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Mensajes Selectos, Tomo 2 - Elena G. de White

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procurar llevar al Cordero de Dios, sentirían disgusto. Pueden realizarse

muchas mejoras en la vestimenta de las mujeres teniendo en cuenta la salud,

pero sin efectuar cambios tan grandes que disgusten a quienes las miran.

El cuerpo de la mujer no debe ser comprimido ni en el menor grado por

corsés ni ballenas. El vestido debe quedar holgado para que el corazón y los

pulmones funcionen en forma saludable. El vestido debería llegar un poco

más abajo del borde superior de la bota, pero debería ser lo suficientemente

corto como para no ser arrastrado por la vereda y la calle, si no se lo levanta

con la mano. Un vestido aún más corto que esto sería adecuado, conveniente

y saludable para las mujeres cuando trabajan en la casa y especialmente para

las mujeres que deben realizar trabajos al aire libre. Con este estilo de vestir

se necesita una falda liviana o a lo más dos, y éstas deberían abrocharse en la

cintura o suspenderse mediante breteles. Las caderas no fueron formadas

para soportar grandes pesos. Las pesadas faldas llevadas por las mujeres con

su peso actuando sobre las caderas, han sido la causa de diversas

enfermedades que no curan fácilmente, porque las pacientes parecen ignorar

la causa que las ha producido y continúan violando las leyes de su organismo

ciñendo su cintura y llevando pesadas faldas hasta que se convierten en

inválidas para toda la vida. Muchos exclamarán inmediatamente: "¡Pero si

ese estilo de vestir está pasado de moda!" ¿Y qué importa si lo está? Quisiera

que estuviésemos pasados de moda en muchos sentidos. Si pudiésemos tener

la fuerza pasada de moda que caracterizaba a las mujeres pasadas de moda

de generaciones anteriores, esto sería muy deseable. No hablo sin tino

cuando digo que la forma de vestir de las mujeres, juntamente con su

complacencia del apetito, constituyen la mayor causa de su actual estado de

debilidad y enfermedad. No hay una mujer en mil que abrigue sus piernas

como debería hacerlo. Cualquiera que sea el largo de sus vestidos, las

mujeres deberían abrigarse las piernas tan bien como lo hacen los hombres.

Esto podría conseguirse llevando pantalones recogidos y abrochados en los

tobillos, o bien largos y ceñidos hasta el borde del zapato. De este modo las

piernas y los tobillos quedan protegidos contra las corrientes de aire. Si las

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