa

que la amplitud y la aceleración de este movimiento son mucho

mayores en la cresta que en terreno de cimentación.

4) Existen muy pocas fallas por deslizamiento atribuibles a temblores,

aún en cortinas deficientemente compactadas.

5) Hay ciertos indicios que permiten pensar que los sismos que

causan más daños a presas tienen mayores periodos (menores

frecuencias) que los que causan la máxima destrucción en

edificios. Por esto, presas muy próximas al epicentro de un

temblor pueden salir mucho mejor libradas que otras colocadas

a distancias mucho mayores.

6) Hay grandes indicios para juzgar que las presas con corazón

de concreto son particularmente susceptibles de sufrir daños

durante un temblor; esto es debido a que el concreto y los

suelos que lo rodean no vibran conjuntamente.

7) Los respaldos granulares mal compactados o formados por

fragmentos de roca muy contaminada por finos, pueden sufrir

fuertes asentamientos por sismo, que pueden poner en

problemas al elemento impermeable. Así, la compacidad adecuada

y el lavado de las rocas que lo ameriten constituyen

una precaución indispensable.

8) Del sismo puede emanar el riesgo de la falla por licuación

que se describe adelante.

En lo que se refiere al diseño propiamente dicho, en el Anexo

X l-f se dan algunas ideas actualmente en uso.

f) Falla por licuación

El fenómeno de la licuación de arenas y limos no plásticos

ya ha sido descrito en otro lugar de esta obra (Capítulo X II del Volumen

I ), indicando su mecanismo y sus consecuencias. En el caso de

una presa de tierra, la licuación de materiales en el bordo conduce

a un derrame de los mismos en grandes áreas, hasta adoptar taludes

irregulares y muy tendidos, que en algunos casos pueden sobrepasar

el valor 10:1.

Como ya se dijo, los suelos más susceptibles a la licuación son

los finos, no cohesivos, de estructura suelta y saturados. Estas características

describen a las arenas finas y uniformes y a los finos

no plásticos, o sus mezclas. Las arenas sueltas con D 10 < 0 .1 mm y

coeficiente de uniformidad, Ca, menor que 5 y los limos con lv < 6


470 CAPITULO XI

son los materiales más peligrosos, tanto en la cortina como en el

terreno de cimentación de una presa de tierra.

Durante mucho tiempo se juzgó que la falla por licuación no era

de temer siempre y cuando la relación de vacios del suelo fuese

menor que el valor "crítico” (Capítulo XII del Volumen I de esta

obra). Hoy, sin embargo, se sabe que esta condición no garantiza

Gran deslizamiento de tierras ocurrido durante un sismo, atribuíble

a licuación

Gran deslizamiento de tierra atribuible a licuación


MECANICA DE SUELOS (II) 471

Falla por licuación. Nótese la garganta por la que ocurrió el flujo

del material

siempre un buen comportamiento, exento del peligro de una falla

por licuación.

En el Anexo XI-g se hacen consideraciones adicionales sobre

este tipo de fallas.

XI-7.

Normas fundamentales de construcción

La erección de una presa de tierra ha de seguir las siguientes

etapas constructivas:

a) Limpia del terreno de cimentación y desviación del i;ío.

b) Excavación de trincheras a través de los depósitos permeables,

si son necesarias.

c) Tratamiento de la cimentación a fin de mejorar sus condiciones

de permeabilidad, cuando ello se requiera.

d) Colocación de los materiales que constituyen el cuerpo de la

cortina.

En lo que sigue se mencionan algunos criterios de importancia

para el cumplimiento de cada una de esas etapas.

a) Limpia de la cimentación y desvio del río

Se trata de garantizar un buen contacto entre las zonas impermeables

del cuerpo de la presa y la parte impermeable (general­


472 CAPITULO XI

mente roca) en el terreno de cimentación; para ello será preciso eliminar

por excavación la tierra vegetal, quizá alguna capa de suelos

inapropiados y la parte alterada o fracturada de la roca que aparezca

en los niveles superiores. No es posible establecer ninguna especificación

rígida en lo referente a las profundidades de las excavaciones

a efectuar y éstas dependen de las condiciones locales, no

sólo de cada boquilla, sino de cada zona específica de la misma.

Una vez alcanzada la roca sana, apropiada para lograr un buen

contacto con la parte impermeable de la cortina, suele especificarse

una profundidad de excavación en ella comprendida entre 1.50 m4

y 3.0 m, a fin de garantizar buenas condiciones de cimentación e

impedir filtraciones excesivas o peligrosas. Los estudios geológicos

previos y la exploración de los suelos permitirán hacer previsiones

razonables en aquellos conceptos, que se reflejan en los costos en forma

notable; sin embargo, el ingeniero constructor ha de estar en

todo momento más atento a lo que la propia excavación le vaya mostrando

que al dimensionamiento incluido en sus planos de proyecto,

producto de los estudios previos y ello por detallados que estos

hayan sido.

Las obras para desviar el río, dejando en seco la zona de construcción,

consisten generalmente en la excavación de uno o más

túneles a través de los cerros que definen la boquilla o bien en trincheras

a cielo abierto para constituir entonces un canal de desvío;

cuando sea posible, es conveniente por razones obvias proyectar estos

trabajos de modo que sirvan posteriormente como obra de toma de

la presa definitiva.

Una vez completadas las obras de desvío, deberán construirse

ataguías aguas arriba y aguas abajo, para canalizar el agua a

la desviación e impedir su regreso a la zona de construcción, respectivamente;

frecuentemente estas ataguías son pequeñas presas de

enrocamiento con corazón impermeable y muchas veces pasan a

formar parte de los respaldos de la presa definitiva.

b) Excavación de trincheras a través de depósitos permeables

Frecuentemente se requiere excavar a través de los depósitos

permeables de acarreo del río, para alojar en esas excavaciones trincheras

impermeables o para eliminar materiales indeseables de la

zona de cimentación. En excavaciones profundas (y en ocasiones han

alcanzado más de 30 m) suele surgir el problema del control de las

filtraciones hacia la propia excavación; se hace con frecuencia indispensable

el interceptar las aguas antes de que lleguen a los taludes

de las excavaciones, a fin de trabajar en seco y de impedir que las

fuerzas provocadas por el flujo perjudiquen la estabilidad de los

mismos. Para lograr estos fines existen dos tipos de métodos: instalaciones

de bombeo atrás de los taludes y construcción de pantallas


impermeables a través de los acarreos permeables. Las primeras pueden

seguir lincamientos similares a los que se exponen en el Volumen

III de esta obra. Las pantallas pueden lograrse inyectando mezclas de

cemento, bentonita y arcilla; construyéndolas de concreto, a base

de tableros o formando dentellones de arcilla. En general la inyección

proporciona los mejores resultados en terrenos gruesos, en los que

abunden gravas y boleos; las otras dos soluciones presentan ventajas

en terrenos más finos. Cualquiera que sea la pantalla que se utilice, su

longitud deberá de ser tal que intercepte totalmente al agua en el

depósito permeable.

Si los materiales a través de los que ha de excavarse son francamente

finos (limos y arcillas) son de buen resultado y cada vez más

frecuente aplicación los métodos electrosmóticos, que se describen

en el Volumen III de esta obra.

c) Tratamiento de la cimentación

MECANICA DE SUELOS (II) 473

En los últimos años, los progresos de la tecnología de presas de

tierra han hecho que sea económico construirlas en lugares con roca

en la zona de cimentación en que anteriormente se hubiera recomendado

sin vacilación una presa de concreto. Aunque la roca es mejor

que un suelo como terreno de cimentación si se atiende a compresibilidad

y resistencia, no por eso deja de presentar algunos problemas

de envergadura; en primer lugar el que plantea el sellado del contacto

de la roca con las secciones impermeables de la cortina y en segundo

lugar el que emana del posible flujo bajo y alrededor de la cortina

por las grietas o juntas y demás discontinuidades de la roca, que

plantea peligro de tubificación, de subpresiones y produce pérdidas

en el almacenamiento.

El mejor modo de producir un buen sellado entre la roca y el

corazón de la cortina es dejar la superficie de la primera lo suficientemente

regular como para poder compactar sobre ella las primeras

capas del corazón usando rodillos pesados. Cuanto más ancha sea

la base del corazón que entra en contacto con la roca, la probabilidad

de problemas de filtración en dicho contacto es menor, razón por la

que las presas de corazón delgado son especialmente peligrosas por

ese concepto.

Hace algunos años era práctica común la construcción de dentellones

de concreto en el contacto entre el corazón y la cimentación;

estos dentellones se alojaban en trincheras excavadas a cielo abierto

y penetraban un tanto en el propio corazón. Sin embargo, en la actualidad

estos muros se utilizan cada vez menos, por impedir una buena

compactación del corazón sobre la roca de cimentación en su vecindad,

por su costo y, finalmente, porque el uso de los explosivos necesarios

para excavar la trinchera a menudo agrieta la roca de la cimentación

en forma sumamente indeseable. Sin embargo, la objeción más impor­


474 CAPITULO XI

tante que puede hacerse al uso de los dentellones estriba en las consecuencias

que se derivan de no ponerlos en algún lugar en que se

requiriesen, pues en ese caso por ese lugar ocurriría un flujo peligroso

no evitado por ningún otro medio, ya que el ingeniero proyectista se

tranquilizaría pensando haber colocado los dentellones necesarios en

todos los lugares, según él, requeridos. Por otra parte, los inconvenientes

que se mencionaron más arriba podrían superarse si en la

ejecución de la obra se pone el cuidado necesario; así, la compactación

con equipos manuales permite dejar un excelente trabajo en las

vecindades del muro y también la trinchera para colocar el muro

puede hacerse,con cargas de dinamita lo suficientemente pequeñas

como para no producir daños a la roca; por estas razones, algunos

constructores modernos de presas están volviendo a pensar que el

dentellón es un elemento útil que debe ser usado en muchos casos

prácticos, especialmente en los lugares en que las fronteras de la roca

de cimentación sean muy escarpadas o muy suaves y lisas.

A veces, las trayectorias de flujo entre el terreno de cimentación

y el corazón se cortan con trincheras excavadas en la roca de apoyo y

rellenadas posteriormente con material compactado e impermeable;

estas obras son especialmente convenientes en roca más o menos

suave cuya permeabilidad disminuya con la profundidad; también

en terrenos de cimentación formados por roca estratificada en que

alternen estratos blandos erosionables y estratos duros. En ocasiones,

este tipo de trincheras se han usado en roca dura, pero este tipo

de formación puede seguramente tratarse mejor por métodos de

inyectado.

Las inyecciones en el terreno de cimentación constituyen, quizá,

el método más común para mejorar las características de éste.

Se hacen con los siguientes fines:

1. Reducir el flujo desde el almacenamiento.

2. Controlar la presión del agua en las fracturas de la roca en

la zona aguas abajo de la presa, donde esas presiones pueden

tener gran influencia en la estabilidad. Este enunciado, sin

embargo, parece discutible a muchos constructores.

Además de estos fines principales, la inyección cubre uno secundario,

pero frecuentemente muy importante; ésta es una finalidad

de tipo exploratorio en la roca de la zona de cimentación, pues al

terminar la realización de un gran número de perforaciones profundas

y próximas, el constructor posee un conocimiento de las características

de la roca de cimentación que difícilmente se adquiere con la

exploración convencional.

El tratamiento de la cimentación por el método de inyecciones

consiste, como ha quedado insinuado, en la realización de pozos o

barrenos a través de la roca, con la profundidad y el espaciamien-


MECANICA DE SUELOS (II) 475

to convenientes, en los que se inyecta a presión lechada de cemento

u otro producto adecuado para sellar las juntas y grietas del

terreno de cimentación.

En el Anexo Xl-h se detallan algo más los métodos de inyección

y los procedimientos constructivos para garantizar en lo posible un

buen funcionamiento de una pantalla de inyecciones.

d) Colocación de los materiales en el cuerpo de la cortina

Ya que la cimentación se encuentra en las condiciones deseadas

y adecuadas, el paso siguiente en la construcción de la presa deberá

de ser la colocación de los materiales que constituirán el cuerpo de la

cortina. Para ello, la primera precaución consistirá en convencerse

de que todos ellos están precisamente en las condiciones supuestas

por el proyectista al realizar su trabajo; si esto no puede lograrse

en alguna etapa de la construcción, deberá modificarse el proyecto

correspondiente, para hacerlo congruente con las condiciones reales.

Generalmente suele especificarse un mínimo grado de compactación

para los materiales en la cortina, así como su contenido de agua,

que generalmente es el óptimo con una cierta tolerancia. Sin embargo,

existen casos en que es difícil o inconveniente sujetarse a un estricto

control de la humedad. Esto ocurre, por ejemplo, en climas tropicales

con gran precipitación pluvial, en que la colocación de los materiales

ha de hacerse inclusive bajo lluvia, en aras de la eficiencia y rapidez

de los trabajos.

Otro caso común en que ha de salirse de las normas acostumbradas

en lo referente a la humedad de colocación de los materiales es

el que se tiene cuando se trabaja con suelos susceptibles al agrietamiento,

en los que es conveniente, como se dijo, trabajar algo del

lado húmedo respecto a la humedad óptima (2 a 4 % ), para disminuir

el riesgo a aquel tipo de falla.

Estas situaciones han de tomarse en cuenta al elaborar el proyecto,

tanto en lo referente a estabilidad como a asentamientos.

Los enrocamientos han de colocarse a volteo, procurando que la

roca tenga la mínima proporción de finos, para lo que puede hacerse

necesario lavarla antes de su colocación. Por lo demás, ya se dijo

que en estos materiales se encuentran en estudio muchas características

de comportamiento en las que hace pocos años se había fijado

muy poco la atención de los constructores.

En el anexo X l-i se presentan algunas ideas útiles relativas a

la compactación en general, aplicables a los trabajos en presas de

tierra en particular.


476 CAPITULO XI

ANEXO XI-a

Drenes en presas de tierra

Como se indicó en el cuerpo de este capítulo, los drenes son

zonas de material notablemente más permeables que el que forma el

cuerpo de la cortina, cuyas funciones principales son:

1 . Abatir la presión neutral en el agua que se infiltra en la cortina,

con lo que se logra un aumento en la presión efectiva

correspondiente y, por ello, un mejoramiento de la resistencia

al esfuerzo cortante del material y de la estabilidad de la

cortina.

2. Un control del agua que se infiltra a través de la cortina, a

la que se impide arrastrar el material constitutivo de la misma.

Los drenes son indispensables en cortinas de sección homogénea,

pero existen en otros tipos frecuentemente.

La efectividad de un dren para reducir la presión neutral en el

agua depende de su localización y de su extensión. La efectividad

para impedir los arrastres depende principalmente de que el dren

esté dotado de buenos filtros, con materiales que proporcionen la

debida transición entre el material impermeable de la cortina y el dren

permeable.

El diseño de los drenes está gobernado sobre todo por la altura

de la cortina, por el costo y disponibilidad en el lugar de materiales

permeables y por la permeabilidad del terreno de cimentación. En

la fig. XI-a.l aparecen algunos tipos comunes de drenes.

En la fig. XI-a.l.a aparece un tipo sencillo que ha funcionado

bien en presas de pequeña altura. El tipo que aparece en la parte

b) de la misma figura se considera recomendable en presas de altura

intermedia: allí donde el material apropiado escasee notablemente,

puede usarse un dren incompleto, longitudinal, con salidas espaciadas

dentro de la cortina, como el que se ve en la parte c) de la misma

figura. El defecto principal de los drenes con disposición en pantalla

horizontal es que, por efecto de los métodos constructivos, los cuerpos

de las presas suelen tender a quedar estratificados, con permeabilidad

horizontal mucho mayor que la vertical, por lo que el agua

tiene dificultad para llegar al dren, situado en nivel inferior. Este

problema se ha corregido en ocasiones instalando drenes captadores

verticales también, como se muestra en la parte d) de la multicitada

fig. XI-a.l. Estos arreglos son necesarios, sobre todo, en presas

de gran altura.


MECANICA DE SUELOS (II) 477

(c)

(d

SALIDAS ESPACIADAS

PARA EL AGUA

(M A T E R IA L DEL DREN)

Fig. Xl-a.l

Algunos hipos comunes de drenes en presas de sección homogénea

Las dimensiones y la permeabilidad de los drenes deben de escogerse

de modo que puedan eliminar los gastos de filtración esperados,

que se calculan como se indica en el Volumen III de esta obra, con

un amplio margen. Un dren debe tener, como mínimo, una permeabilidad

100 veces mayor que el material más impermeable que protege.

ANEXO Xl-b

Filtros en presas de tierra

Es bien sabido, aunque este punto se estudiará con más detalle

en el Volumen III de esta obra, que cuando el agua circula por un

suelo ejerce sobre las partículas sólidas un efecto de empuje dinámico


478 CAPITULO XI

al que suele representarse por una fuerza, llamada de filtración. Por

efecto de las fuerzas de filtración, las partículas de suelo tienden a

movilizarse dentro de la masa del suelo, aunque las vecinas impiden,

por lo general, que el movimiento llegue a tener lugar. Sin embargo,

como se comentó en el cuerpo de este capítulo, cuando ocurre un

contacto de material fino con otro mucho más grueso y más permeable,

este confinamiento desaparece y bajo la acción de las fuerzas

de filtración las partículas de la zona de la frontera del suelo fino

pueden penetrar en los huecos del grueso, produciéndose el arrastre

que puede llegar a ser culpable del fenómeno de tubificación, así

llamado por llegar a formar tubos dentro del material por los que

el agua llega a circular cada vez con más libertad. El fenómeno de

tubificación progresa naturalmente, en sentido contrario al flujo y

puede destruir por completo el terraplén en el que se presenta, si no

es atajado a tiempo. Así, es generalmente aceptado como una buena

práctica, interponer entre el material fino y el grueso una transición

con un material de granulometría intermedia, que impida la fuga de

los finos; frecuentemente, la diferencia entre los materiales en contacto

es tan grande en tamaño que un solo material de transición no

llena los fines perseguidos, pues o es tan grueso que el fino aun

se fuga a su través o tan fino que es él el que se fuga a través

del grueso. Se llega así al concepto de filtro de varias capas (generalmente

dos o tres), gradualmente más gruesas, según queden ubicadas

más cerca del material de mayor tamaño.

Los dos principales requisitos de un filtro satisfactorio son que

debe ser más permeable que el material por proteger, a fin de servirle

de dren y que debe ser lo suficientemente fino como para evitar

que el material por proteger pase a través de sus vacíos. El primer

intento de diseño racional de un filtro es debido a Terzaghi3, 47 ®. En

épocas más recientes, Bertram, en Harvard6 realizó experiencias muy

completas en el laboratorio, utilizando arenas muy uniformes, a fin

de determinar la eficacia de diferentes tipos de filtros; sus estudios

fueron posteriormente confirmados y extendidos por trabajos del

Cuerpo de Ingenieros de EE. UU. y por el Bureau of Reclamation

del mismo país.7 y 8 Los resultados de todos estos trabajos han demostrado

que los filtros, convenientemente diseñados, dan excelente protección

contra tubificación y contaminación de los materiales.

No hay hoy un criterio definido para adopción de normas únicas

que conduzcan al diseño de un filtro; diferentes investigadores y

constructores proponen reglas de diseño que, si bien básicamente

son similares, difieren en los detalles. A continuación se da un juego

de recomendaciones de diseño, dentro del espíritu de los estudios

mencionados arriba y que goza de amplia popularidad entre los

constructores


MECANICA DE SUELOS (II) 479

7 <5 <- D l5 Filtro < 40

Dis Material Protegido

^ Dis Filtro____________ < 5

" Dss Material Protegido

Cuando el material por proteger tiene un alto contenido de

grava, las reglas anteriores deben aplicarse a ^la porción

del material menor que la malla de 2.54 cm ( l /r).

3. El material que constituye el filtro debe tener menos de un

5 % en peso de partículas menores que la malla N® 200 y

su curva granulométrica debe ser toscamente parecida a la

del material por proteger, siempre y cuando éste no sea

muy uniforme.

En las expresiones anteriores, los símbolos Du y DSs tienen los

significados ya utilizados en el Volumen I de esta obra.

La especificación N9 1 garantiza que la permeabilidad del filtro

sea de un orden 100 veces mayor que la del suelo por proteger; la

especificación N9 2 garantiza la imposibilidad de los arrastres de

finos.

Las reglas anteriores son, quizá, conservadoras y son válidas para

todo tipo de suelo; sin embargo, apartarse de ellas en los casos en

que sean de aplicación difícil, por ejemplo por escasez de materiales,

es problema delicado que sólo puede resolverse con criterio y experiencia,

respaldados por investigación de laboratorio.

Cuando un filtro es de varias capas, las reglas anteriores deberán

aplicarse entre cada dos de ellas.

El espesor de las capas que componen un filtro podría ser teóricamente

muy pequeño, sin embargo, por problemas de construcción,

existen espesores mínimos que deben ser conservados. Así, si las

capas están horizontales, su espesor mínimo será de 15 cm para arena

y de 30 cm para grava. En capas verticales o inclinadas, estos espesores

deben ser mucho mayores y 1.0 m es un número que se menciona

con frecuencia; frecuentemente se hace deseable construir capas

de anchos del orden de 2.0 ó 3.0 m.

ANEXO XI-c

El corazón Impermeable

Existen varias condiciones que hacen de una cortina con corazón

impermeable delgado el mejor proyecto para un sitio dado. La razón


480 CAPITULO XI

más simple suele ser que existan escasas reservas de material impermeable

en la boquilla; pero además de por esta razón, una sección con

corazón puede ser económica y conveniente si se dan todas o alguna

de las siguientes circunstancias.

1. El costo de colocación de material permeable grueso sea menor

que el de colocación de material fino, impermeable.

2 . El volumen total de una sección con corazón impermeable

resulte menor que el de cualquier otra alternativa.

3. Condiciones de clima o disponibilidad de tiempo de construcción

hagan imposible el uso de grandes volúmenes de suelo

fino impermeable.

Un factor de gran importancia en el proyecto del corazón impermeable

de una presa de tierra (fig. X I-c.l) es su ancho, pues él

define el volumen de tierra a emplear y el tiempo de construcción.

Dicho ancho debe escogerse de acuerdo con los siguientes factores,

que lo influencian:

a) La pérdida de agua por infiltraciones a través del corazón

que se estime tolerable. Es obvio que el corazón tiene siempre

un cierto grado de permeabilidad, a pesar de que, por mala

costumbre, se le llame impermeable; naturalmente que, si

los demás factores se mantienen, a mayor ancho las fugas de

agua son menores.

b) El mínimo ancho compatible con los procedimientos y equipos

de construcción en que se piense.

c) El tipo de material disponible para construir el corazón.

d) El diseño y disposición de los necesarios filtros.

e) La experiencia del constructor en obras anteriores.

Si los respaldos de la presa están constituidos por suelos finos

relativamente impermeables, puede bastar un corazón muy delgado

para impedir una pérdida de agua por infiltración importante; además

desde el punto de vista de la estabilidad de la presa, es preferible

tener un corazón delgado, pues éste está formado por materiales

de muy baja resistencia que contribuyen poco a la estabilidad del

conjunto; por otra parte, un corazón delgado resiste poco a la tubificación

y al agrietamiento por asentamiento diferencial en la cortina,

fenómenos que dependen mucho de las propiedades del material que

forma el corazón, en especial de la plasticidad y de la graduación,

siendo ésta la razón por la que el tipo de material influye tanto en el

ancho del corazón más conveniente.

A pesar de que todos los requerimientos anteriores han de ser

tomados en cuenta de modo fundamental, conviene tener presentes

las siguientes reglas, procedentes de la experiencia de los constructores

:


MECANICA DE SUELOS (II) 481

1• Corazones con ancho de 30% a 50% de altura del agua se

han comportado siempre bien, en cualquier suelo y con cualquier

altura de presa.

2. Corazones con ancho comprendido entre 15% y 20% de altura

del agua se consideran por lo general demasiado delgados,

pero bien construidos y adecuadamente protegidos por sus filtros

han demostrado buen comportamiento en la mayoría de

las circunstancias.

3. Corazones de ancho de 10% de altura del agua o menor se

han construido raramente y deben ya verse como probablemente

inadecuados.

Fig. X l-c.l

Algunas disposiciones esquemáticas típicas del corazón impermeable de

una cortina de tierra

El que un corazón sea vertical o inclinado tiene sus ventajas y

sus inconvenientes. Una ventaja del vertical es que ofrece mayor

protección contra el agrietamiento en la zona de contacto con la cimentación,

debido a que existen ahí mayores presiones; otra ventaja

estriba en que, para el mismo volumen de material, el ancho de un

corazón vertical es mayor que el de uno inclinado. La ventaja principal

del corazón inclinado es que permite construir primero la parte

del respaldo de aguas abajo; ésta puede ser una ventaja muy grande

en climas en que la época seca necesaria para compactar un corazón

arcilloso es de muy pequeña duración. Otra ventaja del corazón

inclinado reside en que con él pueden hacerse filtros más delgados,

con el consiguiente ahorro de materiales especialmente costosos.

A veces en una presa no se puede determinar con absoluta

precisión, en la etapa de proyecto, la profundidad de las excavaciones

necesarias para garantizar un buen contacto entre la cortina y la

cimentación. En ese caso, un corazón inclinado tiene la desventaja

de que su arranque resulta variable con la profundidad de la excavación

que a fin de cuentas haya de realizarse y de que dicha excavación

se desplaza lateralmente.

31— M ecánica de Suelos II


482 CAPITULO XI

ANEXO Xl-d

Condiciones de trabajo en presas de tierra

Como se vio en el cuerpo de este capítulo, para proyectar satisfactoriamente

una presa de tierra es preciso analizar varias condiciones

de esfuerzos extremas en su vida o representativas de etapas

criticas de la misma. En lo que sigue se analizan las tres más

importantes de esas condiciones cuyo estudio se considera indispensable

para todo proyecto.

XI-d.l.

Condiciones de estabilidad durante la construcción

La experiencia ha demostrado que durante el período de construcción

la probabilidad de falla es menor que con la presa terminada

y, desde luego, las primeras son de carácter mucho menos catastrófico;

sin embargo, es común que las presiones neutrales alcancen

en la construcción valores mayores que en ningún momento subsecuente.

Por la primera razón, en esta etapa del análisis cabe ser

relativamente audaz; por la segunda, el análisis debe realizarse

siempre.

Este tipo de análisis ha demostrado ser especialmente necesario

en presas sobre terrenos de cimentación blandos.

Si se usa un criterio de análisis basado en esfuerzos totales, podrán

usarse para conocer la resistencia del suelo los resultados de

pruebas rápidas realizadas sobre muestras no saturadas compactadas,

representativas del material que se colocará en el terraplén de la

presa. Los resultados de las pruebas se ven muy influenciados por

el contenido de agua con el que se compactaron las muestras y es

muy difícil estimar previamente el valor exacto de ese concepto que

llegúe a tener el suelo colocado en el terraplén durante la construcción;

de aquí nace una seria fuente de incertidumbres que sólo pueden

solventarse analizando varias series de muestras compactadas con

diferentes contenidos de agua y adoptando un criterio suficientemente

conservador.

Si se desea trabajar con un criterio de esfuerzos efectivos, debe

tenerse en cuenta que a pesar de todas las teorías de que se dispone

(ver Capítulo XII del Volumen I de esta obra) y a pesar de todos

los datos de mediciones en presas reales con que se cuenta en la

actualidad, puede afirmarse que no es aún posible predecir las presiones

neutrales que se desarrollarán en una presa en la etapa de

construcción. La primera razón para ello estriba en que los valores

que alcance la presión neutral dependen de muchos factores que un

proyectista no puede predecir, tales como la fracción de los trabajos

que se realicen con tiempo húmedo o seco, la efectividad del control


MECANICA DE SUELOS (II) 483

de los trabajos de compactación, la rapidez de los avances, etc. Por

esto, las presiones neutrales en una obra dada se estiman, en general

conservadoramente, con base en la experiencia del proyectista en

obras pasadas. En las pruebas de laboratorio puede, sin embargo,

obtenerse algo de orientación para la estimación de las presiones

neutrales, midiendo la presión neutral que se desarrolla en especímenes

com pactados como lo estarán los suelos en la presa y

sujetos a procesos de carga creciente que simulen la secuencia de la

construcción.

Las presiones de poro estimadas por métodos teóricos o de laboratorio

no toman en cuenta el efecto del drenaje en la presa, que

produce disipación de presiones neutrales. El efecto del drenaje puede

solamente ser muy toscamente tomado en cuenta en forma anticipada.

En lo que sigue se describe brevemente un método desarrollado

por el Bureau of Reclamation de los EE. UU., para la estimación

de las presiones neutrales, basado en la aplicación de las leyes de

Boyle-Mariotte y Henry a los problemas de compresión de suelos

no saturados.14

El método propuesto descansa sobre las siguientes hipótesis:

a) En el terraplén habrá sólo desplazamientos verticales.

b) Se conoce la relación entre la compresión volumétrica del

terraplén y los esfuerzos efectivos en la masa del mismo.

c) Las presiones en el aire y en el agua que ocupan los vacíos

del suelo son las mismas e iguales a la atmosférica en el

instante de la colocación del material en el terraplén.

d) Lo que el terraplén disminuye de volumen a un cierto nivel,

bajo el peso del material suprayacente, es igual al que se comprime

eí aire en el suelo, más el volumen liberado por el aire

que se disuelve en el agua.

e) Las leyes de Boyle y Henry son válidas para los procesos de

compresión y solución.

/) No ocurre ninguna disipación de la presión neutral por drenaje

de agua durante la construcción.

A partir de las hipótesis anteriores, alguna de las cuales reviste

una desalentadora gravedad, en la mencionada ref. 14 se obtiene

una ecuación que relaciona la presión neutral en el agua dentro de

la cortina con el asentamiento de la misma. Dicha ecuación dice que

donde

“ = Va + CM32 V i0 — A (H -d.l)

u = presión neutral que se desarrolla en el agua,

po = presión atmosférica.


484 CAPITULO X I

A = compresión del terraplén, expresada como un porcentaje

del volumen inicial del mismo.

Va = volumen del aire que ocupa los vacíos del suelo en estado

libre inmediatamente después de la colocación en el terraplén,

expresado como un porcentaje del volumen inicial

total del mismo.

Vw— volumen del agua de los vacíos, descrito como un porcentaje

del volumen inicial total del terraplén.

Los valores de Va y V» en la ec, 11-d.l deberán estimarse con

base en pruebas de compactación o en experiencias previas. El valor

de A puede establecerse con base en pruebas de consolidación o

también con base en experiencias anteriores.

Cuando por efecto de los pesos suprayacentes que se van acumulando,

el material en un cierto punto de la presa se satura, el valor

de la compresión A deviene al valor de V a y, por lo tanto, con base

en la ec. 11-d.l puede establecerse la presión neutral en ese momento,

que es la presión que hace que todo el aire entre en solución

en el agua. Dicho valor es

paVa (ll-d .2)

“ ~ 0.02 V .

Los resultados de la ec. 11-d.l pueden dibujarse contra las presiones

verticales totales que se vayan teniendo en distintas etapas

de la construcción y para varios contenidos de agua de compactación,

obteniéndose así un módulo de comparación de la teoría con la realidad

una vez que la presa se construye, pues entonces el valor de a

puede medirse con piezómetros y el contenido de agua de compactación

se conoce. Al hacer esta confrontación en muchos casos reales,

se han reportado frecuentemente concordancias bastante mejores

que lo que hacía pensar un análisis frío de las hipótesis de la teoría

y las incertidumbres de su aplicación.

Al aplicar el criterio de esfuerzos efectivos se usan los valores

de las presiones neutrales que se espera tengan lugar en los suelos

finos colocados en la cortina, pero en condiciones tales que ésta sea

estable; por el contrario, al usar el criterio de esfuerzos totales, con

resistencias obtenidas al llevar series de especímenes a la falla, las

presiones neutrales que se consideran son las correspondientes al estado

de falla incipiente del terraplén. Así, en ambos métodos se consideran

condiciones distintas de esfuerzos, por lo que con ellos deben

obtenerse distintos factores de seguridad. Las diferencias en el factor

de seguridad a que se llegue en un caso dado dependen principalmente

del tipo de suelo; son mayores en mezclas compactas y bien

raduadas efe grava, arena y arcilla, que se expanden cuando se

eforman bajo esfuerzo cortante con la consiguiente reducción en la

G


presión neutral. La diferencia entre ambos factores de seguridad es

mínima en arcillas puras, especialmente si son sensibles, en las que

la deformación bajo cortante puede producir importantes aumentos

en la presión neutral.

Al analizar la estabilidad de una cortina en la etapa de construcción

está justificado adoptar un criterio relativamente audaz, pues

excepto en cortinas cimentadas en arcilla blanda, las fallas durante

la construcción no son costosas en exceso, ni de graves consecuencias.

Por ello, es común adoptar en esta alternativa de análisis factores

de seguridad ligeramente abajo de los valores usualmente recomendados

en estabilidad de taludes.

XI-d.2

MECANICA DE SUELOS (II) 485

Condiciones de estabilidad a presa llena

Una falla por deslizamiento de talud en presa llena suele acarrear

consecuencias catastróficas por lo que, en este caso, ya no es posible

adoptar ninguna posición audaz, sino que, por el contrario, la estabilidad

a presa llena debe tratarse con un criterio conservador que

proporcione plenas garantías.

No hay antecedentes de que se haya presentado una falla de

importancia en el talud aguas arriba de una presa llena, por lo que

los análisis de estabilidad ahora en estudio deberán circunscribirse

únicamente al talud aguas abajo.

Cuando una presa está llena, la presión neutral del agua en su

interior se debe a dos causas principalmente:

1 . El flujo del agua que se infiltra por gravedad.

2 . Cambios en el volumen de los vacíos debidos a cambios en los

esfuerzos totales.

La estabilidad de una presa llena se analiza prácticamente siempre

recurriendo al criterio de esfuerzos efectivos y las presiones neutrales

se estiman de la red de flujo del agua que se infiltra por gravedad,

para lo que habrán de seguirse procedimientos que se detallarán

en el Volumen III de esta obra. En terraplenes bien compactados, de

presas de tamaño corriente (el comportamiento de presas muy grandes

está aún en etapa de investigación y pudiera ser diferente),

esta estimación de las presiones neutrales suele ser conservadora,

pues cualquier deformación bajo esfuerzo trae consigo una tendencia

al aumento de volumen del suelo, con la correspondiente disminución

de la presión neutral respecto a los valores que resultan de un

estudio de la red de flujo. Sin embargo, en terraplenes construidos

con arcillas muy blandas plásticas, especialmente si son sensibles, con

estructura susceptible de sufrir degradación con la deformación, la

situación pudiera invertirse y la presión neutral pudiera crecer al ser

aplicados esfuerzos cortantes a la masa del suelo; en este caso, la


486 CAPITULO XI

estimación de la presión neutral a partir de la red de flujo pudiera

quedar fuera de la seguridad. Así, cuando un círculo de falla

bajo análisis atraviesa principalmente suelos altamente plásticos, es

recomendable utilizar también un criterio de esfuerzos totales, determinando

la resistencia del suelo de series de pruebas rápidas-consolidadas,

aplicando a los especímenes presiones neutrales que simulen

las que puedan existir por el flujo del agua en la cortina y en la

cimentación.

El grado de anisotropía en lo referente a las permeabilidades

horizontal y vertical que deba considerarse en el trazo de las redes

de flujo, es difícil de prever con eficiencia; los valores de la Tabla

11-d.l se consideran conservadores, por lo que podrán usarse en

cualquier caso.

TABLA 11-d.l

Descripción de los suelos en

el área de préstamo

Relación kh«r/k„ri a

considerar

Depósitos muy uniformes de

suelos finos (CL y ML) 9

Depósitos muy uniformes de

materiales gruesos con finos

(GC y GM) 25

Depósitos muy erráticos

100 ó mayor

El factor de seguridad a que se llegue en un análisis de estabilidad

de presa llena depende en gran medida de si se ha seguido en ese

análisis el método de esfuerzos efectivos o el de los totales, de los

procedimientos de cálculo empleados y de muchos otros factores

imprevisibles. En general, suele decirse que un valor mínimo de 1.5

es aceptable para el factor de seguridad en cualquier análisis en

que se hagan intervenir las fuerzas laterales y en el que las presiones

neutrales se estimen de una red de flujo correspondiente a un régimen

establecido. El hecho de que con este criterio no hayan ocurrido

fallas de importancia en las grandes presas que hoy se construyen,

exceptuando un pequeño número de estructuras construidas sobre

arcillas blandas, parece ser alentador respecto a la técnica de proyecto

y construcción de presas, pues no cabe duda de que 1.5 es un factor

de seguridad inusitadamente bajo en un trabajo ingenieril cualquiera,

cuanto más en uno de la importancia de una presa de tierra.


XI-d.3.

MECANICA DE SUELOS (II) 487

Condiciones de estabilidad en vaciado rápido

Cuando una presa se vacía rápidamente, se imponen al talud de

aguas arriba condiciones de esfuerzos desfavorables que han de ser

analizados independientemente.

En primer lugar, es preciso entender lo que se denomina el vaciado

"rápido" de una presa de tierra; para que esta condición tenga

lugar no es preciso que ocurra un descenso total del nivel de embalse

en un lapso de minutos, ni aún de horas o días; el estado de esfuerzos

correspondiente a la condición de "vaciado rápido" puede presentarse

si el nivel del embalse baja una cantidad considerable en el término

de unas semanas o unos pocos meses; en realidad basta, para tener

vaciado rápido, que el agua descienda más aprisa que lo que se

disipan los excesos de presión neutral en el cuerpo de la presa,

originados precisamente por dicho abatimiento. Esta consideración

hace que esta condición de estabilidad que ahora se estudia sea frecuente

y se presente en la realidad en un gran número de ocasiones.

Deben ser tomados en cuenta los siguientes hechos en torno al

vaciado rápido de una presa de tierra.

1 . Exceptuando los deslizamientos ocurridos en el periodo de

construcción, todos los deslizamientos que se han reportado

en el talud aguas arriba de presas de tierra han tenido lugar

tras un vaciado rápido.

2. La mayoría de los deslizamientos ocurrieron en los primeros

años de operación de la presa y todos parecen corresponder

a vaciados sin precedente, bien en velocidad o en magnitud

del abatimiento del nivel del agua.

3. La mayoría de los deslizamientos ocurrieron en presas mal

compactadas y construidas con suelos muy finos, altamente

plásticos.

4. Los deslizamientos más importantes ocurrieron con vaciados

que abarcaron desde el máximo nivel de agua, hasta una altura

del orden de la mitad de la presa y que tuvieron velocidades

del orden de 20 ó 30 cm por día.

5. Los deslizamientos del talud aguas arriba durante el vaciado

rápido nunca han causado el colapso total de una presa.

Después del vaciado rápido, las fuerzas de peso son del mismo

orden que las que actúan al final del período de construcción; la

diferencia única se tiene en el pequeño aumento del peso específico

del suelo debido a un grado de saturación mayor. Lo que hace que el

vaciado rápido sea una condición especial son las altas presiones

neutrales que existen dentro del talud aguas arriba.

Actualmente el vaciado rápido se analiza tanto con el criterio

de esfuerzos totales como con el de esfuerzos efectivos, aunque quizá


488 CAPITULO XI

este último sea más ampliamente usado a pesar de los problemas

que se tienen para estimar las presiones neutrales.

En el criterio de esfuerzos totales, la resistencia del suelo se obtiene

de pruebas rápidas-consolidadas, con muestras a las que se carga

simulando lo que sucederá en el terraplén. En la ref. 15 se detallan

algo las secuelas de prueba que hoy se estiman más confiables.

Actualmente no hay mediciones suficientes de comportamiento de

presas reales como para poder establecer una relación entre las presiones

neutrales que ocurren en el suelo durante el vaciado rápido

y el tipo del suelo, la deformación del terraplén y la velocidad de

descenso de las aguas. Por eso hoy, para conocer las presiones neutrales

con vista a aplicar el criterio de esfuerzos efectivos, no queda

más arma que la teoría, la cual está aún deficientemente confrontada

con la realidad. Las presiones neutrales se obtienen así del estudio

de la red de flujo que se establece durante el vaciado rápido, red que

podrá trazarse con base en los métodos que se darán en el Volumen

III de esta obra.

En conclusión el vaciado rápido impone condiciones desfavorables

en la estabilidad del talud aguas arriba de una presa, pues al descender

el agua, una masa del suelo que por lo menos en gran parte estaba

en condición sumergida, pasa a estar en condición saturada o cercana,

con lo que su peso específico toscamente se duplica, lo que se refleja

correspondientemente en el momento motor asociado a cualquier

círculo de falla que se estudie; por otra parte, como quiera que las

presiones en el agua se disipan más lentamente que lo que el agua

baja, el aumento de resistencia por aumento de presiones efectivas

ocurre más lentamente, por lo que el momento resistente ligado al

círculo de falla considerado o casi no aumenta o lo hace mucho más

despacio de lo que crece el momento motor. Así, el factor de seguridad

disminuye y del razonamiento anterior es posible deducir que

puede llegar a alcanzar valores tan bajos como la mitad del original.

ANEXO Xl-e

Algunos métodos de análisis de estabilidad típicos de las presas

de tierra

X I-e.l.

Método de análisis con dovelas, considerando interacción

entre ellas

Existen diferentes procedimientos propuestos para tomar en cuenta

la interacción entre las dovelas en que se divide la masa deslizante,

en un análisis de la estabilidad de un talud en una presa de tierra.

Taylor,33 por ejemplo, ha producido un método de este estilo, inci­


MECANICA DE SUELOS (II) 489

dentalmente también aplicable a superficies de falla de cualquier

forma, no necesariamente circulares, Sherard y sus coautores (2a.

parte de la ref. 33), han presentado una simplificación de tal procedimiento

que produce los mismos resultados esencialm ente, sin

necesidad de recurrir a tanteos, como ocurre en el método original.

Este procedimiento se describe a continuación.

El método comienza suponiendo una superficie de falla curva,

pero de forma arbitraria, no necesariamente circular. La masa deslizante

se divide ahora en dovelas de cualquier ancho, en las que el

arco y la cuerda subtendida en la base de la dovela no difieran grandemente

en longitud; la base de cada dovela debe desarrollarse,

además, en material de un solo tipo. Se supone también que ya está

trazada la red de flujo en el corazón de la presa, de acuerdo con los

métodos que se detallarán en el Volumen III de esta obra; así,

podrán conocerse las presiones en el agua en cualquier punto del

mencionado corazón.

El paso siguiente es el cálculo de todas las fuerzas actuantes

conocidas en cada dovela, las cuales son; el peso de la dovela, calculado

tomando en cuenta el material sólido y el agua; las fuerzas

ejercidas por la presión del agua en la parte izquierda, derecha y

la base de la dovela, U i, U a y £/¡> (estas fuerzas se calculan multiplicando

la presión media del agua sobre la cara de dovela de que

se trate, obtenida de la red de flujo, por el área de la cara) y la

fuerza de cohesión, C, que actúa en la base de la dovela, en el instante

de falla incipiente (fig. X I-e.l).

En la fig. XI-e.l.a aparece la superficie de falla supuesta (no

circular), con las dovelas consideradas. En la parte b) de dicha

figura se ilustra el análisis para dos dovelas típicas; una, en el corazón,

con fuerzas de agua actuando; otra, en el respaldo permeable,

no sujeto a ese tipo de fuerzas, (tampoco actúa cohesión en esta

última dovela, por suponerse al respaldo formado por material no

cohesivo). Además de las fuerzas anteriores se tienen las fuerzas laterales

efectivas que obran en las caras de la dovela por acción de

las dovelas vecinas, la fuerza normal efectiva, N e, en la base de la

dovela y, finalmente, la fuerza tangencial en la misma base, debida

al efecto de fricción a lo largo de ese fragmento de la superficie

de falla. La fuerza resultante de estas dos últimas debe formar un

ángulo <f> con la normal a la base de la dovela. En cuanto a las

fuerzas laterales efectivas, se supone en este método de análisis que

su dirección es la misma en todas las dovelas e igual a la inclinación

del lado aguas abajo de la presa en estudio. De estas fuerzas

laterales no interesa su valor en cada cara, sino su diferencia, la que

se indica con el símbolo AE.

Trazando el polígono dinámico con las fuerzas conocidas en magnitud

y posición y con las conocidas solo en dirección, puede, al


490 CAPITULO XI

Fig. Xl-e. I

M é to d o p a ra to m a r en cu e n ta la in te ra c ció n entre dovelas


MECANICA DE SUELOS (II) 491

cerrarse el polígono, llegar a conocerse las magnitudes de AE, Ne

y S (parte c de la fig. X I-e.l).

Para el caso de la dovela en el corazón de la presa, el dinámico

se ha construido llevando en primer lugar el peso; después la diferencia

t/¡ — Ud de las fuerzas laterales causadas por el agua; en

seguida, se colocaron las fuerzas Ui, producida por la presión del

agua en la base y C, fuerza de cohesión en la misma superficie.

Todas estas son las fuerzas conocidas en magnitud y dirección. Por

el origen del vector W, se trazó después una paralela a la pendiente

media del paramento de la presa, dirección supuesta para AE y por

el extremo de la fuerza C se trazó una línea formando un ángulo <f>

con la dirección normal a la base de la dovela; esta línea representa

la dirección de la resultante de las fuerzas normal efectiva y tangencial

producida por la fricción, actuantes en la base de la dovela. El

punto de intersección de estas dos líneas determina la magnitud dé

las fuerzas. Pueden ahora determinarse las componentes normal y

tangencial de la mencionada resultante que sumadas a Ui y C, respectivamente,

darán la fuerza N, normal total en la base y S, tangencial

total en la misma.

En el método de cálculo en estudio se imagina ahora que no

existiese resistencia en la base de la dovela; entonces, para cerrar el

dinámico, la fuerza normal en dicha base tendría que crecer hasta

llegar al punto 2, intersección de las direcciones de Ui y AE. O sea

que para que la dovela se mantenga en equilibrio, debería de actuar

una fuerza 2-1 en la dirección de AE y sentido de 2 a 1. En otras

palabras, la fuerza T en el sentido 1 a 2 es la desequilibrante total

en la dirección de las fuerzas laterales, que es la que se está tomando

a modo de eje de proyección. Esta fuerza T es la que tendería

a hacer deslizar a la dovela. En el caso de la dovela N9 4 de la figura

en estudio, una parte de T está contrarrestada por AE; la otra

parte deberá de ser equilibrada por la. resistencia en la base de la dovela,

que hasta este momento se supuso nula. Al tomar en cuenta esta

resistencia tangente a la base S, la fuerza N ya no llega hasta

el punto 2, sino que únicamente alcanza el punto 3, en el que se

cierra ahora el dinámico. La fuerza R en la dirección de AE, cuya

componente en la dirección de la base de la dovela es E, será la

fuerza que, a fin de cuentas, tenga que desarrollarse colineal con AE

para contrarrestar a T y evitar el deslizamiento.

En el caso de la dovela N9 6, la construcción es completamente

análoga y R equilibra a la suma de T y AE, la que ahora resultó

desfavorable al equilibrio de la dovela.

Los autores de este método calculan un factor de seguridad como:


492 CAPITULO XI

Donde se trabaja con nuevos productos del análisis de todas las

dovelas. Se considera que dicho factor no debe ser menor que 1.5

en presas ordinarias.

XI-e.2. Método de la cuña

En este método la parte del talud que se considera como hipotética

masa deslizante se divide en dos o tres grandes secciones o

cuñas. Si se divide en dos cuñas, la superior se llama la actuante

o activa y la inferior la resistente o pasiva. Cuando se consideran tres

cuñas, la intermedia se denomina el bloque deslizante. En este método

de análisis, la superficie de falla potencial se considera formada

por una serie de piaros. El método se aplica sobre todo en dos

casos (fig. XI-e.2).

1 ) Cuando existe un estrato débil y delgado en la parte superior

del terreno de cimentación (fig. XI-e.2.a).

2) Cuando el terreno de cimentación es roca muy resistente, que

no se puede ver envuelta en la falla y la presa tiene un corazón

de material fino e impermeable con grandes respaldos de

material granular compacto (fig. XI-e.2.b).

En el primer caso la falla ocurrirá probablemente sobre el estrato

débil y a lo largo del mismo; en el segundo caso se cree que la


MECANICA DE SUELOS (II) 493

superficie de falla, aún la parte que se desarrolla en el respaldo

granular, queda bien representada por un plano.

El problema se ataca en los dos casos y el factor de seguridad

se obtiene siguiendo el método descrito en el anterior inciso de este

anexo, con la diferencia de que ahora se trabajará con dos o tres

grandes cuñas, en lugar de con un gran número de dovelas. Alternativamente,

para el caso mostrado en la fig. XI~e.2.a puede utilizarse

una secuela de cálculo análoga a la explicada para la falla traslacional

en el capítulo V, en este caso se procede según los siguientes

pasos:

1 ) Se supone que se ha desarrollado la suficiente deformación

horizontal como para que las cuñas activa y pasiva estén en

estado de falla incipiente.

2) Se supone que en las superficies be y ed (fig. XI-e.2.a) se

desarrollan fuerzas horizontales iguales a los empujes activo

y pasivo respectivamente, calculados con la Teoría de Rankine

(capítulo IV ). Estas fuerzas son PÁ y Pp.

3) Se define un factor de seguridad para el bloque central deslizante

como:

donde R es la fuerza de resistencia al deslizamiento que se desarrolla

en la base del bloque central y que vale:

en la cual:

R = Cm + ( W z — Un) tg <j>

(ll-e.3)

Cm = fuerza de cohesión á lo largo de la superficie bd.

W 2 = peso del bloque central deslizante.

Utd = fuerza boyante producida por las presiones neutrales que

existan en el estrato débil.

El método ha de desarrollarse por tanteos, suponiendo varias

combinaciones de planos constituyendo una superficie de falla y buscando

el mínimo factor de seguridad que, en ningún caso, deberá ser

menor de 1.5.

En ocasiones, para un caso dado se obtiene un factor de seguridad

menor si se considera que la superficie ab es curva (por ejemplo,

un arco de círculo). En tal caso la fuerza PA, actuante sobre

el bloque central deslizante, ha de calcularse dividiendo la cuña

activa en dovelas y aplicando el método sueco modificado, con fuerzas

laterales en las dovelas, como se vio en el anterior inciso de

este anexo.


494 CAPITULO XI

XI-e.3.

Análisis de estabilidad tridimensional

En los análisis normales de estabilidad de taludes se considera al

problema bidimensional; es decir, la longitud de la masa deslizante se

considera tan grande que los efectos en la zona en que la cortina

se une a las laderas de la boquilla se consideran despreciables. En

realidad, sin embargo, la masa deslizante tiene siempre una longitud

finita y definida y las fuerzas resistentes en lo que se podrían llamar

las dos bases del prisma deslizante juegan un papel, aumentando la

resistencia contra el deslizamiento. Naturalmente que despreciar este

efecto tridimensional es conservador y este criterio se justifica en

boquillas largas en comparación con su altura; no obstante, en boquillas

muy altas y cortas conviene estimar la influencia de las caras

extremas. En general, se dice que un análisis en tres dimensiones es

conveniente en boquillas en que los apoyos laterales de la cortina

sean de un talud 1:1o más alzado y en que el fondo del valle sea

estrecho.

Se han propuesto varios métodos para analizar la estabilidad de

una cortina tridimensionalmente. El problema puede considerarse entre

los no resueltos teóricamente, por lo que las soluciones que se

han propuesto no pasan de ser aproximaciones más o menos burdas;

de entre ellas se han seleccionado las que se exponen en lo que sigue.

La primera de estas aproximaciones consta de los pasos siguientes 34:

1) Divídase la longitud de la presa en varias fracciones (entre

3 y 5) de igual longitud, por medio de planos imaginarios normales

al eje longitudinal de la cortina.

2) Analícese la estabilidad de cada fracción como si se tratase

de un problema bidimensional, encontrando la superficie de

deslizamiento crítica y las fuerzas actuantes y resistentes en

cada caso.

3) Supóngase que la superficie crítica bidimensional de cada segmento

queda contenida en la superficie crítica tridimensional.

4) Calcúlese un factor de seguridad general de la cortina como

la relación entre la suma de las fuerzas resistentes y las

fuerzas actuantes en todos los segmentos de la presa.

En realidad, siguiendo el método anterior lo que se obtiene es un

promedio ponderado de las condiciones de estabilidad a lo largo de

toda la longitud de la cortina, pero este factor de seguridad promedio

es frecuentemente 25% o 50% mayor que el obtenido por los

métodos tradicionales.

El segundo intento para cuantificar la influencia de la resistencia

de las bases de una masa deslizante en la resistencia total, es el debido

a Tschebotarioff3'’ que se expone en lo que sigue. En realidad,

el autor lo presenta en relación a un problema de capacidad de


MECANICA DE SUELOS (II) 495

carga, analizando el caso de una zapata larga colocada sobre un

suelo puramente cohesivo. Se incluye aquí porque proporciona una

idea cuantitativa de lo que representan las resistencia en las caras

extremas, respecto a la total de la masa deslizante y puede, por lo

tanto, servir como norma útil de criterio.

Se supone en este análisis que las dos bases son de forma semicircular

y que se trabaja con materiales puramente cohesivos, si bien

el criterio expuesto podría aplicarse siguiendo análogos razonamientos

a sectores circulares diferentes del semicírculo. El análisis que

sigue se hace con referencia a la fig. XI-e.3.

c 2

En primer lugar, se adopta como suposición conservadora que

en la base semicircular la cohesión varía linealmente con la distancia

al centro 0 (fig. XI-e.3.b), de modo que en un anillo de radio p

y espesor dp vale:

El área del anillo mencionado vale:

d A = u p dp

y en el anillo se produce un momento resistente igual a

d Mc = c — tc p2 c?p

r


496 CAPITULO XI

En toda el área semicircular este momento resistente será:

M c —

•f p3 d p = 0.25 izc r3

r Jo

Si el valor anterior se divide entre c r2 L que es el momento resistente

en la superficie cilindrica entre las dos bases, se obtiene la

relación 0.25 t/L que es el aumento relativo en resistencia de cada

base semicircular en relación a un cálculo que sólo tomara en cuenta

la superficie lateral del cilindro deslizante. Para las dos bases el valor

de la anterior relación es 0.50 r/L.

ANEXO Xl-f

Efectos sísmicos en presas de tierra

Para que una presa de tierra tenga resistencia dinámica contra

el deslizamiento por sismo, ha de tener un cierto margen de seguridad

contra falla estática. En el análisis de estabilidad bajo sismo debe

contarse con que las propiedades mecánicas de los suelos serán diferentes

que en el caso estático: en especial, la resistencia al esfuerzo

cortante puede reducirse considerablemente debido al efecto del sismo

en las presiones neutrales, que pueden aumentar en gran medida.

Los métodos de análisis que se consideran a continuación, son

métodos simplificados que permiten llegar rápidamente a conclusiones

razonables.

El análisis sismico en terraplenes y presas de tierra se debe realizar

considerando tres modos diferentes de deslizamientos.24

a) Según una superficie circular (fig. X I-fl.a )

b) Según un plano de deslizamiento (fig. Xl-f.l.b)

c) Deslizamiento por traslación horizontal del conjunto del terraplén

(fig. X l-f.l.c)

Los métodos de análisis para los tres casos que se presentan en

lo que sigue suponen al material rígido-plástico, es decir, se considera

un material indeformable a cualquier esfuerzo por abajo del

nivel de falla. En realidad se usan los mismos métodos estáticos comunes,

pero haciendo intervenir en ellos a los efectos dinámicos representados

por fuerzas.

X f-f.l.

Deslizamiento según una superficie circular

Puede considerarse que el sismo produce en este caso un efecto

doble (ver X l-f.l.a).


MECANICA DE SUELOS (II) 497

C). FA LLA DE CONJUNTO.

Fig. Xl-f. I M ecanism os d e d e sliz a m ie n to q u e deben co n siderarse en e l a n á ­

lisis d e e s ta b ilid a d d e te rra p le n e s su¡etos a sismo

1) Aparición de la fuerza N W que contribuye a aumentar el

momento motor. Se considera que la aceleración máxima

del sismo es Ng: Entonces, la fuerza dinámica causada por el

sismo en la masa deslizante será:

F - M N g = Ng —N W

ff

donde M es la masa deslizante y W su peso.

12—Mecánica de Suelo» II


498 CAPITULO XI

2) Disminución de la resistencia al esfuerzo cortante a un valor

s¿>, resistencia dinámica, lo que repercute en el momento resistente.

Esta disminución es debida sobre todo al aumento de

la presión neutral en el suelo y es particularmente importante

en las arenas finas y limos no plásticos sueltos, así como en

las arcillas normalmente consolidadas altamente sensibles. En

suelos gruesos muy permeables y en arcillas fuertemente preconsolidadas

el sismo no influye prácticamente en la resistencia

y en el caso del último tipo de suelos mencionado, la

deformación dinámica puede conducir a tendencias a la expansión

que disminuye la presión de poro, con lo que la resistencia

al esfuerzo cortante puede a fin de cuentas inclusive

aumentar; este efecto no suele tomarse en cuenta en los

cálculos prácticos, dejándolo como una seguridad remanente.

Sea FS el factor de seguridad calculado para un círculo de falla

en condiciones estáticas, es decir, sin actuar la fuerza N W y considerando

al suelo su resistencia s. Sea F S el factor de seguridad correspondiente

a un círculo de falla sin tomar en cuenta N W, pero

considerando la resistencia dinámica sD. Finalmente, sea FS' el factor

de seguridad respecto a un círculo de falla, pero en condiciones dinámicas,

o sea considerando el efecto de N W y de la resistencia

disminuida sd. Como el sismo puede obrar en cualquier dirección,

la dirección más crítica para N W será aquella para la que su momento

motor sea máximo, por lo que es conservador considerar a

dicha fuerza actuando normalmente a la línea OG; desde luego

N W debe pasar por G, por ser una resultante de fuerzas traslacionales

de inercia (fig. X l-f.l.a ).

Puede escribirse;

FS' = ~ M r 2 Sai A Li

M¡¡ W d+N W -b ( 1 1 -f.D

Si N mil es el valor más grande de N que puede resistir el talud

{FS' — 1 ), se tiene:

llevando ( ll- f . 2 ) a ( 1 1 -f.l)

R 2 so i A Li — W d + N máx W.b ( ll-f.2 )

F S ' ~

W d + Nmix W.b

W d + N W b

(ll-f.3 )


despejando N mix, se tiene:

MECANICA DE SUELOS (II) 499

de donde:

_ FS'( W d + N W b )— Wd

ál “

Nmál = N F S r + (FS' - l) ^ . = N F S ' + (F& — 1) sen 0

Para el caso especial de N = 0, resulta:

(ll-f.4)

N mix = (FS - 1) sen 0 (ll-f.5 )

Pues si N = 0, la fuerza N W = 0 y el FS' pasará a ser FS.

Aparentemente, la fórmula 11 -f .5 resuelve el problema en forma

inmediata aplicando métodos estáticos y trabajando con el círculo

más crítico del talud obtenido con tales métodos; en efecto, definido

dicho círculo, sin tomar en cuenta N W . pero trabajando con

la resistencia dinámica so. F S y 0 son conocidos; entonces, con la

exp -esión ll-f.5 puede obtenerse una N m¿x, coeficiente de aceleración

máxima de temblor que puede resistir el talud. Sin embargo, debe

tenerse en cuenta que el círculo crítico con el que se trabajó siguiendo

ese método supuso N = 0 y que al considerar que existe una fuerza

adicional N mAl W. dicho círculo debe cambiar en general, por lo que

el procedimiento anterior queda sin base. En realidad lo que debe

hacerse es suponer un valor de N en la ec. 11-f.l; encontrar el

círculo crítico para esas condiciones, obteniendo así el FS'; con este

valor puede calcularse N m&x en la ec. ll-f.4. Si el valor de Nm¡x así

obtenido coincide con el N supuesto, se habrá llegado a la solución

del problema; en caso contrario se requerirán nuevos tanteos, hasta

llegar a una solución aceptable.

Es muy frecuente la siguiente alternativa de análisis: en una

cierta región se sabe que el máximo coeficiente sísmico es N. Con

este valor y un análisis estático, puede encontrarse FS', según la expresión

1 1 -f.l. Si este factor de seguridad es aceptable, el diseño

es correcto. Para muchos autores, un valor FS' ~ 1 .3 es aceptable en

presas de tamaño común.

XI-f.2.

Deslizamiento según un plano

En suelos puramente friccionantes muy permeables el plano crítico

de deslizamiento corresponde a (ver fig. X l-f.l.b )

a = 6


500 CAPITULO XI

En efecto, en condiciones estáticas, la fuerza normal actuante

sobre un plano con inclinación a es igual a W eos a y la fuerza tangencial

que propicia el deslizamiento es W sen a. De ahí, definido

un factor de seguridad comó la fuerza resistente entre la fuerza que

tiende a hacer deslizar el prisma, se puede escribir:

^ _ W eos a tg tg^

— W sen a tg a

De donde el plano crítico que da el FS mínimo se tendrá para

el máximo a posible, que es 0, según la fig. XI-f.l.b.

Entonces:

D O * 9 $

~ ~ tgT ( ll-f. 6 )

Al sobrevenir el sismo, además de la fuerza W sen 0, en el plano

crítico actuará la fuerza N W (cuya dirección más crítica es la paralela

a la linea del talud)- Si se llama Nm&x al máximo coeficiente sísmico

que puede soportar el talud, puede escribirse.

de donde:

W sen 0 + Nnix W = W eos 0 tg <j>

Nmái = tg <£ eos 0 — sen 0 = sen 0 — sen 0

Nmáx = {FS — 1 ) sen 0 (ll-f.7 )

Donde P 3 es el factor de seguridad en condición estática sin

actuar el sismo. Obsérvese que en este caso se ha manejado FS en

lugar de FS, pues para los materiales a que se aplica el análisis

(friccionantes gruesos muy permeables) la resistencia estática es

prácticamente igual a la dinámica. Si ésta no fuera la situación habría

de realizarse el análisis anterior con FS. Obsérvese también que ahora

no es preciso recurrir a tanteos, pues el plano crítico en condiciones

dinámicas sigue siendo el paramento del talud. En efecto, añadir

N W equivale, por así decirlo, a inclinar (y variar algo en magnitud)

la fuerza W. El análisis es equivalente a uno estático sin

sismo con tal de girar algo el papel de modo que la nueva resultante

de W y N W vuelva a quedar vertical. Esto conduce solamente a un


MECANICA DE SUELOS (II) 501

talud algo más escarpado, pero en idénticas condiciones a las analizadas

al principio de esta sección, por lo que la conclusión respecto

a plano crítico debe ser la misma.

XI-f.3.

Deslizamiento de conjunto

Se analizará la posibilidad de deslizamiento del terraplén como

un conjunto a lo largo de la superficie horizontal AB, suponiendo

que se han formado grietas que van de la superficie del suelo al

nivel de dicho plano (ver fig. X l-f.l.c).

En condición de equilibrio estático anterior al temblor puede suponerse

sin grave error que no actúan esfuerzos cortantes en el plano

AB, por lo que en el momento en que aquel se desata, las únicas

fuerzas que actúan horizontalmente para tender a hacer deslizar al

terraplén son las fuerzas de inercia en la masa deslizante, cuya resultante,

N W , debe pasar por G, centro de gravedad de dicha masa

deslizante.

Sea sDla resistencia dinámica del suelo en el plano AB. Entonces,

si Nmfa es el coeficiente sísmico máximo que puede asociarse al

equilibrio del terraplén, puede escribirse:

Muáx W = E SjK A L*

(ll-f.8)

de donde:

Nmáx = — S sfliAlt (ll-f.9 )

W

En general, trabajando con el criterio de esfuerzos efectivos, se tiene:

o también:

sD= fftg<f> = (cr — u) tg<p

por lo tanto:

s o - ( “Y h — u ) tg if>

Nmix = — £ (yhi — tti) tg </>■A Li

de donde

N míx = tg 4, ( l - * (ll-f.1 0 )


502 CAPITULO XI

ya que

W = 2 y hi - A U

La expresión 1 1 -£.10 proporciona el máximo coeficiente sísmico

que soporta el terraplén. En dicha expresión, las presiones neutrales

a considerar deben incluir el incremento que se produzca con el

sismo. .

Resta ahora comparar los valores dados por ( 1 1 -f. 1 0 ) con los coeficientes

sísmicos que correspondan a la zona en que se vaya a

construir el terraplén en proyecto.

En realidad el análisis realizado en este párrafo se refiere a un

terraplén. En el caso de una presa de tierra, además^ de la fuerza

actuará el empuje del agua bajo condiciones dinámicas.

ANEXO XI-g

Fallas por licuación

Se entiende por licuación de un suelo la pérdida de su resistencia

al esfuerzo cortante temporal o definitiva. Los materiales en que

ha ocurrido el fenómeno son las arcillas saturadas muy sensibles,

las arenas secas sueltas y las arenas saturadas, sobre todo las de

baja compacidad.

Los suelos susceptibles de licuarse son aquellos en los que los

contactos entre los granos son comparativamente escasos, lo que

propicia que se pierdan casi totalmente durante el flujo propiamente

dicho. Consecuentemente el fenómeno de la licuación afecta a los

suelos sedimentarios naturales o a los depósitos artificiales, que

son los que presentan aquel tipo de estructura; en efecto, el tamaño

de los granos, su uniformidad y la baja velocidad de sedimentación

en aguas tranquilas, son todos factores que se conjugan para formar

estructuras muy sueltas.

Las causas que pueden producir el fenómeno de licuación son

de dos tipos; hay licuación por incremento de los esfuerzos cortantes

que obran en el suelo o por disminución de la resistencia a los

mismos y hay licuación producida por una solicitación brusca sobre

el suelo, tal como un sismo, un impacto, etc. El segundo tipo

de licuación, cuando ocurre en arenas saturadas suele denominarse

licuación espontánea, por la rapidez con que tiene lugar y es el más

importante desde el punto de vista ingenieril. En lo que sigue se

mencionarán algunas ideas en torno a la licuación por incremento

de esfuerzo cortante, pero se hará énfasis especial en la debida a la


MECANICA DE SUELOS (II) 503

acción de una vibración rápida; también se insistirá especialmente

en los casos relacionados con arenas saturadas.

Las fallas por licuación en arcillas han ocurrido típicamente en

Noruega32, si bien se han reportado también en Suecia y en el este

del Canadá y noreste de los Éstados Unidos. Todas las arcillas licuadas

poseen una historia geológica común; se formaron por sedimentación

marina y emergieron por la recuperación isostática de los continentes

al desaparecer las grandes cargas de hielo, al fin de la última

época glacial23' 25. El resultado de este proceso en las arcillas fue la

lenta substitución del agua salada por agua dulce, que produjo el

lavado de la sal, provocando con ello la pérdida de iones sódicos y

correspondientemente de actividad eléctrica de superficie, con lo que

la resistencia al esfuerzo cortante se vio fuertemente disminuida y la

sensibilidad aumentada. La menor resistencia conduce a menores factores

de seguridad en los taludes naturales hasta que fallan sin causa

aparente; en el proceso de falla, la arcilla se remoldea transformándose

en un líquido, estado que conserva muy perdurablemente, ya

que la falta de iones en el agua impide la reestructuración.

En las arenas sueltas y secas pueden ocurrir fenómenos de licuación

por un mecanismo semejante al que ocurre en arenas saturadas

(Capítulo X II del Volumen I de esta obra), con la diferencia de que

ahora la presión de poro se genera en el aire de los vacios y no en el

agua. Un ejemplo de este tipo de licuación se tiene al vaciar un saco

de cemento o de harina, observándose entonces cómo estos materiales

tienden a extenderse como un líquido. En este caso debe tenerse

en cuenta que el aire no es incompresible, por lo que su volumen

debe disminuir antes de que la presión engendrada sea importante;

además, el aire tiene más facilidad que el agua para drenarse, por

lo que lo hará con mayor rapidez. Por las anteriores consideraciones,

la licuación en un material seco, sólo será posible si una masa grande

de suelo de estructura suelta tiende a disminuir de volumen bruscamente

en todos sus puntos. Además, el lapso en estado líquido será

necesariamente más corto.

Se conocen dos tipos de materiales que se han licuado en estado

seco: el loess y la roca. Un ejemplo de licuación en loess es la producida

en 1920 durante un temblor en Kanzú, China, en el que un

tramo de carretera se deslizó 1,600 m.21. En el caso de las rocas,

se conocen por lo menos dos casos de deslizamientos catastróficos

de gran magnitud26, en Elm, Suiza (1932) y en Alberta, Canadá

(1903). Ambos duraron muy breve tiempo.

En el Capítulo X II del Volumen I de esta obra se presentó un

mecanismo para explicar la licuación de arenas sueltas saturadas

bajo efecto de incremento de esfuerzo cortante o bajo efecto de solicitaciones

muy bruscas. Según tal mecanismo, en una arena suelta la

deformación angular bajo esfuerzo cortante produce un colapso de


504 CAPITULO XI

la estructura suelta, con lo que la relación de vacíos del material disminuye,

tendiendo a un valor fijo cuando la deformación angular

aumenta, el cual fue denominado por Casagrande originalmente ‘‘relación

de vacíos crítica’’. Se mencionó en dicho capítulo que experiencias

efectuadas indicaban que la relación de vacíos crítica disminuye

cuando aumenta la presión normal sobre el material. Asi, en

las arenas sueltas saturadas con relación de vacíos mayor que la

“crítica” correspondiente a la presión normal a la que están sujetas,

la deformación, al tender a producir disminución de volumen, genera

presiones de poro que bajan la resistencia al esfuerzo cortante y

propician la licuación. Sin embargo, en épocas recientes se han realizado

experiencias de laboratorio que ponen en revisión un mecanismo

aparentemente tan lógico como el que se ha recordado arriba. En

electo, Maslov27 realizó dos tipos de experiencias con arenas sumergidas

sometidas a deformación tangencial, midiendo la presión neutral

en la zona de falla. El primer tipo de pruebas correspondió a

pruebas directas con inmersión y colocando una serie de piezómetros

en el plano de falla (fig. X I-g .l).

Fig. X I-g.l

Dispositivo esquemático de las experiencias de Maslov

Los experimentos se efectuaron con arenas gruesas y finas colocadas

con diferentes compacidades, desde el estado más suelto al

más compacto. La sobrecarga p varió entre 0 y 2 kg/cm2. En todos

los casos el nivel piezométrico descendió durante el desplazamiento,

indicando tendencia a la expansión en la zona de falla; cuando el

movimiento se suspendía, sin embargo, la altura piezométrica se elevaba

bruscamente, indicando ahora una tendencia a la contracción

en la misma zona. La otra serie de pruebas se realizó sobre modelos

de taludes de arenas inundados en cuyo interior se colocaban piezómetros;

los taludes se hacían fallar tirando de placas colocadas en

su seno. Los resultados confirman el hecho importante de la expansión

durante el movimiento, seguida de brusca contracción al cesar

éste.


MECANICA DE SUELOS (II) 505

Maslov explica el fenómeno como sigue: “El comienzo y desarrollo

del corte provocan la salida de los granos de sus nidos. La

arena puede adoptar en esas condiciones un estado muy suelto que

se apoya en el estado de movimiento de las partículas y que es

imposible en condiciones estáticas. Es natural que al suspenderse el

movimiento tienda a producirse una nueva compactación y, por lo

tanto, se eleve el nivel en los piezómetros”.

Por su parte, Marsal28 realizó experiencias sobre modelos bidimensionales

de laboratorio que trataban de reproducir la estructura

de una arena, obteniendo resultados que pueden interpretarse como

una corroboración de los obtenidos por Maslov.

Los datos de Maslov indican que la expansión durante la deformación

disminuye al disminuir la velocidad de deformación; ésto

está de acuerdo con la explicación del propio Maslov, ya que la

energía cinética de los granos, que impediría un reacomodo, varía

con el cuadrado de la velocidad. También se encontró que la expansión

inicial y la contracción posterior dependen de la magnitud

de la sobrecarga, de la compacidad inicial y de la técnica de la prueba,

por lo que se concluye que el fenómeno de deformación tangencial

en suelos granulares es mucho más complejo de lo que se creyó

originalmente, por lo que se tiene actualmente la imposibilidad de

disponer de índices absolutos que no tomen en cuenta el conjunto

de las condiciones reales de trabajo en un suelo granular.

La contracción brusca que sobreviene al cesar el movimiento produce

las presiones neutrales que disminuyen la resistencia del suelo

y causan la licuación.

En lo que sigue se glosa la denominada Teoría de la Filtración,

debida a Maslov, que ofrece una interesante y más reciente explicación

alternativa del fenómeno de la licuación espontánea, respecto

a la que ha sido dada en el Volumen I de esta obra a partir del concepto

de relación de vacíos crítica. La fuente bibliográfica de la

exposición es la ref. 29.

El estudio de los fenómenos dinámicos en los suelos es, en gran

medida, el estudio del problema de las vibraciones. Un régimen armónico

estacionario puede definirse con cualesquiera dos de los siguientes

tres parámetros: amplitud, frecuencia y aceleración máxima.

También ha de tomarse en cuenta para entender lo que sigue que,

según muestran experiencias independientes de Mogami y Kubo30 y

Savchenko, la ley de Coulomb sigue siendo válida en un suelo sometido

a vibraciones y que el nuevo valor de <¡> depende únicamente

de la aceleración.

Al igual que en condiciones estáticas <f>no cambia si la arena se

satura; también se encontró que, para efectos prácticos, cuando la

aceleración máxima de la vibración es menor que 0.2 g (g, acelera­


506 CAPITULO XI

ción normal del campo gravitacíonal terrestre), el <j>dinámico permanece

prácticamente igual al <f>estático.

Si se da una vibración suficientemente intensa a una arena suelta

y saturada, se producirán en ella a fin de cuentas, en virtud de lo ya

explicado, presiones de poro por la tendencia a la reducción de

volumen. Sin embargo, las investigaciones de Maslov y otros demuestran

que para una arena dada con una cierta relación de vacíos

existe un valor de la aceleración máxima, llamada aceleración crítica

(acr) para el que el efecto anterior de generación de presiones

en el agua empieza a producirse. Cuando la aceleración de la vibración

es menor que la crítica no se produce en el suelo tendencias a

la compresión y no se generan presiones de poro. En este último

caso, la resistencia dinámica del suelo es igual a la estática que se

tiene antes de la vibración.

El valor de la aceleración crítica depende de:

a) Las características de la arena, principalmente de su compacidad.

A mayor compacidad la aceleración crítica es mayor.

b) De la amplitud y frecuencia de la vibración.

c) De la presión vertical efectiva en el punto considerado. A mayor

presión efectiva la aceleración crítica es mayor según una

ley lineal,

Cuando en la arena existen esfuerzos cortantes actuantes durante

la vibración, pero independientemente de ella (por ejemplo, por tratarse

de un estrato inclinado o de un talud, etc.), el efecto de aquellos

es disminuir el valor de la aceleración crítica.

Maslov explica este hecho por el debilitamiento de los contactos

entre los granos que produce el esfuerzo cortante, lo que facilita

la acción de las vibraciones. El propio Maslov propone para el nuevo

valor de la aceleración crítica, el que resulta de la expresión:

donde:

3cr — C (s<2in t ) ( 1 1-g* 1 )

san — resistencia de la arena al esfuerzo cortante en condiciones

de solicitación dinámica.

t = esfuerzo cortante actuante.

C = una constante.

La resistencia dinámica del suelo puede encontrarse según se

dijo, aplicando la ley de Coulomb.

En un punto cualquiera de una masa de suelo, la resistencia al

esfuerzo cortante en condiciones estáticas es, según Coulomb:


MECANICA DE SUELOS (II) 507

donde:

Sest — o" tg <p

o- = esfuerzo normal efectivo.

<f>= ángulo de fricción interna.

Si ahora la arena se somete a un estado de vibración de tal intensidad

que la aceleración sea mayor que la crítica, aparecerá un

exceso de presión hidrostática u¿ (presión de poro dinámica) y. la

resistencia dinámica s¿¡„ será, por lo tanto:

San = (á — Ui) tg <p

(ll-g-2)

en el que <j>, como se dijo antes, es el mismo que el de condiciones

estáticas, siempre y cuando la intensidad de la aceleración no sea

mayor que 0.2 g.

En el caso de un estrato horizontal de arena saturada, como se

muestra en la fig. XI-g.2, puede afirmarse que la condición necesaria

y suficiente para que se presente la licuación hasta una profundidad

z es que la presión de poro dinámica, u¿, llegue a ser igual a

la presión vertical efectiva, cr, a dicha profundidad.

= ud (ll-g .3)

Fig. Xl-g.2

Condiciones para que un estrato de arena se licúe hasta la profundidad i

como:

cr = Y mz

Ud = hz Y te


508 CAPITULO XI

donde hg es la carga de agua adicional a la profundidad z, causada

por la solicitación dinámica, se sigue que, para que haya licuación

a la profundidad z se requiere:

en la práctica, en las arenas:

Y mz —hz Yw

Y » = Y»

por lo que, en definitiva, la condición 1 l-g.3 puede ponerse como:

Zázhz

(1 l-g-4)

Para estudiar con más detalle el caso anterior de un estrato horizontal

de arena saturada es necesario introducir ahora el concepto de

coeficiente de compactación dinámica, v, que define Maslov como

la velocidad con que varía la porosidad n de la arena, es decir:

V = § (11-S.5)

Experimentalmente se ha encontrado que v depende de los parámetros

de la vibración y que crece linealmente con la aceleración.

También se ha encontrado que v depende de la sobrecarga, disminuyendo

su valor cuando ésta crece; es decir, que en un cierto estrato

y para una vibración dada, el valor de v decrece con la profundidad

hasta anularse a una profundidad L.

Debe recordarse que la aceleración máxima de la vibración para

la que no hay tendencia a la disminución de volumen en el suelo

es precisamente la aceleración crítica y que este valor no es constante

y crece con la presión, por lo que en un estrato de arena de

compacidad constante crece con la profundidad. Así, puede suceder

que una cierta aceleración de una excitación exterior sea mayor que

la crítica para la parte superior de un estrato y menor para la parte

inferior del mismo. Si el espesor del estrato es H y L < H, entonces

a esa profundidad L dentro del estrato v = 0 y, por lo tanto, ahí

no hay tendencia a disminución volumétrica, o sea a esa profundidad

la aceleración de la excitación es la crítica del estrato de arena a

esa misma profundidad. A profundidades menores, la arena tenderá

a disminuir de volumen y a profundidades mayores no tendrá tendencia

a comprimirse. A profundidades menores que L habrá presiones

de poro dinámicas, no así a profundidades mayores. Si L > H

habrá presiones de poro dinámicas en todo el espesor del estrato.

Basado en el anterior razonamiento, Maslov considera para v una

de las posibles variaciones que puede llegar a tener, que es la lineal

con la profundidad z. Según dicha ley:


MECANICA DE SUELOS (II) 509

Vz —v0

(1 l-g.6)

donde Vo es el valor de v para z = 0, es decir, el de la superficie del

estrato de arena. Para un régimen de resonancia se tendría que

L — oo y la expresión 1 l-g.6 se reduciría a

v* = Vo (1 l-g.7)

es decir, que el coeficiente de compactación dinámica sería constante

en todo el espesor H del estrato de arena.

Suponiendo entonces, como una primera aproximación que v sea

constante, Maslov presenta el siguiente estudio sencillo del fenómeno

de la licuación espontánea:

Considérese un elemento de área A y espesor dz a la profundidad

z de un estrato de arena de espesor H, que está sujeto a

una vibración de aceleración mayor que la crítica, en tal forma que

existan presiones de poro dinámicas a lo largo de todo su espesor

(fig. XI-g.3).

j J A L

K ; V .* d'* JZfEZÍM 'S^TUIfAÓA ’ • *

I . *. , 1 •• L T. *»* . 1* •• ’* *»

f * *

•1•'. *1' 1' •

’i n n i ) / i i / n i ! ) i i i i / i

Fig. Xl-g.3

Esquema del flu¡o de agua en un

estrato horizontal de arena saturada

con presiones de poro dinámicas

La reducción de volumen de este elemento por unidad de tiempo

estará dada por:

AcfV = A d z = Vo A d z (ll-g .8)

Como el efecto resultante de la vibración es producir un flujo de

agua hacia arriba, se tendrá que el volumen de agua AV que fluye

hacia arriba en la unidad de tiempo por la cara superior del elemento

de volumen será la suma de los aportes de todos los elementos que

queden bajo ella, es decir:


510 CAPITULO XI

Por otra parte, aceptando la ley de Darcy, se debe tener:

A V = k i A - k ^ L A

(llg.10)

donde k es el coeficiente de permeabilidad de la arena y hz es la

carga de agua a L: profundidad z correspondiente a la presión de

poro dinámica uD[hz — {uD/y w)]

Como los AV de las expresiones 1 l-g.9 y 1 l-g.10 deben ser

iguales se tiene que:

k ^ - A = v0A (H - z )

dh, = ^ ( H - z ) d z

(11-g.ll)

que es la ecuación diferencial que deben satisfacer las presiones

dinámicas (o sus equivalentes hz) desarrolladas en el estrato de

arena bajo las hipótesis consideradas. (Debe notarse que al igualar

las expresiones 1 l-g.9 y ll-g.10 debida cuenta se ha tenido de sus

signos, pues ambos AV resultan negativos, tal como están expresados

por ser Vo y (dhz/dz) ambos son negativos).

Integrando la expresión 11-g.ll se obtiene:

fc = ^ ( m

- ^ ) + c

en donde C es la constante de integración. Como hz debe ser nula

para z — 0, se tiene que C es igual a cero, y por lo tanto:

= T “ t ) « ‘ -a-12)

Esta expresión con la 11-g.ll agrupada como

dhg V o / r r v .

h = ~dT = T {H~ z)

(ll-g-13)

da la distribución de h, y del gradiente hidráulico i? con la profundidad

z.


MECANICA DE SUELOS (II) 511

Puede observarse que la distribución de hz es parabólica mientras

que la de iz es lineal.

Sin embargo, debe observarse que las ecs. ll-g.12 y 11 -g.l 3

tienen una limitación. Esta limitación se debe a la posibilidad física

de que la presión de poro aD a una cierta profundidad z sobrepase

el valor y'mz, pues en dicho momento se tendrá la condición de

licuación. Aceptando para fines prácticos que y'm= yw se llega a

la ec. ll-g.4; es decir, que el valor máximo que puede tomar hz a la

profundidad z es precisamente z. Asimismo, de esta misma igualdad:

puede obtenerse que:

Uo — Y » h z — y mz

iz = ^ L = y j L = l

dz yw

(ll-g.14)

por lo que el gradiente hidráulico no puede tomar un valor mayor a 1.

Cuando i* = 1 se tendrá condición de licuación. Substituyendo esta

condición en la expresión 11-g.l3 se obtiene la profundidad z0 hasta

la que llegará el efecto de licuación:

z° ~ H — — (11-9.15)

V0

La profundidad z0 separará la zona licuada de la no licuada.

De z0 para arriba, la arena estará en suspensión, mientras que para

abajo de dicha profundidad las presiones de poro serán de una

magnitud menor que la necesaria para producir licuación.

Lo anterior es para una aceleración dada de la perturbación dinámica.

Si esta aceleración crece, crecerá Vo y consecuentemente aumentará

Z g.

ANEXO Xl-h

Inyecciones

No hay, desde luego, reglas fijas que le permitan decidir a un

ingeniero si un determinado lugar de cimentación requiere o no inyectado:

de hecho, se reconoce que esta decisión es uno de los puntos

más delicados y debatidos de la tecnología de presas de tierra.


512 CAPITULO XI

De acuerdo con el comportamiento de presas construidas puede

decirse que presas de menos de 15 m de altura, cimentadas en roca

no excesivamente fracturada, no requieren usualmente inyectado. Por

otra parte, las presas que retienen cargas de agua mayores de 30 m

suelen precisar de inyecciones más o menos importantes.

La necesidad de inyectado depende de varios factores, de los que

los principales son:

1) Altura de la presa.

2) Permeabilidad de la roca.

3) La tolerancia de gasto filtrado a través de la cimentación.

4) La naturaleza del agrietamiento en la roca.

Las inyecciones no son de mucho valor a no ser que la permeabilidad

de la roca disminuya con la profundidad, la cual es por otra

parte, la situación más frecuente.

Las inyecciones son también de dudosa eficacia en rocas en que

la permeabilidad es consecuencia de fisuras muy finas; con morteros

de cemento la experiencia ha demostrado que no se pueden sellar

grietas de menos de 0.2 mm de abertura.

En la mayor parte de las presas en que se realiza inyección se

utiliza una sola hilera de perforaciones muy próximas (cortina o

pantalla de inyección). Esta hilera se coloca generalmente cerca del

centro del corazón de la cortina, o ligeramente aguas arriba. Otras

veces la perforación se hace en dos hileras a 15 ó 20 m de distancia.

No hay regla para definir si conviene el sellado en una o dos hileras,

pero se cree frecuentemente que es preferible obtener una cortina

de inyección muy buena con pozos próximos que construir dos cortinas

independientes con espaciamiento excesivo. Por otra parte, algunos

consultores como A. Casagrande han opinado que una sola cortina

es siempre de dudosa eficiencia. También ha indicado la experiencia

al tratar aluvión o roca muy finamente fisurada que en tales

casos se hace conveniente la perforación de varias líneas de pozos.

Las pantallas de inyección suelen quedar en un plano vertical,

pero no es raro ni particularmente costoso inclinarlas cuando así convenga;

con los equipos usuales se puede llegar a inclinaciones de

60° respecto a un plano vertical. Sin embargo, rara vez se hacen

cortinas con inclinaciones de más de 30° respecto a dicha vertical.

La mayor parte de las pantallas de inyección se han hecho con

cemento solamente, pero puede usarse mortero con arena para rellenar

grandes cavidades. También se han usado raramente arcillas y

mezclas de arcilla y cemento; las investigaciones de laboratorio31

han revelado que estas últimas mezclas con cantidades de cemento


tan bajas como 25% proporcionan una excelente consistencia y estabilidaa.

La profundidad de las perforaciones no debe nunca fijarse con

una fórmula predeterminada o con la aplicación ciega de experiencia

obtenida en casos previos más o menos similares; debe decidirse a

partir de estudios serios realizados por ingenieros de suelos y geólogos

y todo el programa de perforación debe ser flexible y susceptible

de modificarse de acuerdo con la información obtenida de la propia

ejecución de los trabajos.

La perforación de barrenos de inyección se hace a veces con

pozos a poca profundidad, colocados más o menos al azar sobre

una cierta área; esta disposición es conveniente cuando sólo la parte

superior de la roca es permeable por estar intemperizada o superficialmente

agrietada; en este caso la disposición de la inyección se

denomina en banqueta, en contraposición de la pantalla tratada

más arriba y en lo que sigue.

La construcción de una pantalla de inyecciones es fundamentalmente

un problema a resolver por tanteos; las profundidades y espaciamiento

de las perforaciones, los métodos de inyección, etc., nan

de decidirse a medida que los trabajos progresan en la propia obra

y deben ceñirse a las particularidades concretas que se vayan manifestando;

por esto, es esencial que una pantalla de inyección se construya

bajo la supervisión directa y constante de un ingeniero competente,

que debe tener la autoridad y los medios para poder modificar

sobre la marcha cualquier proyecto tentativo que se hubiera

realizado.

El proceso de inyectado tiene usualmente cuatro etapas principales:

1) La perforación de los barrenos de inyección.

2) La limpieza, lo más completa posible, del interior de esos

barrenos.

3) Una prueba con agua a presión dentro de los barrenos para

conocer la permeabilidad de sus paredes.

4) La inyección de la lechada de cemento a la presión que se haya

considerado adecuada.

Es común abrir primero unos barrenos bastante espaciados, de

acuerdo con lo que se sepa de la roca; este espaciamiento suele oscilar

entre 6 y 20 m. Una vez que con estos barrenos se han cubierto

las cuatro etapas señaladas arriba, se procede a perforar otros en

posiciones intermedias dentro de la pantalla por construir; al seguir

las cuatro etapas con estos nuevos barrenos, se va teniendo conocimiento

cada vez más detallado, que permite decidir, con el concurso

de la experiencia, si se precisarán aún más agujeros, si la profundidad

de los perforados fue suficiente, etc., etc. En la mayor parte

33—Mecánica de Suelos II

MECANICA DE SUELOS (II) 513


514 CAPITULO XI

de las pantallas, la separación final de los barrenos perforados suele

quedar comprendida entre 1.50 y 3 m.

Existen dos modos principales de proceder a la inyección. La

diferencia entre uno y otro no es muy grande en la mayoría de los

casos y es casi una cuestión de preferencia del constructor; sin embargo

a veces, las condiciones de la roca por inyectar hacen que un

método sea definitivamente preferible al otro. El distintivo entre

ambos métodos estriba en la forma de perforar al barreno de inyección,

según se haga por etapas o por completo, de una sola vez. En

el primer caso, el barreno se perfora en dos o tres etapas de aproximadamente

la misma longitud y se procede al inyectado una vez

concluida cada etapa; terminada la inyección en una etapa, el barreno

es reperforado y se completa la siguiente etapa. En el segundo

método, la perforación se completa desde el principio; una vez limpiada

y después de haber completado los pasos arriba indicados,

se introduce un dispositivo para inyectar la lechada el cual, a la

vez, sirva para sellar totalmente el barreno desde el nivel en que se

esté inyectando, hacia arriba; así, se procede a colocar ese dispositivo

a diferentes alturas en el pozo a partir del fondo inyectando cada vez,

hasta completar toda la altura.

En general, las presiones de inyección pueden disminuirse cuanto

menor sea la profundidad a la que se esté operando.

Las principales ventajas de trabajar por etapas son que se utiliza

equipo más sencillo y que la inyección se realiza siempre desde la

superficie. Las principales ventajas de perforar el pozo en toda su

longitud y utilizar el dispositivo de inyección sellador radican en la

facilidad de maniobrar en la perforación y en la mejor información

que se obtiene con el método respecto a las elevaciones en las que

el pozo aceptó más lechada.

La mayoría de los pozos para inyección son de 3.81 cm (1.5 pulg)

de diámetro (calibre EX ) y se limpian con agua a presión después

de ser perforados.

Las presiones de inyectado deben ser las máximas que la roca

aguanta sin que sus fisuras o grietas se abran por efecto de la penetración

de la lechada. No existen reglas que proporcionen los

valores de un modo fijo. Para roca con estratificación horizontal no

suele ser seguro inyectar a una presión que supere a la producida

por el peso de la roca suprayacente; en rocas masivas, por el contrario,

puede llegarse sin riesgo a presiones de diez veces aquel valor.

La única manera convincente de fijar la presión máxima en el campo

es realizar pruebas con valores crecientes, hasta que ocurra la falla

de la roca. En general se ha visto que la admisión de lechada en un

cierto pozo es toscamente proporcional a la presión; sin embargo,

cuando la roca falla al ir aumentando la presión de inyectado, se

produce un súbito aumento de la absorción de lechada en el pozo,


MECANICA DE SUELOS (II) 515

debido al aumento también brusco que tiene lugar en las grietas y

fisuras de la roca; de este modo es posible conocer la presión máxima

conveniente en un cierto punto. En general, la máxima presión que

puede darse en un punto a una cierta roca depende del tipo y la

continuidad de sus grietas, de su resistencia y permeabilidad, de

la consistencia de la lechada, de la configuración de las formaciones

que constituyen la boquilla, la profundidad del barreno perforado y

de la experiencia previa de inyecciones en esa roca, si la hubiere.

Al elegir una cierta presión de inyectado y ponderar los factores

anteriores, debe tenerse en cuenta que en la práctica los peligros de

usar una presión excesivamente alta son mucho mayores que los que

resultan del uso de otra demasiado baja. También debe contarse con

que es preferible comenzar la inyección usando la presión alta, obteniéndose

muy poca eficiencia cuando se empieza con presión baja,

aunque se la haga crecer posteriormente.

Las proporciones agua-cemento, medidas en volumen, oscilan

usualmente entre 10:1 y 1:1. Para la gran mayoría de las rocas es

deseable comenzar la inyección con proporciones comprendidas entre

3:1 y 5:1. Naturalmente, la proporción debe aumentar cuanto mas

difícil sea la penetración de la lechada y cuanto más rápidamente

se desarrolle la presión al efectuar la inyección.

Cuando un pozo tome gran cantidad de lechada durante largo

tiempo resulta conveniente, para mantener el barreno y las fisuras de

la roca limpios, interrumpir el bombeo de lechada e inyectar algo

de agua periódicamente. Es un error común el inyectar miles de sacos

de cemento en forma continua en un mismo barreno de perforación;

el hecho de que se admita tal cantidad de lechada indica únicamente

que ésta está difundiéndose a grandes distancias de la pantalla

de inyección, a través de extensos sistemas de grietas o cavernas en ja

roca. Esto es, naturalmente, ineficiente y antieconómico. Después de

inyectar algunos centenares de sacos de cemento en un mismo punto

conviene siempre detener la operación y continuar después del fraguado;

también conviene en este caso usar pozos auxiliares vecinos

en los que se inyecte lechada espesa y, en general, han de usarse

todas las técnicas que contribuyan a confinar la lechada en una zona

adyacente a la pantalla de inyección.

Lo que un pozo tome de lechada no corresponde frecuentemente

a los resultados de una prueba en la que se inyecte agua a presión

para verificar el sellado de la roca. En lugares en que la roca tome

grandes cantidades de agua, pero en los que no tome lechada, la adición

de algún gel bajo presión tiene a veces un efecto lubricante

en las fisuras, que después admiten la lechada en forma conveniente.

También tiene efecto en disminuir la viscosidad de la lechada la adición

de pequeñas cantidades de bentonita (menos del 5% del peso

de cemento).


516 CAPITULO XI

Se han propuesto numerosos criterios para decidir cuando una

roca ha sido suficientemente inyectada. A veces se ha recomendado

la inyección hasta el rechazo de la lechada por el agujero bajo la

máxima presión de inyección; sin embargo, un criterio más razonable

parece ser el inyectado hasta que la perforación o sección de perforación

en la que se esté trabajando no tome más de unos 30 lt de

lechada en 5 min, bajo la máxima presión de inyección.

ANEXO Xl-i

Algunas ideas sobre eficiencias de compactación

En lo que sigue se dan algunos datos experimentales de laboratorio

y de campo en relación al mecanismo de la compactación de

suelos y a la eficiencia y campo de aplicabilidad de equipos prácticos

de compactación. Para seguir los razonamientos de la exposición deberán

tenerse muy en cuenta las ideas básicas que sobre compactación

de suelos se han dado en el Capítulo X III del Volumen I de

esta obra.

En la Tabla 11-il se presenta una comparación obtenida por el

Road Research Laboratory en tramos de prueba británicos que muestra

los resultados de la compactación en los suelos que se indican,

expresados con el peso específico seco máximo obtenido y las correspondientes

humedades óptimas obtenidas para cada prueba. Los

resultados de campo se obtuvieron utilizando los equipos de compactación

que se expresan; también aparecen en la tabla los resultados

obtenidos en el laboratorio utilizando dos distintos estándars de compactación,

el AASHO estándar británico (muy similar al americano)

y el AASHO modificado.

La Tabla presenta un interés específico para los constructores, a

los que se les exige un determinado grado de compactación, representado

por un cierto peso específico que se les fija como necesario

para las capas que se compactan, el cual, a su vez, se les controlará

con un cierto estándar de laboratorio, respecto al que se fijó el grado

de compactación que ha de obtenerse.

En el suelo arcilloso de alta plasticidad ( C H ), que se discutjrá

a modo de ilustración, se observa que el rodillo pata de cabra es el

equipo de campo con el que se obtienen mayores pesos específicos

secos, siguiéndole el rodillo liso y, finalmente, el neumático; las humedades

óptimas se ordenan en la forma que era de esperar. La tabla

permite algunos razonamientos de interés práctico, de los que puede

e x tr a e r s e la conclusión fundamental de que la elección del equipo

p a r a un c ie r to trabajo de compactación no es asunto que pueda resolv

e r s e con la máxima eficiencia recurriendo a normas rutinarias pre-


MECANICA DE SUELOS (II)

C om paración entre los pesos e s p e c íf ic o s secos m á x im o s y las c o r r e s p o n d ie n t e s h u m e d a d e s

ÓPTIMAS OBTENIDOS CON DIFERENTES EQUIPOS DE COMPACTACIÓN EN EL CAMPO Y EN EL LABORATORIO

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518 CAPITULO XI

establecidas. Por ejemplo, el estándar de compactación de laboratorio

que se fije para el control de la compactación influye en el juicio que

el constructor haga sobre el equipo a elegir. Así, en la tabla se ve

que, si la compactación ha de controlarse con la prueba AASHO

estándar, caben varias elecciones de equipo; por ejemplo, puede escogerse

el rodillo pata de cabra o el neumático (una discusión similar

cabría con el liso); el pata de cabra, más eficiente, logrará llegar al

HUMEDAD - 13.0 POR CIENTO

Kg /cm*

Fig. Xl-i.l

Efecto de la presión de Inflado, del número de pasadas y de la

humedad de compactación — Rodillo neumático


MECANICA DE SUELOS (II) 519

estándar con una cierta humedad y pasando menos veces, pero requiriendo

un mayor esfuerzo tractivo; el rodillo neumático llegará al

mismo resultado con otra humedad, pasando más veces, pero con un

esfuerzo tractivo menor. Nace así una situación que amerita un estudio

económico particular y detallado, fuera de normas rutinarias. Dicho

estudio podrá hacerse en cada caso con investigación de comportamiento

de terraplenes de prueba construidos “ad hoc".

Otro aspecto que revelan los resultados de la Tabla XI-i.l es que

el concepto humedad óptima, de pleno sentido en una prueba de laboratorio

específica, cambia con la energía de compactación, o sea es

diferente para distintos equipos empleados en el campo y no debe

esperarse una correspondencia exacta entre la humedad óptima de la

prueba de control y la mejor humedad para compactar en la obra con

un cierto equipo (humedad óptima para ese equipo). Esto es particularmente

cierto en los suelos plásticos.

En la fig. XI-i.l36 se presenta otro aspecto importante relativo

a los problemas prácticos de compactación. Dicha figura se refiere a

los pesos específicos secos obtenidos con rodillo neumático, en función

de la presión de la llanta del rodillo, del número de pasadas

y del contenido de agua del suelo, que fue un limo de baja plasticidad

(ML).

Puede observarse que para la humedad más alta manejada en la

prueba (1 8 % ), el aumento en número de pasadas de 4 a 16 es poco

influyente en la compactación obtenida y otro tanto puede decirse

del aumento de la presión de la llanta a partir del valor que se indica.

Al disminuir la humedad de compactación, el aumento de presión de

la llanta es cada vez más eficiente y el número de pasadas va también

ejerciendo mayor efecto. Nótese cómo, para una humedad de

compactación dada, el aumento de la presión de las llantas del rodillo

permite disminuir grandemente el número de pasadas de equipo necesario

para lograr un cierto peso específico. Nótese también la gran

influencia de la humedad de compactación en la eficiencia de la

operación.

En la fig. X I-i.2 se tipifican otros datos de interés con base en

una investigación realizada por el Road Research Laboratory de Londres,

Inglaterra.

En la figura se muestran los resultados de la compactación de

dos suelos, una arena y una arena arcillosa, efectuada con un rodillo

neumático relativamente ligero y de ruedas múltiples. La humedad

óptima es la correspondiente a la prueba británica estándar, que es

muy similar a la AASHO estándar. Aparecen curvas que relacionan

el peso específico seco con el número de pasadas dadas a diferentes

contenidos de agua en el suelo; debe notarse la gran influencia de la

humedad en la eficiencia del equipo, al grado que con un cierto contenido

de agua es posible alcanzar un peso especifico que con otra


520 CAPITULO XI

N U M E R O 0 E P A S A D A S

0 4 8 12 16 20 24 2 » 32

N U M E R O OE P A S A D A S

R g. Xl-i.2 G rá fic a q u » n u t rirá e l » f» c fo d » l contenido de agua y R i­

m ero d » penadas d e l eq uip o sob re la com pactacián

humedad no podría alcanzarse prácticamente con ningún número de

pasadas concebible. Ello hace ver que la elección de la humedad

de compactación en el campo no puede fijarse con base en ninguna

idea rutinaria, con el criterio simplista, como es frecuente, de que sea

igual a la humedad óptima de alguna prueba de control, aun cuando

ésta pueda resultar una buena guia.

Una vez más resalta la idea básica de que la humedad idónea

para trabajar con un cierto equipo en un suelo dado, no tiene por qué


MECANICA DE SUELOS (II) 521

ser igual que la humedad óptima de la prueba de laboratorio que se

vaya a usar para controlar los trabajos. La razón principal es obviamente

que las energías de compactación son distintas en ambos casos.

En la figura se ve también cómo se reduce la eficiencia del equipo

a partir de un número de pasadas característico, que depende del

suelo y de su contenido de agua.

En la fig. XI-i.3 se muestran otros resultados de interés*® relativos

ahora a la eficiencia de la compactación dentro del espesor

de la cápa utilizada en el sentido del material.

Se presentan datos relativos a tres espesores de capa, 15 cm, 30

cm y 60 cm; se ven los pesos específicos secos obtenidos con tres

diferentes contenidos de agua; el equipo utilizado en el caso fue

un rodillo neumático pesado y se compactó suelo cohesivo. La lección

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12.5

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3 %

Fig. Xl-i.3

Influencia del espesor de la capa y el contenido de agua en

la compactación


522 CAPITULO XI

práctica de la gráfica es la siguiente: los trabajos de campo se

realizan siempre exigiendo al constructor un cierto peso específico

mínimo en todo el espesor de una capa; puede verse que para lograr

tal fin y no tener problemas de control de obra, al constructor le

conviene probablemente emplear un equipo que dé pesos específicos

secos mayores que el exigido en los niveles superiores de una capa

potente, para así garantizar el exigido en los inferiores. La gráfica

permite también ver la influencia del espesor de la capa en el requerimiento

del equipo de compactación y en la eficiencia y costo de

la operación. Se ve que la elección del espesor de capa no es arbitraria,

sino que está íntimamente ligada con el equipo disponible,

la humedad de compactación, etc. De nuevo todos estos factores

requieren para su eficiente elección del uso de terraplenes de prueba

en los que se realicen las investigaciones necesarias.

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524 CAPITULO XI

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CAPITULO XII

BREVE EXPOSICION SOBRE LAS CONDICIONES DE

CIMENTACION EN EL VALLE DE MEXICO

XII-1.

¿Bonificación y estratigrafía del subsuelo del Valle de

México

El Valle de México es una unidad geográfica limitada al N. por

las Sierras de Tepotzotlán, Tezontlalpan y Pachuca; al E,, por los

llanos de Apan, los montes de Río Frío y la Sierra Nevada; al S.,

por las Sierras de Cuauhtzin y Ajusco y al O., por las Sierras

de Las Cruces, Monte Alto y Monte Bajo (fig. X I M ). La superficie

total del Valle es del orden de 7,160 knr\ de los cuales 3,080

km2 corresponden a zona francamente montañosa y 2,050 km2 a

zonas bajas bien definidas. La altura sobre el nivel del mar en la

parte más baja es de 2,240 m, aproximadamente.

En la actualidad, además del tajo de Nochistongo, abierto en

1789, el Valle cuenta con dos túneles en Tequisquiac, que lo comunican

con la cuenca del río Moctezuma.

Dentro del Valle de México está ubicado el Distrito Federal,

cabecera política de la República Mexicana, el cual incluye a la

Ciudad de México y ocupan un total de 1,480 km2, de los cuales

unos 500 km2 son zona urbanizada. Una buena parte de la Ciudad

de México se encuentra construida sobre el fondo del ex lago de

Texcoco y a este hecho se deben los problemas de cimentación que

en la Ciudad se presentan.

Todo el Valle de México se caracteriza en general por la muy

intensa actividad volcánica que tuvo lugar en el pasado, de la cual

quedan aún vestigios en forma de un gran número de volcanes apagados,

el Popocatépetl, aún activo y muy abundantes materiales de

aquel origen. Los depósitos más finos que aparecen en el subsuelo

de la Ciudad de México corresponden, según hoy se admite, al

mismo origen volcánico.

Los numerosos estudios que se han realizado hasta hoy en relación

con el subsuelo del Valle de México han permitido a Marsal

y Mazarí1 zonificar la ciudad de México en tres grandes áreas, atendiendo

a un punto de vista estratigráfico (fig. X II-2).

La primera de las áreas mencionadas corresponde a la zona

llamada de las Lomas por desarrollarse en parte en las últimas estri-

525


526 CAPITULO XII

baciones de la Sierra de las Cruces y está constituida por terrenos

compactos, areno-limosos, con alto contenido de grava unas veces y

con tobas pumíticas bien cementadas otras: por algunas partes esta

zona invade los derrames basálticos del Pedregal. En general, la zona

de las Lomas presenta buenas condiciones para la cimentación de

estructuras; la capacidad de carga del terreno es alta y no hay formaciones

compresibles capaces de asentarse mucho. Sin embargo,

debido a la explotación de minas de arena y grava, muchos predios

pueden estar cruzados por galerías de desarrollo muy errático. Muchas

de estas galerías pueden estar actualmente rellenas de material

arenoso suelto, lo cual, sin disminuir en mucho su peligrosidad, hace

muy difícil su localización. Cuando las zapatas de cimentación quedan

asentadas en estas zonas falsas se producen asentamientos diferenciales

fuertes entre columnas, lo cual ha sido fuente de problemas

en estas áreas. Análogamente, en la zona del Pedregal en la que

aparece una fuerte costra de derrames basálticos, en el contacto entre

los diferentes derrames pueden aparecer cuevas o aglomeraciones

de material suelto y fragmentado que pueden ser causa de fallas

bajo columnas pesadas. Esta es la razón citada por Marsal y Mazarí

para explicar por qué las estructuras pesadas de la Ciudad

Universitaria se erigieron evitando las áreas invadidas por las lavas

derramadas antaño por el volcán Xitli. De otra manera, los costos de

inyección de cemento para estabilización del suelo pueden resultar

altos. Otro problema que se presenta en la parte Norte de la Ciudad

de México, dentro de la zona general de las Lomas es la presencia

de depósitos eólicos de arena fina y uniforme; estas formaciones

son susceptibles de producir asentamientos diferenciales bruscos

y erráticos y exigen estudios importantes para elegir el tipo de cimentación

más conveniente o el método más eficaz de compactación

artificial.

Entre las serranías del poniente y el fondo del lago de Texcoco

se presenta una Zona de Transición (ver fig. X II-2), en donde las

condiciones del subsuelo desde el punto de vista estratigráfico varían

muchísimo de un punto a otro de la zona urbanizada. En general

aparecen depósitos superficiales arcillosos o limosos, orgánicos,

cubriendo arcillas volcánicas muy compresibles que se presentan en

espesores muy variables, con intercalaciones de arenas limosas o

limpias, compactas; todo el conjunto sobreyace sobre mantos potentes,

predominantemente de arena y grava. Los problemas de capacidad

de carga y de asentamientos diferenciales pueden ser muy críticos,

sobre todo en construcciones extensas sujetas a condiciones de carga

disparejas; esto es frecuente en construcciones industriales, por otra

parte muy frecuentes en esta zona. Como consecuencia, el ingeniero

ha de investigar muy cuidadosamente todo el conjunto de propiedades

de los materiales que constituyan el subsuelo de la obra de que se


ESCALA

O 5 10 15

s'erra 0e.

{•"■pACHUCA \

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K ILO M E T R O S

8 SIERRA PITOS

TAJO DE

V NOCHISTONGO/

LAGUNA DE

ZUMPANGO

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t C H IC H iN A U T Ilit

♦'\V. POPOCATEPETL

____

SIGNOS

CONVENCIONALES

< 500 m. s.n. V olt»

500 o 1000 m .s .n .V a lí*

1000 o 2 0 0 0 m .» .n.Valle

> 2 0 0 0 m .« .n .V a ll»

P orteaguas G»neral de la Cuenca

Porteaguas de los Subcuencas

Fondo del Valle : 2 2 4 0 m .s .n .m .

Fie. XII-1. Mapa orografico e

HIDROGRAFICO DEL V A L L E DE

M é x i c o i r e f . i )





MECANICA DE SUELOS (II) 527

trate. Como un ejemplo de las consecuencias que pueden derivarse

de la ignorancia de este punto fundamental, Marsal y Mazarí citan

el caso, por cierto muy reiterado, de un edificio cimentado sobre

pilotes de punta calculados con fórmulas dinámicas, de tanto uso

desdichadamente en el pasado. Al ser hincados hasta el rechazo,

los pilotes quedaron apoyados a profundidades muy diferentes, de

acuerdo con la erraticidad con que aparecieron lentes de arena

resistente. Al cabo de muy corto tiempo, la estructura sufrió daños

muy severos emanados del hecho de que los lentes de arena estaban

contenidos en una matriz general arcillosa compresible y, por estar

los lentes a muy diferentes niveles, los espesores de arcilla bajo los

pilotes resultaron también muy distintos, siéndolo, por lo tanto,

sus asentamientos totales.

Además de la anterior zona de transición existe en la Ciudad de

México la Zona del Lago, así llamada por corresponder a los terrenos

que constituyeron al antiguo lago de Texcoco. Un corte estratigráfico

típico en esta zona exhibe los siguientes estratos1:

1) Depósitos areno-arcillosos o limosos o bien rellenos artificiales

de hasta 10 m de espesor.

2 ) Arcillas de origen volcánico, altamente compresibles, con

intercalaciones ae arena en pequeñas capas o en lentes.

3) La primera capa dura, de unos 3 m de espesor, constituida

por materiales arcillo-arenosos o limo-arcillosos muy compactos.

Esta capa suele localizarse a una profundidad del

orden de 33 m.

4) Arcillas volcánicas de características semejantes a las de 2 ),

aunque de estructuración más cerrada. Él espesor de este

manto oscila entre 4 y 14 m.

5) Estratos alternados de arena con grava y limo o arcilla arenosa.

En algunos lugares, a partir de los 65 m, se ha encontrado un

tercer manto arcilloso compresible.

Es claro que en la zona urbanizada pueden encontrarse variaciones

importantes respecto a la anterior secuencia estratigráfica. Una

causa importante de diferente comportamiento mecánico en los suelos

radica en los antiguos monumentos aztecas o coloniales, hoy desaparecidos,

pero que han inducido fuerte preconsolidación en zonas

determinadas: hay lugares en que por estos efectos la capa arcillosa

superior no pasa de 20 m de espesor (Palacio Nacional): otra causa

de diferencias es el bombeo disparejo en intensidad en los distintos

puntos de la ciudad. Con base en estos criterios, la Zona del Lago

ha sido subdividida por Marsal y Mazarí en dos (fig. X II-2 ). La

primera abarca la ciudad antigua y en ella son frecuentes diferen-


CAPITULO XII

N o t a :

L a d e vo ció n 0 , co ­

rre s p o n d e o lo co to

d e l B anco de A lza

COOICO* 2 2 4 4 . 5 »

-120

C O R TE W - E OORW. MONUMENTO A COLON

$i«*a« Covvfc i o ■ a l «»:

k * . H iuv.hii» i» rk w EH36**'*

HUAíera

BBHa. c^l»C0««o»

Fig. XII-3. Dos cortes estrotigráflcos del subsuelo de la Ciudad de Mixteo, por

el Monumento a Colón1


MECANICA DE SUELOS (II) 529

cias por preconsolidación, notorias aun dentro de los límites de un

predio; la segunda, cubriendo aquella parte de la ciudad que no fue

antes cargada con construcciones antiguas hoy inexistentes y que,

por lo tanto, presenta mayor homogeneidad en propiedades mecánicas.

En la fig. X II- 3 se muestra la estratigrafía de la Ciudad

según dos ejes ortogonales que se cruzan en el Monumento a Colón.

Por métodos gravimétricos se ha estudiado en una amplia zona

del Valle de México la topografía de la masa ígnea basal, llegándose

a la conclusión de que ésta está a gran profundidad, en ocasiones

del orden de 1 ,0 0 0 m.

También se dispone hoy de una amplia información del subsuelo

proveniente de la perforación de muchísimos pozos de muestreo y

exploración en todos los rumbos de la Ciudad de México. De ahí

salieron muestras innumerables que han sido probadas en gran número

de laboratorios y que han producido el cúmulo de información

y experiencia con que hoy se va contando. En algunas ocasiones,

para digerir correctamente tanta información de laboratorio se han

realizado estudios estadísticos, de los cuales el más completo en conocimiento

de los autores de estas páginas es el efectuado por los ya

citados Marsal y Mazarí, que sirve de base para los polígonos de

regresión que se presentan más adelante.

X II-2.

Propiedades índice y composición del subsuelo de la Ciudad

de México

Marsal y Mazarí recurrieron al análisis estadístico de los resultados

de las pruebas realizadas en las muestras obtenidas en el subsuelo

de México con el doble objeto, a su propio decir, de presentar

en forma concisa los numerosos datos obtenidos y de describir posibles

relaciones entre las propiedades. Para tal fin trazaron los polígonos

de frecuencia de los contenidos de agua natural, de la relación

de vacíos " in situ” y del peso específico relativo de los sólidos ( fig.

X II-4 ). También, tomando como variable independiente el contenido

de agua, trazaron las curvas de regresión estadística de las otras

dos propiedades citadas.

De un modo análogo se investigaron los límites de plasticidad,

con resultados que aparecen en la fig. XII-5.

Los mismos autores que se vienen comentando realizaron un completo

estudio sobre la composición de las arcillas que constituyen el

subsuelo en el ex-lago de Texcoco; las conclusiones de ese estudio

se citan textualmente a continuación:

"Llaman la atención las conclusiones inciertas y hasta contradictorias

de los estudios realizados. Sin duda la constitución petrográfica

de los materiales ensayados es compleja. Además no existe

3 4 — M ecán ica d e Suelos II


CAPITULO XII

POLIGONOS OE FRECUENCIAS

5 0 0

V o to rm t d lo 5.81

E r r o r « t ó i* 4 o r 1 0 .0 3

D ttorm inoctoneo 9 0 1 5

V o lo r otodk» 2 . 4 4 2

E r r o r ootóodor 1 0 . 0 0 1

Potoroilw ocioooo 11041

2000

.2 200

100

1000

15

ReiocióndeVocíoe

o l

1.5

2 .5

De rwidod de Sólidos

CURVAS DE REGRESION

2 .5

Contanido de Aguo

Natural, w an %

10

•S“

*

'O

U ,

s

2.3

O 2 5 0 5 0 0 5 5 0 O 2 5 0 5 0 0 5 5 0

Contenido de Aguo Noturol, w, en %

DESVIACIONES ESTANDAR

1 .30

-

0 .15

2 *40

0.13

i 0 .5 0

m_

_ "

"

ei

V

0.11

0 . 3 0

0 .0 9

O „ 2 5 0 5 0 0 6 Í 0

Contamdo de Agua Natural, w, an %

£ £

2 3 0 5 0 0 6 5 0

Fig. XI1-4. Curvas estadísticas relativas al contenido de agua, la relación de

vados v al peso especifico relativo en las arcillas del Valle


MECANICA DE SUELOS (II) 531

POLIGONOS DE FRECUENCIAS

Desviación Estándar Limita Liquido, an% Fracuancíos

3 0 0

200

100

Valor modto 236.3%

Error aatándar i 1.4%

Datar minocioM* 6 0 3 6

I

2 5 0 3 0 0 6 50

Limita Líquido, an %

1200

1000

5 0 0

Valor atadlo 75.7 %

Error as fondor £ 0 .3 %

Datarmtaocioiioa 6 176

í

t \

~ 0 100 2 0 0 2 60

Limita Plástico. an%

CURVAS DE REGRESION

Contanido da Aguo Natural, w, an %

DESVIACIONES ESTANDAR

5 0 0

2 5 0

Valor madto 162.0

Error astándor t 1.2

Datorminodonas 7 7 5 0

/*

Vt

k,

P,L ->

MI

Indico do Plasticidad

Fig. XI1-5. Curvos estadísticas relativas a limites de plasticidad1


532 CAPITULO XII

todavía una clasificación general bien definida ni métodos de laboratorio

precisos para lograrla.”

En definitiva parece concluirse del estudio que las partículas

minerales conservan su estructura cristalina, aun las más finas. De

acuerdo con los estudios realizados sobre muestras de arcilla del Valle

de México por Skempton2 el tipo del mineral constitutivo en estos

materiales seria la montmorilonita; sin embargo, la revisión del trabajo

de Marsal y Mazarí no parece confirmar tal conclusión. En efecto,

de diversos tipos de análisis parece poder extraerse la conclusión

de que el grupo mineralógico predominante es el de las ilitas.

XII-3.

Propiedades mecánicas de resistencia y compresibilidad

en las arcillas del Valle de México

Desde luego que el problema principal con el que se enfrenta el

proyectista de estructuras en el Valle de México es, en general, el de

los asentamientos que inducen las sobrecargas y su efecto en la estructura

misma y en las estructuras vecinas; sin embargo, el problema

de la resistencia del subsuelo es también muy digno de consideración,

dado que se refleja de un modo directo en la Capacidad de Carga

que es, claro está, otra cuestión de importancia.

Para tener una información estadística relativa a resistencia en

las arcillas del Valle de México es preciso recurrir otra vez al completo

trabajo realizado por Marsal y Mazarí, que ya se citó más

atrás como ref. 1 . En la fig. XII-6 aparecen polígonos de frecuencias

y curvas de regresión estadística para los valores de la resistencia a la

compresión simple en estado natural (qu) y remoldeado {q Ur ) 4,

en las arcillas del Valle de México se cumple con bastante precisión

la regla de que la resistencia a la compresión simple es el doble del

valor de la cohesión o resistencia “rápida” del material, por lo que

el valor de qu es de suma utilidad en cuestiones de capacidad de

carga.

En la fig. XII-7 aparece una curva de regresión estadística del

ángulo de fricción interna aparente, <j>', obtenido en pruebas rápidasconsolidadas,

contra el contenido de agua natural de las respectivas

muestras.

En la misma ref. 1, Marsal y Mazarí comentan que intentaron

ejecutar pruebas triaxiales lentas y rápidas, pero con dispersiones

de tal magnitud durante el proceso de carga que los datos logrados

son dudosos. También se describen mediciones de presión neutral en

pruebas rápidas-consolidadas.

También realizaron en el estudio que se viene glosando pruebas de

resistencia al corte en el lugar, por medio de una veleta diseñada

de un modo bastante preciso. Estos resultados se compararon con la

resistencia a la compresión simple, q„. obtenida en puntos en un pozo


MECANICA DE SUELOS (II) 533

P O L I G O N O S D E F R E C U E N C I A S

Valor modio 0 .1 0 7

Error «stóndar t 0 .0 0 2

Ottorminacionos 7 6 0

qUr

R esistencia a la com presión sim ple,

q u i en kg /c m >

CURVAS

O E

O.l 0.2 0.3 0.4 0.3

R esistencia a la com presión de m ateriales

rem o ld ead o t'O w en kg/cm *

R E G R E S I O N

Fig. XI1-6. Curvas estadísticas relativas a la compresión simple1

hecho en las inmediaciones del lugar en que se había hincado la

veleta. Sistemáticamente se observó que la resistencia a la compresión

simple era menor que el doble de la resistencia obtenida con la veleta,

de manera que aproximadamente:


534 CAPITULO XII

Contenido de agua natural, w , en %

Fig. XI1-7- Curvas de regresión estadística del ángulo de fricción en prueba

Re, contra el contenido natural de agua1

2 X Resistencia en la veleta.

Es probablemente inútil insistir sobre el hecho ampliamente conocido

de que las arcillas del Valle ¿e México son altamente compresibles,

al grado de que el problema de los asentamientos es el que

principalmente debe preocupar a los ingenieros proyectistas de tímentaciones.

Las arcillas están normalmente consolidadas en general; sin

embargo, el intenso bombeo que últimamente se ha efectuado en los

acuíferos del terreno ha aumentado las cargas de preconsolidación

en los materiales sujetos a dicho fenómeno.

Gracias a mediciones piezométricas en muchos puntos de la zona

urbanizada ha sido posible verificar los valores de las cargas de preconsolidación

calculados en el laboratorio; en efecto, la gráfica de

presión por peso propio con la profundidad puede trazarse y también

Eu ed e conocerse la influencia de la sobrecarga superficial, aplicando

i te o ría d e Boussinesq, por ejemplo. Salvo en casos de alteración de

p ro b e ta s o de capas que sufrieron la acción de un secado, la informa-


M E C A N IC A D E S U E L O S (II)

535

P O L I G O N O S D E F R E C U E N C I A S

300

Valor medio

o.ee

Error estándar 1 0.02

Determinaciones 1725

&

rny

200

3 u

m

loo

t

s -

Coeficiente de compresibilidad,

media en recompresiáo,

o ,m, en cm»/kg

Coeficiente de compresibilidad en

etintervalo de preconsoüdación,

a ,,,.e n cmVkg

i «-

£

o

u

m

e

•2 o 3

C U R V A S O E R E G R E S I O N

* O0

>

• o»

I e

* o

S •

S S

i* |

I !

5

dfc

*

5 o

>

M C

5 '.2

^ V a 1• ,

1

1 3

-J

c

*5

í 1

L

X «•

Y i I

0 V5o w>0 «9

Contenido de agua natural, te, en % Contenido de ogua roturo!, te, en %

I I

Fig. XII-8. Carras da ragrasión y polígonos da fraeuandas dal coaficianfa

da eomprasibUidod1


536 CAPITULO XII

ción de este estudio1 indica que las cargas de preconsolidación coinciden

aproximadamente con las máximas presiones intergranulares

calculadas, tomando en cuenta el efecto del bombeo.

En la ref. 1 se presenta un análisis estadístico muy completo de

las características de compresibilidad de las arcillas del Valle de

México, tal como es posible determinarlas en el laboratorio. De ahí

se ha extraído la información que se presenta en lo que sigue.

Dada la forma de las curvas de compresibilidad en los materiales

del Valle, Marsal y Mazarí distinguen tres coeficientes de compresibilidad;

el primero es el valor medio en el tramo de recompresión

(am ), el segundo es el representativo del intervalo de presiones

que comprende a la carga de preconsolidación y corresponde al tramo

POLItONOS DE FRECUENCIAS

Valor modto 0.449

Error «standar 1 0.009

DottmOnodon**

1 7 tt

n

s a

S £ 100

s

!

i -A

Valor m«dk> 0.04*

Error estándar 10.001

Dtttr mlnocion— 1729

*

-

-

r

0 0.25 0*90 0,79 1*00

Iftdtet d i ©ompf*$WWod poro lo corvo*

* mc'Ofl cmVkf

-

O 0.09 OJO

^ --------- Ifc-MI M*-------- * —. --- -----

• m *,cm l /kg

*

S 0-5*

j!

l

I 1 °'n

4

1

CURVAS DE REGRESION

í

1

a

i

1

© 1

O ISO 500 *50

CootowMo A» OQUO M U W t ■ , » % ■C éoleeldo « e o se o w lw e l e , w .%

Fig. XI1-9. Polígonos de frecuencia y curros de regresión respecto al contenido

de agua para el Indice de compresibilidad1


MECANICA DE SUELOS (II) 537

de fuerte curvatura de la curva de compresibilidad (a**); el tareero

representa al tramo “virgen”, en el que, en la arcilla en estudio, e

varía respecto a p con la ley.

e r - A fr

donde A es una constante y m es el índice de compresibilidad,

definido por dicha ecuación. El valor de m en el proceso de carga

se ha representado por mc. En la fig. X II-8 aparecen polígonos de

frecuencias y curvas de regresión estadística para avm y a»? y en i®

P O L I G O N O S D E F R E C U E N C I A S

valor mtdio l.049*IO**tm,/*o9

Volar «tánO arí ,03l6 «K>-*emV«og

D«t«rminoclon«f 3 < 97

200

Valor «xdk>

0 .0 9 7 « icr,cm,^ o o

Error estándar* .005«K>"*cioV*ee

Dolor mioocioAOS 4 8 9

190

5 o

100'

1 - 1

i *

8 É

§ 5 2

« 7

5 2

I s ,

J? il

! o

o 9 10 19 2 0

Coof¡cianio de consolidación, c v,

*n IO-*cm*/seg

MUESTRAS INALTERADAS

®

C U R V A S

i 8

10

Relación de vacíos, e

D E

<*

I 5

8

-

E

o

o •

*Ó '

S

e o

c

5 0

1

O

m

0 .2 9 0 .9 0 0.7 9 I

Coef ¡cíenle de consolidación, cVr

en IO-»cm*/seg

R E G R E S I O N

I t "t

o l—-

0-----

MUESTRAS REMOLDEAOAS

- i

= -

w

Relación de vacíos, e

Fig. XII-IO. Polígonos da frecuencia y curvas de regresión respecto a la relación

de vacíos del coeficiente de consolidación1


538 CAPITULO XII

fig. XII-9 se da la misma información para mc, a partir del cual

puede calcularse a* en el tercer tramo de la curva de compresibilidad

con la expresión:

me e

av = — = —

P

Una ecuación igual a la anterior puede escribirse para el tramo

de descarga con un valor de m que ahora se representa por m<¡. En

la fig. XII-9 se dan curvas de regresión también para este último

valor.

En la fig. XII-10, tomada de la misma referencia que tanto se

ha comentado, aparecen las curvas de regresión estadística del Coeficiente

de Consolidación (C„) respecto ahora de la relación de

vacíos.

XII-4.

El hundimiento general de la Ciudad de México

Las primeras advertencias serias sobre el hundimiento general del

Valle de México fueron hechas por Roberto Gayol alrededor de

19253, quien se fijó en el hundimiento general y especialmente en el

de la Catedral Metropolitana, durante sus trabajos sobre el sistema

de drenaje de la ciudad de México, de cuyo proyecto fue autor.

Y a el Ing. Gayol atribuyó el fenómeno a "perturbaciones que en el

fondo del Valle de México ha producido el drenaje de las aguas

del subsuelo".

José A. Cuevas fue el continuador de las ideas de Gayol y el

verdadero precursor y primer introductor de la Mecánica de Suelos

en México. El y su discípulo N. Carrillo analizaron la influencia del

bombeo en los pozos de aprovisionamiento de agua de la Ciudad

a la luz de la Teoría de la Consolidación de Terzaghi y compararon

los resultados obtenidos con mediciones locales en diferentes sectores

de la Ciudad: de esa época data la demostración definitiva, realizada

por Carrillo al margen de pequeños errores de detalle por falta de

información completa para respaldar todas sus conclusiones, de que

el abatimiento de los niveles piezométricos profundos causados por el

bombeo de los estratos acuíferos era la causa primordial del abatimiento.4

Posteriormente los nombres de Marsal, Hiriart y Sandoval (ver,

por ejemplo, la ref. 5) están asociados a un gran número de las extensas

investigaciones que se han venido realizando, tanto por parte

de autoridades federales y municipales, como por parte de instituciones

privadas. En épocas algo más modernas, el nombre de L

Zeevaert ha venido a sumarse a los anteriores.

Es un hecho comprobado que los acuíferos existentes en el subsuelo

de la Ciudad de México estuvieron sujetos a presiones arte­


Evidencia del hundimiento de la Ciudad de

México. Lo que aparenta ser un poste es en

realidad el ademe de un pozo antiguo, hincado

en los estratos firmes. Marca un nivel anterior

de la superficie del terreno

MECANICA DE SUELOS (II) 539

sianas, inclusive los relativamente

poco profundos. Hoy,

el bombeo p roducid o con

fines de abastecimiento de

aguas para la zona urbana

ha producido abatimientos de

los niveles piezométricos, en

algunos casos su p erio res a

los 20 m. Este abatimiento

de presión en los aculferos

provoca flujo de agua de los

mantos arcillosos hacia ellos,

con la correspondiente consolidación

de las a rcilla s,

acompañada de pérdida de

volumen.

Si se toma como configuración

inicial la que de la

Ciudad de México presentó

Gayol, correspondiente a los

últimos años del siglo pasado,

el hundimiento general

ha sido del orden 5 m en la

Catedral, de 6 m en la calle

de Tacuba y en la Alameda

Central y de 7 m en la zona

en que confluyen las avenidas

Juárez y Reforma, (ver

fig. X II-2 ). En la actualidad

el hundimiento ocurre como una función lineal del tiempo, pero es

muy variable de unos a otros puntos de la Ciudad, por lo que es difícil

hablar de una cifra representativa del hundimiento anual, que

oscila en tanto como de 5 a 20 cm/año, y aún más. Los estratos

arcillosos que se encuentran a profundidades menores que 50 m

son los principales responsables del fenómeno, particularmente los

comprendidos entre los 20 y los 50 m de profundidad.

A continuación se exponen, con base en la ref. 1, algunos estudios

teóricos del fenómeno del hundimiento, realizados utilizando la

Teoría de la Consolidación de Terzaghi. En primer lugar se estudiará

el caso de un solo manto de arcilla, drenado por sus caras

superior e inferior, sometido a un abatimiento rápido de la presión

del agua constante con el tiempo y suponiendo que el nivel freático

se mantiene a la misma profundidad durante el proceso de consolidación

subsecuente. Ese estrato de arcilla es homogéneo, de espesor


540 CAPITULO XII

Evidencia del hundimiento de la Ciudad de México

H y la pérdida de presión Ap ocurre en el acuífero permeable inferior.

(fig. X II- 1 1 ).

Antes de que se produzca el abatimiento A p en el acuífero, las

presiones estaban como se ve en la parte a) de la figura, lo que

corresponde a la configuración hidrostática de equilibrio. Al producirse

el abatimiento el proceso de consolidación comienza y en la

parte b) de la figura se ve la distribución de presiones en el agua

S u p e rfic ie d el te rre n o

S u p e rfic ie d t

■ u perficiedel te rre n o

A rc illo

.D istrib u ció n

\ d e p resiones .

\ j n t l tiem po,- \D is trib u c ió n

\ d e presiones

^ \p o r o t * ®

Acui'fero

In fe rio r

(a) ( b ) (c)

Fig. XII-1 I. Distribuciones de presión neutral en un estrato de arcilla con

un abatimiento Ap constante en el acuífero que sirve de frontera

inferior. N A F en la frontera superior del estrato arcilloso1


MECANICA DE SUELOS (II) 541

en un instante intermedio t. Al fin del proceso (parte c de la figura),

la distribución vuelve a ser lineal con pendiente igual a:

1 AP

y» (H — A H /)

donde A H/ es el hundimiento final del estrato. Al fin del proceso,

el incremento medio de esfuerzo efectivo en el estrato de arcilla es

A F = ^ = - y w (12-1)

2 2

De acuerdo con la Teoría de Terzaghi (Capítulo X del Volumen

I de esta obra), la presión promedio en el agua, en exceso de la hidrostática,

vale en el manto de arcilla:

n = “ 0 ir2(2n + l ) s T

a = - - (12-2)

n = 0 ít2 ( 2 n + 1 ) 2

Siendo n la serie de los números naturales, e la base de los logaritmos

neperianos y T el factor tiempo.

T = C ' T F

Cv = coeficiente de consolidación.

H = espesor del estrato de arcilla.

Debe notarse que el flujo de agua no ocurre hacia la frontera

superior de la arcilla, por lo que el espesor efectivo de ésta es igual

al total.

Si AH es el hundimiento en el tiempo t, se tiene:

Siendo

s f r = 1 - - 3 r (12-3)

AH/ = rr—— ApH (capítulo III)

1 + e r

av = coeficiente de compresibilidad.

Por lo tanto, la expresión para el hundimiento del estrato de

arcilla en este primer caso analizado será

A„ H AE r . »=® 8

= i —r— av 1 — T -r~— r ~rTT~? e 4

1+ c 2 L f: 0 (2n + l) *

T

(12-4)


542 CAPITULO XII

La expresión 12-4 sólo toma en cuenta las deformaciones del

suelo causadas por consolidación primaria; en el Valle de México

la consolidación secundaria es de escasa significación cuando se

opera en el tramo virgen; así pues hay razón para pensar que en las

arcillas de México la consolidación secundaria no invalidará el uso

de ecuaciones como la 12-4 que la ignoran.

Marsal y Mazarí,1 analizan también el caso de un estrato de arcilla

con el nivel freático constante en elevación, en el que ocurre un abatimiento

Ap no constante en los estratos permeables subyacentes y tal

que la velocidad de asentamiento en la superficie es constante, lo que

concuerda con mediciones efectuadas en la ciudad de México.

Si el nivel freático se mantiene fijo con respecto a la superficie

del terreno durante el proceso de consolidación, se cumple la condición

especificada en la fig. XII-1 l.c y el incremento medio de esfuerzo

efectivo en la arcilla será

Si se llama r a la velocidad de asentamiento, constante, se tiene

por otra parte

AH = rt = r - 5 - T (12-5)

En la expresión anterior, que se justifica dentro de la Teoría de

Terzaghi, las letras tienen los siguientes significados

AHf = asentamiento final, al cabo del proceso de consolidación.

AH —asentamiento en el tiempo t.

u — presión en el agua en exceso de la hidrostática que existe

como promedio en el estrato arcilloso.

Combinando las ecs. 12-5 y 12-6 se tiene:

u = A ^ - .HS 1. t p l T (12-7)

Ct>

Supóngase ahora que las presiones ywh se abaten en el estrato

permeable inferior siguiendo una ley con el tiempo según la cual la

presión disminuye en incrementos constantes iguales a:


MECANICA DE SUELOS (II) 543

Y» d k - A A-r T

2 d-1

aplicados sucesivamente en los instantes x. Puede entonces demostrarse

que las caídas de presión medias en la formación arcillosa, inducidas

por cada uno de aquellos incrementos son de la forma

- Y * v t \a V _ _ L _ P ( t _ \ (12-8)

H i - — (T)A-t Z oWt ( 2 „ + 1)2 e Vr

Si yu>h(0) es la depresión existente en el momento inicial, el

exceso sobre la presión hidrostática u(7) promedio en el manto

compresible resulta1

u(7) = - f - M 0) u0(7) + Jfe-jV(T) dx; 7 > 0

En la expresión anterior:

(12-9)

Ua = y 8 e - ^ r (1M 0)

° ¿ * 2( 2 n+l)s

Teniendo presentes las expresiones 12-1 y 12-7, la fórmula 12-9

puede transformarse en la ecuación integral:

fltT)—2HÍÍ "*■ e —- 7 = f t ( 0 ) t i o ( 7 ) + ( V ( t ) o 0 ( 7 — t )

3 P 0

v v (12-11)

Cuya solución puede encontrarse mediante el uso de la transformación

de ¿aplace, limitando el número de términos a considerar en

la serie de la expresión 12-10; en general, para 7 ^ 0.1 es aceptable

operar con los dos primeros términos de la serie. Así, se tiene.

* = ! [ . - * + $ r ? \ |

En la ref 1, Marsal y Mazarí obtienen para el caso en que 7 sea

relativamente grande ( 7 > 0.1) el siguiente valor para la solución

de la ecuación integral 1 2 - 1 1 :

h (T ) = + ^ r- [ — 0.408 e - 10 05r — 0.256 e - 54-88r +

' a„ C„ y»

+ 1.99 7 + 0.664] (12-13)


544 CAPITULO XII

Ley que da la variación de las cargas piezométricas con relación

al tiempo para las condiciones particulares del problema propuesto.

Otro de los casos que Marsal y Mazarí1 estudian teóricamente

para acercarse al problema

del hundimiento del

Valle de México, causado

por el abatimiento de presiones

en los acuíferos a

resultas del bombeo que se

efectúa, es el que se detalla

a continuación mostrando

condiciones estratigráficas

muy parecidas a

las que prevalecen en la

zona urbana de la Ciudad

de México.

Ahora se consideran dos

estratos de arcilla de espesor

Hi y H 2, entre los

que existe un acuífero

Fig. XII-12. C o n s o lid a c ió n s im u ltá n e a d e dos

capas de a rc illa separadas p o r un

a c u ífe ro . N iv e l fre á tic o a p ro fu n ­

d id a d constante

en el que se produce un

abatimiento de presión en

el agua Api. Además existe

el abatimiento Ap2 en la

frontera inferior del sistema, que es otro acuífero profundo. Se considera

al nivel freático en posición constante (fig. XII-12).

Se admitirá también que se cumple la relación:

Api _ £i_

Ap2 Z2

(12-14)

Los incrementos finales de esfuerzos efectivos en ambos estratos

serán:

A f f i = l ^ = £ £ ii/ Z 2

2 2 2 2

. - Jw hi

Aff2 = -*-=—

(12-15)

(12-16)

En las expresiones anteriores Ai y h 2 son los abatimientos en los

niveles piezométricos correspondientes a Api y Ap2 respectivamente,

según la relación.

A p = ~fu>h


MECANICA DE SUELOS (II) 545

En la consolidación, los incrementos medios de jos escuerzos efectivos

están dados por las dijerencias Affi — Ui y Aor2 — a2 en los dos

estratos de arcillas, siendo ux y u2 las presiones promedio en exceso

de la hidrostática. Teniendo esto en cuenta, los asentamientos en

cada uno de los estratos son:

AH í = -r— — Hi(Affi — Ui) (12-17)

1 + ei

AH2 = - ± ^ — H 2 ( A í ,- í ,) (12-18)

1 + e2

Donde a», y , son los respectivos coeficientes de compresibilidad

de los dos estratos y ej y e2 las relaciones de vacíos iniciales

de los mismos.

Si R es la relación entre la suma de los enjutamientos parciales

en ambos estratos compresibles y el asentamiento total observado,

AH, podrá escribirse:

R ■AH - - H 1 (Affi — uj) +

1 + ei

+ Aff2 - Ü 2) (12-19)

1 + e2

Siendo el hundimiento una función del tiempo, que ocurre con una

rapidez r, debe cumplirse que

R . AH = r t - l ^ (12-20)

donde E es el módulo de deformación volumétrica de los depósitos

de material permeable situados en la frontera inferior del sistema,

pues el dren intermedio se considera incompresible.

Los factores tiempo en ambos estratos resultan:

_ C„

r 4 = ^ ( (12-21)

Cv, y Cv, son los respectivos coeficientes de consolidación de

los dos estratos de arcilla.

36— M ecánica de Suelos II


546 CAPITULO XII

Igualando las expresiones 12-19 y 1 2 - 2 0 , tras substituir en ellas

los valores de Aoi y Acr2 dados por las expresiones 12-15 y 12-16,

se tiene:

+

+ y ez \ j r hi W ~ “2 M

Lo cual puede aún escribirse como:

- r t —

y,oh¡¡ (t )

( 12-2 2 )

H x 1 -f e2 a», f z o - 1 2 -

T J ¡ T T éT *’ 1,1 - S - (,,J + (,) ('> =

_ 2(1 + e2) t 2 ( 1 + e2)

dV2H 2 y i <? a,?2 M2E h2 (t) (12-23)

Los excesos medios de presión arriba de la hidrostática están

dados por las siguientes ecuaciones integrales:

~ Ttf Zi

“i — —

2 z2

M O ) Ui(0)(f) + j h'i ( t ) n1(0)(t — t ) ¿ t J

(12-24)

En las que:

h2(0 ) a 2(0)(f ) + f /i s ( t ) u2(0) ( í - t) ¿ t

“2 = T J n

8

“ 1 (0 ) — ^

nt * 2(2 n + l ) s

3-=(2» + l)sCi

■e " 775-

iLt

(12-25)

7T! ( 2 » + 1 ) 2C

8

“ 2(0) — ^

e~ 775

£ * ■ ( 2 n + 1) =

Al reemplazar las dos expresiones de arriba en la 12-23 se obtiene

la ecuación integral que sigue, cuya solución puede lograrse

haciendo uso de la Transformación de Laplace.


MECANICA DE SUELOS (II) 547

Hi 1 + et aVi Z i 2(1 + c2)

1 + e 2 z 2 a,, H¿E

h2 (í)

^ í i _ ± _ f i L r t — — [* h'2 ( t ) U n o)(t ■— t ) < ¿ t +

3^2 2 ^2 0

+ | h\ ( t ) tt2W(t— t )¿t; í > 0 (12-26)

En la ref. 1. que ha servido como guía fundamental en la presentación

de todo este capítulo, Marsal y Mazari presentan la solución

de la ec. 12-26, en la cual inclusive se vierten valores típicos de

las propiedades mecánicas de las arcillas del Valle de México, para

llegar así a una expresión final de valor local. Esta solución es la

función h2(t) o sea la ley con que deben variar las depresiones en

los estratos permeables inferiores para que el hundimiento de la superficie

del terreno ocurra a velocidad uniforme, como resultado del

cambio de espesor de las dos capas arcillosas y de la compresión de

los depósitos granulares gruesos del subsuelo. La solución mencionada

se escribe a continuación:

, ,.x _ 2<1 + e ’>

2Í )~ a„2H 2j w [-

2.072 e- 0 0125 * — 0.022 e-° 0994 * —

— 0.002 e- ° - 272 i — 0.324 e-°-366f — 0.009 e- ° - 539 í —

—0 .0 1 1 e- 2 2274 + 0.185 t + 2.440 J (12-27)

En la ref. 1 se presentan aún otras muchas posibilidades y combinaciones

circunstanciales en que puede plantearse teóricamente el

problema del hundimiento con base en la Teoría de la Consolidación

Unidimensional con flujo vertical de Terzaghi; la razón de tanta

variedad de estudios está en el propio Valle de México, que presenta

formaciones variadas, con uno, dos y aún tres estratos compresibles.

Uno de los aspectos notables revelados por estos estudios es el

destacar la influencia que tiene la compresión de los mantos profundos,

permeables, en la etapa inicial del enjutamiento; los desarrollos

analíticos sirven también para destacar la influencia de los drenes

en la evolución de los hundimientos con el tiempo.


548 CAPITULO XII

En la ref. 1, Marsal y Mazan comparan las diferentes soluciones

teóricas con los datos observados en diferentes puntos de la Ciudad

de México. En general, se señalan discrepancias de importancia, tanto

en las profecías que pueden establecerse sobre la evaluación de

niveles piezométricos, como de los valores del asentamiento con el

tiempo. Sin embargo, tras un estudio comparativo completo, con los

datos hoy disponibles, los autores citados concluyen que “la verificación

de la Teoría (de Terzaghi) es satisfactoria’ , teniendo en cuenta

la erraticidad de las propiedades mecánicas, las alteraciones del

muestreo, los cambios estratigráficos, las condiciones causadas por

la explotación del agua y las construcciones.

XH.5

Comportamiento de cimentaciones. Aplicabilidad de las

distintas teorías disponibles

En la ref. 6, Marsal y Mazarí presentan un estudio bastante completo

sobre el comportamiento de los diferentes tipos de cimentaciones

que se han usado en la Ciudad de México. Al fin de la citada referencia

se incluye un resumen, que servirá como material básico de la

información que aquí se presenta en los párrafos siguientes.

A. Capacidad de carga en zapatas

Las fórmulas de Terzaghi para determinar la capacidad de carga

en zapatas se han aplicado satisfactoriamente en el caso de la Ciudad

de México; en los terrenos arenosos de la zona de las Lomas se ha

usado un factor de seguridad hasta de 6 , pero sobre todo para limitar

los asentamientos diferenciales. En las zonas de Transición y del

Lago se ha trabajado con factores de seguridad comprendidos entre

3 y 6 ; en este caso, los asentamientos se han controlado con excavaciones

que produzcan compensación parcial, pues en caso contrario

y aún en casas de uno y dos pisos, alcanzan valores tan altos que

hacen peligrar la estabilidad de las construcciones más someras.

Por otra parte, la hipótesis de distribución uniforme de las presiones

bajo las zapatas parece razonable, de acuerdo con las mediciones

efectuadas.

B. Expansiones por descarga

En un principio se juzgó que el proceso de la expansión del fondo

de una excavación era idéntico al de consolidación aunque ocurriese,

por así decirlo, en sentido contrario. El agrietamiento del fondo y el

de los taludes de la excavación, así como los asentamientos observados

en edificios totalmente compensados demostraron, sin embargo,

que existían diferencias de importancia entre ambos procesos, razón


por la que resultó necesario realizar medidas y estudios específicos

para el proceso de expansión.®

La expansión inicial es extraordinariamente importante, dependiendo

de la distancia del punto considerado a los bordes de la excavación

y de la planta de ésta; en excavaciones de 60 X 18 m, por 6 m

de profundidad, se han medido expansiones iniciales rápidas al

centro del área de 55 cm y de 20 cm cerca de los taludes, lo que

llegó a corresponder a un 60% de la expansión total. Una vez

terminada la excavación y ocurrida la expansión inicial, la evolución

del fenómeno es similar a una curva de consolidación.

Uno de los factorfes importantes en la magnitud de la expansión lo

son las fuerzas de filtración que se establecen cuando comienza el flujo

hacia el fondo de las excavaciones. En la Ciudad de México se han

medido gradientes'de 2 , lo que corresponde a fuerzas de volumen

de 2 ton/ms (ver Volumen III de esta obra), de magnitud suficiente

para producir el agrietamiento observado en el fondo de las

excavaciones; la expansión diferencial en la zona próxima a los taludes

produce el agrietamiento de éstos, generalmente en una línea paralela

a la corona y ubicada a la mitad de la altura.

Para reducir a un mínimo los efectos de la descarga, se han usado

en la Ciudad de México varios procedimientos:

1. Construcción de las cimentaciones con excavación parcial en

el área, formando zanjas y celdas de superficie reducida.

2. Bombeo bajo el fondo de la excavación, (ver Volumen III

de esta obra).

3. Aplicación de electrósmosis, (ver Volumen III de esta obra).

El primer método ha dado buenos resultados en excavaciones de

menos de 7 m de profundidad y con menos de 300 m3 de volumen.

Los métodos segundo y tercero han comprobado su éxito una y otra

vez, en especial el último, que se ha aplicado numerosas veces consiguiendo

su objetivo y sin ningún percance serio. En cuanto a la

estabilidad del mismo fondo de la excavación, los métodos propuestos

en este volumen para analizar este tipo de fallas han demostrado

ser razonables en la Ciudad de México.

C. Ademes

MECANICA DE SUELOS (II) 549

Se han calculado en el subsuelo del Valle de México sobre todo

con base en los criterios empíricos de Terzaghi (ver Capítulo IV)

correspondientes a suelos arenosos y cohesivos. Los resultados han

sido buenos, siempre y cuando el ademado esté cuidadosamente

acuñado y bien construido y conservado. La construcción del Ferrocarril

Metropolitano en la Ciudad de México, que comienza en

1967, aportará datos de gran interés a este respecto.


550 CAPITULO XII

D . Fallas en taludes

El problema de la estabilidad de los taludes de las excavaciones

realizadas en las arcillas de la Ciudad de México es sumamente

complejo, pues a las dificultades naturales del tema se unen otras

especiales de la zona. En primer lugar suele aparecer en la mitad

del talud la grieta longitudinal de que ya se ha hablado. En seguida

suele agrietarse también fuertemente la corona del talud, lo que indu~

ce concentraciones de esfuerzos hacia el pie, donde probablemente

hay estratos arcillosos blandos, causa de falla progresiva. También

es frecuente que los frentes arcillosos estén naturalmente fisurados

o que la resistencia se reduzca notablemente con el tiempo por los

cambios de contenido de agua propiciados por la descarga de la

excavación. Como consecuencia de todo lo anterior las fallas de taludes

han sido comunes y molestas (frecuentemente afectan calles, ductos,

etc.) y cada día se ve más recomendable el usar un criterio

conservador en la adopción de las inclinaciones de proyecto. Parece

que la superficie de falla ha sido frecuentemente asimilable a la forma

cilindrica, por lo que el método sueco es recomendable, si bien con

factor de seguridad de 3 en los casos en que el talud haya de persistir

por largo tiempo o de 2 en taludes temporales.

E . Asentamientos

La predicción de asentamientos en las zonas de baja compresibilidad

de la Ciudad de México (zonas de Lomas, Pedregal, etc.) no

es fácil, pues el problema de cálculo de asentamientos en depósitos de

arena más o menos suelta no está resuelto, como se indicó en el Volumen

I de esta obra (Capítulo X ) . En la zona del Lago, los asentamientos

pueden predecirse con bastante buena aproximación, siempre

y cuando se disponga de buena información sobre las propiedades

del subsuelo. La aplicación de la Teoría de Boussinesq se considera

aceptable y la Teoría de la Compresibilidad de Terzaghi es el arma

que se ha usado casi universalmente para los fines de que se habla.

La predicción de la evolución de los asentamientos con el tiempo

es mucho más difícil e insegura, pues por un lado se duda que las

pruebas de consolidación den un coeficiente de consolidación apropiado

a la realidad y, por otra parte, por la existencia de pequeñísimas

capas y lentes de arena cuya intercomunicación no se conoce y cuyo

efecto como drenes no se puede, por lo tanto, estimar apropiadamente.

En general ha dado muy malos resultados siempre el permitir que

se desarrollen en las estructuras los grandes asentamientos que pueden

llegar a presentarse en la arcilla del Valle de México, si no se

toman precauciones específicas contra ellos; un límite de asentamiento

que se ha estimado razonable es el de 15 cm en total, diseñando las

cimentaciones de modo que este valor no se sobrepase.


F. Pilotes

MECANICA DE SUELOS (II) 551

El hundimiento general provoca fenómenos de fricción negativa

en las cimentaciones piloteadas; al respecto se va poseyendo bastante

información inferida de las ya numerosas pruebas de extracción de

pilotes llevadas a cabo. La carga necesaria para remover el pilote

aumenta con el tiempo, pasando por un máximo a las 300 h de hincado;

a partir de ese momento disminuye ligeramente; en cambio la

resistencia a la compresión simple de los materiales alrededor de los

pilotes crece monótonamente con el tiempo, tendiendo a un valor

límite. En el valor de la resistencia a la extracción influyen fundamentalmente

la velocidad de desplazamiento del pilote durante la

prueba, el material de que está constituido el mismo y la forma como

se realice el hincado. En la Ciudad de México, si el hundimiento

ocurre al ritmo actual y con pilotes de concreto hincados al golpe,

la fricción lateral está comprendida entre 1.0 y 1.5 ton/m2 siendo

muy poco probables los valores mayores.

Al clavar pilotes en la zona del Lago, la resistencia a la penetración

es pequeña en los primeros 10 m y se incrementa lentamente con la

profundidad hasta alcanzar la primera capa dura. Este manto es de

mucha mayor resistencia y en él pueden apoyarse pilotes que trabajen

por punta. Cuando el espaciamiento entre los pilotes es menor que 2

m y el número de éstos no es muy pequeño, el terreno en el que se

efectúa el hincado se levanta, abarcando este fenómeno zonas que

quedan fuera del área piloteada. Comprobaciones teóricas y experimentales

parecen indicar que cuando los pilotes están espaciados

a menos de 1.0 m, la arcilla entre ellos debe alcanzar un comportamiento

plástico, tras pasar por un estado de falla. En general,

cabe distinguir tres zonas alrededor de un pilote: a) la parte adyacente,

de material alterado por completo; b) la región en que los

esfuerzos de hincado producen un estado de falla y la arcilla trabaja

plásticamente y c) la zona exterior en estado elástico. En la zona

de alteración se tienen resistencias a la compresión simple superiores

a la obtenida para especímenes remoldeados en el laboratorio; en la

región plástica, la resistencia es mayor, del orden de la mitad

de la del suelo inalterado.

Las pruebas de carga efectuadas en la zona del Lago1 parecen

indicar que la Teoría de Meyerhof da resultados de relativa consistencia,

que permiten fijar un criterio de capacidad de carga adecuado

en los pilotes de punta hincados al golpe; esta conclusión parece

confirmarse para la zona de transición. El uso de criterios de rechazo

y de fórmulas dinámicas ha sido causa de graves problemas en las

cimentaciones de la Ciudad de México, produciendo asentamientos

diferenciales excesivos con mucha frecuencia y capacidades de carga

de proyecto muy desviadas de la realidad.


552 CAPITULO XII

R EFER EN CIAS

1. Marsal, R. J. y Mazarí, M. — E l Subsuelo de la Ciudad de México. ■— Partes

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2. Skempton. A. V7. -— The Colloidal Activiiy of Clays. ■— Proc. del 3er. Congreso

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3. Gayol, R. — Breves apuntes relativos a las obras de saneamiento y desagüe

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urgencia. Revista Mexicana de Ingeniería y Arquitectura. — Vol. VIII. —

1929.

4. Carrillo, N. — Influence of Aríesian Wells in the Sinking of México City. —

Memorias del 2* Congreso Internacional de Mecánica de Suelos y Cimentaciones.

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5. Marsal, R. J., Sandoval, R. e Hiriart, F. — Hundimiento de la Ciudad de

México. -— Observaciones y estudios analíticos. •— Ediciones IC A ..— Serie

B — N* 3 .— 1952.

6. Marsal, R. J. y Mazarí, M ..— El Subsuelo de la Ciudad de México. — Parte

C: Comportamiento de las Cimentaciones. — Publicación del Instituto de Ingeniería,

Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de

México. — 1959.

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Medíanles Purposes. ■— ASTM. — Special Technical Publication N* 232. —

1957.



INDICE



INDICE

P r ó l o g o d e l o s a u t o r e s ..................................................................................................ix

P r ó l o g o . . .

Capítulo I .

Capítulo I I.

A c c ió n d e l a h e l a d a e n l o s s u e l o s

I-l. Introducción........................................................................... 1

1-2. Efectos de la helada.............................................................. 3

1-3. Clasificación de suelos de acuerdo con su susceptibilidad a la

h e la d a ...................................................................................... 5

1-4. Indice de congelación.................................................................. 6

D is t r ib u c ió n d e e s f u e r z o s e n l a m a s a d e l

s u e l o

II-l. Introducción.......................................................................... 9

II-2. El problema de Boussinesq .......................................... 10

II-3. Extensión de la fórmula de Boussinesq a otras condiciones

de carga comunes ............................................12

II-4. Algunas otras condiciones de carga con interés práctico . . 17

II-5. La carta de N ew m ark..........................................................28

II-6. Estudios sobre sisteméis no homogéneos........................... 31

Anexo Il-a. El problema de Boussinesq................................................... 36

Anexo II-b. Valores de influencia para el caso de carga concentrada . 43

Anexo II-c. Gráfica de Padum para influencia de carga lineal . . . 44

Anexo Il-d. Area rectangular uniformemente c a r g a d a ........................... 44

Anexo Il-e. Valores de influencia para el área circular uniformemente

ca rg a d a ........................................................................................ 45

Anexo Il-f. Carta de N ew m ark............................................................... 47

Capítulo I I I .

A n á l is is d e a s e n t a m ie n t o s

III-l. Introducción......................................................................................49

III-2.

III-3.

Asentamiento en suelos plásticos compresibles . . . .

Método empírico para el trazado de la curva de com- '

49

presibilidad....................................... 51

III-4. Asentamientos en suelos arenosos finos y limosos, sueltos 52

1II-5. Cálculo de asentamientos por métodos elásticos . . . 53

III-6. Cálculo de expansiones..............................................................54

Anexo Ill-a. Métodos elásticos para el cálculo de asentamientos . 60

III-a.l Asentamiento elástico bajo una carga concentrada

III-a.2 Asentamientos elásticos bajo cargas distribuidas .

. .

. .

60

61

Capítulo I V .

P r e s ió n d e t ie r r a s s o b r e e l e m e n t o s d e

SOPORTE

Página

IV-1. Introducción.................................................................................. 65

557


558 INDICE

IV-2.

IV-3.

IV-4.

IV-5.

IV-6.

IV-7.

IV-8.

IV-9.

IV-10.

IV-11.

IV-12.

IV-13.

IV-14.

IV-15.

IV-16.

IV-17.

Anexo IV-a.

Anexo IV-b.

Anexo IV-c.

Anexo IV-d.

Anexo IV-e.

IV-e.l

IV-e.2

IV-e.3

Anexo IV-f.

IV-f.l

IV-f.2

IV-f.3

Anexo IV-g.

Anexo IV-h.

Anexo IV-i.

Anexo IV-j.

IV-j.l

IV-j.2

IV-j.3

IV-j.4

IV-j.5

IV-j.6

IV-j.7

Anexo IV-k.

IV-k.l

Fuerzas que intervienen en el cálculo de un muro de

re te n c ió n ...................................................................................

Estados "plásticos" de equilibrio. Teoría de Rankine en

s u e lo s .........................................................................................

Fórmulas para los empujes en suelos friccionantes. Hipótesis

para su ap licación ..............................................................

Teoría de Rankine en suelos "cohesivos” .........................

Teoría de Rankine en suelos con "cohesión” y “fricción”

Influencia de la rugosidad del muro en la forma de las

líneas de flu e n c ia .....................................................................

Teoría de Coulomb en suelos "friccionantes" . . .

Métodos gráficos para_ la aplicación de la Teoría de

Coulomb en rellenos "friccionantes"...............................

La Teoría de Coulomb en suelos con "cohesión” y "fricción”

..........................................................................................

Página

93

El método del Círculo de F r ic c ió n .............................................95

Método de la espiral logarítm ica............................................ 97

Método semiempirico de Terzaghi para el cálculo del

empuje contra un muro de re ten ció n .....................................100

Arqueo de s u e lo s ..........................................................................105

A d e m es ' . . . . . . . 106

Ademado en tú n e le s ....................................................................109

Tablestacas a n cla d a s....................................................................113

Estados de equilibrio “plástico" en masas de arena de

superficie inclinada. Teoría de R a n k in e .........................

Empujes contra muros de respaldo no vertical .

Extensión de la Teoría de Rankine en suelos con "cohe-

68

71

74

78

82

85

85

89

115

118

y "fricción”

120

Influencia de la rugosidad del muro en la forma de las

líneas de fluencia. Suelos "friccionantes” ......................... 123

Deducción de la fórmula de Coulomb para presión

de tierra en suelos friccionantes. Construcción de Rebhann-

Poncelet ............................................................................... 125

Construcción de Rebhann-Poncelet................................ 125

Demostración de la Construcción de Rebhann-Poncelet 127

Deducción de la fórmula de Coulomb . . . . . 130

Teoría de Coulomb en suelos friccionantes aplicada

algunos casos especiales de interés práctico

132

Análisis de sobrecarg as.................................................. 132

Relleno estratificado........................................................ 133

Muro de respaldo q u ebrad o............................................ 133

Construcción gráfica de E n g e sse r............................... 134

Arqueo en suelos ..................................... 135

Métodos teóricos para eheálculo de empujes sobre ademes

Método de la espiral logarítm ica............................... 141

Ademado en tú n e le s ........................................................ 143

Carga de r o c a .................................................................... 143

Túneles en roca sana e in ta cta ...................................... 144

Túneles en roca e s tra tific a d a ..................................... 145

Túneles en roca f¡surada ............................................ 147

Túneles en roca t r it u r a d a ............................................ 147

Túneles en roca frag m e n tad a..................................... 150

Túneles en roca alterada y en a r c il la ......................... 153

Tablestacas a n cla d a s.............................................................. 157

Efecto de los movimientos de la tablestaca en la presión

de t i e r r a ...........................................................................................157


Capítulo V .

INDICE 559

Página

IV-k.2 Efecto de las presiones de agua no balanceadas . . . 159

IV-k.3 Efecto de so b reca rg a s............................................................. 160

IV-k.4 Distribución de la presión de tie r r a s ...................................163

IV-k.5 Influencia de la rigidez a la flexión en el momento

flexionante................................................................................ 166

IV-k.6 Fuerza de a n c la je .................................................................... 168

IV-k.7 Diseño de tablestacas a n c l a d a s ..................................... 168

IV-k.8 Requisitos de seguridad........................................................173

E stabilidad de ta lu d es

V-l. Generalidades . . 177

V-2. Tipos y causas de falla más com u n es.................................... 179

V-3. Taludes en a r e n a s ......................................................................... 184

V-4. El método s u e c o ..........................................................................184

V-5. Grietas de te n s ió n ......................................................................... 195

V-6. Fallas por traslació n ................................................................... 196

V-7. Otros métodos de a n á lis is ............................................................. 198

V-8. Fallas por licu ació n ....................................................................198

V-9. Algunos métodos para mejorar la estabilidad de taludes 199

Anexo V-a. Consideraciones respecto al análisis de taludes en material

"cohesivo” homogéneo en el cuerpo del talud y en el

terreno de cim entación.............................................................209

V-a.l Talud "cohesivo” y terreno de cimentación homogéneo con

él y sem iin fin ito ................................................................... 209

V-a.2 Talud “cohesivo" con terreno de cimentación homogéneo

con él y limitado por un estrato horizontal resistente . . 214

Anexo V-b. Consideraciones respecto al análisis de taludes homogéneos

en materiales con cohesión y fric c ió n ....................................217

Anexo V-c. Otros métodos de análisis de ta lu d e s ....................................223

V-c.l Método de la espiral logarítm ica.................................................223

V-c.2 Estudios basados en las ecuaciones de Kotter . . . . 226

C apítulo V I.

C apítulo V II.

I n troducción a l pr o b l e m a de la capacidad

DE CARGA EN SUELOS

VI-1. Generalidades.........................................................................229

VI-2. Metodología de la Teoría de la E lasticid ad ....................231

VI-3. Análisis basados en la Teoría de la Plasticidad . . 223

VI-4. Algunos conceptos fundamentales en la Teoría de la Plasticidad

de aplicación a s u e lo s ............................................ 236

V II-l.

VII-2.

T eorías d e capacidad d e carga en s u e l o s

Introducción........................................................................243

Una aplicación simple del Análisis Límite al problema de

la Capacidad de Carga en suelos puramente "cohesivos” 243

V I1-3. La solución de P ra n d tl.................................................... 246

VII-4. La solución de H i l l .......................................................... 248

VII-5. La teoría de T e rz a g h i.................................................... 248

VII-6. Aplicación de la Teoría de Terzaghi a suelos puramente

co h esiv o s............................................................................ 255

VII-7. La Teoría de Sk em p ton..............................................256

VII-8. La teoría de M e y e rh o f.................................................... 257

VII-9. Resumen de recomendaciones........................................267

V IL 10. Cimentaciones con carga excéntrica e inclinada . . . 268


Página

Anexo VII-a. Solución elástica del estado de esfuerzos bajo una banda

de longitud in fin ita .................................................................. 268

Anexo VlI-b. La teoría de T e rz a g h i....................................................269

Anexo VII-c. La Teoría de Meyerhof para cimientos muy largos 276

VII-c.l Obtención de los valores de N c y N , ............................277

VII-c.2 Obtención del valor Ny ....................................................280

Anexo VlI-d. Cimentaciones superficiales sujetas a cargas excéntricas

o in clin ad as................................................................................282

Capítulo VIII.

C im e n t a c io n e s p o c o p r o f u n d a s

V III-l. Introducción.......................................................................285

VIII-2.

VIII-3.

Clasificación de las cimentaciones poco profundas

Factores que determinan el tipo de cimentación .

.

.

.

. 287

VIII-4. Consideraciones generales sobre el contacto suelo-estructura

................................................................................................289

VIII-5. Cimentaciones en arenas y g r a v a s ........................... 291

VIII-6. Cimentaciones en arcillas hom ogéneas.....................295

VIII-7. Cimentaciones en arcillas fisu rad as........................... 299

VIII-8. Cimentaciones en limos y l o e s s ................................. 300

VIII-9. Cimentaciones en suelos estratificados.....................302

VIII-10. Capacidad de carga admisible. Factor de seguridad . . 304

VIII-11. Cimentaciones com p ensad as........................................306

VIII 12. Cimentaciones en r o c a .................................... 307

VIII-13. Cimentaciones en ta lu d e s............................................. 308

VIII-14. S o ca v a ció n .........................................................................310

VIII-15. Falla de fondo en excavaciones de arcilla . . .. 311

Anexo VlII-a. Consideraciones adicionales sobre el contacto sueloestructura

.....................................................................................313

Anexo VlII-b. Pruebas de carga en arcilla fisu ra d a ............................315

Anexo VIII-c. Cimentaciones compensadas.............................................319

Anexo VlII-d. Cimentaciones en ta lu d e s..............................

Anexo VHI-e. Socavación en pilas de p u en tes..................................323

320

C apítulo IX.

C im e n t a c io n e s p r o f u n d a s

IX -1. Introducción...................................................................................329

IX-2.

IX-3.

Tipos de cimentaciones profundas.........................................329

Generalidades sobre p ilo te s ..................................................... 330

IX-4.

IX-5.

Capacidad de carga en pilotes. Fórmulas dinámicas . . 332

Pruebas de cargas en p ilo te s .....................................................336

IX-6. Pilotes de punta hincados al g o l p e .........................................338

IX-7.

IX-8.

Pilotes de fricción hincados al g o lp e .........................................342

Pilotes colados en el lu g a r ..................................................... 346

IX-9. Pilotes com puestos....................................................................... 346

IX -10. Otros tipos de pilotes de co n c re to .........................................347

IX-1I. Pilotes de acero ........................................................................ 347

IX-12. Fricción negativa. Pilotes de c o n tr o l...................................348

IX-13. Grupos de p ilo te s .......................................................................354

IX-14. Deterioro y protección de p ilo te s .........................................359

IX-15. Pilas, cilindros de cimentación y c a jo n e s ............................ 361

Anexo IX-a. Fórmulas dinámicas para la capacidad de carga de pilotes

hincados al g o lp e .........................................................................361

Anexo IX-b. Pruebas de carga en p ilo te s .....................................................368

Anexo IX-c. Algunos tipos comunes de pilotes precolados apropiados

para hinca al golpe ................................................372


INDICE 561

Anexo IX-d. Tipos de pilotes colados en el l u g a r .........................

Anexo IX-e. Pilotes hincados a presión o preexcavados . .

Añexo IX-f. Pilas, cilindros de cimentación y cajones . . .

Capítulo X .

P r in c ip io s p a r a e l d is e ñ o d e p a v i m e n t o s e n

c a m in o s y a e r o p is t a s

Página

. 374

. 379

. 384

X -l. Generalidades y definiciones....................................................... 389

X-2. Funciones de las distintas capas de un pavimento . . . 392

X-3. Factores que afectan el diseño de los pavimentos . . . 393

X-4. Análisis de la resistencia en los pavimentos . . . . 398

X-5. Pruebas especiales en la tecnología de pavimentos . . 402

X-6. Métodos de diseño para pavimentos flexibles . . . . 410

X-7. Métodos de diseño en pavimentos r íg id o s .................................427

X-8. Rueda de diseño. Criterios de carga equivalente . . .431

Anexo X-a. Prueba del C.B.R................................................................................436

X-a.l G eneralidades............................................................................... 436

X-a.2 E q u ip o ............................................................................................436

X-a.3 Preparación de probetas remoldeadas.................................... 437

X-a.4 Prueba de p en etració n .............................................................439

X-a.5 Datos y resultados de p r u e b a ........................................... 441

X-a.6 Procedimiento de preparación de muestras remoldeadas 441

X-a.7 Procedimiento para preparación de muestras inalteradas 442

X-a.8 Prueba de c a m p o .............................. • • ■ • • • 443

Anexo X-b. Gráficas para la utilización del método del C.B.R. para

diseño de pavimentos fle x ib le s..................................... • 444

Capítulo XI.

XI-I.

XI-2.

XI-3.

XI-4.

XI-5.

XI-6.

XI-7.

Anexo Xl-a.

Anexo Xl-b.

Anexo XI-c.

Anexo Xl-d.

XI-d.l

XI-d.2

XI-d.3

Anexo Xl-e.

XI-e.l

XI-e.2

XI-e.3

Añero Xl-f.

Xl-f.l

XI-f.2

XI-f.3

Anexo Xl-g.

P r in c ip io s b á s ic o s p a r a e l d is e ñ o d e p r e s a s

d e TIERRA.

Introducción..................................................................................449

Tipos de presas de t i e r r a .......................................................450

Breve descripción de algunas de las partes constituyentes

de una presa de t i e r r a .............................................................454

Análisis de estabilidad............................................................. 457

Condiciones de trabajo en las presas de tierra . . . . 460

Causas de falla en presas de t i e r r a .......................................... 461

Normas fundamentales de construcción..............................471

Drenes en presas de t i e r r a .......................................................476

Filtros en presas de t i e r r a .......................................................477

El corazón im permeable............................................................. 479

Condiciones de trabajo en presas de tierra . . . . 482

Condiciones de estabilidad durante la construcción . . 482

Condiciones de estabilidad a presa l l e n a ..............................485

Condiciones de estabilidad en vaciado rápido . . . 487

Algunos métodos de análisis de estabilidad típicos de

las presas de t i e r r a ................................................................... 488

Método de análisis con dovelas, considerando interacción

entre e l l a s ...................................................................................... 488

Método de la c u ñ a ................................................. 492

Análisis de estabilidad tridimensional.................................... 494

Efectos sísmicos en presas de t i e r r a .................................... 496

Deslizamiento según una superficie circular . . . . 4%

Deslizamiento según un p l a n o .................................................499

Deslizamiento de c o n ju n to .......................................................501

Fallas por licu a ció n ...................................................................502


562 INDICE

Anexo Xl-h.

Anexo Xl-i.

Capítulo XII.

Inyecciones...........................................................

Algunas ideas sobre eficiencias de compactación

B r e v e e x p o s i c i ó n s o b r e l a s c o n d ic io n e s d e

CIMENTACIÓN EN E L VA LLE DE M ÉXICO

Página

511

. 516

XII-1. Zonificación y estratigrafía del subsuelo del Valle de

M é x ic o ..................................................................................... 525

XII-2. Propiedades índice y composición del subsuelo de la

Ciudad de M éx ico ...................................................................529

XII-3. Propiedades mecánicas de resistencia y compresibilidad en

las arcillas del Valle de México . 532

XII-4. El hundimiento general de la Ciudad de México . . 538

XII-5. Comportamiento de cimentaciones. Aplicabilidad de las distintas

teorías disponibles........................................................548


ESTA OBRA SE TERMINO DE IMPRIMIR EL DIA 15 DE

JUNIO DE 1973, EN LOS TALLERES DE LITOGRAFICA

INGRAMEX, S. A„ CENTENO 162, MEXICO 13, D. F,

LA EDICION CONSTA DE 1,000 EJEMPLARES

Y SOBRANTES PARA REPOSICION.

KE-75


ESTA OBRA SE TERMINO DE IMPRIMIR EL DIA 15 DE

JUNIO DE 1973, EN LOS TALLERES DE LITOGRAFICA

INGRAMEX, S. A., CENTENO 162, MEXICO 13, D. F.

LA EDICION CONSTA DE 1,000 EJEMPLARES

Y SOBRANTES PARA REPOSICION.

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