Entrevista con Cuatro Dioses: Atabey

by Thelvia Marín Mederos by Thelvia Marín Mederos

22.12.2020 Views

m¡H M M H M H i T a través de los Iniciados, unidos entre sí por un juramento indisoluble, integrados por una minoría escogida que en forma oculta, pero indestructible y todopoderosa, se transmite ese conocimiento y se releva de generación en generación, de lugar en lugar, de reino en reino, de país en país, de templo en templo, de organización en organización, de secta en secta, rompiendo todos los límites y violando toda estructura, por selectiva o poderosa que ésta sea. A l localizar a ese posible Iniciado, al correr tras una sombra, un indicio, un libro, una palabra o un dato, al ir conociendo a los ídolos y objetos rituales del panteón taino, fui adentrándome paulatinamente en la entraña de unos dioses a los que comencé a amar, a interiorizar y a sentir como propios. Algo iba madurando dentro de mí y despertaba, en forma creciente, día tras día, mi necesidad de profundizar en su conocimiento. Es posible que las fuerzas desconocidas que rigen el mundo de los dioses, determ inaran que había llegado el m om ento. U n día diferente a otros días encontré a Turey. H e de llamarlo así en lengua taina y no de otra manera, porque no es fácil conocer la legítima identidad de un Iniciado. Además, su propio nombre puede ser ese u otro, en dependencia del papel que le toque desempeñar en un momento dado. Lo cierto es que todo en él es verdadero. Durante el primer encuentro, sentí una gran incomodidad. Era como si yo fuera transparente y él pudiera ver

cuanto había dentro de mí al mismo tiempo, traspasar mi cuerpo y mirar a través de él lo que existía del u n u iu uW) Comencé a hacerle preguntas y me respondió que íbamos por mal camino, que las preguntas tenían que estar golpeándome el corazón y el cerebro para que él pudiera enseñarme a descubrir la respuesta, y que sólo así me sería posible comunicarme con los dioses. Veinticuatro horas de silencio transcurrieron antes de que volviéramos a vemos. ' En ese momento mi encuentro con Turey estuvo lleno de nuevos contenidos. Esta vez me llevó muy lejos. No pude identificar el lugar donde hallamos el nacimiento de un río y nos detuvimos junto a una cascada tan alta y de aguas tan poderosas, que su sonido nos obligaba a alzar mucho la voz para poder escuchar las palabras que emitíamos. -A qu í estaremos con Atabey -m e dijo-. Ella es tan fuerte y tan poderosa como las más potentes cataratas del planeta. -¿Q uién es Atabey? -pregunto con asombro. M ientras más escucho acerca de ella, más se me multiplica y me parece que menos logro asirla. Ella es más que un nombre, más que una imagen, más que una idea. -Creo haberte dicho que cuando nombramos algo o a alguien ya le estamos atribuyendo un lugar, ya estamos dándole un espacio, ya estamos adjudicándole i

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a través de los Iniciados, unidos entre<br />

sí por un juramento indisoluble, integrados<br />

por una minoría escogida que<br />

en forma oculta, pero indestructible y<br />

todopoderosa, se transmite ese <strong>con</strong>ocimiento<br />

y se releva de generación en<br />

generación, de lugar en lugar, de reino en reino, de país<br />

en país, de templo en templo, de organización en<br />

organización, de secta en secta, rompiendo todos los<br />

límites y violando toda estructura, por selectiva o poderosa<br />

que ésta sea.<br />

A l localizar a ese posible Iniciado, al correr tras una<br />

sombra, un indicio, un libro, una palabra o un dato, al ir<br />

<strong>con</strong>ociendo a los ídolos y objetos rituales del panteón<br />

taino, fui adentrándome paulatinamente en la entraña de<br />

unos dioses a los que comencé a amar, a interiorizar y a<br />

sentir como propios. Algo iba madurando dentro de mí<br />

y despertaba, en forma creciente, día tras día, mi necesidad<br />

de profundizar en su <strong>con</strong>ocimiento. Es posible que las<br />

fuerzas des<strong>con</strong>ocidas que rigen el mundo de los dioses,<br />

determ inaran que había llegado el m om ento.<br />

U n día diferente a otros días en<strong>con</strong>tré a Turey. H e de<br />

llamarlo así en lengua taina y no de otra manera,<br />

porque no es fácil <strong>con</strong>ocer la legítima identidad de un<br />

Iniciado. Además, su propio nombre puede ser ese u<br />

otro, en dependencia del papel que le toque desempeñar<br />

en un momento dado. Lo cierto es que todo en él<br />

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Durante el primer encuentro, sentí una gran incomodidad.<br />

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