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NIÑEZ EN DUELO
9.2. El rol de las y los docentes
Al convivir tantas horas al día, maestras y maestros llegan a conocer a
sus alumnos desde diferentes aspectos, más allá de sus capacidades
cognitivas; por ello, para niñas, niños y adolescentes suelen
convertirse en referentes de cariño o confianza, además de figuras de
autoridad. Cuando una alumna o un alumno está viviendo un proceso
de duelo, la o el docente debe tener en cuenta que la cotidianeidad del
grupo se verá alterada en menor o mayor medida. Estas son algunas
consideraciones que debe de tomar en cuenta:
Con la familia
Se debe de preguntar a la
familia si puede informarse a
las y los compañeros de clases
por lo que está pasando la
niña o el niño, para así ampliar
su consciencia y su empatía
con él o ella. Si acceden, se
le deberá preguntar a la niña
o al niño si desea compartir
la situación con su grupo,
explicándole que esto puede
ayudarle a sentir menos
incomodidad o miedo a que
se den cuenta de que algo le
sucede.
Es crucial tener comunicación
constante con la familia.
Escuchar y compartirles
las propuestas de temas o
actividades que pueden y les
gustaría realizar para procesar
su duelo.
Realizar una junta o llamada
con la familia de manera
frecuente, sin invadir su
privacidad, para dar un
seguimiento; conocer cómo
se ha comportado en casa y
saber si hay alguna situación
específica que atender.
Es necesario establecer
medidas de emergencia en
caso de que alguna emoción
embargue a niñas, niños y
adolescentes dentro de la
escuela. Por ejemplo, hacer
una llamada telefónica a casa
o al trabajo cuando se sientan
muy tristes; esto generará
seguridad para irse adaptando
poco a poco a su ritmo de vida
habitual.
Con niñas, niños o
adolescentes en duelo
Emplear el contacto físico
cuando se hable con niñas
y niños es importante para
aportarles contención y
seguridad. Sin embargo, es
indispensable pedir permiso
primero. Por ejemplo, de
manera clara y tranquila decir
“me gustaría abrazarte ¿te
puedo dar un abrazo?” y, con la
misma tranquilidad, respetar
si se niega y dejar la posibilidad
del contacto si en un futuro lo
desea o necesita.
Mostrar su apoyo con apertura
para escucharle, incluso si tiene
preguntas acerca de la muerte de
su ser querido o en general sobre
la muerte. Se puede proponer
que, si le da pena decirlo, lo
escriba. En caso de tener algún
conflicto con las preguntas
de niñas o niños, será mejor
comunicarle a la familia para que
se apoyen al resolver la situación.
Ayudar en la comprensión y
expresión de sus emociones de
manera positiva, reconociendo
que el enojo o ira son parte del
dolor que sienten. Es sumamente
importante no dejarles lastimarse
o criticarse frente a dichos
sentimientos.
Respetar y mantener
presentes los acuerdos de
clase y rutinas con un sentido
de normalidad, con la claridad
y conciencia de que la niña,
niño o adolescente necesitarán
flexibilidad frente a estas
normas.
Continuar con las actividades
programadas para el grupo;
sin embargo, en caso de ser
una actividad muy compleja o
que puede ponerle sensible,
es necesario preguntarle
directamente si desea
participar o tomarse un tiempo
para meditar fuera del aula o en
un espacio seguro dentro de la
escuela.
Foto: Save the Children.
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GUÍA PARA EL MANEJO DEL DUELO Y LA PÉRDIDA EN
NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES
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