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Mensajes Selectos, Tomo 2 - Elena G. de White

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los que son más jóvenes que ellos. Y así se permite que los niños aprendan lo

malo con más facilidad que lo bueno. Los malos hábitos concuerdan mejor

con el corazón natural, y las cosas que ven y oyen en su infancia y en su

niñez se graban profundamente en sus mentes; la mala semilla sembrada en

sus jóvenes corazones se arraiga y con el tiempo llegará a convertirse en

agudas espinas que herirán los corazones de sus padres.

Durante los primeros seis o siete años de la vida del niño hay que

prestar atención especial a su educación física antes que a su intelecto.

Después de este período, si la constitución física es buena habría que atender

a su educación física e intelectual. La infancia se extiende hasta la edad de

seis o siete años. Durante ese período los niños deberían dejarse libres como

los corderitos para que corran por los alrededores de la casa y los patios

impulsados por la animación de su estado de ánimo, saltando y brincando,

libres de toda preocupación y problema.

Los padres, y especialmente las madres, deberían ser los únicos

maestros de las mentes de los niños en esa edad. No deberían educarlos

basándose en los libros. Por regla general los niños son lo bastante curiosos

como para aprender las cosas directamente de la naturaleza. Formularán

preguntas acerca de las cosas que ven y que oyen, y los padres deberían

aprovechar la oportunidad de instruirlos y de contestar pacientemente esas

pequeñas preguntas. En esta forma pueden tomar ventaja al enemigo y

fortalecer las mentes de sus hijos al sembrar buenas semillas en sus

corazones sin dejar lugar para que arraigue el mal. Las amorosas

instrucciones de las madres impartidas a una tierna edad es lo que los niños

necesitan en la formación de su carácter.

La primera lección importante que deben aprender los niños consiste en

el dominio debido del apetito. Las madres tienen el deber de atender las

necesidades de sus hijos apaciguando sus emociones y distrayendo sus

mentes de lo que los aflige, en vez de darles alimentos, enseñándoles así que

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