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Mensajes Selectos, Tomo 2 - Elena G. de White

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conservado su vida todos estos años en respuesta a la oración de fe? Póngase

en sus manos en su debilidad, y confíe plenamente en él. Adoptemos la

Palabra de Dios como la gran regla para nuestras vidas, y como la panacea

celestial al alcance de nuestra mano. Hemos procurado, Ud. y yo trabajando

unidas, presentar a la gente la doctrina verdadera, acompañada de santidad,

misericordia, verdad y amor. Hemos procurado presentarla con sencillez, a

fin de que la gente recibiese el amor y la santidad unidos, lo cual constituye

sencillamente el cristianismo en el corazón. Hemos hecho todo lo que

podíamos a fin de presentar el cristianismo como la corona y la gloria de la

vida del hombre aquí en este mundo, como preparación para entrar en la

ciudad de Dios y llegar a ser sus redimidos preciosos y amados en las

mansiones que ha ido a preparar para nosotros. Entonces, alabemos al Señor.

Alabémoslo a él.

Mariana, tenga la bondad de comer, porque su médico terrenal desea

que Ud. coma, y el gran Médico Misionero también quiere que Ud. coma; y

la Hna. [N. J.] Nelson conseguirá cualquier cosa que Ud. pida. Nadie se

alegrará más que yo si se le conserva la vida para continuar trabajando; pero

si ha llegado el momento cuando Ud. o yo debemos dormir en Jesús, no

debemos acortar la vida rehusando el alimento que el organismo debe recibir.

Ahora, querida mía, Ud. debe comer, sea que desee hacerlo o no, y en esa

forma debe contribuir con su parte para obtener mejoría. Haga lo mejor que

pueda para recuperarse, y luego si al Señor le place llevarla al descanso, Ud.

habrá hecho su parte. Aprecio su trabajo. Alabe al Señor, Mariana, porque

Jesús, el Gran Médico, puede sanarla. Reciba mi aprecio.--Carta 379, 1904.

QUERIDA HNA. MARIANA, Me preocupo constantemente de su

caso, y me aflige que tenga pensamientos perturbadores. Quisiera

reconfortarla si eso estuviera a mi alcance. ¿No ha sido Jesús, el precioso

Salvador, tantas veces de ayuda en momentos de necesidad? No contriste el

Espíritu Santo, sino que deje de preocuparse. Esto es lo que Ud. ha dicho

muchas veces a otros. Permita que la consuelen las palabras de los que no

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