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Mensajes Selectos, Tomo 2 - Elena G. de White

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obediencia a la voluntad de Dios y porque ésta es la obra de Dios, habiendo

puesto todo su corazón en la obra y habiendo llevado sus responsabilidades y

sus cargas tal como las han llevado otros antes que él, aunque no hubiera

ganado financieramente lo mismo que si hubiese estado establecido por su

cuenta; si hubiera hecho esto, habría demostrado que no era un mero

asalariado. ¿Pero cuánto sería su interés en la oficina si fue capaz de retirarse

cuando le plugo, cuando resultó en su interés hacerlo así? ¿Deberían obrar de

este modo los soldados de las filas de Cristo? Si los soldados del ejército de

la nación hiciesen esto, serían tratados como desertores, y ¿cómo considera

el universo celestial a tales soldados del ejército de Cristo? Nadie que entre

en la obra de Dios y que aprecie debidamente lo sagrada que ésta es, podría

apartarse de ella para asegurarse ventajas mundanales, cualesquiera que éstas

sean.

Hno. I, Dios ha sido sumamente misericordioso con Ud. y con el Hno.

X. El os ha prolongado la vida que tanto estimáis. Os ha concedido días,

meses y años y os ha proporcionado oportunidades para que desarrolléis el

carácter. Dios os ha puesto en relación con su obra para que os

compenetraseis con el espíritu de Cristo. Cada día y cada hora os llega como

un privilegio comprado con sangre, no sólo para que trabajaseis por vuestra

propia salvación, sino para que también fueseis instrumentos en la tarea de

llevar a las almas a Cristo, de edificar su reino y de manifestar la gloria de

Dios. Dios pide que haya una devoción de todo corazón a su obra. Los que

de veras son obreros juntamente con Dios llevarán el peso de la obra, y como

el ministro enviado por él, dirán: "¡Ay de mí si no llego a ser fiel y sincero

en el cargo que se me ha confiado!"

Hermano mío, si su interés en la obra es tan poco sincero, como lo

revela el hecho de que Ud. pueda abandonarla tan fácilmente, no tengo nada

que decirle, no tengo ningún ruego que hacerle para que permanezca en la

oficina, o para que el Hno. X regrese a ella. Habéis revelado ambos que no

sois hombres en quienes se puede confiar. Y el ejemplo que se daría al

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