Entrevista con Cuatro Dioses: Atabey

by Thelvia Marín Mederos by Thelvia Marín Mederos

22.12.2020 Views

todos llamaron maraca, que construían de madera ahuecada con pequeñas piedras o semillas dentro, o del fruto hueco de una planta que llamaban güiro, E! sonido de este instrumento, unido a la música de los areítos, conju raba a los espíritus y convocaba a los dioses,- así, durante siglos, el bronco repiquetear de las maracas continúa ejerciendo su poderoso influjo sobre fuerzas telúricas desatadas y sobre el mundo de lo desconocido. Y o no tenía noticias de que ese instrumento fuese de origen taino, más bien lo relacionaba con bailes procedentes de Africa. Tampoco se me ocurrió imaginar de qué manera el sonido de las maracas pudiera actuar e influir sobre las fuerzas de la naturaleza, más allá del ser humano. Intuía que sí era posible que ejerciera su influjo en la psiquis y estimulara el impulso del ritmo y de la danza, pero no podía relacionar esta influencia con mareas, volcanes en erupción ni tormentas. Por eso le pedí a Turey que me pusiera un ejemplo más objetivo de esa manera de actuar. -D e diversas maneras, la mayoría de las veces inexplicables, pues en su forma de tocarlas y de combinar su sonido con el del canto ritual, radica su secreto poder. El explorador M ichel Blaise narra que los cunas, de Panamá, los llamados "indios del m ^ mar", poseen el dominio de una Jf mágica armonía precolombina que él llamó "el hechizo del viento". Cuenta Blaise: "Era la tarde del 29 de julio de 1 9 6 7 , cuando se produjo el temblor

de tierra que devastó parte del territorio de Colombia/ el viento y las olas se pomdityd en iiidíuid ionio un euoime r p mecanismo destructor. Entonces Seferino, el jefe, se levantó, empuñó su gran flauta y su maraca y moduló unos sonidos tan viejos como el mundo. Cual serpiente enfurecida silbaba el vendaval, se henchía y encrespaba el oleaje, parecía inminente un terrible maremoto; pero cuando calló la flauta todo cesó al instante." Aquel suceso, ocurrido en fecha tan lejana a la de! arribo de Cristóbal Colón a tierras del Caribe, me reafirmó aún más en la idea de que el conocimiento de los iniciados se transmite ininterrumpidamente, a despecho del tiempo y de la distancia. De inmediato, Turey quiso darme a conocer qué secretos relacionados con el animismo le reveló Atabey a! pueblo aruaco. -Esta gran progenitora universal, la más generosa representación de la necesidad animista de aquel pueblo, abrió un camino de esperanzas al prometer a sus hijos otra vida después de la muerte en un sitio paradisíaco, el País de los Ausentes, denominado Coaybay. La inconformidad ante la muerte, el temor a lo desconocido y la rebelión ante lo inexplicable hacen que cada religión tenga un denominador común en la oferta del más allá. Atabey no sólo aleja el terror del corazón de sus hijos, sino que los hace respetarse a sí mismos al no sembrar en sus almas el sentimiento de culpa a partir del estigma de ser como son; los libera u//T>vy

todos llamaron maraca, que <strong>con</strong>struían de madera<br />

ahuecada <strong>con</strong> pequeñas piedras o semillas dentro, o del<br />

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los dioses,- así, durante siglos, el bronco repiquetear de<br />

las maracas <strong>con</strong>tinúa ejerciendo su poderoso influjo<br />

sobre fuerzas telúricas desatadas y sobre el mundo de<br />

lo des<strong>con</strong>ocido.<br />

Y o no tenía noticias de que ese instrumento fuese de<br />

origen taino, más bien lo relacionaba <strong>con</strong> bailes procedentes<br />

de Africa. Tampoco se me ocurrió imaginar de<br />

qué manera el sonido de las maracas pudiera actuar e<br />

influir sobre las fuerzas de la naturaleza, más allá del<br />

ser humano. Intuía que sí era posible que ejerciera su<br />

influjo en la psiquis y estimulara el impulso del ritmo<br />

y de la danza, pero no podía relacionar esta influencia<br />

<strong>con</strong> mareas, volcanes en erupción ni tormentas. Por<br />

eso le pedí a Turey que me pusiera un ejemplo más<br />

objetivo de esa manera de actuar.<br />

-D e diversas maneras, la mayoría de las veces inexplicables,<br />

pues en su forma de tocarlas y de combinar su<br />

sonido <strong>con</strong> el del canto ritual, radica su secreto poder.<br />

El explorador M ichel Blaise narra que los cunas, de<br />

Panamá, los llamados "indios del<br />

m ^ mar", poseen el dominio de una<br />

Jf mágica armonía precolombina que él<br />

llamó "el hechizo del viento". Cuenta<br />

Blaise: "Era la tarde del 29 de julio de<br />

1 9 6 7 , cuando se produjo el temblor

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