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Memoria LG 18_20

Un recorrido por el primer trienio de este proyecto cultural y escénico inspirado en Galdós. Laboratorio Galdós es una iniciativa de creación contemporánea, participación y reflexión dentro del teatro que ha nacido dentro del bienio galdosiano pero inicia ahora su segundo trienio de trabajo.

Un recorrido por el primer trienio de este proyecto cultural y escénico inspirado en Galdós. Laboratorio Galdós es una iniciativa de creación contemporánea, participación y reflexión dentro del teatro que ha nacido dentro del bienio galdosiano pero inicia ahora su segundo trienio de trabajo.

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Un camino de

experimentación

escénica



Laboratorio

Galdós

Un camino de

experimentación

escénica


Título del libro: Laboratorio Galdós. Un camino de experimentación escénica

Coordinación y edición: Gemma Quintana Ramos

Corrección de estilo: Charo Cardenal (convozpropia)

Diseño y maquetación: Marianna Obregón Colombani

Grafismo: Pilar del Sol

Fotografías: Nacho González Oramas (por cortesía del Teatro Pérez Galdós) y unahoramenos

© 2020 unahoramenos producciones, sl

© 2020 de los textos dramáticos: sus autores

unahoramenos producciones, sl

Calle Fuche, 8

35250 Carrizal de Ingenio. Gran Canaria

info@unahoramenos.es

www.unahoramenos.es

Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra,

ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por

cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa

y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir

un delito contra la propiedad intelectual.

unahoramenos no se identifica necesariamente con las opiniones publicadas en este volumen.

www.laboratoriogaldos.es

info@laboratoriogaldos.es


ASOCIACIÓN DE EMPRESAS DE

ARTES ESCÉNICAS DE CANARIAS

Índice

00/ Prólogo 01/ A modo de

02/Glosario

introducción

R

PREMIOS

P L I C A

2 0 1 9

ANA, Mejor espectáculo

Mario Vega, Mejor dirección

María de Vigo, Mejor interpretación

Mario Vega, Mejor escenografía

Ibán Negrín, Mejor iluminacion

CANDIDATURAS

Mejor autoría teatral

Mejor dirección de escena

Mejor diseño de espacio escénico

Mejor diseño de iluminación

FINALISTA

Mejor diseño de espacio escénico

TEXTO DE FABIO RUBIANO

DIRIGIDO POR MARIO VEGA

MARTA RUBÉN MARÍA RUTH

VIERA DARÍO DE VIGO SÁNCHEZ

ANA

TAMBIÉN A NOSOTROS NOS LLEVARÁ EL OLVIDO

Una obra de Irma Correa

Dirigida por Mario Vega

03/ Proyectos escénicos

Ana (también a nosotros

nos llevará el olvido)

El crimen de la calle

Fuencarral

El último viaje de Galdós

Colaboratorio

04/

Experiencias del

Laboratorio

05/

Proyectos

paralelos

06/

A modo de

epílogo

07/

Textos teatrales



00/

Prólogo


Prólogo 1/3

Pesquisas de un

Laboratorio

Yolanda Arencibia

Cátedra Pérez Galdós

Desde el primer momento me sentí sugestionada por el Laboratorio

Galdós. Conozco bien el arranque y la andadura del

atractivo proyecto cultural, que se constituyó como espacio

de reflexión artística a partir del universo creado por nuestro

clásico por excelencia, Benito Pérez Galdós. Nació como

iniciativa de un grupo de amantes del arte en general, y del

arte del teatro y la escena en particular; y encontró apoyo en

las actividades que el Cabildo de Gran Canaria ha venido promoviendo

para celebrar el Bienio Galdosiano, es decir, los 175

años de su nacimiento en 2018 y el centenario de su muerte

en este 2020.

En el andar de su experiencia, el Laboratorio Galdós reinventó

una Tristana muy distinta de aquella «de blancura casi inverosímil

de puro alabastrina» que inventó Galdós. Así había

de ser, porque respondían ambas a engranajes sociales diferentes;

pero eran igualmente veraces aquellos que los actuales

que imaginó para ella Irma Correa (Las Palmas de Gran

Canaria, 1975) para Ana (también a nosotros nos llevará el

olvido).


Prólogo 2/3

En el segundo paso, el de la dramatización

de El crimen de la calle Fuencarral,

el Laboratorio Galdós partió de la crónica

original galdosiana, que trabajó el ahora

guionista Fabio Rubiano (Fusagasugá,

Colombia, 1963). En el resultado final, logró

añadir al texto primitivo la dimensión

teatral que parecía estar pidiendo, incidir

en las incongruencias humanas de aquellos

protagonistas que tuvieron vida real

y subrayar la crítica social que el original

escondía.

En el último paso del Laboratorio, El último

viaje de Galdós, se parte de la reinvención

biográfica del escritor de la mano

de los ya expertos Laila Ripoll (Madrid,

1964) y Mariano Llorente (Madrid, 1965).

Como en los proyectos anteriores, ahí está

el arte de Mario Vega para dirigir la obra,

y la coproducción del Teatro Pérez Galdós

y de unahoramenos para hacérnoslo realidad:

un equipo de total confianza, porque

ya ha demostrado su buen hacer. Y siempre

con ellos, el empuje, la ilusión y la pasión

de Gemma Quintana promoviendo la

participación del espectador.

Hemos citado nombres y entidades determinantes.

Pero hay más. Tal vez lo más

atractivo del Laboratorio Galdós sea que

en cada proyecto escénico (necesariamente

un proceso) convergen una serie de miradas

distintas sobre guionistas y escenógrafos,

las de los Asistentes de Creación,

logrando que, a la postre, actúe en un verdadero

«equipo creativo» que se adentra

en los entresijos de la propuesta escénica

llegando a corresponsabilizarse con ella.

Con esos ingredientes, solo pueden salir

proyectos artísticos satisfactorios. El

mundo galdosiano lo agradece y el autor

lo merece.

Benito Pérez Galdós murió el 4 de enero

de 1920. Pervive sin embargo el creador

clásico cuyo centenario estamos conmemorando

en este 2020. Porque los genios

no mueren. En aquel momento de 1920,

así lo expresó un poeta nuestro que tal vez

pocos recordarán hoy, Guillermo Perera

Álvarez (1865-1926), en un poema de solo

cinco versos sin título, pero certeros y perennes;

como saben hacerlo quienes están

dotados para ello:


Prólogo 3/3

La muerte chasqueada

quedó en esta ocasión; su brazo experto

para hundir a los hombres en la Nada,

del Maestro dejó el sepulcro abierto,

y escapó cual Jesús: Galdós no ha muerto.

Y eso es Galdós hoy, un inmortal, un clásico:

aquel que es digno de imitación, y cuyo

legado puede tomarse como modelo, por

ser de calidad superior y capaz de generar

arte mediante relecturas y reinvenciones.

Pocos universos de creación dejaron

abiertas tantas sugerencias de reescritura

como dejó Galdós en el suyo. Fue el más

revolucionario y original de los escritores

de su tiempo. Supo dar a la novela el sentido

vivo y dramático que la vida tiene e

insufló al teatro un aura de verdad que lo

transformó en vendaval profundo. Toda

su creación es vida y verdad; observación

y reflexión; expresión personal y plasmación

literaria: una concatenación intelectual

que sustentó su universo humanista,

más allá de preceptos y de géneros.

Muchos creadores de hoy lo saben. Mucho

saben de ello dramaturgos, narradores y

cronistas actuales que acuden al universo

galdosiano para «libar» en tantas sugerencias

de creación como dejó apuntadas,

para aprender, para recrear creando. Mucho

sabe de esto el Laboratorio Galdós.

Si preguntaran hoy a Galdós qué opinión

le merece el que se hagan versiones teatrales

de sus relatos cortos o largos, el que

se retome un punto concreto de su creación

para erigir una propuesta nueva, qué

cree de la legitimidad de esas reinvenciones…,

seguramente contestaría con una

sonrisa amplia de aquiescencia. Diría que

todo se renueva, que una obra literaria no

es otra cosa que una metáfora de una parcela

parcial del mundo, y que el arte es un

universo sin otros límites que el arte mismo:

«Cuando veáis que algo acaba, decid

que todo empieza», expresó en uno de sus

lúcidos discursos.

Agradecemos a los responsables del Laboratorio

Galdós la posibilidad de aparecer

con ellos en este catálogo. ¡Ahínco, ilusión,

suerte y éxitos para tanta voluntad y

tanta connivencia artística! Bien lo merece

el equipo de nuestro Laboratorio.


01/

A modo de

introducción


Foto: Nacho González Oramas


A modo de introducción 1/5

Un laboratorio

para un bienio y

más allá

Valentín Rodríguez

Director del Laboratorio Galdós

El Laboratorio Galdós nació en un tren.

Un tren no es un transporte muy de esta

tierra, pero se convierte en nuestro medio

cuando andamos uniendo festivales y

ferias teatrales por la Península, distribuyendo

o buscando espectáculos del gusto

de nuestra gente para que bajen a nuestro

pequeño terruño (sin trenes) a mostrarnos

qué pasa en otros escenarios. En un

tren, Mario Vega y yo hablábamos sobre

proyectos de futuro y retomamos una conversación

sobre Galdós y su bienio, esos

tres años entre 2018 y 2020 en los que celebraríamos

175 años del nacimiento del

autor y los 100 de su pérdida.

Nos habían hecho un encargo para abordar

alguna de las obras del autor y nosotros

queríamos hacer nuestra aportación

a ese objetivo, pero necesitábamos hallar

un espacio de encuentro entre su literatura

realista y pormenorizada y nuestro

estilo propio de creación y producción. Y

dimos con la clave: la temática social, esa

que tantas veces recogió el autor canario

y que, sin forzar el camino, podría encontrarse

con nuestra manera de ver el teatro.

Teníamos un hilo del que tirar. Ahora se

trataba de descubrir la manera, para unahoramenos

no menos importante que el

contenido, de generar un espacio de trabajo

para que la búsqueda fuera compartida

y los hallazgos, de haberlos, también.

Así surgió el Laboratorio Galdós.

A partir de Galdós, de su obra, sus temas,

su vida, pretendíamos generar un espacio


A modo de introducción 2/5

de creación contemporánea (no sabemos

hacer otra cosa que trabajar desde este

tiempo nuestro) que incorporara los procesos

de trabajo que más nos interesaban,

los arriesgados. Se trataba de poner unos

recursos materiales y un equipo con nuestra

misma manera de ver la creación al

servicio de una investigación artística que

tendría de su parte algo que nunca solía

jugar a nuestro favor: el tiempo. Tiempo

para recorrer las fuentes literarias, tiempo

para generar un texto a medida, tiempo

para dibujar, ensayar y contrastar, en definitiva,

tiempo para equivocarse y volver

a probar.

Ya en las últimas producciones habíamos

bocetado, y seguíamos diseñando,

un trabajo de testeo con el público que de

primeras surgió como un experimento y

que poco a poco, gracias a la apertura de

mente de un director lo bastante osado, se

había convertido en una parte imprescindible

de nuestras creaciones: los ensayos

abiertos al público. Inicialmente lo habíamos

hecho como una manera de tomarle

el pulso a la obra, pero poco a poco nos dimos

cuenta de que el público tenía mucho

que decir y aportar, que nos sometía a una

tensión y a una crisis que, si éramos capaces

de orientarlas, podían ser una brújula

pertinente para llegar a buen puerto.

Queríamos, sin duda, incorporar esta manera

de trabajar, lo cual requería encontrar

un socio igual de interesado en abrir

las puertas de su espacio al público de esta

forma que proponíamos, antes del estreno,

como copartícipe o coartífice de cada

producción. Y lo encontramos. Y no podía

ser otro que el Teatro Pérez Galdós. Desde

ese momento, esta cuestión de abrir el espacio

público a la ciudadanía se convirtió

en una de las principales finalidades del

Laboratorio Galdós. Acabamos de llegar

a nuestro destino. Y curiosamente, ahora

empezaba el viaje de verdad.

El Laboratorio Galdós se planteaba la

producción de tres montajes, uno cada

temporada del bienio galdosiano (que,

aunque se llame así, se desarrolla durante

tres años). El punto de partida de cada

uno de ellos sería Benito Pérez Galdós,

distintas opciones de su obra y de su propia

vida eran material suficiente, no para

uno, sino para cien laboratorios. Había

que seleccionar entre ese gigante literario

que es Galdós. Nuestros dramaturgos, de

distintas generaciones y orígenes, tenían


A modo de introducción 3/5

la última palabra. Y así tiramos del hilo de

Tristana, de su obra periodística y, finalmente,

de su vida y su despedida.

Teníamos la voluntad de generar un auténtico

laboratorio de ideas, un espacio

abierto tanto a los profesionales de distintas

áreas escénicas y técnicas, como al

público, a la ciudadanía. Los procesos de

trabajo se convierten en el Laboratorio

Galdós en una metodología creativa lo

suficientemente flexible como para amoldarse

a un trabajo artístico y lo suficientemente

permeable como para incorporar

puntos de vista de los estupendos profesionales

de los que nos hemos rodeado estos

tres años.

Esta metodología se articula en seis hitos

de creación y/o reflexión que tienen como

punto de partida la Formulación, en cuyo

espacio se incorpora el Taller de Creación

Actoral: un grupo de actores contratados

para colaborar con los dramaturgos en el

estudio de los conflictos, personajes, espacios,

que luego se plasmarán sobre el

papel. Se trata de contar con el cuerpo y

el talento creativo del actor como materia

prima para el texto, para la dramaturgia,

la acción y la palabra. Con este material

y su propio trabajo de documentación, los

autores y autoras presentan un borrador

listo para ser contrastado con el director

y su elenco. Ha llegado así el paso de la

Hipótesis, del texto de partida.

Nos gusta compartir esta hipótesis con

el público, con esa parte del público que

voluntariamente elige ser Asistente de

Creación. Tiene la oportunidad de conocer

un texto antes de iniciar su dibujo en

la escena, las primeras ideas del director,

el elenco… los pilares sobre los cuales se

construirá el montaje. Empezamos a recoger

elementos de crisis e investigación,

además de los que ya trae el director en su

cabeza.

La fase de Contraste es privada para la

compañía. Es el proceso de ensayos propiamente

dicho, el lugar donde todo está

abierto, donde se prueban elementos,

ideas, connotaciones… Un momento ambivalente

para el productor, porque es

duro conseguir materiales para la puesta

en escena de partida, materiales que no

siempre están disponibles, es duro ver que

esos materiales no se quedan en la propuesta,

que se abandonan por el camino;

pero es interesantísimo ser testigo de un


A modo de introducción 4/5

proceso que nos exige no aferrarnos, despojarnos

de nuestras ideas previas, reaccionar

al instante. Es un privilegio estar al

lado de un director que te mantiene todo

el rato fuera de tu círculo de seguridad,

porque él también se atreve a no dar nada

por sentado.

Luego abrimos las puertas a otras miradas

y volvemos a invitar a los Asistentes

de Creación al Ensayo y Error y a uno o

varios encuentros con expertos y divulgadores

que nos permiten hablar del Estado

de la Cuestión.

Estos ensayos abiertos, pensados para reflexionar

junto al espectador de una puesta

en escena aún en creación, se realizan

en paralelo a otros ensayos de contraste

donde se prueban aportaciones de los

asistentes… más que eso, donde el director

recrea a partir del coloquio tras cada

Ensayo y Error. Este proceso ha ido creciendo

desde nuestros primeros experimentos

y ahora se ha convertido en parte

absoluta de la personalidad del Laboratorio

Galdós.

El espectador agradece la experiencia de

adentrarse en un proceso de creación, de

tener la mirada y también la palabra, de

observar los cambios que surgen en escena

a partir de ahí, de escuchar la opinión

del otro, de formar parte. La institución

cultural apuesta por dar al espectador

un rol más activo, y la compañía, bueno,

la compañía aprovecha este intercambio

para crecer, escuchar, intuir, fluir, influir,

dejarse influir, probar, errar, descartar,

transitar fuera de lo seguro, estar, en definitiva,

en el territorio del arte.

Todo este proceso, de eso se trata, da lugar

a una Validación del montaje frente al

público general. Un público que, en parte,

está formado por nuestros Asistentes de

Creación, que ya son multitud y que sienten

la obra como propia e invitan a sus conocidos

a verla. Este lugar tampoco es una

casilla de llegada, pero es necesario cerrar

y presentar el espectáculo para tratar de

moverlo y permitir que todo el público posible

lo conozca y, si fuera posible, ojalá,

lo disfrute.

En paralelo, puesto que el Laboratorio Galdós

es un proyecto cultural con un fuerte

componente pedagógico y participativo,

hemos desarrollado el Colaboratorio Galdós

como proyecto escénico transversal

entre centros de formación artística, para


A modo de introducción 5/5

dar cabida a todo el potencial de nuestros

estudiantes de áreas escénicas, artística y

técnicas. Así, en junio de 2019 pudimos

estrenar, dentro de esta acción educativa,

el espectáculo #todoesnavegar e iniciar el

proceso, que quedó cancelado a causa de

la pandemia del coronavirus, de la segunda

y última entrega, Episodios Extraordinarios.

Y también nos hemos confabulado con

compañeros y compañeras que tienen

proyectos culturales en sintonía para generar

sinergias que esperamos que sigan

creciendo. La pandemia impidió también

que el Colaboratorio diera el salto a la

Universidad, de modo que quedó sobre la

mesa una acción interesantísima que nos

vinculaba con el Aula de Teatro y la figura

de Benito Pérez Galdós como creador escénico.

Creo que este proceso ha demostrado que

si se llevan a cabo proyectos con un desarrollo

temporal más amplio que la producción

al uso, proyectos transversales,

abiertos a la ciudadanía y en colaboración

con espacios e instituciones que persiguen

los mismos objetivos, se puede generar un

encuentro entre la comunidad y las artes

más duradero, sólido, democrático y que

amplíe el valor social de la creatividad y

la cultura.

No siempre vamos a empezar de cero. Y

por eso es tan importante continuar con

la labor del Laboratorio Galdós en lo que

será un proyecto con un enfoque más internacional,

más amplio en cuanto a la autoría

teatral y que conservará todos estos

procesos que la experiencia nos indica que

construyen, impulsan y vinculan.

Nada de esto, ni de lo que pueda estar por

venir, sería posible sin las instituciones

que han sabido apostar claramente por

esta nueva manera de crear ciudadanía.

En primera instancia, nuestro coproductor,

el Teatro Pérez Galdós, compañero

imprescindible de esta aventura; y, desde

luego, instituciones como el Cabildo de

Gran Canaria, el Gobierno de Canarias,

Canarias Cultura en Red, el Ayuntamiento

de Las Palmas de Gran Canaria y el Ayuntamiento

de Agüimes —colaborador habitual

de nuestros proyectos—, gracias a

cuyo apoyo este viaje que nació en un tren

ha llegado a su destino.


02/

Glosario


Glosario

Como proceso de investigación, cada

uno de los tres montajes se divide,

desde la escritura hasta el estreno, en

varias fases en las que participan distintos

agentes. Adaptar el lenguaje

científico al artístico tiene sus riesgos,

así que presentamos este glosario para

explicar a qué nos referimos cuando

hablamos de…


Glosario 1/9

Formulación

(o punto de partida de una

dramaturgia)

Investigación con intérpretes

en el Taller de Dramaturgia

Actoral para llevar a cabo la

escritura de la pieza.


Glosario 2/9

Hipótesis

(o escritura de la pieza)

Desde el escritorio al escenario,

y hasta llegar al

estreno, la pieza cambia,

crece, se desarrolla.


Glosario 3/9

Estado de

la Cuestión

(o charlando sobre Galdós)

Encuentro con expertos

y expertas para

reencontrarnos con

los temas galdosianos

y aprender, conocer o

reconocer al autor.


Glosario 4/9

Contraste

(o boceto de la puesta en escena)

El texto entra en

la sala de ensayo y

comienza la investigación

creativa

escénica.


Glosario 5/9

Ensayo y Error

(o encuentro con los

Asistentes de Creación)

El público entra en

la sala de ensayos

y aporta su visión

creativa.


Glosario 6/9

Asistentes

de Creación

Los espectadores que

participan en la lectura

y en las sesiones de

Ensayo y Error se convierten,

gracias a sus

aportaciones a la investigación,

en cocreadores

del espectáculo.


Glosario 7/9

Validación

del Modelo

(o cuando se abre el telón)

La obra, nunca

definitiva, se presenta

ante el público.

Foto: Nacho González Oramas


Glosario 8/9

Colaboratorio

Proyecto de creación

colaborativa entre jóvenes

estudiantes de distintas

áreas del arte y la técnica

para llevar a cabo su

propio espectáculo a

partir de la figura de

Galdós.


Glosario 9/9

Confabulados

Acuerdos y colaboraciones

con instituciones,

proyectos, asociaciones,

profesionales o

aficionados que compartan

objetivos con el

Laboratorio Galdós.


03/

Proyectos

escénicos


Proyectos escénicos

Ana

(también a nosotros

nos llevará el olvido)


Foto: Nacho González Oramas


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 1/12

Ana

(también a nosotros nos llevará el olvido)

Irma Correa

Las Palmas de Gran Canaria, marzo de 2018

La vida a veces nos sumerge en rampas resbaladizas

de las que es imposible salir. No queda

otro remedio entonces que dejarse caer al vacío y

recibir a corazón abierto todo lo que nos ofrecen:

el vértigo, la velocidad, los golpes, los fogonazos

de imágenes, el viento en la cara, quizás el agua,

la lucha constante por el equilibrio, el éxtasis del

movimiento, la desesperación, la alegría, la inevitable

no resistencia, la luz.

Cuando Benito Pérez Galdós escribe Tristana,

algo está pasando con las mujeres en el mundo.

En Estados Unidos el movimiento feminista ya

había despuntado en las calles de Nueva York

en 1858, con la primera manifestación de trabajadoras

del textil. En Inglaterra las sufragistas

peleaban por los derechos civiles de las mujeres,

entre ellos su derecho al voto. Sin embargo,

la España de finales del siglo XIX estaba a años

luz de este despertar. Emilia Pardo Bazán diría,

«no existe en España movimiento feminista en

ningún sentido». En España el papel de la mujer


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 2/12

se relegaba al hogar y no había atisbo de

movimiento revolucionario. Mujer madre

y sumisa. Hombre fuerte y trabajador. Sí

existían pequeños focos aislados, como la

lucha de la propia Bazán por ser admitida

en la Real Academia de la Lengua (se le

negó hasta el final), pese al apoyo de varios

miembros, entre ellos el de Galdós.

Unos años antes de Tristana, en el norte

de Europa, una obra de teatro revolucionaba

el hecho escénico dejando que su

protagonista, mujer, diera un portazo a

todas las imposiciones sociales. Se llamaba

Nora, y su creador, Henrik Ibsen. Era

el año 1879. Años después, Benito Pérez

Galdós recogería el legado de Casa de muñecas

y crearía un personaje con ganas ilimitadas

de ser independiente y volar.

La idea de trabajar sobre Tristana me entusiasma

porque encuentro que existen

unos puentes maravillosos entre el entonces

y ahora. Entre aquellos destellos de independencia

y el clamor de hoy.

Decía Michael Foucalt: «donde hay poder

hay resistencia». Esa creo que es la clave

de esta historia, el poder de unas imposiciones

sociales limitantes y la resistencia

frontal de una mujer.

En la España de los años 60 la ideología

de la Sección Femenina habitaba las casas.

Su Guía de la buena esposa rezaba

cosas como «ten lista la cena», «luce hermosa»,

«sé dulce e interesante», «arregla

tu casa», «minimiza el ruido», «ponte en

sus zapatos», «escúchale», «prepara a los

niños», «procura que te vea feliz», «hazle

sentir en el paraíso», «no te quejes». Estas

son las premisas con las que crecieron

nuestras madres. Muchas no las siguieron,

pero la mayoría sí. Y no por convicción,

sino por mera integración social.

Consistía en no hacer ruido.

Alrededor de la acción central se verán

escenas aisladas que nos conectarán con

otros tiempos cronológicos, el futuro (el

hijo de Ana), el pasado (ella misma de pequeña),

la idea del tiempo en sí mismo,

con el objetivo de mostrar el papel de la

mujer en la sociedad a lo largo de la historia.

Ana (también a nosotros nos llevará el olvido)

habla de todas esas pequeñas victorias

de las mujeres que nos antecedieron,

y también de todas las puertas que, como

Nora, aún nos quedan por atravesar.


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 3/12

Memoria

de creación y

producción

Foto: Nacho González Oramas


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 4/12

Formulación e

Hipótesis

Irma Correa es la primera autora convocada por el Laboratorio Galdós. A la propuesta

de abordar alguna novela de Galdós, la autora se inclina por Tristana. En su proceso de

investigación, al que añade el referente de la Nora de Ibsen, Correa recala en la España

de los años 60, generando un vínculo entre su Ana y el célebre personaje galdosiano.

La lectura con público del primer borrador de Ana (también a nosotros nos llevará

el olvido) se lleva a cabo el 6 de junio de 2018 ante 21 espectadores. A esta primera

versión le quedaba un largo camino que recorrer hasta su estreno en octubre de 2018.


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 5/12

Estado de la Cuestión

El lunes 17 de septiembre nos reunimos en la Sala de Ensayos del Teatro Pérez Galdós

con Yolanda Arencibia, Carmen Márquez, Rubén Domínguez, Sonia Mauricio e Irma

Correa para compartir un café mientras hablamos de La mujer, las mujeres, en la vida

y obra de Galdós.

Contamos con la asistencia de 62 espectadores. Entre ellos, un grupo de alumnos de

Ilustración de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gran Canaria (EASD) que

estaban llevando a cabo un proyecto sobre Fortunata y Jacinta para la Casa-Museo

Pérez Galdós.


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 6/12

Contraste

El proceso de ensayos, que se inició en julio de 2018 y se prolongó hasta el estreno en

octubre en el Teatro Pérez Galdós, contó con un total de 52 ensayos internos. En parte

del proceso, la dramaturga trabajó a pie de escenario adaptando el texto a su versión

definitiva.

En la imagen, Quique Fernández (que hizo una colaboración especial en el audiovisual),

junto a Irma Correa y parte del equipo durante el rodaje de la cena que se proyecta en

la función.


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 7/12

Ensayo y Error

General

En este primer montaje del Laboratorio Galdós comenzamos con 14 sesiones de Ensayo

y Error que tuvieron lugar entre el lunes 17 de septiembre y el martes 9 de octubre

de 2018. Contamos con la mirada de 295 Asistentes de Creación.

Juvenil

Entre el 3 y el 10 de octubre de 2018 se celebraron 4 sesiones de Ensayo y Error dirigidas

a estudiantes de 4º de ESO, bachillerato y ciclos formativos. Asistieron 1.140

jóvenes y 62 docentes de 18 centros escolares de Gran Canaria.


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 8/12

Validación

del Modelo

Estreno

Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) se estrenó en el Teatro Pérez Galdós los

días 11, 12 y 13 de octubre de 2018. Asistieron un total de 1.220 espectadores.

Foto: Nacho González Oramas


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 9/12

Validación

del Modelo

Gira

El espectáculo ha girado por Agüimes (Teatro Auditorio de Agüimes), Santa Cruz de

Tenerife (Teatro Guimerá), El Sauzal (Teatro El Sauzal), Arrecife (Teatro Víctor Fernández

Gopar «El Salinero»), Ingenio (Centro Cultural Federico García Lorca), La Palma

(Teatro Circo de Marte), Teror (Auditorio de Teror), Las Palmas de Gran Canaria

(CICCA), Móstoles (Teatro del Bosque), Santiago de Compostela (Teatro Principal de

Santiago), Narón (Pazo de Cultura) y Madrid (lectura dramatizada en la Biblioteca Nacional

con motivo de la exposición Galdós. La voz humana).

Del 21 al 25 de octubre de 2020, el espectáculo recaló de nuevo en Madrid con cinco

funciones en el Teatro Fernán Gómez, dentro de su proyecto «Desembarco Galdós».

La siguiente parada de su gira por la Península fue Vila-real (Castellón). Y finalmente

se cierra el 2020 con dos funciones en el Teatro Rosalía de Castro de A Coruña. En total,

5.024 espectadores han podido disfrutar de esta obra en gira.

Foto: Nacho González Oramas


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 10/12

Validación

del Modelo

6.244 espectadores han asistido entre 2018 y 2020 a Ana (también a nosotros

nos llevará el olvido), el primer espectáculo del Laboratorio Galdós.

Premios y distinciones

Espectáculo recomendado por la Red Española de Teatros y Auditorios de Titularidad Pública

(Redescena).

Premios Max 2019

Candidata a 4 premios:

Mejor Autoría Teatral

Mejor Dirección

Mejor Iluminación

Mejor Espacio Escénico

Finalista en la categoría de Mejor Espacio Escénico.

5 Premios Réplica 2019

Mejor Espectáculo

Mejor Dirección (Mario Vega)

Mejor Iluminación (Ibán Negrín)

Mejor Espacio Escénico (Mario Vega)

Mejor Interpretación (María de Vigo)


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 11/12

Ficha

artística

DIRECCIÓN Y ESPACIO ESCÉNICO

Mario Vega

TEXTO

Irma Correa

DIRECTOR DE PRODUCCIÓN

Valentín Rodríguez

ELENCO

Marta Viera

María de Vigo

Rubén Darío

Ruth Sánchez

COLABORACIÓN ESPECIAL

Quique Fernández

DIRECCIÓN DE AUDIOVISUALES Y

ASESOR DE DIRECCIÓN

Juan Carlos Cruz

DIRECCIÓN TÉCNICA Y DISEÑO DE

ILUMINACIÓN

Ibán Negrín

DISEÑO DE VESTUARIO Y

CARACTERIZACIÓN

Nauzet Afonso

COMPOSICIÓN MUSICAL Y

AMBIENTACIÓN SONORA

Germán Arias

Jonathan Rodríguez

COLABORACIÓN MUSICAL

Carlos Oramas

Adrián Linares

Foto: Nacho González Oramas


Ana (también a nosotros nos llevará el olvido) 12/12

Ficha

técnica

AYUDANTE DE DIRECCIÓN

Ruth Sánchez

PRODUCCIÓN

Silvia Barona, Dácil Hernández,

Raquel Hernández, Desirée Bolaños,

Noemí Almeida

REALIZACIÓN DE ESCENOGRAFÍA

Quique Fernández, Francisco Bolaños,

Miguel Carrasco (Eiser), Marcos Rodríguez,

Ayoze Medina

MAQUINISTA

Marcos Medina, Raquel Hernández

REGIDURÍA

Paloma Martín, Tony Perera

GRABACIÓN VOCES EN DIRECTO

Alejandro Doreste

GRABACIÓN DE VÍDEO

Pedro Ruiz Mateos

COLABORAN COMO INTÉRPRETES

Irma Correa, Marcos Rodríguez,

Ruth Sánchez, Gemma Quintana,

Valentín Rodríguez

FOTOGRAFÍA

Nacho González

DOCUMENTACIÓN AUDIOVISUAL

Arima León

DISEÑO WEB Y REDES SOCIALES

Héctor Muñoz

COMUNICACIÓN Y PRENSA

Francisco Medina, Patricia Moralejo

DISEÑO GRÁFICO

unahoramenos

GRAFISMO

Pilar del Sol

ADMINISTRACIÓN Y GERENCIA

Elena Álamo

Agradecimientos

Francisco Rodríguez Viera, Abisur Ramírez,

Javier Ancor Hernández, Meritxell Franco,

José Fernando Santana, Pepe Juan Medina,

Gerardo Martín, Luis O’malley, Ángel Verde,

Jorge Cabrera, Diego García Cruz, Greattt, 2715,

LF Sound, Antonio Lozano, Octavio Arbeláez,

Mario Zapa, Paqui Ramírez, Antoñita María

Morales, Celina Ramírez y Ayuntamiento de

Ingenio.


Proyectos escénicos

El crimen de

la calle

Fuencarral


Foto: Nacho González Oramas


El crimen de la calle Fuencarral 1/20

El crimen de la

calle Fuencarral

Fabio Rubiano Orjuela

(Extracto del proyecto inicial de la obra, noviembre de 2017)

Entre Latinoamérica y Benito Pérez Galdós

hay muchos puntos en común, puntos

de partida o de llegada. Hay otros tantos

que pertenecen a la cultura exclusiva del

pueblo español y que deberán ser escritos

por quien viva en España. En mi calidad

de latinoamericano, hago las siguientes

conexiones, a partir de un texto particular

de Galdós; no una de sus famosas novelas,

sino una crónica, que se podría instaurar

entre la literatura, el periodismo, el amarillismo

y la telenovela.

(…) Parto de la serie de colaboraciones que

hizo Benito Pérez Galdós para el periódico

argentino La Prensa en 1885 cubriendo el

caso llamado «El crimen de la calle Fuencarral».

Historia posiblemente bastante

conocida en España, pero solo dramatizada

en una película de los años 40, donde

no es muy fiel a los hechos, y en un capítulo

de una serie de televisión de los 80.

(…) Aparte de las conexiones y el posible

hilo histórico, la crónica del caso es atractiva

dramáticamente por la serie de ambigüedades

que encierra, tanto en la composición

de los hechos sucedidos alrededor

del caso, las coartadas, las posiciones personales

y los análisis del tiempo.

Además, tiene un componente definitivo:

sus personajes.

(…) Al igual que Higinia, que tiene varias

versiones de su propia responsabilidad en

el caso, la obra también las puede tener.

Para algunos, Galdós no estuvo en la ejecución,

para otros, sí.

La ejecución, según algunas versiones, fue

privada, para otros fue un circo con más

de 20.000 espectadores.


El crimen de la calle Fuencarral 2/20

Al lado de la comedia

Lo primero es agradecer a Mario Vega y

a su equipo por hacerme parte de su proyecto.

Han sido muy generosos al compartir

el estado del montaje y los avances de

su Ensayo y Error, tan práctico y teatral.

Entre Colombia y América Latina hay una

conexión profunda con Canarias (ya sabemos

por qué).

Lo segundo es que, partiendo de la maestría

de Pérez Galdós, la escritura de una

obra de teatro se vuelve placentera, más

si el original es una crónica escrita con la

pasión de una historia con elementos dramáticos

claros y con personajes tan contradictorios.

Más que la investigación, lo que se disfrutó

fue el viaje siglo y medio atrás. Los

materiales jurídicos, literarios y hasta

sensacionalistas fueron a veces esquivos,

pero una vez se detectaron comenzaron a

reproducirse y ayudaron a dar una imagen

del universo, de la época y de los personajes.

Fue un placer seguir a Higinia Balaguer,

ese personaje tan errático, que entre los

infinitos sentimientos que logra generar

podemos pasar del amor y la compasión

por su fragilidad e ingenuidad, hasta la rabia

dada su torpeza y manera de escoger a

sus cercanos. Ella carga todos los matices.

Nunca dudé de que ella sería el eje central

de la historia y, hasta donde logro llegar,

creo que don Benito Pérez Galdós tampoco

lo dudó.

Una venia para él. Una vez más nos deja

claro que la tragedia siempre está al lado

de la comedia y que la realidad a veces

se tiene que pasar al teatro para hacerla

creíble.

(Texto para el programa de mano).


Foto: Nacho González Oramas


El crimen de la calle Fuencarral 4/20

Fabio Rubiano,

gran representante

de la dramaturgia

latinoamericana

Carmen Márquez-Montes

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

Colombia es uno de los países de América

Latina que ha aportado al ámbito occidental

una estética escénica, la conocida

como «Creación colectiva», desarrollada

por Enrique Buenaventura (Teatro Experimental

de Cali) y Santiago García (Teatro

La Candelaria). A pesar de que en los

años setenta del siglo XX parecía que el

dramaturgo quedaría fuera de la escena

de manera casi definitiva, precisamente

por mor de la creación colectiva, en los

años ochenta comienzan a aparecer nuevos

nombres de autores, muchos de ellos

ligados a un grupo del que formaban parte

activa. A este proceso se lo ha denominado

en muchos países, incluida España, y

desde luego Colombia, «Nueva dramaturgia»,

sus componentes se formaron

en escuelas de teatro y a través de talleres

de escritura teatral, suelen estar ligados

a una compañía y, además de escribir,

también dirigen y/o actúan, o tienen otros

oficios escénicos. A la segunda hornada

de esta «Nueva dramaturgia» colombiana

pertenece Fabio Rubiano Orjuela (1963),

generación que inicia su producción en la

última década del siglo XX y de la que dice

Carlos José Reyes: «ensaya(n) otros caminos,

trabajando una poética propia, que,

aunque recoja(n) temas inspirados en la

violencia y los conflictos sociales vigentes,

lo (hacen) desde la metáfora».

Fabio Rubiano es licenciado en Arte

Dramático y completa su formación en

los talleres de investigación teatral de

Santiago García, y otros recibidos de José

Sanchis Sinisterra, Marco Antonio de

la Parra o Mauricio Kartún. Además de


El crimen de la calle Fuencarral 5/20

autor es actor y director, forma parte del

grupo Teatro Petra, que funda en 1985 con

Mónica Valencia, que se ha convertido en

uno de los más significativos de América

Latina, y quizás el de mayor trascendencia

internacional de entre los grupos

colombianos del momento, junto con La

Candelaria.

En los ochenta trabaja como actor y escribe

dos piezas de teatro, pero es en la década

de los noventa cuando inicia su labor

como dramaturgo de manera continuada,

con más de veinte piezas hasta el momento.

Desde el principio comienza a acumular

premios: Amores simultáneos (1993)

obtiene una mención en el Premio Unesco

de Artes Escénicas, en esta década obtiene

en tres ocasiones el Premio Nacional de

Dramaturgia, con Gracias por haber venido

(1996), Cada vez que ladran los perros

(1997) y La penúltima cena (1999);

vuelve a recibirlo en 2009 con El Natalicio

de Schumann. En 2013 recibe el Premio

Nacional de Dirección Teatral. A los que

suman otros nacionales e internacionales.

De modo que es uno de los dramaturgos

latinoamericano más destacados de su generación,

sus obras han sido montadas en

España, Francia, Estados Unidos, México,

Eslovenia, etc. Y traducidas a cinco idiomas,

entre ellos el chino.

Tiene una actividad casi frenética,

engrosa continuamente títulos a su

creación. De hecho, tres serán los

estrenos absolutos de Fabio Rubiano en

el año 2019. Los dos primeras en agosto:

Sueño de una noche de oficina (2019),

peculiar versión de Sueño de una noche

de verano, e Historia patria (no oficial)

(2019), con dirección e interpretación

del autor, en la que también se inserta

en el siglo XIX, si bien un poco antes que

la obra escrita para unahoramenos, se

desarrolla en los momentos de las luchas

por la independencia en América Latina

(1810-1819), con ella su grupo, Teatro

Petra, conmemora el bicentenario de

la República de Colombia. Realiza una

revisión de la historia a través del teatro

dentro del teatro —recurso transitado ya

en Pinocho y Frankenstein le tienen miedo

a Harrison Ford (2008)—: un colegio

prepara la escenificación de los momentos

más significativos de la batalla de Boyacá

—la que marca el éxito de las luchas por la

independencia en Colombia, tuvo lugar el

7 de agosto de 1819—, las autoridades han

recomendado que no sean muy explícitos

con la derrota al ejército español, pues

está invitada al acto la embajada española.

El grupo de alumnos es un microcosmos

de la sociedad colombiana, se dan los

mismos enfrentamientos, de ahora y de


El crimen de la calle Fuencarral 6/20

hace dos siglos. En la pieza de Rubiano

no aparece ninguno de los personajes que

recogen los libros de historia, los próceres,

sino los colombianos de a pie, que,

como dice el personaje que interpreta el

propio Rubiano: «Indios, negros, cholos,

mestizos, mulatos formaban parte del

ejército patriota. Indios, negros, cholos,

mestizos, mulatos formaban parte del

ejército realista».

El tercer estreno del año será El crimen

de la calle Fuencarral (10 de octubre

de 2019). También se desarrolla en el

siglo XIX, pero a finales del mismo.

Considero que ha sido un gran acierto

que unahoramenos lo haya invitado para

escribir esta pieza, pues nadie como

Fabio Rubiano es capaz de jugar con las

relaciones de poder, la doble moralidad o

los juicios de la multitud.

Desde la primera obra escrita y estrenada,

El negro perfecto (1987), salvo alguna

excepción, han sido estrenadas por Teatro

Petra, y dirigidas e interpretadas también

por él. La mayoría han sido grandes

éxitos: Sara dice (2010), Labio de Liebre

(venganza o perdón) (2015) o Cuando estallan

las paredes (2018). Pero si hay que

destacar una es Mosca (2002), versión del

Tito Andrónico shakesperiano, en cartel

aún, a diecisiete años de su estreno, con la

que ha visitado una treintena de festivales

en América y Europa.

Transita por las más diversas temáticas,

con el común denominador de aportar una

personal visión de la sociedad colombiana,

con sus luces y sombras, las relaciones

de poder, el deseo de sometimiento y la

crueldad del hombre con sus congéneres,

siempre gratuita y baldía, y siempre

destructiva. Escribe desde la metáfora, la

sinécdoque, la sugerencia y con muchas

dosis de humor, negro y corrosivo,

que construye desde la disfunción que

presupone, para que el espectador deba

recomponer y analizar forzosamente lo

que le llega desde esa otra realidad que es

el rectángulo de la vida que, por creada,

es más poderosa, como bien nos ilustró

Galdós y ahora reitera otro creador de raza

y comprometido, como es Fabio Rubiano.

Como se ha mencionado, también tiene

una dilatada carrera como actor de cine

(10 películas y varios cortos) y televisión

(24 series). Además de ser profesor en el

Máster de Dramaturgia de la Universidad

Nacional de Colombia.

En definitiva, Fabio Rubiano es uno de

los mayores creadores del momento de la

escena latinoamericana.

(Artículo publicado en el periódico

«Canarias 7» el 6 de octubre de 2019).


El crimen de la calle Fuencarral 7/20

Memoria de

creación y

producción

Foto: Nacho González Oramas


El crimen de la calle Fuencarral 8/20

Formulación

Taller de Dramaturgia Actoral

Para la creación del texto, en esta ocasión se puso en marcha un proceso que partía del

trabajo de los personajes y situaciones en un Taller de Dramaturgia Actoral con actores

y actrices seleccionados y contratados con esa finalidad. En este taller se trabajó durante

dos semanas en torno a la idea de «yo nunca lo haría», para establecer conflictos

límite como el que se desarrolla en El crimen de la calle Fuencarral.

El 16 de julio de 2018 se llevó a cabo el proceso de selección entre 21 aspirantes. Finalmente,

8 intérpretes participaron en el taller, que se desarrolló entre el 5 y el 16 de

noviembre en la Sala de Ensayos del Teatro Pérez Galdós: Cathaysa Pulido, Miguel

Ángel Maciel, Efraín Martín, Elisabet Espín, Iván Álamo, Maday Méndez, Mingo Ávila

y Ragüel Santana.


El crimen de la calle Fuencarral 9/20

Formulación

Taller de Dramaturgia

De forma paralela, y en colaboración con Canarias Escribe Teatro, se convocó un Taller

de Dramaturgia. Fabio Rubiano se reunió con los 12 aspirantes el 16 de julio de 2018

y finalmente 7 participaron en el taller, que tuvo lugar entre el 5 y el 16 de noviembre

en la Sala de Prensa del Teatro Pérez Galdós: Marta Viera, Ana Wanderwilde, Javier

Estévez, Charo Cardenal, Moisés Morán, Cathaysa Pulido y Sara Morales.


El crimen de la calle Fuencarral 11/20

Hipotésis

El primer borrador de El crimen de la calle Fuencarral se leyó ante una audiencia de

44 espectadores que nos ayudaron a darle voz a los numerosos personajes de la propuesta.

Fue el día 29 de abril de 2019 en la Sala de Prensa del Teatro Pérez Galdós.


El crimen de la calle Fuencarral 12/20

Estado de la Cuestión

Para esta parte del proceso, se organizaron dos eventos dirigidos a conocer la figura

periodística de Galdós, especialmente en su faceta como crítico de música y teatro y

como pedagogo social.

En la mesa Galdós y Periodismo. La labor en prensa de Galdós, contamos con la participación

de Carmen Márquez, que abordó la crítica teatral, de Isabel Saavedra, que

nos habló de los gustos y publicaciones de Galdós sobre música, y de Salvadora Luján,

que expuso el perfil más pedagógico de un Galdós muy preocupado por lo social. Esta

cita tuvo lugar el martes 17 de septiembre de 2019 en la Sala de Prensa del Teatro Pérez

Galdós, donde nos acompañaron 35 personas.

La semana siguiente, concretamente el martes 24 de septiembre, contamos con la presencia

de la periodista y divulgadora Nieves Concostrina, actual colaboradora del programa

La ventana (Cadena SER), quien nos llevó a recorrer El Madrid de Galdós. 310

espectadores asistieron a esta encuentro en la Sala Principal del Teatro Pérez Galdós.


El crimen de la calle Fuencarral 13/20

Contraste

El proceso de ensayos internos se inició a finales de junio del 2019. Se realizaron 52

ensayos que se desarrollaron entre el Teatro Cruce de Culturas de Agüimes y el Teatro

Pérez Galdós.


El crimen de la calle Fuencarral 14/20

Ensayo y Error

General

La fase de Ensayo y Error tuvo lugar entre el 7 de septiembre y el 5 de octubre, con 9

sesiones en las que participaron un total de 253 Asistentes de Creación.

Juvenil

Se llevaron a cabo 2 sesiones de Ensayo y Error para estudiantes de bachillerato, 4º de

ESO y ciclos formativos. El día 1 de octubre asistieron 302 estudiantes y 19 docentes

de los IES Villa de Firgas, La Minilla y La Isleta, del Colegio Alemán y de la Escuela de

Arte y Superior de Diseño de Las Palmas de Gran Canaria. El 3 de octubre se dieron cita

339 estudiantes y 15 docentes de los IES Josefina de la Torre, Pérez Galdós, La Isleta y

Politécnico.


El crimen de la calle Fuencarral 15/20

Validación

del Modelo

Estreno

El crimen de la calle Fuencarral se estrenó en el Teatro Pérez Galdós los días 10, 11 y

12 de octubre de 2019. Asistieron 1.226 espectadores.

Foto: Nacho González Oramas


El crimen de la calle Fuencarral 16/20

Validación

del Modelo

Gira

El espectáculo se ha exhibido en espacios escénicos de Agüimes (Teatro Auditorio de

Agüimes), El Hierro (Teatro Asabanos), Ingenio (Centro Cultural Federico García Lorca),

Tenerife (Paraninfo de la Universidad de La Laguna y Teatro El Sauzal) y Lanzarote

(Teatro Víctor Fernández Gopar «El Salinero»). La obra retomó la gira en el tercer

trimestre del 2020, durante la pandemia de la COVID-19 y con aforo reducido. Las

citas fueron en Tenerife (Teatro El Sauzal) y Gran Canaria, concretamente en Santa

María de Guía (Teatro Hespérides-Auditorio Ciudad de Guía) y Santa Brígida (Centro

Cultural de la Villa de Santa Brígida). En total, 1.847 espectadores han disfrutado del

montaje en gira.

Foto: Nacho González Oramas


El crimen de la calle Fuencarral 17/20

Validación

del Modelo

Gira

escolar

También se llevó a cabo una gira para público escolar, patrocinada por Canarias Cultura

en Red y el Gobierno de Canarias, que llevó El crimen de la calle Fuencarral a alumnos

de bachillerato de las ocho islas. Un total de 2.908 jóvenes asistieron a la representación

de la obra, a los que se dio cita en los siguientes espacios: Teatro Asabanos

(El Hierro), Centro Cultural San Andrés y Sauces (La Palma), Auditorio Municipal de

Corralejo (Fuerteventura), Teatro Municipal de Tías (Lanzarote y La Graciosa), Teatro

Guiniguada (Las Palmas de Gran Canaria), Casa de la Cultura Pedro García Cabrera

(La Gomera) y Espacio La Granja (Santa Cruz de Tenerife).

Foto: Nacho González Oramas


El crimen de la calle Fuencarral 18/20

Validación

del modelo

5.981 espectadores han podido disfrutar de El crimen de la calle Fuencarral.

Premios y distinciones

Espectáculo recomendado por la Red Española de Teatros y Auditorios de Titularidad

Pública (Redescena).

Premios Réplica 2020

Mejor dirección (Mario Vega)

Mejor interpretació (Marta Viera)

Foto: Nacho González Oramas


Ficha

artística

El crimen de la calle Fuencarral 19/20

DIRECCIÓN Y ESPACIO ESCÉNICO

Mario Vega

TEXTO

Fabio Rubiano

DIRECTOR DE PRODUCCIÓN

Valentín Rodríguez

ELENCO

Marta Viera

Ruth Sánchez

Abraham SantaCruz

Efraín Martín

DIRECCIÓN DE AUDIOVISUALES Y

ASESOR DE DIRECCIÓN

Juan Carlos Cruz

DIRECCIÓN TÉCNICA Y DISEÑO DE

ILUMINACIÓN

Ibán Negrín

DISEÑO DE VESTUARIO

Casandra Benítez

DISEÑO DE ESPACIO ESCÉNICO

Mario Vega

ASESORAMIENTO MUSICAL

Carlos Oramas

Foto: Nacho González Oramas


El crimen de la calle Fuencarral 20/20

Ficha

técnica

VÍDEO DOCUMENTACIÓN

Sergo Méndez

ASESORAMIENTO EN ESPACIO SONORO

Blas Acosta

FOTOGRAFÍA

Nacho González

AYUDANTE DE DIRECCIÓN

Maday Méndez

PRODUCCIÓN

Raquel Hernández

Tony Perera

Silvia Barona

Elena Álamo

Desirée Bolaños

Evelyn Medina

REALIZACIÓN DE ESCENOGRAFÍA

José Pacheco

TÉCNICO EN GIRA

Tony Perera

VOZ EN OFF

Maday Méndez

REDES SOCIALES

Héctor Muñoz

COMUNICACIÓN Y PRENSA

Francisco Medina

Patricia Moralejo

DISEÑO GRÁFICO

Juan Carlos Cruz

GRAFISMO

Pilar del Sol

MAQUINISTA

Raquel Hernández

ADMINISTRACIÓN

Elena Álamo

Agradecimientos

Canarias7, Aridane Benítez, Eduardo

Torres, Salvador Siberio, Mary Franco, Paqui

Ramírez, José Miguel Rodríguez, Paola

Ramírez, Pepe Juan Medina, Aarón Santana y

todo el equipo del Teatro Pérez Galdós.


Proyectos escénicos

El último

viaje de

Galdós


Foto: Nacho González Oramas


El último viaje de Galdós 1/17

El último

viaje de Galdós

Laila Ripoll y Mariano Llorente

Madrid, mayo de 2020

Hay un sedimento de embriaguez en este último viaje de don

Benito, en estos sus últimos días, tal vez sus últimos instantes.

Acompañado de su secretario, que dicen acabó loco en el

manicomio de Leganés, han de invocar en una insólita sesión

de espiritismo a algunas personas importantes en la vida del

novelista. Tal vez por falta de rigor en esas lides o por falta de

conocimiento, la operación se malogra, y la chapuza de invocación

sale como sale y don Benito se ve asaltado en su tramo

final por personas y personajes a los que amó, a los que temió,

a los que olvidó…

Así, doña Emilia Pardo Bazán y Concha Morell se enfrentarán

en el vestíbulo del teatro, y la joven Sisita —aquel primer amor

tan lejano— reclamará su lugar y doña Dolores, la madre, vendrá

a poner las cosas en su sitio. Telegramas sin fin alentando

a la no concesión del Nobel, compatriotas que no perdonan,

espejo grotesco de la España que siempre aplasta la cabeza del

que pide, a ser posible, comer todos los días y, a ser posible,

una educación laica y liberada del olor insalubre y asfixiante

de las sotanas.


El último viaje de Galdós 2/17

La audiencia se

sumerge en la historia.

Ya no solo es testigo.

Está en el lugar de los

acontecimientos sin

un proscenio que la

separe de la acción

dramática

Don Benito ya no sabe si la cosa va en serio

o va en broma. Vivió rodeado de perros,

gatos, corderas, gorriones, tortugas,

y rodeados de ellos ha de morir. Tiene

dolores por todo el cuerpo, no ve un pimiento

y sabe que la vida se le va. Y se ríe,

claro. Con esos personajes que reclaman

un espacio a su lado en el último instante

y que él mismo no recuerda si murieron

ya o aún están vivos. Y llora, claro, por

eso precisamente: porque sabe que es el

último viaje de alguien que amó la vida

y la vivió con una intensidad incomparable.

Y entre risas y llantos, su personita se

perderá entre los telares de un teatro y su

obra quedará para siempre entre los pliegues

de nuestro corazón.

Puesta en escena

La audiencia se sumerge en la historia. Ya

no solo es testigo. Está en el lugar de los

acontecimientos sin un proscenio que la

separe de la acción dramática. Se encuentra

englobada dentro de la denominada

«experiencia teatral inmersiva». Una forma

de teatro envolvente en la que los espectadores

viven una experiencia en torno

a la vida de Galdós de manera directa. En

esta propuesta el espacio cobra una gran

relevancia, llegando a incidir directamente

sobre la puesta en escena.


El último viaje de Galdós 3/17

Memoria de

creación y

producción

Foto: Nacho González Oramas


El último viaje de Galdós 4/17

Este último montaje del Laboratorio Galdós coincidió con el desarrollo de la pandemia

de la COVID-19, que se inició en marzo de 2020 y cuyo final aún no vemos en el

horizonte. Quedaron afectadas todas las actividades, especialmente aquellas que convocaban

a grandes grupos de personas y se desarrollaban en lugares cerrados. De ahí

que en todas las exhibiciones se tuvieran que tomar medidas de limitación de aforo y

sanitarias más o menos complejas. También en los ensayos y, en general, en las actividades

que contaban con la participación ciudadana.

Por ello, en ese momento había que hacer un enorme esfuerzo para tratar de garantizar

las medidas, que en este montaje se complicaban aún más dado su carácter de experiencia

teatral inmersiva que hace transitar al público por distintos espacios del teatro.

Foto: Nacho González Oramas


El último viaje de Galdós 5/17

Formulación

Fuera todavía de esta compleja etapa, el proceso de creación se inició en julio de 2019

con la visita de Laila Ripoll y Mariano Llorente a la Casa-Museo Pérez Galdós y al Teatro

Pérez Galdós para comenzar con la fase de Formulación y llevar a cabo la selección de

participantes en los talleres.

Taller de Dramaturgia Actoral

El Taller de Dramaturgia Actoral se desarrolló entre el 6 y el 15 de noviembre de 2019

con la participación de 9 intérpretes: Emma Álvarez, Borja Texeira, Carolina Rodríguez,

Paola Ramírez, María Quintana, Nayra Ortega, Mingo Ávila, Jennifer Artiles y

Sara Álvarez. De la mano de Mariano Llorente y Laila Ripoll, a partir de un trabajo en

torno a lo sublime y lo abyecto, y de un recorrido por personas y personajes fundamentales

en la vida y obra de Galdós, generaron material dramatúrgico para la creación del

texto titulado El último viaje de Galdós, el tercer montaje del Laboratorio Galdós.


El último viaje de Galdós 6/17

Taller de Dramaturgia

En paralelo, y en horario de tarde, 13 alumnos y alumnas de dramaturgia pudieron trabajar

junto a Ripoll y Llorente para la creación de textos en la misma línea del Taller de

Dramaturgia Actoral. Ana Vanderwilde, Moisés Morán, Griselda Ponce, Isaí Escalada,

Javier Estévez, Emiliano Samijoski, Sara Álvarez, Carlos de León, Marifé Idoy, Cathy

Pulido, Antonio Ramos Vilches, Cristina Yu y Josefa Armas fueron los participantes de

este taller.


El último viaje de Galdós 7/17

Hipotésis

Tras el periodo de confinamiento y la organización de la vuelta al teatro con todas las

medidas sanitarias oportunas, pudimos realizar la lectura del primer borrador del texto

El último viaje de Galdós, que comienza así su fase de contraste. En ese encuentro,

que tuvo lugar el 26 de junio de 2020, contamos con la asistencia, el calor y los comentarios

de 41 Asistentes de Creación, que celebraron con nosotros la continuación del

proyecto y la vuelta al teatro tras un periodo sin eventos culturales.

En esta misma cita se llevó a cabo la rueda de prensa de presentación del tercer montaje

del Laboratorio Galdós. Intervinieron Tilman Kuttenkeuler, director general de la

Fundación Auditorio Teatro, Juan Márquez, director general de Cultura del Gobierno

de Canarias, y Francisco Bravo de Laguna, director del área de Cultura del Cabildo de

Gran Canaria, que acompañaron a Mario Vega y al elenco, poniendo en valor el recorrido

de este proyecto y su continuidad en el futuro con el apoyo de las instituciones que

lo han hecho posible hasta ahora.


El último viaje de Galdós 8/17

Contraste

Siguiendo las instrucciones y medidas sanitarias pertinentes para abordar el proceso

de ensayos, el equipo creativo y el elenco comenzó el 29 de junio la creación de la puesta

en escena en el Teatro Auditorio de Agüimes, donde se trabajó con intensidad hasta

el momento de trasladar el montaje al Teatro Pérez Galdós, la semana del 10 de agosto,

para los primeros encuentros con el público en el Ensayo y Error y para continuar con

los ensayos internos.

El 8 de agosto, como es habitual al terminar en el espacio, se ofreció un Ensayo y Error

para un público muy reducido que se dio cita en el Teatro Auditorio de Agüimes.


El último viaje de Galdós 9/17

Ensayo y Error

Las condiciones sanitarias, la exigencia de complejas medidas para la seguridad de los

asistentes, así como lo complicado de un montaje con inmersión del público como es

El último viaje de Galdós limitaron las posibilidades de encuentros en el Teatro Pérez

Galdós a 4 citas de Ensayo y Error.

El jueves 13 de agosto tuvo lugar el primero de los ensayos ante 30 Asistentes de Creación.

Divididos en 5 grupos y conducidos por un equipo de guías, recorrieron distintos

espacios del Teatro con todas las medidas oportunas y pudieron disfrutar de un ensayo

de esta peculiar experiencia teatral. Como siempre, esencia de esta parte del proceso,

se encontraron posteriormente con el director para comentar sus sensaciones respecto

al montaje.


El último viaje de Galdós 10/17

El día 15 agosto, 24 Asistentes de Creación vivieron su propia experiencia en este segundo

Ensayo y Error. Sus aportaciones se retomaron en octubre, cuando el equipo regresó

al Teatro Pérez Galdós a ultimar los detalles del estreno.

El día 3 de octubre tuvo lugar el tercer Ensayo y Error. Participaron 25 Asistentes de

Creación que, además de intervenir activamente en el coloquio posterior con el director,

permitieron al equipo de producción poner en marcha algunas de las medidas que se

aplicarían en las funciones de estreno.

Por último, el 5 de octubre contamos con 40 Asistentes de Creación, con los que cerramos

esta parte del proceso, y se ultimaron los detalles de cara al estreno.


El último viaje de Galdós 11/17

Estado de la Cuestión

Dentro de esta fase de reflexión alrededor de la figura de Galdós, en torno a las fechas

de estreno estaba prevista la realización de dos eventos.

La primera cita iba a desarrollarse el 22 de septiembre en la Sala de Prensa del Teatro

Pérez Galdós con una conferencia de Germán Gullón. El profesor y crítico, profundo

conocedor de las claves de la creación galdosiana, tenía previsto abordar la interesante

cuestión de la incidencia de Galdós en la literatura actual y futura.

Por su parte, Yolanda Arencibia, experta en Galdós y autora de su biografía más reciente,

Galdós. Una biografía, iba a ser la encargada de cerrar este último encuentro

ofreciendo un panorama de su viaje vital, de las mujeres más influyentes en su obra y

de los últimos instantes de su vida, hace ya cien años.

Sin embargo, las autoridades sanitarias restringieron la celebración de reuniones que

excedieran las 10 personas, y se optó por cancelar la actividad, dadas las complicaciones

con la convocatoria.


El último viaje de Galdós 12/17

Validación

del Modelo

Estreno

El 8 de octubre, y posteriormente el 9 y 10 del mismo mes, con un aforo reducido de

150 espectadores, tuvieron lugar las tres representaciones de estreno en el Teatro Pérez

Galdós.

Los 150 espectadores, divididos en 5 grupos de 30 personas y con sus respectivas guías

y distintivos, recorrieron diferentes espacios del Teatro para encontrarse con distintos

personajes de la vida de Galdós, mientras él, en el escenario, esperaba su despedida. En

la chácena recibe al público el «hombre circunspecto», un personaje que representa a

Foto: Nacho González Oramas


El último viaje de Galdós 13/17

todos aquellos que tacharon a Galdós de anticlerical y antiespañol. En el foso, Dolores

Pérez, su madre, desgrana su dolor. El Salón Saint-Saëns descubre entre sus columnas

a Concha Morell y Emilia Pardo Bazán, que tratan de entender qué hacen allí. En el gallinero,

Lorenza Cobián, la madre de la única hija reconocida por Galdós, reemprende

su proyecto de suicido. Mientras, en la Sala de Ensayos, Sisita habla de su primer amor,

su primo Benito.

En la segunda parte de este espectáculo inmersivo, el público recala en el patio de butacas

para asistir al desenlace, donde estos espíritus y Emilia se reencuentran con Galdós

para ayudarle a partir en su último viaje.

Foto: Nacho González Oramas


Validación

del Modelo

Gira

El último viaje de Galdós 14/17

El 16 de actubre, El último viaje de Galdós regresó a Agüimes, en el marco del 33

Festival del Sur, con una función única que contó con 100 espectadores.

La obra se representó en diciembre de 2020 en La Palma (Teatro Circo de Marte),

Fuerteventura (Auditorio Insular de Puerto del Rosario) y Tenerife (Teatro Leal), donde

200 espectadores pudieron disfrutar este montaje inmersivo.

Para el año 2021 está abierta la posibilidad de que El último viaje de Galdós cruce el

charco para representarse en Santander, Galicia y Móstoles (Madrid).

Premios y distinciones

Espectáculo recomendado por la Red Española de Teatros y Auditorios de Titularidad

Pública (Resescena).

Foto: Nacho González Oramas


El último viaje de Galdós 15/17

Festival de Manizales

El Laboratorio Galdós esperaba participar en el Festival de Manizales 2020. El Festival,

uno de los más representativos de Colombia, tenía previsto realizarse en septiembre

del 2020, y el Laboratorio iba a estar presente con sus tres montajes y con una mesa del

Estado de la Cuestión con Yolanda Arencibia, Mario Vega y Fabio Rubiano. Pero también

se vio afectado por la pandemia y modificó sus fechas y sus fórmulas de trabajo.

Finalmente, se celebró entre el 6 y el 13 de octubre, a través de propuestas de teatro virtual

y plataformas audiovisuales. De esta manera, los tres montajes del proyecto fueron

emitidos dentro de la programación del Festival, y se llevó a cabo además un coloquio

virtual titulado Centenario Galdós, dentro del ciclo Conversaciones. En este encuenro,

el público pudo escuchar a Mario Vega, director de escena de los tres espectáculos,

junto a Irma Correa, autora de Ana (también a nosotros nos llevará el olvido), Fabio

Rubiano, quien firma El crimen de la calle Fuencarral, y Laila Ripoll, a cargo, junto

a Mariano Llorente, de la dramaturgia del tercer montaje, El último viaje de Galdós.

Foto: Nacho González Oramas


El último viaje de Galdós 16/17

Ficha

artística

DIRECCIÓN Y ESPACIO ESCÉNICO

Mario Vega

TEXTO

Laila Ripoll y Mariano Llorente

DIRECTOR DE PRODUCCIÓN

Valentín Rodríguez

ELENCO

Marta Viera

Ruth Sánchez

Rubén Darío

José Luis Massó

Lili Quintana

Maday Méndez

Alicia Ramos

DIRECCIÓN TÉCNICA Y

DISEÑO DE ILUMINACIÓN

Ibán Negrín

DISEÑO DE VESTUARIO

Nauzet Afonso

DISEÑO DE ESPACIO ESCÉNICO

Mario Vega

MÚSICA

Carlos Oramas

Foto: Nacho González Oramas


El último viaje de Galdós 17/17

Ficha

técnica

AYUDANTE DE DIRECCIÓN

Abraham SantaCruz

PRODUCCIÓN

Raquel Hernández

Tony Perera

TÉCNICO EN GIRA

Tony Perera

MAQUINISTA

Raquel Hernández

CARPINTERÍA

Claudio Rodríguez Vega

GUÍAS

Alda Rivas

Beatriz Rodríguez

Carla Ramos

Natalia Monroy

Selene Rodríguez

VÍDEO DOCUMENTACIÓN

Aridane Díaz Santana

FOTOGRAFÍA

Nacho González

COMUNICACIÓN Y PRENSA

Francisco Medina

Patricia Moralejo

GRAFISMO

Pilar del Sol

DISTRIBUCIÓN

Desirée Bolaños

PRODUCCIÓN EN GIRA

Silvia Barona

ADMINISTRACIÓN

Elena Álamo

Agradecimientos

Javier Lozano, Germán Gullón,

Rogelio Rodríguez Caballero, Mabel Cabrera

Estupiñán, Marifé Navarro Idoy, el equipo del

Teatro Pérez Galdós y Luna.


04/

Experiencias

del Laboratorio

Galdós


Experiencias del

Laboratorio Galdós

Equipo

creativo



Equipo creativo 1/21

La experimentación

como camino creativo

Mario Vega

Director artístico del Laboratorio Galdós

El Laboratorio Galdós se configura, en

una primera fase, como un salto dentro

del sector de las artes escénicas profesionales

en Canarias, pero con la visión implícita

de proyectar en el ámbito escénico

internacional su modelo de participación

ciudadana dentro de los procesos de creación

artística. Un salto de calidad en la

rigurosidad con la que se articula la colaboración

entre los diferentes agentes de

creación.

Cada uno de los espectáculos presentados

por el Laboratorio Galdós ha surgido de

un «encargo» dramatúrgico, pero con la

premisa patente del libre albedrío creativo

de cada autor, contando apenas con algunas

consignas básicas acordes con los objetivos

del Laboratorio Galdós y su vínculo

con el universo creativo de don Benito,

siempre desde un ángulo contemporáneo.

De esta manera, no se trataba de un encargo

al uso, sino que tendría como resultado

una obra de autoría, una obra con el

sello genuino de cada dramaturgo. Cada

texto adquiere así una solidez que, unida

al proceso de Contraste con los Asistentes

de Creación o los dramaturgos locales e

intérpretes que colaboran en su configuración,

dan valor y peso al propio Laboratorio.

Solo esto justificaría, desde mi punto

de vista, la puesta en marcha de esta

experimentación creativa.

Pero si a esto incorporamos además una

colaboración entre autoría y equipo artístico

viva hasta el estreno del espectáculo,

con una indagación singular y muy actual

de la obra de Galdós desde ángulos diferentes

y actuales, y con la reflexión compartida

sobre su poética y la creación escénica,

el marco de trabajo que se genera


Equipo creativo 2/21

resulta extraordinariamente fértil y desafiante.

Si además se cuenta con el apoyo

absoluto y sin injerencia de los patronos

institucionales, a partir de estas premisas

de partida, en sí mismas bastante arriesgadas

y amplias, el Laboratorio Galdós

tiene todos los mimbres para cubrir sus

objetivos de creación, participación y reflexión.

Tres líneas de creación

Con este punto de partida empezaron a

trazarse los caminos desde donde partiría

cada uno de los tres espectáculos; y de ahí

surgen también tres líneas de creación totalmente

diferentes.

La primera se orienta a la creación de una

propuesta escénica de gran formato, con

un contundente artilugio escenográfico,

elementos de gran producción, que en

cierto modo era la presentación artística

de todo el Laboratorio Galdós. Cuando

hablamos de gran formato, nuestra referencia

es, obviamente, la producción independiente

en Canarias.

La segunda producción conectaba en

esencia con la labor que unahoramenos

se ha planteado desde siempre: el trabajo

con los artistas, con los intérpretes, con la

sustancia misma de la interpretación casi

al desnudo.

La tercera era la cohesión del proyecto

con el interior de la casa, del espacio,

del Teatro Pérez Galdós y su vinculación

con el autor que le da su nombre. Ponía

en valor el edificio y el contexto espacial

con la propia obra y vida de Benito Pérez

Galdós.

Cada uno de estos tres montajes cuenta

con tres fases de trabajo diferenciadas: la

primera es la de documentación y escritura

de la pieza; la segunda trata de procesos

de escritura sobre la escena, una fase

de Contraste y búsqueda creativa junto a

los intérpretes que se desarrolla en 52 ensayos

(que pudo llevarse a cabo, excepto

en el caso de El ultimo viaje de Galdós a

causa de la pandemia); y, finalmente, la

apertura del montaje a la participación

del espectador en el proceso de definición

previo al estreno.

La mirada del Asistente de Creación

El Ensayo y Error es un encuentro en la

tercera fase, una fórmula de participación

del espectador en el montaje. No

obstante, sería falso decir que el público

crea el espectáculo, que dirige, decide o

tiene un peso concluyente sobre el valor

artístico del mismo. Esto no es lo que

buscamos de su participación, no es su

labor, no es lo interesante. Lo interesante


Equipo creativo 3/21

de su aportación es la puesta en crisis de

la obra.

Y ha sido muy interesante observar, a lo

largo de estos tres montajes, cómo evoluciona

su mirada y lo que eso nos revela a

nivel artístico. Al principio, los Asistentes

de Creación tienden a poner la mirada sobre

cuestiones técnicas, sobre elementos,

movimientos o efectos más superficiales.

A medida que el proceso de encuentro

avanza, comienzan a centrarse en el contenido,

o mejor dicho, en los contenidos:

cómo la historia les afecta, cómo les hace

sentir, qué articula, qué remueve. Esto

nos ha ido dando una perspectiva de cómo

el proceso artístico va penetrando, superando

capas, cómo transitan de la mirada

superficial a compartir su vivencia dentro

de la experiencia escénica.

En ese momento, para mí, hemos llegado

a ese punto de inflexión en que el Asistente

deja de ocuparse de lo que surge a

simple vista y empieza a preocuparse de

qué le produce emocionalmente la historia

que se le propone y cómo se le propone.

Es ese instante en que está tan atrapado

por el espectáculo, por lo que le exige

emocionalmente, que necesita expresarlo,

hacerlo sensible, compartirlo.

Yo, como director que abre su proceso a

la participación del público, he aprendido

que lo más interesante está en mi

traducción de aquello que los Asistentes

de Creación comparten, está en cómo leer

no solo los comentarios, sino también su

actitud como público. No se trata tanto

del elemento objetivo que valora, sino del

lugar donde pone el foco en su análisis. Si

el foco no está en lo artístico o escénico,

es porque el espectáculo ha cubierto esa

parte, no tiene fisuras frente al público.

Este proceso tiene sus riesgos. El elemento

del público es muy enriquecedor, pero

es peligroso si uno no lo maneja con cierta

habilidad. Hay un peligro en dejarse

guiar ciegamente por todos y cada uno

de los comentarios que surgen en un coloquio

del Ensayo y Error. El espectáculo

corre el riego de volverse vacuo, pueril,

insustancial. Cuando hablamos de participación

del público, hablamos de escucha

de algo más profundo que una mera

opinión, lo verdaderamente interesante,

y útil en la creación, es la evaluación de

esa lectura, la evolución de esa mirada, el

punto de llegada.

Escuchar al público no es tratar de gustar

a todos, amoldar o renunciar a tu visión

artística, eso nos llevaría a un lugar espurio

y a algo más peligroso aún, a una

perspectiva de falso éxito. No se busca

el aplauso o el halago. La esencia de este


Equipo creativo 4/21

proceso está en cada vivencia personal y

en cómo se expresa. Hay un lugar intermedio,

una parte del camino, entre la percepción

puramente técnica y el ágora de

espectadores compartiendo opiniones o

experiencias propias; es en ese sitio donde

está la luz, los elementos que orientan

el camino de creación, una emoción

genuina que añade valor, sin duda, a mi

proceso como creador. Uno debe tener la

osamenta bastante dura, y confianza en

su trabajo, para disfrutar del proceso de

apertura y de esa enriquecedora puesta

en crisis que se genera confrontando la

creación.

Los proyectos escénicos

Para empezar a hablar de cada uno de los

proyectos escénicos del Laboratorio Galdós,

me gustaría diferenciar mi trabajo

como director, donde mi reto fundamental

es cómo contar una historia, cómo

trasmitir el contenido a partir del texto,

de la dramaturgia. En esta labor, con

mis recursos, principalmente el equipo

actoral y otros elementos artísticos que

van a dar globalidad al espectáculo, me

planteo cómo conseguir que esa historia

llegue lo más lejos posible, que se trasmita

con la mayor intensidad y efectividad

creativa. Luego, como diseñador del

espacio escénico, trabajo codo con codo

con un equipo de diseñadores de iluminación,

videocreación y caracterización,

y juntos aportamos elementos artísticos

y plásticos que dan coherencia, materialidad

y presencia al espectáculo.

Ana (también a nosotros nos llevará el

olvido) era la gran presentación del Laboratorio

Galdós, la puesta de largo de

un proyecto de producción de gran formato

en Canarias que dentro del teatro

independiente era novedoso y ambicioso.

Ana no solo cumplió todos los objetivos

que nos planteábamos en esta primera

entrega, sino que estableció claramente

la filosofía de un proyecto que quería ser

flexible y permeable hasta el momento

mismo del estreno. En este sentido, este

primer espectáculo fue contundente; sirva

de muestra la incorporación de una

nueva actriz la semana antes del estreno,

fruto, obviamente, de esa exploración

viva y abierta.

Cuando se plantea la segunda entrega,

Fabio Rubiano y yo compartíamos la

certeza de que esta obra, para ser un

trabajo común, debía también buscar los

lazos, las conexiones de Pérez Galdós con

América Latina. Y si bien había algunos

vínculos un poco forzados, el que era más

claro era el trabajo de corresponsalía

periodística que don Benito había hecho


Equipo creativo 5/21

para el diario La Nación de Argentina

justo cuando aconteció este célebre y

luctuoso suceso: el crimen de la calle

Fuencarral. Un suceso que además de

que entroncaba perfectamente con la

literatura de Galdós, contenía suficientes

elementos interesantes para ambos, tales

como el retrato de una sociedad en crisis,

con estamentos corruptos y una clara

confrontación de clases en su seno. Al

ser un crimen bastante conocido, gran

parte del público ya sabía el devenir de

sus protagonistas. Era la crónica de una

muerte anunciada. Existía la necesidad de

ser riguroso con el contexto histórico, pero

nos podíamos permitir jugar, y mucho, en

la construcción de los personajes.

El planteamiento estético y de construcción

de personajes se hizo desde la farsa.

Desde el disparate absoluto, llevando a

los personajes al extremo para generar un

divertimento que sorprendiera al público.

Un juego de contrastes entre una historia

cargada de una violencia manifiesta y una

manera de presentarla basada en el juego

de estereotipos y el ritmo frenético. La

interpretación naturalista hubiera jugado

a la contra en una obra plagada de personajes,

algunos apenas bocetados. Este enjambre

de nombres, testigos, versiones…

vino a constituir un elemento más de

creación; un reto creativo que nos puso

patas arriba y nos obligó a construir nuevas

formas de trabajar la interpretación.

Lo cual iba a ser muy enriquecedor para

todos los miembros del equipo y confiamos

que sorprendente para el público,

especialmente tras un espectáculo como

Ana.

Este engranaje delirante funcionaba

como elemento de distanciamiento para

desembocar en un final tremendamente

incómodo por su alto grado de desesperanza.

La evolución de la experimentación

nos llevó desde un montaje donde

cada uno de los personajes contaba con

un elemento identificativo, un atrezo

construido en su totalidad con papel de

periódico, a un espectáculo totalmente

desnudo donde la interpretación era más

que suficiente para trasmitir la intensidad

de la historia.

Trabajar con una figura histórica muchas

veces supone una prisión. Te obliga a estar

más pendiente del ejercicio de reconstrucción

del personaje tal cual fue, o tal

cual aparece en nuestro imaginario colectivo,

que de hacer el trabajo artístico

de dirección de actores que te plantea la

dramaturgia. Algo que tiene más que ver

con el latido escénico que con la realidad.


Equipo creativo 6/21

En El crimen de la calle Fuencarral, el

texto daba muchas posibilidades de tomar

el camino del juego. En El último viaje de

Galdós, aunque con una dramaturgia muy

diferente, también lo teníamos claro.

Aunque nos habíamos documentado sobre

todos y cada uno de los personajes que

Galdós convoca, creímos en todo momento

que nuestro trabajo no consistía en hacer

un documental sobre su figura. Nuestro

trabajo era hacer una creación artística

a partir de esos personajes y no un retrato

fiel. Ni siquiera los autores lo plantean. No

obstante, aun con este criterio, es el que

más intencionalidad tenía en su recreación

más o menos fiel de don Benito.

A El último viaje de Galdós le tocó ser el

espectáculo que finalmente diera salida a

nuestro interés, desde un primer momento,

por plantear un proyecto inmersivo.

Tuvo sentido, porque desde la creación

del texto, desde la dramaturgia, se planteó

este recorrido por los distintos espacios

del teatro, haciendo del teatro un personaje

más. Ese paseo por las galerías, por

diferentes rincones: sala de ensayo, gallinero,

chácena, foso… convertía este recorrido

en un elemento fundamental de la

propia narración.

Los sonidos entremezclados, esa contaminación

acústica que se producía entre los

espacios, era seguramente la mejor metáfora

de esta idea cardinal que hacía sentir

al público dentro de la cabeza confusa de

un Galdós moribundo y agonizante. En

cierto modo, El último viaje de Galdós era

para nosotros un viaje onírico, un último

sueño justo antes de la muerte. Dentro de

un sueño, la realidad no se impone, y esto

lo hace mucho más interesante que un documental.

Este viaje artístico del Laboratorio

Galdós, desde Ana (también a nosotros

nos llevará el olvido) hasta El último viaje

de Galdós, ha cerrado un círculo para mí.

Un recorrido plenamente satisfactorio

(aunque a todo creador le gustaría contar

con más tiempo para investigar) que me

ha permitido disfrutar del trabajo de

grandes profesionales, de hermosos retos

creativos que parecen haber cubierto las

expectativas del público, la crítica y los

programadores. Se ha generado, lo cual

nos está dando muchas satisfacciones,

un claro interés internacional por este

sello y su filosofía de trabajo. Ha sido

muy gratificante estar al timón de esta

iniciativa y apenas puedo esperar a ver qué

nuevos retos nos impone el Laboratorio

Galdós internacional, que ya comienza su

andadura.



Equipo creativo 8/21

Celebremos

el teatro

Manuel Benítez González

Subdirector de Programación de la

Fundación Auditorio Teatro

La vida de un responsable de programación

artística de un teatro es una mezcla

imprecisa de muchas horas de escucha y

visionado, otras tantas de oficina y lectura,

una cierta intuición, algo de valentía, mucho

de cobardía, bastante presión externa,

paciencia, oportunidad, desgracia, suerte

y, sobre todo, control del ego ajeno y por

supuesto del propio, al que, por suerte, te

obliga tu condición subordinada. Poco o

nada por lo que sacar pecho, aunque en el

fondo a todos los subdirectores de programación

que conozco les gusta pensar que

su trabajo, en algún momento, importa.

Con este convencimiento cruzas la puerta

del teatro para el que trabajas y la cartelería

te recuerda que está dedicado a la memoria

de un señor realmente importante

que, aunque muerto, merece ser tenido

en cuenta a la hora de realizar tu misión,

máxime si acabas de empezar en este

puesto y se acerca una efeméride que hará

que su nombre esté en boca de todos.

Felizmente obligados por la figura de Benito

Pérez Galdós y la celebración del centenario

de su muerte, la responsabilidad

hace que nos planteemos muchos interrogantes,

dudas que necesitan un proceso

de reflexión que no solo debe tener

en cuenta el proyecto artístico, sino una

realidad económica que no permite grandes

alegrías. ¿Esperar por las ofertas del

mercado, encargar una producción, poner

en marcha un concurso? Cualquiera de

las opciones era posible y válida: un título

teatral original del autor es siempre una

buena opción; en esta ocasión teníamos

ante nosotros una extensa e imponente

obra novelística que en muchísimos casos

justifican una adaptación teatral. ¿Quién

no ha soñado su propia Fortunata?


Equipo creativo 9/21

En medio de este proceso surge un proyecto

que por su novedoso planteamiento

llama rápidamente la atención y reclama

del Teatro Pérez Galdós algo más que una

aportación económica, requiere de un

grado importante de implicación, necesita

su complicidad y sobre todo establece

mecanismos para ir ganando un público

que no es habitual en sus ciclos. A partir

de ese momento se pone en marcha la

maquinaria interna y externa para hacerlo

posible. Todos los estamentos de decisión

de la Fundación Auditorio y Teatro

muestran su respaldo para un proyecto

que se adelanta en dos años al centenario

y propone tres producciones que giran alrededor

de Galdós, su obra y su vida y que

nace con voluntad de ir más allá. Un laboratorio

que otras firmas en esta misma

publicación sabrán explicar y comentar

con mucho más acierto y conocimiento

del que yo pueda ofrecer.

Mario Vega y Valentín Rodríguez, autores

del proyecto del Laboratorio Galdós,

se plantean abiertamente que la figura

del creador grancanario debe ser la excusa

perfecta para fomentar la creación y el

desarrollo de las artes escénicas, poniendo

todo el interés tanto en procesos de

experimentación autoral e interpretativa

como en la participación de públicos y la

implicación social. El Laboratorio Galdós

es para nosotros un espacio de libertad

creativa que pone en marcha, en el teatro

que lleva su nombre, una experiencia en

la que el propio espacio participa como un

elemento más de su desarrollo, implicado

en mayor o menor medida en función de

cada proyecto, desde el contacto directo

con el nacimiento del proceso de escritura

hasta convertir el edificio en personaje

central de la obra teatral.

Estoy convencido de que entre los

objetivos estratégicos de la programación


Equipo creativo 10/21

artística, en un espacio de vocación

pública se debe contemplar el valor

identitario de la cultura. Para ello, en mi

opinión, además de la necesaria defensa

y divulgación del patrimonio cultural,

debe ser nuestra obligación incentivar

procesos creativos únicos, en tanto que

diferentes y con vocación innovadora,

capaces de estimular la inquietud cultural

e intelectual de la sociedad a la que nos

dirigimos. Bien sea a través de los textos,

dramaturgias, interpretaciones, puestas

en escena, diseños técnicos y artísticos o

cualquiera de los elementos profesionales

que participan en la construcción de un

espectáculo; o simplemente buscando y

fomentando la complicidad del público

que se asoma a cada una de las propuestas

haciéndolo en algún momento actor

principal y fundamental del hecho teatral.

Un proceso que termina felizmente

cuando ha sido capaz de despertar en

todos cierto sentido de comunidad, cierto

orgullo de pertenencia, por el simple e

importante hecho de haber estado de

una u otra forma en su génesis. Ese es un

sueño que pocas veces conseguimos. pero

al que no debemos renunciar en ningún

momento de nuestro trabajo.

Tras cerrar el primer tramo de este proyecto,

puedo decir que estamos un poco

más cerca de lograr ese utópico objetivo.

Quiero creer que el Laboratorio Galdós

forma ya parte de la identidad del teatro

en el que se desarrolla, contenedor privilegiado

de la historia cultural de esta ciudad

y de esta isla que, orgulloso de su pasado,

no quiere dejar de mirar al futuro.



Equipo creativo 12/21

Un Laboratorio

en la mochila

Ruth Sánchez

Ayudante de dirección y actriz

En marzo de 2018 recibí una llamada de

Mario Vega contándome el proyecto del

Laboratorio Galdós: una apuesta por la

experimentación artística y la participación

ciudadana sin precedentes en el

panorama escénico de Canarias. La idea

me parece fascinante desde el primer momento,

por lo transversal, lo que conecta,

la investigación que propone y el equipo

implicado en la aventura; acepté (efusivamente)

su invitación a ser su ayudante

de dirección en el primer montaje, Ana

(también a nosotros nos llevará el olvido).

Puntos de partida en la búsqueda

artística

Existen varios elementos sobre los que

pueden sustentarse los primeros pasos de

creación de un espectáculo, donde arranca

la búsqueda creativa. En nuestro caso

teníamos dos pilares claros: el texto y la

escenografía.

En las primeras reuniones del equipo de

dirección (director, ayudante de dirección

y el diseñador de animación), Mario

Vega, que firma el espacio escénico, plantea

el diseño escenográfico, la estructura

móvil que sería el punto de partida para

todo el diseño de creación audiovisual, ya

que estábamos ante una gran pantalla de

proyección. Asimismo, rondaba la idea de

que todo sucediera sobre este gran volumen;

así que, una vez entraran los actores

en él, no volvieran a bajar.

Evidentemente, la propia dinámica del

ensayo y la transformación hace que esto

varíe, pero no se aleja demasiado la idea

del meta-escenario. Un escenario dentro

de otro, de ahí que los personajes que no

están participando directamente en la


Equipo creativo 13/21

escena se queden sobre la estructura como

espectadores de lo que en ella sucede. Se

convierten en una suerte de personajeactor-espectador

que conecta con la

acción e incluso, en algunos momentos,

con los propios personajes que sí están

en escena. Esto genera un juego escénico

(tanto desde el movimiento como desde

la interpretación) que subyace a la escena

que surge del texto. El discurso del

espectáculo crece, se dimensiona.

Respecto al texto, un elemento fundamental

en la primera fase de ensayos fue

el trabajo con la autora. Irma Correa se

prestó con predisposición y generosidad

ante el planteamiento de ciertos cambios

en el texto e incluso ante la posibilidad de

modificar el orden de algunas escenas. La

estructura narrativa de la obra no sigue

una línea temporal continua, sino que

juega con bloques temporales marcados

como compartimentos estancos, lo que

nos llevó a acordar cuándo sucedía cada

una de las escenas.

Ensayo y Error: la crisis como motor

de cambio

En el proceso creativo del Laboratorio

Galdós la etapa de Ensayo y Error es crucial,

ya que se contrasta con el público

el montaje. Es una parte del proceso de

mucha intimidad; existía una sensación

general de mostrarnos desnudos, de abrir

nuestra alcoba (entendida como el proceso

de ensayo de una compañía hasta antes

de su estreno) para compartir, contrastar

con el público, con el Asistente de Creación

y hacerlo cómplice de nuestra recámara.

No se trata de adornar ni de disfrazar

el ensayo, sino de mostrar; así, la

visión de los asistentes nos ayuda a poner

en crisis aquellas cuestiones en las que se

está trabajando.

Este proceso fue bastante intenso, ya que

se realizó casi todos los días durante los

últimos veinte ensayos. Fue agotador,

pero el elenco llegó al día de estreno con

una seguridad y confianza en el trabajo

enormes. Aunque pudiera parecer que los

cambios de un ensayo a otro pudieran alterar

la posibilidad de asentar el trabajo,

lo cierto es que la oportunidad de profundizar

en el viaje de los personajes durante

el espectáculo fortalece el músculo de

construcción de los personajes, pues se

amplían las posibilidades de juego, las

perspectivas desde las que plantear una

situación, las herramientas con las que

integrar los cambios…


Equipo creativo 14/21

El elemento crisis con mayúsculas de Ana

fue la violación. Trabajamos varias versiones

de este elemento, ya que no queríamos

mostrarlo como un hecho violento. A

pesar de que era lo que mejor funcionaba,

lo que más rápido llegaba al público (estaba

muy reciente el caso de La manada

y había especial sensibilidad con esta escena),

no se trataba de una violación con

ensañamiento en un callejón, se trataba

de contar el horror de un hecho repetido,

normalizado. He ahí donde radica la violencia

y el drama de la violación de Ana,

en la normalización de la violación que en

tantas casas de este país se sucedía por

aquellos años (y me temo que en estos).

A medida que avanzaba el montaje y se

sucedían los encuentros con el público,

la propuesta pedía un cuarto intérprete

para realizar el papel del HIJO. Había un

desdoblamiento de personajes que generaba

desconcierto, así que, tras estudiar

las distintas posibilidades escénicas, a

cinco días del estreno, pasé del patio de

butacas al escenario: el HIJO se convirtió

en HIJA. Y yo me convertí en miembro

del elenco de Ana (también a nosotros

nos llevará el olvido), lo cual muestra de

forma bastante contundente las posibilidades

de exploración y riesgo que aborda

el Laboratorio Galdós.

Tiempo y espacio: el regalo del Laboratorio

El tiempo dedicado al ensayo y la gran

oportunidad de trabajar en el escenario

del Pérez Galdós es una singularidad en el

panorama teatral de Canarias, que parece

estar en un continuo estreno, en un constante

retomar de los espectáculos que se

montan en pocas semanas. La posibilidad

de sumergirnos tan de lleno en un proceso

es todo un regalo para asentar las bases

de la creación artística, para generar

equipo, confianza y mostrar al público

un espectáculo pensado, mimado, transformado

y meditado con el cuidado y la

atención que requiere.

Tres montajes, tres visiones, un

mismo universo

En estos años he tenido la suerte de participar

en los tres montajes del proyecto

Laboratorio Galdós. Textos, autores,

elencos y procesos distintos que llenan

«mi mochila de la vida», profesional y

personal. El aprendizaje servido en bandeja,

la experimentación como biblioteca

y don Benito como maestro.

Yo, que venía para un ratito, me quedé

para siempre. Gracias, Mario Vega. Gracias,

Laboratorio Galdós.



Equipo creativo 16/21

Criminales en familia

o de cómo crear

cuidando

Maday Méndez

Ayudante de dirección y actriz

Cuando Mario me propuso el regalo de

hacerle la asistencia en el segundo montaje

del Laboratorio Galdós, salté en mute

de alegría a mi lado de la línea telefónica.

Trabajar mano a mano con él suponía recibir

una master class en dirección teatral

que sabía me iba a cambiar el eje y me iba

a nutrir creativa y existencialmente. Formar

parte de este gran proyecto que es el

Laboratorio Galdós es una suerte inmensa

para cualquier profesional y más si una es

de las Islas, puesto que es un orgullo que

instituciones y empresas canarias apuesten

por la cultura a lo grande y, en este

caso, como el legado de don Benito Pérez

Galdós merece.

Pero sucedió algo imprevisto: cuando quedaban

apenas unos días para iniciar los

ensayos descubrí que estaba embarazada.

Esto por supuesto suponía una gran alegría,

pero sentí inmediatamente un caramelo

ácido en la boca al imaginarme perdiendo

la oportunidad de embarcarme en

el proyecto, ya que cualquier otro hubiera

replanteado la ayudantía de dirección, dadas

mis nuevas circunstancias. Pero yo no

iba a trabajar con cualquiera, iba a hacerlo

junto a una mente irreverente que navega

en márgenes extraños para la mayoría,

que después de felicitarme por mi estado

de gracia me preguntó: —¿Tu qué quieres

hacer? —Yo quiero hacerlo. —Pues no se

hable más.

Y así fue como empezó un viaje que terminó

con una obra (que es una pieza de relojería

maravillosa, por cierto) estrenándose


Equipo creativo 17/21

mientras yo me paseaba, a veces torpemente,

de aquí para allá con una barriga

de casi cinco meses. Fueron unos meses

intensos y agotadores, es verdad, pero yo

me sentí en una nube, impulsada por el

amor al trabajo de un equipo de personas

preciosas, cada una de ellas sintiendo que

este montaje del Laboratorio Galdós les

pertenecía, y así como uno cuida de un

hijo, cada uno cuidó de la obra, de los espacios,

de los teatros que nos acogieron

durante el proceso, de las compañeras

y compañeros, gestando así una familia

teatral «criminal».

El proceso creativo de El crimen de la

calle Fuencarral empezaba con un desafío

bien concreto: cuatro actores y actrices

debían interpretar a más de treinta

personajes. Caminando hacia allí, Mario

Vega gestó una ficha artística que trabajó

a destajo con optimismo y alegría, y es

que si algo caracteriza a Valentín Rodríguez

y a Mario Vega es que saben cómo

crear equipo. Tanto el artístico como el

técnico tomamos como propio el proyecto

porque era la única forma de estar a la altura

de cómo nos sentíamos tratados por

la producción.

Lo laborioso y lo lúdico fueron de la mano

en un proceso que empezaba tempranito,

con el equipo de dirección compartiendo

café y trabajo en la gran mesa del office

del Teatro Cruce de Culturas de Arinaga y

los actores y actrices en el escenario realizando

una preparación física —una se

cansaba solo de mirarles de reojo— guiada

por la integrante del elenco Marta Viera.

El trabajo actoral para esta obra iba a

ser muy físico, puesto que los cuatro iban

a estar todo el tiempo en escena, y puedo

decir que sin el entrenamiento físico previo

a cada ensayo no hubieran llegado al

estreno; este fue otro de los aciertos de la

producción.

Los ensayos, que inicialmente empezaron

con la creación de los personajes, arrancaban

desde un punto de vista laborioso

y siempre lúdico, y es que si algo caracterizó

el trabajo durante El crimen de la

calle Fuencarral fue el hecho de trabajar

al calor del juego. Fue un regalo ver al

elenco ayudándose a crear de una manera

tan bonita y a Mario dirigir de un modo

tan incisivo. A él no se le escapa nada, era

increíble verlo dirigiendo a tantísimos caracteres

diferentes y pudiendo tallar cada


Equipo creativo 18/21

detalle de la interpretación sin olvidar

una sola de las aristas de las composiciones;

esto, además de ocuparse del diseño

escenográfico, de la creación del relato

audiovisual mano a mano con Juan Carlos

Cruz y de realizar la supervisión general

del resto de procesos. Sobra decir que

ponía el listón muy alto.

La sensación era que todos llevábamos

esta producción cargada al hombro, con

la responsabilidad que ello conlleva,

pero con todo gusto, porque la sentíamos

nuestra criatura. Fue un proceso caracterizado

por el cuidado de unos con otros,

un ambiente de trabajo siempre optimista,

por compañeros y compañeras dando

ejemplo continuamente y con algo muy

muy presente: el humor. La dupla de Mario

Vega y Valentín Rodríguez trabaja con

una cantidad de exigencias proporcional

a las dosis diarias de humor en cada jornada;

con esta combinación, el Laboratorio

Galdós se convierte en un delicioso

pastel que no quieres que acabe nunca,

por loco que parezca.

Las semanas de trabajo fueron avanzando,

la obra fue tomando forma, y, tras

apenas un contacto con el público a modo

de despedida del querido teatro del Cruce

de Arinaga, desembarcamos en el Teatro

Pérez Galdós, donde había agendadas

muchísimas fechas para los Ensayo y

Error.

A veces nos preguntábamos si el buen

ambiente de trabajo es lo que hacía que

nosotros disfrutáramos tanto con la obra.

¿Estaremos nublando el criterio? ¿Esto

le hará gracia a la gente? Por suerte, para

eso, y para infinitas cosas más, contábamos

con las sesiones de Ensayo y Error,

que fueron tan valiosas como oro en

paño. Debo decir, en relación a la influencia

que estos ejercen sobre el proceso, que

fue algo a lo que personalmente tuve que

acostumbrarme, puesto que no quedan

en saco roto, ni mucho menos.

Mario efectivamente baremaba la reacción

e impresiones del público para timonear

la dirección de aspectos de la

obra, y esta es una herramienta que no

muchos directores podrían poner así de

crudamente a su servicio. Y es que con

Mario hay una máxima irreductible: «no

te encariñes con nada». Es un director

que se caracteriza por el desapego con


Equipo creativo 19/21

lo que haya construido en pos de seguir

probando y desafiando al propio proceso

creativo, porque siempre puede haber

otro camino, otra forma, algo por descubrir…

Créanme que es una montaña rusa

que genera adicción. Así, tras numerosos

ensayos y sesiones de Ensayo y Error generales

y juveniles, llegamos al estreno de

El crimen de la calle Fuencarral con la

lengua fuera de cansados y de contentos

como podencas y podencos con juguete

nuevo y con unas ganas brutales de compartir

la obra con el público.

Formar parte de El crimen de la calle

Fuencarral fue una experiencia transformadora.

Me llevo en la retina recuerdos

imborrables. Por mencionar algunos (vayan

por delante mis disculpas por mencionar

solo a algunos y algunas): Valentín

cuidando cada detalle de la producción

mientras se aseguraba de que ninguna

luz estuviera encendida sin necesidad y

recordándonos que mimáramos los espacios

de trabajo; Raquel apareciendo y

desapareciendo del escenario o sala de

ensayo con un humor que se incrementaba

milagrosamente cuanto más tenía por

hacer; Juan Carlos con todos sus chiches

informáticos enfrente haciendo magia

con la misma facilidad con la que el resto

hacemos un pobre garabato al margen

de la pagina; Tony gestionando la técnica

y aspectos de la producción siempre

—de verdad, siempre— con una sonrisa

radiante; Ibán, incansable, probando y

volviendo a probar hasta hallar el diseño

de luces preciso e infaliblemente hermoso;

Gemma acompañando y gestionando

los ensayos con público desde la calidez

maternal y dejando a su paso un halo

aplastante de «saber lo que se hace»; Luis

sosteniendo desde su presencia, calma y

labor invisible con la gestión de profesionales;

Marta, Ruth, Abraham y Efraín

poniendo siempre lo mejor de sí mismos

con energía y enorme talento; y Mario en

todo. No, no es una forma de hablar: Mario

en absolutamente todo, no por nada

es un extraterrestre infiltrado entre nosotros

al más puro estilo men in black.

En resumen, puedo decir que esta ha sido

la ayudantía más agotadora y también la

más gratificante que haya hecho nunca. Y

no es un lugar común decir que durante

el montaje de este espectáculo se generó

una familia, eso sí, una familia criminal.



Equipo creativo 21/21

Un embarque mágico

Abraham SantaCruz

Ayudante de dirección y actor

El Laboratorio Galdós ha sido para mí un

embarque mágico. Pude disfrutar cada entrega

desde diferentes ópticas: como público

en la primera, como actor en la segunda

y como ayudante de dirección en la tercera.

Como «viaje» ha sido un maravilloso trayecto,

con turbulencias por el camino, con

alguna falta de oxígeno, pero llegando a

buen puerto sin duda.

Conocer poco a poco a Mario Vega, descubriéndolo

por el camino a medida que lo

hacíamos juntos, me ha servido de ayuda

para ir afrontando cada nueva etapa. Comprender

como público su visión del teatro

y como actor desde dentro me ha permitido

llegar casi sin dolor a mi última etapa

como ayudante de dirección, ya que había

descubierto poco a poco hacia dónde le gusta

caminar, su manera de dirigir, el propio

proceso en el que estábamos y lo que se necesitaba

en cada momento.

Si se me permite «mojarme» un poco o bastante,

diría sin duda que este Último viaje

de Galdós es, de las tres, mi preferida. Es

precisamente eso, un viaje emocional, catárquico...

Es pura magia. Y creo que cierra

este laboratorio galdosiano de la mejor manera

posible, con el regalo de una experiencia:

permitiendo que el público se adentre

en el propio sueño y delirio de Galdós, sumergiéndolo,

como diría nuestro Galdós,

«en las entrañas de un teatro, entre sus goznes

y recovecos, deslizarme por sus hombros,

entre sus bastidores y patas, admirando

sus bambalinas y plafones, su peine, sus

arlequines, su chácena, su estrada…».

Un homenaje al teatro desde el teatro, desde

el más puro amor y respeto y con un equipo

artístico y técnico insuperable. Espero y deseo

que esto no sea el final de un trayecto

sino el principio de muchos otros y que sirva

de arrancaílla para más proyectos de calidad

como este.

Sin duda ha sido un regalo maravilloso formar

parte del Laboratorio Galdós, y entre

tantas muchas cosas, me ha permitido conocer

a personas maravillosas de las que he

aprendido muchísimo. Espero que no sea

nuestro último viaje juntos.


Experiencias del

Laboratorio Galdós

Área

profesional



Área profesional 1/11

Un cuerpo en

muchos cuerpos

Luis O’malley

Coordinador del área profesional

Una de las premisas de Laboratorio Galdós

era aunar a la sociedad canaria en

torno al proyecto y, con esto, a la figura del

escritor. De todas las aristas que se pueden

ver en este trabajo, una de las principales

es el área profesional. Para ello se realizan

una serie de talleres formativos complementarios

a cada uno de los proyectos escénicos

del Laboratorio Galdós de los que

son beneficiarios directos dramaturgos e

intérpretes de las Islas.

El proceso de creación de los montajes

El crimen de la calle Fuencarral, de Fabio

Rubiano, y El último viaje de Galdós,

de Laila Ripoll y Mariano Llorente, tuvo

como base de germen del texto el trabajo

dentro del área profesional. Estos autores

realizaron dos talleres en cada convocatoria:

uno de dramaturgia, dirigido a desarrollar

la autoría teatral, y otro de dramaturgia

actoral, con actores y actrices.

Ambos tenían como objetivo no solo la

formación, sino también determinar qué

puntos de partida y de desarrollo tendrían

los textos resultantes al final de este proceso

que llamamos Formulación. Al tener

una finalidad creativa, se hicieron pruebas

de acceso para cada taller a fin de determinar

los perfiles que se ajustaran a la idea

del texto final, ya preconcebido con el director

de escena.

Hablar con el cuerpo, traducir con

el alma

Todo personaje tiene varios prismas,

por esa amalgama poliédrica que el siglo

XX pudo abrir en torno al mismo y que

el postdramatismo ha adoptado como


Área profesional 2/11

bandera. Así, el concepto del Hamlet, de

la Adela o del don Latino de Hispalis se

vuelve complejo, ya no se puede construir

un color de una personalidad, ahora

el ser humano sufre y disfruta de un

mismo sentimiento que se traduce en mil

tonalidades de un mismo yo. A este yo se

enfrentaron los teóricos de la interpretación;

sabios como Chéjov, Stanislavsky,

Meyerhold o Artaud divagaron sobre esta

idea que giraba en torno a lo mismo: cómo

buscar la verdad escénica desde el mismo

texto, entendiendo texto como un ente que

podría existir tanto de manera tradicional

siendo un constructo por realizar.

Con este enfoque se abría el área profesional

del Laboratorio Galdós, tratando

de crear desde cero un texto lleno

de personajes poliédricos, vivos de

sentimientos y llenos de pasiones. Porque

si de algo estaba impregnada la literatura

de Galdós era de unos personajes

condenados a cumplir con su fatal destino;

víctimas de sus debilidades, recurriendo

don Benito así a las impurezas del alma,

que son para el espectador, dicho sea de

paso, lo más atractivo de los personajes.

Estos procesos formativo-creativos, estos

talleres, han sido en esencia el encuentro

de profesionales que, bajo una consigna

definida por el autor, trabajaron en el bocetado

de esos personajes, un ente maravilloso

de personalidades, situaciones y

circunstancias. El Taller de Dramaturgia

Actoral servía para que los personajes

encontraran un cuerpo en muchos cuerpos,

una voz en muchas voces, para así,

de manera casi litúrgica, lograr ese idóneo

poliédrico. Por eso encontramos un complejo

don Lope en Ana (también a nosotros

nos llevará el olvido), donde no es

solo un maltratador, sino también es un

hombre débil y víctima de su propia educación

(verdadera impureza del personaje);

o también en Higinia Balaguer, en El

crimen de la calle Fuencarral, no solo encontramos

a una inocente, sino también a

una culpable en cierta medida, de pocas

luces pero lista según la ocasión, humilde

e interesada al mismo tiempo; y por

eso también el secretario Francisco, en El

último viaje de Galdós, es un personaje

torpe pero con poder de decisión según el

momento, cándido pero oscuro, metódico

pero espontáneo.

Así, los talleres de dramaturgia actoral

fueron el primer instrumento en donde

actores profesionales prestaban sus

capacidades para construir los personajes

que luego dramaturgas y dramaturgos

plasmarían en sus obras. Juegos,


Área profesional 3/11

situaciones y supuestos cercanos al

texto, un texto por construir, pilares en

formación. Los intérpretes hablaban con

el cuerpo lo que después los escritores

traducían con el alma.

La organización de estos talleres dio lugar

a una amalgama de artistas con muchos

puntos de vista diferentes. Encontrábamos

no solo en los propios conductores

de los talleres diferencias de edad y experiencias

artísticas o vitales, sino también

procedencias muy diferentes (Colombia

y Madrid); esto hizo que tanto en la metodología

como en la forma de abordar la

praxis docente se vivieran experiencias

muy dispares y, por qué no decirlo, con

diferentes grados de satisfacción. Por otro

lado, los alumnos abarcaban también diferentes

procedencias y edades, maneras

de encarar personajes, metodologías de

trabajo y permeabilidad a la hora de ponerse

en manos de unos creadores que tomaron

la sala de trabajo como fuente de

inspiración y también de creación.

Pero más allá de la prosa y la explicación

de su funcionamiento, quizá la mayor diferencia

de percepción de si los talleres

fueron un éxito o no la encontramos al

analizarlos de forma independiente.

Los talleres de dramaturgia actoral

fueron, en sí mismos, los que más se acercaron

a la idea de Laboratorio, de experimentación

creativa, puesto que fueron

concebidos para ser el punto de partida de

la creación del texto. En el caso de Ana (a

nosotros también nos llevará el olvido),

no pudo darse porque su creadora, Irma

Correa, se vio apremiada por la entrega

del texto, el primer proyecto escénico del

Laboratorio Galdós, que debía estrenarse

en octubre de 2018.

Este proceso se puso pues en marcha para

El crimen de la calle Fuencarral. Después

de una selección, actrices y actores se pusieron

en manos del dramaturgo colombiano

Fabio Rubiano con el fin de crear situaciones

que sirvieran para el texto final.

Esta posibilidad se vio, pero en pequeños

trazos, puesto que los intérpretes tuvieron

más la sensación de un taller de interpretación

al uso (que recibieron con gusto)

que de un trabajo en torno a una dramaturgia.

Al año siguiente, Mariano Llorente

y Laila Ripoll tomaron realmente los talleres

como proceso de creación de su texto;

así, los intérpretes entendieron que eran

instrumentos de creación y no sujetos de

formación. Los participantes eran remunerados

por su labor, por su aportación al

proceso creativo, ya que trabajaban para


Área profesional 4/11

ayudar a construir un texto dramático,

para elaborar una hipótesis que subiría a

escena.

En este punto del proceso, llegado el

momento de valorar el área profesional,

pensamos que se han cumplido los

objetivos de intercambio (generacional

y geográfico) de maneras de ver el hecho

escénico entre nuestros profesionales

y figuras del teatro tan interesantes y

dispares como Fabio Rubiano y Micomicón

(Laila Ripoll y Mariano Llorente). También,

tras escuchar a los autores, se ha cumplido,

especialmente en el caso de estos últimos,

la idea de que estos talleres presentaran

hallazgos creativos e incidieran en el

boceto del texto definitivo.

Sin embargo, este proceso de Formulación

no logró transmitir a los profesionales

la verdadera filosofía del trabajo, del

sentido de su labor y de su contratación

profesional. Las valoraciones posteriores

dadas por los participantes, tanto oficiosas

como oficiales, mostraban un cierto

desencanto, una mayor demanda de protagonismo

y exigencia en la exposición de

resultados del taller. Mientras que para el

proyecto su tarea iba destinada al desarrollo

del texto que se llevaba a escena, para

algunos de los participantes los trabajos

realizados en clase debían ser expuestos al

menos en una muestra final e, idealmente,

en una obra de teatro representada en

otro ámbito.

Aquí es donde queda trabajo por hacer.

Abrir un espacio de intercambio con profesionales

y formas de trabajar de otras

realidades creativas implica también

transmitir estos nuevos modelos de trabajo,

otras maneras de rentabilizar la práctica

actoral en favor de hechos escénicos

experimentales, otra manera de formar

parte de los procesos, donde juegan otros

roles que pueden ser tremendamente enriquecedores.

Los talleres de dramaturgia, por su

parte, se ajustaron más a procesos convencionales.

Estaban destinados a escritores

y escritoras de Canarias con cierto bagaje

formativo, hecho patente en el acuerdo de

colaboración que existió con Canarias Escribe

Teatro (proyecto de formación y difusión

de la dramaturgia canaria con once

años de historia). Este acuerdo se enmarcaba

dentro de nuestro interés por entrar

en complicidades con entes artísticos y

culturales del Archipiélago que persiguieran

objetivos similares a los del Laboratorio

Galdós, lo que llamamos Confabulados.

Canarias Escribe Teatro fue nuestro

confabulado en esta área de trabajo.


Área profesional 5/11

El objetivo estaba claro: ampliar la formación

autoral con las voces de talleristas

contemporáneos de Hispanoamérica, el

colombiano Fabio Rubiano (para conocer

su importancia les remitimos al artículo

que forma parte de este documento), y de

nuestro país, Ripoll y Llorente (constituyen

la compañía Micomicón y ostentan

importantes premios y un largo recorrido

en la dramaturgia y en la puesta en escena

de sus propios trabajos). Para nuestros

autores, tener la oportunidad de formarse

con maestros de esta talla supuso un paso

más en su evolución, el grado de satisfacción

del alumnado fue en general muy positivo,

ampliaron sus recursos autorales

y sirvió también para que el Laboratorio

Galdós llegara a más profesionales del

sector.

La percepción de los maestros de ambos

talleres fue muy optimista. Al verse

nutridos de los profesionales canarios,

descubrieron un sector teatral afianzado,

formado y con mucho margen de crecimiento.

Conocieron a profesionales que

juegan en favor de la escena y que suman

en la creación, Quedó patente para ellos el

buen hacer tanto del Laboratorio Galdós

como de la industria del teatro canario en

los últimos años.

Un punto y seguido

Queda trabajo por hacer para crear una

estabilidad formativa que signifique verdaderamente

un proceso real y puro

desde la creación en fase cero hasta que

se levanta el telón. Esta labor es ardua.

Conscientes de los riesgos y de la elevada

posibilidad de fracaso al llevar a cabo un

propuesta tan atípica en nuestro ámbito,

pensamos que se debe seguir por la línea

de la exploración, sin miedo, sumar en el

viaje a actrices, actores, dramaturgas y

dramaturgos que sean capaces de salir de

su zona de confort, que se tiren a la piscina

y que vean en el fondo un mar de posibilidades

para crear, por un momento, lo

impensable.

Sanchis Sinisterra dice en Prohibido escribir

obras maestras que «el teatro no

ha permanecido inmune a las grandes

transformaciones que nos ha legado el siglo

XX. Un siglo que ha afectado profundamente

la conciencia del ser humano, su

visión del mundo, su modo de afrontar

la vida, su percepción de la realidad presente

y sus expectativas de futuro». A esta

idea de la realidad que nos cita el maestro

(en su más que recomendable manual) se

adhiere el Laboratorio Galdós, a ese con-


Área profesional 6/11

cepto de «dramaturgias de la fragmentación»

a la que alude Sinisterra como «un

amplio espectro de puestas en escena y/o

de espectáculos creados desde la escena».

«Crear desde la escena» es, sin duda, la

gran filosofía del Laboratorio Galdós. Si

son esenciales los Asistentes de Creación,

lo son también los intérpretes de los laboratorios

de dramaturgia actoral. Como a

Sinisterra, a nosotros también «nos interesa

todavía realizar el esfuerzo de comprender

el mundo, de descifrar la complejidad

de lo real (…) y de que el instrumento

intelectual para esta tarea sea el teatro».

Abrirnos a mil caminos desde el cuerpo

al alma, desde la experimentación

hasta el resultado, desde lo esencial a lo

poliédrico, hacen del área profesional del

Laboratorio Galdós, con sus intérpretes y

dramaturgos, una pata imprescindible de

nuestra creación escénica, una que nos

lleva a lugares inesperados, con sus dones

y sus impurezas. En otras palabras, como

dice el maestro: «bye, bye, Aristóteles».

En palabras de los maestros

Es interesante, al hacer memoria,

escuchar la voces de estos maestros en

sus propuestas iniciales, sus puntos de

partida, sus objetivos y sus maneras de

ver esta experimentación que les propone

el Laboratorio Galdós.

Fabio Rubiano

El Taller de Dramaturgia es un taller

teórico y práctico de escritura teatral.

Se partirá de la crisis como eje fundamental

de la creación dramática.

El teatro ha estado en crisis desde el principio

de los tiempos, esa debe ser nuestra

materia prima.

Del teatro siempre se ha dicho (como tantas

otras cosas) que es una de las artes

más ligadas a la realidad. Que hay teatro

político, más que cualquier otro arte político.

Que hay teatro comprometido.

Todo esto es verdad.

Y no lo es.

Primero porque no hay un único teatro,

y segundo porque el arte y la realidad

van de la mano, y se van a las manos porque

se pelean cada siglo.

O cada qué hay una renovación formal.

Casi todas las renovaciones ocurren por

la forma.


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El primero que debe estar en crisis es el

dramaturgo.

Nuestro trabajo en el taller será

dramático, y sea lo que sea que se vaya

a contar, debe pasar por una estructura

que genere tensiones, contradicciones,

ambigüedades.

Se escribirá desde varios puntos de

vista y posiciones para darle garantías

discursivas a cada uno de los elementos

que componen la pieza. Los personajes

pueden o no estar alineados con nuestra

corriente de pensamiento, es más, lo

ideal para el taller es que estén en contra

de lo que pensamos.

Nada mejor para comenzar (o para desarrollar)

una pieza que un contrasentido,

una negación, un absurdo, una ambigüedad.

Antes de escribir somos autores viejos,

muertos, pasados.

Que la escritura sirva para renovar,

para contar desde perspectivas nuevas,

para comenzar a pensar diferente.

Eso se logra confrontándonos con nuestras

propias convicciones.

Por eso se llama dramaturgia en contra:

para escribir no como queremos, sino

como no queremos.

Para el Taller de Dramaturgia Actoral

hay que partir de que la creación

artística es integral. Es imposible desligar

la actuación de las demás ramas del

quehacer teatral. Todo actor y toda actriz

debe ir apropiándose de los elementos

básicos de la construcción dramática

en función del escenario. No se trata de

que cada estudiante escriba su obra, sino

de que sepa hasta qué punto elementos

como la acción, el conflicto, los objetivos,

los obstáculos o la no acción pueden servir

para aclarar las condiciones en las

que su personaje se desplaza.

Ejercicios permanentes en el escenario,

pertinencia de los diálogos y necesidades

del relato.

Se trabajará la capacidad narrativa en

texto y acción, con objetos y con espacio

vacío, individual y colectivamente.

Si bien la palabra juega un papel definitivo

en la construcción de un personaje,

se buscará cómo esa palabra deja de ser

simplemente informativa para alcanzar

nuevos niveles. No siempre se hace lo


que se dice, y no siempre lo que se dice es

verdadero.

A partir de textos escogidos de Pérez

Galdós se intentará también jugar con

géneros afines y no tan afines al hecho

teatral, como la crónica, el melodrama,

la telenovela y el policiaco. La experimentación

se hará no en función de actuar

para un género, sino de explorar en

estos géneros en qué punto tiene su fortaleza

la acción, qué elementos definen

la potencia del drama (el objeto perdido,

la posición en el espacio, los tonos al hablar,

los silencios, etc.).

Todo lo que se requiera para construir

un personaje con ambigüedades, matices

y contradicciones.

Laila Ripoll y Mariano Llorente

Vamos a intentar encontrar en estas

sesiones de trabajo algunos personajes

esenciales en la vida de Galdós y vamos

a jugar a imaginarnos situaciones que

Galdós pudo vivir. Así, el actor, en su

búsqueda, construye dramaturgias, y la

dramaturgia alimenta el imaginario del

actor. Vamos, pues, a intentar imaginar

una tarde en la vida de Galdós junto a

doña Emilia Pardo Bazán o un encuentro

con don Marcelino Menéndez Pelayo.

Con don Práxedes Mateo Sagasta, con

Pablo Iglesias o con el mismo rey don Alfonso

XIII.

Pero en la vida de Galdós hubo, sobre

todo, algunos amores furtivos y otros

duraderos y sórdidos, con actrices y

modelos, hubo pullas literarias dolorosas

y hubo detractores terribles de su

obra. Aristócratas y burgueses, obispos

y monjas, diputados, periodistas, hombres

influyentes, y desharrapados, gitanos,

judíos conversos, pobres de solemnidad,

ciegos, sus hermanas, su sobrino,

su madre, su ceguera y su secretario, su

arterioesclerosis, su mucho dinero y su

mucha dadivosidad y sus muchos líos de

faldas, su angustia de los últimos años,

el Nobel que no le dieron, su radical anticlericalismo,

sus «islas afortunadas», su

Santander, su Madrid infinito, su obsesión

por la realidad, por la justicia social

y por el progreso de una España que tanto

le dolió y que apenas 16 años después

de su muerte padeció una guerra terrible

cuyas heridas aún siguen abiertas.



Área profesional 8/11

Lo sublime y

lo abyecto

A propósito del Taller de Dramaturgia Actoral de Laila Ripoll y Mariano Llorente

Emma Álvarez, actriz

Sugerentes caminos para adentrarse en el

panorama galdosiano, ¿no les parece? Lo

sublime. Y lo abyecto. ¡Ahí es nada!

Nuestros viajes como intérpretes en el Laboratorio

también fueron así: sugerentes,

inmersivos, motivadores, sin duda. Cada

día era una aventura emocional. De eso

se trataba precisamente... de explorar, de

dejarse llevar; de estar abiertos/as a lo inesperado.

¡Qué inmenso placer fue para mí, actriz!

¡Qué utilización tan placenteramente

consentida de la capacidad creadora!

Improvisar hasta llegar a una forma, a un

sentido y a un destino, delimitados hábilmente

por los profesionales Mariano Llorente

y Laila Ripoll. ¡Qué conocimiento

de las condiciones necesarias para que el

actor y la actriz jueguen! ¡Qué recreos interpretativos

aquellos! ¡Qué regalo haber

sido seleccionada y qué experiencia tan

gratificante dejarse llevar por la jungla

galdosiana que recreamos en la Sala de

Ensayos del Teatro Pérez Galdós! Que si

Benito por aquí, que si la madre por allá,

ahora entra Sisita, después Emilia Pardo

Bazán… ¡Qué vida tan intensa, señor Pérez!

La artesanía de este oficio a veces se

relega por cuestiones de mercado, así que

estar allí, en el Laboratorio Galdós, fue

como volver al taller, donde las prisas por

obtener un resultado se quedan en la calle,

¿saben? Donde cada pieza se engarza con

armonía aunque sin saber en un principio

cuál será el resultado. No hay un texto. Aún


Área profesional 9/11

no. Pero lo habrá. Y probablemente haya

un rasgo, aunque solo sea uno... que será

el resultado de lo que allí descubrimos.

El Laboratorio se dividió en dos etapas. La

primera con Mariano, en la que nos impregnamos

corporal, emocional, sensorial

y mentalmente de los conceptos inicialmente

señalados: lo sublime y lo abyecto.

Y la segunda con Laila, cuando esas vivencias

conceptuales y la conexión grupal,

que Mariano se había encargado de dejarnos

grabada en nuestro subconsciente, estaban

en su estado óptimo de maduración.

Laila entonces nos asignó un personaje

a cada uno/a y con él transitamos. En mi

caso fue Lorenza Cobián. Pocos datos recabamos

de ella: que había tenido un relación

con Galdós que dio como resultado

una hija (María Pérez-Galdós Cobián), que

había sido modelo, que nació en Asturias,

que tuvo un final trágico… y poco más. Y

suficiente. Improvisar, improvisar e improvisar.

Con una libertad gozosamente

creativa pocas veces experimentada.

Y para finalizar el viaje… la despedida:

la interrelación de personajes en una

situación probable para el resultado

dramatúrgico que se está llevando a cabo.

Desde aquí mi agradecimiento a todas las

personas e instituciones que lo hicieron

posible.


Área profesional 10/11

Los talleres de

la verdad

A propósito de los talleres de dramaturgia del Laboratorio Galdós

Javier Estévez, dramaturgo

Leo que en la Grecia antigua, cuna del

teatro, el término aletheia significa verdad.

Pero ¿qué conlleva esta concepción

de verdad? Si separamos la palabra por

sus raíces, tendremos a, que es una partícula

privativa, como el in del castellano:

inmóvil, incapaz. Inverosímil. Y letheia,

que significa ocultar. Entonces, ¿qué es

la verdad? Para los antiguos griegos es la

revelación del ser, es decir, quitar el velo

que nos impide apreciar y conocer las cosas

y los seres tal como son. Al menos así

está en el poema de Parménides. La verdad

está siempre y en todo lugar, pero hay

que quitarle el velo. Desvelarla. Por eso,

no es de perogrullo afirmar que el teatro

es verdad, en tanto que persigue revelar la

verdad humana. Y la verdad de las cosas.

Pero ¿cómo se accede a la verdad? ¿Y

cómo podemos luego contarla? A mí no

se me ocurre otra vía que estudiando.

Aprendiendo. De este modo, los diversos

talleres de dramaturgia del Laboratorio

Galdós nos han permitido, a quienes hemos

tenido la suerte de asistir, descubrir

y profundizar en las herramientas para

manejarnos luego en la escritura teatral.

Entiendo entonces la dramaturgia, es una

opinión personal, como original notaria

de la verdad. Cada uno de los dramaturgos

con los que ha contado el Laboratorio,

Fabio Rubiano, Laila Ripoll y Mariano

Llorente, nos ha mostrado con exquisitez

y sabiduría el camino a seguir, su camino,

y nos ha invitado a averiguar, a explorar

con total libertad, la vasta geografía de la

creatividad teatral. Qué plantel, qué lujo

de cicerones.


Área profesional 11/11

Yo aprendí mucho. Muchísimo. Me quedo

con la certeza de que la verdad, en el

teatro, es plural y diversa. Y que hay que

buscarla con paciencia, trabajo y constancia.

La verdad puede parecer una, pero se

puede decir de muchas maneras. El teatro

como metáfora de la verdad. Y ahí es donde

reside la importancia de la escucha, del

aprendizaje gracias al trabajo hecho y expuesto

por los demás. Los talleres nos han

mostrado a todos los alumnos asistentes

que la escritura teatral, como revelación

de la verdad, tiene infinitos puntos de

observación. Tantos como dramaturgos

existan. Y así se enriquece la dramaturgia,

pues cada una de las peculiares perspectivas

desde las que se narra dota al texto

de capas, de perfiles, de pormenores. De

matices. En ese sentido, ¡qué experiencia

tan gratificante es crecer siempre gracias a

las aportaciones de los demás!

Todos aprendimos de todos, y eso, en un

tiempo tiranizado por lo individual, ha

sido un auténtico privilegio. Como lo es

también acercarse con humildad y a través

del estudio, del aprendizaje, de los

talleres, al desvelamiento de las técnicas

que hacen posible el teatro. Es decir, la

verdad.


Experiencias del

Laboratorio Galdós

Asistentes

de Creación



Asistentes de Creación 1/30

Laboratorio Galdós,

procesos abiertos

al público

Gemma Quintana Ramos

Coordinadora del área pedagógica y de participación

Incluso si el dramaturgo o el director de teatro no saben lo que quieren

que haga el espectador, sí que saben al menos una cosa: saben que debe

hacer algo, franquear el abismo que separa la actividad de la pasividad.

Jaques Rancière. El espectador emancipado

Un laboratorio escénico es, como actividad

de producción artística, un reto. En

la práctica creativa, constituye un núcleo

donde interaccionan el arte escénico, un

proceso creativo propio y un proyecto cultural

integral.

Como punto de partida, el propio concepto

de laboratorio artístico lleva implícita

en su definición la necesidad de situarse

frente a una experimentación creativa

cuya única certeza es su validación en

una fecha (de estreno), que ni siquiera

tiene por qué marcar el final del proceso.

Una investigación de estas características,

como la que se propuso el Laboratorio

Galdós, que además nace con voluntad de

acercar la figura de un autor del siglo XIX

a la poética del XXI, no tiene sentido si no

incorpora al espectador actual al proceso,

y lo hace con un verdadero espíritu de intercambio.

Jean-Manuel Warnet, en referencia a los

laboratorios escénicos que constituyeron

una parte esencial de la evolución del arte


Asistentes de Creación 2/30

dramático contemporáneo, plantea un

problema: «A lo largo del siglo XX y hasta

la actualidad, la noción de laboratorio

teatral concentra la necesidad de un espacio-tiempo

propicio para una búsqueda

artística no ligada al imperativo de la

producción. Esto es a la vez un reto y una

paradoja para un arte que solo existe en

la confrontación con el público». 1 La solución

que hemos tratado de aportar a esta

paradoja consiste en incluir al público en

el propio proceso de la búsqueda. La respuesta

ha sido el Ensayo y Error.

Es cierto que el objetivo de «construir

colectivamente» no se refleja en este proyecto

solo en el encuentro con el público,

sino que forma también parte esencial del

periodo de Formulación, en el cual un autor

o autora comienza a bocetar su texto

en la convivencia expresiva de un taller

de intérpretes. Actores y actrices trabajando

a partir de un papel en blanco, impulsados

por la capacidad evocadora del

dramaturgo / director, que tiene en esta

experiencia la posibilidad de vislumbrar

a personajes y conflictos hechos carne antes

que letra. Pero este es un encuentro

desde la profesión, desde el conocimiento

compartido.

Un Ensayo y Error es un encuentro entre

desconocidos, espectadores más o menos

aficionados, poco importa. Porque su

aportación al proceso es precisamente la

de experimentar, experimentar a través

de su mirada, de sus sensaciones y hasta

de sus vísceras, el efecto artístico de una

propuesta que empieza a entreverse sobre

la escena; y acompañarla hasta su puesta

de largo, su Validación. Los Asistentes de

Creación presencian un ensayo en el punto

de cocción en que se encuentre la investigación,

con aquellas propuestas que

los actores estén indagando… Son testigos

no solo del resultado en el proceso de

una búsqueda, sino de la búsqueda misma.

Hasta aquí la parte del Ensayo.

Tras los aplausos, si surgen, el director

de escena se pone al frente de una

conversación con sus Asistentes

en la que cada cual puede aportar,

constructivamente, su visión sobre el

ensayo al que acaba de asistir. Esta es, sin

duda, la parte del Error. A veces surge sin

más, a veces es fruto de alguna cuestión

que el director lanza al público, a veces el

silencio es elocuente, a veces no llegamos

a un acuerdo… ni se trata de eso. No hay

una búsqueda de la unanimidad, sino de

1 Warnet, Jean-Manuel: «Defender “El derecho del inventor tanto en ciencias como en arte”», Estudis escènics: quaderns de

l’Institut del Teatre de la Diputació de Barcelona, ISSN-e 2385-362X, ISSN 0212-3819, Nº. 43, 2018.


Asistentes de Creación 3/30

nuestros desacuerdos, especialmente

si los compartimos. La puesta en crisis

de la obra se llama Ensayo y Error.

Los Asistentes de Creación no son solo

partícipes, sino verdaderos artífices de la

obra. No porque sus valoraciones salten

directamente a la escena, no porque

decidan cambios en la obra, sino porque

ponen en duda cualquier resultado.

Al Asistente de Creación, esta fase de Ensayo

y Error le permite ver «dentro». Y a

juzgar por la estupenda acogida que estos

ensayos abiertos han tenido entre el

público de nuestra Comunidad, hay un

claro interés por estas experiencias de inmersión.

Esto hace de este espectador un

aprendiz activo. Comprender el proceso

ayuda a desarrollar herramientas de decodificación;

una serie de conocimientos,

prácticas e intuiciones que se desprenden

de la cercanía a la escena y que activan la

mirada, la reflexión y la actitud crítica.

Pero el Ensayo y Error nos permite llegar

más allá, más allá del coloquio con

el equipo en el que se comparten opiniones

sobre un espectáculo cerrado. Aquí

el Asistente de Creación es parte del proceso,

verdadero cocreador. No porque el

director siga a ciegas el dictado de la audiencia,

sino porque se genera una retroalimentación

que abre la oportunidad a

una exploración artística mucho más genuina:

una exploración en compañía.

Por eso este proceso se ha convertido,

tras tres años de evolución, en imprescindible

dentro del Laboratorio. No solo

porque trate de provocar experiencias enriquecedoras,

activar la reflexión y el análisis

crítico o instalar nuevas sintonías en

la relación arte-artistas-comunidad. Sino

porque de este intercambio surge un producto

que es mucho más que la suma de

las partes. Las obras que surgen de esta

investigación son más ricas, porque hubo

mucha más gente involucrada en su desarrollo.

Cada Asistente se implica, regala su mirada

y su respiración (qué importante

«la respiración» como elemento de intercambio

entre el patio de butacas y el

escenario), pero para hacerlo requiere

también dos cosas: tiempo y encuentro.

Por eso el Ensayo y Error es una actividad

gratuita, inclusiva, pero dirigida a grupos

reducidos que firman con su inscripción

un acuerdo tácito de colaboración con los

creadores.

Algunos preguntaban escépticos si un

ensayo gratuito no se convertiría en una


Asistentes de Creación 4/30

excusa para no comprar una entrada a la

función definitiva. La realidad ha demostrado

que gran parte de nuestros Asistentes

de Creación se han convertido en

nuestros mejores agentes de comunicación

y mediadores. Se sienten (son) parte

del equipo. Han hecho suya la función. Y

son testigos privilegiados de las potencialidades

del espectáculo, con lo cual el proceso

boca-oreja se pone en marcha mucho

antes del estreno. Esto tiene un valor de

comunicación incalculable, especialmente

con el escueto ciclo de vida de las producciones

en Canarias.

Experiencias similares

En busca de experiencias similares, experiencias

de implicación artística del público,

hemos descubierto algunos modelos

reveladores de cocreación que se centran

sobre todo en la danza contemporánea y

la performance.

El CounterPULSE es una iniciativa del

Dancer’s Group de San Francisco donde

se muestra el trabajo en proceso a un

grupo amplio de espectadores (entre 15 y

90) a lo largo de tres ensayos abiertos y un

discurso creativo publicado, con enorme

sensibilidad, en su blog. Centrándonos en

esos ensayos abiertos, tal vez la nota más

destacada de la experiencia es el uso de un

sistema de respuesta crítica (Método CRP

de Liz Lerman) como base para facilitar

el diálogo entre creadores y audiencias.

Se trata de una serie de cuestiones, perfectamente

catalogadas, que se le facilitan

al público antes del visionado de los

45 minutos de función. El coloquio, por

su parte, propone un intercambio con los

artistas a partir de estas materias críticas.

Esta oportunidad de exploración participativa

no significa que el artista deba

seguir las sugerencias de la audiencia.

Se trata de una experiencia de aprendizaje

compartido que, al igual que en el

Laboratorio Galdós, ayuda a generar una

mayor comprensión y apreciación de los

procesos y recursos de cada modalidad

artística. Una conversación que produce

conexiones más sólidas entre creadores,

público e instituciones generadoras.

Dentro de las artes escénicas y performativas,

en el más amplio sentido de la

palabra, el Battersea Art Centre en Londres

lleva más de 15 años aplicando un

programa al que llaman Scratch y que

definen como una rica historia de experimentación

y colaboración con la audiencia.

Los artistas comparten proyectos «sin

terminar» con el público (de hecho se en-


Asistentes de Creación 5/30

cuentran en una etapa temprana de la

creación) que se comentan con la audiencia

al final de la sesión. Este sistema de

creación no es puntual, sino que resulta

esencial para los proyectos en residencia

de esta institución cultural británica de

clara inspiración contemporánea. Según

expresan, «constituye un proceso y una

forma de pensar la creación en el Battersea

Art Centre».

Al principio de la experiencia, la asistencia

se nutría esencialmente de profesionales

y compañeros de los creadores,

pero poco a poco se fue creando una «saludable

fertilización cruzada de audiencias».

Las exhibiciones se basan en una

idea propia de «los cinco peldaños de

desarrollo» que permiten a los creadores

llevar el trabajo de una noche de scratch

(que podemos traducir como garabateo,

aunque también significa rasguño) a un

trabajo terminado para mostrar ante un

público al uso.

Experiencias con cierta cercanía a la cocreación

las podemos encontrar en numerosas

investigaciones de artistas como

Roger Bernat o Pérez y Disla y su interés

por los límites de la convención dramática,

con sus proyectos performativos de

alto nivel plástico y político. Aquí el público

se interroga sobre sí mismo, es actor

/ actriz de cada propuesta, dentro de una

idea de comunidad, asamblea y quehacer

democrático. Lejos pues de nuestra propuesta,

donde el espectador sigue situado

en la platea y ostenta un rol de «coorganizador»

de imágenes.

Resuenan con algún punto de tangencia

con el Ensayo y Error las recientes investigaciones

de Blanco 2 y su concepción de

la «Espectaturgia», basada en conexiones

recientes entre neurociencias y teatro,

aportadas, entre otros, por el científico

y teórico teatral Gabriele Sofia 3 . Resulta

interesante la reflexión de la autora sobre

la emergencia de fenómenos donde el espectador

no solo pone en juego su intersubjetividad

frente a la del intérprete y lo

que surge de esta relación, sino también

en tanto en cuanto el acontecimiento, la

experiencia, se produce en contacto con

el resto de espectadores.

Asistir a un ensayo es asistir a esa representación

en concreto, que ya sabemos

2

3

Blanco Jesse, Constanza. ¿Espectaturgia? Pistas para estructurar el azar ante el potecial creador/destructor de una audiencia

participante. Congreso de Artes Escénicas. Universidad de Palermo. Buenos Aires. 2019.

Sofia, Gabriele: Las acrobacias del espectador. Neurociencias y teatro, y viceversa. Colección El gato en la zapatilla.

Coeditado por Paso de Gato y Artez. 2015.


Asistentes de Creación 6/30

única e irrepetible. Pero supone, además,

compartir esa experiencia con un grupo

muy reducido de cocreadores, de Asistentes

de Creación, en un evento, no solo

singular, sino cargado de signos en estado

de transformación, que constituye un

acontecimiento diferente al que vivirá un

espectador «final». Así, quedan en la retina

de algunos de nuestros Asistentes de

Creación un montaje de Ana (también a

nosotros nos llevará el olvido) con tres

intérpretes para cinco personajes, de El

crimen de la calle Fuencarral cargado

de utilería y hasta con garrote vil y de El

Último viaje de Galdós con un tempo diferente.

Un proceso dinámico de creación

que nos ha permitido transitar juntos, espectadores

y artistas, dentro de cada uno

de estos tres espectáculos, desatando la

duda.

Como Coordinadora de Participación del

Laboratorio Galdós no puedo estar más

agradecida con nuestros Asistentes de

Creación, ese grupo de espectadores que

no ha dejado de crecer, de solicitar propuestas

y de responder a todas nuestras

convocatorias con entusiasmo. Nada de

esto hubiera sido posible sin su interés y

capacidad de entrega a este juego metateatral.

Y claro, gracias también a un grupo

de artistas y gestores decidido a implicarse

con su audiencia, demostrando que

este tipo de experimentos, lejos de constreñir

el proceso creativo, produce como

resultado un trabajo artístico sólido con

una audiencia propia. Me siento privilegiada

por encontrarme en esta intersección

creativa, en mitad de esta corriente

de comunicación… de este sanísimo contagio

de la adicción al Ensayo y Error.



Asistentes de Creación 8/30

Asistentes

de Creación

Argelia Quesada

Ismael González García

Llegamos al teatro con la curiosidad y

el entusiasmo que siempre nos acompaña

cuando asistimos a un estreno y

también con algo de nervios porque

hoy es diferente. Vamos a formar parte

como Asistentes de Creación del montaje

de una obra. Bueno, me explico, la

obra ya está montada, pero nosotros

vamos a ser espectadores activos capaces

de cambiar la visión que otros han

tenido de ella.

Juzgar el esfuerzo de unos profesionales

no es fácil. Sin embargo, no deja de

ser muy ilusionante acercarse al teatro

desde esta nueva perspectiva.

En particular, siempre me ha sorprendido

ver cómo algunos cambios propuestos

por los asistentes a lo largo de

todos los ensayos aparecen incorporados

al resultado final. Este proceso

siempre se ha desarrollado en un ambiente

cercano y con plena libertad. Es

una gratificación para cualquier amante

de la cultura.

Ser espectador de una función teatral es,

para un amante de las artes escénicas,

un momento mágico. Poder asistir a sus

ensayos, ver la evolución, aportar tu opinión,

tu criterio y contribuir, si el director

lo cree oportuno, al resultado final es un

privilegio para el espectador y un acto de

generosidad sin límites por parte del director

y de los actores. Y esto lo ha conseguido

el Laboratorio Galdós con el proyecto

Ensayo y Error.

Para mí, formar parte de un montaje teatral

como espectador activo, creativo,

colaborativo, crítico… ha hecho que se

dignificara y engrandeciera mi rol como

espectador, tomando otra dimensión, sintiéndome

parte y miembro del equipo y

del proyecto.

Mi reconocimiento al Laboratorio Galdós

por esta iniciativa.


Asistentes de Creación 9/30

Teodora Antunes

Comencé a asistir a Ensayo y Error con

Ana, cuando ya la obra estaba bastante

avanzada. Al principio no tenía muy claro

cuál era el objetivo, pero poco a poco me

fui integrando en el proyecto y me sentí

parte del mismo. La oportunidad de poder

intervenir y reflexionar con el director fue

una experiencia nueva y muy enriquecedora.

En el caso de El crimen de la calle Fuencarral,

participé desde el principio con la

lectura de la obra y asistí a varios ensayos,

más que en Ana. Fue muy interesante

ver la evolución, ya que, tal como estaba

planteada, es una obra muy compleja, con

muchísimos personajes y pocos actores

para encarnarlos. En la lectura fue difícil

discernir todo el entramado, con los actores

representando varios personajes, pero

desde el primer ensayo la obra quedó claramente

plasmada y el director la fue puliendo

de tal forma que llegó a haber cambios

radicales de un ensayo a otro, como la

cuestión de los periódicos, que en un principio

aparecían en escena con gran profusión

y que desaparecieron en los siguientes

ensayos. A ello contribuyeron también

las opiniones de algunas de las personas

asistentes, muchas de las cuales eran tenidas

en cuenta por el director.

El último proyecto, El último viaje de

Galdós, tiene una puesta en escena muy

arriesgada, ya que varias partes de la obra

se representan en distintos puntos del teatro,

con lo que el espectador también realiza

el viaje a lo largo de la vida de Galdós.

Para mí, las conclusiones que puedo sacar

de este proyecto son las siguientes. Por

una parte, y por primera vez, he participado

en ensayos de una serie de obras en

las que el director tiene en cuenta la opinión

del espectador, y si dicha opinión

lo convence, la incluye en la representación.

Esta participación es bastante inédita

porque cualquier director no se pone a

los pies de los caballos para que opinen /

critiquen su trabajo. Por otra, he aprendido

mucho del trabajo de dirección, ya que

se puede observar la evolución a lo largo

de los diferentes ensayos. Por último, y

no menos importante, he aprendido a conocer

a Galdós de forma más estrecha e

incluso a cambiar de opinión respecto a

la imagen que tenía de él. A ello han contribuido

todas las conferencias que bajo el

paraguas del Estado de la Cuestión se han

ido impartiendo en estos dos años.

Como resumen final, quiero dar las gracias

por haberme hecho partícipe de este

proyecto, que espero que no finalice con el

cierre del centenario de Galdós.


Asistentes de Creación 10/30

Javier Lozano

Mi primer acercamiento real a Galdós fue

en un Ensayo y Error en su teatro homónimo,

en Las Palmas de Gran Canaria. Mi

padre me había llevado y me había dicho

que cuando acabara el ensayo, el público

podría dar su opinión sobre la representación.

Fue también mi primer acercamiento

a ese estilo de creación colectiva a un

nivel tan profesional. Se trataba de Ana,

la obra que abre el Laboratorio Galdós.

Fue una de esas en las que te sientes vivo

al contemplarla. Recuerdo los sentimientos

que inundaban mi cabeza mientras la

veía: alegría, rabia, pesadumbre, esperanza…

No era la primera vez que lo sentía en

un teatro, pero sí era la primera en la que

se me permitía aportar algo a su creación.

Y aunque mi timidez me lo impidió, el detalle

de poder expresar al director y a todo

el público presente mi experiencia durante

ese viaje me hizo salir del teatro con un

entusiasmo terrible por saber más sobre

Galdós y el arte dramático.

Afortunadamente, el viaje continuó. Tras

acudir con el grupo de teatro de mi instituto

a un espectáculo que mostraba

la vida de Galdós, #todoesnavegar, del

Colaboratorio Galdós, que tuvo lugar en

Triana y enfrente del ya mencionado teatro

al que da nombre nuestro gran autor,

me di cuenta de la labor social del Laboratorio.

Introducir de esa manera altruista

a los más jóvenes la figura de Galdós me

pareció todo un éxito sociocultural. Tras

eso, me enteré de todos los trabajos que

hicieron con institutos de todo el Archipiélago

con el mismo fin de enriquecer a

los demás. Fue ahí cuando me di cuenta

de que este proyecto estaba a otro nivel,

de que era una enorme acción de compromiso

de mejorar esta sociedad. Ya consciente

de esto, cuando fui a un ensayo de

El crimen de la calle Fuencarral, la segunda

obra del Laboratorio, esta vez me

sentía vivo incluso antes de que los actores

empezaran a representar la obra. Tuve

la oportunidad de ir a un ensayo usual, sin

el error. Y ser testigo de la creación interna

de una obra de tanto nivel, ver cómo

trabajan los actores, el director y el resto

del equipo es, sin duda, la mejor experiencia

que alguien aficionado al teatro puede

tener, y si encima la obra está basada en

textos de Galdós…

En El último viaje de Galdós, la tercera

y última obra, pude ir a varios ensayos

en el Auditorio de Agüimes. Espero que

nunca se vaya el recuerdo aún reciente

del primero al que fui: ver a las actrices


Asistentes de Creación 11/30

que, interpretando a madres, amantes y

amigas, lloraban en sus papeles fue muy

impactante para mí, y más lo fue ver que

el resto del equipo que estaba viendo la escena

también lloraba, contagiado por las

lágrimas de sus compañeras que te obligaban

a sentir empatía. Si eso ocurría en

un simple ensayo, ¿qué iría a ocurrir en

el estreno? La emoción volvía a hacerme

sentir vivo en un teatro, algo que se hizo

costumbre durante el Laboratorio Galdós.

Y durante las sesiones de Ensayo y Error,

todo el que quiso acudir tuvo la oportunidad

de sentirse igual, así que, sin más que

añadir, este es un viaje muy recomendable

e incluso imprescindible.

Personalmente, las tres obras del Bienio

Galdosiano han supuesto (y están suponiendo)

mi más enriquecedora experiencia

teatral. Me han animado a ser más teatrero

y más galdosiano, además de la gran

sabiduría que me han aportado.

Gracias al Laboratorio sigo pensando

aún con más seguridad que el teatro es la

mejor arma para el cambio social y para

acercar conocimiento y experiencia a las

personas. El valor cultural de este tipo de

iniciativas es tan inmenso que consigue

que la fe en la sociedad no se extinga, pues

por cosas como esta merece la pena seguir

luchando.

Griselda Ponce

Me dedico al teatro de manera profesional,

y si tuviera que elegir una manera de

trabajar en una propuesta, sin duda me

decantaría por la línea abordada por el

equipo (que es inmenso) del Laboratorio

Galdós. Desde hace tres años, cuando tuve

las primeras noticias por Valentín Rodríguez

del formato que unahoramenos y el

Teatro Pérez Galdós estaban pergeñando,

supe de lo interesante que sería formar

parte de ese proceso: me presenté a los

castings para participar en el Taller de

Dramaturgia Actoral y en el de Dramaturgia:

las verdaderas «cocinas» del teatro.

Primero fue Irma Correa con Ana, luego

Fabio Rubiano con El crimen de la calle

Fuencarral, y por último Laila Ripoll con

El último viaje de Galdós; cada uno con

un estilo muy propio. Excitante fue poder

oler en los textos finales y sus primeras

lecturas los detalles trabajados y desarrollados

en los días de talleres. Maravilla

cómo cada dramaturgo recorre caminos

tan distintos para activar a los actores y a

los personajes que va creando, usándonos

a modo de pincel, para dibujar cada uno

su propio lienzo dramatúrgico y arribar

así a puertos tan diferentes.


Asistentes de Creación 12/30

Más tarde, la participación como Asistente

de Creación me dio una perspectiva

global y más certera de lo que es un trabajo

creativo «vivo» y participativo real, la

búsqueda clara de la experiencia del equipo

de unahoramenos se traducía en una

escucha activa del público por parte de su

director, Mario Vega, aportando lo que

cada participante iba desgranando desde

la mirada personal de lo que acababa de

presenciar en el Ensayo y Error.

Todo lo vivido lo sigo recordando con placer

y mucho aprendizaje.

Estoy convencida de que la gente que no

se dedica al teatro no podría intuir de otra

manera todas las innumerables capas que

conforman una producción teatral, sintiéndose

de esta manera involucrados y

haciendo propio un proyecto, «formando

al público» y dotándolo de herramientas

con las que poder adentrarse en este maravilloso

mundo del TEATRO con mayúsculas.

Agradecida por la experiencia y la propuesta

integradora, le doy la enhorabuena

a cada miembro del equipo que hizo posible

en cada área técnica y creativa que

esto sucediera.

Gracias.

María Olveira

La experiencia de compartir un trecho

en la andadura de una obra de teatro es

mágica. Pude comprobarlo al descubrir el

proyecto del Laboratorio Galdós y sumarme

a otras personas que, como yo, formaban

parte de un evento especial y atípico

dentro del universo del teatro.

Atípico porque al teatro se va a ver la obra

que un equipo humano ha construido

para el disfrute de los espectadores. Así al

menos es como me he acercado yo desde

la primera vez que lo descubrí: un producto

hecho y cargado de misterio, excitación

y belleza del que disfrutar.

Lo que no sabía, me atrevo a pensar que

como la mayoría de quienes vamos al teatro,

es cuánto de ese trabajo que nos consta

que existe hay puesto tras el momento

preciso en el que se apagan las luces y se

enciende esta forma de arte. Ese desconocimiento

es lo que me llevó sin dudarlo a

formar parte del proyecto del Laboratorio

Galdós.

Iba preparada para aprender del mundo

entre bambalinas, para descubrir algunos

de sus secretos, para saber, por fin, cuán-


Asistentes de Creación 13/30

to hay que poner para llegar hasta el momento

de subir el telón o encender una luz.

Pero en realidad no iba preparada para lo

que viví, la experiencia al completo. Sentí

que era parte del proceso de trabajo: desde

la lectura del texto que sería el sostén

de la obra, hasta el momento en el que se

bajó el telón y empezaron los aplausos.

No asistí al descubrimiento de una obra

por dentro. Asistí al proceso de creación

de la obra en sí. Más aún, fui parte activa

del proceso creativo.

Si me hubieran dejado claro antes de empezar

que sería parte efectiva del proceso

creativo, crítica y colaboradora, es probable

que no hubiese acudido con las ganas

con las que fui. No porque la tarea no

mereciera la importancia. Más bien porque

no habría creído estar a la altura de

tal responsabilidad. Pero hasta en eso, la

compañía unahoramenos tiene gestos de

excelencia.

Hay que ser humilde para formar parte

del equipo de una compañía de teatro y

pedir a tu futuro público que te diga qué

cree que no funciona en lo que pretendes

hacer. Hay que ser gigante para escuchar

su respuesta. Hay que ser un inmenso

equipo profesional para aceptarla con

agradecimiento, valorarla e integrarla en

tu proceso.

Crecí con el Laboratorio Galdós. Sabía

que pasaría, así que no me defraudó el

proyecto ni me sorprendió en ese aspecto.

Pero lo verdaderamente crucial fue terminar

un proceso sintiendo que el equipo

teatral también creció con la experiencia y

los aportes que pudimos ofrecer quienes

allí estuvimos.

No es extraño que cada vez que recibo un

correo electrónico del Laboratorio Galdós,

lo abro expectante y con ese deseo de

saber si hay más, si puedo participar en

más de ese rato de aprendizaje y de esa

dosis de magia. No es difícil de entender

que cada vez que me entero de que el proyecto

consigue un premio, una valoración

positiva, una mención de honor, siento

una porción de ese crecimiento como una

forma de crecimiento propio. Lo celebro

como un logro personal porque mi granito

de arena es parte de toda esa playa artística.

Un proyecto como el Laboratorio Galdós

es una forma magnífica de acercar al teatro

a aquellas personas que aún no han tenido

la gran suerte de ser transformadas

por él. Pero también es una excusa ideal


Asistentes de Creación 14/30

para que las personas amantes del teatro

–quienes ya saben por qué es importante

que siga con vida, quienes no necesitan

excusas para hacerse un hueco en sus butacas–

descubran que pueden hacer suyas

esas obras que tanto placer sienten al ver.

Cada vez que tenga una oportunidad para

participar de esta experiencia, allí estaré.

Es un honor que el teatro me haya abierto

sus puertas a la función desde tan temprano.

El mejor asiento, como ya saben quienes

tienen el privilegio de experimentarlo,

es el que mira hacia el patio de butacas,

hacia ese lugar a oscuras durante unas horas,

donde las personas agradecen que la

imaginación tome el mando.

El Laboratorio Galdós es lo más cerca que

puede estarse de ese asiento, del escenario,

del espacio reservado para quienes

nos acercan la magia. A todo el equipo humano

que ha hecho posible este proyecto

y esta vivencia le doy las gracias. A don

Benito, por ser una excusa maravillosa

para que todo este proyecto viera la luz,

también.

Marifé Navarro Idoy

Agradezco mucho la oportunidad de participar

en un trabajo creativo como el

Laboratorio Galdós. Desde que recibí la

primera invitación a participar no dudé

en apuntarme. Conocía algo de la obra de

Galdós, más que por haber leído sus novelas,

por haber visto algunos montajes

teatrales que han venido a esta isla, como

Doña Perfecta, en la versión de Ernesto

Caballero, y Tristana, en la versión de

Eduardo Galán. También, un montaje de

producción canaria, Nela, la versión de

Marianela de Israel Castro y Miguel Ángel

Martínez. Y por supuesto tenía algunos

recuerdos vagos de la serie Fortunata

y Jacinta que vi en televisión en su momento,

allá por los años 80.

Por distintas razones, me resistía a leer a

Galdós, que quedaba lejos de mis intereses,

un señor de finales del XVIII hablando

de mujeres, qué me podía decir a mí...

y leer los Episodios Nacionales era como

algo aburrido que recomendaban en los

coles, así que mi curiosidad lectora iba

siempre por otros derroteros. Sin embargo,

cuando empecé a ver estos montajes

teatrales se fue avivando mi curiosidad, y

me sorprendió que aquel hombre antiguo


Asistentes de Creación 15/30

se hubiera preocupado de retratar a las

mujeres de su época, ya fuera su espíritu

aventurero y rebelde o su prisión mental

y social.

Sabiendo que estaba programada Nela,

me lancé a leer Marianela, para tratar de

imaginar cuál habría sido mi propia puesta

en escena antes de ver la propuesta teatral

prevista. Y me sedujo el escritor, Galdós.

Y luego vino la propuesta del Laboratorio

Galdós, y yo, con ganas ya de saber sobre

ese esquivo escritor y sobre su época y su

vida, me fui apuntando a muchas de las

actividades programadas. El teatro ha

sido un despertador en mi vida, y yo imagino

que, como me ha pasado a mí, muchas

de las personas que han pasado por

este laboratorio teatral habrán sido tocadas

en el hombro por Galdós y estarán

echando un vistazo a este pasado cercano

que nos atañe y nos clarifica, así que gracias

a unahoramenos por apostar por este

tipo de proyectos y por no dejar pasar la

oportunidad de este centenario.

En el primer montaje, Ana (también a

nosotros nos llevará el olvido), me interesaba

mucho ver la propuesta que hacía

Irma Correa sobre Tristana, y me encantó

verla alejada del argumento narrativo,

pero manteniendo la esencia temática,

un mundo que se tambalea y en el que

las mujeres ven saltar por el aire las enseñanzas

maternas y sociales, las represiones

patriarcales, y se la juegan a riesgo de

morir, para vivir de verdad. Y me encantó

también la puesta en escena. Yo fui a

un ensayo ya bastante avanzado, y luego

al estreno fui a repetir, para ver el espectacular

trabajo de los intérpretes y volver

a pasar por todas aquellas filigranas del

montaje abierto a distintas metáforas y

lleno de sorpresas, y alguna se añadió en

el día del estreno.

Luego vino El crimen de la calle Fuencarral,

y esta vez quise ir a uno de los primeros

ensayos para poder observar el avance

en el proceso. Tuve oportunidad de estar

en la Sala de Ensayos, con poquito público,

y vi un trabajo espectacular de dos actrices

y dos actores que, sin vestuario ni

decorados, y manejando si acaso un par

de objetos, hacían avanzar la historia pasando

de una escena a la otra y haciendo

aparecer y desparecer a los numerosos

personajes implicados. Esta vez fui al encuentro

de expertas galdosianas que nos

hablaron del Galdós periodista y del crítico

musical, del hombre que apostaba


Asistentes de Creación 16/30

por democratizar la cultura y por educar

el gusto de la gente. Asistí asimismo a la

charla de la periodista Nieves Concostrina,

quien con sus divertidas anécdotas me

confirmó la desfachatez y corrupción en

las casas reales de antes y ahora, y permitió

a mi cerebro establecer conexiones entre

la España de Galdós y la actual.

Y como último montaje de este Laboratorio,

llegó por fin El último viaje de Galdós.

En esta ocasión asistí a una primera

lectura, y luego a un ensayo posterior y,

por supuesto, al estreno. Tenía mucha

curiosidad por conocer el guion, ya que

meses atrás también fui partícipe de unas

improvisaciones con Mariano Llorente,

del casting que hizo para el Taller de Dramaturgia

Actoral, donde también tuvimos

unas horas de conversación con Laila Ripoll

para establecer posibles líneas en la

dramaturgia.

Al sentirme implicada en el proceso creativo

se abre todo un abanico de interrogantes,

un nuevo campo de intereses. Creo

que se establece un diálogo con un equipo

creativo, pero también con un universo

de intereses culturales. Es por tanto un

acierto no pensar en el público como mero

receptor, cuando las personas pasamos

de consumidoras a agentes activos e implicados

en el acto creativo se establecen

unas dinámicas culturales de mucho mayor

alcance. En el diálogo tras el primer

ensayo, me pareció que las personas asistentes

hicieron preguntas y comentarios

de gran interés y yo misma pude comentar

algunas inquietudes. Alguien podría

decir, pero si ya has visto gratis la obra, y

los cambios no van a ser tantos, ¿para qué

vas a repetir? Pero entonces me perdería

reconocer en el montaje alguna idea que

alguien sugirió y saber si hace que la obra

funcione mejor. Mientras más se sabe de

algo, más interrogantes se generan y más

curiosidad despierta.

Felicito al equipo que ha hecho posible

este laboratorio, agradezco la buena organización

y los detalles y cuidados que han

tenido con las personas participantes en

todo momento; también en los montajes

anteriores, pero especialmente esta última

vez, en la recepción y la guía por todo

el espacio del teatro, algo que en este caso

forma parte de la experiencia teatral y que

supone un riesgo por lo novedoso. Ahí

estamos el público del Laboratorio para

ofrecer nuestra ayuda, aplaudir todos los

riesgos y ser útiles en nuestro diálogo.


Asistentes de Creación 17/30

Saulo Valerón

Carlos Sarmiento Galván

Poder participar en el proceso de creación

de una función teatral es un lujo que está

al alcance de pocos. Ver la obra antes de

que se muestre al público es todo un subidón.

Poder dar tu opinión al final del

ensayo es liberador y catártico. Pero si encima

ves tu propuesta sobre el escenario

el día del estreno… eso ya es lo máximo.

(Por no hablar de la experiencia mística

que supone ver tu nombre en los créditos

del programa de mano como Asistente de

Creación).

Tuve esa fortuna en las dos primeras

ediciones del Laboratorio Galdós. Sientes

que eres importante para el director.

Compruebas que, a veces, tu visión no

coincide del todo con lo que ha querido

mostrarte el equipo. Y es ahí donde realmente

aprendes.

Porque eso es el Ensayo y Error: un aprendizaje.

Al menos, así ha sido en mi caso.

Me han enseñado a ver teatro, a escuchar

teatro, a saber cómo es el teatro por

dentro. Esta experiencia muestra cómo

puede ir cambiando el texto desde que se

esboza en las primeras lecturas de guion

hasta que se levanta el telón.

Para mí, asistir a un ensayo del Laboratorio

Galdós fue una experiencia muy positiva.

Pude conocer y hablar con un gran

director de teatro y ver el ensayo de una

obra que trataba de la prensa y de un crimen.

Me gustó mucho. Los actores eran

muy buenos. La verdad es que me quedé

con las ganas de ver la obra final, porque

nosotros le preguntábamos al director y le

hacíamos críticas constructivas sobre el

ensayo.

Recuerdo que había una actriz que hacía

diferentes papeles, uno de ellos era un

perro. Me gustó mucho esta actriz. En general

todos los actores eran buenísimos,

y el ensayo fue muy guapo. Me encantó.

Me gustaría ir a más obras y ensayos de

teatro. Recuerdo que se trataba de una

asesina. Al final le pusieron el garrote vil.

Pero yo no estoy seguro de si la señora era

culpable o inocente.

Gracias, Laboratorio Galdós, por habernos

enseñado. Gracias por haberlo hecho

posible.



Asistentes de Creación 19/30

Asistentes

de Creación

Adán Cristo Ávila Gómez

Adrián Torrijos Chávez

Adrián Vega Rodríguez

Adriana Navarro Marrero

Ainhoa Déniz Alemán

Alba Suárez Macías

Alba Vega Leiras

Alberto Bartolomé

Alberto Tosco Martín

Alda Rivas Gómez

Alejandra Suárez Bermúdez

Alejandro Díaz Cubas

Alejandro Domingo Martín Batista

Alejandro Rodríguez Benítez

Alessandra Passi

Alexander Santiago Delgado Segura

Alexandra Esterhazy Galanta

Alicia Ramos Montesdeoca

Alicia Saavedra González

Álvaro Suárez Sarmiento

Amaia Egurrola Guisasola

Amaury Santana Marrero

Amparo Segade Catalina

Ana Camino Pérez

Ana Hernán Martínez

Ana Latorre Mercado

Ana Leistad González

Ana López Martín

Ana Lourdes Pérez Cabrera

Ana Luisa Angulo Pérez

Ana Mª Hernández Sánchez

Ana María Guerra Vega

Ana María Nielsen

Ana Ramos

Ana Vanderwilde Pérez

Andrea Ramírez Mendoza

Andrea Roura

Andrés Merino Santana

Andrés Santana Martín

Ángel Escarpa Sanz

Ángel García Sevilla

Ángela García Gil

Ángeles Navarro

Angelina Rodríguez Ramírez

Anne Marie Ojeda García

Annelore Beckmann Bogatz

Antoni Ramos Vilches

Antonia López Medina

Antonia María Morales Morales

Antonia Raquel Morales Sosa

Antonio Ángel Álamo Pulido

Antonio Ceballos Márquez


Asistentes de Creación 20/30

Antonio Lozano

Antonio Miguel Padrón Nóbrega

Araceli Cubas Martínez

Araceli Díaz González

Araceli Espino Torón

Aracely Rodríguez Pestana

Aránzazu Pagola Marina

Argelia Quesada Melián

Ariadna Rodríguez Sánchez

Ariane de León Rivero

Arianna Díaz Peña

Armando Rodríguez Belillez

Arminda González Mayor

Artemi Tenesor Rodríguez Fernandes

Aurora García Martínez

Aurora García Padrón

Aurora Parrilla Arroyo

Ayla Adigüzel-Trommer

Ayoze Arnulfo Ramos Pérez

Ayoze Medina

Beatriz Alonso Casañas

Beatriz de las Mercedes Rodríguez Rodríguez

Beatriz Naranjo Henríquez

Beatriz Nuez

Beatriz Santana Acosta

Begoña Barba Solanes

Begoña Padilla Trujillo

Begoña Vera Guanche

Betzase Colina Arencibia

Bianca Pérez

Borja Santana Arbelo

Borja Texeira Almeida

Brice Benoit Pavis

Calixta Barreto Betancor

Candela Santana Pérez

Cándida Ramírez Ojeda

Caridad Caballero

Carla González Morera

Carla María Ramos Quesada

Carlos Alvarado Ramos

Carlos Barona Santiago

Carlos Francisco Sarmiento Galván

Carlos Lozano Herrera

Carlos Santos Cabrera

Carmelo Santana Muñoz

Carmen Cruz Santana

Carmen Domínguez del Río Boada

Carmen Durán

Carmen García Gil

Carmen Gloria Torres

Carmen Herrera Ortega


Asistentes de Creación 21/30

Carmen María Brito Cebrián

Carmen María Costas Álvarez

Carmen Márquez-Montes

Carmen Navarro Tuero

Carmen Perdomo Díaz

Carmen Santana Reyes

Carolina Cabrera Pérez

Carolina Rodríguez Ramos

Carolina Suárez

Carolina Travieso González

Cathaysa Pulido Marrero

Celsa Medina Nespereira

Charo Cardenal de la Nuez

Cintia Quevedo Cauce

Claudio Rodríguez Vega

Concepción Acosta Santana

Concepción Rivero Rivero

Coralia Quintana Ramos

Criserey Oropez

Cristina Garzón Quero

Cristina Miralles Martín

Cristina Mola Illera

Cristina Ramos Pérez

Cristina Rivero Arencibia

Cristina Santana Acosta

Cristina Weian Yu Rejano

Cristo de la Paz Durán

Cynthia Jiménez Robaina

Dácil de la Guardia Ramírez

Daniel Sánchez Suárez

David Hernández Perdomo

David Pulido Suárez

Davinia Escoz Parrilla

Débora Guerra Jiménez

Débora Suyau Artese

Desirée Tacoronte Hernández

Diana Kasandra Díaz Galván

Diego Sanmartín Rubio

Domingo Jesús Ávila Santana

Dulce María Batista Santana

Dulce Negrín Matos

Echedey Santana Suillen

Eder Jiménez O´Shanahan

Eduardo Rodríguez González

Elena Dolgikh

Elena González Cabrera

Elena Marrrero Castellano

Elena Martín

Elena Peña García

Elena Santana

Elena Sofía Perera Vega

Elena Yánez Ortega


Asistentes de Creación 22/30

Elia Padrón Quintero

Eliana Marcela Gutiérrez

Eliana Melián Guerra

Elisabet Espín Cotán

Elisabeth Santana Benítez

Elsa María López López

Elsa María Macías López

Emiliano Samijosky

Emilio Díaz Moreu

Emilio López Santana

Emilio Medina Santana

Emma Álvarez León

Enrique López-Sors Romeo

Estefanía García Campero

Estefanía Montesdeoca

Estefanía Santana Henrihenr

Ester Sala Piñot

Esther Gloria Díaz Bermúdez

Esther Muñoz Barreto

Esther Ortega Romero

Estrella Santana Rodríguez

Eva Álvarez Mariño

Eva Baño Coello

Eva Elisa Álvarez León

Eva Hernández Hernández

Fátima Díaz

Fátima León Medina

Felipe Aguilera Cabrera

Felipe García Landín

Fermín Ramírez Benítez

Fermín Rodríguez Viera

Fermín Trabadelo Trabadelo

Fernando Navas

Fernando Rubin Goldszer

Fernando Vega Fuentes

Flora Santana

Florencio Díaz Viñoly

Francis Quintana Cárdenes

Francisca de la Nuez Falcón

Francisca López Fernández

Francisca María Suárez Ossorio

Francisca Ramírez Ojeda

Francisca Suárez Afonso

Francisco Blanco Godoy

Francisco Bolaños Díaz

Francisco García Arbelo

Francisco Hernández Villalba

Francisco Javier González Román

Francisco Javier Navarro Tuero

Francisco Javier Núñez Villalba

Francisco Javier Rodríguez Hernández

Francisco Javier Sánchez González


Asistentes de Creación 23/30

Francisco Javier Santana Cáceres

Francisco Jiménez Gámez

Francisco Luis Domínguez Hernández

Francisco Reyes Reyes

Francisco Rodríguez Jiménez

Francisco Román García Arbelo

Francisco Vega García

Gerardo Suárez Rodríguez

Gloria Arteaga Ortiz

Gloria Guerra Jiménez

Gloria Navarro Miranda

Gonzalo Angulo

Gonzalo Sangrador

Griselda Ponce Loscalzo

Guaxara Baldassarre

Guereau Gironés Valdivieso

Guillermo Santana Suárez

Gustavo da Ponte Santa María

Gustavo Gutiérrez Sarmiento

Gustavo Ramírez

Haiza Pozuelo Cárdenes

Héctor Avedillo Carrera

Héctor Ginory Alemán

Héctor Santana Alemán

Helena Melián Fuentes

Hermi Orihuela

Hilda Armas Reboso

Idaira Alonso Hernández

Idaira Cabrera Lermo

Ignacio Maya Carro

Iluminada Martínez Olivares

Iluminada Romero Mederos

Inmaculada de la Coba García

Inmaculada Díaz Suárez

Inmaculada Vicente Lomba

Inoa Segura Bautista

Íñigo Irigoyen

Isaac Bernard Dos Santos Sosa

Isabel Hernández Gómez

Isabel María Guerra Déniz

Isabel Padilla León

Isabel Prinz Mederos

Isabel Sánchez Bolaños

Ismael González García

Isolda Nebot Álvarez

Israel Lezcano de Mujica

Jacobo Santiago Sánchez

Javier Estévez Domínguez

Javier Lozano Herrera

Javier Muñoz Negrín

Javier Ortega Arrocha

Javier Rodríguez Romero


Asistentes de Creación 24/30

Jean Marc Demichelis

Jenifer Sosa Espino

Jennifer Artiles González

Jeny María Suárez Moreno

Jesús Cristóbal Dávila González

Jesús Morcillo

Jhonyber Castro Ramírez

Joana Herrera Rodríguez

Johan Oviedo

Jonathan López Santana

Jonay David Díaz Ramírez

Jorge Carreño Ton

Jorge Padrón Rodríguez

Jorge Torres García

José Alemán Ramírez

José Alfonso Mompeó García

José Carlos Domínguez Rodríguez

José de Aguilar Guerra

José Javier Suárez Torres

José Juan Medina Santana

José M. Sánchez Estupiñán

José Manuel Hernández Martín

José Manuel Iglesias Fernández

José María Santana Guerra

José Moisés Caldero Rojas

José Muiños Collado

José Salvador Mejías Fleitas

Josefa Molina Rodríguez

Josefa Morales Rosales

Josefa Praga Reyes

Josefa Santana

Joshua Sornoja Santana

Juan Antonio Brito Curbelo

Juan Antonio Rodríguez Rivero

Juan Barrios

Juan Carlos Martel

Juan Carlos Sánchez

Juan José Garrote Álvarez

Juan Manuel Kesraoui Alemán

Juan Manuel Medina Herrera

Juan Negrín Machado

Juan Ramón Hernández Cabrera

Juan Rodríguez Viera

Juana E. Domínguez Boada

Juana María Escoz Parrilla

Juana Rosa Alonso Hernández

Juana Saavedra Santana

Judith Godoy Pérez

Julia Arberola Bruno

Julia Moros Gil

Julia Suárez Pérez

Julio González Santana


Asistentes de Creación 25/30

Karin Taft

Kevin Sánchez

Laura Almeida García

Laura Cristina Suárez Reina

Laura Sassha Grosso Gordon

Laura Valerón Galván

Leandra Cubas Suárez

Leonor Medina Peña

Leticia Abellán Rojas

Leticia Márquez Gutiérrez

Lía Jesús Rivero Rodríguez

Lía Polo Bolaños

Lisa Stawiarski

Lola Perera Hernández

Lorea Silvana Fernández Arce

Lorena López Molina

Lorena Suez

Lourdes Michelle Machín Suárez

Lourdes Rojas

Lucía H. Peguero Muñoz

Lucía Molo Amorós

Lucía Saavedra Santana

Lucía Suárez Peig

Luciano Manuel Fernández Vicente

Luis Espino Torón

Luis López López

Luis Moreira

Luisa Callejón Bravo de Laguna

Luisa Hernández Ramos

Luz Caballero

Mª Dolores Quesada Medina

Mª Elena Rodríguez Barrera

Mª Francisca López Fixez

Mª Monserrat Negrín Matos

Mª Pino Rodríguez Ramírez

Magali Emilse Cerda

Magdalena Mosler

Magnolia Cárdenes Mateos

Maike Struck

Majd Hanna

Manuel Artiles Rodríguez

Manuel González González

Manuel Martín Ruiz

Manuel Pérez Rodríguez

Manuel Rivero Navarro

Manuel Rodríguez Machado

Mararía González González

Mararía Martín Domínguez

Marcos Daniel Rodríguez Méndez

Margarita Arnau de la Nuez

Margarita Garcés Martín

Mari Carmen Betancor Rivero


Asistentes de Creación 26/30

Mari Pino Suárez Valentín

Mari Saro Martín

María A. Bethencourt Benítez

María Afonso Medina

María Amelia Bueno Almeida

María Ángeles López García

María Asunción Rodríguez Viera

María C. Rodríguez Otero

María Concepción Estévez Santana

María de la Fe Navarro Idoy

María del Carmen González Álvarez

María del Carmen López Jorge

María del Carmen Pérez Martínez

María del Carmen Trejo Ojeda

María del Pilar Espino Domínguez

María del Pilar Sánchez Díaz

María del Pino González Arencibia

María del Pino Lecuona Sarmiento

María del Pino Plumed Tavío

María del Pino Rodríguez Guzmán

María del Pino Sánchez Moreno

María del Pino Vega Mesa

María del Rosario Ruiz Hernández

María Delgado Segura

María Díez-Bertrana Rosales

María Dolores Almeida Santana

María Dolores Caraballo Sánchez

María Dolores Díaz Palarea

María Dolores Jiménez Gómez

María Dolores Ley Bosch

María Dolores Marrero Montesdeoca

María Dolores Peñate Navarro

María Dolores Quesada Medina

María Eugenia Troya Álvarez

María Felicidad Tejera González

María Filomena Martignetti

María Francisca López

María Gabriela Peña Fernández

María García Soto

María Isabel Benítez Sosa

María Jesús Torres Rodríguez

María José Calero Cordobés

María José Elvira García Soto

María José Hoyos Ragel

María Josefa Armas Montesdeoca

María Julia Jiménez Déniz

María López Angulo

María Loreto Cereceda García

María Luisa Callejón Bravo de Laguna

María Luisa Vera López

María Martín Domínguez

María Mercel Romero


Asistentes de Creación 27/30

María Nereida Coello López

María Olveira Martel

María Pérez Pérez

María Prevost

María Quintana Cabrera

María Raquel Ramírez

María Ruiz Santana

María Sacramento Bocanegra Pérez

María Silvia Manrique Díez

María Soledad García Abraham

María Teresa Ponga Pérez

María Teresa Quintana Cabrera

María Teresa Salgado Vega

María Verónica Franco

María Vidanes Sánchez

Mariana Viera González

Marianela Lorenzo Triana

Mariano Lescún Vallina

Mario Vicente Barrero

Mario Zapa García

Marta Fernández Alemán

Marta Loscalzo

Máximo Rodríguez Márquez

Melania Beatriz Sánchez Benítez

Meuso Panollin

Miguel Ángel Maciel

Miguel Ángel Santana Hombre

Miguel Hernández Hernández

Miguel Santana

Milagrosa Salgado Ramos

Miriam Ramos

Moisés González Rodrigues

Moisés Morán Vega

Molino Rodríguez Guzmán

Mónica Ramírez de León

Mónica Rodríguez Herrera

Mónica Teresa Lleó Cárdenes

Naila Flores Casañas

Nair García Palenzuela

Naira González Cantero

Natacha Morales Marrero

Natalia Andrea Monroy Guevara

Natalia Fernández

Natividad Santana Santana

Natividad Vera Melián

Nayara Bordón Castellano

Nayra Ortega Medina

Nicolás Castellano

Nicolás Gabriel Castillero de Vera

Nieves Delgado Sánchez

Nieves Mateo

Nieves Rodríguez Rivera


Asistentes de Creación 28/30

Niria Rodríguez Rivero

Noelia González Rivero

Noelia Guedes Hernández

Noelia Naranjo Quintana

Nora Navarro

Norma Nehrlich

Nuria Bibiloni

Nuria Godoy Saavedra

Obdulia Molina Bolaños

Octavio García Rodríguez

Olimpia Pérez Farrè

Óscar Socorro Santana

Pablo Alberto Prieto Cabrera

Pablo Ríos Barringo

Paky Suárez Santana

Paloma Falcón

Paloma Fernández

Paola Ramírez Mijenz

Paqui Vega Sánchez

Patricia Catizone Estévez

Patricia Hernández Curbelo

Patricia López Angulo

Patricia Ramos Silva

Patricia Rivero Hernández

Paula Ducatenzeiler Moñín

Paula Esther Alonso Hernández

Pedro Antonio Suárez López

Pedro Chil Marrero

Pedro Gómez

Pedro Nicolás Romera García

Pedro Rodríguez Carballido

Pepa Estévez Santana

Pepa Marrero Santana

Pepe Batista

Piedad Pérez Casañas

Pilar Berberana

Pilar Bravo de Laguna

Pilar Piqueras Bou

Pilar Rossique Delmas

Pino Hernández Suárez

Rafael Fernández Louro

Rafael Morán Suárez

Ramiro Tardáguila Lobato

Raquel Amegashie Zabalza

Raquel Hernández González

Raquel Redondo Pozas

Raquel Santana Romero

Raquel Zenker Castro

Raúl Morán Ortega

Raúl Sánchez Peña

Regino Cabrera Quesada

Ricardo Alvarado Falcón


Asistentes de Creación 29/30

Ricardo Nebot Álvarez

Rita Eliane Peñate Pérez

Rita Pulido

Rita Quevedo Báez

Roberto Aday Reyes Rueda

Roberto Iglesias López

Rocío Armas Pérez

Rogelia Trujillo Gutiérrez

Romina Rodríguez-Solís y Medina

Rosa Artiles Caballero

Rosa Delia Castillo García

Rosa María Mesas Pérez

Rubén Domínguez Quintana

Rubén Rubio García

Sacha Martín Santana

Saili Moros Gil

Salomé Garcés Nebot

Salvadora Luján Ramón

Sandra Pérez García

Santiago Aragoneses Rodríguez

Santiago Rodríguez Pérez

Sara Álvarez Hernández

Sara Santana Romero

Saray Torres Rodríguez

Saúl Macías Hernández

Saulo Valerón Galván

Sebastián Pestana Sosa

Sheila Álamo Alarcón

Silvia Hernández Hellín

Silvia Salat Casado

Silvia Sobral García

Silvia Tejera Correa

Sonia Mauricio Subirana

Sonia Ramírez Medina

Soraya Rodríguez Gil

Susanne Wais

Tamara Santana Abreu

Tania Martín Watson

Tania Rodríguez Suárez

Tania Santana Hernández

Tara Machín

Teodora Antunes Jiménez

Teresa Alonso del Pozo

Teresa Benítez Galván

Teresa Herrera Ortega

Teresa Marrero Rodríguez

Tomasa Ojeda García

Valeska Álvarez González

Vanesa González Robaina

Verónica Reyes Rueda

Vicente Ávila Cerdán

Vicente Llorca Llinares


Asistentes de Creación 30/30

Vicente Sosa García

Víctor Batista

Victoria Galván González

Victoria Santana

Xenia Fonte Orihuela

Yaiza Zapata Lorenzo

Yanira Cámara Suárez

Yanira Santana Sánchez

Yasesneida Caballero Ramírez

Yesenia Quintana Sánchez

Yoana Cuesta Carrasco

Yolanda Arencibia Santana

Yolanda Garcés Martín

Yolanda Rivero Miranda

Yoleida Morales Viera

Zuleica Ganas Navarro

Zuleima Valido Cabrera

A estos 558 Asistentes de Creación se unen

los 1.781 Asistentes Juveniles de Creación

que asistieron a 6 Ensayo y Error juveniles

gracias a la mediación de sus 96 docentes.

Para estos 2.435 generosos espectadores,

2.435 millones de gracias.


Experiencias del

Laboratorio Galdós

La crítica


Foto: Nacho González Oramas


La crítica 1/3

El proceso creativo

como horizonte

Nora Navarro, periodista

La Provincia / Diario de Las Palmas (Sección Gente & Culturas)

El proyecto Laboratorio Galdós, concebido

como un espacio participativo de creación,

experimentación y reflexión escénica

en torno a la vida y obra de Benito Pérez

Galdós, constituye el ejercicio de teatro total

—casi metateatral— por antonomasia,

puesto que plantea el hecho teatral como

un arte vivo que sitúa el proceso creativo

como horizonte colectivo. La arquitectura

fugaz e inmortal de la escena, cuya magia

reside en que ninguna representación es

igual a otra porque la acción sucede «aquí

y ahora» ante los ojos del espectador, conforma

el terreno de juego de este laboratorio

de ensayo-error, donde las costuras

de las obras se exhiben y se cuestionan, se

destejen y se vuelven a zurcir en un diálogo

continuo con el público antes de su

estreno absoluto. Por tanto, cada vez que

un montaje del Laboratorio Galdós sube

el telón por primera vez, su puesta en escena

está más viva que nunca, ya que late

el resultado artístico de un viaje experiencial

de variaciones y reinvenciones sobre

un mismo boceto, que es donde el teatro

es lo más parecido a la vida.

Esta intersección entre el teatro y la vida

se anuda en un principio de búsqueda y

de exploración de senderos posibles, que

quizás sea el único sentido de esa obra en

curso que es el arte o la vida. Sin embargo,

este proyecto artístico capitaneado por

el director ingeniense Mario Vega toma

como punto de partida la esencia del teatro

como «un lugar de reunión entre actores y

espectadores», en palabras del multirrepresentado

dramaturgo Juan Mayorga, y

que en el Laboratorio Galdós adquiere su


La crítica 2/3

máxima significación, dado que este diálogo

se inaugura en la fase preliminar o el

work in progress del proceso creativo.

Así, el Laboratorio Galdós plantea el espacio

teatral como una casa que abre sus

puertas a los espectadores para derribar

tabiques, limpiar pasillos, agrandar ventanas

o descartar mobiliario, de manera

que este ejercicio de (re)construcción colectiva

convierte el teatro en la casa de todos.

Ahora bien, los derroteros que toma

cada pieza no derivan de la incorporación

de modificaciones aleatorias por parte del

público, sino que se realiza una puesta en

común y, como en la polis griega, las ideas

que generen un conflicto se someten a debate,

se ensayan y se asimilan para ahormar

la obra hacia la mejor versión de sí

misma.

Este planteamiento horizontal y democrático

responde, por una parte, a un sentido

de la responsabilidad derivado de la

ocupación del espacio público como es,

en este caso, el Teatro Pérez Galdós, que

acoge tanto los ensayos participativos

como los estrenos absolutos de la trilogía

resultante. Y se debe, por otra parte, al

afán de experimentación y generación de

resultados distintos que vertebra un proyecto

de investigación colectiva. Por ambas

razones, el horizonte del Laboratorio

Galdós prioriza el proceso frente al resultado,

aunque este mismo proceso deliberativo

sea después el que, precisamente,

apuntale y refrende el resultado de esta

trilogía escénica, que ha sido avalada por

la crítica, los premios y el público. En esta

línea, también debe subrayarse la capacidad

excepcional de los distintos repartos

de las obras para jugar en el terreno del

ensayo-error desde la desnudez que comporta

la exhibición de un texto teatral en

crudo, así como el desafío de adaptar sus

líneas e, incluso, escenas completas, a las

reescrituras continuas.

Con todo, en el plano resultante, cada

montaje fraguado en el marco del Laboratorio

Galdós se desenvuelve en distintas

coordenadas y códigos teatrales, en

consonancia con el compromiso primero

de desplegar fórmulas y visiones diversas

sobre el hecho escénico. La primera obra,

Ana (también a nosotros nos llevará el

olvido), un grito feminista ambientado

en la España negra de los 60 que firma la

dramaturga grancanaria Irma Correa, inspirado

en la Tristana de Galdós y la Nora

de Ibsen, se construye sobre un ambicioso

despliegue creativo de juegos audiovisuales,

que constituye uno de los sellos referenciales

de unahoramenos y que valió a


La crítica 3/3

Vega una nominación a los Premios Max

en la categoría de Mejor Espacio Escénico.

Y frente a este soberbio ejercicio de

teatro naturalista y grandes personajes,

el segundo título, El crimen de la calle

Fuencarral, emprende un viaje a las antípodas

del resultado anterior y subvierte

esos mismos códigos escénicos a favor de

la austeridad o depuración de la puesta

de escena. El dramaturgo colombiano

Fabio Rubiano adapta en clave burlesca

las crónicas galdosianas en torno al sonado

asesinato perpetrado en 1888 en la

vía madrileña, donde los cuatro intérpretes

se desdoblan en una multiplicidad de

personajes en un maravilloso tour de force

actoral que brilla en el «espacio vacío»

que acuñara Peter Brook, sin apoyarse en

un solo accesorio. Y para redondear la trilogía,

la tercera pieza, El último viaje de

Galdós, coescrita por los madrileños Laila

Ripoll y Mariano Llorente, rinde homenaje

al escritor en el crepúsculo de su vida

con un inventario de personajes reales y

literarios —por tanto, mortales e inmortales—,

así como de sus recuerdos y obsesiones,

ideas y rebeldías, que en esta ocasión

multiplica los espacios escénicos y centrifuga

la acción hacia distintos rincones del

teatro al que presta nombre. Así, el último

viaje del Laboratorio Galdós habita el conjunto

del espacio teatral en su totalidad a

través de una puesta en escena múltiple

y fragmentada, quizás como metáfora de

que una vida célebre es siempre un puzle o

enigma infinito, un libro abierto en todas

direcciones, y que el mejor tablero en el

que jugar con sus piezas es el teatro.


05/

Proyectos

paralelos


Proyectos paralelos

Colaboratorio

Galdós



Proyectos paralelos 1/18

Creciendo

juntos

Colaboratorio Galdós está dirigido especialmente

al público juvenil y se propone

impulsar y consolidar la creatividad y el

espíritu crítico de este sector de la ciudadanía,

tomando en cuenta sus necesidades

y talentos y generando un espacio participativo

y colaborativo que sirva de punto

de encuentro entre jóvenes que comparten

intereses e inquietudes artísticas.

Este proyecto de creación escénica colectiva,

al que hemos llamado, por su clara voluntad

cooperativa, Colaboratorio Galdós,

se propone tres objetivos:

Servir de punto de encuentro entre jóvenes

que están construyendo su propio

currículo creativo dentro de distintos

ámbitos de acción artística y/o

técnica.

Hacer posible que las artes generen

también un encuentro entre la sociedad

y los jóvenes: crear vínculos a través de

las artes entre la sociedad y los centros

escolares de formación artística.

Generar cooperativamente un proceso

de creación, que derivará en un espectáculo

común, en el que se establezca

un aprendizaje transversal del hecho

artístico y técnico del arte escénico a

partir de la obra de Benito Pérez Galdós.

De esta manera, se trata de hacer visible el

talento de nuestras nuevas generaciones y

de volcarlas en un proyecto artístico motivador

y sostenido por profesionales del

sector.

Creación colectiva

El Colaboratorio pone en marcha la metodología

por proyectos dirigida a la creación

de un espectáculo original y propio,

que luego será mostrado y compartido en

el espacio público. Es un camino de ida y

vuelta que busca el aprendizaje significativo,

pero también servir de proyección del

trabajo creativo de un amplio grupo de jóvenes

que son ciudadanos y creadores del

presente y también del futuro.


Proyectos paralelos 2/18

Diversidad de aprendizajes

Creemos que las artes escénicas son en sí

mismas un lugar de encuentro de las distintas

disciplinas creativas, desde el arte

plástico que se plasma en la parte estética

de cada propuesta escénica, hasta la interpretación

y expresión corporal, pasando

por la música, el canto o la danza. La forma

está dirigida siempre a la transmisión

de contenidos, donde la literatura, en sus

más diversas expresiones, está presente.

Por eso, constituye el espacio idóneo para

un aprendizaje múltiple y para unir a distintos

creadores que compartan sus formas

de expresión alrededor de un mismo

objetivo: conocer y dar a conocer la figura

de un artista, Galdós, a través del arte.

Dos cursos,

dos discursos

y un episodio

extraordinario

Colaboratorio 18/19:

#todoesnavegar

El Colaboratorio 18/19 puso en contacto

al alumnado de primero del bachillerato

Artístico del IES Pérez Galdós, que se

encargó de la investigación y elaboración

del guion, así como de la interpretación

teatral, musical y coreográfica, con

alumnado de otros ciclos de formación

artística y técnica. Por su parte, la Banda

del Conservatorio Superior de Música de

Canarias, en una formación de 25 jóvenes

músicos, puso la banda sonora general

del espectáculo. El equipo del ciclo de

Escultura Aplicada al Espectáculo y

Escultura de la Escuela de Arte y Superior

de Diseño de Las Palmas de Gran Canaria

aportó la parte plástica, junto a la

caracterización, maquillaje y peluquería

del ciclo superior de Imagen del IES Cruz

de Piedra. La parte técnica corrió a cargo

de varios ciclos del Instituto Politécnico,

que aportaron la regiduría escénica, la

producción ejecutiva y los materiales

gráficos en su área de Imagen y Sonido.

En total, 123 jóvenes en formación, que

contaron con el apoyo de sus docentes, con

la participación activa de Eduardo Medina

(coreografía y movimiento escénico), Luis

O’malley (dramaturgia y codirección),


Proyectos paralelos 3/18

Saulo Valerón (percusión alternativa),

Cris León (vestuario) y Gemma Quintana

(mediación, coordinación y dirección), así

como con el equipo de producción de unahoramenos,

para presentar, el día 20 de

junio de 2019, el espectáculo #todoesnavegar

en un recorrido desde la calle Cano,

donde se sitúa la Casa-Museo Pérez Galdós,

al entorno del Teatro Pérez Galdós.

El espectáculo daba vida, a través de diferentes

escenas, a la conexión que los jóvenes

encontraron con el autor y con su

obra: su viaje a Madrid para convertirse

en artista, su defensa de su propio arte, su

innovación en algunos temas, su relación

con el mar y la isla, sus personajes más

característicos (Tristana, doña Perfecta,

Torquemada, Marianela, La desheredada…).

#todoesnavegar contó con la presencia

de público escolar y adulto. Alrededor de

440 personas acompañaron el recorrido

de este viaje, bajo un sol de justicia, y

aplaudieron la iniciativa, que finalizaba

con una exposición efímera de materiales

en el hall del Teatro Pérez Galdós.

Colaboratorio 19/20:

Episodios Extraordinarios

En esta segunda entrega, y siguiendo los

objetivos que el Colaboratorio se había

propuesto desde su redacción, participaron

los cuatro centros educativos de la isla

que imparten el bachillerato en Artes Escénicas.

Cada centro haría su aportación

artística en un espacio concreto del recorrido

y dentro de la propuesta titulada

Episodios Extraordinarios.

Cuatro episodios extraordinarios con el

siguiente contenido: saliendo de la Casa-Museo

Pérez Galdós, una representación

del alumnado del IES Pérez Galdós

presenta el episodio titulado El autor y el

destino; el IES Guía reúne al público en

la terraza del Gabinete Literario para un

instante cinematográfico en torno a Fortunata

y Jacinta; acompañado por un

equipo de atípicas guías turísticas, el público

recala en la fachada de la Biblioteca

Insular, lugar donde las palabras se conjuran

en una versión actualizada del célebre

cuento galdosiano La conjuración de

las palabras; finalmente, el alumnado del


Proyectos paralelos 4/18

IES Josefina de la Torre pone el colofón

en la fachada del Teatro Pérez Galdós para

celebrar el extraordinario talento irónico

y plástico del autor en El teatro de la pescadería.

El espectáculo, que comenzó su proceso

de trabajo en octubre de 2019, tenía previsto

estrenarse el 18 de junio de 2020 con

la participación de los cuatro centros, a la

que se sumaban de nuevo la Banda del

Conservatorio Superior de Música de Canarias

(sede de Gran Canaria) y el ciclo de

Escultura Aplicada de la Escuela de Arte

y Superior de Diseño, así como alumnado

en prácticas del ciclo Superior de Ilustración;

alumnado del ciclo superior de Producción

de Audiovisuales y Espectáculos y

de la materia de Regiduría del ciclo superior

de Realización de Proyectos Audiovisuales

y Espectáculos; alumnado del ciclo

superior de Estilismo y Dirección de Peluquería

del CFP Cruz de Piedra; y el alumnado

de Vestuario del IES La Minilla.

Con toda esa ilusión y un reto enorme por

delante, el día 18 de febrero, a cuatro meses

del estreno, los centros participantes

se dieron cita en la Casa-Museo para hacer

el recorrido del espectáculo y provocar el

encuentro entre los distintos participantes.

La cita terminó en la Sala Principal del

Teatro Pérez Galdós, anfitrión del evento.

Allí fueron recibidos por el equipo del Colaboratorio:

Raquel Hernández (coordinadora

de Producción y Regiduría), Luis

O’malley (codirección) y Gemma Quintana

(dirección), junto a Valentín Rodríguez

(dirección del Laboratorio Galdós), acompañados

por Tilman Kuttenkeuler, director

de la Fundación Auditorio Teatro, y

Cristina del Río Fresen, directora regional

de la Sociedad General de Autores y

Editores (SGAE), en representación de la

Fundación SGAE, principal patrocinador

del proyecto.

El extraordinario y nefasto episodio de la

pandemia a causa del coronavirus frustró

el estreno del Colaboratorio 19/20 que

estaban preparando los 157 creadores de

los centros educativos artísticos y técnicos

implicados. Al menos pudimos compartir

el proceso hasta ese momento del mes de

marzo en el que el confinamiento paró la

creación y los ensayos.

Lo más importante para el equipo del Laboratorio

Galdós es esta vivencia compartida

entre artistas y técnicos del futuro,

que, gracias al Colaboratorio Galdós, tuvieron

la oportunidad de convertirse en

creadores del presente.



Proyectos paralelos 6/18

El Colaboratorio crece: Colaboratorio Universitario

El tercer trimestre del año 2020 nos trajo un proyecto situado dentro del área de formación

del Laboratorio Galdós y, por tanto, dentro del ideario del Colaboratorio, para

trabajar con el Aula de Teatro de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en una

propuesta impulsada por Carmen Márquez, su directora, que contaba con la labor de

dramaturgia de Guillermo Heras, un creador con un bagaje experimental extraordinario.

El objetivo era el estreno de un montaje titulado Palabra de Galdós, escrito por

Heras a la luz del material recopilado por Márquez sobre las cartas que el autor escribía

a los productores, actores y actrices de sus obras y cuya modernidad en la concepción

merecía subir a escena.

Luis O’malley se iba a hacer cargo del proyecto, que contaba con la participación de

intérpretes profesionales y aficionados vinculados al Aula de Teatro. Por desgracia, la

pandemia impidió el proceso de producción y hubo que cancelar esta actividad, que

estaba previsto que girara por festivales de teatro universitario para celebrar así el centenario

de la muerte de Galdós.


Proyectos paralelos 7/18

Experiencias

Kesia Ginés Mayor

(IES Pérez Galdós. Dramaturga y percusión

alternativa)

¿Qué es Colaboratorio Galdós? Espero que

para el público haya sido una manera divertida

de aprender de nuestro gran escritor

Benito Pérez Galdós, pero ¿qué fue

realmente el Colaboratorio para nosotros?

Me encantaría meterles en mi cabeza para

que puedan sentir qué vivimos, qué sentimos,

cómo nos emocionamos, cuánto

aprendimos… sobre todo cuánto aprendimos.

Vivir durante ocho meses formándonos

de la manera que mejor se nos da con

profesionales maravillosos ha sido una experiencia

que jamás olvidaremos. Superarnos

en las horas de baile, apoyarnos, emocionarnos;

expresarnos ante los espejos al

ritmo de la música, interpretar personajes

de obras con tantísimo valor y transcendencia;

ser capaces no solo de dejar de ser

uno mismo para convertirse en un personaje,

sino de hacer entender al público lo

que significa cada personaje y el porqué;

tener la oportunidad de crear melodías a

raíz de novelas, de escribir diálogos a raíz

de personajes y novelas que Benito creó,

para, a la hora de ser ese personaje, ser capaces

de hacer entender a la gente. En definitiva,

tener la oportunidad de poder sacar

al mundo de una forma única las maravillosas

novelas de Benito.

Como escritora, me leí fragmentos de novelas

e incluso una novela y reconozco que

no me fue fácil resumir en diálogos de minutos

e incluso segundos las historias que

Benito creó; intentamos coger las que más

atraerían a la gente por la manera en la que

conseguía llegar a las personas. Pienso que

un buen libro es aquel en el que después de

leerlo aprendes algo nuevo, consigues ver

las cosas de manera diferente o te hace ser

mejor; la magia de la lectura está en crecer

con cada libro y la magia de escribir es

poder conseguir que la gente te escuche y

aprenda aquello que quieres decir, y en eso

Benito no se quedó atrás.

Del Colaboratorio me llevo no solo todo lo

que aprendí y lo que crecí como escritora,

también me llevo demostrarme que puedo,

a pesar del miedo, confiar en mí, y que el

arte es maravilloso, tanto los profesionales,

a los que estaremos siempre agradecidos,

como nosotros mismos como equipo; porque

eso fuimos durante meses, eso conseguimos

crear, dejando a un lado los roces

que pudiésemos tener, un apoyo, una fuente

de inspiración, un equipo que va con

viento en popa a toda vela.



Proyectos paralelos 9/18

Adriana Navarro

(IES Pérez Galdós. Actriz, dramaturga,

percusión y baile)

Desde el momento en el que me pidieron

escribir esto no supe cómo enfocarlo.

Tanto que decir, tanto que viví, tanto que

sentí. Así que voy a hacerlo de la manera

más cercana y orgánica posible, para que

todo aquel que lea estas simples palabras

intente hacerse una idea de lo que el Colaboratorio

nos brindó a los que tuvimos la

oportunidad de participar en él.

Septiembre de 2018. Nuevo curso. Nuevo

instituto. Bachillerato de Artes Escénicas,

Música y Danza en el Instituto Pérez Galdós.

Nuevas metas y un grupo de adolescentes

hambrientos de creatividad. Así

empezó mi curso 2018/19. Todo era como

un sueño: estudiar lo que más me llenaba

con gente que sentía lo mismo que yo.

Las clases avanzaban entre canciones en

los recreos, bailes en la sala de espejos y

alguna que otra intrusión en el salón de

actos, hasta que un día, bastante concreto

además, nos pilló por sorpresa lo que se

convertiría más adelante en el barco navegante

por un mar de emociones. El 19 de

octubre de 2018, mi nuevo grupo de amigos

y yo decidimos hacer una excursión

extraescolar no autorizada en horario lectivo.

Cuando volvíamos en la guagua, nos

llegó un mensaje de una compañera que

sí había asistido a clase: «Amigos, acaba

de venir una chica y nos dijo que en junio

vamos a hacer un pasacalle donde vamos

a cantar, bailar, tocar, interpretar…». Sus

palabras se enredaban con la emoción, al

igual que acabaron nuestros pechos.

Como un mensaje dentro de una botella

a la deriva llegó a nosotros la oportunidad

de oro. Era como si alguien hubiese

recogido nuestras inquietudes artísticas y

crease un espectáculo para nosotros con

todas ellas. No cabíamos dentro de nuestro

asombro, esto iba a ser algo muy grande,

y no nos equivocábamos.

El siguiente viernes conocimos a Gemma,

la capitana de todo el proyecto. Nos contó

nuestro próximo destino y en seguida empezamos

a hacer sesiones en grupo para

cohesionar a la clase y conocer mejor al

artista que al homenajeábamos, Benito

Pérez Galdós. Un personaje cuanto menos

polifacético y del que no dejaríamos de

hablar hasta el final del curso.

Este fue el comienzo de todo. A partir de

ahí veríamos a Gemma todos los viernes

hasta el estreno. Algunos juegos para conocernos

más, una puesta en común de lo

que conocíamos de Galdós, ejercicios de

expresión corporal, dinámicas de grupo,

qué expectativas teníamos del proyecto…

Decidimos en qué podía ayudar cada uno

de nosotros, todos teníamos cabida dentro

del proyecto, ayudantes de dirección,


Proyectos paralelos 10/18

artistas plásticos, actores y actrices, bailarines,

cantantes y cualquier función imaginable

que se pudiera desarrollar. Nos

metimos de lleno en la vida del escritor,

nos aprendimos títulos galdosianos e hicimos

exposiciones sobre estos. Llegamos,

incluso, a realizar una visita a la Casa-Museo

de la familia Pérez Galdós. Resumiendo,

tuvimos Galdós para desayunar, almorzar

y cenar.

Pero, cómo no, el monstruo de la desconfianza

no tardó en llegar. Sí, sí, todo muy

bonito, fantástico y espectacular, pero no

iba a salir bien. ¿Nosotros? Cuatro pelagatos

del instituto sin experiencia ninguna

íbamos a hacer un espectáculo en la calle

y que encima saliera bien. Sí, bueno, era

más probable que nevara en pleno junio

en Las Palmas que tuviera éxito lo que

íbamos a desarrollar. ¿Cómo conseguiríamos

sacar adelante algo tan grande? Me

acuerdo perfectamente de que, tras la visita

a la Casa-Museo, Gemma nos llevó por

las calles narrándonos el recorrido del espectáculo.

Caminamos por las callejuelas

hasta llegar al Teatro Pérez Galdós, aquí

nuestra capitana nos ilustró con palabras

llenas de sueños y entusiasmo lo grande

que iba a ser todo aquello. El escepticismo

se hizo de lleno conmigo. Aquello nos quedaba

muy grande y creía que todo se quedaría

en aquellas bonitas palabras. Aquello

quedaría como la esperanza que tiene

un náufrago de que lo rescaten, pero en el

fondo sabe que se quedará por siempre en

la isla, la isla de los miedos.

Pero, cómo no, si a alguien se le puede

atribuir el éxito de una expedición náutica

es al capitán. Y nosotros contábamos con

la mejor.

Empezó 2019 y las cosas tomaron otro

calibre. Castings para bailarines, cantantes

e intérpretes. Reuniones de los dos

grupos para hacer lecturas de los textos,

elección y creación de piezas para los músicos,

elección de vestuario, clases de baile,

repartos de papeles y sesiones de dramaturgia.

El IES Politécnico y la Escuela

de Arte y Superior de Diseño se suman y

continúan con su parte del trabajo. Coreógrafos,

regidores, dramaturgos y músicos

como tripulantes de alto cargo que ayudaban

a la capitana.

#todoesnavegar nace como espectáculo.

Empezamos a quedarnos todos los martes

por las tardes para avanzar con el proyecto,

ya que la hora de los viernes se nos

hacía poco. Aquel monstruo que amenazaba

nuestras cabezas llenas de desconfianza

empezó a desaparecer. Aquello iba

en serio, muy en serio. Así que después de

meses de esfuerzo por parte de alumnos

y docentes, nuestro barco llega al mes de

junio más preparado que nunca.

Todo el proceso en sí fue arduo, pero lleno

de momentos muy amarillos; aunque, sin

duda alguna, recuerdo la última semana


Proyectos paralelos 11/18

con mucho cariño y mucha intensidad. El

20 de junio llegaba nuestro navío a puerto

y todo tenía que estar perfecto. Ensayo

tras ensayo, nervios, cabezas, inseguridades,

cubos, maletas, risas, miedos, repaso

de textos... una tormenta que balanceaba

nuestro barco de un lado para otro sin

descanso. Pero finalmente llegamos. No lo

creíamos, pero llegamos. Mucho mejor de

lo que nunca llegué a imaginar.

Un final repleto de amarillo, risas y lágrimas.

Pero un final satisfactorio para todos

y cada uno de los que aportamos nuestro

granito de arena áureo.

No quiero siquiera esforzarme en atribuir

palabras vanas a algo tan inexplicable.

Algo tan intenso y tan bonito. #todoesnavegar

es aquello con lo que todos nosotros

soñábamos pero no sabíamos que lo

hacíamos. Nos dio la oportunidad idónea

a todos, los que somos artistas, jóvenes,

además. Los que son juzgados por su oficio

y a los que no se les toma en cuenta.

Los que necesitan las alas de Tristana para

volar o un barco como el que cogió Galdós

para irse lejos. Los que están llenos

de miedos y de inseguridades pero aún así

son lo suficientemente valientes como saber

lo que quieren y que lo quieren al precio

que sea. Los que se matan a ensayar

día tras día para obtener frutos. El Colaboratorio

nos lo dio.

#todoesnavegar nos hizo confiar en nosotros

y saber que somos capaces de lograr

cualquier cosa que nos propongamos. Nos

dio formación de manos de profesionales

como Edu Medina, Luis O’malley, Saulo

Valerón y otros tantos de manera voluntaria

e incondicional. Nos hizo crear vínculos

con los compañeros de las otras clases

y aprender a valorar todos y cada uno de

los trabajos que se desarrollan en un espectáculo

teatral.

Aquel sueño que flotaba en todas nuestras

cabezas se materializó y si lo hizo fue

gracias Gemma Quintana, nuestra capitana.

Trabajó contra viento y marea para

que nuestro barco llegase a su destino y

no dejó nunca que ningún impedimento

lo hundiera. Y si alcanzamos el puerto

fue gracias a ella. Confió en nosotros, nos

escuchó y siempre nos brindó las mejores

oportunidades para brillar, no solo como

artistas, que también, sino como personas.

En la primera fase del proyecto nos pidió

que escribiéramos en un papel qué esperábamos

obtener de este proyecto; yo escribí

«nutrición en arte» y a día de hoy puedo

decir, sin atisbo de duda, que no solo se

cumplió, sino que lo sobrepasó. El 20 de

junio de 2019 quedará siempre en mi memoria

como un día en amarillo y con mucho

arte y valor para no ahogarnos.



Proyectos paralelos 13/18

Carmen Granado Melián

(IES Pérez Galdós. Dramaturga e intérprete)

Para mí el Colaboratorio Galdós ha sido

una convivencia entre diferentes personas

y disciplinas artísticas y creo que, cuando

el arte y las personas con ganas se juntan,

pueden llegar a formar chispas y hacer

magia de verdad.

Todo el proceso ha sido fascinante y me he

podido dar cuenta de cómo la evolución se

presenta día a día y cómo nosotros, alumnos

y alumnas artistas, nos hemos podido

dar cuenta de ello, casi sin querer.

#todoesnavegar, el título de nuestra creación

colectiva, para mí es ahora similar a

un lema de vida, porque gracias a esta idea

tengo mis sueños más claros que nunca,

porque gracias a Galdós me he podido regar

diariamente para poder ir creciendo,

porque personas como Gemma Quintana,

como Luis O’malley o como Edu Medina,

o incluso mis compañeros que me acompañaron

en todo este proceso, me han regalado

experiencias, momentos, aprendizaje…

Gracias a ello he podido adquirir más conocimientos

sobre absolutamente todo,

tanto lo que se presenta en el espectáculo

de cara al público, como lo que conlleva

detrás.

Navegando con esfuerzo y paciencia se

llega a buen puerto (a ese que tanto ansiamos).

No puedo escribir todo lo que

se me pasa ahora mismo por la cabeza,

porque han sido nueve largos e intensos

meses llenos de sudor, desesperación y

hallazgos, pero la principal causa por la

que no me permito escribir más es porque

el ochenta por ciento de lo que siento

al recordar todo son lágrimas, lágrimas de

emoción.

Voy a anhelar esa convivencia, no quisiera

que hubiese terminado, pero tristemente

hay capítulos que se cierran y empiezan

otros. La vida es un libro, las etapas son

páginas en blanco y nosotros somos bolígrafos

que escribimos de la manera que

queramos, pero, sin duda alguna, Galdós

ya escribió varias páginas de mi libro gracias

a este gran proyecto del Colaboratorio

Galdós.

Así que, larga vida al teatro, a la danza y

a la música, a Galdós y sobre todo a esos

sueños que siempre permanecen en la

cabeza de los locos artistas. Soñadores

del mundo que sueñan con navegar para

crear un mundo donde todo se pueda hacer

posible.

Repito, maravillosa experiencia y gran

aprendizaje de la mano de los mejores.

Un sincero y muy grande: gracias.



Proyectos paralelos 15/18

Alicia Henríquez

(IES Pérez Galdós. Percusión alternativa y

ayudante de coordinación)

Cuando llegó Gemma a nuestra clase, a

principio de curso, contándonos todo el

trabajo que íbamos hacer en el Colaboratorio,

me enganché desde el minuto uno.

Siempre me ha gustado actuar, aunque

mi defecto haya sido la timidez, pero eso

nunca me ha impedido llevar a cabo todo

aquello que me ha hecho feliz. El proceso

de este gran y maravilloso proyecto lo

resumiría en tres palabras: amor, unión y

mucho esfuerzo.

No todo ha sido de color de rosa, hemos

estado muy nerviosos, ya sea por los exámenes

o porque las cosas no nos salían

como queríamos (en eso me incluyo totalmente).

Pero siempre hemos seguido hacia

delante, de eso se trata, ¿no? De seguir

navegando, aunque haya tormenta o calma,

a buen puerto. Y ahí hemos estado sin

importar los obstáculos que nos ha puesto

la vida o las críticas que hemos recibido.

No por el proyecto, ahí todo fueron aplausos.

Pero siempre hemos recibido críticas

por el mero hecho de ser jóvenes. ¿Quién

no ha escuchado alguna vez: «la juventud

de hoy en día está echada a perder»? O

incluso la famosa frase... «¿vas a estudiar

artes? Busca algo que tenga salida y deja

de perder el tiempo».

Pues con #todoesnavegar hemos querido

demostrar dos cosas. La primera, que no

todos los jóvenes estamos echados a perder,

pocos se dan cuenta de que los jóvenes

somos el futuro y que con ánimo, ilusión

y esfuerzo podemos hacer maravillas.

Y segundo, y no menos importante, queremos

seguir demostrando que el arte sí

tiene salida, porque el arte es la expresión

del alma que quiere ser escuchada, es útil,

es necesario y nos hace mejores.

Estoy muy feliz y agradecida por la oportunidad

que se nos ha brindado tanto a

mis compañeros como a mí de mostrar

esto en la calle y doy la enhorabuena al

equipazo que lo ha hecho posible, sobre

todo por confiar.

No me voy a olvidar jamás del lema «todo

es navegar». Este proyecto me ha marcado

para toda mi vida.


Proyectos paralelos 16/18

Natacha Morales Marrero

(IES Pérez Galdós. Percusión alternativa

y ayudante de coordinación)

Todo comenzó el 19 de octubre, un día

normal y corriente, un mes después de

haber empezado el nuevo curso. Llegó

una persona a contarnos un proyecto que

estaba organizando sobre Benito Pérez

Galdós, con la interpretación de su vida

y el conocimiento de sus obras más relevantes,

que se mostraría al público en

modo pasacalle. Fueron pasando los meses,

cada viernes a quinta hora seguíamos

organizando el proyecto, haciendo actividades

para conocer mejor la vida y las

obras de Benito Pérez Galdós.

Realizamos muchas técnicas para lograr

la conexión que tenemos entre todos,

para poder entendernos mejor y tener

más coordinación.

Después de algunas clases, empezaron

a asignarnos a varias escenas, haciendo

pruebas a quienes les gustaba interpretar,

tocar algún instrumento, bailar… empezaron

a escribir los textos del espectáculo

con un dramaturgo, Luis O’malley.

En mi caso, me presenté al grupo de percusión

alternativa. Saulo, un estupendo

percusionista, sacó lo mejor de nosotros

(en mi caso no tenía ni idea de que pudiera

hacer música con una papelera) y cada

tarde que veníamos a ensayar nos sacaba

una sonrisa y nos enseñaba cada vez más.

Al principio la mayoría no teníamos ni

idea de nada, pero el tiempo fue poniendo

cada cosa en su lugar.

A la vez que ensayábamos percusión alternativa,

por las tardes, los viernes en

horario escolar, realizábamos los ensayos

de coreografías de varias escenas con Edu

Medina, otro crack.

13/06/2019. Hoy escribo esto cuando

queda menos de una semana para el espectáculo.

El Colaboratorio está siendo

realmente increíble, comparando cómo

empecé y cómo estoy ahora, he evolucionado

mucho. Logré salir de un bucle que

me aminoraba en todos los sentidos. Este

proyecto me ha ayudado a mejorar interiormente,

a entender el duro trabajo que

hay detrás de un espectáculo, a confiar en

mí misma y a relacionarme con muchas

personas. ¡No puedo estar más emocionada,

esta oportunidad me tiene sin palabras!

19/06/2019. Un día antes de la actuación,

ya estamos aquí. Tuvimos el ensayo

general: ha sido bastante dinámico y organizado.

Estamos deseando que llegue

el gran día.

20/06/2019. Había llegado el gran día,

estábamos deseando que empezase todo.

Nos reunimos, nos dimos muchísimo

apoyo y fuerzas para que todo saliese

como estaba previsto. En #todoesnavegar,

nuestro pasacalle sobre Galdós, ha

habido muchos sentimientos de emoción,

nervios, alegría... Ha sido la mejor

manera de acabar este curso que nos ha

unido. Sin duda, muchas gracias a Gemma

Quintana, que ha hecho posible todo

esto.

Y gracias a todos, organización y público,

por confiar en nosotros.



Proyectos paralelos 18/18

Raquel Artiles

(IES Politécnico, coordinadora de producción)

La inmersión en el Colaboratorio Galdós

ha sido una experiencia bastante gratificante

para todos los grupos de Imagen

y Sonido del IES Politécnico Las Palmas.

No solo nos hemos podido acercar a un

proyecto a escala real en el mundo laboral,

sino que nos ha ayudado a asentar los conocimientos

obtenidos en el primer curso,

llevándolos a la práctica.

Desde la fase de preproducción, el equipo

del IES Politécnico estuvo muy interesado

y emocionado, le cogió un cariño muy

especial al Colaboratorio y se volcó en él.

Realizamos algunas tareas que nos permitieron

desarrollar nuestros conocimientos

teóricos, como el desglose de guion y el

presupuesto. Además, pudimos estar presentes

en gran parte del desarrollo de los

ensayos y fuimos testigos de cómo cada

día el espectáculo #todoesnavegar iba tomando

forma. Resultaba muy gratificante

observar el esfuerzo de todos los participantes.

También fue clave la comunicación con

las distintas entidades, que fue excelente.

La producción del espectáculo, en los días

previos al estreno, fue la parte más interesante

de todo el proceso y la que más disfrutamos,

porque por fin pudimos ver con

exactitud el resultado del proyecto que

tantos meses nos había llevado preparar.

Desde la perspectiva de nuestro ciclo de

Producción fue un gran trabajo, se respiraba

un ambiente estupendo, además de

contar con la predisposición de cada uno

de los integrantes del proyecto, formando

una perfecta simbiosis.

El Colaboratorio Galdós nos ha permitido

introducirnos en todas las fases de la

producción de un proyecto profesional,

además de poder tener un primer contacto

con alumnos de otros centros que en

un futuro podrían llegar a convertirse en

compañeros de profesión.

Por otra parte, el trato recibido por los

organizadores del evento, tanto del Laboratorio

Galdós como de la productora

unahoramenos, ha sido genial. Desde el

comienzo nos han guiado y nos han apoyado

en todos los procesos del proyecto.

Han sido un pilar fundamental para nosotros.

Me gustaría hacer una especial mención

a Gemma Quintana Ramos, quien no solo

es una persona maravillosa, sino una excelente

profesional que me ha enseñado

mucho y me ha apoyado constantemente,

mostrándome que, a pesar de una multitud

de obstáculos, con mucha ilusión y

creyendo en tu proyecto, todo sale a adelante.

Estamos muy contentos de haber

participado en el Colaboratorio Galdós.


Proyectos paralelos

Nuestros

confabulados


Foto: Nacho González Oramas


Confabulados 1/2

Nuestros

confabulados

Además del espíritu de participación y

creación del Laboratorio Galdós, el proyecto

nace con el propósito de cooperar

con otras instituciones, espacios y creadores

que comparten los objetivos que sustentan

esta iniciativa.

Tratamos de encontrarnos en el camino

con estos compinches para hacer que el

Laboratorio Galdós no sea únicamente un

proyecto limitado en el tiempo, sino que

pueda realizar, junto a otros que ya trabajan

en la creación contemporánea, la formación

o la participación, una labor que

perdure en el tiempo.

Así, hemos creado experiencias conjuntas

con la Casa-Museo Pérez Galdós, que apoya

y comparte nuestras iniciativas, y con

Canarias Escribe Teatro, con quien repetimos

la propuesta de compartir los talleres

de dramaturgia que imparten los autores

de los montajes del Laboratorio Galdós.

Canarias Escribe Teatro

Lleva más de una década haciendo una

labor de formación, puesta en valor y proyección

de la dramaturgia canaria. El Laboratorio

Galdós, que incorpora a su proyecto

cultural la formación dramatúrgica,

encuentra en este proyecto de 2RC un lugar

de encuentro y propone para los autores

y autoras de Canarias Escribe Teatro

los talleres impartidos por el colombiano

Fabio Rubiano en noviembre 2018 y por

el tándem Laila Ripoll (Premio de Literatura

Dramática 2015) y Mariano Llorente

en noviembre 2019.

Casa-Museo Pérez Galdós

Desde el inicio del proyecto, esta institución

cultural tan estrechamente vinculada

a la figura del Galdós ha estado a nuestro

lado, y hemos compartido experiencias,

búsquedas y logros.

Tres mesas redondas a partir de

Galdós y el teatro

Estaban previstos 3 encuentros en torno

al Laboratorio Galdós en la Casa-Museo,

uno para cada montaje. La primera charla

tuvo lugar el 6 de noviembre de 2018

y contó con la asistencia de Irma Correa,

autora de la obra que inició el Laboratorio

Galdós, Ana (también a nosotros nos llevará

el olvido), y de Mario Vega, director

escénico del montaje, que se había estrenado

en el Teatro Pérez Galdós entre el

11 y el 13 de octubre del mismo año. En

esta mesa redonda, la dramaturga reveló


Confabulados 2/2

su proceso de documentación y creación

a partir de Tristana; mientras que el director

habló de la primera experiencia escénica

del Laboratorio Galdós, sus retos y

sus primeros logros.

El segundo encuentro, celebrado el 13 de

noviembre bajo el título Galdós a escena,

amplía el ámbito del Laboratorio para

hablar de la dramaturgia y escenificación

actual a partir de Galdós. Participaron Miguel

Ángel Martínez, autor de la versión

dramatizada de Misericordia (producción

que se estrenó en el Teatro Cuyás el 20 de

diciembre de 2019), Ruth Sánchez, ayudante

de dirección y actriz de Ana (también

a nosotros nos llevará el olvido) y

El crimen de la calle Fuencarral, y Laila

Ripoll, que se encontraba en ese momento

en la fase de documentación (Formulación)

para la escritura de la última entrega

de este ciclo del proyecto: El último viaje

de Galdós. En él desgranaron sus procesos

creativos de escritura y puesta en escena

junto a la profesora Carmen Márquez, que

fue planteando algunas cuestiones que

nos dieron una visión conjunta de las últimas

escenificaciones en torno a Galdós.

El 24 de noviembre de 2020 estaba

previsto un tercer y último encuentro con

Mario Vega, director escénico de los tres

montajes, Valentín Rodríguez, productor

y director del Laboratorio Galdós, y Marta

Viera, actriz de los tres montajes del

Laboratorio. Con ellos se iba hacer una

valoración del proyecto, su recorrido y

su futuro. Este encuentro se traslada al

2021 y se incluye dentro de la que será la

exposición del Laboratorio Galdós, otra

gran colaboración con esta casa.

Colaboratorio Galdós

La Casa-Museo se confabuló además con

el proyecto del Colaboratorio Galdós,

abriendo sus puertas a los centros participantes

para que pudieran acercarse a la

figura del autor y también para ocupar el

espacio el día 18 de junio de 2019, puesto

que el espectáculo #todoesnavegar partía,

como no podía ser de otra manera, de

la casa del insigne autor. Ese mismo era el

punto de partida de la segunda entrega del

Colaboratorio, Episodios Extraordinarios.

Nuestros artistas se sintieron como

en casa entre las paredes de la vivienda de

la familia Pérez Galdós.

Exposición

Prevista para el último trimestre del año

2020, año del centenario, y trasladada

al primero de 2021, la Casa-Museo será

nuestra anfitriona y recibirá en sus salas

la exposición Laboratorio Galdós, un camino

de experimentación escénica, una

actividad con la que cerraremos este ciclo

del proyecto.


07/

A modo de

epílogo


Foto: Nacho González Oramas


A modo de epílogo 1/6

Un proyecto de

futuro

Al finalizar el año 2020 clausuramos también

el Bienio Galdosiano, pero no significa

que con ello se cierre el Laboratorio

Galdós. Se abre un nuevo periodo en el

que, tras hacer evaluación, este proyecto

cultural continuará sus objetivos de creación

contemporánea y participación ciudadana.

Sirva pues esta memoria para hacer recuento,

y con él, vayan los aciertos y errores

de este proyecto que pretendía emprender

un camino de investigación creativa experimental

con un enfoque transversal de

las artes escénicas contemporáneas que

integrara todos los elementos de la comunicación

dramática. Por mucho que nuestro

camino estuviera delante, nunca pretendimos

partir de cero, y para dejarnos

inspirar, ¿quién mejor que Galdós?

Desde el respeto y la voluntad de investigación,

Galdós fue nuestro punto de partida.

Nuestro punto de llegada han sido

tres montajes escénicos, a partir de tres

textos originales escritos por dos dramaturgas

y dos dramaturgos cuyos universos

poéticos estaban en sintonía con la propia

búsqueda de nuestra compañía. Sus

temas de inspiración estaban en la obra

y la vida de Galdós, y de su mano hemos

transitado por este camino de experimentación

escénica. La escritura del texto, de

la Formulación a la Hipótesis, ha tenido

sus propios periodos de investigación con

la ayuda de intérpretes profesionales en

los Talleres de Creación Actoral. Del texto

al escenario, los procesos de ensayo interno

—Contraste— y de Ensayo y Error han

hecho que en la experimentación se hayan

fraguado hallazgos, muchos de ellos, compartidos.

Mario Vega y su equipo artístico han llevado

a cabo un recorrido particular a partir

de cada uno de los tres textos, y, de alguna

manera, la trilogía también está sustentada

por una idea global, un universo plástico

y poético particular imbuido de la esencia

del Laboratorio Galdós y sus procesos


A modo de epílogo 2/6

particulares. Ana (también a nosotros nos

llevará el olvido), de Irma Correa, contó,

además de con todo un trabajo interpretativo

de nivel, con una propuesta escenográfica

muy particular, un dispositivo

capaz de metamorfosearse para albergar

todos los espacios realistas de una puesta

en escena muy poco naturalista, muy desnuda.

Este diseño y su perfecta cohesión

con el uso del audiovisual obtuvo su reconocimiento

concreto con una nominación

a los Premios Max, y todo el espectáculo,

con cinco Premios Réplica.

Sin embargo, el texto del colombiano Fabio

Rubiano, El crimen de la calle Fuencarral,

era un material que requería otro

planteamiento escénico, por lo vertiginoso

de los espacios y la densidad numérica

de personajes apenas bocetados. Requería

un trabajo de filigrana en las transiciones.

De hecho, de alguna manera es una

obra en continua transición donde el único

momento de respiro es, precisamente,

un momento de asfixia. Este montaje no

te permite pestañear, el intérprete no baja

la guardia, y salta de la comedia a la tragedia,

de un personaje a otro, sin solución de

continuidad.

El último viaje de Galdós es una despedida.

Un universo poblado de fantasmas,

escurridizos y nostálgicos, que buscaba

la creación mucho más que la recreación.

Huyendo de un trabajo documental, los

dramaturgos (Laila Ripoll y Mariano Llorente)

y el director rebuscan en la vida de

Galdós la esencia de sus conflictos vitales

y creativos e impulsan al espectador a meterse

de lleno en la cabeza del autor durante

sus últimos momentos de vida. Ahí nos

queda la montaña, la montaña de amigos

y enemigos, de amantes, de cartas, de infamias

y mentiras y, sobre todo, la montaña

inmensa de su profusa creación literaria.

Tan grande que en algún momento

sentimos que se traga a su propio creador.

Tres espectáculos diferentes, unidos por

el hilo de Galdós y por procesos de indagación

amplios, de cuyo resultado artístico

y de producción da cuenta el aplauso

del público y el reconocimiento de la crítica.

Pero, sobre todo, el largo listado de

espectadores, ahora amigos y amigas, que

se han ido acercando para comentarnos

sus reparos y también sus hallazgos. El

Laboratorio Galdós ha contado con más

de 12.000 espectadores en estos tres años

de desarrollo y ha podido proyectar su

trabajo a lugares como Galicia, Madrid o

Colombia.


A modo de epílogo 3/6

Impulsar el conocimiento de Galdós y el

reconocimiento de su obra también ha

sido un objetivo de partida. No somos

expertos en el tema, apenas lectores de

algunas de sus historias más conocidas;

pero como proyecto cultural, el Laboratorio

Galdós ha buscado en los propios

referentes de cada texto el punto de partida

para una investigación de alguno de

los ángulos fundamentales del perfil del

autor: La mujer, las mujeres, en la vida

y obra de Galdós, Galdós y periodismo,

El Madrid de Galdós, así como otras dos

mesas de Estado de la Cuestión que no se

pudieron celebrar debido a la pandemia y

que estaban destinadas a reflexionar sobre

la influencia de Galdós en la literatura

actual y futura y a hacer un recorrido por

su biografía, recalando en aquellas personas

hechas personaje en el último montaje.

Para ello hemos contado con la asesoría y

el acompañamiento de nuestras expertas,

vaya desde aquí nuestro agradecimiento.

Estos encuentros han sido un marco

perfecto para, a través de nuestra propia

investigación, acercar al público (entre

ellos gran parte de nuestros Asistentes de

Creación) la figura humana y literaria de

Benito Pérez Galdós.

La participación ciudadana, a través de

estos encuentros, pero muy especialmente

en el Ensayo y Error, ha sido muy importante

desde el primer momento y se ha

consolidado a lo largo de estos tres años

de trabajo. Han asistido un total de 588

Asistentes de Creación, que han ido tomando

el pulso a los montajes y han sido

nuestros mejores mediadores culturales.

Y en lo que a participación se refiere, no

podemos dejar de destacar la implicación

del público juvenil a través del Ensayo y

Error vinculado a los centros escolares.

La posibilidad de comentar con el director

sus observaciones a cada espectáculo

propició que este público se involucrara y

compartiera su visión, una visión que en

más de una ocasión puso el foco en cuestiones

transversales importantes. Esta

experiencia tuvo un gran valor para el

proceso. Y de hecho, en El último viaje de

Galdós se echó muy en falta su mirada, ya

que la pandemia impidió la participación

de los centros escolares. Aún así, han sido

1.815 los Asistentes de Creación juvenil

que han vivido esta experiencia de participación

y que ya están vinculados a esta

iniciativa cultural.

Igualmente, fueron los jóvenes, a través

del Colaboratorio Galdós, los encargados


A modo de epílogo 4/6

de poner en escena el resultado artístico

de su investigación sobre Galdós, una

oportunidad para que los estudiantes de

disciplinas artísticas y técnicas mostraran

su talento a la comunidad.

Así, este proyecto ha servido para que los

nuevos espectadores conozcan los procesos

creativos, para estimular la afición al

teatro y para impulsar la vocación de muchos

y muchas por el arte.

En estos tres años se ha consolidado un

proceso de trabajo y una línea de cooperación

institucional que han demostrado

su eficacia para el logro de los objetivos

culturales y artísticos planteados. Se ha

generado, además, una serie de actividades

en torno a la producción que permiten

rentabilizarla culturalmente mucho antes

del estreno y mucho más allá de la exhibición.

Este proceso de trabajo propio es ya, sin

duda, el sello del Laboratorio Galdós. Un

proceso genuino y efectivo que va a proseguir

su labor dentro de la producción

canaria contemporánea y que dará el salto

internacional, gracias al interés por los

proyectos participativos y la calidad en la

producción, que ha hecho que instituciones

culturales de otros países pongan su

mirada en él.

El Laboratorio Galdós continúa. No será

ya una iniciativa de investigación en torno

a la figura del autor, de Benito Pérez Galdós,

sino un proyecto cultural vinculado

al espacio escénico que lleva su nombre,

el Teatro Pérez Galdós, que seguirá siendo

su lugar de proyección y residencia natural,

como lo ha sido durante todo este recorrido.

Entre 2021 y 2023, este nuevo Laboratorio

Galdós tomará la senda de la coproducción

internacional para convertir el

Teatro en un lugar de conversación con

otras latitudes. Esta segunda fase de la

experiencia mantendrá en esencia los pilares

básicos de innovación, dramaturgia

contemporánea y participación ciudadana.

Su nueva dimensión internacional

vendrá dada por el desarrollo de tres coproducciones

con entidades internacionales

de Europa, América Latina y África. La

investigación para la creación artística seguirá

siendo el eje central del Laboratorio

Galdós, así como la formación de nuestros

artistas y profesionales en contacto con

creadores internacionales y, por supuesto,

la participación activa de la audiencia.


A modo de epílogo 5/6

El Laboratorio Galdós

en cifras

FORMULACIÓN (o punto de partida de una dramaturgia)

2 Talleres de Dramaturgia Actoral. En el primero, dirigido por Fabio Rubiano,

participaron 8 intérpretes profesionales; en el segundo, dirigido por Laula Ripoll y

Mariano Llorente, 9 intérpretes profesionales.

2 Talleres de Dramaturgia, confabulados con Canarias Escribe Teatro. Participaron 15

autores y autoras teatrales de Canarias.

HIPÓTESIS (o escritura de la pieza)

3 textos contemporáneos originales a partir de la obra y la vida de Galdós.

3 primeras lecturas públicas, 106 Asistentes de Creación.

CONTRASTE (o boceto de la puesta en escena)

146 ensayos internos. 11 intérpretes, 8 creadores escénicos.

ESTADO DE LA CUESTIÓN (o charlando sobre Galdós)

3 mesas de Estado de la Cuestión, 8 ponentes, 407 espectadores:

La mujer, las mujeres, en la vida y obra de Galdós, con Yolanda Arencibia, Carmen

Márquez, Sonia Mauricio, Rubén Domínguez e Irma Correa.

Galdós y periodismo, con Carmen Márquez, Isabel Saavedra y Salvadora Luján.

El Madrid de Galdós, con Nieves Concostrina.


A modo de epílogo 6/6

ENSAYO Y ERROR (o encuentro con los Asistentes de Creación)

27 sesiones generales, 588 Asistentes de Creación.

6 sesiones juveniles, 1.781 Asistentes de Creación y 96 docentes de 18 centros escolares

de Gran Canaria.

VALIDACIÓN (o cuando se abre el telón)

3 espectáculos, 3 estrenos en 3 otoños.

12.975 espectadores, 49 funciones, 26 espacios escénicos.

Ana (también a nosotros nos llevará el olvido). Autora: Irma Correa. Estreno: 11 de

octubre de 2018:

6.244 espectadores, 23 funciones, 15 espacios escénicos (7 de ellos fuera de Canarias).

5 Premios Réplica. Espacio escénico finalista de los Premios Max.

El crimen de la calle Fuencarral. Autor: Fabio Rubiano. Estreno: 10 de octubre de

2019:

5.981 espectadores, de los que 2.908 fueron estudiantes de Bachillerato. 19 funciones,

14 espacios escénicos de toda Canarias. 2 Premios Réplica.

El último viaje de Galdós. Autores: Laila Ripoll y Mariano Llorente. Estreno: 8 de octubre

de 2020:

750 espectadores, 7 funciones, 5 espacios escénicos. Tiene prevista una gira en

2021. Todas las funciones son con aforo limitado por las exigencias sanitarias y la

experiencia inmersiva.

Los tres espectáculos fueron emitidos en el Festival de Manizales entre el 6 y el 13 de

octubre de 2020 para el público latinoamericano.

7 Premios Réplica, 10 nominaciones. 4 candidaturas a los Premios Max, 1 finalista.

Todos los espectáculos del Laboratorio Galdós han sido recomendados por la Red Española

de Teatros y Auditorios de Titularidad Pública (Redescena).


Equipo del Laboratorio Galdós

Dirección

Valentín Rodríguez

Dirección artística

Mario Vega

Coordinadora del área pedagógica y de participación

Gemma Quintana

Coordinador del área profesional

Luis O’malley

Diseño web

Héctor Muñoz

Redes sociales

Héctor Muñoz

Raquel Hernández

Prensa y comunicación

Francisco Medina

Patricia Moralejo

Grafismo

Pilar del Sol

Producción

Raquel Hernández

Tony Perera

Distribución

Desirée Bolaños

Gerencia y administración

Elena Álamo


07/

Textos

teatrales


Textos teatrales

Ana (también a nosotros

nos llevará el olvido)

de Irma Correa

El crimen de la calle Fuencarral

de Fabio Rubiano

El último viaje de Galdós

de Laila Ripoll y Mariano Llorente


ANA

(también a nosotros

nos llevará el olvido)

de Irma Correa

PERSONAJES

ANA

LOPE

VIVIAN

SATUR

HIJO

SEÑOR ROMERA

El HIJO sin embargo habla desde el presente, sin

filtros, temor o bruma.

HIJO.—Todo lo que está ahora mismo ante nosotros, todo

lo que alcanza a ver nuestra vista, este teatro, las butacas, las

personas que se sientan en él, yo, los focos; también la calle

ahora en silencio, los árboles, la gente paseando tranquila, el

mar, todo lo que habita este planeta, todo, lo vivo y lo inerte, lo

visible y lo invisible, todo, absolutamente todo, está cubierto de

una fina capa de niebla. Una capa que respira y se mueve, lenta,

imperturbable, que nos cubre y nos protege, que nos da aliento

y nos libera. Es imperceptible, pero en ella palpita nuestra vida,

nuestro infinito deseo de vivir. Ahora mismo en Oslo hace rato

que es de noche, y es probable que un joven de veinte años se

esté preguntando qué hará con su vida mientras fuma un cigarrillo

y mira las estrellas; en Rusia una chica se hace una trenza

mientras ve por la televisión la sonrisa plastificada de Putin; en

Zambia un niño mama del pecho de su madre mientras imagina

que no puede existir un lugar mejor en el mundo; en Buenos

Aires algunos despertadores suenan; una profesora escribe una

carta a Trump; en la Toscana huele a trigo. Hay un deseo de

vivir que nos atraviesa y que habita cada célula de lo conocido y

de lo desconocido. Y mientras tanto, nosotros respirando. Nosotros

no hacemos otra cosa más que respirar.

ANA.—(Sorprendida.) ¿Tú aquí?

LOPE.—He salido antes, tenía ganas de llegar a casa…

Pero vinieron días en que su mente floreció de improviso,

como planta vivaz a la que le llega un buen día de primavera,

y se llenó de ideas (…). Anhelos indescifrables apuntaron en

su alma.

Se sentía inquieta, ambiciosa, sin saber de qué,

de algo muy distante, muy alto, que no veían sus ojos por

parte alguna. (…)

Notó en sí algo que se le había colado de rondón por las

puertas del alma,

orgullo, conciencia de no ser una persona vulgar;

sorprendióse de los rebullicios, cada día más fuertes,

de su inteligencia, que le decía:

«Aquí estoy. ¿No ves cómo pienso cosas grandes?».

Tristana. Benito Pérez Galdós

ANA.—Se… me hace raro verte a estas horas. Ya estoy terminando

con el horno.

LOPE.—(Abrazándola.) Estoy tan feliz.

ANA.—Lo sé. (Quitándose.) Yo también.

LOPE.—¿Qué te pasa?

ANA.—Nada, ¿por qué?

LOPE.—Hace días que te noto extraña.

ANA.—Estoy cansada, no paro de hacer cosas.

LOPE.—Anoche te levantaste de madrugada y ya no volviste

a la cama.

ANA.—Tenía mucho calor.

Hay un gran panel sobre el que se proyectan paisajes,

fotografías. Se entremezclan tiempos, pasado,

presente, quizá futuro. Tiene algo de memoria

caprichosa, recuerdos que se superponen uno sobre

otro formando un cuadro de vida. Todo en esta

obra, a excepción de los monólogos del HIJO, estará

cubierto por un velo de olvido.

La acción se desarrolla a mediados de los años sesenta,

en todo lo que tiene de convulso y regenerador.

Es la transformación del blanco y negro al

color.

LOPE.—Pero si estamos a seis grados.

ANA.—Será el radiador, que deja el calor suspendido por toda

la casa…

LOPE.—Dormimos con tres mantas.

ANA.—Pues no sé, yo tengo calor. Me despierto con calambres

en las piernas y ya no me puedo dormir.

LOPE.—Ana, Anita, ¿te preocupa algo? Dime qué es.

ANA.—No es nada.


LOPE.—¿Es por lo del ascenso?

ANA.—No, no es eso.

LOPE.—Entonces qué es. No es la primera vez que te levantas

de noche. Mujer, si va a ser para bien, y además nos lo merecemos,

¿no crees? Nos dará un respiro con las deudas. Esta

mañana me reía solo en la oficina y todos me miraban.

ANA.—Tu oficina es una jaula de fieras.

LOPE.—¿Por qué dices eso? ¿Has visto mi carpeta de las

facturas?

ANA.—Estará en su sitio, en el escritorio.

LOPE.—La verdad es que si me lo dicen cuando estudiaba en

la universidad no me lo creo. ¡Yo en el ministerio! No encuentro

la carpeta.

ANA.—A ver. Mira, aquí la tienes.

LOPE.—Tengo que tener todo en orden, en el ministerio registran

hasta tu respiración. (Guardando unos papeles.) ¿Ya

sabes lo de Martínez?

ANA.—No, ¿el qué?

LOPE.—Le ha dejado su mujer.

ANA.—¿Qué?

LOPE.—Se ha enamorado de otro y se ha ido. Sin pensar en

sus hijos, en su marido, sin pensar nada más que en ella misma.

Y a él le compromete públicamente, claro. Es un escándalo.

Él no levanta cabeza. Es el fin de su carrera.

ANA.—Pero si Martínez vale mucho, seguro que…

LOPE.—Esto lo deciden los peces gordos, y a los peces gordos

no les gustan los escándalos. Así que dejarán a Martínez apartado,

y probablemente lo dejen allí para siempre.

ANA.—Es extraño, yo a ella la veía feliz…

LOPE.—A saber lo que entiende la gente por felicidad. Lo que

pasa es que tú eres demasiado buena, y piensas que todo el

mundo es como tú. Pero no. Mi bomboncito es lo mejor, lo más

perfecto que hay en este bendito país, y todos te envidian, así

que todos me envidian a mí.

ANA.—Qué tonterías dices.

LOPE.—Es verdad. A ver si te crees que me han ofrecido el

ascenso por mérito propio.

ANA.—Y por qué si no.

LOPE.—Me lo ofrecen, entre otras cosas, por lo que tú y yo

formamos. Eso es importante para ellos. Lo que tú y yo somos.

Una fortaleza. Tú y yo somos una fortaleza y nada nos puede

derribar, y ellos lo saben. Y nos envidian. Ya lo verás en la cena.

ANA.—¿Qué cena?

LOPE.—La cena que vamos a hacer aquí para los del ministerio.

ANA.—¿Aquí?

LOPE.—Es una formalidad. Les gusta ver lo que se cuece en

una casa por dentro. No le van a dar el puesto a cualquiera.

ANA.—¿Y no podemos ir a cenar a algún sitio?

LOPE.—No, mejor aquí. Que lo vean todo, que nos vean cómo

somos. No tenemos nada que esconder. No hay otra cosa en la

vida más importante que el respeto.

ANA.—¿Crees que el respeto se gana con una cena?

LOPE.—¿No hueles a quemado?

(En otro lado de la escena está SATUR en su peluquería.

La peluquería de SATUR es un espacio para

el ocio y el disfrute, también para la libertad. La atmósfera

es recargada, igual que sus clientas.)

SATUR.—¿Se te quemó el cordero?

ANA.—(Avanzando hacia ella.) No me había pasado nunca.

SATUR.—Chica, pero es que lo de Luisa es de traca. Yo también

me quedé blanca, se me desparramó todo el tinte de Antonia

por el suelo.

ANA.—No sé, hay algo que no me encaja.

SATUR.—El qué no te encaja. Charo, ponte a hacerle los rulos

a Manoli que se tiene que ir ya.

ANA.—Luisa no es de enamorarse.

SATUR.—Cómo que no es de enamorarse, ¿hay que tener un

carné?

ANA.—No, no, quiero decir que estaba bien con el marido,

con los hijos. Estaba bien en casa, yo la veía feliz.

SATUR.—De lo que uno ve a lo que hay por dentro…

ANA.—¿Tú crees?

SATUR.—Esa estaba amargada. (Enseñándole una revista.)

¿Te gusta este moño?

ANA.—¿Luisa amargada?

SATUR.—Los suspiros que daba aquí ni los devotos de Fátima.

Y tenía siempre la mirada perdida.

ANA.—Estaría pensando en sus cosas.

SATUR.—No, en sus cosas no, más bien en las de otros. Mira,

es que me voy a presentar al concurso ese de la tele, el de los

peinados.

ANA.—A mí Luisa me parecía una chica muy feliz.


SATUR.—A ver Ana, por favor, que es que de inocente pareces

el borrego del portal de Belén. Alguien que suspira es

alguien que está con la cabeza en la luna.

ANA.—Yo suspiro todo el tiempo.

SATUR.—Es que tú eres igual.

ANA.—No, yo no.

SATUR.—Ahora, una cosa sí que te voy a decir. El Horacio ese

con el que se fue estaba para hacerle un par de favores, siendo

pintor y todo.

ANA.—¿Pintor?

SATUR.—De cuadros, no de brocha, y mira que a mí la bohemiada

no, pero ese sí, ese tenía planta, tenía mirada, tenía

andares, tenía de todo menos dinero. Dinero no, pero andares

y planta la que quieras. Un día vino aquí a recoger a Luisa y no

sabes cómo la miraba.

ANA.—¿Vino aquí?

SATUR.—Yo no lo sabía, claro, pensé que sería un pariente

suyo o algo. Se quedó ahí mirando detrás del cristal, fumando

como el Bogar…

ANA.—Como el Bogar…

SATUR.—Tú no digas nada que a ti el tuyo te mira igual.

ANA.—Qué dices.

SATUR.—¡Ay, el Lope con su Anita! ¡A su Anita que no se la

toque nadie! Mira, yo quiero hacer un moño así. Te podías venir

conmigo y así sales en la tele.

ANA.—Sí claro, yo en la tele…

riendo, amando. Y yo soy capaz de seguir sintiéndola a través

del espacio. Y del tiempo.

(Se proyecta una imagen de ANA caminando despacio

por las calles, mirando tranquila las cosas,

respirando.)

SATUR.—¿Qué quiere decir que hoy no te vas a hacer nada?

ANA.—Que no, Satur, que quiero estar cómoda.

SATUR.—¿Y qué tiene que ver la comodidad con estar ideal?

ANA.—Yo no quiero estar ideal.

SATUR.—¿Pero a ti qué te pasa últimamente?

ANA.—Nada.

SATUR.—Cómo que nada.

ANA.—Que no me pasa nada, Satur.

SATUR.—A ver, ¿me lo dices o te tengo que quemar el pelo?

ANA.—A veces, mientras hago las camas, me quedo mirando

por la ventana. Y veo el parque, y los niños, y las hojas de los

árboles, y gente yendo y viniendo, y los abrigos que se mueven

con los pasos rápidos, y la arena que se levanta. Y me pregunto

si no me estaré perdiendo algo, si no habrá algo más que esto,

ahí fuera.

SATUR.—¿Algo más que esto? No sé qué puede haber mejor

que venir aquí y hacerte un moño. Y las uñas, tan monas que te

las dejo siempre. Y la cháchara, que es gratis.

ANA.—Sí, pero yo siento que hay algo más.

SATUR.—Eso se te pasa en cuanto tengas al primer crío.

HIJO.—Todos sabemos, es un hecho constatable, que la luz

viaja por el espacio. Cuando pensamos en luz pensamos en la

estela de luz, que va de aquí a allí, y que se mueve a 300 mil kilómetros

por segundo, es decir, imperceptible al ojo humano.

Hemos crecido sabiendo que es así, que la luz va rápido, y se

ha convertido en un parámetro de medición, como las millas o

los grados centígrados.

Y sin embargo pocas veces nos paramos a pensar que la luz

también viaja por el tiempo. No sabemos que si miramos el

atardecer en realidad no estamos viendo el atardecer, sino un

reflejo de él, porque el sol ya se ha escondido hace ocho minutos.

Tenemos un retraso de ocho minutos con respecto a todo

lo que vemos, lo cual podría llevarnos a pensar que todo lo que

vemos es ilusión. Las estrellas, algunas, esas que vemos nítidas

y brillantes, murieron hace tiempo, quizá miles de años, pero

su luz sigue llegando hasta nosotros, iluminándonos. Vosotros

podríais pensar que yo soy una ilusión. Y yo, a su vez, podría

pensar que también lo fue mi madre.

Pero mi madre estuvo aquí. Vibrando, sintiendo, sufriendo,

ANA.—No sé si quiero tener niños.

SATUR.—Ya estamos. Bueno, hoy es lunes, los lunes solo se

dicen caralladas. ¿Te hago las uñas o no?

ANA.—Me gustan los niños. Pero no sé si los quiero para mí.

SATUR.—Pues claro que los querrás para ti. Para ti y para

nadie más. En cuanto los tengas, que no te los toquen.

ANA.—Es que yo quiero viajar.

SATUR.—Anda y yo, mira esta. Venga, coge una revista. (Le

da una revista.) Mira la Marisol qué mona sale otra vez. ¿Te

hago eso que lleva ella en el pelo?

ANA.—(Mirando la revista.) Veo esto… todas estas fotografías,

y siento que me estoy perdiendo la vida.

SATUR.—¿Y qué es lo que haces todos los días desde por la

mañana sino vivir? Te levantas, preparas el desayuno, haces

las camas, te vistes, organizas la casa, de vez en cuando te vienes

aquí a pasar la tarde, vas al cine con tu marido, al teatro,


te lleva a cenar. Te puedes comprar los modelitos que quieras.

Chica, si eso no es vivir me expliques lo que es.

ANA.—Pero vivir no es hacer lo de siempre, Satur. Para mí

vivir es sorprenderte, es atravesar esa puerta y ver qué hay más

allá.

SATUR.—Claro. Mira, te voy a decir una cosa. Cuando yo

atravesé la puerta de mi casa y le di el portazo al sinvergüenza

del Manuel, me juré a mí misma que no volvería a hacer nada

que no quisiera hacer, que sería la dueña de mi vida. Y me vine

a la capital con una mano delante y otra detrás. Al principio no

tenía donde caerme muerta, nadie te ayuda si eres madre soltera.

Pasé muchas fatigas, viví en pensiones, a veces tenía que

llevar a mi Santi a que le dieran de comer en donde las monjas,

porque se me quedó en los huesos. Y lloraba por las noches y

me tiraba de los pelos porque pensaba que todo había sido un

egoísmo mío, que me había dejado llevar. Y me puse a fregar

suelos. Pero con la barbilla parriba, esa nunca la bajé. Nunca,

jamás, se me ha ido del cuerpo ese cansancio. Pero mírame

aquí. Con mi peluquería. ¿Tú me ves mal?

ANA.—No.

SATUR.—¿Tú me ves triste?

ANA.—No.

SATUR.—¿Tú crees que yo tengo una vida buena?

ANA.—Sí.

SATUR.—Y tú también, que estás hoy aquí conmigo leyendo

el Lecturas. Y luego te irás para casa dando un paseo y con el

aire se te pasará todo.

ANA.—Satur, es que no es el aire, no es el aire…

(ANA y VIVIAN se miran desde sus respectivos lugares.

Mantienen la mirada. Quizá se escucha el

tiempo suspendido.)

ANA.—Me faltan algunas cosas para la cena.

LOPE.—Bueno, aún tienes unos días, no te preocupes.

ANA.—No sé cómo lo he hecho pero me he quedado sin dinero.

LOPE.—¿Otra vez?

ANA.—Sí. He tenido que comprar muchas cosas.

LOPE.—Cariño, no andamos muy bien ahora. Hasta el primer

sueldo, dentro de un mes más o menos, seguimos yendo ajustados,

como siempre. El dinero nos hace esclavos para según

qué cosas.

ANA.—Lo sé, lo sé, pero no puedo hacer una cena normal, tú

mismo dices que tiene que ser algo que les deje impresionados.

Para mí esta cena es importante.

LOPE.—(Abrazándola.) Ana, Anita… Tienes razón, compra lo

que tengas que comprar, digamos que es como una celebración

del ascenso, ya nos recuperaremos a partir del mes que viene.

ANA.—Es una celebración de muchas cosas.

LOPE.—Te firmo el cheque.

ANA.—Todavía no sé cuánto voy a necesitar…

LOPE.—Da igual, yo te lo firmo y tú sacas lo que necesites.

Acuérdate, vino y whisky del bueno.

(Silencio.)

LOPE.—Mírame. Para ellos, como para mí, serás perfecta. De

hecho volverán a casa pensando qué hacen con los muermos

de sus mujeres. Y sin embargo a mí me gustará verte ahí, entre

todos. Bonita, delicada. Y pensaré, es mía.

VIVIAN.—Es un efecto de luz.

ANA.—¿Cómo?

VIVIAN.—Los objetos, cambian según la luz. Y es distinto su

color, su forma, su rugosidad. Por eso no eres la misma aquí

ahora, en la calle, que ahí dentro peinándote.

ANA.—Entiendo.

VIVIAN.—¿Siempre te peinan así?

ANA.— Más o menos.

VIVIAN.—Te queda muy bien.

ANA.—Gracias. ¿También tú eres clienta?

VIVIAN.—Más o menos. Suelo pasear por aquí por las tardes,

y miro a través de la ventana. Me gusta ver el movimiento de

la peluquería. Cómo una mujer entra siendo una, la mayoría

de las veces apagada, distante, pequeña, y sale radiante, grandiosa.

Me fascina.

ANA.—Yo no estoy radiante ni grandiosa.

VIVIAN.—Por supuesto que sí. Me llamo Vivian.

ANA.—Yo, Ana.

VIVAN.—¿Vienes mucho?

ANA.—Cuando puedo.

VIVIAN.—¿Me dejas hacerte una foto?

ANA.—¿Una foto?

VIVIAN.—Sí. Fotografío gente. Y cosas.

ANA.—¿Y por qué me quieres fotografiar a mí?


VIVIAN.—No te muevas.

LOPE.—Ah.

VIVIAN.—Es una casa muy bonita.

(En el panel se proyecta una imagen de ANA, sonriendo

tímidamente. Empiezan a sucederse imágenes

de mendigos, de calles oscuras, de fiestas privadas

en casas, donde hombres se besan.

Ruidos de platos, vasos, gente que entra y sale. Música.

Se escuchan brindis. VIVIAN escucha desde la

cocina. Fuma.)

LOPE.—Muchas gracias.

VIVIAN.—¿Le gusta el arte?

LOPE.—Sí… el arte, sí.

VIVIAN.—Pero solo tienen una acuarela.

LOPE.—¿Una acuarela?

VIVIAN.—Un cuadro. En la entrada.

VOCES EN «OFF».—¡Felicidades al nuevo!

VOZ EN «OFF» DE LOPE.—Gracias, gracias, muchas gracias.

Para mí es un honor y un privilegio entrar a formar parte

de un momento que hará historia en nuestro país. Espero poder

contribuir a este gran desafío que se nos presenta. ¡Salud!

LOPE.—¿Estás fumando?

VIVIAN.—Sí, por qué.

LOPE.—Ah, perdone, pensaba que era mi mujer.

(Silencio.)

VIVIAN.—Me llamo Vivian.

LOPE.—Mucho gusto. Yo soy Lope, el marido de Ana.

VIVIAN.—Lo sé.

LOPE.—¿Quién es su marido?

VIVIAN.—Ninguno.

LOPE.—¿Ha venido usted sola?

VIVIAN.—Sí.

LOPE.—Ah. (Silencio.) ¿Lleva aquí toda la noche?

VIVIAN.—Sí.

LOPE.—Ah. Y, ¿en qué departamento trabaja?

VIVIAN.—¿Departamento?

LOPE.—Del ministerio.

VIVIAN.—Yo no trabajo en el ministerio.

LOPE.—No entiendo.

VIVIAN.—Me ha invitado Ana, me dijo que la ayudara en la

cocina.

LOPE.—¡Ah! Qué raro, no me ha dicho nada… (Silencio.) ¿Y la

ha ayudado usted con… la tarta?

VIVIAN.—Con los platos y las servilletas. (Silencio.) No sé

cocinar.

LOPE.—¡Ah! Sí, lo puso Ana hace poco. Yo la verdad no

entiendo mucho, y eso es… abstracto, dicen.

VIVIAN.—Lo abstracto al final es lo más concreto. Se ciñe a lo

que te transmite. Lo sientes o no lo sientes. No hay más.

LOPE.—Claro. Cariño, no me habías dicho que venía una amiga

tuya a ayudarte.

ANA.—Ah, sí… es que… me vi desbordada en el último momento

y le pedí que viniera… Vivian, Lope.

LOPE.—Ya nos hemos presentado.

VIVIAN.—Me parece maravillosa la acuarela que tenéis en el

pasillo.

ANA.—Sí…

LOPE.—Quiere… ¿Quieres tomar algo?

VIVIAN.—Estoy bebiendo whisky, gracias. Muy bueno.

LOPE.—¿Pasamos al salón?

VIVIAN.—No quiero molestar.

LOPE.—No molestas en absoluto.

VIVIAN.—Prefiero quedarme aquí. Además estoy acostumbrada

a estar en la cocina, es donde paso la mayor parte del

tiempo.

LOPE.—Pues hay que salir de la cocina de vez en cuando.

VIVIAN.—Es el sitio favorito de los niños.

LOPE.—¿Cuántos hijos tienes?

VIVIAN.—No son míos. Los cuido.

LOPE.—¿Los cuidas?

VIVIAN.—Sí. Soy niñera, vivo con una familia y cuido de los

niños.

LOPE.—Ah. Y… ¿en qué casa trabajas?

VIVIAN.—En la de la familia Maier.

LOPE.—No los conozco.


VIVIAN.—Son franceses. Yo soy francesa. Así los niños no sufren

tanto con el cambio de país.

LOPE.—Claro, claro. (Silencio.) Bueno, entonces… ¿entramos?

VOZ EN «OFF » DE LOPE.—¡Anita!

VIVIAN.—Vámonos.

ANA.—Estoy muerta de miedo.

VIVIAN.—Prefiero quedarme aquí, gracias.

ANA.—Yo voy ahora.

LOPE.—(Abrazándola.) No tardes. Ya sabes cuánto te necesito

ahí. (La besa y sale.)

(Silencio.)

VIVIAN.—No tienes por qué aguantar esto.

ANA.—Es importante.

VIVIAN.—Para quién.

ANA.—Para mí.

VIVIAN.—¿Para ti?

ANA.—Y para él.

VIVIAN.—Para él sí.

ANA.—Tampoco es para tanto, se trata de que se queden contentos.

VIVIAN.—Claro.

ANA.—En un mes las cosas habrán cambiado tanto…

VIVIAN.—Van a cambiar antes.

(Silencio.)

ANA.—Es una locura.

VIVIAN.—Locura es todo lo que hay en ese salón.

ANA.—¿Sabes la gente que hay ahí?

VIVIAN.—No. Ni me importa.

ANA.—Está el Jefe Superior de Policía del Estado.

VIVIAN.—Que ya estará fumándose un puro.

ANA.—No lo sé. Bueno sí, probablemente.

VIVIAN.—Una gran nube sobre todas las cabezas.

ANA.—Sí.

VIVIAN.—Vámonos, Ana.

ANA.—El corazón me va a explotar.

VIVIAN.—En cuanto salgamos a la calle se te pasará. Tienes

que coger aire.

ANA.—No es el aire.

VIVIAN.—Aquí no se puede respirar.

(El espacio en el que ANA y VIVIAN se encuentran es

siempre luminoso. Puede ser una calle, o un parque,

o una habitación, pero siempre con luz. En el panel

se superponen fotografías hechas por VIVIAN, capturando

personas y objetos con vida propia.)

VIVIAN.—Me gusta esta, la mujer absorta mirando el escaparate.

No se sabe bien qué hay detrás de él, pueden ser vestidos,

o muebles, o perfumes caros. Quizá es una librería. O

una agencia de viajes. Pero cuando una mujer mira así a un

escaparate, cuando se queda absorta y sin aliento mirando así,

es porque está mirando su futuro. Y desea llegar allí, estar allí,

disfrutarlo ya. Pero aún está al otro lado del cristal. Y le toca

decidir si entra a comprar o si se va a casa con el deseo a cuestas,

pensando en cuándo va a volver.

ANA.—Fotografías… Nunca había conocido a ningún fotógrafo.

En realidad a ningún artista. ¿Desde cuándo tienes cámara?

VIVIAN.—Desde que era pequeña.

ANA.—¿Desde pequeña?

VIVIAN.—La primera me la regaló una amiga de mi madre.

También era fotógrafa.

ANA.—¿Podría ver tus fotos?

VIVIAN.—Nunca las ha visto nadie.

ANA.— ¿Nunca nadie ha visto tus fotografías?

VIVIAN.—No.

ANA.—¿Ni tu madre?

VIVIAN.—Mi madre murió hace mucho tiempo.

ANA.— Lo siento.

VIVIAN.—Le habría gustado verlas.

ANA.—¿Por qué fotografías?

VIVIAN.—¿Ves esas caras? ¿Ves esas manos, esos gestos,

esas miradas? El vuelo de la falda, cómo se toca el pelo, ese

niño hundiendo las manos en la arena, aquellos dos fumando

y riéndose, cómo bailan, su alegría. Yo con la cámara les doy

la vida eterna.

ANA.—La eternidad. No alcanzo a entender qué es.

HIJO.—No sabemos qué es estar aquí. Por estar aquí entendemos

que podemos ver, tocar, oler, acariciar. Podemos incluso

cerrar los ojos y escuchar todo a nuestro alrededor. Pero


si en una milésima de segundo nos dormimos todos nuestros

sentidos se diluyen, se convierten en humo. ¿Y dónde estamos

nosotros? Porque es en esa milésima de segundo donde se está

librando la batalla, donde el aliento vence a la oscuridad y el

átomo al vacío. Y nosotros, ¿dónde estamos nosotros durante

la batalla?

VIVIAN.—Ana, mírame. Este no es tu lugar. No es esto…

ANA.—¡Esto es mi presente! ¡Y estoy luchando para atravesar

todos los muros!

(Entra LOPE.)

LOPE.—¿Ya está el café?

(Ruido de platos y vasos. Hay más gente.)

SEÑOR ROMERA.—Es usted muy buena cocinera, Ana.

ANA.—Gracias, señor Romera.

SEÑOR ROMERA.—¿Siempre se le dio así de bien?

LOPE.—Bueno, al principio no atinaba con nada, pero con el

tiempo ya va haciendo las cosas mejor, ¿verdad cariño?

SEÑOR ROMERA.—Es lo normal. Figúrese que cuando yo

era joven tenía problemas con la escritura, al llegar a la universidad

todavía me costaba hacer la o con un canuto. Pero todo

es cuestión de perseverancia, ¿no cree?

ANA.—¿Café?

SEÑOR ROMERA.—Por favor.

(ANA entra en la cocina.)

VIVIAN.—Me voy.

ANA.—(Deteniéndola.) Ya te he dicho que no puedo, Vivian.

VIVIAN.—Claro que puedes.

ANA.—¡Estoy asustada!

VIVIAN.—Está bien, lo entiendo. Pero qué podemos hacer si

no.

ANA.—Esperar.

VIVIAN.—¿Esperar? ¿A qué?

ANA.—A que no sea tan peligroso, a que…

VIVIAN.—No existe, ese momento no va a llegar nunca.

(Los tres permanecen mirándose, en un tiempo extraño.

ANA toma aliento.)

SATUR.—¿Me estás oyendo?

ANA.—Sí, Satur, te oigo.

SATUR.—Es que con tanto ruido de secador nos estamos quedando

todas sordas. Que qué hacías con la Vivian el otro día

caminando por la calle.

ANA.—Dar un paseo, la acompaño a hacer fotos.

SATUR.—¿De qué la conoces?

ANA.—De aquí, me la encontré un día a la salida. O me encontró

ella a mí.

SATUR.—Es buena chica. Un poco rarita, pero buena. Le gustan

los niños, pero es como tú, que dice que ella no. Chica,

yo no sé qué os ha entrado a todas ahora. Pásame las pinzas,

Charo. Yo lo único que sé es que hay que pensar en el futuro.

Uno no puede estar aquí mirando a las musarañas y dejando

que pase un día y otro y otro y otro. Hay que hacer cosas, y

dejar todo bien plantado para los que vienen. Ana. Ana. ¿Me

estás escuchando?

ANA.—Que sí, Satur.

SATUR.—Déjate de caralladas de fotos y vete con tu marido a

darte un paseo por la sierra. Ahí la mente se despeja.

ANA.—Yo tengo mi mente muy bien.

SATUR.—No, tú te estás embarullando. Te estás embarullando.

Y no me gusta nada.

ANA.— Sí, pero hoy… aquí…

VIVIAN.—Ana, esto va a ir a peor. Más cenas, más puros, más

humo, más hombres gordos diciéndote estupideces, más mujeres

de esos hombres diciéndote más estupideces.

ANA.—¡Por favor, Vivian, no me pongas más nerviosa!

VIVIAN.—Estás pensando como si en él empezara y acabara

todo.

ANA.—Y acabará todo.

VIVIAN.— No, no acabará.

ANA.—Ahora mismo no sé si quieres que me vaya o que me

quede. (Dejando la bandeja.)

(Se escuchan risas, quizá de patio de colegio. O de

un parque.)

ANA.—Y un poco así embarullado te lo digo.

VIVIAN.—¿Eso es lo que haces un día normal?

ANA.—Es que depende. No tengo un día igual al otro.

VIVIAN.—Pero todo tiene que ver con tu casa.

ANA.—Con… con mi casa, sí. Con mi marido.

VIVIAN.—¿No queréis tener hijos?

ANA.—Sí. No.


VIVIAN.—¿No?

ANA.—No sé. Sí, supongo.

VIVIAN.—¿Qué quiere decir, sí supongo?

ANA.—¿Podemos hablar de otra cosa?

VIVIAN.—Podemos incluso no hablar si quieres.

ANA.— Perfecto.

(Silencio.)

VIVIAN.—No te muevas. (Se acerca, le toca el pelo, le gira la

cara, le saca una foto. La besa.)

ANA.—¿Qué haces?

VIVIAN.—Perdona.

ANA.—No… no sé a qué ha venido eso.

VIVIAN.—Perdona.

ANA.—Me… creo que me voy a ir a casa.

VIVIAN.—¿Es eso lo que quieres hacer?

ANA.—No lo sé.

VIVIAN.—Yo sí lo sé, igual que sé lo que te pasa.

ANA.—¿Y qué es lo que me pasa?

VIVIAN.—Que te ahogas. Te sientes como un animal encerrado,

y no sabes cómo correr.

ANA.—No me conoces de nada.

VIVIAN.—Estás aguantando, esperando a que suceda, a que

las rejas se abran solas. Pero tienes que hacerlo tú.

ANA.—Esto es muy extraño. Todo esto es muy extraño.

VIVIAN.—Yo no he conocido una emoción más loca, más inmensa,

más llena de triunfo, que esta que se siente al ir apartando

obstáculos para una huida.

ANA.—Yo no estoy huyendo.

VIVIAN.—Sí, Ana. Estás huyendo de ti.

SEÑOR ROMERA.—¡Pero hombre, felicidades!

LOPE.—Bueno, aún no, pero pronto, ¿verdad, cariño? Y cuéntanos,

Vivian. ¿Adónde os queréis ir de viaje?

(Silencio.)

LOPE.—Se van de viaje. Mi mujer y ella.

ANA.—No, no…

LOPE.—¿Ah no?

ANA.—No…

LOPE.—¿No sería una sorpresa? (A los de la cena.) ¡Era una

sorpresa!

ANA.—No, no…

VIVIAN.—Queremos ir a América.

(Silencio.)

SEÑOR ROMERA.—¿A América?

VIVIAN.—Sí.

SEÑOR ROMERA.—¿A qué? ¡Eso está muy lejos!

VIVIAN.—Es la tierra de la libertad.

LOPE.—Según se mire. Mira lo bien que lo están haciendo

con Vietnam.

SEÑOR ROMERA.—El año pasado estuve en Nueva York.

¡Cuánto ruido, por Dios!

LOPE.—América está idealizada. No hay ningún país del

mundo en el que se viva como aquí. América está llena de asfalto.

VIVIAN.—Y de oportunidades.

LOPE.—De qué.

VIVIAN.—De vivir.

LOPE.—¿De vivir? Qué concepto más vago.

VIVIAN.—Aquí no se puede respirar.

SEÑOR ROMERA.—¿A qué se refiere usted?

(La cena sigue. Ruido de platos, vasos.)

LOPE.—Así que cuéntanos, Vivian. De qué edad son los niños

a los que cuidas.

VIVIAN.—Ocho, cinco y dos.

SEÑOR ROMERA.—Unos pequeños monstruos.

LOPE.—A todos los que estamos aquí nos encantan los niños.

Sobre todo a nosotros, ¿verdad, Ana? En breve ya tendremos

alguno correteando por estos pasillos.

LOPE.—Cada cual elige ahogarse donde quiere.

VIVIAN.—Hay cárceles que no son elegidas.

SEÑOR ROMERA.—¡Ninguna lo es, querida! Pero, ¡ay! ¡La

cárcel del alma!

LOPE.—Ahí lo tienes, la cárcel del alma.

VIVIAN.—Yo sueño con hacer grandes cosas.

SEÑOR ROMERA.—¿Grandes cosas?


LOPE.—¿Grandes cosas?

VIVIAN.—Sí, grandes cosas. Y no pienso ser una mujer que

sueña con hacer grandes cosas y termina haciendo pasteles.

(Risas.)

SEÑOR ROMERA.—Pues una buena tarta de Santiago no es

tarea fácil, ¿eh, López?

LOPE.—No, no es fácil. ¿Y el café?

(En el panel se superponen imágenes del movimiento

«hippie», de Martin Luther King, de las manifestaciones

en Washington por Vietnam.)

HIJO.—Yo imagino aquellos años como un cometa que, en

una noche breve y sin estrellas, deja un rastro ancho y luminoso

entre guerra y guerra. Las calles de París y Washington rugían

con manifestaciones. Kennedy visitaba el muro de Berlín.

Y ella era joven, y caminaba por las calles con el ansia de mirar

a la gente a los ojos, de ver relumbrar los escaparates, de escuchar

las risas, la música, de bailar. Ella decía que la ciudad se

le quedaba pequeña, y caminaba y caminaba desnortada, como

una luciérnaga a plena luz del día.

LOPE.—¿Te arrepentiste? Qué quiere decir que te arrepentiste.

ANA.—No me pareció buena idea, no…

LOPE.—¡Pero tú estás loca! ¡Te volviste loca! (Silencio.) ¿Por

qué querías irte? ¿Para qué?

ANA.—¡Porque me ahogo, me estoy ahogando aquí! ¡Mi

mundo son estas cuatro paredes! No quiero hacer camas, café,

no quiero cenas con puros, ni siquiera quiero vestirme con

estos vestidos, ni peinarme así, no quiero decir las cosas que

digo, ni quiero estar callada, yo quiero viajar, y ver, y oler, quiero

leer todos los libros, visitar todos los museos, quiero ver parques,

avenidas, extensiones inmensas de verde, desfiladeros,

quiero ver amaneceres y atardeceres, ir por caminos de tierra y

embelesarme con el cielo, ¡quiero no parar de reír! ¡No quiero

estar todo el tiempo con estas infinitas ganas de gritar!

(Silencio. LOPE camina nervioso.)

LOPE.—Lo tienes todo, todo lo que cualquier mujer desearía

tener, no te falta de nada, ¿y te quejas? ¿Entonces yo para qué

trabajo? ¿Soy imbécil? (Pausa.) ¡Di! ¡Pero qué es eso de los

atardeceres, acaso yo no te lo doy todo? ¡Yo te lo doy todo!

ANA.—No, tú me metes en una burbuja en la que no se puede

respirar.

(Silencio.)

LOPE.—Me empezaron a temblar las manos y tuve que apretarlas

fuerte para parar. Eran susurros. Susurros, como una

conspiración. Me dijeron, «pero hombre, ¿qué te pasa, se te

ha subido todo el whisky a la cabeza? ¡Qué mala cara tienes!».

Y tuve que tomarme de un trago medio vaso. Tenía que haber

entrado. Tenía que haber entrado y haber dicho, «¿qué es lo

que está pasando aquí?». Pero me di la vuelta y fui a beber.

Ahora quiero que me cuentes toda la conversación. Palabra por

palabra.

ANA.—¿Qué conversación?

LOPE.—(Rompiendo un vaso en el suelo.) ¡No me vengas con

estupideces! Qué significa eso del viaje.

(Silencio.)

ANA.—Nada.

LOPE.—Cómo que nada.

(Silencio.)

ANA.—Era un viaje que queríamos hacer.

LOPE.—¿Que queríais hacer? ¿Cómo que queríais hacer?

(Silencio.)

LOPE.—¿Y pensabas irte así, sin decirme nada?

(Silencio.)

ANA.— Pensaba ir pero me arrepentí.

LOPE.—Ya está bien de estupideces. ¿Ahora eres poeta? Te

diré lo que has hecho. Me has mentido, me has robado, porque

para eso querías el cheque el otro día, ¿no? Mírame, te estoy

hablando. ¿Y para qué? ¿Para irte unos días por ahí con una

amiga? ¿No se os ocurrió un día mejor? No, claro, mejor así,

para llamar más la atención. (Respira, intentando tranquilizarse.)

Ana, esa chica no está bien de la cabeza, mira las cosas

que dice. Ella no tiene obligaciones y puede ir de aquí para allá

y vivir como una niña, y quiere que tú hagas lo mismo. Pero tú

no puedes hacer lo mismo, porque tu vida es otra.

ANA.—Yo tengo una vida que no es mía.

LOPE.—¿Pero qué dices ahora?

ANA.—Es la imagen, esa imagen que tienes de mí, la que tienen

todos, la que me asfixia. Como una fotografía gastada.

(Pausa.)

LOPE.—Dónde está el dinero. (Pausa.) Dónde está el dinero,

Ana.

ANA.—En el segundo cajón de mi mesilla.

LOPE.—¿Habías hecho la maleta?

ANA.—Sí.

(Silencio.)

LOPE.—(Avanza hacia ANA. Se para.) No sé quién es la

mujer que tengo delante. A partir de ahora yo sacaré el dinero

del banco y pagaré las cuentas. Y mañana le vas a decir a tu


amiga que se vaya a América. Y le dices de mi parte que no

vuelva.

(Volvemos a ese momento de risas de fondo, quizá

de un colegio, quizá de un parque, quizá de una calle

cualquiera...)

VIVIAN.—¿Por qué te casaste con él?

ANA.—Me hacía reír.

VIVIAN.—Te hacía reír.

ANA.—Y tenía esa clase de sonrisa, que lo ilumina todo.

VIVIAN.—Era un hombre decente.

ANA.—¿De qué te ríes?

VIVIAN.—Te casaste con él porque era lo más parecido a lo

que tenía que ser.

ANA.—No, me gustaba. Me venía a buscar y me llevaba de

paseo. Tenía un seiscientos. Y me llevaba a las afueras, y allí

nos sentábamos en una roca, viendo el verde y el horizonte.

Y me daba la mano sin hablar. Y me gustaba el aire que respirábamos.

VIVIAN.—Suena muy romántico.

ANA.—A ti te parece absurdo porque tu mundo siempre ha

sido más ancho que el mío. Mi mundo era mi casa, ir a la ferretería

a ayudar a mi padre, salir a pasear a la plaza los domingos,

sentarme en un banco con amigas a elegir novio. Esa

era mi vida.

VIVIAN.—Y llegó él y te prometió un futuro.

ANA.—Me trajo a la capital, y aquí las calles eran limpias y había

gente por todas partes. Había luces en las marquesinas de

los cines, en las cafeterías. Por las noches había salas de conciertos

que cerraban tarde. Y yo ardía y ardía porque no quería

otra cosa sino vivir. Ayer miraba por la ventana y pensaba que

desde que te conocí me veo sorprendida por rachas de saber, lo

mismo que el viento entra por una puerta mal cerrada. Quiero

saberlo todo, de arte, de música, de historia. Quiero ir a los

museos, quiero leer todos los libros, quiero aprender a tocar

el piano. Y quiero estar contigo cuando hagas todas esas fotos.

Quiero que me retrates. Porque aún soy joven, muy joven, y

todavía puedo empezar a aprender, ¿no te parece?

(En el panel aparecen unas imágenes de la guerra

de Vietnam y de las protestas en Washington DC.)

SEÑOR ROMERA.—Todo gracias a su mujer, por supuesto.

A ver si cree que yo no soy consciente de la realidad de las

cosas. Pero así están bien. Equilibradas. Usted aquí, ella allí.

LOPE.—Sí, señor.

(Pausa.)

SEÑOR ROMERA.—Bien. Señor López, según he podido

ver estos días, y por lo que me habían comentado, es usted

un hombre comprometido, un hombre de su tiempo. Y también

su señora. Son tiempos escasos de compromiso, como

usted sabe. Por todas partes prolifera la fiesta, la desgana, el

desparrame. Esto sucede, como también usted muy bien sabe,

porque en este país caminamos con los tiempos y no solo nos

hemos convertido en un ejemplo para el mundo, sino que el

mundo está viniendo a nosotros. Me sigue.

LOPE.—Sí, señor.

SEÑOR ROMERA.—Me han dicho que se conoce al dedillo

la Ley del 54. Qué tiene usted que decirme de esa ley.

(Silencio.)

SEÑOR ROMERA.—¿Señor López?

LOPE.—Creo… creo que hay algo que hicieron bien Azaña y

compañía, y fue ese proyecto de ley. Era un buen proyecto,

para una buena ley. (Pausa.) Pero flojita.

SEÑOR ROMERA.—Estoy de acuerdo.

LOPE.—Yo creo que a un ladrón, a un proxeneta, a un homosexual,

no se le hace ningún favor metiéndolo en la cárcel.

SEÑOR ROMERA.—¿No cree que la pena por homosexualidad

hay que endurecerla? Porque ya no se esconden. En todos

lados veo risas, miradas. Hacen fiestas, se visten de mujer, y

las mujeres de hombres. Es un esperpento. ¿Qué mundo le

vamos a dejar a nuestros hijos, López?

LOPE.—Sí, señor. Aunque creo que es mejor enseñarles el

buen juicio, los barrotes de las cárceles promueven la vagancia.

SEÑOR ROMERA.—Puede ser. (Pausa.) Pues precisamente

le he hecho venir porque necesitamos una revisión urgente de

esa ley. Debemos actualizarla, endurecerla. Por eso queremos

que sea usted parte de este proceso, señor López. Queremos

que nos ayude a legislar.

(Silencio.)

SEÑOR ROMERA.—¿Me ha oído?

LOPE.—Sí señor, por supuesto

SEÑOR ROMERA.—Y qué me dice.

SEÑOR ROMERA.—Quería agradecerle de nuevo la cena

del otro día. Extraordinaria.

LOPE.—Gracias, señor.

LOPE.—Que será un honor, señor.

SEÑOR ROMERA.—El Ministro ya está informado. Mi secretaria

le llamará. ¿Le parece bien?


LOPE.—Muy bien, señor.

SEÑOR ROMERA.—(Estrechando la mano de LOPE.)

Bienvenido, señor López.

SATUR.—Qué emoción. Es que tu marido impone. Seguro

que se hizo valer. Si tenían dudas, él con su verborrea les convenció.

ANA.—No me extrañaría.

SATUR.—Habría pagado por ver su cara. Él, tan recto, tan

fino, tan que no se le mueve ni un pelo. Bueno, pero entonces

qué te vas a hacer. Yo para hacerte un liso no te hago nada.

ANA.—Ya sabes que me gusta ir natural, Satur, nada muy elaborado.

SATUR.—Chica, ¿los rulos elaborados? Pero si es lo más básico

que hay. O me dejas hacerte un par de rulos o te vas para

casa tal cual con ese casco que llevas.

LOPE.—¡No sé! De costura, de gimnasia, de… ¡de idiomas! Sí,

¡un curso de inglés! Y vamos a América. Juntos.

ANA.—No sé por qué me hablas de cursos. Y no quiero pensar

en viajes ahora.

LOPE.—Anita, yo sé que hablas así porque estás enfadada,

pero piénsalo, ir a clase algunas mañanas, ¡aprender inglés!

ANA.—Me voy.

LOPE.—Esta mañana el señor Romera me ha incluido en el

nuevo proceso de reforma de la Ley del 54. Tú no alcanzas a

entenderlo, pero será una hazaña. Limpiaremos las calles. Seremos

una referencia mundial. Y tú yo iremos a América.

(Silencio.)

ANA.—Me voy. Igual tardo.

LOPE.—Podía haberla matado.

ANA.—¿Qué?

LOPE.—(Se acerca a ANA torpe, quizá bailando con la música.)

Te he comprado esto. (Le da un ramo de flores, o un

perfume, o un collar…)

ANA.—Gracias.

LOPE.—¿Sigues enfadada?

ANA.—No.

LOPE.—Mi amor, ven aquí. (La abraza.) Todo lo que hago es

por nosotros. Sigo construyendo nuestra fortaleza. Y si veo que

alguien puede hacerla peligrar, la aparto de nuestro camino.

Sin más.

ANA.—(Apartándose.) Tengo que ir a por la carne que dejé

encargada ayer.

LOPE.—(La vuelve a abrazar.) Ya sé que no quieres verme,

pero los dos tenemos que hacer un pequeño esfuerzo por pasar

página. Evidentemente yo tengo que hacer un esfuerzo más

grande que el tuyo, pero no importa. No deja de ser una travesura

lo que has hecho. Mírame. Eres lo más maravilloso que

me ha pasado en la vida. Pero aún eres una niña pequeña, y yo

quiero protegerte. Yo te protegeré del mundo.

ANA.—(Apartándose.) Necesito salir.

LOPE.—Yo voy contigo.

ANA.—No, quiero ir sola.

LOPE.—(Contrariado.) Tienes razón. Sí, creo que está bien

que tengas tus propias aficiones, tu propio espacio.

ANA.—No son aficiones. Voy a comprar carne.

LOPE.—¡Podrías apuntarte a algún curso!

ANA.—¿Un curso?, ¿de qué?

LOPE.—Martínez. Podía haber matado a su mujer. Se libró

porque ya se había ido.

ANA.—Por qué me dices eso.

LOPE.—Porque esta mañana hablando con el señor Romera

me he reafirmado.

ANA.—En qué.

LOPE.—En el poder de la ley.

ANA.—Es una salvajada lo que estás diciendo.

LOPE.—La ley nos une y nos ampara. Da luz a los que no saben

qué lugar tienen en el mundo.

ANA.—Citas las leyes como si tuvieran vida propia, como si

estuvieran por encima de las personas.

LOPE.—Y lo están, Ana. Lo están.

(En el panel se puede leer: Artículo 146 del Código

Penal. Comete adulterio la mujer casada que yace

con varón que no sea su marido, y el que yace con

ella, sabiendo que es casada, aunque después se declarase

nulo el matrimonio.)

HIJO.—No pensamos en la muerte porque no queremos dejar

de existir. Nos imaginamos viviendo un presente eterno.

Nunca desaparecemos. Albergamos la esperanza, una esperanza

rotunda, de que eso jamás llegará a suceder. Como la

involución del universo, o el fin del mundo. Y cuando desaparezcamos

en qué nos convertiremos. Quién, dentro de dos,

tres, cuatro generaciones, hablará de nosotros. Seremos si acaso

unos nombres. Los tatarabuelos de los tatarabuelos, a los

que nunca nadie conoció. No significaremos nada, para nadie.

Porque nadie nos habrá visto llorar. Ni amar, ni reír, ni cantar,


ni abrazarnos, ni preocuparnos por nuestros hijos, ni enfermar,

ni mirar al cielo por las mañanas, ni acariciar una piel

desnuda. Pero la realidad es que nosotros estamos aquí, ahora.

Respirando. Y cómo dejar constancia de nuestro paso por este

amable, feroz y esplendorosamente bello mundo.

(Quizá es un día de lluvia.)

ANA.—Te… he traído esto. (Le ofrece un regalo.)

VIVIAN.—Porque te sientes mal.

ANA.—Siento haberte decepcionado. Nunca pensé que fuera a

ser cobarde. Contigo me sentía poderosa.

VIVIAN.—Igual necesitabas más tiempo y yo no supe verlo.

(Se acerca a besarla.)

ANA.—(Apartándose.) No podemos, ya.

VIVIAN.—¿Qué? No es verdad.

ANA.—Es demasiado grande el fantasma.

VIVIAN.—Me da igual.

ANA.—Te da igual porque no sabes de lo que te estoy hablando.

VIVIAN.—Sé perfectamente de lo que estás hablando. De

monstruos.

ANA.—Las matan.

VIVIAN.—A quiénes.

ANA.—A las mujeres. Los maridos matan a las mujeres, por

ley.

VIVIAN.—De qué hablas.

ANA.— Hay un artículo, un… es un párrafo pero… un…

VIVIAN.—¡Ana!

ANA.—El hombre puede hacerlo. Puede matar a la mujer. Por

adúltera. Y a su amante. Y no le pasa nada. Porque es delito. Y

está protegido por la ley.

VIVIAN.—(Riendo.) ¡Pero Ana! ¡Te pones demasiado trágica!

ANA.—Y van a endurecerlas. Lo van a hacer. Y él va a estar

ahí. Tú no los has escuchado hablar, no sabes qué es lo que

piensan de los delincuentes y de, de…

VIVIAN.—De gente como nosotras. Eso es lo que ibas a decir.

ANA.—Sí.

VIVIAN.—De los homosexuales.

ANA.—Nosotras no somos homosexuales.

VIVIAN.—¿No?

ANA.—Nosotras no somos… no somos homosexuales, nosotras.

VIVIAN.—Ana…

ANA.—Es lo que somos. ¿Es lo que somos?

VIVIAN.—No somos una etiqueta, ni un artículo de ninguna

ley.

ANA.—Sí lo somos.

VIVIAN.—Somos tú y yo.

ANA.—Nos matarán. Nos llevarán primero a una colonia agrícola,

allí nos torturarán, nos someterán a trabajos forzados,

nos… ¡Dios! Somos delincuentes, seres putrefactos. O enfermas.

VIVIAN.—Estás pensando cosas espantosas, ¡no eres tú la

que está hablando!

ANA.—Es espantoso lo que dicen.

VIVIAN.—Respira.

ANA.—Es como si existiera un poder que les guiara, como si,

como si…

VIVIAN.—¡Ana, por favor, respira!

(En el panel se proyectan imágenes de la colonia

agrícola de Tefía, en Fuerteventura.)

VIVIAN.—Hay algo en lo que todavía no has pensado, creo.

ANA.—El qué.

VIVIAN.—Cuando crucemos la frontera no podrán hacernos

nada.

ANA.—¿Y ya está? Ojalá yo tuviera tu fortaleza.

VIVIAN.—Tengo amigos que falsifican documentos.

ANA.—Qué documentos.

VIVIAN.—En América podemos hacer lo que queramos. Y las

calles son luminosas, y están llenas de vida. Y se puede respirar.

ANA.—Nos encontrará. Y nos matará.

VIVIAN.—No.

ANA.—Somos David contra Goliat.

VIVIAN.—No, somos Vivian y Ana contra Goliat. Yo sé cómo

hacerlo.

ANA.—Dios…

VIVIAN.—¡Ana! ¡Salir de aquí! ¡Vivir tranquilas! ¡Respirar!

ANA.—Respirar…


(En el panel se ve a Mike Jagger en un concierto,

mirando a cámara, desafiante. Suenan los Rolling

Stones y su irreverencia inunda el escenario.)

cara y… pero no me lo quería creer.

(Silencio.)

SATUR.—Quién es. (Pausa.) Dime quién es.

SATUR.—Pero que no, que no, que caras mustias en mi peluquería,

¡no! ¿Quieres que te ponga la radio a ver si están cantando

los ingleses? Mujer, pero si estás pálida como una pared.

ANA.—Es que… es que no puedo respirar, Satur.

SATUR.—Tú lo que estás es preñada.

ANA.—No, no…

SATUR.—¿No?

ANA.—No creo…

SATUR.—Yo te digo a ti, que yo entiendo mucho de estas cosas.

ANA.—¡Aquí todo el mundo entiende de todo menos yo!

¡Dejadme en paz de una vez!

(Silencio.)

SATUR.—Charo, coge esto y encárgate un momentito de

todo. (Levantando a ANA.) Cariño, ven, nos vamos a cambiar

de sitio. Nos vamos a sentar allí tranquilas y nos vamos a relajar,

¿sí? Ven. Tengo limonada que hice esta mañana. Aquí.

Siéntate. (La abanica.) Da igual, da igual todo. Porque todo

pasará. ¿Entiendes? No, no entiendes, tú ahora no estás para

nada pero yo sé lo que me digo. Todo pasa y todo vuelve a su

sitio. Es por él, ¿no? Sí, claro que es tu marido, qué va a ser

si no. Si al final todos son iguales. Pero cariño, déjame que te

diga una cosa, como le pases una le vas a tener que pasar todas.

Tú lo que tienes que hacer es sentarte y decirle, mira, como se

te vuelva a ocurrir irte con otra te la corto. Y ya está. Eso ellos

lo entienden a la primera. Claro que también te digo que no va

a servir de nada, ellos son como son, y esto es así. Es así desde

siempre, no te creas que es de ahora, algo nuevo, no. Es de

toda la vida de dios. Pero tú tienes que dejarle las cosas claras.

Que sepa que lo sabes, y que le dé vergüenza. Les debería dar

vergüenza a todos…

ANA.—Satur, por favor cállate.

SATUR.—Sí, ya me callo. Pero porque estás mareada. Estás

mareada, ¿no? Cariño perdóname, estoy nerviosa, me pongo

nerviosa, qué le hago, que yo parezco muy echada palante pero

a veces me pierdo. ¿Te traigo limonada?

ANA.—Satur.

SATUR.—Qué.

ANA.—Que no es él quien ha conocido a otra persona.

(Silencio.)

SATUR.—(Santiguándose.) La madre de dios que me caiga

aquí muerta ahora mismo. Lo sabía. Lo sabía. Te miraba a la

ANA.—No.

SATUR.—Dime que yo te ayudo.

ANA.—No, Satur.

SATUR.—Pero cómo que no. Él lo sabe.

ANA.—Sí. Bueno, no exactamente.

SATUR.—Qué quiere decir no exactamente.

ANA.—Sabe que nos conocemos, nada más. Piensa que somos

otra cosa.

SATUR.—Amigos.

ANA.— Amigas.

SATUR.—Amigas.

(Silencio.)

SATUR.—¿Amigas?

ANA.—Sí.

SATUR.—Quieres decir amigas.

ANA.—Sí.

(Silencio.)

SATUR.—¡Pero Ana…!

ANA.—¡Y qué quieres! ¡Qué quieres si cuando la veo no me

entra el aire! ¡Si cuando estoy con ella me siento viva y puedo

decir lo que me dé la gana, hacer lo que me dé la gana, puedo

pisar los charcos y mojarme!

SATUR.—Ana, Anita, él no va a permitirlo, lo sabes muy bien.

Y será duro, muy duro contigo. Todo lo duro que pueden ser

aquí los hombres. Ay, y nosotras, qué poco podemos hacer.

Hasta que ya todo es irremediable. Mírame, no hay cosa peor

en este mundo que apegarse a un vicio de querer. Quítate ese

amor de la cabeza. Quítatelo de un tirón. Vuelve a casa, quédate

con lo que tienes seguro, un marido, un hogar, un futuro. En

breve tendrás niños. No arriesgues tu vida por nada. No son

más que sueños, fantasías, créeme. Pero detrás no hay nada.

Luego las cosas vuelven a la calma y te verás sola, en la calle,

sin nada. No pongas a este hombre a prueba. Créeme, yo se lo

he visto en la mirada.

ANA.—Satur, siento que nada de lo que he hecho hasta ahora

tiene que ver conmigo. Siento que yo soy otra cosa, y que llevo

toda la vida mintiendo. ¿Entiendes lo que te digo?

SATUR.—Yo solo sé que como se te ocurra seguir con esto no

habrá fuerza humana que detenga la ira de ese hombre.


ANA.—¿Y qué puedo hacer yo, Satur?, ¿qué puedo hacer yo

contra lo inevitable?

HIJO.—A veces, cuando la miro, cuando miro sus fotos, aquellas

fotos, veo a una mujer en el momento justo antes del gran

salto, como si estuviera al borde de un precipicio y abrazara el

aire. Ella se debatía entre la apatía y la euforia esperanzada,

entre la sumisión y la rebelión. Y cuando la vida nos llama,

cuando nuestro cuerpo camina, magnético, hacia la vida, qué

podemos hacer nosotros. Porque es entonces cuando desafiamos

la eternidad, allí donde habita la perfección y se sacuden

las almas el polvo de los mundos.

visitar lugares escondidos, quiero hartarme de reír, caminar

por montañas llenas de verde, comer cosas que se derritan en

mi boca, bailar hasta que me duelan los huesos. Y siento que

nada de esto podré hacerlo si me quedo aquí. Contigo.

ANA.—Pero Vivian, ¡yo quiero lo mismo que tú!

VIVIAN.—No, Ana, tú tienes una idea de las cosas, está en

tu cabeza, es una ilusión. Pero cuando lo tienes delante de ti,

corres.

ANA.—Vivian… (VIVIAN se aparta.) Yo lo quiero todo, Vivian.

Contigo.

(Silencio.)

Pero entonces… ¿esto es todo?, ¿esto era todo?

SEÑOR ROMERA.—Si yo entiendo perfectamente su postura,

pero no es algo que podamos tomarnos así a la ligera. El

adulterio no podemos despenalizarlo porque es inmoral, va en

contra de los dictámenes de Dios, no lo digo yo, léase la Biblia.

En el sacramento sagrado del matrimonio los cónyuges están

obligados a respetarse hasta el fin de sus días, es una alianza

eterna. No existe posibilidad de que eso pueda romperse, al

menos no con preceptos humanos. ¿De verdad va a decirme

que quiere estar por encima de Dios?

(VIVIAN saca fotos. Hay alegría alrededor y quizá

un grito mudo.)

ANA.—Ahora me fijo más en las cosas. Pongo atención en lo

que veo y me pregunto, ¿será lo que ella ve? Dime, ¿es esto

poesía?

VIVIAN.—La verdad es que no lo sé.

ANA.—(Se acerca a VIVIAN, que se retira.) ¿Qué pasa?

VIVIAN.—De pequeña me miraba todo el mundo. Por alta,

por desgarbada, por cómo me vestía. A veces me tiraban del

pelo. Me cogían entre varios y me tiraban al suelo, Y se reían.

No lo soportaba. Llegué a pensar que había algo de mí que no

estaba bien, que sobraba. Así que aprendí a ser una sombra.

Inmortalizo a las personas y a las cosas para inmortalizarme a

mí. Cuando te conocí pensaba que podía llegar a ser visible de

vez en cuando. Pero qué locura más tonta. Tienes razón, qué

es lo que nos espera a ti a mí. Que nos señalen con el dedo,

las risas de todos. Volver a esconderme otra vez. Yo no quiero

esto para mí.

ANA.—Pero Vivian… Vivian, es que yo nunca…

VIVIAN.—Yo tampoco. Nunca me había enamorado. Y nunca

de una mujer.

ANA.—¿Y qué hacemos con esto? Dime, ¿qué hacemos con

esto ahora?

VIVIAN.—A veces tengo ideas tristes. Por ejemplo que

seré muy desgraciada, que todos mis sueños se convertirán

en humo. Pero yo quiero salir ahí y mirar el mundo. Quiero

VIVIAN.—No lo sé. Supongo que sí.

(Silencio.)

ANA.—Yo creía, sentía, tenía la sensación de que solo servía

para las cosas pequeñas. Hacer las camas, mirar por la ventana,

hacer café. Pero contigo vuelo y veo más allá. Y me siento

mujer. Tú me haces sentir humana. Tú me ves.

VIVIAN.—Yo no quiero pasar por la vida de puntillas, como

si hubiese venido aquí para arrastrar los pies. No sé cómo lo

vamos a hacer, cómo voy a hacer para no sentir que hay alguien

en este mundo que hace temblar mi suelo, y yo estar lejos.

Pero yo quiero atravesar la puerta, ¿entiendes, Ana? Yo

necesito vivir.

(En una calle concurrida. VIVIAN saca fotos.)

SATUR.—Hola,Vivian.

VIVIAN.—¡Satur!

SATUR.—Shhhh, no grites.

VIVIAN.—¿Por qué?

SATUR.—No quiero que me… (Pausa.) Niña, la vida es demasiado

dura como para que encima carguemos con más piedras

a la espalda, ¿no te parece?

VIVIAN.—¿De qué hablas?

SATUR.—Hay una taberna allí, al final de esta calle, a la que

solía ir cuando llegué. Las fatiguitas del querer. Vaya nombre…

Parece de copla. Los hombres me miraban como… bueno,

ya sabes cómo me miraban. Me habían tratado peor que a

un perro, y eso te pone en alerta. Crece como una semilla de

malahierba, ya no hay manera de parar y arrancar el rencor.

Pero miraba a mi hijo y pensaba, y esos ojos qué culpa tienen.

VIVIAN.—¿Por qué me dices todo esto?

SATUR.—Porque Ana tiene que estar tranquila, en su casa,

con su marido.


VIVIAN.—Ah, es eso.

SATUR.—Sí, es eso.

VIVIAN.—Claro.

SATUR.—Niña, esta gente no va de broma.

VIVIAN.—Ni yo tampoco.

SATUR.—A veces hay que ser generosos y pensar en el otro

antes que en nosotros.

VIVIAN.—Vete, Satur.

SATUR.—No me pienso ir.

VIVIAN.—No sabes nada.

SATUR.—Sé lo suficiente, de la vida y de todo lo demás. ¿Te

crees invencible? Yo también lo era. ¿Quieres dinero? Yo te

puedo dejar. Dios sabe que lo tengo contado y no me sobra,

pero te doy lo que haga falta.

VIVIAN.—No necesito dinero, Satur.

SATUR.—¿No lo entiendes? Esos hombres no tienen miedo

de nada, tenemos que tenerlo nosotros de ellos. Niña, aléjate

del camino, vete. Mira que el amor no es más que una carcasa

luminosa que nos ciega pero que se rompe al suspirar. Vete.

VIVIAN.—No te preocupes, no hay nada de qué preocuparse

ya.

SATUR.—Cómo que no. Hay que preocuparse y mucho, mira

los sofocos que tengo.

VIVIAN.—Vete, Satur. No sé bien qué hacer con este dolor.

Estoy desorientada.

SATUR.—No merece la pena, de verdad que no merece la

pena. Ella es buena. Tú eres buena. Podéis ser felices cada una

por su lado. Tener una vida digna.

(Pausa.)

Yo venía preparada… tengo más frases, las tengo apuntadas.

(Busca un papel.) La de la carcasa luminosa era buena.

VIVIAN.—Satur, no hay nada de qué preocuparse. Se acabó.

Yo me voy a ir. Ella se va a quedar. Fin.

(Silencio.)

SATUR.—¿Fin? Cómo que fin.

VIVIAN.—No va a pasar nada. Cada una seguirá con su vida.

Y lo hará lo mejor que pueda.

SATUR.—¿Y ya está?

VIVIAN.—Sí, ya está.

(Silencio.)

SATUR.—Pero esto no está bien.

VIVIAN.—El qué.

SATUR.—Tú me tienes que decir algo.

VIVIAN.—Algo de qué.

SATUR.—Convencerme.

VIVIAN.—De qué.

SATUR.—De que el mundo está loco, de que no podemos vivir

sin amor, de que todo esto que te estoy diciendo no son más

que miedos de vieja loca, de que lo que sientes por ella no lo

has sentido nunca, de que… ¡tienes que hablarme de amor!

VIVIAN.—Satur, mírame… Qué hago yo con esto ahora. No

puedo parar de llorar, no puedo comer, me siento débil, ya no

sé ni quién soy. No sé cómo atrapar lo que quiero, se me escapa

entre los dedos. Qué hago yo con esto ahora, Satur.

SATUR.—Pues niña, agarrar al toro por los cuernos, correr

con el ansia de un fugitivo, volar por encima del suelo, ¡ir hacia

las estrellas! (Pausa.) Corred, niña, corred, lo único que podéis

hacer ahora es correr…

(LOPE ve caminar a ANA, se acerca a ella, la observa,

huele su cuello, comienza a acariciar su pelo.)

LOPE.—Estás preciosa.

ANA.—(Intentando escabullirse.) Gracias.

LOPE.—Esto, siempre es esto.

ANA.—El qué.

LOPE.—(Acercándose.) Tu olor.

ANA.—(Apartándose.) Por favor. Ahora no.

LOPE.—Me vuelves loco… esa es mi perdición.

ANA.—Por favor…

LOPE.—Loco…

(LOPE fuerza a ANA, que al principio se resiste y

luego se deja hacer. Cuando terminan LOPE se incorpora

y le da un leve beso en la mejilla.)

LOPE.—Te quiero.

(ANA se incorpora. Se recompone. Se viste como

puede. Camina tambaleante por la escena.)

ANA.—Vámonos.

VIVIAN.—¿Qué haces aquí?

ANA.—Vámonos, adonde sea. Por favor.

VIVIAN.—Shhhh, pero cómo has entrado en la casa, ¿estás

loca?


ANA.—No. O sí. Da igual.

VIVIAN.—¿Qué te ha pasado?

ANA.—Nada.

VIVIAN.—Cómo que nada.

ANA.—No lo soporto. Que me toque, que me mire, que me

hable. Me da asco su olor, su forma de moverse, su voz.

VIVIAN.—¿Te ha hecho algo?

ANA.—No.

VIVIAN.—¿No?

(Silencio.)

ANA.—Localiza a tu amigo. Pídele los pasaportes. Yo consigo

el dinero, robaré su reloj, su cartera, lo que sea.

VIVIAN.—No sé cómo podemos hacerlo.

ANA.—Ellos sabrán lo que hay que hacer.

VIVIAN.—Si lo hacemos no habrá vuelta atrás, no podrás dudar.

ANA.—Tengo cualquier cosa ahora, menos duda.

(ANA camina como un fantasma. VIVIAN se acerca

a ella. La abraza.)

VIVIAN.—Deja las cosas en un sitio donde él no pueda verlas.

ANA.—A veces te miro… te miro y pienso que estás encaramada

a las estrellas.

jugado una mala pasada. O bueno, quizá mejor que inocencia

debería de decir ignorancia, ¿no? Porque hay que ser muy

ignorante para dejar pasar el hecho de que tu marido es abogado,

y trabaja en el Ministerio, y tiene a su cargo a gente que

trabaja en distintos sitios. Gente que conoce a otra gente, y que

se cuentan cosas. Y una de esas cosas que se cuentan es «la

hazaña del día». Consiste en elegir quién ha hecho la fechoría

más chapucera y repugnante. Y a que no adivinas cuál ha sido

la hazaña de hoy.

ANA.—No.

LOPE.—Pues resulta que uno de nuestros infiltrados, que investiga

todas las imprentas clandestinas, ya sabes, estos que

se dedican a repartir cuartillas que dicen estupideces sobre la

libertad sin saber ni siquiera lo que es, pues resulta que hoy

ha sabido que también tienen a gente falsificando documentos

para salir del país. Se van a Francia, a México, a Argentina,

a Inglaterra. ¡Ah! Y también a América, claro. Casualmente

anoche llegó una chica pidiendo unos pasaportes falsos, y los

pedía con cierta urgencia, para irse hoy. (Pausa.) ¿Ya has hecho

la maleta?

(Silencio.)

LOPE.—Es esto a lo que estamos jugando, ¿verdad, Ana? A

las mentirijillas. A ahora me voy, ahora me quedo, ahora soy la

esposa perfecta, ahora me voy a portar bien. Pero no. En realidad

eres todo lo contrario y yo he estado conviviendo con una

psicópata, y hasta quería tener hijos con ella. ¿Sabes lo que les

pasa a los psicópatas en este país? (Silencio.) Te podría denunciar

por abandono del hogar. Pero bueno, irte te vas a poder ir.

Porque los pasaportes llegarán a tiempo, claro.

ANA.—Estoy enamorada de ella.

LOPE.—¿Cómo?

(LOPE fuma, pensativo. Ya es la mañana de mañana,

y por un ventanal palpita la luz.)

LOPE.—Buenos días.

ANA.—Buenos días.

LOPE.—Has descansado.

ANA.—Sí.

LOPE.—Bien.

(ANA no sabe si ir a por café, o arreglarse, o quedarse

quieta como una estatua hasta que el tiempo

pase por delante y se la lleve.)

LOPE.—Así que era eso.

ANA.—El qué.

LOPE.—Lo que escondías. La imagen de niña buena.

ANA.—No sé qué quieres decir.

LOPE.—Quiero decir que tu inocencia, verdadera o no, te ha

ANA.—Estoy enamorada de ella. No es otra cosa. Es amor.

(Silencio.)

LOPE.—(Riendo.) Mira que llevo escuchando estupideces estos

últimos días, pero como esta, ninguna.

ANA.—No es ninguna estupidez.

LOPE.—Tú estás loca.

(Silencio.)

LOPE.—Haz café.

ANA.—Eres ridículo.

LOPE.—¿Qué has dicho?

(Silencio.)

LOPE.—(Se acerca y la agarra por el cuello.) ¿Por qué me

pones a prueba? ¿No te das cuenta de que estoy siendo muy

paciente contigo? ¿Que podría dejar de serlo?

(La suelta. ANA queda en el suelo.)


ANA.—No vas a poder hacer nada. Nada.

(LOPE sale y ANA queda enjaulada.

LOPE camina furioso por las calles. En el panel se

superponen fotografías de VIVIAN.)

LOPE.—(A VIVIAN.) Qué bien encontrarte. Me gusta llegar a

los lugares correctos y encontrarme con las personas correctas.

Me hace creer que el mundo funciona bien. Vengo a liberarte.

Esta noche te irás a América, sola. No llamarás, no escribirás,

no intentarás ponerte en contacto con ella, jamás. Nadie

te molestará, ni te vigilará. Sin embargo, si por alguna razón

se te ocurre dar algún signo de vida, lo que sea, por pequeño

que sea, haré que te traigan aquí, y que te encierren en un sitio

que desearás que jamás hubiera existido. Y cuando todo eso

haya pasado, después de muchos años, te volveremos a echar

de aquí como a una perra.

VIVIAN.—No me asustas. No me das ningún miedo.

(Silencio.)

LOPE.—(Se acerca a VIVIAN, la agarra.) No sé qué parte de

la conversación no has entendido, pero esto no es una petición.

Te estoy diciendo que te tienes que ir, que desaparezcas, que

te esfumes. Tranquila, no notarán tu ausencia. Ni siquiera ella.

Con el tiempo te olvidará, créeme. Se ha encaprichado contigo.

¿Verdad que te ha dicho cosas bonitas? ¿Verdad que te ha hablado

de las estrellas? Ella es así, se entusiasma con las cosas,

pero enseguida se le pasa. Hay que quererla como es. Y yo la

quiero. Y se va a quedar conmigo. No eres especial. Solo está

confundida. Tú la has confundido. Pero volverá a la normalidad.

Y tú serás solo un recuerdo, o quizá ni siquiera eso. Romperé

tus fotografías. Y ella no tendrá nada a lo que aferrarse.

Y con el tiempo no serás ni siquiera un recuerdo lejano. No

recordará tu cara, ni tu cuerpo, ni tu voz. Ni siquiera tu olor.

Nada. (La suelta.) Te vas a ir. Y no vas a volver.

VIVIAN.—(Temblando.) No vas a poder hacer nada.

(Pausa.)

LOPE.—Podría matarla.

(Silencio.)

VIVIAN.—No serías capaz.

LOPE.—Yo haría eso por ella. Lo prefiero a que sea infeliz,

contigo. La traición se paga con la sangre.

(Silencio.)

LOPE.—Apártate de ella. Desaparece.

(LOPE se va, dejando sola a VIVIAN. El viento se refleja

en el panel, que arrastra fotos, imágenes que se

convierten en distorsionadas. Es un vendaval. Toda

nitidez se esfuma y se convierte en humo. Y al final

el vacío. Se escucha el silencio. Van apareciendo,

de a poco, imágenes de niños. Niños felices, con la

mirada brillante. Juegan, se embadurnan de barro,

papel y chocolate, se escuchan sus risas. Quizá alguna

canción de cuna.

De lo alto aparece una cuerda, que baja lentamente

y espera paciente mientras se balancea.

VIVIAN se acerca tranquila a la cuerda. La enrolla.

Escribe algo en el aire. Baila con la cuerda, se

enreda con ella. La cuerda llega a su cuello y ella sigue

bailando. La cuerda se eleva mientras VIVIAN

sigue bailando, cada vez más suave, cada vez más

pequeña. Unos ligeros espasmos. El cuerpo de VI-

VIAN se balancea en el aire, mientras se escuchan

risas y juegos de niños.

El panel se llena de un cielo con estrellas.

Aparece ANA, ve el cuerpo de VIVIAN.

ANA cae al suelo. Llora. Silencio.

ANA se incorpora mientras va viendo cómo aparecen

fotografías de ella de pequeña, superpuestas a

fotografías que le ha hecho VIVIAN. Las últimas fotografías

de ANA muestran a una mujer radiante,

segura.

ANA ve cómo la cuerda se eleva, hacia el infinito.)

ANA.—(A LOPE.) Siéntate. Necesito que me escuches. Creo

que es la primera conversación seria que vamos a tener en diez

años. ¿No te parece extraño? Hasta ahora solo has hablado

tú…

(Pausa.)

Me voy a ir. Me voy a ir de aquí, y tú no vas a hacer nada. En

realidad en eso consiste la vida. Uno respira y hace lo que quiere

con ese aire. Aunque hay quien cree que puede manejar el

aire de los demás, y encerrarlo en un recipiente de cristal. Pero

yo no necesito tu permiso para vivir.

LOPE.—Tú no tienes ni idea de/

ANA.—/Durante todos estos años he permitido que me trataras

de una manera que yo pensaba que era la normal, pero no

era la normal, sino la única que había conocido. Pero eso no

le da valor. Que algo se haya hecho siempre no significa que

tenga que perpetuarse en el tiempo.

Tú eras mi espejo. Yo me miraba en ti y la imagen que me devolvías

era lo que yo pensaba que era, una mujer complaciente,

dispuesta, servil. Una mujer buena.

Pero yo no soy eso. En realidad nunca lo he sido.


Me daba terror decepcionarte. Ahora lo veo absurdo.

Yo me rindo ante un amanecer y tú ante la ley.

Vivimos en mundos opuestos.

(Pausa.)

Me voy a ir. Y tú te vas a quedar ahí. Y no vas a hacer nada.

LOPE.—Ten mucho cuidado. A mí, óyelo bien, nadie me ha

puesto nunca en ridículo. (Intentando recomponerse.) ¿Piensas

que yendo a otro lado serás más libre? Allí también estarás

en una prisión.

ANA.—Las prisiones se eligen. Y tú hace tiempo elegiste la

tuya.

HIJO.—Yo imagino aquellos años como un cometa que, en

una noche breve y sin estrellas, deja un rastro ancho y luminoso

entre guerra y guerra. Y ella era joven, y caminaba por las

calles con el ansia de mirar a la gente a los ojos, de ver relumbrar

los escaparates, de escuchar las risas, la música, de bailar.

Se fue, y adonde llegó las calles eran limpias y había gente por

todas partes. Y ella ardía y ardía. Y es que mi madre no hizo

otra cosa sino vivir.

VOZ EN «OFF» DE ANA.—Ayer miraba por la ventana y

pensaba que desde que te conocí me veo sorprendida por rachas

de saber, lo mismo que el viento entra por una puerta

mal cerrada. Quiero saberlo todo, de arte, de música, de historia.

Quiero ir a los museos, quiero leer todos los libros, quiero

aprender a tocar el piano. Porque aún soy joven, muy joven, y

todavía puedo empezar a aprender, ¿no te parece a ti?

FIN

Y PRINCIPIO

La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social fue aprobada en

España en 1970. Con ella se endurecían las penas a la homosexualidad,

incluía penas de hasta cinco años de internamiento

para los homosexuales en cárceles o manicomios.

La Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía (Fuerteventura) fue

un campo de concentración para homosexuales, abierto de

1954 a 1966. En él se les obligaba a trabajos forzados, sin apenas

comida y con condiciones de vida infrahumanas.

Hoy algunos de aquellos presos han sido indemnizados. Muchos

murieron allí. La Ley de Peligrosidad y Rehabilitación

Social continuó vigente en España hasta el año 1995.


Varela: Antonia era muy celosa.

El crimen

de la calle

Fuencarral

de Fabio Rubiano

ANTONIA LÓPEZ.—¡Ja!

VÁZQUEZ VARELA.—Continúa Varela: esa noche discutimos

en el cafetín La Taurina, luego ella se fue para su habitación, y

no me di cuenta en qué momento y en un arrebato se lanzó por

la ventana cayendo a la calle, y parece que falleció al instante.

Estoy muy impresionado.

(Se tapa la cara.)

PERIODISTA.—(Al DUEÑO DEL PERIÓDICO. Leyendo de su

libreta.) Vázquez Varela tiene un pasado judicial que incluye

lesiones a una antigua amante suya…

VÁZQUEZ VARELA.—Una prostituta.

PERIODISTA.—Llamada Lola la Billetera; lesiones graves a su

difunta madre —cuando su madre estaba viva—.

JOSÉ VÁZQUEZ VARELA ES CONDENADO POR MATAR A

UNA PROSTITUTA

VÁZQUEZ VARELA.—Fue un malentendido

PERIODISTA.—Desacato, quebramiento de condena y robo.

CALLE

Cuatro personajes con periódicos leen mientras se

escucha la voz de un voceador.

¿Hay una historia?

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Todos esos datos ya los dimos

hace cinco años.

VOCEADOR DE PERIÓDICOS.—(Audio de la época.) ¡Extra!

122 piezas de oro son obsequiadas por el presidente de Colombia

a la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena.

¡Noticia! Cierra la fábrica de lozas La Amistad.

¡Extra! Condenado Vázquez Varela a 14 años de prisión.

¡Atención! Vázquez Varela culpable de homicidio.

Quienes leían los periódicos se transforman en FIS-

CAL, PERITO, FORENSE y ANTONIA LÓPEZ —que

se ubica en el piso en posición de suicida—.

VÁZQUEZ VARELA a un lado.

FISCAL.—Bajo la presunción de que lo aquí presenciado NO

corresponde a un hecho violento de parte de un tercero, y se

considera prima face que se trata de un suicidio, procedemos

al levantamiento del cadáver de la señorita Antonia López Piñeiro

de profesión prostituta. Sírvanse anotar los siguientes

datos: siendo las 3:30 de la madrugada del 4 de mayo de 1893,

la señorita mencionada se lanzó por un balcón de la calle Carretas

No. 37 Piso 2.

PERIODISTA.—La gente los querrá recordar.

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Con una vez está bien.

VÁZQUEZ VARELA.—Todas esas cosas forman parte de mi

pasado, ahora soy un hombre de bien.

MORGUE

FORENSE.—(Examinando el cuerpo.) La defenestración de

Antonia no es la causa de su muerte, el cadáver presenta signos

de estrangulamiento.

VÁZQUEZ VARELA.—Algunas veces me comentó su intención

de ahorcarse, seguramente lo intentó antes de tirarse por la

ventana.

De verdad estoy impresionado.

(Vuelve a taparse la cara.)

FORENSE.—No hay rastros de cuerdas, lazos, cables o textil

alguno. El estrangulamiento sí lo realizó un tercero.

Hay varios signos de violencia contra esta mujer.

SALÓN DE INTERROGATORIOS

IGNACIO ROJO ARIAS.—Buenos días, me presento: Ignacio

Rojo Arias. En calidad de defensor de mi cliente el señor Vázquez

Varela, quisiera que se tuviera en cuenta su declaración.

VÁZQUEZ VARELA.—(Mientras ANTONIA LÓPEZ pasa del

suelo a una mesa de disecciones junto a la FORENSE.) Dice

VÁZQUEZ VARELA.—Como Vázquez Varela con total aflicción,

pregunto: ¿Quién habrá podido realizar una cosa tan

atroz?

JURADO.—El jurado encuentra a José Vázquez Varela culpable

de homicidio. Se pide una condena de 14 años de prisión.

VÁZQUEZ VARELA.—Atropello, soy inocente.


¡Atropello!

VOCEADORA DE PERIÓDICOS.—¡Extra! Vázquez Varela

será trasladado al presidio de Ceuta.

¡Extra! 14 años de cárcel.

PERITO.—Estado evidente de confusión y entumecimiento.

FISCAL.—Se le solicita a la Policía que sea trasladada inmediatamente

a la unidad de reacción inmediata donde se le practicará

el interrogatorio respectivo, antes de llevarla donde el

Juez.

LA PERRA.—Había más gente.

Un letrero, una proyección, una voz o un anuncio

nos dejará saber que lo siguiente fue:

CINCO AÑOS ANTES

JOSÉ VÁZQUEZ VARELA ES DECLARADO INOCENTE EN

EL CRIMEN DE SU MADRE

CASA LUCIANA BORCINO

FISCAL.—Bajo la presunción de un hecho punible procedemos

al levantamiento del cadáver. Todo lo hecho y dicho aquí quedará

consignado en un acta de hallazgo y recojo. En la presente

diligencia se encuentran: un perito en balística y armas blancas,

un médico forense, una experta en criminalística, topógrafa,

fotógrafa, dactiloscopista, un agente de la policía y quien

habla, la Fiscal.

Comenzamos.

(Se tiende en el piso la señora LUCIANA BORCINO.)

Siendo las 10:01 de la mañana del 2 de julio de 1888, en el

número 109 de la calle Fuencarral, indicamos que la señora

Luciana Borcino yace muerta en el piso de su alcoba, en posición

decúbito supino.

(A PERITO.) Perito.

PERITO.—(Acercándose al cadáver.) A primera vista se observa

que la muerta fue acuchillada con visible aparato de

sangre en el pecho y el vientre; tiene además quemaduras en

manos, cara, piernas y parte de la ropa.

POLICÍA.—En la habitación, se nota que no han sido registrados

cajones, armarios, cofres y colchones, y que en su lugar se

encuentran joyas y objetos de valor.

Todo indica que el móvil no fue robo.

FISCAL.—Pasamos a la habitación contigua donde yacen en

el suelo.

(Se tiran al suelo HIGINIA BALAGUER y LA

PERRA.)

La criada Higinia Balaguer, y una perra bulldog.

PERITO.—Tanto la perra como la criada presentan un cuadro

de narcotización.

FISCAL.—La criada se despierta antes que la perra.

(Se pone de pie HIGINIA. Trastabilla, mira

perdida.)

(Nadie la escucha. Pasan a su lado y la empujan o

la agreden.)

Yo sé que la opinión de una perra no se tendrá en cuenta…

(A alguien que trata de callarla.)

¡No me chite!

Me di cuenta de todo.

(Oliendo a una mujer.)

Mucha naftalina, señora. Un perro no soporta ese olor.

¡Les aseguro que había más gente!

SALA DE INTERROGATORIOS

POLICÍA.—(A HIGINIA.) Quítese la ropa —no la ropa interior—,

y los zapatos... y las medias.

FISCAL.—(Mirando a HIGINIA muy de cerca en todas las

partes.) Físico de complexión delicada, estatura airosa, tez

finísima, manos bonitas, pies pequeños, color blanco pálido,

pelo negro.

HIGINIA BALAGUER.—¿De quién hablan?

FISCAL.—De usted.

HIGINIA BALAGUER.—Gracias. No sabía que tenía manos

bonitas.

FISCAL.—No es un cumplido es una descripción fisionómica.

Conozco a la gente como usted: ojos hundidos, negros, vivísimos

de las que observan atentas.

Dígame su nombre.

HIGINIA BALAGUER.—Higinia Balaguer.

FISCAL.—Su semblante es digno del mayor estudio.

HIGINIA BALAGUER.—Gracias.

FISCAL.—Que no es un cumplido.

De frente recuerda la expresión fríamente estupefacta de las

máscaras griegas que representan la tragedia.

HIGINIA BALAGUER.—(Sin entender del todo, asiente. Casi

siempre asiente como si estuviera de acuerdo con una opinión

y con todas.) Sí, así. Sí.


Primera versión

FISCAL.—(A HIGINIA.) Conoce usted a la señora Luciana

Borcino.

HIGINIA BALAGUER.—Es mi patrona, sí, señoría. ¿Se encuentra

bien ella misma?

FISCAL.—¿Hace cuánto trabajaba usted con la señora Luciana

Borcino?

HIGINIA BALAGUER.—Muy poquito.

JUEZ.—Conteste lo más claramente posible.

HIGINIA BALAGUER. (Aclarando la voz.) Muy poquito.

FISCAL.—¿Cuánto tiempo?

HIGINIA BALAGUER.—Como seis días.

FISCAL.—Quiero que se anote en el acta que la sospechosa Higinia

Balaguer tiene un perfil que resulta siniestro.

HIGINIA BALAGUER.—Sí.

FISCAL.—Ojos hermosos, la nariz perfecta con el corte ideal

de la estatuaria clásica.

(HIGINIA se toca y se mira las partes que narra

FISCAL.)

¿Aparte de usted había alguien más en la casa?

HIGINIA BALAGUER.—La patrona y la perrita.

FISCAL.—Me refiero a más personas.

HIGINIA BALAGUER.—Aparte de mí, la señora.

FISCAL.—Aparte de usted y la señora.

HIGINIA BALAGUER.—La perrita.

FISCAL.—(Con paciencia.) Más personas.

LA PERRA.—Había alguien más.

FISCAL.—Me refiero a personas.

HIGINIA BALAGUER.—Pues yo creo que sí porque sentí

como un golpe en la cabeza y una fuerza que me tapaba la boca.

FISCAL.—¿Puede decirnos si vio a esa persona?

HIGINIA BALAGUER.—No vi a nadie más que a la señora y

a la perrita.

FISCAL.—La frente es pequeña y abovedada, la cabeza de admirable

configuración.

HIGINIA BALAGUER.—¿De la perrita?

FISCAL.—La suya. Tiene la boca pequeña y fruncida, y al cerrarse

parece oprimida por la elevación de la quijada, no tiene

ninguna de las gracias propias del bello sexo.

HIGINIA BALAGUER.—Dijo que los ojos y las manos.

FISCAL.—(Soportándola.) ¿Sabe usted que la señora Luciana

Borcino fue asesinada?

HIGINIA BALAGUER.—¿Cómo?

FISCAL.—Su patrona fue brutalmente asesinada.

HIGINIA BALAGUER.—Ay, no.

FISCAL.—¿No lo sabía?

HIGINIA BALAGUER.—(Como algo lógico. Sin alteraciones.)

No, no, no. Eso no pasó; la señora no puede estar muerta.

FISCAL.—¿Por qué no?

HIGINIA BALAGUER.—¿Por qué la iban a matar? No, no, no,

no. Se debió morir de otra cosa.

FISCAL.—¿Por qué dice eso?

HIGINIA BALAGUER.—Porque… No sé… ella es tan elegante

y…

FISCAL.—En la mirada hay una expresión dormilona cuando

está distraída, pero con algo del mirar del ave de rapiña.

HIGINIA BALAGUER.—Mi patrona no era ninguna ave de rapiña,

sí era muy estricta pero tampoco como para...

FISCAL.—Estoy hablando de usted.

HIGINIA BALAGUER.—Ah.

FISCAL.—¿Mató usted a la señora Luciana Borcino?

HIGINIA BALAGUER.—(Responde tranquila y de manera

simple.) No, no, señoría, yo no la maté.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—La señorita Higinia Balaguer

se declara ignorante del suceso, no hay pruebas contra

ella, y por lo tanto debe ser dejada en libertad.

FISCAL.—(Al JUEZ.) Solicito que mientras este caso quede

aclarado, la señorita Higinia Balaguer quede detenida ya que

representa un peligro para la sociedad, o existe el riesgo de

que escape.

HIGINIA BALAGUER.—¿Escapar para dónde?

JUEZ.—A partir de este momento, y viendo los resultados del

interrogatorio, la señorita Higinia Balaguer quedará detenida,

irá directamente a prisión como principal sospechosa de la

muerte de su Señora, doña Luciana Borcino.

HIGINIA BALAGUER.—¿Me van a meter a la cárcel?

(Nadie le contesta. LA PERRA, sí.)

PERRA.—Exactamente.

JUEZ.—(La mira y no le responde.) Pueden pasar los periodistas.


De inmediato ingresa una gran cantidad de periodistas,

dibujantes e incipientes fotógrafos.

Avalancha de preguntas.

PERIODISTA.—¿Qué recuerda?

HIGINIA BALAGUER.—Nada, prácticamente nada.

FISCAL.—La mujer es de una impavidez inconcebible.

HIGINIA BALAGUER.—(Sin perder por ningún momento la

calma.) Sí, señora.

PERIODISTA.—La impavidez puede ser un efecto de la tranquilidad

de conciencia.

HIGINIA BALAGUER.—Ah, sí...

PERIODISTA.—¿Tuvo usted un puesto de bebidas en las inmediaciones

de la cárcel?

HIGINIA BALAGUER.—(Con toda tranquilidad.) Sí, señora.

PERIODISTA.—¿Tiene conocimiento del código penal?

HIGINIA BALAGUER.—Sí, señora.

FISCAL.—Es común que los delincuentes conozcan los códigos

que infringen.

HIGINIA BALAGUER.—(Va a decir «sí», pero se arrepiente.)

Sssí… ¿Cómo?

Segunda versión

ESTRADO

JUEZ.—¿Podría repetir en esta sala lo que declaró ante la

prensa?

HIGINIA BALAGUER.—Sí.

FISCAL.—Dijo usted que había una persona más en la casa el

día del crimen.

HIGINIA BALAGUER.—Sí.

FISCAL.—¿Quién era?

HIGINIA BALAGUER.—No sé.

FISCAL.—¿Qué significa «no sé»?

HIGINIA BALAGUER.—No sé el nombre. Pero era un hombre

con barbas que comió esa noche con doña Luciana bacalao en

ajos, y un caldo de almejas y camarones.

FISCAL.—¿Había visto a ese hombre con anterioridad?

HIGINIA BALAGUER.—(Pidiendo con la mano que la dejen

terminar.) Y después les hice unos bollos de Tahona, que se

los comieron con una bebida de anís.

FISCAL.—¿Insinúa que se emborracharon?

HIGINIA BALAGUER.—Las mujeres no nos emborrachamos.

JUEZ.—Responda a la pregunta de si había visto a ese hombre

«moreno con barbas» anteriormente.

HIGINIA BALAGUER.— Lo vi después.

PERIODISTAS no dejan de acechar a HIGINIA.

PERIODISTA.—¿Estaba usted sola en la casa con doña Luciana

la noche del crimen?

HIGINIA BALAGUER.—No.

Murmullos.

PERIODISTA.—Acaba de declarar que sí.

HIGINIA BALAGUER.—¿Sí?

PERIODISTA.—¿Estaba o no estaba sola?

HIGINIA BALAGUER.—Estaba con doña Luciana.

PERIODISTA.—¿Había alguien más?

HIGINIA BALAGUER.—Sí.

PERIODISTA.—¿Quién?

HIGINIA BALAGUER.—Un hombre moreno de barbas.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—(Al JUEZ.) Mi cliente quiere

dar una nueva versión.

HABITACIÓN HIGINIA

HIGINIA duerme.

LA PERRA le tira las cobijas, la sacude y la

despierta.

LA PERRA.—Higinia, Higinia.

HIGINIA BALAGUER.—¿Qué pasó?

LA PERRA.—Están pasando cosas muy raras allá afuera.

HIGINIA BALAGUER.—¿En la calle? 1

LA PERRA.—En la mesa del comedor, y en el cuarto de la señora.

HIGINIA BALAGUER.—¡Sht! Sin ladrar, qué pasa.

LA PERRA.—La señora en el piso, un hombre que sale y entra,

cosas que se caen. Huele mal, él. Higinia va a salir, pero entra

un hombre de barba.

HOMBRE DE BARBA.—Soy un hombre con barbas, moreno.

1

Los diálogos de LA PERRA con los demás personajes no son directos. Asumimos que adivinan lo que quiere decir, pero, aunque LA PERRA

hable, los demás no escuchan un lenguaje articulado.


(HIGINIA siente el mal olor.)

LA PERRA.—Le advertí que olía mal.

HOMBRE DE BARBA.—(A LA PERRA.) ¡Sht!

LA PERRA.—¿Se lava con vinagre?

(Hace el gesto de vomitar.)

HOMBRE DE BARBA.—(A HIGINIA y a LA PERRA.) Ni usted

ni la perra van a salir de este cuarto, regrese a su cama.

LA PERRA.—(Arañando la puerta.) Tengo ganas de orinar.

HIGINIA BALAGUER.—La perra necesita salir a orinar.

HOMBRE DE BARBA.—No pueden salir.

HIGINIA BALAGUER.—Yo tengo la bacinilla, pero el animal.

LA PERRA.—Yo no puedo orinar ahí, no soy una perra de circo.

HIGINIA BALAGUER.—¡Cállate, perra!

HOMBRE DE BARBA.—O la calla o la enveneno.

LA PERRA.—En vez de seguirlo oliendo, prefiero que me envenene.

(Se acuesta en el piso como desmayada.)

REGRESO A LA AUDIENCIA O INTERROGATORIO

FISCAL.—El hombre de barbas que usted dice que estuvo en el

lugar de los hechos, ¿fue violento?

HIGINIA BALAGUER.—Muy decente.

(LA PERRA se toma la cabeza con las manos.)

JUEZ.—Por disposición de esta sala la señorita Higinia Balaguer

continuará en prisión incomunicada hasta nueva orden.

PRIMERA VISITA. CÁRCEL DE MUJERES

MILLÁN ASTRAY visita a HIGINIA en la cárcel de

mujeres.

MILLÁN ASTRAY.—Buenos días, Higinia.

HIGINIA BALAGUER.—Don Millán Astray, grande su corazón

por venir a visitarme.

MILLÁN ASTRAY.—Además de visitarla quiero pedirle un

favor.

HIGINIA BALAGUER.—Y yo desde la cárcel qué podría hacer

por usted.

MILLÁN ASTRAY.—(A HIGINIA.) Le parecerá extraño, pero

soy el director de la cárcel.

HIGINIA BALAGUER.—¿De esta cárcel?

MILLÁN ASTRAY.—No, señorita, de la cárcel Modelo de Madrid.

(Simultáneamente, FISCAL le habla a JUEZ.)

FISCAL.—Es joven: pertenece al cuerpo de empleados de establecimientos

penales, en el cual ha demostrado inteligencia y

buena voluntad.

HIGINIA BALAGUER.—(A MILLÁN ASTRAY.) Ay, no sabía.

El tiempo que trabajé en la casa de usted nunca me lo hubiera

imaginado.

FISCAL.—Es hombre simpático, instruido, ha sido periodista,

y tiene en Madrid muchos amigos.

HIGINIA BALAGUER.—Y como me despidió sin yo saber por

qué.

FISCAL.—Esa mujer vivía maritalmente con un lisiado. Y era

amiga de personas de bajo rango como Evaristo Medero y Avelino

Gallego.

HIGINIA BALAGUER.—Ellos eran muy amigos del hijo de la

señora Luciana.

VÁZQUEZ VARELA.—No puedo llamar «amigo» a Evaristo,

me quedó debiendo dos pesetas de una apuesta.

EVARISTO MEDERO.—La apuesta en la garita no era pagadera

de inmediato. Y yo le di esas dos pesetas a Avelino.

AVELINO GALLEGO.—Pero no eran para pagarle al «Pollo»

Varela, eran por una cuenta de vino en el burdel de Lola la

Billetera.

VÁZQUEZ VARELA.—A Lola no tengo porqué pagarle. Ella

me atiende por amor.

(Señala a EVARISTO.)

Esas dos pesetas son mías, se las debo al lisiado.

MILLÁN ASTRAY.—El lisiado murió, yo me encargo de darle

la plata a la viuda.

FISCAL.—Y quedando viuda del lisiado entra en amoríos con

Plomado Blanco.

HIGINIA BALAGUER.—Pero mucho después. Y es una persona

recomendable. No ve que es muy amigo de don Millán

Astray.

(A MILLÁN ASTRAY.)

Plomado, el dueño del kiosco frente a la cárcel. Son muy amigos.

¿Cierto?

MILLÁN ASTRAY.—(Sonriendo.) En unos años seré el jefe

superior de la policía de Madrid, y en el próximo siglo mi hijo

será jefe de prensa y propaganda de Francisco Franco.


No le hace bien hablar mal de mí.

HIGINIA BALAGUER.—No entiendo.

MILLÁN ASTRAY.—Permítame explicarle.

No escuchamos, pero vemos cómo MILLÁN AS-

TRAY da instrucciones a HIGINIA mientras en otro

lugar LA PERRA es asediada por sujetos de la sociedad

madrileña.

LA PERRA FAMOSA

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—(A PERIODISTA.) Todo es

noticia.

LA PERRA.—(Como si diera rueda de prensa.) Ser la perra de

una prostituta reconocida no me molesta. Lola la Billetera me

pasea por las calles de Madrid…

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Fotos y nota sobre eso.

(Ilustrando el titular de la portada.)

Prostituta, amante del hijo de la víctima, pasea su perra por

las calles.

LA PERRA.—(Mientras le toman fotos.) Sobre el narcótico

con que me durmió el hombre de barbas que olía a vinagre, ya

estoy recuperada.

Pero no quiero volver a vivir una situación tan traumática.

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Se volvió foco de atención, objeto

de la curiosidad de todo Madrid. Personas hay que han querido

comprarla, ofreciendo por ella enorme cantidad.

Discuten la MADRE de la víctima y LOLA LA BI-

LLETERA.

LOLA LA BILLETERA.—No le voy a entregar la perra a usted.

LA PERRA.—En el prostíbulo me quieren.

MADRE DE LUCIANA BORCINO.—¡Esa perra era de mi hija!

LA PERRA.—Aunque quien me cuidaba era Higinia.

LOLA LA BILLETERA.—Su nieto me la dejó.

MADRE DE LUCIANA BORCINO.—No tienen ningún derecho

a quedarse con ella, con el único fin de exhibirse, hacerse

popular y conseguir más clientes.

LOLA LA BILLETERA.—No se la voy a devolver.

MADRE DE LUCIANA BORCINO.—¿Cuánto quiere por ella?

LOLA LA BILLETERA.—No me interesa el dinero, me interesa

la perra.

(La madre de LUCIANA BORCINO se acerca a su

oído y le hace un ofrecimiento.)

Eso no vale ni una perra callejera.

(La madre de LUCIANA BORCINO le hace un nuevo

ofrecimiento. LOLA sin dudarlo dice:)

Duplíquelo y se la puede llevar.

LA PERRA.—Pero le duele venderme, ¿no?

MADRE DE LUCIANA BORCINO—(Al DUEÑO DEL PERIÓ-

DICO, mientras toma a LA PERRA.) A partir de hoy yo me

encargo de la perra, y estoy dispuesta a partir de las 6 de la

tarde, después de la siesta, a conceder entrevistas.

LA PERRA.—Voy a extrañar el burdel.

FINAL DE LA VISITA

MILLÁN ASTRAY.—¿Me entiende cuando le digo que tiene

que decir la verdad?

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Es evidente que en la escena

del crimen hubo más personas; se encontraron cinco puntas

de cigarrillo, siete cerillas y papel de fumar.

Higinia Balaguer no fuma.

HIGINIA BALAGUER.—Yo no fumo, y Dolores tampoco.

MILLÁN ASTRAY.—Ustedes sí fumaban.

HIGINIA BALAGUER.—No, señor...

MILLÁN ASTRAY.—Higinia...

HIGINIA BALAGUER.—Sí, señor. Yo fumaba, y yo la maté.

MILLÁN ASTRAY.—Esa es la verdad.

REGISTRO POLICIAL

MILLÁN ASTRAY y miembros de la policía registran

la casa de la víctima.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—No pueden registrar la casa

de la víctima

MILLÁN ASTRAY.—Como director de la cárcel tengo derecho

a la inspección y registro del lugar de los hechos.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Pero puede alterar la evidencia

a su favor.

MILLÁN ASTRAY.—Me ofende.

POLICÍA.—En la habitación, se nota que no han sido registrados

cajones, armarios, cofres y...

MILLÁN ASTRAY.—No, señor. Con todo respeto, debemos

decir la verdad.

POLICÍA.—Esa es la verdad: no han…


MILLÁN ASTRAY.— La verdad.

(Lo mira fijamente.)

POLICÍA.—(Entendiendo.) Entendido, señor director: en la

habitación, se nota que sí han sido registrados cajones, armarios,

cofres y colchones, posiblemente en busca de dinero, joyas

y objetos de valor.

MILLÁN ASTRAY.—(Con orgullo.) El valor de la verdad.

Tercera versión

ABOGADA VICENTE GALIANA.—No puedes dar esa versión.

HIGINIA BALAGUER.—Sí, sí puedo.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Te estarías condenando.

HIGINIA BALAGUER.—El señor Millán Astray es mi amigo.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—No lo es.

HIGINIA BALAGUER.—Sí. Ya se va a dar cuenta.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—(Con esfuerzo.) Mi cliente

quiere dar una nueva versión de los hechos, su señoría.

JUEZ.—Tercera versión.

HIGINIA BALAGUER.—No había más personas ni hombres

morenos ni con barba. Estaba yo sola con la señora.

CASA LUCIANA BORCINO

Un jarrón roto yace en el suelo.

HIGINIA reaccionará siempre sin alterarse ni subir

su voz.

LUCIANA BORCINO.—¡Asquerosa, inmunda, haragana!

HIGINIA BALAGUER.—No fue mi culpa, señora.

LUCIANA BORCINO.—¿Entonces mía, perra?

LA PERRA.—La perra soy yo.

HIGINIA BALAGUER.—De pronto sí, por dejarlo en esa esquina.

LUCIANA BORCINO.—Una miserable como usted no me va a

culpar, hija de puta.

HIGINIA BALAGUER.—No me diga eso, señora.

LA PERRA.—Higinia tiene un cuchillo, señora.

LUCIANA BORCINO.—Lo digo cuantas veces quiera, no me va

a mandar a mí una sirvienta.

HIGINIA BALAGUER.—Voy a recoger los pedazos.

LUCIANA BORCINO.—Va a pagarme ese jarrón con su propitrabajo,

por lo menos dos años sin paga.

HIGINIA BALAGUER.—No me puede hacer eso, señora.

LUCIANA BORCINO.—¿No?

HIGINIA BALAGUER.—No.

LUCIANA BORCINO.—Agradezca que le voy a llenar la artesa

dándole comida.

HIGINIA BALAGUER.—Gracias, señora.

LUCIANA BORCINO.—La misma que se les da a los perros.

LA PERRA.—No es tan mala.

HIGINIA BALAGUER.—No voy a comer la comida de los perros.

LUCIANA BORCINO.—Comerá lo que yo quiera que coma.

LA PERRA.—No ha debido decir eso, señora.

HIGINIA introduce su cuchillo en el vientre de la

señora.

La señora cae. HIGINIA da varias cuchilladas más

en el pecho de la señora.

LA PERRA.—Esa parte no la recuerdo. O sea, la parte de la

señora caída en el suelo y yo llorando, sí.

(Llora, entre llanto de humana y llanto de canina.)

Señora…

(La mueve con la pata —mano—)

Mi señora…

(Narra.)

Olfatear la sangre, lamer la cara, llorar más, acostarme a su

lado, sí.

Pero que Higinia la haya acuchillado no me consta.

REGRESO AL JUZGADO O INTERROGATORIO

FISCAL.—¿Usted, debido a los malos tratos de su patrona, la

mató?

HIGINIA BALAGUER.—Sí. Así sucedió.

LA PERRA.—No entiendo a la gente.

VÁZQUEZ VARELA.—Como hijo de la víctima no dudo en declarar

que esta es una mujer irascible.


ABOGADA VICENTE GALIANA.—¿Doña Luciana Borcino?

VÁZQUEZ VARELA.—No, la sirvienta.

HIGINIA BALAGUER.—A veces, sí.

LA PERRA.—Cállate.

HIGINIA BALAGUER.—Y la señora, también; y don Vázquez

Varela, su hijo, también. Aunque él le ganaba a ella en las riñas,

la golpeaba hasta dejarla en el piso como muerta.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—¿Y aun así afirmas que tú

la mataste?

HIGINIA BALAGUER.—Ah, sí.

JUEZ.—Habiendo recibido la confesión de la sospechosa, se

resuelve sin más este caso, y solo queda esperar la condena,

para esos efectos...

HIGINIA BALAGUER.—No.

HIGINIA BALAGUER.—Sí.

FISCAL.—(A punto de perder el control.) ¿Entonces cómo

pudo usted ver al hombre y a la señora si estaba drogada?

HIGINIA BALAGUER.—No me acuerdo porque estaba

drogada.

Risas en el salón.

JUEZ.—Silencio.

(A VICENTE GALIANA.) Abogado: no tengo tiempo que perder,

le exijo que modere las declaraciones de su cliente.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Con el debido respeto, mi

cliente tiene el derecho de dar cuantas versiones sean necesarias.

JUEZ.—(Sin quitarle la mirada.) La cuarta versión de los hechos

realizada por la acusada Higinia Balaguer no será tenida

en cuenta por este tribunal. Fin de la sesión.

JUEZ.—¿Perdón?

HIGINIA BALAGUER.—No dije la verdad.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Es evidente que está presionada.

Es una mujer humilde.

JUEZ.—Deje que hable ella.

(A ella.) ¿A qué se refiere?

HIGINIA BALAGUER.—Fue el hombre con barba.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Mi cliente quiere ofrecer

otra versión.

Cuarta versión

JUEZ.—Escuchamos la cuarta versión de la señorita Higinia

Balaguer, en relación con la muerte violenta de la señora

Borcino.

HIGINIA BALAGUER.—Un hombre con barba había matado a

la señora cuando yo salí del cuarto.

FISCAL.—¿Había un hombre con barba en la casa en el momento

del crimen?

HIGINIA BALAGUER.—Y después del crimen, también, porque

yo vi muerta a la señora.

PERIÓDICO

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—(Al PERIODISTA.) No se puede

cerrar el caso aquí.

PERIODISTA.—¿Por lo que han subido las ventas?

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—(Molesto.) ¿Cree usted que lo

más importante es la venta del periódico?

(Pausa.)

Me interesa la verdad. ¿Qué cree usted?

PERIODISTA.—Que no hay un culpable claro, tenemos que

investigar.

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Exacto. Vamos a hacernos cargo

del pago de los servicios de la parte defensora de Higinia Balaguer.

Todas las garantías para ella.

PERIODISTA.—¿El periódico le va a pagar a Vicente Galiana?

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Eso no se va a publicar.

PERIODISTA.—Pero el juicio se va a extender.

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Por un largo periodo.

PERIODISTA.—Y la gente va a comprar más periódicos.

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Tenemos que informar.

FISCAL.—¿Hizo algo usted?

HIGINIA BALAGUER.—No, porque el hombre nos había drogado

a la perra y a mí.

FISCAL.—¿Las drogó antes del crimen?

Quinta versión

ABOGADA VICENTE GALIANA.—(A HIGINIA.) Puede cambiar

su versión si así lo desea.


HIGINIA BALAGUER.—(Un mínimo llanto.) Fue el hijo de la

señora.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—¿El hijo de Luciana Borcino?

HIGINIA BALAGUER.—Sí.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—¿José Vázquez Varela?

VÁZQUEZ VARELA.—¿Yo?

HIGINIA BALAGUER.—Sí, «el Pollo».

VÁZQUEZ VARELA.—Me gusta que me digan «el Pollo».

ABOGADA VICENTE GALIANA.—(A HIGINIA.) ¿Tiene pruebas?

VÁZQUEZ VARELA.—(En el lugar de los hechos. Le muestra

a HIGINIA un cuchillo y un billete.) ¿Qué ve aquí?

HIGINIA BALAGUER.—Un cuchillo.

VÁZQUEZ VARELA.—¿Y en la otra mano?

HIGINIA BALAGUER.—Un billete.

VÁZQUEZ VARELA.—¿De cuánto?

HIGINIA BALAGUER.—No sé porque yo no uso billetes, solo

monedas.

VÁZQUEZ VARELA.—Es de mil pesetas.

HIGINIA BALAGUER.—Virgen santa, eso es mucho dinero.

VÁZQUEZ VARELA.—¿Qué prefiere, la plata o el cuchillo?

HIGINIA BALAGUER.—Pues el cuchillo me hace falta para la

cocina, porque…

VÁZQUEZ VARELA.—Si no me ayuda, le dejo el cuchillo, pero

incrustado en su estómago.

HIGINIA BALAGUER.—Entonces sí prefiero el billete.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—(A HIGINIA.) ¿Tiene

pruebas?

HIGINIA BALAGUER.—Me dio un billete de mil pesetas, que

cambié en una casa de cambio, y con eso fui a comer en el restaurante

Sótano H, y fui en coche al hipódromo con Dolores

Ávila.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—¿Qué prueba es esa?

HIGINIA BALAGUER.—Si él no me da esa plata, ¿con qué iba

yo a darme esa vida ese día?

VÁZQUEZ VARELA da un golpe a su madre con un

jarrón, el jarrón cae al piso, la señora, también.

LA PERRA.—¡El jarrón!

Ladro.

De inmediato FISCAL hace un croquis del cuerpo de

LUCIANA BORCINO en el suelo.

FISCAL.—(Mientras hace el croquis.) Mujer suspicaz y medrosa.

Robusta, adinerada, desconfiada y con los gestos claros

de una mujer de difícil carácter.

LUCIANA BORCINO.—Un hijo no trata así a su madre.

VÁZQUEZ VARELA.—(Caminando en círculos.) Una madre

no le niega nada a su hijo.

LUCIANA BORCINO.—No te puedo dar dinero, no tengo.

VÁZQUEZ VARELA.—Tienes, y lo escondes, lo escondes a tu

propio hijo.

LUCIANA BORCINO.—Ese dinero es para un negocio que te

dará una estabilidad futura.

FISCAL.—Joven de rostro poco simpático, en el cual se destacan

los labios enormes, indicando un desmedido desarrollo de

los apetitos y ansiedades materiales.

HIGINIA BALAGUER.—Niño José, le suplico que no...

LA PERRA.—El «Pollo» tiene un cuchillo.

VÁZQUEZ VARELA.—Las sirvientas se callan.

¿Quiere el cuchillo?

HIGINIA BALAGUER.—No.

VÁZQUEZ VARELA.—Entonces ayúdeme sosteniendo a la anciana.

HIGINIA BALAGUER. —(Va hasta la ABOGADA, o el JUEZ, o

LA PERRA; y la sostiene por detrás, inmovilizándola de una

manera muy torpe.) La sostuve así.

(Cambia.)

O creo que fue así.

(Cambia.)

Tal vez así.

VÁZQUEZ VARELA toma el cuchillo por el mango

como si fuera un péndulo y lo deja caer en el sitio

exacto del vientre de su madre.

Croquis con cuchillo en el centro.

CASA BORCINO

VÁZQUEZ VARELA, LUCIANA BORCINO, HIGI-

NIA y LA PERRA.

HIGINIA BALAGUER.—(Continúa probando opciones.) No,

fue así.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—¡No más versiones!


SALA DE AUDIENCIAS O INTERROGATORIO

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—(Entrevistando a HIGINIA.) Soy

del periódico, y estamos con usted.

HIGINIA BALAGUER.—Sí, yo también.

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Respóndame.

¿Estaba usted movida por el terror, pero también por la

codicia?

HIGINIA BALAGUER.—Sí, señor.

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Vázquez Varela, al tiempo que la

amenazaba de muerte le ofrecía asegurar su porvenir si le ayudaba

a ocultar el crimen.

HIGINIA BALAGUER.—A ocultar el crimen, no, a sostener a

su madre para que él pudiera matarla.

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—¿No le pidió que ocultara el crimen?

HIGINIA BALAGUER.—(Se quiebra.) El joven estuvo muy

tranquilo después de matar a la señora.

FISCAL.—Con todo el respeto, su señoría: este caso ya estaba

resuelto, y esta señora juega peligrosamente cambiando las

versiones cada vez que quiere.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—(Al JUEZ.) Higinia Balaguer,

dado que está siendo acusada de un crimen que no cometió,

y amenazada por un hombre que golpea a su propia madre,

tiene todo el derecho a dudar antes de acusar.

JUEZ.—La acusada permanecerá en la cárcel, y en incomunicación

absoluta hasta la siguiente audiencia.

SEGUNDA VISITA

Ingresa a la celda de HIGINIA el señor MILLÁN

ASTRAY.

MILLÁN ASTRAY.—Voy a ser breve, si el joven Vázquez Varela

se hunde, usted terminará condenada a pena de muerte.

HIGINIA BALAGUER.—Y si digo que soy culpable ¿no?

MILLÁN ASTRAY.—Soy el director de la cárcel.

Le aseguro que la dejo libre en pocos días.

Por ahora, hay que salvar al «Pollo».

Sexta versión

IGNACIO ROJO ARIAS.—Involucrar en este momento a mi

cliente el señor Vázquez Varela es absurdo, más cuando él

se encuentra en la cárcel, y se encontraba en la cárcel en el

momento del crimen.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—El señor Vázquez Varela, es

bien sabido, salía de la cárcel, con permiso del director Millán

Astray.

MILLÁN ASTRAY.—Preferiría quedar por fuera de esta situación

en la que no estoy involucrado desde ninguna perspectiva.

HIGINIA BALAGUER.—El señor Millán Astray es un hombre

bueno, fue el único que me visitó cuando no se lo permitían a

nadie, y fue quien me recomendó para trabajar en la casa de la

señora Borcino.

MILLÁN ASTRAY.—Eso es una mentira vil y descarada.

HIGINIA BALAGUER.—Él es muy humilde y no quiere tener

honores, pero sí. Fue por sugerencia del señor Millán Astray,

él me dijo en la segunda visita que mejor había que salvar al

joven «el Pollo» porque cómo le iba a dañar la vida. Él piensa

mucho en los demás. Y eso de ir a visitarme cuando estaba

prohibido fue muy bonito.

PERIÓDICO

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—(Dictándole a su periodista.)

Que diga claramente: es bien sabido que, a pesar de encontrarse

incomunicada, el director de la cárcel se veía con Higinia,

autorizado por el juez.

RECLUSO.—Soy recluso de la Modelo desde hace 11 años, y

varias veces yo vi salir al «Pollo» de la cárcel, y todas las veces

estuvo escoltado por guardias.

(Cae al piso.)

Ingresan FISCAL, POLICÍA, PERITO. Se ubican alrededor

del cuerpo.

FISCAL.—Se procede en la actual diligencia al levantamiento

del detenido 7139111, muerto en extrañas circunstancias dentro

de su misma celda, y sin que ninguno de sus compañeros

viera nada.

SOLDADO.—Yo vi al joven Vázquez Varela, el día de la muerte

de la señora en el bar Triunfo, departiendo con amigos y

mujeres.

VENDEDOR.—Yo vi al «Pollo» en Toros, vitoreando al torero

y tomando manzanilla.

Murmullos y comentarios.

IGNACIO ROJO ARIAS.—Los periódicos El Liberal, El Resumen

y El País han incidido en la opinión pública de manera

irresponsable, y con fines únicamente comerciales, haciendo

que toda la ciudad y gran parte del país se ponga en contra

del tribunal y las instituciones.


DUEÑO DEL PERIÓDICO.—Nuestro único interés es informar

la verdad. Al señor Vázquez Varela lo vieron fuera de la

cárcel toda clase de gentes: señores decentes, presidiarios,

mujeres de mala vida, mozos de café y empleados de ambas

cárceles.

JUEZ.—(Casi que a su pesar.) Dadas las nuevas acusaciones

y los nuevos testigos nos vemos en la obligación de poner en

detención e incomunicación al director de la cárcel el señor

Millán Astray

MILLÁN ASTRAY.—Estas declaraciones son insoportables, y

anuncio que me va a fallar el corazón en este instante. El brazo,

me duele el brazo.

(Sufre un repentino ataque al corazón. Gritos y voces

de alarma.)

INTERROGATORIOS VARIOS

JUEZ.—Bajo juramento y en virtud a la verdad, cualquier cosa

que diga en este tribunal que falte a ella será tomada como

delito, y en ese caso se le abrirán cargos por falsedad en testimonio.

(Mirando fijo.) ¿Asegura usted haber visto al joven Vázquez

Varela en la calle el día en que ocurrió el crimen? ¿Asegura

usted como mozo haberlo visto en el café, o cree haberlo visto?

MOZO.—Creo haberlo visto.

JUEZ.—No está seguro de haberlo visto.

MOZO.—Creo haberlo visto.

JUEZ.—¿Asegura usted, señor Ramos, como empleado de la

cárcel haberlo visto salir de la cárcel, y regresar borracho el día

después del crimen?

RAMOS.—Sí, señoría. Y refirió a otros presos cómo mató a su

madre él mismo con ayuda de amigos.

JUEZ.—¿Asegura usted haberlo visto y oído, o cree haberlo

visto y oído?

RAMOS.—(Después de una pausa.) Creo haberlo visto y oído.

JUEZ.—Sin que haya seguridad en los testigos, y únicamente

basados en la suposición de los testigos, no encontramos razones

para involucrar al señor Millán Astray en el caso.

IGNACIO ROJO ARIAS.—(Al DUEÑO DEL PERIÓDICO.)

Además de generarle un ataque a mi cliente, han influenciado

a toda la opinión pública con el único fin de vender más

periódicos.

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—No tiene ningún derecho de hacer

esos señalamientos.

IGNACIO ROJO ARIAS.—Desde la publicación de las noticias

sobre el crimen ¡los ingresos aumentaron en un 300 % en varios

casos!

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—La gente quiere estar informada,

y está en su derecho.

JUEZ.—Este tribunal acepta las pruebas presentadas, y no ve

culpabilidad en el director de la cárcel, señor Millán Astray.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Vázquez Varela cometió un

quebrantamiento de clausura.

JUEZ.—Pudo haberlo hecho sin el conocimiento del director.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—(A VÁZQUEZ VARELA.)

Señor Vázquez Varela, ¿sabía el señor Millán Astray, director

de la cárcel, que usted salía de la prisión con frecuencia?

VÁZQUEZ VARELA.—Todo lo hice dentro de la ley.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—O sea que Millán Astray sí

sabía.

VÁZQUEZ VARELA.—Sabía todo.

IGNACIO ROJO ARIAS.—No hay testigos contra mi cliente.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—No hay testigos vivos.

IGNACIO ROJO ARIAS.—No hay testigos.

JUEZ.—Siendo así, no puede ser acusado más que de negligencia.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Mi clienta fue visitada por

el director Millán Astray, alterando los protocolos de incomunicación.

¿No es eso tampoco prueba suficiente de manipulación

de la testigo?

JUEZ.—La señorita Higinia ha mentido con objeto de embrollar

a la justicia, lanzándola a un laberinto de oscuridades,

fuerza es reconocer en esta mujer un monstruo de astucia y

marrullería, capaz de volver locos a todos los Jueces que en el

mundo existen.

MADRE DE LUCIANA BORCINO.—Anunciamos con complacencia

que el distinguido director de la cárcel, nuestro querido

Millán Astray, está recuperado, y se encuentra fuera de peligro.

IGNACIO ROJO ARIAS.—Nos alegra sobremanera. Solicito se

tenga en cuenta también el estado de salud de mi cliente el joven

Vázquez Varela, quien después del trágico fin de su infeliz

madre ha quedado absolutamente aislado en la sociedad. Sus

amigos le abandonan, mejor dicho, nadie quiere ser su amigo.

Solo lo visita la señorita Lola la Billetera...

ABOGADA VICENTE GALIANA.—No creo que lo visite porque

en este momento está recuperándose de la golpiza que le

acaba de dar.

VÁZQUEZ VARELA.—Discutíamos por la perra. Me dolió que

la vendiera.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—¡Se la vendió a su abuela!

LA PERRA.—Me aburro, quisiera volver al prostíbulo.


ABOGADA VICENTE GALIANA.—Lola la Billetera, al igual

que su madre, fue golpeada por él en anteriores y repetidas

oportunidades.

LA PERRA.—A mí, también. Sobre todo, cuando llegaba borracho.

O sea, siempre.

IGNACIO ROJO ARIAS.—No se puede juzgar a una persona

por sus antecedentes.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—¿Una vida criminal no lo

hace sospechoso?

IGNACIO ROJO ARIAS.—Es imposible que después de este

mal momento por el que pasa, la lección no vaya a influir en

su conducta futura.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—En menos de cinco años estará

matando a otra persona.

(En «off» escuchamos la voz del voceador decir:

«Extra, extra».)

Séptima versión

HIGINIA BALAGUER.—Hubo hombres, no estuve sola, hubo

hombres y recibí ayuda de mi amiga Dolores Ávila.

JUEZ.—¿Qué?

¿Séptima versión?

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Sí, señoría.

DOLORES ÁVILA.—Me llamo Dolores Ávila, y no tengo nada

que ver.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—La señorita Higinia quiere

ampliar la declaración.

(La FISCAL toma aire.)

HIGINIA BALAGUER.—No, no estaba sola. Hubo hombres.

FISCAL.—(Con todo el escepticismo.) ¿Cuántos?

HIGINIA BALAGUER.—Uno. No, dos.

FISCAL.—¿Quiénes son, y qué participación tuvieron las personas

de sexo masculino que usted señala?

HIGINIA BALAGUER.—Evaristo Medero y Avelino Gallego.

Ellos mataron a la señora, se llevaron las joyas, el dinero, y lo

escondieron en un lugar que no sabemos dónde queda.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Los dos muy amigos del joven

Vázquez Varela.

IGNACIO ROJO ARIAS.—Y muy amigos, en ciertos casos hasta

la intimidad, de la señorita Higinia Balaguer.

ABOGADA VICENTE GALIANA.—Tenemos una testigo, la

criada de la casa del frente, la señorita Gregoria Parejo.

Ella dice:

GREGORIA PAREJO.—Yo vi a Higinia, desde el balcón, hacerles

señas a dos hombres.

HIGINIA BALAGUER.—Es mentira.

JUEZ.—¿Hubo o no hubo dos hombres?

HIGINIA BALAGUER.—Sí, pero a ellos no les estaba haciendo

señas, era a Dolores Ávila.

DOLORES ÁVILA.—Mentira.

HIGINIA BALAGUER.—Es verdad, Dolores estaba en la calle,

en la acera de enfrente.

IGNACIO ROJO ARIAS.—(A GREGORIA PAREJO.) ¿Según

usted esos gestos significaban «entre a la casa y matemos a

una mujer»?

GREGORIA PAREJO.—A mí se me lo parece.

IGNACIO ROJO ARIAS.—Señoría, creo que estas conjeturas,

confusiones y quebraderos de cabeza no son más que alucinaciones

de la criada.

HIGINIA BALAGUER.—Sí, yo también creo.

TODOS.—¿Qué?

HIGINIA BALAGUER.—La única culpable soy yo.

LA PERRA.—No entiendo a la gente.

Octava versión

JUEZ.—¿Vamos a iniciar la octava versión, señorita?

HIGINIA BALAGUER.—Sí, pero esta vez sí es la última.

(Poniéndose de pie de repente.)

No fue el joven Vázquez Varela, ni un hombre con barbas, ni

Evaristo Medero, ni Avelino Gallego; fui yo sola en compañía

de mi amiga Dolores Ávila.

DOLORES ÁVILA.—¡Es mentira!

HIGINIA BALAGUER.—Mi amiga Dolores se quedó con todo

el dinero y las alhajas.

FISCAL.—Esta mujer, dotada de facciones que denotan una

gran serenidad, contesta con la sonrisa en los labios a las preguntas

del juez, y cuando se ve comprometida por la ambigüedad

de sus respuestas, se encierra en discreto silencio.


DESCRIPCIÓN DETALLADA DEL CRIMEN

HIGINIA BALAGUER.—Fuimos nosotras solas.

Las dos matamos a la señora.

Pero yo soy menos culpable que Dolores.

DOLORES.—Yo no hice nada.

HIGINIA BALAGUER.—Me amenazó con un cuchillo.

DOLORES.—(En el lugar de los hechos. Amenaza a HIGINIA

con un cuchillo.) Sujete a la anciana.

HIGINIA BALAGUER.—No soy capaz.

DOLORES.—(Mostrándole el cuchillo.) Usted o ella.

HIGINIA BALAGUER.—(Al igual que en la escena anterior,

sujeta a quien pueda hacer el comodín.) ¿Así?

DOLORES.—Eso.

(Le mete a la rehén trapos en la boca. A la rehén.)

Si pone resistencia le entierro esta navaja.

HIGINIA BALAGUER.—(En el presente.) En realidad, no la

agarré así, sino por el cuello…

Mientras Dolores le metía en la boca un pañuelo con nudos.

DOLORES.—No sé manejar cuchillos, ni siquiera cocino.

HIGINIA BALAGUER.—La hirió con la navaja.

DOLORES.—No.

HIGINIA BALAGUER.—Luego la remató brevemente.

FISCAL.—Qué quiere decir con «brevemente».

HIGINIA BALAGUER.—(Básica.) Ay, no lo sé, es que yo sentí

como repugnancia y como horror, y con tanta atrocidad yo me

fui para la cocina.

(Camina hacia un lado, se aparta. LUCIANA

BORCINO se acuesta en el piso, DOLORES cuenta

billetes.)

Cuando volví…

(Grita. Se acerca a LUCIANA BORCINO, comprueba

a ver si respira. A DOLORES.)

Está muerta.

DOLORES.—(Tranquila. Concentrada en los billetes.) Sí.

HIGINIA BALAGUER.—¿Qué hacemos ahora?

DOLORES.—Cambiar estos billetes de mil pesetas.

DOLORES.—No sé, qué quieres hacer.

HIGINIA BALAGUER.—Quiero comer algo, tengo hambre.

DOLORES.—Vamos a un restaurante.

HIGINIA BALAGUER.—Sí.

¿Y después podemos comprar bollos?

DOLORES.—Sí. Y después vamos a dar un paseo por el hipódromo.

HIGINIA BALAGUER.—Bonito.

LUCIANA BORCINO está acostada en el piso boca

abajo.

HIGINIA se acerca al cuerpo, no se atreve a tocarlo,

lo mueve con un pie, y luego con una mano. Se decide

a tratar de darle la vuelta, pero no lo logra; más

por miedo que por falta de fuerza.

Utiliza un palo para hacer palanca.

Finalmente logra ponerla boca arriba.

La arrastra hacia el centro de la habitación.

Entra LA PERRA y toma con los dientes algo de la

ropa de la señora, como ayudando a halarla.

HIGINIA trata de encender con una cerilla la ropa

del cadáver, pero no funciona, entonces envuelve

piernas y brazos con trapos y papeles.

Va hasta el bidón de petróleo, lo huele, tose.

Empapa las extremidades con el líquido.

Le grita a LA PERRA que se aleje.

Intenta prender una cerilla varias veces hasta que

lo logra.

Duda entre lanzar la cerilla o no.

Cuando está a punto de quemarse los dedos la lanza.

Oscuro.

Unas llamas mínimas.

FISCAL.—Entonces: usted volvió sola a la casa, le roció petróleo

al cadáver de la señora, y le prendió fuego; luego de eso

echó el cerrojo a la puerta y se fue a su cuarto a dormir.

¿Estoy en lo correcto?

HIGINIA BALAGUER.—(Sin perder la compostura y la ingenuidad.)

Sí, señora. Todo eso lo hice porque Dolores me sugestionó.

HIGINIA BALAGUER.—¿Y después?


PASEO EN COCHE

Las dos en la parte de atrás del coche, hablan bajo.

DOLORES.—Hay que quemarla.

HIGINIA BALAGUER.—¿Qué?

DOLORES ÁVILA.—Es la mejor manera de borrar las huellas.

HIGINIA BALAGUER.—¿Quemar a la señora?

DOLORES ÁVILA.—Ya no es «la señora», ahora es una

muerta.

HIGINIA BALAGUER.—Así esté muerta no la voy a quemar.

DOLORES ÁVILA.—(La amenaza.) Entonces van a encontrar

tus huellas por todo el cuerpo, y te van a acusar, y te van a

meter a la cárcel.

HIGINIA BALAGUER.—(A la FISCAL.) Fue por sugestión de

Dolores. Le quemé la cara y parte del cuerpo a la señora como

me lo dijo Dolores, después me acosté e hice el papel de que se

quemaba la casa para que no me echaran la culpa.

LA PERRA.—No recuerdo nada de eso.

HIGINIA BALAGUER.—Yo comencé a rezar porque me dio

mucha angustia el olor a carne asada, después me sentí mareada

por las pastillas que me dio Dolores Ávila, y le di de esas

mismas a la perra.

DOLORES ÁVILA.—No le di ninguna pastilla, ella tomó vinos

con los bollos.

HIGINIA comienza a rezar; sin dejar de hacerlo va

hasta la habitación siguiente y se acuesta.

FISCAL.—¿Estaba usted sola?

HIGINIA BALAGUER.—Sí, señora.

LA PERRA.—Yo estaba ahí. Higinia no me dio nada.

JUEZ.—En mi calidad de Juez en el caso del crimen de la calle

de Fuencarral.

Declaro al señor José Vázquez Varela y al señor Millán Astray

inocentes de todo aquello de lo cual se les acusaba por no resultar

nada contra ellos, sin perjuicio de abrirles nuevo proceso

por quebrantamiento de condena.

A la señorita Dolores, la condeno a dieciocho años de reclusión

por complicidad y encubrimiento.

Y a la señorita Higinia Balaguer la declaro culpable del asesinato

de la señora Luciana Borcino, y ordeno que sea condenada

a muerte por medio de garrote vil a la mayor brevedad.

EJECUCIÓN. TABERNA CON VISTA AL PATÍBULO

Se escuchan comentarios sobre el caso, mientras se

piden viandas, bebidas y comidas.

Bullicio total, ensordecedor.

GENTE

—Es una asesina ¿más vermut?

—Dame algo más fuerte. Castigo ejemplar necesitan estas sirvientas.

—Nos van a terminar matando a todos.

—Por esa plata yo también mataría a la vieja. Jajajajaja.

—El hijo la mató.

—Iba a heredar pronto, no tenía afán.

—Los drogadictos no tienen paciencia.

—Si hubiera sido él, también habría matado a la sirvienta.

—Es un loco, le había pegado dos veces a la mamá. ¡Dos montaditos

de boquerones!

—La sirvienta comió en restaurante fino después de matar a

la vieja.

—No te rías que no es chiste. Después la quemaron.

—No fue Higinia, se inculpa para proteger a alguien.

-—¿Y por qué razón?

-—No todo tiene una razón. Hay una entidad desconocida y

poderosa, extraterrenal, mágica.

—De todos los trabajos nunca sería verdugo.

EMILIA PARDO BAZÁN.—¿Lo rechazas?

GENTE.—Es como un asesino, pero con contrato con el estado,

doña Emilia.

(Risas.)

EMILIA PARDO BAZÁN.—Exactamente, hay un verdugo porque

hay unas leyes que legitiman al verdugo.

GENTE.—(Básico. Como el verdugo.) Hoy puedo comer más

porque maté a dos.

(Risas.)

EMILIA PARDO BAZÁN.—Disfrutan de la ejecución. ¿No?

GENTE.—Usted también vino a mirar, doña Emilia.


EMILIA PARDO BAZÁN.—Porque voy a escribir sobre

ustedes.

GENTE.—¿No lo escribirá don Benito?

EMILIA PARDO BAZÁN.—Sobre este caso ni una letra más de

lo que hasta aquí dijo. Don Pio Baroja sí dirá:

Todos se ponen de pie. Todos en silencio. Menos:

PIO BAROJA.—«Traen a la vaquilla, Higinia se llama, tiene 69

kilos “de peso”, alimentada y criada en las granjas de Fuencarral

y Callao».

VÁZQUEZ VARELA.—Me alegra sobremanera que todo se

haya esclarecido.

Mi nombre, José Vázquez Varela, queda limpio ante la ley y

ante la opinión pública.

Esta mujer de rasgos peligrosos me generaba mucho temor,

por la vida de mi adorada madre y por la mía propia.

Que reciba un castigo ejemplar.

Una muerte lenta.

En la primera vuelta del torniquete una sensación de vómito,

como cuando se huele pescado podrido.

No vomité, ni saqué la lengua, no quería que nadie se riera.

En la segunda vuelta vino el mareo, sabía entonces que me iba

a morir, comenzaron las ganas de soltarme de las manos. Pensaba

que si podía soltar las manos iba a poder vencer a todos

los que me rodeaban y organizaban mi muerte.

Algo traqueó.

Era la tercera vuelta.

Al principio sentía que era en otro cuerpo, pero después vino lo

peor: ahogo, gestos horribles, ruidos del fondo de la garganta,

acumulación de saliva, sensación de los ojos saliéndose de las

órbitas, ganas de cagar, orines mojándome, y el máximo esfuerzo

por que entrara un poco de aire, aunque fuera un poco.

Rogaba porque llegara la cuarta vuelta del torniquete.

Llegó.

Al fin me morí.

GARROTE VIL

HIGINIA de pie, atada.

A su lado la silla llamada garrote vil.

Dos expertos señalan las partes sobre las que se da

la explicación.

FISCAL.—(Señalando las partes de HIGINIA.) El axis se encuentra

abajo del atlas y encima de la vértebra cervical C3.

EXPERTO.—(Señalando las partes de la silla.) El garrote vil

es una especie de silla con un espaldar alto y delgado que supera

el límite de la cabeza.

A la altura del cuello tiene un collar y en la parte de atrás del

collar un tornillo que lo hace retroceder.

FISCAL.—(Mientras se lo pone a HIGINIA.) Al poner el collar

a la condenada y girar el tornillo a esta se le disloca la apófisis

de la vértebra axis sobre el atlas, lo que producirá rotura de

cuello a la víctima.

Pero no siempre sucede esto, de hecho, casi nunca ocurre, la

muerte suele sobrevenir por estrangulamiento, después de

una serie de lesiones laríngeas. Una agonía lenta.

HIGINIA BALAGUER.—Esta es una versión, tengo varias,

también de este hecho.

(Mientras se desata.)

Mi cuerpo quedó expuesto durante nueve horas en el mismo

lugar en el que se produjo mi muerte con el objeto de hacer

valer la eficacia preventiva de la pena capital.

¿Qué querían exponiéndome así?

¿La intimidación general?

¿Dolor y estupor?

¿Qué no se volvieran a cometer delitos?

¿Para que nadie investigara más en un caso donde había

confusión y estaban implicados personajes poderosos de la

ciudad?

Vamos a ver.

Novena versión

HIGINIA BALAGUER.—Yo no maté a nadie.

EPÍLOGO

DUEÑO DEL PERIÓDICO.—(Al PERIODISTA.) Cinco años

después, Vázquez Varela asesina a una prostituta y es condenado

(esta vez sí) a catorce años de cárcel. 2

2

Cuarenta y cinco años después el General Millán Astray, hijo del director de la cárcel Modelo Millán Astray, discute con Unamuno y le grita

«muera la inteligencia, viva la muerte».

Ciento veinticinco años después la calle General Millán Astray es cambiada de nombre por avenida de la Inteligencia.


LA PERRA.—Al día siguiente de la ejecución, y cuando la

prensa y la gente dejaron de hablar del caso, la señora me

botó a la calle.

Estuve al lado de Higinia hasta que se la llevaron. La dejaron

ahí, sentada en el instrumento de la ejecución.

El Juez hizo retratos de ella.

¿Por qué no denunció al asesino?

No sé.

Pero sí sé que no mató a nadie.

FIN


El último

viaje de

Galdós

de Laila Ripoll y Mariano Llorente

En memoria de Antonio Lozano, amigo del alma

PERSONAJES

BENITO PÉREZ GALDÓS

EMILIA PARDO BAZÁN

RUTH MORELL, también conocida como Concha o Conchita

LORENZA COBIÁN, la madre de la hija de Benito

DOLORES, la madre de Benito

SISITA, el primer amor de Benito

FRANCISCO, a secas

PRIMERA PARTE

DOLORES

Un músico interpreta retazos con una viola (parte

de la viola del «Quinteto de cuerda en do mayor» de

Beethoven.)

—Mi niño, mi dulce niño, tan enfermizo, tan frágil, tan débil,

tan fantasioso… mi niño, que era mi encanto, mi alegría, mi

ser, todo cuanto quería tener en la vida mortal y en la otra…

sí, en la otra, quiero tenerlo aquí, conmigo, en la eternidad…

Y no, no me lo quitarán. No podréis quitármelo, no os lo permitiré…

Amo tanto a mi hijo… lo amo tanto que lo siento un

ser semejante a mí, inferior a mí, dentro de mí misma, un alma

para los dos… No, no quiero que sus ideas, sus sentimientos

nos separen… No puedo soportar que sus ideales discrepen de

los míos, porque si es así siento que no es mío, que no soy suya,

que me roban el alma…

Y la vida le ha enseñado a mi pobre ángel tantas cosas malas…

Ay, mi niño, yo siempre he velado por ti… pero el enemigo era

poderoso y grande, muy grande. Las tentaciones eran muchas

y a ti, frágil y quebradizo, siempre te faltó coraje, la Fe y la braveza

que a mí me sobran. Por eso tuve que tomar decisiones

por ti, por eso te tuve que separar de mi lado, ángel mío. ¿Lo

entiendes, mi niño? ¿Verdad que tú lo entiendes? Siempre creí

que enviándote lejos te conservaba para siempre… que algún

día comprenderías qué madre tienes y de qué abismos de perdición

supe apartarte… esa muchacha… esa familia… Hijo, hijo

querido, ¿dónde está, dónde, aquella conformidad dulcísima

entre tus pensamientos y los míos? ¿Dónde está aquel niño de

ojos profundos que me sonreía desde la cuna y me lanzaba sus

bracitos? Vuelve, vuelve a mí ahora, en el momento postrero.

Vuelve a la Verdad, vuelve al seno de tu madre amorosa, que

te adora. ¡Qué dulce va a ser besarte y cómo se va a refrescar

mi alma, abrasada con tantos rencores! ¿Por qué no habrás

permanecido niño siempre, siempre…? Siempre frágil, siempre

tímido, siempre asustado, siempre mío… únicamente mío.

Pero ahora, querido, chiquito, pajarillo, me has llamado de

nuevo. Desde esta oscuridad perpetua he escuchado claramente

tu voz diciendo ¡mamá! No madre, no. Eso es muy formal,

muy severo… No. He escuchado claramente cómo decías:

mamá. Mamá, la palabra más hermosa, más dulce, la que mejor

suena: mamá. Cierto es que en vida pocas veces me llamaste

así… quizá de pequeñito, de muy pequeño. Me llamabas en la

noche cuando tenías miedo, me llamabas en las largas siestas

del verano, cuando te aburrías, cuando estabas enfermo, cuando

reclamabas un beso o una caricia que yo no te daba… Las

caricias hacen a los hombres débiles, los besos los afeminan, les

quitan su fuerza. Pero en tu caso parece que dio lo mismo. El

castillo que fuiste por fuera era de crema por dentro. Después

se acabaron las pamemas, las zalamerías, los sentimentalismos…

me convertí en «madre» y me tratabas de usted, como

debía de ser, como mandan las reglas de la buena educación,

como dictaba el respeto.

El respeto, me río yo ya del respeto. El respeto no es hablar

de usted a una madre. El respeto es otra cosa… pero de eso

también me he dado cuenta después de muerta.

Vuelves a ser niño, grandullón. Aquel hombre que era como

una fortaleza se ha hecho pequeñito de nuevo. No eres más que

un viejecillo arrugado, poquita cosa, un cominín perdido en esa

silla, mi querido bebé. Vuelves a necesitar de una mano que te

alimente, de unos brazos que te transporten, de alguien que

te cambie los pañales, de una voz que te oriente en lo oscuro, de

una presencia que te quite el miedo, te quite el aburrimiento, te

sane, te acaricie y te bese.

Vuelves a necesitar a mamá, mi cielo, y aquí estoy. Esta vez

sin limitaciones, sin educación, sin pensar en el futuro. Esta

vez para ti todos mis abrazos y todos mis besos. Y ya nunca

más «madre», nunca más de usted. Solamente «mamá», para

siempre y únicamente «mamá».

Ahora… pajarillo mío, ¿me habré ganado por fin tu respeto?

Pasa pronto, noche de ansiedad… por la mañana… por la

mañana mi niño y yo estaremos juntos para siempre.


EMILIA Y CONCHITA

Un músico interpreta retazos con un violín (parte

del violín del «Quinteto de cuerda en do mayor» de

Beethoven.)

Una voz canta desde arriba una canción grosera

con una notable mala y doble intención. EMILIA

está hastiada, como quien lleva discutiendo con un

niño mucho tiempo.

EMILIA.—¡Ya está bien, Conchita! ¡No me calientes! ¡Baja!

RUTH.—No.

EMILIA.—¡Que bajes!

RUTH.— No me da la gana.

EMILIA.—¡Baja o subo yo a buscarte!

RUTH.—A ver si te atreves, púa, más que púa.

EMILIA.—¿Qué me has llamado?

RUTH.—¡Púa! ¡Cara de cerda!

EMILIA.—Repite eso.

RUTH.—Cara de cerda, so cerda. Vaca vieja, fea…

EMILIA.—Baja o subo y te arrastro.

RUTH.—Atrévete.

EMILIA.—No perdamos la compostura. Intentemos conversar

como dos personas civilizadas y bien educadas…

RUTH.—¡Mamarracha! ¡Chocho viejo!

EMILIA.— ¡Baja ahora mismo! ¡Baja o subo y de un bofetón

te pongo patas arriba! ¡Baja, hereje!

RUTH.—¡Inténtalo! ¡No puedes, soy un ectoplasma!

Pausa larga. EMILIA resopla y da vueltas. Desde

arriba se escucha a CONCHA cantar.

EMILIA.—Calma, serenidad. La pobre no tiene culpa… la pobre

bastante tiene con su histeria… Tengamos generosidad y

paciencia. Al fin y al cabo ella ya no existe y yo sí.

CONCHA continúa cantando con evidente doble intención.

EMILIA.—Mala idea que tiene la niña. Pobrecita para lo que

quiere… loquita y muertecita para lo que le interesa… el cuento

de la pobre cojita… El fantasmita cojo de las narices… qué

perra que le ha entrado con la dichosa canción. Pero calma…

no caigas, Emilia, no caigas en su provocación… es lo que

quiere, provocarte, hacerte descender a su nivel… Solo eso me

faltaba… aquí, discutiendo con un personaje, con una muerta,

como si fuésemos dos verduleras de La Latina… no, hija, no.

Silencio. Mi respuesta a tu provocación va a ser el más sepulcral

silencio. Sepulcral, como la tumba en la que deberías estar

encerrada y no saliendo para venir a darme la matraca. Como

agarre a Francisco lo machaco. Chitón, neniña.

CONCHA continúa con su canción durante unos segundos.

EMILIA se sienta en un escalón y contiene

hasta la respiración. CONCHA se calla. Llama.

RUTH.—Oye… oye, ¿aún estás ahí? Contesta: estás ahí,

¿verdad? No me asustes… Emilia… Contesta… ¿Te has

marchado y me has dejado sola? ¡Emilia! No me asustes, que

ya sabes que la soledad me da mucho miedo. ¡Emilia! Que si no

me convocáis me vuelvo al limbo… ¿Estás ahí?

Se escucha un traqueteo desigual descender por la

escalera. CONCHA baja apoyada en una muleta. Le

falta una pierna.

RUTH.—¡Emilia! ¿Te has marchado? Emilia… que tengo

miedo.

CONCHA baja. EMILIA la espera sentada en la escalera.

EMILIA.—¿Ya te has calmado?

RUTH.—Perdóname.

EMILIA.—Has sido muy desconsiderada y muy cruel,

Conchita, muy cruel.

RUTH.—Es la soledad del sepulcro, que me vuelve mala. Me

entra un no sé qué que me revuelve toda por dentro y solo

tengo ganas de fastidiar a los vivos. Igual es por envidia, qué

sé yo… No sé… mi alma era blanca, Emilia, pero han echado en

ella tanta porquería y la han pisado tanto que si no se ha vuelto

negra del todo, por lo menos está sucia y magullada.

EMILIA.—Sí, hija, sí… pero eso no justifica…

RUTH.—Ya, ya sé… él estaba harto de mí, hacía todo lo posible

para que yo lo comprendiese y lo dejara en paz. Y yo lo

comprendía; pero él era para mí todo en el mundo. Si hasta me

he hecho judía por él, para fastidiar a todos los que le atacaban,

para que rabien y se chinchen…

EMILIA.—No llores, hija, y, sobre todo, no sorbas los mocos,

que en un fantasma es una cosa muy fea…

RUTH.—Él era para mí el único, le he entregado mi alma y

vida. Él me abandona y me desprecia… si estoy aquí no ha sido

porque él quiera despedirse. Ha sido por una equivocación de

Francisco, eso seguro.

EMILIA.—No, hija. Te ha llamado a ti. La que está aquí por

pura casualidad soy yo.

RUTH.—¿Tú?


EMILIA.—Sí, yo.

RUTH.—¿Y cómo lo sabes?

EMILIA.—Porque yo estoy viva, neniña. Yo estoy viva y a los

vivos no se nos convoca. A los vivos se nos manda un telegrama

o se nos llama por teléfono, que es una cosa muy moderna.

RUTH.—¿Entonces?

EMILIA.—No sé, esto es muy extraño. Creo que me he debido

de quedar dormida. Lo último que recuerdo es estar trabajando

en mi escritorio, allí en el pazo… lo siguiente ha sido encontrarme

aquí… persiguiéndoos a todas por estos pasillos, a

cientos de kilómetros de mi casa. A lo mejor es que la que tiene

ganas de despedirse de él soy yo y me he hecho un viaje astral

de esos de campeonato.

RUTH.—¿Tú crees, entonces…?

EMILIA.—Sí, queridiña. Te ha llamado. Claro que te ha llamado.

Hazme caso, que más sabe el diablo por vieja que por

muerta.

RUTH.—Pero… pero qué va a pensar cuando me vea… estoy

sin arreglar… han pasado muchos años… debo de estar hecha

un adefesio.

EMILIA.—No, hija, adefesio soy yo. Tú siempre fuiste un precioso

cadáver.

RUTH.—Ay, Emilia… no sé qué tengo, pero cuanto más muerta

estoy más ganas tengo de luz, de flores y de alegría.

EMILIA.—Qué me vas a contar… De todas maneras no te vayas

a creer que él está mucho mejor. Parece más muerto que

tú… y muchísimo más viejo que nadie.

RUTH.—No me importa.

EMILIA.—Pues vamos a buscarle, hija… venga, no tardemos

a ver si se nos va a hacer tarde, que yo tengo que volver. A ver

si me voy a despertar y me quedo sin despedirme, vamos, hija,

vamos…

LORENZA

Un músico interpreta retazos con una viola (parte

de la viola del «Quinteto de cuerda en do mayor»

de Beethoven)

LORENZA COBIÁN, con un pañuelo largo y grande.

—Antes de arrojarme al tren he querido leer todas tus novelas,

canarión mío, una a una, letra a letra, pasmo a pasmo. Pero

les ruego no digan a las autoridades que estoy aquí. Si me encuentran,

me van a soltar un sermón acerca de las bondades

de la vida. Son muy pesados estos alguaciles, y se empeñan

en convencerte de lo que está bien y de lo que está mal y no

te dejan ni respirar. Me han encerrado aquí para que no me

dañe, dicen, para que no me dañe. ¿Y las lesiones que ya me

ha producido la vida? Si mi vida es una herida abierta, ¿quiénes

son las autoridades para impedir que yo me quiera curar?

No me conocen, no saben que conmigo han pinchado hueso,

¿verdad, mi amor? Tú me enseñaste a leer, vientre mío, y ahora

soy Finea y quijota y asturiana y si no me arrolla el tren

hoy mismo, mañana me lanzaré al vacío desde algún puente,

o degustaré con ansia algún veneno o acariciaré mis venas

con un delicado bisturí. Oh, qué bella muerte, qué definitiva

consagración, mi dramaturgo, arrojarse desde aquí al patio de

butacas en plena representación. Ay, no me delaten, por favor,

que Dios tiene que tener un sitio donde acoger a las suicidas.

Y digo yo que poco les importará a ustedes la suerte de mi persona

si hasta hace unos minutos nada sabían de mi existencia.

Antes de todo, tengo que verte, porque me has llamado. Si estoy

aquí ahora es porque te estoy buscando. Y te estoy buscando

porque me has llamado. Escucha, mi hombre de letras,

escucha: en esta redoma ebria (se toca la cabeza), —¿es buena

la metáfora, mi maestro?— braman miles de tus páginas,

todas ellas ejemplares: ¡Ey, amigo Manso, cobíjame en tu

fresca sombra y no digas miau que aunque yo no sea perfecta

no merezco tu tormento, porque soy audaz y más triste que

Tristana y una pizca más guapa y mejor formada que la pobre

Marianela. ¡Ey, señor León Roch, yo soy la loca de la casa, y

por ello pido misericordia, valiente Nazarín, y brinco como

la de Bringas; Jacinta, no te dejes engañar pues perderás

tú Halma, Casandra… Vaya incógnita, no soy caballero

encantado, siempre me ha gustado lo prohibido, ¿tengo yo

algún mal, doctor Centeno, ya que no es usted doctor ni ná?

Se me ha caído la novela en el tranvía, ¿estoy desheredada,

señor Torquemada? Voy a tomar un litro de aguardiente en la

fontana de oro, y estaré en la gloria, a su lado, señor Guerra,

¿es usted mi abuelo? Fortuná, Fortuná, ¿dónde estoy, fuera o

dentro de la realidad?

Quiero acabarme porque no soporto el latido del tiempo. De

verdad que no. Me tortura el mecanismo incomprensible del

tiempo, su terrible monotonía, ayer, hoy, mañana, ahora,

después, luego, antes, ayer, hoy, mañana, ahora, después,

luego, antes, siempre, nunca, cuándo, y más aún, la caída del

sol, en las tardes larguísimas de otoño. Y tengo una soledad

que ahoga mis sentidos, como de gaviota muerta en la playa, y

ahora sonrío por nada, y mañana ya no sé si alguien me ve,

y gesticulo ayer, y nadie me ve, y siempre hablo, y nadie me

ve, y cuando grito, nadie me ve…

A través de mí, mi amor, canariote grande y bello, porque

entraste en mi asturiano vientre, a través de mí, te vas a

prolongar más allá de tu tiempo y del mío. Y algo de mí viajará

contigo, particulitas de mí, digo. A lo mejor si alargo mis manos

puedo rozar algún día al hijo de la hija del hijo de nuestra hija.

Y ahora, o ayer, o mañana, o cuando quieran ustedes, si son


tan amables, váyanse a dar un paseíto porque tengo que ver a

mi amado, y después darle un uso importante a este pañuelo.

Me voy a suicidar.

SISITA

Un músico interpreta retazos con un violín (parte

del violín del «Quinteto de cuerda en do mayor» de

Beethoven) pero con un marcado tinte caribeño.

SISITA acompaña con un güiro o unas claves. Baila

para ella misma, sin el menor sentido del espectáculo.

—¿Alguien le ha visto? No puede andar muy lejos. Estoy

segura de que me ha llamado. Podría reconocer su voz aunque

me encerraran en un baobab y me arrojaran al fondo de un

lago… ¿Qué habrá sido de él en todo este tiempo? ¿Cuánto

tiempo? De estos años, ¿alguien me puede dar noticia de él? Yo

no sé nada de él, porque no sé qué fue de mí. ¿Llegó a escribir

alguna crónica en los periódicos? ¿Publicó alguna novela?

¿Triunfó en el teatro? ¿Alguien me lo puede decir? ¿Alguien

me puede decir si fue feliz? Cuando nos deslizábamos entre

los cañaverales con la ropa empapada de sudor sí éramos

felices. Y cuando dábamos de comer a los gatos pescado crudo

o caminábamos varios kilómetros contando todos los lagartos

que veíamos. Algunas veces sorprendíamos a los pulpos en las

rocas con su botín de aros y anillas pegados a sus tentáculos e

intentábamos quitárselos, yo, por las bravas, él, con razones

de todo tipo. Me moría de risa oyéndole decir a un pulpo que

la riqueza del mundo había que compartirla. Un día un pulpo

debió rendirse a su cháchara muerto de aburrimiento y le pudo

sacar una perla. Era una perla baratucha, como del pendiente

de una muñeca, que a mí me pareció un tesoro cuando me la

regaló. Y también éramos felices cuando nadábamos hasta

muy adentro del mar, muy adentro, hasta que él se asustaba y

me decía casi sin aliento que nos volviéramos, y yo le invitaba

a seguir un poco más, y él me suplicaba que regresáramos, y

cuando ya no podía aguantar yo su angustia me sumergía un

buen rato, un minuto o más, y cuando sacaba la cabeza era

para encaminar mis brazadas hacia la playa, y él detrás de

mí, exhausto, pero con la suficiente energía para insultarme

y decirme que me iba a matar cuando llegáramos a la orilla,

a la que yo llegaba un buen rato antes que él, y me quedaba

tumbada, exhausta también, extenuada de felicidad. Luego

llegaba él y me insultaba en español un buen rato, y según

se le iba pasando el enfado me acababa insultando en inglés

mientras me arrojaba arena a la cara y yo me moría de risa y

luego me obligaba a jurarle que no volvería a hacer eso nunca

más y yo le decía a todo que sí y luego nunca le hacía caso

en nada. Y éramos felices. Y nos gustaba jugar a escondernos

el uno del otro entre las rocas grandes donde rompía el mar,

y quien primero encontraba al otro era su amo durante una

hora entera. Yo le pedía que robara frutas de algunas casas,

plátanos, peras, melocotones, y luego nos las comíamos, él de

mi boca y yo de la suya, hasta casi rozarnos los labios, con la

ropa empapada de agua, sal y deseo. Él me pedía cosas que…

mejor no les voy a contar. Me lo guardo para mí… Una noche

de luna llena nos metimos desnudos en el mar, estábamos a

varios metros el uno del otro. Yo le tendí mi mano, invitándole

a acercarse. Él se acercaba y me decía «espero que no se te

ocurra ahora ponerte a nadar como un loca porque no

te pienso perseguir» y yo le tendía mi mano. Así se aproximaba

él, así me alejaba yo. Así, minutos. Muchos minutos. La luna

me dejaba ver aquellos ojos rasgaditos, mi chinito, y su mano

que casi tocaba ya la mía, yo era dueña de esa distancia, me

alejaba, le dejaba acercarse, me alejaba un poco, se acercaba

mucho, se acercaba más y me alejaba un poco, hasta que por

fin alcanzó mi mano, y la acarició, y entrelazó sus dedos con los

míos, y creí oírle respirar, o tal vez era el mar, que se relamía,

no lo sé, pero algo ardía dentro de mí, mi cuerpo era un tizón

de fuego y él se acercaba despacio, y yo sucumbía, y sus ojos

achinaditos como dos ascuas que me bebían, y sus brazos que

me envolvían, sus manos de agua ardiente que me lamían,

hasta que me fundí con él… Al día siguiente me contó que su

madre ya lo había arreglado todo para que se fuera a Madrid

a estudiar Derecho. Y derecho se fue para allá… Ni siquiera sé

ahora si mi vientre guardó un rescoldo de aquellos días felices.

No lo puedo saber, no lo puedo recordar… Y me gustaría

haberme quedado para siempre en aquella mar, fundida con

él. Ahí se tenía que haber acabado el mundo. ¡Zas, final del

Tiempo! Dicen que hay muchos amores, pero solo hay un

primero. ¡Y ha pasado tanto tiempo! ¿Alguien me puede decir

qué fue de él? ¿Amó mucho? ¿Escribió? ¿Es prescindible lo

que nos legó? ¿Vivió mucho? ¿Acabó encorvándose sobre un

bastón? ¿Alguien me puede decir si fue feliz? Yo no lo puedo

saber porque yo no existo. Pero yo poco importo. Yo solo existo

a su lado. ¿Sabe alguien si alguna vez me mencionó? ¿Si alguna

vez me recordó? No puede andar muy lejos. Estoy segura de

que me ha llamado. (Y tal y como la encontramos vuelve a

cantar y bailar sus sones cubanos.)

EL SEÑOR CIRCUNSPECTO

Un músico interpreta retazos con un cello (parte

del cello del «Quinteto de cuerda en do mayor» de

Beethoven.)

—Buenas tardes. Un minuto nada más. Esto que tengo que decir

es de vital importancia. Nos jugamos mucho. No se esconda

usted, don Benito. No he sido invitado a esta fiesta de despedida,

lo sé. Pero espero que después de mi visita se sienta usted

reconfortado. Sus ideas me son tan ajenas, a veces tan incompresibles,

a menudo tan irritantes, con frecuencia tan

insoportables, como lo serán las mías para usted. Desde esa

certeza, desde esa íntima convicción, considero que mi visita

es un acto de generosidad por mi parte. No le voy a pedir un

imposible. Le voy a pedir solo un gesto. Y después me iré por


donde he venido. Sé que no soy bien recibido entre los suyos.

Y entre los suyos yo tampoco quiero nada. Le deseo un feliz

viaje, don Benito. Y por mucho que se esconda usted, sé que

mis palabras llegarán a sus oídos. Decirle, simplemente, que

me conformaría con que usted tuviera un gesto de arrepentimiento.

Nada más. Solo un gesto de contrición y yo y muchos

compatriotas nuestros dormiríamos más tranquilos. Incluso

usted, me permito decirlo, incluso usted, tiene derecho a esa

reconciliación, incluso usted, don Benito Pérez Galdós, que ha

zaherido como nadie a esta nación nuestra que se llama España

y que usted dice amar. ¡Me cisco yo en su amor a España!

¡No se puede amar aquello que al mismo tiempo se maltrata!

¡Permítanme el oxímoron! La nación española no puede

permitirse acoger en su seno a aquellos que la quieren destruir.

He aquí el peligro de su existencia, don Benito, y el peligro

de que su obra perdure: que dice usted amar a España. ¡Vaya

manera de amar a España! ¿En qué obra suya, incluso en la

más leve, no hay un dardo envenenado dirigido al mismísimo

corazón de nuestra fe católica? España lo es por su fe. España,

o es católica, o no es. Y usted ha zarandeado con sus fábulas

los cimientos de nuestra tradición, de nuestra historia y de

nuestra civilización… ¡Qué comprensivo se muestra usted con

esas otras confesiones apócrifas! ¡Qué respetuoso y tolerante!

Meta en su casa a esos hebreos marroquíes que tanto le gusta

hacer hablar en sus novelas… Llévelos a su villa de San Quintín,

don hombre bueno. ¡Qué buena persona es don Benito y cuán

compasiva es su mirada para con el ser humano! Para con los

menesterosos, los desharrapados, los desgraciados e incluso

con los obreros revolucionarios. ¡Métalos en su casa y deles

de comer, a ver lo que tardan en degollarle! Usted ha ido de

la mano a nuestro glorioso parlamento con los enemigos de

nuestra nación, sí, señor Galdós, sí, con lo enemigos de España,

de la fe católica y de nuestra monarquía. Y he de recordarle que

para nosotros, españoles con orgullo y por siempre, españoles

hasta el llanto, españoles hasta la muerte, usted ha maltratado,

de una manera consciente, empecinada y machacona nuestra

esencia y nuestro ser. ¿Talentosamente? No lo discuto. Por eso

duele tanto usted. No es usted cualquier hombre, no, señor,

es usted una gloria nacional. ¿Equivocadamente? Desde luego

que sí. Usted no ama a España, no, señor. Usted solo ama

esas patrañas ideológicas que enferman su mente, usted solo

ama su ego, y su cuenta bancaria, don Benito Pérez Galdós. Y

el daño que nos hace es inmenso. Si de mí dependiera, y sin

dudarlo ni un segundo, quemaría todos sus libros, y a usted

le encerraría bajo siete llaves. ¡Poner a la mujer a la misma

altura que el hombre es una enajenación, una aberrante idea

que daña más a las mujeres que a los hombres! ¡Qué podemos

esperar entonces, verlas de ministras y aun presidiendo las

naciones! Porque robarle la feminidad a la mujer es atrofiarla,

su supuesta igualdad con el hombre es peor que matarla,

porque la mujer es y existe en tanto que perfecto complemento

del hombre, adorno, ternura, delicadeza, hogar, flor y vientre.

¿Se nos acusa de intolerancia? ¿Y qué? Quien tanto urde, quien

tanto amarga, quien tanto enoja, quien tanto miente y quien

tanto ultraja, merece la exclusión, el desprecio y el olvido. ¿Se

arrepiente usted? Conteste, ¿se arrepiente usted?

SEGUNDA PARTE

BENITO PÉREZ GALDÓS

En un butacón, que luego veremos que se desplaza

sobre ruedas. Lleva gafas oscuras. Habla, al principio,

con una especie de mascullar imperceptible.

—¡Madre mía! ¡Qué bajón he dado! ¡Qué bajón! ¡Y cómo

huele a cripta, a columbario, y a la vez a bodega de Neptuno

y a tripas de cherne y albacoras! ¿Dónde me has metido, tú,

demenciado? Te dije que quería acabar mis días en un teatro,

locuelo, en un coliseo, no en esta cochiquera mohosa, en este

antro tuberculoso que hiede a desagüe y triquinosis… Oigo

voces por todas partes… Están ahí, están ahí, y yo encerrado

en este antro. Madre mía, la vejez, ¡qué hija de puta es la

vejez! Y todas me resultan voces familiares… Tal vez el

diapasón de mi entendimiento tampoco esté ya muy afinado,

pero hay algunas cosas que no se me van a despintar ni vivo

ni muerto, ni loco ni cuerdo... esas voces… Desde que casi no

veo oigo como un tísico, pero a la vez me siento observado

por miles de ojos, por multitud de ojitos de samas, viejas,

pejeverdes y bocanegras… ¿Dónde me has encerrado, orate

sin fondo? ¿Estoy condenado a galeras por la eternidad?

Tengo frío, Francisco, mucho frío. ¿Por qué te has llevado mi

manta, canalla desquiciado? ¿Por qué me tengo que morir…

hoy, aquí, así? Te pedí dos favores, abade barbudo, te pedí

únicamente dos favores en este trance tan… tan… irreparable.

Únicamente dos favores. Uno, el sumergirme en las entrañas

de un Teatro, entre sus goznes y recovecos, deslizarme por

sus hombros, entre sus bastidores y patas, admirando sus

bambalinas y plafones, su peine, sus arlequines, su chácena,

su estrada… y el otro, compañía vieja, mis presencias del

pasado, mujeres, amigas, amantes, madre… algo que ahora

solamente tú puedes proporcionarme… ¿Dónde me has traído

a morir, congrio sin juicio, calamar, peje tostón? ¿Por qué me

haces sentir como una cucaracha vieja, ciega y moribunda,

solo en el rincón más infecto del universo? Y están todas ahí,

lo sé porque las estoy escuchando, porque las reconozco. Ay,

Dios, qué bajón, qué caída ya irreparable. Las mil deliciosas

sonrisas que degusté por aquellas calles de Madrid, aquella

ciudad a la que nadie dice amar y que tanto amor nos da y

donde tanto he amado… ¡Y mis tardes crepusculares en

aquella bahía de Santander, remanso del mundo, abrigo,

paz, descanso, hogar! Ay, Vegueta, ay, mi barrio de Triana

y mi barranco y mi calle Cano… Si no vine más fue para que

no me mordiera la morena del dolor… Sí, y porque estabas

muy lejos, diantres, por eso también, y mi ambición encontró

más huecos por donde colarse en los rotativos y editoriales

madrileños, claro está… Pero siento en canario, vivo en


canario, hablo canario, soy canario… Ah, no, cantar no, soy

canario pero no me pidáis que trine… Creo que allí donde

puse mis manos atemperé el frío, este frío que ahora tanto

me muerde, y claro que hay dentro de mí torrenteras de

amor y simas profundas de ambición y espinas de sangre y

lucha, pero siempre preferí templar la mano que blande el

cuchillo, y extender sobre el mundo en llamas una mirada

serena, dolorosa muchas veces, justa, equilibrada. La mirada

de un europeo que nació en África. La mirada de un ser que

nació en un terruño afortunado… Me agoto, Francisco, me…

extingo. ¡Y tengo frío! ¡Sácame de aquí, botarate! Me obligas

a hablar de mí y no me gusta hablar de mí. Para eso me hice

novelista, para ser yo detrás de otros. Tengo mucho frío,

Francisco, maldito sea el momento en que te dejé entrar en

mi casa... ¡y te dicté mis obras!… ¡Madre de Dios, madre de

Dios…! ¡A saber lo que habrás escrito, tú, enajenado, en esas

cuartillas! ¡Quiero decirle al mundo que todo lo que he escrito

en estos últimos tres o cuatro años no es obra mía, sino de

un neurótico, un perturbado obseso, un chalado maniático!

Sácame a ver el mar, hijo de tu madre, el mar abierto, donde

huela a sal y a azul, maldita sea, y a horizonte y a lontananza

y a arena, y no a esta tortura de inmundicias, aquí huele a

desperdicio de pámpanos y medregales y huele a escoria y

a tubería y a heces de malos actores y un poco a muerte y a

tedio, y a detritus de pejines, gueldes y longarones. Y ellas,

¿dónde están? ¿Por qué no vienen, si tanto me querían?

Dicho todo esto, repito, con mi dulce, serena y equilibrada

mirada canaria: (Lo grita, claro está.) ¿Alguien me puede

traer una manta? (Y tras el esfuerzo se queda dormido.)

Entra un HOMBRE. Reconocemos en él al SEÑOR

CIRCUNSPECTO, pero ahora es otro ser. En un lateral

los cinco músicos ejecutan, esta vez todos juntos,

el «Quinteto en do mayor» de Beethoven.

HOMBRE.—(Al auditorio, como si pronunciara un discurso

en las Cortes:) Queremos que una legalidad común, por

todos creada, tenga implícito y constante el respeto de todos.

Queremos que el encargado de observar y hacer observar la

Constitución no sea su enemigo irreconciliable. Queremos

que las causas que influyan en las supremas resoluciones las

podamos decir en voz alta delante de nuestras madres, de

nuestras esposas y de nuestras hijas.

EL HOMBRE cambia de voz y de ademanes, como

si su alma hubiese cambiado, agita con brío un abanico

imaginario.

Cállese ya, cállense todos, se lo ruego, madre, usted la primera.

¡Silencio!

EL HOMBRE se vuelve a transformar, retoma los

ademanes y la voz anteriores, que parecen corresponder

al GENERAL PRIM.

PRIM.—Queremos vivir la vida de la honra y de la libertad.

Queremos que un gobierno provisional que represente las

fuerzas vivas del país asegure el orden en tanto que el sufragio

universal echa los cimientos de nuestra regeneración social y

política…

EL HOMBRE se vuelve a transformar en la que sin

duda es ISABEL II, abanicándose con fuerza, presa

de tremendos calores.

ISABEL II.—Dejen de hablarme como si yo fuera lela. Al fin y

al cabo soy la reina de España desde que tengo 13 años… Madre,

este hombre que me habéis metido en casa no me divierte

nada, a su lado todo me agota… Con la de príncipes que hay en

Europa y me tenéis que casar que este pan sin sal… ¡Paquita

Natillas! Me acusan de mi desbocada pasión por los hombres,

pero yo creo que a mi marido aún le gustan más. Y además es

espía, intrigante y mezquino. ¡Y mea sentado!

Regresa PRIM.

PRIM.—Tenemos que promover la modernización y la democratización

de la vida pública, establecer la monarquía democrática,

la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad de

expresión, reunión y asociación, el sufragio universal, la abolición

de la pena de muerte y de la esclavitud, la libertad de

enseñanza, la unificación de la moneda y el juicio de jurados.

Otra vez ISABEL II.

ISABEL II.—¿Qué he de hacer? ¿He de resistir hasta que el

gobierno acabe con los revolucionarios o abdicar en mi hijo

Alfonso y exiliarme a Francia? ¡Adiós, España! (Inicio de mutis

mientras se despide con la mano y una profunda tristeza.)

PRIM.—(Volviendo.) ¡Viva España con honra! ¡Viva la libertad!

¡Abajo los Borbones! (Se lleva la mano al pecho como si

hubiera recibido una sarta de trabucazos, emite un grito desgarrado.)

BENITO se despierta con el grito de FRANCISCO.

BENITO.—¡Francisco! ¡Francisco!

PRIM.—Me han matado.

BENITO.—¿Qué estás haciendo, lunático?

PRIM.—Me matan porque todos querían reinar y yo he traído

a un monarca italiano. ¿Quién me llama?

BENITO.—¿Pero quién eres ahora, chalado, demente, orate

sin fondo?

PRIM.—Habéis matado a Juan Prim y Prats, Prats y Prim,

Pim y Pam, pim, pam, pum… el presidente del Gobierno de

España, canallas.

BENITO.—¡Franciscooooooo, o haces que Prim abandone tu

cuerpo o te encierro en el manicomio de Leganés.

El HOMBRE deja de ser PRIM para regresar a su

verdadero ser, que no es otro que FRANCISCO, el

secretario de BENITO.


FRANCISCO.—¿Quién me llama?

BENITO.—Me muero de frío, Francisco. ¡Tráeme la manta,

por favor!

FRANCISCO.— ¿Quién sois?

BENITO.—Yo, Francisco, yo. Benito. Galdós.

FRANCISCO.—(Poseído de nuevo por la reina ISABEL y

abanicándose sin tregua.) Ah, ya, ya, ahora me llamáis, pero

bien que apoyasteis aquella siniestra revolución que me desterró

para siempre.

BENITO.—Francisco, por favor, ¿quién te posee ahora?

FRANCISCO.—(En ISABEL.) ¡Caramba, Galdós, ustedes los

escritores lo quieren saber todo!

BENITO.—Te desheredo. Lo juro.

FRANCISCO.—Oh, entonces seré La desheredada. (Ríe su

propia gracia, frescachona como una gallina clueca.) Bien,

Galdós, bien, me agrada su interés. Soy Isabel, la de los tristes

destinos, la castiza. Su Majestad Católica doña Isabel II, por la

Gracia de Dios y por la Constitución de la monarquía española,

reina de las Españas.

BENITO.—Vaya por Dios, no podía ser otra.

FRANCISCO.—Pero como soy muy campechana puede usted

llamarme simplemente Isabelita o gordi. Venga conmigo,

le contaré muchas cosas, muchas: unas para que las escriba…

otras solo para que las conozca. (Empujando la silla de ruedas

de BENITO hacia un lateral.)

BENITO.—Como usted quiera, señora, pero tráigame la manta

de una puñetera vez.

FRANCISCO.—Vayamos hacia aquella sala, allí podremos

conversar tranquilamente, sin que nadie nos moleste. (Salen

de escena.)

BENITO.—(Off.) ¿Y mi manta?

(Se pierden entre las sombras. Inmediatamente se

oyen voces por el otro lado. Entran SISITA y DO-

LORES.)

SISITA.—¿Quiere usted sentarse?

DOLORES.—Sí, hija. Estoy muerta.

SISITA.—No hay donde sentarse. Pero salgo a buscar algo.

DOLORES.—No, no me dejes sola. Me recuerdas a una persona

que conocí hace mucho tiempo y tengo una pena aquí

dentro que me ahoga.

SISITA.—Yo a usted no la conozco de nada porque la acabo

de conocer perdida por ahí pero al mismo tiempo me parece

que la conozco de toda la vida y siento que la quiero mucho,

pero mucho, mucho. Me da la risa. Esto es una casa de locos

en la que me gustaría quedarme a vivir. ¿Sabe, usted? Hay una

mujer que les habla todo el rato a un grupo de personas, que

la miran muy serios, de que se va a suicidar. Me ha gustado

mucho escucharla, y sobre todo ver la cara de la gente, que yo

creo que no tenían ni idea de quién era esa mujer que se va a

suicidar. Y me lo he pasado de maravilla escuchando la bronca

de otras dos mujeres. Una presumía de ser escritora y la otra…

¿Oye? (Se oyen voces no muy lejanas, de los personajes que

ya conocemos.) Pero a mí a quien me gustaría encontrarme es

a Benito… Fue mi primer amor… ¿Quiere usted que le hable de

Benito? ¿Cómo se llama usted?

DOLORES.—Dolores.

SISITA.—Es un nombre muy triste. Yo me llamo con un nombre

tan largo que ya no me acuerdo, pero todo el mundo me

llama Sisita.

DOLORES.—Ay, ay, ay…

SISITA.—¿Qué ocurre?

DOLORES.—Nada, hija, nada. ¿Qué va a ocurrir? ¡Madre del

amor hermoso…! Esto lo cuentas y no te lo creen… Pues mira

que eres guapa, niña. ¡Sácame a que me dé el aire! Sin ti, mi

hijo no hubiera sido mi hijo. ¡Sácame de aquí, por favor! Sin

ti, mi hijo no hubiera ido a estudiar a Madrid, te lo digo yo,

que sé de lo que hablo! Me ahogo de pena, niña, porque me

gustas una eternidad, pero en aquel entonces yo no podía soportar

los amores de mi hijo con una cría nacida en pecado y

tan desvergonzada y tropical. ¡Ay, sácame de aquí, Sisita, sácame

de aquí! Mi hijo se convirtió en un gran escritor, un mucho

gracias a ti y un poco gracias a mí, muchos dicen que el mejor

de su siglo, pero lo hizo a costa de herirnos en lo más profundo

de nuestro corazón a las gentes de bien. ¡Por qué me tuvo

que salir tan anticlerical, y tan republicano, y hasta socialista,

madre del amor hermoso! ¡Socialista! Si lo llego a saber, si yo

hubiera podido ver el futuro, le dejo contigo en la playa de Las

Canteras y nos hubiéramos ahorrado tanta vergüenza y tanta

ignominia... Ay, que no nos oiga nadie, Sisita, ven, acércate…

Te voy a decir algo que nunca le he dicho a nadie… ¿Sabes la

verdad? Pues que al mismo tiempo que te digo esto me muero

de orgullo por él, y le quiero tanto, y le admiro tanto… ¿Por qué

no me sacas de aquí, pequeña?

SISITA.—Porque no para usted de hablar.

DOLORES.—¿Y seguro que no te acuerdas de mí?

SISITA.—Yo no me acuerdo de nada.

DOLORES.—Porque te acabaste a los 28 años, mi niña. ¡Qué

locuras tenemos que vivir los muertos! Óyeme, Sisita, óyeme

bien: yo no quiero ser esa madre de Benito Pérez Galdós. Me

niego. Yo no quiero ser doña Perfecta, no me gusta el perso-


naje, me resulta de lo más antipático. ¿Queda claro? ¡Sácame

de aquí!

SISITA.—Vámonos. Me lo estoy pasando en grande.

(Salen. Entra por otro lado FRANCISCO empujando

a BENITO en su butacón.)

BENITO.—¿No había aquí alguien hace apenas unos segundos?

FRANCISCO.—Sí.

BENITO.—¿Quiénes eran?

FRANCISCO.—Una señora muy tiesa y una niña pizpireta.

BENITO.—¡Ay! ¡Ellas! ¿Y dónde están?

FRANCISCO.—A saber. Le deben de estar buscando a usted.

BENITO.—¿Y por qué no vuelven? Si es que no das una, no se

te puede encargar nada, hijo.

FRANCISCO.—Señor, yo no hice, ni más ni menos, sino lo

que usted me ordenó. Si después de la sesión de espiritismo los

muertos se nos han mezclado con los vivos y esto es un sindiós,

ya no es responsabilidad mía…

BENITO.—Menudo escabeche.

FRANCISCO.—…Porque mire que se lo avisé, don Benito,

mire que se lo avise. Le insistí, hasta ponerme pesado, que lo

de la sesión no era una buena idea… O al menos no haberlo

hecho todo nosotros solos… haber traído una buena médium,

una profesional… A doña Margaret, por poner un ejemplo…

BENITO.—Sí, majo, estoy yo de tiempo como para esperar a

que venga la doña Margaret esa… Y además, ¿a quién quieres

que mande a buscarla? ¿A mi hija, que es una descreída? ¿A

mi sobrino, que está que se ahoga con un pelo? No, no, no.

Tú eres mi única opción, mi única oportunidad de dejar las

cosas atadas antes de marcharme de este mundo. Así que no

me fastidies.

FRANCISCO.—Si es que yo bastante tengo con lo mío, don

Benito… que usted sabe mejor que nadie que bueno de la cabeza

no estoy…

BENITO.— Sí, hijo, sí…

FRANCISCO.—…Y que yo, en materia de espíritus, tengo

más voluntad que arte… que soy solamente un mero aficionado…

un desgraciado, mejor diría… que sí, que me poseen y se

pasean por mi cuerpo como Pedro por su casa, como si fuera

una simple botella que se rellena y se rellena y se rellena… pero

si ni soy capaz de controlarlos dentro cómo voy a controlarlos

fuera… Y doña Emilia, que más que ayudar, estorba, que dice

que todo esto de los espíritus son cuentos de vieja, pero ahí

la tiene, discutiendo con una muerta a grito pelado como si

nada…

BENITO.—Vaya desastre. Y a mí el tiempo que se me acaba.

FRANCISCO.—…Y ahí los tengo a todos, vagando por los

rincones, a su señora madre y a su prima Sisita… Y a la mujer

esa que se quiere suicidar todo el tiempo, Lorenza, que si la

quitas del balcón para que no se tire, al momento se está colgando

de la lámpara, si no es que se bebe una botella entera

de salfumán, que nos tiene a todos en un sinvivir porque no

se ha enterado de que ya está muerta y así no hay manera de

suicidarse… y también está doña Concha, o doña Ruth, o doña

Tristona, o como quiera que se llame ahora esa muchacha, que

ha tenido ya tantos nombres que me hago un lío… cantando

sus letanías de hereje y enzarzada con doña Emilia, vaya usted

a saber por qué, que están las dos hechas un basilisco, tanto

que parece que a doña Emilia se le ha olvidado que es la única

viva que hay en esta reunión y parece más difunta que la otra,

de las locuras que dice y hace…

BENITO.—Nada, nada. Excusas que pones para no darme ese

gusto.

FRANCISCO.—Que no, don Benito, que le prometo a usted

que pongo mis cinco sentidos, pero las condenadas se me desbocan

y como me dejo la tapa abierta se me mete dentro del

cuerpo el primero que pasa, que ya lo ha visto usted, que llevo

un día que no me aguanto ni yo.

BENITO.—Pamplinas. Y hazme el favor de ir a por la manta,

que ya no sé cómo pedírtelo.

FRANCISCO.—(Cogiendo un papel que ha caído del… cielo.)

Oh, aquí hay un telegrama: «a la muy ilustre academia de las

bellas letras, Estocolmo, Suecia», dice así: «Indigno de un premio

tan importante un escritor como don Benito Pérez Galdós,

burdo, en exceso realista y crudo y absolutamente falto de fe».

(Desde aquí y prácticamente hasta el final de la obra no dejarán

de caer telegramas y postales.)

BENITO.—Oye… ¿Has dado de comer a Mariucha?

FRANCISCO.—Claro, pero esa corderita come mucho, señor,

mucho, y se está poniendo como una oveja gorda, gorda como

una oveja.

BENITO.—¿Y Polo?

FRANCISCO.—Juega todo el tiempo, cachorro es.

BENITO.—¿Y Napoleón?

FRANCISCO.—Un toro parece, con perdón, de lo fuerte y

bravío que está. (Cogiendo otro telegrama. Lee.) «Que Galdós

reciba el Nobel sería tanto como que el Nobel quede totalmente

desprestigiado».

BENITO.—(Que sigue a lo suyo.) ¿Y Secretaria?

FRANCISCO.—Melosa y desquiciada, desde que se murió el

gato no cesa de buscarle por todas partes. No entienden de la

muerte estos pobres animales.


BENITO.—¿Quién entiende de eso?

FRANCISCO.—A saber.

BENITO.—¿Y mis gansos?

FRANCISCO.—Haciendo el ídem, señor. (Cae otro telegrama.

Lee.) «Lamentable sería que un ser tan antiespañol recibiera

el premio Nobel».

BENITO.—¿Y el abedul?

FRANCISCO.—Esbelto.

BENITO.—¿Y la encina?

FRANCISCO.— Sabia.

BENITO.—¿Y el roble?

FRANCISCO.—Recio.

BENITO.—¿Y el castaño?

FRANCISCO.—Acastañado.

BENITO.—Llévame a verlos.

FRANCISCO.—Usted no ve, señor.

BENITO.—Yo sé lo que me digo. Llévame con ellos.

(Salen. Al instante entran, por otro lado, RUTH y

EMILIA.)

RUTH.—Pues sí, Emilia. Lo de actuar nunca me ha gustado

mucho.

EMILIA.—¿Ah, no? Pues cualquiera lo diría con el tostón que

le diste al pobre Benito para que te diera un papel.

RUTH.—No. Solamente era un medio para ser independiente,

para no tener que estar a merced de ningún hombre, pero…

con esta pierna de menos tú me dirás…

EMILIA.—Sí, hija, la verdad es que has tenido mala pata…

Perdón, no he querido hacer un chiste, es una frase hecha.

RUTH.—No te preocupes, si me hago cargo. Daría la otra

pierna por haber estudiado, y por haber sido un poquito escritora

o un poquito pintora o un poquito cirujano… Sé, Emilia,

sé que puedo aprender. Puedo observar los fenómenos de la

naturaleza, puedo observar al ser humano, yo también, puedo

impartir justicia y ejecutar leyes. Puedo ser la dueña de mi

vida. No te quito mérito, desde luego… Según he oído eres uno

de los mejores escritores de esta generación… Pero también

habrá sido por tener posibles, digo yo. A ver si no de qué una

mujer va a salir escritora.

EMILIA.—Escritora… y buena, muy buena. Porque mira,

mona, aristócratas hay muchas, y ricachonas, muchísimas. Y

no todas salen buenas escritoras… es más, no recuerdo a ninguna.

RUTH.—¿Sabes qué me gustaría probar si volviera a nacer?

EMILIA.—No, ¿el qué?

RUTH.—A cantar, me gustaría poderme ganar la vida cantando…

en un teatro, en un café cantante, en una barraca, en

un tablao… Donde fuera, pero cantando. Me gustaría cantar y

tocar el piano.

EMILIA.—Mira tú qué bien.

RUTH.—¿Quieres que te cante algo?

EMILIA.—No.

RUTH.—Por favor, Emilia. Me haría muy feliz tenerte como

público.

EMILIA.—Bueno, una nada más. Y si veo que me levantas dolor

de cabeza te lo digo y te callas.

RUTH.— De acuerdo. Una sola. (RUTH canta «La golondrina»:)

¿Adónde irá veloz y fatigada

la golondrina que de aquí se va?

Oh, si en el viento se hallará extraviada

buscando abrigo y no lo encontrará.

Junto a mi pecho le pondré su nido

en donde pueda la estación pasar.

También yo estoy en la región perdido,

¡Oh, cielo santo! y sin poder volar.

Dejé también mi patria idolatrada,

esa mansión que me miró nacer,

mi vida es hoy errante y angustiada

y ya no puedo a mi mansión volver.

Ave querida, amada peregrina,

mi corazón al tuyo acercaré,

oiré tu canto, tierna golondrina,

recordaré mi patria y lloraré.

EMILIA.—Oye… ¿sabes que me has hecho llorar, puñetera?

(Salen las dos cogidas del bracete y por otra salida

aparecen LORENZA y FRANCISCO.)

FRANCISCO.—Señorita, le he dicho que no y es que no. Aquí

no se corta las venas nadie, que me lo va a poner usted todo

perdido. ¡Hasta ahí podíamos llegar!

LORENZA.—¿Dónde está Benito?


FRANCISCO.—Se me ha perdido por culpa de usted. Andará

por ahí. Ciego, desamparado, empotrado en algún decorado de

ópera, atascado entre los telones o desvanecido en el camerino

de la primera actriz. No se suicide usted, mujer.

LORENZA.—¿Y tú quién eres?

FRANCISCO.—Depende. (Papel del cielo:) «Es un escritor

muy chato y doctrinario, que intenta hacer que el lector tome

partido para terminar pensando como él. Muy por debajo

de otros grandes escritores de su época. El Nobel sería una

exageración».

LORENZA.—Bueno, no se puede gustar a todo el mundo.

FRANCISCO.—Voy a buscar a Benito. ¿Me promete que en

este rato no se me va a suicidar usted y se me va a portar como

Dios manda?

LORENZA.—Claro.

FRANCISCO.—No me lo creo.

LORENZA.—Hace estupendamente.

FRANCISCO.—Véngase conmigo.

LORENZA.—Creo que la madre de la única hija de Benito

merece una confianza. ¿O no?

FRANCISCO.—Lo que usted diga mientras no atente usted

contra su vida. (Papel del cielo:) Bla, bla, bla, me estoy empezando

a cabrear. Ahí la dejo. (Sale. Inmediatamente entra

EMILIA PARDO BAZÁN.)

EMILIA.—Disculpe.

LORENZA.—¿Por qué la tengo que disculpar?

EMILIA.—Bueno, mujer, por nada, son fórmulas de cortesía,

no me disculpe, si no quiere.

LORENZA.—Sé perfectamente quién es usted.

EMILIA.—¿Ah, sí? Pues yo sospecho quién es usted. ¿Sabe

usted por qué está aquí?

LORENZA.—Benito Pérez Galdós se muere. Su cabeza… flaquea.

Digamos que se agolpan imágenes en su mente. Estamos

aquí convocados por él, pero creo que él ya no es dueño de

nada. Y no cabemos todos. Ni siquiera está nuestra hija, María,

ni su ahijada Rafaelita, ni su sobrino del alma, ni la bendita

Teodosia, que tanto le cuida… No están sus amigos: ni Pereda,

ni Clarín, ni el doctor Marañón… No estamos en la casa de San

Quintín, ni en la de la calle Cano, ni siquiera en la de Hilarión

Eslava… Debemos estar patinando en alguna partecilla de su

cerebro, y de su corazón… Benito Pérez Galdós se muere. Somos

los últimos instantes de un ser humano. Somos el cosquilleo

último del más escondido de sus pensamientos. Poca cosa,

pues. Un poco de agonía, miedo tal vez, tal vez liberación…

EMILIA.—¿Le puedo dar un abrazo? Le voy a dar un abrazo.

Sentí muchos celos hace ya unos años. Muchos. Pero ahora le

voy a dar un abrazo. (La abraza.) Ya está. Véngase conmigo,

que me parece escuchar las toses de Benito por aquel lado.

(Salen EMILIA y LORENZA, mientras que por el

lado opuesto entra BENITO.)

BENITO.—¡Francisco! ¡Francisco! ¡Tengo frío! ¿Dónde está

la manta?

(Por el lado opuesto entra RUTH.)

BENITO.—¡Conchita!

RUTH.—¡Benito!

BENITO.—¡Conchita, te veo, no sé cómo pero te veo y se me

llenan los ojos con tu presencia!

RUTH.—(Con una enorme ternura.) Pobre amor mío, qué

chiquitito te has vuelto. ¡Qué viejo y qué acabadito estás, Benito!

BENITO.—No me mires, no quiero que me mires.

RUTH.—¿Por qué? Yo te quiero igual, te amo de todas las formas,

Benito…

BENITO.—No digas simplezas, por favor. Tú no, que nunca

fuiste tonta… ¡Francisco! ¡Francisco, sácame de aquí por favor!

¡No me mires, Conchita, te suplico que no me mires!

RUTH.—No te miro, te estoy bebiendo. No sabes la sed que he

pasado durante todos estos años.

BENITO.—(Tapándose la cara con las manos.) ¡Francisco!

(Entra FRANCISCO con un telegrama entre las manos.)

FRANCISCO.— «Diálogos de un casticismo vacío. Realismo

a palo seco y meramente ilustrativo».

BENITO.—Sácame de aquí, Francisco, por favor. Quiero volver

a mi cama, esto no ha sido una buena idea.

FRANCISCO.—Si ya lo estaba diciendo yo…

RUTH.—¡No, por favor! ¡No te marches! Tengo tantas cosas

que decirte…

BENITO.—Soy un cascajo, Conchita, ¿no te das cuenta? Soy

un guiñapo, un carcamal, una porquería, un viejo que huele a

orines y no quiero que me veas así. Ya no soy yo, ¿lo entiendes?

(RUTH se agarra de la silla impidiendo que FRAN-

CISCO se lleve a BENITO. RUTH es excesiva, teatral,

patética. En todo recuerda a la diva que siempre

quiso ser.)


BENITO.—No hagas el tonto y suelta, Conchita. Leche, que

me sueltes, Conchita, que me vas a tirar. ¡Francisco, ayúdame!

Ya está bien de hacer bobadas, estate quieta y vuélvete al limbo.

¡Déjame, cojones!

RUTH.—No quiero.

BENITO.—¡Que no puede ser! ¿No te das cuenta de que no

puede ser?

RUTH.—¡No! ¡No te pienso dejar marchar otra vez!

BENITO.—¡Que no! ¡Suelta, te digo! ¿No ves que no puede

ser? …A menos que… a menos que… ¡Francisco!

FRANCISCO.—Ah, no, señor, que le estoy viendo venir.

BENITO.—¿A ti qué más te da? Es lo último que te pido…

FRANCISCO.—No, señor, ni muerto, nunca mejor dicho. La

respuesta es ¡No!

BENITO.—Francisco, por favor, por favor…

(BENITO cae fulminado, como muerto. FRANCIS-

CO, una vez más, cambia de alma.)

FRANCISCO.—Conchita, soy yo, Conchita. Aquí estoy.

RUTH.—¿Benito?

FRANCISCO.— Sí, soy yo. Aquí estoy, ocupando este corpachón.

Quiero despedirme de ti como te mereces. Otra vez fuerte,

otra vez joven. Como cuando nos conocimos, ¿recuerdas?

RUTH.—Benito… se me hace tan extraño.

FRANCISCO.—No podía despedirme desde ese despojo, no

podía dejar que me vieras así, hecho una ruina.

RUTH.—Pero si a mí no me importa, mi amor… te amo tanto…

no me importan los años, ni las arrugas, ni tu aspecto encorvado

y minúsculo… te amo a ti, seas como seas, tengas la

apariencia que tengas. Te amo grande o pequeño, con vista o

sin ella, viejo, joven, niño… tú solo, tú. Mi amor, mi dulce, tierno,

irremediable amor de mi vida.

BENITO.—Un beso, Conchita. Un último beso antes de la

partida. No creo que pueda permanecer mucho más dentro de

este cuerpo.

(RUTH y BENITO / FRANCISCO se abrazan y se

besan.)

BENITO.—Noto cómo me abandonan las fuerzas. Me tengo

que ir, Conchita. Perdóname, perdóname…

RUTH.—No tengo nada que perdonarte, mi amor. Gracias a

ti tuve alas, gracias a ti pude disfrutar de otra vida, de otra

libertad. Gracias a ti pude amar… y quedaré en Tristana para

siempre. Seré Tristana y seré libre, Benito.

BENITO.—Adiós, Conchita. Noto cómo me apago. Me consumo,

Conchita… Tengo que marcharme. Gracias por venir a

despedirme. Gracias, muchas gracias por perdonarme. Dios

sabe que te quise, a mi manera y torpemente. Pero te quise…

Adiós, mi amor.

RUTH.—Adiós.

(Y FRANCISCO desaparece llevándose a BENITO

en la silla de ruedas, dejando a RUTH anegada en

lágrimas y desolada, mientras entran SISITA y LO-

RENZA. Traen un montón de papeles. El escenario

empieza a estar inundado de ellos.)

SISITA.—Aquí le acusan de «haber otorgado a la mujer unas

dosis de protagonismo insólitas e inmerecidas».

LORENZA.—Aquí dicen de él que es «cansadamente pedagógico,

excesivamente prolijo y aleccionador».

SISITA.—(Al ver a RUTH.) ¿Por qué te falta una pierna?

RUTH.—Me la arrancó Benito. Por mala actriz. Me dejó de

querer cuando yo más le quería. Y yo me quería comer el mundo

y tenía demasiada imaginación. Y una inteligencia que no

podía caber en la cabeza de una simple mujer. Y mi castigo fue

la locura y la amputación. Eso es lo que nos espera.

(Entran DOLORES por un lateral y EMILIA por el

opuesto.)

DOLORES.—A ver, un poco de orden, por favor. Mi Benito

se ha perdido. Le hemos buscado por todas partes y no está.

¿Alguno de ustedes… o mejor, alguna de ustedes le ha visto?

SISITA.—Mira, Emilia, esta es su madre. Doña Dolores, le

presento a doña Emilia Pardo Bazán. Grandísima escritora y

muy amiga de su hijo.

DOLORES.—Ah, ya, sí, mucho gusto…

EMILIA.—Dolores, querida mía. Que la zafia y banal tentación

de la retórica no me impida agradecerle el haber traído al

mundo a un ser como Benito Pérez Galdós.

DOLORES.—Poco mérito hay en eso, bien lo sabe usted.

LORENZA.—Soy Lorenza Cobián. Asturiana, y madre de su

única hija, María. Ahí yo gano.

EMILIA.—¿Y quién compite?

(Se hace un silencio. Inmediatamente se oye mascullar

a FRANCISCO, que ha entrado y lleva ya un

buen rato chapoteando en los papeles que inundan

la escena, los lee, los arroja, se enfada, sigue leyendo,

los rasga, suelta improperios, cada vez más fuera

de sí, hasta que se transforma, de nuevo, en EL

SEÑOR CINCUSPECTO.)


FRANCISCO.—(Poseído por EL SEÑOR CIRCUNSPECTO.)

Decirle, simplemente, que me conformaría con que usted tuviera

un gesto de arrepentimiento. Nada más. Solo un gesto de

contrición y yo y muchos compatriotas nuestros dormiríamos

más tranquilos. ¡Me cisco yo en su amor a España! ¡No se puede

amar aquello que al mismo tiempo se maltrata! ¡Permítanme

el oxímoron!

EMILIA.—¡Faltaría más!

CIRCUNSPECTO.—¿En qué obra suya, incluso en la más

leve, no hay un dardo envenenado dirigido al mismísimo corazón

de nuestra fe católica? España lo es por su fe. España, o

es católica, o no es.

DOLORES.—Algo de razón lleva el hombre. ¿O no?

SISITA.—Calle, calle usted, que esto es divertidísimo.

CIRCUNSPECTO.—¡Qué comprensivo se muestra usted con

esas otras confesiones apócrifas! ¡Qué respetuoso y tolerante!

Meta en su casa a esos hebreos marroquíes que tanto le gusta

hacer hablar en sus novelas…

RUTH.—¿Qué pasa con los hebreos?

CIRCUNSPECTO.—Llévelos a su villa de San Quintín, don

hombre bueno.

SISITA.—Le va a reventar la aorta.

CIRCUNSPECTO.—¡Métalos en su casa y deles de comer, a

ver lo que tardan en degollarle!

SISITA.—¡Qué risa, si hasta le sale una babilla por la boca!

CIRCUNSPECTO.—Usted ha ido de la mano a nuestro glorioso

parlamento con los enemigos de nuestra nación, sí, señor

Galdós, sí, con lo enemigos de España, de la fe católica y

de nuestra monarquía. Y he de recordarle que para nosotros,

españoles con orgullo y por siempre, españoles hasta el llanto,

españoles hasta la muerte…

SISITA.—Yo soy de Cuba.

RUTH.—Y yo judía, don Fantoche.

CIRCUNSPECTO.—…usted ha maltratado, de una manera

consciente, empecinada y machacona nuestra esencia y nuestro

ser. Si de mí dependiera, y sin dudarlo ni un segundo, quemaría

todos sus libros, y a usted le encerraría bajo siete llaves.

DOLORES.—Hombre, eso tampoco. Mi pobre niño.

RUTH.—¡Hipócrita!

CIRCUNSPECTO.—¿Se nos acusa de intolerancia? ¿Y qué?

Quien tanto urde, quien tanto amarga, quien tanto enoja,

quien tanto miente y quien tanto ultraja, merece la exclusión,

el desprecio y el olvido. (Durante estos últimos parlamentos

ha entrado, triste, cabizbajo, hundido, BENITO PÉREZ

GALDÓS. En su butacón de ruedas, anciano y ciego, con sus

gafas negras, ausente, deliciosamente ausente.)

EMILIA.—¡Benito!

BENITO.—No encuentro a Mariucha…, mi corderita negra…,

ni a ninguno de mis perros… Y ya no hay árboles en ninguna

parte. Qué soledad, qué soledad tengo, yo que ya voy por el

tercer perro enterrado… Me parece oír a lo lejos al viejo

Beethoven. Tengo mucho frío, leches, mucho frío.

CIRCUNSPECTO.—¿Se arrepiente usted? Conteste, ¿se

arrepiente usted?

RUTH.—Y si no, ¿qué? ¿Le vais a torturar? Si fuera hombre le

sacudiría un puñetazo.

SISITA.—¡Eso, un buen uppercut con la izquierda y knock

out!

CIRCUNSPECTO.—Arrepiéntase y todos dormiremos más

tranquilos.

DOLORES.—(Le calza un bofetón al SEÑOR CIRCUNSPEC-

TO que literalmente le vuelve del revés.) ¡Se acabó! Niño, trae

ahora mismo una manta y deja ya de atormentar a mi pobre

criatura.

FRANCISCO.—(Volviendo a ser él.) Oh, sí, señor, no se preocupe,

si se arrepiente de algo, ya le mando yo un recado. ¿Estamos

todos? Fenomenal. Pues que empiece la fiesta. ¡Música,

maestro!

Se hace más perceptible la presencia del «Quinteto»

de Beethoven. A partir de aquí comienza una especie

de baile entre todos los presentes y el butacón

de BENITO.

SISITA.—(Desplazando el butacón de BENITO por la escena.)

Por fin juntos, Benito. Dice Lorenza que te mueres, así que

si quieres pedirme algo, voy a buscártelo.

BENITO.—Tengo un frío de cojones y nadie me trae una

manta…

SISITA.—Te voy a traer una manta, y nos vamos a esconder

debajo de ella y vamos a jugar a que yo me he hecho también

vieja y sacamos la cabeza de vez en cuando para que nos dé

el sol y yo voy a acariciarte con mis dedos todito tu cuerpo de

anciano y todos tus pliegues y tus arrugas y voy a paliar tus dolores

de esa arterioesclerosis puñetera y cuando nos cansemos

de acariciarnos y de mirar el mundo nos morimos y ya está.

RUTH.—(Reemplazando a SISITA, con el «Quinteto» de

Beethoven ganando presencia.) ¿Qué música suena, Benito?

¿Toda la belleza del mundo la han compuesto los hombres?

¿Por qué yo no puedo escribir las novelas que tú no supiste

escribir? ¿Por qué yo no pude pintar también los atardeceres


del Mediterráneo? ¿Por qué me duele todo lo que me rodea?

¿Por qué nos habéis sacado del mundo? ¿Por qué somos aquí

un coro de mujeres adorando al escritor?

BENITO.—Alguien me podría traer una copita de ron, digo

yo, una copita de ron miel, ya que nadie me trae una manta,

que tampoco estoy pidiendo un funeral de Estado, una

manta, rehostias, una copita de ron, con miel o si miel, una

manta, una copita…

LORENZA.—(Reemplazando a RUTH, con el «Quinteto»

de Beethoven ganando presencia.) ¿Quieres ver a tu hija? ¿A

tus hermanas? Me conozco el terreno como la palma de mi

mano… ¿Quieres que salgamos a dar un paseo por los años

venideros, quieres que aprenda a escribir para poderme dictar

los episodios nacionales de los años 30? ¿Y de los 40?

¿Quieres que nos aventuremos hasta finales del siglo XX e

incluso meter los pies en el XXI?

BENITO.—A mí me gustaría meter los pies en una palangana

de agua caliente, ponerme una manta por encima, tomarme

un copazo de ron, dejar de hablar de mí, acariciar a mi

perro y morirme de una santa vez…

DOLORES.—(Reemplazando a LORENZA, con el «Quinteto»

de Beethoven ganando presencia.) Hijo de mi alma…

Yo quiero que me escribas una nueva vida… Vamos, vamos

a inventarnos que llegabas por la tarde de tus paseos por la

playa o por la ciudad y me contabas tus planes y yo, mientras

preparaba unos buñuelos, te escuchaba y asentía, y que entre

bocado y bocado de la merienda me confesabas tus amores,

que yo no quería escuchar y me tapaba los oídos, y que tú ibas

a más y me contabas tu desapego de la religión, ay, qué daño,

mi niño, qué daño, siempre tan aprisionadas, las mujeres, tan

confundidas, hemos tenido siempre tanto miedo, mi rigor fue

fruto de mi miedo, y sacaba el látigo cuando yo lo que quería

era hacerte buñuelos y reírme contigo. Escríbeme una nueva

vida, mi niño, en la que tu mamá Dolores sepa decir te quiero.

BENITO.—Pues ahora, en estos ratos muertos, sí que voy a

tener tiempo para escribir… Ahora bien, si alguien de los presentes

me trajera una mantita… Si yo sé que uno al final casca

más solo que la una, si yo lo sé… pero, leches, tanto ajetreo

con la butaca, que si esta, que si la otra, que si esto, que si

lo otro, y nadie me trae una miserable mantita…, porque esa

copa ya la veo yo como una quimera, y para qué hablar de la

palangana…

RUTH.—(Mientras se desvanece.) Dios, lleno de misericordia,

que moras en lo alto, en las alturas, otorga perfecto descanso

bajo las protectoras alas de tu presencia Divina…

(Todos los personajes han ido desapareciendo.

También ha desaparecido el «Quinteto» de Beethoven.

DON BENITO está solo. Entra DOÑA EMILIA

PARDO BAZÁN.)

EMILIA.—Anda, ven aquí, miquiño. Te voy a poner en el

centro… Eres el centro del universo….

BENITO.—¿Emilia?

EMILIA.—La misma que viste y calza. Wait un momento,

please, que vuelvo enseguida.

BENITO.—Emilia, no me dejes…

(Sale EMILIA pero entra al instante con una palangana

con agua.)

EMILIA.—¿Quién te deja a ti, mi ratonciño? Trae para acá

esas pezuñas, a las que tantas veces he hecho cosquillas…

(Mete los pies de BENITO en la palangana.) ¿Qué tal? ¿Extasiado

estás?

BENITO.—Gracias, amiga.

EMILIA.—Amiga, claro. Esta princesa galaica se conforma

con lo que le quieras dar. (Saliendo de escena y volviendo a

entrar inmediatamente, con una manta.)

BENITO.—Esta princesa galaica es la mujer que más he querido

en toda mi vida…

EMILIA.—Yo valgo muy poco estéticamente considerada,

pero he mareado siempre a los que se me acercaron… toma,

minino, la bendita manta. (Le pone la manta sobre las piernas.)

BENITO.—Gracias, amor, ven que te bese…

EMILIA.—Espera, wait a moment, que no hemos terminado.

(Sale y vuelve a entrar acompañada de un precioso

perro, que se sienta al lado de BENITO.) Aquí tienes a Napoleón.

(Vuelve a salir.)

BENITO.—Pero ¿dónde andabas, amigo de mi alma, que llevo

buscándote toda… la muerte, dónde andabas?

(Entra EMILIA con una botella de ron añejo y dos

copitas.)

EMILIA.—Se nos acaba esto, miquiño mío del alma, se nos

acaba.

(Sirve las copas)

BENITO.—(Bebiendo, con sumo placer.) ¿Lo ves? ¡Esto es

muerte, leñe, esto es muerte! ¿Bebes tú también?

EMILIA.—Ya lo creo. ¿Quieres besarme ahora? Pues te doy

permiso para besar mi escultural jeta gallega. (Se besan.) Ya

me contarás, dentro de nada, cómo es aquello.

BENITO.—No tengas prisa.

EMILIA.—Prisa no tengo, miquiño, pero achaques, un montón.

¿Tienes miedo?


BENITO.—Ahora no.

EMILIA.—¿Oyes el mar?

BENITO.—Lo llevo dentro de mí. Yo soy mar.

EMILIA.—Bien. Me voy, entonces.

BENITO.—Espera un poco mujer, qué prisas. Vamos a tomarnos

la arrancaílla.

EMILIA.— Ea, la arrancaílla.

(Beben, muy lentamente. EMILIA le mira en silencio

y luego sale de escena.)

BENITO.— Ya está, Emilia, ya está… Dile a Dios que pase.

OSCURO LENTO


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