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Mensajes Selectos, Tomo 2 - Elena G. de White

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Cuando procurábamos encontrar un médico para que sirviera como

director del Sanatorio de Loma Linda, un médico experimentado accedió a

venir bajo ciertas condiciones. Estableció cierta suma como remuneración

por sus servicios y dijo que no iría por menos de eso. Algunos pensaron que

como era tan difícil encontrar a la persona apropiada, debíamos invitarlo y

satisfacer sus condiciones. Pero le dije al Hno. [J. A.] Burden: "No sería

correcto emplear a ese médico y pagarle tanto, cuando hay otros que trabajan

fielmente y reciben menos. Esto no constituye un acto de justicia, y el Señor

me ha dicho que no aprobaría semejante discriminación".

El Señor pide abnegación a los que están a su servicio, y esta

obligación atañe a los médicos tanto como a los ministros. Tenemos por

delante una obra agresiva que requiere medios, y debemos llamar al servicio

a hombres jóvenes para que trabajen como ministros y médicos, no por los

sueldos más elevados, sino en vista de las grandes necesidades que hay en la

causa de Dios. Al Señor no le agrada este espíritu de codicia que procura los

sueldos más elevados. Necesitamos médicos y ministros cuyos corazones

estén consagrados a Dios, y que reciban sus órdenes de marcha del Médico

Misionero más grande que ha recorrido este planeta. Que contemplen su vida

de abnegación y que luego se sacrifiquen gustosamente a fin de permitir que

más obreros participen de la siembra del Evangelio. Si todos trabajan con

este espíritu, se requeriría menos dinero para los sueldos.

Algunos han fallado en este punto. Dios los ha bendecido con habilidad

para prestar un servicio aceptable, pero ellos han fracasado en aprender la

lección de la economía, de la abnegación y de andar humildemente con Dios.

Se accedió a sus exigencias de sueldos más elevados, y ellos se tornaron

extravagantes en el uso de los recursos; perdieron la influencia para el bien

que deberían haber tenido, y la mano prosperadora de Dios no estuvo con

ellos... Cuidado con confiar demasiado en los que exigen sueldos elevados

antes de dedicarse a la obra del Señor. Le escribo esto a modo de

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