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Mensajes Selectos, Tomo 2 - Elena G. de White

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están enfermos como Ud. lo está. Mi oración es que el Señor la ayude.

Si es la voluntad del Señor que Ud. muera, debería considerar que es su

privilegio encomendar todo su ser, cuerpo, alma y espíritu, a las manos de un

Dios justo y misericordioso. El no tiene sentimientos de condenación, como

Ud. imagina. Quiero que deje de pensar en que el Señor no la ama.

Encomiéndese sin reservas a las misericordiosas provisiones que él ha hecho.

El espera que Ud. escuche su invitación... Ud. no necesita pensar que ha

hecho cosa alguna que inducirá a Dios a tratarla severamente. Yo sé por qué

lo digo. Tan sólo confíe en su amor y crea en su palabra... Ni la sospecha ni

la desconfianza deberían posesionarse de nuestra mente. Ningún temor

acerca de la grandeza de Dios debería confundir nuestra fe. Que Dios nos

ayude a humillarnos con mansedumbre y sencillez. Cristo depuso su ropaje

real y su corona regia, a fin de asociarse con la humanidad, y demostrar que

los seres humanos pueden llegar a ser perfectos. Ataviado con el ropaje de la

misericordia, él vivió una vida perfecta en nuestro mundo, para mostrarnos

su amor. El ha llevado a cabo aquello que debería tornar imposible el no

creer en él. Descendió de su elevada posición en la corte celestial para tomar

sobre sí la naturaleza humana. Su vida es un ejemplo de lo que deberían ser

las nuestras. Para que el temor a la grandeza de Dios no borrara nuestra

creencia en el amor de Dios, Cristo se convirtió en varón de dolores,

experimentado en quebrantos. Si el ser humano le entrega el corazón, éste se

convertirá en un arpa sagrada que producirá música sacra.--Carta 365, 1904.

QUERIDA HNA. MARIANA, Oramos para que se le conserve la vida

hasta que podamos encontrarnos una vez más; pero tal vez Ud. no morirá,

sino que vivirá...

Mire a Jesús. Confíe en Jesús, ya sea que viva o muera. El es su

Redentor. El es el que nos da la vida. Si duerme en Jesús, él la levantará del

sepulcro para darle la gloriosa inmortalidad. Que él le proporcione paz,

consuelo, esperanza y gozo, de aquí en adelante.

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