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Mensajes Selectos, Tomo 2 - Elena G. de White

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orar. También trabajó, y unió a la petición el esfuerzo.

El empleo juicioso de los remedios racionales no constituye una

negación de la fe (Manuscrito 31, 1911).

Puede parecer el desarrollo natural de los acontecimientos

Los milagros de Dios no siempre tienen la apariencia exterior de

milagros. Con frecuencia se llevan a cabo en una forma que se parece al

desarrollo natural de los acontecimientos. Cuando oramos por los enfermos

también trabajamos por ellos. Contestamos nuestras propias oraciones

utilizando los remedios que hay a nuestro alcance. El agua aplicada con

sabiduría constituye un remedio poderoso. Cuando se la usa

inteligentemente, se ven resultados favorables. Dios nos ha dado inteligencia,

y él desea que utilicemos en la mejor forma posible sus bendiciones

destinadas a promover la salud. Pedimos que Dios dé pan a los hambrientos;

pero luego debemos actuar como su mano ayudadora para aliviar el hambre.

Hemos de utilizar todas las bendiciones que Dios ha colocado a nuestro

alcance para librar a los que se encuentran en peligro.

Los recursos naturales, utilizados de acuerdo con la voluntad de Dios,

producen resultados sobrenaturales. Pedimos un milagro, y el Señor dirige la

mente hacia algún remedio sencillo. Pedimos que se nos libre de la

pestilencia que anda en la oscuridad y que ataca con tanta violencia en todo

el mundo; pero después de eso debemos colaborar con Dios observando los

principios que rigen la salud y la vida. Después de hacer todo lo que

podemos, debemos seguir pidiendo con fe salud y fuerza. Debemos comer

los alimentos que pueden mantener la salud del cuerpo. Dios no nos dice que

hará por nosotros lo que podemos hacer por nosotros mismos. Hay que

obedecer las leyes naturales. No debemos dejar de hacer nuestra parte. Dios

nos dice: "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es

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