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Mensajes Selectos, Tomo 2 - Elena G. de White

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deben darse en este período de la historia terrena. El Señor no dejará a su

iglesia sin reproches y advertencias. Los pecados se han puesto de moda,

pero no por eso son menos ofensivos a la vista de Dios. Se los disculpa, se

disminuye su gravedad y se los excusa; se recibe amistosamente a las

mismas personas que están introduciendo teorías falsas y conceptos falsos,

que confunden la mente del pueblo de Dios, que atenúan sus sensibilidades

con respecto a lo que son los principios rectos. De este modo la conciencia se

ha tornado insensible a los consejos y a los reproches que se han dado. La luz

impartida y las exhortaciones al arrepentimiento han sido extinguidas por las

nubes de la incredulidad y la oposición, introducidas por los planes y las

invenciones humanas.

Dios requiere un fervor vivaz. Puede ser que los ministros no sean muy

versados en los libros; pero si hacen lo mejor que pueden con los talentos

que poseen, si trabajan a medida que tienen la oportunidad de hacerlo, si

presentan sus declaraciones con lenguaje sencillo, si son humildes y andan

con cuidado y mansedumbre, buscando la sabiduría celestial, trabajando para

Dios de todo corazón, y actúan impulsados por un motivo predominante, el

amor a Cristo y a las almas por las que él murió, entonces serán escuchados

por los hombres, y aun por los que tienen capacidades y talentos superiores.

Habrá un encanto en la sencillez de las verdades que presentan. Cristo es el

mayor maestro que el mundo ha conocido.

Juan no aprendió en las escuelas de los rabinos. Sin embargo los reyes

y los nobles, los fariseos y los saduceos, los soldados romanos y los oficiales,

los que habían sido educados en la etiqueta de la corte, los cobradores de

impuestos astutos y calculadores, y los hombres célebres en el mundo, todos

escucharon sus palabras. Tenían confianza en sus sencillas declaraciones y

eran convencidos de sus pecados. Le preguntaron: "¿Qué haremos?" Lucas

3:14...

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